Origen Del Estado

Universidad Nacional Autónoma de México Teoría General del Estado El Origen del Estado Índice: 1. Introducción (p.2) 2.

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Universidad Nacional Autónoma de México Teoría General del Estado El Origen del Estado

Índice: 1. Introducción (p.2) 2. Estado (p.4) 3. Génesis del Estado (p.6) 4. Teorías Voluntarias (p.7) 4.1 Hobbes (p. 7) 4.2 Locke (p. 9)

4.3 Rousseau (p. 10) 5. Teorías Coercitivas (p. 12) 5.1 Teoría Divina (p. 13) 5.2 Teoría de la Fuerza (p. 14) 6. Conclusión (p. 16) 7. Bibliografía (p. 17)

Introducción El ser humano, en términos generales, es simplemente otro animal más dentro del espacio que representa el planeta Tierra. Sin embargo, su naturaleza y habilidades le han permitido convertirse en la indiscutible raza dominante sobre la faz del planeta, acto que logró mediante el uso de su razón e inteligencia para manipular la esencia misma de la naturaleza. La frase “El ser humano es el máximo depredador sobre la Tierra” se sostiene sobre amplias bases fácilmente observables. Sin embargo, a pesar de estar dotado de racionalidad e intelecto, el ser humano no es ni remotamente perfecto. Es frágil ante la inclemencia de los elementos y es físicamente inferior a una gran cantidad de otros animales, no obstante, su más grande debilidad es probablemente una ineludible vulnerabilidad ante las pasiones, destacando entre ellas el amor, odio, codicia y vanidad.

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Éstas pasiones han representado para los humanos uno de los más grandes amenazas a su integridad, puesto que lo han llevado, en repetidas ocasiones, a luchar en contra de sus semejantes con resultados trágicos. Ahora, en pleno siglo XXI, el género humano continúa creciendo y desarrollándose a velocidades cada vez más monstruosas, llevando su cultura y esencia más allá de la frontera espacial y experimentando un radical proceso de constante cambio y crecimiento. El ser humano pretende superar sus limitaciones, imperfecciones y vulnerabilidades a través de la creación de lo que podríamos llamar su más grande obra: el Estado. El débil y mancillable humano se refugia dentro del constructo del Estado para protegerse, no de los elementos del exterior, sino del inherente peligro que representa la existencia de otros humanos, para así, posiblemente, poder llevar a cabo su vida con relativa seguridad respecto de su prójimo. El Estado puede ser considerado como la apuesta humana para frenar sus pasiones en pro de la especie o del grupo. El presente trabajo ofrece una exploración a través de algunas de las diversas teorías existentes acerca del origen de este titán creado por los hombres para los hombres, dividiendo a las teorías en dos clases: teorías voluntaristas y teorías coercitivas. Ambas explican el surgimiento del Estado desde polos opuestos y ofrecen argumentos sobre cómo la voluntad o la opresión son las semillas del constructo estatal.

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Estado Antes de poder hablar sobre la concepción del mismo, es necesario definir qué es entendido como Estado. En la Antigüedad, Aristóteles, sin utilizar precisamente el concepto de “Estado”, pues tal no existía, se refería a la organización política de polis como un fenómeno natural y propio de organización de hombres libres que obedecía a la naturaleza gregaria del ser humano, expresada en el concepto del ≪ζῷον πολιτικόν≫ (zoon politikon) “Animal político” que lo define como un ser capaz de organizarse de forma política para la formación de una sociedad. Consideró que el Estado “nació de la necesidad de vivir, y existe por causa de la necesidad de vivir bien”1. Tomás de Aquino, a principios del siglo XIII y en plena Edad Media, aún sin hacer mención del concepto de “Estado”, consideró a la organización política como necesaria en la vida del individuo como ser social, ya que ésta funge como herramienta para el desarrollo de la propia sociedad para la obtención del bien

1 Ramón Xirau, Introducción a la historia de la filosofía, México, UNAM, 13a ed., 2012, pp. 76-77.

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común y como elemento homogeneizador de la sociedad, previniendo la separación a raíz de la codicia y vanidad que existe entre los hombres 2. No es sino hasta el siglo XVI cuando el término “Estado” es utilizado formalmente por vez primera. En su obra El Príncipe, Nicolás Maquiavelo, considerado el padre fundador de la Ciencia Política, hace uso del concepto, entendiéndolo como “unidad política”3. Las consideraciones de Maquiavelo abrieron el paso para definiciones de Estado mucho más amplias, puesto que su obra planteó la importancia de elementos como el Poder, la población, las riquezas, etc. en las relaciones políticas. Definiciones más recientes ahondan en la relevancia de elementos como el territorio, el orden jurídico, la cultura, etc. para la definición de Estado, por ejemplo, Jellinek considera al Estado como una unidad de asociación, construída por hombres que viven en un territorio y que se mantiene unida a través de una síntesis mental. Afirma que el Estado existe como ente de la realidad y de la cultura 4. Por otra parte, Kelsen nos ofrece una definición de Estado que además de incluir las esferas territoriales y culturales, incluye en sus elementos la importancia de un orden jurídico que regule el actuar de los individuos dentro de un Estado. Para él, un Estado en la estructura resultante de la harmonía entre los siguientes elementos: 1. Orden Jurídico: Representa la voluntad del Estado, en otras palabras, dictamina las reglas del juego establecidas por la voluntad colectiva. 2. Territorio: Es el ámbito espacial sobre el cual tiene potestad el Orden Jurídico del Estado. 3. Pueblo: Son los individuos

miembro

del

Estado

(Ciudadanos). 2 Ibidem, p. 173-175. 3 Jean Touchard, Historia de las ideas políticas, México, Reiméxico, 1994, p.202-204. 4 Francisco Porrúa, Teoría del Estado, Porrúa, México, 1999, p.148.

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4. Poder de Estado: Poder que da validez y vigencia al orden jurídico. 5. Centralización o Descentralización del Poder: El nivel de concentración de las instancias de poder dentro del Estado 5. Finalmente, una definición de Estado por parte de Francisco Porrúa incluye el aspecto ontológico del Estado, expresando elementos de su causa final: El Estado como ente cultural tiene por objeto la obtención de un fin. Ya sabemos que todo producto de la cultura se caracteriza por llevar dentro de sí una finalidad, aquello para lo cual es creado por el hombre. Siendo el Estado una institución humana, tiene naturalmente un fin. no puede dejar de tenerlo. Los hombres que componen el Estado, los gobernantes y los gobernados, al agruparse formando la sociedad estatal, persiguen un fin. El Estado encierra en su actividad una intención que es la determinante y el motor de toda su estructura… El fin será el que determine las atribuciones, la competencia material de los diferentes órganos del Estado, y en función de esas competencia se crearán órganos. En este fin está la razón última del Estado y su diferencia específica con otras sociedades.6

En el presente trabajo, el concepto de Estado será manejado como el de una comunidad que contiene individuos que comparten características tales como la cultura, el idioma y tradiciones, que viven en una zona territorial determinada de manera unificada y que responden ante un poder de mando fundado sobre bases de interés general.

Génesis del Estado La multiplicidad de teorías que pretenden explicar el origen del Estado apuntan hacia una inherente dificultad para definir la misma. La creación de los Estados muy probablemente fue previa a la invención de la escritura, pues son muy 5 ibidem, p. 152. 6 ibidem, p.198.

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limitados los recursos que puedan apuntar hacia un origen confiable de la organización política de Estado. Aunque la creación del Estado sea quizá el logro político más grande la historia humana, no existe una sóla teoría sobre la conformación del mismo que se erija como paradigmática, dominando por sobre las demás y dirigiendo el rumbo de las investigaciones políticas que rondan éste eje. Por cuestiones de practicidad, éste trabajo ignora teorías que argumentan que el Estado surge como producto inmediato del “ingenio” de las personas o que aparece como un accidente histórico, pues éstas pretensiones de explicación le darían a éste trabajo una connotación metafísica o adventista y colocaría al surgimiento del Estado como fenómeno más allá del entendimiento científico y político al cual trataremos de apegarnos. Las teorías expuestas a continuación no son misteriosas ni fortuitas y no son productos del azar, sino que son producto de un proceso cultural regular y determinado, y podemos argumentar que es así debido a que el fenómeno del Estado se dio independientemente del lugar y el tiempo, surgiendo estados tales como el Maya, el tribal Zulú y el dinástico Chino incluso cuando sus ubicaciones son remotas la una de la otra y sus tiempos de existencia y origen difieren, a veces, en milenios. Las teorías presentadas se dividen en dos grandes categorías: Teorías Voluntarias, que expresan el surgimiento del Estado como un acuerdo voluntario de los individuos, y Teorías Coercitivas, las cuales argumentan que el surgimiento del Estado obedece a la opresión y dominio de un grupo sobre otro. Respecto a las Teorías Voluntarias, encontramos grandes exponentes, principalmente Contractualistas, tales como Thomas Hobbes, Jean Jacques Rousseau y John Locke. A contraparte, las teorías a tratar como Coercitivas son las expuestas por Heráclito, Franz Oppenheimer y Herbert Spencer, así como algunas otras como las teorías evolutivas y del derecho divino.

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Teorías Voluntarias En general, las teorías voluntarias argumentan que, en algún punto de la historia humana, un conjunto de personas ofrecieron su soberanía de forma espontánea, voluntaria y racional, para unirse con otras comunidades para formar una unidad política superior que merece el nombre de Estado. Dentro de estas teorías podemos destacar las teorías Contractualistas, comenzando por uno de sus máximos exponentes debido a la grandeza de su obra: Thomas Hobbes. Hobbes Thomas Hobbes fue un intelectual y filósofo inglés, que vivió para ser testigo de los severos cambios políticos dentro de Inglaterra, la lucha entre reyes y parlamento; los cuales influyeron en su obra y gradualmente cambiaron su perspectiva. Su obra más grande: El Leviathan, expone sus tesis racionalistas y ataca ferozmente al clero explicando cómo encuentra beneficio a partir del miedo del hombre 7. Las principales aportaciones de Hobbes a la ciencia política refieren al campo de la naturaleza del Estado. Hobbes considera que el Estado surge de la inherente malicia presente en la esencia del ser humano (recuerda al cierto misantropismo presente en Maquiavelo), la cual se hace aparente con intensidad en lo que él llama Estado de Naturaleza8. El Estado de Naturaleza es aquel en el que el hombre nace. Es un Estado de guerra e incertidumbre, ya que en su calidad animal el hombre está lleno de pasiones y deseos por el poder y estos no cesan sino hasta su muerte. Hobbes defiende que el ser humano sería incapaz de perpetuarse dentro de un Estado Natural, ya que la guerra y la desconfianza rápidamente acabaría con él 9. De acuerdo a Hobbes, el hombre sobrevive en el mundo recurriendo a lo que llama Contrato Social, el cual surge del acuerdo entre hombres para ceder parte de sus 7 Jean Touchard, op. cit., p.259. 8 Ramón Xirau, op. cit.,p. 259. 9 Ibid.

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derechos en función de su propia seguridad y para alcanzar la paz. El derecho que los hombres ceden es al que Hobbes llama Derecho Natural y que consiste en el derecho que todo hombre tiene para defender su vida por el medio que sea. Los hombres ceden éste derecho porque si bien representa un elemento de su supervivencia también es un potencial peligro para otros hombres 10. Los hombres pueden llevar a cabo el Contrato Social porque a pesar de ser animales, tienen la capacidad de la Razón, que le permite llegar a la conclusión de que si él mismo tiene el derecho a sobrevivir por cualquier medio, también puede cederlo para prevenir la eterna guerra de pasiones. El Estado en el que los hombres transfieren su derecho natural a un Gobernante quien a cambio les garantiza la paz es a lo que Hobbes considera como Sociedad Civil o Estado Civil 11. Dentro de una Sociedad Civil, los hombres tienen el deber de actuar con obediencia, ya que ésta se traduce en protección, observamos en Hobbes un derecho fundado en el miedo, al cual se opondrán autores liberales como Locke y Rousseau. Hobbes, en su etapa pro-monarquista, explica que la mejor forma de gobierno es la Monarquía, ya que dentro de un Parlamentarismo la pluralidad de individuos da pie a que las incansables pasiones y deseos lleven a divisiones, conflictos y, posteriormente, guerra, situación que no sucede en una monarquía, ya que el detentor del poder es uno sólo y en él no puede haber deseos contrarios 12. Igualmente dentro de la línea de los que abogan por la naturaleza contractualista podemos encontrar a John Locke, quien presenta, igualmente, una teoría basada en un contrato, sin embargo, difiere considerablemente de la propuesta hobbesiana: Locke

10 Ibidem, pp. 260. 11 Jean Touchard, op. cit., pp. 260-261. 12 Ramón Xirau, op. cit., p. 261

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De forma contraria a Hobbes, Locke considera que el Estado de Naturaleza es un estado pacífico, o al menos relativamente pacífico. La naturaleza no es para él ni feroz, como para Hobbes, ni perfecta, como para Rousseau. En oposición a Hobbes también, Locke explica que la propiedad privada existe en el Estado de Naturaleza, que es anterior a la Sociedad Civil o Estado Civil, Esta teoría de la propiedad representa en Locke un elemento esencial, ya que pone de manifiesto los orígenes burgueses de su pensamiento. Según Locke, el hombre es “trabajador y dotado de razón” y es él -no la naturaleza- quien se encarga de la creación de casi todo lo que tiene valor. Por lo tanto, la propiedad privada es natural y beneficiosa, no sólo para el detentor de la propiedad, sino para la humanidad como un todo. Locke creía que la propiedad trae consigo felicidad, y la mayor felicidad viene con el mayor poder: “La mayor felicidad no consiste en gozar de los placeres más grandes, sino en poseer las cosas que producen los mayores placeres”. Locke define así, según Leo Strauss, un “hedonismo capitalista”13. Para garantizar la propiedad, los hombres dejan atrás el Estado de Naturaleza y constituyen una Sociedad Civil o Estado, cuya principal finalidad es la preservación de la propiedad. Locke argumenta que “El gobierno no tiene más fin que la conservación de la propiedad.”, por lo que otorga al gobierno una función significativamente administrativa y legislativa. Siguiendo la lógica de Locke, las leyes, los policías y los jueces son lo que le hacía falta al hombre perteneciente a un Estado Natural para alcanzar la Sociedad Civil. Por consiguiente, el poder político en el Estado funciona como una especie de depósito que hacen los dueños de propiedades para preservar las mismas. Entonces, el Estado es un constructo encargado de asegurar y perpetuar el bienestar y la prosperidad mediante la propiedad.14

13 Leo Strauss y Joseph Cropsey (comps.), Historia de la filosofía política, México, FCE, 3ª ed., 2013, p. 451. 14 Jean Touchard, op. cit., p.295

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Otro de los grandes teóricos de la génesis del Estado es el filósofo Jean Jacques Rousseau, quien presenta argumentos innovadores y a veces bastante polarizados respecto de los dos anteriores: Rousseau El contrato social de Rousseau se inspira en una pasión por la unidad. Unidad del cuerpo social, subordinación de los intereses de los individuos a los de la voluntad general, soberanía absoluta e indisoluble de la misma, reinado de lo virtuoso en una nación de ciudadanos. El contrato, para Rousseau, no se trata de un contrato entre individuos (como el de Hobbes) ni un contrato celebrado entre individuos y un soberano. Rousseau niega rotundamente el contrato entre individuo-soberano, lo considera extraño e irracional debido a las contradicciones entre el ideal del Estado y la realidad de los absolutismos y las tiranías. Mediante el Pacto Social, los individuos dispersos se unen a todos. El contrato se realiza con la comunidad, cada uno de los integrantes pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y reciben colectivamente a todo integrante como parte indivisible del todo. Cada miembro se une a todos y no se une a nadie en particular; de esta forma, no obedece a nadie ni a nada más que a sí mismo y permanece tan libre como lo fue antes del contrato15. Nada ata al soberano; pero Rousseau considera que no puede tener ninguna clase de interés contrario a los particulares que componen al contrato. Por lo tanto, el soberano es la misma voluntad de la comunidad, y no la voluntad de los miembros que la constituyen. Existe una gran diferencia entre la voluntad general y la voluntad de los particulares. Rousseau ve en la voluntad general el mejor refugio contra los obstáculos que pueden representar las voluntades particulares.

15 Jean Touchard, op. cit., p. 330.

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El contrato social garantiza la igualdad, ya que todos los asociados tienen los mismos derechos dentro de la comunidad. Rousseau estima que la soberanía del pueblo es la garantía más segura de los derechos individuales. El individuo sólo es libre en y por la comunidad; y la libertad es la obediencia a las leyes. La libertad, lejos de ser amenazada por el soberano, sólo puede ser realizada por el soberano. Se puede decir, entonces, que el individuo mediante el contrato se condena a ser libre. El hombre realiza su libertad obedeciendo a las leyes, puesto que un pueblo libre obedece, pero no sirve; tiene jefes pero no amos; obedece a las leyes, pero no obedece más que a las leyes; y es por la fuerza de las leyes por lo que no obedece a los hombres16. Se puede observar que la libertad para Rousseau depende medularmente sobre la igualdad, y ésta no es un bien que se protege, como argumentaba Locke, sino que es una posibilidad que se realiza. Hobbes, Locke y Rousseau, la triada de los más grandes contractualistas, representan un grupo de ideas que enaltecen la potencialidad de la razón y la voluntad humana en la conformación del Estado. El hombre puede asociarse por miedo a la muerte, por miedo a perder su propiedad o por un deseo virtuoso de libertad, pero al fin y al cabo, es dueño de su destino, y la injerencia de su voluntad juega un rol importante dentro del establecimiento de estructuras superiores o metahumanas que permiten regular el comportamiento y el accionar de seres tan efervescentes y volátiles como lo es la raza humana.

Teorías Coercitivas. Polarmente opuestas a las teorías voluntarias, las Teorías Coercitivas se rigen por la creencia de que los cúmulos de individuos no se organizan dentro de un Estado por convicción propia. Consideran que la historia ha demostrado, mediante una rigurosa observación, que sólo éstas teorías son capaces de explicar el surgimiento de las 16 Jean Touchard, op. cit., p. 331.

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estructuras estatales. La fuerza, no la iluminación racional y virtuosa, es el mecanismo por el cual la evolución política ha llevado al hombre, paso a paso, de grupos pequeños hasta Estados. Las teorías de esta naturaleza superponen la naturaleza salvaje y dominante de los seres humanos ante la posibilidad de una creación racional del Estado. La visión de que la guerra representa la raíz de la conformación del Estado no es por ningún motivo reciente. Ya desde tiempos remotos, Heráclito argumentó que “La guerra es la madre de todas las cosas”17. De igual manera, hace menos de un siglo, Herbert Spencer argumentaba que los estados surgen como producto de la conquista de un grupo físicamente superior sobre otros inferiores. Por su parte, Franz Oppenheimer argumenta que el Estado emergió cuando grupos agricultores sedentarios fueron conquistados por nómadas pastoriles 18. Más allá de las diferencias entre las distintas teorías, entre los impulsores de las teorías coercitivas es aceptado el hecho de que el conflicto entre grupos, de alguna u otra manera, jugó un rol especçificamente importante en el surgimiento del Estado. Argumentan que la evidencia histórica de conflicto ha estado presente desde la formación de los Estados más antiguos, tales como el Egipcio, Hindú, Chino, Japonés, Mesopotámico etc. Las teorías coercitivas pueden categorizarse de acuerdo a qué grado de coerción refieren como mecánica de la génesis estatal. Por ejemplo, podríamos clasificar la Teoría Divina del origen del Estado como considerablemente menos coercitiva que la Teoría de la Fuerza como origen del Estado. Teoría Divina La Teoría Divina del Estado es tan vieja como el Estado mismo. La idea de un ser o una voluntad divina que escoge a quién y cómo repartir el poder terrenal fue la norma en las sociedades antiguas, regidas por sacerdotes, chamanes e incluso

17 Ramón Xirau, op. cit., p.34. 18 Robert Carneiro, A Theory of the Origin of the State, Nueva York, JSTOR, 2009, p.140.

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reyes, quienes ejercían una forma primitiva de poder político, respaldados por fuerzas invisibles. Por ejemplo, de acuerdo al Mahabharata, texto mítico de la cultura India, el mundo se encontraba en un estado de anarquía pura hasta que los hombres se unieron para rezar a Dios por un Rey. Dios escuchó sus plegarias y designó un Manú para que gobernara por sobre ellos. En el caso Judío, el Rey es considerado como agente de Dios, y sólo a éste le debe obediencia. Existen muchas referencias dentro del Antiguo Testamento que afirman que Dios mismo se ha encargado de designar, remover e incluso asesinar a los gobernantes terrenales 19. Los argumentos divinos superaron la prueba del tiempo, y fueron recuperados por escritores durante la Edad Media, quienes los utilizaron para reforzar la supremacía de la religión Católica sobre los asuntos políticos terrenales, designando al Papa como el hombre viviente más cercano a Dios, y por lo tanto, el hombre con mayor poder político20. Las reformas protestantes revivieron una vez más a la Teoría Divina, dándole nueva fuerza e ímpetu. En la Confesión de Augsburgo, en 1530, se declaró que toda la autoridad, gobierno, ley y orden habían sido establecidos por Dios mismo 21. La teoría Divina del origen del Estado comenzó a perder popularidad con la llegada del Renacimiento y la Ilustración, opacada por las ideas del Androcentrismo, desafiada por una creciente clase media que comenzó a impulsar la idea de la soberanía popular. Por su parte, las Teorías de la Fuerza como origen del Estado suponen una génesis a través del poder puro o real. Argumentando que el orden y el Estado son impuestos, no eximidos por la voluntad libre de los individuos.

19 ibidem, p.150. 20 Ibidem, p.151. 21 ídem.

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Teoría de la Fuerza La Teoría de la Fuerza como origen estatal sostiene que el Estado es un producto directo de la conquista y la coerción. Es el resultado de la subyugación de los débiles por los fuertes. Considera que la fuerza o el poder es la característica más importante de un Estado, argumentando que “la fuerza hace el derecho” y que el poder es justificado por sí mismo. Pretende, entonces, que los grupos físicamente poderosos se erigieron como superiores, y que el Estado como Poder es superior a otras formas humanas de asociación.22 Se puede observar, entonces, que la Teoría de La Fuerza no sostiene ningún respeto por los derechos naturales de los ciudadanos, y no consiente ninguna clase de resistencia a los actos de la autoridad política sin fuertes fundamentos de Poder o Ideología, encasillando la creación del Estado como un producto del salvajismo y brutalidad humana, al definirlo como una herramienta de opresión de los fuertes hacia los débiles.

22 Ibidem, p. 159.

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Conclusión La construcción del Estado es, sin lugar a dudas, el logro político máximo de la raza humana, gracias a él ha sobrevivido al medio ambiente, pero especialmente, ha sobrevivido a la amenaza que él mismo se representa. Haya sido construído por un deseo de seguridad o por la pasión del dominio, el Estado se ha convertido en la realidad política del mundo. El Estado se ha alzado como la unidad política que rige el horizonte de la actualidad, y define la interacción entre los grupos activos de humanos que hoy habitan el planeta. El estudio del Estado es crítico para cualquier tipo de análisis político, pues sin éste no podrían ser entendidas ninguna de las estructuras que dentro de sí contiene. Sin embargo, a pesar de su grandeza, el Estado continúa ocultando su naturaleza. Las teorías que abogan por un surgimiento a raíz de la racionalidad, la virtud o la inherente bondad de los hombres resuenan con racionalidad y lógica optimista. A pesar de esto, las teorías que imponen la fuerza y el dominio de los fuertes sobres los débiles rugen con pruebas y evidencia que igualmente les proporciona una lógica propia. Declarar que una es verdad sería ignorar los puntos fuertes de la otra. Tal vez no sea necesario decidirse por una sola. Tal vez un híbrido de ambas sea justo lo necesario para definir un constructo tan complejo como lo es el mismo hombre. Intentos de Teorías neutrales hay muchos, y todos tienen gran valor, pero sin acceso a pruebas fehacientes, la naturaleza del Estado tal vez permanezca lejos de ser desenvuelta totalmente durante mucho tiempos.

Bibliografía 15

CARNEIRO, Robert, A Theory of the Origin of the State, Nueva York, JSTOR, 2009. STRAUSS, Leo y CROPSEY, Joseph (comps.), Historia de la filosofía política, México, FCE, 3ª ed., 2013. TOUCHARD, Jean, Historia de las ideas políticas, México, Reiméxico, 1994. XIRAU, Ramón, Introducción a la historia de la filosofía, México, UNAM, 13a ed., 2012. PORRÚA, Francisco, Teoría del Estado, Porrúa, México, 1999.

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