MORRIS AEJ - Historia de la Forma Urbana - Cap. 5.pdf

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,te libro presentu un¡¡ histor r. 1 · ·ompleta d 3Sarrc!/¡lo de la forma rrrtnm.1 di ,el,· las pnr uda!Uís de la antigü, d.id 113d 1 1.,,, albor l.i volución industrial en Errro¡n y la C,uun1. e 3cesión en EE UU, con rm car,,1tulo y una 3 apéndices sobre el le¡ano Oriente, India vilizaciones precolombinas. f.rece una visión de cinco rnilu1ius de ac 1dad 'bana por medio de dibujos de dc;talle, p rlos fotografías que ilustrari sus correspondí l(ts isfondos sociales, políticos y económi s. en 1 importante repertorio de análisis de e ? des, nto europeas como americanas. ;ta,,obra va dirigida a 11!s profesionales 1! ,tufjiantes de arquitectura y urbanism Ptro mbién a todos aquel!& que van adq ie~do una mcif>¡icia creciente del papel que los . d!l1:lanos en ii'Aformados pueden desempeñar la 'Ir mfiguración de su propio entorno.

, E. J. Mottis esü1dió arqui!ectur« y u 1 el Unive ~ity College de Londres y e · el Roya! lnslitute ot British ,Q(clnlses Bajos, se utilizó en torno a 1450 por Johann Gutenberg para la 11 producción de libros en la ciudad alemana de Maguncia. 6 En el campo du In arquitectura y del urbanismo dos hechos iban a ejercer una influenc 111 11lgnlficativa: éf"descubrimiento hacia 141 t '>y la publicación impre--:1111, on 1521, de los_escritos de Vitru'!Joi-arquitecto de la Roma de AugustoJHH una parte, y laafluencia de eruditos y artistas griegos hacia Italia a 1 11111111 de la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, por otra. En 111111 0poca en que los arquitectos realizaban estudios detallados de los 11dlflclos romanos que habían sobrevivido a su tiempo, el texto de Vitruvio, / lo Arquitectura, tenia para aquéllos una significación mística como base clu 11us disef'ios que iba mucho más allá de su valor real. El influjo de los rm1l11rados de Constantinopla tiene un paralelo moderno con los arquitec11111 y dlsef'iadores que, obligados a abandonar la Alemania nazi en los nn1111 treinta, pasaron a ejercer su profesión en otros puntos de Europa y 1111 los E;stados Unidos de América. 7

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El urbanismo del Renacimiento

e lc'l11

Este apdrtado del presente capitulo sirve asimismo de introducni urbanismo del Renacimiento en los países europeos en general, 175

., '

El historiador Guicciardini, cuyos escritos reflejan los conflictos del siglo XVI, describe de este modo la Florencía de Lorenzo de Médicis en la cual h~bía transcurrido su infancia: "La

en toda Italia- se debfan en buena medida a la acción de los Médicis en la dirección de los asuntos de la ciudad. A. Hearder y O.P. Waley, A Short His-

tory of ltaly

Como parte de sus investigaciones, Toscanelli deseaba medir la altura del sol a mediodla. Cuanto más arriba pudiera situar el montante vertical de su gnomon más larga sería su sombra y más precisos podrfan ser sus cálculos. En 1468 obtuvo permiso para montar un gnomon en la catedral, usando como pie derecho una de las columnas que sostienen la linterna de la cúpula de Brunelleschi: era caracterfstico de la tolerancia florentina permitir a un científico realizar experimentos en la casa de Dios. Toscanelli colocó una plancha de latón sobre el suelo de la catedral en un punto próximo a la nueva sacristía. Midiendo la sombra arrojada sobre la plancha fue capaz de calcular la altitud del meridiano solar, estableciendo a partir de ella su relación respecto a la tierra a lo largo de los meses. Uno de los descubrimientos llevados a cabo consistió en averiguar que el equinoccio tenía lugar veinte minutos antes de lo previsto en las tablas basadas en el sistema de Ptolomeo. Este descubrimiento aparentemente insignificante tuvo una gran importancia intrínseca y también simbólica. Muestra a un cientffico, pertrechado de hipótesis platónicas, constatando que sus observaciones difieren de las de Ptolomeo, la autoridad reconocida en este campo; éste iba a ser precisamente el modelo de evolución en el futuro. Vincent Cronin, The Florentine Re-

naissanco

Pitirim Sorokin (en su obra Society. Culture and PersonalityJ, rastrea et período de aparición de 355 ciudades importantes, todas ellas de más de 100.000 habitantes.

ya que, como observa Abercrombie, a lo largo de todo este periodo y a pesar de los marcados cambios de estilo arquitectónico desde Bramante a Adam, el planeamiento continúa poniéndose en práctica según normas casi similares.ª El Renacimiento coincidió con un marcado aumento de la extensión y la población de las ciudades europeas. La población de Londres creció desde unos 50.000 habitantes en 1530 hasta 225.000 en los primeros años del siglo XVII, aunque sus limites estuvieron constreñidos hasta bien entrado este siglo. La población de Berlín se quintuplicó entre mediados del siglo XV y principios del XVII. Roma -que presenta probablemente el cambio más acentuado- pasó de 17.000 habitantes estimados hacia 1370 a unos 124.000 en 1650, aun cuando esta cifra representa probablemente tan sólo la décima parte del total máximo que había alcanzado en el pasado.

Período de aparición Número % desde a. C. hasta el siglo V d. C. 67 18,8 del siglo VI al siglo X 69 19,4 del siglo XI al siglo XV 75 21,2 del siglo XVI al sigloXX 144 40,5 Total 335 99,9 El cuarenta por ciento de tas ciudades estudiadas se desarrolló en el período que va del siglo XVI al XX y otro veintiuno por ciento entre tos siglos XI y XVI. Los datos aportados por Sorokin indican que tuvieron que verificarse importantes cambios culturales antes de que las grandes ciudades pudieran ser fundadas y antes de que la gente pudiera sobrevivir en su seno. Tates cambios tuvieron que consumarse además antes de que ta población mundial pudiera aumentar sustancialmente y antes de que ésta pudiera tener una tasa de crecimiento un tanto estable. William E. Cole, Urban Society

EC.ro»~~-¡

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Debido principalmente al tamaño de las ciudades, hubieron pocas oportunidades para llevar a cabo intervenciones que supusieran un cambio global. La destrucción por el fuego -el mayor azote d·e las poblaciones anteriores al siglo XIX- o las guerras que afectaron al continente, rara vez exigieron una reconstrucción total y cuando se presentó una ocasión, como ocurrió tras el incendio de Londres en 1666, ·no se dieron ni la voluntad de reconstruir según un nuevo plan, ni los medios para llevar a cabo tal propósito. Además, no existía demanda de nuevos núcleos urbanos orientados al comercio. En general, Europa estaba suficientemente, incluso excesivamente, provistadeestetipo d e poblaciones. - unicamente en las décadas finales del Renacimiento I? industria lleg_aría a convertirse en un significativo generador de asentamientos urbanos. Por consiguiente las relativamente escasas fundaciones de nuevas ciudades entre los siglos XV y XVIII tuvieron ante todo su origen bien obedeciendo a razones de estrategia militar como Palma Nova en Italia, Neuf Brisach, de Vauban, en Francia y Christiansand en Noruega o bien como resultado de una decisión autocrática como Richelieu y Versalles en Francia y Karlsruhe en Alemania. En San Petersburgo, el único caso de capital fundada durante el periodo renacentista, se conjugan ambos orígenes. Por tanto, el urbanismo del Renacimiento se limitó, en efecto, a la expansión d~ las áreas urbanas existentes o a su remodelación parcial. Además, como se expondrá más adelante, la actividad fue muy limitada en todos los lugares que no fueran ciudades importantes. A efecto de este estudio preliminar pueden distinguirse cinco amplios campos en el planeamiento urbano del Renacimiento: sistemas de fortificación; generación de zonas de la ciudad mediante la creación de nLJevos espacios públicos y calles conexas a ellos; reestructuración de ciudades existentes mediante la apertura.de una nueva red de calles principales que, prolongándose en vlas comarcales, generarlan frecuentemente ulteriores procesos de urbanización; anexión de vastos barrios nuevos normalmente con fines residenciales y, por último, el trazado de un número limitado de nuevas ciudades. El diseño y la construcción de sistemas de fortificación tuvieron un éfecto decisivo en la forma y en las condiciones sociales de muchas ciudades del continente europeo (corno lo tuvo la ausencia de este factor en Gran Bretaña). Por esta razón el papel que desempeñaron las fortificaciones se tratará por separado al final de este capítulo.

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Puede considerarse que los urbanistas del Renacimiento disponían de tres principales elementos de diseño: primero, la calle principal rectilínea; segundo, los barrios basados en un trazado reticular; tercero, 176

los recintos espaciales (plazas). Comentado su uso general, Abercrombie observa que estos elementos "se fusionaban a veces entre si para dar lugar a un plan compuesto, pero más frecuentemente se aplicaban de modo un tanto inconexo, como si el diseñador hubiera estado sometido ora a una influencia, ora a otra".9 Antes de describir brevemente la aplicación de estos elementos en general y los ejemplos principales de la actividad urbanística afines a aquéllos (regeneración, reestructuración, expansión y trazado de nuevos emplazamientos) _debemos establecer primero las diferencias que existen entre la arquitectura del primer Renacimiento la del Barroco (tal como las hemos definido más arriba), las características esenciales del urbanismo Barroco y tratar de resumir diversos factores significativos en el trasfondo político y social.

y

Renacimiento y Barroco

Durante el periodo renacentista de la historia urbana los principios de diseño espacial y aquellos que afectan a la arquitectura que lo onmarca estuvieron más estrechamente relacionados que en cualquier otra época. Esto es válido igualmente para la fase renacentista en sentido estricto como para la fase barroca en tanto que las reglas de la proporción aplicadas en general a las plantas, a los cuerpos tridimensionales y al dlselio detallado de los alzados de los edificios se hacían extensivas a la organización del espacio urbano. Comparando el urbanismo medieval oon el renacentista, Zucker observa que "desde el siglo XV en adelante, el dlselio arquitectónico, las teorías estéticas y los principios de planeamiento urbano están gobernados por ideas idénticas, siendo la principal entre óstas el deseo de disciplina y orden, en contraste con la relativa irregularidad y dispersión del espacio gótico".'º La informalidad característica del ospacio medieval (gótico), incluso cuando se desarrolla a partir de una planta regular, da por resultado el efecto pintoresco de los volúmenes oslmétricos propios de la arquitectura gótica, las siluetas interrumpidas y los detalles frecuentemente intrincados. La arquitectura del Renacimiento, por el contrario, rechaza_ la informalidad asimétrica y hace suyo un clésico sentido de equilibrio y regularidad: el énfasis se sitúa en la horilOntal en lugar de en la vertical. -"La arquitectura gótica", señala R. Furr10aux Jordan, "nació en Francia y, pese a que se construyeron numerosos palacios y castillos, fue ante todo religiosa. El Renacimiento se originó on Italia y aun cuando se e rigieron muchas iglesias era un movimiento osancialmente ligado a la monarquía y a los comerciantes, en particular al no rte de los Alpes", 11 distinción esta última que se hace extensiva al sur tia aquéllos si se considera la naturaleza del urbanismo barroco. En un simple y esquemático resumen de las diferencias esencialos entre la arquitectura del primer Renacimiento y la arquitectura barroca 110 podemos hacer nada mejor que referirnos a un historiador del arte, Heinrich Wólfflin, que escribió: "En contraste con el arte del Renacimiento, q ue tiende a la permanencia· y a la inmovilidad en todas las _cosas, el barroco manifiesta desde sus inicios un preciso sentimiento de dirección" . W0lfflin añade que "el arte del Renacimiento es el arte de la calma y de la belleza ... sus creaciones son perfectas: no revelan que nada haya sido forzado o inhibido ni inquietud ni agitación ... no estamos sin duda equivocndos si vemos en esta calma y en esta satisfacción celestiales la más nito expresión del espíritu artístico de esta época... ~I Barroco se propone 177

Dentro de ta vieja concepción medieval, la ciudad crecía horizontalmente: las fortificaciones eran verticales. En et orden barroco, ta ciudad, limitada por sus fortificaciones, sólo podía crecer hacia arriba en altas casas de alquiler, una vez ocupados por completo los jardines traseros: fueron tas fortificaciones tas que siguieron extendiéndose, tanto más debido a que · tos ingenieros militares habían descubierto, después de unas cuantas experiencias, que el medio más eficaz para neutralizar el fuego de artillería con proyectiles no explosivos era, no la piedra ni et ladrillo, sino una sustancia blanda como ta tierra, de tal modo que tas fortificaciones exteriores a ta línea magistral eran mucho más útiles que ta muralla, el baluarte y el foso tradicionales. Mientras que en tas primeras fortificaciones barrocas la distancia desde et fondo del talud hasta et exterior del glacis era de 80 metros, en et clásico fortín de Neuf Brisach, obra de Vauban, era de 214 metros. Este perímetro inutilizable representaba no sólo un mero derroche de un suelo urbano de gran valor: era, además, un obstáculo físico para llegar fácilmente a campo abierto en busca de una bocanada de aire puro. As[, esta expansión horizontal constituía ta expresión orgánica tanto del despilfarro como de la indiferencia ante la salud que caracterizaron a todo este régimen. Lewis Mumford, La ciudad en la Historia

/

Las intenciones funcionales y estéticas de los urbanistas también fueron definiéndose. En tanto que no eran militares, estaban estrechamente unidos entre sí. La ciudad pretendía impresionar, en primer lugar, por su trazado, en el cual sus distintas partes y sus centros secundarios habían de estar enlazados por avenidas rectilíneas, más o menos del mismo modo que los ceremoniosos jardines italianos que precisamente entonces empezaban a ser imitados más allá de los Alpes. En segundo lugar, la ciudad pretendía impresionar mediante las magníficas fachadas de sus iglesias y palacios, y mediante sus elaboradas fuentes. En tercer lugar, y tal vez sea éste el punto más importante, pretendía impresionar mediante sus perspectivas monumentales. Los arquitectos y urbanistas tomaron esta idea de los pintores renacentistas y manieristas cuyas composiciones arquitectónicas idealizadas comenzaban a trasladar del lienzo a la piedra. Para realzar el efecto dramático de la perspectiva, Sixto V erigió sendos obeliscos frente a San Pedro y en la Piazza del Popo/o. Mientras la estatua del Renacimiento estaba referida al edificio -el Col/eone de Verrocchio en Venecia, por ejemplo, o incluso mucho más tarde, el Perseo de Cellini en Florencia-, la estatua manierista y barroca fue trasladada hacia el centro de la plaza, no estando ya referida a un edificio sino a una perspectiva. Las posibilidades de esta nueva manera de glorificar al sujeto de tales monumentos no iban a ser desaprovechadas por reyes y príncipes. Las ciudades barrocas, tal como empezaron a ser planeadas en Italia durante el siglo XVI y urbanizadas en gran parte de Europa en los siglos XVII y XVIII se convirtieron en parte de los atractivos con intenciones teatrales y dramáticas de la monarquía absolutista. Del mismo modo que el nuevo estilo barroco de ornamentación de iglesias fomentaba un interés popular premeditado al transformar el interior de la iglesia y, en especial, el altar mayor, en algo parecido a un escenario donde la misa se celebraba casi como una representación teatral para una congregación de fieles a modo de público, así la ciudad barroca se convirtió en un enorme montaje escenográfico para exhibición de la corte, la nobleza y otros personajes ricos y poderosos. Se trataba del aspecto visible del cambio político y social que transformó la ciudad estado, con sus ciudadanos libres, en la capital de la monarquía absolutista, con su corte y sus habitantes sojuzgados. H.G. Koenigsberger y George L. Mosse, Europe in the Sixteenth Century

operar de otro modo. Recurre al poder de la emoción para conmover y subyugar con la fuerza de su impacto; tiende a dar una impresión instantánea mientras que el impacto que produce una obra del Renacimiento es más lento y suave, pero también más duradero: es un mundo que no se querría abandonar nunca. Este momentáneo impacto que ejerce el Barroco es poderoso, pero nos abandona pronto dejándo"nos un cierto sentimiento de desolación". 12 La profunda observación de Wólfflin es directamente aplicable al urbanismo. La. organización espacial del Primer Renacimiento aspiraba hacia un sosegado equilibrio, completo en sí mismo: el resultado es un espacio esencialmente limitado y en reposo. La Piazza Annunziata en Florencia constituye probablemente el más claro ejemplo de esta filosofla (véase la figura 5.21). En comparación, el urbanismo barroco o bien se afanaba por conseguir una ilusión de espacio infinito, cuando está contenido dentro de límites de pequeña escala (como por ejemplo 1á Piazza Navona en Roma, véase la figura 5.24) o bien, por razones que se explican más abajo, sabía conseguir de hecho perspectivas infinitas. Pero lo que es más, si bien varían las reacciones personales·; la experiencia de tan vastas perspectivas urbanas puede también engendrar fácilmente "un sentimiento de desolación" una vez disipados los efectos de su grandioso impacto. b_as perspectivas "infinitas" y la gran.J)scala del Barroco se logr-aron y fueron posibles tan sólo como resultado de los inmensos y centralizados poderes autocrátÍcos que iban a recaer en los dirigentes de ciertos estados europeos. Estos se unificaron por agregación de numerosas ~comunidades medievales, fundamentadas en la autoridad local, y el engrandecimiento personal vino a sustituir a los intereses colectivos en un buen número de casos. Los gobernantes absolutos se hicieron con el poder político y con los medios económicos necesarios para instigar y llevar a cabo complejos programas de planeamiento a escala inaudita hasta entonces: los más notables serian los de Luis XIV y Luis XV en Versalles, los de Pedro el Grande en San Petersburgo y, basados en objetivos diferentes, los de Sixto V en Roma. A una escala correspondientemente reducida, otros gobernantes menores transformaron sus capitales para crear un decorado urbano apropiado a la magnificencia de sus actividades y a su disponibilidad de recursos (en los capitulos siguientes se describirán oportunamente los ejemplos correspondientes a esta clase de urbanismo). En Gran Bretaña, sin embargo, los súbditos tuvieron siempre buen cuidado en mantener el poder de la monarquía limitado a la capital de la nación controlando la administración del herario público. De acuerdo con esto Gran Bretaña no se vio efectivamente influida por el urbanismo barroco y por esta razón más que por cualquier otra, la monarquía ha permanecido hasta mucho después de que en los salones de Versalles y San Petersburgo resonaran las voces de nuevos y revolucionarios gobernantes.13 Merece ser subrayado el hecho de que no sólo el urbanismo barroco, sino prácticamente la totalidad del urbanismo del Renacimiento fue creado para sectores minoritarios de la sociedad, variando desde Versalles, en un extremo, hasta las modestas pero pese a todo privilegiadas calles y plazas del Londres georgiano y otras actuaciones similares, en el otro. 14 Durante todo el período renacentista varias consideraciones dominantes del diseño determinaron la actitud general con respecto a los procesos de urbanización en todos los países. En primer lugar, existía 178

una preocupación por la simetrla, la distribución de las partes de u progranw._ de p_Lan~amiento en orden a conseguir una composición equilibrada__r~p_ecto-ª u~o o ~s~jes. Esto se llevó a veces as a ex rldlcu los como ocurrió en la Piazza del Popolo en Roma, donde el ernplaramiento de iglesias idénticas a ambos lados de la calle central impulsó a Abercrombie a decir: "las iglesias son lo último que deberla ser produci15 do a pares, como los jarrones de porcelana". En segundo lugar, s~ncedia grarJ importancia a la conclusión de lª-5...-PfilS ectivas mediill}.te un_cuidad~o em~lazamiento d~edificio_s monume11tale.s. obeliscos o estatuas adecuadamente imponentes en los oxtremos-de la~gas y rectascalles.En tercer lugar, los editiéios individua: les fueron - integrados en un único y coherente conjunto arquitectónico preferentemente por medio de la repetición de un diseño básico de fachadas. En cuarto lugar, la teorla de la perspectiva fue "uno de los hecbos constituyentes en la historia del arte, el canon incontestado al cual tenía que ajustarse toda representación artística". 16 Antes de examinar los resultados prácticos de estas consideraclones de diseño, que se manifiestan en ejemplos del urbanismo renacentista de varias ciudades italianas, es necesario examinar en términos generales los componentes fundamentales del planeamiento renacentista: la calle principal rectilfnea, los barrios basados en un trazado reticular

remos

y los recintos espaciales.

La calle principal rectilínea

En forma de vías principales " liberadas de ser meros accesos a una trama de edificios, de un lado, y de constituir una prolongación urbana de las carreteras nacionales, de otro", 17 la calle principal rectilínea es una innovación del Renacimiento. En la mayorla de los casos servía, con todo, de acceso a las edificaciones y, frecuentemente, mantuvo conexiones directas con las vías regionales de comunicación, pero su función principal fue facilitar la movilidad entre las partes de la ciudad, que de modo creciente se establecía con la ayuda de carruajes. Roma Y Paris constituyen ejemplos únicos entre las capitales importantes que obtuvieron redes de vias primarias como resultado de operaciones globales de reestructuración: Roma durante el propio Renacimiento, como se verá más adelante en este mismo capítulo, y París durante los años 50 Y 60 del siglo XIX. Por otra parte, algunas nuevas calles como las que se abrieron en Londres estaban incluidas en operaciones inconexas en su mayor parte; el mejor ejemplo de ello es Regent Street (figura 8.22), trazada entre el Soho y Maytair a principios del siglo pasado como conexión entre el área de St James y las urbanizaciones de Regent's Park y realizada mediante una majestuosa vía, como convenla a las circunstancias. Los más claros ejemplos de calle primaria rectilínea como elemento generador determinante del crecimiento de las ciudades existentes son los Champs Elysées y la avenida Unter den Linden: ambos con similitudes remarcables, rutas hacia el oeste desde los palacios reales de Parls y Berlín, respectivamente. Una muestra reducida de ejemplos de planeamiento urbanlstico en la Edad Moderna, todos ellos basados en un trazado de calles primarias rectas o incorporándolas como elementos principales, incluiria Versalles, Karlsruhe y San Petersburgo, en Europa, Y Washington, el más destacable en los Estados Unidos. Los proyectos no 179

La aveni¡ja con§tituye el símbolo más importante y el hecho prinr:;ipal acerca de la ciudad barroca. No siempre fue posible proyectar una ciudad ·enteramente nueva al modo barroco, pero, en el trazado de media docena de nuevas avenidas o en un barrio nuevo, podía redefinir:;¡e su carár:;ter. En la evolución linea/ del plano de la ciudad, el movimiento de vehículos de wectas desempeíjó un papel crítico, y la geometriza,c;ión general del espacio, tan ca,ractwístiq, de este período, no habría tenido función alguna si no hubiera facilitado el movimiento del tráfico y del transporte urbanos, a,/ tiempo que servía como expresión del sentido de vida imperante. Fue durante el siglo XVI cuando se genera/izó el uso de carros y carretas dentro de las ciudades. Esto fue, en parte, re:;¡u/tado de perteccjonamientos técnicos que permitieron reemp/aza,r la anticuada rueda maciza por una construida con piezas independientes, cubo, llanta y radi9s y agregw, además, una quinta rueda para facilitar el giro. La introducción de vehículos de ruedas encontró exi;lctamente la misma oposición con que toparía /a del ferrocarril tre$ siglo:;¡ más tarde. Evidentemente, las calles de la ciu(iij(j medieval no se adaptaban ni por sus dimensiones ni por su articulación a semejante tráfico. En Inglaterra, según refiere Thomas, levantó enérgicas protestas, llegándose a afirmar que si se permitía, tri;Jnsitar a /os carros de los cerveceros por las calles de la ciudad, el pavimento no podría conservarse en buen estado; en ta,nto que en Francia, el parlamento elevó en 1563 una súplica al rey dirigi(ia a prohibir la, circulación de vehículos por las calles de París; el mismo impufso volvería a manifestarse, una, vez más, incluso en el sir;¡lo XV///. No obstante, el nuevo espíiltu existente en la sociedad estaba del lado de los transportes rápidos. La premura en los rn9vimientos y la conquista del espacio, el deseo febril de "llegar a alguna parte" eran manifestaciones del omnipresente afán de poder. Lewis Murnford, La ciudad en la His-

toria

De modo similar, el estudio de la perspectiva terminó con las vistas cerradas, alargó la distancia hacia el horizonte y centró la atención en los planos retirados, mucho antes de que se aboliera la muralla como rasgo característico del planeamiento urbano. Esto constituyó un prefacio estético a las grandiosas avenidas de diseño barroco, que a lo sumo tienen un obelisco, un arco o un edificio singular como punto terminal de los rayos convergentes de líneas de cornisa y encintados de pavimento. El largo camino de acceso y la perspectiva hacia un espacio aparentemente ilimitado -rasgos típicos del planeamiento barroco- fueron descubiertos inicialmente por la pintura. La acción de pasar es más importante que el objeto al que se llega. Un primer plano del Palacio Farnesio es de un interés mucho más profundo que la desgarbada fachada que corona la colina. La nueva ventana renacentista es categóricamente el marco de un cuadro, y la pintura renacentista es una ventana imaginaria que en la ciudad hace olvidar el deslucido patio que revelaría una abertura real. Lewis Mumford, La ciudad en la Historia

realizados de Sir Christopher Wren para la reconstrucción de la City de Londres después del incendio de 1966 recurrían asimismo al uso de tales vías principales. Además de llevar a cabo cambios en su función, el Renacimiento introdujo también el concepto de la calle concebida como un todo arquitectónico. Si bien parece evidente al principio, com"o se deduce de los textos contemporáneos de Alberti, que las calles pueden considerarse como agregación de alzados de edificios individuales -mejor apreciados desde un tramo de calle curvo-, a medida que avanzaba el período la uniformidad arquitectónica se convertía en elemento de rigor. "Desde el final del siglo XV", señala Zucker, " la inconfundibilidad tridimensional equivalía a la claridad estructural. Leyes y normas concretas controlaban los limites del espacio y del volumen. La pureza de la forma estereométrica era considerada bella en si misma". 18 Los efectos de la perspectiva se enfatizaban mediante la colocación de elementos distintivos de terminación, tanto arquitectónicos como escultóricos, en forma de estatuas, fuentes y obeliscos (particularmente en Roma). "El monumento Éin el extremo constituía la recompensa, si la había, por pasear a lo largo de una recta avenida (desprovista de las sorpresas y el encanto romántico de las calles serpenteantes) y las economías iban en busca de mantener los edificios singulares evidentes con el fin de realzar el contraste entre singularidad privada y magnificencia pública". 19

La retícula

Durante el período renacentista, tres fueron los usos principales _de la retícula, e.!_m_ás antiguo trazado regulador de la forma urbana que haconocido la historia: primero,_y con mucho el más ampliamente difundido, como base de barrios residenciales agregados, a áreas urbanas existentes; segundo, como trazado completo de un número limitado de ~as _ciudades; tercero, y en combinación con una red de calles pri_marias, como base del trazado de otras nuevas áreas urbanas (debe recordarse áquí que la retícula fue usada también de estas tres maneras, si bien en grado muy superior, en los Estados Unidos; de ello se tratará con detalle en el capitulo 10). A causa del área comparativamente mayor que abarcaban, los barrios en retícula, a diferencia de las calles primarias y de los recintos espaciales, rara vez se encuentran en las partes nuevamente urbanizadas de las ciudades del Renacimiento. A su probada eficacia y a su capacidad de permitir una igualdad en la subdivisión del suelo -las mismas razones por las que se había usado en períodos históricos precedentes- había que añadir a las cualidades de la retícula su conformidad al ideal renacentista de uniformidad estética, incluso si el paisaje urbano resultante revela con demasiada frecuencia que ésta se traduce en mera monotonía. Camillo Sitie, escribiendo acerca de Mannheim, importante nueva ciudad de trazado reticular (véase el capítulo 7) hace referencia a la regla de intersección perpendicular de todas las calles.20 Sin embargo, Y aun cuando sus aplicaciones en el Renacimiento hayan podido resultar poco imaginativas, los resultados tenían, en general, calidad urbana y notable amplitud, cualidad ésta que lamentablemente iba a faltar en la inhumana retícula de viviendas "según la ley" de la Revolución lndustrial.21 Las nuevas áreas residenciales estaban casi siempre unidas por vías primarias o divididas en los sectores que éstas determinaban al 180

11tr11vesarlas, mientras la retícula de calles propiamente dicha ten ía como 11orma general un carácter secundario, únicamente de acceso. Los barr los que hayan podido escapar del oprobio de Sitie consiguieron hacerlo rmlomente porque sus trazados abarcaban accidentes relevantes del enlom o natural o fueron proyectados como intervenciones en torno a pla11111 por urbanistas dotados de gran sensibilidad. Mayfair en Londres, el !\fon comprendida entre Oxford Street y New Road (Marylebone Road) (ll11ura 8.15) y más tarde Bloomsbury contienen ejemplos de plazas esh 11cturadas en base a criterios paisajísticos que mitigan los efectos del

Figura 5.2. Ystad, Suecia meridional, un claro ejemplo de ensanche basado en la retícula renacentista aplicada a una pequeña población de crecimiento orgánico.

planeamiento en retlcula ,q ue de dtro modo resultaria más u menos simplista. La New Town de Craig, la principal área agregada a Edimburgo a finales del siglo XVIII, fue salvada de la mediocridad por sus dos plazas, su extensión limitada (originalmente) y el carácter de espacio abierto de sus límites laterales constituidos por dos calles, la más conocida de las cuales es Princess Street, con sus incomparables vistas panorámicas hacia el sur sobre la ciudad antigua a través del valle. Berlín, tercer ejemplo importante, vio como en las postrimerías del siglo XVII se agregaban a ombos lados de la avenida Unter den Linden sendos barrios de interés urbanístico menor.

n ecintos espaciales

Existen dificuítades semánticas planteadas por este aspecto del urbanismo del Renacimiento. Se ha intentado resolverlas aquí empleando lo palabra "plaza" (square) para designar los recintos urbanos europeos on general, con excepción de Italia y Francia, para los cuales se usará p/azza y place, respectivamente. Atendiendo a funciones del tráfico, los ospacios urbanos renacentistas pueden clasificarse en tres grandes grupos: primero, espacios destinados al tráfico, formando parte de la red principal de vías urbanas y usados tanto por peatones como por vehículos de tracción animal; segundo, espacios residenciales, pensados tan ijÓIO para el acceso del tráfico local y con predominio de propósitos rocreativos, destinados a los viandantes; tercero, espacios peatonales, en los cuales se excluía normalmente el tráfico rodado. Además de los usos flslcos descritos los espacios renacentistas servían frecuentemente a fines estéticos y simbólicos, bien al emplazamiento de una estatua o un monumento, bien como patio delantero frente a un edificio importante. El cierre de un espacio se llevaba a cabo con tres tipos principalos de arquitecturas: primero, edificios religiosos y civiles; segundo, edifi1

181

En un lugar, no obstante, el planeamiento barroco se elevó por encima de sus premisas políticas y militares; en él creó una forma independiente de los propósitos de palacio. Fue en la concepción de ta plaza residencial. La plaza abierta nunca había desaparecido por completo pero, del mismo mopo nunca, ni siquiera en ta Edad Media, había sido destinada enteramente a fines residenciales aunqµe sólo fuera porque en esa época el despacho y la tienda estaban incorporadas a la vivienda. Pero, en el siglo XVII, resurgió bajo una nueva apariencia o, mejor dicho, desempeñó a partir de entonces, una nueva función urbana, la de reunir, totalmente visibles /as únas de /as otras, a un grupo de residencias ocupadas por gen¡es de la misma categoría profesional y de idéntica posición social. El doctor Mario Labo está en to cierto al considerar que la Strada Nuova de µ~nova es un barrio más que una calle, pero /as nuevas plazas formularon una nueva definición de este tipo de agrupación por e/ases. En el viejo t¡po de ciudad, especialmente en la Europa continental, ricos y pobres, poderosos y humildes habían viyido frecuenterr¡ente entremezclados en un mismo barrio, y en París, por ejemplo, :;eguirían ocupando durante mucho tiempo tos mismos edificios, /os más ricos en la planta b,aja y tos más pobres en et ático cinco o seis pisos más arriba. Pe,¿ ahora, ~egún parece a partir de ta creación de Gray's lnn en Londres, en 1600, se formó un nuevo género de plaza: un espacio abierto rodeado únicamente de edificios de viviendas, sin comercios ni edificios público~, con excepción, tal vez, de una iglesia. Gray's lnn era, en realidad, una forma de transición entre el recinto medieval amurallado, con jardines interiores, destinado a convento o a ,nar¡sión de un gran señor feudal, y la plaza, cercad,ftan sólo por sus propias casas, concebida como parte del nµevo trazado viario. Lewis Mumford, La ciudad en la Historia

cios residenciales, generalrnenle en forma de casas en hilera; tercero, el mercaqo y edificios comerciales vinculados a éste. Los urbanistas del Renacimiento definían también el espacio basándose en elementos arquitectónicos paisajísticos, tales como columnatas, pantallas e hileras de casas y configuraciones diversas a base de árboles y setos. Estos modos de cercar el espacio se en,pleaban, por lo regular, combinados, y, en un buen número de casos, edificios preexistentes y accidentes naturales eran incorporados al diseño.

Recintos: espacios destinados al tráfico

Antes del aumento del tráfico urbano experimentado en el siglo XIX escasean los ejemplos de espacios formalmente diseñados en las intersecciones de las calles principales. Algunos se situaban en el perímetro urbano: Piazza del Popolo en Roma y las tres plazas de la parte oeste de Berlín: Potsdamer, Leipziger y Pariser Platz. La Place dé' la Concorde que también desempeñaba funciones ligadas al tráfico en el extremo est~ de los Champs Elysées a I9s afueras del núcleo urbano de París, era un espacio único en su forma que cqmbinaba edificios públicos a lo largo del sector norte y elemento~ paisajísticos en los otros tres. Además de resolver el cruce de calles, servia de marco urbanístico a la estatua de Luis XV. Siguiendo por los Champs Elysées hacia el oeste la Place de l'Etoile en torno al Are de Triornphe, epitome de espacio 'destinado al tráfico, no fue completada hasta IT)ediado el siglo XIX. París contaba también con la Place des Victoires, rocJead1:1 de impresionantes residencias, donde se emplazaba la estatua de Luis XIV. El plano de la ciudad de París publicado por Patte en 1765 recoge 4na serie qe propuestas teóricas de espacios destinados al tráfiqo. · · El objetivo principal de estos proyectos consistía en proporcionar un marco físico adecuacJo /i la estatua del rey. Londres, y las ciudades de Gran Bretaña en general, se vier9n por el contrario severamente afectadas por la falta de intervencio17es en este aspecto del urbanismo renacentista: el esquema de Nash en Piccadilly Circus para resolver el cambio de dirección de Regent Street constituye µn caso excepcional.

Recintos: espacio residencial

La creación de un recinto "sin otro objetivo de monumentalidad que la uniformidad en si misma, es tal vez la contribución más sugestiva de todo el período renacentista". 22 Tale;, recintos eran en su gran mayorla de carácter residencial; el tráfico rodado estaba limitado al ·servicio de las viviendas. En París, como mu€lstra ~I área residencial originada como consecuencia de la apertura de la Place des Vosges (originalmente Place Royale, 1605-1612) y en otras partes de Francia, tales espacios se utilizaban frecuentemente como emplazamiento de una estatua real. La primera de las plazas de Londres -que constituyen probablemente los más famosos ejemplos de esta clase de espacios- fue Covent Garden (1 630). El ensanche de Londres hacia el oeste se basó en gran parte en una combinación entre plazas residenciales y calles ortogonales. Las plazas que acostumbran a contener un área central ajardinada, proporcionaban la base de la vida familiar urbana, la cual era tenida en alta estima por los

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11rbanistas de mediados del presente siglo, aplastada, según parece por los problemas de la vivienda producida en serie (mass housing). No debemos pasar por alto, sin embargo, que tan sólo una pequeña minoría de los alojamientos urbanos gozaban de tan ventajosa situación. Antes de Que las plazas londinenses del XIX abiertas en Bloomsbury y Belgravia y las operaciones de urbanización de Regent's Park (1810-1830), de alcance comparativamente mayor, estuvieron en curso de ejecución, la Revolución Industrial habla ya creado grandes zonas altamente densificadas de odificaciones destinadas a alojamientos, realizadas con un completo descontrol, tanto en Londres como en los principales centros fabriles, carenlos incluso de las condiciones básicas mínimas para la subsistencia. Los espacios residenciales son caracterlsticos del crecimiento urbano controlado de los siglos XVII y XVIII en Gran Bretaña; pocas son las ciudades y poblaciones en las que falte al menos una plaza agradablemente modesta; las de Bath y Edimburgo se distinguen en particular por su calidad de organización espacial y por la atención arquitectónica prestada a los detalles.

I t, cintos: espacios peatonales

Un buen número de recintos de extrema importancia fueron o 111011 completamente cerrados al tráfico rodado u ordenados de tal modo 111111 los viandantes no se vieran afectados en exceso por éste; por ejempin, cuando el tráfico rodado no se establecía de modo continuo a través 1111 los recintos o se restringía únicamente a un lado de éste. La mayoría de , los espacios servían de patios delanteros o de área de concurrencia 1111l 1llca situados frente a importantes edificios civiles, religiosos o de la 11111101a. Los ejemplos más importantes son italianos y dos de ellos se 1 111111ontran en Roma: La Piazza San Pietro, en la que la fachada oriental rl11 In Iglesia domina el espacio cercado por la columnata, y la Piazza del e ,11111pldoglio, de Miguel Angel, donde dos edificios de diseño idéntico h11 1nnn los dos lados del patio frontal al que se abre el Palacio del Sena1111, 111fondo, y el cuarto lado consiste en un tramo de escalera monumen1111 quo asciende por la falda de la colina capitalina. Venecia posee la 1111,0lnparable Piazza San Marco, delimitada por edificios que desempen1111 lunciones cívicas, comerciales y religiosas. Venecia, en tanto que 111,lr,n ciudad fundada sobre las aguas con tráfico exclusivamente peato11111(111prescindimos del que se establece a través de sus canales), contie1111 dlvorsos espacios de gran belleza. En otras partes de Europa existie11111 pocas oportunidades de crear recintos espaciales destinados a un 11111 uxclusivamente

peatonal.

11111 Mdores urbanos Antes de que tales actitudes y estilos renacentistas estuvieran 111111omente arraigados, las nuevas técnicas de impresión permitieron que 111• nuovos diseños y las nuevas teorías tuvieran un alcance internacional; 1111 mu ya necesario plasmar las ideas en edificios para demostrar y dar a , 1111ooor las intenciones arquitectónicas y para influir en otros. Los urba111 11111 del Renacimiento contaban, por primera vez en la historia, con la 111, lhllldad de poner sus teorlas y experiencias a disposición de los de183

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Figura 5.3. Milán, anillos fortificados concéntricos en torno al núcleo ro-

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más a escala casi ilimitada. Este hecho se produjo en un momento afortunado. Italia había heredado de su pasado imperial romano un número de poblaciones superior a las necesidades demográficas, lo que dio como resultado que tan sólo dos ejemplos significativos de planeamiento urbano de nueva planta fueran llevados a cabo; pese a to_do, existen incontables ejemplos de aplicación de las teorías de la ingeniería militar a la fortificación de ciudades preexistentes. Desde el siglo XV en adelante vieron la luz una serie de publicaciones que versaban sobre la teoría de la arquitectura, el diseño de ciudades y la ingenieria militar. Antes de describir las ideas individuales de los distintos teóricos y los rasgos característicos principales del ejemplo más importante llevado a término, Palma Nova, debe exponerse una descripción general del papel desempeñado por las fortificaciones (un condicionante primario del diseño urbano). Esto nos permitirá situar el contexto en que se producen las obras teóricas y prácticas.

Fortificaciones

Figura 5.4. Turín, tres fases del desarrollo urbanístico de la ciudad desde su época como colonia romana hasta finales del siglo XVII, mostrando la extensión y la complejidad de las fortificaciones renacentistas en acentuado contraste con el ·sencillo recinto amurallado bidimensional de los períodos romano y medieval. Arriba: Plano de la ciudad de origen romano, Augusta Taurinorum, con las modificaciones introducidas en el trazado de calles durante la Baja Edad Media. Centro: Turln a comienzos del siglo XVII, con el núcleo romano (A) rodeado de una temprana muralla del siglo XVI (B) y las nuevas áreas: el ensanche del Renacimiento (C) y la ciudadela (D). Abajo: Turín a finales del siglo XVII con ampliaciones adicionales hacia el noroeste y el sureste y un nuevo cinturón de fortificaciones.

El papel de las fortificaciones como determinante de la forma urbana ha sido omitido por muchos historiadores del urbanismo. En 1529 y, de nuevo, en 1683, los sistemas defensivos de Viena era lo único que se mantenía firme entre los turcos y el interior de la Europa Occidental. En época tan próxima como 1914 las defensas de la ciudad de París, que habían resistido anteriormente con éxito a los prusianos en 1871 , fueron puestas en servicio con el fin de contener los avances alemanes en el Marne. Tanto en Viena como en París, así como en innumerables núcleos urbanos, grandes y pequeños, del continente europeo, la necesidad de asegurar una defensa eficaz frente a los ataques enemigos fue un motivo de primer orden para la tradición de_vida urbana en conjuntos muy densificados a base de edificios relativamente altos; cuando los sucesivos anillos defensivos devinieron obsoletos, losf errenos disponibles proporcionaron la oportunidad de crear los característicos boulevards interiores'1a aquéllos. Obligada a crecer dentro de estos cinturones fortificados, y aumentando siempre en población y densidad, la ciudad típica de la Europa continental, entre el período que va del siglo XIV hasta mediados del XIX, sólo pudo extenderse en altura, contrastando con ello de modo directo con Gran Bretaña, cuya situación insular unida a condiciones internas mucho más estables ayudaron a fomentar una tradición de crecimiento horizontal. Aquellas ciudades británicas que conservaron sus murallas lo hicieron más por preservar sus intereses comerciales que por necesidades militares (en. muchos casos permanecieron de este modo hasta los siglos XV y XVI -véanse páginas 105 - 106). Por esta razón el pueblo británico tuvo tendencia a desarrollar la filosofía del "medio acre de tierra y una vaca", actitud antiurbana en esencia que mantendría la preferencia por "la casa en las afueras con jardín" hasta nuestros días. Si las ciudades europeas del Renacimiento y las de períodos posteriores hubieran podido ser defendidas a menor coste, los ensanches periféricos hubiesen sido más factibles y es probable que el crecimiento hubiera tenido un carácter mucho más horizontal. Ello no sería posible debido a los progresos militares de los siglos XIV y XV. El factor que más alteró el equilibrio entre defensores y atacantes fue el perfeccionamiento de la pólvora y el cañón. Sir Reginald Blomfield, escribiendo 184

sobre Vauban, observa que en la época medieval si los muros del castillo oran suficientemente sólidos y altos, y existía un buen foso con agua a su nlrededor, el castillo era inexpugnable excepto por el hambre o la traiclón.23 Tales sistemas_ defensivos agotaban frecuentemente la inventiva, pero, en esencia, tenían que seguir tan sólo una dimensión, la vertical, Y podían ser ampliados con objeto de abarcar nuevos barrios, sin comprometer la resistenci~ global del sistema. J.-a aparición del cañón,_pambiaria este estado de cosas. Su utilización por los turcos cÜandÓ devastaron la ciudad de Constantinopla en 1453 abriría una nueva era en la historia de la fortificación militar. Tras resistirse al poderío del Islam por más de setecientos años, el sistema defensivo de la ciudad constituido por un triple cerco de murallas sucumbiría ante un monstruoso cañón capaz de disparar proyectiles de más de 350 kilogramos de peso. A partir de esta fecha la creación de defensas adecuadas requería un progresivo aumento de la distancia horizontal que debía dejarse entre el perímetro de la ciudad y el límite exterior de las fortificaciones. Además de la necesidad de este espacio suplementario, las propiasJortificªcion~s se hicieron cada vez más complejas, ¡ncluyendo intrincados sistemas d~~ y baluartes intercl_ependiente~-: Una vez llevadas a cabo, estas defensas bidimensionales en profundidad podlan ampliarse tan sólo a expensas de enormes costes, imponiendo por osta razón densidades siempre crecientes a la ciudad. Los diagramas que muestran el desarrollo de Turln, basados en los originales de la obra do Rasmussen, Towns and Buildings, muestran con claridad el efecto de las fortificaciones en su desarrollo. En la pequeña población de Neuf Bri~ sach, ejemplo de las realizaciones de Vauban en el este de Francia, la nnchura de la zona defensiva supera los 200 metros (véase el capítulo 6). Así pues, la caída de Constantinopla tuvo dos consecuencias Inmediatas en el desarrollo del urbanismo en Italia durante el período ronacentista. La inmigración de eruditos conocedores de la cultura de la nntigüedad clásica a Italia en la época de formación del Renacimiento ha sido comentada más arriba en este mismo capitulo. La segunda conse-

Figura 5.5. Góteborg, plano de su fundación en 1630 mostrando un perímetro defensivo de complejas características. La ciudad fue trazada por un ingeniero holandés como una "Venecia del Norte".

Figura 5.6. Colonia, plano _es_quemático que muestra el crec1m1ento de la ciudad desde la colonia romana hasta el siglo XIX, determinado por los sucesivos sistemas de defensa. La colonia consistía únicamente en un asentamiento defensivo en la orilla izquierda del Rin: el río era excesivamente ancho para ser salvado por un puente antes del siglo XIX. La primera ampliación del núcleo romano fue la Rhein Vorstadt del año 980, entre aquél y el río. En 1106 se agregaron a la ciudad tres áreas suburbanas (faubourg) quedando establecida en 1180 la linea de la muralla medieval.

Figura 5.7. Colonia, plano de 16_46 del interior del perímetro defensivo de 1180, modernizado en parte por las obras de fortificación del Renacimiento.

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Figura 5.20. Florencia, planta de la Piazza della Signoria conectada a los Uffizi, al rlo Arno y al Ponte Vecchio. A, Piazza della Signoria; B, Loggia de'Lanzi; C, Palazzo Vecchio; D, Palazzo delle Tribunali di Mercanzia; 1, estatua ecuestre de Cosme I; 2, estatua de Neptuno.

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Figura 5.21. Florencia, planta de la Piazza Annunziata. 1, Hospital de los Inocentes de 1419-1424 (el primer edificio renacentista); 2, la iglesia de la Santissima Annunziata; 3, Colegio Mayor de la Cofradía de Siervos de Santa Maria; 4, fuentes; 5, estatua ecuestre de 1608 en el eje central principal de la plaza.

ciudad, uno de ellos -la-Piazza della Signoria (el centro cívico durante más de 600 años)- es una creación medieval; sus anomalías espaciales fueron sólo parcialmente resueltas por las aportaciones del Renacimiento (figura 5.20). La Piazza Annunziata, por otra parte, es altamente significativa en tanto que realización del urbanismo renacentista. El Hospital de los Inocentes de Brunelleschi, construido entre 1419 y 1424, exponía, cuando se terminó, su bella arcada abovedada a un espacio no resuelto situado frente a la iglesia de la Santissima Annunziata; esta arcada estableceyi-modelo que iba a ser utilizado finalmente en todo el recinto.__cie- la- P1azza Annunziata, espacio que tenia la doble función de dotar a la iglesia de un patio anterior de entrada y de cerrar la larga perspectiva desde la catedral sobre el eje que une esta última con la estatua y la iglesia (figura 5.21 ). . Siguiendo fielmente la estructura del Hospital de los Inocentes, Michelozzo proyectó en 1454 un pórtico de entrada a la iglesia de una sola crujía que armonizase con la arcada de Brunelleschi. E_ste pórtico fue ampliado con posterioridad por Giovanni Caccini, entre 1601 y 1604, creando una columnata corrida a lo largo del lado noroeste de la plaza. Los soportales del tercer lado de la plaza, frente al Hospital de los Inocentes fueron proyectados por los arquitectos Antonio da Sangallo el Viejo y Baccio d'Agnola en 1516. Estos soportales sirvieron para unificar una serie de edificios dispares en una unidad espacial que recuerda en cierta manera a las columnatas que rodean el foro en Pompeya. Paul Zucker considera que en contraste con el período medieval, donde cada arcada pertenecía al propio edificio, en el Renacimiento las arcadas amplían el espacio de la plaza, integrando volúmenes estructurales y vacíos espaciales.36 Edmund Bacon, en un pasaje extraordinariamente interesante de su Design of Cities, basa su "principio del segundo hombre" en la Piazza Annunziata, afirmando que "cualquier obra realmente importante p,ósee en su interior fuerzas seminales capaces de influir en el posterior d~eéarrollo de su entorno y, con frecuencia, de modos inimaginados por su ropio creador. La enorme belleza y elegancia de la arcada de Brunellesc i en el Hospital de los Inocentes ... halló expresión en otras partes de la plaza, tanto si Brunelleschi pretendía que fuera así como si no". La d cisión crucial, considera Bacon, fue la de Sangallo "al dominar su impulso hacia la autoexpresión, imitando casi al pie de la letra el diseño de Brunelleschi, edificio que tenía entonces ochenta y nuevo años de antigüedad. Este diseño fija la forma de la Piazza Annunziata y establece en el hilo del pensamiento renacentista el concepto de espacio creado por varios edificios proyectados en relación unos a otros. A partir de esto el 'principio del segundo hombre' puede ser formulado como sigue: es el segundo hombre quien determina si la creación del primero será proseguida o destruida".37

d11 Roma se cierra con Bonifacio VIII en 1303 y el período de abandono y termina con la llegada de Martín V en 1420, la era de la nueva vldll, la renacentista, empieza con Nicolás V en 1447". Antes de concen11 mnos en las realizaciones urbanísticas de los papas del Renacimiento a h1 lorgo del siglo y medio que separa a Nicolas V de Sixto V, debemos h11lar brevemente la historia de la ciudad desde el antiguo apogeo bajo 11111 Césares en el siglp II a.c. hasta las desiertas y desoladas ruinas que hurodó el Renacimiento. La Roma antigua, en la cima de su esplendor, en particular duran111 ol dominio del emperador Trajano (98-117 d.C.), ha sido ya descrita en 111 capitulo 3. A partir de ese momento, la fortuna del Imperio Romano y la do la capital a partir de la cual se originó comenzaron a menguar. La Inundación sin precedentes que sufrió la ciudad en el año 162 de nuestra 11111 y el hambre y la peste que la siguieron, parecen marcar el principio dol fin. En el año 334 d.C., el primer emperador cristiano, Constantino, 111conoció su ocaso trasladando la capital del Imperio desde Roma a su 1111uva ciudad, Constantinopla (véase el final del capítulo 3). El proceso de destrucción física de la antigua Roma empezó con 111 pillaje a que estuvo sometida la ciudad por las huestes bárbaras del vl11lgodo Al arico en el año 41 O, tras haber comprado su benevolencia dos unos antes. A las incursiones del vándalo Genserico en 476 siguió una 111torlor devastación; Genserico gobernaba Italia desde Rávena en tanto 11110 Roma era controlada únicamente por un prefecto local. Vendrla a 1 1111llnuación un breve resurgimiento bajo el ostrogodo Teodorico que l111n0 la ciudad en el año 483, invitado a ello por el emperador de Oriente. 1undorico reconstruiría durante su reinado los acueductos, las murallas y 11111chos edificios públicos. En el año 546 de nuevo los godos asediaron y conquistaron l!rnna, esta vez a las órdenes de Totila, quien desprovisto de fuerzas 111llllnres para guarnecer la ciudad mientras luchaba en otras partes de ll11lln tomó la decisión de destruir totalmente la ciudad, arrasándola por 1111npleto para convertirla en pastos para el ganado.38 Totila se volvería 11111\a on esta determinación extrema, pero como medida secundaria obliuo II toda la población a abandonar la ciudad que incluso en esta época 1111ula conservando prácticamente su magnificencia de siempre. Algunos lnmplos y murallas habían sufrido desperfectos y muchas estatuas sush11lclas, pero la ciudad seguía estando aún cubierta de inmensos edificios 39 1In mármol. 1lncadencia

Ocaso y Caída

El primer papa en regir a efectos prácticos los asuntos municipaclo Roma fue Gregario 1 (590-604). "En cuestiones eclesiásticas era la 1 111>oza indiscutible de Europa occidental y en cuestiones temporales 1lv11llzaba con el emperador de Oriente". 40 En su primer sermón en San 1111 11, el primer emperador de Oriente que visitó la ciudad desde la caída 11111 Imperio de Occidente, consideró útil retirar de la cubierta del Panteón 11111 lojas y todas las estatuas de bronce que quedaban, con excepción de lu tlo Marco Aurelio de la que se creía que representaba a Constantino (m1ln misma estatua serla utilizada en 1538 como punto focal de la nueva 111t11n del Crpitolio de Miguel Angel).

Norwood Young, en su libro The Story of Rome, en el que se basa en buena parte este apartado, sostiene que "si la historia medieval estricta

A partir del año 800, Roma se convirtió de nuevo en una gran 11h1clad y en centro de peregrinaje de la Europa occidental, al ser reconocídu como capital espiritual del Sacro Imperio Romano. Tras sufrir nuevos

Roma

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Probablemente ni los generales sublevados ni los bárbaros situados más allá de las fronteras habrían puesto en peligro el Imperio si éste no hubiera estado seriamente debilitado en su interior. Los grandes imperios se desmoronan con más frecuencia por causas internas que externas. Que los recursos del Imperio fueron derrochados durante siglos es más que evidente. El pillaje constante a que fueron sometidas las provincias durante el último siglo de la República era vergonzoso y pese a la recuperación que supondría el advenimiento del Imperio, ciertas heridas no pudieron cicatrizar. Cierto conquistador romano, hombre de gran reputación y carácter, vendió como esclavos a ciento cincuenta mil habitantes de la ciudad de Epiro. La furiosa venganza de Si/a en Asia sería recordada. El dinero que llegaba a Roma en grandes cantidades se despilfarraba en su mayor parte, como se derrochó la riqueza de los sucesores de Alejandro. La manía de construir inmensas villas, termas, arcos triunfales; la manía aún más pródiga de espectáculos brutales en cada uno de los cuales se masacraba públicamente a animales traídos de los confines de la tierra a costes exorbitados; el deseo generalizado de vestirse con sedas y de ingerir alimentos condimentados con especias, todas estas cosas, y muchas otras, suponían un derroche de esfuerzos. Más tarde sé alcanzaría a ver que existía una escasez de mano de obra. A lo largo de dos siglos, antes de la batalla de Actium, las guerras en el norte y en el sur habían supuesto para Italia un incensante suministro de esclavos. La agricultura y la manufactura de productos estaban en manos de esclavos; un mal asunto en sí mismo, en tanto que la mano de obra esclavizada trabaja con desgana y de modo irreflexivo, acarreando pérdidas de material; no hubo perfeccionamiento en las herramientas y los métodos de trabajo (perfeccionamientos que eran necesarios). Los esclavos generalmente no tenían descendencia por lo que no se podía contar con la aportación de mano de obra procedente de su familia. Ello contribuyó a un descenso de la población, mientras la tierra quedaba sin cultivar. Italia comenzaba a repetir la experiencia de Grecia. T.R. G/over, The Ancient World

La primera cruzada debió en alto grado su éxito al temple de los hombres que participaron en ella. Se había excitado a la soldadesca de tal modo que no hubieran permitido vacilación alguna; fueron los soldados los que obligaron a sus jefes a que les guiaran a Jerusalén ... Hacía tiempo que la Iglesia había estado procurando encauzar el vigor de tales hombres a actividades más gratas a Dios que las interminables disputas de la nobleza. Había dado su bendición a las guerras contra los infieles y, en especial, había intentado organizar un ejército que prestara servicio en España contra los sarracenos... Los sacerdotes predicaban la cruzada, consignaban los votos de los futuros cruzados, recogían y administraban las limosnas de los fieles que contribuían a financiar/a. Actuando a través de los obispos de las diócesis, la Iglesia tomó bajo su especial protección las tierras y las propiedades de todos aquellos que partieron hacia Palestina. Sin el sistema de administración centralizado en la figura del papa, la cruzada jamás hubiera podido ser organizada como empresa a gran escala. La cruzada demostró, en realidad, la fuerza unificadora en que se había convertido la Iglesia Romana para la Cristiandad. Entre los canónigos la cruzada llegó a conocerse como la "guerra romana•: "pues Roma es la cabeza y la madre de nuestra Fe". Maurice Keen, A History of Medieval Europe

ataques, esta vez por parte de los sarracenos, León IV ordenó construir en el año 852 las primeras fortificaciones en el Vaticano. El más destructivo de todos los saqueos de Roma tuvo lugar en 1084 cuando los aliados normandos de Gregario VII incendiaron la ciudad, lo que dio como resultado que el Campo Marzio quedara casi arrasado y que el área entre el Laterano y el Coliseo fuera destruida por completo. Las colinas del Aventino y del Celio nunca más volverían a recuperar las condiciones demográficas anteriores. 41 En 1065 los turcos tomaron Jerusalén y las cruzadas consiguientes para liberar Tierra Santa brindaron a los papas su última oportunidad para unir a la Cristiandad en una causa común bajo sus banderas. La Primera Cruzada, fomentada por Urbano II y mandada por Godofredo de Bouillon, finalizó con la reconquista de Jerusalén en 1099. Las cruzadas que siguieron, incluyendo las dos emprendidas por el rey de Francia, Luis IX, a cuyo efecto fundó la bastide de Aigues-Mortes como puerto de embarque (véase el capítulo 4), fueron cada vez menos fruétuosas. Cuando las cruzadas tocan a su fin con la caída de San Juan de· Acre en 1292, Bonifacio VIII atinó con la idea de utilizar el Año Jubilar como medio de estimular el entusiasmo de los cristianos y de contribuir a la mejora de las condiciones financieras del papado mediante la venta de indulgencias.•2 Las indulgencias anteriores -el perdón de todos los pecados contra la Iglesia- se otorgaban a los combatientes en las cruzadas y a quienes los apoyaban económicamente. El jubileo de 1300 fue un inmenso éxito. Norwood Young refiere como toda Europa respondió al llamamiento en un contagio general de celo religioso. Los caminos de las zonas más remotas de Alemania, Hungría y Gran Bretaña eran un hervidero de peregrinos marchando hacia Roma. Se ha estimado que existió un movimiento de 30.000 peregrinos que entraban y salían de la ciudad diariamente y que dos millones de fieles entraron en Roma ese año. Las ofrendas en los altares eran recogidas con largos rastrillos; tan sólo en monedas de cobre se recaudó el equivalente a 50.000 florines oro.43

La nueva planificación estratégica

La intención original de los jubileos era la de señalar el comienzo de un nuevo siglo aunque luego se celebraron cada 25 años. Para hacerse•acreedor a la indulgencia, el peregrino que llegaba a la ciudad tenía que visitar determinadas iglesias y desde 1300 en adelante la política financiera del papado confiaba en los ingresos aportados por los peregrinos. Los referidos planes papales para la reconstrucción de Roma estuvieron basados en gran parte en facilitar la movilidad de los grupos de peregrinos entre las siete iglesias principales. Proporcionarles alojamiento adecuado y mantener el orden público para su seguridad eran asimismo objetivos prioritarios. Si Roma fue importante para estimular la industria de la peregrinación, tenia evidentemente una más alta misión que cumplir en el fomento de la autoridad general de la Iglesia. Esta actitud fue claramente reafirmada por Nicolás V (1447-1455) al comienzo del período renacentista en Roma. "Para crear convicciones sólidas y estables en las mentes de las masas incultas debe haber algo que atraiga al ojo: una fe popular sustentada tan sólo en doctrinas nunca será otra cosa que una fe débil y vacilante. Pero si la autoridad de la Santa Sede estuviera visiblemente expuesta 196

1111 odificios majestuosos, monumentos imperecederos y otros testimo11h1H aparentemente plantados por la mano del propio Dios, la fe crecerá y 1111 fortalecerá como una tradición de una generación a otra y todo el mundo la aceptará y la venerará. Nobles edificios que combinen gusto y l111lloza con proporciones imponentes contribuirán enormemente a la mmllación del trono de San Pedro".•• Este no era en si mismo un pensamiento original. Diversos paprm, de Bonifacio v111· a Nicolás V, habían soñado con el resurgir de la u111ndlosidad que un día tuvo Roma. En cambio, el periodo que va desde el ltnalado de los papas a Avignon en 1309 y el final del Gran Cisma de 1>ooldente, con la elección de Martín V en 1417, fue una época de desórdunos incontrolados en Roma; la ciudad fue presa de la anarquía.45 En l1111nr de ocuparse en construir la ciudad futura, todas las energías se 1 ortsumian en continuas luchas entre los grupos familiares dominantes y 1111tro éstos y la autoridad papal. En 1329 un terremoto dañó gravemente 11111chos de los edificios antiguos, aumentando la desolación y en 1347 la 1111JOrte negra se cobró nuevas víctimas entre una población ya sumamen111 tuducida. El Jubileo de 1350 representó un breve interludio de prosperitfrul gracias a los 1.200.000 peregrinos que llegaron a Roma entre Navidnd y Pascua y los 800.000 más en Pentecostés. Las condiciones en que ,111 hollaba la ciudad eran, no obstante, espantosas. Petrarca fue uno de lw1 visitantes de aquel año, observando el panorama que ofrecían las 1 1111ns derrumbadas, las murallas desmoronadas, los templos caídos, los 11111luarlos deteriorados y las leyes pisoteadas. San Giovanni in Laterano (' 1111 Juan de Letrán) yacía sobre el suelo y la "Madre de todas las lulunll\s" se mantenía en pie aunque sin tejado, expuesta al viento y a la ll11vl11.'º

/ l 111torno desde Avignon

Gregario XI (1370-1378) fijó de nuevo la Santa Sede en Roma, 1111 los 68 años de ausencia en que el papado estuvo en Avignon, volviendo 111 vaclo caparazón de una ciudad en la que apenas 17.000 habitantes 111 upaban el área interior al recinto definido por las murallas de Aureliano t1011clo hablan vivido más de millón y medio de habitantes en la época de Ion Cosares. La muerte de Gregario XI en 1378 condujo a la Iglesia a un 1 h1111n aún más grave, con la escisión del pontificado entre el sucesor nlu¡¡lcio por Roma y el papa rival apoyado por Nápoles, Savoya, Francia Y

l 11p11na. La historia de Roma durante los cuarenta años que siguieron es 111111 crónica de intrigas y revoluciones que sólo terminaron con la elec1 Ión de Martín V (1417-1431) quien restableció un gobierno firmemente 11111111tado y en orden por primera vez desde los tiempos de Bonifacio VIII. l 'or nquel entonces Roma había tocado fondo en su infortunio. Los muros tlu contención que canalizaban al Tíber se habían desplomado -en 1420 111 uguas desbordadas alcanzaron el nivel del altar mayor del Panteón-, 1011 sistemas de drenaje se habían obstruido por los sedimentos y los 11i.11oductos habían sido destruidos hacia mucho tiempo. Todas las defic lu11olas inherentes al emplazamiento de la ciudad se habían reafirmado a ,,1 mismas y las enfermedades cundían por todas partes. Las antiguas 111111alas cristianas aparecían en un peligroso estado de ruina física y 111111l'in se desprende del relato de Bracciolini, un florentino que visitó la 197

Figura 5.22. Roma, extensión aproximada de la c iudad medieval. A causa de la destrucción y el deterioro funcional de los acueductos que abastecían de agua a los barrios altos más salubres, hacia ya tiempo que éstos se habían vuelto inhabitables: los habitantes de Roma, fueran los que fueran, se concentraban en las tierras bajas situadas en un meandro del Tiber frente a San Pedro. En ese lugar la mayor parte de la población encontró refugio en la considerable cantidad de restos arquitectónicos de la Roma Imperial, quedando sometida a constantes inundaciones y enfermedades.

Roma, París y Londres -los foci más importantes de la civilización occidental- crearon los prototipos de las grandes ciudades actuales. La aportación de Roma fue la primera en producirse. Fue obra de los papas del siglo XVI, sistematizada y compendiada por Sixto V. Bajo su iniciativa la Ciudad del Renacimiento en forma de estrella, limitada y ceñida por sus murallas se convirtió en la Ciudad del Barroco, con aquellas vías de tráfico rigurosamente trazadas que constituyen aún el tejido y la red de la ciudad moderna. Todavía a principios del Renacimiento era Roma una ciudad desolada en el limite de un milenio de decadencia. Cuando los Papas se trasladaron del Laterano al Vaticano prefirieron construir un nuevo barrio residencial; así fue como el Borgo Nuovo fue creciendo gradualmente en tomo a la Basílica de San Pedro. De este modo, hacia 1500, cuando los Papas empezaron a reconstruir formalmente la Roma medieval, se convirtieron en los máximos constructores del mundo. Ni ellos ni sus arquitectos y urbanistas más destacados eran romanos de nacimiento o de formación. Julio 11, un Rovere de Urbino, y León X, un Médicis de Florencia, llamaron cerca de si a sus conciudadanos -Bramante y Rafael, de Urbino y Miguel Angel, de Florencia- para llevar a término sus grandiosos planes, y de este modo continuó la situación, incluso en la época de la Roma barroca. Sigfried Giedion, "Sixtus V and the Planning of Baroque Rome", en Architectural Review, abril de 1952

ciudad en 1420, resulta evidente que la Roma clásica había sido ya casi enteramente destruida.47 Martín V hizo muy poco en el sentido de la renovación práctica de la ciudad aparte de iniciar los trabajos de reparación de las iglesias, pero su pontificado estableció las condiciones s'?ciales y económicas esenciales para la obra de.los futuros papas, si bien su inmediato sucesor Eugenio IV (1431-1447) se vio obligado a abandonar la ciudad en 1434 cuando se proclamó la república una vez más. Bajo el pontificado de este último, las nuevas puertas de bronce para San Pedro, diseñadas por Antonio Filarete, marcan la llegada del Renacimiento a Roma. Nicolás V, como se ha indicado anteriormente, estaba decidido a aumentar el prestigio de la Iglesia por medio de la magnificencia de una nueva Roma. El Jubileo de 1450 produjo los ingresos suficientes para llevar a cabo un programa de restauración de iglesias que además permitieron acometer las obras de reconstrucción de las defensas de la ciudad. Existen pocas evidencias de la existencia de algún plan :general de reconstrucción pero los solares clave para la construcción de nuevos edificios se arrendaron a un alquiler nominal. Nicolás V jugó asimismo un papel extraordinariamente importante en el desarrollo del Renacimiento tanto en Roma como en Italia en general, al ofrecer generosa hospitalidad a la intelectualidad emigrada de Constantinopla, especialmente tras la caída de esta ciudad en manos de turcos en 1453. En aquel tiempo, la parte habitada de Roma se concentraba en su mayor parte en el bajo Campus Martius, dentro del amplio recodo del Tlber frente al Castel Sant'Angelo; este último servía a los papas de prisión, tesoro y lugar de refugio en caso de invasión o revuelta (figura 5.22). La cabeza de puente situada frente al castillo en la otra orilla del río, si bien tenia una importancia secundaria en el más reciente sistema de calles principales que enlazaban las siete iglesias de Roma, desde el papado de Nicolás V en adelante constituirla el punto de fuga de la red viaria que atravesaba la ciudad medieval. El plano de Buffaldini de 1551 muestra esta cabeza de puente y la denomina Forum Pontis, más tarde sería rebautizada con el nombre de Piazza di Ponte. Partiendo de este punto, cinco calles se juntaban fuera de los irregulares callejones (figura 5.23); la más importante de ellas, la Via Papalis sería ensanchada y prolongada más tarde (Corso Vittorio Emanuelle). En un intento de persuadir a la población para que se trasladase otra vez a las partes altas de la ciudad que, permanecían desiertas, Nicolás V, en su bula de marzo de 1447 concedió la exención de impuestos a quienes habitaran en las colinas del Quirinal, Viminal o Esquilino y reconstruyó el Aqua Virgine con el fin de garantizar a la ciudad un suministro de 63.000 metros cúbicos diarios de agua dulce. Después de Nicolas V los tres papas que le sucedieron, Calixto 111, Pío II y Pablo 11, no aportaron nada de particular, siendo incluso incapaces de mantener las condiciones establecidas en la ciudad. Sixto IV (1471-1484) sin embargo, reanudó el proceso de reconstrucción y llevó a cabo importantes mejoras tanto en preparación del Jubileo de 1475 como, a continuación, con las ganancias que derivaron de éste. Antes de la llegada de los peregrinos convirtió el viejo Ponte Rotto en el Ponte Sisto y con objeto de evitar que se repitiera una anterior aglomeración tumultuosa de gente en las angostas calles en la que fallecieron más de doscientas pers~mas, ideó un itinerario de dirección única en el que se obligaba a la multitud a utilizar el Ponte Sant'Angelo a la ida hacia San Pedro mien198

lr11El que el retorno, cruzando el Tiber, se establecía por el Ponte Sisto. 111mbién en preparación del jubileo reconstruyó el gran Hospital del H11nto Spirito, reparó el Aqua Virgine y restauró la Fontana de Trevi. Se l11lolaron asimismo las obras de apertura de una red de calles principales rnotlllneas que enlazaban las iglesias más importantes de la ciudad y, en un edicto de 1480, ordenó que se demolieran todos los resaltes de los 111llflcios y se sacaran todos los obstáculos de las calles. 48 Sixto IV fue también un administrador del urbanismo extremadamonte hábil, con puntos de vista considerablemente avanzados a su épo1 11 on el sentido de que reconocía que los intereses privados debían 11ubordinarse al bien público. Insistió en que si bien las compensaciorum a las pérdidas privadas tenían que ser arbitradas con equidad, existía lnrnblén, por otra parte, lo que más tarde se conocería como "plan de mujoras" y que esto debía ser asimismo tenido en cuenta. Se creó una 1 omisión para estudiar el efecto de las modificaciones de los límites de pro piedad ocasionadas por las mejoras introducidas en las calles. Alejandro VI (1492-1503) restauró el Castel Sant'Angelo y lo 1onoctó con el Vaticano a través de una nueva calle, el Sorgo Nuovo. Su armosor Julio 11 (1503-1513) estaba preocupado principalmente por el prohlema de la Basílica de San Pedro y tomó la decisión definitiva de 1ltm1oler la vieja iglesia antes que tratar de restaurar su deteriorada fábri1 11 Cn abril de 1506 se colocó la primera piedra de la actual iglesia 11luI1londo los proyectos de Bramante, el cual viviría tan sólo lo suficiente 1111111 ver terminados los cuatro pilares principales y los arcos de sustentar Ión de la cúpula. Una serie de famosos artistas del Renacimiento intervundrlan después de aquél en San Pedro antes de su completa terminar Ión on 1626, incluyendo a Rafael y a Miguel Angel, autor este último de la 11111'1níflca cúpula y del tambor que la soporta. Pero es ilustrativo de la , 1111tlnua indiferencia de los romanos por su patrimonio arquitectónico h11111dado del pasado el comentario de Norwood Young al señalar que la I11111vn Basílica de San Pedro se construyó enteramente, incluso hasta el n1111toro, con materiales tomados de las ruinas de monumentos clásicos. 49 hIllo II ordenó el trazado de dos nuevas calles, una a cada lado del Tiber In Vio Giulia, en la orilla izquierda (aguas abajo de la Piazza di Ponte) y la Vln I ungara paralela a la anterior, en la orilla derecha. Los dos papas siguientes, León X (1513-1521) y Pablo 111 (153411140), fueron responsables respectivamente de la apertura de la Ripetta y In Vln Babuino, dispuestas simétricamente a cada lado de la Strada del 1 111 no, acceso principal a la ciudad desde el norte, atravesando la Piazza 1111 l 'opolo (véase más adelante y figura 5.28). Pablo 111 prosiguió las obras d11 I11modelación en torno a la Piazza di Ponte y trazó la alineación de la Vln l rlnltatis, abriendo una calle de la plaza hacia la iglesia de Santa l r lnlln dei Monti. En 1561 Miguel Angel erigió su magnifica Porta Pia en la vl11l11 muralla de Aureliano para el papa Pío IV, que enlazaba de nuevo la , l111l11d con la desierta colina del Quirinal por la Strada Pia (actual Via del IJ11lrlnale); fue asimismo el responsable de la apertura de la Via XX Setteml u,, roallzada entre 1555 y 1567.

',Mo V Entre los pontificados de Sixto IV y Sixto V se extiende un período do casi exactamente un siglo, durante el cual la ciudad fue mejorada 199

Para Roma fue éste el siglo en que se transformó de ciudad medieval relativamente pequeña de apenas 20.000 habitantes en una ciudad de más de 1OO. 000 y en la capital, no sólo de los Estados Pontíficos, sino de toda la Cristiandad católica. Roma cambió de nuevo el nombre del "campo vaccino", campo vacuno, por el de Foro Romano, como lugar arqueológico y atracción para visitantes. En 1526, justo antes de que Roma fuera saqueada por los ejércitos imperiales, contaba con 236 hostales y posadas; hacia finales de siglo ascendían por los menos a 360, además de innumerables casas amuebladas y habitaciones de alquiler. Así fue como durante el año jubilar de 1600 pudo alojar Roma a más de medio millón de peregrinos. Todo estaba programado en función de ello: existía una bodega por cada 174 habitantes; había centenares de sastres, orfebres, fabricantes de objets d'art y recuerdos religiosos a los que se unían, inevitablemente, los vendedores ambulantes. Con todo, todas las tentativas de introducir una industriá de manufacturas textiles en la ciudad habían fracasado. Roma vivía de las aportaciones de la Europa católica, de los ingresos de las oficinas eclesiásticas y de las tierras de las iglesias, que sus propietarios invertían en la Ciudad Eterna; pero, por encima de todo, vivía de sus visitantes: una ciudad de mendigos y prostitutas, de clérigos devotos, peregrinos piadosos y visitantes indiferentes, de nobles y prfncipes de la iglesia, exhibiendo sus riquezas y derrochando sus fortunas en edificios suntuosos y dotes principescas para sus hijas y sobrinas. Según San Carlos Borromeo dos cosas eran necesarias para tener éxito en Roma: amar a Dios y tener un carruaje en propiedad. H.G. Koenigsberger y George L. Mosse, Europe in the Sixteenth Century

El 22 de julio de 1540 se dictó sentencia de muerte a los monumentos del Foro y de la Vía Sacra. Por un breve de Pablo III se anula el privilegio de excavar o de otorgar licencia para excavar a las cámaras apostólicas y capitalinas, a los "magistrados de las calles", a los dignatarios eclesiásticos y se concede esta facultad exclusivamente a los "diputados" para la Fabbrica di San Pietro. El papa les otorga completa libertad para practicar la búsqueda de mármoles antiguos en el lugar que les plazca, ya sea dentro o fuera del recinto amurallado, para retirarlos de los antiguos edificios, extrayéndolos a piezas si fuera necesario; ordena que ningún mármol pueda ser vendido por propietarios privados sin el consentimiento de la Fabbrica bajo pena de excomunión "latae sentencia", de la cólera del papa y de una multa de 1.000 ducados. Ningua pluma es capaz de describir los destrozos cometidos por la Fabbrica en el curso de los últimos sesenta años del siglo XVI. Los excesos suscitaron la abominación de los ciudadanos, pero fue en vano; el 17 de mayo de 1580, los "conservatori" elevaron una indignada protesta al consejo municipal, cuando una parte del palacio de los Césares de desplomó como consecuencia del socavado llevado a cabo por los buscadores de mármoles. Se envió una delegación ante Gregario XIII en demanda de la revocación de todos los permisos ("ad perquirendos lapides etiam pro usu fabricae Principis apostolorum"). Podemos imaginar la respuesta que se dio a las protestas de la ciudad al averiguar que por un breve de Clemente VIII, fechado en 23 de julio de 1598, la jurisdicción arqueológica de la fábrica se ampliaba sobre los restos de Ostia y Porto. El Foro Romano fue arrasado por esas devastadoras cuadrillas entre 1540 y 1549; empezaron por llevarse la escalinata y el revestimiento de mármol del Templo de Faustina (1540), a continuación la emprendieron con lo que quedaba en pie del Arco de Fabio (1540). Entre 1546 y 1547 el Templo de Julio César y la Regia, con los "fasti consulares et triumphales" cayeron bajo sus martillos. La escalinata y los cimientos del Templo de Cástor y Pólux fueron los próximos en ser calcinados o entregados a los picapedreros junto con el Arco de Augusto. El Templo de Vesta, el Augusteum, y el altar de Vertumno, en la esquina de Vicus Tuscus encontraron idéntico destino en 1549. R. Lanciani, Then Ruins and Excavations of Ancient Rome

constantemente. Se llevaron a cabo las obras principales de la Piazza del Campidoglio y se inic iaron los trabajos de remodelación de la Piazza del Popolo (véase más adelante). Pero la forma final de la Roma del Renacimiento se lo debe casi todo al pontificado de cinco años de Sixto V (1585-1590). En un lapso de tiempo relativamente breve, Sixto V llevó a cabo un amplio programa de obras, principalmente con el arquitectourbanista Domenico Fontana como asesor ejecutivo. Su programa se basaba en tres objetivos prioritarios: primero, repoblar las colinas de Roma proporcionando el suministro continuo de agua del que carecían desde que fueron cortados los antiguos acueductos; segundo, integrar en un único sistema de calles principales las diversas obras realizadas por sus predecesores enlazando las iglesias más importantes y otros quntos clave de la ciudad; por último, crear una ciudad estética que supusiera la superación de la frecuente configuración de calles y espacios públicos como resultado de la agregación de edificios dispares. Sixto V tenía 64 años cuando fue elevado al trono papal. Murió de malaria _~n su inacabado Palacio del Quirinal, exactamente cinco años y cuatro meses después, tiempo durante el cual en ninguna parte resulta más evidente su carrera con la muerte que en la increíble rapidez con la que llevó a cabo su programa de edificación; una y otra vez Fontana comenta que nada se podía concluir lo suficientemente deprisa como para satisfacer a su "amado señor".50 Es un hecho probado que antes de convertirse en papa, Sixto V había aportado un buen número de ideas a los problemas de planeamiento de Roma, de mayor importancia incluso que los que le afectaron en su posterior coyuntura. Inmediatamente a continuación de su acceso al pontificado las obras ya estaban en marcha en el Aqua Felice; la Strada Felice, enlazando Santa Croce in Gerusalemme con Santa Trinita dei Monti, se empezó y se terminó durante el primer año de su pontificado; el obelisco, que más tarde se levantaría frente a San Pedro fue transportado hasta su emplazamiento; el Palazzo Laterano y la Basflica estaban en obras y se pusieron a unos 2.000 obreros a trabajar en los drenajes de las marismas del Pontino. Si bien otros papas habían restablecido el suministro de agua en las partes bajas de la ciudad, no habían podido hacer lo mismo en los barrios altos. Para llevar el agua a las colinas del Quirinal, Viminal y Esquilino, Sixto V construyó el Aqua Felice entre 1585 y 1589 (denominado así pues el nombre de Sixto V era originariamente Felice Peretti). Este acueducto se hizo incorporando partes de los antiguos acueductos romanos, Aqua Marcia y Aqua Claudia; su longitud era de unos 25 kilómetros y a causa del desnivel rigurosamente limitado entre su origen y sus puntos de destino supuso la realización de 11 kilómetros de acueducto elevado y otros tantos en túnel. Suministraba más de 18.000 metros cúbicos por día.

La red viaria romana Una vez incorporadas por Sixto Ven un sistema global de tráfico, las principales calles se proponían, como una de sus funciones más importantes, la conexión de las siete iglesias de peregrinación de Roma -San Pietro in Vaticano (San Pedro), San Giovanni in Laterano (San Juan de Letrán), Santa Maria Maggiore, San Paolo fuori le Mura (San Pablo 200

1 xtramuros) y San Lorenzo fuori le Mura (San Lorenzo Extramuros)-, las 1lnco iglesias primitivas, y las dos a las que más tarde se conced ió _una voneración especial -Santa Croce in Gerusalemme Y San Sebastiano (figura 5.23). Con ello se realizaba la ambición de Bonifacio VIII,_a~unciadn 300 años antes, de hacer de Roma una capital digna de la Cristiandad. Sixto V, sin embargo, no estaba interesado únicamente en facili-

lnr el ceremonial religioso. Era perfectamente consciente del papel que podían jugar las nuevas calles en la generación de un cr~c!mien_to d~ población en los barrios, deshabitados en su mayor parte, s1 bien chmát11.11mente favorables; de las zonas este y sudoeste de la ciudad. En este n11pecto su contribución a la reconstrucción de Roma ha sido tergiversado por numerosos historiadores del urbanismo. Sibyl Moholy-Nagy conceilu oxcesiva importancia sobre la función religiosa en su crítica, constatando Que las nueve vías de procesión a través de la escasamente urbanizada rnna oriental de la ciudad fueron proyectadas en función de un ritual procesional de piedad y penitencia descaradamente antiurbano 5'; Y Lewis Mumford, de modo poco frecuente en él, confunde los hechos al afirmar quo "las tres grandes avenidas que irradian de la Piazza del Po~~lo -una 1 oncepción de Sixto V- fueron proyectadas de modo que facilitaran al 52 pnrogrlno la tarea de llegar a las diversas iglesias y lugares sagr~?os", (ln11 tres avenidas existían antes del acceso de Sixto V al pontificad~( llulrlod Giedion, por otro lado, parece querer presentar un correcto equ1hln lo ontre funciones religiosas y seglares, 53 interpretación análoga a la de 1 dmund Bacon en un pasaje bellamente ilustrado de su Design of Cities, 1111 donde expone el convincente argumento de que Sixto V se percató , on claridad de la necesidad de establecer como idea una estructura hfl11lon de diseño global en forma de sistema de vialidad urbana. Antes de pasar a describir los fundamentos del sistema viario de In floma del Renacimiento tardío, parece conveniente relacionar las reali1nolonos de Sixto V con aquellas otras de Napoleón 111en París a lo largo dn 111a dos décadas que van de 1850 a 1870. Tanto el uno como el otro hnn nido objeto de juicios históricos tendenciosos. Ambos fueron en efec111 uohornantes absolutos. Sixto tuvo a Fontana y Napoleón III a su Haussmnrm (si bien las funciones de Haussmann como prefecto del Sena le 1 1111vort1an más en delegado del emperador que en urbanista ejecutivo). l\rnlloa gobernantes fueron los responsables del hecho de dotar a sus 1ni1pootlvas ciudades ya antiguas de una incomparable estructura de vías 11rl11111rlas y ambos asumieron el poder cuando las propuestas estaban 111,•mtlonmente formuladas. El papel de Napoleón en este último aspecto hn Ido menospreciado; con frecuencia se atribuye exclusivamente a 1tn111111mann la reestructuración de París. Este extremo ha sido rectificado pnr Dnvld Pinkney en su obra Napoleon fll and the Rebuilding of Pa~is: "I ,111111do Georges Haussmann trabajaba como oscuro prefecto de provm' ' "" 1111 el Departamento del Yonne, Louis Napoleón tenia ya sobre el pnpul sus ideas de remodelación de la ciudad y había estado instando u111nrocldamente para llevarlas a la práctica tanto a un prefecto poco i111,p11osto a ello como al consejo municipal en pleno. El mismo día que 1tn11111mann tomó juramento de su cargo como prefecto del Sena, Napolnn11 puso ante él un plano de París en el que había dibujado en cuatro , 11l11roe distintos (los colores indicaban la urgencia relativa que concedía n 1 111111 proyecto) las calles que se proponía abrir". En cualquier caso, la 1u11lld11d de la situación en París era que emperador y prefecto, Y sus , 111111111oros técnicos, formaban conjuntamente un equipo casi perfecto. 201

Por lo general, solamente miembros de la nobleza y de las familias dominantes italianas eran elegidos para ocupar el solio pontificio. Hubo, sin embargo, excepciones a esta regla, incluso en periodos tales como las últimas décadas del siglo XVI, en que los intereses constantemente crecientes de la nobleza hablan usurpado los derechos medievales del pueblo. As/ fue posible que Sixto V. hombre perteneciente a la más humilde condición social, fuese investido de la más alta dignidad del poder espiritual y temporal a que pudiera aspirar un mortal. Este hecho dice mucho en favor de la fuerza interior, la vitalidad y el instinto de las instituciones católicas de la Restauración que tuvieron el valor -en un momento de gran peligro- de elevar a tan suprema jerarquía a un hombre como S,xto V, que, prescindiendo_ de s~ linaje, era evidente que hab1a nacido para la ' acción. Sixto V fue el nombre adoptado por el fraile mendicante franciscano, Felix Peretti, al ser nombrado papa, que había ingresado en la Orden a la _edad de doce años. Su padre, un simple agricultor y jardinero _ d e origen