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CAMPAMENTO REWIND (CAMP REWIND) MEGHAN O’BRIEN Traducción Libre Mabel Enero 2017 Sinopsis Alice Wu está en el Campame

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CAMPAMENTO REWIND (CAMP REWIND) MEGHAN O’BRIEN Traducción Libre Mabel Enero 2017

Sinopsis

Alice Wu está en el Campamento Rewind solo porque su terapeuta piensa que le podría ayudar a superar su ansiedad social con la que ha estado luchando desde su infancia. Ella no está segura de creer en esa teoría, pero intentará cualquier cosa con tal de tener una verdadera amiga. Una aventura casual también podría ser agradable, pero se hacía demasiadas ilusiones.

Rosa Salazar espera que el campamento pueda ser una vía de escape a su vida permanentemente alterada. Eviscerada en la red por su crítica feminista a un popular videojuego, Rosa ha tenido que soportar durante meses amenazas anónimas en las redes sociales, su vida expuesta en la red, y, lo peor de todo, la publicación de material de contenido explícitamente sexual robado de un almacenamiento en la nube, incluido un vídeo sucio que hizo para un ex. Utilizando un nombre falso, se alista en el campamento deseando regresar a tiempos más simples, antes de la vergüenza.

Alice y Rosa pronto descubrirán que en Campamento Rewind todo es posible. Incluso una improbable amistad que rápidamente se convierte en algo más.

Por la Autora

Infinite Loop (Bucle Infinito) The Three (El Árbol) Thirteen Hours (Trece Horas) Battle Scars (Cicatrices de Guerra) Wild (Salvaje) The Night Off (La Noche Libre) The Muse (La Musa) Delayed Gratification: The Honeymoon (Gratificación Postergada: La Luna de Miel) Camp Rewind (Campamento Rewind)

Agradecimientos

Gracias a Shelley Thrasher por otra maravillosa experiencia de edición. Estoy absolutamente encantada de trabajar contigo. Gracias también al equipo completo de Bold Strokes Books por hacer lo que hacen, ¡y aguantar mi a veces atolondrado carácter!

Gracias también a mi mujer Angie por ser la mejor.

Y finalmente, un público agradecimiento a toda la gente que quiero: Agradezco vuestra amistad y aceptación de la introvertida sin remedio que soy.

Por último, pero no menos importante, 1) ¡Hola, Kathleen! 2) Perdón, Mamá y Papá, éste continente sexo, mucho.....

Para las tímidas

Capítulo Uno “¿Campamento Rewind?” Alice Wu miró fijamente al colorido folleto que su terapeuta acaba de ponerle en las manos, instintivamente dudando que un campamento en mitad de ninguna parte para adultos pudiera ofrecerle ni siquiera una sola respuesta a sus muchos problemas. “Esto es porque te he dicho que habría deseado que mis padres me hubiesen enviado de campamento como una niña normal en lugar de obligarme a estudiar los libros de texto del siguiente año escolar y practicar con el chelo en mi dormitorio todo el día, cada verano. ¿Es eso?” Su terapeuta, una maravillosa mujer llamada Dawn Jackson que había localizado después de solo una búsqueda de treinta minutos en internet tras haber presentado los papeles para divorciarse de su ex-marido, combatió el tono negativo de Alice con una brillante sonrisa. “Parece divertido, ¿no crees?” Como de costumbre, Dawn conseguía irradiar tan genuina buena alegría que, a pesar de su ansiedad, Alice no podía evitar devolverle la sonrisa. “Parece.....interesante.” “Y divertido.” Dawn se agarró las manos en su regazo y estableció contacto visual, una señal de que estaba intentando ponerse seria. “Alice, nos hemos estado viendo una vez a la semana durante casi un año. Una y otra vez, has dejado claro que culpas a tu falta de oportunidades para interactuar con otros niños durante tu supuestamente llamada ‘no-infancia’ de la ansiedad social que sientes ahora. Sé que la idea de un campamento de verano para adultos es intimidante, pero has avanzado a pasos agigantados durante los pasados meses, incluso aunque no siempre lo sientas de esa manera. El Campamento Rewind es una oportunidad para interactuar con con tus compañeros en un ambiente que no solo es ideal para hacer nuevos amigos, si no que abarca exactamente lo que te perdiste cuando estabas creciendo. Suena perfecto, ¿no?” Alice estudió la luminosa fotografía de dos mujeres y un hombre de pie unos junto a otros en una pista de tiro con arco, cargando las flechas, entre los objetivos a cierta distancia. Su estómago se revolvió al pensar en someterse a sí misma a una semana de actividades con las que no estaba familiarizada, con gente extraña. De acuerdo con el folleto, además del tiro con arco, el campamento ofrecía voleibol, actividades de manualidades, hípica, natación, remo, fogatas nocturnas, y lo que ellos llamaban ‘día de campo de borrachera.’ “¿Llevar tu propio alcohol?” Repasó el resto del texto. “Sabes que no soy bebedora. No voy a convertirme en bebedora solo para encajar.” “Beber no es obligatorio.” El tono de Dawn, como siempre, permaneció calmado y modulado como contrapunto a la creciente ansiedad de Alice. “Es una opción, puesto que es una vía de escape para adultos, pero estoy convencida que tú no serás la única persona que decida no emborracharse. Mucha gente simplemente irá para disfrutar de la nostalgia, o tal vez para experimentar una parte de su infancia que nunca tuvieron. Como tú.” Hizo una pausa. “Créeme, sé lo atemorizante que puede parecer. ¿Pero una parte de ti no quiere ir?” Señaló la fotografía de dos mujeres riendo y aparentando total alegría mientras estaba sentadas lado a lado en un patín de agua. “¿No quieres eso para ti misma?” La imagen se emborronó cuando los ojos de Alice se llenaron de lágrimas, que se derramaron y corrieron por sus mejillas antes de poder detener la

vorágine emocional provocada por la acentuada pregunta. “Por supuesto que quiero. Quiero ser feliz. Tener amigos, un novio, o.....lo que sea. Lo sabes.” “Sí, lo sé.” Dawn suavizó su voz. “Sé, muy bien, lo atemorizada que estás de imaginarte a ti misma allí como estoy sugiriendo. Pero, querida, si quieres cambiar tu vida, tendrás que hacer tú el trabajo.” “Eso lo entiendo, de verdad, pero esto parece como aprender a nadar saltando al Mar de Bering.” Alice le dio la vuelta al folleto en sus manos antes de apresurarse a devolvérselo a Dawn. Con toda probabilidad no podría pasar cuatro días y tres terribles noches en compañía de personas completamente desconocidas. ¿Y si todo el mundo le odiaba? ¿O le ignoraban por completo? “¿Puedo probar con algo un poco menos intenso para empezar? ¿Como, un evento que sólo dure unas cuantas horas?” “Puedes hacer lo que sea que quieras.” Dawn dejó el folleto en el brazo de su sillón, todavía en la línea de visión de Alice. “Y ciertamente yo no puedo obligarte a nada. Eres una adulta. Tomás tus propias decisiones. Como he dicho, creo que estás preparada para esto. De verdad lo creo.” Las palabras de Dawn removieron un montón de complejos sentimientos, con toda probabilidad como estaba previsto. Con treinta y seis años, Alice no tenía mucha experiencia tomando sus propias decisiones. Sus padres, particularmente su madre, habían dictado toda su vida, incluido su horario diario, hasta que tuvo veintiún años. Luego fue cuando su entonces novio de la universidad, ahora su ex-marido, consiguió asegurarse la bendición de su padre para proponerle matrimonio, liberándola de una prisión para vivir en otra. John, su ex, era un ingeniero brillante, así como un narcisista y un obseso del control. Aunque ella le acompañaba a los eventos familiares y de trabajo, y ocasionalmente, al principio, salían fuera con amigos, pasó la mayor parte de su matrimonio sola en casa, aislada del mundo exterior. Leía mucho. Se entretenía en vano con sus propios proyectos de ingeniería. Fantaseaba con ser una persona feliz, más normal, más socialmente adaptada. Más amada. No fue que John explícitamente le prohibiese tener amigos. Él simplemente no se preocupó por incluir a su dolorosamente tímida esposa en sus planes, más a menudo que no, y ella se sentía incluso demasiado socialmente torpe como para intentar conocer gente fuera del trabajo por sí misma. Ahora que estaban divorciados, la soledad se había convertido en algo mucho más difícil de soportar. Estaba desesperada por tener vida social, pero sus primeros esfuerzos habían sido casi completamente desastrosos: una cita por internet con un atractivo bombero que reaccionó a su evidente ataque de nervios perdiendo inmediatamente el interés, una velada en un evento social sobre pintura en la que se quedó congelada y al parecer rechazo a una mujer muy agradable que intentaba entablar conversación con ella, y dos reuniones en un club de lectura local donde fracasó reuniendo el valor para contribuir más allá de una anodina introducción. Esos habían sido pequeños comienzos, ¿no? ¿Por qué el Campamento Rewind sería diferente para una idiota sin esperanza como ella? “¿En qué estás pensando?” La suave, baja voz de Dawn interrumpió su diatriba de autoflagelación. Las lágrimas comenzaron a fluir de nuevo, lo que solo acrecentó la intensa vergüenza que Alice ya sentía. “Ya he intentado actividades menos intensas, ¿no es así? Y fracasé. No sé como hablar con la gente. Me quedó paralizada, muda, sin palabras.....incluso las mezclo o las digo todas de seguido, a veces. ¿Entonces por qué asistir a un campamento de verano que no solo me obligaría

a interactuar con un puñado de gente que no conozco, si no también a dormir en su presencia, funcionaría mejor que lo que ya he intentado?” Dawn se movió hacia el borde de su sillón y extendió sus manos. Después de una breve vacilación, Alice las cogió. Apretándolas suavemente, Dawn murmuró, “No puedo prometerte que lo hará. Lo que sí puedo prometer es que ésta es exactamente la clase de experiencia que sentirías te habría beneficiado como niña. Que habría cambiado tu vida, creo que has dicho.” Alice había hecho esa tonta declaración hacía dos sesiones. Ahora deseaba no haberlo hecho. Había estado tan convencida en ese momento. Te garantizo que si mi madre me hubiese dejado pasar aunque solo fuese un verano en un campamento como una niña normal en lugar de encerrarme en mi dormitorio para convertirme en una perfecta estudiante y músico, en una hija de la que pudiera sentirse orgullosa, no tendría que luchar con tanta fuerza para hacer amigos ahora. Solo una semana en verano divirtiéndome con niños de mi edad.....habría cambiado toda mi vida. Frunciéndose el ceño, Alice se dio cuenta que no podía negar la gran importancia que ella arbitrariamente había atribuido a la noción de una tradicional experiencia de campamento de verano. “Estaba siendo tonta. Unos cuantos días de manualidades y carreras de sacos borracha nunca realmente podrían cambiar la vida de nadie.” Dawn chasqueó la lengua. “Yo no estaría tan segura de eso.” Alice se permitió imaginar ir de verdad, por un momento. “¿Pero y si.....” Para su absoluto horror, las lágrimas que recientemente habían remitido, amenazaron con regresar con el simple y humillante pensamiento. “¿Y si no hago amigos?” Una vez más, Dawn apretó sus manos. “Tengo fe en que puedes y lo harás. Eres inteligente, atractiva, y bastante divertida, una vez que eres capaz de relajarte. Hay un montón de cosas sobre las que puedes hablar y potencialmente conectar con alguien: tu carrera en robótica, tu jardín, música, el viaje que hiciste a China el año pasado para conocer a la familia de tu padre por primera vez.” Después de un momento de evidente vacilación, añadió, “Para ser completamente franca, me han dicho que normalmente hay un montón de oportunidades para el romance casual en el campamento, si estás interesada en ese tipo de cosas. Sé que estás sola, y que tienes curiosidad por saber si puedes disfrutar de la intimidad física con alguien que no sea John. Este puede ser un lugar seguro para explorar esa área de tu vida como mujer soltera. Si vas detrás de una aventura, no puedo imaginar que no encuentres a una pareja dispuesta. Incluso aunque seas un poco callada al principio.” Dawn le guiñó un ojo. “Sí. Tal vez encuentre a alguien que disfrute de las mujeres silenciosas y congeladas por el miedo,” murmuró Alice. “Lo cual, admitámoslo, sería increíblemente espeluznante.” Dawn se rió y soltó las manos de Alice. “Oh, tengo mas fe en ti que eso. Has aprendido a hablar conmigo, ¿cierto? Solo tardaste dos sesiones en encontrar tu voz. El primer día de campamento, das una vuelta, encuentras la cara más amistosa de allí, y finges que estás hablando conmigo. Incluso aunque no acabes el fin de semana con una verdadera amistad, tengo serias dudas de que nadie llegue completamente a no significar algo para ti. Puede que se llame Campamento Rewind, pero estamos hablando de hombres y mujeres adultos. Pueden haber uno o dos idiotas entre el grupo, siempre los hay, ¿no?, pero estoy completamente segura que todo el mundo será agradable.” Alice tragó la roca que se había instalado en su garganta. “Probablemente seré la única que aparezca sola.”

“Tampoco estaría completamente segura de eso.” Dawn recogió el folleto, atrayendo la atención de Alice hacia la cubierta por enésima vez. ¡Ideal para solteros, parejas, y grupos platónicos de buscadores nostálgicos! “Pero incluso aunque seas la única que va sola, muchos adultos quieren ir a un campamento como ese para hacer nuevos amigos de la forma en que lo hacían cuando eran jóvenes. El folleto habla de ello largamente. Tú no eres la única que ha crecido sin haber tenido práctica en el arte de conocer gente. Para muchos, es una verdadera lucha crear nuevas amistades después de graduarse en la universidad.” ¿No era esa la verdad? La última amistad de Alice, que había sin duda superficial y en gran parte basada en el hecho de que ella y Lin eran las únicas dos mujeres en clase de ingeniería robótica, terminó cuando se graduó en la universidad y se convirtió en la esposa de John. Desde entonces, había anhelado tener otra amiga, una de verdad, como las que leía en los libros o veía en la televisión, pero no tenía ni idea de donde encontrar a alguien así. ¿Era posible que Campamento Rewind realmente pudiera ser la respuesta? Tal vez debería ir. “Si lo odias, siempre puedes marcharte.” Dawn le aseguró con una sonrisa. “La parte genial de estar en un campamento de adultos es que tienes tu propio coche. Puedes conducir directamente como alma que lleva al diablo hasta casa, cuando quieras.” “Eso es verdad.” Alice miró de nuevo el folleto en las manos de Dawn. Suspiró. “Lo siento. Tanto como quiero intentarlo, honestamente no puedo pasar por esto.” “Bueno, entonces ese es el problema.” Dawn le devolvió el folleto, y Alice lo cogió sin pensar. “Cierra los ojos conmigo.” Habiendo aprendido a confiar en los métodos de Dawn, especialmente cuando no implicaban arreglos comunales para dormir o retozar con grupos de atractivos extraños, Alice hizo lo que le dijo. “¿Ahora qué?” “Imagínate a ti misma llegando al campamento. Aparcando. Saliendo de tu coche, sacando tu maleta del maletero, encontrando la oficina principal donde das tu nombre para confirmar tu llegada.” Con los ojos firmemente cerrados, Alice ya estaba luchando por no vomitar. “Me siento enferma.” “Respira. Dentro, fuera.” Dawn inhaló y exhaló audiblemente. Alex igualó su ritmo, y después de unas cuantas respiraciones, cuando su estómago comenzó a asentarse, Dawn continuó. “Ahora imagínate conociendo a alguien, un amigo o algo más, y teniendo el mejor momento de tu vida. Como se sentiría, cuanta confianza ganarías. Como serias de feliz.” Alice dejó que la fantasía le transportase, pero no por mucho tiempo. Anhelaba el verdadero compañerismo desde tanto tiempo como podía recordar, pero pensar en el tema removía vagos, confusos, e inquietantes deseos que no sabia como encauzar. Obligándose a contener esos pensamientos antes de que se apoderasen y apresasen sus emociones, abrió los ojos y clavó a Dawn con una dura mirada. “No quiero hablar más de esto hoy.” La expresión de Dawn se transformó, aunque muy levemente, en decepción. “Como he dicho, Alice, no puedo obligarte a hacer nada que no quieras.” Más que casi todo, Alice odiaba la decepción. Culpaba a su madre de ello. Sus entrañas se retorcieron, murmuró, “Perdón.” “No hay nada de lo que disculparse. ¿Pero me harías un favor?”

Alice resopló. “Tal vez.” Eso se ganó una risita. “Llévate el folleto a casa. Mira en internet y busca más información. Piensa en ello, sinceramente. Con optimismo.” Llena de temor, Alice miró de nuevo el folleto que había regresado a sus manos. “Muy bien.” “Nadie va a obligarte a ir.” Bien. Ella asintió. “Lo entiendo.” “Tienes que tomar tus propias decisiones.” Dawn la miró a los ojos, forzando el contacto visual. “Todo lo que puedo hacer, Alice, como tu terapeuta y alguien que verdaderamente se preocupa por ti, es recomendarte encarecidamente que consideres inscribirte en la próxima remesa. No podrás superar tus miedos hasta que te enfrentes a ellos. Después del todo el gran trabajo que has hecho durante el pasada año, es hora de dar el siguiente paso. No tengo dudas que estás preparada para esto. Estás preparada para ser feliz.” Estaba preparada. Salvo cuando no lo estaba. Alice maldijo entre dientes, luchando con la urgencia de rasgar en jirones el folleto del Campamento Rewind. Sería mejor que sucumbir a los sollozos de hacer temblar todo su cuerpo que estaban amenazando con asumir el control. Si tan solo la felicidad que tan desesperadamente quería simplemente.....le ocurriese a ella. Desafortunadamente, como Dawn nunca titubeaba en remarcar, la vida no funcionaba de esa manera. Si quería ser feliz, tenía que poner algo de su parte. Tenía que intentarlo. “Bien,” Alice murmuró. Cuando vio el grado con que los ojos de Dawn se iluminaron, aclaró su punto. “Miraré en internet. Echaré un vistazo. Pensaré en ello.” Dawn le sonrió ampliamente como si pensase que ya se había inscrito. “Estoy orgullosa de ti.” “No he dicho que vaya a ir.” Alice frunció el ceño. ¿Por qué me siento como si ella lo creyera? La expresión de Dawn de profunda satisfacción nunca vaciló. “Puedes decirme lo que has decidido la próxima semana. Hablaremos sobre los mecanismos y herramientas de comportamiento cognitivo para afrontar la ansiedad en un entorno de campo. También podemos representar la presentación de nosotros mismos a otros y la conversación.” Tanto como odiaba la forma en que Dawn siempre conseguía empujarla exactamente hacia donde no quería ir, también estaba agradecida. Un poco. Tal vez. Doliéndole el estómago, Alice suspiró pesadamente y enterró la cara en sus manos. “¿Quieres que pasemos los últimos minutos juntas contándome cuanto odias mis sugerencias? Normalmente eso te hace sentir mejor.” Dawn parecía divertida. Bien por ella. Alice negó con la cabeza. “Esta vez no.” Odiaba la sugerencia, por supuesto. Un campamento de verano para adultos sonaba como el perfecto infierno social. Desafortunadamente, era una especie, de alguna manera, divertido. Y con toda probabilidad, tanto como odiaba admitirlo, era exactamente lo que necesitaba.

Capítulo Dos

Rosa Salazar aparcó su coche nuevo para ella, pero usado, en una plaza vacía en la esquina del aparcamiento de gravilla de Campamento Rewind, tan lejos de la oficina principal como pudo. Luego, con manos temblorosas, se puso sus gafas de sol y comprobó su aspecto en el espejo. Todavía estaba luchando por acostumbrase a su reciente corte de pelo corto, un cambio drástico con respecto a su larga melena negra rizada que había atesorado desde que era adolescente. Esperaba que el sacrificio hubiese merecido la pena y que nadie le reconociese durante su primer tentativo paso de volver al país de los vivos después de un año y medio en el infierno inducido por internet. Como era su costumbre, Rosa miró su teléfono móvil a pesar del hecho que había prometido dejar de hacerlo durante los próximos cuatro días, como mínimo, hacia menos de ochenta kilómetros. Una notificación en la pantalla le alertó del hecho que había recibido tres correos electrónicos durante sus largas horas de viaje a través de las secuoyas. Uno de su madre, toda preocupada, una breve y alentadora nota de su mejor amigo Trayvon.....una de las pocas personas que seguían a su lado después de la tormenta de fuego que ella había desencadenado con un simple ensayo independiente publicado en una web popular sobre juegos.....y finalmente, una anónima y coloridamente detallada amenaza de violación y muerte conteniendo como línea de asunto, Muérete puta guerrera guarra coño de justicia social. “Solo otro día en la red.” Cansada, Rosa borró el correo amenazante y apagó el teléfono. Casi era insensible a tal correspondencia en este momento. Casi. “Qué momento tan perfecto para desconectar.” Estudió su reflejo otra vez, intentando juzgar la probabilidad de que alguien le reconociera. La mujer del espejo no se parecía en nada a la pequeña fotografía publicada junto con su extensa crítica del masivamente exitoso videojuego del año del año anterior por sus sensibilidades sexistas y racistas, así como su excesiva dependencia de las imágenes sexualmente violentas para contar una historia horripilante e inmadura. También parecía de lejos mucho más vieja, y menos optimista, que en las distintas instantáneas de sus más jóvenes, despreocupadas, y a veces provocativas poses, de su edad universitaria que sus detractores habían arrebañado de todas sus cuentas en redes sociales que alguna vez hubiese creado durante el feo y lleno de rabia momento posterior a la publicación de su ensayo, cuando internet reaccionó a sus opiniones creando memes crueles y a veces imágenes francamente pornográficas burlándose despectivamente de su cara y su cuerpo. Lo mejor de todo, se parecía verdaderamente poco a la mujer del vídeo de automasturbación.....filmado para, y enviado por mensaje de texto a un ex novio de hacía años, tiempo antes de que se diera cuenta de lo fácilmente que podía ser hackeado el almacenamiento en la nube por aquellos decididos a arruinar la vida de alguien.....que había sido difundido en la red sin su consentimiento, rápidamente convirtiéndose en viral y haciendo exactamente eso. Algunos días sentía como si todos en el mundo le hubiese visto desnuda. Tocándose a sí misma. Gimiendo, diciendo cosas estúpidas e insípidas. Cosas que nunca había pretendido que oyera nadie excepto su ex-novio Marcus. Lógicamente, sabía que no todo el mundo seguía internet y los escándalos en

las redes sociales del mes, pero viviendo en la Zona de la Bahía, difícilmente lo sentía de esa manera. Incluso su padre había visto el estúpido vídeo, los primeros segundos al menos, después que algún gilipollas le enviase por correo electrónico el archivo. Y no había sucedido solo una vez. Las bandejas de entrada de sus padres habían estado tan inundadas al principio que finalmente su madre tuvo que cambiar de dirección. Su padre dejó de entrar en internet por completo. Rosa levantó el espejo, no teniendo ya más estómago para ver su propia cara. Después del pasado año y medio, había adquirido un profundo conocimiento de por qué la vergüenza pública persistía como una de las más universales, duraderas, y devastadoras formas conocidas de castigo de la civilización. Funcionaba. Entre su humillación y el flujo constante de amenazas prometiendo violencia física y/o sexual, sufrimiento, e incluso muerte, había pasado la mayoría de los días sintiéndose menos que nada. Subhumana. Una fuente sin fin de dolor para toda la gente que se preocupaba por ella. Aquellos pocos que le quedaban, al menos. Exhaló. “Basta de autocompasión.” Esta completa experiencia de campamento de verano se suponía que iba a ayudarle a escapar de su vida y regresar a tiempos más simples cuando no era objeto de ridículo y/o alguien que provocaba una violenta rabia en todo el mundo. Tiempos en los que no tenía miedo a hacer nuevos amigos o mirar a un hombre a los ojos. El campamento era para reinventarse a sí misma, incluso aunque solo fuese por unos días. Aquí, Rosa Salazar no existía. Durante su estancia en Campamento Rewind, sería Lila Sánchez: profesora de instituto, con fobia a la tecnología por lo tanto no familiarizada con la cultura de internet, interesada en socializar solo con otras mujeres. Normalmente no se cerraba a cualquier posibilidad de amistad o romance, habiendo salido con todo el espectro de géneros a lo largo de los años, pero entre su odio a la cultura casi exclusivamente masculina de la red y su exnovio quien le había dejado justo antes de los feroces comentarios en masa a su crítica, estaba lista para tomarse un descanso de los chicos durante un tiempo. Además, las mujeres era menos probable que estuviesen familiarizadas con la saga de juegos que habían inducido la infamia. Un pensamiento sexista, lo sabía, pero probablemente también cierto. Con una profunda y estabilizadora respiración, Rosa salió de su coche y caminó hacia la parte de atrás. Sacó su bolsa de lona del maletero, entonces se detuvo y miró alrededor del aparcamiento cuando ola tras ola de duda le recorrieron. Dos tipos que parecían estar a mitad de la treintena salieron de los asientos delanteros de un deportivo trucado aparcado junto a la entrada. Ambos compartieron una semi-interesada mirada cuando ella se quedó parada en el sitio detrás de ellos, y entonces uno de ellos le palmeó al otro en la parte posterior de la cabeza y salió corriendo. Su compañero gritó y corrió detrás de su amigo, ambos actuando como si fuesen chicos de doce años en lugar de hombres adultos rozando los cuarenta. Tal vez esto era un error. Debería de haber ido a un campamento solo para mujeres, aún cuando el más cercano que había logrado localizar estaba a cinco Estados de distancia. Después de haber sido amenazada con agresiones sexuales en todas sus horribles permutaciones durante más de diecisiete meses, le resultaba difícil no sentirse quisquillosa con la idea de la masculinidad salvaje y entusiasta alimentada por el alcohol.

Aunque sus preocupaciones flotaban en su cabeza, Rosa las rechazó. “No.” Cerró de golpe el maletero y se volvió hacia la oficina donde los hombres habían desaparecido. “Que le jodan a todo el mundo, no soy una víctima.” Como mantra que era, no era ni el más elegante, ni el más convincente. Pero era de ella. Cuando daba sus primeros, vacilantes pasos alejándose de la seguridad de su coche, Rosa se fijó en que no era la única que se lo estaba pensando dos veces. Al final de la fila de coches donde estaba aparcada, una encantadora y absolutamente petrificada mujer con el pelo negro hasta los hombros estaba con los nudillos blancos agarrada al volante mientras observaba como Rosa caminaba lentamente hacia la oficina principal. Fue un alivio ver a alguien que parecía incluso más ansiosa de lo que ella se sentía. Rosa sonrió a la mujer, pero inmediatamente lo lamentó cuando vio la evidente alarma que su intento de estímulo había causado. Los brazos de la mujer se retorcieron como si fuese a girar la llave que sin duda había dejado en el contacto, pero en su lugar miró hacia abajo a su regazo, con dureza. Rosa apartó la mirada rápidamente, feliz de ofrecerle a la mujer cierta intimidad para combatir sus nervios. Ella, más que nadie, apreciaba la exquisita agonía del escrutinio público. Aún así, esperaba que la mujer pudiese reunir el valor. Ahora que habían compartido unos cuantos segundos de pánico en el aparcamiento del Campamento Rewind, Rosa no podía evitar sentir que algún tipo de unión se había creado. O, por lo menos, que la identificaría como una prometedora candidata para una amistad de campamento. Era imposible no imaginar que alguien tan evidentemente tímida tuviese prejuicios o hiciera comentarios críticos y mezquinos a una extraña, aunque sin duda Rosa ya se había visto sorprendida en el pasado. Una vez que llegó a la oficina del campamento, Rosa hizo una pausa, todavía tentada de darse la vuelta y marcharse. ¿E ir a dónde? Cuando su casa ya no era un santuario y las amenazas de muerte le eran entregadas en su buzón de correos, ¿realmente importaba donde pasase las próximas tres noches? Suspiró. Al final, solo pensar en la tímida mujer en el aparcamiento, y lo mucho que necesitaría una amiga si conseguía salir del coche, imbuyó a Rosa de la fuerza para ir a registrar su entrada. ***** “Estúpida,” Alice murmuró hacia sus muslos, todavía con demasiado miedo para levantar la cabeza y comprobar si la mujer se había ido. Apretó las manos en puños, clavándose las cortas uñas en las palmas hasta que dolió. “¿Ni siquiera puedo devolverle la sonrisa y se supone que voy a pasar las próximas tres noches aquí? Sí, eso sería genial. Simplemente perfecto.” Frustrada cuando una gruesa lágrima cayó sobre uno de sus puños, Alice conscientemente relajó los dedos y utilizó el cuello de su camiseta para secarse la cara. La única manera posible de que esta situación pudiera ponerse peor era que tuviese los ojos rojos y llorosos como un bebé. Así era como su madre los llamaba, en las pocas ocasiones en que Alice fracasaba conteniendo sus emociones y lloraba en su presencia. Ojos rojos y llorosos como los de un bebé que avergonzarían a cualquiera, y no menos importante en absoluto, a Alice. Atraerían juicio, critica, quizás incluso burlas. Las lágrimas eran inaceptables. Inapropiadas.

Equivocadas. Alice terminó de secarse los ojos y comprobó su cara en el espejo. Parecía.....mediocre. Su madre le había criado para que se presentase tan perfecta como le fuese posible ante los demás. Eso se refería no sólo a su apariencia, que debía ser impecable, si no también a su ánimo, actitud, y habilidades intelectuales. Alice suspiró. No era de extrañar que se sintiese tan intimidada cuando interactuaba con sus compañeros, porque ella esperaba que todo el mundo se reuniera para evaluarla críticamente y entonces descubrir sus carencias. Cuando era niña, le habían dicho que eso sucedería, todo el tiempo, sin falta. Dawn había seguido asegurándole que, en general, la mayoría de la gente no se molestaba en hacer un escrutinio de los extraños buscando defectos, y además, el mundo estaba lleno de gente amable, de mente abierta, y sin prejuicios. Rechazar las lecciones de su educación en favor de una perspectiva menos dura era una lucha constante, pero Alice sabía que tenía que confiar en la sabiduría de Dawn si alguna vez quería crecer. Preparándose para la lucha, Alice escaneó el aparcamiento pero no pudo encontrar a la mujer que le había sonreído. La tarde se acercaba con rapidez, y el aparcamiento se había ido llenando desde que Alice había llegado dos horas antes. Asumió que la mayoría ya se habrían registrado. Probablemente ahora mismo estarían en sus cabañas eligiendo cama, lo que no le dejaba a ella más opción que la que quedase. Con su suerte, probablemente una litera terriblemente alta en mitad de un barracón abarrotado. Esta noche el campamento albergaba la ceremonia de inauguración, algún tipo de juego de preguntas en grupo diseñado para facilitar las presentaciones, luego estaba programada una fogata a la puesta del sol, y todo ello le resultaba tan divertido como ser torturada metiéndole la cabeza bajo el agua. ¿Podía realmente ella pasar por esto? No quería decepcionar a Dawn marchándose, pero esto era incluso más atemorizante de lo que había previsto. Alice estabilizó su respiración y cerró los ojos, entonces se visualizó a sí misma saliendo del coche y caminando hacia la oficina principal. Imaginó a la mujer que le había sonreído allí de pie, también inscribiéndose. Tal vez si la interacción no hubiese sido tan inesperada, Alice podría haber conseguido devolverle la sonrisa. Con los ojos todavía cerrados, practicó. Imaginó a la mujer.....bonita, de aspecto amigable.....saludándole con un amistoso asentimiento de cabeza, una rápida muestra de sus dientes. En su fantasía Alice le devolvió la sonrisa mientras que en la vida real Alice solo esbozó la sombra de una sonrisa, por si alguien estaba mirando. Después de un momento, abrió los ojos. Cuando el mundo real regresó, lo mismo hicieron sus dudas. Exhalando, Alice murmuró, “Entonces, plan B.” Abrió la guantera y sacó tres porros de cannabis enrollados a mano que había traído solo en caso de emergencia. Después de mucha investigación y un poco de experimentación, había descubierto que el extracto de la planta ayudaba a calmar su ansiedad, incluso a veces permitiéndole convertirse en más social. Una calada o dos generalmente tenían un efecto positivo, y aunque había tenido reservas de llevar consigo su medicación alternativa al campamento, ahora parecía ser lo único que posiblemente le haría lo suficientemente valiente, o al menos le suavizaría, para poder traspasar la puerta principal. Se arrastró hasta el asiento trasero y bajó la ventanilla hasta la mitad, agradecida de que ahora el aparcamiento estuviera desierto. Lo encendió, dio tres largas caladas en una lenta sucesión, exhalando cada vez a través de un

filtro de aire personal para que no olieran mal ni su coche ni sus ropas. Cuando terminó, cuidadosamente apagó la colilla del porro y la guardó en en un recipiente a prueba de olores que había traído con ese propósito. Una vez guardados todos los suministros de nuevo en su maleta, regresó al asiento del conductor, se echó hacia atrás, y dejó escapar un suspiro de alivio cuando tanto su cuerpo como su mente comenzaron a relajarse. “Eso está mejor.” Alice cerró los ojos de nuevo, una vez más visualizando a la mujer que le había sonreído. Realmente era atractiva, lo que fue una gran parte de que su amistoso gesto resultase tan atemorizante. Aunque Alice nunca había considerado seriamente salir con mujeres, no podía negar que lo había prominentemente imaginado en sus fantasías sexuales más profundas y oscuras. Con el calor y la euforia del cannabis, Alice se permitió soñar despierta brevemente. Se imaginó entrando en el campamento, solo para ser agarrada por la sonriente mujer y empujada contra un árbol para una apasionada sesión de magreo. Fantaseó ganando confianza sexual para dar y recibir placer como nunca antes había hecho y finalmente comportarse como una persona normal, capaz de hacer y sentir las cosas normales que la gente hacía y sentía. Alice abrió los ojos, agradecía cuando el miedo no regresó rugiendo de nuevo. En lugar de sentirse asustada, se sentía en paz y sin embargo resuelta, aunque un poco frustrada y cachonda. Si no entraba, acabaría pasando las tres noches sola, como siempre, deseando más, estúpidamente, mientras se negaba a salir y aferrarse a las oportunidades que se presentaban. Si había una cosa que Alice no era, era estúpida. Además, como Dawn había dicho, simplemente podría marcharse si no le gustaba estar aquí. Porque era una adulta. Con su propio coche. Sintiéndose cualquier cosa menos una adulta, Alice abrió la puerta del lado del conductor y salió. Un pie delante del otro. Caminó alrededor del coche, abrió la puerta del pasajero. Cogió su maleta. Cerró la puerta. Dejó de respirar, para estabilizar sus piernas. Imaginó a la sonriente mujer de nuevo, esta vez como amiga. Alguien con quien poder compartir un patín acuático. Seducida por ese pensamiento, Alice desafió sus propias expectativas y fue dentro.

Capítulo Tres

Más tarde esa noche, Rosa escaneó las joviales caras riendo alrededor de la rugiente hoguera en un esfuerzo por encontrar a Alice, la tímida mujer del aparcamiento. Sabía su nombre solo porque Marcia, la excesivamente burbujeante jefe de consejeros, había obligado a todo el mundo a presentarse durante el juego de preguntas para llegar a conocerse unos a otros al que habían jugado a continuación de la ceremonia de inauguración. La pobre Alice parecía visiblemente afectada por ser el centro de atención aunque solo fuesen unos segundos, apenas murmurando su nombre lo suficientemente alto para que Rosa lo oyera. Como la última campista en inscribirse, Alice se había unido a ellos poco tiempo después de que comenzase la ceremonia. Desafortunadamente, Rosa estaba sentada en el lado opuesto del comedor y no tuvo la oportunidad de presentarse antes de que fuesen colocadas en equipos contrarios para el juego de preguntas. Después que terminase el juego, vio como Alice literalmente salió huyendo del comedor, y para cuando consiguió salir por la puerta detrás de ella, no pudo ver a la mujer por ninguna parte. ¿Se habría marchado ya? Tal vez verse forzada a hablar en público había sido demasiado difícil de soportar para alguien tan tímida. La mente de escritora de Rosa bullía buscando posibles explicaciones de por qué se había ido y por qué estaba en un campamento cuando todo apuntaba a que era demasiado reservada como para poder disfrutar de la experiencia. A pesar del puñado de amistosas interacciones de las que Rosa ya había disfrutado con sus compañeros campistas, estaba demasiado intrigada por lo misteriosa que era Alice como para centrarse en nadie más. Su recién descubierta obsesión por la introvertida Alice podría simplemente ser conveniente a fin de evitar lanzarse a la vida social del campamento, que no le interesaba. Por lo que sabía, Alice todavía seguía en el campamento, demasiado aterrorizada para hablar con nadie a menos que se viese obligada y al parecer decidida a evitar las actividades en grupo en favor de esconderse en la periferia. Si realmente seguía en las proximidades, Rosa quería encontrarla y ser su amiga. No solo para conocer su historia, si no para ofrecerle un impulso de confianza, para que tuviese la sensación de no estar totalmente sola. Verdaderamente, Rosa sufría por ella, sabiendo lo desagradables que ciertas clases de soledad podían ser. Rodeando la hoguera, se alejó de la estridente, borracha, celebración de la multitud mientras se afanaba en su búsqueda. Agradecida por la grande y brillante luna llena por encima, se dirigió a la cabaña de mujeres que encontró vacía. Luego caminó hacia el comedor, donde un solitario empleado del campamento estaba barriendo el suelo. Después de eso, hizo un tenso viaje hacia el aparcamiento, donde descubrió, para su alivio, que el coche de Alice seguía en su sitio. Así que no se había marchado. No todavía. De regreso a los terrenos del campamento, Rosa recorrió el mismo camino que habían hecho tras el juego de preguntas. Se aventuró hasta el lateral más alejado del campus principal, casi en la orilla del lago, cuando un familiar olor llegó flotando a través del sendero. Deteniéndose para inhalar, Rosa suprimió una risita y escaneó los oscuros árboles que rodeaban el sendero. Si era Alice, definitivamente quería ser su amiga.

Insegura de si llamar y correr el riesgo de hacer que Alice huyera o sobresaltarla acercándose furtivamente, Rosa buscó a la luz de la luna entre los árboles alguna señal de vida. Siguió a su nariz unos pasos por el sendero, entonces salió del camino hacia el bosque. Una rama crujió debajo de su pie, provocando un sobresaltado jadeo desde detrás de un árbol cercano. Quedándose quieta, Rosa maldijo entre dientes, luego dijo con un fuerte susurro, “¿Alice?” Vio moverse algo detrás del árbol, y luego todo se quedó quieto. Tenía que ser Alice, ¿verdad? Dando un paso más cerca, Rosa decidió identificarse, apenas recordando utilizar su nombre falso. “Soy Lila. La del aparcamiento. He venido hasta aquí, así que si no te importa podrías al menos asegurarme que no eres un asesino en serie de un campamento de algún tipo de película de serie B.....” “No lo soy.” La baja y temblorosa voz inconfundiblemente era la de Alice. No dijo nada más. Acercándose al lugar en que Alice se había escondido como si fuese un animal atemorizado, Rosa extendió su mano como si estuviera preparándose para evitar que escapase. “Bien. Estaba esperando encontrarte. Utilizando mi método preferido de vinculación social, nada menos.” Rodeó el árbol a tiempo para ver como la boca de Alice se retorcía en una reticente sonrisa. Cuando Alice dubitativamente le ofreció la mejor mitad de un humeante porro, Rosa lo aceptó con un agradecido asentimiento de cabeza. “Gracias.” Intentó darle una calada, pero al final se había apagado. Se sorprendió e incluso quedó un poco impresionada cuando Alice suavemente sacó un encendedor y colocó una llama frente a su cara, Rosa sonrió mientras daba una larga y profunda calada y la retuvo en sus pulmones hasta que quemaron. Exhalando, dijo, “Oh, es agradable. No soy una gran bebedora, para ser honesta, pero esto es una pasada.” Alice volvió a coger el porro con una tímida media sonrisa, inclinando la cabeza para mirar al suelo mientras daba una persistente calada. Rosa sintió que estaba intentando permanecer a la expectativa, incapaz de reunir el valor para entablar una fluida conversación. Eso estaba bien. De alguna manera, la falta de confianza en sí misma de Alice reforzaba la suya propia. “Esto es agradable. Pacífico,” Rosa comentó suavemente. Esperaba que Alice pudiera detectar la honestidad en sus palabras y comprendiese que no estaba burlándose de ella. Para nada. “No hay presión para hablar.” Dio otras dos caladas cuando Alice le entregó el porro de nuevo, luego una tercera cuando Alice agitó la mano indicando que se lo quedase. A media inhalación, Alice brevemente la miró a los ojos y murmuró, “Deberías apurarlo. Ahorrarme el apuro.” Rosa soltó una bocanada de humo hacia arriba que flotó entre las ramas de las majestuosas secuoyas elevándose por encima. “¿Eso significa que ya estás cocida?” Alice realmente se rió. “Un poco.” “¿Está ayudando?” Por primera vez, Alice le miró directamente a los ojos. “Al parecer.” Rosa se rió entre dientes y le pasó el porro. “He estado hecha un manojo de nervios durante toda la última semana. Con náuseas cada vez que pensaba en venir aquí.” No pretendió mencionar su mayor preocupación: la posibilidad de ser reconocida o, peor, ser acosada, durante lo que debería ser una oportunidad

para escapar de su existencia de mierda durante unos días. Realmente no importaba, la razón de sus temores. Los ojos de Alice se iluminaron, evidentemente había hecho una conexión. Ansiosa por ofrecer más, Rosa dijo, “Yo apenas hablé para inscribirme. Si no te hubiera visto sentada en tu coche incluso más aterrorizada que yo, no estoy segura si lo hubiera hecho. Pero me imaginé que podríamos necesitarnos una a la otra aquí dentro, ya sabes, para darnos apoyo moral. Así que.....me alegra haberte encontrado.” Alice ya no parecía ser capaz de mantenerle la mirada. “Yo también me alegro.” “Espero que eso signifique que ahora tengo a alguien con quien sentarme en la cafetería. Porque el otro día tuve esa pesadilla en la que llevaba mi bandeja del almuerzo al comedor, pero todos los asientos estaban ocupados y nadie estaba mirándome.” Rosa dejó sin contar la parte donde le empezaban a gritar que era una puta, un coño, una feminista de mierda que debería regresar por donde había venido. Se imaginó que Alice se haría una idea sin necesidad de ese nivel de detalle. “Así que.....sí. Sería un verdadero alivio tener una amiga aquí. Alguien que me ayude a superar los próximos días, a disfrutar de la experiencia que realmente quiero tener.” Alice asintió. “Eso me gustaría.” Rosa esperó, deseando que Alice se sintiera lo suficientemente cómoda para compartir un poco más. Cualquiera que fuera la razón, había mucho que quería saber sobre su misteriosa nueva amiga. Probablemente no habría nada absolutamente fascinante en Alice, pero el hecho de que fuese tan difícil averiguarlo solamente aumentaba las ganas de Rosa de conocer más detalles. Cuando Alice no dijo nada más, prefiriendo en su lugar darle otra calada al moribundo porro, Rosa preguntó, “¿Qué te hizo apuntarte al campamento? Sin ofender, pero no pareces estar disfrutando ni un poco hasta ahora. Aunque estoy realmente impresionada que lo hicieras y verdaderamente hayas venido, se me hace difícil imaginar que hayas elegido esta experiencia a menos que tengas una razón bastante específica.” Cuando Alice la miró, con los ojos abiertos como platos presumiblemente por tener que proporcionar una respuesta consistente en múltiples frases, Rosa intentó minimizar los daños. “O tal vez debería meterme en mis propios asuntos. Perdona.” Alice le entregó la colilla apagada, que Rosa aceptó sobre todas como una distracción. Entonces, suspirando, Alice negó con la cabeza. “No, yo lo siento.” Dio una profunda respiración y exhaló lentamente. Consiguiendo hacer solo un esporádico contacto visual, dijo, “Esto fue idea de mi terapeuta. He estado viéndola desde hace un año, y recientemente ha decidido presionarme más para retar mi ansiedad social. Probablemente tenga razón. Pero soy extraordinariamente mala en estas cosas. Mucho más que mala.” Encorvada, Alice se apoyó contra el amplio tronco del árbol y cerró los ojos. “Es una lástima que todo lo que quiero es conocer a alguien este fin de semana, un amigo, ya sabes, o.....” Negó con la cabeza. “Sólo quiero conocer a alguien y tú eres verdaderamente agradable, pero me sigo sintiendo tan torpe, incluso contigo.” Rosa no pudo evitar sonreír ante el torrente de palabras saliendo de los bonitos labios de Alice. Eran hermosos, decidió, a la misma vez que se dio cuenta que estaba mirando fijamente la boca de Alice. Y Alice estaba viendo como lo hacía. Rosa se aclaró la garganta. “No eres torpe.” Alice le lanzó una mirada que dejó claro que no lo creía. Rosa se encogió de hombros con

concesión, entonces rectificó, “Bueno, no inherentemente. Solo eres.....aprehensiva. Por la razón que sea.” “Esa soy yo.” Alice consiguió sonreír de verdad. “Te agradezco que seas tan amable.” “Lo mismo digo.” Rosa le devolvió la sonrisa, alentada por el hecho de saber que una tentativa amistad de hecho se estaba formando. No podía explicar por qué conocer a alguien tan amable y modesta significaba tanto para ella ahora mismo, pero la tímida naturaleza de Alice le hacía sentir como si fuese un regalo después de muchos encuentros teñidos de miedo, llenos de prejuicios, con extraños cuyas motivaciones no podía discernir. “¿Quieres que regresemos juntas y comprobemos cómo va la hoguera?” Cuando una mirada de miedo cruzó por el rostro de Alice, ella dijo, “O podemos.....quedarnos aquí un poco más.” Tímidamente, Alice dijo, “Aquí está bien para mí.” “Sí, para mí también.” Una pequeña sombra oscura zumbó cerca de la cara de Rosa, algún tipo de insecto nocturno. Ella se encogió y agitó la mano espantándolo. La bestia alada desapareció en las sombras que les envolvían, marchándose en un instante. Entonces algo zumbó cerca de su oído, haciéndole gritar. “Bueno, tal vez no aquí.” Alice educadamente escondió su risa detrás de su mano. “Para ser honesta, de repente siento las piernas un poco temblorosas. ¿Tal vez podríamos encontrar algún lugar donde sentarnos?” “¡Sí!” Rosa salió de un salto desde detrás de los árboles, corriendo hacia la relativa seguridad del sendero. “¿Quieres que vayamos al lago? Podemos marcharnos si alguien nos molesta allí.” Alice la siguió. “¿Se nos permite bajar hasta el agua está noche?” “Nadie ha dicho que no podamos.” Sintiéndose de alguna manera más atrevida ahora que había establecido una conversación a dos bandas, Rosa se puso las manos en las caderas mientras miraba como Alice se aproximaba. “Y somos adultas, ¿verdad? ¿Qué sentido tiene ser un adulto si no podemos hacer lo que queremos?” “Yo siempre he sido más seguidora de las normas, del tipo de adulta precavida.” “Entonces yo principalmente estoy aquí para corromperte.” Rosa fingió una reverencia, una tontería por el porro que habían compartido. “Enviada por el universo es mi suposición.” Alice soltó una risita, entonces bruscamente se tropezó con una rama de árbol en el camino. Rosa se movió rápidamente hacia adelante, agarrando a Alice por la muñeca antes de que cayese. Su mano automáticamente se deslizó hacia abajo para entrelazarse con la de Alice, como si hubieran hecho eso cientos de veces. Rosa contuvo la respiración, preocupada por lo que había hecho, temerosa de que Alice se alejase. Pero Alice no huyó. En su lugar, apretó sus dedos sobre los de Rosa y, con su pecho levantándose y cayendo rápidamente, susurró, “Tú guías.”

Capítulo Cuatro

Todavía iban cogidas de la mano cuando llegaron al lago. Alice se preguntaba si debería soltarla.....se lo había estado preguntando desde el momento en que sus dedos se entrelazaron.....pero no conseguía reunir el valor para hacerlo. Lila no la había soltado. ¿Significaba eso que le gustaba lo que estaban haciendo? Alice se sentía como una chica de dieciséis años con un flechazo mientras se obsesionaba con cada detalle de lo que estaba sucediendo, desesperada por encontrar el significado de este inesperado giro de los acontecimientos. Quizás Lila estaba simplemente feliz de tener una compañera fumadora de maría en mitad de un mar de bebedores. Quizás mañana por la mañana se despertaría y su nueva amiga no querría tener nada que ver con ella a la fría luz del día. O quizás Lila realmente era tan genuina como parecía, y tan dulce, centrada como estaba en hacer que Alice se sintiera mejor por estar en el campamento. Esa última posibilidad casi parecía la menos probable de todas, simplemente porque Alice se negaba a creer que hubiese podido lograr su único verdadero deseo tan rápida y fácilmente. Eso significaría que Dawn tenía razón. Había hecho una amiga. “¡Oh, mira!” Lila señaló a tres patines acuáticos atados a un largo muelle de madera que se metía casi seis metros dentro del agua. “Vamos a sentarnos en uno de esos, y no te preocupes. No voy a intentar convencerte para dar un paseo a la luz de la luna.” Apretó la mano de Alice y tiró de ella hacia adelante. “Podemos dejar eso para mañana por la noche.” Cuando Alice balbuceó, vacilante, Lila se rió. “Es broma. Vamos. Miraremos hacia el agua mientras hablamos.” Alice se sintió atraída por una fuerza invisible, a pesar del leve cosquilleo de ansiedad que permanecía en su vientre. El porro había suavizado los agudos bordes de sus nervios, permitiéndole deshacerse de la frialdad con una simpleza que no le era posible la mayor parte del tiempo. Por ello, estaba eminentemente agradecida. A pesar de su inseguridad sobre como esta experiencia con Lila podría resultar en definitiva, había alcanzado más logros sociales en los últimos quince minutos que durante todas sus sesiones anteriores de terapia del último año. En este punto estaba comprometida a ver donde le llevaba esta experiencia. Permitiría que el universo siguiera su curso. El muelle se balanceó ligeramente cuando subieron, causando que Lila apretase su agarre en la mano de Alice. No perturbada por la necesidad de ajustar su centro de gravedad, Alice se soltó de agarre de Lila.....un movimiento que propició un bajo ruido de protesta.....para enganchar sus brazos juntos. “Te tengo.” Lila se presionó más cerca de su costado, cortando el ligero frío del aire de la noche. Alice sintió como se estremecía. “Gracias.” Sorprendida por el temblor en la voz de Lila, Alice preguntó. “¿Tienes frío?” “No.” Caminaron hasta llegar al patín más alejado de la orilla, entonces se detuvieron, todavía cogidas del brazo. “Para ser tan tímida, eres bastante malditamente calmada.” Lila se separó, pero no antes de darle a Alice un último apretón. “Ven, deja que suba yo primera.” Con sorprendente gracia, Lila subió al asiento más alejado antes de ofrecerle su mano a Alice para que le siguiera. Alice la agarró sin vacilación, ya tan cómoda con la presencia de la otra mujer que le parecía imposible seguir manteniendo

dudas sobre las motivaciones de Lila. Subió al patín cuidadosamente, complacida cuando no cayó de cara. Aunque con Lila allí para evitar su caída..... Alice negó con la cabeza, asombrada de hacia donde su mente había elegido vagar. Había encontrado a las mujeres atractivas en el pasado, ciertamente. Desde el divorcio, había cambiado la vida de sexo real por un hábito secreto de porno, siendo la droga de su elección las cosas de chica con chica. Cuando se tocaba a sí misma esos días, casi siempre eran mujeres las que desempeñaban el papel estrella de sus fantasías. El temor a decepcionar a sus padres le había mantenido alejada de considerar esa posibilidad cuando era más joven, pero ahora que estaba en la treintena, francamente carecía de la capacidad de preocuparse por lo que sus ancianos padres pensasen sobre sus elecciones románticas. Ya les había decepcionado con su divorcio, su torpeza social, y su fracaso para darles nietos, entre otros muchos fracasos menores. ¿Entonces por qué no seguir a su corazón y explorar lo que fuera que en realidad podría hacerle feliz? “¿Estás bien?” Lila tocó su mano. Ahora sentada, miró fijamente a Alice con abierta curiosidad. Avergonzada por sus pensamientos, Alice asintió con un poco demasiado vigor. “Solo un poco mareada.” Los dedos de Lila atraparon los de ella y tiró. “Entonces siéntate. Relájate.” Relajarme. Alice casi se rió en voz alta. Eso era imposible ahora que se había imaginado a Lila tumbada debajo de ella.....desnuda.....gimiendo. Se aclaró la garganta, inquieta por sus cada vez más sucios pensamientos y la excitación descontrolada que inundaba sus venas. Hasta este momento, había sido célibe durante casi dos años. Ese tenía que ser el problema.....eso, y el hecho que estaba más colgada de lo que lo habías estado nunca antes. Sentándose en el asiento del patín, se movió con exagerado cuidado, temerosa de revelar sus lascivos pensamientos a través de su lenguaje corporal. Lila se lanzó de nuevo en su conversación a medio terminar, informal como siempre, al parecer ajena a la libido fuera de control de Alice. “Así que terapia, ¿eh? Yo de hecho comencé a ir de nuevo el año pasado. La misma mujer a la que fui a ver cuando estaba en la universidad. Es agradable tener a alguien objetiva con quien hablar sobre tu mierda.” “Puede serlo.” Insegura de que hacer con sus manos ahora que no estaba tocando a Lila, Alice las dobló en su regazo. “Mi madre no cree en la terapia. Ella piensa que es una vergüenza, incluso grosero, discutir tus asuntos personales con desconocidos.” Hizo una pausa. “Con nadie, en realidad.” “Eso suena saludable.” La voz de Lila estaba cargada de sarcasmo y sin embargo teñida de preocupación. “Lo siento.” “Como puedes imaginar, ella es uno de mis principales temas de conversación durante la mayoría de mis sesiones.” Fiel a su educación, Alice se estremeció al darse cuenta que estaba revelando todos sus problemas personales a una completa extraña. ¿Y si era inapropiado mencionarlo? “De todos modos, no puedo imaginar que quieras oírme hablar de mi madre. Para eso tengo a una terapeuta, ¿verdad? Para ahorrárselo a todos los demás.” “Me hace feliz hablar de lo que sea que quieras compartir.” Lila se estiró a través del centro de la consola del patín y tocó el brazo de Alice, dubitativamente. “Quiero llegar a conocerte. Con madre controladora y todo.” Alice miró fijamente a donde los cálidos dedos de Lila descansaban sobre su piel. Quería preguntar, ¿Por qué? En cambio dijo, “Cuidado. No puedes ni

imaginar lo realmente controladora que es mi madre. Me podría pasar el resto de la noche contando mucho más y aburrirte hasta la muerte.” Aliviada de no tener que preocuparse por mantener contacto visual, Alice se unió a Lila en el estudio de las estrellas. “¿Qué tal si te doy la versión corta?” “Muy bien.” Experimentó un momento de preocupación antes de hablar, debido al familiar temor a parecer estúpida, Enfréntate a tus miedos, se aleccionó a sí misma, centrándose en el grupo de estrellas mientras imaginaba a su terapeuta Dawn sentada junto a ella. “Mi madre irlandesa se quedó embarazada de su novio secreto chino.....mi padre.....cuando tenía dieciocho años. Sus padres la echaron de casa, y a pesar del hecho de que a la madre de mi padre no le gustaba y la culpaba de arruinar la vida de su hijo, se casaron y se mudaron a casa de los padres de él. Vivimos allí hasta que yo tenía cinco años, cuando nos mudamos tres casas más abajo en la misma calle. Mi madre abrazó incondicionalmente el estereotipo de Madre Tigre, sin duda porque constantemente mi abuela le estaba juzgando y criticando a cada movimiento. Así que puso mucha presión en mí para que fuese perfecta en todo lo que hacía. Escuela, chelo, equipo de debate. Era un reflejo no sólo de ella, si no de su relación con mi padre. Si era algo menos que perfecta, mi abuela ganaba.” Alice dejó de hablar, sintiendo como si llevase hablando desde siempre. “Eso no ha sido muy corto, ¿no? Mis disculpas. Al parecer eso es lo que un año de terapia hace contigo.” “No son necesarias las disculpas.” Lila se enderezó, medio girada para mirar a Alice. “Eso suena como una dura infancia.” “Oh, no lo sé.” Alice odiaba alegar cualquier tipo de desventaja, particularmente sin saber nada del pasado de Lila. “Tenía un techo sobre mi cabeza, comida en la mesa, dos padres en casa, una extensa familia, un precioso chelo que tocar durante horas todos los días.” Se obligó a sonreír, con cuidado de no parecer ignorante de su nivel de privilegio. “Millones de personas tienen una dura infancia, créeme.” “Muy cierto, pero eso no hace que crecer bajo la expectativa de la inquebrantable perfección sea menos arduo.” La mano de Lila encontró la suya otra vez, la palma acunando sus nudillos. “No menosprecies tu experiencia solo porque no tengas la historia más trágica que nunca haya escuchado, ¿vale? Mi madre siempre ha sido mi mejor amiga. No podría imaginar haber crecido de otra manera. Para mí, no tener eso me parece duro.” Alice se encogió de hombros. “Tienes razón. Y fue duro, principalmente por el retraimiento social, al estar demasiado ocupada persiguiendo los ideales de mi madre para tener amigos de verdad. O para aprender a como no ser una total idiota.” Lila acarició con el pulgar el lateral de la mano de Alice. “Para. No más.” “No más charla negativa, como dice mi terapeuta.” Alice asintió, observando el movimiento del pulgar de Lila. “Correcto. He acabado.” “Bien.” Lila agachó la cabeza para captar la atención de Alice. “¿Tu madre sigue viva?” “Sí. Mi padre también.” De repente cohibida, Alice apartó la mirada. “Estuvo brutalmente decepcionada cuando mi marido presentó la demanda de divorcio el año pasado. Las cosas han estado tensas desde entonces, por decirlo suave.” “¿Qué piensa ella del Campamento Rewind?” Riendo, Alice miró por encima de su hombro a la orilla, luego le sonrió a Lila. “Considerando que nunca fui a un campamento cuando era niña, supongo que

no estaría impresionada. Afortunadamente, otros beneficios del año de terapia es que desde hace tiempo he dejado de preocuparme por lo que ella piense. Honestamente. Nunca le he hecho feliz, así que he dejado de intentarlo.” Todavía mareada por la marihuana, Alice dejó de lado su apasionado rechazo al juicio de su madre. “Ahora estoy intentado ser feliz yo.” “Bien por ti.” Lila parecía completamente sincera, y el cumplido calentó a Alice de una forma que no había anticipado. “En serio, tienes que concederte mucho mérito. Hace falta valor para rechazar una figura autoritaria de toda la vida y tomar tus propias decisiones. Y definitivamente ha hecho falta mucho valor para venir aquí.” “No sé.” Reticente ha aceptar el cumplido, Alice intentó cambiar de tema. “¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estás aquí?” La sonrisa de Lila pareció congelarse, casi imperceptiblemente. Era el tipo de cosas en que Alice se fijaba cuando nadie lo hacía. Había dado en un punto sensible, aunque no podía imaginar cual. Temerosa de alguna manera haber arruinado el fácil ambiente entre ellas, abrió la boca para disculparse, pero Lila recuperó la compostura antes de que pudiera decir una palabra. “Yo solo.....necesitaba alejarme unos días.” Los ojos de Lila brillaron, haciendo que el corazón de Alice latiera más rápido por simpatía. “Recuperar tiempos más simples, tal vez. No lo sé. Me pareció que podría ser una buena idea, y hasta ahora diría que tenía razón.” Apartó la mirada, luego bajo la cabeza hacia un lado para comprobar el agua. “El lago sigue estando bastante caliente.” “No me sorprende. Las temperaturas han sido inusualmente altas.” Alice dudó, no queriendo desatar más recuerdos negativos en su intento de llegar a cocer mejor a Lila. Aún así, sintió la necesidad de aligerar la tensión que había provocado. “Lo siento si he dado la impresión de estar husmeando. No era mi intención.” Lila le dio una sonrisa que reflejaba una compleja mezcla de emociones. “No lo has hecho. Mierda.” Negó con la cabeza, tirando de las puntas de su corto cabello con lo que parecía frustración. “Tú has compartido la historia de toda tu vida.....” “No toda la historia.” Alice mantuvo su voz suave, de repente preocupada por alejar a su única amiga. “Todavía ni siquiera he empezado a hablar de mi exmarido.” Lila soltó una risita, entonces se dio la vuelta antes de sacar la colilla del porro que había guardado antes. “Estoy dispuesta a apostar que podemos conseguir otro calada de esto. Dos, si tenemos suerte. Si quieres hablar de los ex, probablemente deberíamos intentarlo.” Alice rebuscó en su bolsillo hasta que encontró el encendedor. “Me apunto.” Estallaron en incontrolables risas cuando, durante el coordinado encendido del porro, Lila casi se quema la punta de la nariz con la llama que Alice sostenía con manos inestables. Las risas compartidas se sentían bien para Alice que rápidamente se encontró al borde de las lágrimas. Volvió a recordar el folleto que había visto en la oficina de Dawn, especialmente la forma en que la fotografía de las dos mujeres en el patín acuático le había hecho sentir. Después de no creer que nunca podría tener un momento como ese, aquí estaba solo unas semanas después, teniéndolo. Aquí estaban ellas. Lila continuaba riéndose entre dientes mientras confiscaba el encendedor. “Trae, déjame.” Cuidadosamente encendió la pequeña colilla, luego dijo, “¿Quieres compartir este tiro?”

Antes de admitir que no estaba segura de a que se refería, Alice dijo, “Vale.” Lila dio una larga calada, luego se inclinó a través de la consola de patín para curvar su mano alrededor de la nuca de Alice. Presionó su boca abierta contra la de Alice, tan suavemente que hizo que el corazón de Alice se acelerase y su cuerpo temblase. Sobresaltada por el íntimo contacto, Alice separó los labios instintivamente, a pesar de no tener ni idea de lo que estaba haciendo. Lila le pasó el humo a ella exhalando dentro de su boca, permaneciendo cerca largos momentos después de expulsar el humo. La punta de la lengua de Alice salió automáticamente y chocó contra el labio superior de Lila, casi como si fuese lo suficientemente atrevida para iniciar un beso de verdad. El pánico recorrió a Alice en el mismo momento que sus pulmones finalmente detectaron el acre calor del humo e instantáneamente amenazaron con explotar. Se separó bruscamente y giró la cabeza a un lado, tosiendo con fuerza mientras intentaba recuperarse de todo lo relacionado con la experiencia en que Lila acababa de iniciarle. Una cálida mano se posó en su espalda y frotó en suaves círculos a través de su camiseta. “Calma,” Lila murmuró. “Ha sido uno grande.” Seguro que lo fue. Alice apoyó los brazos en sus muslos y mantuvo la cabeza baja ante la euforia de la maría que le barrió, agradecida por la excusa de no tener que mirar a Lila a los ojos. ¿Había Lila sentido su lengua? ¿Había pensado que fue un intento de seducción? ¿Si era así, estaba disgustada? ¿Horrorizada? ¿Interesada? Respirando profundamente, Alice levantó la cabeza para mirar el reflejo de la luna en el agua. No tenía ni idea de que decir o hacer a continuación, sin embargo no pudo evitar fijarse en la bonita noche que era. Una noche que sin lugar a dudas recordaría el resto de su vida. Lila había dejado de frotar pero seguía presionando entre sus omóplatos. “Lo siento. No pretendía avergonzarte.” Alice negó con la cabeza, todavía no segura de como recuperar su relación. Finalmente, desesperada por decir algo, lo que fuera para romper la incomodidad del momento, observó, “Parece que nos disculpamos mucho una con la otra.” “Bueno, creo que es necesario esta vez. Nunca pretendí hacerte sentir incómoda.” Alice se encogió de hombros y negó con la cabeza de nuevo. “No lo has hecho.” No explicó más allá de eso. Honestamente, no podía. “Simplemente no quería toser en tu boca.” “Te lo agradezco.” La mano de Lila abandonó su espalda, el lugar que había estado cubriendo se quedó frío con su ausencia. “Este es un viejo truco de universidad. Era un poco salvaje en aquellos días.” “Supongo que tuvimos experiencias universitarias bastante diferentes.” Alice se atrevió a darle una mirada de soslayo a Lila, aliviada aunque extrañamente decepcionada de ver que estaba estudiando el cielo nocturno otra vez. “Yo solo he empezado a fumar cannabis después del divorcio.....ocasionalmente, por la ansiedad. Parece que ayuda.” “Me alegro.” Lila movió su mirada hacia Alice y sus ojos se encontraron. “Dijiste que fue tu marido quien lo solicitó. ¿No fue de mutuo acuerdo?” “De mutuo acuerdo entre él y su novia, quizás. No me consultaron.” “Ouch” Lila hizo una mueca, luego le ofreció una media sonrisa. “Él se lo pierde, ¿cierto?” El cliché resbaló por ella sin calar. “Dudo que él piense eso, pero agradezco el sentimiento.”

“¿Has empezado a tener citas de nuevo?” ¿Era su imaginación, o la pregunta de Lila contenía una nota de esperanza? Tan difícil como era de imaginar, la noche ya había dado lugar a un imposible detrás de otro. “Una cita hasta ahora, que fue un total desastre. Apenas pude hablar con el tipo.” “¿Por qué?” “Él era excesivamente atractivo, un bombero bien musculado con una sonrisa de estrella de cine. Me quedé congelada. A veces creo que es mi temor a paralizarme.....por extensión a parecer tonta.....lo que realmente hace que la parálisis social suceda. Siempre he sido así cuando he intentado interactuar con la gente, incluso cuando era niña.” Ya no pudo mantener por más tiempo el contacto visual cuando Lila sonrió de una forma que se iluminó toda su cara, recordándole que era totalmente tan atractiva como lo había sido su amante de internet. Más, incluso. “Tener citas.....posiblemente no sea para mí.” “Odio repetirme, pero de nuevo, date a ti misma un poco de crédito. Lo estás haciendo realmente bien ahora mismo, conmigo.” Lila le golpeó el brazo, recompensándola con una amable expresión que le dio el valor a Alice para mirarle a los ojos. “¿O realmente no soy tan extremadamente atractiva para hacer que te quedes muda?” No por primera vez, Alice detectó algo en la voz de Lila que indicaba un genuino interés sexual, lo que era imposible, ¿verdad? No es que ella fuese un horrible monstruo de las profundidades. John se había enamorado de ella, por lo menos una vez. Una extraña calma se apoderó de Alice, sin duda debido a su cuelgue sin precedentes. Si quedaba en ridículo esta noche, siempre podría marcharse a primera hora de la mañana, ¿verdad? Incluso aunque eso sucediese, ya había logrado más de lo soñado por venir al Campamento Rewind. Toda la experiencia había sido tan surrealista, tan maravillosa, que Alice se sintió impulsada a confiar en sus instintos y bajar sus inhibiciones aunque solo fuese ligeramente. “Creo que eres muy atractiva. Extremadamente atractiva sería una forma más apropiada de describirlo.” Alice se estremeció ante el sonido de su propia voz, sin embargo las palabras continuaron saliendo disparadas. “Creo que tienes la cantidad exacta de atractivo, así que.....no, no exagerado. Lo que es una buena cosa.” Sus mejillas se calentaron, sin embargo consiguió no esconder su cara, permitiéndose ser testigo del evidente placer que sus palabras suscitaron. “¿Tal vez encuentro a las mujeres menos intimidantes?” “Tú y yo, ambas. Hay muchas cosas que me gustan de los hombres, pero es más fácil con otra mujer, ¿no?” Lila se acercó, y por un loco momento, Alice pensó que podría iniciar un beso a más no poder. Insegura de estar preparada para dar ese paso, aunque simultáneamente desesperada de que algo sucediese, Alice sintió solo un residual alivio cuando Lila hizo un gesto hacia una estrecha franja de agua visible entre su lado del patín y el muelle. “¿Alguna forma de que pueda convencerte para darnos un rápido baño? El agua realmente está agradable, si quieres probarla con tu mano.” La cabeza de Alice dio vueltas ante el repentino cambio de tema. “Um.....” “No tienes que hacerlo si no quieres. Está bien, de verdad.” Lila se echó hacia atrás y miró por su lado del patín, luego hacia la extensión de agua en el lago. “Es solo.....que no me importaría refrescarme un poco.” Alice trató de averiguar si había hecho algo mal, pero no creía que ese fuese el problema. ¿Estaba Lila nerviosa también? ¿O avergonzada? ¿O había malinterpretado las intenciones

de Lila desde el principio? Para. PARA. La severa amonestación en su cabeza sonaba como Dawn, sin embargo resonaba con la dosis justa de rabia autodirigida. Deja de sobreanalizar. Ve a por ello. Es la única manera de cambiar. Metiendo sus dedos en el agua gritó por la agradable sorpresa de encontrar el lago incluso más caliente que el aire nocturno. Alice estiró el cuello para ver la orilla, medio esperando encontrar que otros campistas hubiesen descubierto su lugar escondido, pero parecía que estaban solas. Aún así, dudó. “¿No hará frío cuando salgamos?” Lila sonrió ampliamente como si Alice ya hubiese saltado de cabeza. Antes de que Alice pudiese rechazar, se quitó su camiseta por la cabeza y la tiró sobre el muelle. Quedándose con lo que parecía un sujetador negro de satén, pareciendo solo ligeramente tímida cuando se puso de pie en el patín y comenzó a desabrochar sus pantalones cortos de lino. “No tengo intención de mojarme la ropa.” Alice abrió la boca, pero ningún sonido salió de ella. No podía apartar los ojos del ombligo de Lila o dejar de imaginar como sería poner sus labios sobre él, o por debajo de él. Observó como las manos de Lila bajaban los pantalones por sus caderas, atrayendo su atención más abajo, a las bragas negras de corte bajo que acentuaban a la perfección la forma de lo que contenían. Tirando los pantalones sobre el muelle encima de su camiseta, Lila se dio la vuelta, dejándole a Alice poca elección para admirar su trasero redondo que repentinamente estaba situado frente a su cara. Alice intentó no mirar, pero no había ningún otro lugar al que mirar. Desesperada por hablar como si de alguna manera fuese a demostrar que Lila no le había dejado completamente muda, consiguió decir, “Sí, pero no estoy segura de poder quitarme la ropa frente a ti todavía. Sin importar lo bien que parezca que lo estoy haciendo esta noche.” Lila miró hacia abajo por encima de su hombro, con una sonrisa de suficiencia que finalmente obligó a que Alice mirase hacia arriba. “Como he dicho, está perfectamente bien, y lo entiendo.” Su mirada se deslizó hacia abajo por el cuerpo de Alice, una breve evaluación. “Para que conste, sin embargo, no hay razón para estar cohibida. También creo que eres muy atractiva, y no creo que verte en bragas y sujetador vaya a hacerme pensar diferente.” Se aclaró la garganta y se volvió hacia el lago. “Me voy a meter. Deséame suerte.” Alice comenzó a hacer exactamente eso, pero Lila se tiró al agua por el lateral del patín antes de que pudiera pronunciar una sola sílaba. Arrastrándose hacia el centro de la consola, escaneó la oscura agua mientras esperaba que Lila saliese a la superficie. Al principio le preocupó que Lila intentase la famosa broma de asustarla no saliendo.....lo que habría odiado.....pero en cambio, una oscura cabeza y hombros salieron a la superficie como a unos tres metros de distancia, y Lila miró a Alice con una sonrisa de claro entusiasmo. “¡Está impresionante!” Lila se tumbó de espaldas, extendió los brazos y las piernas, y permitió que su cuerpo flotase en la superficie. “Es tan refrescante. Definitivamente deberíamos bañarnos cuando haga calor mañana por la tarde. Es divino.” Por supuesto, naturalmente tendrían que compartir en lago con sus compañeros campistas durante la parte más calurosa del día. Alice había metido en la maleta un modesto traje de baño de una pieza.....y oh, como deseaba llevarlo debajo de sus ropas hoy.....pero en público, se sentiría incluso más expuesta que ahora con su sujetador y bragas de algodón. Si quería un baño

semi-privado en el campamento, probablemente debería hacerlo por la noche. Tal vez incluso esta noche. Alice agarró el borde de su camiseta con ambas manos y dio una profunda respiración mientas contemplaba quitársela por encima de la cabeza. “¿Prefieres que me de la vuelta?” Hubo un chapoteo, y cuando Alice comprobó la fuente, vio a Lila flotando en el agua, mirando hacia otro lado. “Prometo no mirar.” Maldiciendo en silencio el agudo sentido de observación de Lila, Alice cerró los ojos e intentó decidir que era lo que quería hacer. Con la ansiedad a un lado, los temores olvidados, ¿quería bañarse casi desnuda con Lila? La respuesta era sí. Sí, por supuesto que quería. Por supuesto. Porque esta era la clase de cosas que haría la mujer que quería ser, y porque esta fantasía de vida real podría ser incluso mejor si reunía el valor suficiente para ser atrevida. Ve a por ello, se recordó a sí misma. Sintiendo como si alguien más estuviera controlando sus manos, tiró de su camiseta por encima de la cabeza y la lanzó sin cuidado hacia el montón donde Lila había dejado sus ropas. Desafortunadamente, se quedó corta para alcanzar su objetivo, deslizándose fuera del muelle y cayendo al agua antes de que pudiese reaccionar. “¡Mierda!” Alice sacó la camiseta del lago, sintiéndose tanto estúpida como alarmada por la idea de no tener nada seco que ponerse para volver a la cabaña a dormir. “Maldita sea.” Escurrió el exceso de agua de su camiseta, luego torpemente la extendió sobre la superficie del muelle para que se secase tanto como fuera posible sin la luz del sol. “Estúpida.” “Oye, no pasa nada.” Lila nadó hacia el patín, agitando una mano para llamar la atención de Alice y distraerla de su rabiosa autorecriminación. “Puedes ponerte la mía. No me importa, de verdad.” Alice se ruborizó, entonces dobló los brazos sobre su pecho cuando recordó que estaba en sujetador. “No tienes que hacer eso. Ha sido error mío.” “Te lo he dicho, no me importa. Nadar fue idea mía en primer lugar. Y además, eso es lo que hacen las amigas.” Lila se separó del patín hacia dentro del agua. Sonrió, cuidadosamente. “¿Sigues queriendo venir? ¿O tienes miedo de arriesgar tus vaqueros?” Alice se rió entre dientes y entonces, segundos después, bajó los brazos de su protector lugar frente a su sujetador. “Todavía voy a ir. Solo un poco menos caballerosamente, al menos cuando se trata de desprenderme de mis inhibiciones.” Lila se rió, no desagradablemente. “¿Sería justo suponer que nunca habías dicho eso antes?” “Extremadamente justo.” Consciente de que Lila todavía estaba mirando, al parecer habiendo olvidado su promesa de no hacerlo, Alice superó los últimos vestigios de su pudor y se levantó. La mirada de Lila viajó hacia abajo por su cuerpo, aterrizando en sus manos mientras luchaba por abrir el botón en su cintura. Recordó como había estado en trance observando como Lila hacia lo mismo y se maravilló de la posibilidad de que su atracción verdaderamente fuese correspondida. Lila saltó de repente y se dio la vuelta en el sitio dándole a Alice privacidad. “Lo siento mucho. Parece que.....me quedé ida por un minuto.” Una vez que consiguió abrir el botón con el pulgar, Alice se quitó los vaqueros antes de colocarlos cuidadosamente doblados sobre la parte seca del muelle. “No más disculpas. Durante el resto de la noche al menos. ¿Trato?”

Lila asintió sin darse la vuelta. “Hecho.” Aunque a ella normalmente le gustaba aclimatarse primero lentamente al agua.....excesivamente lentamente, según su ex-marido.....la urgencia de asegurarse que su cuerpo con poca ropa estuviste debajo del agua antes que Lila se diese la vuelta, obligó a Alice a saltar inmediatamente por el lateral del patín al lago en un poco menos que agraciado salto medio de cabeza, medio barrigazo. Pateó con los pies y salió a la superficie casi nada más entrar, contenta de que Lila no hubiese presenciado su ridícula actuación. Después de apartar su pelo mojado lejos de su cara, se aclaró la garganta y dijo, “Ya estoy.” Lila lucía una sonrisa cuando se dio la vuelta. “¿No se siente increíble?” Alice tenía que admitirlo, era muy agradable. Todo ello. Sonrió, luego movió las piernas para dar la vuelta en el sitio como una niña. “Sí.” Después de unas cuantas rotaciones, Alice se detuvo bruscamente al ver a Lila que se acercaba nadando. Su pecho se expandió, parte por placer, parte por dolor. Todo bien. Pasado el punto de la auto-censura, dijo, “Gracias por haberme convencido para hacer esto. Sin importar que más suceda, ésta siempre será una noche para recordar.” La sonrisa de Lila se transformó en otra más suave, más melancólica. Sus ojos brillaban bajo la luz de la luna, completamente llenos de una emoción más compleja que Alice no alcanzaba a descifrar. Preocupada por haberse puesto en vergüenza con esa confesión, Alice sacudió la cabeza para despejarla. Se sentía como si estuviera en un estado de ensoñación, como si estuviera usurpando la vida de otra persona. Probablemente estaba haciendo la idiota por completo. ¿Estaba Lila casi tan atrapada en esta experiencia como ella? Como si respondiese a su pregunta, Lila nadó más cerca. Lo suficientemente cerca para poder tocarse. Alice mantuvo sus manos lejos por debajo del agua, los puños apretados a sus costados, para así no meterse en problemas como había hecho antes, cuando su lengua se había desatado con ese humo compartido. Estudió la cara de Lila, hormigueando con la anticipación de lo que podría suceder a continuación. La mano de Lila rozó su cadera, haciéndole dar un brinco. “Perdo.....” Lila se detuvo, quizás recordando su pacto. “Iba a decir que yo también recordaré siempre esta noche.” Mientras estudiaba la superficie del agua, Alice tuvo la impresión de estar activamente luchando por no alejarse nadando. Está avergonzada también. En ese momento, toda su interacción parecía tan impresionantemente recíproca que Alice dejó de intentar convencerse a sí misma que su atracción no era correspondida. Tenía que serlo. ¿Por qué si no estaría Lila tan nerviosa? La pregunta disparó automáticamente una letanía de pensamientos paranoicos, cada cual más aterrador y más descabellado que el anterior. Alice miró alrededor, observando en la oscuridad para asegurarse de que verdaderamente estaban solas, que no se trataba simplemente de alguna clase de gran broma. “Iba a cogerte la mano,” Lila espetó. Cuando Alice la miró a los ojos, levantó un hombro y se agarró la parte posterior del cuello con una mano, apretando visiblemente. “Cuando te acabo de tocar justo ahora. No quiero que pienses que estaba intentando meterte mano ni nada como eso.” No, la ansiedad de Lila era 100 por 100 genuina.....y 100 por 100 innecesaria. “No estaba ofendida,” Alice explicó. “Solo sobresaltada. De verdad.” “Vale.” Lila exhaló, luego forzó una poco convincente risita. “Yo tampoco tengo ni idea de lo que estoy haciendo, como puedes ver. Socialmente.”

Alice continuó moviendo las manos en el agua mientras intentaba leer la cara de Lila. ¿Las amigas normalmente se cogían de la mano? ¿O había sido el intento de Lila una señal de que estaba interesada en aventurarse más allá de una platónica amistad? Aunque Alice había soñado despierta con como sería tener una aventura casual en el Campamento Rewind, realmente nunca había creído que tendría la oportunidad. Especialmente no con una mujer. Pero tal vez, inexplicablemente, esta fuese su oportunidad. Aclarándose la garganta, Alice intentó no parecer tan excitada como estaba. “Está bien. Y si quieres coger mi mano.....” Lentamente, una vez más desinhibida en sus acciones, Alice levantó sus dedos extendidos a través de la superficie del agua, hacia Lila. “Me parece bien.” “¿Solo bien?” Lila pareció contener la respiración mientras esperaba la respuesta. “Completamente bien.” Alice consiguió no reaccionar cuando los dedos de Lila cuidadosamente se entrelazaron con los suyos. Sus cuerpos se acercaron, como si fuesen arrastrados por una corriente invisible. La pierna de Alice rozó la de Lila, sus caderas se tocaron, y entonces repentinamente Alice observó como sus brazos rodeaban el cuello de Lila.....para mantener el equilibrio, pensó, preparando una excusa a pesar de estar entregada a la transgresión.....mientras se abrazaban con naturalidad. Asustada por su falta de timidez, Alice intentó alejarse, pero Lila apretó sus brazos que ya tenía envueltos alrededor de la cintura de Alice. “No te marches,” Lila susurró. Apoyó su barbilla en el hombro de Alice y puso una mano en el centro de su espalda, sosteniéndola de forma que no tuvieran que mirarse a los ojos una a la otra. “Por favor, a menos que no te guste.” Alice estaba más allá de gustarle. Rodeada de comodidad, cerró los ojos y apoyó su cabeza contra la de Lila, disfrutando del calor de la piel de otro ser humano, del eco del latido de un segundo corazón en su pecho. No había sido abrazada en años, ciertamente no por sus padres, no desde la última vez que John se había molestado en ofrecerle un apretón sin emoción. Ser tocada le hacía sentir tan bien que no quería que terminase nunca. Levantó sus manos hacia la espalda de Lila, recorriendo con sus dedos la suave piel, disfrutando del silencioso suspiro de satisfacción que fue capaz de sacar con una simple caricia. Permanecieron de esa forma durante cinco minutos, quizás, hasta que Lila comenzó a temblar en sus brazos. Cuando Alice intentó soltarla, Lila negó con la cabeza y apretó más fuerte. “Espera.” “Muy bien.” Alice dejó caer sus manos descansando en la parte baja de la espalda de Lila, manteniéndola cerca. “Pero tienes frío.” “Un poco,” Lila admitió. Besó el cuello de Alice, con una caliente y suave presión de sus labios, antes de desenredarse tímidamente. “Bueno.....wow. Sé que se supone que no tenemos que disculparnos ya una con la otra, pero.....” Llena de una desconocida confianza, Alice negó con la cabeza. “No lo hagas. Ambas lo necesitábamos, evidentemente. No hay razón para avergonzarse, ¿verdad? Ninguna de nosotras.” Por primera vez, se fijó en el ligero hoyuelo en la mejilla izquierda de Lila. “Tienes toda la razón.” “De todos modos, eso es lo que hacen las amigas.” No es que Alice tuviese ninguna idea de lo que en realidad hacían las amigas. Aunque, sonaba bien. “¿Verdad?”

“Totalmente.” Lila se estremeció otra vez e hizo un gesto con la cabeza hacia el muelle. “¿Deberíamos salir?” Alice salió del agua antes de recordar su camiseta mojada y la oferta de Lila de prestarle la suya seca. De hecho, a pesar de que sus dientes estaban castañeteando audiblemente, Lila no dudó en recoger la camiseta fría y empapada. Alice rápidamente se la quitó. “Gracias, pero yo me la pondré.” Lila le sorprendió quitándosela a ella. “No. Sé que te sientes cohibida, y es muy posible que nos tropecemos con gente de camino a nuestros barracones. Lo dije en serio que yo me la pondría. Por favor, déjame.” Sus manos temblaban mientras se ponía la camiseta por la cabeza. “Considéralo un pago por el increíble abrazo.” No queriendo iniciar una discusión sin importar las buenas intenciones, Alice asintió. “Gracias.” Se arrodilló para recoger sus vaqueros y la camiseta seca de Lila, que olía tan bien que hizo que Alice se sintiese mareada. Vistiéndose tan rápido como pudo, esperó a que Lila se abrochase sus pantalones cortos antes de extender su brazo en invitación. “¿Al menos me dejarás que te ayude a mantenerte caliente?” Con un estremecimiento bastante violento, Lila se quitó la camiseta mojada. “¿Sabes qué? Prefiero regresar en sujetador. Llevare en la mano la maldita camiseta.” Cuando Alice abrió la boca para protestar de nuevo, su culpabilidad resurgió, Lila se acercó a su lado y se acurrucó con fuerza. “Aunque, me encantaría aceptar tu oferta de calentarme.” Alice curvó su mano instintivamente alrededor del hombro frío y desnudo. La evidente piel de gallina debajo de sus dedos propició que apretase su agarre y le hizo desear poder de alguna manera transferir el calor de su cuerpo al de Lila por pura voluntad solamente. Aunque conocía a la mujer desde solo hacía dos horas, ya no quería nada más que hacerla feliz. Una inexplicable felicidad como la que Lila ya le había proporcionado. Caminaron hasta el final del muelle antes de que Lila rompiera el silencio que se había alzado entre ellas. “Ha sido divertido.” Alice sonrió en la oscuridad, en el terreno ligeramente irregular. “Realmente lo ha sido.” El frío brazo de Lila se deslizó por su espalda, haciendo que el abrazo fuese mutuo. “¿Y realmente no te he hecho sentir incómoda?” “En absoluto.” Alice estaba agradecida de no tener que mirar a Lila a los ojos justo entonces, porque no confiaba en de alguna manera no revelar exactamente lo muchos que había disfrutado de todo lo que había hecho.....y de lo que seguían haciendo ahora mismo. Acarició la parte superior del brazo de Lila con su pulgar, traicionando al menos un poco sus verdaderos sentimientos. “Tristemente, ya me siento más cómoda contigo que ni de cerca con nadie más que haya conocido. Excepto mi terapeuta.” “Eso es triste, pero solo porque no me gusta pensar que te sientas así de sola.” Lila la abrazó alrededor de la cintura. “Por otro lado, oírte decir que te sientes cómoda conmigo con toda seguridad gana a toda la maldita noche.” “También hará que sentarnos juntas a desayunar sea menos incómodo.” La risa de Lila hizo que Alice se sintiera todopoderosa, como una versión más grande y mejor de sí misma. Si como la sonrisa de Lila en su dirección, y la chispa en lo que parecía ser una mirada llena de cariño. “Me alegra oír que seguimos con ese plan.”

“¿Estás de broma? Por supuesto que lo estamos.” El efecto combinado del aire frío, Lila helada, su cuerpo todavía temblando presionado firmemente contra su costado, y su propia excitación, envió un perceptible temblor a través de Alice, lo que propició que Lila tirase de ella más cerca. Alice accedió voluntariamente. “Ahora estás atrapada conmigo.” “Bien.” Cuando se acercaban a la hoguera extinguiéndose, Lila bajó la voz. “¿También tienes frío? Podemos calentarnos con el fuego, si quieres.” Alice negó con la cabeza. Esta noche había sido más mágica de lo que nunca habría soñado. No necesitaba arruinarla implicando a otras personas. “Creo que daré por terminada la noche. Ve tú, si quieres.” “Na.” Lila las encaminó hacia la cabaña de mujeres sin perder el paso. “Estoy atrapada contigo, ¿recuerdas?” “Sí, pero sé que tienes frío.” Lila la soltó al subir los escalones de la cabaña, dejando a Alice extrañando su ausencia. “Cierto, pero tengo un pijama seco dentro. Vamos.” Alice siguió a Lila dentro de la estructura cubierta de lona, parpadeando rápidamente mientras intentaba ajustarse a la repentina oscuridad. A pesar de las dos grandes ventanas con mosquiteras a cada lado de la habitación, el camino entre la doble hilera de literas estaba tenuemente iluminado y era peligroso de recorrer. Después de tropezarse con un objeto que no pudo identificar, Alice susurró, “No puedo ver nada.” La mano de Lila tocó su brazo, aligerando la ansiedad que acaba de empezar a removerse. “Cierra los ojos y masajéalos suavemente con tus dedos unos diez segundos. Se supone que ayuda a reajustar tu visión con poca luz.” Alice lo intentó. Cuando volvió a abrir los ojos, no tuvo problemas para discernir la bonita cara de Lila a unos tentadores centímetros de la suya. Algo llegó a ella o, más exactamente, le atravesó. Un momento de imposible valor, sin duda inspirado por toda una vida de ajenas emociones románticas inspiradas en las películas de Hollywood. Incapaz de detectar ni incluso un indicio de rechazo en la expresión de Lila, Alice si inclinó hacia adelante y presionó sus labios contra los de Lila en un beso casto, casi torpe. Lila jadeó audiblemente en el instante en que sus bocas se tocaron, entonces levantó sus manos y agarró los codos de Alice para evitar que retrocediese. Tan pronto como entendió que el beso fue bienvenido, que solo había sorprendido a Lila, Alice silenció su cerebro y dejó que su cuerpo tomase el control. La lengua de Lila asomó, lamiendo su labio superior, así que Alice abrió la boca para dejarla entrar. Gimió ante la imposible suavidad de la boca de otra mujer, tan diferente a todo lo que había sentido antes. Sus manos se movieron por su cuenta, al principio descansando en los hombros de Lila, luego enredándose en su pelo. Agitada por la pasión increíble de este simple primer beso.....un beso más excitante que nada de lo que ella y su ex-marido hubiesen hecho nunca.....Alice dejó que su propia lengua entrase en juego, deslizándola contra la de Lila en un baile que le dejó tan caliente, tan instantáneamente mojada, que no pudo evitar ruborizarse y alejarse. “Por favor no digas que lo lamentas,” Lila susurró antes de que Alice pudiese recuperar el aliento. “Por favor.” “Ese era el trato, ¿cierto?” Alice se asombró a sí misma al hablar, y coherentemente y todo. Pero sus rodillas temblaban, amenazando con dejarla caer al suelo. “Creo que necesito sentarme.”

Lila entrelazó sus dedos, la nueva familiaridad del gesto no hizo que fuese menos emocionante esta vez. “¿Cuál es tu cama?” Alice solo tenía un borroso recuerdo de donde había dejado su maleta en la última litera disponible.....una de la parte de arriba, naturalmente.....cuando se dirigía a la ceremonia de inauguración que ya había comenzado. “Um.....” Lila tiró de ella hacia la esquina más alejada de la habitación. “No te preocupes. Puedes utilizar la mía. Por aquí.” Las piernas de Alice cedieron cuando llegó a la cama sin hacer de Lila. Se dejó caer en el borde observando en silencio como Lila abría la cremallera de una gran bolsa de lona y rebuscaba en el interior. Aunque sabía que probablemente debería buscar su maleta aunque solo fuera para cambiarse sus bragas y sujetador mojados, todavía no confiaba en que sus piernas le sostuvieran. Ansiosa por llenar el opresivo silencio, murmuró, “Es una litera de arriba, desafortunadamente. Era la única que quedaba libre.....Dejé mi maleta sobre el colchón.” Lila se giró hacia un lado, cubriendo parcialmente su cuerpo de la vista mientras desabrochaba y se quitaba el sujetador. “La buscaré tan pronto como me haya puesto el pijama.” Alice intentó no mirar la silueta de un pecho lleno, desnudo mientras Lila se ponía una camiseta seca por la cabeza. Tiró del borde de forma que colgase bajo sobre sus caderas, entonces rápidamente se desabrochó y se quitó sus pantalones cortos y sus bragas mojadas en un único y fluido movimiento, revelando brevemente una atractiva nalga redonda mientras se ponía unos bóxers limpios. “Por favor disculpa la media luna.” A Alice le costó un momento comprender la juguetona naturaleza del comentario, pero tan pronto como captó el significado de Lila, cualquier vergüenza que pudiera haber sentido por mirar furtivamente se disolvió, y junto con ella soltó una risita. “No pretendía mirar.” “Era difícil perdérselo.” Pudo ver el guiño de flirteo de Lila incluso con la escasa luz, sin embargo de alguna manera consiguió no apartar la mirada. “De todos modos, lo tomaré como un cumplido.” “Bien.” En voz más baja añadió, “Deberías.” Lila se agachó para besarle la parte superior de la cabeza, luego se enderezó. “¿De qué color es tu maleta?” “Azul.” Alice observó la habitación, volviéndose tímida cuando algo se le ocurrió. “En realidad podría estar.....” “¿Justo aquí?” Sonriendo, Lila bajó la maleta de su lugar en la litera justo por encima de la cabeza de Alice. “Buena elección.” “Eso creo.” Alice se estremeció violentamente, no poniendo luchar por más tiempo contra el frío de la noche. Se puso de rodillas junto a su maleta y abrió la cremallera con manos temblorosas, buscando avergonzadamente durante largo tiempo antes de encontrar los pantalones largos de pijama y la camiseta que había traído para dormir. Mirando por encima de su hombro, se encontró con que lila ya se había puesto de espaldas. “Gracias.” “No hay problema.” Lila extendió una sábana que había sacado de su bolsa, colocándola sobre el fino colchón, mientras Alice realizaba el más rápido cambio de ropa de su vida. “Desearía haberme dado cuenta antes del frío que haría por la noche.....o anticipar que haría algo tonto como decidir bañarme antes de irme a la cama.” Desdobló una segunda sábana y la colocó encima de la primera. “Hubiera traído una manta de verdad.”

Alice colgó su camiseta mojada y su sujetador de la esquina de la litera superior, luego regresó a su maleta para coger la manta de nylon acolchada que había traído junto con con otros posibles suministros que pensó podría necesitar. “Utiliza la mía.” Tiró la bolsa de viaje sobre la litera de Lila. “Es culpa mía que hayas tenido que regresar prácticamente en topless.” “Tal vez, pero tú también tienes frío.” Lila se sentó en su cama y le tiró de vuelta la manta a Alice. “Debería de haber sido más inteligente al empaquetar.” El cansancio se arrastró por los huesos de Alice, robándole la energía para discutir. Aún así, tenía que intentar enmendar las cosas de alguna manera. Ella era la razón por la que Lila estaba sufriendo. “No estoy segura de ser capaz de dormir si sé que te estás congelando justo debajo de mí.....” Lila se metió entre las sábanas y apoyó la cabeza en la almohada con un silencioso y contenido suspiró. Luego se puso de costado. “Entonces tendremos que compartir la manta. Ven. Métete aquí junto a mí antes de que te desmayes.” Demasiado cansada para discutir y en absoluto deseosa de intentar un ascenso nocturno a la litera de arriba, Alice encontró más fácil aceptar la invitación de Lila. Sacó la manta térmica de la bolsa, la extendió sobre el cuerpo de Lila con un aire de ternura que no tenía ni idea de poseer, y se metió debajo estirándose de costado. Tumbada en el mismo borde del colchón, le preocupó que no fuese lo suficientemente grande para que dos adultos durmiesen cómodamente hasta el momento en que Lila envolvió un brazo alrededor de su estómago y tiró de ella hacia atrás en un acogedor abrazo. Alice se relajó, músculo a músculo, hasta que ya no tuvo noción alguna de donde terminaba Lila y comenzaba ella. Un latido de corazón contra su espalda, imitando al suyo. Incluso la tranquila respiración que removía los pequeños pelos de su nuca, le recordaron que esta noche, al menos, no estaba sola. Alice disfrutó del calor del cuerpo de Lila detrás del suyo, de la seguridad que le proporcionaba. Verdaderamente en paz, le dio al brazo alrededor de su cintura una tierna caricia y entonces cerró los ojos. En pocos momentos, Alice cayó en el sueño más profundo que había disfrutado en años.

Capítulo Cinco

Rosa se despertó a la mañana siguiente con la familiar sensación de un cuerpo caliente durmiendo profundamente en su cama. Sin tomarse el tiempo para recordar con quien se había acostado y que, exactamente, había hecho la noche anterior, apretó su brazo alrededor de su compañero de cama y murmuró, “¿Te marchas sin decir adiós?” La mujer en su cama dio un brinco lo suficientemente fuerte para golpear con el codo en el estómago de Rosa. Sin querer, esperaba. “Um.....” La dulce pero atemorizada voz de su compañera de cama desató una ráfaga de recuerdos, cada uno mejor que el anterior. Rosa abrió los ojos con una sonrisa en su cara. “El trato era sin disculpas, ¿verdad?” En lugar de los suaves y tímidos ojos marrones que esperaba ver, Alice lucía una expresión de total terror. “Yo.....lo siento, yo.....” Sintiendo el cambio de ánimo.....ahora que la luz del día entraba por las ventanas de la cabaña y el sonido de sus entusiastas compañeras de barracón llenaba el aire.....Rosa levantó una mano en silencioso ruego para que Alice no entrase en pánico. “Alice, está todo bien. De verdad.” Se sentó en la cama e, insegura de como aliviar la evidente vergüenza de su nueva amiga, con naturalidad recurrió de nuevo al bueno y viejo confiable humor. “Solo te he babeado un poco. Lo prometo.” La boca de Alice se retorció en lo que pensó podría ser una sonrisa, pero en su lugar salió de la cama y comenzó a buscar en su maleta sin mirar a los ojos de Rosa. “Tengo que ir al cuarto de baño.” “Muy bien.” Claramente, Alice necesitaba algo de espacio. Tenía sentido. Se acababa de despertar en los brazos de otra mujer, quizás por primera vez en su vida. A pesar de la relación que habían establecido la noche anterior.....y ese beso malditamente increíble.....repentinamente estaba sobria después de una noche relajada y mareada en la que evidentemente había exhibido un comportamiento impropio. Hacía falta algo de tiempo para reajustarse. Rosa lo entendía, incluso aunque todo lo que realmente quería hacer era ir a desayunar juntas. “¿Quieres que nos reunamos en el comedor, o.....” Alice se encogió de hombros mientras recogía en sus brazos la ropa limpia y lo que parecía un neceser de baño. “No tienes que esperarme.” “Bueno, de todas formas tenía planeado ducharme primero, así que.....” Alice se puso pálida al darse cuenta que se dirigían en la misma dirección. “Oh.” Rosa suspiró. “Te guardaré un asiento, por si llegas a tiempo.” Ya de pie, Alice se apresuró hacia la salida con la cabeza gacha y un evidente paso avergonzado. “Te veo después.” Observó a través de la ventana como Alice huía de la cabaña y corría en una dirección al azar. Estudiando su retirada desde que desapareció de la vista, Rosa gimió entre dientes, decepcionada por el despertar juntas que había resultado tan mal. “Mierda.” “¿Ya una incómoda mañana de después?” Una brillante y alegre voz llamó su atención desde una litera próxima, donde una hermosa chica de ojos oscuros y brillantes estaba recogiendo sus ropas y artículos de aseo. “Joder, te mueves rápido. ¡Con la tímida, nada menos!”

Rosa forzó una educada sonrisa. No detectó ningún juicio en el tono de su compañera de barracón pero no quería que nadie se hiciese una idea equivocada sobre Alice. “No ha sido eso. No estábamos exactamente sobrias cuando regresamos anoche, y ella estaba nerviosa por dormir en la litera de arriba.....y yo no había traído una manta, así que ella insistió en que utilizase la suya, y.....” Se dio cuenta de lo ridícula que debía parecer. “De todos modos, sí, ella es tímida. Muy, muy, tímida.” “Seré agradable con ella, no te preocupes. Soy Bree, por cierto.” Extendió su mano. Por segunda vez, Rosa apenas recordó su tapadera. Internamente, se encogió al darse cuenta que Alice incluso ni sabia su verdadero nombre. “Lila.” Estrechó la mano de Bree, notando la forma en que el pulgar de la mujer acariciaba sus nudillos. Le recordó, emocionantemente, la forma en que Alice había acariciado su brazo justo antes de que se quedasen dormidas. “Un placer conocerte.” Bree sonrió, con coquetería. “Me fijé en ti en la ceremonia de inauguración y esperaba haber podido charlar contigo en la hoguera de anoche, pero no conseguí encontrarte. Supongo que ahora sé por qué.” Rosa se sorprendió a sí misma ruborizándose. “Eso supongo.” “De todos modos.” Bree le dio un apretón a su mano, soltándola después de algo más que una breve vacilación. “No sé cuantas de las damas de aquí están interesadas unas en las otras, o en cualquier fruta madura que puedan encontrar en la cabaña de los Neandertales de al lado, pero si necesitas algo de compañía sin ataduras este fin de semana.....” Rosa se tomó un momento para admirar las curvas reveladas por el delgado camisón de Bree, particularmente los grandes y oscuros contornos de sus erectos pezones. Era una oferta que probablemente no debería rechazar, pero de alguna manera, la tentación de llegar a conocer a Alice resultó demasiado difícil de resistir. “Si es así, definitivamente te buscaré.” Bree levantó una bien depilada ceja, absorbiendo el insinuado piropo. “No esperes demasiado. No eres la única que se mueve rápido.” Dejando que su mirada se deslizase hacia abajo por el resto de su curvilíneo cuerpo, Rosa descansó su mirada en las bragas de seda Rojas aferrándose sugerentemente al chocho de Bree, una atractiva visión escondida entre sus muslos casi cerrados. Mientras echaba un vistazo, las rodillas de Bree se separaron un poco para darle mejor acceso. Si la noche anterior con Alice no hubiera sido tan puramente e inexplicablemente mágica, encendiendo tanto su libido como su imaginación, Rosa podría haberse perdido con facilidad en el caliente e incitador espacio. “Estoy segura.” Bree se estiró a través del espacio entre sus literas, desviando la atención de Rosa a su cara con dos redondeadas uñas debajo de su barbilla. “Ve a cortejar a la tímida. Hazme saber como ha ido, de todos modos. Incluso puedes traerla a jugar con nosotras, si resulta que le van ese tipo de cosas.” Intrigada por la franqueza de Bree, Rosa sin embargo sabía que se congelaría el infierno antes de que Alice accediese a un ménage à trois al azar en el Campamento Rewind. “Puedo casi garantizarte que eso no sucederá, pero guardaré esa imagen para una noche solitaria en el futuro.” “Hazlo.” Bree le guiñó un ojo y se levantó, recogiendo sus chanclas de ducha. “Y mientras tanto, voy a lavarme y comer algo. Búscame si necesitas sentarte con alguien.”

“Gracias,” dijo Rosa. Por mucho que le gustase Bree.....o más exactamente, por muy divertido que sería follársela.....realmente esperaba que eso no fuese necesario. Alice había hablado específicamente de sentarse juntas en el comedor. ¿Realmente seguiría pensando lo mismo ahora, después de anoche? ¿Después de ese beso? Rosa cogió sus cosas de aseo y su muda de ropa, y se dirigió a través de la panoplia de rostros curiosos hacia la puerta de la cabaña. Fuera, el aire era frío y la vida en el campamento comenzaba a moverse. Un goteo constante de campistas masculinos salían de su cabaña hacia los cuartos de baño, uno se detuvo, doblándose por la cintura, y vomitó en un matorral cercano. Rosa arrugó la nariz, medio comprensiva, medio disgustada mientras consideraba como sería pasar por una resaca en este lugar. “Ni siquiera quieres saber que hizo para levantarse en ese estado esta mañana.” Una profunda voz masculina le sobresaltó sacándola de sus pensamientos, tan cerca detrás de ella que hizo que su corazón saltase en su pecho y su cuerpo se tensase con alarma. Se dio la vuelta alrededor para mirar al desconocido, solo parcialmente aliviada al encontrar un hombre de aspecto amistoso con una ligera calvicie y gafas de montura negra perfectamente a juego con sus gruesas cejas negras. Era una atractiva mezcla de buenorro y bicho raro, aunque eso último le hizo pararse a preguntarse si alguna vez había jugado a la vaca sagrada de los videojuegos racistas y misóginos y, si era así, si conocía sus opiniones violentamente impopulares y la humillante compensación que había sufrido como resultado de su publicación en la red. Él le ofreció una sonrisa de disculpa. “Perdón. No pretendía asustarte.” “Estaba distraída por la visión.” Rosa le devolvió la sonrisa y continuó caminando hacia el baño. No le sorprendió que él caminase a su lado. “Espero que no estés atrapado compartiendo litera con él.” “Afortunadamente está en el otro extremo de la habitación. Nunca he sido un gran bebedor, pero te lo juro, de lo que he sido testigo esta mañana es una historia con moraleja que todo ser humano debería conocer. Excepto tú, por supuesto, porque supongo que te gustaría comer hoy.” Rosa se rió entre dientes lo suficiente para considerarse educado. “Te lo agradezco.” “Créeme, no tienes ni idea de cuanto.” Cuando se acercaban a la estructura de madera que albergaba dos cuartos de baños separados, su nuevo compañero extendió su mano a través de su pecho. Ella la estrechó. “Soy Derek.” “R.....Lila.” De nuevo, apenas pudo detenerse antes de revelar su tapadera. Y, otra vez, luchó con la realidad de que Alice no tenía ni idea de quien era ella realmente. “Un placer conocerte.” “Lo mismo digo.” Él escaneó la longitud de su cuerpo con menos sutileza de la que ella imaginó pretendía. “¿Tienes planeado hacer tiro con arco hoy? ¿O montar a caballo?” O el Campamento Rewind era un verdadero mercado de carne o ella desprendía un aura de pura desesperación, porque estaba bastante segura que le estaban tirando los tejos por segunda vez esta mañana. Ni siquiera se había cepillado los dientes todavía. “Para ser honesta, no estoy segura.” Por el momento, su único plan era encontrar a Alice y ver que quería ella hacer. La ansiedad de Alice podría hacer que no quisiera tenerla pegada, haciendo que su

vientre se revolviera desagradablemente. “Si necesito un compañero para ir a montar, te lo haré saber.” Derek se atragantó, alertándole a ella de como su mente había interpretado la leve insinuación. “O también soy bastante buen arquero, por si quieres que comparta algunos consejos contigo.” Rosa se encaminó hacia el baño y las duchas de mujeres, ansiosa por buscar a la persona con la que realmente quería pasar el día y llegar a conocer. “Tal vez. Otra chica y yo hemos estado hablándole de ir a dar una vuelta.....” “Tráela.” Derek sonrió, abiertamente ansioso de que ella aceptase la invitación. “Cuantos más, mejor.” “No lo creo. Ella es bastante tímida.” Deseosa de escapar del discurso de ventas de Derek, Rosa mostró reticencia con una amable sonrisa. “Gracias de todos modos.” “Muy bien.” Derek no escondió su decepción, pero ella se sintió aliviada por la ausencia de rabia por debajo. “Lo pillo. Pero si decides que te gustarían algunos consejos, o lecciones, tanto con el arco como montando.....” La insinuación colgó en el aire entre ellos mientras él dejaba claras sus intenciones. “Agradezco la oferta.” Rosa intentó una sonrisa lo suficientemente cálida para parecer bien educada, pero no tan amistosa como para alentar su interés sexual. “Pero ya le he echado el ojo a la mujer que te he mencionado, así que.....” Ella se encogió de hombros. “No soy el androide que estás buscando.” Derek se golpeó con la mano el corazón, fingiendo una grave herida. “Incluso cita a La Guerra de las Galaxias. ¿Por qué todas las buenas tienen que ser lesbianas?” Súbitamente preocupada, quizás irracionalmente, por correr el riesgo de arruinar su tapadera frente a un informático semi-profesional, Rosa atravesó el umbral de la puerta del baño. No se molestó en corregir la precisa etiqueta de él sobre su sexualidad, aunque normalmente se resistía con todos sus esfuerzos a ser incluida en cualquier tipo de caja. Este fin de semana, tenía planeado permanecer 100 por 100 sáfica, sin excepciones, incluso aunque Alice no quisiera tener nada más que ver con ella. Bueno o malo, se sentía más segura y con menos riesgo a quedar expuesta de esa manera. “¿La vida no es justa?” “Evidentemente no.” Derek se tocó la cabeza y retrocedió. “Te veo después. Buena suerte.” “Gracias.” Rosa exhaló cuando finalmente estuvo sola el tiempo suficiente para pensar. Esperaba que Alice no estuviese enfadada por ya haber revelado su flechazo a dos completos desconocidos. Derek no sabía que mujer le gustaba, aunque a la velocidad con que los rumores solían viajar, no le sorprendería que el resto de las compañeras de cabaña ya estuvieran abiertamente especulando sobre si acabaría compartiendo cama con ‘la tímida.’ Era solo cuestión de tiempo que todo el Campamento Rewind supiera que Alice y ella habían dormido juntas, sin duda. Mierda. ¿Sería Alice capaz de soportar ese tipo de escrutinio? Enferma de pensar en exponerla a cualquier clase de especulación pública, Rosa no pudo evitar considerar como se sentiría si supiera la atención tan negativa que continuaba atrayendo cada semana, si no a diario, basada en su vida real. O peor, la atención tan negativa que el nuevo interés amoroso podría atraer. Su ex-novio había sido expuesto en internet casi inmediatamente, su nombre, dirección, y otra información personal publicada en la red para que todo el mundo la viera. Dos días de acoso, mensajes con amenazas y salió corriendo

de allí, rompió con ella tan rápido que a penas tuvo tiempo de procesar la pérdida. ¿Cómo podría Alice manejar una relación como esa? Literalmente sería su peor pesadilla. Descorazonada por el hecho de que su profundo interés por Alice simplemente no era realista.....no conduciría a ninguna parte, no de verdad.....Rosa se consoló pensando que Alice no había dado muestras de estar interesada en más que diversión casual. Y apenas eso. Aunque Alice no era el tipo de chica que ella se imaginaria invitando a casa a pasar la noche bajo circunstancias normales, este fin de semana, Rosa aceptaría todo lo que pudiera conseguir. Porque el beso de la pasada noche, cuando Alice le había dejado totalmente aturdida con el simple hecho de ir a por ello, había sido verdaderamente fenomenal. Quería más, incluso aunque solo fuese otra breve sesión de magreo. Alice le excitaba de una forma que no había sentido en mucho tiempo. Tal vez nunca. Su estómago aleteó, Rosa entró en el baño, ansiosa por encontrar a Alice y restablecer la camaradería y el flirteo que habían descubierto en el lago. Miró debajo de cada cubículo, uno tras otro, pero ninguno de los tobillos o pies con chanclas de ducha le resultaban familiares, y el distintivo neceser de baño de Alice no estaba a ninguna parte a la vista. Inquieta, Rosa paseó a lo largo de las cabinas de ducha y escuchó. Cuando llegó a la última de la fila, observó y esperó hasta que salieron cada una de las ocupantes y se confirmó su inquietante temor. Alice se había ido. *****

Suspendida en un estado de incomodidad de nivel pesadilla, Alice se escondió detrás de una secuoya a solo unos cinco metros del baño de mujeres, aferrada a su neceser de baño con ambas manos mientras las lágrimas calientes se derramaban de sus escocidos ojos. Había intentado entrar después de su gran escapada de la cama de Lila, pero el momento de su llegada coincidió a la perfección con otras dos mujeres. La perspectiva de ser mirada o tener que hablar con alguien que podría haberla visto durmiendo en brazos de una mujer a la que apenas conocía, era un riesgo demasiado atemorizante. Así que había huido al bosque, para ocultarse detrás de un árbol como una tonta y deseando estar en cualquier parte menos aquí. Podía simplemente marcharse del Campamento Rewind. Eso todavía seguía siendo verdad. Desafortunadamente, todas sus cosas, incluidas las llaves del coche, estaban en la cabaña, dentro de su maleta. Aunque asumía que la mayoría de las otras campistas se habrían dirigido ya hacia las duchas, todavía quedarían algunas cuantas rezagadas, especialmente de la manera en que el alcohol había fluido la noche anterior. Estaba asustada hasta la muerte de arriesgarse a cualquier clase de burla o abucheo de sus adultas compañeras aún cuando realmente quería creer que eso no sucedería. Por lo tanto, la idea de regresar a la escena del crimen era actualmente demasiado espantosa para contemplarla. Además, necesitaba hacer pis. Desesperadamente. Si no fuera por la amenaza de hierba venenosa y mirones al azar, se hubiera visto tentada a buscar un lugar privado para ponerse en cuclillas entre los árboles.

Había visto a Lila desaparecer dentro del cuarto de baño hacía casi diez minutos y esperaba que saliera en cualquier momento. ¿Entonces qué? Podría regresar a la cabaña a buscar a Alice o asumir que ya se había ido a desayunar y dirigirse al comedor con la esperanza de poder sentarse juntas. Alice luchó con la punzada de culpabilidad ante el pensamiento. A pesar de su vergüenza al despertar con la mejilla descansando sobre el pecho suave y caliente de otra mujer, cuyo pezón se clavaba en la comisura de su boca, Alice se dio cuenta que salir huyendo había sido una reacción exagerada, y marcharse del campamento sería incluso peor. Ayer por la noche había estado totalmente convencida de las buenas intenciones de Lila y se había sentido lo suficientemente cómoda como para dormir en sus brazos, por el amor de Dios. No es que Lila hubiese hubiese hecho nada que mereciese ser abandonada menos de doce horas después de que hubiesen prometido permanecer juntas. Alice exhaló y se dejó caer hacia atrás contra el árbol, frustrada consigo misma. Una vez más. Como siempre. No, Lila no se merecía ser abandonada, pero Alice no sabía cómo enfrentarse a ella después de lo de anoche. Después de ese beso. Cruzar la línea había sido 100 por 100 culpa suya, y aunque no lamentaba el atrevido movimiento, deseaba saber como lidiar con las consecuencias completamente sobria. ¿Que esperaría Lila hoy? ¿O esta noche, de hecho? Las esperanzas y temores de Alice se entrecruzaron, superpusieron, y contradijeron entre sí. ¿Estaba el honesto Dios del sexo sobre la mesa? Sin importar lo tímida que pudiera ser, Alice quería, incluso necesitaba, echar un polvo. Incluso aunque el sexo con John nunca había sido exactamente para lanzar las campanas al vuelo, le encantaba masturbarse hasta correrse y mantenía la esperanza de que alguien algún día pudiera lograr la misma hazaña. Se imaginaba que el orgasmo sería diferente cuando no proviniese de su propia mano. Anhelaba descubrirlo de una vez por todas. Sin embargo la idea de ponerse a sí misma en una situación tan vulnerable, o tener que intentar complacer a alguien más sexualmente experimentada que ella y potencialmente fracasar, le dejaba esperando contra toda esperanza que Lila no intentase llevar su relación física mucho más lejos. Pero bueno, si no lo hacía, Alice sabía quedaría destrozada por el desprecio. Suspiró. La vida del campamento era confusa. Alice se asomó para mirar alrededor del árbol ante el sonido de voces femeninas saliendo de los baños. No la de Lila, lo que casi fue un alivio. Ya había sido testigo de la amistosa interacción de Lila con el hombre que le había acompañado a los aseos, y no estaba segura de como sentirse sobre haber presenciado como otro lazo se formaba. Normalmente no se consideraría a sí misma del tipo celoso. Pero Lila representaba una especie de salvavidas en este entorno social agresivo. Si ella está haciendo amigos.....tal vez no necesite sentarse conmigo. Tal vez simplemente debería marcharme. Casi tan pronto como el pensamiento cruzó por la mente de Alice, Lila salió del cuarto de baño sola. Llevaba una expresión de preocupación mezclada con molestia, que Alice no tuvo problemas en ver incluso desde su distante punto de observación, y escaneó sus alrededores con un aire que Alice imaginó que de hecho podría ser de anhelo. Justo antes de que la mirada de Lila aterrizase en su escondite, Alice impulsivamente retrocedió e intentó hacerse lo más pequeña posible. De espaldas contra el árbol, como un completamente inadaptado ser humano.

Alice cerró los ojos. Contó hasta diez. Intentó con todas su fuerzas no estallar en lágrimas. Cuando abrió los ojos y miró de nuevo, Lila se había ido. Donde, Alice no lo sabía. Lo que significaba que seguía sin estar segura de que hacer a continuación. Después de otro minuto o dos de píe congelada con absoluto pánico, la vejiga de Alice tomó la decisión por ella. Haría pis, entonces con suerte encontraría una cabina de ducha abierta donde podría lavarse del baño de anoche mentiras decidía que hacer. No era exactamente un plan, pero era todo lo que su cerebro podía manejar mientras también lidiaba con la urgencia de sus necesidades fisiológicas. Así que eso era: haría pis, se lavaría, y luego decidiría si salir huyendo del Campamento Rewind o reunir la loca cantidad de valor necesario para quedarse. Bien. Cualquier cosa era mejor que la parálisis.

Capítulo Seis

Cualquier vergüenza que Rosa pudiese haber sentido por su decisión de sacar de contrabando de la cafetería dos tortitas envueltas en una servilleta de papel, un plátano, y una nada fácil de esconder botella de zumo de manzana, se evaporó instantáneamente cuando finalmente vio a Alice dando vueltas en la periferia del comedor al menos diez minutos después que el último campista hubiese recogido su mesa y se hubiese marchado. Preocupada por si Alice todavía no había comido y no tuviese la oportunidad de hacerlo antes de que los trabajadores de la cafetería terminasen de recoger, se llevó con ella algunos alimentos a pesar de no estar completamente segura de sí Alice todavía seguía en la zona. Aunque después de todo Rosa había terminado aceptando la invitación de Bree para desayunar, incluso participando en algunas amistosas bromas y una inofensiva ronda de repaso a las chicas, el misterioso paradero de Alice le había consumido completamente a lo largo de toda la comida. Había experimentado ola tras ola de tristeza y pesar ante la posibilidad de que Alice realmente pudiera haberse marchado del Campamento Rewind y de su vida, para siempre. Ahora, habiendo visto el familiar pelo negro y esos bonitos y solitarios ojos detrás de una imponente secuoya, Rosa exhaló mientras un alivio capaz de remover el alma recorrió su cuerpo. Con las rodillas débiles, no pudo contener la alegre sonrisa que cruzó toda su cara. Que ridículo parecía todo esto por una potencial y casual aventura de verano. Desafortunadamente, su cabeza tenía un terrible historial cuando se trataba de dejarse influenciar por su corazón en lo relativo a precipitarse. Temerosa de que Alice pudiera huir de nuevo si no se daba prisa y anunciaba su presencia, Rosa llamó, “Te he echado de menos en el desayuno. ¿Te gustan las tortitas?” Alice se quedó completamente quieta, su intención de huir dolorosamente evidente, pintada en su cara como un tatuaje. Pero en lugar de verse envuelta en una repetición de su actuación de esa mañana, asintió y murmuró algo que Rosa no pudo oír. Tomando eso como un permiso para acercarse, Rosa cerró la distancia entre ellas tan rápidamente como se atrevió, antes de que Alice pudiera desaparecer. Puso su cara más amable, desgraciadamente consciente de que todos los avances logrados hacia una tentativa amistad parecían haberse esfumado ahora que el sol había salido. Cuidadosamente, le ofreció a Alice las tortitas, el plátano y el zumo. Cuando Alice aceptó la comida con un suave y agradecido murmullo, Rosa preguntó, “¿Has comido ya?” Alice negó con la cabeza. “Gracias.” La palabra salió en apenas un susurro. “Lo siento.” Realmente habían vuelto a donde habían empezado. “¿Pensaba que dijimos que nada de disculpas?” La nariz de Alice se arrugó como si fuese a llorar. “Sí, pero lo siento. Perdona.” “Muy bien.” Reacia a sobrepasarse, Rosa apenas pudo resistir el impulso de tocar el brazo de Alice, o darle un abrazo, y ofrecerle algo de comodidad física para borrar la tristeza de sus ojos. “De verdad que está bien, Alice. Está todo bien. Necesitas tiempo para adaptarte. Es justo, y lo entiendo. No me siento ofendida.”

“Me asusté cuando me desperté y estábamos.....” Alice sostenía su desayuno en sus manos, mirando hacia abajo a la comida sin ningún real interés o hambre en su expresión. “Yo solo.....realmente no era yo misma anoche.” “Oh, no sé. ¿No crees que fue simplemente ‘Alice relajada’?” Rosa exhaló, recordando como habían regresado a la cabaña presionadas una contra la otra en un esfuerzo por compartir su calor corporal. “Quienquiera que fuera, me gustaba. Mucho.” Alice resopló calladamente. “Creo que fue más ‘Alice increíblemente colocada.’” “Tal vez también fue un poco eso.” Rosa estudió la expresión de Alice, intentando decidir si simplemente le estaba ofreciendo una disculpa o si era una especie de rechazo de pleno. Su estómago se revolvió al pensar que pudiera ser lo último. “¿Lamentas lo de anoche?” No estaba completamente segura de que parte de la noche estaba preguntando. ¿Compartir el porro, cogerse de la mano, nadar? ¿El inesperado abrazo emocional en el lago? Quizás Alice solo lamentaba que hubiesen compartido la cama en un lugar donde otros podían verla. “Lo entiendo si lo haces.” Y le rompería el corazón. Alice ya no podía mirarla a los ojos. “No exactamente.” “Entonces.....” Rosa agachó la cabeza de forma que Alice no tuviera más remedio que mirarla. “¿Quieres que vayamos a algún lugar privado donde podamos sentarnos y hablar mientras comes?” Alice, ruborizada, dudó un momento antes de asentir. “Muy bien.” Con cuidado de no permitir que la inseguridad le afectase, Rosa conjuró su sonrisa más confiada. “¿Deberíamos buscar un sitio cerca del agua o encontrar un apartado pequeño lugar en el bosque para nosotras solas?” Un grupo de tres mujeres y dos hombres aparecieron a la vista como convocados por la pregunta, con toallas colgadas del hombro mientras paseaban por el camino hacia el lago. Alice les observó con una expresión de miedo, entonces se volvió hacia Rosa, los ojos como platos. “Algún lugar apartado estaría bien.” Rosa intentó evitar que su sucia mente diese un giro extremadamente inadecuado soñando despierta con las palabras de Alice, pero le resultó imposible. Quería besar a esta mujer otra vez, tocarla, para finalmente hacer que se sintiera lo suficientemente cómoda para abrirse, literal y figurativamente, y dejar que Rosa entrase. Aunque su instantánea atracción por las características simétricas y bien proporcionadas de Alice y su cuerpo tan suave no fuesen en absoluto un misterio, no tenía una explicación lógica para su total obsesión por una mujer a la que apenas conocía. Especialmente no por una que era tan difícil de conseguir. ¿Quizás estaba intrigada por el reto que Alice representaba? Rosa no creía que esa fuese verdaderamente la explicación, pero era mucho menos peligrosa que otras posibilidades. Muchos menos. Alice estaba mirándola fijamente. “¿Lila? ¿Conoces un sitio?” Sobresaltada al darse cuenta que no había estado prestando atención, luego sobrecogida por la culpabilidad ante el sonido de su nombre falso saliendo con tanta naturalidad de los magníficos labios de Alice, Rosa espetó, “Encontraremos uno.” Con la cara roja, se dio la vuelta y eligió una dirección al azar antes de que Alice se diese cuenta de lo ruborizada que estaba, esperando que le siguiese. Caminaron pasado el campo de tiro con arco, viendo los establos de los caballos justo cuando una yegua era guiada a un pequeño corral, entonces

finalmente llegaron al borde del complejo de los edificios del campamento. Un denso bosque de secuoyas se extendía frente a ellas, en el que se adentraban dos senderos bastante trillados que se ramificaban en direcciones opuestas. Alice miró por encima de su hombro hacia los establos cuando se acercaban al sendero de la izquierda, como si temiese que nunca llegasen a encontrar el camino de vuelta. Viendo su preocupación, Rosa dijo, “No iremos muy lejos, y no nos perderemos. Te lo prometo.” Alice la miró a los ojos y le mantuvo la mirada por primera vez desde que se habían despertado juntas. “Confío en ti.” “Eso espero.” Rosa rezó por parecer y sonar tan sincera como honestamente lo sentía. “Realmente quiero que lo hagas.” Entraron en el bosque, Rosa a la cabeza. Detrás de ella, Alice se aclaró la garganta. “¿Por qué? “¿Perdón?” Preocupada por entender la pregunta de Alice, se tropezó con una raíz que sobresalía en el suelo del bosque. Rosa se encogió, apenas recuperando el equilibrio antes de caer al suelo. “Bueno, eso ha sido fino.” Ahora a su lado, Alice parecía no poder ocultar su diversión. “No menos fino que salir de un salto de la cama y dirigirme al bosque tan pronto como me desperté esta mañana.” “No estoy segura de estar completamente de acuerdo, pero agradezco tu intento de hacerme sentir mejor.” Le dio a Alice una mirada de soslayo, guiñándole un ojo para dejar claro que no estaba mortificada. “Es agradable verte de nuevo, por cierto. Verdaderamente agradable.” La sonrisa de Alice se hizo más grande, pareciendo escapar de su consciente control. “Para mí también. De verdad.” Hizo una pausa, entonces, volviendo a centrar su atención en la cuidadosa colocación de sus pasos, repitió, “¿Por qué quieres realmente que confíe en ti?” Sorprendida por la franqueza de la pregunta.....una cuya respuesta parecía evidente y potencialmente precaria.....Rosa miró sus propios pies, con cuidado de no dar un paso en falso. No quería caerse de cabeza, ni literal ni figurativamente. “¿En lugar de querer que te sientas asustada de mí?” Alice se rió entre dientes. Entonces exhaló y miró hacia Rosa, repentinamente nerviosa. “No, me refiero..... ¿Por qué te importa?” Rosa se encogió de hombros. Más allá del hecho que era un compasivo ser humano, tenía muchas respuestas a esa pregunta. Pensaba que Alice era bonita, y con unos ojos francamente hermosos. Era divertida, cuando se relajaba. También parecía la persona menos amenazante del campamento, la menos propensa a reconocer a Rosa por su infamia en los medios sociales o incluso maltratarla si lo hacía. Y habían silenciosamente consolidado una unión desde el principio sobre su ansiedad compartida en el aparcamiento, por lo menos desde la perspectiva de Rosa. Y también, ese beso. Descartando el último pensamiento, Rosa dijo, “Te lo he dicho, necesito una amiga aquí dentro.” Alice asintió lentamente, como si intentase entender. “Pero tú no pareces tener ningún problema para hacer amigos.” Ahora fue el turno de Rosa de reflexionar sobre el significado de Alice. ¿Había visto Alice a Derek acompañarla a las duchas? ¿O le había visto desayunando con Bree? Con nada que esconder, Rosa dijo, “Me han echado los tejos dos veces esta mañana, si es a eso a lo que te refieres. Y sí, Bree es realmente agradable, pero francamente, siento como si tú y yo tuviéramos una especie de

conexión.....o algo.” Hizo una pausa para pensar en sus propias palabras, instantáneamente lamentándolas. Por intentar calmar la ansiedad de Alice, se había puesto a sí misma en una posición estúpidamente vulnerable.....y de forma demasiado agresiva. Suspiró. Momento de acabar con sencillez. “Me divertí anoche. Me gustas.” A Alice le costó un minuto responder, su voz tan baja que Rosa casi ni la escuchó. “Tú también me gustas.” Viendo un árbol caído en la distancia, Rosa dio una profunda respiración, cogió la botella de agua de la mano derecha de Alice, y entrelazó sus dedos de la forma más casual posible. “He visto un sitio para sentarnos. Por allí.” “Muy bien.” Alice murmuró. Siguieron con las manos entrelazadas hasta que llegaron al inmenso tronco, solo separándose para que Rosa pudiera ayudar a Alice a subir y sentarse encima. “Gracias.” Rosa trepó junto a ella, agradecida por la serena atmósfera y la relativa quietud del bosque. Este era un refugio perfecto de la socialmente escandalosa atmósfera del campamento principal. Aquí, podrían conocerse una a la otra mejor. Tal vez incluso encontrar una forma de regresar a donde habían estado la noche anterior. Abrió la boca para preguntarle a Alice que hacía para vivir, pero Alice le sorprendió preguntando primera. “¿Entonces, Lila.....querrías hablarme un poco más de ti?” Habiendo pelado su plátano en dos fluidos, expertos movimientos, Alice le dio un delicado bocado antes de realmente conseguir mirar a Rosa a los ojos. Sonrió, evidentemente todavía nerviosa. “Tengo la sensación de que fui yo quien habló principalmente ayer. No era mi intención.” Si no se hubiera sentido tan horrible sobre su continua decepción.....y el hecho de que intencionadamente había estado evitando revelar demasiado sobre sí misma.....Rosa se hubiera reído ante la noción de que Alice había hecho cualquier cosa menos hablar demasiado. En cambio suspiró, se pellizcó el puente de la nariz, y tomó una rápida decisión basada en una corazonada que esperaba le evitase.....el lugar de causarle.....mayores lamentos. “No, Alice, estuviste perfecta. Yo, en cambio.....” Sus dedos pellizcaron la piel de su labio superior, un desagradable tic con el que había batallado desde su infancia. “Para decirte la verdad, yo realmente.....tengo que confesarte algo.” “¿Qué tipo de confesión?” Rosa deseó poder predecir mejor cual sería la reacción de Alice. No solo ante la noticia que le había dado un nombre falso, si no también sobre los detalles de su única situación social. Ahora mismo Alice parecía curiosa, pero no excesivamente preocupada. ¿Se tomaría el subterfugio como una traición, o lo entendería? ¿Más allá de eso, el saber que Rosa era regularmente acosada por desconocidos hasta el punto de a veces tener por su vida, haría que Alice saliera huyendo de verdad? Joder sí, Rosa decidió demasiado tarde. Con toda seguridad. Una dubitativa mano descansó en el centro de su espalda. “Está bien. Puedes decírmelo, sea lo que sea. De verdad.” La amabilidad en la voz de Alice solo hizo que se sintiera peor. Ansiosa por terminar con la farsa, Rosa espetó, “Te he mentido.....a todo el mundo. Sobre mi nombre, y.....” Intentó recordar lo que le había dicho y no le había dicho a Alice sobre sí misma. “Tal vez sobre algunas otras cosas.” El reconfortante toque de Alice desapareció, pero no se levantó y se marchó. “¿Por qué?”

Era imposible leer la reacción de Alice en tan simples palabras. Rosa se acurrucó sobre sí misma, echando de menos el calor de la mano en su espalda. “No quería que nadie me reconociera.” “¿Yo debería reconocerte?” Alice desenvolvió sus tortitas y dejó la servilleta de papel a un lado, atrayendo la atención de Rosa sobre el hecho de que todavía seguía comiendo. Lo que era una buena señal, supuso. “Tengo que admitirlo, no siempre soy buena poniéndole nombre a las caras.” “No tienes que tener ni idea de quien soy a menos que sigas la prensa de videojuegos o los escándalos sexuales en internet.” El corazón de Rosa martilleaba. ¿Qué estaba haciendo? Mañana uno y ya había incumplido la única regla firme que había hecho al venir a este sitio. Rosa Salazar se suponía que no existía en el Campamento Rewind. Se había prometido dejar a Rosa en casa con el resto de sus problemas. Y sin embargo, por la razón que fuera, repentinamente sentía que era de vital importancia que Alice supiera quien era ella realmente. Incluso aunque la verdad le asustase como para alejarla. “Hace dieciocho meses, escribí un artículo para una popular página web. Una crítica feminista de uno de los videojuegos universalmente más queridos. Nada demasiado mordaz, lo creas o no. Incluso reconocí que a veces el videojuego era divertido de jugar, a pesar de su rampante misoginia y los clichés racistas.” Cuando hizo una pausa para respirar.....y también decidir cuanto realmente quería confesar.....Alice levantó la botella de zumo. “¿Quieres un trago?” Su indiferencia ayudó a Rosa a relajarse lo suficiente como para aceptar su oferta. El frío líquido se deslizó por su reseca garganta, aliviando el camino para el resto de su explicación. “Gracias.” Alice estudió sus rasgos cuidadosamente, como si estuviera viéndola por primera vez. “Antes de que continúes, ¿te importaría decirme tu verdadero nombre?” “Es Rosa.” Le devolvió la botella, admirando el suave y elegante movimiento de la garganta de Alice al tragar unos cuantos sorbos. “Rosa Salazar.” “Rosa,” Alice repitió en un murmullo. “Bonito nombre.” “Gracias.” Incapaz de creer lo bien que Alice estaba aceptando las noticias de su deshonestidad, Rosa exhaló apurada. “Siento mucho haber dejado que me llamases Lila tanto tiempo. Nunca he querido engañarte, personalmente. Simplemente.....” “Tienes tus razones.” Alice puso el tapón de la botella de zumo y la equilibró en el árbol entre ellas, entonces levantó la vista hacia Rosa con una tímida sonrisa. “No te conozco, por cierto.” “Me alegro.” Demasiada gente le había visto ya desnuda, imagines íntimas de su cuerpo publicadas sin su consentimiento. Podría haberle matado que Alice hubiese visto alguna de ellas. “¿No entras mucho en internet?” “No realmente. Es decir, a unos cuantos sitios, pero.....” La timidez se transformó en algo que parecía mortificación, un rubor se arrastró por la cara de Alice y coloreó sus mejillas de un profundo, encantador rosa. “Pero nada de juegos, cultura pop, o páginas de cotilleos, de verdad.” Con mucha curiosidad por saber que páginas web Alice prefería.....y que hacía que le resultase tan vergonzoso hablar de ellas.....Rosa resistió la urgencia de cambiar a un tema más ligero. Hora que se encontraba en el camino de esta conversación, estaba dispuesta al llegar al final de la misma lo antes posible. Si Alice iba a estar horrorizada, asqueada, o simplemente la rechazaba por quien era, Rosa quería que sucediera cuanto antes. Le dolería de cualquier manera,

pero cuanto más tiempo pasaban juntas, más agónica se convertía la perspectiva del inevitable rechazo. La garganta de Rosa se apretó mientras continuaba. “Bueno, si no pasas mucho tiempo en internet, probablemente no te hayas dado cuenta del entorno tan tóxico que puede llegar a ser. Especialmente, a veces, para mujeres con opiniones. En mi caso, cabreé a un montón de jugadores muy apasionados, la mayoría de ellos hombres adultos con edad suficiente para ser más sensatos. Mis peores críticos pasaron meses orquestando una campaña de odio contra mí. Vertieron miles de desagradables comentarios a raíz de mí artículo, algunos de ellos completamente horribles. Amenazas de muerte, amenazas de violación, de todo tipo. Enviaron correos electrónicos en su momento a mi novio, mi madre, mi padre, incluso a mi hermano. Entonces mi información personal fue publicada en la red. La dirección del apartamento donde estaba viviendo, mi número de teléfono móvil, cada correo electrónico que alguna vez había enviado.” No podía soportar mirar a Alice, para ver lo horrorizada que estaba con cada nueva revelación. “Finalmente hackearon mi almacenamiento en la nube. Robaron unas cuantas fotografías mías desnudas de unos años antes para un ex-novio y un vídeo que hice.....” Se dio cuenta que esta era la primera vez que le había contado a alguien lo que le había sucedido. Todo el mundo en su vida en su momento lo habían descubierto simplemente porque estaban en la red y estaban relacionados con ella de varias maneras. Alice era la única nueva amiga que había hecho desde que comenzó toda la pesadilla, lo que hacía que el pensamiento de alejarla con esta fealdad fuese demasiado doloroso de soportar. “Dijeron que querían exponer mi hipocresía. ¿Cómo me atrevía a criticar la sexualidad y desnudez de su juego favorito mientras yo era una puta?” La mano de Alice regresó a su espalda frotándola lentamente en círculos, haciendo que los ojos de Rosa se humedecieran y comenzase a llorar. “Lo siento mucho,” Alice murmuró. “Eso es horroroso. No puedo imaginar tener algo tan privado compartido con el mundo.” “Era dolorosamente ignorante entonces,” Rosa murmuró. Se secó las lágrimas, avergonzada de haberlas permitido caer. “Cuando grabé ese vídeo, no era consciente de que mis pequeños sucios secretos podría estar fácilmente disponibles para cualquiera que me odiase lo suficiente para perseguirlos.” Alice le dio una palmada de consuelo. “En el lado positivo, las personas tienden a tener cortos periodos de atención. Especialmente en la red, o eso me han dicho. ¿Seguramente la peor parte ya haya pasado en este momento?” Sorprendida por la calma de Alice, su alto nivel de razonamiento.....por no mencionar su tono más confiado que nunca.....Rosa finalmente restableció un dubitativo contacto visual. Alice le palmeó alentándola y le lanzó una dulce sonrisa. Sin lugar a dudas encantada con la reversión de papeles, Rosa dijo, “Te sientes menos intimidada por mí ahora, ¿no?” Alice al menos tuvo la consideración de parecer lamentarlo. “No en el mal sentido.” “¿No?” Alice comenzó a recoger la basura. A pesar de la dificultad de la conversación, se había comido todo su desayuno. “En absoluto. Siento que te conozco mejor, como si confiases en mí, lo que me hace confiar en ti.” Le lanzó una sonrisa que causó que el corazón de Rosa se detuviera momentáneamente. “Gracias por ser honesta. Puedo ver que no ha sido fácil.”

“De nada.” Rosa cogió la basura de las manos de Alice. Era lo menos que podía hacer. “Gracias por no asustarte. O disgustarte.” “¿Por qué lo haría? No fue culpa tuya. Todo lo que hiciste fue expresar tu opinión.” Rosa se encogió de hombros. No quería decir, Estaba aterrorizada de asustarte tanto como para que dejases de ser parte de mi vida. ¿Qué significaba eso, de todas formas? Alice seguramente se había dado cuenta que tener relación con ella durante unos días en el campamento apenas constituía un riesgo. Nada más que este largo fin de semana estaba sobre la mesa. Era amigas de campamento que potencialmente podrían disfrutar de una aventura casual, si Rosa tenía suerte. Eso era todo. Lo que significaba que debería ser capaz de relajarse, ahora que había revelado su secreto y Alice había aceptado las sórdidas circunstancias de su vida. Desafortunadamente, no era tan simple en su cabeza. Antes de poder detenerse, Rosa dijo, “Mi ex-novio me dejó casi tan pronto como sucedió. No pudo soportarlo.....y eso fue antes de que las fotografías y el vídeo fuesen publicados. No podía soportar la presión o mi respuesta emocional a lo que estaba sucediendo.” “Él no te merecía.” “Tienes razón, no lo hacía.” Una sacudida de autodesprecio golpeó sus entrañas, ahora familiar, pero siempre dolorosa. Nadie merece la vida que tendrían conmigo. “No puedo culparle. Fue malo. Yo probablemente también le habría dejado.” “Si realmente te amaba, debería de haber resistido la tormenta contigo. De eso trata una relación, ¿no?” El pecho de Rosa dolía. No podía imaginar nunca encontrar a alguien que le amase tanto. “Tal vez.” “Creo que es así.” Alice se quedó callada. Lugo dijo, “¿Pero las cosas están mejor ahora?” “Mucho. Sigo teniendo amenazas, pero no todos los días. Y honestamente creo que en este momento solo son un puñado de obsesos. Mi abogado ha logrado que retiren las fotos y el vídeo de Google. Siguen estando por ahí, por supuesto.....nunca puedes deshacerte completamente de algo como eso en la red. Pero son más difíciles de encontrar, y no los he visto publicados en casi todas partes últimamente.....” Rosa intentó parecer más feliz de lo que se sentía, convocando una cara valiente diseñada para atraer a Alice a pegarse a ella por lo que quedaba de fin de semana. “Honestamente, solo recientemente he sido capaz de empezar a reconstruir mi vida. Venir a aquí ha sido una gran parte de ello. Esto se suponía que iba a ser mi forma de escapar, tal vez incluso un nuevo comienzo.” Miró justo a tiempo para ver como Alice se mordía el labio para suprimir una pequeña..... ¿Y posiblemente optimista?.....sonrisa. “Entonces eso es algo que tenemos en común. El deseo de un nuevo comienzo y la teoría de que el Campamento Rewind podría ser el lugar para encontrarlo.” “Sí, señor.” Rosa se enderezó, arqueando la espalda que tanto necesitaba estirar. Entonces exhaló apurada y se encorvó con alivio. “Me alegra tanto que no te hayas asustado como para alejarte.” “Debe de haber sido bastante increíble después de como he reaccionado al despertarme en tu cama.” La risa burbujeó en el pecho de Rosa, elevando su estado de ánimo. “Un poco, tal vez.”

“Estoy bastante avergonzada por eso.” Alice dobló las manos en su regazo, casi como si no estuviera segura de que hacer con ellas. “Y también tal vez ligeramente.....confundida.” Rosa asumió que se estaba refiriendo a su sexualidad. Puesto que esto era solo una aventura de fin de semana, no tenía problema en ser el experimento de una mujer heterosexual. “Está todo bien.” “No, es decir.....” Alice jugó con sus uñas mientras cuidadosamente evitaba la mirada de Rosa. “Sé que te gustó.....lo que pasó anoche. Lo que yo.....lo que hice en la cabaña.” “¿El beso?” Rosa contuvo la risa cuando Alice vaciló ante su franqueza. Para ser alguien tan tímida, demostraba un notable valor por incluso sacar el tema. Sin embargo exudaba una inocencia única que ponía en llamas a Rosa. “Me gustó muchísimo.” Alice no pudo esconder su placer. Asintió durante unos segundos antes de pronunciar, “A mí también.” “Bien.” Rosa esperó para ver si iba a decir más, pero su paciencia expiró casi inmediatamente. “¿Quieres hacerlo otra vez?” Las pestañas de Alice aletearon cuando su pulso visiblemente se aceleró, el cremoso y besable punto en la base de su garganta palpitando bajo la admirada mirada de Rosa. “Sí, pero.....” Se echó hacia atrás para acercarse un poco más. “¿Pero?” “Supongo que estaba preguntándome.....no es que importe, realmente, pero.....” Alice se agarró las rodillas hasta que sus nudillos se volvieron blancos. “Quiero decir, parece que has estado con mujeres en el pasado, pero solo has mencionado a ex-novios. Así que tú.....” Dejó de hablar, dio una estabilizadora respiración, luego exhaló deliberadamente, haciendo que Rosa se preguntase si estaba siendo testigo de una técnica terapéutica. “¿Has estado con mujeres antes? ¿O esto.....es esto la primera vez para ti también?” Rosa medio sonrió, esperando que la respuesta no decepcionase a Alice. “Para ser honesta, no creo que me queden muchas primeras veces en este momento. No, he estado con mujeres y con hombres. Uno en cada ocasión, y a la misma vez.” Maldijo su franqueza en cuanto hizo la divulgación. Si este iba a ser el primer encuentro de Alice con una mujer, ¿se sentiría realmente a gusto con alguien que se presentaba a sí misma tan extensamente experimentada? Aún así, Alice se merecía la verdad. “Si tuviera que etiquetarme a mí misma, diría que soy omnisexual, lo que básicamente significa que potencialmente puedo sentirme atraída por cualquier ser humano. El ex-novio a quien le envié esas fotos sucias y ese.....vídeo.....bueno, él nació mujer. Tuve una novia sería en la universidad. Mi única. Me rompió el corazón.” Al parecer incapaz de detenerse en profundizar en su variada historia, decidió concluir con un recuento total. “Pero me he acostado con seis mujeres en total. Puedo decir con honestidad que el mejor sexo que he tenido nunca ha sido con otras mujeres.” Las pestañas de Alice aletearon otra vez. Rápidamente regresó al estudio de sus uñas. “Oh, eso está.....bien.” Tan extraño como parecía, Rosa detectó sinceridad en las palabras de Alice. “¿De verdad?” “Sí. Al menos una de nosotras no es una torpe aficionada.” Rosa se rió a carcajadas, una explosión luminosa y boyante que levantó los ánimos considerablemente. Con cuidado de no moverse demasiado rápido, recogió la botella de zumo entre ellas y la dejó al otro lado del tronco. Luego

envolvió un brazo alrededor de la cintura de Alice, tirando suavemente con cuidado de dejar mucho espacio para que rechazase. “¿Entonces no te sientes asqueada por mi golfo historial?” Alice se movió más cerca hasta que su cuerpo se presionó firmemente contra el costado de Rosa. “No. Intimidada puede, tal vez.” El rápido latido de su corazón hizo eco a través de las costillas de Rosa, confirmando que Alice en realidad estaba nerviosa, si no excitada. “E.....intrigada, para ser honesta.” “No hay razón para sentirte intimidada. De verdad. Con seguridad. Tú eres la atracción aquí.” Alice se deshizo de su tontería soltando una fuerte carcajada. Se llevó la mano a la boca y miró a Rosa con una expresión de extrema humillación. “Perdona.” “Rosa le dio a Alice un juguetón pellizco en la cadera. “Lo eres. Y no estés avergonzada. Eres adorable cuando ríes.” Alice bajó la mano para revelar una tímida sonrisa. “Sigo sin entender por qué estás interesada en mí.” “Superficialmente, porque pienso que eres preciosa y muy, muy sexy. A un nivel más profundo, porque me divertí contigo anoche, y me gustas mucho, y creo que tenemos más en común de lo que ninguna de nosotras habría pensado a primera vista. Cualquiera que sea la razón, quiero pasar los próximos días contigo. Quiero que sobrevivamos al Campamento Rewind juntas.” Alice recompensó a Rosa con un dubitativo roce de los cálidos labios en su sien. “Eres tan dulce.....y divertida, y preciosa también.” Rosa se estremeció, hormigueando de la cabeza a los pies por el simple gesto físico. No podía recordar la última vez que se había puesto tan cachonda por algo tan inocente. “En realidad no he estado con nadie en un año y medio, así que.....no es que tenga ninguna experiencia reciente.” Con un encogimiento de hombros, se acercó para sutilmente inhalar el aroma del fresco champú para el pelo de Alice. “Durante un tiempo simplemente no estaba de humor. Últimamente, me ha resultado difícil reunir la confianza para conocer a alguien. Así que tal vez no soy terriblemente intimidante, después de todo.” Alice tembló contra ella. “Yo te gano. Para mí han pasado casi dos años.” “¿Pensé que dijiste que tu marido presentó el divorcio el año pasado?” “Lo hizo.” Alice sonrió sin ganas. “Pero nuestro matrimonio ya había acabado hacía tiempo.” “Oh.” La naturaleza de la conversación envalentonó a Rosa para coger la mano de Alice en la suya. “¿Hubo alguien antes de él?” Alice negó con la cabeza. “Él fue el primero. El único.” Sacudida por la verdadera falta de experiencia, Rosa no estaba segura de sí estaba emocionada o petrificada por pensar en ser solo la segunda persona que nunca había tocado íntimamente a Alice. “Oh, wow.” Alice se tensó casi imperceptiblemente. “Sí. No solo soy inexperta con mujeres si no también, esencialmente, con hombres.” Buscó en los ojos de Rosa, la preocupación grabada en sus delicados rasgos. “De ahí que me sienta intimidada.” “Bueno, ahora yo me siento de la misma manera.” Rosa hizo rodar sus hombros cuando el peso de la responsabilidad para con Alice cayó sobre ella. “Escucha, no quiero presionarte en nada. Lo que realmente quiero es una amiga aquí en el campamento. Si por otro lado también estás interesada en algo de diversión sin ataduras, mucho mejor. Pero si todo lo que sucede entre nosotras

este fin de semana es un beso o dos, tal vez cogernos de la mano, por favor créeme que estaré perfectamente feliz con eso. Incluso el más inocente de los romances de campamento me proporcionará el más dulce y maravilloso de los recuerdos que guardaré para el resto de mi vida.” Alice sonrió, pero Rosa pudo detectar cierta decepción en sus ojos. “En este momento, besarnos y cogernos de la mano suena increíblemente excitante, aunque también un poco estresante. Aunque no estoy segura de estar preparada para nada más que eso ahora mismo, espero que podamos mantener.....las otras cosas sobre la mesa. Si decido que quiero más, quiero decir.” Hizo una pausa, como si luchase por continuar. Finalmente, exhaló. “A riesgo de parecer descortés, conocerte representa una oportunidad que no es probable que encuentre a menudo, o con facilidad, de explorar algo por lo que he sentido curiosidad durante años. Dicho esto, ¿si prometo que no dejaré que me presiones en nada, prometes tú respetar cualquier decisión que tome sobre lo lejos que quiero llegar este fin de semana?” Traducción: si conseguía reunir el valor, Alice quería echar un polvo. Rosa puso un dedo bajo la barbilla de Alice, levantando su cabeza para tener mejor acceso a sus carnosos labios. “Muy bien.” Se maravilló ante la dilatación de las pupilas de Alice, la aceleración de su respiración, mientras anticipaba el próximo movimiento de Rosa. “¿Puedo besarte? Me estoy muriendo por igualar la puntuación desde anoche.” Alice se rió entre dientes, y Rosa tuvo que forzar que no bajase la cabeza en un ejercicio de modestia. “Sí.” Rosa cerró la distancia entre sus bocas centímetro a centímetro, soltando la barbilla de Alice en el último momento para que pudiera alejarse si quería. Pero Alice no lo hizo. En su lugar, la suavidad de sus labios atrajeron a Rosa, alentándola a trazar con la punta de su lengua su labio superior, luego el inferior, en un silencioso ruego por entrar. Alice abrió su boca permitiendo la entrada de Rosa, donde su lengua se encontró con la de Rosa en un juguetón baile que no dejó entrever ninguna ansiedad que Alice profesase sentir. El beso fue perfecto. Incluso mejor que el primero, que ya había alcanzado un estatus de mítico en el sin duda nebuloso recuerdo de Rosa. Gimiendo ante el resurgimiento de sus olvidadas hormonas, Rosa apretó su brazo alrededor de la cintura de Alice mientras dejaba que su otra mano viajase hacia arriba para acariciar la delicada línea de su clavícula que asomaba por el cuello en V de su camiseta. Alice inhaló bruscamente, su respiración acelerándose. Preocupada por estar moviéndose con demasiada rapidez, Rosa volvió a colocar la mano en su costado. Momentos después, Alice dio por finalizado el beso dejando a ambas jadeando en busca de aire. Ella recuperó primero la respiración. “¿Por qué has dejado de tocarme?” Sintiéndose tonta, Rosa levantó un hombro torpemente. “Pensé que podría estar yendo demasiado rápido. Apreté los frenos.” Alice utilizó su pulgar y su índice para pellizcar a Rosa en el bíceps. Más sorprendida que dolorida, Rosa gritó. “¡Ow! ¿Eso por qué?” “Acabas de decir que respetarías mi decisión de hasta donde quiero llegar.” “Touché.” Rosa se frotó el punto donde Alice le había alcanzado, más para generar simpatía que para aliviar el dolor. “Has hecho un ruido. Estaba preocupada por si temías que pusiera mi mano en tu pecho.” Alice se lamió los labios. Sus fosas nasales abiertas. “¿Ibas a hacerlo?”

“Bueno, yo.....” No había razón para ser deshonesta, ¿no? “No, quiero decir. No lo creo. Imaginé que nos quedaríamos en un magreo básico. No tengo prisa por pasar de la primera base.” Esta vez no había dudas que su precaución había causado el descontento de Alice. Pareciendo abatida, se lamentó. “No debería haberte dicho que sólo me he acostado con mi marido.” Rosa negó con la cabeza y sostuvo las manos de Alice en las suyas. “Por favor no digas eso. Quiero que seas honesta conmigo. No estoy intentando castigarte por tu franqueza, lo juro. Yo simplemente.....no quería sobrepasarme.” Pensando en la anterior desesperanza de Alice en el bosque esa mañana, admitió, “No quiero asustarte y que te alejes.” Los ojos de Alice se hicieron más brillantes. Agarró con su puño el cuello de la camiseta de Rosa, tirando de ella hasta que sus caras estuvieron a solo unos centímetros. “No lo haces, y siento mucho lo de esta mañana. No huiré de ti otra vez. Incluso aunque esté asustada.” Parpadeó cuando las lágrimas amenazaron con derramarse. “Por favor confía en mí. Sé que fue culpa mía no tuya, pero.....por favor. Realmente quiero hacer esto. Te detendré si vas demasiado rápido.” Incapaz de soportar su tono triste e implorante, Rosa besó a Alice de nuevo otra vez. Fuerte. Para su asombro, Alice igualó su intensidad sin vacilación, devolviéndole el beso con una pasión que parecía salir de lo más profundo de su interior. Envalentonada por la respuesta, Rosa una vez más situó su mano en la base de la garganta de Alice, luego la dejó caer ligeramente hacia abajo acariciando sus clavículas. Cuando esta vez Alice gimió, Rosa siguió su curso. Trazó con sus uñas el definido borde del hueso a solo unos centímetros por encima del pecho de Alice, preguntándose como se sentiría cuando finalmente cediese a la necesidad de acunarlo en su palma. Alice al parecer se preguntaba lo mismo y decidió descubrirlo moviendo la mano que había estado enredada en el pelo de Rosa hasta descansar ligeramente contra su pecho izquierdo. Rosa gimió audiblemente, sorprendida, emocionada y excitada más allá de la razón por haber encontrado una manera tan excelente de pasar el tiempo en el campamento. Colocó sus dedos sobre los de Alice, urgiéndola a que apretase, a que sintiera, a que explorase. Pareciendo incapaz de concentrarse en dos tareas a la vez, Alice rompió el beso y miró fijamente sus manos juntas. Rosa quitó la suya y permitió que Alice tuviera una visión sin obstáculos. Su boca se abrió ligeramente, Alice miró como sus delgados dedos acariciaban el tierno redondeado pecho, claramente extasiada. “Se siente bien,” Rosa murmuró. Y así era, aunque la mente de Alice estuviese más centrada en la exploración que en proporcionar placer. “¿Te gusta?” Las mejillas de Alice se recubrieron de rosa. “Sí.” Se echó hacia atrás ligeramente, pero en lugar de retirarse, capturó el pezón recubierto por la camiseta y el sujetador entre sus dedos y lo pellizcó. “¿Y a ti?” Una oleada de humedad manchó las bragas de Rosa. Cambió de posición, intentando ser sutil sobre la profundidad e intensidad de su excitación. A la misma vez, estaba lista para follar. “Muchísimo.” Exhalando rápidamente, Alice retiró su mano y se dobló por la cintura. Dio unas cuantas profundas respiraciones, sin duda en un intento por recuperar su absolutamente impresionada compostura. “Eso ha sido impresionante.”

Rosa miró hacia abajo a su pecho y sonrió. ¿Había alguien nunca antes encontrado impresionante tocar su pecho por encima de la ropa? No lo creía. Había perdido la virginidad en el instituto con su novio en edad universitaria la primera vez que tuvieron verdadero contacto físico. Él había estado con chicas antes de acostarse con ella por lo que no encontró su desnudez como una novedad en absoluto. Profundamente afectada por la visceral reacción de Alice ante un semi-inocente e increíblemente íntimo toque, Rosa una vez más puso su brazo alrededor de Alice para darle un abrazo de costado. “Si, lo ha sido.” El corazón de Alice aleteó contra el costado de Rosa. “Después de todo mi atrevimiento, creo que necesito un descanso. Recuperar el aliento.” “Yo también.” Rosa besó la sien de Alice mientras se llenaba de afecto por la mujer en sus brazos. “¿Por qué no damos un paseo? Podemos volver al campamento para ver alguna de las actividades, o aventurarnos más lejos por este sendero.” Alice se rió entre dientes. “No estoy segura de estar pidiendo ese tipo de descanso.” Mientras Rosa la miraba, su expresión se volvió decidida, como si tomase una decisión. “Pero tal vez deberíamos ver que está sucediendo en el campamento. Al menos durante unos minutos.” “Si no nos gusta, podemos volver aquí.” Rosa sintió que Alice quería aprovechar alguna de las opciones extracurriculares ofrecidas por el campamento, aunque solo fuese para decirle a su terapeuta que lo había hecho. “O encontrar algún otro lugar para estar solas.” Alice se agarró las manos, la nube negra de su ansiedad arrastrándose de nuevo sobre su cabeza mientras Rosa miraba. “¿Deberíamos ver el edificio de manualidades?” “Parece divertido.” Rosa bajó del árbol caído antes de sujetar a Alice por las caderas y ayudarle a bajar. “Si quieres marcharte, dímelo. No me enfadaré.” Cogió la mano de Alice. “Tenerte toda para mí no es un castigo.” Alice sonrió tan ampliamente que enseñó sus dientes. “Eres una mujer muy agradable.” “Te lo aseguro, mis intenciones son cualquier cosa menos puras.” “¿Prometido?” Alice ajustó su agarre, entrelazando sus dedos con una facilidad que Rosa encontró sencillamente alentadora. Tal vez el Campamento Rewind realmente pudiera ayudar a ambas a aprender a confiar. “Prometido.”

Capítulo Siete

Cogida de la mano con la mujer más sexy con la que nunca había tenido el valor de hablar, mucho menos tocar, Alice sentía una ansiedad mínima sobre su incursión en el ajetreo diario del Campamento Rewind. Al menos, hasta el momento en que se encontraron con un pequeño grupo de hombres caminando hacia ellas cuando se acercaban al campo de tiro con arco. El más alto de los tres, un rubio musculoso, miró sus dedos entrelazados con la sutileza de la alarma de incendios de cinco altavoces de una fábrica de fuegos artificiales. Los ojos de él se iluminaron como si la muestra de afecto fuese la mejor cosa que había visto en todo el día. Uno de sus compañeros entrecerró su lasciva mirada, y el otro simplemente les saludó con la mano y una suave amistosa sonrisa. “Buenos días, señoras,” dijo el simpático. “Muy buenos días,” añadió el amigo alto, como algo confidencial. Alice estuvo a punto de retirar bruscamente su mano del agarre de la de Rosa, pero consiguió detenerse justo a tiempo. No solo avergonzaría a ambas por hacerlo, si no que también, sin duda, ese tipo de reacción instintiva haría daño a Rosa. Para alguien tan de mundo como Rosa parecía ser, estar avergonzada por a quien cogía de la mano.....y lo que implicaba respecto a su sexualidad.....indudablemente seria dar una patética impresión de algo tan precioso. De la misma manera, una mujer que había sufrido amenazas de violación y muerte, pública humillación, y un odio implacable como resultado de una campaña organizada para destruir su vida, seguramente se sentiría prácticamente impasible ante una lujuria mal disimulada y una leve insinuación. Decidida a demostrar que podía estar con Rosa este fin de semana, en todos los aspectos, Alice apretó su agarre incluso más fuerte. “De hecho lo es.” Rosa prácticamente canturreó la respuesta, guiando a Alice más allá del pequeño grupo sin disminuir el paso. “Buena suerte en el campo de tiro hoy, chicos. Oh, y si necesitáis algunos consejos, buscar a Derek. Él al parecer es bastante bueno.” Una saludable risa hizo eco a sus espaldas mientras se alejaban. “¡Lo haremos!” el amistoso campista chilló. “Gracias por el consejo.” “¡Cuando quieras!” Rosa miró hacia atrás por encima de su hombro, sonrió, agitó la mano, luego inmediatamente buscó los ojos de Alice. “¿Estás bien?” “Estoy bien.” Era la verdad, en su mayor parte. Considerando la situación absolutamente extraña y provocadora de ansiedad en la que se había metido.....atrapada en un entorno social inherentemente desconocido, en su intento de su primer romance homosexual.....Alice se sentía sorprendentemente tranquila. Lo que no era lo mismo que completamente tranquila, pero al menos parecía haber progresado superando la etapa de parálisis. “Sigo nerviosa, pero bien.” Apoyó su cabeza contra el hombro de Rosa durante solo un segundo antes de enderezarse. “Gracias por hablar.” “No hay problema en absoluto. Estoy acostumbrada a hablar.” “Y a escribir,” Alice dijo ligeramente. Aunque conocía un poco a Rosa, incluido su nombre real, estaba ansiosa por descubrir mucho más. Tanto como le fuera posible. “¿Es así como pagas las facturas? ¿O tienes otro trabajo?” La sonrisa de Rosa fue refrenada. “Estuve improvisando la vida como independiente durante un tiempo. Ya no tanto desde que todo se vino abajo, desafortunadamente. Vendí un artículo poco tiempo después.....de ese.....pero

los hackers cerraron el sitio en el que lo publiqué casi inmediatamente. Aunque no antes de que recibiera un torrente de comentarios odiosos.” Suspiró y disminuyó el volumen cuando pasaron a una consejera oficial con una camiseta del Campamento Rewind, quien les saludó con la mano educadamente. Una vez que la consejera estuvo fuera del alcance del oído, Rosa dijo, “Actualmente estoy trabajando en un libro sobre la vergüenza pública en la era de Internet, pero no creo que nunca tenga el valor para publicarlo.” Alice frunció el ceño. La idea de que críticos sin rostro en la red lograsen silenciar la voz de Rosa le molestaba más de lo que podía articular. No era sólo porque creía que las mujeres deberían ser libres para expresar sus opiniones incluso cuando corrían el riesgo de disgustar a los hombres o amenazar su status quo. A un nivel más personal, la idea de que extraños pudiesen robar una de las pasiones de la vida de Rosa.....o dos, quizás, si su ex-novio caía en la misma categoría.....hacia que Alice sufriera de la cabeza a los pies. Aunque silenciosamente reconocía que era mucho más fácil decirlo que hacerlo Alice no pudo evitar su sincero deseo. “Espero que lo hagas. Algún día.” Rosa se rió sin ganas. “Bueno, ciertamente me ayudaría a seguir en marcha. La controversia atrae la curiosidad.” “Pero entiendo por qué quieres esperar un tiempo. Para dejar que todo el mundo se olvide.” “Desafortunadamente, Internet nunca olvida.” El evidente lamento de Rosa tiró del corazón de Alice. Nunca habría imaginado querer tan sinceramente aliviar el dolor de casi un extraña de alguna manera, de cualquier manera, pero con Rosa eso era exactamente lo que anhelaba hacer. Si alguien en ese mismo momento se acercase a ella y le dijera que dando un discurso frente a una multitud de quinientas personas borraría ese difícil episodio de la vida de Rosa, estaba bastante segura que aceptaría la oferta. De alguna manera, encontraría la forma de conquistar el que tal vez era uno de sus mayores temores. Cualquier cosa para erradicar la perdida y vacía expresión de Rosa cada vez que hablaban de lo que le había sucedido. Lamentando su incapacidad para hacer más, Alice dijo, “Me gustaría leer el libro tanto si terminas publicándolo como si no. La sociología no es mi campo, pero encuentro el tema fascinante, aunque ligeramente perturbador.” Esta vez Rosa pareció genuinamente divertida. “El comportamiento social es perturbador a veces, completamente.” “¡Lila!” De pie en la puerta abierta del edificio de manualidades a unos cinco metros frente a ellas, Bree agitaba frenéticamente su mano en un intento por llamar su atención. “¡Chica tímida! Traer vuestros sexys culos aquí.” “Oh Dios,” Alice murmuró entre dientes, sin pensar. Rosa le acarició con el pulgar. “¿Volvemos al bosque? ¿O estás dispuesta a entrar si le pido a Bree que baje un poco el tono?” Reafirmada por el sutil contacto, Alice dio una profunda respiración, luego exhaló uniformemente. Los objetivos que Dawn y ella habían acordado durante su estancia en el campamento incluían participar en al menos una de las actividades en grupo. Ahora que tenía una amiga.....una meta cumplida.....esta segunda tarea debería ser mucho más fácil de lograr. A menos que el innegable magnetismo de Rosa continuase atrayendo más adeptos. “Podemos entrar.” Rosa guió a Alice hacia el edificio luciendo una fácil sonrisa. “Hola, Bree. ¿Vienes o vas?”

“Todavía no he venido hoy (juego de palabras con venir = correrse), desafortunadamente.” Levantó una expertamente depilada ceja y disparó su mirada de una a otra entre Rosa y Alice. “¿Y vosotras damas?” “Nos lo estamos tomando con calma esta mañana. Aunque hemos tenido una creativa toma de contacto mientras llegamos a conocernos una a la otra mejor.” Rosa soltó la mano de Alice al acercarse a Bree, envolviendo un brazo alrededor de su hombro mientras la llevaba a un lado y le susurraba en voz baja. Bree asintió, ofreciendo una disculpa apenas audible antes de separarse y que Rosa regresase al lado de Alice. Bree le lanzó a Alice una conciliadora sonrisa. “Mis disculpas por la excesivamente efusiva bienvenida. Sé que he sido un poco brusca.” La cara de Alice se calentó. Esperaba que Bree no pensase que estaba molesta. “Está todo bien.” No lo estaba, claramente, pero sintió la necesidad de decir eso. “Yo simplemente.....” “Reservada. Lo pillo, y debería de haberlo sabido.” Bree hizo un gesto hacia la puerta. “Tienen un montón de cosas divertidas ahí dentro. ¿Quieres echar un vistazo?” Decepcionada por no tener ella y Rosa la privacidad para hablar abiertamente, Alice asintió sin embargo en acuerdo, educada y graciosa en cualquier circunstancia. Como su madre le había educado. “Claro.” Cuando Bree se dio la vuelta para entrar en el edificio, Rosa apretó la mano de Alice. ¿Te parece bien? Gesticuló con la boca. Alice asintió y reunió una valiente sonrisa. Esto era bueno para ella. Interactuar con más de una mujer adulta que no fuese su madre, su terapeuta, o una colega, a la misma vez incluso, era un revolucionario paso. Si esto no era crecer, no sabía que podría serlo. El interior del edificio era luminoso, espacioso, con ocho grandes mesas de madera alineadas como espacios de trabajo. Solo la mitad de las mesas estaban ocupadas, y cuando Bree las llevó a una vacía en el lado más alejado de la habitación, Alice miró alrededor a los varios proyectos y personas a la vista. Vio una colorida bolsa de papel de bocadillos, dos mujeres de aspecto pegajoso encorvadas sobre un par de cuencos de papel mâché, un par de hombres adultos riendo históricamente mientas fingían una pelea con figuritas hechas con maderas y papel, y una solitaria mujer inclinada sobre cierto número de palitos que había pintado de diferentes colores. Su propósito no estaba muy claro. Llegaron a la mesa vacía antes de que Alice pudiera terminar de escanear la habitación y sus varias maravillas. “No sé vosotras señoras, pero a mí me apetece hacer un mosaico de papel. ¿Alguien se apunta?” Rosa escaneó las mesas alrededor de ellas con una expresión de ligera abrumada indecisión que hacía eco perfectamente con lo que Alice sentía por dentro. “No estoy segura todavía. Podría necesitar mirar todas las opciones antes de decidir.” Bree sacó una silla, dejó su bolsa, y se giró hacia el frente de la habitación. “Voy a por los materiales. Volveré enseguida.” Alice exhaló tan pronto como ella se fue. Preocupada por si Rosa pensaba que era grosera, dijo, “Es agradable.” “Realmente lo es, si no estuviera exclusivamente interesada en echar un polvo este fin de semana.”

El comentario disparó un recuerdo de algo que Rosa había dicho durante el desayuno. “¿Ella era una de las personas que te tiró los tejos esta mañana?” Rosa se quedó quieta, entonces cuidadosamente miró a Alice. “¿Eso te molesta?” “No.” Si Rosa hubiera querido a Bree, podría haberla tenido esta mañana. En cambio, había estado buscando a Alice incluso sin saber si quería ser encontrada. “Ciertamente no puedo culparla.” “Bueno, sucede, que tú te las has arreglado para captar toda mi atención.” Rosa sacó la silla cercana a Alice y le hizo un gesto para que se sentase. “¿Quieres que vaya a por materiales para nosotras? ¿Qué quieres hacer?” Un coro de voces en su mayoría masculinas vitoreó desde un lugar cercano a la pared, una zona abierta sin mesas ni materiales. La curiosidad de Alice superó a su sentido de precaución.....podemos marcharnos en cuanto lo diga.....y se alejó unos cuantos pasos de la mesa, estirando el cuello para ver por qué todo el mundo estaba tan emocionado. Cuando vio a un atractivo hombre muy bronceado con unos amplios pantalones cortos y una camiseta lisa enseñar su tosca creación, no pudo evitar sentirse igualmente emocionada por el espectáculo. “¡Miniaturas de artillería!” “¿Eh?” Rosa se acercó a ella y se unió a su estudio de la divertida competición. “Oh, lo pillo..... ¿Están intentando ver lo lejos que pueden lanzar las nubes de azúcar? Son monas.” Eran más que monas. Parecía divertido, y Alice repentinamente estaba ansiosa por ganar. “Están construyendo artefactos con palos de helados, bloques de madera, y gomas elásticas.” Con un análisis de la mesa más pequeña cerca de donde estaba reunido el grupo, Alice vio una pila de vasos de plástico pensados para contener la munición. “Por allí. Eso es lo que voy a hacer.” “¿Sí?” Rosa parecía emocionada por su elección, o por su flagrante entusiasmo. “¿Quieres que traiga algunos materiales para nosotras?” Alice se volvió hacia Rosa, agarrando sus manos con entusiasmo. “Eso sería genial. Gracias.” Comenzó a soltar las manos de Rosa pero se detuvo, sus dedos todavía entrelazados. “Espera. No tienes que hacer lo mismo que yo.....si no quieres.” “Lo sé.” Rosa se soltó después de lanzarle un beso. “Quiero hacerlo. Al menos intentarlo.” Hizo un gesto con la cabeza hacia el grupo de chicos que intentaban lanzar sus nubes de azúcar más lejos en intentos sucesivos. “Parece que se lo están pasando en grande.” Riendo, Alice se sentó en la silla que Rosa había sacado. “Creo que será muy divertido.” “Entonces es lo que quiero. Divertirme contigo.” Rosa retrocedió unos pasos y se despidió con la mano, claramente reticente a marcharse de su lado. “Volveré enseguida. En un abrir y cerrar de ojos.” Alice se ruborizó por la abrumadora oleada de afecto que sintió por Rosa, especialmente porque posiblemente nunca volvería a verla otra vez una vez que el campamento terminase. ¿Pero cómo no podía sentirse arropada por una mujer adulta que media el tiempo en parpadeos? “Estaré bien. Ve.” Algo se le ocurrió. “¡Asegúrate de traer un montón de palitos de helado!” “Sí, señora.” Rosa se tocó con los dedos un imaginario sombrero, luego se marchó a toda prisa. Alice no se sorprendió y solo se inquietó vagamente cuando Bree regresó a la mesa pocos segundos después que Rosa se marchase. Dejó caer un montón

de pedazos de papel de diferentes colores, seguida de una gran cartulina blanca, un par de tijeras, una botella de pegamento, y un lápiz recién afilado. Sentándose en la silla frente a Alice, Bree exhaló y estudió sus materiales durante unos segundos antes de coger el lápiz y la cartulina con una expresión de sería determinación. Miró a Alice. “Debería advertirte con antelación, que nunca he hecho un mosaico antes. O realmente ninguna clase de manualidades como esta. Esto podría resultar un total desastre.” “Yo tampoco,” dijo Alice honestamente. “Es por eso que he elegido el proyecto de ingeniería.” Bree miró por encima de su hombro, escaseando la habitación hasta que su mirada aterrizó en Rosa. “Sí, demasiado complicado para mí.” Puso la cartulina sobre la mesa, luego le dio la vuelta y estudió la blanca superficie. “Me gusta el arte. Pero en mi colegio de primaria en Detroit no teníamos mucho dinero para materiales, y alimentar la creatividad de los niños del centro de la ciudad no era exactamente la prioridad de nadie. Mi madre siempre me animaba a que dibujase, sin embargo, cada vez que tenía la oportunidad de hacerlo. Intentó darnos a mis hermanos y a mí todas las oportunidades posibles, pero nunca hubo dinero para enviarnos a un campamento como este. No después que mi padre muriera.” Colocando el lápiz sobre el papel comenzó a dibujar con trazos audaces y seguros. “Cáncer de pulmón. Era un gran fumador desde que tenía once años. Un hábito desagradable.” De repente al darse cuenta que podría sin querer haber insultado a Alice, Bree levantó la vista alarmada. “Tú no fumas, ¿verdad?” La verdad salió hacia fuera. “No a menudo, y nunca tabaco.” Bree se rió alegremente y continuó con su dibujo. “¿Estamos llena de sorpresas, no, Srta. Alice?” Hizo una pausa para ofrecer una cálida sonrisa, probablemente para que Alice no malinterpretase su comentario. “¿Y tú? ¿Habías venido a un campamento como este cuando eras niña?” “Nunca.” Alice vio como el hermoso rostro de una mujer de fuertes huesos comenzaba a tomar forma en el papel de Bree. “Mis padres probablemente podrían habérselo permitido, pero mi madre en particular no le daba mucho valor a las actividades puramente sociales. Una vez me envió a un curso de música intensivo en verano, cuando tenía dieciséis años, para tocar el chelo. Nos hicieron practicar tanto que apenas tuvimos tiempo para interactuar con los otros compañeros.....y no habían manualidades.” “Una pena.” Bree le dio una comprensiva mirada. “Tú madre es de mano dura, ¿eh?” “Sí.” Mano dura era de hecho una apropiada forma de describir a Amanda Wu. Rosa regresó a la mesa con una verdadera buena cantidad de palitos de helado, un surtido de cubos de madera que tenían pequeños agujeros taladrados en sus caras, algunos delgados pasadores de madera, dos nubes de azúcar metidas en una pila de vasos de plástico, un puñado de gomas elásticas, unos trozos de cuerda, y una pistola de pegamento sin cordón. “Realmente espero que haya suficientes cosas.” La boca de Alice se estiró en una tonta sonrisa al ver a su nueva amiga, y su corazón latió un poco más rápido. “Estoy segura de ello.” “Bien.” Con un exagerado suspiro, Rosa se dejó caer en la silla junto a Alice y dobló los brazos sobre su pecho. “Ahora por favor dime que sabes lo que estás haciendo, porque he visto lo que están haciendo por allí, y francamente, estoy

desconcertada.” Su atención se movió hacia el papel de Bree, y sus ojos se agrandaron cómicamente. “¡Santo Cielo, Bree, eso es increíble!” El rostro de una verdadera reina africana surgió de los trazos del lápiz de Bree, revelando un absolutamente increíble nivel de talento. Bree levantó el lápiz del papel y lo dejó flotar cerca de la boca de la mujer mientras inclinaba la cabeza y consideraba su trabajo. “No está mal,” concedió. Otro trazo de su lápiz dio una mayor definición a los carnosos labios de la mujer. “Es mi madre.” Levantó los ojos para encontrarse con los de Alice, todavía con simpatía, pero también llenos de orgullo por la influencia maternal. “Pensé en llevarlo a casa para ella. Para que lo cuelgue del frigorífico.” Alice sonrió. “Tu primer proyecto de campamento.” Su sonrisa se desvaneció por la amargura de saber que su propia madre nunca aceptaría tal clase de regalo sin lanzar algún tipo de fulminante insulto o despectivo comentario. No queriendo restar importancia al gesto de Bree, se obligó a alegrar su cara. “A tu madre le encantará.” “A menos que el mosaico lo estropee.” Bree volvió a centrar su atención en su diseño. “Probablemente debería de haber empezado con algo más simple.” “Tengo completa fe en ti.” La mano de Rosa se arrastró hasta descansar en la rodilla de Alice, apretándola tiernamente, pero sus ojos permanecieron fijos en la creación de Bree. “Eres una verdadera artista.” Bree resopló, pero visiblemente agradada por la alabanza. “Dile eso a mi jefe del hospital donde trabajó como guardia de seguridad. Mi carrera actual es tan poco artística como puede ser.” Miró a través de la mesa a Rosa, una interminable mirada de admiración que consiguió despertar una pequeña llamarada de celos en la profundidad del estómago de Alice. “Pero realmente aprecio que digas eso. Gracias.” Ansiosa por impresionar a Rosa incluso más de lo que Bree lo había hecho, Alice respondió a su pregunta anterior. “Sé lo que estoy haciendo.” Esperó a que Rosa la mirase, entonces recogió unos cuantos palitos de polo y comenzó a extenderlos sobre la mesa. “¿Quieres que te enseñe cómo se construye una sencilla catapulta?” Rosa se anguló en su silla para prestarle a Alice toda su atención. “Claro.” Alice colocó cuatro cubos de madera en una formación rectangular, colocó dos palos junto a ellos para formar los laterales largos del rectángulo. Miró a través de la mesa las tijeras de Bree. “¿Te importa prestármelas un segundo?” “Adelante.” Bree se rió, probablemente por la idea de Alice haciendo ese tipo de cosa. Resistiendo la urgencia de sonrojarse, Alice cortó otro palo de polo por la mitad, luego colocó uno de los trozos junto al par de cubos de la parte de abajo de forma que los tres lados de la base de la catapulta quedaron esbozados. “Vamos a utilizar un montón de pegamento para fijar los palos a los bloques y formar la parte inferior de la base. Así.” Puso gotas de pegamento en los extremos del palo más largo, entonces lo presionó contra dos bloques de madera hasta que quedó adherido. A continuación pegó el otro palo largo al los otros dos bloques. “¿Por qué no haces lo mismo en el otro lado?” Rosa valientemente siguió sus instrucciones, creando la otra mitad de la base de la miniatura de artillería. “¿Entiendo que has hecho esto antes?” “Tal vez.” Alice sonrió mientras colocaba otro cubo sobre un pasador de madera, situándolo en ángulo recto en mitad de la varilla. Puso más pegamento en uno de los extremos, entonces ajustó el palo en un bloque de madera por

ambos lados, uniéndolos. Después de eso, puso más pegamento en los extremos de la otra mitad del palo de helado. “En realidad soy ingeniera.” “¿Profesional?” Rosa observó como Alice aseguraba otro extremo de los dos lados juntos uniendo la mitad del palo a la parte baja de los bloques de cada sección. “Oh, veo lo que estás haciendo.” Alice levantó las dos secciones recién pegadas en sus dedos. “Bien. Puedes pegar la otra mitad del palo en la parte superior de esto tan pronto como esté listo.” Miró hacia Bree, pero su compañera parecía repentinamente preocupada, cortando pequeños trozos de papel de colores mientras simultáneamente miraba hacia la mujer más mayor con el pelo amarillento que estaba inclinada sobre su obra maestra dos mesas más allá. Satisfecha por haber recuperado el interés de Rosa.....y que el de Bree se hubiese desviado a otro lugar.....Alice se relajó ligeramente mientras le pasaba la base casi terminada a Rosa. “Aquí tienes.” “Gracias.” La atención de Rosa también se movió hacia Bree, y luego se agachó para susurrarle al oído a Alice. “No la quiero a ella. Te quiero a ti.” El inconfundible deseo en la voz de Rosa, aunque parecía refrenado, hizo que Alice temblase con anticipación. Luchando por mantener su voz baja, ella murmuró, “Yo también te deseo a ti.” Rosa le besó en la mejilla y retrocedió. Centrándose de nuevo en los materiales frente a ella, cuidadosamente poniendo pegamento en su mitad del palo de helado y fijándolo en el lugar que Alice le había indicado. “Así que eres ingeniero. ¿Trabajas en eso?” “Sí.” Cuando Rosa terminó su tarea, Alice añadió dos palos largos en el borde exterior de ambos lados, creando una mayor superficie en la base. “Los necesitamos para anclar la parte vertical de la estructura.” Rosa apoyó la barbilla en la palma de su mano mientras observaba como Alice ponía otro par de palos largos en una V invertida en un lado de la base. “¿Trabajas en una oficina?” “Divido mi tiempo entre la oficina y el laboratorio. Depende del día y del proyecto en el que esté trabajando.” Hizo un gesto con la cabeza hacia el montón de materiales compartidos. “¿Quieres hacer el otro lado de la estructura?” Soltó las piezas que había estado apretando. “Otra vez, haz lo mismo que yo he hecho.” Rosa construyó la otra mitad de la estructura, con cuidado. “¿Así está bien?” Alice se estiró debajo de la mesa y palmeó el muslo de Rosa, complacida con la seriedad con que parecía haberse tomado su proyecto. “Es perfecto.” Rosa bailó con felicidad en su asiento, atrayendo la atención de Alice hacia su maravilloso pecho. Instantáneamente su mente regresó al árbol caído, reviviendo el peso, el calor, y la elasticidad del pecho de Rosa en su mano, especialmente la forma en que había sido capaz de sentir el duro pezón cuando se tensaba contra su palma, incluso a través de las capas de ropa separándola de la piel desnuda de Rosa. Rosa tuvo que chasquear sus dedos audiblemente para sacar a Alice de su lujurioso trance. Distraída de su tarea, Bree silbó con aparente deleite. “No puedo culparte por mirar, Alice.” Con las mejillas rojas y bien reprendida, Alice colocó tres palos de helado en línea, uno tras otro y luego cogió la pistola de pegamento, desesperada por hacer algo con sus manos. “Perdón.” “No te avergüences.” Rosa pellizcó el codo de Alice, su voz apenas un susurro. “Me encanta la forma en que me miras.”

Alice creó dos largas vigas formadas por tres palos cada una, luego las pegó juntas utilizando bloques de madera en cada extremo y en el medio, con un total de tres puntos de contacto. Queriendo superar el difícil momento, dijo, “Esta es nuestra arma. Pegaremos la cesta en uno de los extremos.” “Muy bien.” La tranquila voz de Rosa suavizó sus desquiciados nervios. “Esto empieza a parecer realmente impresionante.” “Estoy de acuerdo.” Bree también habló suavemente, al parecer consciente de que una vez más había hecho que Alice se sintiera incómoda. “Ninguna de las que he visto por allí tiene tan buen aspecto.” Alice dudó de la veracidad de la declaración de Bree, como si el improvisado artilugio ni se acercase a representar su mejor trabajo. Sin embargo, aceptó que para una persona lega, su habilidad para modelar incluso un simple dispositivo mecánico pudiera parecer loable. “Gracias.” Regresando a la estructura de su catapulta, Alice puenteó la distancia entre la parte superior de la V invertida utilizando otra mitad cortada de palo de helado y dos pequeños cubos de madera. A continuación, el paso crucial era pegar el extremo del brazo de lanzamiento en la mitad del cubo con un pasador en la parte frontal de la base. Después de eso, utilizó unas cuantas gomas elásticas para asegurar el centro del brazo a la abrazadera de la parte superior que acababa de construir. Finalmente, pegó un disco de plástico hueco al final del brazo, sujetando ambas piezas en el sitio hasta estar convencida que la cesta no iba a ir a ninguna parte. Como prueba, tiró hacia abajo de la cesta al final del brazo, creando una tensión en las gomas elásticas que había envuelto en la parte superior del soporte de la catapulta. La soltó, y el brazo salió disparado a su lugar con suavidad, listo para lanzar la nube de azúcar. “¡Wow!” Rosa se estiró para tocar la creación, luego se detuvo. “¿Puedo?” “Por supuesto.” Alice se separó de la mesa, alegre de ver lo complacida que parecía Rosa. “¿Quieres hacer el primer lanzamiento?” “Sí.” Rosa cogió la catapulta y una nube de azúcar, y encontró un sitio libre en el suelo detrás de su mesa. “Lo probaremos aquí, luego la llevaremos al otro lado de la habitación a ver su podemos batir el récord actual.” “¿Cuál es el récord?” Tirando del brazo hacia atrás, Rosa lanzó una nube en el aire, enviándola a rebotar contra la distante pared. “Creo que lo has batido.” Recogió la catapulta con exagerado cuidado. “¿Quieres venir a verlo?” Alice miró hacia la zona de lanzamiento, decepcionada al ver que el pequeño grupo había aumentado. Un consejero del campamento había reunido las tres armas de asedio y parecía estar demostrando una técnica que había propiciado una entusiasta discusión. “No sé.” “No tienes que hacerlo.” Rosa se movió incómoda sobre sus pies y miró a través de la habitación, claramente ansiosa por unirse a ellos. “¿Te importa si te dejo sola unos minutos?” “En absoluto. Por favor hazlo.” Por mucho que Alice quería probar la capacidad de su máquina, no estaba preparada para interactuar con todo un grupo de desconocidos. Todavía no. Se maravilló de que Rosa pudiera hacerlo, dado el acoso y la vergüenza que había sufrido a manos de otros. “Hazme saber como ha ido.” “Lo haré.” Rosa parecía genuinamente emocionada por competir. “Volveré enseguida.”

Una vez que Rosa se marchó, Bree comentó, sin levantar la vista. “Esa chica está por ti.” Profundamente ruborizada en ese momento, Alice vio la cuerda que Rosa había traído con el resto de los materiales. Siempre se había sentido más cómoda participando en una charla cuando tenía una tarea en la que centrarse, por lo que inmediatamente se puso a trabajar en un más avanzado diseño para su segunda arma de asedio. Si a Rosa le encantaba esa tonta catapulta, una ballesta con palitos de helado tendría que ser un éxito incluso más grande. Incluso con sus manos ocupadas, el corazón de Alice martilleaba mientras luchaba por responder. “Eso espero.” “Oh, lo está.” Bree se estiró a través de la mesa como si fuese a tocar el brazo de Alice, pero se detuvo antes de hacer contacto. “Relájate, Alice. Eres hermosa, brillante, y claramente has enganchado a esa mujer.” Retiró su mano, regresando a su propio trabajo. El mosaico, todavía parcialmente completado, aunque ya parecía algo que podría ser colgado en un museo. “Cielos, incluso me gustas a mí, y a pesar del hecho que me has negado la oportunidad de meterme en las bragas de Lila. Estás dentro.....confía en mí.....así que disfruta de este tiempo con ella.” Alice sintió como si literalmente pudiera estallar en llamas. Sus manos se movieron más rápido, cortando, colocando, tirando, atando. Construyendo. Era la única cosa en su vida que le hacía sentir poderosa y en control. La interacción social existía en el otro extremo del espectro de sus capacidades personales, sin embargo se dijo a sí misma que podía hacer esto. Bree estaba siendo amistosa y acogedora. Nada de lo que decía era para avergonzar a Alice o hacer que se sintiera mal. De hecho, parecía evidente que intentaba hacer todo lo contrario. Sin apartar los ojos de su trabajo, Alice dijo, “Lo hago, más de lo que nunca he disfrutado con nadie o de nada en mi vida.” Bree hizo un bajo ruido. ¿Divertida? “Entonces parece que el sentimiento es mutuo.” Alice se dio cuenta demasiado tarde de como debía de haber sonado su comentario. Estaba disfrutando con Rosa más que nada, ¿nunca? Mientras que no era completamente inexacto, ciertamente no era algo que quería que Bree supiera. O Rosa. Lo último que necesitaba era estropear su tiempo juntas siendo demasiado intensa y sería para la comodidad de Rosa. Luchando por controlar los daños, Alice dijo, “Mi terapeuta estaría asombrada si supiera que estoy considerando seriamente tener una aventura con otra mujer. Pero no sé. Siempre he fantaseado con tener sexo casual, incluso aunque nunca he tenido el valor para hacerlo.” Se encogió interiormente mientras se escuchaba a sí misma. En su esfuerzo por negar tener profundos sentimientos por Rosa, había parecido una patética y cobarde asustadiza. También, estaba hablando de sexo, con alguien a quien apenas conocía. Torpemente, Alice dijo, “No es que solo quiera su cuerpo. Me gusta.” Bree se rió entre dientes. “Lo sé.” Alice suspiró y cortó los raíles de disparo para darles forma. “Será mejor que deje de hablar.” Te lo he dicho, relájate. Estás entre amigas aquí.” La ternura de las cálidas palabras de Bree recorrieron su piel como un bálsamo. Alice apartó su atención de la construcción el tiempo suficiente para hacer un breve contacto visual, siempre un gesto difícil pero en definitiva

recompensado cuando vio la sinceridad en la amable mirada de Bree. “Gracias. Realmente no salí mucho cuando era niña. O de adulta, para el caso.” “Un fin de semana de primeras veces, imagino.” Bree miró hacia abajo, pegando un pequeño trozo de papel de color marrón oscuro en el pómulo de su madre. “Eso debe ser excitante. Para ti y para Lila.” Agradecida por ser todavía la única en conocer el verdadero nombre de Rosa, Alice sonrió. “Lo es.” Rosa regresó a la mesa cuando Alice estaba dándole los últimos toques a su ballesta. Irradiaba entusiasmo y buen humor, una jubilosa ligereza de espíritu que contagió a Alice en el momento que puso sus ojos en ella. Asegurando los pies y la parte de atrás de su recién creado carril para proyectiles en la base que le acompañaba, Alice recibió a Rosa con una poco característica amplia sonrisa. Que de hecho hizo que le dolieran las mejillas. “¿Récord superado?” “¡Sí!” Rosa se sentó junto a Alice con una floritura, levantando el puño en el aire. “A Jamal le ha encantado tu diseño. Estaba impresionado de que lo hubieras hecho tú sola.” Alice pudo los ojos en blanco. “Es dolorosamente simple. He construido maquinas mucho más complejas que está.” Como robots, añadió en silencio, puesto que no se atrevía a presumir en voz alta. El fantasma de su madre colgaba sobre su cabeza, instándole a luchar por la perfección, como siempre, como nunca mostrar orgullo evidente sobre lo que había logrado. “Ya lo veo.” Rosa inclinó la cabeza mientras examinaba el segundo, un artilugio de artillería ligeramente más complicado. “¿Qué es eso?” “Una ballesta.” Alice buscó por la zona un proyectil. “¿Bree me prestas tu lápiz?” “Absolutamente.” Bree continuó pegando trocitos de papel en su dibujo mientras miraba la ballesta con expresión desconcertada. “Lila, espero que no te sientas intimidada por las mujeres inteligentes.” Rosa envolvió un brazo alrededor de la cintura de Alice. “Nop.” Con dedos temblorosos, Alice cargó el lápiz en el raíl de proyectiles, luego echó hacia atrás la cuerda para demostrar el mecanismo de disparo. “¿Ves?” “Has construido eso en menos de veinte minutos,” Rosa dijo, mirando a Alice en confirmación. “¿En serio?” Alice se encogió de hombros. “Realmente no es tan increíble.” Ni la mitad de increíble que la manera en que tu perfecto pecho se siente en mi mano. El pensamiento salió a la superficie espontáneamente, traicionando con devastación su compostura. Apresurándose a encubrir su lascivo monólogo interior, añadió, “Todavía no lo has probado.” Rosa se movió hasta quedar mirando a Alice y, con un ahora familiar gesto, agarró sus dos manos temblorosas. Avergonzada por la reacción de su cuerpo a la ansiedad social, Alice se maldijo por sus ojos humedecidos e intentó liberarse del agarre de Rosa, pero Rosa la retuvo como si sus sudorosas palmas no importasen en absoluto. “Oye,” Rosa susurró en voz baja. “¿Estás bien?” Alice asintió valientemente, obligándose a negarse a dejar caer las lágrimas. Compostura, Alice. “Sí.” “¿Quieres que nos vayamos?” Alice negó con la cabeza. Había construido la ballesta para Rosa y ciertamente no quería irse antes de permitirle que se divirtiera disparándola al menos una o dos veces. “No, lo siento. Estoy bien.” Le echó un vistazo a Bree en la periferia de su visión, agradecida de verla absorta en su trabajo. “Lo intento,

pero.....la charla con alguien a quien apenas conozco no es fácil. Ni aceptar cumplidos.....de nadie. O tener pensamientos inapropiados al azar en los peores momentos posibles.” Los labios de Rosa se curvaron. “¿Pensamientos inapropiados sobre mí, o sobre Bree?” “Sobre ti, por supuesto.” Alice se encogió por la velocidad de su respuesta. Exhaló. “Debo de ser la mujer menos guay que hayas besado nunca.” “Ni de cerca.” Rosa le besó en la mejilla y volvió a centrar su atención en la nueva máquina de Alice. “Esta ballesta es épica, y no hay manera de que algo tan malditamente genial pueda haber sido diseñado por alguien que no sea igual de genial.” Le guiñó un ojo después que las palabras salieran de su boca, al parecer genuinamente compungida. “Más cumplidos. Perdona.” Aún difícil de aceptar, el elogio de Rosa hizo sentir bien a Alice. Como si después de todo hubiese hecho algo que merecía la pena. “Me alegra que te guste.” Rosa llevó la ballesta a su privado sitio de pruebas detrás de la mesa. Alineó su disparo, tiró hacia atrás de la cuerda, y lanzó el lápiz de Bree a través de la habitación. Cuando Rosa miró hacia atrás a ella, resplandeciendo, el aire entre ellas se volvió eléctrico. Por la razón que fuese, el cerebrito de Alice parecía excitarle. No solo eso, si no que la torpeza timidez que repelía a la mayoría de la gente todavía no había conseguido alejar a Rosa. ¿Cómo podía haber encontrado a alguien tan perfecta en un mercado de carne de campamento de verano para adultos? En cambio, deseaba haber conocido a Rosa en una cita por internet, o en cualquier otro lugar que hubiera alentado la posibilidad de algo más que un encuentro de unas cuantas noches. A pesar de sus confusos mensajes a Bree, Alice podía verse fácilmente terminando con alguien como Rosa. Incluso aunque eso llevase a su madre temprano a la tumba. “¿Te importa si me llevo esto para enseñárselo a los chicos?” Rosa indicó con su pulgar en dirección al terreno de pruebas, donde solo quedaban Jamal y otro campista. Dos hombres más estaban sentados uno frente al otro en una mesa cercana, presumiblemente perfeccionando sus diseños. Habiendo recogido el proyectil durante la ensoñación de Alice, Rosa ya tenía la ballesta cargada, agarrada y lista para marcharse. “Tengo la sensación que Jamal se va a poner como un loco con esto.” “Claro.” Alice experimentó un leve deseo de unirse a ella. No solo para contrarrestar cualquier expresión condescendiente porque hubiera podido diseñar ella sola una maquina tan simple, si no también, principalmente, para compartir la emoción y el entusiasmo de Rosa.....esas contagiosas edificantes emociones que había contribuido a crear. Además, así evitaría tener otra conversación teñida de sexo con Bree. “¡Espera!” Ella soltó. “Voy contigo.” “¿Sí?” Rosa extendió su mano, dubitativamente. “Me gustaría.” Agradecida por el esfuerzo de poder prestar su atención una vez más a lo que sería mostrar afecto frente a otros, Alice apartó sus miedos y acompañó a Rosa, entrelazando sus dedos y apretando con fuerza. “Me disculpo por adelantado por si te avergüenzo.” Rosa acarició con el pulgar los nudillos de Alice. “Nunca podrías avergonzarme.” Mientras caminaban a la zona de lanzamiento, donde la catapulta de Alice estaba siendo sometida a un concienzudo examen por uno de los aspirantes a ingenieros, Rosa susurró al oído de Alice. “Recuerda, soy la

reina de la vergüenza. Nada de lo que digas o hagas podría compararse nunca a la humillación que he pasado. Ni de cerca.” Entristecida por el recuerdo de la dolorosa carga de Rosa, Alice levantó sus manos unidas hacia sus labios para poder besar los nudillos de Rosa. “Al menos nadie parece reconocerte aquí.” Rosa se rió entre dientes. “Eso había esperado, o cortarme el pelo habría sido un completo desperdicio.” Alice todavía seguía intentando imaginar como Rosa, con su adorable pelo corto, solía llevar el pelo, cuando llegaron a Jamal y el otro campista. El atractivo consejero le sonrió a Rosa, entonces dio un paso al frente para ofrecerle a Alice su mano. “Tú debes de ser Alice. Soy Jamal. Bonito diseño de catapulta tienes aquí.” Alice le estrechó la mano, fingiendo estar tratando con un colega de trabajo. La interacción profesional debería ser marginalmente más fácil que ésta. “Gracias, pero es bastante rudimentaria.” “A diferencia de esto,” dijo Rosa, y levantó la ballesta para que él la inspeccionase. “He regresado a la mesa y ya casi había terminado de construir este tesoro.” Los ojos de Jamal se iluminaron. “¡Una ballesta!” Él palmeó a Alice en la espalda mientras ella intentaba no entrar en pánico. “Esto es excelente. Llevándolo a otro nivel, ¿no?” Alice levantó un hombro y se movió incómoda. Seguía sin ser un logro en el gran esquema de las cosas, pero aceptó que en este entorno, tal tipo de hazaña atraería con naturalidad una cortés alabanza. “Lo he intentado.” Rosa colocó la ballesta en la zona de lanzamiento, tiró hacia atrás de las cuerdas, y disparó el lápiz a unos cuantos centímetros pasada la marca de tiza que establecía el corriente récord de distancia. El campista de pie junto a Jamal gimió y tiró su lápiz al aire con frustración mientras Rosa daba saltitos y vitoreaba. El campista suspiró, entonces le guiñó un ojo a Alice. “Genial. Me voy de vuelta a la mesa de dibujo.” Alice se tomó un momento para especular sobre que más podría construir.....y cuanto más impresionar a Rosa.....si solo tuviera más tiempo y materiales. Se sentía bien utilizar sus habilidades para hacer a Rosa feliz. Tan bien, que deseaba poder hacerlo todos los días. “Bonito disparo,” le dijo a Rosa. La sonrisa que recibió en respuesta hizo que su cuerpo entero hormiguease. “Todo se debe a ti, nena.” Rosa corrió la longitud de la pista para recoger el lápiz, regresando antes de que Alice tuviese la oportunidad de echarla de menos. “Tal vez simplemente hacemos un buen equipo.” Riendo, Rosa recogió la ballesta y caminó hacia ella. Dejó la máquina sobre la mesa al lado de la catapulta, permitiendo que el trío de interesados campistas que se habían congregado alrededor examinasen el artilugio. “Haré mis propios dispositivos, probablemente podría pegar un vaso de plástico a un palo de helado, utilizarlo como un palo de lacrosse (Deporte de los nativos americanos parecido al hockey en el que el palo lleva una cesta en el extremo), y darlo por bueno.” Se acercó hasta estar junto a Alice, mientras Jamal ocupaba el vértice de su triángulo en la conversación. Rosa señaló a Alice con el pulgar con aire de orgullo. “Ella es ingeniero profesional, pero supongo que ya lo habrías adivinado.” “Tiene sentido.” Jamal dobló los brazos sobre su pecho, al parecer genuinamente interesado en su historia. “¿Qué tipo de ingeniería?”

“Robótica.” Rosa palmeó a Alice en el brazo, ligeramente, mientras su cara se volvía impaciente. “¿Qué? ¿Construyes malditos robots?” Alice cambió su peso de un pie a otro, lamentando que su trabajo posiblemente no coincidiera con nada de lo que Rosa habría imaginado. “Sí.” “¿Robots industriales?” Jamal parecía tan hambriento por los detalles como Rosa. “¿Robots de juguete?” “Um.....” Alice miró de uno al otro. Toda esta atención le hacía sentirse inquieta. “Comencé diseñando robots para una fábrica de suelos, pero durante los últimos cinco años, he estado trabajando en el diseño de robótica de ayuda en la exploración de aguas profundas.....donde la gente no puede ir, básicamente.” Observó sus reacciones, asombrada por el profundo respeto que pudo ver en sus ojos. “También tengo un proyecto personal en el que he estado trabajando durante años. Un compañero robot al que he llamado AFFY.” Consciente de su motivación para la construcción de AFFY, no mencionó el significado del acrónimo que había elegido (Un Amigo Para Ti), quedándose sin palabras. “Sí. Diferentes tipos de robots.” “Construyes robots,” Rosa repitió. Miró a Jamal antes de girarse de nuevo hacia Alice para darle un ferviente apretón a su mano. “¡Eso es una pasada!” “¿De verdad?” Alice había supuesto que Rosa se sentiría decepcionada al descubrir que no estaba al mando de la creación de un cyborg para el ejército o una camarilla de androides para la limpieza de casas. “Te aseguro que no es tan emocionante como parece.” “¿No? He visto lo mucho que has disfrutado construyendo la catapulta a partir de unos palitos de helado. No me trago que no alucines construyendo robots de puta madre.” Rosa dio una respiración, exhalando lentamente al parecer en un esfuerzo por calmarse. “Lo siento. No quiero que te sientas cohibida. Es solo que necesitas saber que lo que haces es súper genial.” “Estoy de acuerdo,” dijo Jamal. “Súper genial.” “Gracias.” Alice barajó nerviosamente antes de decir la primera cosa que le pasase por la cabeza. “Pero no es que construya grandes robots de combate ni nada. Solo sumergibles y.....” Rosa jadeó audiblemente. “Espera. ¿Podrías? ¿Construir un robot de combate, gigante o como sea?” La programación y la mecánica era los únicos aspectos de la vida en los que Alice rara vez dudaba de sí misma. “Bueno, sí, si quisiera.” “¿Por qué no querrías hacerlo?” La pregunta de Rosa era tan sincera que Alice no pudo evitar reírse. Jamal compartía su diversión, ruidosamente y con gusto, y fue entonces, contra todo pronóstico, que Alice se relajó y comenzó a disfrutar de la camaradería. Sonriendo, dijo, “Si tú quisieras que construyera un robot de combate, lo haría totalmente.” Jamal resopló. “Baja la voz o tendrás una cola de nuevos amigos en tu puerta.” “Te diré.” Rosa miró a Alice como si pensase que más le quedaba por descubrir. “Absolutamente quiero un robot de combate. Podríamos presentarlo en una competición.” El corazón de Alice comenzó a latir con más fuerza por la implicación de que continuarían viéndose una a la otra después que el fin de semana hubiese acabado. “Tal vez lo hagamos.”

“Personalmente, me gustaría hacer una investigación sobre diseños de robots más simples para una futura temporada de campamento.” Jamal escaneó la cara de Alice, como evaluando su disposición a hablar con más profundidad sobre el tema. “¿Tal vez podrías darme algunos consejos, orientarme en la dirección correcta?” Uno de los campistas se acercó a ellos con una versión más simple y ligeramente modificada de su catapulta en sus manos. “¿Te importa si le doy a ésta una oportunidad?” Jamal le instó a que lo hiciese. “Adelante.” “¿Por qué no me dejas que piense en ello un día o así, y regresaré con algunas ideas para ti?” Alice quería ser de ayuda, pero podía sentir que estaba traspasando los límites de su interacción social en grupo. “Le había dicho a Lila que iríamos a dar un paseo después de ésto, y para ser honesta, estoy deseando tomar un poco de aire fresco.” Jamal le dio una fácil sonrisa. “Claro. Dejaré que tengas tu tormenta de ideas. Puedes decidir lo que sea factible para un proyecto de campamento.” “Suena bien.” Alice se volvió hacia Rosa, quien le estaba mirando con una mezcla de cariño y respeto. “¿Nos despedimos de Bree y vamos a dar un paseo?” Para su alivio, Rosa captó la indirecta inmediatamente. “Hagamos eso.” Le lanzó a Jamal un guiño juguetón. “¿Deberíamos dejar eso aquí como muestras?” “Si no os importa.” Jamal jugueteó con uno de sus propios artilugios, un simple pero bien construido tirachinas sobre una base. “Necesitamos toda la inspiración que podamos conseguir.” Él se despidió con la mano amistosamente. “Que os divirtáis en vuestro paseo, damas. Tened cuidado.” Se despidieron y regresaron a la mesa solo para descubrir que la mujer del pelo amarillo que Bree había estado admirando antes se había unido a ella. Las dos tenían su proyectos situados juntos y estaban claramente inmersas en un entretenido flirteo mientras que trabajaban. Bree separó los ojos de su nueva compañera cuando ellas se acercaron, pareciendo sorprendida, pero no molesta, de verlas de nuevo. “Hola, vosotras dos. Lila, Alice, ésta es Enid.” Rosa y Alice saludaron, recibiendo un educado recibimiento por parte de la mujer al lado de Bree. “Es un placer conoceros a las dos.” “Lo mismo digo.” Rosa palmeó a Bree en el hombro. “¿Puedes creer que talentosa es Bree, Enid?” Enid asintió con apasionado acuerdo. “Ese retrato es increíble. Absolutamente impresionante.” Bree no tuvo problemas para aceptar el cumplido o incrementar lo que habían interrumpido. “Eres tan dulce, Enid. Sabes.....podría dibujarte a ti, si quieres.” Curvó los labios y le guiñó el ojo. “La ropa es opcional.” Las mejillas de Enid se volvieron rosas, pero parecía deleitada de haber recibido tan atrevida proposición. “¡La cuenta, por favor!” “Con respecto a eso último,” Rosa interrumpió, “Alice y yo vamos a ir a dar un paseo y tener un tiempo de reflexión.” “Tiempo de reflexión, lo pillo.” Bree les levantó los pulgares. “Id, divertíos.” Se centró de nuevo en Enid. “Nosotras lo haremos, ¿no?” Enid se estremeció. “Sí, lo haremos.” Una vez que Rosa las guió al exterior, al aire fresco y la relativa tranquilidad, Alice comenzó el proceso de descompresión. La tensión en sus músculos se fue deshaciendo gradualmente, dejándola en un estado de moderado agotamiento

físico por su crudo esfuerzo de permanecer compuesta durante tanto tiempo. Se apoyó contra Rosa, agradeciendo la sólida calidez del cuerpo a su lado. Dejándola deseando.....si no necesitando.....más de lo que hasta ahora solo había intuido. “¿Quieres que volvamos al árbol donde desayunamos?” Rosa cambió de dirección a medio paso, dirigiéndolas hacia su nuevo destino. “Sí.” “Gracias. Necesito un descanso de otras personas durante un rato. Me gustaría estar solo contigo.” Rosa tiró de ella en un acogedor abrazo con un solo brazo. “Yo también quiero estar contigo.” Alice miró alrededor para asegurarse de que nadie estuviese escuchando. “¿Cree que podríamos enrollarnos otra vez?” “¿Besar a una mujer que construye robots para ganarse la vida?” Rosa resopló, luego dejó un sonoro y húmedo beso en la sien de Alice. “Vendido.”

Capítulo Ocho

Vendido era un eufemismo. Aunque Rosa nunca lo admitiría en voz alta, estaba embelesada. Profundamente, dolorosamente embelesada. Ahora que había llegado a conocer mejor a Alice, no sólo encontraba atrayente su dulzura, su sensualidad o incluso su amable compasión. Admiraba su cerebro, su naturaleza sutilmente competitiva, el valor que demostraba traspasando las fronteras de su zona de comodidad, una y otra vez, porque sabía que le ayudaría a crecer y porque quería ser feliz. Cuando Rosa gestionaba la emoción de acostarse con una lesbiana virgen.....una mujer que solo había sido tocada por un ex-marido que prácticamente no le había satisfecho de la forma en que Rosa podía.....Alice era el sueño más húmedo que había tenido en su vida. También podría en realidad convencer a Rosa de volver a enamorarse de nuevo. No es que tuviera planeado decirle a Alice nada de eso. Era mejor mantener eso, justo con el resto de sus irreales y egoístas deseos, para sí misma. Aunque Alice le había impresionado más de una vez invocando una tranquila, determinada fuerza para enfrentarse a situaciones que encontraba atemorizantes, estar juntas en el mundo real requeriría más que mera valentía por parte Alice. Aunque podrían tomar medidas para prevenir que nadie conociera su relación, y mantener la información personal de Alice fuera de la red contando el paso del tiempo hasta que disminuyera la amenaza de acoso, la próxima pareja de Rosa podría ser un día un objetivo por algo que ella hubiese escrito. No podía permitir que le sucediera a Alice. No lo haría. Alice se aclaró la garganta, alertado a Rosa de haberse quedado en silencio durante demasiado tiempo. “¿Estás bien?” “Excelente.” Rosa presentó lo que esperaba fuese una convincente sonrisa. No quería pensar en el futuro hoy. El campamento se suponía que iba a ser unas vacaciones de la realidad, no una forma de complicar su vida o deprimirle aún más. Prometiéndose centrarse en cambio en divertirse con Alice este fin de semana, y con suerte echar un polvo, Rosa apartó a un lado todos los pensamientos que no pertenecían al aquí y el ahora. Apretó su brazo alrededor de Alice, disfrutando de cada segundo de contacto físico. “Realmente no te das a ti misma mucho mérito. Fuiste genial allí. En la parte de construcción y en la parte social.” Alice le dio una tibia sonrisa. “Eres muy amable, pero yo no iría tan lejos como para decir genial.” Se apoyó contra Rosa, quien tiró de ella más cerca. “Estuve adecuada. No me puse en vergüenza.” Se quedó callada, pero Rosa prácticamente podía escuchar el zumbido de su cerebro mientras que reproducía cada pedacito de su experiencia. “Al menos no creo que lo haya hecho.” “No lo hiciste. En absoluto.” Rosa no pudo evitar fruncir el ceño mientras estudiaba el remanente de la tensión en la cara de Alice. ¿Era posible que verdaderamente no se diese cuenta de lo mucho que sus diseños habían impresionado a todo el mundo? ¿O lo amistosa, poco intimidante, y lo receptiva que había sido con el grupo de manualidades, con todos ellos? “Le has gustado a todo el mundo, y tus máquinas de asedio. Te mantuviste entera con Bree. Estoy orgullosa de ti.” “¿Lo estás?”

La profunda emoción que escuchó en la simple pregunta susurrada sobresaltó a Rosa. Dejó de caminar, miró alrededor para asegurarse que estaban solas, entonces le dio a Alice un tierno y sincero abrazo. “Sí, Alice. Extremadamente orgullosa.” Rosa le besó una caliente mejilla y, reticente, regresó al lado de Alice para reanudar su paseo. “Sé que nada de esto ha sido fácil para ti, pero lo hiciste de todas formas. No todo el mundo puede superar sus temores y realmente someterse a esas situaciones. Tú lo hiciste. Eso es impresionante.” Podía sentir la vergüenza de Alice incluso sin mirarla. “Lo estoy intentando.” “Y haciéndolo notablemente bien.” Rosa miró hacia Alice quien le dio una pequeña sonrisa por el cumplido, lo que obtuvo como respuesta una sonrisa por parte de Rosa tan grande que le dolieron las mejillas. “También, estás absolutamente hermosa ahora mismo.” El característico rubor rosado de Alice se profundizó. “Gracias. Tú también.” Con esfuerzo, hizo un breve contacto visual antes de devolver su atención al irregular terreno. “Parece que Bree podría divertirse con alguien más el fin de semana. ¿Algún lamento?” Rosa resopló. Dudaba que hubiese perdido su oportunidad de estar con Bree, particularmente si Enid estaba dispuesta a un trio. Pero nadie le excitaba como Alice. No estaba segura que nunca nadie le hubiese excitado como Alice. “Ninguno en absoluto.” “¿Incluso aunque todo lo que hagamos este fin de semana sea besarnos y.....tocarnos un poco más?” Rosa presionó su nariz en el pelo de Alice, que olía vagamente a manzanas. “Incluso así.” Le hizo cosquillas a Alice suavemente, una amable amonestación. “Deja de dudar que quiera pasar tiempo contigo. Me estoy divirtiendo. ¿Tú no?” “Lo más divertido que nunca he hecho.” Nada en el tono de Alice denotaba duda en la sinceridad de su declaración. “Eso es porque..... Es simplemente..... Yo.....” Se aclaró la garganta, evidentemente avergonzada por su incapacidad para plasmar un pensamiento coherente. Respiró. Exhaló lentamente. Luego dijo, “¿Tal vez pareces demasiado buena para ser verdad?” Aquí hay una mujer con unos estándares sorprendentemente bajos. Más autodesprecio que se había convertido en la segunda naturaleza durante los pasados dieciocho meses agobiando a Rosa. Perdiendo la batalla con sus propias inseguridades, dijo, “Ni siquiera soy la mitad de lo que te mereces.” Alice golpeó con su hombro el de Rosa, haciendo que perdiera ligeramente el equilibrio. “No digas eso.” Rosa aceptó la corrección con un asentimiento de cabeza. “Solo estoy diciendo, que no deberías sorprenderte de que alguien quiera ser tu amigo. Eres atractiva, inteligente, interesante, divertida.....hay peores elecciones de compañía por ahí, créeme.” Preocupada por estar bordeando terriblemente cerca la revelación de sus inesperadamente profundos sentimientos, Rosa cambió la conversación hacia el pasado de Alice. “¿Tuviste citas en el instituto?” “No. Mis padres me lo prohibieron. Cuando comencé a salir con John en la universidad, mantuvimos la relación en secreto durante casi un año.” Alice se encogió de hombros cohibida. “Me avergüenza admitir la influencia que permití que tuvieran en mi vida, y durante tanto tiempo.” “Aunque ya no.”

“No.” Alice se enderezó, un ajuste menor que le hizo parecer más confiada. “Pero desafortunadamente, mi oportunidad de aprender a como ser normal hace tiempo que pasó.” “¿Estás segura de eso?” Rosa entró por el sendero de la izquierda en la bifurcación, siguiendo el camino de vuelta a su punto de magreo personal. “Quiero decir, concedo que ya no tienes dieciséis años. Pero ya has hecho dos amigos aquí en el campamento.....tres si quieres contar a Jamal.....y ahora nos estamos escaqueando para hacer lo que les encanta hacer a los adolescentes.....” “Supongo que tienes algo de razón.” Alice apoyó su cabeza contra el hombro de Rosa. “Sigues pareciendo demasiado buena para ser verdad.” “Y tú,” Rosa dijo sin pensar. El puro placer que Alice irradiaba en respuesta anulaba sus preocupaciones por expresar la verdad, a pesar de lo vulnerable que le hacía sentir. “En el pasado, siempre he querido ser social. Temer a otras personas es nuevo para mí.” Hizo una pausa, considerando lo que quería expresar, cuánto quería revelar. “Lo odio. Espero que algún día el miedo desaparezca y recupere la confianza que solía tener con multitudes o con personas que no conozco. Pero por ahora, la única forma de sentirme medio cómoda conociendo a gente nueva ha sido disfrazando mi identidad y escondiendo quién soy realmente. Excepto contigo.” Abrumada por la emoción, Rosa levantó sus manos unidas para besar el dorso de la de Alice, esperando después hasta estar segura que su voz no iba a vacilar al hablar de nuevo. “En realidad, verdaderamente no tenía planeado decirle a nadie mi nombre este fin de semana, mucho menos confesar la historia de toda mi vida. Aunque solo sea por eso, necesito que creas lo mucho que me gustas de verdad y que confío en ti. De lo contrario seguirías llamándome Lila, como todos los demás.” “Te creo,” Alice dijo en voz baja. “Yo solo.....espero que mi falta de experiencia no sea una decepción.” No queriendo que Alice se sintiera presionada a hacer más de con lo que se sentía cómoda, Rosa dijo, “Sabes, no es que haya venido al Campamento Rewind a echar un polvo.” Alice levantó una ceja, pareciendo más divertida que molesta por la posibilidad de que estuviera mintiendo. “¿No?” Sonriendo con suficiencia, Rosa dijo, “No estoy diciendo que la idea no se me pasase por la cabeza.....pero no, ese no era mi objetivo principal. Quería escapar. Divertirme. Hacer una amiga, tal vez compartir unos cuantos besos con alguien si tenía mucha suerte.” De nuevo, presionó sus labios contra la mano de Alice. “Tú me haces sentir muy afortunada. A pesar de lo que hagamos, o no hagamos.” “Yo también me siento afortunada.” “Además, toda esa cosa de la falta de experiencia es un poco.....excitante.” Rosa bajó el brazo que tenía envuelto alrededor de la espalda de Alice y le dio un posesivo apretón a su cadera. “Espero que no haya sonado asqueroso, pero es verdad.” “No, es perfecto.” Alice abrió la boca para seguir con otro comentario, pero un ruido en la distancia atrajo la atención de ambas hacia un pequeño sendero que se desviaba a la derecha. Seguían estando a un par de minutos de su lugar de desayuno, pero la naturaleza del ruido, y el que le siguió ligeramente más alto, despertó el interés de Rosa, así como el de Alice. Quedándose paradas, Alice inclinó la cabeza y escuchó. “¿Qué es.....”

Un inconfundible gemido femenino interrumpió su pregunta a la vez que confirmaba la respuesta. “Parece que no somos las únicas que queremos un tiempo de reflexión,” Rosa murmuró. Alice se separó un paso de Rosa y se puso de puntillas para buscar entre los árboles que les rodeaban. La mujer no visible gritó con aparente éxtasis, y en ese mismo momento Alice se quedó con la boca abierta mientras miraba a su objetivo. “Puedo verles.” Rosa observó como el pulso en la base del cuello de Alice comenzaba a palpitar, la forma en que su respiración se aceleraba, y decidió que Alice.....la dulce, tímida Alice.....era una genuina mirona. Sin dudarlo, cogió la mano de Alice y caminaron hacia el lugar que tanto se estaba esforzando por ver. Los ojos de Alice se agrandaron cuando se dio cuenta de lo que Rosa estaba haciendo, e inmediatamente frenó. “¡Nos verán!” Alice siseó. Notando que la objeción de Alice estaba centrada en ser descubiertas observando.....y no por la potencial violación de la intimidad que estaba cometiendo con la pareja que había elegido estar revolcándose donde podrían ser vistos.....Rosa sonrió con suficiencia. “Parecía que querías tener una mejor vista.” Se quedó atónita cuando los ojos de Alice se llenaron de lágrimas y su cara se ruborizó de un rojo profundo. “Lo siento mucho. No es correcto mirarles. Al igual que no era correcto que todas esas personas en la red.....vieran tu vídeo.” Afectada por su preocupación, Rosa envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Alice y tiró de ella cerca hasta que sus caderas estuvieron presionadas juntas. Se quedaron allí paradas fuera del sendero, y ahora que Alice les había ubicado, Rosa no tuvo problemas para ver a la cada vez más ruidosa pareja. La mujer estaba tumbada de espaldas sobre una manta extendida en el suelo, desnuda, mientras que su pareja.....un hombre, por el sonido de sus excitados gemidos.....descansaba sobre su estómago con la cabeza entre los muslos separados de ella. Rosa murmuró, “Hice ese vídeo para mi novio, solo se lo envié a él, y él respetó mi petición de no compartirlo con nadie más. Nuestros amigos aquí, por el contrario.....” Hizo una pausa para dejar que Alice disfrutase de los estremecedores gemidos de la mujer, puntualizados con sus golpes de puño en el suelo y la gritada plegaria a Dios. Rosa sonrió e inclinó su cara para lamer, luego morder, la garganta de Alice. “Han elegido desnudarse y ponerse pornográficos en un sitio donde cualquiera paseando por alguno de los senderos principales pueden verles con facilidad. Y en caso de que no les hubiéramos visto.....” Un estrangulado gemido perforó el aire, perfectamente sincronizado para subrayar su punto. “Están asegurándose de que les oigamos con claridad.” Rosa cogió el lóbulo de Alice entre sus labios, mordiéndolo. “Estoy bastante segura que a estos dos les encanta que les vean. Si quieres mirar, deberías. Deberíamos.” Alice puso sus manos en los hombros de Rosa, miró a hurtadillas en dirección a la pareja de exhibicionistas. “Aunque no quiero que sepan que estamos mirando.” Rosa tiró de Alice unos cuantos pasos más cerca de los amantes, apoyando su espalda contra el inmenso tronco de una secuoya mientras alentaba a Alice a utilizar ambos brazos para encerrarla contra el árbol. “Si nos ven, diremos que nos hemos parado a enrollarnos y que estábamos demasiado distraídas para darnos cuenta de que estaban allí.”

Claramente muriéndose por echar otro vistazo, Alice no pudo evitar que su mirada se desviase hacia un lateral del árbol. “¿O salir corriendo como alma que lleva el diablo?” “También podemos hacer eso.” Rosa levantó sus manos recorriendo los omóplatos de Alice. Susurró, “Lo último que he visto, es que él estaba comiéndoselo a ella. ¿Sigue?” La garganta de Alice saltó cuando tragó con dureza. “Eh.” Exhaló, luego inclinó la cabeza hacia el otro lado y miró alrededor del enorme tronco. Una vez más, Rosa vio que el pulso de Alice se aceleraba cuando su excitación aumentaba, pero esta vez, tuvo la suerte de estar lo suficientemente cerca para sentir el sutil empujón de las caderas de Alice contra las suyas. “Sí.” Incapaz de evitarlo, Rosa pasó sus uñas hacia abajo por el centro de la espalda de Alice, luego más abajo, hasta acariciar su firme culo a través de sus pantalones cortos. Alice jadeó, apartando su atención de la amorosa pareja para mirarla a ella con un urgente deseo que hizo que Rosa apretase los dedos por instinto. “Eso se siente bien,” Alice jadeó. Rosa sintió que solo consiguió decir las palabras porque estaba preocupada por si Rosa quitaba su mano. “No pares.” Rosa capturó la boca de Alice en un rápido beso, necesitando saborearla a pesar de estar ansiosa por continuar con su susurrada conversación. “No lo haré.” Le dio a la nalga de Alice un suave apretón y tiró muy ligeramente hacia el lado. Entonces curvó sus dedos alrededor del regordete carrillo de forma que sus dedos índice y medio rozaron la incitadora grieta de en medio. “Dime lo que ves.” Temblando, Alice se inclinó para dar otra larga y persistente mirada. Los sonidos que provenían desde detrás de Rosa contaban gran parte de la historia: a la mujer le encantaba que le comieran el coño, y su amigo estaba deseoso de complacer su deseo con ruidoso entusiasmo y al parecer inagotable energía. Rosa estudió la cara y los ojos de Alice mientras observaba la acción, consciente, también, del inmenso placer de Alice al ser testigo del particular acto. Si su dificultosa respiración, pupilas dilatadas, y ansiosas caderas no lo hacían lo suficientemente evidente, la ligera humedad que Rosa sintió en su mano eliminó cualquier duda de su mente. Desesperada por escuchar la respuesta de Alice, Rosa susurró, “¿Qué ves?” Entre dientes, y sin apartar los ojos de la escena, Alice dijo, “Él sigue.....comiéndoselo.” Risa movió su otra mano para acunar, apretar, y separar suavemente la otra nalga, permitiendo que sus dedos se aventurasen más abajo, hasta estar tentadoramente cerca del coño de Alice y literalmente sentir el calor que buscaban sus dedos. “Dime lo que significa. Lo que él está haciendo.” Temerosa de estar presionando demasiado a Alice, rectificó su petición. “O bésame otra vez.” Alice regresó a su posición original y miró tímidamente a la barbilla de Rosa. “Él le está lamiendo.” Fiel a su estilo, Alice parecía decidida a retarse a sí misma participando en el calentamiento previo que Rosa había intentado iniciar. Sin embargo Rosa experimentó una oleada de dudas, el distintivo temor de haber llevado las cosas demasiado lejos y demasiado deprisa. Luchó momentáneamente con la tentación de aminorar su encuentro, pero sabía en su corazón que hacer eso solo enfadaría a Alice. Le prometió a Alice que dejaría que ella estableciese los

límites, y eso era exactamente lo que tenía planeado hacer.....particularmente cuando nada en el lenguaje corporal de Alice indicaba que estaba lista para parar. A pesar del semblante tímido de Alice, sus caderas empujaban firmemente contra las de Rosa, frotándose contra ella apoyada en el árbol evidentemente en busca de fricción. Rosa apoyó sus labios contra el oído de Alice, eliminando la necesidad de contacto visual. “¿Le está lamiendo el coño?” Alice dio un salto contra su cuerpo. “Sí.” “¿Le está lamiendo aquí?” Rosa empujó sus dedos más profundamente entre los muslos de Alice, casi tocando donde imaginaba que tenía que estar la abertura. Gimió ante el imposible sensual calor que sintió fácilmente. “¿Te gusta que te laman así?” Aplanando los dedos, acaricio a Alice a través de sus vaqueros, simultáneamente horrorizada y emocionada por su propio atrevimiento. “¿Qué te laman todo el coño?” Alice se agarró a los hombros de Rosa cuando pensó que podría caer si no se sujetaba. “Yo.....no lo sé.” Con el corazón acelerado, Rosa se echó hacia atrás lo suficiente para mirar a Alice a los ojos. “¿No lo sabes porque tu ex-marido no era bueno en ello, o porque no lo hacía en absoluto?” Alice parecía casi avergonzada cuando miró más allá de hombro de Rosa. “Él decía que no le gustaba. El sabor.” “Pero déjame adivinar. Él no tenía ningún problema para poner su polla en tu boca.” Cuando la vergüenza en la mirada de Alice se profundizó, Rosa se obligó a calmarse y suavizar su tono. “Lo siento, es solo.....tan típico. E injusto.” Alice consiguió sonreír tímidamente. “Siempre he pensado eso.” Levantando la actualmente alojada mano entre los muslos de Alice, Rosa acaricio su mandíbula y le miró fijamente a los ojos. “Pero.....tú.....” “Perdón.” En alguna parte una voz familiar femenina llamó, interrumpiendo su pregunta y haciendo que Alice enterrase su cara en el hombro de Rosa. “Si queréis uniros a nosotros, sois más que bienvenidas. Hemos traído otra manta.” Su compañero añadió. “A nosotros también nos gusta mirar.” Segura de que Alice no iba a responder a la invitación, Rosa cuidadosamente se separó del árbol sacando a Alice de su abrazo y regresando el camino principal. “Um.....tanto como agradezco la oferta, vamos a tener que pasar.” En su visión periférica, vio a Alice que se daba la vuelta y literalmente salía corriendo en dirección contraria. “Lamento mucho la interrupción. Vosotros dos, eh.....regresar a lo que fuera que estuvierais haciendo.” “Con placer,” el compañero de la mujer contestó, antes de muy ruidosamente volver a colocar su boca en su anterior posición. “¡Quizás la próxima vez!” la mujer chilló. Entonces gimió audiblemente, lo que le proporcionó a Rosa la oportunidad perfecta para seguir el ejemplo de Alice y salir pitando. Atrapó a Alice a unos diez metros en el camino, dirigiéndose hacia el campamento principal. “¡Espera!” gritó, disminuyendo su carrera cuando la alcanzó. “¿No quieres que volvamos a nuestro sitio?” Alice negó con la cabeza, temblando de los pies a la cabeza. “Estoy segura que me hace una hipócrita, pero de repente todo eso del árbol caído ya no me parece ni de cerca lo suficientemente privado.” Bajando el volumen murmuró, “No para lo que quiero hacer contigo.”

No segura de que Alice hubiese pretendido que ella oyera la última parte, Rosa eligió no darse por enterada de la implicación. En voz alta, al menos. Interiormente, su corazón saltaba. Esperando aligerar el estado de ánimo, Rosa dijo, “Al menos no tienes que sentir ninguna culpabilidad por haber estado mirando. Parece que caímos directamente en una trampa bien planeada.” Alice le lanzó una reticente sonrisa. “Eso parece.” Después de una breve vacilación, Alice agarró su mano. “No estoy diciendo que no quiera volver a enrollarme otra vez. Solo que me gustaría encontrar primero algún lugar más aislado.” “Entendido.” “También.....gracias por dejar que saliera huyendo de allí.” “Un placer.” Rosa se movió más cerca del costado de Alice. “Considérame tu defensa social universal. Vivo para servir.” Alice se rió. Y cuando habló de nuevo, no había duda de la profunda emoción detrás de sus palabras. “Como he dicho, demasiado buena para ser verdad.” Como había hecho anteriormente, Rosa luchó para no ser barrida por sus preocupaciones sobre lo que sucedería después del campamento. Así que se gustaban una a la otra. Eso difícilmente era una novedad y, con Alice en particular, parecía un requisito previo necesario antes de cualquier tipo de encuentro físico. ¿Estaría dolida cuando tuvieran que despedirse? Sí. Sería un absoluto tormento para Rosa y, asumía, que probablemente también para Alice. Pero su separación final era necesaria e inevitable.....por el bien de Alice, en particular. Si cierto nivel de angustia era inevitable en este punto, lo mejor que podían hacer era agradecer de todo corazón el tiempo que tuviesen juntas antes de que todo se desmoronase. Sin disminuir el paso, Rosa se movió para robarle un beso. “Buscaremos un sitio más privado. Todo el día, si tenemos que hacerlo.” “Bueno, yo personalmente no tengo prioridades más grandes.” Alice tiró de ella hacia atrás, deteniéndose en mitad del sendero para compartir un largo y profundo beso. Cuando se separaron, Alice dijo, como si terminase con su anterior pensamiento, “¿Tal vez podríamos coger un patín y encontrar algún lugar al que ir en la orilla al otro lado del lago?” “Eso podría ser fácil de hacer al amparo de la oscuridad.....” Rosa no pensaba que los consejeros diesen luz verde a tal operación, de día o de noche. “Si no queremos que nos pillen, claro está.” “Cierto.” Alice dio un pesado suspiro. “¿Entonces ahora qué? ¿Seguimos caminando?” Rosa consideró sus opciones. Si Alice verdaderamente quería una experiencia completa, este era un buen momento para probar con otra actividad ofrecida por el campamento antes de que se centrasen completamente en echar un polvo. “¿Te gustan los caballos?” “¿Lo suficiente como para montar uno?” Alice parecía atrapada entre la curiosidad y el pánico, como solía ser el caso más a menudo que no. “Tal vez.” “Yo siempre que querido intentarlo,” dijo Rosa. Disminuyó el paso e hizo un gesto hacia lo establos por delante. “¿Por qué no echamos un vistazo? Nos dará la oportunidad de calmarnos un poco, hablar un poco más, tal vez pensar otros lugares en los que poder estar a solas. Después, daremos otro paseo y veremos que podemos encontrar.” Los hombros de Alice se relajaron ligeramente. “Parece un plan.”

Aliviada de que Alice no protestase con su sugerencia de tomarse un descanso, Rosa dijo, “Gracias.” Dudó. “Estabas bastante caliente detrás de ese árbol.” “Eso no es gran cosa.” Alice retiró su mano de la de Rosa, dejándola fría, luego la recalentó pasando sus dedos hacia abajo por la columna de Rosa, hacia la parte baja de su espalda, a lo largo de la curva de su trasero, para terminar con un tentativo apretón de su nalga. “¿Lo es?” “No.” Rosa se estremeció cuando la piel de gallina se extendió de la cabeza a los pies y sus pezones se endurecieron dolorosamente de punta. A través de los dientes apretados, murmuró, “Pero tampoco la anticipación.” Alice exhaló, retirando su mano del culo de Rosa para entrelazar sus dedos una vez más. “Tienes razón.” Admito que toda la vida de Alice había sido anticipación sin ningún beneficio, así que es más fácil para mí creer. Teniendo piedad, Rosa decidió dejar el resto del día para que decidiera Alice. Si quería deliberadamente abstenerse de lo que el Campamento Rewind podía ofrecer y pasar más tiempo explorando los placeres que la vida le había negado hasta ahora, ¿quién era Rosa para juzgar? Se aclaró la garganta. “O podemos simplemente buscar un lugar para estar juntas ahora mismo. Incluso aunque sea mi coche.” Los ojos de Alice se iluminaron por un segundo antes de negar con la cabeza y despedir con la mano la sugerencia. “No, tienes razón. Será bueno calmarse.....y conocernos mejor. Esa pareja realmente me ha asustado con su invitación de unirnos a ellos, y verdaderamente, la única cosa que suena mejor que besarte es saber más sobre tu vida. No solo los pasados dieciocho meses, si no las otras partes.....todas las partes que te han hecho ser quien eres hoy.” Inesperadamente conmovida por el sentimiento, Rosa se detuvo dándole a Alice otro fuerte abrazo. Sentía como si no quisiera soltarla nunca. Cuando Alice le devolvió el abrazo, desesperadamente, Rosa no estaba segura de como hacerlo. Dejando de pensar en ello, se regañó a sí misma internamente. En voz alta, susurró, “Eso me gustaría. Mucho.”

*****

Media hora en una silla de montar fue todo lo que Rosa necesitó para decidir no era una susurradora de caballos. La bonita yegua moteada que le habían asignado no tenía absolutamente ningún interés en seguir sus instrucciones y parecía apenas tolerar la presencia de Rosa en su espalda. Alice parecía estar haciéndolo mejor, comunicándose bien con el gran caballo gris en el que valientemente se había montado, pero no parecía exactamente cómoda sobre el gran animal. A pesar de la falta de habilidades ecuestres, Rosa disfrutó de cada segundo del breve paseo simplemente porque Alice continuó haciendo preguntas que dejaban claro lo mucho que le importaba Rosa como persona, y no sólo su cuerpo. Con toda honestidad, Rosa no se había encontrado a menudo con esa actitud durante su verdaderamente exiguo historial de citas. Había tenido unas cuantas relaciones serias, claro, pero después de la novia que le rompió el corazón en la universidad, nunca había vuelto a buscar la misma clase de íntima y profunda conexión en la que había caído con tanta facilidad y con tan inocente entusiasmo.

Era demasiado aterrador, demasiado potencialmente doloroso, voluntariamente arriesgarse a sufrir la pérdida de otra unión de ese tipo. Bien o mal, esa mentalidad autoprotectora le había conducido a una sucesión de relaciones con personas que le habían hecho sentir poco más que un cuerpo, o una buena diversión, más que una persona con un valor inherente, no sexual. De alguna manera, conocer a Alice no solo había removido todos esos sentimientos largamente olvidados de autoestima y esperanza en el futuro, si no también, su amistad le había hecho sentirse bien de una forma en que no lo había hecho en mucho tiempo. Sin lugar a dudas, esta amistad con Alice estaba comenzando a ser peligrosa. Emocionalmente, Rosa ya estaba demasiado profundamente implicada, y no podía imaginar una vía de salida.....no es que quisiera, técnicamente, si eso significaba no pasar juntas el resto del fin de semana. Después de su no tan relajarte aventura montando a caballo, tomaron un tentempié de la cantina que servía un almuerzo tardío durante el periodo previo a la hora de la cena. Para esa noche estaba programada otra hoguera, y varios consejeros estaban ya trabajando duro apilando la madera y colocando las mesas y las sillas alrededor de hueco para la fogata. Rosa y Alice permanecieron alejadas del grupo, observando durante un minuto o dos, antes de dirigirse a dar otro paseo por el bosque en el extremo opuesto del campamento, conversando sin parar todo el tiempo. Rosa habló de como había sido crecer con un hermano mayor que le había protegido de los acosadores en la escuela mientras que le atormentaba sin piedad en casa, y de lo mucho que le quería y le desagradaba cuando era niño, dependiendo de la situación en que se encontrasen. Compartió historias sobre su madre, como la forma en que solían cantar en la cocina mientras preparaban juntas la cena, y también la desgarradora decepción que detectó en su voz por teléfono cuando Rosa le advirtió sobre las fotografías y el vídeo que estaban siendo difundidos por la red. Le contó a Alice lo orgulloso que había estado su padre cuando ella se graduó en la UC Berkeley con honores y lo mucho que él seguía queriéndola ahora, a pesar de todo lo sucedido. Reveló su lista de placeres culpables favoritos, incluidos los videojuegos de tirador en primera persona y las películas cursis de ciencia ficción. Incluso encontró una forma de sacar a relucir su recién descubierto vegetarianismo y su predilección por comer demasiadas onzas de chocolate negro antes de irse a la cama. Para cuando Rosa finalmente dejó de hablar, no podía imaginar que le quedase algo por contar. Se sentía como si hubiese desnudado su vida por completo. Nerviosa, comprobó la cara de Alice. “Así que..... ¿Suficiente de mí?” Alice se rió a carcajadas antes de darle un largamente esperado abrazo. Después de observar las preparaciones de la hoguera, exploraron los bosques hasta descubrir una cabaña abandonada a las afueras de la propiedad. Ahora estaban sentadas en una mesa de madera de picnic frente a la puerta, más alejadas del campamento de lo que lo habían estado en todo el día. No habían oído la voz de otro ser humano desde hacía casi una hora, lo que le había permitido a Alice relajarse y salir de su concha como nunca antes. La vista era hermosa, casi tan hermosa como la saludable risa de Alice a sus expensas. Rosa se separó del abrazo con una sonrisa. “Estoy bastante segura que en este momento ya sabes casi absolutamente todo sobre mí. No queda ningún misterio, nada más de lo que hablar.”

Alice le sorprendió iniciando un beso, no el primero desde que se habían sentado, pero sí más profundo y más apasionado que cualquiera de los que habían compartido en todo el día. O nunca, de hecho. El corazón de Rosa martilleaba como el de una inocente colegiala cuando Alice presionó su boca con confianza, su hábil lengua capturada por un inconsciente gemido. Insegura de que hacer con sus manos, Rosa acunó la cara de Alice, devolviéndole el beso con tanta fuerza como se atrevió. Saltó ligeramente cuando los dubitativos dedos aterrizaron en su pecho y lo agarraron con máxima ternura antes de alejarse casi instantáneamente. Alice terminó el beso segundos después. “No pretendía sobresaltarte.” Contrita, Alice dobló las manos en su regazo. “O ser demasiado atrevida.” “No lo has hecho.” Rosa le lanzó a Alice un guiño en disculpa aunque solo una media verdad traspasó sus labios. “Bueno, puede que me hayas pillado por sorpresa. Pero ciertamente no has sido demasiado atrevida. Ni siquiera un poco.” A decir verdad, a pesar del desorden de sus crecientes sentimientos por Alice, Rosa seguía esperando poder recorrer todo el camino este fin de semana. Todo el camino, repitió en su cabeza mientras intentaba no poner los ojos en blanco. Como si realmente fuésemos un par de ingenuas niñas. “Te deseo, Alice. Cada centímetro de ti. No dudes en tocarme.....donde quieras.” “Yo también te deseo,” Alice susurró. Hizo una pausa, luego tiró de Rosa para darle otro beso. Más suave esta vez, pero con la misma intensidad. Su mano libre se movió de nuevo hacia el pecho de Rosa, acoplándola cuidadosamente en el sitio con la palma centrada en la punta. Rosa se apoyó en la caricia con un silencioso gemido, complacida cuando Alice gimió y apretó sus dedos en respuesta. Su pezón se endureció contra la mano de Alice, la turgente carne tan sensible que el simple tímido roce del pulgar de Alice sobre la aureola causó que el coño de Rosa se contrajera en un débil eco del orgasmo que su cuerpo desesperadamente anhelaba. Rosa gritó, a pleno pulmón, amortiguado cuando Alice profundizó su beso. Dejó caer sus manos sobre los hombros de Alice, deseando acariciar los pequeños y al parecer impecables pechos de más abajo. Anhelaba trazar su contorno, y tirar de los pezones, e intentar poner a Alice tan ridículamente mojada como ella estaba. Alice apartó su boca de la de Rosa lo suficiente para susurrar, “Tócame. Por favor.” Emocionada de haberse garantizado el permiso, Rosa deslizó sus manos de los hombros de Alice hacia abajo por su pecho hasta sostener un firme y sin embargo imposiblemente suave pecho en cada una. Exhaló.....temblorosamente.....a la misma vez Alice inhaló.....rápidamente.....ambas afectadas por este nuevo nivel de intimidad física detuvieron sus besos y simplemente se miraron una a la otra en silencio mientras se exploraban con mutuas caricias. Los prudentes y sorprendentemente hábiles toques abrumaron tanto a Rosa que encontró dificultad para hablar, aunque sentía de vital importancia ofrecer comentarios positivos. Apenas capaz de formular un pensamiento coherente, Rosa apretó los dientes cuando Alice pellizcó su pezón, luego retorciéndolo ligeramente. “Eso se siente tan realmente agradable.” Para demostrarlo, imitó la acción de Alice en sus pechos, encontrando los erectos pezones con facilidad, pellizcándolos, luego retorciéndolos. “¿Ves?”

Alice apretó sus muslos tan evidentemente que Rosa no puedo evitar darse cuenta. Se estremeció bajo las manos de Rosa. “Oh.....” Susurró, mientras su temblor se intensificaba. “Sigue haciendo eso.” “¿Esto?” Rosa apretó su agarre en los pezones de Alice, tirando de ellos con más fuerza. La suficiente para hacer jadear a Alice y temblar incontroladamente. Alice recíprocamente pellizcó los pezones de Rosa hasta que hizo lo mismo. “Joder, que bien,” Rosa gimió. “Tan, tan bien.” Alice bajó su mano hacia la cintura de Rosa, la metió debajo del borde de su camiseta, luego la deslizó hacia arriba para tocar la pendiente de su pecho izquierdo que sobresalía por encima de la copa del sujetador de Rosa. “Por favor, no pares.” Rosa acopló sus manos a los pechos de Alice, acariciando los pezones cariñosamente. “No lo haré.” Derrotada por el claro entusiasmo de Alice.....y alentada por los delgados dedos que se deslizaron por debajo de su sujetador para rozar su desnudo pezón.....Rosa susurró, “¿Puedo besar uno?” Alice apenas dio una rápida mirada a su alrededor para asegurarse que todavía estaban solas antes de asentir con la cabeza en acuerdo. “Sí.” “Quiero saborear tu piel.” Rosa curvó sus dedos alrededor del borde de la camiseta de Alice y la levantó unos centímetros, moviéndola poco a poco para darle tiempo a Alice por si quería cambiar de opinión. Su mirada descansó en la cremosa carne que revelaba, en primer lugar el pequeño estómago, tan besable, luego un pecho que absolutamente hacia la boca agua escondido en un moderno sujetador de rayas rosas y grises. No escuchando ninguna protesta, Rosa continuó adelante, agarrando la parte superior de la copa del sujetador de seda y apartando el material para que la carne desnuda saliera. Solo tardó un segundo en apreciar la forma estéticamente perfecta antes de cubrir el tieso pezón con sus labios bañándolo con su lengua. Ambas manos de Alice fueron a su pelo y se hundieron en sus cortos rizos, manteniendo a Rosa en el sitio. “Ohhh,” gimió, mucho más tranquilamente de lo que Rosa habría esperado. “Por favor, así.” Rosa chupó el pezón, utilizando sus dientes para tirar del erecto nudo. Gimiendo, Alice bajó su mano hacia el pecho de Rosa para acunar uno de sus pesados pechos. Amasó la carne, con fuerza, luego retorció el pezón tan duro que Rosa estuvo cerca de correrse sin ninguna estimulación del clítoris en absoluto.....algo que solo le había sucedido una vez o dos en su vida. Si Alice podía llevarla a ese lugar tan especial ya, en su primer intento.....pero el atónito pensamiento terminó abruptamente cuando Alice retorció de nuevo su pezón, haciendo que Rosa instintivamente chupase con más fuerza antes de meter tanto como pudo de la suave y tersa carne en su boca. Los dedos en su cabeza se apretaron mientras Alice arqueaba la espalda para ofrecerse al tratamiento de adoración. “Se siente.....” Alice jadeó, luego dio un brinco cuando ella redujo su succión en el por ahora sin duda dolorosamente erecto pezón. “Se siente tan.....” Excitada por la inequívoca reacción de éxtasis al finalmente llegar a la primera base, Rosa besó el otro pecho, liberándolo del sujetador para ofrecerle el mismo tratamiento que le había dado a su gemelo. Su mano se movió para acariciar la carne que ya había cubierto de besos, sin descuidar ninguna parte del cuerpo de Alice mientras su boca memorizaba la configuración del terreno. Saboreó la audible apreciación por sus esfuerzos, incapaz de recordar la última vez que se sintió tan agonizantemente excitada por nadie o nada. Los dedos de Alice, ahora

amasando su otro pecho, llevando a Rosa incluso más cerca del orgasmo que su cuerpo había anhelado desde su primer encuentro. Oh, cielos, durante los últimos dieciocho meses. Podría haberse corrido, ya, si Alice no hubiese elegido ese momento para suavemente apartarse. “Espera. Para.” Rosa retrocedió rápidamente, temerosa de haber pasado por alto alguna de las evidentes señales por su excitación. Levantó el sujetador de Alice y bajó la camiseta, cubriendo a toda prisa su piel desnuda. “Lo siento.” “No.” Alice de agarró de los brazos, manteniéndola cerca. “No lo hagas, por favor. Yo solo.....” Hizo un gesto hacia su menos que clandestino entorno. “Este no parece el lugar adecuado. No es el momento adecuado.” Frunció el ceño. “Aunque créeme, desearía que lo fuera.” Rosa exhaló, aliviada de que la objeción de Alice pareciera ser solo por la localización. A pesar de la aparente privacidad, alguien podría llegar por el mismo sendero que ellas en cualquier momento. Era incluso posible que la cabaña que habían descubierto no estuviese tan abandonada como parecía. “Lo pillo.” Anguló su cuerpo alejándolo del de Alice en la mesa de picnic, necesitando espacio para enfriar su ardor. “Eres malditamente sexy, Alice Wu. No vuelvas a dudar de eso nunca más, durante el resto de su vida.” “Porque tú eres de esa forma.” Después de haber recuperado una mínima cantidad de control, Rosa miró a Alice a los ojos para subrayar la sinceridad de sus palabras. “Tu ex era un patético bufón que no sabía apreciar lo que tenía, y sencillamente estúpido por no saborear la dulzura que se acostaba junto a él en la cama durante todos esos años.” A pesar de su necesidad de calmarse, Rosa no pudo evitar dar voz al furioso deseo todavía ardiendo en su interior. “Si fueras mía, enterraría mi cara entre tus preciosos muslos durante horas. Días, si no nos matase a ambas.” El pecho de Alice se elevaba y caía rápidamente, y por un segundo, Rosa pensó que podría olvidarse de su modestia y ponerlas a ambas sobre la mesa de picnic para otra sesión de magreo. Desafortunadamente, entonces fue cuando oyeron voces. Al menos dos, sus propietarios lo suficientemente lejos para no estar a la vista, pero aún así demasiado cerca para que pudieran enzarzarse en ninguna actividad, si no querían que nadie les viera. Exhalando, Rosa cogió las manos de Alice en las suyas y se la llevó a los labios, besándole los nudillos. “Tienes razón. Este no es el lugar, ni el momento.” “Esa idea de ‘en tu coche’ parece cada vez mejor y mejor a cada segundo.” Rosa se rió ante el murmullo de frustración de Alice, aunque a decir verdad, ella pensaba exactamente lo mismo. Su deseo de estar a solas con Alice se había convertido en tan intenso que brevemente consideró sugerirle que se marchasen juntas del Campamento Rewind y condujeran de vuelta a su apartamento en Berkeley para que así pudieran pasar el resto del fin de semana en una cama de verdad. Por supuesto, haciendo eso, sería mucho más difícil mantener esto como casual una vez que salieran al mundo real. La utopía escapista de un campamento de verano era el escenario ideal para un fugaz romance, que era exactamente lo que tenía que ser esto con Alice. Fugaz, aunque la noción le rompía el corazón cada vez que intentaba reafirmarla en su cabeza. Fugaz, por el bien de Alice. Con un pesado suspiro, Alice se levantó de la mesa de picnic y débilmente tiró de la mano de Rosa. “Al menos el sol está a punto de ponerse. ¿Quieres que

volvamos al campamento y esperemos a que comience la hoguera?” Hizo una pausa mientras Rosa se levantaba, entonces la recibió con el más ligero e inocente de los besos. Retrocediendo, Alice susurró, “No me importaría darme otra ducha. Antes de esta noche.” Todo el cuerpo de Rosa hormigueó por la implicación. Alice quería estar limpia. Para esta noche. Después de un día de besuqueo y meterse mano con el calor del verano, sus bragas completamente empapadas como resultado, Rosa pensó que probablemente era una buena idea. “Yo también.” “Muy bien.” Alice exhaló por la nariz, mordiéndose el labio en un esfuerzo por suprimir lo que parecía una impaciente sonrisa, y se dirigió hacia el sendero principal a un inesperado pasó rápido. “Vamos.” Sin fuerzas para resistirse a pesar de la devastación emocional que le esperaba al acabar el fin de semana, Rosa la siguió.

Capítulo Nueve

Dos horas después, Alice estaba de pie en la parte de atrás de la rugiente hoguera y la estridente multitud reunida en círculo alrededor de las altas llamas. Recién duchada, recortada, y depilada, estaba preparada para lo que fuera que sucediese esa noche una vez que Rosa y ella consiguieran encontrar un adecuado sitio aislado lejos de la fiesta. Deseando estar preparada para cualquier eventualidad, había guardado uno de sus restantes porros en el bolsillo de su delgada sudadera con capucha, junto con un encendedor, en caso de necesitar ayuda para relajarse. A pesar de sentirse notablemente cómoda con Rosa solo veinticuatro horas después de haberse conocido, tener sexo lésbico de verdad, al completo, probablemente induciría un episodio con montón de ansiedad. Quería ser buena en esto. Lo suficientemente buena para impresionar a Rosa, posiblemente incluso hacerle considerar la posibilidad de continuar viéndose, incluso casualmente, una vez terminado el campamento. Alice no tenía ni idea si eso incluso era realista. La vida de Rosa era complicada, lo que debería asustarle más de lo que en realidad lo hacía. ¿Quizás porque solo tenía una abstracta noción de lo que el acoso por internet debía ser? Eso podría explicar la parte de su falta de preocupación sobre el bagaje de Rosa, pero honestamente, era más porque había empezado a importarle mucho Rosa, y con tanta rapidez, que parecía imposible imaginar nada que pudiera asustarle tanto como para disuadirle de aprovechar cualquier oportunidad de poder permanecer en su vida. Incluso aunque a menudo estaba demasiado asustada del mundo en general, con Rosa, nada parecía demasiado intimidante para afrontarlo. Con Rosa, se sentía verdaderamente poderosa por primera vez. El objeto de su deseo deslizó un brazo alrededor de su cintura y le susurró al oído, “¿Lista para coger prestado un patín?” Alice asintió, decidida a continuar con su plan a pesar de tener que quebrantar unas cuantas normas. ¿Treinta y seis años no era demasiado patéticamente vieja para su primera incursión en la rebelión adolescente? “Tengo un saco de dormir preparado en mi litera. Y una linterna, un botiquín, una brújula, y suministros para encender un fuego. Oh, también unos cuantos aperitivos y botellas de agua para permanecer hidratadas. Y un GPS radiobaliza en caso de que nos perdamos.” Rosa se rió entre dientes, presumiblemente por su exagerada preparación. Murmuró. “Yo llevaré mis dedos, mi lengua, mis labios y mis dientes.....y un ansioso cuerpo para que explores para deleite de tu corazón.” Alice repentinamente encontró difícil respirar en medio del humo y el ruido de la fiesta en la fogata. “Deberíamos irnos.” “¿Antes de echar a perder otras bragas?” Rosa lamió el lóbulo de su oreja antes de alejarse. “Demasiado tarde para eso,” Alice murmuró. Mientras Rosa las guiaba entre la multitud, Alice saludó distraídamente a Jamal el consejero, quien hizo una pausa en mitad de lo que parecía una divertida conversación para saludarlas cuando pasaban. Después de caminar una corta distancia, suspiró con alivio cuando el bullicio de la atmósfera festiva finalmente remitió y una vez más pudo escuchar sus pensamientos. “Bueno, esto es una bendición.”

De nuevo, Rosa se rió, pero como siempre, su diversión nunca llegaba a ser a costa de Alice. En cambio, se sentía cómoda, apreciada, incluso querida. “Tengo la sensación de que las cosas se pueden poner más locas según vaya avanzando la noche.” “Es por eso exactamente que verdaderamente me encanta nuestro plan de alejarnos de todo el mundo tanto como sea posible mientras están borrachos y distraídos.” Alice bajó la voz cuando llegaron a su cabaña, por si alguna otra alma igualmente antisocial había decidido retirarse temprano. “Entre otras razones, totalmente obvias, por supuesto.” “Por supuesto.” Rosa le palmeó el culo tan pronto como Alice se adelantó para entrar en la cabaña. “¿Cómo descubrir que se siente cuando otra mujer hace que te corras?” Alice hizo una pausa en el interior de la puerta cuando sus rodillas se debilitaron ante el picante comentario. Rosa parecía ser una experta destruyendo su compostura con solo unas cuantas simples palabras, habiéndolo hecho incontables veces ya desde que se habían conocido. Suponía que tenía sentido. La mujer era escritora, después de todo, y Alice se sentía tan ferozmente atraída por ella que literalmente hacia que le doliera el clítoris. Nunca habría imaginado sentirse tan fuertemente atraída por otro ser humano, sexualmente, o de cualquier otra manera. La sensación era embriagadora y le proporcionaba una largamente esperada comprensión de por que el resto del mundo siempre parecía tan obsesionado por un aspecto de la vida adulta con el que ella verdaderamente nunca había conectado antes. Porque era divertido, Alice decidió. Porque con la persona adecuada, se sentía bien. Silenciosas risas en algún lugar en el interior del espacioso dormitorio alertó a Alice que de hecho habían interrumpido a otra pareja. Instintivamente, se dio cuenta de a quien había echado de menos en la hoguera: Bree y Enid. En lugar de sentirse avergonzada, Alice luchó con una oleada de envidia al pensar que al menos ellas habían encontrado un lugar aceptable para conectar. Tan cachonda como estaba por un día entero de juguetones toques y calientes besos, casi consideró dejar de lado su pudor para abrazar el exhibicionismo que acechaba en el interior. Así de mal deseaba a Rosa. Lo suficiente para hacer casi cualquier cosa. Como robar un patín. Rosa agarró la mano de Alice y la guió entre las hileras de camas. Cuando pasaron por la litera inferior de Bree claramente ocupada, Rosa susurró, “No nos importa.” Alice intentó ignorar el sonido de risitas que se disolvió en callados gemidos. No habiendo nunca experimentado la salvaje juventud, encontraba el hecho de observar a personas reales, vivas, inconscientemente echando un polvo en lugares seminario-públicos extremadamente desconcertante, incluso un poco inquietante. También resultaba que le volvía un poco loca, y estaba bastante segura que Rosa lo sabía. Ansiosas manos acariciaron su espalda, su culo, su estómago, sus pechos, todo el tiempo intentando permanecer sobre las puntas de sus pies para coger los artículos que había dejado en su litera de la parte de arriba. “Lila,” susurró al final, a segundos de de caer sobre el duro suelo por puro, torpe deseo. “Ayúdame, ¿quieres?” “Pensaba que lo estaba haciendo.” Y las manos desaparecieron, y segundos después, Rosa se estiró más allá de ella y recogió el saco de dormir enrollado

que estaba sobre la cama. “Perdona,” dijo, más genuinamente. “Estoy extremadamente excitada.” Alice sonrió tan fuerte como complacida, confiada de que Rosa no podía ver su tonta alegría en la oscuridad. “Yo también.” Bajó la mochila que contenía el resto del equipo, y luego de puntillas pasaron de nuevo junto a Bree y Enid antes de escapar de la cabaña, y del campamento principal, en busca de su secreta vía de escape. Tan solo la noche anterior, Alice nunca habría soñado estar de acuerdo en coger prestado un patín acuático para un crucero nocturno no autorizado. Ahora no sólo estaba de acuerdo con la idea si no que también, secretamente, esperaba que su ingeniosa elección del medio de transporte les permitiese escabullirse la mayor parte de la noche. Quería pasar horas, días.....años, si pudiera.....explorando cada última delicia que Rosa Salazar tenía que ofrecer. Nunca podría haber tiempo suficiente para llenar, para saciar, el hambre que sentía por esta mujer. El día y medio que quedaba para dejar el campamento ni incluso se acercaba. El tictac del reloj le desesperaba, y la desesperación le hacía valiente. Impulsar un patín era lo mínimo que podía hacer para estar con Rosa antes de que terminase el fin de semana. Nunca había estado tan motivada por alcanzar ningún objetivo en toda su vida de por sí sobrecargada de expectativas. Había querido tener sexo con otra mujer desde hacía tanto tiempo, aunque no había anticipado nunca sentirse tan atraída por nadie que también pudiera hacerle sentirse lo suficientemente cómoda para desvestirse en su presencia. Aunque su ansiedad aumentaba conforme se acercaba el momento de la verdad, estaba casi convencida que podía hacer esto con Rosa. Tenía que hacerlo, o nunca se perdonaría a sí misma. De eso, estaba segura. Alice exhaló con alivio cuando llegaron al lago y encontraron la zona desierta. Apenas hablaron mientras se apresuraban a recorrer el muelle de madera y subían al patín atado en la parte más alejada de la orilla. Rosa dejó el saco de dormir en el compartimento de almacenamiento en un hueco de la parte trasera del patín, luego cogió la mochila de Alice y también la metió. Con cuidado, Rosa subió, pasó por encima del centro de la consola, y le ofreció a Alice su mano para ayudarle a sentarse en el otro asiento. “Cuidado,” Rosa susurró cuando Alice se sentaba. “Tengo que inclinarme sobre ti un segundo.....” Hizo exactamente eso, sus pechos rozando el brazo de Alice, luego su mejilla, mientras se estiraba para desatar el patín del muelle. Después de unos momentos de hurgar cada vez más frenéticamente, Rosa murmuró, “Probablemente debería de haber dejado que subieras tu primera.” Alice giró la cara para besar la flexible carne ahora presionada contra sus labios. “No, así está bien,” murmuró. El cuerpo de Rosa se sacudió con la risa mal reprimida. “Ahora eres tú quien no está ayudando.” Sintiéndose impropiamente descarada, especialmente para ser una torpe ladrona de un patín, Alice estiró el cuello, abrió la boca, y chupó la punta del pecho de Rosa a través de su camiseta. Rosa se sobresaltó ostensiblemente, entonces gimió, sacudiéndose contra Alice mientras se rendía al tipo que fuese de nudo naval que le estaba irritando. Contenta por haber logrado su venganza por las travesuras de Rosa en su litera, Alice soltó el pezón de entre sus dientes. Entonces puso sus manos en los hombros de Rosa y cuidadosamente la guió hacia su asiento. “¿Por qué no dejas que lo haga yo?”

Visiblemente temblando, Rosa exhaló rápidamente y se derrumbó contra su reposacabezas. Cerró los ojos. “Tal vez sea una buena idea.” Era difícil imaginar a alguien como Rosa luchando con el mismo nerviosismo que Alice sentía cada vez que dejaban de tocarse y su cerebro tenía la oportunidad de regresar a la cuestión de que pasaría cuando llegasen a su destino, sin embargo, así era como repentinamente parecía Rosa. Seriamente asustada. Preocupada, Alice puso una mano en la rodilla de Rosa, insegura de si debían continuar con su pequeña infracción. “¿Estás bien?” Rosa abrió los ojos ampliamente, los ojos oscuros brillando a la luz de la luna. “Si, es solo.....” Se inclinó hacia adelante, con las muñecas en sus rodillas, y exhaló. “Realmente quiero que esto sea perfecto para ti. Quiero.....” Otro triste suspiro. “Supongo que desearía que hubiera una cama de verdad por aquí en alguna parte.....con algunos pétalos de rosa.....tal vez velas.” Rosa levantó un hombro, pareciendo avergonzada de su escenario de fantasía. “Quiero que esto sea bueno para ti.” Una cama de verdad sería agradable. Muy agradable. Pero la ausencia de una ni siquiera suponía un motivo de cancelación del acuerdo. No cuando estaban tan cerca de esto. “Todo lo que necesito para que esta noche sea correcta, y perfecta, eres tú.” Alice apretó el muslo de Rosa antes de volverse para desatar el simple nudo que les conectaba al muelle. Recogió la cuerda suelta y la escondió debajo del asiento, luego le hizo un gesto a Rosa para que situase sus pies en los pedales frente a ella. Una vez logrado, empujó separándose del muelle y salieron flotando en el agua. “No tengo ninguna expectativa. De verdad. Siempre que estemos juntas, haciendo lo que surja con naturalidad, estaré feliz.” Rosa pedaleó para alejar el patín del muelle y salir hacia el otro lado del lago. “Creo que estoy un poco.....nerviosa.” Se quedó en silencio, luego murmuró, “Perdona.” Alice se estiró a través de la consola entre ellas para pellizcar el bíceps de Rosa, entonces agarró su mano y la sujetó con fuerza. “Estoy segura que te habrás dado cuenta que yo no estoy llena de confianza tampoco. No te disculpes.” “Pero se suponía que tenía que ser yo la confiada.” “¿Quién lo dice?” Alice incrementó la velocidad, enderezando la trayectoria del patín en dirección clara a cruzar el lago. “¿Porque tienes más ex que yo?” “Bueno.....sí.” Rosa acarició con su pulgar el lateral de la mano de Alice. El toque envió una corriente de electricidad a través de su cuerpo. “No es que no sepa lo que estoy haciendo.” La audaz declaración, fue dicha con tanta informalidad y sin pretensión, que provocó una mancha de humedad en las bragas limpias de Alice que se había puesto después que Rosa le hubiese hecho estropear las otras en el transcurso de su tarde juntas. Alice suprimió un gemido de decepción. Esperaba no ser un total desastre cuando llegase el momento de lo que sea que fueran a hacer, en caso de que Rosa tuviera la intención de cumplir sus anteriores insinuaciones de introducir a Alice en los placeres de ser receptora del sexo oral. En este momento, era difícil imaginar que permitiera a Rosa poner su boca en cualquier parte cerca de esa zona cuando su coño ya estaba recubierto de copiosos y sedosos jugos, y seguramente fragante con el deseo. Rosa levantó la mano de Alice hacia sus labios y trazó con la punta de la lengua el borde de su dedo índice. Entonces se metió el dedo en su caliente

boca, chupándolo hasta que Alice juró entre dientes al darse cuenta que ahora estaba incluso más mojada que antes. Luchando por recuperar la compostura, graznó, “De acuerdo.” Rosa liberó el dedo de Alice con un sugerente aleteo de su lengua. “Es importante para mí que disfrutes lo que sea que hagamos. Quiero hacer que te sientas bien. Mejor de lo que nunca has estado.” Un hilo de de preocupación se desplegó en las entrañas de Alice, una carcomiente inseguridad por no poder satisfacer las necesidades de Rosa. Recordó el anterior comentario de Rosa sobre enseñarle como se sentía que otra mujer le hiciese llegar al climax.....y la preocupación se multiplicó por diez. “Lo harás. Ya lo has hecho. Incluso aunque no sea capaz de llegar al orgasmo, sería culpa mía, no tuya. Cada vez que me has tocado ha sido increíble. Más increíble incluso de lo que pensaba podía sentir. Así que disfrutaré lo que sea que hagamos esta noche, absolutamente, incluso aunque no pueda.....ya sabes.....” El pedaleo de Rosa vaciló, desviando ligeramente el patín de su curso. Alice disminuyó el ritmo para igualar el de Rosa, hasta que dejaron de moverse por completo. Lentamente, Rosa se giró en su asiento y se llevó las manos de Alice a su pecho. Presionó los nudillos contra su corazón y miró fijamente a los ojos de Alice. “¿Cariño, tu ex.....John, alguna vez hizo que te corrieras?” Alice deseó poder arrastrarse debajo del asiento y esconderse. “Tampoco estoy segura que fuese culpa suya.” “Bueno, ¿alguna vez te has provocado tú misma un orgasmo?” Ella miró por encima del lateral del patín hacia la oscura agua, tentada de saltar por la borda para evitar admitir lo frecuentemente que se había masturbado, y lo habilidosa que había llegado a convertirse en el arte del autoplacer. Sin embargo no podía mentir. “Sí.” Se aclaró la garganta, la cara en llamas. “Muchas veces.” Rosa respiró. “Vale, entonces asumo que probablemente era culpa de él.” Levantó de nuevo la mano de Alice hacia sus labios, dejando un suave beso en sus nudillos esta vez. “Alice, me encantaría intentar ser la primera persona en proporcionarte un orgasmo.” La preocupación de Alice estalló en un completo pavor. ¿Y si no podía llegar? Haría que Rosa se sintiera mal, lo que a su vez, haría que ella se sintiera terrible. No quería nada más que experimentar el verdadero placer sexual por la mano de otra persona.....o la boca.....pero su repentino temor a fracasar amenazaba con diezmar el valor que necesitaba para seguir adelante con la única cosa que deseaba más que la vida misma. “Yo también lo quiero. Pero si no sucede.....” Rosa silenció a Alice con un beso. “No me sentiré ofendida. No me enfadaré. Te preguntaré para que me enseñes como te gusta ser tocada y me tumbaré junto a ti.....besándote, acariciándote.....mientras escucho el sonido de como tú te proporcionas la liberación.” Incapaz de quedarse sentada inmóvil por más tiempo, Alice reanudó el pedaleo. ¿Lo que estaba sugiriendo Rosa se suponía que tenía que hacerle sentir menos ansiosa? “Yo.....no sé sobre eso.” Rosa igualó la velocidad de Alice. Miró por encima de su hombro, hacia atrás al muelle que habían dejado, y exhaló. “Tal vez la mejor idea sea dejar que la noche siga su curso natural, a donde quiera que nos lleve.” Le dio al muslo de Alice una alentadora palmada. “Y no preocuparse demasiado por lo que pueda suceder o no. Tanto si hago que te corras esta noche como si no, mi único

objetivo es que te sientas venerada, adorada, y completamente deseada. Por mí.” El pecho de Alice se apretó, constriñendo su corazón no enteramente de forma desagradable. “Eso suena como un plan.” “Y si tienes alguna pregunta o, uh, preocupación.....ya sabes, sobre como dos mujeres, o.....” Rosa parpadeó. “Lo que sea.” Negó con la cabeza, abiertamente disgustada con las palabras que salían de su boca. “Por favor no dudes en preguntar. A veces hablar de ello primero.....ayuda.” Aunque la idea de hablar abiertamente sobre sexo lésbico con la mujer con la que estaba a punto de follar hacía que Alice se sintiera mareada, tenía que admitir, que también le hacía sentir excitada y reconfortada. “Bueno, he visto porno.” Miró la cara de Rosa, evaluando su nivel de sorpresa y/o disgusto. No viendo ningún juicio en la divertida expresión de Rosa, Alice se sintió cómoda en un completamente nuevo ámbito de revelación. “Un montón de porno, de hecho, desde el divorcio.” El calor se arrastró hacia arriba por su cuello instalándose en su cara. “Estoy segura que no siempre es una representación muy real, pero.....creo que sé que hacer.” “¿Solo has visto porno lésbico?” Rosa parecía tener verdadera curiosidad, como si su respuesta resolviera un misterio que durante mucho tiempo hubiese intentado desentrañar. “¿O de clases diferentes?” “De diferentes clases, supongo, pero últimamente.....” A pesar de la leve incomodidad de Alice, no podía evitar maravillarse de tener a alguien en quien confiar sus deseos más privados. Todavía no había explorado este tema en terapia, y por lo tanto era el mayor secreto de su vida. “Principalmente cosas lesbianas.” Hizo una pausa, entonces admitió, “Honestamente, durante los pasados ocho meses o así.....solo cosas lesbianas.” Pudo escuchar la sonrisa de Rosa. “Realmente has estado pensando en esto, ¿no?” “Pensar sería una forma suave de decirlo.” Alice se había convertido en una obsesa por satisfacer la curiosidad largo tiempo bullendo, desesperada por descubrir si la identidad de género de su pareja podría influir en su capacidad para obtener la verdadera satisfacción física. Simplemente había carecido del valor para dar el primer paso y marcar la casilla de mujeres en la sección Interesada en de su perfil de citas en internet. Si Rosa no se hubiese acercado a ella la noche anterior, le habría costado meses, incluso años, reunir el valor para tomar la iniciativa y buscar activamente una amante mujer. Encontrar no solo una verdadera amiga en el Campamento Rewind, si no también la oportunidad de explorar su fantasía más absorbente, hacía que Alice sintiera haber tenido un impresionante golpe de suerte. En cierta forma, seguía sin parecerle real. “Rosa, estoy preparada para acostarme contigo un día después de conocerte. Yo. He hecho más contigo que con nadie excepto mi ex-marido. Eso debería decirte lo mucho que quiero hacer esto.” Rosa parecía más auto-convencida la siguiente vez que habló. Claramente, su inseguridad se había aligerado. “¿Cuál es tu escena porno favorita?” “Oh. El,.....eh.....” Ninguna de ellas había recurrido al lenguaje gráfico en la conversación desde que habían subido al patín, y Alice no estaba segura de poder comenzar. Agradecida de no tener que mirar a Rosa a los ojos, consiguió dar una respuesta recortada. “Cunnilingus.” Rosa resopló tranquilamente. “Eres tan linda.”

Alice frunció el ceño mientras secretamente se sentía calentada por la cariñosa burla. “Para.” “No, lo eres.” La voz de Rosa bajó una octava. “Así que te gusta ver lamer el coño. Antes en el bosque debió de ser un verdadero placer.” “Bueno, hubiera sido mejor de ser dos mujeres.....” Rosa se rió entre dientes. “Avisaré a Bree y Enid.” Alice giró la cabeza, solo para ser recibida por la sonrisa de suficiencia de Rosa a la luz de la luna. “No te atreverás.” Rosa consiguió besarla de nuevo mientras mantenían prácticamente el ritmo de pedaladas de sus piernas. “¿Te tocas a ti misma cuando ves esas escenas?” Todavía cerca, besó la mandíbula de Alice, luego su hombro. “¿Con la mano? ¿Con un vibrador?” Y.....allí acabaron de estropearse las bragas. Estremeciéndose, Alice susurró, “Con la mano.” “Eso me gusta.” Rosa trazó con la punta de su lengua el borde de la oreja de Alice y mordisqueó su lóbulo. “Significa que ya sabes como tocar a una mujer. Significa que ya sabes lo que te gusta.” La mano de Rosa aterrizó en su muslo, enviando una visceral oleada de placer a su clítoris. Jadeó en busca de aire. “¿Tienes alguna fantasía favorita, Alice?” “Solo.....” Cargada de deseo, la sangre rugiendo, Alice lanzó el equivalente a una granada verbal, sabiendo exactamente como aterrizaría. “Que una mujer me lo coma hasta correrme.” Rosa apoyó su frente contra la sien de Alice, ya sin pedalear. Alice también se detuvo, permitiendo que el patín flotase a la deriva. El vaho de la respiración de Rosa salía en rápidos soplidos contra la ruborizada mejilla de Alice, lo que sólo hizo que Alice se pusiera más caliente. “Eso es exactamente lo que voy a hacer.” Sin retroceder, hizo un gesto hacia la oscura orilla ahora a solo unos cinco metros frente a ellas. Tampoco dispuesta a separarse, Alice inclinó la cabeza para mirar a la prometedora playa de arena que parecía tener un sendero señalizado en uno de los extremos, apenas visible a la luz de la luna. “Después que lleguemos a la orilla y encontremos un lugar seguro para extender nuestro saco de dormir, cariño, voy a besarte por todas partes. Deslizaré mi lengua por todos los lugares en los que te tocas tú misma cuando estás sola en la cama, y lameré tu clítoris y chuparé tu coño tan suavemente que tus muslos temblaran como locos y no serás capaz de soportarlo.” Los dedos de Rosa se apretaron en la rodilla de Alice antes de deslizarse más hacia arriba por su muslo, casi hasta la unión. “Tanto si te corres en mi boca o simplemente obtienes satisfacción por saber lo mucho que me encanta hacerte eso, te prometo, Alice, que se sentirá increíble. No es necesaria la reciprocidad, sin ataduras. No puedo pensar en nada mejor que hacer esta noche que convertir en realidad tu fantasía favorita.” Casi todas las dudas que Alice había sentido con anterioridad, junto con su preocupación por no poder alcanzar la distintiva meta final, casi desaparecieron. Creía que Rosa no interpretaría su falta de respuesta orgásmica como un menosprecio a sus habilidades o de la atracción que Alice sentía por ella, y además creía que Rosa disfrutaba realizando el cunnilingus lo suficiente para hacerlo voluntariamente y sin ninguna expectativa o necesidad de reciprocidad. Pero no era la idea de poner su boca entre las piernas de Rosa lo que planteaba la última restante cuestión.....y potencialmente insuperable. La cuestión era,

mientras se recordaba a sí misma como había pensado en como sabría Rosa, sus bragas. Lo mojadas que estaban.....lo mojada que Alice estaba. Con el corazón roto, Alice admitió, “Me encantaría, de verdad, pero no estoy segura que yo.....” Buscó una forma de explicar lo que le hacía querer marchitarse y morir. “No creo que esté preparada para ninguna visita cercana a la zona.” Rosa se echó hacia atrás, estudiando la cara de Alice con una evidente mirada de confusión. “Alice, ambas hemos pasado cuarenta y cinco minutos duchándonos y aseándonos en el baño antes de la hoguera. Encuentro difícil creer que puedas tener eso impresentable.....nunca, en realidad. ¿Pasa algo?” Deseando que Rosa no le hiciera tener que decirlo en voz alta, Alice escondió sus ojos detrás de su mano. “Sí, estoy limpia, estoy aseada.....pero también estoy empapada. Estás matándome, mujer, con tus verbales juegos previos.” Rosa se rió tan fuerte que Alice dejó caer sus manos y le atravesó con la mirada. Con una brillante sonrisa, Rosa negó con la cabeza y se subió al centro de la consola del patín otra vez. “Alice, me encanta el sabor de los jugos de una mujer. En mis labios, mi lengua, mi barbilla.....por toda mi cara, idealmente, si hago bien mi trabajo.....” Recorrió con la punta de su lengua la hendidura del labio superior de Alice, una promesa de lo que estaba por venir. “Necesito que estés mojada para poder sentir lo mucho que deseas lo que estoy haciéndote.” Se separó y miró hacia la orilla. “No existe eso de estar demasiado mojada.” Pedaleó con las piernas un par de veces y le hizo un gesto con la cabeza a Alice. “Así que vamos.” Alice fue.

Capítulo Diez

Les costó menos de cinco minutos encontrar el sitio perfecto. Bueno, perfecto podría ser una exageración, Alice decidió mientras observaba el entorno. El embarcadero tenía un tejado, e incluso una superficie donde tumbarse, y cuatro resistentes paredes, pero el centro del cavernoso espacio era vasto y abierto al agua oscura del lago tenuemente iluminado por la luz de la luna entrando a través de las pequeñas ventanas. Alice miró con recelo a la ondulante superficie después de pasar por la entrada trasera que Rosa había abierto, reticente a alejar su atención ni un segundo por si una criatura asesina acuática emergía de las profundidades. Dirigió el haz de luz de la linterna hacia el centro de la negra laguna solo brevemente antes de perder el valor e iluminar de nuevo el suelo delante de ella. “Esto es.....un poco tenebroso, ¿no crees?” Rosa miró con indiferencia por encima de su hombro mientras caminaba hacia las escaleras voladizas en el otro extremo del embarcadero. Entonces se detuvo y se dio la vuelta hacia Alice sin una pizca de reproche en su expresión. En su lugar, solo había preocupación. Otra forma más en que se diferenciaba de John. “¿Quieres que busquemos otro sitio?” Alice negó con la cabeza, bordeando la piscina cuando se acercaba a la escalera que llevaba al segundo piso. Este sitio probablemente era mejor que cualquier otro, tenebrosidades a parte. “Solo espero que la puerta de arriba no esté cerrada.” Rosa le ganó subiendo las escaleras e hizo un sonido de triunfo cuando giró el pomo con éxito y tuvieron acceso al gran almacén lleno de ventanas. Alice apagó su linterna cuando llegó a la parte de arriba de las escaleras, complacida con lo bien que la luna llena iluminaba el espacio. Cerró la puerta detrás de ellas, aliviada de dejar la amenazante agua abajo. En otro golpe de suerte, se dio cuenta que la puerta tenía pestillo, que echó sin vacilación. “Esto servirá,” Rosa dijo suavemente, dando la vuelta en círculo mientras miraba alrededor del escasamente ocupado espacio. Cajas de cartón, un par de pequeños kayacs, salvavidas, y remos, estaban dispersos en montones desordenados alrededor de la habitación, pero había una gran zona despejada en el suelo junto a una de las enormes ventanas, y más importante aún, nadie les interrumpiría allí. “¿Tú qué piensas?” “Nunca imaginé que encontraríamos un lugar tan agradable como este.” Alice caminó hacia el espacio libre y se quitó la mochila de los hombros. Entonces fue cuando sus piernas se debilitaron repentinamente en anticipación a lo que estaba a punto de suceder. Ella va a comérmelo. Una mujer va a comérmelo. Otra ráfaga de humedad salió de ella, y gimió, dejándose caer al suelo mientras luchaba con una oleada de emoción y excitación que le dejó momentáneamente sin respiración. “Me hace muy feliz que lo hayamos hecho.” “Y que lo digas.” Rosa abrió la cremallera y desenrolló el saco de dormir cerca de la ventana. Parecía más animada que al principio de subir al patín, y más confiada. “Puede que no haya pétalos de rosa y velas, pero me atrevería decir que no es un mal sitio para una primera vez.” Aunque ella técnicamente no era virgen, Alice se maravilló de lo mucho que esta noche se parecía a una primera vez. Con John, nunca había querido tanto tener sexo, aún así le había dejado distintivamente insatisfecha. Todo esta

noche, el lugar, su pareja, indicaba un muy diferente resultado. “Es perfecto.” No era una exageración. Ya no. La sonrisa de Rosa se hizo más grande por su audaz halago. “¿Perfecto? ¿No tenebroso?” Alice volvió a ver la imagen del agua oscura de debajo y se estremeció. “No me lo recuerdes.” Arrullándola, Rosa le ofreció una mano para ayudarle a ponerse de pie. “Lo siento. ¿Deja que te distraiga?” “Muy bien.” Atrapada entre la inseguridad y el deseo, Alice permitió que le levantase, y luego se derrumbó en los brazos de Rosa cuando le invitó a hacer precisamente eso. La cercanía del momento en que de verdad tendría que quitarse la ropa y revelar su cuerpo desnudo lentamente había erosionado el valor que había sentido en el patín. Aunque Rosa ya había visto su estómago y sus pechos desnudos, el pensar en la confianza que requería permitir que alguien estuviera cara a cara con su lugar privado, y lo vulnerable que con toda probabilidad le haría sentir ese examen, hizo que Alice temblase dentro del abrazo. Preocupada de que Rosa pudiera malinterpretar su vacilación, dijo, “Esta es la parte donde me pongo nerviosa, pero por favor no pienses que no quiero esto, lo hago.” Incluso aunque no pueda ni imaginarme quitarme los pantalones por ti. “Sé que lo haces.” Rosa habló con voz suave y acarició con el dorso de sus dedos la mejilla de Alice mientras le miraba a los ojos. “Relájate. Solo soy yo.” Besó a Alice, deliberadamente recordándole todos los otros besos que habían compartido durante las pasadas veinticuatro horas. Murmuró otro recordatorio contra los hinchados labios de Alice. “La adicta al chocolate que piensa que eres una ingeniera genial porque le has construido una ballesta con palos de helado.” Le dio a Alice una pícara sonrisa. “Ya nos hemos divertido mucho hoy. Esto sólo será divertirnos un poco más. Diversión adulta.” Puntualizó la declaración moviendo su mano para agarrar el culo de Alice. “Pero seguimos siendo tú y yo, como antes. ¿Nos tumbamos?” “Por favor.” Alice permitió que Rosa le llevase al saco de dormir, entonces se tumbó encima, de espaldas, en el centro, en lo que esperaba fuese una sutil invitación para que Rosa se subiera encima de ella. Había imaginado más de una vez como se sentiría debajo del curvilíneo cuerpo de una mujer, y su deseo de por fin descubrirlo ahora compensaba su nerviosismo sobre lo que podía suceder después de eso. “¿Me abrazas un minuto?” “Definitivamente.” Rosa se puso de rodillas, luego se tumbó junto a Alice mientras simultáneamente metía un muslo entre los de Alice. Le dio a Alice un íntimo abrazo que se quedó ligeramente corto para lo que secretamente deseaba. “¿Cómo ha sido?” “Maravilloso,” Alice dijo de corazón. Presionó su boca en la base de la garganta de Rosa, disfrutando de la forma en que su pulso palpitaba con fuerza debajo de sus labios. “Pero.....puedes tumbarte encima de mí, si quieres.” Rosa levantó una ceja, al parecer contenta por su reticencia a simplemente preguntar. “¿Puedo?” “Si quieres,” Alice susurró. Besó la garganta de Rosa de nuevo, entonces empujó con su rodilla más profundamente entre los muslos de Rosa hasta que pudo sentir el calor de su excitación a través de sus vaqueros. Las caderas de Rosa buscaron las suyas, iniciando una seductora danza a la que el cuerpo de Alice no pudo evitar unirse. “¿Qué quieres?”

Alice se mordió el labio inferior cuando el muslo de Rosa presionó contra su palpitante y sensible carne. “Te quiero encima de mí.” Rosa les dio la vuelta de forma que Alice quedó tumbada sobre su espalda, y ella encima de Alice pecho con pecho, cadera con cadera, alineadas de la cabeza a los pies. Metió su muslo entre las piernas de Alice brevemente, antes de que Alice abriese las piernas y aceptase el sensual peso de la parte inferior del cuerpo de Rosa descansando contra ella. Rosa se frotó contra su coño y tiró de las manos de Alice hacia arriba sujetándolas por encima de de su cabeza contra el saco de dormir. Ondulando las caderas, miró fijamente a los ojos de Alice mientras se agachaba para mordisquearle los labios, luego brevemente los lamió con su lengua. Cuando Rosa levantó la cabeza otra vez, un hambre feroz ardía en su mirada. “Si quieres algo de mí, pídelo. Lo peor que puede pasar es que yo diga que no.....pero honestamente, eso normalmente no sucede.” Alice jadeó en busca de aire, ya no siendo capaz de respirar con normalidad. Su cabeza estaba flotando en el deleite de la anticipación mientras su cuerpo gritaba por la casi dolorosa excitación floreciendo entre sus muslos. “Bésame otra vez,” susurró, desesperada por algo a lo que aferrarse, para evitar salir volando. “Por favor.” Rosa capturó su boca en un sorprendentemente contenido beso. Apasionado como nunca, y sincero, pera también extrañamente calmado. Alice detectó un fondo de ternura en esta unión de sus labios y lenguas, una tácita reafirmación del vínculo que habían forzado en el transcurso de un simple día intensamente emocional. Sin decir una palabra, Rosa le recordó a Alice no solo la íntima amistad que habían construido tan rápidamente, si no también la genuina confianza que sentía por esta mujer que acababa de conocer. Cuando finalmente se separaron para recuperarse, Alice cerró los ojos y exhaló, aliviada de haber recuperado su compostura al menos ligeramente. Rosa dobló los dedos en las muñecas de Alice antes de aflojar su agarre. “¿Te parece bien que te sujete así?” Alice estiró el cuello para ver como Rosa sujetaba sus manos contra el suelo. “Mucho.” Reunió todo su valor y miró a Rosa a la cara, lista para abrazar la honestidad que había surgido entre ellas. “Siempre que no te importe realmente una ridícula cantidad de humedad.” Rosa pasó la punta de su lengua a lo largo del labio superior de Alice, luego le mordió el inferior, moviendo la pelvis. “Realmente no me importa.” Bajó su cara para susurrar en el oído de Alice. “Realmente no puedo esperar a descubrir como sabe tu coño.” El corazón de Alice se estrelló contra la pared de su pecho, amenazando con provocarle otro episodio de hiperventilación. El único pensamiento coherente que podía retener era que no quería ser la única que estuviese desnuda. Ni quería ser la primera en quitarse la ropa. Siguiendo el consejo de Rosa de dar voz a sus necesidades, Alice dijo, “¿Querrías.....puedo verte primero?” Rosa soltó sus muñecas y se sentó hacia atrás sobre sus talones, dejando a Alice temporalmente a la deriva sin el embriagante peso que le anclaba en el sitio. Apenas tuvo tiempo de llorar la pérdida antes de que Rosa se quitase la camiseta por la cabeza revelando su sujetador negro con encaje en el borde, de tal modo que hizo discutible su decepción. Rosa lucía una cómplice sonrisa cuando echó las manos a la espalda para abrir el cierre. Se quitó lentamente el sujetador, descubriendo su piel desnuda centímetro a tentador centímetro. Para cuando dejó caer el sujetador al suelo junto a ellas, Alice solo podía mirar

impotente con la boca entreabierta, muda al ver por primera vez los pechos desnudos de Rosa. “Eres hermosa.” Alice se sobresaltó ante el sonido de su propia voz rasgada. No tenía la intención de decirlo en voz alta, pero a juzgar por la amplia sonrisa que inmediatamente se adueño de la preciosa boca de Rosa, estaba claro que había hecho lo correcto. Dejó que su mirada viajase sobre los maravillosamente proporcionado y llenos pechos, los pezones oscuros duros como piedras, le subida y caída de su pesado y ruborizado pecho, y dubitativamente levantó una mano en el aire. Anhelando acunar la carne desnuda en su palma, preguntó, “¿Puedo?” En lugar de contestar, Rosa guió la mano de Alice a su pecho y presionó el centro sobre su duro pezón como un diamante. “Lo que sea que quieras.” Un delicioso escalofrío recorrió la longitud del sobrecalentado cuerpo de Alice, desde la parte superior de la cabeza hasta las puntas de los dedos de sus pies. No puedo creer que realmente esté tocando a una mujer medio desnuda. Su otra mano voló hacia su gemelo, sujetando una pesada teta en cada mano. Masajeó los flexibles montículos, arrugados en las puntas, y finalmente los presionó juntos para poder sentarse y pasar su lengua a través de ambos erectos pezones con un largo barrido. Rosa gruñó y se estremeció bajo su toque, agarrándose a los hombros de Alice cuando estuvo a punto de perder el equilibrio. “Joder,” Rosa gimió. Su respiración acelerándose cuando Alice agarró un pezón entre su pulgar y su índice mientras jugaba con el otro con sus dientes. “No eres la única que locamente mojada ahora mismo.” Alice sonrió alrededor del pezón de Rosa, deseosa de creer que no estaba sola en su exagerada excitación. “¿No?” “Te lo juro.” Rosa curvó sus dedos en el pelo de Alice, un gesto que pareció un no verbalizado ruego. “¿Te gustaría verlo?” Alice tragó duro. No había querido nunca tanto en su vida, sin embargo a pesar de su necesidad, parte de ella aún temblaba de miedo. “Sí. Por favor.” Rosa se levantó y desabotonó lentamente sus pantalones cortos, deliberadamente retirando la prenda por sus caderas como si estuviera haciendo un srtiptease. “¿No te importa haberme puesto tan excitada?” Embelesada, Alice miró fijamente como Rosa se quitaba los pantalones antes de deslizar sus dedos hacia abajo por la parte delantera de sus bragas negras con un contenido gemido. Alice sacudió la cabeza y se movió más cerca, no queriendo perderse ni un solo segundo del espectáculo de Rosa. Seguramente tendría esta noche en su cabeza durante años, pero aún así intentó memorizar cada detalle. El estilo y corte de las bragas de Rosa, el visible movimiento de sus escrutadores dedos, el débil y desconocido aroma de la excitación de otra mujer colgando en el aire como un dulce perfume. Rosa quitó la mano de sus bragas y le enseñó a Alice los dedos recubiertos de un sedoso y claro fluido. Entonces Alice observó fascinada como Rosa lamia con la lengua sensualmente sus dedos mientras tarareaba en apreciación a su propio sabor. Rosa bajó su mano de su boca y sonrió, un poco tímida, completamente sexy. “Te he dicho que me gusta como sabe.” La respiración de Alice quedó atrapada. Se sentó y cogió la mano de Rosa. “Vuelve aquí conmigo.” “Primero déjame hacer una cosa más.” Rosa enganchó los pulgares en la cinturilla de sus bragas y las bajó hasta el suelo. Las apartó a un lado con su pie

y se volvió para mirar a Alice con las manos en las caderas. Su confianza se tambaleó y disolvió en el lapso de un simple segundo, y Alice observó como se sumía en una palpable lucha con la vergüenza. Las manos abandonaron sus caderas, y Rosa cuidadosamente se tumbó en el saco de dormir, incapaz de mirar a Alice a los ojos. A pesar de su evidente incomodidad, se sentó frente a Alice y abrió sus piernas para revelar lo que yacía entre sus temblorosos muslos. “¿Ves?” susurró. “Empapada.” Alice no miró. No podía. No todavía, no hasta asegurarse que Rosa estaba segura. A pesar de encontrarse envuelta en su propia ansiedad, inmediatamente reconoció lo que acababa de suceder. Después de todos los comentarios sobre la vergüenza que había sentido por el estúpido vídeo viral, y la emoción que una vez demostró por enseñar su cuerpo y actuar frente al frío y vigilante ojo de la lente, Alice entendía la presente situación claramente. Rosa no había compartido su cuerpo consensualmente durante más de un año, sin embargo durante ese tiempo, le habían estado diciendo una y otra vez.....extraños, conocidos, incluso amigos y familia.....que se había comportado como una descarada puta, que había obtenido su merecido. Con esas condenadas acusaciones zumbando en su cabeza, ¿quién podría culpar a Rosa por dudar a la hora de revelar su cuerpo con alguien nuevo? Lo que impresionó a Alice fue su extraordinaria determinación para estoicamente superar su malestar, presumiblemente por el bien de Alice. Simplemente para que Alice se sintiera más cómoda. Sobrecogida por el huracán de emociones.....afecto, compasión, gratitud, dolor, rabia, incluso amor.....Alice murmuró, “Rosa, mírame.” Rosa desvío su atención de la ventana, los ojos brillando con lágrimas sin derramar. Alice sonrió y se movió más cerca hasta que sus caras estuvieron a solo unos centímetros. “Rosa, eres hermosa.” Al igual que Rosa le había calmado antes con un simple y sentido beso, ahora Alice lo intentó. Besó ligeramente los labios de Rosa y luego, envalentonada por la forma en que separó ligeramente sus labios, deslizó su lengua dentro de la caliente y acogedora boca. Inmediatamente notó el nuevo sabor, similar al aroma que había capturado en el aire. Esa es Rosa. Temerosa de profundizar el beso antes de comprobar que todo estaba bien, Alice se separó con una temblorosa exhalación. “Puedo saborearte,” dijo sin pensar. La boca de Rosa se curvó en una lenta sonrisa. “¿Y qué piensas?” “Que quiero más.” Cuando Rosa gimió y se hundió en otro beso, claramente afectada por su respuesta, Alice se separó con bajo sonido de lamento. “Pero espera.....primero.....” Estudió la cara de Rosa, considerando la mejor manera de abordar este tema sin causar más trastornos. “Sé que quieres darme lo que sea que te pida, pero no puede ser a tu costa. Si algo te hace sentir demasiado expuesta, o demasiado vulnerable, o demasiado avergonzada, no lo hagas. Por favor. Esta noche tiene que ser tan buena para ti como para mí. Esa es la única manera de que esto salga bien.” La barbilla de Rosa tembló brevemente con sus palabras, su expresión tan cruda que golpeó a Alice en lo más profundo. Sintió que los amantes de Rosa no le habían tratado con amabilidad, y no sólo porque Rosa lo hubiese insinuado durante varias de sus conversaciones a lo largo del día. Era evidente por la forma que parecía estar genuinamente atónita por la petición de Alice, y afectada, como si no estuviese segura de como reaccionar. “Gracias,” Rosa susurró después de un lapso de mutuo silencio. “Pero nunca he sido tímida antes, y no quiero serlo

ahora. No por lo sucedido, no por un estúpido artículo que escribí sobre un todavía más estúpido videojuego.” “Entonces..... ¿Quieres que mire?” Alice utilizó el dorso de sus dedos índice y medio para secar una lágrima cayendo por la mejilla de Rosa. Antes, le había rogado a Rosa que confiase en ella lo suficiente para honrar sus establecidos deseos a pesar de que exteriorizase señales de miedo, por lo tanto parecía justo extender la misma cortesía a Rosa. Si Rosa quería superar su aprehensión permitiendo a una nueva amante una visión sin rectificaciones de su cuerpo, Alice le ayudaría a hacerlo. “¿Y ver lo ridículamente mojada que estás?” Rosa se rió, con verdadera exultación. “¿Cómo es que de repente me siento como si esto fuera mi primera vez?” “Porque es nuestra primera vez.” Alice regresó a los labios de Rosa para darle un suave mordisco, después de haber echado de menos su calor contra los suyos. “Y ambas queremos que esto sea realmente bueno.” Riendo. Rosa habló entre una sucesión de besos. “Eso es verdad.” Un último beso y se separó, poniendo las palmas en el saco de dormir junto a su caderas para poder tumbarse de espaldas y mirar a Alice a los ojos. “Personalmente, creo que estamos teniendo un excelente comienzo.” Alice sintió un muslo desnudo apoyado en su rodilla, alertándole que las piernas de Rosa estaban abiertas de nuevo. “Yo también.” Se lamió los labios e intentó producir algo de saliva en su repentinamente seca boca. Al parecer toda la humedad de su cuerpo había decidido alojarse entre sus muslos. “Entonces.....” Luchó por no dejar caer su mirada, esperando un permiso más explícito para echar un vistazo. “Mírame,” Rosa susurró. Agarró la barbilla de Alice para dirigir su atención más abajo y, a la misma vez, separó las piernas mientras levantaba la pelvis para enseñar mejor su brillante, hinchado, y ridículamente magnífico coño. “¿Ves lo mojada que estoy?” “Rosa,” ella jadeó, incapaz de pensar en algo más ingenioso que decir. “Tú has hecho esto.” Rosa soltó la barbilla de Alice y utilizó ambas manos para abrirse, exponiendo los gloriosos rosados pliegues y el atisbo de un clítoris congestionado cuya forma Alice apenas pudo discernir bajo la luz de la luna iluminando su improvisada cama. Deseaba tener su linterna, fascinada por su primer encuentro de la vida real con el coño de otra mujer, sin embargo permaneció quieta, reacia a someter a Rosa literalmente bajo el foco, o arriesgarse a convertir el encuentro en un mero examen ginecológico. A pesar de su sentido de precaución, se encontró inclinándose para ver mejor, moviéndose hacia adelante para mejorar su campo de visión. Rosa se reclinó más e incluso ladeó las caderas para darle a Alice una mejor visión. Sometida al concienzudo escrutinio, recolocó la posición de sus dedos para abrir los labios internos y revelar la oscura abertura, imposiblemente más humedad. El acto de valor inspiró uno por su parte de Alice. No queriendo que Rosa se sintiera aislada en su desnudez, rápidamente se quitó su camiseta y su sujetador sin apartar los ojos de la visión frente a ella. “Dios, Rosa, eres impresionante.” “Al igual que tú.” Los ojos de Rosa se oscurecieron mientras se complacía de su primera verdadera oportunidad de mirar abiertamente los pechos desnudos de Alice. “¿Por qué no continuas y te quitas tus vaqueros, ya que estás? Puedes dejarte puestas las bragas.” Su expresión se volvió felina, hambrienta. “Por ahora.”

Extrañamente, Alice apenas se sentía nerviosa en este momento. Aunque no estaba absolutamente segura de por qué, se sentía más feliz dejándose llevar por esta recién descubierta oleada de confianza. “Muy bien.” Se quitó los pantalones, agradecida de librarse del constreñimiento del tejido. Quedándose solo con las bragas, se tumbó de espaldas al lado de Rosa. Todavía manteniéndose abierta con una mano, Rosa dio una respiración antes de mover dos dedos de la otra para frotar en pequeños círculos alrededor de su clítoris. Consciente del obstáculo mental que seguramente Rosa habría tenido que superar para incluso considerar masturbarse frente a alguien que acababa de conocer el día anterior, Alice envolvió sus brazos alrededor de ella y la abrazó mientras observaba los continuados esfuerzos de Rosa por persuadir al erecto clítoris a salir más de su capucha. Alice besó el hombro de Rosa y murmuró, “¿Es así como te gusta ser tocada?” “Sí.” Rosa jadeó, las fosas nasales abiertas, y tembló contra el pecho de Alice. “¿Te gustaría.....” Se mordió el labio y se estremeció bajo sus propias atenciones. “¿Te gustaría intentarlo?” “¿Tocarte?” Aunque Alice no creía estar preparada para la mutua masturbación.....no todavía.....estaba más interesada en deslizar un dedo en las incitadoras profundidades de Rosa. Todas las películas de porno lésbico que había visto reaparecieron en su mente, un verdadero montaje de trabajos manuales y actos de penetración digital que ahora suponían una heroica inspiración. Sabía que hacer. ¿Verdad? “Sí.” Rosa utilizó la mano que había estado jugando con su clítoris para agarrar la muñeca de Alice. “¿Quieres que te enseñe?” Alice asintió, incapaz de dar una respuesta verbal coherente. ¡Si! “Probablemente será como contigo misma, pero diferente.” Rosa guió la mano de Alice con los dedos extendidos sobre sus pliegues antes de cubrirlos con su propia húmeda mano. “Me dijiste que sabías lo que te gustaba, así que utiliza ese conocimiento para aprender como reacciono a tu toque.” Separando los dedos índice y medio de Alice del resto, le ayudó a aplicar una ligera presión mientras movía las puntas en pequeños círculos sobre el impresionantemente duro borde de su clítoris. “Estoy realmente sensible, así que normalmente me gusta una mano suave. Claro está, a menos.....” Gimiendo, terminó a toda prisa. “Que esté de humor para algo más brusco.” Hizo una pausa para jadear cuando Alice acarició la longitud de su eje habiéndose desviado de la guía de Rosa en un momento de improvisación. “Eso es tan, tan bueno, Alice.” Rosa levantó la mano que había estado utilizando para mantenerse abierta y peinó el pelo de Alice, reforzando la alabanza, mientras sus muslos temblaban salvajemente. “Sigue haciendo eso y harás que me corra.” La respiración de Alice se irregularizó ante la mera sugerencia. “¿De verdad?” “Definitivamente.” Rosa dejó caer su mano de la de Alice y agarró en un puño el saco de dormir junto a su cadera. “A menos que me dejes que te lo coma primero.” Alice gruñó su negación, contenta de dar antes de recibir. Era mejor de esta manera. Si Rosa de verdad conseguía hacer que se corriera, Alice con toda probabilidad aprovecharía la oportunidad de simplemente desmayarse como consecuencia. Si no lo hacía, al menos el incómodo silencio que sabía con seguridad le seguiría privaría a Rosa de cualquier placer que Alice pudiese ser capaz de proporcionarle. “¿Puedo seguir tocándote por ahora?”

“Sí, mi dulce niña.” Rosa parecía avergonzada por pronunciar las palabras de cariño. Como si realmente no tuviese intención de decirlas en voz alta. Bruscamente, cambio de posición tumbándose sobre su espalda y exhaló. “Tanto decir que la reciprocidad no era necesaria.” Alice se estiró junto a Rosa y masajeó su clítoris delicadamente. “¿Realmente creías que iba a dejar pasar la oportunidad de hacer esto?” Girando los dedos a través de la espesa y abundante humedad, disfrutó de la gran respuesta del súper tenso cuerpo de Rosa incluso con el más ligero de los roces sobre su sensible carne. “¿Aprender a hacer como una mujer se corra?” Rosa gimió, otra vez pareciendo recibir gran placer de la relativa inexperiencia de Alice. “No estoy convencida que necesites una profesora, nena. Lo haces tan jodidamente increíble.” Dejó escapar lo que pareció un gruñido bajo, arqueando la espalda para empujar instantáneamente contra la mano de Alice. “¿Quieres meter los dedos dentro? Sería tan agradable tenerte en mi coño.” Alice no podía creer lo rápido que se estaban moviendo. Anteayer por la tarde ni siquiera había besado a una mujer. Ahora estaba a punto de follar a una. “Sí.” Hizo una pausa para dar una respiración, ralentizar el ritmo de su corazón, e intentar no desmayarse. Cuidadosamente, deslizó su dedo índice más abajo y buscó a través de los resbaladizos pliegues antes de encontrar el círculo sedoso de la entrada de Rosa. Trazó la entrada con un toque tan suave como una pluma, intentando imaginar como se sentiría hundirse en una vagina dispuesta y abierta que no era la suya. “¿Me lo dirás si te hago daño?” “No lo harás.” Y, mitigando sus temores, Rosa se estiró entre sus piernas separadas, colocó los dos dedos de Alice en la entrada, y le ayudó a empujar para entrar. Su coño era apretado e increíblemente caliente, pulsando alrededor de Alice cuando comenzó a moverse. Dentro, fuera, una y otra vez hasta que las caderas de Rosa igualaron con facilidad su ritmo. “No me haces daño en absoluto.” Abrumada por la visión de sus delgados dedos desapareciendo dentro del cuerpo de Rosa, Alice se puso de rodillas y levantó su trasero en el aire, desesperada por obtener un poco más de fricción contra su propia recalentada carne. Rosa dejó escapar un alto gemido, quizás por la lasciva visión de su libidinosa postura, entonces jadeó con cada respiración cuando Alice recordó la técnica adecuada y comenzó a trazar círculos con su pulgar sobre el dilatado clítoris que ahora reclamaba orgulloso su atención. Como una marioneta, el cuerpo entero de Rosa saltaba con cada caricia, una reacción evidentemente involuntaria que hizo que Alice riera de pura alegría. Asombrada, Alice susurró, “Te gusta.” No era una pregunta. Un hecho. “Rosa, eres tan caliente, tan suave, tan tensa alrededor de mis dedos.” Giró su muñeca, explorando cada parte que podía alcanzar. “Podría quedarme dentro así durante toda la noche.” El pecho de Rosa se movía con rapidez, sus fosas nasales abiertas. “No estoy segura de sobrevivir a eso.” Una tremenda energía barrió a Alice, nacida de la certeza de que Rosa estaba recibiendo verdadero placer de su toque. Incluso aunque John evidentemente había disfrutado de follar con ella al comienzo de su relación, la satisfacción que él obtenía de su cuerpo nunca había hecho que ella se sintiera poderosa. En su lugar, ella se sentía sucia, obligada, y, quizás lo peor de todo, insatisfecha. Con Rosa, todo era diferente. Cada pase de su pulgar sobre el palpitante clítoris de Rosa provocaba un gemido que reforzaba su autoconfianza a niveles

desconocidos, haciendo que Alice se sintiera, por una vez, como si fuese dueña del mundo si quisiera. Presionó sus labios en el oído de Rosa y susurró acaloradamente, “No dejaré que nada te suceda.” Rosa se tensó, y se sacudió, y lanzó un brazo alrededor de los hombros de Alice. “Oh, Alice,” gimió, agarrándose con fuerza cuando espasmos intermitentes recorrieron ya de por sí su tembloroso cuerpo. “Oh joder.....como eres.....así.....la primera.....vez, la leche.” Alice sonrió por la implicación de la mezclada declaración de Rosa. “Una buena imaginación, internet, y un montón de tiempo de calidad conmigo misma,” ella dijo, traduciendo la pregunta que Rosa había intentado formular. Sacó sus dedos del coño de Rosa, pintando su clítoris y sus labios con una renovada capa de jugos calientes, luego los volvió a hundir dentro. “Pero en verdad, haré todo lo que te haga sentir bien.” Un alto grito escapó de los labios apretados de Rosa e hizo eco en las paredes, haciendo que Alice se alegrase de haber encontrado un lugar donde Rosa podía dar plena voz a su placer. Nunca había oído un sonido más dulce, especialmente porque había sido ella quien había provocado tan desesperado aullido de éxtasis. Envalentonada, Alice comenzó a decirle a Rosa lo mucho que había disfrutado mientras la tocaba, pero Rosa la interrumpió con un grito incluso aún más alto que rápidamente fue seguido de un estridente y agudo gemido y luego, por un increíble chorro de jugos que se derramaron en la palma de Alice. Los fuertes músculos se contrajeron alrededor de los dedos de Alice durante unos minutos mientras Rosa gemía y agarraba su brazo, probablemente para asegurarse que no se retirase hasta que el climax remitiera. “Todavía no,” Rosa susurró, todavía palpitando interiormente. “Quédate.” Acallándola, Alice apoyó su mejilla contra el pecho de Rosa y escuchó el rápido latido de su corazón. “No voy a ninguna parte.” Rosa colocó su mano sobre los dedos todavía hundidos en el interior de su cuerpo. “Santo cielo, Alice. ¿Dónde demonios has aprendido eso?” Alice puso los ojos en blanco. Asumió que Rosa estaba ensalzando su logro en un intento por reafirmar su confianza. “Me alegra que fuera todo bien.” “¿Bien? Alice.....” Las caderas de Rosa se alzaron, y gimió cuando sacó sus dedos hasta que solo las puntas de los dedos de Alice permanecieron. Volvió a guiar a Alice dentro, dando lugar a otra ronda de involuntarias contracciones. “Te prometo.....que no solo.....ha sido agradable.” Las fosas nasales de Rosa se agrandaron, y en su visión perimetral, Alice vio como los dedos de sus pies literalmente se curvaban. “Eres malditamente natural.” “¿Sí?” Alice cogió un pezón de Rosa en su boca, chupándolo ligeramente mientras sacaba los dedos de su acogedor hogar para realizar otra lenta y deliberada inserción. Los temblores que todavía no habían remitido rápidamente se intensificaron, ocasionando que los muslos de Rosa se sacudieran violentamente mientras rompía a llorar con un sonido que se parecía demasiado a una señal de socorro. Alice dejó quietos sus dedos. “¿Necesitas un descanso?” Rosa hizo un vigoroso asentimiento con la cabeza, las lágrimas cayendo por sus mejillas. “Eso creo, sí.” De alguna manera preocupada, Alice se retiró con tanto cuidado como pudo, ligeramente culpable por saborear cada replica causada por la fricción del sensible coño de Rosa. “Por favor dime la verdad. ¿Te he hecho daño?”

Descansó los pegajosos dedos sobre los empapados labios de Rosa, odiando abandonar ya su íntima conexión. “Lo siento mucho si lo he hecho.” Risa se rió y se frotó los aguanosos ojos con los talones de las manos. “Oh no, nena.....en absoluto.” Ligeramente poco convencida, Alice se sentó para ver como Rosa se recuperaba. Su cara y su pecho estaban visiblemente congestionados, incluso con la escasa luz, y lucia una tonta sonrisa que desmentía las lágrimas de tan solo momentos antes. En voz baja, Alice murmuró, “No era mi intención presionar demasiado.” La mano de Rosa aterrizó en el muslo de Alice, deslizándose hacia arriba cerca de la unión, recordándole que estaba desnuda excepto por sus empapadas bragas. “No lo has hecho. Es solo.....que no puedo correrme tantas veces sin que mi cuerpo me obligue a parar y recuperarse. Y.....ha pasado un tiempo. Y esto ha sido intenso.” Alice volvió a centrar su mirada en el coño de Rosa, eufórica de no sentirse ya cohibida en absoluto. “¿De verdad.....has tenido más de un orgasmo?” “¿No lo has sentido?” Lo había hecho, pero parecía demasiado increíble para creerlo. “Sí.” “Has hecho que me corra, Alice Wu, varias veces.” Rosa cogió la mano que Alice había utilizado para follarla y la colocó de nuevo sobre la carne que continuaba palpitando y llena de calientes jugos, para probar su declaración. “Es evidente que has hecho tus deberes. Sal al mundo con una renovada confianza sexual, joven Padawan (Aprendiz de Jedi, referencia a La Guerra de las Galaxias), porque no creo que quede nada que pueda enseñarte.” Excepto una cosa. Ahora más excitada que nerviosa a pesar de estar más confusa que nunca, Alice pasó sus dedos por los empapados pliegues de Rosa y se llevó la mano a la boca. Dudó solo brevemente antes de deslizar los mojados dedos entre sus labios. El dulce sabor de Rosa explotó en su paladar, intensificando su hambre a cotas más altas. Murmurando su aprobación, lamió los dedos uno a uno, excitada por la dulzura del sabor. Había esperado que fuera así. Una vez que se limpió a fondo bajo la atenta mirada de Rosa, Alice metió su mano dentro de sus propias bragas. Como esperaba, estaba tan mojada como el mítico diluvio. Suspiró, una mezcla de placer causada por el ligero toque de sus dedos, y de decepción por las hebras de fluido viscoso que se aferraron a ellos. “Tocarte no ha ayudado precisamente a mi problema de humedad.” “Te lo he dicho, no es un problema.” Escéptica, Alice sacó la mano de sus bragas y extendió sus dedos para mostrar el viscoso fluido que los conectaba. “¿En serio?” Rosa se sentó, acercándose hasta sujetar los saturados dedos de Alice entre sus labios. “Hueles deliciosa.” Ruborizada. Alice se metió los dedos en su propia boca, decidida a comprobar el sabor antes de permitir que Rosa lo hiciese. Sabía menos dulce que Rosa. Sorprendentemente suave, de hecho. Alice se hundió unos segundos, dudando hasta que Rosa la miró con una voraz expresión. Sacó los dedos de su boca con un tímido encogimiento de hombros. “Solo estaba comprobando.” “¿Puedo hacerlo yo?” El estómago de Alice aleteó cuando de nuevo hundió sus dedos en la piscina de excitación entre sus muslos. Jugando con ella misma durante solo un

momento, demasiado rápidamente, contuvo la respiración y le ofreció a Rosa tres relucientes dedos. “Muy bien.” Sin romper el contacto visual, Rosa se inclinó para tomar los dedos de Alice en su boca. Sus ojos se cerraron tan pronto como su lengua rozó la piel de Alice, y un bajo sonido de agradecida apreciación irrumpió desde lo más profundo de su pecho. Cerrando su mano alrededor de la muñeca de Alice, Rosa abrió los ojos para mirar directamente al alma de Alice.....o al menos así fue como lo sintió.....mientras chupaba cada última gota de la humedad en sus dedos. Para cuando Rosa terminó con la succión en su caliente boca, Alice había perdido todo deseo de ser comedida en la oferta de hacer realidad su fantasía. Rosa cerró la distancia entre ellas para poner a Alice de espaldas en el centro del saco de dormir. Se subió encima y empujó suavemente su pierna entre las de Alice, recubriendo el muslo desnudo de Alice con su caliente fluido en el proceso, antes de una vez más agarrarle las manos por encima de su cabeza. Como si fuese a cámara lenta, se agachó para besar la garganta de Alice y luego sus pezones.....puntualizando cada pico con un suave beso de sus labios y un ligero mordisco con sus dientes.....antes de moverse hacia arriba para susurrar en el oído de Alice, “Eres mi nuevo sabor favorito. ¿Puedo quitarte las bragas y tener un poco más?” Alice asintió, no segura de poder hablar, entonces jadeó. “Mi corazón está latiendo como un loco.” Rosa puso su mano entre los pechos de Alice y frotó, calmándola instantáneamente, si no completamente. “También el mío. Estás excitada, al igual que yo. ¿No se siente bien?” Alice estaba acostumbrada a sentir este nivel de anticipación solo como una consecuencia de su ansiedad. Era extraño, sin embargo, que se sintiera bien.....en este contexto. “Sí.” “Shh.” Rosa acarició su pecho y luego, después que la laboriosa respiración de Alice comenzase a ralentizarse, miró hacia abajo la longitud de su cuerpo. “Alice, dime lo que quieres. ¿Debería quitarte las bragas? ¿O preferirías que meta mi mano dentro y jugase un poco con tu clítoris?” Esperó un poco. Entonces cuando Alice fracasó en recuperar el aliento lo suficiente para contestar, añadió, “O podrías tocarte tú misma mientras yo beso tus pechos.” Alice ya había experimentado que le besasen los pechos. Masturbarse lo tenía más que visto. Tanto como adoraría ver la mano de Rosa trabajar dentro de sus bragas haciéndole una paja a Alice, eso no era lo que quería ahora mismo, tampoco. Porque lo que nunca había hecho.....lo que quería más que nada.....era sentir la lengua de otra persona en su clítoris. Se valiente, Alice. Inhaló profundamente, luego exhaló por la nariz. “Quítalas.” Rosa dudó el tiempo suficiente para hacer que Alice se preocupase por haber hablado a causa de sus nervios, pero entonces Rosa entró en acción, moviéndose hasta estar sentada junto a sus caderas, los dedos curvados en el elástico de la cinturilla de sus bragas. Comprobó la cara de Alice antes de bajar el tejido a ritmo glacial en un largo tortuoso trayecto de revelación. Rosa tragó, aparentemente cautivada por la visión de los huesos de sus caderas, su netamente recortado triángulo de vello púbico negro, sus muslos desnudos. Con voz ronca, susurró, “Alice, no he deseado nunca tanto nada como te deseo a ti. Esa es la verdad.” De alguna manera Alice la creyó, y eso le imbuyó de toda la confianza que necesitaba para abrir las piernas. “Lo mismo digo.”

Rosa se rió, y Alice se tomó un momento para estudiar sus rasgos a la suave luz azulada que llenaba la habitación. Estaba tan impresionante como siempre, si acaso un poco divertida, lo que le hacía parecer realmente etérea con la ternura y la compasión que le iluminaban desde dentro. Rosa cogió la mano de Alice y le besó suavemente los nudillos, luego sonrió hasta que Alice no pudo evitar devolverle la sonrisa. “¿Qué?” Alice murmuró. El aire parecía repentinamente cargado, crepitando con posibilidades. Rosa pareció sentir el cambio también, y rompió el contacto visual luchando visiblemente por recuperar la compostura. Alice sintió que las emociones de Rosa estaban tan desbocadas como las suyas, muy probablemente por algunos de los mismos intensos y confusos mensajes con los que el corazón de Alice estaba también luchando en el proceso. Temerosa de moverse, temerosa incluso de respirar, Alice no dijo nada, esperando que Rosa tomase la iniciativa. No quería hablar y arruinar este momento entre ellas o provocar que esta trascendental noche se detuviera en seco. Después de incontables compartidas respiraciones, Rosa volvió a mirar a Alice a los ojos, todavía llenos de un borde de pasión pero con un más notable fuerte agarre a su estado emocional. “Voy a tumbarme entre tus piernas.” Comenzó a moverse hacia abajo por la longitud del cuerpo de Alice fiel a sus palabras, dejando claras sus intenciones mientras hablaba. “Y separar tus suaves y dulces muslos.” Sus manos descansaron el parte superior de la cara interior de los muslos de Alice.....a solo unos centímetros de sus hinchados labios.....y suavemente abrió sus piernas hasta que hubo el espacio suficiente para acomodar el torso de Rosa. “Y admirar lo bonito y delicioso que tu coño es desde cerca.” La abrasadora respiración de Rosa bañó los sobrecalentados labios, y su corazón martilleaba al darse cuenta que Rosa estaba justo allí, en el lugar en el que a John le desagradaba tanto poner su boca, incluso después que ella una vez se desmoronase y le suplicase que lo intentara. Su respiración se tambaleó cuando el miedo se arrastró hacia arriba por su espina dorsal, una creciente certeza de que ella no estaba justo allí, que nadie podría disfrutar comiéndola así. Todos esos pensamientos.....cada pensamiento.....se evaporaron ante la caliente presión de los labios de Rosa contra sus labios vaginales. Alice inhaló bruscamente ante el maravilloso placer del íntimo beso, aturdida por el descubrimiento de que la realidad, en este caso, superaba con creces la fantasía que había tenido. Abrió su boca para hablar, para preguntarle a Rosa si tenía buen aspecto, si sabía bien, pero solo pudo gemir cuando Rosa pasó su lengua plana a lo largos de sus labios, desde justo por encima de su abertura hasta moverse rápidamente sobre la dura punta de su erecto clítoris. Después de eso, Rosa levantó la cabeza y la miró, los labios húmedos, la barbilla ya brillando con los jugos de Alice. “Sabes incluso mejor de lo que pareces.” Rosa mantuvo sus ojos fijos en los de Alice mientras lamia toda la longitud de su coño otra vez, luego muy suavemente succionó un lateral de su labio de una manera que hizo que los músculos de Alice se volvieran agua. Paralizada por la inimaginable felicidad, incapaz de moverse o incluso mirar lo que le estaban haciendo, Alice apretó los puños e intentó grabar en su memoria todo lo que Rosa le estaba haciendo sentir. Gimió en voz alta, sin ninguna vergüenza ante la decepción que le golpeó por la súbita y momentánea pérdida de la sensual

boca de Rosa. “Por favor,” susurró, sonando tan penosa, que se encogió por dentro. “Por favor no pares.” Rosa besó sus labios, luego frotó su cara arriba y abajo en un aparente esfuerzo por cubrir su barbilla, nariz, y mejillas con la humedad de Alice. Se separó, comprobó para asegurarse que Alice estaba mirando, entonces separó los labios externos mientras deliberadamente tocaba con su lengua el rígido clítoris que había expuesto. Una vez más, Alice deseó tener una linterna, encantada con la visión de su coño siendo lamido y chupado por una grácil boca femenina. Miró y se sintió tan en el cielo que, de hecho, una familiar presión rápidamente floreció entre los muslos de Alice, indicando el principio del final. “No,” Alice susurró. No quería que esto acabase. No todavía. No tan pronto. “No, no.” Rosa retrocedió ligeramente, todavía conectada a ella por una fina hebra de saliva y fluido. “¿Paro?” “¡No!” Tanto como quería prolongarlo, Alice no podía imaginar pedirle a Rosa que se ralentizase, mucho menos que se detuviese por completo. “No pares. Yo solo.....” Jadeó cuando la lengua de Rosa regresó a su apertura y presionó ligeramente dentro. “Oh, joder.” Su voz salió baja y grave, irreconocible a sus oídos. “Me gusta eso.” Rosa metió su mano por debajo para agarrar sus nalgas mientras envolvía su otro brazo alrededor del tembloroso muslo. Levantando la cara después de un firme chupetón a los labios de Alice, enseñando sus dientes en un feroz gruñido. “¿Te gusta que te laman?” Regresando, Rosa bañó el clítoris de Alice con su lengua, entonces sorbió ruidosamente. “¿Qué te coman el coño?” Era muchísimo mejor que cualquier película porno que había visto, e incluso cuando las miraba, Alice rara vez llegaba hasta el final del vídeo. Desafiando a sus expectativas de fracaso, su cuerpo atravesó la línea de meta antes incluso de poder gritar una advertencia o hacer cualquier cosa por impedir lo inevitable. Mientras convulsionaba ola tras ola de orgásmico placer, Alice llevó sus manos al pelo de Rosa en un esfuerzo por obligar a su lengua a presionar más firmemente contra su palpitante clítoris. Cuando se dio cuenta de lo fácilmente que este nuevo asidero permitiría que la talentosa boca le follase, hizo exactamente eso hasta que la última de sus contracciones se desvaneció. Tardó unos cuantos segundos después de la finalización del climax en volver a ser ella misma, y más aún en soltar su agarre en la cabeza de Rosa. “Lo siento, yo no.....” Alice jadeó cuando la lengua de Rosa muy suavemente trazó el camino desde su clítoris hacia su abertura, desencadenando múltiples réplicas. “.....te he hecho daño, ¿no?” Rosa resopló, levantando la cabeza para guiñarle un ojo a Alice, luego continuó con las casuales lamidas en sus labios. “No soy ni de cerca tan delicada como crees que soy,” dijo en broma. Con los ojos resplandecientes, metió a Alice en su boca y emitió un bajo y prolongado zumbido que provocó deliciosas vibraciones directamente en su clítoris. Rosa se echó hacia atrás, espero unos segundos a que los gemidos de Alice se acallasen, entonces sonrió amplia y triunfalmente con suficiencia. “Por cierto, te has corrido rápido.” “Dímelo a mí,” Alice se lamentó, aunque no pudo evitar sonreír con alivio por su logro. No estaba rota. Podía sentir la misma excitación y placer con una amante que había visto en las películas y leído en las novelas. “Así que supongo que era culpa de John después de todo.”

Rosa arrugó su nariz y cubrió todo el coño de Alice con su boca, deslizando la lengua en amplios círculos sobre la resbaladiza y caliente carne. Lamió, mordisqueó y chupó hasta que Alice se tambaleó al borde de un segundo improbable orgasmo, luego se separó para dejar que se calmase. “Claramente.” Alice sintió la mano de Rosa, agarrándola cuando una oleada de gratitud le recorrió. Al parecer no habían terminado todavía. Rosa parecía tanto preparada como decidida a hacer que se corriera otra vez, prolongando esta experiencia de una vez en la vida durante un poco más. Mientras se maravillaba por la generosidad de Rosa, una cálida corriente de aire sopló sobre su hiperexcitado clítoris, provocando piel de gallina en cada centímetro del cuerpo empapado de sudor de Alice. Sintiendo que debía decir algo, Alice acarició la mejilla de Rosa y murmuró, “Sabes, no tienes que.....uh, hacerlo de nuevo.” Dejó de hablar brevemente cuando Rosa agarró sus labios absorbiendo sensualmente en un acto de desafío. “Si no quieres hacerlo.” “Lo sé.” Rosa soltó su mano para utilizar los dedos para abrir a Alice, hasta que su duro clítoris sobresalió lo suficiente para permitir a Rosa cogerlo son sus carnosos y flexibles labios. Movió su cabeza arriba y abajo, chupando a Alice teatralmente, luego hizo girar su lengua en rápidos círculos hasta que Alice levantó las caderas en un silencioso ruego de más. Rosa se echó hacia atrás con una satisfecha sonrisa. “Pero parece que realmente lo estás disfrutando.....y puesto que la primera vez ha sido un poco demasiado rápida para mi gusto.....” Apoyó su cara contra Alice, inhalando. “Quiero hacer que te corras en mi boca otra vez.” Su lengua salió para jugar con el clítoris de Alice en una abrupta exasperante broma. “Siempre y cuando no te importe.” Alice acunó la cara de Rosa en sus manos, tirando de ella hacia adelante. Pasó la yema de sus dedos a lo largo de la fuerte línea de la mandíbula de Rosa cuando volvió a trabajar en ella de nuevo. “Me gusta mucho como se siente.” Planto los pies y levantó las caderas, emocionada por la sugerente imagen que habían creado, una mujer comiendo con ansias el coño de la otra. “Eres muy, muy buena en eso.” Acarició el pelo de Rosa, recordando lo mucho que había disfrutado de los reconfortantes toques junto con los elogios verbales. “La mejor que puedo imaginar.” Rosa sonrió alrededor de su clítoris. “Gracias.” Se giró y mordió la cara interior del muslo de Alice. “¿Quiere que meta un dedo dentro de ti esta vez?” Con su placer ya acercándose a un insoportable cenit, incluso la más mínima penetración estaba segura que enviaría a Alice hasta la cima. Sin embargo a pesar de la certeza de que la mano de Rosa le llevaría finalmente a la perdición, no tenía el poder para resistirse a su oferta. Quería experimentar todo de Rosa, cada pedacito, antes de que esto terminase. “Sí, por favor.” Dudó, entonces decidió intentar igualar el sin esfuerzo sucio vocabulario de Rosa con un poco de picante diálogo por su parte. “Fóllame.” Hizo una pausa, sintiéndose tonta. “En mi coño.” Una divertida sonrisa se arrastró por la cara de Rosa, pero antes de que Alice pudiera sentirse demasiado avergonzada por su torpe intento de sucia charla, Rosa se arrastró hacia arriba para capturar su boca con un amoroso beso con sabor a Alice. Se separó después de una breve danza de sus lenguas, murmurando, “Te follaré, nena, tan bien que lo notaras en cada paso que des mañana.” Alice estaba convencida que moriría.....literalmente pasaría a mejor vida.....cuando Rosa una vez más descendió por la longitud de su cuerpo y

encajó los hombros entre sus muslos ampliamente separados. El regreso de su feroz lengua alojada contra sus hinchados labios hizo que Alice jadease, luego sollozó con anticipación cuando finalmente Rosa trazó círculos alrededor de su abertura con un dedo en una deliberada suave burla. Alice se meció contra la cara de Rosa y se retorció violentamente cuando la punta del dedo entró ligeramente sin proporcionarle ninguna real satisfacción. Frustrada, Alice anguló su pelvis hacia abajo en un intento por empalarse contra el burlón dedo. En respuesta, Rosa clavó los muslos de Alice contra el saco de dormir utilizando su mano libre y retiró su boca de entre las piernas de Alice para decir con voz ronca, “¿Sí?” “¡Sí!” Nunca había deseado ser poseída por nadie antes como en este momento, pero ahora se sentía como si fuese a romperse en pedazos si Rosa no llenaba el gran vacío en su interior. Inmediatamente. “Mete tu dedo.” Rosa dejó escapar un bajo y estrangulado gemido cuando hundió la punta no más de un centímetro en la entrada de Alice. Se agachó para seguir lamiendo el clítoris de Alice, con cautela de no hacer que se corriera de esa manera y iba introduciendo su dedo todo lo profundamente que pudo con una asombrosamente sensación de llenado. Alice vocalizó su aprobación a través de una continua corriente de jadeos y agudos gemidos, no molestándose en sentirse cohibida por compartir los irreflexivos y gimoteados ruidos de placer que John una vez había imitado durante una particular cruel sesión postcoital. Sabía por la forma en que la mano libre de Rosa apretaba su muslo que estaba disfrutando de los ruidos de Alice en recompensa a sus esfuerzos, y además, Rosa nunca le haría sentir mal intencionadamente. Rosa siempre le había hecho sentir bien. Inconcebiblemente bien. Como determinada a demostrar la cuestión, Rosa se retiró lentamente antes de empujar nuevo dentro, de forma que sus nudillos golpearon contra el culo de Alice y toda la longitud de su dedo estuvo firmemente hundida en su vagina. Los músculos internos de Alice se contrajeron alrededor de Rosa antes de que pudiera salir de nuevo, su cuerpo ya preparado para otro desgarrador climax sin mucho mayor esfuerzo en absoluto. “Mierda.” Alice juró cuando las lágrimas escaparon de sus ojos. “Rosa, yo.....” Se mordió el labio inferior, incapaz de resistir la urgencia bombeando contra la lengua que ahora se movía rápidamente sobre su clítoris. “Vas a hacer que me.....” El dedo en su interior se curvó hacia arriba, rozando un punto reactivo e impulsor del éxtasis profundamente en su interior. A la misma vez, Rosa agarró su clítoris con una ruidosa succión mientras suavemente incrementaba la velocidad de sus empujes sin cambiar la cantidad de fuerza detrás de ellos. Preparada para estallar, Alice se agarró frenéticamente a la ropa tirada haciendo una bola con ella y colocándola debajo de su cabeza, reajustando su posición hasta tener una clara visión de la boca de Rosa sobre sus labios. Quería echar una última y larga mirada antes de que hubiera acabado, en caso de que nunca más volviese a suceder. Dándole exactamente lo que necesitaba, Rosa levantó su cabeza lo suficiente para ofrecerle una perfecta vista de su sinuosa lengua jugando sobre el dolosamente hinchado clítoris de Alice. Alice contuvo la respiración mientras observaba el espectáculo, cautivada por la visión de una mujer que ya se había preocupado por ofrecerle placer desinteresado de la manera más íntima posible.

Un rasgado gemido escapó de su garganta, haciendo que se tensasen sus muslos e intentase aguantar solo un poco más. Rosa llevó su mano libre hacia el coño de Alice, utilizando el pulgar y el índice para abrirla hasta el punto de una ligera incomodidad. Sintiéndose poderosamente expuesta, y sin embargo ferozmente cachonda, Alice luchó por no cerrar los ojos y en su lugar mantener la mirada centrada como un láser en la habilidosa técnica de Rosa, los lechosos fluidos que ahora recubrían la cara de su nueva amante, y la visión de infarto de su hiperexcitado coño pareciendo tan objetivamente sexy en la boca de Rosa. Cuando Rosa se echó más hacia atrás de forma que solo la punta de su lengua continuaba rodando contra su palpitante clítoris, Alice finalmente tuvo una ligera visión del largo dedo deslizándose dentro y fuera de su cuerpo. Esa imagen rasgó los últimos pedazos de su autocontrol. Alice se corrió.....otra vez. Alto y largo, con un renovado fluido de jugos, el mayor orgasmo de su vida empapando la hermosa cara de Rosa Salazar. La espalda de Alice se arqueó por encima del saco de dormir mientras todo su cuerpo se quedaba momentáneamente rígido, y Rosa aprovechó la oportunidad para agarrar su culo y tirar de ella más cerca, moviendo su cara entre las piernas de Alice hasta que finalmente tuvo que rogarle a Rosa que se detuviera. “Rosa.” Alice jadeó, colocando una reticente mano sobre la cabeza de ella todavía moviéndose. “Por favor. No puedo.....” Intentó decidir si podía. Una simple, directa lamida sobre su clítoris le convenció que era demasiado para continuar, su cuerpo había terminado. Empujando contra Rosa firmemente, jadeó, “Para. No puedo más.” Rosa ascendió por la longitud del cuerpo de Alice y capturó sus labios en un húmedo y apasionado beso mientras muy cuidadosamente retiraba su dedo de su tierno coño. Alice gimió con las réplicas consecuencia de la cuidadosa extracción y entonces, no queriendo que Rosa se fuera, envolvió ambos brazos alrededor de sus hombros y tiró de ella hacia abajo para abrazarla con desesperación. Aunque era perfectamente consciente de que Rosa podía sentir el rápido latido de su corazón con sus pechos presionados juntos como estaban, no se preocupo por mostrarse fría. Ya no. “Multiorgásmica,” Rosa susurró en un tono bajo y sensual causando otra oleada de felicidad. “Esto confirma: John era mediocre, y tú absolutamente perfecta.” Besó el lóbulo de Alice, luego su garganta, luego se movió para tumbarse a su lado sin moverse de su cercano abrazo. Rosa lucía una sonrisa que Alice no pudo evitar devolver, llena de orgullo, afecto, y alegría, sin embargo una llama de inseguridad brilló en la mirada de Rosa. “¿Ha sido todo lo que esperabas que fuera?” Alice apretó sus brazos alrededor de Rosa, incapaz de estar lo suficientemente cerca. “Ha sido más de lo que nunca habría creído posible.” Una suave mano acarició hacia abajo la columna de Alice, arrullándola a que cerrase los ojos. Solo por un minuto. Rosa dejó besos ligeros como mariposas en sus mejillas, y en ese instante.....envuelta en los brazos de Rosa.....Alice se sintió cuidada de una forma que nunca lo había hecho antes. De una forma que nunca había imaginado sentirse cuidada. O amada. “Gracias por escabullirte conmigo,” Rosa susurró, adormilada. “Por supuesto.” Alice la apretó tan fuerte como sus agotados músculos le permitieron. “Me gustas,” susurró en respuesta. Creo que me estoy enamorando de ti. Pero mantuvo ese pensamiento en silencio, con demasiado temor a decirlo

por si el sentimiento no era mutuo. Buscando una forma de vocalizar la intensidad de sus emociones sin asustar a Rosa, murmuró, “Eres mi persona.” Cuando sintió que el cuerpo de Rosa se tensaba junto al suyo, aunque solo ligeramente, añadió, “En el campamento. Mi persona del campamento.” Después de un momento de compartido silencio, Rosa tiró de ella cerca para darle un breve y sincero fuerte abrazo. “Tú también eres mi persona.” “Bien.” Todavía con los ojos cerrados, Alice rozó con los labios la barbilla de Rosa, luego su boca, y entonces se acurrucó contra su pecho. “¿Podemos descansar un minuto? No mucho. Sé que tenemos que volver, pero.....no quiero moverme todavía.” “Yo tampoco quiero.” Si Alice no estuviera tan soñolienta, podría haberse preguntado más por la vacilación en la voz de Rosa. Podría haberle preguntado en que estaba pensando o sintiendo después de tan íntima experiencia. Podría haber entrado en pánico por lo que sucedería una vez que el campamento hubiese terminado. Pero como lo único que podía hacer era permanecer consciente, apoyó su cabeza contra el pecho de Rosa y escuchó el latido de su corazón, reviviendo todo lo que su nueva amiga acababa de hacerle sentir mientras se dejaba llevar por el sueño más profundo y más pacífico de su vida.

Capítulo Once

Rosa se despertó con una extraña sensación. Una suave y fría presión se deslizaba a través de sus tobillos, entonces le hizo cosquillas en las plantas de los pies. Frunció el ceño sin abrir los ojos, estirando una pierna para empujar la molestia, seguramente el saco de dormir, pensó, después que se le hubiese enredado en las piernas mientras dormía.....antes de que el inconfundible movimiento contra la parte superior de su pie le convenciera de que lo que fuera que le había despertado estaba vivo. Sus ojos se abrieron de golpe y de un salto se puso de pie, tirando a la todavía inconsciente Alice contra el saco de dormir junto a ella, mientras levantaba su pie con puro pánico. Al ver la atemorizante larga serpiente blanca y negra que había estado acurrucada contra los dedos de sus pies solo unos segundos antes, dejó escapar un poderoso y agudo chillido. Alice se despertó bruscamente y miró alrededor de la iluminada habitación con ojos grandes y descentrados. “¿Rosa? ¿Qué pasa?” Rosa agarró el brazo de Alice y señaló. “¡Una serpiente!” Toda la tensión se evaporó del cuerpo de Alice cuando su mirada aterrizó en la nada bienvenida visitante. “Oh, querida.” Todavía desnuda de la noche anterior, se arrastró hacia abajo y cuidadosamente agarró a la serpiente por la mitad de su terriblemente resbaladiza longitud. Utilizando ambas manos, la sujetó de forma que pudiera tener la cabeza bien alejada de su cuerpo. Entonces se levantó y se alejó unos cuantos pasos del saco de dormir antes de volverse a mirar a Rosa. “Es solo una serpiente Rey de California. Es inofensiva, te lo prometo.” “¿Cómo demonios ha llegado hasta aquí arriba?” Rosa se estremeció mientras recogía su camiseta y su sujetador, y se ponía la ropa tan rápidamente como le fue posible. “¡Estamos en el interior! ¡En el piso de arriba!” “Es difícil saberlo.” Alice examinó a la serpiente con cuidado, dándole la vuelta de una forma que casi parecía admiración. “Ha podido venir con nosotras, ¿tal vez vino en el patín? O es posible que haya subido hasta aquí por si misma. Las serpientes pueden ser excelentes trepadoras, en la superficie adecuada.” Rosa se estremeció incluso más fuerte cuando la repulsión recorrió su cuerpo. “Odio las serpientes.” Alice se dio la vuelta, bloqueando la vista de Rosa sobre el reptil, y mirando por encima de su hombro con una comprensiva sonrisa. “Yo recogeré.” Escaneó la zona de almacenaje, al parecer intentando decidir que hacer con su escamosa carga. “La llevaré fuera, pero me gustaría ponerme algo de ropa primero.....” Sus ojos parecieron agrandarse con alarma cuando su mirada se desvió hacia la ventana. “¡Rosa, ha salido el sol!” “Sí.” Ansiosa por acelerar su salida del nido de la serpiente, Rosa terminó de vestirse y comenzó a recoger la ropa de Alice. “Me he dado cuenta cuando me he traumatizado viendo cada detalle de esa criatura molestando en mis tobillos.” “Me refiero a que es completamente de día.” Alice paseó nerviosamente arriba y abajo unos cuantos pasos, todavía sujetando a la serpiente nada feliz en sus manos extendidas. “Es probable que todo el mundo esté despierto ya. ¿Y si se han dado cuenta ya que falta un patín?” Maldiciendo entre dientes, Rosa se arrodilló para enrollar el saco de dormir mientras lanzaba nerviosos vistazos por la ventana cercana para estudiar el cielo. Alice tenía razón. De alguna manera habían dormido hasta pasado el

amanecer, algo por lo que Rosa no había previsto que necesitase preocuparse. Entre su pequeña vejiga, los ocasionales dolores de espalda, y su tendencia de siempre despertarse al menos una vez antes de la salida del sol, había asumido que estaría consciente mucho antes de que fuera necesario regresar al campamento. Con toda honestidad, había esperado poder iniciar una segunda ronda de sexo antes de marcharse, una vez que hubiese tenido la oportunidad de recuperarse en una hora o dos. Desde hacía más de una década, ese había sido su modus operandi con un nuevo amante.....follar, dormir, despertarse, repetir. ¿Cómo había conseguido dormir tan pacíficamente, y durante tanto tiempo, en tan improbables condiciones? “Alice, de verdad que lo siento.” Rosa se puso la mochila en los hombros, agarró el saco de dormir, y se apresuró a darle a Alice su ropa. “Tienes razón. Me dormí. Es culpa mía.” “Ambas nos dormimos.” Alice era consciente de ser la única desnuda. Ruborizándose, hizo un gesto hacia la puerta sin hacer contacto visual. “Deja mis ropas en el suelo y ve abajo. Voy a tener que dejar a esta chiquitina en el suelo antes de vestirme, así que te veo allí en un minuto.” Su mirada se disparó hacia la ventana de nuevo. “Menos de un minuto.” No era difícil detectar el extremo estrés en la voz de Alice. Estaba realmente preocupada por regresar al patín tan tarde. No queriendo empeorar su ansiedad, Rosa hizo exactamente lo que le pidió, sin ningún comentario. Dejó caer la ropa de Alice a sus pies, entonces se ajustó la mochila una vez más y se apresuró hacia la puerta. “¿Preparo el patín y te espero allí?” “Perfecto.” Alice corrió hacia un kayac vacío y se agachó para meter dentro la serpiente. “Ve.” Rosa bajó corriendo las escaleras de dos en dos, no teniendo ningún interés en estar en la habitación mientras la madrugadora visitante estuviera deslizándose libremente. Con el corazón martilleando, exhaló con alivio cuando comprobó que el piso de abajo del embarcadero estaba tan vacío como la noche anterior. Con el sol entrando a través de las ventanas, ya no parecía tan ominoso. A pesar de la seriedad de su situación, Rosa no puedo evitar sonreír al pensar en Alice y todas sus hermosas contradicciones: temerosa de las situaciones sociales, incumpliendo las normas, y en oscuros y acuosos garajes, sin embargo lo suficientemente valiente para coger una inesperada serpiente y conquistar un montón de ansiedades a fin de satisfacer sus más profundas fantasías. Además de todo eso, estaba en posesión de una mente realmente brillante, como nadie con quien Rosa hubiera salido antes.....junto con un coño que sabía a liquida alegría. La euforia de Rosa se desvaneció al llegar al patín y cargar los materiales. Hacía dos años, Alice y ella podría haber seguido de verdad adelante con las cosas. Aunque Rosa siempre había sido todo lo contrario a tímida, salir con alguien con lo problemas de Alice no parecería fuera de toda posibilidad. De hecho, estaba convencida que hubiera sido bueno para Alice, tal vez incluso tan bueno como sospechaba que Alice habría sido para ella. Podría haber empujado a Alice a salir al mundo, ayudarle a hacer nuevos amigos, pasar el tiempo amándola de la manera en que había merecido ser amada desde el principio. Quizás podría incluso haber curado las primordiales heridas causadas por los padres de Alice, especialmente su madre, junto con John, quien con toda claridad nunca intentó hacerla feliz. Hacía dos años, Rosa podría haber sido la

mejor cosa que le hubiera sucedido a Alice, al igual que Alice sin lugar a dudas era una de las mejores cosas que nunca le habían pasado a ella. Pero no ahora. Hoy, tras el violento clamor popular, tras la vergüenza, Rosa no tenía nada que ofrecer a nadie excepto estrés, miseria, humillación, y dolor de corazón. Ni siquiera quería imaginar como reaccionaría Alice a algunas de las amenazas que había recibido en el pasado, o como se sentiría si incluso fuese el objetivo de similares promesas de brutal violación y muerte. Como, precisamente, ese tipo de acoso e intimidación podría empeorar la ansiedad con la que Alice ya estaba luchando tan duramente para superar. Rosa no quería imaginarlo y se negaba a descubrirlo con seguridad. Nunca querría causarle a Alice ese especial tipo de dolor. Rosa no sólo estaba preocupada de que Alice estuviese aterrorizada si salían. Alice seguramente se sentiría avergonzada de estar con ella. ¿Cómo podía Alice, o nadie, soportar salir con alguien cuyo cuerpo desnudo había sido visto por millones de personas sin su consentimiento? Peor que simplemente ser testigo de su desnudez, desconocidos por todas partes del mundo habían visto un acto privado que ella intencionadamente había realizado frente a la cámara, exponiéndose de las formas más lujuriosas posibles.....después había atacado a la industria de los videojuegos por objetivizar y sexualizar a sus personajes femeninos. Consecuentemente, era una mujer cuya cara, nombre, y cuerpo habían sido utilizados en incontables hirientes memes. Un chiste. Denostada por miles de personas, expuesta a millones, dejando de ser una ciudadana privada para convertirse involuntariamente en un hazmerreír. No. Nunca podría arrastrar a Alice a ese lío. Un suave toque en su espalda hizo que Rosa gritase con sorpresa. Se dio la vuelta y se relajó al ver la cara de Alice de pie detrás de ella. Alice lucía una pequeña sonrisa. “¿Lista?” “Sí.” Rosa caminó hacia la parte trasera del patín y apoyó las manos en el borde. “Sube. Empujaré.” Alice le ayudó a empezar el movimiento hacia adelante, entonces se subió por el lateral y fue a su asiento. Tan pronto como el suelo arenoso quedó atrás y el patín comenzó a flotar, Rosa se unió a ella. Las dos pusieron los pies en los pedales y comenzaron a mover sus piernas en silencio, ninguna dijo una palabra hasta estar al menos a cinco metros de la orilla. Finalmente, doliéndole el pecho por como la mañana de después había comenzado, Rosa le dio a Alice una mirada de soslayo y una débil sonrisa. “¿Estás bien?” “Sí.” El tono de Alice era de disculpa, y su expresión permanecía tensa a pesar de la débil sonrisa que consiguió dirigir hacia Rosa. “Lo siento. Solo estoy preocupada por si nos pillan.” Rosa colocó con cuidado una mano en el hombro de Alice. “Todo irá bien, Alice. Incluso si tenemos problemas, yo asumiré la culpa y les diré que fue todo idea mía. Tú puedes marcharte y esconderte. No me importa, de verdad.” Los ojos de Alice se humedecieron inmediatamente, y por un momento, Rosa se preocupó de haber dicho algo mal. Pero entonces Alice la miró con más amor que nadie con quien se hubiera acostado antes.....más incluso que la chica que le había roto el corazón en la universidad.....y se dio cuenta que había dicho exactamente lo correcto. Y, oh tan traicionero, si verdaderamente intentaban separarse de forma casual al día siguiente. Sin disminuir su pedaleo, Alice tocó

la cara de Rosa, una amorosa caricia que momentáneamente hizo que tuviera dificultades para respirar. Temerosa de lo que pudiera decir, Rosa se apresuró a cortar a Alice antes de que pudiera hablar. “Esperemos que todo el mundo siga desayunando y podamos entrar sin ser detectadas.” “¿Cómo tú entraste en mí anoche?” Alice murmuró, en un impropio tono sexual y comportamiento. Parecía que el consuelo de Rosa había pulsado un interruptor, permitiéndole reflexionar sobre la razón por la que se habían escabullido en primer lugar. Alice se mordió el labio, claramente saboreando el recuerdo del momento de la penetración a pesar de su situación actual. “Aunque, créeme, tu distabas mucho de no ser detectada.” Abandonando su cautela a la estela de la atrevida muestra de deseo de Alice, Rosa dijo, “Estabas tan apretada.” Se permitió revivir el sabor de Alice, restos que todavía permanecerían por toda su cara. “Y tu coño sabía tan bien.” Como era de preveer, Alice se ruborizó ante su contundente lenguaje, y joder, Rosa adoraba su bonita cara con las mejillas rojas. “¿De verdad?” “Absolutamente delicioso.” Rosa ralentizó sus pies para permitir que el patín girase hasta señalar directamente hacia el distante muelle, luego aceleró de nuevo. “Te lo comería de nuevo de corazón. De hecho, me pondría de rodillas ahora mismo si no tuviéramos tanta prisa.” Durante un segundo el ritmo de Alice flaqueó, pero se recuperó rápidamente. “Deja de tentarme para meternos en aún más problemas.” Rosa sonrió con nostalgia. “Así es como soy.” Se quedaron en un cómodo silencio mientras pedaleaban atravesando el lago. Cuando se acercaban a la orilla opuesta, el corazón de Rosa se hundió al ver una indistinguible figura de pie en el muelle de los patines, observando como se aproximaban. Al parecer Alice tenía razón. Estaban en problemas. Un punzante temor se deslizó y retorció en el estómago de Rosa como la serpiente en el embarcadero. No es que estuviera preocupada por ella.....podría soportar ser regañada.....pero odiaba pensar que Alice tuviera que soportar un montón de incomodidad por lo que ella había hecho. Rosa tragó con dificultad. “Lamento lo que sea que pase a continuación.” “Sin disculpas.” La mano de Alice aterrizó en la suya, agarrándola firmemente. “Fue decisión mía coger el patín. Quería desesperadamente que lo de anoche sucediera, así que corrí el riesgo. Luego me dormí, al igual que tú. Si tú no nos hubieras despertado, podría haber seguido durmiendo durante otra hora o más.” Su voz se suavizó. “La noche pasada realmente me destrozó.” Rosa entrecerró los ojos hacia la figura en el muelle que empezaba a tomar forma: una consejera rubia que parecía tener los brazos cruzados sobre el pecho. “No debería de haberme quedado dormida.” No había sido su intención, pero la paz y el santuario del abrazo de Alice le habían arrullado a un bienaventurado sueño contra su voluntad. “Debería de haber sido más cuidadosa.” Los dedos que cubrían sus nudillos se tensaron. “No lo hagas, por favor.” Alice intentó parecer despreocupada, pero el temblor en su voz hizo evidente su creciente ansiedad. “Has dicho que todo iba a ir bien.” Consciente de que su autorecriminación solo estaba haciendo que Alice se sintiera peor, Rosa exhaló largamente. “Irá. Lo manejaré.” Comparado con todo por lo que había pasado durante los últimos dieciocho meses, el pensar en tener que lidiar con una furiosa consejera del campamento.....Marcia, reconoció, la

excesivamente dicharachera.....ni siquiera le hacía empezar a sudar. Lo que le molestaba, y lo que simplemente no podía soportar, era ver a Alice sufrir y saber que ella era la causa. “Cuando lleguemos al muelle, sal del patín y márchate. Yo me llevaré la reprimenda y me reúno contigo en el desayuno.” “No, no lo.....” Incluso sin mirar, Rosa pudo oír como Alice reunía todo el valor que poseía. “Me quedaré contigo. No te abandonaré así.” “Pero puedo manejarlo.” Rosa bajó la voz cuando estuvieron cerca del muelle, no queriendo que Marcia, quien ahora parecía extremadamente impaciente, escuchase la conversación. “Tú no puedes.” Alice se mofó y soltó su mano. “No me digas lo que no puedo manejar.” Rosa se encogió interiormente por el dolor tras las palabras de Alice, una profunda emoción que nunca había querido infligir. “Lo siento, yo solo.....” “Quieres protegerme,” Alice murmuró. Le sonrió a Rosa, sus ojos resplandeciendo con una mezcla de temor y euforia. “Pero puedo cuidar de mí misma. Honestamente.” El tono enfadado en la voz de Marcia, normalmente jubilosa, silencio cualquier respuesta que Rosa pudiera haber ofrecido. “Buenos días, señoras.” Rosa esperó la reprimenda, pero cuando no llegó, respondió con un simple, “Buenos días para ti también.” Marcia lucía una sonrisa de labios apretados mientras pedaleaban hasta estar a su lado, y se puso de rodillas para ayudarles a amarrar el patín al muelle. “Es curioso, porque recuerdo haberos visto a las dos en la ceremonia de inauguración del jueves por la tarde cuando yo expuse las normas del Campamento Rewind.” Rosa le lanzó una mirada de soslayo a Alice, quien estaba sentada en silencio, su cara de un rojo brillante y sus ojos mostrando vergüenza. Estaba claro que a pesar de la determinación de Alice a permanecer a su lado en esta reprimenda, Rosa tendría que hablar por las dos. “Lo siento mucho. No fue mi intención estar fuera toda la noche.....” “Todos los patines fueron contados al atardecer ayer antes de la hoguera.” Marcia apretó el hábil nudo que había hecho, entonces le ofreció a Alice su mano para ayudarle a salir del patín. “Lo que significa que debéis de haber cogido este patín después del anochecer. Puesto que ambas asististeis a la ceremonia de inauguración y por lo tanto me escuchasteis leer las normas, solo puedo asumir que erais conscientes de estar rompiendo más de una norma haciendo esto.” “Me disculpo.” Rosa no tenía planeado defenderse, solo aceptar el castigo de la forma en que llegase. “Fue idea mía, completamente, y nunca pretendí.....” “Que te pillasen,” dijo Marcia, escuetamente. “Estoy segura de que eso es verdad.” Se estiró hasta la zona de almacenaje del patín y recogió el saco de dormir y la mochila llena de equipamiento. “Bueno, ciertamente habías llevado cosas para una excursión de pasar la noche.” Rosa frunció el ceño, consecuencia del tono interrogante y condescendiente de Marcia. Alice parecía dispuesta para saltar al lago y escapar de la reprimenda, lo que hizo que Rosa desease que hubiera seguido su consejo de simplemente salir corriendo. Suspirando, salió del patín subiendo al muelle para estar en mejores condiciones de enfrentarse a la consejera. “Quería llevar a mi amiga a mirar las estrellas lejos de la bebida y el ruido. El saco de dormir era para tener un sitio donde tumbarnos sobre el duro suelo mientras mirábamos al cielo. Teníamos la intención de regresar con el patín inmediatamente, pero después de una hora o así allí fuera, nos quedamos dormidas por accidente. Eso es todo.”

“Uh-huh. Mirar las estrellas, ¿de verdad?” Marcia miró a ambas de arriba a abajo como si intentase juzgar sus verdaderas intenciones. “¿Podéis imaginaros chicas lo que es despertarse con la noticia de que no sólo han desaparecido dos de mis campistas, si no también un patín?” Alice bajó tanto la cabeza que su pelo negro cubrió su cara y escondió sus rosadas mejillas. La visión desgarró a Rosa, sacando a relucir sus instintos de protección. En lugar de sentirse intimidada, Rosa echó hacia atrás sus hombros y, en un tono uniforme, dijo, “Mira, Marcia, todos somos adultos aquí. Cogí un patín cuando no debería haberlo hecho, me quedé fuera más tiempo del que debería, y ahora estoy intentando responsabilizarme y disculparme para que podamos todos pasar página. Dame a mí la sanción, los trabajos forzados, o cualquier castigo que consideres apropiado, pero por favor deja de regañarnos. Ya hemos pasado la suficiente vergüenza, ¿no crees?” Deseando que Marcia mostrase algo de compasión, hizo un sutil gesto hacia Alice, quien estaba temblando, sus estrechos hombros hundidos. “Esto ha sido culpa mía. Si quieres echarme del campamento, me marcharé. Solo dime lo que quieres.” Marcia parecía desconcertada por su franqueza. Abrió la boca pero no salió ningún sonido de ella. Después de un momento, se aclaró la garganta y sus rasgos perdieron el duro borde. “Es una cuestión de responsabilidad. ¿Lo entiendes?” “Completamente.” Rosa hizo contacto visual para que Marcia pudiera ver y oír su sinceridad. “Te juro que nada como esto volverá a pasar otra vez.....si se me permite quedarme.” No le pasó por alto la alarma que cruzó por el rostro parcialmente oculto de Alice en respuesta a la sugerencia de que Rosa pudiera ser expulsada del Campamento Rewind. Rosa compartía su angustia por ese pensamiento. Una vez que se marchase del campamento, su tiempo juntas se habría terminado. En el mejor de los escenarios, Rosa se quedaría y tendrían unas treinta horas más para saborear su conexión antes que se desvaneciese en el mundo de los amargos recuerdos. Pero si Marcia hacía que se fuese ahora, intercambiarían despedidas en el transcurso de una hora, lo que parecía demasiado pronto después de todo lo que habían compartido la noche anterior. Lamentablemente, probablemente significaba que su separación ya estaba desde hacía tiempo predestinada. Con las entrañas revueltas, Rosa se negó a romper el contacto visual con Marcia mientras esperaba su veredicto. Si era expulsada del campamento, al menos no tendría otra mágica noche para enamorarse de Alice Wu y afilar la agonía de lo inevitable. Sin embargo sabía que Alice se sentiría decepcionada, si no devastada, por el rápido cambio y decisiva ruptura, que probablemente se produciría en el aparcamiento después de cargar su coche. Rosa tampoco quería eso. De acuerdo que ambas experimentarían dolor cuando finalmente llegase el momento de decirse adiós, de una u otra manera. Era una simple cuestión de tiempo. Ninguna de las opciones ante ella parecían atraerle en lo más mínimo, salvo la fantasía de continuar viendo a Alice a pesar de su jodida vida y que nadie sufriera ninguna de las terribles consecuencias. “Puedes quedarte,” dijo Marcia, mirando de un lado a otro entre Alice y ella. “Ambas. Pero ningún privilegio más con los patines, para ninguna, por lo que queda de fin de semana.” “Eso es justo,” Alice respondió en un susurro, que Rosa sospechaba solo sus oídos habían detectado.

“Muy justo,” se hizo eco Rosa. “Gracias.” “Oh, no he terminado todavía.” Marcia les dio una melosa sonrisa, y Rosa tuvo que esforzarse para que su nariz no se arrugase en respuesta. “Como estoy segura que ambas sabéis, hoy es día de campo.....’Día de campo de borrachera’, como algunos de los campistas suelen llamarlo, por razones evidentes.....y nos vendría bien algo de ayuda atendiendo el puesto de refrescos. Puesto que ambas disfrutáis estando alejadas de la bebida y el ruido, de todas formas, estoy segura que no os importará hacer el primer turno. Todo lo que tenéis que hacer es entregar botellas de agua, distribuir toallas entre la gente que participe en la batalla de globos de agua y en el concurso de comer sandía, y recoger la basura tirada por la zona.” “Muy bien.” El estómago de Rosa se hundió al saber que tal castigo implicaba una sociabilidad que sería una pura tortura para Alice, y no terriblemente divertido para ninguna de las dos, tampoco. La tarea le pondría en contacto con casi toda la población del campamento, aumentando enormemente el riesgo de ser reconocida por cualquier experto en internet del tipo jugador. Lo último que quería era que Alice estuviera allí mismo a su lado si lo peor sucedía. “Puedo hacer eso, pero por favor.....coger el patín fue exclusivamente idea mía, y Alice es súper tímida. ¿Tal vez podrías dejarla a ella fuera de esto?” “No, está bien.” Alice habló tan suavemente que Rosa tuvo que estirarse para oír. “Trabajaré en el puesto con Lila.” “¡Genial!” Marcia dio una palmada, luego las dirigió hacia la orilla. “El desayuno acabará en treinta minutos, así que sugiero que vayáis corriendo y toméis algo de comer. Os presentareis a la Consejera Sandy en el campo principal de deportes a las diez cuarenta y cinco, en el claro detrás del campo de tiro con arco. ¿Sabéis dónde es?” “Sí, señora.” Llegado este punto Rosa estaba encontrando dificultades para mantener alejado su agrio humor de su tono. Seguía intentándolo únicamente por el bien de Alice. “Allí estaré.” “Excelente. Ahora correr, mis pequeñas delincuentes.” Marcia le guiñó un ojo a Alice, paternalista hasta el final. “Tenéis un día ocupado por delante.” La empatía de Rosa le instó a no mantener allí a Alice ni un segundo más. Cogiéndole la mano, Rosa la alejó de Marcia tan rápido como sus pies lo permitieron. Con un visible esfuerzo, Alice levantó la cabeza y se apartó el pelo de la cara con su mano libre, dando lentas y deliberadas respiraciones en un claro esfuerzo por calmar sus nervios. Una vez que estuvieron fuera del campo de visión de Marcia y solas entre los árboles, Rosa tiró de Alice para que se detuviera. Sujetó a Alice por los hombros y la miró a los ojos, intentando determinar como exactamente de mal ella había estropeado las cosas. Había sido el tipo de interacción que Alice siempre había intentado evitar cumpliendo las normas. De no haber sido por Rosa, ella no habría tenido que soportar los incisivos comentarios de Marcia o recibir un castigo que parecía expresamente diseñado para atormentarla. Incluso aquí en el campamento, Rosa se las había arreglado para inyectar un innecesario drama y agitación a la tranquila existencia de Alice. Prueba de que realmente era venenosa para aquellos que le importaban. “¿Estás bien?” Alice preguntó, robándole la pregunta a Rosa de los labios. “Pareces verdaderamente molesta.” Rosa se rió impotente, su mente girando ante la inversión de papeles y su tumultuoso estado emocional. “Iba a decirte lo mismo.”

“Estoy bien.” Alice la miró fijamente, con desnuda preocupación pintada a través de su rostro. “Que me griten no es precisamente divertido, pero sobreviviré.” Rosa acarició tiernamente la mejilla de Alice. El calor remanente, por la vergüenza que Marcia sin esfuerzo había inducido, abrasó los dedos de Rosa, quemando su conciencia con una furia que le hizo sentir náuseas. “Desearía que me hubieses dejado manejar esto. Deberías de haberte marchado, como te dije.” “Primero de todo, no estoy segura que Marcia lo hubiera permitido. Nos estaba regañando a las dos, y si yo simplemente me hubiese marchado durante su sermón, estoy convencida que habría sido mucho peor. Para mí y para ti.” Ella tenía razón, por supuesto, pero Rosa no podía dejar de sentirse culpable por haber puesto a Alice en una situación que podía desmoralizarla así en primer lugar. Furiosa consigo misma, con Marcia, incluso con Alice, Rosa dijo, “Nunca deberíamos de haber cogido ese patín. Fue una idea estúpida.” Se dio la vuelta para marcharse airada hacia la cafetería, pero Alice le agarró de la muñeca antes de que pudiera marcharse. “Rosa, espera.” Cuando Rosa se negó a darse la vuelta, Alice se puso frente a ella, inclinando la cabeza para hacer contacto visual. “Recuerdas que en realidad coger el patín fue idea mía, ¿verdad? Yo fui quien hizo la sugerencia inicial, al menos. No estoy diciendo que no fuese una estupidez, pero.....en serio, deja de castigarte.” Alice dudó, y luego después de un momento, añadió, “En cuanto a mí respecta, todo ha merecido la pena. Anoche fue la experiencia más grande de mi vida.....hasta ahora.....y ha merecido completamente meterse en problemas. ¿De acuerdo?” Rosa asintió, sorprendida por lo difícil que le resultaba apartar la mirada de los penetrantes ojos de Alice. “Me alegra que pienses eso.” “¿Qué piensas tú?” Alice preguntó, y por un segundo el corazón de Rosa cayó ante la contundente pregunta, hasta que Alice dijo, “Sobre tener que trabajar en el puesto de refrescos esta tarde. He visto la mirada en tu cara cuando Marcia lo ha sugerido. Dadas tus preocupaciones por ser reconocida, asumo que te molesta estar justo en medio de la acción.” “No es un gran problema,” Rosa mintió. “Incluso aunque alguien piense que me conoce, lo más probable es que no ubiquen mi cara. En caso de que estén equivocados, quiero decir.” Consiguió soltar una risita desganada mientras se imaginaba reviviendo una situación humillante en la que ya se había encontrado antes. Más de una vez. “Eso sería un poco incómodo, ¿no crees? ‘¿Oye, no eres tú esa que se masturbaba en el vídeo viral?’” Intentó ignorar la sorpresa que momentáneamente cruzó por la cara de Alice, no queriendo verse tentada a interpretar su significado. “De todos modos, estoy segura que todo irá bien. Incluso aunque alguien diga algo, soy una adulta. Puedo manejarlo.” La barbilla de Alice tembló durante un breve momento, el tiempo suficiente para que Rosa lo viera. “Rosa, honestamente, por qué no me dejas.....puedo cumplir el castigo yo sola. Le diré que te has puesto enferma y que has tenido que tumbarte un rato.” “No seas ridícula.” Alice parpadeó, claramente herida por la brusca respuesta de Rosa. “Lo digo en serio.” Rosa cerró los ojos, tanto afectada como frustrada por la oferta. Preferiría morir a permitir que Alice asumiera su carga, pero lo significaba todo que incluso considerase dejar de lado sus propios temores para proteger a Rosa de cualquier

daño. “No, cariño,” murmuró, el apelativo cariñoso escapando de sus labios sin pensar. “Nunca te pediría que hicieras eso.” “No me lo estás pidiendo. Te lo estoy ofreciendo.” Rosa temía abrir los ojos convencida de que se derramarían las lágrimas por el tono serio de Alice. “Lo sé. Aun así no voy a permitir que sufras pasando por esto sola.” Esnifando, se pasó una mano por la cara y miró a Alice con una sobria expresión. “Lo que más me ha molestado de la elección del castigo de Marcia es saber lo mucho que odias ser obligada a interactuar con otras personas toda la tarde. Es por eso que le pedí que te dejase al margen. Así que de verdad, tanto como agradezco tu dulce oferta.....” “Entendido.” Alice dio un dubitativo paso al frente y abrió sus brazos. “Para que conste, no hubiera querido quedarme al margen de esto, porque eso significaría pasar menos tiempo contigo.” El pecho de Rosa se hinchió hasta sentir como si su corazón pudiera explotar. Se sentía alentada por el comentario, especialmente por la forma en que parecía reconocer la corta existencia de su amistad, y la pared que había estado intentando levantar durante la mañana se desmoronó un poco. Atrapada entre disfrutar de su último día completo juntas y preparar su corazón para la inminente separación, sin embargo le resultaba imposible no darle a Alice un fuerte y emotivo abrazo. Derrotada por el momento, murmuró, “Yo también lo habría echado de menos.” Alice se relajó notablemente y se apoyó contra el pecho de Rosa mientras dejaba un rastro de suaves besos a lo largo de la línea de su mandíbula hacia el punto justo detrás de su oreja. Hizo una pausa para respirar, “Siempre que estés conmigo, estaré bien.” Rosa se encogió interiormente, no queriendo verse a sí misma como una especie de salvadora. No cuando era todo menos eso. “Es por estar conmigo por lo que estás en problemas después de todo.” Alice suspiró, entonces murmuró, “Sabes, simplemente podemos marcharnos del campamento. Nadie puede obligarnos a quedarnos.” Asustada por la implicación de la sugerencia de Alice, Rosa terminó con su descontento verbal por sus planes para la tarde. Todavía no estaba preparada para tener una dura conversación sobre por que no podían marchase juntas del campamento, particularmente porque temía engañarse así misma durante el resto de la única mañana de después.....por no mencionar el único sábado.....que nunca compartirían. Conjurando una sonrisa que esperaba pareciese más calmada de lo que se sentía, Rosa se echó hacia atrás para poder ver la cara de Alice. “No, nos quedaremos. No estoy preparada para irme a casa todavía.” Cuando Alice abrió la boca para responder, Rosa agarró su mano y entrelazó sus dedos, guiándolas en dirección a la cafetería. “Vamos. No quiero perderme el desayuno. Tengo un apetito voraz por el ejercicio de anoche.” Alice apretó la mano de Rosa, igualado su paso para permanecer cerca a su costado. “Es curioso, cuando estaba tumbada, parecía que tenías un montón para comer.” Rosa gimió, otra vez desprevenida ante el nuevo malvado sentido del humor de Alice. “Te has vuelto una completa descarada boca sucia, ¿no?” “Gracias a ti.” Alice balanceó sus manos unidas en una espontánea explosión de júbilo. Parecía haberse recuperado ya de su anterior encuentro con Marcia, lo que era más que un poco sorprendente. Impactante podría ser una palabra mejor. Solo dos noches antes, Alice apenas había formulado una frase completa

en presencia de Rosa. La maña después de eso, salió corriendo a esconderse durante casi una hora antes de reticente volver a participar en la conversación. Ahora, después de una noche de verdaderamente un sexo tremendo, Alice de alguna manera se había transformado en una animosa y vivaz ligona. Incluso aunque esta nueva y mejorada Alice se mostraba solo ante los ojos de Rosa, su juguetona actitud representaba un enorme avance. Gracias a mí. Rosa intentó no pensar en como se sentiría Alice cuando tuvieran que separarse, mientras que a la misma vez se preguntaba como, exactamente, Alice se sentía sobre el hecho de que más de la mitad de su fin de semana juntas hubiese terminado. Era posible que Alice no quisiera tener nada que ver con ella en absoluto después de mañana, incluso aunque sus palabras y acciones parecían indicar lo contrario. En realidad, Rosa no podía entender que Alice estuviese totalmente calmada ante la perspectiva de intercambiar abruptas despedidas con la primera amiga real que nunca había hecho, mucho menos con la mujer que se había llevado su virginidad lésbica.....y, en el proceso, quien le había proporcionado sus primeros orgasmos no auto inducidos que nunca había experimentado. La largamente bullendo aprehensión de Rosa explotó en un auténtico terror cuando se dio cuenta de lo terrible y dolorosamente egoísta que había sido por su manipulación de Alice Wu. En su afán por recuperar tiempos más felices, más sencillos para ella, había jugado con las emociones de una mujer que parecía por descontado querer más de lo que ella actualmente podía ofrecer. Incluso aunque Alice todavía no le hubiese pedido nada más allá de un simple fin de semana de diversión, Rosa estaba repentinamente, horrorosamente segura que una petición de más.....en cualquier forma que pudiese adoptar.....era prácticamente inevitable. ¿Realmente había esperado que Alice estuviera satisfecha con una brusca terminación de cuatro días de amistad después de toda una vida de infeliz soledad? ¿Con una aventura rápida, trascendente, y después regresar voluntariamente al celibato? Alice parecía extremadamente alegre esta mañana, a pesar de su malograda aventura, casi como si fuera una persona diferente. Rosa intentó imaginar si la recién descubierta confianza de Alice continuaría incluso después que ella se viese obligada a rechazar una hipotética petición de llevar su relación al mundo real. Se imaginó que sería un duro golpe para Alice, ser desechada después de un fin de semana de intimidad física y estrecha amistad. Cielos, sería un duro golpe para Rosa, y estaba acostumbrada a ser tratada de esa manera. Mierda. Rosa intentó no dejar que su desesperación interior se mostrase en su cara. ¿Qué he hecho? Completamente inmersa en el centro del lío que había creado, no tenía ni la más mínima idea de como organizar una limpia vía de escape. Y después de la terrible culpabilidad que había vuelto a sentir en el muelle al ver la mortificación de Alice, parecía más claro que nunca que una ruptura definitiva era lo más correcto, incluso aunque destrozase el corazón de Alice en el proceso. Convertirse en parte de la trágica existencia de Rosa significaría con seguridad humillación y terror, por quién sabía cuantos años, y simplemente no podía permitir que nadie pasase por ello, especialmente Alice. Terminar limpiamente con su asociación era la única solución, si es que se preocupaba por esta mujer en lo más mínimo. Lamentaba profundamente que su estúpido egoísmo hubiese dado lugar a una situación en la que causarle un tremendo dolor a Alice era

inevitable, pero mañana mejor que más tarde. Mejor que después que se enamorasen. Tenía que serlo.

Capítulo Doce

En cierta forma, Alice se sentía aliviada por ahora tener una intrínseca excusa para saltarse las payasadas físicas y la hilaridad del día de campo de borrachera. Distribuir agua y toallas a los campistas hasta ahora solo levemente embriagados no era estresante, y realmente participar en una alegre carrera de tres piernas o una pelea de globos de agua habría sido mucho peor. Avergonzada por la tosquedad de un par de campistas masculinos que estaba parados cerca piropeando a un trio de mujeres cuyas camisetas de tirantes habían quedado empapadas por errantes globos, Alice obstinadamente centró su atención en el montón de toallas secas que acababa de volver a doblar, luego en la inusualmente silenciosa presencia de Rosa a su lado. Sentía que algo le estaba molestando a Rosa, pero cada intento que había hecho por interesarse por su estado había sido rechazado inmediatamente. Por ahora, Alice había detectado un constante y bajo nivel de tensión entre ellas que no había existido con anterioridad esta mañana, aunque no estaba completamente segura de que lo había causado. Tal vez simplemente se ha cansado de mí. Alice estaba preocupada, y no por primera vez. Ha obtenido lo que quería, ¿cierto? Quizás es demasiado educada para decirme que le gustaría que le dejase sola para así poder intentar echar un polvo con alguien más antes de que el fin de semana terminase. Tanto como no quería creer que eso pudiera ser verdad.....no lo crecía, de hecho, en absoluto.....los cada vez más frecuentes incómodos silencios, junto con lo que parecía la reticencia de Rosa a tocarla, estaba comenzando a parecer significativo de una manera que dejaba a Alice completamente perturbada. Al principio había pensado que era el temor de Rosa a ser reconocida en el puesto de refrescos lo que había causado su extraño estado de ánimo, pero Alice ya no podía convencerse de que el riesgo a la exposición fuese el único problema de Rosa. Alice era el problema. Podía sentirlo, incluso aunque no estuviese segura de que había hecho mal. Lógicamente, sabía que incluso aunque Rosa no quisiera verla de nuevo después de mañana, o incluso después de esta mañana, eso necesariamente no significaba que hubiese dado un paso en falso de cualquier manera. Rosa nunca había insinuado que su aventura fuese nada más que algo casual, un rollo a corto plazo, lo más probablemente porque eso era exactamente lo que ella quería que fuera. ¿Pero y si eso no era lo que Rosa quería? Una pequeña voz de esperanza surgió desde lo más profundo de su interior, done Alice guardaba todas sus imposibles esperanzas y sueños. ¿Y si se está comportando de forma tan extraña porque odia pensar en decir adiós tanto como yo lo hago? Desafortunadamente, Alice tampoco estaba segura de que esa fuese la explicación correcta. No después de la forma en que Rosa había sido tan dura consigo misma desde el momento en que se habían despertado en el embarcadero. Secretamente, sospechaba que Rosa seguía castigándose por su robo frustrado y las consecuencias ocasionadas. No solo eso, si no que parecía convencida de ser mala para Alice. A pesar de los múltiples intentos de argumentar lo contrario, Rosa al parecer había llegado a la conclusión de que su efecto en la vida de Alice era negativo. ¿Pero por un patín robado? ¿Por una simple, aunque humillante, llamada de atención? Alice quería preguntarle directamente por el tema, pero no mientras estuvieran rodeadas de las risas y

jolgorio de sus compañeros. Comprobando su reloj de pulsera que había comprado especialmente para el campamento, Alice gruñó entre dientes al darse cuenta que solo habían pasado treinta minutos de sus tres horas de castigo. “Si necesitas tomar un descanso, por favor siéntete libre.” Rosa no apartó la mirada del vaso de agua que estaba sirviendo a un sudoroso y agradecido hombre que continuaba gritando con fuerza ánimos a los dos equipos restantes en la pelea de globos de agua. “Yo me encargo de esto.” Alice frunció el ceño ante lo que estaba empezando a parecer un patrón de Rosa alentándola a que se marchase. O Rosa quería terminar con su amistad y quería que desapareciera de su vista ahora, o no quería que Alice estuviera alrededor por si alguien le mencionaba su fama en internet, o, más inocentemente, simplemente quería ahorrarle a Alice una tarea que tenía que reconocer no estaba disfrutando en lo más mínimo. No importaba la motivación de Rosa, Alice no quería irse. Odiaba pensar en perderse un solo momento del tiempo que les quedaba en el Campamento Rewind, porque cada vez más y más parecía que las próximas veintisiete horas eran todo lo que tendría con Rosa. “No, estoy bien.” “Vale.” Cuando el cliente se marchó con su agua, todavía gritando, Rosa le lanzó a Alice una breve sonrisa. “¿Aguantando?” “Totalmente.” Alice forzó una gran sonrisa. Cuando una aclamación surgió de la multitud que rodeaba los lanzadores de globos de agua, resistió la urgencia de mirar hacia la agitada escena, no queriendo agudizar el malestar que ya sentía sobre su interacción con Rosa, más tensa de lo normal. Algo iba mal, definitivamente. “Lila,” dijo, consciente de su entorno. “¿Puedo preguntarte algo?” Rosa lanzó una mirada en esa dirección antes de finalmente, con reticencia, mirarle a los ojos. “Claro.” Alice se mordió el labio, repentinamente convencida de haber malinterpretado completamente todo en su relación. ¿Cuándo alguien intenta deshacerse de ti, no suele hacerlo de forma educada? Dando una profunda respiración, preparó su corazón para un golpe demoledor. “¿Te estoy molestando? Quiero decir..... ¿Quieres que te deje en paz?” Los rasgos de Rosa se suavizaron, y por un momento, fue una vez más la mujer que Alice había comenzado a considerar como una verdadera amiga. Lo que no era algo inteligente de sentir por alguien que había conocido en un campamento para follar, ciertamente, pero su tiempo juntas había liberado el corazón de Alice en todas sus formas. Sin lugar a dudas había empezado a importarle Rosa. Alice ni siquiera quería.....o no sabia como.....intentar cambiar eso. Sonriendo amablemente, Rosa murmuró, “No, Alice. No quiero que te marches.” Una esquina de su boca se levantó en lo que parecía reticente diversión. “Eres mi persona del campamento. ¿Recuerdas?” Alice quería decirle a Rosa que no le importaría ser más que su persona del campamento, pero no era una buena idea, y definitivamente no el momento adecuado. Honestamente, podría nunca haber un momento adecuado para hacer tal clase de proclamación, pero Alice imaginaba que sería mejor correr el riesgo mañana cuando se despidieran que hacerlo cuando todavía les seguía quedando toda una noche por delante. Tal vez tuviese la oportunidad de estar a solas con Rosa otra vez, incluso aunque no estaba segura de donde podrían encontrar la privacidad suficiente para hacer todo lo que quería hacer. Tal vez

se deshiciera de su necesidad de privacidad por completo, musitó, si la alternativa era no volver a experimentar nunca el sabor y la sensación del cuerpo de Rosa otra vez. Comenzó a decirle a Rosa eso, esperando seducirla con la promesa de más placer si solo se quedaba cerca un poco más, cuando llegaron los siguientes clientes. Enid sonrió felizmente dentro del abrazo, a un brazo, de Bree, saludando con la mano mientras se acercaban al puesto. “Hola, señoras.” Alice le devolvió la sonrisa con facilidad, menos intimidada por la gregaria mujer mayor que de la mayoría de los otros campistas. “Hola, Enid.” Desvió su atención hacia Bree cuando un instintivo rubor cubrió sus mejillas. “Bree.” “Tímida Alice, Sra. Lila, ¿qué pasa?” Bree dejó caer su mano para palmear el culo de Enid. “Mi chica aquí y yo acabaos de ganar la guerra de globos de agua. Resulta que Enid tiene un brazo sorprendentemente fuerte, entre otras muchas atrayentes habilidades.” “Felicidades,” Rosa dijo, entregándole a cada mujer un vaso frío de agua. “Por ambas cosas.” “Oh, gracias.” Bree vació el contenido de su vaso cuando un hombre que Alice reconoció como Derek.....al que Rosa había señalado con anterioridad como unos de sus pretendientes de la primera mañana de campamento.....se acercó al puesto, completamente empapado de cintura para arriba. Al verle, la cara de Bree se iluminó. “Oye, mira. Aquí viene el del segundo puesto.” “Ja ja.” Derek le dio a todo el grupo una sincera sonrisa mientras se sacudía el agua de su corto cabello negro. “Vosotras dos érais una dura competencia. Eso lo admito.” Rosa se estiró a través de Alice para entregarle a Derek una toalla seca pulcramente doblada. “Mejor montando que lanzando, por lo que veo.” Bree sofocó una risa ante lo que Alice asumió era una obscena insinuación, aunque no entendía completamente su significado. “Pon eso en tu perfil de citas en internet.” Cuando Enid se rió detrás de su mano, Derek le dio a Rosa una engreída reverencia, seguro de sí mismo. “A decir verdad, nunca he tenido ninguna queja sobre nada de mi repertorio.” “Apuesto.” Rosa le guiñó un ojo, pero en lugar de sentirse celosa en cualquier forma, Alice solo sintió admiración por los fáciles modales de Rosa con la gente, y orgullosa de haber logrado capturar la atención de tan extraordinaria alma a pesar de su propia torpe naturaleza. “¿Pero imagino que los globos de agua no son una parte normal de tu repertorio?” El grupo se rió cuando Derek estuvo de acuerdo con un exagerado suspiro. “Una nueva habilidad que perfeccionar, evidentemente.” “Solo si quieres ganarte el corazón de las mujeres fácilmente impresionables por todas partes,” dijo Bree. Viendo una oportunidad para participar, Alice suministró un hecho divertido. “En la antigua Grecia, las mujeres jóvenes en edad de casarse eran ocasionalmente ofrecidas como premios en todo tipo de competiciones. Una práctica terrible, por evidentes razones, lo que probablemente solo rara vez se daría para la habilidad requerida para tirar un globo de agua con precisión y atraparlo con el apropiado cuidado.” Dejó de hablar abruptamente, consciente de cuantas palabras acabada de decir y lo ridículas que debían haber sonado. Todavía con un natural subidón por las pasadas doce horas.....incluso aunque el porro que había llevado consigo la

noche anterior seguía sin encender.....Alice revirtió sus instintos habituales y continuó hablando ante la posibilidad de que algo que valiese la pena pudiese salir. “Pero de todos modos, yo no me molestaría en perfeccionar tus habilidades de lanzamiento. Siempre hay algo que decir sobre el atractivo de un torso masculino mojado cuando se trata de ganar el corazón de una mujer, fácilmente impresionable o no.” Derek sonrió enseñando sus dientes antes de poner una pose de culturista con su camiseta mojada, el delgado algodón pegado a sus vagamente definidos músculos pectorales. “Cierto, hermana.” Él dio paso a una menos que sutil inspección, escaseando a Alice de arriba a abajo, y disolviéndose en una suave sonrisa cuando finalmente la miró a los ojos. “Me gustas. ¿Cómo te llamas? ¿Y disfrutas de un buen lanzamiento (Juego de palabras entre lanzar y hacer una paja) de vez en cuando?” Rosa se movió al lado de Alice, envolvió un brazo alrededor de su cintura y tiró de ella cerca. “A mí también me gusta. Mucho.” Calentada por la demostración de posesión solo porque significaba que a Rosa le seguía importando, Alice intentó no dejar que su satisfacción afectase demasiado a la conciliadora sonrisa que le dio a Derek. “Mi nombre es Alice. Y sí, lo siento, estoy pillada.” Dudó, paranoica de haber asustado a Rosa con su atrevida declaración. Luchando por mitigar cualquier daño que pudiera haber causado, añadió, “Al menos durante el resto del fin de semana.” Rosa se tensó casi imperceptiblemente cuando Derek le dio a Alice una amistosa sonrisa teñida de esperanza. “Bueno, eso no suena como un total rechazo.....” Él retrocedió del puesto, todavía frotando con la toalla su pelo mojado. “Creo que os dejaré un rato mientras continuo. Os veo después, damas.” Lanzó una sonrisa de despedida en dirección a Alice. “Alice, ha sido un placer conocerte.” Alice solo pudo inclinar la cabeza, demasiado tímida para manejar una respuesta verbal mientras Enid y Bree la miraban fijamente. Una vez que Derek estuvo fuera del alcance del oído, Alice se volvió hacia Rosa y dijo, “Tienes razón, Lila. Es un ligón total.” “Estoy bastante segura que has sido tú quien ha comenzado a flirtear.” El tono de Rosa era difícil de interpretar. O estaba impresionada con Alice, o enfadada, o posiblemente una combinación de ambas cosas. “Claramente sabes jugar mejor de lo que dejas ver.” Enid y Bree intercambiaron desconcertadas miradas, y entonces Bree agarró la mano de Enid tirando de ella hacía la ruidosa actividad en el campo. “Vamos, querida. La carrera de tres piernas espera.” Cuando se marchaban, le lanzó a Enid una lasciva mirada que le hizo a Alice retroceder en el tiempo, a unas cuantas horas antes, cuando Rosa le había mirado de la misma manera. “Ganemos o perdamos, tengo planeado disfrutar de una sexy mujer atada a mi pierna.” Una vez que se fueron, Alice se volvió hacia Rosa con el ceño fruncido en disculpa. “Lo siento si te ha molestado el flirteo con Derek. No estaba intentando herirte, simplemente.....encajaba. Era solo algo que decir, no llevaba ninguna intención. Nunca le echaría los tejos a nadie justo frente a ti. No podría soportar hacerte daño así.” Rosa negó con la cabeza, la culpabilidad tensando sus hermosos rasgos. “No, cariño, lo siento. No tenía derecho a actuar como una cretina celosa. No es que tenga ningún derecho sobre ti. Incluso aunque lo tuviera, tienes derecho a flirtear

con quien quieras.” Exhaló, forzando una fácil sonrisa. “Honestamente, estoy orgullosa de ti. También ha sido una revelación. Sé que solo han pasado un par de días, pero has realmente alcanzado tu plenitud aquí en el campamento. Has crecido.” Dudó, entonces dijo, “Tal vez deberías conseguir el número de Derek. Él parece ser un chico bastante agradable.” Aunque era evidente por la expresión en la cara de Rosa que no había disfrutado haciéndola, la sugerencia golpeó a Alice como un puñetazo en el estómago. “No quiero salir con Derek.” Segura al menos de una cosa desde anoche, Alice aclaró su comentario. “Por una razón, soy lesbiana.” El calor resurgió en la mirada de Rosa, una mirada de verdadero orgullo. “Felicidades, Alice.” Guiñándole un ojo, momentáneamente recuperó su buen humor. “No puedo decir que no lo haya visto venir.” “Todo el mérito es tuyo.” Alice no pasó por alto la forma en que Rosa se encogió ante sus palabras, como si literalmente no pudiera soportar escuchar ninguna alabanza. Bajando la voz, Alice dijo, “Mira.....si no te hubiese conocido, probablemente seguiría escondida detrás de un árbol en alguna parte. Eso sí no me hubiese marchado ya del campamento. Todo lo que he logrado este fin de semana, todo lo que he experimentado, es gracias al tiempo que he pasado contigo. Eso incluye ser capaz de confirmar lo que venía sospechado desde hacía tiempo.” Le dio a Rosa un fuerte abrazo, sin importarle que todo el mundo alrededor pudiera verlo. Que mirasen. Si había alguna forma de convencer a Rosa que su amistad había hecho la vida de Alice objetivamente mejor, iba a intentarlo. “No estoy completamente segura de por qué el incidente de esta mañana con Marcia te ha afectado tanto, o por qué has estado tan callada y pensativa toda la tarde, o incluso por qué al parecer has decidido que eres mala para mí a pesar de todas las veces que te he dicho lo contrario, pero por favor, créeme, el mundo es más brillante contigo en él. Mi mundo es más brillante.” Rosa se tensó contra ella un largo segundo antes de que dos guasones dirigieran sus atenciones verbales hacia ellas. “Mira eso, hijo de puta. ¡Estamos presenciando una acción lésbica justo aquí!” El más ruidoso de los dos hombres, ya sofocado, gritó cuando Alice se retiraba rápidamente del abrazo. “¡No, no paréis, chicas! Darnos un poco más de acción con las domingas a continuación.” Su amigo redobló su risa ante la feroz mirada que Rosa lanzó en su dirección. “¡Sí, frotaros las tetas juntas! O lo que sea que vosotras las damas hagáis cuando no hay un hombre cerca para ocuparse de vosotras.” “¿Cómo disfrutar realmente nosotras?” Rosa chilló, la rabia filtrándose en su tono. “Tengo una idea mejor. ¿Por qué no tú y tu BFF (mejor amigo) os atáis las piernas juntas para que podáis darnos un poco de acción viendo como dos idiotas se caen al suelo?” Ya impactada por los crudos comentarios de los hombres, Alice se encogió aún más ante el inequívoco reto del insulto de Rosa. Cuando los hombres fruncieron el ceño el uno al otro antes de avanzar hacia el puesto, ella puso una temblorosa mano en la espalda de Rosa y la frotó en un tímido intento por calmarla. “Ignóralos,” le susurró. “Por favor.” “Relájate, perra,” el primero de los hombres dijo mientras se pavoneaba hacia el mostrador. “Y tráeme un poco de agua.” Con una furiosa mirada, Rosa empujó hacia él un vaso lleno de agua con tanta fuerza que el líquido se derramó por el borde sobre la mano de él. “Disfrútala.”

El hombre se bebió el resto del agua en dos tragos, luego tiró el vaso vacío sobre el suelo detrás de Alice. Sin pensar, ella se agachó para recogerlo, provocando un lobuno silbido por parte de él y su amigo. “Verdaderamente he disfrutado de eso, de hecho.” El canalla borracho le lanzó un beso a Alice cuando ella se levantó y se dio la vuelta de cara a ellos. “Gracias por la vista, dulces nalgas.” Alice jadeó cuando Rosa se lanzó por encima del mostrador y agarró con el puño la camiseta del hombre, tirando de él cerca para gruñirle en su cara. “Lárgate de una puta vez de aquí antes de que te denuncie por acoso. No pienses que no lo haré.” Mientras Rosa sujetaba al claramente asustado patán con su mano, los ojos de su amigo brillaron con una repentina y neblinosa comprensión. “Santa mierda. ¿No eres tú la chica de internet?” Cuando Rosa soltó la camiseta del hombre, abiertamente afectada por la acusación, su amigo se quedó con la boca abierta mientras simultáneamente abría los ojos con alegría. “¡La feminista nazi del vídeo masturbándose que utilicé para hacerme una paja el año pasado! Rosa no sé que.” Pareció como si el mundo se estuviera desmoronando alrededor de ellas cuando Alice vio como el color abandonaba la cara de Rosa. Este era el peor escenario de Rosa hecho realidad. La idea misma de que esto pudiera suceder casi le había impedido traspasar la entrada del Campamento Rewind hacía dos días, y ahora aquí estaba, viviendo su pesadilla con Alice allí mismo como testigo de cada insoportable segundo. Aunque su corazón martilleaba más violentamente de lo que se había dado cuenta que fuese posible y todo su cuerpo temblaba por la adrenalina, todos los instintos de autoconservación de Alice se esfumaron, dejando solo la urgente necesidad de defender a Rosa. Con una voz tan estable y clara como pudo conseguir, Alice dijo, “El nombre de mi novia es Lila, hemos estado juntas desde la universidad, y es demasiado tímida para dejarme que le haga fotografías en la playa, mucho menos hacer vídeos desnuda.” Alice entrecerró los ojos hacia los hombres y caminó poniéndose frente a Rosa para bloquear la visión. Sin saber qué hacer a continuación, se alegró cuando vio a Sandy, la consejera sin complicaciones con el pelo rapado que les había ayudado a instalarse en el puesto de refrescos, observándoles desde corta distancia. Alice le dijo con la mano que se acercase, ansiosa por atraer una figura con autoridad a la escena. Entonces, alentada por su inesperada demostración de fuerza bajo presión, añadió, “Estoy segura de que vosotros habéis pagado la misma desorbitante cuota de inscripción que nosotras por el privilegio de pasar el fin de semana aquí. Sería una pena que no pudierais aprovechar vuestro dinero por emborracharos y ser unos bocazas. Yo ya he tenido la desgracia de ver a Marcia, la jefe de consejeros, cabreada. No cometáis el mismo error.” Él tipo que había reconocido a Rosa continuaba estirando el cuello en un esfuerzo por mirar alrededor de Alice para poder verle la cara, pero el otro hombre le dio un codazo con brusquedad cuando Sandy hizo su entrada. La imponente consejera se puso las manos en sus estrechas caderas y miró hacia abajo a los dos gilipollas. “¿Algún problema, caballeros?” “No, señor,” dijo con mordacidad el hombre mientras tiraba de su compañero alejándolo del puesto. “Solo un malentendido.” “Muy bien. Mantened vuestros malentendidos alejados de ellas dos por lo que queda de estancia. ¿Lo pillas?”

“Sip.” El ‘fan’ de Rosa las miró lascivamente por encima del hombro de Sandy cuando él y su amigo se marcharon tropezándose. “Qué no es ella, una mierda. Reconocería ese hoyuelo en el carrillo en cualquier parte.” “¿Qué carrillo?” El amigo dijo riendo. “En cualquier caso, me he aburrido de ese vídeo hace ocho meses. Ya no me la pone dura,” dijo él lo suficientemente alto para que todos lo oyeran. “Aunque puedes apostar que voy a volver a verlo en cuanto llegue a casa. Para comprobarlo.” Rosa se derrumbó tan pronto como los hombres estuvieron lo suficientemente lejos como para ya no oír sus voces. Preocupada por ella, y temblando.....todavía subida en la ola de excitación por haber sido capaz de plantar cara a la ocasión y defender a su amiga.....Alice se volvió hacia Rosa dándole a Sandy un débil asentimiento de cabeza. “Gracias.” “Si os vuelven a molestar a alguna de las dos de nuevo, hacédmelo saber y me ocuparé.” Sandy les dio una amable sonrisa. “Hacéis una verdaderamente linda pareja. Quiero que todos los recuerdos que os llevéis a casa del Campamento Rewind sean felices.” Alice se ruborizó al darse cuenta que Sandy probablemente asumía que tenían una relación de verdad. Antes de poder corregir su error, Rosa dijo, “Te lo agradecemos, de verdad.” Sandy permaneció cerca del puesto unos minutos más, y cuando pareció que los matones de hecho se habían largado, les dijo adiós con un gesto de cabeza en disculpa. “Tengo que hacer mis rondas, damas. Asegurarme de que nadie haya caído donde no puedan levantarse o vomitado en cualquier parte donde alguien pueda pisarlo.” Alice arrugó la nariz mientras Rosa se unía a su tácito desagrado. “El día de campo de borrachera es repugnante.” Sandy sonrió con compresión. “Con seguridad puede serlo.” Se despidió con la mano mientras se marchaba en busca de otra situación que requiriera de su experiencia. “Alejaros de los problemas las dos. Una hora más y dejaré que os vayáis un poco antes, ¿vale?” Alice suspiró cuando la gratitud le recorrió. “No puedo esperar.” Aprovechando la relativa privacidad, agarró la mano de Rosa y entrelazó sus dedos como si realmente lo hubieran estado haciendo durante años. “¿Estás bien?” Rosa miró al suelo. “Siento mucho que hayas tenido que lidiar con esto. Pero.....significa mucho que dijeras eso.” “Lamento que hayas tenido que pasar por esto.” Alice apretó suavemente la mano de Rosa. “Esos tipos apestaban, pero sobreviviré. ¿Y tú?” Con un apático encogimiento de hombros, Rosa murmuró, “He estado mejor.” Preocupada por el estado mental de Rosa, Alice decidió que un cambio de escenario era necesario. Eso, y aislamiento social. También besos. Alegrando su tono intencionadamente, Alice dijo, “¿Quieres que demos un paseo por el bosque cuando Sandy deje que nos vayamos? Estoy absolutamente convencida que mi estándar de privacidad se ha visto reducido sustancialmente desde ayer.” Rosa le sorprendió llorando, mordiéndose el labio, luego finalmente presionando el dorso de la mano de Alice contra su boca. Exhaló temblorosamente y cerró los ojos. Cuando finalmente habló, sonaba como si el esfuerzo le causase dolor físico. “Alice.....” Alice temió lo que podría oír una vez que Rosa consiguiera pronunciar lo que tenía que decir, segura de que nada

capaz de poner tanta tristeza en sus ojos marrones sin alma podía posiblemente ser algo bueno de oír. Tenía razón, no fue bueno, en absoluto, cuando Rosa repentinamente dijo en un perfecto cliché y le dio el beso de la muerte en tres sucintas palabras. “Tenemos que hablar.”

Capítulo Trece

Desafortunadamente, no podrían realmente hablar hasta después que Sandy les liberase de su tarea. Rosa lo sabía incluso antes de escupir la temida frase, y el gran grupo de hombres y mujeres riendo que llegaron tambaleándose al puesto mientras la frase todavía colgaba en el aire.....mientras Alice estaba allí parada, con la boca abierta, sin duda intentando analizar su significado.....hizo manifiestamente evidente que había elegido el momento más inoportuno posible para dejar caer ese tipo de bomba. Evitando la mirada de Alice, Rosa silenciosamente sirvió vasos de agua para el grupo. Tras un instante, Alice se unió a ella. Cuando el estable goteo de clientes finalmente disminuyó, después desapareciendo por completo, Rosa pasó un incómodo minuto recogiendo sin hablar. Tenía miedo de retomar el tema que estúpidamente había planteado tan pronto. Finalmente, Alice rompió el silencio. “Eso ha sonado de mal agüero.” Rosa intentó no estremecerse. Realmente no debería haber dicho nada hasta estar a solas. Pero bueno, había estado preocupada toda la tarde por la vez en la que lo habían estado, simplemente había perdido el valor para iniciar la difícil conversación que necesitaban tener. Por mucho que quisiera dejar atrás todos sus complejos y disfrutar del último día con Alice.....tal vez incluso escabullirse y follarla otra vez.....después de la mañana que habían tenido, Rosa no podía evitar sentirse la más egoísta gilipollas del mundo por incluso considerar la idea. Estaba claro que suponía un gran asunto para Alice y, con cada minuto que pasaba, era cada vez más evidente que Alice estaría más que feliz de extender su aventura más allá del fin de semana. A pesar de la evidente precaución demostrada con sus palabras, Alice había dado a entender su deseo de un futuro imposible en una docena de sutiles formas. Lamentablemente, Rosa incluso se había descuidado un par de veces, dejando caer comentarios casuales como si realmente pudiesen compartir un futuro ‘después del campamento’. Estúpida. Había sido una estúpida. Tenía que acabarlo. Ahora. Incapaz de mirar a Alice a la cara, Rosa dijo, “Lo sé.” Cuando Alice habló de nuevo, su voz sonaba gruesa. “¿He hecho algo mal?” “No, Alice.” Con el pecho ardiendo, Rosa sirvió agua en un puñado de vasos que había colocado en círculo, casi deseando que más campistas les interrumpieran. “No has hecho nada malo. Te lo prometo.” Tragó con fuerza, odiándose a sí misma por lo que estaba a punto de decir. “Soy yo.” Otro cliché. “¿Esto es porque Marcia nos pilló?” Alice parecía tan triste, tan suplicante. “¿O por lo que ese idiota te dijo?” Tras un momento, tocó el hombro de Rosa. Tiernamente, dijo, “Sabes que eso no me importa, ¿verdad?” Rosa encogió los hombros alejándose sin pensar, demasiado avergonzada para aceptar su amabilidad. No se dio la vuelta, no queriendo ver el dolor que sabía debía estar grabado en la hermosa cara de Alice. “Lo sé, pero me importa a mí.” “Entonces.....” Incluso sin mirar, Rosa pudo oír exactamente cuanto dolor había infligido. Alice susurró. “¿Ya no quieres pasar más tiempo conmigo?” Cerrando los ojos, Rosa se apartó de la situación y, en un momento de escalofriante claridad, comprendió con visceralidad exactamente cuan insensible debía parecer. Había cogido la virginidad lésbica de Alice no hacía mucho más

de trece horas, convirtiéndose en solo la segunda persona con la que su nueva amiga se había acostado. Ahora, esa misma tarde, estaba buscando torpemente una forma de lanzar su cobarde discurso de ruptura.....un día entero antes de que su tiempo juntas alcanzase su natural final. Nunca había pretendido cortar con Alice antes de que terminase el campamento, pero bueno, no se había dado cuenta de lo que estar con Alice le haría sentir. Como todo se había vuelto en aterrador, y como de rápido. Tampoco se había permitido pensar en como se sentiría Alice con toda seguridad después de la experiencia formativa como la que habían tenido en el embarcadero. No hasta que fue demasiado tarde. Era verdaderamente un pedazo de mierda. Una razón más para justificar mantener a Alice alejada de su sucia, dolorosa y caótica existencia. “No es que no quiera pasar tiempo contigo.” Rosa sabía que le debía a Alice una explicación, sin embargo no estaba completamente segura de como plantear su razonamiento de forma que no desencadenase una discusión o, simultáneamente, hacerle parecer una calculadora gilipollas que simplemente había utilizado a Alice por el sexo. “Me encanta pasar tiempo contigo, Alice. Pero ese es el problema. Estoy bastante segura que me gusta demasiado, y pienso que tal vez lo mismo te pasa a ti. Y yo.....te dije que estaba buscando una amiga aquí en el campamento. Algo de diversión casual durante unos días, nada más.” Otro trío de mujeres se acercó al puesto en busca de agua, interrumpiendo su artificial discurso. Rosa empujó los vasos ya llenos en sus manos, agradecida cuando los bebieron de un trago y se marcharon a toda prisa a ver la actividad produciéndose donde la multitud estaba rugiendo. No siendo ya capaz de soportar por más tiempo no saber como Alice estaba reaccionando a su mierda, Rosa se dio la vuelta hacia ella. Los ojos de Alice estaban bañados en lágrimas. “¿No podemos estar juntas hoy porque nos gustamos demasiado?” Rosa no podía imaginar sentirse más rastrera. “Cuándo me inscribí en el campamento, no esperaba conocer a alguien como tú. Mi objetivo para este fin de semana era tal vez tener una aventura sin ataduras, si reunía el valor, pero eso era todo. Quiero decir.....que ni siquiera iba a decirle a quien me follase mi nombre real. En este momento de mi vida, tal y como han ido las cosas, la forma en la que están, incluso un polvo casual me parecía un enorme y atemorizante paso, pero esta cosa contigo.....sé que es más que una insignificante aventura. Para las dos.” Alice inhaló para hablar, pero se quedó callada cuando Sandy reapareció en el puesto como conjurada por su compartida angustia. “Hola de nuevo, damas.” Hizo un gesto hacia un árbol como a unos cinco metros detrás de ella, donde el más sobrio de los acosadores de Rosa estaba apoyado con los brazos cruzados sobre su pecho. “Jason va a relevaros en vuestras tareas un poco antes de lo previsto. Estáis libres para disfrutar del resto de la tarde.” Rosa no pudo evitar sonreír ante la idea de justicia, aunque menor, que estaba siendo servida. “¿Dónde está su amigo?” “En la oficina principal hablando con Marcia.” Sandy sonrió con suficiencia. “Sin duda deseando poder servir vasos de agua en su lugar.” “Le advertí,” Alice murmuró. Entonces, más alto, dijo, “Gracias, Sandy.” “Sí, gracias.” Rosa salió del puesto, agradecida por la oportunidad de continuar con su difícil charla en privado. Se sentía enferma sabiendo que esta conversación terminaría con las dos llorando. “Buena suerte lidiando con ese gilipollas.”

“Puedo manejarle.” Sandy flexionó los impresionantes músculos de su brazo. “Adelante, divertíos. ¡Permaneced alejadas de los patines!” Enrojeciendo por la juguetona amonestación, Alice asintió fervientemente. “Lo haremos.” Se marcharon en silencio. Una vez que estuvieron bien alejadas del terreno y del ruido de los otros campistas, Alice volvió a retomarlo donde lo habían dejado. “¿Entonces soy más que una insignificante aventura?” Rosa le dio a Alice una mirada de soslayo. ¿Cómo de honesta debería ser? Si confesaba la verdadera profundidad de sus sentimientos.....el hecho de que estaba atemorizada precisamente porque quería muchísimo seguir viendo a Alice después que terminase el campamento.....solo haría mucho más difícil lo que tenía que hacer. No queriendo mentir, intentó minimizar su emoción. “Me preocupo por ti profundamente, Alice. Me gustas. Me da miedo que si seguimos adelante con lo que estamos haciendo.....” Todo lo que realmente habían hecho había sido disfrutar de la mutua compañía, sin ataduras. Ella simplemente estaba asumiendo que mañana Alice le pediría más, y se conocía a sí misma lo suficientemente bien para darse cuenta que ella quería lo mismo. “Supongo que no quiero decir adiós y herirte más de lo que ya lo he hecho. A ambas.” Alice se agarró la parte superior de los brazos, como si tuviera frío a pesar de los veintinueve grados del clima de verano. Sus ojos estaban aguanosos otra vez, y a pesar del hecho de que sus nudillos se habían vuelto blancos por la fuerza de su agarre, Rosa podía ver que estaba temblando. Alice dio una profunda respiración, luego dijo, “Pero si ambas nos gustamos, si, tal vez, ambas estamos desarrollando verdaderos sentimientos, ¿realmente tenemos que decir adiós?” Esto era exactamente lo que Rosa temía que sucediera. Ser franca respecto a sus sentimientos había sido un riesgo calculado; no había querido que Alice creyera que toda su amistad había sido una farsa o que su único objetivo había sido meterse en las bragas de una mujer aparentemente heterosexual, pero la admisión de un verdadero sentimiento, aunque en conflicto, claramente había abierto la puerta a una fantasía con la que Rosa no podía cumplir. “Sí,” Rosa dijo con firmeza. “Definitivamente tenemos que decir adiós.” “¿Por qué?” Rosa exhaló con frustración. ¿No había estado Alice escuchando cuando le contaba la historia de su vida? ¿No había en realidad vivido una mañana de infierno en el mundo de Rosa? “Sabes por que.” “¿Por culpa del artículo?” Alice muy dubitativamente deslizó su mano en la de Rosa. Esta vez Rosa no se apartó. “Te lo he dicho, no me importa eso. Nada de ello.” Rosa se rió a carcajadas, un áspero sonido que hizo eco a través de los árboles que les rodeaban. “¡Eso es porque no tienes ni idea de lo que significa!” Cuando Alice se encogió, Rosa suavizó su tono. “Mira, has admitido que no entras mucho en internet. No tienes ni idea de lo que es ser ridiculizada y avergonzada a escala global. Que acosen a tu familia y amigos por culpa tuya. Sí, la peor parte ya ha pasado, pero has visto lo que ha sucedido con esos tipos antes. Probablemente todavía sigo teniendo un incidente como ese por semana. A veces más. Algunos de ellos mucho peores.” Luchó con una oleada de tristeza, deprimida porque un montón de trolls (monstruos sin cerebro) de internet efectivamente habían arruinado su primera oportunidad en años de tener una legítima y satisfactoria relación. “No puedo garantizar que toda la controversia

no vuelva a resurgir otra vez, y luego otra. En internet, la información, incluidos los vídeos y fotografías, es eterna. Toda esta situación, es algo con lo que tendré que vivir siempre.” Tragó. “No puedo hacer que tú también tengas que vivir con ello.” “Entonces..... ¿Qué? ¿Tu plan es estar sola durante el resto de tu vida?” Alice parecía con el corazón tan roto que Rosa tuvo que parpadear para alejar las lágrimas que repentinamente nublaron su visión. “Rosa, eso es trágico. En serio, gravemente horrible.” Perturbada por la conclusión de Alice, Rosa frunció el ceño. “No he dicho eso.” Dudó. “No, ese no es el plan.” “Ya veo.” Alice se mordió el labio, aflojando su agarre en la mano de Rosa. “Entonces piensas que alguien ahí fuera potencialmente podría manejar estar con Rosa Salazar, solo que no yo.” El dolor ardió en las sienes de Rosa, haciéndole difícil pensar. “Alice.....” “Nunca me has prometido una maldita cosa excepto una amistad aquí en el campamento, además de diversión,” Alice dijo. “Eso lo sé.” “Bien.” Rosa se aclaró la garganta, deseando que la concesión de Alice verdaderamente le hiciera sentirse mejor. “Escucha, es solo porque me importas demasiado que no quiero arrastrarte a mi mierda. Solo recientemente he comenzado a recomponer mi vida. Ahora mismo, salir con alguien, incluso casualmente, sería duro. Demasiado duro.” “¿Para mí?” Alice miró fijamente hacia el frente en algún punto en la distancia frente a ellas. “¿O para ti?” “Para ambas.” Rosa levantó la mano de Alice hacia su boca, besando cada nudillo por turno. “Cariño, no podría verte sufrir por mi culpa. Simplemente no puedo. Así que por favor, no me pidas que lo haga.” Fue el turno de Alice de reírse sin ganas. “¿Qué te crees que estás haciendo ahora mismo?” Dejó caer la mano de Rosa y se apartó a un lado, fuera de su alcance. Una chispa de rabia osciló en el pecho de Rosa. “Lo has dicho tú misma. Nunca te he prometido nada. Incluso después de lo de anoche.....no te he prometido nada más allá de este fin de semana.” “Tienes razón, no lo has hecho.” Alice se limpió los ojos con el dorso de la mano. “Supongo que nunca me imaginé que me dejarías justo después de follarme. O abandonarme antes de poder pasar una última noche juntas.” La rabia de Rosa se convirtió en náuseas. “No estoy abandonándote.” “Tal vez no, pero es lo que parece.” Alice dejó de caminar no muy lejos del borde del campamento principal, justo antes de llegar al denso bosque de secuoyas que lo rodeaba. Se volvió para mirar a Rosa, los brazos doblados sobre sus pechos. “Sabes, nunca te he pedido seguir viéndote después del campamento hasta que tú lo has mencionado. Nunca te he pedido nada.” Su exasperación era claramente visible. “No estoy diciendo que no hubiera sondeado las aguas mañana cuando en realidad nos despidiéramos, y simplemente podrías haberme rechazado con facilidad entonces. ¿Por qué hacer esto ahora?” Su voz se rompió, y dos lágrimas gemelas rodaron por sus mejillas. “¿Cuándo todavía puedo sentirte dentro de mí?” Susurró las tres últimas palabras. “Porque no podía continuar con esto sin decir nada. Ya me siento lo suficiente gilipollas, así que lo último que quiero es arrastrarte de cualquier manera.” Los dientes de Rosa castañetearon brevemente como si estuviera luchando con la

urgencia de sucumbir a su dolor y lamento. “Alice, es evidente lo muchos que te preocupas por mí, tanto que te sometes a situaciones que te aterrorizan, o te hacen sentir incómoda, por mi bien. Tanto como te lo agradezco, Dios, tanto como me asombra que pienses que merezco la pena pasar tal cantidad de incomodidad, no puedo soportar verte lidiar con nada de la mierda que normalmente tengo que soportar. Tú no. Ni ahora, ni en el futuro.” Apretó la mandíbula y reunió su resolución. “Todo lo que puedo decir es.....lo siento. He sido egoísta, y.....lo de anoche probablemente no debería de haber sucedido. Fue mi error.” Alice asintió durante unos segundos, preocupante su labio inferior temblando entre sus dientes, antes de conseguir hablar. “Así que básicamente, estás diciendo que mi ansiedad es el motivo de ruptura para ti. Porque me pongo torpe, me asusto, y me sonrojo con regularidad.....eso me hace ser material no deseable con quien salir. Si no fuera por eso, ¿quién sabe?” Con un encogimiento de hombros, sonrió cuando las lágrimas comenzaron a fluir en serio. “Bueno, supongo que no puedo culparte.” Esnifó y se dio la vuelta para marcharse, utilizando el borde de su camiseta para secarse la cara mientras Rosa intentaba no robarle una mirada al voluptuoso estómago desnudo que acababa de exponer. “Tienes razón. No sé en que estaba pensando.” Rosa leyó entre líneas la trémula declaración de Alice. Nadie querría a alguien como yo. Devastada por haberle causado a Alice tan demoledor descenso del éxtasis a la agonía, Rosa le dio un cauteloso abrazo. Para su inmenso alivio, Alice lo aceptó, permitiendo que le sujetase mientras sus brazos colgaban rígidos a sus costados. Rosa acunó la parte posterior de su cabeza, memorizando la sensación del sedoso pelo y el cuerpo caliente contra el suyo. Esperaba que ésta fuese la última vez que tendría la oportunidad. “Alice, realmente esto no tiene que ver contigo en absoluto. Soy yo quien no es material adecuado con quien salir. Te mereces ser feliz, no vivir con miedo por cualquier humillante mentira a la vuelta de la esquina. No verte inmersa en una situación mucho más grande y mucho peor que cualquier contexto que correctamente puedas imaginar. Soy mala para ti. Punto.” Apretó sus brazos, tirando de Alice tan cerca de su pecho como pudo, saboreando el corazón latiendo contra el suyo. “Eres una persona increíble. Probablemente la mujer más especial que he conocido nunca, de verdad. Ciertamente que nunca haya besado. No hay nada que me gustaría más que salir contigo en una cita el próximo fin de semana y ver donde nos lleva. Tienes que entender que estoy diciendo adiós ahora solo porque me preocupo mucho por ti. Nadie en su sano juicio se sometería voluntariamente a una vida arruinada por internet. Especialmente de la manera en que la mía lo está.” Lentamente, las manos de Alice descansaron en la espalda de Rosa. “Mi terapeuta dice que la peor cosa para una persona ansiosa es evitar los objetos y situaciones que desencadenan su ansiedad. Es por eso que vine al Campamento Rewind. No quiero estar demasiado asustada como para no disfrutar de la vida. Me reto a mí misma todos los días a superar mis miedos porque quiero ser más feliz. Cuanto más hago las cosas que me asustan, más fácil resulta todo. Esa es una lección que tú me has ayudado a reforzar este fin de semana.” Acarició con sus labios la mandíbula de Rosa, dubitativamente. “Puede ser que no lo parezca, Rosa, pero soy una persona fuerte. Tenía que serlo, crecí con mi madre. También podría ser fuerte por ti.” Rosa sintió las lágrimas de Alice contra su cuello y durante un momento luchó con la sobrecogedora urgencia de abandonar su plan de ruptura. Tal vez podrían

hacer esto. Tal vez Alice pudiera manejar su mierda. Murmuró. “Sé que eres fuerte.” Alice dejó un rastro de besos hacia arriba junto al oído de Rosa y susurró, “Entonces confía en mí. Déjame demostrarlo.” Exhaló y hundió una mano en el grueso pelo de Rosa, presionando sus frentes juntas. “Quédate conmigo un poco más.” Rosa se sorprendió a sí misma llorando, las lágrimas calientes derramándose de sus ojos en un interminable torrente de rabia y desesperación. Habría sido tan fácil decirle que sí a Alice. Quería decir que sí. Bloquear el resto del mundo era fácil aquí en el campamento, y durante las próximas veinticuatro horas al menos, no dudaba que tendrían un maravilloso tiempo juntas. ¿Pero luego qué? Alice podría pensar que era capaz de manejar el bagaje de Rosa, pero no podía. Luis no había durado ni tres semanas antes de largarse. Por descontado, Alice era de lejos un ser humano muy superior a su más reciente ex-novio, pero honestamente, Rosa se largaría de su propia vida si pudiera. No había razón para que una vez más investigase la viabilidad de asumir una nueva identidad por completo. Al final, solo la perspectiva de tener que dejar a sus padres le había detenido. Incluso aunque activamente les había causado dolor de forma sucesiva, Rosa seguía siendo demasiado egoísta para eliminar por completo a su familia de su vida. Lo que hacía que le asustase tanto Alice era su habilidad para tentar a Rosa a actuar tan egoístamente con alguien nuevo, incluso aunque en última instancia rompiera el corazón de ambas y le hiciera daño a Alice en el proceso. Sujetando a Alice para que no pudiera salir de sus brazos, Rosa dijo, “La magia del campamento es que la experiencia es fugaz, y por lo tanto mejor que la realidad. Quien soy aquí en el Campamento Rewind, Lila Sánchez, es mucho más divertida de lo que Rosa Salazar nunca ha sido. Si nos separamos ahora, siempre tendrás los increíbles recuerdos de mi mejor yo abrazándote. Si intentamos continuar con esto.....no veo un final feliz, para ninguna de nosotras. No arruinemos lo que hemos compartido este fin de semana por intentar y fracasar llevándolo al mundo real. Por favor.” “Mi mundo real es uno sin amigos, sin una amante, donde tengo que pagar por el privilegio de hablar con la única persona en quien nunca he confiado.” La tensión recorrió el cuerpo de Alice, y se alzó con frustración. “Estoy dispuesta a arriesgar unos cuantos recuerdos felices por incluso la más ligera posibilidad de encontrar la verdadera alegría.” Su voz quedó atrapada. “Especialmente cuando los recuerdos que hemos creado juntas ya son amargos para mí, después de esto.” Rosa soltó a Alice y retrocedió. No tenía ningún argumento en contra. Alice no estaba equivocada. Rosa simplemente.....no podía. “Lo siento.” “¿Así que eso es todo?” La barbilla de Alice tembló. “¿No podemos pasar el último día juntas?” ¿Cómo? Con toda la agonía que esto había supuesto, Rosa no podía ni imaginar tocar a Alice otra vez. No cuando se sentía tan malditamente indigna. “Lo siento,” Rosa repitió, como una idiota. Deseaba poder decir algo mejor, alguna forma de arreglar el lío que había creado. La cara de Alice se arrugó en una expresión de pura tristeza, solo por un instante, antes de darse la vuelta y salir corriendo. “Yo también.” Sus sollozos mal contenidos hicieron que sus palabras sonasen divertidas, e incluso a tres

metros de distancia, Rosa pudo ver como Alice se encogió ante el sonido de su propia angustia. “Que tengas una vida agradable, espero.” Rosa sintió como si su corazón se hubiese partido en dos. Había hecho lo correcto, estaba segura de ello, ¿entonces por qué todo lo que acababa de suceder parecía tan equivocado? No queriendo separarse en un terreno tan inestable, chilló, “Alice.....” Alice disminuyó el ritmo, quizás esperando que reconociera que había sido una idiota, pero cuando Rosa se quedó sin palabras, insegura de que ofrecer como bálsamo a sus acciones, Alice reanudó su estable marcha de regreso al campamento principal. Sin una palabra. Sin mirar atrás. Destrozada, Rosa se desmoronó sobre el suelo, dejando caer la cara en sus manos, y llorando por las dos. ***** Rosa no sabía cuanto tiempo había estado sentada allí en el suelo del bosque con lágrimas y mocos corriendo por su cara, tirando con los puños de su estúpido pelo corto en una retorcida versión de penitencia por su parte, por su estupidez y egoísmo causándole tanto dolor a Alice. Todo lo que sabía era que cuando el sonido de una animada conversación llegó a sus oídos algún tiempo después, con el acto de simplemente ponerse de pie instantáneamente fue consciente del dolor en todo su cuerpo, como si hubiera estado sentada allí durante horas. Sus ojos hinchados y enrojecidos estaban borrosos, y le escocieron cuando intentó secarlos con su camiseta. Consciente de haberse desmoronado, Rosa escaneó inmediatamente los alrededores para localizar la fuente de las voces, junto con el mejor árbol para esconderse detrás. Identificando ambas cosas en cuestión de segundos, se agachó detrás de un grueso tronco de secuoya cercano y contuvo el aliento cuando un hombre y una mujer se acercaron paseando. Escuchó hasta que su conversación sobre la investigación genealógica, de entre todas las cosas, se desvaneció, entonces cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el árbol. ¿Qué pasa si he cometido el mayor error de mi vida? No, se recordó a sí misma. Salir contigo sería el mayor error de la vida de Alice. Esa era la verdadera cuestión. Su contradictoria voz interior persistió. ¿Qué vida? Según ella, no tenía ninguna que arruinar. Rosa separó la cabeza del tronco y la dejó caer, proporcionándose un satisfactorio golpe en la parte posterior del cráneo. Entonces se secó las lágrimas una vez más y se aclaró la garganta. Sabía casi desde el principio que dejar a Alice le haría daño, incluso aunque no había previsto lo mutuo que sería el sentimiento. O que se sentiría como una mierda por la forma en que todo se había desarrollado. Aún así, había hecho lo correcto.....o por lo menos lo que se había pasado todo el fin de semana convenciéndose que era lo correcto. Dio una profunda respiración, luego la soltó. ¿Ahora qué? Era difícil imaginar quedarse en el Campamento Rewind hasta la hora de salida mañana por la tarde. De hecho, parecía imposible incluso pensar en pasar una noche más. ¿Con Alice en la litera encima de la de ella? O la resolución de Rosa desaparecía o de lo contrario pasarían la noche más incómoda. Tal vez Alice se marcharía.

El estómago de Rosa se revolvió al pensar que podría haberse ido ya. Si Alice se había marchado directamente de la escena de su ruptura a la cabaña a recoger sus cosas, luego directamente a su coche, a esta hora ya estaría conduciendo por la autopista. Borrándose de su vida en un instante, justo como Rosa había afirmado que quería que hiciera. Sin embargo, ese mismo pensamiento le llenó de un duro y miserable terror, y un ansioso lamento tan agónico que cerca estuvo de hacerle caer de rodillas otra vez. Mierda, pensó por segunda vez en el día. ¿Qué acabo de hacer?

Capítulo Catorce

Después de dejar a Rosa en el bosque, Alice fue directamente a la cabaña de mujeres con la intención de hacer su maleta y salir como el infierno del Campamento Rewind para siempre. Se quedó sin fuerzas una vez que llegó a su litera, deteniéndose en seco al ver su manta de viaje, todavía arrugada, sobre el colchón de Rosa. No había sido movida desde que se despertó ayer por la mañana para salir corriendo y esconderse, el decisivo incidente que había ocasionado sin duda que Rosa deduciera, quizás correctamente, que Alice no era una experta manejando lo inesperado. Para una mujer cuya vida estaba definida por inesperadas.....y a menudo dolorosas o atemorizantes.....interacciones con malévolos hombres, el nerviosismo de Alice debió de haber parecido una gigante bandera roja: esta chica no está lista para el desafío. No queriendo sentarse en la cama de Rosa, no queriendo marcharse, Alice calmó sus nervios y subió por la escalerilla de metal a la litera superior en su defecto. Se subió sobre el colchón con exagerada precaución antes de mirar hacia abajo por el borde una vez que se acomodó. A pesar de su inquietud por la distancia que le separaba del suelo de madera, celebró durante un momento en silencio otro miedo conquistado. A pesar de lo sucedido con Rosa, el fin de semana había estado lleno de pequeñas victorias, y estaba orgullosa de sí misma por cada una de ellas. Alice llevaba tumbada allí solo unos minutos antes de que la puerta de la cabaña se abriera y se cerrase de golpe. Un familiar y silencioso susurro llamó su atención cuando las recién llegadas se adentraron más en la habitación. “Dame cinco minutos. Es todo lo que necesito.” “Confiada, ¿no?” Enid se rió en voz baja. Cuando llegaron a la litera de abajo de Bree, una cama más allá, se subieron juntas. “Estoy más que feliz de dejarte intentarlo.” El distintivo sonido de la ropa siendo quitada hizo que Alice tomase la decisión de hablar en una fracción de segundo. “Aviso. No estáis solas.” Bree rodó saliendo del colchón y se puso de pie entre las literas, mirando a Alice con preocupación. “Hola, chica. ¿Estás bien?” Alice sabía que con toda probabilidad no perecía estar bien. Ignorando su educación, y la natural vergüenza que sentía sobre compartir sus problemas con otros, respondió, “No realmente.” Bree frunció el ceño. “Sí, Lila tampoco parecía estar bien.” Alice intentó no preocuparse. “¿La has visto?” “Al venir.” Enid apareció al lado de bree, las cejas juntas. “Nos preguntábamos dónde estabas tú.” “Oh.” Alice miró al techo y debatió si contar más. Realmente no debería involucrar a otras personas en sus asuntos. Pero bueno, no quería que sus mutuas amigas pensasen que le había roto el corazón a Rosa. “Ella decidió que no deberíamos pasar más tiempo juntas. No quiere verme después de mañana y dice que pasar más tiempo juntas solo haría mucho más difícil decir adiós.” Su cara se arrugó cuando una nueva oleada de dolor le recorrió al recordar el pobre razonamiento de Rosa. “No lo sé. Lo que sea.”

“Alice.” La tierna pronunciación de Bree de su nombre no hizo nada por calmar la marea de lágrimas resurgiendo. “¿Quieres que le haga entrar en razón?” Alice se rió impotente y escondió su cara bajo sus brazos. “Tentador.” Enid le acarició la pantorrilla con tanto afecto que Alice estuvo a punto de desmoronarse. “Lo siento, cariño. Eso es duro.” “Al menos podía haber esperado hasta mañana,” Bree dijo. “No había esperado que Lila tuviese tan poco corazón.” “Eso fue lo que le dije.” Alice bajó los brazos y miró a Bree y Enid. Mis amigas. Calentada por su presencia, decidió ver si hablando el dolor disminuía de alguna manera. “Lila dice que ya le importo demasiado, y que puede ver los fuertes sentimientos que tengo por ella. Ella tiene.....complicaciones en su vida que le han convencido que no es buena para nadie. Particularmente para alguien tan tímida y propensa a la ansiedad como yo. Esas complicaciones son tan.....complicadas.....que se niega incluso a considerar a mantener una amistad, mucho menos a tener una cita de verdad. No quiere que yo me vea envuelta en sus problemas de ninguna manera, incluso aunque no he parado de decirle que no me importan y que puedo manejarlo. Si significa que ella va a permanecer en mi vida, estoy bastante segura que puedo manejar cualquier cosa.” Bree gruñó entre dientes, al parecer ofendida en nombre de Alice, mientras Enid asentía pensativamente y dijo, “Entonces ella está intentando protegerte de lo que sea que pase en su vida, así como de la posibilidad de experimentar un dolor adicional por estar más unidas de lo que ya lo estáis, antes de la inevitable separación.” “Ese es su razonamiento.” Levantándose, Alice cruzó las piernas sobre la litera. “Yo solo quiero que me de la oportunidad de demostrarle que puedo manejar su bagaje. Solo porque ha admitido que tiene verdaderos sentimientos por mí. Si no pensase que ella también quiere ver donde nuestra amistad puede conducirnos, no hubiese presionado aunque piense que el momento que ha elegido es terrible. Pero ha dado a entender que en un mundo perfecto, saldría a cenar conmigo el próximo fin de semana. Si no hubiese dicho eso, hubiese aceptado esto como una adulta y me hubiese marchado. Honestamente. Nunca me quedaría donde no me quieren.” Bree y Enid intercambiaron miradas. “Basándonos en lo enfadada que parecía cuando la vimos, no creo que no te quiera,” dijo Bree. “Ni por un segundo.” Miró por encima de su hombro resistiendo activamente el deseo de salir corriendo hecha una furia, encontrar a la fuente del disgusto de Alice, y traerla arrastrando para que aclarase las cosas. “Sé lo que es estar asustada, pero realmente desearía que te hubiese tratado con más cuidado.” Alicia consiguió soltar una risita cuando sus doloridos ojos volvieron a humedecerse. “Yo también.” Enid puso su mano sobre la de Alice y le dio un apretón de consuelo. “Dale un poco de tiempo para que lamente lo sucedido. Tal vez reconsidere su oposición a implicarte en su complicada vida.” “Bueno, deberías de hacer un gran gesto. Demostrarle que eres más capaz de lidiar con su mierda más de lo que ella cree.” Bree se encogió de hombros, al parecer incapaz de sugerir que forma debería adoptar ese gesto. “O hacer algo tan épicamente romántico que no tenga más elección que darte una oportunidad.”

Alice repentinamente se sintió como si hubiese caído en la trama de una comedia romántica y no tuviese el guión. No estaba preparada para representar su papel. “No tengo ni idea de como hacer eso.” Enid le palmeó la mano. “Dale algo de tiempo, y habla con ella en unas horas. Hasta entonces, puedes pasar el día con nosotras.” Bree pareció ligeramente sorprendida por la oferta de Enid, pero aceptó el gesto de inmediato. “Totalmente.” Alice se ruborizó, perfectamente consciente de lo que habían venido a hacer aquí. Solo porque su vida sexual una vez fuese latente no significaba que la de ellas también debiese serlo. “En realidad, probablemente debería ir a hablar con Jamal en el edificio de manualidades. Le dije que le daría algunos consejos para unas sencillas lecciones de robótica para futuras temporadas de campamento. Él parecía bastante emocionado con ello, así que.....” Notó la forma en que Bree se iluminaba por la implicación de que pronto tendría a Enid a solas. “¿Pero.....tal vez nos veamos esta noche en el baile?” Ella realmente no quería ir sin pareja. “Seguro.” Bree le dio una amplia sonrisa. “¿Acompañar a dos hermanas mujeres a un evento? Tendrán que retorceré el brazo.” Enid le lanzó a su amante un divertido guiño. A Alice le dijo, “Cuidado, o te invitará a pasar toda la noche con nosotras.” “Ciertamente lo haría,” dijo Bree con seriedad, “Si pensase que a Alice le iban ese tipo de cosas.” De alguna manera intentando no encogerse y morirse de vergüenza, Alice le devolvió una pequeña sonrisa mientras se abanicaba las llamas en sus mejillas. “También tentador,” admitió. Experimentando un instante de consciencia extra corpórea, se dio cuenta de lo que acababa de decir. Estoy flirteando. ¡Con alguien que no es Rosa! Tal vez realmente había madurado. Sin embargo, incluso aunque pudiera reunir la confianza para participar en un trío, su corazón no estaría en ello. “Lamentablemente, estoy demasiado colada por la primera mujer con la que me he acostado como para considerar añadir una segunda y una tercera a la lista.” Tanto los ojos de Bree como los de Enid se agrandaron por su revelación. “Oh. Wow.” Bree dudó. “¿Bueno, tal vez ese sea el problema?” Enid le dio un codazo a Bree lo suficientemente fuerte para hacer que chillase. “Creo que lo que Bree quiere preguntar es, ¿ella ha dicho que tu relativa inexperiencia es una de las razones por la que es reticente a ir más en serio?” Alice negó con la cabeza, luego se encogió de hombros. “Estoy bastante segura que no es eso, pero.....” Buscó en las caras de Bree y Enid. “¿Vosotras creéis que es un problema?” “No siempre que no la trates como un experimento.” Enid le palmeó otra vez. “Dado como las dos parecéis de devastadas con la idea de perder el contacto con alguien que solo conocéis desde hace cuarenta y ocho horas, no creo que esa sea tu intención en absoluto.” Alice negó con la cabeza vigorosamente. “No lo es. Me casé muy joven, principalmente por alejarme de mis padres, pero ahora.....” Dio una respiración para estabilizar su voz. “Sé quién soy.” Bree y Enid sonrieron al unísono, como madres orgullosas. “¿Estás segura que no quieres que hable con ella para hacerle entrar en razón?” Bree preguntó. Alice negó con la cabeza, entonces cuidadosamente se arrastró hacia la escalerilla de metal de su litera. Bajó el pie para ponerlo en el segundo peldaño

antes de darse la vuelta para afrontar el peligroso descenso. “No. Voy a ir a hablar con Jamal, lo que le dará a Lila tiempo para reflexionar mientras yo tengo una tormenta de ideas sobre la clase de ese gran gesto.” Bajó el pie al siguiente peldaño. “También intentaré que esta experiencia no arruine el resto de mi tiempo aquí.” “Buen plan,” dijo Enid. “Hermoso plan,” estuvo de acuerdo Bree, cerca de la espalda de Alice. “Pero antes de todo eso: ¿quieres un poco de ayuda para bajar de ahí?” Alice dejó quieto el pie que había estado balanceando en el aire en un infructuoso intento por encontrar el siguiente peldaño. “Si insistes.” Unas fuertes manos se agarraron a su cintura, cuidadosamente levantándola y colocándola sobre el suelo. Momentáneamente sacudida por el íntimo contacto con alguien que apenas conocía, Alice consiguió calmar su inquietud con una simple y estabilizadora respiración. Le sonrió a Bree, con la cara ardiendo. “Gracias.” “No hay problema.” Bree le sorprendió dándole un cálido y largo abrazo. “No dudes en venir a buscarnos si nos necesitas, ¿vale? Te guardamos las espaldas.” Alice se relajó en el abrazo. Cuando Enid se unió segundos después, en lugar de sentirse sofocada, Alice respiró con mucha más facilidad de lo que lo había hecho desde que dejó a Rosa en el bosque. La teoría que había mantenido desde su infancia se comprobó. La amistad realmente hacía que la vida fuese mejor. ***** Jamal se iluminó visiblemente emocionado cuando Alice entró en el edificio de manualidades. El grupo era escaso en comparación con la tarde anterior, probablemente porque el día de campo todavía estaba en pleno apogeo. Aliviada de ver al consejero no ocupado con otros campistas, Alice se acercó a su mesa de trabajo con el corazón latiendo acelerado. Asumió que le harían falta años de práctica dominar sus reacciones psicológicas en esta clase de interacción social, pero siendo realistas, no podía esperar que sucediese tan pronto. Luchar con su persistente paranoia a parecer tonta era bastante difícil. Tener que lidiar simultáneamente con el sudor, las mejillas rojas, y las manos temblorosas, hacía que momentos como este fuesen realmente atroces. “¡Alice!” Jamal se levantó y le ofreció su mano. “Realmente esperaba que vinieras.” Sus cálidos ojos marrones brillaron mientras le daba un firme y confiado apretón de manos. “¿Tomándote un descanso de robar patines?” La feroz humillación ardió a través de Alice, abrasando cada parte de su conciencia, pero en lugar de rendirse a la instintiva vergüenza, desafío a su distorsionado pensamiento que hacía que su comentario pareciese cruel, incluso una burla. Jamal lucía una amistosa sonrisa, lo que hizo vacilar su evidente vergüenza, y además él no había sido más que agradable con ella. Está bromeando. Devuélvele la broma. “Sí, por el momento.” Jamal se rió entre dientes, luego señaló hacia una caja de cartón llena de interesantes y variados objetos, y piezas que parcialmente había esparcido sobre la mesa. “Vale, me dejaste realmente impresionado ayer. Anoche fui conduciendo una hora a una tienda de electrónica.....” Él hizo una pausa para poner una cara de autocrítica. “Lo sé, lo sé. Pero pensé que tal vez si tú colaborabas, podrías enseñarme como construir un súper simple robot. De

cualquier clase.” El puso las manos en la caja y la sacudió ligeramente. “El vendedor me dijo que tenía todo lo necesario que podría necesitar.....” Alice miró dentro de la caja, aliviada de tener un reto técnico en el que concentrar sus energías. Dejó que su mirada se dispararse entre el contenido, junto sobre los objetos que ya estaban sobre la mesa, como si elaborase un inventario mental. Había motores de diferentes tamaños, baterías, y porta baterías, LED de distintos colores, resistencias, temporizadores, receptores, condensadores, circuitos, y una verdaderamente vertiginosa variedad de cachivaches electrónicos. “Pero bueno. ¿Cuánto dinero te has gastado?” Jamal le lanzó una sonrisa llena de dientes. “A Marcia le encantó la idea. Ella está buscando formas de atraer a los campistas que estén interesados en actividades que no sea la bebida. Aprobó el programa piloto al instante, incluso dio el dinero.” “Bien.” Alice vacío la caja, clasificando las piezas en montones por categorías. “Bueno, sin un ordenador para programar un microcontrolador, nuestras opciones son algo limitadas. Sin embargo, podemos construir un simple robot que evite obstáculos con lo que tienes aquí.” “¿Sí?” Jamal golpeó las manos contra la mesa, tan evidentemente ilusionado que Alice no pudo evitar dejarse llevar por su entusiasmo. “¡Hagámoslo!” “Muy bien.” Alice sacó una silla y se sentó, seleccionando y eligiendo los componentes que necesitarían. “Coge un papel por si quieres tomar notas.” “Buena idea.” Él corrió hacia otra mesa y regresó con una libreta y un bolígrafo. Dejándose caer en la silla junto a ella, observó en silencio como ella continuaba ordenando piezas, entonces dijo, “Realmente deberías volver y dar un curso de iniciación a la robótica conmigo algún día. Estoy segura que Marcia te concedería una inscripción gratuita.” Alice resopló. “Eso sí primero no me expulsa por mis travesuras.” Jamal se rió, amablemente. “Dime la verdad. Coger prestado el patín: ¿fue idea tuya o de Lila?” Cuando ella levantó la vista, tímidamente, él levantó una ceja. “De verdad. No esperaba eso.” “Ya somos dos.” “¿Dónde está su compinche criminal?” Jamal miró alrededor como si pensase encontrarla rondando en la periferia. Alice no pudo evitar escanear la sala con él. “Espero no estar robándote tu tiempo con ella.” “En absoluto.” Alice intentó parecer despreocupada. “Tal vez nos veamos luego, pero ahora mismo voy a construir este robot contigo. Una vez que localice unas cuantas cosas más, empezaremos por lo básico.” “Excelente.” Jamal apoyó su barbilla en su mano, observando, antes de iluminarse con una idea que se le ocurrió. “¿Sabes qué? Deberías de regalarle el robot que hagamos hoy a Lila. Una especie de disculpa por tenerte alejada así.” Él cuidadosamente le dio un golpecito con el hombro, un gesto de camaradería que seguía siendo una espeluznante novedad. “Invita Marcia.” No estaba segura de si construir un simple robot entraba en la categoría de un gran gesto, pero dado lo que sabía de la mujer que se las había arreglado para que empezase a enamorarse después de tan solo dos días, un regalo de este tipo podría ser lo suficiente épicamente romántico para hacer que reconsiderase dejar a Alice. Aunque este símbolo no cambiase nada en absoluto, el recuerdo de la alegría de Rosa por su tonta arma de asedio le permitió a Alice aceptar la generosa oferta de Jamal sin dudarlo. “Gracias. Le encantará.” “Bueno, tiene suerte de tenerte. Eres bastante genial.”

No acostumbrada a pensar tan amablemente de sí misma, Alice no pudo evitarlo y silenciosamente estuvo de acuerdo con la declaración de Jamal.....con la primera parte al menos. Rosa habría tenido suerte de tenerla. Tenía sus defectos, por supuesto, y nunca disfrutaría siendo el centro de atención o tener una vida social muy activa, pero si le daban la oportunidad, amaría a Rosa como nunca antes le habían amado. De hecho, si de alguna manera conseguían hacer con éxito la transición de su conexión al mundo real, ambas serían afortunadas, porque ambas tenían vidas que mejorar. Eran buenas una para la otra, a pesar de las complicaciones. Alice sabía que eso tenía que ser verdad, porque la alternativa era demasiado dolorosa para aceptarla. Ahora todo lo que tenía que hacer era que Rosa también lo creyera.

Capítulo Quince

Rosa anhelaba tener su teléfono móvil cargado para poder llamar a su mejor amigo Trayvon y gritarle por haberle enviado el enlace a la página web del Campamento Rewind meses atrás. Tan estresante como su vida era entonces, al menos finalmente había había alcanzado un punto en el que no estaba siempre con la agonía de la forma en que se sentía hoy. De alguna manera, el dolor de romper con Alice.....una mujer a la que conocía desde hacía solo dos días.....le hacía sentirse mucho peor que nada que pudiese recordar haber experimentado en el pasado año y medio. Este fin de semana tenía que haber sido su oportunidad para recuperar la frivolidad de un tiempo anterior a la publicación del artículo, el regreso a cuando se divertía, se acostaba con quien quería, e ingenuamente creía que el universo con naturalidad se adaptaría en favor de su seguridad y felicidad. En cambio, el campamento había resultado convertirse en otra pesadilla para recordarle la facilidad con la que una simple publicación en internet podía arruinar toda la vida de una persona de todas las formas posibles. No había tenido la intención de romper el corazón de Alice.....ni tampoco el suyo propio. Tampoco que Alice se viese mezclada con sus detractores o ser testigo de la vergüenza que Rosa se veía obligada a soportar con regularidad casi a diario. Sin importar la rapidez con la que Alice se había ganado su confianza, esto parecía una transgresión demasiado personal para compartirla con nadie. Demasiada vergüenza. Incluso aunque se sintiera lo suficientemente cómoda para revelarle la sórdida verdad a Alice, una cosa era describir el acoso al que estaba sometida y otra completamente distinta experimentarlo de cerca. Tal vez fuese una cobarde, pero Rosa no estaba segura de que ella pudiera sobrevivir a eso. ¿Cómo podría ser capaz de mirar a Alice a la cara cada día, sabiendo que sus propias malas decisiones eran la fuente de toda su miseria compartida? A pesar se su torbellino interior, Rosa no se metió en su coche y se marchó. No podía. Después de confirmar que tanto las maletas de Alice como su coche seguían estando exactamente donde los había visto por última vez, Rosa encontraba simplemente imposible recoger sus cosas e irse, incluso aunque debería. Si decía en serio lo de terminar las cosas con Alice, el movimiento más inteligente sería conducir tan rápido y tan lejos de este sitio como su sedán de precio razonable pudiera llevarle. Salvo que no era inteligente. Evidentemente. Más aún, Rosa ya no confiaba en su habilidad para diferenciar entre el bien y el mal. No en esto. Marcharse ahora significaría con toda probabilidad que no volvería a ver a Alice otra vez, y a pesar de lo que había dicho con anterioridad, no estaba preparada para eso. Ni de cerca. Desafortunadamente, tampoco estaba preparada para ver a Alice cara a cara. Su voluntad era demasiado débil, sus emociones demasiado volátiles. Se odiaba a sí misma por lo que había hecho, completamente, sin embargo no deseaba nada más que el privilegio de que se le permitiera amar a Alice Wu. Con un revés como este, no sabia como reaccionaría si se tropezaban una con la otra. Si Alice abría sus brazos, simplemente podría entrar en ellos, solo para volver a programar el reloj para la ruptura de corazón que sería el inevitable final de su relación. ¿Era mucho mejor sentirse así ahora, no sería incluso peor dentro de

seis meses? Rosa pensaba que sabía la respuesta a esa pregunta, pero la certeza de un dolor futuro no hacía nada por borrar la agonía de su presente dolor de corazón. No tenía ni idea de que hacer. Rosa recordó la expresión en la cara de Alice justo antes de darse la vuelta y marcharse, una máscara quejumbrosa de pura tristeza que Rosa fue capaz de ver solo durante un instante. La primaria reacción de Alice ante el brutal trauma.....trauma infligido por ella.....había sido tan visceral que el recuerdo acecharía a Rosa durante el resto de sus días. Mientras revivía el momento por enésima vez, las náuseas florecieron en su estómago, ralentizando su rápido y serpenteante caminar sin rumbo por el camino que le llevaba al campo de tiro con arco. No queriendo permanecer demasiado tiempo donde Alice pudiera verla, Rosa reanudó su caminar a un paso mucho más moderado, deteniéndose para leer un cartel en un poste a la cabecera del corto sendero. ¡ACTIVIDAD PARA SOBRIOS! Rosa sonrió. Perfecto. Sin idiotas borrachos y, presumiblemente, sin Alice. Había objetado a los tímidos intentos de Rosa para practicar el tiro con arco el día anterior, protestando que se sentiría demasiado cohibida para aprender una nueva habilidad alrededor de tantos extraños. Por descontado, el día de campo de borrachera habría descartado a la mayoría de los otros campistas de participar en esta práctica durante las próximas horas por lo menos, pero Alice probablemente no habría pensado en eso. Al menos Rosa esperaba que no lo hubiera hecho. Se aproximó al campo dubitativa, al principio insegura de si alguien permanecía para acomodar a los no bebedores y los que aborrecían la carrera a tres piernas. Después de un rápido vistazo, vio a un solitario consejero de servicio, un hombre de veintitantos años, hombros anchos, y tatuajes que estaba sentado en un taburete con una consola portátil de videojuegos en sus manos. Completamente inmerso en la acción de la pantalla, movía rápidamente los pulgares sobre los botones de una forma que le identificaba como jugador veterano. Exactamente la demografía que Rosa quería evitar. Silenciosamente, dio un paso atrás y se dio la vuelta para hacer una rápida escapada. “¡Oye, espera! Lo siento. No pretendía ignorarte. Solo deja que.....” El consejero estaba luchando con los controles cuando Rosa se dio la vuelta, todavía mirando a la pantalla, pero con una urgencia diferente. “¡Y.....terminé!” Metió la vídeo consola en una funda de plástico rígido y la dejó a un lado, luego saltó del taburete y sacudió la cabeza. “Hola, soy Nick. El tipo que ha dejado de esperar ver aficionados sobrios al tiro con arco al menos hace cuarenta y cinco minutos.” Rosa colocó su fachada más confiada y practicada. Por dentro, temblaba. Él juega a videojuegos. Me reconocerá. Intentando parecer indiferente, ella dijo, “Soy Lila. La mujer que evita las resacas a toda costa.” Nick la recompensó con una carcajada y un comprensivo asentimiento. “Inteligente.” “Hago lo que puedo.” Ella miró alrededor, deseando encontrar una forma de salida. ¿Qué podía decir? ¿Qué había cambiado de opinión? ¿O, sorpresa, que realmente no estaba sobria? Eligiendo el camino con menor resistencia, dijo, “¿Sabes qué? De repente no me encuentro muy bien. Probablemente debería ir a tumbarme un rato.”

Nick frunció el ceño ligeramente, la preocupación grabada en su cara. “Lamento de verdad oír eso. Esperaba con ganas poder hacer otra cosa que fracasar miserablemente en este nivel de Stealth Inc. por milésima vez.” Rosa se relajó mínimamente, ridículo como parecía, por la revelación del relativo inofensivo gusto de Nick en videojuegos. “Ese es brutal,” ella respondió en piloto automático, inundada por los recuerdos del tiempo que ella pasó siendo derrotada una y otra vez con el título independiente de puzzles-plataformas. Dándose cuenta, tardíamente, que se acaba de identificar ella también como jugadora, Rosa rápidamente rectificó. “O eso he oído.” Nick le dio una amable sonrisa, luego cogió un arco de la pared y se lo ofreció. “¿Seguro que no quieres tirar una flecha o dos? Te prometo que es más fácil que el Stealth Inc.” Insegura incluso de poder alcanzar la diana, Rosa accedió con un reticente asentimiento. “Muy bien.” “Genial.” Frotándose las manos con exagerado deleite, Nick le entregó un brazalete de cuero marrón de un mostrador cercano. “Adelante y ponte este protector del brazo. Evitará que la cuerda golpee tu piel.” Rosa se puso el brazalete en el antebrazo y lo abrochó en su sitio, rezando por no haber cometido un error dándole tiempo a Nick para ver más allá de su nuevo aspecto con su corte de pelo y su nombre falso para descubrir a la genuina antiheroína de videojuegos en su medio. “Puesto.” “No estés nerviosa.” Él recogió una flecha y le demostró como cargarla en la cuerda, entonces tiró hacia atrás para apuntar. “Un movimiento fluido, ¿ves? Ahora..... ¿Eres diestra?” “Sí.” Rosa cogió el arco y la flecha cuando él se los ofreció, imitando su técnica posicionando el proyectil en la cuerda. “¿Así?” “Exactamente.” Nick cogió un segundo arco de la pared, y otra flecha, para ponerse junto a ella y demostrarle la postura correcta. “Mientras sujetas el arco con tu mano izquierda, apunta con el hombro izquierdo hacia la diana. Tus pies deben estar separados la anchura de los hombros, en perpendicular a la diana. Así.” Rosa copió sus movimientos, colocándose apuntando a un punto rojo brillante pintado en una bala de heno a cierta distancia. “Muy bien.” “Utiliza tres dedos para sujetar la flecha. Bien,” él dijo cuando ella siguió su ejemplo. “Ahora muéstrame como lo levantas y tensas.” Rosa intentó imitar su anterior ejemplo pero inmediatamente se dio cuenta que su postura no era lo suficientemente buena. “¿Qué estoy haciendo mal?” “Solo tienes que corregir un par de cosas.” Nick se lo demostró levantando su arco de nuevo. “Mantén el brazo del arco extendido hacia la diana. Tu codo tiene que estar paralelo al suelo, y el arco debería permanecer en vertical. Así literalmente puedes mirar directamente por el cuerpo de la flecha.” Rosa corrigió su posición de disparo. “Lo tengo.” “Ahora cuando tenses, mueve la mano en la cuerda hacia tu cara a un punto de anclaje. Normalmente debe ser en alguna parte alrededor de tu barbilla, mejilla, oreja, o incluso la comisura de la boca. Piensa en ese punto como la referencia que necesitas tener para permanecer estable un lanzamiento tras otro. Intenta no relajarte demasiado o tirar hasta este punto de anclaje, si quieres conseguir el máximo de potencia y control.”

Rosa observó como Nick levantaba y tensaba el arco unas cuantas veces más, utilizando su ejemplo para poco a poco mejorar su técnica. Finalmente, tras recibir su aprobación, ella preguntó, “¿Cómo apunto?” “¿Por qué no sigues tus instintos? Deja salir la flecha y a ver que sucede.” Un calor se arrastró en su tono. “Finge que es un videojuego.” Estremeciéndose, Rosa consideró fingir ignorancia sobre el tema antes de inmediatamente descartar la idea. La única cosa peor que ser el objetivo de crudos comentarios y amenazas de muerte era tener que negar esta parte esencial de quien era. Ella y su hermano habían crecido jugando a videojuegos juntos. Él nunca había tenido que mentir o sentirse avergonzado por sus hobbies, y ella tampoco quería hacerlo. En lugar de contestar a Nick, miró por la longitud de la flecha, intentó apuntar la punta hacia el centro de la diana, y soltó la tensa cuerda. La flecha voló rápidamente, impactando unos centímetros por debajo y a la derecha del punto rojo. Cuando se dio cuenta del éxito de su lanzamiento, Nick grito y vitoreó. “¡Bien hecho! Me haces parecer un tremendo instructor.” Rosa se encogió de hombros. “No eres malo.” Intercambiaron amistosas sonrisas. “¿Puedo intentarlo otra vez?” “Por supuesto.” Nick cogió un puñado de flechas y las colocó en el mostrador junto a ella. “Sírvete tú misma.” Rosa disparó tres veces más, ajustando su postura y apuntando hasta que, finalmente, alojó una flecha milímetros por debajo del borde del centro de la diana. Un poco avergonzada por la entusiasta reacción de Nick, sin embargo chocó los cinco con una ligera risita. “Me haces parecer una tremenda estudiante.” “Eres buenísima. En serio.” Él se acercó como si fuera a confesarle un gran secreto. “Deberías ver todas las peripecias de los arqueros amateurs, sobrios o no. Es raro que uno de mis estudiantes de en la diana en sus primeros intentos.” “Tendré que creer en tu palabra.” Complacida de haber aprendido una nueva habilidad que le encajaba mucho mejor que montar a caballo, Rosa lanzó otra flecha que aterrizó en la parte inferior del pequeño círculo negro. “Esto es divertido.” “Deberías de pensar en unirte al club de tiro con arco local. Ellos podrán ofrecerte una mejor instrucción y tiempo de práctica. Incluso podrías ir a competiciones, si quieres.” Él se encogió de hombros como si de repente le preocupase parecer un idiota. “Yo pertenezco al club de East Bay. Lo paso bien.” Rosa se preguntó por la sabiduría de verse envuelta en otro potencial hobby dominado por los hombres, incluso aunque se odiaba a sí misma por pensar de esa manera. Le sonrió educadamente a Nick, apreciando que creyese en su habilidad natural y nada más. “Tal vez lo haga.” “Todo el mundo en mi club es realmente genial. No creo que nadie pueda, ya sabes.....hacerte pasar un mal rato. Ni nada.” La precisión de Nick haciendo referencia a la fuente de su preocupación le alertó que, efectivamente, había sido reconocida. Otra vez. Su corazón martilleaba y estaba demasiada asustada para simplemente dejar la farsa. “¿Por qué alguien querría hacerme pasar un mal rato?” Nick parpadeó, entonces miró al suelo. “Lila. Cierto. Perdona.” Él negó con la cabeza. Temblando, Rosa dejó el arco sobre el mostrador y se dio la vuelta para marcharse. “Debería irme.”

“Espera,” Nick le llamó por la espalda. “Por favor. Eres Rosa Salazar, ¿no?” Todavía dolida por su anterior encuentro con los dos borrachos, la ansiedad de Rosa repentinamente se transformó en rabia. “¡Déjame en paz!” “¡No lo miré!” Nick parecía estar en pánico, probablemente preocupado por si ella iba directamente a informar a Marcia. “El vídeo, quiero decir. Tampoco vi las fotografías. No lo haría. Estuvo mal que robasen tus cosas, mal que las publicase, mal que todo el mundo las viera. Además, me gusto tu artículo.” Él bajó la voz cuando Rosa se quedó congelada en el sitio, y terminó murmurando, “Incluso aunque ese videojuego fuese bastante divertido. A veces.” Insegura sobre si él estaba siendo sincero, Rosa miró por encima de su hombro para evaluar la posibilidad de que realmente hubiese encontrado a la más rara de las criaturas: un hombre joven al azar que le apoyaba en su medio natural. Controlando sus nervios, decidió que su tapadera ya había sido descubierta. Así podré ver que sucede. “Tienes razón. Tenía sus momentos. Una pena que tuvieran que arruinarlo con toda esa vergonzosa misoginia.” “Estoy de acuerdo contigo. No querría que mi hermana estuviera en la habitación conmigo cuando jugase, eso seguro. Tampoco quiero que mi hija pequeña esté expuesta a videojuegos como ese, una vez que tenga la edad suficiente para empezar a jugar con su Papi.” Al parecer la mención de una hija bajó las defensas de Rosa ligeramente, Nick sacó su teléfono de sus vaqueros y le enseñó una fotografía de un querubín de pelo oscuro con los ojos de su padre. “Tengo que admitirlo, no me daba cuenta de esa mierda cuando era adolescente, pero ahora lo hago. La forma en que los videojuegos a veces representan a las mujeres, las acciones que te permiten tomar.....bueno, pueden ser realmente inmaduras. Y probablemente malsanas.” Él volvió a guardar el teléfono en su bolsillo. “De todos modos, quería decirte que tienes mucho mérito por hacer lo que hiciste.....y.....no toda esa mierda que sé que te han hecho pasar.” Afectada, Rosa susurró, “Gracias. Yo.....” Se obligó a contener las lágrimas que nublaban su visión. “Honestamente, no me dicen eso mucho. En internet, sí, pero en la vida real.....por la razón que sea, normalmente solo me reconocen hombres que me odian. O los que disfrutan de ese estúpido vídeo.” “Mira, eres valiente como el infierno. No puedo ni imaginar ser objeto de tanto escrutinio, en internet o de otra manera. Yo probablemente me habría escondido debajo de la cama y no vuelto a salir nunca de casa.” Rosa se rió, un lúgubre sonido que sonó hueco a sus oídos. “Confía en mí, al principio hubo días que hice exactamente eso. Todavía sigo luchando por no aislarme completamente, créeme.” “Bueno, has venido aquí.” Nick levantó sus manos en un gesto hacia su entorno. “Eso requiere pelotas.” Él le guiñó un ojo, probablemente recordando sus credenciales feministas. “Perdona por la expresión.” “Claro, he venido aquí, pero bajo un nombre falso, y con un corte de pelo que me ha matado hacérmelo.” Rosa se tocó su pelo corto en señal de luto por su anterior melena rizada. “No es que mi patético intento de disfraz haya acabado funcionando. En absoluto.” Para alguien que no solía ser reconocida normalmente a diario en una zona poblada como el Área de la Bahía, su actual historial en el Campamento Rewind no estaba muy lejos de ser desastroso. “Eres la segunda persona que me ha reconocido hoy.” La frente de Nick se arrugó. “El otro tipo no fue un gilipollas, ¿no?”

“Solo uno pequeño,” Rosa contestó, luciendo una sonrisa por su intencionada insinuación. “Un polla diminuta, estoy segura.” Nick resopló, entonces se rió a carcajadas, claramente aliviado al haber conseguido sacar su sentido del humor. “Bien.” “Bueno, él fue evidentemente compensado en exceso por algo.” “Seguro que eso es cierto en muchos trolls.” Nick se encogió de hombros y sonrió tímidamente. “Sabes, el problema no es tu corte de pelo. Es solo que.....tienes una cara única muy bonita. Son tus ojos, creo.....y el hoyuelo.” Él se aclaró la garganta y retrocedió un paso, como si intentase demostrar que no estaba intentando ser sibilino. “Son distintivos.” “Suerte para mí.” Pero Rosa no pudo evitar sonreír, genuinamente calentada por el cumplido. “Tristemente, no es práctico llevar gafas de sol a donde quiera que vaya.” “Ah, bueno. Manda a la mierda a los que odian y permanece orgullosa. Diste tu opinión y planteaste tu caso. La gente es libre de estar de acuerdo o no, y ese debería ser el final de todo.” Como deseaba Rosa que eso fuese verdad. “En teoría.” “No puedo ser el único que aprecia la mierda que mujeres como tú tienen que sufrir para hacer que mi hobby favorito también pueda incluir a ni niña pequeña. Solo piensa en todas las mujeres jugadoras que hay ahí fuera. Incluso aunque nunca conozcan tu nombre, se beneficiarán porque has tenido los arrojos de hablar en su nombre.” Nick extendió su puño invitando a que lo chocase. “No te olvides de ellas, ¿de acuerdo? La próxima vez que un gilipollas te cause problemas, recuerda a mi hija. Espero criarla para que un día exprese su opinión con tanta valentía y convicción como tú lo has hecho.” Él levantó un hombro tímidamente. “Solo.....no dejes que esos mierdas ganen. Se fuerte.” Rosa chocó su puño con el de Nick, agradecida por el elogio incluso aunque pareciese un poco plano inmediatamente después de su último acto de cobardía. “Lo intentaré. Gracias.” “¿A pesar de haber sido reconocida, lo estás pasando bien en el campamento?” Nick apoyó su cadera contra el mostrador, suavemente cambiando a un tema menos pesado. “Evidentemente las lecciones de tiro con arco han sido lo más relevante hasta ahora.....” “Evidentemente.” Sorprendida por lo liberador que era estar fuera con alguien además de Alice, Rosa sonrió de forma genuina. “El campamento está siendo toda una experiencia.” “¿Una buena experiencia, o mala?” La compostura de Rosa se tambaleó cuando bordearon el tema del que se sentía demasiado afectada como para discutirlo, sin importar lo agradable que Nick estaba siendo. “¿Un poco ambas cosas?” Esperando dar por zanjado el tema, ella dijo, “Principalmente buena. He hecho algunos amigos, inmersa en una diversión alegre, anticuada, estilo campamento. Incluso he sido regañada por una consejera.” “¿Marcia?” Rosa se rió. “Buena suposición.” Nick resopló y puso los ojos en blanco. “¿Piensas volver en otra ocasión?” Rosa no podía imaginar regresar a la escena de su más grande crimen. “Tal vez.”

“Si lo haces, te respaldaré.” Nick levantó su tarjeta identificativa de consejero colgando de un cordón alrededor de su cuello. “No tienes ni idea de cuanto poder e influencia imparten estas credenciales.” “Suena impresionante.” “Lo es.” Nick le dio una tonta sonrisa, regresando a su puesto en el mostrador. “¿Vas a ir al baile esta noche?” Con temor de que le estuvieran echando los tejos, Rosa permaneció neutral. “Sí, no lo sé.” “Si lo haces, ven a buscarme. Mi prometida trabaja como consejera este fin de semana también. Nos encantará estar cerca de ti, ya sabes, mantener un ojo en todo. Tú eres en realidad una de sus heroínas. Ella también es jugadora.” Realmente abrumada por haber encontrado inesperadamente un aliado tan devoto, Rosa extendió su mano para darle a Nick un firme apretón. “Gracias, Nick. Yo realmente.....” Rosa se detuvo, momentáneamente sacudida por su volátil estado emocional, hasta que estuvo segura de que no se disolvería en lágrimas. “De verdad que te lo agradezco. Más de lo que probablemente puedes imaginar.” “Y piensa en lo del club de tiro con arco, ¿de acuerdo?” Nick soltó su mano con un guiño. “Realmente tienes un don para esto.” Rosa se rió simplemente para evitar llorar. Le encantaría practicar tiro con arco.....y también seguir con Alice. ¿Por qué su vida no podía ser así de simple? “Es divertido. Miraré la página web del club, al menos. Lo prometo.” “Si vives cerca, yo pertenezco a una organización en Berkeley. Nos encantaría verte allí.” Rosa retrocedió, no estando preparada para tomar ninguna decisión hasta tener ordenadas sus ideas. “Pensaré en ello.” Señaló donde Nick había dejado su videoconsola portátil. “Por ahora, dejaré que vuelvas al Stealth Inc.” Él suspiró pesadamente. “Genial. De nuevo a sentirme como un lento y descoordinado burro.” “Tengo fe en ti.” Con eso se ganó una risita. “Dios, gracias.” Rosa se marchó del campo de tiro con arco sintiéndose tanto mejor como peor de lo que había llegado. Mejor, naturalmente, por haber tenido un encuentro positivo con un hombre joven que conocía su desafortunado salto a la fama. Peor, porque aunque Nick claramente había intentado con sus cumplidos sobre su fuerza y su valor levantarle el ánimo, las pasadas veinticuatro horas le habían dejado sintiéndose en el polo opuesto a la valentía. Tan apasionadamente como había creído una vez.....y quizás todavía seguía creyéndolo.....que Alice estaría mejor sin ella, el acto de cortar con ella ya no parecía altruista, si no cobarde. Sí, verdaderamente tenía miedo de ver a Alice sufrir a causa de su pasado, pero su propio temor a perder a alguien que le importaba por la pesadilla en internet era mucho más importante que todo lo demás. Particularmente porque, a diferencia de Luis, esta vez no estaba arriesgando la pérdida de alguien que simplemente le gustaba. Aunque se acababan de conocer, en lo referente a Alice, Rosa sabía que acabaría perdiendo a alguien que amaba. Se había centrado en cada momento de su vida romántica desde la universidad en hacer todo lo posible para evitar la misma agonía que había experimentado después de perder su primera verdadera novia. Incluso antes de publicar el artículo. Para finalmente ir y abrirle su corazón a alguien.....a Alice.....en un momento en el que no tenía razones para creer que ninguna

relación pudiera funcionar nunca, porque su vida básicamente ataba en ruinas..... ¿Era eso valor, o estupidez? A falta de una dirección clara, Rosa caminó una corta distancia pasando los establos cuando el húmedo y terrible sonido de alguien vomitando entre los arbustos por delante le hizo pararse en seco. Entrecerró los ojos, entonces experimentó una ráfaga de diversión mezclada con alarma cuando se dio cuenta que su némesis principal de antes.....Jason, el ex fan de su vídeo amateur....estaba parado justo fuera del sendero, pareciendo realmente enfermo. Él levantó la vista cuando ella se acercó, con recelo, luego se dio la vuelta sin hablar para vomitar un poco más. “Perdedor,” Rosa murmuró entre dientes. Se dio la vuelta para dirigirse de vuelta hacia el campamento principal, completamente asqueada por la indigna exhibición. ¿Este es el tipo de idiota que estoy permitiendo dirija mi vida? Patético. Normalmente no tenía la oportunidad de ver la peor parte de sus atormentadores cara a cara. Normalmente lidiaba con amenazas anónimas por internet, así como tweets, desagradables correos electrónicos, y venenosas entradas en blogs destinadas a demolerla. En un momento dado recibió un torrente de cartas sin matasellos vívidamente escritas a mano en su buzón de correos, antes de cambiarse de dirección. Aunque las degradantes, mezquinas, y a menudo amenazantes palabras le asustaron cuando parecían provenir de enemigos sin rostro en las sombras, sospechaba que la gran mayoría de los hombres que habían jurado violarla o asesinarla eran por completo tan impotentes como Jason. No suponían una amenaza real a su seguridad o a un potencial interés amoroso. Pero solo era necesario un maniaco. Rosa tragó, todavía muy lejos de alcanzar la paz interior con el tema. O si no era eso, ¿qué pasaría dentro de seis meses cuando las imágenes de violencia sexual y las amenazas llegasen a la bandeja de entrada de Alice? Ella se marcharía. ¿Cuántas mujeres se someterían voluntariamente a ser aterrorizadas, mucho menos la dulce y ansiosa Alice? Todavía perdida en sus pensamientos, casi dio la vuelta regresando al comedor cuando una furiosa voz le trajo de vuelta bruscamente. “¡Lila, trae tu asquerosos culo aquí ahora mismo!” Quedándose inmóvil, Rosa inhaló profundamente ante la visión de Bree evidentemente enfadada dirigirse hacia ella airadamente. La razón de su malhumor parecía evidente. “¿Has hablado con Alice?” “Sí, ¿en qué pensabas?” Bree llegó hasta Rosa y le agarró del brazo tirando de ella para llevarla entre los árboles. “¿Qué demonios, chica? Sabes, entiendo que no quieras continuar las cosas con Alice después de mañana, ¿pero por qué decirle que seguirías viéndola si tu vida no fuese tan complicada? Eso no ayuda.” “Porque es la verdad.” Perdiendo la batalla con sus emociones, Rosa sintió como su tenue control se rompía con la desilusión escrita por toda la cara de Bree. “No espero que lo entiendas.” “Bien, porque no lo hago. ¿Porque dejarla hoy?” Bree se golpeó su propia frente para dar a entender que Rosa era una estúpida, al parecer, antes de dar un dramático suspiró. “Si te gusta tanto la mujer, ¿por qué no disfrutas de una noche más con ella antes de irte?” “Porque eso estaría mal.” Cuando Bree comenzó a protestar, Rosa perdió la paciencia y le gritó. “¡No quiero que ninguna de nosotras se sienta peor de lo que ya lo hacemos! ¡Y no puedo continuar actuando como si todo fuese genial

cuando sé que no lo está! Ella se está enamorando de mí. Y no podía dejar que hiciera eso.” “Eres toda una heroína.” Bree arrugó la nariz con desaprobación. “¿De todos modos cuál es ese lío de tu vida? ¿Por qué estás tan segura que Alice no es suficiente mujer para manejarlo?” “No es que Alice no sea suficiente mujer.” Rosa suspiró, buscando una forma de hacer que Bree lo entendiera. ¿De verdad quería hacer daño a una persona más conociendo su historia? En este momento, ya no le importaba mantener el secreto. Al menos no con Bree. “Vale. ¿Por dónde empezar? Veamos, mi verdadero nombre no es Lila. Es Rosa, así que.....encantada de conocerte, supongo. Aunque hay una gran posibilidad de que no hayas oído hablar de mí antes, soy realmente muy conocida en internet por todas las razones equivocadas.” Exhaló y se cubrió la cara con su mano, demasiado avergonzada para ofrecer una explicación más profunda. “Sin entrar en detalles.....la experiencia de que se burlen, te odien y te amenacen por lo que a veces parece el mundo entero no es algo que desee ni a mi peor enemigo, mucho menos a una mujer que realmente, de verdad me importa.” “¿Y Alice conoce los detalles?” Rosa asintió. “Se lo conté la primera mañana, después que nos despertásemos juntas y ella se asustase. No me parecía bien ocultárselo.” “Entonces es perfectamente consciente de en que se está metiendo.” Bree levantó las cejas. “¿Entonces cuál es el problema? Créeme, la tímida Alice está dispuesta ha hacer todo tipo de esfuerzos para demostrarte que mereces la pena. Quiere que le dejes intentarlo.” “Lo sé.” Furiosa, Rosa presionó su frente contra el tronco del árbol más cercano, luego la echó hacia atrás para darse a sí misma un firme golpe en el frontal del cráneo. “Pero estoy asustada,” susurró, y levantó los brazos para esconder su cara contra la áspera corteza. “¿Vale?” “Sé que lo estás.” La voz de Bree se suavizó mientras caminaba hasta estar detrás de Rosa y darle un sorprendentemente suave abrazo. “Pero realmente creo que deberías darle una oportunidad. No hay garantías, por supuesto, pero le gustas seriamente. Quiero decir.....un montón. Si a ti también te gusta ella.....” “Lo hace.” Rosa intentó aferrarse a las palabras de Bree, desesperada por un rayo de esperanza que disipase la oscuridad en la que había caído. “Pero solo he amado de verdad a una persona en mi vida, y perderla dolió tanto que básicamente he pasado toda mi vida adulta hasta ahora evitando las relaciones serias con mujeres solo para no tener que sentirme de esa forma de nuevo. Entonces era tan joven.” Hizo una pausa. “No creo que pudiera soportar perder a Alice también. Y hay muchas cosas que se interponen entre nosotras, incluso más allá de mi mierda.” Con el corazón apesadumbrado, mentalmente catalogó la lista de razones por la que probablemente una relación no funcionaría. “Ella no está fuera del armario con sus padres. Su madre es del tipo comadreja dominante.....” “Lo sé, no es fácil confiar.” Bree dio un paso atrás y le palmeó el hombro. “Alice parece que se merece que tú lo hagas, sin embargo, por lo que he visto de ella. Mierda, ¿y si solo le das una semana? Incluso dos. Llámalo período de prueba y termina las cosas si ves que no van bien. ¿De verdad te sentirías peor con el corazón roto en dos semanas, sabiendo con seguridad que Alice y tú no podéis funcionar, en lugar de hacerlo ahora mismo?” Ayudó a Rosa a separarse del árbol y la llevó a un banco cercano para sentarse. “Por lo que sé de ti, ella

puede ser el amor de tu vida. O tal vez no. Es posible que salgáis unas cuantas veces y te des cuenta que sea mejor que seáis amigas. Llámame loca, pero merece la pena descubrirlo con seguridad.” Rosa ya no podía recordar por qué eso sería imposible. ¿Tal vez no lo era? Entonces recordó las peores amenazas que había recibido, las que le mantenían despierta durante la noche y a veces le llevaban a dormir con un cuchillo debajo de la almohada. “No tienes ni idea de lo mucho que algunas personas me desprecian. De como incluso mis amigos han sido objetivos en el pasado. Supongamos que las cosas van bien entre Alice y yo, y mis enemigos no la dejan en paz.....su vida se vería arruinada. Solo por haberse enamorado de mí. No podría vivir con eso.” “Digamos que su vida se ve arruinada.” Bree sujetó ambas manos de Rosa en las suyas, más seria de lo que Rosa nunca la había visto. “Alice es una mujer malditamente adulta. Tú no puedes decidir si tiene derecho o no a enamorarse de ti. Esa es elección suya, y la está tomando.” “Pero ella no sabe.....” “Ella sabe que quiere una oportunidad.” Bree apretó su mano, luego liberó a Rosa de su agarre. “Dásela. Si sientes algo por Alice de verdad, no la trates como otro polvo de hola y adiós, muy buenas.” Rosa se erizó. “Yo no haría eso.” “¿No?” Bree se echó hacia atrás y dobló los brazos sobre sus generosos pechos. “¿Es por eso que Enid y yo la encontramos antes escondida en su litera, llorando? ¿Dejada el día después que tú hicieras estallar su virginidad lésbica? ¿Cómo si eso fuera todo lo que querías después?” Rosa estaba casi convencida de no poder sentirse más rastrera. “Tienes razón. Lo jodí.” “Hasta el fondo.” “Tengo que decir que sigo asustada.” Rosa suspiró, enferma pero con decisión. “Por ella, y por mí.” “Bienvenida a la vida.” Bree le palmeó en la espalda. “A veces es atemorizante. Otras veces, trascendente. El truco es no dejar que el miedo te impida ser feliz.” Rosa parpadeó en silencio hacia Bree, luego extendió su dedo medio haciéndole una puñeta. “Que te jodan por ser tan inteligente. ¿En serio tú sola has deducido todo eso?” Bree se encogió de hombros, fingiendo indiferencia. “Como quieras.” “Mierda.” Rosa exhaló y tiró del pelo con los puños hasta que se le nubló la vista. “Tal vez tengas razón.” “¿Tal vez?” Bree le golpeó en el costado. “Ve a arreglarlo. Ahora.” “¿Y si no puedo?” Bree resopló, murmurando, “Confía en mí, puedes.” Bree había visto el dolor que Rosa había infligido antes. No había visto extinguirse la luz en los ojos de Alice. “Quiero decir, realmente lo he jodido.” “Entonces será mejor que te disculpes de verdad.” La cara seria de Bree se rompió cuando agitó su lengua sugerentemente. “Estoy segura que se te ocurrirá algo.” El recuerdo del sabor de Alice, que te hacía la boca agua, quebró lo último de la testaruda voluntad de Rosa. Bree tenía razón. Nunca saberlo con certeza podría ser tan devastador como el posible descubrimiento de que su relación no era lo suficientemente fuerte para sobrevivir a la transición al mundo real. ¿Por

qué y sí podía? ¿Y si era capaz de saborear a Alice siempre que quisiera, compartir cada hito en el camino? Las manos de Rosa temblaban cuando se palmeó las rodillas. “Nunca esperé conocer a nadie este fin de semana.” “Pero lo has hecho.” “Sí.” Rosa dejó salir ruidosamente el aire de su respiración. “No estoy en absoluto preparada para esto.” “Como he dicho, bienvenida a la vida. En caso que no te hayas dado cuenta, al universo rara vez le importa una mierda como te sientes.” “En realidad, me he dado cuenta.” Rosa le ofreció a Bree un agradecido asentimiento de cabeza. “¿Qué te debo, doc?” “Hacer que Alice vuelva a sonreír, al menos esta noche, y estamos en paz.” Rosa extendió su mano para poder darse un apretón. “Haré todo lo que pueda.” “Dile que eres una maldita idiota. A mí siempre me ha funcionado.” Después de un momento, Bree se rió a carcajadas. “En tu caso, sucede que también es verdad.” “Tal vez.” A pesar de elegir tener fe en Alice y en su creciente vínculo, Rosa se preguntaba si incluso era todavía capaz de tomar decisiones inteligentes. ¿Cómo era posible sentir esta confusión por una mujer que le hacía tan inequívocamente feliz? “Llámame dentro de un año y veremos como soy de tonta.” “Dame tu número y lo haré. Cincuenta pavos a que Alice contesta al teléfono.” Rosa se mofó, aunque la idea de que Alice pudiera algún día estar tan cómodamente instalada en su vida hizo que su corazón aletease. “Hecho.” “Genial. Tal vez me compre un nuevo videojuego con mis ganancias.” Entrecerrando los ojos, Rosa buscó en la cara de Bree alguna señal de haber malinterpretado su comentario. Cuando Bree simplemente sonrió, Rosa dijo, llanamente, “Tú sabes quien soy.” “No hasta que me dijiste tu nombre de pila y que la gente te odiaba en internet..... Te lo juro.” Bree levantó sus dedos en la señal de honor de los exploradores. “De lo contrario nunca lo habría adivinado ni en un millón de años.” “Fantástico.” Rosa se hundió con asombro de que su infamia fuese más generalizada de lo que se había atrevido a imaginar. “Estoy empezando a pensar que no debería haberme cortado el pelo.” “Tu pelo es adorable.” Bree chasqueó la lengua. “Ahora ve, encuentra a Alice. La última vez que la vi iba al edificio de manualidades.” “Muy bien.” Rosa brevemente consideró preguntarle a Bree si por casualidad había cliqueado en el enlace para ver su vídeo, pero decidió que no quería saberlo. “Gracias, Bree. Has sido de ayuda.” “Y ni siquiera te he abofeteado.” Cuando Rosa se rió, Bree simplemente la miró fijamente, el rostro pétreo. “Me ofrecí. Alice dijo que no.” Tal vez no fuese demasiado tarde para arreglar las cosas después de todo. “Me aseguraré de hacerle saber lo mucho que agradezco su falta de deseo de venganza.” Bree sonrió. “Ella es protectora, absolutamente.” Insistiendo, empujó a Rosa fuera del banco. “No dejes que esos tipos ganen. Lo que dijiste sobre ese juego era válido, y eres una chica hermosa sin ninguna razón para sentirte avergonzada.....por nada. Ve, consigue a tu mujer. Haz que este fin de semana cuente.”

Lo suficientemente envalentonada, Rosa se levantó y sacudió sus brazos como preparándose para la batalla. “Correcto.” Bree la miró con hosco afecto. “Sólo sé que si le vuelves a hacer daño otra vez, te patearé el culo.” En respuesta, Rosa levantó su puño. Bree respondió a su golpe de respuesta poniendo dramáticamente los ojos en blanco y murmurando, “Idiota.” “Sigo asustada,” dijo Rosa, forzando una sonrisa. “Al igual que ella.” Bree golpeó con la punta de su zapato la pantorrilla de Rosa, urgiéndola a irse. “Podéis estar asustadas juntas.”

*****

Rosa fue al edificio de manualidades primero, pero no vio a Alice por ninguna parte. Vio a Jamal trasteando en una mesa llena de brillantes cachivaches, y consiguió atraer su atención el tiempo suficiente para enterarse que Alice había venido y ya se había marchado. De hecho, Rosa no la había pillado por minutos. Como ahora ya era pasada la hora del almuerzo, su estómago dejó escapar un predecible rugido. ¿Tal vez Alice también tuviera hambre? Rosa hizo caso a su estómago, y a su intuición, y fue el comedor, pero aparte de un sándwich de mantequilla de cacahuete que se hizo ella misma rápidamente, no encontró nada allí. Finalmente, fue a comprobar el sitio más probable que quedaba: su cabaña. Temerosa de descubrir a Alice acurrucada en su litera de arriba, llorando a lágrima viva, Rosa caminó lentamente, dándose tiempo para concienzudamente masticar y tragar su comida. Cobarde. Su voz interior de repente se parecía un montón a la de Bree, y le hacía sentirse igual de mal. ¿No quieres que Alice sufra por tu culpa? Entonces haz que deje de sufrir. Aceleró sus pasos cuando se acercaba a la cabaña. Si puedes. Pero Alice no estaba dentro. Rosa caminó hacia sus literas compartidas y se puso de puntillas para echar un vistazo a la de arriba, decepcionada al encontrarla una vez más vacía. Realmente esperaba encontrar a Alice allí. ¿Dónde más podría mirar? Se imaginó a Alice escondida sola en el bosque de alguna parte, demasiado tímida para participar en las festividades desarrollándose en la última noche de campamento y el gran baile. Justo de vuelta a donde había empezado, salvo que peor.....porque ahora le habían vapuleado recientemente el corazón. La patética imagen hizo que a Rosa no le sujetasen las piernas, obligándole a apoyarse en el borde de su colchón para así poder sentarse. Joder. Tenía que encontrar a Alice. Tenía que enderezar esto. Con resolución, aunque no sin menos miedo, Rosa se tomó un momento para ordenar sus pensamientos y entonces fue a ponerse de pie. Se quedó congelada cuando su dedo meñique rozó contra un objeto frío, metálico. Sobresaltada, apartó bruscamente la mano y se volvió para ver que habían dejado en su litera. Al principio no estaba segura de lo que estaba mirando. Cables, circuitos, baterías, y plástico.....junto con una nota. Por un instante, su corazón tartamudeó al pensar que alguien había dejado una bomba casera para que ella la encontrase. Pero entonces se dio cuenta de la vaga forma de humanoide del objeto, completado con luces LED cuidadosamente colocadas para formar los

ojos y una boca sonriente. Recogió la nota, leyendo las borrosas palabras a través de sus ojos aguanosos. Lucharé por ti.....Alice. “Me disculpo por el poco impresionante diseño. No tenía mucho con lo que trabajar.....sólo los componentes que Jamal consideró comprar, que no incluía un microcontrolador. Así que todo lo que este robot realmente puede hacer es evitar obstáculos. No luchar, para ser honesta.” Alice salió con cuidado frente a la litera de Bree. “Realmente requería mucho esfuerzo hacer que estuviera preparado para combatir.” Inicialmente sorprendida por el sonido de la baja y decidida voz de Alice, por el final un poco torpe de su discurso, Rosa tuvo que limpiarse las lágrimas rodando por su cara. “Me encanta.” “Me alegro.” La ansiedad de Alice pareció aligerarse, sin embargo sus ojos seguían bañados por las turbulentas emociones. “Escucha, no tienes que hacerme ninguna promesa. No tienes que decir nada en absoluto. ¿Podemos.....simplemente pasar una última noche juntas? ¿Sin ataduras?” Rosa quería muchas más noches.....y días.....con Alice, pero estaba feliz de aprovechar la oportunidad para reconciliarse sin tener que comprometerse a nada en voz alta. Todavía estaba trabajando en eso. En lugar de responder, se levantó, cerró la distancia entre ellas, y le dio a Alice un fuerte abrazo. Los brazos de Alice se cerraron a su alrededor. “Oh,” ella jadeó, luego se estremeció. Su evidente alivio hizo resurgir nuevamente las lágrimas en los ojos de Rosa. “Sé que dijimos no más disculpas, pero te debo una grande. Así que..... Siento haber sido una maldita idiota.” Alice le devolvió el desesperado abrazo, rodeando tan firmemente a Rosa que de repente le faltó el aire. “Estabas asustada. Entiendo lo que es estar asustada, muy bien.” Colocó sus labios en el oído de Rosa y susurró, “Te perdono.” Atragantada por la emoción, Rosa dijo, “Gracias.” Besó la mejilla de Alice, no sorprendiéndose cuando sus labios encontraron las saladas lágrimas. “Puedes entender lo que es estar asustada, pero también eres realmente impresionante siendo valiente.” Se detuvo, dio una respiración, luego agachó la cabeza. “¿Tal vez podrías enseñarme?” Era una vaga, y ni de cerca una atrevida declaración de su intención de comprometerse a.....algo.....que esperaba reunir el suficiente valor para ofrecer, pero era un comienzo. Y chico, Alice pareció aprobarlo. Unos suaves y sin embargo exigentes labios aterrizaron sobre los de Rosa, atrayéndola a un beso que envió a ambas tropezando con su litera. Justo entonces sus cuerpos golpearon contra el colchón, Rosa sujetando la espalda de Alice con un brazo protector. “¡Espera!” Se tomó un momento para cuidadosamente colocar el robot creado por Alice en su bolsa de lona, luego tiró de Alice encima de ella para poder entrelazar sus extremidades y volver a conectar sus cuerpos por entero. “Realmente me encanta ese pequeño chico.” Alice se ruborizó, intentando visiblemente, y adorablemente fracasando, suprimir su tonta sonrisa. “Esperaba que lo hiciera.” “Y.....” Rosa tragó, trazando la rosada mejilla de Alice con el dorso de sus dedos. “Me gustas tú de verdad. Un montón.”

“Lo sé.” A pesar de la manifestación de certeza, las palabras de Rosa hicieron que Alice efectivamente brillase. “Rosa, me gustas más de lo que nunca me ha gustado nadie. Sé que debe aterrorizarte oírlo, pero es verdad.” Sonriendo, se agachó para rozar sus labios. “Primera lección de valor: enfrentarte a tus miedos. No huyas de ellos.” De alguna manera habiendo tenido la suerte de volver a los brazos de Alice, Rosa no tenía prisa por ir a ninguna parte. “Sí, señora.” Las caderas de Alice se presionaron contra ella, mientras asaltaba la boca de Rosa con un apasionado beso. Cuando se separaron, un poco de tiempo después, Alice susurró, “Hablaremos de mañana, mañana. Esta noche, el mundo real no existe. Esta noche, todo lo que tenemos es nuestra mágica aventura de campamento de verano. ¿Trato?” Rosa deslizó una mano hacia abajo por la longitud de su espalda, entonces curvó los dedos alrededor del firme carrillo de su culo, dejando que sus dedos vagasen hasta su cálido coño. “Trato.” Apretó la flexible carne llenado su palma y frotó el húmedo calor que emanaba de la entrepierna de los pantalones cortos de lino de Alice. “Deberíamos encontrar algún sitio al que ir.” Alice gimió y se meció contra su toque. “Ahí se siente tan bien.” Entonces fue cuando el universo, al parecer teniendo la necesidad de intervenir, envió lo que parecían cinco mil mujeres charlando y riendo en voz alta dentro de la cabaña con ellas para vestirse para el baile de despedida. Alice juró entre dientes se bajó poniéndose de costado, y enterró su cara en el pecho de Rosa. Pero lo que no hizo fue salir de la cama. No se separó. No se marchó. Rosa abrazó a Alice cerca, mentalmente pensando la rapidez con la que la lujuria podía convertirse en amor. “Encontraremos un sitio,” Alice murmuró contra el pecho de Rosa, haciendo que su pezón se endureciera. “Tenemos que hacerlo.”

Capítulo Dieciséis

Tres horas después, Alice y Rosa estaban detrás de una secuoya lo suficientemente alejadas del ruidoso baile dentro del comedor del que Alice apenas podía distinguir las letras de los éxitos de mediados de los 90 que estaban sonando. Estaban pasándose el porro que finalmente no habían encendido la noche anterior, intercambiando besos entre caladas, que, desde la perspectiva de Alice, era dilapidar completamente lo que quedaba de su tiempo juntas con una insulsa conversación sobre nada de importancia. Aunque agradecida por el acre humo suavizando los bordes de su creciente excitación, sabía que haría falta más que una cantidad terapéutica de cannabis para aliviar la dolorosa palpitación entre sus piernas. Antes, había decidido no presionar a Rosa para definir los términos de su relación más allá del Campamento, Rewind.....mucho menos arriesgar su oportunidad de pasar una última noche juntas en relativa felicidad.....así que aunque Alice estaba bastante segura que el regreso de Rosa indicaba una voluntad de continuar con lo que fuera que estaban construyendo por lo menos hasta la terminación del campamento, parte de ella no podía evitar preguntarse si esta noche sería la última oportunidad que tendrían de estar juntas, juntas. Lamentablemente, la línea de especulación le estaba haciendo difícil concentrarse en la sin duda divertida anécdota de Rosa cuando tuvo dos citas para su baile de octavo curso. Incluso aunque esta noche no fuese su final, Alice anhelaba el toque de Rosa. No solo para poder demostrar lo buena estudiante que solía ser, si no también para demostrarle a Rosa lo verdaderamente bien que podía hacer que se sintiera si solo le permitiera intentarlo. Habían estado tumbadas en la litera de Rosa cerca de una hora antes de que comenzase el baile mientras sus compañeras campistas se vestían, maquillaban, y preparaban alrededor de ellas, y mientras que al principio del fin de semana se habría sentido avergonzada de dejar que alguien le viera acurrucada en los brazos de otra mujer, esta noche Alice se encontraba, increíblemente, no preocupada en absoluto. Por el contrario, estaba orgullosa de su conexión con Rosa, orgullosa de haber capturado la atención de alguien tan hermosa, tan divertida, tan amable. Estaba tan orgullosa, y tan embelesada, que casi se sentía preparada para sugerir que volvieran a la cama de Rosa, con compañeras de cabaña rezagadas y todo, para celebrar su reconciliación. Rosa sacó a Alice de su ensoñación cuando curvó la mano en su nuca para presionar juntas sus bocas, y exhalar, enviando una generosa calada que acababa de dar a los pulmones de Alice. Sin perder el tiempo, Alice inhaló profundamente y envolvió un brazo alrededor de la cintura de Rosa para mecer juntas sus pelvis. Torció la cabeza para dejar escapar la nube de humo, sonriendo ante la oleada de alegría y euforia, y luego regresando a la boca de Rosa para darle otro perezoso beso. Rosa apoyó las manos en el árbol junto a la cabeza de Alice, rotando sus caderas hasta dar con un ángulo que hizo a Alice jadear. “Quiero estar dentro de ti,” Rosa murmuró en su oído. “¿Deberíamos ir a tu coche?” Alice negó con la cabeza, decepcionada con que Rosa no hubiese dado con una mejor idea. “No estoy segura que eso funcione. Antes, Jamal me dijo que Marcia pilló a una pareja teniendo sexo en el aparcamiento anoche. Llamó a la

ventanilla del coche del chico, le iluminó con su linterna a los ojos.....luego les envío de vuelta a sus cabañas después de un indudablemente vergonzoso sermón. Tengo la sensación de que también estará de patrulla esta noche.” “Déjame adivinar..... ¿Cuestión de responsabilidad?” Rosa retrocedió ligeramente para darle una última calada al remanente de la colilla. “Estoy segura. No sé tú, pero a mí no me apetece que la mujer nos pille in fraganti.” Alice se movió hacia adelante cuando Rosa le dio la vuelta al porro para ofrecerle el final, sosteniendo la punta ardiente cerca de sus dedos para que Alice pudiera inhalar la última calada. Alice asintió con gratitud mientras exhalaba y miraba como Rosa apagaba concienzudamente los restos contra el árbol. Una vez que las manos de Rosa estuvieron libres, envolvió ambos brazos alrededor Alice y tiró de ella cerca. Desde su reconciliación, Rosa no parecía querer dejar de tocarla. Eso tenía que ser una buena señal. ¿Cierto? Recordando su ambiciosa necesidad, Alice murmuró, “¿Y si robamos otro patín.....” Rosa arrastró sus dedos a lo largo de las costillas de Alice, acariciando su estómago, rozando la parte inferior de sus pechos. “Incluso aunque no temiera la ira de Marcia, estoy completamente segura que me aterrorizan un infierno las serpientes, lo que significa que ese embarcadero está muerto para mí.” Sus manos súbitamente se quedaron congeladas en el sitio, y se echó hacia atrás para escanear la zona alrededor de sus pies con una mirada ligeramente de pánico. “También, quizás, los grandes exteriores en la oscuridad.” Alice exhaló, intentando permanecer calmada. Le avergonzaba admitir como le molestaba pensar que no fueran a tener sexo esa noche. Si pensase que no causaría un innecesario drama, estaría tentada de sugerir que simplemente eligieran uno de sus apartamento y fueran allí juntas inmediatamente. Lamentablemente, tal clase de proposición difícilmente parecía prudente cuando todavía no estaba segura de como se sentía Rosa sobre la idea de trasladar su relación fuera de las fronteras del campamento en general, mucho menos justo entonces. Estrujándose el cerebro, Alice atrapó el labio entre sus dientes y se apoyó contra el árbol mientras repasaba las posibilidades, frustrada por lo a menudo que el fantasma de Marcia aparecía para echar abajo cada una de ellas. “Joder, eres sexy.” Unos labios calientes y dientes afilados buscaron la garganta de Alice mientras Rosa olvidaba su paranoia en favor del deseo, una vez que sus cuerpos se presionaron juntos para otra ferviente ronda de magreo en seco. “Tal vez pueda lidiar con las serpientes. Podemos caminar un kilómetro o así adentrándonos en bosque.....presionarte contra un árbol y deslizar mi mano dentro de tus pantalones.....” Rosa besó el lateral de su mandíbula, metió sus mano entre sus estómagos, y arrastró las uñas a lo largo de la cinturilla de Alice. Hizo una pausa para jugar con el botón, y arañar juguetonamente la cremallera. “¿Quieres hacer eso?” Sí, pero no. Alice quería más que un rápido trabajo manual en mitad de un bosque oscuro y atemorizante. Quería tumbarse en una cama de verdad con Rosa, sentir su piel desnuda, explorar su cuerpo sin preocuparse por reptiles errantes o asesinos en serie de Hollywood acechando cerca. Quería hacer que esta noche contase. Alice se sorprendió a sí misma abandonando por completo su timidez. “¿Y si simplemente regresamos a la cabaña? Podríamos ser silenciosas.....” Rosa dudó antes de bajar su mano para ahuecar entre las piernas de Alice y suavemente masajear el sensible montículo con su palma. “¿Podríamos?”

Alice jadeó, agarrándose a los hombros de Rosa para no caer. Todavía le resultaba extrañamente ajeno ser acariciada tan descaradamente, y con tan deliberado cuidado, de una forma que claramente tenía la intención de hacerle sentir bien. El indescriptible placer de los dedos de Rosa envalentonaron a Alice de una forma que nunca habría soñado posible. “Para ser honesta, no estoy segura de que ya me importe.” “¿De verdad?” Rosa deslizó su mano por debajo de los pantalones cortos de Alice para acariciarla a través de sus bragas. Alice gimió, empujando contra los escrutadores dedos. Cuando Rosa frotó su clítoris a través del empapado material, ocasionando que Alice se agarrase más firmemente a sus hombros, pudo sentir que cualquier argumento que Rosa pudiera haber ofrecido se desvaneció con la oleada de excitación. Rosa presionó sus frentes juntas y le dio al coño de Alice un firme apretón. “Sabes.....tal vez tampoco me importe a mí.” “Nunca volveremos a ver a esas personas otra vez, ¿verdad?” Alice no quería presionarla para hacer nada que le hiciera sentir incómoda, pero preparaba como estaba a deshacerse de sus inhibiciones, encontró útil racionalizar en voz alta. “Podemos meternos debajo de la manta. Incluso no tenemos ni que quitarnos la ropa.” Frunció el ceño, no gustándole particularmente esa idea. “Bueno, tal vez podríamos quitarnos la mayoría de la ropa.” Rosa movió su mano, colocando su dedo debajo la empapada entrepierna de las bragas de Alice para rozar su labio desnudo. “Muy bien.” En un instante de sorprendente lucidez, Alice reconsideró su plan a la luz del historial de Rosa.....el obligado exhibicionismo, su involuntaria notoriedad.....y se preguntó si no había sido insensible. “No tenemos que hacerlo. Si esto te asusta.....” “La única cosa que me asusta es pensar en no hacer que te corras esta noche.” Rosa sacó su mano de los pantalones de Alice. “Además, te debo una disculpa, y tengo la intención de cumplirla.” Levantó la mano hacia su cara, inhalando el aroma de Alice con una felina sonrisa. “Siempre y cuando estés dispuesta a dejarme.” Sí, Alice decidió, absolutamente nada podría evitar que se llevase a Rosa a la cama esa noche. Ni incluso su ansioso cerebro.

Capítulo Diecisiete

Todavía no segura de que hacer con el impresionante cambio de Alice respecto a las muestras públicas de afecto, por no hablar del verdadero sexo exhibicionista, Rosa tuvo que comprobarlo una última vez antes de entrar en la cabaña. “¿Estás segura?” Alice se detuvo, exudando una notable cantidad de paciencia para una mujer que tan evidentemente necesitaba follar rápida y suciamente. “Absolutamente. ¿Tú estás segura?” Francamente, y quizás sorprendentemente, Rosa no estaba preocupada por su propia reputación. Después de todo, había sido arruinada hacía tiempo. La única cosa que le hacía detenerse era el recuerdo de la Alice Wu que había conocido hacía dos noches, quien apenas respondía a sus intentos de entablar conversación, así como la Alice de ayer, quien casi soltó la mano de Rosa bajo el escrutinio.....quien se había opuesto tanto a la idea de ser pilladas teniendo sexo que estuvo de acuerdo en infringir las normas y robar un patín. Era difícil conciliar esta nueva criatura desinhibida frente a ella con la Alice Wu que casi no había salido de su coche al principio del fin de semana. Paralizada o no, echar un polvo con otras personas alrededor incuestionablemente era un audaz paso para alguien tan naturalmente tímida. Un poco colocada ella misma, Rosa luchó por explicar su vacilación. “Esto me parece bien. Honestamente. Es simplemente.....” Se encogió de hombros. “No quiero que te sientas avergonzada si alguien nos oye.....o decide bromear con nosotras.” Alice sujetó ambas manos de Rosa contra su pecho y se acercó para mirarle directamente a los ojos. “Algunas cosas son peores que un poco de potencial vergüenza.” Sonrió, besando los nudillos de una mano, luego los de la otra. “Otra lección del Campamento Rewind.” “Dawn estaría orgullosa de ti.” Rosa sonrió, y dijo el cumplido de corazón. No podía imaginar lo sorprendida que estaría la terapeuta de Alice cuando escuchase el resumen de este fin de semana. Teniendo en cuenta que ella ya había sido regañada en cuanto a confiar en que Alice estableciese sus propios límites, Rosa exhaló. Tal vez no fuese completamente una mala idea comprobar exactamente cuanta cantidad de potencial vergüenza Alice podría manejar, de todos modos. Necesitaría tener una piel gruesa para salir con la infame Rosa Salazar, hipócrita masturbadora. “Vale. Pero, antes de que entremos..... ¿Litera de arriba o de abajo? Arriba sería más privado.....” “También más peligroso.” Alice se mordió el labio inferior, sin duda calculando la logística y la posibilidad de caer. “De acuerdo. La de abajo es más segura, pero si alguien está ya en la cama, o llega mientras estamos.....” Rosa movió su mano en un tácito esfuerzo por transmitir todas las cosas sucias y maravillosas cosas que quería hacerle a Alice esta noche. “Será más probable que se fijen en nosotras echando un polvo.” Alice agarró la mano de Rosa y tiró de ella para subir los escalones de la cabaña. “La de abajo. La seguridad lo primero. El pudor.....para otra ocasión.” Rosa bajó el volumen de su voz hasta un susurro cuando Alice abrió la puerta para revelar el oscuro y al parecer silencioso interior de la gran habitación. “Aprieta mi mano dos veces si quieres marcharte y encontrar algún otro sitio al que ir. Ya sabes.....por si hay alguien dentro.”

Alice tiró de ella dentro. “Muy bien. Ahora vamos.” Rosa se calló cuando entraron en la oscura habitación, ajustando sus sentidos para detectar señales de vida en el espacio aparentemente vacío. Aparte de una única forma inmóvil que roncaba profundamente en la litera superior más cercana a la puerta, todas las demás parecían haber dejado vacío el lugar para asistir al baile. O eso al menos fue lo que ella pensó hasta que llegaron a la litera de Bree, donde surgió un oscuro brazo de debajo de un saco de dormir abierto para apoyarse contra el marco de la cama mientras se sacudía con placer. Rosa dejó de caminar instintivamente, segura de que Alice le daría la señal para marcharse. Seguramente Alice no querría ofrecer un espectáculo gratuito como la pervertida de Bree. Pero Alice tiró de ella más allá de Bree y Enid follando descaradamente, llevándola al lado opuesto donde se encontraban sus literas compartidas para no estar de pie justo frente a la otra pareja. Se desabrochó su ligera chaqueta con capucha mientras susurraba al oído de Rosa. “No creo que les importe, y además.....esto es caliente.” Convencida por la despreocupada actitud de Alice, Rosa se quitó la camiseta por la cabeza, seguida de su sujetador. Se detuvo para besar a Alice ligeramente y acariciarle los brazos. “Seremos más discretas.” Un gemido desde la cama junto a la de ellas, seguido de un gemido, “Más fuerte,” desencadenó que la respiración de Alice quedase atrapada audiblemente. “Tal vez,” murmuró en respuesta. Con impresionante velocidad y eficiencia, se quitó su camiseta y los pantalones, luego se metió debajo de la manta que le había prestado a Rosa la primera noche juntas. No queriendo quedarse detrás, Rosa siguió su ejemplo y se quitó sus vaqueros y los calcetines, se dejó puestas las bragas..... ¿Por el bien de la decencia? Riendo ante el pensamiento, se metió en la cama junto a Alice, enterrándose bajo la manta mientras tiraba de la mujer que quería tomar en sus brazos. Deslizó su mano hacia abajo por el pecho de Alice, sobre su estómago, debajo de la cinturilla de sus bragas. Entonces colocó su boca contra el lóbulo de la oreja de Alice y susurró. “Escúchalas.” Alice inhaló rápidamente cuando Rosa frotó tres dedos a través de sus labios. Rosa cerró los ojos mientras intentaba memorizar la forma y la sensación de los delicados pliegues y la ardiente carne húmeda por el deseo de Alice. Junto a ellas, Bree y Enid cambiaron de posición. Casi inmediatamente, el aire se llenó con la distintiva y lasciva banda sonora del sexo oral, realizado con entusiasmo. “Oh, mierda,” Enid gimió. Disculpándose, añadió con voz ligeramente más alta, “No nos importa. Yo, um.....” Se quedó callada con un graznido. “¡Intentaré bajar la voz! ¡Perdona!” “No te preocupes.” Rosa mantuvo su voz susurrante mientras continuaba acariciando el empapado coño de Alice. “Crea ambiente, ¿no?” Alice arqueó la espalda, con la boca abierta cuando los dedos de Rosa finalmente se deslizaron hacia arriba rodeando su hinchado clítoris. Dejó escapar un silencioso suspiro, no lo suficientemente alto para ser oído por encima de los ruidosos esfuerzos de Bree o los apreciativos gemidos de Enid, pero lo suficientemente audible para dejar claro que definitivamente estaba olvidando el carácter semi-público de su encuentro. Intrigada, Rosa presionó más fuerte contra el clítoris de Alice y dejó escapar un agudo jadeó sin respiración. Enid le siguió con un grito de decepción cuando Bree se detuvo, a mitad de chupada,

para señalar, “¿Espero que estés demostrándole a Alice lo mucho que lo lamentas?” Rosa sonrió con suficiencia mientras provocaba un gemido de Alice, acompañado de un torrente de calientes jugos que rápidamente distribuyó a través del hinchado clítoris y los labios. Estaba casi convencida que Bree y Enid habían oído la vocalización de Alice en esa ocasión, y estaba igualmente convencida que Alice lo sabía y aprobaba la audiencia. “Trabajando en ello mientras hablamos.” “Bien.” Bree regresó a Enid con una fuerte succión, luego hizo una pausa para compartir un último pensamiento. “Consigue ese dulce pequeño coño una vez para nosotras, ¿quieres?” Alice levantó las manos para esconder su cara, pero Rosa sintió la conflictiva excitación detrás de su evidente pudor. Agarró los labios de Alice y tiró ligeramente antes de moverse más abajo para jugar con la abertura. Mirando a Alice a la cara, le dijo a Bree, “¿Enid deja que le beses su clítoris con esa boca?” “Seguro que sí.” En su visión perimetral, Rosa pudo distinguir la sombra de la forma de Enid empujando la cabeza de Bree hacia abajo. “Ahora vuelve ya de una puta vez a ello.” Las caderas de Alice golpearon contra la mano de Rosa, buscando más de lo que podía darle con facilidad con las bragas en medio. Después de hacer una pausa para besar una de las copas satinadas cubriendo los deliciosos pechos de Alice, Rosa susurró a su oído mientras simultáneamente bromeaba con ella con un ligero indicio de penetración, hundiendo la punta de su pulgar menos de un centímetro dentro. “¿Puedo quitarte las bragas?” “Sí.” La respuesta de Alice fue tan suave que Rosa apenas pudo oír su consentimiento. Dándose cuenta de ello, Alice repitió más alto, “Sí.” Rosa colocó la manta alrededor del cuerpo de Alice y se metió debajo no queriendo que ella se sintiera más expuesta de lo necesario. Deslizó las bragas de Alice hacia abajo por sus caderas, hacia sus rodillas, donde Alice tomó el mando y utilizando sus pies las bajó el resto del camino. Rosa se arrastró de nuevo hacia arriba para tumbarse al lado de Alice, besándola suavemente mientras volvía a colocar su mano en su lugar favorito, entre sus temblorosos muslos. Complacida de encontrarla ya abierta y esperando, Rosa recorrió con sus dedos el hinchado clítoris de Alice de camino hacia abajo, a la resbaladiza entrada. Besó el cuello de Alice, luego su boca, mientras trazaba su abertura. “¿Te sigue pareciendo bien esto?” Asintiendo, Alice enganchó su brazo alrededor del cuello de Rosa y le devolvió los besos. “Me alegra tanto que estés aquí conmigo,” susurró, pareciendo cerca de las lágrimas. “Te sientes increíble.” Los párpados de Rosa aletearon cerrándose cuando empujó un solo dedo dentro de Alice. Escuchó la silenciosa exhalación que produjo la acción, sintió un estremecimiento de placer recorrer el cuerpo de Alice, y sonrió cuando levantó las necesitadas caderas en un silencioso ruego de más. Ignorando los sonidos procedentes de la litera vecina, apoyó su frente en la almohada junto a Alice y habló para no ser oída por las otras, “Te sientes increíble, Al.” El apodo salió disparado de su lengua como la cosa más natural del mundo. Rezó para que Alice no lo odiase. “Caliente, prieta, hermosa y.....” Su garganta se cerró, pero se obligó a dejar salir lo que tenía intención de decir. “Mía.” El brazo de Alice se apretó alrededor de sus hombros. “Rosa.” Su mano libre encontró el pecho desnudo de Rosa y tiró de la punta. “Por favor.....”

Rosa no sabía exactamente lo que Alice quería, así que simplemente deslizó otro dedo dentro y continuó murmurando en su oído, “Me haces sentir cosas que no había sentido.....” Buscó en su alma, entonces dijo, “Que nunca he sentido.” Llevando su pulgar al clítoris de Alice, activó inmediatamente un audible gemido cuando frotó más rápido, haciendo círculos sobre la hinchada protuberancia. “Gracias por no darte por vencida conmigo.....por dejarme tocarte así otra vez.” “¡Oh!” Alice dio una temblorosa respiración, los muslos temblando junto al brazo de Rosa. Jadeó, luego dijo, con voz más fuerte de lo que Rosa esperaba, “Más despacio o.....” Su discurso quedó interrumpido bruscamente mientras se retorcía alejándose del pulgar de Rosa pero empujando más fuerte contra los deseos, en un frenético intento por escapar de su inminente climax. “Voy a..... Espera.” “Ya la has oído. Más despacio.” Bree se sentó en su litera para que Enid y ella pudieran intercambiar posiciones una vez más. “¡Sácalos un poco, por el bien de la jodienda!” Rosa se sacudió con la risa cuando Alice cerró de golpe los muslos sobre su mano y gimoteó, “Sí. Es lo que ha dicho.” Rosa salió de Alice y separó sus muslos para poder subirse entre ellos, hizo una pausa para quitarse sus propias bragas y permitir que la parte baja de sus cuerpos se tocasen piel con piel. Se acomodó con un contenido gemido, que solo se hizo más grande cuando Alice envolvió sus piernas alrededor de las caderas de Rosa para pintar su abdomen con sus abrasadores jugos. Meciéndose contra Alice, Rosa presionó sus frentes juntas y la miró a los ojos. “Entonces, suave y lento,” dijo, lo suficientemente alto para que Bree lo oyera. Luego bajó la voz hasta un desnudo susurro solo para sus oídos. “Ya no eres tímida, ¿no? Tú sucia, chica descarada.” Alice empujó contra ella, deslizando sus húmedos pliegues a través del hueso pélvico de Rosa. “Hay unas cuantas cosas más frustrantes que ser tímida y sucia,” jadeó. “Por lo tanto, estoy intentando dar la talla para la ocasión.” “No me digas.” Rosa se colocó para montar el muslo de Alice mientras se presionaba contra el coño ferozmente ardiente de Alice, meciéndose con fuerza contra la caliente carne. “Pareces estar disfrutando esto.” “Sí,” medio gimió Alice, medio susurró cuando sus cuerpos cayeron en un ritmo natural. “¿Incluso mejor que el porno?” Rosa mordisqueó el lóbulo de la oreja de Alice, encantándole el descarado efecto de sus palabras en la mujer debajo de ella. “Habías fantaseado con este tipo de cosa antes, ¿no? ¿Escuchar a otra gente follando, dejar que te oigan follar?” Sabía que había logrado su objetivo cuando los movimientos de Alice se hicieron más urgentes y recubrió a Rosa con una nueva oleada de pegajosos jugos. “Te gusta cuando te hablo así.” Eso no fue una pregunta. Alice se aferró a sus hombros. “Yo.....sí.” Rosa hundió su lengua en la peregrina boca de Alice, entonces enterró sus dedos en su pelo negro, tirando ligeramente hasta que Alice gimió de nuevo. Alguien se unió a ella con su propio grito de placer, o Bree o Enid, pero la atención de Rosa estaba centrada en la mujer debajo de ella. Rompió el beso y bajó una mano para agarrar el culo de Alice, ayudándole a incrementar la firme presión del muslo deslizándose a través de su coño. Alice comenzó a saltar contra ella, salvaje e indómita, mucho más libre que la encogida mujer del aparcamiento del Campamento Rewind que clavó sus ojos en Rosa con apenas

reprimida emoción. Cuanto había madurado Alice, y que rápidamente. Independientemente que a veces se retrajera dolorosamente y se pusiera demasiado ansiosa con los demás, Alice no había dejado de sorprenderla e impresionarla una y otra vez. Con Rosa a su lado para proporcionarle amoroso apoyo, ¿qué otras capas escondidas podrían finalmente descubrir? Molesta al comenzar a darse cuenta que realmente no conocía a Alice lo suficientemente bien como para evaluar con precisión su capacidad para capear el temporal de mierda que era su vida, Rosa rompió el beso para mirar hacia abajo a la preciosa cara de Alice y trazar con sus dedos la línea de su mandíbula. Odiaba interrumpir su caliente reconciliación con su estúpido lamento, pero sin embargo susurró, “Realmente lo siento, Al. Lo siento mucho. Me equivoqué al descargar mi cobardía contigo, sugerir que no podías manejar mi mierda. Soy yo quien no puede manejarla.” Con las fosas nasales abiertas, Alice la miró fijamente con una expresión de preocupación contorsionada por el placer. “Rosa, está bien. Lo entiendo.” “No está bien. Y no, no lo entiendes. No realmente.” Rosa negó con la cabeza con las lágrimas empañando sus ojos. Maldita sea, este no es el momento para esta conversación. Y no lo era, principalmente, sin embargo habían demasiadas cosas que quería decir. Antes, Alice había excusado sus acciones sin vacilación en absoluto, y Rosa no podía evitar sentir que había sido un error. No debería haber sido perdonada con tanta facilidad, no sin ofrecer una verdadera disculpa primero.....una honesta, de corazón. Hasta que sucediera, Rosa no se sentiría digna de estar con Alice de esta forma. “Lo que hice no estuvo bien. Sí, estaba asustada. Y de verdad, de verdad me gustas, y el sexo es tan bueno.....puedo sentir como quiero más, pero me da tanto miedo resultar herida de nuevo.....incluso dejar que alguien se acerque lo suficiente para herirme.....y luego arruinar tu vida en el proceso.....” A pesar de las lágrimas ahora rodando por sus mejillas, no dejó nunca de mecerse, no disminuyó sus movimientos frotando contra el prominente clítoris de Alice. “Nada de eso es excusa de lo que hice. Te merecías algo mejor.” Vaciló, luego susurró, roncamente, “Te mereces algo mejor.” Una brillante lágrima rodó por la mejilla de Alice, apenas visible en la oscuridad. Sus caderas se ralentizaron. “Pero te deseo.” “Yo también te deseo.” Rosa limpió la lágrima, luego cambió de posición para poder meter su mano entre sus cuerpos. Tocó el clítoris de Alice, un simple roce de las yemas de sus dedos hizo que Alice inhalase agudamente y agarrase los hombros de Rosa. “Quiero sentirme digna de esto.” “Lo eres.” Alice abrió sus piernas tan ampliamente que sus rodillas asomaron por los laterales del estrecho colchón y ladeó las caderas para incitar a un toque más firme. Su mano encontró la parte posterior de la cabeza de Rosa, serpenteando en su pelo, y tirando de la cabeza de Rosa hacia abajo contra su pecho para que pudiera oír el excitado latido en staccato (secuencia de notas acortadas) de su corazón. “Rosa, tu amistad lo significa todo para mí. Incluso aunque la jodiste hoy. Todo el mundo la jode. Yo.....unh!” Gritó cuando Rosa presionó la yema de dos dedos a cada lado de su clítoris y frotó más fuerte. “Te.....mereces.....una segunda.....oportunidad.” Una segunda oportunidad. Lo que no le habían dado a Rosa en la vida real hace dieciocho meses, cuando podría haber evitado el caos al que todavía se sentía reacia a arrastrar a Alice. Pero ese tumultuoso período de su vida en definitiva le había conducido al lugar en el que estaba ahora, envolviendo a Alice

Wu en un cálido abrazo, así que quizás, como decía el viejo dicho, a veces las cosas suceden por una razón. Además, si solo tenía una oportunidad de corregir su error, sería mejor que la utilizase para recuperar su amistad con Alice. La en ocasiones sobrecogedora nostalgia que sentía por su vieja existencia sin complicaciones, repentinamente parecía muchos menos inmediata que su deseo por permanecer en la vida de Alice. Llegado este punto, tenía que hacerlo, si solo pudiera continuar observando como crecía su nueva amiga. “Gracias por darme una.” “Solo espero que no necesites una tercera,” susurró Alice, medio bromeando, con voz temblorosa. “Por favor.” Rosa levantó la cabeza y además cambió de posición moviendo su peso para darle mejor acceso a su mano al empapado coño de Alice. “A pesar de lo que suceda, Alice, no volveré a tratarte de esa manera otra vez. Nunca. Como si fueses desechable.” Empujó un dedo dentro, intentando ignorar el dolor emocional que cruzó por el rostro de Alice por sus palabras antes de que el placer físico por la penetración lo disolviera. “Porque no lo eres. Sin importar qué, eres mi amiga. Mañana, y más allá.” “Rosa.....” Alice susurró su nombre, rogando. “Yo.....” Atrapo el labio inferior entre sus dientes con un jadeo. “Te perdono.” Un peso desapareció del alma de Rosa, una carga que ni se había dado cuenta que acarreaba tan pesadamente hasta que Alice la había aliviado con su absolución. Más ligera con su ausencia, Rosa estrelló su boca contra la de Alice en un sincero beso, arrastrada por la necesidad de acompañar la disculpa con una acción. Penetró a Alice con cuidado, no tan rápido ni tan fuerte como quería hacerlo, todavía intentando dejarlo salir todo para que Alice no se sintiera engañada. Sin embargo los ruidos que Alice hizo, esos callados gimoteos y gemidos, le volvían absolutamente loca. Cuando el cuerpo de Alice saltó, una palpable señal de estar llegando a la cima una vez más.....no soy capaz de tener un orgasmo con otra persona, y una mierda.....Rosa rompió el beso para rogar, “Deja que haga que te corras, nena. No será la última vez, lo prometo. No será la última vez.” “Vale.” Alice arrastró sus uñas hacia abajo por la espalda desnuda de Rosa hacia su culo. “Vale.” Se movió contra la mano de Rosa, empalándose a sí misma una y otra vez, su boca apretada en una firme línea. “Vale.” Rosa sonrió ante su susurrado mantra y se retiró para poder presionar otro dedo dentro de la ansiosa vagina de Alice. Al encontrar que Alice se acomodó al añadido con facilidad, Rosa deslizó un tercero. El ceñido ajuste hizo que Alice gimiera sin respiración y envió otra oleada de humedad a la pegajosa palma de Rosa. Llevó el pulgar a presionar el hinchado clítoris mientras a la misma vez colocaba su brazo libre debajo de la espalda de Alice para atraerla más cerca de su pecho, hasta poder sentir el latido del corazón haciendo eco con el suyo. Juntó sus caras y murmuró, “Te sientes tan bien envuelta alrededor de mis dedos.” “Si,” Alice susurró, su aliento quemando el pecho de Rosa. “Justo así.” Rosa mantuvo la velocidad y la presión de su pulgar exactamente como Alice había solicitado, besando con la boca abierta su garganta mientras establemente incrementaba la fuerza de sus embestidas. “¿Así?” Alice clavó sus talones en el colchón y asintió enfáticamente, como si tuviese miedo de abrir la boca y gritar en voz alta. Sus ojos se arrugaron cerrándose, sus fosas nasales se abrieron, y todo su cuerpo tembló. Unos minutos después, se quedó completamente en silencio, y rígida, mientras su boca se abría con un

silencioso chillido. “Eso está bien, amor, déjalo ir,” Rosa murmuró, e inclinó su boca sobre la de Alice, introduciendo su lengua dentro para saborear la euforia de su liberación. Ambos brazos de Alice sujetaron los hombros de Rosa, sosteniéndose con rapidez mientras montaba el crescendo de su orgasmo por tanto tiempo, unos emocionales momentos que parecieron prolongarse durante minutos. Los músculos de su vagina se apretaron en los dedos de Rosa repetidamente, contrayéndose ola tras ola en una felicidad orgásmica mientras el resto de su cuerpo convulsionaba en una empática pérdida de control. Rosa continuó moviendo sus dedos, continuó frotando con el pulgar, hasta que Alice le clavó las uñas en los omóplatos y se quejó, “Para.” Rosa se quedó inmóvil al instante. “¿Fuera?” Podía ver como Alice desesperadamente quería decir que no, a pesar de que claramente su cuerpo necesitaba un descanso. “Lentamente.” Rosa salió de su apretada apertura milímetro a milímetro, observando como la experiencia de la fricción se manifestaba en sutiles expresiones a través de su hermoso rostro. “Definitivamente no es nuestra última noche juntas,” Rosa susurró, ya deseando poder volver a por más. “No durante un largo tiempo.” Alice dejó escapar una lenta respiración y miró a Rosa a los ojos. “Eso ha sido increíble.” Recordando a sus amigas, Rosa miró a la litera vecina. La cama estaba vacía. Al parecer Bree y Enid se habían marchado en algún momento sin que se diesen cuenta. “Creo que ahora estamos solas.” El distante sonido de un ruidoso ronquido hizo que Alice soltase una risita, un encantador sonido que hizo que el pecho de Rosa se apretase. “Bueno, casi.” “Lo suficientemente solas,” Rosa murmuró. Pasó un dedo entre los pechos de Alice, luego más abajo removiendo sus cortos rizos empapados. “¿Quieres correrte otra vez?” Alice le sorprendió sacudiendo la cabeza. “Quiero que te corras tú.” Rosa quería lo mismo, por supuesto, sin embargo no podía evitar sentir que todavía no se había ganado ese derecho. “La gente va a comenzar a regresar en cualquier momento. Puede que no tengamos mucho tiempo.....” “Exactamente es por eso que quiero.....” Alice dudó, y Rosa estaba casi segura de poder ver como sus mejillas se volvían rosas incluso en la semioscuridad. “Lamerte.” A pesar de todo lo que acababan de hacer, Rosa fue sorprendida por el atrevido plan de Alice. “¿De verdad?” “No pude hacerlo anoche.” Alice pasó sus dedos arriba y abajo por el brazo de Rosa, haciéndole cosquillas en el hombro, acariciando la parte superior de su pecho. “Y deseo tanto intentarlo.” Rosa tragó. Nada parecía más correcto que la lengua de Alice en su coño.....excepto, quizás, el cosquilleo de su suave pelo contra la cara interna de los muslos desnudos de Rosa.....pero dudó al permitir que Alice se aventurase cuando tenían tanta probabilidad de ser pilladas. “¿Estás segura? Si alguien nos ve, estoy segura que será bastante difícil dar con una historia para explicar por que tu cabeza estaba entre mis piernas.” Los ojos de Alice se cerraron y se estremeció, como si imaginariamente evocase gráficamente la preocupación de Rosa. “No me importa.” “Siempre podremos hacer eso en otra ocasión.....” “He dicho que no me importa. ¿A ti?”

Ella dice eso ahora..... Rosa recordó como Alice también había dicho que no le importaba coger el patín, solo para sucumbir a la tensión y la ansiedad al segundo de darse cuenta que habían sido cazadas. Pero bueno, Alice había sobrevivido a la humillación. Todavía seguía aquí, intentando obligarse a probar nuevas cosas, enfrentándose a sus demonios. Confía en ella. Confía en ella, y se valiente. “No, me encantaría que utilizases tu boca.” La radiante sonrisa de Alice merecía la pena correr el riesgo, decidió Rosa, mientras miraba como la gratitud mezclada con el hambre jugaban sobre sus preciosos rasgos. “Gracias,” Alice susurró. Maniobró sus cuerpos hasta estar encima. Situando una mano entre los pechos de Rosa, Alice le animó a que se tumbase de espaldas en el centro del colchón. “Ahora solo.....túmbate y disfruta de esto.” Presionó sus bocas juntas, hundiendo su lengua, luego forjó el camino hacia abajo por el cuello de Rosa hacia sus pechos, sobre su estómago, desapareciendo debajo de la manta mientras besaba el camino hacia su objetivo final. Absolutamente, Rosa disfrutaría de esto. No podía recordar haberse sentido tan excitada por una experiencia sexual. Tener a Alice comiéndole el coño era tan emocionante como perder su virginidad cuando era adolescente. Más, en realidad, puesto que ya sabía que sería miles de veces mejor. Abrió sus piernas cuando Alice las presionó sobre el colchón, luego batalló con una poderosa oleada de vergüenza muy parecida a la que Alice había tenido la noche anterior. Una cosa era que Rosa se sumergiera en coño exageradamente sucio, pero Alice era nueva en esto. Tímidamente, Rosa susurró, “Lo siento. Me tienes realmente.....” Un estrangulado gemido escapó de su garganta, más aniñado y fuerte de lo previsto, cuando la lengua de Alice se deslizó a lo largo de sus empapados labios con inesperada confianza. “Joder.” “Sabes bien,” Alice murmuró, y le lamió otra vez. Entonces, “Demuéstrame lo callada que puedes estar. ¿Vale?” Rosa abrió la boca para acceder, pero el placer que curvaba los dedos de los pies de la sorprendentemente talentosa lengua girando a través de su humedad provocó un nuevo alto gemido en su lugar. Alice hizo una pausa para palmearle el interior del muslo, un golpe correctivo que casi hizo que Rosa gimiera otra vez. Asintiendo solemnemente por su propio bien, Rosa susurró, “Vale.” La lengua regresó a sus labios y los acarició lentamente, cuidadosamente, al igual que ella le había demostrado a Alice la noche previa. No había prisa en sus deliberadas atenciones, ni sentido de urgencia en absoluto. No importaba que cerca de otras veinte mujeres pudieran comenzar a llegar a la cabaña tan pronto como el baile comenzase a languidecer, como sucedería, o que pudieran ser interrumpidas en cualquier momento, por cualquiera. Alice claramente estaba decidida a ofrecerle el mismo tratamiento de adoración que había recibido la noche anterior, volviendo loca a Rosa con tentadores mordiscos, lamidas, y momentos de una suave succión durante su primera exploración oral de otra mujer. El persistente pensamiento de que el suyo era el único coño que Alice había probado le hizo permanecer en silencio durante un calvario legítimamente impuesto. Durante muchos largos y agonizantes momentos, Rosa recurrió a morderse los nudillos para evitar gritar, solo sacándolos de su boca cuando estuvo segura de no hacerlo. Quería elogiar a Alice, decirle lo bien que lo estaba haciendo, preguntarle si le gustaba, decirle cosas sucias e intentar hacer que se ruborizase, pero todo lo que pudo hacer fue meter la mano bajo la manta y

enredar sus dedos en el pelo de Alice mientras acariciaba su cara con la otra mano. Los músculos de la mandíbula de Alice se movían con fuerza en su cráneo, la decidida lengua bailaba sobre el clítoris de Rosa, no como una aficionada, si no como una mujer que sabía exactamente lo que estaba haciendo. El control de Rosa se resquebrajó y gimoteó, luego gimió, “Que bueno.” “Shh.” Alice apenas se detuvo parar emitir la reprimenda y en su lugar apretó sus dedos sobre la sensible cara interior de los muslos de Rosa en una clara tácita advertencia. Metió la punta de su lengua hacia abajo entre los labios de Rosa, moviéndola de lado a lado antes de presionar contra la abertura de Rosa. Las manos en los muslos de Rosa se movieron más abajo, y un único dedo se unió a la lengua de Alice para burlarse de ella con la promesa de más. Sintiendo la necesidad de rogar, en voz alta, Rosa soltó la mandíbula de Alice y rápidamente se metió el puño en la boca, mordiéndolo. En ese preciso momento, la puerta de la cabaña se abrió y se cerró con un audible clic, alertando a Rosa que de hecho ya no estaban solas. Joder, Rosa gesticuló en silencio alrededor de su mano. Cuando la lengua de Alice empujó dentro de ella, seguida por el dedo, juró otra vez, sin sonido. ¡Mierda! Apresuradas voces se fueron haciendo más fuertes cuando las recién llegadas se acercaron a ellas. Rosa se obligó a abrir los ojos, esforzándose por distinguir las dos oscuras siluetas mientras contenía el aliento. De repente.....e inesperadamente.....se encontró al borde de un climax que amenazaba con hacerle gritar alabanzas a los cielos. “Coge un par de condones para mí también.” Una voz nada familiar susurró unas cuantas literas más allá haciendo que Rosa se quedase congelada en el sitio incluso aunque Alice continuaba atormentándola con el acto único de la doble penetración. “Solo por si acaso.” “Puta,” su amiga le acusó. Ambas se disolvieron en embriagadas risitas. “¿Te vas a follar a Derek esta noche?” “No estoy segura todavía, pero quiero estar preparada para cualquier eventualidad.” “Toma, coge tres.” Rosa graznó con sorpresa cuando la lengua se retiró de su vagina, dejando el dedo, para que los labios de Alice pudieran cerrarse sobre su clítoris en su lugar. Alice le dio una firme succión, provocando un impulso tras impulso de un éxtasis desgarrador que tensó su estómago y obligó a Rosa gemir con impotencia entre sus labios apretados. Cerró los ojos y se retorció contra la boca de Alice, no queriendo ser testigo de las reacciones a su repentino e incontrolable orgasmo. “Bueno maldita sea, eso es caliente.” La puta que quería follarse a Derek dio un borracho aullido de aprobación. “¡Jodidamente caliente! ¡Adelante, chicas!” Entonces ella y su amiga se marcharon tan rápidamente como habían llegado, dejando a Rosa capeando el resto de su orgasmo en relativa soledad. Eso fue caliente, decidió Rosa, y sonrió ampliamente hacia el techo mientras su cuerpo continuaba saltando contra los entusiastas dedo y lengua de Alice. Su relación con el sexo y su cuerpo había sido tirante desde hacía un tiempo, como mínimo, pero de alguna manera, simplemente por echar un polvo intentando escabullirse como una inexperta cría, sentía como si finalmente hubiese logrado lo que había venido a hacer al Campamento Rewind: recuperar un tiempo más simple, un tiempo optimista, con toda la diversión necesaria y mediano peligro, y

una gozosa inocencia frente a las duras realidades del mundo exterior, que una vez le habían caracterizado en su días de ingenua juventud. En este momento, al menos, Alice y ella eran todo lo que existía en el mundo, junto con el irreal placer que se acababan de proporcionar una a la otra, la divertida aventura en la que se habían embarcado una en brazos de la otra. Podemos seguir haciendo esto. Incluso aunque no sea para siempre, pero por lo menos durante un tiempo. Rosa encontró la cara de Alice bajo la manta con sus manos, acariciando los definidos pómulos mientras Alice lentamente le traía de vuelta de la cima con una serie de besos cada vez más tiernos en su clítoris. Podemos intentarlo, al menos, siempre y cuando yo sea valiente. Abrumada por el pensamiento, Rosa tiró ligeramente del hombro de Alice, alentándola a arrastrarse de vuelta hacia arriba por la longitud de su cuerpo. “Ven aquí, por favor.” Alice la besó con fuerza, los labios resbaladizos con los jugos de Rosa e hinchados por sus heroicos esfuerzos. “¿Estuvo bien?” susurró después se separarse. “Realmente siento hacer que te corrieras con esas mujeres justo allí de pie.....simplemente era tan excitante, y tú estabas tan deliciosa.....solo tenía planeado chuparte un poco el clítoris.....ya sabes, atormentarte. Pero agradablemente.” “¿Agradablemente?” Riéndose entre dientes, Rosa apretó sus brazos y les dio la vuelta de costado. Clavó a Alice y le hizo cosquillas en las costillas. “¿Un poco? Casi me explota la cabeza.” Alice se sacudió con la risa e intentó retorcerse alejándose de sus dedos. “¡No era mi intención!” Cuando Rosa detuvo su animado asalto, ella se serenó inmediatamente y colocó una mano en su mejilla. “Espero que no estuvieras demasiado avergonzada.” “Algunas cosas son peores que un poco de vergüenza.” Rosa le guiñó un ojo repitiendo las anteriores sabias palabras de Alice. “Tenías razón.” La expresión de Alice se volvió petulante. “Tengo la sensación que será mejor que te acostumbres a decir eso.” Rosa tenía la sensación que Alice tenía razón en eso, también, aunque no tenía planeado admitirlo. “Sí, como quieras.” Rosa curvó un brazo y una pierna alrededor de Alice y se acurrucó cerca. Ella apoyó su cabeza sobre el pecho de Rosa, acunando el otro en la palma de su mano. Se quedó en silencio durante un minuto o así, simplemente respirando de una manera que Rosa encontró francamente hipnótica. Luego preguntó, “¿Es el sexo lésbico siempre así de bueno?” “No, no siempre.” Rosa sonrió, y suspiró. “Esto.....es especial.” “¿De verdad?” Rosa frunció el ceño ante el escéptico tono de Alice. “Tú querías que confiase en ti, tienes que confiar en mí. Eres una poco común talentosa amante.” Alice asintió. Dubitativa, dijo, “Es solo que John.....” “Era un estúpido de mierda. Simple y llanamente.” Alice presionó su sonrisa contra el brazo de Rosa. “Sí,” dijo tras un rato. “Lo era.” Rosa besó un mechón de pelo fragante que le hacía cosquillas en la barbilla. “Absolutamente lo era, por dejarte ir.” Por tratarte como si fueras desechable, se dio cuenta, soportando otra oleada de tristeza mientras reflexionaba sobre la insensibilidad de sus anteriores acciones desde un ángulo completamente

nuevo. “Por tanto mi recién encontrada resolución es no seguir sus pasos de estúpido de mierda.” La puerta de la cabaña se abrió de nuevo, pero esta vez una voz familiar llamó suavemente a través de la habitación. “¿Es seguro que volvamos ya?” Rosa y Alice compartieron una sonrisa ante la burlona pregunta de Enid. Rosa contestó por las dos. “Sí. Siempre que no os importe ver como rebusco en la oscuridad para encontrar nuestra ropa interior.” Bree se acercó a su cama con una sonrisa tan brillante que Rosa la vio fácilmente en la oscuridad. “Me permites.” Se agachó en el suelo antes de que Rosa pudiera protestar, rodeando la litera mientras recogía la ropa que habían tirado despreocupadamente. “¿De quién es esto?” preguntó como quien no quiere la cosa, sujetando el conjunto a juego de bragas y sujetador de Rosa. “Mío.” Rosa le arrancó los artículos a Bree y le sacó la lengua. “Engreída.” “¿Y estás?” Bree hizo girar unas bragas grises de algodón en su dedo, lo suficientemente cerca de su cara que Rosa sospechaba iba tras la caza del aroma. “¿De la tímida Alice?” A la vez tímida y cohibida, Alice le sonrió a Bree y extendió su mano. “Gracias, Bree.” “Un placer.” Bree le entregó las bragas con una reverencia antes de realizar otra rápida búsqueda por el suelo. “¿No llevabas sujetador, Alice?” “Nunca conseguí quitárselo,” Rosa admitió con falso lamento. “Tal vez la próxima vez.” Bree le dio una fuerte palmada en el muslo, su mensaje claro. “Definitivamente la próxima vez.” Rosa volvió a tirar de Alice en sus brazos una vez que se puso las bragas y se abrochó el sujetador. Alice apoyó la cabeza en el hombro desnudo de Rosa, todavía luciendo una exuberante sonrisa. Ella envolvió un brazo alrededor de la cintura de Rosa y apretó, vibrando con una alegría interna que Rosa pudo intuir tanto como sentir. Rosa se volvió para ver como Bree y Enid se envolvían ellas mismas en un abrazo similar. “¿Y vosotras dos? ¿Tenéis planeado veros después que termine el campamento?” “De vez en cuando, sí, imagino que estaremos juntas.” Enid suspiró con alegría y se acurrucó al costado de Bree. “Ninguna de nosotras está buscando una relación, así que será más un.....” “Una cosa de folla-amigas,” dijo Bree, con un húmedo beso en los labios de Enid. “Lo que para mí está bien. Una chica nunca puede tener demasiadas amigas especiales.” Los dedos de Alice se flexionaron contra su estómago, haciendo que Rosa se preguntase si estaba intentando decidir si su relación progresaría bajo términos similares. No queriendo realizar ninguna negación frente a la audiencia, Rosa se prometió abordar el tema frontalmente cuanto tuviesen más intimidad. “¿Vivís cerca una de la otra?” “A seis horas en coche,” dijo Bree. “No demasiado malo.” Rosa vivía en Berkeley. Alice en San Francisco. Aunque el tráfico del puente podría a veces hacer que el viaje pareciese de seis horas, tenían suerte de no tener un inmenso obstáculo que superar como la larga distancia. “Merece la pena, ciertamente, por un gran sexo con una amiga.” “Y que lo digas.” Enid tarareó unas cuantas joviales notas. “Este fin de semana ha acabado con una sequía de cinco años para mí, lo creas o no.” “Cinco años,” Bree se lamentó, como si fuese la peor cosa que hubiese oído. “Ves por que tengo que hacer que recupere el tiempo perdido.”

“Verdaderamente un noble acto,” Rosa dijo, burlándose de ella. Alice intervino, en voz baja. “Han sido casi dos años para mí. Y eso que mi ex-marido nunca consiguió que me corriera en todos los años que estuvimos casados. La primera vez que Rosa me tocó.....dos veces.” Bree y Enid ofrecieron contenidos vítores y silbidos en respuesta a la divulgación. “Excelente,” dijo Bree. “No es de extrañar que te hayas colado tan fuerte, tan rápido, Alice.” Rosa escuchó como Enid golpeaba a Bree para silenciarla, sintió como la cara de Alice se enrojecía contra su pecho, sin embargo, de alguna manera, consiguió permanecer perfectamente calmada frente a tan descarada insinuación. Preocupada porque Alice creyese necesario negar sus crecientes sentimientos por el bien de Rosa, ella respondió, “Alice no es la única que se ha colado este fin de semana.” Esperó un instante, saboreando la sutil alegría de su cuerpo presionado contra el de ella cuando comprendió el significado. “Supongo que todo lo que podemos hacer ahora es esperar y ver donde nos lleva esto.” Alice se acurrucó más cerca, abrazándola tan fuerte que, por un momento, Rosa se quedó sin aire. Dejó un amoroso beso en el pelo de Alice e inhaló profundamente para saborear el aroma. ¿Cómo era posible que cuando ni siquiera conocía a esta mujer hacía una semana? En cierta loca forma, parecía como si siempre hubiesen sido amigas. O, por lo menos, como si siempre hubiesen estado destinadas a serlo. “Vosotras chicas hacéis una adorable pareja,” dijo Bree, quizás sintiendo la leve tensión creada con su último comentario, ya disipada. “En mi opinión.” “Bueno, gracias.” Rosa intercambió una tímida sonrisa con Alice cuando levantó la cabeza para mirar tiernamente a los ojos de Rosa. “Todo el mérito es de esta adorable.” “Y si decidís que la ‘próxima vez’ tiene que suceder esta noche, justo al lado de nosotras, mientras yo estoy aquí tumbada fingiendo dormir, quiero que sepáis que me parece totalmente bien.” Bree la dio la vuelta a Enid para que así ambas pudieran mirar hacia la litera de Rosa y lanzarle una semi-maniática sonrisa. “Porque me encantan esos sexys pequeños ruidos que Alice hace.” “Y a mí.” Rosa besó el pelo de Alice y le susurró al oído, “Un montón.” “Me ayudó a correrme,” dijo Enid, los ojos brillando en la oscuridad. “Espera,” Bree dijo con burlona indignación. “¿Estás diciendo que Alice y yo tenemos que compartir el mérito de ese chorro?” “De hecho sí.” Bree resopló y, mientras Alice enterraba su cara ardiendo en el cuello de Rosa, dijo, “Ese es el camino a seguir, tímida Alice. Ahora ya has hecho que dos mujeres se corran. No está nada mal para tu primer fin de semana de coños.” Las mejillas de Alice se volvieron más calientes ante el gráfico cumplido, pero su sonrisa también se hizo más grande, lo que de alguna manera hizo que Rosa estuviera convencida, por primera vez, que las cosas podrían funcionar absolutamente. A menos, por supuesto, que no lo hicieran. De cualquier forma, estaba finalmente preparada para intentarlo.

Capítulo Dieciocho

La tercera vez que Alice se despertó en los brazos de Rosa Salazar fue la mejor. No estaba avergonzada, ni alarmada, ni una pícara serpiente había interrumpido su pacífica reintegración a la conciencia. Calentita bajo su manta compartida, y completamente enredada con las pesadas extremidades de Rosa, se sentía segura, contenta y optimista de una manera que hacía que pareciera como si estuviera viendo el mundo a través de nuevos ojos. Suspiró, escuchando los sonidos de sus compañeras de cabaña mientras dormían, e intentando decidir si despertar a Rosa o dejar que durmiera un poco más. Aunque no era ni de cerca lo suficientemente atrevida para iniciar un sexo mañanero público, en una cabaña con la luz del día entrando a chorros por las ventanas, Alice anhelaba el retorno de la intimidad que habían compartido la noche anterior. Particularmente porque mientras Rosa siguiese durmiendo, no tenía forma de saber donde tenía la cabeza. Sin importar lo que habían dicho antes de dejarse llevar por sus respectivos sueños, hoy era el final en el Campamento Rewind. En unas cuantas horas llegarían al momento crucial que tendrían que continuar o no. Tanto como Alice no quería creer que Rosa experimentaría un repentino cambio de opinión.....no después de la forma tan intensa en la que habían hecho el amor la noche anterior.....todavía seguía encontrando necesario prepararse para esa posibilidad. Tensó su agarre en una semiconsciente Rosa, temerosa de despertarla, y aterrorizada por el pensamiento que pronto podría producirse el milagro de que su amistad se viera rota por segunda vez. Alice cerró los ojos, respirando rápidamente cuando comenzó en una típica espiral de pensamientos catastróficos que siempre le habían valido un rápido reproche por parte de su terapeuta. Antes de poder ahogarse en sus ansiosos pensamientos, una cálida caricia en su hombro desnudo le hizo retroceder del borde del pánico, y Rosa susurró, “¿Estás bien, cariño?” haciendo que una irreflexiva sonrisa surgiera en sus labios. Abriendo los ojos, Alice se derritió ante la franca mirada de afecto brillando en los tiernos ojos de Rosa. Rosa frunció el ceño, no molestándose en esconder su preocupación. “¿Un mal sueño?” Alice negó con la cabeza pero permaneció en silencio, temerosa de admitir lo que realmente le asustaba. “¿Has dormido bien?” “Como un lirón.” Rosa estudió la cara de Alice, inquieta. “¿Y tú?” Alice asintió, luego metió la cabeza bajo la barbilla de Rosa y apretó su abrazo con un solo brazo. “Deberíamos ir a ducharnos antes de que todas las demás se despierten.” “Muy bien.” El bajo ronroneo de la voz áspera y soñolienta de Rosa retumbó contra el oído de Alice, ensanchando su sonrisa. “Pero primero dime en qué estabas pensando antes.” La sonrisa de Alice se desvaneció. Consideró negar que algo fuese mal, pero sintió que, sin honestidad, nunca se ganaría la confianza de Rosa. Aquí vamos, entonces. “Estaba decidiendo si despertarte o no.” “¿Para así poder asegurarte que no tenía planeado otro estúpido movimiento?”

Alice se encogió de hombros, luego negó con la cabeza. “Yo no lo habría dicho así.” “Bueno, yo lo haría.” Rosa tiró de Alice encima de su pecho y se estiró para capturar sus labios en un sentido beso. “Escucha, te hice una promesa anoche,” Rosa murmuró cuando ella se apartó. “No eres desechable, y nunca haré nada para hacer que te sientas así, nunca otra vez.” La diminuta semilla de duda que había comenzado a echar raíces en el hueco del estómago de Alice se marchitó y murió al escuchar la sinceridad en las palabras de Rosa. Suspirando, Alice apoyó la cabeza en el hombro de Rosa, demasiado abrumada por el alivio, la gratitud y el rápido creciente amor que continuaba viendo en esos enternecedores ojos marrones. No por ello menos dispuesta a estallar en feas lágrimas. Apoyó su mano sobre el corazón de Rosa, disfrutando del constante ritmo algo acelerado. “Y eres digna, sin importar por lo que has pasado, o por lo que vayamos a pasar ahora mismo, o pasaremos algún día.” Estirándose para besar el cuello de Rosa, susurró, “A pesar de todo ello, te mereces ser amada. Incondicionalmente.” Rosa les dio la vuelta para quedar por encima de Alice, mirándola con tanta intensidad que Alice finalmente tuvo que apartar la mirada. ¿He dicho amada? Rosa le acarició el lateral de la cara hasta que Alice reunió el valor para restablecer el contacto visual, sonriendo cuando lo hizo. “Alice Wu,” murmuró. “Gracias por pasar tiempo conmigo este fin de semana. Sé que no siempre ha sido fácil.” Alice envolvió con sus brazos el cuello de Rosa, manteniendo la voz baja para no despertar a sus vecinas dormidas. “Tú también, Lila. Puede no haber sido fácil al cien por cien, pero no cambiaría este tiempo contigo por nada.” Adormilada, Rosa le besó la comisura de la boca, luego el otro lado. “Espero que sepas que no estaba bromeando cuando dije que estar con Lila era mucho más divertido que con mi verdadero yo.....” Alice escuchó la persistente inseguridad en la advertencia y le devolvió el beso a Rosa, con propósito. Después, susurró, “No estoy interesada en una mágica aventura de campamento de verano. Estoy interesada en ti, con todo el lío que conlleva.” “Sigues sin tener ni idea de en lo que te estás metiendo.” Rosa sonrió con valentía, pero Alice detectó el testarudo temor brillando en su mirada. “Lo caótico.....y lo atemorizante que en realidad puede ser la vida conmigo.” “Estoy deseando descubrirlo.” Alice no podía negar que tenía ciertas preocupaciones respecto al negativo impacto que los enemigos de Rosa podrían tener en su vida, pero no lo suficiente para regresar a una existencia sin Rosa. La vida siempre estaría llena de ansiedades. Para ella, las amigas eran un suceso mucho más raro. Literalmente nunca había tenido una antes de Rosa. Ahora que la tenía, caminaría sobre el fuego por ella. De hecho, le resultaba imposible imaginar un obstáculo demasiado grande de superar si significaba seguir manteniendo a Rosa Salazar en su vida. “Además, como has dicho.....no importa lo que suceda, somos amigas. ¿Verdad?” Rosa asintió, los ojos humedecidos, y agachó la cabeza para darle un sensual beso. “Verdad.” Sonrió contra la boca de Alice, ocasionando lo mismo. “Amigas muy especiales.” Aunque se habían puesto las camisetas y los pantalones del pijama antes de quedarse dormidas, el deslizar del muslo de Rosa contra sus todavía sensibles labios desencadenó una caliente sacudida de lujuria. Alice se retorció ante la

suave presión sin pensar, se ruborizó y se obligó a volver a centrarse en la sinfonía de ronquidos, y murmullos de las mujeres que ocupaban las literas alrededor de ellas. Mi reino por una habitación privada. Manteniendo la voz tan baja como un susurro, preguntó, “¿Somos del tipo de amigas que se duchan juntas?” “De hecho, sí. Lo somos.” Los hambrientos ojos de Rosa se oscurecieron, empapando aún más la ya de por sí húmedas bragas de Alice. “Me haría feliz ayudarte a lavarte.” Alice jadeó audiblemente, una medida exhalación que pretendía impedir llegar más lejos y hacer algo para avergonzar a ambas. “¿Porque eso es lo que hacen las amigas?” “Por eso, y porque quiero tocarte,” Rosa susurró en respuesta, luego le besó la garganta. “Y ocuparme de ti.” Sus labios recorrieron la línea de la mandíbula de Alice, entonces mordisqueó fuertemente su lóbulo, haciendo que Alice jadease. “Y hacerte sentir bien. Solo bien, de ahora en adelante.” Alice puso las manos en los hombros de Rosa y la empujó en un intento por enfriar las cosas. Tenían que continuar con esta conversación en una cabina de ducha privada, con urgencia, antes de que todo el mundo se despertase. Sin esfuerzo, se retorció saliendo de debajo de Rosa y se arrodilló junto a su maleta. Después de una rápida búsqueda de su anhelada última muda de ropa y su neceser de baño, Alice se levantó y dejó un picante beso en los labios de Rosa, divertida por lo aturdida que parecía por su repentina salida. Entre dientes, Alice murmuró, “Te tomo la palabra. Vamos.” Rosa la siguió sin vacilación, confiada y pareciendo libre de miedo.

*****

Bajo el caliente chorro de agua de la alcachofa de ducha bastante menos que lujosa del campamento, ocultas tras una opaca cortina de ducha que se movía suavemente con la brisa entrando a través de las ventanas abiertas del cuarto de baño, Rosa Salazar se enamoró un poco más de Alice Wu durante una larga sesión de distribución del champú que comenzó con sus manos enredadas en el largo cabello negro de Alice, y terminó con tres de los exigentes dedos de Alice alojados profundamente dentro del coño de Rosa. Rosa se agarró a la pared de la ducha mientas Alice la follaba desde detrás, impresionada por la fuerza y confianza con que su cuerpo estaba siendo reclamado, y sacudida por el conocimiento de haber estado a punto de dejar escapar un verdaderamente prodigioso talento sexual. Las resbaladizas tetas de Alice se deslizaron a través de su espalda, los pezones un duro y brillante contraste con la suavidad de su flexible carne. Susurró contra la mejilla de Rosa, tan calmadamente, asegurándose de ser oída por encima del silbido de la ducha, para que sus palabras aterrizasen con ensordecedora claridad en los oídos de Rosa. “Eres tan hermosa así.” Los labios de Alice se presionaron contra su sien, su lengua jugando con la húmeda piel. “Hermosa con mis dedos dentro de ti.” Rosa gimió y separó aún más los pies, intencionadamente ignorando las ridículas sandalias de ducha que llevaba puestas.....una compra de último momento, verde brillante y una talla demasiado grandes.....mientras se

maravillaba con la confiada explosión sexual de Alice. Hacía dos noches, Alice apenas podía conseguir pronunciar la palabra ‘coño’ sin ruborizarse. Ahora estaba haciendo que Rosa se ruborizase, y más. Girando la cabeza para darle a Alice un brutal y necesitado beso, Rosa gimió, “No pares.” “No lo haré,” Alice prometió con un sedoso murmullo. “No hasta que te corras en mi mano.” Rosa se contrajo ante el crudo impacto del valor del sucio hablar de Alice. Estaba cerca, tan cerca, y Alice la condujo decididamente hacia adelante sin ofrecerle ni un solo segundo de respiro. “Oh.....” Arrastrando sus dientes sobre el hombro de Rosa, Alice le sujetó la parte posterior del cuello con una mano mientras que con la otra incrementaba la fuerza del bombeo entre sus piernas. “¿Ves lo que sucede cuando enseñas a una mujer reprimida sexualmente a follar?” Un agudo grito de placer interrumpió en seco la risa de Rosa. “¿Desatada.....como.....poco?” La mano en la nuca de Rosa apretó su agarre, urgiéndola a doblarse por la cintura para que los dedos en su interior pudieran entrar imposiblemente a más profundidad, para acariciar un punto que hizo que las rodillas de Rosa se volvieran gelatina y casi estuvo a punto de estrellarse contra el cuestionablemente higiénico suelo. Se agarró al borde de la ducha con tal desesperación que sus nudillos palidecieron, decidida a permanecer de pie para que Alice pudiera exorcizar años de sexo mediocre a través de su coño. Ansiosa por ayudar a apresurar lo inevitable, Rosa recuperó el equilibrio con una mano y levantó la otra bajo el chorro de agua caliente durante un minuto antes de bajarla entre sus muslos para así poder tocarse el clítoris. “Sí,” Alice siseó, y la folló incluso más fuerte. La fuerza de sus empujes propulsó a Rosa hacia adelante, enviando los mechones mojados de su pelo sobre sus ojos una y otra vez mientras resistía el furioso asalto. “Frótate por mí.” Rosa se mordió el interior de la mejilla para evitar gritar. Le encantaba que la tomasen así, fuerte, rápido y duro, y que la tímida Alice fuese quien estuviera haciéndolo, en una ducha pública nada menos, elevaba la experiencia a una insoportable demoledora altura. Sus dedos se aceleraron sobre su clítoris, mecánicamente tirando de la sensible cresta de carne inmersa en una desesperada carrera hacia el nirvana. Con las piernas temblando, levantó las puntas de los pies cuando Alice se hundió completamente dentro de ella, los nudillos presionando firmemente contra sus labios, para frotar el lugar que hizo que el cuerpo entero de Rosa temblase. La frente de Rosa tocó la pared de la ducha mientras se golpeaba sin reparo, toda su concentración se redujo al único objetivo de alcanzar una muy necesaria resolución de su casi doloroso éxtasis creado por sus unidos esfuerzos. En un momento de divina inspiración, sus manos alcanzaron una perfecta sincronía, desencadenando simultáneamente un orgasmo clitoral y vaginal que hubiese enviado a Rosa al suelo de cemento de no haber sido por el repentino y fuerte agarre de Alice alrededor de su cintura. “Te tengo,” Alice susurró, besando el omóplato de Rosa mientras montaba las olas de su múltiple climax hasta su agridulce final. “No dejaré que caigas.” Finalmente, Rosa levantó los brazos y se dio la vuelta con un torpe movimiento. Más mareada de lo que había previsto, se tambaleó cayendo en el expectante abrazo de Alice murmurando una maldición. Alice gruñó ante el inesperado impacto pero consiguió mantenerse de pie y se sacudió con la risa

mientras sujetaba a Rosa cerca para besarle las ruborizadas mejillas. “Incluso aunque intentes tirarnos a las dos al suelo,” Alice bromeó, sonriendo. Rosa sonrió ante el alegre comentario, sin embargo no pudo resistir quedarse con el contexto entre líneas que no pudo evitar ver. “Te dije que te destruiría. Si no esta vez.....” El cuerpo de Alice se tensó contra el suyo. “Esto tiene que parar.” Echándose hacia atrás, atravesó a Rosa con la mirada con una inesperada ferocidad. “No más autodesprecio, ¿de acuerdo? No a mi alrededor. No me gusta, no estoy de acuerdo, y no voy a escuchare hacerlo nunca más. ¿Lo pillas?” No habiendo visto nunca a Alice tan enfadada, no así, Rosa levantó las manos en súplica y asintió obedientemente. “Me disculpo. Es una mala costumbre.” “Una terrible.” “Intentaré dejarlo.” Rosa bajó la cabeza, prometiendo tratarse a sí misma con más amabilidad aunque solo fuera para evitar que Alice se cabrease tanto en el futuro. “Sé que no es una cualidad muy atractiva.” “Sobre todo, porque no es verdad.” Alice tiró de ella cerca de nuevo, envolviéndola en un amoroso abrazo. “Lo que sea que suceda, entró en esta relación con los ojos bien abiertos. Si de alguna manera mi vida resulta totalmente arruinada por nuestra asociación, será culpa de ellos, o mía, pero nunca tuya.” Apretó sus brazos alrededor de Rosa y la sacudió amablemente para darle énfasis. “Nunca tuya.” Veremos que piensa sobre eso dentro de un año. La hosca voz interior que se había convertido en una vieja conocida seguía permaneciendo cerca de la superficie.....y probablemente sería un demonio con el que tendría que luchar durante un tiempo.....pero hoy, Rosa eligió ignorar lo que le estaba diciendo. En lugar de permitir que su autodesprecio arrojase un cubo de agua fría sobre sus esperanzas, sueños y sentimientos de que merecía la pena intentarlo de nuevo, en cambio prefirió escuchar a Alice. Podía hacer eso solo porque confiaba en Alice más que en la voz, sin embargo, era imposible sentir de esa manera por una mujer que solo conocía desde hacía unos cuartos días. Sus instintos no tenían precisamente el mejor historial en estos asuntos, pero como Bree había señalado, no podía dejar que el miedo destruyera su oportunidad de trascendencia, sin importar lo delgada que esa oportunidad pudiera ser. Si quería ser feliz algún día, tenía que intentarlo. Así que eso sería lo que haría. Intentarlo.....y tener esperanza. “Cuidado, Alice,” Rosa le advirtió con un murmullo una vez que confió en poder hablar. “O vas a hacer que me enamore de ti.” La respiración de Alice quedó enganchada. “Eso espero,” susurró, con tanta sinceridad que Rosa casi lloró. Rodeó la cintura de Alice y la abrazó tan ferozmente como se atrevió, llena de algo parecido al temor. No quiero dejarla ir. Con la garganta seca, Rosa tragó más allá de su gruesa lengua para cometer su primer acto de valentía del día. “¿Alice, querrías.....querrías venir conmigo a mi casa en Berkeley? Podríamos pasar la tarde en mi casa.....” Deseaba poder ver la reacción en la cara de Alice. Ella probablemente tenga que trabajar. Acabáis de pasar tres días juntas. Dale a la pobre mujer un descanso. “O podemos hacer planes para vernos el próximo fin de semana,” dijo pobremente. “Lo que sea mejor para ti.” Alice dio un paso atrás y buscó en la cara de Rosa. Sus ojos brillaban con genuina excitación, prueba de que no se había equivocado al realizar la invitación. “Me encantaría ir a tu apartamento. ¡Supongo que tienes una cama

de verdad.....y privada!” Agarrándose las manos, Alice se agitó en un baile inconsciente, alegre, de celebración mientras continuaba gloriosamente desnuda. “¡Sí, hagamos eso!” “Eres una mujer cambiada,” Rosa señaló mientras observaba el asombroso espectáculo, entonces levantó una ceja después que Alice se quedase congelada, bajase el rostro, y mirase fijamente al suelo. “Te has dado cuenta, ¿verdad? Es absolutamente extraordinario.” “Bueno, tú tienes gran parte del mérito de mi transformación de fin de semana.” La boca de Alice se curvó en una sonrisa mientras levantaba la vista y miraba a Rosa a los ojos. “Después de mí, por supuesto.” “Por supuesto.” No por primera vez, el cerebro de Rosa era un caos considerando la mujer en que Alice tan rápidamente se había convertido. Su tímida, impresionable y valiente amiga tenia mucho potencial por explorar, tantas capas que Rosa no podía evitar querer descubrir. Distraída por la dirección que sus pensamientos estaban tomando, Rosa metió una mano entre sus pechos y pellizcó un erecto pezón de Alice entre sus dedos. “Sabes, tengo algunos juguetes en casa que me encantaría enseñarte, si estás interesada en ese tipo de.....” “¡Sí!” Alice dijo. “Vendido. No tienes ni idea de cuantas cosas quiero probar.” “Bueno, eso puede arreglarse, porque hay un montón de cosas sucias y repugnantes que quiero hacerte.” Alice gimió, pero rápidamente se quedó en silencio cuando un distante sonido de voces femeninas resonaron en el edificio, señalando que su momento de soledad en el campamento acababa de terminar. Escuchó durante unos segundos, luego susurró al oído de Rosa, “Deberíamos ir a desayunar, despedirnos, y salir cagando leches de aquí para que puedas darte prisa y agradecerme adecuadamente la sucia y repugnante manera en que te acabo de tratar.” Rosa resopló, emocionada por el emergente sentido del humor de Alice. Era tan fácil hablar con ella, tan sencillo estar con ella. Todo era simplemente fluido. Si su relación sobrevivía a la transición al mundo real, podría proporcionarle a Rosa la mayor felicidad que nunca hubiese conocido. O la mayor ruptura de corazón. Disgustada consigo misma, Rosa le dio un simbólico derechazo a la cara de su estúpida voz interior, y en su lugar pensó en que juguete le enseñaría a Alice primero. Tenía un amplio surtido para elegir, así como infinitas ideas de juegos a los que jugar, y posiciones que podrían intentar. Resuelta a iniciar una seria conversación en el desayuno sobre fantasías, límites, y palabras de seguridad, por ahora, Rosa solo dijo, “No te preocupes, querida, te prometo que obtendrás lo tuyo.” Palmeó bruscamente el culo de Alice un par de veces, contando con que el ruido de la ducha y las animadas conversaciones que rebotaban en las paredes de cemento ocultasen el sonido de su improvisada explosión de disciplina. “Y yo lo mío.” La garganta de Alice tragó convulsivamente. Miró hacia el techo, claramente intentando lidiar con la confusa mezcla de ansiedad y excitación que con toda seguridad corría por sus venas. Teniendo piedad, Rosa cerró el chorro de agua y empujó la cortina para coger la toalla de Alice. Envolvió el cuerpo de Alice con el esponjoso material, tirando de ella para darle un fuerte abrazo. Rosa le besó en la mejilla y murmuró, “La parte con todas las otras personas casi ha acabado.” Alice realizó un estrangulado e impaciente ruido. “¿Lo juras?”

Rosa se rió entre dientes y pasó la longitud de su brazo alrededor de sus delgados hombros. Inclinó la cabeza, con seriedad, antes de sonreír de lado a lado. “Entonces empezará la diversión de verdad.” Y oh, como esperaba Rosa que eso fuera verdad.

Capítulo Diecinueve

Dada su ansiedad por ver el apartamento de Rosa y su colección de juguetes, lo último que Alice esperaba sentir, mientras intercambiaba abrazos de despedida con Bree y Enid, era tristeza. Sin embargo lo hizo, y en verdad, no debería de haber resultado una sorpresa. Rosa no era la única amiga que había hecho en el Campamento Rewind. Sin embargo, Alice no estaba segura de cuando o si incluso volvería a ver a Bree y Enid otra vez. A pesar de su resistencia a socializar al principio del fin de semana, había disfrutado llegando a conocer a las dos groseras mujeres con buenas intenciones. Como si sintieran su melancolía, Bree acunó a Alice adelante y atrás en un abrazo de oso y le besó en la mejilla. “Rosa tiene mi número. Mándame un mensaje de texto alguna vez. O, ya sabes, envíame un selfie desnuda. Si quieres.” “Calma, ligona,” dijo Rosa, lanzándole a Bree una expresión ligeramente severa mientras le daba a Enid un último apretón. “Mira todo lo que quieras, pero escucha esto: he plantado mi bandera.” Enid levantó una ceja y sonrió con suficiencia hacia Alice. “Estaba pensando que tu reacción a eso podría ser de una o dos maneras.....” El corazón de Alice aleteó complacida con la ambigua declaración de intenciones de Rosa. “No tengo ninguna objeción a ser reclamada por esta mujer. Puede clavar en mi el asta con su bandera en cualquier momento.” Rosa luchó contra la sonrisa de diversión que finalmente acabó ocupando toda su cara. “Wow.” “¡Tímida Alice!” Bree levantó su mano invitándola a chocar los cinco. “Eso ha sido excelente.” Complacida, pero ruborizada, Alice obedientemente palmeó la mano de Bree. “Lo intento.” “Sabes, me gustas cada día más y más.” Los ojos de Bree revelaron un profundo y afectuoso calor que afectó a Alice más de lo que nunca habría previsto. “Cuida de Rosa, ¿de acuerdo? Sé buena con ella. Ayúdale a que les saque el dedo a todos esos gilipollas.” Alice asintió con seriedad. “Lo haré.” Al darse cuenta de lo mucho que echaría de menos a su amiga coqueta y malhablada, Alice le dio otro rápido abrazo. “Gracias, por todo. Especialmente por lo de ayer.” Bree levantó a Alice en el aire, le dio la vuelta, luego volvió a dejarla en el suelo con un beso en la frente. “Solo me alegra que vosotras, chicas locas, hayáis sido capaces de solucionar las cosas.” Rosa se volvió hacia Bree y le dio un breve abrazo. “Sí, gracias por hacer que entre en razón.” Alice sonrió y caminó hacia los brazos extendidos de Enid, sorprendida por su nueva y alta tolerancia al contacto físico que había adquirido en las pasadas veinticuatros horas. En el pasado, odiaba que le gente le tocase en situaciones sociales, pero era diferente con estas mujeres. Sabía que Bree y Enid se preocupaban por ella, incluso aunque se acabasen de conocer, y los recuerdos que habían creado juntas este fin de semana permanecerían con Alice por el resto de su vida. Era difícil expresar el nivel de estima que sentía por ellas en voz alta, así que, en lugar de elocuencia, un gesto físico parecía ser la mejor manera de demostrar lo mucho que verdaderamente le habían llegado. “Cuídate,

Enid. Siento que te hayas visto envuelta en nuestro drama, pero realmente agradezco tu amistad y tu consejo de ayer. Significó mucho.” Enid la abrazó durante largo tiempo antes de soltarla. “Como ha dicho Bree, me alegra que todo se haya solucionado.” Esperó hasta que Alice salió de sus brazos para guiñarle un ojo. “Gracias por el entretenimiento de anoche. Para ser honesta, eso fue una fantasía cumplida. Espero no haberte avergonzado demasiado.” Alice de alguna manera consiguió esconder la cara tras sus manos. Esperaba que no sacasen a relucir lo sucedido. “Lo mismo digo. Sigo sin poder creer que hiciera eso.” “Para ser justa, estabas bastante colgada,” Rosa ofreció. Bree golpeó a Rosa con el codo en el costado, con los ojos muy abiertos por la revelación. “¿Nos lo ocultasteis?” Rosa hizo un gesto hacia Alice con una sonrisa. “Era de ella.” Bree y Enid parecían igual de sorprendidas cuando se volvieron a mirar a Alice, al parecer bajo una nueva luz. “Tímida Alice,” Bree exclamó, “¿Nunca dejarás de deleitarme?” Alice cambió su peso de un pie a otro nerviosamente, inquieta siendo el centro de atención. “Es terapéutico,” dijo. “Para la ansiedad.” Miró a Rosa en busca de ayuda. “Además, no me gusta beber.” “No puedo culparte por eso.” La cara de Enid se arrugó cuando se dio la vuelta, disgustada, por lo que vio a las espaldas de Alice. “Después de este fin de semana, probablemente tengan que cambiar el nombre de este sitio a Campamento Regurgitante.” Incapaz de evitarlo, Alice Miró en la dirección en la que Enid había desviado su atención. Inclinado sobre una papelera, el ligón de Derek, el admirador de Rosa de la primera mañana de campamento.....y al parecer el pretendiente de Miss Tres Condones anoche.....estaba echando por la boca las entrañas de una forma excesivamente poco sexy. Ella arrugó la nariz mientras volvía a centrar su atención en su círculo de amigas. “Me alegra tanto no tener resaca.” “Brindo por eso.” Rosa se estremeció. “También me alegra seriamente no haber aceptado la oferta de ese tipo para darme lecciones de monta.” “Yo también,” dijo Alice, luego puso los ojos en blanco y se mofó. “¿Lecciones de monta? ¿Realmente él creía que eso iba a funcionar contigo?” “En efecto.” Rosa le sonrió con suficiencia a Bree, luego le pregunto a Alice, “Sabes, si estás interesada en montar, tengo los juguetes adecuados y los accesorios para hacer que eso suceda, en mi casa. Puedo enseñarte como montarme, o tal vez enseñarte lo que se siente al ser montada. ¿Crees que te gustaría eso? ¿Una lección de monta?” La cara de Alice ardía por la facilidad con que la débil propuesta le afectaba, cuando era hecha por Rosa. “Bueno.....sí.” Bree se carcajeó audiblemente, atrayendo la atención de unos cuantos campistas cercanos reunidos en grupos similares, todos despidiéndose. Alice se movió hacia el costado de Rosa, metiéndose bajo su brazo, apoyándose contra su sólida forma. Su creciente vergüenza se aligeró con el calor de la presencia de Rosa, permitiéndole responder a las carcajadas de Bree con una risita propia. “Todo depende de quién haga la pregunta, supongo.” Bree le guiñó un ojo, luego le palmeó a Enid en el codo y le hizo un gesto hacia el aparcamiento. “¿Por qué no nos decimos adiós en mi coche durante unos minutos? Probablemente

ha llegado el momento de que dejemos que éstas dos se vayan a casa a follar hasta que les explote el cerebro.” Rosa abrazó a Alice más cerca. “Eso requerirá un poco de esfuerzo por mi parte. Mi chica tiene un gran cerebro.” Alice estaba absolutamente convencida que nunca se había sentido más feliz. Temerosa de atragantarse en público, centró su atención en sus zapatos mientras intercambiaban una última ronda de despedidas. Cuando Bree y Enid se marcharon cogidas de la mano hacia el aparcamiento, Alice levantó la cara y le sonrió llorosa a Rosa. “Éste ha sido el mejor fin de semana.” “El mejor.” Los ojos de Rosa brillaron con la misma intensa emoción. “Incluso aunque he estado cerca de arruinarlo.” “No. Solo lo has convertido en una mejor historia.” Alice aprovechó la oportunidad y habló del futuro que esperaba tuvieran. “Ya sabes, para cuando le contemos a la gente como nos conocimos.” Rosa parpadeó. “Por desgracia, yo soy la mala en esta historia.” “O la heroína.” Alice cogió la mano de Rosa y la llevó hacia sus coches. Habían cargado sus bolsas antes de desayunar y planear que Alice siguiese a Rosa a casa. “Dependiendo de como lo mires.” “Dependiendo de como todo resulte,” Rosa murmuró, no totalmente entre dientes. Alice se detuvo y miró fijamente a Rosa. Parpadeó. Rosa besó la comisura de la boca de Alice, luego le mordisqueó los labios. “Lo siento,” suspiró. “Tienes razón, es una buena historia. Especialmente las partes del sexo.” Alice resopló y se alejó. “No estoy segura que debamos contar esa parte.” “No a nuestros padres, tal vez, pero.....” “¡Alice!” La profunda voz de barítono de Jamal se deslizó a través del sonido de las conversaciones que les rodeaban. Alice se dio la vuelta instintivamente con una cálida sonrisa. Había llegado a conocer a Jamal un poco más durante la construcción de su robot el día anterior, y realmente le gustaba el hombre. Él era brillante, amable, y lo suficientemente bicho raro para sentirse relativamente cómoda a su alrededor. “¡Espera!” Alice extendió su mano torpemente cuando él se acercó, insegura de como afrontar esta particular despedida. “Gracias otra vez por dejar que me quede el robot que construimos ayer. Y recuerda, tienes mi dirección de correo electrónico por si tienes alguna pregunta sobre tu plan de estudios.” Jamal le dio un amistoso apretón de manos, luego una dubitativa palmada en la espalda. “Definitivamente deberías hacerme caso. Quería decirte adiós antes de que te fueras y pedirte de nuevo que pienses en regresar y dar clases en una temporada en el futuro. Marcia dice que incluso podría pagarte un poco, además de tu inscripción gratuita.” La garganta de Alice se cerró ante el mero pensamiento de estar de pie frente a una clase de estudiantes y enseñar algo, incluso un tema que conocía se sobra. Con cuidado de permanecer imprecisa, dijo evasivamente, “Pensaré en ello. Por ahora, te enviaré instrucciones de unos cuantos proyectos adecuados por los que puedes empezar.” “Te lo agradezco.” Jamal sonrió enseñando sus dientes mientras se volvía hacia Rosa. “Lila, ha sido un placer conocerte. Espero volver a verte en el campamento otra vez.”

“Si Alice decide aceptar tu oferta de enseñar, podrías.” Rosa le estrechó la mano, entonces puso su brazo alrededor de los hombros de Alice y le dio un apretón. “Para que conste, espero que lo haga. Eso sería súper genial.” “Estoy totalmente de acuerdo.” Jamal entendió su mano y les dio a las dos otro amigable apretón de manos. “De todos modos, conducir con cuidado, ambas. No robéis ningún patín de camino a casa.” Rosa se rió. “La mantendré alejada de problemas, no te preocupes.” Alice siguió a Rosa, cogidas de la mano, cuando reanudaron el corto paseo hacia sus coches. Una vez frente al vehículo de Rosa, se detuvieron una frente a la otra. Alice envolvió sus brazos alrededor del cuello de Rosa; Rosa rodeó la cintura de Alice y tiró de ella en un cercano abrazo. Cuando Rosa intentó tirar de ella incluso más cerca, Alice apoyó la cabeza sobre su fuerte hombro y cerró los ojos, deleitándose con el distante sonido del latido de su corazón en su oído. “Desearía que no tuviéramos que ir en coches separados.” “Dime por que.” Rosa le besó el pelo, luego colocó una mano en la parte baja de la espalda de Alice para juntar sus caderas. “Si tienes manos libres en tu coche, puedes llamar a mi móvil. Podemos hablar durante el viaje, asumiendo que la comunicación aguante.” “Eso haré.” Alice se separó, preocupada porque si no dejaba de tocar a Rosa pronto, nunca se convencería a sí misma para hacer las tres horas de vuelta a East Bay. “¿De qué hablaremos? ¿Lecciones de monta? ¿Juguetes?” Rosa le ofreció una sonrisa de disculpa. “Eso podría distraerte demasiado. Tú seguridad es mi máxima prioridad.” Buen punto. Alice le devolvió la sonrisa. “¿Entonces de qué?” Rosa se encogió de hombros, su expresión tan tímida como Alice normalmente se sentía. “¿De todo?” Negándose a apartar la mirada a pesar de una evidente batalla de nervios, miró fijamente a los ojos de Alice con un afecto que bordeaba el amor. “Quiero saberlo todo sobre ti, Alice Wu.” “No creo que haya mucho que contar.” La estable confianza que Alice había mantenido desde su reconciliación se tambaleó mientras consideraba si era lo suficientemente interesante como para mantener la atención de Rosa durante más de un fin de semana. Comparada con Rosa, Alice llevaba una vida dolorosamente insulsa. La mayoría de sus anécdotas caían en la categoría de tristes o torpes, pero rara vez divertidas, y nunca encantadoras. No iba a muchos sitios o hacía muchas cosas, fuera de su familia y sus obligaciones profesionales. Su infancia solitaria y aislada le había dejado con poca base en relación a los demás. ¿De qué podía hablar? ¿De su recién descubierta predilección por el porno y las novelas lésbicas románticas, y su deseo de recrear las escenas que le habían hecho compañía durante tantas solitarias noches? Una oleada de dudas, sobre su capacidad para realizar con éxito la transición de una aventura de fin de semana a una relación en el mundo real, cursó a través de Alice por primera vez. Enviando un devastador golpe a su corazón. “Honestamente, soy bastante.....aburrida.” “No para mí.” Rosa inició un persistente beso. Sin apartarse, susurró contra los labios de Alice, “De todas formas, mi vida puede soportar un poco más de aburrimiento. El aburrimiento suena maravilloso, si te digo la verdad.” Alice tuvo que sonreír. Sabía que Rosa estaba siendo completamente sincera en ese sentimiento, al menos por ahora. “Bueno, puedo hablarte de mi gato. Realmente no soy una persona que hable de su gato, para ser honesta, pero

Schrödinger es bastante dulce. Es polidáctilo, o como el niño de mi vecino le llama ‘petrodáctilo’” Rosa casi le dejó sin respiración por la rapidez y el repentino entusiasta abrazo. “¿Schrödinger? Me estoy enamorando.” Alice le devolvió el abrazo, ferozmente, más que un poco atónita por la sincera apreciación de Rosa a su friki referencia. Recurriendo al evidente chiste, dijo, “Me preocupaba haberme olvidado llenar su comedero antes de marcharme. Hasta que llegue a casa y lo compruebe, debo de suponer que esta simultáneamente vivo y muerto, y no simplemente en mi ansiosa mente.” (Referencia a la Paradoja del Gato de Schrödinger sobre la mecánica cuántica) Rosa se rió a carcajadas y casi estuvo a punto de cortar el suministro de aire de Alice estrellándose contra su pecho. “Alice, eres tan poco aburrida.” Después de más risas, se echó hacia atrás y se limpió las lágrimas de los ojos. “¿De verdad te olvidaste de alimentar a Schrodie?” Alice se mordió el labio y negó con la cabeza. “No. Solo quería hacerte reír.” Rosa sonrió y la besó de nuevo, más lentamente esta vez. “Realmente me gustas, Al. Nunca dudes de eso.” Alice se estremeció por el apodo, tanto por la forma en que sonaba en los labios de Rosa, como por los recuerdos que evocaba de cuando hacían el amor la noche anterior. Le encantaba. “Tú también me gustas.” “Entonces vamos.” Rosa le dio un último abrazo antes de urgirle que fuera hacia su coche. “Seamos valientes en el mundo real, juntas.” “¿Y tener sexo?” Rosa dijo cuando ella retrocedía. “Un montón de sexo.” Alice la miró de forma lasciva y juguetona, entonces, con la cara en llamas, caminó hacia su coche. Cuando pasó el sedán aparcado junto al suyo, la pregunta de si volvería a ver a Bree y Enid de nuevo fue respondida con una un cegador destello de piel desnuda, tentadoras curvas y ventanillas medio empañadas. Apartó la mirada inmediatamente y se metió en el asiento del conductor de su coche. Tenía el teléfono móvil en la mano y a Rosa en la línea en pocos segundos. “Bree y Enid están follando en el coche junto al mío.” La risita de Rosa flotó por encima del distorsionado zumbido de la conexión. Alice observó como salía marcha atrás de su plaza de aparcamiento y se dirigía hacia la entrada que llevaba a la carretera que les conduciría a sus vidas normales. “Tanto querer que nada distrajera tu conducción.” Alice arrancó el coche y se dirigió detrás de Rosa, echando una última mirada por el espejo retrovisor mientras conducían alejándose del Campamento Rewind. “Entonces..... ¿Puedo hacerte una pregunta?” “Lo que sea.” Alice abrió la boca para decir una cosa, solo para que otra saliera. “¿Si esto funciona, yo sería, como, tu novia?” Al instante de soltar la consulta, se apresuró a aclarar su significado, titubeando mientras intentaba recordar la terminología utilizada por Bree la noche anterior. “¿O solo.....una amiga especial?” “No quiero que ser tu folla-amiga, Alice. Quiero ser tu persona.” Rosa hizo una pausa. Su voz sonaba sorprendentemente vulnerable y joven, teñida de un optimismo nada característico. “Tu persona de vida, no tu persona de campamento.” Con ese tipo de potencial recompensa a la vista, Alice encontró sorprendentemente fácil seguir adelante con valentía. “Bien. Yo también.”

“Ahora, cuéntame cosas frikis mientras conduzco,” Rosa dijo. “Considéralo como un calentamiento previo.” No habiéndose nunca sentido tan a gusto hablando por teléfono, Alice no podía creer lo fácil que era sentarse hacia atrás, relajarse, y hacer exactamente eso. Mientras le contaba a Rosa las cotidianidades de su vida, no ocultando nada de su verdadero yo, Alice progresivamente llegó a una conclusión incuestionable, y de alguna manera algo incómoda. Su terapeuta Dawn sabía exactamente lo que estaba haciendo. En realidad tenía razón. Con toda probabilidad, normalmente la tenía. Bueno, maldita sea, Alice pensó. Gracias a Dios.

Capítulo Veinte

Un año después

Rosa puso en marcha un vídeo que se había descargado en su teléfono móvil para preparar exactamente la situación en la que Alice y ella ahora se encontraban. Reclinando el asiento del conductor de su coche, aparcado en el familiar aparcamiento al exterior del Campamento Rewind, inclinó la pantalla hacia el asiento del pasajero donde Alice Wu luchaba por no sucumbir a su visiblemente creciente pánico. “Aquí, mira estas cabritillas.” Alice inhaló y exhaló lentamente, y profundamente, su boca finalmente curvándose mientras miraba fijamente a la pantalla. “Awww,” arrulló, con una voz que seguía haciendo que el vientre de Rosa diese un vuelco incluso ahora, un año después. “Son tan esponjosas.” “¿Verdad?” Rosa hizo una pausa, anticipando el momento en el que el vídeo se convertiría en lo suficientemente épico para romper el ataque de nervios sin precedentes de Alice. “Espera.....” Justo entonces, una diminuta cerdita rosa trotó con entusiasmo hasta el centro del trío de cabritillas que bailaban jugando, donde fue inmediatamente aceptada en el redil. “¿Huh?” Levantó una ceja hacia Alice cuando los delicados rasgos que había llegado a conocer de memoria se disolvieron bajo la acometida de saturación de lindeza. “¿Cómo no puedes sentirte feliz en un mundo donde donde esa cerdita y esas cabritillas son mejores amigas para siempre?” Alice se rió y se limpió las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos. “Vale, tú ganas. Creo que eso en realidad ha ayudado un poco.” “Misión cumplida.” Rosa sonrió y le entregó el teléfono a Alice para que pudiera acunarlo en sus manos mientras miraba el vídeo hasta que terminó. Cuando la imagen se quedó congelada, Rosa dijo, “Escucha, nena, vas a estar.....” Los suaves y sin embargo firmes labios se presionaron contra los suyos, cortando la verbal reafirmación que había planeado ofrecer. Rosa se relajó en el beso y tiró de Alice más cerca de ella hacía el centro de la consola. Después de por todo lo que habían pasado desde su última estancia en el campamento, no tenía razón para dudar de la capacidad de Alice para dar con éxito una pequeña clase a campistas semi-sobrios sobre como ensamblar y programar dispositivos robóticos básicos. Durante los pasados doce meses, Alice había soportado una volátil salida del armario con sus padres, dos meses de marcadas crecientes amenazas en la red.....y, en una ocasión, comentarios en persona.....dirigidas a Rosa tras su infame artículo y la violenta reacción que había generado sobre el tema de un ampliamente leído ensayo sobre el feminismo y los videojuegos, e incontables otros desafíos diarios a los que en gran parte se había enfrentado con notable gracia. Ocasionalmente, Alice había tenido que soportar ataques de ansiedad tan agudos que había sufrido síntomas físicos. Una vez, una sucesión de amenazas de tortura sexual particularmente gráficas contra Rosa.....mensajes que Rosa había intentado esconder, y fracasado, en las redes sociales.....habían causado que Alice hubiera tenido que luchar durante toda una semana entera con las náuseas de forma tan implacablemente sería que tuvo que llamar al trabajo diciendo que estaba

enferma, lo que había hecho que Rosa se sintiera enferma por la culpa. Sin embargo, tan malo como había sido, ésto, las dos semanas anteriores a la primera experiencia de Alice como profesora, habían sido la vez que Rosa peor la había visto. Dolores de estómago, insomnio, irritabilidad, todo a la vez. Había sido agonizante ver como Alice luchaba para hacer cosas que tantos otros encontraban naturales y fáciles, pero Rosa había aprendido que lo mejor que podía hacer era simplemente proporcionarle apoyo, y escuchar, y nunca juzgar. Incluso cuando lo peor ya había pasado, y era su mierda la que desencadenaba la angustia de Alice, salir corriendo ya no era una opción. El dolor de Alice pertenecía a Rosa, y vice versa. Ahora estaban juntas, con todo lo que conllevaba. El sonido de alguien aclarándose la garganta en el asiento trasero las separó cuando la mano de Rosa había caído para acariciar el lateral del pecho de Alice. “Muy bien. Basta de ánimos.” La profunda voz de Trayvon fue un inoportuno recordatorio de que su fin de semana en poca soledad ya había comenzado. “Al menos mientras yo esté en el coche. ¿Queréis que me vaya, chicas?” “Sí,” dijo Rosa, a la misma vez que Alice insistió, “No.” Rosa frunció el ceño hacia Alice, luego miró por encima de su hombro hacia atrás. “Él puede ir a registrarse solo.” Cuando Trayvon se encogió de hombros para indicar su disposición a seguir las órdenes, Rosa volvió a centrar su atención en Alice. “A él no le importa.” “Me importa a mí.” Alice besó a Rosa en la mejilla antes se sonreírle afectuosamente a él. “Tray es una gran parte de mi equipo de apoyo moral. No quiero perderle en el libertinaje del Campamento Rewind todavía.” Trayvon se movió hacia adelante y apoyó su mano sobre el hombro de Alice. “Te tengo, Al. No te preocupes. Además, estoy demasiado emocionado por asistir a tu clase de robótica como para abandonarte por el primer hombre caliente que encuentre.” Rosa resopló e hizo un gesto hacia Alice con una afectuosa mirada. “Nunca se sabe. Yo encontré el amor de mi vida en este mismo lugar.....” Alice prácticamente se desmayó, entonces se movió para otro suave beso, separándose solamente cuando Trayvon se aclaró la garganta por segunda vez. Alice le lanzó una sonrisa de disculpa. “Perdona. El campamento hace que haga cosas locas.” Rosa también estuvo cerca de desmayarse ante el recuerdo de su primer fin de semana juntas, cuando la dolorosamente tímida Alice había conquistado su corazón y había empezado el a veces arduo viaje para convertirse en la mujer que era hoy. Una mujer a la que Rosa amaba más que a la vida misma. Habían tenido incontables grandes momentos desde ese fin de semana, y una asombrosa cantidad de sexo fenomenal, pero sus primeros días juntas siempre ocuparían un lugar especial en el corazón de Rosa. Fue cuando Rosa finalmente decidió sanar, pasar página, vivir de nuevo su vida. Llevándose la mano de Alice a los labios, le besó los nudillos y le guiñó un ojo. “Doy fe de eso. Cosas locas.” “Bueno, no puedo esperar a descubrirlo.” Trayvon se movió más cerca de la puerta del pasajero, los dedos en la manilla. “Solo recuerda, Al. Y has hecho lo del campamento antes, y mira lo bien que resultó. Esta vez, tienes un montón de amigos aquí contigo, así que será incluso mejor.” Mejor está prácticamente garantizado, Rosa pensó en privado. Esta vez, no romperé su corazón.

“Lo pasaremos genial,” murmuró Rosa, manteniendo un tono calmado y estable en un esfuerzo por generar lo mismo en Alice. “Tal vez Marcia nos deje utilizar un patín acuático de nuevo.” Alice se rió ante el recuerdo, y la referencia, como Rosa sabía que haría. “Muy bien, vayamos dentro. La expectación es la peor parte. Me sentiré mejor una vez que haya entrado.” “Esa es mi chica.” Trayvon abrió la puerta del coche y salió al aire fresco de la tarde. “Abre el maletero, Rosa, y sacaré nuestras bolsas.” Rosa hizo lo que le pidió pero puso su mano sobre el brazo de Alice para evitar que se marchase todavía. Quería asegurarse de terminar lo que tenía planeado decir antes. “Alice, vas a estar genial. Me has enseñado como construir nuestro primer robot de combate y a hacer todo tipo de reparaciones. Si has podido enseñarme a mí, puedes enseñar a cualquiera. Te lo prometo.” Alice resopló suavemente, sin embargo parecía complacida con sus comentarios. “Bueno, tú eres una friki y una entusiasta estudiante. También disfrutas de un pase completo sobre mi cuerpo para hacerme pasar un mal rato por mis métodos de enseñanza. Además, me siento cómoda contigo. Es diferente.” “Tal vez lo sea, pero estaré allí contigo mañana. Sabes que Trayvon y yo no dejaremos que nadie te haga pasar un mal rato, ¿verdad?” Las fosas nasales de Alice se abrieron mientras asentía. “Lo sé.” “Eres brillante, y cuando hablas de los temas que amas, eres tan apasionada y emocionante de escuchar. Sabes construir cosas con la que la mayoría de nosotros solo podemos soñar, y cuando me explicas incluso los conceptos más esotéricos, siento como si pudiera lograrlo. Entiendo por completo que estés preocupada por parecer poco elocuente a causa de tus nervios, pero no deberías estar preocupada. Has lidiado tan maravillosamente con tantas situaciones sociales desde que estamos juntas. Más de una persona me ha dicho que en absoluto podían pensar que fueses tímida.” Rosa esperó a que las palabras calasen, luego concluyó diciendo, “Estoy muy orgullosa de ti. Orgullosa de ser tuya. Orgullosa de ver como sigues elevando tus metas a cotas más altas.” En este punto Alice se había vuelto de un encantador tono rosado que Rosa anhelaba sentir contra sus labios. Besó suavemente la calentada piel, luego murmuró, “Eres mi inspiración.....pero eso ya lo sabías, ¿no?” Rosa nunca había mantenido eso en secreto. El ejemplo que Alice le daba todos los días se había convertido en la mayor fuerza impulsora detrás de su continua recuperación de la humillación pública y la campaña de terror en internet. Ver como Alice constantemente soportaba episodios de angustia mental en la búsqueda de la normalidad, simplemente porque quería tanto sentirse contenta, había convencido a Rosa para hacer lo mismo. La positiva influencia de Alice era la única razón por la que actualmente se encontraba en posición de cambiar su vida una vez más, un pensamiento en el que no podía detenerse demasiado a menos que quisiera caer en su propia personal madriguera ante una imaginaria fatalidad. “Te quiero,” Alice susurró, dándole un persistente beso final. “No podría hacer esto sin ti.” Rosa negó con la cabeza, una vez. “Podrías, pero me hace muy feliz que no lo hagas.” Un golpe en la ventanilla de Alice atrajo su atención de nuevo a Trayvon, quien estaba parado junto a su montón de equipaje y gesticulaba

impacientemente para que salieran del coche. “¡Al menos roba un patatín primero!” él gritó a través del cristal, con una sonrisa de listillo. Alice comenzó a reírse a carcajadas tan fuerte que le hizo doblarse por la cintura, limpiándose la humedad de los ojos. “Bien, vamos a inscribirnos.” Rosa salió del coche y se unió a Trayvon junto al montón de bolsas. Levantó la más grande que Alice y ella habían decidido compartir, luego se colgó una mochila de los hombros. Cuando Alice se entretuvo en comprobar la puerta del pasajero durante demasiado tiempo para asegurarse que no se habían dejado nada olvidado, Rosa dijo, “Recuerda lo que Dawn te dijo: con cada temor que superas, menos potenciales formas de ansiedad pueden arruinar un día futuro.” Alice resopló y finalmente salió del coche, cerrando la puerta detrás de ella. “Lo sé, lo sé. Ella dice que esto es bueno para mí, y como casi siempre, tiene razón.” Cogió la otra mochila, entonces hizo una pausa cuando el smartphone de Rosa sonó desde su temporal alojamiento en el bolsillo de sus vaqueros. Lo sacó y miró la pantalla, una sonrisa instantáneamente surgiendo a través de su cara. “Es Bree.” Apretó el botón de manos libres sin vacilación. “¡Hola, Bree! ¿Estás ya aquí?” “Hola, dulce Alice.” La voz de su amiga contenía una distintiva nota de satisfacción. “Hazme un favor y dile a tu mujer que me debe cincuenta pavos.” “Acabas de hacerlo.” Alice se rió y miró a Rosa a los ojos. “¿Pero por qué?” “Porque tú ha contestado a su teléfono.” Alice le lanzó una interrogante mirada, y Rosa le ofreció un tímido encogimiento de hombros en respuesta. “Cuando ella estaba intentando que entrase en razón el verano pasado, hicimos una apuesta sobre donde estarías tú y mi relación dentro de un año.....” Subió el volumen. “¿Es a eso a lo que te estás refiriendo, Bree?” “He puesto mis ojos en una compra desde hace meses, esperando que llegase este día.” Bree se relamió audiblemente, claramente emocionada por haberle ganado la apuesta a Rosa, quien hacía tiempo la había olvidado. “De todos modos, estamos a unos cuantos kilómetros. ¿Vosotras habéis llegado ya?” Alice sintió como su cara se iluminaba con las noticias de su proximidad. “¿Enid está contigo?” “¡Hola, Alice!” La alegre respuesta provocó simultáneas sonrisas tanto en Alice como en Rosa. “¡Hola, Rosa! No puedo esperar a volver a veros a las dos en persona otra vez.” “Lo mismo digo.” Durante el paso año, Rosa sorprendentemente se había hecho lo suficientemente íntima de Enid a través de chats regulares y chamadas telefónicas semanales, encontrando que era una excelente fuente de consejos objetivos y apoyo sin condiciones. Había salvado a Rosa de hacer algo estúpido que podía haber arruinado su relación con Alice más de una vez. Cuando ella y Bree estuvieron de acuerdo en unirse a ellas para una mini-reunión en el Campamento Rewind para celebrar el debut de Alice como profesora, Rosa había estado súper ilusionada ante la oportunidad de revivir la atmósfera de diversión del campamento y disfrutar a tope del resplandor de su amistad que solo se había hecho más fuerte con el tiempo. “Malas noticias, sin embargo.....existe el rumor que Marcia puede habernos reservado una cabaña privada, puesto que Alice está aquí en calidad profesional.” “Vaya mierda,” Enid respondió suavemente. “¿Tal vez recibamos una invitación para una fiesta de pijamas?”

“¡Fiesta de pijamas!” Bree dijo con entusiasmo en el fondo. “¡Me encanta el Campamento Rewind!” Alice se volvió de un tono rojo más profundo, que empeoró por la cómplice mirada lasciva de Trayvon. Ella le entregó el teléfono a Rosa, quien quitó el manos libres mientras caminaban hacia la entrada. Calentada por la forma en que Trayvon envolvió su brazo alrededor de la cintura de Alice y caminaron confiadamente hacia la oficina principal, Rosa murmuró, “Bueno, has conseguido avergonzar por completo a mi novia.” “¿Es terrible admitir que me alegra que todavía sea posible?” Terrible o no, Bree parecía inconfundiblemente alegre. “Es tan linda cuando se ruboriza.” “Sí, y está adorable ahora mismo, créeme.” “Te inscribiremos, Rosa,” Alice chilló por encima de su hombro. Hizo una pausa para lanzarle un beso a Rosa, luciendo una tímida sonrisa que hizo poco por esconder lo mucho que secretamente disfrutaba de las burlas de Bree y Enid. “Así puedes terminar tu llamada.” Complacida por el inesperado despliegue de confianza de Alice, Rosa estuvo de acuerdo a pesar de su necesidad de permanecer cerca. Alice no disfrutaba sintiéndose demasiado dependiente, y Rosa sabía muy bien que era mejor no desafiar sus instintos. “Muy bien.” “¿La hemos asustado haciendo que se marche?” Rosa resopló ante la pregunta de Enid, dicha con una voz de pura inocencia. “Por ahora.” Se dio la vuelta en la entrada para mirar al aparcamiento. “Estoy esperando fuera a que vosotras dos idiotas lleguéis.” “Qué dulce. Ahora, Rosa,” Bree dijo con un tono que claramente señalaba un cambio de tema. “Esta mañana, he leído algo bastante interesante en internet. Un anuncio de una editorial importante sobre una próxima novela de ficción, un libro semi-autobiográfico sobre la humillación pública en la era de Internet..... ¿Escrito por una mujer de la que una vez recogí sus bragas y su sujetador del suelo?” Rosa puso los ojos en blanco ante el típico instinto de Bree a irse por las ramas de forma inadecuada. “Esa soy yo.” “Wow, ¿un libro?” La sorpresa de Enid dejó claro que Bree todavía no le había contado la noticia. “Eso es genial, Rosa. Felicidades.” “Gracias.” Rosa sufrió un nuevo torrente de preocupaciones al considerar las puertas que probablemente estaba abriendo al aventurarse a hacer pública de nuevo su vida. “Espero que ayude a la gente a tener una mejor apreciación de toda la situación desde mi perspectiva, pero también estoy preocupada por si he tomado una estúpida decisión.” “¿Más estúpida que tener almacenado en la nube un explícito vídeo tuyo enseñando tu coño desnudo y tu cara fácilmente identificable?” Rosa tuvo que reírse ante el sonido de Enid dándole a Bree una bien merecida palmada por su grosero comentario. Le había costado algo de tiempo, pero Rosa había llegado a apreciar el humor de la situación cuando era señalado por una buena amiga. “Touché.” “En serio, Rosa, nada puede ser tan malo como lo que ya has soportado. Publicando este libro, estás reclamando tu dignidad. Tu voz.” La voz de Bree parecía un poco estrangulada. “Estoy jodidamente orgullosa de ti, y esa es la verdad.”

Reforzada por la aprobación, sobre todo por venir de una persona cuya amistad valoraba, Rosa aceptó el elogio con un silencioso murmullo de agradecimiento. “Lo aprecio.” Enid irradiaba simpatía. “¿Te preocupa que el libro vuelva a remover las cosas?” “Sí,” Rosa dijo llanamente. “Sé que lo hará, al menos un poco. Pero tengo que aprender a vivir mi vida a pesar de eso, si alguna vez quiero recuperar la confianza y el sentido de seguridad. Y, ya sabes, si alguna vez quiero hablar de temas que me importan de nuevo. Alice sabe lo que puede suceder, pero me rogó que siguiera adelante y enviase el libro a la editorial de todas formas. Ella creía que era lo correcto y yo pienso.....” Hizo una pausa y se permitió una irónica sonrisa. “Pienso que Alice es una mujer muy inteligente.” “Has recorrido un largo camino desde el día en que me dijiste que era mejor dejar a Alice antes de arruinar su vida asociándose contigo.” Bree se volvió petulante. “¿Ves cómo mi excelente consejo ha resultado? Tal vez estoy en la profesión equivocada. Debería de ser terapeuta, o al menos entrenadora de vida, o algo.” “Eres una verdadera súper estrella.” Rosa luchó por mantener la cara seria cuando un trío de emocionados recién llegados salió de un coche aparcado y comenzaron a sacar sus maletas. “Pero, sí, bien, tienes razón. Las cosas han sido geniales con Alice. En este momento, confió en que nada del mundo exterior podrá separarnos. Más que eso, me he dado cuenta que yo soy el peor enemigo de nuestra relación, y gracias a ti, me he prometido no volver a ceder a mis instintos autodestructivos de nuevo.” Enid habló, con voz melosa, “¿Tú has hecho todo eso, querida?” Bree ataba emocionada, su placer evidente incluso a pesar de la borrosa aceptación. “No es gran cosa.” “En realidad, fuisteis las dos.” Rosa se apartó a un lado para dejar que el pequeño grupo de exuberantes campistas pasaran junto a ella hacia la oficina principal, entonces sonrió brillantemente cuando un sedán conocido entró en el aparcamiento y aparcó. “Dejando de lado tu contribución, tengo que darle mérito a Alice. Ella es más fuerte de lo que nunca habría imaginado. Más importante, la amo más de lo que nunca habría creído posible. Me hacer querer ser fuerte, como ella. Me hace ser valiente.” “Eso es maravilloso.” La puerta del lado del conductor del coche de Bree se abrió y su propietaria salió. Sonrió con suficiencia mientras finalizaba la llamada y abría los brazos como recibimiento. “Ahora ven aquí y dame un abrazo, ñoña tonta.” Rosa fue. Era verdad.....era una ñoña tonta. Pero también una feliz.

*****

Más tarde esa noche, en un aislado claro entre los árboles bien alejados de la hoguera alrededor de la cual la mayor parte del campamento estaba de fiesta, Alice estaba de pie con su círculo de amigos.....Rosa, Trayvon, Bree, Enid, y Jamal.....y encendió un porro que rápidamente pasó a su derecha. Trayvon le sonrió y dio una calada, luego se lo pasó a Jamal, quien miró alrededor nerviosamente mientras seguía su ejemplo.

“Jamal, relájate.” Trayvon le aseguró mientras hacía un gesto hacia las impresionantemente altas secuoyas que les rodeaban. “¿Quién va a encontrarnos aquí?” “No estoy preocupado por Marcia,” dijo Jamal, y exhaló una enorme bocanada de humo mientras le entregaba el porro a Bree. “Son las serpientes, hombre. El bosque está lleno de ellas.” Exteriormente tranquila, Rosa se dio la vuelta para mirar a Alice con ojos grandes. “Lo había olvidado.” Riéndose interiormente, Alice envolvió un brazo alrededor de Rosa y tiró de ella en un protector abrazo. “Yo te protegeré,” murmuró, besando la mejilla de Rosa. “No te preocupes.” Rosa aceptó el porro de Enid para poder darle una larga y desesperada calada. “Él ha dicho la palabra con S. Por supuesto que estoy preocupada.” Alice dio la siguiente calada, una grande, y se estiró para presionar su boca contra la de Rosa mientras ciegamente le pasaba el ardiente porro a Trayvon. Empleando el truco que Rosa le había enseñado casi exactamente hacía un año, en un lugar no demasiado lejos de donde se encontraban ahora, llenó los pulmones de Rosa con su propio humo. Sonrió cuando retrocedió, no sorprendida cuando Bree sintió la necesidad de ofrecer un sugerente comentario. “Si vosotras dos no queréis que nadie se cuele en vuestra fiesta de pijamas, podría ser conveniente que paréis con esa mierda.” Bree hizo una pausa para chupar el porro, luego lo sostuvo para que Enid pudiera hacer lo mismo. “A algunos de nosotros nos pone cachondos ver a mujeres besándose.” Bastante colocada ya, Enid levantó la mano y mostró una sonrisa torcida. “Culpable.” “Y hay otros quienes anhelamos una exhibición más masculina,” Trayvon remarcó, y le dio un juguetón pellizco en el codo a Alice. Le lanzó a Jamal una mirada de soslayo. “¿Hay por aquí muchos hombres buscando echar un polvo con otros tipos?” “De vez en cuando,” dijo Jamal a la ligera. Dio una despreocupada calada al porro mientras continuaba circulando entre el grupo, la amenaza de las serpientes al parecer ya olvidada a raíz de la pregunta de Trayvon. “Cuando tengo suerte.” Las cejas de Enid se dispararon hacia arriba mientras miraba entre los dos hombres. “Vaya.” Tanto Jamal como Trayvon intentaron, y fracasaron, suprimir ansiosas sonrisas mientras se miraban descaradamente uno al otro. Jamal se encogió de hombros, luego se giró levemente cohibido para mirar a Alice, como si comprobase su reacción. “Estoy dispuesto a un poco de diversión, es todo lo que estoy diciendo. Cualquiera que sea la forma que adopte.” Agradablemente mareada, Alice le dio a Jamal una amplia sonrisa y toda la aprobación de corazón. “No puedo decir que lo sepa de primera mano, pero corre el rumor que Trayvon puede proporcionar una excelente diversión.” Trayvon chocó el puño con Alice, luego hizo la pantomima de meterle dinero en el bolsillo. Todo el grupo se rió, Alice más fuerte que todos. Suelta y feliz por la marihuana, rodeada de aliados con buenas intenciones, apenas recordaba la persistente ansiedad con la que había estado luchando cada vez que permitía que su mente vagase hacia el hecho de que realmente estaba intentando dar una clase. Después de la siguiente tarde, habría puesto fin a la expectativa, y

podría estar orgullosa de haber alcanzado otro difícil logro. Sabía en su corazón que con toda probabilidad todo saldría bien, que ella lo haría bien, pero ahora que estaba rodeada de sus amigos, era mucho más fácil centrarse en el presente en lugar de preocuparse por lo que podría pasar. Jamal hizo rodar sus hombros y, con los labios todavía curvados por la alegría de las risas del grupo, dijo, “Me encantaría tener un conocimiento de primera mano del factor de diversión de Trayvon, si me invita a hacerlo.” Trayvon miró a Alice como pidiéndole permiso. Alice se rió. “Ve. Solo asegúrate de estar allí para mi clase de mañana. A las diez en punto como un clavo. A las nueve y media sería mucho mejor, puesto que eres una parte importante de mi equipo de apoyo.” Trayvon asintió, pareciendo como un cachorro ansioso. “A las nueve y media, al menos.” “Me aseguraré de que llegue a tiempo.” Jamal puso un brazo alrededor de los hombros de Trayvon y le atrajo cerca para así forcejear juguetonamente. “Sabes que no puedo perderme tu clase. Estaré allí a las nueve para prepararlo todo.” “Que os divirtáis, chicos.” Rosa observó con una divertida expresión a sus amigos marcharse unidos en busca de un lugar más privado. “Bien,” dijo Bree, esforzándose por retener la inmensa calada que acababa de dar. Le pasó el porro a Enid. “Más para nosotras.” Rosa se volvió hacia Alice con una casi escandalizada expresión. “¿Tú sabías que a Jamal le iban los chicos?” “Claro.” Ella y Jamal había forjado una íntima amistad después de un año de intercambiar correos electrónicos, hasta el punto de convertirse en maravillosamente honestos el uno con el otro. Él era probablemente su mejor amigo, después de Rosa, con Trayvon a la cola ligeramente detrás. No estaba segura de sí sus dos hombres preferidos llegaría a tener más de una secreta noche de placer, pero no pudo evitar sentir cierta emoción por la improvisada conexión. “A él le van un montón de cosas.” “Como a nuestra Rosa.” Bree le dio a Rosa un juguetón puñetazo, siempre dispuesta a una alegre burla. “Al menos eso es lo que se dice en la red.” Rosa dio una calada del ya menguante porro y muy lentamente, muy deliberadamente, le pasó la exhalación a Alice tirando de sus cuerpos juntos. Cuando se separaron para respirar, miró a Alice a los ojos y dijo, “En realidad, principalmente me va Alice en la actualidad.” “Apuesto,” Enid chirrió con voz tonta y un poco trabada. “Estás por ella, ¿no?” Bree miró hacia abajo a Enid, puso los ojos en blanco con poco disimulado cariño, y agitó la mano para renunciar a la colilla que Alice intentó ofrecerles. “Creo que mi amiga ha alcanzado su límite.” Enid se giró para lanzarle una falsa mirada de enfado a Bree, pero terminó dando tumbos hacia su abrazo en su lugar. “Muy bien, sí,” finalmente estuvo de acuerdo, algo altaneramente, desde dentro del fuerte círculo de los brazos de Bree. “Puede que esté un poco colocada.” Alice se disolvió en una callada risa y se burló. “Blandengue.” La caída en derrota de los hombros de Enid y el asentimiento de Bree le dieron la confianza para continuar con la broma. “Tanto pensar en la fiesta de pijamas.” Rosa se rió burlonamente. “Oh, no sé. A mí me parece que Enid está a unos diez minutos de caer dormida como un tronco.” Gimiendo con decepción, Enid levantó la mirada hacia los ojos de Bree con un suplicante puchero. “Pero realmente quería tener un orgasmo esta noche.”

Bree encendió su linterna y se despidió con la mano de Rosa y Alice mientras se alejaba cogida del brazo de su amante. “Si puedes permanecer despierta hasta que lleguemos a nuestra litera, te prometo que te correrás.” “¿Pero y si no puede ser recíproco?” Enid bostezó. “Entonces me deberás uno.” Bree aceleró su paso. “Vamos. Cantemos para permanecer despiertas.” Alice compartió una sonrisa con Rosa cuando sus amigas comenzaron a cantar.....cada una una canción diferente, por como sonaba.....mientras caminaban hacia la cabaña de dormir de mujeres. Rosa cogió la mano de Alice y la levantó hacia su boca, besándola suavemente, luego sonrió contra sus nudillos. “¿Y nosotras? ¿Sexo o dormir? Tú eliges.” No por primera vez.....ni por centésima vez.....una exuberante oleada de felicidad se estrelló contra Alice y la transportó más allá. Todos los retos a los que se había enfrentado durante los últimos doce meses.....desde la helada reacción de su madre cuando reveló su nueva relación, hasta el vergonzoso silencio de su padre, incluidas las ocho infernales semanas del principio cuando Rosa casi se desmoronó bajo una renovada nueva avalancha de fuertes críticas tras la publicación de ese ensayo sobre su artículo.....parecían casi triviales a la luz de la constante alegría que Rosa había traído a su vida. Sin excepción, su relación era la mejor cosa que nunca le había sucedido a Alice. Era su primer aniversario, estaban de vuelta en el lugar donde se conocieron por primera vez, y ella tenía una tolerancia muy superior a la de Enid, además del acuciante deseo de reconectar físicamente. “Todavía no estoy cansada. ¿Quieres que vayamos a nuestra cabaña?” Rosa la llevó lejos del claro cogida de la mano. “Pensaba que no ibas a preguntarlo nunca.” A diferencia de su última estancia en el Campamento Rewind, esta vez tenían relativa intimidad, aunque no estaban completamente a solas. Su modesto alojamiento estaba ubicado en mitad de los alojamientos de los otros consejeros, una pequeña cabaña que se encontraba justamente detrás de la acogedora morada de Marcia, la jefa de consejeros. Aunque tenían el espacio para ellas solas, las ventanas con mosquiteras y la proximidad con sus vecinos significaba que el Campamento Rewind no había perdido nada de su atractivo de emoción y clandestinidad. Teniendo cuidado de caminar cautelosamente, Alice siguió a Rosa a su cabaña y parpadeó cuando la puerta mosquitera chirrió al cerrarse. Rosa se volvió hacia ella con un encogimiento de disculpa, luego susurró, “¡Shh!” para darle efecto. Alice se mordió el labio en un intento por no estallar en una ruidosa risita. Rosa tiró de ella en un familiar abrazo y llevó a Alice caminando de espaldas hacia la cama. Susurró en su oído, “Tienes que estar muy callada por mí, Al, sin importar lo que suceda. Sin importar lo que yo haga.” Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Alice, desencadenando una ráfaga de humedad manchando sus bragas. Su risa murió en su garganta. “¿Qué tienes planeado hacer?” Los afilados dientes mordieron el lóbulo de la oreja de Alice. “De todo.” El aliento de Rosa era fuego. Alice tembló incluso más fuerte cuando la parte posterior de sus muslos chocaron contra el colchón. Se sentó por instinto. “¿Y si no puedo permanecer callada?”

“Entonces tendré que ponerte una mano en la boca,” Rosa murmuró mientras hacía exactamente eso, una breve demostración de lo que pretendía lograr. “O utilizaré tus bragas como mordaza. Apuesto a que ya están empapadas, ¿no?” Alice asintió. No tenía sentido mentir o hacerse la tímida. “Intentaré ser buena.” Rosa le quitó a Alice la camiseta por la cabeza, luego la empujó de los hombros hasta que Alice estuvo tumbada sobre su espalda. “Tú eres siempre buena, nena. Eso lo sabes.” Colocó su rodilla entre los muslos de Alice y desabrochó, luego bajó la cremallera de sus vaqueros, empujando firmemente contra la junta de las piernas separadas antes de bajarle el pantalón exponiendo su caliente carne. Se sentó hacia atrás antes de quitarle a Alice el sujetador y las bragas, y la miró con unos ojos oscuros y brillantes que hicieron que Alice se retorciera con anticipación. Después de un momento, Rosa apartó las copas de su sujetador para que sus pechos se desbordasen por arriba, luego besó el estómago de Alice con reverencia mientras se arrodillaba en el suelo entre sus piernas. “Adelante, cariño. Quítate las bragas de forma que pueda sabotearte.” Alice estaba convencida que Rosa podía ver el gran punto húmedo en sus bragas incluso en la casi total oscuridad, y se ruborizó con el pensamiento. Incluso aunque no pudiese verlo, seguramente Rosa podía oler su excitación. Cachonda con solo la mirada de Rosa sobre ella, especialmente cuando no podían ser oídas por nadie que pasase por allí, Alice cogió el empapado material y lo apartó hacia un lado. Se sobresaltó cuando, segundos después, un clic anunció la repentina aparición de un pequeño y brillante haz de luz que Rosa había apuntado directamente hacia su coño expuesto. Mientras Alice observaba asombrada, Rosa se inclinó, la lengua rosada resaltando en la oscuridad, para lamerle los brillantes e hinchados labios. Alice jadeó audiblemente, entonces se llevó una mano a la boca para amortiguar el sonido. “Tanto como adoro hacer el amor contigo en la oscuridad,” Rosa murmuró, “sería incluso mejor poder ver como tu pequeño y mojado coño reacciona ante mi toque.” Apuntando la linterna hábilmente, pasó su lengua hacia arriba por los labios de Alice, una y otra vez, extendiendo los jugos alrededor hasta que un brillante reguero conectó su labio superior con el turgente clítoris. Rosa gimió, un gemido bajo de necesidad, luego susurró, “Y hacer que tú lo veas.” Bajó su cara y lamió el hinchado clítoris lánguidamente, claramente montando un espectáculo diseñado para el disfrute de Alice. Después de algo de tiempo, cuando el pecho de Alice se volvió pesado con el incremento feroz del deseo, Rosa se separó completamente. Antes de que Alice pudiera protestar, el haz de luz se movió para revelar a Rosa colocada cerca de su entrada, con dos dedos ya preparados. “Mira como meto mis dedos dentro de ti.” Los muslos de Alice temblaron cuando Rosa llevó su mano entre ellos, frotando la abertura durante solo un segundo antes de doblar la muñeca para deslizar dos dedos profundamente dentro. Alice cayó hacia atrás contra el colchón y se llevó ambas manos a la boca, intentando no gritar por el placer o chillar alabanzas por la inventiva sexual de Rosa. La luz se retiró momentáneamente de la ocupada mano de Rosa, luego regresó después de colocar una almohada debajo de las caderas de Alice, que habían traído del apartamento recientemente alquilado que compartían. Ese ajuste menor permitió a Alice ver con mayor claridad como los dedos de Rosa le follaban al ritmo lento e impulsor que más le gustaba.

Después de un minuto o así, Rosa hizo una pausa para entregarle la linterna. “Toma. Mantenla apuntando a mi cara hasta que haga que te corras.” Ella apuntó la luz desde debajo de su barbilla como si se preparase para contar una espeluznante historia alrededor de una hoguera. Una vez iluminada, Rosa envolvió su mano ahora libre alrededor del muslo de Alice y bajó su boca para lamer sugerentemente el hinchado clítoris. “Recuerda, tienes que estar muy callada. No queremos que nadie sepa lo que me estás dejando que te haga.” Alice sostuvo la linterna sobre la cara de Rosa con una temblorosa mano, mordiéndose la muñeca de la otra para evitar gritar. Rosa era tan increíblemente hermosa, literalmente la mujer de sus sueños, y ver como entusiasmadamente le proporcionaba placer siempre era algo nuevo. Como si le leyera la mente, Rosa le lanzó un pícaro guiño y enterró su cara en la humedad de Alice, los dedos bombeando con más fuerza mientras su pulgar se deslizaba sobre el pegajoso ano de Alice. Decidida a permanecer en silencio, Alice movió su mano libre hacia abajo para dejar más expuesto su clítoris a los rápidos movimientos de lengua, luego agarró la parte posterior de la cabeza de Rosa para poder mecer con más facilidad las caderas contra su talentosa boca. Mantuvo el haz de luz directamente sobre Rosa todo el tiempo, paralizada por las lascivas imágenes, así como por estar follando la hermosa cara de Rosa Salazar, un año después, en el mismo lugar donde las dos se convirtieron por primera vez en nosotras. Alice echó hacia atrás la cabeza y se corrió con un amortiguado gemido, no completamente silencioso, pero probablemente no lo suficientemente alto para atraer a Marcia a hacer una investigación. Retorció su mano en los largos rizos negros de Rosa hasta que terminó de contraerse contra su lengua y alrededor de sus dedos, solo soltándola cuando sintió que Rosa necesitaba aire fresco. Rosa se arrastró hacia arriba para tumbarse junto a ella y darle a Alice un íntimo abrazo que hizo que ambas suspirasen al unísono. Necesitando un momento para recuperarse de su desgarrador climax, Alice besó los labios tintados con su propio sabor y palmeó el centro del pecho de Rosa. “¿Cómo es que el sexo es cada vez mejor y mejor?” Rosa le hizo cosquillas en la base de su espina dorsal, haciendo perezosos dibujos con sus cortas uñas. “Bueno, ya sabes lo que dicen sobre la práctica.” Alice sonrió y cogió un pezón de Rosa entre sus dientes, luego lo mordió. Rosa inhaló rápidamente ante la intensidad de la reacción de su cuerpo ante el simple toque. “¿Es divertido?” “En este caso, muy divertido.” Rosa le acarició el pelo mientras Alice le chupaba el pezón. “Te quiero, Alice.” Alice levantó la cabeza y encontró la oscura mirada de Rosa. “Yo también te quiero.” “Gracias por venir conmigo este año.” Rosa cogió su mano y entrelazó sus dedos. “Sé que no siempre ha sido fácil.” Alice se rió entre dientes. “Para ti tampoco. Ese horrible almuerzo con mi madre hubiera alejado a cualquier otra mujer.” “Na,” dijo Rosa. “He lidiado con cosas mucho peores que tu madre. Al menos no me amenazó con destriparme y dejarme hasta morir.” “No en voz alta, al menos.” Alice se rió junto con Rosa, incluso aunque ambas sabían que era una broma a medias. Tanto como Alice había tenido que soportar por estar con Rosa, no era la única que había hecho sacrificios. La voluntad de Rosa por estar a la altura de los continuados intentos de Alice por mantener una

relación civilizada con sus padres no había hecho si no demostrar que lo suyo era verdadero amor. Plenamente consciente de las muchas maneras en que Rosa había mejorado su vida, Alice se iluminó cuando se le ocurrió una idea mucho más excitante para celebrar su aniversario. Deslizó su mano libre entre las piernas de Rosa y burlonamente le acarició los labios mientras se lanzaba en un discurso. “Entonces..... ¿Qué te parece si mañana cogemos prestado un patín durante la hoguera de la noche? Podríamos regresar y buscar el embarcadero.....” “¿En serio?” Rosa se retorció bajo los dedos que ahora dibujaban círculos alrededor de su hinchado clítoris. “Nos podrían pillar. Otra vez.” “No si no nos quedamos dormidas esta vez.” La respiración de Rosa se aceleró cuando Alice se movió hacia abajo para penetrarla con tres delgados dedos, entonces estiró abriéndola de una forma que sabía haría que Rosa se mojase incluso más. “¿Y qué pasa con la serpiente? “Esa serpiente hace tiempo que se fue, cariño. Hace un año. Estoy segura que se ha marchado. Deberías saberlo tú también.” Los ojos de Rosa se cerraron. Apretó la mandíbula y montó los dedos de Alice con una expresión de profunda concentración. “Apenas sobrevivimos a nuestro primer intento del gran robo del patín.....y no es como si no tuviéramos una habitación privada esta vez.....” Alice se incorporó apoyándose en un codo, hundiéndose más profundamente dentro de Rosa mientras utilizaba el pulgar para acariciar el sensible clítoris cada vez que su mano golpeaba contra él. “Sería una forma divertida de celebrar que he dado mi primera clase, por no mencionar nuestro primer aniversario. ¿No crees?” Cuando Rosa no contestó inmediatamente, demasiado atrapada en el placer de sus dedos, Alice dijo, esperanzada, “Sabes, esta vez soy una especie de empleada del campamento. Probablemente me esté permitido utilizar un patín, incluso de noche. Estoy segura que estará bien.” Rosa echó la cabeza hacia atrás y abrió la boca, pero no emitió ningún sonido. Agarró la mano de Alice con fuerza, como si fuese un ancla que impidiese que Rosa fuese arrastrada. Estremeciéndose, Rosa susurró, “¿Eso significa que has pensado en saltarte a Marcia?” Con un suspiro de resignación, Alice renunció a su plan con cierto riesgo. “No importa. Tienes razón. No es una idea inteligente.” Rosa se sacudió de placer, luego otra vez en señal de rendición. Gimió, separó más las piernas y levantó las caderas para reunirse con las cada vez más exigentes embestidas de Alice. “Muy bien,” jadeó, un poco más alto de lo que Alice había esperado. Sus siguientes palabras salieron unos decibelios más bajos. “Cogeremos prestado el patín.” Abrumada por la culpa provocada al darse cuenta de haber convencido una vez más a Rosa para llevar a cabo un plan absurdo que fácilmente podría hacer que volvieran a echarles una bronca, Alice negó con la cabeza sin disminuir el ritmo de su mano. “No, estoy segura que tú probablemente.....” “¡Alice!” Rosa gimoteó, medio gimió, medio lloró. “Robaremos ese patín. ¿Por qué no, verdad? El Campamento Rewind es para correr riesgos.” Se contrajo alrededor de los dedos de Alice, mojando aún más su mano, y aceleró el urgente movimiento de sus caderas. Aunque Alice podía sentir que estaba al borde del orgasmo, Rosa continuaba aferrándose a no ceder, “La última vez que corrí uno quedé totalmente satisfecha. Estoy.....dispuesta.....a correr.....otro.....oh, joder, me voy a correr.”

Alice cerró los ojos y enterró su cara en el cuello de Rosa, aferrándose firmemente para el viaje. Como siempre, con Rosa, era uno que merecía la pena hacer.

FIN

Sobre la Autora Meghan O’Brien es autora de varias novelas de romance lésbicas y eróticas, incluidas Infinite Loop, The Three, Thirteen Hours, Battle Scars, Wild, The Night Off, The Muse, y la novela Delayed Gratification: The Honeymoon, todas de Bold Strokes Books. También es autora de una verdadera abundante cantidad de sucias historias, publicadas online y en varias antologías impresas. Vive en el norte de California con su mujer Angie, su hijo, y una casa llena de animales de compañía.