Patriciado ALA Oligarquia: Jorge Abelardo Ramos

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. JORGE ABELARDO RAMOS

DEL PATRICIADO ALA OLIGARQUIA -.

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1.862 -1904 ~:

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Edición revisada

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(OBRAS DEL AUTOR:

REYOLUCION Y CONTRARRE VOWCION EN U ARGENTINA América Latina: Un País. Su historia, su econom • la,

su revolución, Editorial Octubre, 1949.

JI. DEL PATRICIADO A LA OLICARQUIA (188.Z-1904)

Crisis y Resurrección de la Literatura Argentina. 1a Edición, 1954. 2• Edici~n, 1961 , Ed. Coyoacán. · ~ Octubre a SetiemJ:>re. Peña Lillo Editor, 1959. Historia Política del Ejército Argentino. Peña Lillo Editor, 1959. Manuel Ugarte y la revolución latinoamericana. Ed. Coyoacán, 1961. Hiltoria del stalinismo en la Argentina. 1• edición, 1962; 2• edición, 1969. Ed. Coyoacán, Buenos Aires. La lucha por un partido revolucionario. Ed. Pampa y Cielo, 1966. Ejército y semi-colonia. Ed. Sudestada, 1968. Historia de la Nación Latinoamericana. Ed. ' Peña Lillo, 1968. Marxismo para Latinoamericanos. Buenos Aires, Ed. PlUI Ultra, 197 3.

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--··- ·Bevolaolón y .PLUS ULTRA

Contranevolaoión en la Argentina

Jorge Abelardo Bamos

II. Del patriciado a la oligarquia •

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1882-1904

6a. Edici6n

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1• edlcl6n: edlcl6n: sa ediel6n: EDITORIAL PLUS ULTRA Vlamonte 1755 Butnoa Alm, ~nttna

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LA DICTADURA DE MITRE •

Los dos únicos nombres propios que "Martín Fierro" menciona en su canto son los de Anchorena y Gainza. Nombres representativos de la oligarquía que exterminó al criollaje en armas, fueron execrados por los argentinos de todas las épocas. Contemporáneamente, y por un claro designio de la historia, han venido a fundirse en la familia propietaria del diario "La Prensa", el más sombrío ba.stión antinacional de la Argentina. José Hernández adivinó con misteriosa sensibilidad la signjficación de estos nombres en el alma de su pueblo. Anchorena eran los primos de Rosas, grandes ganaderos bonaerenses, amos de la pro-vincia con federales o unitarios. Verdadera personificación de nuestra estructura agraria, siempre habrá un Anchorena en nuestra vida pública, evidenciando el peso de nuestros estancieros. En la Revolución de Mayo veremos a un Anchorena; en la Asamblea del Año XIII, a otro; en el Congreso del año 19 a uno más; en la Legislatura de Buenos Aires, siempre se sentará un Anchorena, banca hereditaria como un ~ayorazgo; junto a Rosas, su primo Tomás de J\nchorena; al caer Rosas, Nicolás de Anchorena saludará el triunfo de Urquiza; ese nombre resonará a lo largo de nuestras peripecias con monótona reiteración. Un Anchorena será partidario de Irigoyen, este último también bonaerense y también ganadero, y que no lesionará jamás los intereses de la oligarquía terrateniente de la provincia. Hasta veremos el 19 de setiembre de 1945 desfilar en la Marcha de la Constitución y la Libertad a un Joaquín de Anchorena, afirmando orgullosamente a la luz pública la. inmortalidad de su casta. Precisamente Gainza sería el ministro de Guerra de Mitre a que alude Martí..'l Fierro. Bajo su firma

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M. d~creta

el ;l(lutamiento forzose, el •nvío dtl crtollo al forhn de frontera, mientras el nuevo gringo• hace su negocio en la pulpería:

"Todo se güelven proyetos de colonias y carrilc3 Y tirar la plata a miles en los gringos enganchaos, mientras al pobre soldao le pelan la chaucha ¡ah, vilea!"I HISTORIA Y POLITICA G~inza

es el .mismo personaje que dirigirá, bajo dictado de M1tre, la destrucción de nuestros ejérCitos gauchesct.s. "Martín Fierro" no sería como se ve, el capricho de un escritor aburrido en' un hotel ~e P11!za de Mayo, sino el postrer y fascinador testtmomo d.e la raz~ argentina semiextinguida por la p~utocracta ~o~~na. Las palabr~~ de Sarmiento ya c1tadas, pres1d1ran toda la geshon gubernativa de Mitre. La verdad científica acerca del pasado está tan asociada a la suerte de las clases en pugna, que los te,;tos no suelen emanciparse de la formidable presión ~jercida sobre sus autores por Ja sociedad en que vtven. De este modo, Mitre es la notoriedad más. solemn~ de nuestro país, y al mismo tiempo su figura mas oscura. En la Argentina todos se han puesto de acuerdo en canonizar a ·san Martín en condenar o divinizar a Rosas, en hacel' de Mitre un patricio sin mácula. Grandes son los intereses puestos en juego para que la convención no ·se viole. También son raros los libros que se publican acerca de los caudillos provincianos. La bibliografía sobre Rosas o Mitre en ca~bio, es inmensa. Se trata de dos personaje~ ~rtenos y de dos clases principales de Buenos Aires; la burguesía comercial y los ganaderos salade~stas. Todo el resto del país carece de importancia; pero el resto es, precisamente, todo. En el e~

1 Josi He:mtndez, Martfn Fierro, p. 255, Ed. erftica ele IAwnann, Estrada Editora, Bt. Al., lHl

Interior encontraremes la clave para comprender a Buenos Aires. La pasión que tiñe nuestras polémicas históricas se deriva del carácter inconcluso de nuestra revolución democrática y del predominio ideológico que ejerce aún la vieja oligarquía. En Francia o Inglaterra sería inconcebible en nuestros días discutir con espíritu partidario la& figuras de Robespierre o de Luis XVI, de Cromwell o Carl06 I. La burguesía moderna ha triunfado allí por completo; la reacción feudal y paralitaría ha sido tan radicalmente aniquilada, que la propia burguesía ha sobrepasado ya sus límites históricos: su adversario ha dejado de ser el feudalismo de ayer. La clase obrera enfrenta en Europa al capitalismo, le marca su hora y le recuerda irónicamente su adolescencia revolucionaria. Los personajes que encarnaron en el pasado aquellos intereses ya no son criaturas vivas; solo interesan como objeto del análisis retrospectivo. Políticos de ayer, hoy son seres históricos estratificados sometidos a la amarga glorificación de la iconog~afía escolar. Pero en nuestro ·país y en Am~­ rica Latina la situación se presenta de muy diverso modo. Hay rosistas y antirrosistas, mitristas y antimitristas, roquistas y ~ntirroquistas; nuestros temas se enlazan tan estrechamente con los problemas actuales que aparecen confundidos en un solo interrogante. El ciclo vital de nuestra hi~toria no ha terminado. "La tradición de las generacwnes muerta~ oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos" ha observado Marx. Mitre es parte de nuestras l~chas cívicas presentes, pues sus ideas, el sistema de intereses económicos portuarios, y ~a oligarquía, de la que é_l surgió com? la figura n.as repr~se:ttativa, continuan obstacuhza11do el desarrollo del pueblo argentino. ¿Cómo J.lrescindir de una evaluación· política? ¿Cómo no arrancar la máscara que cubre el rostro de bronce~ La AIgentina es un país donde las estatuas obhgan a 1& desconfianza, más que al respeto. En la Pl~z~ de Retiro u eleva la figura de Canning, el mmlStro

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La Baldrich - Espacio de Pensamiento Nacional Biblioteca Digital www.labaldrich.com.ar

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británico a cuya estrategia obedeció la segregación. de. la Banda Oriental del resto de nuestras provme1as. Esta derrota nacional rioplatense, triunfo de la diplomacia inglesa, ha merecido en la ciudad porteña la humillación de un monumento. Pero se buscará en vano la estatua de Juan Facundo Quiroga, en una ciudad poblada de figuras ecuestres que no sabían andar a caballo. Cuarenta años después de su muerte, en 1877 cuenta Herrera, el odio porteño contra el grar: caudillo riojano permanecía vivo. Manos filiales habían colocado una lápida en su tumba de la Recoleta. En ella se leía: "Aquí yace el general Juan. Facundo Quiroga. Luchó toda su vida por la organización. federal de la República. La historia imparcial pero severa, le hará ;usticia, alguna vez" 2 • La existencia del significativo epitafio corrió por Buenos Aires como una noticia sensacional. Estanislao del Campo, poeta urbano que imitaba el habla gauchesca para hacer reír a las damas, empuñó su lira para protestar. Gran conmoción; rápidamente se formó un grupo de "gente bien", de esa que nunca falta en Buenos Aires, y dándose valor los unos a los otros, se dirigieron a la Recoleta para arrancar la placa. ¿Estatua? ¡Ni epitafio! Nuestros jóvenes continúan, a un siglo y pico de Barranca Yaco, conociendo a Quiroga a traves de "Facundo". Ni Sarmiento podía suponer que su diatriba novelesca lo sobreviviría. Así se ha distribuido la gloria y la infamia en la tierra de los argentinos. Tampoco ha demostrado la oligarquía un respeto excesivo por los documentos sustanciales de nuestro pasado histórico. El propio Mitre, que goza de una aureola sacra por su amor a los papeles viejos, dejó destruir tranquilamente los archivos de. la Confederación Argentina. Después de Pavón, Mitre llevó a Buenos Aires estos Archivos, indis~nsables para la reco.nstrucción de uno de los penodos menos esclarecidos de nuestra historia. Los abandonó en la vieja Aduana porteña, donde ya1

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Cfr. Herrera, ob. cit.

dtron durante mucho. alio¡ hasta que la humedad la. destruyó. Bueno ea aclarar que el contenido de no. papelea no dejaba bien al separatista de 18M; la necelfdad del político hizo desaparecer Jo. documenta. cuyo respeto proclamara en todo momento el hbtorlador. Eran 240 cajones de un metro cúbico cadll uno. dice Juan Alvarez • * · T~ambl~n Ernesto Quesada ha comentado 11M cfr. MJnstancfa sf"'flar cu11ndo Rosa" 11bandon6 el P&ÍI d~u~ de Caseros: •RoltU t~ QUt lo• VtmC'-· · dft""-~ de~'"emn el Archltm f'nf'4 ~" Id mútiflc4cicSn u borrar la !)()s{bilid4d de contrt~lof': no •~ erruivoró: Pl 'Df'fmer QObitrno bOMtTen.e ,. mwe~tmS 4 ..cluiflct~r• todo1 lol Nnelf!~ d"' la inoc4 "'"' 1'Udo mcont?'cw. '1uJcff con J)(lrle de ello1 gran_tf,. .1)ilGf "' ro. patio• de 14 Ctii(J de 14 C4lle MoNftO, 11 practfccw u" ..a"to di! fe• fri.Oftlt?'uo, tJ flt& efe bomlr hut4 14 huella del tJCII(Jdo. . . ¡Nuelfrol ,adre• Pum contempl4do fa humtJrec:ltJ de 114 futflcfa hilf6rical" •. En un DIÍll donde el cretinismo doeumentltl tfene Jdnnteecas pronorcfones, nadie ha exnlleado fi!J!acfentemente au~ 11M'! hicieron Jos orl«tnales del 6Jtfmo tomo de lAs ''Memorias" del creneral Paz, famoso por su veracidad, y por eso mismo temido. MITRE Y ALBRRDI

Hombre fnclfnado a diversas discl1)1fnas, Mitre ha sido estudfado deade todos Jn~ mgulos: ,enfo universal. oolffacétieo. encfclooédlco, 'nuevo Pico de la Mfdndola, un Leonardo con esoada, cerebro portentoso y estratega eminente; traductor y ~ta. oerfodfsta y humanista. legislador, orador, bíblf6tno. en ffn, un patricio del Renacfmiento criollo que ilumina la crlsfs de Cueros. La existencia de una empresa tan lerla y 10lvente, comerclallllftlte hablando, como "La Nacl6n", exnllcarla incidentalmente una fama p6ltuma tan prolijamente elaborada. Pero &te es sólo un ·aspecto .de la euestión y, en modo alguno, es el mú Importante. • • Alnra. RUCorfc de

• Qut.dl, oW,. ctt., p. 41

saec re, p 1. 11

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Alrededor de la personalidad de Mitre y de IU tra. dición ideológica se han agrupado todaa las ten. dencias antinacionales del país. Mitre no era tan grande, digámoslo al pasar; el análisis de su persona no suscita un interés apasionante. Se trataba más bien de un ser de intelf. f!encia moderada: amaba la cultura ; su autodidaetismo. prnl)l~~ado c-omo una fiebre hacia todos lo~ C'~mnos do lA actividarJ intPlectnAl, no favortoei6 t>1 d"S·" rrnllo dP. slls cu-::~lidades. ~!no oue lo nerturh6. Con I .A,.,t>7. hahría de iniciAr nuestra nroducclón historlorrrMic~ . rero su contribución de historiador !'!Pría tributari~ de !:US intereses como político. Está leins de nueo;tro ánimo formularle ninRuna acu!'Ación por t>ste hecho. Sólo jnz.rtamos el contenid~ de esa políticA v en tal sentido es preetso lndlc~tr eme Pscribi6 la · historia exigida por la burguesía porteñA. Es por tal razón que esa clase perpetáa su nombre. El mltrismo es el precedente Inmediato de la idPolo!!fa antiMcional de nuestra época y su justificación histórica. Su fip.ura hn suscitado siemD"~ la simoatía imperialista. La síntesis de su política v de sus ide11s. es ésta: defensor de una ''democracia" formal. diriP.ida por una minoría olf~Pr· Qnfca ápta: Pl"'P.mi"n riE'l "criollio:mo Mrbaro" t idario del fo~o civilizador efe BuP.nos Airt>s y el Litoral : librecambista, ganadero ~ ~~arista, f!M• tened