OV en sujetos vulnerabilizados Rascovan

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OV: CONTEXTO SOCIAL, SUJETOS Y POLÍTICAS: Sergio Rascovan El propósito es pensar las problemáticas relacionadas con el elegir qué hacer en la vida y con la construcción de trayectorias vitales articulando lo subjetivo con lo social, ampliando el “hacer” más allá de lo productivo, de lo laboral y de lo académico. El desafío es abordar estas problemáticas en todas sus dimensiones, en todos los contextos, para todos los sujetos. Elegir qué hacer se ha vuelto crítico, más cuando de ello depende la inclusión en la vida social. El miedo a quedar afuera, a perder un lugar, se verifica tanto en quienes están actualmente incluidos en la red de intercambios que supone la vida colectiva, como en aquellos que viven en los bordes o que, lisa y llanamente, quedaron desafiliados. Es impostergable encarar estas cuestiones desde la complejidad de su entramado. Pensar para hacer. Hacer para transformar. Pasar del análisis de un campo de problemáticas a conceptualizar una práctica que supone la constitución de dispositivos para acompañar a los sujetos en los momentos críticos de elegir y armar proyectos futuros. Dispositivos que se sostienen, o deberían sostenerse, en una ética en relación al otro y en una concepción de sujeto. Una ética en relación al otro y una concepción de sujeto que implica pensar la práctica de acompañamiento para elegir qué hacer, como una experiencia subjetivante en tanto reconocimiento de las potencialidades de los sujetos, con respeto por sus singularidades y advertencia acerca de la inexistencia de un saber certero sobre el enigma de la vida y las vicisitudes de elegir. Recurriendo a la lógica transdisciplinaria y promoviendo articulaciones intersectoriales en los abordajes e intervenciones. Elegir qué hacer en la vida y recibir OV es un derecho de todos, independientemente de la condición que porte cada sujeto. Sostener ese derecho presume construir dispositivos de intervención en diferentes ámbitos: pedagógicos, de salud, sociocomunitarios. Contexto social, poder y subjetividad La vida humana, social y subjetivamente considerada, se organiza en esta etapa histórica alrededor del modelo productivo y cultural del capitalismo en su fase financiera. Los discursos neoliberales son los dominantes; en ellos el mercado resulta el principal actor regulador de los intercambios, desplazando al Estado en su función de garante del bien común. En su fase industrial, el capitalismo intentó promover la regulación de sus propias desigualdades a través del Estado benefactor. De este modo, generó las condiciones materiales y simbólicas para dar consistencia a las problemáticas que los sujetos tienen para elegir y construir sus trayectorias de vida en el “hacer”. El escenario social cambió y los procesos de exclusión atravesaron al conjunto de la sociedad e impactaron de manera más virulenta en quienes aún no habían adquirido su plena condición ciudadana. Nos encontramos con sociedades que producen una subjetividad multitasking, en las que los sujetos de rendimiento no sufren una exploración necesariamente externa. Se rigen con la ilusión de ser dueños de sí mismos. Una subjetividad subordinada a los imperativos de rendimiento, de competencia, de lógicas empresariales, y sus modas de “autoayudas”. El sujeto está todo el tiempo confrontado a una exigencia frente a la cual nunca le alcanza y, por lo tanto, siempre está endeudado. Las alternativas para cambiar las situaciones sociales de desigualdad e injusticia son políticas. Para lograr que los sujetos vulnerabilizados sean sujetos de derechos será necesario democratizar nuestras sociedades, lo que significa desmercantilizarlas. Rescatar como derechos lo que el neoliberalismo impuso como mercancías. El crecimiento de las desigualdades sociales produjo grandes y graves transformaciones en el régimen de las protecciones y generó que “los individuos por defecto” sean postergados a la desprotección total o

remitidos hacia formas inferiores de protección. Así, pierden su condición de sujetos de derecho al no estar integrados en el régimen del empleo, o sea, por el sistema de la seguridad social basado en el trabajo.

Trayectorias de vida en el actual contexto histórico Vivimos la vida en clave de época. Las variables sociales se entraman con las subjetivas en la construcción de cada trayectoria. Los recorridos dibujados por circuitos institucionales, siendo los principales la familia y la escuela. El modelo del sistema escolar obligatorio ha producido que el curso de la vida se organice alrededor de los ciclos y niveles educativos, provocando saltos y cortes en el camino, abriendo paso a procesos de transición entre uno y otro. Trayectorias, itinerarios y transiciones son diferentes maneras de nombrar el proceso que los sujetos van desplegando en su devenir, en función de determinadas coordenadas sociohistóricas, principalmente de clase, de género, geográficas y ambientales. Pensar la vida en términos de trayectorias, de itinerarios, nos aleja del concepto de identidad como algo cerrado, definitivo, certero. Se propone la noción de itinerario vocacional como aquello que se configura alrededor de las variadas actividades que los sujetos realizan a lo largo de su vida, dentro de las cuales el estudio – trabajo – empleo son las privilegiadas, ya que producen anclaje social. Las trayectorias subjetivas implican un plus sobre los trayectos y las transiciones normalizadas. Son las formas singulares que tenemos de transitar la vida escolar, por ejemplo. Los ciclos y niveles educativos son los mismos para todos y por eso nos igualan, pero las maneras de recorrerlos son diferentes. Podemos hablar de trayectorias transicionales, procesos en los que los trayectos y transiciones se entremezclan. Ocurre principalmente cuando se produce abandono del sistema educativo y circulación social por otros circuitos que en algunos casos incluye la vuelta al mismo, porque no es excluyente. Pueden ser entendidas como un salir y entrar de diferentes actividades, con más movimiento y menos estabilidad, a veces sin rumbo fijo. Tienen un carácter dinámico, abierto y discontinuo. La falta de linealidad, los escenarios sociales cambiantes, la simultaneidad y multiplicidad de actividades y la incertidumbre como rasgo sobresaliente nos permiten pensar los itinerarios vitales en términos de trayectorias transicionales. Una de las cualidades de la forma de vivir de los sujetos vulnerabilizados podría ser transitar la vida por itinerarios que circulan por causes diferentes de los instituidos socialmente, es decir, por fuera de los trayectos educativos y laborales prefigurados, o bien, sin transitarlos de manera regular y sistemática. Entran y salen de los circuitos formalizados y/o de las actividades socialmente esperables de ser realizadas. “Trayectorias transicionales” vale también para los circuitos “oficiales” y “paralelos”. La transición hacia la vida adulta ha dejado de ser un tipo de “trayectoria lineal” con final conocido. Esa particularidad requiere de políticas activas para que el derrotero “exitoso” o “fallido” de este proceso no quede exclusivamente a merced de las situaciones biográficas de los propios jóvenes, donde los desempeños y credenciales educativas obtenidas funcionarán como uno de los principales factores de predicción. Subjetividad de época. Sujetos vulnerabilizados. La constitución subjetiva se configura en un entramado entre lo propio de la especie, lo particular de la época y lo singular del sujeto. Se trata de una subjetividad como devenir libidinal e identificatorio y no como identidad coagulada. Sostenemos que los sujetos vulnerabilizados no son, “son siendo” en trayectorias abiertas que no terminan de cerrar. Tratamos la vulnerabilización de los sujetos producida por dispositivos biopolíticos de dominación.

Vulnerabilidad ≠ Vulnerabilización El proceso de elegir supone una operatoria de anticipación que se ve notablemente fragilizada en los sujetos vulnerabilizados cuando lo que predomina es la lógica del instante. Antes de elegir, son elegidos para no elegir o, dicho de otro modo, no gozan de ese derecho: sus posibilidades de planificación, de aspiraciones futuras y de pensamiento a largo plazo se ven seriamente afectadas. La apatía, el desinterés y el desgano pueden ser las formas en que se presentan estas dificultades, tanto en su versión de plusconformidad como en lo pulsional salido del cauce. Estos aspectos aparecen en sujetos de sectores sociales diversos, debilitando las esperanzas colectivas, constituyendo estrategias biopolíticas de vulnerabilización. Los procesos de vulnerabilización en el actual contexto de capitalismo financiero están fuertemente asociados con los “puntos de partida”, más que con la falta de igualdad de oportunidades futuras. Las condiciones sociales, de clase principalmente, son determinantes. Sin embargo se plantean las siguientes consideraciones: • No hay logros personales sin esfuerzo. Si un sujeto no se esfuerza, no logrará sus metas. • Las metas no son necesarias o exclusivamente individuales. • Si bien el discurso dominante promueve la realización de proyectos individuales, también existen las búsquedas colectivas ligadas al cambio social. • Para que no nos determinen las condiciones en las que nacemos, es necesario el papel del Estado, único agente con poder como para ayudar a torcer esas trayectorias previsibles. • La presencia del Estado no desresponsabiliza al sujeto en la búsqueda y armado de proyectos futuros, individuales y/o colectivos. • Sin dudas, hay sujetos en sociedades desiguales y excluyentes que logran sus metas aun teniendo puntos de partida muy desfavorables. • También hay sujetos ubicados en posiciones pasivas, de acomodarse y reclamar parasitariamente que alguien, otro, resuelva sus problemas. • Los ejemplos singulares ilustran posiciones, posibilidades, alternativas. El problema surge cuando desde lo singular se construyen categorías totalizadoras. Las prácticas de orientación con sujetos vulnerabilizados requieren despojarnos de las ideas heredadas, cuyos postulados tradicionales estuvieron orientados a sujetos de clase media urbana, es decir sujetos privilegiados que se enfrentan a la situación crítica de elegir, en la medida en que tienen las condiciones para poder hacerlo. Muy diferentes son quienes no gozan de ese derecho, porque nunca lo tuvieron o fueron sustraídos de él. En esos casos, el profesional requiere asumir la decisión de no condenar a nadie a la reproducción de su pasado. Supone asumir una actitud posibilitadora que le permita al sujeto pensarse y quererse diferente de lo que fue. Una posición que invite a reconocerse como sujeto abierto al cambio, que reconozca su historia pero que no se vea exigido a repetirla. Las prácticas de orientación con sujetos vulnerabilizados nos enfrenta al otro en una otredad más radical que en las prácticas tradicionales. Alojar al otro es reconocerlo en su diferencia. En el encuentro con el otro nos enfrentamos con la imprevisibilidad de la alteridad. La diferencia entre lo esperado, lo imaginado y lo encontrado da cuenta de

una diferencia con el otro. La escucha nos conmueve, nos interpela y también nos angustia en tanto sujetos y profesionales. Son los casos en los que alojar al otro a través de la escucha nos enfrenta a la experiencia del desamparo. La escucha se constituye en una hospitalidad que recupera la dimensión subjetiva de ambos, permitiendo dignificar la experiencia, evitando ubicar al otro en el lugar de objeto. Muchas veces la diferencia desigualada lleva al profesional a asumir un discurso moralizador, del “deber hacer” como respuesta defensiva a su propia impotencia y a su intolerancia de escuchar al otro. También abandonar la “misión” por considerarla “imposible”.

Las intervenciones sociocomunitarias en los bordes Los dispositivos de acompañamiento, clásicamente llamados procesos de OV, se organizan en distintos tipos de intervención. Se trata de una práctica contextualizada que adopta sus formas de acuerdo a diferentes circunstancias y condiciones. Así, las • Intervenciones pedagógicas: son aquellas dirigidas a los que “están ahí” en las instituciones educativas, a través de programas. • Intervenciones psicológicas: se destinan a los que nos consultan en diferentes servicios tanto del sector salud como de educación. • Intervenciones sociocomunitarias: son aquellas dirigidas a los que “no están ahí”, porque terminaron o abandonaron, o porque tampoco consultan en los servicios de OV. “Hay que ir a buscarlos” Las intervenciones sociocomunitarias son experiencias de borde. Sujetos que no consultan ni están integrados plenamente a la vida social a través de algún anclaje institucional, educativo y/o laboral. Personas con problemáticas de consumo, en situación de encierro, que no consiguen trabajo (o no lo buscan), individuos que han abandonado sus estudios. También son intervenciones dirigidas a poblaciones que no fueron suficientemente contempladas en las prácticas tradicionales de OV, adultos mayores, personas con discapacidades, individuos transgéneros, sujetos que viven en localidades rurales muy alejadas de los centros urbanos. Se trata de dispositivos que promueven la visibilización de estos colectivos postergados, vulnerabilizados. Visibilizarlos es considerarlos sujetos de derecho: derecho a vivir una vida digna, a elegir qué hacer en la vida y a construir proyectos futuros. Se estimula el diseño e implementación de experiencias que encaren intervenciones sociocomunitarias sobre la base del principio “Nada por nosotros, sin nosotros”. De ese modo se evita pensar y organizar las prácticas desde una exterioridad que reproduzca formas paternalistas, asistencialistas, demagógicas de operar. En el trabajo con los otros y desde los otros podrá defenderse el derecho de todos, de cualquiera a la igualdad de oportunidades y a la plena inserción social. Las intervenciones sociocomunitarias, prácticas que se despliegan en los bordes, serán eficaces si forman parte de políticas públicas que articulen las instituciones tradicionales del Estado y nuevas institucionalidades provenientes de movimientos sociales y de ONG. Estos dispositivos de OV pueden llevarse a cabo en instituciones de salud, educación, recreación, servicios de empleo, cárceles y de tercera edad, así como también de forma desinstitucionalizada. El eje de estas intervenciones está puesto en la restitución de derechos, allí donde los mismos son vulnerados. Las problemáticas vocacionales deberían ser pensadas y abordadas desde el marco de la salud mental comunitaria y respetando los lineamientos de la Ley Nacional de Salud Mental N°26.657, que “reconoce a la

salud mental como un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los DDHH y sociales de toda persona.” A su vez, “ que se implementen acciones de inclusión social, laboral y de atención en salud mental comunitaria.” La intervención sociocomunitaria es la que menos se asocia popularmente a la práctica de la OV. Sin embargo, estas intervenciones son las más postergadas y las más necesarias de desarrollar. Hoy, el principal objetivo de los profesionales de la OV es responder creativamente a las nuevas demandas sociales, al drama que aqueja a millones de personas que no encuentran un lugar en la vida colectiva. Sujetos vulnerabilizados por un sistema social que los considera descartables, sobrantes, inservibles, improductivos. Se trata de impedir que las prácticas de orientación sean dispositivos de reproducción de la continuidad de un orden social sesgado por la exclusión y la inequidad. El paradigma propuesto supone un saber crítico con objetivos emancipadores, pilares de las prácticas en los bordes, que atienda a todos los individuos, independientemente de su condición. Para todos, para cualquiera, reconociendo las singularidades y las especificidades de cada sujeto y sector social. Orientación vocacional como experiencia subjetivante Pensamos la intervención sociocomunitaria, al igual que la psicológica y la pedagógica, como dispositivos que supongan un paréntesis en la vida del sujeto a la espera de que algo advenga, una verdad sobre sí mismo. Estos dispositivos pueden ser experiencias subjetivantes, lo que supone una doble implicación entre subjetividad y experiencia. La experiencia se construye en la trama de relaciones intersubjetivas en los distintos espacios institucionales. Supone aquella transformación de sí en el orden de la producción subjetiva, enfrentando las operatorias que dejan al sujeto en posición de objeto. Habrá experiencia mientras haya un sujeto capaz de querer vivirla. Y, si así fuera, estaremos frente a un proceso de subjetivación como transformación de uno mismo, con posibilidad para pensar, para imaginar, para soñar más allá de los imperativos sociales, de los valores dominantes. Un pasaje de ser objeto de deseo de Otro a constituirse en un sujeto deseante. Un proceso siempre dinámico e inacabado, donde se adoptan posiciones (sujeto – objeto) que se van asumiendo, y no de esencias que se configuran de una vez y para siempre. Se plantea la idea de estimular las potencialidades de los sujetos vulnerabilizados antes que insistir en sus aspectos deficitarios, desventajosos. Promover al sujeto como constructor de su destino. Una experiencia subjetivante es un catalizador, que colabora en acelerar o retrasar los procesos de elección. Para ello es necesario habilitar dos procesos de elaboración: 1. Historización simbolizante: operatoria a través de la cual se busca darle sentido al sinsentido, construyendo una narrativa singular, diferente de la mera recapitulación de hechos vividos. 2.

Relación de la elaboración con la construcción de un esbozo de proyecto futuro.

Los procesos de orientación buscan construir una historización simbolizante como vía para construir una elección y elaborar un boceto del mañana. El POV invita a explorar, a indagar, a curiosear sobre sí mismo y en el universo social y cultural en el que vivimos. Es un proceso que invita a buscar, a explorar, a indagar, como forma de confrontar sus propias percepciones con las de otros. Un ida y vuelta como camino posible para interrogarse sobre las propias representaciones fantasmáticas, sobre las representaciones sociales de los objetos a elegir y, de ese modo, buscar, construir “un lugar en el mundo”.