Mi Hija - Anonimo

Mi hija, mi puta (Día 1) Había llegado el momento, ya no había nada que me importara,, nada que me detuviera. -Ven Carol

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Mi hija, mi puta (Día 1) Había llegado el momento, ya no había nada que me importara,, nada que me detuviera. -Ven Carolina siéntateCarolina, mi hija, con su blusa de tirantes naranja y sus pescadores color crema entra mirando al piso y se sienta sobre la cama mientras cierro la puerta tras ella. El cuarto queda iluminado por la escasa luz que se cuela por las persianas cerradas. Parado frente a ella le digo: -Ya sabes que mamá se fue... y ahora que sólo estamos tú y yo, debes ser una niña grande; debes ser la mujer de la casa- Ella levanta la cara con tristeza y confusión en el rostro, aun así logra mover la cabeza para decir si. -Te necesito aquí para hacer todo lo que mamá hacía, sé que no es algo que quisiéramos pero así son las cosas y ahora tú y yo tenemos que adaptarnos por eso dejamos nuestra casa, por eso nos mudamos aquí, para esta juntos y seguir adelanteSu hermosa y blanca cara se ilumina un poco, a pesar de sólo tener 11 años se puede ver que comprende, quiere estar aquí conmigo y ayudarme... pobre. -Ahora-digo mientras me siento junto a ella y paso un brazo sobre sus hombros. Las mujeres tienen muchas responsabilidades, deben cuidar a los hombres y ayudarlos pero lo más importante es el trabajo de complacerlos. A cierta edad las mujeres deben hacer trabajos especiales para sus hombres pero como ahora tú eres la mujer de la casa tienes que hacerlo, tienes que crecer- Le tomo la cara y la dirijo hacia mi. -¿Me entiende?Ella asiente, aun con muchas preguntas en el rostro y yo enciendo la pantalla con la mano que tengo libre. Esta conectada a mi laptop, bajo la mano y pongo a reproducir un video a pantalla completa. Una niña desnuda de 12 año entra por y se sienta en la cama, un hombre gordo y peludo le toma la nuca y le mete la verga en la boca, usa sus dos manos para atraerla hacia el con fuerza. La niña se estrella contra su barriga pero no dice nada, sólo tose un poco porque la verga le provoca arcadas. No quiero voltear a ver a mi hija y miro con seriedad el video pero con el rabillo del ojo espío, sé que está impresionada, tan impresionada que no dice nada y se queda en shock viendo el video. El hombre toma a la pequeña niña y la pone de rodillas de frente a la cámara. Se pone detrás de ella acomoda su pene y comienza a penetrarla, no despacio y con cuidado; lo hace fuerte y sin piedad, tanto que se puede escuchar el aire que la niña exhala cada vez que la envisten. Y aun cuando se ve que es demasiado para ella, sigue sin decir nada. Sólo mete la cara entre las cobijas y se deja ser cogida. La escena sigue así por más tiempo, el gordo saca su verga de ano de su hija y lo mete a su boca (sólo como medio de humillación, para que pruebe su propia mierda), la cambia de posición, la penetra la hace mamar y finalmente termina en un primer plano de él masturbándose en la cara de la niña mientras dice: ¿Quién es mi puta? ¿Quién es mi sucia puta?... yo papi. La pantalla de plasma se pone en negro y puedo vernos reflejados en ella uno a

lado del otro. Puedo ver la silueta de sus casi inexistente pechos y esa carita hermosa, angelical, perfecta. Volteo y la miro, en cuanto siente mi mirada baja la cara, pero puedo notar que ahora ademas de dudas, tiene miedo, sabe que algo malo está por pasar, no sabe bien qué, pero es lista, lo sabe. Pienso en decir algo, pero recapacito. Tengo la verga más dura de lo que jamás la he tenido, me sudan las mano, no quisiera esperar pero, sé que todo esto valdrá la pena... ya lo esta haciendo. Me volteo de nuevo hacia la computadora y resoplo con impaciencia. El siguiente video inicia. Es mi antigua habitación. Ella se da cuenta y es por eso que levanta la vista llena de curiosidad y sus ojos se agrandan al ver entrar a su madre en cuatro patas. La bocinas suena: -¿Qué eres?-Un puta señor-¿De quién eres?-Suya señorSe escucha un tronido de dedos y mi antigua esposa y madre de Carolina comienza a mamar mi pene con entusiasmo. Es una mujer muy bella para los 35 años que debió tener en ese video, delgada, con buen busto un poco flácida ya pero bella, con una cara preciosa y una cabellera lacia y rubia que su hija heredo. El video no es tan impresionante con el de la niña pero tiene un cometido. El cual creo cumplido a los 5 minutos de verlo. Detengo el reproductor me paro, me pongo frente a mi hija y le digo: -¿Ahora entiendes?La pobre, sólo puede hacerse menos en su lugar y seguir mirando al piso. Tomo su cara, la levanto y repito: -¿Entiendes?- Sus ojos están llorosos y sus cara llena de terror. -Hija, esto va a ser difícil- le digo mientras tomo su mano y la dirijo hacia mi bragueta -Pero créeme, así ¡deben! ser las cosas, y esto me va a doler más a mi, que a tiEso último me hace reír por dentro. Tomo su manita y con ella abro mi pantalón, saco mi verga erecta y la pongo frente a ella; una verga promedio, cualquiera pero que, para sus inocentes y aterrados ojos debe parecer enorme pues abre sus ligeramente rasgados ojos miel sin poder creer lo que pasa. Con su mano en mi mano comienzo a masturbarme y siento como nuestros dedos se humedecen de lubricación, acerco mi verga a su boca y su primera reacción es torcer la boca y voltear la cabeza. La doy una fuerte cachetada y vuelvo dirigir mi verga hacia ella como si nada hubiera pasado. Carolina se queda impactada y no sabe que hacer, pero la cachetada surte efecto esta vez deja la cara fija y puedo meter mi verga en su dulce dulce boca. Al fin, el sueño que había tenido durante 11 año estaba comenzando... Tomo su nuca como en el video y comienzo a jalarla hacia mi, no tan fuerte pero si

constante y firme. Siento su lenguita restregarse y girar dentro de su hermosa boca, la saliva le escurre por la comisura de los labios, me voltea a ver sin saber que hacer y sólo encuentra en mi rostro seriedad, aun cuando por dentro estoy más excitado de lo que he estado jamás. Sigo empujando mi verga contra su garganta cada vez más fuerte, siento que le empiezan a dar arcadas y sus brazitos quieren alejar mi torso pero su fuerza es insuficiente. Ahora si estoy metiéndosela con mucha fuerza y ella tose y se atraganta y se trata de alejar y cuando veo que no puede más la arrojo sobre la cama. Ella se queda de rodilla sobre la cama tosiendo saliva (y tal vez un poco de vómito) muy fuerte. Me siento y jalo a Carolina, ella sigue tosiendo con violencia pero en cuanto siente que le bajo los pantalones se pone alerta, se retuerce y me dice: -No papi, no ya no por favorLe quito los pantalones y aunque sigo serio e inexpresivo me muero de excitación al ver sus nalguitas pequeñas, redonda, carnosas y pálidas. Esas nalgas que deje de ver hace dos años, cuando ella comenzó a bañarse sólo; esas nalga que me ayudaron a masturbarme tantas veces en sueños y que reemplazaron a las de su madre en mi mente. Ella seguía retorciéndose y tratando de escapar diciéndome que la dejara ir a lo que yo sólo respondí sentándola con fuerza frente a mi y dándole una cachetada aun más fuerte. De nuevo se quedó en silencio y en shock, pero las lagrimas empezaron a escurrir por sus mejillas. La gire, puse su cara contra la cama, alcé su cintura y cumplí una de las fantasías más viejas y más añoradas que tenía. Metí mi cara entre sus nalgas y comencé a comerme su ano... Lamía y lamía, mi lengua se movía con frenesí por todo su ano, por sus nalgas pequeñas y a veces por su puchita. Ella pataleaba, pero no podía hacer nada de vez en cuando una de sus rodillas golpeaba mis hombros o mis oídos, pero cada vez yo la bajaba le daba una fuerte nalgada y seguía. Ella sólo daba quejidos y decía no, pero como no la estaba lastimando al lamerla y como sus mal comportamiento era respondido con una nalgada comenzó a ceder. No a disfrutarlo por supuesto pero al menos empezó a dejarlo pasar. Yo seguir con mi cara metida entre su cola, entre su dulce cola de bebe, de niña de 11, que apena tenía olor y que rebosaba, juventud y suavidad. Yo estaba como loco, lamiendo su ingle quería decirle: -Orínate, vamos déjame probar tu dulce jugo-... pero no, cada cosa a su tiempo. Después de media hora tal vez, después de que sentí que ella ya casi no luchaba la bajé. Le di la vuelta y le levanté la cara. Estaba llorando. -Hija, esto va a pasar, va a dejar de asustarte, sólo te tienes que acostumbrarElla no decía nada. Me levanté y salí del cuarto para ir por algo importante. Seguro pensaba, ya terminó, eso es todo, sobreviví. Seguro se sentí sucia, confundida y una parte de ella me odiaba... pero eso me excitaba mil veces más. Regresé y ella seguía perpleja mirando hacia la puerta. -Hoy no has sido una niña muy buena y mucho menos una buena mujer, pero esta bien, te perdono porque es la primera vez... aun así, tienes que aprender... En un santiamén le esposo las manos por detrás, la arrojo sobre unas almohadas con el culo al descubierto y pongo en la pantalla el resto de los videos que tenía

preparados para hoy... 1 hora de pornografía infantil. Subo el volumen mucho, sin importarme porque esta casa esta lejos de todas las demás esta perfectamente escogida. Los video comienza, niñas de todas edades desfilan por la pantalla y comienzan a mamar vergas, a ser violadas por 1, 2, 5, 10 hombres, a ser penetradas sin piedad por la pucha, por la cola, llorando, gimiendo, gritando. Ahora hay un perro montando a una niña de 13 años, una nene 9 mamando el pito rojo y resbaladizo de un pastor alemán. Carolina no lo puede creer no sabe qué esta pasando, su carita se llena de confusión y miedo mientras la obligo a ver algunas de las cosas más viles que se les pueden hacer a una niña. Ya no puede dejar de ver, esta paralizada. Voy al cajón de mi buró y veo los dildos, esta vez si me doy un pequeño chance; no tomo el pequeño como lo había planeado, tomo uno dos veces más ancho y mucho más largo; un dildo color carne, con glande y venas, algo monstruoso para el pequeño cuerpo de mi nena. Me pongo frente a ella y la saco del trance. -Esto era de tu mamá- Le digo agitando el dildo frente a su cara. -Ella aprendió con esto y ahora tú tienes que aprender- Camino y me siento sobre la cama. detrás de ella. -No me mires a mi, mira la pantalla- Le doy una nalgada y vuelvo a subir el volumen-. Los videos cada vez son peores, más fuertes. Una niña es orinada por 5 hombres, un negro mete un tubo por la vagina de una pequeña de 13 años, una niña de 6 llora mientras una verga gigantesca le penetra el culo, dos mujeres meten bolas anales por la cola de una niña de 7 años... Caro mira la pantalla... comienza a obedecer. Aun faltan uno 15 minutos de videos, su culos sigue escurriendo mi saliva... eso hará que el duela un poco menos... no importa, es su primera vez. Tomo el enorme dildo con una mano mientras abro sus nalgas con la otra, esta a punto de voltear cuando lo meto en su ano con toda mi fuerza. Ella se paraliza, su cuerpo se tensa, quiere gritar pero no puede, el dolor es demasiado. Esto si no lo aguanto, tengo que masturbarme. Comienzo a mover el dildo al mismo ritmo que mi verga. Ella vulve en si y grita. -AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH, AAAAAAAAAAH, AAAAAAAAAAAHNi siquiera puede decir palabras. Mi verga está inchada como nunca, estoy violando a mi hija, al fin estoy violando a mi hijaaaaaa. Sigo metiendo y sacando el enorme dildo del apretado ano de mi Carolina. La saliva ayuda a que resbale pero aun así me cuesta trabajo ¡¡ella es tan estrecha!! -AAAAAAAAAAAH- PAAAAAAAPI- PAAAAAAAAPI ME DUELEEEEEEEEEElla grita y trata de huir mientras la sigo violando con el dildo, en la pantalla una niña se besa con otra y se pasan el semen de 2 verga de boca a boca, y yo, me masturbo tan rápido como me es posible... esto es demasiado, ya no puedo más... -Qué eres-PAPIIIII POR FAVOOOOOOR- AAAAAAH ME DULE ME DULEEEEE-¿¿¿¡¡¡QUÉ ERES???!!!-

-AAAAAAH, MAMI QUIERO A MI MAMIIIIIApago la tele, mete el dildlo hasta el fondo de su culo y tomo con fuerza la cara de mi hija. -Dije, qué eres- le repito mirándola a los ojos. -... u... una puta...- Me dice con los ojos llenos de lagrimas Prendo la pantalla. -¿Qué dijiste?- Regreso a mover el dildo pero ahora más hondo con más fuerza, con más odio. -¿QUÉ DIJISTEEEEEE?- El dildo no puede estar más adentro, su ano sangra y la pantalla resuena con los insultos de 3 hombres que violan a una niña de 12 años. -SOY UNA PUUUUUUUTA, SOY UNA PUUUUUUUUTA, SOY UNA PUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAMe corro con violencia sobre la cama, su espalda, la pantalla. Ella se desmaya. Mi verga palpita, arde, no puedo creer lo que hice. Mi hija de 11 año esta debajo de mi con el culo abierto, llena de mi semen y mi saliva. Es más de lo que pude soñar jamás. Pero ya no me importa nada, no me queda nada, nada más que mi sueño de convertir a mi hija en mi obediente puta.

Mi hija, mi puta (Dia 2) Ya la había tomado, pero el momento de volverla mía. El día anterior me había excedido un poco (pero con una belleza como ella ¿Quién puede culparme?). Entré al cuarto con una bandeja en las manos, ella de inmediato se refugió en la esquina de la cama. Llevé la bandeja hasta el buró. Mire hacia donde ella estaba, se había orinado en la cama, era normal llevaba encerrada más de 24 horas desde que se desmayo por el dolor de la violación. Retiré la sábanas sin decir nada y las arrojé al piso junto a la puerta. Ella seguía muy confundida, se podía ver en su carita asustada de 11 años. Sonriendo me bajé los pantalones e hice eso que tantas veces había hecho en secreto: Me masturbe hasta eyacular sobre su desayuno. Me senté en la cama con el plato en las piernas la tome del cuello y comencé a darle el desayuno lleno de semen a la fuerza. Ella se resistía un poco, pero igual se lo tragaba (tenía más hambre que miedo). Al terminar el desayuno, puse pornografía (de humillación y dominación, pero no infantil) en el televisor y salí del cuarto. Pasadas 5 horas regresé. Quité la pornografía, me acerqué a ella, le quite a la fuerza toda la ropa (excepto sus calzoncillos) y me fui de nuevo. No regrese hasta el día siguiente. Quería quebrantarla, confundirla, quería que deseara la muerte. Al volver regresé con un kit de enfermería y una bandeja con su comida favorita (nuggets de pollo) . La tomé a la fuerza (estaba débil por el hambre así que fue aún más fácil), la acosté sobre mis piernas y comencé a curar las heridas de su ano y su vagina. Esto la desconcertó, y aunque el yodo le dolía, podía ver como sentía alivio en la heridas. El terminar la colación por fin le hablé:

-¿Quieres comer?Su carita llena de miedo y con surcos de lagrimas apenas se movió tratando de decir si. -Dije, ¿Quieres comer? Bajando la mirada dijo -siEncendí la pantalla, puse la laptop a un lado, y la bandeja al otro, senté a mi hijita Carolina completamente desnuda entre mis piernas y reanude la emisión de pornografía infantil. -Dime Carito, ¿qué ves?-¿Co… cómo?-Si, qué es lo que ves en la pantalla… -Quieres comer ¿o no? Pues te lo tienes que ganar siendo obediente. Dime, que ves en la pantalla. -… ve… veo a una niña. Si, como es ella. -E… es delgada… y… y pecosa, blanca… -Se parece a ti ¿verdad?… dime ahora ¿qué hace la niña? -Baila-Y qué más-Se quita la ropa-¿Y? -Se toca…-¿Por qué crees que lo haga? … -Pues lo hace porque es una puta, es la puta de sus papá, por eso es que lo obedece. Cambié el video. -Ahora qué esta pasando-…pa… pá… -Te pregunte algo putita- le dije mientras apretaba su brazo.

-E… están orinando a una niña, me respondió mi hijita con la mirada baja-Y ¿Comó le están diciendo todos esos hombres?-Le están diciendo puta…-¿Ya entiendes? Las putas tiene que hacer todo lo que les dicen y más si con putas de su papis. ¿Lo entiendes? Tú eres una puta, una ramera, eres menos que basura, ahora eres mi propiedad… pero si obedeces te puede ir muy bien, te puedo complacer. Claro que si eres desobediente bueno, ya sabes lo que pasó. Tomé su carita delgada y hermosa, subí mi mano por su sube torso y presioné su pecho, ese pecho diminuto pegado a las costillas, en donde lo único que sobresalía era un pezoncito inflado, que decía que sus pechos estaban por empezar a crecer Qué quites ser, una puta feliz o una puta infeliz-u…mmm… una puta feliz…-Entonces dime, quien eresSu hermoso rostro se desconcierta por un momento, pero de inmediato lo entiende. -Soy tu puta papáNi en mis sueños más loco de masturbación hubiera podido imaginar que mi propia hijita de 11 años me dijera eso. Qué dijera que era una puta, MIIIII PUTA. -Pues vamos a empezarSaqué 5 pequeños vibradores de mi cajón (esos que sólo son una esférica con un cable) y de nuevo puse pornografía de humillación. -Ahora Carito, pon mucha atención a los vídeos, porque todo lo que diga la mujeres que son, eso eres tú, y mientras juego contigo lo debes decir. La senté de frente al televisor, me hinqué y le abrí su piernitas, sus muslos delgados y blancos que terminaban en una vagina diminuta, virgen y limpia, sin un sólo rastro de vellos. Me acerque a olerla y el hedor a jugo vaginal orina casi me vuelven loco, ya tenía la verga tan dura como la podía tener. Me alejé para ver su rostros de nuevo y sus ojos fijos en la pantalla y su boca pequeñita sin expresión me dejaron ver que su alma ya comenzaba a romperse. Perfecto. Decidí regresar a lo mío, así que clave mi cara entre esa pucha deliciosa de niña de 11 años y comencé a comérmela como un animal , a mamarla y succionarla y morder esos subes labios carnosos. Ella movía un poco su pelvis. Aún cuando una niña odie lo que le están haciendo, no puede evitar sentir placer cuando le lamen la vagina… eso hace que se odien a si mismas por disfrutar algo tan asqueroso… por eso me encanta. Seguí mamando la vagina diminuta de mi hija mientras ella veía como humillaba a una mujer tras otra en la pantalla. Tomé el primer vibrador y lo metí en mi hija. Le dolí por que su himen seguía ahí, pero el vibrador era muy pequeño y logró entrar sin mayor esfuerzo. Lo encendí. Pude ver como Carito se desconcertaba, no sabía que estaba pasando, sabía que odiaba todo lo que le hacía pero algo se sentía bien, algo dentro de ella le estaba

dando placer, y su asqueroso padre también al lamer su pucho. No me aguanté y de inmediato metí el segundo vibrador. Los dos vibradores chocando entre si dentro de su estrechísimo coño debía darle mucho mucho placer pues mientras seguía mamando puse saborear sus jugos saliendo. No me mal entiendan, ella no lo estaba disfrutando como en todos esos estúpidos relatos que claman que a las niñas pequeñas les gusta el sexo. No, ella odiaba todo lo que le pasaba, pero no tenía otra opinión, yo la estaba OBLIGANDO a que su cuerpo sintiera placer… y a que se odiar por eso. Su respiración se agitaba y su cara tenia una mueca de dolor… le dolía sentir rico. Metí el tercer vibrador. Tuve que empujarlos más al fondo porque apenas cabían. -Dime Caro, ¿qué eres? -hmm… am… u… una puta-No, no, eso ya lo sé. ¿Qué más eres?-Aaahjmm… una zorra-Qué más? -P… perraEscucharla decir eso con su tierna voz de niña me excitaba como loco. Clavé mi cara en su ingle y mame aun más rápido y fuerte. -Qué más, qué más-…Una mmm... prostituta estúpida-Mmmm siii, eres una puta muy estúpida. Dilo, repítelo una y otra vez -Soy una puta m… mu estúpida, so… soy una uta muy estúpida… soy u… una mmmmmhj una puta mu muy estúpida…No podía más, tenía firmemente aferrados los muslos de mi putita a cada lado de mi cabeza y le mamaba su pucha como a una sucia zorra, mientras ella repetía una y otra vez que era una puta estúpida… El cuarto vibrador entro a la fuerza. Rompí si himen. Ahora además del placer, sentía dolor… eso es lo que quería, que ella no sepa que sentir, ni si está bien o está mal, quería que su cabeza fuera un lio. Confundida entre el dolo y el placer, confundida entre odiarse y odiarme. Sólo quería degradarla, humillarla, volverla nada más que un objeto. Una sucia puta de mierda, MI sucia puta de mierda… mi hija. Me alejé para ver la hermosa imagen. De la vagina angelical de mi hija colgaban cuatro cables de colores. Y ella movía su pelvis, sin saber que era lo que sentía, abrumada. Mientras se concentraba en la imagen de 3 hombres cogiéndose a una adolescente. Volteó su rostro hacia mi, las lagrima comenzaron a caer a borbotones y sólo pudo decir: -Papi…Quería decirme que no podía más, que se sentía sucia y humillada, que no sabía qué más hacer, ni como pararme. Estaba en el mejor sueño erótico de toda mi

vida. Metí mi verga en su boca y usé su cara como la de una puta perra, ya no podía más, quería maltratarla mucho, pero estaba tan excitado con la imagen de mi hija siendo humillada que me iba a correr en cualquier segundo. La jalé con fuerza hacia mi tomándola de las orejas para penetrarla lo más salvajemente que pude y que una cuantas embestidas me leche llenó su garganta. Estaba tan atrás que no podía ni tragarla, sólo se escurría hasta su estomago (y un poco a sus pulmones pues empezó a toser). Cayó de rodillas aun con los vibradores colgado de su sucia pucha y comenzó a toser mucho. Yo estaba más que satisfecho. Saque de un golpe los vibradores de su vagina (lo cual felizmente la lastimó), dejé los nuggets de pollo, tomé la laptop salí del cuarto y sólo regresé para llevarle, sábanas limpias, ropa nueva y una tazón con helado. -Esto es lo que se ganan las putas buenas- La bese en la boca y me fui.

Mi hija, mi puta (Día 3) Hola a todos, gracias a los que me han escrito y a los que gustan de los relatos de como he vuelto a mi hija en un juguetito sexual. A todos lo que me piden material lamento darles una negativa. Por motivos de seguridad no mando, ni cambio; mucho menos fotos o vídeos de mi puta personal. Para aquellos que quisieran imaginar a mi hijita en acción busquen "Trixie Model" y encontrarán a una pequeña muy parecida a mi Carito. Día 3. Mi pequeña comenzaba a perder su voluntad. Ya me había obedecido el día anterior y sabía lo que pasaría con ella de lo contrario así que había llegado el momento de dominarla por completo. Llegué con más comida y una caja de regalos. De nuevo me masturbé y eyaculé en su desayuno, esta vez ya no se sorprendió, estaba más preocupada por ver la caja. La tomé de la cara y de nuevo le di su desayuno lleno de semen. -Carito, ayer te portaste muy bien, creo que te mereces un regaloElla no sabía que pensar, se que por su cabecita pasaba la idea de que ahí dentro hubiera algo horrible para seguir violándola, pero también sentía emoción por la sorpresa. Le di la caja y al abrirla encontró 3 temporadas completas de "Bob Esponja", su caricatura favorita. Ella se emocionó al sacarlas. -¿Te gustan? -Si… si papá… gracias-¿Las quieres ver? -S… si por favor-Pues te lo tienes que ganar. Para poder ver una hora de caricaturas tienes que ver una hora de los vídeos de papá, aprender de ellos.

El miedo volvió a sus ojos, la trampa había salido a la luz. Instalé la computadora, senté a Carito en mis piernas y comenzó el show. Una niña de 6 años habla con sus papá. El le dice que tiene un regalo para ella y de su bolsillo saca un delgado dildo rosa. La niña, que viste unos pants rosas, argumenta algo, dice que quizás mamá llegue, pero sus papá insiste en que no, que no está y que es hora del juego. La nena baja sus pantalones y deja ver una exquisita pucha rosada, lisa, brillante, perfecta. La nena se sienta en su cama y su papá comienza a mamar su vagina. Sé que esto trae recuerdos del día anterior a Carito pues comienza a moverse sobre, piensa: Si, eso se sintió tan bien… pero por qué, si lo odio… acaso de verdad soy una puta… acaso así es como todas las niñas deben ser tratadas… pero yo non quiero… pero si no quiero por qué me gustó cuando me chupó… me doy asco, me odio. Y eso es lo que yo quiero, que se odie, que se de asco y que se vuelva sólo un objeto, mi objeto, mi juguete, mi esclava. Comienzo a tallar su vagina por encima de sus calzoncitos. Muy despacio, ya lastime lo suficiente su cuerpo ayer, hoy es momento de herir su voluntad. El video sigue. La niña sigue siendo lamida por su padre y el frota un poco el dildo contra su estrecha vagina. La nena dice entre gemidos: -Yo digo detente y tu dices nunca papi… Detente-Nunca-Detente-Nunca… Por eso escogí este video para empezar el día. Miro de reojo la cara de mi hija y esta anonadada, ya no sabe qué creer. Yo siempre he amado ese video porque la niña de verdad parece ser toda una puta deseosa de ser tocada por su padre. Aún así no me hago tonto, sé perfectamente que esa niña debe haber sido entrenada por mucho tiempo, engañada y manipulada mentalmente para decir esas cosas y gemir con su dulce vocecita, mientras es tocada por su domador, sé que ella realmente no lo disfruta… pero Carolina NO. Sigo masajeando suavemente su puchita, y le susurro al oido: -Ya vesLamo su oreja y u cuello y respiro sobre ellos mientras ella no puede dejar de ver la pantalla. Ahora tiene pruebas de que las niñas son unas putas y que sirven para que sus papás las cojan. Ya no soy sólo yo diciéndoselo, su mundo se derrumba. El video termina con la niña apuntando su cola hacia la cámara y metiendo el dildo

en su ano. Ahora una pequeña niña rubia de unos 5 años mama el pito de su padre. Sólo podemos ver su carita angelical sonriendo y el pene de su padre en primer plano. Detrás hay una computadora corriendo pornografía infantil. De nuevo Carito corrobora que esto es común, que las niñas en todo el mundo lo hacen y que los papás tienen el derecho de usarlas como quieran. Yo me éxito cada vez más, pero sigo lamiendo su cuello y masajeando su clítoris despacio, vale la pena ir lento el día de hoy. La nena sigue sonriendo y mamando el grueso pito de su padre mientras le dice: -Qué rico papá, gracias por darme pitoMe río por dentro, la cabeza de mi hijita Carolina debe estar vuelta loca. Ella no sabe que esa niña también fue entrenada y engañada y manipulada para decir eso. Ella sólo sabe que hay una niña dándole las gracias a su papá por algo que ella odia… y aún falta lo mejor. La pequeña rubia saca la verga de su boca y dice: -Papi, me gusta el pito del perro pero el tuyo es mejorEl video termina y corta a uno nuevo, de la misma niña rubia, pero esta vez mamando en primer plano la verga de un perro. La rubia sigue sonriendo y mamando, como si todo fuera un juego. La verga roja, blanca y llena de venas del perro luce asquerosa pero la niña la mama como si fuera un dulce (su padre es mi ídolo). Carolina tiene los ojos casi desorbitado y no puede parar de ver, creo que si no hubiera llorado tanto los día anteriores ahorita sus ojos serían cascadas. Yo sigo lamiendo su cuello, tocando sus planos pechos y masajeando su pucha. Sé que aunque no quiere, su cuerpo comienza a reaccionar. Su puchita empieza a escurrir jugo y su piel se eriza mientras ve y piensa cosas atroces. Si sigo así, su cuerpo ya jamás sabrá cuando sentir placer y cuando sentir asco y sólo los sentirá cuando yo se lo ordene. El video del pito del perro termina pronto pero de nuevo corta a uno más de la misma niña. Ahora ella está amarrada, desnuda y con las piernas abiertas, es tiempo de que el perro le devuelva el favor… El mismo perro de antes ahora esta con la nariz clavada en su ingle y lamiendo su pucha, su deliciosa y delicada pucha de niña de 5 años. La cámara se mueve entre su vagina y su cara, y ella siempre tiene una sonrisa de oreja a oreja (de verdad su padre era un genio de la dominación). El video termina y la pantalla queda en negros. Giro a Caro y la pongo de frente a mi, no dejo de tocarla en todo el cuerpo y mientras meto mi lengua en su boca le digo: -¿Qué aprendiste?Ella sigue en shock, no sabe que decir. Le comienzo a quitar la ropa. -¿Qué aprendiste? Aprendiste que si eres una puta ¿verdad? Qué todas las niñas son una putas, una putas de mierda a la que una puede violar a placer ¿Viste cómo esa niña mamaba la verga de su padre y después la del perro? Ella tiene la carita hacia abajo, mientras yo le quito la ropa y la acaricio con todo el morbo del mundo. Giro a su alrededor como un depredador acechando a su presa.

-¿Te gustaría hacer eso, ser cogida por un perro? ¿Usar un collar? ¿Comer en el piso? Eres mi perra ¿sabes? yo puedo hacer lo que quiera contigo y si no he traído a un puto pastor alemán a que te viole es porque ayer te portaste muy bien ¿Vas a seguir así? De inmediato ella asiente muchas veces con la cabeza, llena de miedo. Le quité los calzoncitos puse el baso del desayuno en el piso la jale pra que quedara en cuclillas sobre el le dije: -Orina-¿Pa… papá?-Te dije que orinaras, perraElla sólo me miraba confundida y con miedo. -¿Quieres ser una puta obediente, o una puta violada por perros?Carito apretó los ojos y gimoteando comenzó a orinar el baso. Un chorro amarillo y caliente comenzó a salir de entre sus blancos, suaves y delgados muslos, sus piernitas temblaban y podía ver perfectamente dentro de su rozaba vagina. El piso se manchó pero la mayoría calló dentro del baso. Carajo el plan era hacerla beber su propia orina pero yo ya no podía más, había tenido demasiado auto control ese día… me arrodillé, tome el baso y mineras tocaba los pechos de mi hija, bebí sus orina caliente. Creo que eso la confundió más, ja. Pero ya no podía más, me saqué la verga y me la empecé a jalar mientras me bebía la pipí de mi chiquita, obviamente me corrí y un segundo. Tome el semen de mi mano se lo embarre en la cara a mi hija y di por terminado el día. El resto de la tarde se fue en ver caricaturas y complacer CUALQUIER capricho que Carito tuviera. -Ves hija, a las putas buenas les pasan cosas buenas-

Mi hija, mi puta (Diía 4) Gracias a todo los que me han escrito y diculpen la tardanza. Mi estilo de vida vulve dificil mantener este diario actualizado. Pero para todos los seguidores de Carolina, aquí está el día 4: Había hecho muchos avances con Carito. Mi hijta parecía empezar a aceptar su condición de esclava sexual. Como había sido obediente, pensé que lo correcto sería complacerla y tratarla con suavidad al este día. Su cuerpo había aguantado bien, debía seguir por poseer su mente. Empezamos el día con más caricaturas y desayuno (obviamente con semen sobre él). Después de varias horas de ver televisión, apagué la pantalla y le dije a mi pequeña.

-Bueno, ya es hora empezar el díaMi hija que hasta ese momento había estado tranquila y hasta sonriente dejo ver una cara de preocupación y tristeza. -Hey preciosa, no te preocupes. Como te haz portado muy bien hoy nos vamos a divertir y yo no te voy a hacer nada. Su cara sigue preocupada. Y aunque le digo que no voy a hacerle nada ha aprendido a no confiar en mi. Traigo de otro cuarto un bolsa con un proyecto que me tomó bastante tiempo. De la bolsa saco un montón de ropa definitivamente inapropiada para cualquier niña de menos de 18. Es imposible (o al menos para mi lo fue) encontrar una tienda que venda este tipo de cosas en tallas para niñas. Así que me di a la tarea de encontrar un sastre que se hiciera de la vista gorda por un buen precio. Primero saco un par de medias muy transparentes, un liguero, un brasier y unos calzoncitos blancos. -PónteloMi hija esta confundida, pero decide obedece pues no parece haber peligro por el momento. Mientras se cambia voy por el resto de las cosas. Un triple y una cámara profesional. Siempre la voy a usar en automático, pero lo que me interesa es no perder ni el mínimo detalle. Carito está vestida y lista para ser humillada. Enciendo la cámara, pongo (Hit Me Baby One More Time) en mi lap top y le digo: -BailaCarito baja la mirada y empieza a moverse de un lado a otro. Sólo se balancea sobre sus pies mientras sostiene su brazo con vergüenza. Su carita angelical esta roja por la pena, su cuerpo delicado esta tenso. -GiraSus piernas delgadas y firmes envueltas en un par de medias blancas con encaje se mueven y me dejan ver por un segundo, un culo redondo, carnoso, perfecto. Jamás entenderé por qué las niñas de cualquier edad tiene siempre esas nalgas. Siempre redondas y respingonas, es como si estuvieran listas para ser tomadas desde su nacimiento. Gravo y recorro todo su cuerpo con la cámara y con mis ojos. Imagino lo que hay debajo de eso pequeños calzones. Esa puchita que ya conozco; tierna y suave. Veo su abdomen plano y su piel apenas tostada. Sus brazos flacos y delicados... -Quítate el brasier… su torso casi recto que culmina en un par de pechos en el inicio de su desarrollo. Dos montículos pequeñitos y suaves, que coronan dos pezones rosados y diminutos. -MírameEl cabello lacio y casi dorado cae para dejarme ver el rostro que tanto amo. Esa carita (aún) de inocencia, esas facciones pequeñas y finas. Su boquita roja y

pequeña, su nariz afilada, sus ojos color miel que me miran con vergüenza y con miedo. Aquí es donde comienza el verdadero juego. -Carito, te dije que yo no iba a hacerte nada pero tenemos que seguir aprendiendo ¿verdad? así que, como haz sido una niña muy buena, te voy a dejar escoger entre dos opciones. Uno, vienes de rodillas y mamas la verga de papá, o dos, metes unos de los vibradores chiquitos en tu vagina.Caro se detiene confundida. -No dije que dejes de bailarMi pequeña comienza a moverse de nuevo. -Entonces, qué va a ser -E… el… el…-¿Si?-El vibradorSonrío. Sabía que iba a escoger eso. Me tiene demasiado asco. Voy al cajón y saco la primer esferita de colores. Bajo despacio los calzoncitos de Carolina y después de sacarlo de mi boca introduzco la esfera morad ya vibrando en la vagina recién desvirgada de mi hija de 11 años. -Ok, continuemosLa cámara graba a mi princesa bailando, con sus medias y su liguero blanco mientras un cable cuelga de su coño. -Dime Carito, cómo se siente ese vibrador en tu vagina. Sé que quisiera decirme que lo odia, que quiere irse, que ya es suficiente. Pero está confundida, le he dicho tantas veces que es una puta, la he humillado tanto, ha visto tantos vídeos de niñas cogiendo y ese vibrador debe sentirse tan bien. Su cabeza debe ser un lío. -No seas tímida. se siente bien ¿verdad? A todas las mujeres les encantan los vibradores. Ese era uno de los favoritos de tu mamiYa tengo su atención. -Esta bien princesa esta bien que te guste, que sientas rico en tu puchita. Después de todo, no serias mi putita si no fuera así ¿Verdad que eres mi putita? -Si… si papá-Excelente. Ahora, seguimos con el juego. Tienes que escoger entre; uno, de nuevo venir de rodillas y mamar mi verga u orinar en este baso y beber tu propia pipí-E… el basoJajaja, eso no lo esperaba. Resulta que me tiene más asco del que pensé. Pero, esto es un premio para mi.

-Termina de desnudarte primero. No queremos ensuciar tu ropita nueva. Estiro el brazo y le entrego el baso. Mi Carito se pone en cuclillas hace a un lado el cable del vibrador y comienza a orinar un chorro dorado dentro del baso. En cuanto termina, se levanta y después de titubear un segundo, mira a la cámara y comienza a beber sus meados. El liquido amarillo escurre un poco por sus mejilla y baja hasta sus pechos. Mis pantalones van a explotar. -Eres una puta puerca Carolina. Excelente jugadora. La tercera elección es, dos dildos más en tu vagina, o uno en el ano. Carito termina de tragar sus orines calientes muy asqueada y sin detenerse a pensar responde: -DosGuaaau, de verdad lo estoy logrando. Estoy volviendo a mi hija una inmunda maquina de sexo. Su voluntad comienza a irse, todo en menos de una semana. Saco dos esferas más del cajón, y ahora, la cámara puede ver a mi hija con tres cables de colores colgando de su vagina que escurre saliva y sudor. -Carito, dile a la cámara, qué se siente sólo tener 11 años y ser una puta ¡tan! suciaCarito, levanta la cara y comienza a derramar lagrimas. -¿Tú me quieres verdad papi?-Claro, te amo mucho. Siempre y cuando sigas siendo una ramera tan obediente como lo has sido hoy. Por algún razón, sigue llorando pero intenta sonreír. Creo que de verdad se está quebrando. -Carito, antes del último reto quiero verte muy bien. Pon las manos contra la pared y levanta tu culitoMi hija obedece y puedo ver su espalda curvada desembocar en un culo maravilloso que resguarda su apretado ano, aún lastimado por nuestra primera "sesión". -En este último reto si voy a participar, así que debes decidir entre; uno, dejarme lamer y orinar tu colita o una sorpresa. Carito duda por un segundo y elige: -La sorpresaEn un segundo saco de la bolsa todo un kit para enemas. La jalo y la pongo de rodillas en el piso frente a la cámara. -Bueno chiquita este es el último reto pero es difícilLamo la manguera y la meto en su anito estrecho. Carito se tensa y voltea a verme nerviosa. -No chiquita, no es lo mismo de la última vez-

La hage agachar la cabeza y sigo metiendo la manguera en su cola. La bolsa esta llena de leche. La levanto y dejo pasar el liquido. De inmediato Carolina comienza a moverse nerviosa. -Papi, papi qué pasa. Qué... qué me haces-Algo rico, sucia puta- Le susurro en al oido. El liquido sigue entrando en su recto, Carito aprieta la cara y las manos, de rodillas como una perra. Veo como se vacía la bolsa e imagino lo que debe sentir mi hijita. Cómo se le llenan los intestinos de leche, como pasan por su recto haciéndole cosquillas e incomodando. La bolsa ya no tiene nada más. Saco la manguera de su culo y un pequeño chorro blanco salpica. -Ahora Carito, lo único que tienes que hacer es mantener toda esa lechita dentro de tu culo inmundo por 1 minuto, sólo un minuto. Si lo logras, habremos terminado por hoy y puedes pedir lo que quieras. Si fallas, tendrás que hacer todos los retos de hoy, más un castigo extraCarito sigue con la cara y los puños apretados, ya no por miedo sino tratando de apretar su esfínter. Puse bastante liquido en esa bolsa. No sé si quiero que lo logre o no lo logre. Lo que si sé es que verla intentarlo es lo máximo. Comienzo a contar el tiempo y la veo sufrir. Los 3 dildos que aún vibran y cuelgan de su vagina no ayudan, hacen más presión dentro de su diminuto cuerpo. Ya lleva 20 segundos. Caro apoya la cara contra el piso, escucho sus pequeños gemiditos de dolor, de esfuerzo. 30 segundos. Su colita tiembla por la presion que debe mantener. Pienso en los dildos vibrando, dándole placer por dentro y el dolor de su esfínter tratando de contener la leche. -45 segundos CaritoCarito comienza a llorar y pujar. -Mmmmj, mmmmj, aaah, aaahPongo un cómodo de hospital bajo ella. 55 segundos... Y lo suelta. La leche pintada de cafe cae con fuerza sobre el cómodo. El cuerpo de Carolina se relaja y su cara se alivia. Podría hacerla pagar por esos 5 segundos, pero no, el espectáculo fue digo. Además tendo un video maravilloso para masturbarme una y mil veces. La cargo y la llevo a bañarse. -Muy bien hecho mi putita- Le doy un beso en la mejilla y me dispongo a cumplir mi parte del trato. Premiarla por ser una esclava obediente.

Mi hija, mi puta (Día 5) -Bueno días hija, cómo amaneció mi putita favorita-… B… bien papi…Carolina comienza a comer su huevo con jamón cubiertos de semen, parece

haberse acostumbrado ya a esto. -Mira nena, nuevas caricaturas para ti-. Saco dos cajas de "Chobits" una caricatura que a Carolina le gusta mucho. La pongo y nos sentamos a desayunar y ver caricaturas. -Pa… papi…-Si, hija-Cuándo me vas a dejar salir del cuartoCarolina no ha salido en casi una semana, excepto para ser escoltada al baño y ser regresada de inmediato a la habitación. -Cuando esté seguro de que eres una puta muy obediente, yo sé que este proceso es difícil pero tengo que estar seguro de que estas aprendiendo a ser una perra obediente-. Carito continua comiendo, me gustaría saber que pasa por su mente. La dejo y voy por los juguetes del día de hoy, la cámar y la bolsa con ropa su "especial". La sorpresa del día de hoy se que le va a encantar (al menos por un tiempo). Me siento a su lado y de una bolsa saco un estuche de lápices, colores y plumones. Carito conoce bien ese estuche, es donde guarda su grandes tesoros, porque a mi hijita no sólo le encanta ver caricaturas sino también hacerlas. Tiene cuadernos llenos de dibujos propios y copiados. No me equivoco, en cuanto Carito ve su estuche, deja su plato a un lado y da un pequeño grito, abre la caja roja y encuentra un juego de colores nuevos, aun sin punta. Carolina no deja de sonreír y revisar su cosas una por una. -Ya es hora de que vuelvas a dibujar ¿no crees?Carito me voltea a ver emocionada y mueve su cabeza una y otra vez para decir que si. -Pues ya sabes hijita, aquí todo se tiene que ganar aprendiendo; así que mejor empezamos para que hoy mismo puedas usar tus colores. Ates de que reaccione saco la ropa que debe usar ese día y le digo: -visteteEn cuanto enciendo la cámara, puedo ver en la pequen pantalla a una niña deliciosa vestida de mucama. Sus piernas delgadas envueltas en unas medias de red negra se juntan tímidas a la altura de las rodillas, chocando entre ellas por los nervios; el vestido de sirvienta francesa, ridículamente corto, me deja ver el último tramo de piel de esas pierna jóvenes y al pedirle que de una vuelta, puedo ver el pequeño pliegue que hacen sus nalgas al nacer de sus muslos. Los brazos descubiertos se juntan en medio de su cuerpo, intentando, inconscientemente, de proteger su pequeña vagina. Comienzo por fotografiar su cara. El vestido sin tirantes, me deja ver sus huesudas clavículas y aun cuando las plataformas rojas de charol la vuelven más alta, nadie podría subirle ni un año de edad, pues el lipstick (que hace juego con los zapatos) mal aplicado sobre sus labios carnosos, la hace ver aun más tierna, pequeña e inocente. La dirijo, la hago posar, le digo que adopto posiciones sugestivas. Su 11 años se dejan notar en lo rígido de su cuerpo, su falta de erotismo, en su cara nerviosa. Pero no importa, no quiero a una mujer experimentada y sensual, quiero su

inocencia, su carita que pregunta, qué debo hacer. La música de fondo ayuda un poco, después de más de medía hora, comienzo a tener buenas fotografías. Carolina se mueve a ritmo y entiende mejor mis indicaciones. Es momento de avanzar. -Siéntate en la silla con las piernas abiertas… si así, sube la falditaEstoy apunto de decirle que ponga cara de travesura, pero me detengo porque el rostro de vergüenza que tiene me parece perfecto. -Abre más las piernas… eso mi dulce putita, te vez tan puercaLa primera gran fotografía, puedo ver las piernas ligeramente tostadas de mi hijas en toda su extensión, coronadas por unas pantaletas negras de encaje. -Jala tus calzoncillos hacia arriba, no, no bajes la falda, hazlo con la otra mano. Las pantis se tensan y se clava en los labios vaginales y el culo de mi pequeña bebé. Su vulva brillante y lisa abraza el encaje como si quisiera comerlo. -Vaya que eres una prostituta hijita, mira lo inchado que está tu coñitoCaro se sonroja y baja la cara, evitando ver su vagina. -No no, sube esa carita, lo más importante de todo es ver tu rostro mientras haces estas cosas, golfita. Mete tu mano bajo tus calzones como las mujeres de los vídeos… exacto. Mete tu dedo de en medio… en tu vagina tonta. Mmmm eso es, muévelo, si, tira tu cabeza hacia atrás, como si sintieras mucho placer… abre aún más las piernas. Sácalo y huélelo… ¿a qué huele? -Muy raroLogro capturar su cara de sorpresa y un poco de asco mientras huele su dedo que brilla por su flujo vaginal. -Cómetelo… si, como si fuera una paletaEsas fotos me han ayudado ha masturbarme más de una vez, mi hijita inocente de 11 años, vestida de sirvienta y comiendo su propio jugo vaginal. -Párate, ponte de espaldas y quítate el vestido. Despacio… así, voltea a ver a la cámara… pon cara de putita… como las mujeres de los vídeos… jajaja, esa exactamente. Eso, lanza el vestido lejos. Ahora, posa como modelos, así, pon tu mano en la cintura… exacto, juega con tu cabello, déjame ver tus pechos… mmmm si, esa es mi sucia ramera, mi hijita puta. -Ahora, abre tu estuche, toma ese lápiz y ponlo en tus labios, si, si eso. Pásalo por tu cuerpo mmmm si, haz círculos en tus pezones, más sucia, saca tus pechos, déjame ver cuan perra y obediente eres… ¿Quién es mi perrita sucia de mierda? -Yo papiVaya que Carolin quería salir de ese cuarto. -Bueno pues es hora de empezar con el juego de verdad y el premio de hoy es, cha cha cha chaaaan, tu estuche de colores. Carolina no sabe si estar feliz o muerta de miedo, pero de cualquier formas intenta torcer una sonrisa para la foto. -Es tiempo de que tus colores sean completamente tuyos mi hijita, así que empieza por quitarte esos calzones… dámelos. Huelen a miedo, sudor y sexo. -Ponte de rodillas en la cama… no, apunta tu conchita hacia mi… eso nena, baja tus carita, si, métela entre las almohadas. Ahora, como ya eres una niña grande, es momento de preparar tus agujeros para recibir una verga de hombre. Porque ¿te gustan las vergas, verdad mi putita?Veo las piernas de mi hija temblar ligeramente, y casi la puedo ver sufrir con su

cara entre las cobijas. Pongo la cámara a grabar video. -Aquí esta el reto hija; debes meter 11, porque tienes 11 añitos, colores o plumones entre tu vagina y tu colita. Piénsalo bien Caro, los colores son más delgados que los plumones, pero, recuerda que son de madera y creeme, te van a doler mucho al entrar. Comienza… si no empiezas en 10 segundos, Carolina, voy a meter todo mi verga de un golpe en ese culo tuyo. Carolina estira la mano y toma un lápiz. No es nada tonta, el lápiz es delgado y tiene una puntita de metal redondeado que lo hace indoloro al entrar en su vagina. -Jaja, muy bien, uno. Carito de nuevo estira la mano y busca un lápiz más en el estuche, pero no lo encuentra, dudando, toma el color morado y lo inserta en su diminuta pucha. El lápiz de color entra relativamente fácil en su pequeña vagina, pero eso esta por cambiar. -DosUn, color más, esta vez, el azul. Al intentar meterlo, entiende, la madera del color raspa las paredes de su vagina y la obliga a meterlo lentamente para no herirse. Ya no puedo más, me bajo los pantalones y comienzo a masturbarme mientras veo a la dulce vagina de mi hija convertirse en un alfiletero. -No es tan fácil ¿verdad?, TresCaro estira la mano y agarra sin ver el color verde. Mete la punta y ella se arquea, la primer punzada de verdadero dolor. El color verde cae a la cama un poco mojado. -Sabes Carolina, si frotas tu clítoris, tu vagina se va a empezar a mojar y ensanchar y te sería más fácil meter los colores… bueno es una sugerenciaSé que no quiere tocarse, no quiere sentir ni un poco de placer mientras la obligo a hacer algo así de asqueroso, que odia, que le duele tanto. Carolina, recoge el color verde y vuelve a meterlo en su vagina, despacio muy despacio. -Cuatro, nenaLa imagen es incomprensiblemente excitante, mi hijita, con su panochita resplandeciente, levantada, metiendo sus propios colores en ella. Intentando clavar el lápiz color cafe entre los demás. Su vagina se tensa y aunque no puedo ver su cara, escucho sus gemidos de dolor y esfuerzo, se que tiene el rostro tenso mientras el lápiz atraviesa su vagina de niña pequeña. Lo logra pero esta agotada, jadea y suda con cinco lápices ya, saliendo de su puchita. -Eso perra, eres tan sucia, de verdad lo estás logrando- Le digo mientras me masturbo. -… dies segundos Caro, si no sigues, te voy a violar tan fuerte que vas a desear haberte metido toda la caja de colores en esa sucia vagina-. Esta vez Carolina toma un plumón rosa, si, es un poco mas grueso, pero al ser de plástico y curvo es menos doloroso al entrar. Mi pequeña hija lo empuja contra su diminuta vagina y ntre gemidos de dolor logra que entre. -SeisOtro plumón. Empuja, Carito empuja pero no logra meterlo, su vagina de niña esta

repleta, sigue intentando, empujando, gimiendo, pujando, pero no lo logra. Cambia de idea y trata de meterlo en su ano, empuja muy fuerte, muy fuerte pero no lo logra, Su estrecho ano está seco, sería imposible meter algo ahí con la escasa fuerza de sus brazos. Carolina mete la cara entre las sábanas y después de un instante de pensarlo, comienza a frotar su clítoris. Jajaja, gané. Le será inevitable sentir placer al estimular su pequeño clítoris, placer que se confundirá con el dolor de estarse violando a si misma. Carito empieza a lubricar y sentir una onda de placer. Lo sé por el pequeño movimiento de sus caderas. Debe odiarse mucho. Al fin Carolina logra meter el segundo plumón y se da cuenta de que en efecto fue más sencillo, aún duele pero mucho menos. Después de jadear un instante decide seguir y terminar con esto. Frotando su clítoris muy rápido y con más fuerza toma 2 colores más y los mete casi de un solo golpe en su vagina. -AaaaaaaaaaaaahCarito debió pensar que iba a ser más fácil, pero aun con toda la lubricación esos dos colores fueron demasiado para ella. La pequeña esta llorando entre las sabanas, y ni siquiera puede baja sus caderas, porque al intentarlo los colores la lastima. -Waaaaw mi putita, que delicia, ya tienes 9 colores en tu agujero de sucia ramera. Así es como me gustas perra, sucia y adolorida, vamos, vamos ya sólo faltan dos. Caro sigue llorando, pero a estas alturas sabe que eso no me va a detener. Estira su mano y toma el décimo color. De nuevo intenta clavarlo en su coño pero es inútil, aún cuando mi hijita frota como una loca desesperada su vagina; ese agujero llegó a su límite. Carito empuja y empuja mientras llora con la cara entre las cobijas, el dolo es tanto que mi pequeña niña suelta un poco de orina, que le escurre por el vientre y llega hasta sus pechos. De pronto Caro se detiene un segundo. Se lleva el color negro que tiene en la mano, hacia la boca y empieza a lamerlo, a dejar caer saliva sobre él, lo deja empapado, brillante y entonces, lo clava en su ano. _Jajajaja, ¡¡Bien!! ¡10! Esto es maravilloso, me levanto, tomo la cámara y voy a grabar el rostro de mi dulce hija mientras, emocionada, toma un último plumón, lo empapa de saliva, lo lame de arriba a abajo y lo lleva hasta su ano. El plumón naranja encuentra el agujero de entrada de mi pequeña, se recarga en él y deja escurrir en el estrecho hoyo la saliva que lo cubre. Carito hace un esfuerzo y logra meterlo casi hasta el fondo. Tengo la cámara en la mano y grabo a detalle el desastre que es la vagina de mi hija, 9 colores mojados y destellantes la penetran, mientras que su ano, chorrenate de saliva, deja entrar a dos de ellos. Este es el momento más increíble y excitante de mi vida. Mi hija, esta agotada, ultrajada, jadeante, cubierta de su propio, sudor, saliva y orina. Tomé sus colores, los objetos que tanto amaba y los convertí en un instrumento de tortura y humillación, la hice masturbarse mientras lloraba de dolor, la hice violar su propio cuerpo, y ahora, par terminar este perfecto video, eyaculo sobre su sucios hoyos, recién ensanchados.

Ha sido un día duro. Saco despacio los lápices de mi hijita, la siento en mis piernas y la abrazo, le digo que es una buena puta, una muy buena puta, le digo que todo va a estar bien, que ganó. Ahora tendrá sus colores (llenos del olor de su vagina y su ano), podrá dibujar, colorear y todo lo que quiera, porque se había ganado 3 días de descanso y premios, por ser la mejor de las prostitutas.

CARCEL Para mejor conocimiento del Centro relataré el hecho de la llegada, con el último envío, de una virgencita, que ha quedado reservada en mis dependencias privadas. Se trata de una mulatita, de muy corta edad, con precioso rostro, ojos vivarachos, espigada con la figura que caracteriza a estas jóvenes: pechos a la altura de los sobacos, tan altos como durísimos, redondos, de pezón rosado aún no muy sobresaliente, cintura muy estrecha, culo precioso, abundante, respingón, alto, duro, redondo. . . de los que parece están pidiendo el látigo a voces, muslos redondos y gruesos. Sexo cerradito con labios externos marcados con pelo negro ensortijado. Una joya, como nunca había visto, que nada más lavar la he llevado al servicio médico a fin de que me la abrieran y me dijeran si era virgen, su confirmación ha sido una de mis mayores alegrías personales, que compensa todos mis esfuerzos en este Centro. Su nombre auténtico, que no cambiaré, es Berenice: y no he querido ni marcarla con las demás, sólo con primer día, he querido saber cómo responde al castigo, cosa para mí importantísima, para lo cual he llamado al Verdugo Jefe, que se ha quedado impresionado de la niña, la hemos colocado en X en la sala de torturas, que previamente hemos desalojado para que no vea ni oiga cosas poco adecuadas para un primer día, y le he ordenado que casi pasara la vara por su cuerpo, lo ha hecho y le ha tentado el culo, para comenzar a conocer sus límites con una serie de golpes secos muy seguidos, y para alegría de ambos, he tenido que indicarle por señas que aumentara la dosis, pues responde de maravilla al castigo. Esta operación se denomina tentado de las hembras para conocer su resistencia al castigo. Berenice lo ha recibido sin mordaza alguna y salvo alguna exclamación y quejidos ha pasado la prueba de maravilla. Es tan morboso como excitante ver y escuchar el castigo de una hembra, máxime con una tan joven, con un cuerpo tan perfecto, un culo, alto, duro y respingón que se contrae con zumbido de la vara y cuando esta se estrella en una superficie tan lisa y apetecible, dejando el recuerdo de un surco rosado, mientras que el verdugo aumenta gradualmente el silbido de la vara y el chasquido en una carne tan fresca, todo aderezado con unos maravillosos quejidos y unas hermosas lágrimas que resbalan por la carita, una delicia para los sentidos, una excitación para cualquier amante del sado. Me he tenido que controlar mis deseos y no he querido continuar, pues prefiero cuidarla e ir paulatinamente aumentado las dosis, pues estoy convencido se convertirá en algo muy especial.

Pero al llevarla a mis aposentos ha cometido la locura de escupirme a la cara cuando iba a besarla, dado que nunca en mis muchos años había recibido esa respuesta, por mi cabeza ha pasado llevarla al verdugo principal, a los sementales. . . pero he reflexionado y le daré una venganza más estudiada, más lenta y por lo tanto más terrible. La dejaré dormir como si nada hubiera pasado. Al despertar ya tengo avisado a la matrona superior para que la traslade a la sala de castigos, y al verdugo jefe, que tiene instrucciones de lo que tiene que hacer con ella. Has dormido bien? Mira te espera una señora para llevarte a un sitio. Dicho esto, la matrona la coloca las correspondientes muñequeras, tobilleras, el collar de perra, que ya llevará siempre, y con el la arrastra hasta la sala, allí el imponente verdugo de casi dos metros de alto y más de 100 Kgs. de peso, la coge como una pluma y sin darse cuenta está elevada en alto, los brazos abiertos a tope, colgada de las argollas de las muñequeras, las piernas también abiertas con un separador y la boca cerrada con una mordaza de bola roja. Una vez inmovilizada, tapa sus ojos con un antifaz, por indicación mía para que no me vea, y con la ayuda de la matrona empiezan a colocar los electrodos de un aparato eléctrico, el primero en el interior de ese culito tan cerradito, que previamente abre con sus dos dedazos el mismo verdugo e introduce en su interior con cuidado la matrona, mientras que el otro, inicialmente es colocado en sus todavía no desarrollados pezones, mientras que el verdugo inicia, la primera descarga eléctrica que le hace retorcerse como una largatija, el humm de la mordaza se palpa, ella seguro ha notado una sensación nueva y no esperada, se nota que ha hecho efecto, que la ha recorrido todo el cuerpo, que duele y ese es nuestro objetivo, y eso que es la primera. . . gozamos pensando lo mucho que aun queda, ahora la conexión de los electrodos pasa a esos maravillosos labios vaginales combinados con el interior del culo, una nueva descarga hace que aún bien inmovilizada salte de dolor y se retuerza. Estamos locos de placer, le pido al verdugo aumente la dosis, quiero verla saltar, me doy miedo a mi mismo por lo deseos de castigar a la virgen, me tengo que controlar. Unas pinzas tipo cocodrilo en cada pezón, llevan a la siguiente descarga. Por cada salto que da la cría las risas nuestras aumentan de tono, los tres sentimos un inmenso placer, con el castigo. Más y más, pasando siempre por los pezones, los labios vaginales, el culo. . . una media hora de descargas eléctricas consecutivas. Ordeno el fin de la sesión, la quiero conservar para que sufra más, el verdugo la suelta, cae al suelo como un saco, mientras que la matrona le echa un cubo de agua fría, y la arrastra hasta su compartimiento, cerca del mío. Ha sido un salto muy grande del castigo del primer día, que recibió tan bien, al de hoy de segundo grado con la electricidad, pero ella lo quiso con su indisciplina. . . Exteriormente está impecable, sin señales de castigo, pero está medio desmayada, sin fuerzas siquiera para cambiar de postura. Y este es sólo el principio, no se me olvidará jamás que es la primera esclava que se me rebela. Me ha excitado tanto, que sólo he podido dejarla descansar durante una hora, he ordenado anunciaran reunión general de todo el personal en la sala principal, allí la matrona jefe ha llevado a Berenice, el verdugo la ha colocado, sin mordaza, en el cepo de rodillas, con su cabeza inmovilizada, y su culo expuesto a todo el personal jefes y hembras, el verdugo la ha introducido granes cantidades de vaselina en su lindo culito y he colocado mi verga justo en la entrada, he solicitado silencio, y de un golpe de riñones la he clavado hasta el final, la he dejado unos momentos, y he

pasado a un mete-saca, acompañado de unos gritos desesperados de dolor por parte de la virgencita, una vez depositada toda mi cálida leche en su interior, he sacado el miembro mientras que el verdugo, sin más preparación, la introduce profundamente un gran consolador hasta llegar al mismo mango, tanto este como mi propio miembro quedaron teñidos de sangre de aquel hermoso culo recién rajado. Ante los susurros y aplausos de los asistentes. Coloca un adhesivo para que no se saliera el objeto y entre cuatro matronas, dos de los sobacos, otras dos de las piernas, la dieron la vuelta elevándola y colocándola en vuelo paralelamente justo encima de mi, que permanecía tumbado en el suelo, justo hasta colocar su coñito encima de mi polla, en ese momento se acerca el verdugo jefe con el hierro candente de la marca del Centro, lo coloca encima del culo de la niña apretando, y ella ante el dolor se autoempuja hacia mi miembro clavándosele, una vez así empalada, ya no podía ni moverse y sus gritos cada vez eran más tenues pues no tenía fuerzas ni para ellos, ahogados por el clamor general y los aplausos de los asistentes. Creo ha sido todo un ejemplo, para los funcionarios sobre el trato al ganado y sobre todo cuando se desmanda y las hembras para que conozcan las consecuencias de salirse de las normas, que yo siempre resumo en tres: obediencia, sumisión y quedarse preñada. Ordené la trasladaran a los aposentos, donde la he dejado descansar, unas cuantas horas, pues hasta le era imposible sostenerse en pié, pasado un tiempo, la hemos llevado a la sala de los sementales, donde están cogidos con argollas a la pared, la hemos puesto de rodillas, para que ayudara en el ordeñado que se les hace después de su trabajo, la hemos metido en la boca la primera inmensa verga, con un diámetro casi superior a su boca, y la matrona como ha visto que no mamaba, la empujó hasta casi asfixiarla con la polla dentro de su garganta, como la niña no es tonta pronto ha comprendido lo que tenía que hacer y con poca gracia ha empezado a mamar, mientras que el semental bramaba de placer, se la han quitado, y a mano le ha ordeñado la matrona, guardando su leche para una nueva inseminación artificial. De la misma forma ha mamado a los nueve sementales que estaban en ese momento de descanso y a todos se les ha ordeñado. Por una parte, mi deseo sería soltarla un semental, pero seguro que la mataba, por lo que lo dejaremos para más adelante tan inmenso placer. De momento, pieza tan codiciada, la voy a ceder al personal del Centro que bien se lo merece, dicho esto, llamo al Director médico y le entrego el tesoro con la condición de que la monte cuantas veces quiera y posteriormente quede de forma fija como objeto de uso sexual para todo el personal del Centro interesado en ella.

madre e hijo en la carcel salvajemente violados.. SOY PEPI, tenía una vida perfecta,divorciada con 39 +1 son mis años,jefa de ventas de una aseguradora y con un sueldo espectacular , en la central de un pais de suramerica.Mi hijo con Albert 20 años estudiaba para economista , sin trabajo era un ni-ni ademas un poco radical antisistema . Nos llevábamos muy bien y todo era perfecto. Vivíamos en un ático con vistas al mar. Todo era perfecto hasta que un día cambió de golpe. Era un sabado por la mañana, Albert y yo tomábamos el sol en la terraza cuando llamaron a la puerta. Yo estaba tomando el sol solamente con unas braguitas ya que la terraza está protegida de las miradas de curiosos al ser el edificio más alto de la zona. Me puse Elegante túnica de inspiración étnica, con vertiginoso escote en forma de V con muy transparente y muy corta que me

tapaba apenas las braguitas y fui a abrir. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me encontré a cuatro policías que me enseñaban las placas y una orden de registro firmada por el Juez. Dos policías iban de paisano y dos de uniforme. Llamé a Albert que salió enseguida mientras los policías entraban en la casa y se ponían a removerlo todo sin el más mínimo cuidado. Me di cuenta que Albert estaba muy nervioso . -Voy a llamar a nuestro abogado.- Dije mientras los policías rebuscaban por todos sitios. -Tú no vas a llamar a nadie.- Me dijo uno de los policías de paisano que parecía ser el que mandaba. -Te vas a sentar ahí, y vas a estar calladita- me dijo otro- -¡Oiga! ¿Cómo se atreve a?- No me dio tiempo a terminar la frase, porque el policía me cogió del pelo rubio con fuerza, tiró mi cabeza hacia atrás y me llevó hasta el sofá sentándome de golpe. Lo hizo con tanta violencia que mi tunica se subió dejando mis bragas blancas a la vista de todos. -Si te mueves un milímetro de donde estas te pego una hostia que te salto todos los dientes, comprendes zorra?.- Me dijo el policía después de sentarme. Me dio tanto miedo al oírlo que no me atreví siquiera a moverme para bajar mi camiseta y tapar mis bragas. Al cabo de un rato salieron del dormitorio de mihijo con una bolsa de deporte y lo abrieron delante de nosotros. Contenía unas bolsas con polvo blanco. Yo no lo había visto en mi vida pero a Albert pareció caérsele el mundo encima. Nos detuvieron a los dos y nos dijeron que nos llevaban a Comisaría. Yo pedí que me dejaran vestirme pero me dijeron que no iba a una fiesta, que así iba bien. Así que me sacaron de casa esposada junto a mi hijo, con una tunica blanca transparente que apenas me tapaba las bragas y sin sujetador , que se mostraba mis senos y los pezones totalmente, con santalias altas . Al entrar en el coche de la policía me vieron varios vecinos. Me sentía humillada, ya en la comisaria.Mi mundo se había derrumbado y yo no era nada. Una cosa que todo el mundo podía tratar mal y humillar. El policía me acompañó a la celda y me dejó allí sentada. Pude ver una sonrisa burlona en su cara. Una sonrisa triunfal por haberme humillado a una pija. Cuando llevaba mucho rato en la celda sentada en un camastro con las piernas encogidas procurando no tocar casi nada apareció en la celda el policía que me había detenido. El mismo que me había cogido del pelo y sentado en el sofá en mi casa. Era un hombre de unos 50 años, muy alto y muy corpulento, que me daba miedo. Y me dijo: -Hemos encontrado medio kilos de coca en la bolsa en tu casa. Estáis jodidos los dos. Os van a caer nueve años, como mínimo. De todos modos tengo que hacer el informe para el juzgado y de eso depende todo. ¿Entiendes lo que quiero decir? Negué con la cabeza. No entendía nada. Estaba alucinada. Nunca había hecho nada ilegal, soy de buena familia y me habían educado en los mejores colegios y en el respeto a las normas sociales. No sabía nada de drogas ni de la bolsa que apareció en mi casa. -Quiero decir.- Continuó el policía.- que depende de mi informe las cosas pueden ser de una u otra manera. Tu hijo está jodido. Pero tú, si yo quiero puedo sacarte

de aquí esta misma tarde. Basta con que diga que de las investigaciones practicadas hemos averiguado que tú no sabías nada de la bolsa ni de la droga. Te tomamos declaración como testigo ahora mismo y te vas a casa. Si te vas hoy a casa puedes ir mañana lunes a trabajar y en tu empresa nadie tiene porque saber que has estado aquí. En cambio puedo decir que si sabías lo de la droga y entonces la cosa será distinta. De momento pasarás la noche aquí. Mañana por la mañana llamaremos a tu abogado y vendrá por la tarde y volverás a pasar la noche aquí y pasado mañana irás al juzgado a prestar declaración y es posible que el Juez te meta en la cárcel hasta el juicio. -Pero yo no sabía nada.- Dije llorando. -Ya lo sé, pero así están las cosas si quieres salir de aquí, irte a casa y darte una buena ducha para quitarte la suciedad de la celda, solo tienes que ser una puta conmigo. ¿Comprendes? Sí, ya empezaba a comprender lo que aquel cerdo pretendía, pero se me caía el mundo encima de estar más tiempo en la celda sucia y asquerosa y pensar que me podían mandar a la cárcel sin haber hecho nada, pero no sería la primera a la que le pasaba eso -¿Qué quiere que haga?.- Dije con un hilo de voz y resignada a volver a tragarme el orgullo y dejar que aquel cerdo me humillara e hiciera lo que quisiera. -Bueno, parece que nos entendemos.Así que bájate las bragas , yo avergonzada.Así que me trague mi orgullo y me bajé las braguitas hasta las rodillas,despues las deje en el suelo... -Demasiado fino, quiero que lo llames coño, chumino, potorro, higo, almeja, raja&..Vamos quiero que me digas que mire tu chumino bien abierto. Tu raja toda mojada. ¡Dilo, puta! -¡Mira mi chumino bien abierto!. Mi raja toda mojada…- Dije avergonzada deseando que me follara y se corriera cuanto antes y acabara toda esa humillación. -Así me gusta pija. Ahora quiero que te quites la tunica, quiero verte las tetas. Me quité la tunica y me quedé completamente desnuda. Hasta ese día pocos hombres me habían visto desnuda. Albert y mi exmarido que tuve a los 18 años y hoy ya me habían visto dos sin bragas. -Bien, tienes unas buenas tetas, pijita. Ahora voy a cumplir un deseo. Voy a ver como una niña pija como tú, se pone de rodillas con el chocho y las tetas al aire, en el puto suelo y me suplica que le deje comerme la polla. Me puse de rodillas en el suelo delante de aquel cerdo y le dije: -¡Por favor, te suplico que me dejes comerte la polla!Se sentó en el camastro y se sacó la polla indicándome que empezara a chupársela. Me la metí en la boca y empecé a chuparla. La verdad es que estaba bien dotado, su polla mediría unos 18 o 20 cm. -Quiero que babees sobre mi polla, que la llenes de saliva y que tus babas caigan por tu barbilla, por tu cuello por tus tetas. Empecé a babear sobre su polla, a generar mucha saliva y aguantarla en la boca para soltarla de golpe y que cayera sobre mi cuello, sobre mis tetas. Me metía su enorme polla hasta el fondo de mi garganta produciéndome arcadas. Aguantaba la polla allí y apenas me dejaba respirar. Acumulaba mucha saliva en la boca y cuando sacaba la polla para dejarme respirar las arcadas y la tos hacían que las babas salieran y cayeran sobre su polla y sobre mis tetas, hasta que estaba completamente mojada en el suelo de rodillas y desnuda.

-¡Que ridícula te ves así!. Eres una babosa, pareces una niña pequeña babeando. Dijo mientras se reía a carcajadas. ¡Dime que eres una babosa chupa pollas y que me suplicas que te folle el potorro! Que te convierta en mi hembra y que tú te abrirás para tu macho, para que te folle, que es para lo único que vales. No estaba dispuesta a suplicarle que dejara de humillarme porque eso me humillaría más y a él lo excitaría así que dije: -Soy una babosa chupa pollas y ahora te suplico que me folles el potorro. Quiero que me conviertas en tu hembra. Y yo me abriré para mi macho, para que me folle que es para lo único que sirvo. -¡Ponte a cuatro patas y ábrete bien de patas, perra! Me puse como dijo, con las piernas todo lo abiertas que podía y me obligó a bajar la cabeza, hasta tenerla a escasos centímetros del suelo, lo que hacía que mi culo se levantara y que la postura fuera muy humillante, porque dejaba a la vista mi culo y mi rajita. Me sentía expuesta, ofreciéndome a un macho como me había hecho decir hacía un instante. Esperé su embestida, esperé que me metiera su polla. La noté en la entrada de mi vagina, abriéndose paso, hasta entrar dentro de mí y bombear sin parar. Notaba como entraba toda dentro de mí, con fuerza y mis tetas se balanceaban por los impactos. -¿Quieres que me corra en tu coño y te lo llene de leche o te puedes quedar preñada? Si te puedes quedar preñada dímelo y te encularé y me correré en tu culo. Vamos, quiero oírte pedirme donde quieres mi leche, en tu coño o en tu culo?Como dije al principio no quería tener mas hijos por lo que llevo puesto un DIU así que no le di el gusto de pedirle que me enculara -Quiero que te corras en mi coño y me lo llenes de leche.- Dije deseando que todo acabara cuanto ant despacho para que me vieran todos. De pronto dijo: -Aunque estoy pensando que voy a divertirme un poco más contigo. Salir de aquí, hoy y de rositas, merece que yo me divierta un poco más.. Vamos a ir a la celda de tu marido, para que te despidas de él. Pero tú vas a ir desnuda, así sus compañeros de celda te verán en bolas. Además le dirás a tu hijo delante de todos que te has dejado follar el coñito como una perra a cuatro patas y que lo tienes lleno de leche. Pero que a cambio de ser una puta, chupar polla y dejar que te la metan en la raja y te llenen de leche, te puedes ir a casa ahora. Luego le dirás que te toque el coño y compruebe que está lleno de leche del macho que te ha convertido en su perra. Así sus compañeros sabrán que tu hijo y que tú eres una puta. Me hizo salir desnuda de la celda y caminar por el pasillo hasta una celda y ordenó al policía que me había acompañado al aseo, el cual no dejaba de mirarme, que abriera. Había cuatro hombres aparte de Albert en la celda. Estaban sentados en un banco pegado a la pared. El policía le dijo a Albert que se acercara que su madre tenía que decirle algo. Los otros cuatro no dejaban de mirarme desnuda allí de pie. Alberto se acercó. -Dile lo que has venido a decirle.- Dijo el policía. Vamos, díselo o te meto en la celda y te dejo con esos cuatro para que te rompan el culo a tu hijo, puta ramera .El negro estaba masacrando al colombiano. Le daba golpe tras golpe, pero de pronto el colombiano le planto una patada entre los huevos que le arrancóun aullido de dolor y lo dobló en dos. El colombiano aprovecho e inmediatamente descargo todo el peso de su cuerpo sobre la espalda del negro. Lo desplomo en el piso sin aliento. El colombiano se paró sobre la espalda de su oponente dando un grito de victoria. Luego le cogió un mechón de pelo y le levantó la cabeza torciéndosela todo lo que pudo hacia atrás. "Si no tuviese a la perra te chingaría a ti, por pendejo,

negro concha tu madre", le dijo estrellándole con fuerza la cabeza contra el piso. El negro quedo inconsciente mientras un chorro de sangre le salía por la nariz. El colombiano se levantó y dirigiéndose a todos los demás mientras me señalaba les dijo. "A partir de este momento esta perra es mía. ¿Está claro?" La mayoría asintió con la cabeza. Otros dieron un gruñido pero nadie se le enfrentó. El colombiano dejó al negro postrado en el suelo y se me acercó lentamente. "Ya tienes dueño, perrita" me dijo mientras me acariciaba el lomo y el culo. El olor de su cuerpo sudado me puso todavía mas arrecho. Vi la sangre que salía de sus heridas y acerqué mi boca para lamérselas sumisamente. El colombiano sonrió. "Así me gusta perrita, ya sabes cual es tu lugar" me dijo complacido. Suavemente me fue poniendo en posición. Me metió un escupitajo en el culo para lubricarlo nuevamente. Puso su verga en mi ojete y empezó a hacer presión. Yo empecé a gemir rogándole que me la meta. Me cogió de las caderas y de una sola arremetida me la enterró hasta la mitad. Di un aullido de dolor. Los otros convictos nos miraban hipnotizados. "¿Te dolió mucho?" me preguntó el colombiano con mucha ternura. Asentí con la cabeza. "¿Quieres que la saque?" Me preguntó. "¡No! ¡Por favor!" Le supliqué inmediatamente. "¡Quiero ser su perra! ¡Quiero darle placer! ¡Para eso estoy aquí!" Se levanto un murmullo de aprobación entre los convictos. Unos sonreían, otros se cogían los paquetes y se los frotaban. El colombiano también sonrío, me cogió nuevamente de las caderas y enterró el resto de su verga en mi culo. Sentí que me habían empalado. Nunca antes había tenido una verga tan grande, tan gruesa y tan dura en el culo. A cada momento sentía que me iba a desmayar pero el colombiano seguía embistiendo como un animal. Empezó a jadear. La sangre que salía de sus heridas caía sobre la piel blanca y lampiña de mis piernas confundiéndose con la sangre que me empezaba a salir del culo. "Lo esta rompiendo de verdad" comentaban los reclusos. "Lo va a hacer mierda". Yo empecé a llorar de dolor y felicidad. Había soñado tanto con este momento. Lo había planeado todo tan meticulosamente. Había cuidado hasta el mas mínimo detalle pero finalmente estaba allí, donde quería: convertido en la perra de los convictos de una cárcel. El colombiano dio un alarido de placer y se vino. Podía sentir como salían los chorros de semen de su verga. Al principio salía tanto que pensé que estaba meando dentro mío pero luego me di cuenta que era un semental, que se estaba corriendo como un caballo, llenándome con su leche. Finalmente se desplomó sobre mi lomo. Dió un gran resoplido y se quedo allí por un momento. La verga se le fue encogiendo y de repente salió con un ¡plop! Un chorro de lechada me salió del culo y cayó sobre el piso. Me incliné y empecé a lamerla. Los convictos estaban arrechísimos. Podía ver mi hijo violadoy con el culo roto ... . -Me he dejado follar el coño como una perra a cuatro patas y me lo han llenado de leche. Pero a cambio de ser una puta y chupar polla y dejar que me la metan en la raja y me la llenen de leche, me puedo ir a casa ahorra. Tócame el coño para comprobar que está lleno de semen del macho que me ha convertido en su perra. Lo dije llorando de humillación porque era demasiado tener que humillarme delante de mi marido y abrir las piernas para que él mismo comprobara que, efectivamente, me había dejado follar y estaba llena de semen. Albert no hizo ningún movimiento y entonces el policía dijo: -¡Tú, perra, abre las piernas para que te lo toque y compruebe que está lleno de leche de tu macho! Y tu cornudo pásale la mano por el coño o la meto aquí dentro para que se la follen todos estos!Abrí las piernas y como Alberto parecía no decidirse le cogí la mano y la pasé por mi coño del que notaba como salía semen que resbalaba por mis muslos. El policía se rió y dijo: -Ves, Albert esto es lo que os pasa a los chicos malos. Que llegamos los buenos y nos follamos a las putas perras de vuestras mujeres. Bueno, la putita de

madre y yo nos vamos. Me despedí de Albert y le dije que hablaría con nuestro abogado cuando llegara a casa y salí de la celda sin poder para de llorar. Recogimos mi ropa y me dejó vestirme, aunque con la poca ropa que llevaba. Me sentía sucia y humillada y el semen que salía de mi rajita me estaba manchando las bragas y las sentía pegajosa, pegadas a mi sexo, lo que me causaba una sensación de asco y humillación. Fui a su despacho, firmé la declaración, donde decía que yo no sabía nada. Me devolvieron las llaves de mi casa y me pude marchar. El inspector me dio 10 euros para que pudiera coger un taxi y me dijo que era por los servicios prestados. Me fui de allí lo más rápido posible, cogí un taxi y llegue a casa. Llene la bañera y me metí dentro para quitarme la suciedad, el semen que salía de mi coño, y había manchado las bragas y me hacía sentir sucia y pringosa y me relaje cuanto pude intentando olvidar todo lo que había pasado ese día. Lo que no sabía era que mis humillaciones no habían hecho más que en un mes o dos pudieran ponerle una fianza y que tendría que tener el dinero preparado. A los tres días fui a ver a Albert a la prisión porque era día de visita. Había una cola enorme ante una puerta metálica en la que había un funcionario. Otro funcionario iba recorriendo la cola y a las mujeres jóvenes las hacía salir de la cola y ponerse en el otro lado. A algunas las saludaba porque las conocía de otras veces. Llegó hasta mí y me sacó de la cola y me puso en la otra en la que sólo había cuatro chicas. Nos hicieron pasar a una sala de espera y a tres de las chicas les dijo el funcionario que entraran a un habitación que ellas ya sabían y a la otra chica y a mí nos dijo que esperáramos que ahora nos lo explicaban. La puerta de la habitación se quedó entreabierta y pude ver a una de las chicas que estaba apoyada en una mesa y tenía la minifalda arremangada totalmente en la cintura de manera que quedaba con el culo al aire y como llegaba un funcionario por detrás y empezaba a follársela. Entonces llegó un funcionario y nos hizo entrar a otro despacho a la otra chica y a mí. -Vosotras sois nuevas, ¿no?- Preguntó. La dos asentimos con la cabeza. -Bueno mirad habéis visto a las otras chicas? Pues aquí para proteger a vuestros maridos hace falta colaboración vuestra. Si no colaboráis es posible que tenga un accidente aquí dentro o alguien de dentro les haga daño, ¿entendido?Ya me imaginaba que clase de colaboración nos iba a pedir ese cerdo. Así que le pregunté: -¿Qué quiere que hagamos? -Poca cosa, sólo pedimos que os quitéis las bragas y nos las entreguéis y luego que os subáis la mini falda y os pongáis con el culo en pompa apoyadas en la mesa y os dejéis follar. Sólo os follaran dos funcionarios a cada una. Eso si lo hacemos sin condón y nos corremos dentro, si no queréis quedaros preñadas o tomáis precauciones o nos pedís que os lo hagamos por el culo. Vosotras mismas. -Me alegre por segunda vez en pocos días de llevar el DIU y no darle el gustazo a esos cerdos de pedirles que me encularan y se corrieran en mi culo. Decidí acabar cuanto antes así que metí la mano bajo mi minifalda y me quité las bragas y se las di al funcionario, el cual sonrió satisfecho y me subí la falda poniéndome con el culo en pompa y al aire y las piernas un poco abiertas. La otra chica que parecía reacia, decidió imitarme y cuando las dos estábamos en esa posición me dijo que ella no tomaba precauciones pero no quería hacerlo por el culo. Yo le dije que era mejor eso que quedarse embarazada pero que hiciera lo que quisiera.

Al cabo de un rato en esa postura llegaron dos funcionarios y se pusieron uno detrás de cada una de nosotras. -¿Por donde quieres que te folle por el culo o por el coño?.- Me dijo el que estaba detrás de mí. -Por el coño.- Le respondí. -¿Si?, ¿quieres que te folle el coño? ¿Qué pasa que eres tan puta que tomas precauciones para no quedarte preñada o es que te gustaría que un macho como yo te preñara?No dije nada y el funcionario me dio un azote en el culo con la mano que me hizo dar un respingo. -¿No sabes que tienes que contestar cuando te pregunten, es que no tienes educación? -Perdón señor. Tomo precauciones para no quedarme embarazada.Dije de forma sumisa para evitar que volviera a pegarme. -No es eso lo que quiero que contestes.- Dijo dándome un nuevo azote aún más fuerte.- Lo que tienes que contestar es que eres una puta que toma precauciones para que no la preñen, porque le gusta abrirse de piernas para que la fol Mientras tanto el otro funcionario le preguntaba a la otra chica: -¿Y tú eres tan puta como ésta o no tomas precauciones? -No, yo no tomo precauciones.- Dijo casi con un hilo de voz. -¿Y que quieres que te encule o quieres que te preñe, zorra? -Quiero que me encule.- Dijo finalmente la chica. -Muy bien. ¿Tu culo es virgen o ya te lo han follado? -Es virgen, señor. -Vaya, vaya, voy a estrenar un culito. Mira por ser virgen te voy a hacer un favor. Dijo riendo y dirigiéndose al otro funcionario dijo: -¿Me prestas a tu puta un momento? Quiero que le chupe el culo a mi puta para que esté mojadito y entre mejor mi polla. -Claro.- Dijo el otro funcionario. Esto no lo hemos hecho nunca pero será divertido verla comerle el culo. Me resultaba humillante hacer algo que nunca había hecho. Nunca había tenido contacto sexual con otra mujer y el hecho de chupar su culo delante de los funcionarios era muy humillante. Pero había aprendido que discutir sólo servía para cabrearlos así que me dirigí hacia ella, me agaché y abrí sus nalgas y empecé a pasar mi lengua por su culo intentando ponerle mucha saliva, por lo menos mi humillación iba a servir para que a la pobre chica le doliera un poco menos cuando le follaran el culo. Cuando había ensalivado su culo bastante y se veía caer mis babas hacia su rajita y por sus muslos, me dijeron que parara y dirigiéndose a la chica, uno de los funcionarios dijo: -Bueno, ahora tú para agradecerle lo que ha hecho por ti le vas a dar un morreo y a meterle la lengua hasta la garganta y le tocas un poquito el coñito para que se ponga contenta. La chica obedeció y empezó a besarme, metiéndome la lengua y tragándose el sabor de su culo que yo le acababa de chupar. Como yo tenía la falda subida pasó su mano por mi rajita. Y me metió un dedo. Lo hizo suavemente y al menos sirvió para que me humedeciera un poco -Ya está bien, ahora poneros en posición que no tenemos todo el día y vamos a follaros. Las dos nos volvimos a poner con el culo en pompa esperando y ofreciendo nuestra intimidad para que nos follaran.. El que estaba detrás de mí, se bajó los pantalones

y los calzoncillos y dejó a la vista una polla de un tamaño considerable que apoyó en la entrada de mi rajita y empezó a empujar poco a poco abriéndose camino hacía mi interior. Allí estaba resignada a que me follaran en esa postura humillante e incluso a colaborar moviendo mis caderas y mi culito para que ese cerdo se corriera cuanto antes, porque sabía que aún tenía que follarme otro funcionario. Cuando me estaba follando de pronto la chica de al lado lanzó un grito desgarrador. Giré un poco la cabeza y vi que el funcionario estaba intentando abrirse paso en el culo de la pobre chica. Tenía una polla enorme, mucho más grande que la del mío. -No, por favor, no me la metas más, me duele mucho, me duele mucho!.- Decía la chica llorando. -¡Calla, puta! Pero como veía que su polla no entraba en el culo pese a que le había producido un desgarro y empezaba a sangrar dijo.- ¿Prefieres que te folle el coño y te deje preñada?La chica que no podía soportar el dolor, se decidió a pedírselo: -Sácamela del culo por favor, y métemela en el coño si quieres. -Así no. Dime quiero que me folle el coño, que me conviertas en tu hembra y me dejes preñada para tener un cachorro de mi macho. -Quiero que me folles el coño, que me conviertas en tu hembra y me dejes preñada, para tener un cachorro de mi macho.- Dijo la chica llorando tanto por el dolor que tenía en el culo como por la humillación que estaba sufriendo.< para preguntarle a la chica como estaba. -Tengo el culo destrozado. Me duele y lo peor es que puede haber dejado embarazada. No nos dio tiempo a hablar mucho más porque la puerta se abrió y entraron otros dos funcionarios que repitieron la operación. Otra vez tuvimos que humillarnos diciendo que éramos unas putas, que deseábamos ser convertidas en sus hembras, en sus perras y éramos felices de ser folladas por un macho como ellos. Pero éste tenía la polla bastante pequeña, me dieron ganas de burlarme de su mierda de pollita, pero preferí no cabrearlo, pero la verdad es que no me estaba enterando mientras me la metía comparado con la del otro funcionario y porque además estaba llena de semen… Pero en cambio cuando se corrió lo hizo con mucha más cantidad que el otro. Estuvo mucho rato corriéndose, parece que llevaba mucho tiempo sin follar y estaba descargando todo el semen acumulado dentro de mi que después de dos corridas estaba llena de semen que rezumaba de mi rajita. Cuando habían terminado de follarnos nos hicieron permanecer un rato en la misma postura con el culo al aire y en pompa hasta que llegó el funcionario que nos había explicado las cosas y nos dijo: -Bien, parece que os habéis portado bien. ¿Sabéis por qué os hemos pedido las bragas y vais a ir a ver a vuestros marido y tu hijo sin bragas? Pues porque vuestras bragas las llevan ahora mismo ellos. Vosotras entrareis en los locutorios en que están ellos, separados por un cristal blindado y comprobareis que llevan puestas las braguitas. Os desnudareis completamente y permaneceréis de pie en pelota picada, sin taparos. Unos amigos de vuestros maridos y tu hijo os observaran a través del cristal y elegirán a dos de vosotras. Las dos elegidas deberán venir la semana que viene a un bis a bis en el que se dejaran follar por tres internos, cumpliendo todas sus órdenes. Mientras tanto los maridos de las dos serán las putitas de la prisión. Deberán ir con bragas y serán tratados como putas. Pero sólo chuparan pollas. Se les respetará el culo. Pero si las elegidas no acuden al bis a bis, entonces las putitas de vuestros maridos serán follados por todos los internos que quieran hasta destrozarles el culo. ¿Entendido?

Asentimos con la cabeza porque no nos quedaba más remedio y nos acompañaron a los locutorios donde pude ver que algunas ya estaban allí desnudas., así que yo hice lo mismo me quité toda la ropa y la dejé sobre la silla y esperé que llegara Albert. Rezaba porque no me eligieran a mí, porque estaba harta de soportar humillaciones y ser follada por tres presos me aterraba… Pero no tuve suerte, escuché a un funcionario decir por megafonía que sólo se oía en esos cinco locutorios las elegidas son la del locutorio nº 5 y el locutorio nº 3, las demás pueden vestirse para iniciar la visita al interno, las dos elegidas deben permanecer desnudas durante toda la visita y hasta nueva orden. Miré aterrada el número que había encima de la puerta de mi locutorio, rezando porque no fuera ni el 3 ni el 5. Comprobé que el fatídico 5 se dibujaba en la puerta y no pude resistirlo, me eche a llorar desconsoladamente y así me vio Albert cuando llegó. Iba desnudo y sólo llevaba puestas mis braguitas. -Lo siento, cariño.- Me dijo Albert al verme llorando.- Si no quieres venir la semana que viene, lo entenderé, no te preocupes. Me limpié las lágrimas y le dije que si vendría pero que no volvería a la prisión a visitarlo porque no podía soportar más humillaciones. Pensaba que con la humillación de dejarme follar por tres presos sucios y repugnantes, además de las que ya llevaba sufridas, era sufi que la semana siguiente iba a volver a ser humillada.

FAMILIA VIOLADA Esta historia ocurrió cuando yo tenía 26 años.Mi padre era abogado, y era de comisiones, yo no entendía nada de política. Una noche estábamos ya acostados, yo y mi hermano, de dieciocho años, dormíamos en la misma habitación, creo que mi hermano era virgen, aunque tenía novia. Escuchamos un ruido abajo y después de unos tensos minutos mis padres entraron en la habitación. --No os mováis—dijo mi madre—Que hay unos ladrones en casa, a ver si se llevan lo que quieren y bajamos para poder llamar a la policía. Todos esperábamos que se marcharan, pero escuchamos los pasos subir las escaleras. Dos tipos entraron de golpe en el cuarto, tirando la puerta abajo, llevaban uno una pistola y otro una navaja. --Estás aquí, abogado de mierda—dijo el del a pistola. Entonces supimos que aquellos tipos eran unos fascistas que querían matar a mi padre. --No hagas nada a mí familia—dijo Mi padre—Hacédmelo a mí, pero a mi familia dejadla en paz.

El tipo de la navaja me miró lascivamente. --Tienes una hija y un mujer muy guapa—dijo--¿Me la dejas cabrón? --No mientes a mí mujer o te mato—amenazó mi padre. Recibió un puñetazo en el estómago, mi madre gritó, los dos tipos se rieron de lo lindo. --Tu—le dijo el de la pistola a mí hermano—junta la cama esta con aquella. Aquellas palabras me aterraron, pues sabía lo que se proponían, uno de los tipos apuntó a mi madre con la pistola. --Quítate el pijama—le dijo. Mi madre, llorando, negó con la cabeza, el tipo pegó la boca de su cañón a la cabeza de mi madre y ella cerró los ojos, por un momento todos allí creímos que iba a matarla, la sangre se heló dentro de mis venas, después el tipo pareció cambiar de opinión y se dirigió hacia mi hermano Tomás, que estaba siendo sujetado por el otro tipo, le apuntó a la sien. --Desnúdate o me lo cargo aquí mismo. Mi madre vaciló, aquello era más serio si cabía, era la vida de su hijo, muy despacio comenzó a quitarse los pantalones del pijama, dejando al descubierto sus piernas, todavía esbeltas, y unas braguitas azules, después se quitó la parte de arriba del pijama y sus pechos, bastante grandes, más que los míos, quedaron al descubierto. Sin saber por qué miré el cuerpo semidesnudo de mi madre y deseé que de mayor mi cuerpo fuera como el suyo, sus pechos eran turgentes, bien cuidados para su edad, y su cuerpo era atractivo. El tipo de la pistola miro a mi madre de arriba abajo con una mirada lasciva, después miró a mi padre. --Ahora desnúdate tú, papaíto—dijo. Mi padre no dudó en hacerlo, pues la vida de mi hermano estaba en juego, una vez estaba desnudo el tipo me miró, yo agarraba con mis manos los bordes de mi corto camisón, como si temiera que pudieran ver a través de él. --Tu, papaíto—dijo dirigiéndose a mi padre—Quítale ese camisoncillo a tu hija. Mi padre se acercó a mí despacio y me miró a la cara, después acarició mi pelo. --tranquila—dijo—No va a pasarte nada malo. Sus manos treparon por mis brazos y se introdujeron bajo estos, yo entendí lo que quería hacer y los levanté, el camisón subió por mi cuerpo desnudo y salió por encima de mi cabeza. Quedé tan solo con las braguitas de corazoncitos, me dio un poco de vergüenza que mi padre me viera así, casi desnuda, con mis medianos pechos al descubierto. --Ahora quítale las braguitas.

Mi padre se agachó sin decir nada y me bajó las bragas, yo estaba paralizada. --Ahora desnúdate tú--le dijo el tipo a mi hermano. Él se desnudó despacio,y no pude evitar fijarme en su pene, erecto, quizás al ver a su hermana y a su madre desnudas, o pensando que ibamos a ser violadas irremediablemente después el tipo le dijo que se tumbara en la cama. --Quiero que les chupéis las pollas—dijo. --Yo no entendí muy bien lo que quería, después lo vi claro, el tipo de la pistola se acercó a mí y me obligó a ponerme de rodillas delante de mi padre. Ya habia hecho un par de mamadas, pero el pensar que esta se la haría a mi propio padre, era algo que nunca había imaginado, me puse de rodillas aceptando aquello como una penitencia y cogí el pene, irremediablemente erecto, de mi padre con la mano derecha, no quise pensar en nada, ni siquiera hacerlo despacio, pensé que cuanto antes lo hiciera antes pasaría todo aquello, así que me introduje el miembro en la boca de golpe, mi padre pareció retroceder y yo intuí por algún motivo que mi boca le causaba placer. --Así me gusta—dijo el tipo. El otro, su compañero, cogió a mi hermano que estaba desnudo y lo tumbó sobre la cama, después se dirigió a mi madree. --Tu—le dijo—Chúpasela a tu hijo. Mi madre parecía que había aceptado aquello, igual que yo, que ya no había solución y que debíamos hacerlo, por las malas o por las buenas, reptó hacia la cama y cogió el pene de mi hermano, mi hermano de dieciocho años no había follado nunca, o al menos eso pensaba yo, y estaba nervioso, comenzó a acariciarlo y yo, por lo que pude ver, supe que lo hacía bastante bien, lo acariciaba despacio, con delicadeza, después sintió en su mano como endurecía todavía más sin remedio, mi hermano no pudo evitar que un leve gemido se escapara de su boca. Yo continuaba mamando el pene de mi padre, era durísimo y apenas me cabía en la boca, lo chupaba ahora lentamente y notaba su sabor a carne y su calor, en aquel momento surgió en mi cabeza el pensamiento de que me estaba gustando saborear aquel miembro, pero lo achaqué a que como era mujer era normal que me gustasen los penes. Mi madre se introdujo el miembro de mi hermano en la boca y se lo metió hasta el fondo de su garganta, él gimió de nuevo y pareció temblar, después ella retrocedió y cuando solo quedaba la punta de la polla dentro de su boca giró la cabeza, como succionando el glande. Decidí imitarla, no supe muy bien por qué, pero avancé por el miembro y la punta de este casi toca mi campanilla, sentí una nausea y tuve que sacarlo, después miré la punta, su forma puntiaguda y su color rosado, estaba repleto de mi saliva, pero lo lamí despacio, entonces escuché el primer gemido de mi padre y yo chupé la punta como lo hacía mi madre durante un rato, aquel movimiento me gustaba más que comerme el pene entero. --¡Ya basta de mamadas!—dijo el tipo de la pistola—Levantaos todos. Nos levantamos y quedamos de pié frente a ellos, mi padre y mi hermano tenían

sus miembros erectos y parecían latir a punto de estallar, miré de reojo el pene de mi hermano, era casi tan grande como el de mi padre. --Ahora quiero que os las folleis. Se hizo un silencio en el dormitorio. --¿Es que no me habéis oído?—repitió el tipo—A follar, coño. Me empujó y yo caí sobre la cama, boca arriba y desnuda. --Fóllatela—le dijo a mi padre. --Pero es mi hija—dijo él como queriendo dar una excusa. --Pues así disfrutarás más—dijo su compañero. Mi padre me miró mientras el tipo repetía lo mismo a mi hermano, caminó hacia mí, yo le miré y me puse muy nerviosa de repente, estaba a punto de hacer el amor con mi padre, de sentir sus manos tocándome y su cuerpo desnudo contra el mío, por de hablar de aquel inmenso pene que me abriría mi sexo incólume. Se tumbó sobre mí a la vez que mi madre se tumbaba a mi lado, también iba a ser follada, pero por mi hermano. --Tranquila hija—me dijo mi padre—No pasa nada. Yo sentí su cuerpo contra el mío, estaba caliente, sus piernas se metieron entre las mías y casi me obligó a abrirlas, cuando yo ya estaba entregada escuché un gemido a mi lado y vi que mi madre estaba mirándome, su rostro era de placer, mi hermano acariciaba algo cortado sus pechos, el tipo grito ¡Fóllatela! Y mi hermano pareció sentir urgencia, y se movió más rápido, no obstante fue mi madre la que llevó su mano hasta el miembro de mi hermano. --No quiero hacerte daño—dijo él --No te preocupes por mí, cariño—dijo mi madre—Haz lo que dicen o nos mataran. --Será mejor que les hagamos caso en todo—dije yo. Mi padre estaba sobre mi, asintió y comenzó a acariciarme, yo empecé entonces a excitarme, mi madre había cogido la polla de mi hermano, al parecer la puso a la entrada de su sexo. --Empuja ahora—dijo. Mi hermano empujó y ella gritó al sentirse penetrada por su hijo, el ver aquello hizo que la excitación en mí creciera y comencé a gemir. --Voy a penetrarte—me susurró mi padre. --Tú hazlo o nos matarán—dije yo. Mi padre me miró a la cara y llevó su mano hasta su pene, de pronto sentí como me abría en dos y abrí la boca para gritar, pero no lo hice, cogí aire intentando aguantar el dolor de mi sexo, miré el rostro de mi padre, sin duda estaba excitado, pero no quería mostrármelo.

--No pasa nada si te excitas—le dije—Es normal. El sonrió y comenzó a penetrarme. Mi madre gemía, estaba abrazada a mi hermano y tenía los ojos cerrados, su rostro era de un intenso placer y ella no luchaba por disimularlo, creo que porque las mujeres aceptamos mejor la sexualidad que los hombres. Mi hermano también comenzó a gemir mientras la penetraba. --Aha, Aha—gemían los dos casi acompasadamente. El dolor de mi coño se estaba tornando en un placer algo tímido, pero yo ya estaba completamente excitada, comencé a acariciar la espalda de mi padre y a gemír, y él, al ver que ya no me dolía, también comenzó a gemir, los cuatro estábamos gimiendo mientras los dos atracadores nos miraban lascivamente. Yo sentía la polla de mi padre dentro de mi coño, avanzando sin piedad dentro de mi sexo, sus manos tocaban mis pechos y me besaba por el cuello, sabía que aquello era injusto y asqueroso, pero estaba rota de placer, jamás había sentido algo como aquello, poco a poco el placer, mezclado con un agradable dolor, fue creciendo en mi interior hasta hacerse casi insoportable, quería morir, morir para no sentir tanto placer en mi cuerpo, me aferré más a la espalda de mi padre y todo mi cuerpo tembló, sentía algo de vergüenza al sentir aquello y traté de exteriorizarlo lo menos posible, el goce pareció explotar dentro de mí y los ojos se me pusieron en blanco a la vez que movía mi cuerpo para tratar de coger el máximo placer posible, casi pierdo el conocimiento, después, a pesar de que mi padre continuaba follándome, no sentí mucho placer. Los gemidos de mi madre y mi hermano, que subieron precipitadamente de volumen, llamó la atención de todos, ambos empezaron a gritar, mi madre intentó apartar a mi hermano de encima de ella, pero ya era tarde, eran presa del indescriptible placer que había sentido yo. --Ohoo, Ohooo—comenzó a gritar mi madre. Después, desencajada de gusto, sintió como mi hermano eyaculaba dentro de ella con su joven semen. --Ahaaaa, Siiii—gritó sin poder evitarlo. --Vaya vaya—dijo uno de los atracadores—Parece que la mama y su hijo se han corrido. Poco a poco el placer vino de nuevo y mi padre y yo comenzamos a gemir mientras mi hermano y mi madre nos miraban abatidos, desnudos y sudorosos. --Ahaaa—grité yo—Creo que es…que es…. Mi padre me miró y supe que iba a llenarme de su semen. --Papa, me corro—le dije como queriéndole avisarle—Me corro ya… Entonces mi padre comenzó a moverse más despacio dentro de mí, me miró a la cara y me dijo. --Lo siento, hija.

Empujó una vez, de golpe, tan fuerte que mi espalda se arqueó, y sentí como una avalancha de semen me llenaba la matriz, el placer estalló de nuevo y ambos gritamos. --Ahaaaaa, Ohooo. Después, el continuó unos segundos dentro de mí, y estaba exhausta, él me miró y me besó tiernamente los labios, cuando nos separamos nos quedamos en la cama, desnudos, todavía asimilando que habíamos sentido el mayor placer de nuestra vida con miembros de nuestra propia familia, por eso y porque intuíamos que aquello no acababa nada más que de empezar. --Muy bien—dijo el tipo—Habéis disfrutado como cerdos. Se sentaron en las sillas sin dejar de mirarnos a mi madre y a mí, yo quise taparme con las sábanas, pero el más bajo no me dejo, miré a mi madre, estaba tumbada boca arriba, desnuda, junto a mi hermano, respiraba profundamente, sus pechos subían y bajaban cogiendo aliento, miré su cuerpo sin saber muy bien por qué, pero era un cuerpo muy hermoso. Tras el cuerpo de mi madre sobresalió el pene de mi hermano, este se incorporó en la cama y me miró, observó con detenimiento mi cuerpo desnudo y al rato su pene comenzó a levantarse. --Vaya vaya—dijo el tipo—Parece que a este le pone su hermanita, pues hala, fóllatela, cabrón. Inmediatamente negué con la cabeza, había sido follada por mi padre y había sentido un forzado orgasmo con él, y para más inri querían que repitiera con mi hermano. --Tú cállate—me dijo el otro tipo. Mi hermano salió de la cama y se acercó hacia mí, uno de los tipos cogió a mi padre y le lanzó contra mi madre. --Y tú a follarte a tu mujer, venga. Mi hermano se puso a los pies de la cama como avergonzado, pero yo veía que estaba excitado, no podía culparle, aquella noche todos éramos presos de la pasión. Comenzó a acariciarme las piernas con sus manos subiendo por mis muslos y pronto llegaron a mi sexo, lo tocaron, yo sentí que estaba de nuevo perdiendo los papeles. De pronto sentí como dos dedos se hundían en mi sexo y gemí, miré a mis padres, estaban tumbados, besándose, supuse que como eran matrimonio ya estaban más confiados. Mi padre bajó la boca hasta los pechos de mi madre y comenzó a lamerlos y succionarlos, provocándole a mi madre un gran placer, pues gemía excitada. Mi hermano subió y comenzó a lamerme también mis pechos, entonces supe que estaba de nuevo excitada, lamió mis pezones y mordió mis senos con avaricia, mi hermano ya no era mi hermano, era un tipo que iba a follarme. Se tumbó encima de mí y al mirarle a la cara pude ver su expresión de placer, estaba deseando penetrarme, su pene erecto golpeaba mi sexo intentando entrar en mí.

Yo sonreí, no sé muy bien por qué pero aquella sonrisa le hizo saber que yo también deseaba que su pene me abriera despacio. Llevó su mano hasta su pene y me penetró de golpe, yo di un grito de dolor y entonces escuché un gemido de mi madre, la miré, ella me miraba a la vez que mi padre la penetraba, cuando mi hermano comenzó a meter y sacar su miembro endurecido de dentro de mí continué mirando a mi madre, ella me devolvía la mirada, no dejamos de mirarnos mientras gemíamos y nos follaban, pues el vernos siendo penetradas por nuestros familiares nos resultaba apasionante. --Aha aha aha—gemíamos casi al mismo tiempo. Estaba a punto de tener otro orgasmo cuando el mayor de los tipos ordenó que los hombres se separaran, les dijo que eyaculasen sobre nosotras, ellos por supuesto obedecieron, poniéndose a horcajadas sobre nosotras, yo miraba a mi hermano mientras este intentaba eyacular sobre mi torso desnudo, al parecer no conseguía llegar al orgasmo, así que cogí su pene y comencé a masturbarlo, mi madre hizo lo mismo con mi padre, los gritos de los hombres subieron de volumen, de repente sentí como algo caliente me salpicaba por el cuerpo, los pechos y la cara, era el semen de mi hermano, mi padre también eyaculó y llenó el cuerpo desnudo de mi madre de esperma. No sabía qué hacer, me sentía sucia y sin embargo me gustaba el tacto caliente del semen en mi cuerpo, quise quitarme un poco con las manos, pero el tipo bajo me lo impidió. --No, no—dijo—Ve allí con tu madre y lámeselo a ella. --¿Qué?—dije yo impresionada--¡No, no por favor! El tipo me empujó contra mi madre mientras mi padre y mi hermano salían de las camas. Cuando nuestros cuerpos se tocaron sentí el semen de sus pechos contra mí, y ella el de mi hermano contra ella, nos miramos a la cara llorando, sin saber que no teníamos otra alternativa. Yo me incliné sobre el pecho de mi madre y saqué la lengua despacio, lamí un poco de semen y no me gustó su sabor, pero al parecer no me quedaba otra, me incliné de nuevo y lo lamí todo, después lamí su vientre, despacio, no queriendo dejar restos de aquella sustancia por su cuerpo, cuando creí que ya había termindo miré a mi madre, tenía la misma cara que cuando era penetrada por mi hermano, pero no quise creer que estaba excitada. Uno de los tipos, no se cual, dijo que era su turno y mi madre me lamío despacio la cara, al parecer tenía allí semen de mi hermano, después lamió mis pechos mediano, repletos de esperma, aquello me gustó, me sentí limpia y a la vez algo excitada, supe que mi madre en realidad si estaba exaltada por mis lametones, su lengua barrió uno de mis pezones y yo creí ascender al cielo, mi pulso se aceleró y mi cuerpo volvió a pedir más sexo. --¿Va a ser siempre así?—pensé--¿Voy a estar toda la vida deseando ser follada una y otra vez? Mi madre lamió mi vientre y paró, yo creía que ya había terminado cuando sentía que me lamía la parte interna del muslo derecho y un gemido se me escapo de la boca. --Mira—dijo el tipo bajo—Esta putita se está poniendo cachonda.

Mi madre se tumbó a mi lado y nos miramos, ella me acariciaba cara y yo me di cuenta de que tenía semen en la suya, muy cerca de la boca, me acerqué a ella y lo lamí, parte de mi lengua rozó sus labios, fue fugaz, pero desencadenó la tromenta, antes de retirame mi madre me besó despacio en la boca y allí estallamos, sin saber por qué comenzamos a besarnos, yo nunca había besado a nadie y ella parecía guiarme, enseñarme, me abrió la boca con la suya y su lengua me invadió, la noté blanda y jugosa, repleta de dulce saliva. Estaba besando la boca que cada noche me daba un beso en la mejilla antes e irme a dormir, la boca que había saboreado la polla de mi hermano mayor y saboreado su semen quitándolo de mi cuerpo. Ya no atendíamos a razones, los dos atracadores nos miraban estupefacto en incluso nos aplaudieron por nuestra iniciativa, mis manos buscaron el cuerpo, el sexo de mi madre y comenzamos a acariciarnos, cuando nuestras bocas quedaron libres las dos gemíamos de placer sin dejar de tocarnos. Mi madre reptó por las sábanas de mi cama y acarició mi sexo, no sabía lo que quería, pero lo entendí cuando sacó la punta de mi lengua y lamió mi clítoris, yo dí un grito de sorpresa y sonreí, en aquellos momentos era la chica más feliz del mundo, mi madre comenzó a comerme literalmente hablado, el coño, yo hacía de maravilla, aunque nunca me lo habían echo, yo gemía acariciando su pelo, rota de placer, miré a los tipos, estaban quitándose la ropa y supe lo que venía, pero en aquel momento no me importó, mi padre y mi hermano nos miraban y también parecían, aunque sin quererlo, excitados. Yo supe que por fin iba a correrme, comencé a sacudir mi cuerpo siendo presa del extraordinario placer y mi sexo eyaculo en la boa de mi madre, ella continuó lamiéndolo hasta que no quedó más flujo que lamer, cuando me miró su boca estaba repleta de mi líquido. Nos besamos de nuevo sin darnos cuenta de que los dos tíos estaban atando a mi padre y mi hermano en el suelo, después, desnudos, se acercaron y se metieron en la cama con nosotras. Aquello nos dio pánico, e inmediatamente intentamos escapar, pero los tipos eran más fuertes y además nos habían pillado desprevenidas, el más bajo se tumbó sobre mí y yo sentí su pene contra mi sexo, este parecía más gordo que el de mi padre y mi hermano, no tardé en sentir como me abría en dos, no obstante ya no me dolía tanto, comenzó a bombearme, yo acababa de correrme y no sentía casi placer, en cambió mi madre gemía como una loca mientras era violada por el que parecía el jefe, en aquellos momentos pensé, si esta es una violación, ¿Qué diferencia hay entre ella y un buen polvo? EL tipo me besó, la lengua hurgó en mi boca todo lo que quiso, y yo, ya presa de la lujuria, ya como puta que era junto a mi madre, también jugué con esa lengua, quise excitarme, me dije, Excítate y córrete con este hombre, ya que estás, disfrútalo y no seas tonta, y lo hice, comencé a gemir de nuevo, acariciando la espalda del tipo, mi madre estaba desatada completamente, pero creo que era porque antes había lamido el sexo de su hija hasta saborear su orgasmo, abrió las piernas para que aquel sádico la penetrada más fuerte, para que llegara al fondo de su ser y agarró su espalda. --¡¡Siiii!-gritó--¡Sii! ¡Siii! Su violador enpujaba con fuerza, embistiendola y sacudiéndola, mi madra se agarraba a los palos dekl cabecero de la cama gritando de placer al ser forzada por

aquel sádico. --¡Ahaaaa! ¡Ahaaa! De repente se agarró a las sábanas con las uñas y casi lloró de placer, se estaba corriendo. --Más, mas—dijo con la voz rota. Yo sentí como la polla del tipo se inflaba dentro de mí y comencé a sentir el orgasmo, esta era muy fuerte, dolía y a la vez daba un placer inconcebible en aquel momento, me agarré a él y comencé a gritar. --¡Ohooo! ¡Siii¡ ¡Me corrro, me corroooo! Sentí como el semen de aquel tipo me inundaba, por dentro, caliente y pegajoso. El tipo que estaba violando a mi madre se apartó de ella, su pene continuaba erecto, no se había corrido. --Ponte a cuatro patas—me dijo mirándome. Yo iba a obedecer cuando escuché la voz de mi madre. --No, ni lo sueñes—dijo—Que me violes a mí, vale, pero dejad el culo de mi hija en paz. ¿El culo? ¿Qué querían hacerle a mí culo? --Pues si no le abro el culo a tu hija te lo abriré a ti. Entones supe que querían, y me pareció algo inhumano y asqueroso. --No lo hagas, mamá—dije—Déjame que lo haga yo. Mi madre se puso a cuatro patas con el culo en pompa, jamás imaginé que allí dentro cupiera tal pollón. --No te preocupes, hija—me dijo mi madre—No pasa nada. El tipo que había descargado su semen caliente dentro de mí me sujetó para que no intentara nada, su compañero se puso detrás de mi madre con el pene a punto de estallar y se mojó dos dedos, los pasó por la entrada del ano de mi madre y ella gimió. --Auf Después cogió su miembro y lo puso a la entrada del orto, empujó despacio, mi madre apretó las uñas contra la cama y gimió de dolor. El pene desaparecía lentamente dentro del culo de mi madre mientras ella era invadida por un intenso dolor, cuando la polla pareció llegar al fondo de su ano el tipo la sacó un poco y empujó de golpe. El grito que dio mi madre bien pudo despertar a todos los vecinos del bloque, el

hombre acarició los pechos, que colgaban sobre la cama, pechos que antes había lamido yo después comenzó a moverse muy despacio dentro de ella y los gemidos de mi madre bajaron de volumen. El tipo gemía sin parar, iré a mi madre, tenía la boca abierta y los ojos casi en blanco, me pregunté que estaba sintiendo, no parecía dolor. ¿Acaso aquello producía también placer? Sus gemidos parecían que si, aunque también me imaginaba aquel pene rompiendo su esfínter y supuse que tendría que doler. Mi padre y mi hermano miraban sin parpadear y con los penes erectos, mi hermano tenía una expresión de felicidad, estaba claro que deseaba ser él, el que estuviera violando a mi madre analmente. Los gemidos subieron de volumen, mi madre comenzó a gemir como cuando era follada por mi hermano y mi padre, incluso por mí, ahora estaba claro, aquello le gustaba, ser violada y tratada como una puta, y supe que a mí también me gustaba, comencé a excitarme de nuevo. ¿Es que esto nunca va a aparar? Pensé, el tipo que me sujetaba observaba también la escena y comenzó a acariciarme, llevó su mano a mi coño y comenzó a tocarme, yo no tardé en gemir de nuevo. El tipo eyaculó dentro del culo de mi madre y la dejó libre, ella se quedó a cuatro patas, pude ver que el semen surgía de su dolorido ano, el hombre que me estaba tocando me soltó. --Yo también quiero probar ese pedazo de culo—dijo. Adoptó la misma posición que su compañero y la penetró rápida y violentamente. --¡Ahaaaa!—gritó mi madre--¡Cabrones, folládme el culo! Al oír aquello me sorprendí algo, mi madre pidiendo más. El tipo no tardó en correrse dentro de mi madre, lo que yo no sabía que el sexo anal era algo maravilloso, pero te priva de un orgasmo. Dejaron a mi madre exhausta en la cama, casi inconsciente por el placer y dolor que la habían obligado a tener, yo estaba excitada de nuevo pero sabía que aquello por fin había acabado. Estaba nuevamente equivocada. Los tipos se vistieron entre risas y nos ataron a mi madre y a mí, lo hicieron a cuatro patas, con la mitad del cuerpo fuera de la cama, y con el culo indefenso, pues nuestras manos estaban atadas a la espalda. Se llevaron todo el dinero y las joyas de la casa y desataron antes de irse a mi hermano y a mi padre. --Corre—dijo mi madre cuando se fueron—Desátame. Hubo un silencio algo largo, después sentimos unos pasos tras nosotras. --¿Qué pasa?—pregunté yo—Desatadnos ya. Escuché la voz de mi hermano tras de mí. --Perdóname, hermanita—me dijo—Pero es que no podemos más. De repente sentí como me acariciaba el sexo y el culo, supe que ahora mi hermano

haría lo que quisiera conmigo, mi madre también iba a ser penetrada, pero por mi padre. --Por favor—dijo mi madre—No seáis burros. Mi padre acarició el ano de mi madre y ella gimió. -Ya que te lo han abierto tengo que penetrarte—dijo—Si no luego se cerrará y no podré. Mi hermano me obligó a abrirlas piernas y acarició mi espalda desnuda. --Si vas a follarme—le dije—Procura que me corra, por favor, haz que me corra. --lo intentaré—dijo él. Fuimos penetradas de golpe, yo por la vagina y mi madre nuevamente por el ano, nos miramos a la cara mientras éramos embestidas, sabíamos que aquello era maravilloso, los cuatro comenzamos a gemir presos des sexo, yo deseaba que no pararan, que me mi hermano estuviera abriéndome el coño durante toda la noche. No sé cuánto tiempo pasó pero yo los pasé en la gloria, hasta que por fin sentí otro nuevo orgasmo, todos eran increíbles, y lo que mas me gustaba de todo es que podía estar durante toda la noche follando y sintiendo un orgasmo detrás de otro. Mi hermano me desató y vimos como nuestros padres se corrían, después, algo avergonzados, mi madre dijo que era mejor que las mujeres durmieran solas, recogimos todo, por supuesto no pusimos ninguna denuncia, no pensábamos relatarle a la policía lo que nos habían hecho pasar, mi madre y yo dormimos en la cama de matrimonio mientras que mi padre y mi hermano en el sofá. Dormimos desnudas, y quedamos abrazadas y rendidas al instante, cuando me desperté era de día, ya hora de ir al colegio ya había pasado y no pensaba despertar a mi madre, la miré dormir desnuda, recordando como si hubiera sido un sueño todo ese placer que me había hecho sentir y las veces que nos habíamos corrido, me excité de nuevo. ¡Otra vez! Pensé, mira que tengo vicio. No obstante, esta vez renuncié a una buena masturbación, pero me prometí a mí misma que disfrutaría de mi vida sexual por encima de todo y con quien fuera.

El pueblo de los placeres 1 Cuando a sus treinta y cuatro años Luís ganó quince millones de euros en un juego de loterías a nivel europeo, tuvo claro que dejaría su aburrido y mal pagado trabajo de comercial. Nunca se acostumbró a vivir en la gran ciudad. No estaba hecho para los atascos, ni las muchedumbres del metro, ni los codazos en el autobús. No soportaba ser atracado una media de tres veces al año, y sus pulmones no aguantaban más la contaminación de centenares de miles de coches. El pueblo de su madre. Siempre lo tuvo en mente y nunca se planteó volver. Sobre la mesa fotografías del pueblo. Encalado en la serranía de Aracena, en la

provincia de Huelva. Sus raíces seguían allí, arraigadas como los bellos alcornoques de la dehesa onubense a su tierra. "comprar una parcela, criar cochinos, construirme una confortable casa en el pueblo. Respirar cada mañana el aire puro. Vivir la vida." Su mente volaba, quería emigrar antes que el cuerpo. Hasta le pareció sentir el frescor de la brisa de una mañana de otoño, cuando la sierra de Huelva se inunda de colores rojos, amarillos, dorados y verdes. Compartiendo con la humanidad el escenario de un cuento de hadas. Dio un golpe en la mesa con el puño cerrado, desordenando las fotos. Luís sonreía, estaba feliz, acababa de tomar la decisión que cambiaría su vida para siempre. Cuando llegó al pueblo, éste estaba tal y como lo recordaba de niño. Como si se hubiera detenido en el tiempo. Pequeño, unos dos mil habitantes, acogedor. Con cuestas retorcidas que suben a la iglesia; como ramas de árboles ascienden al cielo. Suelo de piedra, siempre humedecido, y casas blancas. Eligió un viejo caserón en las afueras. Un pequeño sendero le llevaba al pueblo en diez minutos andando. Sin vecinos, o casi, pues tras una curva se levantaba una humilde hilera de cinco casas, una tras otra, más metidas en el bosque. Ofreció al dueño, que no vivía en ella, una suma razonable de dinero por su vieja y abandonada casa. Contrató un arquitecto que la cambiaría por completo. Por fuera tendría el mismo aspecto rural. Por dentro, se distribuirían trescientos metros cuadrados de hogar, divididos en dos plantas conectadas por ascensor y escaleras de caracol. Parqué de primera calidad, chimenea, bodega en el sótano. Con una amplia terraza desde la que se podía ver la mayor parte del pueblo. Allí viviría solo y envejecería como siempre quiso hacerlo. Estuvo un año viviendo en Huelva capital, mientras se construía su casa y contrataba en el pueblo a las personas que necesitaría para sacar adelante su nuevo negocio ganadero. Criaría cochinos y haría jamones de bellota pura. Se compró una enorme parcela llena de alcornoques, encinas, olivos, castaños y jara. Un riachuelo la atravesaba en su parte sur. Y una bella y solemne montaña separaba la zona de criado de ganado, de la fábrica de jamones recién construida y las casas de los trabajadores. Una vez se hubo instalado y el negocio de la dehesa hubo iniciado su fructífero camino, Luís decidió ir a visitar a su tía abuela Leonor. La cual estaba emocionada por la llegada al pueblo, por todo lo alto, del nieto de su hermana. Sobre la mesa de una humilde casa de pueblo café y pastas. Leonor y Luís charlando. ¿Y tu madre no se viene al pueblo?

- No, ella de momento sigue en Madrid. Aunque creo que vendrá de vez en cuando, en este pueblo está ahora toda su familia. ¿La tita Ana sigue en Aracena verdad?. ¿conserva su hotel?. Hotel por llamarlo de alguna manera hijo mío. Nunca tuvo iniciativa empresarial. Se conforma con la estrella de mala muerte que luce en la fachada. Solo cinco habitaciones y baratas. Aunque se les llena, siempre tiene clientes la muy afortunada. Y casi nunca viene a verme, ni siquiera viene al pueblo, este pueblo está muy perdido Luís, me ha alegrado mucho que te hayas venido aquí. La tita ana es la única hermana de la madre de Luís. Dos años menor que su madre, a sus cincuenta y cuatro años, Ana vivía en el más puro respeto por su difunto marido. El pequeño hotel le ayudaba a tirar adelante en el pueblo de Aracena, situado a una decena de quilómetros del pequeño pueblo donde se narra esta historia. Sola, desde que su última hija, Inés, se fue a hacer las américas con un ingeniero uruguayo. Luís vio como empezó a caer un pequeño pero continuo chirimiri, a través de la puerta que separaba la sala de estar con el descuidado patio de la casa de su tía-abuela Leonor. Vaya, parece que otra vez se va a poner a llover. Dijo Tendrás que acostumbrarte, en esta época del año lo normal es que los días sean así. Peor será cuando el mes que viene entre el invierno, lleva años nevando. Prepárate. Unos nudillos aporrearon la puerta entreabierta de la casa. Esa debe ser Tomasa. Dijo Leonor. Le dije que vendrías a verme y tenía ganas de conocerte. Tomasa entró y dio dos besos a la anciana Leonor. Luego le dio dos besos fuertes a Luís. Luís pensó que Tomasa tendría unos cuarenta y cinco años aproximadamente. Aunque aparentaba alguno más. Era alta y entrada en carnes. Morena y con un bello rostro que empezaba a arrugar por los ojos, frente y labios. No obstante conservaba una mirada lúcida y sana. Tenía los cachetes enrojecidos. Del mismo color del abrigado chaleco que vestía. A luís le impresionaron los inmensos pechos que ese chaleco albergaba. Como dos ubres de vaca, como dos cántaros como los que había visto en la cocina de su tía. Le gustó esa mujer. Se sintió cómodo con ella durante la charla. Era guapa, divertida y dicharachera. Su cuerpo de hembra regordeta y pechugona, la belleza de su rostro y lo agradable de su compañía; recordó a Luís que aun no había tenido sexo desde que decidió cambiar de vida. De repente deseó probar a aquella mujer, pero el pudor y la prudencia le hacían estar tranquilo. Pero los planes de Tomasa empezaban a ser diferentes a la prudencia. - Dime chico, ¿Vinistes al pueblo con tu mujer?

- No, no tengo mujer. Vine solo. - Vaya, chico. Yo estoy divorciada y sola. Mi marido se largó con una turista alemana, la muy puta vino buscando gente con dinero, y mis hijos están los tres en Sevilla. Pero me va bien. Tengo mi casa y mi tienda. Cuando quieras comprar algo ya sabes, la tienda de Tomasa, la mejor y única tienda del pueblo. Pan, verduras, dulces, carnes, todo para ti cuando quieras. Jajajajajajaja Su risa sonó exagerada y forzada. Luís le dio las gracias y empezó a barajar la opción de irse antes de que se hiciera de noche y lloviera con más intensidad. Pero Tomasa se adelantó. En casa tengo una buena morcilla, de pura cepa. Ven que te doy un trozo para que cenes esta noche. Su casa colindaba con la de Leonor. "Vecinas de toda la vida, aunque en el pueblo todos nos conocemos, todos somos vecinos al fin y al cabo". Le dijo mientras abría la puerta. La casa parecía estar anclada en el pasado. Techo de madera y el salón lleno de trofeos de caza disecados. "recuerdos de mi marido, ojalá su cabeza fuera una de esas:" Dijo chillando. Luís se preguntó por qué tenía que chillar. Tómala mírala que rica. Huele, huele. Luís se acercó a olerla y se quedó mirando sus pechos sin darse cuenta. Que pasa joven, te gustan los pechos de la Tomasa eh. Cuando era joven todos los chicos del pueblo y de los pueblos vecinos morían por catarlos. Pero ya ves, el tiempo pasa. Jajajajaja De nuevo voces y aquella risa desorbitada. Luís se esforzó por soltar una frase amable, quería irse. Aun estás bien, Tomasa. Y seguro que todavía muchos jóvenes estarían encantados de catarte. Jajajaja. ¿Tu querrías pasar un buen rato con la Tomasa?. Esto último lo dijo meneando las tetas con las manos. Lo dijo con tanta facilidad y naturalidad, que Luís sospechó de que se ganara la vida con algo más que la tienda. Se sintió tentado pero incómodo. Se mostró dudoso e hizo un movimiento de despedida. Pero Tomasa le tomó por las manos y tiró de él. Tómalo como un regalo de bienvenida. En este pueblo la vida es muy aburrida. Nadie tiene por qué saberlo y yo no me voy a molestar si no repites. Jajajajajaja.

Luís no sabía que decir, así que no dijo nada. Estaba fuera de juego, se dejó llevar. Le llevó a una habitación que se encontraba al fondo de otra habitación mayor. "Alcoba, le dijo ella que se llamaba a esa estancia". La cama era grande y las paredes frías. Encendió una pequeña luz con un sistema de encendido que le pareció primitivo. Lo sentó en la cama y se desvistió de cintura para arriba. Dos enormes pechos se mostraron ante Luís. Grandes de solemnidad, no como las falsas operaciones de las chicas de ciudad. Grandes, naturales y con unos pezones que no parecían humanos. Los acarició sin decir nada. Estaba fascinado. Eran cálidos y suaves al tacto. Confortables. Esa mujer le inspiraba una extraña confianza, a pesar de sus voces y sus risas escandalosas. Tomasa se levantó y se quedó en bragas. Amplias, pero a penas guardaban su gran culo, ni su coño peludo. Luego se sentó a su lado de nuevo agarrándole los pechos. Vamos nene, cómele los pechos a la tomasa. Prueba el producto de este pueblo. Luís se acomodó y los lamió. Ella le trataba con cariño, acariciándole el pelo, cada vez más caliente. Él se centró en disfrutar de esos melones. Sabían dulces y seguían siendo suaves a pesar de la dureza formidable que acababan de ganar sendos pezones. Luís se levantó y se desnudó deprisa. Tomasa se tumbó y se cogió el pelo con una orquilla mientras Luís se desnudaba. Se bajó las bragas y se abrió de piernas, mostrando su peludo coño. Luís se masturbó un poco para que se le pusiera más dura. Tomasa se incorporó y le ayudó metiéndosela en la boca y haciéndole una mamada estándar. Estaba demasiado caliente, quería que ese chico la follara cuanto antes, llevaba meses sin sexo, hacía meses que no veía una cara nueva por el pueblo. Cuando se le puso la polla dura Tomasa volvió a tumbarse boca arriba y se abrió mucho de piernas. Luís se colocó sobre ella y le clavó la punta. Ella le rodeó con sus piernas para que no se escapara. Cuando la metió, Tomasa se estremeció. Notó un agradable calor húmedo envolviendo su pene. Entró con suma facilidad. Pronto empezó a follar con fuerza. Tomasa resistía las envestidas con gemidos constantes y los ojos casi cerrados. "fóllate a la tomasa chico de Madrid". "Dale placer a la tomasa, cabrón.". "vamos, folla puto perro, folla fuerte, así eso es, eso es." Le mantenía a ralla. Sus piernas no le dejaban escapar y ella cada vez pedía más. Solo se le escuchaba a ella exigir cada vez más y gemir. Al cabo del rato se pudo librar y se incorporó visiblemente excitado y sudoroso. Masturbándose, para no perder el ritmo, se tumbó a su lado y la abrió de

piernas. Ella se ladeó hacía el lado contrario y le dejó accesibilidad levantando mucho la pierna que quedaba encima. Luís se enchufó y empezó a follar de nuevo. A penas metía medio pene en esa postura, pero sentía que el capullo rozaba mejor en ese amplio coño. Le quedaban las nalgas a mano, así que las azotó constantemente. Bailonas y coloradas nalgas de tomasa. Cuando sentía que iba a correrse se incorporó de nuevo y se puso de pié en la cama. Señaló su boca. Quiero correrme ahí. Dijo con voz excitada Estos chicos de ciudad, que gustos más raros tenéis. JAJAJAJAJAJ. Ella abrió la boca y luís se la metió. Ella cerró los labios, él empezó a meterla y sacarla. Ella le tenía agarrado fuerte por los huevos, como exprimiendo un fruto que estaba a punto de soltar su zumo. Luís sintió mucho dolor, pero le gustaba. Tuvo una corrida brutal, tomasa sintió como un flujo pegajoso, caliente y espeso le inundaba la boca. Tragó cuanto pudo, pero no pudo evitar que algo se le cayera por la comisura de sus labios. Como si no hubiera pasado nada se levantaron y vistieron. Tomasa le dio la morcilla y le despidió en la puerta de su casa. Fuera seguía la constante lluvia fina y era de noche. Adiós chico de ciudad. Ya sabes donde estoy. Cuando quieras Tomasa, ven y te daré Tomasa. Luís asintió sin decir nada y se despidió inclinando la cabeza. Se colocó el gorro del chaquetón, se metió las manos en el bolsillo, y se fue pegado a la pared de esa pequeña calle. Camino de su casa en las afueras del pueblo. Se tomó lo ocurrido como una necesaria canita al aire. Le sentó bien ese polvillo con esa curiosa mujer. Los días siguientes los dedicó a mover hilos por la zona. Visitó empresas de turismo para incluir su dehesa en un paquete de visitas organizadas. También habló con el alcalde del pueblo para que su negocio, el mejor que tendría esa villa en muchos años, fuera completamente respaldado y apoyado por los que mandaban. Paseó por toda la zona para conocerla bien y todas las mañanas salía a correr temprano por un sendero de tierra que se adentraba mucho en el bosque, regresando al pueblo por una carretera comarcal mal cuidada. Poco a poco se fue sintiendo más cómodo y fue conociendo mejor al pueblo. Sus gentes eran reservadas ante los forasteros y tuvo problemas de adaptación pues su presencia siempre resultaba incómoda. A sus espaldas había gente que le defendía por traer dinero al pueblo, en cambio otros avisaban de que no iba a traer nada bueno, poniendo a los vecinos con más prejuicios en contra de Luís.

Para comprar iba a la tienda de Tomasa, la única del pueblo. Ella le despachaba con alegría y a gritos, como en ella era habitual. Siempre le guiñaba un ojo cuando salía de la tienda, y Luís pudo notar que estaba empezando a vestir prendas escotadas para despacharle. Los días pasaban y su negocio empezaba a tener beneficios. Su capital crecía mientras él apenas salía de su confortable hogar. El Invierno había entrado muy duro, de forma que siempre que no estaba liado con trabajo, o supervisando el trabajo de los empleados en la dehesa, estaba en casa. Navegando por Internet, viendo películas, leyendo, cocinando….. Cada día pensaba más en Tomasa. El recuerdo de su cama le venía a la mente con calidez. Le apetecía repetir. Una noche de lluvia, cuando no había un alma en las calles del pueblo, se puso el abrigo y salió caminando hacia su casa. Las chimeneas del pueblo daban un aroma a leña quemada y el viento frío se llevaba con rapidez el humo de los tejados. El piso estaba muy mojado y, a pesar del chubasquero, llegó empapado a la puerta de la casa de tomasa. ´ Con precaución llamó secamente a la puerta. Miró la puerta de su tía abuela, estaba cerrada. Dio un vistazo alrededor. Todas las casas estaban cerradas y no había nadie. Llamo otra vez, un poco más fuerte. Miró de nuevo alrededor. Pudo ver una figura quieta tras una ventana de una de las casas de la acera de enfrente. Era una silueta de mujer, pero no podría verle bien la cara. Esa extraña figura le miraba en silencio, ocultada tras la oscuridad de la noche. Su sombra resaltaba sobre la sombra del fondo de su casa. En ese instante Tomasa abrió la puerta. Cuando vio a Luis sonrió con picardía; sin duda se alegraba de que hubiera ido a repetir. Hola Luís, pasa chico, que te estás poniendo perdido. ¡Todos repiten con Tomasa!. Luís entró. Antes de dar el último paso de entrada se giró buscando encontrar de nuevo esa misteriosa figura femenina, pero al mirar de nuevo, ya no estaba. Una vez dentro se quitó la ropa mojada. Y se arrimó a la chispeante chimenea que Tomasa había encendido poco tiempo antes. ¿A qué se debe el honor de tu visita?. Dijo Tomasa, que vestía un camisón largo y grueso. Me gustó esa morcilla que me distes. No la tienes en la tienda y he pensado que tal vez pudiera comprarte un buen trozo, si aun te queda. Por supuesto que me queda, ven conmigo.

Atravesaron el patio interior y llegaron a una caseta llena de jamones, chorizos, morcillas y demás embutidos y quesos. Luís se quedó maravillado. Aquí tienes todo cuanto quieras. Coge, no te cortes. Luís se fue hacia ella y le metió mano. Le agarró el culo y las tetas. Ella se dejaba hacer sonriente. ¿uy como has venido no chico? Quiero un poco más de tomasa. JAJAJAJAJAJAJA. No hace falta que lo jures cabronazo. Tras la escandalosa risa y la descomunal voz, dejó caer el camisón, quedándose completamente desnuda. Alta, pechugona, entrada en carnes, y el coño bien peludo. Tremendo cuerpo maduro. Exquisita hembra. Diosa de la serranía. Luís se desnudó deprisa, estaba ya bien armado. Ella se puso de rodillas y le dio una mamada que a Luís se le antojó excelente. Tras ella, se tumbó sobre una pila de jamones que había en una esquina y se abrió de patas como pudo. Ven a casa, Luís. Bienvenido, ven con mami. Follaron como locos. Retozando sobre la pila de jamones. Sus cuerpos acabaron impregnados de grasa. Probaron muchas posturas. Luís tuvo la suerte de verla pedir polla a cuatro patas. El inmenso culo se abrió mientras ella mordía una pata de jamón para no chillar de dolor. Tras la gran follada de los jamones, ella preparó un baño de agua caliente en una amplia bañera. Entraron los dos. Tomasa aprovechó la situación para cabalgar un rato sobre Luís. El agua salpicaba por todos lados tras cada sentada de la Tomasa. Y sus pechos bailaban desordenadamente sobre la cara de Luís, el cual aprovechó para comerlos y lamerlos mientras ella se movía con torpeza por la falta de espacio donde dejar caer sus dos inmensos muslos. Cuando se despidió, Luis recordó la silueta misteriosa que vió en la casa de enfrente justo antes de entrar a ver a Tomasa. Una pregunta. ¿Quién vive ahí?. Le preguntó señalándole la casa en cuestión. ¿Por qué lo preguntas?. Tomasa parecía incómoda. Es que antes me pareció ver a alguien mirándome tras la ventana. Se llama Alba. Tendrá tu edad la chica. Todos dicen que mató a su madre para quedarse con esa casa. Lo cierto es que ella dice que está en una residencia de Cádiz, pero en el pueblo todos saben que hasta que no la mató no paró. Hay quien dice que escondió su cadáver en un pozo que tiene en el patio, y después

lo selló con cemento. Ahora vive sola y a penas sale a la calle. A veces se oyen lamentos tras sus paredes. Algunos dicen que es el espíritu de su madre, que la tiene atemorizada. Es una loca, no le hagas caso. Luís se despidió y se fue camino de su casa, mientras un escalofrío le recorría toda la espalda. ¿Sería el espíritu de la madre quien lo observaba tras la ventana? Estuvo unos días fuera del pueblo promocionando las oportunidades empresariales y turísticas de su dehesa. Al regresar visitó a sus trabajadores y les dio las buenas noticias que traía. Varias tiendas charcuteras de la capital onubense se habían comprometido a vender sus productos. Desde Sevilla trajo un acuerdo con la junta de Andalucía en la que paquetes de turistas descubrirían cómo viven los cerdos en la dehesa y todo el proceso de elaboración del jamón ibérico de bellota. Además, había invertido una buena suma de dinero en la construcción de cabañas en el extremo norte de la finca, tras la montaña, que iría destinada a turismo rural. Un día fue a Aracena a ver a su tía Ana y a proponerle negocios. Vende el hotel y vente a la dehesa. Estoy construyendo una casa y varias cabañas de madera, ideal para el turismo. Tú serás la encargada de llevar esas cabañas. Necesito tu experiencia en hospedaje y nunca te faltará de nada. Te pagaré el 50 % de lo que ganemos con las cabañas, más un sueldo base de mil euros mensuales. Podrás irte cuando quieras si no estás a gusto. En ese caso te ayudaría económicamente para que fueras donde quieras. Su tía Ana se quedó pensativa. Estaba muy cambiada, pensó Luís. Los años le habían ensanchado las caderas y arrugado un poco el rostro y las manos. Siempre fue una mujer muy guapa y eso es algo que nunca se pierde. Luís valoró mucho su pelo teñido de negro. Su tía Ana se seguía cuidando exactamente igual como la recordaba; cuando pasaba los veranos en el pueblo. Muchas veces fue protagonista de sus pajas adolescentes. Y, en cierto modo, una gran parte de aquella mujer estaba ahí delante de él, bebiendo pensativa el café que acababa de servir. Con el castillo de Aracena al fondo, tras una amplia ventana, con las cortinas corridas. No me gusta el pueblo. No suelo ir. No tendrías que ir para casi nada, vivirías en la dehesa. Tendrás una casa llena de comodidades. Mañana mismo la ordenaré construir, a tu gusto. Se levantó y se asomó a la ventana. De espaldas parecía una mujer mucho más joven. A pesar de las caderas amplias, su cuerpo era delgado y bien cuidado. Luís recordó sus reiteradas pajas pensando en ella. Las recientes experiencias con la extraña Tomasa le habían despertado el apetito sexual que un día tuvo, y que tenía escondido en algún lugar de su interior. Tomasa se lo había despertado y ahora Luís volvía a desear disfrutar de las mujeres; de cuantas más mujeres mejor.

Se levantó y se situó detrás de su tía. Ella sintió su presencia y no se movió, seguía pensativa. Luís se pegó hasta casi posar su paquete en su agrandado y bello trasero. Reposó su mano derecha sobre el hombro derecho de su tía Ana. Ven conmigo. Me siento solo en el pueblo. Creo que casi todo el mundo me odia. Y no sé por qué. Yo sí se por qué. Es un pueblo envidioso que odia a los forasteros. Confórmate con que no te hagan la vida imposible. Luís se acercó un poco más. Percibió la soledad de su tía. Supo entender a aquella mujer, entendió que se conformara con lo poco que le dejaba su negocio. Entendió el aburrimiento de una vida que solo espera que llegue la muerte. Todos los días tendrían que ser iguales, viendo atardecer tras ese castillo. Se preguntó cuanto tiempo hacía que no estaba con un hombre. Le agarró por la cintura y ahora sí pegó su paquete al trasero. No sabía por qué hacía eso, una fuerza que no controlaba le impulsaba a hacerlo. Como si su alma estuviera dominada por otra alma diferente a la suya. Su tía suspiro y echó un poco el culo hacia atrás. Luís se lo agarró por las nalgas, restregando su polla crecida bajo el pantalón. Su tía notaba el bulto y se movía para restregar todo su culo por ella. De repente se giró. Miró lacónica y triste a su sobrino. Le acarició la mejilla. No me has dicho como está mi hermana. ¿Mamá está bien?. ¿Participará de tu negocio?. Ella no quiere saber nada de aquí. Solo vendrá de vez en cuando. Entonces necesitas una madre, alguien que se encargue de ti. Lo miró con ternura. Y se arrodilló. Llevaba unas faldas marrones largas, con una blusa azul marino. Clásica, como su entorno, como su vida. Acarició el paquete y desabrochó los botones de la bragueta del pantalón vaquero de Luís. Sacó su polla y la masajeo. Miró a Luís con una mueca inexpresiva. La polla estaba muy erguida. La lamió lentamente mientras la masturbaba. Luís estaba muy excitado, no lograba entender nada de aquello, pero se dejó llevar. Ana estuvo un largo rato lamiendo y engullendo la polla del hijo de su hermana, recreándose en cada momento. Al cabo del rato se incorporó y susurró un convincente "fóllame" al oído de su sobrino. A continuación luís le arrancó la ropa. Le destrozó la camisa y le sacó la falda. Ana se quedó en medias negras y braga y sostén blanco. Le arrancó el sujetador y lelamió las pequeñas y aun elegantes tetas. Ella le empujó sobre el sofá y se quitó las bragas, dejándose las medias puestas; las cuales acababan en la mitad de sus muslos. Bellos muslos, veinteañeros muslos.

Ana se acomodó sobre él. Quedando sus cuerpos muy unidos. El calor del cuerpo femenino que tenía encima, proporcionó a Luís un calor familiar agradable. Ella empezó a moverse y a gemir silenciosamente. Solo se oían los choques de las carnes en cada bajada. La polla entraba y salía del coño de Ana al buen ritmo que ella daba en su movimiento. Luís se llenó de sus muslos y de su trasero. Lo agarró con firmeza mientras ella aumentaba el ritmo. Ana se incorporó y se colocó en el sofá como una perrita. Luís se acomodó detrás. Le pasó la mano por el culo y el coño tras haberse escupido en ella. Le pidió la polla con un movimiento insistente de caderas. Él le dio lo que quiso y se la clavo en una follada bestial. Ana se sentía taladrada por su sobrino. Ahora gemía como una perrilla, medio llorando. Su cuerpo empezaba a desencajarse sobre el sofá mientras Luís la follaba cada vez más encima de ella. Cuando eyaculó sobre su espalda y culo, Luís se sentó a descansar sobre el sofá. Su tía se levantó y fue a cambiarse. Al volver se sentó al lado de Luís. Acepto tu propuesta. Trabajaré para ti. Solamente una cosa, me gustaría vivir contigo. Llevo mucho tiempo viviendo sola. Si esperamos a que construyas mi casa puede pasar demasiado tiempo. No aguanto más el ver como se pone el sol tras ese castillo. Conforme. Te prepararé una habitación. Vendré a recogerte la semana que viene. Pon en venta el hotel. Jamás te verás más atrapada por él. Gracias sobrino. Adiós. Cuando llegó a su casa había una carta sobre la alfombrilla de la puerta de entrada. La abrió y quedó algo estupefacto: "Cuidado con Tomasa. No es de fiar". Miró alrededor, todo estaba en silencio, no había nadie por ningún lado. Meneó la cabeza quitándole importancia. Sería alguien que le habría visto bromear con ella en la tienda. Ya le ha avisado su tía de que intentarían hacerle la vida imposible. Arrugó y tiró el papel; no pensaba hacer caso a una nota cobarde. Pasaron unos días tranquilos mientras Luís preparaba el traslado de su tía Ana. Se dedicó a intentar ganar simpatías en el pueblo, y alguna consiguió al pagar de forma íntegra la remodelación de una antigua ermita de las afueras. Lo cual permitiría al pueblo retomarse tradicional romería del mes de abril. En un par de ocasiones hizo uso de Tomasa. Siempre al caer la noche y siempre tomando las suficientes precauciones para no ser descubierto. Se lo pasaba bien con ella y follaban con una agradable compenetración. Los polvos

de Tomasa eran directos; no era una mujer que se andase por las ramas. No se entretenía mucho en prolegómenos y no le gustaba alargar mucho la despedida tras saciarse. Era la mejor de las putas. Directa, honesta, precavida, discreta, buena folladora, y gratis. Muchas mujeres deberían aprender de hembras como Tomasa. Cuando su tía Ana se trasladó Luís estuvo un tiempo sin aparecer por el pueblo. No volvieron a acostarse, ni a hablar del tema. Su única preocupación era que su tía estuviera cómoda y comprobar que tenía las suficientes herramientas para llevar con éxito el negocio de las cabañas de la dehesa. La vida de Ana era ir a la dehesa por la mañana y volver a la casa de Luís al caer la tarde. Luís le había preparado una habitación en la planta baja de la casa. Ella estaba a gusto y se mostraba ilusionada con su ocupación. Al cabo de unos días Ana se despertó en mitad de la madrugada, merced a la excitación de un sueño húmedo. Fue a la cocina a beber un poco de agua. Al volver a su habitación se detuvo ante unas de las escaleras que subían a la parte superior de la lujosa vivienda. "Soy una mujer. Tengo mis necesidades. Necesito Un hombre. No aguanto más." Dejó caer el camisón y subió las escaleras desnuda. Entró en la habitación de su sobrino y encendió la luz de la mesilla de noche. El resplandor hizo que Luís despertara. Cuando logró enfocar la vista pudo contemplar a su tía desnuda. Le miraba deseosa. Hola luís. Había pensado que a penas hemos charlado desde que me mudé. Las obligaciones nos tienen muy separados. Vine aquí a cuidar de ti. Se lo he prometido a tu madre. ¿Puedo entrar en tu cama? Luís notó como una salvaje erección se acercaba acelerada. Siempre dormía desnudo. Una tremenda verga esperaba a la tía Ana bajo las sábanas, a modo de regalo. Por supuesto tita Ana, adelante. Gracias pequeñín. Ana echó mano al paquete de manera inmediata. Llevándose la agradable sorpresa de sentir la polla enorme de su sobrino, Le sonrío. Guau, se te ve muy estresado. Y se nota dónde se acumula el estrés. Ahora tu tita va a darte una sesión de relax. Quiero que estés sin estrés, será bueno para nuestro negocio. Tómalo como un servicio extra, en agradecimiento por haberme contratado. Tras la charla empezó a masturbar a Luís. Mientras su mano se movía de arriba abajo, y de abajo arriba, Ana le dio besitos por el cuello y pechos. Deslizó su lengua de pezón a pezón y de nuevo al cuello.

Continuó masturbándole un poco más. Al cabo del rato se dejo caer hasta los pies de la cama donde inició una mamada a su sobrino. Su lengua recorrió los huevos y las venas marcada del pene de Luís. Ana estaba sedienta, necesitaba más y más. Sentía a esa polla como una especie de tótem. Era más mujer lamiéndola. Sería más mujer clavándosela. Así que se incorporó y comenzó a cabalgar. Ummmmmm eso es mi semental. Eres todo un semental. Ummm sí, eso es. ¿Te gusta como te monta tu amazona? Síii, síiii, eres la mejor amazona. Pam, pam, pam, pam. Choques de carne, golpes en el culo de Ana, gemidos desproporcionados. Mientras en la puerta de la casa, una joven de unos treinta años, está sentada abierta de piernas. Tocándose. Excitada por los gemidos de Ana. Tras tener varios orgasmos, la chica escribe una nota y la deja sobre la alfombrilla de la entrada. A continuación se dirige apresurada a su casa; frente por frente de la casa de Tomasa.

El cantar de los pájaros y los primeros rayos de sol despertaron a Luís. Se giró, a su lado dormía su tía. Se levantó con cuidado y la dejó tapada con el abrigado edredón nórdico. Estaba desnuda y el frío crecía por días en ese recién estrenado invierno. Mientras desayunaba conectó su portátil. Consultó la meteorología: mínimas de menos cuatro grados y máximas de diez en toda la sierra de Huelva. Despejado. Apuró el desayuno y se preparó para ir a correr. Al salir topó con una nueva nota sobre la alfombrilla exterior de la entrada a su casa. La cogió y la leyó. Tras leerla la sopesó. "mismo papel y mismo tipo de letra que la nota anterior". Volvió a leerla. "Auxilio. Sálvame. Llévame contigo." Esta vez se la guardó en el bolsillo del chándal. Cerró la cremallera, se ajustó el gorro, se colocó los auriculares y encendió su mp4. Se adentró en el bosque oyendo su ópera favorita, "La flauta mágica", de Mozart.. Los árboles iban quedando atrás con la misma elegancia con que la música deleitaba sus oídos. Todo era paz y armonía. Al finalizar la sinfonía, Luís inició el camino de vuelta. Pero antes de colocarla de nuevo oyó el relinchar de un caballo justo antes de apretar el botón.

Se quitó los cascos y miró alrededor. No había ningún caballo. Solo el bosque y los húmedos matorrales. Con el cantar de mil pájaros como hilo musical. Cuando volvió a colocarse los auriculares, de nuevo un relincho. En esta ocasión pudo orientarse y se dirigió al lugar desde el que entendía que llegaba el sonido. Avanzó a través de unos matorrales y pudo verlo. En un pequeño claro, protegido por rocas, matorrales y la espesa arboleda, estaba el animal. Se trataba de un precioso caballo andaluz color marrón oscuro, con una elegante melena negra, del mismo color que su amplia cola. Cuando se empezaba a preguntar qué hacía ese caballo ahí solo, éste volvió a relinchar y se puso de lado. Entonces pudo verla. Arrodillada en el suelo una mujer agarraba la tranca del animal, meneándosela de arriba abajo. La otra mano le acariciaba el lomo, pretendiendo calmarlo. Luís se fijó en la enorme polla. Descolgaba hasta casi rozar el suelo y tenía un diámetro más que respetable. Aquella mujer le resultaba familiar, a pesar que el caballo se interponía en su visión. En un momento dado, la mujer se agachó más colocándose justo bajo el caballo; en un momento en el que el animal aguardaba quieto el siguiente paso. "Buen chico". La voz no le dejó ninguna duda. Cuando esa mujer agachó la cabeza y se metió la tranca del caballo en la boca Luís por fin pudo verla. Era Tomasa. Tuvo la tentación de correr, pero una morbosa curiosidad hizo que se escondiera un poco más para ver aquella escena. Tomasa lamía y masturbaba con una viciosa velocidad. Al cabo del rato se levantó y acarició con calma el pelaje del precioso caballo. Luego miró alrededor para comprobar que seguían solos. Luís se tuvo que agachar más para no ser descubierto. De nuevo se levantó un poco para poder ver. Ahora Tomasa estaba desnuda de cintura para abajo. De pié con las piernas abiertas, dándole la espalda al caballo. Se giró y le agarró la tranca; sin soltarla volvió a darse la vuelta y la colocó en su coño. Luís frunció el ceño en señal de dolor. "su coño es grande, pero no tanto". A Luís le sorprendió la facilidad con la que el caballo se dejaba hacer. Tomasa se lamió las manos y se frotó el sexo, sin soltar el rabo. Luego se echó un poco hacia delante sin llegar a agacharse del todo. Puso una mano en el suelo para no perder el equilibrio y dejó la polla del animal en la entrada de su coño. Se la mantenía agarrada mientras se movía como pidiéndole que pusiera un poco de su parte. Hasta que el animal, en un movimiento cuidadoso, la metió un poco. El grito de Tomasa fue desgarrador, pero su cara reflejaba todo el vicio que podría reflejar cualquier rostro humano. Aunque Luís empezaba a dudar que aquella hembra grande y chillona fuera verdaderamente humana. Tomasa soltó la tranca, y esta se quedó clavada. Y empezó a moverse hacia atrás y hacia delante. El caballo no se movía, se dejaba hacer. Luís contemplo atónito como la mujer, en sus movimientos enculadores, cada vez abarcaba más rabo dentro de su coño. Hasta casi la mitad logró meterse una y otra vez.

Sus gemidos eran atronadores y Luís no pudo soportar ver aquella escena durante más tiempo. Con indignación, y sobre todo con una alta excitación, retrocedió con cuidado para volver al camino que le llevaba a su casa. Pero pisó una rama seca. El crujido hizo que se quedara paralizado. Tomasa se detuvo en seco, avergonzada y alarmada. -¿Quién anda ahí? No lograba ver a nadie. En ese momento Luís salió corriendo. Tomasa pudo ver la figura de una persona corriendo. No pudo verle la cara pues se la tapaba el gorro de un chándal. Avergonzada se levantó y se vistió apresuradamente. Corrió por el camino hacia el pueblo. Medio lloriqueaba y estaba acalorada. Se sentía cachonda y aturdida. Aun conservaba en su boca el sabor del caballo. Y bajo sus bragas su coño palpitaba escocido, muy abierto, cerrándose poco a poco. Luís entró en su casa y se fue directamente a la ventana de su despacho, en la planta superior. Por el camino se cruzó con la tía Ana, a la cual saludó sin echar cuenta a algo que le dijo. Se encerró y miró el pueblo a través de la ventana de su despacho, la cual permitía su vista parcial. "Qué clase de pueblo es este". "qué clase de gente vive aquí". "Está maldito". Este último pensamiento lo tuvo mirando a un cuervo sobrevolar un pequeño peral, antes de posarse en una de sus ramas más altas, cara al pueblo. El pueblo le devolvía la mirada en silencio. Había algo que atraía a Luís en aquellas casas y no sabía el qué. Tal vez se habría encaprichado de Tomasa, aunque no estaba del todo seguro de ser eso lo que sintiese. La escena del caballo le había repugnado tanto como excitado. Pero se obligó a intentar olvidarla; se obligó a hacer prevalecer en su cerebro la mitad de repugnancia, olvidando la otra mitad de excitación. Le iba a costar olvidarse de aquella enigmática mujer. Por otra parte están las notas. Una de ellas recomendándole precaución con Tomasa. Debe ser alguien del pueblo que sabe que se han acostado, no habría más solución. Por primera vez tomó en consideración esa primera nota. ¿Quién le podría haber avisado?, y lo que es más importante, ¿Por qué lo habría hecho?. Sin duda era alguien que intentaba advertirle de algo; o en cambio podría ser alguien que intentaba que se alejara de ella, por celos o lo que fuese. O alguien que solo quería tocarles las narices. Se acordó del la advertencia de su tía. Sacó la segunda nota y la releyó. "Auxilio. Sálvame. Llévame contigo". La letra parecía de mujer. ¿Podría haber sido su tía abuela Leonor?. En seguida se quitó esa idea de la cabeza; la pobre vieja es demasiado mayor como para

salir de casa. Además cree recordar que es medio analfabeta y casi no sabe escribir. Y menos aun esas letras tan grandes y bien definidas. Entonces pensó en la sombra que le espió desde la ventana frente a la casa de Tomasa. Alba, ese nombre le había dado. Es la única persona que le había visto entrar en casa de su enigmática amante. Recordó la incomodidad que adoptó Tomasa cuando le preguntó por ella. Recordó la historia de su madre muerta y del fantasma que le hacía la vida imposible. "Auxilio. Sálvame. Llévame contigo". Sin duda debía ser ella. Pero, ¿por qué?, ¿Quién era realmente esa mujer?. ¿Por qué le ha advertido sobre Tomasa?. Sumido en sus pensamientos se le fue media mañana. Salió para hacer café, Ana ya no estaba; ni siquiera la había escuchado despedirse. Al acabar el café concluyó que necesitaba desconectar un poco. Decidió irse unos días a Madrid a visitar a su madre, con la idea de ampliar clientela en la capital de España. Preparó la maleta y arrancó su BMW azul de última generación. Antes se pasó por la dehesa para comunicárselo a Ana y a los demás encargados. ¿Cuándo volverás?. Dijo Ana casi sin voz y con mala cara. Serán solo unos días. Te llamaré. Te quedarás a cargo de la casa y el negocio. No me hace gracia quedarme sola. Es por el pueblo….. ¿Qué le ocurre al pueblo?. Ana vaciló un instante. Luego se acercó y abrazó a su sobrino. Ladeó un poco su cabeza y le susurró al oído: Me da miedo. Luís se separó y rió nervioso. Tonterías. Volveré en unos días. Hasta pronto. No hubo más palabras. Ana pudo oír al coche de Luís rugir entre los árboles del bosque, sintiendo como se alejaba. A medida que el motor sonaba más lejano, más crecía el miedo en su interior. El vacío se apoderaba de su alma, y como si el diablo mandase en ella, una excitación sobrenatural la hizo presa. La misma excitación incomprensible que la obligó a abandonar el pueblo. Su coño empezó a palpitar como si fuera el corazón de la tierra que pisaba.

Se sentó y se obligó a serenarse. No podría controlar qué pasaría en esos días. No podía creer que otra vez sintiese eso. "Otra vez no, por favor. Tan pronto no". Al caer la tarde Ana se dirigió a su despacho en una de las cabañas. Allí rebuscó en el listado de trabajadores y encontró a la chica que le había parecido ver días antes saliendo de la cocina. Cogió el teléfono y la llamó. ¿Sara?. Eres Sara Sánchez, ¿la hija de Silvia Sánchez?. Sí señora,…. ¿Pero quién es usted?. Soy Ana, jefa de cabañas y propietaria al mando de todo el complejo. Ahora que el señor Luís acaba de salir unos días para buscar negocios en Madrid. Hola señora Ana. A sus pies, no he tenido el gusto de conocerla. Yo a ti sí te conozco. Estoy en la cabaña despacho. Necesito que vengas. Señora Ana, perdóneme pero tengo mucho trabajo, estoy preparando la cena a los trabajadores y clientes. Seguro que el cocinero para el que trabajas lo entenderá. Es una orden superior. Te espero aquí, no tardes. Colgó sin esperar respuesta y encendió un cigarrillo. Se acomodó en el sillón del despacho haciéndolo correr un poco hacia atrás. Se cruzó de piernas, sus faldas blancas cedieron dejando sus muslos a la vista, oscuros por las medias negras que llevaba. Un río de nervios acudieron a sus pies en forma de movimiento intermitente, aleteando sus tacones. El humo del cigarro envolvía su ambiente. Se le colaba por el recién ajustado canalillo escotado. Sus ojos se enrojecieron por el humo, más diabólicos que humanos, inyectados en sangre. No parecía ella. Al rato un sonido débil aporreó la puerta de la cabaña. Adelante. Está abierta. Ante Ana se presentó Sara. Aspecto juvenil. Linda de cara y muy delgada, aunque con voluminosos pechos. Vestía humildemente con una chaquetilla de cremallera medio deshilachada y unos pantalones grises viejos. Ana la miró de arriba abajo. Das pena. Siéntate. Sara obedeció. Ana se levantó y anduvo paseando por la cabaña, detrás de Ana. Fumando, taconeando despacio, moviendo gustosa sus caderas maduras. Te vi el otro día y pensé que eras tú. Te sienta mejor el traje de cocinera. ¿No tienes dinero para ropa?

Gano poco señora, al trabajo vengo cómoda pues aquí tengo uniforme de trabajo, como usted bien ha señalado. Un empleado ha de cuidar su imagen. Cambie la ropa, anótelo. El señor Luís.. ¡El señor Luís no manda ahora mismo!. Está en Madrid, yo me encargo del negocio cuando él está fuera. Sí, señora. Sara miró a Ana. Sus ojos parecían los de un gato en la oscuridad. Se asustó un poco. Ana se sentó y sonrió amistosamente. ¿Sabes?, yo fui amiga de tu madre. ¿Ah sí?. ¡que bien!. No tan bien, era una buena puta. Me quitó dos novios. Y al final para qué, ¿para hacerse lesbiana?. ¿Sigue viva?. Claro. Vive en Málaga con su …… Con su mujer. Jajajajaja. No tengas miedo Ana. Es una pena que siga viva, merece morir. Este pueblo la transformó. Está infectada, como yo. No sé de que habla señora. Ya lo sabrás. Si sigues aquí lo acabarás sabiendo. Dime Ana, ¿qué edad tienes?. Dieciocho. Pareces más joven. Eso dicen. ¿vives sola? Sí. En la calle del agua, en la antigua casa de mis abuelos. Esta noche te espero a las diez en la casa del señor Luís. Ven cenada pero no comas demasiado. Sara sintió un extraño escalofrío. ¿Puedo preguntar para qué?.

Revisión de tu contrato. No entiendo por qué, pero Luís quiere pagarte más. Me ha encargado que lo resuelva hoy. Ahora estoy muy ocupada así que tendremos que hacerlo allí. No tardes. Gracias señora, gracias. Sara se levantó sonriente y abandonó la cabaña haciendo reverencias. Ana quedó con una maléfica sonrisa. Entonces cogió el teléfono e hizo otra llamada. Bebió mucho alcohol. Le sentaba bien y no se le notaba bebida. Solo se le manifestaba en la creciente excitación. No veía la hora de que dieran las diez. Vestía en camisón rosa transparente. Desnuda debajo. Dejaba ver en un rosa artificial sus pequeñas tetas y ancha cadera. Con un leve color negro en su cuidado coño, y una bella raja por culo. Ante ella estaban Mario y Roberto, sentados en el sofá del amplio y lujoso salón de Luís. Treinta y cinco y cuarenta y seis años respectivamente. Con músculos de gimnasio y tatuados. Bien armados. Ex presidiarios. Violación y violación repetida. Ambos de un pueblo cercano. Violaron a Ana un día en el que ella volvía andando a su casa cuando tenía quince años menos y aun vivía en el pueblo. Ese día, Ana tenía la misma excitación que ahora, con el mismo color rojo en los ojos. Estaba infectada, como le gustaba llamarlo a ella. Quedó tan agradecida por aquella gratuita y brutal follada, que les pidió que volviesen cada mismo día de la semana a la misma hora, en el mismo lugar. En total fueron cincuenta y seis polvos con aquellos dos energúmenos, en mitad del bosque. Antes de obligarse a cambiar de vida y huir a Aracena. Las órdenes eran claras. Ellos violarían a la joven y ella lo observaría desde una cómoda butaca situada frente a la cama. Nada de sangre. Luego la dejarían desnuda sobre la cama y se irían. Nada de preguntas. Jamás han estado ahí. Había extendido un sobre con mil euros para cada uno; toda una fortuna para ellos. Sonó el timbre. Ana se preparó. Se abrió la bata y cogió una de sus pollas goma. Se acomodó en el butacón, con un posa-pies para poder abrirse cómodamente de piernas. Ana pudo oír el grito de espanto de la chica, acompañado de forcejeo. Oyó los apresurados pasos acercándose a la habitación de Luís. Hasta que de repente irrumpieron. Los dos hombres desnudaron a Sara frente a Ana. Sara la miraba incrédula. Le imploró, le suplicó, le lloró. Todo ello provocó un exceso de excitación en Ana. La cual miraba impasible a la chica. Aunque sus pezones estaban duros y su coño empezaba a chorrear un flujo que salía directamente de las entrañas de la tierra, a través de su sexo.

El cuerpo desnudo de Sara era algo contradictorio. Por una parte era un cuerpo débil y flacucho. Por la otra, tenía sendos pechos grandes y estaba bien depilada; se cuidaba. Sus pechos bailaban flácidos, fuera de la más mínima excitación. Los chicos se sacaron las pollas y la obligaron a chupar. Sara las chupó de rodillas en el suelo. Sus lágrimas resbalaban por sus mejillas hasta depositarse en ambos penes. Lo cual hizo que le supieran salados, disfrazando algo el mal sabor a pis seco que tenían. A pesar de verse obligada, Sara comió aquellas pollas sin hacer la más mínima intención de resistencia. Solo las lágrimas cayendo hacían ver que se trataba de algo obligado. Su lengua relamió cada capullo y su boca engullía ambos penes alternativamente; con un buen ritmo, masturbando el que no tenía en la boca en cada ocasión. Y así estuvo hasta que recibió la siguiente orden. Seria, con la esperanza perdida, se dejaba hacer. Ahora el más joven le follaba a cuatro patas. Sara miraba a Ana fijamente, con la mirada vacía, como si tuviera los ojos huecos. Ni la más mínima expresión, ni el más mínimo gemido, parecía no respirar. Las embestidas le hacían tener que agarrarse algunas veces a la cama para no caerse, y en cada momento se esforzaba en mantener el culo bien alto, para facilitar la labor al violador. Ana experimentó un primer gran orgasmo, follándose duro el coño con su polla de goma. Ahora Sara estaba cabalgando al más viejo; o menor dicho, el más viejo la follaba desde abajo. Mientras, el más joven se la clavaba en el culo. La polla del más joven era la mayor. Pero ni aun metiéndosela velozmente y fuerte por el culo Sara hizo el menor gesto. Ana empezó a mirarla con devoción. Su cuerpo se amoldaba a la perfección entre los dos violadores. Dejando caer dos hermosos y amplios pechos en la cara del que empujaba desde abajo. Resistía estoicamente cada embestida, que ahora le llegaban de dos lados diferentes. Su forma de apoyarse en la cama, a la altura del tatuado pecho del que tenía debajo, era de una clase descomunal. Folladora experimentada a pesar de la edad. Ana se follaba fuerte con la polla de goma mientras acariciaba sus pechos, cada vez con más necesidad. Los dos mantuvieron esa follada. Ana estaba hipnotizada con la mirada profunda y perdida que le dedicaba la chica. Entonces, sin esperárselo, Sara sacó la lengua y se la pasó por los labios. Ana juraría que los ojos cambiaron de color en ese instante. Ahora su mirada era profunda y viciosa. Sara, agachó un poco la cabeza y lamió el torso desnudo y tatuado de Roberto. Pasando su lengua lentamente por una inmensa cicatriz que le atravesaba el pecho en diagonal. ¿Eso es todo lo que sabéis hacer?. Vaya mierda de violadores. Tras decir eso, Sara se liberó, y tumbó en la cama al más Joven. Le mamó fuerte la polla y se sentó encima, dándole la espalda a él; y siempre sin dejar

de mirar a Ana. Se la clavó entera y comenzó a botar con gran soltura. Sus jóvenes carnes se mantenían tersas, y sus pechos ahora estaban muy duros. Pidió polla. El otro se tumbó frente a ella, con lo que empezó a darle una bestial mamada, mientras botaba como la mayor de las putas. Ana ahora no se tocaba, se dedicaba a disfrutar de cada segundo de la escena que veía. La imagen de esa joven chica pudiendo con esos dos maromos, la calentó como jamás se había calentado, a sus cincuenta y cuatro años. Tal follada y tal mamada hizo que apenas le duraran. Ambos se corrieron casi a la vez. Sara se vio obligada a cesar en la follada para evitar que el otro se corriera dentro. Los sentó en la cabeza de la cama, uno al lado del otro. Empezó por el más viejo. Se arrodilló levantando mucho las caderas, para que Ana pudiese ver su bello culo completamente depilado, y su coño pequeño y enrojecido. Mamó la polla mientras la masturbaba, hasta que le salio el semen. Lo tragó todo. A continuación hizo lo mismo con el otro. En esta ocasión lo guardó en su boca. Se levantó y se fue en busca de Ana. La cual la recibió con los brazos abiertos. La rodeó y sintió el suave calor de su piel madura. La besó, pasándole todo el semen, el cual Ana tragó hasta la última gota. Luego se levantó. Ana hizo un gesto a los fallidos violadores para que se fueran. Sara se tumbó en la cama, Ana permaneció en la butaca. ¿Puede explicarme que ha pasado?. Has superado la prueba y me alegro mucho. Pensaba matarte. Pensaba vengarme de lo que me hizo tu madre. Pero me has demostrado que mereces vivir. A partir de ahora serás mi puta y harás todo lo que te diga. ¿Y si no acepto?. Perderás tu trabajo. Podría permitírmelo…. Perderás tu trabajo porque morirás. Si no obedeces, te mataré. Sara tragó saliva. Ana había resultado muy convincente. De repente volvió a tener miedo. Al día siguiente Leonor volvía a casa después de comprar algo de pan. Justo antes de entrar en su casa se encontró a una antigua amiga de su misma edad. Hola Leonor, te veo muy bien. Me he encontrado a Antonio el mecánico. Me ha dicho que tu sobrina Ana ha vuelto al pueblo. Parece ser que vive con Luís y que trabaja para él.

Leonor no dijo nada. Se metió corriendo en casa y se santiguó. Se llevó toda la tarde rezando. Al irse a dormir, tomó un bote de pastillas para el sueño y durmió eternamente. En Madrid , a Luís le sonó el móvil cuando iba camino de la casa de su madre para darle una sorpresa. Descolgó, le cambió el rostro, y colgó. Se quedó apesadumbrado y triste. Continuó caminando despacio, hacia el piso de su madre en Madrid.

El funeral fue íntimo. A la vuelta del cementerio Luís iba del brazo de su madre caminando despacio, pues estaba solo a un paseo del pueblo. Detrás iba la tía Ana, la cual mantenía una seriedad atípica y alejada del propio luto. No puedo creer que lo haya hecho, ¿cómo ha podido quitarse la vida? Comentó Luís, ya de mejor ánimo. Los últimos días habían sido agotadores. En todo momento Luís había colaborado con la policía para esclarecer los hechos del hipotético suicidio. Finalmente se concluyó que la anciana no quería ser un estorbo para la familia, debido a su creciente invalidez. ¡Hay tantas cosas que no se entienden en la vida!. Le respondió, mística, su madre. La cual se había desplazado al pueblo únicamente para el entierro. ¿De verdad no quieres quedarte mama?. Es mucha paliza de coche para hacerla en un mismo día. De verdad hijo mío, lo mejor es que me vaya, créeme. Estaré en casa para la cena si salgo ya. La madre de Luís se despidió de su hermana, la cual solo le dio un frío beso, sin palabras. Luís acompañó a su madre al coche. Y le dio un abrazo antes de que entrase. Cuando el abrazo concluyó Luís le hizo un gesto señalándole los ojos. Tienes los ojos enrojecidos. Estoy bien, tengo que irme cuanto antes. Todos estamos muy tristes. Adiós, hasta pronto. Adiós mamá. Arrancó a toda prisa y se fue lo más rápido que pudo. Cuando a penas había avanzado un par de quilómetros por la única carretera comarcal que llegaba al pueblo, vio a un joven pastor que cuidaba de un pequeño rebaño de ovejas,

sobre la montaña en cuya ladera se encontraba la carretera. Detuvo el coche en el arcén y avanzó hacia él. Buenas tardes, no soy de por aquí. Busco la salida hacia Sevilla. Va bien señora, debe seguir todo recto. Es una carretera sinuosa y mal asfaltada pero es la única. En unos sesenta kilómetros llegará a la carretera nacional que comunica con la autopista que va a Sevilla un poco más adelante. Gire siempre a la izquierda en cada cambio de carretera. El joven pastor observó que aquella mujer a penas le había escuchado. Pudo notar que tenía los ojos muy rojos. ¿Se encuentra bien señora? Sí. Dime chico, ¿aquella caseta es tuya?. Le señaló una pequeña casita situada a unos cincuenta metros, montaña arriba. Rodeada de matorral bajo y jara, con un burro amarrado en la puerta. Sí señora, es para dormir algunas noches que tengo que encargarme de las ovejas. ¿Serías tan amable de darme algo de agua?. Llevo horas sin beber. Por supuesto, acompáñeme. El chico entró antes y luego le siguió la madre de Luís. Ésta cerró la puerta y se desnudó por completo ante la mirada sorprendida del joven. Sus cincuenta y seis años se mostraban en todo su esplendor. Pechos bellos y caídos. De un tamaño perfecto, ni grandes ni pequeños. El coño totalmente depilado y unas bonitas curvas algo rellenas. Trémula y apetecible como pocas mujeres de su edad. Altamente voluptuosa, gran amante de más de un joven madrileño. Llevo más horas sin catar una buena polla. Veamos qué guardas ahí. Se acercó despacio, imitando la forma de andar de las modelos, totalmente desnuda. Sus ojos rojos y su coño palpitando, como si fuera el corazón de la tierra que pisaba. Se arrodillo y sacó su polla del grueso pantalón de pana. Estaba flácida. La chupó como si fuera un globo desinflado. Poco a poco la fue despertando y no tardó en tenerla en plenitud. Era considerablemente grande y gruesa. La masturbó feliz por el regalo que tenía ante sí. Se mantenía arrodillada ante él. El chico solo podía verle su larga melena morena, cayendo ondulada sobre su espalda. Ella levantó la vista sonriente mientras seguía abarcándole toda la polla en una lenta paja.

Estás bien armado chico. ¿Eres de por aquí?. Soy de Aracena, aunque suelo cuidar el ganado de un señor del pueblo. Muy bien. Ahora dime, ¿alguna vez has estado con una mujer como yo?. No, tan…. Mayor no. Entonces no sabes qué es follar. En tu pueblo desde luego no creo que folles mucho. Es un pueblo de frígidas. Volvió a comerla. Sus labios se apretaban contra la carne de la gorda polla del joven pastor. Su lengua lamía el capullo cuando sus labios se movían alejándose de la pelvis, y su boca reventaba de polla cuando la abarcaba entera, llegándole hasta la garganta. Al cabo del rato lo empujó sobre una raquítica, fría y sucia cama. Él joven se quedó medio incorporado con los codos apoyados sobre el viejo colchón. Ella se inclinó permitiéndole que probara el dulce sabor de sus pechos. Estaba totalmente entregada y el chico cada vez fue superando más el desconcierto inicial. Ella le desnudó el torso. Era más fuerte de lo que aparentaba bajo los ropajes de pastor y su aspecto juvenil. Le acarició antes de subirse a cabalgar. El chico se vio follado por aquella mujer. Ella no le dejó más que agarrarle las caderas y el trasero, pues sus movimientos eran perfectos. Solo movía el culo de atrás adelante, con elegancia. Se movía muy rápido, dejando al chico agarrado a sus caderas para no caer al abismo, haciendo fuerzas para no correrse. "joder menuda perra vieja, que bien folla la muy puta". Se levantó y se tumbó boca arriba. Descárgate dentro de mí. Úsame. Fóllame hasta correrte y luego no me digas nada. Me iré y se acabó. Se abrió de piernas y el chico se colocó sobre ella. Se la clavó y se concentró en correrse. La penetró profundamente mientras ella le chupaba los pezones y lamía los músculos del pecho. El tacto húmedo de la lengua hizo que el chico llegara antes al final. Tras una pequeña parada cambió de ritmo en lo que era la clavada final. La madre de Luís sintió como un río cálido llenaba su interior. El chico deceleró hasta no poder meterla más. Luego se dejó caer en la cama. La mujer se levantó, se vistió y se fue. Arrancó el coche y se fue a toda prisa. Se miró los ojos en el espejo retrovisor, estaban claros. Suspiró aliviada y no dejó de conducir hasta llegar a Madrid.

En el pueblo pasaron unos días de relativa calma. Luís se concentró en el trabajo, mientras que Ana seguía con el mismo horario de cabañas, las cuales parecían ir muy bien. Luís estaba enganchándose al sexo de calidad y de confianza que le daba su tía. Se había olvidado de Tomasa. Tomasa en cambio echaba de menos las visitas de Luís. No se quitaba de la cabeza la vez que le vieron con el caballo. Estaba segura que había sido Luís, tal vez por ello había dejado de buscarla. No se encontraba bien y había días en los que no salía de casa, descuidando su tienda. Luís desconocía el lado oculto que atormentaba a Ana. Volvía a ser una mujer infeliz, solo vivía para follar y se entretenía organizando la vida de la joven Sara. La cual había estrenado su profesión de puta de lujo por todo lo alto, con unos ricachones de Sevilla. Una fiesta de viejos que hicieron buen uso de la bella Sara. Ana le había hecho unas fotos y las había colocado en una página web de scorts de lujo. Bajo el nombre de "Sarita, jovencita". Cobraba muchísimo y casi todo el dinero se lo quedaba Ana. Sara vivía en una permanente amenaza de muerte si le traicionaba, aunque poco a poco fue cogiéndole el gusto a la situación. En una ocasión en el que llevaba unos días sin clientes Sara se dirigió a Ana con el coño ardiendo y un leve color rojo asomando a sus ojos. No aguanto más. ¿no llama nadie?. Aguanta cariño. Cuídate, haz algo de ejercicio y engorda aun más las tetas. Podrías comer para ganar un par de quilos. Sara vaciló un momento, adoptando una actitud de secretismo. Bajó la voz. Podrías ofrecer a los clientes de las cabañas un servicio extra. Ana lo entendió al instante. Olvídalo, Luís se está portando muy bien conmigo. Sigo aquí por él. Esto solo es un puto juego de mierda. Piénsalo. En las cabañas solo mandas tú. Él a penas se acerca y tú llevas las cuentas íntegras, él se limita a creer que eso son los ingresos sin investigarlos. Un papelito escondido en la caja fuerte de cada habitación. Ofrece mis servicios….. hasta puedes ofrecer los tuyos. Joven y madura. Pon que somos madre e hija. Hay mucho vicio en la vida. Ganaríamos un buen dinero y mantendríamos a ralla la infección. No vuelvas a nombrar más la infección. Esa palabra es mía. Luís me sacia y tú eres puta, qué más quieres. Piénsalo. Cada vez querremos más. ¿Qué fue de la aterradora Ana que mandó que me violaran?

Ana dio por finalizada la conversación. Ordenó que saliera de su despacho y se quedó un rato pensativa. "esta chica me supera, la he hecho jugar con fuego y se ha quemado. Este maldito pueblo se supera generación tras generación. Que Dios nos perdone". Tras finalizar sus pensamientos escribió una nota en el ordenador y la imprimió varias veces. A continuación las metió en sobres. A medida que las habitaciones se iban vaciando, entre cliente y cliente, Ana se encargó personalmente de dejar los sobres en las cajas fuertes de cada cabaña. En todos los sobres la misma nota. "Servicio extra" Y en su interior la misma oferta. "Soy Ana, vuestra casera, deseo que su estancia en nuestras cabañas sea de su agrado. Yo misma puedo encargarme de que todo mejore si usted es un hombre soltero y con ganas de pasar un buen rato. O bien si sois un matrimonio en busca de nuevas experiencias. Tampoco rechazo ambientar la estancia a mujeres. Además, pongo en la misma disposición los maravillosos servicios de mi hija. O de ambas a la vez. Guarden en secreto el servicio extra que os ofrecemos. Y no duden en adquirirlo acudiendo a la cabaña despacho en el horario abajo indicado. Precios razonables. Sin más se despiden: Ana, 54 años. Sara, 18 años." Los ojos se le enrojecieron más que de costumbre y su coño parecía querer salírsele del cuerpo. Cuando llegó a casa de Luís, se abalanzó sobre él sin dejarle decir nada. Estuvieron follando toda la noche y ambos regresaron al trabajo al día siguiente, casi sin dormir. El tiempo avanzaba y el pueblo parecía congelado en él. Luís aumentaba sus negocios y su cuenta corriente crecía descontrolada. Estaba feliz y empezó a trabajar más desde casa. Se sentía cómodo con la compañía que le otorgaba su tía y se había olvidado de Tomasa. En alguna ocasión visitó uno de los bares del pueblo e hizo algún amigo, aunque apenas hablaban. Los hombres del pueblo no hablaban con él. Se sentía admitido porque no le miraban mal. Todos bebían y se iban sin dar explicaciones. La extraña soledad del pueblo le seguía despertando mucho respeto. Las calles siempre estaban vacías y la gente a penas levantaba la cabeza cuando se cruzaba con alguien.

En alguna ocasión se había cruzado con mujeres que avanzaban despacio, escondidas en sus abrigos, más que abrigadas. En una ocasión se cruzó con una con la que compartió una mirada. Sus ojos atemorizaron a Luís. Parecían los de un tigre, rojos y dilatados. Le miró sin verle. Como si le mirase el diablo a través de los ojos vacíos de aquella mujer. Cayó en la cuenta que desde que llegó siempre había llovido. La lluvia envolvía al pueblo de una forma continua y constante. Alguna madrugada se había despertado sobresaltado en un sueño que se le venía repitiendo. En él, el bosque agitaba los brazos de todos los árboles, movidos por un gélido viento. El aire resbalada entre las ramas, y, como si fueran cuerdas vocales, éstas emitían un quejido diabólico que llegaba a los oídos de Luís. Cada vez que le llegaba una ráfaga de viento le parecía entender un "sal del pueblo" "abandónanos" "vuelve a tu tierra". Al despertar, la sensación de no ser un sueño le inundaba al escuchar el viento en el exterior. Ana y Sara satisfacían oscuros deseos de todo tipo de clientes a espaldas de Luís. Les llamaban más veces de las esperadas; la mayoría de las veces para pedir los servicios de las dos a la vez. Ambas acudían sin alma. A penas miraban a los ojos. Cada vez estaban más infectadas. Tras cada polvo aumentaban las necesidades de echar otro. A veces acababan follándose la una a la otra en la cabaña despacho. Los clientes fueron muy variados: Un turista ornitólogo que pidió los servicios de la joven. Un maduro matrimonio inglés que pidió que ambas se acostaran con el hombre, asistiendo la mujer a la escena con cara de felicidad. Una pareja de lesbianas de Asturias que quisieron abusar de la chica en presencia de la "madre". Y un número elevado de hombres solos y misteriosos que empezaban a acudir a las cabañas solo para hacer uso de ellas. Sara y Ana se habían convertido en la mayor atracción de aquellas perdidas cabañas tras la montaña de la finca. Más que la cría de cochinos, más que la elaboración del jamón, más que vivir de la tranquilidad del bosque de la serranía. Y todo sin que Luís lograra enterarse, ocupado en todos los demás aspectos que mantenía con una brillante capacidad empresarial. De esta forma Ana se mantenía bastante satisfecha. Ello le permitía disfrutar del sexo con Luís de forma más artística e inspirada. Lo hacían todos los días al menos una vez. Luís estaba bastante contento y Ana se sentía una buena tía, una buena compañera, una buena amante, una buena mujer cuando estaba con él. La soledad fría del pueblo hacía que Luís estuviera más tiempo en casa, y solo salía para atender al trabajo que no podía resolver desde casa.. Tenía todo lo que necesitaba. Un buen negocio que funcionaba muy bien, una casa lujosa y confortable y una buena mujer que sabía atenderle en la cama como nunca lo habían atendido. Pero algo en su interior le impedía estar del todo tranquilo. El recuerdo de Tomasa y el caballo, y sobre todo las notas. Hacía tiempo que no recibía notas y eso le escamaba más que tranquilizarle. Anotó mentalmente el ir a visitar a esa tal Alba. Pero no se atrevía porque no quería ver a Tomasa, no le apetecía darle explicaciones. La compra la hacía en Aracena, así que tampoco necesitaba ir a su tienda para nada.

Fue un domingo cuando empezó a derrumbarse todo. Aquel día de nuevo llovía de forma fina y constante. Ana y Luís pasaron todo el día en casa. Tras el almuerzo en seguida se hizo de noche. Miraban una película tumbados en el sofá. El amplio ventanal del salón, situado en la planta baja de la casa, tenía las cortinas descorridas. Fuera la lluvia llenaba de gotas los cristales y la tormenta iluminaba el bosque generando figuras fantasmagóricas. A Ana empezó a palpitarle el coño y buscó a Luís. Sobrino, amor. ¿me follas un rato? Se lo dijo con voz mimosa y puso cara de gatita triste cuando Luís le miró haciendo una mueca chistosa. No me mires así, hoy solo lo hemos hecho una vez. Luís rió. Pudo ver como la calentura de la tía aumentaba por segundos. Estaba tumbada boca arriba en el sofá y empezó a hacer movimientos de cadera, despegando el culo del sofá, poniendo muy alto el coño, que pedía polla bajo el pijama con el que llevaba todo el día. Sin decir nada se levantó y se desnudó. Luís la observaba en silencio. Su cuerpo brillaba y parecía haber rejuvenecido últimamente. Le notaba los pechos más tersos y las caderas mejor puestas. Ana estaba en un buen momento de su vida, sin lugar a dudas; a pesar de sus casi cincuenta y cinco años. Se arrodilló ante el sobrino y se la sacó. Estaba empalmado, su tía siempre se la ponía muy dura rápidamente. La mamó largo rato. Luego se levantó y se dejó caer sobre una silla al lado del ventanal. Se colocó de rodillas sobre la silla y se echó hacia delante hasta apoyar las manos en el suelo hacia el otro lado. Su culo quedó muy alto. Coño y culo quedaron perfectamente accesibles a la polla de Luís. Se mantenía en esa posición con una flexibilidad absoluta, más propia de una gimnasta adolescente que de una mujer madura, Su cabeza se descolgaba hasta casi legar al suelo, donde se apoyaba con las manos. Aquí me tienes. Fóllame por donde quieras, pero fóllame, Luís. Luís se acerco y se coloco tras ella. Sucumbió a la maravillosa presencia de su coño y su culo bien depilados y cuidados. Luís estaba feliz de que su tita se cuidase tanto para él, en una edad donde es fácil dejarse llevar. Se arrodilló y pasó su lengua por el coño. Notó como su tía se estremecía tras el contacto. "ummmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm" . Siguió lamiéndolo, extendiendo los lametones hasta el ano. Lo abrió y le metió los dedos, follándolo. Salía mucho flujo, más de lo normal. Luís se dio cuenta de lo caliente que estaba su tía y decidió darle ya la buena follada que aquella mujer había merecido.

Se colocó detrás y le folló el coño. Ana se esforzó por mantener la posición de la mejor manera que pudo, relamiéndose, con la cara colorada por la postura. Tenía que ser la mayor puta posible, la mujer que Luís nunca imaginara tener bajo su mismo techo. La posición no le era cómoda pero le hacía sentir bien porque facilitaba que su sobrino se la clavara profundamente. Alternaba folladas al coño con folladas al culo. En ambos sitios su polla entraba magníficamente. En el culo, Ana admitía que le entrara toda. Luís se mostraba muy satisfecho. Le azotó un poco en las nalgas a modo de premio por lo bien que entregaba su cuerpo. Se concentró un rato en el culo. Mientras se lo penetraba miró a través de la ventana que tenía ante sí. No se veía nada, los esporádicos truenos iluminaban su porche y el bosque del fondo por completo. Todo estaba muy mojado y llovía bastante. Luís volvió al coño para correrse. Estaba preparado para hacerlo ya. Empezó poco a poco, deleitándose. Fuera llevaba un rato sin relampaguear y tenía la vista perdida en el fondo negro. Pero de repente, de nuevo un rayo. Luís se quedó de piedra. Pudo ver a Tomasa observándoles a través de la ventana. Totalmente mojada y con maliciosa mirada. Luís se quedó petrificado. En seguida de nuevo la oscuridad y otro rayo casi inmediato. Ya no estaba, y de nuevo solo pudo ver el campo encharcado y más al fondo, el bosque. Luís dejó de follar y la sacó. Ana se incorporó. ¿Qué ocurre Luís?. Nada, nada. Me asustó un trueno y me desconcentré. Cariño, no pasa nada. Ana miró a través del ventanal. Sintió algo raro en su interior. ¿Acaso has visto a alguien ahí fuera? ¿Por qué dices eso? No lo sé. Luís pensó que tal vez era fruto de su imaginación. Pensó que algo en su interior seguía encaprichado de Tomasa; decidió no darle importancia. Pero estaba aterrado. ¿Nos vamos ya a la cama?. Creo que necesito dormir, quiero que vengas conmigo. Ana accedió y le acompañó. Tras un rato de insistencia logró que Luís volviera a follarla antes de dormir.

Aunque Luís no pudo dormir en toda la noche. A la mañana siguiente, cuando Ana se marchó a atender el negocio de las cabañas, Luís conectó su portátil y accedió a Internet. Abrió el correo electrónico y se fijo en uno que le había mandado su madre. El asunto le llamó la atención. "muy importante". Lo abrió y lo leyó. Tardó toda la mañana en reponerse y asimilar lo que su madre acababa de contarle. Se hizo café y volvió a leerlo antes de borrarlo, como ella le pedía: "Hola Luís, soy mama. Esto que voy a contarte es algo que jamás te tendría que haber contado. Pero me veo en la obligación, pues llevo días muy preocupada por tí y mi hermanita……………………………………… CONTINUARÁ.

"Hola Luís, soy mamá. Esto que voy a contarte es algo que jamás te tendría que haber contado. Pero me veo en la obligación, pues llevo días muy preocupada por ti y mi hermanita. Se trata del pueblo. Estoy convencida que a estas alturas ya te habrás dado cuenta que ocurre algo anormal. También estoy segura que estás acostándote con la tita Ana. Ella se pone muy enferma en ese pueblo. Tenéis que salir de allí cuanto antes. Cuando me comentases que ibas a vivirte allí, tuve que controlar el impulso de explicarte por qué estabas en un error. Tal vez guardaba la esperanza de que el pueblo hubiese cambiado. Pero cuando fui al entierro de mi tía Leonor, supe que esto no era así. Sentí en mis venas el fuego, al solo bajarme del coche, y me tuve que ir para no quedar atrapada de nuevo en él. Hace siglos que el pueblo está maldito. La herencia se ha ido transmitiendo de generación en generación. Todos allí son conscientes de lo que ocurre. Solo le afecta a las mujeres, y no a todas; pero sí a la mayoría. Viven en una excitación constante. Como si el Diablo hubiera elegido nuestra pequeña villa, como sucursal para que el ser humano cometa el pecado carnal, sin censura. Es como si la tierra fuera parte del infierno y se manifestara a través del sexo de las mujeres que Lucifer ha seleccionado. Sé que suena a ciencia ficción, pero es tal y como te lo cuento. Lamentablemente es así. La sed de sexo hace que muchas mujeres acaben quitándose la vida, al no ser capaces de saciarse jamás. Habrás comprobado que la gente es reservada y a penas sale de casa. Viven en una lujuria sin desenfreno. Constantemente hay relaciones sexuales entre madres e hijos, abuelas y nietos, entre vecinos. Hay hombres que tienen a sus mujeres amarradas a la cama para que no puedan ver a otros hombres. En ocasiones las mujeres organizan orgías clandestinas, y las llevan a cabo en la iglesia. Te habrás fijado que la campana de la iglesia nunca llama a misa. No hay ningún sacerdote en el pueblo. Utilizan la casa del señor para llevar a cabo sus brutales orgías donde participan varias mujeres y decenas de hombres.

Siempre ante el altar. Como una especie de rito preparado por el diablo, y que las gentes del pueblo llevan a cabo sin saber muy bien por qué. Hay hombres que son felices con la situación, pero otros viven atormentados. Todos están amenazados de muerte para que jamás le cuenten a nadie lo que ocurre. Por eso odian a los forasteros, no quieren que se descubra su secreto para poder seguir actuando a sus anchas, para que el diablo pueda seguir manejando el pueblo a su antojo. No hay un patrón claro. Hay mujeres a las que nunca les ocurre. Mujeres a las que les ocurre tardíamente. Y mujeres que caen en el instante. Lo único claro es que solo son infectadas aquellas mujeres nacidas en él, o con antepasados nacidos allí. Cuando una mujer siente el magnetismo del pueblo, se le enrojecen los ojos y se le transforma la expresión. Mientras más folle más lo necesitará, hasta acabar matándose. Las más afortunadas se esfuerzan y logran huir del pueblo. Muchas somos las que conseguimos huir de aquella pesadilla; entre ellas estamos tu tía Ana y yo. Pero Ana ha vuelto y mucho me temo que ha recaído por completo. Estoy segura de que mi tía Leonor se quitó la vida por temor al diablo cuando se refleja en Ana. Hubo un tiempo en el que Ana se dejó llevar demasiado, es débil ante la carne y ese pueblo magnifica su frecuente apetito sexual. Se comportaba de forma errática y violenta. Leonor la pilló con dos hombres en un callejón oscuro, una noche de verano. A partir de ahí Ana le hizo la vida imposible. Quiso seducirla varias veces pero la vieja no se dejó. El diablo, a través del cuerpo de Ana, juró que algún día la mataría; pues a Leonor nunca le sucedió. El miedo hizo tomar ese bote de pastillas a esa pobre mujer, no te quepa la menor duda. Pero mi hermana es una mujer buena, te ruego que la salves, te ruego que la saques del pueblo. Ten en cuenta que no es ella la que se acuesta contigo, es el diablo a través de ella. Para que entiendas lo duro que ha sido contarte esto, te revelaré un secreto con el que lleva viviendo nuestra familia toda la vida. Mi madre, tu abuela, no murió de infarto como siempre hemos contado. A sus sesenta años, tras décadas de enfermedad, acabó yéndose con veinte hombres del pueblo hasta la vieja ermita. Se encerraron y ella empezó a follar con todos. Se llevaron dos días encerrados; hicieron con ella lo que quisieron. La tomaron como una mártil de la cruz que los hombres del pueblo siempre han vivido, dejándose convencer para ir todos ellos con ella sola. La follaron y todos se corrieron dentro. A medida que se iban recuperando iban volviendo a follársela. La muy desgraciada estaba feliz. Se llevo muchas horas seguidas chupando pollas, recibiendo por todos lados y tragando semen. Acabaron matándola. Murió de tanto follar. Su cuerpo desnudo lo clavaron en la entrada de la ermita como trofeo de guerra. El mensaje fue claro. "Si no podemos huir del diablo, le mandaremos a sus putas de vuelta". Duró poco la rebelión. Se escucharon casos de hombres asesinados. En un mes los veinte que participaron habían muerto en extrañas circunstancias. Eso

calmó a los hombres para siempre, aceptando su destino. Prisioneros del pueblo. Una noche mi hermana y yo decidimos huir. Saciamos nuestra sed con unos amigos de la infancia. Y luego corrimos antes de que los ojos volvieran a enrojecerse. Corrimos como nunca lo habíamos hecho. Pudimos salir del área de influencia, solo necesitamos atravesar el bosque. Jamás nos volvió a pasar. Ella se instaló en Aracena y yo me fui a Huelva, donde conocí a tu padre. Ahora entenderás por qué los veranos los hemos pasado siempre en Aracena, y a penas hemos pisado el pueblo; a pesar de que éramos de allí y a ti te encantaba. Sálvate. Salva a mi hermana. Os espero en Madrid. Y recuerda, solo tenéis que atravesar el bosque. Borra este correo." Pulsó el botón de borrar. Siguió un rato pensativo. Escuchó ruido en la puerta de entrada. Salió y había otra nota. Corrió para ver si veía a alguien en los alrededores, pero no hubo suerte. Regresó y abrió la nota. Que tenía la misma letra y estaba escrito en el mismo tipo de papel que las anteriores. "Si sabes quien soy ven a mi casa. Esta madrugada, entre las dos y las dos y media, dejaré la puerta de entrada abierta. Solo tienes que empujar. Por favor, trata de que no te vea nadie." Luís pensó en Alba. Rompió y quemó el papel. Permaneció todo el día nervioso, su mente empezó a urdir un plan de fuga. Por la noche Ana regresó, pero no vino sola. Luís escuchó el ruido de la puerta y fue al encuentro de Ana. Pero al llegar al recibidor se quedó de piedra. Ana estaba acompañada de Sara, la joven cocinera de las cabañas. Ambas le miraban sonrientes, pero sus ojos no eran humanos. Estaban encharcados de sangre y a penas movían sus pupilas negras y muy dilatadas. Sara vestía una minifalda que enseñaba todo. No llevaba nada debajo. Y arriba solo tenía una camiseta muy escotada, sin sujetador. Marcando mucho los dos pezones. Sus pechos eran muy amplios. Ana vestía con la elegante ropa con la que va al trabajo. Hola Ana. Debías haberme avisado que teníamos visita y habría preparado algo. No te preocupes sobrinito. Le he hablado a Sara de ti y quería conocerte. Le he dicho lo bueno que eres en la cama. Esta noche dormirá con nosotros.

Luís sintió miedo. Temió por su vida. No se veía capaz de satisfacer a las dos. Un sexto sentido le decía que Ana le había preparado una especie de prueba. Ana se retiró y Sara se sentó en el sofá del salón. Luís le ofreció algo para beber y ella lo negó moviendo solos los ojos de lado a lado. Había algo de prohibido en ella. Ana regresó completamente desnuda. Levantó a Luís y lo desnudó. Luego se sentó en el sofá al lado de Sara. La fue desnudando poco a poco. La chica se dejaba hacer. Engulló sus melones y la abrió de piernas sobre el sofá, para comerle el coño. La chica se retorcía como una serpiente ante la humedad de la lengua de la tía de Luís. Vamos a la habitación. Luís se sentía excitado. Avanzaron cada una a un lado suyo. Él las agarró de los culos. Duros y deliciosos, mientras avanzaban. Luís empezó a sentirse extrañamente cómodo y con ganas de esa sesión que iban a tener. Durante un instante sintió miedo y se miró en un espejo del pasillo. Suspiró aliviado al ver sus ojos normales. Una vez en la cama, Sara comenzó a cabalgar a Luís. Sus cuerpos se acoplaron perfectamente y se dejó llevar por la follada de aquella deliciosa chica. Su piel era blanca y aterciopelada. Su flaqueza recorría todo el cuerpo hasta desembocar en unos pechos grandes y dulces. Como un pequeño río que desemboca en una preciosa cascada. Sintió que tocaba el cielo con las manos al dejarse llevar por los movimientos, mientras agarraba sus pechos como si fuera lo último que iba a hacer en su vida. A su lado, Ana le animaba con comentarios dulces y cariñosos a su oído. Sara empezó a cabalgar ahora más erguida. Formando noventa grados con el cuerpo horizontal de Luís. Ana se levantó y se dejó caer, sin sentarse del todo, sobre su cara. Bajó un poco más hasta posar su coño en la boca de su sobrino. Luís lo comió con avidez, moviendo mucho la lengua, casi sin poder respirar. Ana se echó un poco hacia delante para dejarle respirar, quedando a la altura de Sara, la cual no paraba de botar. Le agarró los melones y los lamió despacio. Dejando su lengua recorrerlos lentamente, sintiendo cada poro. Luís se sentía prisionero. Solo podía dejarse follar y mover la lengua. Se tragó todos los flujos que iba soltando el coño de su tía. Se corrió un rato más tarde, mientras se follaba a su tía a cuatro patas, Sara estaba abierta ante ella, dejándole comer su exquisito y pequeño, aunque tragón, coño. Se tomó un respiro. Fue al baño. Al regresar, Ana y Sara seguían con la faena. Ahora estaban acostadas de lado, con el coño en la boca de la otra. Se comían con muchas ganas y tuvieron varios orgasmos a la vez. Siguieron besándose y Ana estuvo amamantando un rato a Sara como si fuera un bebé. Ea ea, mi niña tiene más tetas que mamá. Pero mamá le da la teta a mi niña.

Luís las observaba sentado en una butaca situada ante la cama. Empezó a calentarse de nuevo. Regresó a la cama masturbándose. Al verlo, las dos se tumbaron boca abajo en la cama, una al lado del otro. Levantando solo el culo. Lo movían pidiendo polla. Luís empezó por la que más le gustaba, Sara. Follaba el culo de cada una durante unos dos minutos y luego cambiaba. Así estuvo largo rato. Ambas se dieron la vuelta y se abrieron de piernas. Ahora hizo lo mismo con sendos coños. Dos minutos con uno y otros dos minutos con otro. La que estaba sin polla, se pasaba los dos minutos refregándose salvajemente con la mano y gimiendo desproporcionadamente. Tardó muchísimo en correrse. Se sentía orgulloso de su aguante. Cuando por fin le vino les ordenó que lo quería distribuir entre sus caras. Las dos se pusieron de rodillas en el suelo y juntaron sus mejillas con las bocas abiertas. Luís comprobó feliz que el rojo de sus ojos había desaparecido y ahora eran ellas. Ana y Sara esperaban su corrida, las de verdad. Ello le llenó de morbo y disminuyó la paja. Las mujeres se empezaron a besar viendo que la cosa se retrasaba, sacaban mucho la lengua para poderse besar bien. Luís les acarició las mejillas y metió la polla un poco en cada boca. Cuando por fin le vino, la tía Ana y la jovencita Sara se prepararon de nuevo juntando las mejillas y abriendo mucho las bocas con las caras hacia arriba. La corrida les salpicó en los ojos, el pelo, la frente y la nariz. Lo poco que cayó en sus bocas lo intercambiaron con un beso largo. Se quedaron besándose en el frío suelo. Luís les orinó encima. Para que estéis calentitas. Siguieron un rato liándose, mezcladas con el semen y el pis de Luís. A la mañana siguiente se despertó en la cama junto a las dos. Estaban todos desnudos. Se metió en la ducha, lo recordaba todo como un sueño. De repente se acordó. "¡ No he ido a casa de Alba!." Los días pasaron en aparente tranquilidad. Luís seguía urdiendo el plan de fuga. Mientras tanto, intentaba portarse bien con Ana. Repitieron varias veces más con Sara hasta que Luís le propuso que se fuera a vivir con ellos. "también salvaría a esa chica". Con Sara en casa, Ana se mostró muy interesada en ella. Se acostaban a menudo solas y tenían largas noches de sexo entre ellas. Luís podía escucharlas cada madrugada. Otras veces dormían los tres en la cama de Luís. Y a diario tenía sexo con las dos por separado. Vivían en un desenfreno de sexo oral, anal, follada tradicional y orgasmos. Luís disfrutaba entusiasmado; aunque sin olvidar que el tenerlas contentas formaba parte del plan. Aunque el peligro de que quisieran cada vez más y más, le hacía tener cierta prisa en acelerar la marcha. No iba a ser nada fácil.

Buscó comprador para su negocio, encontrándolo en un multimillonario holandés. Al cual le pareció una ganga el precio que Luís le había puesto a todo. Pero no dijo nada a nadie. No iba a estropear el plan. No hasta que no estuvieran lejos los tres. Empezó a dar paseos por el pueblo de madrugada. En todos ellos empujaba la puerta de la casa de Alba por si estuviera abierta, nunca hubo suerte. Paseando en la soledad de la madrugada pudo oír respirar al pueblo, como si tuviera vida propia. Era un gemido constante que inundaba cada calle. En cada esquina un chillido. En cada callejón un lamento. Tras cada puerta un océano profundo de secretos, placer y sufrimiento. Siempre aprovechaba cuando Sara y Ana dormían juntas para dar esos paseos. En los que no sabía muy bien qué esperaba encontrar. Un día, mientras regresaba con la compra de Aracena, se topó con otra de las notas. Apresurado, dejó caer las bolsas y la abrió con ansia. "Ven esta tarde. A las cuatro. No te dejes ver, tápate la cara. De madrugada es más peligroso. He oído que andas solo por las calles de madrugada. Planean matarte, nadie me lo ha dicho pero sé que lo planean; no serás el primero. Entra en mi casa a las cuatro en punto. Te espero." Sara estaba trabajando y Ana se quedó viendo un rato la televisión. Luís se disculpó, iría un rato a correr. A las cuatro en punto Luís empujó la puerta de la casa de Alba, la cual cedió. A la misma hora Tomasa observaba a Ana ver una película, a través del ventanal del salón de la casa de Luís. La casa estaba a oscuras. Todas las persianas estaban bajadas. Luís avanzó hacia la parte trasera de la casa. De repente escuchó como la puerta de la calle se cerraba con llave. Cuando quiso reaccionar, una chica le tapó la boca con la palma de la mano. "tssssssssssssssssssssssssssss. Ven". Le guió hasta la habitación más interior de la casa. Encendió la luz. Luís miró a esa chica. Era más o menos de su edad y muy guapa. Pelo castaño rizado. vestía como si fuera una mujer de los años treinta, aunque llevaba un peinado moderno y tenía un piercing en la nariz. ¿eres Alba? La chica se puso a la defensiva. Joder, ¿cómo sabes mi nombre?. Me lo dijo Tomasa. Alba se relajó.

No debiste acostarte con ella, no debiste hablar con ella. No debiste venir al pueblo. Mientras tanto, Tomasa llamó al timbre. Ana bajó el volumen de la tele y acudió a la puerta. Luís se sentó en una silla. Su respiración era acelerada. Alba se sentó frente a él. No tienes ni idea de lo que es este pueblo. Algo sí sé. Mi madre es del pueblo…… me lo ha contado. ¿Y cómo es que sigues aquí?. Planeo fugarme con mi tía. Ella está infectada. También me llevaré a una chica. Luís se fijó en los ojos de Alba, eran azules y muy bellos. Ni rastro de color rojo. ¿Tú estás bien? Sí, a mí nunca me ha pasado. ¿Y por qué sigues aquí? Porque Tomasa ha jurado matarme si alguna vez me ve fuera de esta casa. Ana abrió la puerta y se encontró a una mujer de unos cuarenta y cinco años. Alta y entrada en carnes, guapa. La miró de arriba abajo. Notó como el coño se le abría como una flor. Hola. Soy Tomasa. Vivo en el pueblo. Vengo a ver si el señor Luís me da trabajo en su dehesa. Pasa cariño. El señor Luís no está. Pero yo pudiera ofrecerte algo,….. aunque está muy difícil pues no tenemos nada libre. Tomasa se sentó en el sofá mientras Ana preparaba algo de café. Antes de prepararlo se cambió y se puso un fino camisón blanco, que dejaba todas sus piernas al aire, y bajo las alas de la parte de arriba una camiseta blanca ajustada y escotada. No te importará que me haya puesto cómoda ¿Verdad?. Para nada, está en su casa. ¿Es usted la señora de Luís?. Soy su tía. Encargada del negocio. He enseñado a Luís todo cuanto sabe en negocios…. Y en otros asuntos.

Tomasa seguía su plan a la perfección. Debía aparentar que no sabía nada de la infección, Ana no se acordaría de ella. Cuando se fue del pueblo solo era una niña. Verá usted. Yo no tengo marido, pues mis gustos son diferentes al del resto de las mujeres. Vivo de lo poco que me quedó de la herencia de mis padres. Necesito trabajo como sea. Haré cualquier cosa para conseguirlo. Vestía una falda larga y un chaleco algo escotado. Conocedora de sus encantos, se había agarrado bien los pechos para que pareciesen más grandes aún, y se abultaran bastante en el escote. La falda era de corte clásico pero al cruzarse de piernas dejó uno de sus muslos al aire. Ana la miró con vicio y sus ojos se enrojecieron. Había picado en la trampa y Tomasa lo sabía. Alba sirvió una jarra de vino dulce con dos vasos. Tomó aire y comenzó a hablar. No sé que te habrá contado Tomasa de mí, pero seguro que es falso. Lo cierto es que ella sufre esa extraña infección, aunque es muy lista y sabe disimularlo. Sabe más que el diablo, que se supone que las controla. Luís bebió el vino de un tirón y se echó más. Se mareó levemente, todo aquello era una mala pesadilla. Cuando yo era niña, Tomasa empezó a follar con mi padre. Siempre supo elegir una víctima para sus calentones. Intenta disimularlo. Se echa una especie de colirio que ella misma fabrica, el cual le quita la rojez. Además, suele ir a calmarse con un caballo robado, que tiene amarrado en algún lugar del bosque. Eso le sonó familiar a Luís. Rió irónicamente. cuando yo tenía dieciséis años mi madre los descubrió. La pobre nunca se dio cuenta. Pensaba que Tomasa era una no infectada, como ella. Ambas hablaban a menudo de cómo poder combatir al pueblo sin tener que abandonar sus raíces. Se hicieron muy amigas. Pero no se enteraba que su marido follaba a Tomasa una vez al día durante años y años. Hasta que los pilló. Sigue. Mi madre se puso histérica y amenazó con matar a los dos. Tomasa no aceptó que aquella mujer se pusiera así. "no atiendes a tu marido como es debido y te enfadas con una mujer que le da lo que necesita". Es lo que le dijo, recuerdo esas palabras porque presencié las escena escondida. Tomasa cayó presa de una furia inhumana. Estranguló a mi padre y acuchilló a mi madre con un cuchillo jamonero. Los enterró en su patio.

¿Tu dónde estabas?. Mi madre me pidió que la acompañara a casa de Tomasa para pedirle un poco de pan. A esa hora la tienda estaba cerrada y se suponía que mi padre andaba de cacería. Cuando entramos, oímos gemidos que provenían de la caseta del patio. Estaban follando sobre una pila de jamones. Mi madre enloqueció y yo me escondí tras una amplia butaca situada en una esquina, al lado de la puerta de entrada. ¿lo presenciaste todo? Sí. Cuando intenté huir ella me gritó. Me quedé paralizada en mitad del patio. Me dijo que si no decía nada perdonaría mi vida, y que si se me ocurría abandonar el pueblo no pararía hasta matarme. Cuando me lo dijo sus ojos no eran normales. Es como si me lo dijera una especie de diablo a través de ella. La creí. Durante todos estos años ha estado viniendo a acostarse conmigo cada vez que le ha apetecido. Se sacia conmigo y con el caballo. Y disimula con el colirio para el resto del pueblo. Solo yo sé que está infectada. Eres la primera persona a la que se lo cuento. ¿Y por qué lo has hecho? Cuando vi que te estabas viendo con ella temí que su infección se disparara. Llevaba años sin acostarse con un hombre. En las últimas semanas ha venido a verme más a menudo. Cada vez me pide más, temo que acabe matándome. Tenemos que huir como sea. Los dos estamos en peligro. Ana se sentó al lado de Tomasa con una respiración muy agitada. No te voy a engañar. No hay trabajo. Pero si eres una buena mujer conmigo, yo te buscaré algo. Le acarició los pechos sobre el chaleco, pasando su mano por el abultado escote. Tienes unas tetas excesivamente grandes. ¿Son naturales?. Sí. Todo es de la Tomasa. Nunca he visto unas así en mi vida. Las mías son pequeñitas mira. Ana se levantó y se despojó del camisón; quedándose solo con unas estrechas bragas blancas. Sus pechos pequeños quedaron al alcance de tomasa. Me encantaría que fueran como las tuyas. ¿me dejas verlas?. No se. ¿encontraría trabajo? Sin duda. Estás en tu día de suerte.

Tomasa se levantó y dejo caer su falda. Se quedó en tanga. Luego se despojó del chaleco y sus pechos bailaron por todo el salón. Permaneció de pié junto a Ana, que flipaba sentada en el sofá. El espectáculo era morbosamente grotesco, como Tomasa. Unos pechos descomunales y debajo, un coño peludo mal tapado por un pequeño tanga, el cual desaparecía dentro de la raja de su amplio culo flácido. Sin decir nada se arrodilló sobre el sofá delante de Ana. Plantándole los pechos en la cara. ¿No te parecen demasiado grandes?. Para nada. Son el cielo para mí. Refregó su cara entre ellos. Los lamió, escupió, masajeó y mordió a placer. Luego la sentó y la abrió de piernas. Aguantó la respiración y se sumergió en el mar de pelos de su coño. Lo lamió con avidez y se dejó embriagar con el aroma que soltaban los flujos que de él manaban. Como si fuera la entrada al infierno. La entrada a una eternidad de sexo y lujuria. Se la llevó a su cama. Ana estaba perdida en sus pechos y Tomasa empezó a gemir, y a gemir, y a gemir. Las voces eran atronadoras. Juntaron sus coños haciendo la tijera. Ambas se movieron con destreza, poseídas por el diablo. Tras un largo rato se follaron con los consoladores que guardaba Ana. Tomasa le llenó el culo y el coño. Y ana pudo meter los dos más grandes que tenía, a la vez, en el chocho de la Tomasa. Ana estaba entregada y feliz. El rojo de sus ojos iba desapareciendo poco a poco. Tomasa llevaba el ritmo de la sesión, realmente lo llevó desde el principio. Túmbate boca arriba, abre la boca y no te muevas. Ana obedeció. Tomasa se puso en cuclillas sobre su pecho y le orino en las tetas. El pis le resbaló por el abdomen mojando su sexo, y recorrió las piernas hasta las rodillas. Luego se movió hasta dejar su ano a la altura de la boca. Abre bien la boca, puerca. Hizo fuerzas. Tras varios pedos, salió un mojón alargado. El cual entró en la boca de Ana con la misma lentitud con la que salían del culo de la Tomasa. Ana lo masticó y tragó. No sin vomitar varias veces seguidas. Tomasa se tumbó a su lado y la besó. Ana llenó de vómitos y mierda las inmensas tetas y luego las lamió. Tomasa empezó a mirarla con asco. Ana la miraba feliz. Gracias por darme tu mierda. Soy feliz. Tendrás el mejor trabajo. Eres una asquerosa puerca de mierda.

Ummm sí. Seré tu puerca si lo deseas. Eres una puerca quita novios, y voy a matarte. La cara de terror de Ana desapareció bajo la almohada que Tomasa sostenía. La apretó con fuerza hasta que dejó de patalear. Luego, tras comprobar que estaba muerta, se dio una ducha, se vistió y se fue sin la más mínima señal de arrepentimiento. Luís pidió más vino. Su cabeza bullía. Escúchame Alba, tenemos que salir de aquí. Ahora voy a irme. Me inventaré una historia relacionada con el trabajo, para que Ana acceda a acompañarme. Antes la follaré fuerte para que no este muy infectada en el momento de irnos. Haré lo mismo con Sara. Les pediré un trío y luego las montaré en el coche. Eso será esta madrugada. Estate preparada sobre las cuatro. Pararé el coche junto a tu puerta con la puerta del copiloto abierta. Ana y Sara estarán detrás, amordazadas si fuese necesario. Móntate rápido y nos iremos a toda prisa. Es peligroso, no nos dejarán ir tan fácilmente. Correremos ese riesgo. Estate lista a las cuatro de la madrugada. No te cargues de equipaje. Yo te ayudaré económicamente en tu nueva vida. Estoy forrado. Alba le pidió con las manos que se callase. Luís se quedó en silencio, no escuchaba nada. ¿Qué pasa? Le susurró. Es Tomasa, está entrando en su casa. Vamos, en cuanto entre tendrás que irte corriendo, si te ve estamos perdidos. ¿Cómo pudo oír el ruido de una llave en una cerradura?. Luís comprendió que aquella chica había desarrollado un sentido del oído sobrenatural. Atormentada por su diabólica vecina de enfrente. Alba se asomó tímidamente a la ventana desde la que había observado a Luís aquella madrugada. Luís estaba en la puerta preparado para salir. ¡Ahora! Luís se enfundó en su discreto chándal y salió andando calle arriba a paso ligero. Camino de su casa. Al llegar a casa le extrañó el completo silencio. Llamó dos veces a su tía, sin obtener respuesta.

Subió por las escaleras. Imaginaba que se lo estaba montando con Sara sobre su cama. Pero al entrar en su habitación se le desencajó la cara y se le partió el alma. "Por Dios tita, ¿quién te ha hecho esto?". Una inmensa pena cayó sobre él como la niebla sobre el bosque. Lavó el cadáver con mimo y le vistió. Lo maquilló y lo peinó. Lo enterró en mitad del bosque. "En este pueblo no hay culpables ni asesinos". "Los vivos han de abandonarlo". Lloró un rato la tierra removida en la que se había convertido su tía. No tenía ganas de investigar ni denunciar. Las pocas fuerzas que le quedaban las pensaba emplear en fugarse con Sara y Alba. Cuando Sara llegó tras la agotadora jornada laboral, preguntó a Luís por Ana con los ojos enrojecidos. "Pobre desgraciada". Ana fue a las cabañas. Un cliente quiso algo de ella. Vendrá mañana. Ummm sí ¿eh?. Pues no me ha dicho nada, la muy perra. ¿Cómo dices?. Nada, nada. Cosas nuestras. Seguro que hasta mañana no vuelve. Pues estamos solos tú y yo, Luís. Luís no cenó. Solo bebió vino. Sara comió con mucha hambre. Tras la cena se desnudó y buscó a Luís. Vamos cabronazo, dame caña, no aguanto más. Luís la folló con vigor. Sin ganas pero con intensidad. Hasta que no le desapareció el rojo de los ojos, no se detuvo. Se obligó a eyacular tres veces sobre su blanquecino, flaco, joven y pechugón cuerpo. Toda una bella chica si no estuviera infectada. Cuando acabaron de follar Luís miró el reloj. Eran las tres y media de la madrugada. Sara. Vístete y coge algo de equipaje. Nos espera un avión en Sevilla a las siete de la mañana. Vamos a promocionar nuestro negocio en una feria de turismo de Florencia. Sara puso cara de extrañeza. Ana no me ha comentado nada, y nos hemos llevado toda la mañana follando.

Luís no tenía ganas de dar explicaciones. Buscó un objeto contundente y se lo estrelló contra la cabeza. Sara perdió el conocimiento. La amarró hasta inmovilizarla y metió en una maleta algo de su ropa. A continuación la introdujo en el asiento trasero del coche. A las cuatro menos cinco minutos de la madrugada arrancó el coche con cuidado. Avanzó con los faros apagados por las desiertas y siempre mojadas calles de piedra del pueblo. Tuvo cuidado de no acelerar más de la cuenta, tenía que pasar desapercibido. Cuando llegó a la calle de Alba, suspiró. "joder, que todo salga bien". Se detuvo justo en la puerta. Alba no salía. Luís se puso nervioso. Miró en la parte de atrás, Sara seguía inconsciente, le tomó el pulso, estaba viva. Sobreviviría. Miró la casa de Tomasa y le pareció ver moverse algo tras las cortinas. "Vamos Alba, sal de una vez". De repente escucho el rugir de una puerta abriéndose despacio. Contento, miró hacia la casa de Alba, pero permanecía cerrada. Asustado, se giró hacia la puerta de la casa de Tomasa, estaba entreabierta. Se bajó del coche y lo cerró con llave para que Sara no pudiese salir. A continuación entró muy despacio, y en silencio, en casa de Tomasa. Un olor a velas perfumadas le embriagó. Muy despacio, avanzó hasta la alcoba donde estuvo la primera vez con Tomasa, siguiendo un tenue resplandor. Allí encontró a Tomasa totalmente desnuda. Embadurnada de aceite, y masajeando el cuerpo desnudo de Alba, la cual también estaba embadurnada de ese aceite perfumado. Luís tuvo una erección incontrolable. Ambos cuerpos eran majestuosos. El cuerpo de Alba era verdaderamente bello. El brillo de las velas reflejado en los cuerpos llenos de aceite, y el olor embriagador, le provocaron una excitación mayúscula. Alba también tenía un busto bastante grande. Más bello que el de Tomasa. Y su sexo estaba muy depilado. Ambas miraron a Luís con cara de deseo. ¿Buscabas a alguien? Dijo Tomasa. Pasaba por aquí y vi la puerta abierta. Luís no acababa de entender la situación. Miró a Alba. Sonreía dulcemente pero movía levemente los labios. A Luís le parecido entender "sigue la corriente". Ven con nosotras.

Dijo Alba con voz aterciopelada y dulce. Tras decirlo se metió los pechos de Tomasa en la boca y los lamió como un sediento lame una sandía en mitad del desierto. A continuación mojó sus manos en una cuba de aceite, que tenían sobre una mesita al lado de la cama, y lo expandió sobre los brillantes y brillosos pechos de la cuarentona. Luís se desnudó y se unió. Guiado por una fuerza sobrenatural que tiraba de su polla. Más enorme que nunca. Con el capullo muy rojo. Tomasa y Alba lo acogieron con dulzura. Le besaron y le hicieron un sexo oral relajado y de altísima calidad, tras haberle llenado todo el pene de aceite. Se alternaron en cabalgarle y le llenaron de aceite todo el cuerpo. Para después lamérselo de arriba abajo, hasta los dedos de los pies. Las dos lenguas recorrieron traviesas todo su cuerpo y a Luís le pareció ver las estrellas en el techo mal pintado de esa vieja habitación. Ahora Luís se centraba en trabajar el culo de Tomasa, la cual recibía las embestidas posada como si fuera una inmensa perra. Alba acarició sus cuerpos con las manos llenas de aquel aceite mágico y de rico aroma. Alba abrió un pequeño bolso y sacó unos cigarrillos. Encendió uno y lo fumó un poco. Se lo dio a probar a Luís y a Tomasa. Fumaron y fumaron. Poco a poco Luís sintió que su mente volaba. Se hicieron sexo oral los unos a los otros. Luís intentó darle otra calada pero Alba se lo impidió agarrándole la muñeca y diciendo que no con un ligero movimiento de cabeza. Tomasa estaba tumbada boca arriba, con los ojos cerrados y sonriente. Alba inició otra mamada a Luís, animó a Tomasa a que le acompañara. Ambas mujeres recorrieron la polla con sus lenguas y se besaron constantemente dejando la polla en medio. Ahora Alba se subió a cabalgar a Luís. Acarició y lamió sus hermosos pechos. Amplios y bien puestos. Tomasa miraba agachada como el coño de Alba engullía la polla de Luís en un movimiento lento pero continuo. Tenía el cigarrillo en las manos. Le daba una calada y le lamía los testículos, dejando emanar el humo en torno al paquete y el coño de Alba, la cual seguía follando con parsimonia. No fumes nada del cigarrillo que voy a sacar dentro de un rato. Alba se lo susurró muy bajo a Luís. Estaba mareado y alucinaba un poco. Alba le folló más fuerte y le dio dos bofetadas para intentar espabilarle un poco. Se incorporó y dejó a Tomasa follar un rato. Tomasa botaba y botaba, con sus cántaros recorriendo el cuello, el pecho y la cara de Luís. Alba llegó con un nuevo cigarrillo y se lo dio a Tomasa. La mujer lo cogió con ganas y le dio dos profundas caladas mientras seguía moviéndose sobre Luís. Apretó fuerte y siguió fumando. Mientras más fumaba más fuerte le follaba. Cuando Luís empezó a correrse, ella puso los ojos en blanco. Luís la agarró fuerte por las nalgas y empujó hacia arriba clavándosela profundamente mientras se corría dentro.

Cuando terminó, Tomasa cayó desplomada sobre Luís. Alba la apartó. Estaba profundamente dormida. Vámonos, corre. ¡Vístete!. ¿Qué le pasa? Puse veneno en ese cigarrillo. Tardará en despertarse, si lo hace. Vámonos por favor, antes que amanezca. Miró el reloj, estaba a punto de amanecer. Se vistieron y salieron en silencio de la casa. El coche seguía en mitad de la calle y Sara seguía en el asiento de atrás, aturdida. Arrancó el coche con sumo cuidado y lo dejó rodar en primera. El pueblo seguía en silencio y no había nadie en la calle. Parecía un pueblo fantasma. Luís y Alba aguantaban la respiración a medida que el coche avanzaba despacio. Sara seguía despertándose muy lentamente. Encararon la última calle del pueblo. Era cuesta abajo. Al fondo el bosque, con la vieja carretera comarcal adentrándose en él como una serpiente. Dejó el coche en punto, para no hacer ruido, y lo dejó rodar calle abajo. ¡Cuidado!. Gritó susurrando Alba. Al final de la calle se dibujaron tres figuras blancas borrosas y difusas. Luís puso en marcha el motor y encendió las luces para poder ver. Ante ellos aparecieron tres mujeres jóvenes. Vestidas únicamente con una bata blanca y larga, hasta los pies. Con la cuenca de los ojos vacías, de las que brotaba un pequeño hilo de sangre, que derramaba por sus mejillas. Era como si estuvieran ante las guardianas del infierno. Luís cerró con seguro todas las puertas del coche. Ni se te ocurra bajarte. Avanzó muy lentamente. Las tres misteriosas figuras femeninas levantaron sus manos pidiendo que se detuviesen. Se detuvo justo antes de llegar a ellas. Rodearon el coche, como analizándolo. Una de ellas empezó a dar gritos cuando vio a Sara. En seguida las otras dos empezaron a chillar también. Luís miró por el espejo retrovisor y pudo ver a una muchedumbre que avanzaba corriendo calle abajo. Con antorchas. ¡Arranca, por lo que más quieras!. ¡Vámonos de aquí!.

Luís aceleró con fuerza dejando a las tres mujeres atrás. Cuando se adentraron en el bosque, volvió a mirar por el espejo retrovisor. No había nadie. El coche seguía avanzando rápido a través de la tortuosa carretera que atravesaba el bosque. De repente miró por el espejo retrovisor central, dándose un susto de muerte. Sara se había incorporado y ahora era como una de esas tres mujeres. Sus ojos estaban huecos y chorros de sangre salían a borbotones de ellos. Gritaba amargamente. Intentando que Luís detuviese el coche. Alba cerró los ojos y se tapó los oídos. Luís ignoró en la medida de lo posible a la chica. "El objetivo es atravesar el bosque". Sara, o el demonio a través de ella, aumentó los decibelios de sus chillidos y empezó a intentar librarse de las cuerdas que la amordazaban. La sangre no paraba de brotar de la cuenca de sus ojos vacíos, ahora lo hacía a chorros, pringando todo el coche. Tras una pronunciada curva hacia la derecha, Luís pudo ver como la hilera de árboles terminaba al final de una larga recta. "Ahí termina el bosque, y nuestra pesadilla." Cerró los ojos y pisó a fondo el acelerador. Sara empezó a librarse de las cuerdas, mientras sus chillidos empezaban a romper los cristales del vehículo. El coche alcanzó su objetivo. Pasaron unas horas cuando sara sintió como un radiante sol calentaba su cara. Abrió los ojos. Pudo ver un cielo azul, limpio. No recordaba la última vez que pudo ver un cielo así. El coche en el que se encontraba no tenía ventanas¿Dónde estaba?. Se incorporó. El coche avanzaba lentamente por una carretera bien asfaltada. Luís lo conducía. En el asiento de copiloto dormía una mujer que no conocía. No temas Sara. Estás en buenas manos. Todo pasó. Somos libres. La voz amable de Luís le hizo sentir felicidad. En unas horas llegaremos a Madrid. Duerme un poco más si lo deseas. Gracias. Y de nuevo se quedó dormida. Todo había sido una pesadilla. Cuando llegaron a Madrid Luís llevó a su casa a las chicas. A dormir, mañana iniciamos una nueva vida.

Telefoneó a su madre, la cual se mostró muy feliz de la noticia. Aunque se quedó preocupada por el "ya te contaré" que le soltó su hijo cuando le preguntó por su hermana. Luís cenó algo y tomó una copa de ron. Pronto se fue a dormir, preso del más puro agotamiento. En mitad de la madrugada sintió un movimiento en su cama. Se despertó de un brinco y encendió la luz de la mesita de noche. Alba estaba sentada a su lado. Ah, eres tú. No podía dormir, me preguntaba si tienes hueco para mí en tu cama. Luís sonrió y le hizo hueco en la cama. Pero su sonrisa se heló cuando Alba se acostó y lo miró de frente. FIN.

VIOLACION EN EL ESTABLO La curiosidad de sentir una lengua diferente me llevo a dejarme abusar por dos trabajadores de la hacienda de la familia de mi amiga. En las vacaciones pasadas mi amiga Amarilis me invito a visitar la hacienda de su familia, yo no tenía mejores planes, así que acepte su invitación, llegamos el viernes en la tarde, nos acomodamos en nuestras respectivas habitaciones, y decidimos descansar un rato, el calor era insoportable, por lo que entre a darme una ducha, deje caer el agua sobre mi cuerpo por largo rato, refrescándome y alejando el cansancio producido por el viaje, de pronto sentí un ruido en la ventana, mire hacia ella pero no había nadie, me apresuré a terminar de bañarme y envolviéndome en la toalla, Salí rápidamente del baño, ya en la habitación corrí las cortinas antes de comenzar a vestirme para bajar a cenar.

En el comedor me encontré con Amarilis y sin despertar sospecha me acerque a comentarle lo sucedido - Mientras me duchaba sentí un ruido en la ventana, me asuste mucho, ¿seria algún animal?le pregunté- no estoy acostumbrada a el campo y los animales no son de mi entera confianza - Jajajaja, si, de seguro seria el animal de Juancho!- contesto ella risueña - Que animal es ese?- pregunte sin gustarme para nada la situación

- El capataz, le encanta mirar por las ventanas, creo que se masturba mientras lo hace - ¿Y si saben eso por que se lo permiten?-pregunté - Mis padres no lo saben, espía a la chica de la limpieza y a la cocinera, y por supuesto a mi cuando estoy aquí, las chicas no se atreven a delatarlo, es el capataz, y yo, lo disfruto, ¡me excita pensar que se esta masturbando mientras me mira!- me dijo sin dejar de sonreír - ¡Amarilis!, ¿como que te excita?- dije asombrada - ¡Ay amiga, eres muy reservada!, con esas tetas que te gastas y esas nalgas tan firmes, yo me dejaría ver por todos, ¡ los tendría cachondos a todos!, tienes que aprender a disfrutar, a experimentar cosas prohibidas, ¡no sabes de lo que te pierdes! - Mejor sentémonos a comer, no se como es que somos amigas, tu tan liberal y yo tan… - ¡Tan mojigata!, eso eres amiga, ¡una mojigata!

El sábado luego de desayunar salimos a caminar por la hacienda, entramos a el establo, Amarilis quería que conociera su caballo, mientras miraba el animal, sentí que algo golpeaba mis nalgas suavemente, voltee sorprendida y pude ver a Flash, el perro de la hacienda, que metía su hocico en mi culito para olerlo, grite asustada y Amarilis le ordeno alejarse - ¡que susto!- dije aun algo alterada - ¿Viste amiga?, ¡es que hasta flash se dio cuenta de el culo que tienes!, jajajaja - ¡No me parece gracioso! - ¡A mi si!, ¡y da unas lamidas espectaculares! - ¿Quien? - Flash, si le muestras el chocho ¡te hace acabar con su lengua! - Amarilis, te dejas lamer ahí con el perro - ¡Ahí y atrás también!, es uno de mis mejores entretenimientos cuando vengo acá, ¡y no me veas con esa cara!, ¡me gusta experimentar!

Esa noche nos fuimos a la cama pasada las 11 de la noche, me quite el brasier y me puse una batita corta de algodón tratando de que el calor no me sofocara, pero no podía dormir, las palabras de Amarilis me rondaban en la cabeza, no era virgen, pero apenas había tenido sexo con un solo hombre, que había sido mi novio por cinco años y con quien no experimente gran cosa por que me daba vergüenza hacer las cosas que me pedía y que parecían de las que hacen las prostitutas, pero esa noche no se que estaba pasando conmigo, la curiosidad de saber que tenia de especial la lengua de flash no me dejaba

dormir, di vueltas en la cama sin conciliar el sueño y decidí levantarme por un vaso de agua, baje, entre a la cocina y me serví el agua, mientras lo bebía, mire por la ventana hacia el establo y sin pensarlo, deje el vaso sobre la mesa y Salí de la casa dirigiéndome hacia allá.

Entre al establo sin saber que estaba haciendo ahí, me detuve en la mitad solo mirando mí alrededor, de pronto sentí un ruido y vi a flash venir hacia mí, me quede inmóvil esperando saber que haría, en un momento lo tuve cerca de mi oliendo mis pies y luego metiendo su hocico debajo de mi batita, lo empuje retirándolo, pero el volvió a insistir, en ese momento quise saciar mi curiosidad y me quede quieta, dejándolo oler mi coñito que ya empezaba a mojarse ante la situación, de pronto sentí la lengua de flash sobre mi bikini y sin pensarlo lo baje hasta mis rodillas, dejando mi chochito descubierto, Flash siguió lamiendo, separé mis piernas, pero el bikini lo dificultaba, termine de quitármelo y me abrí para flash, su lengua era mas áspera que la de un hombre, mas larga y efectivamente muy agradable lamiendo mi coñito, me excite mucho y me deje hacer, gimiendo a cada lamida de el animal, cerré mis ojos y me entregue a sentir aquella lamida fenomenal, muy pronto alcance el orgasmo, pero sentí que flash ya no jugaba con mi coñito, abrí los ojos para ver a donde se había ido y mi sorpresa fue enorme, flash estaba junto a Juancho, el capataz y otro de los trabajadores de la hacienda, me habían estado observando, rápidamente intente bajar mi bata para tapar mi chochito, pero Juancho lo impidió - ¡no, no, no, no!, ¡quédate como estas!- dijo en tono de orden, mi vergüenza era tal que no me atrevía a hablar- no creo que a los patrones les agrade saber que la Srta. Amarilis tiene una amiga calentona que se la deja mamar por el perro de la casa - Ellos no tienen por que saberlo- dije en tono muy bajo y mirando al piso, no quería ver la cara de aquellos dos hombres - Claro que lo van a saber, ahorita mismo te voy a llevar a la casa, así como estas, con el coño desnudo y mojado como lo tienes- me tomó del brazo y me hizo caminar - ¡Por favor!, no lo hagas, ¡me moriría de vergüenza! - Bueno, eso podemos arreglarlo- dijo el acercándose a mi y tomando mi cara con una de sus manos- te portas bien con nosotros y no diremos nada - ¿Portarme bien como?- dije mientras rogaba estar entendiendo mal - Tu solo tienes que quedarte quietecita y nosotros cobramos nuestro silencio- no dije nada, no me había equivocado, esos hombres querían abusar de mi a cambio de su silencio.

Juancho bajo su mano hasta mi coñito y su dedo entró en mi rajita buscando mi clítoris, ¡me puse helada!, sentía vergüenza y mucha rabia, no sabia que sería peor, si dejar que hicieran lo que querían o negarme y que dijeran a todos lo que me vieron hacer con flash, pero mientras pensaba que hacer ya ellos me manoseaban, el otro hombre estaba parado detrás de mi apretando y sobando mis nalgas y ya el dedo de Juancho buscaba la entrada de mi coñito

- ábrete como te le abriste a flash- me ordenó, yo obedecí y en pocos segundos sentí su dedo entrando en mi coño- ¡ummmm, la puta esta estrechita!- dijo mientras su dedo entraba todo en mi chocho, me quejé al sentirlo todo dentro de mi, el otro hombre separaba mis nalgas y las volvía a juntar sin dejar de apretar- termina de desnudarte, quiero ver que tan tetona eres- me quite la batita y quede totalmente desnuda ante aquellos dos extraños, Juancho empezó a meterme dos dedos y a darme fuerte

- ¡ahhhhh!- me quejaba mientras no aguantaba las ganas de llorar, el otro hombre se había agachado detrás de mi y separando mis nalgas empezó a lamer mi culo, intente apartarme de el pero lo único que conseguí fue que metiera la punta de su lengua en mi huequito- dile que me deje, haré lo que quieren, pero mi culo no entra en el trato- dije con lo que me quedaba de dignidad - ¿Tu culo por que no?- preguntó sin dejar de darme en el chocho con sus dos dedos - Esta virgen y no quiero que lo toque- dije como si estuviera en posición de hacer tratos - No te creo, ¿tienes el culo virgen?, ¡puta mentirosa!, ¡ya vamos a ver!- me volteo bruscamente dejando mi culo hacia el - ¿Que pasa?, ¡déjame!- dije intentando safarme, pero el otro hombre me hizo doblar el cuerpo inmovilizándome a la vez y dejando mi culo en pompas - ¡Suéltenme, suéltenme!- empecé a decir desesperada al sentir que Juancho separaba mis nalgas y ponía su dedo en la entrada de mi culo- ¡ayyyyyyy!, no, no, por favor, sácalo, ¡me duele!- Juancho había empujado su dedo dentro de mi culo de una forma brusca, metiéndolo todo de una sola vez y empezando a girarlo en mi huequito - ¡Que rico!, la puta de verdad tiene el culo virgen, te lo voy a desflorar perrita - Por favor Juancho,¡ para, sácalo, me arde!- mis lagrimas empezaban a brotar, me dolía como giraba su dedo en mi culo, el otro hombre me hizo levantar sin que Juancho sacara su dedo, y empezó a tocar mis grandes tetas, pellizcando mis pezones y lamiéndolos a rato, llenándolos exageradamente con su saliva, luego bajo su mano y empezó a frotar mi clítoris muy duro, sentía dolor en ambos lados, Juancho empezaba a sacar y meter su dedo y el otro pellizcaba a la vez mis pezones y mi clítoris, de pronto los dos penetraron mis agujeros con sus dedos y comenzaron en un mete y saca casi al unísono, deje de quejarme por un momento, nunca había sentido aquella sensación que estos tipos asquerosos me estaban haciendo experimentar, pero Juancho se dio cuenta que no me resultaba desagradable y sin ningún cuidado saco su dedo y al volver a entrar eran dos dedos en mi pobre agujeritoahhhhhh!- volví a gritar- ¡ya por favor!, ¡te lo suplico, para!- rompí a llorar de nuevo, el otro saco sus dedos de mi coñito y aun con los dedos de Juancho en mi culo me hicieron caminar mas adentro de el establo donde nadie pudiera oírme, Juancho me hizo arrodillar, arrodillándose conmigo sin sacar sus dedos ni dejar de moverlos bruscamente

- Ponla a mamar- le dijo a el otro, que sin hacerse rogar saco su verga delgada pero muy larga de su pantalón y tomándome por las orejas lo introdujo en mi boca casi haciéndome vomitar, lo sentí llegar a mi garganta y sin soltar mis orejas me hacia ir y venir sobre su verga húmeda y con un fuerte olor, sentí mucho asco, nunca me gusto mamar la verga de mi novio y aquel hombre me la tenia metida hasta la garganta mientras Juancho seguía maltratando mi culo con una mano y con la otra manoseaba mis tetas- estas bien rica putica, tienes unas tremendas tetas y que rico esta ese coño chiquitico y bien apretado, pero tranquila que al terminar contigo te podrás meter hasta un banano, ¡te vamos a dejar bien abierta!- el otro seguía haciéndome mamar su verga hasta que su leche empezó a derramarse dentro de mi boca, cuando saco su verga, quise botar su leche, pero me dio una bofetada para impedirlo

- ¡Traga perra!- me dijo volviendo a abofetearme, trague su leche sintiendo que no aguantaba las ganas de vomitar, Juancho me empujo haciéndome quedar en cuatro patas, el otro hombre abrió mis nalgas y Juancho con sus dedos abrió mi hueco haciéndolo distender - ¡Ayyyyyyyyyyy!- grite de dolor, aunque ese dolor fue nada para lo que sentí inmediatamente, la verga de juancho empujaba en mi hueco abriéndose camino dentro de mi culo- ahhhhhhhh!, ¡por favor!, ¡se me esta rompiendo!- senti como si una brasa entrara en mi culo el dolor era insoportable, la verga de Juancho era grande y gruesa y mi culo ardía tanto con su penetración que sin querer empecé a orinarme- ¡para, para, te lo suplico, para! - Jajajajaja, ¡La putica se esta meando jefe!- dijo el otro en tono de burla - ¡Que rico!- dijo Juancho metiendo su mano en mi chocho para sentir mi orina, me sentía humillada, nunca me habían abierto, tocado y manoseado de esa forma y menos había orinado frente a ningún hombre, Juancho no paró de darme por el culo, aumentó sus embestidas mientras mas se excitaba hasta que sentí su verga disparar su leche en mis intestinos, luego saco su verga y metió su dedo haciéndome chorrear su leche, el otro hombre no me dio tiempo a recuperarme cuando me empujo hacia atrás haciéndome caer de lado, se coloco entre mis piernas, me las abrió y empujo su verga dentro de mi coño, empezando con movimientos bruscos, Juancho metió su verga flácida dentro de mi boca y con una mano empezó a apretar mis tetas, haciéndome mamar hasta conseguir parársela de nuevo, el otro acabo primero, sacando su verga y llenando mis tetas y abdomen con su leche, tomó mi mano y pasándola por su leche me hizo regarla en todo mi cuerpo, Juancho acabo al rato, apretando mi nariz al sacar su verga para obligarme a tragar, el otro metió 2 dedos en mi culo y empezó a empujarlos fuerte

- No me voy a ir sin siquiera tocar ese culito perrita- decía mientras me empujaba sus dedos con fuerza haciéndome dar pequeños saltos de dolor, juancho se acercó e introdujo dos de sus dedos también en mi culo, yo no paraba de llorar y de pedir que me dejaran, que pararan, pero sentí sus cuatro dedos destrozar mi culito por un rato mas, hasta que por fin los sacaron

- Ahí tienes putica, como te lo prometí, te dejamos ese culo bien abierto, ¿viste que es mas

rico con un hombre que con un perro?- yo me quede inmóvil, abierta con mis agujeros destilando leche, ellos se vistieron y salieron del establo, yo me quede un rato mas ahí, esperando que se alejaran, cuando ya no sentí ningún ruido me levante, empecé a buscar mi ropa, conseguí la batita, me la puse y empecé a buscar mi bikini, pero no lo conseguí, Sali del establo sin el, cruce rápidamente a la casa y subí a la habitación donde amaneció mientras yo no paraba de llorar metida en la ducha limpiando la suciedad de esos dos hombres, no volví a salir de la habitación hasta la hora de regresarnos a la ciudad, con la excusa de que tenia un terrible dolor de cabeza, de regreso le pedí a Amarilis que condujera el auto, y cuando ya salíamos de la hacienda, vi tras unos árboles a el otro hombre despidiéndose con una sonrisa maliciosa, agitando su mano con mi bikini en ella, nunca mas acompañe a mi amiga a la hacienda y nunca mas mi culito fue lo que era hasta ese día.

Un Caballo Llamado Fuego

Mi afición por los caballos viene de muy lejos. Siempre he sentido que algo de su indomable fuerza estaba en mi, que era en parte su semejante. Me fascinaba cabalgar a toda velocidad, lejos del ruido de la ciudad, perdida y olvidada del mundo. A veces, era tal mi excitación, que llegaba a sentir que mis bragas se mojaban sobre la silla, dura y suave bajo el tacto de la mano.

Siempre acudía a unas caballerizas que se encontraban algo alejadas de donde vivía. Habían otras más cercanas, pero había demasiada gente. Allí era frecuente el encontrarme sola en los establos escogiendo el caballo con el que iría a recorrer las montañas. Solía escoger el mismo, un animal fuerte y de color pardo-rojizo que respondía al nombre de Fuego, supongo que en alusión al color de su pelaje. Uno de esos dias en los que esperaba montar a Fuego encontre su cuadra vacía. Tuve una gran decepción, ya que aquel dia era mi cumpleaños (cumplía 21) y quería celebrarlo con mi compañero de cabalgadura. Supuse que alguien antes que yo lo había escogido para montar, y no tuve ganas de cambiar de animal. Y allí me quedé, esperando que el jinete de Fuego volviera de su paseo para tomar su lugar. Me senté contra una de las paredes del establo, frente a la puerta abierta de la caballeriza, así podía ver a distancia si venia mi apreciado caballo. Tenía en la mano mi fusta de montar. El tiempo pasaba despacio y empezaba a aburrirme.

Después de unos 15 minutos que me parecieron eternos, cambié de postura y recogí mis piernas pero separándolas para estirar mis músculos algo agarrotados por la immovilidad. Al poco tiempo apareció el perrito del cuidador de los caballos, lo que indicaba que éste no andaría lejos. Observé al animal distraidamente que husmeaba por los rincones del establo mientras mis manos acariciaban de forma inconsciente la fusta. Poco a poco, el perrito se acercó a mi adelantando su hocico hacia donde yo estaba. Yo le dejé hacer, sabía que me conocía y no era peligroso. En su acercamiento su nariz buscaba algún olor que le fuera familiar o agradable.

Al poco, me encontré su cabeza entre mis piernas, olisqueando mi sexo descaradamente. Sentí una agradable sensación al notar su aliento caliente traspasando la fina tela de mi ajustado pantalón de montar, pero lo alejé de un manotazo. Sin embargo, aquel suceso había despertado en mi una sensación de insatisfacción de la que fui muy consciente. Quise olvidar el incidente, pero mis ojos no dejaban de mirar la fusta. Mis manos empezaron a moverse solas y la fusta recorrió poco a poco todo mi cuerpo. El mango, redondeado y duro, me excitaba cada vez más, y en su recorrido llegó a situarse entre mis piernas, ahora, decididamente abiertas.

Allí, la fusta presionó, ligeramente primero y con fuerza después y yo empecé a oir mis propios gemidos en el silencio del establo. Necesitaba cada vez más y la ropa empezaba a ser un claro estorbo. Desabroché dos botones de mi blusa dejando que mis senos, sin sujetador, emergieran libremente. Los pezones estaban duros y erectos y su visión me excitó aún más. Bajé la cremallera del pantalón de montar y la tela hasta debajo de la cadera. De ese modo podría vestirme rápidamente si venía alguien. Lentamente la fusta fue acercandose hacia mi sexo hasta que apartó mis bragas y se sumergió en mi interior, ya empapado por la excitación. En ese momento vi a Fuego en el exterior.

Me había equivocado, no lo montaba nadie, pero era verdad que estaba ocupado. Intentaba montar una yegua blanca a la que no parecían desagradarle sus requerimientos. Poco a poco vi como aquella enorme y bestial verga crecía y penetraba a la hembra, mientras la situación hacia que la fusta de montar se convirtiera de pronto en un pene salvaje que entraba y salía de mi interior con un frenesí irrefrenable. La excitación era increible, mi mano masajeaba mi clítoris mientras con la otra sujetaba la fusta que me penetraba hasta el fondo. De ese modo tuve un orgasmo increible mientras Fuego se deshacía en sacudidas sobre la yegua blanca.

Cuando las oleadas de placer parecían desaparecer abrí los ojos y me quedé de piedra al ver al cuidador de los caballos frente a mi, mirándome fijamente, y con su enorme polla en una mano a la que masturbaba sin ningún pudor. Se acercó a mi, sin palabras, y me cogió la cabeza bruscamente. En la posición que yo estaba, mi cabeza se encontraba a la altura de sus genitales. Brutalmente, me metió la polla en la boca y empezó a moverse rítmicamente. Yo no podía ni gritar, pero por otro lado la situación me provocava una mezcla de pudor, miedo y placer difícil de explicar.

Le chupé la verga lo mejor que supe, lamiendo su glande y sus testículos, según sus exigencias, que manifestaba con los movimientos que me oligaba a hacer con la cabeza. Cuando se cansó de aquella situación, me acabó de quitar la ropa y, una vez desnuda me puso contra uno de los comederos de los

caballos y cogió de nuevo la fusta del suelo. Quise darme la vuelta, pero fue más rápido que yo. Con un potente brazo mé cogio del pelo y me obligó a mantener la posición, y con la otra, atravesó mi culo con la fusta. Grité como nunca mientras aquel duro objeto se abría paso sin ningún tipo de vacilación. Entonces oí su voz: "!Grita, maldita puta, nadie te va a oir!". Lo dijo jadeando en mi oido, y sentí su aliento sobre mi. Me sentí como la yegua blanca, penetrada, sometida, sirviendo como objeto de placer al macho de la manada. La fusta entraba y salía de mi mientras yo gritaba, presa de un paroxismo de dolor y placer que casi me llevaba a perder el sentido.

Después de unos minutos sacó la fusta y clavó en su lugar su inmensa polla. Me embestía brutalmente, mis pechos rebotaban contra la madera del comedero, y mi culo se encontraba al límite de lo resistible mientras aquel cerdo me lo reventaba. Al fin se corrió en lo que debió ser un festín para él. Joderse a un chica de 21 años, de clase alta, carne blanca y piel tersa, teniendo casi cincuenta y siendo un mozo de cuadra menospreciado y casi analfabeto, sabiendo que dadas las circunstancias, jamás haría una denuncia, era una situación idílica. Después de aquello, nunca más volví a aquella caballeriza ni volví a montar a Fuego, pero me masturbé muchas veces pensando en el dia de mi cumpleaños.