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Las peregrinaciones en la Edad Media J. F. FRONTELA (Valladolid) LUIS La peregrinación, que suele identificarse como u

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Las peregrinaciones en la Edad Media J. F. FRONTELA (Valladolid)

LUIS

La peregrinación, que suele identificarse como un movimiento devocional propio del mundo medieval, es una realidad anterior a los tiempos medievales, incluso anterior al mismo cristianismo. Si tomamos como referencia el mundo judío, antecedente religioso del cristianismo, debemos decir que está todo él impregnado del espíritu de la peregrinación. De hecho la conciencia de Israel como pueblo nace de la experiencia de una peregrinación, de Egipto, tierra de la esclavitud, a Palestina, tierra de libertad. A partir de esta imagen del éxodo judío, el cristianismo convierte el camino en un símbolo de la vida. Esto es lo que lleva a que un libro tan significativo, y que tanto papel juega en la estructuración de la peregrinación jacobea, como es el Codex Calixtinus, el Liber Sancti Jacobi, intente justificar la peregrinación en toda una larga tradición bíblica 1. Es cierto que en el primer cristianismo, sobre todo en el de origen pagano, las peregrinaciones fueron raras o nulas, ello fue debido a diversos factores. En primer lugar hay que señalar la tensión escatológica que viven los primeros cristianos, que les lleva a sentirse peregrinos en tierra extraña en busca de la ciudad futura y 1 «Cómo se deriva el camino de la peregrinación de los Padres antiguos y cómo debe andarse, vamos a exponerlo. Toma el principio de Adán; continua por Abraham, Jacob y los hijos de Israel hasta Cristo, y se completa en Cristo y en los apóstoles». Liber Sancti Jacobi, Libro Primero, Capítulo XVII, Sermón del santo Papa Calixto en la solemnidad de la elección y de la traslación de Santiago Apóstol, que se celebra, el día 30 de diciembre, CSIC, Santiago de Compostela ,1951, pp. 207-209.

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD

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a esperar más la Jerusalén celeste que a poner su atención en la Jerusalén terrena, a la que considera culpable del rechazo de Cristo. A esta tensión escatológica, hay que añadir la preocupación, en este cristianismo procedente de la gentilidad, por la defensa de un culto en espíritu y en verdad y la prevención frente a toda posible sacralización del espacio, común a toda la tradición religiosa, por medio de santuarios y lugares sagrados. En segundo lugar debemos señalar la situación por la que pasa Palestina en los dos primeros siglos de la era cristiana, que debido a la primera revuelta judía, años 66-70, lleva a la destrucción del templo de Jerusalén por Tito, y a la segunda revuelta judía, años 132135, lo que provoca que el emperador Adriano prohíba a los judíos habitar en la región que rodea Jerusalén y convierta a ésta en una ciudad pagana, pues, perdiendo el tradicional nombre de Jerusalén, pasa a llamarse Aelia Capitolina, y sobre el lugar donde se había levantado el templo judío se construye un templo dedicado a Júpiter Capitolino y otro sobre el Gólgota dedicado a Venus Capitolina 2. No obstante debemos decir que entre el cristianismo de corte judeocristiano -la comunidad cristiana de Jerusalén hasta la destrucción de la ciudad en tiempos del emperador Adriano estuvo toda ella compuesta por Judíos- 3 se mantuvo la costumbre de peregrinar a los santos lugares, incluso algunos judeocristianos, que se habían exiliado en Pela, regresaron a Jerusalén, asentándose en el monte Sión en una de las casas que, habiéndose salvado de la destrucción, identificaron con el Cenáculo 4. Habrá que esperar al siglo IV, cuando el cristianismo logre con el edicto de tolerancia, edicto de Milán del 313, la carta de ciudadanía, para ver desarrollarse la peregrinación como una de las devociones que marcará al cristianismo en los siguientes siglos. 2 KAREN ARMSTRONG, Jerusalén, una ciudad y tres religiones, Paidós, Barcelona, 1997, pp. 195-217 3 EUSEBIO DE CESAREA, Historia eclesiástica, IV, 5, B.A.C., Madrid, 1973. 4 Por Eusebio de Cesarea sabemos que en el siglo II Melitón de Sardes viajó por Palestina, por interés histórico, para conocer los lugares donde acontecieron los sucesos que narran los libros bíblicos. Lo mismo hizo Alejandro de Capadocia, en el primer tercio del siglo ID, que «fue a Jerusalén por motivos de oración y estudio de los lugares». Es uno de los primeros casos de peregrinación conocida. EUSEBIO DE CESAREA, O.c., IV, 26, 14. VI, 11,2.

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LA PEREGRINACIÓN A PALESTINA

Las peregrinaciones de esta época, siglo IV, se dirigen hacia el Oliente, concretamente a Palestina, a conocer los lugares ligados con la vida de Cristo, así como con los grandes personajes bíblicos 5. Igualmente se buscaba en el viaje a Oriente conocer los principales centros monásticos de Egipto: la Tebaida, Nitria, Siria y Mesopotamia. Y finalmente se procuraba visitar los sepulcros de determinados santos: en Alejandría el de San Marcos, en Edesa el de Santo Tomás, en Efeso el de San Juan evangelista 6, y en esta línea se incluye la visita a Constantinopla que se había constituido toda ella en un relicario, donde comienzan a ser famosas entre otras reliquias la de San Juan Bautista y las de los santos Cosme y Damián. La peregrinación a Palestina convierte a Jerusalén en centro de mira de los peregrinos, fundamentalmente para visitar y venerar los lugares relacionados con la muerte y resurrección de Cristo. De hecho a finales del siglo IV, Rufino y Melania, viejos conocidos de San Jerónimo, y debido a la afluencia de peregrinos, fundan en el Monte de los Olivos, una casa de acogida para los peregrinos que iban a Jerusalén y para los que, una vez visitado los lugares santos, deseaban quedarse en la ciudad llevando vida de retiro y oración. La peregrinación a Jerusalén va a estar promovida por el emperador Constantino y su más inmediato círculo familiar, fundamentalmente su madre Elena, quien peregrinó por Palestina en el año 326 y con el apoyo del obispo de Jerusalén, Macario, llevó a cabo un importante trabajo de recuperación de los lugares relacionados con la vida de Cristo. Es en este momento cuando, por medio de grandes obras de arqueología y de construcción de nuevos edificios religiosos, patrocinados por los círculos imperiales, entre otros la basílica 5 Por la peregrina Egeria sabemos que aquellos viajeros que recorrían Palestina solían acompañar la visita a un lugar con la lectura del pasaje correspondiente de la Escritura, con lo cual la Biblia se convierte en guía de los peregrinos por Palestina. Hablando de la visita al pozo de Jacob nos dice que fue leído el lexto mismo del Génesis. A. ARCE, Itinerario de la Virgen Egregia, B.A.e., Madrid, 1980, pp. 249 6 Al igual que en los lugares bíblicos cuando se llegaba al sepulcro de un santo, a la vez que se hacía un momento de oración, se leía algo acerca del santo que se visitaba. A. ARCE, o.c., P 235.

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del Monte de los olivos y la de Belén, se intenta la cristianización de Jerusalén, tanto frente a la ciudad pagana, construida después de la destrucción de la ciudad por el emperador Adriano, como a la ciudad judía, así como del resto de Palestina. Esto dará lugar a que los judíos acusen a los cristianos de intentar apropiarse de la historia y de la geografía religiosa de Israe1 7 • La recuperación de los lugares relacionados con la vida de Cristo y la noticia sobre la invención de la Vera Cruz, a medida que avanza el siglo IV, van a poner de moda la peregrinación no sólo a Jerusalén y sus alrededores, fundamentalmente Belén, popularizada por la presencia de San Jerónimo 8, sino a otros lugares de Palestina, dando lugar a un verdadero circuito, que desarrollándose a lo largo de los 7 En e! siglo V Palestina llegó a contar con más de mil lugares de culto cristiano, de los cuales unos 375 se encontraban en Jerusalén. El rechazo de la población judía a la cristianización de Palestina por medio de los edificios de culto cristianos nos explica que la población judía colabore con los persas de Cosroe, cuando éste conquiste Palestina en el 614, llevándose entre otros trofeos la reliquia de la Vera Cruz. Esta conquista persa provocó la destrucción de más de 300 lugares de culto cristiano y provocó la muerte de varios miles de cristianos. HERBERT HAAC, El país de la Biblia. Geografía-Historia-Arqueología, Herder, Barcelona, 1992, pp. 155-157. En este intento por cristianizar Jerusalén debemos señalar la labor de San Cirilo de Jerusalén, obispo de la ciudad en el 343, dejando a un lado la imagen de Jerusalén, ciudad culpable, para echar la culpa sobre los judíos, para él Jerusalén era la ciudad donde habían tenido lugar los principales acontecimientos de la salvación: «es en Jerusalén donde tiene su comienzo todos los bienes». Hablando de los muertos que resucitaron después de la resurrección de Jesús afirma que «entraron en la Ciudad Santa -claramente se trata de la ciudad en que estamos-o SAN CIRlLO DE JERUSALÉN, Catequesis, Desclée de Broouwer, Bilbao, 1991, Catequesis 3, 7. 14, 16, 8 En el 385 San Jerónimo llega a Jerusalén acompañado de su amiga Paula; durante un tiempo residió en la casa de acogida de su amigo Rufino. Al no convencerle el ambiente que reinaba en Jerusalén se traslada a Belén, este pueblecillo de Cristo, donde hallamos toda la rusticidad del mundo y, fuera de los salmos, el silencio es entero, que para él es un lugar más apropiado para una vida de retiro y soledad que Jerusalén, a la que califica de ciudad populosa y mundana: «Si los lugares de la cruz y resurrección no se hallaren en una ciudad tan populosa, en que hay un pretorio, un cuartel, rameras, cómicos de la lengua y truhanes y demás que suele haber en otras ciudades; si Jerusalén fuera frecuentada sólo por monjes, vivienda pareja fuera digna de ser deseada por todos los monjes ... Aquí concurre gente de todo el orbe, la ciudad está llena de hombres de toda laya, y hay tal aglomeración de uno y otro sexo, que tendrían que aguantar aquí todo junto lo que en cualquier otro sitio podrías huir en parte». SAN JERÓNIMO, Cartas, Vol. 1, B.A.e., Madrid, 1962, Cta. 46,12; 58,4,

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siglos IV-VI, tenía distintas rutas que abarcaban toda la Palestina relacionada con la vida de Cristo y de los grandes personajes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento:

* La ruta del este, fundamentalmente el camino de Jericó, en donde se visitaba el lugar en que se situaba la parábola del buen samaritano, el árbol sobre el que Zaqueo vio a Jesús, el vado del Jordán por el que entraron los hebreos en Palestina, la tumba de Moisés y los sitios de Sodoma y Gomorra. * La ruta del sur, donde se visitaba una serie de lugares relacionados con personajes del Antiguo Testamento como Hebrón, la encina de Mambré, la tumba de los patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob, la fuente donde el diácono Felipe bautiza al eunuco de la reina de Cadaces. 46,12; 58, 4. * La ruta del norte en donde se visitaba Samaría, fundamentalmente Siquén, donde se localiza el pozo de Jacob y se recuerda el encuentro de Cristo con la Samaritana, Sebaste, con la tumba de Juan el bautista; Galilea, que aparece como lugar de aparición en el siglo V, en donde se visita los alrededores del lago de Tiberiades, el Monte Tabor, en recuerdo de la Transfiguración, Naín, Nazaret, con la gruta de la anunciación y numerosas reliquias referentes a la infancia de Cristo, como el abecedario en donde el niño Jesús aprendió a leer, Caná, en donde se enseñaban las tinajas de la conversión del agua en vino, y Cafarnaún, el lugar de la multiplicación de los panes y los peces. * La ruta del Sinaí, toda ella relacionada con Moisés y la estancia de los judíos en el desierto al salir de Egipto: el lugar donde ardió la zarza, en donde en el siglo VI por orden del emperador Justiniano se levantó el monasterio de Santa Catalina, la fuente que hizo brotar Moisés, el emplazamiento del becerro del oro, la roca sobre la que partió Moisés las tablas de la Ley 9. La peregrinación a Jerusalén y a Oriente Medio, que no sólo atraía la atención de los fieles de Oriente, sino de numerosos pere9 Ibíd, Cta. 46, 13. JEAN CHÉLINI, HENRY BRANTHOMME, Les chemins de Dieu, Histoire des pelerinages chrétiens, des origines a nos jours, Hachette, Paris,1982, pp. 56-53.

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grinos procedentes del mundo occidental: Italia, las Galias, Hispania, va a pasar a un segundo plano en los primeros tiempos de la Edad Media, ello fue debido a la conquista persa de Jerusalén, 614, y de Egipto, que aunque fueron recuperados por los bizantinos en el 629, pronto, toda esta zona del Oriente Medio va a ser ocupada de forma definitiva por los árabes, entre el 633 que ocupan Siria y el 642 que dominan Egipto. A estas alturas la ciudad de Roma se convierte en centro de atención de los peregrinos occidentales. Sólo a comienzos del segundo milenio, en la época de las cruzadas, Jerusalén volverá a centrar el interés de los peregrinos, y nunca en ella fueron tan numerosos lo peregrinos procedentes de Occidente. Para éstos la Jerusalén terrena, la Ciudad Santa, a la que ellos se didgen, es imagen de la Jerusalén celeste, lugar en torno al que se debe lograr la unión de la Iglesia rota tras el cisma de 1054, y, llevados por ideas apocalípticas, es aquí donde hay que esperar la vuelta del Salvador. En esta época muchos, tanto peregrinos como cruzados, vivieron el camino a Jerusalén como el último éxodo, un camino de penitencia y de oración como preparación para el encuentro con el Salvador, y es que, para aquellas masas fanatizadas, sólo una tierra purificada de todos los enemigos puede recibir la Jerusalén celeste 10. A finales del siglo XIII, con la caída de San Juan de Acre, 1291, último reducto cristiano en Palestina, la peregrinación a Jerusalén se va a hacer difícil para los occidentales, de hecho el mismo papado prohibió viajar a Jerusalén para privar al sultán de Egipto de los ingresos de los peregrinos. A mediados del siglo XIV, y bajo el estímulo de los franciscanos, se reemprende la peregrinación a Jerusalén 11. 10 La primera avalancha de peregrinos occidentales en el siglo XI es la que ayuda a que por Occidente se extienda el entusiasmo por Tierra Santa y el culto al Santo Sepulcro; exponente de esto es el nacimiento y la difusión de la leyenda de Carlomagno peregrinando a Tierra Santa. Sobre el apocaliptismo de las masas de peregrinos a Tierra Santa, y su fanatismo contra judíos, árabes, clero mundanizado y todos los considerados incrédulos, pueden verse los capítulos 3 y 4, El Mesianismo de los pobres desorientados, Los santos contra las huestes del Anticristo, de la obra de NORMAAN COHN, En pos del Milenio, Revolucionarios milenaristas y anarquistas místicos de la Edad Media, Alianza Editorial, Madrid, 1981, pp. 52-87. II PAUL ZUMTHOR, La medida del mundo, representación del espacio en la Edad Media, Cátedra, Madrid, 1994, pp. 187-188.

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PEREGRINACIÓN A ROMA

En Occidente la peregrinación se va a caracterizar por dirigirse a los santuarios levantados sobre las tumbas de los mártires tal como se desprende de la lectura de la obra de Aurelio Prudencio; valga como muestra el Himno en honor a los santos mártires Emeterio y Celedo¡ÚO, calagurritanos: «Ahora sus vecinos visitan suplicantes con palabras, votos y dádivas las arenas teñidas con la sangre sagrada. También acuden aquí los habitantes de otras regiones, pues la fama pregonera ha recorrido ya toda la tierra diciendo que aquí están los protectores del mundo, a los que rodean peregrinos suplicantes» 12. En Occidente el lugar por excelencia de peregrinación va a ser la ciudad de Roma. Aquí la atracción viene de la devoción de los fieles por los mártires, que son considerados como los atletas de la fe. La devoción a los mártires comenzó por la veneración de los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo. Ya en el siglo III esta devoción se extiende a los papas mártires, y como último eslabón a los mártires más célebres de las últimas persecuciones. De entre todos los mártires destaca la devoción de los fieles hacia San Sebastián, San Lorenzo, Santa Inés 13 y San Pancracio. A los mártires, considerados como los miembros más ilustres de la comunidad, pronto se les tributó un culto sencillo, consistente en vigilias de oración y, sobre todo, en la celebración de la Eucaristía sobre su tumba en el aniversario de su natalicio, que no correspondía al día de su nacimiento, sino al de su muerte 14. Este culto 12 AURELIO PRUDENCIO, Peristephano, en Obras completas, B.A.e., Madrid, 1950, p. 477. . 13 Valga como muestra de la costumbre de acudir ante la tumba de un mártir lo que Aurelio Prudencio nos dice sobre la peregrinación a la tumba de San Lorenzo: «Aquellos ciudadanos que habían acostumbrado a adorar el vaso de los sacrificios de Numa, viniendo en tropel a los atrios de Cristo, ensalzan al mártir con sus cantos ... Vemos a las casas más ilustres, tanto patricios como matronas, ir a ofrecer a San Lorenzo los preciosos vástagos de sus hijos». AURELIO PRUDENCIO, O.C., p. 517. 14 La devoción de los fieles a los mártires se exterioriza por una serie de manifestaciones como hacer arder lámparas de aceite ante la tumba, llevarse paños untados en el aceite de las lámparas o que habían estado en contacto con la tumbas del mártir, o hacerse enterrar lo más cerca del sepulcro del mártir, con lo cual se creía que participaba de los méritos del mártir. De hecho cuando

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sencillo, una vez que el cristianismo ha adquirido carta de ciudadanía en el Imperio, va a llevar a construir basílicas sobre sus tumbas que se llenan de fieles el día de su aniversario 15. Lo que comenzó siendo un culto local, de los fieles de Roma, pronto pasa a ser un culto regional, incluso la devoción a los mártires romanos hace que a Roma lleguen fieles de los lugares más apartados del Imperio 16. Unido al culto de los mártires y, sobre todo, por el contacto, cada vez más frecuente, de obispos de todas las partes con Roma se desarrolla el culto a San Pedro, que comienza a ser visto, no ya como el portero del cielo, imagen que perdurará en la mentalidad popular a lo largo de los siglos, sino como el guardián y el protector de la Iglesia. La principal fiesta que se celebraba era la del 29 de junio, en la que acudían peregrinos de todos los lugares, que no siempre observaban una conducta digna como nos transmite el testimonio de San Agustín, que habla de «embriagueces cotidianas en la basílica romana de San Pedro» 17. Otra fiesta ligada a la devoción de San Pedro es la de la Cátedra de San Pedro, la cual está bastante relacionada con el culto pagano de los muertos, tan arraigado en el mundo romano. Lo mismo que por el culto a los difuntos se recordaba a los antepasados más ilustres, los cristianos de Roma con la sobre las tumbas de los mártires se levanten las basílicas, los fieles van a buscar, a la hora de su muerte, ser enterrados en las basílicas, como forma de beneficiarse de la protección de sus titulares. ENGELBERTO KrRSCHBAUM, EDUARD JUNYE, JosÉ VIVES, La tumba de San Pedro, Madrid, 1954, pp.149-153. 15 A partir del siglo IV -los edificios de culto levantados sobre las tumbas de los mártires ayudan a crear la imagen de una Roma cristianizada. Posteriormente, siglo VII, en el Pontificado de Teodoro I, 624-629, Y hasta el pontificado de León IV, 847-855, se dará el fenómeno del traslado de los restos de los mártires desde su tradicional lugar de reposo al interior de la ciudad. Los únicos mártires que no fueron trasladados de sus tumbas fueron: San Pedro y San Pablo, Santa Inés, San Pancracio, San Lorenzo y San Sebastián. ENGELBERTO KrRSCHBAUM, EDUARD JUNYE, JosÉ VIVES, o.C, pp.155-162 16 Exponente de un culto regional a los mártires es lo que Aurelio Prudencia, autor del siglo IV, nos dice acerca de la devoción a San Hipólito: «El amor de la religión junta en este subterráneo a los latinos en unión de todos los pueblos lejanos ... Todos los caminos por acá y por allá resuenan jubilosos; llegan romanos pie cenos y etruscos. Vienen también los fuertes sannitas; el ciudadano de la soberbia Capua y de Nola ... ». AURELIO PRUDENCIO, O.C., p. 703. 17 SAN AGUSTÍN, Obras de San Agustín, Tomo VIII, Cartas, B.A.C., Madrid, 1951. Cta. 29, 10.

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fiesta de la cátedra de San Pedro recordaban al difunto más ilustre de la comunidad, San Pedro. Este culto a San Pedro va a arraigar en los siglos altomedievales, fundamentalmente, entre los pueblos anglos, sajones y escandinavos, ello se explica por la vinculación de los misioneros, desde la época de la misión de los monjes romanos en Inglaterra, con la Iglesia de Roma. Unido a esta devoción a San Pedro y a la peregrinación a Roma, en el ámbito anglosajón, nace el llamado óbolo de San Pedro, que no era sino una tasa anual que, a finales del siglo VII, el rey Ina de Wesses había establecido sobre todas las familias del reino para el sostenimiento de un albergue en la ciudad de Roma, donde se hospedaban los peregrinos de este reino que iban a Roma 18. Avanzados los siglos medievales esta peregrinación a Roma, dirigida a venerar las tumbas de los Santos Pedro y Pablo, aprovecha la ocasión para visitar las sietes basílicas más antiguas de la ciudad, así como el Coliseo; para ello se compondrán toda una serie de itinerarios, desde el elaborado bajo el pontificado de Honorio 1, 621638, hasta la Topografía de Einsiedeln, de los siglos IX-X, en donde se recoge lo lugares a visitar en la ciudad de Roma y su localización 19. La peregrinación a Roma decaerá con motivos de las cruzadas y será en parte desplazada por la peregrinación a Compostela, donde Santiago se muestra como un santo muy cercano a los fieles que le visitan por los muchos milagros que realiza en su tumba de Galicia y los que comienza a hacer en otros lugares por la fe de los fieles en él. Sólo a partir del año 1300, con la institución del jubileo por parte de Bonifacio VIII, Roma volverá á atraer la atención de los peregrinos, siendo en los siglos siguientes el principal foco de atención de los fieles peregrinos. 18 Carlomagno introducirá el óbolo de San Pedro en Francia y Canuto el Grande en Dinamarca. En el siglo XI se extenderá a Bohemia, Croacia, Dalmacia y a los reinos de España; en el siglo XI se extiende por Noruega, Portugal, Ucrania, Polonia. El óbolo de San Pedro, a pesar de que Gregorio VII, 1073-1085, 10 pretendió, no era un signo de dependencia feudal frente a la Santa Sede, sino que había nacido de la devoción a San Pedro como forma de ayudar a los peregrinos que iban a Roma. 19 Algunos de los itinerarios para visitar la ciudad de Roma en ENGELBERTO KIRSCHABAUN, O.C., pp. 571-591.

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Los

LUIS J. F. FRONTELA SANTOS PROTECTORES

Desde los últimos tiempos de la antigüedad cristiana comenzó a darse, primero en Oriente, más tarde en Occidente, la dispersión de las reliquias de los santos, lo cual va a traer consigo que muchas peregrinaciones decaigan debido a que era más fácil para los fieles venerar las reliquias de los santos en determinadas basílicas o monasterios que acudir a su sepulcro. A la extensión del culto a las reliquias van a contribuir los monjes irlandeses anglosajones, siglos VI-VIII, en sus correrías misionales por el continente y es en aquel entonces, en el contexto de una religiosidad utilitaria, se estaba convencido de que a través del culto al cuerpo y a las reliquias de los santos es a Dios a quien se adora, pues las oraciones dirigidas a dichos santos ayudan a los fieles a conseguir el cielo y a tener a Dios propicio con lo cual contar con su ayuda para las tareas de la vida cotidiana. No obstante se llamará la atención sobre el peligro que se corre con el culto a las reliquias, y un personaje tan influyente en el mundo carolingio como Alcuino de York, a finales del siglo VIII, invitará más a imitar los ejemplos de los santos que a llevar los huesos colgados al cuello 21l. Unido a la veneración de las reliquias, en este período de tránsito entre la antigüedad y la Edad Media, tanto en el Oriente como en el Occidente, se va a dar un fenómeno singular, el de la invención de cuerpos de santos en lugares donde no existía ninguna tradición sobre su presencia. Estas invenciones por lo general van acompañadas siempre por toda una serie de fenómenos extraordinarios como son los sueños y las revelaciones sobrenaturales que indican el lugar donde descansa un determinado cuerpo, así como suaves olores que emanan de su tumba. Ante el cuerpo y el sepulcro del santo tiene lugar toda una serie de curaciones milagrosas que acreditan la santidad del supuesto cuerpo, y es que comienza a extenderse la idea de que el poder de Dios cura las enfermedades y ahuyenta a los demonios por la oración y la intercesión de los santos 21. Entre otras inp. 122 Sobre los milagros obrados por los Santos, entre otros: Gervasio, Protasio, Los Veinte Mártires, San Esteban, puede verse SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, XXII, 8, Madrid ,1964, p. 706. 20 21

lEAN CHELINE, HENRY BRANTHOMME, O.C.,

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venciones de cuerpos cabe destacar las llevadas a cabo en Oriente y que hace referencia a Santos bíblicos: San Esteban 22, Job, los profetas Abacuc, Zacarías y Miqueas, San Bernabé en Chipre, en el año 458. En Occidente fueron famosas las invenciones de los cuerpos de los mártires Gervasio y Protasio llevada a cabo por San Ambrosio en Milán en el año 386 23 , los mártires de Amagamia y los mártires de Lyon, 390.

PEREGRINACIÓN A TOURS

Poco a poco el culto a los santos y la veneración de las reliquias va a primar sobre cualquier otra forma de devoción, esto hace que arraigue la idea del santo protector, y que se tuviera conciencia, en expresión de Paulino de Nola, de que la providencia había dado a cada provincia su patrón, lo cual lleva al nacimiento de determinados centros de peregrinación en torno al sepulcro de santos mártires o no. Al patrón se le exigía que fuese intercesor y abogado ante Dios y que diese protección con fuerza y con poder, manifestado a través de milagros al pueblo que le ha escogido como tal., el más famoso de los cuales en los primeros siglos medievales fue 22 San Esteban pasa por ser uno de los santos más famosos de los últimos tiempos de la antigüedad cristiana, su fama le viene tanto por los milagros que obra como por las curaciones. San Agustín, quien recoge los milagros obrados por San Esteban, llega a afirmar que curó a muchos enfermos de sus enfermedades y que muchos sanaban por el simple hecho de colocar sobre sus cuerpos flores o manteles que habían estado colocados sobre el altar de San Esteban; igualmente atribuye a San Esteban el haber resucitado a seis muertos. Otro de los milagros que obró fue la conversión en masa de los judíos de Menorca, donde sus reliquias llegaron de manos de Orosio. SAN AGUSTÍN, La ciudad de Dios, Libro XXII, Madrid, 1964, pp.714-121. 23 Acerca de la invención de los cuerpos de los mártires Gervasio y Protasio, en el año 386, nos cuenta San Agustín que «el milagro se obró en Milán, estando yo allí. Un ciego recobró la vista. Y este llegó a conocimiento de muchos ... El milagro tuvo lugar en presencia de un inmenso gentío que concurría a venerar los cuerpos de los mártires Gervasio y Protasio. Estos cuerpos, que estaban enterrados y eran casi desconocidos, fueron descubiertos en sueños al obispo Ambrosio. Allí, aquel ciego, disipadas las tinieblas de sus ojos, vio la luz». SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, XXII, 8, B.A.C., Madrid, 1964, p. 706. El mismo hecho es narrado por San Agustín en Confesiones, IX, VIII, 16, B.A.C., Madrid, 1979, pp. 362-363.

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la tumba de San Martín en la ciudad de Tours, mimado por los reyes francos de la dinastía merovingia, lo que hace de él el centro de la peregrinación del mundo franco, sobre todo a partir del siglo vr 24 • Para la gente de los primeros tiempos medievales ningún otro santo tenía un poder similar a San Martín, que pasa por ser el amigo de Dios. San Martín a lo largo de la Edad Media, como lo recoge el Codex Calixtinus, en el siglo XII, tiene fama de resucitador, de curador de la lepra y de los energúmenos, lunáticos, endemoniados 25. A Tours la gente se pone en camino buscando la curación de todo tipo de enfermedades. De hecho en la devoción de los fieles San Martín pasa por ser un santo taumaturgo, especializado en curar enfermedades como la ceguera, la parálisis, la sordera, la fiebre, la peste, la mudez, por hacer que los cojos caminen derechos, y por librar a los posesos por el diablo, vence el veneno de las serpientes y a él obedecen los elementos de la naturaleza. La verdad que en buena parte la fama de San Martín se la debemos a sus buenos hagiógrafos, que de alguna manera son los que crean la leyenda martiniana: Sulpicio Severo, autor de la Vida de San Martín; Venancio Fortunato, Vida de San Martín; Postumiano, que escribe los Diálogos afirmando de San Martín que en él se reúnen las virtudes de todos los santos, pero todos ellos no tienen las virtudes de Martín; y Gregorio de Tours, obispo de la ciudad de Tours, quien, buscando ensalzar a la sede de Tours, por medio de la obra Las virtudes de San Martín, va a propagar la devoción al santo de tal manera que llegará a afirmar que la afluencia de la muchedumbre a la tumba de

24 De hecho a lo largo de los siglos altomedievales la peregrinación a San Martín, conocida también como peregrinación de las Galias, era equiparada con la peregrinación a Roma y Jerusalén. Todavía en pleno siglo X, año 939 el papa León VIII declaraba que «ningún lugar, aparte de San Pedro de Roma, atrae a tantos fieles venidos de países tan diversos y tan lejanos, como la tumba de San Martín». RÉGlNE PERNOUD, San Martín de Tours, Ediciones Encuentro, Madrid, 1998, pp. 148-149. Exponente de la importancia que adquiere Tours como centro de peregrinación y la fama de San Martín como santo curandero es la embajada que en el año 550 envía a su tumba el rey suevo Cararico desde Galicia para pedir por la salud de su hijo y que su reino fuera liberado de la peste. 25 Liber Sancti Jacobi, Libro V, Cap. VIII, pp. 538-539.

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San Martín ha convertido a la basílica de Tours en el principal santuario de peregrinación de las Galias 26. No debemos olvidar para comprender el arraigo de la devoción a San Martín, eslavo de nacimiento, en el mundo de las Galias, su labor misional. Según sus hagiógrafos Martín, que pasa por ser el evangelizador de las Galias y sobre todo del mundo rural, llenó las regiones de iglesias y monasterios. Como no podía ser menos su labor misionera consistía en destruir los ídolos y los templos donde se les adoraba buscando convencer a la gente de la superioridad de la fe cristiana y con ello su conversión. A San Martín, Sulpicio Severo, su primer biógrafo, le sitúa evangelizando en Berry, Le~ vroux, en el país de los eudos (Bribacte), en Tréves, París, Chartres, Sens y Viens. A Gregorio de Tours le parecían pocos los lugares que había evangelizado que todavía le atribuyen haber andado por Auvernia, Saintogne, y la región de Burdeos. En torno a Tours la peregrinación comienza a tener un sentido penitencial. Se va a la tumba de San Martín a cumplir una penitencia por medio de la cual obtener el perdón de los pecados. Como no podía ser menos, los fieles que van a la tumba de San Martín buscan llevarse de allí alguna reliquia por medio de las cuales conseguir la protección del santo para la casa, los campos y las personas, siendo estas reliquias uno de los cauces de extensión de su devoción por toda Europa 27.

PEREGRINACIÓN A COMPOSTELA

Compostela, que si bien en orden cronológico es el último de los grandes centros de peregrinación en surgir, a partir del siglo IX, se 26 RAYMOND OURSEL, Rutas de peregrinación, Vol. V, Europa románica, Madrid, 1983, 176-178. 27 Entre otros santos patronos de la Edad Medía, muchos de ellos con carácter militar a los que se invocó en la cristiandad medieval debemos destacar: San Miguel y San Mauricio en el Sacro Imperio Romano Germánico, San Mauricio, anteriormente había sido invocado como patrón en el reino de Borgoña, San Jorge en Inglaterra, San Dionisia en Francia, San Estanislao en Polonía, Santiago en los reinos de Castilla y León, San Ladislao en Hungría. MANUEL GARCIA PELA YO, El Reino de Dios arquetipo político. Estudio sobre las formas políticas de la Alta Edad Media, Revista de Occidente, Madrid, 1959, pp. 132-135.

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va a convertir en uno de los centros de peregrinación más importante de la cristiandad medieval, a ella se iba a venerar la supuesta tumba del apóstol Santiago. Sobre el culto a Santiago debemos señalar varias cuestiones. En primer lugar que tanto en la Iglesia hispanoromana 28, como en la hispanovisigoda y en las primeras comunidades mozárabes no se dio culto a Santiago apóstol, el cual sólo se desarrollará a partir de la difusión de la noticia de la invención de la tumba en el siglo IX. En segundo lugar que la tradición sobre la evangelización de Santiago en España, no es una tradición propia de la Iglesia española, sino que nace tardíamente, en los siglos VII-VIII, a medida que se va desarrollando el culto a los apóstoles 29. En tercer lugar debemos señalar que sólo en el siglo IX, y a raíz de la divulgación de la 28 CARMEN GARCÍA RODRÍGUEZ, El culto de los santos en la España Visigoda, CSIC, Madrid, 1966, pp. 160-162. 29 Entre los siglos V-IX se desauolla la veneración de los apóstoles, en los libros litúrgicos se recogen breves noticias acerca de su vida, nacimiento, predicación, muerte y lugar de sepultura. A Santiago por lo general le atribuyen la predicación en Judea y Samaria, aunque no falta en otras fuentes de origen capto en que se le atribuye la predicación a los judíos de la diáspora. Otra literatura, desde el siglo IV, desauolla la idea de la predicación de los apóstoles por todo el mundo, el cual se lo reparten en suerte. Didimo el Ciego, siglo IV, en su obra Sobre la Trinidad, afirma que «Uno de los apóstoles recibió en reparto la India, otro España, e inclusive otro más una región hasta la extremidad de la tierra». En esta línea San Jerónimo, en sus comentarios a Isaías y a Ezequiel, esboza la idea de predicación apostólica en Occidente: hasta Iliria y las Españas. Será el llamado Breviario de los apóstoles, obra del siglo VII, el que por primera vez nos da la identidad del predicador en España, Santiago: «Santiago, cuyo nombre significa el que suplanta, hijo de Zebedeo, hennano de Juan, predica aquí en España y en el Occidente, bajo el reinado de Herodes fue ajusticiado con la espada y fue sepultado en Achaia marmorica, el ocho de las calendas de agosto». Igualmente la obra De Ortu et obitu Patrum, atribuida a San Isidoro, atribuye a Santiago la predicación en España: «Este Santiago predica el evangelio en España y en las regiones de Occidente, y es al poniente donde conduce la luz de la predicación. Esta idea será retomada por Beato de Liebana: Los apóstoles, aunque todos sean uno, sin embargo cada uno de ellos recibió su propio destino para predicar en el mundo ... Santiago en España». BEATO DE LIEBANA, Comentario al Apocalipsis de San Juan, Libro n, en Obras completas, Madrid, 1995, p. 135; esta misma idea es recogida en el Himno O Dei Verbum, «Después, los grandes Hijos del Trueno/ resplandecen, habiendo alcanzado, a ruego de su ínclita madre,! ambos con todo derecho los honores supremos, gobernando sólo Juan el Asia, a la derecha, y su hennano habiendo conquistado España». Ibíd., p. 675.

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invención del sepulcro de Santiago, tenemos noticias de la presencia de las reliquias de Santiago en España y de su enterramiento en Finis Terrae. De hecho siguiendo el testimonio de los Hechos de los apóstoles sobre el martirio de Santiago en Jerusalén, algunos de los antiguos itinerarios o guías de peregrinos a Tierra Santa sitúan la tumba de Santiago en el Monte de los Olivos 30. Lo que no cabe duda es que la peregrinación a Compostela va a estar motivada no porque Santiago viniese y predicase a España, sino por la difusión, por toda la cristiandad, de la noticia de la invención o hallazgo del supuesto sepulcro del apóstol Santiago, y es que Occidente, si exceptuamos Roma, no cuenta con ningún otro sepulcro apostólico; a ello pronto se añadirá lo que necesitaba todo lugar santo para hacerse popular, la fama que adquiere Santiago como santo taumaturgo. De hecho los relatos sobre los milagros que obra Santiago son una de las causas que provoca el que la gente se ponga en camino hacia la basílica de Compostela, pues en Galicia brilla el gran apóstol con milagros divinos 31. El camino de Santiago, que como toda peregrinación buscaba que el fiel entrase en contacto con lo divino, que se manifestaba y actuaba allí donde reposaba un santo, por medio de la curación de un mal físico, termina integrando en su recorrido las rutas de peregrinación a distintos santuarios locales y regionales. El Codex Calixtinus, obra del siglo XII, señala las cuatro vías que atravesando Francia, y convertidas en una única vía en tierra hispanas, en Puente la Reina, se dirigen a Compostela y canalizando a los peregrinos que desde cualquier zona de Europa se dirigían por tierra hacia Compostela:

* Vía egidiana, conocida también como vía de Provenza, partiendo de la ciudad de ArIes y pasando por Saint Gille, Montpellier, Toulouse y los Puertos de Aspe, canalizaba a los peregrinos de Italia 30 «En aquel monte están sepultados Santiago, el Zebedeo, Cleofás y los cuerpos de Muchos Santos». Itinerario de Antonio Placentino, en Itinerarios y Guías primitivas a Tierra Santa, Sígueme, Salamanca, 1994, p. 127 31 Líber Sancti Jacobi, Libro l, Cap. XII pp. 202-203. Antes de tener lugar la invención de las reliquias de Santiago, Beato de Liebana, en el himno O Dei Verbum, presenta a Santiago «evitando la peste ... , aleja la enfermedad, calamidad y crimem>. BEATO DE LlEBANA, a.c., p. 675.

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y de las regiones transalpinas por el valle del Ródano hacia los Pirineos que atravesaba por Somport. Esta vía en sentido contrario se convertía en la vía que canalizaba a los peregrinos que desde la Península Ibérica y el sur de Francia iban a Roma a través de la llamada vía romea, la cual desde Roma continuaba hacia el sur de Italia, Bari y Brindisi donde los peregrinos embarcaban hacia Tierra Santa. * Vía podiensis, partiendo de Sainte Marie du Puy pasaba por Saint Foy de Conques y Saint Pierre de Moissac. Esta vía canalizaba a los peregrinos de Borgoña, zona del Rhin y del sur de Alemania. * Vía lemosina, parte de Sainte Marie de Vézelay, Saint Léonard de Limousin y la ciudad de Perigeux. * Vía Turonensis, partía de Saint Martin de Tours y pasaba por Saint Hilari de Poitiers, Saint Jean de Angély, Saint Eutrope de Saintes y la ciudad de Burdeos. Esta vía recogía los peregrinos de Flandes, norte de Alemania y norte de Francia, Normandía y Bretaña. A la inversa esta vía era el camino por el cual, desde siglos antes se peregrinaba desde la Península Ibérica, fundamentalmente las regiones del Oeste, hacia San Martín de Tours 32. Esta integración de las distintas rutas de peregrinación en el camino que conduce a Compostela, nos ayuda a comprender que peregrinar a Santiago se convierta en una especie de viaje por los más famosos santuarios de occidente que tiene por meta la visita del sepulcro de Santiago 33, el cual supera a todo los demás por sus propiedades taumatúrgicas, pues Santiago, como varios siglos antes San Martín, lo cura todo, incluso llega a superar a San Gil que tenía fama, después de los profetas y los apóstoles, de ser el más santo, más glorioso, y más rápido en auxiliar a los que acuden a él en demanda de ayuda, pues Santiago es el que «devuelve la vista a los 32 RENÉ DE LA COSTE-MESSELrERE, La Francia de los caminos de Santiago, en Santiago la Europa de la peregrinación, Lunwer, Barcelona, 1993, pp. 257297. LUIS VÁZQUEZ DE PARGA, JOSÉ MARÍA LACARRA, JUAN URIA Rru, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Vol. n, Madrid, 1949, pp. 43-65. 33 Sobre los santuarios que eran aconsejados visitar por los peregrinos que iban a Compostela puede verse el capítulo VIII, del Libro V del Codex Calixtinus, Liber sancti Jacobi, pp. 524-549.

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ciegos, el oído a los sordos, la voz a los mudos, la vida a los muertos y cura a las gentes de todas las enfermedades para gloria y alabanza de Cristo» 34. Esa integración de las distintas rutas de peregrinación en elllamado camino de Santiago hará que éste ayude a crear entre los que lo transitan la conciencia de pertenencia a una misma comunidad religiosa, política y cultural, la Cristiandad, que se caracteriza por tener una misma fe, una misma liturgia como forma de expresar esa fe, unos parecidos instrumentos jurídicos, un mismo arte, el románico y el gótico, que la diferencian del mundo bizantino e islámico. A ello no fue ajeno el movimiento cluniacense, verdadero impulsor de la unidad de la cristiandad occidental en torno a Roma, que hará del camino de Santiago uno de los instrumentos propulsores de esa unidad 35. Por ello el camino de Santiago, sin dejar de ser una ruta sagrada, trasciende el hecho devocional al apóstol, para convertirse en lazo de unión de los distintos pueblos que formaban la cristiandad medieval, entendida como unidad de fe y de cultura. Así tenemos que desde mediados del siglo X, 950, que tiene lugar la primera peregrinación no hispana a Compostela, la del obispo Gotesca1co de Puy, la peregrinación va en auge. Ya en el siglo XI es frecuente la presencia de peregrinos de Francia, en la segunda mitad de este mismo siglo se constata la presencia habitual de peregrinos valones, alemanes y flamencos, a finales de este siglo se encuentran entre los peregrinos gentes de Italia e Inglaterra; en el siglo XII es habitual la llegada de peregrinos escandinavos; en el siglo XIII, la época dorada de la peregrinación a Compostela, nos encontramos en ella gente de todos los lugares; en el siglo XIV y XV es frecuente la presencia de peregrinos procedentes de los países bálticos.

34 La mejor colección de milagros atribuida a Santiago se recoge en el segundo libro del Codex Calixtinus, Liber Sancti Jacobi, Santiago de Compostela, 1951. Pp. 335-381. Igualmente puede verse Los milagros de Santiago, estudio y edición de JANNE E. CONNOLLY, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1991. Sobre la fama de San Gil, Líber Sancti Jacobi, Libro V. Cap. VII, pp. 526-527. 35 RAYMOND OURSEL, Cluny y el Camino, en Santiago la Europa del Peregrinaje, Lunwerg editores, Barcelona, 1993, pp. 115-149.

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OTROS CENTROS DE PEREGRINACIÓN

Al margen de las que se denominan grandes peregrinaciones se desarrollan otros centros de peregrinación, entre los que debemos destacar los que hacen referencia a la devoción al Arcángel San Miguel. El culto de San Miguel, procedente del oriente cristiano, se extiende por occidente en los primeros siglos medievales 36. Debido a la influencia de los monjes basilios el culto a San Miguel llega a Italia, en donde la tradición sitúa la aparición de San Miguel en una caverna del Monte Gargano el 8 de mayo del 492, desde aquí, y a lo largo del siglo X, se extiende el culto a San Miguel por toda Italia, en donde se le dedican numerosas iglesias: Espoleto, Rávena, Perugia, Piacenza, Génova, Milán, Roma. En el 709 se funda el santuario de San Miguel de Normandía para conmemorar la aparición del arcángel sobre el monte Tumba, que terminará siendo conocido como Mont Saint Michel. A partir del siglo VIII se desarrolla la peregrinación a dicho monte, para lo cual se establece una amplia red integrada de caminos que desde distintos puntos de Francia convergen en el monasterio de San Migue1 37 • A partir de finales del siglo XII, y debido a la influencia de la obra de un monje cisterciense inglés, El purgatorio de San Patricio, 36 A pesar de que San Miguel era el jefe de la milicia celestial, que había luchado contra Satanás, la devoción a San Miguel, en el oriente cristiano, no veía en él tanto al patrón de los guerreros, cuanto a un santo curandero de todo tipo de enfennedades humanas. Esta era una creencia nacida en el oriente cristiano, en donde en el siglo IV, concretamente en Frigia, junto a la ciudad de Kone, había un santuario que contenía un manantial, que según la tradición había sido abierto por San Miguel y cuyas aguas tenían la propiedad de curar todo tipo de enfennedades. También de los tiempos del emperador Constantino es el santuario de Sosthenion, junto a Bizancio, dedicado a San Miguel. SoZOMENE, Histoire Ecclésiastique, Livres I-/l, Les Éditions du Cerf, Paris, 1983, Livre n, 3, 8-11. En Occidente, a 10 largo de los siglos medievales, la devoción popular, ratificada por la liturgia, atribuye a San Miguel una doble función: ser guía del alma al cielo. Para San Gregorio de Tours San Miguel era el psiconauta más importante, el que había presentado a Dios las almas de Adán, Eva, San José y la Virgen María. Esto es 10 que hace por ser el guardián del paraíso y el intercesor del hombre ante Dios en el juicio final. Sólo en segundo lugar es el defensor del pueblo cristiano. 37 JEAN CHÉLINE, HENRY BRANTHOMME, a.c., p. 171. GEORGE MINOIS, Historia de los Infiernos, Paidós, Barcelona, 1994, pp. 208-210.

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se hace común la peregrinación a la isla Station en el lago Derg, en el norte de Irlanda, donde se sitúa la entrada al llamado Purgatorio de San Patricio. Esta peregrinación tenía un fuerte sentido penitencial, se decía que quien pasaba veinticuatro horas dentro de la cueva, en donde pasando una serie de suplicios, lograba el perdón de los pecados y en el momento de la muerte ir directamente al paraíso. Esta peregrinación que, canalizó peregrinos de todas las partes de la cristiandad occidental, arraigó fuertemente entre los fieles franceses, ingleses y húngaros 3H. No podemos dejar de mencionar las peregrinaciones marianas, entre las cuales vamos a destacar tres santuarios que quedarán integrados en las rutas Jacobeas y que atraen a peregrinos de muy distinta procedencia. La que se dirige a Chartres, que se constituye en el centro de la devoción mariana del mundo Francés, donde la gente de todas las condiciones va a venerar la imagen de la Virgen que en el siglo IX regaló el rey Carlos el Gordo, y más que la Imagen, la Santa Túnica, que según la tradición era la que llevaba la Virgen en el momento de la Anunciación. Chartre quedará integrada en uno de los ramales que desde el norte del Rhin canaliza a los peregrinos de Alemania y los Países bajos hacia Santiago a través de la llamada vía turoniense. En segundo lugar cabe destacar la llevada a cabo al santuario de Nuestra Señora de Rocamadour, en Quercy, Francia, en donde la peregrinación se desarrolla a partir de finales del siglo XI, siendo a mediados del siglo XII cuando alcanza su pleno apogeo y cuando esta devoción a través de los caminos de peregrinación jacobea se extiende a otros lugares, a Sangüesa, Navarra, en donde es venerada ya a comienzos del siglo XIII, y desde aquí, en tiempos de Alfonso I el Batallador, los navarros introducen la devoción a Nuestra Señora de Rocamador en Salamanca, donde fundan una iglesia y una cofradía en honor de Nuestra Señora de Rocamador 39 • A partir del 38 MARAAGARET W ADE LABARGE, Viajeros medievales, los ricos y los insati5fechos, Nerea, Madrid, 1992, pp. 145-147. 39 María en los pueblos de España, Vol. 3, Guía para visitar los santuarios marianos de Navarra, Ediciones Encuentro, Madrid, 1989, pp. 100-101. Sobre la devoción de Nuestra Señora de Rocamador en Salamanca puede verse, ENRIQUE LLAMAS, Las ermitas de Salamanca.' Historia, arte y religiosidad

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siglo XIV, Y por influencia de la peregrinación a Compostela se extiende hacia los países bálticos, en concreto a Letonia, la devoción a Nuestra Señora de Rocamadour 4o , Igualmente debemos mencionar la peregrinación a Notre Dame de Le Puy, que atrae a peregrinos de Auvernia, Alemania, Suiza, Saboya, y cuya devoción se extiende por el camino de Santiago, no en vano uno de los ramales del llamado camino francés, la llamada Vía podiensis, partía de Sainte Marie du Puy 41, Esta advocación mariana arraigará en algunos lugares del Camino de Santiago, en concreto en Estella, Navarra, por la confluencia de los peregrinos y de la población franca de la región de Vezlay traída por Sancho Ramírez de Navarra para la fundación de la ciudad en el 1090 42 , Debemos señalar la interrelación Rocamadour y Le Puy; de hecho el camino que unía a los dos santuarios marianos, una desviación de la Vía podiensis, era conocido como vía mariana y en él la mayor parte de las iglesias estaban dedicadas a Nuestra Señora.

TIPOS DE PEREGRINACIONES

La peregrinación en principio tuvo un sentido devocional o de sana curiosidad, conocer y venerar los lugares santos, los sepulcros de los mártires, incluso, en el siglo IV, estimulado por la divulgación que hizo Atanasio de -Alejandría de la vida monástica a través de la vida de San Antonio, se puso de moda el viaje para conocer los lugares o monasterios en que vivían los numerosos monjes de Palestina, Siria y Egipto 43, Esta dimensión de la perepopular (1128-1861), Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 1997, pp. 133-136. 40 CHRlSTIANS KRbTZL, Del mar Báltico a Santiago de Compostela, peregrinajes e influencias culturales, en Santiago, en la Europa del peregrinaje, Barcelona, 1993, pp. 1389. 41 La Vía podiensis, a la inversa, se convertía en camino de peregrinación mariana desde las tierras de España a los santuarios de Nuestra Señora de Puy y Rocamadour. René de la Coste-Messeliere, o.c., p. 262 42 María en los pueblos de Espaíía, Vol. 3, Guía para visitar los santuarios marianos de Navarra, Ediciones Encuentro, Madrid 1989, pp. 117-118. 40 En un principio los monjes, tanto en la opinión de los paganos, como en la de los mismos cristianos, no gozaron de buena opinión, se les acusó de negar

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grinación no se perderá. Con el paso de los siglos, en plena Edad Media, continúa perviviendo este sentido devocional, tal y como lo recogen las Partidas de Alfonso X: «Romeros e peleglinos son omes que fazen sus romerias e pelegrinajes por servir a Dios e honrar los Santos» 44. En un segundo momento, a partir de los últimos tiempos de la antigüedad y a lo largo de toda la Edad Media, se va a desarrollar la pereglinación con un sentido utilitalio, buscar la curación de cualquier tipo de enfermedad o de mal. De hecho si tuviéramos que trazar una cartografía de la Europa cristiana de la Alta Edad Media nos encontraríamos que ésta quedaría marcada por los lugares, santualios o basílicas, donde se iba a buscar la intervención de los santos curanderos para ser librado del mal físico o espilitual 45. En un tercer momento, sobre todo a partir del siglo XI, la peregrinación adquiere un sentido penitencial, se lleva a cabo por imposición para purgar los pecados públicos menos escandalosos cometidos por los laicos o por los pecados escandalosos cometidos por los cléligos mayores 46; de este modo la peregrinación termina convirtiéndose en la forma no solemne de la penitencia pública. No con su estilo de vida la vocación social y civilizada del hombre. No obstante en los sectores más populares pronto va a desarrollarse no sólo la admiración de los monjes, sino la veneración hacia los mismos y hacia sus reliquias y es que los monjes comenzaron a ser considerados como hombres de Dios, o los nuevos mártires de la sociedad cristiana nacida a raíz del edicto de Milán del año 313. GARCÍA M COLOMBAS, El Monacato primitivo, B.A.C., Madrid, 1998, pp. 342-341. IGNACIO PEÑA, La desconcertante vida de los monjes sirios, Siglos IV- VI, Sígueme, Salamanca, 1985, pp. 131.137. 44 Los Códigos españoles, concordaos y anotados. Tomo Segundo, Código de las Partidas, Tomo 1 que contiene la Primera y segunda Partida, Madrid, 1848, Part. 1, título XXIV, ley l. 45 Ibíd., Part. 1, título XXIV, ley I. En la ley tercera de este mismo título, De los romeros , e de los pelegrinos, distingue los tres tipos de peregrinación. la que se hace por propia voluntad, la que se lleva a cabo por un voto hecho a Dios, y la que se hace para cumplir por una penitencia impuesta. 46 En el desarrollo de este sentido penitencial de la peregrinación influyen vlllios factores: el Derecho romano que castiga determinados delitos con el destierro, la influencia de los monjes irlandeses que en su práctica penitencial tienen el destierro como pena por una falta grave cometida. El desarrollo de una creencia medieval, la eficacia de la intercesión de los santos para obtener el perdón de los pecados. LUIS VÁZQUEZ DE PARGA, o.c., pp. 155-157.

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debemos olvidar que la peregrinación penitencial aparece en el mundo monástico irlandés de los siglos VI-VII, donde se impone al monje que ha infligido gravemente la regla la pena del exilio. Este peregrino penitente, que iba de santuario en santuario, era una persona angustiada por su conducta, que, en la mentalidad del momento, se creía era un pecado grave que ofendía a Dios al poner en entredicho la paz socia1 47 , por ello con su peregrinación lo que buscaba el peregrino era aplacar la ira de un Dios ofendido y ser admitido nuevamente a la convivencia social que con su conducta había puesto en peligro 48. A partir mediados del siglo XI, y como generalización del sistema de indulgencia, por el cual se logra la remisión de las penas siempre y cuando se cumpliesen ciertas condiciones, entre las que estaba la peregrinación, se generaliza el ganar dichas indulgencias visitando los más importantes santuarios de la cristiandad. En este contexto de la peregrinación penitencial, en los últimos siglos medievales, se desarrolla la peregrinación judicial, que era impuesta por la autoridad civil para redimir una pena. En los últimos siglos medievales, siglos XIII-XIV, la Iglesia, debido a los excesos de muchos penitentes, comienza a no ver bien esta práctica penitencial. Igualmente hay que señalar que por influencia del derecho civil germánico en el sistema penitencial se va a desarrollar la peregrinación por poderes, lo que llevaba a que se pudiese redimir la peregrinación, devocional o penitencial, mediante el pago a otro para que la lleve a cabo en nombre del que indemnizan, esta práctica fue utilizada por los ricos y poderosos que por medio del dinero compraban los méritos espirituales inherentes a la peregrinación sin tener que sufrir los inconvenientes del camino 49.

47 Entre otros pecados que se penabau con la peregrinación penitencial, estaban el homicidio y el robo de bienes eclesiásticos. 48 Este sentido penitencial lo encontramos en el movimiento de las cruzadas, la participación en la misma suponía el ganar indulgencias y en caso de muerte la remisión de los pecados. Más tarde, a mediados del siglo XIII, pero sobre todo a partir de la Peste Negra, mediados del siglo XIV, con las procesiones de flagelantes. CYRILE VOGEL, 11 pectore e la penitencia el medioevo, Torino, 1970, pp. 27-29. 49 MARGARET WADE LABARGE, a.c., pp. 112-116.

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¿QUÉ

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ES UN PEREGRINO?

La peregrinación crea un personaje, el peregrino, que más allá de la definición que de él nos da Dante 50, el que va a Compostela, en contraposición al romero y al palmero, que son los que se dirigen a Roma y a Jerusalén, es un término que procedente del derecho romano Sl , va a ser tomado por los primeros autores cristianos para designar al mismo cristiano al que se considera peregrino en tierra extraña. Pronto dejará de tener esa connotación escatológico-espiritual para pasar a designar a todo aquel fiel que se pone en camino para venerar bien los lugares santos de Jerusalén o la tumba de un mártir o de un santo. De aquí que la peregrinación no sea sólo el camino a un lugar geográfico concreto, sino una actitud religiosa. Si la peregrinación no era un viaje más, tampoco el peregrino debe ser visto como un viajero más, se definía por haber realizado un voto concreto a Dios, realizar un viaje a un lugar santo: «Romero tanto quiere decir ome que se aparta de su tierra e va a Roma, para visitar los santos logares en que yazen los cuerpos de San Pedro e San Pablo, e de los otros Santos que tomaron martirio por Nuestro Señor. E pelegrino tanto quiere dezir como ome estraño , que va a visitar el Sepulcro Santo de Jerusalén, e los otros santos logares en que Nuestro Señor Jesucristo nacio, vivio e tomo muerte e pasión por los pecadores; o que anda en pelegrina e a Santiago oSan Salvador de Oviedo o a otros logares de luenga e estraña tierra» 52. Poco a poco, a lo largo de la Alta Edad Media, se va a desarrollar toda una normativa que nos ayuda a definir a los peregrinos. En primer lugar estaba la bendición. El peregrino, antes de partir, era bendecido por el sacerdote, por lo general en el marco de una misa 50 Dante en su obra La Vida Nueva, da dos sentidos a la palabra peregrino. En sentido amplio, peregrino es el que está fuera de su patria; en sentido estricto peregrino es el que va a la casa de Santiago o vuelve. DANTE ALlGHlERI, La Vida Nueva, en Obras Completas, B.A.C., Madrid, 1980, p. 563. 51 Peregrino, según el derecho romano, es el habitante del Imperio que siendo libre no goza del derecho de ciudadanía, igualmente con este término se expresa a aquel ciudadano de un país no perteneciente al Imperio que reside en éste. FRANCISCO HERNÁNDEz-TEJERO JORGE, Derecho Romano, Scelicer, Madrid, 1959, pp. 137-139. 52 Código de las Partidas, Par!. I, título XXIII, ley 1.

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de peregrinos, las cuales son conocidas desde principIOS del siglo XI 53. Para recibir esta bendición era necesario que el peregrino confesase y en algunos casos hubiese hecho testamento, forma de expresar que rompía las ataduras con el mundo y se hacia pobre, ya que «el peregrino que muere con dinero en el camino de los santos se excluye del reino de los peregrinos verdaderos» 54. Con esta bendición se expresa que el peregrino era enviado por una comunidad cristiana, bien para agradecer algo a un santo, bien como penitente, y a la vez indicaba que el peregrino marchaba bajo la protección divina. La bendición legitimaba al peregrino, le garantizaba la protección 55, tanto hacia su persona como hacia sus bienes, por parte de la Iglesia o de la autoridad civil: «Tovieron por bien los sabios antiguos que fizieron las leyes, e aun los que fablaron en derecho de la San Eglesia, que los bienes e las cosas de los romeros, ninguno les debe for~ar, nin entrar, ni sacar, nin toller de la tenencia de a los que tovieron lo suyo. E sin por ventura fuesen echados de la tenencia por fuerza o de otra manera que los parientes, o los amigos o los vecinos, o los siervos, o los labradores de los romeros puedan demandar e cobrar en juyzio la tyenencia que les for~aron, manguer no hayan carta de procuración de los romeros. Otrosi non deve ser 53 La bendición del peregrino consistía en entregarle, des pues de la comunión, el traje de peregrino, así como los otros instrumentos propios del camino de peregrinación, fundamentalmente el báculo y la alforja,