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Arciem HorseK. Pasos abstractos. - 1a ed. - Escobar : el autor, 2010. 140 p. ; 21x15 cm. ISBN 978-987-05-8210-6 1. Poesia Argentina. CDD A861

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Pasos abstractos

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Contacto con el compilador:

[email protected] [email protected]

Impreso en el mes de Marzo de 2010, en Bibliográfika S.R.L., Bucarelli 1160, Buenos Aires, Argentina.

Hecho el depósito que marca la ley 11.723 ISBN 978-987-05-8210-6

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... a mi primera causa.

A.HK. 5

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Proemio

En un cuarto que había sido recientemente abandonado, encontré la obra que he “copilado” en esta edición. Manuscrito desprolijo, pero legible, fechado y ordenado según se fue escribiendo. Nuestro encuentro fue sorpresivo, en una tarde casi primaveral del treinta y uno de agosto de dos mil nueve, en un cajón que apenas colgaba de una guía de un veterano y despintado escritorio beige. ¿Quién podría pensar que en aquel barrio tan humilde habría de hallar este escrito, más todavía, en esa casa tan precaria, húmeda y olorosa? Quizá me haga esta pregunta porque todavía no puedo quitarme, como a muchos nos sucede, todos esos prejuicios, los que, socráticamente, atribuyen el menor de los grados de calidad literaria (como si tal juicio fuera válido y aplicable) a aquellos poemas producidos no sólo por poetas neófitos (todos lo fueron alguna vez), sino por individuos que carecen de innumerables “recursos intelectuales” para la elaboración poética. Poemas de terceras personas que, por más que tengan nombre y apellido, las menospreciamos (inclusive antes de una primera y única lectura) al dejarlas perecer bajo la sombra de muchos de los Nombres y Apellidos que, en ocasiones, se nos han “impuesto”. Si expreso esta salvedad, no es sólo para resguardar, de estos prejuicios, el valor de realizar, aunque sea, una primera y única lectura de estas terceras personas, sino para salvaguardar la dignidad creativa de sus reflexiones abstractas, sumado el tiempo entregado a las palabras. Tal criterio —primera lectura sin prejuicios— es el que propongo sólo para el primero de los abordajes que realice el lector. Bajo esta perspectiva, había comenzado y terminado de leer este manuscrito esa última tarde de agosto. Y fue, sin duda, el mantener este criterio, lo que en aquel ocaso me arrojó a la reflexión, lo que en aquel ocaso me volcó a un respetuoso e inevitable juego dialéctico entre aquella producción literaria y mi primera persona. Como hasta hoy, no había podido emitir juicio alguno en aquellas

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horas; como hasta hoy, la razón no me había otorgado la autoridad para juzgar ni al creador ni a su criatura. Es que al tratarse de un escribiente casi-anónimo, no resulta legítimo decir de este más que aquello que puede interpretarse en cada uno de los fragmentos que aquí se “copilan”. Fragmentos y notas que sitúan al escrito en circunstancias y lugares precisos, ante personas y escritores reales. Anónimas, las voces parecieran abstraer y objetivar —en forma literaria— pensamientos que se volverían los trazos de un mismo cuadro, el cual terminaría por plasmarse como la escenificación más pura de su hacedor. Cada episodio, habría de revelar la devastación total de su sí mismo y de lo real-circundante, seguido, de su inmediata reedificación. Tales procesos, habrían de darse en lo que parecería ser una autobiografía poética, basada en el intento de justificar cada paso en el obligatorio, interminable y efímero viaje del existir. Viaje, en el que el motor de los pasos habría de ser el sentir, el cual debía de ser pensado y escrito. Viaje, en que la dirección de los pasos quedaría fijada en los vertiginosos, angustiantes e inevitables caminos trazados por la libertad subjetiva. Sentir a cada paso, pensar ese sentir y describirlo, podría ser tomado, entonces, como el movimiento que entrelazaría las fracciones que conforman la unidad orgánica de esta obra. Y el encargado de poner los pies sobre este poético suelo, de cargar con el sentir, los pensamientos y las palabras del que escribe, sería aquel que se coloca el ropaje de “viajero”. Ropaje que podría ser considerado la máscara principal, la que debería de interactuar con los trozos de un universo vuelto infinitas metáforas. Pero al toparse ante un espacio que juzgo concebiría inabarcable, Arciem HorseK., habría de encontrarse ante la necesidad de generar nuevas máscaras que ocupen sus dimensiones y encubran su propia multiplicidad; así como voces que la expresen y diversos personajes que la corporeicen. De esta manera, todos los elementos poetizados habrían de jugar a ser él, hasta los conceptos, los que personificados habrían de vivificarse a sí mismos, resistiéndose a caer en la impersonalidad, arrancándose, inclusive, de las vísceras de su creador. Bajo esta di-

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námica, al alcanzar los puntos más altos de la abstracción, habría de elevarse, con ello, la densidad de los significantes. Y cada uno de estos puntos, podría ser considerado el lugar donde el pensamiento habría de adoptar su carácter más especulativo, puntos en los que habría de creerse lograda la concepción musical, lingüística, histórica, moral, ética, filosófica, psicológica, poética, antropológica, política, sociológica entre otras tantas concepciones que habrían de constituir la cultura mundana. La misma, nunca dejaría de incidir sobre cada “viviente” en su inacabable formación; casi todas habrían de hacerse manifiestas a la vez, desarrollándose, combinándose de manera distinta en cada fragmento, colisionando desde dentro de todos aquellos que son el escritor, “convirtiendo su mundo en estruendosas implosiones melancólicas”. Implosiones que no sólo habrían de desmoronar la configuración entera del autor en sí, sino que habrían de demoler la posibilidad de mantener un estilo de escritura constante (al menos hasta antes de circular por la estructura de sus últimos poemas). Todo lo creado, se gestaría y subsistiría en tensión, en una tensión que se trasladaría al texto, a su estilo, el cual, con violencia, no podría dejar de transmutar en cada paso de su conformación. Bajo un mismo título, el autor pretendería reunir, tal vez, las piezas de un único cosmos literario, espacio que contendría, en distintas fases, expresiones heterogéneas: diálogos y monólogos devendrían así, en prosas y en versos, a tal punto que hasta las palabras habrían de justificar ante el lenguaje el porque de sus disposiciones. Lo mismo sucedería con cada contemplación descriptiva, con cada voz que intentaría comunicar, asimétricamente, lo que se abstrae; ante semejante tensión, prosa y verso parecen confundirse, perdiendo o adquiriendo el sentido que Arciem HorseK. habría pretendido quitarles o concederles. Pretensión que pareciera imprimirse ya en los movimientos que manifestaría su Preludio*, donde podría estar _____________________ * Primero de los tres episodios en que se divide el conjunto de poemas; los otros son el Pasaje y el Postludio.

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deseando que hallemos el motor —que es también movido— de su construcción poética, pudiendo ser, el Pasaje de la misma, un rejunte categórico que habría de permitirle, finalmente, construir, o más bien justificar la construcción de una figura que no habría de aparecer, sino, hasta el Postludio. Al carecer de un rostro fijo, al adoptar, desde el principio, la multiplicidad de máscaras como sus propias caras (siendo la careta del viajero su principal persona): Arciem HorseK., pareciera estar anunciando, con el mismo acto de escribir, el abordaje a una responsabilidad que ya no puede ser eludida. De esta manera, el conjunto de caretas que habría de formar la primera imagen del escritor, estaría haciendo las veces de preámbulo, estaría constituyendo la figura que antecedería a aquella otra que, sólo en su último poema, se atrevería a arrogarse: la del poeta. Es que para Arciem HorseK., y esto sí me aventuro a afirmar, no se es poeta sólo porque se escribe de una determinada manera, sino porque el que lo hace sabe padecer y adueñarse del momento en que decanta aquello que sólo puede emerger de él, no dando, con este hecho, muerte a lo efímero del momento, sino nutriendo lo que este tiene de efímero, para que en lo posible, jamás perezca. Es poeta aquel que al sincerarse consigo mismo se convierte, es decir, el que asume la responsabilidad de sentir, pensar y escribir cada paso, el que se dedica a padecer, nutrir y expresar, a través del lenguaje, lo efímero de cada huella, fosilizándola. Esta somera descripción introductoria, es a grandes rasgos un residuo reflexivo de lo que en aquella tarde me había dejado esa primera lectura, la que sin prejuicios, me había llevado a conocer el fragmento de vida de alguien que quizá ya no exista, de alguien que, de seguro, se atrevió a sublimar en letras cada pedazo de su carne.

Roberto Mattos (copilador)

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Preludio

“ Pierdo la razón si hablo, pierdo los años si callo” (Pizarnik Alejandra)

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Disformes fluyen las nubes en el cielo semi-nocturno… sin destino se ven todas agolpadas, arrastradas con violencia por el pampero; no sin adjetivos puede describirlo aquel que vive su perecedero y helado pasar... viajeros enfrentados en un instante lacónico, en lo que en escasos segundos se vuelve algo difuso, en aquello que tras una coma se vuelve un recuerdo… otro viajante. ¿Qué queda para el que camina sin remembrar?... presentes, eternas y accidentales causalidades consecuentes… como las que padece el vendaval al seguir su propio sinsentido, el del inane capricho de sujetar lo que de manera fina e incontable se escurre por sus espectrales falanges…en contrasentido al sinsentido de aquel que somete a lo segundo que da vida, marcha pacífico, lento y tibio, el que lleva en sí mismo lo que no puede dejar de ser en sus propias Nubes.

Arciem HorseK. Al primer ocaso sentido, pensado y escrito… apenas partido el camino del absurdo. Iniciado fuera de lo que queda de unas ruinas ferroviarias…10/2007. San Martín, Buenos Aires.

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Ruido d e n i n g ú n c o l o r Ruido de ningún color Ruido de ningún color Ruido de viento de precipicio. Ruido de locuciones inquietas. Ruido de pisadas de rebaños. Ruido de pensamientos benévolos. Ruido de miedo. Ruido de materia. Ruido… ruido. No hay lugar para el silencio, para una voz de ojos ciegos, celestes. Ruidosa tarde marchita de árboles petrificados de pastizales aturdidos de aguas verde oscuras de piedras sordas. Ruido… ruido… (el avistador) - Un peregrino se abre paso entre siete versos montañosos siete notas llanas siete armonías líquidas siete máscaras desiertas siete días —montañosos, llanos, líquidos y desiertos— Pasado al octavo de todo, cae en el ruido —verosímil trampa invisible—. (voz de ojos ciegos, celestes) - Odiosa repetición no deja oír mi voz, la del sueño del que viaja. No te alejés.

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Estoy en el octavo día, en la octava nota, en el espacio del ruido… donde no habitan versos. Te vas… Te vas… Y yo hablo mientras atento contra el cosmos, contra la estética histórica de una prosa. Opongo mis ojos claros al ruido para que me veas… pero ya diste vuelta tu Nube emigrante, ahora el cierzo te ensordece. ¿Hacia dónde vas? (el avistador) - Un peregrino se aleja, su semblante parece caerse tras sus trancos, sedientos, sus ojos beben sus exhalaciones, fatigado, su cuerpo vive el tiempo de su regreso ¿hacia dónde?, ¿quién sería capaz de preguntárselo?... sólo veo su sombra que, tambaleante, se marcha por el camino del ruido, mientras una voz de ojos ciegos, celestes solloza enmudecida su renuncia.

Arciem HorseK. 11/2007 Terminado en un cuarto sin muebles, sin luces… rodeado de voces cotidianas. Escobar, Buenos Aires.

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Caminante mudo… nadie le pregunta dónde va, por qué viaja... (el que escribe) - No se donde va, pero lo veo cansado. (voz de ojos ciegos, celestes) - ¿Lo habrá agotado mi canto? (el que escribe) - De seguro han sido mis palabras. Ruidos, máscaras, personas, conceptos, verdades, silencios, voces… se aproximan. Todo lo real y eidético llama en conjunción desesperada a la puerta del que camina… en visceral conjunción convierten su mundo en estruendosas implosiones melancólicas. Atragantado de vocablos y pensamientos, hastiado de lo necesario, libre y no-libre —aún sin puerta—, es odiado por el polvo que acompaña sus pasos, es deformado por el vidrio azogado que muestra la claridad quebrada por su prismático cuerpo. (voces conjuntas) - Es verdad, se siente exangüe.

Arciem HorseK. 12/2007 Escobar, Buenos Aires.

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Pasaje

“Y nada será tuyo, salvo ir hacia donde no hay dónde” (Pizarnik Alejandra)

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una pared… La costumbre vuelve ingenuo al que siempre camina con pasos inmaduros —torpes pisadas efímero existenciales, situadas en su primera, única y última época—. (el que escribe profiere una pregunta frente a una caverna pincelada en los esqueléticos muros que hacen a una ciudad). - ¿Su torpeza se debe a un tipo de ceguera o a su involuntaria somnolencia? (las últimas sílabas de su eco exhalan una respuesta). - … lencia. (el que escribe) - ¡Lo sabía… ser extemporáneo! Pasos se despiertan ante una pared blanda, bellamente deformada, brillante… distinta e igual mientras los nudos históricos se desatan, en tanto los pasos sordos no saben contemplarla callada. Hoy, un viajante de doloroso y torcido andar se ha detenido frente a ella, ha visto como un infinito e innominado tercer hombre ha puesto en movimiento un nuevo ciclo causal: en su inverosímil actualidad ha potencializado aquel cavernoso y parlante tatuaje; sus sonoros reflejos —atrapados— no hacen menos que golpear con estériles deflagraciones armónicas el gélido blindaje protector que viste de gris la misma sustancia. (a espaldas del inválido andante el enmudecido escribiente pregunta a sordos transeúntes).

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- ¿Dónde ha quedado la imagen de mi voz... mi espejo? (un tercer hombre le responde mientras se sacude las manos manchadas de sombra y fonemas). - En el mismo lugar… Agotado, como su tiempo, se marcha el errabundo de pasos ahora menos torcidos —pero más dolorosos—, tropezando con los fragmentos de un cadáver duro —hediente cálcico—, deformado, opaco… distinto e igual.

Arciem HorseK. A la fraterna amistad de un biólogo-antropólogo mejicano: MIRSHA QUINTO SÁNCHEZ. Iniciado en 01/2008 (Córdoba) - finalizado en 02/2009 (Buenos Aires).

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Eterno Retorno Tres luces Ocho días… Los mismos pasos dormidos.

Arciem HorseK. Río Ceballos, Córdoba… enero de 2008.

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Palabras enfermas I Contra sí mismo escribe el que escribe escribiendo por escribir —nauseabunda redundancia—… enfermedad que detiene la silueta del que deambula por tierra… triste hogar del ensueño de los pasos sordos y convulsos. (es palabra del espíritu austero)

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II (un meridión, dentro del cuarto de algunos especialistas, un paciente —supuesto escritor— se sometió a unos estudios, atendiendo, atentamente, a varios consejos y partes médicos.) Consejos médicos para detectar el síndrome del escribir por escribir: (Nutricionista - master en novelistas) - … el hecho de que dos términos lleven al tedio a quien escribe es uno de los síntomas… gula lingüística. (Otorrinolaringólogo) - … la interposición forzada —simétrica o no— de sonidos, produce un elevado nivel de contaminación acústica en quien lo escucha —convengamos que es por propia voluntad del oyente— y, lo que es aún peor, laringitis a quién los emite; patogénicos versos suelen fijarse a la pared de la garganta. (Oftalmólogo, especialista en adjetivación) - El excesivo e innecesario engalanamiento de sustantivos suele convertirse en borrosas e incomprensibles combinaciones simbólicas —llámense prosas, sonetos, poesías, etc…—, que desgastan, de manera progresiva, la visión abstracta de sus creadores. (hubo más consejeros aquel día, opinamos que con lo que estos nos mencionan es ya suficiente para nuestros fines) Partes médicos del paciente atendido: (por razones de privacidad, omitiremos lo dicho por el afiliado a esta clínica literaria) (Psicólogo moralista retirado) - Veamos…mmm…genera un desorden innecesario, se impone mentiras… mmm…se inventa falsos dolores y fuerza su sentir…hhhmm… no advierte que esto lo daña únicamente a usted.

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Mantiene una actitud maniática… también soberbia… posee un comportamiento extremadamente pedante (dice que una vez le reprochó al dueño de una cafetería escobarense el no poder continuar elaborando “su arte” en aquel local por que le molestaba el sonido de la cafetera). Después de cargar con todos los síntomas del síndrome del escribir por escribir (la peor enfermedad de la literatura), sumado a la patología que vengo descubriendo: ¡usted todavía tiene el ímpetu de afirmar que puede enseñar a otros a escribir! (dice que a menudo le indica a las víctimas que reúne, digo, a sus discípulos, cuales son las dicciones que les conviene colocar en sus manuscritos, persuadiéndolos con su seudoerudición…). Les miente, se miente y les pide remuneración… Por lo visto usted no se da cuenta de que estafa a la gente y, lo que es todavía más infame, atenta contra la poca dignidad que le queda a la literatura de hoy. Esto requiere medicación… ¡Urgente!, vaya a la siguiente prosa, aquí tiene la inter-consulta y la derivación, no se olvide de abonar el coseguro, pedir la autorización, presentar el carnet de afiliado, los bonos, el documento, el recetario, el último recibo de sueldo… si por evadir impuestos no tiene el suyo, pídaselo a su mujer, quien trabaja para cuidar a sus semejantes, no para engañarlos. (Psiquiatra para escritores) - … en cuanto a los perjuicios que se ocasiona para sí, sólo puedo decirle que en el peor de los casos usted se entregará a un compulsivo consumo de un falso sí mismo: síndrome falsi hominis…desde ya, no es recomendable que el paciente con esta patología continúe escribiendo con una máscara de piel sintética —a menudo carece de las propias, o por que las ha extraviado o nunca las ha tenido—. Lo que se receta en estos casos es un potente antifálsico —tres dosis por día—, luego puede tomarse

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una medida de antifórsicos combinados —de por vida—… los efectos colaterales que puedan producirle estas drogas son irreversibles. Lo bueno de estos efectos, es que quizá le devuelvan, al menos, una parte de su dignidad, si es que la tuvo alguna vez. (no resulta demasiado conveniente seguir exponiendo lo que sucedió después de este último parte médico)

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III (fuera del cuarto de los especialistas) Un falso errante se desvanece, se rompe como un terrón de arena… se convierte en tiempo y espacio para quien lo ocupa… lo seca, lo desquebraja, lo esparce, lo expande… se vuelve pasto amargo para el rebaño. Vocablos como gotas de tinta seca, como arena, como caretas sintéticas, como ruidos… todo en la misma cápsula de vacío, escrito sobre un albino trozo dérmico. Dentro y fuera de la cápsula no coexisten: Avistador Voz de ojos ciegos, celestes Espíritu austero Hombre de época El que escribe Otros que vendrán… por sobre todos: el que viaja. Un falso errante se desvanece, se rompe como un terrón de arena… se convierte en tiempo y espacio para quien lo ocupa. Arciem HorseK. Tarde lluviosa de enero en una inmensa casona sobre las sierras, Córdoba-2008. A la mala praxis del cuerpo escritural, a uno de sus tantos ejecutores: RULFI JORGE.

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El sentir de un avistador (el que escribe) - Me pregunto si todo puede sentirse, si todo puede pensarse… narrarse. Una tarde de clima perfecto ignora a un ocioso avistador seducido por cierta ternura. (un peatón) - ¿De dónde viene? (otro) - De cierta actitud oculta detrás de un vidrio. El avistador siente y observa desde unas piedras embebidas en cemento, parece hundirse en alguien que no es él. No conoce el timbre de su hablar. No conoce su piel. Cree conocer su actitud… el avistador siente a través de aquella actitud. El sentir lo inmoviliza; espía y trata de mentirse, de distraerse… Es inevitable, los dueños de su semblante lo repatrían al mismo lugar. Regresa y se siente a sí mismo. Regresa y cree compartirlo. Así es como intenta vencer el tedio de unos ojos que imagina oscuros … la invita a abandonarse; desde la otra vereda llama silencioso a su vigilia … de pronto, acude callada y por unos segundos desatiende su apacible aburrimiento. —Sabe que todos derraman la visión en lo que la hace más perecedera—

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—Pero no sabe que el avistador contempla, resguarda y alimenta en su ojo el instante, soplo que es el cúlmine viraje de lo tierno en toda carne volátil— Por ella vuelve sus horas a una prosa cálida… prosa en la que trata de entender el momento en que su sentir ha quedado atrapado por una actitud que ha dejado de hundirse en un poco profundo lago de cavilaciones.

Arciem HorseK. Manuscrito dejado en la puerta de un comercio de Río Ceballos, el 26/01/2008.

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Amanecer simétrico El viento se agita a sí mismo. Acaricia el verde oscurecido. Las luces nocturnas se pierden, haciéndose las del alba. El viajero se despierta con su piel helada con sus ojos siempre cálidos. No encuentra al sol. Las luces siguen perdiéndose… Ramas blandas resuenan como violines, el céfiro las sopla, las convierte en flautas. El peregrino —recostado— escucha su soledad sin tibieza sin ropa… Piensa y repiensa su camino, en tal complejidad la prosa pierde una línea. Las luces siguen perdiéndose… El cielo y el caminante se pierden, lo mismo sucede con las huellas con los caminos con la oscuridad con las nubes con otra línea de la misma prosa. Las luces siguen perdiéndose… La prosa se resiste a ceder. El paseante no lo hace.

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El verde cambia. El concierto natural continúa. Lastimada por la simetría, la prosa pierde otra línea. Las luces siguen perdiéndose… y la sinonimia y la intensidad del aquilón y los términos sin todo, la prosa pierde otra línea. Las luces siguen perdiéndose… El rojo vuelve al día antes de volverse amarillo. El andante descansa y la prosa se agota. Exhausta, pierde otra línea. Las luces siguen perdiéndose… El tiempo se alinea con la simetría, empuja a la prosa, y esta, pierde otra línea. Las luces siguen perdiéndose… ¿Podrá perderse la prosa? Las luces ya lo han hecho.

Arciem HorseK. Salida del sol sobre la ciudad de Córdoba, vista a cincuenta kilómetros de distancia, a ochocientos metros de altura sobre la misma, enero de 2008.

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Plaza lejana I Gotas de agua mojan una hoja, algunas palabras las beben, se humedecen… otras no lo hacen, se fosilizan. Palabras, garganta del viajante. Palabras, pendientes silenciosas, vistas por una luna opaca. Silencio —entre ruidos— parador del que camina… ruidos sin caminos rectos, con caminos oblicuos ruidos sin tiempo exacto, con tiempo discontinuo ruidos sin sol hiriente, con sol eclipsado —por nubes— ruidos con agua esmaltada, abundante… desparramada calma el ardor de las pisadas del que va en un pueblo tácito.

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II El que va los escucha y avizora, los siente en su tercera persona los sujeta a bendecidos muros avejentados los hace aire… Camina y los ve en la altura… se le escapan por entre las puntas oxidadas mientras todo se cierra: pesados portales de hierro postigos macizos, de tallados anónimos… hasta las rejas —mantas negras perfectas— parecen apretarse, sacudirse, como los ladrillos —sobria trampa de palomas blancas—.

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III Todo en un lugar semidistinto. Todo junto al mismo cuerpo exangüe. Todo entre lo igual del cuerpo y lo distinto del lugar. Un paso y una piedra blanca, otro paso —igual— y una piedra gris que se torna blanca… al lado de esta, otra, de color gris que se vuelve negra… Más adelante otra, de colores no presentes. Cromatismo y acromatismo convivencia indeterminada envenenada de justicia.

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IV Ausencia y presencia de tiempo. Derrumbes ilógicos, sistemáticos. Locuciones audibles y silenciosas. Pensamientos inexpresables y escritos. Mundo semiheraclíteo, sin río, pero con agua sin contrarios, pero con elementos diferentes —en colisión— sin círculos, pero con ovoides de lógos idiota —en antiguo sentido griego—, pero con carácter divino —también en sentido griego—.

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V Una prosa anacrónica intenta relatar la convivencia tempo-espacial de la materia transformada. Arranca baldosas descubre ventanales —camina profiriendo verbos y sustantivos— dobla hierros profana cerrojos —se abstiene de adjetivar, de puntear— escudriña palomas abraza ramas esculpe pilares disfruta la llegada de ruidos —sin adjetivos—.

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VI Espectros visibles: Formas. Espectros invisibles: Ruidos. Formas y Ruidos: Lugares. Ruidos y/o Formas: Pensamientos. Lugares y Pensamientos: Pasos. Pasos: escritos del sentir pensado Pasos: escritos del pensar sentido.

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VII Plaza lejana juego lógico, válido e inverso de un pensar de un lugar de un errabundo y su paso de una línea prosaica de una palabra lastimada de una letra atrozmente silenciada … lo femenino y su inevitable adjetivación en un estado hermafrodita, el agua… preludio de andares Presentes postludio de andares Eternos.

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VIII Gotas anacrónicas brotan del sollozo de una desconocida en una plaza lejana… lágrimas sentidas —efímero-nostálgicas— que jamás sabrán ser bebidas por los verbos de un Eclesiastés. Gotas, hoy se entregan a la absorción de una hoja, a la garganta de un ermitaño sin sombras, sin máscaras.

Arciem HorseK. Escrito en ciertos ermitorios de la ciudad de Córdoba. Enero de 2008.

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Colusiones Momento sin tibieza, acto desacostumbrado. Sala de caras pétreas, almacén de víveres putrefactos, de apologías pestilentes. Sale un espectro visible, emite uno invisible —falso—. Entra un espectro visible, emite otro invisible —por costumbre—. La época necesita de espectros, los espectros al almacén. El viajante… los necesita a todos.

Arciem HorseK. Pasado un almuerzo entre sindicalistas. Córdoba, enero de 2008.

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Ruido de llantos de cascadas encerradas entre paredes. Atisbo de cuadros. Sentir de muchedumbres acostumbradas. Vibración de una mano que siente que se confunde que alterna su caligrafía que vive la carne del que va… que lo consagra. Los vocablos se vuelven una mano derecha, forman un cuerpo, reviven espectros, se desgarran tras el momento sombreado por un iris negro. Todo dentro de una soledad construida entre infinitas formas. Un paseante fuerza al recuerdo… su recuerdo. El camino por el que va se quiebra, también así su vergüenza. Una hoja en blanco se tira delante de este, lo invita a pisotearla. Él la mira, titubea… ahora mira hacia delante, delante de sí un cuadro con tres rosas en forma de semblantes dispersos —iguales— de tonos que consuman oscura la fronda … ve hacia al frente y su figura no retorna, toca el absurdo de la indeterminación … supone haber dejado de sentirse.

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Una falsa sensación de nostalgia lo obliga a ver hacia donde está su espalda… él, decide cuidar la salud de sus dicciones. La mano, diestra desvergonzada, se detiene.

Arciem HorseK. Primer escrito en público. Paseo del buen pastor (ex cárcel de mujeres), ciudad de Córdoba… enero de 2008.

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Durmiendo al lado de un ángel no cristiano. Durmiendo al lado de un ángel no cristiano. Saboreando la imprecisión. Sintiéndose en otra carne. Viéndose detrás de las pupilas —de la misma carne ajena— viaja el que adviene por el mismo camino. Su egoísmo le arrebata el instante en que se siente. Su egoísmo lo obliga a sentir una colisión, lo protege, lo vacía, le quita las hojas de sus embestidas, le muestra el error, manifiesta la presencia de la costumbre. El peregrino, cuasi-eidético, lo entiende pero no puede dejar de sentir. (el que escribe) -¿qué siente? El regresante parece abrir plácidamente sus ojos al escuchar la pregunta, pero pronto, al padecer la material caricia de la tela de su anexa butaca, vuelve a dormirse frente al mismo rostro luciferino. La lluvia bautiza sus cuerpos tibios, moja por separado sus labios… Silentes, comparten formas y ruidos. Mientras uno permanece inconciente, el otro lo acompaña con la mirada y su egoísmo.

Arciem HorseK. A la encarnación de esta acompañante: COSTANTE ROMINA. En dos viajes de regreso a Buenos Aires. Iniciado en enero de 2008.

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Crónicas del absurdo I Una prosa acompaña al que va incómodo, lo siente, lo piensa. Él se sume a una imposibilidad… tropieza y cae ante lo venidero —convertido en miedo— no hay brazos que lo levanten —¿acaso los quiere?— queda fijado a un suelo liso… posee fuerza para erguirse otra vez, su voluntad no la tiene ni para mirar. (se aproxima el espíritu austero) - No hay tiempo para conceder a tu voluntad su capricho, te recomiendo que la dejes ahí… las luces nunca van a esperarte. (un conjunto de sonidos acompaña el momento pasado, el de un inicio tomado con violencia) El viajero no siente —no camina—. Un trozo de cielo astillado se desprende a lo lejos, estruja al absurdo convertido en despertares. Debajo de esa parte del cielo, el que escribe. (el que escribe) - ¿El que anda ya no posee argumentos para seguir? (voz de la indeterminación) - Los tiene en sus pasos… como la (voz de la indeterminación) - vida de la prosa que los escolta. (el que escribe) - ¿Te referís a la vida de todos nosotros? (voz de la indeterminación) - Los que existen hasta hoy y los que (voz de la indeterminación) - tal vez sobrevendrán mañana…

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II El tálamo de extensiones infinitas se vuelve un agujero para la voluntad del vagante… ella ha caído junto a la prosa celeste: el cuerpo ha quedado vacante, la voluntad, desnuda. (en la profundidad) (voz de ojos ciegos, celestes) - No me canso de preguntarte: (voz de ojos ciegos, celestes) - hacia dónde vas…

Femenina —la voluntad—, sin sentidos se acurruca contra un rincón azotado por una luz; se descompone en variadas formas iguales, como si hubiese sido arrojada contra un falso prisma. Ahora todas se acurrucan… avivan un sentir vaciado por más de dos décadas. (el avistador) - Todas menos aquella, la que no deja de imitar los pasos del ahuecado emigrante. (voz de ojos ciegos, celestes) - ¿Hacia dónde vas?

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III La voluntad se aleja, avaricia no compartirse con el resto… ¿equivocada? ¿confundida? se arranca los brazos. (el que escribe) - ¿Dónde está? (el avistador) - Frente al tropel de ojos.

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IV (voz de la indeterminación) - La voluntad no tiene sentidos… (voz de la indeterminación) - pero siente. (el que escribe) - ¿Qué siente? (voz de la indeterminación) - El no-sentir de su dueño, (voz de la indeterminación) - el siempre mañana de su dueño. Todo expuesto al ser de los ojos, al ruido de los ojos… hasta su pisar muestra la misma actitud que la de su señor… ves como se quiebra. (la prosa se mantiene presente) Parada ante a una disímil multitud de espejos ovulares, cambia de forma: una para cada uno de ellos, no deja de conformarlos… estancada en el escenario comienza a agotarse, a equivocarse… su actitud se construye como el sentir del caminante; siempre fiel espera el mañana de quien reposa en un lecho firme. Cubierta de negro parece dormirse. Un hombre de época y los hijos de Erís la llevan a la rastra, hasta el cuerpo vacuo que está en la superficie. La primera luz los invitará en la madrugada a levantarse.

Arciem HorseK. 02/2008

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Retrato de un compartir “...para ser dos hay que ser distintos.” (Pizarnik Alejandra)

Prosa de conocidos pasos, pasaje desgastado por los talones del mismo viajante.

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I El cielo vespertino se eclipsa tras el desasimiento de una columna vertical de nubes … dormidas, pierden sus jirones en tormentoso rocío. La naturaleza no permite que los cristales húmedos se conviertan en prismas, que el soplido del este acaricie lo oscuro y lo claro, tampoco deja que se religuen, menos aún que se separen … hostil, aquieta hasta la fauna más excelsa y antigua. Censura y se censura a sí misma al no poder reconocerse bajo tres luces omnipresentes —propias de una razón impropia— desde la altura no concibe una realidad que la consume, una realidad que va siempre por el camino de ojos in/voluntaria y necesariamente ensangrentados … nada debe/puede descomponerse en este pasaje.

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II El andante desarrolla su paso, confía en su paso —aunque no lo comprende— Bien conoce los tramos que hacen recta la necedad, también así, a aquellas peligrosas curvas del imaginario, los complejos sentidos del consuelo, el único sentido de la tergiversación…. Transita por calles despintadas —caminos perpendiculares— por veredas angostas —caminos paralelos—. El tiempo se adultera en las posadas del ambulante el relato de la prosa se deforma el que va está siendo seguido por alguien que lo espera al pensarlo, se haya con su primer Acompañante su primer Cedente su primer Desvío del único camino aparente su primer Desarraigo su primer De-construcción su primer valoración del Tiempo su primer necesidad de Pensar necesidad de encontrar Palabras su primer necesidad de Justificar/se su primer necesidad de Re-construir… su primer tranco hacia un compartir que fue y no podrá ser.

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III Caminar hoy para él, no es más que andar sobre su propia mano —piel de infinitas huellas, hecha presente y pasado— personificar el recuerdo de una actitud —entender el uso de su única vara— rehacer en los hombres las piezas de un juego —primer momento, no principio— atiborrar el absurdo con la más rica y miserable nostalgia —sublime nutriente valorizadora del histórico espíritu del Arte— dejar que las horas se encarguen de agotar el discurso de quien aguarda.

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IV Dos en una fotografía. Dos en dos llaveros equinados —de cuero rasgado, de metal deformado— Dos escuchando el apagarse de una voz de ojos ciegos, celestes. Dos, presentes después de un pasado concreto. Dos en mundos eidéticos —heterogéneos, disímiles— Dos en una tarde, en el cuerpo de un diálogo tensionado por sus miradas inocentes, por sus encerradas en las contrarias caras de un mismo cuadro. Uno, otea sintiendo —viviendo— la gran costumbre humano-occidental. El otro... vaciándola en sí mismo. En uno, la dialéctica pasada se vuelve retórica. En el otro, sólo permanece la nostalgia de su génesis entre azulejados cuartos resonando.

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V Los postulantes no ansían —no pueden— Los postulantes no ansían quebrarse sólo se manifiestan —se observan absurdos—. El “diálogo” se carga de elementos que se tornan diferentes —no contrarios— Lo desnaturalizado por el Verbo no deja hablar al aire ni a las piedras ni a los árboles. Una costumbre impera sobre una actitud la trastorna la moldea a su gusto… muere, en esta última, el presente compartir. Una actitud encarna una costumbre Una actitud se convierte a una vida —la une, des-une y lleva— Una actitud enmascara un tipo de egoísmo con otro Una actitud pulveriza una cosmología desordenada modernamente primitiva violenta. Salva su carne de otra costumbre —la natural— Salva su mente de un sí mismo desacostumbrado.

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VI El cuerpo del diálogo —“formado” por los hablantes— El cuerpo del diálogose descarna como el mismo camino como los símiles talones al pisar la nostalgia, la que los entifica la que les otorga el yo en su tacidad literaria.

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VII Los espectros invisibles caen de los oídos de ambos… ninguno localiza ya una dirección menos absurda. El callar inhuma los cuerpos de los caídos. El “diálogo” se asfixia, las ondas lo golpean en un cuarto pequeño —a media luz — …tras una acostumbrada repetición retórica hastiados —respetuosos— los ruidos logran filtrarse por un límpido agujero celeste, los ruidosconsagrando así el principio y el fin de la senda y la tarde el principio y el fin de lo pensado y lo divino.

Arciem HorseK. Pilar, Buenos Aires… Abril de 2008. al compartir personificado. a un diálogo entre azulejados cuartos.

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De tardes abstractas I Pasos se descargan sobre una superficie llana y translúcida. Formas definidas son ocultadas por el dueño de las pisadas. El ruido —estéril— deja oírse sin molestia sin disfrute.

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II Los términos mantienen una relación unilateral, proporcionalmente inversa al pensamiento. Los mismos elementos son dispersos en cada nube prosaica, buscan un orden… de pronto las colisiones se ablandan, el transcurrir temporal los entierra en materia cárnica.

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III La sed y la capacidad de avistar se acrecientan levemente en el que las contiene … todo muda de ruido y forma por debajo del suelo, … todo muda de ruido y forma por encima lo mismo en cada trayectoria aunque la costumbre no deja apreciar sus mociones.

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IV El resplandor no es semejante para ambos mundos, la longitud de onda en el camino de arriba opaca algunos elementos incorpóreos. No sucede lo mismo debajo.

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V El ajetreo tempo-espacial limita el avistamiento de la multiplicidad lumínica —subsistencia de la prosa—. El semi-sedente se sienta solo —no sintiéndose— ve girar una masa esférica que atraviesa los orbes —sin pensar— trata de amordazarse entre eufonías, entre formas espejadas —celestes— de un ejido seco, letrado… boscoso.

Arciem HorseK. Otoño de 2008 en campestres caminos escobarenses.

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Desvaríos y teorías Senda hacia el vaciamiento ¿des-configuración ilusoria? ¿apagamiento del absurdo? ¿obstaculización total de caminos? Un sí mismo acorta su visión, se des-nutre al engullir sus minutos —contados en horas— Un Principio se vislumbra, se convierte en sentir —se quema— asciende y se enceniza. Nada regresa lo pensado precipita entre vocablos ninguno se basta, ambos se hunden en un cuadrilátero albo. Alguien se imita en otro —se extravía— Siente, Piensa, Escribe —se silencia— él mismo no se basta. Tácito, contempla en su ausencia las locuciones que no pueden describirlo.

Arciem HorseK. 05/2008

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Testimonio ecdótico de las prosas conversas (Primera evidencia) I Unas teclas son golpeadas a la par en seca sinfonía… un visor devuelve a cuartas la imagen tácita de un autor, a medias el significado de una retórica artístico-inservible, por completo la misma indefinición, por partida doble el derroche de dicciones. Apenas conciente, el que viaja nostálgico; conciente de cierto despertar de una migración entre épocas…agustinianamente esperanzado imagina el devenir; a veces, desde un mundo que no puede pisar, otras, desde el propio suelo imperfecto… agustinianamente, también culpable se siente, de haber descubierto la imposibilidad de librarse de la libertad. Detrás de la configuración del lenguaje —siempre cambiante para el creador del que va— se escucha el sonar hueco de los pasos —cada vez más lentos— de aquella figura, la que sin tocar el suelo antieidético, lo siente desde su alteridad… cada vez que se rebusca encuentra viéndose desde el exterior, vertiendo su rostro en ordenadas máscaras —génesis de nuevas actitudes— .

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II El sonido parece no ocupar espacio mientras danza junto al presente, desapareciendo, exprimiendo los cuerpos que no ocupa… endurece la expresión de todas las máscaras, helando hasta la propia intencionalidad; es que en su vacua conformidad se vuelven insuficientes los tartamudos pasos… insuficiencia que vuelve impotente al inmigrante: quien abate sus ánimos al enfrentar una realidad apenas escogida, quien embriaga su turbia sensatez en la excitación de su clara ignorancia. Suenan las teclas, las que golpean las hojas blancas que hacen de suelo y cielo… el único personaje sin historia ya no sabe donde pisar… ruidos secos salen desde su garganta.

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(Segunda evidencia) I Unas teclas son golpeadas a la par en seca sinfonía… un visor devuelve a cuartas la imagen tácita de un autor, a medias el significado de una retórica artístico-inservible, por completo la misma indefinición, por partida doble el derroche de dicciones. Apenas conciente, el que viaja nostálgico; conciente de cierto despertar de una migración entre épocas … agustinianamente esperanzado imagina el devenir; a veces, desde un mundo que no puede pisar, otras, desde el propio suelo imperfecto… agustinianamente, también culpable se siente, de haber descubierto la imposibilidad de librarse de la libertad. Detrás de la configuración del lenguaje —siempre cambiante para el creador del que va— se escucha el sonar hueco de los pasos —cada vez más lentos— de aquella figura, la que sin tocar el piso antieidético lo siente desde su alteridad… cada vez que se rebusca encuentra viéndose desde el exterior, vertiendo su rostro en ordenadas máscaras —génesis de nuevas actitudes— .

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II El sonido parece no ocupar espacio mientras danza junto al presente, desapareciendo, exprimiendo los cuerpos que no ocupa… endurece la expresión de todas las máscaras, helando hasta la propia intencionalidad; es que en su vacua conformidad se vuelven insuficientes los tartamudos pasos… insuficiencia que vuelve impotente al inmigrante: quien abate sus ánimos al enfrentar una realidad apenas escogida, quien embriaga su turbia sensatez en la excitación de su clara ignorancia. Suenan las teclas, las que golpean las hojas blancas que hacen de suelo y cielo… el único personaje sin historia ya no sabe donde pisar … ruidos secos salen desde su garganta.

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(Tercera evidencia) I Unas teclas son golpeadas a la par en seca sinfonía… un visor devuelve a cuartas la imagen tácita de un autor, a medias el significado de una retórica artístico-inservible, por completo la misma indefinición, por partida doble el derroche de dicciones. Apenas conciente, el que viaja nostálgico; conciente de cierto despertar de una migración entre épocas … agustinianamente esperanzado imagina el devenir; a veces, desde un mundo que no puede pisar, otras, desde el propio suelo imperfecto… agustinianamente, también culpable se siente, de haber descubierto la imposibilidad de librarse de la libertad. Detrás de la configuración del lenguaje —siempre cambiante para el creador del que va— se escucha el sonar hueco de los pasos —cada vez más lentos— de aquella figura,

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la que sin tocar el piso antieidético lo siente desde su alteridad… cada vez que se rebusca encuentra viéndose desde el exterior, vertiendo su rostro en ordenadas máscaras —génesis de nuevas actitudes— .

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II El sonido parece no ocupar espacio mientras danza junto al presente, desapareciendo, exprimiendo los cuerpos que no ocupa… endurece la expresión de todas las máscaras, helando hasta la propia intencionalidad; es que en su vacua conformidad se vuelven insuficientes los tartamudos pasos… insuficiencia que vuelve impotente al inmigrante quien abate sus ánimos al enfrentar una realidad apenas escogida, quien embriaga su turbia sensatez en la excitación de su clara ignorancia. Suenan las teclas, las que golpean las hojas blancas que hacen de suelo y cielo… el único personaje sin historia ya no sabe donde pisar … ruidos secos salen desde su garganta.

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(Cuarta evidencia) I Unas teclas son golpeadas a la par en seca sinfonía un visor devuelve a cuartas la imagen tácita de un autor un visor devuelve a medias el significado de una retórica artístico-inservible un visor devuelve por completo la misma indefinición un visor devuelve por partida doble el derroche de dicciones. Apenas conciente el que viaja nostálgico Apenas conciente de cierto despertar de una migración entre épocas agustinianamente esperanzado imagina el devenir a veces imagina el devenir desde un mundo que no puede pisar otras imagina el devenir desde el propio suelo imperfecto agustinianamente también culpable se siente de haber descubierto la imposibilidad de librarse de la libertad.

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Detrás de la configuración del lenguaje —siempre cambiante para el creador del que va— se escucha el sonar hueco de los pasos —cada vez más lentos— de aquella figura la que sin tocar el piso antieidético la que sin tocar el piso lo siente desde su alteridad cada vez que se rebusca encuentra viéndose desde el exterior encuentra vertiendo su rostro en ordenadas máscaras —génesis de nuevas actitudes—.

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II El sonido parece no ocupar espacio mientras danza junto al presente mientras danza desapareciendo mientras danza exprimiendo los cuerpos que no ocupa mientras endurece la expresión de todas las máscaras mientras endurece helando hasta la propia intencionalidad es que en su vacua conformidad se vuelven insuficientes los tartamudos pasos insuficiencia que vuelve impotente al inmigrante quien abate sus ánimos al enfrentar una realidad apenas escogida quien embriaga su turbia sensatez en la excitación de su clara ignorancia. Suenan las teclas las que golpean las hojas blancas que hacen de suelo y cielo el único personaje sin historia ya no sabe donde pisar ruidos secos salen desde su garganta.

Arciem HorseK. Terminado de escribir en un segundo hogar… octubre de 2008.

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Bandera de mármol Una jugosa brisa traslada un seudo frío de verano.... El mármol que fulgura mojado, se pinta de blanco y celeste aunque su palidez lo asemeje a la del río que lo refleja, a la del cielo que les llora por encima: torpe juego dialéctico de sonidos inestables, de espejos opacos que a todos muestran su convencional identidad.

Arciem HorseK. Postludio de un mediodía rosarino, bajo la lluvia torrencial, en el primer día de 2009.

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Epístola de un confesor Un sentir diurno se refleja en un charco estival... atraviesa las ruidosas paredes de una herencia que le es ajena... se sujeta a un suelo sujeto a una columna; espera el arribo del absurdo. La voluntad lo contempla todo a la distancia; la extenuación del quebrantado sentir ha aplacado las fuerzas que le quedaban. Poco sostiene la fragilidad de una existencia irreparable; el tañido de un violín invisible talla en árboles de bronce los ecos de míseras nostalgias futuras, el mismo charco opalescente espeja el fémino talante de una actitud manifiesta en materia in-manifiestamente existente. Cierto sentir diurno dirige una mano que retorica otra actitud, la literaria; lejos está de sólo padecer el lenguaje que se le traduce en representaciones y barahúndas... y de todo se apropia, odiando por esencia la necesaria reproducción contingente que narra su barbarie. Su biografía se acrecienta en la medida que nuevos hijos —efímeros engendros— se arrancan de las entrañas del antro hermafrodita en que se gestan; la voluntad se dobla al arrastrarlos. Murmullos acompañan al sentir, atraviesan los oídos de una cabeza que guía sus ojos por entre otros sentires que lo perciben a la vez que lo desconocen. Tales sentires, lo llevan a una soledad provocada en una cárcel de cúbicos barrotes marmolados, donde con asombro celebran el viso del fuego que brota de una ciclópea olla cúpricamente oxidada.

Arciem HorseK. Rosario. Génesis de una tarde lluviosa del primero de enero de 2009.

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caelo albente Un planeta se asoma a una ventana antes que la estrella que le sirve de madre. Unos pasos siguen al crepúsculo, al remozar del mismo existir: interminable búsqueda de categorías, de justificaciones innecesarias. Hoy, lo indefinido parece acurrucarse entre los más antiguos y poéticos dedos rosados. Hoy, las huellas se corroen en un río de trazas mercúricas, de betas que brillan como su hermano, el que por su sangre bautizaron en plata. Una falsa vigilia se pierde en la impaciencia, como la pierde el verde que empapa sus piernas en líquidas esperanzas. Alguien aprecia cada movimiento: el de una broza naturalmente inquieta, el de las persianas de unos edificios que se despiertan, el de unas calles que se templan con el roce del caucho, el de la sencillez que lejos y cerca se desviste de su ropaje nocturno. ¡Hambrientos!, esperan absortos que los dedos teñidos en rosa se cierren. Lo que es se retoma: la esperanza hidrófila, la cual añora la flora oscurecida, se vuelve como el cuero de las falanges de la bóveda celeste; cuna de la madre que se asoma en un trazo, que se eleva revelándose en un semicírculo tibio, en una esfera naranja que se esparce por los rincones que la aguardan. Gustosa baña su desabrido infierno en los saporíferos brazos del Paraná...

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el alimento llega al verde, al interior de la posada de una fantasmal conciencia que ve desvanecer su opacidad.

Arciem HorseK. Rivera rosarina del cuarto despertar lumínico de 2009.

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Terceras personas I Belleza envuelta en tela oscura intrínseca y extrínsecamente inuniversalizable piel clara que se siente en sueño empírico que se muestra suave y desenvuelta piel en trazos libres oculta una debilidad piel en dialéctico juego ejecuta —con extrema dulzura— su contrario con vigor sobrevive una justa existencia que como un conjunto de fonemas se presenta a cada segundo en renovada recreación tal vez temiendo sincera el quedar atrapada en eterna afonía.

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II Tales movimientos son los que estima de lejos una tercera persona la que en un espejo persigue las efigies de su perfil inverso efigies que se visten de la más sensible y deseable femineidad que se visten de una actitud que se edifica desde un fúnebre y desabrigado precipicio natural que se visten de una sonrisa que se ahoga en ecuánimes lágrimas de justicia.

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III En el cruce del espejo y el insomnio de quien lo contempla el fin empuja a la intencionalidad la que —sin ánimos — se deja caer en el hogar de donde proviene la actitud que hace de voz en otra noche absurda noche insípida quebradiza en la que la intención ha quedado minusválida.

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IV Desde aquella nocturnidad germina inconciente un saber que hoy yergue un inacabado cuerpo eidético.

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V Y los actos se concentran en los labios los que devuelven tersos el hálito necesitado en su ensoñada degustación el que emigra siente y admira la vivacidad de una actitud la que se esgrime contra su devastadora herencia la que desgasta los trozos de su vientre ¡ya! por más vida los transmuta al escurrir su fértil sangre sobre una lejana masa grisáceo-polvorienta con sus lágrimas de leche sacia inocentes estómagos olvidados —embriagados de risa— los que con mendigas pupilas imploran el húmedo beso de una tormenta.

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VI Demasiado reconstruye la infatigable imagen del espejo poco el que la honra en su femineidad menos aún el que pretende acariciar su actitud con tan exiguas dicciones.

Arciem HorseK. a una actitud vestida de mujer... a ROXANA RUIZ DIAZ. Varios meses de recuerdo entre 2008 y 2009.

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Caricias australes Análogas dicciones nombran pasos que particularizan frías percepciones eidéticas. La australidad se publica en la dialéctica locomoción de una luna que gravea sobre un salobre azur empujado en dirección contraria a un atardecer... impelido envuelve una tierra de arena siniestra, de arena que se eleva tanto como la convención temporal cae ante los primeros inmigrantes que la alcanzaron, que la convirtieron en su refugio... En la tensión que mide este ascenso descendente sólo queda el tiempo que se resbala en cada soplo, que se pasea en ondulaciones desgranadas... En oscura representación escapa del azul el amarillo —en medianos picos—; amarillo que juega a hacerse piedra, amarillo que juega a hacerse las luces que sustentan un corto, escaso y desvaído verde... todos juegan a tocarse, todos se elevan en un paso que los encamina. Y el último chorro de luz astral se refracta sobre un blando y azulenco espejo de sal disuelta; la luminaria del hombre actual enciende el pasado y se aloja al poniente. Lo que es se presenta disímil: la que era bonita lo sigue siendo —ahora sin las roncerías lumínicas—, lo que era afable se vuelve hostil al viviente, aquel que en su animalidad siente la más tenue caricia austral.

Arciem HorseK. Despejado ocaso del 31 de enero de 2009 en Puerto Madryn, Chubut.

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Ópera cerúlea I El bramido del mar erosiona unos oídos rocosos anuncia el vívido arribo de verdes vestigios fenecidos fétido ecosistema pisoteado grabado por dos simples huellas.

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II El viento acompaña una narración interminable la narración de un abismo azul, atronador y moviente prehistoria austral bosquejada en una pieza por naturaleza encastrable por naturaleza separada.

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III Bramido que es escuchado por el mismo de siempre disolución homogénea que trae a las costas de la mente una degustación recordada la de los besos literales de Cimódoca la de los besos los que salados supieron dar sabor a un joven paladar sin lengua.

Arciem HorseK. 01/02/2009 Puerto Pirámides, Península Valdez , Puerto Madryn, Chubut.

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Un caminante es tragado junto al siroco por una garganta de paredes fósiles.... al entrar, el sosiego se deja interpretar en estrechos canales espinosos: blandos y duros. Los azores de este garguero amordazan al mar que geometriza su figura inmóvil, gris, siempre iluminada. En un extremo su frágil sombra elevada, en el otro su salida, la que integra borrascas, rompientes y acantilados. ¡Cuan geometral se hace a sí mismo el inengendrado y perecedero paisaje de lo que se cree y llama naturaleza! Otras siluetas forman parte del mismo sigilo elíptico, del mismo carnoso segmento que va contemplando los asimétricos trazos de lo subsistente.

Arciem HorseK. Escrito a escasos metros de donde se está dando la única función de la Ópera cerúlea.

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Noctívago, el oeste se enluta a la izquierda de un pasajero tiñendo el aura en penumbras tornando lóbregas las mesetas lúgubres los amarillos ¿Qué predicar de esa tercera persona que se refleja en una ventanilla sombría? —transparente portal del inevitable advenimiento de la noche— ¿Qué decir de las categorías que homogenizan al que se mira y su reflejante? Sintiendo el momento ambos se piensan en el otro el del cristal con la sólida frialdad del silicio el de la carne con la líquida calidez de su sangre.

Arciem HorseK. Noche del 02/02/2009 – Algún lugar de Santa Cruz.

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Escrito desde, por y para el sentir Escrito desde, por y para el pensar escrito, nutriente de lo efímero justa preservación del momento ¿quién lo demanda más que el que carga su biografía sobre un pavimento que cambia tras una línea convencional? línea convencional conversor del tono de limítrofe costumbre fonética en el que las sílabas son cortadas por afiladas sombras de carne filo que proviene de su desesperante simpleza.

Todo se seca en la quietud en la discreción en la prudencia de una calles en el surco que —adornado con barandas— atraviesa un grupo de animosas miradas el mismo alcanza al mar que no conoce amaneceres el que hocica los fragmentos acuosos aquellos que dejan sustraerse por patagónicas brisas diarias.

Arciem HorseK. 04/02/2009 Primer véspero fuera de los convencionales límites de un origen y un destino accidental: Punta Arenas, Chile.

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Galería sartreana Prosas que son como los amaneceres de los días que comportan la unidad de un viaje hacia la australidad: oscuras, de azulados negros; intensas, de finos trazos de un naranja pálido; límpidas, dispuestas en fracciones que se acelestan y enflaquecen. Pronto un avistador da cuenta de la incoloreidad en la que las alturas se diluyen; sin saber como describirlas —reflexionándolas— se ha dispuesto a la alquímica instauración de palabras indoctas....¡ya!, lo que está dejando de ser negro está siendo devorado por lo que es como el color del atlántico en medio día... el momento busca la conversión de los tonos que restan: acto que implica ilustrar la estrella que ultime el cuadro; testarudo —y no necio— esbozar de los pies de una conciencia pacífica, la que se acobija en un manto de piel ajena. En la narración todos siguen esparciéndose en vocablos perpetuos, en calmos soplidos que buscan retratarse... todo redunda en el álgido hastío de observar la revuelta de pigmentos etéreos; conmensurable contemplación impasible. La contingencia entierra en el océano el crepuscular cadáver que hace a un amanecer entre dos fronteras, entre dos momentos que, cultunaturales, dejan ver dos banderas: entre los cielos y las aguas se asoma la estrella que de guerra viste a una de ellas... la otra, como la primera, yace sin flamear esperando a ser iluminada por la convención que, tras hacerla blanca, de cinco puntas torna la corporeidad de los astros.

Arciem HorseK. Amanecer del 05/02/2009 en un mirador… Punta Arenas, Chile.

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Pasos lentos retrospectivizan lo que ha quedado a sus espaldas debajo de sus talones el aire que corta las sienes la roca que desgarra la epidermis el sentir que quiebra al lenguaje el agua que se rompe en su oleaje la mano que despedaza una hoja todo se centripeta en el movimiento hiriente todo se conforma en él, en la agonía que particulariza lo bello, lo caprichoso.

Arciem HorseK. 07/02/2009 Redactado tras escalar parte del glaciar Martial, Ushuaia, Tierra del Fuego.

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Cuarto Austral Dormitorio cosmopolita de paredes herbáceas de cristales azogados foráneos dosifican su tibieza con el fin de ablandar sus diatérmanos sentires entumecidos viéndose como espejos se llaman ignorándose en francés inglés viéndose portugués se auscultan en la traducción de un canto inaudible. La contradicción —masticada por la lasitud — azota a los noctámbulos de una luna meridional acaricia a los viajeros que han disipado el crepúsculo. Arciem HorseK. 09/02/2009 Noche en un hostal frente al canal Beagle, Ushuaia, Tierra del Fuego.

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caelo vesperascente Uno que despega del austro señala un desvencijado abalorio carmesí triste imitador del astro diurno que en el apogeo de una lujuriosa tarde canicular distante raya en frígido albor.

Arciem HorseK. 9 de un vespertino febrero del 2009… en una autopista porteña.

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Labores et vesperae Luz vestida de verde es merendada en los pestañeos de un petrífico ojo polimerizado

candela que es blanca candela que es amarilla candela que se vuelve naranja en el irrepetible travestir tintóreo nada es igual en todo momento sobre cada múltiple instancia en que inmóvil nada se nos escapa.

Arciem HorseK. Campos escobarenses en un domingo de junio del 2009.

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begrebet angest “¡Si él no hubiera mirado hacia abajo! Así es la angustia el vértigo de la libertad…” (Søren Kierkegaard)

Nuevo digerirse entre las invernales vísceras de lo real Nuevo construirse ante el existir ante un sosegado peligro visible e invisible injusto Nuevo despeñarse en la angustia de una vertiginosa disyunción que travesea con lo que está llegando … ya está en frente ¿Sí o No? El decidir atesta de temor a un individuo tácito ¿Sí o No? El decidir lo desespera, le produce un temblor ¿Sí o No? El límite de los pasos está trazado, partido en dos exordios ¿Sí o No? No hay más que dos y, antes de suceder, lo que permanece no deja más que estas vías ¿Sí o No?

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Posibilidad espejo partido grieta del universal sempiterno empuje del tiempo hacia el mismo barranco abismal EL PRESENTE.

Arciem HorseK. Obertura invernal de 2009.

...a aquel individuo.

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Cantata abstemia Vicio en las noches de aversión copa de tinta negra siempre bebida por la angustia por la angustia de un abstemio asqueado harto de su insolubilidad con los miércoles del quebrantamiento de lo convencional e inconvencionalmente “justo”. - ¿Cuánto sentir sobra? ¿Cuántos pensamientos? - ¿Cuántas copas quedan? ¿Cuántas hojas? - ¿Cuántos pasos faltan? ¿Cuántos parajes? Cuestionario de un abstemio espita tinta amarga desborda sus labios tinta transita las cutáneas huellas de los dedos inestables los que aprietan el diáfano mineral fundido que —vaciado entre singultos — es arrojado contra el devenir horizontal impacta lo recto sin rajarse

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otro deber ha sido roto en su lugar.

Arciem HorseK. Minutos antes de rescindir la jornada del 08/07/2009.

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tristitia Cinco aves violáceas se difunden en una bóveda ozónida detrás de unos raíles detrás de un vidrio ronco delante uno que se repiensa y resiente delante uno que graniza su ánimo que lo abate que lo contrita.

Nada comparte con alguno nada de algo que sea sincero otra vez unas líneas lo limitan lo enfrentan contra los sí mismos que lo rodean.

Noche en un redondel inacabado Noche en un redondel iluminado de tristeza noche en que las máscaras lo encuentran desnudo noche en que las copulando con símbolos que se caen con espectros a los que rehúye.

Arciem HorseK. En uno de dos semicírculos de San Martín, Buenos Aires, en la noche del 05/08/09.

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Cárnica Necrópolis I Tarde nítida Tarde nítida partida en dolores Verdes mojados de fríos grises materia reseca materia reseca de necesidad Mes de un peregrino recluido Mes de prosas mutiladas por liras y violines por versos.

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II Sentir que se desacostumbra que sujeta lo contingente, lo fugitivo Sentir que hace gotear una sustancia que solubiliza la carne. Sentir que sacude una mano la que apalea la nostalgia de escritos muertos en mesas babélicas la que apalea la nostalgia de escritos en escritorios polvorientos. Sí, apalea la nostalgia Sí, apalea la nostalgia de un juvenco sacrificado Sí, apalea la nostalgia de un juv por —y en— Sí, apalea la nostalgia de un juv por el tiempo.

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III Alguien pretende llorar sobre su dérmica elocución pero el sentir —anacrónico— pero el sentir se desbanda en una noche de cuatro ciclos de caucho pero el sentir se retira a un monumento de mármol en un domingo y un papel pero el sentir ahora por una alborada en el fin del mundo ora en dos ciudades portuarias una lapislazúlica la otra de plata ahora en otra la de una “plaza lejana” ahoraffffhgg en ogtra y va por cerros y va por cerros de pastizales desiertos y va por cerros de pastizales desiertos patagónicos cuyanos y sorbe pacífico el atlántico y se guarda en tres barrios ys

e guarda en tres barrios

sin ciencias sin letras sin artes sin políticas sin…

¡triste víctima de su carencia y sus residuos!

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IV Yerra y se posa Yerra y se posa ante el escrito féretro paternal de una dilatada biografía inexistente Yerra y se posa al final del nombre de un autor Yerra y se posa en la consonante oclusiva, velar y sorda que es el mirar límpido del pétalo otoñal en un ocaso ámbar elevación de la mano que es la voz de los ojos del tierno tacto que se despide para volverse metalenguaje.

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V Y el sentir vuelve y se fuga de abrazos y se fuga de abrazos cuasi-sensibles hermanantes y se fuga ante pasos que cruzan la sonrisa segura de lo claro-oscuro, borroso, vidrioso, el verso. ahora se suspende ante la deshabitada morada de su primera causa a donde sea que vaya se sublima carnificándose a mayúsculas distancias ya es imposible avistarlo por el mismo celaje.

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VI Un traidor se oculta en lo de Adonis el sentir confunde el olfato del delatado Viciosos pubescentes silban a la nívea mueca cotidiana el sentir cierra sus ojos espejados en sollozos La lujuria toca a la puerta y al que la abre el sentir apaga su cazadora caricia Las causalidades inmolan sus Cristos el sentir amarga hasta sus degustaciones mefistofélicas Sinfonías eutérpicas celan la tarde, lo frágil el sentir lacera el sagrario de sus voces.

Arciem HorseK. Tarde triste del 16/08/2009.

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Postludio

“Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago” (Gálatas 2:18)

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El luto de las prosas Poemas advienen opacos las máscaras del escribiente muerden sus falanges las máscaras desdentadas, inútiles rasgadas por las llagas de la cara que las conlleva. Hijos se descaminan —en el rapto de un padre hermafrodita— rasgueando acordes en su epidermis tornándose a un luto nihilista el luto de las prosas marcha de espectros contingentes de alaridos impotentes que en la literalidad universal se vuelven predicables de la tarde del escritor que negó el querer al tragarse sus lágrimas.

Arciem HorseK. 16/08/2009

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Conversiones en la prisión de invierno “…enderezar la razón produce sufrimiento.” (Eurípides)

Antiocásica gana la tarde una vejez temprana desmayándose en las palmas ásperas del histrión que en efluvios sabáticos ha montado su trampa. Prisión invernal de ambientes álgidos, húmedos y olorosos en sus paredes rayan máscaras los predicados de una conversión. Un viajante persigue unas aberturas acristaladas por ellas nota los hechos que ulceran su estómago que refrenarán su marcha. Sus voces caminan en él, guardan las caretas —fusiladas— que hoy se rehúsa a revezar. Sus lágrimas disuelven la carne la tercera persona sus pasos. El que está llegando es embebido en un reformado cuerpo categórico.

El luto prosaico continúa

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lo efímero —presa simbionte— muerde al momento postrero al postrimer paso sentido, pensado y escrito.

Lo que ya no queda del viajero ha aceptado un paraje una única identidad para sus voces.

Arciem HorseK. 16/08/2009 Narración final de una conversión, en un tercer barrio escobarense.

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Exordio de una identidad refleja El converso sin seudo-tapujos y su espejo reflejo que es su identidad la de los baladros de un rostro sin rasgos sustancia de quien es dueño en esos ojos claros. El verbo espejado lo concita al desvarío trata de predicar lo que es sujeto de sublimar a versos trata lo que subyace en el cárnico temor y temblor de un interrumpido ensueño de determinaciones metafísicas.

Un rocío fúnebre arropa al de carne viste al neófito consumada su reclusión. Partidas las frases cae la nostalgia El sentir El sentir frío El sentir frío en el poeta del espejo en las hojas que lo buscan. Arciem HorseK. 16/08/2009 Escrito apenas terminada la tarde, apenas arribado el camino del absurdo. Último de tres barrios escobarenses.

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Índice Proemio

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PRELUDIO Disformes fluyen las nubes… Ruido de ningún color Caminante mudo…

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PASAJE una pared… Eterno Retorno Palabras enfermas El sentir de un avistador Amanecer simétrico Plaza lejana Colusiones Ruido de llantos de cascadas… Durmiendo al lado de… Crónicas del absurdo Retrato de un compartir De tardes abstractas Desvaríos y teorías Testimonio ecdótico de las prosas conversas Bandera de mármol Epístola de un confesor caelo albente Terceras personas Caricias australes Ópera cerúlea Un caminante es tragado… Noctívago, el oeste... Escrito desde, por y para… Galería sartreana Pasos lentos retrospectivizan…

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Cuarto Austral caelo vesperascente labores et vesperae begrebet angest Cantata abstemia tristitia Cárnica Necrópolis

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POSTLUDIO El luto de las prosas Conversiones en la prisión de invierno Exordio de una identidad refleja

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