Paul Washer - El Poder y Mensaje Del Evangelio

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EL MENSAJE Y PODER DEL EVANGELIO Paul Washer

I. EL MENSAJE DEL EVANGELIO

CAPITULO UNO: UN EVANGELIO PARA CONOCER Y DAR A CONOCER “Además, hermanos, les declaro el evangelio del cual les he predicado” 1a Corintios 15:1 Un escritor o predicador debieran ser forzados a producir una mejor introducción al Evangelio de Jesucristo que aquella que el apóstol Pablo entrega en su primera epístola a la iglesia en Corinto. En estas pocas líneas, estipula una verdad suficiente para vivir una vida completa y traer a casa la gloria. Sólo el Espíritu Santo podría habilitar a un hombre a decir tanto, tan claramente y en tan pocas palabras. CONOCIENDO EL EVANGELIO En esta pequeña porción de la Escritura, encontramos una verdad que todos debemos redescubrir. El evangelio no es meramente un mensaje introductorio al Cristianismo – Es el mensaje de Cristianismo y el creyente haría bien en dar su vida en el propósito de conocer su gloria y dar a conocer su gloria. Hay muchas cosas por conocer en este mundo e incontables verdades a ser investigadas dentro de los anales del cristianismo mismo; sin embargo, el glorioso evangelio de nuestro Bendito Padre y Su Hijo Jesucristo están muy por sobre ese ranking. Es el mensaje de nuestra salvación, el medio de nuestro progreso hacia la santificación, y la fuente inmaculada de la cual fluye cada motivación pura y correcta para la vida del cristiano. Al creyente que ha comprendido algo de su contenido y carácter nunca le faltará ni el fervor ni será tan pobre como para sacar fuerzas en las cisternas rotas y secas labradas por las manos de los hombres. 1a Corintios 15:1 explica que el apóstol ya ha predicado el evangelio a la iglesia de Corinto. De hecho, ¡él fue su padre en la fe! Aun así ve la mayor necesidad de continuar enseñándoles el evangelio –no sólo recordarles de sus ingredientes esenciales sino también expandir su conocimiento de él. En el momento de su conversión, ellos habían sólo comenzado el viaje de descubrimiento que englobaría su vida entera y los llevaría a través de eras infinitas de eternidad, descubriendo las glorias de Dios revelado en el evangelio de Jesús Cristo. Como predicadores o miembros de una congregación sería sabio ver el evangelio nuevamente con los ojos de este apóstol ancestral y estimarlo digno de toda una vida dedicada a una investigación cuidadosa. Porque aunque es posible para nosotros haber ya vivido muchos años en la fe, aunque podamos poseer el intelecto de Edwards y la perspicacia de Spurgeon; aunque podamos memorizar cada texto

bíblico relativo al evangelio, y aunque podamos haber digerido cada publicación hecha por los padres de la iglesia, o de los reformistas, o de los puritanos y hasta de los eruditos de la época actual; tengamos la certeza de que no hemos aun alcanzado las faldas de este Everest que llamamos el evangelio. ¡Aún después de una eternidad de eternidades se podrá decir lo mismo de nosotros! Vivimos en un mundo que nos ofrece un casi infinito número de posibilidades e incontables opciones que compiten por nuestra atención. Lo mismo puede decirse de la cristiandad y la amplia gama de verdades bíblicas que ella contiene, tantas que un hombre podría pasar su vida completa examinándolas. Sin embargo, se asoma un tema por sobre todos estos y éste es fundación del entendimiento de todas las otras verdades bíblicas: el evangelio de Jesús Cristo. A través de este singular mensaje, el poder de Dios se manifiesta más en la iglesia y en la vida del creyente. En la medida en que miramos los anales de la historia cristiana, vemos hombres y mujeres de inusual pasión por Dios y Su reino. Deseamos ser como ellos, y nos preguntamos cómo ellos lograron tener tal perenne fuego. Tras una consideración cuidadosa de sus vidas, doctrina, y ministerios, encontramos que ellos diferían en muchas cosas, no obstante lo cual existe un común denominador entre ellos: todos ellos cogieron una mirada de la gloria del evangelio, cuya belleza encendió su pasión y los dirigió. Sus vidas y legados prueban que la pasión genuina y perdurable proviene de un siempre creciente entendimiento que es cada vez más profundo de lo que Dios ha hecho por Su Pueblo en la persona y obra de Jesús Cristo. ¡Para tal conocimiento no hay sustituto! En los días pasados, las buenas nuevas cristianas fueron frecuentemente referidas como el Evangelio, de la palabra latina Evangelium, que quiere decir evangelio o buenas nuevas. Es por esa razón que a los creyentes se les denomina como evangélicos. Somos cristianos porque encontramos nuestra identidad, vida y propósito en Cristo. Somos evangélicos porque creemos en el evangelio y lo estimamos como la verdad central de la revelación de Dios a los hombres. No es un prefacio, o un dicho o una idea tardía, no es meramente una clase introductoria a la cristiandad; es el curso de estudio completo. Es la historia de nuestras vidas, las riquezas insondables que deseamos explorar, y el mensaje que vivimos para proclamar. Por esta razón, somos más cristianos y más evangélicos cuando el evangelio de Jesús Cristo es nuestra esperanza, nuestro único alarde, y nuestra única magnífica obsesión. Hoy en día, los evangélicos programan demasiadas conferencias, especialmente para los jóvenes, con la intención de excitar la pasión de los creyentes a través de su

hermandad, la música, los oradores elocuentes, las historias emotivas, y las súplicas fervientes. Nos hemos olvidado que la pasión genuina y duradera nace del conocimiento propio de la verdad, y especialmente de la verdad del evangelio. Mientras más conozca o comprenda su verdad más su poder se apoderará de usted. Una mirada del evangelio moverá al corazón verdaderamente regenerado a proseguir adelante. Con cada mirada más profunda se acelerará su paz hasta que esté corriendo sin descanso por el premio. El corazón de un verdadero cristiano no puede resistir esa belleza. ¡Es la gran necesidad de los tiempos! Es lo que hemos perdido y lo que debemos ganar nuevamente –una pasión por el conocimiento del evangelio y una pasión de igual magnitud para que el evangelio sea conocido.

DANDO A CONOCER EL EVANGELIO El apóstol Pablo fue uno de los instrumentos humanos más grandes del reino de Dios en la historia de la humanidad y en la historia de la redención. Fue responsable por difundir el evangelio a través de todo el Imperio Romano durante un tiempo de persecución casi incomparable, y es un ejemplo extraordinario de lo que significa ser un ministro cristiano. Y con todo, él realizó esto a través de la simple proclamación del mensaje más escandaloso que alguna vez haya alcanzado el oído de los hombres. Pablo fue un hombre excepcionalmente dotado, especialmente en lo relativo a su intelecto y fervor, aun cuando él mismo nos enseñó que el poder de su ministerio no yace en su talento sino en la fiel proclamación del evangelio. En su primera carta a los Corintios, Pablo escribe su gran descargo de responsabilidad: “Porque Cristo no me envió a bautizar sino a predicar el evangelio, con la sabiduría de las palabras, a menos que la cruz de Cristo sea tomada en vano. Porque los judíos piden una señal, los griegos persiguen la sabiduría pero nosotros predicamos a Cristo crucificado; una piedra de tropiezo para los judíos y estupidez para los griegos, pero para los llamados, ambos judíos o griegos, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. El apóstol Pablo fue, por sobre cualquier cosa, un predicador. Como Jeremías antes que él, Pablo fue obligado a predicar. El evangelio fue como una flama ardiente adherida a sus huesos que no podía resistir. A los Corintios, declaró, “Creí y por lo tanto he hablado” y también “¡Aflicción venga sobre mí sino predico el evangelio!” Tan alta estima del evangelio y la predicación de él no puede fingirse si no existe en el corazón del predicador y no puede esconderse cuando existe.

Dios llama a todo tipo de hombres a llevar la carga del mensaje del evangelio. Algunos de ellos son más solemnes y graves, mientras que otros son alegres y joviales. Sin embargo, cuando la conversación se vuelve al evangelio, un cambio sobreviene sobre el semblante del predicador y parece ser que una persona totalmente distinta está delante de nosotros. La eternidad está grabada en su cara, el velo ha sido removido, y la gloria del evangelio brilla con una pasión no inventada. Tal hombre tiene poco tiempo para historias pintorescas, antídotos morales o para compartir los pensamientos de su corazón. ¡Ha venido a predicar, y debe predicar! No puede descansar hasta que las personas hayan oído a Dios. ¡Si el sirviente de Abraham no podía comer hasta que hubiera entregado el mensaje de su maestro Abraham, cuánto menos el predicador evangélico puede permanecer tranquilo sino ha entregado el tesoro del evangelio que se le ha confiado! Aunque pocos estarían en desacuerdo con lo que hemos dicho hasta aquí, parece que para la mayoría tal vehemencia en la predica ha quedado fuera de moda. Muchos dirían que adolecen del refinamiento y la sofisticación que son necesarias para ser efectivos en los tiempos actuales. El hombre postmoderno, que prefiere un poco más de humildad y apertura a otros puntos de vista, considera como un obstáculo a un predicador apasionado que proclama la verdad audazmente y sin arrepentimiento. El argumento mayoritario es que nosotros debemos simplemente cambiar la forma en que predicamos porque es vista como tontera por el mundo. Tal actitud hacia la prédica es prueba de que hemos perdido nuestra orientación en la comunidad evangélica. Es Dios quien ordena esta “tonta predicación” como un instrumento para llevar el mensaje de salvación del evangelio al mundo. Esto no quiere decir que la prédica deba ser estúpida, ilógica, estrafalaria. Sin embargo, la Escritura es el standard de toda predicación, y no las opiniones contemporáneas de una cultura caída y corrupta que es sabia a sus propios ojos y que preferiría tener sus oídos estimulados y su corazón entretenido a oír la Palabra de Dios. Dondequiera que el apóstol Pablo viajó, predicó el evangelio, y nosotros haríamos bien en seguir su ejemplo. Aunque el evangelio puede ser compartido a través de varios medios, no hay medio tan establecido por Dios como este de predicar. Por lo tanto, aquellos que están constantemente tras medios innovadores para comunicar el evangelio a una nueva generación de buscadores, harían bien en comenzar y terminar su búsqueda en las Escrituras. Aquellos que enviarían miles de cuestionarios preguntando a los inconversos lo que ellos más desearían en el servicio de adoración, deben darse cuenta que diez mil opiniones unánimes de hombres carnales no portan la autoridad de una jota o un título contenido en la Palabra de Dios. Debemos entender que existe una diferencia irreconciliablemente abismante entre lo que Dios ha ordenado en las Escrituras y lo que nuestra cultura carnal actualmente desea.

No debemos sorprendernos de que los hombres carnales, dentro y fuera de la iglesia, desean drama, música y multimedia en lugar de la predicación del evangelio y la exposición bíblica. Hasta que Dios regenera el corazón del hombre, ese hombre abordará el evangelio de la misma manera que los demonios gadarenos se dirigieron al Señor Jesús Cristo; ¿Qué tienes con nosotros? El hombre carnal puede no tener un interés o aprecio verdadero por el evangelio –sin considerar la obra regeneradora del Espíritu Santo- y aun así este milagro toma su lugar en el corazón del hombre a través de la prédica de ese mismo evangelio que desdeñó al principio. ¡Por lo tanto, debemos predicar a los hombres carnales exactamente el mismo mensaje que no desean oír, y el Espíritu hará la obra! Aparte de esto, los pecadores no podrán ver más belleza en el evangelio que la que los canallas puedan encontrar en las perlas, o que un perro pueda mostrar reverencia a la carne santificada, o que un ciego pueda apreciar a Rembrandt. Los predicadores no ayudan a los hombres carnales dándoles las cosas que sus corazones caídos desean, sino que los servirán poniendo alimento verdadero ante ellos hasta que por el milagroso trabajo del Espíritu Santo ellos lo reconozcan por lo que es, y lo degusten y vean que Dios es bueno. Antes de que concluyamos esta breve discusión sobre la predica del evangelio, debemos establecer un asunto final. Algunos teorizan que nuestra cultura actual no puede tolerar el tipo de predica que fue tan efectiva durante el gran despertar y avivamiento del pasado. El predicador Jonathan Edwards, George Whitefield, Charles Spurgeon y otros predicadores similares serían ridiculizados, satirizados, burlados hasta el desdén por el hombre moderno. Esta teoría falla en considerar que en sus días, los hombres ridiculizaron y se burlaron de estos predicadores también. La prédica del verdadero evangelio siempre será considerada como una “tontera” en cada cultura. Cualquier intento de remover la ofensa y hacer la prédica “apropiada” disminuye el poder del evangelio. Esto también va en contra del propósito por el cual Dios escogió la prédica como un medio de salvación para los hombres –que la esperanza de los hombres no descansara en refinamientos, en elocuencia o en sabiduría mundana sino en el poder de Dios. Vivimos en una cultura atada con bandas de acero por el pecado. Historias morales, máximas pintorescas y lecciones de vida compartidas desde el corazón por un querido ministro o un entrenador de vida espiritual no tienen poder real contra tal oscuridad. Necesitamos predicadores del evangelio de Jesús Cristo que conozcan las Escrituras, y que con la gracia de Dios enfrenten cualquier cultura con el grito: “¡Así ha dicho el Señor!”

CAPITULO DOS: UN EVANGELIO A RECIBIR (Además, hermanos, el evangelio que les he predicado) el cual también recibieron, en el cual también perseveran – 1 Corintios 15:1 Debido a que el evangelio es el mensaje de Dios al hombre, podríamos suponer que debería provocar alguna clase de reacción y demandar algún tipo de respuesta. De nuestra cita, aprendemos que luego de escuchar el evangelio, la iglesia de Corintos lo recibió de una manera acorde a su gran valor e hizo de éste la fundación sobre la cual permanecían ante Dios. Si vamos a estar bien con Dios, debemos hacer lo mismo. RECIBIENDO EL EVANGELIO Para que los hombres obtengan salvación, deben, por la gracia de Dios, recibir el evangelio. ¿Y qué significa eso? No hay nada extraordinario en la palabra “recibido” en inglés o en el griego bíblico, sin embargo, en el contexto del evangelio, se vuelve bastante extraordinaria – una de las palabras más radicales de las Escrituras. Primero, cuando dos cosas son contrarias o diametralmente opuestas una a la otra, recibir una es rechazar la otra. Debido a que no existe afinidad o amistad entre el evangelio y el mundo, recibir el evangelio es rechazar el mundo. Esto demuestra cuán radical puede ser el acto de recibir el evangelio. El llamado a recibir y seguir el evangelio es rechazar todo lo que puede ser visto con ojo o sostenido en la mano a cambio de lo que no se puede ver [1] Es rechazar la autonomía personal y el derecho al auto gobierno con el fin de esclavizarse al Mesías que murió dos mil años atrás como un enemigo del estado y un blasfemo. Es rechazar a la mayoría y sus visiones en orden de unirse a una minoría reprobada y aparentemente insignificante llamada iglesia. Es arriesgar todo en esta única y sola vida en la creencia de que este empalado profeta es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Recibir el evangelio no es sólo orar pidiendo a Jesús venir a nuestro corazón sino que es poner al mundo a un lado y recibir con los brazos abiertos la plenitud de las declaraciones de Cristo. En segundo lugar, un hombre que recibe el evangelio confía exclusivamente en la persona y la obra de Jesús Cristo, como la única forma de presentarse correctamente ante Dios. Es un dicho común expresar que es peligroso confiar exclusivamente en algo, o dicho mejor, un acto muy poco sabio o imprudente. Nuestra sociedad considera que un hombre es descuidado si no tiene un plan de contingencia o una ruta alternativa de escape, o si no ha diversificado sus inversiones, si ha puesto todos sus huevos en la misma canasta, o si ha quemado puentes tras él. Esto es lo mismo que un hombre que recibe a Jesús Cristo debe hacer. La fe cristiana es exclusiva.

Recibir verdaderamente a Cristo es desterrar cualquier otra esperanza en otro que no sea solamente Cristo. Es por esta razón que el apóstol Pablo declaró que el cristiano es entre todos los hombres el más digno de conmiseración si Cristo es un chiste[2]. Si Él no es el Salvador, entonces el cristiano está perdido porque no tiene otro plan o confianza. Por fe, ha declarado, “Mi Señor, en Ti confío. Si no eres capaz o no estás deseoso de salvarme, entonces encontraré mi lugar en el infierno. ¡No haré para mí ningún otro plan!” Una recepción genuina del evangelio no sólo involucra un desdén y un alejarse del pecado sino un desprecio y alejamiento de cualquier otra confianza que no sea Cristo, especialmente la confianza en nosotros mismos. Es por esta razón que una persona que es verdaderamente convertida se volverá casi nauseabunda ante la más mínima sugerencia que indique que su propia virtud o mérito le otorga el derecho de permanecer ante Dios. No obstante que su nueva vida en Cristo produce buenas obras, abandona todas las esperanzas en las buenas obras como un medio de salvación, y confía exclusivamente en la persona y obra perfecta de Cristo. En tercer lugar, recibir el evangelio es abrir o exponer la propia vida al liderazgo de Jesús Cristo. El evangelismo moderno de hoy a menudo enseña a los hombres que ellos deben hacer de Cristo el Señor de sus vidas. Sería mejor decirles que Jesús es el Señor de sus vidas, ya sea que ellos se arrodillen ante El en amor o que contraigan sus puños con odio. Las Escrituras declaran que Dios ha hecho a este Jesús, que fue crucificado, como Señor y Cristo.[3] Él ha instaurado Su Reino sobre Su montaña sagrada y se burla de aquellos que se revelen contra El.[4] Dios no llama a los hombres para hacer a Jesús Señor (como si ellos tuvieran tal poder) sino para vivir en absoluta sumisión al Señor que Él ha hecho. Por lo tanto, el hombre que desea recibir los beneficios del evangelio debe primero decidir si está deseoso de entregar toda su autonomía y gobierno propio al Señor del evangelio. Como predicadores del evangelio, debemos ser muy cuidadosos en explicar claramente los términos de esta transacción y no minimizarlos o quitarles importancia de forma que sean virtualmente indiscernibles. Debemos reconocer que no hemos sido honestos hasta que hayamos explicado a los que buscan, que recibir a Cristo es la cosa más juiciosa y tal vez más peligrosa que alguna vez hagamos. Después de todo, como “Aslan en el libro de C. S. Lewin, El león, la bruja y el ropero”, Él no es un león domesticado y ciertamente no es seguro. Tiene el derecho a pedir cualquier cosa a aquellos que confiesan Su señorío. El mismo Jesús, quien atrae a los cansados hacia Él, puede también pedir cualquiera cosa de ellos, aún enviarlos a perder sus vidas por Su causa en este mundo oscuro y caído[5]. Aquellos que no entienden el peligro del llamado del evangelio es que lo han oído sólo ligeramente. Y aquellos que lo oyen y,

por gracia, responden a él no obstante el peligro han hecho una cosa muy sensata. ¿Qué podría ser más razonable que seguir al omnipotente Creador y Sustentador del universo, que ha amado a Su pueblo con un amor eterno, que los ha redimido con Su propia sangre, y demostró un compromiso ineludible a cada promesa que ha hecho a ellos?[6] Aun cuando Él no fuera de esta manera y toda su bondad no fuese así, incluso así sería muy sensato seguirlo porque ¿quién podría resistir su voluntad?[7] Es por esta razón y un sinnúmero más que el apóstol nos urge a presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable, y lo llama nuestro servicio de adoración espiritual y racional[8] . En cuarto lugar, recibir el evangelio es recibir una visión completamente distinta de la realidad, en la cual Cristo es el epicentro de todas las cosas. Es por esta razón que los teólogos se refieren a la salvación y a la vida cristiana como Cristo céntrica. Él se convierte en el centro de nuestro universo, la fuente, el propósito, el objetivo y la motivación para todos lo que somos y hacemos. Cuando un hombre recibe el evangelio, su vida entera comienza a ser vivida en un contexto diferente y ese contexto es Cristo. Aunque las señales externas en el momento de la verdadera conversión pueden ser menos que impresionantes, los efectos graduales serán monumentales. Como un guijarro que se lanza en el centro de un lago, las ondas del evangelio eventualmente alcanzarán la completa circunferencia de la vida del cristiano y tocará cada orilla. El verdadero converso no recibe el evangelio como una adición a su vida anterior sino como un intercambio de ella. El recibir una es perder la otra. Esta es la enseñanza clara de Jesús “Porque quienquiera que desea salvar su vida, la perderá, pero aquel que pierde su vida por mi causa, la encontrará.[9] Finalmente, recibir el evangelio es tomar a Cristo como la fuente misma y el sustento de la propia vida. Cristo no puede ser recibido como una parte de la vida propia o como una adición a todas las otras cosas buenas que uno ya posee sin Él. Él no es un accesorio menor que reviste nuestra vida y la hace mejor. Al recibir el evangelio, El se vuelve nuestra vida[10]. Existen pocas cosas más blasfemas que un predicador que lisonjea al incrédulo con la maravillosa vida que ha hecho para sí mismo, ensalzando todo lo que ha alcanzado, y luego agregar que adolece de una cosa: necesita a Jesús para hacer su vida completa. Esta no fue la actitud del apóstol Pablo, quien contó las cosas más espléndidas en su vida previa para ser estiércol comparado con Cristo.[11] Nunca deberíamos presentar a Cristo al incrédulo como la guinda sobre la torta de una vida ya maravillosa. El incrédulo debe ver que no tiene vida, y que todos sus logros personales, previos a Cristo, son monumentos a su propia vanidad: hechos de arena y pasajeros.

Jesús enseñó “Muy definitivamente, les digo, a menos que coman de la carne del Hijo del Hombre y beban de Su sangre, no tienen vida en ustedes”.[12] El significado de estas “duras palabras” es que Cristo debe convertirse en la sustancia misma de nuestras vidas y no meramente un condimento o un complemento.[13] Para el creyente, Jesús es el Maná que proviene del cielo, la Roca de la que chorrea las aguas de vida en medio de un desierto, y la vid en la cual permanece, de la que recibe vida y fecundidad.[14] El creyente que ha participado verdaderamente con Cristo cesa sus esfuerzos por lo que no es pan y no satisface, y continúa buscando el pan que viene del cielo de forma que pueda comerlo y no morir.[15] El clamor de los predicadores del evangelio debería ser no sólo que los hombres se arrepientan sino también lo que deben recibir. El predicador no debe tan solamente exponer y denunciar el alimento que no satisface de la época actual, debe también señalar a los hombres el único almacén donde el verdadero alimento puede encontrarse. Debe unirse a David en su advertencia a todos los hombres: “Oh, disfruten y vean que el Señor es bueno”.[16] Adicionalmente, debe advertir a todos los hombres que la evidencia de que una persona ha verdadera y salvíficamente disfrutado a Cristo es esa en que continúa saboreando, continúa encontrando satisfacción en Cristo y no puede tolerar el pensamiento de haber estado alguna vez separado de Él. PERMANECIENDO EN EL EVANGELIO ¡De nuestro texto, no sólo aprendemos que vamos a recibir el evangelio sino también que vamos a permanecer en el! Pablo escribe “Declaro el evangelio que les he predicado, que ustedes han recibido, en el cual permanecen”. Esta simple declaración comunica dos verdades diferentes aunque relacionadas. La primera tiene que ver con la posición del creyente ante Dios por causa del evangelio, y la segunda tiene relación con la convicción o resolución del creyente respecto del evangelio. Ambas verdades tienen implicancias trascendentales para la vida del creyente. La primera es la gran piedra de fundamento sobre la cual la fe cristiana debe descansar: ser capaz de permanecer ante Dios en Cristo y en el evangelio. La última es un poderoso agente modelador de la vida cristiana: el cristiano ha establecido su posición sobre el evangelio y no será removido de ella. Una verdad fundamental del cristianismo bíblico es que el creyente tiene una posición correcta ante Dios en el evangelio – sólo por Cristo. Los salmos de David nos confrontan con el gran dilema del hombre “¿Quién podrá subir la montaña del Señor? ¿O quien puede permanecer en Su lugar sagrado? Aquel que tiene manos limpias y un corazón puro, que no ha adorado ídolo ni jurado engañosamente”[17]. Cualquier

hombre que alberga aún la remota posibilidad de que existe un Dios personal y moral debe temblar con las preguntas de David. A menos que sea un imbécil o su consciencia se haya extraviado hasta la inutilidad, debe reconocer que no posee las calificaciones necesarias para presentarse aprobado ante el Juez de toda la tierra. [18] Las Escrituras nos cuentan que si este hombre mira su interior, encontrará que su corazón es más engañoso que todo lo demás y es perverso más allá de toda comprensión.[19] Si se vuelve y considera su propia mente, encontrará que hay pensamientos perversos anidados en ella.[20] Si escucha atentamente a su discurso se dará cuenta de que está lleno de engaño, maldición y amargura.[21] Si mira sus manos, verá que están manchadas con los residuos de sus incontables fechorías. Si en la desesperación busca cubrir su vergüenza vistiéndose con sus obras más correctas, encontrará que está ataviado de la podredumbre asquerosa de un leproso. [22] Aunque se bañe con lejía y use mucho jabón, la mancha de su iniquidad permanece.[23] Dondequiera que se vuelva, se encuentra a sí mismo en el banquillo de los acusados, condenados y sin esperanza. Es en este momento de absoluta indefensión y resignación final que el pecador iluminado y regenerado mira a Cristo y encuentra su esperanza en Él. Volviéndose de su propia justicia, cree y es justificado sólo por gracia, sólo por fe.[24] Desde ese momento en adelante, porta las marcas gemelas de un cristiano: Se gloría en Cristo Jesús y no pone su confianza en la carne.[25] Ha entrado en la gran compañía de los santos que creyeron en Dios y fueron contados como justos.[26] Se ha lanzado sobre Cristo y se aferra a Él con una fortaleza multiplicada por el terror que hubiese caído sobre él si hubiese abandonado a valerse por sí mismo. Depende sólo de Cristo y no se arriesga. Está convencido de que puede ascender al monte del Señor y permanecer en Su lugar santo sólo por la virtud de la persona y mérito de Cristo. Para parafrasear al escritor del viejo himno: “Su esperanza está construida en nada menos que la sangre de Cristo y su justicia. No se atreve a confiar en la más dulce estructura sino que depende completamente del nombre de Jesús. Sobre Cristo la Roca sólida permanece, toda otra tierra es arena movediza; toda otra tierra es arena movediza”. [27] La fe del cristiano promete un lugar correcto delante de Dios sólo a través de Cristo. Siendo esto verdad, debemos ser firmes en mantener el evangelio y permanecer en él. Es útil tener en cuenta que la palabra “permanecer” viene del verbo griego hístemi, el término común para denotar el acto físico de permanecer. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, es frecuentemente utilizada para denotar convicción, resolución, constancia, firmeza y la cualidad de ser firme e inamovible. En su discusión sobre la batalla espiritual, Pablo usa el término tres veces para exhortar a los creyentes a “soportar las asechanzas del diablo”.[28] Por un verbo relacionado,

entendemos que los creyentes deben “permanecer firmes” en el Señor, en la fe, en la gracia de Dios, y en las tradiciones apostólicas.[29] Por sobre todas las cosas, el creyente debe permanecer firme en el evangelio y no ser movido de él. Si esta piedra fundacional se remueve, entonces el edificio completo caerá con ella. Es por esa razón que el apóstol Pablo entregó uno de sus más firmes reproches a la iglesia de Gálatas: “Me maravillo de que ustedes se hayan alejado tan pronto de evangelio que los llamó en la gracia de Cristo, a otro diferente, y no hay otro, pero hay algunos que los atribulan y desean pervertir el evangelio de Cristo. No obstante si aún nosotros o un ángel del cielo predica cualquier otro evangelio del que he predicado a ustedes, que sea maldito. Como hemos dicho antes, y así digo nuevamente, si alguno enseña cualquier otro evangelio que aquel que han recibido, que sea maldito”.[30] Cada palabra y doctrina de las Escrituras es importante; no obstante, algunas doctrines portan mayor peso que otras. Nuestra salvación eterna no depende de alguna noción especial en Eclesiología o Escatología[31] sino que depende enteramente del evangelio. A través de este peregrinaje terrenal, los cristianos más sesudos y maduros pueden cambiar su opinión en lo relativo a principios menores de fe, sin embargo, no deben, no se moverán de los puntos esenciales del evangelio. [32] El hombre, la mujer, joven o niño que ha recibido verdaderamente el evangelio permanecerá en él, y en su permanencia probarán que verdaderamente lo recibieron. Vivimos en un mundo que es hostil al evangelio de Jesús Cristo y lo mantiene en menosprecio. Más aún, este mundo está bajo el poder del malvado, quien se opone al evangelio por sobre todas otras doctrinas, y lo erradicaría del universo si pudiera. De hecho, el demonio pondría gustosamente una Biblia en las manos de cada hombre y promovería la obediencia a cada mandamiento si a cambio pudiéramos darle el evangelio. Sin embargo, sin el evangelio, todo el sistema de creencias cristianas cae en la nada. Como creyentes, no debemos solo recibir el evangelio sino estar firmes en él. No debemos ser ignorantes de los esquemas del demonio de forma que nos tome desapercibidos. [33] ¡Cuando los salvadores de almas buscan robarnos nuestra confianza en Cristo, no debemos dejar que nos aparten! Cuando los legalistas tratan de complementar nuestra confianza en Cristo, no debemos ceder. Cuando los autoproclamados profetas tratan de volver a empaquetar el evangelio, para que sea más pertinentes o apelando a la cultura, no debemos seguirlos. Cuando el acusador apunte a nuestro pecado y se burle de nuestra esperanza de gloria, debemos señalar

el evangelio y permanecer en él. Cuando sus acusaciones se vuelven alabanzas y señalen nuestra piedad como digna de recompensa, debemos denunciarlo con la plegaria “Pero Dios prohíbe que yo pueda presumir, sino en la cruz de nuestro Señor Jesús Cristo, por quien el mundo es crucificado para mí y yo para el mundo.[34] Notas al pie: [1] Hebreos 11:1-7, Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. 2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. 3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. 4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. 5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. 6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. 7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Hebreos 11:27. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. 1 Pedro 1:8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; [2] 1 Corintios 15:19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres [3] Hechos 2:36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. [4] Salmo 2:4-6 El que mora en los cielos se reirá; El Señor se burlará de ellos. 5 Luego hablará a ellos en su furor, Y los turbará con su ira. 6 Pero yo he puesto mi rey Sobre Sion, mi santo monte [5] Mateo 11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo. 10:16 He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Mateo 10:39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará. [6] Colosenses 1:15-17 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. 16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las

que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Hebreos 1:13 Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? Jeremías 31:3 Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Apocalipsis 5:9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación. Hebreos 13:5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré. 2 Timoteo 2:13 Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo. 2 Corintios 1:20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Mateo 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. [7] Romanos. 9:19: Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 2 Crónicas 20:6; y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? Job 9:12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá: ¿Qué haces? Daniel 4:35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? [8] Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. [9] Mateo 16:25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. [10] Colosenses 3:4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. [11] Filipenses 3:7-8 7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.

[12] Juan 6:53 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. [13] Juan 6:60 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? [14] Juan 6:31-35 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Juan 6.41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Juan 6:47-51 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Juan 6:58 Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente. 1 Corintios 10:4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Juan 15:5-6 5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. [15] Isaías 55:2 Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Juan 6:50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera [16] Salmo 34:8 Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él [17] Salmo 24:3-4 3 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? 4 El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. [18] Salmo 14:1 / Salmo 53:1 Dice el necio en su corazón: No hay Dios. corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien.

Se han

[19] Jeremías 17:9 El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares, [20] Jeremías 4:14 Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad? [21] Romanos 3:13-14 13 Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 14 Su boca está llena de maldición y de amargura [22] Isaías 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. [23] Jeremías 2:22 Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. [24] Efesios 2:8-9 8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. [25] Filipenses 3:3 Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. [26] Génesis 15:6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. Gálatas 3:6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. [27] Adaptado de “La Roca Sólida” de Edward Mote. [28] Efesios 6:11, 13, 14 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, [29] Filipenses 4:1 Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados. 1 Tesalonicenses 3:8 porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor. 1 Corintios 16:13 porque ahora vivimos, si vosotros estáis firmes en el Señor. 2 Tesalonicenses 2:15 Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. [30] Gálatas 1:6-9 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro,

sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. [31] Eclesiología se refiere al estudio de la iglesia y Escatología se refiere al estudio de la consumación o los últimos tiempos. [32] Col 1:22-23: 22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; 23 si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro. [33] 2 Cor 2:11 para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones. [34] Galatas 6:14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. CAPITULO TRES: UN EVANGELIO POR EL CUAL SOMOS SALVADOS Por el cual también son salvos, si perseveran en la palabra que les prediqué – a no ser que creyeran en vano. 1ª Corintios 15:2 Cada doctrina en la fe cristiana debe ser sostenida en una balanza. Cuando quiera que sea que exageremos la importancia de una verdad en desmedro o descuido de otra, estamos en un gran peligro o error. Sin embargo, es imposible exagerar o poner demasiado énfasis en las preeminencias del evangelio. No podemos volvernos demasiados extremos con el evangelio. Esta verdad se percibe en el hecho de que el evangelio es la más grande revelación de Dios al hombre, y es el único mensaje por medio del cual los hombres podrían ser salvos. Por consecuencia, también es un mensaje que debemos mantener tenazmente. Aunque aún la más mínima desviación de la verdad bíblica es peligrosa, podemos entender mal muchas cosas sin que pongamos en riesgo nuestros destinos eternos. Sin embargo, estar equivocado acerca del evangelio es estar equivocado acerca de todo! No dar la supremacía al evangelio es malinterpretarlo completamente.

UN EVANGELIO QUE SALVA En nuestro texto, la oración “ustedes son salvos” se traduce en la forma presente del verbo que describe, ambos, un “proceso presente y una realidad futura”. [1] Este podría ser traducido: “por el cual ustedes están siendo salvados”. Es importante no olvidar que las Escrituras describen la salvación en tres tiempos –pasado, presente y futuro. Ignorar cualquiera de esos tiempos o aspectos de la salvación nos llevará a tener una visión sesgada o dañina de la salvación como un todo. En el pasado, Dios salvó al creyente de la condenación de su pecado. Esto ocurrió en el momento de la conversión, cuando el cristiano creyó en el testimonio de Dios relativo al evangelio y le fue contado por justicia. [2] Las Escrituras comúnmente se refieren a esto como justificación. [3] En el presente, el creyente está siendo salvado del poder del pecado. Este es un proceso gradual conocido a través de todo el Nuevo Testamento como la santificación progresiva. El creyente es la obra de Dios, y Dios está trabajando en él, tanto en el querer como el trabajar de acuerdo a Su buena voluntad. [4] A través de la Palabra y el Espíritu, pruebas y tribulaciones, bendiciones y disciplinas, Dios está transformando al creyente y trayendo el todo de su vida a la conformidad de la imagen de Jesucristo. [5] En el futuro, el creyente será completa y eternamente salvo del poder y de la presencia del pecado. Esta etapa final es comúnmente conocida como la glorificación y es tan segura como las otras porque El que comenzó el buen trabajo lo perfeccionará. [6] Como el apóstol Pablo declara –en lo que ha venido a ser conocido como la cadena dorada de la salvación: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. [7] Vivimos en días en los cuales lo temporal y lo trivial se exaltan a una importancia que no debieran tener entre el pueblo de Dios. Deseamos estos placeres momentáneos como si fueran realmente valiosos de tal aprecio. Sin embargo, debemos sujetarnos a una verdad particular: la mayor promesa del evangelio es la salvación. Todas las otras promesas y beneficios palidecen en comparación con esta única cosa: el evangelio es el poder Dios para salvación, y cualquiera que clame al nombre del Señor será salvo. [8] De acuerdo con el apóstol Pedro, la salvación es el resultado mismo o propósito de la fe del creyente. [9] Es el propósito detrás de todo lo que Cristo ha hecho por Su pueblo, y debe ser el gran anhelo de todo creyente y el objetivo que persiga. Dios no

puede dar ningún mayor regalo y el creyente no puede tener mayor esperanza o motivación que esa de la salvación final a través del evangelio de Jesús Cristo. Cuando nos damos cuenta de lo que fuimos antes de Cristo y que lo que merecíamos en dicho estado, eso magnifica mucho más la enormidad del evangelio para nosotros. Éramos pecadores por naturaleza y obra, y éramos corruptos hasta el punto de la depravación. Rompíamos las leyes, éramos criminales sin excusa o ruego ante la vara de la justicia de Dios.[10] No merecíamos nada menos que la muerte y la condenación eterna, pero ahora la sangre del ´propio Hijo de Dios nos salva. Mientras éramos pecadores indefensos y enemigos de Dios, Cristo murió por el incrédulo.[11] A través de Él, nosotros que estábamos muy lejos hemos sido traídos cerca. [12] En Él, tenemos la redención a través de Su Sangre, el perdón de nuestras transgresiones según las riquezas de Su gracia.[13] ¡Somos salvados de nuestro pecado, reconciliados con Dios y tenemos filiación con Él como sus hijos! ¿Qué más podríamos desear o qué más podríamos desear? ¿No es suficiente el regalo de la salvación a través de la sangre del propio Hijo de Dios para rebosar hasta el tope nuestros corazones de una eternidad de eternidades? ¿No es suficiente para motivarnos a vivir por Aquel que murió? ¿Qué necesidad tenemos de otras promesas? ¿Viviremos para Él con gran celo porque Él nos promete no sólo la salvación sino la sanidad, la tranquilidad de vida, la riqueza y el honor? ¿Qué son cualquiera de estas cosas comparadas con el regalo de la salvación y de conocerlo a Él? Pongamos distancia con aquellos que busquen persuadirnos de la devoción, prometiéndonos otras cosas distintas a Jesús Cristo. Si todos a los que alguna vez ha amado son arrancados de usted, y su cuerpo yace en un montón de estiércol, y su nombre fuese vilipendiado tanto por sus amigos como sus enemigos, aun así debe encontrar la devoción que necesita para amar, alabar y servirlo a Él en esta única cosa: Él derramó Su propia sangre por su alma. Esta única y santa pasión alimenta una pura e incorruptible religión. ¿Por qué es entonces que la promesa de salvación eterna por sí sola no parece tener el poder de antes para atraer a los hombres a Cristo? ¿Por qué está el hombre moderno más interesado en cómo el evangelio puede ayudarlo en la vida presente? Primero, es debido a que los predicadores ya no predican acerca de la certeza del juicio y los peligros del infierno. Cuando los predicadores enseñan estas cosas bíblica y claramente, los hombres comienzan a ver que su mayor necesidad es ser salvados de la eterna condenación, y las necesidades más “prácticas” de su época presente se vuelven triviales comparativamente. Segundo, debemos entender que la gran mayoría de los hombres en las calles y en el banco de la iglesia son carnales, y los hombres con mentalidad carnal atesoran este mundo por sobre el siguiente. Tienen poco interés en las cosas de Dios y la eternidad.[14]

Muchos están prestos a asistir a una conferencia sobre autoestima o auto-realización que a escuchar un sermón sobre santificación, sin el cual nadie verá al Señor.[15] ¡Muchos recorrerán la tierra y el mar para encontrar una mejor vida ahora pero no atravesarían la calle para asistir a una serie de reuniones sobre el valor infinito de Cristo o los sufrimientos del Calvario! Aunque es verdad que el evangelio puede y a menudo sí mejora nuestro estado y condición de vida, como administradores del evangelio, debemos evitar la tentación de atraer a los oyentes y congregantes con ningún otra promesa o proposición que no sea Jesús Cristo y la vida eterna. Aunque sería muy extremo en esta época moderna del evangelismo, haríamos muy bien en gritar a las masas: “Jesús le promete dos cosas: una salvación eterna en la cual esperar y una cruz en la cual morir”. [16] El Espíritu y la novia dicen: “Ven”.[17] SUJETÁNDOSE AL EVANGELIO La doctrina de la perseverancia de los santos es una de las verdades más preciosas para el creyente que la entiende.[18] Es de gran alivio y estímulo saber que Aquel que comenzó su buena obra en nosotros la finalizará.[19] Sin embargo, esta doctrina ha sido groseramente pervertida, volviéndose el principal instrumento de la falsa confianza para innumerables individuos que son aun inconversos y permanecen en sus pecados. Este es un “decir duro”, pero es sin embargo verdadero. En la cita, al comienzo del capítulo, el apóstol Pablo escribe, “ustedes son salvos si perseveran la palabra”. La palabra “si” introduce una cláusula condicional que no debemos ignorar y no podemos remover. La lógica es clara: una persona es salva si persevera en el evangelio, pero si no persevera, no es salvo. Esta no es una negación de la doctrina de la perseverancia sino más bien una explicación de ella. Ninguno de aquellos que creen verdaderamente en la salvación estará alguna vez perdido para una eterna destrucción. La gracia y el poder de Dios que los salvó también los mantendrá hasta el día final. Sin embargo, la evidencia de que ellos han creído verdaderamente es que ellos continúan en las cosas de Dios y no se vuelven de él. Aunque aún tendrán batallas contra la carne y serán objeto de muchas flaquezas, el curso completo de sus vidas revelará un definitivo y notable progreso en la fe y la santidad. Su perseverancia no los salva o los hace objeto de gracia, pero si revela que son objetos de gracia que han sido verdaderamente salvados por la fe. Dicho sencillamente, la prueba o validación de una genuina conversión es que uno que profesa la fe en Cristo persevera en esa fe y crece en santificación a través del curso completo de su vida. Si una persona profesa fe en Cristo y aun así se aparta o no progresa en santidad, eso no significa que haya perdido su salvación. Revela que nunca se convirtió verdaderamente.

Esta verdad sobre la salvación es manifiesta en el curso completo de las enseñanzas de las Escrituras. Jesús enseñó que aquel que perdura en su fe hasta el final será salvo.[20] En la parábola del sembrador, Él explicó que aunque muchos parecían abrazar el evangelio del reino, muchos caerían por causa de la aflicción, persecución, los problemas del mundo, y el engaño de las riquezas. [21] El apóstol Juan, refiriéndose a aquellos que dejaron la iglesia en Éfeso, escribió, “Ellos se alejaron de nosotros, pero ellos no eran de nosotros, porque si hubiesen sido de nosotros, hubieran continuado con nosotros; pero se fueron para que se manifestara que ninguno de ellos era de nosotros”. [22] Una vez más, es importante notar que estas escrituras no son una negación de la seguridad del creyente en Cristo. El hijo verdaderamente regenerado de Dios continuará en la fe hasta el fin debido a la fidelidad y poder de Aquel que comenzó su buena obra en él. [23] No obstante, estas advertencias tienen una función importante en la fe cristiana y no deben ignorarse. Nos ayudan a discernir la diferencia entre una conversión verdadera o falsa, y funcionan como una advertencia para el creyente para aplicar toda diligencia en hacer su llamado y elección segura. [24] Estas advertencias son especialmente relevantes a la luz del presente estado del evangelicalismo en el Occidente, y tienen implicancias tremendas y de largo alcance para muchos que profesan la fe en Cristo. Hay muchos que creen que son salvos y completamente cristianos porque alguna vez oraron y pidieron a Jesús venir a sus corazones. Sin embargo, no continuaron en su fe. Nunca salieron del mundo, o si lo hicieron, rápidamente volvieron a él. No poseen una realidad práctica del temor de Señor. No hay fragancia ni divina gracia en sus vidas. No muestran ninguna evidencia exterior de su transformación interior. No hay ni tan siquiera un indicio de la disciplina divina que Dios provee a Sus Hijos.[25] Ellos permanecen seguros de su salvación por una decisión que tomaron en el pasado y creen que su oración fue verdaderamente sincera. No importa cuán popular esta creencia sea, no tiene bases bíblicas. Es verdad que la conversión sucede en un momento específico del tiempo cuando los hombres pasan de la muerte a la vida a través de la fe en Jesús Cristo. [26] No obstante, la seguridad bíblica que una persona ha pasado de muerte a vida encuentra sus bases no solamente al examinar el momento de conversión sino en el examen de toda su vida a partir de ese momento. En medio de la gran carnalidad, el apóstol Pablo no pidió a los corintos re-evaluar su experiencia de conversión en el pasado sino que los exhortó a examinar sus vidas en el presente.[27] Bien haríamos en seguir la guía de Pablo al aconsejar a los supuestos conversos. Deben saber –y nosotros debemos enseñarles- que la evidencia de una obra salvítica

genuina de Dios en el pasado es la continuación de ese trabajo en el presente y hasta ese día final. Somos salvos si perseveramos en la palabra que nos fue predicada. Podemos tener poca o ninguna seguridad de salvación si ese no es el caso. Esta única simple verdad bíblica, si predicada apropiadamente con convicción y compasión, demolería la falsa seguridad de multitudes incontables en las bancas de la iglesia y resultaría en la salvación de muchos. Oh, que Dios levante hombres que entiendan que la falsa seguridad es una de las más grandes enfermedades de nuestra época y la plaga que no hace más que arruinar el testimonio de la iglesia. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que los grandes campos misioneros en el Occidente son los bancos de nuestras iglesias cada domingo en la mañana? ¿Cuándo reconoceremos que nuestro tratamiento superficial del evangelio, nuestra ignorancia de la naturaleza de la verdadera conversión, y nuestro rechazo a practicar la disciplina de la iglesia compasiva nos conduce a este gran y mortal engaño? Notas al pie [1] David E. Garland, 1 Corinthians, Comentario Exegético sobre el Nuevo Testamento, Baker (Grand Rapids: Baker 2003), 682. [2] Rom. 4:20-22. 20 Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, 21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; 22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia. [3] Rom. 5:1- Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; [4] Efe 2:10. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Fil. 2:13. porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. [5] Rom 8:29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. [6] Fil. 1:6: estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; [7] Rom 8: 28-30. [8] Rom 1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Rom. 10:13. porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. [9] 1 Ped 1:9. obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

[10] Efe 2:1-3. Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Rom 3:10-19. 10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 13 Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 14 Su boca está llena de maldición y de amargura. 15 Sus pies se apresuran para derramar sangre; 16 Quebranto y desventura hay en sus caminos; 17 Y no conocieron camino de paz. 18 No hay temor de Dios delante de sus ojos. 19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; [11] Rom. 5:6-10. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. [12] Efe 2:13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. [13] Efe 1:7. [14] Rom. 8:15. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !! Abba, Padre! [15] Heb 12:14. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor [16] Este llamado no es original del autor, pero él escuchó estas palabras muchos años atrás cuando asistió a una serie de reuniones lideradas por Leonard Ravehill [17] Apo. 22:17. Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. [18] El Resumen de Principios, la primera confesión los bautistas oficialmente respaldan, describe la doctrina de la perseverancia: “Aquellos a quien Dios ha aceptado in el Amado, y santificados por Su Espíritu, nunca totalmente ni finalmente se apartarán del estado de gracia, sino que ciertamente perseverarán hasta el fin”. [19] Filipenses 1:6. estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; [20] Mat. 24:13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

[21] Mat. 12:21-22. 21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. 22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. [22] 1 Jn 2:19 Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. [23] Filipenses 1:6 – Ver nota 19 [24] 2 Ped 1:5-10. 5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. [25] Heb. 12:8. Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. [26] Juan 5:24. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. [27] 2 Cor 13:5. Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?

CAPITULO CUATRO: UN EVANGELIO DE PRIMERA IMPORTANCIA “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí” 1 Corintios 15:3 No existe ninguna palabra o verdad de mayor importancia que la del evangelio de Jesús Cristo. Las Escrituras están llenas de muchos mensajes y el menor entre ellos es más valioso que la riqueza combinada del mundo y más importante que los grandes pensamientos alguna vez formados en la mente del hombre. ¿Si el mismo polvo de las Escrituras es más valioso que el oro, cómo podemos calcular el valor o importancia del evangelio?[1] Aun entre las Escrituras, el mensaje del evangelio no tiene parangón. La historia de la creación, aunque delineada con esplendor, se inclina ante el mensaje de la cruz. La ley de Moisés y las palabras de los profetas apuntan lejos frente a este singular mensaje de redención. Aún la segunda venida, aunque llena de maravillas, permanece a las sombras del evangelio. No es una exageración decir que el evangelio de Jesucristo es el gran y esencial mensaje, la acrópolis de la fe cristiana, y la fundación de la esperanza del creyente.[2] ¡No existe nada más importante, nada más útil, y nada más tan necesario para la promoción de la gloria y el reino de Dios! Tomando del lenguaje de Proverbios, apropiadamente podemos decir del evangelio: “Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. Es más precioso que los rubíes, y todas las cosas que pueda desearse no se comparan con él”[3] Siendo esto verdad, comprender el evangelio debe ser nuestra gloriosa compulsión. Es una tarea imposible pero vale cada onza de esfuerzo que apliquemos –porque allí encontraremos las riquezas de Dios y cada verdadero gozo para el creyente. Vale que nos retaquemos de cualquier esfuerzo menor o placer inferior de aquel que podríamos encontrar en las profundidades de las gracias de Dios reveladas en este único mensaje. Job 28: 1-19, contiene una hermosa ilustración de tal pasión: Ciertamente hay una mina de plata y un lugar donde se refina el oro. Se extrae el hierro de la tierra, y el cobre se funde. El hombre pone un fin a la obscuridad y busca cada recoveco por oro en la oscuridad y en la sombra de muerte. Abre minas en lugares deshabitados, en lugares olvidados por donde el pie no pasa. Son suspendidos y balanceados de aquí para allá. De la tierra proviene el pan y debajo de ella está el fuego, sus piedras son la fuente de zafiros y polvo de oro. Ese camino no lo conoce ningún pájaro, ni el halcón ha puesto sus ojos en él. El orgulloso león no lo

pisó ni tampoco el fiero pasó sobre él. Pone sus manos en el pedernal, vuelca las montañas en sus raíces. Aun en los tiempos antiguos de Job, había hombres que estaban ansiosos de ir a los límites extremos, de privarse de la vida en la superficie para cavar la roca sólida en la penumbra y profunda oscuridad, arriesgar su vida y miembros, sin dejar ninguna piedra revuelta en su búsqueda por los tesoros de esta tierra. ¿Cuánto más deberíamos nosotros, que hemos sido iluminados por el Espíritu Santo y saboreado la buena Palabra de Dios y los poderes de los tiempo por venir, estar deseosos de abandonar las cosas de menor gloria para buscar las glorias de Dios en el evangelio de Jesucristo? [4] ¿Por qué, entonces, una pasión verdadera por el evangelio es tan escasa entre el pueblo de Dios? UN EVANGELIO INSIPIDO Primero debemos entender que el evangelio que fue “una vez por todas entregado a los santos” ha pasado por muchas revisiones y reducciones en las generaciones recientes.[5] Cuando consideramos las Escrituras, rápidamente notamos una gran diferencia en contenido y calidad entre el evangelio apostólico y nuestra versión más contemporánea. Aun cuando leemos el evangelio predicado por los Reformistas, los Puritanos, Edwards, Whitefield, Spurgeon e incluso aquellos tan recientes como Martyn Lloyd-Jones, rápidamente nos damos cuenta que hoy día tenemos escasamente los huesos de la proclamación del hermoso evangelio que ellos manifestaron y redujeron a unas pocas leyes espirituales y a un “Camino Romano”[6]. Hemos hecho de él una declaración de credo simple, fácil de entender que amputa mucha de su belleza original y deja poca gloria a ser admirada o a ser más explorada. Es verdad que Dios tiene un plan, que somos pecadores y que Cristo murió y resucitó y que podríamos ser salvos por fe, pero memorizar estas declaraciones no significa que conozcamos o entendamos el evangelio. ¡No debemos dejar tales preciosas piedras sin volcar! Animales inferiores pueden aprender mímica y repetir, no obstante, nosotros, debemos investigar las Escrituras y descubrir el significado de estas cosas. Como mineros debemos estar deseosos de impulsarnos a los límites más lejanos, privarnos de los gozos temporales y cavar a través de incontables horas de estudio y oración para ganar el premio del conocimiento del evangelio. De otra forma, siempre seremos personas de corazón sordo por la ignorancia que está en nosotros. [7] Debemos volver nuestra mirada a la roca de la cual fuimos tallados[8] ¡Debemos buscar redescubrir el viejo evangelio, a ser recapturados por él, y a predicarlo con pasión como el pueblo que conoce a su Dios y entiende lo que Él ha hecho por ellos! [9]

UNA POBRE VISIÓN DEL EVANGELIO Una segunda razón del por qué el pueblo de Dios carece de pasión por el evangelio hoy en día es que muchos lo estiman como poco más que el Cristianismo[10], o el paso del niño dentro de la fe que es rápidamente dominado y abandonado por cosas más profundas. Nada podría estar más lejos de la verdad. El evangelio es lo “profundo” del Cristianismo! La Escatología y el libro del Apocalipsis se harán más claros en la segunda venida pero nosotros nunca dominaremos o entenderemos completamente la gloria de Dios en el evangelio de Jesús Cristo. Cualquiera que piense que conoce suficientemente bien el evangelio para abandonarlo y continuar en cosas más grandes haría bien en seguir la advertencia del apóstol Pablo: “Si alguno piensa que sabe algo, no sabe nada de lo que debe saber” (1 Cor. 8:2). Si tuviéramos el poder de llamar a los más grandes teólogos y predicadores de la historia, todos ellos testificarían que fueron bebés en el evangelio durante su peregrinaje terrenal. Se unirían con el hombre sabio de Proverbios que exclamó: “Por seguro soy más estúpido que cualquier hombre, y no tengo el entendimiento de un hombre. Tampoco he aprendido de la sabiduría y no tengo conocimiento del Santísimo”.[11] Debemos entender que nuestro viaje por el evangelio durará más allá del curso de nuestra vida y en mil eternidades. Con cada nueva verdad que descubrimos, la gloria del evangelio nos capturará más y más hasta que consuma nuestros pensamientos y gobierne nuestra voluntad. Puede preguntarse si hay algo que valga la pena, algo lo suficientemente grande para captar su atención. Ánimo! El evangelio es mucho más de lo que puede habérsele dicho y contiene una gloria que no puede extinguirse. De hecho, pasaremos una eternidad intentando rastrear toda la gloria que es contenida en este singular mensaje, y después de una eternidad de eternidades habrá aún infinita gloria por descubrirse. El evangelio será siempre la cosa dentro de la cual los ángeles y los redimidos añoran mirar![12] Recuerde esto: usted debe estar siempre creciendo en el evangelio y en su conocimiento de él. El cristianismo no es 101 sino Cristianismo de la A a la Z. No ha dominado el evangelio, y no lo hará, pero él sí a usted! UNA FALTA DE INSTRUCCIÓN EN EL EVANGELIO Una tercera razón por la falta de pasión por el evangelio entre el pueblo de Dios nace de una presunción incorrecta y mortal: asumimos que el pueblo de Dios, aún los ministros de Dios, entienden el evangelio y, por lo tanto, rehusamos a instruirnos en el evangelio. Sólo permitamos que la instrucción sea prioridad. Cuando un nuevo convertido viene adelante y hace pública su profesión de fe, cuánto tiempo se dedica a instruirlo en el evangelio? A menudo alguien lo aconseja por unos pocos minutos siguiendo una pauta paso a paso de un tratado evangelístico y luego es puesto en una

clase de discipulado para aprender una guía práctica de la vida cristiana. Cuánta instrucción respecto del evangelio escucha desde el púlpito? Es posible que se sentara toda su vida en una banca sin escuchar nunca sermones dedicados a dar una explicación apropiada y específica de lo que sucedió en el Calvario y en la tumba vacía. Si siente el llamado al ministerio, a cuántas clases asistirá en el seminario y que estarán únicamente dedicadas al contenido y aplicación del evangelio? Uno tendría que sondear el currículum de muchas instituciones religiosas antes de encontrar tan siquiera una clase que esté específicamente dedicada a tal propósito. Antes del reinado del santo rey Josías, la ley de Dios se había perdido en el templo por muchos años.[13] Ha ocurrido lo mismo con nosotros? Se ha perdido el evangelio entre los evangélicos? UN EVANGELIO DESCUIDADO EN LAS PRÉDICAS Una cuarta y última razón para la falta de pasión por el evangelio en las bancas es la falta de pasión por el mismo en el púlpito. El ministro de Cristo está por sobre todos los ministros del evangelio de Cristo. Es nuestra gran mayordomía, privilegio y carga. [14] Aunque somos barcos terrenales, frágiles y quebrados, portamos el más precioso tesoro que el cielo y la tierra jamás hayan alguna vez conocido.[15] Dios nos ha apartado para habitar en su presencia. Nos llama a usar una gran parte de nuestros días buscando Sus misterios y revelándoselos a otros a través de la palabra predicada. Aunque muchos predicadores hoy se han apartado de su principal llamado de conocer a Dios y hacerlo conocido. El estudio es estéril y el lugar de oración está cerrado. El ministro no es ya más un hombre de Dios sino un hombre para los hombres. El mensaje del predicador no es ya más “Así dijo el Señor” sino que viene con un mensaje que nace de cuestionarios y de su supuesto conocimiento de las necesidades de la congregación. No puede decir junto con el profeta Elías “Como el Señor de los ejércitos vive, en cuya presencia estoy” ni tampoco pararse delante de la congregación como uno que es enviado de Dios.[16] Nosotros, que ministramos en el nombre de Cristo, no somos llamados a ser entrenadores de la vida espiritual, facilitadores o charlistas motivacionales- somos predicadores! Sólo porque el mundo se burla de ese título, y sólo porque hay incontables charlatanes, que les dan buenas razones para hacerlo, ello no significa que debamos despreciar el manto que Cristo ha puesto sobre nosotros. Somos predicadores, y sobre todo, somos predicadores del evangelio. No debemos ser seducidos por un propósito menor meramente porque éste tiene la aprobación del mundo. No debemos ser alejados de nuestras salas de estudio y oración, sino que debemos disciplinarnos a nosotros mismos con el propósito de la santidad.[17] Debemos ser diligentes en presentarnos a nosotros mismos aprobados a Dios como

obreros que no necesitan avergonzarse, manejando con exactitud la palabra de verdad.[18] Debemos tomar los dolores de estas cosas, debemos ser absorbidos por estos de forma que nuestro progreso sea evidente para todos.[19] Nunca debemos desatender, descuidar el don espiritual que está en nosotros, sino darnos a nosotros mismo a la lectura pública de la Escritura, en exhortación y enseñanza.[20] Seamos como los apóstoles de antaño que declararon en la cara de muchos otras necesidades válidas. “No es deseable que abandonemos la palabra de Dios y sirvamos las mesas.. pero persistiremos continuamente en la oración y el ministerio de la palabra”[21]. Como los antiguos mineros en los días de Job, debemos impulsarnos a nosotros mismos al límite más lejano, aun privarnos a nosotros mismos de la vida de superficie, para cavar en la roca sólida, en la penumbra y la oscuridad profunda, de forma que podamos descubrir los infinitos tesoros del evangelio de Jesucristo y los pongamos delante del pueblo de Dios. Esta es el gran y único medio de encender el púlpito y las bancas. Notas al pie [1] Job 28:6 Lugar hay cuyas piedras son zafiro, Y sus polvos de oro. [2] Acrópolis es de la palabra griega akro que significa “alto” y polis que significa “ciudad”. El evangelio es el punto alto de la fe cristiana, su ciudad fortificada. [3] Prov. 3:14-15. [4] Heb. 6:4-5. 4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero. [5] Judas 3 Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. [6] 1 Tim 1:11 según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado. [7] Efe 4:18. teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; [8] Isa 51:1 Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. [9] Daniel 11:32 Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará. [10] 1 Cor 8:2 Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo [11] Prov. 30: 2-3 Ciertamente más rudo soy yo que ninguno, Ni tengo entendimiento de hombre. 3 Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo. [12] 1 Ped 1:12. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles. [13] 2 Cro 34:14-21. 14 Y al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés. 15 Y

dando cuenta Hilcías, dijo al escriba Safán: Yo he hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. Y dio Hilcías el libro a Safán. 16 Y Safán lo llevó al rey, y le contó el asunto, diciendo: Tus siervos han cumplido todo lo que les fue encomendado. 17 Han reunido el dinero que se halló en la casa de Jehová, y lo han entregado en mano de los encargados, y en mano de los que hacen la obra. 18 Además de esto, declaró el escriba Safán al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me dio un libro. Y leyó Safán en él delante del rey. 19 Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos; 20 y mandó a Hilcías y a Ahicam hijo de Safán, y a Abdón hijo de Micaía, y a Safán escriba, y a Asaías siervo del rey, diciendo: 21 Andad, consultad a Jehová por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron la palabra de Jehová, para hacer conforme a todo lo que está escrito en este libro. [14] 1 Cor 4:1. Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios. 1 Tim 1:12. Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, 1 Ped 1:12 (ver Nota N° 12….) 1 Cor 9:16 Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y !!ay de mí si no anunciare el evangelio! [15] 2 Cor 4:7. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, [16] 1 Rey 18:15. Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él. Juan 1:6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan [17] 1 Tim 4:7-8. 7 Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad; porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. [18] 2 Tim 2:15. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. [19] 1 Tim 4:15 Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. [20] 1 Tim 4:13-14. 13 Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 14 No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. [21] Hech 6:2-4 2 Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. 4 Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.

CAPÍTULO CINCO: UN EVANGELIO HEREDADO Y ENTREGADO Porque les entregué aquello que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras 1 Corintios 15: 3-4 De la cita arriba, aprendemos dos importantes verdades sobre el evangelio. Primero, no es el resultado de la invención humana sino de hombres movidos por el Espíritu Santo.[1] Es así que contiene la autoridad total de las Escrituras ya que es un mensaje inspirado por Dios.[2] Segundo, fue un mensaje entregado de una vez por todas a todos los santos, y cada generación de cristianos es responsable de legarlo inalterado a la generación siguiente.[3] UN EVANGELIO LEGADO Cuando el apóstol Pablo escribe que “recibió” el evangelio, hace una declaración de una revelación especial. No fabricó este mensaje, tampoco lo tomó prestado de otros. Más bien, vino a él a través de una revelación extraordinaria de Jesucristo. En Gálatas 1:11-12, Pablo describe esta experiencia con gran detalle: “pero les comunico, hermanos, que el evangelio que me fue predicado no es de acuerdo al hombre; porque ni lo recibí de un hombre ni tampoco me fue enseñado, sino que vino a través de la revelación de Jesucristo”. El propósito de Pablo al relatar esta experiencia única es demostrar que su evangelio tiene un origen divino. No escribía para exaltarse a sí mismo o sugerir que este evangelio era algo diferente de lo que había sido dado a otros apóstoles o a la iglesia como un todo. De hecho, más adelante relata en la misma carta que había entregado su evangelio a aquellos que eran de alta reputación en la iglesia de Jerusalén y que ellos no lo habían corregido o habían contribuido en algo a su entendimiento.[4] Con todo esto, Pablo pretende demostrar que existe tan sólo uno y verdadero evangelio. Nació en el corazón de Dios y lo heredó a la iglesia a través de los apóstoles. Es una palabra eterna e inmutable que trasciende el tiempo y la cultura. No es para ser modificado o adaptado para agradar el gusto de distintas culturas o épocas, sino para mantenerlo en la más alta consideración como una verdad absoluta e inmutable. Por esta razón, nosotros que nos hemos vuelto recipientes y mayordomos del evangelio debemos aprender a manejarlo con gran cuidado, aún con temor. Judas, el medio hermano del Señor, nos exhortó a contender seriamente por este evangelio de fe que de una vez y por todas fue heredado a los santos, y el apóstol Pablo nos exhortó a guardarlo como un tesoro que nos ha sido confiado.[5] Fue aún más lejos al

pronunciar una maldición sobre cualquier hombre o ángel que alterara su contenido por cualquier razón: “Pero si aún nosotros, o un ángel del cielo, predica cualquier otro evangelio que aquel que les hemos predicado, que sea maldito. Como antes dijimos, asimismo digo ahora, si cualquiera predica cualquier otro evangelio que aquel que ustedes han recibido, que sea maldito”.[6] Cada generación de cristianos debe saber que han heredado un evangelio eterno.[7] Como mayordomos, es nuestra tarea preservar ese evangelio sin adiciones, restas o cualquier clase de modificación. Alterar el evangelio en cualquier forma es traer una maldición sobre nosotros mismos y heredar un evangelio corrupto a las siguientes generaciones. Por esta razón, el apóstol Pablo advirtió al joven Timoteo a esforzarse con las verdades que le fueron confiadas, y Pablo le prometió que así haciéndolo, él aseguraría la salvación, para él mismo y para quienes lo escucharan.[8] Nosotros quienes hemos recibido el evangelio tenemos una obligación de temer para entregarlo en toda su plenitud y pureza apostólica. Esta obligación no es sólo con Dios sino con nuestra propia generación y las generaciones que vendrán. El apóstol Pablo declaró a la iglesia en Roma que era un “deudor, de ambos los griegos y los bárbaros; de ambos el sabio y del iletrado.[9] De una manera similar, nosotros somos también deudores de todos los hombres que viven y de todas las incontables generaciones de hombres que aún pueden venir. En la medida en que seamos fieles al evangelio, seremos como luces brillando en la oscuridad y la fuente de bendición para las generaciones que vendrán. En el grado contrario, seremos enemigos de la cruz de Cristo, piedras de tropiezo en el medio del reino, y culpables del naufragio de la fe de muchos. [10] Como ministros del evangelio, se ha puesto sobre nosotros una confianza que es tan terrible como maravillosa. ¿Quién es apropiado para estas cosas? ¿Quién es competente para tal tarea?[11] Sabiendo la seriedad de nuestro cargo, seamos diligentes para presentarnos aprobados ante Dios como obreros que no necesitan avergonzarse porque hemos tomado cuidadosamente la palabra de verdad. [12] Imitemos a Esdras, el escriba, quien “había preparado su corazón para buscar la Ley del SEÑOR y cumplirla, y enseñar los estatutos y ordenanza en Israel”.[13] Sigamos el ejemplo del buen sacerdote a quien Dios honró a través del profeta Malaquías: “Él me temió y fue reverente a Mi nombre. La ley de la verdad estaba en su boca, y la injusticia no fue hallada en sus labios. Caminó conmigo en paz y equidad, se volvió de la iniquidad. Porque los labios de un sacerdote deben guardar el conocimiento, y la gente debe buscar la ley de su boca; porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos”[14]

Existe algo peor que mantener nuestro silencio mientras los perdidos de este mundo corren de cabezas al infierno: el crimen de predicar un evangelio diferente de aquel que fue entregado a los santos. Por esta razón, debemos rehuir el evangelio del evangelismo contemporáneo, porque es un evangelio insípido, culturalmente esculpido, truncado que permite a los hombres mantener una forma de santidad mientras niegan su poder, que profesa conocer a Dios mientras lo niegan en sus obras, y llamar a Jesús “Señor, Señor” mientras no hacen la voluntad del Padre.[15] ¡Aflicción venga sobre nosotros si no predicamos el evangelio, pero aún mayor aflicción si lo predicamos incorrectamente![16]

UN EVANGELIO ENTREGADO APROPIADAMENTE Las leyes del Antiguo Testamento contienen muchas prohibiciones relativas a las mezclas de cualquier clase.[17] Cuando dos tipos de cualquier cosa se mezclan, sus distinciones se desdibujan, y ambos se pierden. Lo mismo puede ser dicho del evangelio. El evangelio lo es todo en el cristianismo y en las Escrituras, pero no todo en el cristianismo o las Escrituras es el evangelio.[18] La sanación física, un matrimonio sólido y el cuidado providencial de Dios, aunque fundado en y fluyendo del evangelio, no son el evangelio. Para un ministro es una cosa muy peligrosa pensar que todo lo que predica es el evangelio de Jesucristo, o que todo en su ministerio podría llamarse ministración evangélica. El evangelio es un mensaje muy específico de las Escrituras y este texto lo define clara y concisamente: Porque les entregué aquello que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.[19] En las mismas palabras de Pablo, aprendemos que el evangelio de Jesús Cristo es importante por dos grandes pilares: Su muerte y Su resurrección. La referencia a su entierro es importante por dos razones. La primera es que las Escrituras profetizaron Su muerte y la profecía debía cumplirse.[20] La segunda es que valida o prueba Su muerte y establece el trabajo preliminar de Su resurrección y ascensión. Fue sepultado porque Él realmente murió y como su muerte era real, así fue también Su resurrección. A medida que avancemos en este trabajo, consideraremos estas grandes verdades del evangelio, pero por ahora tenemos tan sólo un objetivo: demostrar que se nos requiere no sólo proclamar estas verdades sino también explicarlas. Cuando predicamos o comunicamos el evangelio de cualquier forma, haríamos bien en preguntarnos a nosotros mismos cuánto de su contenido esencial estamos realmente entregando. Muchos pueden citar de corazón los tres hechos listados en nuestro

texto del evangelio: Cristo murió, fue enterrado y resucitó. Sin embargo, ¿cuántos entienden lo que estas cosas quieren decir? ¿Y por qué tan raramente son explicadas desde el púlpito? ¿Tenemos una mirada tan pobre del evangelio que pensamos no merece una explicación detallada? ¿O tenemos una mirada tan superficial del evangelio que pensamos no requiere explicación? Quizá asumimos que todos entienden el evangelio y no se requiere ninguna explicación. COMPONENTES DE UNA PREDICA CENTRADA EN EL EVANGELIO El poder de las palabras está en su significado. No es suficiente citar algunas proposiciones del evangelio de memoria, sino debemos también trabajar diligentemente en explicarlas. Por esta razón, el evangelista debe ser un escriba, y un predicador debe también ser un maestro. ¡Nuestra audaz proclamación de la muerte y resurrección de Cristo debe incluir una explicación bíblica, razonada y clara de lo que estas cosas significan exactamente! Las siguientes cuatro aplicaciones nos entregan prueba de esta necesidad. Primero, predicar el evangelio requiere que proclamemos audazmente a los hombres que Cristo murió por sus pecados. Aunque no existe duda alguna que el Espíritu Santo puede usar estas cinco palabras para salvar al más vil de los hombres, no existe base en la Escritura para asumir que debamos dejar esta verdad en extremo importante sin explicación.[21] Los hombres no pueden entender adecuadamente el significado de la muerte de Cristo a menos que también entiendan algo sobre su propio pecado. Por lo tanto, debemos esforzarnos en hacer que ellos sepan no sólo la naturaleza del pecado y su propia pecaminosidad, sino que también debemos luchar para enseñarles sobre el carácter recto de Dios y Su respuesta al pecado de cada clase y magnitud. Debemos hacer esto con una mezcla de franqueza y compasión, del mismo modo que un doctor busca explicar la gravedad de la enfermedad de su paciente de forma que pueda ser inducido a buscar una cura sin demora. [22] Este trabajo preliminar, o “el arado del corazón humano”, es una necesidad absoluta en la prédica verdadera del evangelio. Debemos recordar que fue sólo después de la gran proclamación del Señor de Sus propios atributos que Moisés “se apresuró, bajo su cabeza a tierra y adoró” [23]. Y fue sólo después de que Dios reveló a Pablo sus justos requerimientos de la ley, que su pecado fue expuesto, que su propio sentido de justicia fue destruido, y se convirtió.[24] Segundo, la prédica del evangelio requiere que digamos a los hombres que Cristo murió de acuerdo a las Escrituras. Aunque esta es una de las más poderosas declaraciones en las Escrituras, su impacto en el corazón del hombre se incrementa exponencialmente en la medida en que la prédica del evangelio despliega apropiadamente sus verdades y hace sus implicancias conocidas. De este modo,

debemos trabajar con las Escrituras para explicar a los hombres la exacta naturaleza y las implicancias de la muerte de Cristo. Cristo murió no sólo a causa de nuestros pecados sino también por el carácter de Dios – Él es justo y no puede justificar o perdonar a los malvados sin primero satisfacer la demanda de Su justicia en ellos.[25] Cristo no sólo murió sino que tomó el lugar de Su pueblo, cargó sus culpas, sufrió la ira de Dios y vertió Su sangre.[26] A través de su sufrimiento, la justicia divina fue satisfecha y la ira de Dios apaciguada, de forma que Dios ahora es justo y justificador de todos quienes ponen su fe en Él.[27] Casi todos los trabajos teológicos clásicos sobre la cruz de Cristo identifican y explican estas verdades a través de doctrinas como la redención, la sustitución penal, propiciación y expiación. Estas doctrinas no son extravagantes, innecesarias o inaccesibles sino que son las verdades esenciales del evangelio. Pueden y deben ser predicadas a todos los hombres, creyentes y no creyentes de igual forma. ¡Aquellos que puedan argüir que son demasiados profundas para que una persona común las entienda, están apropiándose del lenguaje de los antiguos papas que quemaron biblias porque declararon que el pueblo de Dios era demasiado ignorante para leerlas! Tercero, la prédica del evangelio requiere que digamos a los hombres que Cristo se levantó de la muerte al tercer día. Sin embargo, para que esta proclamación influya en los hombres del siglo veinte, debemos también exponer el resultado e implicancias de la resurrección. ¡Debemos proclamar a los hombres que la resurrección fue la vindicación pública de Dios de la filiación divina de Jesús, y fue la señal de que Él ha aceptado la obra redentora de Cristo por cuenta de Su pueblo![28] Debemos explicar cómo la resurrección sienta las bases para la ascensión de Cristo y es la evidencia de que Dios ha hecho a este mismo Jesús, a quien nosotros crucificamos, para ser ambos, Señor y Cristo.[29] Debemos compartir que Dios ha extremadamente exaltado a Cristo y le ha dado un nombre que es por sobre todo nombre, de forma tal que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla y toda boca confiese que Él es el Señor.[30] ¡Debemos advertir a los hombres que la resurrección de Cristo no sólo prueba que el mundo tiene un Salvador sino también que el universo tiene un Rey que reinará hasta que todo Su pueblo sea reunido y Sus enemigos sean estrado a sus pies![31] El vendrá nuevamente y juzgará al mundo en justicia.[32] Por lo tanto, todos los hombres, sin importar su estado –mendigo y rey por igual- deben mostrar discernimiento y rendir homenaje al Hijo, no sea que se enoje y ellos perezcan en el camino. ¡Porque Su ira puede enardecerse pronto, aunque bendecidos son todos aquellos que buscan refugio en Él![33] Finalmente, la prédica del evangelio requiere que roguemos a los hombres ir a Cristo. Sin embargo, nuestro ruego debe ser tan bíblico como nuestro mensaje. No debemos

reducir los grandes mandamientos de arrepentimiento y fe a nada más que una repetición de la oración del pecador. Nuestros oyentes deben entender el arrepentimiento como un cambio de mente que incluye no sólo el intelecto sino la voluntad y las emociones. Deben entender la naturaleza de la fe salvadora como “la sustancia de las cosas que se esperan, la evidencia de las cosas que no se ven”, estando completamente seguros de que lo que Dios ha prometido en Jesucristo, Él puede cumplirlo.[34] Más aún, debemos instruir a nuestros oidores de la evidencia de la conversión. Debemos advertirles que un genuino arrepentimiento trae los frutos del arrepentimiento y que la fe sin obras es muerta.[35] Debemos exhortarlos a examinarse a sí mismos y probarse a sí mismos para ver si ellos están en la fe, y son diligentes en hacer su llamado y elección seguros.[36] No debemos sólo predicar a los hombres el evangelio bíblico, ya que la invitación bíblica y la adecuada instrucción deben también venir. ¡No debemos echarlos fuera a la eternidad aferrándose a nada más que la oración del pecador, con sólo nuestras débiles palabras de confianza tintineando en sus oídos! Las breves explicaciones arriba señaladas son sólo fragmentos del inescrutable evangelio de Jesucristo del cual somos responsables de proclamar a las naciones. Debemos decirle a cada criatura lo que Cristo ha hecho, pero también debemos explicar lo que ello significa y lo que ellos deben hacer en respuesta. La proclamación y las palabras que los forman son importantes pero sólo al grado de que ellas sean apropiadamente definidas y aplicadas. Ese es el caso del Evangelio. Es una gran tarea para los cristianos evangelistas, proclamar como un heraldo y exponer como un escriba.[37] En las Escrituras abundan ejemplos. Felipe dirigió al eunuco etíope a Cristo a través de su explicación de las profecías de Isaías.[38] Priscila y Aquila apartaron a Apolo y le explicaron el camino a Dios con exactitud.[39] El apóstol Pablo se encontró con los judíos de Tesalónica por tres sábados consecutivos y razonó con ellos sobre las Escrituras, “explicando y demostrando que el Cristo tenía que sufrir y levantarse de nuevo de la muerte”[40] Finalmente, está el más grande expositor de todos ellos, nuestro Señor Jesucristo, que reveló a Dios -al hombre- en Su encarnación y expuso el Evangelio a Sus perplejos discípulos en el camino a Emaús: “Entonces comenzando con Moisés y con todos los profetas, les explicó las cosas concernientes a Sí mismo en todas las Escrituras”[41] Notas al pie [1] 1 Ped 1:21 Y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. [2] 2 Tim 3:16. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,

[3] Judas 3. Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. [4] Gal 2:1-10. Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. 2 Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. 3 Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; 4 y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, 5 a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros. 6 Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas, a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. 7 Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión 8 (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), 9 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. 10 Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer. [5] Judas v3 (ver nota anterior). 2 Tim 1:14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. [6]Gal 1:8-9. Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. [7] Rev. 14:6. Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, [8] 1 Tim 4:15-16. 15 Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. 16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. [9] Rom 1.14: A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. (Versión Reina Valera 1960). El autor hace mención a la versión original del texto JKV: Biblia del Rey Jaime/Jacobo en su edición del 1611 que es considerada por muchos bautistas independientes como la traducción más fiel de la Biblia [10] Filip. 3:18. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo. Mat 13:41.

Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad. 1 Tim 1:19. manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos. [11] 2 Cor 2:16. a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? [12] 2 Tim 2:15. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. [13] Esdras 7:10. Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos. [14] Malaquías 2:5-7. Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. 6 La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad. 7 Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos. [15] 2 Tim 3:15. que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Tito 1:16. Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra. Mateo 7:21. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. [16] 1 Cor. 9:16. Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y !!ay de mí si no anunciare el evangelio! [17] Levíticos 19:19. Mis estatutos guardarás. No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos con mezcla de hilos. [18] En el sentido de que es la gran verdad esencial del cristianismo y las Escrituras. [19] 1 Cor.15:3-4 [20] Isaías 53:9. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Mateo 27:57-60 57 Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. 58 Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se le diese el cuerpo. 59 Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, 60 y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado

en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. [21] Rom 1:16. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 1 Cor 2:2 Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 2 Tim 2:15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. [22] 2 Tim 2:25 con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad. [23] Exo 34:8. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. [24] Rom 7:9-11. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. 10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató. [25] Prov 17:15. El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Jehová. Exo 34:6-7 6 Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová! !!Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; 7 que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Rom. 3:23-26. 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. [26] Heb 9: 22: Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. [27] Isaías 53: 4-6. 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Isaías 53:10. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su

mano prosperada. [28] Rom. 1:4. que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos. Rom. 4:25 el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación. [29] Hech 2:36. Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. [30] Filip. 2:6-9. 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,. [31] Luc. 20:41-44. 41 Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? 42 Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 43 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 44 David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo? Hech. 2:34-25. 34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Heb. 10:12-13. 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; [32] Hech. 17:31. por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. [33] Sal 2:10-12. 10 Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; Admitid amonestación, jueces de la tierra. 11 Servid a Jehová con temor, Y alegraos con temblor. 12 Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían. [34] Heb 11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Rom. 4:21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; [35] Mat 3:8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento. Sant. 2:14-26. 14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También

los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. [36] 2 Cor 13:5. Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? [37] En esta discusión. Cristiano evangélico literalmente se refiere a cualquier cristiano que predica o comparte el evangelio. [38] Hech 8:26-35. 26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. 27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, 28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías. 29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. 30 Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31 El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca. 33 En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. 34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. [39] Hech 18:26 Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios. [40] Hech 17:3 declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. [41] Jn. 1:18 NASB (New American Standard Bible – Nueva Biblia Standard Americana). A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del

Padre, él le ha dado a conocer. La palabra “explicar” proviene de la palabra griega exegéomai, que quiere decir sonsacar o abrir una enseñanza o verdad. Lucas 24:27 (NASB). Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían En este caso la palabra “explicar” es del griego diermeneúo, que significa desplegar el significado de algo, explicar o exponer.

II. EL PODER DEL EVANGELIO

CAPITULO SEIS: EL EVANGELIO Porque no me avergüenzo del evangelio. Romanos 1:16 Antes de que consideremos la valentía de Pablo al predicar el evangelio, debemos entender algo del evangelio que él predicó. Es un principio fundamental en las comunicaciones definir los términos antes de cualquier debate o discusión. Aclara el campo de juego y permite a los involucrados saber dónde están los otros o lo que quieren decir cuando hablan. Los evangélicos hoy en día definen los términos teológicos de una manera tan amplia que no podemos continuar suponiendo que están todos hablando de la misma cosa aunque estén usando las mismas palabras. Esto es especialmente verdad en lo relativo al evangelio. El primer aspecto valioso de considerar en nuestro texto está definido por el artículo “el”. Pablo no tenía un evangelio particular. No era un evangelio paulino si comparado con el evangelio Petrino o Juanino. [1] Aunque algo de las personalidades de estos apóstoles brilla en su presentación, el evangelio que compartieron era el mismo. Ellos no sabían nada del lenguaje actual que habla de distintas variaciones, versiones y sabores del evangelio como si existiera más de uno.[2] Segundo, Pablo no tenía un evangelio particular a una cierta cultura. No predicó una versión a los judíos y otra a los gentiles. Aunque estaba consciente de las diferencias culturales, su evangelio no fue adaptado para encajar en la cultura o ser menos ofensivo a ella. De hecho, lo ofensivo del evangelio para judíos y gentiles era la cosa misma que puso su vida en constante peligro. Es dudoso que el apóstol Pablo hubiese entendido la abrumadora preocupación del evangelicalismo contemporáneo en la comprensión minuciosa de una cultura específica y que adaptaría su mensaje y metodologías a ella. Pablo entendió que, finalmente, todos los hombres de cada cultura sufren de la misma enfermedad y que tan sólo un mensaje tiene el poder para salvarlos. Por último, Pablo no tenía un evangelio particular a una época distintiva de la historia mundial. Con cada década que pasó en la vida de Pablo, indudablemente hubo cambios significativos en el Imperio Romano, y aun así predicó el mismo evangelio. El mismo evangelio en el día de su muerte como aquel del comienzo de su ministerio apostólico varias décadas atrás. Sin duda, se sorprendería con la convicción cristiana contemporánea de que con cada década que pasa existe una nueva generación de personas que requieren una nueva presentación o adaptación del evangelio.

PARALELOS ENTRE LAS ENSEÑANZAS DE CRISTO Y DE PABLO En las Escrituras es claro que hubo una continuidad ininterrumpida entre lo que Jesús hizo y lo que comunicó a Sus seguidores y lo que Pablo creyó y predicó. “Esta verdad que sostiene bajo el más grande escrutinio. En el evangelio de Jesús, Dios es amor. Él hace Su sol levantarse sobre el malo y el bueno, y envía la lluvia sobre el justo y el injusto igualmente”.[3] En la plenitud de los tiempos, Él dio su demostración de amor más grande al enviar a Su amado hijo a los hombres para que no perecieran sino que tuvieran vida eterna a través de Él. [4] En el evangelio de Pablo, Dios es amor. No lo dejó sin un testimonio de Su misericordia sino que Él hace bien a todos los hombres y les da la lluvia del cielo y las estaciones fructíferas, satisfaciendo sus corazones con alimento y regocijo.[5] En la plenitud de los tiempos, Su amor en su expresión más alta llevó a Su hijo a la muerte por la raza humana caída, mientras éramos pecadores indefensos y enemigos de Dios.[6] En el evangelio de Jesús, los hombres eran malos y estaban esclavizados por el pecado.[7] Son árboles malos portando mala fruta.[8] Ellos odian la luz de la revelación de Dios y van a ella porque temen que sus malas obras sean expuestas.[9] Sus corazones están llenos de malos pensamientos, asesinatos, adulterio, fornicación, robos, falsos testimonios y calumnias. Aún los moralistas más santos y elevados entre los hombre no son nada más que tumbas emblanquecidas llenas de huesos de hombres muertos.[10] Pablo hace la misma acusación en contra de nuestra raza caída: “Porque todos hemos pecado y caído de la gloria de Dios”[11] No hay ningún justo, ni siquiera uno. No hay nadie que entienda o busque a Dios. Le han vuelto la espalda y se hicieron inútiles. No hay ninguno que haga el bien, y no existe el temor a Dios delante de sus ojos.[12] Por esta razón, la ley sirve tan sólo para condenar a los hombres por su pecado, romper la esperanza en su propia justicia, y dejarlos sin ninguna excusa y totalmente dependientes de las misericordias de Dios. [13] En el evangelio de Jesús, todos los inconversos están condenados ante Dios, y Su ira está sobre ellos.[14] Los galileos que murieron en manos de Pilato y los dieciocho sobre los cuales cayó la torre de Siloé no sufrieron estas cosas porque eran más pecadores que otros hombres sino más bien porque todos los hombres merecen el mismo destino y es sólo la divina misericordia que puede guardarlos de ellas. Todos merecen muerte bajo la ira de Dios y morirán en su momento si no se arrepienten. [15] En el evangelio de Pablo, la ira de Dios se revela desde el cielo sobre los hombres incrédulos e injustos, que aplastan la verdad en su injusticia.[16] Aquellos que perseveran con su corazón terco y sin arrepentimiento almacenan contra ellos mismos la ira que será revelada en el día del juicio.[17]

En el evangelio de Jesús, la cruz es la obra más esencial y culminante de la redención. Para Cristo fue necesario sufrir y entrar en Su gloria.[18] “Enseñó a Sus discípulos que debía ir a Jerusalén, padecer muchas cosas, ser asesinado y ser levantado al tercer día.[19] En Getsemaní y el Gólgota, Él reveló que Sus sufrimientos no estaban confinados al maltrato de hombres o demonios.[20] En la cruz, bebió la copa completa de la ira de Dios y murió como un hombre abandonado.[21] En el evangelio de Pablo, el mismo gran tema se plantea en cada página. Pabló predicó a los hombres como una cosa de primera importancia lo que él había recibido también: Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, fue sepultado, y fue levantado al tercer día de acuerdo a las Escrituras.[22] Pablo demostró con grandes e irrefutables pruebas que Cristo fue el portador de los pecados, que fue maldito y que murió bajo la ira de Dios como propiciación de Su Pueblo. [23]Proclamó a Cristo crucificado aun cuando era una roca de tropiezo para los judíos y la estupidez para los gentiles.[24] La cruz no fue un tema menor para Pablo. Lo era todo. La cruz lo mantuvo cautivo y constantemente constreñido.[25] El evangelio de Jesús llama a los hombres arrepentirse de sus pecados y a creer.[26] Jesús promete a aquellos que obedecen al llamado que recibirán vida eterna[27]. Advierte que el resto perecerá bajo la ira de Dios si continúan en su estado de incredulidad y falta de arrepentimiento.[28] El evangelio de Pablo entrega las mismas promesas y advertencias. La solemnidad del apóstol testificó a ambos, judíos y griegos, de la necesidad de arrepentimiento ante Dios y la fe en nuestro Señor Jesús Cristo. Proclamó que Dios había ordenado a todas las personas de cualquier parte a arrepentirse, y advirtió a los hombres a no ser engañados por obras vanas, porque la ira de Dios viene sobre los desobedientes.[29] En el evangelio de Jesús, un discipulado sincero y gravoso siempre acompaña a una conversión genuina. Jesús frecuentemente seleccionó a las grandes multitudes que lo seguían por medio de demandas radicales: “Si alguno viene a Mí y no desprecia a su padre y madre, esposa e hijos, hermanos y hermanas, sí, incluso su propia vida, no puede ser Mi discípulo”[30] E incluso advirtió a Sus propios discípulos: “Si alguno desea venir a Mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y Me siga. Porque cualquiera que desea salvar su vida la perderá, pero cualquiera que pierde su vida por causa Mía, la encontrará”.[31] El evangelio de Pablo contiene las mismas demandas radicales del discipulado. Con respecto a la santidad, Pablo amonesta a los creyentes a salir de este mundo y separarse.[32] Con relación a la justicia, ordena a los creyentes a considerarse a sí mismos muertos al pecado y vivos para Dios como instrumentos de justicia.[33]

Con respecto a la fidelidad, son exhortados a perseverar no obstante las muchas tribulaciones y persecuciones que con certeza vendrán sobre todos los que desean vivir una vida santa en Cristo Jesús.[34] El evangelio de Jesús enseña a los hombres que una mera profesión de fe por sí misma no es una evidencia sólida de la salvación. Jesús advirtió que no todo el que Le dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino sólo aquel que hace la voluntad de Su Padre en el cielo. [35] Fue inflexible con decir que el fruto de la vida de cada uno es la prueba de salvación, y que cualquiera que no trae buenos frutos es cortado y tirado al fuego.[36] El evangelio de Pablo contiene las mismas advertencias solemnes. Amonestó a quienes han profesado su fe en Cristo a examinar y probarse a sí mismos para ver si su fe es verdadera.[37] Advirtió a los hombres sobre tener la apariencia de piedad pero negar su poder, y profesar conocer a Dios pero negarlo en sus obras.[38] Finalmente, el evangelio de Jesús abunda con advertencias sobre el juicio futuro y los terrores del infierno. De hecho, Jesús habló más sobre este terrible asunto más que cualquier otro profeta o apóstoles combinados. De acuerdo a Jesús, el gran día del juicio viene, cuando los hombres serán separados como ovejas y cabras, y una gran multitud oirá “Apártate de Mí, maldito, al fuego eterno preparado por el demonio y sus ángeles”. [39] El tema era tan crucial para Jesús que dio la siguiente advertencia, aún incluso a quienes consideraba como Sus amigos: “Y les digo, Mis amigos, no teman por aquellos que matan el cuerpo, después de eso no tienen nada más que hacer. Pero yo les mostraré a quien deben temer: Teman a aquel que habiendo matado tiene el poder de enviarlos al infierno. Sí, les digo, a ese teman”.[40] El evangelio del apóstol Pablo concuerda con Jesús en el tema del juicio y el infierno. Escribe que los perversos están acumulando la ira para sí mismos que será revelada en el día del juicio justo de Dios y la ira.[41] Advierte a creyentes e inconversos por igual que no deben ser engañados por las palabras vanas de aquellos que negarían la realidad de la divina retribución y la ira. Dios no será burlado. Cualquier cosa que el desobediente siembre, eso cosechará[42]. Como Cristo, Pablo es ambos explícito y sin remordimiento en sus advertencias: “El Señor Jesús es revelado del cielo con Sus poderosos ángeles, en la llama de fuego tomando venganza de aquellos que no conocen a Dios y de aquellos que no obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús Cristo”. “Ellos serán castigados con eterna destitución de la presencia del Señor y de la gloria de Su poder.[43] De los textos que acabamos de considerar, es obvio que no existe contradicción o desviación entre el evangelio de Jesús Cristo y aquel que el apóstol Pablo predicó y

definió en sus epístolas. De igual forma, Moisés y los profetas, los escritores de los cuatro evangelios y los otros contribuyentes del Nuevo Testamento permanecen en perfecto acuerdo con Cristo en relación a esta “fe que fue de una vez y para siempre entregada a los santos”[44] Solo hay un evangelio que permanece por sobre el editor o el censor, que no debe ser cambiado, adaptado o recompilado. Cualquier intento de hacer esto, sin importar la razón o la motivación, dará origen a otro evangelio que no es el evangelio en absoluto.[45] Debemos poner a un lado toda noción tonta o peligrosa de que podemos mejorar el evangelio por la seguridad del evangelio y permanecer con esa gran nube de testigos a través de la historia de la iglesia que predicaron a Cristo crucificado y resucitado de acuerdo a las Escrituras. Notas al pie: [1] Las palabras Petrino y Juanino se refieren a los evangelios predicados por Pedro y Juan, respectivamente. [2] Las opiniones divergentes sobre el evangelio son a menudo categorizados como variaciones diferentes de la misma verdad, o que llegan a la misma verdad desde distintos ángulos, o que enfatizan diferentes aspectos de la misma verdad. Falla en reconocer que las distintas “variaciones” son en sí mismas evangelios distintos. El evangelio Reformado es completamente distinto del Evangelio Católico Romano; una fe basada en el evangelio es una directa contradicción al evangelio basado en las obras; un evangelio evangélico verdadero es contradictorio a un evangelio ultracarismático. [3] Mateo 5:45. Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. [4] Marco 1:15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. [5] Hechos 14:17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. [6] Gálatas 4:4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley. Romanos 5:6-10. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8 Mas

Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. [7] Mateo 7:11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Juan 8:34. Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. [8] Mateo 7:17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. [9] Juan 3:20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. [10] Mat 23:27. !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Mat 15:19. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. [11] Rom 3:23. por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, [12] Rom 3:10-18. 10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 13 Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 14 Su boca está llena de maldición y de amargura. 15 Sus pies se apresuran para derramar sangre; 16 Quebranto y desventura hay en sus caminos; 17 Y no conocieron camino de paz. 18 No hay temor de Dios delante de sus ojos. [13] Rom 3:19. Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios [14] Jn 3:18. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Jn 3:36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. [15] Luc 13:1-5. En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos.

2 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? 3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. [16] Rom. 1:18. Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. [17] Rom 2:5. Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, [18] Luc 24:26. ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? [19] Mat 16:21. Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. [20] Getsemaní como el jardín donde Jesús oró y fue capturado la noche anterior a Su crucifixión, y el Gólgota como el lugar de la cruz y Su crucifixión. [21] Luc 22:42. Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Mat. 27:46. Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? [22] 1 Cor 15:3-4. 3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. [23] 2 Cor 5:21. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Gal 3: 10-13. 10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. 11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. 13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero. Rom 3:23-26 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en

Cristo Jesús, 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. [24] 1 Cor 1:23. Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura. [25] Rom 1:1. Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios. 2 Cor 5:14. Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron [26] Mar 1:15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio. [27] Juan 5:24. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. [28] Luc 13:1-5En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. 2 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? 3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Jn 3:18-36. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. 22 Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba. 23 Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. 24 Porque Juan no había sido aún encarcelado. 25 Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. 26 Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él. 27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. 28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. 29 El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz

del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido. 30 Es necesario que él crezca, pero que yo mengue. 31 El que de arriba viene, es sobre todos; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. 32 Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. 33 El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. 34 Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida. 35 El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. 36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. [29] Hech 20:21. testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. Efe 5:6. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. [30] Luc 14:26. [31] Mateo 16:24–25. [32] 2 Cor 6:14-18: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo.17 Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, 18 Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. [33] Rom 6:11-14. 11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. 12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. [34] Hech 14:22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 2 Tim 3:12. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución

[35] Mat 7:21. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. [36] Mat 7:16. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Mat 7:19-20. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis. [37] 2 Cor 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. [38] 2 Tim 3:5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.. Tito 1:16 Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra. [39] Mat 25:41. Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. [40] Luc 12: 4-5. [41] Rom 2:5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios. [42] Gal 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Efe 5:6 Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia [43] 2 Tes 1:7-9 7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. [44] Judas v 3 Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. [45] Gal 1:6-7 6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.