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UNIVERSIDAD CATÓLICA “SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO” ESCUELA DE MEDICINA HUMANA “Vida y legado Daniel Alcides Carrión” Alumna: Chilón Rimarachín, Elva Ciclo: II Prof. Asesor: Dr. Fernando Cubas

Informe para la Asignatura de Biofísica Chiclayo, 30 de noviembre del 2006

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DEDICATORIA

A todos los padres cuya unidad inquebrantable se ha eternizado por obra del amor y la compresión. A mis amigos(as) quienes valoro sin descriminación y para quienes nos atizan el fuego de nuestra existencia y nos dan fuerza a nuestro corazón .

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EPIGRAFE CAPITULO I El presente trabajo estudia, la vida y el legado a la medicina peruana, que ha dejado Daniel Alcides Carrión. Su madre, Doña María Dolores García Navarro, peruana, nació el 14 de Abril de 1840, en Quiulacocha, Cerro de Pasco (38,39). Fue hija de Apolinario García y doña María Navarro, naturales de Huancayo. Carrión era un individuo de físico menudo y contextura frágil. Carrión era percibido como un individuo generalmente calmo ante situaciones de estrés pero con algunas reacciones coléricas y temperamentales y de una destacada tenacidad.

Con su autoinoculación de la enfermedad llamada “verruga peruana”, Daniel Alcides Carrión, hizo posible el desarrollo de la Escuela Médica Peruana (1886-1956), período en el cual San Fernando produce la mayor cantidad y calidad de conocimiento médico realizado en el país.

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AGRADECIMIENTO

En primer lugar agradezco a Dios y a mis padres por estar en todo momento conmigo apoyándome,

A todos los profesores del curso introducción a la medicina por su gran empeño y esfuerzo que tienen cada día; en especial para mi profesor asesor Fernando Cubas por su paciencia y el apoyo constante que me ha brindado parar poder culminar la presente monografía

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INDICE

I. Introducción……………………………………………………………… 10 II. Materiales y Procedimientos………………………………………… 11 III. Resultados 1.- Resumen de su vida

………………………………… 12

2.- El sacrificio de Carrión……………………………………… 17 2.1. La ocasión es fugaz 2.2. La deducción difícil 2.3. EXPERIMENTO DE CARRION a. La inoculación b. La décima y última historia clínica c. He aquí un recuento de la última historia clínica 2.4. El día de su muerte 3. Opinión sobre la muerte de Carrión……………………………. 25 4.- Enseñanza de Carrión…………………………………………...

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5.- Figura de Carrión ……………………………………………….. 26 6.- Reconocimiento de su aporte a la medicina………………...

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7.- Importancia de la obra de Carrión ……………………………… 28 IV. Conclusiones……………………………………………………………. 29 V. Referencias Bibliográficas ……………………………………………. 31 VI. Anexos……………………………………………………………………. 33

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RESUMEN LA VIDA Y EL LEGADO DE DANIEL ALCIDES CARRION El presente trabajo estudia, la vida y el legado a la medicina peruana, que ha dejado Daniel Alcides Carrión. Su madre, Doña María Dolores García Navarro, peruana, nació el 14 de Abril de 1840, en Quiulacocha, Cerro de Pasco (38,39). Fue hija de Apolinario García y doña María Navarro, naturales de Huancayo. La madre, una vez viuda, se casa con el primo de su difunto esposo, Don Alejo Valdivieso. Con él tiene varios hijos, dos de los cuales sobreviven y conviven con Daniel Alcides. Carrión era un individuo de físico menudo y contextura frágil. Las personas que lo conocieron lo describen de una estatura probable entre 1.30 y 1.40 m., lo que le valió el apelativo de ´Carrioncito´ con que lo trataban sus compañeros (1). Dotado de una energía poco común, de carácter resuelto, de trato amable para con todos, esencialmente liberal, tenía amigos en todas las clases sociales, su conversación era agradable pues sabía armonizar su acostumbrada seriedad con las más felices y graciosas ocurrencias”. Carrión era percibido como un individuo generalmente calmo ante situaciones

de

estrés

pero

con

algunas

reacciones

coléricas

y

temperamentales y de una destacada tenacidad. La recomposición social de las instituciones médicas y el ingreso del sector emergente a la Facultad de Medicina, hace que la imagen de Carrión creada a fines del siglo XIX se vuelva en la actualidad en un icono neutro, que puede ser

absolutamente

reivindicado

por

todos

los

sectores,

al

estar

absolutamente arraigado en un pasado que no tiene presencia en el presente. Con su autoinoculación de la enfermedad llamada “verruga peruana”, Daniel Alcides Carrión, hizo posible el desarrollo de la Escuela Médica Peruana

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(1886-1956), período en el cual San Fernando produce la mayor cantidad y calidad de conocimiento médico realizado en el país. Se concluye que la confluencia de los siguientes elementos del imaginario médico local -Carrión como mito fundacional, resistencia emergente, proyecto de reconstrucción y restauración académica, ética y moral-, hizo posible la aparición de la Escuela Médica Peruana y, por ende, el mayor desarrollo y legitimidad social de la medicina en el Perú; y constituye la base para la construcción de una nueva cultura médica, en el marco de la refundación y construcción de un nuevo país. Palabras clave: Historia de la medicina, Perú; escuelas médicas, Perú; Daniel Alcides Carrión

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ABSTRACT The LIFE and the LEGACY DE DANIEL ALCIDES CARRION The present work studies, the life and the legacy to the Peruvian medicine, that has left Daniel Alcides Carrión. Her mother, Doña Maria Dolores Navarrese Garci'a, Peruvian, was born the 14 of April of 1840, in Quiulacocha, Hill of Pasco (38,39). She was daughter of Apolinario Garci'a and Doña Navarrese Maria, natural of Huancayo. The mother, once widow, house with the cousin of its late husband, Don Alejo Valdivieso. With him she has several children, two of who they survive and they coexist with Daniel Alcides. Carrión was an individual of slight physicist and fragile contexture. The people who knew it describe it of a probable stature between 1,30 and 1,40 m.s, which was worth the name to him of ´Carrioncito´ whereupon their companions treated . Equipped with a common energy, character little solved, amiable towards all, essentially liberal treatment, it had friends in all the social classes, its conversation was pleasant because it knew to harmonize his customary seriousness with the happiest and graceful occurrences ". Carrión was perceived as a generally barren individual before situations of stress but with some coléricas and temperamental reactions and of an outstanding tenacity. Resetting social of institutions medical and entrance of sector emergent to Faculty of Medicine, does that the image of created Carrión by the end of century XIX becomes at the present time in a neutral icon, that absolutely can be vindicated by all the sectors, when being absolutely rooted in a past that does not have presence in the present. With its autoinoculation of the called disease "Peruvian wart", Daniel Alcides Carrión, made the development possible of the Peruvian Medical School (1886-1956), period in which San Fernando produces the greater amount and quality of medical knowledge made in the country. One concludes that the confluence of the following elements of the imaginary local doctor - Carrión like original myth, emergent resistance, project of reconstruction and academic, ethical and moral restoration -, made the appearance of the Peruvian Medical School and, therefore, the greater development and social legitimacy of the medicine in

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Peru possible; and it constitutes the base for the construction of a new medical culture, within the framework of the refundación and construction of a new country. Key words: History of the medicine, Peru; medical schools, Peru; Daniel Alcides Carrión

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I. Introducción La vida trágica de un estudiante de medicina que irrumpió en el medio social y científico del Perú de fines del siglo XIX en el momento dramático del esfuerzo nacional por superar un estado posbélico (Guerra Perú con Chile, 1879-1883) tras una amarga derrota, ocupación militar, depredación de sus recursos económicos y pérdida de un extenso territorio rico en minerales. Daniel Alcides Carrión (1857-1885) - nacido en una población minera, a un poco más de 4 mil metros de altitud sobre el nivel del mar, de rasgos culturales y genéticos nativos - realizó un audaz experimento médico en su propio cuerpo, sucumbiendo como víctima de la inoculación con el producto sanioso extraído de un enfermo con “verruga peruana”. Su muerte, el experimento que le costó la vida y el significado de su audacia fueron, inmediatamente después de su muerte, objeto de aprovechamiento ventajista por dos grupos de médicos políticamente enfrentados. Hubo, entre esos dos bandos, un intercambio de denuestos y acusaciones que lo colocaron, post mortem, en el primer plano de la atención pública. Así este aprendiz de investigador científico adquirió fama que trascendió las fronteras. Sobre su cadáver se diputaron el derecho a protegerlo, después de haberlo ignorado cuando inició su experimento y durante la penosa enfermedad, y agonía, que padeció.

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II. MATERIALES Y PROCEDIMIENTOS

Para la elaboración de la presente monografía se ha tenido diferentes fuentes de información, particularmente se consulto en los trabajos de Valdivieso A, 1954; Villar L, Sosa B, Colunga M, 1885; García CU, 1998; Valdizán H, 1925. El trabajo presenta en primer lugar, los conocimientos preliminares, como la vida y el legado que nos dejó Alcides Carrión. Su sacrificio por la Medicina Humana y no solo por ella, sino porque tenía la convicción de que podía haber una cura para esta rara enfermedad. La enseñaza de Carrión, a siempre seguir y alcanzar nuestros objetivo, no dejarse amilanar por los obstáculos que se puedan presentar en el camino. Su verdadera Figura de Carrión, el cambio de un tiempo a otro. El merecido reconocimiento de su aporte a la medicina.

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III. RESULTADOS 1. RESUMEN DE SU VIDA 1. Biografía Carrión vivió 28 años. Vaya si su vida fue breve. Falleció justamente cuando comenzó a hacer planes para ir a Europa, a Francia, a mejorar la escasa calidad de sus conocimientos académicos y cuando reflexionaba sobre la importancia de la superación para sobresalir del resto de la sociedad. La misma que lo marginó, por su fisonomía y manera de ser nativa. Murió cuando trataba de obtener la medalla de ganador en un concurso para el mejor trabajo científico sobre una enfermedad andina, la que sus paisanos, nativos de las inhóspitas alturas de su pueblo natal temían que los matara, cuando bajaban a las quebradas templadas; porque, ellos eran atacados por la bartonellosis andina. A esa enfermedad, por esos años, se le conocía con los confusos denominativos de “verruga peruana” y “fiebre de la Oroya”, nombres que reflejaban la completa ignorancia, que se tenía, sobre su real naturaleza. Su niñez Daniel Alcides Carrión nació como producto de una aventura amorosa extramatrimonial de sus progenitores. Fue el típico caso del hijo no reconocido de un padre aventurero. La madre, una adolescente nativa, de 17 años, cuando concibió a Daniel, fue seducida por un inmigrante ecuatoriano casado previamente con una dama de la ciudad de Huancayo, establecida en esa ciudad. Daniel nació en la ciudad de Cerro de Pasco, en 1857 que en esa década era un foco de atracción económica de la mayor importancia. Eran los tiempos en los que la minería, después de la consolidación de la república independiente, comenzó a revivir de las cenizas de la hecatombe producida por las luchas intestinas que siguieron a la independencia. Cerro de Pasco era la segunda ciudad en importancia económica del país, lo fue hasta casi fines del siglo XIX. Situada a un poco más de 4 mil metros de

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altitud sobre el nivel de mar, en medio de una confluencia de tres cadenas de agrestes montañas de los Andes, en el centro geográfico del Perú. Hasta la llegada del ferrocarril a fines de la década de 1890, era un sitio de muy difícil acceso. Sin embargo en la época de Daniel Carrión era una extraordinaria ciudad, sin un plano urbano con calles y plazas, ya que había crecido en la medida que los yacimientos mineros artesanales fueron apropiados por los buscadores de ricas vetas de mineral argentífero. Además había una mezcla de

residencias

muy

cómodas

y

confortables

al

lado

de tugurios

infrahumanos, sus habitantes eran de los cuatro confines del Perú y del mundo. Había bares, burdeles, garitos, casas de juego y toda clase de establecimientos comerciales que vivían de la prosperidad económica de los mineros. Cuentan los viajeros que el consumo de licores finos importados era inmenso y que se vendía ropa importada de la última moda europea y toda clase artículos de lujo. La familia de la rama materna de Daniel tenía un negocio de una mediana prosperidad. Su madre fue una mujer de escasa cultura pero con deseo de superación extraordinario y con un enternecedor afecto por su hijo, fruto de sus amoríos juveniles. Carrión pasó su adolescencia en ese medio, conoció del fatalismo de sus gentes, habitantes de una ciudad donde el dinero fácil cambiaba de manos con extraordinaria rapidez, en pos de ganancias o pérdidas súbitas. Con fatalismo, en los juegos de azar se perdía hasta la camisa y, a veces, la vida misma. Juventud Fue traído, por su padrastro, a Lima para completar su escolaridad. Se le matriculó como alumno interno en el llamado Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, que para 1873, año de su inscripción, era el mejor centro estatal de instrucción secundaria. Los hijos de la elite provinciana eran matriculados en ese centro, en el que se impartía enseñanza de gran calidad con maestros calificados. Esos años fueron los del triunfo del primer partido político organizado por civiles, con ideario doctrinario y con planes de acción, como nunca antes

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había existido desde el inicio de la vida independiente. Ese partido se llamó Civilista , precisamente para contraponerse al militarismo que durante medio siglo había, inorgánicamente, gobernado el Perú. La doctrina filosófica social de este partido era la propugnada por Herbert Spencer (1820-1902) y sus derivaciones. Una de estas era la adaptación del “positivismo científico” a la teoría de la selección de las especies biológicas. A esto se llamó el “darwinismo social”, manera de pensar que tuvo un gran impacto favorable entre los racistas derrotados en la Guerra Civil de los Estados Unidos de América. Según los darvinistas sociales había que admitir la existencia de razas humanas biológicamente superiores e inferiores; las últimas constituían un lastre para el desarrollo nacional. Esos fueron los ideólogos del Partido Civil que, cuando el adolescente Daniel Carrión llegó a Lima, había llevado a la presidencia de la republica a Manuel Pardo. Hay que recordar que Pardo fue entronizado en la presidencia de la república después de una asonada popular que masacró al grupo de retrógrados militares que intentaron desconocer el resultado de las elecciones. Cuando en 1878, en noviembre, Manuel Pardo, que ya era ex-presidente de la república y presidente del Senado, fue asesinado, Carrión cursaba el segundo año de estudios en la Facultad de Ciencias de la Universidad de San Marcos. La vida universitaria En abril de 1879, coincidiendo con la declaratoria de guerra con Chile, rindió el examen para el ingreso a la Facultad de Medicina. Fue rechazado, el presidente del jurado examinador era el doctor Celso Bambarén, quien además era el ideólogo del partido civilista, fue además introductor en el país de las ideas de Auguste Comte y de Herbert Spencer. Todos los universitarios, especialmente los alumnos de medicina, eran fervientes civilistas, mejor dicho darwinistas sociales. Al año siguiente, Carrión, en abril de 1880, volvió a tentar suerte, esta vez se aseguró su presencia en el medio hostil al donar un puño de oro de bastón y una libra de oro para la colecta nacional con el fin de comprar un nuevo buque de guerra; también se inscribió como militante en el partido Civil, el de las mayores preferencias de

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los miembros médicos, estudiantes y maestros, de la facultad; especialmente y el del presidente del jurado examinador, Bambarén. Estudió Medicina en las condiciones más desafortunadas. Su primer año, cursó cuando todos los recursos de la nación estaban dedicados al esfuerzo bélico. Profesores y alumnos de años superiores estaban en el teatro de la guerra, a miles de kilómetros al Sur del entonces enorme territorio nacional, combatiendo o colaborando en las ambulancias para atender a los heridos, en las desastrosas derrotas en el teatro de guerra en Tarapacá y Arica. Así cursó el primer año, 1880, cuando el ejército peruano del Sur colapsó y todos los limeños sabían que el enemigo chileno invadiría la capital de la república, para consolidar sus triunfos iniciales. Durante la segunda mitad de ese año la flota chilena bloqueó todos los puertos del litoral, bombardeó cotidianamente el Callao e hizo participar en esas acciones al reconstruido blindado Huáscar, el buque insignia que le fue arrebatado al Perú, en la batalla de Angamos. Todos se preparaban a rechazar la invasión que debía realizarse los primeros días de 1881. En los últimos meses de 1880 se organizaba, febril pero atropelladamente, la defensa de Lima. Se creó batallones alrededor de algún distinguido ciudadano, el que generalmente erogaba los gastos para su equipamiento, junto con los improvisados jefes y oficiales de la plana mayor. Así surgió el batallón “13 de Diciembre”, en recuerdo del golpe de estado de Nicolás de Piérola que lo llevó al poder, el año anterior. Daniel Carrión figura en la plana mayor de ese batallón, como abanderado; el jefe fue don Francisco M. Fernádez, con el grado de coronel. Para ser abanderado se necesitaba tener un coraje a toda prueba, ya que el porta estandarte de la bandera, durante los combates, era el blanco preferido del enemigo. El segundo año lectivo Daniel Carrión (1881) lo cursó en las condiciones más increíbles. El local de la Facultad de Medicina, el mismo que fue construido por Hipólito Unánue, en la Plaza Santa Ana, fue depredado por el enemigo y confiscado para servir de cuartel. El decano y secretario de esa facultad, al maliciar ese despojo, sustrajeron, con anticipación, los archivos y los libros

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de matrícula. Las clases fueron dictadas en el domicilio de los profesores y las prácticas en los vetustos hospitales Santa Ana y San Bartolomé, ya que el Hospital “Dos de Mayo”, el mejor de la ciudad, fue confiscado por las tropas de ocupación para sus propias necesidades. Carrión vivió en las condiciones más precarias, después de la toma de Lima, por el ejército chileno. Su hermano materno, Teodoro Valdivieso, menor que él, fue matriculado como lo fue él, en el Colegio de Guadalupe. Carrión fue buen estudiante. Hizo sus prácticas clínicas en los mejores hospitales de Lima. Fue externo del hospital Santa Ana, de la Maisón de Santé y del Lazareto de Guía, e interno de los hospitales de San Bartolomé y Dos de Mayo, este último inaugurado en 1875 y considerado como uno de los más completos y mejor dotados de América del Sur. Daniel siguió con sus estudios de medicina, cursándolos en las condiciones de precariedad fáciles de imaginar. Sus profesores, aunque con gran coraje, padecían un desmoralizador ambiente, estuvieron impagos desde 1878 y sin los implementos necesarios para impartir una enseñanza adecuada. Hubo una coincidencia que disminuyó aún más la adquisición de conocimientos, tanto de profesores como de sus alumnos. Resulta que entre 1879 y 1883, se consolidaron los más espectaculares cambios de la medicina científica de la segunda mitad del siglo XIX; pero, el bloqueo naval establecido por el enemigo depredador impidió conocer los descubrimientos sobre la existencia de microbios que causaban enfermedades que los investigadores franceses y alemanes realizaron, casualmente en esos mismos años. La vida breve de Daniel Alcides Carrión, terminó precisamente después del término de la vandálica ocupación chilena, cuando Carrión y todo el mundo ilustrado del Perú se enteró de la existencia de los microbios como causantes específicos de las enfermedades infecciosas, que lo que sus profesores le enseñaron sobre los miasmas y las putrefacciones de las heridas, era una patraña. Él como interno del hospital San Bartolomé, tuvo que atender a los soldados heridos, que morían con las heridas

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gangrenadas, durante la guerra civil. En una carta a sus padres de esos días exclamó: más es siempre más, paciencia y baraja… Murió impactado por las noticias de Europa, que llegaron en avalancha al abrirse las comunicaciones. El primer paso para demostrar la presencia de gérmenes en una enfermedad que se suponía era infecciosa era conocer que era “inoculable”. Se inoculó y murió de la misma enfermedad del donante del inóculo. 2. EL SACRIFICIO DE CARRION 2.1. La ocasión es fugaz En julio de 1885, se inauguró la Academia Libre de Medicina que fue organizada por los antiguos profesores de la Facultad de Medicina que habían sido despojados de sus cargos por el gobierno del General Miguel Iglesias, el mismo que firmó el humillante tratado de paz. En la ceremonia de esa inauguración, asistió todo el mundo médico de Lima incluyendo Carrión, allí se anunció la convocatoria a un concurso para la realización de un trabajo científico sobre Verruga Peruana, abierto a estudiantes o médicos. Los tópicos podían ser la etiología,

anatomía

patológica,

distribución

geográfica

o

características clínicas. Era una ocasión que se le podría ir de las manos si no se aventuraba a tentar el premio. Notaba la segregación en todo momento. Sus compañeros organizaron una hermandad formada por estudiantes de años superiores, como él, y por médicos recién graduados; pero, a él no invitaron a participar allí. El objetivo de la Unión Fernandina, así se llamó esa agrupación, era promover la reconstrucción nacional y, sobre todo, estimular avance de la medicina. Fundaron una revista, La Crónica Médica , cuyo primer número salió en enero de 1884. Para pertenecer a la Unión Fernandina había que demostrar excelencia académica; pero, aunque no estaba escrito en los estatutos, había que tener facciones que denotasen “superioridad” racial.

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El estado de calamidad en el que todas las actividades de la nación peruana estuvieron sumidas no aseguraba oportunidades para desarrollar ninguno de los tópicos en los que se podría concursar, para ganar el premio convocado por la Academia. En abril de 1884, cuando se reabre el antiguo local de la Facultad de Medicina, el decano tuvo que publicar un aviso, en los diarios, solicitando a los alumnos a llevar sus propias sillas, ya que no había ni donde sentarse. Por supuesto que no existía ningún implemento para desarrollar un trabajo científico y menos estudiar la distribución geográfica de la verruga peruana. Como si todo esto no fuera suficiente, en junio de 1884, la Facultad de Medicina colapsó; ya que fue atropellada por el dictador Iglesias. El decano fue enjuiciado por un supuesto desacato al Jefe Supremo y casi todos los profesores obligados a renunciar, para ser reemplazados por improvisados profesionales, sin los títulos académicos requeridos. Cuando, en su nativa Cerro de Pasco, alguien intuía la existencia de una veta de precioso metal se abalanzaba sobre ella, sin pensarlo dos veces. El tiempo se encargaría de demostrar la verdad. ¡ Paciencia y baraja ! Cuando leyó que Koch postuló que el primer paso para demostrar la naturaleza microbiana de una enfermedad era la susceptibilidad de ser inoculada, es decir reproducida, de un ser viviente a otro. Eso sólo bastaría para ganar el concurso: demostrar que era inoculable, que los adefesios que habían sido postulados hasta entonces como posibles causas de la enfermedad no eran ciertas. De reojo había visto la posibilidad de demostrar que la verruga era inoculable y que eso de creer que la “Fiebre de la Oroya” era una enfermedad distinta, producida por miasmas desprendidos de las canteras de los cerros del paraje del mismo nombre era una monserga. Los nativos de la región sabían muy bien que esa fiebre no era sino la primera fase de la enfermedad que los españoles

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bautizaron como “verrugas”. Había que apurarse para demostrar la inoculación. ¡Occasio celeris! 2.2. La deducción difícil Colegir después de observar los hechos que uno espera encontrar es una tarea que requiere un esfuerzo deductivo muy eficaz. Carrión decidió inocularse él mismo desde que no había la menor posibilidad de realizar un trabajo usando animales de experimentación. Un año antes, alguien que no vale la pena mencionarlo, punzó el abdomen del cadáver de un enfermo muerto por fiebre amarilla para extraer del estómago un asqueroso mal oliente líquido negruzco. Esta operación fue realizada en el cementerio cuando el cadáver en vías de putrefacción estaba siendo enterrado. Ese líquido fue inoculado a tres cobayos, las pobres criaturas murieron instantáneamente. La literatura no consignó jamás que esa fuera una prueba de la inoculabilidad de la fiebre amarilla. En efecto la bartonellosis tiene una fase de brote cutáneo tan característica, que con un mínimo margen de error, se le puede reconocer sin necesidad de un procedimiento analítico. Claro está que eso se requiere en la actualidad, pero, en esos días como un primer paso para demostrar la naturaleza microbiana de la enfermedad su autoinoculación era suficiente. 2.3. EXPERIMENTO DE CARRION a. LA INOCULACIÓN Durante sus estudios médicos, sintió honda inquietud por conocer dos enfermedades características de algunos valles centrales peruanos: una de ellas, conocida con el nombre de “Fiebre de la Oroya”, caracterizada por fiebre y anemia progresiva que, pese al tratamiento que se efectuaba en esa época, tenía una letalidad cercana al 100%. El otro proceso llamado “Verruga peruana”, tenía igual distribución geográfica,

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pero de evolución benigna; con la súbita aparición de nódulos cutáneos y escasos síntomas generales. Hasta entonces se consideraba que ambos cuadros tenían diferente etiología. Llevado por su espíritu de investigación, no vaciló en inocularse sangre macerada de una tumoración Verrucosa del enfermo Carmen Paredes, internado en la Sala de las Mercedes del Hospital Dos de Mayo de Lima, asíel 27 de agosto de 1885 solicitó al Doctor Evaristo M. Chávez que le hiciera la inoculación. 1eros Síntomas A los veintiún días sintió los primeros síntomas de la Fiebre de la Oroya, que continuó con su evolución característica, ante la angustia de sus profesores y amigos. Carrión escribió personalmente su historia clínica hasta el 26 de septiembre, en que agobiado por la fiebre y por la anemia, entró en delirio quedando, a su solicitud, sus compañeros de seguir el trascendente documento clínico que en forma heroica había iniciado aquél. b. La décima y última historia clínica El sacrificio de Carrión “A tiempo de someterse a la inoculación Carrión comentó: “Qué hace, no me asusta las deformaciones de la erupción de la verruga puede traerme y si tan fatal fuese que su desarrollo tuviese lugar en algún órgano noble, habría pagado con mi vida mis ardientes deseos, pues no sé que me da ver individuos como el médico Izquierdo quien apenas tuvo unos cuantos tumores para ver, se lance a dar opiniones y escribir sobre una enfermedad que nadie mejor que nosotros debía darla a conocer, pues fuera de los doctores Salazar y Vélez, no he oído hablar de ningún otro nacional; Uds. saben que he

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tenido demasiado tiempo para pensar en esta inoculación, que de antemano he previsto los accidentes graves que ella puede traerme; pero ¿no es cierto también que la ciencia, sobre todo la medicina debe en gran parte a su adelanto a experimentos arriesgados? Luego, ¿por qué desconfiar de sus resultados que de todos modos tendrán que ser buenos?”.

c. He aquí un recuento de la última historia clínica Día 17 de septiembre.- Carrión anotó, haber sentido leve dolor en la articulación tibio-tarsiana izquierda, que molestaba durante la marcha, además en la tarde se quejó de un ligero malestar. Día 18 de septiembre.- Se repitió la misma sensación y comenzó su angustia callada y una gran preocupación por lo que iba a suceder. Día 19 de septiembre.- Por la tarde aumentó el malestar general y decaimiento,a las 8 de la noche sintió calambres en los músculos abdominales y escribió:“a las 11 y 30 de la noche, sentí gran decaimiento y postración, media hora después fortísimos escalofríos cortos y repetidos que me hacen castañetearlos dientes”, seguidos de fiebre elevadísima y sudoración profusa. Día 20 de septiembre.-Presentó fiebre, sopor, anorexia, nauseas, mucha sed y diarreas. Día 21 de septiembre.- Carrión estaba postrado con una sensación general de calor quemante, que despertó la fiebre elevadísima, que impidió moverse de la cama; Carrión dijo: fue

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imposible

marcar

con

el

termómetro

porque

no

podíamoverme”. Día 22 y 23 de septiembre.- Los dolores se habían generalizado, cefalea, dolor constrictivo en el tórax y paredes abdominales, dolores óseos, articulares y musculares en los miembros, que le impedían conciliar el sueño. Presentó tinte ictérico y manchitas como picaduras de pulga en la nariz y la frente. Día 24 de septiembre.- En la mañana se ve algo mejor refirió dolor toráxico, orina roja abundante y una mancha en la sien derecha. Por la noche Carrión anota: “tengo cefalalgia occipital, dolor en los ojos con sensación de aumento de volumen del globo ocular, sudo todavía un poco como en las noches anteriores, hay insomnio y poliuria”. Día 25 de septiembre.- Continúan las molestias dolorosas, parestesias e insomnio, hay febrícula por la tarde el resto del día permaneció con temperatura normal. Día 26 de septiembre.- La debilidad le impide seguir anotando, y decide ser observado por sus compañeros, notan palidez considerable de piel y mucosas, debilidad general, inapetencia, insomnio, soplo suave y ligero en base del corazón. Solicitan al Dr. José María Romero evaluarlo, quién determina el tratamiento con preparados en base de hiposulfito de soda, quinina, almicia y valeriana. Día 27 de septiembre.- Continúan acentuándose los síntomas del día anterior, la piel toma nuevamente el tinte ictérico y aspecto terrosos, agitación e intranquilidad. Día 28 de septiembre.- El soplo cardíaco se intensifica, presenta debilidad extrema, mareos, diarreas, debilidad e

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insomnio. Los profesores y los médicos de la Facultad de Medicina, habían ignorado al estudiante Carrión. Día 29 de septiembre.- Carrión pudo levantarse de cama, así lo encontraron sus compañeros; el dolor y los calambres habían

disminuido

notablemente,

solo

se quejaba

del

insomnio, había dormido solo 4 horas. Día 30 de septiembre.- Vomitó repetidamente, presentando vértigos y mareos. Carrión atribuye a tratamiento con valeriana y almicia, también presenta dolor abdominal, diarrea, por la noche la agitación y la intranquilidad vuelven a manifestarse. Día 1º de octubre.- El enfermo se había agravado notablemente, al intentar salir de su lecho para ir al baño cayo pesadamente víctima de un vértigo; trató de engañarse diciendo que él podía levantarse solo y rehusó cualquier auxilio. Intentó incorporarse varias veces pero volvió a caer debido a su extrema debilidad, se agregó entonces un sobresalto de tendones en las manos y antebrazos. Carrión se siente mortificado, pide a sus amigos que lo dejen solo, que no dejen ingresara ninguna visita. Día 2 de octubre.- Las condiciones de Daniel Carrión habían empeorado rápidamente; la diarrea y los vómitos se acentuaron. En la mañana de este día se reunió la junta médica conformada por los doctores: Leonardo Villar, Mariano Macedo y Evaristo Chávez, quienes recetaron inhalaciones de oxigeno y algunos preparados de hierro por vía oral; además indicaron que se hicieran pulverizaciones de ácido férrico en la habitación. Día 3 de octubre.- Se agravaron todos los síntomas, no toleraba la medicación, continuaba la diarrea, presentó

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taquicardia y signos de colapso. En la mañana el Dr. Ricardo L. Flores, examinó la sangre del paciente, encontrando un millón ochenta y cinco mil hematíes por milímetro cúbico, sugirió la conveniencia de trasladar al paciente a un centro asistencial, lo cual no fue aceptado por Carrión. Día 4 de octubre.- Sus amigos le comunicaron la decisión de la junta médica para practicarle una transfusión de sangre en el Hospital Francés. A la una de la mañana volvió a presentar movimientos involuntarios de las manos, progresivamente entró en delirio divagando sobre el origen de la verruga y las diferente opiniones que había dado al respecto, se restregaba los ojos con las manos, el pulso era muy débil, la piel fría y continuaba la diarrea. Día 5 de octubre.- En la mañana se encontró con las funciones vitales alteradas y el sensorio comprometido. “la inteligencia se ha perdido casi completamente, de vez en cuando llama a alguno de los amigos que lo rodean, y una vez cerca de él, nos mira indiferente como si no nos conociese”. En la noche se acentúo el compromiso de sus funciones superiores, prácticamente en coma emitía quejidos o palabras ininteligibles. A la nueve y veinte de la noche tuvo cierto estado transitorio de lucidez y dirigiéndose a su compañero Mestanza pronunció sus ultimas palabras: “Enrique, C’est finit” y luego enmudeció. A las once y treinta de la noche lanzó su ultimo suspiro: “ que fue para los que lo rodeabanla señal de que este mártir al abandonarnos, iba a ocupar en lo infinito el sitio que el Todo poderoso tiene reservado para los que como él, ejercen la

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mayor de las virtudes. Habían pasado 36 horas de su hospitalización y todo estaba consumado. 2.4. El día de su muerte La muerte de Daniel Carrión sobrepasó los límites nacionales y aún continentales, aparte de las diversas publicaciones periodísticas que dieron cuenta del sacrificio del estudiante peruano, publicaciones médicas de gran prestigio académico en el mundo, le brindaron su postrer reconocimiento: “Le Progrés Médical”, “L’Unión Medicale”, “Revue Scientifique”, y “Gazzete Hebdomadaire de Medicine et de Chirugie” de Francia; “El Siglo Médico” de Madrid; “Crónica Médico Quirúrgico” de la Habana; “Anales del Círculo Médico Argentino”; “Boletín de Medicina de Santiago” de Chile. A partir del momento de su muerte Daniel Alcides Carrión fue reconocido como mártir de las Ciencias Médicas Peruanas y la prensa nacional hizo eco a la trascendencia de su sacrificio, fomentando el conocimiento de una de las enfermedades de más alta mortalidad en el país. Su entierro fue un acontecimiento de dolor popular sobre todo del estudiantado médico peruano. En el cementerio levantaban sus voces conmovidos dos profesores de la facultad de medicina de la U.N .M.S.M; los doctores Macedo y Almenara; asimismo, se dejaron escuchar las palabras entrecortadas del estudiante Manuel I. Galdo. 3. OPINIONES SOBRE LA MUERTE DE CARRION El doctor Luis A. León connotado tropicalista e historiador médico ecuatoriano, conocedor profundo de la enfermedad de Carrión, ha señalado los siguientes factores que su juicio determinaron la muerte del estudiante peruano: •

A que el organismo de él debía haber estado débil por los trabajos forzados a que había sido objeto meses antes, con

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motivo de la invasión de las tropas chilenas a la ciudad de Lima y las correspondientes privaciones alimenticias. •

A que las cuatro inoculaciones practicadas en sus brazos con sangre extraída de la verruga del paciente Carmen Paredes equivalían a centenares de picaduras, con condiciones normales, por mosquitos flebotomos infectados, lo cual acortó el período de invasión y agravó la virulencia del proceso infeccioso.



A que las defensas inmunológicas de Carrión eran escasas o nulas, factor muy importante que se observa en las zonas endémicas de la enfermedad.



A que esta enfermedad en los brotes epidémicos ha sido causante de una alta mortalidad, como se registró en la Bahía de Coaque, Manabí, en el Valle de la Oroya y en el Valle del Guáitara en Colombia.



A la falta de atención oportuna y a la carencia de entonces de una medicación específica. La administración prolongada e ineficaz de sulfato de quinina, así como también las inyecciones de ácido férrico, debían haber agravado la enfermedad del paciente".16



Un año después de la desaparición física de Carrión sus compañeros, los que continuaron las anotaciones, publicaban en Lima (1886), en un pequeño volumen sus Apuntes sobre la verruga peruana y la historia clínica de su enfermedad llevada por él. Este libro, que constituye hoy un documento clásico de la historia de la medicina mundial, desconocido para la inmensa mayoría de los médicos de América, debería ser, en ediciones actuales, lectura obligatoria de todos los estudiantes de medicina latinoamericanos.

4. ENSEÑANZA DE CARRION

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Carrión nos enseñó con su espíritu investigador, que tanto o más importancia que el Anfiteatro Anatómico lo tiene, el estar desde el primer día en la “cabecera del enfermo”, el mayor tiempo que sea posible, con la finalidad suprema de ayudarle y saber si seremos buenos médicos, única condición por la que vale la pena continuar la senda de una vida útil. Fallece Daniel Alcides Carrión, no sin antes haber recomendado a sus jóvenes condiscípulos y amigos “continuar la senda por él iniciada”, recomendación eterna para todos los que con dedicación absoluta y sin límites se entregan a este hermoso y noble oficio. “LA

VERDADERA

PIEDAD,

GLORIA

Y

HONOR

DEL

MÉDICO,

CONSISTEN EN MIRAR POR LA SALUD DEL PUEBLO, POSPONIENDO A ELLAS LAS INCLINACIONES Y LAS UTILIDADES PROPIAS”. 5. FIGURA DE CARRION La figura misma de este estudiante de medicina ha sido distorsionada. Su biografía y la historia de sus actos han sido tergiversadas para adaptarlas a las creencias filosóficas y culturales de sus panegiristas. Se le ha presentado como el exponente máximo de la cultura científica nacional, lo que no es exacto desde que su formación científica fue defectuosa, como no podía ser de otra manera, en las circunstancias trágicas de la historia nacional en las que él estudió. Otros postularon que él fue un adalid del “positivismo”, supuestamente izquierdista, cuando en realidad Daniel fue víctima de los positivistas, en vida fue segregado, después de muerto con las facciones y su historia cambiadas se le rindieron y hasta ahora se le rinden toda suerte de honores. Hay que recordar que, en 1849, Carlos Marx y Federico Engels aplaudieron sin reservas la invasión yanqui a México basados en la inferioridad racial de los mejicanos; para un pueblo así, ser invadidos por los yanquis, es un paso adelante , dijeron. Extraña paradoja porque los racistas, ultra conservadores del mundo entero, como los del KU KUX KLAN, pensaban lo mismo y jamás Darwin lo hubiera imaginado.

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Un signo emblemático de esa manera de pensar y que, en gran medida persiste hasta el presente tiempo, es lo que ocurrió cuando, a fines de octubre de 1885, la revista La Crónica Médica , el órgano de la “Unión Fernandina”, que agrupaba mayoritariamente a los que pensaban dentro de las doctrinas del positivismo científico. En efecto en ese número, dentro de la exaltación póstuma de la figura de este cholo provinciano que había sacudido a la opinión pública nacional, inclusive a la mundial, había que presentarlo físicamente con un retrato. La magnífica y auténtica fotografía, del consagrado retratista francés Courret les sirvió a los editores de esa revista para mandar elaborar un grabado. Pero, según la manera de pensar de la “gente decente”, aún ahora, nadie con esa pinta podía haber hecho algo que valiera la pena, menos un descubrimiento científico o un acto heroico. Es así que sus facciones fueron cambiadas hasta transformarlas en un verdadero “alguien”. Daniel Alcides Carrión merece un recuerdo más auténtico, no solo en su figura física, sino en el significado real de su vida y su acción. El fue un auténtico peruano, imaginativo y audaz, atrevido hasta la imprudencia, enseñó que cuando hay realizar un experimento usando humanos como conejillos de indias el primero en ser experimentado debe ser el propio investigador. Sin mucha ciencia, con sinceridad transparente, señaló una ruta que hay que seguir.

6. RECONOCIMIENTO DE SU APORTE A LA MEDICINA Desde el momento de su muerte Daniel Alcides Carrión fue reconocido como mártir consciente de las ciencias médicas y la prensa de Lima se hizo eco de la trascendencia de su sacrificio en aras del conocimiento de una de las enfermedadees endémicas de más alta mortalidad en su país. Su sepelio fue una sentida manifestación de dolor popular, pero sobre todo del estudiantado y de los médicos peruanos. En el cementerio levantaron sus voces conmovidas dos profesores notables de la Facultad de Medicina, los

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doctores Macedo y Almenara y dejó escuchar sus palabras entrecortadas por el llanto el estudiante Manuel I. Galdo. El nombre de Carrión ha pasado a ser no sólo un símbolo de la nación peruana, sino también de la medicina latinoamericana y de la infectología mundial, citado en todos los grandes libros de texto de microbiología, medicina tropical, medicina interna e historia de la medicina. En La Habana, en el Museo de Historia de las Ciencias Carlos J. Finlay, un hermoso busto recuerda a todos este singular mártir, que ofrendó su vida para demostrar la unidad nosológica de la fiebre de la Oroya y la verruga peruana y darnos una descripción clínica acabada de la enfermedad que lleva su nombre. 7. IMPORTANCIA DE LA OBRA DE CARRIÓN La importancia de la obra de Carrión radica en qué siendo un civil demostró que para servir al Perú no es necesario ser militar. Al cerrar sus ojos a la vida, Carrión nace a la gloria y su sacrificio vive en el corazón de todos los peruanos. La medicina se mostraba impotente ante la enfermedad y es así que la fuerza de voluntad del peruano se sobrepone a uno de los mas grandes y antiguos enemigos de la humanidad, las enfermedades.

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IV. CONCLUSIONES •

La Personalidad de Carrión demuestra rasgos normales, sin visos de neuroticismo o de psicopatía. Complejo de Edipo resuelto con clara identificación con la figura paterna



Entre sus rasgos de carácter destacan, la asertividad, perseverancia, disciplina, estabilidad, honestidad consigo mismo y con los demás, buenas

relaciones

interpersonales, capacidad

de liderazgo

y

convicción plena en sus conocimientos. •

Su vida estuvo dedicada enteramente a la ciencia. No existen datos de vida amorosa.



Su autoexperimento está éticamente vinculado a una elevada escala de valores en la cual destaca alto nivel de benifencismo y apego extremo a la verdad.



Aunque sobre la estructura familiar original se cuenta con escasos datos, se puede deducir que Carrión tuvo una imagen favorable e idealizada del padre. Este modelo de interacción con la autoridad se transfiere a su relación con el padrastro a quien trata como si fuera su padre natural. El amor por su madre es destacado.



Deben considerarse como elementos valiosos de apoyo a la formación de su carácter, el haber estudiado en uno de los mejores colegios nacionales de la época que contaba con objetivos educativos claros, un plantel de maestros de primera calidad, y un ambiente de disciplina bien estructurado. Deben también considerarse en su decisión de autoexperimentar y en la formación de su carácter, por un lado, el conocimiento que tenía de la investigación médica mundial y, por otro, el

ambiente de guerra que vivía el país, que, como es

sabido, modifican el sentido y valoración de los conceptos de vida y muerte en los seres humanos que la sufren.

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El estudio grafológico confirma el estudio historiográfico y sustenta los rasgos de personalidad descritos.



El experimento de Carrión cumple no sólo con todos los principios éticos que pueden exigirse a la experimentación científica sino con uno fundamental: utilizarse a si mismo como sujeto de una prueba difícil y peligrosa antes de poner en riesgo a otros seres humanos.

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V. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1.

Manrique N. La Piel y la Pluma. Escritos sobre literatura, etnicidad y racismo. 1999.

2.

Valdivieso A. Carta a Daniel Alcides Carrión, Cerro de Pasco 1954

3.

García CU. Ideas e imágenes en la Enfermedad de Carrión. Análisis historiográfico de la iconografía de la Bartonellosis Humana, Parte I. 1998

4.

Valdizán H. Apuntes para la historia de la Verruga Peruana. Apuntes para una bibliografía peruana de la Enfermedad de Carrión. 1925

5.

Daniel A. Carrión. Carta a su Padre, Lima 26 de setiembre de 1885.

6.

Murillo J, Salaverry O., Mendoza W. Informes 1871 al 1879 (Libro manuscrito) Beneficencia Pública de Lima Hospital “Dos de Mayo

7.

Matallana G. “ Daniel Alcides Carrión, Mártir de la Medicina Peruana, Héroe Nacional ” . 2001. (Actualizada el 02 de Noviembre del 2005, acceso 15 de octubre del 2006). Disponible en: http://www.minsa.gob.pe/PortalMINSA/efemerides/detalle.asp?ecodigo=65

8.

Delgado G., Delgado A. Daniel Alcides Carrión y su aporte al conocimiento clínico de la fiebre de la Oroya y verruga peruana. . (Actualizada el 30 de octubre del 2005, acceso 15 de octubre del 2006). Disponible en:

9.

http://bvs.sld.cu/revistas/his/vol_1_95/his10195.htm

10.

Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Daniel A. Carrión. Mártir de la Medicina Peruana – Héroe Nacional. (Actualizada el 20 de setiembre del 2005,

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de

octubre

del

2006).

Disponible

en:

http://sisbib.unmsm.edu.pe/BibVirtual/libros/medicina/Daniel-AlcidesCarrion/Martir%20de%20la%20Medicina%20Peruana_Primeros%20a %C3%B1os2.htm

11.

Dr. García U. UPCH. Hipócrates en la vida de Daniel a. Carrión, triunfal y trágica leyenda en la vida de un peruano real. (Actualizada el 20 de

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setiembre del 2004, acceso 17 de octubre del 2006). Disponible en:

http://www.upch.edu.pe/famed/boletinelectronico/23/presentacion.asp

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El grabado de La Crónica Médica fue realizado colocando el retrato fotográfico de cara a la plancha de zinc, por eso que hay una transposición óptica, como si fuese un espejo; por ejemplo la raya del pelo está en lado distinto. Este mismo retrato retocado fue usado por Ernesto Odriozola, compañero de clase Daniel en su celebrado libro, en francés, titulado La Maladie de Carrión.

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Obsérvese las diversas lecturas que ha tenido la imagen de Carrión, expresada fielmente por la litografía de Courret. 2) En el centro, una representación iconográfica publicada en la década del ‘50, de corte indigenista, representa en el fondo, la plasticidad de la imagen de Carrión en función de diversos discursos y representaciones culturales. 3) Nótese la profunda transformación del grabado publicado por Odriozola, donde se transforma la imagen de Carrión en términos étnicos europeos, más fácilmente asimilables para las élites blancas criollas, siendo ésta la imagen que asume el colectivo local e internacional.

Dos aspectos de la ciudad de Lima en los tiempos de Carrión. Los techos de las casas eran planos, sostenidos por vigas de madera y rellenos con tortas de barro. Nunca llovía como en la sierra y jamás la temperatura bajaba por debajo de 11 grados C sobre 0. La humedad, en invierno o verano es cercana al 80%. En comparación en Cerro de Pasco llueve y nieva todo el año, la humedad es de 40% y el agua hierve a 70 grados C. En el grabado inferior se observa la calle paralela al jirón Callao donde Daniel Carrión vivió y de donde, gravemente enfermo, fue conducido en una camilla, por dos fornidos cargadores, hacia la Maison de Santé, el 4 de octubre de 1885, falleciendo allí al día siguiente.

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La lanceta para la vacunación antivariólica fue hasta las primeras décadas del siglo XX la misma que se usó para la sangría. Carrión, con toda probabilidad, usó una similar a la aquí mostrada. Humedeció la extremidad puntiaguda con la sangre que brotó de una verruga de color rojo situada en el arco superciliar derecho, del niño indígena de 14 años, Carmen Paredes, hospitalizado en la sala de párvulos del Hospital “2 de Mayo” (Fue la primera sala en abrirse después que los chilenos se fueron, dejando depredado ese nosocomio); luego le pidió a su amigo médico Evaristo Chávez que le inoculase en cada brazo cerca del sitio en que se hace la vacunación (sic). Grabado de un texto de Johann Schultes (1595-1645), citado por: Lois N. Magner, A History of Medicine. Marcel Dekker, New Cork, 1992.

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Un compañero de promoción de Carrión, el doctor Ernesto Odriozola, publicó en 1898, La Maladie de Carrión ou la Verruga Péruvienne (Georges Carré et C. Naud, París). Fue una suerte de presentación en la sociedad científica mundial de la interesante enfermedad. Para entonces aún no se conocía su etiología microbiana. Sin embargo, utilizando la técnica enciclopedista de presentación de un problema médico, Odriozola, discutió los aspectos históricos, epidemiológicos, geográficos, clínicos y anatomopatológicos. La presente ilustración muestra a un enfermo muy similar al que Carrión usó para inocularse. (Planche VII, Odriozola).