Percy Jackson y Los Heroes Griegos - Rick Riordan

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El contenido de éste documento es una traducción no oficial, realizada por Mar de Letras, sin fines de lucro. Es un trabajo realizado por fans, dirigido hacia fans. Si éste documento llega a tus manos, te suplicamos que apoyes al autor comprando sus libros. Recomiendes sus obras y/o lo sigas en sus redes sociales. Agradecemos y reconocemos el trabajo voluntario y sin remuneración de todas las personas que hicieron posible la culminación de éste proyecto.

CONTENIDO. SINOPSIS. ........................................................................................................................................................ 5 MÁS OBRAS..................................................................................................................................................... 6 DEDICATORIA................................................................................................................................................ 7 INTRODUCCIÓN. ........................................................................................................................................... 8 MAPA DEL MUNDO DE LOS HEROES GRIEGOS. ................................................................................... 9 PERSEO QUIERE UN ABRAZO.................................................................................................................. 10 PSIQUE NINJAS DE UNA CAJA DE CREMA DE BELLEZA. ................................................................ 43 FAETÓN FALLA LA ESCUELA DE CONDUCCIÓN. .............................................................................. 81 OTRERA INVENTA LAS AMAZONAS (¡CON DOS DÍAS DE ENVÍO GRATIS!). ................................ 98 DÉDALO INVENTA CASI TODO LO DEMÁS. ....................................................................................... 111 TESEO MATA A LOS PODEROSOS—¡OH, MIRA! ¡UN CONEJITO! ................................................. 137 ATALANTA VS. TRES PIEZAS DE FRUTA: EL ENCUENTRO MORTAL DEFINITIVO. ................ 178 SIN IMPORTAR LO QUE SEA, BELEROFONTE NO LO HIZO. .......................................................... 198 CIRENE GOLPEA A UN LEÓN. ................................................................................................................ 215 ORFEO HACE UN SOLO. .......................................................................................................................... 225 HÉRCULES HACE DOCE COSAS ESTÚPIDAS. .................................................................................... 240 MAPA DE LAS 12 COSAS ESTUPIDAS DE HERCULES....................................................................... 299 JASÓN ENCUENTRA UNA ALFOMBRA QUE REALMENTE CONSIGUE UNIR AL REINO. ........ 300 EPÍLOGO. .................................................................................................................................................... 348 RICK RIORDAN. ......................................................................................................................................... 349 STAFF DE MAR DE LETRAS. .................................................................................................................. 350

SINOPSIS. ¿Quién le cortó la cabeza a Medusa?, ¿Quién fue criado por una osa?, ¿Quién domesticó a Pegaso? Se necesita de un semidiós para saber todo aquello, y Percy Jackson nos contará todas las hazañas de Perseo, Atalanta, Belerofonte, y el resto de los principales Héroes Griegos. Relatado con el sentido de humor, y el irreverente estilo divertido de Percy. (Yo personalmente he tenido algunas malas experiencias durante mi tiempo, pero los héroes de los que les vamos a hablar son los casos originales de la vieja escuela y mala suerte. Valientemente la jodieron donde nunca nadie lo había hecho antes…). Y, mejorado con las vibrantes obras de arte de John Rocco, quien ha sido homenajeado con el Caldecott1, está colección de cuentos se convertirá en el nuevo clásico imprescindible para las legiones de devotos fans de Rick Riordan, y para cualquier persona que necesite un héroe. Así que, anda por tu lanza de fuego, ponte tu capa de piel de león, pule tu escudo y asegúrate de tener suficientes flechas en tu carcaj. Vamos a retroceder alrededor de unos cuatro mil años para decapitar monstruos, salvar reinos, dispararle a algunos dioses en el trasero, invadir el Inframundo y robarles su botín a las personas malvadas. Entonces, para el postre, moriremos con muertes trágicas y dolorosas. ¿Listo? Genial. Hagámoslo.

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La Medalla Caldecott es un premio concedido anualmente por la Association for Library Service to Children, una división de la American Library Association, al ilustrador más destacado de libros ilustrados.

MÁS OBRAS. También Por Rick Riordan:

Percy Jackson Y Los Olímpicos. Primer Libro: El Ladrón Del Rayo. Segundo Libro: El Mar De Los Monstruos. Tercer Libro: La Maldición Del Titán. Cuarto Libro: La Batalla Del Laberinto. Quinto Libro: El Último Olímpico. El Expediente Del Semidiós. Dioses Griegos De Percy Jackson, Ilustrados Por John Rocco. Los Héroes Griegos De Percy Jackson, Ilustrados Por John Rocco. El Ladrón Del Rayo: La Novela Gráfica. El Mar De Los Monstruos: La Novela Gráfica. La Maldición Del Titán: La Novela Gráfica.

Las Crónicas De Kane. Primer Libro: La Pirámide Roja. Segundo Libro: El Trono De Fuego. Tercer Libro: Sombra De La Serpiente. Semidioses & Magos: Percy Y Annabeth Se Encuentran Con Los Kanes. La Pirámide Roja: La Novela Gráfica. El Trono De Fuego: La Novela Gráfica.

Los Héroes Del Olimpo. Primer Libro: El Héroe Perdido. Segundo Libro: El Hijo De Neptuno. Tercer Libro: La Marca De Athena. Cuarto Libro: La Casa De Hades. Quinto Libro: La Sangre Del Olimpo. Diarios De Un Semidiós. El Héroe Perdido: La Novela Gráfica.

Magnus Chase Y Los Dioses De Asgard. Primer Libro: La Espada Del Tiempo. Segundo Libro: El Martillo De Thor. (Próximamente)

Las Pruebas De Apolo. Primer Libro: El Oráculo Perdido. Segundo Libro: La Profecía Oscura. (Próximamente)

DEDICATORIA.

Epígrafo Primero. Para Becky, que siempre ha sido mi héroe. —R. R.2

Epígrafo Segundo. A mi maestro y amigo, Sal Catalano. — J.R.3

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Rick Riordan. John Rocco.

INTRODUCCIÓN. Miren, estoy en esto solo por la pizza. El editor estaba como: ‘¡Oh, hiciste un grandioso trabajo escribiendo sobre los Dioses Griegos el año pasado! ¡Queremos que escribas otro libro sobre los Antiguos Héroes Griegos! ¡Eso sería súper genial!’ Y yo estaba como: ‘Chicos, soy disléxico. Ya es suficientemente difícil para mí: leer libros’. Entonces me prometieron un año de pizza gratis, más todas las golosinas de color azul que pudiera comer. Y, me vendí. Supongo que esto será genial. Si estás buscando pelear contra monstruos por ti mismo, estas historias te ayudarán a evitar cometer algunos errores comunes—como mirar directamente el rostro de Medusa, o comprarle colchones usados a un tipo llamado Crusty. Pero la mejor razón para leer sobre los antiguos héroes griegos es sentirte mejor contigo mismo. No importa lo mucho que pienses que tu vida apesta, estos chicos y chicas la tuvieron peor. Ellos tomaron totalmente el extremo más corto de los palillos celestiales. Por cierto, si ustedes no me conocen, mi nombre es Percy Jackson. Soy un semidiós moderno—el hijo de Poseidón. Yo personalmente he tenido algunas malas experiencias durante mi tiempo, pero los héroes de los que les vamos a hablar son los casos originales de la vieja escuela y mala suerte. Valientemente la jodieron donde nunca nadie lo había hecho antes. Elijamos a doce de ellos. Eso debería ser suficiente. Para el momento en el que termines de leer acerca de lo tan miserables que eran sus vidas—con los envenenamientos, las traiciones, las mutilaciones, los asesinatos, los familiares psicópatas y los animales de corral caníbales—deberías sentirte mejor con tu propia existencia. Si eso no funciona, entonces no sé qué lo hará. Así que, anda por tu lanza de fuego, ponte tu capa de piel de león, pule tu escudo y asegúrate de tener suficientes flechas en tu carcaj. Vamos a retroceder alrededor de unos cuatro mil años para decapitar monstruos, salvar reinos, dispararle a algunos dioses en el trasero, invadir el Inframundo, y robarles su botín a las personas malvadas. Entonces, para el postre, moriremos trágica y dolorosamente. ¿Listos? Genial. Hagámoslo.

MAPA DEL MUNDO DE LOS HEROES GRIEGOS.

PERSEO QUIERE UN ABRAZO.

Tenía que comenzar con este chico. Después de todo, me llamo así por él. Tenemos padres divinos diferentes, pero a mi madre le gustaba la historia de Perseo por una simple razón: él vive. No termina hecho pedazos. No queda maldito con un castigo eterno. Si de héroes se trata, este chico tiene un final feliz. Lo que no quiere decir que su vida no apestara. Y asesinó a mucha gente. Pero, ¿qué se le va a hacer? La mala suerte de Perseo comenzó incluso antes de nacer. Primero tienen que entender que en la antigüedad, Grecia no era un solo país. Estaba dividida en montones de pequeños reinos distintos. Nadie iba por ahí diciendo: ‘¡Hola, soy Griego!’. La gente te preguntaría a cuál ciudad–estado pertenecías: Atenas, Tebas, Esparta, Villa Zeus, o lo que sea. El continente griego estaba dividido en lotes como hacen los de bienes raíces. Cada ciudad tenía su propio Rey. Desparramadas por todo el Mar Mediterráneo había cientos de islas, cada una era un reino aparte, también. Imaginen si la vida fuera así hoy día. Tal vez, viven en Manhattan. Su Rey local tendría su propio ejército, sus propios impuestos, sus propias normas. Si transgredieran la ley en Manhattan, podrían huir a Hackensack, New Jersey. El Rey de Hackensack podría darles asilo, y Manhattan no podría hacer nada al respecto, (a menos que, claro está, los dos Reyes se volvieran aliados, en cuyo caso estarían fritos). Las ciudades estarían atacándose unas a otras todo el tiempo. El Rey de Brooklyn podría decidir ir a la guerra con Staten Island. O con el Bronx y Greenwich, Connecticut, podría formar una alianza militar e invadir Harlem. Pueden ver ahora como eso haría la vida interesante. De cualquier forma, una ciudad del continente Griego se llamaba Argos. No era la ciudad más grande o la más poderosa, pero tenía un tamaño respetable. Los que allí vivían se llamaban a sí mismos Argivos, probablemente porque 'Argositos' los haría parecer como alguna clase de bacteria. El Rey se llamaba Acrisio. Era un tipo bastante desagradable. Si él fuera su Rey, querrían, en serio, huir a Hackensack. Acrisio tenía una hermosa hija llamada Dánae, pero eso no era suficiente para él. Entonces lo único que importaba eran los hijos. Tenías que tener un hijo varón para continuar el apellido familiar, heredar el reino cuando murieras, y bla, bla, bla. ¿Por qué no podía una chica hacerse cargo del reino? No lo sé. Es estúpido, pero así es como era. Acrisio se la pasaba gritándole a su esposa: — ¡Ten hijos! ¡Quiero hijos! —Pero eso no ayudaba. Cuando su esposa murió, (probablemente de estrés), el Rey comenzó a ponerse muy

nervioso. Si moría sin descendencia de varones, su hermano menor, Preto, se quedaría con el reino, y los dos se odiaban. Desesperado, Acrisio hizo un viaje hasta el Oráculo de Delfos para que le leyeran su fortuna. Ahora bien, ir al Oráculo de Delfos es lo que normalmente llamaríamos una mala idea. Tendrían que hacer un largo viaje a Delfos y visitar una oscura cueva al borde de la ciudad, donde una mujer oculta bajo un velo se sentaba en un taburete de tres patas, inhalando vapor volcánico todo el día, y viendo visiones. Debían dejar una costosa ofrenda con las sacerdotisas en la puerta. Luego podrían hacerle una pregunta al Oráculo. La mayoría de las veces ella les respondería con algún vago acertijo. Entonces partirían confundidos, asustados y más pobres. Pero, como dije, Acrisio estaba desesperado. Preguntó: —Oh Oráculo, ¿Cuál es la razón por la que no tengo ningún hijo varón? ¿Quién se supone que tomará el trono y continuará con el nombre de la familia? Esta vez, el Oráculo no habló con acertijos. —Esto es fácil, —dijo ella con voz rasposa. —Nunca tendrás hijos varones. Un día tu hija Dánae tendrá un hijo. Ese chico te matará y se convertirá en el siguiente Rey de Argos. Gracias por tu ofrenda. Que tengas un lindo día. Aturdido y molesto, Acrisio regresó a casa. Cuando llegó al palacio, su hija fue a verlo. — ¿Padre, qué sucede? ¿Qué dijo el Oráculo? Se quedó mirando a Dánae—su hermosa hija con su largo y oscuro cabello, y adorables ojos marrones. Muchos hombres la habían pedido en matrimonio. Ahora, en todo lo que Acrisio podía pensar era en la profecía. Nunca podría permitirle a Dánae que se casara. Ella, no podía tener jamás un hijo. Ella, ya no era más su hija. Era su sentencia de muerte. —El Oráculo dijo que tú eres el problema, —él gruñó. — ¡Me traicionarás! ¡Harás que me asesinen! — ¿Qué? —Dánae retrocedió impresionada. — ¡Nunca, Padre! — ¡Guardias! —Gritó Acrisio. — ¡Llévense lejos a esta vil criatura! Dánae no podía entender qué había hecho. Siempre trataba de ser amable y considerada. Amaba a su padre, aun cuando daba miedo y se enojaba mucho y le gustaba cazar campesinos en el bosque con una lanza y una manada de perros rabiosos. Dánae siempre hacía los sacrificios apropiados para los dioses. Hacía sus oraciones, comía sus vegetales y hacías su tarea. ¿Por qué su padre estaba de repente convencido de que era una traidora? No obtuvo respuestas. Los guardias se la llevaron y la encerraron en el calabozo de máxima seguridad del Rey—una habitación del tamaño de un armario de escobas con un inodoro, loza de piedra por cama y muros de bronce de treinta centímetros de espesor. Una ventila con una pesada reja, ubicada en el plafón, le permitía a Dánae respirar y tener un poco de luz, pero en los días calurosos la celda de bronce se calentaba como una tetera hirviendo. La puerta de triple cerrojo no tenía ventanas, solo una pequeña rendija en la parte inferior por la que le pasaban una bandeja con comida. El Rey Acrisio conservaba la única llave, porque no confiaba en los guardias. Cada día, Dánae recibía dos bizcochos secos y un vaso de agua. No tiempo para salir al patio. No visitas. No privilegios de Internet. Nada. Tal vez se estarán preguntando: si Acrisio estaba tan preocupado de que pudiera tener hijos, ¿Por qué no simplemente la mataba?

Bueno, mis amigos mal pensados, los dioses toman los homicidios familiares muy seriamente (lo que es raro, porque los dioses básicamente inventaron los homicidios familiares). Si matabas a tu propio hijo, Hades se aseguraría de que tuvieras un castigo especial en el Inframundo. Las Furias irían detrás de ti. Las Moiras acortarían tu tiempo de vida. Un mal karma en serio arruinaría tu día. Sin embargo, si tu hijo “accidentalmente” expiraba en un calabozo de bronce... eso no era estrictamente asesinato. Eso era más como: ‘Ups, ¿cómo pasó eso?’. Por meses, Dánae languideció en su calabozo. No había mucho que hacer, excepto por unas pequeñas muñecas hechas de masa de bizcochos y agua, o hablarle al Sr. Inodoro, así que pasaba la mayor parte del tiempo orándoles a los dioses por su ayuda. Tal vez consiguió atraer su atención por ser tan amable, o porque siempre había hecho ofrendas en los templos. O quizá fuera simplemente porque Dánae era un hermoso bombón. Un día, Zeus, el señor de los cielos, escuchó a Dánae llamándolo. (Los dioses son así. Cuando dices sus nombres, suelen reaccionar de inmediato. Apuesto a que pasan mucho tiempo googleandose4 a sí mismos, también). Zeus se asomó de los cielos con su súper entusiasta visión de rayos X. Vio a la hermosa princesa atrapada en su celda de bronce, lamentando su cruel destino. —Amigo, eso está mal, —se dijo Zeus. — ¿Qué clase de padre aprisiona a su propia hija para evitar que se enamore o tenga hijos? (En realidad, esa era exactamente la clase de cosa que Zeus haría, pero como sea). —También, es ardiente, —murmuró Zeus. —Creo que le haré a la señorita una visita. Zeus siempre estaba haciendo cosas como esta. Se enamoraba de chicas mortales a primera vista, caía en sus vidas como una romántica bomba de hidrógeno5, desordenaba toda su existencia, y luego regresaba al Monte Olimpo, dejando a su novia la responsabilidad de criar al niño por su cuenta. Pero, en serio... estoy seguro de que sus intenciones eran honorables. (Cough. Sí, claro. Cough). Con Dánae, el único desafío para Zeus era descubrir cómo entrar en la celda de bronce de máxima seguridad. Era un dios, por supuesto. Tenía recursos. Podía simplemente abrir las puertas haciéndolas explotar, pero eso asustaría a la pobre chica. Además, luego tendría que matar a un puñado de guardias y eso sería problemático. Causar explosiones, y dejar un rastro de cadáveres aplastados no crearía el ambiente apropiado para una primera cita. Decidió que sería más fácil transformarse en algo pequeño, y colarse por la ventila. Eso le daría completa privacidad con la chica de sus sueños. ¿Pero en qué debería transformarse? Una hormiga funcionaría. Zeus había hecho eso antes con otra chica. Pero quería causar una buena primera impresión, y las hormigas no tenían un buen factor ‘Wow’. Decidió transformarse en algo totalmente diferente—¡una lluvia de oro! Se disolvió en una turbulenta nube de veinticuatro–quilates de oro brillantes, y se precipitó desde el Monte Olimpo. Se metió por la ventila, llenando la celda de Dánae con una tibia y deslumbrante luz que le quitó el aliento.

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Buscar en internet: en este caso: buscándose a sí mismo en internet. Una bomba atómica es un dispositivo que obtiene una gran cantidad de energía explosiva con reacciones nucleares.

NO TEMAS, dijo una voz desde el brillo dorado. SOY ZEUS, SEÑOR DE LOS CIELOS. MUCHACHA TE VEZ MUY BIEN. ¿QUIERES SALIR CONMIGO? Dánae nunca había tenido un novio. Especialmente no un dios como novio que podía volverse un brillo dorado. Muy pronto—como en cinco o seis minutos—estaba locamente enamorada. Las semanas pasaron. Dánae permanecía tan silenciosa dentro de su celda que los guardias afuera se aburrían cada vez más. Entonces, un día, como nueve meses después del inocente incidente brillante, un guardia estaba pasando la bandeja de la comida por la rendija en la puerta como siempre cuando escuchó un sonido extraño: el llanto de un bebé dentro de la celda. Corrió para traer al Rey Acrisio—porque esta era la clase de cosas que el jefe querría saber. Cuando el Rey llegó allí, destrabó la puerta, entró en la celda apresuradamente y encontró a Dánae acunando a un niño recién nacido en una manta. —Qué…. —Acrisio revisó la celda. Nadie más estaba allí. Nadie podría haberse metido, porque Acrisio tenía la única llave, y nadie habría cabido a través del Sr. Inodoro. —Cómo…. Quién…. —Mi señor, —dijo Dánae con un brillo de resentimiento en los ojos. —He sido visitada por el dios Zeus. Este es nuestro hijo. Lo he nombrado Perseo. Acrisio trató de no atragantarse con su propia lengua. La palabra Perseo significaba vengador o destructor, según cómo se le interpretara. El Rey no quería que el chico creciera para que se uniera a Iron Man y Hulk6, y por la forma en que Dánae lo estaba mirando, el Rey tenía una buena idea de a quién quería destruir. El mayor temor del Rey sobre la profecía se estaba haciendo realidad—lo cual, es algo estúpido, porque si no hubiera pensado con el trasero, encerrando a su hija, nunca hubiera sucedido. Pero así es como funcionan las profecías. Tratas de evitar la trampa, y al hacerlo, terminas construyéndola y caminando hacia ella tú mismo. Acrisio quería asesinar a Dánae y al pequeño. Esa era la apuesta más segura. Pero estaba toda la cosa del tabú sobre matar a tu familia. ¡Qué detalle más molesto! Además, si Dánae decía la verdad y Perseo era el hijo de Zeus.... bueno, hacer enojar al señor del universo no iba a ayudar con las expectativas de vida de Acrisio. Acrisio decidió intentar algo más. Ordenó a los guardias encontrar una caja grande con tapa articulada con bisagras. Hizo que perforaran algunos agujeros para el aire en la parte superior, solo para demostrar que era un buen tipo, luego metió a Dánae y a su pequeño hijo dentro, clavó la tapa sellándola, e hizo que arrojaran la caja al mar. Se figuró que no los estaba matando directamente. Tal vez perecerían de hambre y sed. Quizás una linda tormenta los haría pedazos y se ahogarían. Lo que fuera que pasara ¡No sería su culpa! El Rey regresó a su palacio y durmió bien por primera vez en años. Nada como condenar a tu hija y a tu nieto a una horrible y lenta muerte para descansar en verdad la mente. Si eres un cabeza hueca7 como Acrisio, claro está.

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Lo sé, Personajes de Marvel. Texto Original: Airhole: Cabeza hueca, cabeza de aire, hoyo vacío en fin cualquier expresión que diga que no tienes cerebro. 7

Mientras tanto, dentro de la caja de madera, Dánae le rezó a Zeus. —Hola, este, soy yo, Dánae. No quisiera molestarte, pero mi papá me echó. Estoy en una caja. En medio del mar. Y Perseo está conmigo. Así que... Si… Si pudieras llamarme o textearme o algo sería genial. Zeus hizo algo mejor que eso. Mandó una suave lluvia fresca para que se filtrara a través de los agujeros de aire y les proporcionara, a Dánae y al bebé, agua fresca para beber. Persuadió a su hermano, el dios del mar Poseidón, de calmar a las olas y cambiar las corrientes para que la caja tuviera un viaje tranquilo. Poseidón incluso hizo que pequeñas sardinas saltaran sobre la caja y se deslizaran por los agujeros para respirar, y así Dánae pudiera disfrutar de sushi fresco. (Mi padre, Poseidón, es así de asombroso). Así que, en vez de ahogarse o morir de sed, Dánae y Perseo sobrevivieron bastante bien. Después de unos cuantos días, el S.S. Caja de Madera se aproximó a la costa de una isla llamada Sérifos, a unos ciento sesenta kilómetros al este de Argos. Aun así, Dánae y el bebé, pudieron haber muerto, porque la caja estaba muy bien sellada con clavos. Afortunadamente, pasó que un pescador llamado Dictis estaba sentado en la playa, remendando sus redes luego de un arduo día de sacar peces del agua. Dictis vio la gran caja de madera subiendo y bajando con la marea y pensó: Vaya, eso es raro. Se metió en el agua con sus redes y anzuelos, y arrastró la caja a la playa. — ¿Me pregunto qué habrá dentro? —Se dijo. —Podría ser vino, u olivas.... O, tal vez, ¡oro! — ¡Ayuda! —Dijo una voz de mujer desde dentro de la caja. — ¡Waaaaah! —Lloró otra delicada voz desde dentro de la caja. —O personas, —dijo Dictis. — ¡Podría estar llena de personas! Sacó su práctico cuchillo de pesca, y cuidadosamente lo utilizó como palanca para abrir la parte superior de la caja. Dentro estaban sentados Dánae y el bebé Perseo—ambos sucios, cansados y oliendo como sushi pasado, pero bastante vivos. Dictis los ayudó a salir y les dio algo de pan y agua. (Oh vaya, pensó Dánae. ¡Más pan y agua!) El pescador le preguntó a Dánae qué le había pasado. Decidió saltarse algunos detalles. Después de todo, no sabía dónde se encontraba, o si el Rey del lugar era amigo de su padre. Por todo lo que sabía, ella había tocado tierra en Hackensack. Solo le dijo a Dictis que su padre la había echado de casa porque se había enamorado y había tenido un hijo sin su permiso. — ¿Quién es el padre del niño? —preguntó Dictis. —Oh…. este, Zeus. Los ojos del pescador se abrieron enormes. Le creyó de inmediato. A pesar de la apariencia desaliñada de Dánae, él podía decir que era lo suficientemente hermosa como para atraer a un dios. Y, por la manera en que hablaba y su aplomo en general, adivinó que era una princesa. Dictis quería ayudarla a ella y a su pequeño bebé, pero tenía muchas emociones en conflicto. —Podría llevarte a ver a mi hermano, —dijo de mala gana. —Su nombre es Polidectes. Él es el Rey de esta isla. — ¿Nos acogería? —preguntó Dánae. — ¿Podría brindarnos asilo?

—Estoy seguro de que lo hará, —Dictis trató de no escucharse nervioso, pero su hermano era un notorio Don Juan8. Probablemente acogería a Dánae un poco más cálidamente de lo necesario. Dánae frunció el ceño. —Si tu hermano es el Rey, ¿tú porqué eres solo un pescador? Digo, no quiero ofenderte. Ser pescador está bien. —Prefiero no pasar demasiado tiempo en el palacio, —dijo Dictis. —Problemas familiares. Dánae lo sabía todo acerca de los problemas familiares. Y no se sentía cómoda buscando la ayuda del Rey Polidectes, pero no veía otra opción, a menos que ella quisiera quedarse en la playa y construir una cabaña con la caja. — ¿Podría lavarme primero? —le pidió a Dictis. —No, —dijo el pescador. —Tratándose de mi hermano, deberías lucir tan poco atractiva como te sea posible. De hecho, quizá deberíamos embarrar más arena en tu cara. Y poner algo de algas en tu cabello. Dictis condujo a Dánae y al bebé al poblado principal de Sérifos. Despuntando sobre los otros edificios estaba el palacio del Rey—un conjunto de columnas de mármol blanco y muros de piedra caliza, con estandartes volando sobre las torres y un puñado de guardias con apariencia de matones en las puertas. Dánae comenzó a cuestionarse si vivir en una caja en la playa no sería tan mala idea, pero siguió a su amigo pescador hasta el salón del trono. El Rey Polidectes estaba sentado en un sólido trono de bronce que debía ofrecer muy poco soporte en el área lumbar de la espalda. Tras él, los muros estaban festonados con trofeos de guerra: armas, escudos, estandartes y algunas cabezas embalsamadas de sus enemigos. Ya saben, la decoración habitual para ambientar una cámara de audiencias. — ¡Bueno, bueno! —dijo Polidectes. — ¿Pero qué me has traído, hermano? ¡Parece que finalmente atrapaste algo de valor en tus redes de pesca! —Este…. —Dictis trató de pensar en una forma de decir: Por favor, se amable con ella, y no me mates. —Puedes retirarte, —le indicó el Rey. Los guardias sacaron a empujones al pobre pescador. Polidectes se inclinó hacia Dánae. Su sonrisa no lo hacía parecer más amigable, ya que tenía unos dientes chuecos y manchados. Él no se dejó engañar por las ropas andrajosas de Dánae, la arena en su rostro, las algas y pequeñas sardinas en su cabello o por el bulto de trapos que sostenía. (¿Por qué estaría sosteniendo ese bulto? ¿Se trataba de su bolso de mano?). Polidectes podía ver lo hermosa que era la chica. Esos ojos eran preciosos. Su rostro—¡era perfecto! Si se le diera un baño y unas ropas apropiadas, podría pasar por una princesa. —No temas, querida, —le dijo. — ¿Cómo puedo ayudarte? Dánae decidió hacerse la víctima, pensando que el Rey correspondería a eso. Cayó de rodillas y llorando dijo. —Mi señor, soy Dánae, princesa de Argos. Mi padre, el Rey Acrisio, me echó del palacio. ¡Le ruego su protección! El corazón de Polidectes no estaba exactamente conmovido. Pero sus engranajes mentales definitivamente comenzaron a girar. Argos—ciudad agradable. Había oído de Acrisio, el viejo Rey sin hijos varones. ¡Oh, esto era demasiado bueno! Si Polidectes se casaba con Dánae, se convertiría 8

Expresión que se usa para casanova o mujeriego.

en el Rey de ambas ciudades. ¡Finalmente tendría dos salones del trono con suficiente espacio en los muros para mostrar todas esas cabezas embalsamadas que tenía almacenadas! — ¡Princesa Dánae, por supuesto que le concedo santuario!, —dijo, en volumen alto para que alcanzaran a escuchar todos los asistentes. — ¡Lo juro por los dioses, estará a salvo conmigo! Se levantó de su trono y descendió los escalones del estrado. Pretendía tomar a Dánae entre sus brazos para demostrar que clase de hombre cariñoso era. Cuando se encontraba a metro y medio de ella, el bulto de trapos comenzó a chillar. Polidectes dio un salto hacia atrás. Los berridos cesaron. — ¿Qué tipo de hechicería es esta? —demandó saber Polidectes. — ¿Tienes un bulto de trapos chillón? —Es un bebé, mi señor. —Dánae trató de no reír ante la expresión horrorizada del Rey. — Es mi hijo, Perseo, cuyo padre es Zeus. Espero que su promesa de protección se extienda a mi pobre y pequeño hijo también. Polidectes desarrolló un tic en su ojo derecho. Odiaba a los bebés—eran arrugadas y regordetas criaturas que lloraban y hacían popó. Lamentaba no haber notado antes al chico, pero había estado distraído por la belleza de Dánae. Ahora no podía retirar su promesa. Todos los asistentes lo habían escuchado pronunciarla. Además, si el bebé era hijo de Zeus, eso complicaba el asunto. No podías simplemente tirar a los bebés semidioses en el bote de basura sin molestar a los dioses—al menos, casi nunca. —Por supuesto, —consiguió decir el Rey. —Que linda pequeña…. cosa. Él tendrá también mi protección. Y permíteme decirte…. El Rey se inclinó hacia ella, pero Perseo comenzó a chillar de nuevo. El niño tenía un radar contra Reyes malvados. —Ja, ja, —dijo Polidectes en voz baja. —El chico tiene un par de pulmones muy fuertes. Él puede ser educado en el Templo de Atenea, que está muy lejos, en el otro extremo de la ciudad— digo, que esta convenientemente localizado en la mejor parte de la ciudad. Las sacerdotisas ahí lo cuidarán de manera excelente. Y mientras tanto, tú y yo, querida princesa, podremos conocernos mejor. Polidectes estaba acostumbrado a conseguir lo que quería. Se imaginó que le tomaría quince, o quizá dieciséis minutos máximo, que Dánae se casara con él. En lugar de eso, los siguientes diecisiete años fueron los más frustrantes en la vida de Polidectes. Intentando, como podía, conocer mejor a Dánae, la princesa y su hijo frustraban cada giro de Polidectes. El Rey le dio a Dánae sus propias habitaciones en el palacio. Le obsequió ropas lujosas, hermosas joyerías, sirvientes y una libreta de cupones para todo-lo-que-puedas-comer en el bufet real. Pero Dánae no se dejaba engañar. Ella sabía que era tan prisionera ahí como lo había sido en aquella celda de bronce. No se le permitía dejar el palacio. Y, aparte de sus sirvientes, los únicos visitantes que se le permitían eran su hijo, y la nodriza de este del Templo de Atenea. Dánae adoraba las visitas de Perseo. Cuando aún era un bebé, lloraba cada vez que el Rey se acercaba a Dánae. Y ya que el Rey no podía soportar el sonido, se retiraba rápidamente para ir a tomar una aspirina. Cuando Perseo no se encontraba presente, Dánae encontraba otras maneras de rechazar las atenciones del Rey. Cuando él llegaba a su puerta, ella hacía sonidos similares al vómito y se disculpaba por sentirse enferma. Se ocultaba en la lavandería del palacio. Lloraba

incontrolablemente mientras sus sirvientes la consolaban hasta que el Rey se sentía incómodo y se retiraba. Por años el Rey intentó ganar su afecto. Por años ella se resistió. Su mutua terquedad era algo impresionante en realidad. Una vez que Perseo creció, las cosas fueron más fáciles para Dánae, y más difíciles para Polidectes. Después de todo, Perseo era un semidiós. El chico tenía un talento demencial. Para cuando tenía siete, podía luchar contra un hombre adulto, y vencerlo hasta dejarlo en el suelo. Cuando cumplió los diez, podía disparar una flecha desde un extremo al otro de la isla y blandir la espada mejor que cualquier soldado del ejército del Rey. Habiendo crecido en el Templo de Atenea, aprendió todo sobre el arte de la guerra y la sabiduría: como elegir tus batallas, como honrar a los dioses—todo lo que necesitan saber si quieren salir vivos de la pubertad. Era un buen hijo, lo que significaba que continuó visitando a su madre tan seguido como le era posible. Ya no lloraba cuando se acercaba Polidectes, pero si el Rey intentaba acercarse demasiado a Dánae. Perseo se colocaba cerca, mirándolo fijamente, con los brazos cruzados y varias armas mortales colgando de su cinturón, hasta que el Rey retrocedía. Uno pensaría que Polidectes se habría dado por vencido, ¿cierto? Había montones de mujeres como para preocuparse. Pero ya saben cómo son las cosas. Una vez que te dicen que no puedes tener algo, lo quieres aún más. Para cuando Perseo llegó a los diecisiete, Polidectes estaba volviéndose loco por la irritación. ¡Quería casarse con Dánae antes de que fuera demasiado vieja como para tener más hijos! Quería ver que sus propios hijos se convirtieran en Reyes de Argos y Sérifos. A lo que había que añadir una cosa más: Perseo tenía que desaparecer. ¿Pero cómo deshacerse de un semidiós sin asesinarlo directamente? Especialmente dado que Perseo, de solo diecisiete años, era el más fuerte y el mejor peleador de la isla. Lo que Polidectes necesitaba era una buena trampa…. una manera de hacer que Perseo fuera en busca de su propia destrucción sin que nada de la culpa recayera en Polidectes. Con los años, el Rey había visto a muchos héroes buscar gloria: matando monstruos, rescatando villas y lindos cachorritos, ganando los corazones de príncipes y princesas y obteniendo con ello acuerdos de amplio respaldo. Polidectes no tenía necesidad de tales tonterías, pero había notado que la mayoría de los héroes tenían un defecto—una debilidad que, (con un poco de suerte), harían que los mataran. ¿Y cuál era el defecto fatal de Perseo? El chico era un príncipe de Argos, un hijo de Zeus, y aun así había crecido como un paria en un reino extraño, sin dinero y solo con su madre como familia. Eso lo hacía un poco sensible acerca de su reputación. Estaba ansioso por probarse a sí mismo. Aceptaría cualquier reto. Sí, Polidectes podía usar eso contra él…. El Rey comenzó a sonreír. Oh, sí. Tenía en mente el reto perfecto. Más adelante, esa semana, Polidectes anunció que estaba recolectando presentes para la boda de la princesa de una isla cercana. Su nombre era Hipodamía. Su padre, el Rey Enómao, era un viejo amigo de Polidectes, pero nada de eso era realmente importante. Solo era una excusa para recolectar presentes.

Polidectes reunió a los más ricos y famosos de Sérifos en una fiesta en el palacio para ver qué clase de botín podían entregar. Todos querían impresionar al Rey, así que competían entre ellos para llevar el mejor presente. Una familia contribuyó con un jarrón de plata tachonado con rubíes. Otra obsequió una carroza y una cuadriga de caballos prístinamente blancos. Otra ofreció un certificado de regalo de mil dracmas para iTunes. ¡Nada menos que lo mejor para la estimada como-se-llamara que se iba a casar con quien fuera! Mientras los regalos se apilaban, Polidectes elogió a todo el mundo e hizo que toda la gente rica y famosa se sintiera especial, (como si no se sintieran especiales sin necesidad de hacérselos notar). Finalmente divisó a Perseo por la mesa de los aperitivos, al lado de su madre y tratando de pasar desapercibido. Perseo no quería estar en esa estúpida fiesta. Observar un puñado de nobles altaneros adulando al Rey no era su idea de diversión. Pero tenía el deber de cuidar a su madre en caso de que se le acercara Polidectes, así que ahí estaba, bebiendo ponche tibio y comiendo mini-salchichas en palillos de dientes. — ¡Vaya pero si es Perseo! —el Rey lo llamó desde el otro extremo del salón. — ¿Qué es lo que has traído como presente para la boda de la hija de mi aliado? Tú eres el más poderoso guerrero de Sérifos. ¡Todos lo dicen! Seguramente has traído el regalo más impresionante. Eso fue realmente bajo. Todos sabían que Perseo era pobre. Los otros invitados se burlaron disimuladamente, y levantaron sus estiradas narices, felices de ver como ponían en su lugar a la joven estrella en ascenso. No les agradaba el que: guapos, fuertes y talentosos semidioses del extranjero fueran mejores que ellos en cualquier cosa. La cara de Perseo se puso color rojo brillante. Junto a él, Dánae susurró. —No digas nada, hijo mío. Solo está tratando de hacerte enojar. Es una especie de trampa. Perseo no la escuchó. Odiaba que se burlaran de él. Era el hijo de Zeus, pero el Rey y sus nobles lo trataban como si fuera un vagabundo bueno para nada. Estaba cansado de Polidectes y la manera en que mantenía a Dánae prisionera en el palacio. Perseo caminó hasta el centro del salón. Los nobles le abrieron un espacio y se agruparon a su alrededor. Él le gritó al Rey. —Puede que no sea el más rico aquí, pero cumplo mis promesas. ¿Qué es lo que quieres, Polidectes? Nombra cualquier regalo de bodas para cómo-quiera-que-sellame. Nómbralo y lo traeré. La multitud se rió nerviosamente. (Sí, lo investigué. Reírse nerviosamente es una expresión que en verdad se utiliza). Polidectes solo sonrió. Había estado esperando por esto. —Una buena promesa, —dijo el Rey. —Pero prometer es fácil. ¿Júralo por tu honor… digamos, por el Río Estigio? (Para su información. Nunca juren por el Río Estigio. Es el juramento más serio que se puede hacer. Si no cumplen con su palabra, básicamente están invitando a Hades, y a sus Furias y a todos los daimones9 del Inframundo a que los arrastren hasta allá abajo, al castigo eterno sin oportunidad de conseguir la libertad bajo palabra). Perseo se le quedó mirando a su madre. 9

Es un concepto de la mitología y la religión griega cuyo significado puede ser diferente según el contexto en el que aparece. En este caso hace referencia a los demonios.

Dánae sacudió la cabeza negando. Perseo sabía que hacer un juramento semejante ante un tipo malvado como Polidectes no era prudente. La sacerdotisa que lo había criado en el Templo de Atenea no lo aprobaría. Luego Perseo volteó a ver a la multitud que estaba burlándose de él y sonriéndole con superioridad. — ¡Lo juro por el Río Estigio! —él gritó. — ¿Qué es lo que quieres, Polidectes? El Rey se reclinó en su incómodo trono de bronce. Miró las cabezas embalsamadas que decoraban sus muros. —Tráeme…. Hizo una pausa para que resonara la música dramática de un órgano10. —….la cabeza de Medusa. La multitud tomó aire sorprendida. Incluso decir el nombre Medusa era considerado de mala suerte. ¿Cazarla y cortarle la cabeza? No era algo que le desearías ni a tu peor enemigo. Medusa era el monstruo más aterrador conocido por los griegos. Alguna vez, ella fue una hermosa mujer, pero después de tener una reunión romántica con Poseidón en el templo de Atenea, (posiblemente el mismo templo donde Perseo había sido criado), Atenea había convertido a la pobre chica en una espantosa criatura. ¿Creen que sus caras se ven mal en las mañanas? Medusa era tan fea que con solo darle una mirada te convertía en piedra. Nadie que la hubiera visto había sobrevivido, pero de acuerdo a los rumores tenía alas doradas de murciélago, espolones de latón por dedos y su cabello estaba compuesto de serpientes venenosas vivas. Vivía en algún lugar en el oriente lejano con sus dos hermanas, que también se habían transformado en dos monstruos con alas de murciélago—quizá porque se habían atrevido a respaldar a su hermana. Juntas, las tres eran conocidas como las Gorgonas, lo que suena como un nombre asombroso para una banda de apoyo11. Ahora presentamos a: ¡Johnny Graecus12 y las Gorgonas! Bueno, tal vez no. Muchos héroes se habían arriesgado a buscar a Medusa para matarla, porque…. bueno, en realidad no estoy seguro del porqué. Ella no molestaba a nadie hasta donde sé. Tal vez solo porque era una presa difícil. O quizá había algún premio por matar al más espantoso monstruo. Cualquiera que fuera el caso, ningún héroe que fuera tras ella había regresado jamás. Por un momento, el salón del trono se quedó completamente inmóvil. La multitud se veía horrorizada. Dánae se veía horrorizada. Perseo estaba horrorizado, ni siquiera podía sentir los dedos de sus pies. Polidectes sonrió como si la Navidad hubiera llegado temprano ese año. —Tu dijiste: ‘Nómbralo y yo lo traeré’, ¿cierto? Bueno, —el Rey abrió los brazos, —tráela. La tensión se rompió. La multitud aulló de la risa. Ver a Perseo, un donnadie de diecisiete años, e imaginárselo cortando la cabeza de Medusa—era simplemente ridículo. Alguien gritó, — ¡Tráeme una camiseta de las Gorgonas mientras estás en eso! — ¡Tráeme un cono de nieve! —alguien más gritó. 10

NT: Ya saben el típico: Chan, Chan, Chan, Chan…. Lo siento estamos desafinados. O de acompañamiento. 12 Johnny el Griego y las Gorgonas. 11

Perseo salió huyendo avergonzado. Su mamá lo siguió llamándolo, pero él solo siguió corriendo. En el trono, Polidectes disfrutó los aplausos. Ordenó música para la fiesta y una ronda de ponche tibio para todos. Estaba de un humor perfecto para celebrar. Cuando menos, si Perseo se acobardaba, estaría demasiado avergonzado como para volver a aparecer en su presencia. Quizá los dioses lo mataran por romper su juramento. Y si el chico era lo bastante estúpido como para buscar a Medusa…. bueno, Perseo terminaría como un colosal pisapapeles de semidiós. ¡Los problemas del Rey habían terminado! Después de huir del palacio, Perseo corrió hasta los riscos desde donde se alcanzaba a ver el mar. Se quedó parado en el borde y trató de no llorar. El cielo nocturno estaba cubierto de nubes, como si incluso Zeus estuviera avergonzado de verlo. —Papá, —dijo Perseo. —Nunca te pediría nada. Nunca me he quejado. Siempre he hecho los sacrificios adecuados y he tratado de ser un buen hijo para mi madre. Ahora lo he arruinado. Abrí mi gran boca, e hice una promesa imposible. No te pido que resuelvas mi problema por mí, pero por favor, apreciaría algo de guía en este asunto. ¿Cómo puedo salir de esto por mí mismo? Cerca de su hombros, una voz dijo, —Que linda oración. Perseo saltó, apenas evitando caer por el risco. Parado junto a él había un hombre que aparentaba unos veintitantos años con una sonrisa traviesa, cabello castaño rizado y una extraña gorra con borde solo en la parte frontal. Las ropas del hombre eran también muy extrañas—leggings cafés, una camisa ajustada también café y uno zapatos de agujetas negros que parecían una combinación entre botas y sandalias. Sobre su pecho izquierdo, en su camiseta había cocido un bolsillo, y cuidadosamente bordado sobre este había unas letras que no parecían griegas: UPS13. Perseo se imaginó que el tipo debía de ser un dios, porque ningún mortal se vestiría como un estúpido. — ¿Eres tú…. mi padre Zeus? El recién llegado rió disimuladamente. —Amigo, no tengo edad como para ser tu padre. En serio, ¿me veo un día mayor de los mil años? ¡Soy Hermes, el dios de los mensajeros y de los viajeros! Zeus me envió para echarte una mano. —Eso fue rápido. —Me enorgullezco de mi servicio rápido. — ¿Qué son esos símbolos en tu camisa? —Oh, —Hermes bajó la mirada. — ¿Qué siglo es este? Lo siento, me confundo algunas veces. —Chasqueó los dedos. Sus ropas cambiaron a algo más normal—un sombrero de ala ancha como los que los viajeros solían usar para protegerse del sol, una túnica blanca atada con un cinturón en la parte media y un manto de lana que le cruzaba sobre los hombros. —Ahora, ¿dónde estaba? ¡Cierto! ¡Zeus escuchó tus ruegos y me envió con algunos artefactos mágicos que te ayudarán en tu misión!

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United Parcel Service: Es una de las grandes empresas de paquetería del mundo. Cada día entrega más de 14 millones de paquetes a más de 200 países de todo el mundo. Fundada en 1907 por James E. Casey en Seattle, Washington, Estados Unidos.

Hermes chasqueó los dedos de nuevo. Con orgullo le mostró un bolso de piel del tamaño de un morral. —Es un saco, —señaló Perseo. — ¡Lo sé! ¡Después de que cortes la cabeza de Medusa, puedes guardarla aquí! —Wow. Gracias. —Y también…. —Hermes metió la mano en el saco y sacó un casco simple de bronce, solo un kipá14, como el que usaban los soldados de a pie del Rey. — Este pequeño bebé te volverá invisible. — ¿En serio? —Perseo tomó el gorrito y miró dentro. — ¿Y por qué tiene escrito Hecho en Bangaldesh15? —Oh, eso no importa, —dijo Hermes. —Es una reproducción no autorizada del casco de oscuridad de Hades. Pero funciona bien. Lo prometo. Perseo se colocó su barato casco de imitación Bangladeshí. De pronto no podía ver su propio cuerpo. —Es fantástico. — ¿Verdad que sí? De acuerdo, quítate el casco, porque tengo algo más para ti. Mandé hacer esto especialmente. De su bolsa de piel llena de premios fabulosos, Hermes sacó un par de sandalias. Pequeñas alas de paloma sobresalían de los talones. Cuando el dios mostró las sandalias las sujetó por las agujetas, permitiéndoles aletear de un lado a otro, buscando su libertad, como pájaros atados a unas correas. —Yo mismo uso un par de estas, —dijo Hermes. — ¡Póntelas y podrás volar! Es mucho más rápido que caminar, o nadar, hacia donde se encuentra Medusa. ¡Y, dado que serás invisible, no necesitarás un registro de tu plan de vuelo, ni nada! El corazón de Perseo latía tan rápido como las alas de paloma. Siempre, desde que era pequeño, había querido volar. Se probó las sandalias, y al momento salió disparado hacia el cielo. — ¡SI! —gritó de alegría. — ¡ESTO ES ASOMBROSO! — ¡Muy bien, chico! —gritó Hermes hacia el pequeño punto zumbando entre las nubes. — ¡Puedes bajar ahora! Perseo aterrizó, y Hermes le explicó lo que debería hacer, a continuación. —Primero, tienes que encontrar estas tres ancianas llamadas: Las Hermanas Grises. — ¿Por qué las llaman así? —Porque son grises. También son feas, e inmortales. Y si tienen la oportunidad te cortarán en pedacitos, y te convertirán en barbacoa. —Entonces, ¿por qué querría encontrarlas? —Ellas conocen la ubicación de la guarida secreta de Medusa. Ni siquiera yo tengo esa información. Además, tienen un par de artículos extra que te ayudarán en tu misión. — ¿Qué artículos? Hermes arrugó su frente. De su bolsillo, sacó un trozo de papel y lo leyó. —No lo sé. No están enlistadas en el manifiesto. Pero obtuve esta información de Atenea, y ella normalmente sabe 14

Sombrero circular, sin ala, que cubre solamente la coronilla, usado por los hombres judíos en ciertas ocasiones rituales o festivas. 15 Bangladés o Bangladesh, formalmente República Popular de Bangladés es un país ubicado en el sur de Asia. Su territorio se encuentra rodeado casi por completo por la India, a excepción de una pequeña franja al sureste donde limita con Birmania.

de lo que habla. Solo comienza a volar hacia el este. Dentro de dos días, verás la isla de Las Hermanas Grises. No puedes fallar. Es…. este, gris. — ¡Gracias, Hermes! —Perseo estaba tan agradecido que intentó abrazar a Hermes. El dios se hizo hacia atrás. —De acuerdo, chico, no te emociones tanto. Buena suerte, y trata de no estrellarte en alguna montaña, ¿sí? Hermes desapareció en una nube de humo. Perseo se lanzó hacia el aire, volando hacia el este tan rápido como sus talones montados en alas de palomas lo podían llevar. La isla de Las Hermanas Grises era definitivamente gris. Una gran y enorme montaña gris se elevaba de un bosque gris, cubierta en una niebla del color de la ceniza. Riscos de pizarra se precipitaban en un mar gris agitado. Ese debe ser el lugar, pensó Perseo, porque era así de listo. Se puso su kipá de invisibilidad y descendió hacia la línea de humo que se elevaba entre los árboles—como si alguien hubiera encendido una fogata en un campamento. En un claro terrorífico junto a un lago verde–alga, tres ancianas estaban sentadas alrededor del fuego. Estaban vestidas de harapos grises. Su cabello se veía como paja maltratada. En un asador sobre el fuego había un trozo de carne crepitante, y Perseo en verdad no quería saber de dónde había salido esa carne. Al acercarse, escuchó a las mujeres discutiendo. — ¡Dame el ojo! —una gritó. — ¡Dame el diente y lo consideraré! —dijo la segunda. — ¡Es mi turno! —gritó la tercera. —Tú tomaste el ojo cuando estaba a la mitad de la última temporada de The Walking Dead16. ¡No puedes hacer eso! Perseo se acercó. Los rostros de las ancianas estaban arrugados y fofos como máscaras derretidas. Las cuencas de los ojos estaban vacíos—excepto por la hermana de en medio, Fea N. 2, que tenía un ojo verde. La hermana de la derecha, Fea N. 1, estaba disfrutando un trozo de la misteriosa carne, arrancando pequeñas piezas con un único incisivo mohoso. Las otras dos hermanas parecían no tener dientes. Sorbían infelices de copas de Yogur Danone17 Griego sin–grasa. Fea N. 1 se llevó otro bocado de carne a la boca y lo masticó con gusto. (Digo, con placer. Ya que ella no tenía buen gusto en lo absoluto). —Bien, —dijo. —De cualquier manera ya había terminado de comer. Te lo cambio por el ojo. — ¡Eso no es justo! —dijo Fea N. 3. — ¡Es mi turno! ¡Yo no tengo nada! —Cállate y tómate tu yogur, —dijo Fea N. 1, arrancándose el colmillo de la boca. Fea N. 2 se puso la mano sobre el ojo y se forzó a estornudar. El ojo saltó a su palma, y Perseo trató de no vomitar. — ¿Lista? —preguntó Fea N. 1. —Los lanzamos a la cuenta de tres, ¡Y sin trampas! Perseo se dio cuenta de que esta era su oportunidad de hacer algo tramposo y bastante asqueroso. Avanzó furtivamente. —Uno…. —dijo Fea N. 1. —Dos…. 16

Famosa Serie de Televisión. Multinacional agroalimentaria francesa que tiene su sede en París, Francia. Tiene 4 actividades principales: productos lácteos frescos, aguas, nutrición infantil y nutrición médica 17

Y cuando la dama gris gritó. — ¡Tres! —Perseo saltó. Todo su entrenamiento en el templo de Atenea, y sus horas jugando Call of Duty18 debían haber mejorado en serio su coordinación mano-ojo, porque atrapó el ojo y el diente justo en el aire. Las damas grises, seguían con las manos extendidas, listas para atrapar sus mejoras corporales intercambiables. — ¿Qué sucedió? —preguntó Fea N. 1. —No lo lanzaste. — ¡Yo lancé el ojo! —dijo Fea N. 2. — ¡Tú no lanzaste el diente! — ¡Sí lo hice! —chilló Fea N. 1. —Alguien más debió de haberlo tomado. — ¡Bueno, no me miren a mí! —dijo Fea N. 3. — ¡No puedo! —gritó Fea N. 1. — ¡No tengo el ojo! —Yo lo tengo, —interrumpió Perseo. Las Hermanas Grises guardaron silencio. —Y su diente, —añadió. Las tres damas, sacaron sus cuchillos de debajo de sus harapos y se lanzaron hacia el sonido de su voz. Perseo retrocedió a trompicones, apenas evitando convertirse en un misterioso trozo de carne en un espetón19 sobre el fuego. Nota para mí mismo, pensó. La invisibilidad no funciona con gente ciega. Feas N. 1 y N. 2 chocaron de cabeza una con la otra, cayeron y comenzaron a luchar. Fea N. 3 tropezó con el fuego de la hoguera y dio vueltas gritando, tratando de apagar sus ropas que se quemaban. Perseo dio vueltas al perímetro del campamento. —Si quieren su ojo y diente de vuelta, será mejor que se comporten. — ¡Nos pertenecen! —Aulló Fea N. 1. — ¡Son nuestras preciosidades! —bramó Fea N. 3. — ¡Historia equivocada, idiota! —soltó Fea N. 2. Las tres hermanas se pusieron de pie. Se veían escalofriantes a la luz de la fogata—con sombras danzando en las cuencas de sus ojos vacías, y las hojas de sus cuchillos brillando con un tinte color rojo. Perseo pisó una ramita. Las hermanas se giraron hacia él, siseando como gatos. Perseo trató de tranquilizar sus nervios. —Atáquenme de nuevo, —les advirtió, —y aplastaré su ojo justo ahora. Le dio al orbe baboso un ligero apretón. Las Hermanas Grises gritaron, clavándose las uñas en sus cuencas vacías. — ¡Muy bien! —aulló Fea N. 1. — ¿Qué es lo que quieres? —Primero, instrucciones para llegar a la guarida de Medusa. Fea N. 3 hizo un sonido como el de una rata que acababan de pisar. — ¡No podemos decirte eso! ¡Prometimos guardar el secreto de las Gorgonas! — ¡Y custodiar las armas de la profecía! —añadió Fea N. 2. —Claro, —dijo Perseo. —También necesito esas armas de la profecía. Las hermanas chillaron un poco más, y se golpearon entre ellas dándose manotazos sobre sus cabezas. 18 19

Serie de videojuegos en primera persona, de estilo bélico. Hierro largo y delgado. Un asador o un estoque.

— ¡No podemos darte las armas! —dijo Fea N. 3. — ¡Las Gorgonas confían en nosotras! ¡Nos perseguirán y nos matarán! —Creía que eran inmortales, —dijo Perseo. —Bueno…. eso es cierto, —le concedió Fea N. 1. — ¡Pero no conoces a las Gorgonas! Nos torturarán y nos insultarán y…. —Si no me ayudan, —dijo Perseo, —ni diente ni ojo—nunca más. Apretó el ojo un poco más fuerte. — ¡Muy bien! —Fea N. 1 cedió. — Danos el diente y el ojo, y te ayudaremos. —Ayúdenme primero, —dijo Perseo, —y prometo que soltaré su ojo y su diente de inmediato. (Lo cual era una promesa fácil de hacer, porque esas cosas eran asquerosas). —La cueva de las Gorgonas queda al este, —dijo Fea N. 2. —Otros tres días a vuelo de cuervo. Cuando llegues a tierra firme, verás un risco alto que se eleva desde el mar. La cueva está justo en el medio, a unos ciento cincuenta metros de altura. Una pequeñísima saliente es la única forma de llegar. Reconocerás el lugar. Solo busca las estatuas. —Las estatuas, —repitió Perseo. — ¡Sí! —Dijo Fea N. 3. — ¡Ahora regrésanos nuestra propiedad! —No tan rápido, —dijo Perseo. — ¿Qué hay de esas armas que mencionaron? Fea N. 3 aulló de frustración. Se lanzó hacia Perseo. Él la evitó fácilmente, y la anciana terminó dándose de cara contra un árbol. — ¡Owww! — ¿Las armas? —pidió nuevamente Perseo, aplicando más presión al ojo de la comunidad. — ¡Bien! —Gritó Fea N. 1. —A un kilómetro y medio de aquí hay un enorme roble muerto. Las armas están enterradas entre las dos raíces más grandes. ¡Pero no le digas a Medusa que te las dimos nosotras! —No lo haré, —prometió Perseo. —Estaré demasiado ocupado matándola. — ¡El ojo! —dijo Fea N. 2. — ¡El diente!

—Sip. —Perseo arrojó ambas cosas al lago color verde–alga. —Prometí que los soltaría inmediatamente, pero no puedo tenerlas siguiéndome los pasos buscando vengarse de mí. Será mejor que comiencen a bucear antes de que algún pez decida que ese ojo se ve sabroso. Las Hermanas Grises gritaron, y renguearon a ciegas hacia el agua. Se sumergieron como una manada de morsas andrajosas. Perseo se limpió las manos en su camiseta. Baba de ojo. Asqueroso. Puso en marcha las sandalias y voló hacia el sur a través del bosque. Encontró el roble muerto sin problemas. Perseo excavó entre las dos raíces más grandes y desenterró algo que parecía la tapa de una alcantarilla envuelta en una manta de piel. Desenvolvió la piel aceitada y quedó cegado de inmediato por el brillo de un escudo redondo de bronce. Su superficie estaba tan pulida como un espejo. Incluso en el oscuro bosque, reflejaba suficiente luz como para causar un accidente de tránsito. Perseo se asomó dentro del boquete que había excavado. Había algo más ahí abajo—algo largo y delgado, algo cubierto por una piel aceitada. Lo sacó y desenvolvió la cubierta revelando una espada muy agradable a la vista: con una vaina de piel negra, bronce y piel en la empuñadura. La desenvainó y sonrió. La hoja estaba perfectamente balanceada. El borde se veía bien afilado. La blandió golpeando con ella una gruesa rama del roble. La hoja atravesó la rama, siguiendo luego por el tronco, cortando el árbol entero por la mitad como si estuviera hecho de Play–Doh20. Si vieras una demostración como esa en el Canal de Ventas de los Semidioses, definitivamente ordenarías la espada por $19.99 más envío y entrega. —Oh, sí, —dijo Perseo. —Creo que esto servirá. —Ten cuidado con eso, —dijo una voz femenina. Perseo giró, y casi decapitó a la diosa Atenea. La reconoció de inmediato. Había crecido en su templo, con tantas estatuas de Atenea, carteles, tazas para café y portavasos para bebidas. Usaba un vestido largo de color blanco y sin mangas. Un casco de guerra alto coronaba su largo cabello negro. En las manos portaba una lanza y un escudo rectangular, ambos brillaban con magia, y su rostro era hermoso pero un poco atemorizante, de la manera como debería verse una diosa guerrera. Sus ojos color gris–tormenta—a diferencia de todas las otras cosas grises en esa isla—eran brillantes y llenos de feroz energía. — ¡Atenea! —Perseo se arrodilló y bajó la cabeza. — ¡Lamento casi haberte decapitado! —Está bien, —dijo la diosa. —Levántate mi héroe. Perseo se levantó. Las pequeñas alas de paloma de sus sandalias aletearon nerviosas alrededor de sus tobillos. — ¿Son estas…. son estas armas para mí? —Eso espero, —dijo Atenea. —Yo coloqué la espada y el escudo aquí, sabiendo que algún día un gran héroe llegaría—alguien digno de terminar con la maldición de Medusa. Espero que tú seas ese héroe. Creo que Medusa ha sufrido lo suficiente, ¿tú no? —Así que, quieres decir…. espera, estoy confundido. ¿Le vas a regresar su forma humana? —No. Solo voy a permitir que le cortes la cabeza. —Oh. Eso me parece justo.

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Marca comercial de una pasta de modelar utilizada por los niños para realizar proyectos de arte y manualidades.

—Sí, eso pensé. He aquí el trato: te escabullirás en la cueva de las Gorgonas durante el día mientras ellas duermen. Esa espada tiene el filo suficiente como para cortar el cuello de Medusa, que es tan grueso como la piel de un elefante. — ¿Y el escudo? —los ojos de Perseo se iluminaron. — ¡Oh! ¡Ya entiendo! ¡Lo usaré como un espejo! Miraré el reflejo de Medusa sin tener que verla directamente, así no podrá convertirme en piedra. Atenea sonrió. — Muy bien. Has ganado algo de sabiduría en mi templo. —Y también de jugar God of War21, —dijo Perseo. — ¡Tiene este nivel donde…! —Como sea, —dijo la diosa. — ¡Sé cuidadoso, Perseo! Incluso, después de que Medusa esté muerta, su rostro aún tendrá el poder de petrificar mortales. Mantén su cabeza segura en ese saco de piel, y no se lo muestres a nadie a menos que quieras convertirlos en mármol sólido. Perseo asintió, almacenando mentalmente el consejo de seguridad. — ¿Y que hay con las hermanas de Medusa, las otras dos Gorgonas? —Yo no me preocuparía demasiado por ellas. Acostumbran dormir profundamente. Si tienes suerte, ya habrás salido de ahí antes de que despierten. Además, no podrías matarlas aunque lo intentaras. A diferencia de Medusa, las otras dos Gorgonas son inmortales. — ¿Y eso por qué? —Demonios, no lo sé. Solo déjate llevar. El punto es, si despiertan, sal de ahí. Rápido. Perseo debió haberse visto bastante aterrorizado. Atenea levantó los brazos bendiciéndolo. —Puedes hacerlo, Perseo. Hónrame con tus acciones, y a Hermes, y a nuestro padre, Zeus. ¡Tu nombre vivirá por siempre! Solo, no lo arruines. — ¡Gracias, gracias, gran diosa! —Perseo se sentía tan abrumado que intentó abrazar a Atenea, pero ella retrocedió. —Wow, cálmate, grandote. No toques a la diosa. —Lo siento—yo solo…. —Por nada. Ahora, ¡Ya vete! ¡Buena cacería, Perseo! La diosa desapareció en un destello de luz. A la distancia, Perseo escuchó a las Hermanas grises gritando algo sobre asesinarlo, y decidió que era tiempo de partir. La guarida de medusa tenía una liquidación de estatuas para jardín en oferta. Justo como las Hermanas Grises la habían descrito, la cueva estaba a mitad de camino en el risco que daba al mar. La boca de la caverna y el angosto sendero que llevaba a esta estaban decorados con guerreros de mármol de tamaño natural. Algunos con las espadas en alto. Otros acobardados ocultándose tras sus escudos. Un tipo estaba acuclillado con los pantalones alrededor de sus tobillos, lo que era una manera realmente mala de quedar congelado por toda la eternidad. Todos los intentos-de-héroes tenían una cosa en común: una expresión de terror absoluto. Mientras el sol se elevaba sobre los riscos, las sombras se movían entre las estatuas, haciéndolas parecer vivas. Eso no ayudaba a los nervios de Perseo. Dado que estaba volando, no tenía que preocuparse por el camino traicionero. Y ya que era invisible, no tenía que preocuparse por ser visto.

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Guerra de Dioses.

Aun así…. estaba súper tenso. Viendo las docenas de mortales que habían intentado hacer lo que él estaba a punto de hacer. Cada uno de ellos había tenido el valor suficiente para llegar ahí. Cada uno había estado determinado a matar a Medusa. Ahora todos ellos estaban muertos. O, ¿estarían muertos? Quizás permanecían conscientes después de ser transformados en piedra, lo cual sería incluso peor. Perseo se imaginó estando congelado para siempre, sin importar lo mucho que te picara la nariz, esperando hasta que la piedra se agrietara y se desmoronara en pedazos. Esta vez será diferente. Se dijo Perseo. Estos tipos no tenían a dos dioses ayudándoles. Pero tampoco estaba seguro de eso. ¿Qué tal si él solo se convertía en el último de una larga línea de experimentos divinos? Quizá Hermes y Atenea estaban sentados en el Monte Olimpo, observando su progreso, y si él fallaba sería como: Bueno, no funcionó. Enviemos al siguiente chico. Aterrizó en la entrada de la cueva. Se escabulló dentro, con su escudo en alto y su espada desenvainada. El interior estaba oscuro y atestado con muchos más héroes de mármol. Perseo caminó entre varios de ellos—un chico que portaba una lanza y armadura completa, un arquero con un arco de piedra fracturado y un chico peludo y barrigón que usaba solo un taparrabo e iba completamente desarmado. Aparentemente el plan del chico había sido sorprender a Medusa al entrar corriendo, gritando, agitando los brazos y aparentando ser incluso más feo que las Gorgonas. No había funcionado. Mientras más se adentraba Perseo en la cueva, más oscuro se ponía. Los héroes congelados lo miraban desde sus rostros contorsionados. Las espadas de piedra lo picaban en puntos que le causaban bastante incomodidad. Finalmente escuchó un coro de suaves siseos que provenían del fondo de la cueva… el sonido de cientos de pequeñas serpientes. La boca le sabía, como ácido de batería. Levantó la superficie pulida de su escudo y vio el reflejo de una mujer durmiendo sobre un catre a unos treinta metros. Como dormía de espaldas con los brazos cruzados sobre su rostro, parecía casi humano. Usaba una toga ligera, y su vientre se veía inusualmente abultado. Esperen…. ¿Medusa estaba embarazada?

De pronto Perseo recordó porqué habían maldecido a Medusa en primer lugar. Había estado jugando hanky–panky 22 con Poseidón en el templo de Atenea. Eso significaba que… oh, dioses. Desde que a Medusa la habían convertido en un monstro, había estado embarazada con el descendiente de Poseidón, incapaz de dar a luz porque…. bueno, ¿quién sabía por qué? Quizás eso era parte de la maldición. El valor de Perseo flaqueó. Matar a un monstruo era una cosa. ¿Matar a una madre embarazada? Uh–uh, no. Eso era completamente diferente. Medusa se dio la vuelta en su sueño quedando de frente hacia él. Tras ella, una de sus alas doradas se desplegó contra el muro de la cueva. Sus brazos se movieron despejando su rostro, revelando afilados espolones de latón en sus dedos. Su cabello se retorcía—un nido de víboras verdes que se arrastraban. ¿Cómo podía alguien dormir con todas esas pequeñas lenguas lamiéndole el cráneo? Y su rostro…. Perseo casi se asomó por sobre su escudo para estar seguro de estarlo viendo correctamente por el reflejo. Colmillos como los de un jabalí sobresalían de su boca. Mantenían sus labios en un gesto de burla permanente. Sus ojos saltones la hacían parecer vagamente a un anfibio. Pero lo que realmente le afeaba era que sus rasgos eran completamente deformes, y desproporcionados. La nariz, los ojos, la barbilla, las cejas—descolocados todos a la vez, su rostro era tan poco concordante que no tenía sentido. ¿Conocen esas imágenes de ilusión óptica que hacen que te marees y sientas nauseas si te les quedas viendo por mucho tiempo? El rostro de Medusa era como esas, excepto que unas mil veces peor. Perseo mantuvo los ojos en el reflejo del escudo. Tenía las manos tan sudorosas que apenas podía sostener su espada. El aroma a reptil del cabello de Medusa le llenaba la nariz y lo hacía querer vomitar. A pesar del hecho de que era invisible, las víboras debían haber sentido que algo estaba mal. Cuando se acercaba, siseaban y mostraban sus pequeños colmillos. Perseo no veía a las otras dos Gorgonas. Quizá estuvieran dormidas en otra parte de la cueva. Quizá habían salido de compras buscando productos para el cabello que fueran amigables con las serpientes. Se acercó más hasta que estuvo parado justo sobre Medusa, pero no estaba seguro de poder matarla. Aún era una lo–que–sea embarazada. Su fealdad solo le hacía sentir más pena por ella… no ira. Él debería estar cortando la cabeza al Rey Polidectes en lugar de la de Medusa. Pero Perseo había hecho un juramento. Si perdía el valor y se echaba para atrás, dudaba poder tener una segunda oportunidad. Entonces Medusa tomó la decisión por él. Debió haber sentido su presencia. Quizá su peinado de serpientes la previno. Quizá olió la esencia de semidiós. (Me han dicho que huele como pan tostado con mantequilla para monstruos, pero no puedo dar fe de eso). Sus ojos saltones se abrieron de repente. Sus espolones se curvaron. Chilló como chacal electrocutado y se lanzó hacia adelante, lista para cortar a Perseo en listones. 22

Hanky–Panky (meter–mano): Es una canción interpretada por Madonna. La letra trata temas sadomasoquistas y se centra en una chica que celebra los placeres de una «buena nalgada». También Hanky Panky es una marca de juguetes de magia.

Ciegamente, Perseo blandió su espada. Ka–flump. Medusa cayó de espaldas, colapsando sobre su catre. Bump, bump, bump. Algo tibio y húmedo avanzó rodando hasta detenerse junto a los pies de Perseo. Asco…. Tomó todo su coraje para no mirar, no gritar como un pre–escolar y salir corriendo. Pequeñas cabezas de víboras moribundas le jalaban las cintas de sus sandalias. Con mucho cuidado, enfundó su espada. Colgó el escudo sobre su hombro y abrió el saco de piel. Se arrodilló, manteniendo los ojos fijos en el techo de la cueva, y tomó la cabeza de Medusa por sus cabellos de serpientes muertas. Metió la cabeza dentro de la bolsa y se aseguró de que el cordón estuviera fuertemente atado. Por primera vez en varios minutos, Perseo exhaló. Lo había logrado. Miró el cuerpo decapitado de Medusa tumbado sobre el catre. En el piso, la sangre negra estaba encharcándose, girando y formando extraños patrones. ¿Se suponía que la sangre hiciera eso? Dos formas comenzaron a crecer en el charco—incrementando su tamaño y elevándose mientras el cuerpo de Medusa se marchitaba hasta desaparecer. Perseo observó, paralizado, mientras un semental de tamaño natural salía del líquido como si pasará a través de un portal. El caballo se paró sobre sus patas traseras y relinchó, desplegando sus alas, similares a las de un águila, aún manchadas de sangre. Perseo no se dio cuenta, pero acababa de presenciar el nacimiento de Pegaso, el primer caballo alado. Entonces, una segunda forma salió de la sangre: un hombre en armadura dorada con una espada de oro en la mano. A este, más tarde, lo llamarían Crisaor, el guerrero dorado, y debió de haber heredado algunos de los rasgos de su madre, porque Perseo se alejó de él muy rápido. ¿Probablemente se estarán preguntando porqué los bebés de Medusa fueron un guerrero dorado y un caballo alado? ¿Y cómo es que habían estado atorados dentro del cuerpo de Medusa todos esos años? Diablos, no lo sé. Solo les cuento como fueron las cosas. Si quieren que las cosas tengan sentido, están en el universo equivocado. No sé si Crisaor hubiera peleado con Perseo, o le hubiera agradecido, o qué hubiera hecho, pero antes de que siquiera pudieran intercambiar números telefónicos, Perseo, que iba retrocediendo, chocó con una de las estatuas de mármol. Esta derribó otra estatua, la cual derribó otra más, al estilo dominó, y…. bueno, creo que ya captaron la idea. La cueva se llenó con el sonido de héroes de piedra quebrándose. —Ups, —dijo Perseo. En el extremo izquierdo de la caverna, la voz de una mujer siseó. — ¡Medusa! ¿Qué sucede? En el extremo derecho, la tercera Gorgona siseó como respuesta. — ¡Intruso! ¡Asesino! Perseo aún usaba su casco de invisibilidad, pero no iba a confiar en que eso lo protegiera. Puso a funcionar sus sandalias aladas, y salió tronando de la cueva a toda velocidad. Las dos Gorgonas gritaron y se lanzaron tras él. Sus alas doradas batieron el aire sonando como címbalos. El sonido se volvió cada vez más fuerte, pero Perseo no se atrevió a volver la vista.

Forzó a sus sandalias a volar más rápido. Las pequeñas alas de paloma comenzaron a quemarle los talones. Algo le arañó la suela de una de sus zapatillas, y tuvo el mal presentimiento de que se podía tratarse de la garra de una Gorgona. En un movimiento desesperado, dio un giro para que la luz del sol se reflejara en el escudo que cargaba en su espalda. Las Gorgonas aullaron, momentáneamente cegadas, y Perseo salió disparado hacia las nubes. Unas cuantas horas más tarde, él estuvo bastante seguro de haber perdido a las Gorgonas, pero, aun así, no se detuvo hasta que sus sandalias comenzaron a echar humo. En ese punto, las regulaciones de la AFA23 dicen, en serio, tienes que aterrizar y hacer una revisión de seguridad. Perseo bajó a descansar en un afloramiento rocoso desolado en el medio del mar. En todas las direcciones, solo alcanzaba a ver agua, pero pudo distinguir los últimos rayos de la puesta del sol en el horizonte. —Bueno, —se dijo a sí mismo, —al menos ahora sé que en esa dirección queda el oeste. Volaré hacia allá y eventualmente llegaré a casa. Mal. Este amigo no debió de haber estado prestando atención mientas intentaba alejarse de las Gorgonas. Eso, o estaba usando Apple Maps24, porque estaba totalmente fuera de curso. La siguiente vez que divisó tierra, no era la isla de Sérifos. Era una gran franja de tierra firme de cerros rojo quemado, y desiertos de arena que se extendían hasta donde alcanzaba su vista a la luz de la luna. Perseo había estudiado algo de geografía en el templo de Atenea. Solo podía pensar en un lugar que se podía ver así. — ¿África? ¿En serio esto es África? Sí. Era la costa de África, lo que significaba que Perseo había volado cuantiosamente hacia el sur. En este punto estaba tan cansado, hambriento y sediento que no le importó. Pensó que encontraría un pueblo, pediría direcciones, y descansaría un rato. Voló a lo largo de la costa hasta el amanecer, cuando divisó las torres de una ciudad a la distancia. —Hurra, —se dijo. — ¡Ciudades significan gente! ¡Me gusta la gente! Mientras se acercaba volando, vio que algo extraño sucedía. Varios miles de personas se habían congregado en los muelles del puerto. Estaban viendo hacia el agua como si estuvieran esperando algo. Hacia el fondo de la multitud, habían montado un pabellón con cortinas de seda desde donde parecía que el Rey y la reina de la ciudad estaban observando lo que sucedía. A la entrada del puerto, una solitaria aguja escarpada de piedra se elevaba del mar. En una pequeña saliente a unos doce metros sobre las olas, encadenada a la roca, había una chica adolescente. Este no es un comportamiento normal, pensó Perseo. Se quitó su casco de invisibilidad para no alarmar a la chica, (como si un chico con zapatos alados volando hacia ti saliendo de la nada no fuera alarmante), y voló hacia donde ella se encontraba.

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Administración Federal de Aviación. La Administración Federal de Aviación, Federal Aviation Administration en inglés, es la entidad gubernamental responsable de la regulación de todos los aspectos de la aviación civil en los Estados Unidos. 24 Es una aplicación que si no sabes usar… deberías.

La chica estaba inexplicablemente tranquila. Se le quedó viendo con sus hermosos ojos oscuros. Su cabello era tan negro como el ébano, su piel parecía cobre pulido. Usaba un sencillo vestido verde que mostraba sus adorables brazos y cuello. Perseo, flotó junto a ella en el aire. —Ah. Este…. —trató de recordar cómo formar una oración completa. Estaba bastante seguro de que hacía unos momentos era perfectamente capaz de hacerlo. —No deberías estar aquí, —le dijo la chica. —El monstruo marino estará aquí en cualquier segundo para matarme. — ¿Monstruo marino? —Perseo salió de su ensoñación. — ¿Qué está sucediendo aquí? ¿Por qué estás encadenada a esta roca? —Porque mis padres son súper horribles. —De acuerdo…. ¿detalles? —Mi nombre es Andrómeda. Soy la princesa de ese reino de allá—Etiopía. — ¿Quieres decir que tus padres son el Rey y la reina? —preguntó Perseo. — ¿Y permitieron que te encadenaran aquí? Andrómeda giró sus preciosos ojos. — ¡Fue su idea! Larga historia. Mi madre—la Reina Casiopea—es totalmente vanidosa. Hace como un año comenzó a fanfarronear diciendo que ella era incluso más bella que las Nereidas de Poseidón. —Oh, vaya, —Perseo jamás había conocido a una Nereida, pero había escuchado de ellas. Eran una tropa de diosas subacuáticas marinas de Poseidón, y se suponía que eran despampanantes. También sabía que los dioses odiaban cuando los humanos se comparaban a sí mismos con los inmortales. —Sí, —concedió Andrómeda. —Así que Poseidón se molestó y envió a este estúpido monstruo marino para aterrorizar la ciudad. Ha estado hundiendo barcos, incendiando el puerto, mordisqueando pescadores y haciendo totalmente imposible conseguir un buen bronceado en la playa. Así que el estúpido sacerdote local, o lo que sea, le dijo a mi papá, el Rey Cefeo, que la única manera de apaciguar a Poseidón era encadenarme a esta roca como sacrificio humano. —Eso está todo mal, —dijo Perseo. —No fue tu culpa. —Traté de explicárselo a la gente del pueblo. No funcionó muy bien. —No te vez demasiado asustada. Andrómeda se encogió de hombros lo mejor que pudo, dado que tenía los brazos encadenados. —No hay mucho que pueda hacer al respecto. Además, morir a manos de un monstruo marino no se escucha tan mal comparado con vivir con mis estúpidos padres. Si piensan que voy a gritar y a rogar por mi vida, no voy a darles la satisfacción. Cuando el monstruo aparezca, planeo maldecirlo de tal manera que sus oídos acuáticos sangrarán. He estado practicando. Perseo pensó por un momento. —Estoy seguro de que tus malas palabras son formidables. ¿Pero qué tal si hay otra manera? ¿Qué tal si corto tus cadenas y te salvo? —Eso sería magnífico, —dijo Andrómeda. —Pero no resuelve el problema del monstruo marino. Digo, la gente del pueblo ha sido horrible conmigo, pero no quiero que el monstruo marino los masacre. Además, el monstruo probablemente me seguiría a donde quiera que me fuera a vivir. —No, —dijo Perseo. —Porque lo voy a matar. Andrómeda se lo quedó viendo fijamente. —No es por ofenderte. Eres lindo. Y estoy segura de que eres valiente. Pero el monstruo es, como… bueno, en realidad, ahí viene llegando.

Junto a la roca de aguja, el agua burbujeó. El monstruo marino mostró su cabeza del tamaño de un camión de basura. Su rostro estaba cubierto de escamas entre azules y verdes. Sus dientes afilados como agujas bordeaban el interior de su boca. Su cuello se arqueó al salir del agua elevándose hasta que sus ojos amarillos como de reptil alcanzaron la posición elevada de Andrómeda. Bajo el nivel del mar, la sombra del enorme cuerpo de esa cosa se veía como Nessie25 con esteroides. El monstruo siseó, escupiendo baba y llamas. Aparentemente había estado comiendo ballenas como aperitivo, porque su aliento estaba ultra fétido. En la costa, la gente del pueblo gritaba y aullaba. Perseo no podía decir si estaban aterrados, o solo emocionados. Después de pelear con Medusa, sin embargo, Perseo no estaba tan impresionado con el monstruo marino. —Andrómeda, —dijo, —cierra los ojos. —Está bien. —Oye, amigo, —Perseo le gritó al monstruo. — ¿Quieres ver lo que tengo en esta bolsa? El monstruo marino inclinó su enorme cabeza. Al parecer, no estaba acostumbrado que los mortales le hablaran tan tranquilamente. Y, también le encantaban las sorpresas. Perseo cerró los ojos y sacó la cabeza de Medusa. Un sonido crepitante corrió a lo largo del cuerpo del monstruo, como el que produce un lago al congelarse rápidamente. Perseo contó hasta tres. Metió la cabeza de Medusa de regreso en la bolsa, y abrió los ojos. El monstruo se había convertido en la escultura de arena más grande del mundo. A la vista de Perseo, se desmoronó en el océano. —Este…. —dijo Andrómeda, — ¿Puedo ver ahora? —Sí. — ¿Es asqueroso? —No, en realidad no. Andrómeda se quedó mirando la enorme mancha de polvo de monstruo arremolinándose en las olas. —Wow. ¿Cómo lograste eso? Perseo le contó sobre la cabeza de Medusa. Andrómeda miró la bolsa que colgaba de su cinturón. —Increíble. Entonces acerca de estas cadenas…. Perseo la liberó. — ¿Quieres casarte, o algo? —Suena fantástico, —respondió Andrómeda. — ¿Me darías un abrazo? —Absolutamente sí, puedes tener un abrazo. Fue entonces que Perseo supo lo que era el amor verdadero. Se abrazaron, y se besaron. Luego la tomó por la cintura y volaron hacia la ciudad. Aterrizaron en el pabellón del Rey y la reina. Como podrán imaginarse, un guerrero Griego que llegaba volando del cielo y convertía un monstruo en polvo consigue arrancar muchos: oohs y aahs de la gente. Andrómeda explicó lo que había sucedido y anunció que había decidido casarse con este apuesto príncipe Griego. 25

El monstruo del lago Ness, familiarmente llamado Nessie, es el nombre de una criatura legendaria que se dice que habita en el lago Ness, un profundo lago de agua dulce cerca de la ciudad de Inverness, en Escocia

—A menos que haya alguna objeción, —añadió Perseo. El Rey Cefeo miró al hijo de Zeus con sus abultados músculos y sus zapatos alados, su armadura salpicada de sangre y su espada de apariencia extremadamente afilada. — ¡No tengo objeciones! —Anunció el Rey. La reina tragó saliva como si estuviera tratando de tragarse un bollo muy seco. — ¡Grandioso! —dijo Perseo. —Quiero que den gracias a los dioses por mi victoria, ¿de acuerdo? Y, ya saben, se disculpen por ser tan estúpidos. En esa aguja de roca donde encadenaron a su hija, quiero que construyan tres santuarios. El de la izquierda será para Hermes. El de la derecha será para Atenea. Y el del centro será para Zeus. Si Poseidón se molesta por la muerte de su monstruo, bueno… esos santuarios lo convencerán de que la ciudad está bajo la protección de otros tres dioses. A menos que quiera ir a la guerra con ellos, se retirará. Y mientras están en ello, sacrifiquen algunas vacas para los dioses. —Vacas, —dijo el Rey. —Sí. Tres deberían bastar. Ahora, ¡Organicemos un banquete matrimonial!

La multitud, que había estado vitoreando por la muerte de Andrómeda solo unos momentos antes, ahora vitoreaban por su matrimonio. El Rey y la reina rápidamente arreglaron la fiesta en el palacio con mucha comida y danza, con todo y pista de baile y cualquier otra cosa que aquellos locos Etíopes hicieran para relajarse. La Reina Casiopea pasó la mayor parte del tiempo admirando su reflejo en el escudo de Perseo. (Porque algunas personas jamás aprenden). Desafortunadamente, no todos estaban felices por el matrimonio. A un lugareño rico llamado Fineo le había sido prometida la mano de Andrómeda en matrimonio, antes de todo el problema con el monstruo marino. Ahora que el peligro había pasado, Fineo se molestó porque su futura novia había sido entregada a un griego con una espada llamativa, y una cabeza en un saco. Durante el banquete, Fineo reunió un grupo de cincuenta de sus amigos más rudos. Bebieron demasiado vino, hablaron de muchas tonterías, y decidieron que podían acabar fácilmente con el recién llegado Perseo. Cargaron contra el salón de banquetes, blandiendo sus armas, y haciendo mucho ruido. — ¡Regrésame a mi esposa, tú escoria! —Fineo le arrojó una lanza a Perseo, pero dado que Fineo había estado bebiendo, la lanza pasó sobre la cabeza de Perseo. (Que eso sea una lección para ustedes, chicos. No beban y arrojen lanzas). Perseo se levantó de la mesa. — ¿Quién es este bufón? —Es Fineo, —gruñó Andrómeda. — ¿Qué clase de nombre es Fineo? Parece el nombre de un personaje de dibujos animados. —Es un rico local estúpido, —dijo Andrómeda. —Piensa que es mi dueño. — ¿Estaría bien para ti si se muere, digamos súbita y violentamente? —Creo que podría sobreponerme a la pérdida, —respondió la princesa. —Ya la escuchaste, Fineo, —le advirtió Perseo. —Será mejor que tú y tus amigos se vayan mientras pueden. — ¡Escoria Griega! —Gritó Fineo. — ¡Vayamos por él! Otro pequeño consejo: ¡Vayamos por él! Es una línea terrible para que termine grabada en la lápida de tu tumba como tus últimas palabras. Cincuenta guerreros Etíopes cargaron contra él, y Perseo se puso a trabajar. ¿Mencioné que él era el mejor guerrero de Sérifos? Bueno, resultó que también era el mejor guerrero en casi cualquier lugar. Le cortó la cabeza a un tipo. Acuchilló a otro en el pecho. Cercenó brazos y piernas de varios otros, y básicamente convirtió el banquete en un baño de sangre. Fineo valientemente se quedó al fondo de la multitud, arrojando lanzas y fallando. Finalmente a Perseo terminó irritándole su comportamiento. Tomó al vuelo una de las lanzas, y se la regresó. Y hubiera empalado a Fineo, pero en el último segundo, Fineo se ocultó tras una estatua de Atenea. La lanza chocó en el escudo de piedra de la diosa. — ¡Oh, eso es una bajeza de tu parte! —gritó Perseo. — ¡Ocultarte atrás de mi diosa favorita! Él se molestó aún más. Y mató a más tipos. Finalmente Perseo hizo retroceder a Fineo, y a sus amigos restantes, hasta una esquina. —Ríndete, —le dijo. —Me estoy cansando de esto, e hiciste que se manchara de sangre todo mi atuendo nupcial. — ¡Nunca nos rendiremos! —gritó Fineo. Sus amigos agitaron sus espadas, aunque ya no se veían tan confiados en un posible resultado favorable.

—Muy bien, como sea, —dijo Perseo. —Te lo advertí. —Elevó la voz para que todos en el salón pudieran oírlo. — ¡Cualquiera que sea amigo mío, cúbrase los ojos! ¡Voy a sacar la cabeza de Medusa! Toda la gente lista se cubrió los ojos. — ¡Oh, por favor! —dijo Fineo. —Solo está tratando de engañarnos con sus mentiras. Ese monstruo marino probablemente solo fue una ingeniosa ilusión que conjuró para parecer más rudo. En realidad no tiene la cabeza de Medusa en su…. Perseo sacó la cabeza de Medusa. Fineo y todos sus amigos se convirtieron en piedras. Perseo regresó la cabeza al saco, limpió la sangre de su espada en la cortina más cercana. Y, luego se dirigió a sus nuevos suegros, el Rey y la reina. —Siento mucho el desorden causado, —aseguró. —No hay problema, —dijo el Rey con voz aguda. La reina no respondió. Estaba demasiado ocupada revisando su reflejo en su copa. —Andrómeda, —dijo Perseo. — ¿Estas lista para irnos de aquí? —Sí. —La princesa les lanzó a sus padres una última mirada despectiva. —Este reino apesta. Juntos volaron hacia el ocaso, en dirección a Sérifos después de revisar cuidadosamente la mejor ruta en Apple Maps. En este punto, los escritores de la Antigua Grecia y Roma le añaden un montón de aventuras colaterales a Perseo. Afirman que visitó Italia, y una docena de diversas islas, pero creo que solo querían promocionar una ruta aprovechando el auge turístico generado por Perseo. Algo así como: ‘¡Perseo durmió aquí!’. Y ‘¡Sácate una foto en el punto donde Perseo mató al temible Facóquero26 de Malta!’. Yo no me trago todo eso. Una historia cuenta incluso como Perseo voló al extremo oeste de África, vio al Titán Atlas, que estaba sosteniendo el cielo, y convirtió a Atlas en piedra con la cabeza de Medusa. Aseguran que fue así como se formó la Cordillera de Atlas en el Norte de África. Tampoco me trago eso, porque 1) la cabeza de Medusa no convierte en piedra a los inmortales, 2) Atlas aparece en muchas otras historias más adelante, bastante vivo, y 3) conocí a Atlas personalmente, y definitivamente no era una estatua. Tenía la cabeza dura, sí, pero no es una estatua. Eventualmente, Perseo y Andrómeda encontraron el camino de regreso a la isla de Sérifos. Cuando llegaron, tuvieron una sorpresa peor que un grupo de Gorgonas. Toda la ciudad había sido decorada con estandartes y flores. Parecía que alguien importante estaba por desposarse, y Perseo tenía la desesperante sensación de que no era la vieja amiga como– quiera–que–se–llame del Rey. Él y Andrómeda pasaron volando por sobre los muros del castillo. Volaron hasta la ventana que daba directo al salón del trono, donde una multitud estaba reunida para la ceremonia nupcial. El Rey Polidectes se encontraba en el estrado, vestido en blanco y oro, con una gran sonrisa en el rostro, mientras dos guardias corpulentos arrastraban a la madre de Perseo, Dánae, hacia el trono. Ella forcejeaba y gritaba, pero nadie intentaba ayudarla, excepto por el hermano del Rey, el 26

El facóquero o facocero: Es un género de mamíferos artiodáctilos de la familia Suidae propio de África, cuyas especies se caracterizan por tener cabeza grande, cuerpo en forma de barril y la presencia de verrugas en la cara, lo que les vale su nombre en inglés, warthog (jabalí verrugoso)

pescador Dictis, quien había rescatado a Dánae y a Perseo del mar muchos años atrás. Mientras Perseo observaba la escena, el pescador intentó quitarle de encima a uno de los guardias, pero el guardia lo golpeó al anciano en el rostro con su puño, y lo dejó desmayado en el piso. — ¡DETENTE!, —rugió Perseo. Él y Andrómeda aterrizaron a la mitad del salón. La multitud tomó aire sorprendida y retrocedió. El Rey Polidectes palideció. No podía creer que Perseo hubiera regresado, vivo, en ese momento. ¿El chico no podía haber esperado otros cinco minutos? Además, al Rey no le agradaba la apariencia de la nueva espada de Perseo, o el saco de piel ensangrentado atado a su cinturón. Pero, dado que tenían mucha audiencia, el Rey puso cara de valentía. —Vaya, miren quien llegó, —Polidectes se burló. — ¡El mocoso ingrato que hace grandes promesas! ¿A qué has regresado, chico? ¿A dar excusas por tu fracaso? —Oh, encontré a Medusa. —Perseo mantuvo la voz calmada y firme. Levantó el morral de piel. —Aquí está su cabeza, justo como prometí. ¿Ahora podrías explicarme exactamente qué es lo que está pasando? — ¡Es muy simple! —dijo el Rey. — ¡Tu madre finalmente ha accedido a casarse conmigo! — ¡Eso no es cierto! —gritó Dánae. Uno de los guardias le cubrió la boca. Algunos de los presentes—los mismos que se habían burlado de Perseo cuando partió en su misión—se rieron nerviosamente. Andrómeda deslizó su mano sobre la de Perseo. — ¿Es hora de cubrirme los ojos, bebé? Porque ese Rey de allá necesita que lo mates. —Concuerdo contigo, —dijo Perseo. —Polidectes, tú nunca te casarás con mi madre. No eres digno de ella, o de ser Rey. Abdica a tu corona y te permitiré marchar al exilio. De otra manera…. — ¡Ridículo! —Aulló el Rey. — ¡Guardias, mátenlo! Una docena de soldados alistó sus lanzas y formaron un círculo alrededor de Perseo y Andrómeda. — No hagan esto, —les advirtió Perseo. —Los convertiré en piedra. — ¡Sí, claro! —gritó el Rey. — ¡A darle! Lo que, de nuevo, es una última declaración terrible para que quede grabada en tu lápida. —Todos los que estén conmigo, —gritó Perseo, —cierren los ojos. ¡Ahora! Andrómeda, Dánae y Dictis cerraron los ojos mientras Perseo sacaba la cabeza cercenada de la Gorgona. Un sonido crepitante se esparció por el salón. Luego se hizo un silencio absoluto. Perseo guardó la cabeza de Medusa. Abrió los ojos. La multitud completa, (excepto por sus amigos), había sido convertida en piedra, lo que significaba que el precio del mármol para esculturas en Sérifos iba a decaer hasta el fondo. Polidectes estaba sentado en su trono, congelado a mitad de un grito. Los guardias parecían piezas de ajedrez exageradamente grandes. Los nobles arrogantes que se habían burlado de Perseo nunca volverían a reírse de nadie. —Bueno, eso fue asombroso. —Andrómeda besó a su marido. —Buen trabajo. Perseo se aseguró de que su madre se encontraba bien. Le dio un gran abrazo. Luego ayudó al viejo pescador Dictis a ponerse en pie.

—Gracias, amigo mío, —dijo Perseo. —Siempre fuiste amable con nosotros. Eres un buen hombre. Ahora que tu hermano ha muerto, deseo que seas el Rey de Sérifos. —Levantó la voz para que se oyera por todo el salón del trono. — ¿Alguna objeción? Ninguno de los nobles congelados dijo algo. —Yo…. —El pescador se veía desconcertado. —Digo, gracias, creo. Pero, ¿qué hay de ti, Perseo? ¿No deberías tú tomar el trono? Perseo sonrió. —Sérifos nunca ha sido mi hogar. Argos es donde nací. Ahí es donde me convertiré en Rey. Dejó a su madre en Sérifos, porque no tenía deseos de regresar a su casa paterna. (¿Podrían culparla por ello?). Prometió textear y hablar por Skype27 tanto como le fuera posible, porque era un buen hijo. Luego él y Andrómeda volaron hacia tierra firme en Grecia. Y resultó que, el abuelo de Perseo—¿Recuerdan al viejo Acrisio con el calabozo de bronce y todos los gritos y aullidos?—tuvo advertencia previa de los planes de su nieto. No sé cómo. Quizá tuvo acceso a una profecía, o solo tuvo alguna pesadilla. Para cuando Perseo llegó allá, Acrisio había abandonado la ciudad. Nadie se opuso a que Perseo y Andrómeda se convirtieran en el Rey y la reina de Argos. Tuvieron un magnífico matrimonio y montones y montones de hijos. Perseo le regresó sus artefactos mágicos a Hermes, (porque no debes ser avaricioso con cosas como esas), y le regaló la cabeza de Medusa a la diosa Atenea, a quien le gustó tanto que la hizo recubrir en bronce y la colocó en el centro de su escudo, La Égida28, que aterrorizaba a sus enemigos cuando cargaba contra ellos en la batalla. En este punto quizá se estarán preguntando por la profecía que comenzó toda esta historia. ¿No se suponía que Perseo debía matar a su abuelo? Lo hizo, más adelante. Y fue un total accidente. Algunos años después de que Perseo se convirtiera en Rey, acudió a unos juegos atléticos en un reino vecino. Un grupo de nobles estaban compitiendo para presumir lo grandiosos que eran, y ganar lindos premios. Perseo se anotó para tirar el disco. Sucedió que el viejo Rey Acrisio estaba ahí. Había estado ocultándose en ese reino por algún tiempo, disfrazado de mendigo, pero se acercó al frente de la multitud para observar los juegos, porque le recordaban los buenos viejos tiempos cuando había sido Rey, sin tener que vivir en un miedo constante por su vida. Perseo se alistó para su turno. Si nunca has visto un disco, es básicamente un Frisbee29, de metal de aproximadamente un kilo y medio de peso. La idea es lanzarlo tan lejos como puedas para probar lo fuerte que eres. Acrisio no había visto a su nieto desde que Perseo era un infante. No sabía quién era el atleta hasta que el anunciador dijo: — ¡Y ahora recibamos a Perseo de Argos! Los ojos del anciano se pusieron muy grandes. Murmuró, —Oh, mierda. —O quizá algo más fuerte.

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Aplicación o programa de video llamada… pero en serio… ¿necesitabas leer esto? La égida (en griego antiguo: αἰγίς, aigís) es uno de los elementos principales de la armadura prodigiosa de Zeus y de Atenea. Aunque las distintas tradiciones lo concebían de diversas maneras, generalmente la égida de Zeus era un escudo, y la de Atenea una coraza de piel de cabra. Por extensión, significa también ‘escudo’, ‘protección’, ‘defensa’. 29 Nombre genérico utilizado para referirse a los discos voladores que se arrojan a manera de juego. 28

Antes de que Acrisio pudiera alejarse, Perseo arrojó su disco. Una inusual ráfaga de viento lo elevó y lo lanzó directo sobre Acrisio, matándolo al instante. — ¡AUCH! —gritó la multitud a coro. Perseo se sintió terrible, habiendo matado al anciano de esa manera. Pero una vez que el 30 CSI de la Antigua Grecia identificó el cuerpo como el de Acrisio y calificó su muerte como accidental, Perseo decidió que era la voluntad de los dioses. Regresó a su casa en Agros, y tuvo más hijos con Andrómeda. Tuvieron una familia tan grande que la mitad de Grecia clamaba ser descendiente de Perseo. Uno de sus hijos, Perses, supuestamente comenzó el linaje de los Reyes Persas. Una de sus hijas se llamó Gorgófone. Pero, en serio, ¿por qué? ¿Acaso eso no significa: Suena como una Gorgona31? ¿Fue llamada así por alguna línea directa de emergencias? ¡Rápido, Rey Perseo, tienes una llamada en el Gorgófono32! Su más famoso descendiente fue un chico llamado Hércules. Ya llegaremos con él más adelante. Ahora, dejemos a Perseo disfrutar su final feliz con montones de abrazos de Andrómeda, y montones de pequeños bebés semidioses. Porque quiero probar que la mamá de Andrómeda, Casiopea, no fue la peor suegra en la historia—ese honor le pertenece a la diosa del amor, Afrodita. Le hizo la vida tan dura a una chica llamada Psique…. bueno, si tienen las entrañas para pelear con dragones, soportar la tortura, viajar a las tierras de Hades y enfrentar una horda de carneros asesinos, continúen leyendo. No va a ser agradable.

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Crime Scene Investigation o Investigación en la Escena del Crimen. Significado literal de Gorgófone. Este Percy es un loquillo. 32 Juego de palabras entre Gorgófone y Gorgófono ya que ambas pronunciaciones provienen de la palabra Gorgophone que es la unión de Gorgona y teléfono (Phone) = Gorgo + Phone. 31

PSIQUE NINJAS DE UNA CAJA DE CREMA DE BELLEZA.

Debe apestar nacer siendo muy hermoso. No, lo digo en serio. Piénsenlo. Psique debió haber tenido una niñez feliz. Sus padres eran el Rey y la reina de una ciudad Griega. Tenía dos hermanas mayores, así que no tenía demasiada presión porque le fuera bien en la escuela ni por con quién tendría que casarse. No tendría por qué esforzarse mucho, solo tenía que disfrutar ser la princesa más joven en su casa y vivir la vida como quiera que le agradara. Desafortunadamente, era hermosa. No estoy hablando del nivel normal de belleza entre humanos. Sus hermanas eran normalmente hermosas. Si Psique hubiera sido tan atractiva como ellas, o incluso ligeramente más atractiva, eso hubiera estado bien. Pero, en cuanto Psique alcanzó la adolescencia, pasó de ser ‘¡Esa pequeña chica adorable!’ a ser ‘Oh, mis dioses. Oh, WOW. ¡Ella es SUPER ATRACTIVA!’ No podía abrir la ventana de su cuarto sin que cientos de chicos se amontonaran en la calle bajo la ventana, clamando por su presencia y aplaudiendo y tirándole flores, (lo que realmente duele si llegan a suceder que te golpean en el rostro con ellas). Cuando caminaba por el pueblo, tenía que llevar cuatro guardaespaldas con ella para mantener alejados a sus admiradores. No se había enorgullecía de ello. No se sentía como si fuera mejor que los demás. No quería la atención. De hecho, deseaba ser una chica normal con apariencia normal, pero no podía exactamente quejarse con nadie por sus problemas. — ¡Oh, pobre de ti! —sus amigos solían decir, con las caras verdes de envidia. — ¡Eres tan hermosa! Eso debe ser una carga terrible. Mientras más iba creciendo, más problema era para ella tener amigos. Todos en la escuela comenzaron a tratarla con crueldad. La excluían y esparcían rumores sobre ella, porque eso es lo que hace la gente cuando se siente amenazada. Pero creo que si han estado en cualquier escuela en cualquier lugar, ya saben eso. Las dos hermanas de Psique eran las peores. Pretendían ser lindas con ella, pero a su espalda decían las cosas más desagradables y alentaban a todos los demás a ser malos con ella también. Oh, bueno, estarán pensando, al menos siendo súper hermosa podía haber tenido cualquier chico que quisiera, ¿cierto? Están equivocados. Psique era tan hermosa—tan intimidantemente fabulosa—que ningún chico se atrevía a invitarla a salir. La admiraban. Le tiraban flores. Suspiraban y observaban su rostro y hacían dibujos de ella en la clase de arte, pero la amaban de la manera en que a ti te gusta tu canción favorita o una

película fantástica o las mejores películas de DeviantArt33. Ella estaba más allá de la realidad— perfecta por ser inalcanzable, inalcanzable por ser perfecta. Los padres de Psique seguían esperando a que llegaran ofertas de matrimonio para ella. Nadie la pidió en matrimonio. Sus hermanas, que tenían una belleza de mortales regulares, se casaron con esposos ricos que eran Reyes de otros pueblos, pero Psique permanecía en el palacio de sus padres, siempre sola, sin amigos o un novio o nada. Eso hizo a Psique miserable, pero no paró la adoración de las multitudes. Para cuando cumplió diecisiete, la gente del pueblo había construido una estatua de mármol de ella en tamaño natural en la plaza pública. Comenzó a esparcirse la leyenda de que ni siquiera era humana. Era una diosa que había bajado del Monte Olimpo—una segunda Afrodita, incluso una mejor Afrodita. La gente de los reinos circundantes comenzó a visitarla, con la esperanza de al menos alcanzar a verla. Su pueblo se volvió el centro turístico de Psique. Hicieron camisetas. Ofrecían paseos guiados. Vendían una línea completa de productos cosméticos que garantizaban ¡Hacerte ver como Psique! Psique intentó desalentar todo esto. Era piadosa y lista (cualidades que nadie nunca parecía notar ya que era tan hermosa). Siempre decía sus oraciones y dejaba ofrendas en los templos, porque no quería molestar a los dioses. — ¡No soy una diosa! — solía decirle a la gente. — ¡Dejen de decir eso! —Claro, —murmuraban tan pronto como partía. —Ella es una diosa, no hay duda. La popularidad de Psique se volvió viral. Pronto montones de gente de todo alrededor del Mediterráneo estaban haciendo procesiones para verla en lugar de ir a los templos de Afrodita. Probablemente ya podrán imaginarse como le cayó eso a Afrodita. Un día la diosa miró hacia abajo desde su spa de belleza personal en el Monte Olimpo, esperando ver hordas de fans adorándola en su templo principal en la sagrada isla de Citera34. En lugar de eso, encontró que el templo estaba desierto. El piso estaba cubierto de polvo. El altar estaba vacío. Incluso el sacerdote se había ido. Una nota en la puerta decía: ME FUI A ADORAR A PSIQUE. REGRESO PRONTO. — ¿Qué está pasando?, —Afrodita se incorporó de un salto, casi arruinando su manicura. — ¿Dónde están todos? ¿Por qué no hay nadie adorándome? ¿Quién es Psique? Sus sirvientes no habían querido decirle porque habían visto a la diosa ponerse iracunda con anterioridad, pero no le tomó mucho tiempo enterarse. Unos cuantos minutos observando el mundo mortal, un par de búsquedas con # (hashtag), y ya lo sabía todo sobre la advenediza Psique. —Oh, Hades, no, —gruñó Afrodita. —Soy la más importante y hermosa diosa en el universo, ¿Y me está eclipsando una chica mortal? ¡Eros, ven aquí! De acuerdo a algunas leyendas, Eros era incluso más viejo que Afrodita. De acuerdo a otras leyendas, era el hijo de Afrodita. No sé cuál sea cierta, pero en esta historia, Afrodita definitivamente lo trata como si fuera su hijo. Quizá lo fuera, o quizá Afrodita solo pensaba que lo era, y Eros estaba bastante asustado como para corregirla. De cualquier manera, el tipo era el dios

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Sitio web que agrupa una comunidad internacional de artistas, en el que cada usuario puede mostrar su arte y aprovechar las posibilidades de la red para someterlo a los comentarios y críticas de otros artistas miembros de la comunidad. 34 Citera es una isla griega en las Islas Jónicas, en la prefectura del Ática y al sudoeste del Peloponeso.

del amor romántico, como la contraparte masculina de Afrodita. Es mejor conocido por su nombre Romano, Cupido. ¿Eso significa que era un regordete bebé de San Valentín con pequeñas alitas, un minúsculo arco y lindas flechitas? Para nada. Eros era endemoniadamente guapo. Todas las damas querían su foto en las pantallas de sus casas. ¿Quieren detalles? Lo siento, no tengo. Como Afrodita, simplemente aparece como tú desearías verlo. Así que, Chicas, imagínense a su chico perfecto… y así es como se ve Eros. Caminando a paso tranquilo por la cámara de audiencias de su madre, balanceándose en sus jeans ajustados y una camiseta rasgada muy a la moda, su cabello alborotado con perfección y sus ojos brillando divertidos, mientras sonaba su tema musical, ‘Soy Tan Sexy’, como música de fondo. (Estoy inventando eso. En realidad yo no estaba ahí). — ¿Qué pasa? —preguntó. — ¿Qué pasa? —chilló Afrodita. — ¿Has oído acerca de esta chica Psique? ¿Has estado prestando atención a lo que sucede en el mundo mortal? —Este… —Eros se frotó su hermosa barbilla. — ¿Psique? No. No me suena. Afrodita explicó como Psique le estaba robando a todos sus seguidores y sus ofrendas, al igual que los titulares en las revistas de espectáculos. Eros se revolvió nervioso. No le gustaba que Afrodita estuviera molesta. Tendía a destruir cosas con lindas explosiones rosas. — ¿Y qué es lo que quieres que haga al respecto? Afrodita lo miró con furia. — ¿Qué es lo que quiero que hagas? ¡Tu trabajo! Tus flechas hacen que los mortales se enamoren, ¿O no? Encuentra esta chica y enséñale una lección. Has que se enamore del hombre más desagradable y horrible en el mundo. Quizá un mendigo viejo y apestoso. O un asesino violento—no me importa los detalles. ¡Sorpréndeme! ¡Sé un buen hijo! ¡Haz que lamente su belleza! Por supuesto, Psique ya lamentaba su belleza, pero Afrodita no sabía eso. La idea no hubiera tenido sentido en su cerebro inmortal. Eros agitó sus alas blancas y emplumadas. (Oh, sí. Tenía unas alas enormes. ¿Ya había mencionado eso?) —Trabajo en ello… este, Mamá. No te preocupes. Eros voló alejándose del Spa de Día de Afrodita. Planeó en espiral hacia el mundo mortal, ansioso por completar su misión. Tenía curiosidad de encontrar a esta chica y ver por qué generaba tanto escándalo. En realidad adoraba enrollar a la gente con las parejas menos imaginadas. Quizá la hiciera enamorarse de un vendedor de carruajes usados, o algún viejo con alguna enfermedad infecciosa en la piel. Eso sería hilarante. —Oh, sí, —a Eros le hizo gracia su traviesa imaginación. — ¡Psique va a desear nunca haberme visto! Y resultó que tenía razón, pero no de la manera como él lo había imaginado. Mientras tanto, abajo en el palacio. Psique odiaba su vida. Sus hermanas se habían casado y se habían ido. No tenía amigos. Estaba sola, acompañada únicamente por sus padres y un grupo de guardaespaldas. Pasaba la mayor parte de su tiempo en la cama con las cortinas corridas y los cobertores sobre su cabeza, llorando y con el corazón roto. Naturalmente, sus padres estaban preocupados. También, habían estado esperando conseguir un buen matrimonio para ella, porque eso traía montones de beneficios como alianzas militares y

rumores positivos en los medios. No comprendían como con tal belleza, su famosa hija, la Próxima Afrodita, podría ser tan miserable. El Rey fue a visitarla. —Cariño, ¿Qué sucede? ¿Cómo puedo ayudarte? Psique sollozó. —Solo déjame morir. —Estaba pensando más bien en algo como traerte una taza de chocolate. ¿O un nuevo osito de peluche? —Papi, ¡Tengo diecisiete! —Te diré algo. ¿Qué tal si vamos a Delfos y consultamos el Oráculo? ¡El dios Apolo podría darnos un consejo! ¿Les he mencionado antes que ir a Delfos usualmente es una mala idea? De cualquier manera, el Rey fue. Le preguntó al Oráculo como conseguirle a su hija un buen marido. La chica del Oráculo inhaló algo de vapor volcánico y habló con una profunda voz masculina—la voz de Apolo. — ¡Desespérate, Rey! —bramó, lo cual no es jamás una línea de apertura que quisieras escuchar. —Tu hija no se casará con un mortal. Está destinada a casarse con un monstruo—¡Una bestia fiera y barbárica que incluso los dioses temen! Vístela para su boda como si la vistieras para su funeral. Llévala a la roca de aguja más alta en tu reino. ¡Ahí encontrará su ruina! ¡RUINA! ¡RUINA! ¡RUINA! Se escuchó el eco en la caverna. La voz del Oráculo regresó a su tono normal. —Gracias por su ofrenda. Que tenga un buen día. Cuando el Rey regresó a casa, fue a ver a su hija. —Cariño… tengo buenas noticias y algunas malas. La buena noticia es que vas a tener un marido. Cuando Psique escuchó la profecía, se quedó muy quieta y callada, lo que resultó más inquietante para sus padres que si se hubiera puesto a llorar. Aceptó su destino. Había pedido morir, ¿O no? Aparentemente los dioses le habían concedido su deseo. Se iba a casar con un monstruo, y asumió que casar era un eufemismo para ¡Ser despedazada y devorada como parte de un desayuno balanceado para el monstruo! Sus padres lloraron, pero Psique tomó sus manos. —No lloren por mí. Esto es lo que pasa cuando los mortales retan a los dioses. Debí haberle puesto un alto antes a esa tontería de la ‘Nueva Afrodita’. Sabía que iba a causar problemas. No soy una diosa. Solo soy una chica y si mi muerte arregla las cosas, y salva a la ciudad de la ira de los dioses, entonces estoy de acuerdo con eso. Será la primera cosa buena que haya hecho con mi vida. Sus padres se sentían terribles. Pero tenían órdenes directas del dios Apolo, y no puedes ignorar a Apolo a menos que quieras que te vaporice una tormenta o ardientes flechas mortales. Cuando se supieron las nuevas, toda la ciudad se puso de luto. Su divinamente hermosa princesa, la diosa del amor vuelta a nacer, iba a ser sacrificada a un monstruo en la roca de aguja más alta del reino. Eso no sería bueno para la industria de cosméticos local PsiqueMR35. Los padres de Psique la vistieron con un vestido funerario de seda negra. Le cubrieron el rostro con un velo nupcial negro y le colocaron en las manos un buqué de flores negras. La escoltaron hasta el límite del reino, donde una roca de aguja se elevaba hacia el cielo alcanzando los ciento cincuenta metros. Varios siglos antes, habían sido cavados en la roca angostos escalones que 35

Marca Registrada.

la recorrían en espiral, así podía ser usada como torre de vigilancia. Psique subió estos escalones sola hasta que alcanzó la cima. Y aquí voy hacia la nada, pensó, mirando al rocoso suelo abajo. Espero renacer con una apariencia promedio. O fea, adoraría ser fea para variar. No sintió miedo, lo que en cierta forma la sorprendió. De hecho, por primera vez en años, se sentía en paz. Esperó por un momento a ver si algún monstruo aparecía de la nada y la partía a la mitad de una mordida. Cuando eso no sucedió, decidió tomar el asunto en sus manos. Saltó. Hasta donde podían decir sus padres desde su punto de vanguardia detrás de la aguja, Psique había caído a su muerte. Nunca encontraron el cuerpo, pero eso no significaba nada. Era un día ventoso, y estaban descompuestos como para lanzar una búsqueda a gran escala. Además, si Psique no hubiera muerto, eso significaba que el monstruo de la profecía la había tomado, lo cual era incluso peor. El Rey y la reina regresaron a casa, con el corazón roto, convencidos de que nunca volverían a ver a su amada hija y a su atracción turística favorita de nuevo. El fin. En realidad no. A la larga, Psique hubiera sufrido menos si hubiera muerto, pero no había muerto. Mientras caía de la roca, los vientos se arremolinaron a su alrededor. A unos doce metros del suelo del valle, detuvieron su caída y la elevaron. —Hola, —dijo una voz incorpórea. —Soy Céfiro, dios del viento del oeste. ¿Cómo estás este día? —Um… ¿Aterrada? —dijo Psique. —Grandioso, —dijo Céfiro. —Entonces tenemos un vuelo corto esta mañana, nos dirigimos hacia el palacio de mi amo. El tiempo luce bien. Quizá un poco de turbulencia en nuestro ascenso inicial. — ¿El palacio de tu amo? —Por favor recuerde mantener puesto el cinturón de seguridad y no desactive los detectores de humo en el cuarto del sanitario. — ¿En qué idioma estás hablando?, —demandó saber Psique. — ¡De que me estás hablando—AHHH! El viento del oeste se la llevó a unos mil seiscientos kilómetros por hora, dejando atrás el estómago de Psique y un rastro de pétalos de flores negras. Aterrizaron en un valle con pasto cuidado y cubierto por flores silvestres. Con mariposas volando a la luz del sol. Elevándose a la distancia estaba el palacio más hermoso que Psique jamás hubiera visto. —Gracias por volar con nosotros hoy, —dijo Céfiro. —Sabemos que tenía montones de opciones cuando eligió la dirección del viento, y apreciamos su interés. Ahora es mejor que se vaya. Él la estará esperando. — ¿Quién…? Pero el aire dejó de soplar. Psique sintió que el dios del viento se había ido.

Nerviosamente, se aproximó a la floreciente villa blanca. Jardines y huertos rodeaban la propiedad. Un arroyo claro corría entre las camas de flores. Un cenador36 techado estaba cargado de madreselvas. Psique pasó por las puertas principales, y entró en una estancia con el techo cubierto de paneles de cedro y marfil, los muros ribeteados en patrones geométricos plateados, y un piso de mosaico hecho con joyas preciosas. Sillones blancos bastante confortables estaban colocados frente a una mesa llena con tazones de deliciosa fruta, pan recién horneado aún humeante y jarras de limonada refrescante. Y esa era solo la primera habitación. En completo asombro, Psique vagó por el palacio. Encontró atrios con jardines de rosas y fuentes centelleantes, recámaras con las más finas sabanas para la cama, y esponjosas almohadas de plumas, había bibliotecas llenas de pergaminos, una piscina interior con tobogán, una cocina gourmet, un carril de bolos, una sala de cine con asientos reclinables, y una máquina para hacer maíz inflado—este lugar lo tenía todo. Hacía ver al palacio real de su familia como uno de esos edificios de salones de clase móviles. Abrió un armario al azar. Una pila de lingotes de oro brillaba dentro. Abrió otro armario. Recipientes herméticos Tupperware37 estaban cuidadosamente etiquetados como DIAMANTES, ESMERALDAS, RUBIES, CORBATAS DE MOÑO, FEZES y SAFIROS. Tantas riquezas—el contenido de cualquier armario de escobas en el palacio serían suficientes como para comprar una isla privada y tu propio ejército para defenderla. — ¿Quién vive aquí? —Psique se preguntó en voz alta. — ¿Quién posee todas estas cosas? A su lado, la voz de una mujer dijo, —Usted, señorita. Psique saltó, golpeándose con un enorme jarrón que se rompió esparciendo diamantes por todo el piso. — ¿Quién anda ahí? —Siento haberla sorprendido, señorita, —dijo la mujer invisible. —Soy una de sus sirvientes. Solo hablé porque hizo una pregunta. Este es su palacio. Todo aquí le pertenece. —Pero…. Pero yo…. —No se preocupe por el desorden, señorita, —dijo la sirvienta. Una ráfaga de viento sopló sobre los diamantes y las astillas del jarrón roto, y los barrió fuera de su vista. —Cualquier cosa que necesite, nosotros se la conseguiremos, —dijo la sirvienta. —He preparado un agradable baño caliente para usted. Después de eso, si tiene hambre, su línea de buffet privado está abierta todo el día. Si requiere música, solo pídala. Los músicos invisibles conocen todas sus canciones favoritas. Cuando oscurezca, le mostraré su habitación, y llegará su esposo. A Psique se le retorció la garganta como si fuera un Twizzler38. — ¿Mi esposo? —Sí, señorita. — ¿Quién es mi esposo? —El señor de esta casa. —Pero, ¿quién es el señor de esta casa? 36

El cenador es un pabellón situado en el jardín, generalmente redondo, cercado y habitualmente cubierto de plantas trepadoras. También lo podemos llamar galería, glorieta, templete, lonjeta, marquesina, pérgola, emparrado. 37 Marca de recipientes herméticos de plástico. 38 Marca popular de caramelos en forma espiral con sabor a fruta en los Estados Unidos y en Canadá (muchas veces llamado caramelo de orozuz o regaliz).

—Su esposo, por supuesto. Psique inhaló trémulamente. —Podríamos ir por siempre en círculos como lo hacemos ahora. ¿Cierto? —Si eso es lo que desea, señorita. Estoy aquí para servir. Psique decidió que un baño caliente sería bueno, porque necesitaba calmarse. Después de su remojón en la tina (con una docena de opciones de aromas de aceite para el baño, acompañada por velas flotantes, mil remolinos de agua a presión estilo Jacuzzi y música relajante), sirvientes invisibles le trajeron la ropa más hermosa y confortable que hubiera usado jamás. Comió la mejor cena de su vida mientras músicos invisibles tocaban una selección de sus diez melodías favoritas y el sol se ponía sobre los florecientes manzanos en el huerto. El nudo en su estómago solo se apretó más. Su esposo llegaría después de que oscureciera. El Oráculo le había advertido a sus padres: que ella estaba condenada a casarse con un monstro, una bestia barbárica temida incluso por los dioses. Pero, ¿cómo podría un monstruo vivir en un palacio como este? Si la quería muerta, ¿por qué no estaba muerta ya? (Por cierto, si todo esto comienza a sonarles como a la historia de la Bella y la Bestia—con el misterioso monstruo que vive en un hermoso palacio con sirvientes mágicos—no es algo accidental. La Bella y la Bestia, está basado totalmente en la historia de Psique. Solo no esperen teteras cantando, porque eso no va a pasar.) Finalmente llegó la noche. Psique podría haberse reusado a ir a la cama. Podría haber intentado huir, pero decidió que eso solo pospondría su destino. Después de horas de preguntarse qué iría a suceder y preocuparse, fue casi un alivio que oscureciera. Además, tenía que admitir que sentía un poco de curiosidad. Nunca había tenido un novio, mucho menos un marido. ¿Qué tal si…. qué tal si no era tan malo? Los sirvientes invisibles guiaron a Psique a su recámara y le dieron un lindo y tibio juego de pijamas: Mi Pequeño Pegaso39, del tipo que tiene pantuflas incorporadas. Se trepó a la enorme cama, que era tan suave como flotar en el aire. (Y sabía eso gracias al viaje con Céfiro). Una brisa sopló por el cuarto, apagando las velas y lámparas, en total oscuridad; Psique oyó que la puerta se abría. Pies descalzos caminando sobre el mármol. Algo pesado descendió sobre el borde del colchón. —Hola, —dijo una voz masculina. No sonaba monstruoso. Sonaba más como un locutor de radio. Su tono era gentil y tenía un tinte de humor, como si comprendiera cuan ridículo era este primer encuentro. —Siento mucho todo el drama, dijo. Era la única manera de poder arreglar nuestro encuentro sin que…. cierta gente lo notara. Psique hallaba muy difícil hablar, porque tenía el corazón atorado en la tráquea. — ¿Quién—quién eres tú? El hombre se rió. —Me temo que no puedo decirte mi nombre. No se supone que esté aquí. Y definitivamente no se supone que deba desposarme contigo. Entonces, si solo pudieras llamarme “esposo”, sería grandioso…. asumiendo que estés de acuerdo con casarte conmigo. — ¿Tengo alguna opción? 39

My Little Ponny: Programa de TV.

—Mira…. estoy enamorado de ti. Sé que es una locura, ya que nos acabamos de conocer, pero te he estado observando por largo tiempo. No como si fuera un acosador, o algo así. —Suspiró. —Lo siento, estoy haciendo un verdadero desastre con mis palabras. Los sentimientos de Psique estaban irremediablemente mezclados. Estaba acostumbrada a que la gente la observara. Había soportado eso toda su vida. — ¿Crees estar enamorado de mí porque soy bella? —No, —dijo el hombre. —Bueno, sí. Por supuesto que eres bella. Pero te amo por la manera en que lo has manejado. Nunca dejaste que se te subiera a la cabeza. Intentaste decirle a la gente que no. Mantuviste tu fe puesta en los dioses. Admiro la manera en que soportaste tu tristeza y soledad. Ella no quería llorar, pero le picaban los ojos. Nadie le había dicho algo tan lindo antes. Se sentía aliviada de estar en total oscuridad, donde las apariencias no importaban. El hombre tocó sus dedos. Psique se sorprendió al encontrar que su mano se sentía tibia y fuerte, y muy humana. —Ni siquiera puedo mostrarte mi apariencia, —sonaba triste. —Si supieras mi identidad, nuestro matrimonio fracasaría. Sufrirías terriblemente. Eso lo arruinaría todo. — ¿Por qué? —Yo—yo lo siento tanto. Simplemente tendrás que confiar en mí, si puedes hacerlo, te prometo esto: seré un buen esposo. Cualquier cosa que necesites, solo pídela. Pero las reglas de este contrato no son negociables: solo podremos encontrarnos aquí, en la noche, en total oscuridad. Cada mañana, me habré ido antes del alba. Nunca podrás saber mi nombre real. Nunca podrás verme. Ni siquiera deberás intentarlo. Psique podía sentir su propio pulso acelerándose mientras sostenía su mano. — ¿Qué pasaría si te llego a ver por accidente? ¿Qué tal si hay luna llena o algo….? —No te preocupes por eso, —dijo. —La oscuridad es una precaución extra, pero también soy invisible. El único momento en que potencialmente podrías verme es cuando duermo. Mientras estoy dormido, no tengo la capacidad de mantener mi invisibilidad. Pero, mientras no intentes alguna tontería como: levantarte a la mitad de la noche, encender una vela, e intencionalmente observarme, estaremos bien. Psique, lo digo en serio. No quieres verme. Eso nos destruiría. Nos. Había dicho la palabra como si fuera ya algo real. Como si ya fueran una pareja. —No quiero presionarte, —dijo él. —Podríamos solo hablar. Sé que esto es embarazoso. —Bésame, —dijo ella, con el corazón agitado. Él dudó. — ¿Estás segura? —Tienes labios, ¿No? ¿No serás, como, un pájaro monstruo o un zombi o algo así? Él se rió disimuladamente. —No. Sí tengo labios. La besó, y las entrañas de Psique se derritieron en el interior de su pijama con pantuflas: Mi Pequeño Pegaso. Cuando finalmente se alejó, ella tuvo que recordar de nuevo cómo respirar. —Eso estuvo Wow. Eso…. Wow. —Sí, —estuvo de acuerdo con ella. —Tan... —Bésame de nuevo, Esposo. Casi podía sentirlo sonriendo. —Como ordene jefa, —le dijo

Las semanas siguientes fueron maravillosas. Cada día, Psique se divertía en el palacio, disfrutando de los jardines, la piscina interior, y de su carril de boliche. Cada noche, no podía esperar a que su esposo llegara a casa. Era el más amable, el más gracioso, el más maravilloso chico que había jamás conocido. De ninguna manera podía ser un monstruo. Ella había tocado su rostro. Se sentía como un rostro humano perfectamente normal—guapo, de hecho. Muy guapo. Sus brazos eran suaves y musculosos. Su…. bueno, ¿ya saben qué? Creo que era bastante bueno. Estoy haciendo lo mejor que puedo aquí, pero no estoy acostumbrado a describir a un chico desde el punto de vista de una dama. Lo siento. Psique estaba felizmente casada. No había más que decir. El único problema era que: extrañaba a su familia. ¿Por qué? Buena pregunta. Sus hermanas siempre habían sido malas con ella, o al menos solo fingían ser agradables. Su madre y su padre siempre habían sido unos despistados. La habían vestido con un vestido de funeral/boda y la habían dejado saltar de un peñasco. Pero los lazos familiares son extraños. Incluso si tus parientes no son particularmente buenos contigo, aun así son tu sangre. No puedes perder esa conexión completamente. (Y, créanme, tengo algunos parientes por parte de mi padre que adoraría perder). Algunas veces, cuando Psique estaba sentada en silencio en su jardín, pensaba que escuchaba a su familia llamándola por su nombre a lo lejos, muy, muy lejos. Una vez escuchó la voz de su padre. Luego la de su madre. Pero la mayoría de las veces escuchaba a sus hermanas, y se les oía angustiadas, lo que en realidad no parecía mucho el tipo de actitud que solían tener. Eso hacía difícil para Psique el disfrutar su piscina, o su desayuno buffet, o sus masajes de hombros proporcionados en su spa por sus sirvientes invisibles. Una noche Psique preguntó a su esposo por las voces, porque tenía miedo de estarse volviendo loca. En la oscuridad, él entrelazó los dedos con los de ella. —No te estás volviendo loca mi amor. Tu padre y tu madre no lo han pasado bien desde tu desaparición. Están enfermos por el pesar. Ya que tu cuerpo no fue hallado, hicieron que tus hermanas les prometieran buscarte. Cada día, tus hermanas viajan a la roca de aguja donde saltaste al viento. Han estado gritando tu nombre. Psique sentía el corazón tan pesado como una masa de granito. Había estado tan concentrada en sí misma que no había considerado como podría estarse sintiendo su familia. —Tengo que ir a casa, —dijo. —Tengo que ver a mis padres. —No puedes, —dijo su esposo. —Si dejas este valle, nunca podrás regresar. — ¿Por qué? No podría Céfiro simplemente… —No es tan simple. —La voz de su esposo estaba llena de dolor, quizá incluso de un poco de miedo. — Psique, estoy intentando protegerte. Has sido sentenciada a muerte por los dioses. Bueno, una diosa en particular…. Psique casi había olvidado sus problemas por ser súper hermosa. —Quieres decir que Afro…. —No digas su nombre, —la previno su esposo. —Es demasiado fácil atraer su atención. Si te muestras en el mundo mortal, toda la adoración comenzará de nuevo. La gente te proclamará como una diosa. Ambos estaremos en serios problemas. Todo lo que tenemos aquí…. nuestro mundo privado se verá comprometido. Por favor, solo deja que tu familia crea que estás muerta.

Psique nunca se había sentido tan dividida. Era feliz por primera vez en su vida. A pesar de las extrañas restricciones en su relación, rápidamente había crecido el amor que tenía por su esposo. No quería arruinar eso. Además la línea de buffet era bastante dulce. Por otro lado, sus padres estaban enfermos por la pena. Sus hermanas la buscaban diariamente, gritando su nombre. Psique no era una persona egoísta. No le gustaba volverle la espalda a la gente. No podía disfrutar su felicidad sabiendo que otros eran miserables. — ¿Qué tal si llegamos a un acuerdo? —preguntó. —No me iré. Pero permite que mis hermanas vengan a verme. —Psique…. — ¡Les haré jurar que guarden el secreto! Solo se quedarán lo suficiente para ver que estoy viva y bien. Solo se lo dirán a mis padres, para que puedan dejar de preocuparse. ¡Eso es todo! —Es una muy mala idea, —dijo su esposo. —Tus hermanas siempre han estado celosas de ti. Si las traes a nuestro hogar, envenenarán tus pensamientos. Si me amas, por favor escúchame. Esto lo arruinará todo. Ella besó su mano. —Sabes que te amo. Prometo que tendré cuidado. Pero dijiste que podía pedir cualquier cosa que necesitara. Necesito esto. A regañadientes, su esposo accedió. A la siguiente mañana, Psique caminó hacia el campo de flores silvestres donde había aterrizado la primera vez. A la distancia, escuchó a sus hermanas gritando su nombre. —Céfiro, —dijo, —tráelas aquí, por favor. Inmediatamente sus hermanas se precipitaron desde el cielo, gritando y agitando los brazos. Aterrizaron de cara en medio de las flores silvestres. Creo que Céfiro no tenía una muy buena impresión de ellas, o quizá simplemente les tocó volar en clase económica. — ¡Hermanas! —dijo Psique. —Este, ¡Qué gusto verlas! ¡Permítanme ayudarlas a levantarse! Alguna vez han sentido la necesidad de hacer algo, como, Oh, mis dioses, esta es la mejor idea que jamás se le ha ocurrido a alguien, y tan pronto como lo hacen se quedan como diciendo, ¿En qué estaba pensando? Psique se sintió así tan pronto como vio a sus hermanas. Al momento recordó lo desagradables que podían ser. Comenzó a lamentar su elección de traerlas aquí. Pero era demasiado tarde ahora, así que intentó sacar lo mejor que podía de la situación. Psique les dio un recorrido por el palacio. Explicó como el viento la había llevado ahí para que conociera a su marido. Se disculpó por no llamar o escribir, pero estaba eso de la sentencia–de– muerte–de–los–dioses, y era de vital importancia que el mundo mortal creyera que estaba muerta. Al principio, las hermanas estaban demasiado aturdidas como para decir algo. Pero con el paso de las horas, pasaron de desconcertadas a ligeramente aliviadas de que su hermana estuviera viva a secretamente enfadadas por lo agradable que era su nueva casa. Psique les mostró el carril de bolos, la piscina interior, el buffet, las recámaras sin fin, los jardines, las estancias, y una sala de cine con máquina de maíz inflado. — ¿Qué hay ahí? —La hermana mayor abrió la puerta de un armario, y casi termina aplastada por una avalancha de lingotes de oro, diamantes, rubíes y cajas de corbatas de moño. —Oh, solo es un almacén. —dijo Psique avergonzada. La hermana de en medio se quedó mirando el tesoro, que valía más que el reino entero de su esposo. — ¿Tienes muchos armarios de almacenamiento como este?

—Este… no los he contado. ¿Unas cuantas docenas? ¡Pero eso no es lo importante! Le ofreció a cada una de sus hermanas una suite privada para que se refrescaran antes del almuerzo. Los sirvientes invisibles les prepararon baños calientes y les ofrecieron masajes, cortes de cabellos y pedicuras. Les dieron nuevos atuendos que eran cincuenta veces más elegantes que los antiguos y joyería—que valían más que el tesoro entero de su padre. Luego les dieron emparedados de mantequilla de maní y jalea en el porche, porque a Psique le gustaban los emparedados de mantequilla de maní y jalea. — ¿Quién es tu esposo? —demandó saber la hermana mayor. — ¿Cómo es que puede pagar por todo esto? —Oh, este…. es un mercader. —Psique se sentía mal mintiéndoles, pero le había prometido a su esposo no revelarles demasiados detalles—especialmente no el hecho de que él era invisible, y solo la visitaba en total oscuridad. Él temía que esto pudiera poner como locas a sus hermanas, aunque yo, personalmente, no puedo imaginarme el porqué. —Un mercader, —repitió la hermana de en medio. —Un mercader que controla el viento y tiene sirvientes invisibles. —Bueno, es muy exitoso, —murmuró Psique. — ¿Podemos conocerlo? —preguntó la hermana mayor. —El salió…. por negocios. —Psique se puso de pie abruptamente. —Bueno, ¡Ha sido maravilloso verlas! ¡Realmente tengo que regresar a hacer… cosas! Cargó a sus hermanas de valiosos regalos y las escoltó de regreso al valle. —Pero, Psique…. —dijo la hermana de en medio, —al menos permítenos visitarte de nuevo. Te traeremos noticias de casa. Y…. te extrañamos. ¿O no, hermana? La hermana mayor asintió, tratando de no clavarse las uñas en las palmas de sus manos. — ¡Oh, demasiado! ¡Por favor, permítenos visitarte de nuevo! —No estoy segura…. —dijo Psique. —Le prometí a mi esposo que…. — ¡Él no te prohibiría una visita de tu adorada familia! —Se rió la hermana de en medio. — No es un monstruo, ¿o sí? —Este…. bueno, no…. — ¡Qué bien! —dijo la hermana mayor. — ¡Entonces te veremos a la misma hora la próxima semana! Céfiro llevó a las hermanas de regreso, pero Psique se sintió como si fuera ella la que estaba atrapada en un tornado. Esa noche, le contó a su esposo sobre la visita. Cuando escuchó que las hermanas querían visitarla de nuevo, no gritó hurra ni bailó alrededor de la habitación. —Te advertí que jugarían con tus emociones, —le dijo. —No las recibas de nuevo. No dejes que ellas acaben con tu felicidad. Además—colocó las manos gentilmente en su vientre—tienes un bebé en el cual pensar. El corazón de Psique dio una voltereta doble. —Yo—voy a…. —Sí. — ¿Estás seguro? —Sí. — ¿Cómo? —Solo lo sé. Por favor, no más visitas familiares. Olvida a tus hermanas.

Psique deseaba poder hacerlo, pero si iba a tener un bebé, al menos debería decírselo a su familia…. ¿o, no? También estaba el hecho de que la pregunta de sus hermanas seguía repitiéndose en su cabeza. No es un monstruo, ¿o, sí? —Yo—estoy comprometida ahora, —dijo Psique. —Prometo que no dejaré que mis hermanas arruinen nuestra felicidad. Solo permíteles que me visiten una vez más. Su esposo retiró la mano de su vientre. —No te detendré. —Su voz sonaba cargada de dolor. Después de eso, por primera vez, Psique tuvo problemas para dormir en su cómoda cama nueva. Esa misma noche, tan pronto como el viento del oeste regresó a las hermanas de Psique a la roca de aguja, comenzaron a quejarse la una con la otra. — ¡Oh, mis dioses! —gritó la hermana de en medio. — ¿Viste esa mansión? — ¿Viste esos jardines? —demandó saber la hermana mayor. — ¿El carril de bolos? ¿Esos armarios sin usar? ¡Por Hades! Yo tuve que casarme con un viejo Rey sin cabello y con mal aliento, y su casa no es ni la mitad de linda. —Deja de quejarte, —dijo la hermana de en medio. —Mi esposo tiene problemas de espalda y una higiene personal terrible. ¡Es repulsivo! Y ciertamente no me da joyería ni sirvientes invisibles. Y la máquina de maíz inflado…. —Oh, dioses. ¡La máquina de maíz inflado! Ambas hermanas suspiraron. Casi se podían ver sus auras verdes de envidia brillando alrededor de sus cabezas. —No podemos dejar a nuestra hermana en ese lugar, —dijo la mayor. —Obviamente es un truco o encantamiento. Su esposo probablemente es un monstruo. —Totalmente, un monstruo, —concordó la hermana de en medio. —Tenemos que averiguar la verdad, por su propio bien. —Por su propio bien, —la hermana mayor estuvo de acuerdo. —Dioses, la odio tanto en este momento. —Lo sé, ¿cierto? Regresaron al palacio de sus padres. Porque las hermanas estaban de humor para comportarse maliciosamente, en lugar de decirles a su madre y a su padre la verdad, les reportaron que Psique estaba muerta. —Vimos el cuerpo, —dijo la hermana de en medio. —Ya no quedaba demasiado, pero definitivamente era ella, era repugnante. —Asqueroso, —hizo eco la hermana mayor. —La quemamos. Realmente asqueroso. Estas noticias rompieron los corazones de sus padres. En menos de tres noches, el Rey y la reina estuvieron muertos. Las hermanas lloraron, pero no demasiado. Ahora podrían dividirse el reino entre las dos. Además, sus padres lo merecían por permitir que su mimada hermana menor, Psique, consiguiera hacerse con toda la atención y el mejor matrimonio. Sip…. esas hermanas. Ellas eran de las que consiguen lo que quieren. Al final de la semana, viajaron nuevamente hasta la roca de aguja. El viento del oeste las recogió y las llevó hasta el palacio secreto de psique de maíz inflado y diamantes. Esta vez no las dejó caer de cara sobre el pasto, porque Psique le había hecho prometer no hacerlo, pero consiguió aplicar una revancha pasivo–agresiva al no darles un apropiado discurso de seguridad de vuelo.

De cualquier manera, cuando se sentaron a almorzar con Psique, las hermanas estaban preparadas. —Y bien, —dijo la mayor, — ¿Cómo está ese grandioso esposo tuyo? —Oh, él está…. grandioso, —dijo Psique. La hermana de en medio sonrió de modo alentador. — ¿Cómo dijiste que se gana la vida? Psique se puso lívida. Nunca había sido buena para mentir, y ahora no podía recordar qué les había dicho a sus hermanas. —Bueno, es un pastor…. —Un pastor. —Sí, —dijo Psique sumisamente. —Un pastor rico. Su hermana mayor se inclinó hacia adelante y tomó sus manos. Puso su mejor cara de me– preocupo–mucho–por–ti, a pesar de que quería estrangular a la suertuda, indigna, e irritantemente hermosa chica. —Psique, ¿Qué es lo que no nos estás diciendo? La semana pasada, dijiste que tu esposo era un mercader. Ahora es un pastor. Somos tus hermanas. ¡Déjanos ayudarte! —Pero…. todo está bien. Las dos hermanas intercambiaron miradas de complicidad. —Eso es lo que la gente suele decir cuando nada está bien, —dijo la hermana de en medio. —Psique, creemos que estás en peligro. No te has olvidado de la profecía del Oráculo de Delfos, ¿O, sí? Estabas condenada a casarte con un monstruo—una bestia que hasta los dioses temen. Las profecías siempre se vuelven realidad. Papá estaba preocupándose siempre por eso. Él habló de eso sin parar hasta el momento de su muerte. Psique se atragantó con su limonada. —Espera. ¿Papá está muerto? —Sí. Murió de tristeza, porque no ibas a visitarlo. Pero eso no es lo importante ahora. Tienes que decirnos: ¿Quién es tu esposo, de verdad? Psique sintió como si alguien la estuviera enterrando hasta el cuello en arena. Su padre estaba muerto. Sus hermanas intentaban ayudarla. Las profecías nunca se equivocaban. Pero la voz amable de su marido, su gentileza…. —No sé quién es. —Admitió Psique. —No tengo permitido verle. — ¿Qué? —dijo la hermana de en medio. —Vaya, vaya, vaya. Vuelve a comenzar y cuéntanos todo. Psique no debió haberlo hecho, pero les confesó todo, la invisibilidad de su marido, sus visitas nocturnas, su negativa a decirle su nombre. Les habló sobre el hijo que estaba esperando, el pijama de Mi Pequeño Pegaso con pantuflas incluidas—todo. —Es peor de lo que pensaba, —dijo la hermana mayor. —Te das cuenta de lo que está pasando, ¿O no? —No, —dijo Psique. —Tu esposo es un dragón, —dijo la hermana mayor. —Los dragones pueden tomar forma humana. Pueden hacerse invisibles y toda clase de cosas con brujería. Apuesto a que solo te ha mantenido viva para engordarte. Una vez que tu barriga esté bien cebada y grande…. — ¡Hermana! —protestó Psique. — ¡Eso es imposible! ¡Y también enfermo! —Pero ella tiene razón, —dijo la hermana de en medio. —Eso pasa todo el tiempo con los dragones. — ¿Eso—sucede? —dijo Psique. La hermana mayor asintió con un aspecto serio. — ¡Tienes que salvarte a ti misma! Esta noche, cuando tu esposo esté dormido, enciende una lámpara o algo. Mira su verdadera forma.

Espero estar equivocada. En serio, ¡eso espero! Pero no estoy equivocada. Asegúrate de tener a mano un cuchillo o navaja. Cuando veas su horrible cara monstruosa, debes ser rápida. ¡Córtale la cabeza! Luego pide que nos traigan al valle, y te ayudaremos a salir de aquí. —Nos dividiremos todo este adorable tesoro, —dijo la hermana de en medio. —Aunque eso no es lo importante, —dijo la hermana mayor. —No es importante en absoluto, —estuvo de acuerdo la hermana de en medio. —Solo nos preocupamos por tu seguridad y felicidad, Psique. Te llevaremos de regreso a casa y te encontraremos un esposo mortal apropiado, como nosotras. —Sí, —concedió la hermana mayor, pensando. Un esposo mucho más viejo y apestoso que los nuestros. —Yo—no sé, —dijo Psique. —No puedo…. —Solo considera lo que te hemos dicho, —le urgió la hermana mayor. —Y por todos los dioses, ¡ten cuidado! Habiéndole advertido a Psique que destruyera su vida con mucho cuidado, las hermanas regresaron al mundo mortal vía Aerolíneas Céfiro. Esa noche, Psique se preparó para hacer la cosa más estúpida en la historia de todos los tiempos. En una de las vitrinas del baño, encontró una navaja recta—uno de esos objetos antiguos de barbería al estilo Sweeny Todd40 que sirven bastante bien como arma si tú fueras, digamos, atacada por un cerdo salvaje, (no es que yo sepa nada al respecto). Ocultó la navaja en el cajón de la mesita de noche junto a una lámpara de aceite de oliva y una caja de fósforos, o cualquier cosa que usaran para encender las luces entonces. Diablos, no lo sé. Como siempre, su esposo llegó después de que oscureciera. Todas las luces se apagaron y él se sentó en la cama, y hablaron por un rato. ¿Cómo estuvo tu día? / Oh, bien, Mis hermanas no dijeron nada que me volviera una paranoica homicida / Bien, bien. Te amo. Buenas noches. O algo similar. Alrededor de las tres de la mañana, cuando pudo saber que su esposo estaba dormido por lo profundo de su respiración, Psique se deslizó de su lado de la cama. Tomó la navaja y la lámpara del cajón de su mesita de noche. Encendió el pabilo de tal manera que un resplandor apagado en tono rojizo se extendió sobre las sábanas. Su esposo descansaba de costado, con el rostro hacia el lado contrario de donde ella se encontraba. Edredones emplumados le protegían la espalda. Esperen…. esos no eran edredones emplumados. Psique miró con gran asombro las alas gigantes color blanco amanecer, plegadas sobre los omóplatos en la espalda de su esposo. ¿Cómo era eso posible? Nunca había sentido alas en su espalda antes. Además…. si ella no se había dado cuenta de las alas, ¿qué otras cosas pudo haber pasado por alto? ¿Qué tal si su rostro no era tan hermoso—o tan humano—como lo habían sentido sus dedos en la oscuridad? Tu esposo es un dragón, la voz de su hermana susurró en su cabeza. Una bestia a la que temen incluso los dioses. 40

Legendario personaje del Londres victoriano del siglo XIX en el que se basa una obra de teatro musical y una película; se asegura que este personaje, un barbero, asesinaba a sus clientes y una amiga empleaba los cadáveres para hacer deliciosos pastelillos de carne molida.

El corazón de Psique martilleaba contra su esternón. Lentamente se movió alrededor de la cama hasta que quedó directamente sobre su marido. Las sombras retrocedieron de su rostro dormido. Psique suprimió un jadeo. Su esposo era… increíblemente ardiente. (De nuevo, fisgones, les dejaré los detalles a la imaginación.) ¡Era increíble! Tan increíble, de hecho, que Psique sintió que se le derretían los brazos. La lámpara tembló en su mano. Sentía la navaja muy pesada. Psique no comprendía porqué su esposo estaba preocupado porque lo viera. ¿Qué tenía que ocultar? Luego notó algo más—un arco y una aljaba de flechas colgando de un gancho por sobre la mesa de noche. Sus alas…. sus armas…. su rostro, demasiado hermoso para cualquier mortal. Psique lo comprendió súbitamente. —Eros, —susurró para sí misma. —Mi esposo es Eros. Un consejo: Decir el nombre de un dios no es una buena idea si no quieres llamar su atención. ¿Decir el nombre de un dios mientras estás de pie frente a él con una navaja y una lámpara? Definitivamente es algo que no se debe hacer. Eros debió haber sentido su cercanía. Murmuró, y se giró mientras dormía, sorprendiendo a Psique. Una sola gota de aceite caliente salpicó de la lámpara y chisporroteó en el hombro desnudo del dios. — ¡OW! —Eros se incorporó con rapidez, y sus ojos se abrieron. Esposo y esposa se miraron el uno al otro momentáneamente congelados ante la luz roja de la lámpara. En un microsegundo. La expresión de Eros cambió de conmoción a remordimiento, y a amargura. Tomó su arco y aljaba, extendió las alas y empujó a Psique hacia un lado. — ¡No! —Psique dejó caer la navaja y la lámpara. Se lanzó hacia él, apenas alcanzando a sujetar el tobillo izquierdo del dios mientras despegaba. — ¡Por favor! ¡Lo siento! Eros salió volando directo por la ventana, arrastrando a Psique con él. Mientras pasaban por el jardín, ella soltó su agarre y cayó. A pesar de su sentido del deber, Eros titubeó. Descendió en la copa de un ciprés, y miró hacia abajo para estar seguro de que Psique estuviera bien. No es que eso importara ahora. Su relación había terminado. Ella estaba tirada en el suelo, llorando y gritando su nombre, pero su corazón se había endurecido. La sola gota de aceite le había quemado el hombro tan fuerte que apenas podía pensar por encima del dolor. —Estúpida Psique, —dijo desde la copa del árbol. —Te lo advertí. ¡Por todos los dioses, te lo advertí! — ¡Eros! Por favor, no lo sabía, ¡lo siento! — ¿Lo sientes? —Gritó. — ¡Desobedecí a mi madre por ti! ¡Lo arriesgué todo! Afrodita me ordenó hacer que te enamoraras del ser humano más despreciable que pudiera encontrar. Y en lugar de eso, me enamoré de ti. Cree todo este valle—el palacio, los sirvientes, todo—para poder ocultarte de la mirada de mi madre. Podríamos haber vivido aquí en paz. Pero en el momento en que me viste, en el momento en que dijiste mi nombre—la magia se rompió. ¡Mira! Tras ellos, el palacio se volvió polvo. Los jardines se marchitaron. El valle entero se volvió una planicie yerma, desolada y gris a la luz de la luna.

—Escuchaste a tus hermanas, —dijo Eros. —Ellas querían esto. Querían que fueras miserable. Te lo advertí, pero elegiste creerles a ellas en lugar de a mí. Ahora mi madre se enterará de lo que ha pasado. Solo es cuestión de tiempo. Ella sabrá la verdad. Ninguno de nosotros escapará de su ira. Corre mientras puedas, Psique. Ella no descansará hasta acabar contigo. La has deshonrado. Ahora me has deshonrado a mí, también. — ¡Te amo! —gimió sollozando Psique. —Por favor, podemos hacer que nuestro matrimonio funcione. Podemos…. Eros abrió las alas y voló hacia la noche, dejando a Psique con el corazón roto, embarazada y sola.

Historia inspiradora, ¿cierto? ¿No se sienten increíbles ahora? Pero esperen, se pone peor. Después de que Eros se alejara volando, Psique deambuló aturdida. En el borde del valle, encontró las orillas de un río, y decidió arrojarse a sí misma en el interior para poder ahogarse. Ahora bien, chicos, saltar a un rio para ahogarse nunca es la respuesta. Especialmente si ese rio es, como, de sesenta centímetros de profundidad, lo cual, fue el caso. Psique, simplemente medio se tropezó cuando intentó cruzarlo y se quedó ahí sentada llorando a gritos, luciendo bastante tonta al hacerlo. Entonces sucedió que Pan, el sátiro dios de la vida salvaje, estaba tomando la siesta por ahí después de una fiesta de tres días. Todo el chapoteo y el llanto lo despertaron. Se acercó caminando al río y vio una chica bellísima trastabillando por ahí y se preguntó si estaría alucinando. —Hola, hermosa. ¡Hic! —Pan se apoyó en un árbol para no caer. —Te vez tan—¡Hic!— triste. Déjame adivinar. No me digas. Problemas de amor, ¿Cierto? Psique estaba tan consternada que no le importó que un hombre-cabra ebrio estuviera hablando con ella. Asintió sintiéndose miserable. —Bueno, ¡No te ahogues tu sola! —Dijo el dios. —Esa no es la solución. ¿Sabes lo que deberías hacer? ¡Orar a Eros, el dios del amor! ¡Él es el único que puede ayudarte! Psique comenzó a llorar con todas sus fuerzas. Pan trastabilló y se alejó unos pasos. —Bueno…. me alegra haber tenido esta pequeña charla. Yo solo…. me iré por ahí ahora. —Se retiró rápidamente. Ya le dolía bastante la cabeza sin todos esos gritos y el drama. Llegó el amanecer, y Psique comenzó a calmarse. Su miseria no había disminuido, pero se estaba volviendo pesada y fría, al convertirse lentamente en determinación. —Quizá ese hombre cabra tenía razón. —Se dijo. —Eros es el único que puede ayudarme. Tengo que encontrarlo y hacerlo que me perdone. No aceptaré un no por respuesta. Pero primero…. Sus ojos adquirieron un brillo acerado. Probablemente fue algo bueno que no hubiera nadie más alrededor, porque hubieran llamado a la Línea Caliente de Maniacos Homicidas. —….Primero tengo que agradecer a mis hermanas por su ayuda. Resultó que Psique si tenía una vena de crueldad. Se necesitaba mucho para hacerla enojar, pero, ¿la destrucción de su matrimonio? Eso definitivamente hizo el truco. Vagó por la campiña por días hasta que encontró la ciudad–estado de donde era Rey el esposo de la hermana mayor. Al principio los guardias querían que Psique se fuera, porque parecía una vagabunda, pero finalmente se dieron cuenta de quién era. (La reconocieron por el artículo reciente: ‘¡5 Nuevas Diosas Ardientes a las cuales Adorar!’). —Oh, querida, ¡mírate! —Dijo la hermana mayor, secretamente encantada. —Mi pobre Psique, ¿qué sucedió? —Es una larga historia. —Dijo Psique, retirando una lágrima de su mejilla. —Seguí tu consejo, pero no resultó como esperaba. — ¿Tu esposo? ¿Él—él es un monstruo? ¿Está muerto? —Nada de eso. —Suspiró Psique. —Vi su forma verdadera. No vas a creer esto, pero él es el dios Eros. Describió lo increíble que era—cada detalle. No tuvo que fingir su corazón roto. Le dijo a su hermana la verdad acerca de lo que había sucedido… de principio a fin.

—Antes de que se alejara volando. —Dijo Psique. —Eros me dijo que me dejaba. Dijo que mejor se casaría con una de mis hermanas. Él mencionó tu nombre. Los ojos de la hermana mayor se volvieron del tamaño de dracmas 41. Si había tenido alguna duda acerca de la historia de Psique, ahora creía cada palabra de ella. ¡Tenía completo sentido! ¿Quién más sino el dios del amor tendría una mansión súper–billonaria como esa con sirvientes invisibles y sistemas de teatro en casa y un tobogán de agua? ¡Y Eros la había llamado por su nombre! Obviamente el dios tenía buen gusto. Había visto más allá de la hermosura de Psique. La hermana mayor finalmente tendría todo lo que merecía. —Oh, Psique, —dijo, —lo siento tanto. ¿Me disculpas por un momento? La hermana mayor salió corriendo del salón. Se detuvo ante la cámara de audiencias de su esposo el tiempo suficiente como para gritarle: — ¡Quiero el divorcio! —luego tomó el caballo más rápido de los establos y cabalgó hacia los límites del reino. No se detuvo hasta que llegó a la roca de aguja donde la había recogido Céfiro la primera vez. Trepó hasta la cima y gritó: — ¡Aquí estoy, Eros! ¡Llévame, amado mío! Saltó, y cayó en picada a su muerte. Vaya, Céfiro se rio bastante de eso. Nunca debes intentar abordar un vuelo a menos de que tu grupo de partida haya sido llamado. Todos saben eso. Mientras tanto, Psique continuó sus viajes. Encontró el reino donde vivía la hermana de en medio, y le contó la misma historia. — ¿Sabes qué es lo más extraño? —Psique concluyó. —Eros dijo que se iba a casar con una de mis hermanas, en seguida. Te llamó por tu nombre. Inflamada por el deseo, la hermana de en medio salió corriendo del palacio, exigió que le prepararan un caballo, cargó hasta la roca de aguja y, con la esperanza en el corazón, se lanzó sola a su muerte. ¿Fue frio por parte de Psique? Creo que sí. Pero si alguien merecía tener una caída desde una roca de ciento cincuenta metros eran esas dos damas. Habiéndose quedado sin hermanas que destruir, Psique vagó por Grecia, yendo de ciudad en ciudad, determinada a encontrar a Eros. Revisó los templos. Revisó los santuarios a los costados de los caminos. Revisó los centros de entrenamiento LA Fitness 42, los clubes nocturnos, los grupos para estudiar la Biblia donde se reunían los solteros a conocerse, y los lugares donde podía pasar el tiempo un dios del amor. Pero, no tuvo suerte. Eso era porque Eros estaba teniendo sus propios problemas. Cuando dejó a Psique, su único plan era alejarse de su matrimonio destruido, quizá encontrar una cueva para ocultarse por los siguientes siglos hasta que Afrodita superara su etapa de ira. Pero el dolor en su hombro pronto se volvió insoportable. Una sola gota de aceite caliente no debería doler tanto. Pero había hecho arder todo su sistema nervioso central, corroyendo su esencia divina. El dolor era peor que cualquier cosa que hubiera experimentado con anterioridad…. excepto quizás por el dolor en su corazón cuando puso por primera vez sus ojos en Psique. 41

Moneda oficial de la antigua Grecia. Empresa de gimnasios que también se enfoca en la nutrición. Nació en Irvine, California en los Estados Unidos hacia 1984, pero que ha tenido el éxito suficiente como para extenderse a varios países del Continente Americano y a otros lugares en el mundo, entre ellos el Reino Unido. 42

Es como si las dos cosas estuvieran relacionadas, pensó Eros. ¡Es como si esto fuera una metáfora, o algo así! (Puse eso allí para que sus maestros de español tengan algo para hacerlos escribir un ensayo. Lo siento. Mencioné que se me acabó la pizza, y las gomitas, ¿cierto?). De cualquier manera, Eros estaba tan débil que no pudo llegar demasiado lejos. Voló hacia la casa vacacional de Afrodita que le quedaba más cerca, una villa en la costa del Mar Adriático y se dejó caer en su recámara, quedando inconsciente tan pronto como tocó las sábanas. De seguro, ustedes estarán pensando: ¿Está tratando de evitar a su madre, y decide ir a la casa de su madre? Ese sí que es un movimiento inteligente. Pero creo que simplemente estaba volando en piloto automático. O, quería llegar a su propia cama, igual que lo querrían ustedes si estuvieran enfermos. O, se imaginó que tal vez debería enfrentar a su mamá y terminar con esto de una vez por todas. Cualquiera que sea el caso, los rumores se esparcieron rápidamente. Que Eros tenía el corazón roto por una chica mortal. Probablemente los espíritus del viento de Céfiro no pudieron mantener las bocas cerradas, porque eran un montón de cabezas huecas43. Afrodita estaba vacacionando en su isla sagrada de Citera cuando escuchó que su hijo se había vuelto la comidilla del cosmos. Se apresuró a encontrarlo—en parte porque estaba preocupada por él, pero principalmente porque la situación afectaba su propia imagen. Llegó a su palacio en el Adriático e irrumpió en la habitación de Eros. — ¿Quién es ella? —Mamá, —se quejó Eros bajo los cobertores, — ¿Acaso nunca tocas la puerta? — ¿Quién es la ramera que te rompió el corazón? —demandó saber. — ¡No había sido deshonrada de esta manera por una mortal desde esa chica, Psique, hace unos meses! —Bueno, en realidad, acerca de eso…. Eros le dijo la verdad. Afrodita golpeó el techo. Literalmente. Hizo estallar el techo en escombros con una linda explosión rosa, dándole a Eros la nueva iluminación natural que siempre había querido tener en su habitación. — ¡Tú ingrato niñito! —gritó. — ¡Siempre has sido un problema! Nunca escuchas. Te metes con los sentimientos de todos. ¡Incluso con los míos! Debería repudiarte. Debería quitarte la inmortalidad, tu arco y tus flechas, y dárselo a uno de mis sirvientes. Cualquier esclavo mortal podría hacer tu trabajo, no es tan difícil. Nunca te aplicas en tus deberes. Nunca sigues las instrucciones. Tú—Bla, bla, bla. Y así continuó por unas seis horas. Finalmente notó que el rostro de Eros estaba sudoroso y pálido, lo que no es común ver en un inmortal. Estaba temblando bajo las cobijas. Su mirada estaba desenfocada. — ¿Qué es lo que pasa contigo? —Afrodita se movió hacia un lado de la cama, retiró los cobertores y vio la herida infectada, y humeante en su hombro. — ¡Oh, no! ¡Mi pobre bebé! Es gracioso como el humor de una madre puede cambiar tan rápido. De pronto quiere estrangularte y luego: ¡BOOM!—una pequeña herida amenaza tu vida—y se pone a arrullarte mientras habla sobre su pobre bebé.

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Airheads en inglés. Cabezas de aire o llenas de aire.

Ella colocó sobre él un trapo húmedo y fresco, le untó alcohol, le aplicó unos vendajes y le dio algo de ambrosía con sabor a sopa de pollo. Convocó a Apolo, el dios de la medicina, que se quedó perplejo al ver la herida. —Normalmente no se ve que una gota de aceite caliente cause este tipo de heridas, —él le dijo. —Gracias, Doctor Asombroso, —refunfuñó Afrodita. — ¡No hay problema! —Dijo Apolo. —Ahora, tengo que regresar con mis fanáticos…. digo, a mi concierto en el Monte Olimpo. Nada parecía ayudar a sanar la herida de Eros, ni siquiera la crema de belleza mágica de Afrodita—la cual, normalmente, desaparece las imperfecciones de inmediato. Afrodita hizo que Eros se sintiera lo más confortable posible. Luego giró su atención a la imperfección que sí podía eliminar—hacia la bruja mortal, Psique. Quien había causado todo este problema. Estaba a punto de partir cuando sonó la campanilla de la puerta. La diosa Deméter y Hera habían llegado con flores, globos y unas tarjetas de solidaridad. — ¡Oh, Afrodita! —dijo Hera. —Escuchamos lo que le está pasando a Eros. —Sí, estoy segura que así fue, —murmuró Afrodita. —Imaginó que todas las otras diosas estarían encantadas de enterarse sobre su nuevo escándalo familiar. —Lo sentimos mucho. —Dijo Deméter. — ¿Hay algo que podamos hacer? Unas cuantas sugerencias bastante groseras saltaron en la mente de Afrodita, pero se las quedó para sí. —No, gracias, —se las arregló para decir. —Voy a buscar a esta chica mortal Psique para destruirla. —Estás molesta, —dijo Hera, porque ella era así de perspicaz. — ¿Pero se te ha ocurrido que esa chica podría ser buena para Eros? Afrodita se quedó muy quieta. — ¿Discúlpame? —Bueno, Eros es un adulto, —continuó Hera. —La mujer adecuada podría ayudar a que se estableciera. Deméter asintió. —Su felicidad podría incluso sanar esa herida en su hombro. Apolo nos dijo que la quemadura no respondía a la medicina divina. Los ojos de Afrodita brillaron con un tinte rosa de la ira. Las otras diosas sabían que se estaban exponiendo, así que: ¿por qué querrían arriesgarse a quedar en la lista de personas no deseadas de Afrodita? Era muy simple, le tenían más miedo a Eros. Veían esto como una oportunidad para quedar bien con el dios. Eros era impredecible. Era peligroso. Podía dispararte con una de sus flechas, y arruinar tu vida entera al hacer que te enamoraras de un mortal muy feo o unos pantalones acampanados o cualquier cosa. ¿Esa profecía acerca de que Psique se casaría con un monstruo? Le quedaba a Eros perfectamente. Todos le temían, incluso los dioses. Afrodita les frunció el entrecejo a Deméter y a Hera. —Voy a destruir a Psique. Nadie se interpondrá en mi camino. Nadie. ¿Comprendieron? Salió del palacio hecha una furia y comenzó su búsqueda. Por fortuna para Psique, Afrodita era realmente mala para buscar. Si hubiera estado buscando su cepillo o su par de zapatillas favorito, eso hubiera sido fácil. Pero ¿Buscar a una chica mortal en un mundo lleno de mortales? Eso era difícil. Y aburrido.

Buscó por todas las ciudades de Grecia, sobrevolando en su carruaje dorado tirado por palomas gigantes. (Lo cual era bastante espeluznante. ¿Acaso les parece romántico a ustedes—ser paseados por gigantes pájaros blancos del tamaño de camionetas Ford pick-up? Y la caca que esas cosas debían dejar caer…. de acuerdo, ya no seguiré.) Afrodita seguía distrayéndose por las ofertas en el Mercado, o los chicos guapos, o la brillante joyería y los vestidos que las chicas mortales estaban usando por la temporada. Mientras tanto, Psique caminaba fatigosamente, buscando a su marido en los más remotos santuarios, templos y centros de entrenamiento LA Fitness. En este punto, la panza de su embarazo comenzaba a notarse. Sus ropas estaban hechas girones y sucias. Sus zapatos se estaban deshaciendo. Estaba constantemente hambrienta y sedienta, pero no se daría por vencida. Un día estaba vagando por las montañas al norte de Grecia cuando divisó las ruinas de un viejo templo. Vaya, pensó, ¡Quizás ese sea un templo de Eros! Se afanó por subir los riscos escarpados hasta que llegó al edificio abandonado. Tristemente, no era un templo de Eros. A juzgar por las gavillas de trigo grabadas en el altar, y la cantidad de polvo en el piso, era un templo de Deméter que no había sido usado en décadas. ¿Qué estaba haciendo un templo a la diosa de los granos en una montaña estéril en la mitad de la nada? No estoy seguro. Pero Psique miró el altar empolvado, las estatuas rotas que descansaban en el piso, el grafiti en los muros, y pensó: No puedo dejar el lugar así como está. No sería correcto. A pesar de todos sus problemas, Psique aún respetaba a los dioses. Encontró algunos suministros en el armario del conserje y pasó una semana limpiando el viejo templo. Había tallado el grafiti hasta quitarlo, pulido el altar y reparado las estatuas con un poco de cinta de embalaje estratégicamente colocada. Tan pronto como hubo terminado, una voz habló a sus espaldas. —Buen trabajo. Psique se giró. De pie en el altar estaba la diosa Deméter. Ella estaba usando una túnica de colores verde y café, tenía una corona de trigo sobre la cabeza, y una guadaña dorada en la mano. Psique cayó de rodillas haciendo una reverencia, lo que es una buena idea cuando estás frente a una diosa con una guadaña. — ¡Oh gran Deméter! —exclamó. —Quizá tú puedas ayudarme. ¡Necesito encontrar a mi esposo, Eros! Deméter se estremeció. —Sí…. bueno, acerca de eso. Afrodita quiere tu sangre y te está buscando, chica. No descansará hasta destruirte, y no puedo contrariarla. Honestamente, me encantaría ayudarte. Si tuviera la oportunidad de hacerlo, digamos, sin que nadie se enterara, lo haría. Pero tendrías que encontrar a Eros por tu cuenta. Algunas personas se habrían vuelto locas ante esto. Pero Psique solo bajó la cabeza. — Comprendo. Seguiré buscando. Muy dentro de ella, sabía que tenía que resolver sus propios problemas. Ella lo había arruinado, y ninguna diosa podía arreglar eso por ella. Solo porque había limpiado el templo de Deméter, Psique no esperaba ser recompensada. Lo había hecho porque era lo correcto. Lo sé. Extraño concepto, ¿cierto? Pero la chica era heroica de esa manera. La diosa desapareció, y Psique continuó viajando.

Unos pocos días después estaba caminando por el bosque cuando se encontró un santuario abandonado en un claro. Por las inscripciones desgastadas y las estatuas cubiertas de hiedra, Psique adivinó que alguna vez había sido un santuario para Hera. No puedo dejarlo así, pensó Psique. (Yo, le hubiera dibujado anteojos y bigote a todas las estatuas, y hubiera salido corriendo después. Pero, Hera y yo, tenemos una historia complicada). Psique limpió el altar, retiró la hiedra de las estatuas e hizo lo mejor que pudo para que el santuario se viera agradable, otra vez. Cuando hubo terminado, Hera apareció ante ella en un brillante vestido blanco, y una capa de plumas de pavorreal sobre sus hombros. En su mano llevaba un báculo adornado con una flor de loto. —Bien hecho, Psique. Incluso limpiaste los rincones. Ya nadie hace eso. Psique cayó de rodillas. — ¡Reina Hera! No espero una recompensa, pero estoy sola y embarazada. Además, Afrodita me está persiguiendo. Podrías protegerme, solo por un tiempo, ¿hasta que mi hijo haya nacido? Sé que eres la diosa de todas las madres. Hera hizo una mueca. —Ouch. No puedo hacer eso, hija mía. Afrodita está absolutamente desquiciada por matarte. Si alguna vez logra evitar distraerse por las ventas de liquidación, te destrozará miembro por miembro. Quizá un día tenga la oportunidad de ayudarte de alguna manera sutil y secreta, pero ahora no puedo protegerte. Solo hay una solución para tu problema. Y creo que sabes cuál es. Psique se levantó. Estaba tan débil que apenas podía pensar bien, pero comprendió lo que Hera le estaba diciendo. —Tengo que enfrentar a Afrodita, —dijo Psique. —De mujer a mujer. —Correcto. Buena suerte con eso, —dijo Hera, y valientemente desapareció. Psique continuó su viaje, pero ahora tenía un objetivo diferente. Comenzó a buscar el palacio de Afrodita. Eventualmente Psique encontró el lugar correcto, una enorme villa de color blanco en la costa del Adriático, con unas grandiosas vistas y adorables jardines a su alrededor. El lugar le recordó a Psique, dolorosamente, al palacio que había compartido con su esposo. Golpeó las enormes puertas de bronce pulido. Cuando respondió un sirviente, y vio quien era, se quedó con la boca abierta. — ¿Vino aquí a propósito? —preguntó. —Bueno, la llevaré con la Señora. Solo permítame ponerme un casco de futbol americano primero, en caso de que comience a tirar cosas—como muebles, o a mí, o a ti. Condujo a Psique al salón del trono de Afrodita, donde la diosa estaba descansando después de otra aburrida búsqueda de Psique. Cuando Afrodita vio a la chica que había estado buscando entrar caminando, fue la cosa más molesta que le sucedido—fue como cuando pasas toda la mañana buscando tus lentes, y los encuentras en tu cabeza. (Yo no uso lentes, pero mi amigo Jasón sí. Es muy gracioso cuando los pierde de esa manera). — ¡TÚ! —Afrodita cargó contra Psique. Comenzó a patear a la pobre chica, a jalarle el cabello, a arañarle la piel. La diosa probablemente la hubiera matado, pero una vez que se dio cuenta de que Psique estaba embarazada no se atrevió a hacerlo. Psique ni siquiera se defendió. Solo se enroscó como una bolita y esperó a que menguara la rabia de Afrodita. La diosa se detuvo a revisar sus uñas—porque cortar a una mortal en jirones puede arruinarte la manicura—y Psique habló.

—Suegra, —le dijo. —He venido a enfrentar mi castigo por desconfiar de mi esposo— cualquier cosa que considere apropiada. Haré lo que sea para probar que lo amo, y ganar su perdón. — ¿Perdón? —Gritó la diosa. —No reconozco tu matrimonio. ¡Y ciertamente no te reconozco como mi nuera! Pero tu castigo ciertamente puedo arreglarlo. ¡Guardias! ¡Lleven esta chica mortal a mi calabozo! Tengo un calabozo, ¿cierto? Azótenla, tortúrenla y regrésenla a mi presencia. Luego veremos qué tan clemente me siento. Los guardias hicieron lo que les dijeron. Fue desagradable. No mataron a Psique, pero cuando la regresaron estaba tan golpeada que era difícil reconocerla. Afrodita era el maravilloso tipo de anfitriona que hace eso. — ¿Y bien, chica? —demandó saber la diosa. — ¿Aún quieres probar tu valía? Sorprendentemente, Psique logró ponerse de pie tras muchos esfuerzos. —Sí. Suegra. Cualquier cosa. Afrodita no pudo evitar quedar un poco impresionada. Decidió darle a Psique una serie de retos—unos retos imposibles, para que fallara y muriera, pero al menos nadie podría decir después que Afrodita no le había dado una oportunidad. (Excepto yo, se los digo ahora. Afrodita no le dio ninguna oportunidad). —Te pondré a prueba, —anunció la diosa, —para ver si eres digna de mi perdón y el amor de mi hijo. Eres tan fea, que la única manera de que pudieras ser una buena esposa es siendo una buena ama de casa. Veamos que tan bien puedes organizar una despensa. ¿Un reto totalmente sexista? Sí. ¿Totalmente Afrodita? Bastante. Arrastró a Psique hasta su cocina divina y le ordenó a los sirvientes que tiraran cada saco de grano almacenado—cebada, trigo, avena, arroz, quínoa orgánica, y no sé qué tantas cosas más. Muy pronto la cocina estaba enterrada en una ventisca de fibra. —Separa estos granos, —ordenó Afrodita. —Ponlos de regreso en sus sacos correctos antes de la hora de la cena. Si fallas, te mataré. O, simplemente puedes admitir ahora tu derrota, y tendré piedad de ti. Te arrojaré al exilio. NUNCA volverás a ver a mi hijo, pero al menos aún tendrás tu miserable vida. —Acepto el reto, —dijo Psique, aunque viendo la montaña de grano no veía como le sería posible tener éxito. Afrodita partió indignada a que le arreglaran las uñas. Psique comenzó a separar los granos. Solo había estado en eso por unos minutos—la quínoa, la cebada, pelusa, avena—cuando una hormiga se escabulló hacia ella cruzando el mostrador de la cocina. — ¿Qué pasa? —dijo la hormiga. Psique se sorprendió. — ¿Puedes hablar? —Sí, —Deméter me envió. — ¿Necesitas algo de ayuda aquí? Psique no estaba segura de como una simple hormiga podría ayudarla, pero dijo. —Eh, seguro. Gracias. —Bien. Pero si alguien pregunta nunca estuvimos aquí. — ¿Estuvimos? ¿Cómo de nosotros? La hormiga silbó como cuando intentas llamar un taxi. —Muy bien, chicas, ¡estamos contra reloj! Millones de hormigas entraron como un enjambre de entre los tablones del rodapié y se pusieron a trabajar, separando los granos en los diferentes sacos. En menos de una hora, la cocina

entera estaba limpia y arreglada, y la alacena estaba nuevamente en orden. Las hormigas habían llenado un saco nuevo y lo habían etiquetado cuidadosamente como PELUSAS Y OTROS OBJETOS ENCONTRADOS. —Muchas gracias, —dijo Psique. —Silencio, —dijo la hormiga. —Tú nunca nos viste. — ¿Nunca vi qué? —Buena chica, —dijo la hormiga. —La colonia entera se escabulló de regreso por los tablones del rodapié44 y desapareció. Cuando Afrodita regresó, se quedó estupefacta. Luego se molestó mucho. —No soy una tonta, niña. Obviamente no hiciste esto sola. Alguna diosa te ayudó, ¿Eh? ¡Alguien quiere verme avergonzada! ¿Quién fue? —Um…. — ¡No importa! —gritó Afrodita. —Hiciste trampa, así que esta no fue una prueba justa. Te has ganado una noche de descanso en el piso de la cocina y una corteza de pan para cenar. ¡En la mañana, te encontraremos un reto más difícil! Psique pasó la noche en el piso. Poco sabía de qué, en la misma mansión, solo unos cuartos más allá. Eros estaba retorciéndose en agonía por su hombro herido, y, (¡¡¡ALERTA DE METÁFORA!!!), su corazón herido. Afrodita no le había dicho nada sobre la visita de Psique, pero Eros podía sentir su presencia, y eso hacía que su dolor fuera incluso peor.

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Banda horizontal de madera, plástico u otro material que se coloca en la parte inferior de una pared para adornarla o protegerla y levanta pocos centímetros.

En la mañana, después de otra nutritiva corteza de pan para el desayuno, a Psique le fue asignada su segunda misión. —Necesito lana, —anunció Afrodita. —Cualquier esposa debe ser capaz de coser y arreglar ropa, y eso requiere buen material. En el extremo oeste de este valle, cerca del río, encontrarás una manada de ovejas. Consígueme algo de su lana. ¡Regresa antes de que anochezca o te mataré! A menos que quieras renunciar ahora, en cuyo caso… —Conozco la rutina. —Los huesos de Psique dolían y sus ojos estaban débiles por el hambre, pero se inclinó ante la diosa. —Te conseguiré tu lana. Afrodita olvidó mencionar unos pequeños detalles sobre las ovejas. (Probablemente solo lo olvidó.) Por ejemplo, que su lana era de oro puro. También, que las ovejas tenían cuernos muy afilados, dientes puntiagudos, que su mordida era venenosa y tenían pezuñas de acero tan mortales como los arietes45. (Ya saben. ¿Arietes?46) Psique se quedó un momento a la luz del sol de la mañana, observando a la distancia como las ovejas destruían y devoraban cualquier animal que se acercara—erizos, conejos, ciervos, pequeños elefantes. El pastizal estaba agradablemente decorado con huesos y cráneos humanos. Psique se dio cuenta de que sería imposible para ella incluso poder acercarse a la manada. —Bueno… —miró el río. —Me pregunto si esa agua será lo suficientemente profunda como para ahogarme. —Oh, no hagas eso, —dijo una voz. Parecía provenir de un racimo de juncos en la ribera del río. — ¿Quién eres? —preguntó Psique. — ¡Sal de detrás de esos juncos! —No puedo, —dijeron los juncos. —Yo soy el juncal. —Oh, —dijo Psique. — ¿Me vas a sermonear por pensar en ahogarme? —Ahogarse nunca es la respuesta, —dijo el juncal. —Pero lo más importante es que voy a darte consejos para que puedas reunir la lana, porque Hera me pidió que te ayudara. Psique se relajó. Hablar con un juncal sobre reunir lana era lo menos inusual que le había pasado recientemente. —Gracias. Continúa. —Como podrás adivinar, si te acercas a esas ovejas ahora, te harán pedazos. Pero por la tarde, cuando el tiempo es agradable y hace calor, se adormecen y se vuelven lentos. Se reúnen bajo la sombra de aquellos sicomoros47 a la izquierda. ¿Los alcanzas a ver? — ¿Esos árboles que no parecen en lo absoluto sicomoros? —Esos mismos. Cuando eso suceda, si te metes entre los arbustos espinosos al otro lado de la pradera. ¿Los ves? — ¿Aquellos de los que no alcanzo a ver las espinas porque están demasiado lejos? —Aprendes rápido. Sacude esos arbustos espinosos, y tus problemas se resolverán. —No es por faltarle al respeto, Oh, Sabia Hierba de los Pantanos, pero, ¿cómo es que al agitar los arbustos espinosos se resolverán mis problemas? Los juncos no dijeron nada. Habían vuelto a ser plantas regulares, de las que no dan consejos. 45

Antigua máquina militar para derribar murallas, puertas y otros obstáculos que consistía en un tronco de madera largo y pesado, acabado en uno de sus extremos en una pieza de hierro, generalmente en forma de cabeza de carnero. 46 De acuerdo, no tiene mucho sentido en español, pero en inglés ariete se dice battering ram, y carnero solo ram, así que Percy hace un juego de palabras para comparar las ovejas descritas con carneros con pesuñas de arietes. 47 El sicomoro o sicómoro es un árbol de la familia de las moráceas y del género de las higueras que tuvo gran importancia en el Antiguo Egipto, aunque actualmente es difícil de encontrar en ese país.

Psique se imaginó que podría intentar el plan. Si Hera estaba tratando de ayudarle, sería descortés no aceptar sus consejos. Esperó hasta la tarde. Y como le habían dicho, las doradas ovejas asesinas se reunieron a tomar la siesta a la sombra de los sicomoros. Psique se escabulló hasta el otro extremo de la pradera. Agitó el arbusto espinoso más cercano y pequeños mechones de lana dorada cayeron de las ramas. Las ovejas debieron de haber estado usando los arbustos para rascarse sus lomos. Psique avanzó tan lento como pudo y sin hacer ruido, sacudiendo lana dorada de los arbustos, hasta que tuvo tanta como podía cargar. Luego se apresuró a regresar al palacio de Afrodita. Cuando llegó Psique, la diosa del amor se había terminado su cena acostumbrada, tres tallos de apio y un batido de proteína sabor capuchino, (lo que podría explicar el por qué siempre está de mal humor). Miró la lana dorada y no estaba segura de como sentirse si encolerizada o atónita. Así que optó por actuar fría e indiferente, que era lo que acostumbraba hacer cuando se trataba de otras mujeres. —Esa no es mucha lana, —dijo la diosa. —También está el hecho de que no puedo imaginarme que fueras lo suficientemente lista para averiguar cómo reunirla sin que algún dios te ayudara. ¿Quién fue esta vez? —Bueno, había un grupo de juncos…. — ¡No importa! —gritó Afrodita. —Eres una criatura vil. Solo hablar contigo hace que me den ganas de bañarme. Levantó una jarra de agua y tiró el contenido. —Una buena esposa debería ser capaz de conseguir agua fresca para las necesidades de su baño en su hogar. Tu tercera misión. A un kilómetro y medio al norte de aquí hay una alta montaña con una cascada que cae desde un costado de los riscos. En la cima hay un manantial sagrado—uno de los nacimientos del Río Estigio, que eventualmente fluye hacia el Inframundo. Llena esta jarra del manantial. ¡No del fondo de las cascadas! Sabré si haces trampa. Regresa con el agua mientras aún esté fría. De otra manera…. —Me matarás, —dijo Psique con cansancio. —Y no, no me daré por vencida. Aún amo a tu hijo. Haré cualquier cosa para ganar su perdón. En seguida regreso con tu agua Estigia. Poco sabían ambas mujeres que Eros había estado escuchando su conversación. Desde su recámara a unas puertas por el pasillo, había oído voces en el comedor. De alguna manera, sabía que una de esas voces pertenecía a Psique. A pesar del agudo dolor en su hombro, salió arrastrándose de la cama y cojeó por el pasillo, luego se asomó por una rendija, ocultándose tras la puerta para ver lo que estaba sucediendo. El ver a Psique inmediatamente le animó el espíritu. La herida en su hombro se sintió un poco mejor. Eso molestó a Eros, pero no podía evitarlo. Aún la amaba. Cuando escuchó a su madre dándole a Psique la misión de la cascada, se sintió horrible. ¡La misión de la cascada era imposible! Afrodita podía ser toda una…. bueno, podía ser montones de cosas que un hijo no debería llamar a su propia madre. Eros también estaba impresionado por la determinación de Psique de recuperar su amor. Quería entrar al comedor, y demandar que su madre parara con esas estúpidas misiones de la Esposa Perfecta, pero no podía porque 1) aún estaba demasiado débil y podría desmayarse y caer sobre su rostro, y 2) se veía pésimo y no quería que Psique lo viera así.

(Psique también se veía bastante mal, pero Eros no pensaba eso. Es curioso como el amor puede hacer eso. Una vez vi a mi novia con el más adorable caso de cabello con forma de nido de rata y…. lo siento, me estoy distrayendo.) Eros se fue trastabillando de regreso a su recámara. Se dirigió a la ventana y clamó al cielo: — ¡Lord Zeus, escúchame! Te he concedido algunos favores a través de los años. ¡Ahora necesito un favor de tu parte! Mientras tanto, Psique encontró un camino que llevaba al pie de la montaña. Miró hacia arriba los resbaladizos riscos verticales y se dio cuenta de que su adorable suegra le había dado, una vez más, una tarea que ningún mortal podría cumplir: ¡Vivo! Desde lo alto de las cascadas, unos ochocientos metros arriba, sábanas de agua caían al vacío, rugiendo con una voz que sonaba casi humana: ¡REGRESA! ¡NO TE ATREVAS A PENSARLO! ¡ESTA AGUA ESTÁ MÁS FRÍA DE LO QUE PUEDES IMAGINARTE! Afrodita no mentía. Este lugar era uno de los nacimientos en la tierra del Río Estigio, y eso lo hacía peligroso hasta la muerte para cualquier mortal. Solo estar cerca de las cascadas llenaba a Psique de desesperación. Quizá podría haberse esforzado para llenar la jarra del fondo de la cascada…. pero, ¿llegar hasta la cima? De ninguna manera. Afrodita había pedido específicamente agua de la cima, y Psique no estaba tentada a hacer trampa. No porque pudieran atraparla, sino porque no estaba en su naturaleza. (De nuevo, lo sé— extraño concepto. Pero así son los héroes para nosotros. Un grupo de locos, todos esos héroes). Mientras estaba ahí parada observando las cascadas, un enorme pájaro voló en espiral desde las nubes. Psique se dio cuenta de que era un águila dorada—el animal sagrado de Zeus. El águila aterrizó en una roca cercana. — ¿Qué pasa? — dijo. —Este, hola, —dijo Psique. — ¿Eres de Zeus? Estoy segura de que no he arreglado ninguno de sus santuarios últimamente. —Relájate, —dijo el águila. —Tienes un amigo poderoso que solicitó un favor del grandulón. Admiro tu espíritu, pero a menos que tengas alas, nunca conseguirás tu sola esa agua. Dame tu jarra. El águila la tomó y voló hacia la cima de la cascada. Llenó la jarra de la súper–naturalmente helada agua Estigia—¡fresca desde el nacimiento!—y voló de regreso hasta Psique. —Y aquí tienes, —dijo el águila. —Te llevaría hasta el palacio, pero es mejor que Afrodita no me vea. Paz. El águila se alejó volando.

Cuando Psique regresó a la mesa del comedor de Afrodita con la jarra de agua ultra–congelada y refrescante hasta la muerte, la diosa estuvo anonadada. —No es posible, —dijo Afrodita. Se lavó las manos con el agua, algo que solo los dioses pueden hacer sin sufrir mucho dolor. (Confíen en mí cuando lo digo.) Afrodita trató de encontrar algo mal en el agua, pero no pudo. Sintió que había venido de la cumbre misma de las cascadas, justo como había pedido. — ¿Qué es esta brujería? —la diosa entrecerró los ojos. — ¿Cómo es que has pasado todas mis pruebas, Psique? —Oh…. ya sabe. Persistencia. Una vida limpia. ¿Puedo recuperar a mi esposo ahora? Psique se imaginó que tres pruebas serían suficientes. Se dijo: Es el trato acostumbrado, ¿cierto? Has estas tres cosas. Responde estas tres preguntas. Derrota estas tres Gorgonas. Cómete esos Tres Pequeños Cerditos. Las cosas importantes siempre venían en tríos. Pero Afrodita no sabía eso. O, quizás, solo quería hacer esta historia más difícil para los semidioses que pudieran estar contándola en el futuro. (Muchas Gracias, Señora). — ¡Cuarta misión! —gritó. — ¿Qué? —demandó saber Psique. — ¡Vamos! —Has esto último por mí, —dijo la diosa, —y habrás probado ser una valiosa esposa para mi hijo. O si te quieres dar por vencida…. —Eres tan irritante, —susurró Psique. — ¿Qué dijiste? —Dije que será mejor que me vaya, —dijo Psique. — ¿Cuál es la misión? —Obviamente, la cualidad más importante para una esposa es la belleza, —dijo Afrodita en su estúpida obvia forma de pensar. —He estado demasiado ocupada cuidando a mi hijo herido…. — ¿Eros? —la interrumpió Psique, porque ella no había considerado la idea de que él pudiera estar en el palacio. — ¿Está herido? ¿Está en problemas? La diosa arqueó una ceja. —Gracias a ti. ¡Esa gota de aceite que le derramaste sobre el hombro ha estado quemando su esencia, de la misma forma que lo hizo tu traición! Lo cual, es casi como una burla. Psique parpadeó. —Creo que acabas de hacer una metáfora. —Como sea. — ¡Debo verlo! —Insistió Psique. — ¡Debo ayudarle! —Oh, ahora quieres ayudarle. Soy su madre, y tengo todo bajo control. Muchas gracias. Como estaba diciendo, la cualidad más importante para una mujer es la belleza. He estado tan ocupada cuidando a mi hijo que se me ha terminado mi famosa crema mágica de belleza. La he usado toda, y necesito más. —Espere… ¿ha intentado curar a Eros con una crema de belleza? — ¡O sea! ¿Qué otra cosa podía hacer? —Afrodita puso los ojos en blanco. —De cualquier manera, necesito más, pero no está disponible en, digamos, ninguna tienda, así que necesito un sustituto apropiado. La única diosa que tiene cosméticos que puedo usar sin que se me descomponga mi rostro es Perséfone. — ¿La diosa del Inframundo? —a Psique le temblaron las rodillas. —Quieres que yo…. —Sí. —Afrodita saboreó el miedo en los ojos de Psique. —Ve al Inframundo, y pregúntale a Perséfone si me puede prestar un poco de su crema de belleza. Puedes colocarla aquí.

La diosa chasqueó los dedos. Una caja pulida, de palisandro, con filigrana dorada apareció en las manos de Psique. —Última oportunidad para claudicar e ir al exilio. Psique hizo lo mejor que pudo para ocultar su miseria. —No. Prefiero morir intentando recuperar el amor de Eros a darme por vencida. Te conseguiré tu crema de belleza. Asegúrate de que sea del tipo que no tiene aroma, —dijo Afrodita. —Hipoalergénica. Y apresúrate. Hay una nueva obra en el Monte Olimpo esta noche. Necesito arreglarme. Psique salió caminando fatigosamente del palacio hacia su misión final. Mientras tanto, Eros había estado escuchando detrás de la puerta, de nuevo. Aún estaba demasiado débil como para hacer algo, pero no podía creer lo horrible que su madre se estaba comportando. Tenía que ayudar a Psique. Después de todo lo que había pasado al intentar disculparse con él, tratando de recuperarlo… él había sido un tonto. Debía haber confrontado a su madre desde el principio y demandado sus derechos para casarse con la princesa mortal. No podía permitir que Psique enfrentara este último reto sola. Dada su falta de fuerza física, envió a su espíritu al mundo exterior, esperando al menos poder encontrar una manera de comunicarse con su amada. Psique andaba sin rumbo por los alrededores, sin un destino real en mente. No es como que la entrada al Inframundo apareciera en un GPS48. Finalmente, en el límite de la planicie oscura, se topó con una vieja torre de vigía casi en ruinas y decidió treparla. Quizá podría ver algo desde lo alto. Parada en el borde del parapeto, recordó la roca de aguja desde la que Céfiro la había recogido, y se la había llevado. Le parecía que había pasado mucho tiempo. (La chica está en lo correcto, claro. Eso fue, como, cuarenta páginas atrás o algo así). Psique pensó lo fácil que hubiera sido saltar a la nada y terminar su sufrimiento. Ese sería un camino al Inframundo—probablemente el único camino que ella podría encontrar. Pero tenía a su hijo nonato en el cual pensar. Y no había llegado tan lejos como para darse por vencida. Además, su última media docena de intentos de suicidio no habían funcionado demasiado bien. —No lo hagas, —dijo una voz, rugiendo desde las piedras a sus pies. —Saltar de las torres nunca es la respuesta. Psique se alejó del borde. — ¿Hola? ¿Es—es la torre quien me habla? —Sí, —dijo la torre, resonando como un diapasón49 gigante de roca. —Soy la torre. Algo en la voz le sonaba familiar, sin embargo… El corazón de Psique saltó de alegría. — ¿Eros? ¿Eres tú? Se hizo un momento de silencio. —No, —dijo la voz, ahora tratando de sonar diferente. —No conozco a ningún Eros. Solo escucha…. —La torre se aclaró la garganta. (O lo que sea que las torres tengan en lugar de gargantas. ¿Escaleras tal vez?) En un tono más profundo, la voz continuó. —Dirígete a la ciudad de Esparta y encuentra el Monte Ténaro. En la base de la montaña, verás una fisura volcánica funciona como ventila para el Inframundo. No será fácil, pero puedes descender a los dominios de Hades por ese camino. —Oh… bueno.

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Sistema de Posicionamiento Global. Barra metálica en forma de U que al vibrar produce un tono determinado; sirve para estudios de acústica, pruebas de audición, etc. 49

—Antes de que desciendas, asegúrate de recoger dos pasteles de arroz con sabor a miel y dos monedas de dracma. Puedes conseguir los pasteles de arroz en Esparta, o creo que hay una tienda saliendo del camino por la Salida Cuarenta y Tres. —Este, de acuerdo. ¿Y qué hago con esas cosas? —Lo sabrás cuando llegue el momento. Pero escucha, no dejes que nada te detenga hasta que llegues con Perséfone. Mi madre te pondrá toda clase de distracciones. — ¿Tu madre? Otra vacilación. La voz fingió un tono diferente, otra vez. —Obviamente no, las torres no tienen madres. Quise decir tu suegra, Afrodita. Psique, ahora estaba segura de que su marido, del cual estaba separada, intentaba ayudarla. Ella lo amó por eso. Incluso su voz falsa le resultaba linda. Pero decidió seguirle el juego. —Te escucho, Oh Gran Torre, que de ninguna manera te pareces a mí maravilloso esposo. —De acuerdo entonces, —dijo la voz. —Cómo te estaba diciendo, Afrodita creará muchas distracciones para probar tu resolución. Sabe que eres amable, y que te gusta ayudar a otros. Intentará usar eso contra ti. No importa quién te pida ayuda en tu camino: ¡No los escuches! ¡No te detengas! —Gracias, Torre. Si fueras mi esposo, Eros, quien por supuesto no eres, te diría que te amo profundamente, y que lo siento tanto. También preguntaría, ¿cómo sigue tu hombro? —Duele bastante, —dijo la torre. —Pero creo…. —él le mintió: —que las torres no tienen hombros, tonta. La torre guardó silencio. Psique besó el parapeto. Luego inició su viaje súper–divertido hacia el Monte Ténaro y al Inframundo. ¿Podemos hablar sobre esto por un segundo? Muchos héroes han viajado al Inframundo. Les contaré sobre algunos de ellos más adelante. La mayoría eran tipos con espadas y gran actitud. Diablos, yo he viajado al Inframundo con una espada y gran actitud. Pero Psique hizo el viaje con nada más que dos pasteles de arroz y un par de dracmas. Y lo hizo con siete meses de embarazo. Mis respetos para ella. Mientras descendía por las angostas cornisas dentro de la fisura volcánica, sucede que pasó junto a un asnero50 rengo51. (No me vean raro. Así es exactamente como las viejas historias lo llaman: un asnero renco. El tipo era renco, como discapacitado o cojo. Y llevaba un asno, que es algo así como un burro. ¿O de qué creían que hablaba?). De cualquier manera. Psique pensó que era extraño ver a un tullido en una ventila volcánica, simplemente paseando por ahí con su asno. (No me voy a reír. No. Ni siquiera un poquito). 50

Asno en inglés es ass, que es una acepción para trasero, de ahí viene toda la broma que sigue a continuación, así que sigan la corriente, por favor. 51 NT: También puede traducirse cojo o rengo dependiendo del país.

El tipo la llamó. — ¡Hola, chica! Pareces muy servicial. Mi asno ha tirado parte de su carga…. y por eso, por supuesto, que yo me refiero a mi burro52, quien ha dejado caer algo de la leña que estaba cargando. ¿Podrías ayudarme a recoger esos palos, y ponerlos de regreso en mi asno? Creo que Afrodita estaba probando a Psique para ver si se distraía ayudando al tipo. Eso o estaba intentando hacer que Psique se riera tan fuerte que se viera en el riesgo de caer al abismo. Pero Psique no le respondió al tipo. Recordó la advertencia de Eros y siguió descendiendo. El asnero desapareció como si fuera un espejismo, lo que fue un alivio para Psique y todos los padres que lean este libro, porque las cosas se estaban poniendo un poco inapropiadas aquí. Continuemos…. Psique alcanzó el fondo del abismo y caminó penosamente por el oscuro erial del Inframundo hasta que llegó a los bancos del Río Estigio—una amplia extensión oscuramente sombría que se encontraba cubierta con niebla helada. En la ribera, el demonio barquero, Caronte estaba cargando las almas de los muertos en su trasbordador. Observó a Psique. —Viva, ¿eh? Lo siento, amor. Se requiere demasiada cinta roja para transportarte. —Tengo una moneda. —Psique sacó uno de sus dracmas. —Mmm. —Caronte adoraba el brillo del dinero. Los muertos usualmente le daban monedas con las que habían sido enterrados y que les colocaban bajo la lengua. Para cuando las recibía Caronte, las monedas estaban asquerosas y corroídas y tenían baba de muerto por todos lados. — Bien, entonces. Solo mantengamos este viaje en secreto, ¿de acuerdo? Cuando el transbordador estaba a la mitad del río, Psique cometió el error de mirar por la borda. Desde las profundidades del agua, un anciano subió a la superficie, agitando los brazos. — ¡Ayúdame! —gritó. — ¡No sé nadar! —el gentil corazón de Psique le hizo desear sacarlo del agua, pero se imaginó que era otra prueba. Mantén la vista en el objetivo, se dijo a sí misma. Eros me necesita. El anciano hizo algunos sonidos de borboteo, y desapareció bajo la superficie, lo que tenía bien merecido. Cualquiera debería saber que no se debe nadar en el Estigio sin flotadores en los brazos. Al otro lado del río, los negros muros del Erebos se elevaban en la penumbra. Psique desembarcó del transbordador ferry, e inmediatamente notó una anciana en la playa, tejiendo un tapiz en un telar. Eso es muy aleatorio, pensó Psique. Debe ser otra prueba. —Oh, por favor, querida, —dijo la mujer, —ayúdame a tejer esto solo por un rato. Ya me duelen los dedos. Tengo los ojos cansados. ¿Seguramente podrás prestarle un poco de tu tiempo a una anciana? Eso le dolió a Psique, porque la voz de la mujer le recordaba a su propia madre, pero siguió caminando. — ¡Bueno, de acuerdo! —gritó la mujer. — ¡Que así sea! Desapareció en una nube de humo.

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Juego de palabras: el Asnero le específica a Psique que su burro o asno (ass )y no su trasero (ass) fueron los que tiraron las cosas.

Al fin, Psique llegó a las puertas de hierro del Inframundo, por donde las almas de los muertos pasaban a raudales como autos en la caseta de cobro de New Jersey Turnpike y sus filas interminables. Sentada a mitad de la entrada estaba la mascota de Hades, el monstruoso Rottweiler de tres cabezas llamado Cerbero. Cerbero gruñó y trató de morder a Psique, sabiendo que era humana y que sería un apetitoso bocadillo. Un apetitoso bocadillo, pensó Psique. Cuando era una niña pequeña y vivía en el palacio, siempre le gustaba tomar algunas sobras de la mesa para los perros. Y ellos la adoraban por eso. —Oye, chico, —dijo, tratando de ocultar su miedo. — ¿Quieres un premio? Las tres cabezas de Cerbero se inclinaron hacia uno de sus costados. Le gustaban los premios. Psique arrojó uno de los pastelillos de arroz con sabor a miel. Y, mientras las tres cabezas peleaban por este, se deslizó por las puertas. Cruzar los Campos de Asfódelos le tomó un buen rato—con eso de las sombras de la muerte parlantes, las Furias y la patrulla fronteriza de zombis—pero finalmente Psique llegó al palacio de Hades. Encontró a la diosa Perséfone en su jardín, tomando el té en el cenador ubicado en un bosquecillo de árboles plateados esqueléticos. La diosa de la primavera estaba en su ‘modalidad invernal’. Su vestido era gris pálido y verde—el color de la escarcha sobre el piso. Sus ojos eran dorados acuosos como el sol en diciembre. No parecía sorprendida de ver a una chica mortal con siete meses de embarazo avanzando a trompicones por su jardín. —Por favor, siéntate, —dijo Perséfone. —Gustas algo de té y biscochos. Té y biscochos le sonaba grandioso a Psique, dado que ella había estado viviendo de las cortezas de pan rancio de Afrodita., pero había escuchado demasiadas historias sobre consumir la comida del Inframundo. —Gracias, pero no, —dijo. —Mi señora Perséfone, tengo una petición inusual. Espero que pueda ayudarme. Afrodita se pregunta si usted puede prestarle algo de su crema de belleza. Atrás de Perséfone, un terreno de flores púrpuras se marchitó. — ¿Discúlpame? —dijo la diosa. Psique explicó su problema con Eros. Hizo todo lo posible para no llorar, pero no podía ocultar el dolor en su voz. Perséfone observó cuidadosamente a la mujer mortal. La reina estaba fascinada. Perséfone había tenido sus propios problemas maritales. Había tenido una buena cantidad de encontronazos con Afrodita, también. Adivinó que la diosa del amor había enviado a Psique allí, esperando que Perséfone se molestara lo suficiente con ella como para matarla. Bueno…. Perséfone no iba a realizar el trabajo sucio de Afrodita por ella. Si la diosa del amor quería tomar prestada algo de su magia, sin embargo, Perséfone tenía justo lo que necesitaba. —Abre la caja, —dijo Perséfone. La diosa respiró en su propia mano. La luz se acumuló en su palma, como mercurio. Perséfone la vertió en la caja de palisandro, y cerró la tapa. —Aquí tienes, —dijo Perséfone. —Pero esto es importante, niña: No abras la caja. Lo que está dentro es solo para Afrodita. ¿Comprendes? —Comprendo, —dijo Psique. —Gracias mi señora.

Psique se sintió eufórica. ¡Finalmente! Volvió a seguir sus pasos por el Inframundo, usando su segundo pastelillo de arroz para distraer a Cerbero y su segundo dracma para pagarle a Caronte el pasaje por el río. Trepó de regreso al mundo mortal y comenzó el largo camino hacia el palacio de Afrodita. Cuando estaba a mitad de camino hacia allí, se vio asaltada por un pensamiento. — ¿Qué estoy haciendo? —se preguntó Psique. —Si esto funciona, recuperaré a Eros, pero, ¿aún me querrá? Me veo terrible. Estoy exhausta, he estado viviendo de migajas de pan, mis ropas son unos harapos y no he tomado un baño en, como, siete meses. Tengo una caja llena de belleza divina, y estoy a punto de dársela a Afrodita, quien ni siquiera la necesita. Podría tomar un poco para mí. ¿Ingenua? Quizá. Pero sean más tolerantes con ella. Psique había estado cumpliendo misiones sin parar por meses. La habían privado del sueño y de la comida, y probablemente no estaba pensando bien. Además, cuanto más te acercas al fin de algo, más tiendes a volverte descuidado y a cometer errores, porque quieres terminarlas. (Ups. Lo digo en serio.) También—y no voy a salir muy bien librado aquí—creo que el peor defecto de Psique era la inseguridad. Tenía mucho valor y muchas otras grandiosas cualidades, pero no confiaba en sí misma. No creía que alguien como Eros pudiera amarla por quien era. Era por ello que sus hermanas habían logrado manipularla. Es por ello que abrió la caja de belleza. Desafortunadamente, Perséfone no había puesto nada de belleza en la caja. La había llenado con puro sueño Estigio—la esencia del Inframundo. Perséfone lo había puesto para Afrodita como una manera de agradecerle por involucrar a Perséfone en sus problemas. No estoy seguro de lo que esa cosa le habría hecho a una diosa como Afrodita—ponerla en coma, o hacer que se le entumeciera el rostro y por ello que terminara hablando chistoso por unas cuantas semanas. Pero cuando Psique abrió la caja el sueño Estigio llenó sus pulmones y la hizo perder el conocimiento al instante. Su vida comenzó a menguar. De regreso en el palacio de Afrodita, el hombro de Eros comenzó a pulsar como si alguien estuviera clavándole dentro un cuchillo caliente. Sabía que algo malo le pasaba a su esposa. A pesar del dolor, se levantó de su lecho de enfermo y encontró que algo de su antigua fuerza había regresado. Su alma había comenzado a sanar después de que hubiera hablado con Psique en ese grandioso intercambio con voz falsa en la torre. Abrió las alas, se lanzó por la ventana y voló al lado de Psique. Envolvió su forma inconsciente en sus brazos. —No, no, no. Oh, mi amada, ¿qué has hecho? La recogió y voló directo al Monte Olimpo. Irrumpió en el salón del trono de Zeus, donde estaban reunidos todos los dioses en asamblea para ver la nueva obra que Apolo había escrito y que se titulaba Veinte Cosas Maravillosas Sobre Mí. (No la busquen en Broadway. Cerró después de la noche de apertura). — ¡Lord Zeus! —exclamó Eros. — ¡Demando justicia! La mayoría de los dioses sabe que no es una buena idea llegar sin ser invitado y demandar cosas de Zeus. Especialmente si lo que se demanda es justicia. Zeus no es famoso por tener mucha paciencia que digamos en ese aspecto. Sin embargo, incluso el Rey del Olimpo le temía un poco a Eros, así que Zeus le permitió que se acercara.

— ¿Por qué has traído a esta mortal en medio de nosotros? —preguntó Zeus. —Es bastante ardiente, te lo garantizo, pero también está embarazada, y parece que se está muriendo. En ese momento, Afrodita llegó para la obra. Se paseó por el salón del trono esperando que todos la elogiaran por su nuevo vestido, solo para encontrar que todos los dioses se enfocaban en Eros y Psique. Oh, mis dioses, pensó Afrodita. Esto no me lo creo. ¡Incluso apestosa e inconsciente, esa chica aún conseguía toda la atención! — ¿Qué está sucediendo? —Demandó la diosa. —Esa chica es mía para que la torture. —Cálmate, Afrodita. —Zeus señaló a Eros. —Habla, dios del amor. ¿Cuál es la historia? Eros contó a los dioses la historia completa. Incluso los Olímpicos se vieron conmovidos por la valentía de Psique. Sí, había cometido algunos errores. Había mirado la verdadera forma de Eros. Había abierto una caja que debía ser para Afrodita. Pero también había mostrado fidelidad y determinación. Y lo más importante, había mostrado una apropiada reverencia por los dioses. — ¡Ridículo! —exclamó Afrodita. — ¡Ni siquiera completó la última misión! ¡Esa caja no estaba llena de crema de belleza hipoalergénica! Eros frunció el ceño. —Ella es mi esposa. Tienes que aceptar eso, Madre. La amo y no dejaré que muera. Zeus se rascó la barba. —Quisiera ayudarte, Eros. Pero ya está bastante avanzado su sueño Estigio. No estoy seguro de poder regresarla a su estado anterior. Hera se acercó. —Entonces, conviértela en una diosa. Psique se ha ganado eso. Si será la esposa de Eros, eso encajaría mejor. —Sí, —Deméter estuvo de acuerdo. —Conviértela en una diosa. No espero favor alguno de Eros, incluso si hubiera sido totalmente idea mía. —Y mi idea, —añadió Hera. Afrodita protestó, pero podía adivinar que el Consejo Olímpico estaba en contra de ella. De mala gana dio su aprobación. El voto Olímpico fue unánime. Cuando Psique abrió los ojos, su cuerpo se llenó con su recién descubierto poder. Icor Divino corrió por sus venas. Se encontró vestida con mantos de reluciente gasa, y tenía alas como de una mariposa, (lo que era un poco extraño, pero como sea). Abrazó a su esposo, Eros, que había sanado por completo y estaba más feliz de lo que jamás había estado. —Amor mío, —le dijo. — ¡Mi esposa por la eternidad! — ¿Aún soy la jefa? —preguntó. Eros se rió. —Definitivamente eres la jefa. Se besaron y se reconciliaron, y Psique se convirtió en la diosa del alma humana—la única que se ocupa de nosotros cuando necesitamos algo de fuerza y comprensión, porque comprende el sufrimiento humano mejor que cualquier otro dios. Dio a luz a su hija, Hedoné, que se convirtió en la diosa del placer. Tienen que admitirlo, después de todo lo que tuvo que pasar Psique, merecía algo de placer. Y aquí tienen. El fin. Wow… yo que les prometí toda esta muerte y sufrimiento, y lo que les doy son dos finales felices seguidos. ¿Qué pasa con eso? Qué tal si continuamos con una tragedia total de un semidiós, un chico que falló por completo y destruyó medio mundo. Visitemos a Faetón. ¡Él restaurará su pérdida de fe!

FAETÓN FALLA LA ESCUELA DE CONDUCCIÓN.

Este tipo fue maldecido tan pronto como sus padres le pusieron nombre. Es decir, ¿Faetón? En griego antiguo, significa El resplandor. Su padre fue el dios del sol, así que supongo que tiene sentido. Aun así, cualquier niño con el nombre de una película antigua53 de Jack Nicholson54 es como un psico–asesino con un hacha…. ese niño no va a tener una vida feliz. Su madre, Clímene55, era una ninfa del agua que vivió entre los humanos. Ella tenía una casa a orillas del río Nilo, en dirección hacia Egipto. Ella debió de haber sido súper hermosa, porque Helios, el Titán del sol, se enamoró de ella, y él más o menos tenía su selectividad con las damas. Helios pasaba todos los días cruzando el cielo en su carro solar, registrando a todas las chiquitas sexys. Después de la puesta del sol, se ponía su traje de disco, y era un éxito en las discotecas. Las chicas no podían resistir su buena apariencia de Titán, su poder, su fama. — Luces tan familiar, —decían las damas—. ¿Sales en la televisión? — Conduzco el sol, —les decía Helios. —Ya saben, ¿esa gran bola de fuego en el cielo? — ¡Oh mis dioses! ¡Ahí es donde te he visto! Una vez que conoció a Clímene, Helios se estableció y se convirtió en un hombre de una sola ninfa. (Al menos por un rato. Los dioses no hacían el ‘Hasta que la muerte nos separe’). Juntos tuvieron siete hijas, y no sé si eran septillizos o de diferentes edades o qué, pero demonios, eso es un montón de hijas. Nadie podía recordar sus nombres individuales56, por lo que se acabaron llamando las Helíades, es decir, las hijas de Helios. Ellas tenían a juego chaquetas de lentejuelas, como un equipo de gimnasia, y todo. Por último, Helios y Clímene tuvieron un hijo, Faetón. No es de sorprenderse: que por ser un bebé y el único chico, él obtuviera toda la atención. Para el momento en que Faetón tuvo la edad suficiente como para recordar cosas, Helios estaba fuera de la fotografía. Fue algo así como: Bueno, Clímene, fue agradable tener estos ocho niños contigo. ¡Diviértete con ellos! Voy a volver a surcar los cielos con mi imán de pollitas.

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Percy hace referencia a la película: El resplandor, la cual es una película estadounidense de 1980 del subgénero de terror psicológico, producida y dirigida por Stanley Kubrick y protagonizada por Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd y Scatman Crothers 54 Por si eres un negado del Cine: John Joseph "Jack" Nicholson es un actor, productor, guionista y director de cine estadounidense, doce veces nominado y tres veces ganador del Premio de la Academia. 55 En la mitología griega, Clímene era una oceánide, hija por tanto de Océano y Tetis.1 Fue la esposa de Mérope, rey de Etiopía. Clímene fue seducida por el dios-Sol Helios, que la hizo madre de Faetón y de las helíades, aunque algunos autores piensan que la madre de éstos era la ninfa Rodo. Otra versión hace de Clímene la esposa legítima de Helios, ignorando la historia de Mérope. 56 Solo para los curiosos sus nombres eran: Helie, Mérope, Febe, Eteria, Lampetie, Egle y Dioxipe, pero igual las llamaremos Helíades aun cuando sepamos sus nombres.

Eso es más del estilo de un dios, para ti57. Aun así, a Faetón le encantaba escuchar las historias que su madre le contaba sobre Helios. Clímene siempre le dijo a Faetón que él era más especial que cualquier otro niño, porque su padre era un inmortal. —Mira, ¡Faetón!, —ella le dijo una mañana cuando él tenía como unos tres años de edad. — ¡Ahí está tu padre, el dios del sol! — ¿El dios de la diversión58? —El dios del sol, querido. ¡Él está conduciendo su carro a través del cielo! No, no lo mires directamente. Quemarás tus retinas. Sus hermanas podrían haber estado celosas de su hermano pequeño, pero no podían evitar el quererlo. Él era demasiado lindo, cuando iba saltando por toda la casa mientras gritaba: — ¡So dios e a diversión! ¡So dios e a diversión59! —Él amaba hacer cosas peligrosas, como correr con cuchillos, pegar monedas de un centavo en los tomacorrientes, y conducía su triciclo por encima del límite de velocidad. Las siete Helíades rápidamente aprendieron a cuidarlo. De hecho, la gente del pueblo comenzó a llamarlas las siete ‘helio–copteros60’ porque siempre estaban rondando alrededor de Faetón. El chico creció con ocho damas cariñosas junto a él, lo cual puede hacer que un chico sea un poco cabezota. A medida que envejecía, Faetón se obsesionó con las carreras de carruajes. ¿Por qué? Duh. Su padre tenía el mejor carruaje en existencia. Por desgracia, su madre no le permitía conducir. Ella era una total loca acerca de los peligros en los deportes. Cada vez que él iba simplemente a ver una carrera de carruajes, le ponía un casco de seguridad, porque nunca se sabía cuándo uno de los conductores podría perder el control, y estrellarse contra la multitud. Para el momento en el que cumplió dieciséis años, Faetón estaba realmente frustrado con su madre sobreprotectora, y sus siete hermanas helicópteros. Él estaba decidido a conseguir su propia carroza. Un día, después de la escuela, bajó a la pista. Un príncipe local, este tipo llamado Épafos61, estaba mostrando su nueva carroza—un Zephyr Mark V62 con radiales de bronce, montura hidráulica, y secuenciador con luces en los yugos de los caballos—todo el paquete. Una multitud se había reunido a su alrededor. Todos los tipos estaban como ¡Whoa! y todas las chicas estaban como ¡Eres tan asombroso! —No es gran cosa, —dijo Épafos a sus admiradores. —Su Majestad—que sería mi padre— me da lo que quiero. Tal vez hayas conocido a un par de príncipes, o tipos que se creen príncipes. Ellos pueden ser unos idiotas. 57

Es decir que ese comportamiento es más típico de un dios para nosotros que el ser un padre responsable. Por si no lo entendiste. 58 Faetón confunde Sun (sol) con Fun (diversión). 59 Texto original: ¡Ima fun god! ¡Ima fun god! 60 Ya sabes tienes que sumar Helio (Helíades) + copteros (helicópteros)= Helio–copteros 61 En la mitología griega, Épafos era un rey de Egipto, hijo de Zeus e Ío. Una versión minoritaria le hace hijo de Protogenia. Épafos era gran amigo de Faetón, al que se parecía mucho. Sus bromas, o más bien sus ofensas durante una disputa, incitaron a Faetón a pedirle a su padre que le dejara conducir por un día el carro del sol, con las desastrosas consecuencias. 62 Marca de automóvil y modelo de un automóvil Ford. En español dicha marca seria Céfiro, pero como es el nombre de una marca se conserva el original.

En el interior, Faetón hervía de los celos y de ira, porque sabía que el carruaje de Épafos costaba más de lo que la mayoría de la gente haría en la vida. Y en pocas semanas el príncipe se aburriría de su juguete nuevo, y terminaría acumulando polvo en el garaje real. Épafos dejó que sus admiradoras se turnaran para llevar las riendas, alimentaran con zanahorias a sus caballos, o hicieran funcionar la hoja retráctil en las ruedas. —Es el mejor carro en el mundo, —dijo con indiferencia. —Nadie tiene uno mejor. Pero, como sea. Faetón no podía soportarlo más. Gritó desde el interior de la multitud: — ¡Es basura! La multitud se quedó en silencio. — ¿Quién dijo eso? —Exigió saber el príncipe. Todos los espectadores se giraron y señalaron a Faetón, como si le dijeran: Fue un placer conocerte, amigo. Faetón dio un paso hacia adelante. Mantuvo la cabeza en alto, a pesar de que llevaba puesto un casco de seguridad con adhesivos reflectantes. — ¿Tú lo llamas la mejor carroza del mundo? Pero, es un pedazo de chatarra en comparación con la carroza de mi padre. Épafos levantó una ceja. —Eres Faetón, ¿cierto? El de las siete lindas niñeras.... quiero decir, hermanas. Vives en, ah, una humilde casa junto al río. Los espectadores se rieron. Faetón era guapo y razonablemente inteligente, pero no era popular. Él tenía una reputación de ser arrogante. Además, él no hizo muchos amigos en la escuela porque su madre no le dejaba participar en los deportes—al menos no sin un casco, un traje acolchado completo63, un chaleco salvavidas, un kit de primeros auxilios y una botella de agua. Faetón mantuvo sus ojos en el príncipe. —Épafos, tu padre puede ser un Rey, pero mi padre es Helios, el dios del sol. Su carro derretiría el tuyo hasta convertirlo en escombros. Habló con tanta confianza que la multitud retrocedió. Faetón lucía como un semidiós. Él era alto y musculoso, con el porte exacto de un cochero. Su piel bronceada, su cabello rizado y oscuro, y su rostro regio hicieron parecer posible que él estuviera diciendo la verdad.... su ira incluso logró hacer que sus ojos resplandecieran con un fuego interno—¿o solo era un truco de la luz? Épafos solo se rió. —Tú.... un hijo de Helios. Dime, ¿dónde está tu padre? Faetón señaló al cielo. —Está allí arriba, por supuesto. Conduciendo su carroza. —Y, él viene a casa, a tu cabaña en el río todas las noches, ¿eh? —Bueno, no…. — ¿Con qué frecuencia lo ves? —En realidad, nunca lo he visto, pero…. —Entonces, ¿cómo sabes que es tu padre? — ¡Mi madre me dijo! La multitud empezó a reír, de nuevo. —Oh, mis dioses —dijo una de las chicas. —Eso es tan poco convincente, —dijo otro. Épafos pasó las manos a lo largo del bronce personalizado de su carro. —Tu madre.... ¿la misma señora que hace que uses ese casco estúpido en todos lados? El rostro de Faetón se calentó. —Las conmociones cerebrales son graves, —murmuró, aunque su confianza empezó a tambalearse. 63

Texto Original: Padding: Hace referencia a la ropa que es acolchada que generalmente se usa para el invierno.

—Se te ha ocurrido pensar, —le dijo el príncipe. — ¿Que tu madre está mintiendo? Ella solo está tratando de hacer que te sientas mejor, porque eres un pobre don nadie. — ¡Eso no es cierto! —Si tu padre es Helios, pruébalo. Pídele que venga aquí abajo. Faetón miró hacia el sol, (lo cual nunca se debe hacer sin la protección adecuada para los ojos, como la madre de Faetón le había dicho un millón de veces). En silencio, le rogó a su padre por una señal. —Vamos, —le incitó Épafos. —Haz que el sol haga un zigzag para nosotros. ¡Haz que haga 64 bucles ! Mi carroza puede hacer caballitos65 a sesenta millas por hora, y el cuerno entona: ‘La Cucaracha’. ¡Seguramente el sol lo puede hacer cosas mejores que esas! La multitud aulló de placer. Por favor, papá, Faetón rogó, ayúdame con esto. Por un segundo, él pensó que el sol podría estar poniéndose un poco más brillante.... pero no. Nada. Faetón huyó avergonzado. — ¡Muy bien, niño resplandeciente!, —le gritó el príncipe. —Corre a tu casa, con tu madre, y tus hermanas. ¡Ellas probablemente ya tienen listo tu babero y tus alimentos de bebé! Cuando Faetón llegó a su casa, cerró la puerta de su habitación. Puso la música demasiado alta, y echó los libros de texto contra la pared una y otra vez. (Bueno, solo estoy adivinando acerca de eso, pero cuando yo estoy de mal humor, nada se siente tan bien como hacer girar a: ‘Diviértete con las Ecuaciones Algebraicas’, como si fuera un Frisbee Destructor). Las siete hermanas de Faetón se reunieron a fuera de su puerta, preguntándole qué le pasaba. Cuando él no respondió, corrieron a buscar a su madre. Finalmente Clímene consiguió que Faetón saliera. Él le contó lo que había sucedido con el príncipe Épafos. —Oh, cariño, —dijo Clímene. —Me gustaría que usaras protector solar cuando vas a la pista de carreras. — ¡Mamá, estás perdiendo el punto! —Lo siento, querido. ¿Quieres un sándwich de queso a la parrilla? Eso siempre te hace sentir mejor. — ¡No quiero un sándwich de queso a la parrilla! ¡Quiero alguna prueba de que mi padre es Helios! Clímene estrujó sus manos. Siempre había sospechado que este día llegaría. Ella había hecho todo lo posible para mantener a su hijo seguro, pero las severas advertencias y protecciones no podían ir tan lejos. Tarde o temprano, los problemas siempre encuentran a un semidiós. (Confía en mí sobre eso). Ella decidió intentar una última cosa para aplacarlo. —Ven conmigo, —le dijo. 64 65



En acrobacias vehiculares, un caballito es, una maniobra vehicular en la que la llanta o llantas frontales del vehículo se separa(n) de la superficie debido al suficiente torque de aceleración aplicado a la llanta(s) trasera(s). Los caballitos se asocian normalmente con las bicicletas y motocicletas, aunque pueden ser realizados con otros vehículos como autos y hasta tractores.

Llevó a Faetón al exterior. En el medio de la calle, Clímene levantó los brazos hacia el sol de la tarde, el cual se estaba ocultando detrás de las palmeras. — ¡Escúchenme, oh dioses!, —ella gritó. — ¡Mi hijo Faetón, es el hijo de Helios, señor del sol! —Madre, –—Faetón murmuró. —Me estás avergonzando. —Si lo que digo es una mentira, —Clímene siguió gritando. — ¡Dejaré que Helios me parta con uno de sus rayos de fuego! No pasó nada. Hubiera sido genial de alguna forma si Helios hubiera reaccionado de un modo u otro, pero a los dioses no les gusta que les digan lo qué deben hacer, incluso si es algo tan divertido como golpear a las personas con rayos de fuego. Clímene sonrió. — ¿Lo ves, hijo? Todavía estoy viva. —Eso no es mucha prueba, —dijo Faetón entre dientes. —Quiero conocer a mi padre. ¡Quiero oír la verdad de él! El corazón de Clímene se sintió como si estuviera a punto de romperse. Se dio cuenta de que era hora de dejar que su hijo eligiera su propio camino, pero ella no quería dejarlo. Quería envolverlo en unas mantas, y guardarlo de una forma segura y para siempre en una caja de bolitas de polietileno. —Oh, Faetón.... por favor, no lo hagas. Es un viaje muy peligroso el ir al palacio de Helios. — ¡Así que conoces el camino! ¡Dímelo! Clímene suspiró. —Sí realmente necesitas ir, camina hacia el este, hacia el horizonte. Al final de la tercera noche, llegarás al palacio del sol. Solo viaja por la noche, no durante el día. —Porque durante el día mi padre está conduciendo su carruaje a través del cielo. Solo está en casa por la noche. —Correcto, —dijo Clímene. —Además, allí hace mucho calor durante el día. Te deshidratarías. — ¡Madre! —Solo ten cuidado, querido. ¡No hagas nada precipitado! Faetón había oído advertencias como estas un millón de veces antes, por lo que se limitó a poner su casco de seguridad justo a su lado. — ¡Gracias, Madre!, —le dio un beso de despedida. Luego abrazó a cada una de sus siete hermanas, que lloraron al ver que él se iba solo, sin vacunas de viaje, diuréticos o incluso ruedas de entrenamiento. Tan pronto como él estuvo fuera de vista, Faetón tiró su casco de seguridad. Entonces, emprendió su aventura para encontrar el palacio del sol, donde estaba seguro de que ganaría: fama y gloria. Fama, seguro que sí. ¿Gloria? No tanto. Durante tres noches caminó hacia el este del río Nilo. Ahora, cuando la mayoría de las personas hacían aquello, terminaban llegando al Mar Rojo y a un montón de balnearios de lujo. Faetón, siendo el hijo de Helios, logró encontrar el palacio mágico de su padre en el borde del horizonte, donde cada día Helios comenzaba su travesía para buscar pollitas sexys—quiero decir, su gloriosa ascensión al cielo. Faetón llegó cerca de las tres de la mañana. Incluso en la oscuridad antes del amanecer, tuvo que ponerse sus gafas de sol para poder hacerle frente a la luz resplandeciente del palacio. Los

parapetos brillaban como el oro fundido. Llamas rodeaban las columnas de bronce celestial que se alineaban en la fachada. Grabado en las puertas de plata—diseñadas por el mismísimo Hefesto– había escenas de la vida mortal que se movían como las imágenes de un vídeo. A medida que Faetón se acercaba, las puertas comenzaron a abrirse. En el interior había una sala de audiencias del tamaño de un estadio deportivo. Varios dioses menores, los encargados de la corte de Helios, se mezclaban y revolvían mientras esperaban poder comenzar con sus tareas diarias. Las tres Horas66, las diosas de las estaciones, tomaban sorbos de sus cafés y comían tacos para desayunar. Una señora vestida con túnicas brillantes de color azul y oro—Hemera, la diosa del día—charlaba con una hermosa chica alada, la cual tenía puesto un vestido de color rosa. Faetón supuso que ella debía de ser Eos67, la diosa con dedos rosas del amanecer, porque ella tenía las manos más enrojecidas que jamás había visto. Era eso, o había estado pintando con los dedos embarrándolos de sangre, si ese era el caso Faetón no quería saberlo. En el otro rincón había una multitud de chicos vestidos adecuadamente con unos overoles68 de color azul, con diferentes horas pintadas en sus espaldas—12:00P.M. 1:00A.M., 4:00P.M—y las palabras: FREGADOR DE TINAS. Faetón supuso que eran los dioses de las horas. Sip, todas las horas del día tienen un dios menor. ¿Te puedes imaginar siendo el dios de las dos p.m.? Todos los chicos de la escuela te odiarían. Sería algo así como: ¿Puedes por favor ser el de las tres y media? ¡Quiero irme a casa! En el centro de la habitación, el titán Helios estaba sentado sobre su trono hecho totalmente de esmeraldas. (No, al hombre no le gustaba resaltar en lo absoluto. El tipo probablemente, también, tenía un inodoro construido con diamantes. Podrías quedarte ciego cada vez que jalaras de la cadena). Sus túnicas moradas mostraban su bronceado. Una corona de laureles de oro coronaba su cabello oscuro. Él le sonrió cálidamente (bueno, él era el sol. Él hacia todo con calidez), lo cual ayudaba a compensar la mirada escalofriante de sus ojos. Sus pupilas ardían como las luces piloto de los hornos industriales. — ¡Faetón!, —él lo llamó. — ¡Bienvenido, hijo mío! Hijo mío. Esas dos palabras hicieron toda la vida de Faetón. Su orgullo lo llenó de calidez, o tal vez solo le estaba dando fiebre por la sala del trono, donde el termostato estaba marcando, como, ciento veinte grados Fahrenheit. —Entonces, ¿es verdad? —él le preguntó en voz baja. — ¿Soy tu hijo? — ¡Por supuesto que lo eres!, —dijo Helios. —Ven acá. ¡Déjame verte! Faetón se acercó al trono. Los otros dioses se reunieron a su alrededor, susurrando comentarios como: Tiene la nariz de su padre. Linda postura. Un joven apuesto. Lo malo es que no tiene ojos flameantes. Faetón se sintió mareado. Se preguntó si venir aquí había sido una buena idea. Entonces, se acordó de como Épafos se había burlado de él, al poner en duda su ascendencia. Estúpido príncipe con su estúpido carro personalizado.

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Las Horas o Horaes en latín: Eran originalmente las personificaciones o diosas del orden de la naturaleza y de las estaciones, si bien posteriormente fueron consideradas como diosas del orden en general y de la justicia. 67 En la mitología griega, Eos o Aurora: Era la diosa titánide de la aurora, que salía de su hogar al borde del océano que rodeaba el mundo para anunciar a su hermano Helios, el Sol. 68 Prenda de vestir de una pieza, confeccionada con tela rústica y resistente, que se usa para trabajar en diversos oficios manuales.

La ira de Faetón renovó su coraje. Él era un semidiós. Tenía todo el derecho de estar aquí. Se irguió, y miró directamente a los flameantes ojos de su padre. Helios estudió a su hijo. —Has crecido hasta convertirte en un buen jovencito. Te mereces el nombre de: El resplandor. Y con eso quiero decir que eres un jovencito fuerte y apuesto, no que estés asociado de alguna forma con esa película del psico–asesino del hacha. —Um, gracias.... —Así que, hijo mío, —dijo el dios. — ¿Por qué has venido a verme? Una gota de sudor resbaló por la mejilla de Faetón. Se sintió tentado a responderle: Porque nunca has venido a visitarme, idiota, pero supuso que decir eso no resultaría demasiado bien. —Padre, estoy orgulloso de ser tu hijo, —dijo Faetón. —Pero en el hogar que deje atrás nadie me cree. Ellos se ríen de mí. Afirman que miento. Helios arrugó su frente. — ¿Por qué no te creen? ¿Acaso no se dieron cuenta de que me abstuve de incinerar a tu madre cuando hizo ese juramento? —Creo que no logró convencer a nadie. — ¿No saben que tu nombre significa: El Resplandor? —No les importa. — ¡Mortales! No se les puede complacer. Helios reflexionó. Odiaba la idea de que su hijo fuera la burla del autódromo. Quería ayudar a Faetón, pero no estaba seguro de cómo poder hacerlo. Él debió considerar algo sencillo, como una nota firmada, o subir una foto de padre–e–hijo en Instagram69. Tal vez, pudo haber ondeado una pancarta promocional colocándola detrás de su carroza solar: FAETÓN ES MI HIJO. LIDIEN CON ESO. Pero en su lugar, Helios hizo algo precipitado. —Para probar que yo soy tu padre, —dijo el dios. —Pídeme un favor, lo que tú quieras, y yo te lo concederé. Los ojos de Faetón se iluminaron, (no literalmente, como los de su padre, pero casi igual de brillantes). — ¿De Verdad? ¿Lo que sea? Helios se rió entre dientes. Los niños de hoy.... Él se imaginó que Faetón le pediría una espada mágica o boletos para NASCAR70 o algo así. —Lo juro por el Río Estigio. Ahí está otra vez, aquel juramento que nunca se debe hacer, y el cual los dioses y los héroes siempre parecen dejar escapar en el peor momento posible. Sin embargo, entiendo el por qué lo hizo Helios. Como muchos de los padres71 divinos, (y, también, padres mortales), se sintió culpable por no pasar el tiempo suficiente con sus hijos. Y trató de compensarlo con un regalo caro—en este caso, un muy estúpido juramento. Faetón no lo dudó. Desde que era un niño pequeño, había querido una sola cosa. Lo había soñado toda su vida. — ¡Quiero conducir el carro del sol mañana!, —anunció. — ¡Por un día, yo solo! Un ruido chirriante como el de una aguja arañado un disco llenó toda la sala del trono, cuando todos los dioses giraron velozmente sus cuellos como diciendo: ¿Qué dijo? 69

En serio debo explicarte que es Instagram. NASCAR: hace referencia a las siglas en inglés de National Association for Stock Car Auto Racing y, actualmente, representa la categoría automovilística más comercial de Estados Unidos y la competición de stock cars más importante del mundo. 71 Solo por si estas quisquilloso en el texto original el termino ingles Dads es un término sin género que se aplica tanto a padres como a madres divinos y mortales. 70

La mandíbula divina de Helios cayó. Su trasero divino se sintió incómodo sobre su trono de esmeraldas. —Whoa, whoa, whoa. —Él trató de forzar una risa, pero lució más como si alguien lo estuviera asfixiando hasta la muerte. —Chico, no nos pongamos locos en este momento. Elije algo diferente. En serio, eso es lo único que yo no puedo concederte. —Juraste concederme cualquier cosa, —dijo Faetón. —No pusiste asteriscos72 a los lados del juramento. — ¡El asterisco estaba implícito! Venga, chico. ¿La carroza solar? ¡Es muy peligrosa! ¿Qué tal un buen paquete de carrozas Matchbox73? —Papá, tengo dieciséis años. — ¡Una carroza verdadera, entonces! Te daré una que será mucho mejor que todos las de los otros niños. El Zephyr Mark V, tiene radiales de bronce y…. — ¡Padre!, —dijo Faetón. — ¿Vas a honrar tu promesa, o no? Helios se sintió atrapado—incluso más que aquella vez en la que se le descompuso una rueda a las cuatro en punto, y estuvo atascado en la línea de espera de la Asistencia en Carretera en el medio del cielo de la tarde. —Está bien, Faetón, te lo prometí. No puedo retractarme. Pero puedo tratar de hacerte entrar en razón. Esta es una muy mala idea. Si hubiera un dios de las malas ideas, él tendría grabado: ‘Dejar que un mortal conduzca la carroza solar’, en su escudo, porque esa es, definitivamente, la peor idea. El entusiasmo de Faetón no disminuyó. Durante dieciséis años su madre y sus hermanas habían venido diciéndole que todo lo que él quería hacer era una mala idea—demasiado peligrosa, demasiado arriesgada. Él no iba a dejarse disuadir esta vez. —Déjame conducir la carroza solar, —dijo. —Es la única cosa que siempre he querido. ¡Ese es mi sueño! —Pero, hijo.... —Helios miró a su alrededor hacia los encargados de su corte en busca de ayuda, pero todos ellos estaban de repente muy interesados en sus tacos de desayuno. —Nadie puede manejar el intenso calor de la carroza, excepto yo. Incluso Zeus no podría hacerlo, y él es el dios más poderoso de todos. Mis cuatro caballos son casi imposibles de controlar. Luego está lo del recorrido. Primero tienes que ascender muy alto, como si estuvieras en la montaña rusa más loca de todas. Estando en la cima, estarás muy alto, casi raspando los cielos. ¡Cerca de todas esas monstruosas constelaciones de estrellas, las cuales podrían atacarte! Entonces, viene el descenso, que es de lo más aterrador, con una súper horrible descarga de adrenalina.... no te estoy convenciendo, ¿cierto, o lo estoy? — ¡Suena increíble! —dijo Faetón. — ¿Cuándo puedo empezar? —Deja que sea yo quien lo conduzca en tu lugar. Tú puedes llevar la escopeta, y agitar tus brazos, y comer caramelos. —No, padre. —Deja que te entrene durante unos meses antes de que puedas tomar las riendas. O unos pocos siglos. Hacerlo mañana—es una locura. —No. 72 73

Es una forma de decir que no puso condiciones o notas a pie de páginas o letras pequeñas en su promesa. Los carros Matchbox son carros en miniatura de juguete.

Helios dejó escapar un suspiro. —Estás rompiéndome el corazón, chico. Está bien. Vamos. El garaje solar no es uno de esos garajes que pueden quedarse atiborrados con cajas de almacenamiento, muebles rotos y viejos adornos navideños. El suelo de mármol estaba impecable. Los establos de los caballos estaban recién lavados. El equipo mecánico, compuesto por los dioses de las horas, se acercó apresuradamente con sus uniformes combinados de FREGADORES DE TINA para pulir las molduras de la carroza, aspirar el interior y aparejar los caballos de fuego del tamaño de un elefante en las limoneras74. Las ruedas de la carroza eran dos veces más altas que Faetón. El eje y las llantas eran de oro macizo, con radios de plata y pastillas de freno 75 de un Maserati. Los lados del carro tenían incrustaciones de metal hechas por Hefesto—imágenes fluidas del Monte Olimpo en varias tonalidades de oro, plata y bronce. El interior de cuero negro tenía un sistema de estéreo oculto, soportes de bebidas de veinticuatro quilates, y un ambientador de aire con forma de árbol de pino colgando del espejo retrovisor. Faetón estaba ansioso por subirse a bordo, pero cuando agarró las riendas metálicas ardían como si fueran una estufa. —Espera, —su padre sacó una botella que parecía contener protector solar. —Déjame ponerte esto para que no estalles en llamas. Faetón se removía con impaciencia mientras Helios le aplicaba la loción mágica sobre su rostro y sus brazos. Él había tenido que pasar por esto cuando era pequeño. Mientras que todos los otros niños estaban jugando en las orillas del Nilo, su madre le estaba untando protector solar, y le daba consejos estúpidos sobre los peligros de la insolación, o los cocodrilos o lo que sea. ¡Eso era algo tan molesto! —Ahí está, —dijo Helios. —Eso debería evitarte una muerte instantánea. Una vez que las ruedas comiencen a girar, la temperatura del carro subirá unos trescientos grados Fahrenheit, y eso que en el interior el aire acondicionado estará a tope. —No puede ser que esté tan caliente, —dijo Faetón, aunque sus manos ya estaban cubiertas de ampollas. —Escucha, chico, no tenemos mucho tiempo antes de la salida del sol. Voy a tratar de darte algunos consejos para que cuides de tu vida. — ¡Whoa! —Faetón se subió a la carroza y revisó el tablero de instrumentos. — ¿Le has incorporado Bluetooth? — ¡Faetón, por favor!, —Helios saltó junto a él, justo a tiempo para impedirle encender los propulsores cohetes. — ¡No toques los botones! Y, hagas lo que hagas, no azotes a los caballos para que vayan más rápido. — ¿Hay un látigo? ¡Genial! —Faetón lo sacó de su funda. Azotó el látigo de oro y lenguas de fuego aparecieron en el aire.

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Son cada una de las dos varas de un coche de caballos, las cuales sobresalen de la carroza y se usan para que el caballo tire del carruaje. 75 Las pastillas están diseñadas para producir una alta fricción con el disco.

— ¡No lo uses! —declaró Helios. —Los caballos irán lo suficientemente rápido. Por cierto, sus nombres son Blaze76, Dawn77, Fire78 y Flame79. No los llames Donner80, Blitzen81, Comet82 y Cupid83. Odian eso84. — ¿Por qué? —No importa. Si tienes que aminorar su velocidad, utiliza las riendas. Mantén la mano firme, o sabrán que no tienes experiencia. Y van a empezar a portarse mal. — ¡Oh, por favor!, —dijo Faetón. —Estos caballos lucen muy adorables. Los sementales sacudieron sus crines de fuego. Ellos exhalaron nubes de ceniza volcánica, e hicieron resonar sus pezuñas, quemando el suelo de mármol. —Um, seguro, —dijo Helios. —Lo más importante—mantente por la mitad del cielo. Una vez que estés allí arriba, verás mi ruta—algo así como marcas de neumáticos de vapor. Síguelas. Los caballos conocen el camino. No vayas demasiado alto o incendiarás los cielos. No vayas demasiado bajo o destruirás la tierra. —Lo tengo. —No vayas demasiado hacia el norte o hacia el sur. Ve por la mitad del cielo. Mientras lo hagas, y te abstengas de hacer algo estúpido, habrá una pequeña probabilidad de que sobrevivas. Para Faetón, todo eso era el acostumbrado: bla, bla, bla. Su madre y sus hermanas le habían dado sermones desde el principio de los tiempos. En todo lo que él podía pensar era en ese dulce látigo de fuego, en los impresionantes caballos exhaladores de humo, y en lo épico que él luciría al conducir esta carroza de oro por el cielo matutino. El tono de alarma del teléfono inteligente de Helios sonó. —Aquí viene el sol. —Él se bajó de la carroza. La diosa del amanecer, Eos, corrió hacia el garaje. Pulsó un botón en la pared, y la puerta del garaje empezó a elevarse enrollándose. Un haz de luz se encendió, iluminando el cielo de la mañana. Eos puso sus manos de color rosa sobre la luz, y comenzó a hacer unas figuras de títeres con las sombras85. Faetón nunca se había dado cuenta de que la diaria salida del sol, era un concierto muy extraño. —Última oportunidad, —Helios le imploró a su hijo. —Por favor, no hagas esto. — ¡Voy a estar bien, padre! ¡Dioses! Voy a traer tu carroza de regreso, sin rasguños. —No pongas música. Y mantén tus manos sobre las riendas. Y si tienes que aparcar hazlo en paralelo…. — ¡Nos vemos, padre! ¡Gracias! —Faetón sacudió las riendas. — ¡Arre!

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Nombre en Español: Llamarada. Nombre en Español: Amanecer 78 Nombre en Español: Fuego 79 Nombre en Español: Llama 80 Nombre en Español: Trueno 81 Nombre en Español: Relámpago o Rayo 82 Nombre en Español: Cometa o Veloz 83 Nombre en Español: Cupido 84 La razón por la que Los Caballos de Helios odian ser llamados Donner (Trueno), Blitzen (Relámpago o Rayo), Cupid (Cupido), Comet (Cometa, Veloz) es porque estos son los nombres de los renos de santa Claus. Hemos de resaltar que los nombres cambian según el país o el idioma. 85 Las sombras chinas, títeres de sombras o teatros de sombras: Es la acción de interponer las manos u otros objetos entre una fuente de luz y una superficie clara. Esto constituyen una de las más antiguas artes del teatro de títeres y marionetas 77

Los caballos se lanzaron hacia delante, tirando de Faetón y de la carroza hacia el cielo cuando Helios gritó detrás de él. — ¡La tarjeta del seguro está en la guantera! El viaje fue aún más asombroso de lo que Faetón había imaginado. Él gritó y gritó, e hizo su danza de la alegría cuando el carro se disparó hacia arriba a miles de millones de kilómetros por hora. — ¡SÍ, NENA! —Gritó. — ¿Quién es el sol? ¡Yo soy el sol! Los caballos empezaron a rebelarse. Blaze, Dawn, Fire y Flame no apreciaban lo muy ligero que Faetón sujetaba sus riendas. Los caballos no eran grandes fans de su danza de la alegría, tampoco. Corrieron al doble de su velocidad normal, pero, dado que ellos estaban en ascenso, y que Faetón nunca antes había conducido la carroza, no se dio cuenta de que algo estaba mal. Abajo, la gente en la tierra, sí que debió haberlo notado, sin embargo. Se despertaron como a las seis A.M. y veinte minutos más tarde, ya era la hora del almuerzo. La carroza se estabilizó en la cima del cielo. El entusiasmo de Faetón, también, comenzó a nivelarse. Él miró todos esos botones del tablero de instrumentos que se suponía no debía apretar. Mantuvo una de sus mano sobre las riendas, y rebuscó en los CDs de su padre, buscando un poco de música no tan patética86, pero la selección era patética: ‘Good Day Sunshine87’, ‘Walking on Sunshine88’, ‘You Are the Sunshine of My Life89’, —todos los clásicos relacionados con el sol seguían llegando. Faetón trató de concentrarse en el rastro de humo marcado por las ruedas, las cuales a travesaban el cielo, para seguir el camino que su padre le había dicho, pero todo eso se le hizo monótono después de, unos, cinco minutos. Además, incluso con el AC90 a tope, e incluso con su protector solar mágico, el carro estaba caliente. Pronto se sintió sudoroso, irritable y nervioso. —Estoy aburrido, —se dijo Faetón. —Esto es aburrido. Eso podría sonarte increíble, pero yo lo puedo entender. La mayoría de los semidioses tenemos THDA91. No importa lo impresionante o aterradora que sea la experiencia, después de unos minutos estamos listos para otra cosa. Sin embargo…. cuando estás a toda velocidad a travesando la estratosfera en una carroza de fuego de la muerte a millones de grados, diciendo ‘Estoy Aburrido’, podrías estar tentando al destino solo un poquito. Faetón bajó su mirada hacia la tierra, la cual estaba muy, muy abajo. La vista era increíblemente aterradora. Nunca había estado tan alto. Ningún mortal lo había estado, ya que esto fue antes de los aviones, y otras cosas. Estaba bastante seguro de que él podía distinguir la línea azul del río Nilo. Su ciudad natal estaría en el centro, justo por debajo de él. — ¡Hey, Épafos! —Gritó hacia abajo. — ¿Qué te parece este paseo? Pero, por supuesto Épafos no podía oírlo. Nadie en su casa sabría qué Faetón estaba conduciendo el sol. Dentro de unos pocos días, después de la experiencia más emocionante de su 86

Texto Original: Non–lame Music: Que es algo así como música no tan mala o no tan antigua o no tan fuera de moda, por lo que la tradujimos Música no tan Patética que en si es lo que Faetón buscaba. 87 Good Day Sunshine–En español: Un Buen Día Soleado: Es una canción del grupo británico The Beatles perteneciente al álbum Revolver de 1966. 88 Walking on Sunshine–En español: Camino Bajo el Sol: Es una canción compuesta por Kimberley Rew para Katrina and the Waves. 89 You Are The Sunshine Of My Life–En español Eres el Sol de mi vida: Es una canción compuesta por Stevie Wonder. 90 Abreviación en Ingles para Aire Acondicionado (No se cómo les digan en otros países). 91 THDA: Trastorno de Hiperactividad con Déficit de Atención. Aunque a estas alturas del partido esta nota esta demás.

vida, Faetón volvería allí y presumiría sobre ello, y nadie le creería. Estaría de regreso justo donde empezó—ridiculizado, rechazado, obligado a llevar un casco de seguridad y un chaleco salvavidas por el resto de su protegida y aburrida vida. —A menos que.... —él sonrió. —A menos que haga algo inusual que demuestre que fui yo quien estaba conduciendo la carroza. Los caballos habían alcanzado el apogeo92 de su camino. El cielo era negro. El aire era tenue, pero no creo que se le pueda echar la culpa a la falta de oxígeno, por lo que Faetón hizo a continuación. Su defecto fatídico era ser temerario. Eso es bastante obvio. Claro, podemos culpar a su madre y a sus hermanas de sobreprotegerlo. Tal vez su preocupación obsesiva había hecho a Faetón un temerario. O, tal vez, ellas entendían a Faetón lo suficiente como para saber lo que sucedería si alguna vez lo dejaban de vigilar. Fuera cual fuera el caso, Faetón decidió que sería una gran idea el volar lo suficientemente bajo sobre su ciudad natal como para poder gritarle a la gente, y dejarles claro que era él quien estaba en el asiento del conductor. — ¡Desciendan!, —le dijo a los caballos. Los caballos ya estaban corriendo demasiado rápido. Estaban confundidos y molestos porque su conductor no tenía firmeza en su mano para controlar con normalidad las riendas. Pero, ellos conocían el camino habitual, y no deseaban salirse de allí. Faetón agarró el látigo. Lo azotó, lenguas de fuego pasaron a través de los traseros de los caballos. — ¡Desciendan! Los caballos resoplaron y relincharon, como diciendo: Tú lo pediste, colega. Ellos descendieron. Por suerte, la mano izquierda de Faetón estaba envuelta alrededor de las riendas. De lo contrario, hubiera salido volando por la parte posterior de la carroza junto con el látigo, las alfombras del piso, y la colección de CDs de su padre. Gritó mientras se convertía en el primer ser humano en experimentar la gravedad cero, pero una parte de él estaba muy emocionada. Ahora, podía ver claramente su ciudad—las casas, el palacio, y la pista de carreras, todo aquello comenzó a enfocarse mejor mientras se precipitaba hacia la tierra. — ¡Ellos van a fijarse en mí!, —gritó. Se fijaron en él, por supuesto. Su primera pista fue cuando las palmeras estallaron en llamas. A continuación, el río Nilo comenzó a hervir. Los techos de las casas se incendiaron. Faetón vio con horror como toda la parte norte de África, la cual siempre había sido verde y exuberante, se marchitaba y se quemaba, convirtiéndose en un vasto desierto. —No, —murmuró. — ¡No, no, no! ¡Arriba! ¡Suban, Comet, o Blitzen, o sean cuales sean sus nombres! A los caballos no les gustó eso. Ellos se corcovearon y cambiaron de dirección93, moviendo el carro de lado a lado, con la esperanza de tirar a su estúpido conductor adolescente. 92

Punto culminante de un proceso. Texto original: Turned: Girarse o volverse pero como la carroza solar no puede retroceder ni girarse por que solo puede avanzar el cambio de dirección mencionado aquí es que pasaron de descender a ascender. 93

Más por suerte que por diseño, peraltaron94 mientras ascendían y se desviaban hacia el norte. Subieron hacia el cielo mientras atravesaban Europa. A medida que se elevaban, la parte norte del continente comenzó a congelarse. La nieve se acumuló en la cima de las montañas. Los glaciares se expandieron a través del paisaje hasta tragarse ciudades enteras. La temperatura en el interior del carro se volvió incómodamente fresca lo cual no era algo bueno, teniendo en cuenta el hecho de que se suponía que debía de estar a unos trescientos grados Fahrenheit en el interior. Escarcha se formó sobre los arneses95 de los caballos. Su aliento de fuego se había convertido en vapor. Estrellas aparecieron en el cielo del mediodía—constelaciones monstruosas con formas de un toro furioso, una serpiente enroscada, y un escorpión preparado para atacar. No estoy seguro de lo que Faetón vio allá arriba en el espacio, pero lo volvió loco del terror. Se dio cuenta, demasiado tarde, que nunca debió de haber pedido el conducir la carroza. Deseó no haber nacido. Por favor, oró, solo déjame regresar de nuevo con mi familia. Nunca me portare mal de nuevo. Abajo en la tierra, los mortales, también, estaban orando. La mañana más corta en la historia se había convertido en la más larga, y la más horrible tarde de todas. La parte sur de la tierra se quemó, y se volvió estéril. La parte norte se congeló y heló. La gente estaba muriendo. Los cultivos estaban quemados. Los planes vacacionales de las personas quedaron arruinados. Los meteorólogos se tiraron en posición fetal sobre los pisos de los estudios de TV, sollozando y cacareando histéricamente. De acuerdo con algunas versiones de la historia, el pequeño viaje de placer de Faetón también quemó a la gente de África y es por eso que su piel se volvió más oscura. No sé nada acerca de eso. Personalmente, creo que los griegos estaban tratando de explicar el por qué las personas tienen diferentes colores de piel, pero pienso que aquella teoría tiene la misma probabilidad de que los seres humanos fueran originalmente de piel oscura y que algún dios de la lavandería lavó a los europeos con Clorox96 por accidente y todos quedaron blanqueados. Como sea, Faetón ahora estaba totalmente fuera de control. El sol hizo bucles97 a través del cielo, y zigzagueó por los alrededores. Los mortales gritaron sus oraciones al Rey de los dioses: — ¡Hey, Zeus! ¡Nos estamos muriendo aquí abajo! ¿Puedes ayudarnos un poco? Zeus estaba sentado en su sala del trono, absorto en el último número de la revista DT (Dios Trimestral)98, pero cuando oyó a tantos humanos gritar su nombre echó un vistazo por la ventana. — ¡Santo yo! —Vio las ciudades en llamas, la gente muriendo, los mares hirviendo, sus templos desmoronándose. — ¡Mis templos! ¡Nooooo! ¿Quién está conduciendo el sol? Utilizó su súper visión divina para hacer un zoom hasta la carroza. Rápidamente se dio cuenta de que el tipo escuálido que cogía las riendas no era Helios. —Oh, odio a los conductores novatos. ¡Hey, Ganimedes! ¡Entra aquí! El copero del Rey asomó su cabeza por una esquina. — ¿Sí, jefe? 94

Tomar una curva a tal velocidad que el carro está a punto de salirse de la carretera. Se llaman arneses al conjunto de adornos, jaeces o arreos que se ponen a los caballos de montar y a las caballerías de tiro y de carga. 96 Clorox marca de—sip, creo que ya sabes la respuesta, creo que tú solito puedes adivinarlo, está en la punta de tu lengua, correcto—cloro. 95

97 98

∞ Texto original: GQ (God Quarterly).

—Tráeme uno de mis relámpagos. Están junto a la mesa al final del pasillo, a los lados de las llaves. — ¿Qué tamaño de rayo cilíndrico desea? —Tráeme un número diez. Los ojos de Ganimedes se abrieron. Zeus casi nunca usaba los números diez. Esos eran para ocasiones especiales, como bodas o el Armagedón. Un minuto más tarde, Ganimedes regresó, arrastrando un cilindro de bronce celestial del tamaño de un cohete. Zeus lo levantó y apuntó con cuidado. Necesitaría eso para golpear al conductor sin destruir la carroza. No estaba muy seguro de lo que sucedería si él explotaba el sol, pero dudaba que fuera algo bueno. Aun así…. la carroza que estaba fuera de control, estaba destruyendo sus templos, y algunas de sus estatuas favoritas de sí mismo. Las medidas drásticas eran requeridas. ¿El último pensamiento de Faetón cuando estaba punto de ser volado99 en el cielo? ¡AHHHHHHHHHH! Aunque tal vez, solo un poco, también pudo estar pensando: Gracias a los dioses. Al final, él sabía que su viaje de placer tenía que ser detenido. Estaba poniendo en peligro a su familia y toda a la humanidad. Él estaba fuera de sus cabales por el miedo. Ninguna montaña rusa puede continuar por siempre, incluso un súper aterrador descargador de adrenalina de ráfagas de fuego condenatorias. Un destello intenso y eso fue todo para Faetón. Zeus lanzó al chico fuera del carro. Su cuerpo cayó a la tierra como si fuera un cometa ardiente. Sin su conductor molesto, los caballos arrastraron el carro del sol de regreso a sus establos. Blaze, Dawn, Fire y Flame pensaron que serían recompensados por el trabajo de un buen día con zanahorias ardientes y avena fundida.

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Explotado, destruido, finiquitado como le quieras poner.

Después del Día del Sol Descontrolado, la vida nunca fue la misma. Los dioses llevaron a cabo un consejo de emergencia para revisar las normas de seguridad para los conductores. Helios lloró a su hijo. Su corazón se volvió amargado. En lugar de culparse a sí mismo por dejar conducir a Faetón, culpó a Zeus por matar a su hijo. Es divertido cuando los dioses, (y las personas), hacen eso a veces. — ¡No conduciré el sol de nuevo!, —declaró Helios. — ¡Dejaré que otra persona se haga cargo de ese estúpido trabajo! Tal vez, fue allí cuando la gente comenzó a pensar en Apolo como el dios del sol, porque Helios se fue sin una presentación por desempleo100, o algún paquete de indemnización, ni nada. O, tal vez, los dioses abogaron y lo amenazaron para que Helios mantuviera su trabajo por un poco más de tiempo. De cualquier forma, Helios nunca más dejó que uno de sus hijos tomara prestado la carroza o se metiera con su colección de CDs. En cuanto al cuerpo quemado de Faetón, su pobre madre y sus siete hermanas lo vieron caer más allá del horizonte boreal101. Clímene sabía que su hijo estaba muerto. Nadie sobrevive a un rayo de Zeus. Pero las siete Helíades decidieron que no podrían descansar hasta encontrar el cuerpo de su hermano. Durante meses viajaron hasta llegar a las selvas del norte de Italia. Allí, cerca de una pantanosa desembocadura del Río Po102, encontraron el lugar del descanso final de su hermano. El rayo de Zeus de alguna manera había convertido al semidiós en una fuente de energía sin fin. Su cuerpo ardía y humeaba pero nunca se desintegraba. Se había hundido en el interior de un pequeño lago, hasta asentarse en el fondo. Allí yació, hirviendo eternamente, calentando el lago y generando burbujas de gas nocivas que salían a la superficie y convirtieron todo aquel lugar en una zona venenosa. Hasta los pájaros que sobrevolaban el lago caían muertos. Las siete Helíades acamparon cerca de la orilla y lloraron. No había forma de que ellas pudieran recuperar el cuerpo de Faetón, pero se negaron a irse. No comieron, ni bebieron. Finalmente Zeus se apiadó de ellas. A pesar de que Faetón había sido una especie de idiota, el Rey de los dioses apreciaba la lealtad de las hermanas para con su hermano. —Se quedarán acompañándolo para siempre, —decidió Zeus. —Estarán allí de pie como un recordatorio de lo que ocurrió el Día del Sol Descontrolado. Las hermanas empezaron a cambiar de forma. Sus ropas se endurecieron como las cortezas de un árbol. Sus dedos se alargaron, convirtiéndose en raíces. Sus cabellos se estiraron hacia el cielo para convertirse en ramas, y hojas. Sus lágrimas se convirtieron en savia dorada, que se endureció hasta formar el ámbar103. Es por eso que los griegos llamaban al ámbar: ‘la piedra de la luz’, —porque se forma a partir de las lágrimas de las hijas del sol. Hoy en día, nadie sabe exactamente dónde está ese lago. Tal vez se hundió en el mar o en los pantanos. Pero de regreso a aquellos días, tal vez, unos cien años después del incidente del Día del Sol Descontrolado, otro héroe llamado Jasón navegó por el río Po en su barco, el Argo. Durante 100

La prestación por desempleo, es una prestación contributiva, es decir, para tener derecho a ella, tenemos que contribuir económicamente a ella cuando nos encontramos trabajando y por tanto, su cuantía final dependerá de las contribuciones que hayamos realizado 101 También se lo puede traducir horizonte del norte, septentrión o norteño 102 El río Po es un largo río del norte de Italia, que fluye de oeste a este, desde los Alpes al mar Adriático, donde desemboca cerca de la ciudad de Venecia. 103 Según el mito Las Helíades se convirtieron en convirtieron en álamos o en alisos.

la noche, él oyó el llanto de unos árboles—un gemido fantasmal que condujo a su tripulación hacia un insano miedo. Los vapores del lago eran tan venenosos como siempre. Una misteriosa luz dorada brillaba en el fondo del lago, donde el cuerpo de Faetón todavía ardía. Pero nosotros hablaremos todo sobre Jasón más tarde. Como sea, ahora ya sabes por qué Faetón nunca consiguió su licencia de conducir. ¿La moraleja de la historia?: Destruir la tierra solo hará que te tiren realmente rápido. O, tal vez: No hagas promesas estúpidas a tus hijos. O, tal vez: Si tu madre te parece sobre protectora, es posible que te conozca mejor de lo que piensas. (Tenía que poner eso allí. Mi madre está detrás de mí asintiendo con su cabeza, y murmurando: ‘Gracias’). Así que todo esto es Faetón. Un lindo final infeliz con toneladas de muertes. ¿Te sientes mejor? Bien. Porque no hemos terminado todavía. Los héroes masculinos no han monopolizado la carnicería y la destrucción. Vayamos a la nación de las Amazonas104 y conozcamos a una tierna asesina llamada: Otrera.

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Es un juego de palabras entre Amazon la Compañía Estadounidense de comercio electrónico y servicios de computación en la ciudad estadounidense de Seattle, Washington y la antigua ciudad de las Amazonas.

OTRERA INVENTA LAS AMAZONAS105 (¡CON DOS DÍAS DE ENVÍO GRATIS!).

No sabemos mucho acerca de Otrera por las historias antiguas. A esos tipos, los Griegos Antiguos, no les importaba de dónde venía Otrera o que fue lo que hizo para destacar. ¿Por qué era eso? 1) Era una mujer. 2) Era una mujer que daba mucho miedo. 3) Era una mujer que daba mucho miedo, y que mató unos cuantos Amigos Griegos Antiguos. Originalmente vivió en las tierras del norte que bordeaban el Mar Negro—la misma área general que luego produciría grandes personajes humanitarios como Atila el Huno. ¿Quiénes conformaban el pueblo de Otrera? No lo sabemos. Eso es probablemente porque los mató a todos. Solo sabemos que en algún punto decidió que su vida como ama de casa de la Edad de Bronce apestaba. Y decidió hacer algo al respecto. Quizá se estarán preguntando: ¿Qué tendría que pasar para que una mujer promedio se volviera loca, matara a todos los hombres de su tribu y fundara una nación de mujeres homicidas? ¿Mencioné que ser ama de casa de la Edad de Bronce apestaba? Si eras mujer en aquellos tiempos, este sería el mejor escenario posible: Podrías haber nacido en Esparta. Y aunque Esparta fuera el mejor escenario posible, estarías intentando avanzar a contracorriente en un Arroyo106 de Popó sin remos. Al menos en Esparta las mujeres podían tener propiedades. Eran respetadas como madres de guerreros. Las mujeres jóvenes podían servir como acólitos107 en el templo de Artemisa y, para agradar a la diosa, ayudar con los sacrificios humanos de hombres para que su sangre cubriera el altar. (Para más detalles, ver: Espartanos: Completos Fenomenoides). Si hubieras nacido mujer en Atenas, la cuna de la democracia, eras tratada tan mal como un esclavo, (y sí, tenían esclavos). No podías tener propiedades. No podías votar en la asamblea. No podías tener negocios propios. Ni siquiera se suponía que fueras al ágora—el mercado comunal y centro comercial al aire libre—aunque un montón de mujeres lo hacían de cualquier manera, porque, ya saben, el pollo al limón en el pabellón de comidas era muy sabroso. Básicamente, las mujeres no podían hacer nada, excepto quedarse en casa, cocinar, limpiar la casa y verse lindas—preferiblemente todo al mismo tiempo. Ahora, yo—siendo un 105

NT: Percy hace un juego de palabras entre Amazon la empresa de envíos, y las Amazonas de la mitología. NT: Rápidos. 107 Sacerdotisa. 106

asombrosamente moderno semidiós—puedo hacer todo eso con facilidad. Pero no todos pueden sobrellevarlo. (Mi novia, Annabeth, está leyendo esto por sobre mi hombro, y se está riendo. ¿Por qué se estará riendo?) Las mujeres Atenienses no podían escoger siquiera con quien casarse. Eso era válido para la mayoría de las mujeres entonces. Cuando aún eras una niña, tus padres eran tus guardianes (léase: tu papá era tu guardián, porque tu mamá solo estaba ahí para enseñarte como limpiar y cocinar y verte linda). Tu padre tomaba todas las decisiones por ti. Oh, ¿no te gustaban sus decisiones? Bueno, tus opciones eran recibir una paliza, te podían matar o podían venderte como esclava. Toma tu tiempo para elegir. Una vez que tenías edad suficiente para casarte—y por eso quiero decir doce o trece—tu padre elegiría un esposo para ti. El afortunado podía ser un tipo mayor. Podía ser feo. Podía ser gordo. ¡Pero, no te preocupes! Tu padre se aseguraría de que tu esposo tuviera la posición social apropiada para que se reflejara una mejora en la reputación de tu padre. Tu padre le pagaría a tu esposo una dote—un precio por llevarte. A cambio, tu esposo se convertiría en el aliado de tu papá en sus tratados políticos y en los negocios. Así que mientras tú te quedabas sentada en casa, cocinando y viéndote linda para tu viejo, feo y gordo marido, podías consolarte sabiendo que era la mejor opción para los intereses de tu padre. Como una mujer casada, tu esposo se convertía en tu guardián. Tomaba todas las decisiones por ti, justo como solía hacerlo tu padre. Oh, ¿no te gustaban sus decisiones? Ver tus opciones de castigo más arriba. ¿Ya comienzas a sentirte como una mujer homicida? Entonces quizá podrás comprender lo que motivó a Otrera. Porque, ¿las cosas que acabo de describir sobre Atenas y Esparta? En las tierras del norte, donde nació Otrera, la vida era más rigurosa y las condiciones para las mujeres eran diez veces peores. Cuando Otrera colapsó, lo hizo a lo grande. Desde que era una niña, los dioses favoritos de Otrera eran Artemisa y Ares. Artemisa era la protectora de las jóvenes doncellas, así que eso tiene mucho sentido. Artemisa no necesitaba hombres apestosos para que cuidaran de ella, lo que le resultaba muy atractivo a Otrera. Si su pueblo hubiera sido en algo similar a los espartanos, apuesto a que cuando Otrera fuera joven hubiera servido como sacerdotisa en entrenamiento para Artemisa. Realmente puedo imaginarla azotando a víctimas masculinas para el sacrificio humano hasta que sangraran por todo el altar. Oigan, hubiera pensado, ¿esto de azotar hombres para hacerlos sangrar? ¡Sí que es divertido! Sin embargo Otrera no se quería convertir en una seguidora de Artemisa de tiempo completo. Eso hubiera significado renunciar a los hombres para siempre. No–oh. A Otrera le gustaban los hombres—cuando no le estaban dando órdenes todo el tiempo. Más adelante iba a tener montones de novios. Incluso tuvo un par de hijas. Más de eso en un segundo…. Su otro dios favorito era Ares, el tipo de la guerra. Un dios como Ares parece muy adecuado para Otrera. Vivía en un país rudo. La vida era brutal. Si querías algo, matabas por ello. Si te enojabas, golpeabas a alguien en el rostro. Simple. Directo. Sangriento. ¡Divertido! Como la mayoría de los lugares en ese entonces, el pueblo de Otrera era controlado por hombres. Las mujeres no tenían derechos. Y, definitivamente no se les permitía pelear, pero en

algún punto Otrera se sintió frustrada siendo la lavandera/cocinera/lava pisos/placer a la vista, de su esposo. Decidió aprender defensa personal de manera autodidacta, solo por si acaso… bueno, en caso de que lo necesitara algún día. En la noche se escabullía hacia los bosques con la espada, y con el arco de su esposo. Aprendió a pelear atacando árboles, imitando los movimientos que había visto que empleaban los jóvenes soldados hombres. Aprendió a disparar disparando una y otra vez hasta que pudo derribar un animal salvaje en la oscuridad a unos ciento ochenta metros. Una vez que Otrera tuvo la confianza suficiente en sus habilidades, buscó y convenció a otras mujeres del pueblo que estaban tan frustradas como ella. Estaban cansadas de que sus viejos, apestosos y gordos esposos les dijeran que hacer, de que las golpearan o las mataran o las vendieran como esclavas si se quejaban. Otrera, en secreto, comenzó a enseñarles a sus amigas cómo pelear. En los bosques durante la noche, aprendieron las habilidades de cacería de Artemisa, pero también oraban a Ares por fuerza y valor en la batalla. Adorar a ambos dioses al mismo tiempo era una mezcla bastante inusual, era como: Artemisa nos dice que los hombres son unos brutos estúpidos. Por lo tanto, adoremos a Ares, el más estúpido y bruto de todos los machos. Pero la combinación funcionó. Otrera y sus seguidoras pronto se volvieron fieras e intrépidas. Por un tiempo, pretendieron que todo era normal en casa. Luego un día algo sucedió que hizo que Otrera se pusiera en modo nuclear. No sé qué fue. Quizá su esposo le ordenó que le llevara una cerveza del refrigerador una vez más de lo que ella podía tolerar. Quizá le gritó porque no se veía lo suficientemente bonita mientras tallaba los pisos. Otrera calmadamente tomó la espada de su marido del armario. Ocultó la hoja tras sus faldas y caminó hasta donde se encontraba sentado su esposo. —Quiero el divorcio, —le dijo. Su esposo eructó. —No puedes divorciarte. Yo tomo todas las decisiones por ti. Me perteneces. ¡También sucede que nadie ha inventado el divorcio aún! —Yo lo acabo de hacer. —Otrera sacó la espada y le cortó la cabeza a su esposo. Él nunca volvió a pedirle otra cerveza, pero llenó de sangre todo el piso que Otrera acababa de limpiar. Ella odiaba cuando eso pasaba. Con la espada en la mano, Otrera salió de la cabaña. Hizo un ruido como el graznido de un cuervo—el ave sagrada de Ares. Sus seguidoras escucharon la señal. Tomaron sus espadas y dagas y cuchillos de carnicero, y ser un hombre se volvió súbitamente la más peligrosa ocupación en el pueblo. La mayoría de los hombres fueron ya sea asesinados o encadenados. Unos cuantos que tuvieron suerte consiguieron escapar. Corrieron hasta el pueblo más cercano y les explicaron lo que había sucedido. Pueden imaginarse como fue esa conversación. — ¡Mi esposa sacó una espada y me amenazó! — ¿Y tú solo huiste? — ¡Está loca! ¡Las mujeres mataron a todos! — ¿Sus mujeres mataron a todos sus mejores guerreros? ¿Qué clase de hombres son ustedes? ¡Iremos a darles una lección! Los hombres del pueblo más cercano marcharon hacia la villa de Otrera, pero no se tomaron la expedición muy en serio. Después de todo, iban a pelear con mujeres. Se imaginaron que

llegarían, aplicarían unos cuantos castigos con nalgadas, se tomarían unas cuantas cervezas, luego tomarían a las mujeres más guapas como esclavas y regresarían a casa. No funcionó así. Otrera había colocado alambres de trampa y cepos en los caminos. Construyó una barricada en los límites del pueblo, custodiada por sus mejores elementos (mujeres) en el manejo del arco y la espada. Los tipos del pueblo vecino se presentaron. Las seguidoras de Otrera los masacraron. Otrera marchó hacia el pueblo vecino. Liberó a las mujeres, reclutando aquellas que quisieron unírsele y permitiendo que el resto se marcharan. Los hombres restantes los mató, o esclavizó. Unos cuantos sobrevivientes aterrados huyeron a las villas cercanas, esparciendo las noticias sobre una loca mujer llamada Otrera y su banda de alegres asesinas. Los hombres del siguiente pueblo trataron de detenerla. Sus guerreras los liquidaron. Enjuagar y repetir108. Pronto Otrera tenía el control de una docena de pueblos, con un incipiente ejército de feroces mujeres listas para seguirla a la gloria. Estaban extremadamente motivadas por la batalla, porque si alguna vez perdían ante sus enemigos hombres, estos no hubieran tenido piedad. Las mujeres no serían tomadas como prisioneras de guerra. Serían azotadas, vendidas como esclavas y luego asesinadas. ¡La trifecta109 completa! Otrera aún estaba aprendiendo cómo organizar sus tropas cuando los hombres de las ciudades vecinas comenzaron a tomarla en serio. Los hombres armaron un verdadero ejército sensato—miles de veteranos curtidos con armas reales y sin ilusiones sobre cervezas y nalgadas. Las exploradoras de avanzada de Otrera le advirtieron sobre lo que estaba sucediendo. —Necesitamos más tiempo, —dijo Otrera. —No hemos entrenado a nuestras mujeres apropiadamente. Además, este país es duro, estéril y realmente apesta. No vale la pena defenderlo. ¡Migremos a una tierra más rica y forjemos nuestro propio reino regido por mujeres! Eso les pareció mejor a sus seguidoras que arriesgarlo todo en una guerra que podrían no ganar. La tribu entera de mujeres guerreras, junto con sus esclavos y el botín capturado, sus hijos y sus animales de granja y sus golosinas favoritas, migraron al otro lado del Mar Negro, a la costa norte de lo que ahora es Turquía. ¡La gloria las aguardaba! Y también, chorros de sangre y algunos pájaros carnívoros…. Otrera fundó una nueva ciudad capital llamada Sinope, cerca del Río Termodonte 110. Entrenó a sus ejércitos y reunió reclutas, gradualmente expandiendo su territorio y descubriendo dónde quedaban los mejores restaurantes. Había erigido su reino en un buen lugar—al noreste de los griegos, al noroeste de los persas, en lo que era tierra de nadie. (¿Entienden? ¿Sin hombres?111) Dondequiera que conquistaba una nueva población, se aseguraba de no dejar hombres sobrevivientes. De esa manera, las noticias sobre su avance se expandían lentamente. Para cuando sus vecinos averiguaban que era una amenaza, ya era demasiado tarde. La nueva nación estaba firmemente afianzada. Levantaron su terrible estandarte—la figura de un hombre clavado en un palo con una gran X cruzándolo. Se les temía por todo el mundo, conociéndoseles como: Las Amazonas. 108

NT: Expresión que significa que la historia se repitió una y otra vez. En términos de apuestas es cuando el apostante acierta tres veces seguidas en el orden exacto. El término viene de otro relacionado del mundo de las apuestas, «perfecto». 110 El Río Terme o Termodonte está en el límite geográfico del distrito de Terme, localizado en el centro del norte de Turquía, entre las ciudades de Ordu y Samsun. 111 Nt: Texto original: no-man’s-land (Tierra de Nadie). Por eso Percy hace un juego de palabras. 109

¿Por qué las llamaron Amazonas? Nadie está seguro. No tiene nada que ver con el Río Amazonas que está en Brasil. (Hombre, eso me tuvo confundido por años antes de que Annabeth me lo aclarara. Tenía esta imagen de mujeres guerreras rondando en el bosque tropical con pericos y monos y pirañas). Las antiguas Amazonas tampoco tienen nada que ver con cualquier compañía moderna que pudiera llamarse Amazon, no es que esa compañía sea la pantalla secreta para sus planes de dominación mundial. (Cof. Sí, claro. Cof.) Algunos griegos pensaban que el nombre Amazona venía de la palabra amazos que significa sin pechos. De alguna manera tenían la idea (ALERTA IMPORTANTE DE ASQUEROSIDAD) de que las mujeres Amazonas removían sus pechos del costado derecho para poder disparar un arco y arrojar lanzas más fácilmente. De acuerdo, primero que todo, no. Solo no. Eso no solo es asqueroso, es tonto. ¿Por qué harían eso las Amazonas? Digo, sí, eran asesinas en serio, curtidas en batalla, pero puedes disparar un arco o arrojar una lanza perfectamente bien sin…. ya sabes. También está el hecho de que, si ves cualquier estatua o ilustración antigua de las Amazonas, no hay evidencia de que las Amazonas estuvieran, este, disparejas. Finalmente, yo mismo he conocido Amazonas. No son del tipo de las que les guste lastimarse a sí mismas sin necesidad. ¿A otra gente? ¡Seguro! Pero a ellas mismas, no. Unos cuantos escritores Griegos se dieron cuenta de que esta era una teoría estúpida. Un tipo, Heródoto112, en cambio, llamó a la gente de Otrera androktones, lo cual significa asesinas de hombres. Homero las llamó antianeirai, que significa aquellas que pelean como hombres. Ambos términos son mucho más precisos que aquella en la que se hacen una cortadota para poder disparar mejor con el arco. A mí, me gusta la teoría de que Amazona viene del término Persa ha-mazan, que significa guerreras. Y me gusta esa teoría porque a Annabeth le gusta esa teoría, y si no me gusta lo que a ella le gusta echará a todas las ha-mazan contra mí. De cualquier manera, Las Amazonas habían llegado, ruidosas y orgullosas. Se volvieron más fuertes y numerosas mientras criaban a la siguiente generación de niñas pensando y actuando como guerreras. Se estarán preguntando: espera, era una nación completa de mujeres. ¿Cómo es que tuvieron a la siguiente generación? ¿De dónde salieron todas esas lindas pequeñas bebés Amazonas asesinas? Bueno, las Amazonas tenían esclavos hombres. Ya había mencionado eso, ¿cierto? Algunos de esos hombres se convirtieron en los primeros amos de casa, y tenían casi tantos derechos y privilegios como las mujeres en otros países, lo que significaba que no tenían ninguno. Auténticamente agradable. Y también, las Amazonas tenían este extraño arreglo con la tribu vecina llamada los Gargaréanos. Los Gargaréanos vivían en el lado opuesto de esta enorme montaña al noreste del territorio Amazonio. Eran una tribu de puros hombres, lo que no comprendo. ¿En serio, una tribu entera de puros hombres? Están conscientes de que nunca nadie iba a lavar la ropa, o que la estancia iba a ser una zona de desastre, y las sobras en el refrigerador iban a oler peor que el lago de gases de Faetón.

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Historiador y geógrafo griego que vivió entre el 484 y el 425 a. C.

Podría pensarse que una tribu de puros hombres sería el peor enemigo de las Amazonas, pero aparentemente no. ¿Han escuchado el viejo dicho Buenas cercas hacen buenos vecinos? Yo tampoco. De acuerdo a Annabeth esto significa algo como No toques mis cosas y nos vamos a llevar muy bien. En el caso de los Gargaréanos y Las Amazonas, una gran montaña los hizo excelentes vecinos. Los dos grupos no se molestaban entre sí. Una vez al año, por mutuo acuerdo, tenían una especie de festival en el que compartían comida113 y luego terminaban en una pijamada en la cima de la montaña. Las Amazonas se ponían demasiado amistosas con los Gargaréanos. Y, ¿ya se lo imaginaron? Unos nueve meses después, un grupo completo de Amazonas tenía pequeñas lindas bebés asesinas. Conservaban a las niñas y las criaban para ser la siguiente generación de guerreras. Y los chicos…. bueno, ¿quién necesitaba a los chicos? Las Amazonas enviaban a los más fuertes y saludables con los Gargaréanos para que los criaran. Si Otrera pensaba que el bebé era demasiado enfermizo y débil (Eran bebés, ¿cómo podían no ser débiles?), dejaba al pequeño niño en los bosques, expuesto sobre una roca, y dejaba que la naturaleza siguiera su curso. ¿Cruel y severo? Sí. La vida era muy divertida entonces. Otrera lideró a sus guerreras en montones de campañas exitosas por toda el Asia Menor hasta llegar a Grecia. Fundaron dos ciudades famosas en la costa oeste de Turquía—Esmirna y Éfeso. Porqué escogieron esos nombres, no lo sé. Yo las hubiera llamado Villa Pateatraseros y Ciudad Golpebajo, pero esa es solo mi opinión. Pelearon con los Griegos tantas veces que si van a Atenas hoy día verán toneladas de imágenes de las guerras entre Griegos y Amazonas. Las imágenes siempre muestran a los Griegos como ganadores, pero eso es más una simple ilusión que una realidad. La verdad era que, las Amazonas hacían que se les saliera el Cheez Whiz114 de miedo a los Griegos. Las guerreras de Otrera esclavizaban hombres. Peleaban como demonios. Y definitivamente no te cocinaban la cena o tallaban tu piso. Muy pronto las fuerzas Amazónicas se extendieron tanto que tuvieron que dividirse en diversas tribus. Pueblos franquicias comenzaron a aparecer por todo el lugar. Los escritores entre los Griegos Antiguos se confundían cuando intentaban describir el lugar donde vivían Las Amazonas: Están por aquí. No, están por allá. ¡ESTÁN POR TODOS LADOS! Otrera aún era la Reina de Toda la Enchilada (estoy seguro de que ese era su título oficial). Regía desde su capital de Sinope, y si convocaba una guerra todas las facciones Amazónicas obedecían. No querías ver el lado negativo de Otrera. Desafortunadamente, cuando trataba con hombres, ese era el único lado que tenía. De acuerdo… retiro lo dicho. Sí se enamoró de un hombre una vez. Su romance fue más desagradable que cualquier masacre en tiempos de guerra.

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En inglés potluck y en español potlatch, fiesta de intercambio celebrada entre tribus nativas americanas descrita por sociólogo Marcel Mauss en su libro “Ensayo sobre el don” (1924) que implica no solo el intercambio de cosas materiales o regalos, sino también la obtención del reconocimiento por parte de los otros y la destrucción de la riqueza como exhibición de poder. 114 Queso fundido para untar. Pero seguramente ustedes ya se imaginarán a lo que realmente se refiere, no hay necesidad de ser escatológicos.

Un día, Otrera había terminado su arduo trabajo diario matando a sus vecinos. Ella y sus guerreras estaban caminando por la costa del Mar Negro después de una batalla—saqueando los cuerpos de los muertos, esclavizando a los sobrevivientes—cuando un destello de luz roja iluminó las nubes. Hacen un buen trabajo, retumbó una voz profunda desde el cielo. Encuéntrame en la isla en el horizonte. Tenemos cosas que discutir. Las Amazonas no eran fáciles de asustar, pero esa voz sí les dio miedo. Una de las lugartenientes de la reina volteó a verla. —No vas a ir, ¿O sí? Otrera miró por sobre las aguas. Y efectivamente, había una mancha oscura de tierra que se divisaba en el horizonte. —Sí, —decidió. —Un destello de luz roja y una voz extraña sobre un campo de batalla… o bien estemos todas alucinando por el guisado de la noche anterior, o ese fue el dios Ares hablándonos. Será mejor que vaya a ver lo que él quiere. Otrera remó en bote sola hasta la isla. En la costa estaba el dios Ares, dos metros quince de estatura en armadura completa de combate en bronce, con una lanza llameante en la mano. Su capa era del color de la sangre. Sus botas estaban manchadas de barro y vísceras (porque le encantaba bailar tap sobre los cuerpos de sus enemigos). Era atractivo del tipo rudo, si les agrada la apariencia tipo asesino–neandertal. Sus ojos brillaban con la ferocidad pura de la matanza. —Otrera, al fin nos conocemos, —dijo él. —Condenada chica, eres buena. A Otrera le temblaron las rodillas. No todos los días conoces a uno de tus dioses favoritos. Pero no lo reverenció ni se arrodilló. Ya nunca más le haría reverencias a los hombres, incluso si se trataba de Ares. También, claro está, se imaginó que el dios de la guerra preferiría un despliegue de fuerza. —Tú tampoco estás mal, —dijo ella. —Me gustan esas botas. — ¡Gracias! —Sonrió Ares. —Las conseguí en la tienda de sobrantes del ejército en Esparta. Tuvieron una venta especial…. pero eso no es importante. Quiero que me construyas un templo aquí en esta isla. ¿Ves esa gran roca? — ¿Cuál roca? Ares levantó su lanza. Las nubes se abrieron. Un enorme meteorito cayó desde el espacio y se estrelló a mitad de la isla. Cuando se disipó el humo y se sedimentó el polvo, un bloque negro del tamaño de un autobús escolar estaba incrustado en el suelo. —Oh, —dijo Otrera. —Esa roca. —Esa es una roca sagrada. —De acuerdo. —Orar en esa roca es básicamente una línea directa conmigo. Construye un templo de piedra en derredor. Cada año, trae a tus Amazonas aquí, y sacrifiquen algunos de sus animales más importantes. —Esos serían nuestros caballos, —dijo Otrera. —Los usamos en batalla. Nos dan una enorme ventaja. — ¡Que sean caballos entonces! —dijo Ares. —Hagan eso por mí, y seguiré bendiciéndolas en el combate. Seguirán masacrando gente. Les irá muy bien. ¿Qué dices? —Pelea conmigo. Ares se le quedó mirando con sus ojos de poder nuclear. — ¿Qué? —Ambos respetamos la fuerza. Sellemos el trato con una pelea sin tregua. —Wow. Creo que me estoy enamorando de ti.

Otrera se lanzó sobre el dios. Le dio un puñetazo en la cara. Cayeron al suelo, pateando, tratando de sacarse los ojos y haciendo lo mejor que podían para pulverizarse entre ellos. Fue amor al primer golpe. Después de que se terminaron de pelear, decidieron casarse. Desde ese día, Otrera fue conocida como la novia de Ares. Eso hizo maravillas por su reputación en las calles. Cuando los ejércitos enemigos la veían cabalgar hacia ellos, mojaban sus breeches115 de bronce para la guerra. Otrera construyó un templo en la isla, justo como Ares se lo había pedido. Para protegerlo, Ares envió una parvada de pájaros asesinos que podían arrojar sus plumas como si fueran flechas. Cada año, Otrera ofrecía un gran festival en la isla, sacrificando caballos y hablándole a la enorme roca negra. Los pájaros asesinos no molestaban a las Amazonas, pero si alguien más intentaba aproximarse al templo las aves les disparaban sus plumas hasta forrarlos y los despedazaban con sus afilados picos. En otras palabras, el templo no tenía muchos visitantes forasteros. Ares y Otrera tuvieron dos hijas: Hipólita y Pentesilea. Ambos nombres rápidamente alcanzaron el top 25 entre los nombres Más Populares entre los Nombres para Niñas Recién Nacidas en la lista del año 1438 A.E.C116. De ahí en adelante, las reinas Amazonas e incluso Las Amazonas en general eran conocidas como las hijas de Ares. Algunas eran literalmente sus hijas. El resto hacía lo mejor que podía para actuar como si lo fueran. Ay, ¡Mira! Tiene la sonrisa de su padre y su furia asesina. ¡Que linda! Ares era feliz. Las Amazonas eran felices. Pero una persona importante había sido olvidada por las Amazonas en la Construcción de Templos y Programa de Apreciación Divina: Artemisa, La otra Olímpica favorita de Otrera. Siendo una lideresa bastante lista, Otrera pensó que sería mejor mostrar algo de gratitud a la diosa de la cacería antes de que comenzara a hacer llover flechas de plata sobre ellas.

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Son una prenda de ropa que cubre el cuerpo de la cintura para abajo, con las cubiertas separadas para cada pierna, por lo general deteniéndose justo debajo de la rodilla, aunque en algunos casos que llegan a los tobillos. Durante la Revolución Francesa, fueron vistos como un símbolo de la nobleza y actualmente lo usan los jinetes. 116 A.E.C. es por Antes de la Era Común.

Otrera decidió construir un templo a Artemisa en la ciudad de Éfeso, en la costa oeste de Turquía. Se imaginó que eso haría que estuviera lo suficientemente cerca para que los Griegos lo visitaran, dado que sus islas quedaban justo al otro lado del Mar Egeo. No empleó pájaros que arrojaban flechas esta vez. Esos solían reducir los dólares provenientes del turismo. En lugar de eso, Otrera construyó el templo en una colina alta para que pudiera ser visto desde lejos. Lo hizo tan hermoso como le fue posible, con muros de cedro aromático, pisos de mármol pulido y techos con incrustaciones en oro. En el centro del santuario, una estatua de Artemisa estaba ataviada en un vestido de ornamentos de gotas de ámbar para que brillara cuando la luz se derramara por las ventanas. Cada año, Otrera ofrecía un gran festival en el templo. Las Amazonas pasaban todo el día de fiesta, ejecutando feroces danzas de guerra por las calles de Éfeso. Sacrificaban joyería a Artemisa al cubrir con esta la estatua, así que para el final del festival Artemisa se veía como una modelo en atuendo hip-hop que había estado de compras en el Almacén de Descuentos de Oro del Rey Midas. El templo fue un éxito—El gran legado de Otrera. Le sobrevivió. Sobrevivió a los Griegos Antiguos. Demonios, casi sobrevivió al Imperio Romano. Fue destruido un par de veces, pero los Efesios siempre lo reconstruían. Aún permanecía en la era Cristiana cuando un tipo llamado Juan fue ahí a convertir a los locales. El lugar se volvió tan famoso que llegó a la lista de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo…. junto con las Pirámides de Egipto y, este, otras cinco más. ¿El primer McDonald’s? Lo he olvidado. El templo satisfacía las expectativas de Otrera en más formas que solo los dólares provenientes del turismo. Una vez, la salvó a ella y a su ejército completo de una muerte por uvas. Eso sucedió cuando: este nuevo dios del vino, Dionisio, estaba vagando por el mundo mortal con su partida de seguidores, enseñando a todos, las maravillas de las fiestas, con una borrachera salvaje y un buen Cabernet117 para la cena. Si tu reino daba la bienvenida a Dionisio, ¡Grandioso! Si intentabas luchar con él: ¡Ups! Iba de camino a invadir la India, porque le pareció una buena idea en ese momento, cuando se topó con la tierra de Las Amazonas. Cuando se encontró con la primera partida de reconocimiento Amazónica, quedó encantado. — ¡Oh, vaya! —Dijo. — ¿Una nación de mujeres? Puedo trabajar con eso. ¿Qué tal si ustedes chicas se van de fiesta con nosotros esta noche? Las Amazonas exploradoras dijeron, —Claro, ¿por qué no? Decidieron que les gustaba el vino. Se unieron al grupo de Dionisio de súper fanáticas conocidas como las Ménades. Esas damas eran en su mayoría ninfas que se habían convertido en unas asesinas fanáticas de las fiestas que partían a los enemigos del dios del vino en cachitos con solo sus manos. Así que imaginen lo que pasaría si las Amazonas se pasaban al equipo ménade. Sí, como que sería una Masacre en Cadena118 sin necesidad de motosierras.

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Gama de vinos tintos originaria de la región de Burdeos, Francia. The Texas Chainsaw Massacre. Película original de 1974 en la que un grupo de amigos es atacado por un caníbal con una motosierra mientras visitan la casa del abuelo de uno de ellos en Texas. 118

Más tarde, otros grupos de Amazonas intentaron detener a Dionisio. No iban a seguir a ningún hombre, especialmente si su ejército incluía un montón de sátiros, y tipos ebrios que olían como Chardonnay119 barato. Las Amazonas atacaron. Dionisio usó sus poderes divinos para volverlas locas y las convirtió en viñas, luego las aplastó para hacer más vino. Otrera escuchó sobre estas derrotas iniciales: un tipo que proclamaba ser un dios, marchando a través de su reino, y robándose a sus seguidoras o convirtiéndolas en plantas de hojas caducas120 productoras de bayas frutales. Decidió resolver el problema con su usual manera diplomática de tratar los asuntos. — ¡Mátenlos a todos! —rugió. Convocó a su ejército completo, que era algo bastante impresionante de ver. Miles de lanzas y escudos brillaban al sol. Filas de arqueras montadas—la mejor caballería en el mundo— prepararon sus flechas incendiarias. Las Amazonas podían destruir a la mayoría de sus enemigos en cuestión de minutos. Su reputación era tan aterradora que otros reinos las contrataban como mercenarias para pelear sus guerras. Normalmente, el otro lado se rendía tan pronto como veía que se acercaban las Amazonas. A lo largo de los años, Otrera se había vuelto rica y poderosa, y confiada. Se imaginó que podría barrer con una multitud de borrachos, sin problema. ¿Su defecto fatídico? Estoy pensando que fue el orgullo. Olvidó lo que le había pasado a esos tipos de las ciudades que habían tratado de patearle el trasero a ella en los viejos tiempos. Nunca subestimes a tu enemigo. Dionisio era un dios. No importaba lo amistosa que Otrera fuera con Ares y con Artemisa; no podían ayudarla contra su compañero Olímpico. Las Amazonas cargaron a la batalla y las aplastaron. Las Ménades las hicieron trizas con solo sus manos. Los sátiros les dieron con sus garrotes y viejas botellas de vino. Cada vez que Dionisio chasqueaba los dedos, otro batallón de Amazonas se volvía loco, convirtiéndose en wombats121 o ahogándose hasta morir entre gruesas vides. Otrera rápidamente se dio cuenta de que estaba superada. Replegó sus fuerzas justo antes de que fueran destruidas por completo. Luego las Amazonas huyeron por sus vidas. Dionisio y su ejército de ebrios las persiguieron hasta la mitad de la costa de Turquía. Finalmente, Otrera alcanzó Éfeso y corrió al templo de Artemisa. Se arrojó frente a la estatua de la diosa. — ¡Por favor, Artemisa Mi Señora! —rogó. — ¡Salva mi gente! ¡No permitas que las destruyan por mi estupidez! Artemisa la escuchó e intervino. O, quizás Dionisio solo se aburrió, y decidió ir a matar a alguien más. El ejército del dios del vino dio media vuelta y marchó hacia la India, dejando tranquilo Éfeso. Las Amazonas fueron salvadas. Eventualmente, reconstruyeron su ejército y consiguieron sacar todas las uvas aplastadas de entre los dedos de sus pies. De ahí en adelante, el templo de Artemisa consiguió gran reputación como refugio para las mujeres. Cualquier mujer que llegaba hasta el altar y rogaba por protección sería escudada por el 119

Clase de vino blanco originario de la región de Borgoña, Francia. Las plantas de hojas caducas o caducifolias son aquellos que no mantienen sus hojas durante todo el año. 121 Especie de Tejón Australiano. 120

poder de Artemisa. Nadie podría dañarla. Las sacerdotisas del templo y el pueblo entero de Éfeso pelearían por ella si fuera necesario. Después de eso, las cosas se pusieron muy tranquilas con Otrera. Se retiró a su capital en Sinope y reinó más o menos en paz. Hizo alianzas con sus vecinos y trajo seguridad y confianza a su pueblo. ¿La única cosa de la que no se podían proteger las Amazonas? Eran otras Amazonas. Como lo que pasó con sus dos maravillosas hijas sedientas de sangre…. Como lo dije antes, el grandioso matrimonio kick–boxing122 entre Ares y Otrera condujo al nacimiento de dos hijas. Debido a su origen, ambas eran lindas y dulces chicas a las que les gustaba el brillo y los ponis y cosas color de rosa con holanes. Bueno, no tanto. Nadie sabe exactamente cuando decidió retirarse la Reina Otrera, pero después de un tiempo todas las batallas y la esclavitud y las fiestas de baile salvaje comenzaron a aburrirle. Le transfirió el control de las Amazonas a su hija mayor, Hipólita. Al principio, Hipólita hizo un buen trabajo. Su padre, Ares, estaba tan complacido que le regaló una armadura mágica para usar en eventos especiales como los Bat Mitzvahs123, y las contiendas de asedio. También le dio un cinturón mágico que hacía a Hipólita súper fuerte. Desafortunadamente, Hipólita tuvo la mala suerte de conocer a un tipo llamado Hércules. Más de eso en un momento. Por ahora, solo digamos que hubo una gran batalla y las Amazonas sufrieron su peor derrota desde la invasión del Tipo del Vino. En la confusión de la batalla, Hipólita resultó accidentalmente asesinada por su propia hermana Pentesilea. El cinturón de las Amazonas se perdió (al menos por un tiempo). Los griegos se alejaron. Pentesilea se convirtió en reina y, después de guardar luto por la muerte de su hermana, reconstruyó el ejército de las Amazonas una vez más. Aunque fue un accidente, Pentesilea jamás se perdonó por la muerte de Hipólita. Y tampoco perdonó jamás a los griegos. Muchos años después, cuando se desató la Guerra de Troya, se anotó para ayudar a Príamo, el Rey de Troya, para así poder romper cráneos Griegos y tomar venganza por la muerte de su hermana. Eso no funcionó tan bien. Pentesilea combatió valientemente y masacró un montón de grandes guerreros, pero eventualmente la mató el más famoso combatiente griego de todos— Aquiles. Cuando Aquiles recuperó su cuerpo del campo de batalla, lavó sus heridas para que pudiera tener un funeral apropiado. Le quitó el casco de guerra, vio lo hermosa que era la reina Amazona y se sintió súper deprimido. Le pareció un desperdicio que tan valiente y extremadamente candente dama debiera morir. Aquiles esperó a la siguiente gran tregua, cuando los Troyanos y los Griegos se reunieron para intercambiar cuerpos para darles sepultura. Esos encuentros debieron haber sido divertidos. Te cambio a George que tengo aquí por Johnny y Billy Joe. Oh, espera, creo que esa pierna le pertenece a Billy Joe. No estoy seguro.

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El kick–boxing: es un deporte de combate japonés en el cual se mezclan las técnicas del boxeo con las de algunas artes marciales como el karate y el muay thai. 123 Dentro del rito judío, se consideran el Benei Mitzvá (Bar Mitzvah para los varones, del hebreo: "hijo de los mandamientos; o Bat Mitzvahs para las mujeres, del hebreo: "hija de los mandamientos.

Aquiles presentó el cuerpo de Pentesilea a los Troyanos. Alabó su valentía y su belleza a tal grado que uno de sus camaradas Griegos, un tipo llamado Tersites, se molestó. Un grupo de los amigos de Tersites había sido asesinado por Pentesilea. Así que el volteó a ver a Aquiles, y le dijo: —Amigo, ¿por qué la estás alabando? Es el enemigo y es una mujer. ¿Acaso te enamoraste de una chica muerta? (Él la llamó algo peor que una chica.) Aquiles gentilmente bajó a Pentesilea. Giró hacia su camarada, y le dio un revés a Tersites tan fuerte que todos sus dientes salieron volando como si fueran pequeños salmones saltando en un arroyo rojo. Tersites cayó muerto. Aquiles dio la cara a los Troyanos. —Por favor, otórguenle a Pentesilea un funeral honorable. Los Troyanos, que no querían morir por un trauma dental masivo, hicieron lo que les pidió. No sé si Otrera aún continuaba con vida cuando murieron sus hijas. Por su bien, como que espero que no. Incluso para una dama endurecida por la batalla como Otrera, eso hubiera sido algo difícil a lo cual enfrentarse. Otrera y sus hijas se volvieron legendarias. Aún entre algunas de las más grandes mujeres guerreras de todos los tiempos. Quizás se estén preguntando porqué incluí a Otrera en este libro, dado que es sobre los héroes Griegos y técnicamente ella no era Griega. Quizá se estarán preguntando si siquiera debería incluírsele en la categoría de los héroes. Admito que tenía sus faltas: los asesinatos ocasionales, una masacre por aquí y otra por allá. También le gustaba Ares, lo cual es simplemente repugnante. También tengo que superar mis propios prejuicios. Tuve un encuentro con Otrera una vez cuando regresó de la muerte y trató de matarme. (Larga historia. No pregunten). Pero lo importante aquí es que. Las mujeres no suelen ser consideradas en las viejas historias. Incluso Otrera, la más famosa, exitosa y poderosa mujer en el Mundo Antiguo, apenas consigue que se la mencione. Tengo que admirar sus agallas. Pasó de ser una ama de casa de la Edad de Bronce oprimida a convertirse en la reina de un imperio. Las Amazonas se volvieron famosas, se nombró un río en Brasil por ellas, a la par que esa moderna compañía que no tiene ninguna conexión en absoluto con la antigua nación Amazónica. (Cof, ajá.) Para todas las mujeres que salvó y entrenó para la batalla, Otrera definitivamente fue una heroína. Les dio esperanza. Les dio el control sobre sus propias vidas. Yo, hubiera sido un poco más suave con lo de la decapitación de los esposos, y no hubiera abandonado a los bebés hombres en los bosques para que murieran, pero era una dama aguerrida viviendo en tiempos difíciles. Así que, sí. Creo que su lugar se encuentra en un libro de héroes Griegos. Si les da pesadillas, igual que a los antiguos escritores Griegos, bueno… solo recuerden, las Amazonas ya no siguen por aquí. Desaparecieron en la historia miles de años atrás. (Guiño, guiño.) No hay muchas probabilidades de que vayan tras ustedes. Como, un veinte por ciento de probabilidades cuando mucho. Quizá treinta por ciento. Y ya que estamos hablando de gente muerta con la que me he encontrado, creo que sería mejor abordar otro asunto difícil. Tengo que respirar profundo. Este tipo me trae recuerdos muy dolorosos. Y bien. Puedo hacerlo. Hablemos de Dédalo, el más grande inventor de todos los tiempos.

DÉDALO INVENTA CASI TODO LO DEMÁS.

Tengo problemas para escribir sobre este tipo. En primer lugar, mi propia experiencia con él no concuerda con las viejas historias. Por supuesto, yo no estaba allí en la Antigua Grecia. Algunas de las cosas que conozco personalmente provienen de sueños, los cuales no siempre son fiables. Voy a hacer lo mejor que pueda para contarles como era Dédalo en aquellos tiempos, pero, si parece que contradigo lo que ustedes han leído en mis aventuras es: ¡Porque eso hago! En segundo lugar, tengo dificultades para poder entrar en la cabeza de este tipo porque—y sé que esto va a ser una sorpresa para todos ustedes—nunca he sido un genio. ¡Gasp!124 ¡Percy, pero yo pensaba que tenías un IQ125 de uno en un billón! Sí bueno, siento desilusionarte. Comprender a un tipo súper–Einstein como Dédalo no es fácil para mí. Y yo ya tengo suficientes problemas para comprender a mi novia, y ella es de las que no se quedan atrás en el departamento de los Cerebritos. Y por último, bueno... la vida de Dédalo es muy rara. Supongo que esto no es ninguna sorpresa. El tipo era descendiente de un pañuelo. Tal vez deberíamos empezar con eso. Veamos, su bisabuelo Erictonio nació mágicamente de un pañuelo que Atenea había utilizado para limpiar los fluidos corporales del dios Hefesto de su pierna, cuando Hefesto intentó ser demasiado amistoso con ella. (Para obtener más información, consulte: Los Olímpicos: Historias Totalmente Asquerosas. O, ya saben, aquel libro sobre los Dioses Griegos que escribí.) Puesto que no se puede tener un mejor título real que: ‘El Rey Pañuelo’, Erictonio creció para ser el Rey de Atenas. Sus descendencias eran semidioses descendientes de Atenea y Hefesto— los dos olímpicos más ingeniosos. El propio Dédalo nunca estuvo en línea para ser Rey, pero él hizo que sus tátara–tátara– bisabuelos olímpicos se enorgullecieran. Se hizo rápidamente una reputación de ser capaz de construir o reparar casi cualquier cosa. ¿Tienes problemas con la suspensión de tu carroza? Dédalo puede arreglar eso. ¿Se rompió tu disco duro? Llame al: 1-800-555-DEDALO. ¿Usted quiere construir una mansión con una cubierta de techo giratoria, una piscina infinita y un sistema de seguridad de última generación que ofrece chorros de aceite hirviendo y ballestas mecánicas? Pan comido126 para el Hombre–D. 124

Gasp se puede traducir literalmente Jadear. Porque, obviamente, ese es el sonido que se hace al Jadear ¡Duh! Pero por estética pues… bueno conservamos el sonido o texto original. 125 Siglas en inglés para Coeficiente Intelectual. 126 Texto original: Piece of cake (pedazo de torta) pero vamos Percy hace referencia al completamente conocido refrán Pan comido.

Pronto, Dédalo era el hombre más famoso de Atenas. Su taller de reparaciones tenía una lista de espera de cinco años para los nuevos clientes. Diseñó y construyó todas las mejores casas, templos y centros comerciales. Esculpió estatuas tan realistas que podían salir caminando de sus pedestales, mezclarse con los seres humanos y convertirse en miembros productivos de la sociedad. Dédalo inventó tantas nuevas tecnologías; que cada otoño los medios de comunicación se volvían locos cuando presentaba su última versión del Cincel Dédalo™, de Wax Tablet127 Dédalo™ y por supuesto la Lanza Dédalo™ con tecnología de Bronce (con patente pendiente). El tipo era un genio en ascensión. Pero ser un genio es un trabajo duro. —Soy simplemente demasiado popular. —Dédalo se dijo a sí mismo. —Estoy tan ocupado arreglando discos duros e inventando cosas espectaculares que no tengo tiempo para mí. ¡Debería entrenar a un aprendiz para que haga parte del trabajo pesado por mí! Dio la casualidad de que su hermana tenía un hijo llamado Perdix. Con un nombre así, sabes que él debió de haber sufrido burlas bastante crueles en el patio de juegos, pero este chico era muy listo. Él tenía la inteligencia de Atenea y las habilidades artesanales de Hefesto. Era una verdadera astilla del viejo pañuelo128. De todos modos, Dédalo contrató a su sobrino. Al principio Dédalo estaba encantado. Perdix podía manejar muy bien las reparaciones más complicadas. Podía observar un modelo una sola vez y memorizarlo. Incluso pensó en algunas modificaciones para la Lanza Dédalo™ 2.0, como el eje no deslizante y la punta personalizable que venía en Aguda, Extra Aguda y Súper Aguda. Él siempre estuvo dispuesto a dejar que Dédalo se quedara con el crédito. Aun así, la gente empezó a susurrar. — ¡Ese chico joven, Perdix—es casi tan inteligente como su tío! Unos meses más tarde, Perdix inventó un artilugio llamado el torno del alfarero. En lugar de hacer sus ollas a mano, lo cual tomaba una eternidad y resultaban en macetas y bultos estúpidos, podías moldear la arcilla en una superficie giratoria y hacer cuencos de aspectos agradables en cuestión de minutos. Y la gente empezó a decir. — ¡Ese chico, Perdix—es incluso más inteligente que Dédalo! Los clientes comenzaron a preguntar por el nombre de Perdix. Lo querían para que él diseñara sus piscinas infinitas en sus mansiones. Lo querían para que él recuperara los datos de sus discos duros dañados. La gloria y la fama comenzaron a deslizarse fuera de Dédalo. Un día Dédalo estaba en la cima de la Acrópolis—la fortaleza en la cima de un enorme acantilado en el centro de Atenas—revisando el modelo de un nuevo templo que había diseñado, cuando Perdix corrió con una enorme bolsa de cuero colgando de su hombro. — ¡Tío! —Perdix le sonrió. — ¡Tienes que ver mi nuevo invento! Dédalo apretó sus puños. Durante la conferencia de prensa de la próxima semana, él estaba listo para anunciar su Martillo Dédalo™ y revolucionar la forma de clavar clavos. No le hacía falta que su sobrino recién llegado le robara el centro de atención con algún invento fastidiosamente genial.

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NT: Traducción: Tabilla de Cera: Una tablilla de cera es una tableta de madera cubierta con una capa de cera, a veces ligadas suavemente, una mesita cubriendo el otro, como un "doble hoja" o Díptico. Fueron utilizadas como soporte de escritura portable y reutilizable desde la antigüedad clásica y durante toda la Edad Media e incluso el siglo XIX. 128 NT: ¿En serio? ¿lees la nota? Okey: Percy se refiere al refrán de tal palo tal astilla.

— ¿Qué pasa ahora, Perdix? —le preguntó. —Por favor, dime que esto no son más disparates sobre pantallas más grandes para mis Wax Tablet. —No, tío. ¡Mira! —de su bolsa de cuero, Perdix sacó la quijada de un animal pequeño, con una fila de dientes afilados todavía intactos. —– ¡Esto es de una serpiente! Dédalo arrugó su frente. —Eso no es un invento. — ¡No, tío! Yo estaba jugando con él, pasando estos dientes a través de un trozo de madera, y me di cuenta que cortan la superficie. ¡Así que hice esto! Perdix sacó una hoja de metal ancho que estaba fijado a un mango de madera. Un lado de la hoja estaba cerrado como una hilera de dientes. — ¡Yo la llamo una sierra! Dédalo se sintió como si hubiera sido golpeado entre los ojos con un Martillo Dédalo™. En ese instante se dio cuenta del potencial como inventor de Perdix. Cortar tablas con una sierra en lugar de un hacha sería más fácil, más rápido y más preciso. ¡Eso cambiaría la industria de la madera para siempre! Y, en serio, ¿quién no ha soñado con tener la fama y las riquezas de la industria maderera? Si la sierra alguna vez llegara a convertirse en una cosa, Perdix se haría famoso. Dédalo sería olvidado. Dédalo no podía permitir que ese mocoso eclipsara su reputación. —No está mal. —Dédalo forzó una sonrisa. —Vamos a realizar algunas pruebas cuando regresemos al taller. Pero primero, quiero tu opinión sobre esta sección del acantilado. Me temo que no es lo suficientemente estable como para sostener mi nuevo templo. — ¡Seguro, tío! —Perdix trotó hasta el borde de los parapetos. — ¿Dónde? —Cerca de la mitad. Solo inclínate un poco más sobre ti y lo verás. Pero antes, permíteme sostener tu sierra. —Okey. —Gracias. Perdix se inclinó un poco más. —No veo…. Dédalo empujó al chico fuera de la Acrópolis. Los detalles exactos de que ocurrió luego.... bueno, eso depende de cual sea la historia que te lo explique. Algunas dicen que Perdix no murió realmente. Al caer el niño, Atenea se apiadó de él y lo convirtió en una perdiz. Es por eso que Perdix significa perdiz en Griego Clásico. Pero, sin duda, la diosa no apreció que Dédalo asesinara a su sobrino solo porque el niño tenía habilidades. Atenea sabía todo sobre el impulsar nuevos talentos. Y empujar a niños inteligentes por los acantilados bajaría los promedios de los exámenes calificados de la ciudad. De ahí en adelante, ella se aseguró de que la vida de Dédalo estuviera maldita. No hubo más enormes ruedas de prensa. No más revuelo mediático. Pero, si Atenea le concedió a Perdix una nueva vida como un pájaro, ¿entonces cómo explicas el gran lío que se formó por el niño que se chocó contra la parte inferior de la colina de la Acrópolis? Dédalo vio lo que realmente sucedió. Él debió simplemente alejarse y fingir ignorancia. ¿Qué? ¿Perdix se cayó? ¡Estás de broma! Ese chico siempre fue un poco torpe. Pero la culpa sacó lo mejor de él. Escaló por el acantilado y lloró sobre el cuerpo de Perdix. Envolvió sus restos en una lona y arrastró a su pobre sobrino hasta la entrada del pueblo. Él trató de cavar una tumba, pero el terreno era demasiado rocoso. Supongo que no se había inventado la Pala Dédalo, todavía.

Unos vecinos lo vieron. Antes de que Dédalo pudiera escapar, una multitud se reunió a su alrededor. — ¿Qué está enterrando? —le preguntó un chico. Dédalo se puso a sudar como un corredor de maratones. —Oh, uh… es una serpiente. El chico miró el gran bulto envuelto en la lona. Él la empujó con el pie y la mano derecha de Perdix cayó hacia fuera. —Estoy bastante seguro de que las serpientes no tienen manos. —dijo el chico. Dédalo rompió en llanto y confesó lo que había hecho. La multitud casi lo lincha en ese mismo momento. Y no se les puede culpar por estar enojados. La mitad de ellos tenían citas con Perdix para arreglar sus carros la próxima semana. Pero, la multitud se contuvo a sí misma. Ellos solo hicieron una detención ciudadana y llevaron a Dédalo ante los jueces de la ciudad. Su juicio fue la historia principal en la Red de Noticias de Atenas durante semanas. Su hermana, la madre de Perdix, abogó por la pena de muerte. El asunto, era que Dédalo había hecho muchos favores a los ciudadanos ricos en los últimos años. Él había construido muchos edificios importantes y patentado muchas invenciones útiles. Los jueces cambiaron la sentencia de muerte por el exilio permanente. Dédalo salió de Atenas para siempre. Todo el mundo pensó que se iría, y se perdería en alguna cueva de algún lugar. Pero nop. Por el asesinato que había cometido, Atenea había destinado a Dédalo a vivir una vida larga y tormentosa. El castigo del inventor apenas estaba empezando. Dédalo se trasladó a la isla de Creta, quien pasó a ser la principal rival de Atenas en ese momento. El Rey Minos de Creta tenía la armada más poderosa en el Mediterráneo. Siempre estaba acosando las naves atenienses e interrumpiendo su comercio. Te puedes imaginar cómo se sintieron los atenienses cuando se enteraron de que su principal inventor y reparador de discos duros estaba trabajando para el Rey Minos. Sería algo así como si todos los mejores productos de los Estados Unidos se hicieran repentinamente en China. Oh, espera…. De todas formas, Dédalo llegó al palacio de Minos para su entrevista de trabajo, y Minos estaba como: — ¿Por qué dejó su anterior puesto? —Fui condenado por un asesinato. —dijo Dédalo. —Empujé a mi sobrino fuera de la Acrópolis. Minos se acarició la barba. —Entonces.... ¿no se trata de la calidad de su trabajo? —No. Soy tan inteligente y hábil como siempre. Yo solo acabo de asesinar a alguien. —Bien, entonces, no veo ningún problema. —dijo Minos. — ¡Estás contratado! Minos le dio un montón de dinero. Dédalo se estableció en un taller de primera en la Capital de Cnosos. Pronto la reputación de Dédalo estaba, de nuevo, más grande y mejor que nunca. Allí realizó decenas de nuevas invenciones y construyó todos los mejores templos y palacios en el reino. Él vivió feliz para siempre durante unos seis minutos. El problema era, que el Rey Minos tenía problemas paternales. Era hijo de Zeus, lo cual suena como una buena cosa, pero no le ayudó tanto cuando se hizo Rey de Creta. Les acortaré esta larga historia: la relación entre Zeus y la madre de Minos, Europa, había comenzado de una forma extraña. Zeus se transformó en un toro, convenció a Europa para que se

subiera sobre su espalda, y se alejó nadando con ella, llevándola a través del mar de Creta. Zeus y Europa pasaron suficiente tiempo juntos como para tener tres hijos. Minos fue el mayor. Pero con el tiempo Zeus se cansó de su novia mortal, de la misma forma en la que siempre lo hacen los dioses, y regresó al Olimpo. Europa se casó con el Rey de Creta, un tipo llamado Asterión. Eso funcionó bastante bien por un tiempo. Asterión realmente amaba a Europa. Ellos nunca tuvieron hijos propios, por lo que el Rey adoptó a los tres pequeños Zeus Juniors. Cuando éste murió, Minos se convirtió en el Rey. Una gran cantidad de locales se quejaron de eso. Minos era adoptado. Su verdadero padre era, supuestamente, Zeus, pero habían oído la misma excusa de un montón de otras personas antes. Cada vez que una chica soltera en la ciudad se quedaba embarazada, ellas decían algo como: —Oh, um, sí. ¡Fue Zeus totalmente! La madre de Minos ni siquiera era de Creta. Había emigrado ilegalmente subida en un toro. ¿Porque debería ser Minos el Rey? Minos tomó aquello como algo personal. Él publicó su certificado de nacimiento para mostrar que había nacido en Creta y todo eso, pero a la gente no le importó. Se casó con una princesa local, Pasífae, que era la hija del dios del sol Helios. Juntos tuvieron varios hijos, incluyendo a una hija muy inteligente y hermosa llamada Ariadna. Uno podría decir que tener un hijo de Zeus como su Rey y una hija de Helios como su reina sería lo suficientemente bueno, pero noooooo. No para los cretenses. Todavía estaba diciendo como: Minos es un extranjero. Su padre es un toro. ¡Creo que Minos está trabajando en secreto para el ganado! Minos decidió que tenía que hacer un mejor trabajo comercializando su marca. ¿La gente quería hablar sobre sus padres? ¡Bueno! ¡Era hijo de Zeus y estaba orgulloso de ello! Minos adoptó el toro como su símbolo real. Tenía toros pintados en sus banderas. Hizo que Dédalo diseñara un gigantesco mosaico con forma de toro para el piso de la sala del trono y grabara cabezas de toro de oro en los antebrazos de su trono. Él consiguió vajillas129 con toros grabados, esculturas florales de toro para el jardín, incluso calzoncillos con dibujos de toros y pantuflas de peluche con forma de pequeñas lindas caras de toro. Todas las personas que iban al palacio los miércoles tenían un muñeco de toro gratis, como un premio de entrada. De alguna manera, las zapatillas y muñecos no convencieron a sus súbditos del derecho divino de Minos para ser Rey. Siguieron quejándose y no pagaron sus impuestos y otras cosas. Finalmente Minos decidió que necesitaba una gran demostración de su credibilidad real— algo que haría decir Wow a los cretenses y resolver este asunto de una vez por todas. Llamó a Dédalo, debido a que el inventor era el tipo más listo en el reino. —Recomiendo algunos efectos especiales. —dijo Dédalo. —Destellos en polvo. Bombas de humo. Podría construir un enorme robot parlante que lo paseara por los alrededores de la ciudad y anunciara a todo el mundo lo maravilloso que es usted. Minos arrugó su frente. —No. Necesito una señal de los dioses. — ¡Puedo falsificar una! —dijo Dédalo. —Utilizaríamos espejos, tal vez algunos chicos para que vuelen por los alrededores con los cables invisibles. — ¡No! —Minos lo interrumpió. —No debe ser falsa. Debe ser real.

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O platería depende del país donde estés.

Dédalo se rascó la cabeza. — ¿Quieres decir como... orarle realmente a los dioses, en público, y con la esperanza de que envíen una señal? No lo sé, jefe. Suena arriesgado. El Rey se mostró inflexible. Tenía una gran plataforma construida en los muelles. Convocó a todas las personas en la ciudad, y luego levantó los brazos hacia la multitud y gritó: — ¡Algunos de ustedes dudan de que soy su legítimo Rey! ¡Voy a demostrarles que los dioses me apoyan! ¡Voy a pedirles que me den una señal! En la audiencia, alguien hizo una trompetilla130. — ¡Eso no es una prueba! Solo acabas de pedirle un favor a tu papi. Minos se sonrojó. — ¡No! —En realidad, él había estado planeando pedirle a Zeus un rayo, pero ahora se le había arruinado ese plan. — ¡Yo, um…. le oraré a un dios totalmente diferente!, — él contempló el puerto y tuvo una idea. —Creta tiene la mayor armada del mundo, ¿cierto? ¡Le pediré a Poseidón, el señor de los mares, que me conceda su bendición! Por favor, Poseidón, Minos le oro en silencio. Yo sé que no hemos hablado mucho, pero ayúdame a salir de esto. Te devolveré el favor. Tal vez, tú podrías hacer que algún animal salga milagrosamente del mar. Te prometo, que tan pronto como este espectáculo haya terminado, sea cual sea el animal que envíes, lo sacrificare en tu nombre. Abajo en el fondo del mar, Poseidón escuchó su oración. En realidad, él no se preocupaba por Minos de ningún modo, pero le gustaban los sacrificios. También le caía bien la gente que le oraba a él, y nunca dejaba pasar una oportunidad de lucir impresionante frente a una potencia naval. —Hmm…. —Poseidón se dijo a sí mismo. —Minos quiere un animal. Le gustan los toros. A mí también me gustan los toros cuando me los sacrifican. ¡Hey, ya sé! ¡Le enviaré un toro! El puerto se revolvió con espuma de mar. Los barcos se asentaron sobre sus amarres. Una ola de unos cuarenta pies se levantó de la nada, y en la cresta había un enorme toro blanco. Aterrizó en los muelles, todo genial y luciendo majestuoso, con la cabeza en alto y sus cuernos blancos relucientes. — ¡Ooooh!, ¡Ahhhh! —dijo la multitud, porque no todos los días se ve a un toro surfeando en la cima de una ola hacía el centro del puerto. Los cretenses se giraron hacia Minos y comenzaron a aplaudir. El Rey se inclinó y les dio las gracias y envío a todo el mundo a sus casas con tazas de café conmemorativas en forma de toro. Los hombres del Rey pusieron una cuerda alrededor del cuello del toro y lo llevaron al corral real. Más tarde esa noche, Minos y Dédalo fueron a inspeccionar el animal, que era aún más magnífico de cerca—por lo menos el doble de grande y fuerte que cualquier otro toro en el rebaño real. —Wow, —dijo Minos. — ¡Eso es un toro! Creo que voy a mantenerlo para hacer crías. Dédalo se mordió la uña del pulgar. —Um, ¿está seguro, Su Majestad? Si usted se comprometió a sacrificar el toro a Poseidón... bueno, mantenerlo no sería lo correcto, ¿cierto? El Rey resopló. —Tú empujaste a tu propio sobrino fuera de la Acrópolis. ¿Qué sabes tú sobre lo correcto y lo incorrecto? Dédalo tuvo una muy mala sensación en su estómago. Los efectos especiales él podía controlarlos. Los dioses olímpicos... bueno, incluso él, no había podido inventar una buena máquina

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Texto Original: Raspberry Sound (Sonido de Trompetilla): Es un efecto de sonido que consigues al poner la lengua entre los labios y soplar. NT: Creo que hubiera sido más efectivo una foto… pero finjamos que me explique bien.

para predecir cómo reaccionarían. Él trató de convencer al Rey para que sacrificara el toro blanco, pero Minos no escuchó. —Te preocupas demasiado —le dijo el Rey. —Voy a sacrificar uno de mis otros toros a Poseidón. ¡A él no le importara! ¡Es probable que no se dé cuenta de la diferencia!

A Poseidón le importó. Y notó la diferencia. Cuando se dio cuenta de que Minos conservó el hermoso toro blanco en lugar de sacrificarlo como lo había prometido, Poseidón se inflamó como un pez globo. — ¡Amigo! ¡Hacer ese toro me llevó unos cinco segundos de duro trabajo! De acuerdo, Minos. ¿Crees que eres muy grande? ¿Te gusta mucho los toros? Te arrepentirás. ¡Me voy a asegurar de que nunca quieras ver otro toro en toda tu vida! Poseidón pudo haber castigado directamente a Creta. Pudo haber destruido Cnosos con un terremoto o aniquilar a toda la flota de Creta con un maremoto, pero ese hecho solo haría que la gente de la isla se enfadara con él. Poseidón quería humillar a la familia real, y hacer que todos se disgustaran con Minos y Pasifae, pero él no quería ninguna consecuencia. Él quería que el pueblo de Creta le siguiera orando y haciendo sacrificios en su templo. —Necesito una forma de disimular que esto es una venganza, —decidió Poseidón. — Veamos.... ¿quién es especialista en disimulos y cosas vergonzosas? Poseidón fue a visitar a la diosa del amor, Afrodita, quien estaba pasando el rato de su día de spa en el Monte Olimpo. —No vas a creer esto, —le dijo Poseidón. — ¿Conoces al Rey Minos de Creta? — ¿Mmm? —Afrodita siguió leyendo su revista de moda. —Supongo. — ¡Me insultó! ¡Se comprometió a sacrificarme un toro, y él no lo hizo! — ¿Mm–hmm? —Afrodita escaneó los anuncios sobre bolsas Givenchy131. —Además, —dijo Poseidón, —esa reina suya, Pasifae—deberías haber escuchado lo que dice de ti. Afrodita levantó la vista. — ¿Disculpa? —Quiero decir, seguro que Pasifae es hermosa, —dijo Poseidón. —Pero la gente siempre está hablando de lo hermosa que es, y la compara contigo. Y la reina nunca los desalienta. ¿Puedes creerlo? Afrodita cerró la revista. Sus ojos brillaron con un peligroso tono rosado. — ¿La gente está comparando a esa reina mortal conmigo? ¿Y ella lo permite? — ¡Sí! Y, ¿cuándo fue la última vez que Pasifae te hizo un sacrificio en tu templo, o te llamó la mejor diosa? Afrodita revisó su lista mental de sacrificios, y oraciones. Ella tenía un estrecho registro de quienes eran los mortales que le daban el debido respeto. El nombre de Pasifae no estaba en ningún lugar, ni siquiera entre los veinte mejores. —Esa bruja desagradecida, —dijo Afrodita. Para ser justos, Pasifae realmente era una bruja. Le encantaba la magia, y las pociones. Ella era aún más acaparadora y arrogante que su marido—básicamente, ella no es una persona agradable en lo absoluto—pero culparla por no ser una admiradora de Afrodita…. bueno, eso es como culparme por no ser un viajero frecuente. Zeus y yo—tratamos de permanecer fuera del territorio del otro. Como sea, Poseidón vio una oportunidad para vengarse, y la tomó. No puedo defender la decisión de mi padre. Incluso los mejores dioses pueden ser malvados si consigues sacar su lado malo. 131

Givenchy /ʒivɑ̃ˈʃi/ es una firma francesa de ropa, complementos, perfumes y cosméticos—estos dos últimos bajo la marca Parfums Givenchy

—Deberías castigarla totalmente, —le sugirió Poseidón. —Convertir a esa reina y ese Rey en un hazmerreír por no honrarme... quiero decir, por no honrarte a ti. — ¿Qué tienes en mente? —le preguntó Afrodita. Los ojos de Poseidón brillaron más intensamente que su camisa hawaiana. —Tal vez la reina debería enamorarse. Ella debería tener la más repugnante y embarazosa historia de amor de todos los tiempos. — ¿Con David Hasselhoff132? — ¡Peor! — ¿Charlie Sheen133? — ¡Peor! El símbolo real de Minos es un toro, ¿cierto? En sus corrales, tiene un toro de color blanco puro que él quiere más que a nada en el mundo. ¿Qué pasaría si la reina se enamorara de ese toro, y también….? Aun para Afrodita, la idea tardó un momento en tomar forma. —Oh, dioses... oh, no quieres decir que.... ¡Oh, eso es tan enfermo! Poseidón sonrió. — ¿No era esa la idea? A Afrodita le llevó un momento el convencerse. Ella fue al baño de las diosas, vomitó, arregló su rostro y volvió a salir. —Muy bien, —ella decidió. —Este es un castigo apropiado para una reina que nunca me ha honrado a mí. —O a mí, —dijo Poseidón. —Como sea, —dijo Afrodita. La diosa se fue a trabajar con su magia vudú del amor. Al día siguiente, abajo en Creta, Pasifae pasaba por delante de los toriles reales tan rápido como le era posible para evitar el mal olor, cuando se le ocurrió echarle un vistazo al toro blanco del Rey. Ella se congeló. Era amor verdadero. Está bien, amigos. En este punto, siéntansen libres de soltar el libro y correr en círculos gritando: ‘¡EEEEWWWWW!’. Eso fue más o menos lo que hice la primera vez que oí esta historia. Los mitos Griegos tienen mucho material asqueroso en ellos, pero esta parte es una fiesta de arcadas de las ligas mayores. La cosa es que, Pasífae no había hecho nada para merecer aquello. Claro, ella era una persona horrible que había incursionado en la magia negra, pero, ¡todos tenemos nuestros defectos! Ella no era quien había evitado sacrificar el toro. Ella no había insultado a Afrodita. Era como si las Moiras hubieran dicho algo así como: Está bien, Minos, ¿hizo algo malo? Bueno, veamos si le gusta que castiguemos a: ¡ESTA PERSONA AL AZAR DE AQUI! Pasifae trató de sacudirse esos sentimientos. Ella sabía que eso estaba mal y era repugnante. Pero no lo logró. Regresó a su habitación y se sentó en la cama todo el día, leyó libros sobre toros, dibujó toros hasta que se quedó sin lápices de colores blancos, escribiendo el nombre del toro en todos sus cuadernos: TORO.

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David Hasselhoff, es un actor, productor y músico estadounidense. NT: Pero no entiendo por qué él es un castigo. Charlie Sheen, es un actor estadounidense. NT: Sigo igual de perdido con las opciones de Afrodita.

Luchó durante semanas, tratando de convencerse de que no estaba realmente enamorada de un hermoso ejemplar de ganadería, pero todavía caminaba por los alrededores en un deslumbramiento, tarareando: ‘Hooked on a Feeling134’, y ‘Milk Cow Blues135'. Ella trató de curarse a sí misma con hechizos y pociones. Nada funcionó. Luego, en su desesperación, intentó usar la magia para hacer que el toro fuera como ella. Encontró excusas para pasearse por delante del corral de los toros con su mejor vestido y con su cabello recogido hermosamente. Murmuró encantamientos. Derramó pociones de amor dentro del abrevadero del toro. Nada. El toro no tenía absolutamente ningún interés. Para él, Pasifae no era nada más que otra estúpida humana que no le traía heno fresco, o le agitaba una bandera roja en la cara, o que hiciera algo interesante. Por último, Pasifae buscó la ayuda de la única persona que consideraba era aún más inteligente que ella misma—Dédalo. El inventor estaba en su taller, mirando por encima de los planos arquitectónicos para el estadio de fútbol de Cnosos y el centro de convenciones, cuando la reina entró. Ella le explicó su problema y lo que ella quería hacer al respecto. Dédalo miró a su alrededor, preguntándose si estaba siendo filmado en secreto para algún reality show. —Entonces…. espere. ¿Qué quiere que yo haga, ahora? Pasífae hizo una mueca. Explicar aquello una vez había sido lo bastante embarazoso. — Necesito hacer que el toro se fije en mí. Yo sé que se enamoraría de mí sí puedo convencerlo…. —Es un toro. — ¡Sí! —dijo bruscamente la reina. — ¡Por lo que él necesita pensar que soy una vaca! Dédalo intentó mantener una expresión neutra. —Um.... — ¡Lo digo en serio! Utiliza tus súper–mega conocimientos técnicos en maquinaria para hacer un traje de vaca falso. Yo me lo pondré, me presentaré ante el toro, coquetearé un poco, le preguntaré de dónde es y todo ese tipo de cosas. ¡Estoy segura de que se enamorará de mí! —Um…. —Tiene que ser un traje de vaca falso atractivo. —Su Majestad, yo no creo que deba…. — ¡Por supuesto que debes! ¡Eres un genio! ¿Acaso no te estamos pagando por eso? —Estoy bastante seguro de que su marido no me está pagando para que haga algo así. Pasífae suspiró. —Voy a ponértelo más fácil. Si le dices una sola palabra de esto a Minos, lo voy a negar todo. Y serás ejecutado por difundir mentiras sobre la reina. Si te niegas a ayudarme, le diré a Minos que coqueteaste conmigo. Y serás ejecutado por eso. La única forma de evitar que seas ejecutado es ayudándome. Una línea de sudor recorrió el cuello de Dédalo. —Yo.... solo estoy diciendo.... que esto no es correcto. — ¡Tú empujaste a tu sobrino fuera de la Acrópolis! ¿Qué sabes tú sobre lo correcto e incorrecto? Dédalo realmente deseaba que la gente dejara de mencionar aquello. Uno comete un pequeño asesinato, y nunca te permiten olvidarlo. 134

Hooked on a Feeling es una canción escrita por Mark James en 1968, y cantada originalmente por B. J. Thomas. Milk Cow Blues es un álbum de estudio del músico estadounidense Willie Nelson. NT: ¿Por qué la referencia a estas dos músicas? Simplemente escuchen la letra. 135

Él no quería ayudar a la reina. ¿Un traje de vaca mecánico para poder ligar con un toro? Incluso Dédalo tenía sus límites. Pero también tenía que pensar en su carrera y en su familia. Después de su llegada a Creta, él se había casado. Ahora tenía un hijo llamado Ícaro. Y el conseguir ser ejecutado haría más difícil para Dédalo el ir a la guardería de su hijo después de que regresara de sus clases nocturnas. El inventor decidió que no tenía elección. Comenzó a trabajar en el traje falso de vaca más atractivo jamás construido por el hombre. Tan pronto como el disfraz mecánico estuvo listo, la reina se lo puso. Dédalo sobornó a los guardias para que ellos no notaran lo extraño que era ver al inventor arreando una vaca falsa de su taller hasta el corral de los toros reales. Esa noche, el toro finalmente notó a Pasífae. Este sería otro buen momento para que todos nosotros soltemos este libro, de nuevo, y corramos en círculos gritando: ‘¡Ewww!’. Y lavar nuestros ojos con Optrex136. ¿Cómo se sintieron Afrodita y Poseidón cuando su plan funcionó? Espero que no estuvieran alrededor del Monte Olimpo, chocando los cinco entre sí y diciendo: — ¡Lo hicimos! Prefiero pensar que estaban mirando con horror aquella escena en Creta y diciendo: — ¡Oh, dioses.... ¿qué hemos hecho?! Nueve meses más tarde, una muy embarazada reina Pasifae estaba a punto de dar a luz. ¡El Rey Minos no lo podía creer! Estaban esperando un hijo. Incluso había elegido un nombre: Asterión, en honor a su padrastro, el Rey anterior. ¡A los habitantes de Creta les encantaría eso! El pequeño obstáculo sin importancia de aquel plan: el niño nació siendo un monstruo. De los hombros hacia abajo, era humano. De los hombros hacia arriba, tenía la piel muy gruesa, los tendones del cuello eran como cables de acero y la cabeza era la de un toro. Sus cuernos empezaron a crecer de inmediato, lo que hacía que fuera imposible el poder llevarlo a todas partes en un porta–bebes sin ser corneado. El Rey no era tan brillante como Dédalo, pero él descubrió muy pronto que el niño no podía ser suyo. La pareja real discutió. Se tiraron cosas. Ellos se gritaron, chillaron, y ahuyentaron a los sirvientes, lo cual debió de haber sido bastante molesto para el pobre bebé. Pero nadie estaba más horrorizado que Pasífae. La maldición de amor de Afrodita se había roto tan pronto como nació el bebé. La reina estaba disgustada con ella misma, con los dioses y especialmente con el bebé. Ella confesó lo que había sucedido, pero no podía explicar sus acciones. ¿Cómo podría? De cualquier manera, el daño ya estaba hecho. Esto no era algo que la pareja real pudiese arreglar a través de la terapia para parejas. Pasífae se trasladó a un apartamento independiente en el palacio. Ella vivió bajo arresto domiciliario por el resto de su vida. Minos estuvo tentado a tirar aquel bebé monstruo al mar, pero algo lo detuvo—tal vez el viejo tabú de matar a tu propia familia, o tal vez llegó a la conclusión de que aquel niño era un castigo para él: un mensaje retorcido y enfermo de Poseidón. Si eso era cierto, matar al niño solo haría que los dioses se enojaran más.

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Colirio para los ojos.

Minos trató de cubrir los detalles sobre el nacimiento del bebé, pero era demasiado tarde. Niñeras, parteras y sirvientes habían visto al bebé. Y nada viaja más rápido que las malas noticias— especialmente cuando le pasa a alguien a quien nadie quiere. Los habitantes de Creta, ahora se encontraban seguros de que su Rey no estaba apto para gobernarlos. El niño mutante era claramente una maldición de los dioses. El nombre del niño, Asterión, era un insulto a la memoria del antiguo Rey, por lo que las personas no lo llamaban así. Todo el mundo llamó al chico El Minotauro—el toro de Minos. Minos se convirtió en un amargado. Culpó a todos los demás—los dioses, su esposa, el toro, la gente desagradecida de Creta. No podía castigarlos a todos. Sus índices de popularidad ya eran lo suficientemente bajos como estaban. Pero había una persona a la que podía castigar—alguien que había estado implicado en la trama y que hacía de un perfecto saco de arena. Él hizo que arrastraran a Dédalo hasta su presencia encadenado. —Tú, —gruñó el Rey. —Te di una segunda oportunidad. Te di un trabajo, un taller, y he financiado tu I&D137. ¿Y así es como me lo pagas? ¡Has destruido mi reputación, inventor! A menos que puedas inventar algo que resuelva bien esto, ¡te voy a matar lenta y dolorosamente! Entonces, encontraré una manera de resucitarte y ¡te mataré de nuevo! Dédalo estaba acostumbrado a tener ideas brillantes. Normalmente, él no tenía que tenerlas mientras estaba encadenado y rodeado de guardias con espadas puntiagudas, pero aquello lo estaba motivando mucho para pensar rápido. —Vamos a convertir todo esto en algo positivo, —gritó. La mirada de Minos era tan fría como el hielo seco. —Mi esposa se enamoró de un toro. Ella dio a luz un monstruo. ¿Y tú quieres convertir todo eso en algo positivo? — ¡Sí! —dijo Dédalo. — ¡Vamos a usar eso! Mira, tu gente nunca te va a amar. Eso es obvio. —No estás mejorando esto. —Pero, ¡podemos hacer que todos te teman! Tus enemigos temblarán cuando escuchen tu nombre. ¡Tus propios súbditos nunca se atreverán a revelarse! Los ojos del Rey se estrecharon. —Continúa. —Los rumores sobre el Minotauro ya han empezado a extenderse. —Su nombre es Asterión. — ¡No, señor! Nosotros abrazaremos su monstruosidad. Lo llamaremos El Minotauro. Nunca se lo vamos a mostrar a nadie. Dejaremos que sus imaginaciones vuelen. Tan malo como él es, animaremos a la gente para que piensen que es aún peor. Mientras esté creciendo, vamos a mantenerlo encerrado en las mazmorras y le daremos de comer... no lo sé, carne en mal estado y salsa Tabasco—lo mantendremos realmente enojado. Entonces, de vez en cuando, vamos a lanzarle prisioneros dentro de su celda, y dejaremos que el Minotauro practique matándolos. —Wow. —dijo Minos. —Y yo pensaba que era cruel. Sigue hablando. —Cada vez que El Minotauro mate un prisionero, nosotros le daremos un pedazo de caramelo. Él aprenderá a ser un animal vicioso, ¡una bestia asesina! Entonces, cuando él haya crecido... —Dédalo consiguió que sus ojos se iluminaran de una forma que hizo que incluso el Rey se pusiera nervioso. — ¿Qué? —Preguntó Minos. — ¿Qué pasara cuando sea un adulto?

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Siglas que significan Investigación y Desarrollo. En ingles: R&D (research and development)

—Para entonces, tendré terminada la construcción de la nueva casa del Minotauro. Sera una prisión como ninguna otra, un enorme laberinto justo detrás del palacio. La parte superior estará abierta al cielo, pero las paredes serán altas e imposibles de escalar. Los corredores se desplazarán y girarán sobre sí. Todo el lugar estará lleno de trampas. Y en el centro... ahí, es donde el Minotauro vivirá. Minos tuvo un escalofrío con simplemente imaginárselo. —Entonces... ¿cómo le daremos de comer? Dédalo sonrió. Él, ahora, realmente estaba consiguiendo entrar en toda esta onda del genio malvado. —Cada vez que tenga a alguien que desee castigar, lo llevará al laberinto. Usted le prometerá a todos que si pueden encontrar la salida, les dejará vivir, y yo me aseguraré de que nadie pueda localizar una salida. Con el tiempo se perderán. Morirán de hambre o de sed.... o el Minotauro los encontrará y se los comerá. Sus gritos harán eco en el laberinto a través de toda la ciudad. El Minotauro se convertirá en la peor pesadilla de todo el mundo. Nadie se va a burlar de usted, otra vez. Minos se tocó la barbilla. —Me gusta tu plan. Construye este laberinto. ¡Lo llamaremos.... casa de los horrores! —Hmm. Estaba pensando en algo más misterioso y aterrador, —dijo Dédalo. —Tal vez, ¿El Laberinto? —Bueno. Lo que sea. ¡Ahora ve a trabajar antes de que cambie de idea, y te mate! Dédalo invirtió más horas en el Laberinto de lo que había invertido en cualquier otro invento, más que en el Cincel Dédalo™, la Wax Tablet Dédalo™, o incluso el Procesador de Comida Dédalo™, el cual hacía montones, y montones de patatas fritas cortadas en juliana. Trabajó tan duro que descuidó a su propia familia. Su esposa lo dejó. Su hijo Ícaro creció conociendo apenas a su padre. Dédalo trabajó durante quince años, creando lo que parecía ser una zona de juegos de guerra con trincheras en el patio del palacio. Afortunadamente, el patio trasero era realmente grande. Si hubieras podido poner el Mall de América138, Walt Disney World139, y veinte estadios de fútbol, todos juntos, los habrías colocado a todos en el interior del laberinto y todavía te hubiera sobrado espacio. Treinta–metros–de–altura tenían las zigzagueantes paredes de ladrillos que atravesaban el paisaje. Los pasillos se estrechaban y se abrían, creando bucles140 circulares, cruces y divisiones. Algunos se sumergían bajo tierra y se convertían en túneles. Otros, eran callejones sin salida, o se abrían paso hacia jardines donde todas las plantas eran venenosas. Las paredes se desplazaban. Las trampillas, y los fosos ocultos plagaban el suelo. Si eras sentenciado al Laberinto, los guardias te empujaban hacia el interior. La entrada se desvanecía como si nunca hubiera estado allí. El laberinto era tan desconcertante, que tan pronto como dieras tres pasos ya estarías perdido. El hecho de que solo pudieras ver el cielo te haría sentir 138

El Mall of América (también, MOA o el Mega Centro Comercial) es un centro comercial súper-regional ubicado en las afueras de las ciudades gemelas de Bloomington, Minnesota, Estados Unidos. 139 Walt Disney World Resort, comúnmente llamado Walt Disney World o Disney World, es un complejo internacional famoso por sus parques temáticos y numerosos hoteles. El complejo es operado por una división de la compañía Disney, que es la propietaria. Está localizado en la zona de Lake Buena Vista y Bay Lake en Florida, fuera de los límites de la ciudad de Orlando. 140



más claustrofóbico. Era casi como si el laberinto estuviera vivo—creciendo, cambiando y tratando de matarte. Créanme en esto. Yo he estado en su interior. Y, no es uno de esos lugares donde piensas: Cuando sea grande, ¡Definitivamente traeré a mis hijos aquí, cada verano! Dédalo terminó su trabajo justo a tiempo. El Minotauro era tan fuerte que ninguna celda en el calabozo podía retenerlo. Él había entrado en sus años de adolescencia, y como muchos de nosotros en la adolescencia, (yo excluido, por supuesto), él estaba resentido, enojado y tenía un instinto destructivo. A diferencia de la mayoría de los adolescentes, el Minotauro tenía cuernos afilados, ojos rojizos como la sangre, y los puños del tamaño de arietes. Desde que fue un niño pequeño, había sido azotado, golpeado y entrenado para matar. Por un pedazo de caramelo, él con mucho gusto haría pedazos a cualquier ser humano con sus propias manos. De alguna manera, Minos se las arregló para lograr engatusar al Minotauro y llevarlo dentro de su nuevo hogar en el centro del Laberinto—tal vez, dejando un rastro de Skittles141. Pero, una vez allí, el Minotauro estuvo listo para cumplir con su parte como el monstruo más temible de todos. Por la noche, él le rugía a la luna, y el eco del sonido pasaba a través de todas las calles de la ciudad de Cnosos. Minos comenzó a lanzar presos al interior del Laberinto. Y efectivamente, ellos nunca regresaron. O bien ellos se perdían y morían de sed, (si tenían suerte), o se encontraban con el Minotauro, en cuyo caso sus agonizantes gritos siempre eran la agradable pista de música que le daba vida a toda esta gran ciudad. La tasa de criminalidad en Cnosos bajó el noventa y siete por ciento. Lo mismo pasó con la popularidad del Rey Minos, pero ahora todos estaban demasiado asustados de él y de su monstruoso hijo como para decir cualquier cosa. El plan de Dédalo había funcionado. Él había diseñado el más complicado y peligroso Laberinto de toda la historia humana. Había convertido la desgracia de Minos en una fuente de poder y miedo. Como recompensa, se le concedió vivir en prisión. ¡Yupi! Minos encerró a Dédalo en su propio laberinto, en un precioso conjunto de celdas con un taller totalmente equipado para que él pudiera seguir haciendo cosas brillantes para el Rey. Los guardias lo visitaban todos los días, usando un hilo mágico para encontrar su camino de regreso a la única entrada y salida del Laberinto, y ellos se aseguraban de que Dédalo no estuviera haciendo nada gracioso. Para fomentar la cooperación del anciano, Minos mantuvo a Ícaro cautivo dentro de su palacio. A Ícaro solo se le permitía visitar a su padre cada dos martes, pero esas visitas eran lo más destacado de la nueva desgraciada vida de Dédalo. Él deseó nunca haber escuchado sobre Creta, Minos o Pasífae. No quería volver a ver otro toro mientras estuviera vivo. Todas las noches tenía que escuchar al Minotauro mugiendo, y golpeando todo a su alrededor en la siguiente puerta. Las paredes del laberinto retumbaban y crujían cuando cambiaban, por lo que le era imposible dormir al viejo hombre. Al ser un genio inventor y todo, Dédalo pasó la mayor parte de su tiempo elaborando planes de escape. A travesar el Laberinto en sí no era su problema. Dédalo podía navegar por el con 141

Skittles es una marca de caramelos masticables de fruta producida y comercializada por Wrigley Company,

facilidad. Sin embargo, la única salida estaba cerrada y fuertemente custodiada. El ejército de Minos patrullaba el perímetro 24/7142. E Incluso si Dédalo pudiera hallar alguna forma de salir y pasar desapercibido, Minos controlaba todos los barcos en el puerto. Dédalo sería detenido antes de que pudiera subirse a uno. Para empeorar las cosas, su hijo era prisionero del Rey. Si Dédalo huía, Ícaro sería ejecutado. Dédalo necesitaba una forma de salir de la isla con su hijo—una forma que no implicara la tierra o el mar. El inventor comenzó a trabajar en su más terrible idea de todos los tiempos. El tiempo de vida de Dédalo fue reducido cuando el Laberinto sufrió su primera fuga carcelaria143. Un tipo llamado Teseo lo logró, con un poco de ayuda interna, pero ya llegaremos a eso en un momento. Por ahora, solo digamos que Minos se puso de un serio mal humor. Y, cuando Minos se ponía de mal humor tendía a desahogarse sobre su saco de boxeo favorito: Dédalo. El inventor pensó que había dejado de serle útil. Sus días estaban contados. Aceleró su trabajo sobre su idea increíblemente terrible. Él no le contó a nadie acerca de sus planes, a excepción de su hijo. Ícaro se había convertido en un agradable jovencito, guapo, pero él no era un inventor. Él no era Perdix. A Dédalo le gustaba que eso fuera así. Ícaro adoraba a su padre, y confiaba en él por completo, por lo que, cuando Dédalo le dijo que estaban creando144 una salida en el Laberinto para los dos, Ícaro bailó de la felicidad. — ¡Impresionante!, —dijo Ícaro. — ¿Estás construyendo alguna excavadora? — ¿Qué?, —le preguntó Dédalo. —No, eso no funcionaría. —Pero tú dijiste ‘crear una salida’. —Es una forma de hablar. No hay ninguna forma de escapar, ni por tierra, ni por mar. Minos tiene todas esas rutas cubiertas. Pero hay una forma de escape que no puede vigilar. —Dédalo señaló hacia el cielo. Ícaro asintió. —Resortes bajo nuestros zapatos. ¡Vamos a saltar hacia la libertad! —No. — ¡Palomas entrenadas! Ataremos docenas de ellas en grandes sillas de jardín y…. — ¡No! Aunque te estabas aproximando. ¡Vamos a salir volando de aquí por nuestros propios medios! Dédalo le contó el plan. Él le advirtió a Ícaro de que no podía hablar sobre ello, y de que estuviera listo para salir cuando visitara el laberinto de nuevo en dos semanas. Después de que Ícaro se fue, Dédalo se puso a trabajar. Su forja brillaba durante el día y la noche mientras fundía el bronce y forjaba las piezas de su nuevo artilugio. Para este punto, él se había estado haciendo viejo. Su vista ya no era tan buena como solía ser. Sus manos le temblaban.

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24 horas al día 7 días de la semana. Fuga carcelaria o fuga de presos es la acción mediante el cual un detenido se libra de la vigilancia a la que está sometido. 144 Texto original: Breaking Out: Abrirse o Romper una Salida. También puede significar fuga por lo que es un juego de palabras y es la razón por la que Ícaro se confunde más adelante. 143

Su proyecto requería un intrincado esculpido y una precisión minuciosa. Después de unos días, él deseó haber escogido la idea de la silla de jardín propulsada por palomas. Las dos semanas pasaron volando. Cuando Ícaro volvió a visitarlo, el chico se alarmó por lo frágil que lucía su padre. —Papá, los guardias estaban actuando de una forma extraña, —Ícaro le advirtió. —Me dijeron algo acerca de decirte adiós y de que esta es nuestra última visita. —Lo sabía. —dijo Dédalo entre dientes. —El Rey está planeando ejecutarme. ¡Tenemos que apresurarnos! Dédalo abrió su gabinete de suministro, y sacó su nuevo invento, dos pares de alas de bronce del tamaño de un humano, cada pluma perfectamente elaborada, todas sus articulaciones totalmente articulables. —Wow. —dijo Ícaro. —Son muy brillantes. — ¿Recuerdas nuestro plan?, —le preguntó Dédalo. —Sí. Ven aquí, padre, voy a adjuntarte tus alas. El viejo quiso discutir. Él habría preferido que su hijo estuviera listo para irse primero, pero estaba muy agotado. Dejó que Ícaro sujetara las correas de su arnés de cuero, luego, que utilizara la cera caliente para fundir las alas en su lugar sobre su espalda y sus brazos. No era un diseño perfecto, pero fue lo mejor que Dédalo pudo hacer en tan poco tiempo con los suministros que tenía. Los guardias no estuvieron dispuestos a dejarle ningún buen pegamento. Con algo de pegamento o de cinta adhesiva, Dédalo pudo haber conquistado el mundo. —Date prisa, hijo. —Dédalo lo instó. —Los guardias traerán muy pronto el almuerzo.... O, si realmente Minos había decidido matarlo, traerían una guillotina en lugar del habitual sándwich de queso. Ícaro adjuntó el último piñón145 a la muñeca de su padre. — ¡Bien! Estás listo para volar. Ahora, tienes que hacer el mío. Las manos del viejo empezaron a moverse. En varias ocasiones, derramó cera caliente sobre los hombros de su hijo, pero Ícaro no se quejó. Dédalo estaba a punto de hacer una verificación final, cuando las puertas del taller se abrieron de golpe. El propio Rey Minos irrumpió en el interior, flanqueado por guardias. El Rey observó a Dédalo e Ícaro con sus nuevas alas de bronce. — ¿Qué tenemos aquí?, —dijo Minos. — ¿Pollos de bronce gigantes? ¡Tal vez debería desplumarlos y hacerme una sopa! Uno de los guardias se rió. —Ja. Sopa. — ¡Ícaro, vamos!, —Dédalo abrió de una patada la ventilación subterránea de la forja. Una ráfaga de aire caliente levantó desde abajo a Ícaro hasta el cielo. — ¡Deténganlos!, —gritó Minos. Dédalo extendió sus alas. El viento caliente le llevó hacia lo alto. Los guardias no habían traído sus arcos, por lo que lo único que pudieron hacer fue tirar sus espadas, y sus cascos mientras el Rey Minos gritaba y sacudía sus puños. El inventor y su hijo desaparecieron a la distancia. 145

Un piñón libre o rueda libre es el mecanismo que permite a un eje girar libremente en un sentido y ser engranado en el sentido contrario.

Al principio, el viaje fue increíble.... algo así como el comienzo del viaje en la carroza solar de Faetón, solo que sin las músicas relacionadas con el sol o el Bluetooth integrado. Ícaro gritó de alegría mientras se deslizaban lejos de Creta. — ¡Lo hicimos, padre! ¡Lo hicimos! — ¡Hijo, ten cuidado!, —exclamó Dédalo, luchando por tratar de alcanzarlo. — ¡Recuerda lo que te dije! — ¡Lo sé!, —Ícaro planeó hasta estar a su lado. —No puedo ir demasiado bajo, o el agua del mar corroerá las alas. No puedo ir demasiado alto, o el sol derretirá la cera. — ¡Muy bien!, —le dijo Dédalo. — ¡Mantente en la mitad del cielo! Una vez más, esto te puede sonar muy familiar, de las clases educacionales para conducir de Faetón. Para los griegos todo consistía en mantenerse en el centro, y evitar los extremos. Eran la nación de la cual Ricitos de Oro146 era originaria—nada demasiado caliente, nada demasiado frío, lo justo. Por supuesto, eso no quiere decir que fueran muy buenos siguiendo esa regla. —Voy a tener mucho cuidado, padre, —Ícaro le prometió. —Pero primero, ¡mira esto! ¡Woo–hoo! Él hizo bucles147, y giros. Caía en picada hasta rozar las olas, y luego ascendía velozmente y trataba de tocar las nubes. Dédalo le gritó para que se detuviera, pero nosotros ya conocemos a los niños locos. Danos unas alas y todo lo que querremos hacer es volar. Ícaro seguía diciéndole. — ¡Solo una vez más! ¡Estas alas son grandiosas, padre! Dédalo no pudo hacer mucho para detenerlo. El viejo estaba teniendo bastantes problemas con solo tratar de quedarse en el aire. Ahora que estaban sobre el medio del mar, no podía exactamente parar a descansar. Ícaro pensó: Me pregunto qué tan alto puedo llegar. Las alas de papá son resistentes. ¡Mi padre es increíble! ¡Él es súper inteligente! Ícaro se disparó hacia las nubes. En algún lugar más debajo de él, escuchó gritar a su padre, pero Ícaro estaba demasiado ocupado disfrutando de la adrenalina. ¡Puedo tocar el sol!, se dijo. ¡Verdaderamente puedo tocar el sol! Él, verdaderamente, no pudo tocar el sol. Los puntos de cera se derritieron. Las plumas de bronce comenzaron a desprenderse. Con un fuerte metálico RRRIPP—parecido al de una bolsa de latas dentro de un compactador de basura, sus alas se desprendieron. Ícaro cayó. Dédalo gritó hasta que su garganta estuvo adolorida, pero no había nada que pudiera hacer. Su hijo se desplomó a trescientos pies y se estrelló contra el agua, desde esa altura era como si se hubiera estrellado contra el asfalto. Ícaro se hundió bajo las olas.

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Texto Original Goldilockses (Ricitos de Oro): Percy hace referencia a Ricitos de Oro y los tres osos, el cual es un cuento de hadas. Normalmente considerado como una historia folclórica anónima, tal vez escocesa, o como material recogido por los hermanos Grimm. Pero vamos que yo creo que con Ricitos tuvo que ser más que suficiente. 147



En su honor, ese tramo de agua todavía se le llama el Mar de Icaria, aunque por qué te gustaría ser conmemorado por la cosa que te mató, no estoy muy seguro. Si alguna vez llego a morir, por favor, no permitan que me hagan dedicatorias tipo: La Pared De Ladrillo En Memoria A Percy Jackson, o La Lanza Muy Filosa De Percy Jackson, o Las Dieciséis Ruedas Conmemorativas Que Van A Cien Millas Por Hora De Percy Jackson. Yo, no me sentiría honrado. Con el corazón roto, Dédalo estuvo tentado a rendirse. Él simplemente podía dejarse caer sobre el mar, y morir. Podía unirse a su hijo en el Inframundo. Pero su instinto de supervivencia fue mucho más fuerte. Al igual que su instinto de venganza. Minos los había conducido a este plan de escape. Minos era responsable de la muerte de su hijo. El Rey tenía que pagar. El inventor voló durante toda la noche. Tenía muchas más cosas que inventar, más problemas que causar, y al menos una muerte, muy satisfactoria, más que planificar148.

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No sé por qué esta línea me recuerda a el dialogo de Eris diosa de la discordia en la película de Simbad: La leyenda de los siete mares. Si no saben a qué de la peli me refiero… pos véanla.

Dédalo voló todo el camino hasta la isla de Sicilia, en el extremo suroeste de Italia. Eso está como a unos quinientos kilómetros de Creta, lo cual es un largo camino para un tipo envejecido que ha estado agitando unas alas de metal. Cuando aterrizó, fue la primera persona en utilizar ese patético chiste de: Acabo de llegar volando desde Creta, y chico, ¡mis brazos están cansados!149 Afortunadamente, los sicilianos no aplicaban la pena de muerte por chistes malos. Ellos guiaron a Dédalo para que conociera al Rey local, un tipo llamado Cócalo. El Rey no podía creer su suerte. ¡Nunca, nadie que fuera famoso llegaba a Sicilia! — ¡Oh, mis dioses!, —el Rey saltó fuera de su trono. — ¿Dédalo? ¿El Dédalo?, —el Rey Cócalo comenzó a fangirlear150 por todo el salón del trono. — ¿Puedo sacarme una foto contigo? ¿Puedes firmarme mi corona? ¡No lo puedo creer! El Dédalo, en mi reino. Tengo que contárselo a todos los Reyes vecinos. ¡Estarán tan celosos! —Um, sí, sobre eso.... —Dédalo le explicó que recientemente había escapado del Rey Minos, el cual tenía la armada más poderosa del Mediterráneo, y que sin duda, lo estaba buscando. —Tal vez, sea mejor si mantenemos mi presencia aquí en secreto. Los ojos de Cócalo se abrieron. —Ciiiiierto. En secreto. ¡Lo tengo! Trabaja para mí, y podrás quedarte todo el tiempo que quieras. Mantendremos tu identidad en secreto. Te daremos un nombre código, algo como.... ¡No–Dédalo!, ¡Nadie sospecharía nada! —Um…. —O, qué tal: ¿Maedalus? ¿O Jimmy151? Dédalo comprendió que tendría algo de trabajo por delante de él. Tendría que asegurarse de que el cerebro real no fuera a detenerse por ir muy por debajo del límite de velocidad. Aun así, aquello era mejor que el estar atrapado dentro del Laberinto. Muy pronto, Dédalo fue el asesor de mayor confianza del Rey. Él podía leer frases enteras, deletrear palabras, incluso resolver problemas de matemáticas. Él, en verdad, era un mago. El Rey Cócalo era tan bueno como su palabra. (Siempre y cuando no le pidieras deletrear su palabra). Mantuvo en secreto a Dédalo. Le dio al viejo inventor una serie de habitaciones dentro del palacio, un nuevo taller, incluso un buen conjunto de herramientas del Ace Hardware152 en Atenas, las cuales no eran fáciles de importar. Por supuesto, Sicilia no era Creta. Cócalo no tenía la misma cantidad de poder o de riquezas que Minos, por lo que Dédalo no tenía tantos recursos para trabajar. Pero estaba definitivamente agradecido por eso. Él era lo más grande que jamás había ocurrido en aquella parte del mundo. Y ese tipo de atención le gustaba. Cócalo podía ser un bobo, pero las tres hijas del Rey eran inteligentes, con una curiosidad implacable. Dédalo pensó que podía hacer de ellas buenas gobernantes algún día. Comenzó a darles tutoría sobre lo fundamental para ser buenas monarcas—matemáticas, lectura, escritura, guerra,

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La clásica broma de: ¡I just flew in from “Crete”, and boy, are my arms tired! (¡Acabo de volar desde “Creta”, y chico, mis brazos están cansados! es una broma clásica contada por los cómicos americanos cuando inician sus Shows aunque ellos suele usar ciudades propias de Estados Unidos como New York, New Jersey, etc. 150 Fangirlear: Es la acción de comportarse frenéticamente por ser fan de algo o alguien. 151 Referencia a Jimmy Neutrón que es un sobrenombre igual de malo que los dos anteriores. 152 La Corporación Ace Hardware es una cooperativa de minoristas con sede en Oak Brook, Illinois, Estados Unidos. A partir de 2015, que tiene más de 4600, y hace más de $ 13 mil millones en ventas al por menor.

tortura básica, recaudación de impuestos, tortura avanzada, y recaudación de impuestos con tortura avanzada. Las princesas aprendieron todo aquello muy rápido. Dédalo también hizo un montón de cosas por los locales. Introdujo las plomerías internas en sus hogares. Construyó edificios muy bonitos. Les enseñó a las personas cómo saber si sus ropas estaban al revés. Eso fue todo un Renacimiento allá en el reino de Cócalo. Si vas a Sicilia hoy en día, todavía puedes ver algunas de las cosas que Dédalo construyó: los baños termales en Selinus, un depósito de agua en Hybla, un acueducto y algunas fortificaciones en Camicos, el templo de Apolo en Cumas, y no te olvides de ir a ver al perezoso gigante bailarín de bronce en Palermo. (Bueno, este último ya no está allí, lo cual es una pena. Debió de haber sido impresionante). Dédalo llegó a ser tan popular que comenzó a acumular los regalos que las personas agradecidas le daban. Muchos Sicilianos nombraron a sus hijos como Jimmy o No–Dédalo en su honor. Dédalo pensó que tarde o temprano la fuerza marítima de Creta vendría para llevárselo, por lo que le construyó al Rey Cócalo un nuevo castillo en lo alto de un acantilado. Su única puerta de entrada estaba en la parte superior de un camino empinado, y cuatro hombres podrían fácilmente defenderla contra todo un ejército. La desventaja, era que se creaba una verdadera situación de cuello de botella153 durante las horas pico. Durante un tiempo, la vida fuera buena. Algunas noches, Dédalo incluso podía dormir sin tener pesadillas sobre la reina Pasifae usando su traje de vaca falsa, o de Ícaro cayendo hacia el mar, o de su sobrino Perdix cayendo fuera de la Acrópolis. Pero el Rey Minos no había olvidado al inventor. Reunió a toda su flota, y poco a poco se abrió paso por el Mediterráneo, buscando a Dédalo en todas las ciudades. Minos fue muy inteligente en ese aspecto. En lugar de golpear las puertas y amenazar a las personas, propuso un cebo que imaginaba: Dédalo no podría resistir. Minos decía que estaba llevando a cabo un concurso para encontrar a la persona más ingeniosa de todo el mundo. El que pudiera enhebrar una cuerda por la concha de un caracol sin romper la cáscara ganaría fama eterna y un burro cargado de oro. (Y, me refiero a todo el oro que pudiese ser cargado por un fuerte burro. Cielos, gente. ¿A qué creyeron que me refería?154) ¿Por qué Minos escogió el desafío de la concha de un caracol? Tal vez, él quería comenzar una nueva tendencia de moda con collares de concha extremadamente grandes. Si alguna vez han visto una concha de caracol, sabrán que tienen verdaderos espirales en el interior. Puedes introducir tu mano parcialmente, pero es imposible empujar un hilo por todo ese camino a través del espiral y sacarlo por la parte superior—especialmente, no con la tecnología que tenían en aquel entonces. La información sobre el concurso se propagó. Mucha gente quería tener la fama eterna. Un burro cargado de oro no sonaba tan mal, tampoco. Cuando Dédalo se enteró del desafío, se limitó a sonreír. Él había predicho que Minos intentaría algo como esto antes o después. Fue a ver al Rey Cócalo. —Su Majestad, sobre este concurso con la concha de un caracol…. tengo la intención de entrar a participar y ganar. El Rey arrugó su frente. —Pero si envías la respuesta ganadora, incluso si la envías bajo un nombre falso, ¿No sospechará Minos de que eres tú? —Sí. 153

Es una expresión utilizada para denominar cualquier factor que impide o reduce el flujo normal de un proceso, ya sea este productivo, económico o de avance. 154 Percy hace esta pregunta por qué la palabra ass en ingles significa burro o también trasero, es un juego de palabras.

—Pero…. entonces él vendrá aquí. Él exigirá ver al ganador y…. —Correcto. —Espera…. ¿quieres que él venga aquí? Dédalo se dio cuenta de que todavía tenía que trabajar un poco más con la capacidad de la velocidad cerebral del Rey. —Sí mi amigo. No te preocupes. Tengo un plan. Cócalo se puso un poco nervioso por tener que enfrentarse al Rey más poderoso del Mediterráneo, pero amaba a Dédalo. Él no quería perder a su mejor consejero. Estuvo de acuerdo con todo lo que le dijo el inventor. En primer lugar, Dédalo resolvió el rompecabezas de la concha de caracol. Aquello fue muy fácil. Él perforó un pequeño agujero en la parte superior, donde el espiral de la concha terminaba en un punto. Embarró una pequeña gota de miel alrededor del borde del agujero. Entonces, buscó una hormiga, y cuidadosamente ató un hilo de seda alrededor del pequeño cuerpo del individuo. (No intenten esto en casa a menos que tengas mucho tiempo, paciencia infinita, y una muy buena lupa). Dédalo empujó la hormiga dentro del cascaron. La hormiga olió la miel en la parte superior y avanzó a través de los espirales, arrastrando el hilo detrás de ella. La hormiga salió por el agujero y—¡ta–dan!—Una concha de caracol enhebrada. Dédalo le dio la concha al Rey Cócalo, quien la envió a Minos—cuya flota de arrastre ahora se encontraban frente a las costas de Italia. Unas semanas más tarde, Minos recibió el cascaron, junto con una nota que decía: He resuelto tu pequeño rompecabezas. ¿Qué más tienes para mí? Ven y dame mi recompensa. Estoy en el palacio del Rey Cócalo en Sicilia. X.O.X. No-Dédalo. Minos vio a través de aquel inteligente seudónimo. — ¡Es Dédalo!, —él exclamó. —Rápido, ¡debemos navegar hacia Sicilia! Su flota se ancló frente a la costa sur de la isla. El lugar donde atracó fue nombrado de inmediato Minoa en honor a la llegada del Rey. Como ya he dicho, no ocurrían muchas cosas en Sicilia en aquel entonces. Aun así, ¿puedes imaginarte que cada lugar al que visites sea llamado como tú? Sería de locos. Mamá: ¿Fuiste a Nueva Jersey la noche anterior? Yo: Um, no. ¿Por qué me lo preguntas? Mamá: ¡Porque, hay una ciudad llamada Percyopolis allí, ahora! El Rey Cócalo envió mensajeros para saludar a Minos. Invitaron al Rey al palacio para poder charlar. Minos levantó la vista hacia la fortaleza en lo alto del acantilado con su estrecho y sinuoso camino de acceso, y sus puertas fácilmente defendibles. Se dio cuenta de que sería imposible tomarlo por la fuerza. Supuso que Dédalo fue quien debió de construir aquel lugar. Minos apretó los dientes, y decidió seguirle el juego. Acompañado por una docena de guardias y sirvientes, siguió a los mensajeros hasta la sala de audiencias del Rey Cócalo.

El Rey se sentó nerviosamente sobre su trono. Detrás de él había tres jóvenes mujeres pelirrojas, Minos asumió que eran las hijas del Rey. — ¡Minos, mi querido amigo!, —dijo Cócalo. Minos arrugó su frente. Él nunca antes había conocido a Cócalo. Y no quería ser su amigo. —Entiendo que alguien en su corte resolvió mi rompecabezas, —él dijo. — ¡Oh, sí!, —Cócalo le sonrió. —Mi asesor de confianza, No–Dédalo. ¡Él es increíble! —Vamos a dejarnos de tantos misterios, ¿vale?, —gruñó Minos. —Sé que está albergando a un fugitivo: Dédalo. La sonrisa de Cócalo se desvaneció. —Um, bueno…. — ¿Cómo fue que él consiguió resolver el problema de la concha de caracol? —Él, um.... con una hormiga, puede creerlo. Ató un hilo de seda alrededor del pequeño individuo, y luego, la engañó para que atravesara la concha embarrando una gota de miel en el otro extremo. —Ingenioso, —dijo Minos. —Devuélvanme a Dédalo, y no tendremos ningún problema. Si no lo hacen, tendrán a Creta como un enemigo. Y creo, que usted no quiere eso. Cócalo se puso muy pálido, lo cual complació a Minos. Él ya había superado los días cuando regalaba muñecos con la esperanza de agradarle a la gente. Ahora era más viejo, y más sabio. Él solo quería aterrorizar y matar a las personas. Una de las hijas del Rey Cócalo avanzó poco a poco. Ella le susurró algo en el oído a su padre. — ¿Qué le estás diciendo, chica?, —Minos exigió saber. La princesa lo miró a los ojos. —Mi señor, Dédalo es nuestro maestro, y amigo. Entregarlo sería una traición. Minos apretó la mandíbula. Aquella chica que defendía al inventor le recordaba a su propia hija, Ariadna—y ella era todo un tema doloroso, ya te darás cuenta de eso en el siguiente capítulo. —Princesa, su lealtad está fuera de lugar. —le advirtió Minos. —Dédalo también fue el instructor de mi hija. Él envenenó su mente, y ella me traicionó ayudando a mis enemigos. ¡Denme a Dédalo ahora! El Rey Cócalo se aclaró su garganta. — ¡Por supuesto, por supuesto! Pero, um, ¿no había mencionado usted algo de una recompensa por resolver este rompecabezas...? Minos entendía todo sobre la codicia. Él dio una palmada y sus sirvientes avanzaron con varios cofres muy pesados—era todo el oro que un burro podía cargar, menos el burro. —Es toda tuya, —dijo Minos. —Solo dame a Dédalo y te dejaré en paz. — ¡Trato hecho! —Cócalo se secó su frente aliviado. —Guardias…. —Padre, espera. —La princesa mayor puso su mano sobre su brazo. —Tu palabra es ley. Obviamente, hay que hacer lo que el Rey Minos nos pide. Pero, ¿no debemos en primer lugar ofrecerles algún adecuado entretenimiento a nuestros huéspedes? Han viajado por varios meses. Ellos deben de estar cansados. Esta noche, ofrezcámosle al Rey Minos un baño de lujo, ropa limpia y una fiesta. Entonces, en la mañana, nosotros lo enviaremos por su camino acompañado por su prisionero y con muchos regalos. —Ella le dio al Rey Minos una sonrisa coqueta. —A mis hermanas y a mí, nos honraría el poder prepararle su baño personalmente. Bueno, pensó el Rey Minos. Eso podría estar muy bien.

Se imaginó que él, ya había ganado. Podía ver la codicia y el miedo reflejado en los ojos del Rey Cócalo. Sicilia no se atrevería a arriesgarse a una guerra contra Creta. Había sido un viaje largo y agotador, y no estaba ansioso por volver a su barco y navegar hasta su reino. Y el tener a tres hermosas princesas preparándole un baño y sirviéndole un banquete no sonaba tan mal. —Acepto, —dijo Minos. —Muéstrame la hospitalidad de.... Sicilia. Las tres princesas lo llevaron hacia un precioso conjunto de habitaciones. Ellas lo adularon por tener tanta riqueza, poder y por su buena apariencia. También, lo convencieron de dejar sus guardias atrás. Después de todo, ¡él estaba entre ‘amigos’! ¿Qué tenía que temer un grande y fuerte Rey de tres chicas? Condujeron a Minos hasta los baños, donde una bañera humeante lo estaba esperando, lleno de un agradable aroma a rosas y burbujas de baño. A medida que nuestro viejo amigo se iba poniendo cómodo, las princesas fueron desviando sus miradas para proteger su inocencia, (y, también, porque él era un viejo, peludo, asqueroso y no querían verlo). —Ahhhh, —dijo Minos. —Esto es vida. —Sí, mi señor, —dijo la princesa mayor. —Y, también es su muerte. — ¿También, qué? Ella giró una perilla. Una escotilla se abrió en el techo y mil galones de agua hirviendo se vertieron sobre la parte superior de Minos. Él gimió, gritó y murió en dolor extremo. Detrás del toallero, una puerta secreta se abrió. Dédalo salió del interior. —Bien hecho, mis princesas, —les dijo el inventor. —Ustedes, siempre han aprendido todo muy rápido. Las princesas lo abrazaron. — ¡No podíamos dejar que Minos te arrestara!, —le dijo la mayor. —Ahora puedes quedarte con nosotros. ¡Puedes continuar asesorándonos! —Lamentablemente, mis queridas, no puedo. —dijo Dédalo. —La diosa Atenea claramente no dejará de maldecirme. Tengo que irme antes de traerle más tragedia a este reino. Pero no se preocupen. Ustedes van a ser unas excelentes reinas. Y, yo tengo otros planes…. El viejo inventor abrazó a sus leales princesas asesinas. Luego, desapareció por el pasadizo secreto y nunca más fue visto, otra vez, en Sicilia. Las princesas corrieron de regreso a la sala del trono. Llorando y gritando, informaron que su huésped de honor, Minos, había resbalado y caído accidentalmente dentro de la bañera con agua hirviendo. El pobre hombre había muerto al instante. Los guardias de Creta tuvieron sus sospechas. Cuando vieron el cuerpo de su Rey, lucia como si hubiera sido hervido en una olla de presión para langosta. Pero, ¿qué podían hacer? Ellos estaban superados en números en ese palacio. La fortaleza estaba demasiado bien protegida como para hacer un asalto en toda regla. Si ellos deseaban tener una venganza adecuada, tendrían que declarar la guerra, asediar la isla, y convocar sus tropas, las cuales estaban a más de miles de kilómetros de distancias. Eso era mucho trabajo por un Rey que ni siquiera les había caído bien, de todos modos. Así que decidieron aceptar la historia de las princesas sobre su muerte siendo un accidente. Los cretenses se fueron navegando en paz. Cócalo se quedó con todo el oro que un burro podía cargar. Sus tres hijas asesinas vivieron felices por siempre y se volvieron excelentes en la tortura y la recaudación de impuestos.

Y, ¿Dédalo? Algunas de las historias dicen que vivió sus últimos días en la isla de Cerdeña, pero nadie está realmente seguro de ello. A menos que hayas leído algunas de mis aventuras. Entonces, es posible que ya sepas lo qué le pasó al viejo. Pero, puesto que nos estamos apegando a los mitos originales, y todo eso, voy a tener que dejar su historia hasta aquí. Además, mi leal perra del infierno está poniéndose realmente triste. Ella sabe que estoy escribiendo sobre Dédalo, su antiguo maestro. Cada vez que ella oye su nombre, empieza a llorar, y hacer abolladuras en mi armadura. Entonces, ¿fue Dédalo un héroe? Dímelo tú. El chico, sin duda alguna, era muy inteligente, pero su ingenio lo metió en muchos problemas, al menos, con la misma frecuencia con que lo salvaba. Todos los superhéroes de los cómics siempre reciben el mismo consejo: Utiliza tus poderes solo para hacer el bien. Bueno.... Dédalo no lo hizo. Él utilizaba sus poderes por codicia, dinero o para salvar su propio pellejo. Pero a veces, también, trataba de ayudar a las personas. Sin embargo, antes de que puedas tomar una decisión, deberías escuchar la otra cara de la moneda: Lo que sucedió en el Laberinto cuando un tipo llamado Teseo llegó a la ciudad. Al parecer Dédalo no era la única persona inteligente en Creta, y Minos no era el único asesino a sangre fría. Ariadna y Teseo.... formaron todo un equipo de degolladores de cuellos.

TESEO MATA A LOS PODEROSOS—¡OH, MIRA! ¡UN CONEJITO155!

¿Quieres volver loco a Teseo? Pregúntale, — ¿Quién es tu papi? Te dará un golpe en la cabeza realmente rápido. Nadie sabe exactamente quién fue el padre de Teseo. Ni siquiera nosotros estamos seguros si tuvo un padre o dos. Los Antiguos Griegos discutieron eso por siglos. Escribieron ensayos e historias tratando de averiguarlo hasta que sus cerebros explotaron. Voy a intentar que tu cerebro no explote, pero así está el caso: El Rey de Atenas era un tipo llamado Egeo. Tenía un montón de enemigos listos para tomar su reino, y no tenía hijos para que llevaran el nombre de la familia. Él realmente quería tener un hijo, así que para recibir asesoramiento decidió—lo adivinaste—visitar al Oráculo de Delfos. ¿Has notado cuantas de estas historias empiezan con Reyes queriendo hijos? No sé qué pasa con ellos. Uno podría pensar que ninguna de las familias reales ha tenido hijos—como si Grecia hubiera estado plagada de Reyes parados a un lado de la carretera con carteles en los que se leían: TRABAJO POR HIJOS. POR FAVOR, EXPLIQUENMEN COMO TENER UN HIJO VARON. QUE LOS DIOSES LOS BENDIGAN. Deberían haber hecho un trato con las Amazonas, ya que esas señoras tiraban a sus bebes al reciclaje, pero…. ¡oh, bueno! Egeo fue con el Oráculo e hizo las ofrendas usuales. — ¡Oh gran Narradora del Futuro e Inhaladora del Gas Volcánico! —dijo el Rey. — ¿Puedo obtener un niño varón de aquí, o qué? En su taburete de tres patas, la sacerdotisa se estremeció cuando el espíritu de Apolo la poseyó. — ¡Ten paciencia, oh Rey! Evita las mujeres hasta tu regreso a Atenas. Tu hijo tendrá una madre noble, y la sangre de los dioses, pero él llegará a su debido tiempo. — ¿Qué significa eso? —Gracias por su ofrenda, que tenga un buen día.

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NT: Libro Original: Bunny Rabbit: (Bunny: Conejo Joven o una Cría) (Rabbit: Conejo Adulto): de allí que se traduzca Conejito o Pequeño Conejito.

Esa respuesta frustró a Egeo. Refunfuñó todo el camino de regreso a su barco, y se preparó para su largo viaje de regreso a casa. Si viajabas por tierra, Delfos no estaba tan lejos de Atenas. Pero en aquel entonces nunca se viajaba por tierra, a menos que estuvieras loco o desesperado. Los caminos eran en su mayoría fangosos, caminos para vacas, o traicioneros pasos de montaña. Los pocos tramos utilizables estaban infestados de bandidos, monstruos y centros comerciales de mal gusto. Por eso los griegos siempre viajaban en barco—que no era exactamente seguro, solo más seguro. Para regresar a Atenas, Egeo tuvo que navegar todo el camino alrededor del Peloponeso, la gran masa de tierra que compone la península Griega del sur. El viaje fue un fastidio, pero ya que Egeo buscaba llegar a casa con vida no tenía muchas más opciones. Los enemigos de su ciudad estarían encantados de atraparlo en el camino, donde podían emboscarlo, cortarlo en minúsculas piezas, y hacerlo ver como el trabajo de monstruos fortuitos u ovejas rabiosas. Así que el Rey Egeo navegó alrededor del Peloponeso. Cada cierto tiempo atracaba en una ciudad y tenía una cena con el Rey local. Egeo quería compartir su sentimental historia y pedir consejos del anfitrión acerca de las palabras del Oráculo. El Rey local siempre estaba como, Oh, ¿tú quieres una esposa? Yo puedo engancharte totalmente. ¡Mi sobrina está disponible! Todos buscaban una alianza matrimonial con una ciudad poderosa como Atenas, pero Egeo recordaba lo que el Oráculo le había dicho. Se suponía que debía evitar a las mujeres hasta llegar a su casa. Declinó ofertas de hermosas novias, lo que no lo hizo estar de mejor humor. Después de semanas de viaje, llegó a una pequeña ciudad llamada Trecén, alrededor de 60 millas al sur de Atenas. Todo lo que Egeo tenía que hacer ahora era cruzar el Golfo Sarónico156 y estaría en casa. El Rey de Trecén era un tipo llamado Piteo. Como su ciudad estaba cerca de Atenas, Piteo y Egeo, se conocían muy bien el uno al otro y a veces pasaban tiempo juntos, aunque tenían dioses patrones rivales. Atenas estaba siempre con Atenea. El dios de Trecén era Poseidón. (Tenían buen gusto allá abajo en Trecén). De todos modos, los dos Reyes habían estado hablando acerca de las profecías del Oráculo. Piteo le dijo: —Oh, diablos, ¿necesitas una esposa? Yo tengo una hija soltera—¿recuerdas a Etra, mi hija mayor? —Viejo, aprecio eso, —dijo Egeo. —Pero, se supone que debo evitar a las mujeres hasta que llegue a casa, entonces…. — ¡Etra!, —llamó Piteo. —Ven acá, ¿quieres? La princesa entró en la sala del comedor. — ¡Hola! La mandíbula de Egeo golpeó su plato. Etra era todo tipo de maravillas. —Uh, —dijo Egeo. —Um, uh… Piteo sonrió satisfecho. Sabía que su hija tenía ese efecto en los hombres. —Entonces, como te decía, Etra es soltera y… —P–pero la profecía, —gesticuló Egeo. Piteo se rascó las patillas. —El Oráculo no dijo que no debías casarte con una mujer, ¿cierto? Ella dijo que debías evitar a las mujeres. Bien, has hecho lo mejor que has podido. Evitaste

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El golfo Sarónico o golfo de Egina es un amplio golfo de la costa oriental de Grecia, abierto a las aguas del mar Egeo y que define el lado oriental del istmo de Corinto.

a las mujeres por semanas. Tú no pediste ver a mi hija. ¡Ella te encontró a ti! Por lo que yo creo que estamos bien. Tal vez Egeo debió de argumentar contra esa lógica, pero no lo hizo. Justo ahí en el comedor, tuvieron una rápida boda tipo las Vegas—la sacerdotisa de Hera, las flores, el imitador de Elvis, un poco de todo ese rollo. Después, Etra regresó a su cuarto para cambiarse y ponerse algo más cómodo, mientras que Egeo corrió a reaplicarse su desodorante, lavarse sus dientes y esperar a su amada esposa en la suite de luna de miel. ¿Cómo se sentía Etra sobre todo esto? Pros y contras. Como dije anteriormente, las mujeres en aquel entonces no tenían mucha opción acerca de con quién se casarían: A Etra definitivamente pudo irle mucho peor. Egeo no era un chico mal parecido. Él y su papá eran amigos, lo que significaba que él probablemente tendría un buen trato con ella. Atenas era una gran ciudad poderosa, entonces eso le daría una gran reputación en la calle con las otras reinas griegas. En el lado negativo, Etra, en realidad, ya tenía un novio secreto—el dios Poseidón. Como el patrón de Trecén, Poseidón fue el primero en enterarse que la princesa estaba haciendo sacrificios para él en la playa. Decidió cortejarla, porque Etra era hermosísima. En no mucho tiempo ella cayó rendida ante él. Ahora que ella estaba casada con otro tipo, y Etra no sabía qué hacer. Después de la ceremonia, mientras su nuevo esposo se estaba lavando los dientes, la princesa se escabulló fuera del palacio. Ella corrió hacia la costa y se adentró en la cercana isla de Esferia, donde ella y Poseidón usualmente se veían. Poseidón la estaba esperando sobre una hamaca entre dos palmeras. Él se mecía en una camisa Tommy Bahama157, y unos shorts tipo bermudas, mientras sorbía su bebida con sabor a fruta de la cáscara de un coco. —Hola, nena, —dijo él. — ¿Qué hay de nuevo? —Bueno…. um, me casé. — ¿Qué dijiste? Etra le dijo lo que había pasado. —Yo…. yo supuse que podía huir contigo—ofreció esperanzada. Poseidón sonrió. Le gustaba Etra, pero no mucho. Los dioses siempre se alejaban, eventualmente. Este parecía ser tan buen momento como cualquier otro. —No, no, —dijo él. —Egeo es un buen tipo, para ser un ateniense. Él será un buen esposo. Este será el adiós para nosotros nena, pero ha estado genial. ¡Honestamente! Él chasqueó sus dedos. Una bola disco bajó de una de las palmeras. ‘Last Dance158’, empezó a sonar en el fondo, porque Poseidón está totalmente atrapado por Donna Summer159. No me preguntes el porqué. Pero, es imposible pasar el rato en su palacio sin que él juegue con su vieja colección de discos. Como sea, ellos tuvieron una noche más de calidad juntos.

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Tommy Bahama es una fábrica en Seattle que hace ropa casual para hombres y mujeres además de ropa deportiva, jeans, trajes de baño, accesorios, calzado y juegos completos de mobiliarios para el hogar. 158 En español: El Último Baile de Donna Summer. 159 Donna Summer fue una cantante, compositora, pianista y actriz estadounidense, mundialmente famosa.

Después, Etra regresó apresuradamente para ver a su nuevo esposo, quien realmente era muy cuidadoso acerca de lavarse los dientes, porque no se había dado cuenta de cuánto tiempo se había ido su novia, o el hecho de que ella oliera como a Sea Breeze160 para después del afeitado. Etra y Egeo consumaron su luna de miel en Trecén. Egeo no estaba ansioso por regresar a su hogar, debido a que todo lo que le estaba esperando allí eran solo problemas, y enemigos. Después de varias semanas, el Rey empezó a tener extraños sueños sobre su esposa nadando a través del Golfo Sarónico con un bebé varón en sus brazos. Finalmente, él le preguntó a Etra acerca de esto. Ella se ruborizó. —Bueno…. estoy bastante segura de que estoy embarazada. — ¡Eso es maravilloso!, —dijo Egeo. —Excepto que…. no estoy segura de que tú seas el padre. Le confesó a su esposo acerca de su aventura amorosa con Poseidón. Egeo tomó la noticia mejor de lo que se habría esperado. Los dioses siempre estaban cayendo enamorados de princesas mortales. Él no podía culpar a Etra por haber sido engatusada por un pedazo de inmortal con muy buena apariencia sobrenatural y poderes ilimitados. Y, no podía maldecir a Poseidón sin ser golpeado por un tsunami, o ser tragado por un terremoto. — Okey, entiendo, —dijo Egeo. —Pero si ese niño es un varón lo reclamaré como mi hijo, ¿de acuerdo? — ¿Y si es una niña?, —le preguntó Etra. Egeo suspiró. —Pensemos en positivo. ¡Un varón sería increíble! Haré algunos arreglos. — ¿Arreglos? — Ya lo veras. Al día siguiente, Egeo llevó a Etra hacia una colina fuera de la ciudad. En la cima destacaba una roca del tamaño de un garaje para dos carros. Una docena de los hombres del Rey habían envuelto cuerdas alrededor de la roca, y la estaban enganchando a un grupo de caballos. — Wow —dijo Etra. — ¿Vas a mover esa roca? — Si, esté será nuestro trato. —Egeo se acercó a un pozo poco profundo junto a la roca. Él desabrochó el cinto de su espada. —La empuñadura de esta espada tiene los emblemas reales de Atenas grabados en ella, ¿ves? — ¿El búho y la rama de olivo? —Sí. Y, estas son mis iniciales en el pomo161. Es una excelente hoja—de bronce celestial y todo lo demás. —Él arrojó la espada en el pozo. —También, voy a enterrar esto. De uno de sus sirvientes, él tomó una caja de madera pulida para zapatos. La abrió y se la mostró a Etra, en el interior habían unos…. lo adivinaste. Zapatos. Etra silbó. —Esas son unas sandalias muy lindas. —Oh, sí. Suelas de cuero. Correas de buena calidad. Soporte del arco. Estas zapatillas durarán toda una vida. —Egeo arrojó la caja de zapatos dentro del pozo.

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Marca de Crema y loción para después de rasurarse o afeitarse. Dicha marca también es un juego de palabras que hace Percy ya que en español Sea Breeze quiere decir Brisa Marina el cual es el olor particular de Poseidón. 161 Pomo: Extremo esférico de la empuñadura de las espadas antiguas que cumplía una doble función: contribuir a equilibrarla y permitir ayudarse con la otra mano al empuñarla. En las modernas se la denominaba monterilla, y era de menor tamaño.

Ahora, quizás estés preguntándote: ¿cuál es la gran cosa sobre ese par de zapatos? Pero, en aquel entonces unas buenas sandalias eran súper difíciles de encontrar. No podías simplemente pasarte por Foot Locker162, y conseguir algunas Adidas163. Si querías ser un héroe, abriéndote paso a través de las guaridas de los monstruos, los nidos de las víboras y los campos de batalla, no podías andar descalzo. Definitivamente, no querrías resbalarte con la sangre y ensuciar un par de baratos flip–flops164. Unas buenas zapatillas podían mantenerte vivo, tanto como lo hace una buena espada. Los hombres de Egeo agarraron las cuerdas. Tensaron las sogas. El grupo de caballos trató de avanzar. Muy lentamente, todos ellos arrastraron la gigantesca roca hasta cubrir el pozo. —Listo, —dijo Egeo. —Si nuestro hijo es un varón, deberás de esperar hasta que sea mayor de edad, solo entonces podrás decirle que yo le dejé algunos regalos debajo de esta roca. Si él puede recuperarlos, es digno de convertirse en mi hijo. Entonces, él podrá emprender su camino a Atenas. Etra arrugó su frente. — ¿Tú quieres que yo le diga todo esto? ¿Dónde estarás tú? —Mi querida, te hablé de esos extraños sueños que he estado teniendo, ¿cierto? Están empeorando. Si vienes conmigo a Atenas, estoy seguro de que mis enemigos te matarán. Ellos no van a permitirte que des a luz a mi heredero. Incluso, si ese niño lograra nacer, nunca estaría a salvo en Atenas. Es mejor que regrese a nuestro hogar solo, y mantenga nuestro matrimonio en secreto. De esa manera mis enemigos pensarán que he fallado al tener un hijo. Y se contentarán con esperar mi muerte. Una vez que mi hijo sea lo suficientemente mayor como para defenderse por sí solo, ¡podrá venir a Atenas, y tomar su lugar legítimo como el príncipe de la corona! —Entonces, tú quieres que yo me quede aquí, y críe al niño sola por, unos, dieciséis, diecisiete años. —Eso sería estupendo. Gracias. —Egeo la besó. —Bueno, mi barco me está esperando en el puerto. ¡Te amo! ¡Ten un buen embarazo! Egeo navegó de regreso a Atenas, y dejó a Etra en Trecén esperando a que su hijo naciera. Ella tenía la esperanza de tener una hija, porque entonces podría estar tranquila. Ni a Egeo, ni a Poseidón, les importaría…. siendo los tipos feministas muy preparados que ellos eran. Etra podría criar a su hija en paz, y no tendría que preocuparse por esos zapatos debajo de la roca. Pero si su hijo era un varón…. bueno, Etra, al menos tendría la esperanza de que llegaría a ser un buen héroe. Entonces, ambos padres estarían muy orgullosos de reclamarlo. Como quizás ya se imaginaron, ella tuvo un hijo, y los historiadores Griegos pasaron los siguientes mil años tratando de descubrir quién era su padre. Algunos afirmaron que era Egeo. Algunos afirmaron que era Poseidón. Algunos afirmaron que él había nacido de los dos padres, lo que estoy seguro es medicamente imposible. Pero, por otro lado, estamos hablando de los dioses, así que: ¿quién sabe? En cuanto a Etra, crió a su hijo sin ayuda de nadie por diecisiete años, lo cual conllevaba un tipo especial de heroísmo. El hijo de Etra era grande y saludable, lo cual era de esperarse, ya que él tenía uno, o dos, padres poderosos. Ella lo nombró Teseo, que significa: El Que Unifica, tal vez, porque ella esperaba que él uniera a toda las personas de Grecia en una sola gran familia feliz. O, tal vez, fue porque el chico

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Foot Locker es una compañía multinacional estadounidense dedicada al calzado y ropa deportiva. Marca reconocida de Zapatos y Zapatillas 164 Marca de Zapatillas más baratas. 163

era tan hiperactivo que Etra, y una docena de niñeras, tenían que unirse para pasar todo el día tratando de atraparlo. Muchos semidioses a los que he conocido tienen trastorno hiperactivo de déficit de atención. Eso te ayuda a mantenerte vivo en el campo de batalla, porque estás consciente de todo. Pero, Teseo es el origen de los chicos diagnosticados con THDA. Él era hiperactivo incluso cuando aún usaba pañales. Era quien rebotaba entre las columnas de Corinto. Era un chico súper–cafeínado, un semidiós con déficits, él…. bueno, ya habrás captado bien la idea. El chico era un verdadero problema. A medida que él iba creciendo, se quedó rápidamente sin cosas que hacer, y sin chicos malos a los que matar. ¿Todos los monstruos cercanos a Trecén? Tostados. ¿Bandidos, asesinos, genios malvados que trataban de tomar el control de la Antigua Grecia? Olvídalos. Todos ellos estaban muertos antes de la hora de la siesta de Teseo. Para el momento en que cumplió los diecisiete, Teseo era sumamente hábil en el combate, y estaba tan increíblemente aburrido que su madre decidió que debía enviarlo a la ciudad de su padre. Ella necesitaba un descanso. Lo condujo hacia la colina donde estaba la enorme roca. —Hijo mío, —le dijo ella. —Tu padre verdadero es Egeo, Rey de Atenas. O, podría ser Poseidón, dios del mar. O, posiblemente sean ambos. Ella trató de explicarle todos los detalles, pero Teseo perdió el interés. — ¿Qué pasa con esa roca? —Egeo me dijo que cuando cumplieras la mayoría de edad, debía traerte aquí. Si tú puedes averiguar una forma de mover esa roca, y recuperar los regalos que hay allí abajo, puedes ir a buscar a tu padre en Atenas. — ¿Regalos? ¡Genial! —Teseo caminó una vez alrededor de la roca, entonces presionó sus manos contra la roca. —No consigas una hernia, —le previno su madre. —Tu padre usó una docena de hombres, y un grupo de caballos para…. BOOM La roca giró hacia un lado y rodó colina abajo. Teseo tenía la misma capacidad de atención de un jerbo165, pero era un genio cuando se trataba de estudiar a sus oponentes—incluso si ese oponente era una gran roca. Él se había dado cuenta de inmediato que la roca era desigual y que no tenía equilibrio en el lado izquierdo. Durante los últimos diecisiete años, el suelo en ese lado se había erosionado. Todo lo que Teseo tuvo que hacer fue darle un buen empujón a la piedra por el lado derecho, y esta se fue rodando hacía abajo. Por supuesto, Teseo no era bueno previniendo las consecuencias. La roca pasó girando a gran velocidad por encima de un pueblo cercano, destruyendo varias chozas, y asustando a algunos de los cerdos antes de que dejara de rodar. — ¡Lo siento!, —Gritó Teseo cuesta abajo. Él se arrodilló junto al foso donde antes había estado la roca. —Linda espada. Y…. ¡OH! ¡Zapatos!

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Mamífero roedor de unos 10 cm de longitud, pelaje castaño claro, patas traseras muy largas, con las que da grandes saltos, y cola de unos 20 cm de largo con un mechón de pelos en la punta; habita en zonas áridas del norte de África.

Teseo ató las correas de sus sandalias. Dio un par de vueltas alrededor de la cima de la colina para probarlas. — ¡Me quedan genial! —Sí, —dijo su madre. —Tienen un excelente soporte para el arco. Pero, Teseo, sobre tu destino…. — ¡Muy bien!, —él saltó por ahí como si fuera una bailarina de ballet. — ¿Cómo llego a Atenas? —Hay dos rutas, —dijo su madre. —Una de ellas es un viaje sencillo por mar, justo a través del Golfo Sarónico — ¡Aburrido!, —Teseo desenvainó su espada, y continuó corriendo en círculos, partiendo en dos a sus enemigos imaginarios, aunque su madre le había dicho mil veces que no corriera con espadas en la mano. —La otra forma es por tierra, —dijo Etra. —Pero el camino es extremadamente peligroso, y está plagado de Centros Comerciales de mal gusto. El viaje te llevaría muchos días, y podrías hacer que te maten. — ¡Increíble! Etra sabía que él iba a decir eso. Él siempre tomaba el camino más peligroso, por lo que se imaginó que sería mejor si ella le advertía sobre lo que le esperaba. —Conozco, al menos, seis enemigos mortales que encontraras por ese camino, —dijo. —Te voy a decir todo acerca de ellos. Trata de poner atención. Teseo saltó, cortando el aire. — ¡Sí, te estoy escuchando totalmente! Etra le dijo todo lo que sabía. Aunque le era muy difícil el poder concentrarse con Teseo haciendo su rutina de kung–fu en sandalias de combate. Dudaba que él hubiera escuchado una sola palabra de lo que le dijo. —Por favor, hijo, —ella declaró. —Los seis villanos del largo camino a Atenas son mucho más peligrosos que los bandidos locales a los que estás acostumbrado. Ellos han logrado que el viaje por tierra entre Trecén y Atenas sea imposible durante generaciones. — ¡Entonces voy a matarlos, y haré del camino un lugar seguro!, —Teseo le dio un beso a su madre, y se fue corriendo colina abajo, mientras agitaba su nueva espada. — ¡Adiós, madre! ¡Gracias por todo! Etra exhaló. Sin el huracán de Teseo soplando por todo el palacio, ella podría finalmente conseguir una buena noche de sueño. No estaba muy preocupada porque su hijo viajara solo. Pero, ¿los bandidos y monstruos? Ellos, no tenían ni idea de lo que se les aproximaba. No pasó mucho tiempo antes de que Teseo pudiera encontrar a su primer enemigo, lo cual fue bueno, porque necesitaba quemar un poco de energía. Él iba saltando de un charco a otro por un camino fangoso, disfrutando del escénico paisaje de árboles muertos, y pueblos quemados, cuando él se cruzó con un hombre grande y feo de pie en la carretera. Detrás sobre su hombro tenía una reluciente porra de bronce. Alrededor de sus pies, el suelo estaba cubierto de unas extrañas esferas destrozadas, parecidas a los melones con moho. A medida que Teseo se acercaba, se dio cuenta de que los melones, en realidad, eran cabezas humanas—el barro brotaba de todas ellas, y todavía estaban unidas a sus cuerpos, los cuales habían

sido enterrados en posición vertical. Al parecer, los desafortunados viajeros habían sido utilizados para un pésimo juego de Whac–A–Mole166. — ¡Alto! —Rugió el tipo con la porra, lo que era muy estúpido, porque Teseo ya se había detenido para admirar las cabezas destrozadas. — ¡Dame todos tus objetos de valor! ¡Y luego te mataré! El bandido medía cerca de unos siete metros de alto. Era ligeramente más pequeño que un camión blindado, y su rostro era tan feo e hinchado que parecía que se lo había lavado con hormigas de fuego. Sus brazos estaban ondulados por sus músculos, pero sus piernas eran arrugadas y retorcidas, encajonadas desde sus muslos hasta sus tobillos dentro de unos apoyos de bronce. — ¡He oído hablar de ti!, —le dijo Teseo. — ¡Eres Perifetes! Ves, él realmente había estado escuchando las historias de su madre, lo que demuestra que nunca debes de subestimar a un héroe con THDA. Nosotros absorbemos de cierta forma más información de la que ustedes podrían dar el crédito correspondiente. Correr en círculos mientras ondeamos una espada es solo nuestra forma de concentrarnos. Como sea, este tipo Perifetes, (que se pronuncia: Par–de–pies–es167), era un semidiós hijo de Hefesto, el cual había heredado la fuerza de su padre, y sus piernas deformes. Él entornaba tanto los ojos que las personas creían que solo tenía un ojo, y lo confundían con un cíclope, (sin ofender a mis amigos y familiares Ciclopes). Perifetes hinchó su enorme pecho. — ¡Mi historia me precede! ¡Si sabes quién soy, sabes que es inútil resistirte! — ¿Qué pasa con todas esas cabezas? —le preguntó Teseo. —Los entierras, y luego los matas, o…. Perifetes rió. — ¡Yo las entierro de un golpe en el suelo con mi porra! ¡Eso es lo que hago! ¡Mi apodo es Clubber168! —Oh, —Teseo se rascó la barbilla. —Pensé que te llamaban Clubber169 porque has ido a un montón de discotecas. — ¿Qué? ¡No! ¡Soy violento, aterrador, e incrusto personas en el barro! —Así que.... ¿no iremos a ninguna fiesta esta noche, charlar con chicas, y realizar algunos pasos de baile? Perifetes arrugó su frente. Él no estaba acostumbrado a que lo invitaran a bailar. —Yo robo y mato, muchacho insignificante. Esos zapatos son geniales. ¡Dámelos! Él blandió su gran porra, pero Teseo no se estremeció de terror de la forma en que se suponía que debía hacerlo. —Esa es una buena porra, —dijo Teseo. — ¿Es de madera bañada en bronce? El orgullo calentó el corazón de Perifetes. Él era un asesino vicioso, pero también era un hijo de Hefesto. A él le gustaba que la gente apreciara su artesanía. — ¿Por qué? ¡Sí! Tiene un núcleo de madera maciza de roble recubierto en veinte capas de bronce. Creo que realmente mejora mi swing170. 166

Whac–A–Mole (Dale–Al–Topo): Es un popular juego inventado en 1976 consiste en pegarle a los topos que salen por un agujero de la maquina con un mazo de plástico. 167 En inglés Perifetes es Periphetes y su pronunciación suena parecido a: Pair–of–Feet–is (Par–de–pies–es). 168 Perifetes hace referencia a: James "Clubber" Lang el personaje de ficticio que encarna Mr. T en Rocky III. 169 Teseo hace un juego de palabras ya que la palabra Clubber al traducirla literalmente significa Discotequero. Por eso la referencia a las discotecas. 170 Swing traducción literal balanceo: Es el movimiento que se hace a la hora de batear.

Teseo arrugó su frente. — ¿Veinte capas de bronce? Vamos, hombre. Eso haría que fuera demasiado pesada como para que cualquier persona lo lleve. — ¡Soy fuerte! — ¿Estás seguro de que no está hecha de poliestireno171 envuelto en papel de aluminio? — ¡Sí! ¡Estoy seguro! — Pruébalo. Déjame echarle un vistazo. Perifetes no pudo ver ninguna doble intensión. Se imaginó que ese insignificante muchacho podría colapsar bajo el peso de su porra, lo cual sería bueno para echarse unas risas. Le dio su porra a Teseo. Pero, en lugar de derrumbarse, Teseo la balanceó, y golpeó a Perifetes en la cabeza, asesinándolo instantáneamente. — ¡Sip! —le dijo Teseo. —Esto es de madera bañado en bronce, ¡genial! Gracias, hombre. Creo que voy a quedármelo. Perifetes no discutió, ya que estaba muerto. Teseo se colgó su nueva arma preferida sobre su hombro, y continuó con su viaje, de vez en cuando se acercaba a los bosques para mirar a las ardillas, corría para avanzar y revisar los objetos brillantes en el camino, o se detenía al azar para mirar insectos. Allí es de donde proviene el viejo dicho: Camina sin rumbo y lleva un enorme garrote172. Estoy bastante seguro de que así es como va Mientras Teseo avanzaba hacia el norte, los monstruos y bandidos inteligentes se apartaban de su camino. Los más tontos consiguieron que sus cabezas fueran destrozadas. Después de unos días, Teseo llegó al estrecho puente de tierra que conecta el Peloponeso con el norte de una peninsular llamada Ática. Como era un cuello de botella natural, también tenía al primer bandido de bienes raíces. Teseo estaba paseándose por un bosque de pinos muy altos cuando vio a un tipo vestido como un leñador—jeans, camisa de franela, barba tupida color negra, y una gorra sobre su cabello rizado. De alguna forma, el tipo había doblado un árbol de pino de unos cincuenta metros y estaba sosteniendo su parte superior contra el suelo con ambas manos. El hombre sonrió cuando vio a Teseo. — ¡Hola, extraño! Mi nombre es Sinis, y esa de ahí es mi hija, Perigune. Una bonita joven en un vestido de franela se asomó desde detrás de un árbol. Ella agitó su mano nerviosamente. Su expresión decía: ¡Huye! ¡Por favor! Teseo le sonrió al leñador. — ¿Por qué sostienes un árbol de pino contra el suelo? —Oh, esto solo es un pasatiempo, —dijo Sinis. — ¡Me llaman el Doblador de Pinos! —Ese es un apodo pegadizo. —Sí, me gusta desafiar a la gente. Cualquiera que pueda doblar un árbol de pino como lo estoy haciendo yo ahora mismo puede casarse con mi hija. Nadie ha sido capaz de hacerlo. ¿Quieres darte una oportunidad?

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Resina sintética que se emplea principalmente en la fabricación de lentes plásticas y aislantes térmicos y eléctricos. Eh, no, no es así como va Percy hace referencia a la frase, tomada de un proverbio del África occidental era: "habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos" (speak softly and carry a big stick, you will go far), pero tratándose de Teseo creo que la frase de Percy queda perfecta. 172

Teseo se acercó. Podía ver como temblaban las extremidades de Sinis. Doblar un árbol de pino bien desarrollado, incluso para un tipo como este con todos esos montones de músculos, y mucha experiencia, no fue fácil. Por suerte, Etra le había advertido a Teseo sobre Sinis, así que sabía qué esperar. Sinis era un hijo de Poseidón. Él había heredado la súper fuerza de su padre, y la capacidad de mantenerse firme bajo casi cualquier situación—supongo que eso era porque Poseidón es el Sacudidor–de–la–Tierra, y podía hacer que incluso las raíces de la tierra temblaran. (Yo no he heredado esos poderes de Poseidón, pero voy a tratar de no sonar celoso). Cuando Sinis era joven, se había entretenido doblando árboles altos, para luego soltarlos, catapultando sandías, y lindos animales del bosque hacia la estratosfera. Él era un gran tipo de esa manera. Entonces, se dio cuenta de que él podía catapultar humanos. Todo lo que tenía que hacer era engañarlos, o forzarlos a sostener la copa de los árboles cuando estas estuvieran contra el suelo. Durante el paso de los años, había logrado perfeccionar su afición. A veces ataba las manos de sus víctimas a la copa del árbol por lo que no podían soltarlos a tiempo. En ocasiones inclinaba dos árboles a la vez. Luego, debido a que él tenía sus manos ocupadas, le ordenaba a Perigune que atara el brazo izquierdo de su víctima a un árbol, y el brazo derecho al otro. Entonces, Sinis soltaba a ambos árboles a la vez. ¡Chico, eso era súper divertido! Nunca se sabía qué parte de la víctima saldría volando en qué dirección. —Es un desafío interesante, —dijo Teseo. —Teóricamente hablando, ¿qué pasaría si lo rechazo? —Oh, bueno, entonces, teóricamente hablando, estarías insultando la belleza de mi hija, por lo que tendría que insistir para que participaras en un reto aún más difícil. Yo te ataría a dos árboles de pino, uno en cada muñeca. Y te obligaría a mantener a ambos sobre el suelo todo el tiempo que puedas. Y cuando eventualmente te canses…. —Entendido, —dijo Teseo. —Así que puedo doblar un árbol de pino para poder tener una oportunidad con la hermosa chica. O, puedo mantener doblado dos árboles de pino, y ganarme una muerte segura. — ¡Eres un estudiante rápido! — ¿Y qué si solo escapo? Sinis se rió. —Buena suerte con eso. ¿Ves todos esos esqueletos esparcidos entre los conos de los pinos? —Me estaba preguntando sobre ellos. —Esos son los tipos que se negaron a participar en mi desafío. Nunca he perdido en el combate cuerpo a cuerpo, por lo que luchar contra mí es inútil. Y, si tratas de correr.... bueno, soy extremadamente preciso en un rango de tres kilómetros con un pino catapulta. Te puedo golpear con una roca voladora, o con un alce. — No tengo ningún deseo de ser golpeado por un alce volador, —le dijo Teseo. — ¡Estoy listo para el reto de un solo árbol! — ¡Excelente! ¡Vamos a empezar! Teseo puso a un lado su porra. Él se acercó al Doblador de Pinos, y analizó la situación. No era tan fuerte como Sinis. Él no tenía la capacidad para plantarse firmemente sobre la tierra. Ni siquiera tenía un buen plan. Pero, le dio una rápida mirada a la chica Perigune, y su desconcentrado

cerebro empezó a funcionar: Una chica entre los árboles. Una chica. Un árbol. Los árboles tienen espíritus. Tengo hambre. Vaya, Sinis huele mal. Una dríada. Apuesto a que las dríades de estos árboles están realmente cansadas de ser dobladas. Hey, allí hay una ardilla. —Cuando quieras, —dijo Sinis entre dientes, sudor descendía por su cuello. Teseo tocó las ramas de los pinos con la punta de sus dedos. Él habló mentalmente: Hola, ahí dentro. ¿Quieres deshacerte de este tipo, el Doblador de Pinos? Ayúdame. No estaba muy seguro de si la dríada lo había escuchado, pero él agarró la copa del árbol. — ¿Lo tienes?, —le preguntó Sinis. —Quiero estar seguro de que lo tienes bien agarrado. Él era muy cortés con la gente a la que estaba a punto de asesinar. —Sí, —le dijo Teseo. —Lo tengo. —Está bien, pero solo para asegurarnos.... —Sinis soltó cuidadosamente un lado del árbol. De su bolsillo trasero sacó una correa de cuero. Ató la muñeca izquierda de Teseo al árbol, lo cual no era fácil de hacer con una sola mano, pero Sinis había tenido mucha práctica. —Listo. Ahora estás debidamente asegurado para tu viaje. ¡Nos vemos! Sinis dio un salto hacia atrás. Esperó a que el pino se elevara hacia el cielo, como era de costumbre, y pusiera a Teseo en órbita, probablemente sin su brazo izquierdo. El árbol no se movió. Teseo lo sostuvo con firmeza sobre suelo. Tal vez el espíritu del árbol le estaba ayudando. Además, Teseo era fuerte e inteligente. Él sabía cómo aplicar la menor cantidad de presión para obtener un máximo resultado—como, por ejemplo, el poder enviar rodando una enorme roca sobre un pueblo. Mantuvo sus pies firmemente plantados. Sus brazos ni siquiera se esforzaron. —Así que, —él dijo. — ¿Cuánto tiempo tengo que sostener esto antes de ganarme a tu hija? Sinis se sobrepuso al shock. —Y–yo estoy sorprendido de que todavía lo esté sosteniendo, hombrecito. Pero, solo eres un humano. Un poco más de tiempo y se te acabará la fuerza. Entonces morirás. —Oh, ya veo, —dijo Teseo. —En ese caso, será mejor que me acomode. Esta correa de seguridad realmente me está irritando. Soltó un lado del árbol. El árbol siguió sin ir a ningún lado. Él sacó su espada, y comenzó a cortar la correa de cuero. — ¿Qué estás haciendo?, —exclamó Sinis. —Si piensas que puedes solo alejarte de este desafío…. —No, no. Voy a seguir sosteniendo el árbol. —Teseo envainó su espada. Él continuó sosteniendo el pino con una sola mano. —Puedo hacer esto todo el día. ¿Cuánto tiempo quieres que espere? Teseo apostaba que Sinis, siendo un semidiós, tenía THDA al igual que él. Efectivamente, a los diez segundos Sinis se impacientó. — ¡Esto es imposible! ¿Cuál es tu secreto? —Todo está en el agarre, —le dijo Teseo. —Ven aquí, te la voy a mostrar. Sinis dio un paso hacia adelante. —Está bien, —dijo Teseo. — ¿Ves cómo he colocado mi mano sobre la copa? Sinis no podía ver nada a través de las agujas de pino, a menos que se inclinara, y mirara directamente hacia abajo. Cuando él lo hizo, Teseo soltó el árbol. El pino se elevó, golpeando a Sinis en el rostro y dejándolo fuera de combate.

Horas más tarde, el Doblador de Pinos se despertó de su sueño sobre alces voladores. Estaba aturdido. Su boca sabía cómo a árbol de Navidad. Y se dio cuenta de que estaba tumbado, y despatarrado sobre el suelo del bosque. El rostro sonriente de Teseo se cernía sobre él. — ¡Bueno, te has despertado! — ¿Q–qué...? —Escucha, he estado pensando sobre ese desafío de los dos árboles. Pensé que me podrías mostrar cómo se hace. Sinis forcejeó. Sus muñecas estaban firmemente unidas. — ¿Qué has hecho? —Bueno, tengo dos pinos doblados sobre el suelo justo detrás de tu cabeza. Los estoy manteniendo a ambos sujetos al suelo con mis pies. Tus muñecas están atadas a ellos, por lo que, si yo fuera tú, me levantaría y me prepararía. Sinis gritó. Luchó por levantarse, lo cual no le resultó nada fácil de hacer con las manos atadas. Tuvo que hacer una voltereta al estilo de los cangrejos, sin despegar los pies del suelo para mantener su control sobre los árboles. — ¡No puedes hacer eso! — ¡Hey!, —Teseo dio un paso hacia atrás, dejando que Sinis contuviera los pinos él solo. Sinis había pasado doblando árboles durante toda su vida. Él era muy fuerte, y podía pararse firmemente en casi cualquier situación. Pero, ahora mismo estaba mareado, y adolorido. Además, los dos árboles parecían estar luchando contra él de una forma consistente—esforzándose por ser libres. Los pinos se sentían.... enojados. — ¿Cómo? —Sinis se lamentó. — ¿Cómo es posible que mantuvieras agarrados ambos árboles y pudieras atarme? —Tuve ayuda. La hija del bandido se asomó desde detrás de un árbol. —Hola, padre. — ¡Perigune, no! ¡Libérame! —Lo siento, padre. Este hombre guapo ganó el concurso, por lo que le pertenezco ahora. ¡Adiós! Teseo recogió su porra. Él, y Perigune se alejaron, cogidos de la mano, mientras Sinis les gritaba desde atrás. — ¿Segura que estás de acuerdo con esto, Perigune?, —le preguntó Teseo. —Uf, sí. ¡Mi padre es horrible! Era solo cuestión de tiempo antes de que me arrojara hacia el cielo. —Me pregunto cuánto tiempo podrá mantener agarrados esos árboles. Detrás de ellos se escuchó un gemido ahogado, seguido por el whoosh de dos árboles crujiendo al elevarse, y el sonido parecido al de quinientas–libras–de–insecto estrellándose contra un parabrisas. —No mucho, —dijo Perigune. — ¿Quieres ir a cenar? Estoy hambrienta. Se dirigieron a la ciudad más cercana, y pasaron unos días agradables juntos. Algunas historias dicen que Perigune incluso tuvo hijos con Teseo, pero yo no estuve allí, por lo que no voy a cotillear. Después de un tiempo, Teseo le explicó que tenía que seguir con su viaje. Que tenía negocios en Atenas. Perigune había visto suficiente de las carreteras, y de los bandidos malvados, por lo que decidió quedarse y empezar una nueva vida para ella. Se separaron como BFFs173. 173

Es la abreviación de lo que en español seria: Mejores Amigos Por Siempre.

Después de otro maravilloso día en las tierras baldías, Teseo entró en un pueblo llamado Cromión. En la plaza principal de la ciudad, una multitud de personas lloraban y sollozaban. Teseo se preguntó si estaban molestos por tener que vivir en un pueblo llamado Cromión. Entonces se dio cuenta de que estaban reunidos alrededor del cuerpo mutilado de un anciano. — ¿Qué le pasó?, —preguntó Teseo. Un muchacho levantó su mirada con lágrimas en los ojos. — ¡Es esa anciana y su cerda! — ¿Disculpa?, —preguntó Teseo. — ¡Phaea174! —Gritó el niño. —Ella vive en el desierto con su enorme cerda devoradora de hombres. — ¡Las dos son unas monstruosidades!, —gritó una mujer. —Esa cerda ha destruido todos los campos. Se alimenta de nuestros cultivos, mata a nuestros agricultores, derriba nuestras casas. Entonces, la anciana Phaea viene después, y se lleva nuestros objetos de valor. —Puedo solucionar aquello, —dijo Teseo. —Voy a matar a esa anciana y a su cerda. Eso pudo no haber sonado como una de las promesas más heroicas, pero la gente del pueblo abrió sus bocas, y se arrodillaron ante Teseo como si él hubiera venido desde el Monte Olimpo. Él lucia como una especie de dios. Tenía una enorme porra de bronce, una espada carísima, y unos zapatos increíblemente lindos. — ¿Quién eres tú, oh extraño?, —le preguntó un chico. — ¡Soy Teseo! ¡Hijo de Egeo, Rey de Atenas! ¡También, el hijo de Poseidón, dios del mar! Y, ¡también hijo de Etra, princesa de Trecén! Los campesinos se quedaron en silencio mientras trataban de hacer sus conjeturas. — ¡No importa!, —les dijo Teseo. — ¡Voy a matar a la bandida Phaea y a su monstruosa mascota, la Cerda de Cromión! —Oh, por favor no la llames de esa forma, —dijo un agricultor. —No queremos que nuestra ciudad sea inmortalizada por una cerda que come–hombres. Y desde entonces la cerda fue llamada por siempre La Cerda de Cromión, y es por lo único que ese pueblo es recordado. Teseo recorrió los campos, en busca de la Cerda delincuente. Ella no era muy difícil de rastrear. Teseo se limitó a seguir el rastro de cadáveres, cultivos pisoteados y granjas quemadas. La cerda era tan grande como un granero, esa fue una comparación fácil ya que ella se encontraba de pie sobre la cubierta de uno, osando entre los agricultores muertos. Su piel con motas de color gris estaba cubierta por pelos del tamaño de una espada. Sus cascos estaban cubiertos de sangre salpicada. Y su olor.... wow. Incluso estando al otro lado del campo, el hedor casi derribó a Teseo. Él dudó de que alguna vez fuera capaz de comer tocino, de nuevo. — ¡Hey, Cerda! —le gritó. — ¡Sabroso, yum, yum! Esas fueron sus palabras mágicas. 174

También puede traducirse como Fea o Phaia. En el mito: A la Cerda de Cromión también se la llama Phaea o Fea debido a la mujer a la que pertenecía. En la novela de: El último héroe del Olimpo, de la saga Percy Jackson y los dioses del Olimpo, Percy lucha contra una Cerda Voladora conocida como la Cerda Clazmonia. El nombre de esta Cerda parece aludir a la Cerda de Cromión, a pesar de que Annabeth, afirma que no ha habido héroe anterior a Percy que derrotara a ese monstruo. Dato Curioso: Annabeth parece no saber que Teseo fue capaz de matar a la Cerda y a su propietaria Fea, en su camino a Atenas y el hecho de que Percy fuera capaz de matar a dicha cerda, puede haber sido una referencia al hecho de que Teseo, que también era un hijo de Poseidón, fue capaz de derrotarla.

La cerda se giró, vio un jugoso bocado de héroe, y cargó contra él. Te puedo decir por experiencia propia, que no hay nada lindo, o gracioso en una Cerda gigante atacándote. Cuando ves esos ojos oscuros, y ese dentado hocico viniendo hacia ti, (oh, sí, tienen dientes), todo lo que quieres hacer es salir corriendo hacia el búnker a prueba de cerdos más cercano. Teseo se mantuvo firme. En el último segundo, se lanzó hacia la izquierda, y picó a la Cerda con su espada. La Cerda gritó de rabia. Se giró, y volvió a cargar. Esta vez Teseo la esquivó saltando hacia la derecha. Otra cosa acerca de los cerdos gigantes: no son muy inteligentes, y no pueden girar bien sobre porquerías. Ni se te ocurra el tratar en aparcar uno en paralelo. No funcionará. Teseo jugó a ser un matador hasta que la cerda estuvo muy exhausta, y desangrándose por tener tantas heridas, que simplemente colapsó sobre el campo. A continuación, Teseo se acercó, levantó su porra de bronce, y le dio las buenas noches a la Cerda de Cromión. Teseo estaba limpiando la sangre de la cerda en su porra cuándo escuchó un grito. Una mujer gorda con un vestido de cilicio175 cojeaba hacia él, con una gran hacha de batalla en sus manos. Su piel tenia motas de color gris. Su cabello enredado en una maraña oscura de cerdas. — ¿Estás relacionada con esta cerda?, —le preguntó Teseo. —Porque te ves…. — ¡Esa era mi mascota, idiota!, —le gritó la mujer. — ¿Qué has hecho? —Tú debes ser Phaea. — ¡Sí! ¡Y esa Cerda me conseguía buen dinero en el negocio del bandolerismo! —Bueno, Sra., voy a tener que citarla por mantener su carga ganadera dentro de los límites de Cromión. También por matar, saquear y ser fea sin licencia. La mujer levantó su hacha de guerra. — ¡Muere! Un consejo: si te encuentras con un héroe bien armado que acaba de matar a una Cerda gigante, no es muy inteligente de tu parte el gritarle: ¡Muere!, y atacarlo con un hacha. Al instante, Phaea yació muerta junto a su Cerda. Teseo limpió su espada con su vestido de cilicio. Pudo haber vuelto a Cromión, y decirle a la gente todo lo que había sucedido, pero supuso que lo averiguarían muy pronto. Además, en realidad, no había mucho que hacer en Cromión una vez que habías matado a la Cerda gigante, así que Teseo continuó su viaje. Para este momento, Teseo ya había desarrollado una filosofía personal sobre como matar cosas. Solo las atacaría si él era atacado primero. Y, siempre que fuera posible, iría en contra de sus enemigos de la misma forma en que ellos habían tratado de derrotarlo. ¿Querías golpear con una porra a Teseo? Él te quitaría la porra, y te mataría con ella. ¿Querías amarrar a Teseo a un árbol de pino? Él te amarraría a dos árboles de pino. No solo era un sistema justo, era divertido. Solo se lamentó por no poder matar a Phaea con su propia Cerda gigante, pero la filosofía solo la puedes practicar hasta cierto punto. Una tarde, Teseo estaba paseando a lo largo de la parte superior de un acantilado de cien metros, (porque los héroes hacen ese tipo de cosas). El mar brillaba muy por debajo. El sol se sentía cálido, y agradable en su rostro. Era tan tranquilo y relajante que Teseo comenzó a sentirse inquieto. 175

También se lo puede traducir como vestidura de saco: Es una vestidura áspera usada antiguamente para la penitencia.

Afortunadamente, a unos cincuenta metros por delante de él, un bandido saltó desde detrás de una roca y gritó. — ¡Detente y entrégate! El chico estaba vestido con ropa polvosa de color negro, sandalias, (no eran tan bonitas como las de Teseo), y un sombrero de ala ancha negro. Un pañuelo le cubría la parte inferior del rostro. Y estaba apuntando a Teseo con una ballesta cargada de flechas. Teseo sonrió. —Hombre, me alegro de verte. El tipo bajó la ballesta. — ¿Lo estás?, —le preguntó. — ¡Sí!, estaba aburrido. El bandido parpadeó. —Bien.... okey, entonces. ¡Esto es un asalto! Dame todas tus chucherías—esa espada, esa porra, y definitivamente esos zapatos. Esos son unos lindos zapatos. — ¿Supongo que no hay una forma de evitar una confrontación en esa lista tuya? Porque estoy tratando de no matar personas a menos que me ataquen. El bandido se rió. — ¿Tú, matarme a mí? ¡Buena esa! Te diré qué: si lavas mis pies como una muestra de respeto, no te mataré. Solo tomaré tus objetos de valor, pero conservarás tu vida. Ese es el mejor trato que vas a conseguir. La referencia al lavado de pies desencadenó un recuerdo de Teseo. —Oh, mi madre me habló de ti. Tú debes ser Escirón. El bandido hinchó el pecho. — ¡Por supuesto que lo soy! ¡Soy famoso! ¡Escirón, el hijo de Poseidón! ¡El número seis en la lista del Top Diez de los bandidos más ricos de Forbes176! —Hey, yo también soy un hijo de Poseidón, —le dijo Teseo. —Tú no le robarías a un hermano, ¿cierto? —Los familiares son mis víctimas preferidas. ¡Ahora, lávame los pies! Justo aquí frente al borde de este precipicio estaría bien. No te preocupes. No voy a empujarte. Teseo se asomó por el borde. Un centenar de metros por debajo de ellos, una enorme forma redonda se movía bajo las olas. — ¿Es una enorme tortuga la de allí abajo? —Sip. Esa es mi mascota. —Él no come humanos, ¿o lo hace? Por poner un ejemplo, a las víctimas que empujas fuera de este acantilado, como me dijiste que no lo harías. —Mi tortuga es una: ella. Su nombre es Molly. Y, por supuesto, ella no come humanos. ¡Qué idea más tonta! Como si tener una tortuga gigante llamada Molly no fuera una idea tonta. Escirón le apuntó con su ballesta. —Ahora, ¡lava mis pies o muere! Tengo un cubo y un trapo detrás de esa roca. Y trae el spray desinfectante. Definitivamente vas a necesitarlo. Teseo dispuso cuidadosamente de sus armas. Escirón mantuvo su ballesta apuntando hacia el pecho de Teseo mientras el héroe tomaba los suministros para lavar pies, y se arrodillaba delante del bandido. —Diviértete, —Escirón puso su pie izquierdo sobre una roca, posicionándose de tal forma que Teseo tuviera el mar hacia su espalda. Una sola patada y Escirón sería capaz de mandarlo sobre el borde. Afortunadamente, Teseo se lo esperaba.

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Forbes es una revista especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, publicada en Estados Unidos. Fundada en 1917 por B. C. Forbes, cada año publica listas que despiertan gran interés en el ámbito de los negocios como Forbes 500.

Él se puso a silbar mientras desataba las correas de las sandalias de Escirón. Los dedos de los pies del bandido eran velludos, y estaban cubiertos de sustancias desconocidas. En las grietas de las uñas de sus dedos gordos, habían algas verdes que estaban cerca de desarrollar una sociedad agrícola. Los muy asquerosos pies distrajeron a Teseo, pero ya que él siempre estaba distraído, no nos importa mucho. Sintió como la pierna de Escirón se tensaba. Justo antes de la patada del bandido, Teseo se hizo a un lado. Escirón tropezó, perdió el equilibrio, y Teseo lo golpeó en el trasero, enviándolo por encima del borde. — ¡WAHHHHHHH! —Escirón agitó sus brazos, pero, por desgracia, los semidioses hijos de Poseidón no reciben el poder de volar. La cabeza de la tortuga gigante salió a la superficie. Ella abrió sus enormes fauces. — ¡No, Molly!, —exclamó Escirón. — ¡Soy yo! GULP. Al parecer a Molly no le importaba morder la mano de quien le daba de comer.... o de tragárselo entero, tampoco. Teseo se lavó las manos con spray anti–bacterial, y continuó su camino.

Por último, él llegó al final de un puente de tierra, y se dirigió hacia Ática. (Annabeth me está diciendo que: la estrecha franja de tierra que conecta dos grandes porciones de tierra se llama: istmo. Yo no puedo pronunciar eso, pero allí lo tienen, fanáticos de la geografía). Teseo llegó a la ciudad de Eleusis, que era famosa por su templo a Deméter, pero en lugar de la venta temática de chatarra turística sobre Deméter, y ofrecer visitas guiadas por el sitio, los locales estaban gritando, y corriendo en busca de un lugar para esconderse. — ¿Qué está pasando?, —le preguntó Teseo a un chico. — ¡El Rey! ¡Está loco! ¡Él quiere luchar! Teseo arrugó la frente. Su madre le había advertido sobre Cerción, el Rey de Eleusis. Al parecer, el tipo era de estatura mediana, fuerte, y le gustaba matar a los viajeros. Pero ella no le había dicho nada acerca de la lucha libre. Teseo se dirigió a la hoguera ceremonial en el centro de la ciudad. Por lo general, ese era el lugar más seguro en cualquier ciudad griega. Los viajeros, y embajadores iban allí a prometer sus pacíficas intenciones y aceptar la hospitalidad de la ciudad. Ahora la hospitalidad de la ciudad consistía en un Oso de Hombre177 caminando fuertemente alrededor de la hoguera con una reluciente capa dorada, unas mallas de Spandex178 dorado, y una máscara con grandes agujeros para los ojos, el cual lucía sospechosamente a un par de calzoncillos. — ¿QUIEN QUIERE ENFRENTARME?, —rugió el hombre con ropa interior. — ¡YO SOY CERCIÓN, EL REY! —Wow, —dijo Teseo. — ¡Su traje es muy brillante! — ¡RAGH!, —Cerción cruzó rápidamente, sin rumbo aparente, la avenida hasta llegar al templo de Deméter, y atravesó con su puño una columna de mármol, e hizo que todo el porche delantero se derrumbara. —Hey, un momento, —dijo Teseo. —Tú, no deberías perjudicar los templos. Además, eso no puede ser bueno para tu puño. — ¡Soy Cerción!, —dijo Cerción. — ¡Derrótame en la lucha libre, y podrás ser el Rey! ¡De lo contrario, te mataré! El Rey hizo una pausa como si hubiera olvidado lo que estaba haciendo. Es probable que el esfuerzo de poner tantas palabras juntas le hubiera sobrecalentado el cerebro. Teseo consideró qué hacer. Obviamente el Rey Cerción había perdido la cordura. Tal vez los dioses lo habían maldecido con la locura por todos esos años en los que había estado asesinando viajeros, y construyendo su mala reputación. Teseo no quería matar a una persona demente, pero tampoco podía dejar que Cerción aterrara a los locales, destruyera los templos, y anduviera por allí todo desenfrenado en mallas de Spandex dorado. —Así que, si te gano en la lucha libre, —le dijo Teseo. — ¿Seré el Rey? — ¡Sí! — ¿Tendré que llevar ropa interior sobre mi cabeza? — ¡Sí! Teseo dejó su espada y la porra. — ¿Tengo que asesinarte, o vas a aceptar tu derrota si te noqueo? —Eso nunca sucederá, —dijo Cerción. — ¡Porque te voy a romper la columna vertebral! 177 178

Es una expresión utilizada para referirse a un hombre enorme, musculoso y peludo por todos lados. La licra o Spandex es una fibra sintética conocida por su gran elasticidad y resistencia.

Teseo hizo una mueca. —Desearía que no hubieras dicho eso. Mira, tengo esta filosofía…. — ¡RAGGGGR! —Cerción cargó contra él. Teseo esquivó el primer ataque del Rey. Cerción era grande y fuerte, pero era tan torpe como una cerda gigante. Teseo estaba familiarizado con todo ello. Cerción volvió a cargar. Esta vez Teseo se hizo a un lado. Él pateó a Cerción en la parte trasera, de la misma forma que lo había hecho con Escirón. El luchador tropezó con la hoguera, y salió de allí gritando, su reluciente capa quemándose. — ¡Muere!, —gritó Cerción. Teseo se puso de espaldas al templo. Mientras Cerción se lanzaba ciegamente como una bola de cañón, Teseo se agachó, y pasó entre las piernas del enorme hombre, y el luchador cortésmente estrelló su rostro contra la pared de mármol. La pared se agrietó. Al rostro de Cerción no le fue demasiado bien, tampoco. Él se tambaleó, y se desplomó. Haciendo acopio de todas sus fuerzas, Teseo recogió al Rey aturdido, y lo levantó por encima de su cabeza. Los aterrados ciudadanos salieron de sus escondites. Una multitud se unió a Teseo en su desfile como luchador por la plaza. —Ríndete, Cerción, —le dijo Teseo. —Y me ahorraré quitarte la vida. —Nunca, —murmuró el hombre loco. —Romperé.... tu columna vertebral. Teseo suspiró. —Bueno, amigos, ya lo escucharon. Él dejó caer al Rey sobre su rodilla en un rápido movimiento de Bane–quebrando–a– Batman179. Cerción cayó al suelo, muerto. Teseo le arrancó la máscara al Rey. La sostuvo tan alto como pudo para que la gente la viera. — ¡Chicos!, —Gritó. — ¡Realmente, no deberían seguir las órdenes de una persona que usa ropa interior sobre su cabeza! Además, todo este asunto de la lucha–a–muerte es estúpido. — ¡Alabado sea, nuestro nuevo Rey!, —gritó alguien. —Oh, no, —dijo Teseo. —Yo tengo mi propio momento. ¿Quién es el tipo más inteligente de esta ciudad? La multitud nerviosamente señaló a un viejo tipo con barba blanca, tal vez el filósofo local. —Tú serás el Rey ahora, —dijo Teseo. —Haz un buen trabajo. Arregla el templo. Dispone del cuerpo de este luchador. Y nunca uses una máscara hecha con ropa interior. —Lo entiendo, héroe, —dijo el anciano. Entonces, Teseo abandonó la ciudad de Eleusis dejándola en mejores manos y con mucho menos Spandex. Teseo estaba tan cerca de Atenas que podía olerlo. Y lo digo literalmente. En aquel entonces, el saneamiento no era muy bueno. Una ciudad del tamaño de Atenas olía tan mal que podías olerla a unos veinte kilómetros de distancia. Sin embargo, Teseo estaba cansado. El sol se estaba poniendo. Pensó que tendría que dormir en el camino una noche más, e ir a Atenas al día siguiente. 179

Percy hace referencia a la clásica escena de los comic de DC o de la película de The Dark Knight Rises—titulada: El caballero oscuro: la leyenda renace en España y Batman: el caballero de la noche asciende en Hispanoamérica en la que Bane golpea la columna vertebral de Batman contra su rodilla.

Se detuvo en el peor, más hortero y asqueroso Centro Comercial en toda la carretera. Fuera de la tienda más cercana, un gran cartel que decía: CAMAS A MEDIO USAR DE CRUSTY. ¡¡QUÉDATE LA NOCHE CON NOSOTROS!! Teseo no podía decir si el lugar era un hotel, o una tienda de colchones, o qué, pero, con un letrero como ese, no pudo resistirse a echarle un vistazo. Además, había una gran cantidad de burros amarrados en el estacionamiento, por lo que pensó que el lugar debía de ser popular. Lo extraño: en el interior, no encontró a ningún cliente, solo una sala de exposición lúgubre, con un techo bajo, lámparas de aceite de oliva encendidas, y dos viejas y desagradables camas. Una de ellas era de unos diez metros de largo. La otra era de unos cuatro metros de largo. Aquello realmente debió de haber impulsado a muchos de los antiguos griegos a la locura. Como he dicho, ellos eran un montón de Ricitos de Oro. Siempre querían tener la opción intermedia como la: ‘Correcta’. En: Camas A Medio Usar De Crusty, no había ninguna—solo una cama que era demasiado enorme y una cama que era demasiado pequeña. — ¡Bienvenido!, —el propietario salió de detrás de una cortina en la parte posterior. Al principio, Teseo pensó que se trataba de la Tortuga de Escirón, Molly. El tipo tenía una enorme cabeza arrugada con absolutamente ningún cabello. Llevaba un delantal de cuero negro de larga duración, como los que usan los carniceros, y mientras se acercaba hacia él, se limpiaba sus manos como si hubiera acabado de lavarse la sangre de sobre ellas. En su tarjeta de identificación se leía: ¡HOLA! ¡SOY CRUSTY! — ¿Eres Crusty?, —le preguntó Teseo. —Creo que, sí, lo soy. Mi nombre real es Procusto…. —Eso significa el Estirador, —señaló Teseo. —Está bien. He oído hablar de ti. No te reconocí tu nombre con solo: ‘Crusty’. —Bueno, Crusty es más fácil para que la mayoría de las personas lo recuerde. Y, también, se ve mejor en el anuncio de afuera. De todos modos, ¡bienvenido a mi humilde tienda de colchones, y motel! ¿Estás algo interesado en usar una cama de agua? — ¿Cama de agua? Crusty chasqueó sus dedos. —Lo siento. Me olvidé que esas aún no se han inventado todavía. Pero tengo dos preciosos modelos estándares. Estas son nuestras opciones más populares. —Esas también son tus únicas opciones, —observó Teseo. Crusty rió. —Puedo decir que eres un cliente muy inteligente. Entonces, ¿qué modelo te atrae—la Crusty XL o la Nano180 Crusty? Teseo examinó la cama más grande. — ¿Esta es la XL? Es bastante grande. —Sí, ¡pero no te preocupes! ¿Ves esas correas de cuero en la parte superior, y la parte inferior? Si no encajas perfectamente, puedo estirarte hasta que encajes. —Así que me estirarás hasta que este unos diez metros más largo. ¿Y si no puedo sobrevivir el excesivo alargamiento? —Bueno, morirás, obviamente. Esas manchas en el colchón son de los clientes anteriores que, um, se partieron. Quiero decir: ‘Lo han usado ligeramente’. Teseo examinó la cama más pequeña. La placa base y la cabecera estaban recubierto de mugre seca color marrón. 180

Nano viene del griego νάνος, que significa «enano». También es un prefijo del Sistema Internacional que indica un factor de 10-9 (nano=nueve) (símbolo n).

—Tu Nano Crusty luce un poco.... crujiente181. —Si no encajas en la Nano, tendré que cortar los pedazos que sobresalgan por cualquiera de los extremos. —Crusty sacó un cuchillo del bolsillo de su delantal. —Entonces, ¿cuál será? —Supongo que: ‘Solo Mira’, no es una opción. — ¡Nop! — ¿Qué tan firme en el colchón Nano? No puedo dormir si es demasiado blando. —Oh, es excelente. Es una combinación de memory foam182, y resortes helicoidales183, lo cual le da una comodidad perfecta durante los pocos segundos que estás vivo. — ¿Incluso para un hombre grande y pesado como tú? —Absolutamente. —Lo siento, pero tengo problemas para creer eso. He sido estafado antes en estos Centros Comerciales de mal gusto. Procusto arrugó su frente. Odiaba que cuestionaran su mercancía. —Nunca miento sobre mis productos. ¡Mira!, —él se sentó en la Nano Crusty. Y rebotó sobre el colchón. — ¿Ves? — ¡Genial! —Teseo tomó la porra que colgaba de su hombro. Golpeó tan duro a Procusto, que cayó de costado, y golpeó su cráneo contra la cabecera. Cuando el vendedor se despertó, estaba firmemente atado a la Nano Crusty. Su cabeza sobresalía por la parte superior. Sus pies colgaban por la parte inferior. — ¿Qué significa esto? ¡Yo–yo no soy del tamaño adecuado! —Puedo arreglar eso, —Teseo sacó su espada, y ayudó a Procusto a encajar perfectamente en su propia cama. De allí es donde obtenemos ese otro viejo dicho: Tú has hecho tu cama, ahora tienes que dormir en ella184, y si no encajas vamos a cortarte la cabeza y las piernas. Teseo pasó la noche en la Crusty XL, que en realidad era muy cómoda si lograbas ignorar las manchas. Por la mañana, él se dirigió a Atenas, listo para encontrarse con su padre real, (en lugar de su padre divino). Las cosas en Atenas no estaban de color de rosa. Primer problema: el Rey Egeo se estaba haciendo viejo y débil. Su influencia se extendía cerca de unos dos metros más allá del palacio real. El resto de la ciudad estaba siendo gobernada por bandas rivales, encabezados por los muchos enemigos de Egeo. ¿Quiénes eran esos maravillosos enemigos? ¡Los familiares del Rey, naturalmente! Veamos, Egeo tenía un hermano menor llamado Pallas. (No como Palas 185 Atenea, la diosa; y sí, ya sé que es confuso). Egeo y Pallas nunca se llevaron bien. Pallas quería ser el Rey. Pero como era el hermano menor, no consiguió nada.

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Crusty en inglés, hace referencia al nombre del bandido y a la traducción. La espuma visco-elástica, también conocida como memory foam, es una espuma de poliuretano. Es básicamente igual que un hule espuma, solamente que algunos productos químicos que se utilizan en su fabricación son un poco diferentes y logran la propiedad de «memoria» que tiene este material. 183 Los muelles o resortes helicoidales son bobinas individuales, abierto en ambos extremos. Pueden ser anudadas por los extremos para formar una plataforma 'elástica'. 184 Además de ser la letra de una canción de los You Me At Six, la frase solo hace referencia a asumir las consecuencias de las acciones, pero Percy añade lo demás al refrán. 185 Palas en inglés se escribe Pallas igual que el nombre del hermano menor de Egeo de allí el juego de palabras. 182

Así que Pallas pasó toda su vida quejándose y teniendo hijos—cincuenta hijos, para ser exactos. ¿Cómo alguien puede llegar a tener cincuenta hijos? Pallas debió de haber tenido una docena de esposas, o una máquina de clonación muy avanzada. Sus hijos eran como una especie de venganza contra su hermano, algo como: Oh, lo siento, Egeo. ¿No puedes tener hijos? Yo tengo cincuenta. ¡EN TU CARA! De todos modos, sus hijos eran conocidos como los Palántidas, los hijos de Palas—eran algo así como los Hijos de la Anarquía186, excepto que sin motocicletas. Todos habían crecido para ser los mayores estúpidos de la liga, y todos ellos querían que su tío Egeo muriera. Ellos conformaron diferentes bandas, y se hicieron cargo de los distintos barrios. Tenían constantes guerras territoriales. Todos en Atenas se vieron obligados a pagar dinero por su protección a una banda u otra. Si tú te comprometías con el grupo equivocado, corrías el riesgo de conseguir que una lanza, arrojada187 desde una carroza en movimiento, a travesara tu pecho. Para cuando Teseo llegó a Atenas, los cincuenta Palántidas habían establecido sus bandas, y solo estaban esperando la muerte de Egeo. Después, habían planificado tener una buena, pasada de moda, guerra civil y dejar que el Palántida más fuerte estuviera a la cabeza del reino. Debido a eso, la ciudad era aún más peligrosa que la carretera abierta. Si Teseo se hubiera acercado proclamando ser el hijo de Egeo, se habría convertido en un blanco para flechas antes de que pudiera llegar al palacio. Segundo Problema: el Rey Egeo se había conseguido una nueva esposa—una hechicera llamada Medea. Voy a hablar más sobre ella en una historia más adelante. Como sea, ella le había prometido a Egeo que su magia le podía otorgar un niño varón, y los cincuenta Palántidas no estaban emocionados por eso. Ellos habrían irrumpido en el palacio, pero las defensas eran buenas, los guardias estaban bien armados, y había una hechicera que daba miedo en el interior. Así que, aun cuando Teseo lograra entrar en el palacio, Medea lo mataría por arruinar sus planes. Tercer Problema: Atenas estaba siendo asediada por una superpotencia extranjera llamada Creta. Teseo no sabía mucho acerca de Creta—solo algunos ridículos rumores sobre un monstruo mitad toro mitad humano que vivía en un enorme Laberinto. Pero, había escuchado conversaciones por el camino, se enteró que Atenas y Creta se odiaban la una a la otra desde antes de que Teseo naciera. El modo en cómo había comenzado: Uno de los hijos del Rey Minos, Androgeo, había llegado a Atenas hace veinte años para un concurso de deportes local, y fue asesinado por algunos de los Palántidas. Enfurecido, Minos convocó a su armada marítima, y navegó hacia Atenas. Sitió la ciudad. Quemó el puerto. Le pidió a su padre Zeus que enviara rayos, plagas, langostas y chinches. Finalmente, Egeo se vio obligado a rendirse. Minos prometió detener la destrucción, pero una vez cada siete años Atenas tenía que enviar siete de los más valientes hombres jóvenes y siete de las mujeres más bellas a Creta como tributo, donde tendrían que alimentar al Minotauro del Laberinto. 186

Sons of Anarchy es una serie de televisión norteamericana creada por Kurt Sutter sobre la vida en un club de moteros que opera ilegalmente en Charming, un pueblo ficticio en el Norte de California 187 Texto Original: Drive-by: Es una forma corta de referirse al término inglés drive-by shooting, el cual es un acto criminal que fue bastante frecuente durante los años 1920, consiste en un tiroteo donde los atacantes disparan con armas de fuego, generalmente armas automáticas, desde un automóvil en movimiento (o a veces detenido, el cual más tarde servirá para huir rápidamente) hacia un área, lugar o personas. El objetivo del drive-by es intimidar o eliminar a un grupo de personas, o simplemente causar daños.

Si estás pensando que todo eso suena como a: Los Juegos del Hambre188, es porque esta historia fue la inspiración. Y, no, el Laberinto no era televisado, pero solo porque Dédalo no había inventado la televisión todavía. Como sea, el tercer ciclo de los siete años estaba llegando a su fin. Catorce tributos iban a ser elegidos dentro de unos pocos meses, y todos se estaban volviendo locos. ¿Te parece que esos son suficientes problemas para una ciudad? Pues nop. ¡Tenían un problema de bonificación extra! Un enorme toro salvaje también estaba desolando todos los campos cercanos a un suburbio llamado Maratón. Nadie había sido capaz de detenerlo. Los atenienses estaban bastante seguros de que el Toro de Maratón era una señal de los dioses del tipo: Ustedes son los peores. —Wow, —se dijo Teseo a sí mismo. —Este lugar está seriamente dañado. ¡Me encanta! ¡Hay mucho para hacer! Él quería entrar en el palacio y asegurarse de que su padre estuviera bien, pero era más difícil de lo que sonaba. Los guardias estaban paranoicos por los asesinos. Ellos no dejaban entrar a nadie. Y, por supuesto, si alegaba ser el hijo de Egeo, Teseo seria asesinado de veinte maneras diferentes antes de llegar a la habitación del trono. Lo que necesito, pensó, es una forma de obtener una audiencia con el Rey sin revelar mi verdadera identidad. Él miró hacia una taberna cercana, la pared exterior estaba cubierta de folletos. Uno de ellos decía: ¡OBTEN UNA AUDIENCIA CON EL REY!* ¡ASESINA AL TORO MARATONIANO!** ¡GANA FAMA, RIQUEZA, Y UNA CENA EN EL PALACIO!*** *LOS PALANTIDAS NO SON ELEGIBLES. **PRUEBAS DE LA MUERTE DEL TORO REQUERIDA. ***LA FAMA PUEDE VARIAR. LA RIQUEZAS SUJETAS A IMPUESTOS. ALERTAR A LOS SERVIDORES SI ES ALERGICO A LOS ALIMENTOS. ¡Eso es! Pensó Teseo. Voy a matar al Toro de Maratón y ganar una cena en el palacio. Además, ¡no soy alérgico a los alimentos! Teseo partió en busca del toro, pero tan pronto como salió de la ciudad una enorme tormenta calló sobre su cabeza. Las nubes parecían hervir en pura tinta. Rayos desgarraban el cielo. La lluvia caía tan fuerte que Teseo se sentía como si estuviera caminando bajo un chorro de arena. Aun lado de la carretera, divisó una pequeña cabaña y se precipitó al interior. Una anciana estaba sentada junto al fuego, revolviendo una olla de sopa. Ella no parecía sorprendida de verlo. —Bienvenido, joven, —le dijo. —Fuerte tormenta ¿eh? —Sí, —Teseo dejó su porra. — ¿Le importa si espero aquí un tiempo? 188

Los juegos del hambre es el primer libro de la trilogía homónima escrita por la autora estadounidense Suzanne Collins.

—No, en lo absoluto. Vas a matar el toro de Maratón, ¿cierto? Teseo parpadeó. — ¿Cómo lo supo? —Mi nombre es Hecale189. Yo solía ser una sacerdotisa de Zeus. Sé muchas cosas. —Oh…. —Teseo estaba empezando a pensar que debió de haberse limpiado los pies antes de entrar apresuradamente. —Así que…. ¿tienes algún consejo para mí? Hecale rió. —Ese toro es sagrado para Minos, hijo de Zeus. Es por eso que Zeus no deja que nadie lo mate. Y, también, es por eso que el dios envió esta tormenta para detenerte. Si me prometes traer el toro de regreso a este lugar después de que lo captures, voy a sacrificar el animal a Zeus. Eso debería complacer al señor del cielo. — ¡Hecho! —le dijo Teseo. Inmediatamente, la lluvia amainó. Los truenos cesaron. Teseo se asomó al exterior, y vio el cielo azul, y las aves cantando sobre los árboles. —Wow. Eso fue rápido. —A Zeus no le gusta hacer perder el tiempo, —dijo Hecale. —Ahora, ¡recuerda tu promesa! Cuando Teseo llegó a Maratón, vio un toro blanco atacando a todo el pueblo abandonado, derribando casas, y partiendo las cercas por la mitad. Teseo probablemente podría haber matado al toro con su porra, pero necesitaba llevarlo con vida de regreso para el sacrificio de la sacerdotisa. Por lo que decidió construir una trampa. Se coló en uno de los pocos graneros que quedaban, e improvisó algunas trampillas usando cuerdas, poleas, y pacas de heno para hacer contrapeso. Abrió la puerta del establo, y esperó hasta que el toro estuviera más cerca. — ¡WOW! —Gritó Teseo. — ¡Hay algunas VACAS CALIENTES en este granero! El toro se giró y resopló. Él inclinó la cabeza, como diciendo: ¿Dijiste vacas calientes? — ¡No puedes tenerlas! —le gritó Teseo. — ¡Son todas mías! ¡Creo que voy a hacer hamburguesas esta noche! ¡JAJAJAJA! Él corrió dentro del granero. El toro se lanzó detrás de él, decidido a rescatar a las hermosas vacas de su torturador humano. Las pezuñas del toro activaron las trampillas, las cuales se apretaron alrededor de sus piernas, lo elevaron y lo giraron de un tirón colgándolo en el aire. El toro se retorció, y rugió de ira, pero no pudo escapar. Teseo se aseguró de que el toro estuviera bien atado en el aire. Luego descargó al animal dentro de un vagón, encontró un par de caballos, y arrastró a la bestia de regreso a la ciudad. Se detuvo junto a la cabaña de Hecale, como había prometido, pero la anciana había fallecido durante la noche. Tal vez, fue un caso de mala sopa. O, tal vez, ella ya había vivido el tiempo suficiente como para hacer una última tarea para el Señor Zeus. —Gracias, Sra. ancianita, —dijo Teseo. —No la olvidaré. Personalmente voy a llevar este toro a Atenas, y lo sacrificaré por mí mismo en el templo de Zeus. Antes de irse, Teseo enterró a Hecale. En su honor, construyó un monumento en forma de cúpula que aún se encuentra en ese mismo lugar desde hace siglos, en el medio de la nada, como un recordatorio de que los buenos consejos pueden venir de los lugares más extraños. Cuando Teseo volvió a Atenas, hizo una gran entrada. El toro blanco pesaba alrededor de quinientas libras, pero Teseo lo puso sobre sus hombros, y lo llevó por toda la ciudad, atrayendo a una 189

En algunas versiones es llamada Ekali.

multitud mientras subía los escalones de la Acrópolis hacia el templo de Zeus. Sacó su espada y sacrificó el toro mientras que las personas aplaudían y lanzaban flores. El sacerdote envió un mensaje al palacio: un joven extranjero ha matado al Toro de Maratón. Una hora más tarde, un mensajero real le llevó a Teseo una invitación para cenar. ¡Teseo estaba muy emocionado! Por fin, llegaría a conocer a su padre. Decidió que esperaría hasta la mitad de la cena, y luego le daría la noticia. Por cierto, ¡soy tu hijo! Entonces, después de que asesinara a todos los enemigos de su padre, tal vez ellos podrían lanzarse la pelota, o hacer algo juntos. El único bache del plan: La hechicera Medea ya había descubierto la identidad de Teseo. Ella tenía magia. Ella tenía espías. Había averiguado todo sobre las hazañas de Teseo a lo largo de su viaje por carretera hacia Atenas, y ella dedujo que era el hijo de Egeo. No podía permitir que Teseo descarrilara su plan. Ella quería tener un hijo suyo ocupando el trono de Atenas. Por lo tanto, antes de la cena de felicitación, ella se acercó al viejo Rey Egeo. —Oh, ¿conejito de miel? — (Ese cariñoso sobrenombre de mascota que le había puesto a él demuestra lo malvada que ella era). —Estoy preocupada por este joven héroe que viene a cenar. Creo que es un asesino de los Palántidas. Egeo arrugó su frente. Él ya no era tan astuto como solía ser, pero aun odiaba a los asesinos. —Bueno.... ¿qué me estás sugiriendo? —Veneno, —dijo Medea. —Cuando brindemos por el héroe, le daremos una copa de vino envenenada. —Eso no suena muy hospitalario. ¿No es nuestro invitado? —Querido, no quieres ser asesinado antes de que, tú y yo, podamos tener un hijo los dos, ¿verdad? Egeo suspiró. Medea le había estado prometiendo que tendrían un hijo durante años. Pero eso parecía que nunca iba a ocurrir. Hacía muchos años, el Rey había conocido a una mujer verdaderamente buena, Etra. Él había creído con certeza que su hijo aparecería algún día viniendo desde Trecén, pero por desgracia, él nunca apareció. Ahora, el Rey estaba amarrado a una esposa hechicera, un montón de enemigos que esperaban su muerte, y, aparentemente, un asesino que pretendía ser un héroe. —Muy bien, —dijo Egeo. —Ten el veneno preparado para la cena. Cuando Teseo llegó, se sorprendió de lo viejo y débil que lucía su padre. Estaba menos sorprendido por Medea, quien lo fulminó con sus miradas filosas mientras comían los aperitivos, conversaban sobre el tiempo y sobre la mejor manera de capturar toros gigantes. El plato principal fue carne asada, con una gran copa de vino para bajar la comida. Teseo tomó una nota mental sobre la Reina poniéndose tensa cuando el vino fue puesto delante de él. Tenía mucha sed después de tanta charla, pero decidió mantener su distancia de la bebida. — ¡La carne de vaca se ve muy bien!, —él dijo. —Pero probablemente debería cortarla en trozos más pequeños. Usaré mi espada, si no les importa…. Usar una espada durante la cena es, por lo general, de mala educación, pero Teseo siguió adelante, desabrochó el cinto de su arma y la puso sobre la mesa. Desenvainó la espada, y cortó la carne. La mente del Rey estaba un poco confundida, pero reconoció su propio símbolo real y las iniciales en la empuñadura. Esa espada…. era su espada. ¿Qué era lo que había hecho con ella? Oh,

cierto, la había colocado debajo de una gran roca a las afueras de Trecén para que su hijo la recuperara. Este joven fuerte y hermoso tenía su espada, lo que significaba…. Cuando Teseo tomó su copa de vino, el Rey gritó y la apartó con fuerza fuera de sus manos. El veneno se derramó, crujió y se vaporó en el suelo de mármol. — ¡Mi hijo!, —exclamó Egeo. — ¡Padre!, —Dijo Teseo. — ¡Medea!, —gruñó El Rey. — ¿Conejito de miel?, —Medea saltó fuera de su silla, y se alejó de la mesa del comedor. —Tú sabías quién era, —le dijo Egeo. —Querías envenenar a mi propio hijo. Eres malvada, y retorcida…. —Un momento, querido, vamos a hablar sobre esto. — ¡Guardias, arréstenla! Medea salió corriendo de la habitación con una docena de guardias persiguiéndola. De alguna manera se las arregló para escapar, y huir del reino. Medea había tenido mucha práctica en huir de los reinos. Pero, al menos ella ya estaba fuera de la vida de Egeo. El Rey abrazó entre lágrimas a su hijo. Hablaron hasta muy tarde en la noche. Teseo consiguió la mejor habitación de invitados en el palacio, y durmió en una cama aún más cómoda que la Crusty XL. Por la mañana, padre e hijo decidieron visitar los templos para dar gracias por la llegada de Teseo. ¡Finalmente, el Rey tenía un heredero! La noticia se extendió rápidamente. El Rey se aventuraría fuera del palacio por primera vez en años. Los cincuenta Palántidas se dieron cuenta de que era mejor actuar mientras ellos tuvieran una oportunidad. Reunieron todas sus bandas, y las dividieron en dos ejércitos. Su plan era esperar hasta que el Rey, Teseo, y sus guardias estuvieran a mitad del camino hacia los templos. Luego, los dos ejércitos de los Palántidas atacarían desde cualquiera de los extremos, atrapando al Rey en una maniobra de pinza190 y destruyendo a todo su equipo de seguridad. Era un buen plan. No estoy seguro de que incluso Teseo hubiera podido manejar a tantos enemigos a la vez. Afortunadamente, los Palántidas tenían un sirviente, llamado Leo, que todavía le era leal en secreto al Rey. Leo corrió al palacio al amanecer y le advirtió a Egeo y a Teseo sobre lo que los estaba esperando. Leo les explicó exactamente donde estarían los ejércitos al acecho para emboscarlos. Teseo consiguió algo de armadura en la sala de suministros real. Se ciñó su espada, tomó su porra y salió del palacio. Encontró el primer ejército de los Palántidas sentados en un callejón oscuro comiendo panqueques, mientras esperaban que la procesión real pasara. — ¡Hola!, —les dijo alegremente Teseo. Y entonces él los mató a todos. No sentía ningún remordimiento. Habían estado planeando matar a toda la comitiva real, por lo que Teseo supuso que estaban recibiendo lo que merecían. Su filosofía era simple. 190

El movimiento de pinza o de doble envolvimiento es un elemento básico de estrategia militar que ha sido utilizado, en gran medida, en muchas batallas. Los flancos del oponente son atacados de forma simultánea en un movimiento de pinza, después de que el oponente ha avanzado hacia el centro de un ejército, el cual, responde moviendo sus fuerzas exteriores hacia los flancos del enemigo, para rodearlo. Al mismo tiempo, una segunda capa de pinzas ataca el área más externa de los flancos, de esa forma se evita cualquier intento de refuerzo de la unidad bajo ataque.

Se dirigió a través de la ciudad, con sus preciosos zapatos ahora salpicados de sangre y jarabe, hasta que se encontró al segundo ejército de los Palántidas formados en Starbucks191, poniéndose muy impacientes por sus cafés de leche con especias de calabaza. — ¡Hola! —Teseo hizo que la fila fuera mucho más corta cuando mató a todo el ejército. Luego, pidió un doble capuchino con espuma extra y regresó al palacio. Después de eso, el Rey no tuvo problemas para llevar a toda su procesión a los templos. Dio gracias a los dioses por su nuevo, y extremadamente violento, hijo. Todo el mundo en Atenas tuvo un muy buen día, libre de las bandas de los Palántidas por primera vez en décadas. Nota Adicional Divertida: Ese tipo Leo, ¿el que traicionó a los hijos de Palas? Según se dice las personas de su ciudad natal, Palene192, siguen sin poder soportar escuchar la palabra: Leo. Ellos nunca nombrarían a sus hijos así, y si naces bajo el signo zodiacal de Leo193 se considera de muy mala suerte. Tengo un amigo llamado Leo. A él le encantaría esta historia. Probablemente iría a Palene, y se presentaría a sí mismo cincuenta veces al día solo para ver la reacción de las personas. Como sea, Teseo había hecho algunos progresos bastante buenos de su lista de: ‘Cosas Por Hacer’. Él había capturado al Toro Maratoniano. Había echado fuera a la malvada reina hechicera. Había asesinado a todos los enemigos de su padre en una sola mañana. Solo había una pequeña nube oscura que todavía se divisaba en el horizonte…. y se parecía mucho a un Minotauro. Un mes después de que Teseo se estableciera como príncipe de Atenas, el Gran Sorteo Cretense de cada siete años había llegado. Cada hombre y mujer joven fueron obligados a inscribirse para tener la oportunidad de ganar un viaje gratis a Cnosos, degustar vinos y comidas en la corte de Minos, y luego irse al Laberinto para tomarse una foto con el Minotauro, seguido de una muerte dolorosa. La gente en Atenas protestó en las calles. Hey, no se los puede culpar. Su Rey estaba celebrando la llegada de su hijo, y todos los demás tenían que sufrir por ofrecer a sus propios hijos como tributos. Teseo decidió que eso no estaba bien. —Padre, —le dijo. —Voy a ofrecerme como un tributo. — ¿Qué?, —Egeo trató de levantarse de su silla, pero sus piernas eran demasiado inestables. — ¡Hijo, no! ¡Solo te tengo a ti! ¡No quiero perderte! — ¡No te preocupes! El acuerdo con Creta dice que este sistema tributario se detendrá tan pronto como uno de nosotros logre matar al Minotauro, ¿verdad? —Sí, pero…. —Así que, voy a matar al Minotauro. ¡Fácil! Egeo no estaba seguro de que fuera tan fácil, pero Teseo estaba determinado. Y, eso era lo que había que hacer. Además, Teseo no había matado a ningún monstruo, o destruido a algún ejército en semanas, y estaba muy aburrido. Cuando las personas escucharon que el príncipe era uno de los voluntarios, se sorprendieron. Ellos tenían pensamientos cínicos sobre los políticos y sus promesas vacías. Ahora, este joven 191

Starbucks Corporation es una cadena internacional de café fundada en Seattle, Washington. Es la compañía de café más grande del mundo, con aproximadamente 17. 800 locales en 50 países 192 Palene es el nombre antiguo que se le da a la subpenínsula más occidental de las tres de Calcídica, que se adentran en el Egeo. 193 Signo zodiacal de Percy Jackson…. Y, ahh… mío.

estaba dando un paso hacia adelante, arriesgando su vida junto con la gente común. Su índice de popularidad subió como un setenta y cinco por ciento. Cuando escucharon los nombres de los otros tributos que fueron elegidos por el sorteo, no se quejaron. Todos ellos se pusieron de pie detrás de Teseo, quien prometió llevarlos hasta Creta, y traerlos de regreso a casa a salvo, otra vez. La noche antes de que todos los tributos partieran, el Rey Egeo tuvo una última cena con su hijo. —Por favor, Teseo, —dijo el viejo Rey. —Hazme un favor: por lo general, cuando el barco regresa de Creta, usan velas negras porque todos los tributos han muerto. Si logras regresar a casa, pídele al capitán que use velas de un color diferente. De esa forma, tan pronto como vea el barco en el horizonte, sabré que estás bien. Al regresar podemos tener una gran fiesta en su honor. Teseo abrazó a su padre. —Claro que sí. ¿De qué color las quieres? —Fucsia, —sugirió el Rey. —Con toques de turquesa. —Um, ¿qué hay de las velas blancas?, —dijo Teseo. —Esas son más fáciles de conseguir. El Rey estuvo de acuerdo, aunque el blanco le parecía un poco convencional. Los catorce tributos atenienses se reunieron a bordo del barco, y navegaron hacia Creta mientras sus padres se quedaban atrás en los muelles, saludando y tratando de no llorar. Durante el viaje, Teseo trató de mantener en alto el ánimo de los tributos con un bingo y jugando al tejo194, pero todos estaban nerviosos. Sabían que no se les permitían tener ningún tipo de armas dentro del Laberinto. Nadie había sobrevivido a la experiencia. Todo eso hacía más difícil el poder disfrutar de la noche de Trivia en los bordes de la cubierta. Después de tres días en el mar, atracaron en Cnosos. Las torres doradas de la capital, sus templos de mármol, sus jardines y sus palacios hacían que Atenas pareciese un vertedero. Los tributos fueron recibidos por una multitud que los abucheaba mientras agitaban banderas de toros, y tenían manos de espuma grandes que decían ¡CRETA ES EL NO. 1! A excepción de Teseo, los catorce adolescentes nunca antes habían estado fuera de sus casas. Se sentían asustados, y abrumados, lo cual era justo lo que a Minos le gustaba. El día del Laberinto era una excelente 195mejora en sus R.P. Le daba al pueblo de Creta algo que celebrar. Lograban ver a lo mejor y lo más brillante de la juventud de Atenas encogiéndose de miedo, y totalmente humillados antes de ser arrojados a la muerte en el Laberinto del Minotauro. Teseo arruinó ese efecto. Él les sonrió, y agitó su mano saludando a la multitud mientras los tributos hacían su camino hacia el palacio. — ¿Cómo estás? Soy Teseo. ¡Hey, es genial estar aquí! Voy a matar a su Minotauro. De acuerdo, llámame, nena. ¡Luces bien! Los atenienses fueron llevados al palacio del Rey Minos para la cena de bienvenida habitual, y para conocerlos–mejor–antes–del–día–de–su–muerte. El Rey Minos tenía ganas de ver una buena humillación a la antigua de parte de sus huéspedes. Amaba denigrarlos. Pero, una vez más, Teseo le privó de dicha diversión durante la cena cuando se atrevió a divertirse. Se reía, contaba chistes y entretuvo a toda la familia real de Creta con historias sobre sus hazañas durante su viaje por el camino desde Trecén. La historia de Molly, la tortuga gigante, fue especialmente bien recibida. Teseo hizo un pequeño muñeco de Escirón con 194 195

En algunos países la Rayuela. Abreviación de Relaciones Públicas.

unos palitos de pan de ajo, y lo arrojó por encima de la mesa hacia el tazón de sopa, gritando: ¡NOOOO! ¡MOLLLY! Los hijos de Minos rieron. La Princesa Ariadna, casualmente, estaba sentada frente a Teseo. Muy fascinada por el guapo, divertido y nada miedoso príncipe ateniense. Hacia el final de la cena, estaba perdidamente enamorada de él. Ella no podía soportar la idea de verlo morir en el laberinto. Su padre era tan malvado—mutilando y torturando a sus súbditos, lanzándolos con su hermano el Minotauro dentro de ese Laberinto, siempre poniendo a los chicos guapos frente a una muerte segura antes de que ella pudiera llegar a conocerlos. ¡Ugh! El Rey Minos, por el contrario, no cayó inmediatamente enamorado de Teseo. Decidió que el joven héroe debía morir incluso antes del desafío del Laberinto. Eso pondría a los otros tributos en el estado de ánimo adecuado: aterrados. De lo contrario, Minos no podría obtener todo el efecto deseado de los gritos cuando los tributos fueran lanzados al Laberinto. Amaba los gritos de miedo de los jóvenes atenienses. Ellos calmaban sus frágiles nervios. — ¡Así que, Teseo! —dijo el Rey desde el otro lado de la mesa. — ¿He oído que eres un hijo de Poseidón? — ¡Sí, mi señor!, —le dijo Teseo. —He sido bendecido con dos poderosos padres—uno es el Rey de Atenas, el otro, el dios del mar. —Qué emocionante, —dijo Minos. —El segundo Rey más poderoso de Grecia, y el segundo dios más poderoso. Como sabes, yo soy el Rey de la nación más poderosa, y mi padre es Zeus. Minos era así de imbécil. El Rey se levantó. Se quitó el anillo del sellado real—un círculo de oro con la cabeza de un toro tallado en zafiro. — ¿Deberíamos probar tu linaje divino, Teseo? Minos se acercó a la ventana. El comedor estaba en el vigésimo piso de la torre más alta, con vistas hacia las profundidades del mar. — ¿Qué tal si lanzo este anillo, y te zambulles para buscarlo? Entonces, sabremos que eres hijo de Poseidón. Después de todas tus otras hazañas, estoy seguro de que esto no es ningún reto para ti. El costo del anillo era alrededor de un millón de dracmas, pero ¿le importaba a Minos? Él tenía más de una docena igual a ese en el cajón de su mesita de noche. Supuso que el recién llegado temblaría de miedo, o le daría una pobre excusa del por qué no podía saltar desde una ventana de veinte pisos. Pero, si él realmente hacia ese salto, sería muy gracioso. Minos arrojó el anillo fuera de la ventana. Como era su costumbre, Teseo hizo algo impulsivo. ¿Un objeto brillante moviéndose rápidamente? ¡Persíguelo! Él corrió hacia la ventana, y se lanzó hacia los aires. El Rey Minos rió. —Bueno, eso fue demasiado para ese ateniense. Teseo iba por la mitad de su descenso cuando se preguntó si no debió de hacer antes algunos preparativos…. un paracaídas, o tal vez una tabla de surf. Pero, se conformó con una oración. —Hey, Poseidón, —él dijo. — ¿Un poco de ayuda? Se zambulló en el agua. Eso debió haberlo matado al instante, pero en lugar de eso nadó con facilidad en las profundidades. Las corrientes lo llevaron hasta el fondo del océano. Vio algo brillante sobre la arena y agarró el anillo de Minos.

Teseo dio unas patadas hacia arriba y salió a la superficie. Ni siquiera perdió el aliento. — ¡Gracias, padre! Las olas llevaron sano y salvo a Teseo hacia la orilla. Unos minutos más tarde, uno de los camareros del comedor real llegó corriendo a donde estaba el Rey. —Um, señor, hay un tipo mojado en la puerta, y dice que tiene su anillo. Teseo entró en la sala. — ¡Ta–da! Mi Sr. Minos, le traigo los saludos del segundo dios más poderoso, Poseidón. Él le dice: ¿Qué más tienes, perdedor?, —Teseo arrojó el anillo dentro del tazón de sopa del Rey. Los atenienses se rieron. Incluso los cretenses sonrieron y rieron disimuladamente. El Rey Minos trató de mantener la calma, pero no fue fácil. Las venas de su frente se sentían como si estuvieran a punto de explotar. — ¡La cena ha terminado!, —el Rey se levantó. —Duerman bien, tributos. Mañana, se enfrentarán al Minotauro. Y nuestro gallardo amigo Teseo tendrá el honor de morir—quiero decir, de ser el primero. La Princesa Ariadna no pudo dormir esa noche. Su padre era tan malo, que estaba poniendo al hombre que amaba frente a la muerte. Ella decidió que no podía soportarlo. Se envolvió con una capa con capucha, y salió de su habitación para poder visitar a su mentor, Dédalo, quien vivía en un taller dentro del Laberinto, aprisionado allí por orden del Rey. Con el paso de los años, Ariadna se había convertido en amiga del viejo inventor. Él le enseñaba matemáticas y ciencia. La escuchaba mientras se quejaba de sus padres, (tienes que admitir que sus padres estaban hechos un desastre). Dédalo construyó el Laberinto, por lo que pudo enseñarle a Ariadna cómo navegar en su interior de forma segura—siempre yendo hacia adelante, y hacia la derecha, y desenvolviendo un ovillo de hilo para que pudiera encontrar su camino de regreso. Por lo menos una vez a la semana, ella se colaba en el Laberinto para visitar al anciano. Ahora, necesitaba su consejo para salvar a su nuevo novio. Ella llegó al taller del inventor y le explicó su problema. — ¡Tengo que ayudar a Teseo! Voy a enseñarle tus trucos de navegación para que pueda andar a través del Laberinto. Pero, ¿cómo puede derrotar al Minotauro? Dédalo tiró nerviosamente de su barba. A él le gustaba Ariadna. Quería ayudarla, pero tenía la sensación de que esto no iba a terminar bien para ninguno de ellos. Ariadna le enseñó sus grandes y tristes ojos de cachorrita. Dédalo suspiró. — ¡Bien! A tu novio no se le permitirá llevar ningún tipo de arma en el Laberinto, pero el Minotauro tiene dos armas en perfecto estado sobre la parte superior de su cabeza. Informa a tu novio para que se los pida prestados. Además, el verdadero nombre del Minotauro es Asterión. —Wow, —dijo Ariadna. —Me había olvidado de eso. —La mayoría de la gente lo hace. El Minotauro probablemente también lo hizo. Pero Teseo podría ser capaz de utilizar ese nombre para confundir al monstruo. Puede que eso le compre unos segundos. Ariadna besó al anciano en la frente. — ¡Eres el mejor, Dédalo! Más tarde esa noche, Teseo oyó que llamaban a su puerta.

Se imaginó que los guardias estaban revisando para asegurarse de que no había saltado por la ventana de nuevo. En cambio, cuando abrió la puerta, se encontró con la Princesa Ariadna, con su rostro enrojecido, y el sencillo manto de un viajero encima de sus vestidos reales. —Puedo ayudarte a entrar y salir del Laberinto, —ella le dijo. —Te voy a decir cómo matar al Minotauro. Pero tengo una condición: si tienes éxito, tienes que llevarme contigo cuando salgas. ¡Odio Creta! —Puedo vivir con eso, —le dijo Teseo. Ariadna le explicó cómo andar por el Laberinto. Ella le dio una bola de hilo. —Encontrarás al Minotauro en el centro del laberinto. Si lo llamas por su nombre real, Asterión, es posible que lo puedas confundir el tiempo suficiente como para tener la ventaja. No se te permite llevar algún tipo de arma, pero Dédalo me dijo que podías utilizar los cuernos del monstruo contra el mismo. —Está bien, —dijo Teseo. —O podría simplemente usar mis manos. Están registradas como armas letales en veintisiete países. Los ojos de la princesa se abrieron. — ¿De verdad? —No, estoy bromeando. Usaré los cuernos. Gracias por la bola de estambre. A la mañana siguiente, los guardias condujeron a los catorce tributos atenienses al Laberinto. La multitud de espectadores era aún más grande de lo habitual. Todo el mundo quería ver cómo Teseo, el príncipe de Atenas, manejaba su sentencia de muerte. Teseo se comportó como si estuviera en una fiesta. Agitó su mano y les sonrió. Estrechó la mano de los cretenses, beso a las nenas y se detuvo para tomarse fotos con sus admiradores. Cuando llegó a la entrada del Laberinto, llamó a sus compañeros de tributo para formar un círculo. —Voy a ir primero, —les dijo. —Voy a dirigirme hacía el centro, e iré desenredando una cuerda. Ustedes simplemente tómense las cosas con calma. Aférrense a la cuerda y una vez que mate al Minotauro, regresaré por donde vine, y los encontraré chicos, todos vamos a irnos con vida a casa. ¿Listos? ¡Sepárense! Las gigantes puertas de piedra del Laberinto se deslizaron al abrirse. Los guardias cachearon a los tributos en busca de armas, pero nadie de la unidad de seguridad notó el hilo de Teseo, el cual había envuelto alrededor de su cintura como un cinturón. Teseo gritó. — ¡Yeah, el Laberinto! ¡Woohoo! Él corrió hacia el interior. Los otros atenienses lo siguieron, no muy entusiasmados. Las puertas se cerraron de golpe, y la multitud esperó afuera a que el primer grito de terror perforara el aire. Teseo desenrolló su cuerda. Ató un extremo a una de las antorchas situadas junto a la salida. Le recordó a los otros tributos que no debían alejarse demasiado. —Solo mézclense, —les dijo. —Hablen entre ustedes. Yo regresaré pronto. Él empezó a introducirse en el Laberinto. El lugar estaba diseñado para ser confuso. Después de dar unos cuatro o cinco pasos, Teseo hubiera estado irremediablemente perdido, si no fuera por su fiable cuerda, y las instrucciones de Ariadna: Cuando tengas dudas, siempre ve hacia delante y hacia la derecha. Avanzó por caminos llenos de ballestas activadas por placas de presión, fosos llenos de púas venenosas, pasillos llenos de cuchillas, y pasillos forrados de espejos—lo cuales le daban un aspecto o muy gordo, o muy flaco. Finalmente, el Laberinto abrió paso a una arena circular como un anillo de rodeo.

El Minotauro le estaba esperando. Gracias a su dieta de carne roja, esteroides, caramelo y salsa Tabasco, había llegado a ser de unos ocho metros de altura. Con hombros, cuello, y cabeza torunos. Sus ojos eran rojos como la sangre y sus cuernos eran relucientes y curvos. El Toro de Maratón parecería un ternero recién nacido. De los hombros para abajo, también, era bastante espeluznante. Sus brazos y piernas estaban hinchados por sus músculos. Solo llevaba un taparrabos. Y, el tipo no se había dado un baño o hecho una manicura en unos veinte años. El suelo a su alrededor estaba cubierto de cadenas rotas, y los huesos de todos los presos que había devorado a lo largo de los años. A parte de eso, la arena estaba vacía, salvo por un poco de heno para dormir, un canal de agua sucia para beber, un agujero en el suelo para usar como inodoro y un par de viejas ediciones del National Geographic como material de lectura. No es de extrañar que el Minotauro estuviera enojado. Teseo se acercó al hombre–toro. No estaba seguro de si se sentía aterrado, fascinado o simplemente sentía lastima del monstruo. —Amigo, tu vida tiene que apestar. ¿Seguro de que quieres luchar contra mí? Yo podría sacarte de aquí y…. — ¡ROOOOAR!, —el Minotauro cargó. Él había sido entrenado desde su nacimiento para matar y odiar. Había sido torturado, objeto de burla y rechazado. No estaba dispuesto a confiar en un ser humano ahora. Teseo lo esquivó, pero el Minotauro era rápido. Su cuerno izquierdo rozó el pecho de Teseo y lo hizo sangrar. Teseo conocía un montón de trucos para el combate sin armas, pero rápidamente se dio cuenta de que el Minotauro era más fuerte, y más inteligente que cualquiera de los oponentes que había enfrentado antes. Se tambaleó hacia atrás cuando el monstruo se giró y cargó de nuevo. Teseo se lanzó hacia la izquierda. Pero, el monstruo se anticipó. El Minotauro le dio un golpe de revés que mando a Teseo al otro lado de la arena. Teseo se quejó, y rebuscó a través del heno. Con desesperación, agarró un trozo de cadena. Cuando el Minotauro se abalanzó sobre él, Teseo lo atacó con su cadena, envolviendo un extremo alrededor de un cuerno del monstruo. Instintivamente el Minotauro se apartó. Teseo tiró hacia atrás con todas sus fuerzas, y el cuerno se desprendió desde la base. — ¡ARRROOOOOO!, —El Minotauro se tambaleó, pero uno de sus cuernos quebrándose le fue más sorpréndete que doloroso. El monstruo se plantó firme sobre sus pies. Apretó sus enormes puños y miró a Teseo. Por primera vez en toda su vida, Teseo sintió dudas. Agarró el cuerno roto del monstruo, pero no estaba seguro de que tuviera tiempo para usar el arma. El monstruo era simplemente demasiado rápido y fuerte. Teseo no podría acercarse lo suficiente sin ser despedazado. —Vamos a hablar de esto, hombre. —Él lentamente se puso de pie. —No tienes por qué ser así. No eres un completo monstruo. Una parte tuya es humana. — ¡RAGGR!, —El Minotauro no podía pensar en nada que fuera más insultante que ser llamado un humano. Corrió hacia Teseo, determinado a pisotearlo hasta hacer puré de héroe. — ¡Asterión!, —exclamó Teseo. El Minotauro se congeló como si le hubieran dado un puñetazo en el hocico. Ese nombre…. él conocía ese nombre. Sus primeros recuerdos…. las voces gentiles. Una mujer, ¿tal vez su madre? Una enfermería cómoda con verdaderos alimentos para bebés, mantas calientes, el fuego de una

hoguera. El Minotauro recordó una vida fuera del laberinto. Tuvo una cálida y fugaz sensación de haber sido un ser humano. Y, en ese momento, Teseo lo apuñaló en el estómago con su propio cuerno roto. El hombre–toro se retorció y se lamentó. Sus mugidos resonaron por todas las calles de Cnosos. Intentó agarrar a Teseo, pero el héroe se alejó corriendo. El Minotauro trató de ir detrás de él, pero sus piernas se sentían como el plomo. El dolor en su estómago se intensificó. Su visión se nubló. El monstruo cayó de rodillas, y se desplomó. Su última visión fue de Teseo de pie alzándose sobre él, la expresión del héroe era triste en lugar de triunfante. —Descansa tranquilo, Asterión, —dijo Teseo. —Ve, duerme. El monstruo cerró sus ojos. Al morir, se sumió en un sueño de mantas calientes, y voces amables. Teseo sacó el cuerno roto del estómago del monstruo. Sus ropas estaban empapadas en sangre. Él quería demoler el Laberinto ladrillo por ladrillo. Quería apuñalar al Rey Minos con el cuerno de Asterión. Pero tenía otros trece atenienses en los que debía pensar. Él había prometido llevarlos a casa. Encontró el final de su cuerda y la siguió todo el camino por donde había venido. Recogió a sus compañeros tributos hasta que los catorce estuvieron frente a la salida del Laberinto. Normalmente, eso no habría servido de algo. Los guardias no abrirían las puertas para que alguien pudiera salir. Pero la princesa Ariadna estaba esperando justo afuera de las puertas. Ella oyó a Teseo llamar desde dentro: — ¿Holaaaaa? El Minotauro dijo adiós. ¿Podemos salir ahora? — ¡Abran las puertas! —Dijo Ariadna a los guardias. — ¡Su princesa se los ordena! Los guardias hicieron lo que ella les dijo. Teseo salió, seguido de los otros tributos. Levantó el cuerno ensangrentado para que todos los espectadores lo pudieran ver. — ¡No más Minotauro! ¡No más tributos! La multitud se quedó en silencio. Se pudieron haber vuelto en contra de él. Las cosas se pueden poner algo feas cuando el equipo visitante sale ganando. Pero la verdad era que a los cretenses les gustaban los héroes valientes, y los Minotauros muertos mucho más de lo que al Rey Minos le hubiera gustado. La multitud estalló en vítores. Ellos rasgaron sus banderas de toro. Cantaron: ¡TE–SE–O!, una y otra vez, y levantaron al héroe y a la princesa Ariadna sobre sus hombros, e hicieron un desfile hacia los muelles, donde el barco de los atenienses los esperaba. Los guardias de la ciudad se unieron a la celebración. La hermana menor de Ariadna, Freda, que se encontraba entre la multitud, le gritó a su hermana: —Espera, ¿estás dejando Creta? ¡LLEVAME CONTIGO! —Así que ambas princesas se fueron con los atenienses. No había absolutamente nada que Minos pudiera hacer, además de gritar y patalear en su palacio, cuando la población entera de Cnosos hizo una fiesta para Teseo, y luego, lo acompañaron a su barco para su viaje de regreso con un montón de regalos, la princesa Ariadna, y la princesa Freda como bono adicional. El barco zarpó esa noche. Su viaje a casa fue una gran fiesta de tres días. Esta vez, todos jugaron al bingo. La noche de trivia que tuvieron en el borde de la cubierta fue bastante salvaje. Si quieres un final feliz, este sería un buen momento para dejar de leer.

Porque, ahora que había llegado a la cima del mundo, Teseo no perdió el tiempo para convertirse en un idiota.

Durante su primera noche en el mar, los atenienses estaban tan ocupados en la fiesta que su barco encalló en la isla de Naxos. Mientras que la tripulación estaba haciendo reparaciones, Ariadna y Teseo tuvieron algún tipo de pelea. Habían estado juntos menos de veinticuatro horas, pero Teseo decidió que ellos no iban a funcionar. Tal vez, Ariadna iba más enserio sobre su relación que él. Tal vez, ella babeaba cuando dormía. Sea como fuere, Teseo le dijo a Ariadna que la iba a dejar en Naxos, y a navegar hasta su casa sin ella. Frío, ¿cierto? Pero lo peor, es que él afirmó que la propia Atenea fue quien le había ordenado hacer aquello en un sueño. Rayos, cariño, lo siento, pero una diosa me dijo que tengo que romper contigo. Claramente esto no es mi culpa. Sip. Seguro, amigo. ¿Lo peor de todo? Él inmediatamente después comenzó a salir con la hermana menor de Ariadna, Fedra. Ouch. El corazón de Ariadna se rompió, pero las cosas se resolvieron al final para ella. Después de que Teseo se embarcó y se fue, el dios Dioniso se topó con ella en Naxos. Él se enamoró de ella, se casó con ella, y la hizo inmortal. Ariadna no habría querido casarse con Teseo de todas formas. Como ya verán dentro de un segundo, él resultó ser un fracaso como en Husbanding 101196. La nave de los atenienses estaba navegando, pero Teseo, distraído por toda la fiesta, cometió un típico error de chico con TDHA. Se olvidó por completo de cambiar el color de las velas para alertar a su padre que todo estaba bien. Cuando el barco se divisó desde el puerto con velas negras. La gente de Atenas gimió y lloró. Ellos asumieron que sus tributos estaban muertos, como de costumbre. El viejo Rey Egeo estaba observando desde la torre más alta del castillo. Cuando vio que las velas no eran fucsias (o blancas, o lo que sea), él se entristeció tanto que se arrojó al mar. A diferencia de Teseo, Egeo no podía sobrevivir a una caída de veinte pisos. Él murió, y esa parte del Mediterráneo llegó a ser conocido como el Mar Egeo debido al viejo Rey. Teseo atracó en Atenas. Cuando se dio cuenta de que su padre estaba muerto, estuvo totalmente desanimado. Ni siquiera pudieron ir a un juego de pelota juntos. Por el lado positivo, Teseo era ahora el Rey de Atenas. Destruyó a todos los enemigos de su familia, encontró una nueva esposa, Fedra, (quien era mucho más caliente que su anterior nueva esposa, Ariadna), y terminó para siempre con los tributos de Atenas para Creta. Durante un tiempo, el Rey Teseo fue súper popular. El barco con el que navegó a casa se convirtió en un tributo flotante a su persona, con una agradable cafetería y una tienda de regalos. El barco permaneció atracado en el puerto durante siglos. Cada vez que un tablón se pudría, los

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Husbanding 101 o Marido 101: Es el Segundo libro de la Serie de Libros The Wife 101 (La esposa 101) de la autora A’ndrea J. Wilson. Percy lo usa como referencia para hacer un juego de palabras puesto que este libro va de un hombre que toma un curso (Husband 101) en la iglesia de su futura esposa para estar mejor equipado para las realidades agridulces de matrimonio. El curso termina siendo más de lo que esperaba, poniendo a prueba su función como un hombre casado. Él que se esfuerza por pasar dicho curso pero en su intento–al igual que Teseo–puede terminar arruinando su matrimonio. PD: En cursivas el: PUEDE por que no te voy a spoilear el libro, después de todo aun no lo leo y no sé si lo arruina o lo salva.

atenienses lo reemplazaban, hasta que prácticamente todas las piezas de la nave había sido intercambiadas varias veces. Los filósofos locales, que tenían demasiado tiempo desocupado, empezaron a debatir sobre el: ‘Problema del barco de Teseo’. Si habían reemplazado gradualmente cada pieza original con una copia exacta, ¿seguía siendo el mismo objeto? Yo me he hecho esa misma pregunta con relación a las celebridades que reciben demasiadas cirugías plásticas. Pero Annabeth me está diciendo que estoy perdiendo el punto…. Teseo unió Ática bajo el liderazgo de Atenas. Tuvo hijos con Fedra, y, por unos años, fueron felices. Pero ya sabes cómo es cuando estás inquieto y aburrido—no puedes dejar las cosas como están. Por supuesto, no todo fue culpa de Teseo. Él encontró un amigo que era una mala influencia—el tipo de delincuente impulsivo del que tu madre siempre te advierte. Por lo general, yo soy ese tipo de amigo. Para Teseo, era un tipo llamado Piritoo. Piritoo era el jefe de los Lapitas—una tribu griega del norte tan salvaje que salían con los centauros. Créeme, las fiestas de los centauros no son para los débiles de corazón. Piritoo seguía escuchando historias acerca del fuerte y valiente Rey de Atenas en el sur. Durante un tiempo, tú no podías ver las noticias sin ver titulares sobre eso: Teseo Hizo Esto y Teseo Hizo Eso. Piritoo se molestó. —No puede ser tan genial. Iré hasta allí para conocer a este punkero. Él ensilló su caballo y se dirigió a Maratón, donde Teseo había capturado el toro blanco hace mucho tiempo. Piritoo pensó: ¿Teseo piensa que es genial por robar un toro? Yo voy a robar todas las vacas de la ciudad. Y lo hizo. Reunió todo el ganado de Maratón, porque los lapitas eran grandes ladrones de ganado junto con todas sus otras buenas cualidades. Debido a que Piritoo era un tipo que daba bastante miedo, ninguno de los locales intentó detenerlo. — ¿Quieren a sus vacas de regreso?, —les dijo Piritoo. — ¿Por qué no van por su Rey para que les ayude? Díganle a Teseo que voy a estar esperándolo. Piritoo pastoreó el ganado hacia el norte. La noticia del incidente del robo de ganado llegó a Teseo, y no pudo dejar pasar el insulto. Cabalgó al norte solo. Piritoo no fue difícil de encontrar, ya que llevar tantas vacas dejaba atrás una gran cantidad de empanadillas. Cuando Teseo alcanzó a Piritoo, hablaron suciamente el uno del otro durante una hora aproximadamente hasta que se quedaron sin insultos sobre sus madres. Luego tuvieron una épica lucha. Rompieron rocas sobre la cabeza del otro. Se lanzaron el uno al otro por acantilados. Lucharon, sacaron sus espadas y se lanzaron granadas, pero simplemente no pudieron matarse el uno al otro. Eran igual de fuertes, rápidos y afortunados. Finalmente, agotados, se sentaron juntos y compartieron una botella de vino. —Al Hades con esto, —dijo Teseo. —Si no podemos matarnos el uno al otro, deberíamos ser amigos. Ahí tienes la lógica de un semidiós.

Por desgracia, Piritoo consiguió meter a Teseo en todo tipo de problemas. Cada fin de semana los dos se iban de parranda—bebían, se metían en peleas de bares y destruían naciones enteras. Teseo se olvidó de su filosofía sobre atacar únicamente cuando era atacado. Se olvidó de que sola iba a usar tanta fuerza como sus enemigos la usaran contra él. Él acabó dejándose llevar y asesinaba todo a su paso. Teseo se arrastraba a sí mismo hacia el palacio todos los domingos por la noche, y la reina Fedra estaba como: — ¿Dónde has estado? — ¡Fuera! — ¿Estabas destruyendo naciones enteras con Piritoo de nuevo? — ¡Déjame en paz, mujer! Yo solo estaba tratando de relajarme. ¡Dioses! Una vez Teseo y Piritoo decidieron hacer la guerra contra las Amazonas, y Teseo terminó por tener una aventura con Hipólita, la Reina de las Amazonas. ¿Cómo sucedió eso?, no estoy seguro, pero tuvieron un hijo juntos—Hipólito. Cuando la noticia acerca de eso se esparció, a Freda no le hizo gracia. Ella decidió llevarse a los niños y mudarse a un palacio diferente. Teseo estuvo amargado por un tiempo. Luego hizo lo que solía hacer para animarse: Se fue a pasar el rato con los lapitas. Mientras Teseo estuvo allí, Piritoo decidió casarse con una chica local llamada Hipodamía. No sé porque alguien nombraría a sus niños Hipo–lo que sea, pero al parecer ella era muy hermosa. Para la boda, Piritoo invitó a todas las tribus vecinas, incluyendo a los centauros. Por desgracia, los centauros se emborracharon, y trataron de secuestrar a la novia. Incluso entre los lapitas, eso era una grosería. La boda se convirtió en una guerra. Piritoo y Teseo llevaron a los lapitas contra los ponys fiesteros y patearon sus traseros de caballo. Teseo consideró aquella victoria una de las más grandes. Pero, no le hizo mucho bien a su reputación en su hogar cuando trajo a un ejército de Lapitas borrachos y ruidosos de regreso a Atenas, para hacer una fiesta por su victoria en la Acrópolis. El lugar estuvo lleno de cabezas cortadas de centauros, y serpentinas por semanas. Entonces Piritoo le dio una muy mala idea. Decidió que él y Teseo debían buscarse unas nuevas esposas, juntos. — ¡Somos los mejores guerreros del mundo!, —Piritoo tiró del brazo a su amigo. — Deberíamos—¡hic!—Deberíamos totalmente casarnos con unas hijas de Zeus. Como de costumbre, Teseo no se molestó en pensar sobre eso. Para él fue una idea brillante, y se lanzó sobre ella. —Sí, genial. Pero, ¿quién y cómo? — ¡Quien sea, hombre! ¡Y solo tendremos que secuestrarlas! —Asombroso. —Yo te ayudaré a conquistar una mujer. Y entonces tú me ayudas a conquistar otra. ¿A quién quieres? Teseo eligió a la mujer más hermosa que había visto nunca—una hija de Zeus llamada Helena. (Como la Helena de Troya). Ella todavía era demasiado joven como para casarse, pero Teseo supuso que podrían secuestrarla, y esperar hasta que se hiciera mayor. ¿Repugnante y malo? Puedes apostarlo. Ya mencioné que Piritoo era una mala influencia, ¿cierto?

Ellos no tuvieron ningún problema para secuestrar a Helena. Teseo la llevó a Trecén, donde su madre, Etra, era ahora la Reina. Él le pidió que mantuviera a Helena resguardada durante unos años hasta que tuviera edad para casarse. Tengo la sensación de que a Etra no le gustó mucho esa idea, porque más tarde Helena se fue de Trecén, y creció para casarse con otra persona, pero esa es otra historia. Entonces Piritoo decidió que era su turno para escoger una esposa. — ¡Sé exactamente que dama quiero! ¡A Perséfone! Teseo arrugó la frente. — ¿Te refieres, a…. la Reina del Inframundo? — ¡Sí! Iremos al Inframundo, y la tomaremos. ¡Va a ser increíble! Como si fuera un descerebrado, Teseo lo acompañó. Encontraron una entrada al reino de Hades, e hicieron su camino hasta el Inframundo, mataron monstruos y asustaron a los fantasmas. Intimidaron al barquero Caronte para que los llevara a través del Río Estigio. Estaban casi en el palacio de Hades cuando se cansaron, y decidieron sentarse por unos pocos minutos sobre un par de rocas. Los ojos de Teseo se sintieron pesados. Él comenzó a dormirse. Entonces, se dio cuenta de que tomar una siesta en el inframundo, probablemente, no era una buena idea. Intentó levantarse, pero sus piernas no se movían. Sus brazos estaban congelados. — ¡Piritoo!, —Exclamó. — ¡Ayuda! Él levantó la mirada. Su amigo se había convertido completamente en piedra. Volando por encima de Piritoo estaban tres feas señoras con alas de murciélago y látigos de fuego—las mismísimas Furias. — ¡Se lo tienen bien merecido por intentar secuestrar a nuestra Reina!, —gritó una de ellas entre dientes. — ¡Turistas! Las Furias se fueron volando, dejando a Teseo inmóvil e indefenso. Permaneció allí durante meses, sin más compañía que la de los fantasmas, hasta que finalmente llegó otro héroe por una búsqueda diferente y lo liberó. El nombre de ese tipo era Hércules. Vamos a llegar a él más adelante, después de que me tome mis vitaminas, y me alimente con pizza, porque ese tipo hizo, como, todo. Teseo finalmente regresó a su casa en Atenas, pero nunca fue el mismo. La gente de Atenas ya no lo quería. Estaban cansados de sus parrandas y de que se comportara como un idiota. Su ex–esposa, Fedra, se había enamorado del propio hijo de Teseo, Hipólito, quien ahora era todo un adulto y estaba listo para ser Rey—lo cual nos introduce en un entero nuevo nivel de telenovela rara. Cuando Teseo se enteró de aquello, perdió la calma. Mató a su propio hijo, lo cual es algo enormemente malo, del tipo: de–eso–nada, o–serás–castigado–por–los–dioses. En aquel momento se dio cuenta de que lo mejor sería dejar permanentemente Atenas, antes de que los lugareños lo lincharan. Despreciado e injuriado, viajó a la cercana isla de Skiros, pero no le agradó a la gente, tampoco. El Rey local, Licomedes, tomó a Teseo bajo su custodia, y la gente del pueblo, literalmente, lo votó fuera de la isla. Lo arrastraron a la parte superior de un acantilado, y lo arrojaron fuera de allí. Esta vez, Poseidón no salvó a Teseo cuando golpeó el fondo.

Tras la muerte de Teseo, su reputación fue nefasta por toda una generación. Solo más tarde, la gente se olvidó de las cosas malas que había hecho, y empezó a concentrarse en los hechos heroicos de su juventud. Yo, creo que Teseo obtuvo lo que se merecía, teniendo en cuenta su justa y propia filosofía. Las cosas empezaron a irle mal cuando perdió interés en Ariadna, y la dejó. Con el tiempo Atenas perdió el interés en él, y lo dejó. Con el Karma no se juega. ¿Su historia tiene una moraleja? Si la tiene, tengo esa rara sensación de que también me aplica. Ser impulsivo e híper–atento puede ser realmente útil. El THDA puede mantenerte vivo. Incluso puede hacer que logres ser un héroe. Por otro lado, si se pierden de vista las cosas importantes, si eres imprudente, estúpido y te permites distraerte cuando estás a punto de aprender una lección importante…. ¡OHH, MIRA UNA ARDILLA!

ATALANTA VS. TRES PIEZAS DE FRUTA: EL ENCUENTRO MORTAL DEFINITIVO.

Por años pensé que esta dama era la capital de Georgia. Luego me di cuenta de que Atalanta y Atlanta eran dos palabras diferentes, y me pregunté si tal vez a Atalanta la nombraron así por Atlanta porque en serio le gustaban los Bravos 197 y las Coca–Colas. Pero no. Resulta que el nombre de Atalanta en Griego Antiguo significa: De Igual Peso. Tiene sentido. Atalanta podía igualar a cualquier héroe masculino. En realidad, era más fuerte y rápida que la mayoría de ellos, pero los hombres griegos no habrían aceptado llamar a una mujer: Mejor Que Nosotros. Eso hubiera herido su orgullo. El mejor cumplido que estaban dispuesto a otorgarle era: Tan Buena Como Un Chico. Los padres de Atalanta no le dieron ese nombre. La odiaron desde el momento en que nació. Su padre, Yaso (que se pronunciaba Yey198 Sauz199), era el Rey de Arcadia. Como muchos de los Reyes Griegos, estaba obsesionado con tener hijos para que continuaran el nombre de la familia. Quizá al tener un nombre como Rey Yupi, Sauce200 le hacía ser demasiado sensible sobre no parecer lo suficientemente macho. Cuando su primer hijo resultó ser una niña, estaba tan molesto que hizo con su hija algo similar a lo que hacían las Amazonas con sus hijos varones. Abandonó a su bebé en un territorio salvaje y la dejó sobre una roca para que muriera. Él no ganó el premio de ese año al Mejor Padre del Mundo. La pequeña bebe lloraba y gritaba. Yo también lo habría hecho, si mi padre me hubiera abandonado. Tenía fuertes pulmones, por lo que no pasó mucho tiempo antes de que una enorme osa saliera lentamente del bosque para comprobar el porqué de tanto alboroto. Eso podría haber terminado mal para la bebé, y deliciosamente para la osa. Afortunadamente, esta osa era una madre desconsolada. Hacía poco que sus cachorros habían sido asesinados por unos cazadores. Encontró a Atalanta llorando y retorciéndose sobre la roca, y la Mamá Osa decidió criar a la bebé como propia. Recogió cuidadosamente a Atalanta con su enorme hocico y regresó a su cueva, en donde amamantó a la niña con deliciosa leche de osa. 197

Aquí Percy se refiere a los: Bravos de Atlanta que son un equipo profesional de las Grandes Ligas de Béisbol con sede en la ciudad de Atlanta, Georgia. Forman parte de la División Este de la Liga Nacional. 198 Yay es una palabra muy usada en inglés, funciona a manera de interjección que denota emoción por algo. 199 Esta comparación de pronunciación que hace Percy es porque en inglés: Iasus (Yaso) suena como Yay (Yes) Sauce (Salsa). Algo así como, sí por favor más salsa, por la manera en que está estructurada la frase. En la traducción se eligió la palabra sauz por su proximidad fonética a la original en inglés, ya que se busca emular la pronunciación. 200 Traducción elegida, aunque la original sería: Yupi Salsa.

Durante sus primeros años, Atalanta creció pensando que era una osa. Estaba sana y fuerte. Aprendió a no temerle a nada, excepto a los cazadores humanos. Por las noches, ella se acurrucaba contra la gruesa piel de su madre. Durante el día, comía miel y hurgaba en los contenedores de basura, o lo que sea que hicieran los osos en la Antigua Grecia. La vida era genial…. hasta que los cazadores regresaron a su territorio. Una tarde, mientras que Mamá Osa estaba fuera buscando comida, dos tipos se metieron a la cueva, esperando encontrar algunos cachorros de osos que pudieran matar por su piel, o tal vez capturarlos y venderlos a un circo ambulante. Pero en lugar de eso encontraron una niña humana durmiendo en una cama de pieles de animales. —Amigo, esto no está bien, —dijo el primer cazador. —Debemos sacar a esta niña de aquí, —dijo el segundo cazador. Sus voces despertaron a Atalanta. Ella gruñó y enseñó los dientes. —Está bien, niña, —dijo el primer cazador. —Te rescataremos. Atalanta no quería ser rescatada. Lanzó algunos zarpazos a los ojos de los cazadores y les dio una patada en la entrepierna, pero los hombres eran más grandes y fuertes. La secuestraron y la llevaron de regreso a su pueblo, lo cual debió haber roto el corazón de Mamá Osa. Por segunda ocasión, los seres humanos habían allanado su casa y le habían quitado a su familia. Ella en serio necesitaba un mejor sistema de seguridad. Los aldeanos hicieron todo lo posible por enseñarle a Atalanta como ser humana. Le enseñaron a hablar, a usar ropa y a comer con tenedor. La disuadieron de atacar a las personas e hibernar durante el invierno. Atalanta se adaptó, pero nunca perdió su lado salvaje. Prefería las pieles a los vestidos. Su feroz mirada podía hacer que hasta el guerrero más experimentado retrocediera. Para cuando cumplió catorce años, podía disparar un arco y empuñar un cuchillo mejor que cualquiera en el pueblo. Podía correr más rápido que el caballo más veloz. Creció más alta y más fuerte que cualquier mujer que los aldeanos hubieran visto jamás. Con su piel bronceada y su larga cabellera rubia (una rareza en Grecia), era a la vez magnífica y aterradora. Los aldeanos comenzaron a llamarla Atalanta, de igual peso, porque nadie podía dominarla. Cualquiera que lo intentara habría terminado muerto. Probablemente no les sorprenda saber que su diosa favorita era Artemisa, la virgen cazadora. Atalanta nunca se convirtió en una verdadera seguidora de Artemisa, pero admiraba todo lo relacionado con la diosa: la confianza en sí misma, sus habilidades en la cacería, la manera en que mataba a cualquier hombre que la viera con entusiasmo. Para cuando cumplió dieciséis años, Atalanta había agotado la paciencia de los aldeanos. Comenzaron a hablar sobre posibles candidatos para casarlos con ella, y Atalanta pensó que sería mejor partir antes de que terminara lastimando a alguien. Regresó al territorio salvaje, donde podría vivir como Artemisa, sin la compañía de hombres irritantes. Atalanta nunca encontró a Mamá Osa otra vez, pero si encontró una cueva que le recordaba a su casa. Estaba a mitad de la ladera de una montaña, donde una corriente de agua fría brotaba de entre las rocas, proporcionándole un suministro de agua corriente ilimitada. Cortinas de hiedra cubrían la entrada de la cueva, dándole privacidad. La vista desde el porche frontal resultaba bastante espectacular: un valle lleno de flores silvestres, bosques de robles y pinos, y ningún ser humano a la vista.

Sus únicos vecinos eran centauros, que sabían que era mejor no molestarla. Bueno…. en su mayoría. Una vez, dos jóvenes sementales, unos hermanos llamados Reco e Hileo, se emborracharon y decidieron que sería una estupenda idea capturar a Atalanta y obligarla a casarse con ellos. Dos centauros. Una Atalanta. ¿Cuál de ellos se casaría con ella? No habían llegado hasta ese punto en sus planes. Estaban ebrios. Eran centauros. No necesitaban un apestoso plan. Pintaron sus rostros de rojo, coronaron sus cabezas con vides y se pusieron sus camisetas psicodélicas201 teñidas202 del concierto de Phish203. Por lo general, eso sería suficiente para asustar incluso a los humanos más rudos. Esa tarde, mientras Atalanta se encontraba cazando, los centauros se ocultaron entre los arboles cerca de su cueva, con la esperanza de emboscarla cuando regresara a casa. Atalanta llegó con su arco y su carcaj, y el cuerpo de un venado colgando sobre su hombro. Los dos centauros salieron de los árboles, gritando y agitando sus lanzas. — ¡Cásate conmigo o muere!, —gritó Reco. Él esperaba que Atalanta colapsara hecha un mar de lágrimas. En lugar de eso, ella dejó caer el cuerpo del ciervo, con calma preparó una flecha y le disparó a Reco acertando justo en el centro de la frente. El centauro cayó muerto. Hileo rugió iracundo. — ¿Cómo te atreves a matar a mi amigo? —Atrás, —le advirtió Atalanta. —O serás el siguiente. — ¡Te voy a tener por esposa! —Sí…. eso no va a pasar. Hileo la apuntó con su lanza y cargó contra ella. Atalanta le disparó atravesando su corazón. Mojó una flecha en la sangre del centauro y escribió sobre sus cuerpos sin vida: NO QUIERE DECIR NO. Luego los dejó pudrirse. Después de eso, los otros centauros le dieron todo el espacio que necesitara. Atalanta habría sido feliz pasando el resto de su vida sola en esos bosques—comiendo nueces y bayas, tejiendo cestas y pasando el tiempo con lindas criaturas del bosque, para luego rastrearlas y matarlas. Por desgracia, su reputación comenzó a extenderse. Los centauros chismorreaban. Lo mismo hacían los aldeanos y cazadores ocasionales que pasaban por su territorio. Hablaban de una salvaje mujer rubia que corría más rápido que el viento y disparaba un arco con precisión mortal. Algunos se preguntaban si sería Artemisa en forma humana. Con el tiempo, un joven buscó a Atalanta—no por matrimonio, si no para conseguir su ayuda con un cerdo salvaje gigante. Así que, si ya leyeron ese otro libro que escribí sobre los Dioses Griegos, podrán recordar un lindo pequeño monstruo llamado el Jabalí de Calidón, también conocido como el Cerdo de la 201

En ingles Grungiest: El estilo, la música y la actitud grunge definieron una generación particular cuya influencia llega hasta nuestros días. Es un estilo unisex ya que funciona para hombres como para mujeres. 202 Texto Original. Tie-dyed: Es un modelo de camisetas con varios colores, realizado a través de un proceso de teñidos y nudos. Este proceso solo se puede realizar con algodón, o un porcentaje de algodón mezclado con poliéster. (Estilo Hippie) 203 Phish es una banda estadounidense de rock conocida por sus improvisaciones musicales, largas sesiones de improvisación, exploración entre géneros musicales, y sus fieles seguidores.

Muerte. Artemisa había liberado este tanque de cincuenta toneladas de cerdo furioso en el reino de Calidón solo porque el Rey era un tarado, y se había olvidado de sacrificar algo para ella. De cualquier manera, aquí está la parte de la historia que no les conté. El hijo del Rey, el príncipe Meleagro, fue quien organizó las defensas del reino. Él fue quien decidió organizar una cacería del cerdo con todos los mejores guerreros de Grecia. Meleagro era un tipo interesante. Cuando nació, las Moiras se le aparecieron a su madre y le profetizaron que solo viviría el tiempo que un determinado trozo de madera de la chimenea permaneciera sin quemarse. Si les parece que eso es algo al azar, es porque así es. Las Moiras debían haber tenido buen sentido del humor. Les encantaba jugar bromas a los mortales, como: ¡Oh, mis dioses! Digámosle que la vida de su hijo depende de un trozo de madera. ¡Eso será hilarante! Como sea, la madre de Meleagro sacó la madera de la chimenea y la mantuvo a salvo dentro de una caja. Debido a eso, Meleagro creció creyendo que era prácticamente invencible. Mientras el trozo de madera estuviera seguro, él estaría a salvo. Cuando llegó el momento de cazar al Jabalí de Calidón, Meleagro no tenía miedo. La única manera de que el cerdo pudiera matarlo era si cargaba contra el palacio, encontraba la habitación de su madre, rompía la cerradura de la caja de seguridad, tomaba el pedazo de madera mágico y aprendía a usar fósforos. Los Jabalíes salvajes no eran conocidos por tal comportamiento. Pero Meleagro no pudo matar al monstruo por su cuenta. Tampoco confiaba en las habilidades de los otros que se habían unido a la célebre cacería del cerdo. Es por eso que decidió reclutar a Atalanta. Para este momento, su leyenda se había extendido por toda Grecia. Meleagro se moría por conocerla. Amaba la cacería. Amaba las mujeres hermosas. ¿Una mujer hermosa que era la mejor cazadora del mundo? Eso era demasiado interesante como para no corroborarlo. Por semanas, él había buscado en la tierra salvaje hasta que se topó con un centauro que le dio instrucciones de cómo llegar a la cueva de Atalanta. —Solo no le digas que yo te envié, —le rogó el centauro. — ¡Esa mujer está loca! Meleagro se acercó a la base de los acantilados. Dejó sus armas y luego miró entre las cortinas de hiedra que cubrían la entrada de la cueva. —Hola, ¿Atalanta? La hiedra crujió. Una voz le respondió. — No hay nadie aquí con ese nombre. —Mira, solo quiero hablar. Mi nombre es Meleagro. La hiedra se abrió. Atalanta dio un paso hacia la cornisa, su arco apuntaba directo hacia la cabeza de Meleagro. Con su tersa cabellera rubia, sus ojos fieros y su vestido de pieles de animales, era aún más bella de lo que Meleagro había imaginado. No a mucha gente le sienta bien un atuendo de animales muertos, pero Atalanta en serio lo hacía lucir. —Vete, —le advirtió. —De lo contrario, te disparare en el rostro. Estoy cansada de que vengan hombres aquí pidiendo casarse conmigo. —No estoy aquí para casarme contigo, —dijo Meleagro, aunque su corazón latía con fuerza. Y su cerebro gritaba: ¡Cásate con ella! ¡Cásate con ella! Le explicó sobre el Jabalí de Calidón y sobre la festiva casería del cerdo. —Realmente podría venirnos bien tu ayuda. —dijo él. —El cazador que mate al jabalí ganará riqueza y fama. —No me interesa la riqueza, —dijo Atalanta. —No hay nada que comprar aquí en el territorio salvaje. Ya tengo todo lo que necesito: Refugio, agua limpia, alimento, pieles.

— ¿Y qué hay de la fama? —le preguntó Meleagro. —Este Jabalí es una maldición de Artemisa. Solo alguien que tenga la bendición de la diosa tendría la posibilidad de acabar con él. Si acabas con el monstruo, demostrarías que eres la mejor cazadora del mundo, favorecida por Artemisa. Tu nombre vivirá por siempre. También harías que los cazadores varones del grupo parezcan unos tontos incompetentes. Atalanta bajó el arco. No tenía ningún interés en el príncipe, o su dinero, o sus promesas de fama. Pero él hacer que los cazadores hombres se vieran como tontos…. eso sí que resultaba tentador. —Si me uno a esta cacería, —dijo ella, —no tolerare ningún coqueteo de su parte. Ni intentos de casarse conmigo. Y si alguien más en tu grupo intenta algo conmigo, lo más probable es que lo maté. —Parece…. justo, —dijo Meleagro, aunque secretamente esperaba que ella pudiera llegar a sentir algo por él. — ¡Bienvenida a bordo! Llevó a Atalanta de regreso a su reino, enviando mensajeros por delante de ellos con la advertencia: VIENE ATALANTA, NO COQUETEEN CON ESTE TALENTO, O PONDRA UNA FLECHA EN SUS CABEZAS. Para cuando llegaron al palacio, docenas de famosos cazadores se habían reunido: Anceo 204, Mopso, Cefeo…. ¡Todos los más reconocidos e impronunciables nombres en el mundo de la caza! Ellos habían recibido la advertencia sobre Atalanta, y no estaban exactamente encantados de verla. ¿Una hermosa mujer que no podían poseer, y que afirmaba ser mejor que ellos en su profesión? ¡Olvídenlo! — ¿Esperas que salga de cacería con esta mujer?, —dijo Cefeo. — ¡Me siento ofendido! ¡Yo no me rebajaré a tal competencia! — ¡Tampoco yo!, —dijo Mopso. Atalanta gruñó. — Entonces, váyanse a casa, todos ustedes. ¡Al menos no tendré que lidiar con su hedor! Los hombres agarraron sus cuchillos. — ¡Chicos!, —Les rogó Meleagro. —Tenemos que trabajar como equipo. Necesitamos las habilidades de Atalanta. —Ridículo, —dijo Anceo. —No necesito la ayuda de ninguna mujer. ¡Mataré al Jabalí con una sola mano! —Hagamos un trato, —dijo Meleagro. —Cazamos al Jabalí juntos. Sin matarse unos a otros. Sin quejarse de los piojos de la chica. Compartirán el dinero de la recompensa y la gloria. Quienquiera que sea el primero en hacer sangrar a la bestia obtendrá un premio especial. Él—o ella—conservará la piel del monstruo. Eso decidirá quién es el mejor cazador. No estoy seguro de por qué alguien querría la piel mal oliente de un Jabalí gigante, pero los ojos de los cazadores se iluminaron con entusiasmo. Todos estuvieron de acuerdo con los términos de Meleagro. Al día siguiente, se dispusieron a encontrar al Jabalí. Mientras viajaban, los otros cazadores aplicaron la ley del hielo a Atalanta, por lo que ella comía la mayor parte de sus comidas junto al Príncipe Meleagro. Él se esforzó bastante por no coquetear con ella. Le preguntó por sus comienzos. Pedía su consejo sobre las mejores maneras para rastrear y poner trampas. A pesar de 204

Texto original: Ankaios

que esas no eran sus intenciones, a Atalanta comenzó a agradarle el hombre. Nunca había convivido con alguien que era casi…. bueno, respetuoso. Podrían haberse hecho amigos, o quizás más. Pero, antes de que eso pudiera suceder, Atalanta descubrió el rastro del Jabalí. Encontró huellas de cerdo del tamaño de tapas de cubos de basura que conducían al interior de un pantano. Ese fue su primer indicio. Los cazadores se dispersaron. Peinaron el pantano, metidos hasta la cintura en aguas fangosas, sus sandalias se atascaban en el lodo. Nubes de mosquitos zumbaban alrededor de sus rostros mientras caminaban entre hierbajos más altos que sus cabezas, haciendo casi imposible ver por dónde iban. Podrías pensar que un jabalí gigante sería fácil de escuchar cuando atacaba, pero el Cerdo de la Muerte no daba ninguna advertencia. Llegó de entre los juncos como una marejada de puerco, pisoteando a Cefeo, empalando a Anceo con sus colmillos, y arrojó a Mopso a un lado después de que su lanza rebotara sin hacerle daño en el costado. El jabalí arrojaba rayos por la boca, lo que resultaba particularmente desagradable si tomamos en cuenta que estaban peleando hundidos hasta la cintura en agua de pantano. Pronto veinte cazadores habían muerto—fritos, aplastados o desollados. Un cazador, Peleo, se las arregló para lanzarle su jabalina, pero estaba tan aterrorizado que su tiro se desvió y accidentalmente mató a su amigo Euritión. La única persona que mantuvo la calma fue Atalanta. Mientras la criatura arrasaba con todo, ella se mantuvo firme, sacó su arco y esperó a tener un buen tiro. El jabalí salvaje giró hacia Meleagro listo para fulminarlo con sus rayos. Atalanta disparó. Su flecha hirió a la criatura en el lomo con tal fuerza que le penetró la espina dorsal. Las patas traseras del jabalí colapsaron, quedando instantáneamente paralizado. El Cerdo de la Muerte aulló de dolor, de la misma manera en que ustedes lo harían si una flecha les atravesara su columna vertebral. Se arrastró por el pantano hasta que Meleagro lo alcanzó y clavó su espada entre las costillas del monstruo, atravesándole el corazón.

Los cazadores restantes lentamente se recuperaron de la conmoción. Enterraron a los muertos. Vendaron sus heridas. Despellejaron al jabalí, lo que les debió haber tomado un para siempre. Para cuando terminaron todos estaban afiebrados, cansados y molestos. —Yo debería quedarme con la piel del jabalí, —dijo Mopso que milagrosamente había sobrevivido. —Yo le arrojé la primera lanza. —Que no le hizo ningún daño, —le recordó Atalanta. —Todos deberíamos compartir la piel, —gritó Peleo. Atalanta se burló. — ¿Quieres una recompensa por haber matado accidentalmente a tu amigo? — ¡Chicos!, —gritó Meleagro. — Atalanta lo hirió primero. Sin ella, nunca podríamos haberlo matado. La piel le corresponde a ella por derecho. Dos de los parientes de Meleagro dieron un paso al frente—su hermano Toxeo y su tío Plexipo, (Y, ¿podrían tomarse solo un momento para admirar lo malos que son esos nombres? Gracias). —Lamentarás esto, hermano, —le advirtió Toxeo. —No favorezcas a esta mujer salvaje por sobre tu propia familia. —Nunca lamentaré comportarme de manera justa, —dijo Meleagro. Le obsequió la piel de jabalí a Atalanta quien debió haber estado pensando, Caramba, gracias. Siempre había querido hacerme mi propio globo aerostático de piel de cerdo. Pero también estaba algo impresionada, de que Meleagro se hubiera puesto de su parte. Los cazadores se dirigieron de regreso al palacio para lo que se suponía sería una cena de celebración, pero los parientes de Meleagro no estaban de humor para fiestas. Mientras más bebían, más molestos se ponían. Estúpida Atalanta. Estúpido Meleagro, mira que darle esa piel de jabalí solo porque tiene debilidad por las mujeres hermosas. Y era cierto. Meleagro quería a Atalanta como esposa, pero nunca se sabrá si tal relación podría haber funcionado. A mitad de la cena, Toxeo y Plexipo tiraron a Atalanta de su silla. Tomaron la piel de jabalí y se reusaron a regresarla. Los otros cazadores rieron y les hicieron burla hasta que las cosas degeneraron en una riña. Atalanta probablemente los hubiera masacrado a todos, pero Meleagro actuó primero. Sacó su espada y mató a su hermano y a su tío. La madre de Meleagro, la Reina Altea, estaba horrorizada. — ¡Yo te salvé cuando eras un bebé!, —gritó. — ¿Así es como me pagas? ¿Matas a los miembros de tu propia familia por amor a una mujer salvaje? —Madre, espera…. Altea salió hecha una furia del salón de banquetes. Se dirigió a toda prisa a su recámara, abrió la cerradura de la caja y tiró el trozo de madera mágico al fuego implacable de la chimenea. La madera se desintegró en cenizas. Y abajo, en el salón de banquetes, también Meleagro pereció. Atalanta se sintió abrumada por la ira y el pesar. Quería matar a todos en el palacio, pero estaba en una terrible desventaja numérica. Sabía que sería ejecutada si se quedaba, así que corrió de regreso a su cueva, mientras los ojos le picaban por sus lágrimas. Juró nunca regresar al mundo ‘civilizado’. Los humanos solo representaban problemas. Los osos, los ciervos y las ardillas eran mucho más fáciles de comprender. Desafortunadamente, el mundo civilizado no había acabado con ella.

La Cacería del Jabalí de Calidón la hizo más famosa que nunca. Su reputación se extendió. Finalmente su padre, el Rey Yaso de Arcadia, decidió que era tiempo de llevar a su hija a casa. Quizás se estarán preguntando cómo se dio cuenta Yaso de que Atalanta era su hija. Digo, no había pruebas de paternidad en aquel entonces. Ni certificados de nacimiento. Yaso no era el único tipo en la Antigua Grecia que había abandonado a su hija recién nacida. Ella podría haber sido la hija de alguien más, criada por animales salvajes. Eso pasaba todo el tiempo. La historia no está del todo clara, pero aparentemente Atalanta y Yaso visitaron oráculos, aproximadamente al mismo tiempo, y se enteraron de la verdad. Atalanta iba en su camino de regreso a su casa cuando pasó junto a una profetisa del lugar que le ofreció la lectura de cartas del tarot acostumbrada, hechizos de amor a mitad de precio, y la sabiduría divina de los dioses. Atalanta estaba tan conmocionada por la Masacre Familiar en la Cacería del Jabalí que decidió que le irían bien algunos consejos. —Oh, Oráculo, —le dijo. — ¿Qué es lo que pasará conmigo? ¿Podré vivir en la tierra salvaje sin ser molestada de nuevo? ¿Puedo alejarme sin llegar a casarme nunca? El Oráculo habló con voz rasposa. —Cazadora, tú no necesitas un marido, y serías más feliz sin uno, pero casarte es tu destino y no puedes evitarlo. Incluso ahora, tu padre Yaso te está buscando. No descansará hasta que termines casada con un hombre apropiado. Lo mejor que puedes hacer es enfrentar este reto de frente y establecer tus propios términos de cómo aceptarás el casarte. — ¿Y eso me asegurará un matrimonio feliz? —Oh, no. El matrimonio será tu ruina. Perderás tu identidad después de la boda. Eso no puede evitarse. —Eso apesta, —dijo Atalanta. —Odio las profecías. —Gracias por tu ofrenda, —le dijo el Oráculo. —Que tengas un lindo día. Mientras tanto, en Arcadia, el Rey Yaso también estaba consultando un oráculo, que confirmó sus sospechas: La gran cazadora Atalanta era en realidad su hija perdida por tanto tiempo, y pronto vendría a casa para casarse. — ¡Eso es maravilloso!, —exclamó el Rey. — ¡Amo las profecías! Es tan famosa ahora…. puedo utilizarla para hacer una excelente alianza matrimonial. ¿Qué es lo que tengo que hacer para recuperarla? —Solo espérala sentado, —dijo el Oráculo. —Atalanta regresará sola. El Rey regresó a su palacio. Unos cuantos días después, no se sorprendió cuando Atalanta apareció a sus puertas. Los guardias la escoltaron dentro, y Yaso quedó impresionado por lo que vio. Atalanta era hermosa. Quizá un poco más grande y musculosa de lo que debería ser una princesa, pero su sedoso cabello dorado era un extra. Parecía saludable y lista para la maternidad. Sí, era un buen espécimen de mujer para matrimonio. — ¡Mi amada hija! —él le dijo. Atalanta arrugó la frente. —La que dejaste en el territorio salvaje para que muriera. —Bueno, obviamente eso fue un pequeño descuido. Pero, ¿por qué obsesionarnos con el pasado? ¡Mejor hablemos sobre tu boda! Atalanta estuvo tentada a atravesar la cabeza del Rey con una flecha. ¡Qué idiota!

Sin embargo…. ella logró reconocer algo de sí misma en Yaso. Tenían la misma sonrisa fiera, los mismos ojos despiadados. A él no le preocupaban los sentimientos. Solo estaba interesado en lo que le ayudara a sobrevivir. Atalanta comprendía eso, aun cuando aquello le dolía. Ella comenzó a preguntarse si había heredado lo salvaje de su Madre Osa, o de su padre Real. —No quiero casarme, —ella dijo. —Pero, ya que el Oráculo me ha dicho que no puedo evitarlo, voy a establecer mis propios términos. El Rey frunció el ceño. —El padre de la novia siempre establece los términos. Yo sé cuáles pretendientes pueden ofrecer las más poderosas, y redituables alianzas para el reino. —Lo haremos a mi manera, —insistió Atalanta. — ¿O qué? — O me arriesgaré a desafiar al Oráculo. Te mataré a ti y a todos tus guardias, y luego regresaré al territorio salvaje. —Hagámoslo entonces a tu manera, —decidió el Rey. — ¿Cómo procederemos entonces? Atalanta sonrió. — ¿Tienes una pista de carreras? —Por supuesto. Toda ciudad Griega que sea digna tiene una pista de carreras. —Encuéntrame ahí en la mañana. Y anuncia lo siguiente: Cualquiera que quiera ser mi pretendiente deberá presentarse usando su mejor calzado para correr. El Rey Yaso estuvo tentado a hacer algunas preguntas, pero decidió no hacerlo. Atalanta sostenía su arco como si estuviera deseando usarlo. — Muy bien. Mañana por la mañana. Los mensajeros del Rey llevaron la noticia por toda Arcadia. La hermosa y aterradora princesa Atalanta había regresado al reino. Estaba lista para comprometerse en la pista de carreras. ¡Lleven su mejor calzado para correr! (En realidad, la mayoría de los griegos corrían descalzos en ese entonces. Y también corrían desnudos. Pero, si no les importa. Me los voy a imaginar usando ropa interior de ejercicio y unos zapatos deportivos Reebok). A la mañana siguiente, una multitud se reunió en la arena. Todos estaban curiosos de saber cómo la extraña y evidente condición deportiva de Atalanta afectaba su forma de escoger un marido. Cincuenta o sesenta pretendientes potenciales se reunieron en la pista—todos hombres jóvenes de buenas familias. Oigan, ¿quién no querría casarse con una princesa? ¡Y si ellos solo tenían que ganar una carrera para llevarse a la novia—esa sería la forma más fácil de anotar jamás vista! Atalanta, el Rey Yaso, y sus guardias entraron marchando al campo. Atalanta usaba un sencillo chitón205 de color blanco, ceñido a su cintura por un cinturón de cuero con dos dagas enfundadas. Una sencilla trenza rubia colgaba sobre su espalda. Ella sostenía un madero largo como la vara de una lanza. La multitud guardó silencio. — ¡Pueblo de Arcadia! —la voz de Atalanta llenó con facilidad el estadio. — ¡Aquí están mis condiciones para casarme! La multitud se agitó nerviosamente. La princesa sonó más como si estuviera dictando los términos de una rendición militar. Caminó hasta la mitad de la pista de carreras y clavó el mango de su lanza de forma vertical sobre la superficie de arcilla. 205

Chitón o jitón, es una prenda de vestir de la antigua Grecia. Es semejante a una túnica llevada tanto por los hombres como por las mujeres.

— ¡Esta vara de tres codos de largo servirá como marcador para la línea de salida y la línea de meta! (Quizá se estarán preguntando que es un codo y por qué es importante. Bueno, la medida desde tu codo hasta la punta de tu dedo medio. Esa es la longitud de un codo, más o menos. ¿Y el por qué debería importarte? Bueno, eso no puedo respondértelo. Aún estoy tratando de comprender el sistema métrico). Los pretendientes potenciales murmuraron entre ellos. — ¿Cuántas veces deberemos correr alrededor de la pista? —Uno preguntó. Los ojos de Atalanta brillaron. —Solo una vez. — ¡Eso es fácil!, —dijo otro. — ¿Entonces todos corremos juntos, y el ganador se casará contigo? —Oh, no, —dijo Atalanta. —Temo que no me he dado a entender muy bien. Ustedes no van a correr unos contra otros. Cualquier hombre que quiera casarse conmigo tendrá que correr contra mí—uno–contra–uno. La multitud emitió un grito ahogado. Las mandíbulas de los pretendientes cayeron. Todos comenzaron a susurrar: ¿Correr contra una chica? ¿Habla en serio? Parece que ella puede correr bastante rápido…. —Hay más, —dijo la princesa. —Para facilitarles las cosas, yo comenzaré veinte pasos atrás del poste de salida, así que cada pretendiente tendrá una ventaja al comenzar. — ¡Eso es absurdo! —gritó un pretendiente. — ¿Una ventaja al comenzar contra una chica? ¡Toda esta idea es ofensiva! Él se retiró molesto, junto con una docena más de pretendientes. El resto permaneció allí, ya fuera porque eran de mentes un poco más abiertas, o estuvieran más desesperados por conseguir una esposa rica. — ¿Entonces correremos contigo uno a la vez? —Se aventuró a especular otro pretendiente. — ¿Con una ventaja al inicio de veinte pasos, y el primer chico que cruce la línea de meta antes que tú se casará contigo? —Correcto, —dijo Atalanta. —Sin embargo, hay un último detalle. —Ella sacó sus dagas. —Si los atrapo antes de que crucen la línea de meta…. los mataré. —Oooooh…. —murmuró la multitud. Todos se acercaron al borde de sus asientos para ver cómo reaccionaban los pretendientes. La carrera matutina se acababa de poner interesante. El Rey Yaso jugaba con su corona. Él no estaba esperando una competencia mortal. No había tenido tiempo de organizar una quiniela206 de apuestas apropiada. Finalmente uno de los pretendientes se quitó sus zapatos para correr, y los arrojó lejos. — ¡Esto es estúpido! ¡Ninguna mujer vale la pena para morir por ella! Él se alejó dando pasos largos, junto con la mayoría de los restantes. Unos pocos pretendientes realmente estúpidos, o valientes, se quedaron. — ¡Yo me anoto!, —declaró uno. — ¿Una carrera contra una mujer? ¡Es el reto más fácil que jamás haya enfrentado! Solo no te caigas sobre tus propios cuchillos, bebé. No quisiera que mi futura novia se mate a sí misma. 206

Juego público de apuestas en el cual los participantes rellenan un boleto con los pronósticos de los resultados de cierta competición deportiva, en especial la liga de fútbol o las carreras de caballos; se premian los boletos con un determinado número de aciertos.

—Cualquier futura novia tuya se sentiría tentada a hacerlo, —dijo Atalanta. —Veamos cuán rápido eres. La multitud vitoreó mientras Atalanta y el Idiota Chiflado, (lo siento, el valiente pretendiente), se colocaron en sus marcas. El Rey accedió a servir como juez. Yaso gritó, — ¡En sus marcas…. listos…. fuera! El pretendiente salió a toda velocidad. Apenas había recorrido diez pasos antes de que Atalanta lo alcanzara. Sus cuchillas de bronce centellearon. El Idiota Chiflado cayó muerto a sus pies. — ¿Alguien más? —preguntó Atalanta, ni siquiera le faltaba el aire. Podrías pensar que los pretendientes restantes habían abandonado la pista, ¿cierto? Digo, habían visto lo rápido que Atalanta podía correr. Se había abalanzado sobre ese tipo como si fuera una leona derribando a un ciervo. Y, en un parpadeo. Estuvo muerto. Pero tres más se atrevieron a correr contra ella. Quizá pensaban que eran súper rápidos. Quizás realmente les gustaba mucho Atalanta. Quizás solo eran idiotas. En cuestión de minutos, tres cuerpos más decoraban la pista de carreras. El tipo más rápido consiguió dar quizá unos cincuenta pasos. — ¿Alguien más? —gritó Atalanta. La arena quedó en silencio. —Muy bien entonces, —ella dijo. —El reto permanece abierto hasta que alguien logre ganar. Será a la misma hora la próxima semana si alguien quiere intentarlo. Limpió las hojas de sus cuchillos con el dobladillo de su chitón, luego salió del estadio trotando. El Rey la siguió, aliviado de que el espectáculo hubiera terminado y tuviera tiempo de organizar las apuestas para la carrera de la siguiente semana.

Si Atalanta no era lo suficientemente famosa antes, su reputación realmente consiguió ese impulso extra después de la Carrera de la Muerte. Los pretendientes llegaron de toda Grecia para probar suerte. Algunos se acobardaron cuando vieron correr a Atalanta. Otros la retaron y murieron. Nadie logró llegar ni siquiera hasta la mitad del circuito en la pista antes de que los masacraran. El Rey Yaso estaba mosqueado porque su hija aún no se había casado. Pero viendo el lado bueno, las carreras eran fabulosas para el turismo, y él estaba reuniendo un montón de billetes de sus corredores de apuestas. Unos cuantos meses después, un tipo llamado Hipómenes estaba de paso en la ciudad por negocios. Él procedía de una acaudalada familia de una ciudad costera. Su padre, Magareo, era hijo de Poseidón, por lo que obviamente Hipómenes provenía de un excelente linaje. También había sido entrenado en el negocio de los héroes por el sabio centauro Quirón, el cual solo le da tutorías a los mejores. (Incluyéndome, no es que intente presumir. Bueno, tal vez si estoy presumiendo). Una mañana, Hipómenes estaba caminando por el pueblo cuando notó que todos los lugareños estaban cerrando sus tiendas, y se apresuraban a ir a la pista de carreras. — ¿Qué sucede? —le preguntó a uno de los comerciantes. —Me parece que es un poco temprano como para tomar la siesta. El comerciante sonrió. — Atalanta tiene un nuevo lote de pretendientes listos para ser asesinados…. digo, correr. Él le explicó todo lo que había que saber sobre Atalanta y su popular local reality show: El 207 Soltero (A Quien Estoy A Punto De Vencer En Una Carrera Y Eviscerar). Hipómenes no estaba seguro de si debía reír o vomitar. — ¡Eso es horrible! —dijo. — ¡Esos hombres deben ser unos idiotas! Ninguna mujer, sin importar lo magnífica que sea, vale la pena un riesgo como ese. —Creo que no has visto a Atalanta, —dijo el comerciante. Entonces, se apresuró a irse. A Hipómenes le ganó la curiosidad. Siguió a la multitud hacia el estadio, donde media docena de nuevos pretendientes se habían reunido para probar suerte. Hipómenes no podía creer que tantos hombres pudieran ser tan estúpidos. Luego vio a Atalanta. Estaba en un costado de la pista haciendo algunos ejercicios de calentamiento propios de los corredores. Vestida con su sencillo chitón blanco, y su cabello dorado trenzado, era la más hermosa mujer que Hipómenes hubiera visto jamás. Deslumbrado, se abrió camino entre la multitud hasta llegar junto a los pretendientes. —Tengo que disculparme, —les dijo. —Pensaba que arriesgar la vida por cualquier mujer era algo ridículo. Pero ahora que la he visto, los comprendo por completo. Uno de los pretendientes frunció el ceño. —Sí, todo eso está muy bien, amigo. Ahora hazte a un lado. Esta semana es nuestro turno. Atalanta escuchó el intercambio de opiniones. Pretendió no mirar, pero por el rabillo del ojo evaluó a Hipómenes: Cabello negro rizado, ojos verde mar, extremidades gráciles y fuertes. Pero su voz fue lo que realmente capturó su atención. Era rica, agradable y meliflua208, (y ahí está mi nueva palabra de la semana, gracias, clase de preparación para presentar los SAT209), como la cascada 207

The Bachelor (El Soltero) es un espectáculo de telerrealidad estadounidense que debutó en septiembre de 2002 por la cadena ABC. Dicho programa fue renovado para la primavera del 2007. La temporada del 2006 se llama "The Bachelor Roma". 208 Dulce, suave, delicado y tierno en el trato o en la manera de hablar. 209 Examen estandarizado para la admisión universitaria en Estados Unidos.

afuera de la vieja cueva de Atalanta. Sintió una calidez que no le resultaba familiar en el pecho— algo que no había experimentado desde que Meleagro había tomado partido por ella en la Cacería del Jabalí de Calidón. Trató de despejar su mente. Tenía una carrera que ganar y seis pretendientes que matar. El Rey Yaso llamó al primer corredor a su marca. Atalanta tomó su posición de salida, vente pasos atrás. Hipómenes observó, embelesado, como Atalanta perseguía a los que podrían ser sus futuros maridos, uno tras otro. Ella corría más velozmente que cualquier flecha disparada por cualquier arco Escitio210, (traducción: corría como el demonio). Se movía con más gracia que un leopardo. Y la manera en que blandía sus cuchillos y masacraba a esos pretendientes…. Wow. ¡Qué mujer! Si hubiera tenido algo de sentido común, Hipómenes hubiera salido corriendo aterrorizado. Pero en lugar de eso, se enamoró desesperadamente. Después de la última carrera, mientras la multitud se dispersaba, se aproximó a la princesa victoriosa, que estaba limpiando la sangre de sus cuchillos. — ¡Oh, hermosa princesa! —le dijo Hipómenes. — ¿Puedo atreverme a hablar con usted? Atalanta no estaba segura de que le estuviera hablando a ella. Estaba toda sudada por correr seis veces la pista. Su rostro tenía manchas rojas por el cansancio, y su trenza se había deshecho. Tenía los pies cubiertos de barro. Su vestido estaba manchado de sangre y las lágrimas de sus oponentes muertos. ¿Y aun así este tipo pensaba que ella era hermosa? —Puedes hablar, —ella le dijo. —Esos pretendientes contra los que corriste, —le dijo Hipómenes. —No eran oponentes de gran valía. ¿Dónde está la gloria en derrotar a tales hombres? Corre contra mí en vez de ellos. Yo si comprendo tu valor. —Oh, lo haces, ¿eh? —Hipómenes se inclinó ante ella. —Mi abuelo es Poseidón, señor de las olas. Se reconocer a una fuerza de la naturaleza cuando la veo. Los otros solo veían tu belleza o la riqueza de tu padre. Yo te veo a ti, y veo los vientos de una tormenta. Veo el rugir de la corriente de un río caudaloso. Veo a la mujer más poderosa alguna vez creada por los dioses. Tú, no necesitas un esposo que intente dominarte. Tú necesitas un igual con quien compartir tu vida. Déjame probarte que yo soy ese hombre. El corazón de Atalanta trastabillaba contra sus costillas. Jamás le habían hecho un cumplido de una manera que se sintiera tan genuina. — ¿Cuál es tu nombre? —le preguntó. —Hipómenes. — ¿Viajas en Hipopótamo? —No, no es así. —Oh, bien. Escucha, Hipómenes. Aprecio tus sentimientos, pero no valgo la pena el riesgo. Estoy segura que cientos de chicas en esta ciudad estarían encantadas de casarse contigo. Hazte un favor. Escoge a alguna de ellas. Da la media vuelta, vete de aquí y olvida que alguna vez me viste. Odiaría tener que matar un hombre tan gentil en Grecia. 210

Escita o Escitia es era el nombre dado en la Antigüedad a los miembros de un grupo de pueblos de origen iranio, caracterizados por una cultura basada en el pastoreo nómada y la cría de caballos de monta

Hipómenes se arrodilló a sus pies. —Es demasiado tarde, princesa. Ya te he visto. No puedo olvidarte. —Él tomó la mano de ella y la puso sobre la suya. —Solo puedo rogar porque mi amor sea tan poderoso e incontenible como lo eres tú. ¿Cuándo correremos? Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de Atalanta. Qué era ese sentimiento…. ¿Tristeza? ¿Lástima? Nunca se había enamorado antes. No sabía cómo reconocer ese sentimiento. Quería denegarle a Hipómenes la posibilidad de correr contra ella, pero su padre estaba cerca, observando como un halcón. Su expresión le quedaba clara. Tú hiciste las reglas. Ahora tendrás que seguirlas. Atalanta suspiró. —Pobre Hipómenes. Desearía poder preservar tu vida, pero, si estás determinado a morir, nos encontraremos aquí la próxima semana, el mismo día y a la misma hora, y ya veremos entonces quién es el más rápido. Hipómenes besó su mano manchada de sangre. —Hasta la próxima semana entonces. Mientras se alejaba del estadio, la multitud se apartaba a su paso asombrada. Ningún hombre se había atrevido a acercarse tanto a Atalanta, y había sobrevivido para contarlo. Y ciertamente nadie se había atrevido a besar su mano, sin que luego su rostro tuviera que ser removido quirúrgicamente. La mente de Hipómenes ya estaba funcionando velozmente. Sabía que no podía vencer a Atalanta sin ayuda divina. Su abuelo Poseidón era asombroso de muchas maneras, pero Hipómenes dudaba que pudiera ayudarlo a ganar una carrera por tierra, o el corazón de una mujer. Quizás Poseidón podría interrumpir la carrera causando un terremoto o una marejada, pero eso mataría millones de personas, que no eran el tipo de daño colateral que Hipómenes desearía para el día de su boda. Preguntó por aquí y por allá hasta que consiguió que le dieran instrucciones sobre cómo llegar al santuario de Afrodita más cercano. El cual estaba en desuso y abandonado a la orilla del pueblo. Supongo que eso era porque los hombres de Arcadia estaban más interesados en apostar en las Carreras de la Muerte que en el romance. Hipómenes arregló el santuario. Limpió el altar, luego oró a la diosa del amor. — ¡Ayúdame, Afrodita! —exclamó. —El amor es la fuerza más poderosa del mundo. ¡Déjame probarlo! Estoy seguro de que Atalanta me ama. Yo la amo, pero ella adora a la diosa doncella, Artemisa. ¡Muéstrale al mundo que tú eres la diosa más poderosa! ¡Ayúdame a ganar el corazón de Atalanta al derrotarla en esta carrera! Una brisa pasó por el santuario, llenando el aire con esencia de flores de manzana. Una voz femenina susurró en el viento. Hipómenes mi estimado y joven humano. — ¿Eres Afrodita?, —él preguntó. No. Soy Ares, bromeó la voz. Por supuesto que soy Afrodita. Estás orando en mi santuario, ¿cierto? —Tienes razón, lo siento. Te ayudaré a ganar el amor de Atalanta, pero no será fácil. No puedo aumentar tu velocidad al correr. No tengo control sobre las competencias deportivas. Nike se encarga de ese tipo de cosas, y ella es tan aburrida. —Yo soy un corredor muy rápido, —le prometió Hipómenes. —Pero Atalanta es más rápida. A menos que haya alguna manera de hacer que corra más lento…. Tengo justo lo que necesitas. Tres piezas de fruta dorada del tamaño de unas pelotas de béisbol flotaron hacia el santuario y se posaron sobre el altar.

— ¿Manzanas? —preguntó Hipómenes. No son unas manzanas cualquiera. Estas son de mi árbol sagrado en Chipre. ¡Las traje volando hacia acá especialmente para ti! —Wow, gracias. El envío es gratis con tu primer pedido. — ¿Entonces se supone que debo hacer que Atalanta se las coma? No, no. Ella te dará una ventaja al comenzar la carrera, ¿correcto? —Sí. Como de unos veinte pasos. Mientras corres, cuando Atlanta comience a acercarse a ti, tira una de estas manzanas en su camino. Se detendrá a recogerla, lo que te dará algunos segundos. Tendrás tres oportunidades para entorpecer su forma de correr. Si las usas en el momento correcto, deberías poder llegar a la línea de meta antes de que ella te mate. Hipómenes se quedó mirando las manzanas. Podrían provenir de un árbol sagrado, pero no se veían como si fueran mágicas. Se veían como se ve cualquier manzana Golden Delicious de 1.29 dólares la libra en Safeway211. — ¿Por qué se detendría Atalanta a recogerlas?, —él le preguntó. — ¿Acaso necesita más fibra en su dieta? Las manzanas son imposibles de resistir, dijo la diosa. Igual que el amor. Igual que yo. Ten fe, Hipómenes. —La tendré diosa. Haré exactamente como dices. Una cosa más. Cuando ganes el corazón de Atalanta, regresa aquí y ofréceme un sacrificio apropiado. No olvides darme el crédito. — ¡Por supuesto! ¡Gracias! Hipómenes tomó las manzanas y corrió de regreso al pueblo. Tenía que entrenar bastante antes de la carrera. A la semana siguiente, las multitudes se reunieron en el estadio nuevamente. Las apuestas eran fuertes. El Rey Yaso ofrecía cinco–a–uno en las apuestas a que Hipómenes llegaría hasta la mitad de la pista, y mil–a–uno a que lograría ganar la carrera. Los lugareños no podían esperar para ver la distancia que este valiente, y bien parecido joven alcanzaba a recorrer antes de que lo masacraran. Atalanta no había dormido bien en toda la semana. Había estado muy inquieta por la preocupación dando vueltas en su cama, pensando sobre la profecía del Oráculo, recordando como Hipómenes había sostenido su mano. Ahora caminaba nerviosamente de un lado a otro en la pista. Sus cuchillos se sentían más pesados de lo acostumbrado. Hipómenes, por otro lado, se veía alegre y confiado. Caminó a grandes zancadas hacia Atalanta con un morral de lona colgando de su cinturón. — ¡Buenos días, mi princesa! Atalanta frunció el ceño. — ¿Qué hay en la bolsa? —Solo algo de fruta fresca, en caso de que me de hambre. —No puedes correr con eso. —Tú corres con cuchillos. ¿Por qué no pudo yo correr con mi almuerzo para llevar? 211

Supermercado tradicional norteamericano, fundado en 1915 en American Falls, Idaho; aunque sus oficinas centrales se encuentran actualmente en Pleasanton, California.

Atalanta sospechaba algún truco en ello, pero no había hecho reglas sobre lo que los pretendientes podían o no llevar. —Muy bien. Corre con tu almuerzo. Aun así morirás. —Oh, no, —prometió Hipómenes. —Para el final del día, tú y yo estaremos casados. Casi no puedo esperar. Atalanta gruñó, y dio la vuelta para alejarse. Temía que pudiera estar sonrojándose. Caminó hasta su posición de salida, veinte pasos atrás. El Rey Yaso levantó los brazos. La multitud guardó silencio. — ¡En sus marcas…. —gritó el Rey, —listos…. fuera! Hipómenes salió corriendo dejando atrás la línea de salida. Siempre había sido un corredor muy rápido. Ahora su vida estaba en juego. Más que eso: su verdadero amor lo necesitaba. Atalanta estaba atrapada en esta carrera tanto como él. Podía decir que ella no quería matarlo. Tenía que ganar por el bien de ambos. Ya estaba a un cuarto del camino en el circuito de la pista, más lejos que cualquiera de los otros pretendientes había llegado antes, cuando sintió a Atalanta detrás de él. Escuchó el siseo de una hoja de cuchillo al ser sacada de su funda de cuero. Metió la mano en su morral, tomó la primera manzana y la aventó por encima de su hombro. Atalanta la esquivó de manera instintiva. Por el rabillo del ojo, vio un destello dorado mientas la manzana pasaba volando a su lado. ¿Qué Infiernos? Pensó. ¿Acaso Hipómenes acaba de arrojarme una pieza de fruta? Estaba tan sorprendida que miró hacia atrás. Y efectivamente, una manzana dorada rodaba por la pista. Sabía que debía seguir corriendo, pero había algo en esa manzana que dejarla tirada sobre el polvo le parecía un desperdicio y le causaba tristeza. Mientras la multitud rugía incrédula, Atalanta regresó y la tomó. Hipómenes ahora estaba completando la tercera parte del camino del circuito de la pista. Atalanta gruñó por la frustración. No comprendía que le había hecho regresar a recoger la fruta, pero no iba a perder la carrera por un truco barato. Con la manzana en una mano y el cuchillo en la otra, comenzó a ganar velocidad, sus pies destrozaban el barro a la misma velocidad que las aspas zumbadoras de un helicóptero. Hipómenes apenas había pasado la marca de la mitad. Cuando la multitud se volvió loca. No podía escuchar a Atalanta, y no se atrevía a mirar hacia atrás, pero a juzgar por el entusiasmo de la multitud, y los cánticos de: ¡MATALO! ¡MATALO! ¡MATALO! Adivinó que ella estaba a punto de apuñalarlo por la espalda. Arrojó la segunda manzana por sobre su cabeza. Atalanta giró bruscamente para evitar que la fruta la golpeara. Pero su dulce aroma llegó hasta su nariz, sacándola del rumbo como si la hubieran atrapado con un anzuelo de pesca. Tomó la manzana antes de que tocara el piso, pero llevar dos manzanas, y un cuchillo mientras corres no resulta fácil, incluso para la mejor cazadora del mundo. Ella perdió un tiempo muy valioso. ¿Por qué necesito estas manzanas? Atalanta se preguntó mientras corría detrás de Hipómenes. Esto es estúpido. ¡Debería simplemente arrojarlas! Pero no podía. El aroma y el cálido color dorado de las manzanas le recordaba sus días más felices—comiendo panales de miel con su Madre Osa en el bosque, observando los narcisos florecer por la cascada junto a la cueva, la cacería del Jabalí de Calidón con Meleagro a su lado. Las manzanas también le hacían desear algo que nunca había conocido. Observando a Hipómenes correr

frente a ella, cayó en una especie de trance, admirando su fuerza y su velocidad. No sería tan malo pasar su vida con un hombre como ese. ¡Para con esos pensamientos! Se amonestó a sí misma. ¡Solo corre! Se forzó a correr como nunca antes. Sus pies apenas tocaban el piso mientras volaba detrás de Hipómenes. Él ya estaba a unos quince metros de la meta, pero ella aún podía cerrar esa brecha. Ya se encontraba a una distancia apropiada para atacar cuando Hipómenes tiró su última manzana. Atalanta ya lo había anticipado. Se había dicho que eso no iba a hacer que se distrajera. Pero mientras la fruta dorada le pasaba rozando la oreja escuchó una voz que parecía susurrarle: Esta es tu última oportunidad. Esta manzana es todo lo que te estás perdiendo: Compañía, Alegrías, Amor Verdadero. ¿Cómo puedes simplemente dejarla pasar, e irte dejándola allí tirada en el suelo? Atalanta se desvió hacia un lado. Tomó la última manzana mientras Hipómenes cruzaba la línea de meta. Los espectadores se pusieron de pie, vitoreando con júbilo—especialmente aquellos que habían apostado a favor de Hipómenes en proporción de mil–a–uno. Atalanta se le quedó viendo estupefacta con las tres manzanas doradas en sus manos, y un par de cuchillos limpios enfundados en su falda. — ¡Esto fue una trampa! —ella gruñó. — ¡Es magia! —Es amor, —la corrigió Hipómenes. —Y te prometo que mi amor es genuino. —Ni siquiera me gustan las manzanas. —Atalanta dejó caer la fruta dorada sobre el suelo. Rodeó con sus brazos a Hipómenes. Sus besos sabían incluso mejor que los panales de miel. Esa noche se casaron en el palacio. El Rey Yaso no estaba del mejor humor, ya que las apuestas del día casi lo habían dejado en bancarrota, pero Atalanta e Hipómenes estaban locamente felices. Pasaron un año, dichosamente juntos. Atalanta dio a luz a un hijo. Partenopeo, quien más adelante se convertiría en un gran guerrero. (Algunos chismes dicen que el verdadero padre del chico era Meleagro, o quizás incluso el dios de la guerra, Ares, pero a mí no me gustan los cotilleos). Atalanta e Hipómenes merecían vivir felices por siempre, ¿cierto? Pues no sucedió de esa forma. Hipómenes estaba tan locamente enamorado de Atalanta que olvidó un pequeñísimo detalle: ofrecer un sacrificio en el santuario de Afrodita. Claro, eso fue estúpido. ¡Pero vamos! El tipo estaba enamorado. Estaba distraído. Un podría pensar que Afrodita entre todas las personas lo comprendería. Pero no se puede quedar mal con los dioses sin pagar el precio por ello. Una tarde de primavera, Hipómenes y Atalanta cabalgaban de regreso al pueblo después de un maravilloso día de cacería. Se detuvieron en un pequeño santuario de Zeus, y decidieron degustar ahí sus almuerzos. Estaban terminando sus emparedados cuando sus ojos se encontraron. Se vieron súbitamente abrumados por lo mucho que se amaban. Arriba, en el Monte Olimpo, Afrodita estaba haciendo su magia—encendiendo sus emociones, y retirándoles la perspectiva que proporciona el sentido común. — ¡Bésame, tonto!, —exclamó Atalanta.

—Pero estamos en un santuario de Zeus, —Hipómenes protestó débilmente. —Quizás no deberíamos…. — ¡A quién le importa!, —Atalanta derribó a su esposo. Comenzaron a rodar por el piso besuqueándose justo frente al altar. Eso no era, para nada, una buena idea. Zeus bajó la mirada desde el Monte Olimpo y vio dos mortales profanando su santuario en una exhibición pública de afecto. — ¡ASQUEROSO! ¡NO PUEDEN HACER ESO EN MI SANTUARIO! ¡SOLO YO PUEDO HACER ESO EN MI SANTUARIO! Él chasqueó los dedos. Los dos amantes instantáneamente cambiaron de forma. Una peluda piel dorada cubrió sus cuerpos. Una frondosa melena rodeó el cuello de Hipómenes. Sus uñas crecieron transformándose en garras. Sus dientes se convirtieron en colmillos. Atalanta e Hipómenes se escabulleron hacia los bosques como un par de leones. Según algunas historias, una diosa llamada Cibeles212 eventualmente logró colocarles arneses a esos leones para que tiraran de su carruaje, pero la mayor parte del tiempo Atalanta e Hipómenes merodeaban en el territorio salvaje, indomables e imposibles de cazar, porque habiendo sido ellos mismos cazadores conocían todos los trucos. Algunos de sus hijos aún siguen por ahí: leones cuya inteligencia puede vencer a la humana…. pero yo no recomendaría intentar cazarlos, a menos que quieran terminar convertidos en un platillo de semidiós a la tártara. Y por tanto la profecía del Oráculo se volvió realidad: Atalanta sí perdió su identidad después de casarse. Pero al menos regresó de vuelta a los Grandiosos Exteriores, y consiguió permanecer junto a su marido. Podría haber sido peor. Podría haber terminado como el héroe Belerofonte. Cuando ese tipo cayó, sí que cayó duro.

212

En los panteones griego y romano, Cibeles es identificada con Rea, esposa de Cronos (Saturno) y madre de los principales dioses: Hestia (Vesta), Deméter (Ceres), Hera (Juno), Hades (Plutón), Poseidón (Neptuno) y Zeus (Júpiter). De acuerdo con la mitología griega, Cibeles inicia a Dioniso en su culto misterioso. Pero asumimos que aquí Percy no toma en cuenta este hecho.

SIN IMPORTAR LO QUE SEA, BELEROFONTE NO LO HIZO.

Los Antiguos griegos llamaban a este tipo Belerofonte el Inocente, lo que es gracioso, dado que siempre estaba en problemas. Su nombre verdadero ni siquiera era Belerofonte. Le dieron ese nombre después de su primer asesinato…. pero quizás debería retroceder un poco. En los viejos tiempos, cada ciudad Griega quería su propio héroe. Atenas tenía a Teseo, Argos tenía a Perseo. La ciudad de Corinto no contaba con estandarte alguno. Su más famoso habitante había sido Sísifo, que una vez ató a la Muerte y consiguió que lo condenaran al castigo eterno. Eso no hizo que el tipo fuera adecuado para los afiches de la ciudad. Después de que Sísifo fue arrastrado al Inframundo, su hijo Glauco se convirtió en Rey de la ciudad. Él hizo lo mejor que pudo para mejorar su reputación. Construyó un nuevo palacio. Patrocinó un equipo profesional de fútbol. Colgó estandartes coloridos por la Calle Principal que decían ¡CORINTO: LA ENTRADA A LA DIVERSIÓN! Glauco también se casó con la hermosa princesa llamada Eurínome. Esperaba tener hijos nobles que algún día se convirtieran en grandes héroes y así pusieran el nombre de Corinto en el mapa. El único problema: Los dioses aún estaban molestos por Sísifo. Zeus decretó que los hijos de Sísifo nunca tendrían hijos propios que continuaran el nombre de la familia. Zeus no quería más pequeños Sísifositos, (¿O Sísifitos?), corriendo por Grecia tratando de engañar a la Muerte. Gracias a eso, Glauco no podía engendrar hijos varones. Eurínome y él lo intentaron por años sin suerte. El Rey siempre estaba preocupado por eso. Una noche, él se estaba paseando por toda la alcoba real, retorciéndose las manos. — ¿Qué podemos hacer? —Le preguntó a su esposa. — ¿Cómo puedo conseguir un heredero para el trono? —Bueno, podríamos tener una hija, —sugirió su esposa. —Y permitirle que se convierta en reina. —Oh, por favor, —dijo Glauco. —No estoy de humor para bromas. Eurínome puso los ojos en blanco. —Muy bien, de acuerdo. ¿Qué tal si adoptamos un hijo? — ¡El pueblo nunca aceptaría un Rey adoptado! —Mmm, —ella miró fijamente a través de la ventana de la alcoba hacia el mar iluminado por la luna. —En ese caso, quizá yo debería buscar ayuda divina. — ¿Qué es lo que quieres decir con eso? Eurínome sonrió. —Déjamelo a mí, amor.

La reina siempre había sido una fiel seguidora del dios del mar, Poseidón. Claramente, ella tenía buen gusto. Al siguiente atardecer, bajó a la playa y oró. — ‘¡Oh, gran Poseidón! ¡Tengo un problema! Mi esposo no puede engendrar hijos, pero en realidad desea un heredero. Me vendría bien tu ayuda, si entiendes lo que quiero decir….’ Poseidón escuchó a la hermosa reina pidiendo su ayuda. Se elevó desde las olas en toda su gloria, vistiendo solo su traje de baño. —Saludos, Eurínome, —dijo el señor de los mares. — ¿Quieres tener un hijo? Seguro. Puedo socorrerte. Ese es mi padre. Siempre pensando en el bien común. Nueve meses después, Eurínome dio a luz a un bebé saludable. Le dio por nombre Hipónoo porque queda claro que no teníamos suficiente gente llamada Hipo213 en este libro. ¡El Rey Glauco estaba encantado! Estaba seguro que el niño era suyo. La reina había orado por un milagro. Los dioses habían respondido. Glauco no iba a cuestionar su buena fortuna. El hecho de que su nuevo hijo se viera exactamente como los retratos de Poseidón en los mosaicos del templo local era una simple coincidencia. Mientras Hipónoo crecía, se forjó una reputación por ser imprudente. Siempre estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Una vez, él y sus amigos estaban asando malvaviscos en la chimenea real cuando derramó demasiado aceite en el fuego y quemó el salón del comedor. — ¡Fue un accidente! —clamó el príncipe. En otra ocasión involuntariamente le pinchó el trasero a un toro sacrificial con su daga y causó una estampida dentro del templo. — ¡No fue mi culpa! —él chilló. Unas pocas semanas más tarde estaba sentado en los muelles reales, distraídamente aserrando una cuerda, porque estaba aburrido, cuando la cuerda se cortó, y el mejor barco de su padre zarpó hacia mar abierto sin tripulación a bordo. — ¡Yo no lo hice! —él dijo. El oops214 más famoso del príncipe: un año en la fiesta de Víspera de Año Nuevo de sus padres, él y sus amigos estaban arrojando dagas hacia una paca de heno, tratando de atinarle al blanco, cuando alguien gritó: — ‘¡Oye, Hipónoo!’ El príncipe se giró y arrojó su daga al mismo tiempo, porque no era muy bueno coordinando sus movimientos. Su daga le atinó a un tipo llamado Beleros en el pecho, matándolo al instante. — ¡Fue un accidente! —Hipónoo sollozó. Todos estuvieron de acuerdo en que la muerte no había sido intencional. De cualquier manera a nadie le agradaba mucho Beleros, así que Hipónoo no se metió en problemas. Pero la gente comenzó a llamarlo el príncipe Belerofonte, lo que significa: El Asesino De Beleros. El apodo se le quedó. Imagínense vivir así. Matas a un tipo llamado Joe. Y por el resto de tu vida, tienes que responder al nombre de: ‘Yo Maté A Joe’. Luego te ganas un título como: ‘el Inocente’, así que básicamente tu sobrenombre sería: ‘Yo Maté A Joe, Pero No Fue Mi Culpa’. El colmo final llegó cuando Belerofonte era un adolescente. Para ese entonces ya tenía un hermano pequeño llamado Deliades. ¿Qué cómo fue que la pareja real tuvo ese otro hijo? Quizás 213 214

Es un juego de palabra ya que la palabra Hipo (Texto Original Hippo) puede traducir Hipopótamo. También se puede traducir: descuidos o meteduras de pata.

Zeus decidió levantar la maldición. O, quizás Poseidón aún continuaba visitando a la reina por su sentido del deber cívico. Cualquiera que sea el caso, Belerofonte le estaba enseñando a Deliades cómo pelear con la espada una tarde. (Lo sé. Terrible idea.) En medio del combate, Belerofonte dijo, —De acuerdo, Deliades. Te voy a atacar por tu derecha. ¡Bloquea el golpe! Deliades bloqueó hacia la derecha. Belerofonte, equivocadamente se balanceó a la izquierda, porque aún no tenía claro todo eso de derecha/izquierda. Y mató a su hermano. — ¡Fue un accidente!, —dijo Belerofonte. En este punto, sus padres tuvieron que intervenir. —Mira, hijo, —dijo el Rey Glauco. —No puedes seguir teniendo accidentes. Matar a tu hermano…. eso no estuvo bien. —Pero, Papá…. —Sé que no fue tu intención hacerlo, —dijo la Reina Eurínome. —Sin embargo, querido, tu padre y yo hemos decidido enviarte lejos por un tiempo antes de que tus accidentes consigan llevarnos a ambos a una tumba temprana. — ¿Enviarme lejos? Pero, Mamá…. —Mi amigo el Rey Preto ha accedido a tomarte a su cargo, —dijo el Rey. —Irás a Argos y completarás los rituales de purificación para expiar la muerte de tu hermano. — ¿Rituales de purificación? —Sollozó Belerofonte. — ¿Y eso duele? —Pasarás unos cuantos meses en duelo, —dijo su padre, —orándole a los dioses. Estarás bien. — ¿Unos meses? ¿Y luego puedo regresar a casa? —Quizás. Ya veremos. El labio inferior de Belerofonte tembló. No quería llorar, pero se sentía tan poco querido. Claro, había quemado de vez en cuando algún edificio y matado de manera esporádica un hermano, pero, ¿en realidad, tenían sus padres que enviarlo tan lejos? Al día siguiente dejó el pueblo solo. Tomó el camino, a pesar de que era peligroso. Estaba tan deprimido y se movía tan lentamente que solo avanzó unos pocos kilómetros antes de que atardeciera. Encontró un santuario a Atenea al lado del camino y decidió pasar la noche ahí. Antes de irse a dormir, Belerofonte oró a la diosa. —Atenea, me sería muy útil algo de su sabiduría. Mis padres piensan que no valgo nada. Destruyo todo lo que toco. ¿Debería simplemente darme por vencido, o qué? Lloriqueando, subió hasta el altar y se quedó dormido. Normalmente, dormir sobre el altar de un dios no es una buena idea. Es muy probable que te despiertes siendo un hurón, o una planta ornamental. Pero Atenea se sintió mal por Belerofonte. A pesar de que era un hijo de Poseidón, que no era exactamente un gran amigo de Atenea, el jovencito tenía potencial para ser más que un desastre ambulante. Mientras dormía, Atenea apareció en sus sueños. Neblina gris se arremolinó en torno al altar. Un relámpago iluminó el lugar. — ¡Belerofonte! El Belerofonte de su sueño se bajó trastabillando del altar, derribando una estatua en el proceso, la cual se hizo astillas en el piso. Él se puso de pie apresuradamente. — ¡Yo no fui! Atenea suspiró. —Está bien. Es solo un sueño. Escuché tus plegarias Belerofonte. No eres un inútil. Tu verdadero padre es Poseidón, dios del mar.

Belerofonte dio un grito ahogado. — ¿Es por eso que me parezco tanto a sus mosaicos? —Sí. — ¿Y por eso mi madre disfruta tanto de sus paseos por la playa? —Sí. Así que deja de sentirte mal por ti mismo. Puedes ser un gran héroe si logras desarrollar algo de confianza en ti mismo. —Yo- yo lo intentaré, Atenea. —Y para comenzar, toma un regalo, —la diosa sostuvo en alto un artilugio de tiras doradas entretejidas. — ¿Es una red?, —preguntó Belerofonte. —No. — ¿Un sostén? Atenea frunció el entrecejo. —Piénsalo un poco. ¿Por qué te daría un sostén dorado? —Um…. — ¡Son unas riendas! ¡Lo que colocas alrededor de la cabeza de un caballo! —Oh, cierto. —Belerofonte nunca había prestado demasiada atención a las riendas. Cada vez que intentaba montar un caballo, atropellaba a alguien o dirigía al caballo a través de la sala de estar de la casa de alguien. —Y…. ¿Debería ir a buscar algún corcel para ponerle esto? Atenea comenzó a preguntarse si el aparecer en el sueño del jovencito había sido una buena idea. Él le recordaba a Poseidón en sus días más turbulentos: soplando por ahí sin rumbo fijo, destruyendo cosas sin razón aparente. Pero, ahora, ya estaba allí. Ella tenía que intentar conducir al chico hacia una mejor dirección. —Cerca de este santuario, —dijo. —En un lugar llamado Peirene, encontrarás un manantial de agua fresca. En ese punto, Pegaso viene a beber muy seguido. —Wow. ¿El Pegaso? —Belerofonte había escuchado leyendas sobre el caballo alado. Supuestamente había brotado de la sangre de Medusa después de que Perseo le cortara la cabeza. Muchos héroes habían intentado capturar a Pegaso. Ninguno había tenido éxito. —Es correcto, —dijo Atenea. — ¿Te gustaría montar un corcel alado inmortal? Belerofonte se frotó la barbilla. —Espera…. si mi padre es Poseidón, y el padre de Pegaso es Poseidón, ¿no es el caballo mi hermano? —Es mejor que no pienses en eso, —le advirtió Atenea. —Solo sigue mis instrucciones. Tan pronto como despiertes haz un sacrificio apropiado para mí y para tu padre Poseidón. Eso te asegurará nuestras bendiciones. Luego encuentra el manantial de Peirene y espera hasta que Pegaso aterrice. Cuando pliegue sus alas para beber, tendrás que escabullirte por detrás de él y deslizar las bridas sobre su cabeza. —Um, el sigilo no es realmente lo mío. —Hazlo lo mejor que puedas. Trata de no matarte. Si logras conseguir poner el freno en el hocico de Pegaso, la magia en la brida lo tranquilizará al instante. Aceptará tu amistad y te llevará a donde quieras ir. — ¡Asombroso! —Solo no presiones tu suerte, —le advirtió Atenea. —Los héroes siempre presionan a la suerte cuando consiguen un buen regalo como un caballo volador. NO HAGAS ESO. —Por supuesto que no. ¡Gracias, Atenea! La diosa se desvaneció en la niebla. Belerofonte se despertó de su sueño, rápidamente se bajó del altar, y chocó contra una estatua, que terminó rompiéndose en mil pedazos sobre el piso.

Miró hacia el cielo. —Lo siento. Fue un accidente. El viento hizo un sonido como de un suspiro exasperado. Belerofonte caminó hasta la granja más cercana y gastó todo su dinero para el viaje en un joven toro. Sacrificó el animal—mitad a Atenea, mitad a Poseidón. Luego partió a capturar al Pegaso con su mágico sostén dorado. El manantial de Peirene manaba a borbotones de una grieta en una roca caliza, y se derramaba en un estanque salpicado de flores de loto y lirios de agua. Belerofonte se acuclilló tras un arbusto cercano y esperó por lo que le parecieron horas. Probablemente porque fueron horas. Aprendió lo que la mayoría de los semidioses con THDA215 sabemos: se nos puede distraer fácilmente, pero si realmente estamos interesados en algo podemos enfocarnos como un rayo láser. Y Belerofonte estaba realmente interesado en capturar a Pegaso. Al fin una sombra oscura bajó en espiral de las nubes. Belerofonte pensó que era un águila, porque tenía el mismo plumaje dorado y café. Pero, mientras descendía, Belerofonte se dio cuenta de que la criatura era mucho más grande: un semental con un hocico manchado en color tizón y seis metros de amplitud en las alas. Belerofonte no se atrevía a respirar mientras el caballo aterrizaba. Pegaso pisoteó el pasto. Plegó sus alas, se aproximó al manantial y bajó la cabeza para beber. Belerofonte gateo con la brida dorada. A mitad de camino del prado, pisó una ramita. Belerofonte se congeló. Pegaso miró a su alrededor. El caballo notó la brida dorada, y siendo un animal inteligente, supo lo que estaba pasando. Pegaso relinchó. Belerofonte podría haber jurado que el caballo le estaba diciendo: Hombre, eres todo un perdedor. Está bien, bueno. Ven acá. Belerofonte se aproximó. Pegaso le permitió poner la brida dorada sobre su cabeza. No estoy seguro del porqué Pegaso decidió cooperar, pero fue algo bueno para Belerofonte. Él nunca había puesto una brida a un caballo antes. Le tomó como seis intentos. Al principio, el pobre caballo tenía el tirante que debe pasar por su garganta cruzándole los ojos y el freno saliéndole por la oreja izquierda, pero eventualmente Belerofonte consiguió hacerlo bien. Pegaso se estremeció mientras la brida dorada lo llenó de una magia cálida, pequeña y alegre. Relinchó suavemente, como diciendo: ¿A dónde vamos? —A la ciudad de Argos. —Belerofonte acarició la nariz del caballo. — ¡Oh, dioses, eres maravilloso! ¡Eres el más increíble–Ay! Pegaso le pisó un pie, como diciendo: Cállate y súbete antes de que cambie de opinión. Belerofonte trepó sobre el lomo del semental. Juntos se elevaron hacia el cielo.

215

Trastorno Hiperactividad con Déficit de Atención. Por si se les olvida.

Hicieron una entrada considerable en Argos. No pasaba todos los días que un Corintio entrara por la ventana del salón del trono volando en un caballo. Afortunadamente, era una gran ventana. Y nadie había inventado aún los vidrios. De otra manera podría haber sido un desastre. Aunque las cosas resultaron así, la pezuña trasera de Pegaso se enredó en el cordón de un tapiz, arrancándolo del muro, dejando caer a Belerofonte sobre el estrado real, y luego salió volando por la ventana de nuevo, con el tapiz ondeando detrás de él como si fuera un letrero publicitario. El Rey Preto le dio la bienvenida a Belerofonte como un huésped de honor. Cualquiera que pudiera domar a Pegaso, (más o menos), era un Okey en su libro. Su esposa, Antea, estaba incluso más que feliz de ver al apuesto y joven héroe. La reina era solitaria. Su tierra natal, Licia, se situaba al otro lado del mar en la costa de lo que actualmente es Turquía. Su padre la había forzado a casarse con Preto, que era mucho más viejo que ella, barrigón, y calvo. Odiaba Argos. Odiaba estar atascada con un esposo viejo y asqueroso. Tan pronto como vio a Belerofonte, se enamoró de él. Belerofonte pasó varios meses en el palacio. Todos los días iba a los templos a orar, ofrecer sacrificios y rogar por el perdón de los dioses por haber matado a su hermano menor. (Oh, y ese otro tipo, Beleros. Por ese también.) Cada noche, Belerofonte trataba de evitar a Antea. La reina se le insinuaba constantemente y lo emboscaba cada vez que estaba solo, pero Belerofonte estaba bástate seguro de que el tener un amorío con la reina no le ayudaría a purificar su alma. Con el paso de las semanas, Antea se sentía más y más frustrada. Finalmente, una noche después de la cena, irrumpió en la recámara de Belerofonte. — ¿Qué hay de malo conmigo? —Demandó saber. — ¿No soy lo suficientemente bella? —Um…. no, digo, sí. Digo…. estás casada. — ¿Y? Afrodita está casada. ¡Eso nunca la detuvo para disfrutar de la vida! —No estoy seguro de que esa sea una buena comparación. — ¿Me vas a besar, o no? —Yo—yo no puedo. No estaría bien. — ¡Aaargh! Antea salió hecha una furia de su cuarto. Odiaba a los jovencitos puritanos, especialmente a los guapos que se reusaban a coquetear con ella. Marchó hacia la cámara de audiencias, donde su gordo y viejo esposo estaba roncando sentado sobre su trono. — ¡Preto, despierta! El Rey se sobresaltó. —Solo estaba descansando mis ojos. — ¡Belerofonte me acosó! Preto frunció el entrecejo. —Él… ¿él hizo eso? Pero, siempre es tan educado. ¿Estás segura que no fue solo un accidente? Él suele tener montones de accidentes. — ¡Me persiguió por toda su recámara y trató de sujetarme! — ¿Y qué estabas haciendo tú en su recámara? — ¡Ese no es el punto! Intentó besarme. Me llamó Pastelito, y toda clase de horribles nombres lascivos. Preto se preguntó si estaba soñando. No encontraba mucho sentido en lo que decía la reina. —Belerofonte te acosó. Y te llamó Pastelito. — ¡Sí! —Antea apretó los puños. —Demando justicia. ¡Si me amas, arréstalo y ejecútalo!

Preto se rascó la barba. —Mira, querida, acosar a la reina es un crimen bastante serio. Pero…. digo, ¿estás segura? Belerofonte no me parece ese tipo de persona. Es el hijo de mi viejo amigo el Rey Glauco. Al matarlo probablemente comenzaríamos una guerra con Corinto. Además, Belerofonte es un huésped en mi casa. Los dioses suelen molestarse cuando se mata a los huéspedes. Antea gruñó. — ¡Eres tan inútil! Si no lo vas a matar, envíalo con mi padre en Licia. ¡Mi padre definitivamente sí lo mataría! Preto no tenia deseos de matar a Belerofonte, pero tampoco le agradaba que la reina le estuviera gritando. Tenía que vivir con ella. Y podía ser muy desagradable cuando no lograba salirse con la suya. —Si lo envío con tu padre para que lo ejecute, ¿cómo funcionaría eso exactamente? Antea trató de contener su impaciencia. En serio, ella tenía que explicarle todo a su estúpido marido. —Eres el anfitrión de Belerofonte, ¿no es así? Tú decides lo que él debe hacer para sus rituales de purificación y cuándo estos terminan, ¿cierto? —Bueno, sí. De hecho, estaba a punto de declarar completa su purificación. —Dile que debe hacer una cosa más, —dijo Antea. —Antes de que pueda ser purificado, debe viajar a Licia y ofrecer sus servicios a mi padre, el Rey Yóbates. — ¿Pero cómo hará eso que ejecuten a Belerofonte? —Dale una carta sellada de presentación para mi padre. Belerofonte pensará que es solo un montón de cumplidos sobre él. Pero, en la carta, le pedirás a Yóbates que lo ejecute. Mi padre leerá la carta. Matará a Belerofonte. Problema resuelto. Preto se quedó mirando a su esposa. Nunca se había dado cuenta de lo sangrienta que era. Le costó mucho trabajo creer que alguien pudiera llamarla Pastelito. —Bien, creo que ese es un buen plan…. A la mañana siguiente. Preto convocó a Belerofonte al salón del trono. — ¡Amigo mío, felicitaciones por casi haber terminado con tu purificación! ¡Casi te has ganado el título de Belerofonte el Inocente! — ¿Casi? El Rey le explicó lo del viaje a Licia. Le entregó a Belerofonte un sobre cerrado con cera. — Cuando llegues a Licia, presenta esto al Rey Yóbates. Con ello asegurarás que te dé el recibimiento apropiado. A Belerofonte no le gustó la fría mirada en los ojos de la Reina Antea, o la forma en que le temblaban las manos al Rey Preto cuando le entregó el sobre, o la terrorífica música de órgano que resonaba como fondo. Pero Preto era su anfitrión. Belerofonte no podía cuestionar sus órdenes sin parecer grosero. —Um, bueno. Gracias por todo, —Belerofonte le silbó a su corcel. Pegaso había pasado los últimos meses paseando libre entre las nubes, pero cuando escuchó el llamado de Belerofonte voló directo por la ventana y aterrizó en el salón del trono. Belerofonte ofreció un cálido adiós a sus anfitriones, luego salió volando hacia Licia para entregar su propia sentencia de muerte. Normalmente hubiera tomado semanas navegar de Argos a Licia. Pegaso hizo el viaje en media hora—ni siquiera le dio tiempo para disfrutar de un refrigerio durante el vuelo. Mientras planeaban

por encima de los campos de Licia, Belerofonte notó que había muchos incendios—villas quemadas hasta los cimientos, campos ennegrecidos, bosques envueltos de humo. Quizás Licia había perdido una guerra, o tal vez el Día Nacional de la Barbacoa realmente se les había salido de las manos. Cuando Belerofonte llegó al palacio, el Rey Yóbates estaba bastante sorprendido. No era de todos los días que un Corintio llegara volando en un caballo por su ventana. El Rey quedó incluso más sorprendido cuando Belerofonte le entregó la carta de presentación de su viejo y gordo yerno, el Rey de Argos. Yóbates abrió la carta. Decía: Estimado Yóbates, Ante ti se encuentra Belerofonte el Inocente. Él ha ofendido a mi esposa, tu hija, llamándola Pastelito y otros nombres lascivos. Por favor mátalo inmediatamente. Gracias por montones. Siempre tuyo, Preto. Yóbates se aclaró la garganta. —Esta es… toda una presentación. Belerofonte sonrió. —Preto ha sido muy amable conmigo. —Claro. ¿Estoy pensando que tú no has leído esta carta? —Nop. —Ya veo…. La ira se coaguló formando una bola en la garganta de Yóbates. No estaba molesto con Belerofonte. El Rey conocía a su hija Antea bastante bien. Tenía el hábito de coquetear con hombres jóvenes, y luego pedirle que los ejecutaran si no correspondían a sus afectos. Yóbates había esperado que se corrigiera una vez se casara con Preto. Aparentemente aún continuaba con sus viejos trucos. Ahora, ella quería que él hiciera su trabajo sucio a larga distancia. Estudió a Belerofonte. El jovencito parecía bastante agradable. Se parecía a los mosaicos de Poseidón del templo local, y Yóbates pensó que no se trataba de una coincidencia. Belerofonte también se había hecho amigo del caballo inmortal Pegaso, lo que seguramente contaba en su favor. Yóbates decidió que no podía simplemente matar a Belerofonte en el acto. Eso hubiera sido rudo, desordenado y posiblemente lo metería en problemas con Poseidón. El Rey tuvo otra idea. Quizá podría resolver dos problemas a la vez. Le daría a Belerofonte una búsqueda imposible y dejaría que las Moiras decidieran si él debía vivir. Si Belerofonte fallaba, Antea quedaría satisfecha con su muerte, si tenía éxito, el reino de Yóbates resultaría beneficiado. —Inocente Belerofonte, —él le dijo, —has venido aquí a completar tu purificación, ¿cierto? Tengo una tarea pensada para ti. No voy a mentir: no va a ser fácil. Pero eres un héroe joven y fuerte. Tienes un caballo volador. Puedes ser justo el hombre indicado para este trabajo. Belerofonte se paró muy derecho. Él no estaba acostumbrado a que se le confiaran misiones importantes. —Estaré feliz de ayudar, Su Majestad. No involucra nada frágil, ¿o sí? Mis habilidades motoras para cuidar de cosas frágiles no son las mejores. —No, nada frágil. Involucra un monstruo llamado la Quimera. Quizás notaste algunos incendios mientras volabas sobre mi reino. —Así es. ¿Entonces no es el Día Nacional de la Barbacoa?

—No. Una infame criatura supernatural ha estado destruyendo mis villas, quemando mis cosechas, aterrorizando a mi pueblo. Nadie ha sido capaz de acercársele lo suficiente, mucho menos matarlo. De acuerdo a unos cuantos testigos sobrevivientes, el monstruo es parte león, parte dragón, y parte cabra. — ¿Parte cabra? —Sí. —Lo de león y dragón, lo comprendo. Esos son aterradores. ¿Pero una cabra? —No me preguntes. Los sacerdotes locales han estado tratando de discernir de dónde vino el monstruo. Hasta donde han logrado averiguar, la Quimera se escapó del Tártaro. Es probablemente un engendro de Equidna. De cualquier manera, un Rey vecino, Amisodarus tuvo la brillante idea de alimentar a la Quimera y trató de ponerle arneses para utilizarla en la guerra. No le funcionó muy bien. La Quimera destruyó su reino. Ahora está destruyendo el mío. Irradia temor, escupe veneno y respira fuego lo suficientemente caliente como para derretir armaduras. —Oh, —dijo Belerofonte. —Entonces esa es tu tarea, —dijo Yóbates. —Ve a matarla. ¡Y gracias! A Belerofonte nunca le habían encomendado un trabajo tan importante antes. Toda su vida, la gente le había estado diciendo que no hiciera cosas: no arrojes esa daga, no derrames esa botella de aceite, no cortes la cuerda. Ahora el Rey Yóbates, que apenas lo conocía, le estaba confiando el destino de su reino. ¡Qué tipo tan agradable! Belerofonte estaba determinado a no arruinar las cosas. Saltó sobre el lomo de Pegaso y salió volando por la ventana. Encontraron a la Quimera tostando una villa a unos treinta y cinco kilómetros al sur de la capital. Sobrevolándola, Belerofonte pudo comprender el por qué nadie había sido capaz de dar una buena descripción del monstruo. Cualquiera que se acercara a unos treinta metros hubiera estallado en cenizas. (Para que conste, yo conocí a la Quimera. En ese momento, no se veía como la describe Belerofonte. Los monstruos con frecuencia cambian de apariencia, eso no es una sorpresa. Además, cuando conocí a la Quimera, estaba disfrazada como un Chihuahua llamado Sonny216, lo que nos lleva a un nivel completamente nuevo de lo aterrador. Pero continuando….) Belerofonte vio una criatura del tamaño aproximado de un mamut lanudo. En el frente, tenía la cabeza y las patas frontales de un león. La mitad posterior de su cuerpo tenía escamas y era de reptil, con patas de dragón y serpenteante cola que por alguna razón tenía cabeza de serpiente de cascabel en la punta. La cabeza de serpiente se movía como un látigo de un lado a otro, chasqueando furiosamente en el aire. Por supuesto, ella estaba pegada al trasero del monstruo, eso también me hubiera puesto de mal humor. La parte más extraña del monstruo era la cabeza de cabra que se asomaba directamente de su lomo como un periscopio. Giraba en un círculo casi completo, escupiendo una columna de fuego de casi treinta metros de largo. 216

En las traducciones de Percy Jackson El Ladrón De Rayo (The Lightning Thief) se ha cambiado el nombre de Sonny por Igito para conservar el juego de palabras entre Son (Hijito) y Sonny que hace Percy durante el relato de dicho libro, pero nosotros conservaremos el nombre Sonny que en la traducción al español seria Igito, aunque no es que este sea su nombre real ya que Percy confunde la pronunciación de Son (hijito) con Sonny (Igito) pero luego Equidna le dijo que ese no era su nombre, pero Percy cree que sí, déjenlo ser feliz.

—Wow, —murmuró Belerofonte. — ¿Tú qué piensas, Pegaso? ¿Podemos derribar esa cosa atacándola desde arriba? Pegaso relinchó como diciendo: No lo sé, chico. Yo soy inmortal, ¿pero tú? No mucho. Como todo buen héroe, Belerofonte había llevado consigo una espada y una lanza. Alistó la lanza, dado que era un poco más larga, e incito a Pegaso para que se lanzara en picada. Llegaron a unos veinte metros sobre la Quimera antes de que la cabeza de cabra los viera y les arrojara fuego. Pegaso se desvió tan bruscamente que Belerofonte casi se cae. El calor de las llamas le chamuscó los vellos del brazo. La cabeza de serpiente escupió una nube de veneno que hizo que le dolieran los pulmones a Belerofonte. El rugido de la cabeza de león era tan terrible que casi le hizo desfallecer. Solo lo salvó su corcel volador. Pegaso voló hacia lo alto, llevándolo fuera del peligro, y dejando una espiral de plumas de caballo quemadas como estela. Belerofonte tosió hasta sacar el veneno y el humo de sus pulmones. —Eso estuvo demasiado cerca. Pegaso resopló como diciendo: ¿Tú crees? Mientras la circundaban por encima, la Quimera los observaba. La cabeza de víbora de cascabel siseó en la punta de la cola. El león mostró sus colmillos y rugió. Pero era la cabeza de cabra la que más atemorizaba a Belerofonte. Esa cosa era un animal de granja de destrucción masiva. —Necesitamos encontrar una manera de apagar esas llamas, —dijo Belerofonte. —Yo podría arrojarle mi lanza apuntando a su garganta, pero simplemente derretiría la punta…. De pronto Belerofonte tuvo una idea. Recordó haberse metido en problemas cuando era niño por quemar el salón del comedor. Antes de que hubiera derramado ese aceite, había estado tostando malvaviscos, disfrutando de la manera como se tostaban y se derretían en la varita, volviéndose unos revoltijos viscosos y deliciosos. No te atragantes con esos, siempre decía su madre. Se te atorarán en la garganta y te matarán. —Uh, —se dijo Belerofonte. —Gracias, Madre…. Revisó las ruinas de la villa. En el borde de la Calle Principal, divisó una herrería abandonada. Le indicó a Pegaso que volviera a descender en picada. Tan pronto como aterrizaron en la tienda, Belerofonte saltó de su lomo y comenzó a buscar entre los escombros. La Quimera los vio aterrizar. Rugió y cargó contra ellos por la calle principal tan rápido como se lo permitieron sus patas desiguales. —Vamos, vamos, —murmuró Belerofonte. Arrancó algunos restos de madera que habían caído sobre la herrería. — ¡Ah! Junto al fuelle había un trozo de plomo del tamaño de una almohada. Belerofonte apenas podía levantarlo, con dificultad se tambaleó hasta Pegaso y de alguna manera se las arregló para trepar de vuelta. Se lanzaron hacia el cielo justo cuando la Quimera rociaba la tienda con fuego. Pegaso gruñó, esforzándose para volar con el nuevo peso: ¿Cuál es la idea de traer esa cosa parecida a una almohada de plomo? —Ya verás, —Belerofonte le clavó la punta de su lanza al trozo de metal. Afortunadamente, el plomo es suave. Así que pudo empalarlo firmemente como un gigante y pesado malvavisco en una vara—. Pegaso, acércame lo suficiente como para alimentar con esto a la cabra. Con gusto, relinchó Pegaso. Se lanzó en picada una vez más.

— ¡Oye, Quimera! —Gritó Belerofonte. — ¿Quieres un malvavisco? Las tres cabezas del monstruo levantaron la vista. La Quimera nunca había comido malvaviscos antes. Eran increíblemente difíciles de conseguir en el Tártaro. Y casi efectivamente, el héroe mortal parecía tener un malvavisco gris gigante en una vara. Los tres pequeños cerebros de la Quimera tuvieron una breve pelea sobre los pros y los contras de aceptar malvaviscos de extraños. Belerofonte estaba a solo unos tres metros de distancia cuando la cabeza de cabra decidió que se trataba de alguna clase de truco. Abrió la boca para derretirle la cara a Belerofonte, pero el héroe le lanzó su pedazo–de–plomo–incrustado–en–un–palo a la ardiente garganta de la cabra. Pegaso giró hacia un costado mientras la cabeza de la cabra se atragantaba, y el plomo fundido le llenaba los pulmones. La Quimera se tambaleó. Las cabezas de león y serpiente se retorcieron del dolor. Belerofonte saltó del lomo de Pegaso y sacó su espada. Asombrosamente, consiguió hacerlo sin apuñalarse el mismo. Por primera vez, Belerofonte se sintió como un verdadero héroe con sus reflejos y coordinación motora funcionando y todo. Mientras la Quimera se paraba en sus patas traseras, lista para atacar, Belerofonte embistió por debajo y le clavó la espada en la barriga al monstruo. La Quimera colapsó, con la cabeza de serpiente de cascabel de su trasero aun moviéndose como un látigo. — ¡Boo–yah! —Gritó Belerofonte. Él levantó su mano para chocar esos cinco con Pegaso. El caballo se le quedo viendo como diciendo: Por favor. Como recuerdo, Belerofonte le cortó la cabeza de cabra a la Quimera con el hocico aún humeante y cubierto de plomo. Se tomó un par de selfies con el cadáver. Luego montó sobre el lomo de Pegaso y regresó a Licia para darle las buenas nuevas al Rey Yóbates.

El Rey estaba encantado de que la Quimera estuviera muerta, pero estaba impactado porque Belerofonte hubiera regresado vivo. — ¿Ahora qué se supone que haga? —Yóbates se preguntó en voz alta. Belerofonte frunció el entrecejo. — ¿Su majestad? —Digo…. ¿Cómo podría agradecerte lo suficiente? ¡Bien hecho! Esa noche, el Rey ofreció una gran fiesta en honor a Belerofonte. Sirvieron pastel y helado y hubo payasos y magos, aunque el Rey prohibió los traga-fuegos porque le pareció de mal gusto después del incidente de la Quimera. Yóbates y Belerofonte hablaron esa noche. El Rey decidió que en verdad le agradaba este joven héroe. Yóbates no quería verlo muerto, pero tampoco estaba listo para descartar la carta de su hija Antea pidiéndole la ejecución de Belerofonte. ¿Por qué? Quizás Yóbates estaba preocupado de que Belerofonte pudiera representar una amenaza para el reino. O quizá Yóbates solo era un padre que odiaba decirle no a sus hijos, incluso si sus hijos eran unos sociópatas. Cualquiera que fuera el caso, el Rey decidió darle a Belerofonte otro reto, solo para estar seguro de que las Moiras en verdad querían a este héroe vivo. —Sabes, Belerofonte, —dijo cuando estaban en el postre. —No tengo derecho a pedirte más favores pero…. — ¡Cualquier cosa, mi señor! Belerofonte, también, lo decía en serio. Nunca se había sentido como un héroe antes, y lo disfrutaba. El pueblo lo amaba. La hermosa hija menor del Rey, Filónoe, había estado coqueteando con él de forma desvergonzada, y a él le agradaba eso, también. Y lo más importante, Yóbates creía en él. El Rey le había dado a Belerofonte la oportunidad de probarse a sí mismo. ¡Qué gran tipo! —Si puedo ayudarte de cualquier manera, —dijo Belerofonte—, lo haré. ¡Solo menciona cuál es el favor! La multitud aplaudió y levantó las copas para brindar por Belerofonte. Yóbates se sintió como un verdadero idiota, pero forzó una sonrisa. —Bueno, esta tribu vecina, los Sólimos — han estado causando toda clase de problemas en la frontera del este. La Quimera mató a mis mejores hombres —excepto a ti, por supuesto— así que no tengo un gran ejército. Temo que los Sólimos infesten el país entero si no los detenemos — ¡No diga más! —Dijo Belerofonte—. Volaré hacia allá mañana y arreglaré las cosas. La multitud lo ovacionó. La princesa Filónoe agitó las pestañas. Yóbates colmó de halagos al joven héroe, pero por dentro el Rey se sentía mal. Los Sólimos nunca habían sido conquistados. Contaban con la bendición del dios de la guerra, Ares. En batalla, eran absolutamente intrépidos. Enviar a un solo hombre a lidiar con ellos…. era un suicidio. Al día siguiente, Belerofonte saltó sobre Pegaso y salió volando para pelear con los vecinos. Quizá los sorprendió desde el aire. Quizá solo encontró la confianza en sí mismo, como Atenea le había aconsejado. Yóbates creía en él, así que él creía en sí mismo. De cualquier manera, Belerofonte aterrizó en medio del campamento de los Sólimos y los masacró. Después Belerofonte mató a la mitad de la tribu y el resto entró en pánico, el cacique le suplicó la paz. Prometió nunca atacar a Licia de nuevo. Él y Belerofonte firmaron un tratado de paz y se tomaron unas cuantas selfies juntos para la posteridad. Luego Belerofonte voló de regreso al palacio.

Nuevamente, el Rey Yóbates quedó sorprendido. La gente de Licia se volvió loca de alegría. Esa noche tuvieron otra celebración por su victoria. La princesa Filónoe coqueteó con el joven Corintio y le rogó a su padre que arreglara matrimonio para ellos. Yóbates estaba dividido. Belerofonte había resultado ser súper provechoso. Era valiente y fuerte y en verdad inocente. No había tenido un solo accidente desde que había llegado a Licia — no había asesinado a ningún pariente, no había incendiado ningún salón del comedor, y ni siquiera había hecho zarpar un barco vacío. Aun así… Antea le había pedido la muerte del jovencito, y Yóbates tenía problemas negándole algo a su homicida hija mayor. Decidió darle a Belerofonte un reto peligroso más solo para estar absolutamente, ciento-por-ciento seguro de que el héroe tenía a las Moiras de su lado. —Mi maravilloso amigo Belerofonte, —dijo el Rey. Odio pedírtelo, pero hay una amenaza más para este reino…. no, es demasiado peligroso, incluso para un gran héroe como tú. — ¡Solo dígalo! —indicó Belerofonte. La multitud lo ovacionó salvajemente e hizo sonar las copas sobre las mesas. —Bueno, —dijo Yóbates. —Esta nación en particular está haciendo la guerra con todas las ciudades de Anatolia. ¿Tal vez has escuchado de las Amazonas? Las aclamaciones se acallaron. Belerofonte tragó saliva. Él ciertamente había escuchado leyendas sobre las Amazonas. El solo oír ese nombre causaba pesadillas a todos los niños griegos. — ¿Usted—usted quiere que pelee contra ellas? —No confiaría a nadie más esta misión, —dijo Yóbates, lo que era cierto. —Si solo pudieras hacer que retrocedieran, como hiciste con los Sólimos, eso sería fantástico. Al día siguiente Belerofonte voló a la batalla. No podía creer que se iba a enfrentar a las Amazonas, pero Yóbates creía en él, y Belerofonte no lo podía decepcionar. Belerofonte voló directo al campamento de las Amazonas. Cubrió de desechos a su ejército. Las Amazonas estaban paralizadas por la impresión. Simplemente no podían creer que un estúpido hombre pudiera ser tan valiente. Para cuando la reina de las Amazonas pudo restaurar el orden, Belerofonte había matado a cientos de sus mejores guerreras. La reina solicitó una tregua. Belerofonte accedió a dejar a las Amazonas en paz si dejaban de atacar Licia. Las Amazonas firmaron un tratado de paz, lo cual raramente hacían, pero respetaban la valentía, y Belerofonte el Inocente obviamente la tenía. Las Amazonas no se tomaron fotos con él, pero eso estuvo bien. Belerofonte voló de regreso al palacio con la moral muy en alto. Cuando se arrodilló ante el Rey y anunció su victoria, Yóbates hizo algo inesperado. El anciano rompió a llorar. Se deslizó de su trono, se aferró de los tobillos de Belerofonte y llorando a lágrima viva suplicó, —Perdóname, mi muchacho. Perdóname. —Eh…. claro, —dijo Belerofonte. — ¿Qué fue lo que hiciste? Yóbates le confesó todo lo de la orden de ejecución de Preto. Le mostró a Belerofonte la carta. Le explicó que las misiones habían sido en realidad intentos de cumplir los deseos de su hija para hacer que Belerofonte pereciera. El héroe podía haberse molestado mucho. Pero en lugar de eso, ayudó al Rey a ponerse en pie. —Lo perdono, —expresó Belerofonte. —Antes que matarme de inmediato, me dio la oportunidad de probarme. Usted me convirtió en un verdadero héroe. ¿Cómo podría molestarme por eso?

— ¡Mi querido muchacho! —Yóbates estaba tan agradecido que arregló que Belerofonte se casara con su hija Filónoe. Belerofonte fue nombrado heredero al trono. Años después, cuando Yóbates murió, Belerofonte se convirtió en Rey de Licia. Y en cuanto a Antea, nunca consiguió su venganza. Cuando escuchó que Belerofonte se había casado con su hermana menor y se había quedado con el reino de su padre, se puso tan molesta que terminó suicidándose. Y vivieron felices por siempre. Jajaja. En realidad no. Para ahora, ya has escuchado suficiente de este tipo de historias como para conocerlas bien. Belerofonte tuvo una metida de pata más lo suficientemente importante como para quedar fuera de su liga. Después de haber sido el Rey por muchos años, Belerofonte comenzó a extrañar los buenos viejos tiempos. Las multitudes ya no lo aclamaban como solían hacerlo cuando mató a la Quimera. Nadie recordaba cómo había derrotado a los Sólimos y a las Amazonas. Cuando él contaba esas historias en los banquetes reales, sus invitados se esforzaban por no bostezar. Incluso su esposa, Filónoe, ponía sus ojos en blanco. Es muy gracioso como funciona esto. Aparecen nuevos héroes. Los viejos son hechos a un lado. Olvidamos lo malo del pasado. Nos ponemos nostálgicos por los buenos viejos tiempos—quemar palacios, conseguir que nos sentencien a muerte reinas locas. Belerofonte decidió que necesitaba una aventura más—una misión para superar su crisis– de–la–mediana–edad, para hacer que todos lo amaran de nuevo, y para sazonar algo su vida. Volaría más alto que cualquier héroe lo hubiera hecho jamás. ¡Visitaría a los dioses en el Monte Olimpo! Fue al balcón más alto del palacio y le silbó a Pegaso. El caballo alado respondió a su llamado. No se habían visto en años. Pegaso no se veía diferente, siendo inmortal, pero el caballo estaba impactado por lo mucho que Belerofonte había envejecido. Pegaso inclinó su cabeza: ¿Qué hay de nuevo? — ¡Oh, mi amigo! —Dijo Belerofonte. — ¡Tenemos una misión más por completar! Belerofonte trepó en el lomo de Pegaso y tomó las riendas doradas. Pegaso se elevó hacia el cielo, pensando que se dirigían a pelear con Amazonas o algo así. Belerofonte lo acicateó en la dirección equivocada—el oeste. Pronto estaban galopando sobre el Mar Egeo, trepando sobre las nubes. Pegaso relinchó, como diciendo: Um, ¿Hacia dónde vamos? — ¡Al Monte Olimpo, mi amigo!, —Exclamó Belerofonte con regocijo. — ¡Vamos a ver a los dioses! Pegaso refunfuñó y trató de virar. Había volado al Monte Olimpo antes y sabía que era espacio aéreo restringido. Los mortales definitivamente no tenían autorización. Belerofonte sostuvo las riendas con firmeza. Forzó a Pegaso a volar más y más alto contra su voluntad. Siempre habían tenido una relación balanceada, el caballo y Belerofonte, pero ahora Belerofonte estaba al mando. Él había olvidado la advertencia que Atenea le había dado unos años atrás: No presiones tu suerte. ¡NO HAGAS ESO!

En todo lo que Belerofonte podía pensar era en la gloria que conseguiría cuando regresara a casa con historias sobre los dioses, y quizá algunos recuerdos para los chicos. Mientras tanto, en el Monte Olimpo, Hermes estaba parado en uno de los balcones, disfrutando un granizado de néctar, cuando vio a Belerofonte esforzándose para llegar a allí desde la tierra. —Eh, ¿Zeus?, —le llamó el dios mensajero. — ¿Estás esperando alguna entrega? Zeus se le unió en el balcón. — ¿Quién es ese? ¿Y por qué está volando hacia acá con esa estúpida sonrisa en su rostro? ¡Ganimedes, alcánzame un rayo! Hermes se aclaró la garganta. —Ganimedes está en su descanso del almuerzo, Señor Zeus. ¿Quiere que vuele hasta allá y golpee al tipo? —No, —gruñó Zeus. —Tengo otra idea. Zeus tomó un trozo de vapor de la nube más cercana y le dio la forma de un nuevo tipo de insecto—el tábano. Si nunca han visto uno, tienen suerte. Es básicamente la más grande y fea mosca que ustedes puedan imaginarse cruzada con el más desagradable y sediento de sangre mosquito. Tiene mandíbulas tan filosas como una navaja, diseñadas para rasgar carne de caballo, por lo que también se le llama algunas veces mosca de caballo. Zeus envió este nuevo pequeño chupasangre para que probara su primera comida. El tábano mordió a Pegaso justo en medio de los ojos. Pegaso era inmortal, pero aun así podía sentir dolor. La mordida de tábano era la peor cosa que había experimentado después de ser chamuscado por la súper-cabra con aliento de fuego. El caballo alado se agitó violentamente. Belerofonte soltó las riendas. Cayó en picada varios miles de metros hasta su muerte. Pegaso se sintió mal por eso. Pero, vamos. Belerofonte debió haber sabido que volar al Monte Olimpo no era una buena idea. Todo lo que consiguió fue una muerte deshonrosa, y ahora el resto de nosotros tenemos que lidiar con los tábanos. En el lado positivo, Belerofonte y Filónoe tuvieron tres maravillosos hijos. Por supuesto su hijo mayor, Isandro, murió más tarde a manos de Ares. Oh, y su hija mayor, Laodamía, murió a manos de Artemisa. Su hijo menor, Hipóloco—¡Él vivió! Pero por supuesto su hijo Glauco, (llamado así por el viejo Rey de Corinto), fue atravesado por Áyax217 en la Guerra de Troya. Así que…. básicamente Belerofonte y todo aquel que tuviera parentesco con él fue asesinado. Fin. Y si no les gusta, recuerden que yo no inventé nada de esto. Pueden solo llamarme Percy el Inocente. No es mi culpa en absoluto.

217

Texto original: Ajax

CIRENE GOLPEA A UN LEÓN.

Como un semidiós, me hacen un montón de preguntas: ¿Pueden los titanes tener hijos semidioses? ¿Ha caído enamorado alguna vez un mortal de dos dioses diferentes? ¿Cuál es el mejor modo de matar a un león con tus propias manos? ¡Cirene es genial, porque su historia responde todo esto y más! Nació en Tesalia, parte del norte de Grecia. Tu tal vez recuerdes su tribu, los Lapitas, de la historia de Teseo. A ellos les gustaba ir de fiestas, matar centauros, ver el futbol los domingos y destruir naciones enteras. Los Lapitas eran brutales y fuertes, por lo que Cirene nació prefiriendo las lanzas en lugar de las muñecas Barbie y las espadas en vez de las películas de Disney. Sus amigos sabían muy bien que no debían cantar aquella canción de Frozen, o ella los dejaría inconscientes. A mí me agrada Cirene. Cuando ella era joven, su padre, Hipseo, (posiblemente apodado El Hípster218), se hizo Rey de los Lapitas. Su abuelo era Océano, el titán de los océanos, lo cual prueba que los titanes pueden tener hijos semidioses. Y el padre de Hipseo era el espíritu de un rio. Con esas dos grandes conexiones de dioses, no es de extrañar que el cuerpo de Cirene sea 60% agua. Eso es un porcentaje más grande que el de un ser humano normal. No es que este juzgando, incluso yo tengo algo de agua salada en mi sistema. (Annabeth dice que la mayor cantidad de agua salada está en mi cabeza. Muy graciosa, la Listilla). Como sea, Cirene creció soñando con guerras y conquistas. Ella quería ser una gran luchadora como su padre, quería pasar todos los sábados matando centauros y todos los domingos viendo futbol con los chicos. Lamentablemente, las mujeres Lapitas no tenían permitido hacer cosas divertidas. —Los hombres van a la guerra, —dijo su padre. —Las mujeres se quedan en casa. Solo tienes que vigilar las ovejas mientras yo no estoy. —Yo no quiero vigilar las ovejas, —se quejó Cirene. —Las ovejas son aburridas. —Hija, —le dijo él severamente. —Si nadie cuida del rebaño, las ovejas serán devoradas por los animales salvajes. Cirene se levantó animada. — ¿Animales salvajes? —Sí. Osos. Leones. Lobos. Y en algunas ocasiones dragones. Cualquier tipo de animal que ame comerse nuestro ganado. Cirene agarró su lanza y espada. —Creo que vigilare a las ovejas. Así que, mientras el Rey Hípster estaba haciendo la guerra contra sus vecinos, Cirene se quedaba en casa, e iniciaba la guerra contra los animales salvajes. 218

Un juego de palabras entre la pronunciación de Hipseo y la de Hipster la cual se puede traducir: Inconformista.

Ella tenía muchas opciones para escoger. En ese entonces, las colinas y los bosques de Grecia estaban llenos de feroces depredadores. Pumas, osos, tejones mutantes…. nombra el que quieras. Cirene no quiso esperar hasta que los depredadores atacaran a sus ovejas, tampoco. Mientras su rebaño pastaba el escarpado valle azotado por el viento, ella patrullaba las colinas de los alrededores, buscando y destruyendo cualquier amenaza potencial. Ella mató osos que casi triplicaban su tamaño. Consideraba un día aburrido si no luchaba contra, al menos, un dragón antes de la hora del almuerzo. Ella casi condujo a la población de los tejones mutantes a su extinción. Cirene se volvió adicta al peligro. Sus amigos la invitaban a sus fiestas, pero ella les decía: —Nah, creo que iré a matar algunos pumas. — ¡Hiciste eso ayer por la noche!, —se quejaban sus amigos. A Cirene no le importaba. Ella apenas dormía o comía. Gastaba la mayor parte de su tiempo en la tierra salvaje junto a su rebaño, regresando a su pueblo solo cuando le era necesario. Ella se volvió tan buena en su trabajo que los ciudadanos eventualmente le preguntaron si podía vigilar sus ganados, al igual que sus ovejas. Cirene estuvo encantada de hacerlo. Aquello significaba más atractivos objetivos para los depredadores. Condujo las manadas por lugares peligrosos, con la esperanza de atraer monstruos más grandes y más malos para luchar. Las ovejas y vacas ni siquiera estaban preocupadas por eso. Ellas confiaban completamente en Cirene. Una vaca podía percibir el aroma a peligro, y le preguntaría a otra de las vacas: — ¿Qué es esto? —Oh, —le respondería la segunda vaca. —Eso es solo una manada de lobos. — ¿No nos comerán? ¿No deberíamos entrar en pánico, y crear una estampida? —No, —diría la segunda vaca. —Mira. Entonces Cirene saldría velozmente de entre la oscuridad, gritando como una Banshee219, y asesinaría a toda la manada de lobos. —Oh, bien, —diría la primera vaca. —Sip, ella es imponente. ¿Quieres masticar alguna otra cosa? Cirene era tan buena cazadora que Artemisa empezó a notar sus habilidades. La diosa le dio dos de sus enormes perros de caza como regalo. Trató de reclutar a Cirene para que se uniera a sus seguidoras, pero Cirene no estaba muy interesada en ser una doncella toda su vida. —Me siento honrada, y todo eso, —le dijo Cirene. —Pero me gusta cazar sola. No estoy muy segura de como lo haría en un grupo tan grande. Además, um, me gusta la idea de casarme algún día. Artemisa arrugó su nariz con desagrado. —Lamento oír eso. Tienes un gran talento. Ten, coge uno de los folletos, por si acaso cambias de opinión. Con sus dos nuevos perros de caza, Cirene se hizo aún más mortal que antes. Pronto había aterrorizado tanto a los depredadores locales que, si una de sus ovejas se alejaba vagando por allí, lo más probable era que un par de osos la llevara de regreso a su rebaño solo para no tener problemas. Un día en el Monte Olimpo, Artemisa estaba charlando con su hermano, Apolo, sobre los mejores arqueros mortales.

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Las Banshees son espíritus femeninos que, según la leyenda, se aparecen a una persona para anunciar con sus gemidos la muerte de un pariente cercano. Son consideradas ángeles caídos y mensajeras del otro mundo. Se caracterizan por atacar a sus víctimas con gritos o alaridos. De allí la comparación de Percy.

—Cirene está, definitivamente, entre los primeros cinco, —le dijo Artemisa. —Ella prefiere la lanza y la espada, pero, también es verdaderamente asombrosa con el arco. Desearía que se uniera a mis Cazadoras, pero me dijo que ella no está lista para renunciar a los hombres. Apolo arqueó sus divinas cejas. —No me digas. ¿Está caliente? —Hermano, ni siquiera lo pienses. —Oh, ya lo estoy pensando, —admitió Apolo. A la mañana siguiente, Cirene estaba patrullando las colinas alrededor de su rebaño, como siempre, cuando sintió la necesidad de hacer pis. (Esta es otra pregunta que me hacen mucho: ¿Nunca van los semidioses al baño? Primero: Sí, Duh. Y segundo: ¿Por qué me hacen ese tipo de preguntas?). Los perros de Cirene estaban cuidando la manada por el otro lado, así que ella estaba sola. Dejó sus armas en el suelo, ya que los héroes inteligentes no val al baño con armas puntiagudas en sus manos. Y, se dirigió al grupo de arbustos más cercano. Desafortunadamente, un enorme león macho estaba escondido en ese grupo de arbustos, acechando el rebaño de Cirene. Cirene vio al depredador, y se congeló. Ella y el enorme felino se miraron fijamente con mutuo odio—el león porque quería comerse una oveja, y Cirene porque necesitaba hacer pis. No tenía nada en sus manos, y dudaba que el león le diera tiempo para ir a recoger sus armas, pero tampoco estaba particularmente asustada. El león rugió, como diciéndole: Retroceda, Sra. —No lo creo. —Cirene tronó sus nudillos. —Si tú quieres una de esas ovejas, tienes que pasar sobre mí. —Esa no es una frase heroica que se escuche muy a menudo. El león saltó. Cirene cargó a su encuentro. Niños, no intenten esto en casa. Los leones tienen garras y colmillos filosos. Los seres humanos no. Aunque a Cirene no le importaba eso. Ella le dio un puñetazo al león en toda la cara, y luego se agachó cuando el león la atacó.

Justo cuando la pelea se estaba poniendo seria, las nubes alrededor de una colina cercana se apartaron. Cirene no se dio cuenta, pero un carruaje dorado tirado por cuatro caballos blancos descendió de los cielos, y aterrizó sobre la cumbre. El dios Apolo contempló las dos pequeñas figuras peleando sobre el valle. Con su visión divina, pudo ver fácilmente a Cirene. Su largo cabello oscuro sacudiéndose mientras esquivaba al león. Sus agraciadas extremidades eran del color del bronce pulido a la luz del sol. Incluso en medio de un combate, su rostro era hermoso y sereno. A Apolo, ella, le recordaba mucho a las diosas de la guerra, y él de seguro sabía sobre eso—ya que estaba relacionado con varias de ellas. Él observó cómo Cirene tumbaba al león sobre el prado con un movimiento de judo. —Wow…. —murmuró para sí mismo. —No hay nada más ardiente que ver a una chica luchando contra un león. Tal vez, decir eso era algo de muy mala educación. Pero, por otro lado, una gran cantidad de otros dioses hubieran intentado intervenir en la pelea. Ellos hubieran estado como: Hey, pequeña dama, ¿necesita un poco de ayuda con ese enorme león malvado? Apolo podía decir que Cirene no necesitaba ninguna ayuda. Él se había criado junto a su hermana Artemisa, así que estaba más que acostumbrado a mujeres autosuficientes. Estaba más que feliz de solo ser un espectador. Hombre, desearía poder compartir esto con alguien más, pensó el dios. Hey, ¡ya lo tengo! La cima de la colina donde estaba Apolo resultó estar muy cerca de la cueva del sabio centauro Quirón, quien entrenaba a los mejores héroes. — ¡Quirón apreciará totalmente esto!, —Apolo chasqueó sus dedos, y el centauro se materializó a su lado, con un tazón de sopa en su mano. —Um, hola…. —dijo Quirón. —Amigo mío, perdón por interrumpir tu comida, —le dijo Apolo. —Pero tienes que mirar esto. Quirón miró hacia donde Apolo estaba apuntando. El león atacó a Cirene, abriéndole una línea de heridas sangrientas a lo largo de la parte superior de uno de sus brazos. Cirene rugió llena de cólera. Ella comenzó a lanzar patadas giratorias hacia el hocico del león, luego corrió hacia arriba por el lateral de un árbol, se impulsó para hacer una voltereta por encima del lomo del león, y aterrizó sobre sus pies a las espaldas del animal, entonces, movió su mano como diciéndole: Acércate220. —Ah, —dijo Quirón. —Eso es algo que no se ve todos los días. —Esa dama tiene potencial, ¿cierto?, —dijo Apolo. —Sí, he escuchado todo sobre Cirene, —le dijo Quirón. —Desearía poder entrenarla. —Entonces, ¿por qué no lo haces?, —le preguntó el dios. Quirón sacudió su cabeza negando tristemente. —Su padre, Hipseo, nunca me lo permitiría. Él tiene estas ideas anticuadas sobre el papel de las mujeres. Mientras Cirene se quede entre los Lapitas, me temo que ella nunca alcanzará su verdadero potencial. Abajo en el valle, Cirene tomó al león por sus piernas traseras, lo hizo girar en torno a ella, y lo lanzó hacia una roca. 220

Texto Original: Bing It: Es un juego de palabras entre la acción de mover los dedos de la mano como diciendo: Acércate, y la serie de televisión Bring It (A por todas) que debutó 5 de marzo de 2014, donde un grupo de animadores compiten por ser los mejores.

— ¿Entonces, —dijo Apolo, —qué pasaría si, digamos, un dios se enamorará de la chica, y se la llevara lejos a alguna otra parte? Quirón tiró pensativamente de su barba. —Si Cirene fuera llevada a una nueva tierra, donde las reglas de sus habitantes no la restringieran, podría convertirse en cualquier cosa que deseara— una heroína, una reina, la fundadora de una gran nación. — ¿La novia de un dios?, —preguntó Apolo. —Es muy posible, —Quirón estuvo de acuerdo. —Y la madre de muchos héroes. Apolo observó cómo Cirene agarraba al león por el cuello. Ella estranguló a la bestia hasta la muerte, luego, corrió alrededor del cadáver, con sus puños elevados tan alto como podía, en señal de victoria. —Cuídate, —le dijo Apolo al centauro. —Tengo una novia que secuestrar. Cirene había terminado de hacer pis, y vendar los cortes de su brazo, cuando un carro dorado apareció junto a ella en una enorme bola de fuego. Sus ovejas y sus vacas no se inmutaron. Ellas se figuraron que se trataba solo de otro depredador al que Cirene mataría. Apolo bajó de su carruaje. Él se había vestido con sus mejores trajes púrpuras, una corona de laurel sobre su frente. Sus ojos brillaron como el oro fundido. Su sonrisa era cegadora. Una aura resplandeciente del color de la miel fluctuaba a su alrededor. Cirene arrugó su frente. — ¿Adivino que tú no eres de por aquí? —Soy Apolo. Te he estado observando, Cirene. ¡Eres una visualización de la hermosura, un modelo de fuerza, una heroína verdadera que se merece mucha más que proteger unas cuantas ovejas! —Ser la guardiana de las ovejas no es tan malo. Puedo matar muchos animales salvajes. — ¡Y, lo haces muy bien!, —le dijo Apolo. —Pero, ¿qué pasaría si te llevo a una nueva tierra donde puedas proteger un reino entero? ¡Podrías gobernar allí como la Reina, luchar contra hordas de enemigos, y también tener una cita con un dios! Cirene pensó en ello. Apolo era muy adorable. Él estaba mejor arreglado que los hombres de Lapitas. Era bastante conversador. Y, ese carruaje dorado era toda una adorable pasada…. —Estoy dispuesta a ir a una primera cita, —decidió ella. —Entonces, veremos cómo nos va. ¿Qué tienes en mente? Apolo sonrió. — ¿Alguna vez has oído de África? —Hmm. Yo pensaba en algo más parecido a ese restaurante italiano en el pueblo, pero creo que África funciona para mí. ¿Puedo llevar mis perros de caza? —Por supuesto. — ¿Que hay sobre mis vacas y mis ovejas? —No hay espacio en mi carruaje. Lo siento. Te compraré nuevas manadas cuando lleguemos allá. Con un encogimiento de hombros, Cirene les silbó a sus perros para que se subieran al carruaje de Apolo. Ellos trazaron un arco de fuego que a travesaba el cielo mientras se dirigían a África, dejando a sus pobres ovejas y vacas solas, valiéndose por sí mismas para defenderse. Por suerte, Cirene había asesinado a cada depredador dentro de una radio de cincuenta kilómetros, por lo que ellas probablemente estarían bien.

Apolo llevó a su nueva novia hacia la costa norte de África. Aterrizaron sobre las tierras altas de lo que ahora es Libia, donde las colinas estaban salpicadas por cedros, mirtos y adelfas de color rojo sangre. Manantiales borbotaban desde las rocas. Arroyos claros fluían a través de prados con flores salvajes. A la distancia, la costa estaba rodeada de playas con arena blanca. Un mar de color azul brillante se extendía hasta el horizonte. —Esto es mucho más agradable que regresar a casa, —admitió Cirene. — ¡Y es toda tuya!, —le dijo Apolo. Cirene no pudo resistirse a la idea de tener su propio país. Ella y Apolo se convirtieron en los iconos más ardientes. Cazaron juntos en las colinas, corrían a lo largo de las playas bajo la luz de la luna, y de vez en cuando, solo por diversión, le disparaban flechas a Hermes cuando pasaba sobrevolando el lugar para entregarles un mensaje a los dioses. Dispararle a Hermes en el trasero siempre les sacaba unas buenas risotadas. Atrás en Grecia, los Oráculos de Apolo hicieron correr la noticia de que: Si alguien quería tener una nueva vida bajo el gobierno de una Reina fabulosa debía viajar a África, y unirse a la fiesta. Pronto toda una colonia de griegos prosperó en aquel valle. Construyeron una ciudad llamada Cirene, en honor a su Reina, obviamente. Su templo más grande y más importante, también le fue dedicado a Apolo, obviamente. La ciudad de Cirene se convirtió en la primera, y más importante colonia griega de África. La cual duró incluso durante la mayor parte del Imperio Romano. (E oído que las ruinas están todavía allí, pero no he sido capaz de ir. Cada vez que viajo a algún sitio cercano de ese lugar, tengo que luchar contra monstruos y casi ser asesinado, por lo que creo que mejor te dejaré ir en mi lugar, y luego me podrás enviar las fotos). Apolo y la cazadora Cirene tuvieron dos hijos estando juntos. El mayor fue Aristeo, que quiere decir: El Más Útil. El chico hizo honor a su nombre. Cuando él era joven, Apolo lo llevó a Grecia para que entrenara con el centauro Quirón. Aristeo no era tan bueno con una lanza, o con la espada, pero inventó todo tipo de destrezas importantes, como fabricar queso, y la apicultura, los cuales fueron un verdadero éxito221 entre los granjeros locales. Los dioses se impresionaron tanto que hicieron a Aristeo una deidad menor. La próxima vez que estés jugando al Trivial Pursuit222 y necesites responder cual es el dios de los apicultores y de los hacedores de queso, ya tienes la respuesta. De nada. El hijo menor de Cirene, Idmón, creció para ser un vidente, ya que su padre era Apolo, el dios de la profecía. Lamentablemente, la primera vez que Idmón tuvo una premonición sobre el futuro, vio su propia muerte. Ese tipo de conocimiento realmente puede estropear a la mayoría de las personas, pero Idmón se lo tomó con calma. Años más tarde, cuando el héroe Jasón estaba reuniendo un equipo legendario de semidioses para emprender su búsqueda y encontrar el Vellocino de Oro, Idmón se le unió, aun cuando sabía que sería asesinado a bordo del Argo. Él no quería perderse la oportunidad de morir como un héroe. Eso sí que es ser dedicado.

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Texto original: Hit: Puede traducirse como éxito si se refiere a la música o anotación si se habla en el ámbito deportivo. 222 Trivial Pursuit es un juego de mesa.

Cirene era feliz en África. A ella le gustaba ser la Reina de su propia ciudad. Pero a medida que pasaban los años, ella comenzó a sentirse sola. Sus perros de caza fallecieron. Sus hijos crecieron. Apolo la visitaba cada vez con menos y menos frecuencia. Así son los dioses. Ellos se aburren fácilmente de sus amores mortales. Para ellos, los seres humanos son como los jerbos223 de las escuelas. La primera noche te vas a tu casa, todo excitado y con ganas de cuidar bien de ellos. Pero al final del año escolar, después de haberte llevado el jerbo a casa unas seis veces, tú estás como: ¿Ya es mi turno de nuevo? ¿Tengo que llevármelo? Cirene nunca pensó que sentiría nostalgia por Grecia, pero comenzó a recordar los viejos buenos tiempos—luchar contra leones, vigilar ovejas, ser molestada por los hombres velludos de Lapita. Cirene decidió que volvería a Tesalia una vez más solo para comprobar a sus amigos de infancia y ver si su padre todavía estaba vivo. Fue un largo viaje. Cuando finalmente llegó, se enteró de que su padre había fallecido. El nuevo Rey de los Lapitas no quería ni siquiera hablar con ella. La mayoría de sus amigos se habían casado, y ni siquiera podían reconocerla, o habían muerto, ya que la vida en Lapita era bastante difícil. Cirene se aventuró a ir las tierras salvajes sola, vagando por los viejos caminos que ella utilizaba para arrear sus ovejas. Echaba de menos a sus perros de caza. Extrañaba el ser más joven. Se sintió vacía y enfadada, aunque no estaba muy segura de con quién estaba enfadada, cuando clavó la punta de su espada en la tierra dura. —Eso va a arruinar tu espada, —le dijo una voz a su espalda. Parado a su lado estaba un hombre corpulento, vestido con una armadura completa de combate. Él sostenía una lanza ensangrentada, como si acabara de alejarse de una matanza, solo para tomar un poco de café rápido durante su descanso. Su rostro era hermoso de la misma forma en que una montaña es hermosa—cincelada e implacable, majestuosa y potencialmente mortal. Pintado sobre su coraza estaba un imponente jabalí. —Eres Ares, —adivinó Cirene. El dios de la guerra le sonrió. Sus ojos ardían como unas pequeñas hogueras funerarias. — ¿No estas asustada? Puedo ver el por qué le gustas a Apolo. Pero, ¿qué estás haciendo junto a un niño bonito como el Sr. Poesía? Tú eres una guerrera, necesitas un hombre de verdad a tu lado. —Oh, lo necesito, ¿eh?, —Cirene desincrustó su espada de la tierra. Ella no tenía miedo. Había crecido en una tierra áspera, rodeada de sucios soldados. Ella conocía muy bien a Ares. Él representaba toda su niñez—todo lo que le había sido quitado cuando Apolo la llevó lejos. No estaba segura de sí, odiaba al dios de la guerra, o lo amaba. — ¿He de suponer que vas a barrer el lugar donde pise?, —gruñó Cirene. — ¿Me llevarás a alguna tierra extranjera, y me harás una reina? Ares se rió. —No. Pero si quieres recordar de dónde vienes…. yo soy tu hombre. No puedes escapar de tus orígenes, Cirene. Tienes la sangre de una asesina. Con un grito gutural, Cirene atacó al dios de la guerra. Ellos lucharon de aquí para haya a través de toda la ladera de la montaña, haciendo todo lo posible por cortarle la cabeza el uno al otro. Cirene mantuvo su cabeza intacta durante todo el 223

Los dipodinos son una subfamilia de roedores miomorfos de la familia Dipodidae conocidos vulgarmente como jerbos. Son roedores saltadores que viven en la zona septentrional de África y Asia.

combate. Ares reía y le gritaba palabras de estímulo. Finalmente, agotada, Cirene arrojó su espada sobre el suelo. Tacleó a Ares en el pecho. Él la abrazó con una delicadeza sorprendente. Y, la siguiente cosa que pasó, fue que ellos dos se empezaron a besar en lugar de seguir luchando. Yo le llamo a esto: Un Error De Juicio. En mi opinión personal, cortarle la cabeza a Ares es siempre la mejor opción. Pero Cirene se encontraba vulnerable y solitaria. Ella estaba de humor para hacer algo totalmente diferente, y Ares era tan diferente de Apolo como tú lo puedes apreciar. Cirene se quedó junto al dios de la guerra durante muchos meses. Los dos tuvieron un hijo llamado Diomedes, quien se convirtió en el Rey de Tracia—un país ubicado aún más al norte, y dos veces más áspero, que Tesalia. Ares era el dios patrono de los Tracios, por lo que no debe causarles ninguna sorpresa el que ellos hicieran a Diomedes su Rey. El tipo era una autentica dulzura. Cuando él no estaba en guerra o torturando campesinos, criaba caballos devoradores de carne humana. Siempre que tenía algún prisionero o visitante que no le agradaba, lo enviaba a sus establos…. bueno, al menos, hasta que un hombre llamado Hércules llegó y le puso fin a esa práctica. Llegaremos a él, en un par de capítulos más adelante. Eventualmente Cirene se cansó del norte salvaje. Regresó a su ciudad en la costa de África, y encontró a Apolo esperándola en la montaña donde ellos aterrizaron por primera vez con la carroza dorada, varios años atrás. El dios le sonrió, pero sus ojos eran tristes y distantes. — ¿Tienen buen tiempo en Tracia? —Um, escucha, Apolo…. El dios levantó sus manos en señal de rendición. —Tú no me debes ninguna explicación. No fui tan atento como debí haber sido. Te alejé de tu tierra natal, y entonces te dejé sola. Eso no fue tu culpa. Pero, me temo que nuestro tiempo para estar juntos se ha terminado, Cirene. —Lo sé. —Cirene se sintió aliviada. Ella había tenido tres hijos semidioses con dos diferentes dioses. Hizo más en su vida de lo que cualquier persona podría llegar a hacer, y ciertamente más de lo que las mujeres de su tiempo hicieron. Ella estaba más que lista para un poco de paz y tranquilidad. — ¿Dónde quieres vivir? —le preguntó Apolo. — ¿Tesalia o aquí? Cirene observó fijamente las laderas salpicadas de mirtos y adelfos, los prados verdes, la arena blanca de las playas y el brillante mar azul. Los colonos griegos estaban muy ocupados construyendo nuevos templos para los dioses en la ciudad que llevaba su nombre. —Pertenezco aquí, —le respondió ella. Apolo asintió. —Entonces, tengo un regalo más para ti. Ares está equivocado. Tus raíces están donde tú decidas que estén. Te dejaré atada a estas tierras para siempre. Tu espíritu vivirá aquí por siempre. Cirene no estaba muy segura sobre la parte de: ‘Estar Atada Por Siempre’, pero Apolo agitó su mano, y todo quedó hecho. Una ola de calidez a travesó el cuerpo de Cirene. Su visión se aclaró como si alguien por fin le hubiera dado unos lentes con la medida correcta. De repente, todo el mundo estaba en alta definición. Ella podía ver a los espíritus del viento revoloteando en el cielo, y a las dríadas bailando entre los árboles, haciendo del bosque un tapizado de color verde claro y sombras. Las flores silvestres olían más dulce. El suelo se sentía más sólido bajo sus pies. El murmullo de los arroyos se convirtió en un coro de hermosas voces suaves.

— ¿Qué me has hecho? —le preguntó Cirene, más asombrada que asustada. Apolo la besó en la frente. —Yo te he convertido en una náyade. Tu bisabuelo es Océano. Tu abuelo era el dios de un rio. Siempre has tenido esa parte de espíritu de agua dentro de ti. Ahora, tu esencia está atada a los ríos de este valle. Tú vivirás más que cualquier mortal, disfrutarás de paz y de una buena vida. Mientras este valle prospere, tú también lo harás. Adiós, Cirene. Y, gracias por los recuerdos. No estoy muy seguro sobre cómo se sintió Cirene con todo eso. Yo ni siquiera sabía que se podía convertir a una mortal en un espíritu de la naturaleza, pero los dioses están llenos de sorpresas. Tal y como prometió Apolo, Cirene vivió una gran cantidad de tiempo. Eventualmente ella dejó su colonia griega, y empezó a vivir a tiempo completo en el rio con las otras náyades, aunque en ocasiones regresaba solo para ofrecerles sus consejos a sus amigos y sus familiares. Una vez, cuando su hijo Aristeo perdió todas sus abejas, ella le ayudo a recuperarlas todas, otra vez…. pero esa es otra larga historia. Talvez, podamos contarla durante: Percy Jackson Y Los Dioses Realmente Menores224. (Solo estaba bromeando chicos, en serio, no le den más ideas al publicista). Nadie sabe si Cirene, finalmente se desvaneció y murió, o si ella aún anda por allí atada a alguna de las corrientes más cercanas a las ruinas de su antigua ciudad. Sin embargo, tengo que admirar a esta chica. Cualquiera que pueda sobrevivir a dos relaciones divinas, y salir ilesa de ellas, es más fuerte que la mayoría de los otros héroes. Cirene fue capaz de reinventarse a sí misma varias veces. Abrazó a su nuevo país, a su nueva vida, y después de su viaje a Tracia ella nunca volvió a mirar hacia atrás. Para lograr eso se requiere de agallas. Mirar hacia atrás puede ser mortal. Solo pregúntaselo a Orfeo. Oh, espera, no puedes hacer eso. Él fue decapitado. ¿Quieres escuchar cómo pasó? De seguro quieres saberlo. Entonces, déjame contarte todo sobre el mejor músico del mundo y sobre como lo estropeó todo.

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Texto Original: Percy Jackson’s Really Minor Gods.

ORFEO HACE UN SOLO.

La buena vieja Tracia, mi erial post–apocalíptico favorito, donde la vida era dura, los sacerdotes hacían sangrientos sacrificios a Ares, y los Reyes criaban caballos que comían carne humana. Suena justo como el tipo de lugar donde un joven se podría convertir en un artista del arpa, ¿cierto? Ahí es donde nació Orfeo. Por supuesto, los Beatles eran de Liverpool, y Jay–Z es de los proyectos de Brooklyn, así que supongo que la música puede provenir de lugares impredecibles. La forma de como los padres de Orfeo se conocieron…. fue aún más impredecible. Su padre fue un Rey tracio llamado Eagro. (Buena suerte al pronunciar eso. ¿Eh–AH–gro, tal vez?). Cuando Eagro era joven y soltero, le gustaban las fiestas y cantar tanto como le gustaba luchar. Por eso, cuando el dios del vino, Dionisio, y su ejército de borrachos visitaron su pueblo mientras iban de camino para invadir la India, Eagro les dio la bienvenida con los brazos abiertos, y una copa que necesitaba ser reabastecida. — ¿Está invadiendo ese país extranjero por ninguna razón en particular?, —preguntó Eagro. — ¡Estoy dentro! Eagro reunió a todos sus hombres, y se unió a la expedición del dios del vino. Al principio, todo fue arco iris y Chardonnay225. Eagro se llevaba muy bien con los seguidores del tipo del vino, especialmente con las Ménades—unas ninfas enloquecidas que les gusta desgarrar a sus enemigos con sus propias manos desnudas. ¡Solo un tracio podía apreciar aquello! Cada noche en la fogata, Eagro bebía con las Ménades y cantaban baladas tracias. El hombre tenía una armoniosa voz adaptable. Cuando él cantaba una melodía triste, lograba llevar a sus oyentes hasta las lágrimas. Cuando cantaba una pista alegre, hacía que todo el mundo bailara. De hecho, él cantaba tan bien que atrajo la atención de una Musa. (Mi hermano Tyson está aquí a mi lado. Él cree que me refiero a un alce226. No, Tyson, el hombre de la historia no atrajo la atención de un alce. Ahora, Tyson está triste). Las Nueve Musas son hermanas inmortales que supervisan los diferentes tipos de artes, como el canto, el drama…. um, las charadas227, el dubstep228, el claqué229, y tal vez, algunas otras cosas que se me han olvidado. Calíope, la más antigua de las Musas, está a cargo de la poesía épica. 225

La Chardonnay es una variedad de uva de piel verde usada para hacer vino blanco. Es un juego de palabras entre las palabras en inglés: Muse (musa) y moose (alce) ya que al pronunciarlas suenan casi igual. 227 Acertijo o pasatiempo que consiste en adivinar una palabra a partir de las pistas que se dan sobre su significado y sobre el de las palabras que pueden formarse tomando una o varias de las sílabas de esta. 228 El Dubstep es un género de música electrónica para bailar que surge a finales de los 90s en Londres, Inglaterra. 229 El claqué, también llamado tap, es un estilo de baile estadounidense, en el que se mueven los pies rítmicamente mientras se realiza un zapateo musical. 226

Ella guía a los escritores que están relatando historias sobre héroes, batallas y…. ¿saben qué? Me acabo de dar cuenta de que debí de hacerle un sacrificio antes de empezar a escribir este libro. Estoy totalmente en su territorio. Oops. Lo siento, chicos. Este libro no está oficialmente aprobado por la Musa apropiada. Si explota en tus manos, es mi culpa. En fin, como todas las Musas, Calíope tiene debilidad por la música. Desde su habitación en el Monte Olimpo, escuchó el canto de Eagro mientras él marchaba hacia el este junto al ejército del dios del vino. Calíope estaba tan embelesada que se volvió invisible y descendió volando solo para comprobar quien era este ebrio guerrero de hermosa voz. —Wow, ¡que cantante!, —suspiró Calíope. Incluso sin la formación adecuada, Eagro tenía un talento natural. Él cantaba con mucha emoción y confianza. Y no era mal parecido, tampoco. A medida que el ejército avanzaba, Calíope los seguía, oculta por su invisibilidad mientras daba vueltas en lo alto del cielo como una enorme gaviota sigilosa, solo para poder escuchar cantar a Eagro cada noche. Finalmente Dionisio llegó a la India. Si has leído mi otro libro, Los Dioses Griegos230, sabes que su invasión no funcionó demasiado bien. Los griegos cruzaron el río Ganges 231, solo para que sus traseros fueran azotados por un grupo de hombres sagrados de la India que lanzaban bolas de fuego. En medio de la confusión de la retirada, Eagro corrió hacia el Ganges. Pero se olvidó de un pequeñísimo detalle: él no sabía nadar. Hordas de guerreros ebrios y Ménades lo empujaron cuando trató de escapar. Eagro se hubiera ahogado si Calíope no hubiera estado allí observándolo. Tan pronto como él se hundió, ella se zambulló en el río. De alguna forma, forcejeó para ponerlo sobre sus hombros y llevarlo hacia la otra orilla, al estilo caballito. Eso debió de lucir bastante extraño—una hermosa dama en ropas blancas saliendo del Ganges con un enorme y velludo guerrero tracio sobre sus hombros. El ejército de Dionisio marchó de regreso a Grecia con sus ánimos decaídos, pero Calíope y Eagro la pasaron de maravilla. Durante su viaje, ellos se enamoraron. Para el momento en que los tracios llegaron a casa, Calíope había dado a luz a un hijo semidiós llamado Orfeo. El niño creció en Tracia, un lugar nada fácil para un sensible joven músico. Su padre perdió su interés en él cuando se dio cuenta de que Orfeo nunca sería un guerrero. Si le dabas al chico un arco, él entonaba una melodía con la cuerda del arco. Si le dabas una espada, la dejaba caer y gritaba: ‘¡Odio los bordes afilados!’. Los otros chicos molestaban, acosaban y marginaban a Orfeo…. hasta que aprendió a utilizar su música como un medio de defensa. Él se dio cuenta de que gradualmente su canto podía conducir hasta al abusivo más hostil a las lágrimas. Podía escapar de una paliza tocando sus flautas de caña. Todos sus atacantes se quedaban allí, fascinados, y dejaban que Orfeo se marchara. Cada fin de semana, su madre, Calíope, lo llevaba a sus clases de música con las otras Musas. Orfeo vivía por esas visitas. Sus tías inmortales le enseñaron todo lo que sabían sobre la música, lo cual era básicamente, todo.

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Texto original: Greek Gods El río Ganges es uno de los grandes ríos del subcontinente indio, que fluye en dirección este desde el norte de la India cruzando la llanura del Ganges hasta Bangladés. 231

En ningún momento, el chico eclipsó a sus maestras. Orfeo tenía la delicadeza y las habilidades divinas de su madre. Tenía un talento innato y el nerviosismo mortal de su padre. Las Musas nunca habían escuchado una voz tan hermosa. Ellas le dieron a Orfeo un montón de diferentes instrumentos para ponerlo a prueba: una batería, un corno francés, una Telecaster del 67232. Orfeo sobresalió con cada uno de esos instrumentos. Entonces, un día se encontró con el instrumento que lo haría verdaderamente famoso. El único problema: le pertenecía a un dios. Un fin de semana, Apolo visitó a las Nueve Musas para saber su opinión sobre su nuevo musical: Veinticinco Cosas Impresionantes Sobre Mí, (una secuela de: Veinte Cosas Impresionantes Sobre Mí). Apolo les tocó algunas de sus canciones con su lira mientras Orfeo estaba sentado en una de las esquinas de la habitación, escuchándolo asombrado. Él nunca antes había oído una lira. Ningún mortal tenía una. En aquel entonces solo Apolo tenía la única en existencia. Hermes la había inventado a partir del caparazón de una tortuga, dos palos y algunos hilos de lana de oveja, porque Hermes era el amo. Él se la dio a Apolo para evitar el ir a prisión por robarle su ganado, (una larga historia), y esa lira se convirtió en una posesión muy preciada para Apolo. Después de un par de canciones, Apolo dejó su instrumento y reunió a las Nueve Musas alrededor de un piano al otro lado de la habitación. Mientras estaban enfrascados en una discusión, tratando de averiguar cómo armonizar las nueve partes para un gran final, Orfeo se acercó a la lira. Él no pudo evitarlo. Cogió el instrumento y entonó un acorde. Apolo se puso de pie. Sus ojos ardían de ira. Las Nueve Musas se lanzaron hacia Orfeo para cubrirlo, porque nadie nunca cogía los juguetes de un dios sin su permiso. Solo dos cosas contuvieron a Apolo de hacer volar al chico en cenizas. Primero, Orfeo sostenía la lira. Apolo no quería dañarla. Segundo, Orfeo estaba tocando la canción más increíble que Apolo jamás había escuchado en toda su vida. El muchacho entonaba la lira como si fuera parte de su propio cuerpo. Sus dedos rosaban las cuerdas, persuadiéndolas para entonar melodías y contramelodías suaves e imposibles. Las Nueve Musas lloraron de alegría. La ira de Apolo se evaporó. La música de Orfeo estaba llena de dolor y de tristeza mortal. Ningún dios podría componer una música tan natural. Apolo apreció aquello. En dos ocasiones anteriores, Zeus lo había castigado convirtiéndolo temporalmente en un mortal. Apolo recordó lo difícil que había sido aquello—su espíritu divino atrapado en un cuerpo frágil hecho de carne. La música de Orfeo había capturado aquella sensación perfectamente. Orfeo terminó su canción. Levantó sus ojos tímidamente y miró a Apolo. —Lo siento, mi señor. Yo–yo no pude evitarlo. Puede matarme ahora si lo desea. He tocado la lira. Mi vida está completa. —Él se arrodilló y le ofreció el instrumento al dios. Apolo negó con su cabeza. —No, mi niño. Quédate con la lira. Voy a hacerme otra. Los ojos de Orfeo se abrieron. — ¿De verdad? 232

La Fender Telecaster es una guitarra eléctrica de cuerpo macizo mundialmente conocida, llamada ‘La Tabla’ en sus comienzos. Se caracteriza por la simplicidad en su diseño y por el sonido que se obtiene de sus dos pastillas de bobinado simple o single coil, que aparecen en la inmensa mayoría de sus modelos en lugar de las de bobinado doble o humbuckers que aparecieron posteriormente en otras guitarras.

—Te la mereces. Toma esa lira. Toca tu música por toda la tierra. Enséñales a otros a entonarla. Solo hazme un favor. No les enseñes: ‘Stairway to Heaven233’, ¿de acuerdo? Estoy harto de esa canción. Orfeo se inclinó, se postró y le agradeció al dios. E hizo exactamente lo que Apolo le pidió. Viajó por todo el mundo enseñando a otros a hacer sus propias liras y entonarlas muy bien. Él recopiló canciones de todas las tierras. E incluso viajó a Egipto, donde añadió la música de ese antiguo país a su repertorio. Perfeccionó su propia entonación y su canto. Y, cada vez que se encontraba con alguien que estaba tratando de aprender: ‘Stairway to Heaven’, le quitaba su instrumento y lo estrellaba contra una pared. Orfeo se volvió tan talentoso que su música podía paralizar ciudades enteras. Él podía caminar a través de un mercado mientras entonaba su lira, y todos se detenían. Los comerciantes dejaban de vender. Los carteristas dejaban de robar. Los pollos dejaban de cacarear, y los bebés dejaban de llorar. Multitudes de personas lo seguían hasta las afueras de la ciudad solo para escucharlo tocar. Caminaban detrás de él cientos de kilómetros hasta que por fin miraban a su alrededor aturdidos y pensaban: Si yo vivo en Egipto. ¿Qué estoy haciendo en Jerusalén? Orfeo continuó mejorando. Los animales salvajes estuvieron indefensos contra su música. Cuando caminaba por un bosque, los leones se reunían a su alrededor, y se giraban boca arriba para que él pudiera acariciar sus vientres mientras les cantaba. Los lobos se frotaban contra sus piernas y meneaban sus colas cuando les entonaba la canción que más les gustaba: ‘Hungry Like the Wolf234’. Las aves se posaban en silencio sobre los árboles, escuchando como tocaba Orfeo, con la esperanza de poder captar algunos tips235 para mejorar sus cantos. Finalmente la música de Orfeo se hizo tan poderosa que incluso podía afectar al medio ambiente. Los árboles se movían a través de la tierra, hundiendo sus raíces como los cangrejos, para poder estar más cerca de su lira. Las rocas lloraban condensación236 cuando él cantaba. Las piedras rodaban237 detrás de él para seguirlo por todo el camino. (Y, probablemente, también los Rolling Stones238, porque esos tipos se ven lo suficientemente viejos como para haber conocido a Orfeo). Los ríos dejaban de fluir solo para oírlo. Las nubes se detenían a sí mismas para sobrevolar encima de él y poder tener asientos de primera fila en sus conciertos. Nada en el mundo entero podía resistirse a Orfeo. Su música era como la gravedad de un sol, atrayendo todo hacia él.

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Stairway to Heaven/Escalera al cielo: es una canción del grupo de Hard Rock británico Led Zeppelin, compuesta por el guitarrista Jimmy Page y el cantante Robert Plant e incluida en el cuarto trabajo de estudio de la banda, Led Zeppelin IV. 234 Hungry Like the Wolf—en español: «Hambriento como un lobo»—es una canción de la banda británica de new wave Duran, Duran. 235 También se lo puede traducir Trucos o Consejos. 236 La Condensación, es el cambio del estado de la materia. Según Anaxímenes un filósofo griego la condensación se produce en el viento, las nubes, el agua, la tierra y las piedras: Del aire se forman las nubes; las nubes se condensan para formar el agua; la condensación del agua da lugar al hielo de la tierra; y la condensación de la tierra da lugar a la constitución de las piedras y la condensación de estas a los minerales. 237 Texto original: Rolling Stones (Piedras que ruedan). ¿Por qué esta nota? Sigue leyendo. 238 Percy hace un juego de palabras con la anterior expresión y el nombre de la banda de los Rolling Stones, el cual se puede traducir literalmente Piedras que ruedan. Además del hecho de que Percy cree que son tan viejos como las piedras de los tiempos de Orfeo.

Cuando no estaba ocupado enseñando música, Orfeo hacia montones de cosas heroicas. Por ejemplo, navegó a bordo del Argo, pero llegaremos a eso en el capítulo de Jasón. Mantente sintonizado. (¿Entiendes? ¿Música? ¿Mantente sintonizado? Bien, Tyson pensó que era divertido). Orfeo se hizo tan famoso que no podía ir a ninguna parte sin atraer una multitud de fangirls y fanboys. Él cantaba, y los corazones se derretían. Ganaba premios. Recibía propuestas de matrimonio en todos lados, y tenía tantas visitas en su canal de YouTube que el sitio colapsó. Él fue más grande que Elvis, más grande que Bieber, más grande que: *inserte aquí el nombre de cualquier banda de chicos que sea muy popular durante esta semana*. (Lo siento, no estoy al tanto de esas cosas). Solo para poder escapar de su propia fama, Orfeo regresó a su casa en Tracia, porque las personas de allí no se preocupaban por él. Es muy curioso cómo funciona todo eso. No interesa lo importante que seas en el mundo, las personas del lugar donde creciste siempre están como: Sí bueno, lo que sea. —Hola, padre, —le dijo Orfeo. —Tenía que volver a casa para escapar de mis millones de fans. — ¿Fans?, —Se quejó su padre. — ¿Por qué tienes fans? —Bueno, mi música puede hacer que los ríos dejen de fluir, y que los árboles se muevan, y una vez toda una ciudad llena de gente me siguió varios cientos de kilómetros solo para oírme tocar. —Bah. —Su padre arrugó su frente. —Todavía no puedes ni sostener una espada correctamente. Mientras estuvo en Tracia, Orfeo pasó la mayor parte de su tiempo con los seguidores de Dionisio, ya que ellos al menos apreciaban la buena música de las fiestas. Orfeo les ayudó a organizar los Misterios Dionisíacos, los cuales eran unos enormes festivales espirituales con montones de vino, música y teatro en honor del dios. No es que Dionisio necesitara más drama, pero supongo que la música era un buen complemento. Sin embargo, aun en Tracia, Orfeo consiguió tener algunas fans enloquecidas. Durante los festivales, las Ménades se emborrachaban y empezaban a coquetear con él. Y puesto que Orfeo solo se preocupaba por mejorar su música, él no les correspondía, haciendo que las Ménades se enojaran. Algunas veces ellas estuvieron a punto de amotinarse y despedazarlo. Su madre, Calíope, decidió que, por su propia seguridad, Orfeo tenía que casarse. Tal vez, eso haría que sus fans retrocedieran. Ella habló con Apolo, quien resultó que tenía una hija, una joven semidiosa disponible llamada Eurídice. Calíope arregló un pase a los bastidores para Eurídice en el próximo concierto de Orfeo. Los dos se encontraron y fue amor a primera vista…. o por lo menos, a final del primer set de canciones. Como hija de Apolo, Eurídice tenía música en su sangre. Ella entendió de inmediato a Orfeo. Charlaron durante todo el intermedio de regreso al vestidor de Orfeo. Después de su último encore239, Orfeo llevó a Eurídice hasta el escenario, y anunció que ellos iban a casarse. Sus fans lloraron, y se arrancaron sus cabellos, pero Eurídice lucia tan hermosa, y Orfeo lucia tan feliz que la multitud gentilmente se abstuvo de avanzar en estampida hacia el escenario. 239

Un encore es una interpretación adicional al final de un concierto, el término viene del idioma francés, lo que significa "de nuevo", "un poco más". Los encores se originan de forma espontánea, cuando el público empieza a aplaudir y pedir una interpretación adicional del artista, después que el concierto había terminado. Se lo suele traducir también como Bis que viene del lat. dos veces, aunque este último se refiere a la interpretación repetida de una pieza para corresponder los aplausos de la audiencia. En las partituras, significa que cierto segmento debe repetirse.

Durante semanas, los medios sociales de comunicación revoloteaban alrededor de lo linda pareja que ellos formaban, aunque nadie podía decidirse por cuál debía de ser el ship240 que uniera los nombres de la pareja: ¿Ordice? ¿Eurifeo? A su boda asistieron todas las personas y los dioses más hermosos. Las Nueve Musas proporcionaron la música. Apolo ofició la boda. Dionisio fue el chico de las flores. (Está bien. Puede que eso último lo haya inventado). Himeneo, dios de las celebraciones matrimoniales, apareció en persona para dirigir la corte nupcial, aunque, curiosamente, iba llorando mientras escoltaba a la novia por el pasillo. Sus ropas eran negras como la de un funeral. Su antorcha sagrada, la cual se suponía debía arder alegremente, solo chisporroteaba y lanzaba humo. Los invitados se preguntaron entre ellos sobre qué significaba eso. Aquello era un muy mal augurio para el porvenir del nuevo matrimonio, pero todos tenían mucho miedo de preguntarle al respecto. En cuanto a Orfeo y Eurídice, estaban demasiado enamorados como para notarlo. En la recepción, el novio le cantó tan dulcemente a su novia que todo el público empezó a llorar. Debieron de haber tenido la luna de miel más romántica de todas. Desafortunadamente, un acosador arruinó todo. Probablemente pienses que me estoy refiriendo a algún acosador de Orfeo, pero no. Resulta que su esposa tenía su propio loco acosador. Durante años, un dios menor llamado Aristeo241 había estado tratando de captar la atención de Eurídice. Tal vez, recuerdes a Aristeo del anterior capítulo—¿el hijo de Cirene? Si no es así, no te preocupes por eso. Es el dios de la apicultura y de la fabricación del queso. No es exactamente uno de los jugadores importantes. De todos modos, él estaba enormemente enamorado de Eurídice, pero ella ni sabía que él existía. Aristeo se volvió loco de la desesperación cuando ella se casó con Orfeo. ¡Eurídice estaba cometiendo un terrible error! ¿Por qué se casaría con el mejor músico en el mundo cuando ella podía casarse con el dios del queso? Aristeo tenía que hacerla entrar en razón. Una tarde, durante la luna de miel, Eurídice y Orfeo estaban relajados sobre un hermoso prado en el bosque. Orfeo decidió tocar su lira durante un momento, porque incluso los genios musicales necesitan practicar, por lo que Eurídice decidió dar un paseo ella sola. Un gran error. Aristeo la siguió, acechándola desde los arbustos. Él esperó hasta que Eurídice estuviera a medio kilómetro del prado. Entonces, él saltó delante de ella y gritó: — ¡Cásate conmigo! ¿Qué en qué estaba pensando Aristeo? Supongo que su único modelo para conquistar mujeres era su madre, Cirene, y ella no era exactamente del tipo romántico. Había ganado el afecto de su primer esposo matando a un león. Y se había ganado a su segundo esposo, tratando de cortarle la cabeza. Tal vez Aristeo pensó que si él actuaba de forma agresiva, Eurídice finalmente lo notaria. De acuerdo, ella sí que lo notó. Pero, también, gritó y salió corriendo. Nueve de cada diez veces, en las que alguien salta frente a ti y te grita: ‘¡Cásate conmigo!’, es una excelente idea el que huyas pidiendo ayuda a gritos. Pero, en este caso en especial, Eurídice

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Abreviación de Shipping es un término anglosajón que deriva de la palabra ‘relationship’ ("relación", en inglés) y que define en general la implicación emocional o intelectual de los seguidores de una obra de ficción en un romance entre dos o más personajes de esta. El shipping puede incluir absolutamente cualquier tipo de relación. 241 Dato Creepy: Aristeo también es hijo de Apolo por lo que sería hermano de Eurídice… ósea asco.

debió ser más inteligente y golpear a Aristeo en el rostro. Después de todo, era el dios del queso. Probablemente hubiera sido él quien lloraría y huiría. Eurídice entró en pánico. Ella no vio por dónde iba. Tropezó con alguna hierba alta y cayó directamente sobre un nido de serpientes venenosas. Una víbora hundió sus colmillos en su tobillo, y la joven esposa se derrumbó al instante. Para el momento en que Aristeo la encontró, ella se estaba poniendo azul. Vio como una de las víboras se alejaba deslizándose—era del tipo más letal de serpiente en toda Grecia. Su veneno ya debía de estar en el corazón de Eurídice. —Oh, por la ponzoña de las abejas. —Aristeo murmuró. Él no era un dios muy poderoso. Tal vez, él podía salvarla si la hubiera convertido en una abeja reina o un buen trozo de Münster242, pero antes de que pudiera hacer algo, oyó a Orfeo llamándola por su nombre. El músico debió de haber escuchado sus gritos. Aristeo no quería tener la culpa de la muerte de Eurídice. ¡Nadie querría comprar su miel o su queso en el mercado de granjeros, de nuevo! Por lo que actuó como un cobarde y huyó. Orfeo tropezó con el cuerpo de su amada. Su corazón se destrozó. Él la acunó entre sus brazos, y sollozó. Trató de revivirla cantando. Cuando eso no funcionó, le rogó a las víboras, que se habían reunido alrededor de él para oír su voz, que lo mordieran para poder seguir a su esposa hasta el Inframundo. Las serpientes se limitaron a mirarlo: No, nos gustas. Tú cantas bonito. Aturdido, Orfeo enterró a Eurídice en el prado donde ellos habían compartido sus últimos momentos alegres. Entonces, Orfeo tomó su lira y vagó sin rumbo, derramando su pena sobre su música. Por días tocó canciones de dolor insoportable. Piensa en el momento más triste que hayas experimentado. Ahora imagina esa tristeza multiplicada por un centenar de veces. Así es como se sentía la música de Orfeo cuando la escuchabas. Ciudades enteras lloraron. Los arboles destilaban lágrimas de savia. Las nubes desataron una lluvia torrencial de agua salada. En el monte Olimpo, Ares lloró sobre el hombro de Hefesto. Afrodita y Atenea se sentaron sobre un sofá juntas, en pijama, mientras se atragantaban con un montón de helado de chocolate y lloraban. Hestia corrió por toda la sala de los tronos ofreciendo cajas de pañuelos. Orfeo entonó el más largo, y el más triste, solo musical de toda la historia. Mientras lo hacía, nadie pudo hacer nada. El mundo entero se lamentó, pero incluso eso no fue suficiente para el músico. —La muerte de Eurídice no fue justa. Iré al Inframundo, —decidió Orfeo. Cuando alguien que amas muere, es algo difícil de superar. Créeme, yo he perdido algunos buenos amigos. Sin embargo…. la mayoría de nosotros aprende a seguir adelante. La mayoría de nosotros no tienen otra opción. Orfeo no podía dejar ir a Eurídice. Él tenía que traerla de regreso de entre los muertos. No le importaban las consecuencias. Tal vez, tú estás pensando: Mala idea. Eso no terminará bien. 242

El Münster o Münster-géromé es un queso francés del este de Francia beneficiario de una AOC desde 1969.

Y, tienes razón. Pero, por otro lado, también entiendo cómo se sentía Orfeo. He estado a punto de perder a mi novia más veces de las que quiero pensar. Si ella muriera, haría todo lo posible por traerla de regreso. Agarraría mi espada, marcharía hacia el palacio de Hades y…. y probablemente actuaria tan imprudentemente como lo hizo Orfeo, solamente que yo no estaría cantando. Yo no canto. El Inframundo tiene muchos accesos—fisuras en la tierra, ríos que fluyen bajo tierra, los baños de la Estación Penn243. Una llorosa ninfa del bosque condujo a Orfeo hasta un gran grupo de rocas que ocultaban un túnel hacia el reino de Hades. Orfeo tocó su lira y las rocas se hicieron pedazos, revelándole un camino empinado hacia el interior de la tierra. Descendió en la oscuridad, tocando con tanta dulzura que ningún fantasma o demonio se atrevió a detenerlo. Finalmente logró llegar a las orillas del río Estigia, donde el barquero Caronte estaba cargando a los recién muertos a bordo de su barco. — ¡Oí244!, —le dijo Caronte. — ¡Lárgate, mortal! ¡No puedes estar aquí! Orfeo comenzó su mejor interpretación destructora de alma de: ‘Daydream Relieve245’. Caronte cayó de rodillas. — ¡Esa…. esa era nuestra canción! Yo era un soñador daimon246 adolescente. Ella era una joven chica zombi muy dulce. Nosotros, nosotros…. —él comenzó a llorar. — ¡Muy bien!, —el barquero se secó los ojos. — ¡Sube a bordo! No me puedo resistir a tu terriblemente triste música.

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La estación Pensilvania, conocida comúnmente como Penn Station, es una estación terminal y un importante punto ferroviario de red de cercanías en la ciudad de Nueva York. 244 Esta palabra es una vieja interjección del dialecto cockney que simplemente significa «¡hey!» u «¡hola!». Aunque Oi! También es un género musical derivado del punk rock, aunque con influencias de otras corrientes dentro del rock, pero en este caso Percy se refiere a lo primero si fuera Thalia probablemente a la segunda. 245 Daydream Believer en español Soñador Diurno, del grupo The Monkees. 246 Un demon, daimon o daimón (en griego, δαίμων) es un concepto de la mitología y la religión griega cuyo significado puede ser diferente según el contexto en el que aparece y dentro de esta concepción platónica, las principales funciones de los démones eran servir de guías a los hombres a lo largo de su vida y de conducirles al Hades en el momento de la muerte.

Mientras cruzaban el rio Estigia, Orfeo entonó melodías tan descorazonadoras que algunas de las almas muertas optaron por saltar por la borda y disolverse. Tal vez, a ellos no les gustaban los clásicos antiguos. A las puertas del Erebo, Orfeo entonó un acorde, y las puertas de hierro se empezaron a moverse abriéndose, estremeciendo sus bisagras ante el poder de su lira. El enorme perro guardián de tres cabezas, Cerbero, se agachó y gruñó, listo para destrozar al intruso mortal. Orfeo le cantó el tema de: Old Yeller247. Cerbero aulló, y se giró, lloriqueando. Orfeo pasó a través de las puertas. Él viajó a través de los Campos de Asfódelos, despertando a los espíritus con su música. Normalmente ellos eran sombras grises quejicas que no podían recordar su propio nombre, pero las canciones de Orfeo les trajeron recuerdos del mundo de los mortales. Durante unos instantes, tomaron sus formas y colores humanos, otra vez. Ellos lloraron lágrimas de alegría. El sonido de la lira alcanzó los Campos de Castigo. Las tres Furias, encargadas de hacer cumplir los castigos más despiadados de Hades, olvidaron sus deberes. Se sentaron formando un círculo, y sus ojos endemoniados se llenaron de lágrimas, luego tuvieron una sesión de terapia de grupo en el que compartieron sus sentimientos y halagaron entre sí sus látigos de fuego y sus alas de murciélago. Entre tanto, las almas condenadas tuvieron un respiro. Sísifo se sentó sobre su colina, dejando rodar su roca hacia el olvido. Tántalo pudo haber alcanzado finalmente su comida y su bebida, pero estaba demasiado ocupado escuchando la música como para darse cuenta. Los tipos en las máquinas de tortura estaban como: — ¿Disculpa? ¿Se supone que debo estar siendo despellejado vivo por aquí? Hola, ¿alguien? Orfeo tocó su música todo el camino, mientras se dirigía al palacio de Hades. Los guardias zombis fuertemente armados no trataron de detenerlo. Lo siguieron por los pasillos, haciendo sonidos secos de gruñidos, al tratar de recordar cómo debían llorar. En la sala del trono, el Rey y la Reina de los muertos estaban almorzando. Hades tenia puesto su babero de langosta color amarilla sobre sus túnicas oscuras. Trozos de caparazones de crustáceos cubrían el estrado alrededor de su trono esquelético. Perséfone estaba mordisqueando una luminosa ensalada subterránea hecha con los productos del jardín del palacio. Su vestido era de color amarillo y gris, como el sol detrás de las nubes de invierno. Su trono estaba entretejido a partir de ramas desnudas de un árbol de granada. A medida que el intruso se acercaba a su trono, Hades fue levantándose. — ¿Qué significa esto? Guardias, ¡destruyan a este mortal! Pero es muy difícil el lucir amenazante cuando tienes mantequilla embarrada por toda la barbilla y usar un babero con el dibujo bordado de una langosta. Orfeo inicio su número musical con Duke Ellington248: ‘Stalking Monsters249’. La mandíbula de Hades se abrió. Entonces, se dejó caer, de nuevo, sobre su trono. — ¡Oh! —Perséfone aplaudió. —Cariño, ¡esa es nuestra canción!

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Traducción Literal: Viejo Gruñón. Pero también se lo puede traducir como Amigo Fiel haciendo referencia al tema musical usada para una película que lleva dicho nombre en inglés. 248 Edward Kennedy "Duke" Ellington (Washington D.C., 29 de abril de 1899-Nueva York, 24 de mayo de 1974) fue un compositor, director de orquesta y pianista estadounidense de jazz. Está considerado por la crítica como uno de los más importantes e influyentes compositores de jazz de la historia 249 Álbum discográfico Night Creature - Stalking Monster

Hades nunca había escuchado entonar algo de Duke Ellington tan hermosamente—tan puro, doloroso y verdadero, como si este músico mortal hubiese destilado la vida de Hades, con todos sus dolores y decepciones, con toda su oscuridad y su soledad, para convertirla en música. El dios se encontró a si mismo llorando. Él no quería que la música cesara. Pero eventualmente la canción de Orfeo terminó. Los zombis se secaron sus ojos. Los fantasmas suspiraron desde las ventanas de la sala del trono. El señor del inframundo se recompuso. — ¿Qué…. qué es lo que quieres, mortal?, —su voz sonaba entrecortada por las emociones. — ¿Por qué has traído esta entristecedora música a mi sala? Orfeo hizo una reverencia. —Señor Hades, yo soy Orfeo. No estoy aquí como un turista. No quiero causar molestias en su reino, pero mi esposa, Eurídice, recientemente murió antes de que fuera su tiempo. Yo no puedo seguir sin ella. He venido a suplicar por su vida. Hades suspiró. Él se quitó su babero, y lo puso sobre su plato. —Que música tan extraordinaria, pero esa petición es muy predecible. Joven, si devolviese almas cada vez que alguien me ora pidiéndome que eso ocurra, mis salas estarían vacías. No tendría trabajo. Todos los mortales tienen que morir. Eso no es algo negociable. —Lo entiendo, —dijo Orfeo. —Eventualmente poseerá todas nuestras almas. Estoy de acuerdo con eso. ¡Pero no tan pronto! He perdido mi alma gemela en menos de un mes. He tratado de soportar el dolor, pero simplemente no puedo hacerlo. El amor es un poder aún más fuerte que la muerte. Debo regresar con mi esposa de nuevo al mundo de los mortales. Eso o matarme, de esa forma mi alma puede quedarse aquí junto a ella. Hades arrugó su frente. —Bueno, eso de matarte lo puedo arreglar…. —Esposo, —Perséfone puso su mano sobre el brazo de Hades. —Esto es tan dulce, tan romántico. ¿No te recuerda a todo lo que tuviste que pasar para ganar mi amor? Tú, tampoco, actuaste precisamente según las reglas. El rostro de Hades se enrojeció. Su esposa tenía un buen punto. Hades secuestró a Perséfone y causó una hambruna mundial al enfrentarse con su madre, Deméter. Hades, podía ser así de dulce y romántico cuando quería. —Sí, querida, —él le dijo. —Pero…. —Por favor, —le rogó Perséfone. —Al menos dale a Orfeo la oportunidad de demostrar su amor. Hades no podía resistirse a sus peticiones cuando ella lo miraba con esos enormes y preciosos ojos. —Muy bien, mi pequeña granada, —él miró a Orfeo. —Voy a permitirte que regreses al mundo mortal acompañado de tu esposa. Por primera vez en varios días, Orfeo sintió deseos de tocar una melodía alegre. — ¡Gracias mi Señor! —Pero hay una condición muy importante, —dijo Hades. —Tú dices que tu amor es más fuerte que la muerte. Ahora, tienes que probármelo. Voy a permitir que el espíritu de tu esposa te siga de regreso a través del Inframundo, pero debes tener fe de que ella estará detrás de ti siguiendo tus pasos. La fuerza de tu amor debe ser más que suficiente para guiarla hasta la salida. No te gires para mirarla hasta que hayas alcanzado la superficie. Si te atreves a mirarla antes de que ella esté completamente bañada por la luz del mundo mortal, la perderás de nuevo…. y esta vez será para siempre.

La garganta de Orfeo se sintió reseca, de repente. Escaneó toda la sala del trono, esperando ver algún signo del espíritu de su esposa, pero solo vio los marchitos rostros de los guardias zombis. —E–Entiendo, —dijo él. —Entonces, ve, —Hades le ordenó. —Y, nada de música durante tu camino de regreso, por favor. Nos estás impidiendo hacer nuestro trabajo aquí abajo. Orfeo salió del palacio y regresó sobre sus pasos a través de los Campos de Asfódelos. Sin su música para concentrarse, se dio cuenta de lo terrible que era el Inframundo. Los fantasmas susurraban y charlaban alrededor de él. Rozaban sus espectrales y frías manos contra sus brazos y su rostro, pidiéndole un encore. Le temblaban los dedos. Sus piernas se sentían débiles. Él no podía decir si Eurídice realmente estaba detrás de él. ¿Y si ella se perdía entre la multitud? ¿Qué pasaría si Hades le estaba jugando una especie de broma cruel? Para entrar en el inframundo, Orfeo se había dejado consumir por el dolor. Ahora tenía esperanza. Él tenía algo que perder. Y eso era mucho más aterrador. Ya en las puertas del inframundo, encontró a Cerbero moviendo su cola y pidiéndole otra versión de: ‘Old Yeller’. Orfeo siguió avanzando. A las orillas del rio Estigia, le pareció oír unos suaves pasos sobre la arena negra detrás de él, pero no podía estar seguro. El barquero Caronte lo estaba esperando a bordo de su barca. —No suelo llevar de regreso a los pasajeros, —dijo, apoyándose sobre su remo. —Sin embargo, el jefe me dijo que podía hacerlo. — ¿Está…. está mi esposa detrás de mí?, —le preguntó Orfeo. — ¿Está ella allí? Caronte le sonrió cautelosamente. —Responderte eso sería hacer trampa. Todos a bordo. Orfeo se sentó en la proa. La tensión recorrió su espalda como si fuera un ejército de hormigas, pero mantuvo sus ojos fijos en el agua oscura, mientras Caronte remaba, tarareando: ‘Daydream Believer’, hasta que llegaron al otro lado. Orfeo comenzó a ascender por el túnel empinado hacia el mundo de los mortales. Sus pasos resonaban. En una ocasión, escuchó el sonido parecido al de un pequeño suspiro detrás de él, pero pudo haber sido solo su imaginación. Y, el olor a madreselva…. ¿acaso ese era el perfume de Eurídice? Su corazón dolía por la necesidad de comprobarlo. Ella, podía estar justo a sus espaldas, tratando de alcanzarlo con sus manos…. ese pensamiento estaba lleno de éxtasis y de agonía por igual. Le tomó toda su fuerza de voluntad el no mirar. Finalmente logró ver el cálido resplandor de la luz del día proveniente de la entrada del túnel en la superficie. Solo unos pasos más, se dijo. Sigue caminando. Deja que la luz del sol nos reciba. Pero su fuerza de voluntad se desmoronó. La voz de Hades resonó en sus oídos. Debes tener fe. La fuerza de su amor debe ser suficiente. Orfeo se detuvo. Él nunca había confiado en su propia fuerza. Se había criado junto a su padre, quien constantemente lo estaba reprendiendo, llamándolo débil. Sin su música, Orfeo no hubiera sido nadie. Eurídice no se habría enamorado de él. Y, Hades no hubiera accedido a enviarla detrás de él. ¿Cómo podía Orfeo estar seguro de que su amor era suficiente? ¿Cómo podía tener fe en algo que no fuera su música? Él se quedó en silencio, esperando el poder oír otro suspiro detrás de él, deseando poder oler otra ráfaga de su perfume de madreselva.

— ¿Eurídice?, —él la llamó. No hubo respuesta. Se sintió completamente solo. Se imaginó a Hades y Perséfone riéndose a su costa por haber sido tan estúpido de caer en su broma. ¡Oh, dioses! Hades estaría diciendo. ¿En realidad se lo creyó? ¡Qué idiota! Pásame otra langosta, ¿sí? ¿Y si el espíritu de Eurídice nunca estuvo allí? O peor, ¿y si ella estaba detrás de él en ese preciso momento, rogando por su atención? Ella podría estar necesitando de su ayuda para volver al mundo mortal. Podían entrar en contacto con la luz del sol, luego él miraría hacia atrás, solo para verla desaparecer delante de sus propios ojos, mientras el túnel hacia el Inframundo se derrumbaba de forma permanente. Eso parecía ser justo el tipo de bromas que Hades podía hacerle. —Eurídice, —él volvió a llamar. —Por favor di algo. Solo escuchó el eco de su propia voz hasta que se desvaneció. Si hay una cosa que un músico no puede soportar, es el silencio. El pánico se apoderó de él. Y se giró. A unos pasos detrás de él, bajo las sombras del túnel, a menos de un tiro de piedra de la luz del sol, su hermosa esposa estaba de pie con el mismo vestido fino de color azul con el que había sido enterrada. El color rosado estaba empezando a regresar a su rostro. Se miraron a los ojos. Se alcanzaron el uno al otro. Orfeo trató de tomar su mano, pero sus dedos se volvieron de humo. Mientras ella se desvanecía, la expresión de él se llenó de pesar…. pero sin culpa. Orfeo había intentado salvarla. Había fracasado, pero ella lo amaba de todos modos. Saber eso le rompió el corazón, de nuevo. —Adiós, mi amor, —él le susurró. Entonces, ella desapareció. El grito de Orfeo fue el sonido menos musical que él había entonado nunca. La tierra se sacudió. El túnel empezó a colapsar. Una ráfaga de aire lo empujó hacia el mundo mortal, como un trozo de dulce expulsado desde una tráquea. Él gritó y golpeó las rocas con sus puños. Trató de tocar su lira, pero sus dedos se sentían como plomo sobre las cuerdas. El camino hacia el inframundo no se abriría, de nuevo. Orfeo no se movió de ese lugar durante siete días. Él no quiso comer, beber o bañarse. Esperaba que su sed o su propio olor corporal pudieran matarlo, pero no funcionó. Les rogó a los dioses del Inframundo tomar su alma. Pero, no obtuvo respuesta. Subió al acantilado más alto y se arrojó, pero el viento lo llevó suavemente hasta el suelo. Buscó leones hambrientos. Pero, los animales se negaron a matarlo. Las serpientes se negaron a morderlo. Él trató de golpear su cabeza contra una roca, pero la roca se convirtió en polvo. Al hombre, literalmente, no se le permitía morir. El mundo amaba demasiado su música. Todos querían que él viviera y siguiera tocando. Por último, vacío por la desesperación, Orfeo vagó de regreso a su tierra natal, Tracia. Si su historia hubiera terminado allí, ya sería lo suficientemente trágica, ¿cierto? Pero, oh, no. Se pone mucho peor. Orfeo nunca se recuperó de la muerte de Eurídice.

Él se negó a salir con otras mujeres. Solo quería tocar canciones tristes. E incluso ignoró las fiestas de los Misterios Dionisíacos, los cuales el mismo había ayudado a inventar. Anduvo abatido por todos los alrededores de Tracia, entristeciendo a todos sus habitantes. Ahora bien, cuando uno ha pasado por una gran tragedia, como el ver a tu esposa muerta volverse humo, la mayoría de las personas te dan tu espacio. Todos se solidarizan hasta cierto punto contigo. Pero después de un tiempo empiezan a molestarse, como diciéndote: Ya basta, Orfeo. ¡Únete de nuevo a la raza humana! Yo no estoy diciendo que esa sea la forma más sensible de actuar, pero así es como actúan las personas, especialmente si esas personas resultan ser unas Ménades. A través de los años, Orfeo se había construido una muy buena relación con los seguidores de Dionisio. Él les había organizado sus fiestas. Su padre era un veterano de la Guerra contra la India. Pero, eventualmente, las Ménades se sintieron muy irritadas por el hecho de que Orfeo ya no se uniría a sus fiestas nunca más. Él era el soltero más codiciado de toda Tracia, pero no quería ligar con ellas. Ni beber con ellas. Apenas siquiera las miraba. La madre de Orfeo, Calíope, trató de advertirle del peligro, pero su hijo no quiso escucharla. No quiso salir de la ciudad. Simplemente ya nada le importaba. Finalmente la ira de las Ménades se desbordó. Una noche, después de que ellas hubieran estado bebiendo más de lo habitual, oyeron a Orfeo tocando su lira en el bosque—otra canción sobre lo trágico del amor y la desolación. Su dulce voz volvió a las Ménades aún más desenfrenadas de lo que ya estaban. — ¡No me agrada ese tipo!, —gritó una. — ¡Ya no quiere pasar el rato con nosotras! ¡Es un completo aguafiestas! — ¡Vamos a matarlo!, —gritó otra. Esa es la respuesta estándar de las Ménades para resolver la mayoría de sus problemas. Todas pulularon hacia el sonido de la lira de Orfeo. Orfeo estaba sentado en la orilla de un río, deseando poder ahogarse. Observó cómo las Ménades se acercaban, pero él siguió tocando. No le importaba morir. No estaba muy seguro de que él pudiera morir. Al principio las Ménades le lanzaron piedras. Pero las piedras se cayeron al suelo. Las Ménades le arrojaron sus lanzas, pero el viento las desvió hacia un lado. —Bueno, —dijo una de las Ménades. —Supongo que tendremos que encargarnos de este asunto con nuestras propias manos. —Ella blandió sus largas uñas puntiagudas. — ¡Señoritas, ataquen! Sus gritos salvajes ahogaron la música de Orfeo. Ellas lo rodearon. Orfeo no trató de correr. De hecho, estaba agradecido de que alguien estuviera dispuesto a matarlo, y dejarle ver a Eurídice, de nuevo. Las Ménades fueron amables. Ellas lo despedazaron. Inmediatamente después de aquello, el silencio fue opresivo. Incluso las mismas Ménades estaban horrorizadas por lo que habían hecho. Huyeron, dejando los pedazos del cuerpo de Orfeo dispersos por todo el bosque. Calíope y las otras Musas finalmente lo encontraron. Ellas recolectaron todo lo que pudieron, y enterraron sus restos al pie del Monte Olimpo. Sin embargo, hubieron dos cosas importantes que no encontraron: la lira de Orfeo y su cabeza. Esas dos cosas flotaron rio abajo en la

corriente del Río Évros250, y se perdieron en el mar. Supuestamente, su lira siguió entonándose a sí misma y su cabeza decapitada siguió cantando mientras se alejaban flotando, como uno de esos juguetes Furby251 que simplemente nunca se callan. (Lo siento. Todavía tengo pesadillas con esas cosas….) Finalmente, Apolo, logró recuperar la lira del mar. Y la arrojó hacia el cielo, donde la convirtió en la constelación de Lira. Por otro lado, la cabeza decapitada de Orfeo encalló en la isla de Lesbos. Los locales le hicieron un santuario. Apolo le dio el poder de la profecía, así que, durante un tiempo, las personas de todas partes venían a Lesbos para consultar con la cabeza cortada de Orfeo. Eventualmente Apolo decidió que eso era algo demasiado espeluznante. Entonces, silenció al Oráculo. El santuario fue abandonado, y la cabeza de Orfeo fue enterrada. En cuanto al espíritu de Orfeo, he oído rumores de que él se reunió con Eurídice en los Campos Elíseos. Ahora, él puede mirar fijamente a su esposa todo lo que quiera sin el temor a que vaya a desaparecer. Pero, a donde quiera que ellos vayan, solo por seguridad, Orfeo le permite a Eurídice ir adelante. Supongo que eso significa que ambos vivieron felices para siempre— si exceptuamos el hecho de que ambos murieron. Probablemente haya una canción sobre eso en alguna parte. La, la, la, te amaré vivo o muerto. La, la, la. No, no importa. Creo que mejor seguiré luchando con la espada. La música es demasiado peligrosa.

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El río Maritsa o Evros (búlgaro Марица, griego Έβρος, Évros, romanizado como Hebro, turco Meriç), es un río que nace al noroeste de las montañas Rila al oeste de Bulgaria. Es el río más importante de Tracia y tiene cerca de 480 km de longitud. 251 Un Furby es un juguete fabricado por Tiger Electronics (subsidiaria de Hasbro).

HÉRCULES HACE DOCE COSAS ESTÚPIDAS.

¿Por dónde comenzar con este chico? Incluso su nombre es complicado. Voy a llamarlo por su nombre Romano, Hércules, porque así es como lo conoce la mayoría de la gente. Los griegos lo llamaban Heracles. E incluso ese, no era su nombre real. Nació como Alcides, o como Alceo, dependiendo de la historia que lean, pero decir: ‘El Gran Héroe Al’, simplemente no tiene mucha chispa. De cualquier modo, antes de que: Cualquiera–Que–Fuera–Su–Nombre naciera, se desarrolló todo un teleteatro en la parte sur de Grecia. ¿Recuerdan a Perseo, el chico que le cortó la cabeza a Medusa? Después de que él se volviera el Rey de Argos, unificó media docena de ciudades/estado—Tirinto, Pilos, Atenas, Villa–Patea–Traseros, etcétera—en un solo reino poderoso llamado Micenas. (Lo cual suena como Me–SEE–nia252, que casi rima con mankini253). Cada ciudad contaba con su propio Rey, pero, también había un Monarca Supremo que regía sobre toda la nación. Ese Monarca Supremo podía ser de cualquiera de las ciudades, pero se suponía que siempre debía de ser el descendiente más antiguo de Perseo. ¿Ya se confundieron? Yo también. Para cuando la tercera generación del Clan de Perseo anduvo por allí, los líderes contendientes para el puesto de Monarca Supremo eran dos primos de la ciudad de Tirinto. Uno era Anfitrión. El otro era Esténelo. Teniendo que arreglárselas con esos dos nombres, uno podría pensar que merecían el premio a los Reyes con los nombres más impronunciables. Anfitrión era el mayor, por unos cuantos días, así que todos asumieron que él conseguiría el puesto. Entonces, él arruinó las cosas asesinando accidentalmente a su suegro. Eso sucedió más o menos así: Anfitrión había estado haciendo negocios con este tipo, Electrión, para obtener el permiso de poder casarse con su hija, Alcmena. Tan pronto como sellaron el trato, Electrión llamó a Alcmena para darle las buenas nuevas. ELECTRIÓN: ¡Alcmena, quiero que conozcas a tu nuevo esposo, Anfitrión! ALCMENA: Um, okey. Una advertencia previa hubiera sido agradable. ELECTRIÓN: No seas tan pesimista. ¡Él será el Monarca Supremo muy pronto! ¡Pagó un buen precio por ti! Y, también, te ama. La amas, ¿cierto? ANFITRIÓN: Uh–huh. ALCMENA: Pero, acabas de conocerme. ANFITRIÓN: Uh–huh. 252

Toma en cuenta que esta pronunciación y el juego de palabras que viene está basado en la pronunciación inglesa de la palabras Micenas (Mycenae) 253 Traje de baño usado por el protagonista de la película Borat.

ALCMENA: ¿Sabes decir algo que no sea: ‘Uh–huh’? ANFITRIÓN: Uh–huh. ALCMENA: Padre, este tipo es un idiota. ANFITRIÓN: ¡Pero, te amo! ¡Te amo, ASÍ DE GRANDE! (Él abrió sus manos. Y accidentalmente golpeó a Electrión en el rostro, y lo mató). ANFITRIÓN: Oops. ALCMENA: Eres un idiota. Cuando se esparció la noticia, el otro contendiente real, Esténelo vio la oportunidad de apoderarse del Reinado Supremo. Públicamente acusó a Anfitrión de asesinato. Organizó toda una campaña de desprestigio con posters, pregoneros locales, y anuncios de TV: ESTE IDIOTA ASESINÓ A SU PROPIO SUEGRO. ¿PODRÍAS CONFIAR EN ÉL PARA DIRIGIR NUESTRO PAÍS? Básicamente, aquello caldeó tanto los ánimos que Anfitrión tuvo que salir huyendo de Micenas. Se llevó con él a su nueva esposa, Alcmena, que no estaba muy feliz de acompañarlo. Se establecieron en Tebas, un pueblo al noroeste de Atenas, fuera del área de influencia de Micenas. Anfitrión se volvió el general más importante de la ciudad, pero eso no era decir demasiado, dado que el ejército de Tebas era tan poderoso como el escuadrón de policías de un Centro Comercial. Alcmena, definitivamente, no estaba enamorada de su marido. Técnicamente estaban casados, pero el idiota había asesinado a su padre, y había conseguido que los exiliaran a ambos. —Ni pienses que vamos a tener hijos, —le dijo Alcmena. —Eso disminuiría el CI254 de toda la civilización Griega. — ¡Te probaré que soy digno de ti!, —le prometió Anfitrión. — ¿Qué debo hacer para lograrlo? Alcmena lo consideró. —Ve a conquistar un montón de ciudades. Demuéstrame que eres un buen líder. Puedes comenzar destruyendo la isla de Tafo255. Mis hermanos atacaron ese lugar hace algunos años y los asesinaron. Venga a mis hermanos. Anfitrión perdió la noción de lo que ella le estaba diciendo después de las primeras palabras. — ¿Qué? Alcmena señaló. —Tafo. ¡Ve y mátalos! —De acuerdo. Anfitrión tomó su ejército, y tuvo un montón de aventuras, las cuales no voy a detallar. Hubo una zorra que no podía ser atrapada256. Hubo también un tipo rubio de cabello largo al que no se le podía asesinar. Hubo mucha sangre, mutilaciones y saqueo. Ya saben, básicamente una semana promedio en la Antigua Grecia. Anfitrión mató gente y destruyó cosas hasta que pensó que había logrado probar que era digno de Alcmena. Entonces, hizo que su ejército diera la vuelta y marchó a Tebas. Estaba ansioso

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Coeficiente Intelectual. Tafo es una pequeña isla situada entre las costas de Acarnania y Lefkada, habitado por los Tafi. 256 Por si quieren saber Percy se refiere al mito de la Zorra Teumesia y el pero Laelaps, quien estaba destinado a cazar siempre a su presa. 255

de poder llegar a casa y disfrutar de su luna de miel. Había estado casado con su esposa por más de un año, y ni siquiera se habían besado, todavía. Para su mala suerte, alguien más, también, quería tener una luna de miel con su esposa. Nuestro viejo amigo Zeus, el dios del cielo y de las lindas señoritas257, había estado observando a Alcmena. Y le gustó lo que vio. Zeus le había prometido a Hera, (por trigésima vez), que dejaría de andar haciendo el tonto con mujeres mortales. Por supuesto, él no tenía la intención de cumplir su promesa, pero aun así se imaginó que sería mejor mantener un bajo perfil cuando visitara a Alcmena. Decidió que el modo más simple sería tomar la apariencia de su esposo. Zeus se transformó en el clon de Anfitrión y bajó volando hacia Tebas. — ¡Querida, llegué a casa! —Zeus anunció. Alcmena caminó hacia la estancia. — ¿Qué estás haciendo aquí? Los mensajeros dijeron que aún estabas con el ejército. No te estaba esperando hasta dentro de tres días. ¿Tres días? Pensó Zeus. ¡Excelente! — ¡Llegué a casa antes!, — anunció. — ¡Vamos a celebrar! Zeus ordenó pizza. Abrió una botella de champaña, y puso algo de música de Justin Timberlake. Al principio, Alcmena sospechó. Su esposo no se veía tan idiota como antes. Pero, ella tenía que admitir que prefería esta versión de él. Quizás había aprendido algo en sus aventuras. Tuvieron una noche maravillosamente romántica juntos. De hecho fue tan maravillosa que en cierto momento Zeus se disculpó, tomó su teléfono, se dirigió al baño y le texteó a Helios, el dios del sol: Hermano, tómate unos días libres. ¡Necesito que esta noche dure un poco más de tiempo! Helios le respondió: ¿Estás con Alcmena?258 Zeus: Totalmente. Helios: OMG259, ella es tan candente. Zeus: Lo sé, ¿cierto?260 Helios dejó la carroza solar en el garaje por las siguientes setenta y dos horas. Para cuando finalmente amaneció, Alcmena sufría de privación del sueño y una sobredosis de Justin Timberlake. Zeus la besó para darle los buenos días. — ¡Bueno, eso fue grandioso, bebé! Tengo que irme. Voy a revisar unas…. cosas del ejército. Él salió caminando tranquilamente por la puerta del frente. Diez minutos después, el verdadero Anfitrión entró. — ¡Querida, llegué a casa! Alcmena lo miró con la vista borrosa. — ¿Tan pronto? ¿Acaso olvidaste algo? Anfitrión había estado esperando un recibimiento un poco más entusiasta. —Um…. no. Acabo de regresar de la guerra. ¿Podríamos…. celebrar? — ¿Estás bromeando? ¡Llegaste a casa, ayer! ¡Pasamos juntos la noche! Anfitrión no era el crayón más puntiagudo de la caja, pero se dio cuenta de que algo estaba mal. Él y Alcmena visitaron al sacerdote local, quien hizo algunos de sus trucos de adivinación, y determinó que el primer Anfitrión en realidad había sido Zeus. Los historiadores Romanos creían que esta situación de identidades confusas era hilarante. Escribieron comedias enteras sobre aquello. Pueden imaginarse como resultó todo eso: Alcmena 257

En español en el original. Texto Original: R U w/Alcmene? Que es una especie de Acrónimo o Diminutivo para: ¿Estas con Alcmena? 259 Forma abreviada de decir Oh, Mi Dios. 260 Texto Original: IKR que es el acrónimo o abreviación de: ‘I Know, Right?’. 258

miraría a la audiencia como diciéndoles: ¡WHOOPS! ¿ESE NO ERA MI ESPOSO? Mientras un montón de tipos vestidos con togas estarían rodando sobre el piso destornillándose de risa. De cualquier manera, no había mucho que Anfitrión pudiera hacer al respecto. Él y Alcmena tuvieron su propia celebración de luna de miel. Para cuando Alcmena estaba en su segundo trimestre de embarazo, supo, de la forma en que lo saben las madres, que estaba esperando gemelos. Tenía la sensación de que un bebé sería de Zeus, y el otro sería de Anfitrión. Y que el bebé de Zeus significaría grandes problemas para ella. Mientras tanto, de regreso en Micenas, el Primo Esténelo aún intentaba convertirse en el monarca supremo. Pensaba que iba a ser un seguro ganador con Anfitrión en el exilio, pero a nadie le agradaba Esténelo. Era cruel y cobarde. Además, su nombre era súper difícil de pronunciar. Los nobles se reusaban a respaldarlo. Los plebeyos lo abucheaban. Esténelo intentó resolver el asunto mediante el voto público, pero quedó en tercer lugar después de otros dos candidatos propuestos por los votantes durante la elección: Mickey Mouse y Fluffy, el gato del pueblo. Las únicas buenas noticias para Esténelo eran: que su esposa Nícipe estaba a punto de dar a luz a su primer hijo. Si el bebé era un niño, sería el primogénito del descendiente mayor de Perseo, (sin contar a Anfitrión, por supuesto), lo que significaría que el chico tendría buenas oportunidades de convertirse en un Monarca Supremo incluso si Esténelo no podía hacerlo. Arriba, en el Monte Olimpo, la Reina Hera estaba pensando exactamente lo mismo. Ella se había enterado de la aventura de Zeus con Alcmena. Y, en lugar de tener un arrebato de furia, decidió afrontar la situación de una forma fría y sigilosa. —Zeus, probablemente, va a querer que su hijo bastardo con Alcmena se convierta en el Monarca Supremo de Micenas, —gruñó para sí misma. —Bueno, eso no va a suceder. A la noche siguiente, hizo todo en su poder para poner a Zeus de buen humor. Puso su álbum favorito de Timberlake. Cocinó su cena favorita—crepas de ambrosía con salsa de ambrosía y una guarnición de ambrosía salteada. Le masajeó los hombros y le susurró al oído: — ¿Pastelito de Miel? — ¿Mmm?, —Zeus cruzó los ojos extasiado. — ¿Podrías hacer un pequeñito decreto divino por mí? — ¿Un decreto divino…. sobre qué? Ella le introdujo una fresa cubierta de ambrosía en la boca. —Oh, solo pensaba que el reino de Micenas debería tener algo de paz y prosperidad. ¿No sería eso lindo? —Mmph–hmm. — Zeus se tragó la fresa. — ¿Qué tal si decretas que el siguiente descendiente de Perseo que nazca se convertirá en el Monarca Supremo? ¿No haría eso que las cosas fueran más sencillas? Zeus suprimió una sonrisa: Él sabía que los gemelos de Alcmena estaban por nacer en cualquier minuto. El hijo de Esténelo no nacería en, al menos, una semana más. Pero, él simplemente no estaba consciente de que Hera lo sabía. —Sí, claro, cariño. ¡No hay problema! Esa misma noche, los oráculos divinos por todo Micenas anunciaron las últimas noticias de Zeus: ¡El siguiente descendiente de Perseo nacido varón, se convertirá en el Monarca Supremo! Y, no, al público no se le permitirá votar por Fluffy, el gato local. Después de la cena, Hera se dirigió con presteza a la tierra, en busca de su hija Ilitia, la diosa de los alumbramientos, quien estaba justamente llegando a la casa de Alcmena. — ¡Detente!, —le gritó Hera. — ¡No permitas que Alcmena dé a luz, todavía!

Ilitia retrocedió, aferrándose a su botiquín de mano. —Pero si ya está en labor de parto. ¿Acaso no recuerdas lo doloroso que es eso? — ¡No me importa!, —le dijo Hera. —No debe dar a luz—al menos no hasta que haya nacido el hijo de Esténelo. —Pero, eso no lo tengo en mi agenda hasta la próxima semana. —Solo ven conmigo a Tirinto. ¡AHORA! Ilitia estaba acostumbrada al drama del alumbramiento. ¿Al drama de Hera? No tanto. Dejando a Alcmena postrada sobre su cama gimiendo, sudando y maldiciendo, ambas diosas volaron a la ciudad de Tirinto. Una vez allí, Ilitia agitó su almohada mágica Lamaze261, y la esposa de Esténelo, Nícipe inmediatamente entró en labor de parto. ¡BOOM! Cinco minutos después estaba sosteniendo a su varón recién nacido en sus brazos. El parto más rápido en la historia. Ellos nombraron al niño Euristeo, porque ese era el nombre más impronunciable que se les ocurrió en tan poco tiempo. Era, en efecto, el siguiente descendiente de Perseo nacido varón, así que el pequeñín fue coronado como Monarca Supremo de inmediato, aunque fue difícil encontrar una tiara lo suficientemente pequeña para su cabecita de recién nacido. En cuanto a Alcmena, Hera la hubiera dejado sufrir en labor de parto por siempre. Porque ese es el tipo de persona amorosa que es ella. Pero Ilitia se apiadó de ella. Una vez aclarado el hecho de que Hera había conseguido lo que quería, el asunto de la monarquía suprema, Ilitia le concedió a Alcmena un parto seguro y sencillo. El primer gemelo en nacer fue Hércules, (aunque en ese momento fue llamado: Al), seguido por su hermano menor, Ificles. El orgulloso padre, Anfitrión, miró a los recién nacidos. E inmediatamente se sintió atraído por ambos, aunque Alcmena le había advertido de antemano que uno de los niños probablemente sería de Zeus. ¿Cuál es el mío y cuál el de Zeus? Se preguntó internamente. Ificles lloró. Al/Hércules flexionó sus músculos de recién nacido, y golpeó a su hermano en el rostro, como diciéndole: Cállate. —Creo adivinar que el musculoso es de Zeus, —dijo Alcmena. Anfitrión suspiró. —Sí, probablemente tienes razón. Al día siguiente, las noticias llegaron de Tirinto: El nuevo Monarca Supremo, Euristeo, había nacido solo unas horas antes que Hércules. —Hera debió de interferir, —supuso Alcmena. —Fue por eso que mi labor de parto duró tanto tiempo. En sus brazos, el bebé Hércules gritó: — ¡RARRR! —Y prontamente se hizo popó en su pañal. Alcmena dio un paso atrás por la peste. — ¿Ese fue un comentario editorial262?, —le preguntó al bebé. — ¿No te agrada Hera? — ¡RARRR!, —más popó. 261

Lamaze: educación para el alumbramiento compañía que ofrece enseñanza en prácticas saludables para el parto y productos útiles para el embarazo y juguetes didácticos para bebés y niños pequeños, además enseña técnicas para un embarazo saludable y para partos naturales. 262 Un editorial pertenece al género periodístico, y consiste en un texto expositivo-argumentativo, normalmente no firmado, que explica, valora y juzga un hecho noticioso de especial importancia.

Eso preocupó a Alcmena—y no solo porque no tenía idea de lo que el chico había estado comiendo. Ella había escuchado muchas historias acerca de Hera torturando a las amantes mortales de Zeus. Su difícil labor de parto era prueba de que Hera iba a por ella. Su nuevo bebé Al/Hércules podría hacer que la mataran. En ese momento de miedo y debilidad, Alcmena hizo lo que tantos padres hacían entonces con los hijos no deseados. Se escabulló de la casa, llevó al bebé a un páramo de naturaleza salvaje convenientemente ubicado y lo dejó expuesto a los elementos sobre una roca para que muriera. El pequeño Hércules estaba poderosamente molesto. Se retorció en la roca por horas, chillando, maldiciendo en lenguaje de bebé, y golpeando a cualquier animal salvaje que se atreviera a acercársele. Afortunadamente, Zeus estaba cuidando al niño pequeño. Zeus había tenido la sabiduría para adivinar la pequeña estafa de Hera con lo de los bebés monarcas supremos. Se dijo a sí mismo: —Oh, ¿Quieres pelea? De acuerdo, Pastelito de Miel, que así sea. —ÉL envió a Atenea, diosa de la sabiduría, a la tierra para cuidar del bebé. Hércules miró a Atenea, e hizo gorgoritos, pero su estómago le rugía. Atenea, al no ser del tipo maternal, no sabía qué hacer con él. —Necesito una nodriza, —murmuró. —A alguien a quien le gusten los bebés. Umm…. Entonces, tuvo una idea bastante retorcida. Le llevó el niño a Hera. — ¡Oh, mi Reina!, —dijo Atenea. —Acabo de encontrar a este pobre bebé desconocido abandonado en el medio de la naturaleza salvaje. ¿No es eso terrible? ¡Yo no sé cómo alimentarlo, y está tan hambriento! Hera no sabía quién era el bebé. Una mirada al chiquitín, y afloró su instinto maternal. — Aw, pobre cosita. Dámelo. Yo lo amamantaré. En aquel entonces no existían los biberones y la fórmula para bebés263. Cuando un bebé tenía hambre, lo alimentaban dándole el pecho. Fin de la historia. Usualmente la madre lo hacía, pero si la madre no estaba disponible, otra mujer podía hacer ese trabajo. Hera, siendo la diosa de las madres, creyó estar a la altura de esa tarea. Ella sostuvo a Hércules junto a su pecho, y lo dejó tomar unos cuantos tragos de su dispensador de leche divino. El bebé se estaba dando el banquete de su vida, hasta que Atenea dijo: — ¡Gracias, Hera! Esa era la primera vez que ella había dicho el nombre de Hera en presencia del bebé. Hércules le dio una fuerte mordida a la sensible piel de Hera, y gritó: — ¡RARR!, —entonces se hizo popó, todo al mismo tiempo, ocasionando que Hera gritara y lo arrojara lejos. Afortunadamente, Atenea era buena atrapando cosas. Algunas leyendas dicen que la leche del pecho de Hera se esparció como rocío por todo el cielo y creó la Vía Láctea. No lo sé. Esos parecen ser demasiados sistemas solares para un simple chorrito de leche. Lo que sí es seguro es que: Esos pocos sorbos de aquella leche de buena calidad le infundieron a Hércules fuerza y salud divina, un obsequio de la diosa que más le odiaba. Atenea llevó rápidamente el bebé de regreso a la casa de su madre. Lo dejó frente a la puerta, tocó el timbre y se alejó volando. Alcmena abrió la puerta. El bebé Hércules le sonrió, con el rostro cubierto de leche. —Um, está bien…. —Alcmena pensó que eso era una señal de los dioses. 263

La leche en polvo con el Cerelac...rayos que antojo.

Ella llevó al bebé dentro de su casa, y nunca más intentó deshacerse de él, otra vez. Los siguientes meses transcurrieron con relativa tranquilidad. Hércules aprendió a gatear. Aprendió a traspasar de un golpe las paredes de ladrillos. Le salieron los dientes y los utilizó para morder varias monturas de caballos, le dieron un tiempo fuera por romperle los brazos a su niñera e incluso pronunció su primera palabra: destrozar. Una noche, cuando él y su hermano, Ificles, estaban dormidos, Hera decidió deshacerse de su infante menos favorito de una vez y para siempre. Si permito que crezca este niño, pensó, solamente serán más problemas. Zeus lo está cuidando, así que no puedo simplemente convertirlo en cenizas. Hmm, ¡Ya sé! Arreglaré que le suceda un accidente creíble—un par de serpientes venenosas en la habitación de los bebés. ¡Eso sucede todo el tiempo, estoy segura de ello! Dos víboras desagradables serpentearon a través de una grieta en el muro, y fueron directo hacia las cunas de los niños. Ificles despertó primero. Sintió que algo se deslizaba sobre su cobija, y se puso a llorar. Al otro lado del pasillo, Alcmena lo escuchó. Ella salió rápidamente de la cama, y despertó a su marido moviéndolo. —Anfitrión. ¡Algo malo está pasando en la habitación de los bebés! Los padres empezaron a correr, pero ya era demasiado tarde. Hércules se había encargado del asunto. Con sus reflejos súper–veloces de bebé, había tomado a ambas serpientes por el cuello, y las había estrangulado hasta matarlas. Para cuando sus padres llegaron, Hércules estaba parado en su cuna, sonriéndoles y agitando los cuerpos de las víboras muertas como si fueran juguetes. — ¡Adiós–adiós! En cuanto a Ificles, él se había hecho un ovillo en una esquina de la cuna, bajo su manta, llorando y sollozando. Anfitrión suspiró. —Vamos, Ificles. Ya te tengo. Lo siento, pequeñín. Te tocó mi ADN. Después de esa noche, nuestro héroe estrangulador de serpientes se ganó un nuevo nombre. Ya no se le llamó: Alcides, Alceo o cualquier otro derivado de Al. Se le conoció como Heracles, (en Romano: Hércules), que significa: Gloria de Hera. Gracias a Hera, él fue famoso antes de que siquiera se graduara de preescolar. A Hera debió haberle encantado aquello. Mientras crecía, Hércules tuvo algunos maestros realmente buenos. Su papá, Anfitrión, le enseñó a manejar una carroza. Los generales de Tebas le enseñaron a pelear con la espada, a tirar con un arco y a luchar cuerpo a cuerpo. La única materia en la que no sacaba buenas notas era: Música. Sus padres contrataron al mejor músico de lira en el pueblo, Lino, quien era medio hermano de Orfeo, pero Hércules tenía cero habilidades musicales. Sus dedos simplemente eran demasiado grandes y torpes como para manipular las cuerdas. Eventualmente, Lino perdió la paciencia y le gritó, — ¡No, no, no! ¡Eso debería ser una escala de C264! Lino le arrebató la lira de las manos al niño. Y lo golpeó en el rostro con ella. (Para Tu Información, ser golpeado en el rostro con una lira si duele). Hércules, a su vez, le arrebató la lira a su maestro. — ¡MIRE ESTA ESCALA! 264

Nota musical Do. También DoM en notación latina y C en notación anglosajona

Entonces, golpeó a Lino en la cabeza varias veces hasta que la lira se hizo pedazos y el maestro de música estuvo muerto. Hércules tenía doce. Fue juzgado por asesinato capital. Si eso no es meterse en serios problemas, no sé lo que es. Afortunadamente, Hércules era listo. Decidió alegar auto–defensa, y dado que Lino lo había golpeado primero, logró salir del problema fácilmente con tan solo seis años de servicio comunitario en un rancho ganadero a las afueras de la ciudad. El rancho no era tan malo. A Hércules le agradaba trabajar en los exteriores. Consiguió montones de aire fresco, y nunca más tuvo que tomar lecciones de música. Sus padres también apreciaban el tenerlo a una distancia segura donde no pudiera atraer serpientes venenosas a la casa, cometer maestrocidio, o destruir accidentalmente la ciudad. Hércules fue liberado de sus obligaciones en el rancho cuando cumplió los dieciocho. Para ese entonces, ya era el más grande, el más alto, el más fuerte, y el más malo Tebano en la historia de Tebas. Él había estado lejos durante mucho tiempo, y no estaba al día con todo lo que estaba pasando, así que cuando regresó a su casa, quedó impactado de ver a la gente del pueblo llorando en la plaza pública, reuniendo todo su ganado como si fueran a tener una subasta. Hércules reconoció a muchas de las vacas que había criado durante sus años de servicio comunitario. Hércules encontró a su familia entre la multitud. — ¡Papá!, —él llamó a Anfitrión. — ¿Qué sucede con esas vacas? Su padrastro se estremeció. —Hijo, mientras estuviste lejos, tuvimos una guerra contra los Minias. Ya sabes, ¿esos tipos que viven en esa ciudad de por allá—la gente del Rey Ergino? — ¿Sí?, ¿Y? —Perdimos. Horrorosamente. Y, para evitar que los Minias destruyeran la ciudad por completo, el Rey Creonte accedió a pagarles un tributo anual de cien vacas. — ¿Qué? ¡Eso es una locura! Yo crie esas vacas. Allí está Spot265, justo ahí. Y, esa de allá es Buttercup266. ¡No pueden entregar a Buttercup! Cien vacas pueden no parecer un trato tan descabellado, pero en ese entonces era como entregar unas cien casas o unos cien Ferraris. Esas vacas valían mucho dinero. Eran una de las más importantes inversiones que podías hacer. Además—¡Buttercup! Amigo, no puedes entregar una vaca a la que Hércules se había molestado en darle un nombre. — ¡Deberíamos pelear! —dijo Hércules. — ¡Esta vez derrotaremos a esos malvados Minias! Su enfermizo hermano, Ificles, habló. —Pero se llevaron todas nuestras armas. Eso fue también parte del tratado de paz. — ¿Todas nuestras armas? —Hércules se dirigió hacia el Rey Creonte, que estaba parado cerca de ahí con sus guardias. — ¿Me voy por unos cuantos años, y entrega todas nuestras armas y nuestras vacas? ¡Su Majestad, vamos! El viejo Rey se sonrojó y miró hacia el piso. —Tenemos que hacer algo, —insistió Hércules. —Es demasiado tarde, —dijo Ificles. —Aquí vienen ya. La multitud se dividió mientras una docena de enormes Minias con armaduras completas marcharon por la plaza, pateando ancianos para quitarlos de su camino, empujando ancianas y robando churros de los vendedores de la calle. 265 266

Traducción literal del Nombre: Manchas. En serio, ¿quién le pone a una vaca el nombre de Manchas? Traducción Literal del Nombre Botón Dorado o Botón de Oro. Y retiro mi pregunta anterior.

El Rey Creonte no hizo nada para detenerlos. Tampoco lo hicieron sus guardias. Incluso el padre de Hércules, el gran general Anfitrión, solo se quedó ahí parado observando como los Minias intimidaban a la gente para abrirse camino hasta el redil del ganado. Finalmente Hércules no pudo soportarlo más. — ¡TERMINEN CON ESTO! Los Minias se detuvieron. Ellos lo observaron con consternación mientras Hércules se les acercaba decididamente—un enorme y velludo adolescente vestido con una simple túnica de cuero y una capa de pastor de ganado. — ¿Te atreves a hablarnos? —le dijo el líder de los Minios. — ¡Somos tus amos, vaquero! Póstrate y bésame los pies. —Eso no va a suceder. —Hércules se tronó los nudillos. —Váyanse ahora, y no habrá derramamiento de sangre. No se llevarán una más de nuestras vacas. Los Minios se rieron. —Mira, muchacho, —dijo el líder. —Nosotros tenemos espadas. Tú no. Nos vamos a llevar esas cien vacas, justo como dice en el tratado de paz. El próximo año, regresaremos por cien más. ¿Qué es lo que vas a hacer para detenernos? Hércules golpeó al tipo en la cara, haciéndolo caer inconsciente de inmediato. Los otros Minias intentaron sacar sus espadas, pero Hércules era rápido. Antes de que las hojas pudieran salir de sus fundas, los doce Minias estaban en tierra con las narices rotas, ojos morados y cincuenta por ciento menos dientes. Hércules confiscó sus armas. Y luego, (ALERTA DE ASQUEROSIDAD), empleando la propia espada del líder, le cortó a cada Minia la nariz, las orejas y las manos. Ensartó las partes mutiladas y formó asquerosos collares, y se los colgó en los cuellos a los prisioneros. Sorprendentemente, eso no los mató. Cuando recuperaron la conciencia y tuvieron fuerza suficiente para caminar, Hércules los obligó a ponerse en pie. —Regresen con el Rey Ergino, —les ordenó. — ¡Díganle que los únicos tributos que conseguirá de Tebas serán esos horripilantes trozos de carne que cuelgan alrededor de sus cuellos! Él golpeó el trasero del líder con la parte plana de la espada, y envió de regreso a los Minias mutilados. La asombrada multitud de Tebanos salió de la impresión. Los más jóvenes lo vitorearon y bailaron alrededor de las vacas recién liberadas. Los ciudadanos más viejos que habían visto demasiadas guerras, se mostraron menos entusiastas. —Hijo mío, —dijo Anfitrión, —El Rey Ergino nunca olvidará esto. Regresará con todo su ejército. —Bien, —gruñó Hércules. —Los mataré a todos. El Rey Creonte se le acercó rengueando. Lucia enfermo y tenía el rostro de color verdoso. —Chico, ¿qué es lo que has hecho? Yo recibí a tu familia cuando estaba exiliada. Te brindé un hogar. Y tú…. ¡nos has condenado! —Señor, no se preocupe por esto, —le dijo Hércules. —Yo me encargaré de los Minias. — ¿Cómo?, —demandó saber el Rey. —Tienes…. qué, ¿doce espadas ahora? ¡No puedes derrotar al ejército Minio con solo eso! Hércules no recordaba que el Rey Creonte fuera tan llorón, pero decidió no comentárselo. —El Templo de Atenea, —dijo Hércules. — ¿No tiene un montón de armaduras y armas colgando en sus muros?

Anfitrión miró nerviosamente hacia el cielo, esperando por la aniquilación divina. —Hijo mío, esas armas son ceremoniales. Fueron consagradas a la diosa. Los Minias no se las llevaron porque tendrías que ser estúpido para utilizarlas. ¡Atenea te maldeciría! —Nah, Atenea y yo nos conocemos. Además, ella es la diosa protectora de esta ciudad, ¿cierto?, ¡Ella querría que protegiéramos nuestro propio pueblo! Hércules se giró y se dirigió a la multitud. — ¡No tenemos porqué vivir con miedo a los Minias! ¡Cualquiera que esté conmigo, venga al Templo de Atenea y ármese! ¡Aplastaremos a nuestros opresores! Los Tebanos más jóvenes vitorearon y se reunieron alrededor de Hércules. Incluso Ificles, que siempre había sido débil, enfermizo y se asustaba de su propia sombra, se adelantó a tomar una espada. Eso hizo que varios de los Tebanos mayores se sintieran avergonzados y se unieran a ellos. Anfitrión puso la mano en el hombro de Hércules. —Hijo mío, tienes razón. Había olvidado mi valor hasta ahora. ¡Peleemos por nuestra patria! Saquearon el Templo de Atenea para conseguir armas y armaduras. La diosa no mató a nadie, así que tomaron eso como una buena señal. Hércules guió a su ejército improvisado hacia las afueras del pueblo hasta encontrar un cuello de botella natural donde el camino cruzaba entre dos riscos escarpados. Los Tebanos construyeron barricadas, y cavaron zanjas en el sendero. Luego Hércules desplegó a la mayoría de sus hombres en lo alto de los riscos en ambos lados. El tan estrecho pasaje no favorecería al numeroso ejército de Minias. Al día siguiente, el Rey Ergino personalmente enfiló su ejército hacia Tebas. Tan pronto como estuvieron en el cruce, Hércules activó sus trampas. La batalla fue sangrienta. El padrastro de Hércules, Anfitrión, murió en combate. También murieron muchos otros Tebanos, pero el ejército de Minias fue completamente destruido. Hércules no se detuvo allí. Él marchó hasta la ciudad de los Minias y quemó sus cimientos. Hércules regresó a casa triunfante. El Rey Creonte estaba tan agradecido que recompensó a Hércules con la mano de su hija mayor, Megara. Incluso los dioses quedaron muy impresionados. Descendieron del Olimpo y cargaron a Hércules con tantos regalos, que fue vergonzoso. Hermes le regaló una espada. Hefesto le construyó una armadura completa. Apolo le obsequió un arco y un carcaj. Atenea le dio un regio manto, y accedió generosamente a no matar a nadie por profanar su templo. Fue un enorme y clásico festival del amor Olímpico. Hércules y Megara se casaron y tuvieron dos hijos. Por un tiempo, la vida fue buena. Hércules tomó el antiguo trabajo de su padre como general mayor y dirigió el ejército Tebano en muchas guerras exitosas. En una de esas batallas, su hermano, Ificles, cayó, dejando atrás una viuda y un hijo pequeño llamado Yolao—pero vamos, al menos Ificles murió valientemente. Hércules trajo honor y gloria a su patria. Todos se imaginaron que, cuando Creonte muriera, Hércules se convertiría en el nuevo Rey de Tebas. Si la historia hubiera terminado ahí, Hércules hubiera quedado en la historia como uno de los más grandes héroes Griegos. Pero, nooooo, él apenas estaba calentando. Y, Hera, también. Arriba, en el Monte Olimpo, la reina de los dioses estaba furiosa por el éxito de Hércules. Ella no podía permitir que tuviera un final feliz. Decidió hacer su vida tan terrible, trágica y complicada como pudiera, para que algún día, en el futuro, Percy Jackson pasara un muy mal rato escribiendo sobre ello. Odio a Hera.

Mientras Hércules crecía como pastor en Tebas, su primo Euristeo creció como Monarca Supremo de Micenas. Eso podía parecer asombroso, con gente rindiéndole honores y obedeciendo cada una de las órdenes desde que era un bebé, pero eso hizo que Euristeo fuera irritable y pretencioso. A pesar de eso, Hera pensaba que era lo mejor desde el aceite de oliva recién exprimido. Bendijo a su reino con paz y prosperidad. Le mandaba veinte dracmas cada año en su cumpleaños. También se aseguró de que Euristeo escuchara todas las insufribles noticias sobre las hazañas de Hércules, porque quería que el Monarca Supremo fuera bueno y se pusiera celoso. Cuando Euristeo cumplió dieciocho. Hera le susurró en sus sueños, animándolo a que le bajara los humos a su primo un poquito. Invita a Hércules a tu palacio, dijo la diosa. ¡Mándale que te sirva realizando diez tareas importantes! De otra manera nunca respetará tu mandato. Euristeo despertó. —Tengo una gran idea, —se dijo. — ¡Llamaré a Hércules a mi palacio y le obligaré a que me sirva realizando diez importantes tareas! ¡De otra manera nunca respetará mi reinado! Euristeo envió un mensajero a Tebas, ordenándole a Hércules que viajara a la ciudad capital de Tirinto y le sirviera. Hércules mostró resistencia. Él no le cortó las orejas al mensajero, ni la nariz o las manos. Solo lo envió de regreso con un mensaje que decía: —LOL267. NAH. Euristeo no quedó complacido. Desafortunadamente, Tebas quedaba fuera de su jurisdicción. No podía hacer mucho a menos que quisiera declarar la guerra, e incluso Euristeo no era tan estúpido como para comenzar una guerra contra Hércules. Esa noche, Hera habló de nuevo en los sueños del Rey: Solo espera tu momento. Hércules se arrodillará ante ti. Yo me aseguraré de ello. Durante las siguientes semanas, cada vez que Hércules iba a un templo, los sacerdotes y sacerdotisas le hacían advertencias funestas. —Los dioses quieren que sirvas a tu primo Euristeo. No, en serio. Sería mejor que vayas a Tirinto o sucederán cosas terribles. Hera estaba tras todo esto, por supuesto. Ella es la reina de la persistencia. Se aseguró de que Hércules recibiera el mismo mensaje docenas de veces al día, de docenas de fuentes diferentes. Al principio, Hércules ignoró las advertencias. Él era demasiado importante, y poderoso, para servir a una pequeña lombriz como Euristeo. Pero las advertencias seguían llegándole. Toda clase se tipos comenzaron a detenerlo en la calle, hablándole con voces rasposas como si estuvieran poseídos: — ¡Ve a Tirinto! ¡Sirve al Rey! La esposa de Hércules se puso muy nerviosa. —Cariño, —le dijo Megara, —nunca es sabio ignorar a los dioses. Quizás deberías ir al Oráculo de Delfos y, ya sabes, pedir una segunda opinión. Hércules no quería hacerlo, pero, para hacer feliz a su esposa, se fue a Delfos. Fue un viaje miserable. Las ofrendas costaban un dineral. Delfos estaba abarrotado con mercaderes callejeros que ofrecían recuerdos baratos. Hércules consiguió llegar al frente de la fila para poder ver al Oráculo, y 267

Quiere decir reír súper mega fuerte. Pero en serio tenías que leer la nota.

ella le dijo lo mismo que había estado escuchando por semanas. —Ve a la ciudad de Tirinto. Sirve al Supremo Monarca Euristeo y cumple diez importantes tareas de su elección. Gracias, y que tenga un buen día. Hércules se molestó tanto que golpeó con fuerza el banquillo de tres patas del Oráculo, y la persiguió por todo el salón intentando golpearla con ese mismo objeto. — ¡Dame una mejor profecía! —él le gritó. — ¡Quiero una mejor profecía! Apolo tuvo que intervenir personalmente. Su voz divina sacudió la cueva. —AMIGO. ESO NO ESTÁ BIEN. ¡REGRÉSALE SU TRÍPODE AL ORÁCULO! Hércules respiró profundamente. No se sentía con el ánimo suficiente como para morir traspasado por una flecha dorada, así que bajó el trípode y salió rápidamente de allí. Cuando regresó a Tebas, sus nervios estaban totalmente fritos. Su paciencia se había ido. Caminaba por las calles, y todos le preguntaban. — ¿Es cierto? ¿Tienes que hacer diez tareas para el Monarca Supremo? Wow, eso apesta. En casa, Megara le preguntó, — ¿Cómo te fue, cariño? ¿Tienes que ir a Tirinto? Hércules estalló. Él entró en un arranque asesino de rabia, y mató a todos en la casa, comenzando por su esposa. Lo sé. Este libro está lleno de cosas locas y horribles, ¿pero esto de aquí? Sí que es muy desquiciado. Algunas historias dicen que Hera lo afectó volviéndolo loco para que no supiera lo que estaba haciendo. Quizás, pero yo creo que eso es quitarle la responsabilidad a Hércules, y ponérselo demasiado fácil. Ya sabemos que él tenía problemas con el manejo de la ira. Mató a su maestro de música con un arpa. Cortó partes de esos enviados Minias. Hera no tenía que volverlo loco. Solo tuvo que empujarlo un poquito hacia su límite. Fuera cual fuera el caso, Hércules asesinó a Megara. Mató a los sirvientes que intentaron detenerlo. Sus hijos gritaron y corrieron, pero Hércules sacó su arco y les disparó, convencido, en su retorcida mente, de que eran sus enemigos. El único que logró escapar fue su sobrino Yolao, quien había estado viviendo con Hércules desde que Ificles murió. Yolao se escondió detrás de un sillón. Cuando Hércules lo encontró y colocó otra flecha en su arco, el chico gritó: — ¡Tío, detente! Hércules se congeló. Quizás Yolao le recordaba a su hermano Ificles en los viejos tiempos cuando ambos eran niños. Hércules siempre había protegido a Ificles de los otros chicos abusivos. Cuando Ificles murió, Hércules juró proteger a Yolao como a su propio hijo. Su furia se evaporó. Se quedó mirando con horror los cuerpos de sus hijos. Observó el arco en sus manos—el arco que Apolo le había dado, el arma del dios de las profecías. El mensaje no podía haber sido más claro: Te dijimos que algo malo sucedería si no escuchabas. En total desesperación, Hércules abandonó la ciudad de Tebas. Con el corazón hecho pedazos, regresó a Delfos y se arrojó sobre piso frente al Oráculo. — ¡Por favor! —le rogó, sollozando de tal manera que su cuerpo se estremecía. — ¿Qué es lo que debo hacer para expiar mis pecados? ¿Hay alguna forma en la que pueda alcanzar el perdón? El Oráculo habló: —Ve con el Monarca Supremo como ya se te ha dicho. Sírvele bien cumpliendo cualesquiera que sean las diez tareas que él te imponga. Solo Euristeo podrá decir el

momento en que cada tarea haya sido cumplida a su total satisfacción. Una vez que hayas completado las diez, entonces, y solo entonces, serás perdonado. Hércules se vistió con harapos de mendigo. Se cubrió con cenizas y luego viajó hacia Tirinto. Él se arrodilló ante el trono del Monarca Supremo. —Señor, he pecado, —le dijo Hércules. —No te escuché a ti, ni a los dioses. Atrapado por la ira, asesiné a mi propia esposa y a mis hijos. Por penitencia, estoy aquí para cumplir con cualesquiera que sean esas diez tareas que requieres, sin importar lo difíciles, peligrosas o estúpidas que puedan ser. Euristeo sonrió con frialdad. —Primo, es una pena lo de tu familia, pero estoy satisfecho de que finalmente hayas entrado en razón. ¿Diez tareas estúpidas, dijiste? ¡Comencemos! Euristeo estaba eufórico. ¡Él podía asignarle a Hércules cualquier tarea, sin importar lo peligrosa que fuera y, con un poco de suerte, Hércules podría sufrir una muerte dolorosa! Eso eliminaría la mayor amenaza a su trono, dado que Euristeo estaba seguro de que su famoso primo eventualmente intentaría apoderarse del trono de Micenas. Incluso si Hércules no moría, Euristeo conseguiría tachar algunas cosas difíciles de su lista de cosas–por–hacer. Era como tener un genio fuera de su botella, listo para concederle unos diez deseos…. excepto que este genio era un Tebano con protuberantes músculos, barba y sin magia. — ¡Primera tarea! —anunció Euristeo. —En la región de Nemea, al norte de aquí, un león monstruoso ha estado sembrando el caos. Quiero que lo mates. — ¿Acaso este león tiene algún nombre?, —le preguntó Hércules. —Dado que vive en Nemea, lo llamamos el León de Nemea. —Wow. Que creativo. — ¡Solo mátalo! —le ordenó Euristeo. —Esto es…. si puedes hacerlo. La tétrica música de órgano comenzó a resonar como fondo, así que Hércules se imaginó que la tarea tenía algún tipo de trampa, pero aun así, colgó su arco sobre su hombro, colocó su espada en su cinto y marchó hacia Nemea. Era un lindo día para matar leones. Las colinas de Nemea brillaban a la luz del sol. Una brisa fresca soplaba a través de los bosques, generando patrones de color dorado y verde sobre el suelo del bosque. En el centro de un claro alfombrado con flores silvestres, un enorme león macho se estaba dando un festín con el cadáver de una vaca, esparciendo sus restos de carne ensangrentada por todos lados. El león era más grande incluso que el caballo más majestuoso. Tenía los músculos marcados bajo su lustroso abrigo dorado. Sus garras y sus dientes brillaban como la plata—más acero que hueso. Hércules no pudo evitar admirar al majestuoso depredador, pero tenía un trabajo que hacer. —Esa cosa mató una vaca, —se recordó a sí mismo. —A mí me gustan las vacas. Él sacó su arco y le disparó. La flecha golpeó al león justo en el cuello. Eso debió de cortar la yugular de la bestia matándola al instante. Pero en lugar de eso, se rompió contra la piel del león como un témpano de hielo chocando contra un muro de ladrillos. El león se giró y rugió.

Hércules siguió disparando hasta que su carcaj se quedó vacío. Le disparó a los ojos, la boca, la nariz, el pecho. Cada flecha se destrozaba en el impacto. Y el león solo seguía ahí de pie, rugiendo ligeramente irritado. —Muy bien, entonces, —Hércules empuñó su espada. —Plan B. Cargó hacia el león. Con la fuerza suficiente como para partir una secuoya268 por la mitad, Hércules bajó su espada sobre la frente de la bestia. La hoja se rompió. El león simplemente se sacudió el impacto. — ¡Estúpido león! —le gritó Hércules. — ¡Esa espada era un regalo de Hermes! — ¡ROAR!, —el León de Nemea le lanzó algunos zarpazos con sus garras. Hércules saltó hacia atrás, lo suficientemente rápido como para evitar, por los pelos, el ser destripado. Su coraza quedó hecha jirones como si fuera un pañuelo de papel. — ¡NO! —gritó Hércules. — ¡Fue un regalo de Hefesto! El león rugió de nuevo. Hércules le regresó el rugido. Y, golpeó al león entre los ojos. El león se quedó estupefacto, sacudiendo su cabeza. No estaba acostumbrado a sentir dolor. No estaba acostumbrado a retroceder, tampoco. Pero decidió que Hércules no valía la pena como para molestarse. Las vacas eran presas más fáciles de conseguir. Se giró y se dirigió al bosque. —Oh no, no lo harás, —Hércules corrió detrás de él. Lo siguió hasta que el león desapareció dentro de una cueva a mitad del camino, en la ladera de la colina. Pero, en lugar de meterse directamente, Hércules revisó los alrededores. Si yo fuera ese león, pensó, escogería una cueva con dos salidas para no quedar atrapado. Buscó en las cercanías. Y estaba en lo cierto, una fisura negra y escarpada conducía a la cueva desde el otro lado de la colina. Tan silenciosamente como le fue posible, Hércules apiló algunas piedras de gran tamaño, bloqueando la salida. —Ahora no tienes hacia donde correr, gatito. —Hércules dio la vuelta hasta llegar a la entrada principal de la cueva y gritó: — ¿Hay alguien en casa? Un rugido hizo eco desde la oscuridad, como diciéndole: No, esta es una grabación. Por favor deje un mensaje. Hércules marchó dentro, forzando al León de Nemea a replegarse hasta que su lomo quedó contra la pila de rocas. Ahora bien, chicos, acorralar animales salvajes es usualmente una mala idea. Hace que se pongan un poquitín enfadados y homicidas. Pero Hércules era todo un experto si se trata de enfadarse y ponerse homicida. Él se flexionó hasta adoptar la posición de un luchador. —Siento tener que hacer esto, gatito, —le dijo. —Eres una magnífica máquina de matar, pero el Monarca Supremo Cara–de–estúpido te quiere muerto. El león rugió. Obviamente no tenía en alta estima al Supremo Monarca Cara–de–estúpido. Se le abalanzó, pero Hércules había sido entrenado por los mejores luchadores de Grecia. Evitó que las garras lo tocaran, y se deslizó hasta llegar al lomo del león, enredando sus piernas en el torso de la bestia y le aplicó una llave de lucha en su peludo pescuezo para poder estrangularlo. —Nada parece perforar tu piel, —le gruñó Hércules al oído. —Pero veamos cómo te va cuando no pase aire por tu tráquea. 268

Es un árbol perennifolio muy longevo (entre 2000 y 3000 años) y la conífera más alta que existe, llegando a alcanzar 115,61 m de altura (sin incluir las raíces) y 7,9 m de diámetro en su base.

Él apretó con todas sus fuerzas. El león colapsó. Una vez que Hércules estuvo seguro de que el león estaba muerto, se puso en pie, recuperó el aliento, y admiró la hermosa piel del león. —Esto haría una impresionantemente fantástica capa, —se dijo a sí mismo. — ¿Pero cómo podría quitársela? Sus ojos se dirigieron a las brillantes garras del león. —Ah, me pregunto si…. Usó las propias garras del león para cortar su piel. Aun así le tomo horas hacer ese trabajo espeluznante y agotador, pero al final Hércules tenía un nuevo abrigo de pieles y suficientes bistecs de león como para llenar un refrigerador. Uno podría llegar a pensar que la piel del león sería demasiado caliente para usarla a diario, especialmente en Grecia, donde los veranos podían ser sofocantes. Pero la nueva capa de Hércules era sorprendentemente ligera y fresca. Y era mucho más confortable que una armadura de bronce. Hércules usó la cabeza del león como capucha, y la ató sus patas delanteras alrededor de su cuello. Hércules admiró su reflejo en un estanque cercano. —Oh, sí. ¡Muy a la moda e invulnerable, bebé! Él regresó a Tirinto a reportarse con el Monarca Supremo. Si en todas sus tareas le iba a ir tan bien como en esta, podría terminar con todo un nuevo guardarropa. Hércules llegó al pueblo, y causó una revuelta. Cubierto con su capa del León de Nemea, él podía haber sido una bestia o un hombre o alguna especie de hombre–león de algún extraño episodio de True Blood269. Los aldeanos gritaron y salieron corriendo. Los guardias le dispararon flechas que se rompieron contra su capa. Dentro del salón del trono, Euristeo escuchó la conmoción. Sus guardias se dispersaron aterrados. La silueta borrosa de un hombre–león apareció en la entrada, y el Rey dio un buen ejemplo de valor. Se zambulló en una enorme tinaja de bronce que había junto al trono. Hércules no podía escuchar muy bien con la capucha puesta sobre su cabeza. Llegó hasta el estrado real, se quitó su peluda capucha y se sorprendió al encontrar el trono vacío. — ¿Euristeo? —lo llamó Hércules. — ¿Hola? ¿Alguien? Los guardias y los sirvientes estaban temblando detrás de los tapices. Finalmente uno de los heraldos más valientes del Rey, un tipo llamado Copreo salió agitando un pañuelo blanco. —Este, hola, Su—Su Pelunidad. No nos dimos cuenta de que se trataba de usted. Hércules revisó con la vista todo el salón. — ¿Dónde están todos? ¿Por qué están temblando de miedo todos los tapices? ¿Dónde está el Monarca Supremo? Copreo se dio golpecitos en la frente. —Este, el Rey está…. indispuesto. Hércules miró hacia el estrado. —No estará ocultándose en esa tinaja decorativa, ¿O sí? —No, —dijo Copreo. —Quizás. Sí. —Bueno, dile a Su Majestad que he matado al León de Nemea. Quiero saber cuál es mi segunda tarea. Copreo subió los escalones del estrado. Le murmuró algo a la tinaja de bronce. Y la tinaja le respondió en susurros. 269

Serie de televisión original de HBO creada por Alan Ball, basada en la franquicia literaria The Southern Vampire Mysteries de Charlaine Harris.

—La tinaja dice…. —Copreo titubeó. —Digo, el Monarca Supremo dice que debes ir a la Ciénega de Lerna y matar al monstruo que ahí mora. ¡Es una Hidra! —Disculpa, ¿una qué?, —Hércules creyó haber podido escuchar ese nombre en una de las películas del Capitán América, pero no sabía cómo eso se relacionaba con él. —La Hidra es un monstruo con muchas cabezas venenosas, —le explicó Copreo. —Y ha estado matando a la gente y el ganado de nuestro pueblo. Hércules arrugó su frente. —Odio a los monstruos que matan vacas. Ya regreso. Mientras caminaba para salir de la ciudad, Hércules se dio cuenta de que no tenía ni idea de dónde se encontraba Lerna. Por lo que simplemente se quedó allí, tratando de pensar, cuando una carroza impulsada por una cuadriga de caballos negros se detuvo junto a él. — ¿Necesitas que te lleven? El jovencito que llevaba las riendas le pareció muy familiar, pero Hércules había estado lejos de Tebas por tanto tiempo que apenas pudo reconocer a su sobrino. — ¿Yolao?, —Hércules se rio incrédulo. — ¿Qué estás haciendo aquí? — ¡Hola, Tío! Escuché que tienes Diez Trabajos que cumplir, y quiero ayudarte. El corazón de Hércules se retorció como un pretzel. —Pero…. traté de matarte. ¿Por qué querrías ayudarme? La expresión del chico se tornó seria. —No fue tu culpa. Hera hizo que perdieras la razón. Eres lo más cercano que tengo de un padre. Quiero pelear a tu lado. Los ojos de Hércules comenzaron a picarle y las lágrimas amenazaban con salirse, pero trató de ocultarlo bajo su capucha de cabeza de león. —Gracias, Yolao. Yo—Yo podría necesitar que me lleven. ¿Sabes dónde encontrar la Ciénega de Lerna? —Tengo GPS. ¡Sube abordo! Juntos, Hércules y su confiable compañero salieron rodando del pueblo en el recién llamado Hércules–móvil. —He escuchado rumores sobre esta Hidra, —le dijo Yolao. —Supuestamente tiene nueve cabezas. A ocho de ellas se les puede matar, pero la novena cabeza es inmortal. Hércules frunció el ceño. — ¿Y cómo funciona eso, exactamente? —No tengo idea, —dijo Yolao. —Pero si cortas una de las cabezas mortales, brotarán dos nuevas para tomar su lugar. — ¡Ridículo! —Sí, bueno…. parece que lo vamos a averiguar pronto. La carroza se detuvo en el borde de la Ciénega. La neblina se aferraba al suelo. Unos árboles raquíticos clavaban sus raíces elevándose precariamente desde el musgo y el lodo. A la distancia, una figura enorme se movió entre las cortinas de altos pastizales. Los pastizales se abrieron, y el monstruo más extraño que Hércules había visto jamás salió balanceándose torpemente de la Ciénega. Nueve cabezas de serpiente ondulaban hipnóticamente sobre sus largos cuellos, golpeando ocasionalmente el agua para tomar algo de pescado, ranas o pequeños cocodrilos. El cuerpo del monstruo era largo y grueso y tenía manchas cafés, como el de una pitón, pero caminaba en cuatro patas con enormes garras. Sus nueve pares de brillantes ojos verdes resaltaban en la niebla como faros de automóvil. Sus colmillos goteaban veneno amarillo.

Hércules se estremeció, recordando las pesadillas que había tenido de niño después de estrangular esas víboras en su habitación de bebé. — ¿Cuál es la cabeza inmortal? Todas se ven iguales. Yolao no respondió. Hércules volteó a verlo y se dio cuenta de que el rostro de su sobrino estaba blanco como un hueso. —Mantén la calma, —le dijo Hércules. —Todo va a estar bien. ¿Trajiste alguna antorcha? —A–antorchas…. Sí. Con sus manos temblorosas, Yolao sacó un bulto de juncos cubiertos de brea. Encendió el extremo con una chispa de un pedernal. Hércules sacó media docena de flechas de su carcaj. Envolvió las puntas con tela inflamable. —Voy a provocar al monstruo, para hacer que nos ataque. — ¿Quieres que nos ataque? —Es mejor pelear aquí, en terreno firme. Y no allá, donde podríamos resbalar por el lodo o caer en las arenas movedizas. Hércules encendió su primera flecha. Disparó a los pastizales, que inmediatamente quedaron cubiertos en llamas. La Hidra siseó. Se alejó del fuego lo más rápido que pudo, pero Hércules disparó otra flecha frente a esta. Pronto la Ciénega era un infierno. El monstruo no tenía hacia donde ir excepto directo hacia ellos. Cargó contra ellos, humo salía de su piel marrón moteada. —Quédate aquí, —le dijo Hércules a su sobrino, mientras Yolao intentaba evitar que los caballos salieran corriendo. —Por cierto, ¿puedo tomar prestada tu espada? La mía se rompió. Hércules tomó la espada del chico y saltó de la carroza. — ¡Oye, cabeza de espagueti!, —le gritó a la Hidra. — ¡Por aquí! Las nueve cabezas de la Hidra sisearon al unísono. El monstruo no apreciaba el ser comparado con pasta. Cargó de frente, y Hércules tuvo un momento de duda. La peste del veneno le quemaba los ojos. Las cabezas del monstruo se movían en tantas direcciones que no sabía por dónde empezar. Se envolvió con su capa y corrió hacia la batalla. Los hocicos de la Hidra trataron de morder su capa, pero sus colmillos ponzoñosos no pudieron penetrar la piel de león. Hércules la esquivó y zigzagueó, esperando por un espacio para atacar. La siguiente vez que una de las cabezas de la serpiente se lanzó contra él, Hércules la cortó. — ¡AJÁ! Toma eso…. Oh, mierda. Desafortunadamente la información de Yolao había sido la correcta. Antes de que la cabeza cercenada tocara siquiera el piso, el muñón sangrante comenzó a burbujear. El cuello entero se dividió a la mitad, como una tira de queso separándose, de cada nuevo cuello brotó una cabeza de serpiente. Todo el proceso tomó quizás unos tres segundos. — ¡Oh, vamos!, —gritó Hércules. — ¡Eso no es justo! La evadió y repartió cuchilladas hasta que el piso quedó tapizado con cabezas de serpiente muertas, pero mientras más cortaba, más volvían a crecer. Hércules tenía la esperanza de acertar a la cabeza inmortal. Quizá si separaba esa cabeza del cuerpo, el monstruo completo podría morir, pero se dio cuenta de que no podía hacer eso jugando a prueba y error. El olor del veneno le estaba causando vértigo. Docenas de pares de ojos verdes entraban y salían inundando su campo de visión. Era solo cuestión de tiempo antes de que Hidra lograra hacer su anotación, y le hundiera los colmillos en la piel. Hércules necesitaba evitar que las cabezas siguieran multiplicándose. — ¡Yolao! —él gritó. —Ven acá con esa antorcha y—¡WAHHH!

Uno de los cuellos del monstruo zigzagueo bruscamente, derribando a Hércules. Él rodó sobre el piso, pero otro cuello se le enredó en sus piernas, y lo levantó del piso. Hércules se las arregló para liberarse, y se encontró a si mismo trepando a través de un gimnasio selvático hecho de babosos cuellos reptilianos y cabezas que intentaban morderlo. Él las golpeó y pateó, pero no se atrevía a usar su espada—no aún. — ¡Yolao!, —volvió a vociferar. —La próxima vez que corte una cabeza, necesito que saltes hacia aquí con esa antorcha, y cauterices el muñón para que no vuelva a crecer. ¿Entiendes? — ¡C–c–cangrejo!, —gritó Yolao. Hércules estaba sudado por la concentración. Golpeó otra cabeza de serpiente y dio un salto mortal sobre uno de los cuellos. — ¿Cangrejo? — ¡Cangrejo! ¿De qué diablos está hablando este chico? ¿Le hice una pregunta de sí-o-no, y él contesta: ‘Cangrejo’? Hércules se arriesgó a mirar hacia donde estaba su sobrino. Arrastrándose fuera del lodo, justo frente a Yolao, había un cangrejo tan grande como la rueda de una carroza. Con espuma en la boca. Y, chasqueando las pinzas. Hércules jamás había escuchado sobre cangrejos gigantes viviendo en el pantano. Pero claro, las serpientes tampoco tienen por costumbre escabullirse en las habitaciones de los niños. —Hera debe estarse metiendo conmigo, de nuevo, —le gruñó Hércules. — ¡Aguanta un poco, Yolao! Él cortó cabezas para salir del laberinto de cuellos de Hidra. Sabía que con eso solo lograría hacer que se multiplicaran más, pero no podía permitir que su último sobrino sobreviviente fuera comido por un crustáceo. Se lanzó contra el cangrejo con una patada voladora y le clavó el talón justo entre los ojos. El caparazón se astilló. Su pie penetró el cerebro del cangrejo, matándolo al instante. — ¡ASCO!, — Hércules extrajo su pie de la masa pastosa. —De acuerdo, chico, alista esa entorcha y…. — ¡Cuidado!, —gritó Yolao. Hércules se giró al tiempo que la Hidra se cernía sobre él. Solo la capa de León de Nemea lo salvó de una docena de nuevas perforaciones corporales. Hércules cortó la cabeza que le quedaba más cerca: — ¡Ahora, chico! Yolao empujó la antorcha contra el cuello y cauterizó la herida. Nada brotó del muñón ennegrecido. — ¡Buen trabajo!, —le dijo Hércules. — ¡Solo cincuenta o sesenta más y terminamos! Juntos podaron las cabezas de Hidra hasta que el aire se llenó de un humo acre, y del olor a barbacoa de reptil. Finalmente al monstruo solo le quedo una cabeza, rodeada de una corona de crepitantes manchas circulares achicharradas. Hércules gruñó. —Por supuesto que la cabeza inmortal tenía que ser la última. La cortó por el cuello. El monstruo entero colapsó formando un ovillo. La cabeza, aún viva, se sacudía por todo el lodo, siseando y escupiendo veneno. —Asqueroso, —dijo Yolao. — ¿Qué hacemos con eso? Hércules le palmeó el hombro. —Lo hiciste bien, sobrino. Solo cuida un momento la cabeza viviente. No dejes que se aleje. Tengo una idea….

Hércules tomó del suelo una de las cabezas muertas de serpiente. Sacó un trozo de cuero y ordeñó los colmillos de la Hidra quitándoles el veneno. Luego frotó el cuero sobre las puntas de sus flechas, cubriéndolas con veneno mortal. Hizo un atado con las flechas y las regresó a su carcaj. —Las flechas envenenadas podrían resultar de utilidad algún día, —le dijo a Yolao. — Ahora, acerca de la cabeza inmortal de la Hidra—¿supongo que no hay manera de destruirla? Yolao se encogió de hombros. —Probablemente por eso la llaman la cabeza inmortal. —Entonces, tenemos que asegurarnos de que nunca vuelva a causar problemas. Hércules cavó un profundo agujero, enterró la cabeza y la cubrió con grava y una pesada roca para que nadie jamás nunca pudiera desenterrar esa desagradable cosa por accidente. Entonces él y Yolao condujeron de regreso a Tirinto. De acuerdo a la leyenda, esa cabeza de Hidra sigue vivita y coleando en algún lugar de Lerna, bajo una gran piedra. Personalmente, les recomiendo que no vayan a buscarla.

De regreso en el palacio, el Monarca Supremo Euristeo finalmente había emergido de su tinaja decorativa. Hércules le explicó cómo había derrotado a la Hidra. Le mostró al Rey algunas de las cabezas de serpiente muertas, y una caja de carne de cangrejo de primera categoría que ellos habían recolectado del amigo espumoso de Hera. Los ojos de Euristeo brillaron. — ¿Dijiste que te ayudó tu sobrino? —Bueno…. sí. Él cauterizó los muñones mientras yo…. — ¡RESPUESTA EQUIVOCADA!, —el Rey golpeó el apoyabrazos de su trono. — ¡Nadie puede ayudarte con tus tareas! ¡Esta hazaña no cuenta! Los tendones del cuello de Hércules se tensaron como cables de suspensión. — ¿Estás bromeando? — ¡Oh, no! El Oráculo te dijo que solo yo puedo juzgar si un trabajo fue realizado correctamente. ¡Y este trabajo no lo fue! ¡Aún te quedan nueve estúpidas tareas por cumplir! Euristeo sonrió triunfante, aparentemente sin darse cuenta de la fuerza con la que Hércules estaba apretando sus puños. Euristeo quería desquitarse por el bochornoso incidente de él escondiéndose en una tinaja. No le gustaba que lo hicieran quedar como un tonto. (No es que necesitara la ayuda de Hércules para eso). Él quería que Hércules sufriera. —En las fronteras de mi reino, —continuó, —un enorme jabalí ha estado causando toda clase de problemas, asolando las campiñas, derramando la sangre de mis campesinos…. —Quieres que lo mate, —adivinó Hércules. — ¡Oh, no! Un héroe de tu talento necesita un reto más difícil. ¡Quiero que me traigas al jabalí vivo! Hércules contó hasta cinco en silencio, que era el número de veces que él quería patear en los dientes al Monarca Supremo. —Bien. ¿Dónde puedo encontrar a ese monstruoso cerdo? —Usualmente ronda por la tierra de los centauros cerca del Monte Erimanto. Y por eso, lo llamamos…. —Déjame adivinar. El Jabalí de Erimanto. — ¡Exactamente! Y no lleves a tu sobrino esta vez. ¡Cumple tú solo esta tarea! Hércules salió marchando del palacio. Con renuencia, le dijo a Yolao que se quedara en el pueblo y vendiera la carne de cangrejo de calidad Premium mientras él iba a cazar jabalíes. Después de un pesado viaje de varias semanas, Hércules llegó a la tierra de los centauros. Le preocupaba tener que tratar con los nativos, ya que los centauros tenían la reputación de ser salvajes y rudos. Pero el primero que conoció, un semental llamado Folo, resultó ser súper agradable. — ¡Oh, por todos los dioses!, —exclamó Folo. — ¡Si es el mismísimo Hércules! ¡Cuánto he esperado por este día! Hércules elevó una de sus cejas pobladas. — ¿Lo has estado esperando? — ¡Absolutamente! Me encantaría poder darte las indicaciones que necesitas para encontrar al Jabalí de Erimanto, pero primero, ¿me honrarías viniendo a cenar a mi humilde casa? Hércules estaba cansado y hambriento, así que siguió a Folo de regreso a su cueva. Mientras Hércules se acomodaba, el centauro encendió la fogata para la barbacoa y colocó algunas costillas. Luego se arrodilló sobre sus patas equinas y barrio el piso cubierto de polvo hasta que consiguió limpiar una trampilla de madera.

—Aquí abajo está mi alacena secreta, —le explicó Folo. — ¡Esto podría sonar extraño, pero hace generaciones mi bisabuelo escuchó una profecía de que un día sus descendientes recibirían a un huésped importante llamado Hércules! — ¿Una profecía que habla de mí? — ¡Oh, sí! Mi bisabuelo reservó esta jarra de vino para esta ocasión. —Folo sacó una vasija de cerámica del tipo pithos270 cubierta de polvo y telarañas. — ¡Ha estado añejándose en esta alacena por más de cien años, esperando por ti! —Yo–yo me siento honrado, —dijo Hércules. —Pero, ¿qué tal si ya se convirtió en vinagre? Folo descorchó la vasija. Un dulce aroma llenó la cueva—como viñas madurando al sol de verano, suave lluvia de primavera en un campo de verde pasto y raras especies secándose sobre el fuego. —Wow, —dijo Hércules. — ¡Sírveme un vaso! Hicieron un brindis. Ambos acordaron que era el mejor vino que jamás habían probado. Folo estaba a punto de decirle a Hércules donde podía encontrar el Jabalí de Erimanto cuando cinco centauros con sus lanzas blandidas entraron galopando a la cueva. — ¡Nos llegó el olor de ese vino!, —dijo uno de ellos. — ¡Danos! Folo se paró sobre sus pezuñas traseras. —Dafnis, tú y tus amigos hooligan271 no fueron invitados. Este es un vino especialmente añejado para mi huésped. — ¡Compártelo! —gritó Dafnis. — ¡O muere! Él levantó su lanza y cargó contra Folo, pero Hércules fue más rápido. Sacó su arco y disparó cinco flechas envenenadas, matando a los intrusos. Folo se quedó viendo la pila de centauros muertos. —Oh, vaya. No es así como imaginé que sería nuestra cena especial. Gracias por salvarme, Hércules, pero debo enterrarlos. — ¿Por qué?, —le preguntó Hércules. —Trataron de matarte. —Aun así son mis parientes, —dijo el viejo centauro. —Familia es familia, incluso cuando amenazan con matarte. Hércules no podía discutir con eso. Él había tenido algo de experiencia con los asesinatos familiares. Ayudó a Folo a cavar las tumbas. Pero, justo cuando estaban terminando de preparar al último centauro para ponerlo en su última morada. Folo sacó una de las flechas de Hércules de una de las patas del cadáver. Hércules le dijo, —Ten cuidado con…. — ¡Ouch!, —Folo se cortó el dedo con la punta de la flecha envenenada. El viejo centauro colapsó al instante. Hércules corrió rápidamente al lado de Folo, pero no tenía el antídoto para el veneno de Hidra. —Yo–yo lo siento. El viejo centauro le sonrió débilmente. —Fue un día especial. Bebí un vino excelente. Cené con un héroe. Encontrarás el jabalí al este de aquí. Usa…. usa la nieve. Los ojos de Folo rodaron hacia arriba y se quedaron en blanco.

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Pithos, del griego πίθος (el plural es Pithoi πίθοι), es una vasija grande de forma ovoidal y panzuda que se utilizaba para conservar virtualmente cualquier cosa pero, sobre todo, cereales y aceite. Del tipo tinaja y fabricados con una decoración tosca o sin ella, podían ser de gran tamaño, incluso de una altura superior a la humana. Como recipiente tipo tuvieron su continuación en el dolium de la alfarería romana. 271 Hooligan es un anglicismo utilizado para referirse a aquella persona que produce disturbios o realiza actos vandálicos (hooliganismo), que en ocasiones pueden derivar en tragedias

Hércules se sintió terrible. Construyó una pira funeraria para Folo y vertió lo último del vino en el fuego como sacrificio a los dioses. No comprendió el último consejo de Folo—usa la nieve— pero escuchó que debía buscar al Jabalí en el este. Familia es familia, pensó Hércules. Pero, si Euristeo no lo hubiera enviado a esta estúpida misión, ese amable y viejo centauro aun estaría vivo. Hércules quería estrangular a su primo real. Él encontró al Jabalí vagando por las colinas al este, justo como Folo le había dicho. Yo ya he descrito suficientes jabalíes gigantes en este libro, así que probablemente ya saben cómo se ven. Después de todo, la Grecia Antigua estaba totalmente infestada de puercos gigantes de mala muerte. El jabalí de Erimanto era tan grande, erizado272, feo y malvado como todos los demás. Matarlo no hubiera sido ningún reto para Hércules. Capturarlo vivo…. eso era un poco más difícil. Hércules pasó semanas tratando de cazar al jabalí en la espesura de la tierra salvaje. Él trató de atraparlo cavando un agujero para que el jabalí cayera cuando pasara por encima. Intentó cogerlo con redes, trampas, paquetes para atrapar jabalíes marca Acmé, yunques y balancines273. El jabalí era demasiado listo para todo eso. Le encantaba burlarse de Hércules, dejándole creer que estaba acerca de casi atraparlo hasta antes de salir corriendo, de nuevo, saltando sobre la cuerda de la trampa y chillando con su risa porcina. Este animal puede oler una trampa hecha por el hombre a un kilómetro y medio de distancia, pensó Hércules. ¿Pero de qué otra manera puedo detenerlo? Para ese momento él había seguido al jabalí hasta las altas laderas del Monte Erimanto. Una tarde trepó hacia la cresta de una montaña, con la esperanza de tener una mejor vista del terreno, y notó un desfiladero escarpado por debajo de él, lleno de nieve. —Huh, —dijo Hércules. —Usa la nieve…. En voz baja oró dándole las gracias al centauro Folo. Le tomó a Hércules un par de intentos, pero, con flechas de fuego y montones de gritos, finalmente se las arregló para dirigir al jabalí gigante hasta el desfiladero. El jabalí corrió directo hacia la nieve y se quedó irremediablemente atascado, como un aparato empacado en poliestireno amoldado274. Si Hércules hubiera tenido una caja de embalaje lo suficientemente grande, y algo de cinta para cerrar paquetes, podría simplemente haber enviado al Jabalí a Euristeo vía Federal Express275. Pero, ya que no la tenía, pasó mucho tiempo cavando cuidadosamente alrededor del jabalí, atando sus patas y su hocico. Luego, usando su gran fuerza, arrastró al monstruo fuera de la ladera llena de nieve y lo arrastró todo el camino de regreso a Micenas. Los mercaderes de Tirinto estaban emocionados al ver a Hércules regresar a la ciudad, mientras arrastraba un enorme cerdo. Primero les había traído filetes de león. Luego llenó las tiendas con carne de cangrejo de primera. ¡Y ahora tendrían puerco en el menú por varias semanas! 272

Texto original: bristly: Que además de erizado también se lo puede traducir como hirsuto que es un pelo o cabello áspero, duro y tieso. 273 Balancín en elevación de cargas es un bastidor metálico que facilita el amarre y la estabilidad en cargas suspendidas de un gancho de grúa, también es una palanca. 274 El poliestireno expandido o amoldado, es una espuma rígida usada principalmente como aislante térmico el cual es procesado y luego amoldado a la forma del producto que va a proteger. 275 FedEx es una compañía aérea y logística de origen estadounidense, que tiene cobertura a nivel internacional. Fue fundada bajo el nombre Federal Express en 1971 por Frederick W. Smith en Little Rock. En 1973 se trasladó a Memphis.

Euristeo no estaba complacido. Él estaba a la mitad de su desayuno cuando Hércules irrumpió en el salón del trono, y arrojó el Jabalí de Erimanto como bola de boliche justo sobre el estrado real. El jabalí se deslizó, deteniéndose a los pies de Euristeo, sus ojos rojos quedaron al nivel del rostro del Rey, sus colmillos filosos como navajas quedaron a pocos centímetros de su ingle. Euristeo gritó dando un saltó—por seguridad—directo hacia su enorme tinaja de bronce. — ¿Q–qué significa esto?, —demandó saber, su voz hizo eco desde dentro de la tinaja. —Es el Jabalí de Erimanto, —le dijo Hércules. —Vivo, como me lo pediste. — ¡Sí! ¡Bien! ¡Llévatelo! — ¿Y mi siguiente tarea?, —le preguntó Hércules. Euristeo cerró los ojos y sollozó. Odiaba a los héroes. Eran tan irritantemente…. heroicos. Se preguntó si él solo podría ordenarle a Hércules que se suicidara. No, a los dioses probablemente no les agradaría eso. A menos que…. Euristeo tuvo una idea brillante. ¿Qué tal si le pedía a Hércules que hiciera algo que obligara a los dioses a matarlo? — ¡La Cierva de Cerinea!, —vociferó el Rey. —Tráemela. — ¿La qué cosa?, —le preguntó Hércules. — ¡Solo vete! ¡Averigua lo qué es! ¡Búscalo en Google! ¡No me importa! ¡Tráeme esa cierva, viva o muerta! Hércules nunca había sido bueno buscando cosas en Internet, así que preguntó en la ciudad que era una Cierva de Cerinea. Su sobrino Yolao le dio la respuesta. —Oh, sí, he escuchado esa historia. La cierva es una venada. —Venada, —dijo Hércules. —Un venado. Un venado hembra. —Correcto, —le dijo Yolao. —Vive en Cerinea. Es por eso que la llaman…. —La Cierva de Cerinea. —Suspiró Hércules. —Esta gente, siempre nombra a los animales de acuerdo a los lugares con nombres realmente difíciles de pronunciar. Solo por una vez, quiero capturar un monstruo llamado Joe o Timothy. —De cualquier manera, —continuó Yolao, —se supone que la cierva es muy rápida, lo suficientemente rápida como para que una flecha no la pueda alcanzar. Tiene una cornamenta dorada…. —Los venados hembras no tienen cornamentas, ¿o sí? —Esta si las tiene. Y, pezuñas de bronce. Y claro, la cierva es un animal sagrado de la diosa Artemisa. —Así que, si mato a la venada…. —Artemisa te matará, —confirmó Yolao. —Euristeo está intentando engañarme. Odio a ese tipo. — ¿Estás seguro de que no quieres que vaya contigo? —No. No quiero que me descalifiquen, de nuevo. De cualquier forma, gracias chico. Así que Hércules partió solo para buscar a la venadita mágica que no se llamaba Timothy. La tarea no era peligrosa, pero si le iba a tomar bastante tiempo, iba a ser difícil y molesta. Hércules persiguió a la venadita por un año entero. Cruzó Grecia, la siguió hasta las tierras heladas de los gigantes Hiperbóreos y de regreso hasta el sur del Peloponeso, de nuevo. Él hizo mucho

ejercicio, pero no pudo acercarse ni siquiera un poco a la cierva. Sus redes, trampas y paquetes para atrapar venadas marca Acmé no funcionaron. Trató de encerrarla con el viejo truco de: atrapa–al– jabalí–en–la–nieve, pero la cierva pasó corriendo ágilmente sobre la superficie helada sin caer en la trampa. El único momento en el que la venada bajaba su velocidad era cuando cruzaba los ríos. Quizás no quería que se le mojaran sus brillantes cascos de bronce, porque siempre titubeaba por unos pocos segundos antes de saltar dentro del agua. Aquello podría haberle dado a Hércules una oportunidad de dispararle al animal, pero ya que no podía matarla no le ayudaba mucho. A menos que…. Hércules pensó, pudiera inhabilitarla sin matarla. No era el plan más fácil o más seguro, pero Hércules decidió que tenía que darle una oportunidad, (por así decirlo). Buscó entre sus suministros hasta que encontró un buen sedal de pesca—el cordel más fuerte y ligero que tenía. Ató un extremo en las plumas de una flecha. Luego corrió detrás de la venada. Encontrar el momento justo le tomó varios días. Hércules tuvo que revisar muy bien el terreno para conocerlo perfectamente. Tuvo que anticipar la dirección en la que correría la venada. Luego tuvo que llegar primero al siguiente río, con el tiempo suficiente para preparar el tiro. Finalmente se colocó en posición. Se quedó a unos cien metros rio abajo, con el arco listo, justo cuando la venada llegó al agua. Por unos instantes, ella titubeó. Incluso para el mejor arquero, este era un disparo ridículamente difícil, pero Hércules no tenía opción. Dejó volar su flecha. La punta pasó limpiamente a través de las membranas de ambas patas276, enredando las patas traseras de la cierva con el hilo de pesca. Ella trastabillo. Antes de que pudiera recuperar su balance, Hércules corrió hasta la orilla del río, y tomó los cascos de bronce del animal. Examinó sus heridas y respiró aliviado. La había hecho sangrar un poco, pero la cierva no había sufrido ningún daño permanente. Hércules se colgó la venada sobre sus hombros y comenzó su regreso hacia Tirinto. Solo había recorrido unos ochocientos metros cuando una voz a su espalda le dijo: — ¿A dónde vas con mi cierva? Hércules se giró. Detrás de él había una joven doncella vestida con una túnica plateada, y con un arco colgando a su costado. Junto a ella había un hombre joven que vestía mantos dorados. También él estaba armado con un arco. —Artemisa, —dijo Hércules, resistiendo la necesidad urgente de gritar y salir corriendo. — Y Apolo. Miren, amigos. Siento haber tenido que capturar la venada, pero…. —‘Pero’, —Artemisa miró a su hermano. — ¿No te encanta cuando los mortales dicen: ‘Lo siento, pero….’? ¡Como si con ello pudieran disculparse por sus ofensas!, —ella fijó sus fríos ojos plateados en Hércules. —Muy bien, héroe. Explícame por qué no debería matarte justo donde estás parado. —Euristeo me dio diez trabajos estúpidos, —dijo Hércules. —Digo, diez importantes tareas. Como sea. Él me dijo que le llevara la Cierva de Cerinea, viva o muerta. Por supuesto, yo sabía que 276

Bueno que según el mito Heracles le atravesó las dos patas por la piel utilizando una flecha que hizo pasar entre el tendón y el hueso, sin llegar a derramar su sangre. Aunque Percy diga que si la hizo sangrar.

era sagrada para ti. Nunca consideraría el matarla. Pero estaba atrapado entre cumplir mis diez tareas como mandaba la profecía de Apolo…. —Eso es cierto, —admitió Apolo. —….y ofender a la gran diosa Artemisa. Euristeo me tendió una trampa. Él quería que yo asesinara a la cierva para que tú pudieras matarme. Pero, si me permites llevar a la cierva, y completar mi tarea, prometo que no se le hará ningún otro daño. La liberaré inmediatamente después de presentarla al Rey. Los nudillos de Artemisa se pusieron blancos alrededor de su arco. —Odio cuando los mortales nos utilizan para hacer su trabajo sucio. —Ser asesinado por los dioses, —gruñó Apolo. —No somos sus asesinos a sueldo. ¡No se nos puede decir a quien matar, y a quien no! Artemisa agitó la mano haciendo un gesto para indicarle que ya podía retirarse. —Hércules, llévate a la cierva. Mantén tu promesa y no tendremos más problemas conmigo. Pero a este Euristeo…. espero no tener que encontrármelo cazando en los bosques. No le tendré tanta piedad. Los dioses desaparecieron en un resplandor de luz. Hércules continuó su camino, pero pasó un tiempo antes de que sus rodillas dejaran de temblar. Solo un tonto no hubiera estado asustado de Artemisa y de Apolo, y, a pesar de todos sus defectos, Hércules no era un tonto. Bueno, no la mayor parte del tiempo, al menos. Cuando Hércules entró cargando la Cierva de Cerinea en el salón del trono, esperaba que Euristeo se ocultara en su tinaja, porque eso hubiera sido divertido. Pero en lugar de eso, el Monarca Supremo solo se encogió de hombros. —Así que has completado esta tarea adecuadamente. Conservaré la cierva para unirla a mi colección. — ¿Tu qué? —preguntó Hércules. — ¡Mi zoológico real privado, so bobo! Todo Rey necesita una colección. —Nuh–uh. Le prometí a Artemisa que liberaría la cierva. ¡Si quieres a esta cierva en un zoológico, tendrás que ponerla allí tú mismo! — ¡Es parte de tu tarea! —No, no lo es. Ya dijiste que había completado mi tarea. — ¡Oh, bien! Yo tomaré a la cierva. El Rey se levantó de su trono. Él estaba a mitad de camino bajando los escalones del estrado, cuando Hércules dejó a la venada en el suelo sobre sus cascos, y cortó las cuerdas que ataban sus patas. —Aquí la tienes, Euristeo. Ten cuidado. Es…. La cierva salió casi volando del salón como si fuera un borrón en oro y blanco. —….rápida. El Rey gritó y zapateó con sus pies frustrado, que fue casi tan gracioso como observarlo saltar dentro de una tinaja. La cierva regresó corriendo a los bosques, lo que puso muy feliz a Artemisa. Euristeo gruñó. — ¡Tu falso héroe! ¡Me aseguraré de que tu siguiente tarea sea imposible! —Creía que las últimas cuatro eran imposibles. — ¡Esta será incluso más imposible! Cerca de la ciudad de Estínfalo hay un lago infestado por una parvada de pájaros demoniacos…. —Si los llaman Pájaros del Estínfalo….

—Se les llama Pájaros del Estínfalo. —….voy a vomitar. — ¡No vomitarás! Limpiarás el lago de cada pájaro que haya. ¡Ja, ja! Copreo, mi heraldo…. El heraldo del Rey se acercó prestamente. — ¿Sí, mi Señor? — ¿Qué es lo que dice la gente cuando le desea buena suerte a alguien, pero su intención es hacerlo de una forma sarcástica? —Este, ¿buena suerte con eso? — ¡Oh, sí! ¡Buena suerte con eso, Hércules! ¡Ja, ja! Hércules se fue de allí, murmurando cosas por lo bajo. Mientras se acercaba a Estínfalo, notó que de todas las tierras para cultivar habían sido despojadas de sus cosechas. Ni un solo árbol tenía frutos. Luego comenzó a encontrar cadáveres—ardillas, venados, vacas, gente. Los habían asesinado clavándoles garras y despedazándolos a picotazos. Algunos tenían plumas pegadas en los cuellos. Hércules arrancó una de las plumas. Era dura y afilada como un dardo. Cuando llegó al lago, su ánimo se desplomó. El valle era como un tazón de cereales de un kilómetro y medio de ancho, bordeado por boscosas colinas y lleno de una capa superficial de agua verde. En las islas de juncos se arremolinaban puntos negros—millones y millones de pájaros del tamaño de cuervos. Los árboles de la costa se balanceaban y se estremecían bajo el peso de las parvadas. Sus graznidos rebotaban haciendo eco por todos lados como un sonar a través del agua. Hércules avanzó hasta el árbol más cercano. Los picos de los pájaros y sus garras brillaban como bronce pulido. Uno de los pequeños demonios fijó sus ojos amarillos en él. Graznó, sacudió su cuerpo, y una lluvia de plumas salió disparada directo hacia él. De no haber sido por la capa de piel de león, Hércules hubiera sido atravesado por las plumas. —Esto es verdaderamente imposible, —dijo Hércules. —No hay suficientes flechas en el mundo para matar a tantos pájaros. —Entonces usa la cabeza, —le dijo una voz femenina. Hércules se giró. Junto a él había una mujer con un largo cabello oscuro, y con unos ojos tan grises como una tormenta. Ella sostenía un escudo y una lanza, como si estuviera lista para pelear, pero su sonrisa era cálida y le resultaba familiar. Hércules se inclinó ante ella. —Atenea. Ha pasado mucho tiempo. —Hola, para ti también, —dijo la diosa. —Veo que cambiaste el manto real que te hice por la piel de un león. —Oh, um, fue sin la intención de ofenderte. —No me siento ofendida, héroe mío. Fuiste sabio al usar esa capa como armadura. Además, tendrías que esforzarte mucho para molestarme. Todavía me da risa aquella vez cuando Hera intentó amamantarte. —La diosa titubeó. —Oh, caramba…. no seguirás, este, haciéndote popó en los pantalones cuando escuchas su nombre, ¿o sí? Hércules se sonrojó. —No. Superé eso cuando era un bebé. —Bien, bien. De cualquier manera, el incidente fue muy entretenido. Estoy aquí hoy porque Zeus pensó que podrías necesitar mi consejo. — ¡Eso es fantástico! Así que, ¿cuál es el secreto con estos pájaros? Atenea movió el dedo negando. —Dije consejo. No dije que te entregaría la respuesta. Tendrás que usar la cabeza.

—Bah. —Piensa, Hércules. ¿Qué es lo que haría que estos pájaros se fueran? Hércules se puso a juguetear con su lazo hecho de patas de león. — ¿Pájaros más grandes? —No. — ¿Miles de gatos? —No. — ¿La falta de comida? Atenea hizo una pausa. —Eso es interesante. Quizás, eventualmente, los pájaros podrían migrar por su propia cuenta una vez que las fuentes de comida se agoten. Pero no puedes depender de eso, y necesitas que se vayan ya. Así que, ¿qué es lo que puedes hacer? Hércules repasó sus recuerdos durante sus días en el rancho ganadero. Pasaba mucho tiempo observando las parvadas de pájaros en los pastizales. —Una vez, durante una tormenta, —él recordó, —se escuchó un fuerte trueno, y miles de cuervos despegaron del campo de trigo y se alejaron. Las aves odian los ruidos fuertes. —Excelente. —Pero…. ¿Cómo puedo yo hacer un ruido tan terriblemente fuerte?, —Hércules llevó sus recuerdos de regreso a su infancia. Había sido acusado de hacer sonidos bastante horribles en ese entonces. —Mi viejo maestro de música me decía que tocaba tan mal que podría espantar a cualquier audiencia. Desearía tener mi lira todavía, pero la rompí sobre la cabeza de Lino. —Bueno, no tengo una lira, —le dijo Atenea, —pero tengo algo que te podría servir. De los pliegues de su túnica, la diosa sacó una caña adornada con filas de pequeñas campanas—como una serpiente de cascabel descomunal de bronce. —Hefesto hizo esto. Es posiblemente el peor instrumento musical jamás inventado. Incluso Apolo no lo quiso, pero yo tuve la impresión de que esto podría probar ser útil algún día. Ella le pasó el sonajero a Hércules. Cuando este lo sacudió, sus tímpanos se contrajeron dentro de su cráneo y rogaron por morir. Cada cencerro producía un sonido que resultaba ser tan perfectamente disonante con el resto. Si cinco trituradoras para autos chatarra trabajaran juntas y formaran una banda, su primer álbum podría sonar como ese sonajero. Todos los pájaros en un radio de cien metros se pusieron como locos y se dispersaron, pero tan pronto como Hércules paró de hacer el sonido regresaron para posarse sobre los árboles. Hércules arrugó la frente. —Esto solo funcionaria temporalmente, pero para deshacerme de todos estos pájaros necesitaría más cencerros. Atenea se estremeció. —Ningún mortal debería usar jamás las palabras: ‘más cencerros’. Pero quizá este sonajero sea solo parte de tu respuesta. ¿Qué tal si les disparas a los pájaros mientras se elevan volando? — ¡No puedo dispararles a todos! Hay demasiados. —No necesitas dispararles a todos. Si puedes simplemente convencer a los pájaros de que este no es un buen lugar para establecerse…. — ¡Ja! Ya entiendo. ¡Gracias, Atenea!, —él corrió hacia el lago, agitando su sonajero y gritando. — ¡MAS CENCERROS! —Y esa, es mi línea de salida. —Atenea desapreció en medio de una nube de humo gris. Hércules pasó varios días corriendo a toda velocidad alrededor del lago con su sonajero, y su arco. Cuando los pájaros de Estínfalo se elevaban volando, aterrorizados por su horrible música, les disparaba sus flechas venenosas a tantos como podía.

Después de una semana de cencerros y flechas venenosas, la parvada entera de pájaros se elevó formando una enorme nube negra y voló hacia el horizonte. Hércules se quedó en la zona unos cuantos días más, solo para estar seguro de que los demonios emplumados no regresarían. Luego, hizo unos adorables collares con los cadáveres de los pájaros, y tomó el camino de regreso a Tirinto. — ¡Supremo Monarca!, —Hércules anunció irrumpiendo en el salón del trono. —Estoy encantado de darle el pájaro—digo, pájaros, en plural. ¡El lago Estínfalo es un lugar seguro para ir en la temporada de natación! Antes de que el Rey pudiera responderle, la cámara de audiencias estalló en aplausos y vítores. Los oficiales de la corte atosigaron al héroe con plumas para sus autógrafos y lustrosas fotos de Hércules. Muchos de los guardias reales presumieron sus camisetas del EQUIPO HÉRCULES, aunque Euristeo las había prohibido declarándolas específicamente como una violación al código de vestimenta. El Rey hizo rechinar sus dientes. Con cada estúpida tarea que Hércules completaba, se volvía más famoso y se convertía en una mayor amenaza. La gente de Micenas lo adoraba. Quizás Euristeo había elegido la forma equivocada de abordar esta situación. En lugar de tratar de matar a Hércules, quizás debería asignarle a Hércules una tarea tan desagradable, y degradante que el héroe se volviera en un objeto de ridiculez. El Monarca Supremo sonrió. —Bien hecho, Hércules. ¡Ahora, para tu siguiente asignación! La multitud guardó silencio. No podían esperar para escuchar con qué clase de monstruo debería luchar a continuación Hércules, y que clase de carne exótica podían esperar tener pronto sobre sus mesas para la cena. —Mi amigo Augías, el Rey de Élide, es famoso por su ganado, —le dijo Euristeo, —pero me temo que su vaqueriza se ha puesto un poco…. desordenada con los años. Dado que tienes experiencia como ranchero, quiero que vayas a limpiar sus establos. Por ti mismo. Sin ayuda. Parte de la multitud se alejó de Hércules como si ya estuviera cubierto de estiércol de vaca. Los ojos de Hércules podrían haber quemado un agujero en el rostro del Monarca Supremo. — ¿Esa es mi siguiente tarea? ¿Quieres que limpie establos? —Oh, lo siento. ¿Realizar trabajos honestos y comunes te parece algo degradante?, — Euristeo no hubiera reconocido lo que era un trabajo honesto y común, aunque este estuviera girando a su alrededor agitando cencerro. Pero la multitud murmuró: —Oooooh, eso dolió. —Bien, —gruñó Hércules. —Limpiaré los establos. Él firmó unos cuantos autógrafos más, regaló unos collares de pájaros del Estínfalo muertos como recuerdos, y luego partió para comprarse unas botas de pescador y una pala. Aquí hay un poco de ironía para ustedes: El Rey Augías, cuyo nombre significa: Brillante, era el Rey más mugroso, cochino y poco brillante de toda Grecia. Él había estado criando ganado por treinta años y nunca se había molestado por tener sus establos limpios. Eso era en parte porque el ganado no lo necesitaba. Eran descendientes de las vacas del padre de Augías, el Titán del sol Helios, así que podían vivir en cualquier condición, limpio o sucio, y nunca se enfermaban.

Pero principalmente, Augías no limpiaba sus establos porque era tacaño y flojo. No quería pagarle a nadie para que hiciera el trabajo. Y, como el trabajo se seguía acumulando, había cada vez menos personas dispuestas a realizarlo. Por su salud divina las vacas, hacían mucha popó, así que después de treinta años, los establos lucían como montañas de hamburguesas de vaca con enjambres de moscas tan densos que no se podía ver a los animales. Hércules alcanzó a oler el reino de Augías veinticinco kilómetros antes de llegar al lugar. Cuando llegó a la ciudad de Élide, los lugareños caminaban apresuradamente con pañuelos sobre sus narices y bocas para protegerse de la peste. El negocio en el mercado era terrible, porque nadie quería visitar o viajar a través de la Ciudad del Popó. Hércules decidió darle una vista a los establos antes de hablar con el Rey. Pronto se dio cuenta de que sus botas y su pala no iban a ser suficientes. Los rediles ocupaban un mayor número de hectáreas que el resto de la ciudad. Estaban ubicados en la frontera oeste de la ciudad, en una especie de península donde el Río Alfeo se curvaba formando una C gigante. Hércules se sentía fatal por el ganado. Ningún animal, divino o no, debería tener que vivir en condiciones como esas. Había pasado seis años trabajando en un rancho, así que sabía algo sobre el mantenimiento que requerían los establos, incluso si no se le podía ver bajo la superficie inhóspita de tanta popó. Tomó algunas medidas en las riberas de los ríos, hizo algunos cálculos de ingeniería y usó una app motivacional en su Smartphone hasta que una solución comenzó a formarse en su mente. Luego se dirigió hacia el palacio real. Apenas pudo pasar por las puertas del salón del trono, porque el lugar estaba tan abarrotado de basura. Unos cuantos guardias desorientados andaban por ahí en uniformes de segunda mano, moviéndose entre montones de viejos diarios, muebles rotos, ropa enmohecida y tarimas de comida para mascotas cuya fecha de expiración había pasado mucho tiempo atrás. Hércules se tapó la nariz. Él se abrió camino hacia el estrado, donde el Rey Augías estaba sentado sobre una destartalada silla plegable metálica como trono. Sus mantos pidieron haber sido azules alguna vez, pero estaban tan manchados que era imposible estar seguro. Su barba estaba llena de migajas de pan y pequeñas criaturas. Junto a él, se encontraba de pie un hombre joven, quizá su hijo, cuya expresión parecía permanentemente congelada en el modo: tengo ganas de vomitar. Hércules no podía culpar al chico. El palacio apestaba como el interior de un cartón de leche pasada. —Hola, Rey Augías, —Hércules se inclinó ante él. —He escuchado que podrías necesitar algo de ayuda para limpiar tus establos. Junto al Rey, el jovencito exclamó, — ¡Gracias a los dioses! Augías arrugó la frente. — ¡Guarda silencio, Fileo! —el Rey regresó su atención a Hércules. —Mi hijo no sabe de lo que está hablando, extranjero. No necesitamos ayuda con la limpieza. — ¡Papá!, —protestó Fileo. — ¡Silencio, chico! No voy a pagarle a nadie para que haga ese trabajo. Costaría demasiado. Además, mi ganado está perfectamente saludable. —Pero tu gente no, —susurró el príncipe. —Están muriendo por la peste. —Mi señor, —les interrumpió Hércules. —Yo puedo hacer el trabajo, y le cobraré una cuota bastante razonable.

Hércules no había planeado pedirle que le pagara, pero ahora se imaginaba que bien podría hacerlo. El trabajo era asqueroso, y el Rey debería pagar por tener sus vacas en tan malas condiciones. —Solo le costará una cuarta parte del rebaño. El Rey se levantó tambaleándose de su asiento, produciendo una lluvia de migajas y de roedores de su barba. — ¡Eso es excesivo! ¡No daría ni la centésima parte de mi rebaño! —Una décima parte, —Hércules le hizo una contraoferta. —Y haré el trabajo completo en un día. El Rey Augías estaba a punto de ponerse a gritar insultos, o posiblemente tener un ataque cardiaco, cuando Fileo lo tomó por el brazo. — ¡Papá, esta es una oportunidad de oro! Es un precio pequeño por tanto trabajo, y, además, ¿cómo podría él solo terminar con todo ese trabajo en un día? Solo dile que no le pagarás absolutamente nada si no puede hacerlo dentro del tiempo límite. Entonces, si falla, no te costará nada y aun así nos dejara los establos parcialmente limpios. Hércules sonrió. —Tu hijo es listo. ¿Tenemos un trato? Augías gruñó. —Muy bien. Guardias, tráiganme un trozo de pergamino para poder escribir un contrato. Y que no sea un pergamino del bueno. Tengo montones de pergaminos usados por allá, bajo esas bolsas de arena para gato. — ¿Arena para gato? —preguntó Hércules. — ¡Nunca se sabe cuándo podrías necesitarla! Hércules y Augías firmaron el contrato. El Príncipe Fileo sirvió como testigo. La mañana siguiente, con Fileo pisándole los talones, Hércules tomó su pala y se dirigió hacia los establos. El príncipe observó las montañas de popó. —Tú, amigo mío, has hecho un mal negocio. No hay manera de que puedas limpiar todo esto para el atardecer. Hércules simplemente sonrió. Caminó hacia el norte de los rediles y comenzó a cavar un agujero. — ¿Qué estás haciendo?, —le preguntó Fileo. —La popó está por allá. —Observa y aprende, Príncipe. Hércules era fuerte e incansable. Para el medio día, había cavado una zanja profunda desde el extremo norte de los establos hasta la orilla más elevada del río, dejando solo un delgado muro para evitar que el agua fluyera. Pasó el resto del día cavando otra zanja desde el extremo sur de los establos hasta la parte baja de la curva en forma de C del Alfeo. Donde el río se alejaba del pueblo. Nuevamente, Hércules dejó en su lugar solo la tierra suficiente como para evitar que el agua se cole en la trinchera. Ya avanzada la tarde, Fileo comenzaba a impacientarse. Hércules estaba a punto de fracasar en el trabajo sin haber dado siquiera una sola palada de popó. —Entonces, cavaste dos zanjas, —dijo el príncipe. — ¿Cómo te ayuda eso? — ¿Qué sucederá, —le preguntó Hércules, —cuando derribe el muro de contención del norte y deje que el río entre? — ¡El agua…. oh! ¡Ya entiendo! Fileo lo siguió, saltando de arriba abajo emocionado, mientras Hércules caminaba hacia la orilla norte. Con un solo golpe de su pala, Hércules rompió el muro de contención. El río inundó la zanja, avanzando hacia los rediles. Hércules había sido muy cuidadoso con sus mediciones. El grado y elevación eran los indicados. El agua barrió los establos, rompiendo las montañas de

estiércol, empujando los desechos por la zanja del sur y hacia la curva más baja del río, donde los expulsó hacia la corriente principal. Hércules había inventado el sanitario más grande del mundo. Con jalarle una sola vez, había limpiado treinta años de excremento de los establos, dejando un campo reluciente de lodo y miles de vacas muy confundidas y lavadas a conciencia. Fileo gritó deleitado. Él escoltó a Hércules de regreso al salón del trono, ansioso por compartir las buenas noticias. — ¡Padre, lo consiguió! ¡Los establos están limpios! ¡La ciudad ya no apesta como el drenaje de una planta procesadora! El Rey Augías levantó la vista de las latas abolladas de judías verdes que había estado apilando. — ¿Eh? No lo creo. — ¡Yo estaba ahí!, —insistió Fileo. —Soy su testigo. Tienes que pagarle a este hombre— una décima parte de tu rebaño, como prometiste en el contrato. —No sé de qué estás hablando, —dijo el Rey. —No firmé ningún contrato. Nunca le prometí cosa alguna a este hombre. Fileo se puso verde como los ojos de una Hidra. —Pero…. — ¡Tú no eres hijo mío!, —le gritó el Rey. — ¿Te poner a favor de este extraño y en contra mía? Los destierro a ambos por traición. ¡Guardias! Los guardias no aparecieron, probablemente porque estaban perdidos entre las pilas de basura del salón del trono. Hércules se dirigió a Fileo. —Pareces un joven bastante sensato. Si fueras Rey, ¿Limpiarías este palacio? —En un santiamén. — ¿Serías un buen monarca? —Sí. — ¿Y cumplirías con tus contratos? —Puedes apostar a que sí. —Bueno, eso es todo lo que necesitaba escuchar. — ¡Esto es intolerable!, —vociferó el Rey Augías. — ¡Guardias! ¡Alguien! Hércules subió al estrado. Golpeó al Rey Augías en el rostro, matándolo al instante, y sacudiendo fuera de su vello facial varias especies desconocidas de roedores. Hércules miró a Fileo. —Lo siento. Ya me estaba calando en los nervios. Fileo se convirtió en Rey. Él ordenó inmediatamente que la comida para mascotas expirada, la arena para gatos, los viejos diarios y las armaduras oxidadas fueran removidos del salón del trono. Declaró el acumulamiento compulsivo como ofensa capital. La ciudad de Élide recibió una buena fregada, y Hércules recibió una décima parte del rebaño real. Cuando Hércules regresó a Tirinto con un ganado que rozaba el valor de un millón de dracmas y sin una sola mancha de estiércol encima, Euristeo se puso furioso. — ¿Qué sucedió? —demandó saber. Hércules le relató la historia. —Limpié los establos. Me hice rico. Y todos felices. — ¡Yo no estoy feliz! Este trabajo tampoco cuenta. ¡Recibiste compensación! Hércules se tuvo que tragar su ira. —Nunca me dijiste que no podía aceptar un pago. —Eso da igual, de cualquier forma, tú no hiciste el trabajo. ¡El río lo hizo por ti! — ¿Y cuál es la diferencia entre usar un río y usar una pala? Ambos son herramientas.

El Rey zapateó fuertemente con sus pies. —Dije que el trabajo no cuenta, y ¡yo soy el Monarca Supremo! Y, ya que te gusta tanto el ganado, te daré otra tarea relacionada con vacas. Ve a ver al Rey Minos de Creta. Convéncelo de que te ceda su preciado toro. ¡Eso debería mantenerte ocupado durante un rato! La furia de Hércules presionaba su esternón. Claro, él había accedido a realizar penitencias por asesinar a su familia. Claro, él había sido un semidiós malo. Pero sus diez tareas estúpidas ya habían ascendido a doce tareas estúpidas, y solo iba por la mitad de la lista. Él quería matar a su primo. Con gran esfuerzo logró quitar la mano de la empuñadura de su espada. —Un Toro de Creta, —él gruñó. —En seguida lo traigo.

El Rey Minos tenía la reputación de ser un sanguinario, y de tener un poderoso ejército, así que Euristeo esperaba que él si asesinara a Hércules en el momento, solo por atreverse a pedirle su preciado toro. Pero resultó que la misión del toro fue pan comido. Hércules llegó a Cnosos, se dirigió al salón del trono y le explicó su misión al Rey Minos. —Y resumiendo, Su Majestad, se supone que debo regresar y llevar conmigo a su preciado toro para presentarlo ante el Monarca Supremo Estoy–Oculto–En–Una–Tinaja. —Llévatelo, —le dijo Minos. Hércules parpadeó. — ¿En serio? — ¡Sí! ¡Llévate el toro! ¡Adiós y buena suerte! Todo había resultado cuestión de pedirlo en el momento adecuado. El toro blanco había sido un obsequio de Poseidón, pero Hércules llegó después de que la Reina Pasífae se enamorara de la bestia y diera a luz al Minotauro, así que ahora ese preciado toro era un constante recordatorio de la vergüenza y desgracia del Rey Minos. Estaba más que ansioso por deshacerse de él. También, probablemente, tuvo algo que ver el que hubiera tenido una premonición de lo que sucedería si aquel toro alguna vez quedaba libre en el territorio Griego. Euristeo obtendría más de lo que había pedido. Hércules navegó de regreso a Micenas con el toro blanco atado a la cubierta de carga. Cuando llegó a los muelles, tomó al toro, se lo echó sobre su cabeza como si fuera un saco de harina y lo cargó hasta el palacio. — ¿Dónde quieres que ponga esto? Esta vez el Rey estaba determinado a no entrar en pánico. Se sentó sobre su trono, pretendiendo que leía una revista. — ¿Eh, qué cosa? —El Toro de Creta, —le dijo Hércules. — ¿Dónde quieres que lo ponga? —Oh, —Euristeo reprimió un bostezo. —Ponlo por allá, junto a la ventana. Hércules caminó hacia la ventana. —Cambié de opinión, —dijo el Rey. —Creo que se verá mejor junto al sofá. — ¿Aquí? —Un poco más a la izquierda. —Aquí. —No, creo que me gustaba más junto a la ventana. Hércules resistió sus urgentes ganas de arrojar el toro hacia el trono. — ¿Aquí entonces? —Sabes, el toro no pega en nada con la decoración. Llévatelo fuera de la ciudad y libéralo. — ¿Quieres que vague libre por allí? Es un animal salvaje con cuernos muy afilados. Destruirá cosas y matará gente. —Haz lo que te digo, —le ordenó el Rey. —Luego regresa para tu siguiente encargo. A Hércules no le agradó la idea, pero liberó al Toro de Creta en una campiña Griega. Por supuesto, el toro se alejó corriendo, mientras arrasaba todo a su alrededor y causaba todo tipo de daños. Eventualmente, llegó a la ciudad de Maratón, y entonces se lo conoció como el Toro de Maratón, el cual se la pasaba matando y destruyendo con impunidad hasta que Teseo finalmente lo asesinó, pero eso fue mucho más adelante. Hércules regresó al salón del trono. — ¿La siguiente tarea estúpida, Su Alteza? Euristeo le sonrió. Recientemente había escuchado rumores de un Rey Tracio llamado Diomedes que había criado caballos come–hombres, alimentándolos con la carne de sus huéspedes. Desde entonces

Euristeo había estado teniendo sueños placenteros que consistían en la muerte de Hércules hecho trizas. —Tengo entendido que Diomedes, el Rey de Tracia, tiene excelentes caballos, —él le dijo. —Ve allá y tráeme cuatro de sus mejores yeguas. Hércules presionó el puente de su nariz. Sintió como si una fuerte migraña estuviera a punto de iniciar dentro de su cabeza. — ¿No podías haber pensado en eso antes, cuando estuve en Tracia persiguiendo a la Cierva de Cerinea? — ¡Nop! —Bien, Yeguas de Tracia. Como sea. Hércules volvió a partir, deseando que alguien inventara los aeroplanos o los tren–balas, porque sus zapatos se estaban empezando a desgastar por tener que caminar por toda Grecia. Decidió tentar a la suerte navegando esta vez. Contrató un trirreme y una tripulación de voluntarios, prometiéndoles aventuras y tesoros durante su viaje a Tracia. También llevó a su sobrino, porque Yolao se había convertido en un hábil comandante de tropas. A Hércules le preocupaba que Euristeo declarara la misión inválida si la tripulación le ayudaba a capturar los caballos, así que decidió que, una vez que llegaran a Tracia, los dejaría a bordo del barco y se reuniría con Diomedes el solo. Por el camino, Hércules tuvo algunas pequeñas aventuras marginales. Fundó los juegos Olímpicos. Invadió algunos países. Ayudó a los dioses a derrotar un ejército de gigantes inmortales. Creo que les podría hablar sobre eso si tuviera unos cuantos cientos de páginas extra, pero recientemente tuve que pelear con algunos gigantes yo mismo, y en verdad no estoy de humor como para abordar ese tema. Cuando Hércules finalmente llegó a Tracia, dejó a su tripulación a bordo del barco como había planeado y marchó solo hacia el palacio de Diomedes. Dado que la aproximación directa había funcionado tan bien con el Rey Minos en Creta, Hércules decidió intentarlo nuevamente. —Oye, Diomedes, —le dijo Hércules. — ¿Podrías darme algunos de tus caballos? Diomedes sonrió. El brillo psicótico en sus ojos lo hacía parecer tan amistoso como una cabeza de calabaza de Halloween. —Has escuchado de mis caballos, ¿eh? —Uh, solo que se supone que son los mejores. El Monarca Supremo Al–que–le–Apesta–la– Boca de Micenas me envió a ti para conseguir cuatro de tus yeguas. — ¡Oh, no hay problema! ¡Ven conmigo! Hércules no podía creer su suerte. ¿Dos misiones muy fáciles seguidas? ¡Qué agradable! Mientras seguía a Diomedes, notó como más y más guardias formaban filas detrás ellos. Para cuando llegaron a los establos, tenían una escolta de cincuenta guerreros Tracios. — ¡Y aquí tienes!, —Diomedes abrió los brazos orgulloso. — ¡Mis caballos! —Wow, —dijo Hércules. Los establos de Diomedes hacían ver a los establos del Rey Augías como Disneyland. El piso estaba cubierto de trozos de carne podrida y huesos. Los cascos de los caballos y sus patas estaban salpicados de sangre. Sus ojos reflejaban salvajismo, inteligencia y malevolencia. Cuando vieron a Hércules, relincharon, y trataron de morderlo con sus dientes afilados y manchados de rojo. Las yeguas más cercanas se esforzaron por salirse de sus compartimientos. Solo las gruesas cadenas de bronce alrededor de sus cuellos las mantuvieron en su lugar, atadas a una hilera de postes de hierro.

—Mis bebés son fuertes, —dijo Diomedes. —Es por eso que tengo que mantenerlos encadenados. Adoran la carne humana. —Encantadores, —murmuró Hércules. — ¿Y debo suponer que esta noche yo soy el plato principal? —No es nada personal, —le dijo el Rey. —Es algo que hago con todos mis prisioneros, mis huéspedes y con la mayoría de mis parientes. ¡Guardias! ¡Arrójenlo dentro! Eran cincuenta contra uno. Los guardias no tuvieron ninguna oportunidad. Hércules los arrojó uno a uno a los establos, dándoles a los caballos cincuenta platillos de guerreros Tracios para cenar. Finalmente, los únicos que quedaban eran Hércules y Diomedes. El Rey retrocedió hasta una esquina. — ¡Detente, ahora! Hablemos sobre esto. —Habla con tus caballos, —le dijo Hércules. —Porque yo no te voy a escuchar. Tomó al Rey y lo arrojó a los establos. Los caballos estaban realmente llenos, pero de alguna forma hicieron espacio para el postre. Después de tanta, y tan buena comida, los caballos estaban soñolientos y mansos. Hércules tomó las mejore cuatro yeguas, les puso el arnés y las condujo hacia los muelles donde el barco estaba esperándole. En el camino de regreso por la costa, Hércules y sus marineros se entraron en algunas escaramuzas con los Tracios. Por supuesto, Hércules las ganó todas, pero unos cuantos de sus voluntarios terminaron muertos. Un tipo, Abdero, peleó con tal valentía que Hércules le construyó una enorme tumba y fundó una ciudad en su honor. El lugar, fue llamado Abdera, se convirtió en el mayor puerto en la costa Tracia. El poblado Griego aún sigue ahí hoy en día—solo en caso de, ya saben, que se encuentren en el Territorio de Diomedes durante una tarde libre. Hércules trajo a las yeguas carnívoras de regreso a Euristeo, pero el Supremo Monarca estaba muy espantado como para usarlas. Él las dejó libres cerca del Monte Olimpo. Algunas historias cuentan que a los caballos se los comieron unos depredadores incluso más grandes. Otras historias dicen que los descendientes continuaban ahí siglos después cuando Alejandro el Grande llegó para domesticarlos. Todo lo que yo sé, por experiencia personal, es que aún puedes encontrar caballos carnívoros si se acercan al vecindario equivocado. Mi consejo: No lo hagan. En este punto Euristeo ya comenzaba a entrar en pánico. Se le estaban acabando los problemas para que Hércules los resolviera. Ya no quedaban monstruos en los campos. Todos los Reyes malvados habían sido o bien golpeados hasta la muerte, o bien servidos como cena para sus propios caballos. Y Hércules solo seguía haciéndose más y más famoso, y continuaba irritantemente vivo. Otra fuente de irritación para el Supremo Monarca era que: su súper–mimada hija adolescente Admete había estado quejándose sin cesar durante semanas sobre cómo deseaba tener un cinturón decorativo de oro verdadero para lucirlo con su nuevo vestido: —Quiero el mejor cinturón del mundo, ¡padre!, ¿por favor? Así que, mientras Hércules estaba frente a él, esperando por su siguiente tarea. Euristeo tenía estos pensamientos aleatorios dando vueltas en su cabeza: Matar a Hércules. Un cinturón de oro. Una tarea peligrosa.

De repente tuvo una maravillosa, y malvada idea. ¿Quién tenía el mejor cinturón de oro en el mundo? ¿Y a quién le encanta matar héroes masculinos? —Hércules, —le dijo Euristeo. —Quiero que vayas a la Tierra de las Amazonas. Toma el cinturón de oro de su reina y tráeselo a mi hija. Detrás del trono. Admete aplaudió y dio saltitos de arriba abajo. La feroz expresión de Hércules hacía juego con su capucha de león. — ¿Tu hija quiere convertirse en la Reina de las Amazonas? —No. Ella solo quiere un cinturón brillante que se vea bien con su vestido. Hércules suspiró. —Te das cuenta de que pude haberme detenido en la Amazonia mientras regresaba de Tracia, ¿cierto? Podría haberme ahorrado tiempo, kilometraje y—no importa. Cinturón de oro. Bien. ¿Quiere algunas papas con eso, Su Majestad? — ¿Qué son papas? —Olvídelo. Hércules partió otra vez. La única buena noticia era que: Euristeo no se había quejado acerca de la carga de voluntarios que Hércules había contratado para ayudarle con su misión en Tracia, así que se imaginó que podía hacerlo de nuevo. Reunió al grupo, junto con su secuaz, sobrino, Yolao, y zarpó hacia la Amazonia en la costa sur del Mar Negro. Hércules quería evitar una batalla. Estaba cansado de que la gente muriera solo para cumplir los deseos de Euristeo. Y en especial no quería comenzar una guerra por un accesorio de moda para una princesa mimada. Por otro lado, sabía que las Amazonas respetaban la fuerza, así que, cuando su barco se acercaba a sus costas, sus hombres remaron hasta la playa con más fuerza. Formaron filas en la playa con sus escudos y espadas. Las exploradoras de las Amazonas los habían estado observando por algún tiempo. La Reina Hipólita y su ejército estaban listas. La hermana de la reina Pentesilea pensó que podrían cargar sola contra ellos y comenzar a matarlos, pero Hipólita estaba recelosa. Había escuchado historias sobre Hércules. Quería saber lo que el héroe Griego tenía que decir. Tomó algunas de sus guardaespaldas y cabalgó hacia las líneas Griegas bajo la bandera de tregua. Hércules y unos cuantos de sus amigos cabalgaron también para encontrarse con ellas. —Hola, —dijo Hércules. —Mira, sé que esto te parecerá tonto, pero hay una princesa adolescente en Grecia que quiere tu cinturón. Él le explicó la situación. Al principio Hipólita se mostró indignada. Luego, cuando quedó claro de que Hércules odiaba al Monarca Supremo y sus misiones, se mostró más entretenida. Cuando Hércules llamó a Euristeo Monarca Supremo de las Torta–de–Estiércol–de–Vaca, Hipólita incluso se rio con ganas. —Así que, —dijo la reina, —tengo entendido que una vez capturaste a la Cierva de Cerinea. —Eso es cierto. — ¿Le prometiste a Artemisa que liberarías a la venada sin hacerle ningún daño, y cumpliste tu promesa? —Sí. —Eso habla bien de ti. Artemisa es la diosa a quien rendimos culto. Si te presto mi cinturón, ¿jurarías por tu honor regresármelo? Eso nos ahorraría un gran derramamiento de sangre innecesario, ¿cierto? Hércules comenzó a relajarse. —Sí. Con mucho gusto. Eso sería asombroso.

Se estaban llevando magníficamente bien. Hipólita estaba impresionada por lo grande y musculoso que lucía Hércules en su capa de león, armado hasta los dientes con armas divinas. Hércules también pensaba que Hipólita era bastante ardiente. Si las cosas hubieran funcionado de manera diferente, podrían haber formado juntos una familia y podrían haber tenido toda una prole de hijos muy peligrosos. Pero no. Arriba, en su salón de estrategias del Monte Olimpo, Hera los estaba observando. Después de interferir en la misión de la Hidra con el cangrejo gigante, ella se había metido en serios problemas con Zeus, del tipo de problemas donde te dicen: Si vuelves a hacer esto te ataré de cabeza sobre el foso del Caos. Hera había hecho lo posible por dominar sus impulsos. Seguía con la esperanza de que Euristeo consiguiera matar a Hércules sin su ayuda. Pero ahora el héroe estaba a punto de culminar fácilmente otra tarea. —Vamos, Amazonas, —murmuró la diosa para sí misma. — ¿Dónde está tu espíritu de lucha? Finalmente no pudo soportarlo más. Ella se transformó en una guerrera Amazona, y bajó volando para unírseles. Mientras Hércules e Hipólita estaban negociando y coqueteando. Hera se movió entre las Amazonas, susurrando en sus oídos: —Esto es una trampa. Hércules se llevará a la reina como rehén. Las Amazonas se pusieron intranquilas. Ellas por naturaleza siempre sospechaban de los hombres. Se creyeron el rumor. La Reina había estado hablando con ese tipo grandote que llevaba una capa de piel de león por demasiado tiempo. Algo debía estar mal. Pentesilea sacó su espada. — ¡Debemos proteger a la Reina! ¡Ataquen! Hércules estaba elogiando a Hipólita por sus grebas277 de bronce cuando sus hombres sonaron la alarma. Las Amazonas estaban atacando. — ¿Qué significa esto?, —demandó saber Hércules. La reina parecía estar asombrada. — ¡No lo sé! Al otro lado del campo, Pentesilea alzó su jabalina. — ¡Te salvaré, hermana! Desesperada por detener la guerra, Hipólita gritó. — ¡No, esto es un error! No…. Ella se interpuso colocándose frente a Hércules al mismo tiempo que Pentesilea arrojaba su lanza. La punta traspasó la pechera de Hipólita, y la Reina de las Amazonas calló muerta a los pies de Hércules. Pentesilea gimió de dolor. Las Amazonas chocaron contra las líneas griegas. Hércules no tenía tiempo para aclarar lo que había pasado. Retiró el cinturón de oro del cadáver de Hipólita y les ordenó a sus hombres replegarse. Las Amazonas peleaban como demonios, pero Hércules abrió una sangrienta brecha a través de sus filas. Docenas de Griegos murieron. Cientos de Amazonas cayeron. Hércules contenía al enemigo mientras sus hombres subían a los botes y remaban de regreso al barco. Luego se lanzó al mar y nadó hacia el barco mientras flechas y lanzas se estrellaban contra su capa de piel de león. Los griegos escaparon, pero no les quedaron muchas ganas de celebrar. De camino a casa, Hércules tuvo algunas cuantas aventuras adicionales. Peleó contra un monstro marino, salvó la ciudad de Troya, mató a unos tipos durante una lucha cuerpo a cuerpo….

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Las grebas son una pieza de la armadura antigua que cubría la pierna desde la rodilla hasta la base del pie.

bla, bla, bla. Cuando regresó finalmente a Tirinto, arrojó el cinturón Amazonio a los pies de Euristeo. —Cientos de honorables guerreros murieron por ese cinturón. Espero que tu hija esté feliz. La Princesa Admete lo tomó con rapidez y comenzó a bailar de felicidad. — ¡Oh, mis dioses, es perfecto! ¡No puedo esperar a probármelo! Y salió corriendo para poder mostrárselo a sus amigas. —Bueno, eso fue lindo, —dijo Euristeo. —Veamos, Hércules…. ¿cuántas tareas llevas? ¿Ocho? —No, Su Majestad, —Hércules dijo lentamente. —Esta fue la novena tarea. Solo debería faltarme una más, pero dado que, en su infinita sabiduría, descontó dos de ellas…. —Tres misiones más, entonces, —le dijo el Rey. —Oh, no pongas esa cara tan triste. Esto es muy difícil para mí también, sabes. No es fácil pensar trabajos cada vez más grandes y estúpidos todo el tiempo. —También tienes la opción de liberarme antes. —No, no. Ya tengo una. —Lo juro, si me mandas de regreso a Tracia o a Amazonia…. — ¡No te preocupes! ¡Esto es en la dirección opuesta! He escuchado rumores de un hombre monstruoso llamado Gerión que vive en las lejanías, hacia el oeste—en Iberia. Hércules lo miró fijamente. —Estás bromeando, ¿cierto? Hoy día, Iberia es lo que llamamos España y Portugal. Para los griegos, ese lugar era el fin del mundo conocido. Era como Nebraska o Saskatchewan278—escuchas sobre ellas ocasionalmente, pero resulta difícil creer que gente real viva allí. Más allá de Iberia, hasta donde sabían los griegos, no había nada excepto un océano sin fin infestado de monstruos. —Este hombre Gerión, —continuó el Rey. —Supuestamente tiene un rebaño de ganado rojo brillante. ¿Puedes imaginarlo? Me pregunto si darán leche de fresa. De cualquier forma, quiero que me traigas ese rebaño. — ¿Qué pasa contigo y las vacas?, —le preguntó Hércules. — ¡Solo hazlo! Hércules contrató otro barco con un grupo diferente de voluntarios. Lo gracioso es que—a excepción de Yolao, ninguno de los que habían ido en su viaje anterior quería volver a navegar con él otra vez. Y, zarpó hacia el fin del mundo para encontrar vacas con leche sabor a fresa. En aquellos tiempos, navegar por el Mediterráneo era un asunto peligroso. La nave de Hércules navegó por la costa de África, ya que ese parecía ser el mejor camino para no perderse. Por el camino, mató un montón de Reyes malvados y monstruos, bla, bla, bla. Cuando llegó a Túnez, se topó con este tipo grandote hijo de Poseidón llamado Anteo, quien definitivamente no está en mi lista de familiares para enviarles tarjetas de Navidad. La madre de Anteo era Gaia279, la diosa de la tierra. No me pregunten porqué o cómo Poseidón y Gaia tuvieron un hijo. Es demasiado horrible como para contemplar las posibilidades. 278

Saskatchewan, provincia del oeste de Canadá, es la provincia central de las Praderas canadienses. Su capital es Regina, aunque su ciudad más poblada es Saskatoon. La mayor parte de su población se concentra en la parte sur de la provincia. 279 También se la conoce como Gaya o Gea.

Todo lo que sé, es que Anteo tomó partido por su madre. Era sanguinario, malvado y muy grande. Todos los que pasaban por el territorio de Anteo se veían forzados a luchar a muerte contra él. Supongo que porque no había nada entretenido para ver en la TV Tunecina. Hércules podría solo haber continuado navegando, evitando esta confrontación, pero a él no le gustaba dejar asesinos sanguinarios para que otras personas tuvieran que enfrentarse a ellos. Él atracó y retó a Anteo a un enfrentamiento. — ¡RAR! —Anteo se golpeó el pecho con los puños. — ¡No podrás derrotarme! ¡Mientras yo este tocando la tierra, todas mis heridas se sanaran al instante! —Un consejo entre profesionales, —le dijo Hércules. —No comiences una batalla anunciando tus debilidades mortales. — ¿Y cómo sería eso una debilidad? Hércules atacó. Él envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Anteo, levantó al luchador de tal forma que ninguna parte de él tocara tierra. Anteo se esforzó por liberase, y pataleó tratando de golpear a Hércules, pero Hércules solo siguió apretando hasta que algo dentro del pecho de Anteo se rompió. Anteo dejó de luchar. Hércules esperó un momento hasta estar seguro de que estaba realmente muerto, luego arrojó su cuerpo a la tierra. —Estúpido luchador, —Hércules escupió sobre la tierra, y regresó al barco. Finalmente, logró llegar al final del Mediterráneo, donde la punta norte de África casi tocaba la punta sur de Iberia. Para honrar su increíblemente ridícula misión, Hércules construyó dos pilares a manera de portal. Los llamó—pueden adivinarlo—los Pilares de Hércules. Algunas historias aseguran que Hércules creó el estrecho entre Europa y África empujando los continentes para que se apartaran. Otras historias dicen que hizo más angosto el paso para que los monstruos más grandes no pudieran entrar al Mediterráneo desde el Océano Atlántico. Ustedes crean lo que quieran. Yo, no estoy muy ansioso por visitar los Pilares de Hércules, de nuevo. La última vez que estuve ahí, casi me decapita una piña voladora. Pero esa es otra historia. Una vez que estuvo en Iberia, Hércules dejó a sus hombres a bordo del barco y viajó solo por meses, buscando las vacas rojas. Una tarde calurosa, desde la cima de una colina observó un hato de animales color rubí en el valle del fondo. —Esas tienen que ser, —murmuró Hércules. —Por favor que sean esas. Trotó hasta el valle, cansado e irritado. Casi había llegado con el ganado cuando un perro feroz de dos cabezas saltó desde el pasto crecido, gruñendo y mostrándole un par de hileras de dientes a juego con su ferocidad. Usualmente a Hércules le gustaban los perros, pero este perro de dos cabezas no parecía muy amistoso. Ni portaba las placas que se les otorgan al recibir la vacuna antirrábica. —Basta, chico. Um…. ¿chicos? No hay necesidad de ser violentos aquí. — ¡Yo juzgaré eso! —Un tipo alto con un hacha salió caminando pesadamente detrás del perro. — ¿Tú eres Gerión?, —le preguntó Hércules. —No, yo trabajo para Gerión, —dijo el tipo del hacha. —Mi nombre es Euritión, y este de aquí es mi pero, Ortos280. 280

También se le conoce como Ortros, pero Ortos es el nombre que se usa en Percy Jackson La Batalla del Laberinto. Dicho nombre significa Recto. Curiosidades: Ortos es hijo de Equidna y Tifón, hermano de Cerbero. Su primer dueño fue el titán Atlas, fue padre con la Quimera de la Esfinge y del León de Nemea.

—Bien, —Hércules levantó las palmas de sus manos y trató de parecer amigable, lo que no le resultaba fácil, con todo el arsenal de armas que llevaba, y la capucha de piel de león. —He venido a negociar por este ganado de color rojo. El Supremo Monarca Muffin–Top281 de Micenas, las quiere. —Me temo que es imposible, —dijo Euritión. —Mi amo me dejó órdenes estrictas: Todos los intrusos deberán morir en cuanto los detectes. Has recorrido un largo camino para morir. —Que lata, —dijo Hércules. El ranchero y su perro atacaron al mismo tiempo. También murieron al mismo tiempo. Hércules los derribó de un solo golpe. Estaba limpiando la sangre de su garrote cuando otra voz gritó. — ¡NO, NO, NO! El héroe levantó la vista. Acercándose rápidamente hacia él estaba un tipo que lucía como si le hubieran pasado por encima una aplanadora de los dibujos animados. Sus piernas eran normales. Su cabeza era normal. Pero todo en su parte central estaba demasiado plano y fuera de lugar. Su cuello estaba anclado sobre unos amplios hombros que se separaban en tres torsos diferentes, uno junto al otro. Cada torso usaba una camiseta de color diferente—rojo, verde, amarillo. Sus brazos sobresalían de sus torsos izquierdo y derecho, lo cual le haría imposible abrocharse los botones de la camisa puesta sobre su torso central. Tres barrigas separadas se fundían en una sola cintura de un tamaño descomunal que necesitaba un cinturón de talla extra–extra–extra–grande, de unos dos metros de largo282. Dos espadas colgaban a sus costados. — ¿Qué te sucedió?, —preguntó Hércules, genuinamente preocupado. — ¿Que qué me sucedió?, —el tipo se veía confundido, luego enfurecido. — ¿Quieres decir con mi cuerpo? ¡Así nací, imbécil insensible! ¿Por qué mataste a mi vaquero y a su perro? —Ellos empezaron. — ¡Ah! ¿Sabes lo difícil que es encontrar buenos ayudantes en Iberia? — ¿Eres tú Gerión? — ¡Por supuesto que soy Gerión! ¡Señor de Iberia, hijo de Crisaor el Guerrero Dorado, amo de las vacas rojas! —Ese es un título impresionante, —dijo Hércules. —Amo de las vacas rojas. Y, hablando de eso, quiero comprarlas. ¿Cuánto cuestan? Gerión gruñó. —Pagarás, eso es cierto. ¡Pero pagarás con sangre! El amo de las vacas rojas sacó sus espadas y atacó. Hércules estaba renuente a atacar a una persona con el síndrome de los tres cuerpos, pero golpeó con su garrote el torso central de Gerión. Sus costillas se rompieron con un crujido desagradable. Eso debería haberlo matado, pero el pecho de Gerión solo regresó rápidamente a su forma original. — ¡No puedes matarme!, —dijo. — ¡Tengo tres juegos de órganos! Sano demasiado rápido. —Por cierto283, —dijo Hércules, —no deberías decirle a la gente tus debilidades mortales. 281

Un Muffin–Top (o Muffin Top), es un término usado típicamente para describir a un hombre o mujer con piel o grasa corporal visible por encima de la línea de la cintura de los pantalones o faldas debido a que su ropa en muy ajustada. El término hace referencia a la forma en como sobresale la parte superior de un muffin cuando ya se ha cocinado. El término ha sido considerado como una forma despectiva del cuerpo. 282 Texto Original Talla–82. 283 Texto Original: BTW: Es un acrónimo inglés que significa: by the way. En español: Por cierto, Ya que estamos o Por cierto, ¿sabías que….? Sin embargo, a veces también puede ser una abreviatura de: Between, (entre).

— ¿Y cómo es que eso es una debilidad mortal? —Solo tendré que matar a tus tres cuerpos de una sola vez, ¿cierto? Gerión titubeó. — ¡Maldición! ¡Odio a los héroes! Gritó y cargó contra él, sus espadas se agitaron, rebotando a ambos lados haciéndolo lucir como un cangrejo real de Alaska samurái. Hércules soltó su garrote y sacó su arco. Gerión no tenía habilidad para girar en lo absoluto. Mientras corría a toda velocidad hacia adelante, Hércules lo rodeó por un costado y disparó una flecha bajo el brazo derecho del ranchero. La flecha pasó a través de los tres torsos, penetrando sus tres corazones, y Gerión cayó muerto. —Lo siento, amigo, —dijo Hércules. —Te lo advertí. Él arreó las vacas rojas de regreso a su barco y zarpó hacia casa. Esta vez siguió la costa norte a lo largo de lo que ahora es España, Francia e Italia. Tuvo más aventuras. En los Alpes, mató algunas personas que trataron de robarle sus vacas. Cercano al punto donde Roma sería fundada un día, mató a un gigante que arrojaba fuego llamado Caco. Fundo unas cuantas ciudades, destruyó otras cuantas naciones. Bla, bla, bla. Después de algún tiempo, él regresó a Tirinto. A Euristeo le decepcionó averiguar que el ganado rojo no daba leche de fresa, pero le dio a Hércules el crédito por completar la tarea. —Entonces el trabajo está hecho, —dijo el Monarca Supremo. — ¡Lo que significa que solo te quedan los dos trabajos extras! — ¿Trabajos extras? —Primero, —dijo el Rey, —Tengo un anhelo por las manzanas. Me has traído todos estos productos de carne de buena calidad—cangrejo, jabalí salvaje, vaca, aves…. — ¡No se supone que te comieras los Pájaros del Estínfalo! —Mis doctores dicen que necesito más frutas y vegetales en mi dieta. Quiero que encuentres el Jardín de las Hespérides. Tráeme algunas Manzanas Doradas del sagrado árbol de Hera. —Hera, —repitió Hércules. —La diosa que me odia más que a cualquiera en el mundo. Quieres que le robe sus manzanas. —Sí. La capa de piel de león de Hércules se sintió más caliente de lo acostumbrado. El sudor comenzó a recorrerle el cuello. — ¿Y dónde está ese jardín exactamente? —No tengo idea. He escuchado que se encuentra muy lejos hacia el oeste. — ¡Yo estaba justo en el oeste! ¡Estuve lo más lejos que se puede ir hacia el oeste! —Las Hespérides son las hijas del Titán Atlas, —dijo Euristeo amablemente. —Quizás podrías preguntarle a Atlas dónde encontrar el jardín. — ¿Y dónde encuentro a Atlas? —Creo que podrías preguntarle a alguien que sepa algo de los Titanes. ¡Feliz cacería! Hércules no tenía idea de cómo encontrar a Atlas. El Titán no tenía un perfil en Facebook y no había nada en Wikipedia. Incluso el confiable sobrino de Hércules, Yolao, no tenía respuesta. Por último, Hércules consultó a un sacerdote de Zeus, con la esperanza de que le diera algunos indicios. —Si necesitas encontrar a un Titán, —le dijo el sacerdote, —quizás deberías preguntarle a otro Titán.

Hércules se rascó la barba. — ¿Tienes alguno en mente? Porque creo que la mayoría de los Titanes fueron arrojados al Tártaro. —Hay un Titán que podría resultarte de ayuda, —le dijo el sacerdote. —Siempre se ha mostrado amistoso con la humanidad. Y, también, está convenientemente encadenado a una montaña, lo que lo hace fácil de encontrar. —Te refieres a Prometeo, el Titán que le dio el fuego a la humanidad. —Denle una galleta a este hombre, —dijo el sacerdote. — ¿Tienes galletas?, —le preguntó Hércules esperanzado. —No, es solo una expresión. Sin embargo, Prometeo es tu mejor apuesta. Lo encontrarás en las Montañas del Cáucaso. Te dibujaré un mapa. Naturalmente, las Montañas del Cáucaso estaban a montones de kilómetros. Después de meses de viaje y montones de aventuras, Hércules finalmente encontró a Prometeo—un hombre de diez metros de alto vestido en harapos mugrosos—encadenado en la ladera de un risco por sus tobillos y muñecas. Su rostro estaba surcado por viejas marcas de garras, pero el verdadero espectáculo de horror era su barriga. ¡ALERTA DE ASQUEROSIDAD! Posada en el costillar de Prometeo había una enorme águila dorada, arrancando trozos de las entrañas del Titán inmortal y comiendo deliciosos bocados. ¿Conocen esas casas encantadas baratas que hacen entrañas falsas con espagueti frío, uvas peladas y salsa de tomate? Se veía justo así… solo que: no era falso. Hércules caminó hacia Prometeo. —Hombre, eso parece doloroso. —Lo–es. —Prometeo dejó escapar un grito, sacudiendo la montaña entera. —Lo siento. Es– difícil–concentrarme. Hércules simpatizó con él. Él mismo había tenido un montón de días en los que se sentía como si le estuvieran dando picotazos mortales. —Odio preguntar, pero estoy buscando a Atlas. Necesito algunas manzanas doradas del Jardín de las Hespérides. —Yo–te–podría–ayudar, —le dijo Prometeo, con el sudor recorriendo su rostro. —Pero– esta–águila…. Hércules asintió. — ¿Cuánto tiempo has estado encadenado aquí? ¿Mil años? —Algo—¡OUCH!—así. —Si mato al águila, ¿me dirías lo que necesito saber? —Con gusto, ¡AHGGG! Sí. Hércules miró hacia el cielo. —Padre Zeus, jamás te he pedido nada. Durante todos estos estúpidos trabajos para Euristeo, he pagado mis deudas y he sufrido en silencio. Bueno…. la mayor parte del tiempo. De cualquier forma, Prometeo tiene la información que necesito. A mi parecer ha sido castigado ya lo suficiente. Voy a matar esta águila ahora mismo, lo que normalmente no haría, porque las águilas me agradan. Pero esta en particular está crispándome los nervios. Una regia voz hizo eco desde los cielos: —MUY BIEN, ENTONCES. Confiando en que tenía el permiso de su Papá, Hércules sacó su arco y le disparó al águila. Inmediatamente, la barriga de Prometeo se cerró. El alivio inmediato se notó en su rostro. — Gracias, amigo mío. ¡Eres una noble cucaracha! — ¿Soy una, qué? —Lo siento. Quise decir humano. De todas formas, aquí esta lo que necesitas hacer. Ve hacia el noroeste, pasa la tierra de los Hiperbóreos, hasta el mismo límite de la tierra conocida.

—He estado ahí. Maté unas cuantas cosas. Y compré una camiseta de recuerdo. —Ah, pero Atlas reside en una montaña que no puede ser encontrada por los humanos…. a menos que sepan exactamente dónde buscar. Te daré las indicaciones para llegar. Una vez que estés ahí, verás el Jardín de las Hespérides muy cerca del lugar, pero no debes intentar tomar las manzanas por ti mismo. El dragón Ladón resguarda el árbol, y no se le puede matar, ni siquiera alguien tan fuerte como tú. Además, si tomas las manzanas por la fuerza, Hera estaría en todo su derecho de aniquilarte en ese momento exacto. —Y, entonces…. —Entonces tienes que persuadir a Atlas para que él mismo tome las manzanas por ti. Las Hespérides son sus hijas. Él puede visitar el jardín fácilmente. El dragón no lo molestará. — ¿Pero no se supone que Atlas está ocupado sosteniendo el cielo? Prometeo sonrió. —Bueno, no puedo resolver todos tus problemas. Tendrás que solucionar esa parte por ti mismo. Una vez que tuvo las indicaciones, Hércules le agradeció al mugriento Titán y siguió su camino. Tuvo mucho tiempo durante su travesía para pensar, así que cuando finalmente encontró a Atlas tenía una muy buena idea de lo que iba a decirle. El viejo general de los Titanes estaba agachado sobre la cima de una montaña en las zonas oscuras de los páramos del norte. Atlas aún usaba su armadura marcada por la batalla, fundida por el rayo durante la guerra con los dioses miles de años atrás. Su piel era tan oscura como los centavos viejos después de estar a la intemperie expuestos a los elementos por mucho tiempo. Estaba arrodillado con los brazos en alto, y apoyado sobre su espalda, se encontraba la base de una enorme nube giratoria en forma de embudo—un tornado que ocupaba el cielo por completo. Probablemente porque era el cielo. — ¡Gran Atlas!, —lo llamó Hércules. Y no solo era por halagarlo. Atlas era del doble del tamaño de Prometeo y también el doble de musculoso. Incluso después de un milenio de castigo brutal, aún lucía impresionante. — ¿Qué es lo que quieres, enclenque mortal?, —la voz del Titán resonó. —Manzanas, —dijo Hércules. Atlas gruñó. —Supongo que te refieres a las manzanas del jardín de mis hijas. El Titán señaló con su barbilla. Hércules no lo había notado antes, pero abajo, al otro lado de la montaña, en un valle a una distancia de un kilómetro y medio, un hermoso jardín resplandecía con luz roja–purpurea como un perpetuo atardecer. Pequeñas figuras—mujeres vestidas de blanco—danzaban entre las flores. En el centro del jardín, un enorme manzano llegaba hasta el cielo. Incluso desde esta distancia, Hércules podía ver la fruta dorada centelleando en sus ramas y la serpenteante forma de Ladón el dragón enroscado alrededor de su tronco. Hércules estuvo tentado a marchar hasta allá abajo, matar al dragón y tomar las manzanas él mismo. Parecía tan simple. Pero se dio cuenta de que Prometeo no le había mentido. Incluso si pudiera matar al dragón, Hera lo convertiría en polvo en el momento en que arrancara la fruta. —Sí, —concordó Hércules. —Esas manzanas. —Nunca las conseguirás por ti mismo. —Ya me lo había dicho Prometeo. Atlas elevó sus cejas sudorosas. — ¿Conoces a Prometeo?

—Le disparé al águila que se alimentaba de su hígado. Me dio las indicaciones para encontrarte. —Bueno, eres un fanático regular de los Titanes, ¿cierto? Te diré algo: ya que ayudaste a Prometeo, te ayudaré. Pero no será fácil. Tendrás que sostener el cielo por mí mientras consigo las manzanas. Hércules había estado anticipando esto. —Bien. Pero tendrás que jurar por el Río Estigio que regresarás. Atlas se rió. —No confías en mí, ¿eh? No puedo culparte. Muy bien, juro por el Río Estigio que regresaré aquí con las manzanas. Pero, ¿estás seguro de que tú puedes sostener el peso del cielo? Eres muy pequeño. —Ufft. —Hércules se desató su capa de piel de león y la arrojó a un lado. — Sostenme esto. Probablemente estarán pensando: Amigo, es el cielo. ¿Cómo puedes sostenerlo, y mucho menos pasárselo a otro? Y, si fuera tan pesado y doloroso, ¿por qué Atlas no lo suelta y se va? No funciona así. Tendrán que confiar en mi palabra sobre eso. Si Atlas hubiera soltado el cielo he intentado correr, este habría colapsado y aplanado todo a su paso, incluyendo al Titán y a sus hijas. Y, en cuanto a cómo puedes sostenerlo…. bueno, a menos que lo hayas hecho es difícil de describir. Imagínate un trompo de cuarenta millones de toneladas sobre tu espalda, con su punta afilada clavada entre tus omóplatos. Eso en realidad apesta, pero tienes que soportar el peso lo mejor que puedes o te aplasta. Hércules se arrodilló junto a Atlas. Lenta y cuidadosamente, Atlas cambió la carga de sus hombros a los de Hércules. El héroe era pequeño, pero no colapsó bajo el peso. —Estoy impresionado, —dijo Atlas. —Solo consigue las manzanas, —gruñó Hércules. —Esto sí que pesa. Atlas se burló. —No me digas. Regreso en un abrir y cerrar de ojos. La idea de Atlas sobre un abrir y cerrar de ojos no era la misma que la de Hércules. El Titán caminó sin prisa hacia el Jardín de las Hespérides, tuvo una larga y agradable plática con sus hijas y disfrutó de un día de campo sin prisas, pasó un tiempo acariciando a Ladón el dragón, y luego, finalmente, cargo en sus brazos todas las manzanas que pudo recolectar. Mientras tanto, los músculos de Hércules se estaban volviendo de pudín. Sus miembros temblaban. El sudor le hizo que sus ojos picaran. El cielo se agitó, clavándose en su espalda tan fuerte que le iba a dejar un moratón muy desagradable. Hércules nunca se había sentido tan débil. No estaba seguro de poder resistir mucho más. Y, por fin, regresó Atlas, silbando. — ¡Gracias, amigo mío! ¡Había olvidado lo bien que se siente ser libre! —Grandioso. Ahora toma de regreso el peso del cielo. —Bueno, la cuestión es que…. yo juré regresar con las manzanas, lo cual ya hice. Nunca prometí tomar de regreso el peso del cielo y dejarte ir. Hércules murmuró algunas maldiciones que no se pueden escribir aquí. —Ya, ya, —dijo Atlas. —No seamos groseros. ¡Lo estás haciendo bien! Solo voy a llevarme a mis hijas, reunir un ejército, e ir a destruir el Monte Olimpo. —Muy bien, —dijo Hércules. —Tú ganas. — ¡Sí, yo gano!

—Pero, concédeme una última cosa antes de que te vayas, por favor. Ayudé a Prometeo a soportar su castigo. Lo menos que puedes hacer es darme un poco más de comodidad para soportar el tuyo. Atlas dudó. — ¿Qué es lo que tienes en mente? —Esta parte puntiaguda del cielo está acabando con mi espalda. — ¡Te escucho, amigo! —En realidad, necesito una almohada. —Lo sé. Les rogué a los dioses por una de tamaño extra grande con relleno extra. Pero no me escucharon. —Bueno, entonces, aquí está tu oportunidad de probar que eres más compasivo que los dioses. Toma el cielo de nuevo, solo por un segundo, permíteme doblar la capa de piel de león para colocarla detrás de mi cuello. Luego tomaré la carga del cielo para siempre. Lo prometo. Atlas podría solo haberse burlado, y alejando de allí. Pero el general de los Titanes no era un completo insensible. No odiaba a los mortales como Hércules. Solo odiaba a los dioses. Quizás también se sentía un poquitito culpable por infligir su castigo sobre un enclenque semidiós. O, quizás, solo le gustaba la idea de parecer más generoso que Zeus. —Muy bien, —le dijo. —Soy demasiado amable para mi propio bien. —Eres el mejor, —le concedió Hércules. Atlas dejó las manzanas doradas. Se arrodilló junto al semidiós, y Hércules le pasó el peso del cielo de regreso a los hombros del Titán. Hércules cojeó hacia las manzanas doradas. Y las recogió con su capa de piel de león. —Gracias, Atlas. Nos vemos. — ¿QUÉ?, —Atlas bramó. —Prometiste…. —No te lo prometí por el Río Estigio. Vamos, amigo. Eso está en: Trucos para Principiante284. Que te diviertas sosteniendo el cielo por siempre. Hércules aún podía escuchar a Atlas vociferando maldiciones hasta que estuvo a una distancia de ochocientos kilómetros. ¡Hora de la última hazaña estúpida! ¿Están emocionados? Hércules lo estaba. Estaba listo para acabar con esta tontería. Y también lo estaba el pobre estúpido que está escribiendo todo esto. Oh, esperen…. ese soy yo. Cuando Hércules regresó a Tirinto con las manzanas doradas, el Monarca Supremo Euristeo estaba pálido, sudoroso y con insomnio. Por semanas había estado preocupando por lo que sucedería cuando Hércules completara su tarea final. Una vez que estuviera libre, no habría nada que lo detuviera de arrojar a Euristeo al conducto de basura más cercano y ocupar de esa forma su lugar como Monarca Supremo. ¡El reino entero se iría a los perros285! Euristeo tenía una última oportunidad. Necesitaba una tarea completamente imposible para asegurarse de que Hércules moriría en desgracia y nunca regresaría. Una loca idea le llegó, de repente. Morir. Nunca regresar. Irse a los perros. 284

Texto Original: Trickery 101: Cuando en el campo de la Educacion se usa el término 101 se lo aplica para representar el nivel introductorio de algún aprendizaje o de una colección de materiales sobre un tema. Ej. Archeology 101 -> Arqueología Básica o Introducción a la Arqueología o Arqueología para Principiantes. 285 Texto original: Go to the dogs: (Irse a los perros): Es una expresión que se usa para referirse a estar arruinado.

— ¡La última misión!, —anunció el Rey. —Viaja al Inframundo y tráeme al perro guardián de Hades. Cerbero. —Muy gracioso, —dijo Hércules. —Ya en serio, ¿cuál es mi tarea? — ¡Esa es tu tarea! Y no regreses con algún perro de tres cabezas cualquiera. Quiero al verdadero: Al mismísimo Cerbero. ¡Ve a buscarlo chico! Esa última parte fue simplemente para molestarlo, pero Hércules no iba a perder la compostura estando tan cerca de su meta. Giró sobre sus tobillos y partió. Primero visitó el templo de Hades en Eleusis para que le dieran algunos consejos sobre el Inframundo. Luego visitó la Tienda de Descuentos para Perros y se abasteció de Huesos Sabrosos286 sabor beicon. De acuerdo con algunas historias, también se tomó algo de tiempo libre, y se fue a navegar junto a Jasón y los Argonautas. No puedo culparlo. Comparado con invadir el Inframundo, una peligrosa travesía marina probablemente sonaba a vacaciones relajantes. Finalmente Hércules templó sus nervios, encontró la fisura más cercana en la tierra y descendió hacia el Erebo. Cruzar el Río Estigio no resultó ser ningún problema. El barquero, Caronte, era un gran fan. Accedió a cruzar al héroe a cambio de que Hércules le grabara un correo de voz felicitándolo en su iPhone. Hércules llegó a las puertas negras y encontró a Cerbero. Era un poco difícil no verlo, siendo una enorme bestia del infierno con tres cabezas, una serpiente por cola y brillantes ojos rojos. Pero Hércules se llevaba bien con los perros. Le dijo a Cerbero que se sentara. Y Cerbero se sentó. Hércules sacó unos Huesos Sabrosos sabor beicon y le arrojó uno por cada cabeza de Cerbero. Cerbero le encantaban esas cosas. Hércules podría simplemente habérselo llevado cargando, pero quería hacer las cosas de manera educada, si era posible. Decidió pedirle permiso a Hades. Sabía que eso sería un riesgo, pero también sabía que era invierno, lo que significaba que Perséfone estaría en el Inframundo. Y, como hija de Zeus, Perséfone era técnicamente la media hermana de Hércules, así que podría hacer que Hades fuera más tolerante con él. Pensó que valdría la pena el intentarlo. —Ya regreso, chico, —le dijo a Cerbero. —Espérame aquí. Cerbero golpeó el piso con su cola de serpiente, lo cual hizo que a la serpiente le diera dolor de cabeza. Mientras Hércules viajaba por los Campos de Asfódelo, se topó con Teseo, el héroe de Atenas, que estaba sentado sobre una roca, paralizado desde el cuello hacia abajo. No había podido moverse en años. —Ayúdame, —le dijo Teseo. Hércules arrugó su frente. —Tú eres Teseo, ¿cierto? ¿Qué estás haciendo aquí? —Larga historia. Un amigo mío tuvo la estúpida idea de secuestrar a Perséfone, y yo le acompañé. Mi amigo…. bueno, se convirtió en piedra y se desmoronó. Yo aún estoy atorado. ¿Podrías sacarme de aquí? Hércules intentó jalarlo, pero el trasero de Teseo parecía injertado en la roca. —Mmm. Déjame hablar con Hades y Perséfone. Veremos que se puede hacer. 286

Munchy Bones, premios para perros de la marca Ol’Roy.

—Gracias, hombre. No voy a ir a ningún lado. Hércules entró caminando sin prisas al palacio de Hades y encontró al Rey y a la Reina de los muertos jugando Hippos Glotones287 sobre una pequeña mesa colocada entre sus tronos. — ¿Interrumpo?, —preguntó Hércules. Hades levantó las manos al aire. —No. ¡Ella está acabando conmigo en este juego! —Todo está en cómo usas las muñecas, querido. Hades giró hacia Hércules. —Tú no estás muerto. Tampoco traes mi carrito del té de la tarde. ¿Quién eres? —Soy Hércules, mi señor. Estoy aquí porque el Supremo Monarca del Pan–Tostado–Con– Leche en Micenas quiere que le lleve a tu perro, Cerbero. Una sonrisa curvó las comisuras de los labios de Hades. —Wow, eso sí que es gracioso. Casi me rió. —Desearía que fuera una broma, —le dijo Hércules. —Desafortunadamente, tengo que cumplir estas doce estúpidas tareas…. —Oh, ya sabemos todo sobre eso, —dijo Hades. —A mi esposa, aquí presente, le encanta tu trabajo. Perséfone sonrió. — ¡He estado siguiéndote desde tus primeros días! Adoré la forma en como les cortaste las manos, orejas y narices a esos Minias. Hércules tuvo que pensar un poco sobre eso, porque eso había sido, como, unas sesenta páginas atrás. —Sí, lo hice, ¿o no? — ¡Y la Hidra! Eso fue muy emocionante. Estábamos observando tu pelea por el Canal de los Cercanos a la Muerte. — ¿El Canal de los Cercanos a la Muerte? — ¡Temíamos que tu alma viniera a visitarnos, pero sobreviviste! Estoy orgullosa de llamarte mi hermano. Hades se inclinó hacia adelante conspiratoriamente. —De ti es todo de lo que ella habla en estos días: ‘¿Conoces a Hércules? Bueno, pues soy su hermana’. Perséfone golpeó a su esposo en el brazo. —De cualquier forma, estaremos muy felices de prestarte a Cerbero, ¿cierto, querido? Hades se encogió de hombros. —Seguro. Solo libéralo cuando termines. Él conoce el camino de regreso a casa. —Eso es muy amable de su parte, —dijo Hércules. —Oh, por cierto, hay otro héroe, Teseo, atorado en los Asfódelos. ¿Estaría bien que lo pudieran dejar ir en este momento? Está aburrido. Hades se rascó la frente. — ¿Teseo aún sigue aquí? Sí, claro. Llévatelo. Y así, después de firmar algunos autógrafos y permitir, diplomáticamente, que Hades le ganara un juego de Hippos Glotones, Hércules retornó por los Campos de Asfódelos, liberó a Teseo y regresó a las puertas del Inframundo para recoger a Cerbero. —Sígueme, chico. El perro podía oler los Huesos Sabrosos en los bolsillos de Hércules, así que movió su cola de serpiente y lo siguió. 287

Hungry Hippos. Juego de mesa que pueden jugar entre 2 y 4 personas. Consta de cuatro modelos de hipopótamos de plástico que deben tragar las canicas que se colocan al centro del tablero y que gana quien logre colectar más de estas pequeñas bolitas.

Cuando llegaron al mundo superior, Hércules y Teseo tomaron caminos separados y se despidieron con un apretón de manos. Hércules le advirtió que tuviera cuidado, pero Teseo tenía ADHD288 tan severo que no le prestó mucha atención. Ya estaba distraído por lo brillante que era el mundo mortal, y estaba ansioso por regresar a Atenas. Hércules se giró hacia Cerbero, quien estaba entrecerrando sus ojos por la luz del sol, y gruñéndole a los árboles. —Muy bien, amigo, —dijo Hércules. —Voy a levantarte y te llevaré cargado, solo para guardar las apariencias. Tú gruñe, retuércete y simula atacarme. Si alguien pregunta yo te arrastré hasta aquí. Algún día, los artistas van a hacer montones de pinturas en vasijas sobre nosotros, y se vería estúpido si tu solo mueves la cola y ruegas que te den Huesos Sabrosos. Cerbero pareció comprenderle. Hércules lo levantó y lo arrastró hasta Tirinto. Cerbero aulló y se retorció como todo un campeón. Cuando llegaron a la ciudad, todos se alejaban de su camino. La gente cerraba las puertas con seguro y se ocultaba bajo sus camas. Los guardias dejaron caer sus armas y corrieron. Hércules irrumpió en el salón del trono. — ¡Euristeo, hazte el muerto! El Monarca Supremo gritó y se lanzó de cabeza hacia su tinaja de bronce. Hércules sonrió. Había estado esperando ver un clavado más en esa tinaja. — ¡Llévatelo!, —vociferó el Rey. — ¡Llévate muy lejos a esa bestia del infierno! — ¿Estás seguro? ¿No quieres revisar sus dientes o leer su placa de identificación o algo? — ¡No! ¡Te creo! Tus tareas han terminado. Te libero de mis servicios. ¡Vete en paz, por favor! Hércules no estaba muy seguro de cómo debía sentirse sobre eso. Él había estado trabajando para el Rey por más de ocho años ya. Había viajado por todo el mundo varias veces. Por largo tiempo, había fantaseado con matar a Euristeo una vez que terminara con sus labores, pero ahora, al verlo temblando dentro de una tinaja de bronce junto a su trono, solo sentía lástima y alivio, junto con algo más que no había sentido en largo tiempo: Felicidad. Se giró hacia Cerbero. —Ve a casa, amigo. Toma, mi último Hueso Sabroso. Cerbero lamió el rostro de Hércules con sus tres lenguas babosas, y luego salió saltando del salón del trono. Hércules se acercó a la tinaja. —Gracias, Euristeo. Me has ayudado a expiar las muertes de mi familia. Me has probado en maneras que nunca podría haber imaginado. Más que eso, me has demostrado que jamás querría tu trabajo. Ser el Monarca Supremo no es para mí. Puedes conservar tu trono. Yo soy mucho más feliz siendo un simple héroe. Salió del palacio dando grandes zancadas, sin mirar hacia atrás.

288

Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.

¿Final feliz? Dioses, uno esperaría al menos eso después de todo lo que tuvo que pasar, ¿cierto? Pero no. Hércules decidió que quería casarse otra vez, y sentar cabeza. Él escuchó sobre esta pequeña ciudad muy remota llamada Ecalia, regida por un monarca llamada Éurito. (Por supuesto que el nombre del tipo tenía que ser Éurito. Esto no resulta confuso en lo absoluto después de Euritión el ranchero y Euristeo el Monarca Supremo, y Yuri el oso Ruso o cualquier otro nombre que estuviera en esta historia). De cualquier modo, el Rey Éurito organizó una competición de arquería. El gran premio era su hija Íole, que era muy hermosa. Qué lindo papá, ¿cierto?: Oh, querida, no te importaría que te entregue como premio en mi competición de arquería, ¿o sí? Sería una buena promoción para el reino. Grandioso. Gracias. Hércules llegó al pueblo y fácilmente ganó el concurso, pero Éurito se negó a entregarle a su hija. —Mira, Hércules, —le dijo el Rey. —No es nada personal, pero asesinaste a tu última esposa y a tus hijos. Esta es mi hija. Y no puedo entregársela a alguien como tú. Es realmente conmovedor ver cómo Éurito desarrolló una conciencia después de decidir entregar a su propia hija como un premio de una competición, pero como sea. Hércules podría haber matado al Rey, pero estaba demasiado impactado por sus palabras. Había visto a Íole. Era realmente ardiente. Ya se había imaginado su hermosa nueva vida, juntos. — ¿Vas a retractarte después de haber dado tu palabra?, —él le preguntó a Éurito. — ¡Lamentarás eso! Salió furioso del pueblo. Unas cuantas semanas después, todo el Ganado de Éurito se perdió. Por supuesto, el Rey sospechó de Hércules. — ¡Ese sinvergüenza! ¡Marcharé contra su pueblo y lo destruiré! Su hijo Ífito, que era el único en la familia con algo de sentido común, levantó su mano. — Este, Padre…. no creo que Hércules hiciera esto. Te dije que cumplieras tu promesa y le dieras a Íole por esposa. Creo que el ganado perdido es solo un castigo de los dioses. — ¡Mentiras!, —gritó el Rey. — ¡Guerra! —Bueno, la otra cosa es que…. —dijo Ífito. —Hércules vive en Tirinto con su primo, el Monarca Supremo de Micenas. Su reino es como veinte veces más poderoso que el nuestro. Así que ir a la guerra sería suicida. —Oh. —El Rey odiaba que lo enfrentaran con la realidad. —Bueno, ¿y tú que sugieres? —Déjame hablar con Hércules, —dijo Ífito. —Yo aclararé esto. Pero, si resulta que él no tomó el ganado, en verdad tendrás que darle a Íole. El Rey accedió. Ífito viajó para visitar a Hércules. El príncipe trató de ser lo más diplomático posible. —Escucha, hombre, estoy de tu lado. Sé que no tomaste el ganado de mi papá. Solo estoy intentando probarlo para poder limpiar tu nombre. Limpiar tu nombre. Hércules echaba humo. Se sentía avergonzado por haber sido descalificado en la competición de arquería, y también se sentía engañado. Había pasado ocho años pagando sus

deudas, haciendo trabajos estúpidos para limpiar su nombre, y tan pronto como había intentado hacer una nueva vida para él le echaban en cara, de nuevo, sus viejos crímenes. —Ven conmigo, —gruñó Hércules. Él llevó a Ífito a la parte más alta de la muralla de la ciudad y le mostró la vista. —Se puede ver la campiña entera desde aquí. ¿Puedes distinguir tus vacas en algún lugar? Ífito negó con la cabeza. —No. No están aquí. —Bueno, ahí tienes. Adiós. —Hércules empujó a Ífito del muro. El joven príncipe cayó a su muerte, gritando algunas cosas nada diplomáticas en su camino hacia el suelo. Otro mal movimiento por parte de Hércules, ¿Pero qué puedo decirles? Ahí se demuestra su famoso problema con el manejo de la ira, otra vez. Al día siguiente, los dioses le infligieron con una terrible enfermedad como castigo. Desarrolló una fiebre persistente. Perdió peso. Su piel se llenó de llagas purulentas y dolorosas y cada grano en el universo migró a su nariz. —Oh, grandioso…—Temblando y con nauseas, Hércules se envolvió en su capa de piel de león y se marchó trastabillando del pueblo, con dirección al Oráculo de Delfos. La sacerdotisa Pitia no estaba emocionada de volver a verlo. Con cuidado abrió su bolso para poder sacar su aerosol de gas pimienta en caso de que las cosas se pusieran intensas. — ¡Lo siento! —dijo Hércules. —Empujé un chico inocente desde la muralla de mi ciudad y ahora tengo granos. ¿Qué tengo que hacer para liberarme de esta enfermedad—otros doce trabajos? —Bueno…. aquí están las buenas noticias, —dijo el Oráculo nerviosamente. — ¡No más trabajos! Para expiar por tu pecado, todo lo que tienes que hacer es venderte como esclavo por tres años. Y darle las ganancias de la venta a la familia de Ífito como compensación. Las cosas se pusieron intensas. Hércules se volvió loco y comenzó a destrozar el santuario. Persiguió al Oráculo por el salón, tratando de golpearla con su propio banco de tres patas. La sacerdotisa gritó y lo roción con gas pimienta. Apolo bajó del Monte Olimpo y se interpuso. Él y Hércules se pusieron a golpearse, derribándose el uno al otro, disparándose flechas en los traseros. La escena completa era como una Reyerta común de los programas de debates. Finalmente Zeus tuvo que ponerle un alto. Un rayo cayó en la cueva golpeando el piso entre Hércules y Apolo, haciéndolos volar en direcciones opuestas. — ¡SUFICIENTE!, —retumbó la voz de Zeus. — ¡APOLO, CÁLMATE! ¡HÉRCULES, RESPETA AL ORÁCULO! Hércules se calmó. A regañadientes, él y Apolo se dieron un apretón de manos. Hércules limpió su desastre en Delfos, luego accedió a ser vendido como esclavo. Hermes, el dios del comercio, condujo la subasta. El postor ganador fue una reina llamada Ónfale que regía en el reino de Lidia allá por Asia Menor. Dado que las monarcas mujeres eran raras en ese entonces. Ónfale estaba feliz de contar con un fortachón como Hércules para asegurarse de que la gente le obedeciera. Hércules hizo muchos mandados para ella—las guerras usuales, acabar con unos cuantos monstruos, repartir pizzas y cometer algunos asesinatos. Uno de los más famosos incidentes fue el de estos dos locos enanos gemelos llamados Cercopes—Acmón y Pásalo—que estaban causando toda clase de líos en el reino. Robaban mercancías, tomaban cosas de las tiendas departamentales y

jugaban unas cuantas bromas muy buenas, como cambiar los letreros en las carreteras, o reemplazar las armas del ejército con lanzas Nerf289. Básicamente eran unos molestosos Categoría Cinco, así que Ónfale envió a Hércules detrás de ellos. Hércules los encontró muy fácilmente, pero eran difíciles de atrapar. Los pequeños tipejos eran tan resbalosos como nutrias y sus dientes eran igual de afilados. Eventualmente, Hércules consiguió atraparlos a ambos. — ¡Déjanos ir!, —vociferó Acmón. —Te daremos algunos regalos brillantes. —Cállate, —gruñó Hércules. — ¡Te diremos como hacer algunas buenas bromas!, —ofreció Pásalo. —Irán directo con la reina, —dijo Hércules. —Ella no tiene sentido del humor Amarró a los Cercopes en los extremos de un palo, colgándolos de cabeza por los tobillos, luego se los echó al hombro como si fueran una bolsa de vagabundo. Y tomó el camino de regreso hacia el palacio. Los Cercopes inmediatamente comenzaron a reír. — ¡Trasero Negro!, —le dijo Acmón. —Oh, mis dioses, ¡JA–JAJAJAJAJA! — ¡Eso sí que tiene sentido!, —logró decir entre risas Pásalo. — ¡Madre tenía razón! ¡JAJAJAJAJA! Hércules se detuvo. — ¿De qué se están riendo ustedes, idiotas? Los gemelos enanos señalaron el trasero de Hércules. Su túnica se había atorado en el cinturón de su espada, y ya que los Griegos no usaban ropa interior, Hércules andaba paseando por ahí presumiendo el trasero a la vista de todos. — ¡Estás tan bronceado que tienes el trasero negro!, —Acmón gimoteó con deleite. Hércules arrugó su frente. — ¿Se están burlando de mi trasero? — ¡SÍ!, —dijo Pásalo con lágrimas en los ojos. —Hace años, nuestra madre nos advirtió de la existencia de una profecía: ¡Cuídense del Trasero Negro! No sabíamos lo que eso significaba, pero ahora sí que lo sabemos. —Grandioso, —murmuró Hércules. —Ahora, cállense. — ¡Trasero negro!, ¡Trasero Negro!, —Los gemelos lo molestaron por kilómetros. Al principio le resultaba irritante, pero después de un tiempo era tan ridículo que comenzó a parecerle gracioso a Hércules. Al anochecer se detuvieron a cenar. Ahí sentado junto a la fogata, los Cercopes le contaron muchas historias graciosas y bromas estúpidas hasta que los costados de Hércules le dolieron de tanto reírse. ¿Por qué la Quimera cruzó el camino? ¿Cuántos Espartanos se necesitan para cambiar una bombilla? Los enanos se sabían todos los clásicos. —Muy bien, ustedes dos, —les dijo Hércules. —Haré un trato con ustedes. Si prometen nunca más causar problemas en el reino de Ónfale. Los dejaré libres. Son demasiado entretenidos como para matarlos. — ¡Hooray290! —dijo Acmón. — ¡Somos entretenidos! — ¡Todos inclínense ante Trasero Negro!, —exclamó Pásalo. Hércules los dejó libres y siguió su camino. Se sintió bastante bien al respecto, y entonces descubrió que los Cercopes le habían robado su espada y todo su dinero. Aún sí, no pudo evitar sonreír. El mundo necesitaba más bromistas. 289 290

Marca de juguetes para lanzar dardos y chorros de agua. Hurra.

Finalmente Hércules terminó sus años de servicio a Ónfale. Ella le ofreció casarse con él, pero él declinó la oferta cortésmente. Era difícil olvidar el hecho de que habían comenzado su relación como esclavo y ama. Decidió buscar una esposa en otro lugar. Ya se podrán imaginar cómo le funcionó eso…. Hércules viajó por un tiempo mientras tanto, matando bandidos y monstruos al azar hasta que tuvo la suerte de encontrarse en la ciudad de Calidón. Probablemente recuerden ese lugar por la Famosa Cazaría Mortal del Jabalí. La familia real había pasado por años difíciles. Meleagro y la mayoría de los otros príncipes ya habían muerto, pero el Rey Eneo aún tenía una hermosa hija llamada Deyanira. Ella y Hércules se enamoraron al instante. Para cuando sirvieron el postre, Hércules ya le había propuesto matrimonio. La familia entera estaba encantada. Bueno, Hércules tenía mala reputación, pero también los Calidonios. —Solo hay un problema, —dijo el Rey. —Deyanira ya está comprometida con el dios local del río, Aqueloo. Tuve que prometerle la mano de mi hija para evitar que él inundara las campiñas. Hércules se tronó los nudillos. Por primera vez en años, sentía que iba a desarrollar una tarea que realmente valía la pena, solo porque quería hacerla. —Deje que yo me encargue de este dios del río. Marchó hasta las riberas del río y lo llamó: — ¡Aqueloo! El dios se elevó de entre las aguas. De la cintura para abajo, él tenía el cuerpo de un toro. De la cintura para arriba, tenía el cuerpo de un hombre, con un par de cuernos saliéndole de su frente. — ¿Qué es lo que quieres?, —le dijo Aqueloo. —Casarme con Deyanira. —Ella es mía. —Pelearemos por ella. Quienquiera que pierda deberá prometer no buscar venganza contra ella, su familia o su cuidad. —Bien, —dijo Aqueloo. —No le tengo miedo a ningún mortal. Por cierto, ¿cuál es tu nombre? —Hércules. El dios del río se puso pálido. —Oh, mierda. Hércules se lanzó contra el hombre–toro. Pelearon el uno contra el otro por horas, tratando de matarse, pero por supuesto Hércules era más fuerte. Le rompió al dios de río uno de sus cuernos, luego comenzó a ahorcarlo hasta que Aqueloo se rindió. —Sin venganzas, —le dijo Hércules. —Ese fue el trato. El dios del río frunció el ceño, masajeándose el muñón de su cuerno roto. —Oh, yo no tomaré revancha. No lo necesito. Tu matrimonio terminará en un gran desastre. Deyanira hubiera estado mejor conmigo. —Sí, como sea. Hércules regresó caminado a Calidón triunfante. El cuerno roto de Aqueloo se convirtió en una Cornucopia, capaz de arrojar desde su interior toda clase de comida, bebidas y botanas libres de gluten. Hércules se lo ofreció a los dioses en

honor a su matrimonio, y por unas cuantas semanas él y Deyanira fueron felices con locura…. hasta que Hércules lo arruinó, de nuevo. Una noche estaban cenando en el salón del trono Calidonio como de costumbre, cuando un sirviente accidentalmente derramó agua fría sobre las manos de Hércules. — ¡GAH! —Sin siquiera ver quién fue el que había derramado el agua, Hércules soltó un golpe y lanzó al chico al otro extremo del salón, matándolo al instante. Eso estropeó el ánimo de la velada. Hércules estaba mortificado, especialmente dado que el chico era pariente del Rey. Los nobles aceptaron que la muerte no había sido intencional. El padre del chico perdonó a Hércules. Pero Hércules aún se sentía mal. Decidió dejar la ciudad, ya que el exilio era el castigo acostumbrado por asesinato. El Rey Eneo no se opuso demasiado. Comenzaba a sentir que Hércules era una bomba de tiempo ambulante. Así que Hércules y Deyanira partieron hacia la ciudad de Traquis. Hércules había escuchado que el Rey de allí estaba buscando un nuevo general, y les pareció tan buen lugar como cualquier otro para comenzar, de nuevo. (¿Por cuál sería esta, la vigésima vez? Ya perdí la cuenta). Por el camino, se toparon con un río muy ancho que no era fácil de cruzar. Hércules y Deyanira caminaron por la ribera, buscando un puente o un lugar poco profundo para vadear el río, pero no encontraron ninguno. —Yo puedo cruzarlo nadando, —le sugirió Hércules. —Tú puedes sujetarte de mí cuello. —Querido, este es mi mejor vestido, —dijo Deyanira. —Todo lo que poseo está en este bolso. Si tengo que nadar, muchas de mis cosas se arruinarán. Una voz desde los bosques les dijo: — ¡Yo les puedo ayudar! Un centauro salió de entre los árboles. Tenía una sonrisa amistosa y una barba muy bien cuidada, lo que era una buena señal en un centauro. —Mi nombre es Neso, —le dijo. —Yo ayudo a cruzar pasajeros por el río sobre mi lomo todo el tiempo. Solo páguenme lo que crean que es justo. —Oh, Hércules, —dijo Deyanira, — ¡Es perfecto! Hércules no estaba muy seguro. Había tratado con muchos centauros antes. Algunos como el viejo Folo que compartían su vino, eran realmente agradables. Otros, no tanto. —Pueden confiar en mí, —prometió Neso. —Los dioses me dieron este trabajo porque tengo muy buena reputación. Nada menos que una calificación de cinco estrellas en Yelp291. ¡Búsquenme! Hércules aún se sentía incómodo, pero Deyanira le rogó, y las calificaciones del centauro en Yelp parecían bastante impresionantes. —Bien. Cruza primero a mi esposa. ¡Ten cuidado! Haz un buen trabajo y te pagaré bien. — ¡Como usted ordene, jefe! Deyanira trepó sobre el lomo del centauro y este se adentró en el río. Desafortunadamente, Neso había estado mintiendo sobre su reputación. Sus calificaciones en Yelp eran más del tipo: MUY DECEPCIONANTE. TERRIBLE SERVICIO AL CLIENTE. NUNCA VOLVERÉ A USAR ESE CENTAURO DE NUEVO. Cuando llegó a la orilla opuesta, Neso empezó a alejarse corriendo. Deyanira tuvo que sostenerse fuerte para evitar caerse y lastimarse. 291

Página Web donde los usuarios pueden escribir referencias y calificar toda clase de servicios a nivel global.

— ¡Ahora eres mía, bebé!, —exclamó Neso. — ¡Esto sí que es una buena paga! Deyanira gritó. Al otro lado del río, Hércules tomó su arco. El centauro era solo un manchón borroso entre los árboles de la orilla opuesta. El tiro habría sido imposible para la mayoría de los héroes. Si fallaba, Hércules podría matar accidentalmente a su esposa. Sin embargo, preparo el tiro, apuntó y dejó volar la flecha. Esta se clavó justo en el pecho de Neso perforándole el corazón. El centauro se tambaleó y colapsó. Deyanira rodó sobre el suelo, y de alguna forma se las arregló para no romperse el cuello. Justo frente a ella, el centauro boqueó, con la sangre brotándole del pecho. —Chica, —le dijo respirando con dificultad, —acércate. —N–no gracias, —le dijo Deyanira. —Siento mucho haberte raptado. Eres tan hermosa. Escúchame…. antes de que tu esposo llegue aquí, Yo–yo tengo un regalo para ti, como disculpa. La sangre de Centauro es una poderosa poción de amor. Toma algo de la mía. Y, luego…. si alguna vez te preocupa que tu esposo te deje, unta algo de sangre en sus ropas. Tan pronto como la sangre toque su piel, recordará su amor por ti y olvidará a todas las demás mujeres. —Estás mintiendo, —le dijo ella. Neso abrió la boca pero no dijo nada. Murió con sus ojos vidriosos fijos en ella. En los bosques, Hércules la llamaba, — ¿Deyanira? Deyanira se estremeció. Rápidamente, buscó entre su equipaje y encontró un frasco de perfume viejo. Con cuidado de no tocar nada de la sangre del centauro, dejo que parte de ella goteara en la botella, luego cerró con el tapón. Metió el frasco de regreso en su bolso justo antes de que Hércules apareciera. — ¿Te encuentras bien?, —le preguntó. —S–sí. Gracias. —Estúpido centauro. ¿Te lastimó? —No. Olvidemos esto. Nosotros–nosotros solo deberíamos continuar nuestro viaje. No hablaron otra vez del incidente con el centauro. Hércules y Deyanira llegaron a la ciudad de Traquis y Hércules consiguió el trabajo como el nuevo general del Rey. Ganó un puñado de guerras. Y, por un tiempo, otra vez, la vida fue buena. Pero los rumores comenzaron a llegarle a Deyanira…. rumores de que su esposo no le era muy fiel que digamos cuando estaba fuera en sus campañas militares. Que algunas veces, él tomaba mujeres como parte de su botín de guerra, y que no las usaba como cocineras personales o como sirvientas. Deyanira comenzó a preocuparse por que su esposo pudiera dejarla. No confiaba en lo que el centauro Neso le había dicho, pero se sentía cada vez más y más desesperada. La gota que derramó el vaso: fue cuando Hércules se fue a la guerra contra la ciudad de Ecalia. Ese era el mismo lugar donde el Rey Éurito había organizado la competencia de arquería, y lo había humillado. Hércules aún estaba resentido contra el Rey, así que estuvo encantado de destruir su ciudad y esclavizar a su gente. Tomó a la princesa Íole como su sirviente personal y la embarcó para enviarla de regreso a Traquis encadenada, junto con un montón de otras cosas como botín. El cargamento llegó con un mensaje para Deyanira:

Hola, Bebé. Voy de camino a casa con el ejército. Mientras tanto, cuida de esta chica nueva que capturé. Cuando regrese, haremos una gran ceremonia. ¿Podrías asegurarte de tener limpia mi mejor camisa? XOX292. HÉRCULES. Cuando Deyanira leyó esto, se puso como una loca. La mejor camisa de Hércules era la que había usado para el día de su boda. Ella sabía exactamente quién era Íole—la chica con la que Hércules había tratado de casarse antes de hacerlo finalmente con Deyanira. Mirando a Íole, que aún era joven y bella, Deyanira no tenía duda de que iba a tratarse esta ‘Ceremonia’. Hércules estaba planeando divorciarse de ella para casarse con Íole. En pánico, Deyanira buscó entre sus cosas el viejo frasco con la sangre de Neso. Untó con cuidado esa cosa dentro de la camisa de boda de Hércules. La sangre se secó y se volvió invisible de inmediato. —Listo, —se dijo a sí misma. —Hércules usará esto y recordará que me ama. Unos cuantos días después, Hércules llegó a casa con su ejército. Se puso su camisa de boda, tomó a Íole y le dijo: — ¡Vamos, tenemos que ir al templo! Deyanira. Llegaré a casa más tarde. Pero Hércules no estaba planeando una boda. Solo quería dedicarle su botín de guerra a Zeus, incluyendo a su nueva esclava, Íole. Justo a la mitad de la ceremonia, mientras oraba a Zeus, a Hércules le llegó un olor a humo. — ¡Tío!, —le gritó Yolao, que aún servía como teniente de Hércules. — ¡Estás ardiendo! La sangre de centauro no era una poción de amor. Era la peor clase de veneno en el mundo—es como una combinación de cianuro y ácido sulfúrico. En la piel de Hércules comenzaron a formarse pústulas y a cocinarse. La agonía envolvió todo su cuerpo. Él gritó y trató de quitarse la camisa, pero esta se le había impregnado al cuerpo, y al tratar de retirarla la tela de la prenda le arrancaba la carne. (Oops. Lo siento: ALERTA DE ASQUEROSIDAD). —Estoy muriendo, —dijo Hércules, arrastrándose por los escalones que conducían al altar. —Yolao, por favor, necesito pedirte una cosa más. — ¡No puedes morir!, —exclamó Yolao. Pero Hércules claramente estaba agonizando. Estaba retorciéndose de dolor. Perdía sangre. Olía como animal atropellado metido en un microondas. —Por favor, constrúyeme una pira funeraria. Permíteme morir con algo de dignidad. El pueblo entero gemía y lloraba, porque Hércules había ganado para ellos muchas batallas. En la casa de Yolao, construyeron una enorme pira, y Hércules trepó hasta la cima por sus propios medios. —Adiós, —les dijo. —Díganle a mi esposa que la amo. 292

Una forma de abreviar: Besos y Abrazos.

El fuego fue encendió, y el más grande de todos los héroes ardió en llamas. Cuando Deyanira escuchó las noticias y se dio cuenta de que ella había asesinado a su marido, estaba tan horrorizada que se suicidó ahorcándose. Arriba, en el Monte Olimpo, Zeus observó a su hijo moribundo. Le anunció a los otros dioses: —Ese de allá abajo es mi hijo. ¡Ha hecho y sufrido más que cualquier otro héroe! Lo convertiré en un DIOS. ¿Alguna objeción? Él le frunció el entrecejo cuando se giró para ver a Hera, pero la reina de los cielos no dijo nada. Ella tenía que admitir que Hércules había sufrido. Todo lo que ella había hecho para hacer su vida miserable solo lo había hecho más fuerte y más famoso. Sabía que era tiempo de rendirse. El espíritu de Hércules ascendió al Olimpo. Se volvió inmortal y se le asignó como trabajo ser el cuidador de las puertas del Olimpo. Con Hércules sirviendo como guardia, los visitantes no deseados ya no fueron un problema. Él se casó con Hebe, la diosa de la juventud, y finalmente tuvo algo de paz y tranquilidad. Fue adorado como dios por los griegos, los romanos y los productores de películas de bajo presupuesto. En lo que a mí respecta, cualquiera que haya conseguido leer este capítulo completo debería concedérsele la inmortalidad como recompensa por su dolor y sufrimiento, pero los Olímpicos no me pidieron mi opinión. La única recompensa que puedo ofrecer es pasar a nuestro último héroe—un tipo que personalmente me agrada mucho. Él comparte nombre con un amigo mío. Además, cualquiera que vaya en un peligroso viaje para recuperar una alfombra de piel de carnero, está bien que este en mi libro. Tomemos un crucero con Jasón.

MAPA DE LAS 12 COSAS ESTUPIDAS DE HERCULES.

JASÓN ENCUENTRA UNA ALFOMBRA QUE REALMENTE CONSIGUE UNIR AL REINO.

La historia comienza de la manera más típica: un chico conoce a una nube. El chico y la nube tienen hijos. El chico se divorcia de la nube. El chico se vuelve a casar. La malvada madrastra trata de sacrificar los hijos de la nube. Los niños se salvan alejándose sobre un carnero mágico volador. Lo sé. Lo han escuchado un millón de veces, pero síganme la corriente. El chico en cuestión era Atamante. Era el regente de una ciudad llamada Beocia en un lugar de la parte central de Grecia conocido como Tesalia. Como todo hombre joven. Atamante se enamoró locamente con una ninfa de las nubes, Néfele, y se casaron. Lo que fue bueno porque la gente se comenzaba a preguntar porque Atamante se la pasaba dando vueltas con una nube sobre su cabeza todo el día. Una vez que se supo de su relación, la gente pudo decir, —Oh, no está deprimido. Es solo su esposa. El Rey y la nube tuvieron dos hijos, una niña llamada Hele, y un niño llamado Frixo. De nuevo eso de los nombres. ¿O ustedes llamarían a su hija Hele? Porque, si su apellido es Smith, la gente podría preguntar: — ¿Es esa Smith?, —y tú podrías contestarle, — ¡Oh, sí, es Hele Smith293! El nombre del chico no era mucho mejor. Frixo que significa: Ricitos294. Al menos no lo llamaron Moe o Larry295. Eventualmente, Atamante y Néfele se divorciaron. Quizás el frente estacionario sobre Beocia finalmente avanzó, y Néfele tuvo que continuar su trabajo en otro lugar. Atamante no perdió el tiempo en conseguir una segunda esposa—una princesa mortal llamada Ino. Ino era realmente adorable. Tan pronto como Atamante y ella tuvieron sus propios hijos, Ino decidió que Hele y Frixo tenían que morir para que sus propios hijos pudieran heredar el reino. Incluso en la Antigua Grecia, necesitabas una buena excusa para matar a tus hijastros, así que Ino inventó una. En aquellos días, las mujeres griegas se encargaban de la mayoría de las labores agrícolas. Porque los hombres pasaban el tiempo matándose los unos a los otros en batalla. Dado que la Reina Ino estaba a cargo de la cosecha, tomó todas las semillas para ese año y en secreto las tostó en un enorme horno, volviéndolas inservibles. Distribuyó las semillas entre las mujeres beocias y les dijo que las plantaran. Sorpresa, sorpresa, nada creció. Se acercaba el tiempo de la cosecha y no había 293

Aquí se refiere a la similitud fonética en Inglés de Helle Smith con Hell–Smith (Herrero del Infierno), otra figura mítica de varias culturas, asociada en imagen, en Grecia, al minotauro portando dos mazos de herrería. 294 Ricitos en Inglés es Curly… de allí la referencia a los Tres Chiflados. 295 Nombres de los tres chiflados: Curly, Larry y Moe.

cosecha alguna que recoger. Eso como que estaba muy mal, ya que significaba que no habría pan, biscochos, tartas o galletas Oreo por todo un año. —Cielos, —dijo Ino a su esposo. — ¿Me pregunto qué sucedió? Será mejor que enviemos algunos mensajeros al Oráculo de Delfos para averiguar cómo es que hemos ofendido a los dioses. Atamante accedió a su propuesta. Cuando los mensajeros llegaron a Delfos, el Oráculo les dijo la verdad: La Reina Ino es una comadreja mentirosa que está dispuesta a dejar que todo el reino muera de hambre solo para salirse con la suya. Los mensajeros regresaron a Beocia pero la Reina Ino se aseguró de verlos primero. Los sobornó con una fuerte cantidad, amenazó a sus familias y les recordó lo terrible que era el calabozo real. Cuando los mensajeros comparecieron ante el Rey Atamante le dijeron lo que la reina les había indicado que dijeran: — ¡Los dioses están molestos! —reportó el líder de los mensajeros. — El Oráculo dijo que la única manera de arreglar las cosechas es sacrificar a tus hijos mayores, Hele y Frixo. La Reina Ino emitió un grito fingido. — ¡Qué lástima! Iré por los cuchillos para el sacrificio. Atamante estaba devastado, pero sabía que no podía discutir con el Oráculo de Delfos. Permitió que sus hijos fueran llevados al altar de sacrificios a la orilla del mar, donde la Reina Ino estaba afilando las catorce piezas de su juego de cuchillos Ginsu296. Mientras tanto, en el cielo, Néfele escuchó a sus hijos pidiéndole ayuda. Al ser una nube, ella era gentil, y del tipo no–violenta, por lo que no sabía mucho sobre cómo resolver situaciones de rehenes, pero tenía un amigo que podía ayudarla, así que le pidió un favor. Por los últimos cien años o algo así, un carnero alado con pelaje de oro había estado volando por los alrededores de Grecia sin razón aparente. Su nombre era Crisómalo y era el resultado de una extraña cita de una noche entre una princesa mortal llamada Teófane y mi padre, Poseidón. Yo ya cubrí esa historia en Dioses Griegos, así que por favor, no me pidan que la explique, de nuevo. Francamente, es embarazosa. De cualquier forma, Crisómalo zumbaba por los alrededores de Grecia todo el tiempo, pero verlo era un acontecimiento muy raro, es como ver una Estrella Fugaz, un Doble Arcoíris o una celebridad haciendo cola en Shake Shack297. Los griegos querían muchísimo a Crisómalo, porque, amigos míos es: ¡Un carnero dorado alado! Ellos lo consideraban un buen augurio. Dondequiera que él apareciera, el Rey de esa ciudad en particular decía: — ¿Ven? ¡Estoy haciendo un buen trabajo! ¡La Super Oveja me respalda! —De acuerdo a las leyendas, si Crisómalo se quedaba en tu país por algún tiempo, tus cosechas crecerían más rápido, la gente se curaba de todos sus males, y tu señal de Wi–Fi mejoraba, como un quinientos por ciento. Crisómalo y Néfele eran viejos amigos, así que cuando Néfele le pidió ayuda porque sus hijos estaban a punto de ser cortados en filetes de sacrificio, el carnero dorado le dijo: — No te preocupes. ¡Yo me encargo de esto! Bajó en picada desde el cielo y derribó a la Reina Ino. — ¡Salten sobre mi lomo chicos!, — gritó con su voz masculina de carnero. Frixo y Hele se encaramaron sobre el lomo del carnero y partieron volando. El carnero se imaginó que no estarían seguros en ninguna parte de Grecia. 296 297

Marca comercial de cuchillos cuya propaganda afirma que cortan cualquier cosa y que nunca necesitan ser afilados. Shake Shack es una cadena americana de restaurantes casuales de comida rápida con sede en la ciudad de New York.

Si los griegos estaban dispuestos a falsificar profecías, y sacrificar a sus propios hijos, no merecían cosas agradables como niños y carneros voladores dorados. Crisómalo decidió llevar a Frixo y a Hele tan lejos como le fuera posible para que pudieran comenzar unas nuevas vidas. — ¡Sujétense, ustedes dos! —les dijo el Carnero. —Hay mucha turbulencia sobre esta parte del mar y…. — ¡AHHHHHHHH!, —Hele, quien no era muy buena escuchando, se deslizó fuera del lomo del carnero y se desplomó a su muerte. — ¡Maldición!, —dijo Crisómalo. — ¡Les dije que se sujetaran! Después de eso, Frixo enterró sus manos en el pelaje del carnero, y no lo soltó por nada en el mundo. El lugar donde Hele murió era un canal angosto de agua entre el Mar Egeo y el Mar Negro. A partir de ese momento ese lugar recibió el nombre de Helesponto, creo que porque Hele la Estúpida hubiera sido descortés. El carnero voló todo el camino hasta Cólquide298, ubicada en la costa este del Mar Negro. En lo que concernía a los Griegos, no podías ir más lejos y aún estar en el mundo conocido. Más allá de Cólquide, todo era, como: dragones, monstruos, China y cosas así. El Rey de Cólquide era un tipo llamado Eetes. Él le dio la bienvenida a Frixo con los brazos abiertos, principalmente porque había traído un lindo carnero volador con él. Una vez que Crisómalo estuvo seguro de que el niño estaría a salvo, él se dirigió a Frixo, y le dijo: —Tendrás que sacrificarme ahora. — ¿Qué?, —exclamó Frixo. — ¡Pero me salvaste la vida! —Está bien, —le dijo el carnero. —Tenemos que agradecerle a Zeus por tu escape. Mi espíritu se convertirá en una constelación. ¡Siempre he querido ser un montón de estrellas! Además, mi pelaje dorado conservará su magia, y hará que este reino sea seguro y próspero en los años por venir. ¡Fue un placer conocerte, Ricitos299! Con lágrimas en los ojos, Frixo sacrificó al carnero. El espíritu de Crisómalo se convirtió en la constelación zodiacal de Aries. El Rey Eetes tomó el Vellocino de Oro y lo clavó en un árbol en una arboleda sagrada de Ares, donde era custodiado durante 24/7300 por un fiero dragón. Frixo se asentó allí, se casó con la hija mayor del Rey, y tuvo montones de hijos. Cólquide se volvió una ciudad rica y poderosa. Los griegos tuvieron que aceptar que ellos habían perdido el respaldo de la Super Oveja. Al pasar los años, el Vellocino de Oro se convirtió en una leyenda. De vez en cuando, algún Rey Griego solía decir. — ¡Oigan, deberíamos ir a Cólquide, y recuperar el Vellocino! ¡Eso probaría que tengo la bendición de los dioses! —Pero nadie sabía exactamente donde quedaba Cólquide o como llegar ahí. Unos pocos héroes valientes lo intentaron. Sus barcos nunca regresaron. Hasta que… ¡DUN, DUN, DUN! Nos adelantaremos rápidamente toda una generación, hasta cuando Jasón perdió su zapato y se volvió muy importante. Casi todos los Reyes en Tesalia estaban relacionados de alguna manera con Atamante. Todos se sentían mal por la pérdida del Vellocino de Oro. Cada Rey hubiera dado todo lo que tenía 298

También se puede traducirse Cólquida. Curly en inglés. 300 Una forma de decir 24 horas 7 días de la semana. 299

por recuperarlo, pero ninguno tenía los recursos para organizar una expedición de las dimensiones necesarias. Qué demonios, la mayoría de ellos no tenía siquiera lo necesario para mantener una familia funcional. Por ejemplo, el Rey Creteo. Era el gobernante de este pequeño pueblo llamado Yolco, pero tenía tantos problemas como si estuviera reinando sobre una ciudad más grande. Él había estado criando a su sobrina huérfana, Tiro, lo cual era todo un lindo detalle, excepto por el hecho de que su esposa, Sidero, estaba súper celosa de ella, porque era más joven y bella. Cuando Tiro tenía unos diecisiete, atrajo la atención de Poseidón. Las cosas se complicaron. Tiro terminó siendo una madre soltera adolescente con dos pequeños hijos semidioses. Llamó al mayor Pelias, o Marca de Nacimiento, ya que lo primero que notó después de que nació fue la mancha roja bajo su ojo derecho. Creo que pudo haber sido peor. Lo podría haber llamado Cara de Ciruela o Cabeza de Fango. De cualquier forma, cuando la Reina Sidero escuchó sobre los hijos de Tiro, y estalló en rabia. —Oh, seguro que son hijos de Poseidón. ¡Es una historia bastante factible! ¡Apuesto a que mi esposo está teniendo una aventura con esa pequeña libertina! Por supuesto, Tiro era la sobrina del Rey, así que eso hubiera sido repugnante, pero, vamos, estamos hablando de la Antigua Grecia. Si esa es la cosa más asquerosa que han leído, deberían regresar y repasar unos cuantos capítulos. Sidero no podía matar a la chica así como así. El Rey no lo permitiría, pero la reina hizo lo mejor que pudo para hacer miserable la vida de Tiro. Dado que Sidero no había podido tener bebés, le quitó sus hijos a Tiro para criarlos como propios. Le prohibió a Tiro el decirle a los niños quién era su verdadera madre. Luego Sidero envió a Tiro a trabajar en los establos. La reina buscaba cualquier excusa para golpear o hacer azotar a la chica por su mal comportamiento. Así que, sí, básicamente tenían una relación saludable. Finalmente, cuando Pelias fue un adolescente, se enteró de la verdad. Él se dio cuenta de cómo su madrastra, Sidero, había tratado a su verdadera madre durante todos estos años, y se encolerizó. Sacó su espada y persiguió a Sidero por todo el palacio. Nadie intentó detenerlo, probablemente porque Pelias era un hijo de Poseidón, y nosotros podemos ser lo bastante atemorizantes cuando así lo deseamos. Además, también estaba el hecho de que a nadie le agradaba la Reina. Sidero corrió hasta el santuario de Hera. Se tiró a los pies de la estatua de la diosa y le gritó. — ¡Protégeme, Hera! Hera, era la diosa de las esposas y de las madres, pero no estaba muy segura sobre lo que debía hacer con ella, ya que Sidero no era exactamente la Reina modelo de la virtud maternal. Al final resultó que Hera no tuvo que hacer nada. Mientras la diosa estaba deliberando, Pelias irrumpió en el santuario y mató a Sidero, manchando de sangre todo el inmaculado altar de Hera. A Hera realmente no le importaba mucho Sidero, de alguna manera o de otra, ¡Pero a nadie le estaba permitido profanar su santuario! Desde ese momento, odió a Pelias y comenzó a pensar en maneras de como vengarse. Una vez que la Reina estuvo muerta, el viejo Rey Creteo decidió: ¿Qué diablos? ¿Sidero temía que me casara con Tiro? ¡Quizás debería hacerlo!

Y él convirtió a Tiro en su nueva Reina. Tuvieron un montón de hijos juntos. El mayor fue un niño llamado Esón, (que se pronuncia muy parecido a Jasón, exceptúan el cincuenta por ciento de los AAAYYYY301). Ahora bien, aquí es donde se pone truculento el asunto. ¿Quién se suponía que se convertiría en Rey cuando Creteo muriera? Su hijo mayor, Pelias, no era siquiera su pariente. Era hijo de Tiro y Poseidón. Claro, Creteo lo había adoptado, pero la mayoría de la gente consideraba que Esón era el hijo que tenía el derecho a sucederlo. Creteo fue menos que colaborador para responder aquella cuestión. Ni siquiera hizo un testamento, ni nada. Cuando estiró la pata inesperadamente, Pelias tomó el asunto en sus propias manos. Él se declaró, así mismo, Rey e inmediatamente comenzó a matar a sus hermanos y hermanas para asegurarse de que nunca lo desafiaran por el trono. De alguna manera Esón logró escapar. Quizás fingió su propia muerte, o entró en algún programa de protección a testigos. Quizás Pelias solo tachó, por equivocación, su nombre de la lista de hermanos a matar, y pensó que se había encargado de todos. Es difícil mantener la cuenta de todos los hermanos que debes asesinar. De cualquier forma, Esón se ocultó en el campo y se casó con una dama llamada Polimede. Juntos tuvieron un hijo al que llamaron: Jasón. Lo sé, ustedes deben estar diciendo algo, como: Ya llevamos casi siete pátinas, y por fin llegamos al personaje principal de la historia. Sí, esos Griegos Antiguos—nunca hacen nada sencillo. Para mantener a su hijo a salvo y su identidad secreta, Esón y Polimede enviaron a Jasón a las tierras salvajes para que lo entrenara el centauro Quirón. Quirón pasó años enseñándole todo lo que un héroe debe saber, y explicándole como, si el mundo fuera un lugar mejor, Jasón hubiera crecido para convertirse en el legítimo Rey de Yolco. Mientras tanto, en la ciudad de Yolco, Pelias se asentó y comenzó su propia familia. Su primogénito fue llamado Acasto. Cuando el chico cumplió los dieciséis, el Rey Pelias decidió celebrarlo. Anunció un gran festival con competencias deportivas, fabulosos premios y sacrificios en honor a Poseidón, quien era, (duh), el dios favorito de Pelias. Hombres jóvenes de todo el país fueron convocados para que llevaran sus ofrendas y regalos de cumpleaños hasta la fiesta en Yolco. Sucedió que Jasón estaba en la casa de sus padres visitándolos cuando recibió la invitación. — ¿Una competición deportiva?, —Jasón hinchó su pecho. — ¡Esta es mi oportunidad de ganar fama y gloria! ¡Tengo que ir! —Hijo, —le dijo Esón. —Si Pelias se da cuenta de quién eres…. —No te preocupes, Padre. Él nunca me ha conocido. ¿Cómo podría reconocerme? Al final, resultó que Pelias lo reconoció por su calzado. Como todos los Reyes malvados, el mayor temor de Pelias era perder su trono. Una vez que asesinó a todos los miembros de su familia que pudo encontrar, consultó al Oráculo de Delfos para asegurarse de que estaba a salvo. —Entonces, ya no hay problema, ¿cierto?, —le preguntó al oráculo. — ¿Voy a conservar mi reinado?

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Esto se debe a que Esón en inglés se escribe Aesón y al pronunciarlo suena con bastantes AAAAYYY.

—Una amenaza permanece aún, —le advirtió el Oráculo. — ¡Cuídate del hombre que use un solo zapato! Las manos de Pelias comenzaron a temblar. — ¿Qué quieres decir? ¿Por qué usaría solo un zapato? ¿Se supone que eso lo haga ver siniestro? ¿Es una metáfora? ¡No lo entiendo! —Gracias por su ofrenda y…. — ¡NO LO DIGAS!, —Pelias partió antes de que el Oráculo pudiera desearle un buen día. Si lo hacía, temía que al escucharla decir esas palabras le dieran ganas de matarla. Años después, para cuando el gran festival ya estaba en marcha, Pelias casi había olvidado la profecía. Él la estaba pasando muy bien. Todo lucia muy agradable. Casi había superado su compulsiva necesidad de revisar los pies de la gente, o de gritarle a los embajadores por usar túnicas largas: — ¿CUÁNTOS ZAPATOS ESTÁN USANDO? Temprano durante el día del festival, Jasón estaba paseando por los bosques mientras caminaba hacia la ciudad. Él llegó hasta un río muy ancho, y vio una anciana con un vestido andrajoso parada a la orilla del río, estrujándose las manos. —Oh, cielos, —ella dijo. — ¿Cómo puedo cruzar este río? Jasón no era un tonto. Sabía que las ancianas normalmente no andaban solas en las riberas de los ríos, preguntándose cómo podrían cruzarlo. Normalmente iban acompañadas de alguien más que las ayudara con sus mandados, o viajaban en grupos de ancianas por su propia seguridad. Jasón se imaginó que esa mujer podía ser una diosa disfrazada. Quirón ya le había contado historias similares. Así que decidió actuar amablemente. — ¡Yo le ayudaré, señora! —él le dijo inclinándose cortésmente ante ella. La anciana le sonrió mostrándole sus encías sin dientes. — ¡Que modales tan agradables! ¡Qué jovencito tan agradable! Pero soy muy pesada. ¿Estás seguro de que podrás cargarme? —No hay ningún problema. He estado entrenando. Él levantó a la anciana, la cargó a horcajadas sobre su espalda y avanzó paso a paso a través del agua. La corriente era rápida y fría. La anciana tarareaba. —Rema, Rema, Rema Tu Bote302, — mientras él avanzaba trabajosamente. Lo cual era molesto hasta cierto punto, pero Jasón se imaginó que eso podría ser parte de alguna prueba. A mitad del río, el pie de Jasón se hundió en un terreno fangoso. Cuando lo sacó, su sandalia había desaparecido, succionada por la porquería viscosa. Él se tambaleó y bajó la mirada, pero no había forma de que pudiera recuperar su sandalia, especialmente no con la anciana sobre su espalda. — ¿Todo está bien, querido?, —le preguntó la anciana. —Oh, sí. No es algo importante. —Jasón la cargó hasta la orilla opuesta y la depositó a salvo. — ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle? La anciana señaló sus pies. — ¡Oh, perdiste un zapato por mi culpa! —No se preocupe por eso. Puedo brincar en un solo pie el resto del camino hasta Yolco. —Pareces muy prometedor, Jasón. —dijo la anciana cuya forma comenzó a brillar. Súbitamente ella se convirtió en la diosa Hera, portando una corona dorada, un vestido blanco suelto y un cinturón hecho de plumas de pavorreal. —Yo soy Hera, la… Reina de los Cielos. — ¡Lo sabía!, —dijo Jasón sin querer. —Quiero decir…. ¡No tenía idea!

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Rema, Rema, Rema, Tú Bote o Barca: (Row, row, row Your boat): Es una canción muy simple que le ayuda a los niños a aprender que la vida no es más que un sueño.

—Me has ayudado, así que yo te ayudaré. ¡Debes ir a Yolco y reclamar tu derecho legítimo como Rey! — ¿Acaso esto es porque odias a Pelias? Quirón me contó la historia sobre el asesinato en tu santuario. —Bueno, sí, odio a Pelias. Pero también pienso que tú serías un buen Rey. ¡Honestamente! — ¿Y Pelias no intentará matarme? —No en su gran festival frente a cientos de personas observando. Eso sería muy malo para sus Relaciones Públicas. Debes engañarlo para que él haga un trato contigo delante de todos los presentes. Cuando reveles tu verdadera identidad, pídele a Pelias que te asigne una tarea imposible para probar tu valía y así convertirte en Rey. Él aceptará, porque asumirá que fallarás y morirás. Pero, con mi ayuda, triunfarás. ¡Luego te convertirás en el Rey! —Una tarea imposible…. algo que pueda probar mi valía y convertirme en el Rey…. —Sí. —Hera sonrió como si supiera algo que Jasón no —Buscarás…. — ¡El Vellocino de Oro!, —Jasón dio saltitos de arriba abajo. — ¡Recuperaré el Vellocino de Oro! Hera suspiró. —Estaba a punto de decir justamente eso. —Oh, lo siento. —Como que de alguna forma arruinaste mi momento, pero no importa. ¡Ve Jasón! ¡Prueba que eres un gran héroe! Hera desapareció en un estallido de luz del color de las plumas de un pavorreal, y Jasón se fue saltando con entusiasmo hacia su destino. Cuando llegó al pueblo, todos notaron que solo tenía un solo zapato. ¿Por qué Jasón no pudo simplemente quitarse el otro zapato y entrar descalzo? Supongo que él pensó que llevar un solo zapato era mejor que no llevar ninguno. Además, los zapatos eran muy costosos en aquel entonces. Los lugareños se burlaron de él mientras avanzaba saltando por el pavimento caliente, y pedía indicaciones sobre cómo llegar al festival, pero a Jasón no le importaba. Estaba demasiado emocionado. Era su primera vez en la gran ciudad, (¡Yolco tenía, como, un millar de personas viviendo en ella!). Cuando finalmente encontró la mesa de registro para participar en el concurso, se inscribió para participar en todos los eventos. Nadie había escuchado nada sobre él, así que, en el primer evento, el anunciador decidió divertirse un poco a su costa. — ¡Y AHORA, JASÓN! ¡EL HOMBRE CON UN SOLO ZAPATO! El Rey Pelias casi se cae de su trono. La multitud rió, y le silbó mientras Jasón avanzaba para participar. Él colocó una flecha en su arco. E hizo tres blancos perfectos seguidos, y ganó el concurso de arquería por mucho. Es solo una coincidencia, pensó Pelias. La gente pierde zapatos todo del tiempo. Esto no significa nada. Luego, Jasón ganó la competencia de luchar cuerpo a cuerpo. Y el lanzamiento de jabalina. Y el de disco. Y la competencia de bordar a mano. Y la competencia de comer tartas. Incluso ganó la carrera de cincuenta metros, a pesar de no llevar el calzado apropiado. Los lugareños comenzaron a vitorear. — ¡UN ZAPATO!, ¡UN ZAPATO! —pero aquello ya no se trataba de una broma. Era la manera que tenían de reconocer sus logros.

En la ceremonia de premiación, todos se reunieron a su alrededor para ver como Jasón recogía su botín. Era la costumbre que el Rey le preguntara al gran triunfador que deseaba como primer premio. Pelias odiaba la costumbre. Él había arreglado este festival para su hijo, Acasto, y para la gloria de Poseidón. Pero, bueno, solo se trataba de un chico del campo con un solo zapato, y unas habilidades increíbles. — ¡Entonces, Jovencito!, —dijo Pelias. — ¿Qué deseas como premio? ¿Otro zapato, quizás? Nadie se rio. Jasón se inclinó ante él. —Rey Pelias, soy Jasón, Hijo de Esón, Rey legítimo de Yolco. Quisiera recuperar mi trono, por favor, y muchas gracias. La multitud guardó silencio, porque aquella era una petición demasiado grande. Al fijarse con mayor detenimiento en Jasón, podían ver el parecido que tenía con Pelias—excepto que Jasón no tenía una mancha de nacimiento roja bajo su ojo, y su rostro no estaba permanentemente deformado por la ira. El Rey intentó sonreír. Pero parecía más como si alguien le estuviera sacando un clavo del trasero. —Jasón, vamos a pensarlo un poco. Pretende que te encuentras en mi lugar. Un hombre joven, que no conoces, aparece de la nada. Dice que es tu sobrino, pero no ofrece pruebas. Y él simplemente demanda el trono. ¿Qué harías tú? Jasón iba a comenzar a responder, pero Pelias levantó la mano para silenciarlo. —Hay más, —dijo el Rey. —Hace años, fui a consultar el Oráculo de Delfos. Una profecía me advirtió que algún día un hombre con un solo zapato me arrebataría el trono y me mataría. Ahora bien…. eso es traición, ¿cierto? ¡Eso podría desestabilizar el Reino entero! Así que te pregunto de nuevo, si estuvieras en mí lugar, frente a este hombre con un solo zapato, ¿qué harías? Jasón sabía la respuesta que el Rey estaba esperando: Caramba, probablemente lo mataría. Entonces Pelias contaría con una buena justificación para ejecutarlo. Pero en lugar de eso, Jasón recordó su conversación con Hera. —Tío Pelias, mencionas un buen punto aquí. Tendría que asegurarme que esa persona en realidad fuera el legítimo Rey. Le daría la oportunidad de probar su afirmación asignándole una tarea imposible de cumplir—algo que solo el mayor de los héroes pudiera lograr. Luego, si triunfa, y solo si triunfa, le daría el trono. La multitud se agitó y murmuró. Eso se estaba poniendo más interesante que el concurso de comer tartas. Pelias se sentó de nuevo sobre su trono y pasó su mano por su barba. — ¿Y cuál podría ser esta tarea imposible? Jasón abrió los brazos. —Somos de Tesalios, ¿cierto? La prueba es obvia. ¡Le ordenaría a este aspirante a Rey que recupere el Vellocino de Oro! La multitud estalló de emoción y de escepticismo. Mil voces comenzaron a hablar de inmediato. —‘¿El Vellocino de Oro? ¿Vellocino de Oro?’, ‘¿Está loco?’, ‘¡Suave!’, ‘¿La Super Oveja?’. Pelias levantó las manos pidiendo silencio. El Rey intentó mantener su expresión neutral, pero dentro estaba encantado. Nunca nadie había regresado de Cólquide. Este joven estúpido de Jasón había firmado su propia sentencia de muerte. — ¡Bien dicho, mi supuesto sobrino!, —dijo el Rey. —El Vellocino de Oro haría realmente especial a este Reino. Nos uniría como pueblo, traería paz y prosperidad. También, se vería

increíble en el salón del trono junto a esas nuevas cortinas que acabo de comprar. ¡Dejaremos que los dioses decidan tu suerte! No interferiré. ¡Busca el Vellocino de Oro y tráelo de regreso a Yolco! Si triunfas, te nombraré como el siguiente Rey. Detrás de Pelias, su hijo, Acasto, dijo: — ¿Qué? Pelias lo silenció con una mirada. La familia real no tenía nada de qué preocuparse. Incluso si Jasón triunfara, no lo permitieran los dioses, la misión podría tomarle años, y eso le daría a Pelias mucho tiempo para pensar en nuevas maneras de asesinarlo. —Parte con nuestras bendiciones, Jasón. —Pelias le sonrió. — ¡Veremos si eres digno de convertirte en un Rey! Cuando se supo sobre la misión del Vellocino de Oro, cada héroe Griego quería ir. Seguro, sería muy peligroso, pero esta era una de esas Funciones Estelares que solo se dan una vez por cada generación. Era como el Mundial303, los Juegos Olímpicos304, el Super Bowl305, y un recorrido de: todo–lo–que–puedas–comer en el Bar de Dulces de Dylan306, todo en uno. Para hacer el viaje a Cólquide, Jasón necesitaba el trirreme307 más rápido, más innovador que jamás se hubiera construido. Tendría que resistir piratas, navíos enemigos, huracanes y monstruos marinos y su dispensador de helado de crema suave de abordo no debía descomponerse. El mejor constructor de navíos en Grecia, un tipo llamado Argos, se ofreció como voluntario para construir el barco. Atenea misma dibujó los planos. El barco tenía cincuenta remos, que eran más que los de cualquier otro barco de Grecia en esos tiempos. Su quilla estaba diseñada para maniobrar en aguas poco profundas sin encallar y cruzar el océano abierto sin volcarse. En el interior tenía todas las comodidades imaginables: Asientos de piel, espacio extra para las piernas, catapultas artesanales que arrojaban solo los más finos proyectiles. El barco incluso tenía un interface de reconocimiento de voz gracias a su proa mágica, la cual Atenea personalmente había tallado empleando para ello un roble sagrado de la Arboleda de Dodona—el segundo oráculo más importante en Grecia. Aparentemente los sacerdotes de Dodona pasaban la mayor parte de su tiempo bailando a través de la Arboleda, buscando augurios entre las sombras y las hojas, esperando que los árboles mágicos les hablaran. Suena un poco sospechoso para mí, pero tan pronto como el mascarón del Argo estuvo instalado, el barco adquirió su propia voz. La proa mágica no siempre tenía ganas de hablar, pero algunas veces les daba consejos a los marineros, o les revelaba las profecías de los dioses, o le decía a Jasón dónde se encontraba el restaurante de comida China más cercano. Jasón quería llamar al mascarón Siri308, pero tuvo problemas porque la marca ya estaba registrada. Una vez que la nave quedó terminada, Argos decidió llamarla Argo, en honor a sí mismo, porque él era así de humilde. 303

La Copa Mundial de la FIFA: es el principal torneo internacional oficial de fútbol masculino a nivel de selecciones nacionales en el mundo. 304 Los Juegos Olímpicos: son el mayor evento deportivo internacional multidisciplinario en el que participan atletas de diversas partes del mundo. 305 El Super Bowl o Super-tazón: es la final del campeonato de la National Football League (NFL), principal campeonato profesional de fútbol americano en los Estados Unidos. 306 Dylan’s Candy Bar o El Bar de Dulces de Dylan: Es la cadena de tiendas y distribuidora de dulces más grande del mundo situado en East Hampton, New York, Los Ángeles, Chicago y Miami. 307 Tipo de embarcación antigua con tres líneas o niveles de remos. 308 Aplicación con funciones de asistente personal a veces con su propia personalidad para iOS.

Ahora, todo lo que Jasón necesitaba eran algunos Argonautas, también conocidos como Tipos Valientes y/o Suficientemente Estúpidos como para Zarpar en el Argo. No tuvo problemas para encontrar voluntarios. Incluso Hércules se ofreció para ir, y todos estaban como: — ¡Vaya! ¡Debería ser el capitán, totalmente! Pero Hércules estaba como: —Chicos, vamos. Es el equipo de Jasón. Ya hay como cien páginas de hablan de mí. Y los otros estuvieron de acuerdo en que eso sería exagerar. Hércules llevó un compañero llamado Hilas, quien era su Chico Maravilla en entrenamiento. Argos el constructor del barco también se enlistó, dado que él conocía el Argo mejor que nadie. Orfeo, el músico, se unió a la tripulación, porque iba a ser un largo viaje y podrían necesitar un buen repertorio de canciones. La gran cazadora Atalanta, también, se unió, siendo la única mujer que podía tolerar y llevarse bien con cuarenta y nueve marineros apestosos, sin ser acosada o vomitar. Los reclutas más extraños fueron probablemente los Boréadas—Calais y Zetes, dos de los hijos de Bóreas, el dios del viento del norte. Los hermanos lucían como humanos, pero tenían alas gigantes con plumas de color púrpura, así que en serio no querías sentarte detrás de ellos en las filas de los remos. El hecho de que pudieran volar era muy útil, sin embargo. Podían ir rápidamente a la tienda más cercana si cualquiera de los Argonautas olvidaba el cepillo de dientes o el desodorante. ¿Quién más? No voy a nombrar a toda la tripulación, pero la mayoría eran semidioses. Había dos hijos de Zeus, tres hijos de Ares, dos hijos de Hermes y un hijo de cada uno de los dioses Dionisio, Helios, Poseidón, Hefestos, y una perdiz en un peral309. La noche antes de zarpar, los Argonautas sacrificaron un par de vacas en honor a los dioses. Todos estaban nerviosos y tensos. La tripulación acampó en la playa, discutieron, pelearon y pusieron todas esas cosas de macho al estilo de: Yo–soy–mejor–que–tú, fuera de sus sistemas. Finalmente, Orfeo entonó para todos ellos algo de música hasta que se quedaron dormidos. A la mañana, la propia voz incorporada del Argo los despertó. — ¡Hora de irse, chicos y chicas! —Dijo la proa mágica. — ¡No pierdan el tiempo! ¡Hay un país que debe ser esquilado! ¿Entienden? ¿Esquilado, Vellocino? Los Argonautas subieron a bordo, y zarparon del puerto, mientras Orfeo y el mascarón cantaban: —Noventa y nueve Tinajas de Vino en el Muro310, —en una armonía de dos tiempos. Desde el balcón del palacio, el Rey Pelias sonrió y los despidió agitando la mano, mientras se murmuraba a sí mismo: —Buen viaje. Ahí van cincuenta héroes de los que ya no tendré que preocuparme más. ¡Definitivamente voy a ser el MVP311 para la Liga de los: Malvados Reyes Griegos de este año! El resto del pueblo se reunió en los muelles y en las azoteas, observando el hermoso barco navegar sobre el calmado mar azul. Todos los griegos tenían la sensación de que este era su gran 309

Árbol de peras. Nombre Original: 99 Bottles of Beer on the Wall: (99 Botellas de Cerveza en el Muro): Es una canción popular que data de mediados del siglo 20. Es una canción tradicional, tanto en Estados Unidos y Canadá. Consiste en cantar una y otra vez una misma estrofa mientras vas disminuyendo la cantidad de botellas hasta llegar a cero y poder cantar: No hay más botellas de cerveza en la pared. Iré a la tienda y comprare un poco más, 99 botellas de cerveza en la pared. Sí deseas oírla te recomiendo YouTube, y sip no me puedo creer que este en YouTube pero lo está. 311 La abreviación en inglés MVP puede significar Most Valuable Player (Jugador Más Valioso) o Most Valuable Professional (Profesional más Valioso). 310

momento. Nunca una tripulación de tan alta calidad había zarpado en el más increíble barco para llevar a cabo una misión tan noble. Jasón podría, o bien triunfar y ganar toda la gloria…. o fallar espectacularmente312 y destruir todas las esperanzas y sueños de todos los griegos, con él. Pero sin presiones. La primera parada del Argo fue Lemnos, también conocida como la Isla de las Mujeres Apestosas. Y, ¿cómo es que consiguió tan adorable nombre? Bueno, unos cuantos años antes, las mujeres locales se habían negado a rendirle culto a Afrodita. La diosa del amor, como es tan indulgente, maldijo a cada mujer en Lemnos con una peste tan terrible que ninguno de los hombres podía soportar estar a menos de quince metros de ellas. Uno de los antiguos escritores Griegos lo describió como un ‘Aroma Escandaloso’, lo que podría ser una peste tan fuerte que casi podías escucharla. Eso es muy malo. Eventualmente las mujeres se pusieron tan furiosas que mataron casi a todos los hombres en Lemnos, porque seguramente les pareció que era lo más lógico. Solo unos pocos escaparon y advirtieron del peligro a los otros Reinos Griegos. Las mujeres Lemnias eligieron una dama llamada Hipsípila, (que se pronuncia Hipsy–Pila313), para ser su reina. Irónicamente, tan pronto como mataron a todos los hombres, las mujeres dejaron de apestar. Pero para ese entonces ya era demasiado tarde. Una vez que las noticias sobre la mascare salieron a la luz, ningún barco atracaba en Lemnos. Y ninguna de las mujeres locales sabía cómo navegar, así que básicamente fueron abandonadas en su propia isla, destinadas a vivir sus vidas sin oportunidad de tener más hijos. Esa Afrodita…. es un encanto. Los Argonautas conocían la reputación de Lemnos, pero realmente necesitaban suministros, así que decidieron arriesgarse. Tan pronto como atracaron, cientos de mujeres atractivas, y para nada apestosas se abarrotaron en el embarcadero, gritando: — ¡Gracias a los dioses! ¡Hombres! ¡Por favor, cásate conmigo! ¡Cásate conmigo! Los Argonautas se miraron los unos a los otros como diciendo: — ¡SUAVE! Incluso Jasón se quedó embelesado. La Reyna Hipsípila lo recibió con un abrazo, un beso y una propuesta matrimonial. En unos cuantos días, los Argonautas estaban viviendo como Reyes. Todos escogieron nuevas esposas. Cada día las mujeres los adulaban y servían mientras los Argonautas se volvían gordos y perezosos. Olvidando por completo su misión. El único que no estaba encantado era Hércules. Él ya había recibido trato de estrella por años. No se dejó influenciar por un montón de seguidoras hermosas. Habló con Atalanta, quien también estaba decepcionada. Ella no se había enlistado en la misión solo para ver a sus compañeros de viaje actuar como…. bueno, hombres. El mascarón mágico del Argo, también, estaba de acuerdo con ellos. —Dioses, ¡estoy tan aburrido! Traigan a la tripulación de regreso. ¡Tenemos que partir! Hércules y Atalanta llamaron a los Argonautas a una reunión de emergencia. — ¡Chicos, concéntrense en el juego! —les dijo Hércules. —No están actuando como unos verdaderos héroes. 312

Texto original: Down in flames: (Significa literalmente: Caer en llamas): Esta expresión es una metáfora usada generalmente en las batallas para decir se ha fallado gravemente en algo. 313 Texto original: Hipsy-Peely – Si hay un juego de palabras allí ni idea.

—Creo que lo que Hércules intenta decirles, —ofreció Atalanta, —es que son todos unos idiotas. No zarpamos de Yolco para que pudieran vagabundear en Lemnos mientras hermosas mujeres los alimentan con uvas peladas. — ¡Yo sí!, —dijo una voz al fondo del grupo. —Una palabra más, —le gruñó Hércules, —y les presentaré mi garrote a sus rostro. Finalmente Jasón recordó su misión. —Hércules tiene razón, —dijo. —Yo mismo permití que me distrajeran. No sucederá otra vez. Todos, digan adiós a sus esposas Lemnias. ¡Tenemos que partir inmediatamente! Las mujeres estaban tristes por verlos partir, pero no protestaron. La mayoría de las damas estaban esperando bebés ahora, así que al menos tendrían una oportunidad de repoblar la isla con pequeños Argonautas niños y niñas. ¿La lección en esta pequeña aventura? Es fácil distraerse. Sofás confortables, gente amigable y buena comida siempre suena más atractivo que el ir a cumplir una misión difícil. Pero si quieres llegar a algún lugar en la vida, tienes que mantener los ojos en el premio—que en este caso sería el Vellocino de Oro, y no uvas peladas. Aunque si te ofrecieran hamburguesas con queso…. no, no importa. Sigamos con la historia. Unas pocas semanas más tarde, el Argo zarpó hacia el Helesponto—ese largo estrecho de agua entre el Egeo y el Mar Negro donde la vieja y querida Hele había caído hacia su muerte. Después de remar durante días y días, la tripulación había consumido montones de comida y agua, por lo que necesitaban más suministros. Atracaron en una isla llamada el Monte de los Osos, que es una enorme montaña que en su parte central tiene la forma como de, (duh), un oso. Los lugareños eran llamados los Doliones. Todos eran descendientes de Poseidón, así que naturalmente eran geniales e impresionantes. Su Rey Cícico, (Sizzy–co que rima con…. casi absolutamente nada), era un hombre joven de una edad aproximada a la de Jasón. Se acababa de casar, y él y su reina estaban encantados de organizar una enorme fiesta para los Argonautas. Todos la pasaron muy bien. Jasón y Cícico intercambiaron números telefónicos y decidieron ser los Mejores Amigos por Siempre314. — ¡Es un alivio que no sean piratas!, —les dijo Cícico. —Hemos tenido demasiados piratas por aquí. Pero ustedes están bien, chicos. Espero que les vaya bien en su misión. Solo manténganse alejados del otro lado de la isla, ¿de acuerdo? ¡No es muy divertido por allá! — ¿Por qué?, —le preguntó Jasón. Justo en ese momento Hércules les contó una broma muy graciosa y todos comenzaron a reírse. Y Cícico y Jasón se olvidaron de lo que estaban hablando. A la mañana siguiente, los Argonautas tenían fuertes dolores de cabeza y unos estómagos muy delicados por estar en demasiadas fiestas. Tropezaban con todo a su alrededor por andar como zombis. Se las arreglaron para zarpar, pero después de unas tres horas de haber partido del puerto, y cuando casi habían perdido de vista el Monte de los Osos se dieron cuenta de que se habían olvidado por completo de cargar las provisiones. — ¡Enviemos a los Boréadas de regreso!, —sugirió Atalanta. —Ellos tienen alas.

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Texto original BFFs: Best Friend Forever: Mejores Amigos por Siempre.

—Solo somos dos chicos, —dijo Zetes. —Podríamos traer algunas cosas, pero, ¿suministros para toda la tripulación? Tienen que atracar en el muelle para eso. Orfeo gruñó. —Los muelles están en la punta oeste de la isla y habría que regresar todo ese camino. Dar un rodeo hasta allá nos tomaría horas. Y si pasamos otra noche de fiesta no estoy seguro que mis órganos internos salgan bien librados. Los otros Argonautas estuvieron de acuerdo. Argos el constructor del barco señalo desde la popa. —Miren, chicos, aún se alcanza a ver la parte este de la isla. Estoy seguro que podremos encontrar agua y frutos y algunas otras cosas ahí. Solo anclemos cerca de la playa y hagamos un viaje rápido a la isla. Será fácil. Jasón frunció el ceño. —Cícico me dijo que el otro lado de la isla no era divertido ir. — ¿Y qué quería decir con eso? —le preguntó Argos. —No estoy seguro. Pero, me advirtió que no fuera allí. —Jasón se dirigió al mascarón del Argo. — ¿Tú qué opinas oh, proa mágica? —A mí no me miren, —dijo la proa. —Yo crecí como un roble en Dodona. Nunca había estado tan lejos de casa. Hércules gruñó. —Eso no importa. ¡Somos Argonautas! ¡Podemos manejar cualquier contratiempo! Así que soltaron el ancla y enviaron una partida de caza a la costa. Al final, resultó que la mitad este de la isla estaba habitada por Gegenees, lo cual significa: Nacidos de la Tierra. Imaginen unos ogros peludos de tres metros de alto vistiendo solo taparrabos. Imagínenlos con seis brazos musculosos, tres en cada lado, capaces de arrancar árboles y lanzar peñascos enormes. Ahora imagínenlos con un olor espantoso. Creo que ya tienen la idea. Jasón condujo la partida de caza por el bosque, buscando comida y agua. No encontraron problemas, pero poco después de dejar la playa un grupo de veinte ogros se lanzó contra sus botes de remos, determinados a destrozarlos y luego arrojarle rocas al Argo hasta que se hundiera. Afortunadamente, Jasón había dejado a Hércules a cargo del cuidado de los botes. Los Nacidos de la Tierra rugieron y agitaron sus garrotes. Hércules agitó su garrote y les rugió de regreso. Los Nacidos de la Tierra le lanzaron locas, que se rompieron sin hacerle daño al estrellarse contra su capa hecha con la piel del león de Nemea, Hércules se lanzó a la batalla, matando a la mayoría de los ogros. El resto se retiró hacia el bosque. Una hora más tarde, Jasón y la partida de caza regresaron y encontraron a Hércules parado sobre una pila de cuerpos de seis brazos. — ¿Se desató el Hades? —le preguntó Jasón —Será mejor que regresemos al barco, —le dijo Hércules. —Tengo la sensación de que la próxima vez que estos tipos ataquen, será en mayor cantidad. Como si aquello hubiera sido su señal, un coro de aullidos salvajes hizo eco a través de los árboles, reverberando en un costado del Monte de los Osos. —Regresemos al barco, —estuvo de acuerdo Jasón. Tan pronto como zarparon, las cosas se pusieron desagradables en el agua. Una niebla muy espesa se levantó, reduciendo la visibilidad a unos diez centímetros. La noche cayó sobre ellos, y como era luna nueva, eso hizo que las cosas fueran aún peores. Argos no podía ver las estrellas, dejándolo sin opciones para reconocer el camino por el que debían seguir

navegando. Los Argonautas encendieron antorchas, pero la niebla y la oscuridad se tragaban la luz de las llamas. Para nosotros, tipos modernos, es difícil imaginar lo oscuro que puede ponerse sin las luces de la ciudad. Soy de Manhattan. A menos que haya un apagón general, lo más oscuro que se puede estar es como la luz suave de un ambiente para relajarse. Allá por los tiempos de la Antigua Grecia, oscuro significaba mirar–una–sopa–de–tinta–negra. El Argo estaba irremediablemente perdido. Incluso el mascarón odiaba la situación. El tronco mágico no paraba de decir: — ¡NO PUEDO VER! ¡ESTOY CIEGO! ¡OH, DIOSES, ESTOY CIEGO! Por fin, alguien de la tripulación divisó un fulgor rojo desde la cabina de la proa. — ¡Ahí! ¡Vayamos hacía allí! Usualmente, el fuego significa civilización. Pero, mientras el barco se aproximaba al fulgor rojizo, los Argonautas comenzaron a dudar que ese fuera el caso. Escucharon voces profundas gritando desde la costa, pero la niebla apagaba el sonido a tal grado que era imposible decir si las voces eran humanas. El barco encalló en un banco de arena. El mascarón gritó: — ¡OUCH! Comenzaron a llover proyectiles alrededor del barco—quizá flechas, o lanzas, o rocas. Alguien gritó. — ¡Son los Nacidos de la Tierra, de nuevo! La tripulación entró en pánico. Tomaron sus armas y saltaron por la borda, vadeando los proyectiles para encontrar al enemigo. No podían permitir que esos ogros destruyeran su nave. La batalla que siguió fue el caos absoluto. Nadie podía ver nada. Las espadas cortaban. Los Argonautas gritaban en la oscuridad. Las antorchas solo hacían la niebla más difusa y al enemigo más difícil de distinguir. Por fin los Argonautas retrocedieron y formaron una línea de defensa improvisada con sus escudos a lo largo de la playa. Esperaban un asalto, pero el enemigo también parecía haberse retirado. Finalmente salió el sol. La niebla se disipó, mostrándoles a los Argonautas la horrible verdad. De alguna manera, el Argo había dado la vuelta hacia el lado oeste del Monte de los Osos. Desperdigados por la playa había docenas de Doliones muertos—los mismos tipos que habían recibido a los Argonautas con una fiesta solo una noche antes. Entre los muertos estaba el Mejor Amigo por Siempre de Jasón, el Rey Cícico. Ambos lados se dieron cuenta de su terrible error. Los Argonautas habían pensado que estaban peleando con los Nacidos de la Tierra. Los Doliones pensaron que estaban repeliendo el ataque de unos piratas. Jasón estaba devastado por haber matado accidentalmente al Rey. La Reina estaba incluso más devastada. Cuando escuchó las nuevas, se suicidó ahorcándose. Los dos grupos intentaron perdonarse mutuamente. Pasaron varios días en duelo y enterrando a sus muertos. El tiempo mejoró, pero no hubo ningún viento, haciendo imposible que pudieran zarpar. Finalmente, Jasón consultó la proa de su barco. —Construyan un templo para los dioses, —aconsejó la proa. —Quemen algunas ofrendas para expiar la sangre derramada. Tú y tu gente son todos unos idiotas. Jasón hizo lo que la proa le sugirió.

Les llevó varios meses, pero tan pronto como el templo estuvo terminado los vientos aumentaron su intensidad y la tripulación zarpó, alejándose del Monte de los Osos. ¿Cuál es la moraleja de esta feliz aventura? Quizás: No seas tan fiestero. De otra manera, el tipo con el que compartes el vino esta noche podría terminar tratando de matarte entre la niebla la siguiente noche. Y, además, lo siguiente que sabrías, es que una pieza de madera mágica te está llamando: Idiota.

Hasta ahora, los Argonautas no se sentían para nada heroicos. Ellos se habían casado con algunas mujeres, habían matado algunos amigos, y se habían perdido. Su siguiente parada no rompió la racha de pérdidas. Encontrándose con la necesidad de conseguir agua fresca, anclaron cerca de la costa de Anatolia y enviaron una pequeña partida a la costa. Hércules, su amigo Hilas, y otro tipo llamado Polifemo. (Ese, también, es el nombre de un Cíclope, pero no creo que ninguno de los dos tipos, estén relacionados entre sí. Al menos, espero que no.) Los tres Argonautas se dividieron para revisar las campiñas. Hilas fue el primero en encontrar agua—un lindo y claro riachuelo que corría a través de los bosques. Comenzaba a sentirse bien consigo mismo cuando se arrodilló para llenar su tinaja vacía. Desafortunadamente Hilas era súper guapo, y el río estaba lleno de ninfas. Los espíritus de la naturaleza lo observaron desde debajo del agua. Camufladas con sus vestidos azules fluviales, eran casi invisibles. — ¡Oh, mis dioses, es tan lindo!, —dijo una. — ¡Yo lo vi primero!, —dijo otra. — ¡Yo quiero casarme con él!, —dijo una tercera. Bueno, ya saben cómo es cuando un montón de ninfas se juntan. Se vuelven salvajes y desagradables y se ríen mucho. Luego, comienzan a secuestrar mortales. Los tres espíritus emergieron del arroyo, tomaron al pobre Hilas y lo arrastraron bajo el agua, olvidándose de que él necesitaba oxígeno para respirar. Hilas consiguió gritar. Polifemo escuchó y llegó corriendo, pero para cuando llegó hasta allí, Hilas ya había desaparecido corriente abajo. Lo único que encontró Polifemo fueron algunas piezas de su cántaro de agua roto, y algunas huellas de pisadas húmedas sobre las rocas, como si hubiera habido alguna clase de lucha. ¿Asaltantes? Se preguntó. ¿Bandidos? ¿Piratas? Polifemo corrió para buscar a Hércules. Juntos revisaron el área. Hércules estaba tan consternado por la pérdida de su amigo que había olvidado por completo su misión, al Argo y a sus compañeros de tripulación, quienes los estaban esperando. En la playa, Jasón comenzó a preocuparse. El sol estaba bajando y el equipo de tierra no había regresado. Él envió otra partida de búsqueda, pero todo lo que encontraron fueron trozos de cerámica junto al arroyo. No había señales de Hércules, Polifemo o Hilas. Al día siguiente, los Argonautas buscaron nuevamente a sus camaradas. No tuvieron suerte. La proa del barco no tenía consejos útiles para darles. Finalmente, mientras el sol se ponía. Jasón anunció que el Argo tendría que partir en la mañana. —Debemos asumir que Hércules y los otros se perdieron. Debemos seguir navegando. A la tripulación no le agradó eso. Uno simplemente no puede alejarse navegando dejando atrás a Hércules. Pero a la mañana siguiente sus compañeros de viaje seguían sin aparecer. Los Argonautas renuentemente levaron anclas. Durante los días siguientes, la tripulación paso refunfuñando.

Eventualmente, unos pocos acusaron a Jasón de dejar a Hércules abandonado a propósito, para no tener que compartir los reflectores. Las cosas estuvieron a punto de ponerse feas cuando un chorro de agua emergió por el puente de la proa. Sobre la columna de espuma estaba sentado un hombre anciano con aletas por brazos y cola de pez en lugar de piernas. — ¡Es Poseidón!, —gritó Zetes. — ¡Es Océano!, —dijo Atalanta. — ¡Es ese tipo de La Sirenita!, —dijo Orfeo. El tritón suspiró y aleteó con sus brazos–aletas. —En realidad, soy Glauco. Pero no se preocupen. Nadie acierta a la primera. Los Argonautas murmuraban entre ellos, tratando de imaginarse quién podría ser Glauco. — ¡Oh, mis dioses!, —dijo la proa del barco. — ¡Ustedes, chicos, están avergonzándome! Glauco era un pescador que comió unas hierbas mágicas y se volvió inmortal. ¡Ahora es como el Oráculo de Delfos del mar! —Ohhhh. —Toda la tripulación asintió como si supieran de lo que la proa estaba hablando. Y solo para que lo sepan, yo nunca había escuchado de él, y soy un hijo de Poseidón. No estoy seguro que tipo de hierbas comió Glauco para volverse inmortal. Todo lo que sé es que: si el trato involucra cambiar tus brazos por aletas y tus piernas por una cola de pescado no me parece que valga mucho la pena. Mi consejo: no vayan comiendo hierbas al azar a menos que quieran convertirse en el tipo de: La Sirenita. Jasón se acercó a la baranda. — ¡Es un gran honor conocerte, Glauco! ¿Qué te trae por aquí? — ¡Oh, Argonautas!, —dijo, balanceándose sobre su chorro de agua. —No se inquieten por sus compañeros perdidos. Fue la voluntad de los dioses que los dejaran atrás. Jasón volteó a ver a los Argonautas como diciendo: ¿Ven? —Hércules debe regresar a sus labores, —continuó Glauco. — ¡Su destino está en otro lugar! Y en cuanto a Polifemo, permanecerá en esas tierras y fundará una gran ciudad llamada Cío, así que no se preocupen. — ¿Y qué pasa con Hilas?, —preguntó Jasón. —Oh, él está muerto. Lo ahogaron unas ninfas. ¡Pero aparte de eso todo está bien! El chorro de agua se desvaneció. Con un aleteo de sus brazos–aletas, Glauco hizo una impresionante vuelta doble hacia atrás y desapareció bajo las olas. Así que los Argonautas continuaron navegaron sin su peso pesado, Hércules, pero al menos no hubo motín por esa causa. La lección de esta historia sería…. este, no me pregunten. Ni siquiera sé quién era Glauco. Los Argonautas continuaron hacia el este navegando por el Helesponto. Sabían que eventualmente llegarían al Mar Negro, pero muy pocos griegos habían navegado tan lejos antes. Nadie estaba seguro de qué tanto tiempo les tomaría o qué peligros les esperaban. Hasta donde sabían, la entrada al Mar Negro requería un código de seguridad especial. Decidieron detenerse en el siguiente Puerto a preguntar qué les esperaba. Piensen en esto. Cincuenta tipos accediendo a detenerse para pedir instrucciones. Sip, así de perdidos estaban. El siguiente puerto tenía un Rey llamado Ámico. Un nombre que sonaba tan amigable— como amicus, la palabra en latín para amigo. Pero Ámico no era amigable. Con dos metros y quince centímetros y ciento ochenta kilogramos de peso, era conocido como el Hombre Montaña. Cada vez que un barco se detenía en su ciudad, hacía la misma petición.

— ¡Peleen contra mí!, —él bramó. — ¡Traigan a su mejor boxeador! ¡Lo mataré en el cuadrilátero! Jasón estudió al Rey, cuyos puños eran del tamaño de balas de cañón. —Uh, solo estamos pidiendo instrucciones para continuar con nuestro viaje. Estamos en una misión sagrada…. — ¡No me importa! ¡Peleen! — ¿Y si nos reusamos? — ¡Entonces los mataré a todos! Jasón suspiró. —Tenía la impresión de que dirías eso. —Él comenzó a quitarse la camisa, dado que él era un boxeador bastante decente, pero otro Argonauta se le adelantó—un hijo de Zeus llamado Polideuces315. —Yo me encargo de esto, Capitán. Los lugareños rompieron en risas. Junto a su Rey, Polideuces, él no parecía ser mucho. Era un peso pluma cuando mucho. Pero nunca debes subestimar a un hijo de Zeus. (Saludos a mi amigo J. Grace). La multitud hizo un círculo alrededor de los dos peleadores, los Argonautas en un lado, y los lugareños en el otro. Ámico cargó primero, agitando sus puños masivos. Un solo golpe podría matar a Polideuces, pero el Argonauta bailaba a su alrededor, zigzagueando y esquivando, prestándole atención a la técnica de pelea de Ámico. El Rey era fuerte, pero también era imprudente. Cada vez que lanzaba un gancho con la derecha, comprometía demasiado su defensa y trastabillaba hacia adelante. La siguiente vez que esto sucedió, Polideuces giró hacia la derecha. Mientras el Rey salía disparado hacia él, con la cabeza baja como la de un velocista, Polideuces saltó y lo golpeó con el codo en la parte trasera de la oreja del Rey. CRUNCH. Ámico cayó rostro a tierra y no se volvió a levantar. Los Argonautas vitorearon como locos. Los lugareños avanzaron, determinados a acabar con Polideuces, pero, sabiamente, los Argonautas habían mantenido sus armas a la mano. Cargaron para proteger a su compañero. Las cosas se convirtieron en un baño de sangre. Jasón y sus hombres eran superados en número por mucho, pero tenían más disciplina. Vencieron a los lugareños, y se adueñaron de un montón de ovejas por sus problemas, las cargaron en el Argo y zarparon. Bien, eso no podrá parecer una gran aventura, pero era la primera vez que un Argonauta le había ganado a alguien en combate personal. También estaba el hecho de que la tripulación había trabajado en equipo para derrotar una fuerza mucho mayor. Jasón sentía que quizás su suerte podría estar cambiando. El único problema era que aún no habían conseguido las indicaciones que necesitaban. Jasón decidió preguntarle al mascarón de proa. —Oh, grandioso…. trozo de roble. ¿Cómo estás? —Estoy bien, —dijo la proa. — ¿Y tú? —También estoy bien. Este, mira…. ¿tienes una idea de dónde se encuentra el Mar Negro, o cómo es que se llega hasta allá? —Nop, pero puedo decirte de alguien que si lo sabe. Navega hacia el este por dos días más. Busca en las ruinas de la costa. Ahí encontrarás un anciano llamado Fineo.

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Pólux o Polideuces es el hermano gemelo de Cástor y hermano de Helena y Clitemnestra.

Jasón aflojó el cuello de su toga. —Gracias. ¿Pero sabes algo? Creía que tú nunca habías estado fuera de Dodona. —Y nunca he estado, Señor de la Túnica Sabelotodo. Pero Fineo es un vidente con el don de la profecía. Yo se cosas como esa dado que yo también soy un profeta. Y profetizo que sin el consejo de Fineo, nunca cruzarán el Mar Negro para llegar a Cólquide con vida. —Wow. Entonces me alegra haberte preguntado. —Sí, eso podría haber sido malo. Por cierto, lleva a los Boréadas a la costa contigo cuando vayas. — ¿Por qué? —Ya lo verás. Como la proa había aconsejado, navegaron por dos días más hasta que divisaron las ruinas de un pueblo. Incluso a través de las aguas alcanzaban a percibir el olor del lugar—como un centenar de contenedores de basura que hubieran estado cocinándose al sol durante todo el verano. —Esto sí que será divertido, —gruñó Zetes Él y Calais volaron con Jasón hasta la costa. Buscaron entre las ruinas, tapándose la nariz con las mangas de sus túnicas para bloquear la peste. Cuando llegaron a la plaza del pueblo, encontraron un anciano llorando al lado de una chimenea apagada. Su cabello y barba eran como volutas de algodón de dulce. Sus ropas eran harapos. Sus brazos huesudos estaban salpicados de manchas por la edad. Esparcidas a su alrededor había migajas de pan mohoso, trozos de carne podrida y piezas secas de fruta. No era mucha comida, pero definitivamente era la fuente de la pestilencia. — ¿Hola?, —le dijo Jasón. El anciano levantó la vista. Sus ojos eran lechosos. — ¿Visitantes? ¡No! Ahórrense el problema. ¡Déjenme en mi miseria! — ¿Eres Fineo?, —le preguntó Jasón. —Si es así, necesitamos tu ayuda. Soy Jasón. Estos son los Boréadas. Zetes y Calais…. — ¿Boréadas?, —El anciano se puso en pie con mucho esfuerzo. Avanzó trastabillando, con una sonrisa desdentada sobre su rostro y agitando los brazos hacia adelante para tantear el lugar como si estuviera jugando al Marco Polo316. — ¿Boréadas? ¿Dónde? ¿Dónde? Zetes se aclaró la garganta. —Este, aquí, ¿por qué? — ¡Oh, un día maravilloso!, —chilló emocionado el anciano. — ¡Finalmente mi castigo podría serme levantado! Casi se estrella de cara contra una columna, pero Jasón lo detuvo. El aliento de Fineo era tan fragante como la comida a sus pies. — ¿Qué tal si hacemos un trato?, —sugirió Jasón, intentando suprimir las arcadas. —Te ayudamos si tú nos ayudas. Dinos que es lo que pasa contigo. Fineo suspiró profundamente. —Tengo el don de la profecía, saben. Por años, la gente venía a verme y yo les decía lo que querían saber—los números que iban a salir en la lotería, el día en que iban a morir, con quién se casarían y si se iban a divorciar. Se los decía a todos, sin acertijos ni

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Un juego que comúnmente se juega en las piscinas donde una a una persona se le venda los ojos y debe capturar a los demás guiándose por el sonido de sus voces mientras él grita marco y el resto responde polo.

trucos, y sin guardarme parte de la información. Ni siquiera les pedía a mis clientes pago alguno o les deseaba un buen día. —Eso no me parece que sea un problema, —le dijo Jasón. — ¡Oh, pero si lo fue! A Zeus no le agrada tanto mi apertura. Solo quiere que los humanos tengan pequeños atisbos de los planes de los dioses. De otra manera, en su opinión, los mortales ya no necesitarían a los dioses. ¡Lo sabrían todo! Eso sería malo para el negocio en los templos y los oráculos. Calais gruñó. —Zeus tiene razón. —Así que me maldijo, —continuó Fineo. —Me quitó la vista. Me impuso una persistente vejez. Y he tenido ochenta y cinco años por los últimos veinte años. ¿Pueden imaginárselo? —Eso no parece algo muy divertido, —admitió Jasón. — ¿Pero que hay con…. este, toda la peste y los restos de comida? — ¡Esa es la peor parte! ¡Tengo una plaga de harpías! Jasón jamás había visto a una harpía, pero había escuchado historias acerca de ellas. Supuestamente eran híbridos de mujeres y pájaros—una especie de pollos, mezclados con buitres y compradores frenéticos de los Viernes Negros317, todo en uno. Los Boréadas agitaron sus alas con nerviosismo. Calais observó el cielo. —Odio a las harpías. — ¡Imaginen cómo me siento!, —afirmó Fineo. —Cada vez que alguien me trae comida, las harpías la huelen. Bajan en picada de quién sabe dónde y me roban mis deliciosos obsequios. Y si acaso ellas llegan a dejar algunas sobras olvidas de inmediato se descomponen. Me dejan solo con lo justo como para que no me muera de hambre, pero siempre tengo hambre y ciento nauseas. Solo hay una manera de detenerlas. Las harpías tienen un enemigo natural. —Boréadas, —dijo Zetes. — ¡Sí, los hijos del viento del norte despreciamos a las harpías, y el sentimiento es mutuo!, —él agitó sus plumas púrpuras asqueado. —Con gusto mataríamos a estas harpías, pero si son una maldición de Zeus no queremos meternos en problemas con el Grandulón. — ¡No será así!, —prometió Fineo. — ¡Esa es mi cláusula de escape! Si los Boréadas derrotan a las harpías, quedo libre. Ayúdenme y les diré cómo llegar a Cólquide. Jasón parpadeó. — ¿Cómo sabes que vamos a Cólquide? Oh, cierto. Eres un vidente. Los Boréadas volaron de regreso al barco para traer algo de comida. Entonces, justo en el centro de la plaza de la ciudad, los tres Argonautas hicieron un banquete como para un día de campo para el anciano. Fineo se sentó. — Oh, huele tan bien. En cualquier segundo…. — ¡SCREEEEEEE!, —dos harpías bajaron en espiral desde las nubes como pilotos kamikaze, su andrajoso cabello rubio y blancas vestiduras hondeando al viento. Una ráfaga de viento provocado por sus alas color gris tormenta tiró a Jasón al piso. Fineo se zambulló buscando un lugar para cubrirse mientras las harpías pisoteaban su comida con sus sucias garras. Solo los Boréadas permanecieron firmes. Extendieron sus alas púrpuras y desenvainaron sus espadas. Las harpías se congelaron cuando los vieron. Entonces las mujeres–pájaro sisearon y salieron disparadas hacia el cielo.

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Día que inaugura la temporada de compras navideñas con significativas rebajas en muchas tiendas minoristas y grandes almacenes. Es un día después del Día de Acción de Gracias en Estados Unidos.

Para que lo sepan, las harpías son rápidas. Si se ven en la necesidad, ellas pueden volar más rápido que casi todo, excepto que los jets militares y los Boréadas. Incluso Zetes y Calais tuvieron problemas para seguirlas. Aceleraron hacia el oeste, entrando y saliendo a toda velocidad de las nubes, rozando apenas la superficie del agua, hasta que finalmente los Boréadas consiguieron sujetar a las harpías por las garras y llevarlas a tierra. Los Boréadas las inmovilizaron. Las harpías sisearon y los arañaron, pero los Boréadas eran más fuertes. Los hermanos levantaron sus espadas para acabar con las chicas–gallinas cuando una voz femenina gritó: — ¡Tiempo fuera! Frente a ellos había una reluciente mujer con alas de colores caleidoscópicos, lentes con forma de corazón y un largo cabello trenzado con margaritas. Zetes tragó saliva. — ¿Iris? ¿La diosa del arcoíris? —Esa soy yo, —dijo Iris. —Soy portadora de un mensaje de Zeus: Estas harpías no deberán ser asesinadas. Calais frunció el ceño. — Pero matar harpías…. —Lo sé, es lo que ustedes hacen, —dijo Iris. —Normalmente estoy a favor de seguir tus impulsos en lo que te haga feliz, pero esta vez no pueden hacerlo. Prometo que las harpías no volverán a molestar a ese anciano, de nuevo. Han roto la maldición de Fineo. ¡Ahora regresen con sus compañeros de viaje y tengan un estupendo día! Los Boréadas estaban renuentes a dejar ir a las chicas–gallina, pero no tenían ganas de pelear con una diosa que aún usaba la palabra estupendo. Liberaron a las harpías y salieron volando de regreso hacia su barco. Mientras tanto, Jasón hizo señales al Argo e hizo que su tripulación le llevara más comida a Fineo. Consiguieron que el anciano se aseara y se vistiera con ropas limpias. Luego, mientras se atiborraba de comida, Fineo le dijo a Jasón lo que necesitaba saber. —Primero, tienes que preocuparte por las Rocas Cianeas o Rocas Coincidentes318. Oh, mis dioses, estos biscochos están tan buenos. — ¿Las Rocas Coincidentes?, —preguntó Jasón. — ¿Son una, como de, naranja y la otra de verde lima? — ¡No, tonto Argonauta! Ellas literalmente coinciden entre sí. ¡Bang, bang, bang!, —Fineo aplaudió, esparciendo migajas de biscochos por doquier. —La única forma de pasar el Helesponto hacia el Mar Negro es un canal angosto entre los altos riscos, pero esos riscos no están anclados con la tierra. Coinciden chocando el uno contra el otro, moviéndose de atrás hacia adelante, cerrándose, abriéndose y cerrándose de golpe, como…. ¡como muelas! Fineo abrió la boca. Y señaló los dos dientes mohosos que le quedaban sobre sus encías, la cual fue una imagen grotescamente innecesaria que Jasón fácilmente hubiera preferido evitar ver durante toda su vida. —Lo que tienes que hacer, —continuó Fineo, —es capturar algunas palomas. Cuando llegues cerca de las Rocas Coincidentes, deberás soltar las aves y observa lo que sucede. Si las palomas vuelan entre las rocas a salvo, entonces sabrás que es un buen día para ti. Las rocas se están moviendo lentamente. Podrías tener una oportunidad para pasar entre ellas con tu barco. Pero, si las aves no lo logran… bueno, tú tampoco lo lograras. 318

En la mitología griega Rocas Coincidentes o Rocas Cianeas, también son conocidas como las Simplégades o las Rocas que Vagan.

Jasón pensó en ello. — ¿Y qué hay si las aves no vuelan a través del canal? ¿Qué tal si solo vuelan en una dirección diferente, o si se detienen a medio camino y se posan en los riscos? —No lo harán. — ¿Por qué no? — ¡No lo sé! ¿Por qué las palomas mensajeras regresan a casa? ¿Por qué los pollos se quedan dormidos si les metes la cabeza debajo de sus alas? ¡Simplemente es la naturaleza de las aves! Las palomas se sentirán forzadas a volar cruzando directamente a través del canal. —Pero eso no tiene sentido. — ¡Solo acéptalo, y no lo cuestiones!, —Fineo tragó algo de vino. —De cualquier manera, asumiendo que logren pasar las Rocas Cianeas, sigan navegando hacia el este por treinta días. Pasarás un reino de criadores de ovejas. Ignórenlos. Pasarán por la tierra de las Amazonas. No se detengan ahí. Sería una muy mala idea. Finalmente, cuando la línea costera comience a torcerse hacia el norte, verán que unas torres se elevan sobre una colina en la desembocadura de un río. Esa es Cólquide, la tierra del Rey Eetes. Encontrarás el Vellocino de Oro en la arboleda sagrada de Ares. —Gracias, —dijo Jasón. —Entonces…. podrías decirme si mi misión será exitosa, ¿cierto? ¿Conoces mi destino por completo? —Yo lo sé todo. —Escupió Fineo. —Excepto, ¿cómo hiciste para que esta cecina de cordero sepa tan bien? ¡Dioses, está increíble! Te podría decir tu futuro entero, Jasón—lo bueno, lo malo, lo muy malo. Pero confía en mí, no quieres saberlo. El sudor escurrió por el cuello de Jasón. —Pero en verdad quiero saberlo. Fineo negó sacudiendo la cabeza. —Zeus tenía razón cuando me maldijo. Puedo admitirlo ahora que mi barriga está llena. Nadie debería saber todo su destino. Es demasiado peligroso y muy deprimente. Solo sigue adelante, da tu mejor esfuerzo y espera que sea suficiente. Eso es todo lo que cualquiera de nosotros puede hacer. Jasón se sentía atontado. Y no estaba muy seguro de que aquella sensación se debiera únicamente a su cercanía a las sobras descompuestas de comida. —A mí me parece que no saber resulta más atemorizante que saberlo. Las líneas alrededor de los ojos de Fineo se tensaron. —No, no es así. —Su voz estaba tan llena de remordimiento. —Ahora vete de aquí héroe. Yo planeo comer hasta saciarme, luego voy a tomar una agradable ducha de agua caliente y me dispondré a morir. Será un gran día. Para la tarde siguiente, los Argonautas habían construido una jaula de mimbre y habían capturado algunas palomas, (eso último fue fácil gracias a los Boréadas). Viajaron por dos días más antes de que el mar comenzara a hacerse más angosto como si estuvieran navegando por un embudo. Riscos verticales se elevaban desde el agua a cada lado, sin ofrecerles lugar alguno para atracar. Finalmente, como a medio kilómetro en frente de ellos, Jasón divisó lo que debían de ser las Rocas Coincidentes. Eran de colores perfectamente coordinados, lo que aún no tenía mucho sentido para él. A cada lado del angosto canal de unos cien metros de alto se cernían unos riscos en colores blanco y dorado, como cuñas de cuatro billones de toneladas de helado de crema de vainilla con espirales de caramelo. Las cimas perforaban las nubes. Las rocas eran tan grandes y sus patrones tan ondulantes que Jasón se sintió mareado de solo verlas. Miró hacia atrás. Toda la tripulación se inclinaba hacia un lado o hacia el otro, tratando de compensar la extraña inclinación rara de los riscos.

No era solo una ilusión óptica, tampoco. A medida que el Argo se acercaba, Jasón pudo observar cómo los riscos oscilaban y se acercaban, haciendo que el mar chapoteara de ida y vuelta generando corrientes peligrosas. Entonces, y sin previo aviso, las dos masas de roca chocaron entre ellas con un estruendoso, BOOM, haciendo que los remos del barco traquetearan y expulsó un muro de agua desde el canal. Desde la proa, Argos, el constructor de barcos gritó, — ¡Agárrense de algo! Los Argonautas apenas tuvieron tiempo para sujetarse de las barandas antes de que la marejada se estrellara contra ellos. Cualquier embarcación de menor calidad se hubiera volcado o se abría astillado. El Argo la remontó. Mientras tanto, las Rocas Coincidentes se estaban separaron, dejando caer una cascada de rocas de color caramelo en el canal—cada roca era tan grande como el propio Argo. —Bien, —dijo Atalanta. —Eso fue escalofriante. La mitad de la tripulación ni siquiera la escuchó. Estaban demasiado ocupados vomitando por la borda. Los otros estaban blancos por el terror, aun aferrándose a las barandas. — ¿Se supone que tenemos que pasar por ahí? —Preguntó Orfeo. — ¿Cómo? Jasón se sentía bastante nervioso, también, pero tenía que aparentar seguridad por el bien de la tripulación. —Enviaremos una de las palomas por el canal. Mediremos el tiempo que le toma cruzar. Si la paloma llega a salvo al otro lado, nosotros también podremos lograrlo. — ¿Y si la paloma no lo logra? —Preguntó Polideuces. —Entonces esperaremos unos días más, para intentarlo. O podríamos tratar de ir por tierra. O…. no lo sé. ¡Pero los dioses estarán con nosotros! Ya hemos llegado hasta aquí. ¡Podemos lograrlo! La tripulación no parecía muy convencida, pero acercaron un poco más al Argo a las Rocas Coincidentes. Tan pronto como Jasón juzgó que los riscos estaban lo más alejados posibles, soltó la primera paloma. Justo como Fineo lo había predicho, el ave voló directo a través del canal como si las plumas de su cola estuvieran en llamas. Argos inició el conteo. —Un Mississippi, dos Mississippi…. Llegó hasta treinta Mississippis, antes de que los riscos se estrellaran. La tripulación se sujetó como pudo mientras otra ola se estrellaba contra el barco. Cuando las rocas se apartaron, los Boréadas volaron hacia la entrada del canal para buscar señales del ave. Cuando regresaron, tenían gestos serios sobre sus rostros. —Hay una pequeña mancha de plumas y sangre en un costado de los riscos, —reportó Zetes. —El ave solo llegó a mitad del camino—luego, splaf. La tripulación hizo una mueca de dolor al unísono. —Lo intentaremos otra vez mañana, —dijo Jasón. —Y, la siguiente mañana, si es necesario. — ¿Y si nos quedamos sin palomas?, —preguntó Atalanta. —Siempre tendremos la opción de enviar a uno de los Boréadas, —sugirió Orfeo. —Caya, Orfeo, —dijo Calais. La siguiente mañana, Jasón hizo que todos se alistaran. La tripulación se reportó a sus puestos en los remos, solo por si acaso se les ordenaba el avanzar. Los Boréadas rondaban cerca de los riscos para poder observar el progreso del ave. Argos estaba listo para contar.

Jasón esperó hasta que los riscos se hubieran separado. Luego liberó la segunda paloma. Ella salió disparada a través del canal. Argos contó hasta el sesenta antes de que los riscos se cerraran de golpe nuevamente. Cuando se separaron las Rocas Coincidentes, los Boréadas agitaron sus brazos rápidamente sobre sus cabezas—la señal acordada para indicar que el ave había logrado pasar a salvo. — ¡Vamos!, —gritó Jasón. — ¡REMEN, REMEN, REMEN! ¡Sesenta segundos! El Argo se lanzó hacia adelante tan rápido que el casco crujió. La tripulación remaba como si fueran demonios mientras Orfeo tocaba: ‘Shake It Off319’, a doble tempo para mantenerlos motivados. Las corrientes ayudaron, tirando del barco hacia el canal mientras los riscos aún se estaban apartando. Pero aun así…. atravesar el paso en solo un minuto parecía imposible. Pasados los treinta y dos segundos, estaban a menos de la mitad del camino. Las Rocas Coincidentes se cernían sobre ellos—con arremolinados dientes de color blanco–y–amarillentos mortales. Sus intensas sombras oscuras helaban el sudor en las espaldas de los Argonautas. Escombros llovían tanto a babor como a estribor. Enormes grietas formaban patrones estriados en los costados de los riscos, amenazando con hacer llover cortinas de rocas. A nivel del mar, las piedras estaban incrustada con las maderas y los huesos de los anteriores tripulaciones que habían tratado de cruzar por el pasaje. — ¡Quedan quince segundos! —gritó Argos. — ¡Más rápido! No era necesario el decirles eso. La tripulación estaba remando tan rápido que no estaban seguros de qué era lo que se rompería primero—si sus remos, o sus brazos. — ¡Alcanzo a ver el otro lado! —gritó Calais, volando sobre el mástil. RETUMBÓ. Las Rocas Coincidentes comenzaron a cerrarse. — ¡Diez segundos!, —gritó Argos. Los riscos crujieron. Mientras se cerraban de golpe, rompieron algunos los remos del barco, una marejada levantó el Argo y lo arrojó hacia afuera del canal, justo hacia el Mar Negro. — ¡Sí! —vitoreó Jasón. Pero la tripulación estaba demasiado alterada como para secundarlo. — Eso, —dijo Argos, —estuvo demasiado cerca. Afortunadamente, el barco aún seguía en una pieza. Los Argonautas pudieron continuar su viaje tan pronto como pudieron hacerse de nuevos remos y se cambiaron sus taparrabos manchados. Por semanas, el Argo siguió la línea de la costa y se metió en todo tipo de problemas. Se detuvieron en la isla donde Otrera había construido un templo a Ares, el cual estaba siendo defendido por unas aves asesinas que lanzaban plumas, y de las que apenas escaparon con vida. Accidentalmente tocaron tierra en otro lugar que, también, era territorio de las Amazonas, y lograron escapar justo antes de que el ejército de la Reina pudiera atraparlos. Perdieron dos de los miembros de la tripulación—uno por enfermedad, otro por el ataque de un jabalí salvaje. Pelearon contra monstruos, se desviaron de su camino, se vieron obligados a consumir comida chatarra caducada en las paradas para camiones de Anatolios, y fueron atraídos a esa infame trampa de velocidad a las afueras de Sinope.

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Canción de Taylor Swift, creo que después de leer Magnus Chase y la Espada de Verano ya nos quedó claro que a Riordan le agrada la cantante.

Después de un mes de dificultades, el Argo finalmente alcanzó la desembocadura del Río Fasis, donde las torres de Cólquide se elevaban desde una colina cercana, como si fueran las empuñaduras de unas espadas incrustadas en la tierra. Mirando los barcos de guerra en el puerto, las murallas del pueblo y las fortificaciones del palacio, Jasón se dio cuenta que nunca podría tomar el lugar por la fuerza. Incluso con la mejor tripulación y el mejor barco, estaba irremediablemente superado en número. —Me acercaré al Rey bajo una bandera de tregua, —le dijo a su tripulación. —Trataré de negociar por el Vellocino. — ¿Qué tal si Eetes te captura y te mata?, —le preguntó Zetes. — ¿Por qué te daría su más preciada posesión? Jasón se las arregló para sonreír. —Oye, si pude arreglar un trato con Pelias. Puedo conseguir un acuerdo con Eetes. Tengo experiencia negociando con Reyes homicidas. Los Argonautas tenían que concederle puntos por su valentía, pero aun así estaban preocupados. Jasón se vistió con sus mejores mantos—las mismas ropas que había usado para impresionar a la Reina de Lemnos. Luego entró a la ciudad con solo su guardia de honor. Mientras tanto, en el Monte Olimpo, Hera había estado siguiendo el progreso de Jasón. Hasta ahora estaba complacida. (Especialmente desde que Hércules ya no formaba parte de la misión. Ugh, ella realmente odiaba a Hércules). Aun así, estaba preocupada por las oportunidades que Jasón podría tener con el Rey Eetes. Acordó una reunión estratégica con Atenea, quien, por una vez, estaba del lado de Hera. Ambas diosas querían que el Vellocino de Oro regresara a Grecia. —Jasón jamás podría derrotar a los Colquianos por la fuerza, —dijo Atenea. —Está el asunto de los guerreros esqueletos, el del dragón, el de la flota Colquiana…. —Cierto…. —Hera le sonrió con frialdad. —Pero también está Medea. — ¿La hija del Rey?, —Atenea jugó con el broche de cabeza de Gorgona de su Égida. — ¿Y cómo podría ayudarles eso? Ella es una hechicera. —Es una mujer, —dijo Hera. —Y Jasón es un hombre muy atractivo. Atenea arrugó su nariz. — ¿Quieres involucrar a Afrodita? No lo sé, Hera. El amor es un motivador poco fiable. — ¿Acaso tienes una mejor idea? Como para variar, Atenea no la tenía. Ellas encontraron a la diosa del amor en sus aposentos, donde una docena de cepillos mágicos le estaban peinando su cabello las requeridas cinco mil veces como para darle ese volumen y brillo total adicional. — ¡Señoras!, —dijo Afrodita. — ¿Han venido a aceptar la oferta de pedicura que les hice? ¡Eso es maravilloso! —Este, no, —dijo Hera. —En realidad, necesitamos un favor tuyo. Queremos hacer que alguien se enamore de Jasón. Los ojos de Afrodita resplandecieron. —Bueno, Jasón es súper candente. Eso no debería ser un problema. ¿A quién tienen en mente? —Medea, —dijo Atenea. —La hija del Rey Eetes. —Oh…. —Afrodita hizo un puchero. —Entonces tenemos un pequeño problema. Esa chica es una imposible. Se la pasa todo el tiempo en el templo de Hécate aprendiendo magia. Es fría,

insensible y con mucha hambre de poder, ¡Igual que su padre! ¿Saben que una vez conjuró a Selene para que bajara de la luna y la hizo enamorarse de un mortal, solo para ver qué sucedía? —Ya he escuchado esa historia, —le dijo Atenea. —Los personajes eran interesantes, pero la trama fue un poco exagerada. De cualquier forma, si Medea se está metiendo con la magia del amor, está irrumpiendo en tu territorio, ¿o no? ¿Qué mejor castigo que hacer que Medea se enamore del enemigo de su padre? Afrodita despidió su escuadrón de cepillos mágicos. —Hmm…. eso es cierto. Enviaré a Eros para hacer que Medea se enamore de Jasón. Pero tengo que advertirles, un hechizo de amor en alguien como Medea puede resultar impredecible. Ella vivirá un romance extremo como lo hace con su magia. Si las cosas van mal entre ella y Jasón…. —Vale la pena el riesgo, —dijo Hera, probando de una vez y para siempre que ella no puede ver el futuro. — ¡Solo haz tu magia! La. Peor. Casamentera. De. La. Eternidad. Abajo, en el mundo mortal, Jasón estaba siendo escoltado a través del palacio del Rey Eetes. El palacio era impresionante más allá de lo imaginable. Puertas de plata y oro se abrían y cerraban a voluntad. En el patio central, había cuatro fuentes surtidas, cada una de las cuales soltaba un líquido diferente—agua, vino, aceite de oliva y leche. Porqué alguien querría eso, no estoy seguro, pero los Argonautas quedaron impresionados. —Amigo, —murmuró Zetes. — ¿Una fuente de leche? Este Rey sí que debe llevarse bien con Hefesto. ¡Solo un dios podría crear algo tan asombroso como una fuente de leche! — ¡Y mira todo eso! —señaló Calais. Al otro lado de un enorme salón, en un corral cercado, dos toros girantes de bronce estaban rechinando al andar. Sus ojos brillaban como la lava. Cada vez que respiraban, salían llamas de sus narices. Incluso desde el lado opuesto del salón, la túnica de Jasón se arrugó y comenzó a echar vapor por el calor. Jasón empezó a preguntarse qué en que había estado pensando al venir a Cólquide. Claramente el Rey Eetes, estaba un paso por delante de él, cuando se trataba de tener juguetes novedosos. Ellos encontraron al Rey sentado sobre un trono dorado con la forma de los rayos del sol. Él llevaba puesta una armadura dorada que una vez perteneció al dios de la guerra, Ares—Jasón estaba seguro de ello porque la armadura todavía tenía escrito PROPIEDAD DE ARES con marcador permanente alrededor del cuello. A la izquierda del Rey estaba su hijo, el Príncipe Apsirto, (que suena muy parecido a Absurdo320). Su hija mayor, Calcíope321, (el cual no suena igual a nada, porque ni siquiera puedo llegar a pronunciarlo), y los cuatro hijos que ella había tenido con Frixo, quien también era conocido como el Griego Ricitos322, ahora lamentablemente fallecido. A la derecha del Rey estaba la más joven y la más peligrosa de sus hijas, Medea—sacerdotisa de Hécate, asesina fría como el hielo, y multifuncional chica fiestera. Jasón se inclinó haciendo una reverencia. —Su Majestad, soy Jasón, legítimo heredero del trono de Yolco. ¡He venido para llevarme el Vellocino de Oro de regreso a su casa en Grecia!

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Juego de palabras entre la pronunciación del nombre Apsyrtus (Apsirto) y absurdus (Absurdo). Chaliciope en inglés 322 Curly en inglés. 321

Su declaración resultaba como una especie de estúpida broma, pero nadie se rió. El Rey Eetes se inclinó hacia adelante. Sus ojos brillaban como si fueran de obsidiana. Examinó a Jasón como si estuviera sopesando todas las interesantes maneras en las que él podía morir. —Ningún griego ha navegado jamás hasta mis costas, —dijo Eetes. —Y nunca he visto siquiera a un griego, excepto por Frixo, quien nos trajo el Vellocino. Al haber llegado hasta aquí solo para pedir este favor, has demostrado que debes ser: o muy valiente, o muy estúpido. Jasón se encogió de hombros. —Dejémoslo en valiente. Los dioses quieren que triunfe. Hera ha bendecido mi viaje. Atenea misma ha diseñado mi barco. A bordo del Argo hay semidioses de todo tipo: hijos de Boreas, hijos de Ares, hijos de Zeus…. —Eso no me impresiona, —rugió el Rey. — ¡Yo mismo soy un hijo de Helios! —También tenemos uno de esos. El punto es, mi Señor, veo los alrededores de tu reino y puedo notar que tienes el favor de los dioses. Hefesto te ha dado dos toros de bronce y fuentes que derraman aceite y leche. Ares te ha obsequiado una armadura de segunda mano. He escuchado que también te dio una arboleda sagrada. Tu padre es Helios. Tu hermosa hija…. puedo decir por sus vestimentas que es: ¿una sacerdotisa de Hécate? Mientras Jasón hablaba, el dios del amor, Eros, había estado presenciándolo todo, invisible entre la multitud, esperando el momento correcto. Tan pronto como Jasón dijo: tú adorable hija, Eros le disparó una flecha de amor a Medea justo en el corazón, luego salió volando, mientras reía disimuladamente. El pulso de Medea se aceleró. Sus palmas se pusieron sudorosas. Antes, había estado viendo a Jasón con mucho desdén. Pero, ahora…. ¿cómo es que no había notado antes, lo guapo y noble que era? Nadie en Cólquide se atrevería a pararse frente a su padre de esa forma. La valentía de Jasón era extraordinaria. El medidor de: Enamorada–De–Un–Griego, de Medea pasó de cero a noventa y cinco en tres punto cinco segundos. —Claramente, mi Señor, —continuó Jasón, —llegaste a donde estás hoy día honrando a los dioses. ¡Así que hónrelos una vez más! Deme una oportunidad de probar mi valía. Asígneme cualquier tarea con la que pueda ganarme el Vellocino de Oro. Eetes tamborileó sus anillos de diamantes sobre el apoyabrazos de su trono. —Podría simplemente matarte y quemar tu barco. —Pero no lo hará, —dijo Jasón, tratando de aparentar seguridad. —Porque un Rey sabio dejaría el asunto en manos de los dioses para que ellos decidan. Los cuatro nietos de Eetes, los hijos de Frixo se congregaron a su alrededor y tomaron sus manos. — ¡Por favor, Abuelo!, —dijo uno. — ¡Somos mitad Griegos, también! ¡Papá siempre nos contaba historias sobre Grecia! Eetes arrugó el entrecejo. — ¡Su padre llegó aquí porque los Griegos querían usarlo como sacrificio humano! —Pero este hombre es diferente, —dijo uno de sus nietos. — ¡Al menos dale una oportunidad! El Rey les indicó que se hicieran a un lado. Eetes encontró la perfecta ‘Tarea Imposible’, era una forma de ejecución innecesariamente complicada, pero si eso le enseñaba a sus nietos una lección sobre la estupidez de los griegos quizás sería lo mejor.

—Muy bien, Jasón, —dijo Eetes. —No voy a pedirte que hagas algo que yo mismo no podría hacer. Mencionaste mi arboleda sagrada de Ares. Cuando necesito guerreros extra, tomo algunos dientes de mi balde de colmillos de dragón desprendidos…. Sus nietos subían y bajaban saltando, mientras aplaudían emocionados como diciendo: ¡Oh, chico! ¡Va a hacer el reto de los colmillos de dragón! A Jasón se le secó la boca. — ¿Tienes un balde de colmillos de dragón desprendidos? Eetes sonrió. —Bueno, tengo un dragón. Así que, sí. El dragón custodia el Vellocino y lo protege de…. visitantes no autorizados. De cualquier forma, yo suelo llevar esos viejos dientes al campo justo abajo del bosque sagrado. Coloco la yunta a mi par de toros de bronce y trazo surcos donde voy a plantar los colmillos como semillas. Riego los dientes con un poco de sangre y: ¡Presto! Una cosecha de guerreros brota del suelo. Jasón parpadeó. —Um, okey. —Mañana, probarás que eres tan buen Rey como yo. Si puedes hacer que crezca una cosecha de guerreros, podrás tomar el Vellocino de Oro y navegar de regreso a Grecia. Si no, bueno…. Él no dijo: Morirás Dolorosamente, pero como que eso ya estaba implícito. Jasón sentía que debía pedir algún reto diferente, quizás algo que involucrara comer tartas, pero en lugar de eso se inclinó ante el Rey. —Mañana entonces, mi Señor. Con su permiso, mis hombres y yo acamparemos en la playa cerca de sus muelles. Jasón cruzó la mirada brevemente con la de Medea—quizás porque notaba que ella lo miraba de una manera extraña. Luego, él y sus guardias giraron para partir. Tan pronto como le fue posible, Medea dejó el salón del trono. Apenas podía respirar. — ¿Qué está mal conmigo?, —siseó, trastabillando por los corredores. — ¡Yo no soy una colegiala! Soy Medea. ¿Cómo puedo sentir algo por un hombre que acabo de conocer? La imagen de Jasón estaba fija en su mente—su rostro noble, sus ojos brillantes, la forma en que su labio inferior tembló cuando dijo: Um, okey. ¡Qué hombre! Medea sabía que el reto de su padre sería un acto de suicidio para Jasón. Y no podía soportar el pensar que ese griego tan valiente y tan guapo fuera convertido en una barbacoa por los toros a la mañana siguiente. Aturdida, corrió hasta el santuario de Hécate en lo profundo de los bosques. Medea siempre había encontrado confort y claridad ahí, antes. Se quedó mirando la estatua de la diosa, representada con tres rostros serenos—uno mirando hacia la izquierda, otra a la derecha y uno más hacia el centro. En las manos levantadas de Hécate, había dos antorchas gigantes que ardían con un fuego azul eterno. —Diosa de las encrucijadas, —dijo Medea. — ¡Necesito tu guía! Estoy enamorada de Jasón, pero si lo ayudo mi padre seguramente se enterará. Y él me desterrará o me matará. ¡Yo lo perdería todo! La estatua de Hécate permaneció en silencio. —Quiero casarme con el Griego, —dijo Medea. —Pero…. pero, ¿por qué? ¿Qué me ha sucedido? ¿Podría el amarme, también? ¿Me llevaría con él? ¿Podría yo traicionar a mi familia y dejar mi hogar por un hombre al que apenas conozco? Su corazón respondió: Sí. La estatua continuó mirando hacia las tres direcciones, como diciéndole: Oye, estás en una encrucijada. Acéptalo y actúa en consecuencia.

Medea se sentía irritada y, al mismo tiempo, emocionada. — ¡Rayos! Soy una tonta. Antes de arriesgar mi vida por Jasón, le haré prometer que deberá amarme. —Ella corrió de regreso a su laboratorio de magia y pasó las siguientes horas mezclando bálsamos especiales. Luego, se vistió con un manto oscuro y se escabulló hasta el campamento de los Argonautas. A eso de las dos de la mañana, Jasón y sus consejeros aún estaban despiertos sosteniendo una reunión estratégica. Ellos habían visto esos fieros toros, y los Argonautas intentaban idear una forma de vencer en el reto de Eetes sin que Jasón terminara quemado vivo. Hasta ese preciso momento, su mejor plan incluía tres mil bolsas de hielo y un enorme par de guantes de cocina. Ese, no era un plan muy bueno. Un guardia tocó el poste de la tienda. —Uh, ¿Señor? Alguien ha venido hasta aquí para verlo. Medea entró a la tienda. Los hombres jadearon por la sorpresa. Los Argonautas no eran ajenos a las mujeres escalofriantes. Ellos habían navegado con Atalanta. Pero Medea producía un tipo de terror diferente. El cabello de la princesa era oscuro como las sombras, y caía sobre los hombros de su vestido de seda negro. En su collar dorado brillaba el símbolo de Hécate—dos antorchas cruzadas. Su expresión era despiadada e indiferente, de la misma forma como debía de verse un verdugo cuando está a punto de dejar caer su hacha. Sus ojos titilaban por el conocimiento de las cosas oscuras—cosas que volverían locos a la mayoría de los hombres. Pero, a pesar de todo esto, cuando ella vio a Jasón sus mejillas se encendieron como las de una jovencita. —Puedo salvarte, —le dijo. —Pero tienes que salvarme. Los latidos del pulso de Jasón resonaron en sus oídos. —Chicos, déjenos solos. Los Argonautas salieron intranquilos. Una vez que se hubieron ido, Medea sujetó las manos de Jasón. Su piel estaba fría al tacto. —Cuando te vi, me enamoré al instante. Por favor, dime que no estoy loca, —ella le rogó. —Dime que tú también sentiste lo mismo. Jasón no estaba muy seguro de lo que él había sentido en ese momento. Medea era hermosa, no había duda de ello. Pero, las Rocas Coincidentes también habían sido hermosas a su forma—si queremos ponernos analógicos. —Um, yo… espera. ¿Qué quieres decir con eso de que puedes salvarme? —La tarea que mi padre te dio es imposible. Seguramente tú ya sabes eso. Ningún mortal puede controlar esos toros metálicos. Mi padre solo lo logra cuando está usando la armadura de Ares. Cualquier otro moriría quemado. Pero yo puedo evitar que eso suceda, —de su cinto, ella sacó un pequeño frasco de bálsamo. —Si te untas esto en la piel antes del reto mañana por la mañana, serás inmune al calor y a las llamas. El ungüento también te confiere gran fuerza por varias horas— con suerte el tiempo suficiente para conducir esos toros y arar el campo. —Eso es maravilloso. ¡Gracias! —Jasón extendió la mano esperando que ella le entregara el frasco, pero Medea lo alejó. —Hay más, —ella le dijo, —si consigues sembrar el campo, los dientes de dragón brotarán convirtiéndose en guerreros esqueleto. Ellos obedecen solo a mi padre. Intentarán matarte. Pero puedo enseñarte como derrotarlos. Y, después de eso, está el asunto de como robaras el Vellocino. —Pero si gano el reto Eetes me dará el Vellocino.

Medea se rió burlonamente. —Mi padre nunca te lo entregará. Si logras superar el reto, simplemente encontrará otra forma de matarte. A menos que aceptes mi ayuda. —Y… ¿qué es lo que quieres a cambio? —Solo tu amor eterno. Júrame que me llevarás cuando regreses a Grecia. Jura por todos los dioses que te casarás conmigo y nunca me dejarás. Prométeme eso y haré cualquier cosa que esté en mí poder para ayudarte. Por cierto, tengo mucho poder. Jasón sintió como si estuviera de regreso en el Monte de los Osos, blandiendo su espada salvajemente y a ciegas en medio de una niebla espesa. Casarse con Medea sería como casarse con un arma de destrucción masiva muy atractiva. Poderosa, sí. ¿Segura tras una exposición prolongada? Quizás no tanto. ¿Pero qué otras opciones tenía? Él no podía vencer en este reto por sí solo. No tenía problema admitiendo ese hecho. Había convocado a los Argonautas para que lo ayudaran con su misión. ¿Acaso reclutar a Medea para su causa era algo diferente? —Me casaré contigo, —él le dijo. —Lo juro por todos los dioses. Ayúdame y te llevaré a Grecia y nunca te abandonaré. Medea lo envolvió entre sus brazos y lo besó. Jasón tenía que admitir que aquello no fue tan malo. —Aquí está el bálsamo, —le dijo Medea. —Después de que hayas arado el campo, cuando los esqueletos broten de la tierra, lanza una roca en medio de ellos. Jasón esperó un momento. — ¿Eso es todo? —Eso es todo. Ya verás. Una vez que te hayas desecho de ellos y hayas ganado el reto, mi padre estará muy molesto. Se verá tentado a matarte en ese preciso momento, pero estará renuente a hacerlo de una forma tan pública. Solo pretende que nada va mal. Dile al Rey que te presentarás en su palacio a primera hora de la siguiente mañana para reclamar el Vellocino. —Pero… en realidad no me dará el Vellocino. —No. Esperará que te presentes en su palacio. Luego ordenará que te maten. Pero no le daremos la oportunidad de hacerlo. Durante la noche, haz que tus hombres se preparen para zarpar en secreto. Cuando oscurezca, tú y yo nos escabulliremos al interior del bosque, nos haremos cargo del dragón, robaremos el Vellocino y saldremos de aquí. —Eso suena como un buen plan…. encanto. Esas palabras hicieron muy feliz a Medea. Ella casi perdió el aura homicida de sus ojos. — ¡Buena suerte, querido mío! ¡Y recuerda tu promesa! Ella no dijo: O de lo contrario. Porque como su padre, ella era muy buena dejando implícita su amenaza. Al amanecer, Jasón se reportó para su servicio en la arboleda de Ares. Como podrán adivinar, la arboleda no era muy conocida por sus lindas flores o por sus hermosas carpas para las fiestas de té. La arboleda se extendía a través de una colina escarpada a las afueras de la ciudad, la cual era visible desde todos los campos. Sus bordes se alineaban con unos muros de hierro cubiertos por arbustos con espinas venenosas. Las puertas de bronce conducían a un terreno llano del tamaño de un campo de futbol, cubierto de huesos y armas rotas. Recargado contra el muro, atado a un poste, estaba un yugo de hierro más grande de lo normal unido a unas cuchillas de arado más grande que la quilla del Argo. Los dos toros de bronce estaban correteando libremente por todo el campo, aplastando los huesos y arrojando fuego.

Más arriba, sobre la colina se encontraba la mismísima arboleda—varios acres de densos árboles de robles torcidos. En la misma cumbre, entre las ramas del roble más alto, se encontraba el Vellocino de Oro, brillando. A la distancia, desde donde estaba de pie Jasón, no parecía ser más grande que una estampilla de correo postal. Su resplandor era tan rojizo, como el color de la sangre, ante la luz de la mañana, que le lastimaba los ojos como si estuviera siendo apuntados por el rayo de un puntero laser, (lo cual, es algo malo para los ojos. No lo hagan). Cada persona en Cólquide parecía estarlo observando desde las laderas de las colinas cercanas, desde los techos de las casas de la ciudad, incluso desde los mástiles de los barcos en el puerto. Jasón dirigió su mirada hacia el Argo, anclado cerca de la desembocadura del río. Se preguntó si sería demasiado tarde como para correr de regreso al barco, gritando. ¡HE CAMBIADO DE OPINIÓN! Entonces, el Rey Eetes llegó haciendo un fuerte estruendo mientras avanzaba por el camino con su carroza dorada. Estaba usando su armadura de segunda mano, PROPIEDAD DE ARES, la cual hacia lucir al Rey como un ser un poco divino. La placa frontal de su casco de bronce resaltaba su frente fruncida, haciendo que Jasón se estremeciera. Una línea de sudor se deslizó a través del rostro de Jasón, haciéndole llegar un poco del olor del bálsamo mágico que él se había aplicado recientemente—salvia y canela con un toque de sangre rancia de salamandra. Dioses, él realmente esperaba que Medea no estuviera jugándole una broma. La carroza del Rey detuvo su avance. Eetes fulminó con la mirada a Jasón. — ¡INSENSATO! —exclamó el Rey, lo cual era su forma de decir buenos días. — ¿Acaso no ves lo imposible de tu tarea? ¡Huye de regreso a tu barco! ¡Nadie te detendrá! Jasón se preguntó si el Rey podía leer su mente, o si solo le resultaba tan obvio lo asustado que él estaba. De alguna manera, se armó de valor. — ¡No daré marcha atrás!, —él anunció. — ¿Dónde están esos colmillos de dragón que quieres que plante? El Rey chasqueó sus dedos. Un sirviente se adelantó para acercarse a él, y arrojó un saquito de cuero a los pies de Jasón. El contenido repiqueteó como esquirlas de cerámica. —Ahí los tienes, —dijo el Rey. —Buena suerte colocándole el yugo a los toros. ¡Estaré allá afuera montando sobre mi carroza y viéndome genial! Tan pronto como Jasón cruzó las puertas, se cerraron haciendo un sonido metálico. Los toros de bronce se giraron y se le quedaron viendo fijamente. —Lindos toros, —les dijo. Ambos cargaron contra él al unísono, escupiendo fuego. El calor succionaba todo el oxígeno de los pulmones de Jasón. Sus globos oculares se sentían como jalapeños con queso empanizados y fritos, pero, sorprendentemente, él no murió. Fuerza divina corría por su cuerpo. Él golpeó al primer toro en la cara y este se derrumbó de lado. Luego sujetó al segundo toro pasando su brazo alrededor del cuello del animal y lo arrastró hacia el instrumento de arado. La multitud se volvió loca—lo vitoreaban y gritaban con incredulidad. Jasón forzó al toro dentro del arnés del yugo, luego fue por el otro. También, lo arrastró hasta el yugo, se las arregló para colocarle su arnés, y después tomó las manijas del arado. — ¡Hyah! —él gritó. Los toros lanzaron llamas hacia el cielo. Ellos tiraron de las enormes cuchillas del arado por toda la tierra, haciendo los surcos sobre ella. El humo se arremolinó alrededor de Jasón. Chispas

saltaban de sus ojos. Él se sintió como si estuviera conduciendo un tren de vapor mientras estaba de pie en el interior de la caldera, pero de alguna forma se las arregló para lograr sembrar los colmillos de dragón en los surcos. Para el medio día, el campo entero había sido arado. Y Jasón aún no estaba muerto. Él aparcó los toros, los ató al poste, y decidió tomarse un descanso para beber agua. Los Argonautas vitorearon como locos. — ¡Nada mal para ser hombre!, —gritó Atalanta. — ¡Ese es mi chico!, —gritó Polideuces. Orfeo comenzó a tocar una canción que acababa de componer, llamada: ‘Bull Drivin’ 323 Man ’, que más tarde, llegó a superar el puesto número cinco en la lista de los éxitos pop de la Antigua Grecia. Mientras tanto, Eetes permaneció sentado sobre su carroza, mirando con furia a Jasón. El rostro del Rey estaba oculto detrás de su visor324, pero Jasón tenía la sensación de que la expresión de Eetes era incluso menos amigable que el de la placa frontal de bronce arrugada que llevaba colocada sobre su rostro. —Un buen comienzo, —admitió finalmente el Rey. —Pero ahora debes cosechar lo que sembraste. —Tráiganle…. ¡EL CUBO DE SANGRE! Un sirviente avanzó corriendo muy deprisa con una encantadora regadera de color verde decorada con margaritas. Los guardias abrieron las puertas solo el tiempo suficiente como para que él pudiera pasarle el objeto a Jasón. Él miró en su interior, vio que estaba llena de sangre, y decidió que sería mejor no preguntar de dónde había salido la sangre. Jasón caminó entre los largos surcos, regando sus colmillos recién sembrados. Tan pronto como hubo terminado con la última sección, el campo entero retumbó. Manos esqueléticas emergieron de la tierra. Docenas de guerreros hechos de huesos arañaron su camino hasta la superficie, armados con espadas oxidadas y escudos desgastados listos para el combate. Los huecos de sus ojos eran oscuros y vacíos, pero cuando giraron hacia Jasón, él tuvo la sensación de que podían verlo perfectamente bien. Jasón entró en pánico hasta que recordó el consejo de Medea. Una roca, pensó. Necesito una roca. Encontró una del tamaño de una pelota de béisbol y la arrojó describiendo un arco elevado. Los guerreros esqueléticos estaban formando filas cuando la piedra golpeó a uno de ellos en la cabeza, tirándole el casco. El guerrero tropezó con uno de sus camaradas, que le devolvió el empujón, arrojándolo accidentalmente contra un tercer guerrero, cuyos brazos se agitaron como aspas de molino, golpeando a un cuarto guerrero en el rostro. Muy pronto, todos los esqueletos estaban peleando los unos con los otros, sin saber o sin que les importara quién había comenzado todo. Ellos se lanzaban hachazos y espadazos entre sí, hasta que el suelo estuvo cubierto de cajas torácicas rotas, cráneos decapitados, y mandíbulas que aun repiqueteaban. Los brazos y piernas esqueléticos se arrastraban a través de todo el suelo, tratando de encontrar sus respectivos cuerpos. Jasón pasó cerca del último par de guerreros, ambos habían perdido sus cabezas. Ellos estaban empujándose el uno al otro en el pecho, como los bravucones en un patio escolar. Jasón recogió la espada más cercana y les cortó las piernas. 323

En español seria: El Hombre Conductor de Toros. Percy hace una variación de: Truck Drivin’ Man: (El Hombre Conductor de Camiones) la cual es una popular canción country escrita y grabada por Terry Fell en 1954. 324 Pieza frontal y movible de un casco o un yelmo que cubre y protege la cara o la vista.

Por un momento, la multitud guardó silencio. Luego los Argonautas comenzaron a corear: — ¡JASÓN! ¡JASÓN! Ellos empujaron las puertas de bronce para abrirlas, y entraron en grupo, cargando a Jasón sobre sus hombros. Lo llevaron en procesión por los alrededores mientras Eetes los amenazaba con su mirada furiosa. — ¡Gracias por el reto, Su Majestad! —le gritó Jasón al Rey. — ¡Acudiré al palacio mañana por la mañana para recoger el Vellocino! ¡Esta noche, vamos a celebrar! Los Argonautas marcharon de regreso a su campamento de muy buen humor. Los Colquianos se fueron a sus casas y cerraron sus puertas. Ellos sabían por experiencia propia cómo se ponía el Rey cuando se molestaba. Mientras Eetes observaba a los Argonautas partir, murmuró algo para sí mismo: — ¡Ve a festejar, Jasón! ¡Disfruta de tu última tarde en la tierra! Esa noche, a pesar de su decepción, Eetes durmió muy bien. No había nada que pudiera desear más que una buena masacre.

A la media noche, la mayoría de los Argonautas ya habían regresado al barco en secreto, dejando solo las hogueras de sus campamentos encendidas para engañar a los vigías de la ciudad. Jasón estaba en su tienda de comando, empacando sus cosas, cuando Medea llegó con los cuatro nietos de Eetes. —Ellos tienen que venir con nosotros, —dijo Medea empujando a los chicos para que avanzaran. —Quieren conocer Grecia, ver donde nació su padre. Además, una vez que Eetes descubra que nos hemos llevado el Vellocino, no estarán a salvo. Descargará su ira con cualquiera que te defienda. Jasón arrugó la frente. —Seguramente él no mataría a sus propios nietos. —No conoces a mi padre. —le dijo Medea. Jasón no había planeado llevar a cuatro chicos más a bordo del Argo, pero no le resultaba fácil decir que no. Todos lo miraban con esos enormes ojos de cachorro, murmurando: —Por favor, por favor, por favor. —Bien, —él les dijo. —Mis hombres los llevarán al barco mientras Medea y yo vamos a conseguir el Vellocino. La arboleda de Ares no resultaba menos atemorizante por la noche. Medea condujo a Jasón hasta la entrada secreta en el muro sur. Agitó la mano, dijo algunas palabras mágicas y los arbustos espinosos se apartaron, revelando un hueco en el muro de hierro. Los miembros cercenados de los esqueletos aún se arrastraban por todo el campo. Cráneos decapitados brillaban a la luz de la luna. Lodo sangriento chapoteaba bajo las sandalias de Jasón y resumía entre sus dedos. Cuando llegaron al bosque, Medea lo condujo hacia arriba de la colina a través de algunos senderos serpenteantes. Jasón se dio cuenta de que hubiera estado perdido sin ella. Las raíces se enredaban en sus piernas con cada paso que daba. Los árboles se movían. Las ramas lo golpeaban en lugares incómodos. Cuando los árboles se ponían demasiado agresivos, Medea murmuraba algunas palabras mágicas y se quedaban inmóviles. Finalmente alcanzaron la cima. Cuando se encontraron con el dragón, Jasón tuvo la intención de sacar su espada. Pero, en lugar de poder hacer aquello, sus brazos se empezaron a sentir como si se estuvieran convirtiendo en pudín. Él solo podía mirar la enorme mole con forma de reptil que se arrastraba, con esos ojos amarillos del tamaño de lámparas y con ese humo sulfuroso que salía de sus fosas nasales. La criatura estaba enrollada tantas veces alrededor del tronco de un roble gigante, que era imposible decir que tan largo era. Aletas dorsales muy afiladas se alineaban sobre su lomo como el filo de un cuchillo dentado. Cada una de las escamas del dragón era tan grande como un escudo, además de puntiagudas y con un extremo curvado hacia afuera, de tal forma que la piel de la criatura, ridículamente, le recordaba a Jasón una alcachofa mortal. Cuando el monstruo abrió sus fauces, Jasón pudo imaginar con qué facilidad el Argo podía ser tragado por ese esófago rojizo, como el mascaron de proa podía ser mordisqueado hasta ser convertido en yesca, por aquellas filas de dientes puntiagudos de marfil. El siseo del dragón hizo eco a través de la colina, y reverberó por todo el valle. No había forma de que ese ruido no hubiera despertado a todos en Cólquide. Jasón casi se rió de la desesperación. ¿En qué había estado pensando? Su espada le sería tan útil como un palillo de dientes contra esta bestia.

Medea lo agarró por la muñeca. Ella señaló el Vellocino de Oro, el cual estaba brillando en una rama sobre la cabeza del dragón. —Tienes que trepar por el cuerpo del dragón para alcanzarlo, —ella le dijo. —No te quedes dormido. — ¿Qué? Medea comenzó a cantar. Sus palabras no parecían corresponder a ningún lenguaje que Jasón hubiera conocido, pero alcanzó a comprender el nombre de Hipnos, el dios del sueño. La canción se derramaba sobre él como la miel tibia. Sus ojos se pusieron muy pesados. Medea le clavó las uñas en el antebrazo para mantenerlo despierto. Los párpados del dragón se cerraron una vez, luego dos, y entonces se quedaron cerrados. Su enorme cabeza cayó sobre la tierra y comenzó a roncar, sus fosas nasales formaban volutas de azufre. —Ahora, —susurró Medea. —Apresúrate. Medea siguió cantando su canción mientras Jasón escalaba subiendo. Trepó el lomo del dragón, tratando de no empalarse solo en sus puntiagudas escamas. Justo cuando alcanzó el Vellocino, el dragón se retorció en su sueño, casi derribándolo. Medea cantó un poco más alto. Se acercó y le roció algo de polvo en los ojos al dragón. El monstruo roncó más profundamente. Jasón no la estaba pasando muy bien al tener que tirar hacia abajo del Vellocino. Era grande, pesado y Frixo realmente había hecho un muy buen trabajo al clavarlo allí arriba. Por fin logró liberarlo. La cabeza del Vellocino cayó sobre él cubriéndolo, y casi golpeándolo en la cabeza con uno de los cuernos de carnero. Apenas consiguió llegar al suelo cuando los tambores comenzaron a hacer eco por la ciudad. — ¡Los guardias ya lo saben! —le previno Medea. — ¡Apresúrate! Ellos corrieron a través del bosque, y de regreso por el campo lleno de esqueletos. Jasón estaba casi seguro de que los rodearían, y los capturarían, pero de alguna forma lograron avanzar todo ese camino hasta los muelles, sin ser notados, a pesar del hecho de que cada guardia en la ciudad ahora estaba alerta, y de que Jasón estaba corriendo con el objeto más brillante del reino en sus manos. Para cuando Jasón y Medea lograron abordar el Argo, los marineros Colquianos estaban luchando por abordar sus barcos y cargar de municiones sus ballestas. — ¡VAMOS, VAMOS, VAMOS!, —Jasón le dijo a su tripulación. Los cuernos sonaron. Flechas encendidas pasaron formando un arco por encima de sus cabezas mientras el Argo zarpaba lejos del puerto, con una docena de barcos Colquianos persiguiéndolos a toda marcha. La expresión de Medea era grave a la luz de las antorchas. —Si tenemos suerte, mi hermano Apsirto estará liderando esos barcos. Al menos él nos matará rápidamente. Si mi padre está a bordo…. bueno, sería mejor que hubiéramos permitido que el dragón nos hiciera trizas. Medea sí que tenía claro cómo debían de ser los discursos motivacionales. Los Argonautas remaron más rápido.

Justo antes del amanecer, Medea consiguió convocar un banco de niebla espesa, así que los Argonautas perdieron temporalmente a sus perseguidores. Dado que los Colquianos no estaban seguros de cuál era la dirección que había tomado el Argo, se dividieron en dos flotas. Después de semanas de remar frenéticamente, el Argo apenas estaba aproximándose a la costa oeste del Mar Negro cuando una de las flotas Colquianas finalmente los alcanzó. Desde el nido del cuervo325, el vigía de Jasón reportó los colores de las banderas enemigas. —Esos son los estandartes de mi hermano, —dijo Medea. —Apsirto lidera los barcos. — ¡Um, una cosa más!, —gritó el vigía. —Otra flota Colquiana acaba de aparecer al sur, en el horizonte. Están como a medio día de distancia. —Maravilloso, —Medea sopló un mechón de su cabello lejos de su rostro. —Si dividieron la flota, eso significa que mi padre está a cargo del otro grupo. Los Argonautas estaban demasiado cansados como para maldecir. —No podemos aventajarlos, —dijo Jasón. —La tripulación está exhausta. —Tengo un plan, —dijo Medea. —Los barcos dirigidos por mi hermano están más cerca. Negociaremos con él antes de que mi padre llegue aquí. — ¿Negociar por una muerte más rápida? Medea señaló la costa. — ¿Ven la desembocadura de ese río? Ella aguas corren tierra adentro por cientos de kilómetros. Podría incluso llevarnos hasta Grecia. Solo estén preparados. Medea colocó una bandera blanca en el mástil. Bajo sus instrucciones, Jasón le gritó al barco insignia de Colquianos que quería discutir los términos de su rendición. Con la promesa de que sería seguro para ellos, Apsirto y unos cuantos guardias remaron hacia el Argo. Eso podría parecerte algo estúpido, pero en ese entonces la gente se tomaba las promesas muy en serio. Recibir a alguien en tu barco bajo una bandera de tregua era igual que recibir un huésped en tu casa. No solías lastimarlos a menos que quisieras que todos los dioses se molestaran contigo. Cuando Apsirto vio a su hermana entre los griegos, negó con su cabeza, indignado. — ¿En qué estabas pensando, Medea? ¿Traicionaste a tu patria por este hombre? —Lo siento, hermano. Apsirto se rió. —Las disculpas no bastarán. Te ejecutaré rápidamente antes de que llegue mi Padre. Es la única misericordia que puedo ofrecerte. —Me has malinterpretado, —dijo Medea. —No me estaba disculpando por ayudar a Jasón. Me estaba disculpando por esto. De debajo de sus mantos, ella sacó una daga y se la tiró con una precisión mortal. La hoja se hundió en la garganta de su hermano. Él colapsó, muerto. Los guardias del príncipe hicieron el además de tomar sus armas, pero los Argonautas se los impidieron. Medea se arrodilló junto al cuerpo de su hermano. La tripulación se le quedó mirando horrorizada. — ¿Qué es lo que has hecho? —le dijo Orfeo. —Cómo has podido matar a un emisario bajo la bandera de tregua…. y siendo tu propio hermano ¡Traerás una maldición sobre todos nosotros! 325

Se refiere a la cesta ubicada en el mástil desde donde el vigía podía observar y reportar cosas a su capitán. El nombre de esa parte del barco varía mucho desde puesto de observación, cofa, nido de cuervo , solo mástil hasta carajo aunque sobre esta última palabra no hay un solo diccionario náutico serio que sostenga dicha definición

Medea levantó la vista, sus ojos eran tan calmos como los de un buitre. —Preocupémonos por los dioses después. Justo ahora tenemos que escapar de mi padre. Jasón, ayúdame a cortar en pedazos el cuerpo del príncipe. —Pero, ¿qué estás diciendo? — ¡No hay tiempo para discutir!, —gruñó Medea. — ¡El resto de ustedes, a los remos! ¡Remen hasta el río! Para este momento, los Argonautas estaban deseando jamás haber escuchado nada de Medea, pero ella tenía razón sobre una sola cosa: no tenían tiempo que perder. Navegaron por el río que algún día sería llamado el Danubio. Los barcos de Apsirto fueron lentos para reaccionar. No comprendían lo que estaba pasando. No era usual que el príncipe navegara con sus enemigos, pero ni siquiera se les ocurrió a los Colquianos que los griegos hubieran podido matarlo en el medio de las negociaciones. Para cuando partieron en su persecución, habían perdido un valioso tiempo. Los barcos del Rey Eetes alcanzaron al resto de la flota y juntos siguieron al Argo a través del río, que fue cuando Medea comenzó a arrojar las partes del cuerpo del Príncipe Apsirto por la borda. El Rey Eetes vio el brazo derecho de su hijo pasar flotando. Él rugió para que toda la flota se detuviera. Pescaron el brazo, y exploraron el rio para estar seguros de no haber dejado alguna otra cosa por allí. Entonces, y solo entonces, se les permitió a los barcos Colquianos perseguir a su presa, otra vez. Nuevamente, esto podría sonarte extraño, pero los Colquianos se tomaban muy en serio sus ritos funerarios. Si querías que tu alma llegara con bien al Inframundo, tenías que ser enterrado correctamente. Primero tu cuerpo tenía que ser envuelto en piel de buey, y colgado desde un árbol hasta que tu piel estuviera descompuesta. Luego tu esqueleto era enterrado con un montón de joyería cara y ostentosa mientras los sacerdotes cantaban sus plegarias a los dioses. No podías recibir un entierro Colquiano a menos que estuvieran todas las partes de tu cuerpo, colocadas correctamente todas juntas. De otra forma ellos tendrían que colgarte desde un árbol formando una hilera de bolsas pequeñas de plástico usadas para hacer las compras, y eso se vería muy estúpido. De cualquier manera, al dejar un rastro hecho de las partes del cuerpo de su hermano, Medea logró conseguir el tiempo suficiente como para que el Argo pudiera escapar. El Danubio era un río enorme. Tenía un montón de ramificaciones, bifurcaciones y cavernas donde podían esconderse. Para el instante en que Medea arrojó la última parte de su hermano por la borda, el Argo había perdido a los Colquianos por completo. — ¡Listo! —dijo Medea, con el rostro resplandeciente por su victoria. — ¡Les dije que lo lograríamos! La tripulación ni siquiera se atrevía a mirarla a los ojos. Jasón trató de mostrarse agradecido, pero estaba horrorizado. ¿Quién era realmente esta mujer con la que había accedido a casarse? Ahora, chicos, si intentan navegar río arriba el Danubio para poder llegar a Grecia, terminarán en Alemania. Pero de algún modo los Argonautas encontraron un camino. Probablemente acarrearon el barco fuera del agua en algún punto, lo rodaron sobre troncos hacia otro río, luego navegaron por el norte de Italia y de allí bajaron hasta el Adriático.

Durante ese recorrido, ellos pasaron por el lago donde Faetón se había estrellado contra la tierra al intentar aterrizar. Los Argonautas habían pasado por muchas penurias, así que cuando vieron el punto donde el cuerpo de Faetón todavía estaba hirviendo y echando vapor debajo del agua, pensaron: Sip, ese tipo la tuvo fácil. Cuando ellos por fin llegaron al mar, todo lo que podía salir mal salió mal. Los monstruos los atacaron. Las tormentas los azotaron por un lado y por el otro. Los vientos no cooperaban, y la máquina expendedora de helado de crema suave que tenían en la nave finalmente se descompuso. —Los dioses nos están castigando. —Argos fulminó con la mirada a Medea. —Todo esto es culpa suya. —Cállate, —le advirtió Jasón. —Sin Medea, todos estaríamos muertos. La tripulación murmuró a espaldas de Jasón, pero todos tenían demasiado miedo, y estaban demasiado desanimados como para amotinarse. La proa mágica del barco había estado aplicándoles la ley del hielo326 por semanas. Incluso el Vellocino de Oro, que ahora estaba clavado en el mástil, no conseguía levantarles el ánimo. Si el Vellocino tenía algún tipo de magia que pudiera resultarles de utilidad, de seguro que no la estaba demostrando. Los Argonautas todavía tuvieron unos cuantos momentos difíciles más. Ellos pasaron la isla de las Sirenas, cuyos cantos mágicos podían convencer a los marineros de saltar por la borda y ahogarse. Afortunadamente, Orfeo se animó a entonar su número de Jimi Hendrix327, el cual duraba como unas tres horas, y eso apagó el canto de las Sirenas el tiempo suficiente como para que el barco pasara de forma segura a través del radio de acción en el que se podía alcanzar a escuchar a las Sirenas. Atracaron en Corfú, al oeste de Grecia, y casi fueron capturados por los caza-recompensas Colquianos, pero la Reina local, actuó como mediadora de ellos. Ella decretó que Medea no podía ser llevada de regreso a Cólquide si estaba legalmente casada con Jasón. Así que la pareja tuvo que casarse en una ceremonia apresurada, y la reina los dejó partir. Después de eso, el Argo fue dando bandazos por todo el Mediterráneo durante semanas, hasta que la tripulación ya no tuvo ni idea de dónde se encontraba. Completamente desprovistos de alimento y de agua, ellos anclaron cerca de las costas de una isla desconocida. —No importa dónde sea que estemos, —dijo Jasón. —Tenemos que conseguir suministros. Jasón lideró la partida a tierra, la cual incluía a Medea. Estaban en los bosques, llenando sus vasijas con agua del río, cuando escucharon un extraño sonido retumbando desde la dirección por la que habían llegado—sonaba como enormes engranes rechinando. — ¿Qué fue eso? —preguntó Polideuces. — ¿Acaso Orfeo está entonando algo de Hendrix, de nuevo? Argos, el viejo constructor de barcos, palideció. —Ese ruido metálico…. suena como si fueran articulaciones crujiendo…. oh, dioses, no. ¿Acaso esta es la isla de Creta?

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Ley del hielo o el trato del silencio como la expresión lo indica no hablarle a una persona por un tiempo de terminado hasta que esta cambien de parecer o se disculpe. 327 James Marshall «Jimi» Hendrix fue un músico y cantautor estadounidense. Hendrix es considerado uno de los mejores y más influyentes guitarristas eléctricos de la historia de la música popular, y uno de los músicos más importantes del siglo XX.

Desde la costa se escuchó un masivo: ¡KA–SPLOOSH! Seguido del sonido de tambores, por el cual los Argonautas eran convocados para remar. La partida en tierra dejó caer sus vasijas de agua y corrieron hacia la playa. Cuando alcanzaron la línea de árboles, se congelaron por el terror. A unos treinta metros estaba de pie una estatua viviente de bronce tan alta como la torre de un castillo. Estaba vestida como un guerrero. Su rostro no expresaba ninguna emoción, pero definitivamente estaba su atención estaba centrada en el Argo, que en ese preciso momento se agitaba sobre las olas a unos cuatrocientos metros de la costa. El gigante de bronce se arrodilló y arrancó uno de los peñascos más cercanos de la playa— una roca tan grande como el mismo barco. La lanzó hacia el Argo. El peñasco fallo por unos pocos metros, pero la ola casi vuelca la embarcación. —Es Talos, —dijo Jasón. — ¡Va a destruir el barco! — ¿Qué es Talos?, —demandó saber Medea. — ¿Quién en su sano juicio haría una cosa como esa? Jasón apenas podía escucharla a través del zumbido en sus oídos. —Hefesto lo construyó para el Rey Minos. La estatua camina rondando la isla de Creta tres veces al día, protegiéndola de los piratas. Si Talos ve un barco que no reconoce…. — ¡Mi barco! —chilló Argos. — ¡Tenemos que detenerlo! Polideuces detuvo al viejo para evitar que hiciera algo estúpido. — ¡Esa cosa es enorme! ¡Nuestras armas no funcionarán contra eso! —Tengo una idea, —dijo Medea. Polideuces maldijo. — ¡Odio cuando ella dice eso! —Solo escúchenme. He visto antes el trabajo de Hefesto. Por lo general, sus creaciones están animadas por el plomo fundido que usa como sangre. Debería tener una válvula de seguridad de cuando la estatua fue llenada por primera vez. — ¡Allí!, —señaló Jasón. Efectivamente, en el talón izquierdo de la estatua había un tapón circular del tamaño de un escudo. —Yo distraeré a la estatua, —dijo Medea. — ¡Ustedes apresúrense y abran esa válvula! Antes de que pudieran discutir el asunto, Medea salió corriendo hacia la playa. La estatua Talos recogió otro enorme peñasco. Lo levantó para arrojarlo justo cuando Medea comenzó a cantar. Talos se giró y se la quedó mirando. La voz de Medea no se quebró. Ella invocó al dios Hipnos y cantó sobre las frías fraguas, las articulaciones bien aceitadas, las cómodas mantas de metal y cualquier otra cosa con la que una estatua gigante de bronce pudiera soñar. Talos pudo haber dejado caer la roca y aplastarla contra el piso, lo que pudo haber salvado a Jasón de muchos de los problemas que le estaban por suceder más adelante. Pero en lugar de eso, la estatua simplemente se puso a escucharla, confundida y aletargada. Jasón bordeó la playa y corrió directo hacia la parte trasera del monstruo. Trabó su espada en el borde del tapón, y lo hizo salir volando, rompiendo su espada en el proceso. El plomo fundido casi lo incinera. Él alcanzó a saltar hacia un lado. Su ropa se llenó de esporádicos agujeros humeantes, mientras la sangre de la estatua se derramaba, convirtiendo la playa en el espejo de plomo más grande del mundo. Talos se tambaleó y se tropezó.

El gigante dejó caer el peñasco y se cayó de cara, golpeando el suelo tan fuerte que los dientes de Jasón castañearon y sus ojos se agitaron. Cuando Jasón recobró el sentido, Medea estaba de pie observándolo, y sonriendo. —Bien hecho, esposo. ¿Estarías interesado en unas cuantas toneladas de chatarra? Los Argonautas reunieron comida y agua, luego partieron hacia su hogar antes de que el viejo Rey Minos se diera cuenta de quién había descompuesto su soldado de juguete favorito.

Finalmente, después de lo que parecieron años, (quizá porque habían sido años), el Argo llegó a casa y atracó en Yolco. Los lugareños ofrecieron una fiesta enorme por el regreso de los Argonautas. Desfilaron por la Avenida Principal con el Vellocino de Oro y lo colgaron en la plaza del pueblo. Jasón y Medea se dirigieron hacia el palacio, triunfantes, donde el viejo Rey Pelias no estaba lo que se dice encantado de verlos. — ¡Bien hecho! —dijo sin mucho entusiasmo. — ¡Entonces, um…. bien, entonces! Gracias por traernos el Vellocino. —Mi trono, —dijo Jasón. —Ese era el trato. —Ah, sí. El trono. —Pelias hizo un gesto de dolor. —Bien… no hay problema. Cuando muera, serás el próximo Rey. — ¿Qué?, —gritó su hijo, Acasto. — ¿Qué?, —gritó Jasón. — ¡Que continúen las fiestas!, —dijo Pelias. Jasón estaba furioso. Él había hecho todo lo que Pelias le había pedido, pero Pelias nunca había especificado exactamente cuándo le daría a Jasón el trono, así que ahora tenía que esperar por quién sabría cuánto tiempo. —Podrías tomar el trono por la fuerza, —insistió Medea. Jasón frunció el entrecejo. —Esto no es Cólquide. Nosotros no nos matamos unos a otros a sangre fría…. bueno, de cualquier forma, no tan seguido. —Bien, —dijo Medea. —Estoy segura de que el viejo morirá pronto, de todos modos. El tono de Medea debió de haberle advertido a Jasón de que ella estaba planeando algo, pero creo que él realmente no quería saber el que. Unas cuantas semanas más tarde, después de que las fiestas se hubieran terminado, y luego de que Medea y Jasón se hubieran mudado a la habitación de invitados del palacio, el padre de Jasón, Esón, llegó a la ciudad de visita, aunque ya era viejo y débil. Medea lo recibió con un regalo especial. Ella había preparado una poción para rejuvenecer sus articulaciones, fortalecer sus músculos y añadirle diez años más a su vida. Al final de la visita, el anciano tiró su bastón y decidió regresar trotando a su casa. Las hijas del Rey Pelias estaban tan impresionadas que fueron a ver a Medea. — ¡Wow, tu magia es tan asombrosa! —le dijo Alcestis328, una de las princesas. Medea sonrió. —Gracias, querida. — ¿Podrías hacer eso por nuestro padre?, —le preguntó Alcestis. —El pobre tiene un caso severo de artritis, furúnculos329, gota330 y una docena de otros problemas. ¡Nos encantaría poder hacer hacerlo más joven como un regalo sorpresa para su cumpleaños! —Qué dulce, —en la mente de Medea se arremolinaron las posibilidades. — Desgraciadamente, no creo que a ustedes les guste la forma en que se debe administrar la poción. ¡Requiere de mucho valor y de un estómago fuerte para hacer lo que se necesita! Alcestis y las otras princesas parecían ofendidas. — ¡Nosotras somos valientes! 328

En la mitología griega, Alcestis o Alceste Forúnculo o furúnculo (latín furuncŭlus, ladronzuelo) es una inflamación de la piel causada por la infección de un folículo piloso y el tejido subcutáneo circundante, normalmente por la bacteria Staphylococcus aureus. 330 La gota es una enfermedad producida por una acumulación de cristales de urato monosódico (sal derivada del ácido úrico) en distintas partes del cuerpo, sobre todo en las articulaciones, tejidos blandos y riñones. 329

Medea pretendió considerarlo por un momento. —Les mostraré lo que deben hacer, pero se los advierto, no es agradable. Ella llevó a las princesas a su recientemente bien equipado laboratorio. Les pidió a los guardias que le trajeran una cabra vieja de los establos reales. Mientras esperaban, ella puso una enorme olla sobre el fuego, la llenó de agua y la calentó hasta el punto de ebullición. Murmuró algunos encantamientos y espolvoreó algunas hierbas mágicas. Los guardias le trajeron una cabra tan vieja que apenas podía sostenerse sobre sus pie. Sus ojos eran lechosos por las cataratas. El pelo se le caía a montones. —Pretendan que la cabra es su padre, —les dijo Medea a las princesas. Ella sacó su cuchillo y la degolló. Luego cortó la cabra en trozos. — ¿Qué estás haciendo?, —chilló Alcestis. Medea levantó la vista con el rostro manchado de sangre. —Les dije que no sería fácil. Solo obsérvenme. Juntó las piezas de la cabra y las arrojó en el agua hirviendo. La olla se sacudió. Una cabra joven saltó fuera del perol, aún humeante, balando y dando saltos por toda la habitación como diciendo: Au, Au, caliente. — ¡Es asombroso!, —dijo Alcestis. — Sí. —Medea suspiró. —Es una lástima que ustedes no tengan el valor para hacer esto por su padre. ¡Si lo hicieran, viviría otros cuarenta o cincuenta años! — ¡Tenemos el valor!, —dijo Alcestis. — ¡Solo danos la magia! Medea arregló una bolsa de hierbas inocuas—romero, tomillo y un poco de ablandador de carne. —Aquí tienen. ¡Buena suerte! Esa noche, las cuatro princesas prepararon un enorme perol de agua hirviendo en la cocina real. Le dijeron a su padre que tenían un regalo sorpresa de cumpleaños muy especial para él. Vendaron los ojos de Pelis y lo condujeron hacia la cocina. Pelias soltó una risita, esperando unas galletas, o quizá un pastel de cumpleaños mal decorado. — Oh, chicas, no debieron. — ¡Sorpresa!, —Alcestis removió la venda de sus ojos. El Rey vio a sus cuatro hijas paradas frente a un perol de agua hirviendo. Cada una de ellas sonriendo y sosteniendo un enorme cuchillo. —Este…. ¿Chicas? — ¡Feliz cumpleaños!, —las princesas cayeron sobre su padre y lo cortaron en cachitos. Lo arrojaron al perol con las hierbas y las especias, y esperaron que saltara fuera de la olla joven y fuerte. Pero, en lugar de eso, ella había preparado una olla de estofado de Pelias. Jasón estaba horrorizado. Trató de distanciarse de su esposa. Él juró que no tenía nada que ver con su complot homicida. Pero ya era demasiado tarde. Nadie podía soportar la idea de que Jasón fuera su Rey después de lo que su esposa había hecho. Él y Medea fueron forzados a huir de la ciudad para evitar que los linchara una multitud furiosa. Jasón finalmente había cumplido su sueño. Había unido a la ciudad al traer a casa el Vellocino de Oro. La había unido en contra de él. Acasto. Hijo de Pelias, se convirtió en Rey.

A Jasón y a Medea se les concedió refugio en la ciudad de Corinto, donde el Rey Creonte era un gran fanático de las aventuras de los Argonautas. Él, en realidad, si creía en la inocencia de Jasón con respecto al escandaloso e infame asunto de la olla de presión. Jasón y Medea tuvieron dos hijos—ambos niños pequeños eran lindos. Medea reconstruyó su laboratorio secreto y diseñó hechizos y pociones para los lugareños. La gente de Corinto era amable con ella, aunque aún la encontraban escalofriante. Eso no mejoró cuando el abuelo de Medea, Helios, le regaló una nueva carroza por su cumpleaños. Porqué Helios pensó que eso sería una buena idea, no lo sé, pero su carroza mágica llegó acompañada por dos dragones que la complementaban. Medea volaba en ella por todo el pueblo cuando necesitaba comestibles, o para llevar a los chicos a su práctica de futbol soccer, y eso ponía muy nerviosos a todos los Corintios. Nadie, nunca la llamó Madre de Dragones331. Eso simplemente no sucedió. Y en cuanto a Jasón, él se convirtió en el primer general del Rey Creonte. La familia real pensaba que era grandioso, pero el Rey podía decir que Jasón tenía un corazón lleno de tristezas. —Mi niño, —le dijo Creonte, —me queda muy claro que tu esposa, la hechicera, causa toda tu pena. Ya no es posible que puedas amarla. ¡Ella te costó el reino al que tenías derecho! ¡Ni siquiera es griega! Tienes que alejarla de ti. Cásate con mi hija, Creúsa. ¡Te nombraré mi heredero y serás Rey, como siempre debió ser! Las primeras veces que el Rey le hizo dicha oferta, Jasón contestó que no. Él le había hecho una promesa a Medea, después de todo. Pero, con el paso de los meses, su fuerza de voluntad sucumbió. Él comenzó a buscar razones para justificar el querer hacerlo. Es gracioso cuando la gente comienza a hacer eso. Oh, también, será lo mejor para Medea, él pensó. Puedo darle una manutención decorosa, y una pensión para los chicos. Ella puede incluso casarse con alguien con quien sea más compatible—un hechicero, o un asesino, o algo parecido. Finalmente firmó un acuerdo con el Rey Creonte. La fecha de la boda fue fijada. Jasón se convenció a sí mismo de que Medea estaría feliz y se sentiría aliviada. Llegó a su casa y con una sonrisa en el rostro, le contó todo. La sermoneó sobre el porqué, en realidad, esto era lo mejor para ambos. —Ya veo. —La voz de Medea era como el permafrost332. — ¿Y no cambiarás de idea? —Me temo que no. Pero oye, cuidaré bien de ti y de los chicos. ¡Quisiera que vinieras a la boda! —Oh, yo no me la perdería por nada, —le dijo Medea. —Incluso le enviaré un regalo a tu nueva novia. —Wow, ¡Gracias por tomarte todo esto con tanta calma! Lo que demuestra que Jasón nunca llegó a conocer a su esposa en lo absoluto. Medea le envió a la Princesa Creúsa un vestido de bodas envenenado. Era la cosa más hermosa que Creúsa jamás hubiera visto. Se lo probó de inmediato y comenzó a echar humo y a gritar. Ella corrió por los salones, con su piel llenándosele de ampollas, y sus brazos en llamas. El Rey Creonte trató de ayudarla y se quedó pegado al vestido, así que ambos, padre e hija, murieron juntos en la desgracia. 331

Nombre dado a la khaleesi Daenerys, personaje de la saga de libros “Canción de Hielo y Fuego” de George R.R. Martin cuyo primer tomo es el mundialmente conocido “Juego de Tronos” 332 Parte profunda del suelo de las regiones frías permanentemente helada.

Cuando Jasón se enteró, corrió a hasta su casa gritándole: — ¡MEDEA! ¿QUÉ HAS HECHO? —Él iba siendo seguido por una multitud de Corintios muy molestos con antorchas y horcas, que no estaban precisamente de su lado. Jasón cruzó la puerta casi derribándola, y su corazón casi explotó. Sus dos hijos estaban muertos sobre el piso. Medea estaba de pie sobre ellos con un cuchillo. — ¿Nuestros–nuestros hijos?, —sollozó Jasón. — ¿Por qué? ¡Ellos no te hicieron nada! —Tú causaste todo esto, —le rugió Medea. — ¡No serías nada sin mí! Yo dejé mi casa por ti. Lo hice todo por ti. ¡Me prometiste por todos los dioses que me amarías por siempre, y rompiste tu promesa! Quiero que sufras, Jasón. Quiero quitarte todo lo que significa algo para ti. Adiós, ex– esposo. ¡Espero que mueras solo y en la miseria! Antes de que Jasón pudiera recuperar la compostura, Medea saltó hacia su carroza tirada por dragones y se alejó volando. Jasón ni siquiera tuvo tiempo de enterrar a sus hijos antes de que la multitud irrumpiera en su casa, y lo forzaran a salir huyendo de Corinto. Medea voló hacia Atenas, donde tuvo muchas nuevas aventuras: como ser la madrastra malvada de Teseo. Después regresó a Cólquide, se enteró de que su padre Eetes había muerto, y se apoderó del trono. Porqué los Colquianos la querrían de regreso, no lo sé. Quizás ella había probado que era justo el tipo de Reina que necesitaban. Y en cuanto a Jasón, él vagó por toda Grecia, solo y miserable. Finalmente, cuando él se volvió tan viejo, arrugado y gris, como para que nadie pudiera reconocerlo, regreso a Yolco donde el Argo se estaba pudriendo en los muelles. El barco una vez había sido el orgullo de la ciudad, un recordatorio de su más grande héroe. Pero, desde el asunto con Medea, a nadie le gustaba pensar en los Argonautas, o en Jasón, o incluso en el Vellocino de Oro, que había sido almacenado en el sótano del palacio. El Argo tenía reputación funesta. Había sido abandonado para el beneficio de los vándalos y de los artistas del grafiti. Jasón subió abordo y se refugió bajo la proa mágica. —Eres mi único amigo, —le dijo al barco. —Tú eres el único que me comprende. Pero la madera mágica de Dodona había dejado de hablar hacía muchos años. Esa noche mientras Jasón dormía, la proa semi–podrida, cayó sobre la cabeza de Jasón, y lo mató. Así que el equipo de ensueño de los Argonautas fue olvidado. Su travesía no había servido para nada. Su gran líder, Jasón, murió solo y despreciado. ¡Y si este no es un gran final para este libro, entonces, no sé cuál lo sería! A que te he hecho dar ganas de querer salir de inmediato a las calles, y convertirte en un héroe griego, ¿cierto? Al menos aprendimos algunas cosas importantes en el camino, como:  

No abandones a tus hijos en la naturaleza salvaje. No mancilles el templo de un dios.

 

No mezcles naranja y verde lima. ¡Y EVITA A HERA A TODA COSTA!

Pero, como les dije hace muchos años: esto de ser un semidiós es peligroso. No digan que no se los advertí.

EPÍLOGO.

Amigo, ¿qué hora es? Voy tarde para nuestra fiesta de reunión mensual en el Argo II. Estoy tan muerto. Escribir este libro tomó mucho más tiempo de lo que pensaba, pero espero que haya valido la pena para ti. Tal vez pueda salvarte la vida, o al menos extenderás tus opciones para dolorosas e interesantes formas de morir. También espero que mis suministros de por vida de pizza y caramelos de gominolas azules empiecen pronto. Estoy muerto de hambre. Después de leer todo esto, si todavía estas decidido a ser un héroe, estas más allá de cualquier esperanza. Por otra parte, yo estoy más allá de cualquier esperanza, y también lo están la mayoría de mis amigos, así que, bienvenido al club, supongo. Mantengan afilada sus espadas, chicos. Mantengan sus ojos abiertos. Y si insisten en visitar al Oráculo de Delfos, pues bien… que tengas un buen día. Paz para Manhattan.

RICK RIORDAN. Conocido como ‘El Mejor Narrador de las Historias de los Dioses’, de Publishers Weekly, es el autor de cuatro series New York Times # 1 mayor vendidas: Percy Jackson y los Dioses del Olimpo y Los Héroes del Olimpo, basados en la mitología Griega y Romana. Las Crónicas de los Kane, basados en la mitología Egipcia. Y Magnus Chase y los Dioses de Asgard, basados en la mitología Nórdica. Las dos colecciones de mitos griegos: Dioses Griegos de Percy Jackson y los Héroes Griegos de Percy Jackson, ilustrados por John Rocco, también, son New York Times # 1 más vendidos. Rick vive en Boston, Massachusetts, con su mujer y sus dos hijos. Para aprender más acerca de él, visite su sitio web en www.rickriordan.com.

STAFF DE MAR DE LETRAS. COORDINADOR DEL PROYECTO. Raúl S.

Corrección.

Revisión.

Lupe.

Raúl S.

Miriel AW.

Guadalupe C.

Joanka V

Delia J.

Ivette.

Magalli

Ana M.

Estefanía C.

Vero T. Mayra M.

Diego Guerra

Ing José.

Jess A.

Raul S.

Revisión Final

Diseño.

Rasv.

Rasv.

Magalli D. Anairam M.