OBRA Batalla de Ayacucho

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Batalla De Ayacucho Obra de teatro del Bat. De apoyo de Combate N°1 Requerimientos para las Fuerzas del Ejército independista 

Comandante: El general Antonio José de Sucre Jefe de Estado Mayor: General Agustín Gamarra



Caballería: General Guillermo Miller (Húsares de Junín, Granaderos de Colombia, Húsares de Colombia, regimientos de caballería Granaderos argentinos).



1ra División: General Jefe Jose de la cruz Paredes (05 hombres)



2da División: General José de La Mar (05 hombres)



Ejercito de Reserva: General Jacinto Lara (05 hombres)

Requerimientos para el Ejercito realista español 

Comandante: Virrey José de la Serna



Jefe de Caballería: Brigadier Valentín Ferraz



Jefe del Alto Mando: El teniente general José de Canterac



División de vanguardia: El general Jerónimo Valdés (05 hombres)



1ra División: El general Juan Antonio Monet (05 hombres)



2da División: El general Alejandro González Villalobos (05 hombres)



División de la reserva: El general José Carratalá (05 hombres)

LISTA DE PERSONAJES A INTERPRETAR EJERCITO LIBERTADOR N ° 0 1 0 2 0 3 0 4 0 5 0 6

GRA DO TTE.

NOMBRE Y APELLIDO

TTE.

GUTIERREZ GUACHACHE JOSE TRINIDAD .M.D.

TTE. S/1ER O C/1ER O AN.

RAUL ALEMAN

ESCOBAR ESCOBAR EDUARDO SEIJAS SALDIVIA CUERVO URIBE

PERSONAJE A INTERPRETAR JOSE DE LA CRUZ PAREDES GRAN MARISCAL DE AYACUCHO GENERAL AGUSTIN GAMARRA GENERAL GUILLERMO MILLER G/J JOSE DE LA CRUZ PAREDES GENERAL JOSÉ DE LA MAR

0 7

S/2D O.

CAMEJO HERNANDEZ

GENERAL JACINTO LARA

EJERCITO REALISTA

N ° 0 1 0 2 0 3 0 4 0 5 0 6 0 7

GRA DO TTE. S/2D O. S/2D O. S/2D O. TTE. S/2D O. AN.

NOMBRE Y APELLIDO URBINA JHONNY BRAVO VALLENILLA MONTAÑO MARTINEZ WAGNER CASADO BITRICIO SANTIAGO ENMANUEL DUARTE JIMENEZ MARTINEZ ALVIAREZ

PERSONAJE A INTERPRETAR VIRREY JOSE DE LA SERNA BRIGADIER VALENTÍN FERRAZ EL TENIENTE GENERAL JOSÉ DE CANTERAC EL GENERAL JERÓNIMO VALDÉS EL GENERAL JUAN ANTONIO MONET EL GENERAL ALEJANDRO GONZÁLEZ VILLALOBOS EL GENERAL JOSÉ CARRATALÁ

ORIENTACIÓN DE ESTRATEGIAS DE LOS EJERCITOS EN EL PATIO DE LA GUARDIA DE HONOR

La batalla fue librada por un ejército independista al mando del general Antonio José de Sucre, integrada por contingentes de Perú y la Gran Colombia (actuales países de Ecuador, Colombia, Venezuela y Panamá), las Provincias Unidas del Río de la Plata y Chile (así como varios voluntarios extranjeros, principalmente británicos), contra un ejército realista al mando del virrey del Perú, José de la Serna e Hinojosa y el general José de Canterac, integrado por los realistas españoles y americanos, además de indígenas nativos aliados. Los preparativos para la batalla decisiva contra las autoridades españolas, comenzaron el 6 de diciembre de 1824 cuando el Ejército Unido llegó a la pampa de Ayacucho, en las cercanías del pueblo de Quinua (Perú), donde el general Antonio José de Sucre lo distribuyó de la siguiente manera: Sucre comenzó a disponer sus tropas. El general peruano Agustín Gamarra era su jefe de Estado Mayor. A la derecha se situó la división colombiana, bajo las órdenes

del impetuoso general José María Córdoba; en el centro, en reserva, el general Lara, también con efectivos colombianos; y a la izquierda, los peruanos, con el general La Mar. Por su parte, la caballería comandada por el general Miller e integrada por los Húsares del Perú, Granaderos de Colombia, Húsares de Colombia y un escuadrón de Granaderos a Caballo argentinos, se ubicó en retaguardia, al centro. Pero no sólo combatirían en Ayacucho efectivos de estas nacionalidades, sino que participaron también alrededor

de

300

soldados

y

numerosos

oficiales

chilenos,

distribuidos entre el Batallón Vargas, el Batallón Istmo y los Húsares de Colombia. La Serna por su parte, ultimó los preparativos para la batalla disponiendo el plan de ataque realista de la siguiente manera: La división de Valdez, que formaba su ala derecha, debería iniciar un formidable ataque al ala izquierda patriota, que comandaba el general La Mar. La división de su izquierda del general González Villalobos debería proteger en primer lugar a su artillería mientras descendía del Condorcunca y se situaba en posición de fuego. Como segundo objetivo, debía apoyar a la división Valdez, encargada de arrollar a La Mar y flanquear el resto de las posiciones patriotas. Las divisiones de Monet y la caballería, situadas a retaguardia y en el centro, también deberían secundar el movimiento de Valdez. “Poco antes de iniciarse la gran batalla de Ayacucho, el general Antonio José de Sucre dijo a sus tropas: “¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable

constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!”. Sucre, entre tanto, se apresuró a colocar la división de La Mar, enfrentando a la de Valdez; la de Córdoba frente a la de González Villalobos; y como reserva, mantuvo a la de Lara y a la caballería de Miller.

A

las

11:00

del

9

de

diciembre

de

1824,

y

casi

simultáneamente, sonaron los clarines de ataque en ambas líneas. Valdez, con su intrepidez característica, atacó con ímpetu por su sector, haciendo retroceder a los patriotas. Sucre percibió el peligro y dispuso que la caballería de Miller procurara restablecer la situación, mientras llegaban en auxilio de La Mar los batallones “Vencedor” y “Vargas”, de la reserva de Lara. En el campo realista, la crítica situación producida por la embestida de Valdez en las tropas peruanas de La Mar fue tomada como el inicio de la derrota de los patriotas. Visto lo cual, el coronel Rubín de Celis, de la división de González Villalobos, se lanzó al ataque sobre La Mar. Sucre, entonces, arriesgando todo, arrebató la iniciativa a los realistas, ordenando de inmediato el avance de su ala derecha. El impetuoso general José María Córdoba, de las filas patriotas, al recibir la orden de avance, desmontó de su caballo con la mayor sangre fría y lo mató, arguyendo que no quería tener medios para huir. Luego, en voz alta, dio una orden que la historia ha hecho célebre:

“¡Soldados,

adelante;

armas

a

discreción;

paso

de

vencedores!”. Sin disparar un tiro, toda la división de Córdoba se aproximó a las líneas enemigas, recibiendo un mortífero fuego de la infantería y artillería realista. Esta actitud causó honda impresión en las líneas realistas, que pronto se vieron superadas en un

encarnizado cuerpo a cuerpo y empezaron a perder terreno. La Serna trató de restablecer la situación ordenando un fuerte ataque de su poderosa caballería y de toda la división de Monet contra el ataque de Córdoba, pero los cuerpos de caballería de Miller resistieron la embestida realista sin ceder un palmo, con sus lanzas en ristre y afincadas en sus monturas. Canterac en persona tomó en mando de los selectos batallones de Gerona, pero nada pudo hacer, porque en esos momentos se había producido el desbande de las fuerzas de Rubín de Celis y, con ello, de toda el ala izquierda realista. En medio de esta confusión, fue herido varias veces el virrey La Serna, que quedó prisionero de la caballería patriota. Cuando se produjo la derrota de las divisiones del general González Villalobos y de Monet, el general Valdez, que se

consideraba

victorioso,

comprendió

que

pronto

quedaría

envuelto y pensó retirarse en orden, lo cual no le fue posible, pues pronto cundió el pánico y el sentimiento de derrota en sus soldados. El valeroso Valdez bajó de su caballo, y se sentó sobre un peñasco, de donde fue retirado casi a viva fuerza, por uno de sus coroneles. Los restos del ejército realista, con sus generales y jefes, se replegaron hacia el Condorcunca, estrechamente perseguidos por la reserva de Lara. Antes de las 13:00 horas, el ejército realista había tenido 1.800 muertos y los patriotas, 309. Los heridos del bando español sumaban 700, contra 670 de los patriotas. Estas cifras revelan que, en menos de dos horas de lucha, ambos contendores habían sufrido un 26% de bajas en sus efectivos. A las 14:00, llegó al campo realista un parlamentario de La Mar, ofreciendo al enemigo una

capitulación

honrosa.

Canterac

reunió

en

conferencia

a

los

generales y, después de larga deliberación sobre su real situación, acordaron capitular, fundados en que “sólo les quedaban 400 hombres organizados, en la necesidad de amparar a los oficiales americanos realistas y en la conveniencia de poner a cubierto de futuras persecuciones a los españoles residentes en el Perú…”. Al enterarse de la noticia de la victoria final, Bolívar, quien se hallaba en la Quinta de la Magdalena, su residencia de descanso a pocas horas de Lima, no pudo contener la alegría. Se despojó de su casaca y lanzándola al suelo, gritó eufórico: "Nunca más vestiré un uniforme militar". Ordenó que se sirviera champaña a todos los presentes en la Quinta, incluyendo criados y caleseros. Hasta la apacible Magdalena llegaba el eco lejano de los tañidos de las campanas de las torres de Lima. Toda la ciudad capital del antiguo Virreinato del Perú, ésa que Pizarro fundara el 18 de enero de 1535 con el nombre de "Ciudad de los Reyes", era fiesta absoluta. El retrato del Libertador Bolívar era paseado en procesión por toda la barroca ciudad, otrora poderoso bastión del dominio español en América. El Congeso del Perú reunido en sesión extraordinaria le concede al gran héroe de la jornada, general Antonio José de Sucre Alcalá, el título de Mariscal de Ayacucho y Benemérito del Perú en Grado Eminente. Allí, en los campos de Ayacucho se selló la independencia del Perú y la de toda América que pendía de la derrota completa y absoluta del ejército español en la tierra misma del que fuera junto con Nueva España (México), el más poderoso virreinato de América.

En

Ayacucho

venezolanos,

derramaron colombianos,

su

sangre,

ecuatorianos,

por

igual,

bolivianos,

peruanos, chilenos,

argentinos, mexicanos y aún españoles creyentes en la causa de nuestra común independencia. A las 9 de la mañana del 9 de diciembre de 1824 comenzó la gran batalla de Ayacucho. Los realistas iniciaron el ataque cuando descendió desde el cerro Condorcunca la división del general Jerónimo Valdés.