Manual de Técnicas de Periodismo de Investigación y Ética Periodistica

La educación cívica en Paraguay un análisis curricular Y apuntes sobre Ética Periodística Ficha técnica: Semillas para

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La educación cívica en Paraguay un análisis curricular Y apuntes sobre Ética Periodística

Ficha técnica: Semillas para la Democracia Marta Ferrara Directora Ejecutiva María Jesús Bogado Directora Ejecutiva Adjunta Proyecto Sociedad Civil Topu’ã Paraguay Gustavo Candia Director Ejecutivo Guzmán Ibarra Coordinador Componente de Periodismo Fabricio Demestri, coordinador Verónica Gauto, técnica Autores Miguel H. López Andrés Colmán Gutiérrez Reinaldo Giret Guillermo Domanizcky Manuel Cuenca Susana Oviedo Alcibiades González Delvalle Estela Ruiz Díaz y Oscar Torrents - Equipo Técnico Diseño Goiriz Imagen y Cía. S.A. Impresión AGR - Servicios Gráficos S.A. Proyecto Sociedad Civil Topu’ã Paraguay www.topua.org.py Paraguay Enero de 2012 La publicación de este manual es posible gracias al apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Los conceptos y opiniones expresadas en esta publicación corresponden a sus autores y no reflejan necesariamente el punto de vista de USAID ni del gobierno de los Estados Unidos.

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Manual de Técnicas de Periodismo de Investigación

Índice de contenido Introducción Estela Ruiz Díaz y Oscar Torrents - Equipo Técnico

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Periodismo de Investigación

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Miguel H. López Una aproximación necesaria Tres razones que marcan la diferencia Pautas ineludibles Periodismo de Investigación - Periodismo diario Algo de historia Dificultades y barreras en Paraguay Periodismo de Investigación desde y en Internet

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La evolución del periodismo investigativo en Paraguay

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Andrés Colmán Gutiérrez La pasión de investigar Antecedentes en Estados Unidos: los “mucrakers” Los documentos del Pentágono y el caso Watergate Antecedentes en el Paraguay: el trabajo pionero de Rafael Barrett Inicios del periodismo investigativo en Paraguay en los años 70: “Amarga caña dulce”, en ABC Color El ejemplo cunde: el inicio de investigaciones periodísticas en Última Hora. El periodismo investigativo tras la dictadura Algunas claves a tener en cuenta en el proceso de la investigación. Recomendaciones

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Corriendo el velo de lo oculto

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Reinaldo Giret ¿Es una especialidad del oficio? Características El cómo antes que el qué “El fusilado que está vivo” El informante “A lo Paraguay” El plan de investigación

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La investigación periodística en la televisión paraguaya

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Guillermo Domanizcky (con apoyo audiovisual. Ver DVD al final del Manual) Empezar a investigar: conociendo el medio 48 Diferencias entre periodismo gráfico y periodismo televisivo 48 La elección del tema 51 Grabar la historia y presentarla 51 Los recursos cuestionables 52 Casos de investigación 54 Caso 1 – Extorsión a extranjeros 54 Caso 2 – La narcocaja fuerte de Beira Mar 55 Algunas ideas finales 56

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El reportaje audiovisual en Paraguay

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Manuel Cuenca (con apoyo audiovisual. Ver DVD al final del Manual) Reportaje audiovisual para televisión Preproducción Calidad– rating– ventas Enfoque general de los reportajes Selección de temas y duración Estructura dramática: exposición, nudo, desenlace Protagonista-antagonista Trabajo de campo Preguión Plan de rodaje Producción Rodaje: planos recomendados Reportero, entrevistado y apariciones en cámara Posproducción Découpage Guión final Grabación del relato Edición Efectos especiales Titulación Emisión Evaluación Conclusiones

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Derecho a la Información y límites legales

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Miguel H. López Aclarando conceptos Libertad de expresión Legislación principal La Constitución Nacional La Convención Americana de DDHH Las leyes de calumnia, difamación e injuria Intimidad, dignidad, privacidad, honra

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Ética y Calidad Periodística

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Susana Oviedo y Alcibiades González Delvalle Introducción ¿Puede decir la verdad un periodista en relación de dependencia? ¿Es lícito y ético el uso de la cámara oculta? La grabadora ¿Es aceptable pagar por documentos como parte de una investigación periodística? ¿Tiene derecho el periodista, por ser tal, exigir su entrada a una reunión de autoridades nacionales anunciada como “restringida a la prensa”? La calificación de un presunto delito ¿Los espacios públicos son siempre del público? La manipulación de las noticias La libertad es responsabilidad Los titulares del Derecho a la Información Los datos de interés general La venta de publicidad Los límites de la libertad de prensa ¿Se falta a la ética al recibir regalos? El rumor no es noticia Si el rumor no es noticia, la mentira, mucho menos El respeto es la fuente de todo bien Una sólida formación profesional beneficia a la sociedad La autorregulación o autocontrol Información veraz, responsable y ecuánime La historia oficial El primer periodista de Occidente Los datos para el público Independencia no es neutralidad Una prensa arrogante y cínica Tres cláusulas de conducta Consideraciones finales Bibliografía

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Manual de Técnicas de Periodismo de Investigación Y apuntes sobre Ética Periodística

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Introducción La investigación y la ética periodística en el Paraguay Posiblemente, hoy ya nadie duda del valor y la incidencia que tienen los medios periodísticos en la sociedad. Pasó la época en que se suponía que la prensa y, principalmente, la publicidad, eran capaces de hacer una suerte de lavado de cerebro de la persona, hasta el límite de imponerle una opinión ajena a sus creencias. En contrapartida, creció la visión de que la comunicación masiva más que modificar el pensamiento de la audiencia le impone de qué hablar (Agenda setting). Es decir, la prensa comenzó a ser la gran secretaria de millones de personas desperdigadas entre sí, ocupadas de vivir o sobrevivir. La prensa, como gran secretaria de la gente, que cada vez más depende de los medios periodísticos para socializar, comenzó a tener el gran poder de decirnos de qué es importante hablar esta mañana y de qué no. Es cierto, “los acontecimientos son los que marcan esa agenda”, se diría en descargo. Pero, también sabemos, la realidad no es una sola. También ocurre hoy que la prensa, la radio y la televisión están dejando de ser los únicos que reinan en materia informativa pública. Una nueva comunicación surge con la explosión de las redes sociales, que evoluciona a pasos agigantados. En la Comunicación 2.0 las audiencias tienen mayor protagonismo en el debate que se entrecruza con los mensajes mediáticos tradicionales. Las redes sociales son el último giro de tuerca de un fenómeno que comenzó impactando con los periódicos digitales, foros y blogs, en el que las audiencias se están convirtiendo también en emisores al decir que “la web somos nosotros”. Debemos recordar igualmente que la realidad es una construcción que la hace cada uno de nosotros en base a la información que procesamos, sea la que nos llega a borbotones desde los medios masivos, las redes sociales, otros canales de menor incidencia y de nuestro propio entorno cercano. En fin, todos esos actores se suman para que cada persona construya su propia percepción de la realidad, que puede parecernos mejor o peor, esperanzadora o angustiante, de acuerdo a los datos que logramos procesar. En ese sentido, gran parte de la información que consume nuestra audiencia surge de lo que llamamos noticias de actualidad, que son una serie de hechos que los medios informativos y los periodistas decidimos convertirlos en noticia, porque suponemos que son de interés general. Así, para un canal de televisión puede ser de interés general abrir cada edición de sus noticieros con más o menos crónica roja, con más o menos detalle de “humanización de los hechos”, como decían los manuales, aunque ello sea, generalmente, sensiblería exagerada.

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A los periodistas también nos consta que aceptar más o menos información editorializante, también es nuestra responsabilidad, porque nuestra laxitud ética admite que informemos y opinemos al mismo tiempo, mezclando lo que ocurrió con nuestra opinión sobre lo que ocurrió. Esa es una clara debilidad ética pues sabemos que la mezcla de información con posturas personales tiene efectos impredecibles para la gran audiencia, que, generalmente, desconoce que consume periodismo de mala calidad porque nadie sale en su defensa como consumidor y, ni tan siquiera, se lo advierten. En fin, los periodistas decidimos qué y cómo difundir, en el marco del derecho que tenemos de hacerlo por el rol que cumplimos en esta sociedad. De esa manera, queda abierta la opinión sobre la calidad del trabajo que realizamos, cuyo denominador común oscila entre el reconocimiento y la crítica, en el marco del pacto ético vigente entre el periodismo y los públicos de las sociedades democráticas. SIEMBRA Así, entendiendo el rol clave del periodismo en nuestro medio, Semillas para la Democracia, organización civil sin fines de lucro que tiene como principal objetivo el mejoramiento de la calidad de la democracia a través de la promoción de la participación ciudadana, la equidad social y el ejercicio responsable del gobierno, realizó este año el ciclo de talleres “Periodismo de Investigación y Ética periodística”. A modo de siembra y con el concurso de periodistas de trayectoria de ámbitos de la investigación periodística y del estudio de los principios éticos a la profesión, el proyecto desarrolló cinco talleres en puntos estratégicos del país. Entre los meses de mayo y agosto de 2011, periodistas regionales, corresponsales de medios nacionales, estudiantes y docentes de periodismo de Pedro Juan Caballero, Ciudad del Este, Encarnación, Coronel Oviedo y Asunción, así como comunicadores de los centros urbanos aledaños de las ciudades visitadas, tuvieron la oportunidad de acompañar las exposiciones del equipo periodístico del proyecto y de debatir experiencias a la luz de los condicionantes éticos de distintas zonas del país, en las que se encontró realidades bastante similares. En tiempos de la dictadura de la relativización, el proyecto apuntó a  fortalecer entre los trabajadores de los medios y los estudiantes del sector la esencia del periodismo, en su calidad de servicio de bien público, como lo cataloga la Constitución Nacional. En realidad, nuestra Carta Magna prosiguió la línea trazada por la Unesco, la que ofrece una acertada definición de esta profesión y del fruto de su tesonero trabajo diario: “La información en periodismo se entiende como bien social y no como un producto, lo que significa que el periodista comparte la responsabilidad de la información transmitida y es, por lo tanto, responsable, no solamente ante quienes controlan los medios, sino principalmente ante el público, incluyendo variados intereses sociales. La responsabilidad social del periodista requiere que él o ella actúen, bajo todas las circunstancias, en conformidad con los principios de la ética profesional”.

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MANUAL Entendiendo la importancia de este rol, el ciclo de talleres de “Periodismo de Investigación y Ética periodística” se centró en estas dos áreas claves: la investigación, que “saca a luz lo que otros quieren mantener oculto”, aquello que interesa a la opinión pública; y, la Ética, ese conjunto de principios de integridad, de profesionalismo y responsabilidad social de quienes ejercen la profesión. El paso concomitante tras los talleres fue la elaboración del presente “Manual de Periodismo de Investigación y Ética periodística”, en el que de nuevo se cuenta con el concurso de los profesionales periodistas que recorrieron nuestra geografía en el 2011. Siguiendo el orden como fue estructurado este manual, Miguel H. López compara el periodismo diario con el investigativo, brinda pautas ineludibles para este último, refiere las limitaciones que se presentan en Paraguay y apunta sobre las incógnitas y desafíos que enfrenta hoy el Periodismo de Investigación en la era de las tecnologías de información y comunicación. Andrés Colmán Gutiérrez refiere los antecedentes y los inicios del periodismo investigativo en el país, el ímpetu que éste cobra tras la caída de la dictadura, ofrece algunas herramientas claves y recomendaciones indispensables para todo periodista. Reinaldo Giret no considera al Periodismo de Investigación como una especialidad del oficio, apoyado en visiones de varios connotados periodistas internacionales. En el cómo hacer presenta los pasos para definir el tema y la necesidad de contar con un plan de investigación para mantener la brújula de la pesquisa. La investigación periodística en televisión es presentada, en primer término, por Guillermo Domanizcky, quien compara las características del trabajo en los soportes televisivo y gráfico. Analiza el polémico recurso de la cámara oculta, la utilización de materiales ajenos y el uso de la Internet, a la luz de varios reportajes investigativos que impactaron en nuestro medio. La arrolladora fuerza del lenguaje audiovisual es el núcleo del artículo de Manuel Cuenca, quien aporta antecedentes de los reportajes audiovisuales de inicios del siglo veinte, la llegada de la televisión al Paraguay en 1965 y los revolucionarios cambios emergentes en este campo. Además, recomienda cómo hacer reportajes e informes para noticieros. El Derecho a la Información y sus límites legales desarrolla Miguel López, quien aborda el derecho positivo y las libertades de informar y ser informado desde el enfoque de la legislación nacional e internacional. Todo el proceso de exposición y debate desarrollado por este equipo de periodistas en cinco ciudades del país es analizado desde la ética periodística por Susana Oviedo y Alcibiades González Delvalle. Los mismos rescatan los aspectos recurrentes y coincidentes de la gira académica y brindan sugerencias de manejo ético para los colegas, como único camino hacia la excelencia profesional. Este manual, en resumidas cuentas, pretende ser una herramienta para periodistas y estudiantes de Comunicación, quienes optaron por una labor de alto compromiso con su sociedad.

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La originalidad de este libro radica en brindar nociones universales filtradas por la experiencia periodística en el Paraguay, una carencia que aquí comienza a romperse en los ámbitos específicos del Periodismo de Investigación y en la Ética periodística. Este manual es el segundo paso y, el tercero, se espera dar durante el 2012, en que se volverá a recorrer nuestra geografía para buscar consensuar principios básicos que refuercen nuestra visión ética de la información de actualidad o periodismo. Estela Ruiz Díaz y Oscar Torrents - Equipo Técnico

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Periodismo de Investigación Miguel H. López* “El periodismo cotidiano da la fotografía del suceso; el de investigación, la radiografía”. José María Caminos Marcet (1997). En este artículo se destacan los diversos géneros y las diferencias fundamentales entre el periodismo diario y el Periodismo de Investigación. Asimismo, se detallan las pautas ineludibles que deben tenerse en cuenta para comenzar un trabajo. Cuenta las dificultades y las barreras en Paraguay para este tipo de periodismo y apunta las incógnitas y desafíos que enfrenta el periodismo de investigación en la era de las tecnologías de información y comunicación. Una aproximación necesaria ¿De qué hablamos cuando hablamos de Periodismo de Investigación (PI)? En esta profesión, que se caracteriza por poner en relativo paradigmas y verdades muchas veces por el simple placer de ver tambalear poderosos y delincuentes, no es posible desarrollar una definición taxativa de qué es qué. No obstante, más allá de enunciaciones al respecto, existen características muy claras y concretas que ayudan a determinar qué es una u otra cosa. En ese sentido, podemos decir que PI es aquella tarea periodística donde lo que se busca no es publicar hechos corrientes de interés general, que sean de conocimiento común y estén expuestos a la luz pública. Por el contrario, lo que se persigue es poner en el tapete, a partir de algún medio de información y desde el esfuerzo exclusivo del periodista, aquellos hechos de alto interés público que por su naturaleza irregular, ilegal o criminal son mantenidos ocultos por quienes tienen directa o indirecta participación, o complicidad en su ejecución. Dicho de otro modo, el PI es aquel periodismo original que busca traer a la luz lo que otros denodadamente pretenden ocultar, y cuya revelación hecha por el periodista representa un acto de altísimo interés público. El Periodismo de Investigación está dentro de los denominados géneros Interpretativos o Reportajes de Profundidad. Todos ellos se caracterizan por dedicarse a “producir” la noticia a partir de hechos que existen, pero que no son vistos a simple vista o están ocultos de modo deliberado o no. Si a los géneros informativos o noticiosos atribuimos el valor de lo que es u ocurre y a los géneros persuasivos o de opinión colocamos como lo que se cree, basado en el punto o los puntos de vista; es en el periodismo de explicación donde el Interpretativo se ubica en lo que se sabe, lo que hay, el conocimiento, el documento, la certeza de lo existente. * Miguel H. López, es periodista licenciado por la Universidad Nacional de Asunción (UNA) y docente teoría y en géneros periodísticos, cineasta formado en Cuba y enlace intercultural con pueblos nativos guaraníes. Se desempeña como columnista del diario impreso Última Hora y periodista-editor de contenidos de www.ultimahora.com con experiencia profesional periodística de 19 años. Premio Nacional de Periodismo 1999 y Periodista Amigo de los Niños 2008. Premio Cabildo 2005 en cortometraje documental. Es consejero de la televisión pública por el Sindicato de Periodistas del Paraguay. Fue coordinador de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Asunción con 15 años de desempeño docente. Realizó numerosas publicaciones bibliográficas sobre la dictadura y libertad de expresión.

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Géneros Persuasivos o de Opinión (Lo que creo, lo que pienso): es el tipo de narrativa periodística más antiguo. En el siglo diecinueve, el periodismo era político y literario (Martínez Albertos, 2001). Entonces, la opinión, los juicios de valor y los pareceres eran la razón de ser de esta modalidad. Estos géneros se caracterizan por basarse en puntos de vista sobre hechos, situaciones o personas. Es una prensa opinante, en la cual los pareceres y las ideas prevalecen sobre las informaciones. Así, existen los llamados comentarios, columnas de opinión, editoriales, ensayos, críticas, etc. Adquiere una actitud de solicitación de opinión (o editorializante) y pertenece al mundo subjetivo: el de las ideas y los comentarios. Géneros Noticiosos (Lo que es u ocurre): son aquellos relatos periodísticos desarrollados sobre la base de reflejar los hechos lo más aproximado a cómo sucedieron, y con el máximo equilibrio alcanzable. No hay lugar para la opinión ni el análisis; esto no significa que no deba producirse un texto con muy buena contextualización y con todos los elementos vinculados al suceso central: datos especializados, entrevistas y/o estadísticas. Según sus características, se desglosa en los géneros más pequeños o específicos como la Noticia propiamente dicha, el llamado reportaje “objetivo”, la Crónica Noticiosa o Informativa, la Entrevista Informativa, etc. Aparece en el mundo anglosajón hacia 1870, y se impone en el occidental, hacia 1920 (Martínez Albertos, 2001). Géneros Interpretativos (Lo que existe, el documento, lo que sé): se ubican en este grupo de géneros aquellas narrativas periodísticas que tienen como propósito explicar los hechos, ahondando en su análisis sobre la base de elementos, evidencias y documentos. Aparecen así el Periodismo Interpretativo, el Periodismo Investigativo o de Investigación y el Periodismo de Precisión o Científico. En la evolución de los géneros dentro de la periodística, la interpretativa es el último grupo que aparece, aunque encuentra sus antecedentes en remotos siglos. Sin embargo, es importante advertir que alcanza su afianzamiento hacia el final de la primera parte del siglo veinte. Cobra auge desde 1945, tras los acuerdos de paz de la Segunda Guerra Mundial. Surge allí la necesidad de un periodismo de calidad y de profundidad. Pertenece al mundo del relato por su carácter informativo. Es el in-depht reporting de los estadounidenses (periodismo en profundidad) (Martínez Albertos, 2001). Según Petra Secanella (1986), el Periodismo de Investigación no se puede ver como una simple moda política o una especialidad. La definición del término consiste en aplicar ciertas técnicas generales para solucionar problemas reales. De aquella frase ya famosa del Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, escrita en 1995 en El Tiempo de Bogotá: “la investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo periodismo tiene que ser investigativo por definición”, la profesión evolucionó hasta demarcar de alguna manera las áreas de trabajo. El PI se transformó así en una de las ramas especializadas más destacadas. Alcanzó su mayor prestigio en la última etapa del siglo veinte, luego de importantes revelaciones producidas por redactores y reporteros. Entre ellos, se destaca el caso Watergate, del periódico The Washington Post en 1972, que tumbó al presidente estadounidense Richard Nixon (Gaines, 1996). Sin embargo, es bueno desmitificar esta tarea que está sobrevalorada por sus resultados reales, y porque a veces es considerada una nueva manera de desarrollar el trabajo informativo, sin reparar en que se trata de un antiguo modo de escrutar la realidad, los hechos y los actos humanos. La tarea del periodista investigador no solo se circunscribe a develar hechos y actos que los hombres públicos buscan ocultar de la gente; también indaga y revela los procedimientos privados que tienen impacto en el interés de la población –por su valor noticioso y no morboso-, y que son mantenidos en secreto. En este último caso, habrá que escrutar necesariamente al sector público vinculado con la fiscalización de las firmas particulares.

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Por su naturaleza, el PI es inalterablemente informativo. Sin embargo, la información que entrega escapa a la sencilla citación de versiones y contraversiones, traspasa la tarea de detallar hechos y estampar declaraciones sobre situaciones de actualidad y rebasa lo, a veces, meramente anecdótico. Es aquel esfuerzo profesional que pone en contexto los hechos, los explica y analiza, establece vinculaciones entre antecedentes y consecuentes. Pone en perspectiva por qué ocurren los casos que aborda y los modos en que se producen. La experiencia de las últimas décadas permite definir –sin ser determinista– que quienes se dedican a la investigación periodística son, o deben ser, aquellos periodistas de mucha experiencia. Esa trayectoria les permite conocer mejor el funcionamiento del gobierno, los mecanismos del Estado y juzgar con mayor precisión si el trabajo público está siendo bien o mal ejecutado. De igual manera es el profesional el que, a lo largo de los años fue creando una importante red de fuentes oficiales y no oficiales –que confían en él y su discreción–, que le permiten permear en distintos niveles del sector estatal o privado posibilidades de obtener información, verificación, documentos y entrevistas. Generalmente, un periodista con experiencia es el que podrá dar exacta lectura a documentos, interpretarlos ajustadamente y con responsabilidad, al tiempo de obtener lo necesario en entrevistas bien llevadas, y ser acertado a la hora de juzgar el comportamiento humano. En función a la honestidad profesional debe reconocerse que el Periodismo de Investigación no resuelve todo ni refleja generalmente su sobrevalorado perfil. No siempre responde a un verdadero trabajo de investigación serio y riguroso. Martínez Albertos (2001) habla de que hay mucho oropel y falta bastante rigor informativo (accuracy) en buena parte de los trabajos presentados como Periodismo de Investigación. “El verdadero periodismo de investigación es difícil y cuesta mucho dinero hacerlo bien. Pero el verdadero problema es común a todas las manifestaciones del periodismo de todos los tiempos: que debe ser realizado por profesionales bien preparados y con un noble sentido de su responsabilidad ante la sociedad” (Martínez Albertos, 2001, p. 35). Tres razones que marcan la diferencia Para que una tarea periodística sea considerada PI debe cumplir inexcusablemente tres características básicas. Si falta alguna de ellas, hay razón para decir que no es PI. La primera es que el tema que se indaga y publica debe ser resultado del esfuerzo particular del periodista, o de un equipo de periodistas, cuyos datos hayan sido obtenidos en fuentes abiertas y cerradas –a veces oscuras–, verificados e interpretados. Resultan frecuentes las publicaciones presentadas como investigaciones periodísticas, que en el fondo fueron entregadas encarpetadas por sectores interesados en alguna puja política o en oficinas públicas, así como estudios efectuados por entes especializados particulares u organismos no gubernamentales. La segunda refiere a que los temas indagados deben ser de alto interés de la población, a tal punto que su exposición a la luz pública permita descubrir errores, identificar culpables y, en consecuencia, rectificarlos en beneficio de la mayoría. La tercera es que los datos, los hechos, la información investigada se mantienen ocultos. Alguien –hombres de la función pública o privada- debe necesariamente tratar de evitar que el caso se conozca. La noticia no debe estar disponible sino debe ser resultado del escrutinio minucioso, esforzado y sistemático de los periodistas.

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A esto es imprescindible agregar que en todo el proceso el periodista debe desarrollar una combinación de métodos y técnicas rigurosos de pesquisa en la búsqueda de datos. Y debe, además, emplear más tiempo y recursos que los utilizados habitualmente para el reporte de noticias cotidianas. Autores como Caminos Marcet (1997) insisten además en la necesidad de que el periodismo investigativo recurra siempre a una diversidad de fuentes; que la tarea es de profundidad en los temas que se abordan; que obligatoriamente deben utilizarse procedimientos de otras disciplinas o ciencias sociales en el proceso indagatorio, y que dentro de esta tarea no existe lugar para el error, porque la comprobación exhaustiva de cada dato es la razón de su existencia. En esta tarea, la operativa del periodista se torna más delicada y vulnerable al enfrentarse constantemente con dilemas éticos. Por este motivo, el PI es, posiblemente, al igual que el Periodismo Interpretativo, una de las tareas de prensa más expuesta a límites de tensión con respecto a la deontología profesional. Frecuentemente, el deber ser del trabajo periodístico está a prueba y obliga a repensar el camino que deberá andarse para que el trabajo final revelado no termine siendo fruto de la lesión sentida de principios, y transgreda prohibiciones legales. Pautas ineludibles En la realización de su tarea, el periodista investigador debe tener presente -desde el momento de determinar un tema hasta su culminación e incluso su expectativa como híper objetivolas siguientes pautas (Cardozo, 2002): 1. Selección y orientación: los temas definidos como investigables deben ser aquellos que necesitan ser puestos a conocimiento de la gente, por su alto grado de interés e impacto social. 2. Propósito: el objetivo general de toda tarea investigativa en el periodismo es buscar una reacción social y una acción rectificadora, sancionadora o condenatoria de parte de las instancias o instituciones afectadas u organismos encargados, públicos o privados. 3. Equilibrio: el manejo de los datos y las informaciones debe ajustarse a principios de equilibrio y ética profesional. Exige ir a lo sustancial del caso con insobornable actitud analítica y crítica. No hay lugar para la opinión. 4. Carácter científico integral y estratégico: deben conocerse y manejarse correctamente las fuentes; así como apelar a la destreza en la explicación de datos, en la aplicación de métodos y en las técnicas definidas para cada tarea. 5. Ética: contemplar siempre acciones y procedimientos profesionales éticos. Ésta previene contra la deliberada mala interpretación de los hechos, el provecho personal, la parcialidad y la manipulación.

El periodista investigador debe moverse ineludiblemente dentro del marco de la ley. Necesita recordar siempre –como en cualquier tarea periodística- que no es juez, ni fiscal, ni policía, y que su trabajo tiene como fin develar y denunciar, no enjuiciar ni condenar. En todo momento, debe mantener la sensatez y el respeto a las normas establecidas. El derecho a la información del periodista no es diferente al de un ciudadano común. Por consiguiente, es su obligación evitar transgresiones, atropellos y agresividades, características atribuidas frecuentemente a los profesionales que desarrollan esta rama del periodismo.

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El reportero que incursiona en esta línea es consciente de que su trabajo no será fácil. Sabe que en todo momento encontrará oposición, intentos de despiste, presiones, coacciones y amenazas -a veces hasta de muerte-, porque su presencia inficiona intereses de poderosos que buscan mantenerlo fuera de la vista de los demás. Periodismo de Investigación - Periodismo diario Sin dejar de tener presente que toda tarea periodística necesita una investigación previa para confirmar datos, cruzar fuentes y verificar hechos, el periodismo cotidiano o diario tiene características diferenciales con el Periodismo de Investigación, propiamente. Ambos parten de una información con valor noticioso, pero no aplican la misma metodología. En el periodismo diario se trabaja con gente de relevancia pública, mientras el de investigación se hace con personas conocidas o no y son los datos los que adquieren relevancia. Asimismo, en la tarea diaria del periodismo la iniciativa de entregar información parte de las fuentes oficiales de modo interesado y voluntario, y son mencionables en las notas difundidas. En el investigativo, en cambio, son las fuentes oficiales justamente las que eluden opinar y evitan dar información. La iniciativa de obtenerla parte del comunicador. Otra diferencia radica en que en el trabajo cotidiano generalmente el periodista espera que los hechos sucedan. En cambio, en el investigativo el periodista se adelanta a los hechos y genera la actualidad de lo que está oculto. En el periodismo diario, generalmente, la noticia la conocen todos los medios, salvo eventuales primicias o exclusividades. En cambio, en el investigativo los materiales son siempre exclusivos y el periodista los publica después de seguir pistas, corroborar indicios, cruzar datos y demostrar hechos. Para la noticia que se hace día a día hay un horario de cierre que cumplir cotidianamente. Sin embargo, el periodismo investigativo no tiene lo diario como un fin, por lo cual no está supeditado a un plazo específico. Invierte el tiempo necesario que, a veces, incluso supera el mes. Finalmente, en el periodismo diario se pregunta: ¿es esto de interés general?, mientras en el investigativo la consulta es: ¿va en contra del interés general? Donde no hay diferencia posible, en cualquiera de las ramas o géneros del periodismo, es en lo que respecta a que en todos los casos, sin excepción alguna, deben respetarse pautas éticas y legales. Un aspecto que no reviste diferencia en ninguna rama del periodismo es aquél vinculado con el respeto absoluto a las pautas éticas y legales. Algo de historia Como muchos hechos de la historia, hallar el origen cierto del Periodismo de Investigación sería una tarea casi imposible. Ni los autores ni los periodistas coinciden. Desde los primeros informes de los pregones de la época de Julio César en la antigua Roma hasta alusiones con la Biblia de los creyentes cristianos, hay referencias que buscan dar sentido de precursores de nuestra materia.

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Infinidad de trabajos protoinvestigativos, periodísticamente hablando, emergieron en Europa, están en libros de grandes literatos y en informes difundidos por diversos medios. Más tardíamente también aparecieron trabajos de esa índole en América Latina. Sin embargo, donde posiblemente todos coincidimos, en mayor o menor medida, es en que el famoso caso Watergate, en EE.UU. en 1972, marca un punto de referencia desde el cual efectivamente comienza a utilizarse el término investigación periodística. Principalmente con la publicación del libro Todos los hombres del Presidente, de Carl Berstein y Bob Woodward, periodistas de The Washington Post que realizaron aquel histórico trabajo que tumbó al presidente Richard Nixon. No obstante, ya a principios del 1900 la tarea de los periodistas “rastrilladores de mierda” (muckrakers, en inglés), como fueron denominados despectivamente por el presidente estadounidense Theodore Roosevelt (1901-1909), ya venían realizando ingentes e importantes trabajos de prensa con profundidad y rigor metodológico, denunciaban hechos de corrupción tras detectar procedimientos ilegales, negociados de la clase dirigencial y empresarial estadounidense, etc., aunque no recibían aún el nombre de investigación periodística, simplemente porque el término no había sido acuñado hasta ese momento. Siglos antes ya existían buenos trabajos dentro de esta modalidad y recibían diversas denominaciones como sinónimo de buen periodismo (William Gaines, 1996). Recién a principios del siglo veinte emergen antecedentes que van definiendo mejor el carácter y la línea que seguiría definitivamente esta rama del periodismo: indagar, escrutar en los temas densos, ocultos, sombríos, guardados como secretos de hierro por individualidades o grupos de poder y que revisten un altísimo interés para la población. Dificultades y barreras en Paraguay El ejercicio del Periodismo de Investigación en Paraguay adquiere particularidades comunes a los países sudamericanos con estados débiles, instituciones permeadas por la corrupción y un sector económico marcado por la ilegalidad y la evasión. Todo, en el contexto de una tradición prebendaria y de altos índices de corrupción. En este marco, no son pocos los hechos que buscan ser escondidos por los poderes públicos, parapoderes, mafias y sector privado corrompido. Un estudio hecho por Amnistía Internacional, capítulo chileno, arroja rasgos coincidentes acerca de las principales dificultades que enfrentan los periodistas para tareas investigativas (Faundes, 2002). Los propietarios de medios suelen ser los más frecuentes obstáculos para el desarrollo del Periodismo de Investigación. Esto deriva de varias razones como las presiones de los anunciantes, sus redes de intereses como conglomerados económicos y sus empresas vinculadas, las presiones de cercanos al dueño del medio, la concentración de la propiedad, la interferencia directa de los propietarios, la carencia de recursos en la empresa, la inexistencia de equipos de periodistas de investigación, el mismo poder de los medios de comunicación dominantes y, a veces, la entrega de favores a los investigadores para cancelar cualquier indagación. Como segunda razón más frecuente de dificultad para el desarrollo de este tipo de periodismo está el Estado y sus múltiples mecanismos para impedir el acceso a información, con las trabas y presiones que ejercen sobre medios y periodistas. La impunidad de los tribunales, los juicios por difamación y calumnia de autoridades en contra de periodistas investigadores, la distribución arbitraria de la publicidad estatal y la negativa de las autoridades a ser escrutadas.

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Las dificultades de acceso a información de fuentes públicas y privadas es otra de las grandes barreras que dificulta la tarea periodística investigativa. En este caso, la llamada “cultura del ocultamiento o el secreto” hace que los funcionarios obstaculicen cualquier requerimiento de información en instancias públicas. Esto se torna aún más complicado ante la existencia de una ley reglamentaria. Y en los municipios donde existen normativas de acceso, la burocracia, por lo general, conspira contra cualquier intento. Desde la perspectiva del investigador, la violencia contra los periodistas aparece como una de las causas más directas y traumáticas. La extorsión, las amenazas de muerte y los casos de asesinato de periodistas se convierten siempre en razones poderosas que afectan y frenan las posibilidades de seguir indagando. Otro factor que complica el Periodismo de Investigación en Sudamérica es la necesidad de formación, capacitación y actualización de quienes lo ejercen. El escaso apoyo estatal y privado deja como resultado esta materia pendiente: la profesionalización del sector. Periodismo de Investigación desde y en Internet El desarrollo de las Tecnologías de Información y Comunicación, en particular Internet, introduce una serie de incógnitas y desafíos en el desarrollo del Periodismo de Investigación en ese universo. Aquí existen dos aspectos que deben abordarse como razón aclaratoria. El primero es que la esencia del Periodismo de Investigación no varía. Se mantiene intacta su naturaleza de buscar y revelar hechos que alguien pretende ocultar y que tienen un alto valor de interés social, y que ello sea posible como resultado del único esfuerzo del periodista. El segundo es que la variación que aparece compete a la fuente y a la manera en que pueden o se presentan los informes, atendiendo a la posibilidad multimedial de la Red. En cuanto a las fuentes, entra en crisis el concepto de abiertas o cerradas ya que en los perfiles de redes sociales, webs privadas y públicas, blogs, etc. existen datos particulares que por diversas razones terminan siendo depositados allí por la aparente privacidad de un perfil –o buscando cumplir con los postulados formales de transparencia o modernidad-, que termina convirtiéndose en vitrina. Existen casos en donde fotografías, datos biográficos, detalles para contactos o declaraciones posteadas terminan formando parte fundamental para completar rompecabezas que explican casos de corrupción, enriquecimientos ilícitos, desviaciones, etc., que afectan a personas públicas de gran poder político y económico. Internet introdujo una variante importante en la tarea de investigación. Aparte de permitir una serie de accesos a fuentes e informaciones antes vedadas, ya de modo deliberado o por burocracia, hoy están disponibles en sitios en red de organismos nacionales o internacionales, de origen privado a público. Todo es cuestión de manejar la técnica y la paciencia necesarias para lograr resultados extraordinarios. Según Pedro Enrique Armendares (1999), del Centro de Periodistas de Investigación, el uso de técnicas computarizadas en el PI contribuye a erosionar el monopolio oficial de la información, esto, gracias a que los periodistas pueden –dependiendo de su destreza y conocimientos tecnológicos descubrir fuentes diversas para obtener los datos que los funcionarios buscan ocultar. 21

Internet es muy útil porque permite identificar y hacer contacto con fuentes internacionales, académicas, periodísticas, no gubernamentales y hasta sitios de otros gobiernos, que ofrecen información relevante sobre sí mismos a los países latinoamericanos. Cuando la investigación periodística sale de las páginas de papel y los reporteros comienzan a transitar el infinito mundo de los portales digitales de noticias, la posibilidad de contar una historia revelando un hecho que se pretendía invisibilizar y que afecta a la población, se vuelve infinitamente más enriquecedor. Ésto, gracias a los recursos multimediales que ofrece este mundo virtual y que permite desarrollar presentaciones ingeniosas, creativas y más completas, que no solo incluyan el texto y la foto fija, sino infografías interactivas, audiovisuales y grabaciones que ayudan a sintetizar un argumento periodístico y una demostración contundentes e irrefutables.

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La evolución del periodismo investigativo en Paraguay Andrés Colmán Gutiérrez* Este artículo nos introduce a los tímidos inicios de la investigación periodística en el país, desde el pionero trabajo de Rafael Barret en los albores del siglo veinte hasta nuestros días, destacando los principales trabajos de los medios de comunicación escritos. Resalta el arranque en los años 70 y el ímpetu que toma esta rama del periodismo tras la caída de la dictadura. Agrega algunas herramientas claves para tener en cuenta en todo proceso de investigación, recomendaciones indispensables para un periodista que busca develar aquello que deliberadamente se pretende mantener oculto. El desarrollo del Periodismo de Investigación como un género especializado es aún relativamente reciente en el Paraguay, pero ya ha logrado demostrar su importante función como contralor del poder o “perro guardián de la democracia”, sumando valiosos aportes en la búsqueda de la transparencia para procesos de construcción de ciudadanía. Aunque existen importantes antecedentes de reportajes de estilo investigativo realizados en los años ’70 y ’80, como parte de la emergencia de un modelo de periodismo empresarial más moderno, e incluso esporádicas aunque valiosas experiencias fundacionales a inicios del siglo veinte, es recién en los años ‘90, tras el derrocamiento de la prolongada dictadura del general Alfredo Stroessner (quien gobernó el Paraguay desde 1954 hasta 1989), cuando se forman los primeros equipos o unidades especializadas de investigación periodística en los diarios nacionales y se inician los primeros programas de periodismo investigativo en televisión. El ejercicio de la investigación periodística en el Paraguay ha sido –y sigue siendo– una actividad realizada generalmente con precariedad de recursos y sin una continuidad sistemática. Aun así, ha podido develar algunos sonados casos de corrupción en esferas de administraciones públicas y gubernamentales, provocando en ocasiones la destitución de altos funcionarios o, cuanto menos, el inicio de investigaciones fiscales o judiciales, y si no el procesamiento y el juicio, la condena moral por parte de un sector más crítico de la sociedad hacia quienes han podido ser señalados como culpables de hechos ilícitos. Muchos de estos trabajos llegaron a obtener reconocimiento internacional y ubicaron a la prensa paraguaya en el mapa del periodismo investigativo a nivel global. En este capítulo buscamos ilustrar cómo se dio este proceso histórico en el periodismo paraguayo y compartir algunos consejos y recomendaciones prácticas a la hora de encarar un proyecto investigativo.

* Andrés Colman Gutiérrez, es especializado en periodismo investigativo y narrativo. Actualmente es miembro del equipo de investigación y reportaje del Diario Última Hora. Presidente del Foro de Periodistas Paraguayos (FOPEP). Recibió el Premio Vladimir Herzog de Periodismo y Derechos Humanos, de Brasil, en 1985; el Premio Nacional de Periodismo Santiago Leguizamón en el 2000, y el Premio Periodista Amigo de la Niñez y la Adolescencia en el 2010.

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La pasión de investigar Aunque el escritor colombiano Gabriel García Márquez, gran maestro del periodismo latinoamericano, además de Premio Nobel de Literatura, dijera alguna vez que “la investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo periodismo tiene que ser investigativo por de1 finición”, en los últimos años se han ido construyendo características propias que permiten considerar la existencia de un género especializado al cual denominar “periodismo investigativo” y que se elabora mas allá de la cobertura noticiosa cotidiana. Los maestros de este género coinciden en que, para que un trabajo periodístico sea conside2 rado investigativo, debe reunir las tres siguientes condiciones: (Secanella, 1996) : a) Debe ser una tarea hecha por el periodista y no la simple divulgación de un trabajo investigativo ya realizado por otro, sean organismos de justicia, policiales o personas particulares interesadas. b) Debe sacar a luz una información que permanece oculta por personas o sectores interesados en que no se divulgue. c) Debe tratarse de un tema que tenga relevancia social e interés público, y cuidarse en no invadir la intimidad de las personas (salvo situaciones excepcionales, en que los detalles de esa intimidad tengan que ver con una cuestión de interés social o manejo irregular de recursos públicos).

Antecedentes en Estados Unidos: los “mucrakers” Aunque se ha instaurado la idea generalizada de que el boom del periodismo investigativo en la prensa estadounidense se inició en los años ’70, con el famoso caso Watergate, en realidad hay un momento histórico anterior muy importante, que se produce a principios del siglo veinte, con la emergencia de los llamados muckrakers (Reyes, 1996). En una época en que Estados Unidos empezaba a convertirse en una gran potencia industrial, en el imperio político y económico, atrayendo a enormes flujos de migrantes especialmente de países europeos, se comenzaron a detectar las graves contradicciones que generaba el sistema (Reyes, 1996). Remando contra la corriente de toda una industria de la información, de la propaganda y del entretenimiento, que hacía hincapié en la pujanza del nuevo imperio americano, un grupo de periodistas empezó a escarbar y a sacar de debajo de la alfombra la otra cara del “sueño americano”, la más oscura y sórdida (Reyes, 1996). 3

Así, en una memorable serie de reportajes, Ida Tarbell relató en McClure’s Magazine cómo el intocable millonario Rockefeller evadía leyes para organizar una de sus empresas más cé4 lebres, la Standard Oil; Tomas Lawson reveló en Everybody’s Magazine lo que ocurría en la trastienda de Wall Street, mostrando cómo movían sus hilos los mafiosos de cuello blanco; 5 y Graham Philips , en The Treason of the Senate, contó cómo operaba el gran mercado de compra y venta de favores en que se había convertido el propio Congreso de los Estados Unidos (Santoro, 2004).

1. Frase mencionada ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en Los Angeles, Estados Unidos, el 7 de octubre de 1996. Parte del libro “Yo no vengo a decir un discurso”, Gabriel García Márquez, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2010. 2. Criterios de la Organización de Reporteros y Editores de Investigación de Estados Unidos (IRE por sus siglas en inglés) mencionados en el libro Periodismo de Investigación de Petra Secanella, 1996. 3. “La Historia de Standard Oil Company” fue escrita por Ida Tarbell y publicada en McClure’s Magazine durante los años 1902-1904 4. “Frenzied Finance” escrita por Thomas Lawson y publicada por Everybody’s Magazine en julio de 1904 5. “The Treason of the Senate” escrita por Graham Phillips publicada por la Cosmopolitan Magazine en marzo de 1906.

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Edward Bock, Mark Sullivan, Samuel Hopkins, Morton Mintz, Ralph Nadder y el mismo Joseph Pulitzer (en cuya memoria se entrega el más prestigioso premio de periodismo), son algunos de los otros nombres de estos pioneros del periodismo investigativo, a quienes el entonces presidente Theodore Roosevelt, visiblemente molesto, intentó insultar en un célebre discurso en 1906, llamándolos despectivamente muckrakers (rastrilladores de estiércol). Los periodistas, en cambio, recogieron el guante y adoptaron el nombre como un símbolo que los volvió legendarios, y que perdura hasta la actualidad (Santoro, 2004). Los documentos del Pentágono y el caso Watergate Un segundo fenómeno de emergencia del periodismo investigativo en Estados Unidos se vivió en los ‘60, durante la llamada Guerra Fría, cuando una nueva generación de reporteros empezó a mirar con mayor desconfianza y escepticismo las versiones de las fuentes oficiales y a buscar la otra cara de las historias (Reyes, 1996). 6

Periodistas como Ralph Nadder , quien investigó a fondo los manejos turbios de la poderosa 7 industria automovilística, especialmente la célebre General Motors, o Jack Anderson , que sacó a la luz las alianzas ocultas de Nixon durante la Guerra entre la India y Pakistán, marcaron una nueva era del periodismo investigativo, que alcanzó niveles de antología con la serie de reportajes de Seymour Hersh, revelando las atrocidades cometidas por el ejército estadounidense en la Guerra de Vietnam (Reyes, 1996). Pero uno de los momentos cumbres se vivió en 1971, cuando el diario The New York Times inició la publicación de “Los documentos secretos del Pentágono”, procesando más de 7.000 páginas que el analista del Pentágono Daniel Ellsberg había fotocopiado clandestinamente, y que mostraban los engaños del gobierno de EE.UU. acerca de una guerra que entonces parecía ya perdida (Reyes, 1996). La divulgación, “que estremeció a la presidencia de Richard Nixon y generó una lucha por la libertad de prensa que llegó hasta el Tribunal Supremo de Justicia de EE.UU., mostraba la forma en que los gobiernos de los presidentes Dwight Eisenhower, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson habían involucrado a Estados Unidos en el conflicto de Indochina engañando al 8 Congreso, a la opinión pública y a los aliados de ese país”. El otro instante glorioso se inició el 17 de junio de 1972, cuando el olfato periodístico de los reporteros Carl Bernstein y Bob Woodward los lleva a intuir que hay “algo más” tras una aparente noticia policial común de ladrones capturados en las oficinas del Partido Demócrata, en el hotel Watergate (Bernestein, Woodward, 1977). Los dos sabuesos proponen a sus jefes seguir la historia, sin imaginar que tras dos años de persistente e incansable labor investigativa, acabarían desenredando una vasta conspiración política, en una serie de históricos reportajes que obligó a la renuncia del presidente Richard Nixon (Bernestein, Woodward, 1977). La hazaña acabó en un libro y una película (Todos los hombres del presidente) y le confirió un aura hollywoodiano al periodismo investigativo. 6. Ralph Nadder escribió para la Revista The Nation de Estados Unidos el artículo “The safe car you can’t buy” (El automóvil seguro que no puedes comprar) en 1959. 7. Por su reportaje de investigación acerca de la política estadounidense y la toma de decisiones durante la Guerra Indo-Pakistaní de 1971, Jack Anderson ganó el premio Pulitzer en el año 1972 8. Nota del editor: Referenciado en http://www.publico.es/internacional/381802/eeuu-publica-los-papeles-del-pentagono-sobre-la-guerra-devietnam, http://www.vanguardia.com.mx/revelanenganodelpentagonosobrevietnam-793283.html

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La consolidación del periodismo investigativo en Estados Unidos tuvo un efecto reproductor en varios países de América Latina, especialmente en Colombia, México, Brasil, Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, en donde se desarrollaron -y se siguen desarrollando- interesantes experiencias, entre las cuales podemos insertar lo ocurrido en Paraguay. Antecedentes en el Paraguay: el trabajo pionero de Rafael Barrett En 1904, prácticamente en los mismos años en que los mucrakers sentaban las bases del periodismo investigativo en Estados Unidos, llegaba al Paraguay el periodista, escritor y dirigente obrero anarquista español, Rafael Barrett (Barret, 1995). Con 29 años de edad, vino desde Argentina como corresponsal del diario El Tiempo, de Buenos Aires, para informar sobre un alzamiento revolucionario liberal contra el Gobierno provisional del general Bernardino Caballero, que se había iniciado en el Paraguay. Tras pasar tres meses conviviendo entre los alzados en armas en la zona de Villeta, finalmente decide quedarse en Asunción, donde inicia colaboraciones en diarios locales y llega a fundar el semanario político Germinal (Barret, 1995). En 1908, Barret publica en El Diario de Asunción una serie de artículos titulados “Lo que son los yerbales”, en los cuales denuncia la situación de esclavitud en que se desenvuelven los mensú o peones yerbateros, a merced de las grandes empresas latifundistas extranjeras como La Industrial Paraguaya o la Mate Laranjeira, que administraban los inmensos obrajes del Alto Paraná. Su divulgación le ocasionó ser perseguido e incluso expulsado posteriormente del Paraguay (Barret, 1995). En el trabajo pionero de Barrett se pueden encontrar casi todas las características del moderno periodismo de investigación: - Un tema de corrupción e injusticia, hasta entonces inédito. - Excelente trabajo de recolección de informaciones. - Datos, cifras, testimonios, documentos. - Valentía del autor al hacer la denuncia. - Una presentación creativa y de gran calidad literaria. - Alto impacto y consecuencias (hasta ahora, un siglo después). (Como ejemplo, un fragmento de uno de los reportajes de Barrett, de la serie “Lo que son los yerbales”)

Degeneración Escudriñad bajo la selva: descubriréis un fardo que camina. Mirad bajo el fardo: descubriréis una criatura agobiada en que se van borrando los rasgos de su especie. Aquello no es ya un hombre; es todavía un peón yerbatero. Hay quizás en él rebelión y lágrimas. Se ha visto a minero llorar con el raido a cuestas. Otros, impotentes para el suicidio, sueñan con la evasión. Pensad que muchos de ellos apenas son adolescentes. Su salario es ilusorio. Los criminales pueden ganar dinero en algunos presidios. Ellos, no. Tienen que comprar a la empresa lo que comen y los trapos que se visten. En otro artículo daré a conocer los precios. Son tan exorbitantes que el peón, aunque se mate trabajando, no tiene probabilidad de saldar su deuda. Cada año la esclavitud y la miseria se afirman más irremediablemente en una maldición sola. El 90% de los peones del Alto Paraná son explotados sin otra remuneración que la comida. Su suerte es idéntica a la de los esclavos de hace dos siglos. 26

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¡Y qué comida! Por lo común se reduce al yopará mezcla de maíz, porotos, charque (carne vieja) y sebo. Y para por la mañana y por la noche, toda la semana, todo el mes, todo el año. Alimento tan ruin y tan exclusivo bastaría por sí a dañar profundamente el organismo más robusto. Pero además se trata, sobre todo en el Alto Paraná, donde los horrores que cuento llegan a lo inaudito, de alimentos medio podridos. El charque, elaborado en el sur paraguayo, contiene tierra y gusanos. El maíz y los porotos son de la peor calidad y transportados a largas distancias se acaban de corromper. Ésta es la mercadería reservada especialmente a la gleba de los yerbales, y pasada de contrabando de una república a otra por los honorables bandoleros de la alta banca. Así se come en la mina; ninguna labradora civilizada consentirá en cebar con semejante bazofia a sus puercos. La habitación del obrero del yerbal es un toldito para muchos, cubierto de rama de pindó. Vivir allí es vivir a la intemperie; se duerme en el suelo, sobre plantas muertas Como hacen los animales. La lluvia lo empapa todo. El vaho mortífero de la selva penetra hasta los huesos. Al hambre y a la fatiga se añade la enfermedad. Esta horda de alcohólicos y de sifilíticos tiembla continuamente de fiebre. Es el chucho de los trópicos. La tercera parte se vuelven tísicos bajo la carga de mulo que les echan encima. ¡Ay!, ¿y las delicias menudas? El yarará, víbora rapidísima y mortal; las escolopendras y los alacranes que caen del techo; el cuí, pique imperceptible que abrasa la epidermis; el yatehí pytá, garrapata colorada que produce llagas incurables; la ura de los yerbales, mosca grande y velluda, cuyos huevos, abandonados sobre las ropas, se desarrollan en el sudor y crían bajo la piel vermes enormes que devoran el músculo; la legión terrible de los mosquitos, desde el ñatihú cabayú al mbarigüi y al mbigüi microscópico que se levanta en nubes de los charcos y provoca accesos de locura en los infelices privados hasta del leve bálsamo del sueño. . . Comprenderéis que el mosquitero es demasiado caro para el esclavo de los yerbales; es el negrero financista de la capital el que lo usa. El peón yerbatero ¿con qué intentará consolar sus dolores? ¿La mujer?... En las zonas del norte la Industrial no la permite. En las del sur, sí. Por un lado le conviene tener nuevas bocas a quienes vender el hediondo engrudo del yapará. Por el otro lado le fastidia que el trabajador se distraiga. En unos sitios es negocio traer hembras; en otros, no. Las gallinas se prohíben siempre. Pretexto: causan trastornos en las mudanzas de los barbacúes. Motivo real: evitar a toda costa que el siervo goce de propiedad alguna. El 90% de las mujeres de la mina son prostitutas profesionales; a pesar del hambre, de la fatiga, de la enfermedad y de la prostitución misma, estas infelices paren, como paren las bestias en sus cubiles. Niños desnudos, flacos, arrugados antes de haber aprendido a tenerse en pie, extenuados por la disentería, hormiguean en el lodo, larvas del infierno a que vivos aún fueron condenados. Un 10% alcanza la virilidad. La degeneración más espantosa abate a los peones, a sus mujeres y a sus pequeños. El yerbal extermina una generación en quince años. A los 40 de edad el hombre se ha convertido en un mísero despojo de la avaricia ajena. Ha dejado en él la lona de su carne. Caduco, embrutecido hasta el extremo de no recordar quiénes fueron sus padres, es lo que se llama un peón viejo. Su rostro fue una lívida máscara, luego tomó el color de la tierra, por último el de la ceniza. Es un muerto que anda. Es un ex empleado de la Industrial. Fragmento de la obra de Rafael Barret “Lo que son los Yerbales”, publicado en El Diario, Asunción, 1908 27

Inicios del periodismo investigativo en Paraguay en los años 70: “Amarga caña dulce”, en ABC Color La mayoría de los comunicadores paraguayos dedicados en periodismo investigativo coinciden en que el primer reportaje que se aproximó a este género (excluyendo al ejemplo pionero y aislado de Rafael Barret, a principios del siglo veinte) fue la serie “Amarga caña dulce”, realizada por Alcibiades González Delvalle y Luis Alberto Mauro, que empezó a publicarse el 14 de febrero de 1971, en el diario ABC Color. Este matutino, cuyas ediciones empezaron a salir a la calle el 8 de agosto de 1967, marcó la emergencia del periodismo gráfico moderno empresarial en el Paraguay. Hasta entonces, la mayoría de los diarios que marcaron la vida nacional eran principalmente voceros de partidos o grupos políticos, y se publicaban más con un objetivo de propaganda que de información. Aunque algunos de esos diarios fueron convirtiéndose en medios más informativos, como el caso del diario La Tribuna, considerado “el decano de la prensa nacional”, mantenían un estilo anticuado de impresión, con sistemas de plomo fundido o linotipo, en formato sábana y con escasas ilustraciones. Contenían muy poca información local y casi ninguna opinión editorial, probablemente como una forma de convivencia con los sucesivos regímenes de gobierno de tipo dictatorial, que gobernaron el país durante gran parte del siglo veinte. ABC Color, bajo la dirección del empresario Aldo Zuccolillo, introdujo el sistema de impresión al frío (off-set), con el uso del color y el formato tabloide, aportando un diseño visualmente atractivo, que resultó toda una innovación en el Paraguay. También fue el primer medio en formar a una numerosa redacción de periodistas profesionales, dedicados en tiempo completo al oficio, aportando un contenido que en los primeros años mantenía un gradual nivel de censura o autocensura, como para no incomodar mucho al régimen dictatorial del general Alfredo Stroessner, pero que fueron creciendo en la producción de reportajes y artículos críticos. En ese contexto apareció la serie “Amarga Caña Dulce”, en 1971. Por sus características, podía considerarse principalmente un reportaje social, pero contenía muchos elementos de trabajo investigativo, realizados en el terreno por los periodistas González Delvalle y Mauro. Así iniciaba el primer reportaje: Nuestro diario estuvo dando cifras, datos, estadísticas, en torno a un problema sobre el cual la ciudadanía ha tomado conciencia, y hoy sabe de la existencia de una situación que debe desaparecer para que el desarrollo de una buena área de la economía nacional salve uno de sus peores obstáculos. Y detrás de aquellas cifras palpita un sentimiento: el de los cañeros; agoniza una esperanza: la de los cañeros; se vigoriza una frustración: la de los cañeros. Esto lo sabíamos pero queríamos acercarnos más aún a esa geografía humana, donde el miedo y la rebeldía impotente, silenciosa, mucha contra el “patrón”, por desgracia, son el signo sobresaliente. Y estuvimos en los cañaverales del Guairá. En todas las zonas cañeras, incluyendo Tebicuary e Iturbe. Conversamos con los agricultores. Los dejamos hablar y los dejamos callar.

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Fue el propio director de ABC, Aldo Zuccolillo, el que propuso a los periodistas revisar un decreto del Gobierno que establecía la zafra azucarera con la creación de varios impuestos. “Encargó a los periodistas del área económica que averiguaran el origen de tal medida, inconstitucional desde todo punto de vista. El resultado fue el hallazgo de unos privilegios desmedidos para mantener el monopolio de la venta y distribución del azúcar en perjuicio de los productores y de los consumidores, pero con grandes beneficios para los ingenios y algunos altos funcionarios que disponían dinero sin rendición de cuentas. El decreto establecía también dos medidas que dañaban directamente al cañero: una ‘zona de influencia’ de las industrias azucareras y el kilaje tope en las básculas de los ingenios”, relata Alcibiades González Delvalle en su libro Estudiar periodismo, ¿para qué? Los reportajes produjeron sus resultados. Según señala el periodista y educador Nelson Zapata, de ABC Color, en su obra Periodismo de Investigación en Paraguay, citando testimonio del historiador Luis Verón, “tal fue el impacto de la publicación, que las autoridades se vieron forzadas a intervenir en la zona y fueron eliminadas por ejemplo las famosas ‘zona de influencia’, que le impedían a los cañeros vender producción a otros ingenios, y también se eliminó la Comisión Mixta, que fijaba el precio de la caña de azúcar, (el precio se establecía por decreto del Poder Ejecutivo)”. “Como en la mayoría de los casos de Periodismo de Investigación, también ‘Amarga caña dulce’ tuvo su cuota de persecución. Los periodistas González Delvalle y Mauro fueron amenazados de muerte por el hijo del propietario de uno de los ingenios azucareros. También se desató una feroz persecución contra las personas que los empresarios consideraban habían sido los informantes de los periodistas. Una segunda parte de ‘Amarga caña dulce’ volvió a publicarse en el año1972, realizada ya en forma individual por Alcibíades González Delvalle”, detalla Zapata. Aquella primera serie marcó la realización de varios otros reportajes sociales de corte investigativo, que convirtieron a Alcibíades González Delvalle en uno de los símbolos del periodismo más independiente y crítico durante la dictadura. Entre ellas se mencionan “De espaldas al país”, en 1977, sobre los numerosos problemas que enfrentaban los habitantes de la zona fronteriza de Paraguay con Brasil, o “Prostitución en Hernandarias”, en 1979. Luego de esta última serie, el 5 de noviembre de 1979, González Delvalle fue detenido por la policía estronista y mantenido incomunicado hasta el 21 de diciembre de 1979. Fue nuevamente detenido el 25 de junio de 1980 por orden judicial y se lo mantuvo en la prisión de Tacumbú, hasta el 2 de setiembre de 1980. Se lo arrestó por tercera vez el 23 de setiembre de 1983 y se lo mantuvo incomunicado hasta el 8 de diciembre de 1983, en el Departamento de Investigaciones. El ejemplo cunde: el inicio de investigaciones periodísticas en Última Hora Tras la aparición del diario ABC Color, el 8 de octubre de 1973 sale a la calle el vespertino Última Hora, también en formato tabloide, aunque impreso todavía en el sistema de linotipo, con las mismas máquinas impresoras con que se editaron varios diarios históricos como La mañana, El Orden, La Tarde, El País (donde se desempeñó como jefe de Redacción el entonces joven Augusto Roa Bastos, antes de iniciar su exitosa carrera como novelista).

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Última Hora tuvo una primera etapa bajo la dirección del veterano periodista Isaac Kostianovsky, más conocido como Kostia, respaldado por un grupo empresarial liderado por el general Pablo Rojas. Interrumpió su circulación en febrero de 1976, cuando Kostia fue expulsado del país, debido a un enfrentamiento con el poderoso ministro del Interior de la dictadura estronista, Sabino Augusto Montanaro. El 13 de diciembre de 1976, Última Hora volvió a salir a la calle, bajo la dirección del empresario Demetrio Rojas Cardozo, ya con un nuevo sistema de impresión en offset color y un formato muy similar al de ABC Color. Esto le permitió establecer una fuerte competencia comercial y periodística. A principios de los años ’80, bajo la jefatura del periodista Fernando Cazenave, Última Hora integró un primer equipo de reportajes y trabajos investigativos. Durante mucho tiempo, estuvo integrado por un solo periodista (el autor de este capítulo, Andrés Colmán Gutiérrez), pero con el que colaboraron esporádicamente varios miembros del plantel como Aníbal Saucedo Rodas, Osmar Sostoa, Nicanor Duarte Frutos, Gustavo Arroyo Ligier, además de otros. Entre los temas abordados en series de reportajes se mencionan: la mafia del contrabando de ganado y rollos de madera al Brasil por la frontera seca; tráfico de drogas; explotación laboral en talleres clandestinos de confección en manos de emigrantes coreanos; la emergencia de los campesinos sin tierra; la formación del cinturón de miseria en las zonas inundables de Asunción. El periodismo investigativo tras la caída de la dictadura Tras el derrocamiento de la dictadura del general Alfredo Stroessner, el 3 de febrero de 1989, el ejercicio del periodismo alcanzó un nuevo y dinámico impulso. Durante toda la década de los ‘90 y la del 2000, se incrementó la investigación periodística, aunque con altibajos. Los principales diarios comenzaron a crear unidades o equipos de investigación periodística y a profesionalizar a sus reporteros. Aparecieron además los primeros programas investigativos en televisión. El programa pionero que surge en 1992 es El Ojo, conducido por Menchi Barriocanal, elaborado por Alta Producciones, que se emite por Canal 13 y dura tres años en su primera etapa. Se le suman El Túnel, en Telefuturo, con Mario Orcinoli y Guillermo Domanizcky; 9 Reporter, en Canal 9, y luego 13 Reporter en Canal 13, con Bruno Masi. Muy posteriormente llega El Informante, con Luis Bareiro, primero en Red Guaraní, luego en Canal 13. (Del periodismo investigativo en TV se ocupan con más autoridad los colegas Guillermo Domanizcky y Manuel Cuenca en otros capítulos de este libro). El diario ABC Color, clausurado por la dictadura estronista el 22 de marzo de 1984, pudo reaparecer el 22 de marzo de 1989, retomando con más fuerza el periodismo investigativo, sumando al género una nueva generación de reporteros: Mabel Rehnfeldt, Luis Bareiro Mersán, Roberto Sosa, Sandra López, Marcos Velázquez, Nelson Zapata, Jorge Benítez, Carlos J. Benítez, Nacha Sánchez, Nancy Espínola, Julio Benegas, Roque González Vera.

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Algunos grandes reportajes investigativos realizados en este medio son rescatados por el colega Nelson Zapata (2010): En 1991: Frontera, la corrupción es el pan de cada día en el Este. En 1992: Tráfico de vehículos robados por el territorio chaqueño hacia Bolivia: “Poli-fantasmas”, policías inexistentes que cobraban salarios; “Licencia militar para el contrabando”, sobre la participación de militares en tráficos ilícitos. En 1994: Soberanía, sobre la penetración extranjera en la zonas fronterizas; La serie “Sexo en las calles”, sobre explotación sexual de menores. En 1996: “Salvemos a Clínicas”, sobre la precariedad de los servicios en el Hospital de Clínicas, conocido como el hospital de los pobres. En 1997: La serie “Chapatráfico” que demostró la venta sin ningún tipo de control de placas de automotores en las municipalidades del interior. En 1999: “Corrupción en la Armada”, acerca de la imposición de seguro a funcionarios civiles de la Armada Paraguaya; “Menores movidos a alcohol”, sobre la venta de bebidas alcohólicas a menores de edad. En 2000: “Uso discrecional de los bienes de la Administración Nacional de Navegación y Puertos (ANNP)”; “Maltrato y adulteración de documentos en FF.AA.”; Concesión irregular para una construcción en zona franca del Aeropuerto. En 2001: “Corrupción en la intendencia del Ejército”; Negociado en la adjudicación para la demarcación de la zona del embalse de la represa de Yacyretá. En 2002: “Escandaloso vaciamiento nunca antes visto en Petropar”; “El rostro cruel de la pobreza y la discriminación”, una denuncia sobre casos de niños con severa desnutrición. En 2003: “La cuenta secreta del ex presidente”. Luis González Macchi transfirió más de un millón de dólares a una cuenta secreta en Suiza; Una investigación sobre irregularidades en la petrolera estatal Petropar reveló la existencia de contratos leoninos para la provisión de combustibles. (El trabajo, realizado por las periodistas Nacha Sánchez y Mabel Rehnfeldt, recibió un premio de Transparencia Internacional y del Instituto Prensa y Sociedad - IPYS). En 2004: El Conavi (Consejo Nacional de la Vivienda) falseó datos para otorgar crédito a una financiera del sacerdote José Antonio Rubio, luego procesado por el desvío de un millonario fondo de ayuda para la construcción de pozos artesianos en comunidades rurales; “Mercaderes de la pobreza”. El gobierno de Nicanor Duarte Frutos entregó G. 171.100.000.000, a organizaciones de supuestos sin techos; La telefónica Copaco pagó ilegalmente 155 mil dólares a la empresa de audio textos W. Telecom, propiedad de la modelo y empresaria Zuni Castiñeira. En 2005: Registro Único del Automotor (RUA), investigación que detectó cerca de 20.000 automotores en los cuales fue posible encontrar chapas clonadas, repeticiones de números de motores y chasis; “Tráfico de armas Paraguay-Sudáfrica”, un descomunal arsenal de guerra, equivalente a la mitad de la dotación de cañones pesados de las Fuerzas Armadas argentinas, fue donado por Sudáfrica al Paraguay en1996. El arsenal se esfumó y no forma parte del inventario de las FF.AA. paraguayas. 31

En 2006: “La publicitaria del presidente”. Sistema Siete de Publicidad SA pertenece a Nicanor Duarte Frutos y es la que más operaciones por excepción hizo con el Despacho de la Primera Dama, además de manejar parte de las millonarias cuentas publicitarias de las binacionales Itaipú y Yacyretá, ambos entes fuera del control de la Ley de Contrataciones Públicas. En 2007: “El puerto privado del presidente”. La verdadera historia del puerto privado de Nicanor Duarte Frutos; Importaciones de autos desde EE.UU. ocultan serias evasiones fiscales. Los conocidos como autos Katrina importados en mal estado desde Estados Unidos, además de una estafa al consumidor, ocultan serios delitos contra el fisco; “Itaipú: Pornográfica ostentación de riqueza del director Víctor Bernal y sus familiares”. En 2008: “FF.AA.: Tráfico de quebracho en DIMABEL”. Unos 1.300 postes de quebracho colorado fueron extraídos de una propiedad del Ministerio de Defensa Nacional en el Chaco y acabaron en la del entonces ministro de Defensa, Roberto González; Itaipú gasta G. 11 mil millones en remedios para colorados; Itaipú y medios de comunicación. Unos 65.000 millones de guaraníes –casi 13 millones de dólares– hizo vito Itaipú en pagos a periodistas y medios de comunicación en 2007 y parte de 2008. En 2009: Millonarios contratos de Itaipú para asesores jurídicos externos, pese a tener un cuadro con casi 80 abogados propios; Secretaría de Acción Social (SAS), una inmobiliaria atendida por traficantes de tierras; Indert -Caso Teixeira. Lo que inicialmente se denunció como una advertencia sobre una posible deforestación masiva terminó desnudando un negociado que se estaba preparando bajo el gobierno de Fernando Lugo, con la compra de tierras de Ulises Rodríguez Teixeira; Discrecional distribución del presupuesto, para beneficiar al Despacho de la Primera Dama, administrada por la hermana del presidente Fernando Lugo; Investigación de enriquecimiento ilícito del ministro de la Corte Suprema de Justicia, Víctor Núñez, a través de una Sociedad Anónima (Animex SA). En 2010: Itaipú reparte unos G. 73.000 millones a municipalidades. Un puñado de municipios de Alto Paraná, Canindeyú, Central y Paraguarí recibieron más de US$ 17 millones de gastos “socioambientales”, fuera del control público. Del equipo de ABC Color, la periodista Mabel Rehnfeldt es una de las que más se destacó en el género investigativo. En 2005, su labor profesional fue reconocida con el prestigioso Premio María Moors Cabot, otorgado por la Universidad de Columbia, en Nueva York. En 2008, Rehnfeldt obtuvo el primer premio –compartido con Américo Zambrano, de la revista Caretas de Perú- a la Mejor Investigación Periodística de un Caso de Corrupción 2007, otorgado por Transparency International para Latinoamérica y el Caribe (TILAC) y el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), por una serie de reportajes en que demostró como el entonces director paraguayo de la represa hidroeléctrica binacional de Itaipú, Víctor Bernal, usó su cargo público para enriquecerse de forma incompatible con sus ingresos. Paralelamente, en el diario Última Hora se vivió también un interesante proceso con la creación de unidades de investigación periodística, en las que se formaron varios reporteros investigadores.

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El primer equipo, desde 1993, estuvo integrado principalmente por Susana Oviedo y Miguel H. López. Algunas de las series de reportajes más recordadas de esta primera etapa son: Tráfico de bebés; La corrupción en el Poder Judicial; las violaciones de derechos humanos y el hallazgo de los Archivos del Terror. Un segundo equipo se formó en 1995, coordinado por Susana Oviedo e integrado por Andrés Colmán Gutiérrez y Brigitte Colmán. Temas principales: El país de la droga (notas sobre narcotráfico), Cómo se compra una libreta de baja (corrupción en el sistema del Servicio Militar Obligatorio); Cómo se compra un registro de conducir en los municipios; Redes de prostitución infantil; La mafia del tráfico de sangre; Las redes de tráfico de armas. En el 2000, luego de un largo intervalo, se creó un nuevo equipo, más amplio y numeroso, coordinado por Andrés Colmán Gutiérrez, e integrado por Susana Oviedo, Arnaldo Alegre, Miguel H. López, Adrián Cativelli, entre otros colaboradores más esporádicos. Entre los temas abordados: Investigación sobre los casos de secuestro de María Edith de Debernardi, María Ángela Martínez, María Mercedes Elizeche, Gilda Vargas y Cecilia Cubas; La corrupción en la salud pública; series sobre contrabando, narcotráfico y rollo tráfico en Alto Paraná, Canindeyú y Amambay; Los exterminadores de la frontera seca, sobre la actuación de grupos parapoliciales en Amambay y Mato Grosso; Invasiones y conflictos de tierra. En 2005, la unidad de investigación se reconstruye, bajo la coordinación de Andrés Colmán Gutiérrez, con la participación de Susana Oviedo, Jorge Torres Romero y Cristian Cantero. Esta es la etapa de mayor impacto alcanzado por el periodismo investigativo en Última Hora, cuando varias de las series de reportajes investigativos provocaron la destitución, la renuncia o el procesamiento de ministros y altos funcionarios del gobierno de Nicanor Duarte Frutos, como el caso del ministro de Agricultura, Antonio Ibáñez, quien perdió su cargo al demostrarse que estaba implicado en una empresa fantasma que proveía carne vacuna a la policía, o del ministro de Salud, Julio César Velázquez, que también cayó por denuncias de corrupción. Otros reportajes producidos en esta etapa: -Corrupción en el MOPC (Caso Heisecke); Irregularidades en Tributación (caso Walde); Contrabando en Canindeyú; Narcotráfico en Amambay y Concepción; Pistas clandestinas; Presunta Guerrilla en Concepción (orígenes del autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo); Rollotráfico; Proselitismo encubierto con dinero de Itaipú; Inseguridad en el sistema aeronáutico; Nuevo desvío del río Pilcomayo a la Argentina; Depredación del Alto Paraguay en manos brasileñas; Vida y muerte del ex dictador Alfredo Stroessner en el exilio brasileño; Corrupción en Copaco (Caso Víctor Bogado). Corrupción en Conatel; Corrupción y espionaje - Caso Cnel. Galeano; Revelaciones del intento de robo al ABN Amro Bank; Enriquecimiento del entorno de Nicanor Duarte Frutos; Radiografía de los caudillos del Paraguay, región por región; Tráfico de semillas, y un caso que se convirtió en una de las más célebres primicias periodísticas: la investigación que condujo al hallazgo con vida en julio de 2007, en Brasil, del periodista Enrique Kike Galeano, a quien todos daban por muerto y desaparecido como presunta víctima de mafias. Desde el 2010, existe una nueva unidad investigativa en Última Hora, dirigida por Rino Giret, e integrada por Luis Bareiro, Patricia Vargas Quiroz, Roberto Irrazábal, Susana Oviedo y Andrés Colmán Gutiérrez. Entre los principales temas investigados en esta etapa, se encuentra el caso de evasión de impuestos inmobiliarios con propiedades del entonces presidente del Congreso Nacional, Oscar González Daher; la usurpación ilegal de tierras destinadas a reforma agraria por parte de políticos, ganaderos y comerciantes en Antebi Cué; la proliferación

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de facultades de Medicina que imparten una educación mediocre y sin ningún control, entre otros. Aunque han sido ABC Color y Última Hora los periódicos que mantuvieron y mantienen en forma más constante y sostenida los equipos de periodismo investigativo, también otros diarios han desarrollado importantes experiencias de aproximación al género. El diario La Nación, en los años 90, formó un primer equipo con la conducción de la periodista Ana Bolaños. Y el actualmente desaparecido diario Noticias también desarrolló impactantes reportajes investigativos, en los que se destacó especialmente el periodista Mario Rubén Velázquez, quien actualmente sigue realizando trabajos del género en el diario La Nación. Algunas claves a tener en cuenta en el proceso de la investigación ¿Cómo hacemos para encarar un reportaje investigativo? La experiencia es que no hay muchos secretos: es cuestión de tener un buen tema, definir su importancia y ponerse a trabajar, preguntando, indagando, siguiendo la pista como un sabueso, hasta tener todos los elementos necesarios para escribir, elaborar, editar y publicar. Las técnicas y los procesos de investigación pueden variar según las características de cada tema escogido. Sin embargo, existe un proceso básico y algunas recomendaciones prácticas, que compartimos aquí a modo de simple guía y referencia. 1. Buscar el tema. La idea para un reportaje investigativo puede saltar en cualquier parte, a cualquier hora. Es conveniente tener las antenas de periodista siempre prendidas. Aunque es frecuente que el dato clave llegue a través de algún informante que busca al periodista ya reconocido, o que surja en una reunión de “lluvia de ideas” entre los integrantes del equipo y sus editores, o sea sugerido por los jefes u otros colegas, a menudo también puede estar en un dato aparentemente irrelevante leído en la prensa diaria, que el reportero investigativo ve “con otros ojos”, en un detalle anecdótico percibido en la calle, en alguna reunión social, en un viaje, en una charla telefónica. 2. Definir la historia. ¿Cuál es el tema? ¿Interesa al público, tiene relevancia social? A menudo nos plantean cuestiones que aparentemente pueden sonar apasionantes, pero son muy amplias e inabarcables. Hay que encontrar la punta del ovillo, la “cola de la rata”. Investigar “la corrupción en la policía” suena muy interesante como tema, pero es un enunciado muy amplio y ambiguo. Sin embargo, si hay datos concretos acerca de un comisario de policía que exige pagos ilegales por brindar protección a algunos negocios o vecinos, se puede seguir la pista, encontrar testimonios y documentos o, incluso, registrar el momento en que realiza sus operaciones. 3. Formular la hipótesis de la investigación: ¿Qué debemos encontrar y demostrar? ¿Cuáles son los pasos que debemos seguir para encontrar lo que buscamos? ¿Es posible hallar elementos concretos, en un plazo razonable de tiempo, que permitan sostener y publicar un reportaje interesante?

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4. Organizar el más completo dossier o archivo del tema. Buscar estudios, documentos, investigaciones previas que ya se hayan realizado acerca del tema que queremos investigar, para tenerlos como una base o punto de arranque, y sobre todo para saber qué es lo nuevo que podemos aportar. Buscar en Internet si en otros países u otros medios ya se realizaron investigaciones sobre temas similares y estudiar cómo lo hicieron. Confeccionar una lista de contactos, personas que puedan saber del tema, quiénes son los principales expertos, y confeccionar una agenda con teléfonos y correos, para tenerla siempre a mano durante el proceso, en caso de necesitar hacer consultar urgentes. 5. Recoger la información. Es la parte más importante, intensa, clave, y la que puede llevar más tiempo. Llamadas telefónicas, entrevistas, visitas a posibles fuentes, charlas de café. Trabajo de campo: salir a buscar el dato, preguntar, indagar, seguir la pista. Hacer fotos, vídeos, conseguir documentos, fotocopiarlos, clasificarlos. Casi siempre, un dato lleva a otro: no soltar el hilo, no cansarse, hasta creer que se tiene todo lo necesario y suficiente. 6. Cruzar y chequear los datos. Elaborar una especie de mapa de lo que tenemos y vamos obteniendo, en la computadora. Incluso, es mejor si lo dibujamos en una pizarra o en una cartulina grande y lo tenemos visible en una pared, para evitar que se nos escapen detalles, aunque cuidando que otros no se enteren de cuestiones claves acerca de lo que estamos investigando. Escribir memos con resúmenes de lo que vamos obteniendo, tanto como ayuda memoria para nosotros como para guía de nuestro editor. 7. Desarrollar una estructura tentativa de la nota (¿o reportaje?). En base a lo que vamos recogiendo, elaborar un esquema de redacción y publicación, para saber para cuánto da. ¿Un solo reportaje? ¿Una serie? ¿Cuántos días, cuánto espacio? Ir ensayando los titulares, copetes, la ilustración que acompañará, los cuadros, las infografías, los mapas. ¿Se puede acompañar con un reportaje multimedia para la web? 8. Verificar de nuevo toda la información. ¿Está todo bien? ¿No falta nada? 9. Redactar, de la manera más creativa e interesante posible. 10. Diagramar, editar, corregir, pulir hasta lo último. Ser primero el más exigente editor de uno mismo, antes de pasarle el material al editor final. 11. Publicar y estar atentos al seguimiento, a las reacciones, a las consecuencias. Además, tener en cuenta estas recomendaciones: 1. Aunque sea un trabajo individual, apoyarse en un equipo. Dos o tres cabezas piensan siempre mejor que una. Además, en trabajos investigativos desarrollados en temas o terrenos que puedan considerarse “riesgosos” es positivo sentirse acompañados y protegidos. 2. Nunca quedarse con una sola fuente. Una misma historia tiene siempre más de un arista, más de una versión. Hay que oírlas y recogerlas todas. 3. Indagar, preguntar, seguir la pista incansablemente como un sabueso. Buscar la “cola de la rata” o la punta del ovillo. Siempre hay un punto por donde agarrar el tema que parece más amplio y denso, pero no es tan fácil encontrarlo. 4. Tener cuidado y resistir a las presiones internas y externas, hasta lograr la publicación. 5. Cuidar las fuentes: hay que estar cerca del poder para conseguir la información, y lejos para publicarla.

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6. Buscar a las “viudas del poder”. Siempre hay una persona que estuvo muy cerca del tema o del personaje que estamos investigando, y que por alguna razón fue alejada, dejada de lado. Esa persona puede tener un especial interés en aportar datos. 7. Dudar siempre de todos los datos que aparecen, y chequearlos uno por uno hasta obtener la plena confirmación de que son verídicos. “Si tu mamá te dice que es tu mamá, chequéalo”. 8. Cuidado con la “carne podrida” que te pueden suministrar. Presuntos documentos que parecen verdaderos, pero son apócrifos. Filtraciones dirigidas para buscar desacreditar al periodista investigador. 9. Buscar siempre el apoyo de los que saben: un experto, un guía, un baqueano. Hay siempre un Livingston, que como el famoso explorador, puede ayudarnos a llegar a donde queremos, pero no conocemos. 10. Hacer siempre un reconocimiento previo del terreno, antes de empezar a trabajar. Nunca entrar a ciegas en un tema. 11. Seguir la ruta del dinero. Esta recomendación clave, dada por el famoso informante identificado como Garganta profunda al periodista Bob Woodward en el caso Watergate, sigue siendo aplicable a todos los casos donde se detecta un hecho de corrupción. En algún lugar, en algún momento, alguien pagó algo, y quedó algún registro de esa transacción, de su origen, de sus conexiones. 12. Aprovechar la entrevista clave, en profundidad; sacarle el jugo. Siempre, entre todos los que entrevistamos, hay uno que más sabe: exprimirlo, sacarle todo el jugo. Establecer una buena relación para volver a llamarlo y consultarle las veces que sea necesario. 13. No apurarse en el proceso, pero tampoco perder el tiempo. El periodista de investigación trabaja a un ritmo distinto al reportero de noticias diarias y tiene una cierta licencia para inver tir varios días o semanas detrás de un tema, sin publicar. Pero excederse mucho causa molestia en los editores y envidia en los demás colegas, que lo ven como una especie de “turista” de la redacción. Es bueno sostener rigurosidad en los plazos que se emplean. 14. Internet es una valiosa ayuda, y hay que aprovechar al máximo los recursos que permite, pero no limitarse a hacer toda la investigación en la computadora. No hay como trabajar en la calle, en el terreno, en el mundo físico. 15. Cuidar la buena presentación gráfica del reportaje, que ocupe buen espacio, llamadas en por tadas, enlaces a otros medios. Redacción creativa, títulos gancho, buena ilustración y diagra mación. El mejor material puede desaprovecharse si no es bien presentado y además promo cionado con buen marketing. 16. Blindar siempre las publicaciones con documentos y testimonios creíbles, a prueba de quere llas. Si los reportajes se escriben sin adjetivos, con documentos incontestables y, si además, antes de la publicación se busca a la persona afectada y se le ofrece la posibilidad de dar su versión en el mismo primer reportaje, será difícil que encuentre razones para amenazar o querellar, por más grave que sea el tema en el que aparece involucrado. 17. No hacerse el héroe o el kamikaze. Ser precavidos en la seguridad. Ninguna primicia vale morir por ella. ¡Los premios periodísticos se disfrutan en vida!

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Corriendo el velo de lo oculto Reinaldo Giret* ¿Qué es el periodismo de investigación? ¿Cuándo estamos ante un caso que merece ser investigado? ¿Cómo encarar y organizar el trabajo? El articulista plantea estas interrogantes y ensaya respuestas a partir de su experiencia como editor de la unidad de Investigación del diario Última Hora y de la opinión de reconocidos reporteros de otros países que se destacan en el arte de investigar. Consejos para cazar a “la rata por la cola”, el valor del informante y por qué valerse de un plan para investigar sin morir en el intento. ¿Es una especialidad del oficio? Se trata de una antigua discusión, pero que vale la pena traerla al tapete en momentos en que se discute reorientar rumbos en el periodismo de investigación, de cara al futuro y al avance tecnológico que está revolucionando los formatos tradicionales del periodismo e incorporando nuevas plataformas para la difusión de noticias. ¿Es o no una especialidad del oficio el periodismo de investigación?, una interrogante que hasta hoy despierta respuestas disímiles. Gabriel García Márquez, el maestro y escritor colombiano, había sentenciado de manera rotunda que “la investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo periodismo tiene que ser investigativo por definición”. Nada más certero que la apreciación del afamado autor y periodista. La esencia del periodismo, sea de investigación o no, tiene una naturaleza investigativa innegable. La difusión de cualquier noticia conlleva la tarea previa de chequear datos, cruzar información, contrastar versiones, cotejar fuentes, en fin, una serie de procedimientos investigativos necesarios en el proceso de construcción de la noticia. Procedimientos que están a cargo del periodista que cubre un suceso y que debe llevarlos a cabo de manera eficiente para configurar la noticia. Exonerar al periodismo noticioso de la obligación de indagar sobre cómo sucedieron los acontecimientos sería reducir la tarea del periodista a la de un simple propalador de versiones oficiales o de conferencias de prensa, o a la de un “resumidor” de boletines oficiales a los que nadie interesa. Este reduccionismo suele ser precisamente uno de los males que aqueja al oficio y ante el cual muchas veces los periodistas caemos rendidos, vencidos por el peso de la rutina y ganados por el sedentarismo periodístico. Desde esta perspectiva, nada más cierto que lo dicho por el Nobel de Literatura. Pero, desde el punto de vista práctico, desde la mirada de las redacciones de los medios de comunicación, sean escritos, audiovisuales o electrónicos, es factible encontrar opiniones divergentes a la de García Márquez. *Rino Giret, periodista. Estudió en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Se inició en el diario Noticias como cronista de la sección Política. Posteriormente trabajó como editor de Política en el diario La Nación, donde se desempeñó como jefe de Redacción hasta el 2008. Tuvo a su cargo la conducción de un programa matinal de la 9.70 AM. Actualmente se desempeña como editor de la Unidad de Investigación Multimedios de Última Hora y Telefuturo.

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El reconocido periodista argentino Daniel Santoro, uno de los referentes del periodismo de investigación en la región, declara en su libro Técnicas de Investigación que “la investigación es la esencia de nuestro oficio porque el periodismo es siempre indagación y búsqueda. Pero también constituye una especialidad, ciertamente la más costosa, en términos de esfuerzo y de presupuesto, y la más riesgosa” (Santoro, 2004, p. 17). A criterio de Santoro, se trata de la especialidad del periodismo que más produce tensión entre la prensa y el poder. Otro conocido periodista volcado a la investigación, el colombiano Gerardo Reyes, quien hace más de diez años reside y trabaja en EEUU, también ofrece una visión diferente desde el punto de vista práctico. Reyes (1996) considera que desde la teoría lo dicho por García Márquez tiene mucho sentido y que se cumple en algunas circunstancias. “En la práctica, la realidad es otra. El producto del trabajo de un periodista investigador es diferente del que publica un reportero que se dedica a buscar noticias del día o escribe crónicas y análisis de determinados acontecimientos bajo la presión de la hora de cierre”, (Reyes, 1996, p. 11) expresa Reyes en su libro Periodismo de Investigación. Es que son trabajos bien diferenciados y así lo explica Reyes: “El mérito del reportero diario consiste en tener olfato para buscar un ángulo novedoso de la noticia; poner en contexto los hechos, contar con un buen directorio de fuentes, permanecer bien informado y actuar con prontitud. Por su parte, el reportero investigador trabaja en asuntos controvertidos, que no necesariamente tienen actualidad noticiosa y que casi siempre alguien no quiere que se ventilen” (Reyes, 1996, p. 12). En definitiva, ambas visiones tienen su cuota de razón. El periodismo es esencialmente investigativo, pero la rama dedicada a la investigación requiere de condiciones y habilidades que la convierten en una especialidad. Pero una especialidad que puede ser aprendida y ejercida por cualquier periodista que tenga la voluntad de hacerlo, sin más requisito que los que demanda la tarea de investigar. No comulgo con quienes creen que la investigación está reservada a los superdotados del oficio, a una suerte de súper periodistas que luchan contra el mal para imponer el bien, a los “elegidos” que son llamados a ser los gladiadores de la ley y la justicia. Un preconcepto que, como tal, está destinado a ser refutado por la realidad por estar más cerca de la pedantería que de la verdad. Tampoco comulgo con quienes profesan el periodismo de investigación como si fuese una especialidad de escritorio; nada más alejado de la realidad. Los periodistas estamos expuestos a muchos riesgos, entre ellos al sedentarismo, un vicio que también ataca al oficio. Desde la comodidad del escritorio, algunos quieren reducir la investigación a la búsqueda en Internet, que es una herramienta de tremendo valor para los periodistas que indagan. Internet ofrece un océano cargado de información de cualquier índole y, gracias a ello, investigar hoy es más fácil que hace veinte años. Pero creo que el trabajo de campo es insustituible. La comprobación de los hechos así lo requiere.

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Características El objetivo del periodismo de investigación determina de manera clara su rasgo diferenciador con el periodismo noticioso o de actualidad, ejercido en el fragor de la batalla diaria por la noticia. La definición clásica de este periodismo sigue dando una noción clara sobre ese rasgo diferenciador: revelar información que se mantiene oculta por interés de alguien o de algún grupo. Es ésa la característica principal de la especialidad: sacar a luz lo que otros quieren que se mantenga oculto. Sin la intención de que determinada información permanezca deliberadamente oculta, no debería llamársele investigación periodística a lo que no es. Ahora bien ¿qué revelamos de lo que se mantiene oculto? He aquí una interrogante clave que determina otra característica de la especialidad: el punto de interés. Hay muchísima información que se mantiene oculta por diversas razones, pero no toda ella es de interés para la opinión pública. Y, justamente otro rasgo diferenciador de la investigación periodística respecto a otros tipos de investigación, como, por ejemplo, la científica, es que la primera tiene por objeto de estudio los temas que son de interés público. Fuera de ese ángulo de interés, la labor del periodismo no tiene razón de ser. No existe ningún atractivo en conocer la cuenta corriente de cualquier vecino, como sí lo tiene saber la del director de Aduanas, sobre todo antes y después de abandonar el cargo. La declaración jurada de bienes de una persona sin notoriedad pública carece de valor para el periodista, no así la del presidente de la República, más aún después de dejar el poder. Es decir, investigamos temas que le interesan a la gente, a la opinión pública. Una discusión que suele surgir de tanto en tanto en círculos periodísticos apunta a establecer criterios acerca de los temas a ser investigados, lo que en otras palabras significa establecer límites a la especialidad. Y me parece bien que así sea. El derecho a la intimidad nos pone un claro límite en la investigación. “Todo sospechoso con una dimensión pública puede ser investigado por sus acciones, pero su vida privada está amparada por el derecho a la intimidad. La excepción son los casos extremos en los cuales esa persona exhibe su vida privada por iniciativa propia o la mezcla con la vida pública”(Santoro, 2004, p. 25). Vale citar aquí un dictamen que el Consejo de Ética de los Medios de Comunicación de Chile emitió en julio de 1993 respecto a los requisitos que debe cumplir el periodismo de investigación desde el punto de vista ético, cuenta Gerardo Reyes. “El periodista puede publicar aspectos de la vida privada, sin consentimiento del afectado, cuando sean constitutivos de delito y se relacionen con la autoría, complicidad y encubrimiento del mismo” (Reyes, 1996, p. 19), recomienda el Consejo. Por citar ejemplos, aspectos de la vida privada de un funcionario público detenido por cobrar una coima pueden ser relevantes para una investigación cuando esos aspectos deriven de la comisión del delito. Otro caso, tiempo atrás fue detenido en la ciudad de Pedro Juan Caballero, mediante un operativo comando realizado a la madrugada, un publicitado personaje acusado por la Senad (Secretaría Nacional Antidrogas) de liderar una red de tráfico de drogas. La primera noticia fue que esta persona, que estaba siendo buscada por largo tiempo, cayó en las redes policiales; la segunda fue mostrar cómo vivía el personaje en la estancia que había equipado con las comodidades propias de un hotel cinco estrellas, provista de lujos y excentricidades típicas de los capos mafiosos.

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En síntesis, el derecho a la intimidad nos impone un límite ético y legal, pero existen excepciones a las que los periodistas debemos estar siempre atentos. Otra característica que distingue a la especialidad es que el trabajo debe ser una iniciativa del periodista y no de fiscales, policías o particulares interesados en la difusión de determinada información. Y en esto conviene ser claros. El hecho de que la investigación sea realizada por el periodista, como producto de su iniciativa, le brinda al trabajo dos atributos clave: independencia y autonomía para manejar la información. Mientras sea por iniciativa del periodista, la investigación tendrá el blindaje suficiente para resistir los embates posteriores que vendrán con la publicación. Al mismo tiempo, internamente, dentro del medio de comunicación para el cual se trabaja, permitirá asegurar ante los editores la confianza necesaria sobre la motivación que existe detrás de una determinada investigación. Esto último es clave para espantar sospechas sobre la finalidad de una publicación; si existe la más mínima desconfianza el trabajo está viciado y no merece que salga a la luz. Para ejemplificar con un caso: a mediados del año 2011 la periodista Patricia Vargas publicó en el diario Última Hora una investigación que revelaba que personas que prestaban el servicio doméstico en la casa del general retirado Lino Oviedo, líder del Partido Unace, figuraban en la lista de sueldos de funcionarios contratados de la Justicia Electoral. La reacción del investigado, en este caso Oviedo, fue furibunda e intentó refutar la publicación diciendo que la misma era producto de un ataque de sus adversarios políticos, al que se había prestado el propietario del diario. Son reacciones típicas de personas con influencias políticas que son objeto de una investigación. Y el mejor reaseguro contra este tipo de ataques es la plena certeza de que la investigación se hizo por estricta iniciativa del periodista y de nadie más. Acá conviene delimitar una cuestión que a menudo genera cierta confusión: la relación con la Fiscalía, encargada de investigar los hechos punibles, y los jueces, encargados de juzgar. Algunos colegas no ven con buenos ojos esa relación y suelen desmeritar el producto periodístico que surge del trabajo hecho en ese marco. Pero vayamos por orden. En primer lugar, no es bueno que los periodistas nos apropiemos de una investigación llevada a cabo por la Fiscalía y la presentemos como si fuera fruto de una iniciativa nuestra. No es ético y es un error. Si tomamos conocimiento de una investigación llevada a cabo por el Ministerio Público estaremos ante la posibilidad de lograr una primicia, lo que no es una investigación periodística, pero no deja ser meritorio y valioso para el reportero. Y cualquier editor espera tener una primicia para publicarla. En la relación con la Fiscalía no hay que tener prejuicios, como suele ocurrir, y sí hay que tener las cosas bien claras. Si cae en nuestras manos una investigación realizada por un agente fiscal, bienvenida sea. Los periodistas podemos ampliarla, buscar nuevas aristas, enriquecerla con testimonios, tener la versión del acusado, antecedentes nuevos o iniciar una nueva investigación a partir de ella. Dejando en claro de dónde proviene la investigación, la primicia puede ser publicada con más atributos, más enriquecida, de cuando llegó a nuestras manos.

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Para citar un ejemplo, a Telefuturo había llegado el año pasado la información de que el futbolista Salvador Cabañas estaba preparando, a través de su abogado, una denuncia contra su ex mánager, José María González, que sería presentada al Ministerio Público en días más. Se trataba de una denuncia del futbolista que acusaba a su ex mánager de haberle estafado con el dinero que Cabañas ganó en su exitosa carrera. Teníamos en nuestras manos una primicia, pero para publicarla tuvimos que iniciar una investigación para corroborar la veracidad de la denuncia. El periodista Luis Bareiro se encargó de revisar documentos y armar el rompecabezas de la estrecha relación que Cabañas mantenía con su ex representante, para lo cual tuvo que bucear en la historia misma de esa relación, que trascendía lo meramente laboral y se ramificaba en fuertes lazos de amistad y hasta familiares. Para cuando se presentó la denuncia en la Fiscalía, en Telefuturo y Última Hora teníamos casi concluida la investigación sobre la presunta estafa y sobre la hasta entonces desconocida relación que existía entre el futbolista y su ex mánager, con quien habíamos hablado para conocer su versión, antes de que se publicara la noticia. En síntesis, hay que diferenciar la investigación de una primicia, pero cuando ésta aparece ante nosotros debemos saber aprovecharla y publicarla en la brevedad posible. Los periodistas que investigan deben saber sacar provecho de esa suerte de simbiosis que suele darse con el Ministerio Público, incluso con los jueces, al indagar o abordar un determinado caso o una denuncia sobre un ilícito, sin que ello signifique caer en el amiguismo. Daniel Santoro dice en su libro que “la Justicia no solo puede ser una fuente, sino también una aliada para conseguir información –siempre con la debida distancia- intercambiando datos con el juez o el fiscal” (Santoro, 2004, p. 51). Y sobre cómo manejarse con las fuentes, Santoro brinda un consejo por demás útil: hay que mantenerse cerca para conseguir información y lejos para publicarla. Gerardo Reyes habla directamente de establecer alianzas, lo que me parece bien. “Para muchos periodistas de América Latina, en ciertos casos, la única alternativa para conseguir información es trabajar en equipo con jueces y funcionarios del gobierno, que se ven presionados a investigar o arriesgan su empleo por dar a conocer los secretos que están a su alcance” (Reyes, 1996, p. 29). El hecho de establecer este tipo de alianzas no invalida la iniciativa periodística de una investigación, sobre todo porque en este campo los caminos no siempre conducen a Roma. Para citar un ejemplo, desde Última Hora y Telefuturo emprendimos la investigación de casos de evasión del impuesto inmobiliario de numerosas propiedades que el senador Óscar González Daher, por entonces presidente del Senado, posee en Luque. El trabajo demandó cuatro meses y estuvo a cargo de los periodistas Roberto Irrazábal y Javier Panza, quienes aplanaron las calles luqueñas buscando casas, edificios de departamentos, locales comerciales y baldíos que pertenecieran al senador colorado. La búsqueda se hacía difícil porque, obviamente, la gran mayoría de los inmuebles no figuraba a nombre del legislador en la Municipalidad, sino a nombre de terceros. Recuerdo que ese era uno de los principales obstáculos para seguir avanzando en la investigación. Empantanados, contactamos con la Fiscalía y de esa forma logramos cierta información que nos ayudó a seguir adelante. La investigación fue realizada íntegramente por ambos periodistas, pero en aquella ocasión la confirmación de esos datos permitió destrabar la pesquisa.

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Cuando se publicó el caso, un grupo de concejales de Luque presentó a la Fiscalía de Delitos Económicos una denuncia al respecto, con lo cual el Ministerio Público intervino e inició su propia investigación. Meses después, la Fiscalía concluyó el caso imputando por el delito de adulteración de documentos a un funcionario de la comuna de menor rango, sin involucrar al entonces intendente de Luque, Raúl Karjallo, ahijado político de González Daher y cuñado del hermano de éste, y pidió el sobreseimiento del senador colorado. Para quienes tuvieron a su cargo la investigación periodística, que probó de manera contundente que se estaba ante casos de evasión del impuesto inmobiliario en cadena, la actuación de la Fiscalía fue tibia porque no buscó inculpar a los verdaderos responsables. El cómo antes que el qué Temas que investigar abundan, lo que no abunda es la fórmula de cómo investigar. A menudo en las redacciones aparecen colegas que nos dan consejos sobre los temas que deberíamos investigar, como diciéndonos: “ustedes no saben qué asuntos deberían investigar”. Por lo general, simplemente los escucho con atención por si surja algún dato interesante, aunque la mayoría no sabe cómo se investiga. Es ésta, justamente, otra particularidad del periodismo de investigación: el cómo investigar es tanto o más importante que el asunto mismo a indagar. Existen numerosos delitos en nuestro país que gozan de buena salud y todo indica que seguirán gozando, y que merecen ser investigados. Por citar algunos, el narcotráfico y su ritmo ascendente, la deforestación imparable, la explotación sexual de menores, las grandes compras del Estado, el uso del presupuesto público, la evasión de impuestos, los controles en las aduanas, etc., forman parte del vasto universo de temas que pueden ser abordados. Ahora bien, la cuestión es cómo. Muchos trabajos no se han concretado debido a que se siguieron pasos erróneos o directamente no se ha sabido qué pasos seguir. Muchos de estos temas han terminado, por lo general, en “lindos” informes periodísticos en los que no se revela nada y su única utilidad es llenar espacios. A diferencia de otras variantes del oficio periodístico, la investigación en el fondo no es otra cosa que, como suelo llamarle, el periodismo de obstáculos, parecido a la carrera que corren los atletas saltando vallas consecutivas. Como la naturaleza de la especialidad es revelar información que está deliberadamente oculta, debemos estar preparados y capacitados para sortear los obstáculos que irán apareciendo por el camino. Es decir, el periodista que desea investigar debe ser consciente de que la información que busca no se encuentra en las oficinas de prensa, sino escondida en algún lugar por alguien. En conclusión, investigamos secretos. Por eso es clave tener una estrategia para desarrollar una investigación. “El fusilado que está vivo” No es fácil hallar una historia para investigar. O, por lo menos no es algo que sucede todos los días, ni todas las semanas. Daniel Santoro habla en su libro de que cada historia es como una rata que puede ser cazada por la cola. Se refiere a la primera pista o a la punta del ovillo que conduzca a una historia que merece ser investigada.

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Se trata del dato generador o disparador que echa andar una investigación y que puede hallarse de la manera más insospechada: en el comentario de una fuente, en el párrafo de una noticia publicada en un diario, en una versión difundida por la radio o la TV, en una llamada anónima o un correo electrónico, en la propia observación del periodista o como derivación de otras investigaciones. El periodista e investigador argentino Rodolfo Walsh inició su afamada investigación, que salió a luz con su libro “Operación Masacre”, a partir de un comentario que había escuchado y que daba cuenta de que había “un fusilado que está vivo”. La contradicción que encerraba la expresión le llamó la atención a Walsh y ello sirvió como dato disparador para que se pusiera a investigar. El resultado fue el descubrimiento de los fusilamientos en serie que la dictadura militar argentina que derrocó a Juan Domingo Perón, en la llamada Revolución Libertadora de 1955, realizaba en forma clandestina en un predio descampado de la localidad de José León Suárez, provincia de Buenos Aires. Es el dato que se convierte en la chispa que enciende la mecha y, a partir de él, la investigación empieza a rodar. Pero hay que estar atentos y con las luces prendidas para atrapar a la rata por la cola. “No siempre cazaremos grandes historias. Como los elefantes, las grandes historias pasan pocas veces cerca de una persona. Pero si estamos entrenados y en actitud investigativa, podremos capturarla cuando pase a nuestro lado”, opina Santoro (Santoro, 2004, p. 32). El informante Existe otro elemento en una investigación que, a mi criterio, es tanto o más importante que el dato generador, el informante. Se trata de la pieza clave para empezar a armar el rompecabezas, cuyas partes están en la oscuridad. Las investigaciones más emblemáticas han tenido su informante. El caso Watergate tuvo su mítico “garganta profunda”, cuya identidad fue develada hace apenas unos años. El informante es la fuente principal que proporciona la información clave en un caso. Resulta indispensable encontrar esa fuente principal para que prospere la investigación; de lo contrario, podríamos estar dando vueltas en círculo en torno al tema, pero no llegar al fondo de la cuestión. En la unidad de investigación de ÚH y Telefuturo hemos abordado temas por demás interesantes para investigar, como el tráfico de drogas o la distribución de subsidios por parte de la Secretaría de la Acción Social, pero a falta de un informante que nos abriera un resquicio para ingresar y llegar a información que permitiera develar cómo funciona y opera el ilícito, o que confirmara nuestras sospechas, no hemos podido concretar la investigación. Con buen tino, Daniel Santoro recomienda no hacerse la ilusión de que todas las veces vamos a encontrar una “garganta profunda” que nos oriente durante toda la investigación. Por lo general, tendremos que obtener la información de varias fuentes y para ello el periodista debe mostrarse habilidoso. “El periodista de investigación debe tener, además, la habilidad de encontrar nuevas fuentes que conozcan cada particular historia que trate de desentrañar, es decir, fuentes no habituales, a las que no ha probado, de cuya confiabilidad no tiene idea y que debe salir a buscar” (Santoro, 2004, p. 62). Santoro, además recomienda, por precaución, luego de hablar con una fuente no habitual preguntarle qué motivos posee para brindar tal información.

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Considero importante que conozcamos cuál es la motivación de una fuente para dar tal o cual información. A menudo escucho decir a colegas que una determinada persona busca manipularlos al proporcionarles una información en contra de otra. Es factible, estamos expuestos a eso. Pero si conocemos cuál es la motivación de esa persona para dar la información, sabremos manejar la situación y sacar provecho de ella. En el diario hemos recibido información de personas que decían que lo hacían por un deber patriótico, hasta de despechadas del corazón que buscaban venganza en los tortuosos caminos del amor. Todo es bien recibido, mientras ayude a develar lo que está oculto y que es de interés periodístico. En esa gama de variadas fuentes que tendremos que manejar existe una particularmente importante y que, al igual que una “garganta profunda”, no se encuentra todos los días: las viudas del poder. ¿Quiénes son? Santoro las define como “aquellas personas arrepentidas de las maniobras en que participaron o despechadas por causas económicas o sentimentales. Se trata de ex funcionarios, ex socios, ex amantes, ex abogados, ex contadores y otros ex con deseos de romper los pactos de silencio que, generalmente, establecen en forma implícita autoridades y empresarios corruptos” (Santoro, 2004, p. 63). Son fuentes valiosas porque, por lo general, proporcionan datos reveladores y clave, pero que igualmente deben ser chequeados, uno por uno. Aunque se trate de una viuda del poder que haya sido la sombra de la persona investigada o haya sido testigo del hecho que indagamos, siempre debemos chequear la información que brinde porque, a no olvidar, esa persona tiene una motivación determinada. El periodismo estadounidense tiene un viejo axioma que debe regir la labor de todo periodista, no solo de los que se dedican a la especialidad: “Si tu madre te dice que te quiere, compruébalo”. La frase refleja de manera singular lo desconfiados que debemos ser con el manejo de la información que proporcionan las fuentes. Es decir, debemos desconfiar de todo. Esta actitud es el mejor antídoto del cual el periodista puede valerse para evitar posibles errores, que no son pocos. “A lo Paraguay” Anteriormente decía que investigamos secretos y que, por lo tanto, debemos contar con una estrategia para obtener la información que nos permita comprobar nuestras sospechas. En nuestro país, la mayoría de las investigaciones periodísticas se llevan a cabo en forma asistemática y sin planificación, valiéndose de técnicas y prácticas que provienen del empirismo y de la habilidad desarrollada por algunos avezados periodistas que incursionaron en la investigación con buenos resultados. Por lo general, la investigación periodística se realiza en nuestro país más como resultado del empirismo e intuición del periodista, antes que como producto de la búsqueda organizada y planificada de información, con técnicas y método escogidos por el investigador. Pero, tampoco hay que preocuparse mucho por ello; en los demás países de la región tampoco es muy diferente. Por ejemplo, el colombiano Gerardo Reyes admite que la falta de un método de investigación periodística es una carencia profesional y que ello fue, precisamente, uno de los motivos que lo llevó a escribir su libro. De todos modos, es conveniente sistematizar y organizar el trabajo. Para no ir a los tumbos y dar pasos en falso, es conveniente pensar en cómo investigar, en elaborar una estrategia que nos permita alcanzar toda la información necesaria o, al menos, la mayor parte de ella. Existen recursos que en las ciencias sociales se emplean para investigar y que nos pueden ser

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de mucha utilidad a los periodistas. Uno de ellos es la hipótesis. Toda investigación periodística debería partir de la formulación de una hipótesis sobre el caso investigado. Alfredo Torre, profesor de la cátedra Periodismo de Investigación de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, definió con claridad qué es una hipótesis: “Es una tentativa de explicación, mediante una suposición o conjetura verosímil, destinada a ser probada por la comprobación de los hechos”. Es el supuesto con el que iniciamos una investigación y que será comprobado o descartado en el proceso de contrastación. Conforme avance la investigación, se puede trabajar con una hipótesis directriz y formular otras hipótesis secundarias, de modo a organizar y relacionar los datos que surjan del acopio de información. Esto es clave porque nos fijará el norte a seguir en medio de un mar cargado de información, que puede ir tomando un mayor grado de complejidad y creciendo en volumen, lo que en algún momento podría “aplastar” al periodista. Tomarse un tiempo para organizar la investigación y pensar en una estrategia es la mejor forma de evitar que nos perdamos en el mar y de reasegurar el rumbo a seguir. Aun así, no existe una fórmula general o una receta universal acerca de cómo realizar con éxito una investigación. Cada caso posee particularidades que lo distinguen de otros y ello determinará, a su vez, una serie de pasos a seguir. Cada caso tendrá su propia hoja de ruta. El plan de investigación Por todo lo mencionado, recomiendo que para organizar una investigación el periodista empiece por elaborar un plan de trabajo, es decir, un plan de investigación, que no es otra cosa que la hoja de ruta que deberá recorrer para consultar las fuentes y alcanzar la información que se requiere. Se trata de un ejercicio sencillo y rápido y de tremenda utilidad, que puede ser modificado conforme lo requiera el investigador, y que le ayudará a no desorientarse. Los pasos básicos de un plan son: a) Delimitar de manera concreta y precisa el objeto o el caso a ser investigado. Ejecutar este primer paso de manera eficiente es vital porque de ello dependerá el universo dentro del cual nos moveremos. b) Formulación de una hipótesis directriz. Debe ser igualmente precisa y concreta. Es clave tener claridad sobre su alcance porque el enfoque final de la nota provendrá de su formulación. c) Elaboración de un archivo, lo más completo posible, sobre los antecedentes del caso. Internet, es este sentido, es una ayuda invaluable, pero hay que tener cuidado de no repetir errores que se deslizaron en publicaciones anteriores. d) Listar las fuentes que deberán ser consultadas en la búsqueda de información. Esta es la parte más versátil del plan porque varía de acuerdo al acopio de información.

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e) Recolección y cruzamiento de datos. Luego del trabajo de campo debemos cruzar los datos, de modo a determinar la comprobación o no. f) La contrastación final. Es la nota al investigado o a los investigados. Particularmente recomiendo que se realice antes de que se publique el trabajo. Este paso tiene sus riesgos porque el investigado puede filtrar la información o manipular para contrarrestar y desacreditar la publicación.

Aun así sugiero efectuar la nota. Como se trata de un paso estratégico, hay que realizarlo en el momento indicado. Hemos tenido experiencias en que una investigación se echó a perder por haber entrevistado a destiempo al investigado. Es lo que los abogados llaman “error procesal”. g) Elaboración de la nota. Para ello es conveniente esquematizar antes una estructura de la misma, de modo a que estén todos los datos que tienen que estar.

Este esquema es aplicable a cualquier plataforma periodística, ya sea escrita, audiovisual o digital. El soporte puede ser variado, pero la técnica para investigar es siempre la misma. Ciertamente, en nuestro país no existe una tradición fuerte en materia de periodismo de investigación, pese a que desde 1989 se han dado avances significativos, sobre todo en prensa escrita y televisión. Antes de ese año, solo el diario ABC Color registra la publicación de investigaciones periodísticas. El periodismo ha sufrido transformaciones muy importantes en los últimos veinte años, fundamentalmente por el avance tecnológico que fue modificando prácticas dentro del oficio. Hacer periodismo hoy no es lo mismo que en los primeros años de la transición democrática. De la misma manera, el periodismo de investigación también ha sufrido cambios, aunque parezcan menos perceptibles. La mirada que hoy se tiene sobre y desde el periodismo de investigación es muy diferente a la de hace diez años o más. Basta con echarle una leída al libro Periodismo de Investigación, que el periodista Roberto Paredes publicó en 2003, para caer en la cuenta de cómo hoy se tienen visiones diferentes. Pero más allá de los cambios registrados en los años recientes, al periodismo de investigación le queda demasiado por hacer en Paraguay. Y más aún en un país donde la corrupción se ha convertido en un vicio cultural. A los periodistas que desean investigar les depara un futuro lleno de desafíos emocionantes, capaces de descongelar la sangre del periodista más desanimado y derrotado por la rutina. Un horizonte se erige desafiante delante de nosotros, al que deberemos enfrentar sin más armas que las ganas, las neuronas bien despiertas y buena dosis de paciencia.

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La investigación periodística en la televisión paraguaya Guillermo Domanizky* La investigación periodística en televisión tiene sus características especiales, sus ventajas y desventajas y en esa diferencia con el periodismo gráfico se centra este artículo.  La cámara oculta, el polémico recurso que sigue sin resolverse en el Periodismo de Investigación, se aborda a partir de casos específicos, así como otros aspectos conflictivos como los materiales ajenos y el uso de Internet. Se analizan, igualmente, varios reportajes investigativos que impactaron en la televisión nacional. Si bien la televisión en Paraguay arrancó sus emisiones el 29 de setiembre de 1965, no es sino hasta 27 años más tarde, en 1992, cuando resulta posible empezar a hablar de Periodismo de Investigación en este medio. Fue el programa El Ojo, emitido por Canal 13, el precursor de este tipo de contenidos, marcando una presencia hasta ese momento inexistente del Periodismo de Investigación en la televisión nacional. Uno de sus productores, Augusto Barreto, quien se sumó al equipo en 1993, recuerda que la investigación que más impacto tuvo fue la del caso Parque cue, pero estima que el mayor logro del programa fue haber descubierto en Brasil al ex dictador boliviano Luis García Meza, viviendo bajo una falsa identidad. Esto permitió que se lo capture, extradite y juzgue en su país. Barreto, quien además produjo El Informante y La mano en el fuego, cree que los programas de investigación periodística en la televisión paraguaya dependen de que el dueño del medio quiera tener poder. El productor dice investigar los temas por instinto y de los que van surgiendo elige el que cree que puede ser mejor terminado. Otro de los programas de investigación periodística en la televisión paraguaya fue El Túnel, emitido por Telefuturo, y producido y conducido por el periodista Mario Orcinoli y por quien escribe este capítulo. Orcinoli recuerda que el programa surgió ante la necesidad de contar con un espacio de investigación periodística y a partir de una decisión política de la dirección del canal. De hecho, afirma que con El Túnel el canal no tenía como objetivo ganar dinero, pues, en cuanto a la pauta publicitaria, los grandes anunciantes no querían aparecer como patrocinadores directos porque temían que el gobierno tomara represalias contra ellos por apoyar un programa investigativo y crítico. *Guillermo Domaniczky, actualmente conduce la edición central del Noticiero Trece, en Canal 13, donde ejerció la gerencia de prensa. Conduce también dos programas periodísticas en Radio Cardinal AM. Anteriormente gerenció el deparamento de noticias de Canal 5 Paravisión. Trabajó además en Radio Uno AM, Radio 1000 AM, Canal 4 Telefuturo y Canal 9 Sistema Nacional de Televisión, habiendo colaborado con el Diario Última Hora y con el Semanario Cambio 21. También es profesor del primer año de la carrera de periodismo de la Universidad Nacional de Asunción y socio fundador del Foro de Periodistas Paraguayos (FOPEP).

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Sería injusto realizar un recuento sin mencionar algunos programas periodísticos nacionales emblemáticos, que presentaban investigaciones de diverso contenido, como Reportaje al País, 9 Reporter, 13 Reporter, Masinformes o 24 Horas Magazine (La Revista de la Semana). Y debe decirse, además, que si bien actualmente hay investigaciones periodísticas que se presentan con cierta frecuencia, principalmente a través de los servicios informativos de los canales, la oferta específica es mínima. Con ello se desperdicia la enorme posibilidad de difundir contenidos de importancia pública en el principal electrodoméstico de los hogares paraguayos. De hecho, según recientes cifras de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), la televisión sigue liderando todavía la lista de los artefactos más omnipresentes en los hogares paraguayos, pese a la gran masificación de la telefonía móvil. Según la última Encuesta de Hogares, casi el 86 por ciento (85,9) de los hogares tiene un televisor, frente al 85,6 de las casas con teléfonos celulares, el 82,9, con radios; el 79,2 con heladeras y el 75,1 por ciento, con cocinas. Este capítulo busca transmitir las experiencias recogidas a lo largo de la práctica profesional y de las charlas compartidas con colegas sobre el tema que nos ocupa. No pretende ser una completa guía de cómo investigar, sino una acerca de lo que no debería hacerse en una investigación pues de los errores, realmente, se aprenden las más grandes lecciones. Empezar a investigar: conociendo el medio Diferencias entre periodismo gráfico y periodismo televisivo Para empezar a hablar de investigación periodística en televisión es importante ser consciente de las diferencias existentes entre el medio precursor del género -el periodismo gráfico- y la televisión. Así aprovecharemos las ventajas de ésta y afrontaremos las limitaciones derivadas de su misma naturaleza. Mientras en la prensa escrita el trabajo permanece material y temporalmente y es el lector quien lleva el ritmo de la narración, pudiendo leer y releer cuando le plazca los detalles no comprendidos, en la televisión la característica es la fugacidad: algo que se emitió hace un segundo, desapareció y no es posible volver atrás. Además, en la narración televisiva es el editor quien lleva el ritmo del trabajo, dependiendo de la intencionalidad que tenga, de hacerlo ex profeso más lento, más dramático o más ágil. En la prensa gráfica, la comunicación es más racional; el lenguaje puede incluso ser abstracto, ya que se ejercita la imaginación; hay mayor posibilidad de desarrollar conceptos e ideas y de “razonar” junto con el lector. En la televisión, la comunicación es más emocional; se incluye la acción explícita; nada queda librado a la imaginación, y el lenguaje es concreto y específico. Mientras que en la gráfica un buen documento “habla” por sí solo, es decir que con una buena descripción de lo que contiene y con su reproducción facsimilar ya es posible obtener un material interesante, en la televisión el documento obtenido, si bien es importante, es apenas el inicio del trabajo. A la narración de lo que contiene habrá que agregarle imágenes referenciales de lo que estamos hablando, ya que es impensable exhibir solamente papeles desde diversos ángulos durante un tiempo prolongado, pues ésto convertiría el trabajo periodístico televisivo en monótono, poco atractivo y, en consecuencia, ineficiente en su intención de comunicar.

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Por ello sostenemos, en sentido figurado, que los documentos deben “actuar”; es decir, servir como punto de partida para colocar, en imágenes concretas, los datos que contienen. Por ejemplo: si conseguimos un documento que demuestra sobrefacturaciones en compras de vehículos, sería importante exhibir esos vehículos, e incluso realizar comparaciones con otros similares. De esta característica deviene lo siguiente: mientras en la prensa escrita la palabra es el eje del trabajo, por la naturaleza del medio, en la televisión es la imagen la que subordina a la narración, que deberá volverse eficiente complementando las imágenes exhibidas. Otra diferencia se relaciona con la facilidad para recoger material de investigación. Mientras en la prensa escrita el periodista está menos expuesto, y por ende podría pasar más inadvertido y observar su entorno con tranquilidad, no sucede lo mismo con el de televisión, que generalmente llama más la atención con su presencia, lo que si bien podría ser una desventaja, también podría darle la facilidad de que las personas acudan más fácilmente a él con sus problemas, quejas o denuncias. La gráfica tiene también una enorme ventaja a su favor. En un reportaje investigativo es posible abundar en detalles, describiendo profusamente varias aristas del trabajo, ya que el lector tendrá la posibilidad de volver a leer aquello que no sea comprensible en una primera lectura. La televisión está limitada a exhibir solo lo más importante y el periodista a seleccionar los datos principales, para no terminar mareando al televidente con cifras, fechas, nombres y datos que apenas pueda entender durante la emisión y, menos, recordarlos luego de ella. La última de las principales diferencias escogidas tiene que ver con la mayor posibilidad de darle un seguimiento diario a un tema específico en la prensa escrita, ya que el periódico es como un gran menú, del cual el lector se sirve lo que quiere digerir, pudiendo destinarse varias páginas, una, o parte de ella, para agregar nuevos detalles sobre el caso expuesto. Aún se recuerda a nivel local la prolongada difusión diaria en uno de los periódicos nacionales de un trabajo periodístico sobre el supuesto abuso sexual de menores, por parte de un conocido obispo. El periódico ABC Color se ocupó del tema diariamente y durante varios meses, manteniéndolo vigente, algo impensable en televisión. Como ya se dijo, mientras el periódico es como un gran menú dispuesto totalmente para el lector, el noticiero u otro programa periodístico televisivo es un gran menú que el televidente está invitado a comérselo sin posibilidad de escoger previamente qué deja de lado y qué toma. En televisión, un informe mal planteado es suficiente para espantar al televidente, que desaparece y quizás ya no vuelva durante el resto de la emisión. Por esa razón es más exigente. Se deben generar todos los días elementos nuevos lo suficientemente atractivos y diferentes, que ameriten la presentación de varios informes sobre el mismo tema en una serie prolongada. Lo que no quiere decir que deba dejarse el tema de lado, aunque el seguimiento diario se vuelve más restringido.

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A modo de ilustrar mejor estas diferencias, presentamos aquí un breve cuadro con las características propias de cada medio: PRENSA GRÁFICA O ESCRITA

TELEVISIÓN

Permanencia material y temporal del trabajo

Fugacidad del trabajo

Lector lleva el ritmo

Editor determina el ritmo

Comunicación más racional

Comunicación más emocional

Documentos hablan

Documentos deben “actuar”

La palabra es el eje del trabajo

La imagen es el eje del trabajo

Periodista más inadvertido

Periodista más expuesto

Detalles abundantes

Seleccionar solo datos principales

Mayor posibilidad de seguimiento diario

Seguimiento más restringido

En síntesis, la investigación periodística televisiva mezcla cuatro elementos fundamentales: las imágenes, los sonidos (como el sonido del ambiente, la musicalización o incluso los silencios), los textos (las entrevistas propiamente y la narración oral periodística) y el ritmo (que está dado por la dinámica propia de la edición, el tono que se le pretende dar a la historia y el estilo del lenguaje audiovisual escogido). En la televisión también se plantea una mayor dependencia tecnológica y necesidad de trabajo en equipo (que mínimamente está integrado por un reportero-productor, un camarógrafo, un editor y un post-productor, sin hablar de los recursos humanos necesarios para la puesta al aire del trabajo).

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La elección del tema Pues bien, planteadas estas diferencias fundamentales ¿cómo escogemos qué temas investigar y difundir? El punto de partida obligatorio es la búsqueda de una historia de importancia pública, donde exista algún interés social perjudicado. Para ello, no es imprescindible que necesariamente el periodista deba buscar la gran investigación de su carrera profesional. A veces, los trabajos más reconfortantes se encuentran buceando en medio de temas que parecen intrascendentes. Para ejemplo está el caso de un par de personas que denunciaron haber sido engañadas por un instituto de computación que ofrecía supuestas becas de estudio pero que en realidad les cobraba a los alumnos varios insumos que éstos, bajo engaños, se comprometían a adquirir para no perder la “beca”. El caso derivó luego en una investigación periodística en la cual se demostró que había más de mil personas engañadas por los responsables del supuesto instituto, quienes resultaron estar 9 vinculados a redes europeas de narcotráfico. Es decir, no hay un caso pequeño para quien se anima a denunciar una injusticia o una ilegalidad ante un periodista; lo que existe es un periodista de visión pequeña, que subestima una historia por no ser ésta, a primera vista, tan atractiva ni rimbombante. La elección también está dada por la factibilidad de realizar la investigación desde el punto de vista económico y de la infraestructura que representará para quienes la realizan. Por ejemplo, uno puede tener los mejores datos sobre el tráfico de esclavas sexuales en Rumania pero es altamente improbable que algún canal paraguayo envíe a un equipo a realizar ese trabajo, salvo que exista algún interés muy específico en la historia. Grabar la historia y presentarla En el periodismo televisivo debe definirse de antemano cómo se contará la historia ya que el proceso de recolección de la información (grabación en video en exteriores e interiores) se plantea teniendo en cuenta esta perspectiva. Así, no existe más posibilidad para corregir algún error fundamental que volver a grabar el material cuando no refleja, conceptual o técnicamente, el espíritu del trabajo, ya que para comunicar el mensaje periodístico en televisión, la forma es casi o igual de importante que el fondo. Para ello debe existir una fluida comunicación entre los responsables del trabajo de campo (reporteros, productores, camarógrafos, sonidistas), de manera a minimizar el riesgo de errores. Esta definición del enfoque de la historia necesariamente pasa por delinear claramente quiénes son los personajes, principalmente los villanos. Y decimos villanos porque el Periodismo de Investigación se encarga de denunciar de manera concreta, no vaga y ambigua, a los responsables de actos ilícitos, inmorales, abusos, omisiones, y toda forma de comisión de perjuicios contra personas particulares o el patrimonio comunitario.

9. Para mayor información ingresar al siguiente enlace: http://www.abc.com.py/nota/condenas-de-3-anos-para-franceses-por-estafa-conbecas-de-estudio/

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También debemos investigar y controlar cuál es el interés que mueve a nuestras fuentes. Todas actúan por un interés: desde la persona que quiere difundir una actividad benéfica hasta aquella que quiere vengarse de alguien por algún motivo. Queda a cargo del periodista discernir cuáles son los intereses que se tejen detrás de cada denuncia y establecer si ellos contaminan o no la calidad de la información recibida. El Periodismo de Investigación va más allá de la denuncia y la contraparte. Es mucho más que un simple recuento; es una manera profunda de hablar sobre la realidad, identificando específicamente aquello que está oculto o fue ocultado. Un buen punto de partida también suele constituir un sano escepticismo de las versiones oficiales. Ver qué fuerzas están detrás de esas versiones, en qué contexto se dan, quiénes son los protagonistas públicos. Posteriormente llegará el momento de seleccionar el material, separarlo y dejarlo de lado. Una idea a asumir es que siempre vamos a poseer más material del que luego vamos a emitir. Por ello, pese a que resulte muy atractivo en alguna arista insospechada sobre un tema, deberemos centrarnos en el objetivo del trabajo, desechando aquello inservible para nuestros fines, tomando como referencia la importancia pública de lo que debe ser difundido. Técnicamente existen algunos principios básicos: el que las afirmaciones en la narración siempre deben estar complementadas visualmente; no puede haber contradicción entre lo que se afirma y lo que se ve. Si en la narración se denuncia una obra inconclusa, no podemos, por ejemplo, montar en la edición en ese instante, un edificio terminado. Son, quizás, recordatorios que podrían parecer obviedades pero que, increíblemente, siguen siendo necesarios, ante la cantidad de errores cometidos periódicamente. Si como parte del trabajo debe ser subtitulado, éste debe ser preciso pues equivale al entrecomillado de la prensa escrita. Un pequeño error contribuirá a la pérdida de credibilidad y dará argumentos para descalificar el trabajo a la o las personas afectadas, que se valdrán de un error, quizás mínimo, para intentar desprestigiar el trabajo investigativo. Un subtitulado correctamente presentado constituye una clara muestra de calidad. Y si hablamos finalmente de calidad, debemos decir que un material de mala calidad (grabación o fotografía nocturna, por ejemplo) puede ser incluido si es rico en valor periodístico. De lo contrario, no sirve; interfiere. Establecer comparaciones ayuda a fijar ideas. Los recursos cuestionables Ya venía siendo un logro dentro de este capítulo que habláramos de investigación televisiva sin hacer referencia a la cámara oculta. Es que se instaló la idea entre televidentes y, por qué no decirlo, entre muchos periodistas, de que las investigaciones periodísticas deben realizarse necesariamente con una cámara escondida para registrar in fraganti a los investigados.

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Y no es que desconozcamos la efectividad y el impacto de un recurso tan potente como el de la cámara oculta pero somos de los que reconocemos que muchísimos trabajos pueden realizarse sin este cuestionable recurso tecnológico. Cuestionable, porque también coloca en situación de deslealtad moral a quien luego presentará una denuncia periodística con las mismas características descalificadoras hacia la o las personas grabadas. En varias ocasiones hemos utilizado cámaras ocultas, que generan un gran efecto en la audiencia, pues registran irregularidades y abusos que no hubiesen podido ser documentados de otra manera. Pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre y por ello debemos reconocer que constituyen un golpe artero a quien o quienes luego señalaremos como desleales en su relación con otras personas. Al recurso de la cámara escondida se le suman varios otros tópicos de análisis dentro de las discutibles técnicas de investigación periodística. Una de las más habituales suele ser la de inventar personajes ficticios y situaciones: es decir, fingir una personalidad diferente para no espantar a la persona investigada y permitir la recolección de evidencias en su contra. Por ejemplo, hacerse pasar por interesado en adquirir material ilegal distribuido por alguien. Ello representa también una trampa para el investigado pero quienes defienden este recurso alegan que, de otro modo, hubiese sido imposible que la persona bajo sospecha terminara revelando su verdadera naturaleza. Una de las variantes de esta modalidad suele ser la de que el periodista asume el rol de víctima de una situación irregular y, por consiguiente, el riesgo físico, moral o económico que representa. A ello se agrega el error de que en el afán de querer obtener las pruebas contundentes que necesita una investigación periodística para respaldar sus afirmaciones y denuncias, muchos de los periodistas, o incluso víctimas reales, instigan a la comisión de delitos a la persona investigada. Algo que no solo es nuevamente cuestionable desde el punto de vista moral, sino que también puede serlo desde lo legal es toda una investigación que, con una denuncia muy legítima y sólida, apela a instigar a alguien a violar la ley que se dice defender. Los que defienden este recurso alegan que los periodistas no somos abogados y que nuestro trabajo no es para los tribunales sino para los medios y, por ende, para el público de los medios. Pero ya hemos hecho referencia a la lealtad y, en este caso, a la pregunta que cualquier persona haría utilizando el recurso más elemental, el sentido común: ¿Hubiese cometido este abuso el denunciado si no lo tentaban a hacerlo? Otro de los puntos de conflicto suele ser la utilización de material ajeno como parte de una pieza investigativa (fotos, videos, pinchazos telefónicos). Argumentando a favor se puede decir que si existe un interés público claramente en juego, se justifica la difusión del material cuya fuente original debe necesariamente estar identificada por el periodista. Quienes cuestionan este recurso tienen como principal argumento el hecho de que el periodista no estuvo presente durante la obtención del material, por lo que no puede certificar con plena certeza que haya sido manipulado maliciosamente, escapando así la posibilidad de tener un pleno control sobre el material difundido.

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Últimamente, incluso, se da el fenómeno cada vez más preocupantemente extendido, de que en el afán de ganar público principalmente en televisión y medios de Internet, se difunde una cantidad de material obtenido en la web sin controlar ningún detalle sobre la fuente de emisión original del material (fechas, lugares, responsables del trabajo difundido). El último de los recursos al que hacemos referencia en este recuento es una variable más suavizada de la cámara oculta: el grabar sin que el entrevistado lo advierta. Aún se recuerda el escándalo diplomático entre Uruguay y Argentina, luego de que el presidente uruguayo Jorge Batlle calificara de manga de ladrones a todos los argentinos. Batlle había dado una entrevista pero tras ésta, conversó informalmente con los periodistas quienes, 10 sin advertírselo, seguían grabando . Seguramente, alguien cuestionará al presidente por su imprudencia al hablar de ese modo, aunque no es menos cierto que el grabar las declaraciones de alguien sin informárselo, pese a estar conversando con periodistas, también representa una deslealtad. Casos de investigación - Material audiovisual de apoyo en el DVD adjunto al Manual Caso 1 – Extorsión a extranjeros Una de las prácticas de corrupción más habituales suele ser la de autoridades públicas que extorsionan a aquellos que no están en regla con la ley. El caso que presentamos es el de una familia de uruguayos que, debido al desempleo en su país, se vio obligada a emigrar a Paraguay. Al llegar, unos inspectores de migraciones le exigieron quinientos mil guaraníes, a cambio de concederles una visa como turistas para permanecer en nuestro país por noventa días. Vencido el plazo, fueron al mismo puesto migratorio y, por el mismo monto, consiguieron renovar la visa. Fue en la tercera ocasión que la familia se decidió a denunciar a los extorsionadores. La denunciante dijo que lo que la llevó a intentar desenmascarar a los inspectores migratorios extorsionadores fue el trato despectivo que recibieron de un par de ellos. Específicamente, escucharon que uno de los funcionarios le decía al otro en voz alta, con la intención de que los extranjeros oyeran, “éstos se cansaron de comer perro en su país y vienen a comer perro aquí”. Cargada de indignación, la mujer contactó con nosotros para hacer la denuncia. Tras escucharla y discutir cómo abordaríamos el tema, decidimos plantearle la posibilidad de hacer una investigación con cámara oculta. Los argumentos a favor de utilizar la cámara fueron que la que la llevaría sería la propia denunciante y que no crearíamos ningún personaje ficticio; que se haría en un lugar público y que no instigaríamos a ningún delito ya que simplemente ella iría a contactar a los extorsionadores, registrando el trámite que venían cumpliendo normalmente.

10. Para mayor información acceder al link http://edant.clarin.com/diario/2002/06/04/p-01201.htm

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Como argumentos en contra tendríamos lo siempre cuestionable de la cámara y que, además, la llevaría la propia denunciante, que fue convenientemente advertida sobre el riesgo, aunque mínimo, de que la descubrieran. La denunciante fue y registró las mismas conversaciones extorsivas de dos funcionarios hacia ella. El trabajo fue difundido, los funcionarios castigados y la familia consiguió sus papeles legales mediante la denuncia y el interés de las autoridades por facilitarles el proceso para acallar los cuestionamientos periodísticos. Caso 2 – La narcocaja fuerte de Beira Mar Esta historia surgió a partir de la publicación en un diario de un dato que me pareció llamativo. El dato hacía referencia a que el gobierno de Estados Unidos había puesto en una lista negra a un fiscal antidrogas, quien había sido luego viceministro del Interior: Carlos Cálcena. El informe me llamó la atención, sobre todo porque recordaba que solo seis meses antes, este fiscal había detenido a una serie de ciudadanos árabes en zonas fronterizas luego de los atentados del 11 de setiembre de 2001. Es decir, un operativo que debería haber agradado al gobierno estadounidense. Pero el fiscal estaba en una lista negra. El dato no cerraba. Tiempo después, al conversar con una fuente vinculada a operativos antidrogas, ésta me dio la pista. Me dijo que hubo varios procedimientos antidrogas “desprolijos”, que la DEA estadounidense estaba al tanto y que uno de esos procedimientos había sido dirigido por este fiscal, en el allanamiento a una estancia en Capitán Bado, donde fue detenido el narcotraficante Jaime Amato Filho, tesorero de la organización de Fernandinho Beira Mar. La fuente me dijo que, incluso, aquella vez desaparecieron varias cosas, entre ellas parte del contenido de una caja fuerte de la organización de narcotraficantes. Le pedí algún documento o evidencia para comprobarlo; me dijo que todo el procedimiento estaba documentado; prometió intentar conseguirme alguna prueba y me comentó que un colega periodista había hecho referencia a este caso en un libro que publicó sobre la organización de Beira Mar en Paraguay. Entonces empezó la recolección. Con los datos del libro busqué los documentos públicos en la Fiscalía y la DINAR (desaparecido órgano antinarcóticos de la Policía). Tanto en la Fiscalía como en la Policía, los documentos que hacían referencia al operativo registraban expresamente que la caja fuerte incautada en ese procedimiento no fue abierta en ese momento y que fue trasladada sin llave a Asunción. Incluso, un documento de la Fiscalía registraba que supuestamente la caja fuerte se abrió recién diez días después y que contenía poco más de diecisiete mil dólares, quince mil reales y un lote de joyas.

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Los datos reforzaban la sospecha: ¿por qué consignar expresamente que la caja fuerte no fue abierta en ese momento? ¿por qué esperar diez días para abrir una caja fuerte, cuyo contenido supuestamente era desconocido y pertenecía a la mayor organización de narcotraficantes en el país? El sentido común decía que al menos por curiosidad los investigadores la hubiesen abierto inmediatamente para ver si no encontraban algún elemento fundamental para la investigación. Paralelamente, la fuente consiguió un par de fotografías del procedimiento antidrogas. En una de ellas se veía al narcotraficante agachado frente a una caja fuerte; en la otra, una caja fuerte abierta. La fuente me aseguraba que las fotos habían sido tomadas durante ese operativo. Buscamos la versión de los responsables del procedimiento. El fiscal declaró que la caja fuerte no fue abierta en ese momento y que a él le constaba. El jefe policial, sin embargo, no fue tan específico y solo repitió varias veces que el fiscal era el responsable del operativo. Difundimos las fotografías. El fiscal declaró que eran trucadas, porque no correspondían a ese allanamiento. Todo indicaba que teníamos los datos correctos, pero era la versión de él contra la nuestra. Entretanto, buscamos al narcotraficante que en ese entonces ya estaba preso en Brasil, pero no conseguimos hablar con él. Vivimos un par de días de incertidumbre. Hasta que apareció una grabación. La misma fuente que consiguió las fotos, accedió a la grabación en video del allanamiento. De hecho, todos los procedimientos antidrogas son grabados por seguridad. En la grabación se veía claramente la caja fuerte abierta, exhibiendo lo que contenía en su interior. El fiscal ya no hizo declaraciones. La fiscalía solicitó copias del trabajo investigativo y llevó a juicio al ex viceministro del Interior y fiscal antidrogas, quien fue condenado a seis años de cárcel. El narcotraficante brasileño declaró ante la justicia de su país que la caja fuerte tenía unos 350.000 dólares, 140.000 reales y cinco kilos de oro; que le entregó la combinación al fiscal y al jefe policial y que, además, su organización pagaba periódicamente al policía para obtener protección. Alguno se preguntará, si hubo tanta gente ¿cómo es que esto no se denunció antes? Francamente, creo que lo único que ocurrió es que nadie se interesó hasta ese momento en recoger todas las piezas que estaban dispersas. Algunas ideas finales En la televisión paraguaya hemos visto en los últimos años una serie de materiales periodísticos presentados bajo el rótulo de trabajos de investigación periodística, aunque en realidad constituyeron investigaciones de la Fiscalía acompañadas por periodistas o, incluso, paquetes armados de denuncias sobre algunos temas puntuales. Presentarlos como trabajos propios es un engaño al televidente.

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Una investigación ajena puede ser muy buena, pero no será nunca una investigación periodística. Puede tratarse, en todo caso, de una filtración o una denuncia anónima. En los trabajos de investigación, propiamente, el periodismo debe generar algún contenido desconocido hasta ese momento, porque estuvo oculto o fue ocultado. De otro modo, se convierte más bien en un recuento, que puede estar muy bien trabajado estética y conceptualmente pero que sigue siendo una recopilación de hechos anteriores. Y, finalmente, es importante recordar que no somos jueces, fiscales, ni policías. Cada uno tiene un rol específico. Nosotros también: somos PERIODISTAS que ayudamos a romper la cabeza de la gente, contribuyendo a generar una mayor conciencia social.

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El reportaje audiovisual en Paraguay Manuel Cuenca* La arrolladora fuerza del lenguaje audiovisual es el núcleo de ese material, que nos introduce al cautivante mundo de la imagen y su desarrollo en Paraguay. Bucea en la historia con antecedentes lejanos de los reportajes audiovisuales a inicios del siglo veinte, la llegada de la televisión al país en 1965 y los revolucionarios cambios en este campo. Además, cómo hacer reportajes, informes para noticieros y las herramientas que debe conocer todo reportero. Vivimos en la era de la imagen. Una imagen que nos rodea, nos acosa, nos manipula. Terriblemente efectiva; es la máxima expresión de la civilización posmoderna. Sin embargo, basa su fuerza en el más antiguo lenguaje humano, incluso anterior al hablado: el lenguaje de lo gestual, del rito, de las máscaras, del vestuario, del relato representado, de la sugerencia, de la magia. Es un lenguaje que cautiva con su caleidoscopio visual y permite múltiples interpretaciones, además de una penetración al inconsciente, de la cual muchas veces estamos indefensos. Es por eso que el lenguaje visual tiene tanta fuerza; está ligado al inicio de las manifestaciones culturales del ser humano. Las culturas que poblaron inicialmente el actual territorio del Paraguay habrán llegado con su carga de rituales y representaciones, con un alto componente visual. Se cree que los actuales Aché son los descendientes de los primeros pobladores que llegaron a esta región alrededor de diez mil años atrás. Hasta hoy conservan el ancestral ritual del Tomumbú, un ritual guerrero, donde abundan los elementos visuales como pintura corporal, gorras ceremoniales y objetos simbólicos. En el actual Chaco paraguayo, los Yshyr, llamados Chamacocos por los pobladores no indígenas, practican aún sus rituales de iniciación a la vida adulta con profusión de vestimentas, máscaras, gorras, pintura corporal, música y danzas. En la época colonial, los eventos religiosos estaban rodeados de templos, altares y tallas de gran impacto visual para los nuevos catequizados. Las representaciones adquirieron su máxima expresión en las reducciones jesuíticas, donde en la plaza central se utilizaban actores, músicos y coro, con un impactante vestuario que aún se conservan en las listas de la administración y en algunos dibujos de los visitantes de la época.

*Manuel Cuenca es periodista de televisión, actor, documentalista y productor de cine. Nació el 25 de mayo de 1956, en Asunción-Paraguay. Se vinculó a la televisión en 1966, cuando tenía 10 años de edad. Es egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Católica de Asunción. Desde 1989, realizó más de 800 documentales  para la televisión paraguaya. Desde el  2001 al 2005  colaboró con el programa “El Mundo informa” de  CNN En Español. Recibió reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo 2000, Premio Impulsor de la Secretaría Nacional de Turismo 2010. Fue jurado de la Federación Internacional de Periodismo, del Fondo Nacional de Cultura (FONDEC) y del Premio Cabildo. Fue docente en la Universidad del Norte, la Universidad Católica y la Universidad Autónoma de Asunción. Es miembro de la Fundación Gente de Cine y asesor de cine del Centro Cultural de La República El Cabildo.

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Luego de la independencia, la era de los López incorporó lo visual al teatro y a las lujosas fiestas sociales de disfraces, registrados en el primer medio de periodismo escrito del país: El Paraguayo Independiente. Las fiestas populares eran ricas en danzas y los rituales religiosos estaban llenos de elementos visuales. En 1900 se realizan las primeras proyecciones cinematográficas y en 1905, se exhiben las primeras “vistas de actualidad” filmadas en Paraguay, el antecedente más lejano de los reportajes audiovisuales. Estos cortos están desaparecidos. Habrán tenido alrededor de 2 minutos por rollo filmado. Los periódicos de la época describen que se trataban de imágenes del Mercado Guasu, del desfile marcial del cuerpo de bomberos a cargo del Comandante González y vistas de multitud de personas entre las cuales se encuentra el presidente de la República y el ministro del Guerra y Marina. Eran formas primarias de relato de hechos, a través de una sucesión de elementos visuales en blanco y negro, sin relato, ya que el cine era mudo; quizás, sí con el acompañamiento de algún instrumento musical o pequeña orquesta. Podríamos decir con propiedad que estos son los primeros reportajes cinematográficos en la historia del Paraguay. Durante veinte años, extranjeros radicados en Paraguay o que pasaban largas temporadas en el país registraron lugares, pobladores de la época, incluyendo a indígenas, fauna y flora de esta región, además de acontecimientos políticos. Estas filmaciones estaban destinadas a su proyección en salas de cine o en instituciones científicas internacionales, dentro del nuevo género documental, donde predominaba la imagen del cine aún mudo. En 1925, por primera vez, paraguayos filman su propio país. Se trata de Hipólito Carrón, asistido por su sobrino preferido Agustín Carrón Quell, con solo doce años de edad. Adquirieron una cámara de cajón a manivela, con su pesado trípode, de miembros de una expedición europea al Chaco que había fracasado. En los años siguientes relatarán en breves filmaciones diversos acontecimientos políticos, sociales y religiosos del país, además de registrar los destrozos del ciclón de Encarnación de 1926 en un rollo de veinte minutos y el viaje de un grupo de boy scouts a Brasil, Uruguay y Argentina, en tren y en barco, en dos rollos de veinte minutos, incursionando ya en el mediometraje cinematográfico. Se conservan veinte rollos de ese valioso legado, que no se pueden proyectar, pues necesitan una urgente restauración. Dos rollos ya recuperados nos dan una idea del manejo que tenían del relato visual estos primeros cineastas paraguayos. Procesión dura solo un minuto pero en una sucesión de cuatro tomas nos muestra a la procesión de San Blas transitando sobre la calle El Paraguayo Independiente, desde el Oeste, al costado del Palacio Patri (luego local de Correos); un pelotón y banda militar marchando desde el frente Este al Arzobispado; una toma general de la procesión llegando a la Plaza de Armas y una cuarta donde el santo es conducido por la Plaza de Armas, seguido por los parroquianos y por el grupo de militares. Solo estas cuatro tomas demuestran cómo estos nóveles realizadores ya manejaban los principios del relato visual. Manifestación frente a la Escuela Militar y Congreso registra el desfile realizado en 1928, en protesta por la ocupación boliviana del Chaco. Tiene también como escenario a la calle El Paraguayo Independiente, al Palacio Patri y a la Plaza de Armas, con la incorporación del edificio del Congreso, ubicado en el solar del antiguo Cabildo. Con variedad de tomas describe a la multitud expectante, el discurso de un sacerdote, el presidente Eligio Ayala ubicado en un balcón y a las fuerzas policiales en el techo de su Cuartel Central. Desfilan militares, boy scouts, niñas de colegios religiosos, y obreros. Los antiguos automóviles se trasladan luego por la actual calle Alberdi hacia Palma, donde se relata visualmente la marcha de estudiantes

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y de mujeres, así como el paso de tranvías y ómnibus de la época. Esta filmación de cuatro minutos demuestra el avance que los nóveles cineastas tuvieron en cuanto al manejo del lenguaje cinematográfico, en estos primeros reportajes visuales hechos por paraguayos. Agustín Carrón Quell, a inicios de la década de 1930, se acerca a sus veinte años de edad. Ha crecido también como realizador y, ya sin su tío Hipólito, emprende numerosas filmaciones, entre las que se encuentran la llegada de prisioneros bolivianos a la batalla de Boquerón y la de prisioneros bolivianos durante la Guerra del Chaco. En la década de 1940 realiza el primer noticioso nacional de cine y la primera película con sonido óptico para una compañía petrolera estadounidense. Luego deja definitivamente su labor de cineasta, hasta su muerte, alrededor de 1990. Existen indicios de que los filmes de Agustín Carrón Quell se encuentran celosamente guardados en archivos de Paraguay y del exterior, esperando su restauración y exhibición al público de hoy. Solo así conoceremos cómo este prolífico realizador manejaba el relato cinematográfico, en lo que sería la más amplia producción documental paraguaya, base esencial del reportaje audiovisual nacional. Paralelamente, el doctor Juan Max Boettner realiza numerosas filmaciones sobre lugares, personajes y acontecimientos del Paraguay, desde 1939 hasta 1954. Las cuarenta horas de filmación aguardan restauración, parte de las cuales han sido digitalizadas, entre ellas las primeras filmaciones a color realizadas en Paraguay, aunque siempre sin sonido. Estos testimonios demuestran el manejo exquisito de diversidad de planos y de un relato meticuloso realizado en la misma filmación, sin ninguna edición posterior. El reportaje visual adquiere así una madurez admirable para los medios y conocimientos de la época. Todos estos antecedentes son muchas veces desconocidos en la formación de las nuevas generaciones de realizadores y periodistas, lo cual priva de un conocimiento importante en la historia de los medios en Paraguay y resta una contribución valiosa en el aprendizaje y análisis del reportaje audiovisual. En la década de 1930 se inician los primeros intentos de cine de ficción que se concretan con coproducciones, en la década de 1950. Sin embargo, aquí hacemos solo un recuento del cine documental y de los reportajes audiovisuales en televisión, tema que nos ocupa puntualmente en este recuento. En la década de 1950, en la naciente dictadura del General Alfredo Stroessner, se crea el Noticioso Nacional, que hasta1979 dará la versión oficial y la propaganda de este régimen autocrático. El Noticioso Nacional, en blanco y negro, ya incorpora el sonido, relato y música, incluso una excepcional filmación a color de la asunción al mando de Stroessner, en 1958. En la década del 60 llega la televisión a Paraguay y, con ella, los primeros noticiosos realizados en filme, que requerían de un apresurado rodaje y revelado, antes de su exhibición en la edición nocturna. En rollos de solo dos minutos, sin sonido y en blanco y negro, los camarógrafos deben relatar cada cobertura, sin errores posibles ya que no se realizaba alguna compaginación al interior de cada reportaje. El relato y la música se incorporaban en vivo, durante la emisión de los noticieros. Los profesionales provenían del Noticioso Nacional de cine, con práctica en el manejo del lenguaje visual y de los equipos de filmación en celuloide. Solo el sistema de Auricom permite grabar un sonido de mala calidad en una cinta magnetofónica adherida a la película destinada a la filmación. Los enormes y pesados equipos de video no se pueden sacar de los estudios y sirven para grabar algunos programas generados en el propio canal, o transmitidos desde exteriores a través de un sistema de microondas.

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También en la década de 1960 vuelve Guillermo Vera de España, donde había realizado estudios como realizador cinematográfico. Desarrolla espacios audiovisuales filmados para la televisión en película muda con relato y música, incorporados simultáneamente desde un grabador con rollos de cinta magnetofónica. Realiza además documentales de carácter turístico e histórico, con financiación del Estado y del Partido Colorado. En la segunda mitad del sesenta hace su aparición el grupo Cine Arte Experimental, encabezado por Carlos Saguier e integrado por Antonio Pecci y Jesús Ruiz Nestosa. Incursionan en el llamado cine experimental, utilizando un lenguaje documental de vanguardia con filmación en escenarios reales y la recreación de escenas campesinas en estudio, ante el férreo control de la dictadura stronista. Su obra cumbre es El pueblo. En la primera parte, una eterna procesión constituye el leitmotiv de la vida de un pueblo desde el amanecer hasta la noche, relatada en blanco y negro, con un sonido ambiental exquisitamente elaborado. La segunda parte, a color, muestra las extraordinarias bellezas del campo paraguayo y, sobre imágenes de tumbas, disparos, gritos y llantos que evocan la represión a los campesinos. El diario Patria sienta posición oficial de rechazo ante esta película, que no muestra los progresos del gobierno. Los realizadores esconden el material y se ponen a buen recaudo, para evitar ser llevados a los calabozos de la dictadura. Es el primer caso en que una obra audiovisual es motivo de reacción de los voceros del gobierno. En la década de 1970, Carlos Saguier debe limitarse a registrar los avances de la hidroeléctrica de Itaipú, en el campo de los documentales. En la década de 1960 se habilita la carrera de Ciencias de la Comunicación, iniciativa de la Universidad Católica en Asunción. Se empiezan a realizar películas que son destruidas luego de su revelado y exhibición, para evitar que caigan en manos de la policía que consideraría su contenido como subversivo. En 1973 se incorpora el primer equipo de video portátil de tipo doméstico, con rollos de cinta. Las producciones son borradas por la escasez de cintas y por miedo a la represión. El proyecto Marandú realiza documentales en película y video sobre las comunidades indígenas de Paraguay pero sus integrantes son apresados y el material se dispersa. En 1976 hacen su aparición los equipos industriales de video portátil en la televisión, que utilizan casetes. La cámara y el pesado grabador anexo, permiten realizar imágenes en exteriores y entrevistas con sonido directo de calidad. Estos equipos traen un abuso de largas entrevistas, con la inserción de algunas imágenes, primero en blanco y negro. Con el color se empieza a experimentar en 1978 y se consolida en 1982, paralela a la aparición del nuevo Canal 13. Aparece la figura del reportero de televisión, que se limita a entrevistas más que a informes. El lenguaje predominantemente visual de los noticieros, con apoyo de filmes, cede a un estilo más cercano al de la radio. Evanhy de Gallegos inicia su exitoso ciclo Reportaje al País que, con la utilización de los equipos portátiles de video ofrecerá durante años una exhaustiva revista de los rincones más apartados del país, en sesenta minutos por semana. Gregorio López Grenno realiza filmaciones sobre arte popular paraguayo. Experimento sicológico, un día en el Hospital Neurosiquiatrico, de Ray Armele y Manuel Cuenca, obtiene el primer premio internacional a un documental paraguayo de televisión.

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Cursos realizados en el exterior y organizados en el Paraguay permiten la incorporación del llamado formato industrial de reportajes de televisión, donde se intercalan segmentos de imagen y de relato con entrevistas breves y apariciones del reportero. Este formato alcanza mayor madurez luego del golpe de estado de 1989, que pone fin a la dictadura estronista y que marca la aparición de nuevos canales de televisión como Telefuturo y Red Guaraní. Desde 1994, Manuel Cuenca realiza más de 800 documentales y documentales ficcionados, en el mayor volumen de reportajes televisivos producidos por un solo director. La duración de los materiales oscila entre los 5 y los 30 minutos, últimamente recopilados en programas de una hora y largometrajes de 90 minutos. La temática abarca personajes, lugares, festividades e historia del Paraguay, en un recorrido inusual por toda la geografía del país. Ya en el siglo veintiuno, Renate Costa dirige Historias del camino, una serie documental sobre los lugares históricos del Paraguay, con la conducción de Jorge Rubiani. En 2011, los reportajes especiales del autor de este artículo dejan de emitirse ante una conjunción de factores políticos y empresariales, que producen la renuncia del realizador, debido a su inconformidad con la nueva línea editorial del canal que emite su espacio. Con el inicio de la segunda década del siglo veintiuno, el mejoramiento de la forma trae sin embargo una disminución de la calidad del contenido. El creciente empobrecimiento de la línea editorial de los canales de televisión da lugar a materiales informativos alienantes, que destacan solo aspectos negativos del gobierno y de los sectores políticos. Es una actitud aparentemente paradojal, que tiene como objetivo mantener la concesión de sus licencias y su poder en las decisiones nacionales. Paralelamente, con la aparición de los sistemas digitales se está desarrollando una importante corriente de documentalistas, formados en el país y el exterior, que tienen un gran dominio del lenguaje visual, muchos de los cuales accederán a grandes sectores de la población, a través de la nueva TV Pública. Reportaje audiovisual para televisión - Material audiovisual de apoyo en el DVD adjunto al Manual Los informes audiovisuales tienen varias modalidades que se aplican en las cadenas de televisión de amplios recursos como en los más sencillos canales locales de pequeños centros urbanos. Todo depende de los recursos técnicos de que se disponga y del tiempo que medie entre el la cobertura y la emisión al aire. El más simple de los informes es aquel en el cual el periodista aparece en un breve informe en cámara, en un plano fijo con el escenario del hecho de fondo. Una variante es aquella en la cual la cámara realiza un paneo para describir lo que el reportero informa. Otra, es esa en la cual se intercala una introducción del periodista, una breve entrevista a un protagonista del hecho y un cierre a cargo del reportero. Todas estas modalidades pueden hacerse en vivo o ser pregrabadas. En este último caso no es necesario simular que es un informe en directo. Simplemente el presentador puede introducir diciendo: tal reportero estuvo en tal lugar y nos informó de este tema, e incluso iniciar con la expresión “Más temprano…”. 

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Otra modalidad es la presentación en vivo de informaciones con apoyo de imágenes y de entrevistas previamente grabadas. Finalmente se encuentran los reportajes televisivos grabados que combinan relato, imágenes, entrevistas y apariciones del reportero, montados en un proceso de edición.  Se ha desarrollado un formato industrial que facilita la realización de este tipo de reportajes. En todos los casos, el proceso de realización tiene tres etapas esenciales: la preproducción, la producción y la posproducción. Cada una de ellas se ejecuta por escrito o se manejan como procesos mentales de realización, dependiendo de la simpleza o complejidad de la modalidad utilizada. Preproducción Es el proceso previo al rodaje, desde que se considera la posibilidad de realizar un reportaje hasta el momento previo a la salida para el rodaje. Calidad– rating– ventas Una buena selección del tema y una historia bien contada tienen rating y producen ventas. No solo el rating es tenido en cuenta por los auspiciantes, quienes más bien chequean sus ventas y, de acuerdo a eso, contratan los espacios publicitarios. Un equilibrio en el tratamiento de las noticias produce una asociación positiva con el producto central, que es el canal de televisión junto con el informativo o el programa periodístico y, además, con los productos que ofrecen los auspiciantes. El marketing comprueba que la asociación de los productos con imágenes excesivamente negativas trae consigo, a la larga, la disminución de las ventas y el retiro de auspiciantes. Hay una creencia generalizada de que los reportajes policiales son los que despiertan mayor interés de la audiencia. Sin embargo, estudios de mercado a nivel internacional han confirmado que el público prioriza su atención hacia los temas de salud (descubrimientos en cuanto a enfermedades y diagnóstico, y avances en nuevos tratamientos y tecnología aplicada a la medicina). Las investigaciones de audiencia indican que los temas que despiertan menor interés en la audiencia son los referentes a las “oficinas cerradas”: Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.      Desde el inicio del proceso es conveniente habilitar carpetas en la computadora de mesa o portátil, además de un block o cuadernos de apuntes accesibles en todo tiempo y lugar, donde se registren los detalles del proceso. Enfoque general de los reportajes Consiste en establecer un criterio general previo, que sirva de guía a todo el proceso. No es conveniente iniciar la realización de un reportaje sin saber qué es lo que queremos lograr y cómo lo haremos. Aunque se produzcan cambios durante el rodaje, ya se cuenta con una base inicial.   Selección de temas y duración Estudios de audiencia, de rating y la experiencia señalan cuál será la mejor elección. Muchas veces, el público prefiere lo conocido, al igual que el niño desea que se le relate el mismo cuento varias veces. Sin embargo, va creciendo en su capacidad de lectura de los productos audiovisuales y en sus focos de interés, por lo cual hay que estar atento a esas variaciones. Los realizadores también pueden ir proponiendo cambios en la estructura y el lenguaje au-

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diovisual, predispuestos a hacer retrocesos o avances de acuerdo a la reacción del público, expresada en los comentarios de calle, el rating y las ventas. Se debe ir planteando nuevas propuestas, conscientes de que es un proceso en el cual el público aprende a consumir lo que se le brinda, pues “no se ama lo que no se conoce”. La característica de los temas determinará también su duración al aire. Hay reportajes que tendrán menor duración, adecuados para los noticieros diarios, mientras que otros se prestarán para una mayor duración, aplicable a los reportajes especiales o programas de documentales. Todos los temas pueden ser abordados con éxito de audiencia, siempre que se tenga en cuenta un buen manejo de los recursos del lenguaje audiovisual. Estructura dramática: exposición, nudo, desenlace Es fundamental para lograr una narración que mantenga el interés del espectador. En la exposición se presentan los personajes, el lugar y el tema. En el nudo, el conflicto central de la historia. El desenlace, que es breve y contundente, puede ser feliz, trágico o abierto. Habitualmente se utiliza este orden, pero si la estructura está bien hecha, se lo puede alterar. Como en las Matemáticas, donde “el orden de los factores no altera el valor del producto”. Un reportaje puede iniciarse con el nudo, seguido de la exposición y el desenlace. También se puede comenzar con el desenlace y luego desarrollar la exposición y el nudo, seguido de una síntesis del desenlace. En un reportaje breve podemos manejar un solo nudo, mientras en los reportajes más complejos utilizamos más personajes, lugares, temas y conflictos.    Protagonista-antagonista En toda historia, hay quienes quieren lograr algo y otros que se les opone. En las telenovelas tradicionales, la protagonista es una joven del campo que se traslada a la ciudad a trabajar como empleada doméstica. Allí se enamora del hijo del patrón. No existiría una estructura dramática si en los 200 capítulos ella solo está enamorada. Deben presentarse uno o varios conflictos, al igual que uno o más antagonistas. Retomando el caso de la telenovela clásica, aparece la madre del hijo del patrón, su ex novia y otros antagonistas que se oponen a la relación.   Finalmente, la historia tendrá un desenlace, tradicionalmente feliz, trágico en versiones más actuales e incluso abierto, especialmente si se desea realizar una segunda temporada.       Trabajo de campo En producciones más ambiciosas, durante la preproducción se realizan visitas a los escenarios posibles para investigar y enriquecer las historias y localizar personajes, registrando el proceso por escrito, en fotografías e incluso con filmaciones en formatos no profesionales.    Pre guión Es la estructura previa, abierta a cambios durante el rodaje. En el caso de reportajes breves puede tratarse de apuntes en la libreta de coberturas. En producciones más ambiciosas debe hacerse por escrito para facilitar los pasos siguientes de la realización. Existen diferentes formatos que pueden encontrarse en publicaciones o sitios de Internet.     65

En los reportajes breves, el esquema del pre guión puede ser escrito incluso en el móvil durante el desplazamiento hacia la cobertura. Incluye el texto de la exposición, luego de la cual se puede incluir un segmento de entrevista. Después va el texto que corresponde al nudo, seguido de otra entrevista. Finalmente va el desenlace, distribuido en un segmento final de texto e imágenes y el stand up final.   La participación en cámara recibe la denominación internacional de stand up, que significa estar de pie, ya que la mayoría de las veces se la realiza parado. En nuestro país se denomina copete, prestando un término de la prensa escrita, donde se llama así al resumen de la noticia que va entre el título y el cuerpo de la información.     En la mayoría de los casos, el stand up va al final del reportaje, generalmente con la proyección a futuro de la información. Va en el medio, como una transición de un aspecto a otro de la información. En reportajes editados no se lo utiliza al principio, para evitar la monotonía del rostro del presentador, seguido de la figura del reportero. Sin embargo, el reportero aparece desde el principio en las formas primarias de informes grabados exclusivamente en cámara, que contengan o no utilicen paneos con imágenes o entrevistas breves; también, en la presentación en vivo de informaciones con apoyo de imágenes y de entrevistas.      Plan de rodaje Es el desglose o clasificación de secuencias a ser filmadas y preparación de una lista de equipos que se utilizarán durante la producción y la posproducción. Lo más obvio siempre se puede olvidar: baterías, casetes, chips, block de notas o un bolígrafo. Se puede hacer una simple lista en el bock de coberturas o llenar l formularios estandarizados más detallados para producciones más complejas, donde se discriminan las secuencias, personajes, escenarios, equipos de rodaje, transporte, alimentación y otros recursos requeridos.   Producción Es el proceso de rodaje en sí, realizado en las locaciones donde transcurren los hechos que fueron seleccionadas por su importancia en la historia de una realización.   En un reportaje breve, la relación con sitios y personajes será más fugaz. En los especiales o documentales conviene una relación previa al rodaje o más prolongada durante la realización, a fin de lograr un mejor conocimiento de historia y lugares y una mayor confianza de los entrevistados.   Rodaje: planos recomendados Cada plano tiene su propio lenguaje. Un plano general o un paneo son generalmente descriptivos; un primerísimo primer plano revela los sentimientos profundos de una persona. Es fundamental conocer la significación de cada tipo de plano para realizar un relato visual efectivo. En cada región, país o idioma hay variaciones en la designación de los nombres de los planos, por lo cual es importante ponerse de acuerdo en la nomenclatura que se utilizará para evitar confusiones o malentendidos. Reportero, entrevistado y apariciones en cámara Lo ideal es lograr empatía con los entrevistados y comunicación adecuada con el público. El diccionario de la lengua española define a la empatía como “identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”.  El término proviene de antiguos vocablos griegos que significan “en el interior de” y “sufrimiento, lo que se sufre”. La empatía es llamada

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también en la Teoría de las Inteligencias Múltiples, de Howard Gardner (1995), la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. El reportero debe desarrollar un genuino interés, o por lo menos una actitud respetuosa, hacia sus entrevistados. Es importante que mire a los ojos del entrevistado, siga atentamente sus declaraciones, exprese corporalmente sus emociones auténticas y no se distraiga con lo que sucede o con lo que le dicen a su alrededor, a menos que se acerque un tsunami. Cuando se disponga de más tiempo, reportero y reporteado pueden tomar asiento para mayor comodidad, y para evitar que se salgan fácilmente del encuadre de la cámara. Gloria Rondero (2006) define la empatía como “la capacidad que tiene el ser humano para conectarse con otra persona…”, y para “compartir sus sentimientos e ideas de tal manera que logra que el otro se sienta muy bien con él”, o con ella. Una actitud receptiva permitirá profundizar la entrevista, ya que la otra persona se sentirá más cómoda. Empatía no significa que estemos de acuerdo con la conducta o con lo que el entrevistado expresa.  Se puede estar totalmente en desacuerdo, sin dejar de ser empático y respetando su posición, aceptando como legítimas sus propias motivaciones. El timer de la cámara puede ser ajustado a la hora del reloj o celular del  periodista para que éste anote, durante la entrevista, los puntos resaltantes que podría usar en la edición final. Cuando el reportero o la reportera graban una participación en cámara también deben comunicar lo que dicen con una actitud relajada, dirigiéndose al frío lente de la cámara como si estuvieran hablando a una persona en particular. La comunicación no se basa solo en lo verbal. Las actitudes corporales, la mirada, los gestos, la entonación, el volumen de voz y el silencio transmiten mucha información. Para el reportero es fundamental la utilización de un block o un cuaderno de coberturas. Preferentemente, debe ser  de tapa dura o plastificada para evitar las “orejas de burro” en los extremos de las hojas. Los espirales de metal o plástico permiten doblar el cuaderno y manipularlo con facilidad, a fin de evitar la imagen tipo predicador con Biblia en mano, impresión que produce cuando el periodista tiene una agenda tradicional que se puede abrir, pero no doblar en dos. Posproducción Es el proceso posterior al rodaje. Découpage Eduardo A. Russo (1998) describe este paso como: “En francés, ‘découper’ significa trozar…; remite directamente a lo que hacen los carniceros al convertir una media res en todos esos complejos cortes que en cada país reciben nombres diferentes y complicados (como ocurre con los planos cinematográficos), siempre propicios al malentendido”. La acepción de découpage que utilizamos aquí y descripta por Russose refiere a la partición en planos y encuadres a posteriori, en el interior de una secuencia, para su mejor observación. Sobre la base de las filmaciones, se realiza una lista de las tomas obtenidas. A esto puede acompañar el desgrabado de las entrevistas. Puede ser un proceso posterior detallado y escrito, en el caso de reportajes especiales o documentales, o apuntes realizados durante  o después del rodaje, en el caso de reportajes breves para noticieros.

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Guión final Es el texto del relato y de los segmentos de los entrevistados. En los reportajes breves, el guión final puede ser escrito incluso en el móvil durante el regreso de la cobertura. No debemos olvidar que incluye el texto de la exposición, luego del cual se puede incluir un segmento de entrevista. Después va el correspondiente al nudo, seguido de otra entrevista. Para concluir se ubica el desenlace, distribuido en un segmento final de texto e imágenes y el stand up de cierre. Se recomienda que en los reportajes breves los segmentos de entrevistas no superen los diez segundos, de manera a no disminuir el interés del espectador. No es bueno unir dos entrevistas, a menos que sean de puntos de vista enfrentados, o muy necesarias para enfatizar el contenido de la historia. En reportajes de mayor extensión se pueden incluir segmentos más largos de entrevistas, pero sin llegar a un extremo en el cual los espectadores cambien de canal. Debemos recordar que no se recomienda utilizar el stand up al principio, en reportajes editados. Es más efectivo utilizarlo al final o en medio del reportaje como transición entre las partes. Grabación del relato En el relato en off, o fuera de cámara, debe realizarse una interpretación acorde con el tema del reportaje. Sin embargo, debe evitarse la sobreactuación, en la cual se exagere con un tono dramático o excesivamente informal. El relato también debe buscar empatía con la audiencia, lo cual  es fundamental para una adecuada comunicación. La empatía es parte de nuestra conciencia social, que permite apreciar los sentimientos y necesidades de los demás, dando pie a la calidez emocional, al compromiso y la sensibilidad. No es un don con el que se nace, sino que se puede desarrollar y potenciar. Edición Es el empalme de la imagen y el sonido las tomas y de los segmentos de entrevistas para lograr el efectivo relato de una historia. Es la parte definitoria en la realización de un reportaje. Una buena filmación puede ser arruinada por un mal montaje. Mientras que las falencias de un rodaje pueden ser compensadas por una buena edición. La implementación del montaje en las películas de principios del siglo veinte dio nacimiento al verdadero relato cinematográfico. La televisión lo adoptó en mayor o menor medida luego del nacimiento de este nuevo medio de comunicación, en la década de 1930, y la implementación de sus transmisiones regulares, tras la Segunda Guerra Mundial.   En canales locales de cable, la edición puede correr a cargo del mismo camarógrafo/reportero, que realiza ambas funciones al mismo tiempo. También puede correr a cargo del reportero o el camarógrafo si estas funciones están designadas a dos personas diferentes. En las estructuras más complejas de producción, existen editores especializados que realizan la tarea de montaje con la presencia del periodista y el camarógrafo. En caso de que estos últimos no puedan estar presentes, es fundamental el guión definitivo donde figura el texto, sugerencias de imágenes, los segmentos de entrevistas y la ubicación del stand up o aparición de los reporteros en cámara.

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Efectos especiales Tienen una función similar a la de los signos de puntuación en los textos escritos. Se debe usarlos de acuerdo al significado de cada uno; no en forma indiscriminada sin conocer sus códigos. Por algo, en el lenguaje cinematográfico se los denomina efectos especiales. No es para emplearlos todo el tiempo, sino en casos especiales, cuando sean indispensables. Una cortinilla, un barrido, que reemplaza una imagen por otra, tiene valor similar a una coma. Un fundido encadenado, cuando una imagen reemplaza gradualmente a otra, equivale a un punto y seguido. Un fundido a negro, cuando la imagen se desvanece en la oscuridad y luego surge otra, tiene el significado de un punto y aparte. Si usamos los efectos sin conocer su valor, lograremos un lenguaje audiovisual con signos de puntuación ubicados fuera de lugar. Fundidos constantes frenarán a cada rato el relato, como un auto que “zoquea” a causa del mal combustible o las bujías sucias. El grado superior de maestría en la edición cinematográfica se da cuando se utilizan solamente cortes directos. Titulación Aportan los datos básicos que ubican lugares y personajes. Deben ser breves sin ser confusos. No deben repetir innecesariamente lo ya se ha dicho en el relato, a menos que eso sea indispensable. También el tamaño, el color y los zócalos (el recuadro donde van los títulos) deben ser utilizados con estética, sin que ensucien innecesariamente la pantalla. Emisión La transmisión otorga una connotación propia a cada reportaje. No es lo mismo ver un producto audiovisual en la isla de edición, que durante la emisión dentro de un programa. En este último caso, se está en un ámbito distinto, esperando el horario, con cortes comerciales y el orden correspondiente dentro de la rutina del programa. Mirar la emisión nos próxima también a la visión de los espectadores y a los pensamientos y sensaciones que el material provoca en la audiencia, además de las distracciones a las cuales se ve sometida en el ámbito donde ve el programa. No es por mero narcisismo que un equipo que realiza reportajes debe ver su nota al aire, sino para tener una noción más acertada del carácter que adquiere en su emisión. Evaluación Utilizando conceptos en boga en la educación actual, en esta etapa se determinan las fortalezas y debilidades de un reportaje. Se debe ser lo suficientemente crítico con el trabajo propio, sin exagerar virtudes ni defectos. No porque el espectador no advierta muchos detalles, dejaremos de buscar lo óptimo. Las opiniones de los espectadores, familiares y colegas también serán importantes, pero dentro del marco que corresponde a cada sector. El profesional de los medios aprenderá a separar la paja del trigo, en cuanto a las opiniones y seguir el rumbo de los cambios de gusto y evolución del público, sin quedarse atrás ni dejar de ofrecer nuevos desafíos del lenguaje audiovisual para la teleaudiencia. Un buen trabajo no solo pondrá al aire un reportaje eficaz sino también proporcionará continuidad en el trabajo y un buen prestigio al profesional de los medios.

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Conclusiones Luego de pasar revista a todos estos pasos, nos damos cuenta que no es sencilla la tarea de construir un reportaje o un documental. Sin embargo, la mayor parte de este proceso lo hacemos cada día casi por reflejo, sin detenernos a escribirlo en su totalidad. Ésta es una buena razón para que, de vez en cuando, reflexionemos sobre la práctica y revisemos las conclusiones teóricas a las cuales se ha llegado en este maravilloso camino que seguimos cada día para comunicar infinidad de historias a miles y –muchas veces- millones de personas. En numerosas ocasiones se sobrevaloran los aspectos formales de los reportajes y la pinta de los reporteros, ya que la televisión es un medio predominantemente visual. Pero, es el oficio, el saber contar una historia, lo que hará que los profesionales y sus obras permanezcan en el tiempo.

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Derecho a la Información y límites legales Miguel H. López “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. (Artículo 19. Declaración Universal de los DDHH) El ejercicio del periodismo requiere información sobre las herramientas jurídicas que rigen la profesión. Leyes que protegen pero que también coartan. Las diferencias entre el derecho a la información y el derecho de la información. La libertad de expresión como derecho fundamental de la sociedad más allá de los medios de comunicación. Las normas sobre calumnia, difamación e injuria ¿protegen o coartan? La arquitectura legal en Paraguay. Aclarando conceptos Frecuentemente se escucha decir de modo indistinto Derecho a la Información y Derecho de la Información. Tanto no legos como profesionales caen con frecuencia en esta trampa del uso de la frase. Comencemos aclarando que no son lo mismo. La primera es el bien o derecho que se protege, y la otra es el sistema de normas que protege ese bien o derecho. El Derecho de la Información constituye todo el sistema de normas del derecho positivo (escrito) que aborda y refiere al Derecho a la Información. En el caso paraguayo partimos de los artículos de la Constitución Nacional que hablan de la materia. Luego pasamos a los tratados y convenios: la Convención Americana de DDHH o Pacto de San José de Costa Rica y sus correspondientes declaraciones y ampliaciones desde la Comisión Interamericana de DDHH (incluyendo las sentencias de la Corte Interamericana de DDHH, aunque no sean vinculantes para la jurisdicción local) y los demás códigos, leyes, decretos leyes, decretos, resoluciones, ordenanzas, etc. que tengan que ver con el tema. El Derecho a la Información es ese principio que le concede a cualquier persona la capacidad de obtener o difundir información o ideas. Es el derecho a alcanzar, a satisfacer su necesidad de recibir, procesar y difundir ideas, datos, etc. por cualquier medio, soporte o expresión. Como decíamos, este es el bien que se protege en las leyes al respecto. Para las tareas del periodismo en particular, este es un tema capital, en especial para quienes desarrollan sus labores dentro del llamado Periodismo de Investigación, por existir en esta tarea mayores niveles y posibilidad de riesgo al principio del Derecho a la Información sintetizado en el principio denominado Libertad de Expresión.

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Este derecho está instituido como inherente, irrenunciable, imprescriptible e indisoluble de la persona, además de ser anterior y superior al Estado. Forma parte de los Derechos Humanos, ya desde su primera generación, también llamados derechos de Poder, que fueron instituidos en los derechos civiles y políticos (López, 2002). Pertenece a los políticos, que incluyen la libertad de pensamiento y expresión, el derecho a interposición de recursos ante un Poder Judicial independiente, la participación en la vida política del Estado y la democracia. Fueron proclamados para limitar las atribuciones del Estado, defender el derecho a la vida, a la integridad, y a la libertad física y de pensamiento. Libertad de expresión La libertad de expresión es un derecho humano fundamental, inalienable inherente a todas las personas y un requisito indispensable para la existencia de una sociedad democrática. Su vigencia permite desarrollar el conocimiento y la profundización de las demás libertades públicas y privadas en un Estado de Derecho. La Corte Interamericana la había definido como “piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública… Es, en fin, condición para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada. Por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está bien informada, no 11 es plenamente libre” . La libertad de expresión es, por lo tanto, un derecho no solo de los individuos, sino de la sociedad misma. Es importante, además, explicar que la libertad de expresión posee dos partes: la activa y la pasiva. La activa tiene que ver con la capacidad de las personas de buscar, procesar y difundir información e ideas o pensamientos; en tanto, la pasiva encierra el derecho de recibir información e ideas de otros a través de cualquier medio disponible, sin limitaciones más que las establecidas en las normativas para el mejor aprovechamiento y respeto del principio en cuestión. Debemos aclarar, no obstante, que la libertad de expresión no es un derecho de único usufructo de los medios de comunicación y de los periodistas, como se cree generalmente en las sociedades occidentales. Es un derecho extensivo a todos los grupos humanos, sin distinción alguna y abarca las expresiones artísticas, culturales, sociales, religiosas, políticas o de otra naturaleza. Por esa razón, al producirse una restricción ilegal a la libertad de expresión de un individuo no se está conculcando solo su derecho, sino que también se está violando el derecho de todos los individuos a recibir informaciones e ideas. Así, se puede afirmar que tiene alcance y carácter especiales, poniéndose en evidencia la existencia de dos dimensiones de la libertad de expresión. Una, que implica el que nadie sea menoscabado o impedido de manifestar su propio pensamiento, que se traduce en un derecho de cada individuo y, la otra, que encierra un derecho colectivo a recibir cualquier información y a conocer la expresión del pensamiento ajeno. Legislación principal Con frecuencia, en la tarea del Periodismo de Investigación el trabajador de prensa encuentra dificultades para el acceso a información existente en fuentes públicas. De igual manera, y como consecuencia de sus publicaciones, es objeto de presiones, persecuciones, amedrentamientos, coacciones, censura, intentos de soborno o juicios por difamación, calumnia e injuria 11. Corte Interamericana de Derechos Humanos, La Colegiación Obligatoria de Periodistas (Arts. 13 y 19 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985. Serie A Nº 5, párr. 47-48. Anexo A.

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grave. Todas estas acciones afectan a la libertad de expresión, cuya manifestación extrema es el asesinato de periodistas. Para contraponerse a estos actos de ataque o para salvaguardar los derechos, la legislación paraguaya tiene numerosas disposiciones y mecanismos jurídicos, que representan avances valiosos en la defensa de este principio. La Constitución Nacional Todo empieza por el artículo 26 de la Ley madre, la Constitución Nacional, aprobada en julio de 1992.Este punto desarrolló el carácter activo de la libertad de expresión. Art. 26 De la Libertad de Expresión y de Prensa. Se garantizan la libre expresión y la libertad de prensa, así como la difusión del pensamiento y de la opinión, sin censura alguna, sin más limitaciones que las dispuestas en esta Constitución; en consecuencia, no se dictará ninguna ley que las imposibilite o las restrinja. No habrá delitos de prensa, sino delitos comunes cometidos por medio de la prensa.

Este postulado constituye una herramienta jurídica ponderable. Al tiempo de garantizar la libertad de expresión y de prensa (ésta, un modo de ejercicio de ese mismo principio), así como la difusión del pensamiento y la opinión pone una condición insoslayable: la de que no habrá ningún tipo de censura que impida ejercer tales libertades, remitiendo solo a límites posibles, si éstos se encuentran establecidos en la misma Carta Magna. No admite ninguna otra ley al respecto. Ello, sin embargo, no significa que una publicación infamante impida generar acciones posteriores quienes eventualmente se sintieran afectados por aquella. Las leyes también garantizan el derecho de recurrir a quienes se sientan afectados en su derecho particular. El artículo se desdobla en su última enunciación y dispone uno de los respaldos jurídicos más importantes que tienen los medios para protegerse; la figura de delitos cometidos a través de la prensa, derogando cualquier posibilidad de que las acciones vayan en contra del propio medio, con lo que desaparece la figura del delito de prensa. No obstante, si las publicaciones no tienen identificado al autor, es responsable personal el director del medio ante cualquier acción. En su artículo 28, la Carta Magna se ubica en el carácter pasivo de la libertad de expresión y lo desarrolla incorporando figuras jurídicas capitales en materia de protección de este principio. Su enunciación y formulación remiten su alcance preponderantemente a los medios de comunicación masivos. Art. 28. Del Derecho a Informarse. Se reconoce el derecho de las personas a recibir información veraz, responsable y ecuánime. Las fuentes públicas de información son libres para todos. La ley regulará las modalidades, plazos y sanciones correspondientes a las mismas, a fin de que este derecho sea efectivo. Toda persona afectada por la difusión de una información falsa, distorsionada o ambigua tiene derecho a exigir su rectificación o su aclaración por el mismo medio y en las mismas condiciones que haya sido divulgada, sin perjuicio de los demás derechos compensatorios.

En su primer párrafo habla del carácter y contenido del material que deberá recibir la persona en función de receptora/perceptora. Se habla aquí de conceptos de veracidad, de responsabilidad y de ecuanimidad. La veracidad es el nivel al que pueden llegar los trabajos periodísticos en su búsqueda de reflejar y construir realidad. Es esa posibilidad que debe tener el

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hecho que se cuenta de ser verificado, revisado, constatado. Los hechos, detalles, personas de los que se habla debieron existir realmente y del modo en que se los presenta. Se aplica preferentemente a los géneros que tienen como fundamento la información, no la opinión. Con relación a la responsabilidad, no hace distinción al tipo de narrativa periodística. Abarca tanto lo noticioso como lo opinativo y/o interpretativo. Toda tarea de informar exige como presupuesto elemental la responsabilidad, tanto en la búsqueda como en el procesamiento y posterior difusión de contenidos informativos. Este concepto va de la mano con la ética profesional necesaria del periodista, el deber ser de la profesión. La ecuanimidad refiere a que la noticia que se reciba debe tener un tratamiento equilibrado, con todas las aristas del caso y con la versión de todos los afectados e involucrados en el acontecimiento. Apunta a eliminar los sesgos, los parcialismos, la manipulación y la censura previa para permitir un resultado ecuánime, equitativo. En su segundo párrafo, este artículo constitucional delinea claramente el derecho de libre acceso a información de organismos públicos o, en su defecto, archivos privados donde haya documentos referentes al uso de dinero público por contratación del Estado. El cumplimiento de este principio permite el disfrute pleno de la libertad de expresión y contribuye a incrementar la transparencia en la gestión del gobierno. Este derecho se complementa de forma muy estrecha con el principio de publicidad y transparencia de los actos de gobierno. Efectivamente, el derecho de acceso a la información en poder del Estado es uno de los fundamentos de la democracia representativa. Así, en un sistema de este tipo, los funcionarios públicos son responsables ante la ciudadanía que confió en ellos su representación política y la facultad de decidir sobre los asuntos públicos. Además, se debe considerar que la información que el Estado utiliza y produce se logra con fondos provenientes de los impuestos que pagan los ciudadanos. En su último párrafo, el artículo 28 introduce la figura del derecho a réplica, contestación o rectificación. Plantea, incluso, el modo en que deberá de una u otra manera un medio responder en caso de reclamo de una persona afectada por una publicación. El derecho de rectificación, contestación o respuesta está intrínsecamente relacionado con el de la libertad de expresión, porque su ejercicio es la reacción a una manifestación de ideas u opiniones que encierra el derecho de emitir la propia opinión o pensamiento, a manera de réplica, sobre otros iguales que le atañen directamente y que ya fueron expresados. Ésto, sin olvidar el derecho de la sociedad a conocer esa expresión de ideas y pensamientos manifestados como réplica, reproduciéndose de esta manera en el derecho previsto en la Constitución y leyes sucedáneas, en cuanto a las dos dimensiones propias de la libertad de expresión1 (buscar, procesar y difundir; y recibir información e ideas), que son indivisibles en cuanto a su observancia. Por lo tanto y, al igual que la libertad de expresión12 consagrada, el derecho de rectificación o respuesta no debería estar sujeto a censura previa y sí a las restricciones propias de la responsabilidad ulterior. El artículo 29 de la Constitución introduce tres figuras de importancia: la libertad en el ejercicio del periodismo, el secreto de fuente, la cláusula de conciencia y el derecho de autor. 12-Véase Corte Interamericana de Derechos Humanos, La Colegiación Obligatoria de Periodistas. Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985. Serie A No.5 párrafos 31 y 32. También, en este sentido, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso “La última tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y Otros vs. Chile), Sentencia del 5 de febrero de 2001, párrafos 65 y 66; Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Ivcher Bronstein, Sentencia del 6 de febrero de 2001, párrafos 147 y 148.

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Art. 29. De la libertad de ejercicio del Periodismo. El ejercicio del periodismo, en cualquiera de sus formas, es libre y no está sujeto a autorización previa. Los periodistas de los medios masivos de comunicación social, en cumplimiento de sus funciones, no serán obligados a actuar contra los dictados de su conciencia ni a revelar sus fuentes de información. El periodista columnista tiene derecho a publicar sus opiniones firmadas, sin censura, en el medio en el cual trabaje. La dirección podrá dejar a salvo su responsabilidad haciendo constar su disenso. Se reconoce al periodista el derecho de autoría sobre el producto de su trabajo intelectual, artístico o fotográfico, cualquiera sea su técnica, conforme con la ley.

De esta manera, el periodismo se convierte en casi la única profesión que tiene figuración y rango constitucional y su ejercicio es instituido libre, sin autorización necesaria para hacerlo. Esta idea tiene su origen en la dictadura, donde el ejercicio del periodismo, en algunas de sus formas, exigía un carné, como en el caso de la radio. Este mecanismo era utilizado por la dictadura para tener fuera de juego a sus detractores. Se introduce el secreto de fuente y la cláusula de conciencia, con lo cual se busca salvaguardar al periodista, evitando vulnerar su tarea y obligarlo a actuar en contra de sus ideales; se garantiza, además, la seguridad de sus fuentes. En su segundo párrafo se instituye una figura de derecho existente solo en Paraguay y que da al periodista columnista el ejercicio y la garantía plenos de su trabajo, conforme su pensamiento y autonomía. Así, los patrones están obligados a publicar los artículos firmados por sus periodistas, aun en contra de su línea editorial, en cuyo caso podrán expresar su desacuerdo dejando constancia de ello al lado del texto o columna. Finalmente, este artículo plantea el derecho de autor del periodista sobre su trabajo y lo define en su más amplio espectro: intelectual, artístico o fotográfico remitiendo su cumplimiento a la ley. Ésta, tal vez, sea una de las figuras menos aplicadas y de más escaso debate en el gremio de comunicadores en el país. La Convención Americana de DDHH Conforme a la pirámide de Kelsen, que organiza el sistema jurídico según la prelación de leyes, inmediatamente después de la Carta Magna forma parte del sistema jurídico paraguayo los tratados y convenios internacionales ratificados por el Estado. Así, la Convención Americana de DDHH, más conocida como Pacto de San José de Costa Rica, se convierte en ley nacional. Esta normativa introduce en su artículo 13 posiblemente uno de los postulados más extensos y completos en materia de libertad de expresión en el mundo. Artículo 13.  Libertad de Pensamiento y de Expresión 1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.  Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. 2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a)  el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas. 3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.

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4. Los espectáculos públicos pueden ser sometidos por la ley a censura previa, con el exclusivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la adolescencia, sin perjuicio de lo establecido en el inciso 2. 5. Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional.

En su primer punto encuadra la libertad de expresión y su alcance a los estándares universales, abarcando las partes activa y pasiva de ese derecho. En su segundo párrafo introduce las figuras de la no censura previa y la responsabilidad ulterior como consecuencia de la difusión de información e ideas u opiniones. A diferencia de la Constitución Nacional, que planteaba que no debía existir ningún tipo de censura, en este caso se habla de censura previa como práctica que no deberá existir y es más explícita sobre que, si bien se garantiza plenamente la difusión, ello no exime de eventuales consecuencias posteriores que deriven de lo reportado o expresado. Allí da pistas concretas sobre en qué casos se materializa la responsabilidad ulterior y que deben ser –conforme a la ley- estrictamente para salvaguardar: a)  el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, o b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas. El fundamento de responsabilidad en el uso abusivo de la libertad de expresión es lo que se conoce como “la responsabilidad ulterior”, el cual es el medio de restricción que la Convención Americana considera legítimo. Sin embargo, para que tal responsabilidad ulterior pueda establecerse válidamente según la Convención, es necesario que se reúnan varios requisitos: a) La existencia de causales de responsabilidad previamente establecidas. b) La definición expresa y taxativa de esas causales por la ley. c) La legitimidad de los fines perseguidos para establecerlas, y d) que esas causales de responsabilidad sean “necesarias para asegurar” los mencionados fines13.

En su punto tercero, esta normativa se refiere exclusivamente a prohibir la intervención o injerencia del Estado en la limitación o interferencia por cualquier medio en la provisión de insumos o en el espectro radioeléctrico. Pero, tal vez una de las más impactantes figuras que incorpora esta legislación sea la limitación de la libertad de expresión. Así como aclaramos al principio de este capítulo, este derecho no es absoluto y tampoco es ilimitado; cohabita con otros derechos con los que colisiona permanentemente y en donde, por lo general, se prevalece amparado en la figura del interés general, aunque ello no siempre es así. En su punto cuarto aparece la posibilidad de la previa censura en los espectáculos públicos con el exclusivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la adolescencia. En su último punto, este artículo nuevamente dispone límites y/o prohibiciones claras al contenido de mensajes a ser propalados, ya sean informativos o de ideas y opiniones. Prohíbe toda promoción de discursos que promuevan la guerra, el odio nacional, racial o la incitación a la violencia por razones de origen, religión, raza, idioma, color, etc. Esto, sin embargo, debe estar expresamente reglamentado para su aplicación en casos específicos y justificados, que apunten exclusivamente al cumplimiento de salvaguarda del bien que se busca proteger con tal limitación. 13-Véase Corte Interamericana de Derechos Humanos, La Colegiación Obligatoria de Periodistas (artículos 13 y 19 Convención Americana de Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985. Serie A No. 5, párrafo 39.

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Las leyes de calumnia, difamación e injuria En el periodismo de Investigación es donde mejor conocimiento se tiene del impacto de las leyes de difamación, calumnia e injuria, como derivación directa de las publicaciones, en la mayoría de los casos, como mecanismo para desahuciar las denuncias. Según la legislación nacional, la calumnia es una acusación falsa que ejecuta con malicia una persona para dañar a otra u otras. Es un delito en contra del honor de terceros y su principal característica es la mentirosa imputación en la comisión de un delito doloso o una conducta criminal dolosa. En el ordenamiento jurídico paraguayo, la calumnia aparece tipificada en el artículo 150 del Código Penal, capítulo VIII, referente a los hechos punibles contra el honor y la reputación, y establece un castigo de multa o, dependiendo de la gravedad de la lesión al honor de la persona afectada, privación de libertad de hasta 2 años. Dentro de este mismo ordenamiento jurídico, la difamación consiste en la privación o disminución de la fama de una persona, realizada por otra que revela defectos o delitos ocultos de aquella. Finalmente, el derecho paraguayo define la injuria como toda ofensa, deshonra, desprecio o descrédito que se hace al honor de una persona física o jurídica, con palabras o con hechos. Al igual que en la calumnia y la difamación, en la injuria el bien jurídico protegido es el honor. La injuria se describe en el artículo 152 del Código Penal Paraguayo con cargo de multa en distintos órdenes. La existencia y la aplicación de estas tres figuras en el derecho positivo nacional permiten la recurrencia del peligro de censura previa. Como se puede apreciar, en la legislación paraguaya existe la posibilidad de que las leyes, cuyo objeto es proteger el honor de las personas, se conviertan en instrumentos para coartar la libertad de expresión y se constituyan, indirectamente, en leyes de desacato; aunque fueron derogadas del ordenamiento jurídico paraguayo en 1998, persiste el espíritu en la aplicación de las normas. Las leyes de desacato son una clase de legislación que penaliza la expresión que ofende o insulta a un funcionario público en el desempeño de sus funciones oficiales14. Así, en el Informe Especial de Paraguay 2001 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se mencionó que “una interpretación del artículo 13 de la Convención Americana conduciría a la necesidad de revisar principalmente las leyes que tienen por objeto proteger el honor de las personas, comúnmente conocidas como injurias y calumnias, debido a que, en muchos casos, estas leyes son utilizadas para atacar o silenciar el discurso que se considera crítico de la administración pública”15. En ese sentido, existe una expresa recomendación de la Comisión Interamericana para que todos los Estados miembros del sistema, en cuyos ordenamientos jurídicos existan leyes de desacato o similares, procedan a la derogación de éstas a objeto de adecuar su legislación interna a los instrumentos internacionales y a las obligaciones adquiridas con ellos16.

14-Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe Anual 1994, Capítulo V “Informe sobre la compatibilidad de leyes de desacato y la Convención Americana sobre Derechos Humanos”. Apartado II, primer párrafo. 15-Informe Especial de Paraguay 2001 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Capítulo 6, párrafos 44, 45, 46. También, Informe del Relator Especial para la Libertad de Expresión. Capítulo III, párrafo 5 in fine en Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 2000 16-Informe del Relator Especial para la Libertad de Expresión. Capítulo IV. A. En Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1998.

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Intimidad, dignidad, privacidad, honra Tanto la Constitución Nacional como la Convención Americana de DDHH son claras en hablar de estos derechos, que constituyen generalmente los contrapuntos de conflicto con la libertad de expresión. Constitución Nacional Art. 33.- Del derecho a la intimidad: La intimidad personal y familiar, así como el respeto a la vida privada, son inviolables. La conducta de las personas, en tanto no afecte al orden público establecido en la ley o a los derechos de terceros, estará exenta de la autoridad pública. Se garantizan el derecho a la protección de la intimidad, de la dignidad y de la imagen privada de las personas. Convención Americana de DDHH Artículo 11.  Protección de la Honra y de la Dignidad 1. Toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad. 2. Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación. 3. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques.

Estos derechos se encuentran muy relacionados con las leyes de calumnia, difamación e injuria, al ser estas últimas las figuras penales que la legislación usualmente establece para procurar su defensa y reprimir su violación. El derecho a la honra y a la dignidad está instituido en el artículo 11 de la Convención Americana, estableciendo que “toda persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad” y de que “nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y a su reputación”, para lo cual deberá contar con la “protección de la ley contra tales injerencias o ataques”17. Ello conduce a que los Estados Partes de la Convención tienen la obligación positiva de proteger a las personas que se hallan dentro de su jurisdicción de las violaciones del derecho a la privacidad y, cuando ese derecho sea violado, proporcionar soluciones prontas, efectivas y adecuadas para reparar cualquier perjuicio derivado de una violación de ese derecho18. Sin embargo, este derecho, en virtud de su naturaleza, es susceptible de entrar en conflicto con el derecho a la libertad de expresión19 y, por ello, ha sido utilizado en innumerables circunstancias para justificar trabas o lesionar al derecho consagrado en la Constitución y en el artículo 13 de la Convención. Al respecto, la Convención Americana reconoce que pueden existir limitaciones cuando los distintos derechos protegidos en ella se hallan en conflicto20, y es claro que el texto del artículo 13 reconoce que el derecho a la libertad de expresión puede estar sujeto a restricciones con el fin de asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás21. Sin embargo, esto no debe significar, de forma alguna, que el derecho al honor, la intimidad y reputación de los demás, posea mayor jerarquía respecto a la libertad de expresión22, ni que tal conflicto entre bienes jurídicos, igualmente protegidos, implique una solución sobre cuál de los dos escoger23.

17-Véase Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe No. 11/96 Caso 11.230 Chile (Martorell), párrafo 65. 18-Ibidem., párrafo 67. 19-Véase Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe No. 11/96 Caso 11.230 Chile (Martorell), párrafos 60 in fine. 20-Siempre y cuando esas limitaciones se ciñan a lo dispuesto en los artículos 29.a y 32.2 de la Convención. 21-Véase Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Informe No. 11/96 Caso 11.230 Chile (Martorell), párrafo 62. También artículo 13.2.a de la Convención Americana de Derechos Humanos. 22-Ibidem., párrafo 70. 23-Ibidem., párrafo 71.

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En lo que respecta al derecho paraguayo, la Constitución de la República establece en el artículo 33 que “la intimidad personal y familiar, así como el respeto a la vida privada, son inviolables”. Igualmente, “se garantiza el derecho a la protección de la intimidad, de la dignidad y de la imagen privada de las personas”. No obstante, existen varias disposiciones en la legislación nacional que, con el pretexto de defender la honra y la dignidad, tipifican los delitos de injurias, calumnias y difamación, sin que en este punto la legislación paraguaya presente una clara diferencia entre funcionario público, persona pública o persona privada involucrada voluntariamente en asuntos públicos24.

24-Informe Especial de Paraguay 2001 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Capítulo 6, párrafos 37, 38 y 39.

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Ética y Calidad Periodística Susana Oviedo* y Alcibiades González Delvalle** La palabra ética viene de la expresión griega ethos, que significa costumbre. Por eso, explica Luka Brajnovic, la ética es una ciencia que estudia el ethos, “es decir, algo característico de las costumbres, de los modos habituales de actuar y, por fin,  de la propia naturaleza o capacidad natural del hombre para comportase de una u otra manera con un fin determinado”. El mismo autor lo simplifica aún más para decir que la Ética estudia la actitud humana acostumbrada o, simplemente, los actos humanos. A lo que los periodistas colombianos María Teresa Herrán y Javier Darío Restrepo añaden que la ética es una ciencia eminentemente práctica, “porque se refiere a las acciones de la persona que son controladas por la razón y por la voluntad del hombre cuando estas actúan libremente”. En resumen, desde una consideración etimológica, la ética estudia la descripción de las costumbres, de las actitudes humanas y de los modos de estas actitudes, tanto en la persona humana como en la sociedad comprendida como un todo.   Ahora bien, a la aplicación de la ética dentro de una profesión específica se denomina deontología.  La palabra deontología también proviene del griego “to déon”  que significa lo conveniente, lo debido; y logía (conocimiento, estudio). Viene a significar, por tanto, el estudio o la ciencia de lo debido. La deontología comporta la moralidad, el honor, la honestidad, el deber, la responsabilidad y la obligación de conciencia referidos al ejercicio de la honradez de la profesión. El periodismo es una profesión eminentemente social y con absoluto carácter de servicio. Su naturaleza hace que técnica y ética sean una misma cosa, de modo que es imposible ser un periodista de altas calidades técnicas si al mismo tiempo no se tienen las mejores calidades éticas. En el periodismo lo ético urge lo técnico, y viceversa. O, visto de otra manera, una falla en los principios éticos repercute necesariamente en las calidades técnicas del periodismo, de modo que es imposible pensar en un periodista que sea a la vez óptimo como técnico y pésimo como ético”, dicen Herrán y  Restrepo en el libro  Ética para Periodistas.

*Susana Oviedo, es periodista del Diario Última Hora desde 1989. En 22 años de carrera, le ha tocado desempeñarse en diversas áreas y ejercer variadas responsabilidades: integró 3 equipos de investigación conformados en diversas épocas del Diario, uno de ellos le cupo dirigir. Es master en Periodismo Profesional por el Diario ABC de Madrid y la Universidad Complutense de Madrid. Cursó un doctorado en la Universidad Diego Portales de Chile. Es docente, ex secretaria general del Sindicato de Periodistas del Paraguay (1995-1997), cofundadora y presidenta del Foro de Periodistas Paraguayos (Fopep). **Alcibiades González Delvalle es periodista, dramaturgo, ensayista y narrador. Trabajó en los diarios El Independiente, El País, La tarde, en la década de los años 50 hasta y mediados de los 60. En 1967 se incorporó, desde su fundación, al diario ABC Color. Fue Jefe de redacción de la revista Diálogo y miembro del consejo de dirección de la revista Nuestro Tiempo. Sus crónicas de investigación y denuncias le valieron el Premio Vladimir Herzog, otorgado por una entidad ecuménica de derechos humanos. Fue consejero cultural de la embajada paraguaya en Madrid. También, director del Centro Cultural de la Ciudad, Manzana de la Rivera; luego, director general de Cultura de la Municipalidad de Asunción. Actualmente es columnista y editor del suplemento cultural de ABC Color.

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Para explicar este razonamiento, explican que los principios éticos señalan como supremo valor del periodista su veracidad, mientras que las normas técnicas le indican los métodos más eficaces y rápidos para llegar a la verdad. “Un periodista no puede ser un técnico cazador de verdades sin ser al mismo tiempo, él mismo, veraz. La técnica se coloca al servicio de la ética y ésta, a su vez, se convierte en el alma de la técnica”.  Las profesiones no se conciben solo como un mero ejercicio de actividades técnicas o acostumbradas maneras de actuar, sino también y sobre todo, como una especial manera de ser, como un particular “ethos moral” al que cabe consecuentemente –desde los códigos profesionales- exigirle determinados comportamientos a fon de que generen unos hábitos que, a la larga, se convertirán en los más significativos, moralmente hablado, de la profesión. En toda reflexión ética y conflicto moral, tanto en el ámbito de la vida privada como en cualquier profesión pública, se conjugan tres ejes, según señala el profesor Enrique Bonete Perales, en  el libro “Éticas de la información y deontologías del periodismo”: Las normas, que concretan deberes y derechos; los valores, que se presentan en ideales sociales y culturales; y las virtudes, que reclaman ser adquiridas por las personas a través de la práctica”. El periodismo, como cualquier otra profesión, tiene su deontología, sus reglas intrínsecas de carácter ético. Por eso existe la ética periodística, que no es sino el «Conjunto de valores y normas que rige al periodismo y que brinda pautas para que el periodista realice su trabajo diario considerando los pilares fundamentales de la profesión”, según la define el boliviano Juan Eduardo Araos, boliviano. Lo ideal es que la ética sea concebida no como una condición ocasional, sino que acompañe siempre al periodismo como “el zumbido al moscardón”, como lo plantea magistralmente el periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez. Introducción Según Javier Darío Restrepo, profesor y periodista colombiano, la ética “es un impulso a la excelencia, como la decisión individual de hacerse feliz intentando alcanzar esa máxima meta”. Es dignificante, pues se funda en valores, agrupados en torno a tres que Restrepo considera fundamentales: el compromiso con la verdad, la responsabilidad y la independencia. Los valores, explica, son cualidades reales, pero intangibles, que le imprimen a la vida y a la profesión un carácter más digno y humano. En el periodismo, la ética es la columna vertebral. Sin ella se faltaría a cuestiones elementales, como el respeto a los derechos del honor y la intimidad, hasta la básica contrastación de las fuentes. Cuando se trata de Periodismo de Investigación, cobran una altísima exigencia valores como la responsabilidad o la conciencia de que no se reparan con facilidad los errores graves. Al igual que la independencia, para mantenerse inmune a las presiones y amenazas, y llegar la verdad de la forma más aséptica posible.

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Cuando lo que se persigue es revelar algo que otros quieren mantener oculto, la tarea investigativa y de comprobación de los hechos se dificulta mucho más, por lo que, en ocasiones, los periodistas dedicados a la investigación recurren a subterfugios, como la utilización de identidades falsas, la cámara y micrófonos ocultos, y hasta la inducción al delito. Siempre, el objetivo es obtener y demostrar la existencia de un comportamiento ilícito o un acto de corrupción. Los estándares éticos recomiendan que tales prácticas sean la excepción y no la regla, a las cuales se eche mano solo una vez que hayan sido agotados los caminos convencionales de búsqueda, obtención de pruebas y constatación de los hechos. No desde el inicio de la investigación y ante la urgencia del tiempo, que siempre es imperativo en el periodismo. En el transcurso de los cinco talleres de Periodismo de Investigación y Ética Periodística, los periodistas participantes expresaron su preocupación acerca de situaciones que plantean un debate ético y dilemas sobre los cuales no resulta fácil adoptar una rápida determinación y curso de acción, sobre todo cuando se investiga un hecho. Entre ellos, figuran el uso de cámara oculta, la mimetización del periodista o el pago por documentos. En el fondo, se trata de resolver respecto a si el fin justifica los medios y si, en ocasiones, por ejemplo, el derecho a la intimidad debe sacrificarse ante el derecho del público a conocer. En fin, principios periodísticos elementales -como el otorgar la oportunidad al afectado por una investigación para que explique su versión de los hechos-, generan posturas encontradas entre los colegas, lo cual revela una profunda necesidad de discutir con mayor frecuencia lo que significa el ejercicio ético de la profesión. “La misión del periodista va más allá de percibir la realidad. Hay que hacer entender la realidad percibida por los sentidos. Por eso, no cualquiera es periodista”, dice Restrepo (Asunción, octubre de 2009). A continuación, un repaso de los puntos que fueron recurrentes en los talleres de Periodismo de Investigación y Ética Periodística, que tuvieron lugar en Pedro Juan Caballero, Ciudad del Este, Encarnación, Coronel Oviedo y Asunción, con colegas de esas localidades y de otras vecinas, como Canindeyú, San Pedro, Concepción, Villarrica, Caazapá, Cordillera y Área Metropolitana. ¿Puede decir la verdad un periodista en relación de dependencia? Esta pregunta ha sido reiteradamente formulada por los periodistas de medios radiales, cuyos propietarios son, generalmente, influyentes políticos en sus respectivas comunidades. La respuesta es que no se debe condicionar la verdad a ninguna circunstancia. La razón de ser del periodismo es contar lo que sucede. Si permitiésemos, como sociedad, que se nos oculten los hechos por conveniencia política o económica, estaríamos negando los beneficios de una prensa libre. Entendemos la difícil disyuntiva del periodista, cuyo patrón le limita la libertad de expresión, exponiéndolo a perder el empleo si no acata la decisión. En este caso, no podemos hablar de prensa libre ni de periodismo independiente,  por lo que cabe acudir a la justicia para restablecer esa libertad, y a la organización entre pares para promoverla y defenderla, con apoyo de los demás ciudadanos. El valor que está en juego en este tipo de situaciones es la independencia, que cobra vigencia en la medida en que se vaya rompiendo con las situaciones de dependencia (política, económica, ideológica, empresarial). El periodista, dice Restrepo, debe obsecuencia solo al lector (oyente, televidente, audiencia, añadimos nosotros).

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Sin embargo, también reconocemos que la información no será de calidad cuando, en muchas radios, persiste todavía la práctica de no pagar un salario fijo y digno a los periodistas, obligándolos a que generen un ingreso vendiendo publicidad. Esta actividad compromete la independencia, cuando los auspiciantes son las instituciones que están sometidas al escrutinio de los medios de  comunicación, como las municipalidades, las gobernaciones, además de otras instituciones públicas o privadas que presten un servicio. En el fondo, de lo que se trata es de no hipotecar la conciencia a nadie. Ni siquiera al dueño del medio. ¿Es lícito y ético el uso de la cámara oculta? Es legal cuando se obtiene el permiso judicial. Sin este requisito se podría violar la privacidad de las personas, con lo cual se cometería una falta ética aun en el caso de que se pudiera obtener una información de interés público. Junto con la libertad, la intimidad es un bien que debemos mezquinar. Los códigos de ética coinciden en desalentar el uso de la cámara oculta. La plantean como una excepción a la que se debería recurrir, solo tras haber agotado todas las vías convencionales de obtención de evidencias. Únicamente cuando no haya otra manera de obtener la información en un caso de relevancia pública y cuidando de no exponer a terceras personas que nada tengan que ver con la situación investigada. La grabadora Incurre igualmente en falta el periodista que no advierte a su entrevistado que está siendo grabado. Es otra forma de atropello a la intimidad, a más de defraudar la confianza del entrevistado. Esta práctica podría cerrar las  puertas al profesional que quisiese, en otra ocasión, obtener nuevas entrevistas. El periodista debe mantener a toda costa su crédito, incluso con los delincuentes. No debe apelar a hechos ilícitos -como el engaño, la mentira, la ocultación de su identidad- para denunciar un delito, salvo que no exista la más mínima posibilidad de obtener la información, prueba o testimonio para cerrar una historia, que no sea sino a través de una investigación encubierta, que implique utilizar una identidad falsa, cámara y micrófono ocultos. Como en el punto anterior, el tema a investigarse debe ser de gran relevancia pública para justificar incurrir en prácticas antiéticas que, en ocasiones, incluyen la inducción al delito para comprobar y demostrar un ilícito. Aun así, se debe tomar conciencia que se ha recurrido al engaño y a la mentira. ¿Es aceptable pagar por documentos como parte de una investigación periodística? En periodismo no deben emplearse recursos inmorales ni delictivos para la obtención de las informaciones (soborno, engaño, etc.). Si la demostración de un hecho requiere inexorablemente de ciertos documentos, y éstos son de difícil acceso, primeramente el periodista buscará la manera de obtenerlos disuadiendo a quienes pueden proveerlos y buscando la forma de conseguirlos sin pagar nada a cambio, por principio. Si no hubiere otra forma, al momento de publicar la información, tiene que aclararse de manera honesta si se pagó algo por los documentos, explicando que se intentó acceder a ellos por las vías correctas. ¿Tiene derecho el periodista, por ser tal, exigir su entrada  a una reunión de autoridades nacionales anunciada como “restringida a la prensa”? No, no tiene derecho a exigir ni luego criticar en su medio que se ha querido  “amordazar a la prensa” por tal restricción. Si el tema tratado es importante, se sabrá de todos modos. La presencia de un periodista en una reunión, que por la naturaleza del asunto a tratar es con-

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flictivo, inhibe el debate, la franca discusión. Esta misma situación se traslada a las reuniones empresariales, profesionales, deportivas o a las personas individuales que se niegan a hablar con la prensa, etc. Se respeta al periodista que respeta. La calificación de un presunto delito Con mucha frecuencia, se da el hecho de que los periodistas, antes que los jueces, califican un supuesto delito a partir de la intervención policial. Leemos que el ciudadano tal es asesino, ladrón o violador, antes de que, siquiera, actúe la Fiscalía. Esta calificación, a más de una falta ética, podría exponer al profesional o a su medio a una demanda judicial por parte de la persona mencionada, en caso de comprobarse su inocencia. De todos modos, en un Estado de Derecho, solo la justicia puede calificar el comportamiento de las personas de acuerdo con la ley. La presunción de inocencia es un principio elemental que los periodistas deben tomar en cuenta, incluso en casos de flagrancia. El papel de la prensa es exponer los hechos, analizarlos y hasta juzgarlos, pero no condenar a  la persona. De esto se encargará la justicia: el periodista no es fiscal ni juez.  A ningún periodista debe alentarle el propósito de más difusión de su medio con informaciones inventadas, infladas o sensacionalistas. Es innecesario buscar un camino torcido para llegar al propósito -que sería legítimo en otro caso- de una mayor venta del periódico o mayor audiencia radial o televisiva. A más del atropello a la ética, se incurre en la peligrosa situación de acostumbrar al público a un determinado estilo periodístico del que después ya no se podrá salir. Ese mismo público exigirá cada vez más sensacionalismo y, si no se le alimenta en la misma medida de sus exigencias, acabará por abandonarnos u obligarnos a cometer mayores violaciones a la ética. En algún momento, esta situación se volverá insostenible para el medio y el periodista. ¿Los espacios públicos son siempre del público? Sí y no. Cada espacio público existe por algún motivo. Tiene sus fines y propósitos específicos. Una plaza está para el descanso, la distracción, el recreo. No cabe, por ser pública, que alguien levante en ella su vivienda. Un hospital está para atender a los enfermos. No le está dado a un periodista –salvo que tenga el consentimiento del paciente- invocarlo como “espacio público” para atropellarlo con el deseo, muchas veces morboso, de conseguir una nota con una persona que se encuentra ingresada. Si en este caso el periodista choca con la negativa de las autoridades hospitalarias, no tendría ninguna razón invocar la libertad de prensa para forzar su entrada. Además, existen reglas, explícitas o tácitas, para relacionarse con cada espacio público. Así, si un paciente o sus familiares no consienten que lo fotografíen o graben, por más de que se trate de un hospital público, los periodistas deben respetar el derecho de las personas a decidir sobre exposición o no de su imagen.

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La manipulación de las noticias El celebrado periodista polaco Ryszard Kapuscinski escribe: “Hay diversas técnicas de manipulación. En los periódicos, se puede llevar a cabo una manipulación según lo que se escoja colocar en la primera página, según el título y el espacio que dedicamos a un acontecimiento. En la prensa, hay cientos de maneras de manipular las noticias. Y otros cientos existen en la radio y la televisión. Y sin decir mentiras. El problema de la radio y la televisión es que no es necesario que mientan: podemos limitarnos a no decir la verdad. El sistema es muy sencillo: omitir el tema”. La omisión de los hechos es como si éstos no existieran. En cuanto la prensa decide ignorarlos, para el público nada sucede. La libertad es responsabilidad  La responsabilidad está ligada a la ética. La sociedad otorga a la prensa las garantías necesarias para su actividad, libre de toda interferencia gubernamental. En atención a su trascendencia, la prensa es el único negocio amparado por la Constitución Nacional de manera amplia y explícita. No se la podrá “clausurar ni suspender su funcionamiento (…) se prohíbe toda práctica discriminatoria en la provisión de insumos para la prensa, así como interferir las frecuencias radioeléctricas y obstruir, de la manera que fuese, la libre circulación, la distribución y la venta de periódicos, libros, revistas o demás publicaciones con dirección o autoría responsable”. (Art. 27). Esta protección es para que las empresas periodísticas brinden a la ciudadanía noticias y opiniones que le sirvan para la toma de decisiones; para que esté informada acerca de lo que acontece en el país y en el mundo. La sociedad espera que se le retribuya con la verdad de los sucesos, aunque éstos no convengan –por razones ideológicas o económicas- al medio que debe difundirlos. El empresario es dueño de su medio pero no de la libertad de prensa. Tiene el derecho de administrar su empresa pero escapa a su competencia hacerlo con la libertad de expresión.   Los titulares del Derecho a la Información “Los periodistas no somos los verdaderos titulares del Derecho a la Información. Los periodistas somos, simplemente, los administradores y garantes de la libertad de información. Los verdaderos propietarios del Derecho a la Información son los ciudadanos de una determinada comunidad respecto al marco comunicativo que le afecta políticamente (…). El pueblo es el titular de todo poder. Y en la medida en que la información es un ingrediente inseparable de un ejercicio civilizado y racional del poder, el pueblo es no solo soberano  que delega sus funciones en unos líderes para que éstos gobiernen, sino que el mismo pueblo delega en unos determinados conciudadanos la posibilidad de ejercer, de forma habitual y socialmente reconocida, la emisión de aquellas noticias cuyo conocimiento es útil y provechoso tanto para los que mandan ahora como para los que han de votar mañana. Esto es así de sencillo: los ciudadanos, el pueblo soberano, delegan en unos determinados individuos la tarea de suministrar datos de interés general y explicar los acontecimientos de la vida pública al resto de los individuos que se integran voluntariamente en una concreta comunidad humana” (Deutsch). Los datos de interés general Suministrar datos de interés supone de interés para el lector o la audiencia, no para el dueño o el director del medio. El acto de informar conlleva la idea de que el periodista puede hacerlo. Esta cualidad no es solo profesional. Es, esencialmente, ética. El dato que acerca a la

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opinión pública se supone que es de interés, por eso lo difunde. La información que llega al público –aquí interviene la ética- no debe estar contaminada por ninguna otra intención que la de comunicarla, tal y como se ha obtenido de las fuentes, previamente contrastadas. Difundir la verdad es la obligación que el periodista ético asume ante los demás y ante sí mismo. “Desde sus orígenes, la filosofía viene preguntándose qué es la verdad. Una faceta importante de la verdad es la exactitud. Exactitud en los n nombres y direcciones, exactitud de la impresión resultante, de la manera como interrelaciona los hechos. Cerca de la exactitud está la objetividad” (Rood). La venta de publicidad Es una práctica común, sobre todo en las radioemisoras del interior, que los periodistas salgan a ofrecer espacios a cambio de publicidad, como una forma para hacerse de salario. Esta práctica ata al periodista, borra su independencia, porque es de suponer que nada podrá decir contra su auspiciante, aun en los casos más graves de interés público. O peor aún: hasta se vería obligado a defender un hecho tal vez marcadamente delictivo. La independencia y la credibilidad del periodista son indispensables para su ejercicio profesional. En consecuencia, son prácticas contrarias a la ética:        a) usar su influencia para buscar ventajas personales o privilegios;                            b) recibir de la fuente que se cubre pagos o favores de cualquier índole;        c) el ejercicio simultáneo de la comunicación empresarial en el sector público o privado y del periodismo en los medios;        d) los estímulos que puedan causar dependencia, como premios de periodismo otorgados por las fuentes.

Los límites de la libertad de prensa La Constitución, las leyes y la ética son los límites de la libertad de prensa. Es así porque no es una libertad absoluta que permite al periodista decir cuanto se le antoja solo porque dispone de un espacio en la prensa. Una jurisprudencia ya consolidada del Tribunal Constitucional y del Tribunal de Derechos Humanos de Estraburgo sostiene que “la libertad de expresión no es un derecho absoluto: siempre que choque con otros derechos fundamentales como el honor, la intimidad y la propia imagen (expresados también en nuestra Constitución) corresponderá a los jueces ponderar los bienes en conflicto y dar su amparo al más valioso. El carácter prevalente del derecho a la vida frente a la libertad de expresión resulta obvio. En una célebre sentencia del Tribunal Supremo estadounidense, el juez Colmes citaba el ejemplo de un espectador insensato que grita ¡fuego!, sin fundamento, en un teatro abarrotado, con lo cual provoca varias muertes a causa de la estampida del público hacia la puerta de salida. Éste pretende luego acogerse a la Primera Enmienda como coartada” (La Primera Enmienda en la Constitución norteamericana garantiza la libertad de palabra). ¿Se falta a la ética al recibir regalos? Sí, en caso de que el regalo –independientemente de su valor- fuese como un anticipo de publicaciones. En este caso, se trata sencillamente de una compra de espacio, a bajo costo, por parte de la persona o de la empresa interesada en alguna promoción. La aceptación del obsequio obliga al periodista a hacer lo que se le pide. No se falta a la ética en caso de aceptar el obsequio como una expresión de gratitud por parte de la persona a la que se ha favorecido con alguna publicación, tal vez intrascendente o de interés público, toda vez que tal obsequio no sea en efectivo o costoso. De todos modos, y en todos los casos, el periodista sabrá medir el interés que alienta a la persona que le ofrece regalo. Esto es así porque los regalos y los favores comprometen la independencia del periodista. 87

El rumor no es noticia Los periodistas insisten mucho en hacernos llegar como noticias informaciones que no son sino rumores. El rumor es “noticia vaga u oficiosa”: nadie se hace cargo de ella, salvo el periodista de una manera irresponsable porque, para empeorar, suele atribuir el origen de la “noticia” con frases como éstas: “corre el rumor que …”; “la calle comenta que…”; “fuentes que no hemos podido identificar aseguran que…”. Y así por el estilo. Sus consecuencias son que el público los repite como hechos verídicos. No propalar rumores forma parte del compromiso del periodista con la sociedad, a la cual debe servir con honestidad y sólido sentido profesional. Esto, entre otros principios, implica publicar solo información contrastada y confirmada. Si el rumor no es noticia, la mentira, mucho menos Nada daña tanto al medio y al periodista como la difusión de mentiras. Hacerlo no es un error. La mentira es un hecho voluntario, conscientemente buscado, generalmente para crear confusión, favorecer o perjudicar a una persona o a un grupo de personas. En todos los casos, busca fines delictivos. En el error hay buena fe; en la mentira, nunca. La buena fe es perdonable, la mentira es condenable, porque en el caso del periodismo, atenta contra el valor supremo de la profesión, que es la verdad. El respeto es la fuente de todo bien El periodista que respeta su profesión, respeta todo lo demás. Pone siempre el máximo cuidado en lo que dice o escribe. No va por los atajos para adelantarse con noticias todavía inciertas o que no son tales. Se asegura que la información corresponde a la verdad. Una sólida formación profesional beneficia a la sociedad Un periodista que no trabaja día a día por su formación será siempre un periodista a medias. Es posible que sea un profesional ético, pero será incapaz de escribir o de hablar siguiendo las exigencias gramaticales, exhibirá mucha pobreza de vocabulario y carecerá de la debida técnica que cada género periodístico exige. En estos casos, la falta de ética está dada por la desidia y el desinterés en la propia capacitación. La autorregulación o autocontrol La libertad es responsabilidad si abusamos de ella corremos el riesgo de perderla. El mejor sistema para conservarla es la autorregulación de la conducta. Desde siempre, la relación de la prensa con los políticos ha ido de mala a muy mala. Esto quiere decir que tienen la ocasión, desde el Parlamento, de dictar una ley de prensa con el pretexto de resguardar a la sociedad de un periodismo nocivo. De ahí que la autorregulación es esencial para, precisamente, evitar que vengan de afuera las órdenes que vayan a regular la prensa. Los periodistas, y la gente, ya tienen la Constitución, el Código Penal y el Código Civil a los cuales atenerse. Información veraz, responsable y ecuánime La Constitución Nacional, en la primera parte del artículo 28, reconoce “el derecho de las personas a recibir información veraz, responsable y ecuánime”. La veracidad de la noticia está dada por la coincidencia con los hechos que se publican. No obstante, es frecuente encontrarnos con informaciones que parten de un mismo caso pero toman caminos distintos, se desencuentran, se contradicen, se niegan. ¿Qué sucede en estos casos? Algo sencillo, pero muy grave para la libertad de prensa: hacen acto de presencia la ideología y los intereses creados.

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Se puede tener –y es saludable que se tenga- opiniones distintas sobre un mismo tema. Pero cuando esa opinión se disfraza de información, salta como titular principal y se difunde reiteradamente, se avasalla el derecho de las personas –también reiteradamente- a recibir información veraz. En otro caso, el medio publica con veracidad las informaciones, pero aun así continúa siendo tendencioso porque ignora las noticias, igualmente exactas, que no coinciden con sus intereses. La historia oficial Otra manera de ocultar la verdad es aceptar ciegamente –o interesadamente- la historia oficial. No por oficial tiene que ser necesariamente desinformada o subinformada. Pero la obligación de un medio –diríamos que su razón de ser- es cuestionar algunos o todos los términos de la historia. Hacer preguntas, formular interrogantes, dudar razonada y razonablemente, cuestionar con argumentos, es la mejor y honrada forma de llegar a la verdad de los hechos, fin último de un medio de comunicación que pretende servir responsablemente a la sociedad. El primer periodista de Occidente Un periodista que pregunta y cuestiona, goza de buena salud profesional. El primer periodista que tuvo Occidente fue Sócrates. Con sus preguntas, a menudo tenidas por impertinentes, obtuvo respuestas que ayudaron a conocer al ser humano. Cuando ya no pudieron responder a sus interpelaciones le dieron de beber la cicuta. Lo mataron. Hoy, como siempre, los poderosos prefieren una prensa que no piense por cuenta propia porque fastidia. No porque sus cuestionamientos no tengan respuestas, sino porque éstas podrían acabar con un grupo en el poder, o con el poder mismo, sea político, social o económico. El riesgo de que se le haga  beber la cicuta –el veneno se presenta hoy en forma de presión judicial, económica, de difamación, de insultos desmedidos- no debe paralizar al periodista ético en su afán de esclarecer los hechos. Los datos para el público La democracia exige manejar información. Hoy, el conocimiento es información. El que la tiene está en ventaja sobre el que carece de ella. Este acceso a la información significa también el acceso de los ciudadanos a los propios medios de comunicación. Tienen que saber qué diarios compran, qué radios escuchan, qué canales d TV están viendo; cómo andan sus finanzas, quiénes son sus propietarios, cuántos ejemplares venden o la cantidad de audiencia, a qué grupos empresariales pertenecen, cuántos otros negocios manejan y, sobre todo, de qué naturaleza. O sea, deben tener la misma transparencia que exigen a otras empresas, públicas o privadas. Por ética, no cabe que se escuden en la libertad de prensa para esconder los datos que la opinión pública necesita saber. El Derecho a la Información incluye también a los medios que deben informar acerca de sí mismos.                   Independencia no es neutralidad Por imparcial que  procure ser un medio de comunicación, le acompañará la sospecha de que no lo es tanto. Si carga con la acusación de favorecer a un sector político en perjuicio de otro –con probabilidades de que lo esté haciendo con algún disimulo- es mejor que lo diga de cara a sus lectores y audiencia. Independencia no es neutralidad. Si tiene una preferencia política debe asumirla y sostenerla. De todos modos, lo hará clandestinamente valiéndose de los títulos, de la opinión que desliza entre las informaciones, de las informaciones que deja de publicar. Esta fe partidaria asumida públicamente impone una condición en la que se juegan la

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ética y la verdadera imparcialidad periodística. El medio, con el derecho que tiene de expresar sus ideas y de publicar las informaciones provenientes del sector al cual responde, tiene que dar igualmente cabida a las noticias y opiniones del grupo adversario. La opción ideológica no merma la independencia, toda vez que no exista una subordinación partidista. La sumisión contradice la libertad; crea el fundamentalismo, la ceguera. Impide ver la viga en el ojo propio. Los actos más abusivos y las ideas más desatinadas encuentran refugio y ardorosa defensa en un periódico que, en el ejercicio de su derecho a optar por una ideología o por un caudillo, renuncia a su independencia. En esta situación acomoda los hechos a sus intereses; desinforma o subinforma. Se aparta voluntariamente de la ética. Una prensa arrogante y cínica El analista de medios de comunicación y director de “The Washington Monthly”, James Fallows, dice: “Los medios de comunicación se han vuelto demasiado arrogantes, cínicos, orientados al escándalo y destructivos”. Estos males han llegado también a nuestra prensa desde que los empresarios –al igual que sus colegas de todo el mundo- percibieron dos hechos que cambiaron la historia del periodismo: que los medios dan poder y que la noticia es negocio. El poder alienta la arrogancia y el negocio, la expansión. Para expandirse se acude al escándalo, al espectáculo, con muy poca o ninguna orientación ética. En estos casos, la libertad de prensa queda muy mal herida cuando la sociedad la quiere saludable y fuerte para que los medios sean un bien público. La arrogancia se revela en nuestra prensa en todos los niveles. Por ejemplo, es común el caso de un funcionario o empresario que, al rectificar una información erróneamente publicada, desliza comentarios acerca de la tarea del periodista. El aludido reacciona con este argumento: El ministro tal o el empresario tal, ahora quiere enseñarnos periodismo. Con esto, el periodista asume una actitud de extrema pedantería. Cree que ya nada tiene que aprender de nadie; que ya lo sabe todo; que quiénes son los demás para que se atrevan a juzgar su trabajo. Es posible que quienes reprochan la tarea periodística no sean maestros de la profesión. Pero, aun como meros ciudadanos, tienen el derecho de opinar sin que por ello tengan que recibir respuestas groseras e insolentes. Si están errados, se les demostrará con buenas razones. Por otro lado, un periodista no permite, por caso, que el ministro de Agricultura critique su labor; pero el periodista, que de agricultura puede saber poco o nada, tiene el impudor de pontificar sobre aquello que ignora. Es más, reacciona con enojo cuando se le dice. Tres cláusulas de conducta En el libro de estilo del afamado diario madrileño El País leemos: “Las dos normas externas son el Libro de Estilo del periódico y el Ombudsman o Defensor del Lector. El Libro de Estilo, además de los condicionamientos metodológicos que uniforman lo que aparece escrito desde el punto de vista formal, incluye al menos tres cláusulas que pueden considerarse como de conducta: la primera, que los rumores no son noticias; la segunda, que en caso de conflicto hay que escuchar o acudir a las dos partes y, por último, que los titulares de las informaciones deben responder fielmente al contenido de la noticia. Estas tres reglas, además del uso honesto de la información y la separación tajante entre información, opinión y publicidad, forman parte del equipaje básico que nos esforzamos en aplicar a diario”. Estas reglas, en su brevedad, contienen la esencia ética de cualquier medio de comunicación que se precie de servir al público con honestidad. “Acudir a las dos partes” en caso de conflicto –es decir, informar en el mismo espacio las versiones encontradas- significa conceder la misma oportunidad, en igualdad de condiciones, a las personas involucradas en la información

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o el reportaje. Además, se evitan las posteriores “aclaraciones” que suelen expresar la desidia, o la mala fe y el poco profesionalismo del periodista. En cuanto a los titulares, se hizo costumbre en nuestros periódicos anunciar a cuatro o seis columnas un hecho que el lector no encuentra en la crónica, o apenas lo vislumbra. Consideraciones finales La profesión periodística, como cualquier otra, explicita su conciencia del deber y su responsabilidad social en unos determinados códigos, no por azar denominados deontológicos. En el campo de la ética, dice Enrique Bonete, claramente desde Kant, unas normas son consideradas como morales, cuando no son impuestas y dictadas heterónomamente (desde fuera) al sujeto implicado en su obediencia, sino que él mismo las concibe y las asume como propias y buenas, y por ello las obedece. De igual forma las normas y deberes profesionales recogidos en un código serán morales cuando no constituyan puras imposiciones dictadas desde fuera a unos profesionales (los periodistas), “sino cuando sean dictadas y asumidas desde dentro (autonomía) de los profesionales y consideradas por ellos mismos como normas morales en cuanto explicitan su propio ethos profesional y concretan su particular manera de percibir ´el bien´ a fin de llevar a término las funciones y los objetivos que las colectividades -y ellos mismos- demandan”. Por eso, desde Semillas para la Democracia se trabaja con este enfoque: que los propios periodistas definan los valores e ideales que deben ser respetados y fomentados por la propia profesión, porque están dispuestos a incorporarlos en el ejercicio diario de su tarea. Cuando llegue el momento,  verán la necesidad de discutirlos colectivamente y de enunciarlos autónoma y libremente en un código de ética que además de servir como un instrumento pedagógico que familiarizan al periodista con unos valores esenciales de su profesión, es un instrumento válido para los ciudadanos, principales contralores de la labor periodística. Un código de ética inspira en cuanto a las funciones y responsabilidades únicas de la profesión y hace que todos seamos guardianes de los valores y la conducta de nuestra profesión. O, como dice Restrepo, nos ayuda a convertirnos en legisladores de nuestra propia conducta.

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Programa de Democracia de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID/Paraguay) Trabaja para fortalecer las instituciones democráticas a través del desarrollo de una sociedad civil políticamente activa, empoderando a la ciudadanía a organizarse, a expresar públicamente sus puntos de vista y debatir políticas públicas abiertamente.

http://paraguay.usaid.gov Juan de Salazar 364 c/ Artigas - Asuncion Teléfono: (595 21) 220 715 Fax: (595-21) 213 732

Semillas para la Democracia Asociación civil de bien común, sin fines de lucro. Tiene por objetivo ayudar mejorar la calidad de la democracia paraguaya mediante la promoción de la participación ciudadana, la equidad social y el ejercicio responsable del gobierno.

www.semillas.org.py Ayolas 895 esq. Piribebuy Teléfono: (59521) 446 214 / 452 973 www.topua.org.py [email protected] [email protected]

Asunción - Paraguay.

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