Mundos Paralelos

CONTACTO BOLETIN MENSUAL DE FENOMENOS EXTRAÑOS Nº 10 – Junio de 1999 Editado por Jessica Vanesa Parmigiano y Carlos Albe

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CONTACTO BOLETIN MENSUAL DE FENOMENOS EXTRAÑOS Nº 10 – Junio de 1999 Editado por Jessica Vanesa Parmigiano y Carlos Alberto Iurchuk [email protected] [email protected] “Más Allá del Contacto” http://contacto.cjb.net

Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y a los editores del boletín.

Mundos paralelos Leopoldo Fausto Montello Buenos Aires – Argentina [email protected] Si nos atenemos a la definición de la Geometría: Elementos paralelos son aquellos cuyos puntos están todos a la misma distancia y sólo llegarán a encontrarse o cruzarse en el infinito. Aplicada a Mundos Paralelos, la definición sigue siendo válida; pero por paralelismo deberíamos entender espacio y tiempo. Paul Elouard nos dice: “Hay otros mundos, pero están en éste”. Así que estableciendo una clasificación muy esquemática decimos que esos mundos que coexisten en nuestra contemporaneidad, son nuestros paralelos ya sean intraterrestres, extraterrestres, extravisibles o extradimensionales. Si hablamos de mundos intraterrestres a sea “dentro” de nuestro planeta, la explicación es fácil y asequible a nuestra comprensión: una Humanidad terrestre o no, viviendo en las entrañas del planeta y cuya tecnología les permite suplir la falta de luz y energía solar y las de otras fuentes energéticas, a que accedemos los que vivimos en la superficie. Estos conglomerados de seres viven allí por diversas razones: peligros externos, distintos orígenes, culturas y civilizaciones, posiblemente objetivos diferentes basados fundamentalmente en la preservación del Conocimiento legado por los sabios ancestros. De estos mundos conocíamos la existencia de magníficas e inmensas ciudades: Samballah, Agharta, la de las entrañas del Monte Shasta. El caso de La Rioja (República Argentina) en 1970, protagonizado por un arriero, un médico y un sacerdote jesuita (el Padre Guillermo) da fe de la existencia de un mundo subterráneo; pero hay un detalle significativo: los habitantes de esta ciudad subterránea,

“no prestan atención al arriero” (que ha sido el primero en bajar y recorrer la ciudad)... ¿Por qué? ¿No quieren darse por enterados de su presencia? ¿No lo ven? La primera razón es atendible, pero, la segunda... ¿Están en otra dimensión? Y si es así, ¿por qué el arriero, sí los ve? En lo extraterrestre conocemos la existencia de la Antimateria, sobre ella los científicos dicen que “es un conjunto hipotético cuyos elementos constitutivos son antipartículas”, y por ende el Antimundo, nuestra réplica y antípodas cósmicas. Y de esa ignota realidad de los Mundos Paralelos, del lógico temor a lo desconocido, a ese “paso”, posiblemente sin retorno, a otras dimensiones rescato recuerdos de mi infancia poblada de pequeños y casi tangibles seres de otro mundo. Una infancia que jamás soñó que esos gentiles señores que se llamaron: Andersen, Perrault, Grimm, nos contaban realidades. Aún hoy a pesar de los largos y difíciles caminos recorridos, esa ilusión permanece, confirmando que hay mucho más de lo visible que nos rodea, que en otras dimensiones existen seres, entidades formando ese Fantástico Mundo de hadas, gnomos y espíritus. Y aquel muchacho sin pasado que fue hallado en Nüremberg – estado alemán de Baviera – el 26 de mayo de 1828. Su nombre Kaspar Hauser, apareció en la plaza Unschlitt un día lunes de Pentecostés, nadie lo conocía ni sabía de donde venía, ¿cuál había sido su vida hasta entonces? Se pudo comprobar que Kaspar no tenía idea de los fundamentos de la ciencia que rigen la vida cotidiana. Al morir un 17 de diciembre de 1833 se pudo leer en la piedra sepulcral: “Aquí yace Kaspar Hauser, el enigma de su época”. En muchos casos quedan huellas de las apariciones de esos seres en psicofonías, o fotos con imágenes, que conscientemente “no vimos ni fotografiamos”, pero que aparecen al revelarlas. Las psicofonías son grabaciones realizadas en cinta virgen con cualquier grabador, de voces humanas, ruidos, música, susurros, etc., cuya procedencia desconocemos. Los especialistas realizan dichos ensayos, sin micrófono, o empleando un diodo y cámara de Faraday, en vacío, etc. Es a partir de 1959 que las psicofonías se estudian científicamente. Sus precursores fueron: Bayless y Sealay (1956-57), Jürgenson (1959), posteriormente Konstantin Raudive, Germán de Argumosa (Presidente del Instituto Internacional de Investigaciones Parapsicológicas – Madrid). El suizo Alex Schneider, el alemán Theodor Rudolf, el vienés Franz Seidl, el inglés V.H.A. Rushton, etc. En los casos de las imágenes que aparecen en fotografías, cabe aclarar que no me estoy refiriendo a las de origen mental, es decir a las psicografías. En ellas se logra fotografiar el pensamiento del sensitivo. Recordemos a Ted Serios. Por supuesto que existe la posibilidad de realizar trucos, con doble exposición, activación de imágenes de luz ultravioleta, etc. Evidentemente están en nuestro entorno, y se encuentran detrás de ese portal inducido al que por breves instantes accedemos asombrados. Es a este Mundo Paralelo, extra dimensional y extra sensible con el que sólo podemos contactarnos por estas “Puertas Dimensionales” y a las que, nosotros, seres comunes, accedemos por error o accidente. Y así explicaríamos las desapariciones instantáneas, el escuchado “se lo tragó la tierra”... ”desapareció sin dejar rastro” y es aquí donde entra la Parapsicología o el Poder Extra sensorial de aquellas personas que “a voluntad”, logran esas comunicaciones o el paso a esos estratos. Según Chionetti (Mundos Paralelos) – estas Puertas son de constitución electromagnética por las cuales se comunican los corredores interdimensionales de

mundos paralelos binarios. Pueden ser franqueadas por radiaciones y además son emisoras de ondas gravitatorias. Lo expuesto parece un relato de ciencia – ficción, como lo narrado por Giménez en “Un paseo por Camarjali”, pero es una consistente realidad. Y si hablamos de ovnis que “desaparecen instantáneamente”, Berry (apoyándose en la Teoría de Kerr) nos dice que: “una nave interestelar cruzando velozmente el espacio, permitiría saltar del continuo espacio – tiempo de las cuatro dimensiones para volver a entrar de alguna otra parte”. Supongo que se refiere a los Agujeros Negros que también son Portales Dimensionales. Debo hacer mención de un caso que ocurrió, aquí en nuestro país, específicamente en el Dique La Florida en la provincia de San Luis. En una noche límpida y fresca, varios amigos que se reúnen para pescar en dicho lugar, donde avanzadas las horas, han visualizado un ovni y además ha ocurrido un contacto del Tercer tipo. Cuando el ovni se aleja ante la atónita mirada de los testigos, éste pareció replegarse sobre sí mismo, para desaparecer al instante, y al decir de uno de ellos: “se metió en una alcancía”. Evidentemente, y dadas las circunstancias (testigos inobjetables), de una perfecta visualización, no podemos menos que pensar en un paso a “otra dimensión”, esto es “a un mundo paralelo por una puerta inducida”. Nosotros, que nos movemos en tres dimensiones, de la Cuarta Dimensión del Tiempo, sabemos relativamente poco. Sino, lograríamos explicarnos la contracción del Tiempo, como se da en la paradoja o enigma de los mellizos de Langevin. Yo imagino el Tiempo, como una dimensión material y estática, por la que transitamos, dejando atrás, los sucesos pasados y el mismo actual ya es pasado y avanzamos hacia los sucesos futuros. Puede parecer una concepción fatalista, pero, sino, ¿cómo explicarnos los viajes por el Tiempo?, ¿ las precogniciones? Es algo así como una película cinematográfica donde todo está inscripto y sólo haría falta una manivela. Puedo especular sobre el pasado o especular sobre el futuro pero no “estar”. Hablando de manivela, he recibido la información de una máquina que nos permitiría “ver” y “oír” el pasado. Se trata de un ingenio del cual no se brindan gran cantidad de datos aclaratorios, sólo el nombre de su inventor, el monje benedictino Pellegrino Ernetti. Su construcción se basa en una física de avanzada, según la cual las ondas sonoras emitidas en eras remotas; y así como las imágenes correspondientes, no desaparecerían, sino que por el contrario, serían eternas. El Ocultismo afirma que el Infinito fija las imágenes de lo ocurrido en este mundo a través del éter cósmico. A este éter se le da el nombre de Akasha (desde ya resistido por los materialistas). Pero Kepler lo entendió y prefiere llamarlo campo y a su hipótesis de que las ondas electromagnéticas de cierta longitud se pierden en el Universo, se opone Marconi quien afirma que las ondas acompañan la curvatura de la Tierra y no se dispersan a través del Espacio. Parecería que la investigación del Padre Ernetti se desarrolló en ese campo. Aún no se ha dicho la última palabra sobre este trabajo, sólo resta esperar, pero si el inventor tuviese razón; cuántas implicaciones, desmitificaciones, encubrimientos y aclaraciones... Algunas para bien pues destruirían falsas certidumbres, falsedades aceptadas a pies juntilla y otras sacarían a la luz hechos deleznables o actos encomiables. Y sobre esta Cuarta Dimensión, Tiempo, encontramos leyendas con distintas interpretaciones; Newton (1867) “El tiempo fluye uniformemente, sin relación con nada externo”, lo cual niega Leibnitz, cuyo protagonista queda preso en una “curva del Tiempo” pues ha jugado con la Cuarta Dimensión, sin tener en cuenta sus límites.

Y de un emparedado vivo (siglo XIII) que al ser liberado a los tres días del encierro, se comprueba que ha envejecido treinta años, que son los que le faltaban vivir. Pero esto indicaría un tiempo psicológico, no material, ni cronológico. Einstein en 1916 resuelve científicamente la contracción del tiempo y Cuspensky en 1947 nos replantea la posibilidad de un tiempo cuyo ciclo se repite. Y después de tantas definiciones y especulaciones, todas respetables, creo que a esta Cuarta Dimensión se la puede incluir dentro de los Mundos Paralelos y nuestra realidad sería el Paralelo reflejo de ella. Mundos paralelos en los polos La ambición de Robert Peary de llegar al Polo, quedó coronada en abril de 1909, a través de incontables penurias. Pero antes, en 1906 se había acercado bastante, más allá del paralelo 86 y sólo a 332 kilómetros del Polo, desistió por las innumerables dificultades que sobrevinieron; pero ocurrió algo que compensó esa frustración: a 600 kilómetros del punto externo norte de Groenlandia, Peary, observó a la distancia una cordillera, un encadenamiento de altas aristas, lo anotó en su diario de viaje. Siete años después, Donald B. Macmillan, siguiendo los pasos de Peary, encontró la cordillera, pero a medida que se fue acercando, la cordillera se empezó a esfumar como una irónica fantasmagoría bajo el cielo de plata del Artico. Imágenes de Mundos Paralelos asoman entre los hielos. La imagen fue real en ambos casos y lo que se desvaneció fue o es algo que está más allá del Espacio y el Tiempo conocidos: una cadena montañosa del pasado o del futuro. Es el Almirante Byrd, que en el Polo Sur (1947, 1956/57) realiza exploraciones e investigaciones en lo que llamó: dos aberturas en ambos Polos. Al sobrevolar el Polo Sur, penetró más allá de lo conocido, descubrió una Tierra nueva, se conectó con un mundo extraterrestre o un mundo extraterrestre paralelo. Se pueden dar dos posibles explicaciones: 1. Que Byrd haya penetrado en una región que no figura en ningún mapa y de mayor superficie que América del Norte, con temperatura tropical, poblada de selvas (Al ir cada vez más al Norte o al Sur, se comienza a notar el fenómeno climatológico de la inversión de la temperatura). Por ejemplo, el verano en el Mar Glacial Artico, o en el escudo báltico; verificando la presencia de montañas, ríos, animales. En ese caso Byrd pudo observar un mundo similar al nuestro y que está dentro de este mismo planeta, cuyo ingreso estaría ubicado justamente en el imaginario Polo geográfico y magnético. 2. La otra posibilidad es que Byrd (partiendo de la Base McMurdo Sound 400 millas al oeste del Polo Sur) haya traspuesto el “Umbral” hacia un Mundo Paralelo, ubicado en un Universo similar y Paralelo al nuestro, más allá de los límites de nuestro Cosmos. Y surge el recuerdo de la fantasmagórica Isla Isalal que “imaginó” este antecesor del Realismo Fantástico, Julio Verne, situándola justamente allí y de la no menos enigmática “Esfinge de Cristal”, atisbada bajo la capa de los hielos... ¿Es que Verne sabía algo de Mundos Paralelos? ¿Y fue esa su manera de dar a conocer su existencia? Dado que en la época que escribió sus novelas, absolutamente nadie le hubiera creído, es más, hubiese sido objeto de burla general. ¿Fue un iniciado, un mensajero? Aprovechando que estamos hablando de Mundos Paralelos, recuerdo una vieja película titulada “Horizontes Perdidos” en la que el protagonista, estando en el Tíbet, en las

altas cumbres, penetra por un corredor en la montaña (esto se parece a un Portal Dimensional) y accede a un mundo fantástico, de temperatura primaveral, jardines exuberantes, en suma el soñado Shangri-La y en donde el “Tiempo” se ha detenido, puesto que quien sale de este paraíso y retorna a nuestro mundo, envejece y muere en pocos segundos disgregándose... Es evidente, otra dimensión atemporal. Para los estudiosos de esta problemática, esta película fue una apertura más al asunto que nos ocupa. No es fácil hablar de estos temas aún hoy en día, debido a la existencia de una mentalidad científica ortodoxa y anquilosada que todo lo asfixia y codifica; si no a que se debe, que en los libros oficiales (diccionarios, enciclopedias, textos) en muy raras ocasiones nos hablan de Samballah, Agharta, Akakor, etc. Debemos tomar conocimiento de la existencia de Mundos Fantasmales, de Mundos Paralelos, Invisibles, Extradimensionales, que nos rodean, coexistiendo, entrecruzándose y que esporádica o accidentalmente, abren sus puertas para mostrarnos “Otros Mundos detrás del Espejo”. Reflexiones finales Según Kepler (1586) “Lo curvo ha de representar a Dios” y si nos atenemos a la teoría de Einstein sobre la Curvatura del Espacio, veríamos que es allí donde estos Mundos Paralelos al nuestro, se tocarían o encontrarían abriéndose las Puertas Dimensionales, y de esa forma alcanzar la Verdad. Pero, ¿cómo arribar? Quizá nosotros estemos en un Punto Finito y de allí esas desapariciones inexplicables para nuestro conocimiento epidérmico y también apariciones y otras manifestaciones como esas periódicas explosiones en distintos lugares del planeta, que nadie ha sabido explicar. Si la Puerta Dimensional es un fenómeno natural, es indudable que se podría crear un Portal Inducido Artificial, teniendo en cuenta los increíbles avances de la ciencia, logrando que por dicho Portal reapareciera lo desaparecido. Posiblemente esas personas y cosas que pasaron a otra Dimensión, continúan allí, con respecto a las personas no se puede saber, si su evolución física continua, dado que su tiempo no es el nuestro, o si su estado es una suspensión latente. En nuestro mundo de concretas realidades, es muy difícil imaginar mundos que no vemos ni sentimos, pero que “están” y “son”. Pueden estar arriba, abajo, nuestras órbitas se entrecruzan sin tocarse como los bordes de una Banda de Moebius o como los Pliegues de Riemann, o posiblemente en espiral.

Psicofonías, Psicoimágenes, Transcomunicación (Segunda parte) Sebastián Jarré Buenos Aires – Argentina [email protected] ¿Cómo captar un mensaje?

Según el padre Brune, para facilitar la recepción de un mensaje desde el más allá no es necesario el silencio. Una técnica consiste en hacer un ruido pequeño, por ejemplo dejar una canilla abierta. Se ha notado que a los espíritus les resulta más sencillo transformar un ruido en voces que producir las voces directamente. O también se aconseja colocar el dial del receptor de televisión o del de radiofonía, entre dos estaciones, para no correr el riesgo de interferencias. De esta manera se han registrado miles de psicofonías y psicoimagenes. Teorías Como siempre son muchas las teorías que se pueden postular, algunas más creíbles que otras. Sin embargo todas siguen sin respuesta. Algunos creen que las psicofonías son un fenómeno comprobado, pero que se encuentra relacionado con una suerte de telepatía que se produce entre el experimentador y el aparato receptor. Otros, por su parte, creen en el origen trascendental de las voces, llegan desde otros niveles de existencia. Algunas teorías suponían que el fenómeno se daba por ondas de radio, reflejos fonéticos, ondas hiperfrecuentes y otras interferencias. Sin embargo, todas estas teorías quedaron eliminadas cuando los investigadores consiguieron captar psicofonías mediante las llamadas "Jaulas de Faraday", cajas herméticamente cerradas e inmunes a cualquier tipo de interferencia provenientes de radiofrecuencias. Por otra parte se ha considerado la teoría conocida como principio de impregnación ambiental, que sostiene que todo lo que un ser humano dice en este mundo queda registrado en un terreno que la ciencia aún no ha podido develar. Este principio tiene pocos seguidores, ya que de producirse un contacto entre esa dimensión y la nuestra tendría que ser espontánea y a menudo ininteligible. Sin embargo, muchas psicofonías son largas parrafadas discursivas e incluso diálogos con un experimentador que interroga. Otra teoría descartada por no ofrecer medio para comprobarla, es la que sindica a los tripulantes de supuestos OVNIS como los emisores de psicofonías; lo mismo que sostiene que las voces llegadas son de supuestos ángeles guardianes muy preocupados por el destino de la humanidad. ¿Planeta de los Muertos? Muchos testimonios de la transcomunicación coinciden en la existencia de un planeta llamado Morduk, que esta más allá de nuestro alcance, y es la primera escala de nuestro viaje después de la muerte. Para aquellos interesados en este tema Hildegarde Shafer, cita en su libro "Teoría y práctica de la transcomunicación" una descripción de Morduk efectuada por una científica fallecida en un accidente. Uno de los investigadores españoles que ha avanzado más en el terreno de las parafonías, Sinesio Darnell, ha llegado a la conclusión, luego de analizar en forma estadística seis mil datos recogidos por él mismo, que no existe una relación entre los parafonemas y los cambios climáticos o atmosféricos. Dijo que las psicofonías parecen llegar por oleadas – en esto coinciden casi todos los investigadores – y luego siguen por un lapso de silencio absoluto. Al poder practicarse lo que se denomina "psicofonía dialogante" que no es otra cosa que una pregunta respuesta entre el operador de los aparatos y la fuente energética que produce el fenómeno, se ha desechado el Principio de Impregnación Ambiental. Algo parecido a lo que ocurre con la hipótesis de los solitrones, estudiada por el científico español Rodríguez Galindo. El solitrón es una partícula que tiene una virtud

única: transporta energía en un medio en el que no existe ninguna partícula (el vacío). Un especialista dice: "una conversación corta tendría millones de solitrones que volverían a activarse al recibir una carga electromagnética, lo que produciría el registro del fenómeno". Otra de las variantes de las psicofonías , es la denominada teleparafonía, que no es otra cosa que una voz que llega por el teléfono desde otro plano dimensional. Es menos frecuente, pero igualmente hay casos registrados, como los que reunieron Scott Rogo y Raymond Bayless, juntaron cerca de 60 casos rigurosamente constatados. Igualmente no hay manera aún de comprobar que estas comunicaciones son del más allá. De esta forma presentaría el mismo problema que tienen todas las psicofonías y psicoimagenes: El Origen. Mientras que para algunos es bien claro el origen de dichas voces, como el Padre Brune, para otros es difuso. Lo único que podemos concluir es que no son de este plano de existencia, y eso aunque sea una hebra en una madeja de hilo, es al menos un principio... (Fin del artículo)

Descripción histórica de Las Leónidas ¿Qué son las lluvias de estrellas y por qué nos preocupamos por ellas? Ricardo Antonio Marín Baena Bogotá – Colombia [email protected] Ensayo escrito para la Revista Aeronáutica de la Fuerza Aérea Colombiana 15 de marzo de 1999 “Se creyó que el día del juicio sería al amanecer o que estaba por llegar en el transcurso de una semana. En muchos lugares se organizaron reuniones de oración y se vieron muchas otras escenas de devoción religiosa bajo la influencia del miedo ocasionado por el súbito espectáculo celeste”. Descripción realizada por R. M. Devens en torno a la lluvia de estrellas “Las Leónidas” de 1833. Las lluvias de estrellas están consideradas entre los fenómenos celestes más fascinantes que han tenido que embelesar a generaciones enteras durante toda la historia de la humanidad. Pero precisamente han sido fascinantes, a causa de que este fenómeno atmosférico ha sido interpretado durante casi todas las épocas como si fuera ocasionado por especies de precipitaciones colosales de material estelar a lo interno de la atmósfera terrestre. Ahora bien, lo llamativo de las lluvias de estrellas, ha consistido siempre en esta especie de equívoco ingenuo pero a la vez hermoso; pues en fin de cuentas, ¿qué hay más cautivante que el hecho de que gran parte de la humanidad hubiera creído que un fenómeno celeste, que es fundamentalmente un fenómeno atmosférico, sea dizque una tempestad sideral de estrellitas que vienen a visitar nuestros cielos terrícolas para deslumbrarnos con su fugacidad incandescente? Y aunque las lluvias de meteoros, que tal es su verdadera designación, no tienen propiamente historia, pues son tan

antiquísimas como incontables puedan ser los milenios que constituyen la edad de nuestro sistema solar, haremos a continuación una descripción cronológica y a la vez mecanicista de una de sus más carismáticas tormentas de que se tenga noticia desde el siglo décimo hasta nuestros días, a saber, LAS LEÓNIDAS. 902 – La investigación sistémica nos dice que en el año 868 un cometa desconocido aún, porque nadie lo había ni visto ni descubierto, se cruzó con la órbita de la Tierra por primera vez. La órbita de este cometa había evolucionado paulatinamente en el decurso de sus siglos de vagabundear por el sistema solar, hasta llegar a rozarse con la órbita de nuestro planeta. Tanto el año 902 y luego el 934 se constituyen en las fechas claves – con respecto a las Leónidas – de los primeros registros de cosas tales como “pequeños fuegos estelares” así como “estrellas que caen cual lloviznadas”, o también dizque “estrellas que volaron y cayeron”. Estos registros están inscritos en los antiquísimos códices de la astronomía China, pero también constan, como habiendo sido maravillados por tales portentos, tanto los moradores de Sicilia así como los del Medio Oriente. Pues bien, se trataba, en cualquiera de las dos fechas aludidas, de las más pioneras manifestaciones celestes en nuestra atmósfera de las que, con el advenimiento del siglo XIX, se irían a llamar: “lluvias de meteoros las LEÓNIDAS”. 1799 – Aunque la evolución de registros de las Leónidas siguió teniendo una permanente realidad a partir de las dos fechas ya aludidas – y, por ende, a través de los siglos – 1799 se constituyó otra vez en una fecha sin precedentes para los observadores del firmamento; pues según el eminente científico alemán Alexander von Humboldt y su gran amigo y colaborador A. Bonplandt, tuvieron la dicha ambos de gozar con la contemplación de más de treinta mil luces por hora caídas del cielo, en un lapso tan largo como puedan ser cuatro horas de festival celeste: ésta sí fue una espectacular lluvia de estrellas, no lo duden un instante. Obviamente, fueron varios los registros que hubo, para esta ocasión, en otros tantos sitios de las Américas. Por cierto que para esta ocasión Humboldt llegó a enterarse de que existían datos acerca de que, en Cumaná (Venezuela), había registros de otra lluvia de estrellas como habiendo tenido lugar en 1766, es decir, treinta y tres años antes. 1833 – Ya para esta ocasión los observadores estaban familiarizados con el fenómeno espectacular. Pero fue a causa de la majestuosidad de lo ocurrido en esta fecha, para la noche de noviembre 12 y 13 de 1833, cuando surgió la primera teoría acerca del origen de los meteoroides causantes de las lluvias de estrellas. Además se establecería el “punto radiante” del fenómeno, que viene a ser el punto de origen en la perspectiva lejana del firmamento, de donde proviene el aguacero celestial. Pero antes de aclarar esto, es bueno saber que para aquella ocasión, por ejemplo en Boston llegó a considerarse que la frecuencia de meteoros, de unos 240.000 vistos en las nueve horas que duró la tempestad, equivalió a casi la mitad de copos de nieve que acarrea una tormenta nívea en un crudo invierno. Claro está que este tipo de comparaciones puede hacer sonreír. Fueron entonces los observadores norteamericanos quienes resaltaron ese punto radiante en la Constelación del León, y de donde parecía provenir en el cielo la lluvia de estrellas de aquel noviembre que, por tanto, motivaría el nombre de LEONIDAS para ellas. Ahora bien, aún para esta época se creía que una lluvia de estrellas surgía desde un solo y único punto radiante en el firmamento. Pero fue el matemático Denison Olmsted quien aclaró el hecho de que los meteoros constituyentes de lluvias de estrellas provienen desde diversos puntos, que conformarían el “enjambre” de meteoroides desde el que se disgregan, entrando a la atmósfera del planeta cual en desbandada. Es así como dichos meteoroides arden al entrar a nuestra atmósfera, a causa del roce de resistencia que se genera entre su materia y la composición de gases atmosféricos. No obstante, los meteoros tienden a una especie de

configuración de trayectoria paralela los unos con respecto a los otros, y es solamente el efecto de perspectiva de profundidad de campo, lo que los hace ver desde aquí de la Tierra, cual si provinieran desde un único punto radiante que los originara. 1866 – Este fue el momento histórico del descubrimiento que explicaba la recurrencia anual de las lluvias de estrellas o meteoros. Pues bien, por aquellos días, los astrónomos Ernst Tempel y Horace Tuttle descubrieron, cada uno de manera independiente, un débil cometa. En el detenido estudio de la órbita de dicho cometa, que luego se llamaría el cometa Tempel-Tuttle, se calculó que obedecía a una órbita de corto período, a saber, visitaba nuestro Sol cada 33 años. Y he ahí que para noviembre de este 1866 ya existía la predicción de una tormenta de estrellas, a saber, las Leónidas. Se comenta que la de esa ocasión fue asombrosa. Ocurrió entonces que el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli, para noviembre de 1867 calculó la órbita que tendría el enjambre constituyente de los meteoros de las Leónidas, y ¡oh sorpresa!, descubrió que dicha órbita coincidía con la que ya se había descubierto con respecto al período orbital del cometa estudiado por Tempel y Tuttle. Con dicha coincidencia, quedaba transparente el camino de la siguiente deducción: los meteoroides que conforman el enjambre de donde se disgregan las lluvias de estrellas, no son otra cosa que restos de la cola y demás constituyentes de los cometas y otros cuerpos del sistema solar, al pasar veloces y dejar regados pedazos de su materia constitutiva en los diversos perímetros del sistema solar; pues bien, cuando la Tierra se cruza con la órbita del enjambre de partículas dejado por el cometa, entra en interacción con el mismo y, debido al tirón absorbente de la gravedad de nuestro planeta sobre dichas partículas, que se constituirán en “meteoros” al entrar en combustión y arder a lo interno de nuestra atmósfera, ingresan a nuestro escudo atmosférico y se queman en la gran altura – proporcionándonos el brillo fugaz de su explosivo cataclismo. 1899 y 1933 – Estas dos fechas fueron más que decepcionantes para los expectantes observadores de las Leónidas. En efecto, la lluvia de estrellas en aquellas ocasiones no pasó de ser débiles flechazos de estelas fugaces. Pero lo que sucedió no es más que un aspecto de la evolución del fenómeno en el sistema solar. Dado que existe la premisa científica de que las lluvias de estrellas tienen sus “puntos picos” o cumbres de fenomenal acumulación del material cometario, concentrado en el llamado enjambre, que es con el que se cruza la Tierra cuando se atraviesa con la órbita del mismo. Orbita ésta que a su vez está constituida por las partículas y guijarros y polvo regados acá y allá, a lo interno de una gruesa y larga faja que se extiende tan lejos en su sendero elíptico por el sistema solar, como lo pueda hacer precisamente la misma órbita del cometa que le dio origen. Por cierto que aquellos “puntos cumbres” o picos que determinan mayor cantidad de meteoros por segundo al volverse incandescentes en la alta atmósfera, son ocasionados porque el cometa que los origina, cuando se encuentra en su perihelio y, por ende, se acerca mucho al Sol en su viaje elíptico en torno del mismo, pues le es arrancada de su estructura gran cantidad de material no sólo por parte del carácter absorbente de los campos gravitatorios interplanetarios, sino también por el rudo soplo del viento solar; así es como el cometa desprende partículas y pedazos de su núcleo y cola, restos que va dejando regados, y los cuales pasan a acumularse a las demás partículas y pedazos y polvo que ya de por sí conformaban desde hace siglos la especie de faja o flujo, cuyos componentes quedan dando vueltas alrededor del Sol cual persiguiendo sin cesar al cometa que les dio origen. Ahora bien, supuesto que el período corto del cometa Tempel-Tuttle, que origina el material meteoroidal de las Leónidas, es de 33 años, entonces se comprenderá que los “puntos cumbres” o picos de mayor cantidad de meteoros en el enjambre acaezcan en los días o meses ya inmediatamente

anteriores o ya inmediatamente posteriores al perihelio del cometa. Más adelante, veremos sin embargo que la verdad de esta última afirmación es relativa. 1966 – Después de casi un siglo de haberse cual esfumado del sistema solar, por lo que respecta a esta ocasión el Tempel-Tuttle reapareció para dejar como gloriosa consecuencia una espectacular llovizna estelar, justo para el 17 de noviembre de 1966, y se dice que el espectáculo desplegado en los cielos, prácticamente rivalizó en hermosura e intensidad con las dos tormentas celestes ya clásicas, y a las que ya hemos aludido, es decir, los aguaceros de Leónidas de 1799 y 1833 respectivamente. 1998 – Gracias a los cielos benditos el Cometa Tempel-Tuttle visitó nuestras vecindades solares y cumplió otra vez su cita de cada treinta y tres años, cuando en febrero de este año estuvo en su perihelio, dando a sí lugar al alborozado optimismo de los amantes de las Leónidas que esperábamos poder contemplar la tempestad meteórica para el 18 de noviembre y sus fechas cercanas. De acuerdo a los cálculos de los expertos, se consideró que los sitios privilegiados para la observación del fenómeno en esta ocasión, pertenecían al Lejano Oriente, en especial Mongolia, así como por ejemplo Tailandia, India y la China milenaria. En cuanto a las latitudes ecuatoriales y con respecto a los países de acá del sur en nuestra Latinoamérica, estábamos prevenidos o bien para lograr contemplar apenas unos pocos meteoros por hora, o bien para ser gentilmente agraciados por los cielos y, por esos raros caprichos de las Leónidas, resultáramos contemplando un corajudo enjambre de meteoros que intempestivamente se abrieran camino, incandescentes por entre nuestro firmamento noctámbulo. Por lo pronto, hemos de aclarar que este tipo de acontecimiento celeste, tanto como los cometas y los eclipses, son considerados por la comunidad astronómica mundial en tanto que el asunto más apropiado de investigación para las asociaciones de astronomía amateur y aficionada. Pues los datos que resultan del seguimiento y observación de dichas asociaciones acerca de las lluvias de estrellas, son remitidos a instituciones mundiales e internacionales de la ciencia espacial y planetaria, tales como, por ejemplo, la NASA, la Unión Astronómica Internacional, y en general centros de estudio y observación de meteoros y cometas de varias partes del mundo. Y para esta ocasión, durante casi siete días – a partir del 14 de noviembre y hasta el 21 del mismo mes – se realizó por primera vez en la historia una observación y seguimiento y registro de lluvia de estrellas “a nivel global y planetario” y, por tanto, con una amplitud de cobertura como nunca antes se había podido ejecutar. Por parte de nuestro país, quizás por primera vez también, se unieron los principales grupos de astronomía, así como otras personas aficionadas a la noble pasión científica, y realizamos un trabajo de investigación y seguimiento de las Leónidas a partir de la comunicación que establecimos durante unos tres meses, por medio de la lista interactiva en Internet, denominada “Lista de Astronomía Colombiana” ([email protected]), la cual fue creada y es dirigida por el ingeniero y astrónomo Antonio Bernal Gonzales. A buena hora, Antonio nos propuso a todos los astrónomos amateur y profesionales del país el proyecto de llevar a cabo un trabajo de observación meticuloso, “monitorado” y dirigido por él, de aquello que pudiéramos registrar de las Leónidas para las fechas indicadas como óptimas. Así fue como fueron reunidos todos los datos que cada grupo logró registrar, los cuales se procesaron y respectivamente se enviaron a la “SOMYCE” – “Sociedad de Observadores de Meteoros y Cometas de España” – con lo cual nuestro país contribuyó al cultivo de un granito más en las ciencias espaciales para acceder al mejor conocimiento de los fenómenos interplanetarios en nuestro sistema solar.