Moral Personal. M Vidal

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Marciano Vidal. Moral Personal. Aspectos significativos. Moral personal. La persona es algo original en el orden de la creación; supone una cualidad nueva en el orden de los seres; también supone una especie de “salto cualitativo”1. Únicamente se puede plantear una moral a partir de la estructura personal del hombre como una realidad nueva en el orden creado. Es necesario admitir que la persona es valor ético en su doble vertiente de realidad “privada” y “pública”; pero entendiendo estas dos vertientes con una referencia dialéctica permanente. Así, podemos afirmar que el hombre es y debe ser tratado siempre como un fin y nunca como un medio. También podemos y debemos afirmar que el hombre es una realidad absoluta y no relativa. El hombre es como un universo de carácter absoluto. En definitiva: La persona es la “protocategoría” del universo ético y, en cuanto tal, es origen y meta de todo empeño moral 2. El ideal de lo humano no es el hombre “gregario” o achatado según las pocas exigencias de la masa, sino el hombre “vocacionado” y continuamente estimulado. El valor absoluto de la persona es una afirmación conjunta de la ética civil y de la moral religiosa. Es decir, la afirmación conjunta del valor absoluto de la persona por parte de la ética civil y de la ética religiosa no es para disputar un terreno en litigio, sino para establecer un campo común de actuación de juego y convivencia. Pero, se precisa que el hombre viva su enfrentamiento con la realidad “desde sí mismo”. No se puede abdicar de la propia originalidad; la persona es siempre origen y no término de estímulos exteriores. La autenticidad supone que el proyecto vital está de algún modo dado previamente a su decisión. El hombre tiene que conformarse consigo mismo. Toda decisión que fuerce el propio fondo del hombre lanza la existencia personal a la inautenticidad3. La autenticidad es existencia y mismidad según “sí mismo”. Esto solamente se logra cuando la persona adopta la decisión de aceptar la angustia y aceptar la vida que es un vivir-para-la-muerte. Como dice Marcuse: “la manipulación humana surge cuando se reduce al hombre a la “unidimensionalidad”. Frente a la manipulación, hay que situar la realidad de la concienciación. La persona se realiza como sujeto si vive su existencia de una forma concienciada. Es decir, la persona tiene una estructura de interioridad; pero también es una realidad abierta. De lo que se supone que la solidaridad es lo mismo que responsabilidad y esta se traduce en compromiso ético ante la

1 Con relación a los demás seres. 2 El carácter absoluto del hombre no significa “infinito” sino “incondicional”. 3 El concepto de autenticidad puede traducirse por el concepto de “vocación”.

historia. El humanismo de responsabilidad es humanismo ético y los dos identifican con el humanismo de solidaridad. Esta reflexión, entonces, nos ayuda a llegar a la conclusión de que los derechos humanos son la expresión de la dignidad ética de la persona. Esta categoría alude a la realidad histórica de la que procede (vertiente histórica), a la concreción actual (vertiente sociológica) y al universo axiológico en que se apoya (vertiente ética). Ahora bien, la presencia de la instancia ética en los derechos humanos aporta a esta noción históricojurídica el carácter de exigencia profética y globalizante. Los derechos humanos, por ser expresión de valores básicos de la persona, encauzan la protesta y la profecía de lo humano por terrenos metajurídicos y más allá de las concreciones históricas. El reconocimiento del valor ético de la persona es el punto de arranque de los derechos humanos. Estos derechos son originales, no dependen de ninguna instancia política ulterior y, por consiguiente, son inalienables. Ellos no son “juzgados” por otras instancias, pero sí “juzgan” toda estructura social. “Juzgan”, ante todo, la forma configurativa del poder político en su máxima expresión: El Estado4. La cosmovisión cristiana, con sus instancias en el valor de la solidaridad y del servicio, ha ayudado no sólo a descubrir y a formular los derechos preferentemente sociales, sino a apoyar el viraje de este tema hacia planteamientos de signo socialista. Este viraje hacia la comprensión socialista democrática de los derechos humanos evita las desviaciones del individualismo liberal, impide caer en las garras de los totalitarismos y supera eficazmente los irreales sueños de las posturas anarquizantes.

4 Para que los derechos humanos alcancen plena realización, requieren tanto el reconocimiento político como la protección jurídica.