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MATARA PLAIÓX

Marginales

Chantal Maillard

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, su angustiala abandona: el orden nos exime de ser libres, de despertaren otro, de despertarpor otro. A punto estuvo de gritar, desdeesacarne ajena, pero el orden contuvo a tiempo esedelirio.

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Muy cerca veo a Musil discutiendo con M. Serres. Musil no está dispuestoa admitir que aquella escenaseautilizada en un ensayofilosófico. La mujer no angustiadag\ra el cuerpo hacia atrás y se toca las piemas en un gesto que pretendeapartaralgo así como el roce de una media de nailon. Sigo su gesto y comprendo: emboscadodetrásdel hombre estadísticoestá Aguado, recién salido de una de susmetamorfosis. Quiero decirle a Musil que vaya a hablar con el poeta, pero ésteya se ha borrado de la escena.

que un acont ecim ient o, que una idea, a I cont r ar io n unca puede ser def inido.

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¿Y el conductor?El conductor se apeó del camión. Está agarradoa la ventanilla. La puerta le protege.Porque su cuerpo no: su cuerpo es el horror de otro cuerpo y del suyo, su cuerpo es exterior, es urbano y es otro, su cuerpo no protege a sus ojos que miran, su cuerpo emite un ruido que le pareceajeno, un ruido como un túnel de acero que conduce al oscuro principio de la culpa. >, , dice la radio,