Notice. K Webster

1 ¡Apoya al autor comprando sus libros! Este documento fue hecho sin fines de lucro, ni con la intención de perjudicar

Views 63 Downloads 0 File size 6MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

1

¡Apoya al autor comprando sus libros! Este documento fue hecho sin fines de lucro, ni con la intención de perjudicar al Autor (a). Ninguna traductora, correctora o diseñadora del foro recibe a cambio dinero por su participación en cada uno de nuestros trabajos. Todo proyecto realizado por Paradise Books es a fin de complacer al lector y así dar a conocer al autor. Si tienes la posibilidad de adquirir sus libros, hazlo como muestra de tu apoyo. ¡Disfruta de la lectura!

2

Staff Moderadoras De Traducción Team Zafiro

Traductoras Bella’

Lipi Sergeyev

Niika

Erianthe

Luisa1983

Passionate-Reader

EstherC

Ms. Lolitha

∞PurpleGirl∞

Julii Camii

Myr62

Taywong

Corrección EstherC

Revisión Final Bella’

Diseño Tolola

3

Contenido Sinopsis

Capítulo 14

Prólogo

Capítulo 15

Playlist

Capítulo 16

Capítulo 1

Capítulo 17

Capítulo 2

Capítulo 18

Capítulo 3

Capítulo 19

Capítulo 4

Capítulo 20

Capítulo 5

Capítulo 21

Capítulo 6

Capítulo 22

Capítulo 7

Capítulo 23

Capítulo 8

Capítulo 24

Capítulo 9

Capítulo 25

Capítulo 10

Epílogo

Capítulo 11

Bonus

Capítulo 12

Historia Corta: Thomas

Capítulo 13

Sobre la Autora

4

Sinopsis No la había notado antes... pero ahora sí lo hago. Las brillantes hebras doradas en su cabello castaño sedoso. Pequeñas arrugas entre sus cejas cuando frunce el ceño. Su pasión por la limpieza. Una vez que me concentro en ella, no puedo apartar la vista de mi nueva obsesión. Nunca. Necesito saber todo sobre ella. Su pasado. Su presente. La forma en que toma su café. Exactamente como huele después de un chorrito de perfume por las mañanas. Ella es perfecta en todos los sentidos y yo estaba ciego. Pero, Dios, ahora lo veo. Me doy cuenta de la forma organizada en que coloca su ropa en el armario. Cómo visita el mismo mercado cada sábado. Los sonidos de su respiración mientras me acuesto en silencio bajo su cama. Violet es mía. Solo que aún no lo sabe. ***ADVERTENCIA*** Notice es un romance oscuro e inusual. Los temas sexuales extremos y la violencia en ciertas escenas, que podrían desencadenar angustia emocional, se encuentran en esta historia. Si eres sensible a los temas oscuros, entonces esta historia no es para ti. Si no te gustan los acosadores súper obsesivos, entonces esta historia no es para ti.

5

Mi pasado no me ha definido, destruido, disuadido, solo me ha fortalecido. Steve Maraboli.

6

Playlist “Obsession (Cover)” by Golden State “Violet” by Hole “The Devil Within” by Digital Daggers “Bad Intentions” by Digital Daggers “The Monster” by Eminem “I Will Possess Your Heart” by Death Cab for Cutie “Six Underground” by Sneaker Pimps “Stand By Me” by Ki:Theory “Sweet Dreams (Are Made of This)” by Marilyn Manson “Tainted Love” by Marilyn Manson “The Red” by Chevelle “Even Though Our Love is Doomed” by Garbage “(Don’t Fear) The Reaper” by Blue Oyster Cult “Every Breath You Take” by The Police “Afraid” by The Neighbourhood “Black Sun” by Death Cab for Cutie “Pony” by Genuwine “What’s Up?” by 4 Non Blondes “S&M” by Rihanna “Demons” by Imagine Dragons “Motel” by Meg Myers “Oh My” by Big Wreck “Madness” by Muse “Supermassive Black Hole” by Muse “Psycho” by Muse “Wild Horses” by Bishop Briggs “Stressed Out” by Twenty One Pilots

7

“Way Down We Go” by Kaleo “Uninvited” by Alanis Morissette “River” by Bishop Briggs “Are You Alone Now?” by Dead Sea Empire “I Put A Spell On You” by Annie Lennox “Life Like Mine” by Welles “Deficiency” by Bad Pony “Bringing Me Down (feat. Ruelle)” by Ki:Theory

8

Prólogo Hawk 24 de febrero de 1990

O

jos en el objetivo. Siempre. No tengo que cuidar mi espalda porque Bull lo hace.

Siempre.

Francotirador y observador. Dos mejores amigos desde séptimo grado. —El objetivo está fuertemente asegurado. A mi orden —dice Gunny en mi auricular. Parpadeo, pero no me muevo de mi posición. Estoy listo para poner la bala de 7.26 por 51 mm en el cráneo del consejero más confiable del Príncipe Heredero, Ahmed Hakim. Un hombre cuyos lazos con Saddam Hussein son tan gruesos que necesitaría una motosierra para cortarlos. Mi objetivo es el enemigo número dos bajo Hussein. Un traidor al Príncipe Heredero de Arabia Saudita. En el radar de los Estados Unidos y en el mío propio. Pero el cabrón siempre se esconde detrás de un muro de hombres. Hombres armados y peligrosos. Cinco veces en la última semana, he tenido los ojos puestos en el cobarde, pero me han dicho que me retire. El tiro tiene que golpear y eliminar el blanco deseado. Herirlo sería considerado un fracaso. Hakim tiene que morir. —Ese hijo de puta se esconde detrás del grandote todo el tiempo. Si tuviéramos tiempo, podríamos eliminar a ambos. No me quites el sudor de la frente —murmura Bull. Mastica su chicle, pero sabiamente permanece callado. El sonido constante de su masticación es lo que me ayuda a mantenerme en tierra. Puedo concentrarme debido a su constante chasqueo, un pequeño truco que aprendimos en la academia a la que ambos asistimos en la escuela secundaria. Un año después de la graduación, y seguimos trabajando mejor en equipo que separados. Smack. Smack. Smack. Estoy en posición y lo he estado durante las últimas cuatro horas y media, mucho antes de que la gente llegara a la ceremonia donde el Príncipe Heredero está

9

hablando. Ya he establecido una buena posición de tiro. Sobre mi vientre con mi rifle apuntando hacia abajo, estoy a la vista y listo para disparar. Smack. Smack. Smack. Una fresca brisa me recorre la nuca. El sudor gotea por el costado de mi sien, pero no me atrevo a moverme. En cambio, estoy calculando el viento no solo desde mi posición en la cima de un edificio abandonado, sino también dónde está mi objetivo. El viento hace que el cabello negro de una adolescente sentada en una de las sillas se deslice de su hijab y sople con el viento. No es una chica cualquiera, es la hija de dieciséis años del Príncipe Heredero. A pesar de que Hakim es un maricón que se esconde detrás de la seguridad, sus ojos nunca dejan a la hija del Príncipe Heredero. Adara. Guapa, joven y vulnerable. Hakim claramente se preocupa por ella, y eso es decir algo para el cabrón egoísta. Clic. Hago un ajuste en la torreta de windage. —¿Elevación? —me interroga Bull como si lo olvidara. Nunca lo olvido. Reviso la torreta de elevación, pero está donde tiene que estar. Bull no necesita una respuesta. Sabe cómo trabajamos. Cuando estoy en posición, no hablo. No me muevo. Apenas puedo respirar. Cualquier movimiento puede afectar mi tiro. Soy el mejor francotirador que tiene el Cuerpo de Marines por una razón. Smack. Smack. Smack. El viento se calla e ignoro el dolor en mis muslos. Tengo que mear, pero prefiero hacerme en los pantalones antes de moverme. Desde mi posición sobre mi vientre con las piernas separadas para absorber el retroceso del tiro, siempre me siento incómodo. Y aun así, sigo sin moverme. Smack. Smack. Smack. Me tiemblan los muslos y me duelen los hombros, pero lo desconecto. Concéntrate. Smack. Smack. Smack. —La ceremonia comienza a las trece horas —nos recuerda Gunny—. Nadie parpadea hasta que yo diga que pueden hacerlo. —La indirecta es para mí. Gunny odia que vine directamente de la academia y me gané un puesto de soldado de primera a pesar de tener dieciocho años. Desde entonces he sido ascendido a Sargento E-5 a la temprana edad de diecinueve años. Soy disciplinado, trabajador y un francotirador extremadamente hábil gracias a la insistencia de papá en que asistiera a la Academia Militar de Hargrave desde que tenía trece años. El artillero puede besarme el culo. Mi agarre es firme en la empuñadura del arma, pero mi pulgar está suelto. Otra gota de sudor rueda por mi frente y mi corazón hace un patrón a medida que se acerca a mi ceja. —Bull. —Mi palabra es apenas un susurro, pero él oye.

10

Cuidadosamente, mi mejor amigo toma su dedo y limpia el sudor, para que no se deslice dentro de mi ojo. Lo hace suavemente y se asegura de no tocar mi osciloscopio. Luego, vuelve a mirar a nuestro objetivo a través de sus binoculares. Parpadeo varias veces y paso mi mente por cada posición de mi cuerpo. Me aseguro de que mi rifle no esté golpeado. Mi mejilla está apoyada en la culata y mi ojo mira a Hakim por el telescopio. —Retírense, muchachos. No vamos a conseguir el disparo. Hakim sabe que está siendo atacado —griñe Gunny por el audicular. La irritación fluye a través de mí. Siempre se rinde cuando sé que puedo disparar. Puedo matar a Hakim. Gunny solo necesita dejarme hacerlo a mi manera. Mi manera va en contra de la moral y la ética de la mayoría de los hombres normales. No soy normal. No he sido normal desde que le disparé a una codorniz cuando tenía nueve años. Tan pronto como el disparo terminó de hacer eco a través del bosque e hice que metieran su cuerpo en mi bolso, escuché un graznido. Había matado a una madre. Una pequeña cría gritaba por comida en un nido cercano. Lo sabía. En el fondo sabía que había disparado a la madre de ese bebé. A pesar de la fría educación de mi padre, algo dentro de mí se calentó y suavizó. Me rompí por ese pajarito. Pero podría arreglarlo. Podría cuidar de ese pájaro. Recogí la pequeña cosa en mi pequeño puño y le acaricié la cabeza con el pulgar en mi mano enguantada. Graznaba y graznaba. Y por primera vez en mucho tiempo, sonreí. —¿Me escucha, Cabo? —ladra Gunny. Parpadeo mi pasado y me concentro en mi presente. Mi objetivo. Mi meta. Lo que está justo enfrente de mí. —Puedo hacer el tiro. Deme una oportunidad —murmuro, mi corazón latiendo constantemente en mi pecho. Pronuncia una serie de maldiciones antes de conceder. —Le doy cuatro minutos, Cabo. Mis ojos están puestos en Hakim, mi objetivo, pero cuando mira a Adara, mi ritmo cardíaco se acelera cuando ella lo mira. Su sonrisa es tímida pero amplia. Para él. Una sonrisa que una mujer solo le da a su amante. Dieciséis y cincuenta y siete. Esas matemáticas apestan.

11

Perro sucio, Hakim. Esa sonrisa prueba que mi investigación era correcta. Mientras Gunny y el equipo reunían información sobre Hakim, yo estaba haciendo mi propio reconocimiento. En nuestro poco tiempo, aprendí mucho sobre la pequeña Adara. Sospechaba que ella y Hakim tenían algún tipo de interés romántico. Clic. Ajustar. Mis miras se han movido ligeramente para acomodar a mi objetivo. Un objetivo que es claro. Fácil. Concéntrate. Smack. Smack. Smack. —Retírese, Cabo... A pesar del supresor de mi rifle, la grieta resuena en los edificios que me rodean al momento en que aprieto el gatillo. No respires. Bull no se atreve a participar, a pesar de que he ido en contra de las órdenes directas. Parpadeo una vez y veo a la chica doblarse de rodillas agarrándose el pecho. Espera ¿Pecho? Hombro. Debería estar agarrando su hombro. Apagando mi mente, me concentro en su amante. Hakim. Ruge mientras se libera de la protección de sus hombres para estar cerca de Adara. En el momento en que vea su gorda cabeza, dispararé. Crack. —Joooooder —silba Bull a mi lado. Gunny está gritando en mi auricular, pero está siendo ignorado por el momento. Hakim cae sobre el cuerpo inmóvil de la chica con una herida mortal en la cabeza, lo que hace que le salga sangre del cráneo. Objetivo eliminado. —Mataste a la chica —se queja Bull, pero ya está recogiendo nuestra mierda para que podamos huir. Todavía estoy en posición de asegurarme de que Hakim no se mueva a pesar del enorme agujero en su cabeza. —¡Hawk! Parpadeo y levanto mi cuerpo rígido de mi posición. Mierda. Lanza granadas. Lo veo un segundo antes de que me pase. La explosión es ensordecedora. El dolor es insoportable.

12

Mi corta vida termina antes de empezar.

13

1 Violet Día Presente

T

ap. Tap. Tap. Tap. Tap. —Pareces ocupada, Letty —interrumpe el señor Collins en un tono ronco—. Pasaré a ver si Grayson quiere almorzar. Violet.

Mis dedos con una perfecta manicura que escribían en el teclado, se detienen mientras levanto la mirada hacia el anciano. Sus ojos brillantes revolotean sobre mi blusa blanca de seda, hasta el punto que mis pechos llenos apenas encajan en la blusa abotonada, agitándose ligeramente con el movimiento. Tranquilizo mi cuerpo a propósito y para distraerlo; llevo las yemas de los dedos a mi esbelto cuello para tocar el collar de perlas que mi madre me regaló hace mucho tiempo. La acción esconde mis pechos del anciano que mira fijamente y arrastra su mirada de vuelta a mi cara. Me pongo rígida, pero fuerzo una sonrisa educada en mis labios. —En realidad, está en una reunión muy importante —miento mientras me pongo de pie—. Le diré que se ponga en contacto con usted más tarde, señor. Parece un poco irritado, pero le doy una sonrisa ganadora que es más convincente que la primera. —Usted es su cliente favorito —digo en un susurro conspiratorio—. Sé que él preferiría estar comiendo sushi y bebiendo sake con usted antes que tener que pagar la compra de ese hotel japonés al señor Adachi. Esos dos han pasado mucho tiempo discutiéndolo. Me alegraré cuando decidan el precio, para que el señor Maxwell pueda manejar su negocio menos complicado. —Hago un simple movimiento de mi mano para hacerle un gesto. Sus cejas blancas se fruncen y gira sus hombros, como si los movimientos lo hicieran más alto. Más formidable. Poderoso. Pero con un metro ochenta, me elevo sobre el hombre más bajo, especialmente con mis tacones de punta que fácilmente me ponen por encima de los dos metros. Con un resoplido, lanza una mirada nerviosa a la puerta de Grayson Maxwell.

14

—Dile que podemos salir a tomar unas copas en la semana. Aceptaré su oferta en mi complejo. Asegúrate de que reciba el mensaje de inmediato. Se aleja y mi falsa sonrisa se transforma en una genuina y triunfante. Con la barbilla levantada en el aire, me pavoneo hacia la máquina de café en la cocina. Al Sr. Maxwell le gusta el café de cierta manera. Dos cucharadas de azúcar y una cucharada de crema. Y no olvido la pizca de canela. Incluso me agacho ligeramente para poder ver cuánta azúcar se redondea en la cuchara antes de verterla en el líquido humeante y luego removerla. La pelea con el Sr. Collins solo solidifica lo que ya sé. Soy muy buena en mi trabajo. Después de seis años, soy la mejor empleada que tiene Maxwell Subsidiaries. No hace mucho tiempo yo era solo una fracción de mi yo actual. Un poco de lo que podría ser. Cuando Vaughn tiraba de mis hilos. Mucho antes de que me separara de él y bailara en mi propio espectáculo llamado vida. La sonrisa anterior se desvanece al pensar en mi exnovio, Vaughn. Un hombre peligroso. Tóxico y vil. Me había enamorado de un hombre que me manchó de todas las maneras posibles. Se necesita retrospectiva para darse cuenta de la profundidad de su sucio mundo en el que me había hundido. Me sacude el terror de los recuerdos de Vaughn cuando escucho voces masculinas detrás de mí. —Esta es la sala de descanso —dice Clint de Recursos Humanos—. Casi nunca entramos aquí. Nuestras asistentes hacen nuestro café. También se te asignará una asistente. Sacudo la cabeza para ver al nuevo socio, un hombre guapo, que asimila mi apariencia con un ligero hambre en sus ojos. —Ah, sí, Sr. Truman —dice Clint riéndose—. Esta es la asistente del dueño, Letty. Violet. —¿Ella también será mi asistente? —pregunta el Sr. Truman, la esperanza parpadeando en sus ojos de comadreja. Suprimo un escalofrío y fuerzo una sonrisa mientras agarro la taza de café humeante. Si sigue mirándome fijamente como si me desnudara con los ojos, puede que tenga que tirar accidentalmente esta taza caliente en el frente de sus pantalones. —No, ella pertenece al Sr. Maxwell. Mi corazón deja de latir ante la elección de palabras de Clint. Tú me perteneces. El dicho favorito de Vaughn todavía me persigue siete años después. Esta vez, el escalofrío me recorre la columna vertebral y el café se derrama de la taza, quemándome la mano cuando salpica. Al alejarme de los pomposos idiotas, que ahora se ríen de mi torpeza, agarro una toalla de papel y limpio la salpicadura de café de mi carne. Se necesita todo en mí para mantener mis labios apretados en una línea firme para evitar decir nada. —No le pertenezco a nadie —murmuro en voz baja.

15

Cuando llego a la puerta del Sr. Maxwell, enderezo visiblemente la espalda y pongo la misma sonrisa cálida que había usado antes para el Sr. Collins antes de entrar en la oficina de mi jefe. Como siempre, su olor me golpea primero. Fuerte. Robusto. Picante. Mentiría si dijera que no me gusta inhalar su olor único. Me trago mi tontería y me concentro en no derramar más líquido caliente sobre mi mano. Caminar en tacones de aguja mientras llevo el café a veces resulta ser un desafío. Afortunadamente, es uno que he dominado mayormente. La oficina es masculina y tiene vistas a la ciudad. Grayson Maxwell se sienta en la silla de su escritorio de espaldas a la puerta. Puedo ver la parte superior de su desordenada cabellera color espresso, pero cualquier otra parte de él está oculta por su silla. —Sr. Maxwell —digo, un temblor nervioso en mi voz. No estoy segura de por qué se me traba la lengua con este hombre. Después de seis años, uno pensaría que sería inmune a lo guapo que es y que no actuaría como una adolescente cada vez—. Le traje un poco de café. —Gracias —dice con un tono cálido mientras me acerco a su escritorio. Me sorprende con la guardia baja y lucho con lo que tengo que decir. Sin embargo, una sonrisa genuina embellece mis labios, y siento que mis mejillas se calientan. —De nada, señor. De todos los años que he trabajado aquí, creo que nunca me dio las gracias. —Dejo salir una pequeña risa nerviosa. —Eres un activo —dice, su voz firme. Esta vez, es mi cuello el que está en llamas. Juego con mis perlas mientras dejo el café en su escritorio. —Es muy amable de su parte, señor. Mientras tengo su atención —empiezo a decir, mi voz tambaleándose ligeramente—. El Sr. Collins… —Sr. Collins —dice riéndose—. No tienes nada de qué preocuparte. Empiezo a hablar cuando él gira alrededor de su silla, su teléfono presionado contra su oído. El Sr. Maxwell irradia poder y fuerza. Los sólidos músculos de los hombros y de la parte superior de los brazos estiran el tejido del traje hasta el límite. Es ardiente como el demonio: mandíbula cincelada, cejas marcadas, ojos azules helados, cabello de recién follado y una sombra de una barba desaliñada. Sus labios llenos siguen moviéndose mientras habla, labios con los que a menudo he fantaseado. Un aire de arrogancia lo rodea. Y, Dios mío, huele bien. Sigue hablando con quien ahora me doy cuenta que es el Sr. Collins y no conmigo. Vuelvo a tropezar, horrorizada. Pensé que en realidad me hablaba a mí. Pero luego recuerdo que Grayson Maxwell no me habla. Diablos, ni siquiera me mira. Me hace señas para que me vaya, como si que le trajera su café obligatorio de las diez fuera una molestia. Bueno, que se jodan él y su estúpido café programado.

16

Me alejo de su escritorio y no puedo evitar cerrar la puerta con un portazo. El sonido tiene a varios otros empleados mirándome asombrados. Les doy una mirada mordaz antes de alisar mi cabello. Ya he tenido suficiente. Nadie aquí aprecia nada de lo que hago. Y lo hago todo. El Sr. Maxwell no se acercaría a uno de sus clientes más molestos si no fuera por mi interferencia. Todo lo que se necesitó fue un poco de psicología inversa para que el Sr. Collins le rogara que vendiera su resort. Yo hice eso. No Grayson Maxwell. Yo. Hace siete años, apenas podía mirarme en el espejo. Mucho menos bailar el vals alrededor de una oficina corporativa con la barbilla alta y confiada en lo que estaba haciendo. Durante el primer año después de Vaughn, luché para encontrarme a mí misma. El trabajo que conseguí en Maxwell fue el principio de ese cambio. Evolucioné de la mujer rota que era a alguien fuerte y capaz. He invertido mi tiempo. Tengo experiencia. Toda esta oficina funciona como una máquina bien engrasada porque me ocupo de que así sea. Absolutamente nadie reconoce nada de esto. Debería haber sido la nueva asociada. No Truman el de ojos de comadreja. El chico parece recién salido de la universidad, probablemente este es su primer trabajo. Sin embargo, con seguridad le están pagando el doble de lo que yo gano simplemente porque tiene un par de pelotas entre sus muslos musculosos. A la mierda con las pelotas. A la mierda con el Club de Chicos. Que se jodan todos. —¿Adónde vas? —me dice Darlene, una mujer lo suficientemente mayor para ser mi madre. Es la asistente de Jeff Barker, que es el director financiero. —Me voy a casa —siseo sobre mi hombro—. Estoy enferma. —La mentira se siente bien en mi lengua. Nunca me he tomado un día de baja por enfermedad. Seis años y ni una sola vez he dicho que estaba enferma. —Pero el Sr. Maxwell tiene la reunión de la junta a las tres. ¿Quién servirá los refrescos? —pregunta, con su voz temblorosa porque, Dios no lo quiera, tiene que pavonearse en esa habitación llena de monstruos y atenderlos de pies y manos. Me trago la rabia amenazando con consumirme. Podría dar vueltas alrededor de Truman, pero él es el que tiene la oficina cómoda. Con la atención de la junta. Todo lo que consigo es preguntarles cómo les gusta su café. He estado aquí seis años de más. —Violet —se queja Darlene, usando mi nombre completo, probablemente en un intento a medias de ablandarme—. Por favor. Sabes que no puedo hacer lo que tú haces. Me comerán viva.

17

Poco a poco, me doy la vuelta e inmovilizo su cuerpo que se aproxima con una mirada molesta. —¿Por qué tengo que ser arrojada a los lobos cada primer viernes de mes? Se le llenan los ojos de lágrimas con mi tono grosero. Siempre he sido amable con ella. Incluso hemos salido a almorzar en las raras ocasiones en que nuestros jefes han salido. Me gusta Darlene. Sus nietos son lindos, y me gusta ver cómo se le iluminan los ojos cuando habla de ellos. Mi ira extraviada contra ella hierve a fuego lento. Respiro profundamente y me pongo las manos en las caderas. —Bien —acepto—. Pero voy a almorzar temprano. También me iré por un tiempo. Asegúrate de darle al Sr. Maxwell su café de la una. Asiente enfáticamente como una cabeza de burbuja. —Por supuesto. Disfruta tu almuerzo, cariño. Le hago un corto asentimiento antes de hacer resonar mis tacones en los pisos de mármol hacia el ascensor. Finalmente voy a rendirme y volver a llamar a Hipotecas Slante. Sean Slante lleva meses intentando reclutarme. Una parte de mí sospecha que es porque le gustan las piernas largas y las morenas. Pero una gran parte de mí espera que sea porque mi currículum es sólido. Su razón para quererme allí no importa. La paga es mejor y al menos tendría la capacidad de ascender en la compañía. No es anticuado. No hay techo de cristal en el que tenga que golpear mis puños. Ya no soy Violet Simmons, una víctima bajo el pulgar de Vaughn. Y pronto dejaré de ser solo otra cara bonita que hace café en Maxwell Subsidiaries. Seré una empleada valiosa. Eso es todo lo que siempre quise. Ser apreciada y notada. *** —Letty —me llama Ralph Darden, uno de los miembros de la junta—. Rellénalo, por favor. Esta vez sin tanta azúcar —me reprende. Se lame los labios mientras mira desvergonzadamente mis pechos cuando me inclino para agarrar su taza. Cuando sacudo la mirada a lo largo de las doce caras de la sala, todas y cada una de ellas están enterradas en su papeleo. Nadie se da cuenta de las insinuaciones sexuales de Ralph. Me pregunto si se darían cuenta si lo golpeara en su calva cabeza. Solo por una vez desearía que el Sr. Maxwell mirara, levantara la mirada y se diera cuenta. He tenido incontables fantasías con él arremangándose la camisa y revelando sus venosos antebrazos antes de darle un puñetazo en la cara a Ralph. Es una estupidez. Realmente es gracioso. Nadie puede salvarme excepto yo. Lo probé hace siete años con Vaughn.

18

—El Loco Max no te rescatará, cariño —murmura Ralph con una risita cuando me descubre mirando descaradamente al Sr. Maxwell. Por mucho que me moleste el apodo de mi jefe, sé que tiene razón. Esa es una de las excentricidades de Grayson Maxwell. Es hiper-enfocado hasta la médula. Cuando está trabajando en un trato, pone toda su atención en él hasta que es sólido e indestructible. Es lo que lo hace uno de los hombres más exitosos de América de la revista Forbes. Ignorando a Ralph, hago su café y lo dejo frente a él con un golpe. Se queja cuando salpica, pero empiezo a ir donde el Sr. Maxwell para ver cómo está su café. Hemos estado aquí por casi dos horas mientras ellos se encargaban de la adquisición del resort Collins. En cuanto termine esta reunión, obligaré a Grayson Maxwell a que me mire a los ojos mientras pongo mi aviso de dos semanas en su escritorio. Una llamada telefónica a Sean Slante esta mañana se convirtió en un almuerzo donde finalmente acepté su oferta. Sean es un hombre bastante guapo, y en otra vida, probablemente habría ido tras él. Es el tipo de hombre que sería un buen marido y padre algún día. Exitoso y guapo. Amistoso y educado. Su interés en mí es obvio, pero quiero que este trabajo sea sobre mis habilidades, no sobre cualquier otra cosa. Quiero probarme a mí misma que tengo lo que hace falta. Que soy más que unos buenos pechos y un par de piernas suaves. Afortunadamente, Sean pareció haber sentido mi conducta estrictamente profesional porque rápidamente se puso en el modo de negocios. Al final de nuestro almuerzo, acepté un puesto como asociada de ventas en Slante Mortgages. Supuso muchos más golpes en el pavimento de los que estaba acostumbrada, pero estaba deseando que llegara el nuevo desafío. —Disculpa —murmura un hombre mientras agarra mi muñeca. Estoy impresionada con el presente mientras miro nada menos que al nuevo Guy Truman. Sus ojos de comadreja se arrastran sobre mi pecho y guiña el ojo. Dios, encajará perfectamente por aquí. Cuando empiezo a quitarle el brazo mi muñeca, lo aprieta y me obliga a dar un grito ahogado. Me pregunto si tendré un moretón más tarde. —Suéltame —siseo en voz baja. El Sr. Barker se aclara la garganta y se pasa las gafas de montura negra por la nariz para mirarnos. —¿Hay algún problema? Truman me libera y se encoge de hombros. —Tomo Splenda en mi café, cariño. Mis ojos se fijan en el del Sr. Barker. Frunce el ceño y mira entre Truman y yo, pero cuando el Sr. Maxwell empieza a hablarle, vuelve a prestar atención a nuestro jefe. Jefe. No por mucho tiempo. Casi me rio sabiendo que hoy será la última reunión de la junta en la que tendré que servir. El próximo mes, será Darlene o alguna novata, quien tendrá que soportar los comentarios sexistas y los avances no deseados. Será otra persona la que tenga que sentir que ha sido destruida en los años cincuenta, cuando las mujeres no eran más que un adorno en el brazo de un hombre de éxito.

19

Dos semanas y me habré ido. Hasta luego, imbéciles.

20

2 Grayson

—N

o puedo creer que cedió. ¿Cuál crees que fue el factor decisivo? —pregunta Bull desde el otro lado de mi escritorio. Mi mejor amigo de treinta y dos años sentado con sus zapatos de vestir apoyados en el borde de la superficie de caoba sólida, con una mirada sospechosa en su rostro. Por un momento, mi atención se centra en el costado de su zapato. Un desgaste descolora el cuero y me pregunto cómo lo consiguió. No estaba allí esta mañana. Encogiéndome de hombros, vuelvo a centrar mi atención en el contrato firmado y lejos de su insignificante zapato. —No estoy seguro. He estado cortejando su culo por meses. Al idiota le gustaba liderar el camino. Había planeado llevarlo a un juego de los Knicks, pero antes de que pudiera contarle sobre las entradas, me llamó y me dijo que quería vender. —Paso mis dedos por mi cabello oscuro y dejo escapar un suspiro—. Se siente demasiado fácil. No me gusta. Está tenso como la mierda, así que sé que no estoy fuera de línea aquí. —Es hermético —murmuro mientras reviso el contrato. Las ruedas dentro de mi cabeza hacen clic y zumban mientras todos los datos pasan volando. Nada destaca. Pero Collins se rindió antes de lo que esperaba por una razón. Quiero saber esa razón. —Adelante —vocifera Bull. Ni siquiera escuché a nadie tocar. Él es mis ojos cuando estoy concentrado en lo único que tengo enfrente, sea lo que sea. Hemos sido así desde que éramos flacos y pequeños de trece años. Incluso entonces, yo estaba cegado a todo lo que me rodeaba por lo que estaba justo en frente a mí y él siempre cubría mi espalda. Mis ojos se entrecierran en el precio de venta. Justo. No demasiado alto y no demasiado bajo. Tanto Collins como Maxwell Subsidiaries dejan la venta sintiéndose bien. Nadie jodió al otro. Solo negocios. Pero esa vieja y obstinada mierda ha estado tirando de mi cadena por meses. Ordeñando todo lo que podía. Él sabe que yo quería ese complejo. No porque quisiera ararlo y vender la tierra. Solo porque lo quería. Un hermoso complejo de lujo de New England con vistas al glorioso Atlántico. Me quedé

21

allí en un viaje de negocios y me enamoré. He destrozado las finanzas del propietario, los registros de la tierra, cada constructor que contribuyó a la construcción, el personal, el... Slap. Parpadeo mi aturdimiento y lanzo mis ojos a mi observador. Sus ojos se abren de par en par y sus pies ya no están sobre mi escritorio. Algo está sucediendo, pero estoy tan concentrado en mi cabeza que ni siquiera me doy cuenta. Es por eso que lo necesito. Soy vulnerable sin él. Siempre lo he sido. —Gray —dice entre dientes en un tono firme—. La señorita Simmons está aquí para verte. Le frunzo el ceño antes de dirigir mi atención a la mujer que respira pesadamente de pie frente a mi escritorio. Su palma es plana contra un pedazo de papel que ha clavado en la superficie de mi escritorio. Mis ojos viajan por sus uñas bien cuidadas, más allá de su delicada muñeca, a lo largo de su delgado brazo que aún es visible a pesar de la blusa blanca transparente que lleva puesta. En el momento en que mi mirada está en su hombro, no puedo evitar pasar por sus pechos y luego subir por su garganta. Un hilo de perlas viejas cuelga en la base de su cuello. Estas no son el tipo de perlas que encuentras en Tiffany's o en alguna otra tienda de alta gama. Y seguro que no son baratas. Estas son una reliquia familiar, probablemente le fueron heredadas. Algo que mi madre habría usado cuando era ella misma. Algo que hubiera pertenecido a su madre, abuela y bisabuela. Las perlas son únicas y… —Renuncio. Su garganta es de color rojo brillante y su pecho tiembla. Echo un vistazo al resto del camino, pasando por alto sus rasgos femeninos, para encontrar la mirada ardiente y ojos marrones de una mujer. La Srita. Simmons, como dijo Bull. —¿Qué? —Mis cejas se fruncen en confusión. Esta mujer, que ni siquiera conozco, está enojada conmigo. Como si yo personalmente la hubiera perjudicado. Soy cuidadoso con las mujeres con las que me acuesto. Tengo ciertos requisitos. Ciertas expectativas. Ni una vez ha regresado para morderme el culo. —Tiene mi aviso —dice, sus ojos marrones se entrecierran hacia mí—. Dos semanas. Sus fosas nasales se ensanchan de ira y las piezas comienzan a juntarse. Ella trabaja para mí. Creo. ¿Por qué diablos no le acaba de llevar esta tontería a Clint en Recursos Humanos? —Gray —dice Bull en un tono tranquilo, obligándome a atraer mi atención hacia él—. Esta es tu asistente. La Srita. Simmons. Ha estado trayéndote café y haciendo otras tareas administrativas para ti durante seis años. —Increíble —resopla. Dirigiendo mi mirada hacia ella, esta vez la observo más a fondo. Es bonita. Realmente bonita. Pómulos altos espolvoreados en un color rojo que puede o no ser oscuro debido a su aparente ira. Intensos ojos marrones que mantienen una historia

22

encerrada con fuerza detrás de ellos. Una pequeña nariz respingada que se adapta perfectamente a su rostro. Y los labios más suculentos que he visto en una mujer. Llenos. Ligeramente divididos. Pintados de un color que me recuerda a la sangre. Su sedoso cabello castaño tiene mechones brillantes de color dorado. Y cada vez que se mueve, atrapan la luz. Ella malditamente brilla. ¿Cómo no la había notado hasta ahora? Bull se inclina hacia adelante y hace un gesto para que lo mire. Lo hago. Siempre lo hago. Sabe cómo me pongo. Y en este momento, toda la obsesión por el acuerdo con Collins se hace a un lado cuando algo bonito y brillante toma su lugar. —Concéntrate. —Su única palabra ayuda a aclarar mi mente. Lo miro hacia abajo mientras él mete un chicle en su boca. Slap. Slap. Slap. —Hola —dice la Srita. Simmons en un tono exasperado, agitando sus manos para llamar mi atención—. En caso de que se lo haya perdido, ya no estaré aquí para traerle su café programado. No estaré aquí en la próxima reunión de la junta para que esos malditos viejos me toquen y digan cosas groseras. Ya no estaré aquí para salvarlo. Si no fuera por mí —sigue haciendo un gesto con el contrato entre mis dedos—, ¡todavía tendría que llevar a ese repugnante anciano a cenar y jugar al golf! Clic. Los golpes de Bull están ayudando a concentrarme. Todas las piezas se conectan. Mi constante neblina se levanta como siempre cuando encuentro mi objetivo. Ajustar. Enfocar. Sus ojos y los míos se encuentran nuevo. Está furiosa y yo estoy... curioso. Quiero saber cómo huele su cabello. Quiero saber cómo suena su voz cuando tomo su placer. Quiero saber cómo se siente la curva de su culo con mi polla presionada contra ella. —Sr. Barker —resopla y hace un gesto con la mano hacia mí mientras habla con Bull—. ¿Hay algo mal con él? Él suelta una risa. —Por favor, Letty. Llámame Jeff. Y sí, hay muchas cosas mal con él. —No alejo mi mirada de ella, pero puedo sentirlo sonriéndome. Sin querer, aparto la mirada y recojo su currículum. ¿Letty? No me gusta el nombre Letty. El currículum dice Violet O. Simmons. ¿Violet? Me gusta el nombre Violet. —Violet —murmuro y perforo mis ojos de nuevo a los de ella.

23

Su mirada fulminante se tambalea un poco cuando se abren sus sensuales labios. Quiero esa boca. Quiero probarla y chuparla. Maldita sea, quiero follarla. —¿Por qué no te tomas el fin de semana para pensar en ello? —interrumpe Bull mientras se pone de pie. Su mano la toma del codo y ella se pone tensa. Como si su toque la asustara. Bull nunca lastimaría a una mujer, pero no me gusta el miedo que se propaga en ella. —Suéltala —gruño. Las palabras son bajas y amenazantes. Bull me lanza una mirada de asombro, pero la deja ir. La tensión en los hombros de Violet se relaja. Si no estuviera prestando atención a cada detalle en su rostro, me habría perdido el destello de gratitud en sus ojos. Me habría perdido el alivio. —No hay nada en qué pensar —nos dice a ambos, levantando su barbilla con valentía—. Me voy en dos semanas. Necesitará contratar a alguien que pueda hacer todo lo que hago por esta empresa. De hecho, probablemente necesite contratar a tres personas para que me reemplacen. Bull deja salir un gruñido, pero mi boca se encuentra tirando hacia arriba. Una sonrisa. Violet Simmons, mi pequeña renunciante, hizo que mis labios hicieran algo que realmente odian hacer. Y con eso, siento una extraña opresión en mi pecho. Me gusta la forma en que se siente. El extraño dolor que coincide con el de mi polla junto con la sonrisa tonta en mi rostro me hace sentir más vivo de lo que me he sentido en mucho tiempo. Oh, querida Violet. No vas a ninguna parte. Todavía la estoy mirando cuando sale echa una furia hacia la puerta. Su falda es apretada y abraza sus curvas de una manera que deja poco a la imaginación. La irritación me recorre porque probablemente cada hombre en este edificio ha estado babeando sobre lo que ha sido mío durante seis años. Y mi estúpida mente de un solo sentido la está viendo ahora por primera vez. La puerta se cierra de golpe y me recuerda a esta mañana. Una puerta se cerró de golpe. Había estado hablando por teléfono con el Sr. Collins. También había estado molesta. No te preocupes, Violet... ahora te veo. —No. Parpadeo los pensamientos de ella y miro a Bull. —¿Qué? —No lo hagas. Déjala ir. Esa mujer ha estado aquí durante seis años partiéndose la espalda por ti y ahora te estás dando cuenta de que está aquí. Pero es tu polla la que finalmente la ve. Llama a Elisha. Ella se encargará de ese pequeño pene entrometido tuyo y podrás volver a centrarte en la mierda que importa. Como el trato de Collins. — Se quita las gafas y se restriega el rostro como si toda la tarde lo estuviera agotando.

24

Y nunca me he sentido tan renovado. No seré capaz de dormir hasta que haya aprendido todo lo que hay que saber sobre Violet O. Simmons. —Tienes razón —miento mientras reúno el papeleo en mi escritorio—. Déjame terminar de revisar algunas cosas. Me encerraré esta noche. Entrecierra su mirada hacia mí, pero no dice una palabra en discusión mientras se desliza sus gafas y se levanta. —¿Quieres tomar una cerveza más tarde? Asiento y lo despido. Estoy ansioso. Quiero que mi mejor amigo me deje ser, así puedo hacer un poco de investigación. Veinte largos minutos después, escucho sus llaves tintinear contra el vidrio de las puertas de entrada de nuestro piso cuando se va. Estoy completamente solo. Lo primero que hago es abrir mi laptop. Facebook es donde aprendes mucho sobre una persona. Lleva un minuto encontrarla, y cuando lo hago, estoy decepcionado. Lo tiene bloqueado. Todo lo que tengo es su nombre y su foto de perfil. En lugar de su rostro, tiene una imagen del océano. Su foto de portada es una cita vaga. Mi pasado no me ha definido, destruido o disuadido… solo me ha fortalecido. —Steve Maraboli. Me muero por saber qué tipo de cosas publica, pero todo es jodidamente privado. Ni siquiera puedo saber cuántos amigos tiene. ¿Tiene amigos aquí en la oficina? ¿Bull es su amigo? Otra oleada de irritación surge en mi pecho. He tenido a esta impresionante mujer pavoneándose en mi oficina varias veces al día y nunca le he prestado ni una pizca de atención. De acuerdo, no conozco el noventa por ciento de las personas que trabajan para mí, pero esto se siente diferente. Esto se siente como una injusticia. Como si me hubieran engañado. Con un bufido, me levanto y salgo de mi oficina. Su escritorio se encuentra justo afuera de mi puerta. Todo está limpio y en orden. El orgullo se hincha dentro de mí. Mi asistente no es desordenada o escandalosa. Es organizada como yo. Tal vez es por eso que fue elegida para trabajar para mí en primer lugar. Bull me conoce mejor de lo que yo me conozco. No trato con los empleados ni con recursos humanos. Él lo hace y es bueno en eso. Me siento en su silla rígida y dejo escapar un gemido. La maldita cosa no es tan cómoda como mi silla afelpada de cuero. Me acabo de sentar y mi espalda ya duele. Hago una nota mental para pedirle una nueva. Marrón. Como las partes no brillantes de su cabello. Todo tiene un lugar en su escritorio. Un porta vasos de la compañía se encuentra justo al lado de su mouse. Todos sus bolígrafos y papeles han sido guardados. Nada excepto el teléfono, la computadora y el porta vasos adornan el escritorio. Una esquina está especialmente vacía. Quiero llenarla. La llenaré. Inhalando, casi rompo en otra extraña sonrisa cuando percibo el aroma de su aroma persistente. Un toque de café mezclado con su dulce perfume floral. Me pregunto cómo podría oler el momento exacto en que rocía su perfume y sale de su dormitorio. ¿Sería intenso o débil?

25

Lo averiguaré. Usando un truco ancestral, levanto su teclado y estoy eufórico de encontrar una nota adhesiva con sus contraseñas escritas en ella. La misma para todos sus inicios de sesión. SurViV0r. Solo toma un par de minutos iniciar sesión en su computadora. Todas sus carpetas están perfectamente organizadas. Sus hojas de cálculo de mis clientes están todas de una manera que apruebo. Tiene muchas notas detalladas de las reuniones. Meticulosos registros de llamadas hechas a visitantes que han venido a verme y a mí. También veo dónde ha ejecutado datos sobre propiedades. Comprobado los precios y valores de venta. Ejecución de análisis de comparación. Los trabajos. Además de traerme mi café y atender mis llamadas, no estoy seguro de lo que hace por mi compañía. Sin embargo, aparentemente hace mucho por su propia información. Ninguno de los datos que recopila van a ninguna parte excepto sus hojas de cálculo. Saltando a su correo electrónico, también estoy contento de ver lo ordenado y organizado que es. Todo lo que se encuentra en su bandeja de entrada es un correo electrónico de RH indicando que también han recibido una copia de su renuncia. Ignorando la molestia de que alguien más sabe sobre su intento de dejar el trabajo, encuentro una carpeta en sus correos electrónicos llamada: Ideas para el idiota. Lo abro para encontrar cientos o incluso miles de correos electrónicos para mí. Parpadeo varias veces para permitir que lo que estoy viendo se instale. Estos correos electrónicos simplemente se guardan como borradores. Nunca los envió. Algunos son de ella diciéndome algo. Esos hacen que rompa en otra sonrisa. Sin embargo, la mayoría son de ella haciendo sugerencias. O proporcionando detalles analíticos sobre las propiedades. Muchos de sus correos electrónicos podrían haber sido realmente útiles. ¿Por qué no los envió? Presiono enviar a varios de los correos electrónicos que podrían ser útiles, especialmente los datos de la empresa de Collins, cierro su correo electrónico y abro Internet. Una vez que me conecto a Facebook, escribo SurViV0r. De inmediato se me concede acceso a su cuenta. El primer lugar donde hago clic es en sus amigos. Me muero por saber con quién es amiga aquí en mi compañía. Escaneo a los treinta y seis amigos. Ninguno es Bull. Ninguno es Clint de RH. Aparte de eso, no conozco a esta gente. Aunque no soy su amigo. Está bien porque quiero ser más que amigos. Seré más que amigos con ella. Al examinar sus solicitudes de amistad, elimino a todos los hombres que solicitaron ser sus amigos. No me gustan esos malditos pervertidos. Ella no tiene amigos en común con ellos. Probablemente estén tratando de conseguir algunas fotos de desnudos. Sobre mi maldito cadáver. Una vez que se eliminan, reviso sus mensajes. La mayoría son tontos y aburridos. La gente le envía chistes, cadenas de cartas o memes divertidos. Su Facebook no tiene sustancia real para eso. Todos sus publicaciones son memes de motivación y la imagen ocasional del océano. Me decido en ese momento para llevarla al océano un día.

26

Estoy revisando fotos antiguas cuando aparece un nuevo mensaje. Sean Slante: ¡Felicidades de nuevo! Solo quería que supieras que estamos deseando que te unas al equipo. Ya te he ordenado una computadora y Janine ha ordenado tu nombre. Si tienes alguna pregunta sobre el trabajo, estoy dispuesto a reunirme para tomar un café o incluso una cerveza. Este fin de semana está bastante disponible. Diablos, incluso podría verte esta noche si quieres hablar sobre cómo fueron las cosas hoy cuando te pusiste en anuncio. Tienes mi celular así que solo mensajéame. Hablamos pronto, Letty. Cuando termino de leer el mensaje, estoy ciego de ira. Quiero decirle que se joda. Decirle que no se llevará a mi asistente. Que es un imbécil no profesional por mandarle un mensaje privado. Que ella no tomará una maldita cerveza con él. En cambio, contengo mi furia y me preparo para todo. Tendré que jugar bien mis cartas. Al igual que las adquisiciones. Trabajaré. Analizaré los detalles. Haré movimientos inteligentes. Violet O. Simmons es mía. Simplemente, aún no lo sabe. Tiempo estimado: Menos catorce días...

27

3 Violet

M

e siento más ligera. Resuelta. Como si debiera celebrar.

Y esa es la única razón por la que acepté reunirme con Sean Slante en un pub irlandés para una ronda de cervezas. Pronto será mi nuevo jefe y me tomará un tiempo acostumbrarme a que realmente me acepte, sepa mi nombre y me reconozca como un activo. A diferencia de él. Mis pensamientos vuelven a más temprano. Cuando con valentía golpeé mi aviso en el escritorio de Grayson Maxwell. Cómo, por primera vez en seis años, me miró. Un escalofrío me recorre ante ese pensamiento. Sus helados ojos azules se entrecerraron, pero curiosos. Sentí como si él me estuviera quitando la ropa con cada segundo que pasaba. Con solo una mirada. Fue desconcertante y un poco satisfactorio. Espero que le haya gustado lo que vio. Espero que se diera cuenta de lo idiota que fue por no notar lo trabajadora que era. Sin embargo, en el momento en que tuve su atención; fue extraño. Muy intenso. Demasiado. Tal vez fue una verdadera bendición que no me haya prestado nada de atención todos estos años. Creo que si él me hubiera mirado así desde el principio, mi trabajo habría sido muchísimo más difícil. Podría haberme perdido en esa mirada. Tragando mi irritación, examino el bar en busca de Sean. Todavía no está aquí. Tomo mi cerveza y me preocupo por mi atuendo. No quería vestir ropa de trabajo, pero tampoco quería parecer demasiado informal para mi nuevo jefe. Al final, me había decidido por un vestido ajustado negro y un par de botas de tobillo a juego. Mis largas piernas están desnudas, a diferencia de cómo las uso para trabajar, pero aún mantengo algo de elegancia. Una parte de mí se había inclinado hacia los pantalones vaqueros, pero todavía estoy tratando de causar una buena impresión, a pesar de que acepté su oferta.

28

—¡Letty! —dice una voz profunda. Cuando veo a Sean, sonrío y salgo de la cabina. Se ve guapo con sus vaqueros oscuros y su camisa plisada color azul. Las mangas están enrolladas y ha venido sin corbata. Dejo escapar un suspiro de alivio por el hecho de que no estaba demasiado abrigada ni mal vestida en comparación con él. —Hola —saludo y extiendo mi brazo. El hombre amistoso esquiva mi apretón de manos y me atrae para un abrazo. Huele bien, pero no puedo decir si es porque realmente lo hace o el hecho de que no he estado tan cerca de un hombre en mucho tiempo. Le devuelvo un educado abrazo. Cuando se aleja, al principio no me suelta. Sus labios se levantan en una media sonrisa. —Estoy muy feliz de que pudiéramos encontrarnos —me dice, sus ojos parpadean con preocupación—. Conozco al Loco Max. Puede ser bastante irritante a veces. ¿Estaba bien con tu renuncia? ¿El loco bastardo arrojó su escritorio? De nuevo con Loco Max. Intento no sentirme a la defensiva por el hombre que me ignoró durante seis años. Sean es un buen tipo. No está tratando de ser malicioso. En todo caso, parece emocionado de tenerme, que es un gran cambio de lo que estoy acostumbrada. Alejándome, me deslizo de su agarre y vuelvo a sentarme. Afortunadamente, él se desploma frente a mí. Sus largas piernas rozan contra las mías debajo de la mesa. —Parecía sorprendido —admito antes de beber mi cerveza—. No creo que realmente lo haya entendido. Probablemente no lo haga hasta que me haya ido. Sean sonríe y le hace señas a una camarera. Una vez que ella toma su orden, dirige sus ojos verdes a los míos. —Por allá; eres solo un número, Letty. En Slante, eres una persona. Todos en mi compañía son reconocidos por su arduo trabajo. Sé que encajarás perfectamente. Una sonrisa tira de mis labios. —Gracias por arriesgarse conmigo. Sé que no soy la persona más experimentada, pero aprendo rápido. Me guiña un ojo. —Lo harás bien. Y si alguna vez tienes algún problema, ve a verme. Lo solucionaremos. —Cuando comienza a hablar sobre toda la mierda en la que está trabajando para obtener un préstamo, algo atrapa mi mirada en la ventana. La sombra de una figura se apoya contra una pared entre dos edificios. Parece ser una figura masculina. Es alto y de hombros anchos. El hombre simplemente nos mira directamente. A veces mi imaginación me juega trucos. Vaughn está en mis pesadillas así que es lógico que también esté en mi realidad. Pero sé que no sabe dónde estoy. He sido cuidadosa.

29

Además, si fuera Vaughn, no se sentaría a mirarme tomar una cerveza con otro hombre. Él habría venido aquí literalmente con pistolas ardiendo y abordándome justo en frente de todos. Un escalofrío me recorre. Cuando miro hacia afuera, la figura se ha ido. Otro producto de mi imaginación. Siempre lo es. —Oye —dice Sean con una risa ronca, su rodilla rozando la mía debajo de la mesa—. Creo que te perdí. Llama mi atención. Sus cejas están fruncidas como si estuviera tratando de comprenderme. Nunca imaginará mi cabeza desordenada. —Lo siento —dije con una risa forzada. Mi mano acaricia la suya sobre la mesa— . Fue un día largo y estresante. Travesura baila en sus ojos verdes. —¿Qué tal si decidimos no tener más de esos tipos de días? Tengo lo justo para ponerte en el camino correcto. Lo que resulta ser shots de tequila. Y aunque al principio dudaba en beber con mi nuevo jefe, inmediatamente me rendí cuando me dio unos exagerados ojos de cachorrito. Sean es amigable y divertido. He estado pavoneándome durante tanto tiempo con un palo por el culo y es agradable relajarse por una vez. En el tercer shot, estoy caliente y risueña. Sean desaparece para ir al baño y reviso mi teléfono. No estoy segura de por qué, pero esperaba algún tipo de mensaje de “por favor no renuncies” del sexy Grayson Maxwell. A pesar de su aparente sorpresa y su irritación por mi renuncia, seguro que no ha intentado que me quede. —¿Me extrañaste? —pregunta Sean con una risita cuando regresa caminando con más shots en sus manos. Se sienta en la cabina a mi lado y empuja dos shots hacia mí—. Por los nuevos comienzos—. Su sonrisa es amplia y coqueta—. Por los nuevos empleados valiosos. Lo golpeo. —Ahora solo estás siendo ridículo. —Pero estoy sonriendo. La verdad es que es bueno que él vea ese potencial en mí. Su brazo se extiende detrás de mí a través de la parte posterior de la cabina y se inclina. —No lo soy. Lo supe desde el momento en que leí tu currículum. Ahora bebe o lo consideraré insubordinación. Riendo, agarro mi shot y lo vacío. —Buena chica —bromea y pasa los dedos por la parte exterior de mi brazo. Me estremezco y tomo el segundo shot. Una vez que lo vacío, lo miro con una ceja levantada. —¿Quién dice que soy buena?

30

Han pasado años desde que salí con amigos y he hecho algo tan simple como una broma. La mirada de Sean se oscurece y no responde. Bebe sus dos shots antes de volver a golpearlos sobre la mesa. —Eres un problema —dice con su voz ronca. El calor surge a través de mí. Estoy feliz. Finalmente estoy dejando un trabajo sin salida y corriendo hacia un futuro. Después de toda una vida de errores, voy a empezar a hacer algo por mi cuenta. —Gracias —digo con un suspiro y me acurruco en él. Ahora estoy borracha. La habitación está empezando a moverse. Esta era una mala idea. Sus dedos se envuelven alrededor de mi bíceps. —De nada. Sean es cálido. Accesible y agradable. Me pregunto cómo sería besar a alguien como él. Subirme a sus firmes caderas y montarlo directamente en un orgasmo. Mis bragas se humedecen ante la idea de echar un polvo. Han pasado muchos años. ¿Me besaría de esa forma tan devoradora de almas que solía hacer Vaughn? Vaughn fue malo para mí. ¿Me tocaría en todos los lugares correctos como lo hizo Vaughn? Vaughn me arruinó. ¿Me follaría como si solo le perteneciera a él hasta el final de los tiempos como lo hizo Vaughn? Vaughn era un psicópata. —Letty. —La voz siseada de Sean atraviesa mi neblina confusa. Odio a Vaughn, pero imaginarlo mientras me toco es la única forma en que puedo venirme. Es humillante—. Tienes que parar o me vendré aquí en mis pantalones. Me sobresalto por sus palabras y miro hacia abajo a mi mano que está frotando su erección a través de sus pantalones. El terror amenaza con sofocarme mientras le quito la mano. —Oh, Dios mío —grazné y comencé a soltarlo—. Lo siento mucho. —Oye —murmura contra mi cabello—. Esto es mi culpa. Debería haberte alimentado antes de emborracharte. Por favor, no creas que soy un pervertido. La culpa me infecta. ¿Piensa que él es el pervertido? Fui yo quien lo estaba frotando como una perra en celo. —¿Todavía tengo el trabajo? —susurro. Su risa me calienta una vez más. —Por supuesto.

31

Mis ojos se cierran y pienso en Vaughn. Su cabello rubio que era largo en la parte superior y afeitado en los lados. La forma en que me hundiría en sus ojos y me pegaría a su sien cuando me follaba. El hombre era terror y belleza moldeados en un paquete perfectamente horrible. —Letty... La voz está mal. —Necesito llamarte un taxi. Ahora mismo. O si no... —gime—. De lo contrario, creo que los dos lamentaremos esto por la mañana. Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que estoy prácticamente en el regazo de Sean. Mis labios se presionan contra su garganta con mis dedos enredados en su cabello. Él tiene un agarre mortal en mi culo. La erección metida en mi muslo me dice que realmente me desea y que apenas se está conteniendo. —¡Mierda! —gimo y salgo de su regazo—. Yo... esto... —Taxi —dice con voz ronca y sale de la cabina—. Dios... no tienes idea de lo difícil que será ponerte en ese auto y verte irte con este problema. —Hizo un gesto hacia su pene a través de sus vaqueros y se me escapa una risita. Esto también lo hace reír—. Ríete, ángel. Vámonos antes de que nos echen de aquí. Recuerdo vagamente que dejó un fajo de billetes y me hizo entrar a un taxi. Justo cuando me está ayudando a entrar, escucho pasos pesados. Luego, un pop seguido de un gemido. La puerta del automóvil en el lado opuesto se abre, pero ya me estoy desmayando. Mi dirección es siseada desde una voz familiar a mi lado en el momento en que la puerta del auto se cierra de golpe. El taxi comienza a moverse, pero todo lo que puedo pensar es en los dedos fuertes que acarician mi cabello. El olor fuerte y masculino llena mis fosas nasales. —Shhh —susurra la voz de forma posesiva—. Ahora te tengo. ¿Quién me tenía antes? Mejor aún, ¿quién me tiene ahora? Sus suaves caricias me envían a un sueño sin ningún cuidado en el mundo. Ahora te tengo. *** A veces el amor no es negro o blanco. A veces el amor no es un color uniforme. Para mí, el amor es rojo. Sangriento, goteante, brillante y carmesí. Violento. Desordenado pero brillante contra mi mundo aburrido.

32

—Dime que me amas —murmura Vaughn, la leve barba de su barbilla arrastrándose a lo largo de mi vientre inferior—. Dímelo. Cuando nuestros ojos se encuentran, los suyos están inyectados en sangre, pero no enojados. No, en este momento, está de un humor raro. Contemplativo y casi dulce. Solo Vaughn. No es el hombre desquiciado en el que ha evolucionado lentamente. ―Te amo. —Porque ahora mismo, lo amo. En este momento exacto, es verdad. Mi amor por Vaughn cambia. Se levanta y se pone como el sol en función de su estado de ánimo. Cuando está cálido y brilla su brillante sonrisa sobre mí, me deleito en todo lo que es él. Pero cuando se nubla y sus rasgos se oscurecen, mi amor parpadea y se atenúa. A veces mi amor se desvanece por completo. —¿Sabes? Ojalá pudiera ser así siempre —dice en un susurro antes de besar mi cadera—. Desearía que mi vida no fuera un jodido caos. También lo deseo. —Me tienes a mí —digo con una sonrisa. Todo mi cuerpo está zumbando con energía. Lo deseo como siempre. Incluso cuando él me hace odiarlo. Siempre lo deseo. Sus ojos de color gris se vuelven de acero duro, causando un escalofrío de ansiedad que se desliza por mi columna. —Por supuesto que te tengo a ti. Siempre te tendré. No siempre. No cuando me quites mi último aliento. Ese momento se acerca. Como si leyera mis pensamientos, me separa las rodillas. Estoy desnuda y mojada y mi cuerpo acomoda el suyo. Como siempre. Empuja su dureza dentro de mí mientras agarra mis muslos. El frío acero en sus ojos se suaviza un poco mientras mira mi temblorosa complexión. Estoy temblando con partes iguales de deseo y miedo. El brebaje que solo Vaughn Brecks puede mezclar. Su boca se encuentra con la mía y su poderoso cuerpo se frota contra mí con cada embestida. Soy impotente con este hombre. Él es la tormenta perversa y no soy más que un pedazo de escombros arrastrado en él. Floto en su estela, siguiéndolo a lo largo de su camino de destrucción. —Dulce Letty —murmura contra mi boca mientras su fuerte mano se envuelve alrededor de mi cuello. Mi ritmo cardíaco se acelera en mi pecho, pero no lo detengo. No detienes a Vaughn. Simplemente dejas que ocurra—. Eres mía. Siempre mía. Nada va a cambiar eso. —Sus dedos se clavan en mi carne pálida mientras aprieta. Mi aliento se aloja en mi garganta y no tengo dónde escapar. Sus suaves labios se ciernen sobre los míos cuando me folla mientras siempre amoroso me exprime demasiado mi cuello. Alguna que otra vez, luché contra él. Y en esas historias, siempre he perdí. Pero cuando no peleo, cuando cedo a la oscuridad que me traga entera. Cuando dejo a Vaughn hacer lo que sea que él quiera hacer. Soy libre. Mi mente se separa de mi cuerpo y se desplaza a otro lugar. Un lugar oscuro y cálido. Sin rojo confuso. Sin color. Solo el gris oscuro y el mío.

33

—Letty. Cuando regreso, su agarre se ha ido. Sus ojos parpadean brevemente con preocupación antes de que lo persiga con satisfacción. Está de rodillas entre mis muslos y ya no está dentro de mí. Esperma espeso y cálido cubre mi vientre y corre por mi costado, mojando la cama. No recuerdo que él se haya venido. Ciertamente no recuerdo venirme. —Vístete, Letty Spaghetti —chilla, derritiéndome con una de sus encantadoras sonrisas—. Tenemos cosas que hacer. —Mi derretimiento se enfría rápidamente. Estoy congelada. Cosas que hacer. Las cosas que hacer significan problemas. Las cosas que hacer significan dolor. ―No me siento tan bien —digo, mi voz todavía ronca por estar inconsciente. Su mirada es severa mientras me arroja un trozo de material de spandex rosado. —No fue una solicitud. Fue una demanda. Ponte bonita. Pareces una puta desquiciada. Me estremezco ante sus palabras más que por su tono. Me veo como una puta desquiciada porque él me puso de esa manera. Si me mirara en el espejo en este momento, mi rostro pálido y atormentado me miraría de regreso. Mis ojos marrones normalmente brillantes serían opacos por la píldora que metió en mi lengua antes de que me desnudara. Círculos oscuros alrededor de mis ojos por la falta de sueño o por una de las “lecciones” de Vaughn. Y mis labios llenos estarían agrietados por el uso excesivo junto con la desnutrición. He pasado once meses con este hombre y parece que no puedo sacar mi cabeza de la niebla roja que lo sigue el tiempo suficiente para enderezar mi vida. No es que me dejara ir de todos modos. Su mano se enreda en mi cabello y me saca de la cama justo en frente de él. Incluso furioso e impaciente y al borde de la ira psicótica, Vaughn es una visión gloriosa. Me clava en mi lugar con su penetrante mirada, una mirada que promete dolor y castigo y un día, la muerte. —Te amo —murmura. Le creo. Realmente lo hago—. Pero en este momento, me estás haciendo enojar. —Su mano libre agarra mi culo magullado y desnudo, arrastrándome contra su erección—. Tenemos mierdas que hacer, así que deja de arrastrar los pies. Intento asentir hacia él, pero su agarre en mi cabello me impide hacerlo. Un pequeño grito de sorpresa se me escapa cuando me arrastra a la mesa al lado de la cama. Revuelve alrededor hasta que encuentra lo que está buscando. Pequeña pastilla feliz. No puedo evitar sonreír. —Buena chica. —Sonríe antes de meterla en mi boca. Me atraganto, pero la trago. En cuestión de minutos, estoy necesitada y el vestido que me ayuda a poner es demasiado. Demasiado pegajoso. Demasiado áspero. Demasiado. La necesidad de buscar placer me consume. Le agarro el pecho y le suplico que me folle de nuevo. Su beso es gentil, pero la forma en que me ahueca entre mis piernas no lo es—. Te van a follar. —Me asegura con un frio gruñido—. Te dije que teníamos cosas que hacer.

34

No puedo encontrar la tristeza que generalmente me atormenta. No hay lágrimas en mis ojos. Ni siquiera estoy molesta, porque me guía desde su casa de mierda hasta su deportivo que no encaja bien en el barrio del ghetto. Es el tipo de auto que debe ser robado o allanado, pero nadie lo toca. Nadie toca nada que pertenezca a Vaughn Brecks a menos que él diga que sí. A menos que le paguen lo que sea su precio de venta. De lo contrario, no vivirán para ver otro día. Estoy fuera de mi mente, retorciéndome y rogando todo el camino hacia donde sea que vayamos. Él se burla de mí con suaves caricias en mi muslo desnudo y breves roces contra mi clítoris, donde estoy desnuda bajo mi vestido. Para cuando llegamos a un edificio de condominios de alta gama, estoy llena de necesidad. —¿Estás lista para hacernos un poco de dinero, cariño? —me pregunta, su agarre se aprieta alrededor de mi muslo. Estaré magullada, pero ahora se siente bien. Cualquier toque se siente bien. ―Pensé que solo era tuya —digo a través de mi bruma. Su rostro se vuelve asesino. —Por supuesto que lo eres. Esto es solo negocios, bebé. Me perteneces. No a este rico hijo de puta que quiere mojarse la polla, porque su esposa gorda no se va a abrir de piernas. Tan terribles como son, sus palabras me calientan. Ellas me calientan tanto que estoy en llamas cuando entramos al deslumbrante condominio donde el cliente espera. El agarre de Vaughn sobre mi bíceps es posesivo, pero todavía me entrega al hombre. Acepta un fajo de billetes y me da un ligero empujón hacia el hombre extranjero con el estómago grande. Entrecierro los ojos para tratar de averiguar su nacionalidad, pero tan pronto como la puerta se cierra detrás de Vaughn, el hombre está sobre mí. Me muerde como si fuera el primer regalo de Navidad que ha recibido. Y la mierda que me dio Vaughn me tiene zumbando de deseo. Quiero montar a este hombre feo con el bigote negro y los ojos pequeños. Quiero agarrar su grasiento cabello y follarlo mientras pienso en mi novio. Los ojos grises y acerados de Vaughn están a la vanguardia de mi mente cuando el hombre se las arregla para empujar mi vestido por mis caderas y doblarme sobre su costosa mesa del comedor. Juguetea con sus pantalones. Entonces escucho la rasgadura familiar de un condón. Siempre condones. Al menos Vaughn me cuida. Y luego el pene delgado del hombre está dentro de mí. Está tomando lo que no le pertenece y no me importa. Lo dejo porque se siente bien. Sus toques reverentes corriendo por mi espalda. La forma en que sus peludas pelotas chocan contra mi coño. Gruñidos casi inaudibles de un hombre desconocido. Me vengo. Me estremezco de éxtasis mientras pienso en Vaughn. Tomo el orgasmo que no me dejó tener una hora antes. Dios, cómo amo a Vaughn. El hombre detrás de mí me agarra las caderas mientras gime con su propia liberación, causando que pedazos de realidad sangren dentro de mí.

35

Dios, tengo que alejarme de Vaughn.

36

4 Grayson

L

a miro fijamente mientras se toca a sí misma entre las piernas. Sus gemidos hacen que mi polla se retuerza en mis pantalones, pero lo ignoro por el momento. Por ahora, estoy preocupado por ella. Por cuán poco cuidadosa fue al marcharse y emborracharse con ese imbécil, Slante. Jesús, estuvo a segundos de follarla contra la maldita cabina si no hubiera intervenido cuando lo hice. Violet estaba agotada. La pobre mujer durmió durante todo el camino a su casa, murmurando de vez en cuando incomprensiblemente. Hice que el taxista nos llevara a su edificio de apartamentos, donde procedí a subirla por tres tramos de escaleras porque la mierda del ascensor estaba rota. Cuando había visto que tenía tres cerraduras, la furia burbujeó en mi interior. Ella no debería de estar viviendo en un pedazo de mierda de edificio. No con lo que le pago. Después de irrumpir en su computadora, me tomé la libertad de echarle un vistazo a su archivo en el gabinete de Clint. Después de todo, soy el presidente ejecutivo, así que su archivo personal es de mi incumbencia si digo que lo es. Dirección. Edad. Antecedentes. Encontré todo lo que necesitaba, incluyendo su sueldo. Su salario es bastante como para que no tuviera que vivir en un agujero de mierda como este. Descubriré este pequeño misterio. Descubriré a dónde va el dinero. Sin embargo, hasta entonces, simplemente la miraré. Tener a una mujer inconsciente, desnuda y bajo las sábanas es difícil, incluso para un hombre calificado y capaz como yo. Sus flácidas extremidades y su débil cuerpo los hicieron unos frustrantes veinte minutos. Al final, conseguí desnudarla. Quité las sábanas y di otro vistazo antes de salir a cazar. Sus alegres tetas tienen los más sexys y mordisqueables pezones justo en el centro de cada una. Solo mirarlas me tiene cerca de correrme en mis pantalones. Algún día voy a darme un festín con ellos. No hoy. Algún día. Su estómago es plano y muestran los huesos de su cadera. La mujer podría comer un poco más. Hago una nota mental de ocuparme de ese problema también. Su coño esta afeitado y liso. La necesidad de empujar mi dedo dentro de ella es arrolladora, pero cierro la mano e ignoro la urgencia.

37

Noto todo de ella. Su cabello liso disperso en la almohada color crema bajo su cabeza. Sus follables labios están separados mientras duerme. Largas y oscuras pestañas descansan sobre sus rosas mejillas. Quiero sacudirla por los hombros y gritarle. Despertarla y describirle cuán estúpida está siendo. Una mujer que se ve como ella no necesita salir tarde por la noche con hombres que apenas conoce. Hombres como Sean Slante podrían aprovecharse de ella. Un gruñido retumba en mi garganta ante el recuerdo de sus manos sobre ella. Les había observado a través de la ventana del bar. Obviamente, interpretó el papel de chico bueno, pero yo podía ver el deseo en sus ojos. Vi la manera en que la agarró del culo como si le perteneciera. Ella no le pertenecía. Violet suelta un gemido antes de murmurar un nombre. Vaughn. ¿Quién demonios es Vaughn? Una vez más, cierro la mano en un puño para evitar agarrarla por la mandíbula y despertarla diciéndola cuán ingenua es. La acecho desde lejos para no hacer exactamente eso y empiezo a revisar sus cajones. Todo está impoluto y tiene su lugar. No hay ni una pizca de desorden. Al igual que su escritorio en la oficina. Me hace preguntarme qué está escondiendo. Las personas que son minimalistas lo hacen para ocultar algo grande sobre ellos. Si tienen todo en su lugar no tienen que estresarse por su pasado o defectos colándose por las grietas en medio del desorden. Son capaces de vigilar minuciosamente cada detalle de sus vidas manteniéndolo todos bajo la tapa de donde pertenecen. Lo sé porque yo soy de esta manera. Mi casa está impoluta. Mi empresa está organizada. Mi vida entera es precisa. Los secretos que tengo se quedan eficientemente contenidos. Pero sus secretos, los descubriré. Sus secretos son míos. Los quiero. Malditamente los anhelo. Tras una fastidiosa búsqueda que termina en nada, me siento al pie de su cama. Su respiración es suave y moderada. Si no creyera que ella se pondría como loca, me quitaría los zapatos y me tumbaría a su lado. Con mi suerte, me quedaría dormido y ella se despertaría y me encontraría ahí. Me acusaría de cosas que no soy. Así que no me tumbo. No me quito los zapatos. En vez de eso, pienso. ¿En dónde escondo yo mis secretos?

38

Tengo un viejo baúl de cedro que pertenecía a mi madre. Lo había tomado hace unos veinte años cuando empezó a perder la cabeza. Antes de que la enterrara en sus inseguridades. No estoy seguro de que siquiera supiera que había desaparecido. En ese baúl estaban mis secretos. El pasado que me había formado y moldeado. Cuando pienso en mi pasado me recuerda a alguien. Un error que me seguirá el resto de mi vida. Adara. Sus hermosos ojos marrones me persiguen. Demonios, creo que me perseguirán hasta el día que me muera. Merezco que se me recuerden constantemente esos ojos. Cometí un error. Fue el error que por poco me había costado todo. Alteró mi vida de tantas maneras que ni siquiera puedo comenzar a contarlas. Estoy aquí, de pie en este momento, en esta escasa habitación con un ángel durmiente inconsciente de mi presencia debido a Adara. Con un propósito recién descubierto, acecho su armario. Sus trajes están planchados y se ven bastante caros, pero sé que no se está gastando todo su dinero en ropa. Huelen a ella. Dulce y floralmente. Mía. Empujo los gruesos abrigos fuera del camino y palpo por detrás de las prendas. Justo como había imaginado, encuentro una caja. La caja de zapatos, pese a que es mucho más pequeña que mi baúl, contiene respuestas sobre mi Violet. La saco y la llevo conmigo de regreso a la habitación. Sentándome de regreso al pie de la cama, saco la tapa de la caja y comienzo a hurgar. Fotos, notas con caligrafía femenina, una pulsera del hospital. Las notas no son suyas. Ya antes pasé horas en su escritorio y me aprendí su caligrafía. Estas notas son de alguien que la ama. Te amo, Letty. Siempre serás mi Letty Espagueti. Disfruta de tu almuerzo, nena. Me doy cuenta de que todas las notas deben de ser de su madre. Todas están escritas en el mismo tipo de papel. Las hojas con renglones y números en la parte superior, y las palabras “gracias” estampadas en la parte de atrás parecen del tipo del que usan los camareros para tomar los pedidos. Hago una nota mental con el nombre del restaurante impreso en la parte superior antes de hacerla a un lado. La primera foto en la que me fijo es de ella y de una mujer que se parece mucho a ella. Cuando le doy la vuelta, sonrío ante la caligrafía que sé que es de Violet. Mamá y yo, 04. Lleva puesta una toga de graduación y una sonrisa que nunca antes he visto. Radiante y optimista. Orgullosa. La sonrisa de su madre es igual de grande. Igual de hermosa. Hacen una hermosa pareja. Desafortunadamente, me pregunto si su madre murió. Pero entonces, eso me hace pensar en mi propia madre. El enfado se filtra a través de mí y empujo la foto en el montón de las notas. La mayoría de las demás fotos son de Violet haciendo cosas. Entonces encuentro una única foto de ella con un hombre.

39

Un destello de odio se despierta en mi interior. El hombre de ojos verdes y mirada seria con su brazo colocado posesivamente en torno a Violet es una amenaza. Lo siento. Casi puedo jodidamente saborearlo. Me amarga el estómago y con un gruñido empujo todo de regreso a la caja. Ella se revuelve en la cama, pero vuelvo a meter todo en el armario donde pertenece. Cuando vuelvo a salir, tiene de nuevo la mano entre sus piernas. Mientras duerme, se toca y gime. No hay razón para sus movimientos. Me acerco y me cierno sobre la estructura de su cama. Me muero por empujar sus torpes dedos y hacer el trabajo por ella. Cuando lloriquea por la frustración, tomo una decisión. Envuelvo mi mano en torno a su delicada muñeca y la ayudo. Usando su mano, le doy la velocidad que necesita para alcanzar su orgasmo. Su coño seguramente esté caliente contra la punta de sus dedos. Mi polla se endurece y se empuja contra mis bóxers, rogando por su propia degustación de ella. Después. Esto es sobre ella, no sobre mí. Con movimientos mesurados, sigo mi ritmo guiando su propia mano para presionar entre los labios de su coño y masajear su palpitante clítoris. Sus sexys lloriqueos se convierten en gemidos. Más y más altos. Su cuerpo se retuerce y se sacude en sueños mientras la toco. Cuando jadea una vez antes de temblar, sé que ha encontrado su liberación, incluso en sueños. Con otra sonrisa dibujándose en mis labios, una sonrisa que solo ella puede sacarme, me permito la única cosa que me he denegado antes. Una simple probada. Saco sus empapados dedos de su cuerpo hacia mis labios. Froto sus jugos por toda mi boca y me pongo extremadamente duro por la necesidad de empujarte dentro de su precioso cuerpo. En vez de eso, chupo sus dedos eliminando toda huella de su orgasmo con mi lengua. Dios, huele exquisitamente. Suavemente descanso su mano de regreso sobre su estómago antes de volver a taparla con la sábana. Su esencia permanece sobre mis labios e inhalo. Un día cercano, tendré mi cara enterrada entre sus muslos. Me deleitaré ante la vista de su perfecto coño siempre que quiera. Suplicará por ello. La recompensaré porque es tan malditamente preciosa y se lo merece. Con un golpecito de mi lengua, lentamente lamo mi labio inferior. Sabe a pecado. Dulce y exquisito pecado. Mi polla ansía hundirse en su interior, pero la ignoro por ahora. El sol de la mañana está empezando a asomarme a través de las persianas. Es hora de que la deje en paz por un rato. Me pongo de rodillas y después me pego a la apagada alfombra que apesta a inquilinos y a cigarrillos rancios. Toma algunas maniobras, pero me las arreglo para deslizarme bajo la cama. Cuando estoy cómodo, con mi cara apuntando hacia el armario, me relajo. Cierro los ojos y duermo. Y por primera vez en meses, duermo jodidamente bien. Te veo pronto, Violet.

40

5 Violet

M

e levanto con un sobresalto y me incorporo en la cama. El sol me ciega, haciéndome gemir antes de protegerme los ojos de los rayos brillantes. Estoy un poco desorientada y con una resaca seria. La vergüenza me recorre la columna cuando empiezo a recordar los eventos borrosos de la noche anterior. Me había arrojado sobre Sean en un bar. Me arrojé sobre mi futuro jefe porque estaba llena de recuerdos de Vaughn y borracha de tequila. Debido a que no he estado con un hombre en años, anhelaba su toque. El coraje líquido fue el catalizador de una noche llena de remordimientos. Pero tan pronto como me rendí a mis deseos, fueron apagados como una sola vela en una habitación sin ventanas. Sean me depositó en el taxi y luego... Ahí es donde todo se volvió confuso. No puedo recordar una sola cosa desde ese momento. Bajando la mirada, me estremezco al descubrir que estoy desnuda. El pánico sube por mi garganta, pero lo obligo a retroceder rápidamente. Vaughn no estaba aquí. Era solo yo. Me había desvestido por mi cuenta. Una rápida mirada alrededor de mi habitación me dice que al menos tampoco me arranqué la ropa antes de follar con algún extraño al azar. No hay pistas que indiquen que seguí la fiesta anoche. Fiel a mí misma, incluso en un estado de desmayo, habría puesto mi ropa en el cesto. Mis zapatos en el armario. La necesidad de probar esto me abruma, así que me levanto de la cama con los pies temblorosos. Me agarro a la mesita de noche en busca de apoyo cuando la habitación gira a mi alrededor. Mi coño se siente un poco sensible. Debo haberme tocado en el medio de la noche. Una olisqueada a la punta de mis dedos me dice que estoy en lo cierto en esa suposición también. Al menos siempre puedo contar conmigo misma, incluso cuando estoy jodida más allá de la memoria. Un rápido vistazo al cesto y al armario me dice que no estoy loca. Regresé a casa y me desnudé como de costumbre. Con un suspiro de alivio, tomo la ducha más larga conocida por el hombre. Mis pantorrillas están doloridas y el resto de mi cuerpo también debido a mi resaca del infierno.

41

Mi teléfono zumba desde mi mesita de noche, donde me las arreglé para acordarme de conectarlo anoche. Ahora recién duchada y seca, con una toalla envuelta en mi cabello mojado, camino desnuda hasta el lado de la cama. Un escalofrío me recorre. La sensación de ser observada por Vaughn en realidad nunca se ha ido. Parpadeo para leer mi mensaje. Aparentemente me he perdido varios. Sean: Me divertí anoche. Lo siento si las cosas se salieron de control. Sean: Déjame compensarte. ¿Cena esta noche? Ya estoy sacudiendo la cabeza en desacuerdo. Me rehúso a pasar otro momento a solas con Sean. Estoy horrorizada por mi comportamiento de anoche. Sean: No fui exactamente un caballero, así que no te culpes de esto. Me muerdo el labio y regreso al baño. Tirando de mi toalla y dejándola caer al piso, miro mi reflejo. A pesar de mi estupidez de anoche, todavía me parezco a la mujer a la que eventualmente le di forma. Ya no soy ella. La mujer envuelta en el pequeño mundo retorcido de Vaughn. Soy saludable, educada y exitosa. Respira, Violet. Él ya no tiene su mano alrededor de tu garganta. Paso el resto de la mañana tomándome el tiempo de prepararme. Una vez que mi maquillaje está en su lugar y mi cabello se seca en trenzas sexys, rocío mi perfume y dejo el baño en busca de algo de ropa. Tengo una vez más esa extraña sensación de ser observada mientras entro en mi habitación. La puerta de la habitación está bloqueada. Entorno los ojos para asegurarme de que nadie está espiándome a través. —Deja de volverte loca —me reprendo—. Él no está aquí. —Sigo temblando cuando busco ropa en mi armario. Nunca podré convencerme por completo de que Vaughn no puede encontrarme. Que estoy a salvo. He tomado precauciones, pero él es un hombre ingenioso. Un clic me sacude de mis pensamientos, y salgo corriendo de mi armario. La puerta del dormitorio ahora está cerrada. La alarma se desliza a través de mí. Descolgando mi bata del gancho del baño, rápidamente me envuelvo y camino de puntillas a la puerta. Silencio. Intento no respirar. Otro clic suave de la sala de estar. —Mierda —siseo mientras desengancho la cerradura en la puerta de mi habitación. La pistola que guardo debajo de mi colchón todavía está allí cuando miro. Tomo el pesado objeto frío en mi agarre y reúno el valor para escapar de la prisión de mi habitación. Mi teléfono zumba desde el baño, pero lo ignoro. En silencio, me las arreglo para revisar cada parte de mi apartamento de arriba a abajo. Nada.

42

Mis nervios me están comiendo viva esta mañana. Necesito proteínas, azúcar y café. Necesito sacudirme esto. Niego con la cabeza por mi estupidez cuando mi mirada se desliza por mi apartamento hasta la puerta principal. Las tres cerraduras están desbloqueadas. Parpadeo. Parpadeo. Parpadeo. La confusión hace que mi sangre se deslice a través de mis venas como melaza. Nunca me olvido de cerrar las puertas. Nunca. Nunca. Nunca jamás. Con tres saltos hacia la puerta, coloco todas las cerraduras en su lugar antes de sofocar un sollozo aliviado. Alguien estaba en mi casa. Vaughn. Las lágrimas amenazan con derramarse, pero parpadeo furiosamente. Él no me tendrá esta vez. El arma pesada en mi palma se tambalea mientras me imagino apuntando hacia él. Una calma me inunda y mi mano queda inmóvil. Si se trata de Vaughn y yo, me elegiré. Cada vez. Me recompongo y vuelvo al baño. Tengo otro mensaje perdido en mi teléfono. Pero esta vez es de un número desconocido. Vaughn. Desconocido: Encuéntrame para el desayuno. El hotel en 7th y Madison tiene una brillante selección de magdalenas. ¿Magdalenas? Yo: ¿Quién es? Desconocido: Es Gray, pequeña desertora. Déjame invitarte. Ambos sabemos que te debo algo. Tengo seis años que compensar. El alivio se apodera de mí una vez que me doy cuenta de que Vaughn no tiene mi número de teléfono. Hice todo lo posible para mantener este número oculto de todos los que no quiero que lo tengan. Yo: Soy más del tipo de galletitas de tortilla y tostadas francesas. Pero, por desgracia para ti, prefiero comer sola. A pesar de mi respuesta, me encuentro hurgando en mi armario por algo para ponerme. Me visto profesionalmente para este hombre todos los días, sin embargo, nunca me ha mirado a los ojos. Ni una vez me ha hablado. Ni una sola vez ha mirado apreciativamente mi atuendo. Excepto ayer. Ayer parecía haberse dado cuenta de lo que estuvo en su rostro todo el tiempo.

43

Y ahora él está, ¿qué? Curioso. Uno podría incluso concluir que se siente mal. Me dan ganas de restregárselo en la cara. Hacerle entender que no soy algo que pueda ser pasado por alto u olvidar. Soy alguien. Alguien especial y hermosa y digna de conocer. Desconocido: Querida Violet, nunca estarás sola en lo que a mí respecta. Veinte minutos. Estaré esperando. Sus palabras deberían alarmarme, pero en este momento, estoy tratando de reprimir el buen tipo de escalofrío que se dispara a través de mí. La emoción me atraviesa. Quiero pavonearme frente a él y mostrarle lo que no puede tener. Lo que él fue demasiado ciego para ver todo el tiempo. Desde Vaughn, he disfrutado cualquier momento en el que puedo hacer que un hombre se sienta impotente en mi presencia. Porque no fue hace mucho tiempo que los roles fueron completamente invertidos. Con un salto en mi paso, comienzo por un vestido rojo, pero hago una pausa con la mano en el aire. El rojo me recuerda a Vaughn. Me acerco a un vestido de suéter blanco que compré para una cita a la que nunca llegué. Como me siento un poco hija de puta, deslizo el suave material sobre mi cuerpo sin sujetador. La tanga de encaje es lo único que se interpone entre mi carne y el cachemir. Encuentro unas botas altas que caen justo debajo del dobladillo inferior del vestido corto. La apariencia es sexy, pero también estoy tratando de ser un poco elegante, así que encuentro un cinturón para cubrir el vestido y una bufanda gris para intentar esconder mis senos desnudos por debajo de la tela. Tan pronto como paso frente al espejo, sé que ahora no podrá evitar notarme. Estaré en el radar de cualquier hombre con una polla funcional. Me veo caliente y lo sé. Sonriendo, agarro mi bolso y un abrigo antes de irme para encontrarme con mi futuro ex jefe. Mi arma cabe en mi bolso y ahí es donde permanecerá hasta que me asegure de que Vaughn todavía sea solo un producto de mi imaginación. Trece días hasta que pase a mi nueva aventura. Pero hasta entonces, haré que Grayson Maxwell se arrepienta de dejarme deslizarme entre sus dedos.

44

6 Grayson

M

e siento en mi mesa de siempre con mi ceño fruncido habitual. Veinte minutos van y vienen. Entonces treinta. Pero, gracias a Dios, treinta y ocho minutos después de mi mensaje de texto, ella aparece en el restaurante del hotel con el aspecto de ser la dueña del maldito lugar. Su cabello es lo que noto primero fuera de la ventana cuando sale del taxi. El viento lo arrastra como la mano de un amante y el sol atrapa el oro en su cabellera. Jodidamente brilla. Brillante y hermosa. Y mía. Paso mi lengua por mi labio inferior y siento una sonrisa que aparece en un lado. Esta mujer revive partes muertas de mí. Me hace sentir vivo. Como sonrisas y entusiasmo y la emoción de la persecución. Su aroma permanece en mis labios, a pesar de que me lavé los dientes esta mañana y no puedo evitar el gruñido que se me escapa mientras la miro pavonearse hacia el edificio. Mi polla esta dura como una roca, la imagino quitándose el abrigo de cuero y viendo lo que está escondiendo debajo. Ya estoy de pie cuando entra al restaurante. Sus ojos se iluminan cuando me ve. Muevo la cabeza para señalarle mi dirección. —Me alegra verte aquí —dice, sus palabras sin aliento. Inhalo su aroma floral. Tal como me prometí a mí mismo que haría, la inhalé bien cuando salió antes del baño. Incluso desde mi posición de mierda en su horrible alfombra, pude olerla. Su aroma perfumado mató el disgusto por el piso y en su lugar lo reemplazó con... ella. No había querido dejarla, pero mi estómago, después de no haber cenado en mi búsqueda de reconocimiento, había empezado a gruñir. Ruidosamente. No quería que me encontrara tendido debajo de su cama con una erección de veinticinco centímetros. Además, necesitaba ducharme y cambiarme de ropa. Me levanto para saludarla cuando se acerca. —Te ves radiante —digo, mi voz baja y ronca. Radiante ni siquiera comienza a describir lo guapa que es. Sus ojos marrones se estrechan ante mi elección de palabras mientras se quita el abrigo. En el momento en que se desliza de sus hombros, mi polla se endurece. Sus

45

pezones están duros debajo de su suéter. Puedo ver el leve contorno rosado debajo del suave cachemir. —Jesús jodido Cristo —siseo mientras tiro de la silla hacia atrás—. ¿Dónde está tu maldito sujetador? Se ríe y tiene una cualidad musical. —No me gusta usar uno con este vestido. Como puedes ver. —Puedo ver tus tetas, Violet. —Estoy furioso cuando me siento frente a ella. Mi mirada recorre la gente del desayuno tardío, pero afortunadamente nadie nos está prestando atención. Por el momento sus tetas están a salvo de las miradas lascivas de los otros clientes. —Esas son palabras elegantes viniendo de mi jefe. Hmmm —dice antes de olisquear el aire—. ¿Huelo un pleito por acoso sexual? Poniendo los ojos en blanco, le entrego el menú con la esperanza de que cubrirá sus perfectas tetas de cualquier espectador. —Si alguien está acosando sexualmente a alguien, eres tú quien me está acosando. Vine aquí para el desayuno. El espectáculo es gratis. Nuestros ojos se encuentran y los de ella parpadean con desafío. La mirada desafiante en ellos tiene mi polla hinchada con sangre y la necesidad de empujar dentro de ella es en todo lo que puedo pensar. —¿Qué quiere, Sr. Maxwell? —exige, su voz dulce como caramelo. Estiro mi pierna debajo de la mesa, colocándola entre las suyas una vez que le he separado los tobillos con mi pie. Sus ojos se abren, pero no intenta alejarse. Solo con la idea de que sus muslos se hayan abierto un poco, mi mandíbula se aprieta. Me pregunto si está usando bragas. Mi boca está a punto de soltar una mierda que no está lista para salir. Ella no está lista para lo que tengo que decir. Entonces, en cambio, la miro fijamente. Descaradamente. La miro fijamente porque claramente eso es lo que ella quería cuando se puso ese vestido. Su garganta se mueve mientras traga y levanta temblorosamente el menú como si quisiera esconderme esas tetas. Con mi dedo, empujo el menú hacia la mesa y luego deslizo mi mirada por sus hermosos montículos. Prolongo mi mirada antes de lamer mis labios y luego darle una petulante sonrisa. —¿Q…qué es lo que quiere? —pregunta nuevamente, esta vez sin ocultar el veneno. Mis ojos se fijan en los de ella. —¿No es obvio lo que quiero? —Tomé mi decisión y comenzaré en Slante Mortgages en menos de dos semanas —murmura y toma el vaso de agua de su lado de la mesa. Toma unos pocos tragos impropios de una dama—. Me estoy yendo de tu compañía. Mientras no me deje a mí. Una vez que tengo mi mira puesta, adquiero mi objetivo.

46

Violet O. Simmons no irá a ningún lado. —Sean Slante es un cerdo pervertido —gruño mientras abro el botón de la manga de mi camisa de vestir. De repente, estoy jodidamente caliente. Y enojado. Después de enrollar ambas mangas en mis antebrazos, entrelazo mis dedos sobre la mesa y miro hacia ella. Sus ojos marrones están mirando mis brazos. Pasa su lengua rosa por el labio inferior antes de levantar la mirada. —Así como lo eres tú —me desafía con una ceja levantada. Sonrío. —No soy yo el que olvida usar parte de mi guardarropa para encontrarme con mi jefe. Tal vez tú eres la pervertida, Violet. La ira surge a través de ella y sus fosas nasales se ensanchan. —¿Siempre es tan imbécil? Para ser sincera me alegro de que me haya ignorado hasta ahora. Ignorar no es la palabra correcta. Simplemente no la vi hasta ayer. Ahora, ella es todo lo que veo. El camarero interrumpe nuestro tenso momento para tomar nuestro pedido. Cuando no puede decidir qué comer, de repente le digo al hombre que traiga uno de todo en el menú del desayuno. Ver el calor de su cuello en un perfecto color carmesí tiene otra de esas extrañas sonrisas tirando de mis labios. —Así que no solo eres un imbécil pervertido, sino que también eres un cerdo chovinista que ordena por tu cita —dice bruscamente—. Lo tengo. Levanto una ceja. —¿Cita? Esto obtiene otra reacción ruborizada de ella. También me da un suspiro frustrado. —Sabe a lo que me refiero. —En realidad, no. ¿Quieres que esta sea una cita? Porque si fuera una cita, más tarde encontraría una manera de sacarte ese vestido —digo mientras señalo sus tetas perfectas completamente a la vista debajo de la tela. Cruza sus brazos sobre su pecho. —No es una cita. Y no verás lo que hay debajo de este vestido. Oh, pero ya lo hice, cariño. Dejo que gane por ahora y cambio de tema. —¿A dónde va todo tu dinero? La sonrisa en su rostro se borra de inmediato. El miedo se refleja en sus ojos brevemente antes de que ajuste su mirada. ¿De qué estás hablando? —Busqué tu dirección. —Y luego dormí debajo de tu cama mientras dormías—. Vives en un maldito gueto.

47

Su labio se curva. —¿Realmente me vestí un sábado por la mañana para que mi futuro ex jefe idiota me regañara por cada parte de mi vida? —Solo responde la pregunta. El alquiler en esos lugares es como doscientos dólares al mes o una mierda como esa. Ahí vive la escoria. No... —Agito la mano como para dar a entender exactamente lo que quiero decir. No es un lugar para diamantes como ella. Diamantes como ella necesitan ser pulidos y cuidados. Los diamantes como ella deben brillar sin temor a ensuciarse siempre—. No personas como tú. Desvía su mirada a la ventana. Su mandíbula se tensa mientras la cierra y la aprieta desesperadamente como si estuviera luchando contra la emoción dentro de ella. Una lágrima precipitadamente baja por su mejilla, pero discretamente la limpia. Con sus ojos en otra parte, responde con voz ronca: —Me gusta allí, ¿de acuerdo? ¿Puede dejarlo ir? No. No puedo dejarlo. No hasta que sepa por qué. —¿Te estás escondiendo de alguien? —exijo. Mueve la cabeza para mirarme boquiabierta. —¿Por qué pregunta eso? —Entonces, su mirada nerviosa cruza el restaurante. Como si estuviera buscando a la misma persona de la que se está escondiendo. Lo noto porque está en mi naturaleza notar estas cosas. Eso y porque ahora noto todo sobre ella. —Ese edificio acepta alquiler solo en efectivo. Contrato de mes a mes. El superintendente es un imbécil al que no le gusta pagar impuestos. Sé esto porque llamé. —Por supuesto que llamé. Intenté sacar más información de él. De acuerdo a la voz chirriante en el teléfono, no sabía una mierda sobre la mujer presumida en el tres-doce. —Eres un acosador —resopla. Si solo lo supiera. Antes de que pueda responder, el camarero vuelve con varios platos cargados. No todos cabrán en la mesa, así que los arrastra a otra. Durante unos buenos cinco minutos, Violet apuñala su comida asegurándose de mantener su boca llena, probablemente para que no tener que hablar. Cuando traga, hablo de nuevo. —¿A dónde va todo tu dinero? Me mira. —Eso no es asunto suyo. Gracias por el desayuno, pero tengo que irme. Antes, revolví su escritorio en su casa mientras ella dormía. He hojeado sus retiros bancarios. Rastreando donde iba su dinero. Durante cada período de pago, retira más de mil dólares en efectivo. Mil doscientos dólares de su dinero duramente ganado, cada dos semanas. Sé que al menos unos cientos de ellos se destinan al edificio cutre que ella alquila. El resto... Necesito averiguarlo. Mis ojos se entrecierran mientras se para y tira de

48

su abrigo en la silla. Sé a dónde irá. Al mercado de agricultores cerca de la oficina. Como un reloj. Sus recibos muestran una compra de allí todos los sábados. —Violet. —Mi voz es ronca con pesar. No pretendo molestarla, pero ella es un rompecabezas bastante bonito que acabo de tener en mis manos. Quiero unirla y ver la imagen que hace. —Sr. Max… —Gray. Sus ojos marrones se endurecen mientras se pone su abrigo. —Solo déjame en paz. Dos semanas y estaré fuera de tu vista. Agradecería que las cosas volvieran a la normalidad. Cuando ni siquiera sabías mi nombre. La culpa surge a través de mí. Desde que tengo memoria, he sido así. No soy como la mayoría de los hombres. No hago relaciones. No me mezclo y trato de llevarme bien con la gente. Todo lo que hago tiene un propósito. Todo tiene una razón. Todas las otras tonterías en el camino son complicadas y desordenadas. Altamente innecesario. ¿Pero Violet? Ella es necesaria. ¿Para qué? No estoy seguro. Todo lo que sé es que necesito saber cada detalle sobre ella. Si no desenredo todas sus partes, me volveré loco. Por lo general, cuando me enfoco demasiado, es en un proyecto. Un trato. Un trabajo. Analizo datos y me concentro en mi objetivo. Hago que la mierda suceda. Mi enfoque solo ha estado en una mujer antes. Y esa era Adara. Cuando hice mi misión de conocerla para poder completar una de las tareas más difíciles que había enfrentado en mi vida. La desmenucé. La estudié. Entonces la usé. Pero se suponía que ella no debía morir. Mis pensamientos son oscuros y furiosos cuando me doy cuenta de que Violet ya no está. Echo un vistazo a su brillante cabello antes de que se deslice en su taxi. Una sensación de vacío se instala en mis entrañas. Siento una sensación real de pérdida sin que ella me arroje miradas mordaces. Conseguiré que se acostumbre a mí. Verá que solo quiero lo mejor para ella. Le hago una señal al camarero para que me traiga la cuenta y saco la llave extra que saqué de uno de sus cajones. Una llave de su apartamento. Hoy haré una copia y luego la devolveré antes de que se dé cuenta. Entonces, podré vigilarla de cerca. Mi mente vuelve a la forma en que su cuerpo desnudo se retorcía con la necesidad del orgasmo cuando mi teléfono zumba. Bull: Estás demasiado callado. No me gusta. Gracias por respaldarme anoche. Me froto la cara y dejo escapar un suspiro. Yo: ¿Te acuerdas de Adara? Bull: ¿Es esta una pregunta capciosa? Por supuesto que recuerdo a Adara. Ella casi consigue que te maten. Yo: Tengo que conocerla.

49

Bull: Violet se va en dos semanas, hombre. No tienes que conocerla. Solo olvídate de ella. Su dulce aroma persiste en el aire y ya estoy deseando verla de nuevo. Yo: Eso es imposible. Tú lo sabes. Bull: No estoy diciendo que me gusta, pero te cubro la espalda. Al menos ven a casa y cena con Sadie y conmigo. Joshua extraña a su tío. Está tratando de distraerme. No tiene sentido. Yo: Dale a la familia mi amor. Te veo el lunes. Tengo algo de trabajo por hacer. Bull: Trata de no ser arrestado. Ante eso, sonrío. Yo: No sería la primera vez que tienes que rescatarme. Todavía estoy sonriendo con satisfacción, pero rápidamente se convierte en una mueca. Bull siempre de alguna manera ha tenido que cuidarme. El día en que la mierda se fue al sur con esos saudíes, me salvó la vida y sacó mi cuerpo inconsciente a un lugar seguro. Mis pensamientos se desvanecen en la oscuridad. *** ―¿Quieres ver MTV? —pregunta la enfermera—. Videos musicales todo el tiempo. ¿Puedes creerlo? El hospital finalmente obtuvo el cable. Nunca antes había tenido cable, así que el único momento en el que puedo verlo es mientras estoy en el trabajo. Alejo mi mirada del libro que estoy leyendo para verla. —Estoy leyendo. Vete. Se ríe de mí y de todos modos entra a la habitación. La última enfermera que entró, la hice cerrar las persianas. Esta maldita mujer tira del cordón para permitir que el sol entre. Entrecierro los ojos contra eso y tiro mi libro al suelo. —Cierra las malditas persianas —le digo. La maldita e irritante enfermera me ignora y hojea su tabla, tarareando una canción semi-familiar que estoy seguro escuchó en su querido MTV. —Parece que es hora de cambiar tus vendajes. Me estremezco porque odio eso. No solo es doloroso como el infierno, sino que también es un claro recordatorio de todo lo que salió mal. —Bien. Pero no estés tan ansiosa. —Me encanta ver a un hombre aullar de dolor —bromea—. Pero lo manipularé solo para ti. ¿Suena bien, chico grande? Dejo de verla y entierro mi cara en la almohada. Pero cuando cierro los ojos, pienso en ella. Adara. Sus amplios e inocentes ojos marrones. La forma en que se paró

50

en el momento exacto en que apreté el gatillo. Se suponía que debía permanecer sentada. Todo giraba alrededor de ella permaneciendo en su asiento. La herida habría dolido, pero habría sobrevivido. Se suponía que sería un simple roce, una distracción. Si solo se hubiera quedado en su maldita silla. Esa pequeña variable fue el catalizador de todo lo que salió mal. La maldita, irritante y risueña sádica enfermera pasa la próxima hora quitándome los apósitos sucios de la espalda, las nalgas y las piernas. Me desmayo un par de veces por el dolor. Cuando vuelvo, ella me revuelve el cabello. —¿Necesita algo para el dolor, soldado? Gruño y pronto algo frío entra en mi vena. Por lo menos, la maldita, irritante y risueña sádica enfermera me saca de mi miseria por un par de horas. Pero a pesar de mi neblina inducida por las drogas, no puedo quitarme la imagen de esos ojos marrones, pertenecientes a la adolescente a la que disparé tan brutalmente. Fue un error. No cometo errores. Pero ese día, lo hice. Nunca volveré a cometer un error así.

51

7 Violet

A

ntes de dirigirme al mercado de agricultores, me detengo en mi apartamento y me pongo ropa cómoda. Todavía estoy temblando de furia. ¡Cómo se atrevió a volverse tan malditamente curioso acerca de mi vida! He trabajado mucho para mantener ciertas cosas para mí misma. Y ahora, siento que está fisgoneando en algo que necesita permanecer cerrado. Si él abre las partes de mi pasado que mantengo contenidas, voy a perder la cabeza. No quiero recordar los años que pasé con Vaughn. No quiero recordar cómo pasó de ser un novio posesivo, a un monstruo, a mi peor pesadilla. No quiero pensar en las cosas que él me hizo hacer. Cosas que todavía me avergüenzan y me horrorizan. Cosas que destrozarían todo por lo que tanto he trabajado para lograr si alguna vez salieran a la luz. Las lágrimas calientes y furiosas se derraman de mis ojos. Las alejo bruscamente mientras me apresuro para hacer mis compras semanales. Gray, mi estúpido jefe, ha agarrado mi vida normal y le ha dado un fuerte apretón. No me gusta que haya sacudido algunos recuerdos dentro de mí que prefiero mantener ocultos. En un esfuerzo por bloquear su rostro irritantemente guapo de mi mente, pienso en mi nuevo trabajo. Estoy ansiosa por aprender algo diferente. En el camino al mercado, paso por la oficina de correos donde se encuentra mi apartado postal. Lo reviso, pero no encuentro ninguna correspondencia. Eso me lastima y me alivia. En las últimas pocas tarjetas que envié, tontamente incluí mi dirección de apartado postal. Saco del sobre sellado que contiene diez billetes de cien dólares dentro de una tarjeta graciosa y lo meto en la caja de los salientes. Solo una vez me gustaría recibir una carta de vuelta. Para ser reconocida. Pero eso podría invitar a problemas. Problemas que no necesito, no importa cuánto me duela el corazón. El camino al mercado es frío. Dudo que tengamos nieve, pero parece que una lluvia fría es inminente. Tendré que darme prisa con mis compras hoy. Normalmente, paso varias horas en el mercado mientras me tomo mi tiempo y disfruto el día. Pero hoy, estoy demasiado agotada. Mi tensión es como la fría lluvia

52

invernal que probablemente golpeará antes de regresar a casa. Azotando a mi alrededor y estresándome. Gruño todo el camino de regreso a mi edificio con mi botín. En tiempos como estos, desearía tener amigos reales. Gente con la que pudiera conversar y hablar sobre mi día. Una amiga con la que quejarme sobre mi jefe molesto, mi terrible noche de borrachera con mi futuro jefe, el temor de que mi ex psicópata me persiga, y todas las otras cosas horribles en mi vida. Lamentablemente, no los tengo. En el momento en que siento la primera gota de lluvia fría en mi frente, un escalofrío de derrota me recorre. En este gran mundo malo, estoy sola. Por naturaleza, normalmente no soy una quejosa. Pero hoy, lo dejo ir. Lloro mientras corro tres largos bloques bajo la lluvia con mis brazos llenos de comida. Mis dientes castañean cuando llego a mi edificio. Delante se encuentra un Range Rover blanco que parece brillar en la lluvia torrencial. De repente desearía tener un auto. De repente, me hubiera gustado vivir en algún lugar con un garaje, calefacción confiable e inquilinos que no son traficantes de drogas. Pisoteo los charcos y busco refugio en el ruinoso edificio. Gray tenía razón. Vivo en el ghetto. Este lugar es todo lo que puedo pagar cuando envío la mayor parte de mi salario. Es triste. Toda mi vida es patética. Eventualmente, llego al tercer piso, pero estoy agotada y empapada hasta los huesos. Entonces, cuando veo una cara familiar, estoy demasiado cansada para luchar. De alguna manera estúpida, siento una sensación de alivio. —¿Qué estás haciendo aquí? —murmuro mientras hurgo en mi bolso buscando mis llaves. Gray me frunce el ceño. Sostiene una carpeta debajo de un brazo y un paraguas que gotea en el otro. El hombre todavía se ve tan sexy como lo hacía en el desayuno. Lástima que sea un imbécil. —¿Podemos hablar un minuto? Dejando escapar un suspiro, abro mi puerta y le hago un gesto para que entre. Mi lugar huele instantáneamente a él. Limpio y masculino con un toque de canela. Una vez dentro, me dirijo hacia la cocina para dejar caer mis bolsas. Él me sigue al pequeño espacio haciéndolo parecer aún más pequeño con su imponente presencia. —Déjame descargar esas mientras tomas una ducha caliente y te cambias. Te estás poniendo violeta, Violet. —Sonríe a su tonto juego de palabras. El hombre es ridículamente guapo y me enoja. Odio reaccionar tan fácilmente a él. Mi estúpido corazón palpita en mi pecho por la forma en que me mira. Como si quisiera lamer cada gota de lluvia. Reprimo un gemido porque suena mucho mejor de lo que quiero. —Gracias. Volveré en diez minutos. No robes nada —lo amenazo. Se ríe mientras comienza a descargar las bolsas. —No me atrevería.

53

Dieciocho minutos después, estoy vestida con una cálida sudadera con capucha y un par de pantalones de yoga. Mis pantuflas cubren mis dedos congelados y he recogido mi cabello mojado en un moño desordenado para mantenerlo fuera de mi cuello. Cuando entro a la sala de estar, Gray está sentado en el medio del único mueble que tengo mientras sorbe un poco de café. Se ve como si perteneciera aquí. Como si este fuera su lugar. La idea me irrita. —Siéntete como en casa, ¿por qué no? —me quejo. Me guiña el ojo y señala una taza humeante en la mesa de café. Tragando mi irritación, me siento junto al hombre grande con la mirada intensa y tomo su ofrenda de paz. El café sabe bien. Esperaba que fuera de la manera que a él le gusta. Una de crema. Dos de azúcar. Un poco de canela. Pero es de la manera que a mí me gusta. Negro con un toque de azúcar. —Como supiste… Me interrumpe. —Necesito tu ayuda. Mis cejas se levantan. —¿Esto está relacionado con el trabajo? Sus dedos recorren su oscuro cabello, desordenando el gel y un mechón cae sobre su ceja. Le da un aspecto juvenil, a pesar de su edad. Sé que tiene al menos quince años más que yo. Vaughn era mucho más grande también. Me estremezco ante ese pensamiento. —Quería que echaras un vistazo a esta propiedad. Dime lo que piensas —dice, su voz ronca mientras se rasca la mandíbula. Estoy hipnotizada por la manera en que su dedo largo raspa distraídamente el vello que apenas comienza a crecer allí. Me entrega el archivo, y parpadeo mi aturdimiento. —Esta es la propiedad de Collins. Creí que ya lo habías adquirido ayer. Asiente, pero sus cejas se fruncen. —Lo hice. Es un complejo un poco más al norte. ¿Crees que fue una buena compra? Siento que esta es una pregunta capciosa. O tal vez solo está jugando conmigo. De cualquier manera, no me gusta cómo de repente siente la necesidad de incluirme en los negocios. Tal vez se trata del Sr. Collins. ¿Qué pasa si él está aquí para quejarse por haber presionado al viejo a vender? —El precio de venta fue justo para el valor de mercado —digo lentamente mientras reviso los documentos—. En realidad, es realmente hermosa. ―Miro la foto de la vista del océano. —Muy hermosa —está de acuerdo. Cuando lo miro, su mirada penetrante está en mí y no en la imagen. Envía un estremecimiento de emoción corriendo a través de mí. Rápidamente me regaño internamente y arrastro mis ojos de regreso al archivo.

54

—Todo se ve bien para mí. Parece ser una buena inversión. Deja escapar un suspiro que me hace mirarlo de nuevo. —Estoy de acuerdo. ¿Cómo aprendiste todo esto? Estás trabajando como mi asistente y aun así sabes todas estas cosas. Estaba buscando un documento y el departamento de informática me concedió acceso a tu computadora. Tienes muchos correos electrónicos… El terror me inunda. Y la vergüenza. Por mucho que él me moleste, nunca tuve la intención de que viera mis borradores en mi bandeja de entrada. Algunos de esos correos electrónicos que escribí fueron cuando estaba enojada. No solo con él sino con todo el mundo. Siempre soportó el peso de mi furia. Afortunadamente, fui lo suficientemente inteligente como para nunca enviarlos. Nunca soñé que alguna vez los leyera. —Lo siento… ―digo, mi voz es solo un susurro. Me pregunto si ha venido a decirme que puedo renunciar sin haber trabajado mis últimas dos semanas. Eso me estresa, teniendo en cuenta que acabo de enviar mi último cheque de pago, bueno, la mayor parte, a casa. Estoy segura de que Sean me dejaría comenzar antes, pero ya me siento humillada por cómo actué anoche a su alrededor. —No lo hagas. Sé que soy difícil de entender y aparentemente alguien difícil con quien trabajar. —Vuelve su aguda mirada hacia la mía. Veo la forma en que sus ojos se posan sobre mi rostro, inspeccionando cada rasgo de cerca como si estuviera bajo la lupa. Me pone nerviosa, pero el calor de mi cuerpo se eleva por su estrecha inspección—. Dime cómo sabes estas cosas, Violet. Me pongo rígida y dejo escapar un pequeño suspiro. —Soy perspicaz. Una de esas personalidades de observar y aprender. Además, investigo muchas cosas. Si estoy interesada, trato de aprender más al respecto. Incluso tomé algunas clases nocturnas. La mayoría de ellas estaban relacionadas con los negocio. Algunas eran de economía e inversiones. Realmente no puedo decir que lo aprendí todo de un lugar. Fue más o menos la acumulación de muchas cosas. ―Sus ojos están en mi boca mientras hablo. Me gusta lo concentrado que está en mí, pero al mismo tiempo, estoy disgustada. Vaughn me vigilaba de cerca y yo lo odiaba. Sorbo mi café, dirigiendo mi atención a la ventana. La lluvia cae afuera. Debería despedir a Gray y esperar que se empape por ser tan idiota. Como si estuviera sintonizado con mis pensamientos, habla. —Lo siento por el desayuno. No quería entrometerme… —¿Pero? —Siempre hay un pero. Se restriega la cara y me mira con una vulnerabilidad que aún no he visto en el poderoso Grayson Maxwell. —Pero en este momento, estoy muy curioso acerca de ti.

55

Su respuesta honesta me hace verlo con ojos más amables. Sé que a veces soy una perra fría y dura. Tal vez parte de la razón por la que no tengo amigos es porque me niego a dejar entrar a nadie. Mis paredes son siempre erguidas e impenetrables. —Simplemente no me gusta hablar sobre mi pasado o la razón por la que hago las cosas —admito mientras dejo la taza. Imita mis acciones y me da una sonrisa torcida que envía un enjambre de mariposas revoloteando a mi estómago. —¿Podemos empezar de nuevo? ¿Podemos ser amigos? Con él sentado en mi sala de estar, pareciendo como si perteneciera aquí y desplegando su encanto, siento que algo de mi hielo interno se derrite. —Solo estaré aquí por dos semanas más, Gray. Tal vez ser amigos no es una buena idea. Me iré antes de que te des cuenta, ya no estaré en tu radar. Sus ojos se oscurecen y noto un tic en su mandíbula. —Generalmente no hay una línea de tiempo en la amistad. Tal vez todavía quiero ser tu amigo, incluso después de que te vayas. Me muerdo mi labio inferior por un minuto contemplando sus motivos. Realmente no hay una razón oculta por la que él quiera que seamos amigos. Quiero decir, tal vez su definición de amistad se inclina hacia el territorio de los amigos con derechos, pero puedo frustrar sus avances. Sabe que me voy y no necesariamente ha tratado de evitar que lo haga. —Por favor. —Su palabra no es una súplica, sino más una rama de olivo. —Me temo que sería una amiga terrible —admito con una sonrisa avergonzada— . No tengo ninguno porque nunca quise ninguno. Me mira, sus ojos hacen esa cosa extraña que hace ahora, desde que pareció salir del modo intimidante ayer, donde se deslizan por cada parte de mi cara como si estuviera tratando de memorizar cada peca en mi carne. —Soy el peor amigo que jamás conocerás. Solo pregúntale a Bull. —Hace una mueca al decir el nombre, lo que solo me hace querer saber por qué. —¿Quién es Bull? —Jeff. Esbozo una sonrisa por la manera tímida en que Gray se está comportando. Normalmente, veo al poderoso, arrogante, loco de una sola pista que dirige la empresa para la que trabajo. Nunca he visto otros lados de él. Tímido y vulnerable. Juguetón y sonriente. —¿Qué hacen exactamente los amigos? —pregunto, cambiando de tema—. No vamos a dormir juntos. Una hermosa sonrisa curva sus labios y todo su hermoso rostro se ilumina como nunca antes. Con solo mirarlo así, me tengo que regañar. No le mientas al dios del sexo, cariño. Ambos sabemos que eventualmente vas a dejar que ese hombre entre a tu cama.

56

Sus ojos se entrecierran mientras caen a mi garganta. El calor está pintado en mi piel, puedo sentirlo. Aclaro la garganta y toco el papel para distraerlo. —¿Has estado en el complejo? —Una vez antes. En el momento en que me instalé en mi suite con una copa de brandy y me senté en el sillón que daba al frío Atlántico, sabía que lo quería para mí. — Su mano cubre la mía mientras la aleja de la imagen. Está mirando hacia el impresionante complejo boutique, pero estoy concentrada en la forma en que su gran mano se queda en la mía. Juro que mi corazón está latiendo tan fuerte que seguramente puede oírlo. —¿Solo tomas todo lo que quieres? —Mis palabras están destinadas a provocar, pero aparecen en un tono acusatorio. Se inclina hacia mí mientras su mano aprieta la mía. Labios cálidos rozan la mi oreja y su cálido aliento me hace cosquillas cuando habla. —Siempre. Cuando quiero algo, hago lo que sea necesario para conseguirlo. Ya no estamos hablando de adquisiciones. O tal vez sí. —¿Y qué pasa cuando finalmente lo obtienes? —No puedo evitar darle un poco más. Suelta una exhalación pesada que envía escalofríos de necesidad corriendo a través de mí. Si me pidiera que me desnude en este momento, probablemente lo haría. —No lo dejo ir —dice finalmente. Se aleja y me quita la carpeta. Estoy congelada en mi lugar, suponiendo que está a punto de recoger mi cuerpo derretido y llevarme a mi habitación donde pasará horas deslumbrándome. Estoy decepcionada cuando se para y se aclara la garganta. Mis ojos se dirigen a la gran erección abultada en sus pantalones. —¿Hemos terminado aquí? —murmuro antes de apartar la mirada de mala gana de su pene para encontrar su mirada endurecida. Corre esos largos dedos otra vez a través de su ahora desordenado cabello ahora. Podría pensar en un buen uso para esos dedos… —Por ahora. Te recogeré a las siete para la cena. —No espera una respuesta antes de acercarse a la puerta—. Hasta entonces, toma una siesta. Te ves agotada. Me levanto con las piernas temblorosas y lo sigo. —¿Cena? Pensé que solo éramos amigos. —¿Los amigos no cenan juntos? —pregunta con una sonrisa traviesa. Pongo mis ojos en blanco, pero también estoy sonriendo. —La última comida que tuvimos juntos fue mal. Fuiste un asno. Su sonrisa cae y una mirada feroz me encuentra. Su mano se levanta para ahuecar mi mejilla.

57

—Lo siento. Estuve fuera de línea. No volverá a suceder. Tú solo... —Deja caer la mano y mira hacia atrás, hacia las ventanas—. Te veías demasiado malditamente bonita para brincar sin un sujetador para que todos esos pervertidos te vieran. —Sus ojos se clavan en los míos con bengalas encendidas en ellos. Definitivamente me estoy derritiendo bajo su mirada. —Oh. —Usa algo casual. Vaqueros o algo así —dice. —¿Y un sujetador? —me burlo, mis labios se levantan para darle una sonrisa malvada. Su risa es encantadora y borra años de su edad. —La ropa siempre es opcional cuando estás cerca de mí. Puede que tenga que golpear a algunos hijos de puta por mirar, pero no me opongo a la idea, pequeña desertora. Ya está girando sobre sus talones y abriendo la puerta. —Adiós, Gray. —Hace unas horas odiaba el terreno en el que él caminaba, y ahora, no quiero que se vaya. —Adiós, Violet.

58

8 Grayson

E

l día empezó como una mierda, pero hacer más temprano que Violet se rindiera a mis caprichos, en verdad lo hizo mejor. También logré devolver su llave mientras se duchaba. Ya se está suavizando conmigo. Pronto, se suavizará debajo de mí mientras toma cada centímetro de mi dureza. Puedo imaginar sus labios carnosos rogando. Por favor fóllame, Gray. Oh Dios… Mis ojos se cierran de golpe cuando mi liberación sale a borbotones en la ducha contra la pared de azulejos color pizarra. No había forma de que pudiera caminar durante la cena con mi polla a media asta. No me gusta cómo responde mi cuerpo como si tuviera quince años otra vez y me masturbara por primera vez. Y, sin embargo; esta vez, es lo más estimulante que he sentido en dos décadas. Me visto rápidamente, intentando mantenerlo casual. Vaqueros oscuros y un suéter de cachemira gris pálido. Le dije que usara vaqueros, pero me encantaría verla con vestido. Para deslizar mi palma áspera por su muslo liso y sedoso y... —¡Gray! La voz suave y femenina al otro lado de la puerta de mi habitación me sacude de mi visión caliente como el infierno. La culpa se abre paso a través de mí. Me he estado escondiendo de una de las pocas personas que me importa en mi vida. Mintiéndole. Diciéndole que me han inundado de trabajo. Mientras camino hacia la puerta, hago mi mejor esfuerzo para poner una sonrisa fácil. Cuando la abro, encuentro la otra parte de mi corazón que me mira con curiosos ojos azules. Amables, dulces e inocentes. Yo soy todo para ella. —Gwen. El pequeño duende en cuerpo de mujer se lanza a mis brazos. Es mucho más baja que yo, solo llega a la cima de mi pecho. Su cabello castaño salvaje ha sido domesticado en un moño. La pintura mancha su cabello y cuando me mira, veo que también lo está su nariz pecosa. —El trabajo debe haber sido demasiado. Nunca volviste a casa anoche. —Hay un toque de acusación en su voz. Una vez más, la culpa me inunda. Acaricio su cabello y encojo mis hombros.

59

—Simplemente inesperado, eso fue todo. ¿Cómo te fue anoche? Se aleja y se deja caer en la cama con un suspiro. —Estaba sola sin ti. Tuve que cenar sola. Ya sabes —gruñe—. Una llamada telefónica hubiera sido agradable. Mantengo mi expresión impasible. Es difícil llamar cuando te escondes debajo de la cama de una mujer. —Perdí la noción del tiempo. —Eso es mayormente la verdad. Sus ojos se entrecierran mientras busca respuestas. Hemos estado así durante todo el tiempo que recuerdo. Yo, diligentemente cuidándola; pero nunca dejando que vea más allá de mis propias barreras. Soy el hombre de esta casa y tengo la intención de mantener mis debilidades protegidas de ella. Siempre. —Pensé que tal vez podríamos cenar esta noche y tú sabes... —arrastra las palabras, sus mejillas se ponen sonrosadas. Sé lo que quiere, pero no lo pedirá. Quiere que vaya ahí con ella. Reprimo el escalofrío que amenaza con superarme. Hasta que pregunte, no diré nada. No echo de menos el amor que brilla en sus ojos, suplicándome que se lo dé. Me estremezco solo de pensarlo. Absolutamente asqueado. —De hecho, tengo planes —miento—. Tengo que trabajar en unas cosas. Cuando su labio inferior se tiembla, me debilito. —¿Qué tipo de cosas? —me pregunta, con un ligero puchero en su voz que nunca he podido resistir—. Tal vez podría acompañarte. Mi pecho se tensa al pensar en Gwen y Violet en la misma habitación. Es demasiado. Emocionalmente agobiante. Froto mi cara con la palma de mi mano. —En otra ocasión. —Mi voz es ronca. —Me estás ocultando algo —declara mientras se levanta de la cama. Se acerca a su lugar favorito para molestarme y se desploma. Cruza sus piernas mientras intenta descifrar los números clave de la cerradura que se une a la caja de cedro. —¿Quién es ella? —exige con su espalda hacia mí. —Ya basta de esto, Gwen —digo furioso mientras camino al final de la cama—. Mañana pasaremos el día juntos. Solo dame un descanso. Como siempre se da por vencida con la cerradura y se pone de pie. —Tengo una parte de ti dentro de mí. Parece que lo olvidas. Nos vincula, Gray. Un tipo extraño de sexto sentido. Lo siento. Algo está mal. Me estás ocultando algo. Prometiste que nunca lo harías. Nos miramos el uno al otro durante un largo par de minutos antes de ceder. —Está Bien. Encuéntrame donde Bull y Sadie. Joshua no te ha visto en años. Ahora le gusta la caricatura PAW Patrol, así que asegúrate de buscar el idioma en Google porque te va a sacar de quicio.

60

Chilla antes de lanzarse a mis brazos. La abrazo e inhalo su reconfortante aroma. —Gracias. Me estaba volviendo loca encerrada en esta casa. —Siempre tan dramática —bromeo antes de despeinar su cabello—. Asegúrate de lavar este desastre antes de esta noche. También cenará con nosotros una de mis empleadas. Sin indiscreciones. Resopla y se aleja de mí. —¿Quién soy yo? ¿Una indiscreta? Nunca lo haría. —Lo digo en serio —digo incluso después de que una puerta se cierra de golpe detrás de ella. Su voz es amortiguada. —No, no lo haces. Una pequeña sonrisa juega en mis labios. No, realmente no. Las historias de Gwen a veces son la única bocanada de aire fresco que recibo en un mundo sofocante. Solo espero que las cosas no vayan demasiado mal con Violet. Esa mujer es exactamente lo opuesto a Gwen. Si las miras una al lado de la otra, las considerarías tan opuestas como dos mujeres pueden ser. Y aun así… Alguna parte de mí espera que se agraden mutuamente. *** En el camino a donde Bull y Sadie, Violet y yo charlamos sobre temas seguros. Resulta que le gusta leer, pero su Kindle está roto y nunca piensa en ir a la biblioteca hasta que está en la cama queriendo leer. Adora la comida del desayuno y a veces la prepara para la cena. Y puede cantar. En latín de todos los idiomas. Su maestro de coro en la escuela secundaria tenía algo por esas canciones. La presioné para que me cantara una, pero solo se rio y me hizo un gesto para que diera por terminado el tema. El viaje fue liviano y divertido. No he estado tan relajado en años. Y su aroma que llenando mi auto me hizo querer cruzar la consola para enredar los dedos en su cabello y también poder saborear su bonita boca. Como un caballero, me abstengo de acosarla en mi auto. En cambio, robo miradas. Esta noche como se lo había pedido, está usando vaqueros haciendo juego con unas botas altas hasta la rodilla. Su suéter es ajustado, pero claramente está usando un sujetador. Estoy molesto y agradecido por eso. Me muero por arrancarle la ropa y hundir mi polla en su cuerpo caliente, pero sé que por mujeres como Violet vale la pena la espera. Cuando finalmente tenga mi oportunidad, será mucho más dulce.

61

—Estamos aquí —digo mientras me detengo en el camino de entrada junto al Camaro de Gwen. Ese brillante deportivo rojo fue mi regalo para ella por su trigésimo cumpleaños. Salgo del Range Rover y me paso al lado de Violet justo cuando está abriendo la puerta. Nuestros ojos se encuentran mientras la abro y le ofrezco mi mano. —Entonces puedes ser un caballero —bromea. A pesar de que sonríe, no me pierdo el nerviosismo que la agita. Sus ojos marrones corren por la calle, en ambos sentidos, antes de regresar a los míos. Un día sabré a quién está buscando. Y si el hijo de puta la ha lastimado de alguna manera, también le haré daño. Una vez que cierro la puerta, no suelto su mano hasta que llego a la puerta. No voy a anunciar mi interés por Violet frente a Gwen. Ni siquiera voy a ir allí esta noche. Toco la puerta y pronto responde Sadie. —Bueno, pero si es mi chico favorito —dice con afecto mientras me roba un abrazo—. Pero no se lo digas a Jeff. Sabes que se pone celoso. Ambos nos reímos. —Sadie —digo con un gesto de mi mano—. Esta es mi... —Me alejo. No quiero presentarla como mi chica, a pesar de que lo es y aún no lo sabe. Pero “asistente” se siente frío. Somos amigos, supongo, pero tampoco me gusta. Al final, elijo la opción más segura—. Ella es mi Violet. Sadie arquea una ceja. —Tu Violet, ¿eh? —Violet Simmons. —Violet se adelanta y extiende su mano—. Soy asistente de Gray en la oficina. Sadie suelta una carcajada. —Está bien, eso tiene más sentido. Creí que te había reconocido. Me encuentro con Jeff de vez en cuando para el almuerzo. Puede que recuerdes a mi hijo rebotando por allí, aterrorizando a todo y a todos a la vista. Violet le sonríe cortésmente, pero puedo decir que se siente incómoda. —Creo que te he visto una o dos veces. —Tengo hambre. ¿Qué estamos comiendo? —pregunto mientras la seguimos adentro. La casa en la que viven está bien decorada. Sadie es diseñadora de interiores. Ella fue la que vino y convirtió mi hogar masculino en algo más habitable. Gwen ciertamente no tiene el toque, no como Sadie. —Jeff ha marinado algunos bistecs. Todo está casi listo. Estábamos esperando que llegaras antes de arrojarlos a la parrilla —dice Sadie mientras nos dirigimos hacia la cocina. Joshua, su travieso niño de seis años, está sentado en el bar jugando en su iPad. Pero cuando me ve, chilla antes de lanzarse fuera del mostrador como un mono araña. Lo atrapo con un gruñido cuando el chico en crecimiento casi me ataca. —¡Tío Hawk!

62

La mirada de Violet se estrecha a medida que se desplaza hacia un lado de la cocina. —¿Qué has estado haciendo, amigo? —pregunto mientras lo pongo de pie. Comienza a hablarme sobre ese famoso videojuego Minecraft, hablando con emoción sobre enredaderas y un tipo llamado Steve. No tengo idea de lo que está pasando, así que solo asiento y sonrío. Finalmente, se aburre. —¿Dónde está la tía Gwen? Ella prometió jugar conmigo. Sadie responde por mí. —La tía Gwen está atrás con papá. Diles que el tío Hawk está aquí. —Sadie se vuelve hacia mí mientras toma el plato con filetes—. Voy a acabar con esto. Vuelvo enseguida. Sírvete un poco de vino. Sabe que no bebo a menudo por mis propios motivos personales de salud, pero siempre ofrece de todos modos. Sin embargo, sirvo una copa para Violet, que se ha puesto nerviosa. —Relájate —digo mientras le paso el vino. Sus ojos marrones están fríos mientras me mira. —¿Qué tipo de juego estás jugando, Gray? Frunciendo el ceño, empujo la copa en su palma. —¿Qué quieres decir? Traga el líquido rojo y deja abajo la copa lo bastante fuerte para que haga un estruendo. —Esto. —Gesticula a nuestro alrededor—. Traerme aquí. Pensé... —El calor sube por su cuello y niega con la cabeza—. No importa. —Somos amigos, Violet. Eso es lo que querías, ¿verdad? Me mira. —Eso es lo que tú querías. Pero sí. Eso es todo lo que somos. Cuando las voces resuenan en la otra habitación, Violet vuelve a ponerse tensa. Un momento después, dos brazos familiares me abrazan por detrás. —Aquí estas. Tarde como siempre —dice Gwen con una sonrisa. Los ojos de Violet están en los míos y veo que está herida. Hace que mi pecho se contraiga. —Hola —saluda Gwen, rodeándome para ofrecer su mano—. Soy Gwen Maxwell. Debes ser la compañera de trabajo de la que me estaba hablando. Violet parpadea varias veces antes de tomar la botella de vino. La miro con una ceja levantada mientras llena hasta el borde su copa, ignorando la mano extendida de Gwen. En cambio, la agita y traga la mitad del vaso. Gwen deja caer su mano y me mira con el ceño fruncido. Sus sentimientos están heridos y sus brillantes ojos azules brillan con lágrimas no derramadas. Antes de que

63

pueda controlar el daño, Bull aparece junto a Violet y tira de su cabello antes de inclinarse para susurrar en voz alta. —Solo porque tu jefe sea un imbécil no significa que nosotros lo seamos. No puedes ayudar a quien amas. ¿No es así, Gwen? —Le lanza una sonrisa tonta antes de mirar a Violet—. Pero no somos como él. —Me señala y lo ignoro—. Somos agradables una vez que nos conoces. Violet parece relajarse ante Bull, pero no se encuentra con mi mirada. Ella es un hueso duro de roer. Pero la voy a agrietar. Entraré dentro de ella de todas las maneras que pueda y nunca podrá sacarme.

64

9 Violet

G

wen Maxwell. No puedo creer el descaro de ese idiota. Haciendo desfilar a su posible amante delante de su esposa.

El dolor que me abrasa es similar a la primera vez que Vaughn me informó que compartiría con otro hombre lo que yo consideraba sagrado. Estaba devastada. Incluso furiosa. Pero cuando me rehusé a su petición, descubrí quién era el fuerte en nuestra relación. Vaughn me puso de rodillas esa noche con el dorso de su mano. Y a través de mis lágrimas y mi petición no tan silenciosa, supliqué a Vaughn que se despertara y viera lo que me estaba haciendo. A nosotros. En una sola noche, arrancó de mi corazón el amor ganado con tanto esfuerzo y lo reemplazó con algo oscuro y enfermo. —Eres una persona callada —murmura Sadie, la atractiva rubia; mientras agarra mi plato vacío—. ¿Quieres ayudarme en la cocina? Estoy ansiosa por escapar del comedor donde su hijo balbucea sobre dibujos animados de los que no sé nada y la esposa de Gray me mira como si fuera algo podrido. Ella había sido todo sonrisas hasta que no pude obligarme a estrechar su mano. ¿Cómo puede uno estrechar la mano de otra mujer cuando momentos antes estaba deseando a su marido? Bilis me sube por la garganta y desearía tener más vino para lavarla. Afortunadamente, una vez en la cocina, Sadie parece sentir mis niveles de estrés. Saca una botella de ron del armario y vierte algo en una taza de café. Entonces, inicia a la cafetera. Vierte café caliente en la taza junto con el licor. Estamos calladas mientras se llena. Una vez que está hecho, lo empuja a lo largo del mostrador hacia mí. —Te gusta Gray —dice en voz baja. Usualmente, me gusta una pizca de azúcar en mi café, pero esta noche busco el líquido entumecedor que tendrá que ser suficiente como sustituto. —Es mi jefe ―murmuro tan educadamente como puedo, a pesar de la furia que hay dentro de mí. Y no me gusta. De ningún modo. Especialmente ahora. —Él no trae a las mujeres. Nunca. Entonces debes ser especial —dice y me ofrece una pequeña sonrisa.

65

Aprieto la mandíbula e intento desesperadamente no decir nada de lo que me arrepienta mañana. —No me siento muy especial. Me siento horrible y avergonzada. Pobre Gwen. — Aunque Gwen parece odiarme, no puedo evitar sentir remordimiento por ella. Su marido es un idiota infiel. Había calor y deseo en sus ojos. El hombre quería follarme y si lo hubiera dejado, lo habría hecho. ―Ah, ¿así que lo sabes? —pregunta, frunciendo el ceño—. ¿No sientes pena por ella? —Bueno, si tuviera que vivir con Gray, también sentiría pena por mí —le susurro a la mujer aparentemente agradable. Mi enojo está fuera de lugar. Quiero agarrarlo por su estúpido cuello y sacudirlo por haberme llevado a eso. —No es tan malo —bromea Sadie—. Incluso si él es un bicho raro. Creo que eso es lo que más molesta a Gwen. La miro boquiabierta como si hubiera perdido la cabeza. ¿La pulcritud es el problema de Gwen con su marido? ¿Qué hay de su impaciente pene? La maldita cosa estaba dura por mí. —¿Se divierten sin mí? —pregunta Gwen en un tono frío detrás de nosotras. Ambas nos damos la vuelta para mirar a la pequeña mujer. Sadie me mira y la culpa brilla en sus ojos. —No me siento tan bien —les digo a ambas mientras abandono la humeante taza de café caliente con alcohol—. Creo que tomaré un taxi a casa. Gwen entrecierra sus ojos hacia mí. —Podría haber jurado que llegaste con Gray. ¿No te llevará a casa? Tragando, sacudo la cabeza —No. Ante esto, frunce el ceño. —Bueno, entonces yo te llevaré a casa. Antes de que pueda discutir, entra pisando fuerte en el comedor y se lo anuncia a los dos hombres. Puedo escucharlos a ella y a Grayson discutiendo en siseos. Sadie simplemente me ofrece una sonrisa comprensiva. —Lamento que no te sientas bien —dice Sadie y me da palmaditas en la mano— . Por favor ven de nuevo. Asiento diciéndole que lo haré mientras agarro mi abrigo del gancho. Las voces en el comedor aumentan y salgo por la puerta principal para escapar de ellas. Momentos después, Gwen baja por la escalera y golpea el mando, haciendo que las luces de un Camaro rojo se enciendan. Cuando echo un vistazo a la casa, Gray se encuentra en la entrada con los brazos cruzados sobre su enorme pecho. Está enojado, pero no tiene derecho a estarlo. Si no fuera por no querer causar una escena, iría allí y le diría lo que pienso.

66

Gwen y yo no hablamos más allá de mí dirigiéndola en dirección a mi edificio. Cuando se detiene frente a el, ni veinte minutos después, apaga su auto. Busco la manija de la puerta, pero me toca el brazo para detenerme. Dando media vuelta, encuentro su mirada y temo por un momento que me va a dar una bofetada por algo que yo no hice. —Lo siento —dice y muerde su labio inferior. El movimiento la hace parecer joven, casi infantil. —¿Por qué? —Por empezar con el pie izquierdo. Estaba siendo una cascarrabias y eso no fue justo. Me sorprendió al invitarte. Una compañera y una mierda —gruñe, pero me interrumpe cuando empiezo a hablar—. Claramente, lo amo. Solo quiero que sea feliz. Ojalá me hubiera hablado de ti, de que estaba saliendo con alguien... —No estamos saliendo —discuto. —Follando. Lo que sea. Lo que estoy diciendo es… —¡No estamos follando! —chillo horrorizada de tener esta conversación. Se ríe y eso me confunde. —Tranquila, chica. Todo lo que digo es que, si le gustas, entonces quiero que haga lo que lo hace feliz. La miro boquiabierta, mi mente intenta procesar sus palabras antes de que salgan de ella. —Cualquiera sea el tipo de relación enferma que tengan, es asunto de ustedes. En dos semanas, estaré fuera de sus vidas. Lo siento, casi me involucré en el medio de su... lo que sea que sea. Adiós, Gwen —balbuceo antes de salir del auto y correr hacia el edificio. La puerta del auto se cierra y ella grita detrás de mí: —¡Violet, espera! Ignorando a la loca, corro a mi edificio. Veo a un hombre que mira desde las sombras y me detengo en seco. —¿Vaughn? El pánico me atraviesa y dejo escapar un sollozo confuso mientras retrocedo hacia la puerta. Casi derribo a Gwen en el proceso. —¡Aléjate de mí! ―le grito al hombre que se esconde en las sombras. Cuando sale, me estremezco y me cubro la cara con las manos. ¡No! ¡No! ¡No! Gwen hace lo que parece un grito de batalla. Entonces, un hombre comienza a gritar: —¡Mis ojos! ¡Perra! Muevo mi mirada para ver que ahora el hombre ha salido por completo de las sombras. No es Vaughn. Solo uno de los hombres lascivos habituales que rondan por estas partes. Me agarra del codo y me hace pasar al hueco de la escalera. Una vez que la puerta se cierra detrás de nosotros, ella me impulsa a subir los escalones rápidamente.

67

—¿Qué acaba de pasar? —pregunta cuando llegamos al primer rellano. —Tercer piso —gruño y señalo—. Pensé que era... pensé que era otra persona. —¿Grayson? Parpadeo hacia ella con confusión. —No. ―No pasa nada con decirle―. Pensé que era mi ex. Su nombre es Vaughn. Destellos de entendimiento brillan en sus ojos azules mientras me ayuda a llegar al tercer piso. Mis rodillas tiemblan y estoy muy mal. Tira de mis llaves cuando parece que no puedo meter la llave en la ranura. Una vez que entramos, pongo todos los seguros del cerrojo en su lugar. Sus grandes ojos azules me miran como si fuera un animal herido que podría morder a la persona que intenta ayudarlo. —¿Te está acosando esta persona? ¿Vaughn? —pregunta, preocupación mostrándose en sus bonitas facciones. Quiero odiarla, pero ahora ella es la única persona que tengo. —No. Yo solo... ―Me alejo y me recorre un escalofrío—. Pensé que podría haberme encontrado y me ha estado estresando. Estoy segura de que todo está en mi cabeza. Él no puede saber dónde estoy. Me he asegurado de eso. Sus ojos revolotean alrededor del pequeño apartamento mientras comprende lo que quiero decir. —¿Puedo hacerte algo para beber? Lágrimas vienen a mis ojos cuando la miro. Horas atrás, su esposo estaba en mi sillón sintiéndose en casa. Ahora, ella está aquí, ofreciéndose para servirme como si fuera su invitada y no al revés. —Vodka. Congelador —digo. Asiente y desaparece en la cocina mientras me dejo caer en el sofá. La manta a crochet en la parte posterior fue una de las que mi terapeuta hizo para mí. La envuelvo a mi alrededor y trato de calentarme. Estoy temblando de adentro hacia afuera. Cuando regresa, tiene dos vasos llenos con lo que parece agua helada. Sé lo que es. Puedo oler esa gasolina desde un kilómetro de distancia. —¿Sedienta? —Sus ojos parpadean con una leve maldad mientras me da mi vaso. Bebo mi vodka en las rocas y hago una mueca. Pero el fuego corriendo por mi garganta instantáneamente me calienta. —Siento todo esto. —Me pregunto si puede oler el aroma de su marido que persiste en mi apartamento. Yo puedo hacerlo y me molesta que todavía me guste el olor. —Así que estás teniendo un mal día —dice con una sonrisa y se sienta a mi lado como si fuéramos mejores amigas—. Los tengo a menudo. —Sus ojos se oscurecen y aleja su mirada de mí. La culpa surge a través de mí. Me pregunto con cuántas otras mujeres ha estado Gray mientras ha estado casado con esta mujer. No hay nada malo con ella. Es hermosa y luchadora. ¿Por qué pasaría de ella?

68

—¿Por qué te quedas con él? —pregunto, mi garganta de repente se atraganta. La confusión nada en sus ojos. —¿Con Grayson? Asiento y su mirada se suaviza. —Porque lo amo —dice como si fuera suficiente razón—. Y porque no enfrento bien las cosas. —¿Enfrentar? —Cuando era una niña, sufría de problemas renales. Mi riñón izquierdo se estaba muriendo y trataba de envenenarme en el proceso. —Ambas observamos el alcohol en su mano y ella lo deja sobre la mesa—. Se supone que no debo beber eso. —Se ríe y las lágrimas brillan en sus ojos—. Hay muchas cosas que se supone que no debo hacer ahora. Pero no estaría aquí si no fuera por Gray. —Amor puro se refleja en su mirada. —Es por eso que aguantas sus... —Ni siquiera puedo decir la palabra. —¿Travesuras? —Deja salir otra risa. Trago el vodka mientras ella se recompone. —Reduce la velocidad, asesina, o voy a tener que limpiar el vómito. A mi hermano le daría un ataque si dejo que su novia se emborrache —dice, resopla y me roba el vaso. La habitación gira cuando la miro boquiabierta. —Espera. ¿Qué? Sus labios se arquean hacia un lado y me recuerda a un hombre loco que recientemente decidió irrumpir toda mi vida. —Grayson es mi hermano mayor. Yo fui el bebé no planeado que tuvieron mis padres quince años después. Estoy tan aturdida que no tengo palabras para decir. Hermano. Hermano. Hice el tonto porque pensé que Gwen era su esposa. —Oh, Dios mío... —gimo y agarro mi estómago que realmente está revuelto―. Pero estabas tan enojada conmigo. —¡Me estabas mirando como si fuera una serpiente venenosa! —argumenta con una risa y acaricia mi muslo. El calor me atraviesa. Mi amiga Lisa de la escuela secundaria solía ser de esa manera. Una bofetada en la rodilla es como la llamamos. —¡Porque pensé que Gray me traería a una cita para conocer a su esposa! Esto la lleva a un ataque de risa que la hace doblarse. Una vez que le encuentro sentido a la estupidez de todo, empiezo a reír también. Entonces las dos estamos tratando de hablar con lágrimas corriendo por nuestras mejillas. —¡Me m-m-mirabas como una perra!

69

—¡Eres tan... tan guapa y pensé que eras su esposa! —¡Pensé que mi hermano se había encontrado una mega perra! —¡Pensé que iba a tener que castrarlo frente a su esposa! Las dos nos reímos tanto cuando alguien golpea la puerta. Al principio lo ignoramos, pero cuando los golpes se hacen más fuertes, las dos nos callamos. —Quédate allí —instruye mientras busca sus llaves. Levanta una lata de gas pimienta que está en su llavero mientras se dirige hacia la puerta. Debe haber sido lo que ella le dio a ese tipo espeluznante de abajo. De repente, quiero abrazar a esta chica y nunca dejarla ir. Cuando se pone de puntillas y mira por la mirilla de la puerta, deja escapar un resoplido. —Oh Dios. ¿Quieres hablar con él? —¿Por qué estás aquí, Gwen? —gruñe Gray desde el otro lado. Me mira y pone los ojos en blanco. —Consolando a tu novia. Heriste sus sentimientos. —No soy su novia —siseo, pero ella solo me guiña un ojo. —No sé qué diablos pasó —ruge desde el otro lado—. En un momento todo el mundo está malditamente loco y al siguiente mi hermanita se escapa con mi... —El silencio cae y Gwen y yo parecemos contener el aliento—. Violet —dice finalmente con un bufido. —¿Tu Violet? —desafía Gwen con una ceja arqueada hacia mí. Niego con la cabeza hacia ella. —No soy suya. —Pero la calidez se extiende por todo mi cuerpo con esa idea. —Déjame entrar para que pueda asegurarme de que esté bien —suplica. Algo en la manera vulnerable en que lo dice que me tiene mordiéndome el labio y asintiendo. Tan pronto como abre el último pasador, él empuja la puerta y pasa al sofá a mi lado. Sus helados ojos azules parecen girar con dolor y preocupación. Hace que mi corazón revolotee. Corazón estúpido. Su cálida mano envuelve la mía y la aprieta. —¿Está todo bien? —Su voz es ronca y cruda. —Sí. —¿Qué pasó? Gwen arroja sus llaves en su bolso. —Falta de comunicación. Gray frunce el ceño hacia mí, pero no profundiza en el problema. —¿Quieres que me quede contigo? —Estaré bien. Acabo de tener un largo día. De verdad. Ustedes deberían irse. Aprecio la... —Me detengo, porque no sé cómo llamar a esta pareja intensa.

70

—En el mundo real, lo llaman amistad. Me alegro de que nos hayamos hecho amigas —dice Gwen, poniendo la misma maldita sonrisa que su hermano usó antes cuando hizo también una declaración de amistad. Mis ojos se vuelven hacia Gray y él me está sonriendo. —Nos iremos, pero vete a la cama temprano. —Así que no es solo a mí a quien él manda —dice Gwen detrás de él. Le saca el dedo medio, pero sus ojos nunca dejan los míos. Me gusta la forma en que me mira. Cómo evalúa mis emociones. Es bueno ser el enfoque de alguien. —Te llamaré y te veré mañana —dice finalmente. Puedo escuchar la reticencia en su voz, pero se pone de pie de todos modos. Gwen camina hacia mí y me abraza. —Hablaremos pronto, amiga. —Su sonrisa se ensancha—. Le pediré tu número a mi hermano. Grayson revuelve su cabello y luego procede a pincharla con su dedo hasta que llega a la puerta. Ahora que no me estoy volviendo loca porque fuera su esposa, en realidad son unos lindos hermanos. —Ella es una acosadora —dice—. Vas a tener que bloquearla. Ella lo golpea en el brazo, pero tiene una sonrisa con la que me mira. —No te olvides de cerrar, Vi. Les hago un gesto con la mano y los sigo hasta la puerta. Grayson me lanza una mirada penetrante antes de pronunciar la palabra “adiós” y seguir a su hermana. Dos amigos en un día. Solo me tomó siete años hacerlos.

71

10 Grayson

D

ormir es para maricas. Al menos eso es lo que me digo la segunda noche sin dormir. Después de asegurarme de que Gwen llegara a casa a salvo y vimos una película juntos, salí de la casa para ir a ver a Violet otra vez. Cuando la dejé esta tarde, estaba conmocionada y ligeramente borracha. Me costó todo irme, pero la única razón por la que me fui fue porque sabía que solo sería cuestión de horas antes de volver. Clic. Giro la perilla y empujo la puerta hacia adentro después de desbloquear las tres cerraduras. El apartamento está oscuro y tranquilo. Al entrar, me aseguro de cerrar la puerta lo más silenciosamente posible. Por un momento, me quedo quieto con la espalda presionada contra la puerta. Soy paciente. Cuento los segundos. Luego los minutos. Y finalmente, llega una hora antes de que me sienta cómodo para continuar. Me quito los zapatos y camino de puntillas por toda la casa. Anoche y hoy temprano, aprendí mucho sobre ella. Esta noche, tengo la intención de averiguar más. Si no encuentro nada, valdrá la pena volver a verla dormir. La puerta de su dormitorio está entreabierta y la habitación está oscura. Quiero encender una luz para mirarla, pero por los sonidos de su suave respiración, no creo que esté en un sueño pesado como la noche anterior. Con movimientos lentos y silenciosos, tiro de la cortina hasta que la luz de la luna brilla sobre su cama desde la ventana. Me decepciona ver que duerme con camiseta y no desnuda como la última vez. Tendré que arreglar eso. Merodeando por la habitación, me dirijo a su cabecera. Se ve angelical a la luz de la luna mientras duerme. Tan delicada y perfecta. Frágil como una muñeca de porcelana. La idea de que alguien la rompa tiene furia burbujeando dentro de mí. Antes, cuando le pregunté a Gwen de lo que habían hablado, mantuvo los labios cerrados. A pesar de mi molestia por haberme quedado al margen, no pude evitar sentirme orgulloso de que mi Violet fuera capaz de sacar un sentido de camaradería de Gwen. Mi hermana no tiene amigos. Sus problemas le hacen difícil hacerlos o mantenerlos. Los novios son inexistentes. Mi hermana es incapaz de cuidar de sí misma, y mucho menos de los demás, por eso confía tanto en mí. El hecho de que ella pareciera

72

tener este deseo de cuidar a Violet, incluso más que proteger un secreto, era enorme para Gwen. Tal vez la pulcritud de Violet se le pegue a Gwen. El solo pensar en Violet vadeando el desastre de Gwen me hace reprimir un escalofrío. Gwen se parece demasiado a mamá. Se tambalea en ese borde entre cuerdo y perdido. Me aterroriza. Intento atarla a mí para que, si se cae, pueda volver a levantarla. De vez en cuando, hago exactamente eso. Pero lo que más me preocupa es que nuestra conexión no será lo suficientemente fuerte. Que un día se caerá y simplemente se romperá. Mi hermana se irá igual que nuestra madre. Me siento en el borde de la cama y alejo el cabello de Violet de su frente para poder ver sus ojos. Están cerradas y su boca está abierta. Duerme profundamente. Con una sonrisa, quito las mantas y observo su figura perfecta. ¿Quién necesita dormir cuando pasas la noche mirando esta visión? Empiezo un lento y sutil tirón de su camiseta. Pequeños movimientos que no se sentirán mientras duerme. Cuidadosamente, paso sus brazos a través de los agujeros de su camiseta y eventualmente la quito por completo. Sus tetas son absolutamente divinas a la luz de la luna. Con un suspiro, llevo su camiseta al cesto y la tiro dentro. Luego, vuelvo a ella. Las bragas rosas pálidas son lo único que usa ahora. También quiero que se vayan. Mis dedos tiran de la tela y puedo deslizar suavemente el suave material por sus muslos. Una vez que las paso más allá de sus rodillas, suspira suavemente. Hago una pausa en mis esfuerzos mientras mi corazón se encoge en mi pecho. Si me encontrara así, desnudándola, las cosas se pondrían mal muy rápidamente. Sin embargo, su aliento se nivela y deslizo sus bragas el resto del camino. En vez de renunciar a la lencería, la guardo como recuerdo. Inhalo la tela, mi boca llorando por su aroma único antes de meterla en mi bolsillo. Mi polla está dura en mis pantalones, pero la ignoro mientras me conformo con escarbar más en su vida. Saco su teléfono del cargador y me lo llevo a la cocina. En la oscuridad, revuelvo hasta encontrar un tazón de fruta en el mostrador. Me quedo en un taburete de bar y empiezo a pelar la naranja al revisar su teléfono. No tiene fotos guardadas, lo que me parece extraño. Pero cuando busco en la carpeta borrada, encuentro algunas selecciones que ella tomó. Tan hermosa cuando sonríe. También encuentro algunas capturas del océano. Incluso hay una captura de pantalla de la página de Facebook de una mujer y conecto a esta mujer como su madre. Desde su teléfono, mando un mensaje de texto con todas las fotos a mi teléfono. Por supuesto que mi teléfono no suena en mi bolsillo porque lo apagué antes de mi pequeña misión de reconocimiento. Borro el rastro de mi envío desde su teléfono. Una vez que termino de pelar mi naranja, me como los gajos mientras husmeo en su teléfono. Sus textos son básicos. Estoy en sus contactos junto con el número de mi oficina. También tiene a ese cabrón de Sean Slante ahí. No estoy seguro de dónde están todos sus amigos, pero no están en su teléfono. Leo sus mensajes con Sean y leo todo lo que hablaron. Parece que se disculpa mucho por lo de anoche. El hijo de puta debía hacerlo. Se aprovechó de ella. Eventualmente, ella le respondió de una manera muy educada, diciéndole que hablaría con él más tarde. Respondió con otra mierda de

73

coqueteo. Y mi chica nunca contestó. Sonrío y no se siente tan extraño como de costumbre. Desde su teléfono, decido tomar el asunto en mis propias manos y fingir ser ella. Violet: Lo que hiciste fue sórdido. Me satisface saber que leerá eso y se cagará en las bragas. Es tarde, pero parece que el maldito está despierto porque responde. Sean: ¿Estás borracha otra vez? Su tono hace que me hierva la sangre. Es como si asumiera que ella se emborracha todo el tiempo. No conozco bien a Violet, pero soy lo suficientemente perspicaz como para darme cuenta de que no hace esto a menudo. Su vida es demasiado ordenada para perder el control con frecuencia. Violet: Tengo la mente despejada. ¿Cómo sé que cuando trabaje para usted, este tipo de cosas no será una ocurrencia regular? Me desmayé y si ese buen hombre no me hubiera salvado, probablemente me habrías follado en ese taxi. Su respuesta es inmediata. Sean: Whoa. Cálmate, Letty. Ambos nos emborrachamos un poco, pero lo último que querría es que pensaras que me aprovecharía de ti. No soy como esos tipos de Maxwell. Tú sabes esto. Me pongo tenso y miro molesta la pantalla resplandeciente mientras me meto el último gajo de naranja en la boca. Violet: ¿Qué quieres decir? Mientras escribe, recojo todas las cáscaras de naranja y las escondo en el fondo del cubo de basura. Sean: Mencionaste cómo te tocan en contra de tus deseos. Puede que haya bebido mucho, pero no olvidé lo que dijiste. Y anoche, querías que te tocara. Fue extremadamente poco profesional y lo siento. No quiero que empecemos con el pie izquierdo. Mi sangre hierve y casi rompo la pantalla en mi brutal agarre de muerte. ¿Quién demonios la ha estado tocando en contra de sus deseos en Maxwell? Estoy furioso, pero intento sofocarlo. Llegaré al fondo de esto el lunes. Quienquiera que piense que puede joder con mi chica va a pagar. Violet: Por favor, mantén las cosas profesionales de aquí en adelante. Sean: Por supuesto. Lo siento mucho. Una vez que estoy seguro de que no va a responder más, borro todos los mensajes de esta noche antes de embolsarme su teléfono. Me enjuago las manos en el fregadero y luego vuelvo a ver cómo está. Sigue durmiendo profundamente, pero esta vez desnuda como si perteneciera. Me duele la polla por ella. A la luz de la luna, se exhiben sus tetas redondas y perfectas. Quiero marcarla y mancharla con todo lo que soy. Ese tipo de pensamientos no ayudan a mi pene.

74

Antes de Violet, cuando sentía la necesidad de follar, llamaba a mi amiga Elisha. Ella vendría y me dejaría usarla como fuera necesario. Entonces, se iría, su bolso un poco más pesado de lo que estaba cuando apareció. Pero ahora... La idea de estar dentro de cualquier mujer que no sea Violet es repulsiva. Violet es mía y seguirá siéndolo. La haré mía en todo lo que pueda. No hay manera de que pueda dormir tranquilamente con mi polla latiendo tan dolorosamente. Me desabrocho cuidadosamente el cinturón y los pantalones antes de deslizarlos hasta los tobillos. Con mi pie, los pateo debajo de la cama. Me quito el suéter y hago que se una a mis pantalones también. Una vez que estoy a su lado en nada más que mis bóxers y calcetines, me acaricio a través de mi ropa interior. Dios, jodidamente la deseo. Empujo mis bóxers por mis muslos para liberar mi erección. Cuando la tomo en mis manos, está caliente y palpitando. Me muero por meterme en cada uno de sus agujeros. Para sacar placer y dolor de ella. Quiero ser dueño de cada una de sus partes. Acariciando mi polla febrilmente, intento mantener mis gruñidos sofocados. Con cada tirón, me acerco más y más a la liberación. El deseo por ella enciende cada terminación nerviosa desde mi cráneo hasta mis dedos de los pies. Empujo la sábana lejos de ella para poder ver toda su carne cremosa. Su dulce coño se ve bien para comerlo. El pensamiento me manda al límite y arrojo mi calor por toda la parte inferior de su estómago. Gimo cuando lo último de mi corrida gotea de la punta de mi polla en el borde de la cama. Con una sonrisa saciada, paso la punta de mis dedos por mi liberación en su cuerpo. Arrastro mi semilla a lo largo de su tenso estómago hasta las curvas de sus pechos. Se lo unto por completo en los pezones y mi polla se sacude de emoción cuando se endurece en respuesta. Con mis dedos mojados, me dejo llevar por la necesidad de tocar su coño. Estoy satisfecho cuando un pequeño gemido se le escapa en el momento en que mi dedo cubierto de semen se desliza a lo largo de su hendidura y frota en su clítoris. Anoche tenía sus propios dedos. Esta noche me tiene. Siempre me tendrá. Su cuerpo se retuerce mientras duerme. Me muero por abrirle las piernas y chupar su perfecto nudo hasta que grite mi nombre. Pero su respiración se ha ralentizado y no quiero que se despierte. A regañadientes, quito el dedo y simplemente la miro. Mi polla se ha vuelto flácida, pero sé que, si sigo mirando fijamente hacia sus tetas mojadas, me vendré sobre ella otra vez. Con un suspiro suave, uso la sábana para limpiar mi semilla gastada. Eventualmente, un bostezo se me escapa. Decido que una pequeña siesta es lo apropiado. Su respiración es regular de nuevo, así que camino al otro lado de la cama. Me deslizo suavemente en las sábanas al lado de ella. Es cálida y huele delicioso como la mierda. Soy completamente adicto a ella. Mi pene se tiembla cuando se frota contra su lado liso. No puedo evitar mis dedos codiciosos. Quieren tocarla por todas partes. Me conformo con hacer círculos suaves alrededor de su pezón. Mis fosas nasales se ensanchan con cada vez que respira. Quiero inhalarla profundamente dentro de mí y nunca liberarla.

75

Dulce Violet... nunca tendrás que preocuparte por hombres como Sean, o por quien sea que se metió contigo en la oficina, porque yo siempre te cuidaré. Voy a incrustarme tanto bajo tu piel, que morirás si alguna vez intentas cortarme. El sueño me llega, pero no antes de que le dé un beso en la sien. Buenas noches, preciosa. *** Me despierto con un sobresalto. Un amanecer temprano se asoma por las ventanas y doy un bostezo. Una sonrisa tira de mis labios para encontrar a Violet envuelta alrededor de mi cuerpo desnudo. Sigue durmiendo, pero se aferra a mí como un salvavidas. Pronto. Pronto todas las noches serán así y ella querrá esto tanto como yo. No quiero dejarla de lado, pero que se despierte así sería malo para nuestra incipiente relación. Con la paciencia de un santo, me escapo de sus garras y de la cama. Se voltea de lado, de espaldas a mí. Estoy a punto de ir al otro lado de la habitación para coger mi ropa cuando su alarma empiece a sonar. Me congelo cuando se inclina hacia adelante para apagarla. Estoy ahí parado, mirándola, con el culo desnudo cuando se levanta de la cama y cojea hacia el baño. Rápido, me dejo caer sobre mi vientre y me deslizo bajo la cama. Puedo oírla orinando en el baño. Me cuesta imaginarla de cuclillas en el baño. Apuesto a que tiene el cabello desordenado y la cara arrugada por el sueño. Un día, voy a follarme su boca mientras orina. Sonrío como un idiota cuando tira de la cadena del inodoro y escucho el lavabo. Pero algo me llama la atención. Mis bóxers están en el suelo junto a su cama. El pánico se apodera de mi pecho y me apresuro hacia el borde. Los agarro y los meto debajo de la cama mientras ella sale del baño. —Oh, Dios —gime—. Es demasiado pronto para esta mierda. Me pongo de espaldas y le doy las gracias cuando los resortes crujen mientras se recuesta en la cama. Mi corazón está tronando en mis oídos y desearía que se calmara, para poder oírla mejor. Se inquieta y se retuerce. —Gray —murmura—. ¿Qué me has hecho? Me congelo y tardo un momento en darme cuenta de que está hablando sola. Entonces, escucho abrirse el cajón de la mesita junto a su cama. Cuando un zumbido llena la habitación, sonrío al colchón. Se está masturbando... pensando en mí. El pensamiento me regocija. Pronto, no tendrá que hacerlo. Le daré todos los orgasmos que nunca supo que quería. —Mmmm. —gime.

76

Acaricio mi polla ahora dura como una roca mientras me imagino su cuerpo desnudo retorciéndose debajo del mío. Su olor se aferra a mí, lo que hace que lo visual sea aún mejor. —Te quiero dentro de mí. —El ajuste en el vibrador aumenta y la cama entera parece sacudirse—. Apuesto a que eres más grande que esto. —Aunque esté hablando consigo misma, finjo que me está hablando a mí. Me acaricio la polla más fuerte y más rápido, pero todavía soy cuidadoso de no ser demasiado ruidoso. El sonido de una tapa abriéndose hace que me muerda un gemido. He husmeado en ese cajón. Sé que tiene varios vibradores y una botella de lubricante. Mi dulce Violet tenía razón, soy mucho más grande que cualquier cosa que tenga en ese cajón. —Oh, Dios, sí —dice de manera ahogada. Un sonido de sorbo indica que se está follando a sí misma con uno de sus juguetes. Estoy celoso de esa maldita cosa y desearía que fuera mi polla en su lugar. Pero mis envidiosos pensamientos se apagan cuando vuelve a pronunciar mi nombre. Su respiración se hace más pesada y entrecortada. Cada vez que gime, juro que voy a gemir con ella y me voy a dejar ir. Sin embargo, eventualmente nos saca a ambos de nuestra miseria cuando se viene duro—. ¡Gray! Un pequeño gruñido se me escapa mientras mis chorros de semen se elevan a través de mi tonificado estómago. Todavía está gimiendo y retorciéndose mientras ordeña otro orgasmo de su inadecuado vibrador para que no note mis sonidos. Después de un momento, se queda callada y la habitación se queda en silencio. —Necesito acostarme con alguien —dice riéndose y se desliza de la cama. Pronto, la ducha está abierta, y puedo escuchar su zumbido adentro. Rápido, me escabullo de debajo de la cama. Me pongo mi ropa, pero luego me tomo un momento para agarrar su vibrador de la cama. Todavía brilla con sus jugos. Con una sonrisa de lobo, la agarro y chupo la goma. Todavía sabe a lubricante, pero sobre todo a ella. Sabe jodidamente deliciosa, y no puedo esperar hasta que pueda sacar la esencia de su coño yo mismo. Lamo todo su sabor antes de dejar caer el consolador en la cama. No quiero dejarla, pero sé que debo hacerlo. Con pasos silenciosos, abro la puerta del baño y merodeo dentro. Estoy jugando un juego peligroso, pero no puedo evitarlo. Necesito verla. Por la rendija de una abertura entre la cortina de la ducha y la pared, puedo ver que sus ojos están cerrados mientras se lava el cabello. Sus tetas están jabonosas y calientes como el infierno. Me permito un segundo más para mirarla antes de salir sin ser detectado. Con un escaneo rápido, me aseguro de que no he dejado ninguna pista. Llego a la puerta y me pongo los zapatos. Entonces, salgo de su apartamento. Con la eficiencia practicada, conecto todas las cerraduras en segundos. Quiero que mi chica esté a salvo. Hay toda clase de fenómenos en este mundo que morirían por estar en este apartamento con ella. Por suerte para ella, me tiene a mí para protegerla. Solo hay lugar para un fenómeno en su mundo.

77

Y ocupo mucho espacio.

78

11 Violet

P

use la alarma el domingo por la mañana, como lo hago todos los domingos por la mañana. Lo llamo mi día de reinicio. El día en que trato de calmarme un poco antes de someterme a una semana de frustración en el trabajo. Normalmente, me pongo unos pantalones de yoga y voy a hacer pilates antes de perder el tiempo en Starbucks por un par de horas, planificando vacaciones que nunca tomaré. Pero hoy… Hoy se siente diferente. Me siento diferente. Anoche, soñé con Grayson Maxwell. Fantaseé que éramos íntimos. Pensé en él calentando mi cama. Se sentió seguro. Por una vez en mucho tiempo, no estaba absolutamente aterrorizada de estar cerca de un hombre. Me desperté con su olor todavía atrapado en mi nariz por haberlo visto la noche anterior, y me masturbé pensando en él. Por una vez, no fue en Vaughn, ese bastardo enfermo, en lo que pensé mientras me vine. Tal vez no estoy tan rota como pensé. El pensamiento me emociona. Casi me apuesto a que, si me descongelara un poco, Gray y yo podríamos tener ese delicioso estruendo en las sábanas. Pero ya lo había puesto en la zona de amigos. Una chica todavía puede soñar con su jefe sexy como el pecado a quien le gustaría follar si esta fuera otra vida y no fuera ella misma. —Disculpe —dice una mujer irritada, sacándome de mi ensoñación—. ¿Está ocupado ese asiento? Había estado tan perdida en mis pensamientos, que había olvidado que me salté el pilates por completo y fui directamente a Starbucks después de una larga ducha donde terminé usando el cabezal de la ducha para aliviar otro dolor. Parecen seguir viniendo. Literalmente. ―Oh, uh… ―empiezo pero una voz masculina me interrumpe. —El asiento está ocupado.

79

Levanto la mirada y me encuentro los ojos azules y grises de Gray. Tiene el cabello mojado, como si acabara de duchar y su pecho se agita como si hubiera corrido todo el camino hasta aquí. La mujer se marcha cuando él se deja caer en el asiento frente a mí. —Que agradable verte aquí ―dice con una sonrisa mientras sorbe su café. No puedo evitar sonreírle. ―¿Me estás acosando? Sus ojos parpadean con diversión. —Desearía que mi historia fuera tan glamorosa como esa. De hecho, estaba en el vecindario de camino a este mercado del que recientemente me enteré. Pensé que tomaría un café primero. Nunca creerás al bombón con el que me encontré. Con un bufido, sacudo la cabeza hacia él. —Eres implacable. ¿Estabas realmente en el vecindario? Me muestra una sonrisa tímida. —Lo estaba, pero honestamente, iba a verte. Estabas molesta anoche y quería asegurarme de que estabas bien. —Sus mejillas se tornan ligeramente rosadas. El gesto infantil me hace descongelarme. Me muerdo el labio inferior cuando veo su apariencia. Está un poco despeinado. Me hace preguntarme si tenía prisa por venir a verme. El pensamiento es cálido. ¿Cómo es que el viernes este hombre era frío y estaba en su propio mundo, pero para el domingo es alguien con quien no me importa pasar el tiempo? —Estoy bien. Es muy amable de tu parte que me revises. Aunque… ―digo con un leve movimiento de cabeza—. Está muy lejos del idiota al que entregué mi aviso de renuncia el viernes. Su sonrisa le da a la habitación la sensación de que la temperatura ha subido. —Digamos que alguien señaló mis defectos. Ahora estoy haciendo todo lo posible para que se dé cuenta de que no soy un completo imbécil. A pesar de que estamos rodeados por un montón de gente en esta ocupada mañana de domingo, siento como si estuviéramos solos. Perdidos en nuestro pequeño mundo. —Todo esto de tener amigos es raro —admito con una sonrisa. Su larga pierna roza contra la mía debajo de la mesa y una chispa de electricidad se abre camino hacia mi núcleo. Intento no estremecerme de placer. Amigos. Solo somos amigos. —Quiero llegar a conocerte, Violet —murmura, su mano audazmente cubriendo la mía sobre la mesa. Me pongo rígida pero luego me relajo cuando agrega—: Como amigos. Una sonrisa juega en mis labios.

80

—Bueno. Supongo que no veo el daño en eso. —Ven conmigo el miércoles al complejo —murmura y se inclina más cerca, su pierna una vez más rozando contra la mía. Mis mejillas brillan de color carmesí cuando recuerdo mis sueños de anoche. Sueños donde él me tocó y me abrazó. Sueños donde estábamos desnudos y enredados. —Yo, eh ... Se ríe. —Tranquila chica. Quise decir como colegas. Necesito viajar a la propiedad ahora que la he adquirido del Sr. Collins. Hay algunas cosas de negocios de las que necesito ocuparme. Necesitaré la ayuda de mi trabajadora asistente. La vergüenza me inunda. Por supuesto, quiere mirar la propiedad. Supuse que quería decir que quería llevarme a un fin de semana romántico. Dios, soy un copo de nieve alrededor de él. Si no fuera tan guapo, no se me enredaría tanto la lengua. Todo esto de amigos tomará algo de práctica. Supongo que la mayoría de los amigos no se sienten tan severamente atraídos por el otro, como yo lo estoy de él. —Sí, iré. Sabía lo que querías decir —digo con firmeza, a pesar del calor ardiente que aún persiste en mis mejillas y garganta. Me muestra una sonrisa torcida. —Vamos. Toma tu café para llevar. Una vez que estamos afuera en la fría llovizna, abre un paraguas y lo sostiene sobre nosotros. Es pequeño, así que tengo que apoyarme en su costado para no mojarme. Juntos, comenzamos a caminar por la acera ocupada. —Gwen y yo vemos fútbol los domingos por la noche. A ella le gusta cocinar. Pasa horas haciendo toda está comida para picar, a pesar de que somos los únicos que la comemos —dice riéndose—. Deberías venir esta noche y ver el juego. Como amigos, por supuesto. Mi intuición es decirle que no, pero luego recuerdo que estoy tratando de probar cosas nuevas aquí. La amistad es una. Y estaría mintiendo si dijera que no quiero intentar conocer a Gwen un poco mejor. —Está bien —acepto—. ¿Qué debería llevar? Me guía a su Range Rover blanco. —Solo a ti. Eso es todo lo que quiero. —La forma ronca en que lo dice me hace fruncir el ceño. —Gray… Abriendo la puerta del auto, se ríe. —Deja de leer tanto en todo. Los dos queremos que estés allí. —Me deslizo en su auto, huele igual que él y reflexiono sobre lo que estoy haciendo en este momento. Esto no era parte de mi plan dominical.

81

—¿A dónde vamos? —le pregunto una vez que se desliza en el asiento del conductor. Se encoge de hombros mientras baja por la carretera. —Necesito hacer algunas compras. ¿Estás lista para una visita rápida al centro comercial? Teniendo en cuenta que ahora vamos en la dirección opuesta a la de mi casa, no puedo evitar estar de acuerdo. Sería grosero hacerlo girar para llevarme a casa. —Sí, el centro comercial suena divertido. Los calentadores de asiento en su auto me hacen sentir relajada como siempre. Estoy disfrutando de las vistas que pasan, de la música que suena y de la tranquilidad cómoda entre nosotros. Tanto es así que no es hasta que una canción que Vaughn solía poner cuando estábamos follando suena en la radio, que siento que el hielo comienza a deslizarse en mis huesos. No me había dado cuenta de lo poco que pienso sobre él cuando estoy con Gray hasta ahora. —¿Puedes cambiarla? —pregunto, mi voz sin aliento. Mis ojos se cierran y casi puedo sentir el peso de Vaughn mientras me clava en el colchón. La forma en que metería su rodilla entre mis muslos hasta que su polla se asiente contra mí. Cómo me abrazaría y me follaría lentamente al principio. Me perdería en su suave toque hasta que se volviera oscuro sobre mí. Hasta que me golpeara o me ahogara hasta la inconsciencia o algo igualmente brutal. —Violet, nena, me estás asustando en este momento —gruñe una voz. Abro los ojos para ver a Gray mirándome en un semáforo. Mi mano se sacude mientras aparto un mechón de cabello de mi cara. Al no encontrar su mirada, le digo: —Nada. Solo estaba soñando despierta. La canción ha cambiado hace mucho tiempo y la luz se ha vuelto verde. Esta vez, el silencio dentro del auto es denso y pesado. Puedo sentirlo reflexionar sobre lo que acaba de pasar. Las náuseas se revuelven en mi vientre. —Sabes que puedes hablar conmigo —dice bruscamente—. Eso es lo que hacen los amigos. No sobre esto. No puedo hablar con nadie sobre esto. —Tal vez un día —miento mientras giro los dedos en mi regazo. Se acerca y cubre mis manos con las suyas mucho más grandes. Su dedo meñique inocentemente roza mi clítoris a través de mis pantalones de yoga, causando que me sobresalte. Le echo un vistazo furtivamente. Su mandíbula se aprieta mientras maniobra el camino con facilidad, su atención delante de él. Mis pezones se endurecen y sé que mis bragas ahora están húmedas. ¿Qué está mal conmigo? Soy una pervertida.

82

Está tratando de consolarme, y en lo único que me puedo concentrar es en cómo su dedo meñique descansa contra la costura de mi sexo. Mi respiración es pesada. Intento desesperadamente calmarla. Su pulgar se frota sobre el dorso de mi mano de una manera reconfortante. Sin embargo, desearía que fuera su otro dedo el que está haciendo todo el movimiento. —Necesito ayuda para elegir una silla —dice mientras entramos al estacionamiento del centro comercial—. Tienen una de esas tiendas de oficina ergonómicas aquí. ¿Alguna vez fuiste? Sacudo la cabeza porque no puedo manejar las palabras con su dedo en mi coño. Da a mis manos un apretón que hace que una emoción se dispare directamente a mi núcleo desde donde su dedo vuelve a rozarme inocentemente. —Ahí hay un lugar —escupo, señalando un espacio de estacionamiento vacío. Saco mi otra mano de debajo de la suya y paso los dedos por mi cabello. En lugar de apartar su mano, la devuelve a mi muslo. Ese travieso dedo meñique parece encajar contra mí como si perteneciera allí. Se detiene en el lugar y tira de su mano para poner el auto en el estacionamiento. Dejo escapar un largo suspiro que había estado conteniendo. Sus labios carnosos se curvan en una sonrisa torcida cuando me mira. Todo mi cuerpo zumba con una electricidad que parece estar vinculada a él. —¿Lista? Salgo rápidamente del auto y acelero hacia el centro comercial. Pronto, me alcanza y coloca su mano sobre mi espalda baja. La lluvia ha parado, pero parece que el mal tiempo continuará durante todo el día. —Tu culo se ve bien en esos pantalones, pequeña desertora —dice con una sonrisa. Resoplo y lo fulmino con la mirada. —Jefe. Límites. Resopla y me da un buen golpe en el culo. —Los amigos pueden decir estas cosas. Estoy bastante segura de que los amigos no son tan sensibles, pero qué sé yo. Lo que sí sé es que me está jodiendo la cabeza. Gray es demasiado caliente para que me toque juguetonamente todo el tiempo. Uno de estos días me va a poner tan nerviosa que me abalanzaré sobre él. Pasamos la siguiente hora probando sillas de oficina. Dice que necesita una nueva e insiste en que las pruebe todas para decirle cuál es la más cómoda. Cuando me siento un poco más de lo necesario en una de ellas y cierro los ojos, chasquea los dedos. —Quiero esta —le dice a un vendedor. Dirijo mi atención para verlo observándome con sus brazos musculosos doblados sobre su sólido pecho. Se ve bien hoy. No hay sorpresa allí. Se ve bien todos los días. Pero ahora que se enfoca en mí, parece especialmente guapo. Sus ojos parecen nunca

83

dejar los mío. La forma en que su mirada me sigue a todos lados me recuerda a Vaughn. Pero con Vaughn, siempre me sentí como un ratón atrapado en una trampa y él era el gato a punto de comerme. Gray me mira como si estuviera tratando de memorizar cada peca y expresión. Me mira con un hambre que promete mucho más que amistad. —Quédate ahí —dice—. Voy a pagar por esto. Cuando desaparece, dejo que mi mente divague. Recuerdo ir de compras con Vaughn desde el principio de nuestra relación. Cuando solo había comenzado a volverse posesivo. En ese momento, pensé que era sexy. *** ―Prueba esto ―dice con una sonrisa lobuna. Sostiene un vestido corto apropiado para ir a un club. Frunzo el ceño porque me había prometido que me llevaría a comprar más vaqueros. Después de haber crecido en un hogar donde mi madre ahorraba y escatimaba, para que estuviéramos bien, es lindo tener un novio con dinero y que quiera derrocharlo en ti. El problema es que nunca me siento bien al pedirle lo que necesito. Solo dejo que compre lo que él quiere. Y hoy, él quiere un vestido rojo dos tallas demasiado pequeño. Me muestra una sonrisa ardiente que me hace tirar de la tela de sus dedos. Camino hacia el probador frunciendo mis labios. A veces Vaughn es todo lo que siempre quise en un novio. Otras veces, es intenso. Muy intenso. Con cada día que pasa, su gusto por mí se convierte en algo al límite de lo obsesivo. Y aunque creo que es ardiente cuando mira mal a los otros chicos por mirarme, no siempre creo que esta ardiente cuando me critica a mí por eso. —Voy contigo —gruñe detrás de mí mientras me agarra del culo a través de mi vestido. Me estremezco y miro por encima del hombro. Sus ojos grises son duros como el acero, y su perfecta mandíbula es como la piedra. Entro al probador y cuelgo el vestido en el gancho. Cierra la puerta detrás de él y se sienta en la única silla. Vaughn es más caliente que cualquier chico con el que haya salido. No es que haya salido con muchos. Definitivamente está fuera de mi alcance. Soy simple y sencilla y bastante inocente. Vaughn está lejos de ser simple. Es complejo, complicado y tramposo. Y se come a inocentes en la cena. Mi mirada cae sobre su pecho esculpido que apenas se esconde detrás de la tela blanca estirada de su camiseta. Sé que detrás de la camisa justo sobre su corazón

84

hay un tatuaje anatómicamente correcto de un corazón negro con mi nombre en el medio. Me horroricé cuando me mostró el tatuaje solo tres semanas después de que empezamos a salir. Mi madre siempre estuvo en contra de los tatuajes. Crecí siendo sermoneada acerca de que nunca deberías marcar permanentemente tu piel. Especialmente no con el nombre de alguien. Si supiera que Vaughn tenía 'Letty' garabateado en su carne para siempre, tendría un ataque. Muevo mis ojos hacia el vestido rojo y le doy la espalda. Me mira con los ojos entrecerrados en el espejo. Intento no enfocarme en él, pero me distraigo con el moretón oscuro en mi garganta que había tratado desesperadamente de cubrir con maquillaje. En momentos como estos, empiezo a arrepentirme de mi relación de dos meses con él. Por mucho que amo que me compre cosas y le muestre a mi cuerpo un placer que jamás había conocido, no puedo evitar sentirme un poco atrapada. Quiero decir, tiene mi nombre tatuado en él para gritarlo en voz alta. —Nena —gruñe—. No tenemos todo el día. Tengo cosas de negocios de las que ocuparme más tarde. Le lanzo una rápida sonrisa en el espejo que no llega a mis ojos cuando empiezo a quitarme los vaqueros y la blusa. Por negocios, quiere decir drogas. Sé que él vende cosas duras. Intenté no participar, pero en ocasiones ha hecho tratos frente a mí. Deslizo el material rojo por mi cuerpo y lo ubico. Es un vestido de tubo y se amolda a cada curva de mi cuerpo. Me veo como una zorra. Mi labio se curva para decirle esto, pero luego su calor está contra mí desde atrás. Su erección se clava en mi espalda mientras agarra mis pechos. Nuestros ojos se encuentran en el espejo y su mirada ardiente me debilita. —Te ves tan jodidamente caliente —me elogia. —Está un poco apretado ―suspiro. Sonríe y me relajo. Pero eso es hasta que empiezo a preocuparme de que otros hombres me vean vestida de esta manera. Odia cuando me miran y es por eso que no juego demasiado con mi maquillaje o lindos atuendos. Vaughn piensa que soy hermosa cuando soy simple y aburrida. No necesito disfrazarme para otros hombres. Sus palmas se deslizan por los lados externos de mis muslos y empuja el vestido hasta mis caderas. Cuando comienza a bajar mis bragas, dejo escapar una risa nerviosa. —No aquí, Vaughn ―siseo, mi garganta se calienta con vergüenza. Sus ojos se vuelven duros en el espejo. Pellizca mi pecho a través del material haciéndome gritar de dolor. Mis ojos se llenan de lágrimas. De vez en cuando, se pone rudo conmigo, pero por lo general termina con él besando el dolor y siendo súper dulce. Agarra un puñado de mi cabello y tira de mi cabeza hacia atrás. Su aliento caliente me hace cosquillas en la oreja mientras escupe la palabra. —Aquí.

85

Su otra mano me pasa las bragas por los muslos. Cuando comienza a inclinarme hacia adelante, lucho contra él. ¿Qué pasa si alguien escucha y nos echan? ¡Bang! Mi frente golpea contra el espejo y me desmayo. Cuando vuelvo, me está follando por detrás. Un dolor de cabeza masivo está resonando en mi cabeza y me duele el sexo por no haber estado mojada cuando él entró en mí. Con manos temblorosas, las presiono contra el espejo y me alejo para mirar mi cara. La sangre se escurre desde el lado izquierdo de mi frente hacia abajo sobre mi ceja. Una ola de mareos me invade. Comienzo a colapsar, pero el poderoso brazo de Vaughn me sostiene. Gruñe y luego se retira en el último minuto. Su semen dispara contra el vestido mientras sisea de placer. No puedo mirarlo. Lo que acaba de hacer es... Eso es violación, ¿verdad? ¿Mi novio acaba de violarme? De nuevo. La bilis se arrastra por mi garganta y una lágrima se escapa de mis ojos. Todavía estoy mirando mi rostro demacrado cuando escucho rasgarse la tela. Hace trizas el vestido cuando lo saca de mi cuerpo. Me horrorizaría, pero estoy demasiado mareada para pensar sobre eso. Me gira, por lo que me veo obligada a mirarlo a los ojos fríos. Se ablandan rápidamente mientras usa el vestido rojo para limpiar la sangre de mi herida. Es su lengua la que usa para limpiar mis lágrimas. —Lo siento —murmura, su aliento caliente contra mi mejilla. Arrastra suaves besos a mi boca entreabierta. Sus besos son dulces y arrepentidos, pero estoy entumecida. No entiendo por qué sigue haciéndome esto. —Yo... yo... ¿por qué? —pregunto, un sollozo atrapado en mi garganta. Apoya su frente contra la mía y acaricia mi cabello. —A veces te amo tanto que pierdo la cabeza. Mi mente se vuelve negra. Su simple confesión me ablanda. Me ama. En cierto modo pensaba que sí, pero esta es la primera vez que habla de eso. —Vaughn... —Nena —susurra mientras me abraza fuerte—. Déjame amarte. No luches en todo momento. Me desplomo contra él. Me duele el corazón porque la persona que puede destruirme sin ayuda es también la persona que me arregla. Estoy cálida y segura en su amoroso abrazo. —Me lastimaste —lo acuso, se filtran más lágrimas. —Lo siento. Lo sabes. ―Empuja su mano en el bolsillo de su pantalón y saca una pastilla—. Aquí —dice—. Toma esto para quitar el dolor.

86

No soy adicta a las drogas, pero me duele la cabeza y me duele mucho el corazón. Abro la boca y trago la pastilla en seco. Es amable, ya que me ayuda a vestirme. El ser tierno en este momento es casi peor como que sea rudo. Una vez más, limpia un poco de sangre con el vestido que nos metió en este lío y luego me tira el cabello delante del ojo para cubrir la herida. —Tan linda —me elogia. Arroja el vestido sucio al suelo y estoy agradecida de no tener que volver a verlo nunca más. Con un firme agarre en mi codo, me guía fuera del probador. Varias mujeres que están de compras nos miran mientras me arrastra por la tienda. Comenzamos a pasar por los estantes de vestidos rojos y la bilis se eleva. Gracias a Dios que nunca más tendré que volver a mirarlos. Pero luego saca uno de la percha antes de llevarme a la caja registradora. El cajero no hace contacto visual mientras cobra el vestido. —Pensé que no te gustaba —murmuro, las lágrimas una vez más amenazantes. Suelta su agarre mortal en mi codo para sacar su billetera. —Pero te ves francamente follable cuando te lo pones, nena —dice con una amplia sonrisa que hace una hora me habría vuelto loca con la necesidad. Ahora todo lo que logra es hacerme estremecer. —Gracias —suspiro. El cajero hace un sonido de desaprobación, pero no lo miro. No puedo. Estoy avergonzada. Si mi madre supiera que me trató de esta manera, probablemente lo mataría. La medicina comienza a abrirse camino a través de mi sistema con mi estómago vacío y la habitación gira. Cuando me tambaleo, Vaughn se ríe y me tira contra él. ―Te tengo, Letty. Siempre te tendré.

87

12 Grayson

D

espués de que pago y le doy la dirección de mi oficina, busco a Violet. Sus ojos están atormentados mientras mira fijamente hacia adelante. Tiene los hombros rígidos y la piel pálida.

¿Qué carajo? Me acerco y me arrodillo delante de ella. Sus bonitos ojos marrones están perdidos. Esos labios rosados son positivamente besables, pero está en una zona. Atrapada en un recuerdo. Sé muy bien lo que se siente. Es una puta mierda. Acuno su cara con mis palmas e inclino su cabeza para mirarme. —Violet, cariño, ¿qué pasa? Sus ojos brillan con lágrimas, y un sonido de desesperación sale desde su garganta. Sin pensarlo, le doy un beso en la mejilla y luego en la nariz. Luego en la frente contra una cicatriz blanca pálida. Cuando arrastro mi nariz contra la de ella, su aliento se engancha. Nuestras bocas están tan cerca de besarse que me vuelve loco. —Gray —murmura, su voz muy suave. Me alejo y la miro con el ceño fruncido. —¿Qué acaba de pasar? Todo su cuerpo tiembla mientras la vergüenza se cruza sobre sus facciones. Mira más allá de mí mientras se mete el labio entre los dientes. —Nada. Maldita mentira. Me abstengo de poner los ojos en blanco. En vez de eso, le doy el gusto. —Está bien —digo con un suspiro—. Vamos a comer algo. Ella no se resiste cuando tomo su mano en la mía y la guío fuera de la tienda. Quiero llevarla a un lugar bonito, pero el lugar más bonito del centro comercial es un restaurante mexicano. Afortunadamente, nos encuentran un puesto redondo en la

88

esquina trasera, lejos de todo el mundo. Puedo sentarme cerca de ella con mi mano todavía agarrando la suya. Odio lo perturbada que está. Lo que sea que tenga su pasado, pretendo sacudirlo para poder inspeccionarlo. Alguien la lastimó. Y le haré daño a ese alguien. No es hasta después de que he pedido nuestra comida y bebida que parece que ella se recupera. Su mano intenta tirar de la mía, pero yo la agarro. —Estás bien —le aseguro y le doy un apretón de manos—. Ahora estás a salvo. Sus ojos se dirigen hacia los míos y sus mejillas arden de rojo. —Oh, Dios mío. Lo siento mucho por eso. —¿Ataque de pánico? Se muerde el labio inferior y se encoge de hombros. —Algo así. Suelto un fuerte suspiro y busco una tortilla frita. —Los amigos se abren el uno al otro. Esta vez, ella es la que deja escapar un fuerte suspiro. —Algunas cosas es mejor dejarlas encerradas en el pasado. Algunos monstruos pertenecen allí. Liberaré a sus monstruos. Porque una vez que estén libres, puedo encontrarlos y matarlos. —¿Cómo se llama? —sondeo. Se estremece y sacude su mano de mi agarre. —No era nadie. —Era alguien. Tengo la sospecha de que él es la razón por la que te esfuerzas para protegerte. Ese apartamento de mierda en el que solo se paga en efectivo es una de esas maneras. Su cuerpo se tensa —Vaughn. El nombre en sus labios es como el hielo. Frío y amargo. Quienquiera que sea este cabrón de Vaughn le ha hecho mucho daño. Necesito saber cómo la lastimó para poder arreglarlo. —¿Era tu novio? Dirige su cabeza hacia el resto del restaurante y se pasea entre la creciente multitud del almuerzo como si estuviera buscando a alguien. Cuando no encuentra a esa persona, su cuerpo se relaja. —Ex, sí. Las cosas no fueron bien hacia el final. Quiero preguntarle más, pero no quiero estropear nuestra cita.

89

—¿Tienes familia? Mi repentino cambio de tema la tiene sacudiendo la cabeza. Las lágrimas nadan en sus ojos y su labio inferior tiembla. —Mi mamá. Le sonrío. —Siéntete libre de explicarte. Ella sonríe, y me alegra ver que su humor se ilumina. —Ella me dio a luz. —Listilla —gruño. Se le escapa una linda risita. Agarra una papa frita y vuelve a encogerse de hombros. —No lo sé. Ella es solo mamá. Trabaja en un restaurante en casa. La amo y la extraño mucho. No la he visto o hablado con ella en años. —¿Tuvieron una pelea? —sondeo. Muerde la papa frita y sacude la cabeza. —Más complicado que eso. Solo quería que fuera feliz. Y conmigo… —suspira— … era imposible. Puedo decir que no quiere hablar de ello porque empieza a balbucear sobre algunas noticias de bienes raíces que leyó esta mañana en el periódico. Me concentro en su cara. Una tormenta se cuela en sus ojos marrones, pero la mantiene a raya, su cara una imagen de calma. Esos labios jugosos se mueven rápidamente mientras habla, y los deseo. Por todo mi cuerpo. Especialmente entre mis dientes. Mi mirada baja a su delgada garganta. Me imagino chupando la carne y convirtiendo la crema en carmesí. ¿Jadearía suavemente o gemiría mi nombre? Mi polla late en mis pantalones. Algún día la tendré. Pero mi Violet es como un perro callejero asustado. Necesito alimentarla con afecto y ganarme su confianza antes de ponerle un collar y declararla mía. —¿A qué se dedica Gwen? Me sacudo de mi aturdimiento y frunzo el ceño. —Ella es una artista. Sus ojos marrones se iluminan de emoción. —¿En serio? Eso es asombroso. Bajo mi vaso de agua para evitar que las palabras violentas escupan. —Sí. —Es todo lo que consigo decir. —Ahora mira quién está siendo vago y extraño —reprende en voz baja. Cuando su palma descansa en mi muslo, me pongo rígido. En todas partes. Me doy la vuelta para mirarla, y ella me mira con una mirada expectante.

90

—Gwen tiene problemas. Frunce el ceño y me gusta la forma en que su frente se arruga entre sus cejas. Me da ganas de borrar las arrugas con el pulgar hasta que vuelva a estar suave para poder besarla. —Siéntete libre de explicarte —me responde con una sonrisa de satisfacción. —Se parece mucho a nuestra madre. Mamá está clínicamente deprimida. —Y clínicamente loca—. La depresión sangra en todos los aspectos de su vida. Sus ojos se posan sobre mi cara en confusión. —Pero ella es tan dulce y... —Sus fosas nasales se ensanchan—. Normal. Se me escapa una risa áspera. —¿Lo es? Nos quedamos en silencio un momento antes de que apoye mi mano en la de ella, que todavía está sobre mi muslo. —Ahora mismo, está en uno de sus mejores momentos. Los bajos son oscuros y abismales y dan miedo. Destellos de comprensión en sus ojos. —Yo sufrí de depresión hace años. Levanto una ceja y vuelvo a prestarle toda mi atención. Sus mejillas y garganta se han vuelto rosadas de nuevo. —¿Después de él? —pregunto. Asiente hacia mí antes de volver al restaurante cada vez más concurrido. Su mirada barre la habitación por un momento antes de mirar su regazo. —Hizo un número conmigo. Rabia candente se apodera de mí y todo lo que hay en mí es necesario para no golpear la mesa con el puño. Odio a este cabrón, sea quien sea. Lo encontraré. Hasta entonces, averiguaré lo que pueda sobre él a través de ella. —Ahora estás a salvo —le aseguro. Lo reto a que la mire. Resopla y su tono es frío. —Nunca estaré a salvo. Estoy a punto de taladrarla con más preguntas, pero el camarero nos trae un plato gigante de fajitas de pollo y carne para compartir. El resto del almuerzo es ligero y fácil ya que compartimos no solo comida sino también risas. Cuando termina el almuerzo y volvemos al auto, me deja tomarle la mano otra vez. Sé que le dije que seríamos amigos, pero apenas puedo evitar empujarla contra la pared más cercana, hacerle un agujero en los pantalones de yoga y follármela hasta que ofendamos a todos en el centro comercial. A mi pene le gusta esta imagen porque se engrosa en mis pantalones. Juro que todo lo que hago es ponerme duro en su presencia.

91

—No puedo creer que el fin de semana casi haya terminado —se queja una vez que volvemos a la carretera—. Mi jefe es un verdadero cretino. Sonrío con satisfacción y le disparo una mirada ardiente. —Apuesto a que descubrirás que una vez que lo conozcas, no es tan malo. No me pierdo su sonrisa antes de que mi atención esté de vuelta en la carretera. Suspira y mira por la ventana. Me gusta lo serena que está ahora mismo. La mayor parte del tiempo, está tensa. Pero no ahora. Ahora, se está relajando y me deja cuidar de ella. Como debe ser. —¿Quieres cambiarte antes de que vayamos a mi casa? Se ríe. —¿De verdad voy a ir? —Como si tuvieras elección en el asunto. Una vez que Gwen y Gray Maxwell te clavan sus garras, no puedes escapar —bromeo—. Los amigos no son lo nuestro, así que cuando hacemos uno, no nos gusta dejarlo ir. Su risa es dulce, pero puedo decir que le gusta la idea de ser nuestra amiga. Me gusta más la idea de mi polla en el fondo de su coño mojado. Pasitos de bebé. Una vez fuera del edificio del gueto, corre hacia arriba. Mientras no está, busco en Internet en mi teléfono y empiezo a indagar en la web cualquier cosa que tenga que ver con Vaughn. Sin apellido, estoy indefenso. Todavía estoy refunfuñando quince minutos después cuando Violet regresa. Su cabello castaño está suelto e incluso las nubes de lluvia no pueden quitarle su brillo. Los mechones dorados de su cabello brillan y resplandecen igual que ella. Mi mirada cae sobre el cuello redondo de su vestido. Lleva una chaqueta de cuero sobre el vestido color jade. Sus botas negras y medias completan el look sexy. Sus ojos son más oscuros con rímel y sus bonitos labios brillan. Mi polla me pide atención, pero ella se robó el show. No puedo apartar la mirada de ella. Abre la puerta y se ríe. —Toma una foto. Durará más tiempo. No me importa si lo hago. Aunque esperaré hasta que estés dormida y desnuda. *** Las chicas charlan en el sofá mientras el juego continúa. Mi mirada se fija en Violet mientras mastica unos pretzels. Gwen vino e hizo suficiente comida para un ejército. Me molestaría que malgastara tanta comida excepto que cocinar es algo que la saca de sus habitaciones. Esas habitaciones son una cadena que la mantiene alejada de la libertad total. Cuando cocina, está libre por un tiempo. Mi teléfono suena, sacudiendo la atención de mi mujer. Bull: Esa torpeza fue una estupidez.

92

Apenas me doy cuenta de que el partido de fútbol está en marcha. Yo: Dormí debajo de su cama. Su respuesta es inmediata. Bull: ¿Qué demonios? Tienes problemas. Resoplo y mis ojos encuentran los de Violet. Ella ha llamado su atención de mi hermana balbuceando para mirarme con curiosidad. Le muestro una sonrisa derrite bragas que le pone la garganta roja. Cuando se vuelve hacia Gwen, respondo a Bull. Yo: Ella es tan jodidamente hermosa. Pronto voy a hacerla mía. Bull: Mierda. Vuelvo a dirigir mis ojos hacia ella y mi mirada permanece en sus cremosos muslos que son visibles ahora que su vestido se ha subido. Me muero por probarla allí, por probarla en todas partes. Bull: Tal vez deberías llamar a Elisha. Estás perdiendo contacto aquí. Gruño y escribo mi respuesta. Yo: Elisha no es nada comparado con ella. Nadie lo es. Bull: ¿Por qué no puedes salir con ella como una persona normal? ¿Es necesario acosarla? Yo: Lo estoy intentando. Y hasta entonces, sí. Se pone de pie y le pregunta a Gwen dónde está el baño. Gwen la guía y miro fijamente a mi mujer mientras se aleja. Su culo es redondo y delicioso en su vestido. Bull: Te das cuenta de que, si alguna vez se entera, estás jodido. Como seriamente jodido. Como si pudieras perder tu compañía e ir a la cárcel de jodido. Sonrío con suficiencia. Yo: Vale la pena que me joda. Responde con emoji sacando el dedo medio. Gwen empieza a limpiar su desastre en la cocina, así que me pongo de pie y meto el teléfono en el bolsillo. Acecho por el pasillo porque quiero robar un momento a solas con Violet. Me ha estado molestando con su vestido sexy toda la noche. Pero cuando me acerco al baño, la puerta está entreabierta y ella no está adentro. Mierda. Primero me apresuro a entrar en mi habitación porque me preocupa haber dejado el cofre abierto. Una vez que me doy cuenta de que aún está cerrado, pero ella no está allí, el miedo me llena el pecho. Oh, Dios, no. Salgo por el pasillo hacia el otro lado de la casa. El lado que no quiero que vea Violet. Ninguna otra mujer que he traído a casa se ha atrevido a salir de mi habitación o del salón. Estaban allí por una sola razón. Pero como Violet está aquí “como amiga”, supongo que se ha encargado de explorar.

93

—Violet —grito mientras acecho por el largo pasillo de mi casa gigante. Hay una razón por la que Gwen se queda en el otro lado. Cuando me acerco a sus habitaciones, el hedor me golpea. Casi nunca vengo aquí, y a la ama de llaves se le ha prohibido pasar a pie por mi dormitorio. La bilis se me mete en la garganta cuando descubro que una de las puertas está abierta. Su dormitorio. Lo peor de todo. Me subo la camisa para cubrirme la nariz y la boca. Violet está justo dentro de la puerta. Todo su cuerpo está congelado mientras mira. —Mierda.

94

13 Violet

L

a voz de Gray queda amortiguada mientras maldice detrás de mí. Mi estómago se revuelve mientras veo la escena delante de mí. Locura. Caos absoluto Estoy tan sorprendida porque las otras partes de la casa son inmaculadas y prístinas. Pero esto ... esto es enfermo. —Violet —sisea Gray mientras me agarra del codo. Saco mi brazo de su agarre y miro el vertedero. Basurero es una buena palabra. Es una pocilga absoluta. Apenas unos años atrás había superado un episodio de Acumuladores. Después de que encontraron un gato muerto debajo de algunos escombros en la casa de una anciana, lo apagué y restregué mi bañera hasta que pude ver mi reflejo. Esto es peor. El hedor es repugnante. Putrefacción. Moho. Agrio... algo. Qué asco. Las pieles de papa que comí momentos antes, antes de ir a explorar, amenazan con reaparecer. Del piso al maldito cerca del techo, esta habitación está llena de trastos. No solo trastos sino basura. ¡Basura! En algún lugar en medio del caos hay una cama. La mierda también ha sido amontonada en la cama. Solo una pequeña porción permanece descubierta. Donde esa persona duerme. ¿De quién es este cuarto? —Gwen —murmura Gray como para responder mi pregunta no formulada. Él me dijo que estaba enferma, pero no así. Esto es otra cosa. Veo algo corriendo por su cama y dejo escapar un grito. Una mano fuerte cubre mi boca desde atrás. Me sacan de la habitación y la puerta se cierra de golpe. El olor persiste en mi nariz, y siento que vomitaré en cualquier momento. Caigo sin fuerzas en el agarre de Gray mientras se retira rápidamente por el pasillo. Espero que me arrastre de vuelta a la sala de estar, pero en su lugar, me lleva a lo que debe ser su habitación, de ahí el familiar aroma masculino. Lo inhalo con la esperanza de librar mi nariz del asqueroso hedor de la habitación de Gwen. Mi cuerpo tiembla y me abraza fuertemente contra él. Con mi espalda presionada contra su pecho y su fuerte brazo alrededor de mi cintura, la conciencia me atraviesa. Lentamente, él retira su mano de mi boca. —Lo siento.

95

La culpa se apresura a través de mí. —Y-yo reaccioné de forma exagerada. Acaricia su nariz contra mi cabello y gime. —No lo hiciste. Es... No es algo que la gente aparte de ella y yo veamos. No te preparé. Es asqueroso. Lamento que hayas tenido que verlo. —Cosas estaban viviendo allí —siseo, mi voz tiembla en la línea entre la histeria y la calma. Estoy bastante segura de que era un gran ratón, pero no puedo confirmarlo. —Lo sé —gruñe—. Créeme. Le pago a un maldito exterminador para que venga todas las semanas y trate de lidiar con eso. —Sacas todo y lo tiras. Así es como lidias con eso —exclamo. Me suelta y cuando me vuelvo para mirarlo, sus palmas frotan con frustración su hermoso rostro. —Si fuera así de fácil, la mierda habría sido sacada hace mucho tiempo. Esto es... esto es algo que ella aprendió. Ha estado arraigado en ella desde su nacimiento. Le frunzo el ceño cuando se acerca a un cofre en la habitación. Se sienta y luego me mira con una mirada abatida. —Nuestra madre es peor —murmura, la vergüenza cubre sus facciones. El grande, poderoso y pulcro como el infierno Grayson Maxwell está rodeado por una familia de acumuladores. —¿Tu padre? —pregunto, mi voz suave. Sacude la cabeza. —Honestamente, él es la causa. Mamá siempre coleccionaba cosas en nuestro sótano. Pero cuando Gwen se enfermó, ella comenzó a tratar de grabar y guardar todos sus momentos. Ambas se obsesionaron con coleccionar cosas. Eso volvía loco a mi padre. Terminó pasando más y más tiempo en su apartamento en la ciudad cerca de su oficina. Finalmente, nunca regresó a casa. Se me revuelve el estómago cuando imagino la casa de su madre. ¿Cómo podría ser peor que eso? —Entonces, ¿están divorciados? Suspira. —No. Pagó la casa y siempre se encargó de que tuviera suficiente dinero. —Hace una pausa y sus ojos se alejan, pero no me pierdo la tormenta en ellos—. Aunque ella nunca saldrá de la casa. Me he hecho cargo de pagar los servicios públicos y enviar víveres allí. Papá no vendrá a verla. Están casados, pero probablemente no la haya visto en veinte años. Lo miro boquiabierta. Supongo que todos tienen esqueletos en sus armarios. El suyo aparentemente está lleno de esqueletos acumuladores. —Ella necesita ayuda —digo en voz baja—. Eso no puede ser seguro.

96

Se pone de pie y camina hacia mí, la ira escrita en todo su rostro. Me estremezco cuando levanta su mano. La acción hace que sus duras características se arruguen. Vaughn me ha arruinado para siempre. —Solía ver a un terapeuta cada semana, pero finalmente se enojaba con el Dr. Ward y dejaba de ir. Hemos intentado todo. Al principio, era solo su habitación. Luego, se hizo cargo de dos habitaciones más. Me rehúso a dejar que ella se haga cargo de todo. A veces, ella lleva sus cosas a casa de mamá. Encuentran espacio en ese basurero de alguna manera. Trago y cierro los ojos cuando toca mi mejilla. Su otra mano agarra mi cadera y me arrastra más cerca. Me encanta que su olor masculino está alejando rápidamente al horrible olor de la habitación de Gwen. Descansa su frente contra la mía y me sostiene. Algo sobre este tipo me afecta. Su boca está tan cerca de la mía y si tuviera que inclinar mi cabeza hacia arriba, podría besarlo. Quiero besarlo. Pero un beso conducirá a más. Ciertamente no estoy lista para más con él. —Debería irme —murmuro, tratando de ignorar la forma en que su pulgar frota mi cadera. —Desearía que no tuvieras que hacerlo. Pongo mis manos sobre su firme pecho que me encantaría explorar más y lo alejo. —¿Puedes llevarme, por favor? —Me muerdo el labio y frunzo el ceño—. Y por favor no le digas que... lo vi. Sacude la cabeza. —No lo haré. La pondría en una encrucijada con la que no puedo darme el lujo de lidiar mentalmente. Tengo mucho más en mente. Me recuerda que es un hombre exitoso de negocios que se pasa el día adquiriendo hoteles y negocios de izquierda a derecha. Pero una pequeña parte de mí espera que yo también esté en su mente. —Vámonos entonces —exhalo. Su mirada se posa en mis labios y aprieta su mandíbula antes de asentir. *** Me despierto sudando frío. Y desnuda. ¿Por qué sigo desvistiéndome mientras duermo? ¿Soy sonámbula otra vez? El miedo me consume. Han pasado años desde que tuve las transpiraciones nocturnas donde me encontraría en varios lugares alrededor del departamento. ¿Qué es lo que ha desencadenado esto? ¿Es Gray?

97

Aprieto los ojos y me voy a dormir. Pero luego lo escucho. Un tintineo. Me levanto de golpe en la cama y me quedo sin aliento. Luego un crujido. Santa mierda. El vello se me levanta en la nuca. Alguien está en mi casa. Me levanto de la cama y agarro mi arma de debajo del colchón. La mantengo cargada y lista para disparar. Una vez que la tengo en mi poder, grito con voz temblorosa. —¿Quién está ahí? Thud. Thud. Thud. Los pasos son pesados y un grito se atasca en mi garganta. Él viene por mí. Es Vaughn. Está aquí y va a arrastrarme de vuelta a casa con él por el cabello. ¡No! Tropiezo hacia atrás hasta que mi culo desnudo golpea la pared con la pistola tambaleándose frente a mí. Está oscuro aparte de la luz de la luna que entra por la cortina abierta. La puerta de entrada se abre y choca contra la pared antes de golpear de nuevo. Mi corazón se estremece en mi pecho. Salgo corriendo por el apartamento y luego giro todas las cerraduras en su lugar. Tan pronto como el último está puesto, empiezo a llorar. Él está aquí.

98

Tuvo que haber sido él. Estoy en pánico. No sé qué hacer. No puedo llamar a la policía porque nos matará a mí y a mi madre. Eso fue algo que siempre me dijo que haría. A veces, no me importaba, pero no era justo para mi madre. Mi mano tiembla, pero sostengo mi arma mientras busco mi teléfono. Llamo a Gray y rezo para que se despierte a esta hora inoportuna. Responde en el cuarto timbre, su voz ronca por el sueño. —¿Sí? —Gr-Gray, e-él está a-aquí —sollozo frenéticamente cada luz en el apartamento.

mientras

comienzo

a

encender

—¿Quién? —gruñe. —Va-Vaughn. Tenía que haber sido él. Lo escuché cerrar la puerta de golpe cuando se fue. —Mis dientes comienzan a castañetear mientras otra sacudida de miedo me atraviesa. —Enciérrate en el baño y no salgas hasta que llame para decirte que estoy allí — instruye mientras se mueve—. Estaré allí en veinte minutos. Cuelgo y corro hacia el baño. Saco mi bata del gancho y me la pongo antes de cerrar con llave la puerta. Veinte minutos se siente como veinte años. Pero en dieciséis minutos, un fuerte golpe en la puerta me hace gritar. Gray: Estoy aquí.

Arrojo el teléfono, pero todavía tengo miedo de renunciar a mi arma. Desbloqueo la puerta del baño y corro hacia la puerta delantera. Una vez que miro a través del agujero y me aseguro de que es él, desengancho las tres cerraduras. Cuando apenas tengo el último abierto, Gray está entrando con una mirada frenética en su rostro. —Violet —sisea mientras casi salto en sus brazos. Es cálido y seguro y está aquí para protegerme. Eso es lo que hacen los amigos—. Está bien, nena —dice—. Estoy aquí ahora. —Su voz me cubre como una manta de seguridad. Se aleja brevemente para cerrar el departamento y sacar suavemente el arma de mi agarre. Luego, me rodea con un brazo y me guía hacia el sofá. Juntos nos sentamos y prácticamente me arrastro a su regazo buscando seguridad—. Dime todo lo que pasó de principio a fin —me dice, su voz tensa. Le digo sobre cómo desperté de una pesadilla y escuché un sonido. Dejo el vergonzoso hecho de que no sé cómo me desnudé. Estoy segura de que no fue Vaughn quien me dejó de esa manera. Él no habría podido desnudarme y resistirse a tocarme. Me habría despertado con su polla dentro de mí si fuera él quien me hubiera quitado la ropa. Esa fui toda yo. —Las pesadillas han vuelto y ahora... —Me alejo y me estremezco. —¿Y ahora qué? —pregunta, sus dedos encuentran mi barbilla para inclinar mi cabeza, para que pueda verlo. Su bello rostro está estropeado por la preocupación mientras me mira. Me pierdo en su feroz mirada azul glacial antes de que mis ojos se posen en su boca. —Vaughn ha vuelto. —¿Vaughn quién? Me estremezco solo de pensar en él. Mis ojos se cierran, pero luego lo veo mirándome con odio en sus ojos, así que los vuelvo a abrir rápidamente. —No podemos ir a la policía —susurro—. Él matará a mi madre. Me matará. Sus ojos se abren demasiado por un momento antes de que un asesino ceño frunza sus facciones. —No te tocará, pero quiero su nombre. Cuando empiezo a temblar de nuevo, Gray agarra mis caderas y me guía más hacia su regazo. Las líneas de amistad se están difuminando porque me ubico sobre sus muslos. Sus palmas acunan mi cara mientras busca respuestas. —Brecks. Su apellido es Brecks —murmuro—. Él no puede saber dónde estoy. Nunca. Un temblor recorre mi cuerpo mientras otro sollozo se atraganta en mi garganta. —Ven aquí —gruñe y desliza una mano hacia mi trasero para atraerme más cerca. La bata de seda apenas oculta el hecho de que estoy desnuda. Su palma permanece en mi trasero mientras me frota de una manera reconfortante. Entierro mi cara contra su cuello. Dios, huele delicioso. Mis pechos se presionan contra su pecho firme y se siente bien estar así contra él.

99

Su otra mano descansa sobre mi muslo desnudo y hace círculos con ella justo debajo de mi bata. Todo mi cuerpo comienza a temblar por una razón diferente. La adrenalina que corre por mi cuerpo se ha canalizado a otra cosa. Algo caliente y hambriento. —¿Cómo crees que entró? —pregunto, mi cálido aliento contra su carne. Su polla comienza a endurecerse debajo de mí, enviando ondas de necesidad a través de mí. Estoy presionada contra su impresionante longitud en sus vaqueros. —Esos cerrojos son baratos y fáciles de romper —dice con la voz ronca—. Llamaré mañana al cerrajero que usamos para la oficina y tendremos tu puerta equipada con algo impenetrable. Me siento para poder mirarlo. Sus ojos azules se han oscurecido con lujuria. Me pregunto si los míos reflejan la mirada. Suelta mi trasero y audazmente tira de la cuerda que sostiene mi bata. Se abre y sale un jadeo de sorpresa de mi lengua. —Gray —murmuro en advertencia. Arquea una ceja y eso lo hace diez veces más sexy. —¿Qué? —pregunta, fingiendo inocencia. Una sonrisa tira de mis labios. —Los amigos no intentan desnudar a los amigos. Se ríe y me calienta todo el camino hasta mi núcleo. Encuentro mis ojos fijos en sus labios carnosos. —Necesito besarte —admite, su voz llena de deseo. Vuelvo a encontrar mis ojos con los suyos. —Un beso tampoco es lo que hacen los amigos. Sus dedos se deslizan hacia mi cuello y los envuelve en la parte posterior de mi cabeza. —Tal vez no quiero ser amigos. Tal vez quiero cuidarte de muchas maneras que van más allá de la amistad. Cuando me arrastra hacia adelante, comienzo a protestar con mis palmas contra su pecho. Pero luego su otra palma ahueca mi pecho de una manera suave y reverente que me hace gemir. Termino encontrándome con él en el medio y presionando mis labios contra los suyos. El beso es suave y dulce al principio. Todo lo que se necesita es un gemido mío y él desliza su lengua en mi boca, buscando algo más profundo. Mi clítoris palpita con necesidad y mis pezones duelen por ser tocados. Como si tuviera acceso directo a mis pensamientos, su pulgar roza mi pezón erecto, causándome un escalofrío. —Te veo, Violet —murmura contra mi boca, sus dientes mordiendo mi labio inferior—. Te veo.

100

Sus palabras me excitan. Después de tantos años de existencia como una mera sombra, en su sombra, me encanta que estoy en su centro de atención. Sin vergüenza, me aprieto contra su erección, lo que lo hace gemir de placer. —Gray —gimo cuando me balanceo contra él—. Deberíamos parar. Se ríe y resuena hasta mi centro. —¿Por qué querríamos hacer eso? —Porque somos amigos. —Lo intento, pero luego decido que me gusta besarlo más que hablar. Mi boca devora la suya. Su palma se desliza por mi costado, peligrosamente baja por mi estómago y mi aliento se detiene. —Los amigos todavía pueden follar —gruñe. Dejo escapar un sonido embarazoso cuando su pulgar roza mi clítoris. El placer de un toque tan simple me atraviesa como un fuego ardiente. Masajea mi clítoris de una manera lenta y tortuosa que me hace temblar con cada movimiento. Un orgasmo decide apoderarse de mí de la nada. Y, santo infierno, es delicioso. El placer eléctrico se estremece a través de mí justo cuando empuja un dedo dentro de mi centro húmedo. La repentina intrusión junto con el subidón de mi orgasmo envía otro orgasmo justo sobre sus talones. Echo la cabeza hacia atrás y grito de placer. Cuando mi cuerpo deja de temblar, desliza su dedo hacia afuera y se inclina hacia adelante para presionar un beso entre mis pechos. El cosquilleo de su cabello me recuerda a Vaughn, y me alejo de él con un grito que cae de mis labios. No echo un vistazo en su dirección hasta que estoy a salvo al otro lado del sofá. Todavía se sienta con sus poderosas piernas ligeramente separadas y su erección descaradamente obvia a través de sus vaqueros. Su cabello está desordenado, debo haberlo agarrado en algún momento y su pecho jadeando. La lujuria en sus ojos casi me tiene arrastrándome de nuevo a su regazo. —Y-yo no puedo —murmuro con lágrimas amenazado con salir. Se acerca y se agarra mi tobillo desnudo. —Está bien. —Su mirada se dirige a mi pecho desnudo antes de aclarar su garganta y retirar su mano—. Me quedaré esta noche para asegurarme de que no venga de nuevo. ¿Tienes una almohada y una manta? Trago saliva y asiento mientras me pongo de pie. Con movimientos rápidos, vuelvo a atar mi bata. —Gracias. Y lo siento. —Mis ojos se posan en su erección y frunzo el ceño. Se ríe. —Estoy bien, pequeña desertora. —El calor y la diversión brillan en sus ojos, difuminando efectivamente el incómodo momento—. Duerme un poco. Hablaremos más por la mañana. Localizo algo de ropa de cama y prácticamente se la tiro antes de encerrarme en mi habitación. Tan pronto como las luces se apagan y estoy de vuelta en la cama,

101

me quito la bata y deslizo una mano entre mis muslos. Todavía estoy empapada por los orgasmos que me dio. Corro la humedad entre los labios de mi coño y dejo escapar un siseo de placer. Aún siento un hormigueo, pero todo lo que hizo fue hacerme desear más. Silenciosamente, me masajeo hasta un orgasmo más. Espero que no haya escuchado su nombre mientras lo gemía descaradamente. Cuanto más tiempo paso con Gray, más me gusta. ¿Es este su plan? ¿Seducirme para que me quede en la empresa? Tengo menos de dos semanas para recuperar mi cabeza y enfocarme en mi carrera. No en hombres, no es mi pasado, sino en mi futuro. Tiempo estimado: Menos doce días...

102

14 Grayson

¡G

rayyyy!

La forma en que dijo mi nombre la noche anterior detrás de su puerta me había enloquecido de lujuria. Había estado sacudiendo mi pene por alivio debajo de la manta, así que cuando escuché el gemido, me envió al borde. Habíamos estado tan cerca de follar, pero luego algo la asustó. —Hay un nuevo cliente del que quiero hablar más tarde, una vez que mi asistente reúna más información cuando llegue aquí —gruñe Bull desde mi puerta. Le hago señas para que entre. —Cierra la puerta. Frunce el ceño cuando cierra la puerta y se acerca a la silla frente a mi escritorio. Violet llegara en media hora más. Salí de su casa temprano esta mañana por su demanda. Había vuelto a ser feroz y había prometido que dispararía a todo lo que entrara por la puerta. La única razón por la que la dejé fue porque no era Vaughn quien había estado en su casa. Fui yo. Había estado revisando uno de sus otros armarios cuando escuché su voz. Ella no se despertó cuando me deslicé en su departamento. No se despertó cuando la desnudé. Y no se despertó cuando le froté el coño mientras me masturbaba. De nuevo. Fue como la noche anterior. Hasta que no lo fue. Casi me atraparon. —¿Qué paso? —pregunta Bull. —Ella casi me atrapa. Sus rasgos se oscurecen. —¿Debajo de su cama? —Estaba mirando el armario de la habitación de la entrada. Pensó que era Vaughn, su ex. Aparentemente, era bastante psicótico —gruñí. Se ríe.

103

—Ella realmente sabe cómo elegirlos. Lo ignoro. —Que te jodan. Ya llamé al cerrajero para cambiar sus cerraduras, pero, hombre, ella estaba aterrorizada. Quiero que llames a Dusty y le pidas que vea lo que pueda encontrar de Vaughn Brecks. Todo, no importa cuán grande o pequeño. Quiero encontrar a este cabrón. Todo el humor es borrado de la cara de Bull. Solo llamamos a nuestro ex compañero militar, Dusty, para emergencias cuando necesitamos información sobre un gran cliente. Esta es una jodida emergencia. —Estás llevando esto muy lejos —dice con un gemido y tira del nudo de su corbata. —Lo sé. La quiero. La quiero a ella. Tenemos una conexión. Tanto consciente como subconsciente. Su cuerpo responde al mío. Nos pertenecemos —digo. Sus ojos me miran casi tristemente por un momento antes de alejar esa mirada. —Muy bien. Lo comprobaré. Ten cuidado. Asiento y luego dejo escapar un profundo suspiro. —También quiero que descubras cada mierda enferma que ha puesto sus manos sobre Violet y tráemelas. Sus ojos se abren ampliamente. —¿Cómo en toda su vida? Gruño. —Aquí. Aprieta la mandíbula y asiente. —Tengo un par de nombres justo en mi cabeza. Te conseguiré una lista comenzando con nuestro vicepresidente, Brent Adams. —Quiero que se vaya. Y el hecho de que haya una “lista” me hace querer ir de puta casería —digo empuñando mis manos—. De todos modos ¿quién diablos es Brent Adams? —Te lo he mencionado antes, pero… Lo miro con furia. —¿Qué? —¿Recuerdas cuando despedí a Jack Langston? El nombre no suena absolutamente ninguna campana en mi cabeza. —Él solo trabajó aquí durante tres años —lo intenta. Me encojo de hombros. —No lo conozco.

104

—Bueno, lo vi golpear el culo de Letty una vez en la sala de descanso, así que lo eché. Para salvarla de la vergüenza, les dije a los empleados que consiguió un trabajo en otro lugar. —Su nombre es Violet —gruño. Levanta sus manos en defensa. —Muy bien. Violet. De todos modos, Truman lo reemplazó, pero aparentemente, Clint contrata pura mierda porque es el número uno en la lista al lado de Brent Adams. Golpeo mi puño en el escritorio de caoba y lo miro. —Quiero que Adams y Truman se larguen. Pero no antes de hablar con ellos. La ceja de Bull se levanta y sonríe. —No puedes patearles el culo. —No, pero puedo asustar la mierda de sus pequeños penes. Suspira y se pone de pie. —Supongo que ya es hora de que hagamos limpieza por aquí. —Tenemos once días para hacer que se quede —digo, mi mente zumbando con formas de hacer que eso suceda. Que me condenen si la dejo irse con Slante, que no es mejor que Adams, Truman o cualquiera de estos otros cabrones. —¿Qué pasa si ella no quiere quedarse? —pregunta. Mis fosas nasales se ensanchan. —Esa no es una maldita opción, hombre. *** Después de hacer un pedido a la compañía de flores, comienzo un pequeño reconocimiento por mi cuenta. Comienzo por Facebook. Repaso su lista de amigos buscando conexiones y la referencias cruzadas de la mayoría de ellos como mujeres que trabajan para mí y sus amigos. Nadie remonta a la ciudad donde trabaja su madre. Busco el nombre del restaurante en el papel que encontré en su armario. Mi Violet está lejos de casa. Vaughn Brecks no aparece en Facebook, pero tiene una hoja de antecedentes penales de una milla de largo. Principalmente por drogas, asalto y agresión, hostigamiento y proxenetismo. Mi presión sanguínea sube y me pregunto si exploto a Violet. La idea me hace volverme jodidamente loco. Voy a encontrar a este tipo y hacerlo sangrar. Lamentablemente, no aparece en ningún lado cuando trato de encontrarlo. Sin direcciones. Sin trabajos legales. Nada. Y no está muerto porque tampoco hay ningún registro de eso. Está volando bajo el radar.

105

Pero ahora que tengo mi vista puesta en él, lo encontraré. Pondré mi punto de mira en su maldita cabeza y volaré su cerebro desde aquí a Connecticut. Después de enviar un correo electrónico a Dusty con la poca información que tengo, reviso una orden de Amazon que coloqué este fin de semana mientras me estaba congelando debajo de la cama de Violet. Hoy tengo llegando la sorpresa porque pagué envío urgente. Ahora que ella es prácticamente mía, quiero llenarla con todo. Amor. Atención. Regalos. Semen. La gente comienza a ingresar. Normalmente no los veo, pero hoy tengo la puerta abierta. La estoy esperando. Ha pasado solo una hora desde la última vez que la vi y me estoy volviendo loco. Este fin de semana ella usó ropa semi-casual y me muero de ganas de verla en un atuendo sexy de oficina. Maldita sea, necesito a esta mujer. Mis oídos se animan cuando escucho el nombre de Truman afuera de mi puerta. Un hijo de puta con aspecto de imbécil se detiene para hablar con Clint de Recursos Humanos. Se ríen y hablan sobre el juego de anoche. Cuando una mujer pasa, la mirada entrecerrada de Truman sigue su culo. La ira burbujea dentro de mí. Violet tenía razón. Este lugar está lleno de cerdos sexistas. Por mi culpa. Si hubiera establecido la ley al principio, estos imbéciles sabrían cómo actuar. Pero como saben que pueden salirse con la suya porque los recursos humanos claramente no tienen un maldito problema, siguen abusando de la situación y de mi personal femenino. Ellos abusan de mi Violet. Me levanto de mi silla y aprieto mis manos. Bull va a reunir a los hombres y tendremos una gran reunión esta tarde. Hasta entonces, necesito dejar que Truman sienta mi furia. Me dirijo al pasillo. Su mirada se vuelve de lascivo a amigable mientras me mira. —Sr. Maxwell —me saluda con una sonrisa. Clint se da vuelta y me mira, con sorpresa en sus ojos. —Señor. Inclino la cabeza hacia un lado y examino a Truman. Clint es un marica porque murmura que tiene trabajo que hacer y se va. Truman, el idiota, abre la boca como si fuéramos amigos. Nosotros. No. Somos. Putos. Amigos. —Necesito café —lo interrumpo, mi voz cortante pero tranquila. Me frunce el ceño confundido. —¿Qué? —Necesito café —repito, entrando en su espacio personal—. Necesito café ahora.

106

Sus estúpidos ojos brillantes se dirigen al escritorio vacío de Violet. Antes de que pueda abrir la boca y decir algo estúpido, gruño sobresaltándolo. —Necesito que hagas mi café. Tú, Truman. Un destello de ira parpadea en sus ojos. —¿No tenemos gente para eso? —Dos cucharadas de azúcar, una cucharada de crema —digo entre dientes, mi pecho chocando contra el suyo—. Y no olvides una pizca de canela. Su mandíbula se aprieta cuando sus ojos me desafían. Jodidamente se atrevió a desafiarme. Finalmente, deja salir su respuesta. —En seguida, jefe. Entra corriendo a la cocina y comienza a golpear mierda. Una sonrisa tira de mis labios pero se amplía cuando escucho el ruido de los tacones. Muevo mi mirada para ver a mi hermosa y segura mujer entrar en la oficina. Su cabello largo y castaño es como seda pura colgando frente a sus pechos turgentes. Hoy ha prestado mucha atención a su maquillaje porque es perfecto, como si se dirigiera a una sesión de fotos en una revista, no al trabajo. Mi mirada recorre su pequeño y sexy cuerpo. Hoy, está usando una blusa blanca abotonada que abraza sus tetas redondas y está metida en una falda lápiz color gris pizarra que parece un poco más corta que la que llevaba el viernes. Arrastro mis ojos a lo largo de sus largas piernas hacia un par de tacones de aguja de piel de serpiente del mismo color que su falda. Cuando finalmente vuelvo a encontrar sus ojos, está sonriendo. Maldita sea, ella es hermosa. —¿Necesitabas algo? —pregunta arqueando una ceja oscura—. ¿Café tal vez? —El desafío en su voz me pone dura la polla. —Ya no haces café —gruño mientras camino hacia ella. El pánico cruza brevemente sus rasgos, casi como si temiera tener problemas. Ella está en problemas por no haberme dado anoche su lindo coño. Pero la castigaré más tarde con mi lengua. En lo que respecta a este trabajo, está haciendo mucho más de lo que nunca pensé. Analicé rápidamente los datos que recopiló en la propiedad de Collins y me ayudó con algunas decisiones que necesitaba tomar. Violet es inteligente, demasiado lista para hacer café y contestar el teléfono. Y como si una bombilla se prendiera en mi cabeza, sé lo que haré. Más tarde. Es la respuesta a muchos de mis problemas. —Gray —murmura cuando estoy cerca. Sus ojos marrones hacen su propio pequeño viaje por mi cuerpo. Me había puesto uno de mis trajes caros para impresionarla. Se adapta bien y muestra mi estructura. Necesito que se vuelva tan loca como ella me tiene a mí. —Te ves bien, pequeña desertora —digo con una sonrisa torcida. Se ríe y me rodea mientras se dirige hacia su escritorio. —Tú también, Gray. El orgullo llena mi pecho mientras la sigo. La falda abraza su culo perfectamente. Mis dedos se contraen por agarrar el dobladillo y deslizarlo hasta sus caderas para que

107

pueda ver qué bragas está usando. Las saqué todas de sus cajones y las inspeccioné. Tengo mis favoritas, favoritas que no robé para mi colección personal de recuerdos de Violet, con la esperanza de poder verla en ellas algún día. —¿Qué es esto? —pregunta de repente, alejándome de mis pensamientos. —¿Mmmm? Se da vuelta y me mira. Su afilada nariz se abre con ira. Muerdo la esquina interior de mi labio mientras miro sus labios entreabiertos. Dios, necesito esos labios como necesito el aire. Sabían a miel cuando nos besamos ayer en la noche. —Gray —sisea—. Enfócate. Enfócate. Enfócate. Mis ojos están en los de ella. Bloqueados. Ella está en mi punto de mira. Y voy directo a ella. Voy a arrasar su corazón. Ella es mi objetivo y yo soy la maldita bala. La bala para perforarlo y alojarme en el. —Gray. —Esta vez, su voz es más suave. Esas cejas oscuras ya no están arrugadas por la ira. Están fruncidas con preocupación—. ¿Por qué me compraste una silla? Pensé que esto era para ti. Le lanzo una sonrisa petulante. —Prácticamente te dormiste en eso. ¿Por qué crees que te hice probarla? Simplemente no te duermas en el trabajo. Mis métodos para despertarte son... —Me rasco la mandíbula con el dedo y la miro mientras me lamo el labio inferior—. Poco convencionales. Probablemente ilegales. La vergüenza le pinta las mejillas y la garganta mientras sus ojos giran rápidamente para asegurarse de que nadie oiga. Simplemente me encojo de hombros. ¿Quién me va a decir algo? Soy el maldito dueño. —Gray —murmura, su voz espesa con la emoción que quiero. Algo que mis oídos equivalen a necesidad y lujuria. Quiero bañarme en la forma en que dice mi nombre— . Me iré en menos de dos semanas. No deberías haberme comprado una silla. Como si el agua fría me bañara, me sobresalto por sus palabras. —No importa. La silla que tenías era una porquería. Te la mereces. Sus mejillas se ponen ligeramente rosadas mientras deja su bolso sobre el escritorio. —No deberías haberlo hecho.

108

—Lo hice —la desafío en un tono bajo. Me muestra una sonrisa que hace que mi corazón casi estalle en mi pecho. Cuando se sienta y se inclina hacia atrás, deja escapar un suspiro de aprobación. —Está bien, entonces tal vez deberías haberlo hecho hace seis años. Sonrío y me siento en el borde de su escritorio. —Después de que te pongas al corriente esta mañana, tendremos una reunión. Sus cejas se juntan mientras frunce el ceño y de inmediato odio la pérdida de su sonrisa. —¿Qué tipo de reunión? —Una que he prolongado desde hace mucho tiempo —digo con un suspiro. —Señor —grita Truman mientras se acerca con una humeante taza de café—. Como lo ha pedido. No me perdo la ligera inhalación de aire de Violet. El orgullo llena mi pecho, porque ya estoy haciendo cambios que la harán más feliz. Y hacer que este imbécil haga tareas domésticas la hará marear. —Gracias —gruño mientras acepto el café. Tomo un sorbo y es una mierda, pero al menos no tuvo que hacerlo ella—. Oh… La molestia revolotea en sus ojos, pero aprieta sabiamente su mandíbula para mantener esas palabras bien apretadas. —¿Sí? —Violet también necesita café. Sus fosas nasales se abren cuando la mira. —¿Cómo te gustaría tu café? Ella se sienta y se inclina hacia adelante con una sonrisa maliciosa que nunca le había visto antes. —Tomo Splenda en mi café, no azúcar. Estrecho mis ojos hacia ella. Sé de hecho que no toma su café de esa manera, pero algo me dice que está diciendo algo que tiene la intención de enojarlo. Y, hombre, realmente funciona. Suelta un bufido enojado y se va rápidamente. Su sonrisa se convierte en una hermosa con la que estoy familiarizado y sus ojos marrones brillan de triunfo. Me encanta esta mirada en su perfecto rostro. —Déjame adivinar —le digo, mis ojos persisten en sus jodidos labios que estoy desesperado por mordisquear—. A Truman le gusta su café con Splenda. Se ríe, el sonido resuena en su camino directo a mi polla. —Es un imbécil. Se lo merece. —Me avisas si te mira raro —le digo en un tono firme—. Quiero saber todo.

109

El alivio transforma sus rasgos y una vez más me hace sentir como un puto ciego. Ha estado lidiando con esta mierda durante seis largos años. Podría haberlo detenido. Todo lo que tenía que hacer era notarla... —Estaré en mi oficina. Ven a verme cuando estés instalada —digo antes de alejarme involuntariamente de ella. *** —Tu madre quiere que te quedes con ella para que pueda cuidarte —dice mi padre frente a la ventana del hospital. Sus brazos están cruzados sobre su pecho y se niega a mirarme. —Papá —gruño haciendo una mueca ante el fuego interminable que parece desgarrarme la espalda cada vez que me muevo, a pesar de que llevo semanas recuperándome—. No puedo ir allí. Sabes que no puedo. Se da vuelta, un profundo suspiro en sus labios, y me mira con el desdén parpadeando en sus ojos. Es un golpe directo a mi corazón. No importa cuánto haya intentado convertirme en mi padre, para complacerlo, nunca es suficiente. Nunca soy suficiente. —Bueno, estoy seguro de que no tengo tiempo para ocuparme de un inválido — gruñe, sus rasgos normalmente fríos arruinados por la ira. Un dolor se forma en mi pecho, pero lo ignoro. —Podemos contratar una enfermera. Por favor, no me hagas quedarme allí. Ya nunca más estás allí y... —¡Porque tengo que trabajar duro para mantener a esta ingrata familia! —ruge. Parpadeo ante él en estado de shock. Mi enfermera más nueva, Sasha, asoma la cabeza y me pregunta si estoy bien. Una vez que se ha ido, miro a mi padre. —Ella no es ingrata —siseo—. Ella está enferma. Tienes que llamar a un terapeuta. Resopla y sacude la cabeza. —Tu madre no está enferma. Es una adicta a las compras y a sus hijos. No es una enfermedad, es un defecto de personalidad. Tiemblo como si me hubiera golpeado. —Ella nos ama. La última vez que lo comprobé, amar a tus hijos y tu marido no era un defecto de personalidad. Se llama ser “normal”. Pero lo que no es normal es que te quedes en la ciudad todo el tiempo. Gwen no lo entiende. La culpa brilla en sus ojos por un breve momento. Mi hermanita acaba de cumplir cinco años y está enferma. Mamá intenta decir que tiene algo que ver con su cuerpo, pero mi padre siempre argumenta que es el asqueroso hogar de mi madre lo que la está enfermando. De todos modos, nadie ha descubierto aún qué es lo que la está enfermando.

110

—Gwen es solo una niña. Ella no entiende estas cosas —dice. —Pero yo no. No explicas nada ¿Por qué no vuelves a casa con ellas? Su labio se curva ligeramente. —Ya te dije. Mi compañía está en la ciudad. Es un largo viaje. No tengo tiempo de correr a casa en todo momento y cuidar de ellas. Puedo cuidar de ellas financieramente así que eso es lo que hago. Tu madre no necesita un terapeuta, solo necesita su propio espacio. —Papá, eso es un pretexto —respondo. Me mira furioso mientras se acerca torpemente a mí, moviendo su dedo en mi cara. —No vengas a actuar como si supieras todo, Grayson. Estuve casado con esa mujer durante más de dos décadas. Confía en mí cuando digo que funciona mejor de esta manera. Ella puede... puede comprar... puede recolectar lo que sea que quiera, y yo puedo trabajar. Nos mantenemos alejados el uno del otro y todos está felices. Nadie necesita una puta terapia. Lo miro con incredulidad. ¿Cómo puede convencerse a sí mismo de que todo menos abandonar a mamá y a Gwen está bien? Últimamente, mamá está cada vez más obsesionada con las compras en línea. Compra todas estas cosas para hacer feliz a Gwen. Juntas, escogen cosas en línea y actúan jodidamente felices cuando llega la mierda por correo. Pero es extraño. No es normal. Y está empezando a acumularse. —Somos una familia —murmuro—. Se supone que debemos permanecer juntos. Papá gruñe. —Eres un hombre maduro. Dado de baja del servicio militar debido a sus lesiones, claro, pero tiene un futuro brillante por delante que no tiene que involucrar a los militares. Eres inteligente y continuarás tu educación. Hice lo que pude para guiarte por el camino correcto. Gwen es el problema de tu madre. Son muy parecidas. Nunca sabré cómo manejar a esa pequeña niña. Ya es hora de que aceptes que son más felices ellas dos solas y finalmente seguir con tu propia vida. —Una vida que no te involucra —aclaro, mi voz tiembla de ira—. ¿Quieres que mamá me ayude a recuperar la salud solo para que las abandone una vez que esté bien como lo hiciste tú? Solo me estoy asegurando de que eso es lo que quieres que haga, papá. ¿Eso te hará sentir orgulloso? De tal palo, tal astilla… El fuego explota en mi espalda cuando mi padre me golpea. Me arranca un grito de agonía y las lágrimas brotan de mis ojos por su propia cuenta. Papá me mira conmocionado por un momento al darse cuenta de lo que acaba de hacer. Me retuerzo con un dolor insoportable cuando sale de la habitación, ladrándole a una enfermera para que venga a verme mientras él se va. Vete a la mierda, papá. Vete. A. La. Mierda.

111

*** —Gray —gruñe Violet cuando entra en mi oficina, sacándome de mis recuerdos—. ¿Me enviaste flores? ¿Y un Kindle? Me sacudo los pensamientos oscuros y le sonrío. —¿Te gustan? Sus labios regordetes se juntan mientras cierra la puerta detrás de ella y se apoya en ella. —Esto es demasiado. Te estás sobrepasando. —Levanta la barbilla con valentía, como si hubiera estado practicando este pequeño discurso toda la mañana. Me levanto de mi silla y bebo su apariencia. Podría ver sus largas y brillantes piernas durante horas. Pasar mi lengua por la carne suave. —Enfócate —dice, sus manos encontrando el camino hacia sus caderas ligeramente curvadas—. No puedes hacer... —agita sus manos a su alrededor para que tenga efecto—, cualquier cosa que estés haciendo aquí. La gente lo notará. ¿A quién le importa si la gente nota que finalmente la estoy apreciando por todo lo que ella es? —Escucha —digo mientras me acerco a ella. Me encanta la forma en que sus pechos se agitan debajo de la tela mientras toma una bocanada de aire—. Te lo debo. Te debo mucho. Su cuerpo se relaja cuando la alcanzo y tomo su mandíbula con mi mano. Me encanta lo pequeña que se siente en mi poderoso agarre. Pronto podré adorar cada parte perfecta de ella desde que salga el sol hasta el atardecer. Me acerco hasta que sus pechos llenos se rozan contra mi pecho. Mi pulgar acaricia a lo largo de su mandíbula mientras miro en sus grandes ojos marrones que ya no tienen furia en ellos. Hay un parpadeo de calor, pero es el tipo de calor por el que quiero quemarme. —Voy a besarte —murmuro, mis ojos se posaron en sus labios ahora separados— . Un día, voy a besar cada parte de ti. Un pequeño maullido suena desde su pecho. —Gray… Froto mi nariz contra la suya e inhalo el aroma persistente de café en su aliento. Quiero saber si sabe tan bien como huele. —¿Es esto acoso? ¿Es esto no deseado? —N-No —admite—. Me gusta esto. Demasiado. Mis labios rozan los suyos y se agarra a las solapas de la chaqueta de mi traje como si quisiera anclarse en ella. Te tengo, pequeña desertora. Deslizo mi mano libre sobre su cadera y presiono mi cuerpo duro contra su suave cuerpo. Cuando deja escapar un pequeño gemido, lo ahogo con un beso. Un beso que consume el alma.

112

Mi lengua se sumerge en su boca. Espero vacilación o resistencia. En cambio, su lengua se encuentra ansiosamente con la mía. Me devuelve un beso igual de hambrienta. Mi pene esta duro como una roca en mis pantalones y no puedo evitar presionarlo contra ella, para que pueda sentir lo que me hace. Esto envía otro gemido complacido de su parte. Lo tomo como una invitación para frotar mi erección en su estómago mientras la beso lo suficiente como para robarle el aliento. —No deberíamos —gime, girando la cabeza para romper nuestro beso. Sonrío mientras busco su cuello. Mordisqueo la carne y luego arrastro mi lengua hasta su oreja, disfrutando de la forma en que su cuerpo tiembla en mi agarre. —Sabes que deberíamos. —No puedo tener sexo contigo aquí —dice, su voz es solo un susurro. Me rio y esta vez mordisqueo el lóbulo de su oreja esta. —Cuando te tome por primera vez, seguro que no será un rapidito en mi oficina. Voy a inmovilizarte en tu cama y darte tantos orgasmos que olvidarás tu nombre. Y luego, deslizaré mi polla dentro de tu coño húmedo. Deja escapar otro sonido estrangulado. —Estás tan seguro de que dormiré contigo. Sonrío y me alejo para poder mirarla. Dios, ella es tan jodidamente hermosa. —Estoy seguro de que tus bragas están empapadas. Ante esto, arquea una ceja depilada hacia mí. —Seguro, ¿eh? —Estás prácticamente temblando con la necesidad de follarme —afirmo con una sonrisa de mierda. Pone los ojos en blanco. —Y si mis bragas no están “empapadas”, ¿entonces qué? —Tus bragas están empapadas. Pero si hipotéticamente, no lo están; yo diría que te debo algo. —¿Quizás el almuerzo? —me desafía. Me rio porque, de cualquier manera, estoy ganando. —Por supuesto. Con fuego en sus ojos, agarra mi muñeca y la guía hacia sus muslos. Nuestras miradas permanecen fijas mientras tomo mi camino hacia sus bragas empapadas. Me arrodillo sobre una rodilla y la miro para asegurarme de que todavía está bien. Su labio hinchado por nuestro beso es capturado entre sus dientes mientras me mira con hambre bailando en sus ojos. Me inclino hacia adelante y la inhalo. Desde esta posición, puedo oler su excitación. Mi polla va a romper mis pantalones en cualquier momento. —Levanta tu falda —le ordeno, mi voz ronca.

113

Agarra el dobladillo de su falda con cada mano y lentamente la sube, desnudando más carne cremosa para mí. Justo antes de llegar a su coño, se detiene. —Esto va demasiado rápido —suspira. Le disparo una mirada ardiente. —No lo suficientemente rápido. Ante mi comentario, sonríe y su confianza regresa con toda su fuerza. Desliza la falda más allá de su coño hasta las caderas. Cuando aparto la mirada de sus bonitos ojos marrones hacia sus piernas, la miro conmocionado. —Me engañaste —gruño, mis ojos fijos en su suave y desnudo coño. —Estabas tan seguro de ti mismo —dice con una sonrisa. Pero su diversión se apaga cuando agarro su muslo y lo coloco sobre mi hombro—. ¿Qu-qué estás haciendo? Deslizo un dedo a lo largo de su raja mojada y acaricio su clítoris suavemente. —Estoy por devolvértela. Un gemido se precipita de ella en el momento en que empujo un dedo dentro de su cuerpo apretado. Ahora que su falda está arrugada sobre sus caderas, la suelta para agarrar mi cabello. Lentamente, la follo con mi dedo más largo. Su cuerpo reacciona maravillosamente. Muy receptivo. Parece temblar y retorcerse con el más mínimo de mis movimientos. Me pregunto cómo responderá cuando esté enterrado en lo más profundo de su coño y rasgando su suave carne con mis dientes. Estoy desesperado por probarla, así que me inclino hacia adelante y uso mi mano libre para separar los labios de su coño. Mi lengua tiene la misión de aniquilarla con placer. En el momento en que corre sobre su clítoris, casi se derrumba. Su agarre se aprieta en mi cabello. —Oh, Dios —dice con su voz sofocada—. Gray… Chupo su clítoris y comienzo un asalto sobre ella que la hace gotear con más excitación. En el momento en que engancho mi dedo en su interior y rozo su punto G, grita lo suficientemente fuerte como para que la gente lo escuche. Sin embargo, me importa una mierda. Este momento vale cualquier consecuencia que pueda surgir. Chupo su clítoris y me deleito en la forma en que explota de placer. No dejo de lamer y chupar hasta que comienza a tambalearse. Luego, saco mi dedo y me levanto rápidamente para capturarla en mis brazos. Sus delgados brazos me abrazan y no me pierdo la forma en que respira. —¿Te gustó eso? —pregunto con una sonrisa y beso su suave cabello. Asiente. —Eso fue tan malo. No deberíamos haber hecho eso aquí. —Hago lo que quiero aquí —le digo con una sonrisa—. Hay mucho más que quiero hacer contigo. Solo tienes que dejarme. —No es que me negara mucho en ese momento —dice con molesta—. ¿Qué se ha metido dentro de mí?

114

Deslizo su falda por sus caderas de regreso a su lugar y luego le doy un beso en la boca. —Yo no. Todavía. Se ríe de mi chiste crudo y me da un pequeño empujón. —Estoy aquí para trabajar. No para… —Hacer que tu jefe coma tu coño —bromeo. Sus ojos marrones se abren y sus mejillas y su garganta se vuelven de color carmesí. —Sí, eso. Levanto mis manos en señal de rendición, pero le lanzo una sonrisa cómplice. —¿Estás lista para ir a trabajar ahora o tengo que hacerte venir una vez más?

115

15 Violet

E

stoy nerviosa, caliente y excitada. Apenas puedo concentrarme en el expediente que tengo delante mientras Gray divaga felizmente sobre los valores de la tierra. Hace dos horas, me hizo sexo oral. En su oficina. En el trabajo. Y se lo permití. Estoy mortificada, pero sobre todo no puedo dejar de repetirlo en mi cabeza. Era tan bueno en eso. Su lengua y ¡Dios mío!, esos dientes sabían exactamente lo que hacían. Recuerdo haber disfrutado del sexo oral con Vaughn, pero estaba medio jodida cuando él lo hacía. Esto fue diferente. Esto fue real. Disfruté cada segundo, no importaba lo equivocado que estuviera el lugar. —Veo que alguien está un poco distraída —dice con una sonrisa de satisfacción desde el otro lado de su escritorio. Al ser atrapada, siento que mis mejillas se calientan. —Lo siento. Estaba pensando en almorzar. Me guiña un ojo antes de inclinarse hacia adelante. —Podría comer de nuevo. —Honestamente, Grayson —resoplo, pero no puedo quitarme la sonrisa de la cara—. ¡Eres muy grosero! Su risa es cálida y reverbera hasta llegar a mi interior. —Me han dicho cosas peores. En serio, ¿qué pasa? Extraño la forma en que tus labios besaron los míos. Estaba pensando en cómo la parte interior de mis muslos está en carne viva de donde me arañó tu rastrojo de barba. Mi coño ha estado latiendo desde que me diste ese orgasmo. —Nada. Cruza el escritorio y toma mi mano.

116

—Quiero hacerlo de nuevo pronto. Tu sabor es adictivo, pequeña desertora. Hace un par de días, me enfadé con el apodo, pero está empezando a gustarme. Especialmente junto con las palabras que dijo antes. —Creo que también quiero eso. —Mis ojos caen en nuestras manos que ahora están entrelazadas. —Pero también quiero mucho más que eso —me dice, con una voz profunda e insinuante. Me atrevo a echarle un vistazo. Sus helados ojos azules están agudos y enfocados en mí. Me encanta la forma en que parece concentrarse en mí. Es como si yo fuera su objetivo principal. Después de todo lo que pasó con Vaughn, uno pensaría que me opondría a ese tipo de atención. Pero... aparentemente tengo problemas porque me gusta. —¿Cuánto más? —respiro, incapaz de evitar provocarle con palabras más traviesas. Sus ojos caen en mis labios. —Para empezar, no puedo esperar a sentir esos labios carnosos alrededor de mi polla. No estoy seguro de que tu pequeña boca pueda soportar mi polla. —Me muestra una sonrisa engreída que me hace apretar los muslos—. Y no puedo esperar a desnudarte para poder saborear cada centímetro de tu carne. Quiero correr mi lengua a lo largo de cada zambullida y curva que tengas. La quiero en cada agujero. Mis ojos se abren de par en par. Había hecho sexo anal muchas veces con Vaughn, pero nunca tuve su lengua en mi trasero. El pensamiento me disgusta y me deleita. —Tampoco puedo esperar a separar tus muslos sexys para poder ver tu coño necesitado. Apuesto a que siempre gotea por mí —musita y se rasca la mandíbula con los dedos libres—. Sé que querrás que use un condón, porque no me conoces, pero estoy fantaseando sobre cómo te sentirías si estuviera sin nada. Apuesto a que mi polla se deslizaría en tu coño apretado y te vendrías solo por la forma en que te estiro hasta la capacidad. Casi puedo ver tus jugos corriendo por mi eje y… —Pa-para —respiro y me retuerzo en mi silla—. No puedo pensar en eso ahora. —¿Mi polla dentro de ti? Dejo salir un suspiro agudo. —Sí. Dios mío. Deja de hablar de ello. —Mi voz suena quejumbrosa, pero en realidad es porque también estoy necesitada de todas esas cosas—. Por favor… Sus ojos azules se oscurecen por la lujuria, pero asiente. —Retomaremos esta conversación más tarde esta noche. La promesa de placer envía emoción a través de mí. —Más tarde —estoy de acuerdo con una sonrisa—. Ahora hablemos de números.

117

*** Después de cuatro horas de mostrarle a Gray mis muchas ideas sobre cómo mejorar no solo la forma en que hace las cosas, sino la compañía en general, me anuncia que me va a llevar a almorzar. Se pone de pie y me ofrece su mano para ayudarme a levantarme de la silla una vez que haya rodeado su escritorio. La tomo, pero inmediatamente odio lo afectada que estoy por su toque. Todos los pensamientos se disipan cuando él se convierte en mi único pensamiento. Mi mente se tambalea con todas las cosas que dijo antes, todas las cosas que quiere hacerme. Dios, cómo las quiero también. Me guía hasta la puerta y cuando intento apartar mi mano de la suya, se vuelve hacia mí y me frunce el ceño. —¿Qué pasa? —No podemos dejar esta oficina tomados de la mano —le digo, mi voz temblorosa. Frunce el ceño. —¿Y por qué no? —¡Porque eres mi jefe! Me siento atraída hacia él y ataca mis labios con los suyos. En unos momentos, me pierdo en su profundo beso. Eventualmente se aleja y me mira con una expresión oscura que me envía un escalofrío por la espina dorsal. —Que se jodan todos. Eres mía. —Sus labios están de vuelta en los míos. Poseyéndome. La posesividad que transmite debería asustarme. Debería estar corriendo hacia las colinas. ¿Cómo es que me siento atraída por estas personas severamente intensas? No es como Vaughn. Al menos espero que no. —Escúchame —murmura contra mis labios mientras me acaricia el pelo de una manera tan reverente que creo que me derretiré—. Voy a cuidar de ti ahora. Déjame entrar, nena. Dios, qué atractivo suena eso. —Esto es demasiado —susurro. Ahoga mis palabras con un beso que me tiene mareada y débil. Una vez que vuelvo a ser masilla en sus manos, acaricia su nariz contra la mía. —Te lo mereces todo. Nunca será suficiente. Años y años de soledad amenazan con abrirme el corazón. Por primera vez desde que hui de Vaughn, siento el deseo de estar con otra persona. No tengo que ser tan dura y cuidadosa con Gray. A su alrededor, me siento relajada. Incluso a salvo. Y considerando que Vaughn podría estar acechándome en este momento, me alegra que la presencia de Gray me oculte.

118

—Tengo miedo —admito con el ceño fruncido—. Y Vaughn podría ser... Un gruñido me silencia. —No es una amenaza para ti. No mientras yo tenga algo que decir. Tienes que confiar en que cuidaré de ti. Miro fijamente sus serios ojos azules. Su mandíbula se aprieta como si realmente creyera que tiene el poder de protegerme de mi psicópata ex. Casi me rio porque Vaughn no se detendrá ante nada. Espero por Dios que haya sido un intruso de mi miserable edificio quien irrumpió en mi apartamento, y no él. Si realmente fue mi ex, estoy más que jodida. Ni siquiera el gran y poderoso Gray podría salvarme. —¿Qué tal si empezamos con que primero me invites a almorzar? —me burlo en un intento de alegrar el ambiente. Intenso es bueno en el dormitorio. Pero a veces intenso es demasiado para la vida diaria. Me preocupa que Gray tenga las mismas tendencias que Vaughn. Las obsesivas. Sin embargo, Gray no comparte la mirada vacía y sin alma que siempre tuvo Vaughn. Los ojos de Gray bailan con secretos y curiosidad sobre mí y con deseo. Siento que son normales para una relación incipiente entre dos personas. Y probablemente reflejen las mías. —Primero el almuerzo —está de acuerdo con una sonrisa brillante que me hace apretar los muslos—. Pero estoy sosteniendo tu maldita mano. Todavía me rio de su ferocidad mientras me arrastra por la puerta de la oficina. Está en una misión, pero mis ojos se fijan en Truman, que está parado cerca de mi escritorio. Sus ojos se estrechan y sacude la cabeza con asco. Gray no se fija en él y me saca del edificio en poco tiempo. Una vez que estamos afuera, me pone un brazo alrededor de los hombros y me tira a su lado mientras bajamos por la acera. Se siente bien estar así con alguien. Me cuesta creer que hace unos días Gray ni siquiera me viera. Ahora, siento que soy todo lo que ve. No soy estúpida. No lo llaman Loco Max sin razón. Pero sus excentricidades son entrañables ahora que estoy en su radar. —¿Adónde vamos? —le pregunto mientras paseamos por la calle. —Algún lugar bueno. —Su tono es seguro y petulante. No puedo evitar reírme. Cuando caminamos hasta Ziggy's, la pizzería más popular de la ciudad, me detengo en mi camino. Los aromas celestiales del ajo y otras delicias invaden mis sentidos. —Ahh —gimo y lo miro fijamente—. Eres tan malo al burlarte de mí con este lugar. Sabes que no podemos entrar. Siempre hay una espera de tres horas. —Hago un gesto a la larga fila de gente que rodeaba el edificio para dejar claro mi punto de vista. Se ríe mientras agarra mi mano. —Qué bueno que conozco gente. —No —jadeo, la emoción revoloteando a través de mí—. Dime que puedes hacernos entrar. Me roba un beso casto y mueve la ceja.

119

—Puedo hacer que entremos. Chillo todo el camino más allá de la fila, ignorando las miradas molestas y casi muero cuando entramos. El lugar es pequeño con solo unas pocas cabinas en las paredes. Todos los asientos están ocupados excepto una cabina en la esquina. Cuando empieza a hacerlo, me entra un poco de pánico. —¿Estás seguro? —Positivo —me dice, mostrándome otra sonrisa engreída. Nos deslizamos juntos dentro de la cabina por el lado que mira hacia la pared, en lugar de la multitud de personas, conmigo en el interior y él en el exterior. —Alguien probablemente estaba esperando este puesto —le digo, mis nervios aún me comen viva. —El dueño —dice encogiéndose de hombros mientras coge un menú de la mesa. —Entonces deberíamos de irnos... —Yo soy el dueño. Sacudo la cabeza para mirarlo. La sonrisa come-mierda que usa tan bien a veces es molesta. Bien, así que no es molesto en absoluto. Lo que es molesto es cómo me derrito cada vez que lo hace. —¿Eres el dueño de este lugar? —Y esta es mi cabina. Bull y yo venimos aquí todo el tiempo. Saben que deben mantenerla abierta para mí —me dice, con la maldad brillando en su mirada. —Vaya —pronuncio y robo el menú—. Estás lleno de sorpresas, ¿no? Su palma descansa en mi muslo, justo debajo del dobladillo de mi falda, de modo que las puntas de sus dedos rozan mi carne sensible, enviando temblores de deseo bailando a través de mí. —No tienes ni idea, pequeña desertora. El resto del almuerzo va increíblemente bien. No estaba mintiendo cuando dijo que era el dueño del lugar. El personal de servicio lo conocía y parecía ansioso por complacerlo. Nos trajeron los elementos favoritos de Gray, así como algunas cosas que quería probar. Al final, estaba llena. —Estoy tan llena —me quejo y me doy palmaditas en el estómago. Su palma cubre mi mano y se inclina hacia adelante, su cálido aliento en mi oreja. —Y yo todavía podría comer. El deseo me atraviesa y aprieto mis muslos juntos. —Estás loco —digo con un respiro, pero no lo detengo cuando desliza su palma bajo mi falda, entre mis piernas. Su boca me besa lentamente a lo largo del lóbulo de mi oreja y a lo largo de mi cuello. Todos sus toques me están haciendo perder la cabeza—. Ojalá no tuviéramos que ir a trabajar —admito mientras inclino mi cabeza hacia la izquierda para darle más acceso a mi garganta.

120

—Podemos irnos a casa —sugiere, sus dientes rozando mi tierna carne. Dios, cómo quiero hacerlo. —Pasos de bebé —le recuerdo cuando roza mi coño con la punta de su dedo. Muevo la mirada para ver si alguien puede vernos. Desde nuestra posición, estamos ocultos de miradas indiscretas. Qué es exactamente por lo que me encuentro abriendo mis piernas. Se me escapa un maullido en el momento en que su dedo vuelve a estar dentro de mí—. Demasiado rápido —digo—. Todo esto es demasiado rápido. Succiona mi cuello y luego me da un suave beso en la piel. —No puedo ir más despacio contigo. Todo en mí grita para devorarte. No pararé hasta tenerte por completo, Violet. Su dedo me folla lentamente, lo que me vuelve casi loca. Todo mi cuerpo tiembla con la necesidad de tener un orgasmo aquí mismo en un restaurante lleno de gente. Me está corrompiendo. —Gray... —Me muerdo el labio para contener un gemido. —Dame lo que quiero —gruñe y desliza su lengua por mi oreja. Junto con su cálido aliento en uno de mis lugares más sensibles y la forma en que su dedo me posee, me vengo como él quiere. Me vengo duro y no tan silenciosamente. Afortunadamente, el restaurante es bastante ruidoso y mis sonidos son ahogados por los tenedores haciendo ruido en los platos y la gente hablando. Cuando bajo de mi subidón, desliza su dedo fuera de mí y arrastra mi humedad a lo largo de la parte interior de mi muslo. —Lo limpiaré después —me asegura antes de darme un beso en la mejilla. Estoy aturdida porque paga la cuenta. Nadie sabe que este hombre; mi jefe por menos de dos semanas más, acaba de follarme con los dedos en esta cabina. Estoy casi mareada por mi orgasmo y el hecho de que acabamos de hacer algo super malo. Gray parece fresco y sereno mientras que yo siento como si todo el mundo en el restaurante supiera lo que estábamos haciendo. Toma mi mano, su dedo todavía húmedo de mis jugos y me tira de la cabina. Sus ojos azules están oscuros por la lujuria y el hambre. Ojalá pudiera devolverte el favor. Esta noche. Me estremezco ante sus promesas. Quiere continuar con esto más tarde. En mi cama. Estoy casi delirando con la idea de tener sexo después de tanto tiempo. Después de todo lo que pasó antes, uno pensaría que me opondría al sexo. Y tal vez, durante varios años, lo hice. Pero después de una terapia intensa, pude superar las cosas que Vaughn me obligó a hacer. Soy normal de nuevo. —¿Qué pasa? —pregunta Gray una vez que estamos afuera. El cielo se ha oscurecido a medida que se avecina una tormenta. El viento aúlla entre los edificios y tiemblo. Sus cejas se fruncen mientras pone sobre mis hombros la chaqueta de su traje y me envuelve en ella. Huele como él e inhalo el aroma masculino. —Estaba pensando en…

121

Se detiene y me empuja contra un edificio para bloquear el viento. Su palma acuna el lado de mi cuello mientras me mira con preocupación. La mirada en sus ojos hace que mi corazón se caiga. Podría enamorarme fácilmente de Grayson Maxwell. —Somos amigos —me dice, sus ojos buscando en los míos—. Y vamos a evolucionar en más. Ya lo estamos haciendo. Quiero que me cuentes cosas. Trago y mordisqueo mi labio por un momento para armarme de valor. —Es horrible. —Hay cosas sobre mí que son horribles. Dime. Mi curiosidad se despierta, pero decido investigar más sobre sus horribles secretos más tarde. —Vaughn... él... él... él me prostituyó. La cara de Gray se vuelve asesina. —¿Qué carajo hizo? Mi labio inferior tiembla mientras lucho desesperadamente contra las lágrimas. Había estado tanto tiempo sin siquiera pensarlo regularmente. Pero el simple hecho de decírselo en voz alta a alguien que no sea mi terapeuta, hace que todo se derrumbe a mi alrededor. —M-me hizo tener sexo con hombres por mi d-dinero —digo. No tengo frío, solo emoción. Me empuja hacia él en un abrazo brutal que me saca el aire. Cuando empieza a susurrar promesas en mi cabello mientras me acaricia la espalda, me derrumbo en su agarre. Gray es fuerte y feroz y me tiene contra él para que no me caiga de culo. —Lo mataré. Jodidamente lo mataré —dice esto una y otra y otra vez como si esas palabras tuvieran el poder de curarme. Y mágicamente, lo hacen. Me siento aferrada a la furiosa forma en que las dice: tan seguro y confiado, que le creo. Creo que, si tiene la oportunidad, lo hará. Dios, cómo quiero que lo haga. Pero Vaughn es un fantasma cuando quiere serlo. Nadie lo va a sacar. Ni siquiera el hombre hermosamente intenso que me mantiene cuerda. —¿Estás bien? Te hicieron daño —exige de repente, retrocediendo un poco para poder verme. Inclino mi cabeza hacia arriba y admiro su mandíbula cincelada y sus ojos ardientes. Sus fosas nasales se ensanchan y si vuelve a rechinar los dientes, podría romperlos. —Mayormente era solo sexo. Y en la ocasión en que alguien me lastimaba, él los lastimaba. —Me estremezco—. Yo solo... no quería hacerlo. —Más lágrimas en mis ojos. Me siento sucia, usada y repugnante, como cuando se lo confesé todo a mi terapeuta. Pero en vez de ver piedad o tristeza, como lo hice en sus ojos, encuentro odio y venganza en los suyos. —Lo encontraré y acabaré con él, Violet. Lo juro por mi propia vida —promete con un pequeño gruñido—. Oh, cariño. —Su frente descansa contra la mía y ambos

122

cerramos los ojos. A pesar de descargar uno de mis secretos más embarazosos, me siento mejor. Más ligera y más libre. —Gracias —murmuro, mi voz atrapando. —¿Por qué? Suspiro un poco. —Por todo. Poco a poco estás arrancando partes de mí que no sabía que me pesaban. Gracias por eso. Sus palmas encuentran mis mejillas y él inclina mi cabeza hacia arriba otra vez para mirarlo. —Mereces estar libre de todo esto. Haré todo lo que pueda para que eso suceda. Me da un suave beso en la boca. Todo va demasiado rápido, pero de alguna manera no me importa. Estoy siendo absorbida por su vórtice, pero siento que eso estará bien porque me mantendrá en el ojo de su tormenta. Nadie me hará daño en lo que concierne a Gray. ¿Y si la tormenta se vuelve demasiado intensa? He sobrevivido a cosas mucho peores. *** Tan pronto como regresamos del almuerzo, Gray quedó atrapado en una llamada telefónica, así que me ocupé de algunos análisis de costos. A pesar de que me dijo que no tenía que hacerle un café, no puedo dejar de notar la hora. Una hora de café programada. Y normalmente, me molestaba cada segundo de tener que ir al descanso para hacerlo para él. Hoy es diferente. Quiero hacerle una taza de café. Él no ha sido más que bueno conmigo desde que me presenté el viernes. Cariñoso y atento. Un buen amigo. Y más. Una sonrisa tira de mis labios mientras entro al cuarto de descanso y saco una taza del armario. Cuando el calor me enmascara por detrás y dos manos descansan en la encimera a cada lado de mí, dejo escapar un chillido de sorpresa. —Veo que has vuelto a hacer tu trabajo —dice Truman. Me congelo y lo miro por encima de mi hombro. —Aléjate de mí. Sus ojos son maníacos y furiosos. El terror se abre camino dentro de mí, pero lo aplasto. Él no es Vaughn. Nadie será tan atemorizante como Vaughn. —Así que ayúdame, si no te apartas de mí, gritaré muy fuerte —lo amenazo.

123

Me clava contra el mostrador y su mediocre erección presiona en mi culo. Estoy aturdida por un momento en cuanto a qué hacer. —Gritas y lo negaré todo. ¿Crees que le creerán a la zorra de la oficina que claramente está follándose al jefe para salir de hacer su maldito trabajo? Le doy un codazo en el estómago y se tambalea. Cuando vuelve a acercarse a mí, giro y rompo la taza de café contra un lado de su cara. Nos miramos el uno al otro durante un largo momento, sorprendidos. Entonces sus dedos tocan su ceja. En el momento en que los aparta, me doy cuenta de que están manchados de sangre. —Jodidamente me golpeaste —sisea con incredulidad. Agarro el mango de la taza y me preparo para usarla de nuevo. —Jodidamente me has tocado —contesto. Todavía estoy presionando mi culo contra el mostrador y mi brazo listo para balancearse si es necesario cuando siento una presencia reconfortante. Mis sentidos son correctos porque un segundo después, Truman es empujado lejos de mí. —¿Qué demonios está pasando aquí? —grita Gray, su está cuerpo entre Truman y yo. De espaldas a mí, no puedo evitar sentir que ha elegido esta postura como una actitud protectora. Mi corazón se agrieta y se rompe porque no puedo tomar su bondad. Es demasiado. Muy adictivo. Voy a ansiarlo como un alcohólico necesita su bebida para sobrevivir. Quiero emborracharme de él. Dejar que me sostenga y luche contra todas mis batallas que ya estoy demasiado cansada para luchar. —Ella me golpeó —acusa Truman en un tono lleno de veneno mientras toma una toalla de papel junto al fregadero—. Con una taza de café. —Sala de juntas —gruñe Gray—. Los dos. Me pongo rígida y quiero estrangular a Truman cuando me lanza una sonrisa satisfecha antes de que salga corriendo de la habitación. Una vez que se ha ido, Gray vuelve su atención asesina hacia mí. Casi me encojo bajo su mirada dura, pero pronto se ablanda y acaricia mi mejilla. —¿Estás bien? —pregunta, sus ojos azules evaluándome. Asiento y sostengo la taza. —Tuve un poco de ayuda de mi amiga. —Lo siento mucho. —Su disculpa es una cuchillada para mi corazón. Me da coraje. —Se puso grosero y amenazante. Me hice cargo de él —digo, la confianza sangrando en mi voz—. Esto no es tu culpa. Sus dedos recorren su cabello desordenado y gruñe: —Lo es, pero voy a compensarlo. Lo juro. —Entonces, su mirada se posa en mis labios por un momento—. Vamos a la sala de juntas. —¿Estoy en problemas?

124

—Demonios, no —gruñe—. Tenemos una reunión. Una reunión de la que querrás ser parte. —¿Qué? —Lo miro confundida, pero agarra la taza y la deja, su mirada se estrecha —No necesitarás eso porque me tienes a mí. —Sus labios se levantan de un lado de manera sexy y juguetona—. Ahora vamos. Dejo que tome mi mano, ya no me preocupa que la gente vea. No estaré aquí después de dos semanas de todos modos. Además, él es el dueño. ¿Qué van a hacer al respecto? Le sonrío a Clint de Recursos Humanos cuando lo paso en el pasillo. Sin embargo, me pongo nerviosa cuando ingresamos a la sala de juntas. Ocho hombres están sentados alrededor de la mesa. Los ocho hombres que más odio en esta compañía. Pero luego mis ojos se encuentran con los de Jeff, o Bull como Gray lo llama y me da una sonrisa tranquilizadora que tiene todo el aire en mi pecho corriendo con alivio. Es uno de los pocos que no odio. Grey saca una silla en la cabecera de la mesa, su silla y me hace señas para que me siente. Todos los ojos están puestos en mí mientras tomo mi asiento. Levanto mi mirada hacia él y le doy una mirada de interrogante. En lugar de responderme, su voz retumba al dirigirse al grupo. —Hoy fueron llamados aquí porque tenemos algo muy importante para discutir. Pero primero, quiero preguntarles todo lo que Violet Simmons hace por Maxwell. —Su voz es baja y mortal. Jeff me guiña un ojo antes de volverse para mirar a Ralph Darden a su izquierda. —¿Qué piensas, Ralph? Ralph resopla y se encoge de hombros. —Ella es una secretaria. La secretaria de Grayson. Gray cruza sus brazos sobre su pecho y camina hacia Ralph. —Incorrecto. Ante esto, arrugo la nariz con confusión, pero no me atrevo a interrumpir. Lo que sea que esté sucediendo, sé que Gray me respalda. No me trataría como me trató durante todo el fin de semana y hoy para de repente arrojarme debajo del autobús. —Ella hace favores especiales para el Director Ejecutivo —bromea Truman, asco en su tono de voz. El puño de Gray golpea con fuerza contra la mesa al lado de Ralph, es sorprendente que no se rompa los huesos o la mesa. Todos lo miran asombrados. Luego, coloca ambas palmas sobre la caoba y se inclina hacia adelante para mirar a Truman desde el otro lado de la mesa. —Eso —recorta en el tono más frío que jamás haya escuchado—. Es acoso sexual. Los ojos de Truman se abren con sorpresa y Ralph comienza a protestar. —¡No! —grita Gray—. Todos ustedes escucharán muy bien. Jeff y yo nos dimos cuenta de que muchos de ustedes están acosando sexualmente a nuestras empleadas.

125

Específicamente a Violet Simmons. Y en caso de que no lo supieran, el acoso sexual no se tolerará en mi compañía. Clint asoma la cabeza por la puerta y aclara su garganta. Se ve asustado como el infierno. —Eso es correcto —dice con voz temblorosa—. De acuerdo con nuestra política de recursos humanos, muchos de ustedes han violado las reglas. —Esto es ridículo —sisea Ralph—. Solo espera a que la junta escuche… Jeff desliza una hoja de papel hacia Ralph. —En realidad, la junta ya sabe. La moción ha sido aprobada para quitarte a través de una conferencia telefónica el día de hoy. A partir de ahora, ya no eres un miembro activo de la junta directiva. —Tienes que estar bromeando —dice Brent Adams, el vicepresidente. Gray se eleva a su altura y clava al vicepresidente con una mirada feroz que lo tiene encorvado en su silla. —Yo no bromeo sobre el acoso sexual. Brent tiene la sensación de cerrar la boca. Su rostro se vuelve rojo brillante. Tengo que contener una sonrisa. Ese imbécil ha sido una de las espinas más grandes en mi costado. —Ralph, puedes irte —dice Gray despectivamente—. En cuanto al resto de ustedes, están despedidos. Un rugido de voces discutiendo comienza todo a la vez, pero Gray una vez más los silencia con un puño golpeando la mesa de la sala de juntas. —Esto no está sujeto a negociación. Clint y el Sr. Barker lo manejarán desde aquí. Quiero que desaparezcan en menos de una hora —sisea, su feroz mirada se encuentra con todos y cada uno de ellos. Truman, el arrogante imbécil, simplemente no puede irse lo suficientemente bien solo porque se levanta bruscamente y me señala con el dedo acusador. —El acoso sexual no está bien, pero está bien que esta perra te haga una mamada en tu oficina. Doble moral, hombre. Gray comienza a caminar alrededor del lado de la mesa, un fuerte gruñido retumbando de él, pero Jeff se pone de pie y lo bloquea. —Basta, Truman —grita Jeff—. Hablar mierdas después de ser despedido no cambia el hecho de que ya no trabajas para esta compañía. Gray empuja a Jeff y saca mi silla antes de ofrecerme su mano. Una vez que estoy de pie, se dirige a Clint esta vez. —Violet es ahora nuestra vicepresidenta. Eso es lo que hace por esta compañía. Te enviaré un correo electrónico con los detalles, pero entiende esto —le dice al chico de Recursos Humanos que está con los ojos muy abiertos—. Ella es tu jefa. Te reportarás con ella. Y si alguna vez más esta mierda de acoso sexual vuelve a pasar, el próximo será tu trabajo.

126

Mira boquiabierto a Gray, pero asiente como una cabeza de burbuja. —Sí señor. Todavía estoy en estado de shock, incluso después de que volvemos a su oficina y cierra la puerta. —¿Qué acaba de suceder? Camina de un lado a otro frente a su escritorio como un león enjaulado. —Hice lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. Trago saliva y me paro en su camino. Su sólido pecho choca contra el mío. Una mirada ardiente está colocada en su hermoso rostro. Cuando alcanzo y paso las yemas de mis dedos por su mandíbula, su mirada se suaviza. —No sé qué decir —murmuro, mis labios se fruncen. —No hay nada que decir —dice bruscamente. Su palma encuentra mi hombro y me agarra suavemente—. No deberían haber durado tanto como lo hicieron. —¿Pero yo? No lo sé, Gray... —Me alejo. De todos modos, ¿por qué me promueven justo antes de irme? —Estás más calificada para esa posición que nadie en esta maldita oficina — argumenta con su mandíbula tensa. —No van a pensar... que... no sé... —¿Que estamos follando? Lo miro boquiabierta. —Sin embargo, no lo estamos. Sus cejas se levantan y me muestra una sonrisa ardiente. —Todavía no.

127

16 Grayson

H

e estado contando los minutos hasta las cinco desde que despedí a un montón de perdedores y ascendí a mi chica. Y como la buena trabajadora que es, ha tomado en serio su nueva responsabilidad. Ha estado tecleando en su computadora durante horas. He tratado de concentrarme en la mierda relacionada con el trabajo, pero mi mente sigue regresando al almuerzo. Había sido perfecto. Llegué a probarla, voluntariamente de su parte, antes del almuerzo y luego tenía mi dedo dentro de ella antes de que terminara el almuerzo. Había estado esperando el momento en que la tendría sola hasta que colapsara en la calle. Ese hijo de puta la prostituía. Pondré mi punto de mira en su maldita frente y le volaré la cabeza. —¿Hoy está el asesinato en la agenda? —pregunta Bull de manera burlona desde mi puerta. Me encojo de hombros. —Tal vez. Sus ojos se abren y cierra la puerta detrás de él. —Estaba bromeando, pero aparentemente tú no. ¿A quién vamos a matar? No puedo evitar sonreírle a mi mejor amigo. Siempre dispuesto a ir a la batalla conmigo sin importar nada. —Vaughn Brecks. Se pone tenso y me da un asentimiento corto. —Eso pensé. —Deja caer un archivo sobre mi escritorio. La letra conocida de Dusty está garabateada en el exterior. Tres direcciones posibles. Abro el archivo y miro las fotos que están dentro. —¿Él tomó estas fotos? —pregunto, un gruñido amenazante en mi garganta. Sacude la cabeza.

128

—No, pero está haciendo más investigaciones. La primera dirección es en la que piensa que está. Un tipo que encaja con su descripción va y viene de allí. —¿Algo más? —No en lo que respecta a ese hijo de puta. Más que nada, quería verificar para ver cómo estabas. En esa reunión —dice pensativamente mientras frota su mejilla con la palma de su mano—. No eras tú mismo. Frunzo el ceño y cruzo los brazos sobre mi pecho. —¿Cómo es eso? Se encoge de hombros. —No lo sé. Estabas concentrado. No solo en ella sino en todo lo que te rodea. Desde que Violet llamó mi atención, parece que me doy cuenta de muchas cosas. Principalmente las cosas que directamente le afectan, pero ella parece tocar todo a su alrededor, lo que significa que noto esas cosas también. —Violet me hace mejor persona —le digo, con confianza en mi tono. Sonríe. —Puedo ver eso. Veo que está entusiasmada contigo. —Es mía —le digo distraídamente, como si esa fuera la razón por la que ya no es frígida a mi alrededor. —¿Ella sabe eso? —pregunta, diversión en su voz. —Se lo dije una o dos veces. Resopla y se frota la nuca. —Por supuesto que lo hiciste. ¿Sabe que eres un maldito acosador? Le saco el dedo medio y se ríe. —En serio. ¿Ella conoce la profundidad de tu obsesión? —Le dije que haría cualquier cosa por ella —gruño—. Incluso matar a ese cabrón de Vaughn. Sus ojos se abren con sorpresa. —¿Y no salió corriendo? —No. —Bueno, Jesucristo, Hawk, creo que encontraste a la mujer perfecta —bromea. —Absolutamente sí. —Bien por ti —dice riéndose—. No lo arruines. Tal vez deja de lado la mierda de acosador ahora que está contigo. Pero hay mucho más que aprender sobre ella... —Mmm. Resopla de nuevo.

129

—Que no te arresten, psicópata. —Trataré de que no suceda, imbécil. Su sonrisa es mi regalo de despedida cuando se va por el día. Hojeo la carpeta y leo la hoja de los antecedentes de Vaughn. También es un puto acosador. El tipo tiene más órdenes de restricción contra él de lo que alguna vez haya visto. Esto podría funcionar a mi favor... Cierro la carpeta y la escondo en mi cajón. Una vez que el cajón está con llave, agarro mi chaqueta y voy a buscar a mi mujer. Cuando la encuentro, inclinada sobre la maceta de violetas que compré para su escritorio vacío, inhalando su dulce aroma, no puedo evitar sonreírle. Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida. —¿Estás lista? Se da la vuelta y me sonríe. —Déjame correr al baño y luego podemos irnos. Me encanta lo impaciente que está de querer pasar más tiempo conmigo. Cuando se va, me siento en su silla. Su teléfono suena. Sean: ¿Qué tal un almuerzo un día de esta semana para hablar de algunos negocios? ¿El mismo lugar que el viernes? Prometo ser un perfecto caballero. Rabia burbujea en mi pecho. Me muero por responderle y decirle que es un maldito idiota, pero el sonido de sus tacones me dice que está en su camino de regreso. Con un bufido, dejo el teléfono. —¿Ya estás tratando de robar mi silla? —Se burla mientras agarra su bolso. —La silla no es lo único por aquí que voy a robar. —Cuando le sonrío, se ríe, pero luego su sonrisa se desvanece cuando levanta el teléfono para leer el mensaje. Con el ceño fruncido, escribe una respuesta. Me muero por saber lo que le dijo, pero sé que puedo echar un vistazo más tarde cuando esté dormida. —¿Qué vamos a hacer? —pregunta cuando salimos del edificio. La guío hacia donde está estacionado mi auto. —Bueno —digo mientras le abro la puerta—. Primero vamos a ir a comer. —Se muerde el labio inferior mientras me contempla—. Y luego te llevaré de regreso a tu casa y te follaré. —Sus ojos se abren, pero cierro la puerta antes de trotar hacia el otro lado. —Gray —sisea en cuanto me siento al interior y enciendo el auto—. ¿Qué pasa si no quiero follar? Le lanzo una sonrisa moja bragas, no es que ella esté usando una. —Te convenceré. ***

130

Ha estado encerrada en su baño durante unos cuarenta minutos. Después de que comimos una buena cena de filete en uno de mis restaurantes favoritos, la llevé a su casa. Y tal como lo había planeado, sus cerraduras habían sido reemplazadas. Le pedí al cerrajero que me dejara la llave adicional debajo de su tapete. La saqué cuando escuché correr la ducha. Mientras se toma una eternidad en el baño, utilizo el tiempo para rebuscar en el armario que había estado buscando la noche anterior. Abrigos cuelgan de los bastidores y las cajas se alinean en los estantes. Había estado en el proceso de revisar los bolsillos cuando se despertó. Localizo una carta en el bolsillo de una chaqueta dirigida a “Mamá”. No está sellada, pero ya está dirigida. Con mi teléfono, tomo una foto para una investigación posterior. Lo abro y lo leo rápidamente cuando escucho encenderse el secador de cabello. Mamá, Te extraño. Un día tal vez las cosas puedan ser diferentes. Sabes que te quiero. Todo acaba de ponerse tan mal, y necesitaba alejarme. Lo sabes. Por supuesto que lo sabes. Te he estado diciendo lo mismo por años. Espero que el dinero ayude. Es todo lo que puedo permitirme enviar, pero espero que sea suficiente para que no tengas que romperte la espalda todas las noches en el restaurante. Te ama siempre No firmó la carta ni agregó una dirección de remitente. El dinero que envía, la razón por la que vive en este tugurio, tiene más sentido ahora. Doblo la carta de nuevo y la meto en el bolsillo del abrigo. Estoy cerrando la puerta del armario cuando su teléfono celular comienza a sonar desde el dormitorio. Asumiendo que es Sean, entro al acecho. El número es desconocido. Contesto, pero no hablo. Alguien respira pesadamente en la otra línea y mis pelos se erizan. —¿Eres tú, Letty Spaghetti? —gruñe una voz profunda. Yo también puedo gruñir. Pero no lo hago. —Creo que ha llamado al número equivocado —escupo, mi ira apenas controlada. Pero estaré condenado si dejo saber que este es su teléfono. Clic. Rápidamente bloqueo el número y elimino el rastro de la llamada de su teléfono. Acabo de dejarlo cuando se abre la puerta del baño. Violet sale del baño con una expresión nerviosa en el rostro. —¿Estabas hablando con alguien?

131

—Número equivocado —le aseguro. Mis ojos miran detenidamente su cuerpo perfecto que apenas está cubierto por su bata de seda. Sus pezones están duros por debajo de la tela, y puedo decir que está completamente desnuda debajo. Toda la ira y la furia de descubrir que ese imbécil tiene su número se va y el calor se apresura hacia mi pene. —Cielos —gruño—. Simplemente wow. Una sonrisa tira de la esquina de sus labios. —Oh, esta cosa vieja —bromea mientras gira en círculo. Mi polla se sacude cuando veo su delicioso trasero debajo de la bata. —Ven aquí —ordeno. Se pone tensa y me lanza una mirada insegura. —Gray… —Solo quiero besarte. —No es totalmente una mentira. Quiero besar cada parte de ella. Mis palabras parecen calmarla porque se acerca a mí e inclina la cabeza como si estuviera esperando ese beso prometido. Mis manos agarran su hermoso trasero, y la atraigo hacia mí para que pueda sentir lo duro que estoy por ella. Se le escapa una bocanada de aire. —¿Alguna vez alguien te ha dicho que eres la mujer más hermosa en este jodido planeta? Se ríe, pero lo digo en serio. Aprieto su culo mientras le doy un beso a sus suaves labios. Nuestro beso es dulce al principio, pero pronto me está ayudando a quitarme la chaqueta. Sus manos se arrastran por mi pecho y luego está trabajando frenéticamente en el nudo de mi corbata. Tiro del nudo de su bata y se la quita hasta que está completamente desnuda frente a mí. Agarrándola de los hombros, la alejo hasta que está a la distancia de un brazo para poder verla adecuadamente. Claro, la he visto desnuda muchas veces en los últimos días, pero nunca de esta manera. —Eres tan malditamente hermosa —la elogio y luego paso la lengua por mi labio inferior. Ella muerde el suyo y se queda de pie allí luciendo incómoda bajo mi mirada escrutadora. Dejo que mi mirada beba cada hermosa curva en su cuerpo perfecto mientras me libero de mi corbata y camisa. Cuando mis ojos miran los suyos, está mirando mi pecho. —Tienes tatuajes —susurra. Frunzo el ceño. —Sí. —Me gustan. —Sus ojos marrones están fundidos con lujuria—. Me gustan mucho. Sonriendo, miro mi colorido pecho. Papá me inculcó para ser estructurado y centrado, pero Bull me ayudó a rebelarme. Estuvo allí conmigo para cada tatuaje hecho en mi pecho y brazos, en solidaridad. Desabrocho mi cinturón y levanta una ceja.

132

—¿Estás lista para esto? Se ríe. —Es un pene, no una presentación al presidente. Dejo que mis pantalones caigan al suelo y salgo de ellos. Sus ojos codiciosos descubren mi polla que se ve dura a través de mi bóxer negro. —Ese es el Señor Presidente para usted. —Mmmm —dice, diversión en su voz—. Vamos a verlo. Le lanzo una sonrisa maliciosa mientras me bajo la ropa interior. Cuando empiezo a acariciar mi impresionante longitud, ella deja escapar otro de esos sonidos sensuales y necesitados que me encantan. —Mierda —suspira—. Realmente estamos haciendo esto. Levanto una ceja. —A menos que no quieras. —Oh —dice con una mirada salvaje en sus ojos—. Ciertamente quiero hacerlo. Soltando mi polla, me acerco a ella y capturo su rostro en mis manos. Dejo besos en sus labios suaves y mandíbula hasta que me está arañando. Mi polla está caliente y palpitante y tan jodidamente impaciente entre nosotros. Cuando su mano se extiende entre nosotros y agarra mi polla, dejo escapar un gemido gutural de placer. Ella es mi fantasía hecha realidad. Un sueño hecho realidad. Con cada caricia de su mano, me siento más cerca de llegar. Así que después de otro momento egoísta de tener su pequeña mano alrededor de mí, me alejo y la miro con avidez. —Sube a la cama y enséñame tu coño. Sus ojos ampliamente se abren ante mis palabras descaradas, pero se sienta en el borde y se recuesta. Una vez que se acuesta y su cuerpo está listo para mi degustación visual, tomo sus rodillas y la separo. Su coño brilla con su excitación, y no puedo esperar para tener mi nariz enterrada en él. Quiero chupar su sabor hasta que ella no pueda hablar o pensar. —Toca tus pezones —gruño. Deja salir un gemido, pero me obedece. Me arrastro hacia ella e inhalo su dulce aroma. Cuando arrastro mi lengua a lo largo de su hendidura, se sacude en la cama. —Grayyyy... Me rio y presiono un beso en su clítoris. —¿Mmmmm? —Oh, mierda —suspira—. Eso es demasiado. Levanto una ceja y la desafío.

133

—¿Cuándo tarareo contra tu clítoris? —Sí. —Sus ojos son salvajes y frenéticos mientras pellizca sus pezones. —Bien —murmuro antes de capturar su clítoris entre mis labios. Aplico presión con mis labios y dejo escapar un gruñido que sin duda resuena en su sensible manojo de nervios porque grita. Lentamente, empujo un dedo en su entrada empapada. Está jodidamente apretada, y no puedo esperar para sentir su cuerpo perfecto apretando el mío. Fuimos hechos para estar juntos. Todo esto se siente bien. Todavía no lo sabe, pero voy a hacerla mi esposa. Mi compañera. La maldita madre de mis hijos. Mía. —Más —gime. Empujo otro dedo dentro de ella y comienza a temblar. Con círculos firmes, empiezo a dar placer a su clítoris que está caliente bajo mi lengua. Mis dedos se deslizan fácilmente dentro y fuera de ella porque está muy mojada para mí. Cuando empiezo a presionar un tercer dedo dentro, pierde el control. Un orgasmo la atraviesa rápida y poderosamente. Su estrecho canal agarra mis dedos mientras se vuelve loca en la cama. En el momento en que deja de temblar, deslizo mis dedos y me arrastro sobre ella. Mi polla se desliza contra los empapados labios de su vagina, pero no dejo que entre en ella. —Gray —suplica, sus ojos oscurecidos por la lujuria y la necesidad—. Por favor. Meto la punta de mi pene, pero no lo dejo ir más lejos. Quiero que sus jugos me empapen desde la punta hasta la base. Esos otros hombres con los que Vaughn la hizo dormir no merecían su perfección. Ella siempre fue mía... solo que aún no la había encontrado. —Quiero follarte sin nada —le digo con valentía, mis ojos fijándose en los suyos— . Quiero sentir cada parte caliente de ti envuelta a mi alrededor. Quiero dejar mi orgasmo dentro de ti. Quiero ver cómo sale de tu dolorido coño cuando hayamos terminado. Deja escapar un gemido. —Dios, ¿por qué suena tan sexy? —Porque lo es —le aseguro y la provoco un poco más retirando la punta y dejándola correr a lo largo de su clítoris antes de empujarlo apenas dentro de ella otra vez. —Eso es irresponsable. Toma cada onza de autocontrol no empujar completamente dentro de ella. —Te voy a follar sin nada —gruño de nuevo—. Ambos lo queremos. Todo lo que estamos esperando es que tú lo reconozcas. Su cuerpo se retuerce como si estuviera tratando de hacerme deslizar por completo. Cuando sus talones se clavan en mi trasero para acercarme más, me toma todo mi control para luchar contra ella. Quiero escuchar las malditas palabras.

134

—Voy a venirme dentro de ti —murmuro y me agacho para mordisquear su labio inferior—. Tan jodidamente profundo, Violet. —Esto es... oh, Dios... —Su cuerpo tiembla de necesidad. —Ruega por ello, nena. Quiero complacerte. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo. Mi chica obstinada muerde su labio inferior. —No sé con quién has estado... y mi pasado es... apenas nos conocemos... esta no soy yo... Nuestras miradas se conectan mientras penetro más profundamente dentro de ella. Mi polla está a medio camino en su apretado coño. Casi me desmayo del placer. Estiro mi mano entre nosotros y capturo su clítoris entre mi pulgar y mi dedo, retorciéndolo lo suficiente para abrazar la línea entre el dolor y el placer. —Gray —gime, sus uñas arañando mis costados. Está perdiendo el control. Esta mujer generalmente está bajo mucha presión, pero ahora mismo se está desmoronando rápido y solo para para mí. —Voy a cuidar de ti —le aseguro con un gruñido feroz—. Déjame cuidar de ti. Me deslizo por completo y mi polla palpita casi dolorosamente. Nunca antes he estado dentro de una mujer sin condón. Es como si pudiera sentir cada parte de ella. Sus ojos son salvajes y esos labios carnosos están separados. —¿Te gusta esto? ¿Qué esté así dentro de ti? —pregunto, mi nariz arrastrándose por la de ella. —S-Sí —se atraganta—. Demasiado. —¿Quieres que te folle tan duro que grites? —Dejo besos en su oreja y muerdo la carne justo debajo de ella—. ¿Mmmm? —Sí —gime—. Fóllame duro. —Voy a venirme dentro de ti, Violet. Sus uñas me arañan mientras se vuelve absolutamente frenética. —Deja de hablar y fóllame. Quiero sentirte por completo dentro de mí. Con una sonrisa maliciosa, me deslizo hacia fuera solo para poder golpear dentro de ella violentamente. El grito que se le escapa es el paraíso. Embestida tras embestida, me estrello contra ella. No descuido su clítoris necesitado. Lo masajeo al unísono a la velocidad que la penetro. Nuestras bocas se encuentran para un beso descoordinado que hace que nuestros dientes se toquen. Sin embargo, a ninguno de los dos nos importa. Estamos demasiado envueltos en nuestro momento. Logro sacar un hermoso grito de su parte cuando otro orgasmo se estrella contra ella. En el momento en que su coño se aprieta, pierdo el control. Mi semilla brota dentro de ella, marcándola conmigo. Es mía. Jodidamente mía.

135

Reduzco la velocidad hasta que me quedo completamente quieto dentro de ella. Sus párpados están pesados y me encanta lo roja que está su boca, donde mi barba la raspó. Está completamente saciada y a gusto. La mirada suave y relajada en sus ojos es una a la que podría acostumbrarme a ver todos los días. —Ven a bañarte conmigo —murmuro mientras presiono besos en su boca entreabierta—. Quiero tomarte otra vez en la ducha. Gime y la conocida tensión que siempre parece tener los tentáculos a su alrededor aprieta su agarre. —Que acabamos de hacer... Gray, no estoy en… La detengo con un beso. Al principio, protesta, pero luego su boca se une. Nuestras lenguas no están interesadas en lo que está bien o mal o jodidamente irresponsable. Nuestras lenguas simplemente quieren follarse entre ellas. Mi pene comienza a endurecerse otra vez, pero quiero tomarla cuando sus tetas resbaladizas y jabonosas estén bajo mi control. Así que en lugar de follarla una vez más, me retiro y me deleito en la forma en que mi semen baja por la raja de su trasero, empapando la cama. Me pregunto si así es como se siente Bull por Sadie. La necesidad abrumadora de consumirla en todos los sentidos. Me dirijo hacia el baño. Deja escapar una respiración entrecortada, pero no me quedo para ver por qué y enciendo el rocío caliente de la ducha. Entro y segundos más tarde, se une a mí. Le sonrío, pero sus cejas están fruncidas con tristeza. —¿Qué pasa? —pregunto, la preocupación notándose en mi voz. Se da vuelta para mirar la pared. Luego, sus palmas pasan por encima de las cicatrices de quemaduras en mi espalda. Me tenso, lo que la hace dudar. —¿Esto duele? —Ya no. Sus palmas continúan moviéndose sobre mi carne destrozada. Sé que es horrible y está arruinado. Espero que no se apague. —¿Qué sucedió? —susurra, sus labios besando la carne. Un escalofrío se extiende directo hasta mi pene, haciéndolo rebotar. —Fui un francotirador en la infantería de marina durante la Guerra del Golfo. Una granada por poco me mata —digo con un suspiro—. La explosión me lastimó. Sus brazos me rodean y su mejilla descansa sobre mi carne moteada. —Lo siento mucho. Eso tuvo que haber sido horrible. Me encojo de hombros y cubro sus brazos con mis manos. —No recuerdo la explosión. Todo lo que recuerdo es despertarme en el hospital boca abajo y sentir un dolor insoportable. Tomó muchos injertos de piel y meses de recuperación. Un momento muy oscuro en mi vida. Resopla.

136

—Supongo que todos tenemos tiempos oscuros... simplemente son diferentes. No menos aterradores. Me giro para poder abrazarla. Lo que sea que ese hijo de puta le haya hecho debe haber sido malo si lo compara con las explosiones de una granada y con quemaduras de tercer grado. Bajo el rocío caliente de la ducha, la sostengo contra mí y acaricio su cabello. —Quiero llevarte al centro turístico en un par de días. Perderemos unos cuantos días de trabajo y nos quedaremos durante el fin de semana. ¿Cuándo fue la última vez que te escapaste? —pregunto. —He estado de vacaciones los últimos seis años desde que vivo aquí —dice con una risa sin humor. Agarro su barbilla y levanto su barbilla. —Trabajar para mí no fueron vacaciones. —Pero estuve libre de... —se detiene y su labio inferior tiembla—. Él. —Sí —concuerdo y presiono un beso en su labio tembloroso—. ¿Pero cuándo fue la última vez que derrochaste y te mimaste? —Nunca. —Que es exactamente por lo que iremos el miércoles. Ya no puede discutir más, porque agarro su pequeño trasero y la levanto. Mi boca cubre la suya en un beso caliente mientras mi polla se desliza dentro de ella. Voy a mostrarle una y otra vez lo que significa ser mimada.

137

17 Violet

M

e estremezco mientras me siento en mi nueva y cómoda silla de escritorio. La silla puede ser cómoda pero no hace nada para aliviar el dolor entre mis piernas. Todo es culpa de Gray. Anoche, me folló hasta que lo eché. Necesitaba dormir y si se quedaba en mi cama, ninguno de los dos lo conseguiría. Dios, ¿alguna vez me folló? La vida después de Vaughn ha sido fría y difícil. Pero anoche, estaba ardiendo. Todo fue fácil. Por una vez en mucho tiempo, me relajé y me divertí. Un poco demasiado. Con un gruñido de frustración, busco en mi bolso la píldora del día después que compré de camino al trabajo esta mañana. Le ruego a Dios que esté limpio porque tuvimos sexo cuatro veces sin condón. Rápidamente tomo la píldora con mi botella de agua y guardo mi bolso. El calor se desliza por mi cuello mientras miro hacia su oficina. La puerta está cerrada y puedo oír la voz profunda de Jeff retumbando en el otro lado. Sea lo que sea de lo que están hablando no parece que sea bueno. Una vez que mi ordenador está finalmente encendido, me encuentro con que tengo dos correos electrónicos esperándome. El primero es de Clint y el segundo es de Gray. Ignoro al Sr. Folla Mucho y abro la importante. Clint me envió un documento de Word con todos mis nuevos deberes. Ya hago todo lo de la lista todos los días, aparte de dirigir a la gente. Después de responderle que lo recibí y guardarlo para un fácil acceso, abro el correo electrónico de Gray. Violet, Anoche fue increíble. Eres increíble. Quiero llevarte a almorzar. Gray Sonrío porque él también es increíble. Después de mi ex, debería dudar en zambullirme en algo con alguien, mucho menos con mi jefe, especialmente considerando que es extremadamente atento, pero no puedo evitarlo. Su magnetismo me atrae.

138

Vaughn era igual... Aplasto el pensamiento porque me niego a dejar que mi pasado dicte mi futuro. Gray es generoso, considerado y dulce. No es un psicótico. He trabajado para él durante seis largos años y aunque había sido apodado Loco Max por sus excéntricas maneras, ni una sola vez había pensado que era una persona malvada. Es hiper-concentrado. Obsesivo con su compañía. Conducido al éxito. Pero no un lunático posesivo. Sigo intentando convencerme de eso cuando la puerta de la oficina de Gray se abre y Jeff sale. Su mirada se dirige hacia la mía. La culpa brilla en sus ojos. Mi ritmo cardíaco se acelera y le frunzo el ceño. Me da un saludo rápido antes de volver a su oficina. Sigo mirándole fijamente cuando Gray sale. Está frunciendo el ceño hasta que me ve. Toda la irritación se derrite de su expresión cuando su cara se ilumina. Y maldita sea, yo también siento que se me ilumina la cara. Me encanta cómo mi presencia parece animarlo. —Buenos días —digo con una sonrisa. Se acerca a mi escritorio y se sienta en el borde. Cuando se acerca juega con un mechón de mi cabello, mis ojos se cierran y exhalo un pequeño suspiro. Las puntas de sus dedos rozan mi mandíbula y mi garganta. Abro los ojos cuando toca el collar de perlas que me dio mi madre como regalo de graduación. —Me gusta este collar en ti —elogia, sus cejas oscuras juntas mientras inspecciona mis joyas. Este collar fue lo único que pude llevar conmigo cuando me escapé de Vaughn porque lo llevaba puesto ese día. Mi corazón está tronando porque, Dios, huele delicioso y me está tocando íntimamente, a pesar de nuestro entorno laboral. Las campanas de alerta están sonando dentro de mi cabeza porque todo lo que se necesita es que la persona equivocada vea nuestro intercambio para darme un infierno. Desafortunadamente para mí, nunca he sido una de prestar atención a las advertencias muy bien y tienden a flotar en el extremo profundo sin una balsa. Gray me salvará. Una vez pensé que Vaughn también lo haría. Un pulgar áspero roza mi labio inferior y mis ojos se dirigen hacia los suyos. Sus helados ojos azules se entrecierran mientras me escudriña. Los segundos pasan, tic, tic, tic, mientras permanezco bajo su microscopio. Lo que pasa con Gray es que es como si pudiera ver dentro de mi cabeza. Como si supiera exactamente lo que se me pasa por la cabeza. Me siento desnuda y expuesta a su alrededor. —¿Estás adolorida? —pregunta, su voz ronca. Sus ojos parpadean con el calor que arde en mi interior. Muevo la mirada alrededor de la oficina, pero nadie me presta atención.

139

—Sí —admito con un susurro. Una sonrisa engreída tira de su hermosa boca. —Bien. Me gusta la idea de que pienses en mi gran polla cada vez que te sientas. —¡Gray! —siseo y una vez más hago un barrido visual de la oficina por los compañeros entrometidos. Se encoge de hombros. —¿Qué? Solo estoy siendo honesto. ¿Qué tan ocupada estás ahora mismo? Esto parece una pregunta capciosa y como la chica ingenua que soy, lo sigo hasta la proverbial camioneta blanca donde promete caramelos y cachorros. —No muy ocupada. —Bien —dice con una sonrisa lobuna que tiene a mis bragas mojándose entre mis muslos—. Necesito tu ayuda en mi oficina. Se pone de pie y se da la vuelta para volver a su habitación. Mi mirada deambula por su cuerpo en forma que luce demasiado perfecto en un traje. Es bueno que me vaya pronto de esta compañía porque tener que mirarlo fijamente todos los días con un aspecto lo suficientemente bueno para comer me distrae bastante. Me iré pronto. Hace varios días, habría estado encantada. Pero eso fue antes de que Gray finalmente se fijara en mí. Culpa e indecisión tienen una guerra dentro de mí. Ya ha hecho mucho por mí. Hemos pasado de compañeros de trabajo a amigos a amantes en cuestión de días. Grayson Maxwell es tan intenso que fácilmente he sido arrastrada a su vórtice. ¿Cómo se sentirá cuando finalmente salga arrastrándome? ¿Seré yo la misma? Levantándome de mi silla, aparto esos pensamientos por ahora mientras entro en su oficina y cierro la puerta detrás de mí. —Bloquéala. Su dura orden provoca escalofríos en mi cuerpo. Le doy la vuelta a la cerradura y lo miro con las manos en las caderas. —¿Con qué necesitas ayuda? —pregunto, mi ronca y temblorosa. Se deshace de su chaqueta y la cuelga en el respaldo de su silla. La camisa de vestir de color azul pastel que lleva hoy en día se amolda perfectamente a su piel. Puedo ver sus tatuajes a través de la tela y envía otra emoción disparando a través de mí. —Gray —lo intento de nuevo, mi voz se eleva—. ¿Qué necesitas? Me arquea una ceja y me golpea con una mirada ardiente. —Sabes lo que necesito.

140

Mientras me ahogo con mis palabras, se desabrocha la camisa de la muñeca y comienza a arremangársela. Las venas de su antebrazo sobresalen y los músculos se flexionan con su movimiento. Me encuentro mirando fijamente a su muñeca de todas las cosas con la boca llorando por un poco de su sabor. Continúa con el otro lado. Luego, comienza a trabajar en el nudo de su corbata de color azul marino. Mi cuerpo está a punto de arder. Entre mis muslos, mis bragas están empapadas. Mis pezones endurecidos rasguñan mi sostén. Y un fuego interno quema mi carne de adentro hacia afuera. Se deshace de la corbata y desabrocha los dos primeros botones antes de colocar las manos en las caderas para imitar mi posición. —Necesito que revises algunos contratos conmigo. Quiero un consejo —dice mientras se acerca a sentarse en su silla. Estoy tan sorprendida por el rápido giro de los acontecimientos que me toma un segundo para que mi mente se ponga al día con sus palabras. —¿Contratos? —murmuro. Su ceja oscura se arquea de nuevo y me sonríe torcidamente. —Contratos. —Entonces su mirada se estrecha mientras deambula por mi cuerpo—. No pensaste que íbamos a follar aquí, ¿verdad? ¿Con todo el mundo escuchando? Trago y sacudo la cabeza antes de apresurarme a sentarme frente a su escritorio. Al agarrar la carpeta más cercana de su escritorio, la abro y miro fijamente las palabras de una página. Mi cerebro está corriendo a cien millas por hora. Nada en la página tiene sentido. Alcanza el escritorio y me engancha la muñeca. Me sobresalto cuando pone mi mano en su cara. Luego, en un movimiento sorprendente, me chupa el dedo medio. Dirijo mi mirada a su mirada, mis labios abiertos, sorprendida. Su lengua se burla de la parte inferior de mi dedo como lo ha hecho con mi clítoris que hace que se me escape un gemido bajo. —Nena —gruñe y me muerde juguetonamente la carne antes de irse—. Definitivamente quiero follarte. Justo aquí en este escritorio. Quiero hacerte gritar. Quiero que tu vagina gotee sobre estos archivos y manche la tinta. Violet, quiero mi polla enterrada en tu coño dolorido hasta que me ruegues que pare —otro gruñido—. Pero esa es la cosa, preciosa, no sería capaz de parar. Te follaría todo el día una y otra vez. Tú estarías débil por todos los orgasmos y yo no valdría nada para dirigir esta compañía. Juntos, somos explosivos. —Me besa la punta del dedo—. Por eso los fuegos artificiales tienen que quedarse fuera de este edificio. Trago y asiento. —Me vuelves loca con la forma en que hablas... —Lo sé. —Me guiña el ojo y me muestra una sonrisa conocedora antes de soltarme. Ahora que sé que no me voy a extender sobre el escritorio y me voy a dar un festín como si fuera una cena de Acción de Gracias, puedo concentrarme. Concéntrate. Concéntrate.

141

Concéntrate Violet. *** —Una vez tuve un pájaro como mascota —murmura, su voz suave. Mis dedos habían estado acariciando círculos en su pecho desnudo. —¿Mmm? —Levanto la mirada y lo encuentro mirando el techo de mi habitación, perdido en sus pensamientos. Después de un día productivo en el trabajo, me llevó a comer sake y sushi. Luego, terminamos en mi cama donde me hizo venir tan fuerte que casi olvido mi nombre. Pero no olvidé el condón. Me las arreglé para tirarle uno e incluso ignoré sus gemidos de queja. El sexo fue increíble. Esto de los abrazos, sin embargo, es aún mejor. Había extrañado la conexión humana. Besos y caricias simples. —Había estado cazando codornices con mi padre. Matamos a una madre. Dejó un pajarito graznando. Mi padre se enojó cuando le dije que me lo iba a quedar como mascota —me dice bruscamente—. Casi nunca actuaba en contra de mi padre. Pero yo lo quería, Violet. Lo necesitaba. Algo sobre ese pájaro me llamó. Sonrío porque cuidar de un pajarito es dulce. —¿Cuántos años tenías? —Nueve. —Su mano cubre la mía sobre su pecho y frota su pulgar sobre mi carne—. Me lo llevé a casa. Lo llamé Quail, La Codorniz. —Ambos nos reímos—. El llanto era fuerte y necesitado. Pero yo lo amaba. Bajé a la biblioteca y saqué todos los libros que encontré sobre codornices. Aprendí sobre sus hábitos de alimentación, anidación y sueño. Todo lo que había que saber sobre Quail, lo hice mi trabajo para averiguarlo. —Qué dulce —le digo, inclinándome hacia adelante para besarle la mandíbula. Está callado un momento antes de hablar. —Amaba a ese pájaro. Papá lo sabía. —Su voz se enfría, enviándome escalofríos—. Un día, mamá preparó una buena cena. Mientras comíamos, papá no tan amablemente señaló que nos estábamos comiendo a la madre de Quail. Me tenso y lo miro fijamente. Sus ojos están cerrados y sus fosas nasales se abren con furia. Lo beso de nuevo con la esperanza de calmarlo, pero no funciona. Una ondulación de rabia se apodera de él. —Cuando me levanté de la mesa y le dije que no me comería a la madre de mi mascota, amenazó con matar a Quail si no comía la carne. Con lágrimas en los ojos, me tragué a ese pájaro. Mamá se había ido mentalmente, mirando su plato y no tocando la carne que había preparado. —Su voz se quiebra y me salen lágrimas en los ojos.

142

—Lo siento mucho —susurro. Traga. —Cuando terminé, volví a mi habitación. Me sentía tan culpable y quería disculparme con mi pájaro, pero... Mi corazón palpita en mi pecho. —¿Qué? —No estaba allí —se atraganta—. Quail se había ido. Una lágrima se me escapa del ojo y me siento. La palma de mi mano le acaricia la mejilla. —¿Adónde se fue? Sus ojos son duros cuando se encuentran con los míos. —Mi padre dijo que mi pájaro apestaba en nuestra casa. Mató a mi pájaro. Papá recogió las plumas y limpió su cadáver. Se lo entregó a mi madre y le hizo cocinarlo. —No... —Ella no lo sabía —murmura—. Siempre hacia lo que él le pedía. Pero no me comí a la madre de Quail. Me comí a Quail. Le doy un beso en la boca. Besos suaves. Besos reconfortantes. Una y otra vez porque no quiero que piense en el imbécil de su padre. Está quieto al principio, pero cuando me pongo a horcajadas para besarlo más fuerte, separa su boca para encontrar mi lengua con la suya. Sus dedos se enredan en mi cabello para guiar nuestro beso. Un gemido se me escapa cuando su polla dura se frota contra mi culo. Cuando se interpone entre nosotros, levanto mi cuerpo y dejo que se guíe de nuevo dentro de mí. Mi cuerpo me duele por todo el sexo que hemos tenido, pero esto se siente diferente. No es solo follar. Es algo más. Me deslizo arriba y abajo sobre su gruesa longitud mientras mi mirada se encuentra con la suya. La tristeza persiste en sus ojos, pero el hambre que siempre parece tener por mí se desliza al frente. Sus dedos fuertes encuentran mis caderas. Las agarra casi hasta el punto del dolor mientras levanta sus caderas para chocar contra mí. —Gray —gimo mientras mi cabeza se inclina hacia atrás. Una de sus manos se desliza sobre mi pecho mientras la otra comienza a masajear mi clítoris. Lo monto salvajemente hasta que un orgasmo me atraviesa, causando espasmos en cada uno de mis músculos. Estoy tratando de encontrar el sentido común para deslizarme de él antes de que venga, pero luego está agarrando mis caderas de nuevo. Con empuje duro y medido, busca su propio clímax. Y con un gemido en su extremo, siento su calor entrar en mí. Mierda. ¿Por qué soy tan descuidada con él? Me tira hacia él y caigo duro contra su pecho. Nuestros latidos del corazón están latiendo unos contra otros a través de nuestros pechos. Sus dedos se enredan en mi

143

cabello mientras susurra cosas dulces contra la mi oreja a través de mi cabello desordenado. Tú eres mía. Te quiero para siempre. Déjame quedarme contigo. Mía. Déjame amarte. Para siempre. Las palabras son intensas y se pronuncian rápidamente, pero las bebo. Las tomo todas como si no tuviera autocontrol alrededor de hombres como él. Ofrecen intensidad y la devoro como si me alimentara de alguna manera. Vaughn me alimentó de la misma manera. Es lo que me atrae. Esta atracción fue, en un tiempo, casi fatal. Mientras mis ojos se cierran, mis pensamientos se dirigen a la noche en que corrí y nunca miré atrás. *** —Por aquí, Letty Spaghetti —gruñe Vaughn mientras me arrastra por la muñeca por el pasillo del edificio de apartamentos en ruinas que encontramos. Tomo el dobladillo corto de mi vestido, pero es tan apretado que apenas se mueve. Me conformo con tocar de una forma nerviosa mis perlas que le pertenecían a mamá. Vaughn y yo hemos estado jugando a este juego durante meses. La parte sana de mi cerebro que sobrevive cuando las pastillas desaparecen, me dice que soy una prostituta. Este no es mi novio. Es mi proxeneta. Pero a las prostitutas se les paga, ¿no? ¿Qué es lo que me hace si me obliga a tener relaciones sexuales y no veo nada a cambio? Una esclava. Me convierte en su maldita esclava sexual. La ira comienza a burbujear dentro de mí. Antes, cuando me metió la píldora en la boca, la metí en el costado de la boca entre los dientes y la mejilla. Está tan acostumbrado a que trague sin quejas que cuando miró, realmente no observó. Solo una simple mirada. Me las arreglé para sacarla en el camino hacia el auto y la arrojé a los arbustos. Mi cerebro está claro. Mi corazón está enojado. Mi alma está rota.

144

Se detiene frente a una puerta y golpea fuerte. Un hombre negro grande responde a la puerta con un ajustado pañuelo blanco de mujer, un gorro en la cabeza y un holgado par de pantalones vaqueros que cuelgan a varios centímetros de sus caderas mostrando sus bóxers azules. —V, mi hombre —saluda con una voz profunda—. Conseguí tu dinero, hombre. —Tira de un fajo de billetes y se lo da a Vaughn. Vaughn asiente y golpea al tipo con el puño. —Sabía que eras bueno para eso, Fuzz. El tipo llamado Fuzz deja que su mirada viaje hacia mí. —¿Tu novia? Maldita sea, ella está buena. —Podría ser tuya por la noche si tienes más efectivo —le dice Vaughn. Las características relajantes de Fuzz se endurecen cuando se hace a un lado para inspeccionarme mientras me encojo detrás de Vaughn. Deja escapar un silbido de apreciación. —Mierda, V, ella tiene un buen culo y piernas. ¿Su coño es apretado? Me estremezco ante sus crudas palabras. Normalmente, estoy muy excitada cuando llegamos a estos hombres a los que me vende. La conciencia me pica. Ojalá estuviera drogada ahora mismo. —Lo más apretado —se jacta Vaughn, una persistente muestra de posesividad en su tono. —¿Cuánto? —pregunta Fuzz mientras descaradamente folla mis tetas con su mirada. —¿Cuánto conseguiste? Fuzz se ríe. —Tomaste todo mi dinero, hombre. —¿Te queda algo marrón? —pregunta Vaughn. —Tengo un gramo o dos —dice Fuzz, su mirada nunca deja la forma en que mi vestido abraza mis tetas. —Lo necesito. Trago saliva y lo miro. Seguramente él no está vendiendo mi cuerpo por un par de gramos de metanfetamina. —Adelante, hombre, la mierda está por allá —dice Fuzz y señala el sofá. Vaughn me arrastra por la muñeca al apartamento sucio y destrozado. El terror me atraviesa. No me gusta este tipo Fuzz y la forma en que me mira como si quisiera lastimarme. —Tienes veinte minutos con ella —le dice Vaughn mientras se sienta en el sofá lleno de bultos y busca la bandeja de drogas—. No anal.

145

Fuzz deja escapar un silbido antes de agarrarme por detrás. Grito cuando me levantan del piso y me llevan al dormitorio. La risa de Vaughn envía hielo por mis venas. Esto es lo más bajo que ha hecho. Muchas veces me lastimó, pero esta traición es profunda. Una vez dentro de la habitación que apesta a olor corporal, me empujan al piso. Fuzz cierra la puerta detrás de él y comienza a arrancarse la camisa. Es gigante y de músculo sólido. Es el brillo malvado en sus ojos lo que me tiene alejándome. Estoy a medio camino de la ventana cuando me agarra del cabello y me lleva a la cama. Los gritos que me arranca son de otro mundo mientras me empuja por el borde del colchón maloliente y manchado. Rasga mi vestido sobre mis caderas exponiendo mi trasero desnudo. —No anal —repite mientras comienza a desabrochar sus pantalones. Las lágrimas corren por mis mejillas y una vez más intento agarrarme para alejarme de él. Es fuerte mientras presiona la parte de atrás de mi cabeza contra el colchón con su enorme mano. Me estoy retorciendo, pero no le impide empujar su erección gruesa en mi coño seco. Sollozo y clavo mis uñas en el colchón sucio, pero es en vano. Se desliza brutalmente dentro de mí. Sus gruñidos y gemidos son como el alcohol en un corte, que me pica desde el exterior. —Este culo es tan jodidamente caliente —me dice mientras golpea contra mí—. Voy a follarlo también. Comienzo a gritar por Vaughn. Rogándole que me salve. Fuzz se sale de mi coño y comienza a empujar la cabeza de su polla contra mi ano. El fuego me quema a través de la pequeña intrusión. Tengo miedo cuando se las arregle para llegar hasta el final. —V-Vaughn, p-por favor —lloro. El dolor, insoportable y agotador, explota dentro de mí cuando Fuzz empuja todo el camino. Me desmayo, pero el fuego no me deja ir. Me mantiene fuera del alcance de desmayarme todo el camino. Un juego tortuoso y enfermo. Me obligo a mí misma a pensar en otra cosa que no sea la brutalidad, pero no puedo. Todo lo que puedo pensar es en la polla gigante de Fuzz en mi culo mientras mi novio ignora mis gritos. Comienzo a desmayarme realmente cuando escucho un golpe. Entonces un gruñido. El dolor parece disminuir en el momento en que Fuzz se retira. ¡Crack! ¡Crack! ¡Crack! Me las arreglo para rodar a mi lado, haciendo una mueca de dolor. Vaughn tiene Fuzz por la garganta mientras golpea su puño una y otra vez en la cara del hombre. —Dije. No. Anal —ruge Vaughn, agarrando a Fuzz por la garganta y luego golpeando su cabeza contra el borde de una cómoda. ¡Pop! ¡Pop! ¡Pop! Los sonidos repugnantes de los huesos crujiendo y carne perforada me hacen vomitar. La bilis se esparce por todo el colchón mientras las lágrimas desdibujan la escena que tengo delante. Vaughn no se detiene por lo que parece ser para siempre.

146

Suelta a Fuzz que golpea el piso con un ruido sordo. Cuando los ojos de Vaughn se encuentran con los míos, están dilatados y descontrolados por las drogas. Me guiña un ojo antes de salir de la habitación. Estoy temblando mucho, pero logro sentarme de mi lado. Cuando miro fuera de la habitación, me horroriza ver a Vaughn preparando otra jeringa. Arrastro mi mirada al suelo. Fuzz, o lo que queda de él, mira al techo. Su rostro está aplastado y no está respirando ni moviéndose. Vaughn lo mató. Algún día me matará a mí también. Sé que eso es verdad con cada parte de mi ser. Y sin que las drogas me confundan, puedo tomar medidas. Me levanto de la cama y me paro con mis piernas temblorosas. Todo duele, especialmente mi trasero, pero logro arrastrar mi vestido hacia abajo para cubrirme. La sangre roja brillante corre por mi muslo más allá de mi rodilla. Oh Dios. Me sorprendo ver la sangre, pero dirijo mi mirada a la ventana. Con la urgencia recién descubierta, me dirijo a la ventana y empiezo a juguetear con la cerradura. La abro y levanto la ventana. Me lleva algo de trabajo, pero logro alzarla lo suficientemente alto como para pasar. La escalera de incendios me proporciona la salida que necesito. Con cada segundo que pasa, encuentro más claridad. Debo escaparme. Y necesito asegurarme de que nunca me encuentre otra vez. Abandonando mis tacones para poder correr más rápido, bajo la escalera de incendios lo más rápido que puedo. Cuando llego al final, salto el resto del camino directamente a un charco. El callejón del edificio de apartamentos está vacío, pero al final de un lado hay una calle concurrida. Salgo, corriendo hacia los autos que siguen pasando. —Oye, cariño, quédate un rato —me grita un tipo que está fumando. Lo ignoro y corro más rápido justo en medio del tráfico. Un auto para en seco. Mi mirada se encuentra con la de una mujer alrededor de la edad de mi madre cuando la parte delantera de su auto choca contra mi cadera. Tiene una adolescente en el lado del pasajero con ella, que lleva una reacción similar de aturdimiento. —Por favor —suplico a través de mis lágrimas—. Necesito ayuda. Sigue mirándome fijamente cuando doy la vuelta al lado del auto. Otros autos giran alrededor del suyo, que se detiene en medio de la calle y tocan la bocina. Golpeo su ventana mientras el terror amenaza con consumirme. Una rápida mirada sobre mi hombro me dice que aún no está tras de mí. —Por favor —le suplico de nuevo—. Acabo de ser violada. Esto parece sacudirla en acción. Con una mano temblorosa, pulsa el botón de desbloqueo de su auto. Me subo al asiento trasero y me encuentro mirando a un niño pequeño con los ojos muy abiertos en un asiento de bebé. —¿Adónde quieres que vaya? —pregunta la mujer.

147

—A cualquier lugar lejos de aquí —grito—. Solo apúrate. Arranca y se va por el camino. El bebé de atrás empieza a llorar. Cuando miro a la chica en el asiento delantero, su carne es pálida mientras mira fijamente por el parabrisas. Agarra la mano de su madre hasta el punto de que sus nudillos se vuelven blancos. —¿Estás bien? —pregunta la mujer, sus ojos llenos de pánico encontrándose con los míos en el espejo. Trago y asiento. La ayuda me inunda a medida que me doy cuenta. Me he escapado. Finalmente me he librado del agarre de la muerte de Vaughn. —Ahora lo estoy. *** —Nena. —El sonido profundo de una voz me arrastra de la pesadilla de mi pasado—. Soy yo, Gray. Doy un vistazo y estoy agradecida de ver sus preocupados ojos azules corriendo sobre mí. Mi cara está acunada en sus fuertes manos mientras me mira. —Háblame, Violet —murmura, preocupación su tono—. Me asustaste muchísimo. Con lágrimas calientes en mis ojos, dejo escapar el recuerdo de la noche en que escapé. Cada detalle espeluznante. No paro hasta terminar. La habitación está en silencio por unos momentos antes de que pueda verlo. Las facciones de Gray están positivamente maníacas con odio y furia. Aprieta la mandíbula con tanta fuerza que es una maravilla que no se rompa en dos. Pero la forma en que arrastra su pulgar sobre mi labio inferior es amable y reverente. —Voy a destrozar su jodido cráneo en mil pedazos —dice furioso—. Ese es mi voto para ti. De nuevo con estas proclamaciones intensas, proclamaciones que deberían asustarme pero que en cambio me calientan en mi alma. Quiero que lastime a Vaughn. Quiero que Vaughn sea eliminado de esta tierra para que no lastime a otras mujeres. —Estoy jodida —le digo con mi voz temblorosa—. Eres la primera persona a la que le conté esa historia. Mi terapeuta conoce la esencia y los refugios para mujeres en los que estuve al principio tenían una idea. Pero nadie sabe en detalle, lo que sucedió. — Me muerdo el labio inferior y frunzo el ceño—. Tal vez debería haberte ahorrado los detalles gráficos. Su agarre es firme en mi mandíbula y niega con la cabeza. —Necesito saber cada detalle de cada cosa que te haya pasado. Quiero robar esos horribles recuerdos y ponerlos como las cicatrices de quemaduras en mi espalda para que ya no tengas que cargarlos. Por favor —suplica, presionando sus labios contra los míos—. Dame todo. Déjame tomarlos y reemplazarlos por algo bueno. Podemos ser buenos juntos ¿No lo sientes, Violet?

148

Asiento y sonrío porque puedo sentirlo. Su presencia me abruma con seguridad y calidez. Una manta de seguridad gigante. He estado temblando por el frío de mi pasado durante demasiado tiempo. Ya es tiempo de que confíe en alguien más para ayudar a llevar esa carga por mí. Empieza a besarme febrilmente una vez más hasta que suena su teléfono. Un gruñido se escapa de él. —Ese es el tono de llamada de Gwen. Extraño su cuerpo presionado contra el mío en el momento en que se aleja. Su cuerpo es todo músculos delgados y definidos que se esconden debajo de la carne tatuada y cicatrizada. Es hermoso, como si Dios creó una obra maestra especial y la llamó Gray. Pero Gray está lejos de ser aburrido, es colorido, brillante y encantador. —Mieeerrdaaa —sisea en el teléfono—. Estaré ahí… —¿Qué pasa? —pregunto cuando arroja el teléfono a la cama y comienza a ponerse la ropa rápidamente. La tristeza brilla en sus ojos. —Mamá. Ella se cayó. Los paramédicos ya no entrarán en la casa, así que, si ella se lastima o cae, Gwen o yo tenemos que ayudarla. —Se pasa los dedos por su cabello—. Regresaré cuando pueda. Salto de la cama y me apresuro a mi tocador a buscar algunas bragas. —Voy contigo. Se acerca a mí y me abraza por detrás. Sus pantalones están de vuelta, pero su pecho todavía está desnudo. La calidez que irradia de él me llama. Canta a partes silenciosas dentro de mí. —Nena —dice contra mi cabello—. Ella es peor que Gwen. Necesitas quedarte… Giro en su agarre para poder enfrentarlo. Mis palmas encuentran sus mejillas sin afeitar y niego con la cabeza. —De ninguna manera. Antes estaba siendo desconsiderada con la enfermedad de tu familia. Pero ahora... —Me detengo y me pongo de puntillas para besar sus labios—. Quiero ayudar. Me has escuchado descargar mi pasado sobre ti. Esto es lo menos que puedo hacer. La emoción brilla en sus ojos. —¿De verdad? —De verdad —le aseguro con una sonrisa—. Vamos a ayudar a tu mamá.

149

18 Grayson

T

odavía estoy furioso mientras nos dirigimos a casa de mamá. Las cosas que Vaughn le hizo... enfermas. Las cosas que le voy a hacer... más enfermas. Desde el asiento del pasajero, Violet se mordisquea nerviosamente la uña. Es parecida a mí en la forma de ser limpia y ordenada. Debido a su pasado, se ha visto impulsada a mantener su vida bastante organizada. Odio tener que llevarla a casa de mamá, pero parece tan dispuesta a ayudar. Eso me emociona. El viernes cuando fijé los ojos en ella, supe que nos había sentenciado a muerte. Después de toda una vida de amor, por supuesto. Pero sería mía hasta el final. Una pieza torcida dentro de mí pareció enderezarse en el momento en que ella se convirtió en el elemento principal de mi vida. Estoy tratando desesperadamente de no avanzar demasiado rápido. Lo último que quiero hacer es ahuyentarla. Pero mantener a mi pequeña y brillante Violet en su pedestal frente a mí es donde pertenece. Quiero cuidarla para siempre. Extiendo la mano y agarro su muslo a través de sus vaqueros. Su mano cubre el dorso de la mía, dándole un reconfortante apretón. Esta mujer es la que llena el vacío que está dentro de mi pecho desde que tengo memoria. Mi vida se siente completa ahora. Voy a trabajar hasta lo profundo de su corazón, nunca querrá que me vaya. Mientras conducimos, no puedo evitar sentirme decepcionado sobre lo de antes cuando quiso usar un condón. ¿No sabe que quiero poner mi semilla dentro de ella? ¿Qué quiero que quede embarazada de mi hijo? Le propondría que nos casáramos mañana si no creyera que me mandaría al diablo. Violet es como un cachorro maltratado. Tomará tiempo ganar su confianza. Quiero abrazarla y ponerle un collar alrededor de la garganta que diga que me pertenece. —¿En qué estás pensando? —pregunta, su pulgar acariciando el dorso de mi mano. En lo loco que me vuelves. En la manera en que mi corazón late solo por ti. En cómo mi cerebro no permitirá que tu rostro deje su presencia.

150

En cómo voy a dejar escapar que te amo mucho antes del tiempo socialmente aceptable porque los incendios internos que arden por ti están fuera de control. —En lo hermosa que eres —le digo con una sonrisa. Se ríe. —De alguna manera siento que hay más, pero lo dejaré pasar ya que eres muy dulce. No tiene idea de cuánto más... —Estamos aquí —le digo, mi sonrisa desvaneciéndose cuando la ansiedad se establece mientras aparco junto al Camaro de mi hermana. —Esta es una casa agradable —murmura. Es más que agradable por fuera. La casa de mi infancia se encuentra al final de la calle en un barrio costoso. Las casas en el área se venden en millones. El césped perfectamente cuidado y el trabajo de pintura fresca esconden los horrendos secretos que se encuentran al interior. El caos y el desorden. La locura absoluta. Los empleados contratados para el césped ayudan a mantener las pretensiones. —¿Quieres quedarte en el auto? —pregunto. Ella ya está saliendo. —No. Puedo manejar esto. Tu mamá te necesita. Me froto el rostro con la palma de la mano y tomo una respiración fortalecedora. Esto va a ser difícil. La última vez que vine fue cuando uno de las repisas de mamá cayó sobre ella. Todavía se me eriza la piel por tener que sacar toda esa mierda de encima de ella. Salgo del auto y corro por el césped hacia la puerta principal. Detrás de mí, Violet está callada, pero sé que tengo su apoyo. Estoy avergonzado, pero ya ha visto a Gwen y ha sido advertida. —Respira por la boca —murmuro mientras paso a través de la puerta abierta. Una de las pocas habitaciones limpias en esta casa es el vestíbulo, pero puedo decir que eso pronto cambiará. Su desorden se está comenzando a esparcir por las puertas del espacio. Pronto, no habrá manera de esconder esto de las personas. Me estremezco al pensar en el día en que un cartero o un vecino curioso difunda las noticias sobre lo que hay en esta casa. Inmediatamente, me sofoca un olor que es una parte por heces y por otra parte basura en descomposición. A pesar de respirar por la boca, no puedo evitar atragantarme por el desagradable olor. Violet no da indicios de repulsión porque está callada. —»¿Gwen? —grito. —En el sótano —grita desde el interior de la casa. —Mierda —siseo en voz baja—. El sótano es el peor.

151

Avanzo por el pasillo hasta llegar al comedor que conduce a la cocina donde está la puerta del sótano. Tan pronto como el comedor aparece a la vista, me estremezco. Hay un pequeño sendero para caminar, pero la basura, las bolsas de compra y las cajas están apiladas a la altura de la cintura. No puedes ver la mesa del comedor, la misma mesa en la que mi padre me hizo comer Qauil. Toda la habitación es un mar de basura. —Por aquí —digo, agarrando la mano de Violet. La guío detrás de mí para que no se caiga. —Oh. —Suspira al llegar a la cocina. Más de lo mismo aquí. La basura y una pila de platos apestosos están sobresaliendo desde el fregadero. Hay un pequeño sendero hacia la nevera y uno más hacia la puerta del sótano que ha sido abierta. Agarro la manija y la abro más para poder pasar. La luz ilumina el hueco de la escalera, pero hay tanta basura acumulada en las escaleras que no es de extrañar que se caiga. Al final del hueco de la escalera, Gwen está sentada en una pila de basura con la cabeza de mamá sobre su regazo. —Mamá —digo—. ¿Estás bien? Mueve su mano despectivamente. —Por supuesto, cariño. Solo siendo torpe de nuevo. Le dije a tu hermana que no te llamara y que cuando recuperara el aliento me levantaría. —Tonterías —gruño—. Te sacaré de allí. —¿Necesitas ayuda? —pregunta Violet, su respiración es tan solo un susurro. Miro por encima de mi hombro y sacudo la cabeza. —Solo mantén la puerta abierta cuando vuelva a subir. —Una vez que asiente en señal de confirmación, paso por la puerta y comienzo mi descenso—. Protégela de todo lo que caiga —le digo a Gwen. Mi hermana se pone de pie y se mueve frente a nuestra madre. —Está bien. Listo. Soy más grande que las dos así que cuando empiezo a bajar, las cajas, bolsas y basura comienzan a caer al fondo. Casi derribo una pila de revistas, pero la torre se tambalea justo antes de caerse. El olor empeora cuanto más bajo. Apesta a aguas residuales sin procesar. Mierda. No sé qué hacer cuando se trata de mamá y Gwen. Una vez, traté de traer gente aquí para limpiar y ambas estaban tan consternadas que lo suspendí de inmediato. Pero me preocupa el pensamiento de que mamá se enferme por las tuberías con fugas que crean moho o algo. Cuando llego al final, Gwen me abraza con fuerza. —Gracias por venir, hermano mayor. Le beso la parte superior de la cabeza y gruño. —Solo me usas por mis músculos —bromeo. Mamá se ríe.

152

—Oh, paren, ustedes dos. ¿Cómo ha estado el trabajo, cariño? —Bien —le digo mientras deslizo mis brazos debajo del delgado cuerpo de mi madre—. Recientemente, cerré el contrato de una propiedad. Voy a salir de la ciudad para verla por un par de días. —Qué maravilloso —dice sonriéndome—. Te ves tan apuesto. Como tu padre. — Su sonrisa se desvanece y sus ojos se vuelven distantes—. ¿Cómo está él? No me esconderé en la madriguera. No ahora. Ni nunca. —Está bien. Me dijo que te saludara —miento. Sus ojos azules se mueven con suavidad. —Oh, cómo lo extraño. Dile que iré a visitarlo para almorzar en la ciudad la próxima semana. Asiento y le devuelvo la sonrisa. Ambos nos mentimos. Ella nunca saldrá de esta casa, excepto en una camilla. Él nunca pregunta por ella. Me tropiezo con algo y choco contra la pared. Mi hombro golpea el panel de yeso, pero es mejor que su cabeza. Con más esfuerzo y gruñidos, logro escalar la montaña de basura hasta llegar a la cima. La puerta se abre de golpe y entro en el camino estrecho. —Tienes que acostarte. ¿Dónde estás durmiendo estos días? —pregunto. El dormitorio del piso de arriba ha estado lleno y abandonado durante mucho tiempo. —En el cuarto de servicio al lado del baño principal —me dice. Hago una mueca. —Es el cuarto de servicio. —Giro mi cuerpo para mirar a Violet—. Mamá, ella es Violet. Mi novia. —Oh... —Mamá se ahoga, provocando que se ponga tensa de la vergüenza—. Oh… —¿Violet? —grita Gwen sorprendida cuando sale del hueco de la escalera del sótano—. ¿Qué estás haciendo aquí? —El terror en su voz hace que mi ritmo cardíaco se acelere. —Estábamos juntos cuando llamaste —le digo a Gwen suavemente—. Ella quiso ayudar. Los rasgos del rostro de Gwen se endurecen y pasa junto a mí desapareciendo de la cocina. Le lanzó a Violet una mirada de disculpa. —Disculpa mis modales —le dice mamá a Violet—. Y los de Gwen. Es solo que no estamos acostumbradas a tener visitantes. Si hubiera sabido que vendrías, habría arreglado un poco. —A Violet no le importa un poco de desorden —le aseguro a mamá—. ¿Cierto, nena? Violet sacude la cabeza.

153

—No. Su casa es encantadora ¿Eran begonias las que vi en el porche delantero? Mamá asiente y le sonríe. —Enrique las plantó. Les tengo mucho cariño. —Son hermosas —murmura Violet. Le lanzo una mirada de gratitud antes de abrirme paso a través del montón de basura hacia el cuarto de servicio. Una vez dentro, me irrita encontrar que mi madre dobló un montón de mantas para hacer una cama improvisada encima de la lavadora y la secadora de lado a lado. Incluso el cuarto de servicio está lleno de basura. Hace tiempo que supere el hecho de que mamá no lavaba la ropa, ni los platos ni nada. Pago a la ciudad por sacar la basura dos veces por semana, pero mi instinto me dice que mamá nunca tiene nada que poner en la acera. Violet pasa por mi lado hacia el cuarto de servicio, alisa las mantas y ubica las almohadas. Pongo a mamá sobre su cama y Violet procede a cubrirla. Mamá, ya sin estar avergonzada, mira a Violet como si fuera lo más hermoso que haya visto en su vida. Le echo un vistazo a mi mujer. Sin duda es lo más hermoso de que he visto en mi vida. —Voy a ver como está Gwen. ¿Puedes quedarte y asegurarte de que esté bien? —le pregunto a Violet. —Cuando sonríe y asiente, me inclino hacia adelante y beso su frente—. Gracias nena. Puedo escuchar a mamá hablando con ella cuando salgo del cuarto de servicio. La simple idea de subir las escaleras me hace estremecer, pero sé que Gwen está arriba, en mi antigua habitación. Es el único lugar en la casa que no llenarán de basura por alguna razón. Cada vez que le digo a mamá que debería dormir allí, simplemente me descarta y dice que está guardando la habitación en caso de que alguna vez necesite regresar. Toma varios minutos y un par de momentos de nauseas hasta que paso por uno de los baños, pero eventualmente llego a mi habitación. Una vez que entro, tomo una respiración profunda. Todo está como lo dejé. Papá, ese imbécil, había tenido razón. Necesitaba alejarme. Había permitido que mamá me cuidara hasta que me recuperara después de mis grandes quemaduras, pero en el momento en que estuve curado, me fui. Gwen yace en la cama dándome la espalda. Con un suspiro, me arrastro a su lado y la abrazo. —No te enojes, hermanita. Resopla. —Pensará que somos repugnantes. ¿Cómo pudiste traerla aquí? La culpa se dispara a través de mí. —Violet es diferente. Va a ser parte de esta familia algún día. No quiero comenzar algo con secretos. Todo queda al descubierto.

154

Rueda sobre su espalda y me mira con un rostro manchado por lágrimas que me recuerda cuando ella era más joven. —¿Sabe lo que hay en el cofre? Frunzo el ceño. —Solo hay cosas ahí dentro. —¿Qué tipo de cosas? —Nada importante —resoplo. Sus fosas nasales se ensanchan. —Entonces ella no debe ser tan importante. Cuando Gwen se enoja, se pone a la ofensiva y dice cosas que están destinadas a lastimar. Afortunadamente, he jugado estos juegos mil veces con ella. —¿Estás bien? —pregunto, cambiando de tema. —Mamá solo me asustó —admite con un sollozo ahogado—. Cuando me llamó, estaba desorientada. —Una lágrima se escapa de su ojo—. Se ha estado cayendo mucho últimamente, pero sobre todo parece estar olvidando cosas. —Otra lágrima sale—. A las personas. —¿Qué quieres decir? —pregunto, la preocupación arrastrándose a través de mí. —No me ha reconocido un par de veces. Frunzo el ceño y miro más allá de ella hacia la oscura ventana. —Gwen... —Lo sé. —Llamaré mañana. Sorbe. —No soy como ella. Oh, hermanita, pero eres exactamente la misma. —Lo sé. —Mentiras. —Solo soy desordenada. Los artistas son desordenados —me asegura—. Puedo limpiarlo todo cuando quiera. Sonrío. —Por supuesto que puedes. Sus ojos se cierran. —Tal vez debería ver de nuevo a la Doctora Ward. La esperanza crece. —Ella era una de las pocas personas que te gustaban. —Pero me hacía enojar —susurra, abriendo los ojos.

155

Le sonrío. —Te hago enojar todo el tiempo y no me despides. —A veces desearía poder hacerlo —se burla, diversión parpadeando en sus ojos. —Llamaré a la Doctora Ward y lo arreglaré. —Me inclino hacia adelante y beso su frente—. Gracias. Asiente y sorbe de nuevo. —Sin embargo, no puedo mirar a Violet en este momento. —Está bien —le aseguro—. ¿Puedes cuidar a mamá esta noche por mí? Me gustaría ir a casa y terminar lo que empecé con mi novia. —Muevo las cejas para molestarla. Un chillido se escapa de ella. —Asqueroso. Y, ¿novia? —Sus cejas se levantan juguetonamente—. Eso fue extremadamente rápido. Me encojo de hombros mientras vuelvo a escalar lo malo. —¿Desde cuándo me tomo mi tiempo con algo? —Desde nunca. —Tenlo por seguro.

156 ***

—¿Estás segura? —pregunto mientras envuelvo una de mis gruesas toallas de felpa alrededor del cuerpo perfecto de Violet. Ella se ríe. —Estoy aquí, ¿no? —Creo que me gustas aquí en mi casa —le digo con una sonrisa—. De todos modos, mi cama es más grande. Más espacio para follarte. —¡En serio, Gray! —chilla—. Siempre eres tan vulgar. —Eso te gusta —argumento mientras saco mi trasero desnudo del baño y entro al dormitorio. Simplemente estoy tirando de las sábanas cuando me doy cuenta que se detiene frente al cofre. —¿Que hay dentro? Toda la felicidad y la alegría se desvanecen. —Nada importante. Sus ojos se estrechan hacia mí. —También me importan las cosas sin importancia. —No importa —le digo, frunciendo el ceño—. Créeme. No importa.

El dolor destella en sus ojos. Por mucho que quiera abrirme a ella, no quiero hablar de esto. Al menos no tan pronto. —Ábrelo —susurra. —No. Fuego brilla en sus ojos mientras se arrodilla y comienza a juguetear con la cerradura. —Para —gruño. Si ella lo intenta demasiado, descubrirá la combinación. Es la misma que el PIN de su tarjeta débito. Lo sé porque los hice iguales. Comienza a girar el dial, ignorándome. —Maldita sea, Violet —digo bruscamente—. No es asunto tuyo. Mis palabras hacen que se ponga rígida. La toalla se afloja y se desliza por su espalda hasta las caderas. Su suave carne me llama, pero se enrojece rápidamente con su enojo. Mueve su mirada sobre el hombro. —Quiero ir a casa. Mi corazón se hunde y caigo de rodillas detrás de ella. —No —le digo mientras la abrazo y empujo su espalda desnuda contra mi pecho limpio—. Quédate. —Me quedaré si me dices qué hay dentro. Gruño cuando se quita la toalla y frota su trasero desnudo contra mi polla endurecida. —No. —Por favor —suplica, su voz sin aliento. —Nada dentro de ese cofre importa —respondo mientras mis manos vagan por su suave cuerpo—. Todo lo que me importa ahora eres tú. Para probar mi punto, guío mi pene en su interior. Agarra el cofre y deja escapar un gemido necesitado. Enredo mis dedos en su cabello mojado, tirando de su cabeza hacia atrás, mientras entro con fuerza en ella. —Gray —sisea. Mis bolas chocan contra su vagina con cada embestida. Está apretada y limpia y es jodidamente mía. Mientras la follo, meto el pulgar en mi boca para mojarlo. Cuando lo empujo contra su culo apretado, deja escapar un gemido. —Toca tu clítoris —ordeno, mi voz es baja y ronca. Obedece, pero su culo se aprieta. —Eso va a doler. —Lo que sucedió fue hace mucho tiempo —le aseguro, mi tono dulce—. Voy a hacerte sentir bien.

157

La confianza, un pajarito tan hermoso, es liberado de su jaula. Se relaja y me permite acceder. Como lo prometí, deslizo mi pulgar dentro de su estrecho canal. Mis embestidas se ralentizan hasta que tengo todo el pulgar dentro de ella. —¿Estás bien, pequeña desertora? —Sí… —Sí, ¿pero? —Todavía estoy asustada. Comienzo lentamente deslizando mi pulgar dentro y fuera de ella al unísono con mi pene dentro de su coño. Pronto, se está moviendo contra mí, muy metida en nuestro pequeño jugueteo anal. —Cuando se trate de mí, no tienes nada que temer. Nada —le juro—. Cada pensamiento. Cada maldita acción gira en torno a ti. No creo que entiendas cuánto te has metido dentro de mí. Gime en respuesta. —Gray… —Nunca nadie más te tendrá porque eres mía —escupo mientras el placer inminente comienza a asentarse en mis bolas—. Dilo, nena. Dime a quién perteneces. —A ti —susurra sin dudarlo. El orgullo se eleva a través de mí. No soy el chico más normal con dinero. Soy obsesivo en exceso y jodidamente posesivo. No entiendo muy bien su rapidez para ceder ante mí, pero me alimento de ello. —Voy a protegerte y cuando me lo permitas, voy a amarte. Voy a poner mi sello en todo tu corazón y en tu coño. Vas a usar mi anillo y tomar mi apellido. ¿Por qué, Violet? Grita cuando le doy una nalgada. —Porque soy tuya. —Tienes toda la puta razón. Y voy a venirme dentro de tu bonito y pequeño coño. No más malditos condones —gruño—. ¿Por qué, Violet? —Cuando no responde, le doy otra nalgada. —Porque soy tuya. —Buena chica —la felicito—. No más pastillas del día siguiente. Se estremece cuando un orgasmo la recorre. Su cuerpo parece asfixiar mi polla. Estoy gruñendo, mis embestidas son desiguales e irregulares, mientras intento desesperadamente no venirme demasiado pronto. —¿Cómo supiste…? —comienza. —No más pastillas del día siguiente —siseo, interrumpiéndola—. ¿Por qué, Violet? —Po-Porque soy tuya —murmura, todo su cuerpo todavía temblando. —Si quedas embarazada, todo va a estar bien. ¿Por qué, Violet?

158

Cuando no responde, me acerco y alejo su mano para poder masajear su clítoris. Comienza a temblar salvajemente por la sobredosis de placer. —¿Por qué, Violet? —Porque soy tuya. Sus palabras me envían al borde, y me vengo con un gruñido salvaje. Esto parece hacerla estallar de nuevo porque grita mi nombre mientras su cuerpo es apoderado salvajemente por el placer. Deslizo mi pulgar fuera de su trasero y admiro cómo su agujero se aprieta de nuevo con fuerza. Un día le mostraré lo bien que se sentirá todo de mí ahí. Mi pene palpita sacando el resto de mi liberación. Tan pronto como le he dado todo lo que tenía, me deslizo fuera y miro con un maldito júbilo mientras mi semen sale de su brillante coño rojo. Gotea sobre el piso, acumulándose entre sus rodillas. —Dios bendito, eres sexy —le digo, el orgullo saliendo de mi voz. —Cuando hablas sucio, también eres muy sexy —admite, mirándome por encima del hombro. Sus ojos están entrecerrados y sus mejillas están sonrosadas por el esfuerzo. La sujeto con una mirada seria. —Dije en serio cada palabra, nena. Sus labios regordetes se abren. Comienza a decir algo, pero luego cierra la boca. —Estoy cansada. Levanto su toalla y la limpio. Cuando la tomo en mis brazos, me observa con una mirada suave que me da ganas de meterme dentro de su cabeza. —Esto está sucediendo —le digo, mi frente descansando contra la suya—. Nosotros estamos sucediendo. Quiero esto. —Sus ojos permanecen ligeramente cautelosos, pero veo el destello de esperanza. También quiere esto.

159

19 Violet

—N

o puedo creer lo hermoso que es aquí —murmuro mientras sorbo mi vino. Todavía estoy en mi traje de baño, pero mis pies están apoyados en el borde del balcón mientras miro hacia el océano sin preocuparme por el mundo. Se suponía que esto sería por trabajo, pero durante los últimos cuatro días, no hemos hecho más que jugar. —Seguro que lo es —responde Gray, con voz ronca. Cuando me vuelvo para mirarlo, lo encuentro mirándome. Mi cuerpo comienza a calentarse desde adentro hacia afuera. Nos hemos estado viendo por poco más de una semana. Es tal torbellino que pierdo todo sentido del tiempo y la realidad. Se siente mucho como si fuera más tiempo. —Siempre soñé con tener un lugar como este. Un lugar para llevar un día a mi familia. Un lugar donde la madre esté involucrada y el padre no sea un idiota gigante. Un lugar que los niños desearían visitar cada verano. —Pasa sus dedos detrás de su cabeza mientras mira hacia el océano. Su cabello oscuro esta desordenado y revolotea con el viento. Me encuentro obsesionada con la forma en que sus bíceps sobresalen en esa posición—. Ahora poseo un lugar así. —Lo haces —le digo, un toque de ensoñación en mi voz. Vuelve su mirada intensa y acalorada hacia mí. —Todo lo que necesito es la familia. Una vez más, mi garganta y mejillas se calientan. Cuando me dice estas cosas poderosas, me hundo más en un agujero que él ha cavado para mí. Solo espero que no me entierre un día. —Algún día lo harás —ofrezco y trago el resto de mi vino. —Ven acá. Acaricia su muslo y me muestra una sonrisa que se ve demasiado bien en él. A pesar de ser mucho más viejo que yo, se mantiene en forma y tiene una veta joven y vulnerable que me atrae. Sin embargo, su intensidad es la de un dios antiguo. Inquebrantable y dominante.

160

Me levanto de la tumbona y luego me siento sobre su regazo. Solo usa su traje de baño, así que en el momento en que me siento sobre él, su dura longitud presiona contra el lugar donde más le quiero. —Quiero hacer de esto nuestra cosa —dice, mientras se estira detrás de mí para tirar de la cuerda de mi bikini. El material se desliza de mis pechos—. Esto —señala el resort y la playa—, debería ser lo nuestro. Sus palabras. Sus implicaciones. Son demasiado. Desesperadamente, me aferro a ellas. Por mucho tiempo, he anhelado lo que está ofreciendo. Pero no parece real. Un cuento de hadas. Un sueño que ha tejido para mí mientras me folla más allá de la cordura. ¿Qué pasa cuando todo sube en una nube de humo? ¿Dónde me deja eso? —Te das cuenta de que descubriste que existo solo hace una semana. Ahora estás listo para embarazarme y correr hacia la puesta del sol. No vives en el mundo real. —Es por eso que lo llaman Loco Max—. Solo nos estamos divirtiendo. Sus ojos azules se oscurecen a un tono azul marino mientras tira de la cuerda superior detrás de mi cuello. Mi parte superior cae entre nosotros, desnudándome frente a él. —Vivo en el mundo que yo creo —me dice, sus palabras ardientes de necesidad—. Y en mi mundo, somos tú y yo. Me muerdo el labio inferior y miro al atractivo hombre. ¿Así fue Vaughn al principio? No recuerdo que fuera tan dedicado o atento. Intenso y posesivo, sí. Pero nunca... dulce y apasionado. Gray es solo... diferente. —Nos estamos moviendo demasiado rápido —comento, aunque la pelea desaparece en el momento en que tira de mi bikini hacia un lado y desliza la punta de su dedo a lo largo de mi clítoris. Se inclina hacia delante para capturar mi pecho entre sus dientes. Su mirada se levanta para encontrar la mía. Está ardiendo con emociones que quiero descubrir y llegar a conocer. La verdad es que me encanta la forma en que me mira como si fuera lo único que importa en su vida. Con su lengua corriendo sobre mi carne y sus dientes mordiéndome, estoy abrumada por la necesidad. Nunca se ha visto más caliente que en este momento, con su cabello desordenado y ojos salvajes. Su dedo me acaricia con tal habilidad hasta el punto de que estoy prácticamente goteando de deseo. —Oh, Dios... —gimo. Succiona el dolor de su mordedura y luego respira contra mí. —Dime lo que necesito escuchar. Agarro su cabello e inclino su cabeza hacia atrás. El balcón es privado teniendo en cuenta que es la suite del ático, así que arrojo la precaución al viento y me dejo llevar.

161

—Soy tuya —digo mientras me balanceo sobre su dedo que me acaricia solo por el exterior a pesar de mi necesidad de tenerlo en el interior. —Dime que esto es más que algo de diversión —gruñe, mordiendo mi piel—. Dime que este es nuestro mundo y lo quieres tanto como yo. Cuando me habla así, pierdo el sentido de lo correcto y lo incorrecto. No hay realidad con él. —Sí —le aseguro, mi cuerpo temblando de placer—. Es nuestro mundo. Su dedo acelera su movimiento hasta que lo pierdo. El mundo se oscurece a mi alrededor cuando un orgasmo explosivo surge a través de mí, borrando todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo. Todavía estoy temblando cuando aparta su mano de mi bikini para sacar su polla de su traje de baño. Ya que está fuera y erecta entre nosotros, levanta mis caderas y una vez más empuja mi bikini hacia un lado. Esta vez, me empala con su polla. Sus fuertes manos sobre mis caderas controlan nuestro ritmo. Todo lo que puedo hacer es enganchar mis labios a los suyos y disfrutar el viaje. Nuestro beso es todo duro y poderoso. Nos besamos como si el otro tuviera la llave de nuestro futuro y nuestra felicidad. Sería una mentirosa si dijera que no quiero lo que Gray está ofreciendo. Me muero por dejar que me succione en su tormenta y nunca me suelte. Cuando él me posee desde adentro, la respuesta siempre es sí. —Eso es todo, nena —gime contra mi boca—. Toma esta gruesa polla porque te pertenece a ti. Maldito sea él y su alocada charla sucia que me vuelve loca. Como la buena chica que soy, lo monto como si fuera su dueña. Utilizo su pene para sacar el placer que anhelo y necesito. Arqueando la espalda, me coloco en posición para que golpee contra mi punto G. Siseos de dicha pulsan a través de mí. —Ruégame que me venga dentro de ti, Violet. Mierda, ruégame que ponga un bebé dentro de ti —gruñe, sus dientes mordiendo mis pechos—. Ruégame. Sus palabras son una locura. Un juego de simulación. Aparentemente, me gustan estos juegos. —Sí —suplico—. Lo quiero. Lo quiero todo. —Vas a llevar a mi hijo en tu pequeño y sexy estómago, ¿no? —exige. —Mmm-hmmm. —Di las palabras, Violet. —Quiero a tu bebé. Me pellizca de nuevo. —Vamos a ser una familia. Prométemelo. —Sí —gimo mientras mi cuerpo se tensa con otro orgasmo inminente—. Lo prometo.

162

En el momento en que mi clímax tiembla a través de mí, pierde el control. Su mordisco en mi pecho se siente como si rompiera la piel, pero ni siquiera me importa porque su calor surge dentro de mí llevando consigo todas sus promesas. Estoy tan jodida de la cabeza por este hombre. Él va a destrozar mi mundo. En el fondo, lo sé. Puedo sentirlo hasta los pies. Y aun así… —No me rompas —suplico, mis labios encontrando la concha de su oreja—. Por favor, no me rompas. Me abraza fuertemente y gruñe su proclamación feroz que tengo muchas ganas de creer. —No te voy a quebrar. Jodidamente nunca. *** —En dos meses, tengo que ir a Hong Kong por negocios —dice Gray, su dedo trazando suavemente arriba y abajo de mi estómago desnudo en la oscuridad. —Estoy celosa —bromeo y sonrío. —Quiero que vengas conmigo —me dice con una sonrisa—. Después de todo, tú eres la vicepresidenta. Me pongo rígida. —En ese entonces ya no trabajaré para ti. Solo me queda una semana. Su mano deja de moverse y me alegro no poder ver su expresión —Pero pensé… —¿Qué solo porque nos estamos viendo ahora mismo renunciaría a mis compromisos anteriores? Se aleja y enciende la lámpara. Cuando se da la vuelta, sus fosas nasales están abiertas de ira. —Yo te promocioné. Supuse que te estabas quedando. El dinero es mucho mejor de lo que Sean está ofreciendo. Y estaría haciendo lo que sé. Pero pasaría cada momento de mi vida con toda la atención de Gray sobre mí. ¿Qué sucederá cuando esta llama ardiente se apague? ¿Seré desechada y olvidada nuevamente? Si es así, y elegí quedarme en Maxwell, habría dejado pasar la oportunidad de un cambio de carrera. —Gray… —empiezo a decir, pero me interrumpe cuando se levanta de la cama. —Tengo que hacer una llamada telefónica —gruñe antes de cerrar la puerta del dormitorio.

163

Me siento y llevo la sábana sobre mi pecho desnudo. No se lo tomó nada bien. Las mariposas vuelan en mi vientre mientras mis nervios amenazan con consumirme. Agarro mi teléfono de la mesa y le envío un mensaje de texto a Sean. Yo: ¿Todo sigue igual? A pesar de ser cerca de la medianoche, responde. Sean: Pensé que habías cambiado de opinión. Ya sabes, después de todo lo que sucedió. Nunca respondiste. ¿Está todo bien? Mi mente estuvo distraída la semana pasada, pero no he ignorado ninguno de sus mensajes. Yo: Todo está bien. Esperando comenzar pronto. Responde de inmediato. Sean: ¡Oh bien! Estoy de regreso. Si deseas pasar un día en el almuerzo, te mostraré dónde estará tu oficina. Podemos almorzar en mi oficina. Yo: Te dejaré saber el día que estoy libre. Hablamos pronto. Intento no mirar el reloj, pero los segundos se convierten en minutos y luego los minutos se convierten en horas. Gray no ha regresado. Estoy a la deriva cuando escucho que la lámpara se apaga y la cama se hunde con su peso. Envuelve su enorme cuerpo alrededor del mío y me abraza. Siento que acabamos de tener nuestra primera pelea. No es difícil ver su punto. Me promovió y despidió a varios empleados por la forma en que me trataron. Estamos durmiendo juntos y pasamos cada momento despiertos, el uno con el otro. Puedo ver cómo asumiría que me estaba quedando. Pero… No puedo arriesgar todo por una semana de su atención. —Lo siento —murmura contra mi oreja, su pulgar gira alrededor de mi ombligo. Cuando finjo estar dormida, se relaja y me besa suavemente en la cabeza. Lágrimas se forman en mis ojos porque Vaughn nunca fue afectuoso como lo es él. Me hace sentir culpable por incluso compararlo con mi ex psicópata. Su respiración se iguala. Tan cálido como se siente acurrucado contra mí, creo que necesitamos espacio. Me estoy perdiendo de vista a mí misma al dejarme llevar por él. No puedo pasar otra vez por lo que pasé con Vaughn. No soy mentalmente capaz. Mañana intentaré desenredarme de Grayson Maxwell. Hasta entonces, me mantendré caliente en sus brazos por una noche más. *** —Felicidades —dice una mujer llamada Deb cuando pasa junto a mi escritorio— . Qué logro.

164

Sonrío hasta que ella se marcha. ¿Por qué diablos me felicitan todos? Ella es al menos la quinta persona en hacerlo hoy. Pensé que mi promoción era una noticia vieja. Mis ojos saltan a la puerta de Gray, pero está cerrada. Después de la rareza del sábado en el complejo, me trajo a casa el domingo donde me dejó. No lo invité a entrar para quedarse. El camino a casa fue cortés, pero en su mayoría silencioso. Prácticamente podía ver los engranajes girando en su cabeza, pero tuvo cuidado de no decir nada para asustarme más. Y, chico, estoy asustada. He tomado una decisión horrible después de otra desde que presenté mi aviso. Mi teléfono suena y me sorprende ver que es Gwen. Gwen: ¡Hola, chica! Deberíamos almorzar un día. Quisiera disculparme en persona por cómo me comporté la semana pasada. Cuando pienso en la casa de la mamá de Gwen y Gray, me estremezco. Era una mujer agradable pero definitivamente era un poco espacial. Me alegré cuando Gray me dijo que había arreglado que fuera a una casa de vivienda asistida. Fue Gwen quien fue con ella y lo preparó todo, pero fue él quien encontró la instalación de la mejor línea y desembolsó el dinero para ello. Una vez que se instaló, dijo que iba a pagarles a algunas personas para que entraran y revisaran la casa. Él me había confiado que esperaba que pudiera hacer que Gwen también limpiara su desorden, pero él solo estaba lidiando con un problema a la vez. Yo: Está bien. Estabas estresada. El almuerzo suena genial. —Felicidades, Letty —dice otra persona mientras pasa frente a mi escritorio—. Primera plana, increíble. Esto llama mi atención. —¿Disculpa? ¿De qué estás hablando? El tipo golpea el New York Times en mi escritorio. En la portada está mi cara. Parpadeo una vez en estado de shock. Entonces, parpadeo una vez más mientras se instala el horror. Mi edad. Mi ubicación. Todo mi maldito nombre. Todos los datos esparcidos en la portada. El artículo no solo habla de mi promoción para una de las firmas de adquisición más grandes del país, sino que también habla de mi superación del acoso sexual y de romper el techo de cristal. Pero es lo que está al final del artículo que me hela la sangre. Maxwell Subsidiaries compró Slante Mortgages. Una oración simple, atrapada al final. Pero me hace ver rojo. Tanto es así, que eclipsa por el momento que mi anonimato se ha ido. Arranco el papel y me dirijo a la puerta de Gray. Cuando entro y cierro la puerta detrás de mí, lo encuentro sentado en su escritorio con los dedos abiertos como si estuviera esperándome. Incluso Jeff usa una mirada expectante. —¿Cómo pudiste? —siseo, mi tono bajo y mortal. Su mirada es aguda mientras se desliza sobre mi blusa y falda antes de deambular de regreso a mis ojos.

165

—¿Cómo he podido qué? Golpeo el periódico sobre su escritorio. —¿Sabes lo que has hecho? —Mi voz es chillona. —En realidad, ese fui yo —dice Jeff—. Me puse en contacto con mi amigo en The Times y le conté la historia. —No sabes lo que has hecho —le digo, con un ligero temblor en mi voz. Cuando pienso en Vaughn viendo el periódico y sabiendo dónde estoy, mis rodillas se doblan y me estrello contra el escritorio. Jeff trata de enderezarme, pero Gray ya ha rodeado el escritorio. Soy arrastrada a su poderoso agarre. Su olor. Su toque. Su abrumadora presencia. Soy víctima de su gentil toque por un momento y dejo que me proteja de las repercusiones. Pero solo por un momento. Entonces, la furia se establece. —¿No querías que me fuera, entonces compraste Slante Mortgages? —grito. Me frota la espalda. —Hay más en la historia que no sabes. —Así. Que. Dímelo. —Levanto mi barbilla y lo miro. Hay un tic en su mandíbula y le asiente a Jeff que se escapa de la oficina sin decir una palabra más. Entonces, sus facciones se suavizan cuando me mira. Intento escabullirme, pero su agarre se aprieta. —Sean tiene una mala reputación —dice, la ira transformando sus rasgos. —¿Una mala reputación? —Por follar a sus empleadas —gruñe sus palabras, los celos se aferran a cada una de ellas. Resoplo. —Tú te follas a tus empleadas. Esto me gana un gruñido. —No, solo te follo a ti. La vergüenza hace que mi cuello se caliente. ¿Este pobre tipo acaba de perder su compañía porque mi nuevo novio está celoso y no quiere que renuncie? Increíble. —Esa era su compañía —murmuro, el disgusto filtrándose en mi tono—. ¿Acabas de hacer algunas llamadas y comprarle su compañía por casi nada? —Yo no llamaría casi nada a veinte millones, no es un mal negocio. Dupliqué su precio de venta. —Su voz es petulante y eso me irrita. —¿Cuándo? —siseo—. ¿Cuándo hiciste esto? ¿Después de nuestra pelea del sábado?

166

Sus rasgos se endurecen. —Estaba satisfecho con mi oferta. Después de dejarte, me reuní con él y nuestros abogados. Todo fue sin problemas. Esta mañana, se realizó la transferencia bancaria. Sin embargo, se está quedando a cargo. Pero… Él no tiene que decirlo. Lo sé. —Pero la advertencia fue que no podía tenerme. Tiene el sentido de parecer avergonzado. —Violet… —No —murmuro—. Todo eso es horrible y estoy furiosa contigo. ¿Pero poner mi cara y nombrar todo en la primera página del periódico más grande del país cuando sabes que me estoy escondiendo de mi ex psicótico y abusivo? Eso es imperdonable. — Esta vez cuando me alejo, me suelta. Parece herido. —No entiendes… —Aparentemente no. —Me trago las lágrimas—. Me estoy tomando el día libre. No me siento bien. Él ve a través de mi mentira, pero me da un asentimiento. —Al menos déjame llevarte a casa. Niego con la cabeza y levanto mis manos. —Ya has hecho suficiente.

167

20 Grayson O

dio tener que morderme la lengua, pero no puedo decirle la verdad. No puedo dejar que sepa que hice que Jeff publicara ese artículo para que Vaughn saliera de su escondite. Dusty todavía está tratando de encontrar al hijo de puta escurridizo. Usar a Violet como cebo parecía la forma más rápida de atraerlo. No he podido trabajar en todo el día. No sin Violet cerca. En vez de eso, me he sentado en mi auto al otro lado de la calle, frente a su edificio, en busca de idiotas espeluznantes que podrían estar vigilando el lugar. Cuando es pasada la medianoche, me bajo del auto y estiro las piernas. No he comido ni me he movido en horas. Una vez que estoy en su piso y mi frente está presionada contra su puerta, escucho. El apartamento está tranquilo. Probablemente esté durmiendo, pero necesito hablar con ella. Yo: Lo siento. Ella responde inmediatamente lo que hace que mi ritmo cardíaco se acelere. Violet: Yo también. Yo: ¿Puedo verte? Violet: Soy un desastre. Yo: ¿Y si te dijera que estoy esperando en la puerta de tu casa? Violet: Te he estado observando desde la ventana todo el día. Te dejaré entrar. Enderezo mi cuerpo y deslizo mi teléfono en mi bolsillo. Unos minutos más tarde, escucho que se desbloquean los cerrojos. En cuanto abre la puerta, no puedo esperar más. La tiro a mis brazos, donde pertenece y beso la parte superior de su cabeza. —Lo siento. Esnifa, pero su agarre sobre mí es fuerte. —Yo también lo siento.

168

Me alejo para cerrar bloquear la puerta con las cerraduras antes de recoger en mis brazos su ligera figura. Apoya su cabeza contra mi hombro mientras la llevo a través del oscuro apartamento hasta su dormitorio. Me quito los zapatos y la dejo en la cama. La lámpara al lado de su cama proyecta sombras sobre su rostro, resaltando los círculos oscuros bajo sus ojos. Su cara está hinchada y roja por el llanto. Me acerco y le quito un brillante mechón de cabello marrón de la cara. Arrodillándome frente a ella, abrazo su cintura y apoyo mi mejilla contra su muslo. Sus dedos acarician mi cabello. Tocarla me tranquiliza el corazón. Espero arreglarla como ella me arregla a mí. —No sé qué hacer —murmura, su voz es temblorosa—. Él va a venir por mí. Le beso el interior del muslo. —Voy a mantenerte a salvo, como te lo prometí. Cuando me levanto para mirarla, las lágrimas corren por sus mejillas hinchadas. No me gusta verla llorar. Quiero poner sonrisas en su cara. Y una vez que ese cabrón esté muerto, nunca más tendrá que temer por su vida. Me siento de rodillas y jalo su camiseta. Levanta los brazos, permitiéndome que la despoje de la prenda. —Acuéstate, nena —le digo mientras me quito la ropa. Se mueve hacia atrás y luego se saca las bragas. Me despojo del resto de mi ropa antes de apagar la luz. Una vez que la oscuridad nos envuelve, reclamo a mi mujer. En el momento en que nuestra piel desnuda se toca, la conexión usual que compartimos parece resplandecer a la vida con una sacudida. Nuestras bocas se encuentran en un beso desesperado. Me envuelve con sus suaves piernas y en el siguiente instante, estoy enterrado en su interior. En lugar de moverme, simplemente acuno su mejilla con una mano y la beso hasta que se queda sin aliento. Dejo besos a lo largo de su mejilla a su oído donde le susurro todas las cosas que necesito que escuche. Estoy obsesionado contigo. No puedo vivir sin ti. Moriría sin ti. Mis palabras la excitan porque se mueve, gime y ruega por más. Poco a poco, me muevo contra ella. Su cuerpo está apretado y lo acepta. Caliente. Mía. Sigo murmurando las palabras que claramente también necesita escuchar. Tú eres mía. Haré lo que sea para retenerte. Cueste lo que cueste. Mía. Ella gime de placer. Mi empuje se ha acelerado. Estoy tan abrumado con mi necesidad de ella que mis movimientos son descoordinados y desiguales. No puedo pasar otro día como los últimos dos días lejos de ti.

169

Necesito verte y estar contigo. Eres mía, maldita sea. —Tuya —acepta, su voz retumbando al acercarse el orgasmo. Me has consumido. Te pertenezco. No soy nada sin ti. Te amo. Se viene con un chillido y su cuerpo se sacude debajo de mí. Estoy tan perdido en nuestro amor que me corro como un adolescente virgen. Rápido y explosivo. Marco a mi mujer de adentro hacia afuera. Sus dedos se enredan en mi cabello y suspira. —Eres tan intenso. No sé qué pensar. Froto mis labios a lo largo de la concha de su oreja. —No pienses. Siente. No me importan las reglas ni las normas. Todo lo que sé es que he estado completamente hechizado por ti desde el momento en que pusiste tu aviso en mi escritorio. —Todavía estoy molesta contigo —admite, su voz temblando—. Me siento tan fuera de control a tu alrededor. Me levanto y rozo mis labios sobre los suyos. —Así que recupera el control. —¿Cómo? Acunando su cara, acaricio mi nariz contra la suya. —Estableceremos algunas reglas básicas. ¿Qué te hace sentir que no tienes control? Emite un suspiro tembloroso. —Deberíamos usar condones. No puedo pensar en tener un bebé ahora mismo. Mi vida es demasiado desordenada. Me duele hacerlo, pero estoy de acuerdo. —Hecho. ¿Qué más? —No puedes pasarte de largo y tomar decisiones financieras o de trabajo por mí a mis espaldas —murmura—. Comprar Slante y robar esa oportunidad para mí, sin importar cuáles fueran tus intenciones, estuvo mal. No confío fácilmente y hacer cosas así hará que no confíe en ti. Mi corazón se aprieta. —Quiero que confíes en mí. —También quiero confiar en ti.

170

Beso su nariz. Mi polla que se había ablandado dentro de ella ya se está endureciendo de nuevo. Me pregunto si quiere que la saque y envuelva mi polla. —¿Qué más? —Necesito un poco de espacio —susurra, pero luego gime cuando me muevo contra ella. —¿Cuánto espacio? —Esta noche, necesito dormir sola. Necesito espacio para pensar y resolver mentalmente todo lo que ha pasado. Es demasiado duro cuando estás envuelto a mi alrededor y dentro de mí. Empujo de nuevo y le mordisqueo el labio inferior. —¿Dónde están tus condones? Sus labios se curvan en una sonrisa contra la mía. —Necesito comprar más. —¿Debería parar? —murmuro mientras me deslizo lentamente dentro de ella de una manera burlona—. No quiero romper la regla número uno cinco minutos después de esto. —No te detengas, Gray. *** Cumplió con la regla número tres. Después de hacer el amor y hablar hasta altas horas de la noche, me echó. Dulcemente, por supuesto, pero me obligó a salir. Afortunadamente, para mí, tengo una llave. Y una vez que estoy seguro de que es muy probable que se haya quedado dormida, vuelvo a entrar. Abro la cortina de su habitación para poder verla apropiadamente. Se ve positivamente angelical durmiendo profundamente y acurrucada en la cama. Su brazo está envuelto alrededor de la almohada en la que he estado acostado. Estoy completamente consumido por ella. He permitido que ciertas cosas en mi vida tomen el control. Violet controla todos mis pensamientos y acciones. Todo lo que hago ahora está bajo consideración de cómo impactará en ella. El artículo del periódico no fue un accidente. Cuando se trata de ella, nada es un accidente. No estaba mintiendo cuando le dije que quería que mi apellido borrara el suyo. Quiero que mi diamante cuidadosamente elegido y raro (como ella) pese en su pequeña mano.

171

A pesar de la nueva regla de preservativos, voy a usarla hasta que me permita poner bebé tras bebé dentro de su cuerpo. Ella es mía. Se supone que debemos estar juntos. Ese hijo de puta Sean Slante no la habría tratado mejor que los idiotas que despedí de mi propia compañía. Al principio, cuando lo llamé el domingo, se había resistido. Pero cuando ofrecí una suma impía frente a él, estaba mareado como la mierda por vender. Ella es excelente en su trabajo, en mi compañía. En una compañía que algún día será suya también cuando lleve el apellido Maxwell. Me inclino hacia adelante sobre la cama y le aparto el cabello de sus ojos mientras duerme. Es adorable como el infierno y estoy orgulloso de que sea mía. Solo tengo que eliminar toda la mierda que se interpone entre nosotros. Sean Slante se ha ido. Vaughn Brecks es el siguiente. Debería estar durmiendo, pero estoy conectado en su presencia. Ella es tan vigorizante como el café que solía tomarme. Estoy orgulloso de decir que ahora lo hago yo mismo. Por supuesto, después de que ella me mostró cómo hacerlo. Violet me hace una mejor persona. Incluso Bull se dio cuenta de eso. Retiro las mantas y frunzo el ceño para ver que se puso una camiseta después de que me fui. Con movimientos cuidadosos, elimino eso y sus bragas. Cuando se rinda por completo a nuestra relación, insistiré en que duerma desnuda todas las noches. En el tiempo que pasamos en el complejo, no tuvo problemas para dormir con nuestros cuerpos desnudos presionados. Era la perfección. Una vez que deposito su ropa en el cesto, busco un poco en su armario e inspecciono sus joyas. Tomo un inventario mental para saber qué comprarle. Esta mierda de bisutería está siendo descartada y la reemplazaré con piezas de alta calidad que pertenecen colocadas sobre ella. Una vez que he catalogado todo lo que posee en cuanto a joyas, compruebo el tamaño de sus zapatos y su ropa. Cuando la traslade pronto a mi casa, la llenaré de regalos, incluido un nuevo guardarropa. Me encuentro con la caja escondida y saco la foto de su madre. Cuando Dusty investigó, localizó a su madre y pudo investigar sus finanzas por mí. De hecho, ella recibe el dinero que Violet le envía. La mujer ya no trabaja en el restaurante, porque Dusty dijo que estaba enferma. Las montañas de facturas del hospital sobresalen de su buzón cada día. Le pedí que me enviara los totales y los acreedores para que pudiera pagarlos inmediatamente. La familia de Violet es mi familia. Sus cargas son mis cargas. Algún día voy a eliminar a su ex para que pueda reunirse con su madre. Ese es el último regalo que prometo darle. Quiero que Violet sea feliz. La haré feliz. Guardo todo en el armario y salgo de nuevo. Ella aún duerme profundamente. Sus tetas llenas son preciosas a la luz de la luna. Mi polla se despierta en mis pantalones.

172

Rápidamente, me quito toda la ropa y los zapatos antes de patearlos debajo de la cama. Entonces, me deslizo a su lado. Dios, es hermosa. Presiono besos por su garganta hasta sus pechos. Mi lengua se desliza a través de uno de sus pezones, causando que se endurezca. Soy adicto a tocarla y besarla. Nunca me llenaré. Deslizo besos a lo largo de su abdomen. Me muero por separarla y comerla hasta que salga el sol, pero me abstengo. En cambio, presiono un suave beso en su clítoris antes de deslizarme hacia atrás por la cama. Arrodillándome a su lado, empuño mi polla. Prefiero estar dentro de ella otra vez, pero esto tendrá que servir. Contengo mis gemidos mientras la adoro con mis ojos. Con cada sacudida, me imagino que estoy dentro de su apretado coño que solo me pertenece a mí. Me imagino entrar en ella tantas veces que eventualmente la embarazo. La imagino acostada en mi cama en casa con su estómago hinchado con nuestro bebé y su anillo de bodas brillando a la luz del sol a través de la ventana. Tan hermosa. Con un gemido que apenas contengo, me corro duro. Mi semen caliente salpica sus perfectas tetas, marcándola como mía. Debería limpiar el semen que corre por su carne, pero no puedo. No puedo borrar mi marca. Me pertenece. Y yo soy suyo. Un suspiro se escapa de ella y me congelo. No puedo dejar que se despierte conmigo lanzando mi semen sobre ella mientras duerme. Eso probablemente parezca jodidamente espeluznante. Con cuidado, me deslizo fuera de la cama, mi polla goteando en el camino y luego me arrodillo en el suelo. Entonces, me deslizo debajo de la cama. La desagradable alfombra me araña la espalda y me irrita la piel llena de cicatrices. Prefiero estar en la cama con ella. Pero el amor te hace hacer cosas locas. Maniobro hasta que encuentro mis pantalones. Una vez que saco mi teléfono, reviso mis correos electrónicos y hago más investigaciones. Mientras busco más pistas sobre Vaughn, no puedo dejar de pensar en cómo mi vida ha mejorado desde que Violet entro en foco. Limpié la basura en mi compañía y promoví a alguien digno. He convertido a esa persona en mi amiga y finalmente la convertiré en mi esposa. Su presencia puso en marcha algo con mi madre y mi hermana. Mi madre voluntariamente fue a la casa, sabiendo que necesitaba la ayuda. Tantos años se aferró al hecho de que papá regresaría. Papá nunca volverá. Sé que esto es un hecho. ¿Y Gwen? Ella estaba lo suficientemente avergonzada como para querer hacer algo acerca de su problema. Sé que ella no quiere terminar como nuestra madre. El hecho de que quiera ver a la Dr. Ward es un gran logro. Violet y yo hemos aprovechado algo que la mayoría de la gente nunca tiene. Amor. Futuro. Felicidad. Es nuestro para tomar.

173

Y vamos a malditamente tomarlo. Dejo mi teléfono y agarro mi polla. Siempre estoy duro con Violet. Su aroma sube dentro de mí, arañando mis sentidos. Es como si fluyera por mis venas con la misma naturalidad que mi sangre. Y como mi sangre, ella inunda todo directamente a mi polla todo el tiempo. Con su dulce olor que me domina y sabiendo que ella duerme profundamente sobre mí, agarro mi polla, deleitándome en el placer. Estoy abrumado por la necesidad de acelerar mi liberación en todo el maldito lugar. Una parte de mí anhela salir desde debajo de la cama para separar sus rodillas y acomodar mi polla dentro de su cuerpo apretado. La idea de estar nuevamente desnudo dentro de ella me hace perder el control. No puedo contener el gemido mientras disparo mi carga en mi vientre. Todavía estoy volando alto con mi corazón martilleando en mi pecho cuando mi sangre se congela. —¿Quién está ahí? Mierda.

174

21 Violet

P

arpadeo mi somnolencia y fuerzo mis oídos. Escuché algo. Una voz. Fue lo suficientemente fuerte como para despertarme. Si mi corazón no estuviera tronando en mi pecho, podría escuchar mejor.

—¿Quién está allí? —grito de nuevo mientras saco mi arma de entre el colchón y el somier. Retrocedo contra la cabecera y entrecierro los ojos en la oscuridad. Mi mirada viaja hacia la ventana. Alguien abrió la cortina. No me estoy volviendo loca. Antes de acostarme, recuerdo haberla cerrado. Me sentía expuesta, como si Vaughn estuviera mirando desde el otro lado de la calle. Había sentido la necesidad de esconderme de él si lo estaba. La conciencia fría se filtra a través de mí. Estoy desnuda. Estoy jodidamente desnuda. El terror trepa por mi garganta junto con un grito que apenas sofoco. Alguien me desnudó. Esas otras veces, aunque me convencí de lo contrario, no era yo. Una realidad que había elegido ignorar porque no podía lidiar mentalmente con que fuera verdad. Había estado demasiado aterrorizada para admitirlo, así que lo pasé a un segundo plano. Trago saliva cuando alcanzo la lámpara. La piel en mis pechos está reseca. Como si algo pegajoso se hubiera secado en mi carne. Una lágrima corre por mi mejilla y gotea de mi mandíbula. Enciendo la lámpara y mis pensamientos se confirman cuando bajo la mirada a mis pechos desnudos. Semen. Tengo el semen de alguien seco en mis pechos. Vaughn está jugando conmigo. —¿Va-Vaughn? —lloriqueo.

175

Discretamente, alcanzo mi teléfono y rápidamente llamo a Gray. Por favor contesta. Por favor contesta, maldición. Buzzzzz. Buzzzzz. Buzzzzz. Estoy congelada cuando me doy cuenta de que los sonidos provienen de debajo de mi cama. Es como si fuera la protagonista de una película de terror. Con las lágrimas en los ojos, las aparto cuando no responde. Dejo caer mi teléfono sobre la cama y me inclino sobre el borde para mirar. La punta de un zapato negro se asoma. No. No. ¡Mierda, no! Salto de la cama lo más lejos que puedo y apunto el cañón del arma en la sombra entre el piso y el armazón de la cama. —Fuera —grito—. ¡Sal! Un gruñido, un gruñido familiar, resuena desde debajo de la cama. El terror hace que todo mi cuerpo tiemble. Estoy desnuda y asustada hasta la muerte, pero no me atrevo a quietar mi arma del monstruo debajo de la cama. —¡SAL! La mano de un hombre se desliza desde las sombras, fuerte y poderoso. Casi disparo en el acto. Ahora mi teléfono está atrapado al otro lado de esa mano. ¡Estúpida! Más lágrimas surgen, pero rápidamente las aparto para poder enfocarme. Lentamente, un hombre desliza su cuerpo desnudo desde debajo de mi cama. Su pecho tonificado y tatuado brilla con lo que parece ser su orgasmo agotado. La repugnancia se eleva en mi garganta. En el momento en que realmente veo quién sale de mi cama, me siento vencida por la traición. —¿Cómo pudiste? —siseo, la pistola en mi mano tambaleándose salvajemente— . ¡Jódete, maldito psicópata! —Violet —murmura mientras lentamente se desliza el resto del camino y se pone de pie. Su impresionante polla cuelga flácida y goteando entre sus poderosos muslos. Horas atrás, este hombre estaba dentro de mí. Poseyendo y amando mi cuerpo. Confié en él. —Fuiste tú. Todo este tiempo fuiste tú —sollozo. —Baja el arma, nena —susurra. —¡NO SOY TU NENA! Hace una mueca ante mi tono y comienza a hablarme. —Escúchame. —Quédate atrás o te dispararé en la polla —lo amenazo a través de mis lágrimas. Como si reaccionara a que le hablaran, su polla se endurece y tiembla.

176

—Te amo —me dice como si eso resolviera todo. —¡Eres un acosador! —grito. Mi corazón está confundido porque la mirada de aplastante devastación en su rostro pesa sobre mí. Pero mi mente me dice que descargue todo el cargador en su pecho psicótico. —Violet. —Sus ojos azules son tiernos cuando me mira—. No puedo estar lejos de ti. Soy adicto a ti. —Esto es una locura, Gray. ¡Esto es ilegal! Pasa los dedos por su cabello y aprieta la mandíbula. Odio lo brutalmente guapo que es. Odio todo sobre él. De alguna manera, esto es peor que Vaughn. Vaughn me destruyó directamente a la cara. Gray lo ha hecho a mis espaldas. Un llanto paralizante me recorre borrando el mundo que me rodea. Es un terrible error porque lo pierdo de vista. Para cuando mis ojos se aclaran, él está sobre mí. Su fuerza domina la mía y juntos luchamos por el arma. Logra derribarme al piso. Cuando mi cabeza golpea el piso con un ruido sordo, la habitación gira. La pistola es arrancada de mi agarre. —Escúchame —me pide, su voz suave pero imponente. Grito y lucho, pero me clava las muñecas por encima de la cabeza. Todo mi cuerpo se convulsiona de miedo. Su cuerpo es pesado contra el mío, su erección es gruesa y dura entre nosotros. El terror burbujea dentro de mí y soy transportada a tantas noches con Vaughn. Pero en lugar de lastimarme, besa mi cuello. Una y otra vez. Es casi peor que el abuso de Vaughn porque me gustan los besos de Gray. Cada uno es como un doloroso recordatorio de lo que podríamos haber tenido. —Te odio —sollozo—. Te odio. Encaja su cuerpo entre mis muslos separados. Su aliento es caliente contra la concha de mi oreja. —Mentirosa. La sola palabra hace que mi corazón se apriete. —Arruinaste todo. Un gemido se escapa de mí cuando su polla se frota contra mi clítoris. Él chupa la carne justo debajo de mi oreja. A pesar de mis miedos y de no poder mover mis manos, mi cuerpo me traiciona. Estoy mojada y desesperada por su toque. Este es su asalto. Nunca tuve la intención de escapar de eso. Soy su borrar y destruir. Lo está haciendo gentilmente con besos y amor. —Te odio. —Lo intento de nuevo, pero mi cuerpo se mueve con necesidad—. En el momento en que logre escapar, huiré lejos de ti. Se levanta y me mira con una mirada feroz mientras me tortura con embestidas burlonas contra mi clítoris.

177

—Te seguiré hasta los confines de la tierra, Violet. ¿No lo ves? Te he entregado mi corazón y nada, jodidamente nada, se interpondrá en mi camino. ¿Por qué atraigo psicópatas? Además, ¿por qué los amo? —Por favor... —Ni siquiera sé a qué me refiero en este punto. En las sombras de mi mente, lo sé. Mi cordura se niega a admitirlo—. Por favor… —¿Por favor quédate? —pregunta, su polla deslizándose lejos de mi clítoris y hacia mi apertura. No entra en mí, solo se frota contra mí. —Te odio. —Te amo. Sus burlas y frases de amor me tienen tan confundida. Mi corazón está tronando tanto en mi pecho. Quiere huir con él y nunca mirar hacia atrás. Sin embargo, mi mente está en guerra. No puedo entender lo que ha hecho. Es retorcido. Jodidamente loco. —Déjame hacerte el amor —suspira contra mis labios. Perdí la sensación en mis manos donde me agarra fuerte. La idea de que empuje dentro de mí tiene un débil gemido en mi garganta. Todo palpita por él a pesar de la ira que explota a través de mí—. Di las palabras y eres mía otra vez. Ha sido todo sobre ti desde el momento en que te vi. No puedo sacarte de mi cabeza. Lo único que me impedirá amarte, de jodidamente consumirte, es una bala en el cráneo. ¿Es eso lo que quieres? Gimo y susurro: —Sí. —Mentirosa —gruñe, su polla apenas presionando dentro de mí—. Quieres que mi pene te estire bien. Odias que no puedas odiarme. Odias que quieras que te folle. Te encanta que estoy obsesionado contigo. Quieres mis hijos y mi apellido. Maldita sea, admítelo, Violet. —No puedo —me ahogo—. No puedo admitirlo. —Eres hermosa incluso cuando estás en negación. Tiemblo y suplico una vez más. Por favor. —¿Esto? —pregunta. La punta de su pene se desliza más dentro de mí. No puedo respirar, él es demasiado. Es abrumador. —S-Sí. Un grito sale de mí porque antes de pronunciar la palabra, entra en mí con la fuerza suficiente para partirme en dos. Gray es un tornado categoría cinco que me destruye con cada toque. Y, sin embargo, no puedo apartarme de su camino. Permito que me consuma. —Te amo —dice una y otra vez como si fuera una oración.

178

Todo lo que puedo hacer es disfrutar de la tormenta. Mi orgasmo se burla y se burla de mí. Me recuerda que, si cedo él me dará todo. Él no es como Vaughn, es peor. Mis intentos despiadados de convencerme a mí misma no están funcionando porque, en el fondo, lo sé. Él no es peor. Él no me lastima. Gray nubla mi alrededor en su embriagadora neblina hasta que me emborracha de su aroma y el susurro de sus votos. Estoy tan perdida en él que no me doy cuenta de que ha soltado mis manos hasta que mis dedos se agarran a su cabello. Esta vez, cuando sus labios rozan los míos, lo sigue con un beso exigente. Tanta emoción y poder llega con el beso que me siento víctima de ello. Quiero su abrumadora atención y afecto. Quiero su amor gentil, pero rudo amor. Quiero que me persiga hasta los confines de la tierra. Esto significa que también estoy enferma. —Vente para mí, nena —respira contra mi boca mientras sus dedos se deslizan entre nuestros cuerpos resbaladizos por el sudor. En el momento en que toca mi clítoris, pierdo el sentido del tiempo y la razón. Mi mundo se inclina fuera de su eje mientras el placer se estrella contra mí. Me vengo tan duro, mis huesos se sienten como si estuvieran traqueteando dentro de mí—. ¡Oh, mierda! —gime mientras su liberación se derrama de él—. Dios mío, eres perfecta. Cierro los ojos mientras su semilla se derrama dentro de mí y mi cuerpo se debilita. Estoy agotada por las lágrimas y las emociones que explotaron a través de mí. La adrenalina que me atravesaba lentamente se fue alejando de mí mientras su semen se escapa de mi cuerpo. —Déjame cuidar de ti. —Se encoge mientras se desliza fuera de mí. Ya no me queda lucha alguna. Él es un acosador. El hombre se ha metido en mi casa, se ha masturbado sobre mí, probablemente me ha tocado mientras dormía, revisó mis cosas y me mintió. Y, aun así, de alguna manera me siento segura con él. No tiene absolutamente ningún sentido. —No sé qué pensar —murmuro mientras me lleva a la cama. Besa mi frente. —Lo sé. Entonces no pienses. Solo déjame cuidar de ti, como siempre lo haré. Me acurruco en una bola una vez que me pone en la cama. Se va y varios momentos después regresa. Obedientemente, vuelve a colocar la pistola debajo del colchón y vuelve a enchufar mi teléfono. Luego, usa un paño húmedo para limpiar mi estómago y entre mis piernas. Una vez que la luz se apaga, se desliza en la cama detrás de mí. Me estremezco hasta que me envuelve con su calidez. Mi corazón acelerado se ralentiza, mis párpados se vuelven pesados. Estoy cansada y a decir verdad, me gusta que me abrace. Sé lo que está bien y lo que está mal, pero aquí estoy, eligiendo mal porque me parece correcto. —Te amo, Violet —murmura contra mi cabello.

179

Estoy temblando de nuevo. —Yo también te amo. —Porque es verdad. Jodido, pero muy cierto.

180

22 Grayson

—E

sto está jodido —gruñe Bull en el teléfono. Me pellizco el puente de la nariz y asiento. —Lo sé, pero es la realidad.

—¿Cómo está ella esta mañana? Miro hacia el baño. La puerta está cerrada mientras seca su cabello. —Contemplativa pero receptiva. Gruñe. —¿Y eso qué significa? —Significa que está más callada que de costumbre, pero no discutió cuando le hizo sexo oral esta mañana en la ducha. Un largo y decepcionado suspiro se escapa de él. ¿A dónde van ustedes desde aquí? Odio sonar como un imbécil, pero ¿por qué sigue contigo? Su teléfono zumba sobre la mesa. Ignorándolo por un momento, suelto un profundo suspiro que había estado conteniendo en el momento en que vi que era Gwen. Gwen: ¿Podemos almorzar hoy? Mi corazón se hincha. —¿Hola? —pregunta Bull. —Lo siento —gruño—. Te veré en la reunión esta mañana. Hablaremos después. De repente cuelgo, enfocado en algo nuevo. Yo: Es Gray. Violet se está secando el cabello. Estoy seguro de que a ella le encantaría ir a desayunar. Tengo una reunión con un cliente de Londres a las nueve. ¿Puedes recogerla en la oficina? Gwen: Por supuesto.

181

El secador se detiene y un segundo después, se abre la puerta del baño. Hoy Violet está absolutamente impresionante. Su sedoso cabello castaño ha sido alisado y me encanta cómo los mechones dorados brillan en la luz del sol que brilla desde la ventana. Una toalla permanece envuelta alrededor de su cuerpo que tiene marcas rojas, marcas que hice al chuparlas sobre ella toda la noche y en la mañana. —¿A quién le estás enviando mensajes de texto? —pregunta. —Gwen. Ella quiere que desayunes con ella. —Busco su mirada. Después de todo lo que pasó anoche, siento que está frágil. Necesito volver a armarla si comienza a romperse de nuevo. Toma su teléfono y lee rápidamente los textos. —Está bien. Solo había vuelto a ponerme mis pantalones, pero todavía estoy sin camisa. Sus ojos recorren mi pecho antes de darme la espalda. Agarro sus caderas y la pongo en mi regazo. Mis brazos se envuelven a su alrededor. —¿Te sientes bien? —pregunto mientras presiono besos a lo largo de la parte posterior de su hombro. —Sorprendentemente, sí —dice con un suspiro, relajándose contra mí—. Debería estar un montón de cosas, pero no contenta. —Sus hombros se hunden—. No debería estar feliz. Tiro de su toalla y luego la impulso a sentarse a horcajadas sobre mí para poder ver su rostro. Mis dedos se deslizan por sus costillas a ambos lados mientras la miro, mi mirada es feroz. —Debes de estar muy jodidamente feliz, nena —le digo, presionando besos en el hueco de su garganta mientras aprieto su culo desnudo. Sus palmas encuentran mis mejillas y frunce el ceño. —Esto no es normal, Gray. Nada de esto es normal. Estamos enfermos. Deslizo mi mano hacia arriba para ahuecar la parte posterior de su cuello y acercarla más. Nos besamos suavemente. Nuestros besos son suaves y llenos de promesas. Me aparto ligeramente y apoyo mi frente contra la suya. —No tenemos que seguir las reglas. Solo tenemos que estar juntos. Ella parece ablandarse y relajarse. —Lo haces sonar tan fácil. Le sonrío, lo que hace que sus ojos brillen a cambio. —Es fácil. Déjame cuidarte como quiero. Después de todo lo que has pasado, te lo mereces. Estoy seguro de que no te merezco, pero te tendré de todos modos. Su pulgar acaricia mi mandíbula. —¿Siempre eres así de intenso? —Solo cuando se trata de ti —digo con una sonrisa.

182

Sonríe pero luego su sonrisa se desvanece. —Lo que hiciste no estuvo bien. La vergüenza llena mi pecho y asiento. —Lo sé. Sin embargo, lo haría mil veces. No creo que entiendas el nivel de mi necesidad por ti. —Creo que lo entiendo ahora —dice en un tono irónico—. Después de Vaughn, esto me tomó por sorpresa. Si no hubiera pasado por una relación tan tóxica con él, nunca podría aceptar esto. Estudio sus rasgos. Sus labios están presionados juntos en una línea firme y sus cejas están apretadas. —No te lastimaré como él lo hizo —le prometo—. Tienes que darte cuenta de eso. Sonríe. —Lo sé. Pero... —Su sonrisa cae de nuevo—. ¿Qué pasará cuando la intensidad se desvanezca? ¿De aquí a seis meses? ¿En seis años? ¿Qué pasará entonces, Gray? Beso su boca. —No va a suceder. En todo caso, cada segundo que pasa, me vuelvo peor. Mi cerebro está revuelto contigo. No puedo pensar con claridad. No puedo trabajar. No puedo dormir. No cuando me preocupo por ti. Cuando duermes en mis brazos o a mi lado, mi vida parece nivelarse. La forma en que me enfoco en la mierda parece desvanecerse. Sí, estoy completamente concentrado en ti, pero también de alguna manera veo el mundo a mí alrededor por primera vez. Me haces ser mejor. Sus mejillas se enrojecen levemente. —Quiero que seas mejor. —Soy mejor contigo. Estamos tranquilos por un momento, simplemente felices de abrazarnos. —¿Qué quieres hacer? Sé que bienes raíces no lo son. —La miro con una ceja levantada en forma de pregunta. Suelta una pequeña sonrisa. —En realidad, lo estoy haciendo. Me encantan las cosas que hago en Maxwell. Especialmente ahora que mi trabajo no gira en torno a hacer café. Me encanta analizar cada aspecto de las propiedades y negocios que deseas adquirir. Es como un rompecabezas que tengo que armar para asegurarme de que es un buen ajuste para la compañía. Le sonrío. —Eres casi tan buena como yo en eso —bromeo—. ¿Qué te gusta hacer para divertirte? ¿Sabes... cuando no estoy metiéndome en cada segundo de tu vida? Se pone pensativa y mira más allá de mí hacia la ventana. —Me encanta ver esos programas en ese canal HGTV. Ya sabes... aquellos en los que remodelan casas y espacios viejos. Nunca he tenido un hogar propio para hacer ese tipo de cosas. Me

183

encanta la idea de tomar algo viejo y arruinado y luego convertirlo en moderno y hermoso. —Te compraré una casa para arreglar —le digo, mi tono feroz. Le compraré mil casas. Sonríe y lanza sus ojos hacia mí. —Estás literalmente loco. Lo sabes ¿verdad? —Hay cosas peores que yo podría ser que tu acosador. Sus ojos se cierran mientras niega con la cabeza. —Todavía estoy tratando de entender esto. Si tuviera amigos, me dirían que corra hacia las colinas. —Simplemente te seguiría allí. —Loco. Estás loco. Me rio. —Lo sé. *** Bull está a mitad de la frase explicando acerca de un nuevo cliente cuando mi teléfono zumbo en mi bolsillo. Violet está desconectada en el desayuno-almuerzo con Gwen, así que de hecho he podido concentrarme en el trabajo para un cambio. Suponiendo que sean sus mensajes de texto, saco mi teléfono para asegurarme de que todo está bien. Dusty: Encontré al cabrón escurridizo. Le lanzo una mirada a Bull que lo hace callarse. Con un movimiento de cabeza, sabe qué hacer. Se levanta de su silla y sale de mi oficina. Yo: ¿Aquí o allá? Dusty: Aquí. No te va a gustar esto. Me rasco la barba que crece a lo largo de mi mandíbula. Con Violet, nunca tengo tiempo ni medios para afeitarme. Una vez que la tenga en mi casa indefinidamente, puedo establecerme en una rutina normal, una que no me obligue a pasar la noche debajo de su cama. Yo: Escúpelo. Dusty: Lo vi a él y a dos hombres entrar a la casa de su madre. Entonces, el objetivo quedó solo. Ahora estoy en persecución ahora. Se dirige hacia allí. Mi ritmo cardíaco se acelera. Sabía que atraería al pequeño chupapollas.

184

Yo: Ojos en él. Dame la ubicación de la casa de su madre. Necesito fotos. Envía a uno de tus hombres para que me consiga el diseño. Necesito saber todo hasta el maldito clima. Dusty: En ello, Hawk. Es difícil mantener la calma, pero tengo que hacerlo. Vaughn ha estado escurridizo hasta ahora, pero no dejaré que se me escape. Piensa que puede usar a su madre para encontrarla ahora que sabe dónde vive y trabaja. Estaré condenado si alguna vez la lastima de nuevo. Rápidamente le mando a ella un mensaje de texto. No hay tiempo para que yo intervenga. Todo lo que puedo hacer es seguir el plan. Enfocar. Ajustar. Esperando que vea mi mensaje de texto antes de que sea demasiado tarde, envío un mensaje. Yo: Sé valiente por mí. Voy a recuperar tu vida, pero necesito que seas valiente. Te amo. Cuando no responde, me preocupa que sea demasiado tarde. Salgo rápidamente de mi oficina justo cuando Bull está caminando hacia mí. Juntos, sacamos el culo de allí. Tenemos un plan. Enfoque.

185

23 Violet

M

iro mi teléfono confundida. ¿Sé valiente?

Las palabras crípticas de Gray envían disparan una alarma que me atraviesa. Con él, me olvido de estar siempre atenta a mi entorno. Me he sentido protegida de Vaughn, incluso si Gray me estaba acechando como un acosador. Un sexy acosador. Dios mío, tengo problemas. —Entonces, de todos modos, la Dr. Ward cree que debería asumir la tarea con un amigo o un familiar. Gray siempre me ha ofrecido ayuda para cuando estuviera lista, pero me gustaría que fueras tú —dice Gwen mientras hurga en sus huevos—. Quiero decir, si quieres. La miro y sonrío. —Me encantaría ayudarte. Lo sabes. —Sé qué piensas que soy repugnante —murmura, con lágrimas en los ojos—. Simplemente se salió de control. La alcanzo a través de la mesa y tomo su mano. —Juntas podemos trabajar en ello. Amo limpiar y organizar cosas. Cuando eché un vistazo, vi algunas cosas útiles y salvables. Apuesto a que podrías donar muchas cosas a los necesitados. Sus labios se levantan hacia un lado. —Creo que me gustaría eso. La Dr. Ward dice que necesito conectarme con la gente, no con las cosas. Ella piensa que debería preguntar a algunas iglesias locales para ver si nos pueden ayudar a limpiar la basura. —Creo que es una gran idea —le digo suavemente—. Y solo piensa, una vez que hayas limpiado tus habitaciones, tal vez puedas ayudar a tu madre con su casa. Gwen resopla y aparta su mano de la mía para limpiar una lágrima.

186

—Gray dijo que una vez que la casa este limpia, podemos traer a mamá a casa. Que podemos contratar una enfermera para cuidarla. Y con él siendo serio contigo... — se queda callada—. Pensé que yo podría regresar para cuidarla. —Creo que le gustaría eso —le aseguro—. Entonces quizás podamos arreglarlo. Redecorar y hacer que se vea bien. Asiente. —¿Crees que papá volverá a casa entonces? —Sus ojos se ablandan y me mira de una forma tan inocente que me daña el corazón. Todo lo que puedo pensar es en la forma en que obligó a Gray a comerse a su mascota. La ira se hincha dentro de mí, pero no la dejo verlo. Aparentemente, ella era demasiado joven para saber lo imbécil que era su padre con su hermano. —Tal vez —digo para calmarla. Ella comienza a balbucear acerca de una de las pinturas en las que está trabajando. Asiento y participo, pero mi mirada sigue corriendo por la ventana. Sé valiente. Todo lo que Gray hace y dice tiene una razón. Todo lo que hace gira en torno a mí. Gwen continúa divagando. Mis ojos siguen deambulando por la calle cuando aterrizan en algo que hace que se me hiele la sangre. Al otro lado de la calle, un hombre se apoya en un elegante vehículo. Lleva una gorra de béisbol y baja la cabeza, ocultando su rostro, pero algo en su postura es familiar. Su cuerpo es más grande y está más lleno, como si hubiera pasado seis años haciendo ejercicio. También sé exactamente cómo me encontró. El artículo de periódico. Mi promoción fue salpicada en uno de los periódicos más grandes del país. Claro como el día, le dijeron dónde trabajaba. Todo lo que le tomaría sería una llamada telefónica. Le dije a la recepcionista esta mañana que estaba tomando un brunch con Gwen en la mejor casa de waffles de la ciudad. Nuestra recepcionista parlotea demasiado y probablemente haya mencionado eso. Tantos momentos descuidados llevaron a esto. Cuando él levanta su cabeza y veo a los malvados familiares que conozco, lo sé, me doy cuenta de que tengo que largarme de aquí. Lejos de Gwen. Vaughn la destruiría como una vez me destruyó a mí. —Gwen, cariño —digo, moviendo mis ojos a los suyos—. Necesito irme. Tienes que quedarte aquí por mí. ¿Bien? Su nariz se arruga en confusión. —¿Por qué? ¿Qué pasa? Estás blanca como un fantasma. —Dile a Gray que lo necesito. —Violet —se queja—. Me estás asustando. Mis ojos se mueven hacia la ventana y veo a Vaughn caminando por la calle con una mirada decidida en sus ojos.

187

—Solo prométeme que lo llamarás justo después de que me vaya para que me encuentre. —Me meto el teléfono en el sujetador y le doy mi bolso con mano temblorosa—. Guarda esto por mí, por favor. No espero una respuesta. Salgo corriendo del restaurante, empujando a la gente en el camino. En el momento en que salgo y la cálida brisa me azota, me da escalofríos una voz. —Letty Spaghetti —reprende—. Sabes que odio las escondidas. El terror trepa por mi garganta, pero no peleo contra él cuando me agarra del codo. De buena gana, camino con él al otro lado de la calle. Abre la puerta del pasajero y la cierra detrás de mí una vez que estoy sentada. Mi mirada cruza la calle y estoy agradecida de ver a Gwen quedarse de su lado de la calle, con su teléfono presionado contra su oreja. Vaughn se desliza en el asiento del conductor y no pierde tiempo saliendo al intenso tráfico. El silencio es ensordecedor. Tengo demasiado miedo de mirarlo o hablar con él. Cuando finalmente tengo la oportunidad de echar un vistazo, está agarrando el volante con tanta fuerza que sus nudillos están blancos. Su mandíbula está tensa y los gruesos músculos de su cuello siguen haciendo tic. Esto es malo. Esto es tan malo. Aspiro en un aliento frenético, pero es para calmarme. Necesito pensar y planear. Aún no sabe que tengo mi teléfono, así que, si mi novio acosador me está siguiendo, cosa que no tengo ninguna duda, entonces tal vez me encuentre. —Te he buscado por mucho tiempo —me dice, su voz es tan fría como recuerdo—. Tu estilo ha cambiado desde que te vi por última vez. —Su mirada recorre mis piernas desnudas mientras observa mi elegante falda lápiz y una blusa de cachemir color rosa brillante—. Te ves como una maldita bibliotecaria traviesa. Miro hacia mi regazo, pero no hablo. Tengo mucho miedo de hacerlo explotar. En este momento está tranquilo, pero sé que su monstruo levantará su fea cabeza antes de lo que me gustaría. —Sabes… —Aprieta los dientes—. Esa noche, estaba tan jodidamente enojado cuando descubrí que te largaste. Quiero decir, lo entiendo. No debería haberte prestado a ese imbécil. Pero, ángel… ―dice mientras su fuerte mano descansa sobre mi muslo—. Lo maté por ti. Deberías haberme visto como un héroe. Mi cuerpo comienza a temblar y como respuesta fisiológica a este monstruo, mi pierna comienza a adormecerse cuando me toca. En un momento, pude adormecer todo. Incluso mi mente. —Siempre fuiste tranquila, Letty Spaghetti, pero nunca tan callada. ¿Qué tiene apretada tu garganta? —gruñe—. Estoy seguro como el infierno no soy yo. Pero pronto lo seré.

188

Mi teléfono zumba contra mi pecho y rezo para que no lo escuche. Por supuesto, mis oraciones caen en oídos sordos porque definitivamente lo escucha. Con un brusco tirón, agarra el material de mi blusa y tira hasta que los botones salen disparados. Entonces, saca mi teléfono del sujetador. No me sorprende en absoluto cuando lo arroja por la ventana. —Tus tetas se ven tan bonitas como recuerdo —me elogia mientras ahueca mi pecho sobre mi sostén—. Apuesto a que tu coño también es perfecto. Cierro los ojos y trato de bloquear sus toques. Aprieta mi pecho con tanta fuerza que grito, volviendo a abrir mis ojos. —Tu mamá dice hola —me dice con una dura risa mientras tira de la parte delantera de mi sujetador hacia abajo. Sus dedos se sumergen debajo de la tela donde pellizca mi pezón. —Deja a mi madre fuera de esto —siseo, con lágrimas en los ojos. Resopla. —¡Ella habla! ¡Ella jodidamente habla! —Por favor, Vaughn. Tira de mi sujetador hasta que estoy a medio camino de la consola y casi en su regazo mientras continúa conduciendo. —Me encanta cuando suplicas. Intento alejarme de él, pero retuerce su muñeca y mi sostén se aprieta a mí alrededor, haciendo que mis costillas griten de dolor. Justo cuando no creo que pueda soportar mucho más, el broche en la espalda se rompe y me libera. —Siéntate y disfruta el viaje —gruñe antes de empujarme de vuelta a mi asiento. Mi sujetador se suelta alrededor de mis pechos—. Dame tu blusa y sujetador. Recordando demasiado bien lo que significa para mí ignorar o luchar contra Vaughn, inmediatamente me pongo en acción. Tal vez si alguien me ve medio desnuda en la carretera, llamará a la policía. Uno puede esperar. Con manos temblorosas, lentamente me quito la blusa y el sujetador rotos. Una vez que tiene esto en su poder, también los arroja por la ventana. —¿Qué son esos? —grita, su mirada ardiente sobre mis tetas desnudas. Bajo la mirada a todos los chupetones con los que Gray me marcó. El cálido recuerdo surge a través de mí haciendo que mis pezones se endurezcan en respuesta. Después de todo el infierno que pasamos anoche, aun así, nosotros casi terminamos fusionados. Gray podría ser un idiota espeluznante, pero me siento segura con él. Él no me lastima. En todo caso, me ama cuando no debería. Estaba herida y horrorizada, pero no pude rechazarlo. Mi mente y mi corazón estaban en desacuerdo, pero mi corazón ganó. También estoy obsesionada con él. Él llena vacíos en mí que no sabía que lo estaban. Gray respira por sí mismo en cada poro. Ocupa espacio en cada parte de mi ser.

189

—¿Sigues prostituyéndote? —pregunta y golpea con el puño el volante. No quiero provocarlo diciéndole que mi novio me los dio. Pero no puedo evitar darle un golpe. —Aprendí del mejor. Su mano vuela sobre el auto tan rápido que ni siquiera lo veo venir. Duros nudillos crujen mi pómulo, causando que millones de estrellas exploten frente a mí. Mi cabeza se inclina hacia un lado mientras lucho por la conciencia después del golpe en la cara. —Veo que también te has convertido en una perra mientras te escondías — gruñe—. Es tiempo de bajarte un poco los humos. Un pinchazo agudo en mi pierna me sacude despierta. Miro con horror a la jeringa que sobresale de mi muslo. —¿Qué acabas de hacer? —me ahogo. Él se encoge de hombros, pero su cuerpo se relaja. —He mejorado mucho para mantener dóciles a mis chicas, eso es absolutamente seguro. Duerme, Letty. Verás pronto a mamá. La oscuridad se nubla a mí alrededor mientras un millón de pensamientos nadan en mi cabeza. Él dijo chicas. Como en más como yo. Siempre supe en el fondo que no iba a ser solo yo.

190

Y luego pienso en mi madre. Voy a verla. *** Vuelvo mientras me llevan a mi antiguo hogar de la infancia. Aunque estoy atontada y confundida, los familiares olores de la casa impregnan mis sentidos y calientan mi corazón. Dios mío, he extrañado esta casa y a mi madre. Las lágrimas salen por sí mismas. Arrastro mis pesados parpados para poder mirar a Vaughn. Ya no lleva puesta la gorra de béisbol y su cabello rubio y largo cuelga sobre sus ojos. En un momento, pensé que era muy guapo. Ahora, estoy asustada de él. —¿Do…Dónde está mi madre? —grazno. Él me sonríe. Odio sus sonrisas lobunas. Están destinadas a intimidarme y siempre funcionan. —Ella está durmiendo en su habitación. La verás más tarde cuando se despierte. Por ahora, tenemos algo que hacer. Un llanto se aloja en mi garganta. Cada una de mis extremidades se siente como si no pesaran. Lo que sea que me dio hace para que no pueda sentir mucho. En cierto modo, eso es una bendición. Cuando me lastime, no lo sentiré.

Cuando llegamos a mi vieja habitación, empiezo a llorar más fuerte. Mamá dejó todo como estaba cuando hui con Vaughn. Mi corazón se rompe en un millón de pedazos. Nunca debería haber ido a ninguna parte con él. Entré en una pesadilla. Me acuesta en la cama y luego se cierne sobre mí. Intento mover mis brazos y piernas, pero siento como que no están unidos a mi cuerpo. Entonces, cuando desabrocha el costado de mi falda y comienza a tirar de ella hacia abajo, no puedo hacer nada más que mirarlo fijamente. La retira, junto con mis bragas. Mis zapatos desaparecieron hace mucho tiempo. Estoy desnuda y a su merced. Como todos esos años atrás. Gray, estoy tratando tan duro de ser valiente... Otra lágrima se escapa cuando palmea mi muslo. Sus dedos suben por mi carne lentamente hasta que alcanza mi sexo. Lo golpea fuerte y afortunadamente no lo siento. —Esto no es tuyo para regalar, Letty Spaghetti. —No... no lo regalé —susurro. —¿Así que lo cambiaste por algo? —pregunta, una ceja rubia levantada a modo de pregunta. ―No es-estoy en venta ni a ca-cambio. Se ríe. El sonido oscuro y siniestro se desliza a través de mí y se instala en mis huesos. —Me perteneces. Puedo hacer lo que sea que quiera con eso. Si quiero cambiarlo o tu maldito trasero por algo de metanfetamina, lo haré. ¿Me entiendes? Cuando se quita la camisa, cierro los ojos para no tener que ver mi nombre tatuado en su pecho. No quiero ver ninguna parte de él. Mis pensamientos van a Gray. Me había sentido tan abrumada al encontrarlo debajo de mi cama. Todo lo que habíamos creado juntos en tan poco tiempo se sentía como si fuera un fraude. Tenía toda la intención de sacarlo de mi vida para siempre. Pero él me consumió. Atravesó mi corazón como siempre parece hacer. Me hizo el amor en el piso de mi habitación y lo perdoné tan fácilmente. Mirando hacia atrás, fui demasiado dura con él. Gray no se parece en nada a Vaughn. Loco, sí. Abrumador, definitivamente. Obsesionado, claro que sí. ¿Pero malvado? Nunca. Dedos fuertes agarran mi mandíbula y abro mis ojos. Vaughn está desnudo y su polla esta dura con una goma envuelta alrededor y se balancea entre nosotros. Gracias a Dios que no voy a sentir esto. —Vas a volver a casa conmigo, Letty —me dice mientras suelta mi mandíbula para agarrar su polla. Lo miro con furia.

191

—No. La furia se enciende en sus ojos. —¿Recuerdas la primera vez que me dijiste que no? Y así, me lanzo a un pasado que es peor que el presente. *** ―No estoy lista —le digo a mi nuevo novio. Mamá siempre me sermonea que los chicos solo quieren sexo. Que se supone que no debes dárselo porque te dejarán una vez que obtengan lo que quieren. Me gusta Vaughn. No quiero que me deje. ―Por favor —suplica, sus dientes mordisqueando mi labio inferior. Me folla con los dedos dentro de mis bragas debajo de mi vestido. Se siente bien, demasiado bien. —Me gusta lo que estamos haciendo —gimo—. Solo esto. Arrastra besos hasta mi garganta. Cuando muerde mi carne, me quejo. —Quiero más. Saca mi polla. Sus palabras me calientan. Extiendo la mano y tironeo desesperadamente de sus vaqueros. Una vez que su impresionante polla es liberada, la acaricio como lo he hecho muchas veces. —Ven y siéntate —murmura, su dedo se desliza con fuerza dentro y fuera de mí. —Vaughn —lloriqueo—. Sin sexo. Saca su dedo de mí. —¿Por qué diablos no? —Porque no estoy lista. —Bueno, yo estoy más que listo. —Se retuerce, su mano golpeándome como una serpiente. Estoy sorprendida cuando agarra mi garganta. Su agarre es tan fuerte que dejo de tocarlo para intentar agarrarle la muñeca para que deje de estrangularme. Estoy sorprendida por su comportamiento agresivo. Él siempre ha sido muy bueno conmigo. Su agarre se aprieta mientras me empuja hacia abajo en su sofá. Todo mi enfoque está en el hecho de que está cortando mi suministro de aire. Le doy una bofetada en la cara para que pare. La oscuridad come el borde de mi visión. Mi mundo se inclina y gira. Y luego dolor explosivo. Me desmayo completamente cuando mi mente se apaga. Él está dentro de mí. Ese es mi único pensamiento cuando comienzo a perder el conocimiento.

192

Me despierta una bofetada en la cara. Ya no me está ahogando, pero me está follando. El dolor es intenso, pero no sé qué hacer. Estoy a su merced. Este hombre, de quien me estaba enamorando rápido y duro, me está violando. Comienza a besarme, pero estoy débil. No puedo participar. Me he arrastrado tan profundamente dentro de mí que soy solo un caparazón. Eso es hasta que llega entre nosotros. Su dedo comienza a masajear mi clítoris de una manera que tiene pensamientos confusos ondulando a través de mí. Ondas de placer me atraviesan a pesar de mis lágrimas que no cesan de salir. Lo que fueron diminutas ondas pronto se convierten en ondas de dicha plenas. Estoy disfrutando esto. Se siente bien. Odio a sí misma comienza a florecer dentro de mí. ¿Quién disfruta de ser violada? Esta vez, cuando me besa, me encuentro besándolo. Me estoy perdiendo dentro de él. En su mundo. Su oscuridad. —Ahí está —ronronea—. Tan hermosa. Ahora me perteneces, cariño. Sus palabras parecen llevarme al límite. Estoy en un espiral fuera de control. El placer que me está dando supera lo malo y lo acepto con avidez. Gimo y suplico como una puta. No más rogándole que no lo haga. Todo lo que sale de mi boca es: —No te detengas. No te detengas. Lágrimas de vergüenza se escapan de mis ojos mientras me aferro egoístamente a mi orgasmo. Monto las olas de placer con su nombre, un grito en mis labios. Y antes de que esté incluso fuera de mi punto máximo, se desliza y se viene por todo mi vientre. —Sabía que te encantaría —dice en un tono lúdico que solía ser sexy. Ahora hace que se me hiele la sangre. —N-no deberías haber hecho eso —murmuro—. Eso fue violación. Quita mi cabello de mi frente sudorosa y frunce el ceño. —Cuando te vienes así y suplicas, no es una violación. Lamento estallar tu burbuja, cariño. La confusión me inunda. Me gustó hacia el final. Tuve un orgasmo. —Oh. —Es hora de llevarte a casa —dice bruscamente—. No seré acusado de ser un jodido violador.

193

Lágrimas salen en mis ojos y sacudo la cabeza. Quizás estoy loca. —Quiero quedarme contigo —le digo audazmente a pesar del temblor en mi voz. Su mandíbula se tensa. —No vuelvas a decirme otra puta vez que no. *** Me sacudo de mi memoria cuando escucho un estallido. Vaughn, que todavía se cierne sobre mí, listo para tomar lo que cree que le pertenece, abre los ojos confundido. En el momento en que escuchamos otro estallido, salta de la cama y se pone su ropa. —¿Qué has hecho? —gruñe. Su mirada es tan viciosa que casi me siento herida por ella. Sé valiente, Violet. Sé valiente.

194

24 Grayson

O

jos en el objetivo. Siempre. No tengo que guardarme las espaldas porque eso ya lo hace Bull.

Siempre. Francotirador y observador. Dos mejores amigos desde séptimo curso. —Han caído dos de sus hombres. ¿Todavía puedes ver a tu chica? —pregunta Bull mientras masca su chicle. No respondo, pero la veo. Mis ojos nunca la abandonan si puedo evitarlo. El objetivo, que está posicionado para violar a mi mujer, sale de la cama de un salto. Rápidamente se pone los pantalones y la señala con acusación. Clic. Clic. Clic. Una brisa fría me roza la parte trasera del cuello. El sudor gotea de un lado de mi sien, pero no me atrevo a moverme. En vez de eso, estoy calculando el viento no solo aquí arriba desde mi posición sobre lo alto de la colina al otro lado de la carretera, sino que también lo estoy haciendo de en donde se encuentra mi objetivo. Se levanta viento y un trueno retumba en la distancia. Clic. Hago un ajuste para la deviación de la torreta. —¿Elevación? —pregunta Bull como si lo hubiera olvidado. Nunca lo olvido. Vuelvo a revisar la elevación de la torreta, pero está donde tiene que estar. Bull no necesita una respuesta. Sabe cómo trabajamos. Cuando estoy en posición, no hablo. No me muevo. Difícilmente respiro. Cualquier movimiento podría afectar a mi tiro. De ninguna manera puedo permitirme fallar. No fallaré. Smack. Smack. Smack. El objetivo se sigue moviendo. Yo sigo ajustando.

195

Clic. Clic. Clic. Ajusto. Mi mirilla se ha movido ligeramente para amoldarse a mi objetivo. Un objetivo que está casi despejado. Enfoque. Smack. Smack. Smack. —Quédate quieto hijo de pu… —empieza a decir Bull. Cuando mi dulce y desnuda chica alza su barbilla y le dice algo que le hace temblar de furia, disparo. A pesar del silenciador de mi rifle, el crack hace eco en las casas que me rodean al momento en el que aprieto el gatillo. —Tenemos que irnos —gruñe Bull. Pestañeo una vez y observo al objetivo caer de cara sobre la cama. Está inmóvil, una herida mortal en la cabeza provocaba que la sangre salga de su cráneo. Objetivo eliminado.

196

25 Violet

—¿Q

ué has hecho? —me pregunta Vaughn, de manera acusatoria de nuevo.

Está en una rabia furiosa que una vez me habría asustado, pero ya no tengo miedo. Gray me pidió que fuera valiente. Gray sabía que esto pasaría. —La respuesta siempre fue no —susurro—. Nunca se te permitió tomarme. Y ahora pagarás. Otro pop. Mis ojos se cierran por un momento y luego Vaughn está atacándome. Grito y me retuerzo, pero detengo mis movimientos en el momento en que la sangre caliente brota sobre mi pecho desnudo. Cuando vuelvo a abrir los ojos, estoy horrorizada y eufórica en un solo suspiro. Él está muerto. Vaughn Brecks, el monstruo de mis pesadillas y realidad, no es más que un cráneo reventado sentado sobre un cuerpo inmóvil. Me desconcierta cómo en un momento la sala se llena de maldad y al momento siguiente se apaga por completo. Es pesado, pero logro alejarlo de mí. Mi madre grita con voz áspera desde el pasillo. Sobre piernas temblorosas, mientras la sangre gotea por mi cuerpo desnudo, me dirijo a su habitación. La tristeza se apodera de mí en el momento en que veo su frágil figura acurrucada en la cama. Cuando me ve, se acerca a mí como si tratara de aferrarse a un sueño que se desliza rápidamente por sus dedos. —Mamá —sollozo mientras me tambaleo hacia ella. Me arrastro en la cama junto a ella mientras nos abrazamos frenéticamente. —E-estás realmente aquí —llora—. Él me dijo que vendrías, pero que no viviría lo suficiente para verte. Oh, niña. —É-Él dijo que te mataría. Eso es p-por qué me fu-fui hace todos esos años — tartamudeo a través de mis lágrimas.

197

—Shh, cariño. Shh. Estás aquí ahora. Eso es todo lo que importa —me dice. Todavía la estoy abrazando cuando dos fuertes brazos me agarran por detrás. Comienzo a gritar como una loca alma en pena, pero luego me quedo sin fuerzas cuando lo huelo. Gray. Vino por mí. Mató al monstruo como lo prometió. —Estoy aquí, Violet —murmura, sus labios presionando besos sobre mí. Me cubre con una manta y me abraza fuertemente—. Siempre estoy aquí. —Yo-yo fui va-valiente —castañeo. —Sé que lo fuiste. Nunca tuve duda. *** La semana pasada ha sido un torbellino. Policías. FBI. Tratando con mi madre mudándose a la ciudad. He estado caminando en una neblina. Si no fuera por Gray, habría dejado que todo el estrés me tragara. Pero Gray es más que la tormenta. También es la calma dentro de ella. Con la paciencia de un santo y la lengua suave de un pecador, ha tejido un cuento que creen. Su investigador privado Dusty tenía todo tipo de información sobre Vaughn. Después de que Gray disparó al hombre, Bull tomó la pistola y la camisa con él. No había ninguna evidencia que la policía encontrara. No es que estuvieran realmente preocupados por Vaughn y sus matones. Una vez que descubrieron que era alguien en la lista de buscados del FBI, sus esfuerzos pasaron de querer encontrar al asesino a encontrar a las mujeres desaparecidas que Vaughn escondía en alguna parte. Fui capaz de decirles lo que sabía sobre sus viejos terrenos y sus antiguas residencias. Y con la información que tenían de Dusty, fueron capaces de reconstruir algunos lugares. El mismo día que Vaughn fue asesinado, el FBI encontró el almacén donde se encontraron diecisiete niñas y mujeres de entre quince y treinta años. La mayoría fueron drogadas. Muchas fueron violadas más allá de la razón. Todas fueron rescatadas y devueltas a sus familias. —Feliz aniversario —murmura Gray, su palma ahuecando mi pecho mientras comienza a besar mi cuello—. ¿Sigues yéndote, pequeña desertora? Ruedo sobre mi espalda en su cama y miro su hermoso rostro. Una vez que Vaughn realmente se fue, perdí aproximadamente cinco kilos por el estrés. Mi vida comenzó a gotear de nuevo de color. Mi favorito es el gris, como de Gray. —Supongo que mi aviso de dos semanas ha terminado, ¿eh? Desliza su erección contra mi muslo.

198

—Siempre puedes pedir una extensión. Comienzo a reír tanto que tengo que taparme la boca para que nadie oiga. Mi madre vino a quedarse con Gray y conmigo en su casa. Gwen ha sido muy buena con ambas. He extrañado tanto a mamá y llegar a verla todos los días ha sido la guinda del pastel. —Estoy feliz —digo, lágrimas calientes rápidamente llenando mis ojos—. Estoy feliz por ti. Un gruñido retumba en su garganta y ataca mi boca. Nuestros besos son necesitados y fervientes. No toma muchos cambios antes de que se esté conduciendo dentro de mí. Devora mis labios para sofocar mis gemidos, por lo que no despertamos a toda la casa. Mientras me folla, se levanta para mirarme. Sus helados ojos azules son agudos y concentrados en mí. Es mi cosa favorita de él. La forma en que me mira como un halcón. Como si fuera lo único que él ve. Pero él no es como Vaughn. Gray es bueno conmigo. Me ama. Y yo también lo amo. ***

Seis meses después —¿Aquí? —pregunta Gwen, su nariz arrugada en cuestión. Frunzo el ceño y niego con la cabeza. —Solo un poco. —Me duele la espalda por todo el trabajo que hemos estado haciendo. Mi cuñada cumplió su promesa de lidiar con sus problemas de acumulación. Con una terapia intensa y ayuda no solo de Gray y mía, sino también de mi madre, ha podido limpiar todas sus habitaciones. La iglesia cerca de la casa de su madre nos ha estado ayudando con las donaciones. Ha sido mucho trabajo, pero estoy feliz de ver a Gwen resolviendo sus problemas. —¿Crees que lo notará? —pregunta una vez que se cuelga la pintura. Me rio. —Él nota todo. Ambas admiramos la pintura en la que ha estado trabajando durante semanas. Combina perfectamente con la decoración de la habitación. —Me encanta —digo con un suspiro—. ¿Qué sigue en nuestra lista?

199

Niega con la cabeza. —No tan rápido, señorita. Necesitas descansar. Le prometí a Gray que no te mataría de trabajo. Ya sabes cómo se preocupa. —Se preocupa demasiado —digo con un falso puchero. Sin embargo, la verdad es que su preocupación me hace sentir segura. Si no fuera por él obsesionado con mi bienestar, no estaríamos hoy aquí. Probablemente estaría drogada en algún almacén una vez más bajo el pulgar de Vaughn. —Tengo dos de qué preocuparme ahora. —Una voz profunda retumba detrás de mí justo cuando sus fuertes brazos se envuelven en mi cintura. Me recuesto contra su sólido pecho. Palmea mi estómago hinchado y besa un costado de mi cuello. —¿Cómo fue la pintura? —cuestiono. —Bull no puede pintar por la mierda —se queja. Nuestro hijo rueda en mi vientre— . Ups, creo que desperté al pequeño hombre. Me rio y Gwen suelta un bufido. —Umm, hola? ¿Notaste algo? —¿Qué? ¿Te cortaste el cabello? —se burla Gray de ella. Sé que ve la pintura en la pared, pero le gusta tomarle el pelo. —Eres un idiota —se queja y señala con exageración la pintura del halcón. —Luce bien —le dice en un tono ausente—. Iré a inspeccionarlo más tarde una vez que me ocupe de que esté bien mi esposa. Gwen finge arcadas. —Asqueroso. Váyanse. Adiós. Estoy atrapada en los fuertes brazos de Gray y finalmente le echo un buen vistazo a su rostro. Manchas blancas de pintura cubren su frente y mejillas. Incluso hay motas en su cabello. Se ve totalmente adorable. —Eres un desastre —bromeo mientras me carga hacia nuestra habitación. Sonríe y patea la puerta de golpe. —Y tú eres hermosa. Cuando me pone en la cama, no pierde el tiempo quitándome la ropa. Una vez que estoy desnuda, retrocede y deja escapar un gemido. —Maldita sea, qué caliente eres cuando tu vientre está redondeado con mi hijo. —Observa, mostrándome una sonrisa ardiente. Me recuesto para que pueda disfrutar de la vista. Él estaba en lo cierto, sobre todo. Al ser su esposa llena uno de esos agujeros que tenía dentro de mí. Llevar a su hijo llena otro agujero. Esta vida que forjó para nosotros es una que no quiero perder nunca. —Tan hermosa —me elogia mientras se arrodilla en el suelo y comienza a besar mis muslos. Gray es tan meticuloso. Apenas pierde un día en el que no esté adorando cada parte de mi cuerpo. Su aliento hace cosquillas a lo largo de mi carne mientras hace su camino hacia la parte de mí que palpita por él. Una vez que llega a su destino,

200

besa mi clítoris. Suavemente al principio. Luego, comienza a chupar y meter su lengua en mí hasta que me estoy retorciendo de placer. Apenas tengo tiempo para recuperarme antes de que esté tirando de mis caderas hasta el final de la cama. Entra suavemente en mí al principio, pero luego me empuja rudamente como si fuera a morir si no tiene suficiente de mí. No te preocupes, cariño, te daré todo. No es hasta que se corre con un fuerte gemido y cae de costado a mi lado que mi mirada cae sobre el cofre al otro lado de la habitación. Mi pregunta es siempre la misma Su respuesta es siempre la misma. —¿Qué hay en el cofre? Su palma encuentra mi mejilla y gira mi cabeza para mirarlo. Su boca se cierne sobre la mía. —No importa. Y honestamente, no importa. Lo que importa es el hombre que ahora me está besando y el chico rodando en mi vientre. Lo que importa es nosotros. Ellos son lo que noto. Todo lo demás está fuera de foco.

201

Epílogo Hawk 15 años después

T

homas es diferente a la mayoría de los niños de su edad. Meditabundo e introspectivo. Alberga pensamientos oscuros, pero nunca actúa ante ellos. No me pierdo la tormenta que se desata en sus helados ojos azules que coinciden exactamente con los míos. Una tormenta que necesita controlar. Sus tres hermanas menores son ruidosas, juguetonas y graciosas. Es como si sobresaliera como un pulgar dolorido en su propia familia con el ceño fruncido y el enfado. Sé que molesta a Violet, pero ella no lo entiende. Soy el único que entiende lo que pasa por su mente. Y ya ha pasado mucho tiempo para que yo le ayude a ganar el control. —¡Papá! —grita Emily, mi hija menor mientras viene corriendo por el pasillo. Recojo a mi hija de cuatro años y la abrazo fuerte. —¿Dónde está tu hermano? —pregunto con una sonrisa. Hace un puchero. —-Escondido en su habitación. Me dijo que me fuera. La beso la frente. —Thomas se está convirtiendo en un niño grande ahora. Le gusta hacer cosas de adulto. ¿Por qué no vas a jugar con tus hermanas? Después caminaremos hasta el arroyo detrás de la casa. —¡Sí! —grita—. Quiero atrapar un insecto relámpago. La pongo de pie y le revuelvo el cabello. —Tal vez Thomas pueda ayudarte a atrapar uno. Frunce la nariz como si no me creyera. Luego cambia de tema en un momento, como si fuera famosa por hacerlo. —¿Cuándo podemos ir a la playa otra vez? Quiero construir un castillo de arena.

202

A los niños les encanta el resort. Pasamos al menos tres semanas allí durante el verano. Es un lugar donde mi familia puede reír y jugar sin preocupaciones. La madre está involucrada y el padre es amable. Es lo que siempre quise. —Iremos pronto —le prometo. Va por toda la casa en busca de sus hermanas. Me doy la vuelta y avanzo en la dirección opuesta hacia la habitación de Thomas. Cuando giro la perilla y entro, una punzada familiar se instala en mi pecho. Su habitación está inmaculada. Me recuerda mucho a mi infancia. Se sienta en la silla de su escritorio encorvado mirando en una caja de zapatos en su regazo. —¿Qué estás haciendo, chico? Levanta la vista de la caja y se encoge de hombros. —Encontré esto. Me acerco a él y me pongo de rodillas para mirar en la caja. Cuando veo un viejo cráneo de ardilla, le sonrío. —¿La encontraste en el bosque? —Sí. ¿Puedo quedármela? —Por supuesto. —Me encuentro con su mirada aguda—. ¿Cómo crees que murió? Algo parpadea en sus ojos. Curiosidad. El hecho de que algo parpadee en él me sorprende. Camina por ahí sin emociones todo el tiempo. —No lo sé. ¿Quizás se la comió un puma? Sonrío. —Tal vez se comió una nuez mala o se murió de hambre. —¿Y si un perro le arrancó la cola de un mordisco y se desangró? —pregunta mientras levanta el pequeño cráneo. Me lo da y le doy vuelta en la palma de la mano. —Sabes, Thomas, te pareces mucho a mí. Sus hombros se ponen rígidos. —Supongo. —Me obsesiono con las cosas. Gente. Cosas. Ideas. ¿Te ha pasado alguna vez? Nuestros ojos se encuentran, y por un momento, parece tan vulnerable y perdido. Me aplasta. —Tal vez a veces. —Puede dar un poco de miedo. Pensando en algo hasta el agotamiento, ¿eh? —pregunto. Asiente y me quita el cráneo de la palma de la mano antes de volver a meterlo en la caja.

203

—Sí. —Quiero contarte una historia. Durante los siguientes treinta minutos, mi hijo pasa de ser un niño melancólico a alguien que una vez más tiene luz en sus ojos. Las obsesiones secretas que había estado albergando fueron liberadas. Seguro que hace una diferencia cuando tienes a alguien con quien compartirlas. Siempre tuve a Bull. Ahora tengo a Violet. Y Thomas me tiene a mí. —Lo odio —gruñe, su voz sorprendentemente profunda. Unos años más y mi hijo crecerá. Se convertirá en un hombre ante mis propios ojos. —Yo también lo odio. Mi padre era un hombre horrible. Después de pasar todo ese tiempo en el hospital y una vez que mi querida madre me devolvió la salud, fui a verlo a la ciudad. Lo seguí y lo observé. Mi padre se convirtió en mi obsesión. Era un monstruo. No solo conmigo, sino con todos. Un mentiroso. Un infiel. Un ladrón. Descubrí cómo malversó su compañía. Cómo se acostaba con cualquier cosa que fuera femenina. Y su computadora que estaba llena de mierda enferma que ningún ojo debería ver. No me gustaba verlo a través de la ventana, pero lo hice. Odié la forma en que se tocaba mientras miraba las fotos de mi hermana. Así que me encargué del problema. Me fijé en él. —¿Quieres ver? —le pregunto a Thomas. Asiente. Juntos vamos a mi habitación y nos paramos frente a la bóveda. Le digo la combinación. Una vez que libera la cerradura, levanta la tapa con un crujido. —Este debe ser Qauil. —Señala una bolsa de plástico con cremallera llena de huesos de mi mascota. —Es él. Sus dedos atraviesan el plástico y me sonríe con tristeza. —Lo siento, papá. —Está bien. Se niega a tocar al otro. Enrollado en una posición fetal está un esqueleto completo en condición prístina. Aparte del enorme agujero que falta en el cráneo. Un cráneo humano. Mi padre. —¿Cómo lo hiciste? Me arrodillo a su lado y paso mi dedo por el agujero dentado.

204

—Le disparé en su lugar favorito de caza en un terreno de su propiedad. Eliminé a mi objetivo. —Se lo merecía —me asegura, agarrando mi hombro. Por una vez en lo que parecen años, me estoy conectando de nuevo con mi hijo. Es como si hubiera encontrado una salida de su oscuridad y me hubiera descubierto. Somos iguales. Somos especiales. —Nunca se lo diré a nadie —me promete, su mirada seria. Sabe lo importante que es ocultarle el secreto a su abuela, a su tía Gwen y a su madre—. Pero, ¿papá? —¿Sí, amigo? Me sonríe, una sonrisa que me recuerda exactamente a Violet. —¿Me enseñarás a disparar? Le devuelvo la sonrisa mientras cierro la bóveda. —¿Quieres ser francotirador algún día? —Tal vez —dice mientras engancha la cerradura y la cierra a presión—. Pero, sobre todo, solo quiero ser como tú.

205

FIN

Bonus Historia Corta

THOMAS

206

207

Sinopsis Thomas Maxwell no es como la mayoría de los chicos de su edad. Él es diferente. Atento. Enfocado. Alerta. Siempre vigilando. Y exactamente como su padre.

208

Thomas 18 años

—G

racias, papá —digo mientras sostengo los binoculares en la mano—. Estos son más bonitos que mi último par.

Papá asiente y me da una cálida sonrisa. Observación de aves. Eso es lo que le decimos a mamá. Pero lo único que veo es a ella. —¿Vas a ver a unos amigos esta noche? —pregunta. Siempre pregunta. Por las apariencias. Siempre miento. Por las apariencias. Grayson Maxwell, mi padre, es el rey de las apariencias y le ha enseñado bien a su principito. —Sí, AJ y Britney. Una fiesta en el centro. Estaremos fuera hasta tarde. Incluso podría pasar la noche. Papá sonríe. —Suena divertido. Disfruta tu cumpleaños, Thomas. Asegúrate de estar en casa mañana para la cena. Tu madre y tu tía tienen planeada una comida de cumpleaños. En cuanto sale de mi habitación, apago todas las luces y me siento en mi silla junto a la ventana. Me quedan unas semanas de escuela y luego me iré al campo de entrenamiento. Estoy más que listo para servir a nuestro país como un Marine como lo hizo mi padre a pesar del horror de mi madre cuando me alisté. Pero la expresión de orgullo en la cara de papá fue suficiente para que no tuviera que dudar de mi decisión. Después de unos meses en el campo de entrenamiento, empezaré el entrenamiento de tiro. Durante los últimos tres años, papá me ha enseñado todo lo que sabe. Quiero ser un francotirador como él. Me acerco los binoculares a los ojos y observo hacia su casa. La misma casa que he estado vigilando durante tres años. Mi papá me dijo que estaba bien vigilar a la gente, que no era un maldito bicho raro por eso. Clic. Clic. Ajustar. Concentrarse.

209

Una luz está encendida en su habitación. Puedo decir que él está ahí porque ella no está sonriendo. Thalia Davis, sé que este es su nombre porque miré en su buzón hace años para confirmar, nunca sonríe cuando su esposo Antoine está en casa. Cuando él está viajando a Dios sabe dónde durante semanas, su sonrisa vuelve y ella es feliz. Ahora, ella es todo menos eso. Sus cejas oscuras se aprietan mientras frunce el ceño, su mirada en la puerta del baño donde él está adentro es problemática. Como si pudiera sentirme, su mirada de ojos marrones se dirige hacia la ventana. No hay manera de que ella pueda verme desde esta distancia en mi cuarto oscuro, pero sus ojos suplican a los míos. Ayúdame. Una lágrima corre por su mejilla y estoy agradecido por mis nuevos binoculares. Los otros también eran de calidad militar, pero estos, realmente puedo ver detalles como las lágrimas y la forma en que sus fosas nasales se abren con cada respiración aterrorizada que toma. Tiene miedo porque él es malo con ella. He visto la forma en que la agarra del brazo y la sacude. Cómo a veces, cuando ha bebido demasiado, la empuja contra el tocador o contra la pared. Y cómo se la folla cuando ella claramente no lo quiere cerca de sí. Pero toda esa ira que tiene hacia ella desaparece en el momento en que tienen sexo. Parece que lo relaja porque entonces está calmado. A la mañana siguiente, los veo charlando mientras toman café en el patio trasero, como si no la hubiera golpeado la noche anterior. La rutina es siempre la misma. Una vez le pregunté a papá. Pregunté si debía intervenir. Dijo que algunas personas no quieren un héroe. Algunas personas quieren ser el héroe. Que primero debería asegurarme de que no puede arreglárselas sola. Y hasta ahora, parece que calma las cosas por su cuenta. Que un adolescente acosador aparezca para salvar el día puede hacer más daño que bien. Así que espero. Espero el momento en que necesite un héroe. La puerta del baño se abre y Antoine se tambalea. Es enorme. Un monstruo. Su piel de color marrón chocolate envuelve los músculos hinchados después de años de golpearlos con fuerza en el gimnasio. Papá dice que es un ex-militar. Que ahora está contratado por el gobierno en forma privada para trabajar para ellos en el extranjero. La habilidad de papá de saber todo sobre una persona es una habilidad que aún tengo que dominar. No quiero sentarme frente a una computadora a aprender sobre alguien. Quiero estar ahí mismo. Vigilándolos. Oliéndolos. Tocándolos. Antoine se tambalea contra una pared y un cuadro se estrella contra el suelo. Thalia se estremece y se tira de las sábanas hasta la barbilla. Quiero implorarle que finja que duerme. En cambio, ella lo mira con los ojos muy abiertos. La toalla alrededor de su cintura se desenreda de sus caderas y cae al suelo. Tiene el cuerpo como un maldito caballo. Una pizca de celos se apodera de mí. Una mujer como Thalia, que está

210

acostumbrada a una polla negra gigante, probablemente se sentiría decepcionada con una polla de tamaño normal. Quiero decir, las chicas con las que me he acostado en mi escuela siempre han parecido contentas, pero no me comparo con el Hulk negro. Él le dice algo y mueve las manos en el aire. Ella se estremece. En momentos como este, desearía tener su casa vigilada para poder escuchar. Su mano se desliza hacia afuera y saca un montón de mierda de su tocador, su pecho palpitando de rabia. Ella parpadea con lágrimas en los ojos. Y luego se abalanza. La ataca en la cama, arrancando las sábanas. Su cuerpo perfecto, uno con el que me he masturbado en innumerables veces, se revela. Desnuda. Curvilínea. Marrón moca. Suave y sedoso. Me levanto porque si este hijo de puta la viola, será lo último que haga. Pero entonces ella parece estar tirando de él entre sus piernas abiertas. Si no estuviera tan borracho todo el tiempo, vería cómo ella hace los movimientos para calmarlo. Thalia no encuentra placer en Antoine. La abofetea, la golpea y la asfixia. Cada acción contra ella, un rocío de gasolina a mi ira. Y aun así, ella no lucha contra él. Lo soporta porque es valiente o jodidamente estúpida, no sé qué. A pesar de todo, lo toma porque por ahora, es su propio héroe. La bestia comienza a follarla poderosamente mientras la reclama. Eso me enfurece. Quiero arrancarle la garganta. Necesita un héroe porque no es muy buena. Papá dijo que no interviniera a menos que ella necesitara un héroe. Estoy a segundos de intervenir. La folla rápido y no creo que ni siquiera termine antes de que se desmaye. Tan pronto como ella está segura de que está dormido, se desliza por debajo de él y se va a limpiar. Veo su culo redondo menearse mientras camina hacia el baño. Thalia tiene un gran y bonito culo que me pasaría toda la vida adorando si ella fuera mía. Aprieto los dientes. Una mujer como Thalia, al menos cinco años mayor que yo, no estaría interesada en un tipo como yo. Ella lo mira mientras él duerme. Odio rebosante en sus ojos marrones. Sus labios articulan las palabras. Te odio. Como si esto la satisficiera por ahora, deja escapar un profundo suspiro. Camina hacia la ventana, coloca las palmas de las manos contra los cristales y apoya la frente contra el cristal. Mi polla se endurece en mis vaqueros. La he visto cientos de veces a lo largo de los años. Nunca me ha presentado su cuerpo desnudo como un regalo. Con mi mano libre, me desabrocho los pantalones vaqueros, los envío al suelo alrededor de mis tobillos y saco mi palpitante polla. La acaricio mientras admiro su perfección. Las dobles D gigantes son el objeto de mi atención. Sé que son dobles D porque he estado en el cajón de su ropa interior cuando no estaba en casa. He tocado

211

todo lo que la ha tocado. He inhalado su olor y me he masturbado en su cama. He lamido sus vibradores y le he robado las bragas directamente de su cesta. Thalia Davis es mi obsesión. Se aleja de la ventana y entrecierra los ojos. Su mano se desliza hacia el parche oscuro de vello entre sus gruesos muslos y comienza a burlarse de su coño con su dedo largo y elegante. Es como si ella supiera que estoy mirando. Como si este espectáculo fuera para mí. Gruño de placer y apresuro la forma en que agarro mi polla. Su labio inferior regordete queda atrapado entre sus dientes mientras sucumbe al placer que está disfrutando. Me obsesiono con la forma en que sus hermosas tetas se sacuden mientras respira. Su vientre suave tiene las cicatrices de un embarazo que casi lleva a término antes de su pérdida el año pasado. Nunca perdió el peso allí, pero es algo que amo en ella. Besaría esas cicatrices y prometería darle todos los bebés si eso la haría sonreír. Abre la boca para dejar escapar un gemido que deseo desesperadamente poder escuchar y luego ella baja los hombros. Como si el peso de su mundo fuera demasiado para soportar. Ella necesita un héroe. Thalia es una maldita reina para ser adorada. Ella no debería pelear guerras físicas y mentales diarias con esa bestia malvada. La idea de que yo sea ese héroe me hace venir por todo el frente de mi camiseta y empaparme la mano. Un gruñido de satisfacción se me escapa. Lanza una última mirada anhelante a la oscuridad antes de apagar las luces, toma una larga ducha y luego se mete en la cama con ese monstruo. Seré tu héroe, Thalia. *** Anoche, me costó todo no colarme en su casa con el propósito de darle una paliza a ese idiota. En cambio, me fui a dormir tan pronto como se apagaron las luces y ella volvió a la cama. Esta noche, estoy un poco borracho. Papá se tomó un par de tragos de whisky conmigo cuando mamá no estaba mirando. Un decimoctavo cumpleaños es especial, había dicho. Ya eres un hombre, me aseguró. Clic. Clic. Ajustar. Enfocar. Ahora, mientras miro a través de mis binoculares a través de los árboles a mis vecinos, me recuerda que soy un hombre. Ver a Thalia nadar en la piscina en nada más que un diminuto bikini blanco tiene mi polla muy dura. Su estúpido marido está dentro

212

emborrachándose, pero sé que no pasará mucho tiempo antes de que esté afuera, dándole el infierno otra vez. ¿Por qué lo soporta? Desearía que ella lo dejara. Pero entonces, ¿quién cuidaría de ella? La irritación hierve a fuego lento en mis venas mientras contemplo cómo ser el héroe que ella necesita. Sonrío y toda la molestia se desvanece cuando ella se para en la piscina y pasa sus dedos por su suave cabello castaño, retorciéndolo en un moño para que no se moje. Nunca he visto a una mujer más bella en toda mi vida. Las chicas con las que salí en la escuela son flacas y huesudas. Como si pudiera romperlas si me soltara completamente sobre ellas. Thalia parece como si pudiera manejar una follada dura, una follada donde la haría venirse una y otra vez, a diferencia de su despreciable esposo. Su mirada apunta hacia la ventana de mi habitación. Mi fiesta terminó hace mucho y mi familia está durmiendo. No sabe que estoy en el patio trasero mirándola. Una sonrisa tira de sus labios mientras ajusta su parte superior del bikini. La tela blanca mojada no hace nada para esconder sus oscuros pezones que están erectos debajo del pequeño trozo de tela. Me dan ganas de caminar y llevar mi culo hasta allí, sumergirme y morder cada pezón hasta que ella chille. Me pongo duro con ese pensamiento, pero mi fantasía se arruina en el momento en que Antoine sale y le quita la sonrisa. Hijo de puta. Le grita para que salga de la piscina, palabras que oigo desde aquí, sus brazos agitando a su alrededor con rabia. Aprieto mi puño y deseo atravesarle la puta nariz. Antoine puede ser un monstruo que es más grande y aterrador que yo. Pero soy una pantera al acecho. Rápido, furtivo y feroz. Un día voy a darle una paliza y él ni siquiera lo verá venir. Ella sale de la piscina a regañadientes, goteando agua de su curvilíneo cuerpo. Como el chocolate derretido contra su piel morena. Quiero lamer cada gota de ella. Una vez más, sus ojos se lanzan a mi ventana. Un héroe. Ella quiere un héroe. Me levanto de la silla de jardín y abandono mis binoculares para acecharlos. Somos una de las tres casas aquí, nuestra casa está situada en el medio y la longitud de un campo de fútbol separa cada casa con gruesas maderas que cubren la parte posterior de las tres propiedades. Sus gritos son más fuertes a medida que me acerco. Estoy casi allí cuando él levanta la mano para golpearla. Ella se estremece, pero no hace nada para protegerse del golpe en su abdomen. Él la tira al suelo con ese puñetazo y ella se golpea la cabeza contra la silla de jardín. Furia. Maldita furia.

213

Con un rugido, corro hacia él. Ya está agachado, con el puño hacia atrás para golpearla de nuevo cuando me conecto con él. Mis manos lo empujan fuerte. Puede que solo tenga dieciocho años y no sea tan grande como él, pero he jugado al fútbol durante toda mi carrera de bachillerato y sé cómo hacer frente a bestias como él. —¿Qué mierda? —gruñe, sus cejas fruncidas por la confusión mientras trata de acercarse al borde de la piscina—. Maldito chico raro. Te he visto mirándonos. Empiezo a alcanzar a Thalia para ayudarla a levantarse, pero este imbécil está corriendo hacia mí como si ahora fuera a golpearme a mí. Que se joda. Cuando se acerca, uso su impulso en su contra. Soy más joven y más ágil. Al alejarme, corro detrás de él y lo empujo una vez más. ¡Splash! ¡Pop! Cae en la piscina. Eso lo distraerá un poco. Sin mirar atrás para ver lo furioso que está, me apresuro a ir donde Thalia. Está llorando mientras se aferra a su estómago. Mi pobre cosita dulce. Me mata que le ponga las manos encima. Jodidamente me mata. —Hola, preciosa —murmuro, mi voz baja y ronca mientras alejo su cabello casi negro de su cara—. ¿Estás bien? Vuelve su cara manchada de lágrimas para mirarme. La sorpresa baila en su mirada. —Viniste. Un héroe. Thalia necesitaba un héroe. Por supuesto que jodidamente vine. —Está bien —le aseguro—. No dejaré que te vuelva a tocar. —Sacudiendo mi cabeza sobre mi hombro, escaneo el área de la piscina buscando a ese cabrón. Va a estar listo para patearme el trasero en este momento. Puede intentarlo, maldita sea—. Se ha ido. Me vuelvo hacia ella a tiempo para captar su bonita sonrisa. Agradecida y conmocionada. Está temblorosa, pero me las arreglo para ayudarla a ponerse de pie. Me alzo sobre su figura más pequeña que me gusta. Me hace sentir que puedo cuidar de ella. Yo me encargaré de ella. —¿Adónde se fue? —pregunta, preocupación bailando en sus ojos marrones mientras mira a la casa. —No sé... —arrastro las palabras cuando lo veo todavía en la piscina. La sangre lo rodea mientras Antoine flota en el agua bajo la superficie. —Oh, mierda —siseo—. ¡Mierda! Empiezo a zambullirme, aunque el imbécil abusivo no se lo merece, pero las uñas de Thalia se clavan en mi bíceps.

214

—Por favor... —Las palabras salen como un grito ahogado—. No lo hagas. Está muerto. Dirijo mi mirada a la de ella. —Todavía podría estar vivo... —No lo está —susurra—. No lo está. —Levantando la barbilla, me mira con expresión de alivio. Su labio tiembla y me pregunto si no sería inapropiado besarla con su marido “muerto” cerca—. Tienes que irte. Date prisa. Antes de que alguien te vea. Quiere ser mi heroína. —¿Estás segura? —Nunca he estado más segura en toda mi vida. Ahora vete. —Suspira. Y entonces ella sonríe. Y yo también sonrío. *** Han pasado tres semanas desde que maté accidentalmente a Antoine Davis. Quería añadir su cráneo a mi colección de huesos de animales que he coleccionado a lo largo de los años. Desafortunadamente, la vida no siempre te permite conservar tus recompensas. Mi recompensa es cada noche, cuando ella sonríe y mira hacia la oscuridad. Cuando toca su coño y piensa en mí. Sé que piensa en mí porque soy su héroe. Su jodido salvador. Desde que murió, de un desafortunado accidente en la piscina donde “resbaló y se cayó”, me he vuelto más atrevido. Cada noche, mientras ella duerme, me meto en su casa. A veces, me gusta pensar que me deja la puerta abierta porque quiere que vaya a verla. Esta noche, como todas las noches, la puerta no está cerrada. Me cuelo en su bonita casa y subo las escaleras. Tan pronto como entro en su habitación e inhalo su dulce aroma a miel, siento que el alivio me inunda. Su respiración es suave mientras duerme. La luz de la luna brilla desde la ventana y cubre su piel de color chocolate con un resplandor brillante. Está durmiendo desnuda en medio de la cama, con la sábana enredada alrededor de sus muslos. Sonrío sabiendo que le di este espacio. Esta libertad. Como todas las noches, me quito la ropa y me acuesto a su lado. Su cuerpo es cálido y acogedor. Mi polla dura presiona contra su cadera desnuda. Se siente bien frotarla contra su suave piel. A veces puedo venirme así, con mi pene deslizándose contra su carne. Ansioso por tocarla, le quito el cabello oscuro de la garganta y le doy un beso. Cada noche, adoro a mi diosa. La beso y la pruebo mientras duerme. Acaricio sus enormes tetas y pellizco sus pezones. Meto mi dedo en su coño y la hago gemir. Nunca abre los ojos. Su respiración sigue siendo la misma. Pero a menudo, me pregunto si está despierta.

215

La palma de mi mano recorre su teta hasta llegar a su vientre redondeado. Posesivamente, acaricio su carne y la agarro. Un día, planeo morder y chupar cada centímetro de ella. Esta noche, estoy satisfecho con simplemente abrazarla. Ella rueda hacia su lado, su espalda hacia mí y detengo mi cuerpo. Entonces, su trasero se mueve en mi contra como para invitarme a tocarla más. Nunca rechazo una invitación así. Mi palma se escabulle entre sus muslos. Gimo cuando paso mis dedos por su coño y encuentro humedad. Siempre mojada cuando duerme. Húmeda para mí. —Buena chica —murmuro mientras acaricio su punto dulce. Los gemidos y los lloriqueos ronronean de ella. Me hace preguntarme si piensa en mí en sus sueños. El hombre que mató a su esposo, el hombre que ella también salvó al no decírselo a la policía. Meto mi dedo en su estrecho canal. Se sentiría tan bien envuelta alrededor de mi polla. Tal vez algún día. Mi polla está viva y desesperada entre nosotros. La froto en la raja de su culo. Beso tras beso a lo largo de su hombro, la adoro. Su culo sigue moliéndose contra mí como si estuviera rogando por mi polla. Todo lo que tengo que hacer esagarrarla y meterla en el agujero correcto, el agujero que está llorando por mí. ¿Se asustaría cuando se despertara? ¿Me llamaría violador y asesino? —Por favor —murmura, su voz llena de sueño. Su voz es ronca y sexy. Una voz con la que podría venirme con solo escuchar su sonido. Agarro mi polla y la paso por detrás por su hendidura mojada. Una vez más, empuja su culo hacia mí como si fuera a suplicar por mi polla. Esta es probablemente una decisión terrible. Una decisión que podría terminar mal cuando recupere el sentido común. Y aun así… Empujo la punta de mi polla en su coño empapado. Ella gime, lo que me anima. Lentamente, me insto a entrar por completo, deleitándome con la forma en que su coño parece abrazarme. He estado dentro de un sinnúmero de chicas antes, pero nunca una que haya sentido tan increíble. Estoy desnudo y enterrado profundamente dentro de esta mujer y nunca me he sentido tan malditamente bien en toda mi vida. Su cuerpo parece apretarse alrededor de mi polla y todavía no me he movido. Estamos conectados. Ella es mía. Corro mi lengua por el lado de su cuello que sabe salado por el sudor y dulce por su olor. Mis dedos masajean su clítoris y todavía no me meto en ella. Disfruto la forma en que su coño aprieta mi polla cuando el placer comienza a hacerse cargo. —Tan hermosa —murmuro contra su carne y luego arrastro mis dientes a lo largo de su cuello hasta que encuentro su oreja—. Tan hermosa y mía. Otro gemido. Jodidamente necesitada.

216

El agarre que su coño sigue teniendo alrededor de mi polla me hará venir mucho antes de que esté listo. Le froto el coño más rápido, ansioso por tener su orgasmo en toda mi polla. Quiero que ella me empape con eso. Ella gime y grita, el placer es demasiado intenso. Ese maldito marido nunca se tomó el tiempo para tocarla, no de una manera que la hiciera sentir bien. Él dejó que alguien como ella se fuera insatisfecha. Me gustaría pensar que la estaba guardando para mí. —Eso es —murmuro—. Vente por toda mi polla, nena. Si te vienes, te follaré tan fuerte que gritarás. Ella se estremece en mis brazos cuando un orgasmo la atraviesa. A diferencia de esas chicas de la escuela, ella se suelta. No trata de ocultar la forma en que la afecto. Su cuerpo tiembla y se revuelve de placer. Empiezo a bombearla, mis embates son duras y atronadoras. Mi mano se vuelve codiciosa por sus grandes pechos y agarro el más cercano. Clavo mis dientes en su garganta y casi me vengo por el sonido de su grito de sorpresa. —Tú. —Su palabra murmurada no es una acusación, es una oración. Unas gracias. Un maldito elogio. Lamo el dolor que le infligí en el cuello y la beso hasta la oreja. Le chupo el lóbulo y luego le susurro cosas sucias. Te voy a follar toda la noche en la misma cama donde dormía tu marido, quien ahora murió. Voy a llenar tu bonito coño con mi semen. Voy a arruinarte por cualquier otro hombre. Grita como si se encendiera por mis salvajes palabras y se viene fuerte. Esta vez, me voy con ella. Juntos, encontramos un lugar entre la realidad y los sueños. Bailamos allí, desnudos y abrazados, por un breve momento. Y luego estamos de vuelta en el presente. Estoy gruñendo mientras mi liberación se derrama dentro de ella. Acabo de follar a mi vecina viuda. Después de que me escabullí en su casa. Esto es malo. —Eso fue tan bueno —susurra, con temor en su voz—. Llevo mucho tiempo fantaseando con eso. El orgullo surge a través de mí. —¿Cuánto tiempo? —Desde que empezaste a conducir. Thalia me mira también. —Dieciséis —gruñí—. Muy sucia. Pellizco su clítoris y su coño se aprieta de nuevo alrededor de mi polla.

217

—Miré pero no toqué —murmura—. A diferencia de ti. —Esta vez, su tono es una acusación, pero está lleno de dolor. Como si no fuera justo que ella no pudiera corresponder. Sonrío ante sus palabras. —¿Cuánto tiempo hace que sabes que te he estado tocando mientras dormías? —La primera vez que me tocaste. Es como si despertaras a la mujer ardiente que solía ser. La hizo ver que la vida podía ser diferente. Fingí estar dormida —admite, con una voz tan suave que apenas escucho—. Yo lo quería. Deslizo mi polla empapada y ablandada de su cuerpo y paso mis dedos por nuestros orgasmos, agotados. Después de cubrir mis dedos, los llevo a su boca. —Si lo querías tanto, deberías haberlo dicho. —Empujo mis dedos sucios en su boca—. Debiste decírmelo. Ella chupa nuestros jugos con tanto entusiasmo que mi polla está lista y dispuesta para ir una vez más. Cuando retiro mis dedos, ella deja escapar un suspiro. —Tenía miedo. Me incorporo sobre mi codo y agarro su mandíbula para empujar su cara hacia la mía. En las oscuras sombras de la habitación, apenas puedo distinguir sus rasgos. Pero puedo sentir sus respiraciones rápidas haciéndome cosquillas en la cara. —¿Miedo de mí? —No, Thomas —dice, mi nombre en sus labios haciendo que mi polla palpite de emoción—. Tenía miedo de lo desconocido. Tengo miedo de ello. —¿Y ahora? —Ahora soy libre. Libero su mandíbula y me subo encima de ella. Instalándome entre sus muslos abiertos, una vez más, empujo mi erección profundamente dentro de su coño perfecto. Mis labios rozan los de ella en un suave beso. —Sabes mi nombre. —También sé cosas... —¿Te lo han dicho mis hermanas? Gime cuando empujo con fuerza. —Tu papá. Está muy orgulloso de ti. Aplasto mis labios con los de ella y la beso apasionadamente. He esperado siempre lo que se siente que esta mujer me devuelva el beso. Y ahora lo hace. Sus uñas se están clavando en mis musculosos hombros y sus talones empujando en mi culo. Ella me anima a follarla. Mi dulce Thalia me necesita. Nuestras lenguas bailan juntas de una manera familiar, como si cada uno de nosotros hubiera estado practicando en nuestros sueños. Devoro a mi mujer mientras me conduzco dentro de ella. Duro. Implacable. Desesperado. Quiero llenarla con cada parte de mí.

218

Darle todo que nunca deseará a nadie más. —Sí —gime—. Eso se siente muy bien. Pellizco su pezón con la fuerza suficiente para hacerla gritar en mi boca y luego deslizo mi mano entre nosotros. No toma mucho esfuerzo en su sensible clítoris antes de que la haya convertido en un frenesí. Un frenesí que estoy seguro me saca sangre de los hombros cuando enloquece. Su salvajismo estimula al animal dentro de mí a perder el control. Con un gruñido gutural, entro duro dentro de ella. Mi semen brota, caliente y reclamando. Pondré un maldito bebé en ella porque puedo. Ella. Es. Mía. Cuando el brillo de nuestra follada comienza a oscurecerse y la realidad se establece, su voz tiembla. —Tu padre dijo que pronto te dirigirás al campamento de entrenamiento. Beso sus regordetes labios. —Así es. —Pero solo hemos... Silenciando sus palabras, la beso con fuerza. Muerdo su labio inferior y chupo su lengua. Cuando la he calmado por completo, acaricio su nariz con la mía. —Volveré, dulce Thalia. —Entierro mi cara contra su garganta y beso la sedosa carne que está ahí—. Y siempre te estaré cuidando.

FIN

219

Sobre la Autora

220

K Webster es la autora éxito de ventas de USA Today de más de setenta libros de romance en muchos géneros diferentes, incluyendo romance contemporáneo, romance histórico, romance paranormal, romance oscuro, suspenso romántico, romance tabú y romance erótico. Cuando no está pasando tiempo con su hilarante y guapo esposo y sus dos adorables hijos, es activa en los medios de comunicación social conectando con sus lectores. Sus otras pasiones además de la escritura incluyen la lectura y el diseño gráfico. K siempre se puede encontrar frente a su computadora persiguiendo su próxima idea y tomando acción. Está deseando que llegue el día en que vea uno de sus títulos en la pantalla grande.

221