Luca Paciolo

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L UCA P ACIOLI



D E L A S C U E N TA S Y L AS ESCRITURAS



D E L AS C UENTAS Y L AS E SCRITURAS

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LUCA PACIOLI

ISBN 978-84-96648-27-2

9

788496 648272

◆ aeca





LUCA PACIOLI

D E L A S C U E N TA S Y LAS ESCRITURAS Título Noveno, Tratado XI de su

SUMMA DE ARITHMETICA, GEOMETRIA, PROPORTIONI ET PROPORTIONALITA Venecia, 1494

Estudio introductorio, traducción, notas y presentación de la 2ª edición por Esteban Hernández Esteve Con una reproducción fotográfica del original

Editado por ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CONTABILIDAD Y ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS (AECA)



Reservados todos los derechos. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

1ª edición ISBN: 84-86414-54-7 Depósito legal: M. 6587 - 1994 Presentación de la 2ª edición ISBN: 978-84-96648-27-2 Depósito legal: M. 25462 - 2009

© Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas Rafael Bergamín, 16-B • 28043 Madrid Internet: www.aeca.es e-mail: [email protected] Tels.: 91 547 44 65 - 91 547 37 56 Fax: 91 541 34 84 Imprime: Gráficas ORMAG Avda. de la Industria, 8. Nave 28 Tel.: 91 661 78 58 e-mail: [email protected] 28108 Alcobendas (Madrid)

Indice PRESENTACIÓN DE LA SEGUNDA EDICIÓN ESTUDIO INTRODUCTORIO SOBRE LA VIDA Y OBRA DE LUCA PACIOLI, por Esteban Hernández Esteve INTRODUCCIÓN ...................................................................

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VIDA Y ENTORNO DE LUCA PACIOLI ...................................

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Nacimiento y entorno familiar ...................................

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Años de estudio y formación.......................................

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Tiempos de madurez y docencia.................................

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Fallecimiento ..............................................................

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Iconografía de Luca Pacioli ........................................

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LA OBRA DE PACIOLI...........................................................

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Sus escritos, en general................................................

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De Divina Proportione ................................................

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Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita .....................................

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Tractatus XI particularis de computis et scripturis..............................................

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Acusaciones de plagio y de falta de originalidad ...........................................

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La traducción .............................................................

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BIBLIOGRAFÍA CITADA........................................................

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DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS, por Luca Pacioli ........................................................................

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DE COMPUTIS ET SCRIPTURIS, por Luca Pacioli (reproducción fotográfica) .......................

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A modo de presentación de la segunda edición: «De las Cuentas y las Escrituras» y el Encuentro Internacional Luca Pacioli de Historia de la Contabilidad

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orría el año 1992 y la Comisión de Historia de la Contabilidad de AECA, patrocinada por el Ilustre Colegio Central de Titulados Mercantiles y Empresariales, había sido recién presentada en sociedad en un Encuentro, memorable por muchos conceptos, celebrado en la Residencia “La Cristalera” de la Universidad Autónoma de Madrid, bajo la dirección y organización de Jorge Tua, a la sazón Vicerrector de dicha Universidad. Poco después, Leandro Cañibano, actual Presidente de Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas, me propuso que tradujera al español el Tractatus Particularis De Computis et Scripturis incluido en la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalita de Luca Pacioli: deseaba que AECA publicara el Tratado, entonces prácticamente desconocido en nuestro país, al cumplirse en 1994 el Quinto Centenario de su aparición. Acepté encantado, porque me proporcionaba la oportunidad de conocer a fondo dicha obra y, además, porque pensaba que era muy oportuno que España contara con una traducción del primer texto publicado sobre la contabilidad por partida doble. Efectivamente, la traducción se efectuó y se publicó, junto a un estudio introductorio sobre la vida y la obra de Pacioli, y un facsímil del tratado original. Al cabo de pocos meses la edición se agotó. Se hizo después otra edición más modesta, de bolsillo, sin el estudio introductorio ni el facsímil, al objeto de poder distribuir los ejemplares en algunos de los encuentros de historia de la contabilidad organizados por AECA. A pesar del poco tiempo transcurrido desde entonces, sólo quince años, lo cierto es que ha pasado mucha agua bajo los puentes, como dicen los ingleses para significar que han ocurrido cosas que han cambiado el panorama. La principal de ellas ha sido en nuestro contexto la eclosión de un gran interés por la historia de la contabilidad —dentro, claro está, del ámbito muy minoritario en que se desenvuelve esta disciplina— que ya se apuntaba tímidamente por aquellos años, pero cuya dimensión, alcanzada en tan poco tiempo, nadie podía sospechar por aquel entonces. En efecto, el auge que este interés ha experimentado en países de los cinco continentes ha sido realmente sorprenden-

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te. En este movimiento, España ha ocupado uno de los lugares más destacados, con unas cifras de publicaciones e investigaciones que se cuentan entre las primeras del mundo y que se acercan a las presentadas por los Estados Unidos de Norteamérica, cuya Academy of Accounting Historians ha sido la verdadera impulsora de este auge. A la sombra del mismo, y siguiendo el ejemplo de la Academy, han surgido en diversos países instituciones dedicadas a la promoción de la disciplina, instituciones que, a su vez, han dado lugar a la organización de Congresos y Encuentros, al establecimiento de premios para reconocer la excelencia de las investigaciones publicadas, a la publicación de revistas especializadas en la materia, etc. Este ha sido el caso en Italia, España, Inglaterra, Portugal, Australia, Japón, Francia, China, Turquía y algunas naciones más. Por lo que respecta a España, desde que se puso en marcha la Comisión de Historia de la Contabilidad en 1992, todos los Congresos AECA disponen de un área dedicada a sesiones paralelas sobre esta disciplina. Aparte de ello, la Comisión ha venido organizando Encuentros de Trabajo de Historia de la Contabilidad donde se presentan y discuten ponencias y comunicaciones. El primero de ellos fue el ya indicado de “La Cristalera”, celebrado los días 24 a 26 de septiembre de 1992, bajo el lema “En torno a la elaboración de una Historia de la Contabilidad en España”. El segundo Encuentro se celebró en Mairena del Aljarafe (Sevilla) los días 24 a 26 de septiembre de 1998, bajo el lema “Dos formas de entender la Historia de la Contabilidad”. El tercero tuvo lugar en Santo Domingo de Silos los días 28 a 30 de junio de 2001, bajo la divisa “Orare et Rationem Reddere: La historia de la contabilidad en el milenario del Monasterio Benedictino de Santo Domingo de Silos”. A éste le siguió el de Carmona, que se desarrolló los días 2 a 4 de diciembre de 2003 bajo el lema “Historia de la Contabilidad Bancaria”. El quinto se celebró en Toledo los días 20 a 22 de abril de 2005 bajo el lema “Cervantes y la Real Hacienda”, y se enmarcó en los Actos conmemorativos del IV Centenario de la publicación del Quijote. El sexto y último de los organizados hasta ahora ha sido el de Valladolid, que tuvo como materia principal la de “Cuentas de mercaderes, banqueros e instituciones” y se celebró los días 5 a 7 de noviembre de 2008. Asimismo, otras instituciones como la Asociación Española de Profesores Universitarios de Contabilidad (ASEPUC), la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, y alguna más, organizan Encuentros y Seminarios dedicados total o parcialmente a la exposición y discusión de temas histórico-contables. * * *

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En el contexto de este movimiento impulsor de la historia de la contabilidad, en AECA abrigábamos desde hace algún tiempo la ilusión de honrar la memoria de Luca Pacioli poniendo en marcha la celebración de unos Encuentros en homenaje al maestro de Sansepolcro, y haciéndolos recaer precisamente en el día 19 de junio, fecha de su fallecimiento. Pero pensábamos que no tenía mucho sentido empezar a celebrar estos Encuentros en un año cualquiera, sin ninguna significación relevante. La iniciativa de convocar el primero de estos Encuentros precisamente este año, 2009, en el que se conmemora el 500 aniversario de la publicación de una de las obras más importantes del matemático franciscano: De Divina Proportione, se debe al Director Gerente de AECA, José Luis Lizcano Álvarez, siempre atento a cualquier hecho que pueda fomentar el interés por la historia de la contabilidad. Para nosotros, los historiadores de la contabilidad y para los matemáticos, y seguramente también desde el punto de vista de su relevancia científica, la obra más importante de Pacioli es, sin duda, la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalita —que incluye el Tractatus XI Particularis De Computis et Scripturis, tan querido para nosotros—, pues esta Summa contiene todo el saber matemático conocido a finales de la Edad Media. Pero, en cualquier caso, De Divina Proportione es una obra asimismo de gran importancia y envergadura, la preferida y más conocida de los arquitectos e historiadores del arte, pues de algún modo representa la culminación del pensamiento matemático pacioliano: se trata de una obra de madurez que supera los planteamientos puramente teóricos de la matemática para penetrarlos sabiamente de pensamientos filosóficos y teológicos. Debido a la coyuntura del Quinto Centenario de la De Divina Proportione se ha elegido, pues, este año de 2009 para celebrar el “I Encuentro Internacional Luca Pacioli de Historia de la Contabilidad”, eligiendo también este evento como escenario ideal para presentar la segunda edición del libro De las Cuentas y las Escrituras, traducción al español del Tractatus incluido en la Summa, todo ello en evocación y homenaje al fraile de Sansepolcro. Ambos acontecimientos, Encuentro y segunda edición —en realidad se trata de una reimpresión— del Tratado, muy demandada tras tantos años de agotada la primera, van, pues, estrechamente ligados. La convocatoria y organización del Encuentro han corrido a cargo conjuntamente de AECA y de la revista De Computis. Revista Española de Historia de la Contabilidad, publicación de proyección internacio-

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nal, única de las cinco revistas existentes en el mundo dedicadas específicamente a esta materia que se publica exclusivamente en formato electrónico. Su acceso, también de forma única entre sus compañeras, es enteramente gratuito, gracias al generoso mecenazgo de UNESA, presidida por Pedro Rivero, otro de los grandes valedores de la historia de la contabilidad. Las entidades organizadoras, asimismo como homenaje a Luca Pacioli, han asignado al I Encuentro el lema de La historia de la contabilidad: vía privilegiada de aproximación a la investigación histórica. Pues, ¿qué mejor homenaje puede hacerse al divulgador de la contabilidad por partida doble que destacar la importancia de la disciplina que él enseñó y propagó? Y es que, realmente, la contabilidad es una práctica tan antigua como la propia Humanidad y se extiende a todas las actividades humanas que tengan una vertiente económica y manejen magnitudes mensurables que deban ser recordadas y tomadas en consideración. Por ello, desde que el hombre es hombre, y aun mucho antes de conocer la escritura, ha necesitado llevar cuentas. Recientes investigaciones de la arqueóloga Denise Schmandt-Besserat (Before Writing. Vol. 1: From Counting to Cuneiform. Austin: University of Texas Press, 1992) han servido para mostrar cómo los antiguos mesopotámicos, ya hace 8.000 años, mucho antes por consiguiente de la invención de la escritura, llevaban la cuenta de sus bienes por medio de bolas de arcilla en las que introducían piedrecillas a las que se asignaba un valor simbólico. Mucho antes todavía, era bien conocido el uso de tarjas o muescas, en huesos, palos de caña o de madera, de las que hasta hace bien poco se servían aún algunos lugareños para registrar y dejar constancia de compras, ventas, deudas de diverso tipo, así como también como justificante de la liquidación de ellas (Baxter: “Early accounting: the tally and checkerboard”, en The Accounting Historians Journal, vol. 16, núm. 2, diciembre de 1989, pp. 43-83). Por otra parte, es conocido asimismo el empleo de sistemas a base de cuerdas con nudos, utilizados también para llevar cuentas sin necesidad de usar la escritura. Los incas fueron el principal pueblo que usó este sistema, llamado “quipus”, que Felipe Guamán Poma de Ayala, que se declara inca, señor y príncipe, describe en una extensa carta manuscrita de más de mil páginas dirigida al rey de España Felipe III (Guamán, Primer Nueva Coronica y Buen Gobierno, 1615?, en Biblioteca Real de Dinamarca). L. Leland Locke fue, posiblemente, el primero

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o uno de los primeros autores modernos en estudiar esta materia (The Ancient Quipu or Peruvian Knot Record, New York: American Museum of Natural History, 1923). En lo que concierne a los registros contables ya en forma escrita, las relativamente recientes investigaciones de los destacados arqueólogos e historiadores de la Antigüedad, especializados en la historia de Mesopotamia, Hans Nissen, Peter Damerow y Robert Englund (Archaic Bookkeeping. Writing and Techniques of Economic Administration in the Ancient Near East, Chicago y Londres: The University of Chicago Press, 1993), permiten afirmar que los primeros documentos escritos que se conocen, constituidos por millares de tablillas de arcilla con inscripciones en caracteres protocuneiformes, elaboradas en el cuarto milenio antes de Jesucristo, es decir, hace más de 5.000 años, contienen tan sólo números y textos relativos a cuentas. A este objeto, los mesopotámicos instrumentaron unos complejos sistemas numéricos ad hoc que Nissen y sus colaboradores han conseguido descifrar y explicar. Las cuentas contenidas en estas tablillas eran de diverso tipo y se referían a tres temas principales: 1.

Rebaños de ovejas, registrando el número de ovejas nacidas, vendidas o muertas, el número de cabezas de que constaban los rebaños, el aprovechamiento de los mismos, los rebaños confiados a cada pastor, manufactura de productos lácteos, etc.

2. Distribución de campos de cultivo, cosechas y almacenamiento de grano, dejando constancia de las entradas y salidas, las existencias en almacén, consumos y precios de venta, etc. 3. Fabricación de cerveza, entradas de cebada, salario de los obreros, volumen de producción, coste de la misma, etc. Estos hechos hacen concluir a los indicados investigadores que la escritura debió de surgir, hacia el año 3300 a.J., como consecuencia precisamente de la necesidad que sentían los antiguos habitantes de Mesopotamia de registrar y dejar constancia de sus cuentas. No fue, pues, el deseo de legar a la posterioridad el recuerdo de hazañas guerreras, relatos de héroes o dioses, como Gilgamesh, el primer relato épico novelado de la historia, escrito en Sumer en algún momento del siglo XXVII a.J. (Federico Lara: Poema de Gilgamesh, Madrid, 1997), o de plasmar normas jurídicas para su permanente constancia y cumplimiento, como el Código de Hammurabi, dictado en el siglo XVIII a.J., en Babilonia (Federico Lara: Código de Hammurabi, Madrid, 1997), lo

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que motivó el nacimiento de la escritura, como se creía y explicaba hasta ahora, sino simple y llanamente la necesidad de recoger, memorizar y conservar las cuentas originadas como consecuencia de procesos productivos y administrativos. A la contabilidad se debe, pues, según estos investigadores, la invención de la escritura. * * * De acuerdo con su carácter de reconocimiento a la figura del matemático de Sansepolcro, el I Encuentro Luca Pacioli de Historia de la Contabilidad dedicará una especial atención a sus dos obras principales: la Summa y la De Divina Proportione, con sendas conferencias sobre ellas. Pero el acto de homenaje a Luca Pacioli no quiere contentarse con esto. Por el contrario, yendo más allá, quiere postular una nueva, y más amplia y profunda visión, de la naturaleza y horizontes de la historia de la contabilidad, que le confiera la condición y el rango que le corresponden. De hecho, desde que en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX comenzó a estudiarse esta disciplina con cierto sistema, la misma no ha hecho sino ir ampliando su ámbito y su alcance. De este modo, en sus primeros tiempos el interés se centró de forma casi exclusiva en el estudio de la evolución de las técnicas contables y, sobre todo, de los hechos que llevaron al descubrimiento de la partida doble. La fuente utilizada estuvo constituida principalmente por los tratados contables. La fase siguiente se inició en 1937 con la aparición del trabajo del historiador belga Raymond de Roover: “Aux origines d’une technique intellectuelle: la formation et l’expansion de la comptabilité à partie double”, que fue publicado, y no casualmente, en Annales d’Histoire Economique et Sociale, vol. IX. Este trabajo supuso una verdadera revolución, pues fue la primera aproximación realmente científica a la historia de la contabilidad. En esta fase Edward Peragallo (Origin and Evolution of Double Entry Bookkeeping. A Study of Italian Practice from the Fourteen Century, Nueva York, 1938) y, después, Raymond de Roover generalizaron el estudio de los libros de cuentas. El contacto con los libros de cuentas despertó el interés por las operaciones económicas registradas, con lo que el campo de investigación de la historia de la contabilidad trascendió del simple estudio de las prácticas contables. Paralelamente, se estimuló el estudio de la influencia que los requerimientos externos ejercieron sobre el perfeccionamiento de las técnicas contables. Ello supuso una primera y significativa ampliación de los horizontes de la disciplina.

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El estudio de las operaciones económicas registradas excitó el interés por el contexto que rodeaba a estas operaciones y por los sistemas contables utilizados. Se abrió así una nueva etapa de la historia de la contabilidad, en la que asimismo se despertó el interés por la influencia que estos sistemas contables ejercían sobre las operaciones en sí, sobre la organización de la entidad que los empleaba y sobre el contexto económico en general. En esta dirección, fue otra vez Raymond de Roover quien dio un paso de gigante, al poner de manifiesto la influencia de la partida doble en la eclosión de la Revolución Comercial del siglo XIII, con su artículo “The Commercial Revolution of the Thirteen Century” [Bulletin of the Business Historical Society, XVI (2), 1942, 34-42. Discussion of the paper by N. S. B. GRAS, “Capitalism - Concepts and History”, pp. 21-42], un trabajo que en 1965 amplió sustancialmente con su contribución “The Organization of Trade”, en The Cambridge Economic History of Europe, vol. III. En ellos se explicaba cómo, a partir de los siglos XII y XIII, los grandes hombres de negocios italianos hicieron grandes innovaciones en materia comercial, tanto en lo concerniente al derecho mercantil con la elaboración de normas que posibilitaron la creación de compañías de responsabilidad limitada, como en la puesta a punto de instituciones aseguradoras, el establecimiento de redes de banqueros con corresponsales en toda Europa occidental, la creación de instrumentos crediticios para el desplazamiento de fondos sin movimiento de dinero en efectivo y, en fin, la invención de la contabilidad por partida doble como medio de controlar más eficazmente, desde la distancia, a factores y filiales. Todas estas innovaciones, en esos tiempos de malas comunicaciones y poca seguridad en viajes y caminos, contribuyeron a proteger el tráfico y los intereses de los mercaderes italianos, estimulando sus actividades y situándolos en una posición privilegiada, con más de cien años de adelanto con respecto al resto de comerciantes europeos. La Revolución Comercial rompió el esquema tradicional del comercio internacional europeo vigente en la Baja Edad Media, basado en el intercambio en las ferias de la Champaña de los productos aportados por dos protagonistas principales: los mercaderes flamencos, que aportaban las mercaderías procedentes de la Europa central, nórdica y occidental, y los mercaderes italianos, que a su vez llevaban mercaderías del sur y este de Europa, así como de Oriente. Al contar con el nuevo escenario proporcionado por sus innovaciones, los mercaderes italianos fueron estableciendo sucursales y factores en las plazas comerciales más importantes y, con ello, cesaron de acudir a las ferias. Dejaron de este modo de ser mercaderes itinerantes para convertirse en grandes hombres de negocios sedentarios, cada vez más ricos e

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influyentes, que controlaban las operaciones desde sus despachos. Su espíritu innovador y emprendedor, interesado por todo lo humano, los convirtió en los primeros hombres renacentistas y sus riquezas posibilitaron que promovieran y financiaran el Renacimiento cultural, ejerciendo una eficaz labor de mecenazgo. Los posteriores trabajos de Raymond de Roover, así como los de otros investigadores que vieron las posibilidades que iba adquiriendo la historia de la contabilidad, ahondaron y consolidaron en esta etapa una cuádruple dimensión de la disciplina: 1º Estudio de la evolución de las técnicas contables, tanto a través de textos como de libros de cuentas. 2º Estudio de las operaciones económicas registradas. 3º Estudio del contexto y de su influencia en la entidad propietaria de los libros y en el sistema contable. 4º Finalmente, estudio de la influencia del sistema contable en el contexto económico y social. Las obras del historiador económico italiano Federigo Melis contribuyeron también a dotar a la historia de la contabilidad de este carácter tetradimensional, aunque en menor medida. Por otra parte, contribuyó a desdibujar algo el verdadero carácter de la disciplina al calificar los libros de cuentas como las “fuentes más significativas de la historia económica”. A comienzos de la década de los 80 comenzó una nueva etapa, supuesta por la irrupción de un nuevo planteamiento de la historia de la contabilidad, la auto titulada “nueva historia de la contabilidad” que, en su afán por construirse un sitio, se caracterizó en los primeros momentos por sus virulentos ataques y descalificaciones de toda la investigación histórico-contable anterior. Estaba inserta en los movimientos postmodernistas y, como no podía menos de ser, era heredera de las ideas que originaron en la década anterior la llamada “nueva historia económica”. La nueva historia de la contabilidad nació con un claro carácter multidisciplinar, hasta el punto de que algunos de sus fundadores se preciaron de no ser historiadores profesionales. Profesaban un relativismo total y negaban la posibilidad de que pudiera alcanzarse en absoluto el menor grado de objetividad. Por ello, negaban en redondo la relevancia de la investigación de los hechos, y se centraban en una nueva interpretación de hechos ya investigados anteriormente. Ni qué decir tiene que su ideología era declaradamente marxista y que

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hacían de la lucha de clases y de la explotación de la clase trabajadora el punto de partida de sus análisis. Con los años, la virulencia de los ataques ha ido disminuyendo y la mayoría de sus adeptos iniciales, conservando algunas de sus ideas, se han ido incorporando a los esquemas de la investigación histórica tradicional. A pesar de que nominalmente se aferran a la división que han adoptado de historia interpretativa e historia narrativa, desdeñando totalmente esta última, lo cierto es que investigan hechos. Su condición de practicantes de la historia interpretativa la logran mediante el inevitable y simple empleo de teorías sociológicas al uso, a las que acostumbran a referirse explícitamente y con profusión, incluyéndolas en sus investigaciones y explicando los hechos estudiados a su luz. Pero con todas estas limitaciones y otras que podrían aducirse, yo personalmente creo que debe darse la bienvenida a la nueva historia de la contabilidad. Ella es la responsable del animado debate entre los partidarios de una y otra forma de entender la disciplina, un debate que ha despertado un interés por la historia de la contabilidad que anteriormente nunca se hubiera podido sospechar, como apuntaba más arriba. Aparte de ello, ha venido a despertar las inquietudes de los historiadores tradicionales con respecto a las adherencias que en el curso de los años se han ido pegando insensiblemente al cuerpo de doctrina y que se han aceptado pasivamente, sin un análisis riguroso. Su rechazo frontal de la idea de que exista una tendencia constante y lineal hacia el progreso, de forma que estemos siempre en el mejor de los mundos posibles, es un claro ejemplo de ello. En este sentido, la nueva historia de la contabilidad ha supuesto como una bocanada de aire fresco en el ambiente enrarecido de la historia tradicional, apegada a las ideas y los postulados heredados. Por otra parte, su llegada ha venido a abrir un abanico de nuevos temas que no se habían tocado antes, temas relativos por lo general a colectivos más o menos marginados: mujeres, inmigrantes, razas minoritarias, pueblos colonizados, etc. La contabilidad de costes, con los elementos de control y disciplina del personal que incorpora, es asimismo uno de sus temas preferidos. * * * Llegados a este punto en el desarrollo del concepto, objetivos y ámbito de la historia de la contabilidad, la Comisión de Historia de la Contabilidad de AECA cree que ha llegado el momento de dar un paso

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adelante y de presentar la historia de la contabilidad tal como verdaderamente es, es decir, una vía de aproximación privilegiada a todo tipo de investigación histórica. Esta es la verdadera naturaleza de la disciplina, y parece que los tiempos están maduros para aceptarlo y reconocerlo así, en función de la siguiente línea argumental: 1. Todas o casi todas las actividades humanas tienen un aspecto económico. 2. Por consiguiente, necesitan llevar cuentas. 3. Hay millones de libros de cuentas y legajos de registros contables en el mundo, cubiertos de polvo, que no han sido nunca tocados por la mano del historiador. 4.

La mayoría de hechos históricos, incluso los más importantes, han sido descritos e interpretados sin tener en cuenta la posibilidad de que existieran registros contables relacionados con ellos.

5. Si tales registros existieran efectivamente y no hubieran sido tenidos en cuenta, la descripción e interpretación de los mismos no podría ser considerada completa ni satisfactoria: carecerían del conocimiento objetivo, preciso y exacto, así como de las cabales interrelaciones entre sus distintos elementos, que sólo los registros contables pueden proporcionar. 6. Ciertamente, muchos historiadores han empleado libros de cuentas como fuentes en sus investigaciones. El propio Federigo Melis, como se comentaba anteriormente, llamó a los registros contables “una de las fuentes más significativas de la historia económica”. 7. Es cierto, sin duda. Pero la historia de la contabilidad es mucho más que un mero yacimiento de datos en forma de registros contables, sin más. La historia de la contabilidad es una forma de entender y valorar estos registros; una forma de situarlos en su tiempo; una forma de conocer a través de ellos la organización y el trámite de la entidad que los llevaba, fuera individual o colectiva; una forma de bucear en su actitud, su filosofía, su forma de pensar con respecto al aspecto económico de sus actividades: si tenía proyectos a largo plazo y reservaba los medios para realizarlos, o si, por el contrario, consumía rápidamente las utilidades de su trabajo, si era conservadora y prefería la seguridad, o si, por el contrario, era audaz y arriesgada en sus planteamientos, si tenía preferencia de liquidez o, por el contrario, colocaba rápidamente sus fon-

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dos sobrantes para sacarles rendimiento. Por otra parte, un análisis profundo y adecuado de los registros nos da pistas para conocer cómo la entidad se insertaba en su medio; cómo se relacionaba con terceras personas, fueran compañeros de actividad, empleados, si los tenía, gente ajena, autoridades, etc. También podemos saber a través de la historia de la contabilidad si el dueño de los registros era sensible a las influencias del entorno, si era dado a la innovación o se mostraba reacio a nuevos métodos y planteamientos, si buscaba la autolegitimación o justificación ante terceras personas o si tenía una personalidad fuerte que no necesitaba de estos apoyos. Por fin, y tal vez lo más importante, los registros contables nos permiten conocer con precisión y de forma interrelacionada las actividades y operaciones llevadas a cabo por la entidad dueña de ellos, como se comentaba más arriba. 8. En suma, a la vista de todo lo anterior, la historia de la contabilidad debe entenderse, y así lo hacemos nosotros, como el estudio de los registros y demás documentación contable con el fin de extraer todos los conocimientos que puedan obtenerse a través de ellos, y como tal es un medio privilegiado de encarar la investigación de cualquier o casi cualquier sector de la actividad humana, sea ésta política, artística, bélica, médica, comercial, económica, cultural, financiera, pedagógica, intelectual, religiosa, etc. Esta es la nueva concepción de la historia de la contabilidad que deseamos postular públicamente y someter a la consideración del colectivo de historiadores, para su discusión y debate. Cuando hace unos días explicaba estas cosas a un buen amigo mío, historiador como yo, me comentó: “Esto que dices es una obviedad”. A lo que le repuse: “Ciertamente, es una obviedad, pero no hay nada más difícil de conseguir que la gente tome en consideración una cosa que se considera obvia, pues se acepta sin reflexión, de forma instintiva, y se pasa de largo, sin detenerse a pensar en ella. Es como el huevo de Colón: era una obviedad, pero a nadie se le ocurrió hacerlo hasta que Colón lo hizo”. Claro que esto no cuenta para los historiadores de la contabilidad: casi todos ellos están practicando hoy sus investigaciones de acuerdo con esta concepción, todavía no proclamada, de la disciplina. Pero para la mayoría de los historiadores de otras especialidades, y no diga-

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mos de los intelectuales y de la gente común, la historia de la contabilidad es una disciplina minúscula, de mínimo interés, que pierde el tiempo estudiando las minucias técnicas de unas prácticas rutinarias, propias de empleadillos de comercio. * * * Para presentar esta concepción hemos elegido, precisamente, el I Encuentro Internacional Luca Pacioli, organizado en su homenaje, conmemorando el día de su muerte y el año en que su cumple el Quinto Centenario de la publicación de una de sus obras maestras, De Divina Proportione. Y para celebrar el Encuentro hemos escogido el Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, la antigua Universidad María Cristina. Y ello por diversas razones. En primer lugar, por las magníficas instalaciones de que dispone, y por la vinculación que une al Real Centro con la Universidad Complutense de Madrid, a través de la Vicedecano de su Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Esther Fidalgo, así como por la estrecha y antigua amistad que une al autor de estas líneas con el Director del Real Centro, Sixto Álvarez Melcón. En segundo lugar, porque no hubiera podido hallarse un lugar más adecuado para presentar nuestro planteamiento, ya que una de las conferencias que se darán en el Encuentro trata de la guerra entre Felipe II, recién coronado, por un lado, y Enrique II, rey de Francia, y el Papa Paulo IV, por el otro —vista a través de las cuentas de su financiación y sus gastos—, en el curso de la cual tuvo lugar la batalla de San Quintín, en cuya conmemoración se levantó el Monasterio de San Lorenzo. Y, finalmente, aunque no por ello en último lugar de importancia, porque la Real Biblioteca del Monasterio, de la que es director el padre José Luis del Valle, cuenta con un magnífico conjunto de documentos, entre ellos el Codex Vigilanus, del año 976, en el que figuran los primeros números indo-arábigos conocidos en Occidente, así como un par de memoriales de Pedro Luis de Torregrosa, buen amigo de los historiadores españoles de la contabilidad, por de haber dado el visto bueno a la publicación de la obra de Bartolomé Salvador de Solórzano: Libro de Caxa y Manual de cuentas de Mercaderes, y otras personas, con la declaracion dellos, publicado en Madrid en 1590, que constituye el primer tratado escrito por un español sobre la contabilidad por partida doble. Aparte de ello, Torregrosa, por encargo de Felipe II, fue el introductor de la partida doble para llevar las cuentas centrales de la Real Hacienda en 1592. Este hecho convirtió a España

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en la primera gran nación en el mundo que llevó su contabilidad estatal por este sistema contable. Del gran acervo de documentos que custodia la Real Biblioteca merece capítulo aparte, pues resulta especialmente importante para nosotros, la impresionante colección de libros de cuentas relativos a las actividades religiosas, administrativas y económicas de la comunidad, cuyos primeros volúmenes corresponden a las últimas décadas del siglo XVI. Se da la circunstancia de que hasta ahora estos libros de cuentas no estaban a disposición de los investigadores, pues no estaban inventariados. Nosotros tenemos la fortuna de que en estos momentos, coincidiendo felizmente con la celebración el I Encuentro Internacional Luca Pacioli de Historia de la Contabilidad, se acaba de elaborar un esmerado y completo catálogo de los mismos, que será publicado próximamente. De este modo, los investigadores tendremos a nuestra disposición las cuentas de este imponente Monasterio, Patrimonio de la Humanidad, que ha sido testigo de tantos acontecimientos señalados de nuestra historia. Realmente, resulta abrumador pensar en la enorme cantidad de libros de cuentas conteniendo apasionantes y desconocidos relatos y explicaciones sobre el devenir de nuestra España, que se hallan huérfanos de la atención de los historiadores por falta de brazos. Mucha mies para tan pocos obreros. Una pequeña muestra de estos libros y de la demás documentación mencionada será expuesta al final el Encuentro, como parte importante del mismo. Debemos decir, como final de esta presentación, que nuestra decisión de elegir el Real Centro Universitario Escorial-María Cristina como sede del Encuentro ha sido acogida con un extraordinario espíritu de hospitalidad y deseo de colaboración por todos los responsables del Centro, empezando por su Rector, padre Edelmiro Mateos Mateos, y siguiendo por su Director, Sixto Álvarez Melcón; el Decano de la Facultad de Dirección y Administración de Empresas, padre Agustín Alonso Rodríguez; el Director de la Real Biblioteca, padre José Luis del Valle Merino, y la Responsable del Departamento de Congresos y Seminarios, Raquel Fernández-Burgos. A todos ellos les queremos expresar nuestro vivo agradecimiento por su amabilidad, su espíritu de acogida y las facilidades brindadas.

ESTEBAN HERNÁNDEZ ESTEVE San Lorenzo de El Escorial, 19 de junio de 2009

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Estudio Introductorio sobre la Vida y Obra de Luca Pacioli por Esteban Hernández Esteve

La edición de la presente obra por la ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CONTABILIDAD Y ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS (AECA), para conmemorar el quinientos aniversario de su primera publicación, tiene origen en la propuesta presentada por D. Carlos Cubillo Valverde (q.e.p.d.) aprobada por la Junta Directiva de la Asociación.

A mi buen amigo Jorge Tua Pereda, que siente la misma fascinación que yo por la aventura del hombre y su pasado. Esteban Hernández Esteve

Introducción

H

oy se acepta prácticamente con carácter general el hecho de que Luca Pacioli fue el primero en publicar un tratado de contabilidad exponiendo y divulgando el sistema conocido por el nombre de partida doble. 1

No es que nadie crea ya que él fue el inventor del sistema, como algún investigador pudo pensar en tiempos pasados. Sabemos ahora que la contabilidad por partida doble era perfectamente conocida por los mercaderes italianos desde hacía por lo menos un par de siglos cuando apareció el tratado de Pacioli. En efecto, como ha señalado Federigo Melis,2 y junto a él otros distinguidos historiadores, dicho sistema contable debió de surgir en algún momento del siglo XIII, de forma más o menos simultánea, en varios lugares de Italia a la vez.3 El hallazgo debió de producirse de forma paulatina, como culminación de un lento proceso evolutivo, con sus altibajos, avances y retrocesos, en tanto consecuencia natural del desarrollo de las implicaciones y posibilidades que encerraban las novedades que se iban 1 Quiero expresar mi agradecimiento a mis buenos amigos Gaspar Feliu i Montfort, Enrique Fernandez Peña, José María González Ferrando y Pierre Jouanique que han tenido la paciencia y la generosidad de revisar el borrador de este trabajo y de hacer valiosos comentarios y sugerencias que han contribuido, sin duda, a mejorar el original. La responsabilidad por los errores e inexactitudes que, pese a todo, habrán quedado todavía es exclusivamente mía. 2

Ver su obra Storia della Ragioneria, Bolonia, 1950, así como la recensión que le dedica Raymond de Roover, en Journal of Economic History, vol. 14, 1954, págs. 279 s.

3 Posiblemente los trabajos más importantes referidos al nacimiento y primeros tiempos de la contabilidad por partida doble sean los publicados por Raymond de Roover: “Aux origines d’une technique intellectuelle: la formation et l’expansion de la comptabilité à partie double”, en Annales d’histoire économique et sociale, marzo de 1937, vol. IX, así como: “The Development of Accounting prior to Luca Pacioli according to the Account Books of Medieval Merchants”, en Studies in the History of Accounting, editados por A.C. Littleton y B.S. Yamey, Londres, 1956. El libro de Federigo Melis citado anteriormente, Storia della Ragioneria, contiene también abundante y excelente información de primera mano. Será útil asimismo la consulta del libro de Joseph H. Vlaemminck: Historia y doctrinas de la contabilidad, Madrid, 1961, traducido, revisado y ampliado por el distinguido historiador español de la contabilidad José María González Ferrando.

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aplicando a los métodos contables tradicionales por la mera fuerza del espíritu de progreso. Y también como resultado concreto de la presión que en este frente, como en otros más, debieron de ejercer los nuevos planteamientos que cristalizaron en la llamada Revolución Comercial del siglo XIII, necesitados de contar con sistemas contables más perfeccionados y completos para poder culminar, entre otras cosas, el proceso de sustitución de la comercialización internacional de los productos a través de las ferias, por los más modernos y eficaces sistemas de comercialización a través de la creación y mantenimiento de factorías y filiales en los principales puntos de tráfico y de consumo.4 En efecto, la necesidad de controlar más eficazmente, desde la distancia, estos núcleos periféricos de la actividad comercial de la empresa debió de activar la urgencia de los grandes mercaderes por hallar e instrumentar procedimientos contables más perfectos y, sobre todo, más fiables y seguros, que integraran el registro de las operaciones mercantiles en un todo global y completo, donde no fuera fácil hurtar o añadir a posteriori información aislada sobre negocios u operaciones concretas. De ahí que la contabilidad por partida doble estuviera vinculada desde sus comienzos a la idea de fiabilidad y veracidad. En este sentido, sus usuarios mostraban una gran preocupación por reforzar las garantías intrínsecas ofrecidas por los conceptos de globalidad, exclusividad y unidad inherentes al sistema, mediante la adopción de medidas formales como el requisito de que los libros tuvieran que estar encuadernados, de que no se permitieran espacios en blanco en el Diario ni folios sin utilizar en el Mayor, de que se especificaran reglas definidas para rectificar los errores, a través de las cuales los efectos contables quedaban corregidos, pero los errores en sí permanecían siempre visi-

4 Véase sobre esta interesante cuestión el corto pero esclarecedor artículo de Raymond de Roover: “The Commercial Revolution of the Thirteen Century”, en Bulletin of the Business Historical Society, 1942, núm. XVI, págs. 34-39, y también el trabajo posterior del mismo autor, que refleja, tal vez mejor que ninguna otra de sus obras, su visión general y su gran profundidad como historiador económico: “The Organization of Trade”, escrito para la Cambridge Economic History of Europe, vol. III, 1965. En mi trabajo: “La Historia de la Contabilidad y los primeros tiempos de la partida doble en España”, en Técnica Económica, Madrid, Número extraordinario con motivo del Centenario del Ilustre Colegio Central de Titulares Mercantiles 18811981, págs. 103-121, se ofrece una presentación general y resumida de la significación que la Revolución Comercial del siglo XIII tuvo en el surgimiento de la partida doble y de los cambios que esa Revolución originó en las prácticas y la organización comercial de la época.

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bles, desterrando de esta manera la práctica de tachaduras o borraduras, etc. 5 En cualquier caso, al hablar de los factores impulsores del hallazgo de la partida doble, no debemos subvalorar, en modo alguno, lo que posiblemente constituya el factor marco o principal, es decir, el representado sin más por el espíritu de curiosidad y progreso propio de la época, el Renacimiento. Si lo hicieramos estaríamos desconociendo probablemente uno de los rasgos esenciales del acontecimiento: su inserción en el conjunto de movimientos culturales, artísticos, jurídicos, zcomerciales, financieros e intelectuales que hicieron eclosión en esa época determinada en un pueblo, Italia, que ya había dado con anterioridad muestras sobradas de su genio.6 A Luca Pacioli no le corresponde, pues, en modo alguno, la paternidad de la contabilidad por partida doble, paternidad que él nunca reclamó, por otra parte; todo lo contrario, pues en su tratado especifica claramente que va a limitarse a explicar el método que usan los comerciantes para registrar sus anotaciones, exponiendo a estos efectos “el método de Venecia, que es ciertamente el más recomendable de todos y que puede servir de orientación en todos los demás casos”. 5

Estas características de la partida doble fueron precisamente las que llevaron a la corona española a promulgar, como primera nación en el mundo, una legislación específica, las pragmáticas de 4 de diciembre de 1549, de Cigales, y de 11 de marzo de 1552, de Madrid, disponiendo que todos los mercaderes y banqueros, nacionales y extranjeros, que residieran en los reinos de Castilla, tenían la obligación de llevar sus cuentas por dicho sistema. He tratado este interesante tema en mi trabajo “Legislación castellana de la baja Edad Media y comienzos del Renacimiento sobre contabilidad y libros de cuentas de mercaderes”, en Hacienda Pública Española, núm. 95, 1985. Asimismo la fiabilidad de la partida doble y su cualidad de integrar todos los registros en una visión contable completa, global y unitaria de todas las operaciones motivaron a la corona española a introducir dicho sistema, también como primera gran nación en el mundo, para llevar las cuentas centrales de su Real Hacienda. Véanse a este respecto mis trabajos: “Pedro Luis de Torregrosa, primer contador del Libro de Caxa de Felipe II. Introducción de la contabilidad por partida doble en la Real Hacienda de Castilla (1592)”, en Revista de Historia Económica, año III, núm. 2, 1985; y Establecimiento de la partida doble en las cuentas centrales de la Real Hacienda de Castilla (1592), vol. I: Pedro Luis de Torregrosa, primer contador del libro de caja, Madrid, Banco de España, Servicio de Estudios, 1985.

6 De la inserción del proceso de hallazgo de la contabilidad por partida doble en los movimientos culturales, en el sentido más amplio del término, que plasmaron el Renacimiento, he hablado brevemente en mi trabajo: Propuestas de contabilidad por partida doble para llevar las cuentas centrales de la Real Hacienda castellana (hacia 1574). Lección inaugural del IV Encuentro de Profesores Universitarios de Contabilidad, Santander, 30-31 de mayo, 1 de junio de 1991, Santander, 1991. Publicado posteriormente en Técnica Contable, núms. 524-525, agosto-septiembre 1992, año XLIV, y núm. 526, octubre 1992, año XLIV.

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Lo que sí le corresponde a Luca Pacioli es, ciertamente, el mérito de haber publicado en forma impresa el primer trabajo sobre el tema. Ello no quiere decir obviamente que fuera el primero en escribir sobre él. A este respecto ha habido voces interesadas en acusarle de copiador e incluso de plagiario. En este estudio tendremos oportunidad de hablar de esta cuestión. No parece que estas acusaciones tengan base firme en lo que respecta a su obra contable, a la vista de que se conoce sólo un escrito anterior al suyo tocando el tema de las cuentas por partida doble y de que su contenido es claramente inferior. Lo que no excluye evidentemente la posibilidad o incluso la probabilidad de que los conocimientos de Pacioli se nutrieran, además de su experiencia directa de la vida de los negocios, que la tuvo, de algún o algunos manuscritos desconocidos hasta hoy que las escuelas del ábaco utilizaran en la enseñanza contable y mercantil de sus alumnos. Sea como fuere, la fama alcanzada por el tratado de contabilidad compuesto por Luca Pacioli fue considerable, aunque las condiciones de su publicación no parece que fueran las más favorables para ello, pues el tratado, con sus 23 páginas, se halla alojado, como una simple sección más, bajo el título de De Computis et Scripturis, en el interior de un grueso volumen con más de 600 páginas, sin que en su título Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, se destaque ni se dé a entender de ninguna manera el hecho de que en su interior se contienen unos folios sobre contabilidad. Claro está que, al margen de este tratado, Luca Pacioli era un conocidísimo profesor de matemáticas, de manera que su Summa adquirió gran notoriedad. Por otro lado, en esta obra se contienen también importantes noticias sobre figuras, prácticas y usos comerciales de su tiempo, que si bien no fue el primero en tratar, sí expuso de una forma tan completa y sistemática que aún hoy los historiadores de la economía acuden a sus páginas como fuente de consulta. 7 No es raro, pues, que también su tratado específico sobre la forma de llevar las cuentas entre los mercaderes llegase al conocimiento de los sectores 7 Para Balduin Penndorf estos pasajes de la Summa que tratan de materias mercantiles son también muy interesantes, “da sie eine gute Ergänzung für einige Stellen der Abhandlung über die Buchhaltung bilden. Sie haben aber auch für die Geschichte des kaufmännischen Rechnens und für die Wirtschaftsgeschichte erheblichen Wert”, o sea, “pues constituyen un buen complemento de algunas partes del tratado sobre contabilidad. Tienen también un valor considerable para la historia del cálculo mercantil, así como para la historia económica”. Ver Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die italienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk versehen von Balduin Penndorf, Stuttgart, 1933, pág. 60.

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interesados, máxime en aquel ambiente renacentista, en donde cualquier logro de la mente humana despertaba el interés de la clase culta. De ello da evidente prueba la propia vida de Luca Pacioli, muy introducido en los sectores intelectuales, palaciegos y eclesiásticos, amigo cercano de grandes pintores como Piero della Francesca o Leonardo da Vinci, de Papas como Sixto IV o Julio II, 8 de arquitectos como 8 Luca Pacioli tuvo relación, mayor o menor, con todos los Papas que ocuparon el solio pontificio durante su vida activa, como veremos en el curso de este estudio. Estos Papas por orden cronológico fueron los siguientes: Pablo II. Llamado en el siglo Pietro Barbo. Nació en Venecia en 1417 y murió en Roma en 1471. Ocupó la sede pontificia desde 1464 hasta 1471. Se opuso al humanismo pagano y modificó las cláusulas del capitulado de convenciones, que había sido aprobado por los cardenales reunidos en el Cónclave que le eligió. Sixto IV. Su nombre era Francesco della Rovere y pertenecía a una prestigiosísima familia. Nació en Celle (Liguria) en 1414 y murió en Roma en 1484. Ocupó el solio desde 1471 a 1484. Fue nombrado superior general de la orden de San Francisco en 1464 y cardenal en 1467. Fue un verdadero Papa del Renacimiento; protegió las artes, embelleció a Roma con ricas edificaciones, entre otras un puente sobre el Tíber; mandó construir la Capilla Sixtina y enriqueció la Biblioteca Vaticana. Introdujo la Inquisición en España y nombró Inquisidor general a Torquemada. Inocencio VIII. Se llamaba Giovanni Battista Cibo y nació en Génova el año 1432, muriendo en Roma en 1492. Fue Papa desde 1484 hasta 1492. Durante su pontificado se puso fin a la Reconquista española, con la toma de Granada por Isabel y Fernando, a los que concedió el título de Reyes Católicos. Alejandro VI. Era español y se llamaba Rodrigo de Borja. Nació en Játiva hacia 1431 y murió en Roma en 1503. Ocupó el solio pontificio desde 1492 hasta 1503. Fue padre de los célebres César y Lucrecia Borja o Borgia, que tuvo, junto a otros tres hijos más, de su matrimonio con Vanozza dei Cattanei. Fue arzobispo de Valencia. Expidió en 1493 las llamadas Bulas Alejandrinas dividiendo el Nuevo Mundo entre Portugal y España mediante el establecimiento de una Línea de Demarcación, que posteriormente fue rectificada por el Tratado de Tordesillas de 7 de junio de 1494, firmado por los Reyes Católicos, por parte española, y por Juan II, por parte portuguesa. El Papa Alejandro VI hizo condenar a Savonarola y cooperó en la caída de las casas de Sforza, Orsini y Colonna. Instituyó en 1501 la censura de los libros y patrocinó a los artistas Bramante, Miguel Angel, Rafael, etc. Pío III. Llamado Francesco Tedeschini Piccolomini, sobrino de Pío II. Nació en Siena, en 1440, y murió en Roma, en 1503. Estaba enfermo de gota y su reinado sólo duró unos días, desde el 22 de septiembre hasta el 18 de octubre de 1503. Julio II. Se llamaba Giuliano della Rovere y era sobrino del anterior Papa Sixto IV. Nació en Albissola, cerca de Savona, el año 1443, y murió en Roma en 1513. Fue Papa desde 1503 hasta 1513. Con la ayuda de España y Suiza logró expulsar a los franceses de Italia. Se le considera como el Papa más enérgico de toda la historia. Fue un gran mecenas y protector de las artes. Protegió especialmente a Bramante, Rafael y Miguel Angel, a quien encargó que esculpiera su tumba, que se encuentra inacabada en la iglesia de San Pietro in Vincoli, en Roma, con la famosa estatua de Moisés. León X. Se llamaba Juan de Médicis y era hijo de Lorenzo el Magnífico. Nació en Florencia en 1475 y murió en Roma el año 1521. Ocupó la sede pontificia desde 1513 hasta 1521. Hombre del Renacimiento protegió a los artistas y, en especial, a Miguel Angel y Rafael, que embellecieron el Vaticano por orden suya. Dio fin al quinto concilio de Letrán en 1517. Excomulgó a Lutero en 1520 con la bula Exurge Domine y luchó al lado del emperador Carlos V contra el rey francés Francisco I.

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Leon Battista Alberti, etc. De hecho, la epístola en la que Pacioli dedica su Summa a Guido Ubaldo, duque de Urbino, resulta una lista impresionante de amigos y conocidos pertenecientes a estos ambientes. Por otra parte, la Summa no es la única obra publicada por Luca Pacioli. Antes y después de ella escribió y publicó, como luego veremos, otros libros, de los cuales el más famoso e importante fue De Divina Proportione, en el que insistió en su vieja idea de relacionar las matemáticas con todas las actividades artísticas, científicas, culturales, comerciales e intelectuales del hombre, en general. Con todos estos antecedentes y con su incidencia en tan diversos campos de la actividad intelectual, no es de extrañar que la vida y la obra de Luca Pacioli hayan merecido una gran atención por parte de estudiosos y biógrafos, procedentes tanto del campo de la historia de la contabilidad, como de la historia de las matemáticas y de la del derecho mercantil, o de la historia económica y financiera, de la historia del arte y hasta de la arquitectura.9 Los estudios sobre Luca Pacioli son, pues, muy copiosos, aunque no han agotado el tema, pues restan todavía innumerables puntos oscuros en su vida, que en parte podrían esclarecerse mediante la investigación en los archivos de los conventos en los que transcurrió su vida de monje franciscano, y en los de las universidades en las que enseñó.10

9 Una amplia biografía de Luca Pacioli desde el punto de vista matemático la ofrece H. Staigmüller, bajo el título: “Luca Paciouli”, en la Zeitschrift für Mathematik und Physik, año 34, Historisch-literarische Abteilung, págs. 81 ss. y 121 ss. Leonardo Olschki, en su libro: Geschichte der Neusprachlichen Wissenschaftlichen Literatur, tomo I, Heidelberg, 1919, págs. 153 ss., presenta una interesante evaluación científica de la obra de Pacioli. También M. Cantor: Vorlesungen über Geschichte der Mathematik, tomo II, Leipzig, 1913, ofrece valiosa información sobre el papel de Pacioli en la historia de las matemáticas. G. Loria, por su parte, estudia la importancia de Pacioli en el desarrollo de la geometría en su: Storia della Geometria Descrittiva dalle origini ai nostri giorni, Milán, 1921, mientras L. Vagneti se preocupa de las aportaciones de nuestro fraile en el campo de la perspectiva desde un punto de vista arquitectónico: “De naturali et artificiali perspectiva”, en Studi e Documenti di Architettura, Florencia, año 1979, núms. 9 y 10. 10 Una extensa y prácticamente completa bibliografía de los trabajos publicados hasta ese momento sobre Luca Pacioli se ofrece en el excelente libro de R. Emmett Taylor: No Royal Road. Luca Pacioli and his Times, University of North Carolina Press, Chapel Hill, 1942, aunque desde entonces se han publicado numerosos trabajos sobre nuestro autor. De hecho, el libro de Taylor es el único estudio biográfico sobre Pacioli que cita expresamente Federigo Melis, junto al de Fernando Vieira Gonçalves da Silva: “Luca Pacioli: O homen e a obra”, en Revista de Contabilidade e Comercio, Oporto, tomo XVI, 1948, págs. 5-27. Ver Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 621.

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En las páginas que siguen, se intentará dar una visión resumida de los conocimientos que se poseen sobre la vida y la obra de Luca Pacioli, haciendo hincapié en los aspectos más ilustrativos a nuestro respecto, al objeto de que sirva de introducción a la versión española de su tratado De Computis et Scripturis que se ofrecerá a continuación. Aparte de ello, se harán algunos comentarios sobre la metodología seguida en la traducción de este Tratado. De esta manera, los interesados de habla castellana dispondrán de un estudio relativo a la figura del primer tratadista y divulgador de la contabilidad por partida doble, que ha conservado a lo largo de 500 años el concepto, marco general y estructuras fundamentales que expuso ya Luca Pacioli.

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Vida y entorno de Luca Pacioli

Nacimiento y entorno familiar

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uca Pacioli nació en la ciudad de Sansepolcro, una población situada a orillas del río Tíber perteneciente a la provincia de Arezzo, en los confines sudorientales de la Toscana, muy cercana a las lindes con la Umbria, por el sur, con Las Marcas, por el este, y con la Emilia, por el norte; situada, pues, prácticamente en el centro del triángulo formado por las ciudades de Florencia, Perusa y Urbino, a pocos kilómetros de la ciudad de Arezzo, capital de su provincia.

No existe ninguna duda en relación con su nacimiento en esta ciudad, pues el mismo Pacioli gustaba de llamarse Frater Luca dal Borgo San Sepolcro, como hace en la Summa, donde no figura en ningún lugar con su nombre completo, sino sólo con esta denominación, en varias ocasiones. Así lo hace al comienzo de la obra, en su epístola dedicándosela a Guido Ubaldo, duque de Urbino, tanto en la versión italiana, como en la latina, que consigna a continuación. O en el colofón del volumen, en el que se firma, en latín, Frater Lucas de Burgo Sancti Sepulchri, Ordinis minorum et Sacre theologie humilis professor. Esta misma expresión se utiliza para dirigirse en las líneas iniciales de la obra al patricio véneto Marco Sanuto. La misma denominación se da a sí mismo en otros escritos suyos, como, por ejemplo, en su otra obra magna, De Divina Proportione, en cuyo comienzo, como encabezamiento del índice, señala que ha sido compuesta por el Rdo. P. de sacra theologia professore Maestro Lucha dal Borgo San Sepolcro del ordine de li menori.11 Por otra parte, en el testamento ológrafo otorgado, en italiano, de su propio puño y letra, por Luca Pacioli en Venecia, el 9 de noviembre de 1508, y depositado en manos del notario Bartolomé de Pedrettis, se confirma su lugar de nacimiento, al tiempo que aparece también su apellido vinculado a la denominación que acostumbraba a utilizar, según hemos visto en lo anterior. Con ello se despeja cualquier duda 11 Citado de la magnífica reproducción en facsímile realizada por el Consiglio Nazionale dei Ragionieri e Periti Commerciali y los Collegi dei Ragionieri d’Italia a partir del ejemplar manuscrito conservado en la Biblioteca Ambrosiana, de Milán. Silvana Editoriale, Milán, 1982.

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Vida y entorno de Luca Pacioli

que pudiera surgir sobre si el citado fray Luca era realmente Luca Pacioli. En efecto, el indicado testamento comienza en latín de la siguiente manera: “Ego frater Lucas bartolomei de patiolis de burgo sancti sepulcri ordinis minorum et sacre theologie humilis professor...” 12 Parece que el segundo nombre, Bartolomé, le venía a Pacioli de su padre, que se llamaba así.13 Tenía dos sobrinos segundos, hijos de su primo carnal Pietro de Olivo, llamados Zinepero y Ambrogio, pertenecientes asimismo a la orden de San Francisco, así como una sobrina segunda, hija del mismo primo carnal, que se llamaba Langiola.14 Asimismo tenía otro sobrino llamado Antonio de Masso de Barbaglia, con una hija que respondía al nombre de Maddalena. De todos ellos se acuerda en su testamento. Luca Pacioli tenía además un tío, Benedetto Baiardo, que según parece fue un famoso condottiere. También un sobrino suyo, a la vez que de Baiardo, llamado Francesco Paciolo o Francesco del Borgo; fue un conocido hombre de armas que murió en Ragusa.15 Esto, o poco más, es lo que se sabe de la familia de Luca Pacioli, que según algún biógrafo antiguo fue plebeya y de poco lustre.16 Otros, en cambio, más modernos, la clasifican entre las de la clase media baja.17 12

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Se cita a partir de la transcripción del testamento ofrecida por Vincenzo Vianello en su obra: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, con documenti inediti, Messina, 1896, págs. 165-174. Este testamento se conserva en el Archivio di Stato, de Venecia, signatura núm. 786, testamentos de Pedretti, y ofrece alguna información sobre la familia de Pacioli. Se conoce otro testamento posterior de Pacioli, el otorgado en latín el 21 de noviembre de 1511 ante el notario Bartolomeo di Nicolò Fedeli, que se conserva en el Archivio Generale dei Contratti, de Florencia, en el tomo de protocolos del citado notario correspondiente a los años 1498 a 1534, folios 130 y 131. Este testamento, que no ofrece grandes novedades en relación con el anterior, fue transcrito por Baldassare Buoncompagni: “Intorno alle vite inedite di tre matematici- Giovanni Danck di Sassonia, Giovanni de Nineriis e Fra Luca Paciolo”, en Bollettino di Bibliografia e di Storia delle Scienze Matematiche e Fisiche, tomo XII, año 1879, págs. 352-438 y 863-872. Posteriormente Karl Peter Kheil ofreció una traducción alemana del mismo en su artículo: “Das Testament des Luca Pacioli”, en Handels-Akademie, Leipzig, 1896. También se encuentra transcrito este segundo testamento en la obra en ruso de Otto Bauer, cuyo título traducido al castellano sería algo así como: Apuntes para la historia de la contabilidad, Moscú, 1911, pág. 64, y en el libro de P.G.A. de Waal: De leer van het boekhouden in de Nederlanden tijdens de zestiende eeuw, Roermond, 1927, págs. 290 ss. Ver V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 11. Parece que la referencia que hace Luca Pacioli en De Divina Proportione a los “P. Zinepero e Frate Ambrogio miei carnali fratelli del medesimo ordine seraphyco” y que según Vianello indica la existencia de dos hermanos carnales de Pacioli de este nombre, además de los sobrinos segundos, podría referirse a éstos. Ver V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 11. Ibídem, págs. 10 s. Así lo expresa Baldi, nacido en Urbino en 1553 y muerto en 1617, que compuso un trabajo, Vite dei matematici, que no fue nunca publicado enteramente. En esta obra se incluye un estudio sobre la vida de Luca Pacioli, que, aunque con diversos errores y lagunas, constituye el único estudio antiguo de que se dispone sobre la materia. Este estudio fue publicado por Baldassare Buoncompagni en la obra a la que ya se ha hecho referencia: “Intorno alle vite inedite di tre matematici”. Las palabras de Baldi relativas a la familia de Pacioli son las siguientes: “Fu de la famiglia de Pacciouli, ignobile per cuanto credo e di poco splendore”. Entre ellos se encuentra Vianello. Ver su obra, ya citada: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, pág. 9.

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En relación con la forma correcta de expresar el apellido familiar, no ha habido completo acuerdo entre los historiadores. Lo cierto es que el nombre de Pacioli lo encontramos escrito de las más diversas maneras: en latín, Patiolus o de Patiolis, como hemos visto en el testamento, y, en italiano, Pacciolus, Paciolus, Pacioulo, Pacciolo, Paciolo, Paccioli, Pacioli, etc.18 No tiene mucha importancia la cuestión, como comentaba Raymond de Roover. Sin embargo, parece que últimamente la forma más empleada es la de Pacioli, por lo que nos adheriremos a ella en este trabajo, sin caer en la tentación del doble empleo de Paciolo o Luca Pacioli, según sea el caso, que hacen algunos autores en homenaje a los usos antiguos de la Toscana. Otra cuestión que dio lugar a largas discusiones en el pasado, y que todavía continúa viva para algunos autores, fue la relativa a la del año de nacimiento de Luca Pacioli, que no se conocía exactamente, aunque se presumía que había ocurrido entre l445 y 1450.19 Las investigaciones de Ivano Ricci, archivero jefe del archivo de Sansepolcro,20 y 18 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck ofrecen en su obra: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, Vesoul, 1975, págs. 30 ss., una gama prácticamente completa de los diferentes nombres dados a Luca Pacioli por los distintos autores, siguiendo los pasos de R. Emmett Taylor: “The Name of Pacioli”, en The Accounting Review, enero de 1944, págs. 69-76, y de John B. Geijsbeek: Ancient Double-Entry Bookkeeping. Lucas Pacioli’s Treatise (A.D. 1494 -the earliest known writer on bookkeeping) reproduced and translated with reproductions, notes and abstracts from Manzoni, Pietra, Mainardi, Ympyn, Stevin and Dafforne, Denver (Colorado), 1914. En todas estas formas, dejando aparte las acabadas en “olus”, de clara filiación latina, se aprecia la existencia de dos tipos de variantes, las terminadas en “o” y las acabadas en “i”. A este respecto, los citados autores se adhieren a la teoría que sobre el significado y empleo de las mismas formula Federigo Melis, en el sentido de que en la Toscana se daba corrientemente la existencia y uso simultáneos de las dos formas de un mismo apellido, correspondiendo en principio la forma terminada en “i” a un plural que denotaba la pertenencia al clan familiar, fuera o no precedida de la contracción dei, es decir, de los, como era al principio. Así Luca Pacioli quiere decir Luca de los Pacioli, y en este sentido hay que tomar esta forma de expresión. Cuando se usaba el apellido solo, sin nombre, se empleaba la forma terminada en “o”, o sea, Paciolo. Lo mismo ocurría en otros múltiples casos, como, por ejemplo, Macchiavello y Nicola Machiavelli, o Buonnarroto y Michelangelo Buonnarroti (Ver Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 409, nota 78). De esta manera, Haulotte y Stevelinck, lo mismo que hace Melis, usan una u otra forma según corresponda, de acuerdo con su teoría. Raymond de Roover se ocupó también de este problema de la correcta expresión del apellido de Luca Pacioli en su artículo: “Paciolo or Pacioli”, en The Accounting Review, enero de 1944, págs. 58-59, y abril de 1944, pág. 193, quitando importancia a la cuestión, aunque prefiriendo usar la forma de Paciolo. 19 Ver R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, en Studies in the History of Accounting, editados por A.C. Littleton y B.S. Yamey, Londres, 1956, pág. 175. En su obra No Royal Road. Luca Pacioli and his Times, University of North Carolina Press, Chapel Hill, 1942, pág. 9, Taylor dice que 1445 es el año corrientemente aceptado como el del nacimiento de Pacioli. 20 Ivano Ricci: Fra Luca Pacioli. L’uomo e lo Scienziato, Sansepolcro, 1940.

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de Akira Nakanishi han logrado, sin embargo, precisar más el año del nacimiento de Pacioli, situándolo en 1447.21

Años de estudio y formación No se sabe qué sucedió con sus padres, pero lo cierto es que a temprana edad Luca Pacioli pasó a vivir con la familia de Folco de Befolci en la misma ciudad de Sansepolcro, que se hizo cargo de su alimentación y de su instrucción, como él mismo relata en su testamento de 1508.22 Los Befolci eran una rica familia de hombres de negocios y comerciantes, de prominente posición en Borgo Sansepolcro. Se supone que aparte de lo que pudiera aprender en casa de los Befolci, donde parece que debió de hacerse especial hincapié en las materias mercantiles, Luca recibiría enseñanzas de los monjes franciscanos de su ciudad natal.23 Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que hacia 1416 había nacido en esa ciudad Piero della Francesca,24 se cree que posiblemente Luca 21 En efecto, en el Necrologium del monasterio franciscano de la Santa Croce, de Florencia, se encuentra la siguiente inscripción: “1517, S. Sepolcro- P. M. Luca Pacioli, per primo dette all’algebra linguaggio e struttura di scienza, dettó opere di matematica, consultato, da Leonardo da Vinci, mori forse in patria a 70 anni”, es decir: “1517, S. Sepolcro- P.M. Luca Pacioli, que fue el primero en dar al álgebra estructura y lenguaje científicos, que dictó obras de matemáticas y que fue consultado por Leonardo da Vinci, murió, quizás en su ciudad natal, a la edad de 70 años”. Ver Akira Nakanishi: “On the Life of Luca Pacioli”, en The Accounting Historians Journal, vol. 6, núm. 2, otoño 1979, pág. 54. Si Luca Pacioli murió en 1517 a los 70 años de edad, quiere decirse que su año de nacimiento fue el de 1447. 22 Dice así Luca Pacioli: “Uno de li primi de la stirpe e prole de dicte degna casa de befolci de dicto borgo, la quale in pueritia me nutri e alevo, per li quali tutti de continuo in questo mondo e in laltro pregaro lonnipotente dio che sempre li conservi in sanita e paci e accresca de bene in meglio in suo sancto servitio e a lultimo li piacia concedere vita eterna, e cosi me facia degno”, es decir: “Uno de los primeros de la estirpe y descendencia de la dicha digna casa de los Befolci, la cual me alimentó e instruyó en la niñez, y por los cuales rezo de continuo en este mundo y rezaré en el otro a Dios omnipotente para que siempre les conserve la salud y la paz, y les incremente sus bienes de forma que redunde en su mejor santo servicio, y que, al final, se digne concederles la vida eterna, y así me haga a mí más digno”. V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 172. 23 Ver E. Emmet Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 175. 24 Como recordaremos, Piero della Francesca fue uno de los más notables pintores italianos del Renacimiento, que mostró una temprana preocupación por los problemas de la perspectiva y del escorzo en las figuras, problemas cuya resolución sometió a reglas matemáticas. Entre sus discípulos destacaron Luca Signorelli y Melozzo da Forli. Aparte de a su actividad artística, dedicó fructíferos esfuerzos a la escritura de textos sobre matemáticas y sobre el arte de la pintura. Parece que hacia el año 1472 empezó a tener problemas con la vista, quedándose al final completamente ciego. Murió en 1492.

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recibiera también clases de ese famoso pintor y matemático renacentista, que por aquella época sería ya un personaje respetado y reconocido, y que durante la década de los sesenta estaba trabajando en Sansepolcro. En efecto, muchos jóvenes aprendieron de Piero della Francesca nociones de matemáticas, de perspectiva y de pintura, por lo que no sería extraño que Luca Pacioli, que más tarde fue buen amigo y protegido suyo, concurriera también a sus clases.25 De su mano daría Luca los primeros pasos en álgebra y matemáticas. De cualquier forma, parece indudable que Piero della Francesca ejerció gran influencia sobre la joven mente de Luca, de forma que éste hizo suyas las preocupaciones del maestro por la perspectiva y las proporciones, que constituían a la sazón uno de sus grandes temas de investigación.26 Durante el tiempo en que Pacioli estudió con Piero della Francesca, hicieron juntos frecuentes viajes a la ciudad de Urbino, que dista aproximadamente unos 70 kilómetros de Sansepolcro. Della Francesca estaba bien introducido en la corte de Federigo da Montefeltro, duque de Urbino, 27 el cual tenía una de las bibliotecas más importantes del mundo, que, según se dice, podía compararse ventajosamente con la de los Papas en el Vaticano. Pacioli supo granjearse el favor y la amistad 25

Esta relación fue puesta ya de manifiesto por el pintor, arquitecto e historiador del arte Giorgio Vasari en su famosa obra Le vite de’ più eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri, publicada por primera vez en Florencia en 1550, y ha sido aceptada por la gran mayoría de estudiosos, entre ellos por Ernest Stevelinck que, en un principio, afirmaba que el joven Luca Pacioli fue alumno de Piero della Francesca (ver el libro del que es coautor con Robert Haulotte: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada, pág. 35). Sin embargo, más tarde cambia de opinión, comentando que: “La vocación de matemático parece nacida en ‘la edad en que sus uñas todavía eran tiernas’, según explica el propio Luca, de forma que no sería ciertamente en el taller del pintor donde aquél pasaría su juventud”. Más adelante dice que “esto es suficiente para poner en tela de juicio la afirmación de Vasari, quien, sin ninguna prueba, convierte a Piero en maestro de su joven compatriota” (Ernest Stevelinck: “Luca Pacioli y Piero della Francesca”, en Técnica Contable, año XXXVII, núm. 436, abril de 1985, págs. 155 s.)

26 Véase R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, New York, 1963, pág. 11. 27

Federigo III, conde de Montefeltro y duque de Urbino, era hijo natural de Guido Antonio. Nació en 1410 y murió en 1482. Cuando en 1444 sucedió en el ducado de Urbino a su hermanastro Antonio fue muy bien acogido por sus súbditos, dadas sus dotes de valeroso militar y hábil gobernante. Una de sus hijas casó en 1474 con Giovanni della Rovere, sobrino del Papa Sixto IV, que fue quien concedió a Federigo el título de duque de Urbino. Cuando en 1474, al frente de las tropas de Florencia, entró en Volterra, del espléndido botín conquistado tomó para sí tan sólo una magnífica biblia hebrea, con la que enriqueció su notable biblioteca que contenía una importante colección de clásicos griegos y latinos, de obras de teología, de literatura medieval y de humanistas de principios del Renacimiento. Fue un hombre muy versado en las ciencias y en las artes, gran protector de unas y otras. Se hizo construir un magnífico palacio que fue la admiración de los contemporáneos.

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del duque Federigo, y posteriormente los de su hijo Guido Ubaldo, 28 nacido en 1472, a quien dio clase en diversas ocasiones y a quien dedicó, según se ha visto, su Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita. Como consecuencia de esa amistad, Luca Pacioli vio abierto el acceso a la biblioteca de los duques de Urbino, teniendo así ocasión de familiarizarse con los libros más importantes en su materia.29 El gran afecto y la admiración que sentía Piero della Francesca por Luca Pacioli hizo que hablara de él a Leon Battista Alberti, otro de los grandes hombres del Renacimiento, escritor, pintor, escultor, matemático, inventor y arquitecto genial, a quien se atribuye, no se sabe si con razón, la construcción del espléndido Palazzo Venezia en la capital italiana.30 De él se dice que personificó como nadie el genuino espíritu del primer Renacimiento, de igual forma que Leonardo da Vinci incorporó en sí la esencia del tardío. Parece que Alberti se llevó a Luca con él a Venecia hacia el año 1464, donde le colocó en casa de Antonio Rompiasi, gran mercader de origen hebreo, como preceptor de sus tres hijos, Bartolomeo, Francesco y Paolo, a los que posiblemente Pacioli enseñó aritmética y rudimentos de cálculo mercantil, puesto que tales materias eran necesarias para que los tres jóvenes aprendieran a ser buenos comerciantes. Precisamente a ellos les dedicó Luca Pacioli su primer texto, escrito hacia 1470, y que era una obra sobre álgebra, que nunca llegó a editarse y que se ha perdido, aunque se puede suponer

28 Guidobaldo o Guido Ubaldo, conde de Montefeltro y segundo duque de Urbino, nacido en 1472, murió en 1508. Participó en diversas campañas bélicas al servicio de los Papas Inocencio VIII y Alejandro VI, aunque finalmente se enfrentó con César Borgia y tuvo que refugiarse en Mantua. Muerto Alejandro VI en 1503, tomó nuevamente posesión de sus Estados donde pasó tranquilamente el resto de sus días, bajo la protección de su cuñado Julio II. 29 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, págs. 11 s. 30 Leon Battista Alberti nació el año 1404 y murió en Roma el 25 de abril de 1472. Sus contemporáneos le llamaban “hombre enciclopédico” a causa de su ilustración universal. En pintura son importantes sus ensayos de perspectiva ejecutados científicamente; como arquitecto se distinguió por su comprensión de las obras de Vitrubio, que volvían entonces a apreciarse y se apartó de sus colegas de la época por atenerse severamente a las leyes del estilo romano. Fue sacerdote, doctor en ambos derechos y secretario pontificio de la curia romana. Escribió numerosas obras sobre multitud de temas distintos y, a pesar de su conocimiento y de su simpatía por el latín, se esforzó por estimular el uso del italiano o lengua vulgar, como entonces se le llamaba.

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con cierto fundamento que su contenido sería incorporado posteriormente por su autor a la Summa.31 Pacioli aprovechó su estancia en Venecia para ampliar y profundizar sus conocimientos de matemáticas asistiendo a las clases de Domenico Bragadino, un patricio veneciano contratado por el gobierno de la República para que diera clases públicas de esta materia, y el cual había sucedido en la cátedra de matemáticas a Paolo della Pergola. Compañero de estudios de Luca en esta ocasión fue Antonio Cornaro, miembro de una prestigiosa familia veneciana que, luego, sucedió a Bragadino en la citada cátedra. En esas aulas surgió una amistad que unió a Pacioli y a Cornaro durante muchos años.32 Durante su estancia con los Rompiasi, Luca Pacioli tuvo oportunidad de viajar frecuentemente a Padua y de asistir a las clases de su Universidad. Al mismo tiempo, se supone también que durante estos años, el joven Luca estaría en contacto con su tío Benedetto Baiardo, el condottiere, que por el año 1466 prestaba sus servicios a dicha ciudad de Padua. Parece que los primeros conocimientos en materia marcial y en arquitectura militar le fueron proporcionados a Pacioli por su tío Benedetto.33

31 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pág. 12. Ver también V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 12 ss. Por otra parte, el propio Luca Pacioli es quien da noticia de este libro y de su estancia con los Rompiasi en su Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, Venecia, 1494, Distinción Quinta, Tratado Primero, folio 67 vº: “Quello che nel 1470 deriçamo a li nostri relevati discipuli ser Bartº e francesco e paulo fratelli de rompiasi da la çudeca, degni mercatanti in vinegia, figliuoli gia de ser Antonio, sotto la cui ombra paterna e fraterna i lor propia casa me relevai”, o sea: “El que en el año 1470 dedicamos a nuestros queridos discípulos los hermanos Bartolomé, Francisco y Pablo de Rompiasi de la Giudecca, dignos mercaderes de Venecia, hijos de D. Antonio, bajo cuya sombra paterna y fraterna en su propia casa permanecí”. 32 También es Luca Pacioli quien nos da cuenta de sus estudios con Domenico Bragadino y de los hechos relacionados con esta circunstancia: “E a simile scientie sotto la disciplina de miser Domeneco bragadino li in vinegia da la excelsa signoria lectore de ogni scientia publico deputato. Qual fo imediate successore al perspicacissimo e Rdo doctore e di san Marco canonico maestro paulo de la pergola suo preceptore. E ora a lui al presente el Magnifico et eximio doctore miser Antonio cornaro nostro condiscipulo”. Ver su Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, Distinción Quinta, Tratado Primero, folio 67 vº. Véase también R. Emmet Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 176. Asimismo Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, Milano, 1982, pág. 5. 33 Ver R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pags. 176 s.

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La formación teórica obtenida por Luca Pacioli durante los seis o siete años en los que vivió en Venecia con los Rompiasi, en calidad más de amigo que de empleado, fue completada con una buena formación práctica en materia mercantil, pues como él mismo dice acompañó frecuentemente a su patrón en los peligrosos viajes de negocios que hacía por tierra y por mar.34 De esta manera, inmerso en el mundo de los negocios, entre comerciantes, contables, factores y gentes de todo tipo, acumuló preciosos conocimientos sobre contabilidad, teneduría de libros, tarifas, monedas, usos y costumbres comerciales, etc., así como sobre la vida mercantil en general, conocimientos que le marcaron para siempre, dándole una visión práctica y realista del mundo. En efecto, como muchos biógrafos han hecho observar, la actividad intelectual de Luca Pacioli se distinguió siempre por sus enfoques pragmáticos, por la forma en que buscaba un sentido práctico a los conocimientos especulativos, de manera que pudieran servir a los artistas, comerciantes o estudiosos en la consecución de sus objetivos concretos. Una faceta más de ese rasgo de su carácter estaba constituida, precisamente, por su preocupación por transferir al idioma vulgar, el italiano, los conocimientos que él había tenido que obtener penosamente a base de lecturas en latín, poniéndolos de este modo al alcance de todos.35 Parece que Alberti tuvo también un destacado papel en la génesis de estas características de la futura vida intelectual de Pacioli, al alentarle a que escribiera en italiano y a que dedicara su talento a la enseñanza e investigación de las matemáticas.36 En 1470 ó 1471 Pacioli dejó la casa de los Rompiasi, su trato con los mercaderes y su actividad como preceptor, pues Alberti se lo llevó con él de vuelta a la Toscana y después a Roma.37 Allí Luca, de la ma34 Ver el manuscrito de Luca Pacioli: De Viribus Quantitatis, capítulo LVI, compuesto en 1508, Biblioteca de la Universidad de Bolonia. 35 Ver Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, página 5. 36 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, página 13. 37 El mismo Pacioli da cuenta de su estancia en Roma como huésped de Alberti en la versión impresa de su De Divina Proportione: “el nostro compatriota Leon Batista de li Alberti florentino, con lo quale più e più mesi ne l’alma Roma, al tempo del pontifice Paulo Barbo da Vinegia in proprio domicilio con lui a sue spesi sempre ben trattato”, es decir, “nuestro compatriota Leon Batista de li Alberti, florentino, con el cual estuve meses y meses en la inmortal Roma, en tiempos del pontífice Paulo Barbo, de Venecia, en su propio domicilio, a su costa, siempre bien tratado”. Venecia, Paganino de Paganini, 1509, II parte, capítulo VIII. Citado de Antonio M. González: “Introducción”, en Luca Pacioli: La divina proporción, Torrejón de Ardoz, 1987, pág. 8.

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no de Alberti, tuvo ocasión de completar su formación y de conocer a personas principales de la sociedad romana; entre ellas, muy especialmente, a la familia della Rovere, uno de cuyos miembros, Francesco della Rovere, había entrado en la orden franciscana en 1423, de la que llegó a ser superior general en 1464; siendo luego nombrado Papa, en 1471, con el nombre de Sixto IV, a la muerte de Pablo II, a quien Pacioli tuvo también oportunidad de conocer a través de Alberti. El Papa della Rovere ocupó la sede romana hasta 1484. Dos de los sobrinos de Francesco tuvieron especial amistad y relación con Pacioli; uno, Giovanni della Rovere, que se convirtió después en cuñado de Guido Ubaldo da Montefeltro, de quien ya se ha hablado. Otro, Giuliano della Rovere, que pasados los años habría de convertirse en el Papa Julio II, que ejerció su pontificado desde 1503 hasta 1513.38

Tiempos de madurez y docencia En abril de 1472 murió en Roma Leon Battista Alberti y es entonces, según parece, cuando Luca Pacioli, a los 25 años de edad, decide abrazar la vida religiosa, ingresando en la orden de San Francisco. No se sabe el origen de esta decisión ni si tendría influencia en ella su relación con Francesco della Rovere, el Papa Sixto IV, que como se ha dicho era franciscano.39 Luca Pacioli explica simplemente que entró en la orden siguiendo un voto o promesa.40 Algunos historiadores han mostrado su recelo en relación con la autenticidad de la vocación religiosa de Pacioli, so pretexto de que su vida no transcurrió entre los estrechos límites de los claustros, sino en contacto con el mundo y con las cortes señoriales, dedicada a la investigación y a la docencia universitaria de las matemáticas, aunque él, como se ha visto, se llamaba a sí mismo sacre theologie humilis professor. Aducen de esta manera que lo que realmente indujo a Pacioli a ingresar en la orden francisca38 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli. Sa vie. Son oeuvre, obra citada, pág. 40. 39

R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pág. 13.

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“E questo era quando eravamo al secolo. Ma da poi che labito indegnamente del seraphyco san francesco ex voto pigliammo...”, es decir, “y esto era cuando estábamos en el siglo. Pero desde que, por un voto, tomamos indignamente el hábito del seráfico San Francisco...”. Summa de Arithmetica, Geometria, Proportione & Proportionalita, folio 67 rº.

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na fueron las oportunidades que ésta le ofrecía de dedicarse a ampliar sus estudios y de obtener una cátedra universitaria.41 Sea como fuere, al margen de lo que pueda haber de verdad en estas especulaciones, lo cierto es que en 1475 encontramos a Luca Pacioli enseñando matemáticas en la Universidad de Perusa. Ello concuerda con la presunción de que Luca debió de ingresar en la orden de los franciscos hacia 1472, teniendo en cuenta, por una parte, que la citada Universidad era pontificia y que consiguientemente los docentes tenían que ser sacerdotes y, por la otra, que para ser ordenado sacerdote en la orden de San Francisco se requería en esa época un noviciado de por lo menos tres años, con independencia del talento y cualificación que pudiera tener el novicio.42 En principio, Luca Pacioli fue contratado por la Universidad de Perusa por un período de tres años, al término de los cuales renovó su compromiso por otros dos y, finalmente, por uno más.43 Durante este período, y más concretamente en 1476, escribió un segundo libro sobre álgebra y los cuerpos regulares, que dedicó a la juventud de Perusa.44 El año 1481 encontramos a Pacioli en Zara, la ciudad dálmata a la otra orilla del Adriático, donde redactó un tercer libro de álgebra más completo y elaborado que los dos anteriores, pues como él mismo dice trata de casos más sutiles y avanzados.45 41 Ver, por ejemplo, R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 177. Por su parte, Emil Ludwig Jäger, que era también de esta opinión, especifica cómo en ese tiempo la orden franciscana había adquirido una gran relevancia y significación científicas, de forma que muchos hombres de grandes dotes intelectuales y espirituales se sintieron llamados a ingresar en ella. Ver su obra: Lucas Paccioli und Simon Stevin, nebst einigen jüngeren Schriftstellern über Buchhaltung. Skizzen zur Geschichte der kaufmännischen, staatlichen und landwirtschaftlichen Buchführung, Stuttgart, 1876, pág. XI. 42 Akira Nakanishi: “On the life of Luca Pacioli”, obra citada, pág. 57. 43 Vincenzo Vianello sustenta la opinión de que hasta noviembre de 1477 Pacioli debió de enseñar en Perusa en plan privado, pues hasta la fecha indicada no aparece registrado su nombre como profesor público en los anales de la Universidad perusina. En dichos registros figura que Luca Pacioli enseñó aritmética desde el mes indicado hasta junio de 1480. Ver su obra, ya citada: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, págs. 16 ss. 44 El mismo Luca Pacioli da cuenta de este hecho: “Per loperare de larte magiore, ditta dal vulgo la regola de la cosa over algebra e amucabala servaremo noi in questo le qui da lato abreviature over caratteri, si commo ancora nell’altri nostri quatro volumi de simili discipline per noi compilati havemo usati: cioe in quello che a li gioveni de peroscia in tutalai nel 1476, nel quale non con tanta copiosita se tratto,...”, es decir: “Para operar con el arte mayor, llamado por el vulgo la regla de la cosa, o bien álgebra o amucabala, nos serviremos en éste de las abreviaturas o signos puestos al margen, como hicimos ya en los otros cuatro libros que hemos compilado sobre esta disciplina; esto es, en el que dediqué a los jóvenes de Perusa en 1476, en el que, sin embargo, no traté la materia con tanta extensión...”. Ver Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, Distinción Quinta, Tratado Primero, folio 67 rº y vº. En relación con el año en que fue redactado este escrito, ver más adelante, págs. 53 ss. 45 En efecto, dice así Pacioli: “In quello che a Çara nel 1481 de casi piu sutili e forti componemmo”. Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, Distinción Quinta, Tratado Primero, folio 67 vº.

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Parece que durante los años siguientes Pacioli estuvo ausente de Italia, viajando por diversos países, en los cuales completaría su formación universitaria, pues al volver utilizaba el título de Magister en Sagrada Teología que hasta entonces no había usado nunca. Su vuelta a Italia obedeció en parte a las presiones a que le sometió en este sentido Francesco Sansoni, superior general de la orden franciscana, que le ordenó que volviera a la Universidad de Perusa, a desempeñar una cátedra de matemáticas, según él mismo nos comenta.46 Efectivamente, el año 1487 encontramos a Pacioli enseñando en Perusa por segunda vez, aunque, como él indica, a su vuelta del extranjero, se detuvo antes, no sabemos durante cuánto tiempo, en Florencia.47 No debió de permanecer mucho tiempo en Perusa sin embargo, pues en otro pasaje de la Summa manifiesta que en el año 1489 se hallaba enseñando en Roma.48 Parece que la docencia en la Sapienza, la Universidad de Roma, le fue proporcionada a Pacioli merced a los buenos oficios del cardenal Pietro Valetari, obispo de Carpentras, como indica Pungileoni en su comentario sobre la vida de Luca.49 46 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 178. 47 Pacioli comenta este hecho así como el sacrificio que, en cierta manera, le suponía haber vuelto a asumir la enseñanza en dicha ciudad con las siguientes palabras: “Si commo a me el peso cotidiano de lo legere e insegnare qui in questa alma e augusta cita de peroscia dove a loro communa satisfatione partendomi del fior del mondo, cioe de fiorença harivai, e tal peso presi per la perpetua obligatione o con tutti di questa cita nel 1487 a di primo magio”. Es decir: “Así como la carga cotidiana de leer y enseñar en la universidad de esta augusta ciudad de Perusa, adonde arribé en primero de mayo de 1487 para general satisfacción partiendo de la flor del mundo, es decir, de Florencia, y tomé tal carga por la perpetua obligación que tengo con todos los de esta ciudad”. Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, Distinción Sexta, Epílogo, folio 98 vº. 48

“Havenga che nel 1489 nella cita d roma dove publice legiavamo, Mº pier lione da spoleti medico che li se stava i casa del Rmo. Card. de san marco a sua Rma. S. (me presente e tutti a una mensa p sua humanita) mostro un liº...”, es decir: “Sucedió que el año 1489, en la ciudad de Roma, donde me hallaba yo enseñando públicamente, el señor Pier Lione da Spoleti, médico, que estaba en casa del Rvdmo. Cardenal de San Marco le mostró a éste un libro, y yo estaba presente, reunidos todos en torno a una mesa, tal era la sencillez de Su Reverencia”. Summa de Arithmetica, Geometria, Proportione & Proportionalita, 2ª parte, Distinción Octava, De corporibus regularibus, folio 74 vº.

49 El Padre Maestro Luigi Pungileoni, de los frailes menores conventuales, nació en Correggio el 20 de agosto de 1762 y murió en Roma en enero de 1845. Publicó un artículo titulado “Commentario sopra la vita e le opere di Fra Luca Pacciolo conosciuto ancora sotto il nome di Luca dal Borgo, steso ad eccitamento del Sig. G. Vallardi di Milano”, en Giornale Arcadico di Scienze, Lettere ed Arti, vol. LXII, números de enero y febrero de 1834, dando algunas noticias sobre la vida de Luca Pacioli, extraídas en su mayor parte del trabajo de Baldi, del que ya se ha dado noticia. Véase V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 10 y 22.

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Sea como fuere, lo cierto es que Pacioli aprovechó su estancia en Roma para renovar su vieja amistad con la familia Della Rovere. Parece, incluso, que ese año de 1489 se alojó en el palacio de Giuliano della Rovere, que, como hemos visto, fue nombrado Papa unos años después, bajo el nombre de Julio II.50 Al dejar de enseñar en Roma el año 1490, Luca Pacioli pasó a Nápoles, donde estuvo enseñando durante tres años. Entre sus oyentes se contaban personalidades de renombre, tales como Giovanni Pontano,51 los capitanes G. Giacomo Triulzio y Camillo Vitelli, y el orador florentino Pier Vettori,52 con los que según Gaetano Marini se reunió en una ocasión en el palacio del conde de Sarno; ello es una prueba más de lo introducido que estaba Pacioli en los más selectos círculos del arte, la Iglesia, la cultura y la aristocracia por dondequiera que iba.53 En 1493 pasó Luca Pacioli a la Universidad de Padua, donde dictó algunas lecciones de aritmética y geometría, pero fue reclamado por los superiores de su orden que, bajo amenaza de excomunión y de privación de la venia legendi, le conminaron a que se presentara en Asís en el plazo de ocho días, cosa que efectivamente hizo.54 Parece que la dificultad estribaba en que los superiores de la orden no veían

50 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 179. 51 Giovanni Pontano fue un famoso poeta, historiador y político italiano, nacido en Cerreto el año 1426 y muerto en Nápoles en 1503. Por cuestiones políticas, tuvo que emigrar de su comarca natal y se refugió en Nápoles, donde el rey Alfonso de Aragón le acogió con benevolencia, empleándole en su cancillería. Durante el siguiente reinado, en 1486, negoció el tratado entre el rey Fernando de Aragón e Inocencio VIII, sustituyendo después a Petruccio como secretario del rey. Como escritor se distinguió por la pureza de su lenguaje; sus poesías son notables tanto por su gracia y armonía, como por su naturalidad. Fue además un humanista notable: corrigió el manuscrito de las Poesías de Cátulo, descubrió los comentarios de Donato sobre Virgilio y la Gramática de Remio Palemon. Según Draghesti, fue el primero en señalar la ley de continuidad en física y en adoptar la antigua opinión atribuida a Demócrito de que la vía láctea está formada por infinidad de pequeñas estrellas. Entre sus obras históricas destaca su historia de la guerra de Nápoles, que por sí sola hubiera bastado para haber inmortalizado su recuerdo. 52 Pacioli mismo nos indica el hecho de que enseñó en Nápoles y de que discutía sobre cuestiones matemáticas con las personas indicadas. Ver su epístola de dedicatoria a Guido Ubaldo da Montefeltro en la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, folio 2 vº. 53 Gaetano Marini: Lettera dell’abate ... al chiarissimo Monsignor Giuseppe Muti Papazzuri, già Casali nella quale si illustra il ruolo dei professori dell’archiginnasio romano per l’anno MDXIV, pág. 48. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 22 s. 54 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 23 s.

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con buenos ojos las correrías de Pacioli y el que éste ejerciera su docencia en ambientes profanos y en universidades no religiosas.55 La inquietud viajera de Pacioli debía de ser grande, empero, y las relaciones con sus superiores le permitirían un arreglo, tal vez merced a la intervención del Papa de aquellos momentos, Inocencio VIII, que también era amigo suyo, pues poco tiempo después lo encontramos en Urbino, ciudad donde fue cordialmente acogido. Allí sometió el manuscrito de su Summa a varios cortesanos y hombres expertos en matemáticas, como el conde Ottaviano Ubaldino 56 y Paulo de Middelburgo, 57 que por aquel tiempo habría de ser nombrado obispo de Fossombrone, según comenta el abate Marini.58 Parece que el propio Guido Ubaldo de Montefeltro, a quien dedicaría la obra, estuvo animándole y ayudándole a preparar los últimos detalles para su publicación.59 Algunos autores piensan que durante el tiempo de la estancia de Pacioli en Roma, o entre ésta y su traslado a Padua, es decir, entre 1490 y 1493, Luca debió de pasar alguna temporada en su ciudad natal, escribiendo o preparando la Summa.60 Efectivamente, antes de finalizar el año 1492 Pacioli debía de estar ya escribiendo su obra, pues como él mismo dice: “El sublime pictore (a li di nostri ancor vivente) maestro Pietro de li Franceschi, nostro coterraneo del Borgo San Sepolchro, ha nei questi di composto degno libro de ditta prospectiva”, es decir, “el sublime pintor (vivo todavía en nuestros días) maestro Pietro de li Franceschi, conciudadano nuestro de Borgo San Sepolchro, ha compuesto en estos tiempos un excelente libro sobre la indicada perspectiva”. Como es sabido, Piero della Francesca falleció el 12 de octu55 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, págs. 14 s. 56 Ottaviano Ubaldino era un excelente matemático, introducido en la corte del duque de Urbino, donde había ejercido de secretario del duque Federigo. 57 Paulo de Middelburgo fue un matemático holandés, que nació en Middelburgo en 1445 y murió en Roma el año 1534. Era canónigo de su ciudad natal y explicó matemáticas en Lovaina con tal acierto que la República de Venecia le llamó para que las enseñase en la Universidad de Padua. En 1494 fue nombrado obispo de Fossombrone por Alejandro VI. Se distinguió también como médico, y en calidad de tal prestó servicios al duque de Urbino, que le dio en recompensa la abadía de Castel Duranti. 58 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 23 s. 59 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, página 15. 60 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada, pág. 47.

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bre de 1492, día del descubrimiento de América, por lo que este pasaje de la Summa tuvo que ser escrito con anterioridad.61 Con todo, no parece que Pacioli pudiera permanecer mucho tiempo en Urbino, pues a comienzos o mediados de 1494 tendría que encontrarse en Venecia interviniendo en la impresión de su obra. Robert Haulotte y Ernest Stevelinck dicen que con ocasión del viaje o viajes a Venecia que emprendiera Pacioli en esa época con el citado motivo, 62 conoció a Marino Sanuto, llamado el joven, patricio veneciano que escribió la historia de la República.63 Vianello confiesa que, a pesar de sus numerosas pesquisas, no le fue posible encontrar pruebas de esta estancia de Luca Pacioli en Venecia, que él empero da como segura, a partir de las propias manifestaciones del autor de la Summa.64 De lo que no cabe la menor duda, según el mismo Vianello, es de que Pacioli conocía y había estado en el convento franciscano de Venecia, pues cita unos detalles de él en su libro De Divina Proportione.65 La aparición de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita causó sensación en los medios intelectuales de toda Italia. El propio Pacioli se muestra orgulloso de su obra, a la que denomina “grand opera nostra” en el capítulo primero de su otra obra mag61 Ver Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportione & Proportionalita, Distinctio sexta, Tractatus primus, folio 68 vº. El libro de Piero della Francesca al que se refiere Pacioli es seguramente De Perspectiva pingendi, que se cree que fue compuesto antes del año 1482 y que ha sido editado hace algunos años por G. Nicco Fasola: Il trattato “De Prospectiva pingendi” di Piero della Francesca, Florencia, 1942. 62 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada, pág. 47. 63

Marino Sanuto, el joven, nació en Venecia el año 1466, muriendo en la misma ciudad en 1536. Joven aún, fue admitido en el Gran Consejo y formó parte también de la Academia fundada por Aldo el viejo. Escribió una obra copiosísima, publicada toda ella después de su muerte. Su obra más importante está constituida por los Diarii, que constituyen una inapreciable fuente para el estudio de Venecia en su época; contienen gran número de cartas, documentos originales y relatos de primera mano sobre la cultura, el comercio, la historia y las costumbres del final del siglo XV y comienzos del XVI. Los Diarii fueron publicados en 58 volúmenes, los años 1879-1902.

64 En efecto, en el colofón de la segunda parte de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, denominada Tractatus Geometrie, folio 76 rº, Pacioli dice que, ayudando a los impresores, corrigió de su propia mano las pruebas de imprenta de la Summa: “Ac impressoribus assistens die noctuque proposse manu propria castigavit”. Teniendo en cuenta la dimensión de la obra, tal corrección implicaría que Pacioli tuvo que estar en Venecia varios meses antes de que el libro viera la luz en noviembre de 1494. 65 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 24 s.

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na, De Divina Proportione, capítulo que contiene la epístola en que la dedica al “Principe Ludovico maria sforza, Anglo, Duca de Milano”.66 En su manuscrito De Viribus Quantitatis manifiesta otra vez Pacioli esta satisfacción por su obra, a la que llama “grande nostra opera detta Summa de Arismethica Geometria proportioni proportionalita”, y de la que dice que está “gia per tutto luniverso divulgata”.67 No es de extrañar, pues, que sabedor Ludovico Sforza, apodado el Moro, de la importancia de la obra publicada por Pacioli, le mandara llamar, habida cuenta del insaciable afán que el duque de Milán sentía por mantener al más alto nivel los estudios en su corte, en la Universidad de Milán y en la Universidad de Pavía, incorporando para ello los mejores profesores del momento.68 A Milán se dirigió, pues, Luca Pacioli, siguiendo esta invitación, el año 1496, para enseñar aritmética, álgebra, geometría y tácticas militares, tanto en la corte del duque como en la Universidad. De esta manera, entró a formar parte de un distinguido grupo de intelectuales, jurisconsultos, artistas y arquitectos, entre los cuales habría de destacar con luz propia Leonardo da Vinci,69 que 66 En efecto, Pacioli dice así refiriéndose a su Summa y a su vocación matemática: “E ben che prima quasi da natura innato mi fosse el simile: con ciascuno usitare maxime de quelle faculta de le quali fra gli altri al altissimo per sua inmensa benignita piacque dotarme cioe de le necessarie scientie e dignissime discipline mathematici. Non di meno gia stracco per li laboriosi affanni si diurni e nocturni corporali commo i ancho spirituali. E che tutto a chi con diligentia la grand opera nostra di simil discipline e faculta compilata”; o sea: “Cierto que, en un principio, de forma casi innata, por naturaleza, seguí la máxima, pues con todos practicaba y comunicaba al máximo esa facultad de que el Altísimo, por su inmensa benignidad, quiso de entre todas las demás dotarme, quiero decir de la necesaria ciencia y capacidad para las dignísimas disciplinas matemáticas. Pero no es menos cierto que me he agotado también en su estudio con mis laboriosos afanes, tanto diurnos como nocturnos, tanto corporales como espirituales, para componer la gran obra que hemos compilado diligentemente sobre esta disciplina”. De Divina Proportione, reproducción facsímile del manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana, de Milán, obra citada, folio II vº. 67

Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 21.

68 Ludovico Sforza, llamado el Moro, nació en Vigevano el año 1452 y murió en el castillo de Loches (Francia), en el destierro, en 1508. Accedió al ducado de Milán en 1481, al suceder a su sobrino Giangaleazzo Sforza, a quien destronó y mandó encerrar, junto con su esposa, en el castillo de Pavía. Hombre del Renacimiento, fue famoso por su mecenazgo a los artistas e intelectuales, de quienes reunió un buen grupo en su corte. Participó en la lucha contra los turcos al lado de Fernando el Católico y del emperador Maximiliano. Se anexionó Génova y Novara. En 1495 entró en la liga contra Francia, siendo vencido en 1499 por Luis XII, que le hizo prisionero y le desterró. 69

Recordemos simplemente que Leonardo nació en Vinci, en la Toscana, el año 1452, muriendo en 1519 en el palacio de Clux, cerca de Amboise (Francia). Era hijo ilegítimo de un notario florentino y siendo niño entró en el taller de Verrocchio, en Florencia, ciudad en la que permaneció hasta 1482. Ese año pasó a Milán, donde estuvo al servicio de Ludovico Sforza hasta finales de siglo. En 1516 marchó a Francia, invitado por Francisco I.

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se encontraba en la ciudad desde hacía varios años, y que a la sazón estaba trabajando en el proyecto de una estatua ecuestre en bronce del duque, que por desgracia nunca fue terminada. Se dice, precisamente, que Luca Pacioli ayudó a Leonardo a calcular la cantidad de bronce que necesitaría para hacer su estatua.70 Asimismo se comenta que Luca afianzó y amplió notablemente los conocimientos matemáticos de Leonardo.71 En cualquier caso, lo cierto es que se desarrolló una buena amistad entre los dos hombres, que tenían intereses comunes y que poseían unas capacidades y unos talentos complementarios, sin que fuera óbice para ello la diferencia de los cinco años que Pacioli le llevaba a Leonardo. Durante los tres años en que estuvieron trabajando juntos en Milán, intercambiando ideas, comentarios y enseñanzas, cada uno de ellos consiguió por su cuenta una obra memorable: Leonardo da Vinci pintó su Ultima cena y Luca Pacioli escribió su De Divina Proportione, que terminó en 1498, aunque la obra no fue impresa y publicada hasta 1509. En este libro se dio precisamente una famosa colaboración entre los dos amigos, pues Leonardo fue quien dibujó y grabó las figuras geométricas que ilustran el tratado, como el mismo Pacioli comenta con gran entusiasmo, aunque Leonardo da Vinci, reconocido obviamente en vida, no adquirió realmente toda su merecida fama hasta después de su muerte, acaecida en 1519. Pacioli, en cambio, era ya a la sazón famoso y apreciado en todos los círculos artísticos e intelectuales de Italia. Su presencia y sus enseñanzas eran requeridas por las más importantes cortes seño-

70 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, págs. 180 s. 71 Como indica Marinoni, pocos son los que saben que los conocimientos matemáticos que poseía Leonardo da Vinci antes de encontrar a Luca Pacioli eran más bien escasos. En efecto, Vasari dice que Leonardo cuando era niño hacía novillos en la escuela del ábaco porque sabía más que el maestro; pero, lo cierto es que cuando, en manuscritos anteriores a 1496, Leonardo trata de la forma de calcular las raíces cuadradas y cúbicas, de multiplicar y dividir fracciones o, incluso, de realizar simples multiplicaciones, pone de manifiesto lagunas y desconocimientos de extraordinaria gravedad. Antes de ese año, la geometría estaba prácticamente ausente de sus escritos. Los pocos dibujos contenidos en los llamados códices A y B se refieren a la construcción de polígonos según las normas prácticas que se enseñaban a los estudiantes de dibujo. Los esquemas de sombras y luces del códice C, a base de redes y circunferencias, no tienen tampoco un contenido geométrico sustancial. El dibujo de la serie de poliedros que Pacioli le pidió a Leonardo que le dibujara para su tratado sí requería, en cambio, un buen conocimiento de la geometría euclidiana, la especialidad de Luca Pacioli. No cabe duda de que Pacioli tendría que instruir a su amigo en esa materia. Ver Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pág. 17.

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riales y universidades; sus libros eran dedicados a los príncipes más ilustres.72 No parece que durante sus años de estancia en Milán, Pacioli permaneciera todo el tiempo en esta ciudad, pues en algunos escritos descubiertos y publicados por Buoncompagni aparece su nombre como guardián del convento de San Francisco de Sansepolcro en 1497.73 A finales de siglo, Milán fue conquistado por el rey francés Luis XII y Ludovico el Moro fue hecho prisionero. Luca Pacioli y Leonardo da Vinci optaron por abandonar la ciudad para dirigirse a Venecia, pero antes de llegar se detuvieron y se asentaron en Mantua. Parece que en esta población, Pacioli compuso un libro llamado De ludis in genere o, simplemente, Schifanoia, que dedicó a los marqueses de Mantua, Giovanni Francesco Gonzaga e Isabella Extense.74 En este libro, que Pacioli califica 72 En efecto, Luca Pacioli pondera entusiásticamente en varios lugares las grandes dotes artísticas de Leonardo da Vinci y, en especial, las figuras que dibujó para su De Divina Proportione, que “en dibujo con perspectiva nadie en el mundo hubiera podido hacer mejor, ni aun en el caso de que resucitaran Apeles, Mirón, Policreto o cualquier otro, que las hechas y formadas por la inefable mano izquierda, capaz de todas las empresas, del que es hoy príncipe de los mortales, florentino ante todo, nuestro Leonardo da Vinci, en aquellos felices tiempos en que juntos disfrutábamos del mismo estipendio en la maravillosa ciudad de Milán, donde nos encontrábamos”. Así dice en una página de su obra compuesta en 1508, aunque no publicada, De Viribus Quantitatis, es decir, “De la fuerza de los números”, según nos recuerda Augusto Marinoni. Insiste todavía en otro pasaje de la misma obra, en el capítulo CXV, diciendo: “Suo effecto largamente manifesta l’opera del nostro Leonardo Venci, compatriota fiorentino, quando con tutta forza feci in ditto libro de sua gloriosa mano li corpi mathematici, qual ancora apresso di noi tenemo maravigliosi a ognuno che li mirano”, o sea: “Su efecto se manifiesta ampliamente en la obra de nuestro Leonardo da Vinci, compatriota florentino, cuando con todo vigor dibujó con su gloriosa mano los cuerpos matemáticos para el citado libro, dibujos que conservo conmigo y que maravillan a todos aquellos que los contemplan”. Ver Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pág. 16. 73 Ver Baldassare Buoncompagni: “Intorno alle vite inedite di tre matematici”, obra citada, págs. 863 s. 74 Los Gonzaga asumieron el poder de Mantua en 1328. Hacia finales de ese siglo, Luigi II fundó con los manuscritos regalados por Petrarca una biblioteca pública. Giovanni Francesco II, nombrado primer marqués de Mantua en 1432 por el emperador Segismundo, llamó a su corte a Vittorino di Feltre e hizo de Mantua un centro intelectual de primer orden. Giovanni Francesco III, cuarto marqués de Mantua, continuó la tradición cultural de sus antecesores, junto con su esposa, Isabella Extense, hermana de Alfonso di Ferrara y madre de Leonore di Urbino, con quien había casado en 1490. Fue ésta una mujer de gran cultura, que sostuvo correspondencia y amistad con los más célebres ingenios de la época, incrementando considerablemente la rica colección de libros y pinturas de la casa de los Gonzaga.

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de festivo y alegre, y del cual no ha llegado ningún ejemplar hasta nuestros días, se trataba de diversos juegos y, en especial, del ajedrez.75 Poco tiempo después, Luca Pacioli y Leonardo da Vinci prosiguieron su viaje y llegaron a Florencia, donde Pacioli se avecindó y aceptó un puesto de docente en la Universidad, enseñando ininterrumpidamente desde 1502 hasta 1505. Así figura registrado en los anales de dicha Universidad, aunque ocasionalmente impartiría también clases durante estos años de comienzos de siglo en la Universidad de Pisa (años 1500 a 1505),76 en la de Bolonia (años 1501 y 1502) y en la de Perusa (años 1500 y 1501), como demuestra la inscripción de su nombre en las listas de profesores de todas estas instituciones.77 Por otra parte, en el capítulo general que los religiosos de su orden celebraron en Troyes el año de 1504, Pacioli fue elegido superior de algunos conventos de Rumania, aunque como dice Pungileoni no se sabe si llegó a hacer efectivo el cargo. En julio de 1505 fue incorporado al convento de la Santa Croce, de Florencia.78 Al dejar la Universidad de Florencia, en 1506, parece que Pacioli viajó nuevamente a Roma, donde se detuvo algún tiempo en la corte del cardenal Galeotto Franciotti.79 Luego se dirigió otra vez a la Universidad de Pisa, en la que enseñó geometría euclidiana. No satisfecho con los textos a disposición de los estudiantes, parece que por tal motivo preparó una nueva traducción al italiano del libro de Euclides o una revisión de la que según parece pudo haber compuesto en 1480.80 75 En la dedicatoria del único ejemplar existente del manuscrito De Viribus Quantitatis, Pacioli manifiesta, viendo aproximarse ya los últimos días de su vida, que ha dedicado constantes esfuerzos, asiduas vigilias y no mediocres afanes a obras tales como la traducción de los libros de Euclides, el máximo monarca de las disciplinas matemáticas, “insieme col iocondo et alegro tractadto ‘De ludis’ in genere, cum illicitorum reprobatione, spetialmente di quello de schachi, in tutti modi detto ‘Schifanoia’, et alle Excellentie del Segnior Marquese et Marchegiana di Mantoa, Francesco e Isabella Extense, a questi dedicato”. Ver Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pág. 7. 76 De la actividad de Luca Pacioli como profesor de matemáticas en la Universidad de Pisa habla en particular A. Agostini: “Matematica e matematici nell’Ateneo pisano”, en Bolletino Storico Pisano, Pisa, 1945, pág. 220. Ver, por otra parte, Tito Antoni: “Las escuelas de ábaco en Pisa en el siglo XIV”, en Técnica Contable, año XXXIX, núm. 457, enero de 1987. 77 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 28 s. 78

Ibídem, pág. 29.

79

Ibídem.

80 Ver más adelante, pág. 42, y también R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, págs. 15 s.

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También pudiera ser que se tratase simplemente de la revisión de la traducción al latín de la obra de Euclides realizada por Giovanni Campano.81 Es difícil seguir los movimientos de Luca Pacioli en esta época. Llegado a la cúspide de su fama, las cortes y universidades más famosas se disputaban sus lecciones y conferencias, que abarrotaban las aulas con los personajes más ilustres. En una ocasión, el 11 de agosto de 1508, dio una conferencia en Venecia sobre el libro V de Euclides ante una distinguida audiencia, compuesta por más de 500 personas. La conferencia tuvo lugar en la iglesia de San Bartolomé de Rialto y llevaba el título de Proportioni et Proportionalita.82 Por esa misma época, debió de redactar Luca Pacioli su obra De Viribus Quantitatis, dedicada a un príncipe desconocido, pues las primeras líneas del único ejemplar manuscrito que se conoce fueron cuidadosamente borradas. Este ejemplar se conserva en la biblioteca de la Universidad de Bolonia y trata del poder de los números y de la geometría, incluyendo una serie de problemas y juegos matemáticos.83 También por estos tiempos fue cuando Pacioli redactó el testamento ológrafo del que hemos hablado antes. Tenía ya 61 años y se encontraba cansado, deseando descansar después de tantos años de dura labor, pues como decía: “Estoy acostumbrado a estudiar duramente desde los más tiernos años, pues realmente no he hecho otra cosa desde la cuna”.84 Los franciscanos debían vivir en la más absoluta pobreza personal, pero su buen amigo el Papa Julio II, a quien Pacioli visitaba en sus viajes a Roma, expidió en 28 de abril de 1508 una bula especial concediéndole el derecho a poseer propiedades personales. A juzgar por sus testamentos, no parece, sin embargo, que Luca llegara a poseer un patrimonio realmente significativo.85

81 Ver pág. 42. 82 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 29 s.; R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, págs. 181 s. 83

Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, páginas. 6 s.

84 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 182. 85 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, página 16.

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Durante la estancia en Venecia que se indicaba con anterioridad, Pacioli ultimó los preparativos para la publicación de su obra De Divina Proportione y de la traducción de la obra de Euclides realizada por Giovanni Campano que él había revisado y corregido, de acuerdo con lo señalado anteriormente.86 Las dos obras aparecieron en 1509. El curso siguiente, 1509-1510, lo pasó ejerciendo de nuevo la docencia en la Universidad de Perusa. Pero sintiéndose mal de salud, se retiró al convento de San Francisco de su ciudad natal. El 22 de febrero de 1510 fue nombrado superior de dicho convento,87 esperando tal vez haber conquistado con ello una bien merecida tranquilidad. No fue así, sin embargo. Tuvo diversas disensiones con sus hermanos de religión, que se quejaban de que no atendía debidamente sus obligaciones en el monasterio. De hecho, parece que en el convento franciscano de Sansepolcro no sentaban bien los privilegios especiales de que disfrutaba fray Luca. En efecto, había sido dispensado de la obligación de asistir a la misa conventual, así como a los otros rezos y ceremonias, al tiempo que se le había concedido el privilegio de efectuar sus comidas privadamente, en su celda, con sus amigos.88 Por otra parte, el vicario del monasterio discutía su autoridad. Las controversias fueron tan agrias que, por lo menos en dos ocasiones, tuvieron que ser elevadas para su resolución al juicio de los superiores de la orden.89 En 21 de noviembre de 1511, encontrándose en casa de su sobrino Antonio, en Sansepolcro, Luca Pacioli mandó llamar a un notario para otorgar el segundo de sus testamentos que conocemos. Ante este notario y bajo la invocación de Dios sabio, venerable y misericordioso afirmó solemnemente que tenía pleno derecho, poder y autoridad para disponer libremente de sus bienes, que se cifraban en trescientos ducados grandes de oro.90 86 Giovanni Campano fue un célebre matemático italiano, nacido en Novara, contemporáneo del pontífice Urbano IV, que subió al solio pontificio en 1261. Fue el primer traductor y comentarista de Euclides, cuyas obras tradujo al latín a partir de un texto árabe. Escribió además sobre astronomía y geometría, ciencias en las que según parece no conoció rival en su tiempo. Sus manuscritos se conservan, principalmente, en la biblioteca Ambrosiana, de Milán, y en la de San Marcos, de Venecia. 87

Commissario, dice V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 31.

88 Akira Nakanishi: “On the Life of Luca Pacioli”, obra citada, pág. 56. 89 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 182. 90 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada, pág. 73.

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No acabaron aquí, sin embargo, las andanzas docentes de Luca Pacioli. El Papa León X, de la familia de los Médicis, que ocupó la sede pontificia desde 1513 hasta 1521, y que fue gran protector de las artes, las letras y las ciencias, quiso potenciar la Universidad de Roma y llevó al efecto los mejores profesores de todo el occidente europeo. Entre ellos se contaba Luca Pacioli, al que confió una cátedra de matemáticas, como indican los registros de la Sapienza romana. Sin embargo, se supone que no permaneció mucho tiempo en Roma, pues parece que al año siguiente, 1515, se retiró de nuevo a Sansepolcro, no habiendo constancia de que efectuara ningún otro viaje. Una anotación del municipio de Sansepolcro del 14 de marzo de 1516 comenta: “El Reverendo Padre Maestro en sagrada teología Luca Pacioli vive en concordia y paz con sus hermanos monjes, habiendo renunciado a sus privilegios apostólicos”.91 Esta es la última noticia que poseemos de la vida de Pacioli, cuyo final estaba ya muy próximo.

Fallecimiento Como se ha indicado anteriormente, las indagaciones de Ivano Ricci y de Akira Nakanishi han permitido precisar que la muerte de Luca Pacioli tuvo lugar el año de 1517. En efecto, Ivano Ricci, director del archivo de Sansepolcro, localizó dos cartas del convento de San Francisco de esa ciudad concluyentes al respecto. La primera, fechada el 15 de abril de 1517, iba dirigida a todos los participantes en la reunión anual de la orden de San Francisco a celebrar en Asís y decía así: “Todos los monjes esperamos justamente que el Maestro Luca Pacioli sea elegido Provincial de Asís, dada su virtud, su conveniente edad y el respeto que inspira a toda la gente de este distrito”. La segunda está fechada el 20 de octubre del mismo año 1517 y se dirige al Provincial pidiéndole que perdone la violencia cometida por los dos frailes sobrinos de Luca Pacioli, para no enturbiar “la bona memoria di mº Luca”. Del contenido de estas dos cartas Ricci infiere, lógicamente, que la muerte de Pacioli tuvo que ocurrir entre el 15 de abril y el 20 de octubre de 1517.92 91 Ivano Ricci: Fra Luca Pacioli: L’uomo e lo Scienziato, obra citada, pág. 23. 92

Ibídem, obra citada, págs. 23 s.

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Conociendo este dato, el profesor Akira Nakanishi, de la Universidad de Cuo, se desplazó a Florencia y Sansepolcro con la idea de efectuar investigaciones que le permitieran precisar más exactamente la fecha del fallecimiento de Pacioli. Como se ha comentado en una nota anterior, en el Necrologium o libro de defunciones del monasterio de la Santa Croce, en Florencia, localizó Nakanishi una inscripción haciendo referencia a que Pacioli había fallecido en 1517. Sin embargo, esta inscripción no estaba escrita en el libro, sino mecanografiada en un pedazo de papel unido a la página 171 del libro. Parece que esta nota había sido escrita, unos pocos años antes, por un monje llamado Fray Tarcisio della Rovere, fallecido en 1976. Por otra parte, el abad del convento de la Santa Croce, Mario Franchi, le explicó a Nakanishi que antes de insertar esta nota en el libro, figuraba inscrita en una página anterior una simple anotación: “S. Sepolcro - P.M. Luca Pacioli”, sin explicar ningún detalle ni indicar el año del fallecimiento. Debe decirse que el libro de defunciones examinado por el profesor Nakanishi correspondía al día 19 de junio y recogía los nombres de los monjes que habían fallecido ese día, cualquiera que fuese el año, pues es costumbre de ese monasterio llevar un Necrologium por separado para cada día del año, al objeto de recordar en la misa del día a todos los monjes que hubiesen fallecido en esa jornada, no importa de qué año. De esta manera, según apunta Nakanishi, durante siglos se habrá rezado por el alma de Luca Pacioli en la misa dicha cada día 19 de junio por los monjes franciscanos del monasterio de la Santa Croce, de Florencia.93 Hay que decir, sin embargo, que este Necrologium no era el original, pues había sido preparado durante los años 1930 y 1931 por un Provincial anterior, a partir de un libro antiguo que quedó destruido en la inundación que sufrió el sótano del convento en 1966 debido al desbordamiento del río Arno. De acuerdo con lo expresado en su testamento de 1508, Pacioli deseaba ser enterrado en la iglesia del monasterio donde falleciera, de la forma en que determinasen los superiores de la orden bajo cuya jurisdicción se encontrara en ese momento.94 Guiado por esta idea, Nakanishi indagó en busca de la tumba de Pacioli en el convento de San Francisco de Sansepolcro. En efecto, los frailes de ese convento habían mantenido tradicionalmente la creencia de que el cuerpo de Luca Pa93 Akira Nakanishi: “On the Life of Luca Pacioli”, obra citada, págs. 54 ss. 94 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 168.

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cioli había sido enterrado bajo el altar de la capilla, aunque los documentos que lo atestiguaban se habían perdido durante la invasión de los ejércitos napoleónicos. No obstante, a pesar de todos sus esfuerzos, Nakanishi no pudo encontrar la tumba de Pacioli. Sin embargo, algunos ciudadanos de Sansepolcro comentaron al citado profesor, no se sabe con qué fundamento, que no debía buscar la tumba de Luca Pacioli en el monasterio de San Francisco, pues sus restos estaban enterrados bajo el altar de la iglesia de San Juan, donde, según lo indicado en el citado testamento, reposaban también sus antepasados. A la sazón, cuando Nakanishi realizó estas pesquisas, en 1978, la iglesia de San Juan, erigida en 1331 y situada en la parte nordeste de la población, al lado de la muralla, era utilizada como almacén por el Ayuntamiento de Sansepolcro.95

Iconografía de Luca Pacioli Se conocen tres pinturas que, según se admite hoy generalmente, recogen la auténtica efigie de Luca Pacioli, retratada, en su misma época, directamente del original. Dos de ellas son de Piero della Francesca, que aprovechó su amistad con Luca para hacerlo figurar en dos de sus cuadros, y una, más tardía, pintada en 1495 y firmada Jaco. Bar. Vigennis. P., que algunos atribuyen a Jacopo de Barbari, aunque existe una discrepancia de fechas que hace que esta atribución resulte improbable. La primera pintura de Piero della Francesca donde aparece la efigie de Luca Pacioli se titula Madonna col Bambino, i Santi e gli angeli e Federigo da Montefeltro inginocchiato davanti a Lei, y se encuentra en la Academia de Brera, en Milán. En este cuadro aparece la Virgen en primer término, sentada, con las manos juntas en actitud de oración. Tumbado en su regazo está el niño Jesús. A ambos lados de la Virgen y a su espalda, se encuentran varias figuras que permanecen de pie y la rodean en semicírculo. A la izquierda del cuadro, están San Juan Bautista, San Bernardino y San Jerónimo; detrás, hay cuatro figuras de ángeles; a la derecha del cuadro, San Francisco, San Pedro Mártir y San Andrés. La efigie de San Pedro Mártir, del que sólo se ve la 95 Akira Nakanishi: “On the Life of Luca Pacioli”, obra citada, pág. 57.

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cabeza, entre las figuras completas de San Francisco y de San Andrés, corresponde a los rasgos de Luca Pacioli. Delante de estas tres figuras, arrodillado a los pies de la Virgen, con las manos juntas, orando y mirando al niño Jesús, se encuentra el duque Federigo de Urbino. La escena transcurre en el transepto de una iglesia renacentista. Al fondo se halla el presbiterio, con el ábside semicircular, y una bóveda de cañón con casetones.96 La otra pintura de Piero della Francesca se encaja dentro de un retablo, originario de la iglesia de San Antonio, de Perusa, que hoy se encuentra en la Pinacoteca de esta ciudad. El retablo se llama Madonna col Bambino e Santi. En el cuerpo central, bajo una escena de la Anunciación en el cuerpo superior, se encuentra la imagen de la Virgen sentada, sosteniendo al niño en su regazo. En la calle de la izquierda, aparece de pie un santo con el hábito y el cordón típico franciscano y la cabeza aureolada, al lado de San Juan Bautista. La efigie de este santo, según creyó reconocer R. Emmett Taylor,97 es la de Luca Pacioli, que lleva entre sus manos un grueso volumen.98 Se ha especulado en torno a la época en que estos cuadros debieron de ser pintados, a partir de la edad representada por la efigie de los personajes retratados, Luca Pacioli y el duque de Urbino. No parece, sin embargo, que se haya llegado a ninguna conclusión fiable. El tercer cuadro en el que se recoge la imagen de Luca Pacioli fue pintado en 1495 y se encuentra en la Galleria Nazionale di Capodimonte, en Nápoles. Como se ha dicho, la pintura está firmada Jaco. Bar. Vigennis. P. 1495, en un trozo de papel que aparece encima de la mesa. Con este motivo, se le ha atribuido a Jacopo de Barbari, pintor veneciano, nacido hacia el año 1440 y muerto en 1516 en Bruselas. Vivió en Bélgica y Alemania, donde era conocido como Jakob Walch y donde hizo amistad con Alberto Durero, sobre el que ejerció alguna influencia, según se dice. Esta atribución parece tanto más plausible,

96 Ernest Stevelinck ha dedicado muchos años de su vida y mucho esfuerzo a la investigación de la iconografía de Luca Pacioli. Ver su artículo: “The Many Faces of Luca Pacioli: Iconographic Research over Thirty Years”, en The Accounting Historians Journal, Vol. 13, No. 2, Fall 1986. 97 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pág. XVII. 98 Ernest Stevelinck: “The Many Faces of Luca Pacioli: Iconographic Research over Thirty Years”, obra citada, pág 18.

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por cuanto se supone que Jacopo Barbari conoció a Pacioli y que fue el mediador de una visita que Durero realizó a Pacioli en la ciudad de Bolonia.99 Sin embargo, la palabra vigennis que figura en la firma parece referirse al hecho de que el pintor tenía a la sazón veinte años, lo cual descartaría totalmente a Barbari. Algún autor, sin embargo, ha sugerido que la citada expresión podría referirse no a la edad del pintor, sino a su lugar de nacimiento, por ejemplo, Vigano o Vige, aunque también aventura la opinión de que la pintura podría ser obra de un pintor y arquitecto que durante estos años estuvo trabajando en la corte del duque de Urbino, llamado Jacopo Barocci.100 Para Berenson, en cambio, la pintura, que indiscutiblemente le parece de la escuela veneciana, podría ser debida a un artista próximo al taller de Giovanni Bellini.101 No falta tampoco quien piensa que el cuadro puede ser obra de un pintor miembro de la familia de Pacioli, teniendo en cuenta que uno de sus sobrinos se llamaba, como hemos visto, Antonio de Masso de Barbaglia, sobrenombre que, por lo que parece, se aplicaba en ocasiones a todo el clan familiar. De esta manera, la abreviatura Bar. podría corresponder al apelativo Barbaglia.102 Sea como fuere, la pintura, que unas veces se ha llamado Una lección de matemáticas, y otras Retrato de Luca Pacioli con Guidobaldo de Montefeltro, que es el título que lleva actualmente, representa a un monje franciscano, Luca Pacioli, como figura central, puesto de pie delante de una mesa cubierta con un tapete verde, de cara al espectador, con un puntero en su mano derecha, señalando un dibujo geométrico 99 En efecto, durante su segundo viaje a Italia, Durero escribió a su amigo Pirckheimer que tenía la intención de desplazarse a Bolonia antes de regresar a Nuremberg, pues había alguien allí “que me instruirá en los secretos de la perspectiva”. P. Strieder: Dürer: Paintings, Prints, Drawings, Londres, 1982, pág. 27. Panofsky comenta que la persona a la que se refería Durero podía ser tanto Luca Pacioli, como el arquitecto Bramante, que para él eran los dos candidatos más probables, aunque no descartaba que pudiera tratarse de cualquier otro pintor o profesor de la Universidad de Bolonia. Erwin Panofsky: The Life and Art of Albrecht Dürer, Princeton, 1955, pág. 252. Ambos autores, Strieder y Panofsky, se citan de Basil S. Yamey: Arte e Contabilità, Credito Romagnolo, Bolonia, 1986, págs. 270 ss. También E. Bortolotti se hace eco de la intención de Alberto Durero de visitar a Pacioli durante su viaje a Bolonia. Ver su libro: L’Ecole mathematique de Bologne, Bolonia, 1928, pág. 18. 100 Luigi Servolini: Jacopo de’ Barbari, Padua, 1944, págs. 147 ss. 101 B. Berenson: Venetian Painting in America, Nueva York, 1916, págs. 222 ss. 102 Antonio M. González: “Introducción”, en Luca Pacioli: La divina proporción, obra citada, pág. 10.

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trazado con tiza sobre una pizarra colocada sobre la mesa. Su mano izquierda reposa sobre un libro abierto. Su actitud es la de estar explicando una cuestión geométrica a un auditorio situado frente a él. El borde de la pizarra lleva escrita la inscripción Euclides. A la derecha del cuadro, sobre la mesa, al lado del libro abierto, se halla un grueso volumen cerrado, en cuyo canto se lee: Li. R. Luc. Bur., que debe interpretarse según Margaret Daly Davis como Liber Reverendi Luca Burgensis.103 Encima del libro se halla un dodecaedro de madera, haciendo referencia, sin duda, al hecho de que Pacioli realizó modelos de cuerpos sólidos regulares. Aparte de estos objetos, sobre la mesa se encuentran también una esponja, un transportador de ángulos, un pedazo de tiza, una pluma con su tintero, un estuche, un compás y el trozo de papel que se ha indicado con la firma del artista. A la izquierda del cuadro, colgando del techo de un cordel, se halla un poliedro de cristal, iluminado por la luz que entra por una ventana que no figura en la pintura. Reflejados en algunas caras del poliedro se distinguen unos edificios, pertenecientes posiblemente al palacio ducal de Urbino. A la derecha del cuadro, en segundo término, aparece la figura de un hombre joven, elegantemente vestido, al que tradicionalmente se ha tomado por Guido Ubaldo da Montefeltro, como consecuencia de una inscripción que, según antiguas descripciones de la pintura, se encontraba sobre la tela diciendo: “Divo principi Guido”. Sin embargo, parece que dicha inscripción constituía una dedicatoria de la pintura y no la indicación de la persona retratada, pues los rasgos del joven que figura en el cuadro no se asemejan en absoluto a los auténticos del príncipe. Por eso hoy se cree que este retrato constituye una interpolación, es decir, algo ajeno a la escena que representa la pintura, tal vez una evocación de Luca Pacioli, o incluso el autorretrato del pintor.104 Hay que indicar, por otra parte, que en la cifra que indica el año en que fue pintado el cuadro, el número 5 aparece cubierto por una mosca, de forma que la exactitud de dicho año resulta dudosa, a pesar de la generalidad con que se acepta. Un examen de la pintura con ra-

103

Margaret Daly Davis: Piero della Francesca’s Mathematical Treatises, Rávena, 1977, págs. 69 ss. Citado de Basil S. Yamey: Arte e Contabilità, obra citada, pág. 273.

104 Margaret Daly Davis: Piero della Francesca’s Mathematical Treatises, obra citada, pág. 69. Citado de Basil S. Yamey: Arte e Contabilitá, obra citada, pág. 273.

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yos X descubre que tanto la inscripción de la firma, como la de Euclides en el marco de la pizarra y la de Li. R. Luc. Burg. en el canto del volumen cerrado fueron añadidas con posterioridad a la terminación del cuadro.105 Finalmente, Margaret Daly Davis, después de un análisis minucioso del cuadro, ha ensayado una interpretación del significado de la pintura, comentando que la misma ilustra y relaciona los dos temas principales que ocuparon la atención de Pacioli: los cuerpos sólidos regulares y la sección áurea o divina proporción, representados por el dodecaedro y por el poliedro suspendido, respectivamente. La lección que el cuadro materializa podría ilustrar, por otra parte, la evolución y culminación del pensamiento de Luca Pacioli, es decir, el paso de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportione & Proportionalita a la obra De Divina Proportione.106 Algunos autores han querido ver asimismo la efigie de Luca Pacioli en el dibujo de un monje que ilustra la letra capital al inicio del tratado sobre contabilidad, así como el prefacio de la obra en general, en la mayor parte de los ejemplares de la primera edición de la Summa. Este monje está también de pie, al estilo del que figura en el cuadro de Nápoles, y tiene ante él, sobre una mesa, un libro abierto, con figuras geométricas. En su mano izquierda sostiene un compás. En los ejemplares de esta primera edición, el fraile está con el semblante serio, mientras en los de la segunda aparece sonriente. Más adelante se hablará, por otra parte, con mayor detalle, de diversas discrepancias que se observan en distintos ejemplares de la primera edición de la Summa. Asimismo se ha querido ver la efigie de Pacioli en el dibujo que ilustra la copia manuscrita de la obra De Divina Proportione que se custodia en la Biblioteca Pública y Universitaria de la ciudad de Ginebra. En este dibujo se ve al duque de Milán, Ludovico Sforza, sentando en su sillón, rodeado de cortesanos, recibiendo un volumen que le entrega un fraile franciscano, Luca Pacioli, que inicia una genuflexión. Junto a él, la efigie de otro monje.107 De cualquier forma, y a pesar del parecido cierto de estos dibujos con la efigie de Pacioli, no pasan de 105

Cirio Fiorilla (editor): Leonardo e il leonardismo a Napoli e a Roma. Catalogo della mostra del 1983-84, pág. 76 e ilustración 85. Citado de Basil S. Yamey: Arte e Contabilitá, obra citada, págs. 273 s.

106 Margaret Daly Davis: Piero della Francesca’s Mathematical Treatises, obra citada, pág. 69. Citado de Basil S. Yamey: Arte e Contabilità, obra citada, pág. 273. 107 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada, pág. 66.

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ser meros apuntes que poco pueden ilustrar sobre la imagen de nuestro autor. Aparte de las mencionadas, se conocen y se citan otras representaciones de la efigie de Luca Pacioli, pero parece que todas son modernas y, o bien son falsas, o bien se han elaborado partiendo de la imagen representada en las pinturas comentadas. Entre ellas, puede que la más citada y reproducida sea el busto que, según comenta Stevelinck, fue localizado por Vincenzo Gitti en un museo de Florencia, llevando esculpida la inscripción: Luca Pacioli.108 Sin embargo, la escultura es ciertamente moderna y parece que sus rasgos fueron totalmente imaginarios. Balduin Penndorf la reproduce también en su traducción al alemán de la obra de Pacioli, aunque advirtiendo que es obra del profesor Luigi Mangoni, que esculpió el busto en 1878.109 Puede citarse también, pues es ampliamente conocido, el relieve con la efigie de Luca Pacioli, debido al cincel del profesor Silvio Zanchi, que fue colocado en 1925 en la placa de mármol que el Ayuntamiento de Sansepolcro dedicó al ilustre matemático en 1878, fijándola en una de las paredes de la fachada del Palazzo delle Laudi, sede del Ayuntamiento.110 La efigie de Luca Pacioli está fielmente inspirada en el retrato de Nápoles. Por otra parte, debe señalarse para finalizar este capítulo que existen diversidad de bustos modernos de Pacioli, debido a un concurso que se convocó al objeto de premiar uno de ellos y de elegirlo para presidir el vestíbulo principal de la nueva Escuela de Comercio, inaugurada en Fidenza, una localidad de la Emilia, cerca de Parma. De todos ellos da cumplida referencia Ernest Stevelinck.111

108 Ernest Stevelinck: “The Many Faces of Luca Pacioli: Iconographic Research over Thirty Years”, obra citada, págs. 3 s. 109

Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die italienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk versehen von Balduin Penndorf, obra citada, págs 53 ss.

110 Ernest Stevelinck: “The Many Faces of Luca Pacioli: Iconographic Research over Thirty Years”, obra citada, pág. 6. 111 Ibídem, págs. 7 ss.

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Sus escritos en general

D

e una forma u otra, se tiene noticia de que Luca Pacioli escribió varios trabajos, aunque algunos de ellos no fueron publicados, conservándose de forma manuscrita, y otros se han perdido definitivamente o no han podido ser localizados hasta el momento. De la mayor parte de ellos, si no de todos, se ha hablado ya en las páginas anteriores. A continuación se ofrece, a título orientativo, una relación sistemática de los mismos, por orden cronológico, junto con una descripción somera de su contenido:112 1. Texto manuscrito sobre álgebra, compuesto hacia 1470, y dedicado a los hijos del rico mercader veneciano Antonio Rompiasi, que eran sus discípulos. Como se ha indicado anteriormente, es el mismo Pacioli quien da noticia de este libro en su Summa.113 Se ha perdido totalmente y no ha llegado hasta nosotros ningún ejemplar, no conociéndose ni siquiera su título. Sin embargo, puede suponerse que los conocimientos que expusiera Pacioli en sus páginas serían incorporados luego a la Summa. 2. Texto manuscrito sobre álgebra y cuerpos regulares. Este manuscrito fue compuesto en 1476 y fue dedicado a los jóvenes de Perusa, donde por estas fechas Pacioli ejercía su docencia. El mismo autor da cuenta de la existencia de este texto en su Summa, de acuerdo con lo que antes se ha indicado.114 Se ha conservado este manuscrito en la Biblioteca Vaticana, de Roma. En él afirma Pacioli que lo escribió de su propio puño y letra, y contrariamente a lo que dice en la Summa, donde cita proba112

Compárese con la relación ofrecida por R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, págs. 5 ss.

113

Ver págs. 28 s.

114

Véase pág. 32.

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blemente de memoria, comenta que lo comenzó el 1 de diciembre de 1477 y lo acabó el 29 de abril de 1478. Su contenido cubre tanto el estudio del álgebra, como el de los cinco cuerpos regulares de la geometría. Aparte de estos temas, de los que se dice que pudieron ser producto de la mera traducción de un trabajo hecho sobre la misma materia por Piero della Francesca, su maestro y amigo, Pacioli discurre ampliamente sobre las costumbres comerciales de Venecia, Florencia, Génova, Roma, etc., sobre las diversas monedas, pesas y medidas, sobre los cambios, las letras de cambio, compañías, baratos, préstamos, intereses, etc. De esta manera, en este manuscrito, que según Vianello, que lo ha estudiado, constituye una verdadera Suma, aparece ya buena parte del contenido que, cerca de veinte años más tarde, se ofrecerá a este respecto en su obra magna, la Summa.115 3. Texto manuscrito sobre geometría euclidiana, compuesto en 1480. Se abrigan dudas de que este manuscrito llegara a existir realmente, desconociéndose en cualquier caso la naturaleza exacta de su contenido. La razón de que se considere la posibilidad de su existencia es que Pacioli manifiesta que escribió un texto sobre esta materia hacia esa época. Por otra parte, en un manuscrito vaticano se hace referencia a que en diciembre de 1480 un tal fray Antonio recibió en Perusa un ejemplar de un libro sobre Euclides de Luca Pacioli. Es posible que este libro fuera una traducción de la geometría de Euclides al italiano, pues es perfectamente plausible pensar que Pacioli tradujera a Euclides al italiano. Aparte de ello, según se acaba de apuntar, en un pasaje de la Summa que hemos indicado anteriormente,116 Pacioli hace referencia a que había escrito ya otros cuatro textos sobre matemáticas con anterioridad a la Summa, aunque no explicita más que tres, dejándose tal vez éste. En todo caso, este texto, si existió alguna vez, se ha perdido. 4. Texto manuscrito sobre álgebra, compuesto por Luca Pacioli en Zara el año 1481, del que ya se ha dado noticia anteriormente.117 Se ha perdido también, aunque posiblemente su contenido fuera similar al de los trabajos redactados en Venecia y Perusa, 115 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 18 s. 116 Ver página 32. 117

Ibídem.

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pese a constituir un esfuerzo independiente. De cualquier forma, y al igual que en los casos anteriores, cabe esperar que sus planteamientos fueran incorporados a la Summa. 5. Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, publicada en Venecia el año 1494 y dedicada, como se ha dicho, a Guido Ubaldo da Montefeltro, duque de Urbino. Probablemente es la obra más importante de Pacioli, que reúne todos los conocimientos expuestos hasta entonces en sus otros escritos. Contiene en su seno el tratado De Computis et Scripturis, que es considerado como la primera exposición impresa de la contabilidad por partida doble. Se hablará específicamente y con mayor amplitud de esta obra. En 1523 tuvo lugar una segunda edición de la Summa, que prácticamente constituye una reimpresión y que fue llevada a cabo por el mismo impresor, Paganino de Paganini, en Toscolano, población situada a orillas del lago de Garda. 6. Texto manuscrito de la obra De Divina Proportione, compuesta en Milán y dedicada a Ludovico Sforza, duque de Milán, al que le fue entregada en 1498, aunque su impresión y publicación no tuvieron lugar hasta 1509, en Venecia, por Paganino de Paganini. Es la segunda obra en importancia de Luca Pacioli y, como se ha indicado, en ella colaboró Leonardo da Vinci dibujando las ilustraciones que se insertan al final de la misma.118 Habremos de volver también sobre esta obra, aunque dejaremos constancia aquí de que al pasarla a la imprenta se añadió una segunda parte, redactada por el propio Pacioli, en la que trata de las proporciones empleadas en la arquitectura. Asimismo se añadió una tercera que contiene, simplemente, la traducción al italiano de la obra compuesta por Piero della Francesca en latín Libellus de quinque corporibus regularibus. Como no hace ninguna referencia al autor de la obra, este hecho le valió la justa acusación de plagiario, con el consiguiente escándalo de sus incondicionales seguidores contables de hoy y de ayer. 7. La Scuola Perfetta dei Mercanti, que según se dice fue publicada en Toscolano por Paganino de Paganini el año 1504. Parece que constituye una simple reimpresión por separado y bajo otro título del tratado De Computis et Scripturis, así como de la parte anterior que trata de diversas materias mercantiles. No se 118 Véase anteriormente, pág. 38.

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tiene constancia de que exista actualmente ningún ejemplar de esta edición separada del Tratado, de la que parece que dio primera noticia un comentario efectuado por Andreas Wagner en su traducción al alemán de la obra de Edward Jones, indicando, no obstante, que estaba impresa en Venecia, que tenía una extensión total bastante considerable y que estaba dedicada a Giacomo Brunari, factor de una firma alemana en esa localidad.119 R. Beigel insistió en la existencia de esta separata, rectificando su lugar de impresión y comentando que “aún hoy se custodia un ejemplar de ella en la Biblioteca imperial de Viena”.120 Sin embargo, dos años depués, Karl Peter Kheil afirmaba categóricamente que en la Biblioteca imperial vienesa no se encontraba ningún ejemplar de dicha obra.121 Vincenzo Vianello, sumándose a la opinón de Jäger y de Gitti, estima que probablemente pudiera tratarse de una reimpresión fraudulenta, más o menos adulterada o modificada, del Tratado de Pacioli, teniendo en cuenta que el año 1504 había caducado el privilegio de impresión concedido por 10 años.122 Balduin Penndorf, por su parte, denuncia la poca fiabilidad que le merece Wagner.123 Basil S. Yamey que ha estudiado el tema a fondo más recientemente estima que el enigma planteado por la supuesta existencia de esta obra, sólo podría ser resuelto si apareciese un ejemplar de la misma.124 Entre tanto, no puede descartarse totalmente que dentro de los varios procesos de impresión efectuados de la primera edición de la Summa, de los que después hablaremos, se realizara también alguna impresión por separado del tratado contable. 8. De ludis in genere o Schifanoia, compuesto en Mantua hacia el año 1505 y dedicado a los marqueses de Mantua, Francesco e 119 Edward Jones: Edward T. Jones neuerfundene Englische Buchhalterey... bearbeitet von Andreas Wagner, Leipzig, 1801, págs. 47-48. 120

R. Beigel: Rechnungswesen und Buchführung der Römer, Karlsruhe, 1904, pág. 77.

121

Karl Peter Kheil: Benedetto Cotrugli Raugeo. Ein Beitrag zur Geschichte der Buchhaltung, Viena, 1906, pág. 9.

122 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 58 ss. 123

Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die italienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk versehen von Balduin Penndorf, obra citada, pág. 58.

124 Basil S. Yamey: “Luca Pacioli’s ‘Scuola Perfetta’: A Bibliographical Puzzle”, aparecido originalmente en Gutenberg-Jahrbuch, Mainz, 1974, y citado de la reimpresión en Basil S. Yamey: Essays on the History of Accounting, Nueva York, 1978.

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Isabella Extense, de acuerdo con lo expresado con anterioridad.125 El libro, que el propio Pacioli calificaba de lúdico y alegre, trataba de diversos juegos y, en especial, del ajedrez. Parece que fue publicado en Florencia, aunque no ha llegado ningún ejemplar hasta nuestros días. 9. Texto manuscrito de la obra De Viribus Quantitatis, que según parece empezó a componer en Milán, al mismo tiempo que la obra De Divina Proportione, aunque no la terminó hasta el año 1508. La dedicó a un príncipe desconocido, como se ha comentado anteriormente, pues las primeras líneas del único ejemplar que se conoce del manuscrito fueron cuidadosamente borradas.126 Trata de la fuerza y vigor de los números, y contiene cuestiones, acertijos, proverbios, juegos matemáticos y no matemáticos, así como curiosidades varias. El único ejemplar del manuscrito que ha llegado hasta nosotros se conserva en la biblioteca de la Universidad de Bolonia.127 10. Revisión de la traducción al latín efectuada por Giovanni Campano de la obra en griego de Euclides, que contenía muchos errores e imprecisiones no achacables al traductor, según se comenta en la propia introducción de la obra.128 La impresión de esta edición de Pacioli fue efectuada por Paganino de Paganini, en Brescia, el año 1509.

125 Ver páginas 39 s. 126 Véase página 41. 127 En su artículo: “De viribus quantitatis’ di Luca Pacioli”, en Periodico di Matematica, Bolonia, 1927, A. Agosti estudia el manuscrito y ofrece una selección de los textos más notables. 128 En efecto, en la introducción a la obra se dice que “Luca Pacioli, insigne teólogo, versado entre todos en la más alta ciencia de las disciplinas matemáticas”, puso al día y corrigió con el más severo espíritu crítico las obras de Euclides de Megara, filósofo muy penetrante y príncipe sin igual de todos los matemáticos, que habían sido fielmente trasladadas (del griego al latín) por Campanus, traductor, y que, posteriormente, por la detestable negligencia de los libreros, habían sido de tal modo desfiguradas por horribles faltas que apenas podía reconocerse a Euclides. Citado de Albert Dupont: Contribution à l’Histoire de la Comptabilité. “Luca Paciolo”, l’un de ses fondateurs. Conférence faite à la Société de Comptabilité de France, le 25 avril 1925, París, 1925, pág. 14.

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De Divina Proportione Como ya se ha comentado, De Divina Proportione es la segunda obra en importancia escrita por Luca Pacioli, después de su Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita. Por eso parece apropiado dar una ligera idea de su contenido y características. Según se ha dicho también, la obra fue compuesta en Milán y se terminó en 1498, año en que fue entregada a Ludovico Sforza, duque de Milán, a quien iba dirigida. Se hicieron tres ejemplares manuscritos de la obra: el primero, dedicado al duque de Milán, se conserva en la Biblioteca Pública y Universitaria de la ciudad de Ginebra; en él aparece el dibujo de Pacioli del que se ha hablado. El segundo ejemplar, lo entregó Luca Pacioli a Giangaleazzo Sanseverino, y se conserva en la Biblioteca Ambrosiana, de Milán; de este ejemplar es de donde se cita en el presente estudio, a partir de la reproducción facsímile de la que ya se ha dado noticia en páginas anteriores.129 El colofón de este ejemplar consigna como fecha de terminación el día 14 de diciembre de 1498, en el séptimo año del pontificado de Alejandro VI. El tercer ejemplar, ofrecido a Pietro Soderini,130 se ha perdido. De Divina Proportione no fue impresa hasta 1509, año en que Paganino de Paganini, el impresor favorito de Pacioli por lo que parece, la sacó a la luz pública en Venecia.131 Luca Pacioli dedicó la edición a 129 Ver, por ejemplo, pág. 23. 130 Pietro Soderini era un político florentino que nació hacia el año 1450 y murió después de 1512. Típico hombre del Renacimiento, protegió las artes y las ciencias. En 1501 fue elegido gonfaloniero perpetuo de la República, con la misión de representarla en todo lo referente a relaciones con el extranjero. Como es sabido, en principio, el título de gonfaloniero se daba al que portaba el gonfalón o estandarte que llevaban los señores feudales en la Edad Media para conducir sus huestes al combate. Luego, se convirtió en una simple dignidad o título honorífico que concedían los señores e incluso la Iglesia a elevados personajes. Entre los toscanos, sin embargo, se dio este nombre a los magistrados municipales. 131 Existen dos traducciones al español de la versión impresa de la obra De Divina Proportione: la primera efectuada por Ricardo Resta, para la Editorial Losada, de Bueno Aires, que fue publicada en 1946, y la segunda, llevada a cabo por Juan Calatrava, para Ediciones Akal, S.A., de Madrid, publicada en 1987. En esta última edición se encuentra un interesante y bien construido estudio introductorio sobre la vida y la obra de Luca Pacioli, que ya hemos citado un par de veces, debido a la pluma de Antonio M. González, que no tiene más tacha que la de ignorar prácticamente todos los estudios llevados a cabo a este respecto por los historiadores de la contabilidad.

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Pietro Soderini, sin cuyo interés y diligencia el libro, probablemente, se hubiera perdido después de la derrota y la muerte de Ludovico Sforza. Aparte del natural agradecimiento, hay que tener en cuenta, además, como razón de esta dedicatoria, la amistad que unía a Pacioli con los Soderini y, en especial, con el cardenal de Volterra, hermano de Pietro, que había acogido siempre a Luca, desde joven, con afecto y cariño.132 Al imprimir la obra, se incorporaron, como ya se ha indicado anteriormente, dos nuevos textos, completamente autónomos e independientes del primitivo: el Tractato delarchitectura y el Libellus in tres partiales tractatus divisus. En efecto, el último no es más que una traducción al italiano de la obra compuesta por Piero della Francesca en latín Libellus de quinque corporibus regularibus, que Pacioli dedicó a Pietro Soderini, mientras que el Tractato delarchitectura, que figura dedicado a “sus queridos alumnos de Perusa”, trata de las proporciones empleadas en la arquitectura, que se derivan a su vez de las que pueden encontrarse en el cuerpo humano, aparte de recrearse en la ejecución de bellísimas letras del alfabeto, trazadas por el propio Pacioli con la simple ayuda de la regla y el compás, a base tan sólo de círculos y cuadrados. Como se ve, nada de ello tiene que ver con la divina proportione o sección áurea, título que, en consecuencia, sólo conviene a la primera parte del libro impreso, tal como estaba pensado en un principio al componer el manuscrito, aunque no puede decirse tampoco que todo él se ocupe de este tema. 133 El manuscrito se compone de 130 folios, escritos por las dos caras: 10 sin numerar, al principio, conteniendo el índice, y 120 numerados, que componen el cuerpo de la obra, incluidos los 30 folios que recogen, al final, los 60 dibujos de Leonardo da Vinci, uno por cara. El texto se halla dividido en 71 capítulos. En el primero de ellos, Pacioli manifiesta que, grandemente fatigado por el esfuerzo de componer la Summa,134 estaba decidido a dejar de escribir y “a retirarse con los otros a un lugar soleado a ver pasar los años”. Pero con ocasión de una justa científica organizada por Ludovico Sforza, duque de Milán, en la que participaron las figuras más ilustres de su corte de intelectuales, escuchó al duque decir con “áureas y melifluas palabras” 132 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 26 s. 133

Ver Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pág. 8.

134 Ver nota núm. 66, en la página 37.

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que Dios ordenó al mundo que aquel que poseyera alguna virtud o capacidad, debía comunicarla a los demás. Vivamente impresionado por esta exhortación, “cobró aliento en la playa desierta”, dice Pacioli poéticamente, tomando prestado para su pluma el verbo de Dante, como tanto gustaba de hacer, y se dispuso a emprender la redacción de “questo breve compendio e utilissimo tractato detto De Divina Proportione”.135 Los tres siguientes capítulos exponen el plan de la obra, significan la importancia de las matemáticas para todas las ramas de la actividad y el saber humanos, hacen un poco de historia sobre su desarrollo y resumen los últimos libros de los Elementos, de Euclides. En el capítulo V se plantea el tema de la divina proporción o sección áurea, como se llama modernamente, que, según es sabido, no es más que la división de un segmento en dos partes desiguales, en tal proporción que la menor sea a la mayor, como la mayor al todo. Los capítulos siguientes, hasta el XXIII, se dedican a explicar e ilustrar las características de esta proporción, así como los trece “maravillosos” efectos que se desprenden de ella. Las referencias que en estos capítulos se hace a los libros XIII y XIV de Euclides son constantes. En los dos capítulos siguientes se enlazan los indicados efectos con la existencia de los cuerpos regulares esenciales, demostrándose, tanto por razones matemáticas como filosóficas, que estos cuerpos no pueden ser más de cinco. Los capítulos XXVI al XXX enseñan el modo de construir estos cuerpos. A continuación, los capítulos XXXI a XLVII tratan de las diversas relaciones de los cuerpos regulares entre sí. Los capítulos XLVIII a LVII constituyen posiblemente la parte esencial de la obra y se relacionan estrechamente con los sesenta dibujos de Leonardo da Vinci, incluidos al final del tratado. En ellos se estudian las formas derivadas de los cinco cuerpos regulares, tanto las sólidas, como las huecas, así como otras formas irregulares, aunque utilísimas por sus aplicaciones arquitectónicas. Entre los ejemplos que Pacioli cita de una de estas formas, se encuentra “el inestimable templo Pantheon, llamado hoy La Rotonda por los cristianos de esta parte del mundo”, edificio concebido y dispuesto con tanto respeto y conocimiento de las proporciones, “che ‘l lume de uno solo occhietto nel suo fastigio aperto, relicto, tutto el rende splendido e luminoso”, es decir,

135 De Divina Proportione, edición facsímile ya citada, folio III rº.

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“que la luz de un único orificio, abierto en lo alto de la cúpula, convierte por sí sola el conjunto en esplendente y luminoso”.136 En el capítulo LVIII se comienza a tratar de los cuerpos sólidos no inscribibles en una esfera e independientes, consiguientemente, de cualquier referencia a su diámetro. El capítulo LXIX supone propiamente la conclusión de la obra, ya que los dos restantes contienen simples instrucciones para la comprensión de los dibujos, así como un glosario de los principales términos técnicos empleados. En el capítulo indicado se repiten, pues, las palabras adulatorias hacia el duque de Milán que se habían consignado al principio, habituales de la época por otra parte, atribuyéndole un ingenio “peregrino y especulativo” que le hacía comprender y seguir perfectamente cualquier disquisición matemática: “Su Ducal Excelsitud, con su sola mirada, sana y alegra cualquier vista turbada, y verdaderamente hace como el sol, que calienta e ilumina tanto el uno como el otro polo”.137 Aunque, realmente, algo de vergüenza sí que debería sentir Pacioli al escribir estas palabras, tan exageradamente adulatorias, pues se cree obligado a decir que él es ajeno a toda adulación, tanto por naturaleza como por oficio, y si tú, lector, comenta, le acusases de ello, “serías tan culpable de envidia y rencor hacia Su Excelsitud, como yo de adulación, al no sentir admiración por tantas excelencias y dones celestiales como posee”. Pues, como sigue diciendo, “Sed quod oculis vidimus, testamur”, o sea: “Damos testimonio de lo que vemos con los ojos”.138

136

De Divina Proportione, reproducción en facsímile citada, folio LX rº. Ver también el trabajo, ya citado, de Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, pág. 13, en el que nos apoyamos en esta breve descripción de la obra de Pacioli.

137 A Augusto Marinoni parece que le disgustan particularmente estas expresiones, que no eran sino parte de las inesquivables fórmulas cortesanas de esos tiempos. Ver su: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, págs. 14 s. 138

De Divina Proportione, reproducción en facsímile citada, folio LXXXII vº.

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Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita Ya se ha señalado que ésta es la obra cumbre de Luca Pacioli. Para algunos autores es, fundamentalmente, la que le convierte en el mejor matemático y en uno de los genios más grandes del siglo XV.139 Otros no se expresan con tanta rotundidad, pero en cualquier caso piensan que no se debe tomar a la ligera la importante contribución científica que representó en su momento la Summa de Luca Pacioli, que no tenía ningún precedente en cuanto a amplitud y profundidad de contenido. Aportaciones originales suyas, dejando aparte la supuesta por el tratado contable, son las relativas al cálculo de probabilidades, a la solución de ecuaciones exponenciales, al cálculo de un logaritmo neperiano más de cien años antes de que John Neper los expusiera, así como a la exposición de sus desarrollos algebraicos.140 Prácticamente todos los autores están de acuerdo en reconocer la gran aportación de Luca Pacioli a la ciencia matemática de su tiempo. Y realmente sería difícil no reconocerla, a la vista de la gran notoriedad que alcanzó en sus días y del orgullo y desembarazo con que el mismo Pacioli se refería a ella en sus obras, destinadas a los círculos más selectos de la ciencia e intelectualidad italianas de su tiempo, como hemos tenido ocasión de comentar en las páginas anteriores.141 Como se ha dicho, la primera edición de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita vio la luz en Venecia el año 1494, de la mano del impresor Paganino de Paganini, de Brescia.142 De acuerdo con lo que se dice en el colofón, se terminó de imprimir 139 Ver Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 621. Ya Emil Ludwig Jäger se mostraba convencido de este hecho, pues comenta que “a pesar de que Pacioli no fuera el primero en introducir el álgebra en Italia ni en traducir los Elementos de Euclides, ello no obstaba para que pudiera ser el más grande matemático de su tiempo”. Ver su obra ya citada: Lucas Paccioli und Simon Stevin, pág. XIII. 140 Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pág. 6. 141 Ver págs. 37 s. 142 Existe una edición facsimilar completa de esta primera edición de la Summa publicada por Guanda Editore, Parma, 1970, bajo el cuidado de Carlo Antinori, que comprendía sólo 200 ejemplares numerados. Posteriormente se ha hecho otra reproducción en Japón, también con un número limitado de ejemplares.

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el día 10 de noviembre, aunque en el primer folio del volumen se indica el día 20, durante el gobierno en Venecia del serenísimo príncipe Augustino Barbadico, que concedió el privilegio de que nadie pudiera reimprimir la obra en sus dominios durante los 10 años siguientes, ni habiéndola reimpreso en otro lugar llevarla a Venecia.143 Como se verá con detalle en las páginas siguientes, la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita compone un volumen de 8 folios sin numerar, es decir, 16 páginas, más 300 folios numerados, partidos en dos distintas numeraciones: la primera que abarca desde el folio número 1 al 224, y la segunda que comprende desde el folio 1 al folio 76. En total, pues, es un volumen con 308 folios, es decir, 616 páginas. El volumen se abre con un folio que contiene el título completo de la obra, bajo el cual figura una tabla en la que se relaciona el contenido del volumen, de forma muy abreviada, por grandes sectores, veintitrés en total. Así, el tratado contable merece simplemente un par de líneas: “Ordine a saper tener ogni conto e scripture e del quaderno in vinegia”, o sea: “Orden para saber llevar cualquier cuenta y anotación, y del libro Mayor en Venecia”. En el reverso de este folio se contiene una dedicatoria en latín a Marco Sanuto, patricio veneciano. A continuación, se consignan dos epigramas laudatorios de la obra, uno al lado del otro. El primero, a la izquierda, está escrito en latín por el propio Pacioli, presentando su obra a los lectores. El epigrama está redactado en Forlimpopoli, localidad cuyo nombre latino era el de Forum Popilii. El segundo, a la derecha, está escrito en italiano por el Clarísimo Señor Giorgio Summarippa, patricio veronés, y va dirigido al autor. Una circunstancia curiosa, que ha llamado la atención del investigador Pierre Jouanique, es que en ambos epigramas no se hace mención más que de la obra matemática, pero no de la parte comercial y contable.144 Este hecho viene a reforzar las consideraciones que se hacen más adelante sobre la impre-

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Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, obra citada, folio 76 rº, de la segunda parte.

144 Pierre Jouanique me comentó privadamente esta circunstancia que le resultaba chocante, y que encaja perfectamente con la impresión general que me produce la Summa, de acuerdo con lo que se verá. Por otra parte, Jouanique se interesó por saber qué había llevado a Pacioli a la localidad de Forlimpopoli donde compuso el epigrama citado; a estos efectos dirigió un escrito a la alcaldía de dicha población, pero no obtuvo ningún resultado. Igual le ocurrió a Ernest Stevelinck que se interesó asimismo por la cuestión a instancias de Jouanique.

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sión que da la Summa de constituir un collage o encoladura de elementos compuestos con distinto motivo y diferente ocasión. Al final de la página se consigna la Tabula o tabla con las signaturas utilizadas para distinguir los distintos cuadernillos a efectos de facilitar la labor de confección y encuadernación de los ejemplares. Cada cuadernillo se designa con una letra del alfabeto u otro signo cuando aquéllas se acaban. Esta letra se consigna en el ángulo inferior derecho de la primera página del primer pliego del cuadernillo. En los sucesivos pliegos se hace constar la misma letra seguida del número II, III, etc., según le corresponda.145 Como se indica en la tabla todos los cuadernillos tienen cuatro pliegos, excepto el penúltimo que tiene cinco y el último que tiene siete. Se señala también que en el último folio del volumen se hace constar el Registrum Geometrie, como efectivamente ocurre. Este registro es una forma distinta de distinguir los pliegos del libro y consiste en consignar la primera o las primeras palabras del texto de la primera página de cada pliego.146 Este sistema, combinado con el de signaturas, se utiliza para la última parte del libro, destinada a la geometría, y que, como veremos, constituye un cuerpo aparte, con su paginación independiente. Finalmente, se escribe la fecha: Mo.cccco.lxliiijo.xxa.Novembris. Venetijs. Obsérvese cómo en esta fecha se indica el día 20 de noviembre, en lugar del 10 señalado en el colofón, según se decía anteriormente. Por otra parte, véase también cómo está representado el número noventa: L y luego XL, en lugar de consignar directamente XC. Merece asimismo la pena, por último, fijarse en la separación por miles, centenas y decenas practicada ya en aquellos tiempos para mayor facilidad en la lectura. El segundo folio se abre con la epístola de dedicatoria, en italiano, al príncipe Guido Ubaldo de Urbino, que ocupa dos páginas y media. Acto seguido, sin dejar espacios en blanco, se repite la misma dedicatoria, aunque esta vez en latín, ocupando parecido espacio.

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Este tipo de indicaciones o referencias impresas, llamadas signaturas, fue empleado por primera vez en Colonia, en el libro Praeceptorium de Nider, impreso por Johann Koelhoff en 1472. Ver Albert Labarre: “Les incunables: la présentation du livre”, en Histoire de l’Edition française, París, Promodis, 1982, pág. 203. Debo el conocimiento de este trabajo a la amabilidad de mi buen amigo Pierre Jouanique.

146 Este sistema, llamado registro de palabras, fue el primero que se utilizó para facilitar la ordenación de los pliegos. Apareció en Italia hacia el año 1470. Ibídem.

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A continuación, en el reverso del folio 4, se inicia un resumen o sumario explicando el contenido de la obra, que el autor divide en cinco partes principales: La primera parte principal, según el sumario, trata de los números en todos sus modos, y de las operaciones que con ellos se realizan, es decir, dividir, multiplicar, sumar y restar, así como de toda clase de progresiones y de extracción de raíces, de todo tipo, con instrumentos númericos y geométricos. Se plantea también la resolución de problemas y cuestiones prácticas de forma algebraica. Se trata asimismo de proporciones y de proporcionalidad. Para ello, el autor dice que se apoya en las obras de los más ilustres matemáticos antiguos, y especialmente de Euclides y de Severín Boecio, así como de “nostri moderni Leonardo Pisano, Giordano, Biagio da Parma, Giovanni Sacrobusco e Prodocimo Padoano, da i quali in magior parte cavo el presente volume”, es decir, “de los cuales saco el presente volumen en su mayor parte”. Esta primera parte principal contiene también, como indica Pacioli, toda suerte de cálculos de índole mercantil, utilizados por los comerciantes para hacer sus operaciones. Esta es, junto con la última, la parte más sustancial de la Summa, y abarca los primeros 150 folios numerados, escritos por sus dos caras. La segunda parte principal trata de las compañías mercantiles, y de cómo se fundan, regulan y disuelven, con todos los casos que pueden presentarse. Asimismo trata de las formas de tráfico mercantil, como la barata o trueque; y de los cambios, en todas sus formas, seco, real, ficticio y también minuto o común; y de la letra de cambio. Trata también de los descuentos y de la moneda. Esta parte comprende en total 47 folios, por las dos caras, y ya se ha comentado anteriormente la importancia que la misma reviste para el estudio de la historia económica italiana de la época. La tercera parte principal es, en palabras de Pacioli, la que contiene las reglas, modos, formas y vías de llevar todas las cuentas y escrituras de los comerciantes, e incluso de una tienda en particular, de la manera en que se usa en todo el universo y especialmente en Venecia, manera que puede aplicarse a cualquier otro método que se quiera. Con ello se sabrá llevar el libro Mayor, con su Diario y su Borrador, que es la raíz y el origen de todos los demás libros, según dice nuestro autor. Asimismo trata de la forma de hacer el balance del libro Mayor y de la manera de anotar por debe y haber las partidas en el Diario, introdu-

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ciéndolas con los términos utilizados al efecto, es decir, Por y A. También se explica el modo de cancelar las partidas en el Diario y de consignar los folios de referencia de las cuentas del debe y del haber, de forma que se pueda rehacer el libro Mayor si llegara a perderse. Se indica finalmente en el sumario que al final de esta parte se incluirá un resumen de todas las reglas indicadas en la misma. Esta tercera parte es la que abarca menor número de folios de toda la Summa, pues se desarrolla en tan sólo 13 folios, de doble cara como los anteriores. La cuarta parte principal contiene lo que el vulgo llama comúnmente Tarifa, que es una relación de los usos y costumbres, pesas y medidas, monedas y mercancías utilizadas en los países de Levante y de Poniente, y en general de todo el mundo. El conocimiento de estas cuestiones es necesario para el tráfico mercantil y todo comerciante debe llevar consigo una recopilación de ellas. Pacioli incluye estas noticias en su libro, “benche per altri molti se n abino recolte per diversi tempi”, es decir, “a pesar de que ya han sido recogidas por otros muchos en diversos momentos”. Esta parte abarca 14 folios, también por las dos caras. Finalmente, en la quinta parte principal se contienen todas las cuestiones que pertenecen a la práctica de la geometría, según se opera en todo el universo. De esta manera, se trata de la forma de trazar y medir todo tipo de líneas y superficies, sean rectas, curvas, triángulos, cuadriláteros, pentágonos, hexágonos, círculos, secciones, etc. Lo mismo se hace después con los cuerpos sólidos. Al final de esta parte, que abarca 76 folios, se contiene un tratado especial sobre los cinco cuerpos regulares, junto con el índice específico de toda la parte. A pesar de que en este sumario, el tratado de geometría se incluye, según hemos visto, como una parte principal más, la quinta, de hecho en el volumen se trata separadamente, dotándolo de paginación aparte. Por otro lado, en el primer folio del tratado de geometría se abandona ya la idea de que sea la quinta parte principal y, de manera más acorde con la forma de paginar, se la denomina segunda parte principal, integrando las cuatro primeras en una sola y única parte. De esta manera, se llama a este texto: Tractatus Geometrie. Pars secunda principalis huius operis & primo eius divisio. Al final del sumario, hay un apartado destinado a explicar la estructura de la obra, comentando que las partes enunciadas se dividirán en Distinctioni o Títulos, como hemos traducido nosotros, y cada Distinctio se dividirá, a su vez, en Tratados. Estos, por su parte, se dividi-

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rán en Artículos. Sin embargo, esta estructura no regirá para la última parte, es decir, para la dedicada a la geometría, la cual recibirá en conjunto el título de Tratado, como ya se ha visto. Las Distinctioni de este tratado se dividirán directamente en Capítulos. Dentro de la Distinctio octava, que no se divide en Capítulos, sino en Casos, se encuentra incorporado el Particularis tractatus circa corpora regularia & ordinaria incipit, del que se ha hablado. Añadiremos por nuestra cuenta que la estructura general tampoco rige enteramente para la segunda, la tercera ni la cuarta parte, sino tan sólo para la primera. En la segunda parte, los Tratados se dividen en Casos; en la tercera, en Capítulos; y en la cuarta, otra vez en Casos. Aparte de esto, las Distinctioni se numeran correlativamente, sin interrupción, a lo largo de estas primeras partes. En el reverso del folio 5 comienza la tabla o índice general de las cinco partes principales, de acuerdo con lo expresado y con indicación del folio donde se contiene el epígrafe enunciado. No parece, sin embargo, que la estructura del índice se ajuste especialmente al plan de la obra que expone Pacioli en el sumario que hemos comentado, en donde se divide la Summa en cinco partes. En efecto, la primera parte principal ocupa, ella sola, ocho Titulos o Distinctioni, con un total de 29 Tratados. Las partes segunda, tercera y cuarta del sumario, en cambio, se incluyen las tres en una sola Distinctio, la novena. Así, la parte segunda comprende los 10 primeros Tratados de esta Distinctio nona; la parte tercera, es decir, la contable, comprende un solo Tratado, el undécimo, Tractatus XI particularis de computis et scripturis, como se dice en latín al comienzo de su texto, o como más específica y propiamente se explica en italiano, Del particular tractato a saper tenere el quaderno e ognaltro conto ordinatamente, en el índice que estamos comentando. La parte cuarta no tiene ningún Tratado y comprende directamente 194 casos. La parte quinta o Tractatus Geometrie se divide en ocho Distinctioni, estando incluido en la última, como ya se ha dicho, el Tratado particular de los cuerpos regulares. Sin embargo, en el índice que analizamos, las siete primeras Distinctioni de esta parte aparecen englobadas en un solo epígrafe; la Distinctio octava da lugar, en cambio, a cuatro epígrafes. Al comienzo de los epígrafes correspondientes a esta parte quinta se incluye otro correspondiente al índice particular de la parte, igual que se había hecho también en el caso de la parte tercera, es decir, la contable.

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Una curiosidad de este índice es que la paginación de todas las partes aparece corrida, hasta llegar al folio 299, correspondiente a la tabla particular de la parte quinta que ya se ha comentado, con lo que añadiendo el folio donde se contiene el colofón, se completan los 300 folios numerados, de doble cara, de que consta la obra. Sin embargo, como ya se ha señalado, en el volumen hay en realidad dos distintas paginaciones: una, que comprende 224 folios, para las cuatro primeras partes principales; y otra con 76 folios, para la quinta parte principal, el Tractatus Geometrie. Por otra parte, debe hacerse constar también que el tratamiento dado en el índice a las distintas partes es muy diverso. En efecto, el índice de la primera parte, la cual abarca 150 folios, contiene en total unas 320 entradas o epígrafes. El de la parte segunda, con 47 folios, contiene 33 entradas. El de la tercera, en cambio, con 13 folios, contiene sólo dos epígrafes, uno de ellos para el índice particular. El índice de la parte cuarta, que tiene 14 folios, tiene sólo un epígrafe, el correspondiente al índice particular, que encabeza el texto y que en este caso está dispuesto por orden alfabético. El índice de la quinta, con sus 76 folios, incluido el del colofón, tiene solamente cinco epígrafes, uno de ellos el de la tabla particular. Claro que esta diversidad de tratamiento puede explicarse por la existencia de índices particulares para las partes tercera, cuarta y quinta. Pero, de cualquier modo, pone seguramente de manifiesto la ausencia de un criterio unitario, global, en la concepción del volumen. Esta misma idea se obtiene de la distinta estructuración de las partes: en un caso, la parte se divide en Distinctioni, Tratados y Artículos; en otro caso, tres partes componen una sola Distinctio, dividiéndose a su vez las partes en Tratados y Casos, o Tratados y Capítulos, según sea la parte; en un tercer caso, en fin, la parte se llama Tratado y sus divisiones son las Distinctioni, que unas veces se dividen en Capítulos y otras en Casos. La impresión que, inevitablemente, se obtiene de todo ello es la de que la Summa constituye realmente un conglomerado de obras diversas, escritas, en principio, sin ningún criterio unitario y compuestas tal vez en distintos momentos, que se han juntado luego, con mayores o menores retoques, para componer una obra común, aunque conservando cada una de ellas su propia estructura, hasta el punto de que no se ha renunciado a que cada cual mantuviera su propio índice, si es que lo tenía, en lugar de integrarlo, completo, en el índice general. Posiblemente, en el plan inicial la obra sólo contendría las partes dedica-

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das al tratamiento de la aritmética, las proporciones y la proporcionalidad, por un lado, y a la geometría, por el otro; es decir, las partes primera y quinta en la enumeración final. Esto explicaría por qué, al comienzo de la parte geométrica, se la llama segunda parte principal, como se ha indicado. También explicaría que en el título de la obra no se haga mención más que del contenido de estas dos partes, cosa que también ocurre en los epigramas iniciales, según se ha visto. De esta manera, las partes segunda, tercera y cuarta serían añadidos que se habrían intercalado en la Summa con posterioridad a su diseño y concepción originales. Sea como fuere, el índice general acaba en el reverso del folio 8 sin numerar. A continuación comienza el texto de la obra, en el folio número 1 paginado. Los ocho folios anteriores, de los que hemos tratado hasta ahora, correspondientes a dedicatorias, epigramas, sumario e índice, no llevan propiamente numeración. El texto propiamente dicho se inicia con un corto prefacio, dirigido una vez más Ad illustrissimum Principem Gui. Ubaldum Urbini Ducem Montisferetri. Acto seguido se pasa, sin más, al Título primero, Tratado primero, Artículo primero. Como ya se ha indicado, la primera edición de la Summa vio la luz en Venecia, el año 1494, de mano del impresor Paganino de Paganini. Sin embargo, no fue una edición unitaria, hecha de una sola vez, pues ya en el año 1863, Enrico Narducci hizo notar que existían variantes entre los ejemplares de esta primera edición de la obra, de los cuales en un volumen de actas de la Accademia Pontificia de’ Nuovi Lincei se identificaba la existencia de noventa y nueve.147 En este mismo volumen, en virtud de las divergencias detectadas, se distinguían tres distintas variantes de la Summa: la variante A, la variante B y la variante C. El príncipe Baldassare Buoncompagni poseía veintisiete de los noventa y nueve ejemplares citados, así como diecisiete de los treinta y seis de la segunda edición de Toscolano, de 1523, relacionados asimismo en el volumen indicado. Estos libros los tenía Buoncompagni, según detalla morosamente Narducci, en su casa de Roma, Via del Corso, número 213, tercera planta. En el resto de su trabajo, Narducci se dedica a especificar, una a una, las peculiaridades de todos los ejemplares poseídos por Buoncompagni.148 147

Atti dell’Accademia Pontificia de’ Nuovi Lincei, tomo XVI, año XVI, 1862-1863, Roma, 1863, sesión 2ª, del 4 de enero de 1862, págs. 103-126.

148 Enrico Narducci: Intorno a due edizioni della Summa de Arithmetica di Fra Luca Pacioli. Nota di..., Tipografia delle Scienze Matematiche e Fisiche, Roma, 1863.

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La investigadora Anna Dunlop se interesó en 1961 por algunas diferencias que se percibían entre dos distintos ejemplares de la primera edición de la Summa existentes en dos bibliotecas escocesas.149 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck hicieron referencia asimismo a la existencia de divergencias e incluyeron en su traducción al francés de la obra de Pacioli reproducciones de algunas diferencias entre ejemplares de su primera edición. Posteriormente, Carlo Antinori, alertado por el trabajo de Dunlop y por las ilustraciones de Haulotte y Stevelinck, se ocupó también de la cuestión, exponiendo nuevas y diversas divergencias entre ejemplares de la primera edición de la Summa en el III Congreso Internacional de Historiadores de la Contabilidad, celebrado en Londres en 1980.150 Anna Dunlop volvió sobre el tema en la ponencia que presentó en el IV Congreso Internacional de Historiadores de la Contabilidad celebrado en Pisa el año 1984.151 Las divergencias localizadas se refieren tanto a algunas letras capitales decoradas, como a simples letras iniciales, a los tipos empleados en el texto e, incluso, a las marcas de agua del papel. Sobre todo, se encuentran divergencias ocasionadas por la corrección de errores tipográficos deslizados en anteriores impresiones. La explicación más extendida sobre el hecho de estas diferencias entre ejemplares de la misma edición, según la resume Anna Dunlop en el último trabajo citado, es la de que la primera edición de la Summa de Pacioli, habida cuenta del elevado número de ejemplares que se conservan de ella, debió de ser objeto de una tirada extraordinariamente grande en relación con lo acostumbrado en la época. En efecto, lo habitual es que los incunables sean libros muy raros, de forma que nos lleguen sólo unos pocos ejemplares. Esta tirada relativamente grande de la Summa no se haría de una sola vez, sino a medida que la demanda fuese requiriendo más ejemplares. En las sucesivas impresiones, aunque conservando la fecha de impresión original, se irían rectificando algunos errores tipográficos advertidos, al tiempo que se cambiaban también en algunos casos tipos y letras capitales. Es posible, 149 Anna B. G. Dunlop era la Conservadora de la Colección de Libros Antiguos del Institute of Chartered Accountants of Scotland y tuvo oportunidad de exponer la circunstancia apuntada en su artículo: “Pacioli’s Summa de Arithmetica”, en The Accountant’s Magazine, septiembre de 1961. 150 Carlo Antinori: An Anomalous Edition of the “Summa” 1494 by Luca Pacioli (edición bilingüe, inglés e italiano), Parma, 1980. 151 Anna B. G. Dunlop: “Bibliographical Notes on Five Examples of Pacioli’s Summa (1494) in Scotland”, en Abacus, vol. 21, núm. 2, 1985.

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incluso, que en algún caso no todos los pliegos fueran reimpresos, sino sólo los que hubieran sido objeto de rectificación, por conservarse todavía ejemplares de los demás. El hecho de que los impresores fueran también normalmente los vendedores de sus libros, pero no sus encuadernadores, de forma que en muchos casos los compradores recibían los libros en pliegos sueltos, podría haber introducido un elemento adicional de diversificación.152 El investigador español Fernando Martín Lamouroux ha señalado también, por su cuenta, algunas divergencias entre ejemplares de la primera edición de la Summa que ha tenido ocasión de examinar, uniendo su exposición a un interesante análisis de las citas sobre esta obra que aparecen en los principales catálogos de incunables.153 En cualquier caso, lo cierto es que la demanda de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita debió de continuar, de forma que a Paganino de Paganini, fallecido ya el autor, le debió de parecer rentable emprender una nueva edición completa, que apareció en Toscolano en 1523, y que, prácticamente, no es más que una simple reimpresión, con un tipo de letra gótico romano muy parecido al anterior.

Tractatus XI particularis de computis et scripturis Como ya se ha señalado, el Tractatus XI particularis de computis et scripturis, título en latín que se consigna al comienzo del texto, o Del particular tractato a saper tenere el quaderno e ognaltro conto ordinatamente, según se dice en italiano en el índice general de la Summa, constituye la tercera parte principal de la obra, de acuerdo con lo expuesto en el sumario descriptivo que figura al comienzo de la misma. Esta parte es la que contiene la primera exposición impresa del sistema de contabilidad por partida doble, que ha hecho famoso el nombre de Luca Pacioli entre los contables de nuestros días. A esta exposición se dedica todo el Tratado XI de la Distinctio nona o Título noveno, que contiene, según se ha comentado, las partes segunda, ter152

Ibídem, págs. 166 ss.

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Fernando Martín Lamouroux: Peculiaridades de la Summa de Pacioli, Trabajo presentado en las II Jornadas de Contabilidad, Aveiro (Portugal), 1984.

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cera y cuarta de dicha Summa, de acuerdo con el plan enunciado por Pacioli en el referido sumario. El texto del Tratado propiamente dicho comienza en el folio 198 vº, aunque su índice se inicia ya al final del folio 197 vº, bajo el título Tavola del Quaderno, es decir, Tabla del cuaderno o del folleto, pues no parece que en este caso la expresión Quaderno pueda referirse al libro Mayor, aunque ésta sea la traducción que generalmente le corresponde en un contexto contable. El índice ocupa cerca de dos páginas y en él se relacionan los 36 capítulos de que consta el Tratado, aunque sin hacer constar el folio en el que se inician. No se incluyen en este índice los dos últimos apartados correspondientes a las cosas que conviene anotar en el libro de los mercaderes y a las que deben registrarse en el memorándum llevado a este efecto. Tampoco se hace referencia en el índice a los ejemplos de asientos de Mayor que figuran al final del Tratado. Este concluye en el folio 210 vº, que ocupa enteramente. De esta manera, el Tratado comprende en total, índice incluido, poco más de 26 páginas de escritura densa y apretada. Al comienzo del capítulo 1º, se justifica la motivación que le indujo a Luca Pacioli a compilar un tratado específico o particular sobre anotaciones mercantiles y a incluirlo como complemento de las cosas estudiadas en la obra. Se reconoce de esta manera que la exposición contable está, de un modo u otro, algo fuera de lugar en el contexto de la obra, de igual manera que también lo están las partes segunda y cuarta, que tratan asimismo de materias mercantiles, como se ha indicado antes. Efectivamente, ya se ha apuntado anteriormente que nada en el título de la obra, Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportinalita, permite suponer que en su seno se han de encontrar explicaciones sobre cuestiones comerciales. El título no sólo no hubiera defraudado a ningún lector, sino que hubiera resultado incluso más ajustado al contenido, si éste se hubiese limitado a la primera y a la quinta parte. Además de la explicación, en este capítulo 1º se enuncian también las tres condiciones que necesita quien desee dedicarse al comercio: dinero o patrimonio, destreza en el cálculo mercantil y conocimientos contables. Con respecto a esta última condición, que es la que interesa en el Tratado, se anuncia la organización de las explicaciones en dos partes, una llamada Inventario, que comprenderá la clasificación, valoración y registro de todo el patrimonio, y otra llamada Disposición, que tratará de la forma de llevar y disponer las anotaciones contables. Estas dos partes, sin embargo, no dan lugar a ninguna estructuración

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formal del texto. Es en este capítulo donde Luca Pacioli especifica que el método contable que va exponer es el que se usa en Venecia, pues, a su juicio, es el más recomendable de todos, y sus planteamientos pueden aplicarse a cualquier otro método que quiera utilizarse. En el capítulo 2º se define y describe brevemente lo que es el inventario, pasándose en el capítulo siguiente a ofrecer un modelo práctico del mismo, con las fórmulas y procedimientos a emplear en la anotación de los distintos bienes, que a estos efectos se agrupan en quince distintas categorías: caja, joyas, vestidos, plata labrada, lencería y ajuar de la casa, ropa de cama, mercancías corrientes, mercancías escogidas, cueros y pieles para forros, pieles finas, casas y edificios, tierras de labor y campos, depósitos bancarios, créditos y, finalmente, débitos. En el capítulo 4º se abunda sobre el detalle y minuciosidad con que debe anotarse cada partida del inventario, haciéndose hincapié, con varias citas y proverbios, en la diligencia y laboriosidad que debe mostrar el comerciante en todo momento, al objeto de no caer en el desorden y la confusión. El capítulo 5º da inicio a la segunda parte de las explicaciones, es decir, a la relativa a la organización y forma de llevar las anotaciones contables. Se enuncia en este capítulo que las explicaciones sobre esta materia se dividirán, a su vez, en dos partes. La primera tratará de las anotaciones relativas a las operaciones comerciales en su conjunto. La segunda, de las relativas a las operaciones efectuadas por una tienda. Tampoco esta división origina ninguna estructuración formal, que en cualquier caso no procedería, dada la desproporción existente entre una y otra parte, como en su momento se verá. Por otro lado, se manifiesta que los libros de contabilidad necesarios para llevar las anotaciones son tres: el Borrador, el Diario y el Mayor. En el capítulo 6º se explica lo que es el Borrador, para qué sirve y cómo se ha de llevar. También se da cuenta de cómo han de señalarse los libros para poderlos identificar y diferenciar unos de otros, cuando por el transcurso del tiempo se tengan varios de cada clase. El capítulo 7º se destina a explicar y encomiar la costumbre que existe en diversos lugares de hacer autenticar o legalizar los libros de cuentas por las oficinas públicas de mercaderes, como los consulados o similares, al objeto de garantizar su autenticidad. El capítulo 8º se dedica a explicar cómo deben ser asentadas las partidas en el Borrador, mientras en el 9º se enuncian las nueve formas

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principales en que los mercaderes acostumbran a efectuar sus compras. En el capítulo 10º se define el libro Diario y se comenta la importancia de su función. Se indica que las partidas del inventario deben pasarse directamente en este libro Diario, ya que éste es el libro secreto del mercader, que debe custodiarse cuidadosamente. En un capítulo anterior se había indicado, efectivamente, que no era conveniente anotar las partidas del inventario en el Borrador, pues este libro estaba abierto a demasiadas miradas. Las fórmulas o expresiones que se utilizan para introducir las partes deudoras y acreedoras en los asientos de Diario se exponen en el capítulo siguiente, al tiempo que se anticipa la necesidad de que en todos estos asientos existan dos partes, la deudora y la acreedora. Debe destacarse a este respecto que, hijo al cabo de su época, no parece que Pacioli conociera los asientos complejos; por lo menos, no aparece ninguno en todo su Tratado. El capítulo 12º se dedica a explicar la forma de realizar estos asientos, con ejemplos prácticos tomados del pase de las partidas del inventario. Se indica asimismo que en la columna de cantidades del Diario sólo podrá utilizarse una única moneda de cuenta, explicando también la forma de cancelar las partidas del Borrador a medida que se van pasando al Diario. Por otra parte, se introduce y explica el nombre, contenido y naturaleza de las dos primeras cuentas a utilizar, la de Caja y la de Capital, comentándose de pasada, como regla práctica, que la cuenta de Caja nunca podrá ser acreedora. Con respecto a esta cuestión de las cuentas, debe decirse que Luca Pacioli distinguía perfectamente distintas clases, como cuentas personales, cuentas de valores, cuentas de gastos, cuentas de resultados y cuenta de capital. En relación con la valoración de las partidas del inventario, se especifica en este mismo capítulo 12º que aunque el valor a utilizar será el corriente o de mercado, se procurará en todo caso que la valoración aplicada a los bienes poseídos inicialmente sea más bien alta que baja, pues “de esta manera será más fácil que obtengas beneficio”. A despecho de la interpretación que hacen algunos autores, posiblemente no quepa dar más valor a estas palabras que el de una simple recomendación práctica en el sentido de que con una valoración alta se hace más difícil caer en la tentación de vender un bien a un precio demasiado bajo. La definición del libro Mayor se contiene en el capítulo siguiente, el 13º, donde se indica asimismo la conveniencia de que este libro cuente con un Indice o Alfabeto.

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El capítulo 14º habla en general de la forma de pasar los asientos del Diario al Mayor y de por qué cada partida del primero da origen a dos, es decir, a una partida doble, en el segundo. Se habla también de la forma de cancelar o señalar las partidas del Diario a medida que se pasan al Mayor y de la inscripción de los folios de referencia del Mayor en cada asiento del Diario. Asimismo, se dice cómo en cada partida del Mayor tiene que consignarse el folio de la cuenta de contrapartida. Se explica al mismo tiempo que en este libro no se puede asentar nada en el debe que no se asiente también en el haber, y viceversa, y cómo de este principio nace “el balance que se hace cuando se cierra el libro, pues lo mismo tiene que dar el debe que el haber”. En el capítulo que sigue se dan ejemplos prácticos de asientos del Mayor, a partir de los ofrecidos antes para el caso del Diario, señalando cómo no es preciso que la explicación de estos asientos sea muy minuciosa, pues ya constan todos los detalles en el Diario. Se insiste asimismo en la importancia de consignar el número de los folios de las cuentas del Mayor en el respectivo asiento del Diario, para poder reconstruir exactamente el libro Mayor si llegara a perderse o destruirse. También se dan instrucciones prácticas sobre la colocación de las cuentas del Mayor y cómo, si se prevé que las cuentas habrán de ser cortas, pueden abrirse dos o tres en un mismo folio. Se señala finalmente cómo deberán inscribirse las cuentas del Mayor en el Indice de éste, al objeto de poder localizarlas rápidamente cuando sea necesario. En el capítulo 16º se continúa ofreciendo casos prácticos de asientos en el libro Mayor, a partir del pase de las partidas del inventario relativas a las mercancías. El capítulo 17º se dedica a especificar el especial cuidado que debe guardar el mercader al registrar las anotaciones y custodiar los comprobantes correspondientes a las operaciones que realice con oficinas públicas, bien sean éstas bancos oficiales, u otros organismos, debido al frecuente cambio de las personas que llevan las cuentas en estos lugares y a que cada nuevo contable piensa que debe llevar los libros a su manera, pues las demás no son adecuadas. En el capítulo 18º se insiste sobre el particular y se ofrecen abundantes ejemplos prácticos de cómo deben asentarse en el Borrador, en el Diario y en el Mayor las operaciones hechas en Venecia a través de los corredores públicos, agrupados en el organismo llamado Messetaria, con el oportuno pago de los derechos percibidos por esta organización.

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El capítulo 19º explica la forma de proceder contablemente al efectuar el pago de compras a través de libranzas o por medio de abonos en cuenta bancaria, ampliando de paso la relación de formas de pago enunciadas en un capítulo anterior. En el capítulo siguiente se trata de la contabilización de las operaciones de barata o trueque, considerando la posibilidad de llevar por separado los géneros adquiridos de esta forma, al objeto de poder identificar más fácilmente los resultados de la operación. De forma análoga, en el capítulo 21º se explica la forma de contabilizar en los libros normales las operaciones en compañía que se realicen, cuando uno mismo sea el gestor de la compañía, de tal manera que no se mezclen con las operaciones propias. Se comenta asimismo la posibilidad de llevar libros por separado para la compañía. Como en casos anteriores, se ofrecen también en este capítulo ejemplos prácticos que ilustran las explicaciones. El capítulo 22º trata de las diversas cuentas de gasto y de la forma de contabilizar éstos, asimismo con ejemplos prácticos de asientos. Se distinguen varios tipos de gastos, tales como gastos domésticos u ordinarios de la casa, gastos extraordinarios, gastos de personal, etc. Entre ellos se cuentan también los gastos de mercancías, para los que se abre una cuenta específica, pues aunque los gastos originados por una mercancía deberán cargarse, en principio, directamente a la cuenta de la mercancía correspondiente, se comenta que no vale la pena tomarse el trabajo de imputar los gastos menores mercancía por mercancía, aparte de que en ocasiones, debido a que este tipo de gastos se acostumbra a contraer en bloque, resulta difícil discernir la parte que corresponde a cada una de ellas. Como se anunciaba en el capítulo 5º, en el 23º se trata de la parte dedicada a la contabilidad de una tienda, llevada por separado del núcleo de los negocios, pero a la que se surte diariamente de los artículos necesarios. Se distinguen en este contexto dos casos: que la tienda sea llevada por el propio dueño de los libros o que sea llevada por un encargado. En cualquier caso, al objeto de hacerle comprender bien la relación contable originada con tal motivo, se recomienda al interesado que se imagine “que la tienda es como una persona que te debe todo lo que, de un modo u otro, le entregas o pagas por su cuenta. Por el contrario, tendrás que abonarle todo lo que saques y recibas de ella, como si fuese un deudor que te paga una partida”. Encontramos ya con ello en Pacioli un ejemplo del célebre principio pedagógico de

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personificar las cuentas para hacer más comprensible la naturaleza contable de las relaciones que se establecen. En este mismo capítulo, Pacioli define la naturaleza de la contabilidad, que para él no es más que “un ordenamiento ad hoc pensado por el comerciante para que su uso regular le proporcione información constante de todos sus negocios”. El capítulo 24º se destina a explicar la contabilización de las operaciones realizadas con los bancos de giro y depósito, incluidos los negocios de cambio. Asimismo, se considera la contabilización que debería hacerse en el caso de que el dueño de los libros fuese quien ejerciera de banquero. En el capítulo siguiente, el 25º, se habla brevemente de una cuenta de ingresos y gastos extraordinarios, llamada de Entrada y Salida, que algunos mercaderes llevan en un libro aparte hasta el final del ejercicio, en que lo saldan por traspaso a los libros generales. La contabilización de los viajes de negocios, tanto los efectuados por el propio mercader, como los encomendados a otros, es objeto de tratamiento específico en el capítulo 26º, explicándose cómo dichos viajes originan la necesidad de llevar unos libros aparte, que se saldan al regreso. El capítulo 27º se dedica a hablar de la cuenta de Pérdidas y Ganancias, o como quiera que se llame la cuenta de resultados utilizada, explicando la forma de saldar las cuentas de mercaderías por abono o adeudo de su saldo a la misma, según haya sido el resultado de las respectivas operaciones de compraventa. Se declara asimismo el significado del saldo de esta cuenta de Pérdidas y Ganancias y cómo la misma se salda por traspaso a la cuenta de Capital. Se explica, además, que esta cuenta viene al final de todas, pues mediante ella se liquidan todas las otras cuentas del Mayor. De esta manera, se dice que no es necesario que las partidas de esta cuenta se pasen en el Diario, “pues basta con que se pasen directamente al Mayor, porque surgen en éste de los beneficios o pérdidas producidos en el debe y en el haber”. En el capítulo 28º se explica, con ejemplos prácticos, la forma de cerrar y arrastrar una cuenta del Mayor a un folio nuevo, cuando el anterior se haya completado, mientras que en el capítulo siguiente se ilustra, con toda brevedad, sobre cómo se ha de proceder para consignar el cambio de año en las cuentas del libro Mayor, en el caso de que a fin de año no se cierren los libros.

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El capítulo 30º expone la manera de presentar las cuentas a un deudor o, en su caso, al principal, si es que se realizan actividades comerciales por cuenta ajena. En el capítulo 31º se declara la forma de subsanar los errores que puedan producirse, sin dar a lugar a tachaduras, borraduras o enmiendas. El capítulo 32º explica cómo debe realizarse el cierre del libro Mayor y cómo deben traspasarse los saldos al libro nuevo, después de haber punteado sus partidas con los asientos del Diario y de haber efectuado otras comprobaciones diversas. Se expresa también el significado de los errores que puedan encontrarse al llevar a cabo estas comprobaciones y el modo de subsanarlos. La manera de contabilizar las operaciones que se realicen durante el período de cierre de los libros se declara en el capítulo 33º. El capítulo 34º abunda sobre la forma de cerrar las cuentas del Mayor viejo, al tiempo que explica con todo detalle la forma de establecer el balance del libro Mayor o summa summarum como lo llama Pacioli. Indica con especial minuciosidad la forma de cerrar las cuentas diferenciales, que según se comenta no hace falta llevar al nuevo Mayor, ya que se saldan por traspaso a la cuenta de Pérdidas y Ganancias. Esta se salda, a su vez, como ya se había dicho antes, con la cuenta de Capital, que deberá ser la última cuenta en cerrarse de todos los libros Mayores. La cuenta de Capital se podrá traspasar al libro Mayor nuevo por el saldo, por las sumas o, incluso, partida por partida. La summa summarum es la comprobación definitiva de que el libro Mayor ha sido bien llevado y bien cerrado, y está exento de errores, lo cual ocurre cuando la suma del debe es igual a la del haber. En el capítulo siguiente, el 35º, se explica la forma de guardar y archivar los documentos sueltos, tales como libranzas, contratos, recibos, sentencias, etc., así como también la correspondencia, para la cual debe establecerse un registro “en un libro especial, reservado a este solo objeto”. El último capítulo, el 36º, se destina a ofrecer, a modo de recordatorio, un resumen de las principales normas y reglas que deben observarse en una contabilidad por partida doble. Fuera de índice, se agregan, como se ha indicado anteriormente, dos capítulos o apartados más. El primero recoge las cosas que deben

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hacerse figurar sin falta en el libro Mayor. Se hace mención en este contexto de los negocios de aseguramiento, indicando la cuenta que debe abonarse al recibir la prima del seguro concertado. Asimismo, se indica el trámite a seguir cuando se reciba mercancía por cuenta de alguien para venderla o baratarla, especificando el tratamiento contable a dar a los gastos efectuados por cuenta de esta mercancía. En el segundo apartado, se habla de las cosas que, por su pequeña importancia o por su índole u otras circuntancias, no sea pertinente consignar en los libros oficiales, pero sí en un libro Memorándum dispuesto al efecto. Se había hablado ya de este Memorándum en el capítulo 35º, donde se dice: “Cada día, al caer la tarde, antes de ir a la cama, echarás un vistazo a este libro para ver si hay que hacer o despachar alguna cosa que no hubiese sido tramitada todavía”. El Tratado acaba con una explicación de las abreviaturas empleadas en relación con las monedas, pesas y medidas sacadas a colación, así como con la exposición de diez ejemplos de asientos de Mayor, cinco del debe y cinco del haber, relacionados entre sí, pertenecientes a cuatro distintas cuentas. La mera descripción del contenido de los capítulos resulta un claro exponente del carácter amplio, completo y coherente, en general, del Tratado, así como del grado de detalle y profundidad que se alcanza en el tratamiento de la materia. Como se ha visto, y aparte de las palabras introductorias y de las recomendaciones generales de carácter moral o profesional, las explicaciones se extienden no sólo a presentar la técnica de la partida doble, a expresar la naturaleza y forma de funcionamiento de los tres libros principales, a declarar el sentido y razón de ser de la contabilidad, a exponer las reglas prácticas de anotar el patrimonio y las actividades comerciales, comenzando por la clasificación, valoración y registro de los bienes poseídos, a cerrar y traspasar las cuentas y los libros, a hacer el balance de comprobación, etc., sino que entran también a describir las particularidades de determinadas operaciones y de su contabilización, como las baratas, las compañías, las cuentas con organismos públicos y con bancos, etc. Se habla asimismo de las peculiaridades que muestran algunas cuentas, como las de gastos, entradas y salidas extraordinarias, Pérdidas y Ganancias, Caja, Capital, etc., al tiempo que se describen contabilizaciones específicas como las producidas por el mantenimiento de una tienda abierta al margen del conjunto de las actividades comerciales habituales o por la realización de viajes de negocios por el propio dueño de los libros o por un agente. Tampoco se omite, en fin, hablar de la forma de custo-

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diar los libros y demás documentos mercantiles, del modo de despachar y registrar la correspondencia o de llevar un Memorándum para recordar los asuntos pendientes de despacho. Pacioli trasciende incluso en su Tratado de la problemática particular del comerciante que quiere llevar su contabilidad de forma correcta y ordenada, para recomendar que las oficinas públicas de carácter mercantil legalicen los libros de cuentas al objeto de desterrar la práctica de las dobles contabilidades. No es de extrañar, pues, que a despecho de algunas pequeñas deficiencias formales de estructuración y organización del contenido, a las que ya se ha hecho referencia, de algunas repeticiones y ambigüedades sin mayor importancia y de algunos indicios que hacen suponer que su texto no fue objeto de una redacción unitaria, 154 como más adelante se verá, el Tratado De Computis et Scripturis logre exponer las técnicas fundamentales y las reglas prácticas de la contabilidad por partida doble con una amplitud, un detalle y una precisión tales que las hacen perfectamente comprensibles y válidas incluso para los hombres de nuestro tiempo, salvando los naturales avances e innovaciones que se han ido produciendo con el transcurso de los años.155 Como R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston destacan, muchos de los párrafos del Tratado de Pacioli podrían insertarse en los libros de texto actuales sin más cambio que una ligera modernización de algunas palabras.156 Del mismo modo, hay que decir que a pesar de la ausencia de un caso práctico completo, presente en algunos tratados posteriores, y a despecho de lo que opina Tommaso Zerbi,157 muchos autores piensan que el 154 Trato de esas ambigüedades y puntos oscuros que contiene el Tratado de Luca Pacioli, que a menudo han ocasionado no pocas dudas y quebraderos de cabeza a los traductores y estudiosos verdaderamente interesados, en mi trabajo “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli” en curso de publicación en The Accounting Historians Journal. Originalmente, este trabajo constituyó una ponencia presentada en el 16th Annual Congress of The Europcan Accounting Association, celebrado en Turku, Finlandia, los días 28 a 30 de abril de 1993. 155 Emil Ludwig Jäger en el estudio introductorio a la traducción que hace del Tratado de Luca Pacioli, que es la primera traducción realizada a un idioma extranjero, comenta ya que, por lo que se sabe, Pacioli fue el primero en exponer la Teoría de la Contabilidad por partida doble “und zwar in einem nahezu vollendeten Zustande”, es decir, “y ello de una forma casi perfecta”. Ver su obra ya citada: Lucas Paccioli und Simon Stevin, pág. VII. 156 Ver su obra, ya citada: Paciolo on Accounting, pág. XIII. 157 La falta de un supuesto práctico completo es uno de los reproches que con más insistencia se le han hecho a Pacioli. Más adelante se volverá sobre la cuestión. Zerbi define De Computis et Scripturis como una “tardía elaboración de Fray Luca Paciolo, muy posterior a las primeras y más significativas manifestaciones de la

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De Computis et Scripturis legado por Luca Pacioli no fue superado en su conjunto por ninguno de los textos publicados en los siglos inmediatamente posteriores.158 Lo explicado no quiere decir, por supuesto, que el Tratado de Pacioli deba considerarse como una obra perfecta, insuperable. Lo que ocurre es que, al valorar sus cualidades, indudablemente altas, algunos evaluadores adoptan, sin poderlo evitar, una óptica relativista que tiene en cuenta el contexto de la época y los objetivos perseguidos por el autor. Pues, en efecto, no hay que olvidar el hecho de que Pacioli no pretendía escribir un libro teórico, que desentrañara la esencia, la naturaleza y la lógica interna de la contabilidad por partida doble. Por eso no debemos exigir tal cosa de él. Escribió su Tratado, como él mismo afirma continuamente, con una finalidad meramente didáctica, con la simple pretensión de poner a disposición de los lectores las principales normas, prácticas y reglas que les permitieran utilizar para sus propios fines el sistema contable que era ya corrientemente empleado por los mercaderes vénetos.159 Aunque, incluso, con vistas a la consecución de práctica mercantil y profesional italiana”. Poco más adelante reafirma su idea de que el Tratado presenta algunas incongruencias, tanto de forma como de contenido, y de que técnicamente es muy inferior a las contabilidades por partida doble que se llevaban ya con anterioridad a su publicación. Tommaso Zerbi: Le origini della Partita Doppia, Milán, Ed. Marzorati, 1952. Citado de Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalità. Distinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et scripturis). Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, Milán, 1959, pág. 8. 158 Más moderado, Vincenzo Vianello piensa simplemente que, a despecho de algunas deficiencias formales y de organización, todo aquel que haya leído y estudiado el Tratado particular De Computis et Scripturis de Luca Pacioli debe reconocer que es una obra verdaderamente superior, frente a la cual empalidecen muchos, por no decir la mayor parte, de los trabajos sobre partida doble publicados en los siglos siguientes. Ver su libro ya citado: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, págs. 113 s. Por su parte, Carlo Antinori opina que la obra de Angelo Pietra, Indrizzo degli economi o sia ordinatissima instruttione da regolatamente formare qualunque scrittura in un libro doppio, publicada en Mantua el año 1586, es la primera que puede considerarse superior a la de Pacioli. Ver Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalità. Distinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et scripturis). Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, obra citada, págs. 8 s. 159 Una ponderada exposición de las limitaciones que presentaría el Tratado contable de Luca Pacioli desde un punto de vista moderno la hace Balduin Penndorf en su estudio introductorio a la traducción de la obra del fraile franciscano. Ver Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die italienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk versehen von Balduin Penndorf, obra citada, págs. 61 s. Albert Dupont, por su parte, echa en falta alguna noción de contabilidad industrial o siquiera la mención de una cuenta de transformación, ausencias que le parecen tanto más extrañas por cuanto Venecia era ya en esa época, según piensa, una ciudad industrial. Ver su conferencia: Contribution à l’Histoire de la Comptabilité. “Luca Paciolo”, l’un de ses fondateurs, obra citada, págs. 34 s.

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estos mismos objetivos, se echa de menos en la obra de Luca Pacioli una exposición, siquiera fuera somera, de los principios prácticos que rigen el adeudo y el abono de las cuentas.160 Esta es, precisamente, una de las tres insuficiencias que Basil S. Yamey, en un excelente estudio en el que ensaya un análisis del valor pedagógico del Tratado para los lectores contemporáneos, le achaca a Pacioli. Las otras dos son: la falta de un supuesto contable o modelo integrado de asientos que ilustre las explicaciones teóricas, y la falta de claridad en la explicación del proceso de cierre y balance de las cuentas.161 Desde un punto de vista técnico, las características de la partida doble expuesta por Luca Pacioli pueden resumirse, de acuerdo en parte con lo que comenta Carlo Antinori, de la siguiente manera:162 1. Es una contabilidad esencialmente analítica, es decir, las cuentas se abren a cada elemento patrimonial singular, tanto activo como pasivo. De esta manera, no se lleva, por ejemplo, una sola cuenta global de Mercaderías, sino una cuenta singular para cada clase de mercancía. 2. El cierre de los libros se produce al final de cada año o de un período mayor. Al cerrar cada período se establecen las ganancias o las pérdidas. 3. Para abrir o cerrar las cuentas no se emplean unas cuentas específicas al estilo de las de Balance de Apertura y Balance de Cierre, ni tampoco se contraponen las cuentas del Activo a las cuentas del Pasivo, directamente o a través de la cuenta de Capital. No se hace ningún asiento general de cierre o apertura. Las cuentas del Mayor se cierran llevando el saldo al lado con160

Tampoco los sucesores inmediatos de Pacioli se preocupan de exponer unas normas positivas para determinar las reglas de cargo y abono de las cuentas. El primero en caer en ello es el alemán Sebastian Gamersfelder que en 1579 publicó en Dantzig su libro Buchhalten durch zwey Bücher nach Italianischer Art und Weise. Ver Joseph-H. Vlaemminck: Historia y doctrinas de la contabilidad, obra citada, págs. 152 s.

161 Véase Basil S. Yamey: “Pacioli’s pioneering exposition of double-entry bookkeeping: a belated review”, en Studi in Memoria di Federigo Melis, vol. III, Giannini Editore, 1978. 162

Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportinalità. Distinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et scripturis). Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, obra citada, págs.10 s. Ver también el estudio introductorio a la traducción al italiano moderno que este mismo autor, Carlo Antinori, ha hecho recientemente del tratado de Pacioli: Il Trattato dalla “Summa” del Paciolo. A cura di Carlo Antinori, en Summit. Gli speciali di Summa. Suplemento del núm. 40 de Summa, noviembre de 1990, pág. 7.

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trario, como si se tratase de un simple arrastre a folio nuevo, sin hacer ningún asiento en el Diario. Este saldo se consigna luego, en el lado que le corresponda, como primera partida de la cuenta en el libro Mayor nuevo. 4. En el Diario se registran tan sólo las operaciones de gestión: los traspasos de cuentas y de partidas debidos a razones puramente contables no se asientan en el Diario, sino solamente en el Mayor. Esto ocurre también con los asientos de cierre del Mayor antiguo y los de apertura del Mayor nuevo, según hemos visto, lo mismo que con las correcciones y rectificaciones de errores y que con los asientos de regularización. La propia cuenta de Pérdidas y Ganancias no figura nunca en el Diario, sino sólo en el Mayor. 5. En el Diario sólo se anotan asientos simples, introduciendo las cuentas con los términos Per, para las deudoras, y A, para las acreedoras. 6. Se ha hecho mucho hincapié por parte de algunos estudiosos de la obra de Pacioli en que el “balance del libro” al que se refiere este autor es, en realidad, un mero balance de comprobación y no de situación o de fin de ejercicio. Sin duda, esta afirmación se debe en gran parte al hecho de que el propio Pacioli presenta su summa summarum como la comprobación por excelencia de la exactitud de las anotaciones del libro Mayor. No debería olvidarse, sin embargo, que este balance, de sumas exclusivamente, se realiza después de haberse efectuado los asientos de regularización de las cuentas diferenciales y de gastos. Por otra parte, como más adelante se verá, debe distinguirse esta summa summarum del bilancio explicado en el resumen ofrecido en el capítulo 36º, que contiene tanto las sumas como los saldos y que sirve de punto de partida para cerrar las cuentas del Mayor viejo y para abrir las del Mayor nuevo. Sea como fuere, y aun con las limitaciones técnicas visibles hoy a la luz de la moderna teoría contable, lo cierto es que el Tratado de Pacioli, pese a la circunstancia ya comentada de encontrarse, con sus 26 páginas, prácticamente perdido en un grueso volumen de 600, encontró una excelente acogida específica en los medios contables, hasta el punto de que, según se ha indicado, parece que llegó a hacerse una tirada aparte del mismo bajo el título de La Scuola Perfetta dei Mercanti, publicada en Toscolano por Paganino de Paganini el año 1504. Es más, bien fuese porque los tiempos estuvieran maduros para ello, bien porque la obra diera la pauta, parece que la aparición del Tratado contable de Luca Pacioli constituyó como una especie de pis-

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toletazo de salida para la publicación de numerosos textos sobre contabilidad por partida doble que fueron apareciendo en el siglo siguiente. Algunos autores piensan que, en su mayor parte, estos textos no fueron sino adaptaciones mejor o peor pergeñadas, cuando no simples transcripciones de la obra de Luca Pacioli.163 Así, dentro del grupo de autores más destacados de textos de contabilidad por partida doble del siglo XVI, se descubren huellas patentes de la influencia, directa o indirecta, del fraile franciscano de Sansepolcro en los italianos Domenico Manzoni 164 Casanova;

165

en el flamenco Jehan Ympyn Christophels;

166

y Alvise en el ale-

163 Véase Karl Peter Kheil: Über einige ältere Bearbeitungen des Buchhaltungs-Tractates von Luca Pacioli, Praga, 1896. Se cita de la traducción española, efectuada por Fernando López y López: Historia de la Contabilidad, Alicante, 1902, pág. 9. 164 Autor de una obra titulada Quaderno doppio col suo giornale secondo il costume de Venetia, publicada por primera vez en Venecia el año 1534. Sobre la gran similitud que guarda esta obra con el Tratado de Pacioli ver Ernst Ludwig Jäger: Lucas Paccioli und Simon Stevin, nebst einigen jüngeren Schriftstellern über Buchhaltung, obra citada, pág. XV, y F. A. Bonalumi: Sullo Svolgimento del Pensiero Computistico in Italia, Novara, 1880, pág. 18. 165 Casanova publicó el año 1558 en Venecia una obra titulada Specchio lucidissimo, que según Kheil no es más que una copia de las obras de Manzoni y Giovanni Antonio Tagliente, al que tampoco le era desconocido el Tratado de Pacioli. Ver Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, pág. 14. 166 El libro de Jehan Ympyn: Nieuwe Instructie Ende bewijs der looffelijcker Consten des Rekenboecks ende Rekeninghete te houdene nae die Italiaensche maniere, fue publicado en doble edición, flamenca y francesa, en Amberes, el año 1543, por su viuda, Anna Swinters, algunos años después de la muerte del autor. Sin embargo, en el título se indica que el libro no es original, pues se trata de una traducción al flamenco de un texto italiano, llevada a cabo por Jehan Ympyn. En el prólogo, Ympyn precisa que el autor del original es Giovanni Paolo di Bianchi, de Perugia, un hombre de gran reputación “que ha mostrado más diligencia en esta materia que nadie”. Pese a las intensas investigaciones y rastreos efectuados desde entonces, sobre todo por Vittorio Alfieri y Vincenzo Vianello no se ha podido descubrir ningún rastro de este Di Bianchi. Por otra parte, entre los nombres citados por Ympyn como autores de los que ha aprendido contabilidad, encomia especialmente al broeder (hermano) Lucas de borgo sancti sepulcri. De hecho la estructura del manual que traduce es muy semejante a la del tratado de Pacioli, según comenta Federigo Melis (Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 657). Vincenzo Vianello había ido más lejos, pues después de estudiar la edición francesa del libro de Ympyn dice que los 29 capítulos que componen la parte teórica de la obra no son sino una traducción fiel del Tratado de Luca Pacioli (Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 62). Raymond de Roover se ha ocupado especialmente del libro de Ympyn en sus trabajos: Jan Ympyn; essai historique et technique sur le premier traité flamand de comptabilité, 1543, Amberes, 1928, y “Een en ander over Jan Ympyn Christoffels, den schrijver van de eerste Nederlandsche handleiding over het koopmansboekhouden”, en Tijdschrift voor geschiedenis, núm. 52, 1937. Posteriormente Basil S. Yamey se ha ocupado del tema de la autoría y de las fuentes del tratado publicado por Ympyn, en su trabajo: “The Authorship and Sources of the Nieuwe Instructie”, en O. Kojima y B. S. Yamey, editores: Ympyn: A Notable and very Excellente Woorke, 1549, Kyoto, 1975.

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mán Wolffgang Schweicker;167 y en los ingleses Hugh Oldcastle,168 James Peele169 y John Mellis.170 En España, Antich Rocha, traductor de la obra de Valentin Mennher, conocía también ciertamente la obra de Luca Pacioli.171 167 Autor de un libro titulado Zwifach Buchhalten, sampt seine Giornal des selben Beschlus auch Rechnung zuthun &c., publicado en Nürnberg el año 1549. En este libro se percibe con toda claridad la influencia de las obras de Pacioli y de Manzoni. Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, págs. 109 ss. 168 Se dice que Hugh Oldcastle publicó en Londres el año 1543 un libro titulado: Here ensueth a profitable treatyce called the instrument or boke to learne to knowe the good order of the kepyng of the famous reconyng, called in latyn Dare and Habere, and in Englyshe Debitor and Creditor. Sin embargo, de este libro no se conoce ningún ejemplar y se sabe de su existencia simplemente porque 45 años más tarde John Mellis lo reproduce en un volumen que edita, completando y ampliando la obra de Oldcastle, así como por su inclusión en un catálogo, publicado en 1779, de los libros propiedad de un tal Edward Rowe Mores. Según la mayoría de los investigadores, el libro de Oldcastle no es, prácticamente, más que una mera traducción del Tratado de Pacioli. Ver Richard Brown: A History of Accounting and Accountants, Edimburgo, 1905, pág. 344. Ver también la interesante ponencia dedicada a este tema y presentada por Juan José Lanero Fernández, Enrique López González, Alicia Rodríguez Pérez y Secundino Villoria Andreu en The Sixth World Congress of Accounting Historians, Kyoto, 20th-22th August 1992, bajo el título: Translation in English Accounting Historiography of the 16th Century. 169 James Peele publicó el año 1553 en Londres un libro sobre contabilidad titulado: The maner and fourme how to kepe a perfecte reconyng, after the order of the moste worthie and notable accompte, of Debitour and Creditour. Los planteamientos hechos por el autor, autorizan a pensar que se inspiró en el Tratado de Pacioli. En cualquier caso, Peele conocía bien la contabilidad a la italiana y su obra presenta numerosos puntos de semejanza con el libro de Manzoni. Ernest Stevelinck: La Comptabilité à travers les Âges, Bruselas, 1970, págs. 34 ss.; Juan José Lanero Fernández et alter: Translation in English Accounting Historiography of the 16th Century, obra citada. 170 El título de la obra de John Mellis en la que se reproduce el libro de Hugh Oldcastle es: A briefe instruction and maner how to keepe bookes of Accomptes after the order of Debitor and Creditor, & as well for proper Accompts partible, etc. By the three bookes named the Memorial, Journall & Leager. Fue publicado en Londres el año 1588. El libro se limita, según las manifestaciones de Mellis, a reproducir la obra de Oldcastle, añadiendo un modelo de inventario, de Diario y de Mayor. Véase el libro de Arthur H. Woolf, que abunda en la opinión de Richard Brown: A Short History of Accountants and Accountancy, Londres, 1912, págs. 131 s. Sin embargo, Juan José Lanero Fernández y sus compañeros, en la ponencia citada, manifiestan que el libro de Mellis, aparte de las adiciones, no contiene una reproducción exacta del texto de Oldcastle, pues incorpora algunas ideas nuevas tomadas de su propia experiencia y del libro de Weddington: A breffe instruction, and manner, howe to kepe, marchantes bokes, of accomptes. After the order of debitor and creditor, publicado en Amberes en 1567, y de las obras de James Peele: The maner and fourme how to kepe a perfecte reconyng, after the order of the moste worthie and notable accompte, of Debitour and Creditour, Londres, 1553, y The Pathe waye to perfectness, in th’ accomptes of Debitour and Creditour, Londres, 1569. Ver Juan José Lanero et alter: Translation in English Accounting Historiography of the 16th Century, obra citada. 171 En efecto, como comenta José María González Ferrando, Antich Rocha conocía la obra de Luca Pacioli, pues ello se pone de manifiesto a través de las citas que hace en su libro Arithmetica. José María González Ferrando: “Antich Rocha y la primera obra impresa en España sobre la contabilidad por partida doble”, en Técnica Económica, núm. 5, mayo de 1958, y núm. 3, mayo de 1960.

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También en los siglos XVII y XVIII es vivo el recuerdo de Pacioli como excelente autor de un libro sobre contabilidad por partida doble, como comenta Ludovico Flori en su conocido Trattato del modo di tenere il libro doppio domestico col suo essemplare, publicado en Palermo el año 1636, que vio una segunda edición en Roma, en 1677, y una tercera también en Roma el año 1839. Lo mismo ocurre con Giacomo Venturoli que menciona a Pacioli en su obra Scorta di Economia o sia Dialogo di Scrittura famigliare, publicada en Bolonia el año 1717.172 En el extranjero se mantiene vivo asimismo durante estos siglos el recuerdo de Luca Pacioli como escritor de contabilidad por partida doble. Así, Matthieu de la Porte, en 1685, hace referencia a Pacioli, o frère Luc, como él lo llama, diciendo que es el escritor más antiguo que ha visto sobre esta materia.173 Por lo que respecta a España, Sebastián de Jócano y Madaria, que escribe más de un siglo después de Matthieu de la Porte su notable libro Disertación crítica y apologética del arte de llevar cuenta y razón contra la opinión del barón de Bielfeld, acerca del arte en general y del método llamado de partidas dobles en particular, obra inapreciable para seguir el desarrollo de la contabilidad por partida doble en nuestro país, no conoce el Tratado de Pacioli, pero tiene la agudeza de relacionar el frère Luc que cita La Porte con el Lucas Paciolo del que hablaba Carlos Jacobo María Denina, en sus cartas críticas a la Enciclopedia.174 En efecto, dice así: “El Señor Abate Denina en la quinta de sus Cartas críticas dice, que los primeros libros de Cuenta y razón en Partida doble fueron de un sabio italiano llamado Lucas Paciolo. Acaso será éste el que Laporte llama Frere Luc”.175 172 Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, págs. 14 s. 173

Matthieu de la Porte: Le guide des négocians et teneurs de livres. Ou nouveau traité sur les livres de comptes à parties doubles, contenant une instruction générale pour les biens tenir suivant la véritable méthode italienne, París, 1685, pág. XII. Antes de Matthieu de la Porte, cita el nombre del frère Luc, aunque haciendo más bien referencia a su obra matemática, un curioso libro de comienzos del siglo XVII debido a la pluma de Claude-Gaspard Bachet, señor de Méziriac, notable matemático francés de su época, titulado: Problèmes plaisants et délectables qui se font par les nombres. Ver Albert Dupont: Contribution à l’Histoire de la Comptabilité. “Luca Paciolo”, l’un de ses fondateurs, obra citada, pág. 35.

174 Carlos Jacobo María Denina: Cartas críticas, Madrid, 1788, Carta V al Sr. Conde de Mirabeau. Denina, historiador y erudito italiano, nació en Revello el año 1731 y murió en París en 1813. Se ordenó sacerdote y ganó una cátedra en la Universidad de Turín. Sin embargo, escritor de ideas enciclopedistas y nacionalista italiano, fue desposeído de su cátedra y confinado en Vercelli. Fue llamado a Prusia por Federico II. En 1804, Napoleón I le nombró bibliotecario imperial en París. 175 Sebastián de Jócano y Madaria: Disertación crítica y apologética del arte de llevar cuenta y razón contra la opinión del barón de Bielfeld, acerca del arte en general y del método llamado de partidas dobles en particular, Madrid, 1793, pág. 36.

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J. Beckmann cita también a Luca Pacioli como inventor del sistema italiano de contabilidad en su historia de las invenciones traducida al inglés en 1797, y lo mismo hace A. Anderson en su obra sobre los orígenes del comercio.176 Por esa misma época, en 1803, publica Pierre Boucher su libro en París afirmando que “Frère Luc inventa les parties doubles”.177 En 1825 se publica, en Madrid, la obra de José María Brost, en la que también se recuerda a Luca Pacioli como inventor de la partida doble en 1495 (sic).178 El año 1834 publica el Padre Maestro Luigi Pungileoni su artículo comentando la vida y la obra de Luca Pacioli, del que dice que todavía era conocido bajo el nombre de Luca dal Borgo.179 Francesco Bruneri, en su Aritmetica teorico-pratica, habla el año 1836 de un tal Fra Lucio da Firenze, refiriéndose sin duda a Luca Pacioli, que, según él, inventó la partida doble.180 Lo mismo dice, en 1872, Ramón Fernández y Parreño, que hablando de la partida doble comenta: “Este sistema cuenta más de cuatro siglos de existencia entre las naciones extranjeras; pero en España fue conocido posteriomente. Se sabe que en 1495 (sic) escribió en Italia un tratado de contabilidad el P. Fray Lucas”.181 176 Beckmann era profesor de economía en la Universidad de Göttingen y redactó una historia de las invenciones en tres volúmenes, que luego fue traducida al inglés con el título: A History of Inventions and Discoveries, Londres, Bell, 1797. Entre sus fuentes indica la obra de A. Anderson: An Historical and Chronological Deduction of the Origin of Commerce, 2 vols., Londres, A. Miller, 1764. Revisó y amplió su trabajo que publicó en cuatro volúmenes en 1787-1789, reimprimiéndolo posteriormente en 1801. Citado de Michael E. Scorgie: “Early Arithmetics and Accounting Histories: A Comment”, en Abacus, Vol. 27, Núm. 1, marzo de 1991, págs. 79 s. 177

Pierre Boucher: La science des négociants et teneurs de livres, París, 1803, pág. 3.

178 José María Brost: Curso completo de teneduría de libros, o modo de llevarlos por partida doble, Madrid, 1825, pág. V. Parece que Brost era de origen francés y que se había establecido en Madrid en 1815, comenzando a practicar la enseñanza de la teneduría de libros. Luego fue catedrático de geografía y cronología de la Universidad de Valladolid, socio fundador de la Sociedad Económica de Amigos del País, de Logroño, catedrático de matemáticas y director de la Academia de Dibujo del Consulado de Burgos. Su aportación a la enseñanza de la contabilidad en España fue importante, pues extendió en nuestro país las doctrinas francesas de la época, y, en especial, las profesadas por Edmond Degranges, del que se declaraba admirador. Ver mi libro: Contribución al estudio de la historiografía contable en España, Banco de España, Servicio de Estudios, Madrid, 1981, págs. 57 s. 179 Luigi Pungileoni: “Commentario sopra la vita e le opere di Fra Luca Pacciolo conosciuto ancora sotto il nome di Luca dal Borgo, steso ad eccitamento del Sig. G. Vallardi di Milano”, obra citada. 180 Francesco Bruneri: Aritmetica teorico-pratica, Turín, 1836. 181 Ramón Fernández Parreño: Contabilidad general, Sevilla, 1872. Véase mi libro, ya citado: Contribución al estudio de la historiografía contable en España, página 54.

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Pese a estos destellos que atestiguan claramente que nunca se perdió del todo, en los medios contables, la memoria de Luca Pacioli como primero en publicar una obra sobre la partida doble, parece, sin embargo, que el tiempo fue difuminando el recuerdo del fraile de Sansepolcro. De esta manera, cuando en 1869, es decir, seis años después de que en las Actas de la Accademia Pontificia de’ Nuovi Lincei se relacionaran los 99 ejemplares localizados de la primera edición de la Summa y los 36 de la segunda, la Accademia dei Ragionieri, de Milán, encargó al profesor Lucchini que diera una conferencia sobre un tema de su elección, y éste, llevado por una idea ocasional, disertó sobre la obra contable de Luca Pacioli, su presentación pudo revestir caracteres de una verdadera revelación, de un descubrimiento.182 En cualquier caso, lo cierto es que la disertación de Lucchini significó el comienzo de los estudios modernos sobre Luca Pacioli como autor contable y aun como autor matemático. En efecto, aunque el alemán Ernst Ludwig Jäger había hecho ya referencia a Luca Pacioli en 1868 en su libro, publicado en Stuttgart, Die Berechtigung der einfachen Buchhaltung gegenüber der italienischen, referencia que repitió y amplió en 1874 en su obra Beiträge zur Geschichte der Doppelbuchhaltung, que vio la luz también en Stuttgart, hasta 1876 no publicó, asimismo en Stuttgart, su obra cumbre sobre este autor, conteniendo la primera traducción del Tratado a un idioma extranjero, el alemán: Lucas Paccioli und Simon Stevin, nebst einigen jüngeren Schriftstellern über Buchhaltung. Luego, en 1878, extendiendo su campo de interés en relación con la obra del fraile de Sansepolcro, publicó también en Stuttgart un discurso sobre Der Traktat des Lucas Paccioli von 1494 über den Wechsel. Ese mismo año de 1878 publicó Vincenzo Gitti en Turín su famosa transcripción de la obra de Luca Pacioli, con una excelente introducción e interesantes notas.183 Pocos meses antes había publicado, asimismo en Turín, su trabajo Sulla Storia della Ragioneria, en el que también había dado noticias del fraile franciscano, lo mismo que había hecho el año anterior en su ensayo titulado Gli scrittori classici della Partita doppia, que vio la luz asimismo en Turín. Tres años después, en 1881, aparece su artículo “Luca Paciolo come ragioniere” en el Giornale Ragioniere. 182 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada, págs. 14 ss. Ver también Ernest Stevelinck: La Comptabilité à travers les Âges, Bruselas, 1970, pág. XI. 183 La transcripción de Vincenzo Gitti, con las mismas notas y observaciones, fue reproducida por Giovanni Massa el año 1911 en su Opere antiche di Ragioneria, Milán, Amministrazione de “Il Monitore dei Ragionieri”.

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El año 1879 se publica la vida de Luca Pacioli escrita por Baldi a finales del siglo XVI o comienzos del XVII por iniciativa del príncipe Baldassare Buoncompagni, a quien conocemos ya por la imponente colección de ejemplares de la Summa que poseía.184 En 1880 Francesco A. Bonalumi se ocupa de Pacioli en su libro: Sullo Svolgimento del Pensiero computistico in Italia, publicado en Novara. Lo mismo hace Giuseppe Cerboni, en 1886, en su libro La Ragioneria scientifica e le sue relazioni con le diszipline amministrative e sociale, que vio la luz en Roma. En 1889, H. Staigmüller publica en la Zeitschrift für Mathematik und Physik su artículo: “Lucas Paciouli. Eine biographische Skizze”. El año 1893 E. G. Waldenberg publica en San Petersburgo su traducción al ruso del Tratado de Pacioli y un año después, 1894, Karl Peter Kheil escribe en Praga la traducción al checo: Luka Pacioli: Traktát o úcetnictví z roku 1494. En 1895 aparece la obra de B. Worthington Professional Accountants donde se hace mención de la obra de Luca Pacioli.185 Un año más tarde, en 1896, Kheil, también en Praga, publica su obra: Über einige ältere Bearbeitungen des BuchhaltungsTractates von Luca Pacioli. Asimismo en este año de 1896 ve la luz, en Messina, el conocido y excelente estudio de Vicenzo Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria. El mismo año aparece, en Rotterdam, la traducción de la obra de Pacioli al holandés, efectuada por J. Volmer Y C. van Rijnberk. Un nutrido elenco, como se ve, que podría ser aumentado, de escritos tratando o mostrando interés por la obra de Luca Pacioli, en poco más de un cuarto de siglo a partir de la conferencia de Lucchini en la Accademia dei Ragionieri, de Milán.186

184 Como ya se ha citado, Baldassare Buoncompagni incluye el escrito de Baldi sobre Pacioli, junto con algunos documentos y comentarios, en su trabajo: “Intorno alle vite inedite di tre matematici- Giovanni Danck di Sassonia, Giovanni de Nineriis e Fra Luca Paciolo”, en Bollettino di Bibliografia e di Storia delle Scienze Matematiche e Fisiche, tomo XII, págs. 352-438 y 863-872, año 1879. 185 Ver Gary J. Previts, Lee D. Parker y Edward N. Coffman: “Accounting History: Definition and Relevance”, en Abacus, Vol. 26, Núm. 1, marzo de 1990, pág. 1. 186 De esta manera, ya en 1878, cuando publicó su transcripción del Tratado de Pacioli, nueve años después de la conferencia de Lucchini, Vincenzo Gitti podía decir en la Introducción: “Non v’è trattato di scrittura doppia, que un tantino si rispetti, che non ricordi l’opera del vecchio frate”, es decir: “No hay tratado de contabilidad por partida doble que se respete un poco que no recuerde la obra del viejo fraile”. Fra Luca Paciolo: Tractatus de Computis et Scripturis. Trattato de’ Computi e delle Scritture. Con prefazione e note. Edito per cura del Prof. Vincenzo Gitti, Turín, 1878, pág. 11.

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Acusaciones de plagio y de falta de originalidad Como ya se ha anticipado en páginas anteriores, Luca Pacioli ha sido acusado de plagiario por distintos autores y por distintas causas. El primero de estos acusadores fue, posiblemente, Goffredo Tory, que, en su obra Champ fleury. L’art et la science de la vraye proportion des Lettres Attiques ou Antiques, autrement dictes Romaines, publicada en 1529, no sólo dice que Pacioli habla del tema de las letras antiguas con absoluta ignorancia en la segunda parte de la obra impresa De Divina Proportione, lo mismo que un clérigo podría hablar de armas, sino que afirma además que Pacioli sustrajo furtivamente a Leonardo da Vinci las letras del alfabeto que presenta. Es más, llega incluso a poner en duda que el libro De Divina Proportione fuera verdaderamente obra del fraile franciscano, al referirse a dicho libro diciendo: “qu’il (Pacioli) dit avoir faicte”.187 La acusación más conocida tachando a Pacioli de plagiario fue formulada, sin embargo, pocos años después y se debe a la pluma de Giorgio Vasari, el conocido artista e historiador del arte. En efecto, en la primera edición de su conocidísima obra Le Vite de’ piú eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri, verdadero Vademécum de todos los estudiosos de la historia del arte italiano,188 que apareció en Florencia el año 1550, al hablar de Piero 187

G. Manzoni en su libro Studi di bibliografia analitica, 1881, estudio segundo, págs. 76 ss, trata ampliamente de esta cuestión. Goffredo Tory nació en Bourges hacia el año 1485. Hizo dos viajes a Italia; en el primero asistió a la escuela de Filippo Beroaldo, en Bolonia, y a la Sapienza, la Universidad de Roma. En el segundo, que realizó probablemente el año 1518, tuvo oportunidad de conocer muchos artistas e intelectuales, así como de dibujar monumentos de la época clásica romana y de copiar obras de Rafael y de su escuela. Noticias recogidas de Vincenzo Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 67 ss. Henri-Jean Martin, por su parte, comenta que los ataques dirigidos por Tory contra Pacioli y también contra Durero denotan una grave dosis de ruindad, teniendo en cuenta lo que debía a sus ideas y planteamientos. Ver su trabajo: “Au commencement était le signe”, en Histoire de l’Edition Française, París, Promodis, 1982, pág. 467. 188 En efecto, al efectuar la presentación de la nueva edición de la obra de Giorgio Vasari, Giovanni Previtali dice: “Hace cien, o sólo cincuenta años, toda persona que se interesase por el arte italiano, fuese un simple aficionado, un historiador o un artista, tenía Le Vite en su mesilla de noche. Recuerdo que Roberto Longhi me relató que, en los años treinta, en el curso de una discusión histórico-artística con un profesor alemán, le hizo a éste una observación que su interlocutor consideró demasiado elemental, por lo que le respondió con aire ofendido: He leído mi Vasari”. Por otra parte, al comienzo del texto de dicha presentación se consignan las palabras de Julius von Schlosser: “Vasari es en todos los sentidos, tanto los buenos como los malos, el verdadero patriarca y padre de la iglesia de la nueva historia del arte”. Giorgio Vasari: Le Vite de’ piú eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri. Nell’edizione per i tipi di Lorenzo Torrentino, Firenze 1550. A cura di Luciano Bellosi e Aldo Rossi. Presentazione di Giovanni Previtali, Turín, 1991, vol. I, pág. VII.

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della Francesca, Vasari dice lo siguiente: “Y aquel que con todas sus fuerzas debía procurar mantenerle la gloria y acrecentar su nombre y su fama, pues había aprendido de él todo cuanto sabía, actuando no como discípulo agradecido y fiel, sino como enemigo cruel y maligno, se lo usurpó todo, dando a la luz bajo nombre propio, es decir, de fray Luca del Borgo, el fruto de todas las fatigas de aquel buen viejo”.189 Esta misma acusación fue recogida pocos años más tarde por Ignazio Danti, que en 1583 en el prólogo a Le due regole di prospettiva pratica, de Iacomo Barozzi da Vignola, decía: “El primero en el tiempo y el que con mejor método y forma ha escrito sobre ello es el maestro Piero della Francesca del Borgo de San Sepolcro, del cual tenemos hoy tres libros escritos a mano, excelentemente dispuestos..., aunque F. Luca los hizo imprimir bajo su nombre”.190 Aunque durante muchos años intentó negarse la veracidad de esta acusación genérica de plagio, alegando el afecto y veneración que siempre demostró Luca Pacioli por Piero della Francesca, de los que son buena muestra las elogiosas palabras que le dedica en diversas ocasiones,191 lo cierto es que M. Jordán en 1880 precisó exactamente el alcance y la naturaleza del plagio cometido por Luca Pacioli en su tra-

189 Giorgio Vasari: Le Vite de’ piú eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri, obra citada, vol. I, pág. 338. El texto de la segunda edición, publicada asimismo en Florencia el año 1568 presenta algunas ligeras modificaciones, ampliando y afirmando aún más la acusación: “Y aquel que debía procurar con todas sus fuerzas acrecentar su gloria y su nombre, pues había aprendido de él todo cuanto sabía, como enemigo cruel y maligno intentó anular el nombre de Piero, su preceptor, y usurpar para sí mismo el honor que sólo a él le correspondía, publicando bajo nombre propio, es decir, el de fray Luca del Borgo, el fruto de todas las fatigas de aquel viejo. Y llegado Piero a la vejez y la muerte, después de haber escrito muchos libros, el dicho maestro Luca, se apropió de ellos y los hizo imprimir como propios, llegándole a las manos después de la muerte del maestro”. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 68. 190

”Il primo di tempo e che con migliore metodo e forma ne abbia scritto è stato maestro Piero della Francesca dal Borgo a San Sepolcro, del quale habbiamo hoggi tre libri scritti a mano, eccellentissimamente disegnati... se bene F. Luca gli stampò poi sotto suo nome”. Le due regole della prospettiva pratica di M. Iacomo Barozzi da Vignola con i comentarij del R.P.M. Egnatio Danti dell’Ordine dei Predicatori, matematico dell Studio di Bologna, Roma, F. Zanetti, 1583. Ver Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportinalità. Distinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et scripturis). Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, obra citada, págs. 6 s.

191 Véase, por ejemplo, V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, págs. 70 ss.

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bajo “Der vermisste Traktat des Piero della Francesca über die fünf regelmässigen Körper”,192 en donde se demuestra que la parte tercera de la obra De Divina Proportione, publicada en Venecia el año 1509 por Luca como propia, con el título Libellus in tres partiales tractatus divisus, no es más que la traducción literal al italiano del manuscrito de Piero: Libellus de quinque corporibus regularibus.193 Con todo, muchos historiadores de la contabilidad no se resignan a aceptar, con toda su crudeza, el hecho de que Luca Pacioli actuara en esta ocasión como un vulgar plagiario, y arguyen que en aquella época no había un concepto de la propiedad intelectual tan estricto como en nuestros días. Lo cual es indudablemente cierto. También es cierto que Luca Pacioli no escatima en varios lugares de sus obras, como recordaremos en seguida con más detalle, el reconocimiento de su deuda genérica con diversos autores. Pero todo ello no empece para que Vasari, pocos años después de la muerte de Pacioli, considerase reprobable su conducta, lanzando una acusación verdadera, aunque obviamente exagerada y desprovista de objetividad por su carácter general e impreciso. Aun otros autores de nuestros días, con una fidelidad sin límites al Padre de los tratadistas contables, como lo llama Federigo Melis,194 llegan incluso a considerar la posibilidad de que Luca Pacioli cediera a Piero della Francesca el manuscrito redactado en Zara en 1481, para que éste, aquejado ya de su ceguera, pudiera ofrecerlo, una vez traducido al latín, como obra propia a Guido Ubaldo de Urbino y justificar así la protección y mecenazgo de que era objeto. Una vez muerto el

192 Publicado en Jahrbuch der Königlich-preussischen Kunstsammlungen, vol. I, año 1880, págs. 112-119. 193

Antes que Jordan, se había ocupado de la cuestión E. Harzen en un artículo titulado: “Über den Maler Piero degli Franceschi und seinen vermeintlichen Plagiarius, den Franziskanermönch Luca Pacioli”, en Archiv für die zeichnenden Künste, Leipzig, 1856, II. Posteriormente, trataron del asunto C. Winterberg: “Der Traktat des Piero dei Franceschi über die fünf regelmässigen Körper und Luca Pacioli”, en Repertorium für Kunstwerke, 1882, págs. 33 ss.; G. Mancini: “L’opera ‘De corporibus regularibus’ di Piero Franceschi usurpata da Luca Pacioli”, en Memoria della Reale Accademia dei Lincei, Roma, 19091915, págs. 441-580; y G. Arrighi: “Piero della Francesca e Luca Pacioli. Rassegna della questione del plagio e nuove valutazioni”, en Atti della Fondazione Giorgio Ronchi, vol. 23, año 1968. Julius von Schlosser trató también de toda esta cuestión en su libro: La letteratura artistica, Florencia, 1956, págs. 123 ss.

194 Federigo Melis: Storia della Ragioneria, Bolonia, 1950, pág. 621.

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maestro, nada le impedía ya a Luca Pacioli asumir la auténtica paternidad del escrito y publicarlo como lo que era, obra propia.195 El descubrimiento y publicación del manuscrito de Piero della Francesca titulado Trattato d’Abaco ha reavivado y ampliado la polémica sobre el alcance del plagio efectuado por Luca Pacioli, pues en este trabajo de Piero se encuentran también elementos incluidos en una obra del fraile franciscano.196 En esta ocasión se trata de prácticamente todos los problemas sobre cuerpos regulares contenidos en la última parte principal de la Summa.197 No han sido las de Tory, Vasari y Danti las únicas acusaciones de plagio o incompetencia lanzadas contra Luca Pacioli en la época subsiguiente a su muerte. El matemático Girolamo Cardano encuentra numerosos deficiencias en la Summa y habla, al respecto, “de erroribus Fra Luca quos nel transferendo non diligenter examinavit, nel describendo per incuriam praeterit, nel inveniendo deceptus est”, es decir, “de los errores de Fray Luca, pues cuando transcribe no muestra la suficiente diligencia, cuando describe peca de descuido y cuando crea es decepcionante”.198 Niccoló Tartaglia no se muestra menos contundente y atribuye incluso a Pacioli, con evidente exageración, la culpa de que no se publicara el libro de Leonardo Fibonacci, llamado el Pisano, comentando que “esta obra nunca se ha dado a la luz y se dice que ello es debido a que Luca Paciolo, como el mismo Paciolo atestigua en varios lugares, recogió todas las flores y las distribuyó profusamente en su propia obra”.199 Esta misma acusación le hacen más tarde Targioni Tozzetti y otros historiadores. En concreto, Tozzetti escribe: “Luca Paciolo tuvo en sus manos esta obra (la de Fibonacci) y la explotó a fondo para su

195 Ernest Stevelinck: “Luca Pacioli y Piero della Francesca”, obra citada, pág. 158. 196 El indicado manuscrito de Piero della Francesca, que se encuentra en la Biblioteca Laurenziana, de Florencia, ha sido publicado por G. Arrighi, bajo el título: Trattato d’Abaco, Pisa, 1970. 197 Ver Margaret Daly Davis: Piero della Francesca’s Mathematical Treatises, obra citada. 198 Girolamo Cardano: Practica Arithmeticae et Mensurandi Singularis, Milán, 1539, libro 2º. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 74. 199 Niccoló Tartaglia: General trattato dei numeri i misuri, vol. II, libro 1, Venecia, 1556, capítulo “Cosa sia l’aritmetica”. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 74.

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aritmética, sin mencionarla más que una o dos veces de modo incidental”.200 No obstante, debe decirse que si es cierto que Pacioli, efectivamente, usa profusamente de la obra del Pisano, no es menos cierto que no le regatea reconocimientos, dentro del marco habitual en esa época, que no era dado a la cita formal y concreta. De esta manera, Leonardo Pisano es nombrado en la Summa como fuente prioritaria de conocimientos no una o dos veces, sino nueve en total: una en el sumario, cinco en las cuatro primeras partes y tres en la última o Tractatus Geometrie. Otra acusación de plagio que se ha formulado contra Luca Pacioli se refiere a la cuarta parte de la Summa, que como se recordará contiene la “Tarifa de todas las costumbres, cambios, monedas, pesas, medidas y usos de letras de cambio y términos de las dichas letras que se acostumbran en los países y en las diversas tierras”. Debe admitirse, en efecto, que toda esta cuarta parte es transcripción literal de un volumen publicado en Florencia el año 1481 por el impresor Francesco di Dino. Este volumen tiene un total de 6 folios sin numerar, conteniendo el índice, más 96 folios numerados, impresos por las dos caras. En el anverso del primer folio figura el título, que dice: Questo e el libro che tracta di mercatantie et usanze de paesi, sin indicación del autor ni de ninguna otra clase. En el reverso del folio 96, figura el colofón, con la fecha y la ciudad de impresión, así como el nombre del impresor, que algunos tomaron en principio por el del autor. En efecto, dice así este colofón: “Finito el libro di tucti i chostumi: cambi: monete: pesi: misure; & usanze di lectere di cambi: & termini di decte lectere che ne paesi si costuma et in diverse terre. Per me Francesco di Dino di Iacopo Kartolaio Fiorentino a di X di Dicembre MCCCCLXXXI. In Firenze apresso al munistero di Fuligno”. El título del libro que se detalla en el colofón es exactamente el mismo que utiliza Pacioli en su Summa, con la salvedad de que en lugar de usar la palabra libro, emplea la de Tarifa. Por lo demás, este mismo título aparece en el primer folio numerado del volumen indicado, antes de comenzar el texto propiamente dicho.201 200 Targioni Tozzetti: Relazioni di viaggi, vol. 2º. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 74. 201 Cito del microfilm incluido en la Goldsmiths’ Library, Reel 1, Núm. 3, que reproduce el ejemplar poseído por Augustus De Morgan, en el que consta una nota manuscrita de fecha 27 de abril de 1852 comentando que Francesco di Dino era el nombre del impresor y que existían tres ediciones de la obra: una sin fecha, la correspondiente al volumen en el que se escribía la nota y otra de fecha posterior. Esta edición posterior corresponde posiblemente a la del año 1497.

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Aunque el libro no contiene ningún dato del autor, se le atribuye corrientemente a Giorgio di Lorenzo Chiarini, debido a que en la Biblioteca Magliabechiana 202 existe un manuscrito que contiene esta obra y en el mismo figura un retrato a cuyo pie está escrito: “G. di L. Chiarini”. Sin embargo, Vianello duda de que esta atribución sea correcta, pues en otro códice, custodiado en el Fondo Palatino de la Biblioteca Central de Florencia, que recoge también la misma obra, se lee lo siguiente: “Yo, Giorgio di Lorenzo Chiarini, lo he escrito. Y es de Ricciardo di Vieri del Bene, de Florencia. El cual libro fue copiado en Ragusa en la casa de Stefano de Gianmangnia, alquilada por Martino Chiarini de Pazi, de Barcelona, el día XXII de enero MCCCCLVIII”. De esta inscripción, Vianello deduce que Giorgio di Lorenzo Chiarini fue simplemente el copista del texto.203 Sea como fuere, lo cierto es que en el libro no consta el autor y que el único nombre que figura en él es el del impresor: buena prueba de que no se consideraba importante la autoría de una obra que no era sino una simple recopilación de datos y usos mercantiles en relación con distintas plazas. Tampoco figura el nombre del autor en otra edición del libro que fue impresa asimismo en Florencia, probablemente el año 1497, por Bartolommeo de Libro “appetitione di Ser Piero da Pescia”. Parece, por lo demás, que este tipo de recopilaciones era bastante frecuente y demandado en aquellas fechas.204 En efecto, de la de Bartolommeo di Pasi o di Paxi, que fue impresa en Venecia el año 1503, se conocen otras dos ediciones más, la de 1521 y la de 1540, ambas en Venecia.205 Otra recopilación de tipo similar fue la compuesta por Giovanni Manenti, impresa también en Venecia, el año 1534.206 En cualquier caso, no parece que Pacioli pudiera tener interés en apropiarse de la paternidad de la obra de Chiarini, pues, como recordaremos, en el sumario contenido al principio de la Summa, dice que

202 Se llama Magliabechiana a la Biblioteca Nazionale de Florencia, honrando la memoria de su fundador, Francesco Magliabechi. 203 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 45 ss. 204 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 55 ss. Más modernamente ha estudiado el tema Franco Borlandi en su obra: El libro di Mercatantia et Usanze de’ Paesi, Turín, S. Lattes e C. Editori, 1936. 205 Bartolommeo di Pasi: Tariffa de pexi e mesure. Albertin da Lisona, Venecia, 1503. Las otras dos ediciones citadas fueron impresas asimismo en Venecia. 206 Giovanni Manenti: Tariffa de cambi e altro composta per.... Venecia, G. A. di Nicolini di Sabio, 1534.

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incluye las condiciones de la Tarifa “a pesar de que ya han sido recogidas por otros muchos en diversos momentos”. Por este motivo, parece que está en lo cierto Vianello cuando afirma que no hay verdadero motivo para tachar de plagiario a Pacioli por el hecho de haber incluido en su obra la tarifa atribuida a Chiarini. Existen también algunos libros y manuscritos, conocidos genéricamente como procedentes de los llamados maestros del ábaco, de los que se dice que Pacioli pudo haber tomado pasajes enteros de su Summa. Las escuelas del ábaco comenzaron a surgir en Italia a finales del siglo XIII para enseñar, bajo el influjo del libro de Leonardo Fibonacci y atendiendo la demanda de los comerciantes, la aplicación de los conocimientos matemáticos a las operaciones mercantiles y bancarias.207 En estas escuelas, que Melis estima de un nivel medio-elemental, los futuros mercaderes aprendían los rudimentos teóricos de su profesión que luego completarían con el ejercicio práctico de la misma. Las necesidades de la enseñanza llevaron a los maestros del ábaco a componer manuales que servirían tanto a sus alumnos como a los mercaderes, en general. Nos son conocidos varios maestros del ábaco que devinieron famosos, como Alvise da le Karte, Troylo de Cancellariis, su hijo Francesco Troilo, Antonio Demanzinghi, Pagholo, Paolo Dagomari, Giovanni di Bartolo, Antonio, Pietro Borghi, Filippo Calandri, Jacopo di Lorenzo di Jacopo Marsuzini, Zentil de l’abaco, su hijo Bertucium, Balsamus doctor abachi, Michael abacherio de Bononia, Filippo de Follis, Tomaso de Abaco, su hijo Jacopo dell’Abaco, etc.208 De todos ellos, parece que el que obtuvo mayor fama y reconocimiento fue Troylo de Cancellariis, de Venecia. Se han conservado los escritos

207 Leonardo Fibonacci, llamado el Pisano, nació según parece en Pisa hacia el año 1180 y murió en esa misma ciudad en 1250. Según él mismo explica, de niño vivió en Africa, en la ciudad de Bugía, donde su padre ejercía de notario en la aduana. Allí conoció los números indios o arábigos. Viajó después, por razones de negocio, por Egipto, Siria, Grecia, Sicilia y la Provenza. Se detuvo en Constantinopla a finales del siglo XII, manteniendo conversaciones con los matemáticos de aquella ciudad. En 1202 escribió su obra más importante, el Liber abaci, un tratado de aritmética y álgebra que alcanzó gran prestigio y difusión, y del que existen varios ejemplares. Introdujo en Europa el sistema de numeración arábigo. Después escribió otras obras más: Pratica geometriae, Liber quadratorum, Flos super solutionibus quarumdam quaestionum ad numerum et ad geometriam vel ad utrumque pertinentium, De modo solvendi quaestiones avium et similium, Libro de merchadanti detto di menor guisa, etc. 208 De estos tres últimos. que actuaban en Pisa a finales del siglo XIV financiados por el gobierno de la ciudad, nos da noticia Tito Antoni en su trabajo: “Las escuelas de ábaco en Pisa en el siglo XIV”, obra citada.

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de algunos de estos maestros, que tratan mayormente de materias de cálculo mercantil, pues por lo visto la contabilidad se enseñaría de forma oral, aunque no cabe en absoluto descartar que existieran también manuales contables entre los escritos de los maestros del ábaco, que en cualquier caso no han llegado hasta nosotros.209 Entre los textos anónimos o menos conocidos de estos maestros del ábaco, podemos recordar el tratado de aritmética contenido en los 349 primeros folios del códice Ottoboniano custodiado en la Biblioteca Vaticana,210 el códice conteniendo también un tratado de práctica aritmética que se custodia en la Biblioteca Pública Municipal de Siena,211 el códice CCCCXCVII custodiado en la Biblioteca Marciana de Venecia,212 otros dos sobre esta misma materia guardados en el Fondo Palatino de la Biblioteca Central de Florencia,213 etc. En relación con estos dos últimos manuscritos, es digno de especial consideración el segundo, pues la materia que contiene es tratada por Pacioli en el Tratado quinto de la Distinctio nona siguiendo prácticamente el mismo orden.214 De cualquier forma, no debe darse a este hecho especial significación, ni tampoco a las indudables analogías que se presentan, en general, entre algunos pasajes de la Summa de Pacioli y los manuscritos anteriormente citados, pues las mismas vienen condicionadas por el hecho de que la mayoría de los escritos de la época referidos a materias de enseñanza mercantil procedían fundamentalmente de una misma fuente común, el Liber abaci, de Leonardo Fibonacci, el Pisano, compuesto en 1202, así como de otros trabajos de este autor; de que las cuestiones tratadas componían un elenco muy limitado que, forzosamente, debía repetirse en unos y otros autores; y de que los distintos

209 Federigo Mellis: Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 608 ss. 210 Signatura núm. 3.307. 211 Signatura L.IV.21 212 De este códice, así como del códice XXXV, titulado Trattato dabacho, compuesto por Jacopo di Lorenzo di Jacopo Marsuzini, que se conserva también en la Biblioteca Marciana de Venecia, trató Vincenzo Vianello de forma amplia en su artículo “Antichi Codici e libri di computisteria e di scrittura doppia”, en Rivista di amministrazione e contabilità, Como, mayo de 1895. 213 Signaturas E.5.5.14 y L.IV.21. 214 Aparte de Federigo Melis, Vincenzo Vianello da también amplia información sobre los maestros del ábaco y sus textos. Ver su trabajo, repetidas veces citado: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, págs. 77 ss.

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tratadistas transmitían las enseñanzas recibidas en la misma o semejante forma, sin especiales pretensiones de originalidad. Por otro lado, ya hemos visto que Luca Pacioli no se recató de reconocer explícitamente, en el resumen o sumario con que da comienzo a su obra, que la mayor parte de la misma la había sacado de los escritos de ilustres matemáticos antiguos, y especialmente de los de Euclides y de Severín Boecio, así como de los modernos Leonardo Pisano, Giordano, Biagio da Parma, Giovanni Sacrobusco y Prodocimo Padoano. Todas las anteriores observaciones relativas a antecesores de Luca Pacioli, de los que bien podría haber recogido éste, como se decía, algunos o muchos de los conocimientos expuestos en su Summa, se refieren, según se ha visto, a partes de esta obra ajenas a su Tratado contable. Con referencia a De Computis et Scripturis también le han sido hechas a Luca Pacioli algunas imputaciones, con el ánimo, si bien quizás no de acusarle directamente de plagio, sí por lo menos de reducir las pretensiones de primacía y originalidad que en este campo de la partida doble le han sido atribuidas por sus partidarios. De esta manera, en 1891 Vittorio Alfieri presentó el libro Della mercatura et del mercante perfetto de Benedetto Cotrugli, natural de Ragusa, como el primer texto escrito sobre contabilidad por partida doble, pues aunque el libro fue impreso en Venecia el año 1573, se dice en su título que el original había sido redactado más de 110 años antes.215 Un año después, insistió en el tema Pietro Rigobon, en su trabajo Di un contributo del prof. Vittorio Alfieri alla storia della Ragioneria, e di Benedetto Cotrugli primo espositore della scrittura doppia, ratificando que Cotrugli fue el primero en escribir sobre la partida doble.216 El año 1906 Karl Peter Kheil publicó un trabajo estudiando a fondo y transcribiendo el capítulo 13 del libro primero de la obra de Benedetto Cotrugli, que lleva por título: Dell’ordine di tenere le scritture mercantilmente, y que es el relativo a la contabilidad. Kheil indica que en la última página del libro, que tiene 106 folios numerados, escritos por las dos caras, figura el siguiente colofón:“Finisce l’opera di mercatura, dettata per M. Benedetto di Cotrugli; a Francesco de Steffani Deo 215

Vittorio Alfieri: La Partita doppia applicata alle scritture delle antiche aziende mercantili veneziane, Turín, 1891.

216 Publicado como separata de tres artículos aparecidos en el Bollettino del Collegio dei Ragionieri di Milano, año 1892.

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gratias. Apud Castrum Serpici dum epidemia vexat urbem Neapolitanam. MCCCCLVIII. Die XXV. Augusti. Feliciter”, es decir: “Aquí acaba la obra sobre el comercio, dedicada por el señor Benedetto de Cotrugli a Francesco de Steffani. Sean dadas gracias a Dios. En el castillo de Serpico mientras la peste aqueja a la urbe napolitana. Día 25 de agosto de 1458. ¡Buena suerte!”. Precisamente, en la dedicatoria de Cotrugli a Francesco de Steffani, importante comerciante de Ragusa, que figura al comienzo de la obra, se dan a conocer algunos detalles de la vida de Cotrugli y de las circunstancias en las que redactó el manuscrito. Parece que el manuscrito de Cotrugli pasó por diferentes manos y que, finalmente, fue copiado por un tal Giovanni Giuseppi, que lo cedió a Francesco Patritio o Patrizi, también dálmata de origen, que cobró fama en Italia como filósofo.217 Patritio, percatado de la importancia de la obra, la dio a la imprenta en Venecia, con una dedicatoria a Giacomo Ragazzoni, en la que da cuenta de las circunstancias en que el manuscrito había llegado a su poder. Comenta que el mismo es original de Benedetto Cotrugli, un hombre de singular sabiduría y de gran experiencia en los negocios. La obra de Cotrugli se divide en cuatro libros, que cuentan en conjunto con unos 50 capítulos. El primer libro trata de diversas materias mercantiles y de los conocimientos que debe poseer el hombre de negocios. En este libro se encuentra el capítulo 13 que es el que importa a nuestros fines, como ya se ha dicho. El libro segundo trata de materias morales y religiosas. El tercero se dedica a explicar las cualidades y condiciones morales que debe tener el mercader. Finalmente, el libro cuarto considera cuestiones domésticas relativas a la vida y a la casa del comerciante, su forma de vestir, su mujer, cuidado y educación de los hijos, servidumbre, etc. Aparte de la primera edición de Venecia, de 1573, el libro de Cotrugli fue objeto de una segunda edición en Brescia, el año 1602, así como de una traducción al francés en 1582.218

217 Francesco Patritio nació el año 1529 en la isla de Cherso y estudió en Padua. Se estableció después en Ferrara, donde dio clases sobre Platón, siendo considerado uno de los primeros representantes de la escuela neoplatónica. Viajó por toda Italia, así como por Francia, España y países orientales, visitando Venecia en muchas ocasiones. El Papa Clemente VIII le nombró profesor de filosofía en la Universidad de Roma, ciudad en la que murió el año 1597. 218

Traicte de la marchandise et du parfaict marchand, traduit de l’italien de Benoist Cotrugli Raugean, par Jean Boyron, oeuvre tres-necessaire a tout marchand, Lyon, 1582.

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A despecho del interés que tiene el capítulo que trata de la contabilidad, que convierte a Cotrugli en el primer autor conocido que compuso un texto sobre esta materia, Karl Peter Kheil opina que el trabajo de Cotrugli supone sólo un bosquejo breve y general de la contabilidad por partida doble, que no ofrece ninguna regla concreta para su empleo práctico, sino simples consideraciones generales sobre su utilidad y objeto, así como sobre la naturaleza y uso de los tres libros, Borrador, Diario y Mayor, que deben emplearse. Por ello, no puede en forma alguna empañar el mérito y originalidad de la obra contable de Luca Pacioli.219 A este respecto, y en contra de la opinión de Pietro Rigobon, Vincenzo Vianello había negado poco antes el hecho de que Cotrugli se refiriese en su escrito a la contabilidad por partida doble, pues no hacía mención de este término en ningún lugar del mismo ni, según él, demostraba conocimiento de las características y fórmulas propias de este sistema.220 A esto arguye Kheil con razón que, si bien es cierto que Cotrugli no menciona en ningún lugar de su escrito el concepto de partida doble, todas sus explicaciones se insertan indudablemente en el contexto de este método.221 Con posterioridad al estudio de Karl Peter Kheil, ha habido hasta ahora otros muchos análisis de la obra de Cotrugli con conclusiones diversas, aunque la mayoría de los autores se suman a la tesis del investigador checoslavaco.222 Muy recientemente, el hallazgo y la presentación de dos manuscritos que contienen el texto del libro de Cotrugli han puesto fin a las controversias y a las dudas que pudieran existir sobre si, realmente, el

219 Karl Peter Kheil: Benedetto Cotrugli Raugeo. Ein Beitrag zur Geschichte der Buchhaltung, Viena, 1906, págs. 22 s. 220 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 132. 221

”Stellenweise sind darin solche Andeutungen enthalten, dass darüber kaum ein Zweifel bestehen kann”. Karl Peter Kheil: Benedetto Cotrugli Raugeo. Ein Beitrag zur Geschichte der Buchhaltung, obra citada, pág. 24.

222 Véase, a título de ejemplo, Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 604 ss.; o Ernest Stevelinck y Robert Haulotte: “Galerie des Grands Auteurs Comptables”, en Documentation Commerciale et Comptable, Bruxelles, núm. 143, noviembre de 1956. Entre los estudiosos españoles, ha mostrado especial preocupación por el tema Fernando Martín Lamouroux, que lo trata en su texto: Contabilidad, Salamanca, 1987, págs. 306 ss.

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escrito presentado por Patritio existía y era de la fecha indicada, y sobre si Cotrugli se refería o no a la partida doble, pues el capítulo contable contenido en dichos manuscritos, más amplio que el del texto impreso, resulta concluyente a este respecto. De cualquier forma, hay que advertir en seguida que, pese a todo, el tratamiento contable de Cotrugli sigue constituyendo un simple bosquejo, una mera presentación del tema, que trata de forma muy sucinta y general, sin ninguna pretensión de ofrecer un manual práctico y completo, aunque su exposición contiene ya, de forma embrionaria, casi todos los elementos que unos años más tarde habría de desarrollar Luca Pacioli. No quiere esto decir, de ninguna manera, que éste hubiera tenido que inspirarse en el escrito de Cotrugli, sino simplemente que ambos bebían de la tradición y de las prácticas contables vigentes en aquellos tiempos en Italia. En resumen, pues, debe señalarse que, aunque se confirma, efectivamente, que el escrito de Cotrugli es la primera exposición conocida de la contabilidad por partida doble, sigue sin poderse parangonar con el tratado de Luca Pacioli ni poderle disputar la primacía en cuanto a amplitud, profundidad, sistemática y utilidad práctica se refiere. Téngase en cuenta que todo el texto contable de Cotrugli abarca apenas cuatro páginas. Los manuscritos conteniendo la obra de Cotrugli han sido localizados en Florencia. El primero de ellos pertenece al fondo Strozzi de la Biblioteca Nazionale223 y se terminó de copiar el 17 de marzo de 1484, es decir, 26 años después de haberse escrito el original y 10 años antes de publicarse la Summa de Pacioli. El segundo se custodia en la Biblioteca Marucelliana, asimismo de Florencia.224 Pertenecía a un jesuita, Girolamo Lagomarsini, que lo donó en 1754 al convento de su orden en dicha ciudad. El texto está incompleto y termina en el capítulo 18 del libro tercero. No lleva fecha, pero a juzgar por su letra debió de ser escrito también en el siglo XV. Estos dos manuscritos muestran algunas diferencias entre sí y, sobre todo, con el texto impreso, bien fuera por grave descuido al transcribir e imprimir los textos, bien porque el manuscrito del que se partió para ello mostrara divergencias con los ahora localizados, cosa que en cualquier caso parece bastante posible. Tal hecho motivó que el

223 Signatura Magl. XIX, 97 - prov. Strozzi, 4º, núm. 613. 224 Signatura Ms. C. 16.

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historiador Ugo Tucci se decidiera a emprender la tarea de publicar una nueva edición crítica de la obra de Cotrugli, bajo el título: Il libro dell’arte di mercatura. Ha partido para ello del manuscrito conservado en el fondo Strozzi, con indicación en todo caso de las variaciones que presenta en relación con el códice de la Biblioteca Marucelliana y con el libro publicado por Patritio en 1573. El texto de la obra va precedido de un amplio e importante estudio introductorio.225 En relación con el capítulo 13 del libro primero, se pone de manifiesto que los textos de los dos manuscritos localizados presentan entre sí relativamente pocas y muy ligeras diferencias.226 En cambio, las divergencias son mucho mayores y bastante más importantes en relación con el texto impreso y publicado por Patritio. En primer lugar, debe decirse que el texto de este capítulo en los manuscritos viene a ser como un 40 por 100 más extenso que el impreso, aunque sin ser propiamente abundante: téngase en cuenta que apenas llega a las 1.400 palabras, mientras el editado por Patritio se acerca a las 1.000. Esta mayor extensión se debe a un pasaje bastante amplio en el que se habla de la forma de llevar el libro mayor. En este pasaje, que omite el texto impreso, queda claro el carácter de partida doble del sistema contable del que habla Cotrugli: “Ogni partita che si scrive in libro grande debbe essere scripta due volte, una volta facciendo debitore colui che de’ dare, l’altra volta facciendo creditore colui che de’ havere”, es decir, “todas las partidas que se anotan en el libro mayor deben estar asentadas dos veces, una vez haciendo deudor al que debe dar, y la otra vez haciendo acreedor al que ha de haber”. Por otra parte, este pasaje contiene también instrucciones relativas al cierre de las cuentas que arrojen beneficios o pérdidas, según sean sus saldos acreedores o deudores, por traspaso a la cuenta de ganancias, así como al cierre de ésta, a fin de año, por traspaso a la de capital. Aparte de ello, este pasaje nos proporciona la sorpresa de ver que Cotrugli cambia los lados habituales de las cuentas del Mayor, pues el lado de la izquierda se lo asigna al haber, mientras el de la derecha lo destina al debe: “Ogni partita debbe havere scriptura da ambedue li lati del foglio, cioè dalla

225 Benedetto Cotrugli Raguseo: Il libro dell’arte di mercatura. A cura di Ugo Tucci, Venecia, Arsenale Editrice, 1990. 226 Ugo Tucci manifiesta que aunque los dos manuscritos están estrechamente emparentados, no parece que el uno se derive del otro, sino que ambos proceden de un modelo común. Benedetto Cotrugli Raguseo: Il libro dell’arte di mercatura. A cura di Ugo Tucci, obra citada, pág. 18.

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banda dextra dello libro lo de’ dare, et dalla sinistra lo de’ havere”, es decir, “cada cuenta tiene que tener anotaciones en los dos lados del folio, o sea, a la derecha del libro el debe, y a la izquierda el haber”.227 En otros pasajes, en cambio, el texto editado resulta más amplio, aparte de distinto, que el recogido en los manuscritos. Así sucede en el párrafo siguiente, donde se comienza explicando la forma de pasar los asientos en el libro diario. Pero, sin embargo, los textos manuscritos resultan también más concluyentes en lo que respecta al carácter de partida doble de la contabilidad propuesta. De esta manera, se dice: “Quello che nel giornale si scrive in una partita, nel libro si scrive in due”, o sea, “lo que se asienta en el diario en una partida, en el libro mayor se escribe en dos”, repitiendo la regla ya indicada antes. En el texto impreso las instrucciones relativas al libro diario son mucho más ambiguas y generales, consignándose a continuación algunas explicaciones sobre el cierre y traspaso de las cuentas del mayor a un libro nuevo, que en los manuscritos aparecen dentro del extenso párrafo dedicado al libro mayor, del que ya se ha hablado. También es más amplio en el libro impreso el párrafo siguiente, relativo al borrador, así como el último párrafo, que hace referencia a la dificultad de explicar con detalle por escrito todos los aspectos prácticos de la cuestión, un problema que también preocupaba mucho a Luca Pacioli. Por otra parte, Cotrugli, lo mismo que Pacioli, hace referencia al orden que debe mantenerse en el archivo de las cartas, las letras de cambio, los escritos de propia mano, tales como recibos, pagarés, etc., y los instrumentos notariales. Las similitudes entre ambos autores son notables, salvando la amplitud con que cada cual explica la materia, que es mucho mayor en Pacioli. En la versión impresa de su escrito, Cotrugli hace referencia a la necesidad de llevar otros tres libros, un memorándum, un copiador de cartas y un copiador de las cuentas enviadas, libros que no se mencionan en los manuscritos. Como se recordará, los dos primeros son también mencionados por Pacioli, que asimismo hace referencia a un cuaderno donde el mercader debía hacerse escribir los recibos de las cantidades que entregase.

227 Esta inversión de los lados en que se sitúan el debe y el haber se encuentra también en algunos autores posteriores, como Cardano, según es bien sabido.

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Otra semejanza entre Cotrugli y Pacioli, aparte de las inevitables analogías impuestas por la materia que tratan, es el énfasis que ponen en decir que hacen falta más saberes para ser mercader que para ser doctor en leyes (juez, comenta Cotrugli), haciendo referencia los dos al dicho popular.228 De igual modo, ambos hacen hincapié en que si los comerciantes no llevan las cuentas de forma correcta y ordenada, su negocio se convertirá en un “caos y una confusión babilónica”, como dice Cotrugli en su texto impreso,229 mientras Pacioli emplea para expresar esta idea el proverbio latino: “Ubi non est ordo ibi est confusio”, es decir, “donde no hay orden, todo es confusión”.230 Una novedad significativa con respecto al Tratado de Luca Pacioli la presentan los manuscritos de Cotrugli al hablar de la cuenta de cambios, diciendo que deberá tener dos columnas, una para consignar la moneda extranjera y otra para la moneda nacional en la que se acostumbre a llevar los libros. El texto impreso no hace referencia a esta cuenta y tampoco el fraile de Sansepolcro hace mención de esta particularidad.231 También puede citarse como novedad de Cotrugli en relación con Pacioli el que aquél intente, en una ocasión, con referencia a un ejemplo concreto, dar una regla de por qué se carga una cuenta y se adeuda otra. Así, al explicar que, en una venta de paños al contado, se adeuda la caja y se abona la cuenta de los paños, dice: “eccho che la cassa è debitrice che riceve il danaio, et li panni deono havere, perché danno il danaio”, es decir, “y así, la caja es deudora, pues recibe el dinero, y los paños son acreedores, porque dan el dinero”. Como se recordará, una de las insuficiencias más graves que se imputan al Tratado de Pacioli es la de que no intenta establecer unas reglas explicando la razón de los adeudos y los abonos, de forma que el lector pueda saber qué cuenta debe cargar y qué otra tiene que abonar.232 228 ”Più vuole affare uno mercatante che uno giudice di leggie”, dice Cotrugli. Ver su libro ya citado: Il libro dell’arte di mercatura. A cura di Ugo Tucci, pág. 135. 229

Ibídem, pág. 175, nota 7.

230

Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, obra citada, folio 198 vº.

231

Véase mi trabajo sobre este tema “Benedetto Cotrugli, precursor de Pacioli en la exposición de la partida doble”, en Cuadernos de Estudios Empresariales, ním. 2, Madrid 1992, pág. 93.

232 Ver, por ejemplo, Joseph-H. Vlaemmick: Historia y doctrinas de la contabilidad obra citada, pág. 124. Basil S. Yamey insiste en ese punto en su excelente análisis del contenido del Tratado De Computis et Scripturis de Pacioli: “Pacioli’s pioneering exposition of double-entry bookkeeping: a belated review”, obra citada, pág. 572.

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Volviendo a las diferencias entre los manuscritos y el texto impreso, Pierre Jouanique, en un trabajo que acaba de escribir sobre el particular, manifiesta que, en su opinión, la supresión de los pasajes que se ha indicado en la obra impresa se debe al deseo del editor, Francesco Patritio, de aligerar la materia de detalles que consideraba superfluos. Las variaciones y adiciones se deben también a la actuación de este editor.233 Parece, en efecto, bastante plausible que Patritio deseara aligerar el libro de detalles técnicos contables que no aportaban gran cosa a su objeto general y que, en consecuencia, decidiera abreviar considerablemente el amplio párrafo relativo a la forma de llevar el libro Mayor. Pero tal forma de proceder estaría en franca contradicción con la adición de los otros párrafos que supuestamente añade al texto, según se ha visto. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que los manuscritos localizados en Florencia no constituyen el original de la obra, sino simples copias. El hecho de su existencia da pie para pensar que el texto de Cotrugli tuvo alguna difusión en su momento y que es posible, incluso, que se hicieran copias de copias, por lo que la introducción de variaciones durante el proceso no resultaría demasiado extraña. De esta manera, no hay razón para descartar la posibilidad de que las adiciones, mutilaciones y variaciones observadas en el texto impreso en relación con los manuscritos estuvieran contenidas en la copia que sirvió de base para la impresión.234 En cualquier caso, el descubrimiento de los indicados manuscritos y su estudio y presentación por parte de Ugo Tucci han venido a confirmar, como se decía anteriormente, que la primacía temporal en la redacción de un texto sobre contabilidad por partida doble le corresponde sin ningún género de dudas, por lo que se sabe hasta hoy, a Benedetto Cotrugli, natural de Ragusa. Otra acusación de plagio o, al menos, de falta de originalidad, fue la lanzada contra Pacioli por Fabio Besta, sobre la base de simples 233 Pierre Jouanique: “Benedetto Cotrugli reencontrado”, trabajo pendiente de publicación en Técnica Contable. 234 Ver mi artículo ya citado “Benedetto Cotrugli, precursor de Pacioli en la exposición de la partida doble”, pág. 94.

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conjeturas y extrapolaciones,235 por estimar que Luca Pacioli no tenía los conocimientos prácticos ni teóricos suficientes para poder escribir un tratado como el De Computis et Scripturis..236 Besta creyó siempre, y así lo expuso en su magna obra comenzada a publicar el año 1891, en la existencia de algún manual veneciano sobre contabilidad por partida doble procedente de las escuelas de ábaco del que tuvo que copiar Pacioli al escribir su obra. De hecho recomendó a Vincenzo Vianello y a otros investigadores que indagasen a fondo en los archivos venecianos en busca del referido manuscrito, donde según él tenía que encontrarse dicho documento.237 Fabio Besta tenía incluso su teoría sobre 235

De esta misma opinión es Carlo Antinori, que considera la argumentación de Besta ayuna de toda validez. Va más lejos al afirmar que “il Besta, in questa sua ostinata e vana difesa di una sua personale convinzione, ha messo in evidenza tutti i suoi limiti como storico”, es decir, que “con esta obstinada y vana defensa de una opinión personal suya, Besta ha puesto en evidencia todas sus limitaciones como historiador”. Ver su trabajo, ya citado, Il Trattato dalla “Summa” del Paciolo. A cura di Carlo Antinori, pág. 6.

236 Efectivamente, Besta escribe en su obra: “Sin embargo, no consigo persuadirme de que un hombre como Paciolo hubiera podido siquiera pensar en escribir tan detalladamente sobre los libros de cuentas, si no hubiese encontrado la materia ya preparada por otros. No habría tenido ni el tiempo ni la manera de adquirir unos conocimientos tan amplios y detallados de los negocios y de los usos mercantiles venecianos como los que tenía el compilador del tratado”. Un poco más adelante, añade: “Y si el tractatus... de computis et scripturis fuese todo del fraile de Borgo San Sepolcro, constituiría la parte más original de la Summa, por no decir quizás la única original”. Fabio Besta: La Ragioneria, Parte I, vol. III, 2º edición revisada y ampliada, Milán, 1916, págs. 363 s. 237 Vincenzo Vianello, por su parte, estaba también convencido de que debía de haber algún manuscrito en el que Pacioli se hubiese apoyado para escribir su tratado. En efecto, veamos sus reflexiones: “¿Cómo es posible, me pregunto, que un hombre como Paciolo, que vivía en un ambiente de príncipes y cortesanos, matemático ilustre, especialista en perspectiva, pero que no era un comerciante ni un contable, sino que vivía totalmente ajeno al mundo de los negocios y del tráfico mercantil, pudiera mostrarse tan experto en cuestiones comerciales, hasta el punto de poder argumentar extensamente sobre ellas y de exponer de forma científica y práctica un método que, si bien había sido aplicado en gran escala en las empresas venecianas tanto comerciales como industriales, nunca había sido expuesto hasta entonces por nadie, y sólo en la práctica real de las empresas había acreditado su bondad y su perfección? Una obra como la de Paciolo, un tratado tan completo y puede decirse incluso que tan científico sobre la partida doble, presupone necesariamente la existencia de estudios anteriores; presupone la existencia de obras ya escritas, a las cuales Paciolo tenía que haber recurrido con amplitud, por no decir llanamente transcrito en su Summa. Esta duda que tengo y que he tenido siempre, y que tiene también el Prof. Besta, que tan enriquecedores consejos me dio al hacer este trabajo, y que tienen asimismo tantos otros estudiosos, a la par que yo, me indujo a emprender una serie de detalladas

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el autor de este manual, que a su juicio no podía ser otro que Troylo de Cancellariis, el más famoso y acreditado de los maestros del ábaco veneciano, que se sabe que enseñó entre los años 1421 y 1454. Guiado por esta idea y basado tanto en las analogías como en las diferencias existentes entre el tratado publicado por Hugh Oldcastle, de acuerdo con la transcripción que del mismo hace John Mellis, pues no ha llegado hasta nosotros ningún ejemplar del libro de Oldcastle, como se ha dicho anteriormente, y el Tratado De Computis et Scripturis de Pacioli, que se asemejan extraordinariamente, Fabio Besta llegó a la conclusión de que ambos estaban plagiados prácticamente en su totalidad de una fuente común, es decir, del manuscrito supuestamente escrito por Troylo de Cancellariis.238 Para fundamentar esta conclusión y por lo que se refiere a la obra de Pacioli, comenta Besta que la lengua usada en el tratado contable no es la utilizada en el resto de la Summa, es decir, el toscano, sino el veneciano, es decir, la variante del italiano utilizada en Venecia. De esta forma, el Tratado sería una incorporación extraña, ajena al cuerpo de la Summa. Por otra parte, observa unas diferencias entre el tratado de Oldcastle y el de Pacioli que le parecen significativas. Así, comenta que en el libro de Oldcastle falta el capítulo 7º, que se refiere a la autenticación o legalización de los libros de cuentas en el consulado de mercaderes de Perusa. La explicación que encuentra para ello es que este capítulo no figuraba tampoco en el manuscrito de Troylo de Cancella-

investigaciones en el Archivio di Stato de Venecia y en el Museo Civico de la misma ciudad, así como en otras bibliotecas venecianas, para ver si era posible descubrir algún manuscrito de partida doble anterior al tratado de Paciolo. En estas indagaciones me alentaba el hecho de que si Paciolo se había guiado de trabajos ya existentes, estos trabajos no podían ser sino venecianos, pues en el tratado de Paciolo todo es veneciano: es veneciano el método, como Paciolo reconoce expresamente; son venecianas las indicaciones relativas a las monedas, a los pesos y a las medidas usadas; son venecianos muchos nombres de cuentas; y es italiano-veneciano el mismo idioma utilizado por Paciolo. Pero no fui afortunado en mis búsquedas. He podido encontrar no pocos manuscritos anteriores a Paciolo que tratan de aritmética comercial, e incluso un manuscrito de partida doble posterior en pocos años a la Summa, pero ningún trabajo de partida doble que fuera anterior a Paciolo”. V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 115 s. 238 Fabio Besta: La Ragioneria, Venecia, 1891-1910. Se cita de la edición de Milán, 1916, Parte I, vol. III, págs. 361-378.

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riis, pues era una aportación original de Pacioli, que lo intercaló en el texto del maestro del ábaco. Aparte de ello, algunos de los proverbios que en el texto de Pacioli aparecen en italiano, se consignan en latín en el de Oldcastle. De ello deduce Besta que mientras el fraile de Sansepolcro tradujo a la lengua vulgar las máximas expresadas en latín en el desaparecido manuscrito de Troylo de Cancellariis, Oldcastle las dejó tal como las encontró. Finalmente, de la falta en el libro de Oldcastle de los ejemplos de asientos a la manera toscana, según se dice, que figuran al final de la obra de Pacioli deduce Besta que estos asientos los introdujo este último en su tratado, sin que figurasen en el manuscrito de Troylo de Cancellariis.239 Como se ve, toda la argumentación de Besta reposa en un entramado de conjeturas o intuiciones que no resiste el menor análisis crítico, empezando por la pretendida existencia de un manuscrito anterior, escrito precisamente por Troylo de Cancellariis, del que nadie tiene ninguna noticia. El historiador inglés Richard Brown explica la semejanza entre el libro de Oldcastle y el tratado de Pacioli atribuyéndola simplemente al hecho de que el primero no es más que una traducción inglesa del segundo.240 Las diferencias entre ambos textos también pueden tener explicación satisfactoria, sin necesidad de recurrir a los argumentos que aduce Besta. De esta manera, es perfectamente plausible que el traductor al inglés suprimiera el capítulo dedicado por Pacioli a describir los usos de Perusa relativos a la autenticación de los libros de cuentas, por estimar que los mismos no aportaban nada al lector de su nacionalidad. Lo mismo hizo Oldcastle, por otra parte, con los pormenores relativos 239 Se dice que los ejemplos de asientos de Mayor que ofrece Pacioli al final de su Tratado son de tipo toscano por dos razones fundamentalmente: En primer lugar, porque los apellidos utilizados, Forestani, Foraboschi y Cavalcanti, son típicamente toscanos. En segundo lugar, porque la indicación de las cuentas de contrapartida no se hace a la veneciana, como en los ejemplos que se insertan en el texto, sino a la manera toscana. Por otra parte, como indico en un reciente trabajo, también la moneda de cuenta utilizada en la columna de cantidades era la empleada en Florencia, “Luca Pacioli’s treatise De Computis et Scripturis: A composite or a unified work?», en curso de publicación en la revista ABFH Accounting, Business and Financial History. 240

Richard Brown: A history of accounting and accountants, obra citada, págs, 117, 126 s.

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a las relaciones con las oficinas públicas de Venecia, que Pacioli trata en sus capítulos 17, 18 y 24, y que en cambio no había razón para que Troylo de Cancellariis dejara de considerar. Tampoco hay razón para presumir que Oldcastle no pudo preferir consignar en latín los proverbios que Pacioli cita en italiano en su libro, puesto que procedían del latín, en lugar de traducirlos al inglés, idioma en el que posiblemente no tuvieran un significado específico. En cualquier caso, esta circunstancia no tiene por qué apuntar necesariamente a la existencia de una fuente común a los dos libros, en la que los indicados proverbios vinieran expresados en latín, como asume Fabio Besta. El hecho de que Oldcastle suprimera los ejemplos de asientos que Pacioli consigna al final de su tratado no parece tampoco que pueda probar gran cosa, teniendo en cuenta que el escritor inglés había añadido ya por su cuenta varios casos prácticos. Por otra parte, Federigo Melis, que es quien, al igual que había hecho antes Balduin Penndorf, rebate los argumentos de Besta de la forma expuesta, manifiesta que no percibe una diferencia idiomática entre el tratado contable de Luca Pacioli y el resto de la Summa, pues las expresiones venecianas a que se refiere Besta son exclusivamente las relativas a los términos contables, así como a algunos bienes inventariados, a algunos oficios o profesiones, y también a algún nombre propio.241 En un reciente trabajo al que ya se ha hecho referencia y en el que se realiza un análisis lingüístico de la obra de Oldcastle, que nos es tan sólo conocida por la reproducción que de ella nos legó John Mellis, se ratifican totalmente, con aportación de nuevas razones, las conclusiones a que había llegado ya Federigo Melis. Se detectan además varias divergencias entre lo que pudo ser el tratado de Oldcastle y la versión ofrecida por Mellis, que los autores del trabajo atribuyen a

241 Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 623 ss. Balduin Penndorf había rebatido ya previamente los argumentos de Besta de forma parecida. Ver Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die italienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk versehen von Balduin Penndorf, obra citada, págs. 65 ss. Basil S. Yamey hace un buen resumen de la discusión en su trabajo: “Fifteenth and Sixteenth Century Manuscripts on the Art of Bookkeeping”, en Journal of Accounting Research, vol. V, año 1967.

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avances contables y de planteamiento que este último autor conocía a través de los trabajos de Ympyn, Peele y Weddington.242 Otra circunstancia que ha dado pie para suponer que Luca Pacioli había copiado su Tratado De Computis et Scripturis de un manuscrito anterior es el comentario que, según se ha apuntado anteriormente,243 hace Jehan Ympyn de que su obra es la traducción del manuscrito italiano de un tal Giovanni Paulo di Biancy o di Bianchi, hombre de gran reputación, que dedicó a la enseñanza de la contabilidad más esfuerzos y diligencia que ningún otro.244 El manuscrito del citado Di Bianchi no ha podido ser localizado, ni siquiera se ha conseguido hallar ningún rastro de su supuesto autor, a pesar de las intensas búsquedas realizadas. Sin embargo, lo que resulta claro es que una buena parte de la obra de Ympyn no es más que una traducción del Tratado de Pacioli, capítulo a capítulo. Por ello ha surgido la idea de que tanto dicho Tratado como la obra de Ympyn pudieran haberse nutrido de una fuente común, el desconocido escrito de Di Bianchi. Complica más la cuestión el hecho de que, como se ha visto, Jehan Ympyn no se recatara de citar al broeder Lucas como uno de los autores de cuyas obras había recibido enseñanza. Haulotte y Stevelinck hacen reparar, por otra parte, en el hecho, que ya había indicado Kheil, de que en los ejemplos que utiliza Ympyn en su obra aparecen unos personajes llamados Nicolás y Pierquin Forestain, de apellido extrañamente parecido al del Lodovico di Piero Forestani que aparece en los ejemplos de asientos de Mayor que Luca Pacioli consigna al final de su Tratado.245 Karl Peter Kheil, en un esfuerzo por encontrar una explicación a estos hechos, sugirió la hipotética posibilidad de que Ympyn hubiera sufrido un error al escribir el nombre del autor del desconocido manuscrito, de forma que en lugar de llamarse Biancy o Biansi, se llamase Piansi, y que este nombre, a su vez, fuese una mala transcripción del apellido Ropiansi, como a veces se ha escrito el nombre de los

242 Juan José Lanero Fernández et alter: Translation in English Accounting Historiography of the 16th Century, obra citada. Por su parte, Basil S. Yamey había advertido ya sobre algunas de estas circunstancias en su trabajo “Oldcastle, Peele and Mellis: A Case of Plagiarization in the Sixteenth Century”, en Accounting and Business Research, vol. IX, año 1979. 243 Ver nota 166 en página 84. 244 Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, pág. 18. 245 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada, págs. 56 s.

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Rompiasi, en cuya casa de Venecia Pacioli ejerció de preceptor, como sabemos. De esta manera, el Giovanni Paolo di Biancy se convertiría en Paolo Rompiasi, uno de los tres hermanos alumnos de Pacioli, y el manuscrito entregado a Jehan Ympyn no sería, así, más que los apuntes de clase confeccionados por el maestro o por el discípulo, dejando constancia de sus explicaciones.246 Sea como fuere, lo cierto es que todo son puras conjeturas y que tampoco en este caso hay ningún rastro de la existencia de un manuscrito anterior del que Luca Pacioli hubiera podido copiar. Por otra parte, el hecho de que Luca Pacioli incurriera en patente plagio al incluir, como tercera parte de su obra De Divina Proportione, el escrito de Piero de la Francesca Libellus de quinque corporibus regularibus, y de que asimismo transcribiera al pie de la letra, como cuarta parte de su Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, la totalidad de la Tarifa atribuida a Giorgio Chiarini sin mencionar la procedencia, no autoriza, a la luz de los conocimientos actuales, a suponer que también su Tratado De Computis et Scripturis fuera producto de plagio. Tampoco autoriza a regatearle méritos en la redacción y publicación de esta obra, aunque en sentido estricto, sobre todo después de la localización de los manuscritos de Cotrugli presentados por Ugo Tucci, escritos antes de la publicación de la Summa, la paternidad de la autoría del primer escrito sobre contabilidad por partida doble deba recaer, sin lugar a dudas, sobre el comerciante ragusino. Pero ya hemos visto que dicho texto en la nueva versión proporcionada por el conocimiento de los manuscritos abarcaba apenas cuatro páginas. Aparte de ello el tratamiento, de carácter general e introductorio, no admite parangón con el empleado por Pacioli, mucho más completo y con un propósito claramente didáctico y de utilidad práctica. Eso no quiere decir, por supuesto, como a lo largo de las páginas anteriores se ha puesto continuamente de manifiesto, que deba pensarse que el tratado De Computis et Scripturis surgió de la nada y que a Luca Pacioli le corresponde poco menos que la invención de la contabilidad por partida doble. Sabemos que no es así. En primer lugar, porque el propio Pacioli declaró manifiestamente una y otra vez que el sistema contable que iba a exponer era profusamente utilizado por los mercaderes venecianos, de manera que no puede hablarse en absoluto de invención, sino simplemente de exposición. En segundo lugar, por-

246 Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, págs. 20 s.

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que una obra tan elaborada como la de Pacioli no parece, efectivamente, como opinaban Besta, Vianello y tantos otros, que pudiera surgir sin ningún antecedente, siquiera oral. A este respecto, se piensa justamente que la contabilidad por partida doble era enseñada en las escuelas de ábaco y que por tal motivo, cuando Pacioli compuso su tratado, existiría ya una acreditada tradición oral de enseñanza y exposición, que bien pudo haber quedado recogida en apuntes o escritos de clase, aunque ninguno de ellos haya llegado hasta nosotros. Ello no quiere decir, por supuesto, que aunque Pacioli hubiera bebido de estos textos, hecho perfectamente legítimo y natural, teniendo en cuenta que su obra era un trabajo de compilación y vulgarización, forzosamente hubiese tenido que copiar al pie de la letra uno de estos escritos.247 A este respecto, debe decirse, sin embargo, que en el Tratado de Luca Pacioli hay hechos que abonan la idea de que pudiera tratarse en parte de una copia o yuxtaposición de elementos anteriores, ajenos a la Summa; aunque también hay otros que, en cambio, parecen oponerse a tal conclusión. Entre estos últimos, deben incluirse las referencias que se hacen en un par de ocasiones a otros capítulos y pasajes de la Summa, no incluidos en el De Computis et Scripturis, como, por ejemplo, ocurre en el capítulo 20º, al tratar de las baratas, donde se indica que en la Distinctio nona, Tractatus tertius, folios 161 a 167, se podrán encontrar abundantes noticias sobre clases y características de dicha operación mercantil. Lo mismo sucede en el capítulo 24º, en que al hablar de la honesta comisión que se percibe en los cambios, se hace referencia a lo dicho con pleno detalle en su lugar, al tratar de los cambios reales, es decir, en la Distinctio nona, Tractatus quartus, folios 168 y siguientes. En contra de la idea de que el Tratado sea, en sí mismo, una compilación o yuxtaposición, sin más, de diversos textos, se manifiestan las continuas y oportunas referencias que se hacen a otros pasajes y capítulos del propio Tratado. Igual ocurre con la unidad de estilo y la coherencia entre los distintos capítulos, así como con las repetidas alusiones a la propia vida y a los usos mercantiles de los lugares que, efectivamente, frecuentó Pacioli. Todo ello hace pensar que al menos los treinta y cinco primeros capítulos están escritos de un tirón por la misma mano y que esta mano fue la de Luca Pacioli, lo cual no quiere 247 Esta es la opinión también de Raymond de Roover: “Aux origines d’une technique intellectuelle: La formation et l’expansion de la comptabilité à partie double”, en Annales d’Histoire Economique et Sociale, año 1937, vol. IX, pág. 279 s.

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decir, obviamente, —hay que decirlo una vez más— que el fraile de Sansepolcro no pudiera haberse inspirado en escritos anteriores al redactar sus líneas. Por el contrario, son de notar diversos indicios que podrían interpretarse en el sentido de que, tanto el resumen o sumario que se consigna como capítulo 36º, como los dos apartados que se insertan a continuación, incluidos los ejemplos finales, constituyen partes independientes del cuerpo de la exposición, como si compusieran unos textos aparte, pues no llevan ninguna referencia expresa a los primeros treinta y cinco capítulos. En efecto, esta parte final del Tratado, que por algunos autores ha sido considerada toda ella como constitutiva del capítulo 36º,248 presenta algunas diferencias de concepción contable, como veremos, e introduce algunas novedades en relación con el texto que presuntamente debe resumir. Por ello, podría tener distinto origen que el cuerpo de la exposición y haber sido escrita en diferente momento y oportunidad, sin que ello quiera decir que el autor tuviera que ser distinto. Tal vez, Pacioli escribiera estas partes en otra ocasión, antes o después de escribir el cuerpo de la exposición, con el fin de dar a determinado público una explicación abreviada de las reglas que debía seguir un comerciante para llevar sus libros por partida doble. Luego, al componer la Summa, querría aprovechar estos textos para enriquecer su Tratado. Esta suposición podría verse reforzada por el hecho de que ni los dos últimos apartados, ni los ejemplos finales de asientos, están incluidos en el índice. A este respecto, ya hemos visto cómo los ejemplos finales de asientos de Mayor eran atribuidos por diversos autores a la forma de hacer toscana, mientras en el texto del Tratado los asientos se 248 De esta manera, Carlo Antinori, en su versión del Tratado de Luca Pacioli al italiano moderno, incluye los apartados relativos a las cosas que conviene anotar en el libro de los mercaderes y a las cosas que deben anotarse en el Memorándum, así como los ejemplos finales de asientos, como partes del capítulo 36º, que estructura a este objeto de la siguiente manera: “Capitolo XXXVI. Riepilogo ovvero riassunto di tutto il presente Trattato affinché con poca fatica si possano ricordare le cose dette: A-Sommario di regole e modi per tenere i libri mercantili; B-Cose che conviene mettere nei libri dei mercanti; C-Cose che devono essere messe per memoria del mercante”. A continuación, incorpora, sin ningún título ni separación formal con respecto a la parte C, las abreviaturas de monedas y medidas de peso, y acto seguido los ejemplos finales. A este respecto, debe recordarse que el título general que Antinori da al capítulo 36º es el que, efectivamente, figura en la Tabla de Materias ofrecida por Pacioli. Sin embargo, en el propio capítulo, como epígrafe del mismo, Pacioli consigna el título que Antinori da a la parte A.

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formulaban siguiendo el modo veneciano. Pero, aparte de ello, se dan algunas otras circunstancias que diferencian las partes finales del texto anterior y en las que, por lo que se sabe, no se ha reparado mucho hasta ahora, haciendo excepción de Basil S. Yamey, que en su excelente estudio, ya citado, analizando el contenido y los valores pedagógicos del Tratado de Pacioli, pone de manifiesto algunas de estas diferencias e, incluso, comenta, en tono algo jocoso, que los que opinan que Pacioli era un plagiario podrían encontrar en ellas motivo para afirmar que el fraile franciscano al escribir su Tratado no sólo plagió una obra, sino dos.249 Veamos un resumen de las diferencias principales.250 En primer lugar, puede observarse que la redacción de los asientos de arrastre o cierre que se ofrecen en el sumario o resumen final arroja algunas discrepancias con la redacción expuesta en los capítulos 28º y 34º, donde se trata de estas cuestiones. Lo mismo ocurre en el apartado siguiente: “Casos que conviene anotar en el libro de los mercaderes”, al explicar el modo de hacer el inventario —expresión que, por otra parte, no se emplea en el sumario—, es decir, de contabilizar todos los bienes poseídos por el mercader al inicio de las operaciones. Al explicar este proceso, el apartado en cuestión dice que todas las partidas poseídas se cargarán en el Mayor en la respectiva cuenta, abonándolas en contrapartida a la cuenta del propio comerciante, o sea, a sí mismo: “a tu propio nombre”, dice el texto. Esta indicación se hace repetidas veces, empleando idénticos o parecidos términos. En ningún momento se hace mención de la cuenta de Capital, utilizada invariablemente a estos efectos en los capítulos anteriores. Por otra parte, en el indicado resumen o sumario ofrecido en el capítulo 36º se señala que puede omitirse la explicación de los asientos registrados en la cuenta de Caja, puesto que dicha explicación está ya contenida de forma completa en el asiento de contrapartida. En los capítulos anteriores no se habla de esta posibilidad; hay que esperar hasta este sumario para enterarse de ella. Tampoco se habla en los capítulos precedentes de la abreviatura Rº, es decir, resto o saldo, que según el capítulo 36º deberá ponerse delante de los asientos de saldo de una cuenta, por arrastre a cuenta nueva, para indicar la particular naturaleza de estos asientos. 249

Ver Basil S. Yamey: “Pacioli’s pioneering exposition of double-entry bookkeeping: a belated review”, en Studi in Memoria di Federigo Melis, obra citada, pág. 577, nota 15.

250 Los interesados en el tema pueden consultar mi trabajo ya citado “Luca Pacioli’s treatise De Computis et Scripturis: A composite or a unified work?”.

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Del mismo modo, mientras en el capítulo 31º, al hablar de la forma de corregir o anular los asientos incorrectos, se expresa que tanto éstos como los contraasientos de anulación deberán señalarse con una cruz u otra señal cualquiera para no incluirlos en los extractos de cuenta que se confeccionen, en el resumen contenido en el capítulo 36º se añade la posibilidad nueva y expresa de marcar estos asientos con una H, aparte de poderlos señalar con la cruz. Una diferencia más importante es la de que, para cerrar el Mayor viejo, según señala este capítulo 36º, lo que deberá hacerse en primer lugar es establecer el balance del libro y cuadrarlo debidamente. A continuación, desde este balance se pasarán los saldos de las cuentas al nuevo Mayor, por el mismo orden en que figuran en el balance. En el capítulo 34º, en cambio, donde se habla específicamente de esta materia, se dice que los saldos se pasarán del Mayor viejo al Mayor nuevo como si se tratase de un arrastre de cuenta a un folio posterior, pues no hace falta ponerlos en el Diario. No se habla en absoluto de pasarlos previamente a la hoja de balance. Lo mismo ocurre con el cierre de las cuentas del Mayor viejo, que, según lo explicado en el capítulo 36º, debe hacerse también a partir del balance, cosa que no se indica en el capítulo 34º, donde el cierre se efectúa directamente, inmediatamente antes de pasar el saldo a la cuenta abierta en el nuevo libro. Por otro lado, al hablar de la hoja de balance, el capítulo resumen no le da la denominación de summa summarum, en la que tanto hincapié se hace en el capítulo 34º, hasta el punto de mencionarla en el título del mismo. En su lugar, se habla simplemente de bilancio del libro vechio, o sea, “balance del libro viejo”. De igual modo, en el resumen contenido en el capítulo 36º se especifica lo que se entiende por balance del libro Mayor, que deberá confeccionarse en un pliego plegado longitudinalmente, circunstancia esta del plegado que no se menciona en el capítulo 34º al hablar de la summa summarum. Como se ve, puede decirse que, en general, las explicaciones que se dan en el resumen en relación con el proceso de cierre presentan diferencias notables con las expuestas en los capítulos anteriores.251

251 Basil S. Yamey ha destacado la confusión y las dificultades que esta circunstancia pudo crear en su momento entre los que se acercasen al libro con ánimo de aprender a manejar la partida doble. Ver su artículo ya citado: “Pacioli’s pioneering exposition of double-entry bookkeeping: a belated review”.

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En un terreno algo menos tangible, pero no por ello menos importante, habría que decir también que mientras en los capítulos anteriores del Tratato no se aprecia una neta diferenciación entre los términos “asiento” y “cuenta”, conceptos ambos para los que se usa corrientemente la expresión partita, en este capítulo y apartados finales se emplean en cada caso con propiedad los términos partita y conto, según correspondan. Finalmente, puede ser asimismo interesante a nuestros efectos comentar que en los dos últimos apartados, relativos a las cosas que deben asentarse en el libro Mayor y a las que deben anotarse en el Memorándum, respectivamente, se da noticia de operaciones no tratadas en los capítulos anteriores, como son, por ejemplo, las operaciones de seguro marítimo o de otra índole, con el cobro de las correspondientes primas; o la recepción de mercancías en consignación, operaciones de préstamo, operaciones condicionadas, etc. No olvidemos tampoco, a este respecto, dentro de la impresión general recogida en su momento de que la Summa en su conjunto aparece como un gran collage, el hecho de que el índice particular del tratado contable se titula Tavola del Quaderno. Descartando, por improbable, que la expresión Quaderno pudiera referirse en este caso al libro Mayor, la explicación más plausible que nos viene al encuentro es la de que el Tratado De Computis et Scripturis en sí mismo constituía en su origen un cuaderno o trabajo independiente. Ya hemos visto, por otra parte, la escasa preocupación de Pacioli por dotar a su Summa de una estructura unitaria o por disimular la posible diversidad de orígenes de las distintas partes de su obra. Sin embargo, sí hace el esfuerzo de armonizar las fechas de los asientos contables ofrecidos, tanto del texto como de los ejemplos finales, caso de que éstos hubieran sido compuestos efectivamente en distinto momento.

La traducción El estilo de la Summa no es, ciertamente, fácil ni fluido, como comenta Federigo Melis,252 por más que Gaetano Daniello, en su carta a Daniello Raniero con la que le enviaba la traducción y el comentario

252 Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 628.

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de Luca Pacioli sobre Euclides, dijera que aquél, además de maestro muy docto en teología era un elegante escritor. 253 Ya Baldi, a finales del siglo XVI o comienzos del XVII, había afirmado que el decir de Pacioli era tan “bárbaro, irregular, tosco, desgraciado, que da náuseas a los que lo leen”. Un poco después añadía que Pacioli mezclaba las frases latinas con las vulgares, estropeando las unas y las otras; su idioma era, en su mayor parte, el hablado en su ciudad natal, ya de por sí feo y odioso, pero que por añadidura lo combinaba con el veneciano y con las peores lenguas italianas. La culpa, sin embargo, no era toda de Pacioli, reconocía Baldi algo más adelante, pues en parte “debe también atribuirse a aquel siglo, en el cual, si bien la lengua latina era muy finamente practicada en los círculos cultos, la vulgar estaba poco menos que sumida en el fango”.254 Libri, por su parte, añadía que las obras de Pacioli estaban escritas tan bárbaramente que merecían, sin duda, el calificativo que les había dado Annibale Caro, el célebre traductor de la Eneida y embajador ante el emperador Carlos V, al llamarlas “cenizas de orfebre”, pues en su miseria se escondían verdaderas joyas de oro.255 No parece que el estilo del Tratado De Computis et Scripturis pueda eximirse de este juicio general, que tal vez deba reputarse, empero, excesivamente severo. Si acaso, en opinión de los especialistas, puede que sea precisamente en este Tratado donde se halle mayor número de palabras venecianas mezcladas con las toscanas propias de la región natal de Fray Luca. En cualquier caso, es cierto que, para el no nativo, el italiano de la época, todavía no desarrollado del todo, y salpicado además, aquí y allá, de expresiones dialectales, ofrece serias dificultades para su correcta comprensión e interpretación, agravadas aún más por el corriente uso de abreviaturas. Estas dificultades han podido ser salvadas en gran parte gracias a las transcripciones de Vincenzo Gitti 256 y de Carlo Antinori.257 253 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 63. 254

Ibídem, págs. 64 s.

255 Giuseppe de Sallusti: Storia dell’origine e de’ progressi delle Matematiche di più autori riunita in commentarij a forma di cronaca, Roma, 1846. Citado de Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 628. 256

Fra Luca Paciolo: Tractatus de Computis et Scripturis. Trattato de’ Computi e delle Scritture. Con Prefazione e note. Edito per cura del Prof. Vincenzo Gitti, obra citada.

257

Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalità. Distinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et secripturis). Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, obra citada.

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En efecto, aunque la traducción se ha realizado directamente del texto del Tractatus XI de la Distinctio IX de la primera edición de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, a partir del ejemplar perteneciente a la colección de Augustus de Morgan, de la Universidad de Londres, microfilmado en la Goldsmiths’Kress Library of Economic Literature, se han tenido siempre a la vista las dos transcripciones antes indicadas. Aparte de ello, se han consultado también continuamente, con gran provecho, las traducciones al inglés de John B. Geijsbeek, de 1914,258 de Pietro Crivelli, de 1924,259 y de R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston, de 1963;260 al alemán de Ernst Ludwig Jäger, de 1876,261 y de Balduin Penndorf, de 1933;262 al francés de Robert Haulotte y Ernest Stevelinck, de 1975;263 al italiano moderno de Carlo Antinori, de 1990;264 al portugués de Francisco Valle y Armando Aloe, de 1966;265 y al español de Giorgio Berni y Ramón Cárdenas, de 1962, traducción que fue luego revisada y ampliada con una introducción y gran aparato de notas por parte de Ramón Cárdenas, haciendo un meritorio esfuerzo, para dar lugar a una segunda edición, publicada en 1991266. Dicho sea de paso, debo lamentar que, desgraciadamente, el ilustre estudioso meji258

John B. Geijsbeek: Ancient Double-Entry Bookkeeping. Lucas Pacioli’s Treatise (A.D. 1494 -the earliest known writer on bookkeeping) reproduced and translated with reproductions, notes and abstracts from Manzoni, Pietra, Mainardi, Ympyn, Stevin and Dafforne, Houston, Texas, 1914.

259

Pietro Crivelli: An Original Translation of the Treatise on Double-Entry BookKeeping by Frater Lucas Pacioli, London, The Institute of Book-Keepers, Ltd., 1924.

260 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada. 261

Ernst Ludwig Jäger: Lucas Paccioli und Simon Stevin, nebst einigen jüngeren Schriftstellern über Buchhaltung, obra citada.

262 Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung, 1494. Nach dem italienischen Original von 1494 ins Deutsche übersetz und mit einer Einleitung über Die Italienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk versehen von Balduin Penndorf, obra citada. 263 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada. 264 Carlo Antinori: Il Trattato dalla “Summa” del Paciolo. A cura di..., obra citada. 265

Francisco Valle y Armando Aloe: Fra Luca Pacioli e o seu Tratado de Escrituraçao das Contas, Sao Paulo, Brasil, 1966.

266 Fra Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalita... Distinctio Nona, Tractatus XI, De Computis et Scripturis (De las Cuentas y la Escritura). Venecia, 1523, 2ª Edición. Versión y arreglo al español: Ramón Cárdenas C.; Traducción, prólogo y revisión: Dr. Giorgio Berni. (Segunda Edición), UANL, Monterrey, N. L., México, 1991.

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cano no pueda ver publicada esta nueva traducción al castellano, de la que en su momento recibió un ejemplar mecanografiado, pues falleció el 23 de diciembre del pasado año 1993. Como es lógico, la traducción ha estado en todo momento presidida por un espíritu de absoluta fidelidad al sentido y al significado del texto pacioliano, fidelidad que se ha extendido en lo posible a la misma letra. De esta manera, se ha considerado y procurado verter al español con todo cuidado cada palabra, cada expresión contenida en la versión original, aunque fuera simplemente una repetición o refuerzo para ilustrar y completar el sentido de la frase. Con todo, no se ha querido llegar al extremo de permitir que esta fidelidad a la letra entorpeciera o hiciera incomprensible la lectura de las palabras de Pacioli. Así, por ejemplo, se ha suprimido la mayoría de los innumerables etcéteras con que el fraile de Sansepolcro gustaba de adornar su discurso, teniendo en cuenta que en esa época los tales etcéteras se utilizaban a menudo como simple fórmula elegante de rematar las oraciones, según comenta Pierre Jouanique en su artículo ya citado anteriormente.267 Por otro lado, ha habido que colocar los signos de puntuación convenientes para una mejor comprensión del texto por parte de los lectores de nuestros días e, incluso, introducir los puntos y aparte demandados por el discurso. En numerosas ocasiones, precisamente en aras de esa decidida fidelidad al espíritu del texto original, ha habido que hacer un esfuerzo por interpretar el sentido de las expresiones de Pacioli, demasiado sintéticas u oscuras, desarrollándolas de forma más explícita en la versión española, pues si bien en su momento pudieron tener un significado claro para los lectores de esa lengua y de esa época, en los momentos actuales, traducidas literalmente al castellano, palabra por palabra, hubieran carecido totalmente de él. En esta tarea, siempre aventurada, han sido de gran utilidad la consulta y la comparación de las interpretaciones dadas en las traducciones que hemos citado como punto de referencia. En el caso de que ninguna de ellas satisficiera completamente las inquietudes del traductor, se ha optado por ensayar una nueva interpretación.268 267 Pierre Jouanique: Benedetto Cotrugli retrouvé. Ver también la obra que él mismo cita: Bernhard Bischoff: Paléographie de l’Antiquité romaine et du Moyen Age occidental, París, 1985, pág. 190. 268 En mi trabajo ya citado, “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli”, comparo, en estos casos, las interpretaciones dadas por los diferentes traductores con la mía propia, explicando las razones por las que creo que ésta es la más apropiada.

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Como regla general, en la versión española se ha procurado utilizar un lenguaje moderno, sin querer caer en la tentación de emplear las expresiones en castellano antiguo más o menos equivalentes a las empleadas por Pacioli. Se ha renunciado así a querer adivinar cómo un traductor de la época hubiera vertido al castellano el Tratado De Computis et Scripturis. Se piensa que con ello, además de evitar una mixtificación, se ha proporcionado mayor agilidad a la lectura. Ciertamente que, en contrapartida, se ha perdido gran parte del encanto y del evocador sabor a vetusto que hacen las delicias del lector del texto original. Se sigue percibiendo, pese a todo, cierto aroma del primitivo deje a través del ritmo, del planteamiento y de la estructura del discurso. Con esa misma intención, se han mantenido los diversos proverbios y expresiones en latín, añadiendo a continuación su traducción al castellano, aun en el caso de que Pacioli no hubiera consignado su versión al italiano. Finalmente, debe indicarse que en la labor de traducción, aparte de los diccionarios especializados como el Remondini 269 y el Antonelli,270 que prestan atención específica al antiguo vocabulario mercantil y financiero italiano, se ha utilizado con singular provecho el excelente estudio efectuado por Florence Edler, cuya vida, merced a los comunes intereses profesionales, habría de quedar unida a la de uno de los más grandes maestros modernos de la historia de la contabilidad, Raymond de Roover.271 Los errores e inexactitudes en que, a pesar de tan numerosas y excelentes ayudas, habré sin duda incurrido, son obviamente de mi entera responsabilidad.

269

Dizionario del cittadino ossia Ristretto storico teorico e pratico del Commercio, Stamperia Remondini, 1765.

270

Enciclopedia del negoziante, ossia gran dizionario del Commercio, Industria, del Banco e delle Manifatture, Venecia, Ed. Giuseppe Antonelli, 1841.

271

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ESTUDIO INTRODUCTORIO

Bibliografía citada

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ESTUDIO INTRODUCTORIO

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ESTUDIO INTRODUCTORIO

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ESTUDIO INTRODUCTORIO

Bibliografía citada

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137

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138

De las Cuentas y las Escrituras por Luca Pacioli

Traducción de Esteban Hernández Esteve

SUMA DE ARITMÉTICA, GEOMETRÍA, PROPORCIONES Y PROPORCIONALIDAD

SUMARIO DE LA TERCERA PARTE PRINCIPAL 1

La tercera parte principal contiene las reglas, los modos, los medios y las vías de llevar las cuentas y las escrituras de los mercaderes, en general, así como de una tienda o establecimiento, en particular, de forma suficiente y bastante para llevarlos en todo el universo, a la manera especial de Venecia, que es aplicable a cualquier otro caso que se desee. Merced a lo contenido en ella, se sabrá llevar adecuadamente un libro Mayor, con su Diario y Borrador, que es siempre el origen y la raíz de todos los libros y escrituras que los comerciantes tienen en todos los lugares del mundo, como verás en el lugar correspondiente, por el orden seguido en la tabla o índice colocado al principio de dicho tratado, con especificación de los capítulos. En esta parte, dividida, como se ha dicho, en capítulos, se trata del modo de hacer el balance del libro Mayor; de cómo se anotan las partidas en el debe y en el haber; de los dos términos que se usan en el Diario, es decir, Por y A, y lo que significan; del pase de los asientos del Diario al Mayor, así como del modo de cancelar las partidas del Diario con dos rayas: una para el deudor y otra para el acreedor; y de la anotación de los folios del Mayor, que se consignan en el margen del Diario y que indican el número de los folios del Mayor donde se pasan los acreedores y los deudores, gracias a lo cual, como verás, se podría reconstruir exactamente el libro Mayor, si se perdiera, con los mismos folios que tenía el primero. Al final del tratado, se consigna un resumen de todas las escrituras y anotaciones. 1

El Summario de la terça parte principale comienza al final del reverso del folio cuarto, sin numerar, de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportinalita y termina en el anverso del folio siguiente. Ofrece un resumen del contenido del Tratado De Computis et Scripturis.

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LAS ESCRITURAS

Traducción

TABLA DE MATERIAS 2

De las cosas que principalmente necesita el verdadero mercader y del buen orden con que se debe llevar un libro Mayor, con su Diario, en Venecia o en cualquier otro lugar. .................................................................................................. capítulo 1 De la primera parte principal de este Tratado, llamada Inventario; qué es el Inventario y cómo lo deben hacer los mercaderes. ..................................................................................................... capítulo 2 Modelo de inventario con todas las formalidades requeridas. .................................................................................................. capítulo 3 Utilísima advertencia y enseñanzas de valor para el buen mercader. .................................................................................................. capítulo 4 De la segunda parte principal del presente Tratado, llamada Disposición; cómo ha de entenderse, en qué consiste en relación con el comercio y de los tres libros principales que usan los mercaderes. .................................................................................................. capítulo 5 Del primer libro, llamado Borrador; qué se entiende por él, cómo se ha de llevar y por quién. .................................................................................................. capítulo 6 De cómo en muchos lugares se deben autenticar todos los libros de los mercaderes, y por qué y por quién. .................................................................................................. capítulo 7

2

La Tavola del Quaderno está inmediatamente antes del inicio de la Distinctio nona, Tractatus XI, Particularis de Computis & Scripturis, y comienza al final del reverso del folio 197, terminando al principio del reverso del folio 198.

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Traducción

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Cómo se deben asentar las partidas en el Borrador, con ejemplos de ello. .................................................................................................. capítulo 8 De las nueve maneras en que los mercaderes acostumbran a comprar, y de las mercaderías que las más de las veces se han de comprar a plazo. .................................................................................................. capítulo 9 Del segundo libro principal de los mercaderes, llamado Diario; de lo que es y de cómo se debe llevar adecuadamente. ................................................................................................ capítulo 10 De los dos términos que se acostumbra a utilizar sobre todo en Venecia en los asientos del Diario, uno llamado Por y el otro llamado A, y lo que significan. .................................................................................................. capítulo 11 Del modo de asentar y disponer las partidas de debe y haber en el Diario, con muchos ejemplos, y de las otras dos expresiones empleadas en el Mayor, una llamada Caja y la otra Capital, y qué debe entenderse por ellas. .................................................................................................. capítulo 12 Del tercero y último libro principal de los mercaderes, llamado Mayor, cómo hay que llevarlo, y de su Índice o Alfabeto, cómo debe ordenarse, simple o doble. .................................................................................................. capítulo 13 Del modo en que deben pasarse al Mayor las partidas del Diario, y por qué de una en el Diario se pasan dos en el Mayor; y del modo de cancelar las partidas del Diario, y de los dos números de los folios del Mayor que se ponen en el margen de los folios del Diario, y por qué. .................................................................................................. capítulo 14 Del modo de pasar las partidas de la Caja y del Capital en el libro Mayor en el debe y en el haber, y del año, que se consigna al comienzo del folio, a la antigua usanza, y de su variación, y de la manera de repartir el espacio de los

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Traducción

folios según que las cuentas sean pequeñas o grandes conforme las necesidades de los negocios. .................................................................................................. capítulo 15 Cómo se deben pasar al debe y haber del libro Mayor las partidas de las mercancías que, de acuerdo con el Inventario o según otras fuentes, posea el mercader. .................................................................................................. capítulo 16 De la manera de llevar las cuentas con las Oficinas Públicas, y por qué, y de la Cámara de los Empréstitos de Venecia, que está organizada por distritos. .................................................................................................. capítulo 17 Cómo se debe llevar la cuenta con la oficina de la Messetaria de Venecia y cómo se pasan sus partidas en el Borrador, el Diario y el Mayor, y también de la cuenta de la Cámara de los Empréstitos. 3 ................................................................................................ capítulo 18 Del modo de pasar una partida de género, comprada al contado, en los tres libros, es decir, en el Borrador, en el Diario y en el Mayor, y cómo se pasaría si la compra hubiera sido parte al contado y parte a plazo. ............................................................................... en el mismo capítulo Cómo registrarás en tus libros principales los pagos que debas hacer por libranza o por abono en banco. .................................................................................................. .capítulo 19 De algunas principales y peculiares modalidades del tráfico mercantil llamadas baratas, compañías, etc.; de cómo deben asentarse y disponerse las correspondientes partidas en los

3 Aquí se acaba el título del capítulo 18 en la tabla de materias y asimismo en el propio capítulo en la versión original del Tratado. No obstante, en la tabla de materias se consigna a continuación, como se verá, el título de otro capítulo, del que se dice que se incluye en el anterior y cuyo contenido se trata, efectivamente, dentro del texto del capítulo 18, conjuntamente con las materias contenidas en el título de éste. Por eso, respetando la disposición de la tabla de materias, en el texto se ha añadido el título de este capítulo sin número al del capítulo 18.

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libros de los mercaderes, empezando por el caso de las baratas simples, compuestas y a plazo, con ejemplos expresos de cada una de ellas en el Borrador, el Diario y el Mayor. .................................................................................................. capítulo 20 De otra importante partida llamada compañía; de cómo se debe registrar y disponer en los libros en todos los casos que se puedan presentar. .................................................................................................. capítulo 21 De las cuentas de toda clase de gastos, tales como los domésticos u ordinarios de la casa, los extraordinarios y los de las mercancías, salario de dependientes y factores; de cómo han de pasarse y disponerse en los libros. .................................................................................................. capítulo 22 Del orden y manera de llevar las cuentas de una tienda administrada por ti mismo o confiada a otros, y de cómo se deben hacer las anotaciones en los libros oficiales del dueño y también, por separado, en los de la tienda. .................................................................................................. capítulo 23 Cómo deben asentarse en el Diario y en el Mayor las partidas de los bancos de giro y depósito, y qué se entiende por ellos, y dónde están; y de los cambios que hagas con ellos, siendo tú mercader, o con otros, si fueras tú el banquero; y de los recibos que se dan por los cambios y por qué se hacen por duplicado. .................................................................................................. .capítulo 24 De otra cuenta que se acostumbra a llevar a veces en el Mayor y que se llama Entrada y Salida, aunque otras veces se lleva en libro especial, y por qué. .................................................................................................. capítulo 25 Cómo deben asentarse en los libros las partidas de los viajes que hagas por ti mismo o que encomiendes a otros, y cómo necesariamente estos viajes dan lugar a dos libros Mayores. .................................................................................................. capítulo 26

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De otra cuenta principal llamada Pérdidas y Ganancias, y también Aumentos y Disminuciones; cómo se ha de llevar en el Mayor y por qué no se pasa en el Diario como las demás cuentas. ......................................................................................... capítulo 27 Cómo hay que arrastrar a un folio posterior las cuentas del Mayor cuando se completan, y dónde debe ponerse el saldo para que no se diga que el Mayor es fraudulento. .................................................................................................. capítulo 28 Del modo de cambiar el año al pasar las partidas de cada día en el libro Mayor, en el caso de que al acabar el año no se cierren los libros. .................................................................................................. capítulo 29 Cómo presentar la cuenta al deudor que lo pidiera, o al principal, si se es factor o encargado de la administración de su hacienda. .................................................................................................. capítulo 30 Del modo y manera de detraer o anular una o más partidas que se hubieran pasado erróneamente en lugar incorrecto, como ocurre a veces por distracción u olvido. .................................................................................................. capítulo 31 Cómo debe procederse al balance o cierre del libro Mayor, y del modo de pasar un libro al otro, es decir, el Mayor viejo al nuevo, y del modo de puntearlo con su Diario y su Borrador, y de otras comprobaciones diversas dentro y fuera de dicho Mayor. ................................................................................................ capítulo 32 Del modo y orden de registrar los negocios que se produzcan durante el tiempo en que se hace balance, es decir, en que se cierran los libros, y de cómo no se debe escribir ni asentar nada nuevo en los libros viejos durante dicho tiempo, y la razón de ello. .................................................................................................. capítulo 33

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Cómo se deben saldar todas las cuentas del libro Mayor viejo, contra qué y por qué, y de la summa summarum del debe y del haber, última comprobación del cierre. .................................................................................................. capítulo 34 Del modo y orden de guardar los escritos sueltos, como son los escritos de propia mano, las cartas personales, los recibos, los procesos, las sentencias y otros documentos, así como del registro de las cartas importantes. .................................................................................................. capítulo 35 Epílogo o resumen sumario de todo el presente tratado, de modo que con brevedad se tenga memoria de las cosas más sustanciales. ................................................................................................ capítulo 36

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TÍTULO NOVENO. TRATADO XI. DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS 4

Capítulo I

DE LAS COSAS NECESARIAS AL VERDADERO MERCADER Y DEL BUEN ORDEN CON QUE SE DEBE LLEVAR UN LIBRO MAYOR, CON SU DIARIO, EN VENECIA O EN CUALQUIER OTRO LUGAR 5

Al objeto de que los deferentes súbditos de Vuestra Señoría Ducal, muy noble señor, puedan conocer en plenitud todas las reglas que les sean precisas en relación con la actividad mercantil, he considerado necesario compilar este tratado particular, como complemento a las cosas ya dichas en esta obra. Y a este solo fin incluyo el tratado en el libro, con la intención de que pueda servir a todos los que tienen que tratar con cuentas y escrituras, o dar razón de ellas. Con tal motivo, me propongo exponer de forma suficiente y bastante las reglas necesarias para que puedan llevar ordenadamente todas sus cuentas y libros. Como es bien sabido, quien desee dedicarse al comercio y operar con la debida eficacia, necesita fundamentalmente tres cosas:

4

Este es propiamente el principio de la Distinctio nona. Tractatus XI. Particularis de Computis & Scripturis, que comienza en el reverso del folio 198 y termina al final del reverso del folio 210.

5

Traducimos Quaderno por libro Mayor y Giornale por Diario, aunque, como es bien sabido, en los primeros tiempos de la partida doble en Castilla el nombre que comúnmente recibía el Mayor era el de libro de Caxa, mientras el Diario recibía el nombre de Manual.

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Traducción

La principal de ellas es el dinero en efectivo (pecunia numerata) o cualquier otro bien patrimonial reducible a dinero, pues sin dinero o medios de pago difícilmente se puede negociar. Iuxta illud phy unum aliquid necessarium est substantia (ya lo dijo el Filósofo: sólo una cosa es necesaria: la sustancia, es decir, el patrimonio).6 No obstante, no debe desconocerse que hay quienes se dedican a los negocios sin contar con más cosa que su buena fe y que, habiendo comenzado a negociar merced a créditos escrupulosamente reembolsados luego, han llegado a acumular grandes riquezas; yo mismo he conocido bastantes de ellos en mis viajes por Italia. De hecho, en las grandes repúblicas ya se consideraba que no había nada superior al crédito o a la fe concedida a la palabra de un buen comerciante, de forma que los juramentos se formulaban diciendo: Palabra de buen mercader. Tal cosa no debe causar admiración, pues todos nos salvamos por la fe católica y sin ella no se podría complacer a Dios. La segunda cosa que se precisa para el tráfico mercantil es ser un buen contador y saber hacer las cuentas con rapidez. Y para conseguir esto, hemos explicado anteriormente las reglas y los procedimientos necesarios para resolver todos los cálculos, de forma que cualquier lector aplicado los podrá aprender por sí mismo. Porque aquellos que no sean diestros en esta cuestión, poco provecho obtendrán pasando a la siguiente.

6

La abreviatura phy que emplea Pacioli se refiere indudablemente al Filósofo, es decir, a Aristóteles, pues éste era el apelativo con que, por antonomasia, se le conocía en la Edad Media. Pierre Jouanique en su excelente artículo “La regla ‘Quien recibe, debe’: Una herencia de antigua raigambre en la contabilidad moderna”, en Técnica contable, año XXXIX, núm. 461, mayo de 1987, págs. 253 s., hace un interesante análisis del empleo hecho por Pacioli del término latino substantia, traducción del griego ousia, empleado por Aristóteles para designar lo esencial, o sea, lo que permanece en las cosas que cambian, recordando que en el griego moderno periousia significa patrimonio. En cualquier caso, esta interpretación resulta absolutamente familiar a los estudiosos de lengua alemana, pues aún hoy una de las acepciones de Substanz es la de capital real o efectivo. En efecto, la expresión “von der Substanz zehren” quiere decir, en la jerga financiera, “vivir del capital” o “comerse el capital”. Por otra parte, debe recordarse que, como es generalmente sabido por los estudiosos, Pacioli dice en su cita de Aristóteles necessariorum en lugar de necessarium, sin duda por error.

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La tercera y última cosa necesaria es la de registrar y anotar todos los negocios de manera ordenada, a fin de que se pueda tener noticia de cada uno de ellos con rapidez, tanto en lo que concierne al débito, como al crédito, pues de otras cuestiones no entiende el comercio. Y esta última cosa es entre todas la más útil, pues sería imposible regir bien los negocios si no se registrasen debidamente las operaciones. Sin tal registro, la mente de los mercaderes no tendría reposo y debería estar continuamente en acción. Por esto, he compuesto el presente tratado, incluyéndolo junto con las demás cuestiones tratadas aquí, al objeto de ir explicando, capítulo por capítulo, el modo de efectuar toda suerte de anotaciones o escrituras. Y aunque no se pueda escribir todo lo que sería menester, espero que con lo que diga será suficiente para que el lector ilustrado lo aplique a cualquier otro caso que pueda presentársele. Para nuestro propósito nos serviremos del método de Venecia, que es ciertamente el más recomendable de todos y que puede servir de orientación en todos los demás casos. Dividiremos nuestra exposición en dos partes principales; a la una la llamaremos Inventario y a la otra Disposición,7 y tanto en la una, primero, como en la otra, después, se procederá de acuerdo con el orden previsto en la tabla de materias ofrecida, de manera que el lector podrá encontrar fácilmente las que le interesen a partir del número de los capítulos en las correspondientes hojas. El que quiera saber, pues, cómo llevar con el debido orden un libro Mayor con su correspondiente Diario, esté atento a lo que aquí diligentemente se dirá. Y para que se entienda bien el proceso, supondremos el caso de un mercader que da comienzo a sus negocios, e iremos indicando cómo debe actuar ordenadamente para llevar sus cuentas y anotaciones, de manera que pueda encontrar cada cosa en su sitio, pues de no hacerlo así, vendría a caer en grandísimo trabajo y confusión de toda su hacienda: Iuxta comune dictum ubi non est ordo ibi est confusio (pues, como afirma el dicho común: donde no hay orden, todo es confusión).

7

Se ha respetado la expresión utilizada por Pacioli, aunque dispositione significa, en este contexto, organización u ordenación de las anotaciones, forma de disponer y llevar los registros. Carlo Antinori, en su traducción del Tratado de Pacioli al italiano moderno, repetidas veces citada, traduce dispositione por gestione.

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Traducción

Y para ofrecer un modelo completo a todos los comerciantes, dividiré mi exposición, como antes decía, en dos partes principales, las cuales trataré a continuación con claridad, de forma que la explicación pueda dar sus frutos. En primer lugar explicaremos lo que es el Inventario y cómo se ha de hacer.

Capítulo II

DE LA PRIMERA PARTE PRINCIPAL DE ESTE TRATADO, LLAMADA INVENTARIO; QUÉ ES EL INVENTARIO Y CÓMO LO DEBEN HACER LOS MERCADERES

Partimos de la base de que todo el que actúa persigue un fin y de que para alcanzar este fin hace todos los esfuerzos que sean necesarios. El fin de cualquier comerciante es el de conseguir una ganancia lícita y suficiente para atender a su sustento. Por eso, deberá comenzar siempre sus actividades en el nombre de Dios Nuestro Señor, cuyo santo nombre tendrá constantemente en la mente y hará constar al inicio de todos los libros. En primer lugar, habrá de establecer un Inventario minucioso de esta manera: escribirá en un folio o en un libro aparte todo aquello que posea en el mundo, tanto en bienes muebles como inmuebles, empezando siempre por las cosas de mayor valor o más fáciles de perder, como el dinero contante, joyas, plata, etc., porque los bienes inmuebles, como son las casas, las tierras, las lagunas, los valles, las pesquerías y similares no pueden perderse como los bienes muebles. A continuación, escribirá las otras cosas, de una en una, no olvidándose nunca de consignar al comienzo del Inventario el día, el año, el lugar y su propio nombre. Todo el Inventario debe completarse o referirse a un solo día, porque de otra manera su uso posterior podría dar lugar a errores y entorpecimientos. Y para que te sirva de ilustración, pondré aquí un modelo de cómo se debe hacer, de manera que tú, por ti mismo, puedas aplicarlo en cualquier circunstancia.

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Capítulo III

MODELO DE INVENTARIO CON TODAS LAS FORMALIDADES REQUERIDAS

En el nombre de Dios, 1493, el día 8 de noviembre, en Venecia. Lo que sigue es el Inventario de los bienes que me pertenecen a mí, N., de Venecia, calle del Santo Apóstol, escrito ordenadamente de mi propia mano, o que he hecho escribir a Fulano de Tal, de todos los bienes muebles e inmuebles, débitos y créditos, que poseo en este mundo en el susodicho día. Primera partida. En primer lugar, soy poseedor de tantos ducados en metálico, en oro y monedas, de los cuales tantos son de oro veneciano, y tantos de oro húngaro, y tantos florines grandes, entre papales, sieneses y florentinos. El resto se compone de monedas de plata y cobre de varias clases, como troni, marcelli, carlini del rey y del Papa, gruesos florentinos, testoni de Milán, etc. 2ª partida. Asimismo poseo tantas joyas montadas y sueltas,8 de las cuales tantas son balajes tallados en tabla y montados en anillos de oro que pesan tantas onzas, quilates y granos cada uno, o tantos en total, según prefieras; y tantas son zafiros, también en tabla, montados en aderezos de mujer, que pesan tanto, y tantas, rubíes cónicos,9 sueltos, que pesan tanto; el resto se compone de diamantes en bruto, en tabla y en punta, especificando a tu conveniencia las clases y los pesos. 3ª partida. Asimismo poseo vestimentas de varias clases, tantas de tal y tantas de cual, indicando sus características, colores, forros y modelos.

8

Pacioli emplea la palabra joyas para designar preferentemente piedras preciosas.

9

Según Carlo Antinori los rubini coculegni que dice Pacioli podrían ser, tal vez, rubíes procedentes de Cochin, en las Indias Orientales, costa de Malabar.

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4ª partida. Asimismo poseo plata labrada de varias clases, como tazas, vasijas, escalfadores, cucharas, tenedores,10 etc., describiendo todas las clases, una a una, e indicando el peso de cada una por separado con todo cuidado y dando cuenta del número de piezas y de los pesos correspondientes, así como de las leyes, veneciana o ragusiana, y haciendo mención asimismo del signo o marca que tuviesen. 5ª partida. También poseo en el ajuar de mi casa distintos tipos de ropa, como sábanas, manteles, camisas, pañuelos, etc., en la siguiente cantidad: tantas sábanas de 3 anchos o de 2,50, de tela paduana o de otra, nuevas o usadas, tantas largas y tantas cortas; y tantas camisas, tantos manteles de hilo, tantos pañuelos grandes y tantos pequeños, nuevos, usados, etc., describiendo a tu modo las diferentes clases. 6ª partida. Asimismo poseo tantos edredones de pluma, con sus almohadas de pluma nueva, o usada, forros nuevos, que en total, o pieza por pieza, pesan tantas libras, marcados con mi signo o con otro, como se acostumbra. 7ª partida. Asimismo poseo mercancías en casa, o en el almacén, de varias clases; en primer lugar, tantos bultos de jengibre ordinario, que pesan tantas libras, señalados con la marca tal, etc. Y así irás relacionando las indicadas mercancías, clase por clase, con todas las señales y características que sea posible, y con indicación lo más clara y precisa que se pueda de su peso, número y medida. 8ª partida. Asimismo poseo tantos bultos de jengibre escogido, y tantos de pimienta, pimienta larga o redonda, según sea el caso; y tantos fardos de canela, que pesan tanto; y tantos bultos de clavo que con el tallo, polvo y caperuza, o bien sin ellos, pesan tanto; tantos trozos de verçini,11 que pesan tanto; tantos trozos 10 La palabra empleada por Pacioli es pironi, que no es un término italiano, sino griego, habiendo extrañado desde siempre a los estudiosos la utilización de esta palabra por el fraile de Sansepolcro o las vías por las que su uso llegó a establecerse en Venecia. De cualquier forma, Jäger, primer traductor del Tratado a una lengua extranjera, traduce ya correctamente el término por Gabeln, tenedores. 11 En su traducción al alemán de 1933, Balduin Penndorf traduce verçini o verzini por Brasilholz, palo de Brasil, un tipo de madera que servía para teñir de rojo, según comenta Carlo Antinori (Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalità. Distinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et scripturis) Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, obra citada, pág. 16), y lo mismo

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de sándalo rojo o blanco, que pesan tanto; y así irás relacionando por orden una mercancía después de la otra. 9ª partida. Asimismo soy poseedor de cueros y pieles para forros, de cordero blanco y de machos cabríos de la Apulia o de las Marcas, tantas de una clase y tantas de la otra; y tantas de zorro hacen R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston en su traducción al inglés de 1963, llamándola Brazilwood, palo de Brasil. Todas las demás traducciones consultadas dejan el término sin traducir. Algunos autores se extrañan de cómo en 1494 podía ya conocerse en Venecia un producto denominado con el nombre de un país que hasta el año 1500 no fue sometido a la soberanía de Portugal y empezado a colonizar. En efecto, aunque se sabe que navegantes como Vicente Yáñez Pinzón, compañero de Colón, Alonso de Ojeda, acompañado de Américo Vespucio, y Diego de Lepe ya habían visitado anteriormente las costas de Brasil, hasta el 22 de abril de 1500 no tomó oficialmente posesión del mismo en nombre de la Corona portuguesa Pedro Alvarez Cabral, que desembarcó en Porto Seguro, lugar que designó con el nombre de “Isla de la Vera Cruz”. Esta misma circunstancia es, seguramente, la que habrá movido a muchos traductores a dejar el término sin traducir. Pero, a este respecto, no hay que olvidar que el nombre de Brasil se deriva del sustantivo “brasa” y es anterior al descubrimiento del Nuevo Mundo; el producto en sí, palo de Brasil, en el sentido amplio de madera tintórea era asimismo conocido antes de este descubrimiento. Precisamente, la denominación de esta madera fue lo que dio nombre al Brasil. De hecho, parece que una tradición que se remonta a los siglos XIII y XIV afirmaba que en algún lugar del Atlántico existía un país misterioso donde los bosques producían gran cantidad de madera tintórea de la que entonces se usaba para teñir de rojo; madera que por el color de fuego o de brasas que producía era llamada palo brasil. Los cartógrafos de la época tenían a este país por una isla, que pintaban en medio del Océano Atlántico, a la altura del cabo inglés de Land’s End. Los primeros viajeros que penetraron en Vera Cruz encontraron allí gran abundancia de madera tintórea roja, de forma que creyeron haber descubierto el verdadero país del palo brasil, por lo que empezaron a llamarlo con este nombre, que fue el que a la postre prevaleció. Es posible, en consecuencia, que el verzino del que habla Pacioli, aunque no fuera verdadero palo de Brasil tal como lo conocemos hoy, es decir, madera del árbol Caesalpina echinata, sí fuera, por extensión, otra clase de madera tintórea de color rojo, como palo compeche (Haematoxylon campechianun), que se da en el Caribe, o palo sapán (Caesalpina sappan), que se encuentra en la India, etc. Y esto sin contar que en las Antillas se encuentran otras especies y variedades de Caesalpina que también dan madera tintórea de color rojo. En cualquier caso, en la Tariffa de tutti costumi, cambi, monete, pesi, misure, e usanse di lettere di cambi, e termini di dette lettere che ne paesi si costuma, e in diverse terre, incluida en la Summa como Tractatus XII, de la Distinctio nona, se habla en el folio 223 rº de un verçino colombino que “debe ser grueso y bermellón, de buen color”. De este modo, a fin de cuentas, sí podría resultar que el término verzino empleado por Pacioli correspondiera a una especie de madera tintórea, aunque no fuese propiamente palo de Brasil. Con respecto a éste, propiamente dicho, Frederic C. Lane en su obra Venise, une république marchande, 1985, pág. 399, informa apoyándose en Marino Sanuto: Diarii, XVIII, de que sólo veinte años después de que los portugueses arribasen a las costas de Brasil, es decir, hacia 1520, los senadores venecianos tuvieron conocimiento de que los portugueses habían llevado palo de Brasil a Siria, vendiéndolo ventajosamente en los mismos mercados donde antes acostumbraban a comprarlo.

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de las Marcas curtidas y tantas sin curtir; y tantas de gamuza curtidas y tantas sin curtir. 10ª partida. Asimismo poseo pieles finas de animales salvajes, varios lomos de armiño, de marta cebellina, tantos de tal clase y tantos de tal otra, etc. Y así irás relacionando y distinguiendo una a una diligentemente, con toda veracidad, pues es la verdad la que tiene que guiarte, teniendo siempre en cuenta la unidad empleada en cada caso: número, peso o medida; porque de estas tres maneras se acostumbran a vender. Y algunas pieles se venden por millares y otras por centenares; unas por libras de peso, otras por onzas; unas por unidades, o sea, contándolas una a una, como los cueros; y otras por piezas, como si fueran joyas o perlas finas. Y de todas estas cosas dejarás constancia adecuada, cosa por cosa. Con lo dicho tendrás suficiente para guiarte y para que, por ti mismo, puedas resolver los demás casos. 11ª partida. Asimismo, en lo tocante a bienes inmuebles, poseo una casa de tantos pisos, con tantas habitaciones, patio, pozo, huerto, ubicada en la calle del Santo Apóstol, cabe el canal tal, colindando con tal y tal, con especificación de las lindes y haciendo referencia a las escrituras, si existen, que cuanto más antiguas sean, tanto más auténticas. Lo mismo deberás hacer con las demás casas que poseyeras en otros lugares. 12ª partida. Asimismo poseo tierras de labor, tantos campos, prados o trigales,12 designándolas según la costumbre del país donde te encuentres o donde las tierras se hallen, y expresando las tavole, canne, pertiche, bevolche, etc., que cada campo o prado tenga de extensión, así como su lugar de ubicación, sea Padua u otro sitio, con expresión de las lindes y tierras colindantes. De igual modo indicarás las escrituras o partidas del catastro por las cuales pagues los impuestos al municipio; quién cultiva las tierras y cuánta renta producen al año, tanto en especie y tanto en dinero. Y así irás relacionando todas las posesiones y el ganado que tengas. 13ª partida. Asimismo tengo depositado en la Cámara de los Empréstitos,13 o en tal otro banco, un capital de tantos ducados en 12 Así hemos traducido los términos campi, staoire y panora del original, aunque en las traducciones consultadas no hay unanimidad a este respecto. 13 La Cámara de los Empréstitos era un organismo público de Venecia que se ocupaba del servicio y amortización de la deuda pública veneciana, y que estaba organi-

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el distrito de Canareggio, o bien parte en un distrito y parte en otro, indicando siempre claramente a nombre de quién está abonado el dinero, así como el libro donde está contenida la cuenta, el número del folio donde se halla, y el nombre del oficial que lleva dicho libro, de forma que puedas encontrar fácilmente tu dinero cuando vayas a retirarlo, pues con tales oficinas tienes que tener a veces mucho cuidado, habida cuenta de la multitud de gente que opera en ellas. Y anota asimismo el año en que vence el depósito y los plazos de las liquidaciones, de forma que sepas siempre cuándo vencen los intereses y el tanto por ciento que te corresponde. 14ª partida. Asimismo tengo tantos deudores, uno es Fulano de Tal, que me debe tantos ducados,14 otro es Zutano de Cual, y así irás relacionando todos los deudores uno a uno, indicando claramente todas sus señas identificativas, nombres, apellidos, lugares y el importe y motivo de sus deudas. Expresarás también si existen documentos justificativos de las mismas o escrituras notariales. En total, dirás, debo percibir en buen dinero tantos ducados, en el caso de que se trate de deudores solventes; en caso contrario, dirás en triste o mal dinero. 15ª partida. Por otra parte, soy deudor en total de tantos ducados, tantos a Fulano de Tal y tantos a Zutano, y nombrarás a tus acreedores uno por uno, con expresión de si existen justificantes acreditativos, indicando si los hubiera si son documentos privados o escrituras notariales, así como de quién, y el cómo, el día, el lugar, etc., pues estos extremos pueden resultarte útiles en caso de juicio o aun sin que lo haya. zado por barrios o distritos, disponiendo de una oficina en cada una de las seis circunscripciones en que se dividía Venecia. La Cámara de los Empréstitos alcanzó su forma definitiva en el período 1224 a 1252 y parece que, aparte de sus funciones de gestión de la deuda pública, admitía también cuentas y depósitos de particulares a los que prestaba un servicio de caja y transferencia. Ver Florence Edler: Glossary of Mediaeval Terms of Business. Italian Series 1200-1600, Cambridge, Mass., 1934, pág. 58, así como Gino Luzzatto: “Il debito pubblico nel sistema finanziario veneziano dei secoli XIII-XV”, en Studi di Storia economica veneziana, Padua, 1954, págs. 211-224. 14 La expresión utilizada por Pacioli es deve dare, es decir, debe dar. Esta expresión es también la que se usa en los asientos deudores del Mayor, que he traducido simplemente por debe, de acuerdo con lo que se estilaba en aquella época en los libros de cuentas castellanos. La expresión correspondiente que emplea Pacioli para el haber es deve avere, que se ha traducido por ha de haber, que era asimismo la usada en los libros castellanos.

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Capítulo IV

UTILÍSIMA ADVERTENCIA Y ENSEÑANZAS DE VALOR PARA EL BUEN MERCADER

Y así irás indicando con diligencia todas las cosas que poseas, tanto en bienes muebles como inmuebles, una a una, aunque fuesen diez mil, y de qué condición y calidad son, así como lo que tengas en bancos y en préstamos. Pues para el buen orden conviene que lo indiques todo en este Inventario con todas las características y señales posibles, y con nombres y apellidos, ya que para un mercader las cosas nunca pueden estar lo suficientemente claras, debido a los infinitos casos que pueden darse en el comercio, como aprende en seguida cualquiera que se dedique a él. Pues como bien dice el refrán, se necesitan más saberes para ser un buen comerciante que para ser doctor en leyes. En efecto, ¿quién puede enumerar los casos y las partidas que les llegan a los mercaderes por mar o por tierra, tanto en tiempos de paz y abundancia como en tiempos de guerra y necesidad, tanto en tiempos de salud como de enfermedad? Los mercaderes deben saber en todo momento lo que tienen que hacer con sus mercancías, tanto en los mercados como en las ferias, que se celebran ora en uno, ora en otro país o ciudad. Por eso, el comerciante se parece al gallo, que es el más vigilante de todos los animales, pues ya sea invierno o verano nunca deja de vigilar, ni siquiera por la noche, sin tomarse un momento de reposo. También se dice esto de Filomena, es decir, del ruiseñor,15 que canta toda la noche, pero ello no es cierto más que en verano, cuando hace calor, pero no en invierno, como la experiencia demuestra. Asimismo, hay quien dice que el comerciante debería tener cien ojos en la cara y que, aun así, no le bastarían para saber todo lo que tiene que hacer y decir, aunque esto solamente puede entenderlo quien lo haya tenido que experimentar.16 15 Como es bien sabido y explica Ramón Cárdenas en la segunda edición de su traducción de la obra de Pacioli al español, Filomela, que es a quien claramente se refiere el autor, era hija de Pandion, rey de Atenas, y fue objeto del acoso de Tereo, esposo de su hermana Progne. Perseguida por Tereo se transformó en ruiseñor. 16 Pacioli hace en este pasaje clara alusión al personaje mitológico Argos, de quien se dice que tenía cien ojos y era extremadamente vigilante.

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Así lo dicen los venecianos, los florentinos, los genoveses, los napolitanos, los milaneses, los anconitanos, los brescianos, los bergamascos, los aquilanos, los sieneses, los luqueses, los perusinos, los urbinos, los forolinos, los cagliareses, los ugobinos, los castellanos, los borgueses y los fulignatos, junto con los pisanos, los boloñeses y ferrareses, los mantuanos, los veroneses, los vicentinos, los paduanos, los traneses, los leceos, los barenses y los betontos, vecinos todos ellos de repúblicas que ostentan la primacía del comercio en Italia, aunque el principado le corresponde sobre todo a la excelsa ciudad de Venecia, junto con la de Florencia, ya que ellas son las que dictan las normas y las reglas que rigen en todas partes y que todos tienen que conocer. Pues como bien dicen las leyes municipales: Vide licet vigilantibus et non dormientibus, Jura subveniunt, o sea, las leyes no ayudan a los que duermen, sino a los que velan. Y así en los divinos oficios de la Santa Iglesia se canta que Dios ha prometido la corona a los que permanecen vigilantes. Y esta misma enseñanza es la que le da Virgilio a Dante, cuando en el canto 24 del Infierno, tratándole de hijo, le exhorta a que soporte las fatigas por las cuales se llega a la cima de la virtud: Es hora ya de que te sacudas la pereza, hijito, Me dijo mi maestro, pues no es recostado sobre plumas Como alcanzarás la fama, ni tampoco arrebujado en una colcha. Pues el que su vida bajo ella cobijado pasa, De su paso por la tierra deja la misma huella, Que el humo en el aire y en el agua la espuma. Y en otro poema, un poeta también de lengua vulgar nos confirma este mismo pensamiento diciendo: No te sea extraña la fatiga, Pues Marte no adjudica jamás una batalla A aquellos que hacen del reposo su alimento. El mismo pensamiento expresan las palabras del sabio recomendando al perezoso que se mire en el ejemplo de la hormiga. Y el apóstol Pablo declara que no será digno de recibir la corona más que el que haya combatido bien su combate. He querido recordarte estos ejemplos en tu provecho, para que no te pese el diario cuidado que requieren tus negocios y, sobre todo, para que no tengas pereza en tomar la pluma cada día y escribir todo lo que te acaezca, día a día, como se dirá en las páginas siguientes. Pero, principalmente y sobre todo, mantendrás siempre a Dios y a tu próji-

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mo ante los ojos y nunca dejarás de oír misa por la mañana, pues recuerda que no por asistir a ella harás menos camino ni por la caridad disminuirán tus riquezas, como dice el santo verso: Nec charitas opes, nec missa minuit iter. Y a esto mismo nos exhorta el Salvador en el Evangelio según San Mateo, cuando dice: Primum quaerite regnum Dei, et haec omnia adjicientur vobis. Buscad primero, cristianos, el reino de los Cielos, y todas las otras cosas temporales y espirituales las conseguiréis después fácilmente, pues vuestro Padre celestial conoce perfectamente vuestras necesidades. Y creo que con esto tendrás suficiente para saber establecer correctamente el Inventario y las demás cosas necesarias.

Capítulo V

DE LA SEGUNDA PARTE PRINCIPAL DEL PRESENTE TRATADO, LLAMADA DISPOSICIÓN; CÓMO HA DE ENTENDERSE, EN QUÉ CONSISTE EN RELACIÓN CON EL COMERCIO Y DE LOS TRES LIBROS PRINCIPALES QUE USAN LOS MERCADERES

Comienza ahora la segunda parte principal del presente tratado, que llamamos Disposición, y en la cual convendrá que me extienda mucho más que en la anterior, al objeto de explicarla bien. A este objeto, la dividiré, a su vez, en dos partes: la una tratará en general del conjunto de tus negocios y la otra se dedicará a hablar de la tienda, en particular. Hablaremos primero de la parte general y de todos sus procesos y requerimientos. Y así diré, en primer lugar, que inmediatamente después de hacer el Inventario, deberás abrir tres libros que te serán necesarios para tu comodidad y buen orden: uno llamado Borrador, otro llamado Diario y otro llamado Mayor,17 aunque algunos comerciantes, dado el escaso volumen de sus negocios, emplean sólo dos, el Diario y el Mayor. Comenzaremos tratando del primero, es decir, del Borrador, y luego, a continuación, de los otros dos, de su naturaleza y contenido, y de la forma en que deben ser llevados. Pero antes que nada daremos su definición.

17 El nombre que da Pacioli al libro Borrador es el de Memoriale; el Diario lo llama Giornale; y, finalmente, al libro Mayor lo denomina Quaderno, aunque, a veces, lo llama también Libro Grande o, simplemente, Libro.

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Capítulo VI

DEL PRIMER LIBRO, LLAMADO BORRADOR;18 QUÉ SE ENTIENDE POR ÉL, CÓMO SE HA DE LLEVAR Y POR QUIÉN

El Borrador es un libro en el cual el mercader escribe todos los negocios, grandes o pequeños, que realiza, día a día, y hora a hora. En este libro anota minuciosamente todas las compras y ventas, así como las otras operaciones que lleva a cabo, no dejándose ni una coma, declarando el quién, el qué, el cuándo, el dónde, con toda claridad y detalle, como ya se ha explicado ampliamente al hablar del Inventario y por ello no hace falta insistir más. Y muchos acostumbran a registrar también su Inventario en este libro, pero como pasa por muchas manos y lo ven muchos ojos, no te recomiendo que relaciones en él todos tus bienes muebles e inmuebles. Este libro se lleva solamente a causa de la prisa y urgencia con que se hacen los negocios, y por ello escriben en él tanto el patrón, como los factores, dependientes y hasta las mujeres, si saben, en ausencia de unos y otros, pues un comerciante importante no tiene siempre disponibles a estos efectos a los factores y dependientes, ya que los envía allí o allá. De esta manera, algunas veces están todos ausentes, el patrón y los demás, unos en las ferias, otros en los mercados, etc., y sólo quedan en casa las mujeres o algún mozo, que quizás a duras penas sepan escribir, pero para no ahuyentar a los clientes tienen que atenderles y realizar las operaciones normales, cobrar el importe de las ventas, o comprar y pagar, todo ello, claro está, de acuerdo con las instrucciones recibidas del principal. Y ellos mismos deben, en la medida de su capacidad, registrar en el Borrador todas las operaciones que hagan, indicando simplemente los importes y el peso de las mercancías objeto de las transacciones, así como la clase de moneda en la que cobran o pagan, porque en este libro no es necesario, como ocurre en el Diario o el Mayor, sacar a una columna de cantidades

18 En este contexto, Luca Pacioli además de llamar a este libro por el nombre que habitualmente le da, Memoriale, lo llama también, alternativamente, Squartafoglio o Vachetta.

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todos los importes expresados en una sola moneda,19 pues el tenedor de libros cuidará de arreglarlo y completarlo todo cuando pase las anotaciones al Diario, como después se dirá.20 Al volver el principal, consultará el Borrador y se enterará así de todos los negocios efectuados en su ausencia, registrándolos de nuevo, si estima que no habían sido bien anotados. Por eso, les resulta muy necesario este libro a quienes tienen muchos negocios, ya que sería muy difícil y comprometido asentarlos directamente en limpio en los libros oficiales, que deben ser llevados con toda pulcritud y esmero. En este libro, así como en todos los demás, deberá ponerse antes que nada una señal en la cubierta, por la parte de fuera, de manera que cuando, por el transcurso de los negocios, se haya llenado de anotaciones o cuando, pasado cierto tiempo, quieras abrir otro libro, puedas distinguir uno de otro. Pues, en efecto, en diversos lugares se acostumbra a veces a cerrar los libros cada año, aunque no estén completamente llenos o sean nuevos, y se abren otros, como después se verá. Y, si se quiere proceder con el debido orden, en este segundo libro habrá que poner una señal distinta a la del primero, de manera que en cualquier momento se puedan localizar las anotaciones con presteza. A este mismo objeto se pone también el año. Entre los verdaderos católicos se acostumbra a señalar el primer libro con el glorioso signo del que huye nuestro enemigo espiritual y ante el que tiembla justamente toda la caterva infernal, es decir, con la señal de la Santa Cruz, con la cual en tus tiernos años comenzaste a aprender el alfabeto.21 Y, en este caso, los libros siguientes los señalarás por orden con

19 La expresión que emplea Pacioli para indicar esta acción es la de cavar fore o fora, es decir, sacar afuera, que es una expresión usada también en Castilla en esa época, haciendo referencia a que la cantidad se sacaba fuera del cuerpo del asiento, para colocarla en la columna de cantidades. 20 La denominación que emplea Pacioli para designar al tenedor de libros es la de quaderniere, es decir, el encargado de llevar el Quaderno o libro Mayor. En Castilla pasaba algo parecido, pues, en ocasiones, se le llamaba caxero, o sea, el encargado de llevar el libro de Caxa, como en aquella época se denominaba el Mayor. 21 Curiosamente, cerca de trescientos años después, los contables del Banco Nacional de San Carlos, antecesor directo del Banco de España, señalaron el primer libro Mayor de su Teneduría General, correspondiente al año 1783, con este mismo signo de la cruz, lo que demuestra la pervivencia de estas costumbres piadosas: “Libro maior † de la Tened.a General del Banco Naz.l de S.n Carlos”, libro 69, Archivo Histórico del Banco de España. Madrid.

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las letras del alfabeto, o sea, con la A el segundo, con la B el tercero y así sucesivamente. Con esto, los primeros libros reciben el nombre de Borrador de la Cruz, Diario de la Cruz, Mayor de la Cruz, Índice o Repertorio de la Cruz,22 etc., y los segundos, el de Borrador A, Diario A, Mayor A, etc. En todos estos libros, por muchas razones y cautelas que deben tener sus propietarios, conviene numerar los folios, aunque muchos dicen que tal práctica no es necesaria en el Diario ni en el Borrador, porque las anotaciones se registran en ellos día a día, una debajo de la otra, y ello es suficiente para localizarlas. Tal argumento sería válido si las operaciones de un día cupieran en un solo folio, pero vemos que muchos traficantes importantes llenan no un folio, sino dos o tres en un solo día, de manera que si alguien quisiera actuar fraudulentamente podría cortar y quitar uno de ellos, sin que tal hecho pudiera ser advertido ni descubierto en razón de la fecha, porque los días aparecerían en sucesión regular, sin ninguna interrupción por el hecho de haberse quitado un folio. De forma que, por esta razón, y también por otras asimismo importantes, es conveniente numerar y marcar todas las hojas de los libros de cuentas, sean éstos de la casa o de la tienda.

Capítulo VII

DE CÓMO EN MUCHOS LUGARES SE DEBEN AUTENTICAR 23 TODOS LOS LIBROS DE LOS MERCADERES, Y POR QUÉ Y POR QUIÉN En diversos lugares en los que he estado se tiene la buena costumbre de llevar y presentar estos libros en una determinada oficina o centro oficial de mercaderes, como es, por ejemplo, el consulado de la ciudad de Perusa, donde se declara que aquéllos son los libros que

22 Se refiere al índice o repertorio del libro Mayor. 23 Luca Pacioli emplea el término autenticare, cuya traducción literal autenticar se emplea también en español, en su primera acepción, de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, editado por la Real Academia Española, con el mismo sentido de “autorizar o legalizar alguna cosa”. Sin embargo, debe recordarse que el término utilizado oficialmente en España en la actualidad para indicar la acción expresada, según el artículo 27 del Código de Comercio en la redacción vigente desde el 1º de enero de 1990, es el de diligenciado o legalización de los libros.

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quieres escribir o hacer escribir por mano de Fulano de Tal para registrar ordenadamente todos tus negocios, diciendo en qué moneda los quieres llevar, es decir, en lire de picioli

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o lire de grossi, o bien en

24 La cuestión de la unidad de cuenta empleada por Pacioli en los ejemplos de asientos contables que ofrece ha dado lugar a muchas confusiones. Por otra parte, reviste singular importancia a la hora de distinguir dos partes diferentes en el Tratado. Por ello, resulta conveniente esclarecer con detenimiento las distintas clases de unidades monetarias utilizadas en Venecia. En la época de Pacioli se empleaban en Venecia dos unidades monetarias: la lira de piccioli y la lira de grossi. La lira di piccioli era el sistema principal o real, el que se empleaba en los pagos, y perduró desde el siglo X hasta la introducción del sistema decimal en 1806. Se derivaba directamente de la libra de Carlomagno y como ella tenía 20 sueldos y cada sueldo tenía 12 dineros. Durante mucho tiempo la única moneda acuñada de este sistema fue el dinero, también llamado piccolo, que era una moneda de plata. La continua disminución del peso de metal fino contenido en el dinero hizo que, en 1200, tuviera que empezar a acuñarse el grosso, al mismo tiempo que el dinero, con un valor de 26 dineros. En 1284 se comenzó a acuñar el ducado de oro y al cabo de dos siglos se había producido tal desbarajuste monetario, con las sucesivas disminuciones de peso de las monedas, que, en 1472, se dejó de acuñar el grosso y, en cambio, se comenzó a acuñar la lira, siendo ésta la primera vez que apareció la lira como moneda real. Haciendo referencia al nombre del dux que inició su acuñación, Nicolo Tron, durante siglos se la conoció como la Lira Tron. Tampoco pudo librarse de una continua degradación de su contenido metálico. Por su parte, la lira di grossi era una simple moneda de cuenta, sin existencia real, que comenzó a usarse desde el siglo XIII, para paliar los inconvenientes que las frecuentes alteraciones monetarias le producían al comercio y al sistema de pagos, en general. Su vigencia se prolongó hasta el siglo XVI. La lira di grossi se dividía en 20 sueldos y valía 10 ducados. Cada sueldo valía 12 grossi y cada grosso valía, a su vez, 32 piccioli. Estos grossi y estos piccioli no existían tampoco en la realidad, pues eran simples monedas de cuenta, y para distinguirlos de los reales eran llamados grossi de oro y piccioli de oro. Ver W.-A. Shaw: Histoire de la monnaie 1252-1894, París, Guillaumin et Cie., 1896, 251 ss. Estas dos formas de notación de los importes son, por otra parte, expuestas por Alvise Casanova en su obra Specchio lucidissimo..., publicada en Venecia el año 1558. En efecto, en el primer folio de su libro, después de la dedicatoria, párrafo tercero, dice así: “Non si denno tener piu dì due qualità de Caratteri, Luna serà a lire de grossi, e l’altra a lire de piccioli, quella delle lire de grossi, sono per quelli, che fanno grosse mercantie... I Libri veramente, che si hanno a tener a lire de piccioli: questi sono per Botteghieri”. O sea, “No se deben usar más que dos clases de notación, una es la de liras de grossi y la otra es la de liras de piccioli. La de liras de grossi es para los que operan al por mayor... Los libros que verdaderamente han de llevarse en liras de piccioli son los de los tenderos”. Domenico Manzoni, en su libro Quaderno doppio col suo giornale..., impreso en Venecia por primera vez en 1534, aunque se cita de la edición de 1540, en el folio señalado con * vº (capítulo XIV), había ya explicado ampliamente estos dos sistemas monetarios, dando noticia además de una tercera variante: “Comunamente due sono le sorti di monete che si usano, nel vendere et comprare. La prima è quella che dal vulgo molto e frequentata, la quale si vede, et con mano si tocca, cioe L S P, et con questa moneta comunamente si comprano quelle cose che sono necessarie a l’uso comune, la quale si divide a questo modo, che soldi 20 fanno una lira, e piccioli 12 fanno un soldo, et propriamente sono dimandate, lire de picciole a moneta comune. Un’altra sorte di moneta vi è, che molto fra mercadanti de qui è usitata, la quale quantunque la non si veda, ne si tocchi come quella di sopra, nondimeno la s’intende in vero essere come se aponto la se maneggiasse, et è quella con la quale si vende e compra quasi ogni sorte di mercantie. Adunque questa sorte di moneta, in tal modo se divide, che 24 grossi fanno un ducato, et 32 piccioli fanno un grosso, intendendo piccioli a oro, et non a moneta, che uno picciolo a oro ne fa quasi doi a moneta, che venia a essere piccioli et 15 sedecimi luno, a ponto. Con le quali due sorti di monete, molti libri fra mercanti e altri, si introvino esser tenuti, che uno tenera li soi conti a L S P, un’altro a Ducs G P, como di sopra al capo 8 fu detto. Ma altri mercadanti, tengono un’altra sorte di moneta la quale a ponto è quella che noi usia-

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ducados y liras, o en florines y sueldos y dineros, o en onzas, tarines,25 granos, dineros, etc., extremo que un buen mercader debe consignar siempre en el primer folio de todos sus libros. Y si posteriormente se mo nel quaderno et è dimandata a lire di grossi, la quale in tal modo si divide, che una lira prima s’intende esser dieci ducati, poi le ditte lire si dividono in soldi, li soldi in grossi, et li grossi in piccioli, che soldi 20 fanno similmente una lira, et grossi 12 fanno un soldo, et 32 piccioli fanno un grosso, come di sopra. Cioe piccioli a oro, che a moneta comune verriano a essere piccioli 62 per grosso, percio che ogni grosso a oro viene a essere S 5 P 2 a moneta comune. Et questo è perche il ducato corrente s’intende L 6 S 4, a moneta comune. Adunque, se dieci ducati fanno una lira, et una lira sonno 20 soldi a oro, come è detto, ogni ducato viene a essere doi soldi, che sono aponto 24 grossi, pur a oro”. Es decir, “comúnmente son dos las clases de monedas que se usan para vender y comprar. La primera es la más utilizada por la gente, y es la que se ve y se toca con la mano, es decir L (liras) S (sueldos) P (piccioli), y con esta moneda se compran normalmente las cosas que son necesarias en la vida corriente; se divide de esta manera: 20 sueldos hacen una lira y 12 piccioli hacen un sueldo; esta clase de moneda se llama propiamente liras de piccioli en moneda común. Hay otra clase de moneda que usan mucho los comerciantes, la cual, aunque no se vea ni se toque como la anterior, no por ello se usa menos que si se pudiera hacerlo, y con ella se vende y compra cualquier tipo de mercancías. Esta clase de moneda se divide de tal forma que 24 grossi hacen un ducado, y 32 piccioli hacen un grosso (grueso), entendiendo que son piccioli en oro, y no en moneda, pues un piccioli en oro vale casi dos en moneda, concretamente uno y 15 dieciseisavos. En estas dos clases de monedas se llevan muchos libros de mercaderes y de otras personas, y así el uno llevará sus cuentas en L S P y el otro en Ducs (ducados) G (gruesos) P (piccioli), como anteriormente se dijo en el capítulo 8. Sin embargo, hay otros mercaderes que utilizan otra clase de moneda, la cual es precisamente la que nosotros empleamos en el libro mayor; esta moneda se llama liras de grossi y se divide de manera que una lira vale, en primer lugar, diez ducados; por otra parte, la lira se divide en sueldos, los sueldos en gruesos, y los gruesos en piccioli, de modo que 20 sueldos valen una lira, y 12 gruesos hacen un sueldo, y 32 piccioli hacen un grueso, como en el caso anterior. Se entiende piccioli en oro, pues en moneda común serían 62 piccioli por grueso, ya que cada grueso en oro equivale a S (sueldos) 5 P (piccioli) 2 en moneda común. Y esto es así porque un ducado corriente vale L (liras) 6 S (sueldos) 4 en moneda común. En consecuencia, si diez ducados hacen una lira, y una lira vale 20 sueldos en oro, como se ha dicho, cada ducado valdrá dos sueldos, que son precisamente 24 gruesos, todo ello en oro”. Este mismo sistema de unidades de cuenta en liras, sueldos, gruesos y piccioli es el que emplea también Giovanni Antonio Tagliente en la parte sobre partida doble incluida en su libro Luminario de Arithmetica, impreso en Venecia el año 1525. En cambio, en la parte de ese mismo libro en el que explica un sistema contable llevado simplemente en un solo libro, el mayor, emplea una moneda de cuenta distinta, las liras, sueldos y dineros, que era el sistema de unidades de cuenta utilizado en Florencia. Como en seguida veremos, y él mismo indica de forma expresa, en los treinta y cinco primeros capítulos Pacioli emplea en las columnas de cantidades del Diario y del Mayor la lira de grossi, en oro, como unidad de cuenta. En el texto de los asientos acostumbra a emplear los ducados, divididos en grossi y piccioli. Esta misma unidad de cuenta es la que consigna en la columna de cantidades del Borrador. En cambio, en los ejemplos de asientos contables que ofrece en el capítulo XXXVI y secciones siguientes, utiliza como unidad de cuenta las liras, sueldos y dineros, que era el sistema monetario de cuenta empleado por los tenedores de libros florentinos. 25 La expresión empleada por Pacioli es la de tari, que según dice Jäger en su traducción del Tratado de Luca Pacioli el tari era, cuando él redactó su escrito, una moneda napolitana de un valor aproximado de 6 Groschen, es decir, de 60 céntimos de marco. Del origen del tari habla Robert S. López en su artículo “Settecento anni fa: Il ritorno all’oro nell’Occidente duecentesco”, en Quaderni della Rivista Storica Italiana, núm. 4, págs. 6 s. En España también se conocía el tarín, que era una moneda de plata, pequeña, con el valor de ocho cuartos y medio. Parece que la palabra procede del árabe tari y tenía el significado de fresco, reciente, de donde pasó a aplicarse a esa moneda de nuevo cuño.

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cambiase la persona que se declaró que iba a llevar los libros, convendrá hacerlo constar también en la citada oficina. El escribano inscribirá todos los extremos declarados en los libros registro de la oficina, indicando cómo en tal día presentaste tales y tales libros, señalados con tal signo, llamado el uno así y el otro asá, de los cuales el uno tenía tantos folios y el otro tantos, y que estos libros habrían de ser llevados personalmente por ti o por mano de Fulano de Tal, aunque en uno, llamado Borrador, o bien Vacchetta o según otros Scartafaccio, podría efectuar anotaciones cualquiera de los miembros de la casa por las razones ya indicadas. Después, dicho escribano consignará todos estos extremos de su propia mano, en nombre de la oficina, en el primer folio de tus libros, dando fe de ellos, y estampará el sello de la oficina en testimonio oficial que te servirá en todos los juicios que pudieran producirse. Esta costumbre debe ser muy ensalzada, lo mismo que los lugares que la observan, pues de hecho muchos mercaderes llevan dos juegos de libros: uno que muestran al comprador y otro que enseñan al vendedor, y, lo que es peor todavía, juran y perjuran tanto sobre el uno como sobre el otro, práctica que es absolutamente reprobable. La presentación de los libros en la citada oficina hace menos fácil mentir y defraudar al prójimo. Después de haber presentado los libros, y de tenerlos debidamente señalados y ordenadamente registrados, podrás volver a casa con la bendición de Dios, preparado ya para empezar a anotar tus negocios. Y, en primer lugar, deberás pasar por orden todas las partidas del Inventario al Diario, como se explicará posteriormente, pero antes tendrás que aprender a llevar el Borrador.

Capítulo VIII

CÓMO SE DEBEN ASENTAR LAS PARTIDAS EN EL BORRADOR, CON EJEMPLOS DE ELLO

Si tienes buena memoria, recordarás cómo he dicho ya que todos los tuyos pueden efectuar anotaciones en el Borrador, o Vacchetta o Scartafaccio, como otros lo llaman. Por tal circunstancia, no es oportu-

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no dar reglas rigurosas sobre la forma de hacer estas anotaciones, pues algunos de tu casa serían capaces de entenderlas, pero otros no. Lo que se acostumbra a hacer normalmente es lo siguiente: supongamos que has comprado algunas piezas de paño, digamos 20 paños blancos de Brescia, al precio de 12 ducados cada uno. Bastará con que anotes simplemente esta partida: Este día hemos o he comprado al señor Felipo de Rufoni, de Brescia, 20 paños blancos brescianos, situados en el almacén de Stefano Tagliapietra, y cada una de las piezas tiene una longitud de tantas brazas, al precio de tantos ducados cada una, y están marcadas con tal número. Asimismo indicarás si los paños son a tres lizos o bien lisos, bajos o altos, finos o medianos, de Bérgamo o de Vicenza, de Verona o de Padua, de Florencia o de Mantua, etc., y también detallarás, en su caso, si en la compra intervino un corredor y si el pago fue todo al contado, o parte al contado y parte a plazo, y dirás a cuánto tiempo, o bien si fue parte en efectivo y parte en género, y en tal caso especificarás el género, la cantidad, el peso o la medida, y cuál era el precio del millar, del centenar, de la libra o de la unidad de cuenta empleada. Y si el pago se aplazó totalmente, indicarás el plazo: por ejemplo, si fue a las galeras de Beirut o a las de Flandes,26 o al retorno de las naves, etc., y en tal caso especificarás la fecha de llegada de las mismas, y si el plazo fuese a una feria o a otra solemnidad, como la de la Ascensión próxima futura o de la Pascua de Navidad o de Resurrección, o del Carnaval, etc., también lo especificarás, de acuerdo con lo que se haya concertado en la operación. En fin, puede decirse que en el Borrador no conviene omitir ningún detalle; por el contrario, si fuera posible convendría incluso escribir al pie de la letra las mismas palabras que se hubiesen pronunciado, porque como se decía al hablar del Inventario para el comerciante toda claridad es poca.

26 En su transcripción del Tratado de Luca Pacioli de 1878, Vincenzo Gitti indica, en nota de pie de página, que a la sazón zarpaban de Venecia, en fechas establecidas, dos flotas de galeras mercantiles, una con destino a Siria, que sería la que Pacioli llama de Beirut, y la otra para Flandes.

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Capítulo IX

DE LAS NUEVE MANERAS EN QUE LOS MERCADERES ACOSTUMBRAN A COMPRAR, Y DE LAS MERCADERÍAS QUE LAS MÁS DE LAS VECES SE HAN DE COMPRAR A PLAZO

Y puesto que estamos hablando de comprar, advierte que tus compras pueden hacerse corrientemente de nueve maneras distintas, a saber: al contado; a plazo; contra entrega de género, transacción que normalmente se llama barata;27 parte al contado y parte a plazo; parte 27 La expresión empleada por Luca Pacioli es literalmente la siguiente: “overo alincontro dar robba. Qual acto communamente e ditto baratto”. De esta manera, baratto puede traducirse simplemente por trueque o permuta, como han hecho prácticamente todos los traductores consultados. El baratto era una operación muy corriente en Italia a la sazón y tenía sus peculiaridades específicas, que la diferenciaban del simple trueque, propiamente dicho, como se aprecia más adelante, en el capítulo XX, en el que se explica la contabilización de las operaciones de baratto. Por otro lado, en otra parte de su Summa, que se indica en el citado capítulo, Pacioli trata abundantemente del baratto y de sus clases; allí se comprueba que, efectivamente, era una operación con diversas variedades. Teniendo en cuenta que en castellano existe también la expresión barata, con el mismo significado de trueque, cambio, en su segunda acepción, de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, se ha optado por este término para traducir la expresión italiana. La tercera acepción de barata es la de mohatra, venta fingida. De hecho, en el diccionario de Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la Lengua Castellana, o Española, impreso en Madrid el año 1611, por baratar se entendía: “trocar unas cosas por otras; y de aquí se dixo baratillo, cierta junta de gente ruyn, que a boca de noche se juntan en un rincon de la plaça y debaxo de capa venden lo viejo por nuevo y se engañan unos a otros”. Joan Corominas, en su Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Madrid, 1980, recoge también este matiz de fraude y engaño contenido en el concepto. Dice así: “El sustantivo barato es derivado del antiguo verbo baratar, h. 1250, ‘hacer negocios’, ‘alterar el precio de algo para ganar dinero’, ‘trocar, permutar’ (acepción usual aún en el S. XVII)”. Sea como fuere, lo cierto es que, aunque se haya elegido esta palabra como traducción menos infiel, o más alertadora y menos neutra, de la expresión baratto empleada por Pacioli, la misma no se puede identificar plenamente con lo que el término italiano significaba en su mundo de los negocios de esa época o de poco después. En efecto, aunque importada probablemente del vocabulario mercantil italiano, como tantos otros términos empleados en el comercio, el significado original de barata o mohatra, como también se la llamaba en la jerga mercantil, había evolucionado hasta convertirse en la Castilla del siglo XVI en una operación doble, de venta a plazo de unas mercancías a un alto precio, seguida de una recompra al contado a un precio más bajo. Esta operación se consideraba altamente reprobable por los juristas y moralistas de la época, por cuanto encubría una operación de préstamo, cuando no un abuso leonino. La operación estaba perfectamente definida y catalogada, mereciendo amplia atención por parte de los tratadistas. Ver, por ejemplo, Tomás de Mercado: Summa de tratos, y contratos, Sevilla, 1571, Capítulo XXI, De las baratas, folios 106 rº a 109 vº, o el jurista Francisco García, que sigue en este aspecto a Mercado: Del tratado utilissimo y

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al contado y parte en género; parte en género y parte a plazo; por una libranza u orden de pago;28 parte por libranza y parte a plazo; y, finalmente, parte por libranza y parte en género. Estas nueve son las maneras en que la mayor parte de las veces se acostumbra a comprar. muy general de todos los contractos quantos en los negocios humanos se suelen offrecer, Valencia, 1583, Capítulo 22, De las ventas licitas o illicitas por razon del fin: y particularmente de las baratas, o mohatras, págs. 586 a 603. 28 La expresión empleada por Luca Pacioli es exactamente la siguiente: “overo per assegnatione de ditta”. El término ditta significa actualmente, en italiano, razón social, empresa o firma. Algunos traductores han traducido la expresión por letra de cambio o giro, como hacen por ejemplo R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston que dicen simplemente en inglés “by draft”, y otros por orden de pago contra una empresa, como Ernst Ludwig Jäger, que la traslada al alemán diciendo: “Anweisung einer Firma”. Sin embargo, originalmente, con anterioridad a los tiempos de Luca Pacioli, el término ditta o detta tenía otro significado específico, el de una orden de pago oral —de ahí el nombre de ditta— dada a un banco por el cliente o pagador en presencia del beneficiario, como explica Federigo Melis: “una girata orale, pronunciata dal beneficiario alla presenza del trattario, a somiglianza di quanto avveniva fra girante e giratario di conto presso le banche di giro”. (Ver su trabajo: “Una girata cambiaria del 1410 nell’Archivio Datini di Prato”, en Federigo Melis: La banca pisana e le origini della banca moderna, Florencia, 1987, pág. 303). Precisamente, a propósito de esta cuestión se originó hace algunos años una conocida e interesante polémica entre Abbot P. Usher y Raymond de Roover, por un lado, y Federigo Melis, por el otro, pues los primeros tendían a pensar que en la Italia del siglo XIV todas las órdenes de pago a los bancos debían ser transmitidas oralmente y requerían necesariamente la presencia de las dos partes. Melis, por el contrario, defendía que, aunque ésta fuera la costumbre corriente, ello no excluía la existencia de órdenes de pago escritas, antecedente de los modernos cheques, que podían ser entregadas al banco por mensajeros o, incluso, por los propios beneficiarios, sin que fuera necesaria la presencia de los ordenantes. En nuestro caso, parece que la interpretación correcta de las palabras de Pacioli tiene que ser la de libranza u orden de pago escrita contra un banco, mientras que la modalidad de pago por banco que el autor cita posteriormente, en el capítulo XIX, al lado de la de la ditta, en una nueva relación de formas de pago de las compras más amplia que la que presenta aquí, debe de referirse al abono directo en cuenta, por traspaso desde la cuenta del pagador. Volveremos sobre ello en ese momento. De cualquier forma, no puede descartarse totalmente que el término ditta, tal como lo emplea Pacioli, pudiera significar en algún caso simplemente una libranza, con independencia de quién fuera el librado. Por otra parte, y a título de curiosidad, diremos que la práctica de la ditta en su sentido original de orden oral, empleada también en el caso de las órdenes de transferencia bancaria de cuenta a cuenta, incluso cuando la cuenta del abonado no se llevaba en el mismo banco, se conocía todavía en Castilla a comienzos del siglo XVII, como se refleja en el célebre manuscrito de Juan López Ossorio relativo a las ferias de Medina del Campo, terminado según parece en 1616, aunque referido a los buenos tiempos de las ferias, 40 ó 50 años antes. En efecto, dice así López Ossorio: “El que había de pagar a quien debía, llegábase al Banco con quien tenía armada cuenta, y decía: —Debe Pedro, por Juan tantos mil maravedís, que le da por obligación—. Y si era por cédula de cambio, decían lo mismo. Y si la persona que cobraba esta partida tenía su cuenta en el mismo Banco, quedábase allí, y

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Y si compraras de alguna otra forma, harás bien en cuidar de consignarla, o de que otros la consignen por ti, en el Borrador, con cuidado y exactitud. Cuando hagas las compras a plazo, describe punto por punto la operación en el Borrador, tal como se ha producido, en sus mismos términos, o bien haz que otro la describa por ti. Estos casos se acostumbran a producir a veces cuando se compra hierba o cereal para forraje 29, vino, sal o cueros y sebo a los carniceros. En estos casos el vendedor se obliga ante el comprador a entregarle toda la hierba que recoja en el momento de cumplirse el plazo, y el carnicero te vende y promete todos los cueros, pieles y sebo que obtenga aquel año en su carnicería, tal clase a tanto la libra, tal otra a tanto, y así el sebo de buey, de cordero, y las pieles de cordero negro a tanto el centenar, y a tanto las pieles de cordero blanco, etc.30 Lo mismo ocurre en el caso de la hierba o cereal de forraje, en el que se especificará el precio por unidad de medida, tanto al millar y tanto al staro o al moggio, o por cesto de cereal, según lo acostumbrado en Chiusi, localidad del térmicuando pasaban las partidas del Manual al Mayor de Caja, hacía el Banco acreedor al que cobraba y deudor al que pagaba, a cada uno en la cuenta que les tenía armada; y si el que cobraba tenía cuenta en otro cambio, acabada de asentar la partida en el Manual, decía: —Pasa a Fulano—, que era el cambio donde tenía su cuenta, y ponía al pie de la partida el nombre del cambio del que cobraba; y los cambios tenían armadas sus cuentas unos con otros de estas partidas que se pasaban, y cada dos días referían los cambios unos con otros estas cuentas para ver quién debía a quién, y al fin de los pagos pagábale un cambio a otro lo que se alcanzaba”. Aparte de demostrar la plena vigencia de las órdenes orales en la práctica bancaria española en ese momento ya tardío, el anterior pasaje nos ofrece una magnífica descripción de cómo funcionaba la compensación bancaria en las ferias castellanas en los primeros siglos de la Edad Moderna. Ver mi trabajo: “La banca en el alba de los tiempos modernos. Modelos bancarios en Castilla y Aragón en la España de los siglos XV y XVI”, en Pedro Puy Fraga (coordinador): Estudios en Homenaje al profesor Carlos G. Otero Díaz, Universidade de Santiago de Compostela, Facultade de Dereito, Santiago de Compostela, 1991, págs. 65 s. 29 Los términos que emplea Pacioli son: “Como se costuma ale volte farse de guati o vero biade”. La traducción normalmente empleada es la que hemos dado: “hierba” y “cereal de forraje”. Sin embargo, Pierre Jouanique opina que la traducción correcta de guati es la de hierba pastel o glasto, de cuyas hojas se obtiene una sustancia tintórea que sirve para teñir de azul. Esto explicaría que, según Pacioli, dicha hierba se comprara por cestos y no por carros, como era lo habitual para la hierba y el heno. El nombre de esta hierba pastel en italiano moderno es el de guado. Por otra parte, el término biade que hemos traducido por cereal de forraje, que es su significado moderno, podría tener quizás también el sentido de sustancia tintórea en el texto de Pacioli, pues aún hoy la expresión biadetto, es decir, en diminutivo, significa materia de color azul usada por los pintores. 30 En mi reciente libro, titulado Noticia del abastecimiento de carne en la ciudad de Burgos (1536-1537). Libro Mayor del obligado de las carnicerías, Madrid, Banco de España, Servicio de Estudios, 1992, se da cuenta, efectivamente, de un contrato de compraventa de los pellejos de los carneros sacrificados concertado en los términos descritos.

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no de Perusa, o de hierba, como en nuestro Borgo Sansepolcro, o en Mercatello, Santangelo, Città di Castello, Forli, etc.31 Después de anotar todo esto en el Borrador, el buen tenedor de libros, al cabo de cuatro o cinco días, u ocho, a lo sumo, lo pasará al Diario, día por día, por el orden en que se hayan producido las operaciones. Aunque hará una diferencia, pues no será preciso que en el dicho Diario se extienda en tantos detalles como en el Borrador: bastará con que haya anotado las cosas bien detalladas en éste, ya que después, en el Diario, hará referencia siempre a esas anotaciones. En cambio, es muy importante que, los que lleven los tres libros indicados, no pongan nada en el Diario que no hayan consignado previamente en el Borrador. Sea suficiente lo dicho en relación con el orden que debe tener el Borrador llevado por ti personalmente o por otra persona en tu nombre. Y advierte de pasada que, de las mismas maneras en que tú puedes comprar a otros, puedes vender, es decir, pueden comprarte otros a ti. Por eso, no me detendré en las ventas, ya que tú, por ti mismo, conociendo las formas de comprar, podrás aplicarlas al caso de las ventas.

Capítulo X DEL SEGUNDO LIBRO PRINCIPAL DE LOS MERCADERES, LLAMADO DIARIO; DE LO QUE ES Y DE CÓMO SE DEBE LLEVAR ADECUADAMENTE El segundo libro principal de los mercaderes se llama Diario y, como ya se ha dicho, debe tener la misma señal o signo distintivo que hayamos puesto en el Borrador; asimismo deben signarse también todos sus folios de igual manera. Por las razones indicadas, al comienzo de cada folio pondrás siempre el año y el día. En primer lugar, pasarás or31 Las palabras que emplea Pacioli son la siguientes: “al Borgo Sansepolcro nostro. Mercatello. Santangnilo. Cita de Castello. Furli etc.” Normalmente la traducción dada por los traductores ha sido la de: “en nuestro mercadillo de Borgo Sansepolcro…” Sin embargo, Pierre Jouanique me hace notar la posibilidad de que el término Mercatello se refiera a la población de este nombre, situada a orillas del río Metauro, precisamente en la confluencia de los torrentes Meta y Auro que dan origen a dicho río. Creo que el ilustre historiador francés de la contabilidad tiene toda la razón, teniendo en cuenta la colocación del signo ortográfico de separación, así como el hecho de que todas las poblaciones citadas se encuentran próximas unas de otras. En efecto, el nombre de Santangelo puede referirse a dos poblaciones: Santangelo in Lizzola, cerca de la costa y de Pesaro, y Santangelo in Vado, a orillas del mismo río Metauro; Città di Castello se encuentra cerca de Sansepolcro, hacia el sur; y Forli, la más lejana, se halla al norte, cerca de Rávena.

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denadamente en dicho libro todas las partidas de tu Inventario, una después de la otra, pues por ser este Diario tu libro secreto podrás anotar en él tranquilamente todas tus posesiones en bienes muebles e inmuebles, haciendo referencia siempre al folio en el que hubieras escrito el Inventario, por ti mismo o por otra persona. Y guardarás este folio en una caja o cajón, o en una carpeta, paquete o bolsa, que son las cosas que se usan para ello, como te indicaré al hablar de las cartas y de los escritos sueltos. Las partidas del citado Diario deben ser redactadas de un modo más escueto, sin adornos ni detalles superfluos, aunque tampoco de manera demasiado sucinta, como te mostraré en seguida con algunos ejemplos. Pero, primero, hay que hablar de dos términos que se acostumbra a utilizar en esta muy excelsa ciudad de Venecia para formular los asientos del Diario, como inmediatamente veremos.

Capítulo XI DE LOS DOS TÉRMINOS QUE SE ACOSTUMBRA A UTILIZAR SOBRE TODO EN VENECIA EN LOS ASIENTOS DEL DIARIO, UNO LLAMADO POR Y EL OTRO LLAMADO A, Y LO QUE SIGNIFICAN Como se ha dicho, dos son los términos utilizados en el libro Diario, uno se llama Por y el otro se llama A, y tienen un significado completamente opuesto. Por indica siempre el deudor, o los deudores, si hay más de uno; mientras que con A se designa al acreedor, o a los acreedores que sea. Y nunca se asienta una partida ordinaria en el Diario, que luego haya de pasarse en el Mayor, en la que no se empleen dichos términos. De los cuales, el primero, Por, se escribe siempre al comienzo de cada partida, porque en primer lugar debe especificarse el deudor, e inmediatamente después el acreedor, separados el uno del otro por dos líneas o rayitas, de esta manera ||, como verás por el ejemplo más adelante.32 32

A pesar de que Pacioli habla de unas virgolette, término italiano que en su acepción moderna significa “comillas”, Fabio Besta ya indica en su conocida obra La Ragioneria (vol. III, pág. 376) que el significado antiguo de virgolette era el de dos líneas o rayitas. Basil S. Yamey hace referencia también a este hecho, especificando que dichas rayitas eran oblicuas, en su artículo “Two Typographical Ambiguities in Pacioli’s ‘Summa’ and the Difficulties of its Translators”, aparecido originalmente en Gutenberg-Jahrbuch, Maguncia, 1974, y reimpreso posteriormente en Basil S. Yamey: Essays on the History of Accounting, Nueva York, 1978. Efectivamente, en el

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Capítulo XII

DEL MODO DE ASENTAR Y DISPONER LAS PARTIDAS DE DEBE Y HABER EN EL DIARIO, CON MUCHOS EJEMPLOS, Y DE LAS OTRAS DOS EXPRESIONES EMPLEADAS EN EL MAYOR, UNA LLAMADA CAJA Y LA OTRA CAPITAL, Y QUÉ DEBE ENTENDERSE POR ELLAS

Y después de lo dicho, podrás ya comenzar, en el nombre de Dios, a escribir en el Diario la primera partida de tu Inventario, es decir, la cantidad de dinero contante y sonante que poseas. Para saber pasar dicho Inventario al Mayor y al Diario, necesitas conocer otras dos expresiones, la primera se llama Caja y la segunda Capital. Por Caja se entiende la tuya propia, es decir, tu bolsa o portamonedas; por Capital se entiende todo el patrimonio que poseas al presente. Al comienzo de todos los Mayores y Diarios debe ponerse este Capital en el haber, mientras la Caja se pone siempre en el debe. Y nunca, en ningún momento de tu actividad mercantil, podrá ser la Caja acreedora, sino sólo deudora, de forma que si en el balance del Mayor apareciese como acreedora, ello indicaría que en dicho libro existía un error, como en su momento, después, se recordará someramente. Dicha partida de dinero contante se asentará en el Diario de la siguiente manera. supuesto contable incluido por Domenico Manzoni en su Quaderno doppio col suo giornale, ya citado, se utilizan dos rayitas oblicuas delante del término A para separar la cuenta deudora de la acreedora. Lo mismo se hace en la obra de Alvise Casanova Specchio lucidissimo, asimismo citada, así como en la de Angelo Pietra Indrizzo degli Economi, impresa en Mantua el año 1586. De cualquier forma, debe advertirse que Luca Pacioli no consigna en este pasaje dos rayitas oblicuas, sino verticales, y que luego, pese a sus palabras, en la formulación de los asientos que ofrece en su texto como ejemplos prácticos, no utiliza ningún tipo de rayitas, ni verticales ni oblicuas, sino simplemente uno o dos puntos. Sea como fuere, siguiendo el ejemplo de Pacioli, Johann Gottlieb, tanto en su libro Ein Teutsh verstendig Buchhalten, publicado en 1531, como en el siguiente Buchhalten, zwey künstliche unnd verstendige Buchhalten, aparecido en Nuremberg el año 1546, utiliza en los supuestos que ofrece de asientos de Diario dos líneas verticales, en la forma que indica Pacioli, para separar la enunciación de las cuentas del debe y del haber. Igual hace Wolffgang Schweicker en su obra Zwifach Buchhalten, sampt sinem Giornal, des Selben Beschlus, auch Rechnung zuthun etc., impresa en Nuremberg el año 1549. Según explica Schweicker, en el momento de componer su libro se encontraba residiendo en Venecia. Lo anterior hace suponer que, a este objeto, se utilizaban tanto las rayas verticales como las oblicuas. El hecho de que Pacioli usara en los ejemplos prácticos uno o dos puntos, en lugar de las dos rayitas que él mismo indica, se debería posiblemente a motivos de facilidad tipográfica.

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Deudor 1 Acreed. 2

raya del debe

Forma de pasar los asientos en el Diario:33 M.CCCC.LXXXXIII, a 8 de noviembre, en Venecia 1º Por Caja de contado: A Capital de mí, Fulano de Tal, por el dinero en metálico que se encuentra al presente en mi caja, tanto en oro como en monedas, de plata y cobre, de distinto cuño, como aparece en el folio del Inventario, importando todo el oro tantos ducados, y las monedas tantos, que en total, a nuestra manera veneciana en oro, es decir, a 24 gruesos por ducado y a 32 picioli por grueso, en liras de oro, valen 34 L(iras) S(ueldos) G(ruesos) P(icioli).

La segunda partida la asentarás así: 2º Por joyas montadas y sin montar de varias clases: A dicho Capital, por tantos balajes montados, que pesan tanto, y tantos zafiros, y rubíes y diamantes, etc., como aparece en el susodicho Inventario, que al valor común valen los balajes tanto, etc., y así indicarás el valor común de cada clase, montando en total tantos ducados, etc., valen L. S. G. P.

Y si has indicado ya el día y el deudor e incluso el acreedor, en el asiento siguiente, siempre que no interpongas ningún otro, podrás decir, para mayor brevedad: En dicho día, Por el dicho y A dicho. 3º Por plata labrada: A dicho, es decir, A Capital, por varias clases de plata que poseo en estos momentos, es decir, tantas vasijas, tantos escalfadores, tantas tazas, tantos tenedores, tantas cucharas, etc., que pesan en total tanto y valen L. S. G. P.

En estas primeras partidas distinguirás cada cosa de por sí, como hiciste en el Inventario, y las valorarás según tu criterio a su valor corriente, que procurarás sea más bien alto que bajo. Por ejemplo, si te parece que una cosa vale 20, tú pon 24, y de esta manera será más fácil que obtengas beneficio. Y así irás poniendo todas las cosas, una a una, con sus pesos, cantidades y valores. 33 La raya vertical que, según se indica en el primer asiento, debe aparecer en su margen izquierdo, corresponde a una señal que denota que la partida del debe ha sido pasada al libro Mayor, como el propio Pacioli explica más adelante, en el capítulo XIV de su Tratado. Ver nota núm. 38. 34 Como se indica en el texto del asiento y se ha explicado ya ampliamente en una nota anterior, en el sistema de unidades de cuenta empleado por Pacioli en los ejemplos de asientos ofrecidos en su Tratado un ducado equivalía a 24 gruesos, y un grueso valía 32 piccioli en oro. En la columna de cantidades se desarrollan estas equivalencias en las distintas monedas de cuenta que componían el sistema de la siguiente forma: una lira de grossi o en oro tenía 20 sueldos; cada sueldo valía 12 gruesos y cada grueso equivalía a 32 piccioli. De esta manera, una lira en oro valía 10 ducados y cada uno de éstos, a su vez, equivalía a 2 sueldos, es decir, a 24 gruesos. Indican también estas equivalencias John Geijsbeek: Ancient DoubleEntry Bookkeeping, obra citada, pág. 86, y Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494... von Balduin Penndorf, obra citada, pág. 105, nota 42.

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4º Por vestimentas de lana: A dicho, por tantos vestidos de tal color, y de tal modelo, forrados, usados o nuevos, míos o de mi mujer, o de mis hijos, cuyo valor, el uno con el otro, estimo en total en tantos ducados, y por tantas capas o abrigos de tal color, que describirás igual que hiciste con los vestidos, diciendo luego que todas las partidas de vestimentas en total valen L. S. G. P. 5º Por ropa de lino: A dicho, por tantas sábanas, etc., y lo describirás todo igual que está en el Inventario, que montan y valen L. S. G. P. 6º Por edredones de pluma: A dicho, por tantas plumas, etc., y describes la partida tal como está en el Inventario, que montan y valen L. S. G. P. 7º Por jengibre ordinario: A dicho, por tantos bultos, etc., que describirás tal como se contiene en el Inventario, y que de acuerdo con la estimación corriente montan y valen tantos ducados L. S. G. P.

De esta manera, por ti mismo, irás consignando también las partidas de todos los demás géneros, asentando una por separado para cada género, como se ha hecho con el jengibre, y dándole el valor que tenga corrientemente, como se ha dicho antes, e indicando asimismo la cantidad, marca y peso, de igual forma que figuran en el folio del Inventario. En el texto del asiento podrás valorar el género en la moneda que tú quieras, pero procurarás emplear siempre la misma moneda al sacar el valor de las partidas en la parte o columna de fuera, pues no estaría bien que en esta columna se empleasen distintas clases de moneda. Y cerrarás todas estas partidas del Diario, una a una, tirando una raya por debajo desde la parte en que comienza el texto hasta que se acaba y empieza la cantidad que se pone en la columna de fuera. Cerrarás del mismo modo las partidas del Borrador, y a medida que las vayas pasando al Diario, las cancelarás en el Borrador, atravesando cada una de ellas con una raya transversal de esta forma /, con lo cual indicarás que la partida ha sido pasada al Diario. Y si no quisieras cruzar las partidas con una raya, puntearás la primera letra de la partida, o bien la última, como se ha hecho al comienzo de ésta.35 O bien harás cualquier otra señal que te recuerde que la partida ha sido pasada ya al Diario. Y aunque tú, por ti mismo, puedas idear muchas marcas o señales variadas y diversas, siempre deberás procurar emplear las que los otros mercaderes del lugar acostumbren a utilizar, de forma que no parezca que te quieres apartar de los usos y costumbres mercantiles. 35 La expresión empleada literalmente por Pacioli es la de: “tu lanciarai la prima lettera”, es decir, “tú lancearás la primera letra”, haciendo referencia al gancho o punta de lanza que hacen aún hoy los contables al puntear las partidas o las cantidades. También Florence Edler hace referencia a este término con el mismo significado. Ver su obra ya citada: Glossary of Mediaeval Terms of Business, páginas 148 s. En cualquier caso, pese a sus palabras, el punteo anunciado por Pacioli no aparece en el lugar indicado.

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Capítulo XIII

DEL TERCERO Y ÚLTIMO LIBRO PRINCIPAL DE LOS MERCADERES, LLAMADO MAYOR, CÓMO HAY QUE LLEVARLO, Y DE SU ÍNDICE O ALFABETO, CÓMO DEBE ORDENARSE, SIMPLE O DOBLE 36

Después de haber pasado ordenadamente todas las partidas al Diario, deberás sacarlas de allí y pasarlas al tercer libro, llamado Mayor, que normalmente acostumbra a tener doble número de folios que el Diario. Será conveniente que este libro Mayor tenga un Índice o Alfabeto, también llamado por algunos Repertorio o Trovarello; los florentinos lo llaman Stratto. En este Índice pondrás todas las cuentas deudoras y acreedoras que tengas, con indicación del número de su folio, ordenadas por la letra con la que comiencen, es decir, aquellas que comiencen por A, en la letra A, etc., y, dentro de cada una de ellas, por las letras que correspondan, si es que el índice lo llevas de forma doble. Conviene que el libro Mayor lleve la misma señal o marca que pusiste en el Borrador y en el Diario, y que sus folios estén numerados, inscribiendo el año arriba de todo, tanto en un lado como en el otro. 36 A pesar de que Pacioli distingue en el título, como se ve, entre índice simple y doble, luego en el texto del capítulo no ofrece ninguna explicación de esta cuestión, aunque en la traducción se ha procurado salvar esta omisión. Karl Peter Kheil explica la diferencia entre el índice simple y el índice doble, al ocuparse del texto de Jehan Ympyn. En el índice simple, se destina simplemente una página del cuaderno para cada letra del alfabeto y en ella se consignan las cuentas cuyo epígrafe o nombre de pila de los titulares comienza por esta letra, indicando los respectivos folios. En esa página, los títulos de las cuentas se van inscribiendo sin ningún orden, a medida que se van abriendo en el libro Mayor. En cambio, en el índice doble, dentro de la página o doble página destinada a cada letra, se relacionan, a su vez, todas las letras, con un espacio reservado a cada una de ellas, formando una subdivisión alfabética. Las cuentas se inscriben en la subdivisión que les corresponda atendiendo a la primera letra del apellido, si se trata de una cuenta personal, o de la segunda palabra de su título, en otro caso. Ver Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, Alicante, 1902, pág. 71 ss. Más recientemente, Basil S. Yamey se ocupó de la cuestión de los índices del Mayor en su artículo: “The Index to the Ledger: Some Historical Notes”, en The Accounting Review, vol. 55, núm. 3, julio de 1980, tema al que también se ha referido de pasada, con su habitual sentido del detalle y la minuciosidad, José María González Ferrando en su trabajo: “Bartolomé Salvador de Solórzano, adelantado de la ‘Contabilidad Aplicada’ en España”, en Revista Española de Financiación y Contabilidad, vol. XX, núm. 68, julio-septiembre de 1991, págs. 727 ss. Por otra parte, en el libro de Jehan Ympyn Christoffels: Nieuwe Instructie, ya citado, se contiene un ejemplo de índice doble.

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En el primer folio, por la parte de dentro, es decir, por el reverso, pondrás la Caja, en el debe, pues ya que ella es la primera en el Diario también debe serlo en el Mayor. Y estas dos páginas frente a ti se acostumbran a reservar para la Caja, de manera que ni en el debe ni en el haber se pone nada más. Esto se hace así debido a que la Caja se utiliza más que ninguna otra cuenta, a todas horas, para meter y sacar dinero, y por esto se le deja mucho espacio. El Mayor debe estar rayado con tantas columnas como monedas quieras sacar fuera a las columnas de cantidades. Si quieres utilizar liras, sueldos, dineros y picioli, deberás habilitar cuatro columnas, y delante de la de las liras tendrás que hacer otra para inscribir el número del folio de la contrapartida, es decir, de la cuenta que se enlaza en el juego del debe y el haber. Al comienzo, trazarás otras dos rayas, para inscribir dentro los días, uno a uno, como se hace en los demás libros, para poder encontrar las partidas con facilidad, aunque no quiero extenderme mucho en esta cuestión.37 Aparte de ello, el Mayor se marcará también con la señal de la cruz, lo mismo que los otros libros.

Capítulo XIV

DEL MODO EN QUE DEBEN PASARSE AL MAYOR LAS PARTIDAS DEL DIARIO, Y POR QUÉ DE UNA EN EL DIARIO SE PASAN DOS EN EL MAYOR; Y DEL MODO DE CANCELAR LAS PARTIDAS DEL DIARIO, Y DE LOS DOS NÚMEROS DE LOS FOLIOS DEL MAYOR QUE SE PONEN EN EL MARGEN DE LOS FOLIOS DEL DIARIO, Y POR QUÉ

En primer lugar, tienes que saber que de cada partida que hayas asentado en el Diario tendrás que pasar siempre dos en el Mayor, esto es, una en el debe y otra en el haber, porque en el Diario se necesitan

37 Sin embargo, en el capítulo XV indica Pacioli: “En el Mayor no se acostumbra a poner el día arriba de todo..., sino dentro del asiento”. Efectivamente, los ejemplos que ofrece el monje de Sansepolcro de asientos de Mayor llevan la fecha, que comprendía día y mes, pues el año sí se consignaba al principio del folio, dentro del texto del asiento, inmediatamente después del nombre de la cuenta y de la fórmula “debe” o “ha de haber”.

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las dos partes para hacer una partida: la del deudor, que se introduce por la expresión Por, y la del acreedor, que se indica por el término A, como ya se ha dicho. En el Mayor estas dos partes se pasan por separado, la del deudor, que se pone en el lado de la izquierda, y la del acreedor, que se coloca en el lado de la derecha. Y en la partida del deudor tienes que poner como referencia el folio donde se encuentra la del acreedor, y en la del acreedor el folio en que se halla su deudor. De este modo se enlazan siempre, unas con otras, todas las partidas del Mayor, en el cual no se debe asentar nunca nada en el debe que no se asiente también en el haber, y, de igual manera, no se puede escribir nada en el haber que no se ponga también en el debe. De este principio nace el hecho de que, después, en el balance que se hace cuando se cierra el libro, lo mismo tenga que dar el debe que el haber. Es decir, que sumadas todas las partidas del debe en una hoja, aunque fueran 10.000, y sumadas después de análoga forma todas las partidas que aparecen en el haber, las dos sumas deberán dar igual resultado. Si no fuera así, ello evidenciaría que existe un error en el libro Mayor, como se explicará con más detalle al hablar de la forma de hacer el balance. Y como de una partida del Diario pasas dos en el Mayor, trazarás dos rayas atravesadas en las partidas del Diario a medida que las vayas pasando. Es decir, si pasas primero la del debe, harás la raya al comienzo de la partida, lo cual indicará que ya ha sido inscrita en el debe del Mayor, y si pasas la del haber, trazarás la raya al final, a mano derecha, donde acaba la partida, para denotar que ya la has pasado al haber del Mayor. Y las partidas del haber pueden pasarse antes o después que las del debe, pues sucede a veces que el tenedor del libro tiene que pasar dos o tres partidas en un mismo folio del Mayor y, por no andar yendo y viniendo, las escribe todas a la vez, y de esta manera va trazando las rayas a medida que pasa las partidas, al objeto de cancelarlas. Estas rayas adoptan la forma que se ve más arriba en la partida primera de Caja, y la una se llama raya del debe y la otra raya del haber.38

38 A pesar de lo que dice Pacioli, en el ejemplo citado, que corresponde al capítulo XII, no aparecen las dos rayas oblicuas indicadas, sino en su lugar, posiblemente por dificultades de impresión, una frase escrita verticalmente, simulando la raya, que dice “Raya del debe”. Se ocupa de este tema Basil S. Yamey en su artículo, ya citado: “Two Typographical Ambiguities in Pacioli’s ‘Summa’ and the Difficulties of its Translators”. Véase también mi trabajo ya citado: “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli”.

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Asimismo, delante de ellas, en el margen al comienzo del asiento del Diario, deberás poner dos números, uno encima del otro: el de arriba indicará el folio en que se ha pasado la partida del deudor en el Mayor, y el de abajo el folio de dicho libro en que se ha pasado el acreedor, como verás en la partida de Caja que antes se ha indicado, en que se consigna estos dos números así 12 , sin raya enmedio, aunque algunos acostumbran a ponerlos con raya, de esta manera 12 , como si fueran un quebrado, cosa que obviamente no son. Por eso, es mejor ponerlos sin raya, de forma que a nadie que los vea puedan parecerle fracciones o quebrados. De este modo, el 1 de encima quiere decir que la Caja está en el primer folio del libro Mayor, en el debe, y el Capital está en el segundo, en el haber. Y advierte que cuanto más cerca pongas la cuenta del acreedor de la de su deudor, tanto mejor dispuestas estarán las cuentas, aunque en esencia no importe demasiado dónde se coloca la cuenta del acreedor. Pero podría causar mal efecto si entre las cuentas del deudor y del acreedor se interpone otra que corresponda a diferente año, como a veces puede ocurrir, aparte de las dificultades que se ocasionarían para localizar las cuentas por sus fechas, como bien sabe quien lo haya experimentado, porque yo no puedo explicar aquí todas las cosas con tanto detalle; por ello, es necesario que tú mismo te ayudes con tu ingenio natural. Por tal razón, procura poner siempre la cuenta del acreedor inmediatamente después de la del deudor, en el mismo folio, o todo lo más en el siguiente, no interponiendo entre una y otra ninguna otra cuenta, pues el mismo día en que nace la cuenta deudora, nace también la acreedora, y por este motivo la una debe estar siempre junto a la otra.

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Capítulo XV

DEL MODO DE PASAR LAS PARTIDAS DE LA CAJA Y DEL CAPITAL EN EL LIBRO MAYOR EN EL DEBE Y EN EL HABER, Y DEL AÑO, QUE SE CONSIGNA AL COMIENZO DEL FOLIO, A LA ANTIGUA USANZA, Y DE SU VARIACIÓN, Y DE LA MANERA DE REPARTIR EL ESPACIO DE LOS FOLIOS SEGÚN QUE LAS CUENTAS SEAN PEQUEÑAS O GRANDES CONFORME LAS NECESIDADES DE LOS NEGOCIOS

Dichas estas cosas para tu conocimiento, pasaremos ahora la primera partida de Caja en el debe del libro Mayor y después la de Capital en el haber. Pero como ya se ha indicado anteriormente, en el Mayor deberás poner primero, encima de todo, el año en la forma antigua de notación, es decir, en letras, así: M.CCCC.LXXXXIII. En el Mayor no se acostumbra a poner el día arriba de todo, como se hace en el Diario, porque una cuenta en el Mayor tendrá asientos de diversos días y, en consecuencia, la fecha no se puede poner arriba, como se explicará más ampliamente en el capítulo siguiente, sino dentro del asiento, según entenderás con facilidad. Y cuando un asiento de la cuenta se produzca en otro año distinto del indicado arriba, como les suele suceder a los que no cierran y saldan los libros cada año, se pondrá el nuevo año fuera, al margen, delante de donde comienza la partida, a su lado, como se ve en el ejemplo ofrecido más abajo. Esto sólo sucede en el libro Mayor, pues en los otros no puede darse esta circunstancia. Por lo tanto, dirás así, llevando el año fuera y escribiéndolo a la antigua usanza para mayor belleza, aunque no importa si lo escribes de otra manera. Digo que escribirás así: JHS M.CCCC.LXXXXIII Caja de contado debe el día 8 de noviembre por Capital, por efectivo metálico de varias clases, entre oro y monedas, que tengo en ella, en el presente día, en total, folio 2 L.10.000 S. G. P.39

39 En el Tratado de Pacioli, en lugar de L.10.000, figura la expresión: L. X.m

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Y no hace falta que aquí te extiendas mucho, pues ya lo has hecho en el Diario, de forma que procurarás ser siempre breve. En el primer asiento se indica lo que corresponda; en el siguiente, si es lo mismo, se dice tan sólo: el dicho día, por el tal, etc., folio tal L. S. G. P. Una vez hayas pasado esta partida, cancelarás el asiento del debe en el Diario en la forma antes indicada y después, para pasar el Capital en el haber, dirás lo siguiente: JHS M.CCCC.LXXXXIII Capital de mí, Fulano de Tal, ha de haber el día 8 de noviembre por Caja, por el contado que poseo en ella el presente día, en oro y monedas de varias clases, en total, folio 1 L.10.000 S.0 G.0 P.0.40

Y en esta anotación bastará también con que hagas una explicación sucinta, por la razón comentada anteriormente. Asimismo, en las partidas siguientes que estén en el mismo folio no hará falta que lo escribas todo; será suficiente con que digas: y a tantos días, por tal cosa, etc., como ya has visto en las páginas precedentes y de acuerdo con el ejemplo que después se ofrecerá. Y así procederás con todas las partidas, y máxime con aquellas que sólo te conciernan a ti, es decir, de las que no tengas que rendir cuentas a nadie. En cambio, en el caso de las partidas de las que tengas que rendir cuentas, escribirás todo lo que te convenga decir, por más que siempre podrás recurrir al Diario para mayor claridad. Y después harás la otra señal en el Diario en la parte del haber, como te indiqué antes, en el capítulo 12, y en el margen, delante del asiento, pondrás los dos números, como expliqué también en el citado lugar, para dejar constancia de los folios donde se encuentran el deudor y el acreedor; de esta manera: el del deudor, encima, y el del acreedor, debajo, como hicimos antes en la partida de Caja. E inmediatamente después inscribirás en tu Índice, es decir, en el Repertorio, este deudor y este acreedor, cada cual en su letra, como sabes que dije anteriormente, o sea, la Caja en la letra C, diciendo lo siguiente: Caja de contado, f. 1, y después, también en la letra C, el Capital, diciendo: Capital de mí mismo, f. 2. Y así, por tu cuenta, podrás ir anotando todas las cuentas y nombres de los deudores, personas, cosas, y también de los acreedores, en el indicado Repertorio, dentro de sus respectivas letras, de forma que con facilidad puedas encontrarlos rápidamente en el dicho Mayor.

40 La expresión que figura en el original es: L. X.m S.0.G.0.P.0.

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De esta manera, si perdieras el libro Mayor a causa de un robo, un incendio, un naufragio, etc., podrías reconstruirlo a partir de uno de los otros dos libros, es decir, del Borrador o del Diario, poniendo las mismas partidas, día a día, incluso en el mismo folio en que se encontraban en el libro perdido. Podrás hacer esto con mayor facilidad si conservas el Diario, pues al pasar las partidas al Mayor consignaste al lado de ellas los dos números, el del deudor y el del acreedor, uno encima del otro, que indicaban los folios del Mayor donde las habías pasado, de forma que, gracias a tu ingenio, podrás volver a pasar dichas partidas precisamente en los mismos folios. Y esto baste en relación con el registro de la primera partida. En relación con el pase al Mayor del segundo asiento, relativo a las joyas, deberás determinar antes que nada el lugar que le corresponde a la cuenta y luego procederás de la siguiente manera, aunque primero y siempre, no lo olvides nunca, tendrás que escribir el año al comienzo del folio, caso, claro está, de que no estuviera ya puesto con ocasión de otra cuenta inscrita con anterioridad.41 Digo esto porque, a veces, en un mismo folio se colocan dos o tres cuentas, si se sabe que el espacio será suficiente para desarrollarlas, pues puede suceder que sepas que una cuenta tendrá escaso movimiento, en cuyo caso podrás asignarle menos espacio que a otra que vaya a tener operaciones cada día, como antes, en el capítulo 13, se comentaba en relación con las cuentas de Caja y de Capital, a las que se acostumbra a dejar todo el folio del Mayor, ya que son cuentas que deben manejarse muy a menudo, dado su gran volumen de operaciones, y si no lo hicieras así, deberías andar traspasando la cuenta de un lugar a otro con demasiada frecuencia. Una vez determinado el lugar que corresponda, dirás así en el debe, es decir, en el lado izquierdo, pues el débito se pone siempre en este lado:

41 Luca Pacioli no hacía diferenciación estricta, desde un punto de vista terminológico, entre partida y cuenta, utilizando con preferencia el término de partita para designar ambas cosas, sobre todo en estos treinta y cinco primeros capítulos de su Tratado, pues, luego, al final del mismo, distingue con más precisión, como se ha explicado en el estudio introductorio. Sin embargo, como es lógico, al traducir se ha procurado utilizar el término español correspondiente en cada caso.

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Joyas de varias clases deben el día 8 de noviembre por Capital, por tantas piezas, que pesan tanto, de las cuales tantas son balajes montados, y tantas, zafiros, tantas, rubíes cónicos, y tantas, diamantes en bruto, todo lo cual en total, o bien clase por clase, estimo que al valor corriente de contado importan tantos ducados, fol. 2 L. 40 S. 0 G. 0 P. 0.42

Y acto seguido cancelarás la partida en el Diario, trazando la raya que dejé dicha anteriormente en el capítulo 12. Después irás a la cuenta de Capital y pasarás esta misma partida, con texto abreviado por las razones ya expuestas en este capítulo, poniéndola en el haber, debajo de la que ya pasaste como contrapartida de la de Caja. Y escribirás: El día tal, o dicho día, por joyas de varias clases, como aparece en el fol. 3 L. 40 S. 0 G. 0 P. 0

Hecho esto, harás la otra raya en el Diario, en el haber, tal como te mostré anteriormente en el capítulo 12, y pondrás al margen los números de los folios donde pasaste las partidas en el Mayor, uno encima del otro, de la forma en que antes dijimos e hicimos. Con esto doy por hecho que ya has pasado la partida del debe en el folio 3 y que la del Capital está también en su lugar en el folio 2, al cual llevarás también todas las demás que le correspondan en tanto la página no esté llena, como después entenderás con total claridad cuando hablemos del traspaso de las cuentas a un folio nuevo. Y esto te bastará para proceder en casos similares. Cuando hayas pasado la cuenta al Mayor y cancelado el asiento del Diario, la inscribirás inmediatamente en el Repertorio o Índice, como ya se indicó antes en este mismo capítulo, y lo harás en la letra G 43 o en la letra Z, según lo que prefieras, como pasa en diversos países, pues en Venecia se acostumbra mucho a usar la Z 44 mientras nosotros, en Toscana, utilizamos la G; de forma que tú mismo, con tu buen juicio, decidirás.

42 En este caso, como en el siguiente, Pacioli emplea números arábigos en toda la expresión. 43 El término italiano que emplea Pacioli para joyas es gioje. 44 Según dice Vincenzo Gitti en su transcripción del Tratado de Luca Pacioli, en Venecia se usaba la inicial Z porque no se tomaba la palabra toscana gioje, sino la veneciana zogie.

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Capítulo XVI

CÓMO SE DEBEN PASAR AL DEBE Y HABER DEL LIBRO MAYOR LAS PARTIDAS DE LAS MERCANCÍAS QUE, DE ACUERDO CON EL INVENTARIO O SEGÚN OTRAS FUENTES, POSEA EL MERCADER

Las otras cuatro partidas de bienes muebles que siguen, es decir, las de plata, ropa, edredones de pluma y vestimentas, podrás pasarlas fácilmente por ti mismo en el Diario a partir del Inventario, tal como en éste se detallan, pues recordarás que como dijimos anteriormente, en el capítulo 6, el Inventario no se pasa al Borrador por la razón que se indicaba. Por eso, no te explicaré cómo debes pasarlas en el Diario, ni tampoco al debe y al haber del Mayor, ni cómo inscribirlas en el Índice; dejaré que sigas para ello el dictado de tu singular ingenio, en el que tanto confío. De esta forma, pasaremos directamente a asentar en el Diario y también en el Mayor la partida séptima, de jengibre ordinario, con lo cual tendrás suficiente para aprender a pasar todas las demás partidas de mercancías que te salgan al paso, teniendo siempre en cuenta sus cantidades, pesos, medidas y valores, en todas las modalidades en que las tales mercancías se acostumbran a vender y comprar entre los mercaderes en el Rialto o en otras partes, según sean los países.45 De estas cosas no puedo ponerte aquí ejemplos exhaustivos, aunque con facilidad podrás comprenderlas a tu satisfacción merced a los pocos que pueda exponer, pues si quisiera ponerte ejemplos de los modos, formas y maneras de comerciar en Trani, Lecia, Bari y Betonta, indicando los términos, pesos y medidas que usan, e hiciera lo mismo con los utilizados en la Marca o en nuestra Toscana, este volumen, que quiero concluir con brevedad, se haría demasiado extenso. Y por lo que respecta a la séptima partida, de jengibre, escribiremos lo siguiente en el Diario:

45 Como dice Vincenzo Gitti, la cita del puente de Rialto hace referencia al centro de la ciudad de Venecia, que era donde se encontraban y reunían los mercaderes en tiempos de Pacioli. Aún ahora hay un mercado allí.

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Por Jengibre ordinario a granel, sin envasar, o en bultos, dirás lo que corresponda, A dicho, por lo cual se entiende el Capital, porque inmediatamente antes lo tendrás puesto, pues habrás pasado el Inventario por orden, como decíamos anteriormente en el capítulo 12 al hablar de la partida segunda correspondiente a las joyas, por tantos bultos, o que pesa tantas libras si se tratase de género a granel, sin envasar, que poseo en estos momentos, que al valor corriente estimo que vale tanto el ciento o la libra, importando en total en neto tantos ducados L. S. G. P.

Depués de pasar esta partida en el Diario, podrás cancelar con un punteo la del Borrador o directamente la del Inventario, de acuerdo con lo explicado en el capítulo 12. Lo mismo harás con todas las demás. Y como con cualquier otra partida del Diario, cuando la pases al Mayor la pasarás siempre dos veces, es decir, primero una en el debe y luego otra en el haber, según decíamos antes en el capítulo 14. Para pasarla en el debe del Mayor, procederás de este modo: en primer lugar pondrás el año, si no estuviera puesto ya al comienzo del folio, sin consignar el día, pues como se decía en el capítulo 15, el día no se acostumbra a poner en el comienzo de los folios del Mayor, dado que en aquella misma página tal vez tengas que abrir otras cuentas, de diversos deudores o acreedores, las cuales aunque se abriesen el mismo año, pudieran corresponder a meses o días distintos, como podrás comprender si piensas sobre el asunto . Y aunque en este folio no se abriera más que una sola cuenta, como en el caso de la de Caja u otra similar, tampoco deberás escribir el día al principio de la página, porque ocurrirá que en dicha cuenta deberás pasar asientos correspondientes a diversos meses y días. Por esto los antiguos no acostumbraban a poner nunca el día al comienzo de los folios del Mayor y de los otros libros de mercaderes, pues no veían forma, ni manera, ni modo de hacerlo sin faltar a la verdad. Y la indicada partida del debe la pasarás de esta manera: Jengibre ordinario a granel, o bien en bultos, debe el día 8 de noviembre por Capital, por tantos bultos, que pesan tantas libras, que tengo de presente en casa, o en el almacén, y que al valor corriente estimo que valen tantos ducados el ciento, valiendo en total tantos ducados, G. P., folio 2 L. S. G. P.

Luego, anularás la partida del debe en el Diario, o sea, a mano izquierda, como varias veces te he dicho, y después asentarás la partida de Capital en el haber, en la misma forma que en el capítulo 15 te enseñé a hacer en el caso de las joyas: El día tal, o dicho día, por jengibre ordinario a granel, o bien en bultos, folio 3 L. S. G. P.

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Una vez hecho esto, cancelarás la partida del haber en el Diario, es decir, a mano derecha, como verás que se hizo antes. Y consignarás los números de los folios delante del asiento, uno encima del otro, o sea, el 3 arriba y el 2 debajo, porque has llevado el deudor al folio 3 del libro Mayor y el acreedor, es decir, el Capital, al folio 2. Y, en seguida, inscribirás la cuenta en el Índice o Repertorio, en su letra, esto es, en la Z si el nombre empleado comienza por Z, o bien en la G,46 por la misma razón expuesta al hablar en el capítulo precedente de la cuenta de las joyas.

Capítulo XVII

DE LA MANERA DE LLEVAR LAS CUENTAS CON LAS OFICINAS PÚBLICAS, Y POR QUÉ, Y DE LA CÁMARA DE LOS EMPRÉSTITOS DE VENECIA, QUE ESTÁ ORGANIZADA POR DISTRITOS No te doy más normas en relación con las otras mercancías, como pieles y cueros para forros, curtidos o sin curtir, pieles finas, etc., todas las cuales deberás ir pasando al Diario y al Mayor, una a una, por orden, cancelando y señalando todas las cosas debidamente para no olvidarlas, pues el comerciante necesita un cerebro vivo y no de los que se venden en las carnicerías. En lo concerniente a tus cuentas con la Cámara de Empréstitos o con otra entidad crediticia, como el Monte de las Dotes, en Florencia,47 o los Luoghi, de Génova,48 etc., o con otra oficina pública cual46 La palabra empleada por Pacioli para designar el jengibre en italiano es la de zenzero. Sin embargo, como indica Vincenzo Gitti, se empleaba también la de gengevo, como hacía Bocaccio, o incluso la de gengiovo. 47

Sobre el Monte o Fondo de las Dotes, de Florencia, han publicado un estudio Julius Kirshner y Anthony Molho: “The Dowry Fund and the Marriage Market in Early Quattrocento Florence”, en The Journal of Modern History, Vol. 50, l978, págs. 403438, complementado posteriormente por Anthony Molho: “Investimenti nel Monte delle doti di Firenze. Un’analisi sociale e geografica”, en Quaderni storici, vol. 61, 1986, págs. 147-170. Puede consultarse también el trabajo de Julius Kirshner y Jacob Klerman: “The Seven per Cent Fund of Renaissance Florence”, en Banchi pubblici, banchi privati e monti di pietà nell’Europa preindustriale. Amministrazione, tecniche operative e ruoli economici. Atti del Convegno, Genova, 1-6 ottobre 1990, nella sede della Società Ligure di Storia Patria, Génova, 1991, págs. 367-396. En esencia, se trataba de una institución que, a cambio de la imposición de determinada cantidad al nacimiento de los niños, se obligaba a entregarles al cumplir los 18 años un suma preestablecida.

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quiera con la cual tuvieses que ver por alguna razón, procura que te den siempre los oportunos comprobantes, tanto del debe como del haber, con todo el detalle y la claridad posibles, y que estén escritos de puño y letra por los escribanos de dichos lugares. Y custódialos siempre, de la misma manera que te indicaré para las escrituras y cartas, porque en tales entidades se suele mudar a menudo de escribano, y todos quieren llevar los libros a su modo, cada cual según su método, criticando siempre a los anteriores, que según ellos no llevaban bien los libros. Y todos piensan que su sistema es mejor que el de los demás, de forma que en las tales oficinas se cruzan y se disponen a veces las partidas de tal manera que no se corresponden las unas con las otras. ¡Desgraciado del que tiene que ver con los tales escribanos! De forma que guarda muy bien los comprobantes en tu casa o bajo el cuidado del encargado de tu negocio, pues puede que los escribanos que decimos actúen con absoluta buena fe, pero no por ello resulta menos peligrosa su ignorancia. Lo mismo harás con las cuentas que lleves con los recaudadores de impuestos de las cosas que vendas y compres,49 o embarques y desembarques, como se acostumbra a hacer en Venecia, donde la mayor parte de la gente mantiene una extensa cuenta con la oficina de la Messetaria,50 unos al 2, otros al 1 y otros al 4 por 100, haciendo refe-

48 Los luoghi o loca eran unos títulos valores uniformes, de un valor nominal de 100 liras, rentando todos el mismo tipo de interés, que se introdujeron en el año de 1407, en la drástica reforma de las finanzas genovesas llevada a cabo ese año, para reconvertir y unificar la deuda pública, y poner fin al sinnúmero de deudas y préstamos de diversa clase contraídos por el municipio. La agrupación de sus propietarios dio origen a la Casa u Officium Sancti Georgii. Ver Giuseppe Felloni: “I primi banchi pubblici della Casa di San Giorgio (1408-45)”, en Banchi pubblici, banchi privati e monti di pietà nell’Europa preindustriale. Amministrazione, tecniche operative e ruoli economici. Atti del Convegno, Genova, 1-6 ottobre 1990, nella sede della Società Ligure di Storia Patria, Génova, 1991, págs. 225-246. 49 Los recaudadores de impuestos que cita Pacioli son, en concreto, los gabellari y los datiari. 50

Como indica Vincenzo Gitti, por Messetaria o Messetteria se entendía originalmente un impuesto que gravaba la compraventa de mercancías en Venecia. En efecto, según explica G. Orlandini en su trabajo Officiali alla Messettaria, Venecia, 1898, este impuesto fue instituido en el siglo XIII y tomó nombre de los messeti o misseti, es decir, de los mediadores o intermediarios, posiblemente porque era recaudado o devengado a través de su intervención en las operaciones. La palabra italiana messeti se deriva, a su vez, de la expresión griega messitès, con el mismo significado de corredores, intermediarios. En principio, el impuesto sólo gravaba la compraventa de bienes muebles, pero más tarde, en 1338, se extendió también a los bienes inmuebles. Era pagado a partes iguales por el comprador y por el vendedor, y afecta-

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rencia en tu libro al corredor que haya intervenido. Y asimismo anotarás también el libro matriz en que se inscribe la operación,51 es decir, el libro en el que se registran las compraventas en la indicada oficina, que así se llama dicho libro en Venecia. Pues todos los corredores tienen un libro o un sitio reservado en alguno de los libros de dicha oficina, donde deben registrar todas las operaciones en que intervienen, tanto con nacionales como con extranjeros. Si no lo hacen así, incurren en pena y son inhabilitados. Y es justo que su excelsa Señoría los castigue, a ellos y a los escribanos que no actúan correctamente, como recuerdo que les ocurrió en el pasado a muchos que fueron severamente castigados. A estos efectos, se designa un funcionario con la misión específica de supervisar todas las oficinas y de comprobar si sus libros están bien o mal llevados.

ba únicamente a las compraventas en las que, al menos, una de las parte fuera de origen veneciano o residiera en la ciudad de Venecia o en el territorio de la república. En la época final de ésta, su importe ascendía al 3 por 100 en caso de compraventa de bienes ubicado en Venecia y al 2 por 100 si los bienes estaban situados en Tierra Firme. El establecimiento de este impuesto dio lugar a la creación del organismo encargado de su recaudación, la Messetaria. En el siglo XVI, sus competencias fueron reducidas, pues la recaudación del impuesto en relación con las compraventas de mercancías y bienes muebles se traspasó al Ufficio di Entrata da Terra. A la Messetaria le siguió correspondiendo tan sólo la competencia de recaudar el impuesto en las compraventas de molinos, terrenos, valles, presas, casas, aguas, bosques, naves y aparejos de navegación, etc. El número de magistrados de la Messetaria, llamados Visdomini, que tradicionalmente había sido de cuatro, se redujo a tres en 1400, aumque en 1401 se restableció el antiguo número de cuatro. En el Archivo de Estado de Venecia, existe una sección denominada “Officiali alla Messetteria”, que consta de unas cuatrocientas piezas y legajos. Ver A. da Mosto: L'Archivio di Stato di Venezia. Indice generale storico, descrittivo, analitico, Roma, 1937, I, pág. 198. Como en seguida veremos parece que los sensari o corredores a los que se refiere Pacioli prestaban sus servicios por cuenta de la Messetaria o, en todo caso, en íntima conexión con ella, pues estaban obligados a comunicarle las operaciones en las que intervenían facilitando de esta manera la recaudación del impuesto y un servicio de registro y de fe pública. 51 La expresión que utiliza Pacioli para designar este libro matriz es la de “la mare”, o sea, “la madre”.

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Capítulo XVIII CÓMO SE DEBE LLEVAR LA CUENTA CON LA OFICINA DE LA MESSETARIA DE VENECIA Y CÓMO SE PASAN SUS PARTIDAS EN EL BORRADOR, EL DIARIO Y EL MAYOR, Y TAMBIÉN DE LA CUENTA DE LA CÁMARA DE LOS EMPRÉSTITOS. DEL MODO DE PASAR UNA PARTIDA DE GÉNERO, COMPRADA AL CONTADO, EN LOS TRES LIBROS, ES DECIR, EN EL BORRADOR, EN EL DIARIO Y EN EL MAYOR, Y CÓMO SE PASARÍA SI LA COMPRA HUBIERA SIDO PARTE AL CONTADO Y PARTE A PLAZO 52 Así que cuando quieras tener cuenta con dichas oficinas, procederás de la siguiente forma. A la Cámara de los Empréstitos le adeudarás todos los capitales que impongas, al tanto por ciento que sea, indicando en qué distrito los impusiste. Y, del mismo modo, si un día comprases más de lo que vendieses, pues allí se vende mucho, tanto por ti como por otros, como bien sabe el que frecuenta el Rialto, te cerciorarás bien de a quién se le abonan los fondos, y en dónde. Asimismo, cuando retires tu dinero acreditarás siempre a la Cámara por los importes dispuestos, y eso lo harás día a día, y distrito por distrito. Con la oficina de la Messetaria llevarás la cuenta de esta manera: cuando compres alguna mercadería a través de corredor, acreditarás el 2, el 3 ó el 4 por 100 de todo su importe a la dicha oficina, cargando dicho porcentaje a la mercancía por la cual pagas. Y advierte que conviene que el comprador retenga siempre al vendedor la parte que le corresponda de esta cantidad cuando efectúe el pago de la mercancía, bien sea al contado o bien de cualquier otra manera, porque la indicada oficina no quiere andar reclamando el porcentaje que le corresponde, y que conoce perfectamente por la nota que le pasan los corredores de las operaciones efectuadas, con el cómo, el qué y el cuándo. Ello representa, por otro lado, una ventaja considerable para las partes cuando entre ellas surge alguna diferencia, como a veces sucede, pues como dice el refrán popular: El que no actúa, no yerra, y el que no yerra, nunca aprende. De esta manera, cuando las partes quieren aclarar alguna cuestión, no tienen más que recurrir a la anotación registrada por el corredor, la cual tiene el carácter de fe pública, otorgado por decreto oficial, lo mismo que si se tratase de un instrumento notarial. Llegado el caso, el digno Consulado de Mercaderes se rige la mayoría 52 Como se ha señalado en la traducción del índice o tabla de materias, la segunda parte del título de este capítulo no figura en el texto original, sino solamente en dicha tabla de materias, en la que se hace figurar aparte, aunque indicando que su contenido está incluido en el mismo capítulo XVIII.

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de las veces por el contenido de estas anotaciones para dictar sus sentencias. Digo, por consiguiente, que, si compras algún género, no debes olvidarte del pago a la Messetaria y de retener la mitad de su importe al vendedor. Esto es, si el género tiene que pagar el 4 por 100 a la oficina según el decreto promulgado por el gobierno, tú le deducirás al vendedor el 2 por 100, de forma que con esta deducción recibirá lo que le corresponde. Y tú quedarás obligado a pagarlo todo a la oficina, de manera que la acreditarás en tu libro por el total, y adeudarás la mercancía comprada, como se decía, porque la oficina en cuestión no quiere saber nada del que vende, sino del que compra. Después, a estos compradores, mediante presentación del correspondiente resguardo en el puesto de salida, se les permite sacar del país tanta mercancía cuanta hubieran liquidado a la Messetaria, y pueden sacarla por tierra o por mar, tanta como quieran sacar en el día. Por eso, conviene mucho que los mercaderes lleven bien la cuenta con la dicha oficina, pues así sabrán siempre cuánta mercancía pueden sacar, porque no les dejan sacar mayor cantidad de la que compraron, a menos de que paguen los correspondientes derechos a la Messetaria. A continuación te pongo un ejemplo de cómo debe registrarse en el Diario y en el Mayor una de estas compras. En primer lugar, escribirás simplemente esto en el Borrador: Yo, o bien nosotros, en el día arriba indicado, he comprado del señor Zuan Antonio de Mesina tantas cajas o tantos panes de azúcar de Palermo, cuyo peso neto en total, sin embalajes, cajas, cuerdas ni paja, es de tantas libras, que al precio de tantos ducados el ciento, importan tantos ducados, y le deduzco tantos ducados, gruesos, picioli, por la parte que le corresponde de la Messetaria, a razón de tantos por ciento. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi, valen tantos ducados g. p. netos, que pagamos al contado.

Esta partida se pasará al Diario de esta manera, como ejemplo de una compra al contado: Por azúcar de Palermo: A Caja, pagado al señor Zuan di Antonio de Mesina, por tantas cajas, tantos panes, que pesan en neto, sin cajas, ni embalajes, ni cuerdas ni paja, tantas libras, y que al precio de tantos ducados el ciento importan tantos ducados, de los cuales deduzco por la parte que le corresponde de la Messetaria tantos ducados, a razón de tantos por ciento, y restan netos tantos ducados. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi. L. S. G. P.

En el Mayor se pasará así: Azúcar de Palermo debe en tal día, por Caja, al señor Zuan d’Antonio de Mesina por tal número de panes, que pesan en neto tantas libras, y que al precio de tantos ducados el ciento montan en total neto, f. 1 L. S. G. P.

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Y por este mismo importe acreditarás la cuenta de Caja. Asimismo acreditarás siempre a la oficina de la Messetaria por el doble de lo que retengas al vendedor, es decir, tanto por la parte que le corresponde a él como por la que te corresponde a ti. De forma que, inmediatamente después de asentar la mercancía, harás otro asiento debajo abonando a dicha oficina el importe que se le debe por la compra del azúcar, con cargo a dicha mercancía, como verás más abajo. Y valga esto como ejemplo de una compra al contado. Veamos ahora una compra pagada parte al contado y parte a plazo. En primer lugar, el Borrador: Al contado y a plazo, a tantos días. He comprado en el dicho día al señor Zuan d’Antonio de Mesina tantos panes de azúcar de Palermo, que pesan en neto tantas libras y que, al precio de tantos ducados el ciento, importan tantos ducados, y deduzco tantos ducados por la parte que le corresponde de la Messetaria, a razón de tantos por ciento, de los cuales le he entregado al presente de contado tantos ducados,53 y por el resto me da tiempo hasta finales de agosto venidero. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi, valen duc. g. p.

Sabrás que cuando las operaciones son intervenidas por un corredor de la Messetaria, no es necesario formalizar ningún documento, pues basta con el registro que aquél hace de la operación, aunque algunos lo hacen a veces, pese a todo, por mayor precaución. En el Diario, pasarás la operación de esta manera: primero, asentarás una partida haciendo acreedor de todo el género al vendedor, y, luego, harás otro asiento adeudándole el importe recibido al contado. JHS 1493, a tantos días de tal mes. Por azúcar de Palermo: A señor Zuan d’Antonio de Mesina por tantos panes, que pesan en total un neto de tantas libras, y que al precio de tantos ducados el ciento, montan tantos ducados, y le deduzco tantos ducados de la parte que le corresponde de la Messetaria, a razón de tantos por ciento, restan tantos ducados, de los cuales le debo pagar al presente de contado tantos y para el resto me da de plazo hasta finales del mes de agosto venidero. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi, valen L. S. G. P. 53 Las palabras que emplea Pacioli son: de’ quali al presente li n’o contati duc. tanti, es decir, “de los cuales al presente le he contado tantos”, giro que ilustra a la perfección sobre el origen de la expresión moderna “pagar al contado”, es decir, pagar contando el dinero que se entrega.

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Acto seguido, harás acreedora a la oficina de la Messetaria de su porcentaje: Por el dicho: A la Oficina de la Messetaria por el importe antes indicado de tantos ducados, a razón de tantos por ciento por la parte que me corresponde, y otro tanto por la parte que le corresponde al vendedor, que en total importa tantos ducados g. p., valen L. S. G. P.

El importe pagado al contado se lo adeudarás al vendedor y se lo abonarás a la Caja, de la siguiente manera: Por el señor Zuan d’Antonio de Mesina: A Caja, por tantos ducados que le han sido pagados al contado por la parte arriba indicada del azúcar comprado en los términos susodichos, según consta en recibo escrito de su mano, valen L. S. G. P.

En el Mayor estas partidas figurarán así: Azúcar de Palermo debe en tal día de noviembre, por el señor Zuan d’Antonio de Mesina, por tantos panes, que pesan en neto tantas libras, y que al precio de tantos ducados el ciento, importan descontada la Messetaria, f. 4 L. S. G. P.

Esto sería si este asiento fuera el primero del folio, pero si hubiera ya alguno anterior, te bastaría con poner lo siguiente: Tal día, por el señor Zuan d’Antonio de Mesina, por tantos panes, que pesan tantas libras, e importan, f. 4 L. S. G. P.

Esta misma partida se pasaría del siguiente modo al haber del Mayor: Señor Zuan d’Antonio de Mesina ha de haber en tal día de noviembre por azúcar de Palermo, tantos panes, que pesan en neto tantas libras, y que al precio de tantos ducados el ciento, importan, descontada la Messetaria, tantos ducados, de los cuales debo darle al presente de contado tantos ducados, y para el resto me concede de plazo hasta fines de agosto venidero. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi, valen, f. 4 L. S. G. P.

Al pagarle la parte de contado, dirás así: Señor Zuan debe, por la operación de enfrente en tal día, por la Caja, tantos ducados que le di de contado en pago de una parte del azúcar que hube de él, según nuestro contrato, que figura escrito en el cuaderno, valen, f. 1 L. S. G. P.

El asiento de la Messetaria, lo mismo que el que se produciría en el caso anterior, lo registrarás así en el Mayor: La oficina de la Messetaria ha de haber en tal día, por azúcar de Palermo, comprado al señor Zuan d’Antonio de Mesina, por un importe total de tantos ducados, a tantos el ciento. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi, montan, f. tal L. S. G. P.

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Capítulo XIX

CÓMO REGISTRARÁS EN TUS LIBROS PRINCIPALES LOS PAGOS QUE DEBAS HACER POR LIBRANZA O POR ABONO EN BANCO 54

Lo dicho hasta aquí te resultará suficiente para orientarte en la anotación de todas las compras, sean éstas a pagar al contado, o parte al contado y parte a plazo, o al contado y por una libranza, o todo por un banco, o al contado y por un banco, o al contado y en género, o en género y por una libranza, o todo por una libranza, o en género y a

54 La expresión empleada por Pacioli es la de “Commo se debia ordinare el pagamento che havesse a fare per ditta e banco d scritta”. El concepto banco di scritta quiere decir banco de giro y depósito, y se refiere, generalmente, a los bancos que aceptaban depósitos de sus clientes y les prestaban un servicio de tesorería o de caja, con pagos en efectivo por su cuenta, así como también un servicio de pagos sin empleo de dinero metálico, a través de abonos en cuenta corriente por traspaso o transferencia de cuenta a cuenta, según se ha visto anteriormente en la nota número 28 de la página 169. En este caso, la expresion utilizada por Pacioli de banco di scritta no se refiere tanto a los bancos que realizaban este tipo de operaciones, cuanto a la misma operación de abono en cuenta por traspaso o transferencia de otra cuenta. Esta operación se llamaba en realidad, como el propio Pacioli recoge en otros pasajes de su Tratado, scritta di banco. Tanto las órdenes de pago en efectivo que, según se ha visto en la nota indicada, Pacioli llamaba ditta, como las órdenes de abono en cuenta por traspaso o transferencia de la cuenta del ordenante, que es lo que Pacioli llama scritta di banco, según se acaba de explicar, podían ser cursadas, en principio, tanto oralmente, práctica que las dio el nombre, como por escrito, y eran una de las operaciones más corrientes de los bancos de la época y, en especial, de los llamados bancos de giro y depósito, es decir, de los bancos que no realizaban operaciones cambiarias (compraventa de letras de cambio) ni de crédito, como sucedía en nuestro país con las Taules de Canvi i Comuns Dipòsits catalano-aragonesas. Federigo Melis llama a este tipo de abonos en cuenta bancaria por transferencia o scritta di banco, operaciones de giro-conto. Ver sus trabajos “Note di storia della banca pisana nel Trecento” y “La grande conquista trecentesca del ‘credito di esercizio’ e la tipologia dei suoi strumenti fino al XVI secolo”, reproducidos ambos en Federigo Melis: La banca pisana e le origini della banca moderna, Florencia, 1987, págs. 55-293 y 307-324, respectivamente. Todo lo dicho nos confirma la conclusión, anticipada en la nota número 28, de que la diferenciación que Luca Pacioli hace entre las formas de pago per ditta y per scritta di banco o, simplemente, per banco, consistía en que la primera se refería a la entrega de una libranza u orden escrita para que el banco pagase en efectivo la cantidad indicada a la persona señalada como beneficiario en la misma orden, mientras que en el segundo caso se trataba de una orden de transferencia, con abono a la cuenta del beneficiario, pudiendo ser dicha orden lo mismo escrita que oral, pues el concepto de scritta no hacía referencia a la orden, sino al hecho de abonar o escribir en la cuenta del beneficiario. Véase también Florence Edler: Glossary of Mediaeval Terms of Business, obra citada, págs. 40 y 265.

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plazo, o en género y por banco, o por banco y a plazo, o por banco y por libranza, o por banco, al contado, por libranza y en género, etc., pues de todas estas maneras se acostumbra a comprar, y tú por tu propia cuenta, a la vista de lo precedente, sabrás pasar las anotaciones primero en el Borrador, y luego en el Diario y en el Mayor. Cuando tengas que hacer el pago parte por banco y parte en libranza, entrega primero la libranza y luego por el resto haces el abono por banco para mayor seguridad; esta misma precaución la toman muchos, y hacen bien, cuando tienen que pagar parte al contado y el resto por banco, para completar el pago, que primero asientan el pago al contado. Y si debes pagar parte por banco, parte en género, parte por libranza y parte al contado, adeuda la cuenta del vendedor por todos estos conceptos, con abono a cada uno de ellos, cada uno por su orden. Y si acaeciera que tuvieses que pagar la compra de otra manera, procede de forma análoga. Por otra parte, habiendo comprendido las diversas maneras en que se actúa en caso de compra, no te será difícil invertir los términos, para saber cómo proceder cuando tú vendas algo a los demás; en este caso, deberás adeudarles el importe de los géneros, con abono a los mismos, o bien cargando la cuenta de Caja si te pagan al contado, o la de las libranzas si te pagan con ellas, acreditando luego la cuenta cuando el banco las haga efectivas. Todo ello por orden, como has visto en el caso de las compras, y abonarás la cuenta del comprador por todo aquello que te entregue en pago de tus mercancías. Esto bastará a este respecto para tu conocimiento e instrucción.

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Capítulo XX

DE ALGUNAS PRINCIPALES Y PECULIARES MODALIDADES DEL TRÁFICO MERCANTIL LLAMADAS BARATAS, COMPAÑIAS, ETC.; DE CÓMO DEBEN ASENTARSE Y DISPONERSE LAS CORRESPONDIENTES PARTIDAS EN LOS LIBROS DE LOS MERCADERES, EMPEZANDO POR EL CASO DE LAS BARATAS SIMPLES, COMPUESTAS Y A PLAZO, CON EJEMPLOS EXPRESOS DE CADA UNA DE ELLAS EN EL BORRADOR, EL DIARIO Y EL MAYOR

A continuación, trataré del modo en que se han de asentar algunas partidas muy conocidas y particulares, que en el tráfico mercantil se suelen las más de las veces singularizar y poner aparte, para que, por ser distintas de las demás, se pueda saber el beneficio y la pérdida que producen de por sí. Estas partidas son las baratas y las compañías, los viajes por cuenta ajena, los viajes por cuenta propia, las consignaciones recibidas de otros, los abonos por transferencia bancaria o las libranzas, los cambios reales, las cuentas de una tienda, etc. De todas ellas te daré suficiente noticia a continuación, y te indicaré cómo las debes pasar y registrar en tus libros de forma correcta, a fin de que no se cree confusión en tus negocios. En primer lugar, mostraremos cómo se debe asentar una barata. Las baratas son comúnmente de tres clases, como anteriormente, en el Título Noveno, Tratado Tercero, folios 161 a 167, se explicó ampliamente al hablar de los cálculos y las operaciones aritméticas a que daban lugar, de forma que allí tienes que acudir si quieres comprender bien la cuestión. Digo, pues, que en todas las ocasiones en que tengas que registrar una barata en los libros, sea de la clase que sea, lo harás primero en el Borrador, describiendo, al pie de la letra, en el texto del asiento todas sus características y las condiciones en que se ha hecho y en que se concluirá, y si se ha concertado a través de un mediador o directamente por las partes. Cuando lo hayas descrito todo, reducirás la operación a dinero contante y, de acuerdo con lo que tú estimes que vale el género, sacarás fuera el importe en la moneda que quieras, que aquí en el Borrador no importa, porque luego el tenedor de libros lo expresará en la moneda que deba ser, cuando pase el asiento al Diario y al Mayor. Y esto se hace así, sacando fuera del texto el valor

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de las mercancías objeto de la barata, porque de otra manera sólo con gran dificultad podrías saber por tus cuentas y escrituras los beneficios o pérdidas que se produzcan. Por eso conviene reducir siempre a términos de dinero el valor de los géneros. Y si quisieras tener cuenta particular de las mercaderías obtenidas por barata, para poder distinguirlas de las otras mercancías de la misma clase que tuvieses ya en tu casa o que comprases luego, al objeto de conocer cuáles te resultaron más ventajosas, lo podrás hacer. O, por el contrario, si lo deseas, podrás juntar estas mercancías con las de la misma clase que ya tuvieras. En este último caso, suponiendo que fuera jengibre el género que recibieses a través de una operación de barata, harías el siguiente asiento en el Diario: Por jengibre escogido, a granel, o bien en bultos: A azúcar de tal clase, por tantos bultos, que pesan tantas libras, procedentes de la barata de azúcar efectuada con Fulano en la siguiente manera: se calculó el ciento de azúcar a 24 ducados, de los cuales me entregó un tercio al contado. Y se calculó el ciento de jengibre a tantos ducados, por el cual jengibre le conté tantos panes de azúcar, y pesan tantas libras, que de contado valen 20 ducados el ciento. Y por el dicho jengibre se dieron tantas libras que son tantos panes, y valen L. S. G. P.

Y si, en algún caso, no supieras en ese preciso momento el número exacto de panes de azúcar que tienes que entregar por el jengibre, no importa, porque luego, en la partida siguiente, suplirás lo que, en su caso, faltara, y si algo sobrase, lo reducirías en el asiento de Caja. De esta forma, el debe, en tanto contrapartida del azúcar, siempre cuadrará, pues las dos partidas del debe se contraponen a la del azúcar, de modo que ésta no pierde nada en razón del número de panes o del peso; de cualquier forma, no siempre es posible llevar cuenta por separado de cada menudencia. Por aquella parte de la operación que debas cobrar al contado, adeudarás la Caja y, de forma similar, acreditarás la cuenta del azúcar, diciendo: Por Caja: A dicho, que percibí de contado en la dicha barata de Fulano por tantos panes, que pesan tantas libras y valen L. S. G. P.

Y estas partidas son las que formularás y anotarás en el Diario, reflejando la barata efectuada, en el caso de que no quieras llevar las cuentas de ésta por separado. Pero si quisieras llevarlas de esta forma en el Diario, tendrías que decir lo siguiente:

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Por jengibre escogido que por cuenta de la barata se hubieron de Fulano: A azúcar..., y después lo describirás todo, punto por punto, igual que en el caso anterior.

De esta manera, el jengibre procedente de la barata tendría en el Mayor una cuenta distinta que el otro. Y pienso que esto será suficiente para saber lo que tienes que hacer en todas las operaciones de baratas que puedas concertar por tu cuenta, pues sabrás caminar por ti mismo sin necesidad de que me extienda más.

Capítulo XXI

DE OTRA IMPORTANTE PARTIDA LLAMADA COMPAÑÍA; DE CÓMO SE DEBE REGISTRAR Y DISPONER EN LOS LIBROS EN TODOS LOS CASOS QUE SE PUEDAN PRESENTAR

Otra partida muy corriente es la que se refiere a la compañía que puedas formar con alguien, con cualquier motivo, como negocios de paños, de sedas, de especias, de algodones, de tintes o de cambios. Estas partidas de compañía requieren siempre llevar las cuentas por separado en los tres libros indicados. En el primero, es decir, en el Borrador, puesto que ya tienes puesta la fecha, podrás empezar a escribir la partida sin más trámite, con todas las características y condiciones que hayáis convenido, haciendo referencia a la escritura que hayáis otorgado o a cualquier otro documento que hayáis instrumentado, indicando el tiempo por el que se constituye, y su objeto, y los factores y dependientes que hubiereis de tener, y lo que aporta cada uno de por sí en género o en dinero, o en deudores y acreedores, etc. Y de cada cosa, una por una, harás acreedores a los socios o miembros de la compañía, a cada uno según lo que aporte, y deudora a la Caja de la dicha compañía, si la tiene por sí misma, cosa que es conveniente, pues mejor funcionarán los negocios si la tienes separada de tu Caja particular en caso de que seas tú el gestor de la tal compañía. En tal caso, si no quieres meterte en complicaciones, te convendrá llevar unos libros específicos aparte, en la forma, orden y manera que hasta aquí hemos dicho, al objeto de registrar toda tu gestión y operaciones por cuenta de la compañía.

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Cierto que, alternativamente, podrías utilizar tus propios libros para registrar estas operaciones, pero ello sólo en el caso de que abras unas cuentas específicas, como diremos en seguida, cuentas que se llaman peculiares porque están separadas de todas las demás. Y ahora te explicaré sucintamente cómo tienes que pasar estas partidas en el Borrador, y después en el Diario y el Mayor, porque si llevas los libros por separado no hay que decir más sino que los lleves de la misma manera en que llevas los de tu propio negocio. En el Borrador pondrás lo siguiente: En este día hemos hecho compañía con Fulano, Zutano, etc., para tratar en lanas, con las características y condiciones que aparecen en la escritura o en el instrumento tal, por tantos años, y Fulano dio tanto en dinero de contado, Zutano tantas balas de lana francesa, con un peso neto de tantas libras, que se pusieron en cuenta a tantos ducados el millar, y Mengano aportó tantos deudores solventes, a saber, tal de tantos ducados, y tal de tantos, y yo por mi parte desembolsé tantos ducados, sumando todo el cuerpo o capital de la compañía en total tantos ducados.

Después, en el Diario, asentarás cada cosa en su sitio. A este respecto, abrirás una cuenta de Caja de la Compañía y una de Capital de la Compañía, y de igual manera en todas las cuentas que abras harás siempre referencia a la compañía, de forma que puedas reconocer estas cuentas y distinguirlas de las tuyas propias. Y primero comenzarás con la Caja, como hiciste antes, asentando después sucesivamente todas las demás. Por Caja de la Compañía: A Fulano por cuenta de la Compañía, de forma que si tuvieses otras cuentas con el mismo, no se mezclen. Por dinero puesto este día por su participación, de acuerdo con nuestro convenio que figura en la escritura o instrumento tal, valen L. S. G. P.

A continuación, asentarás igualmente el género que hayan aportado, de esta manera: Por lana francesa de la Compañía: A Zutano, por tantas balas que en total pesan un neto de tantas libras, cuyo valor se estima por acuerdo entre todos en tantos ducados el millar, según los términos del convenio que figura en la escritura otorgada por nosotros, importa en total tantos ducados, valen L. S. G. P.

Y así irás registrando todas las aportaciones. En el caso de los deudores aportados, dirás así:

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Por el tal por cuenta de la Compañía: A Mengano, que nos lo consignó en virtud de nuestro convenio por deudor solvente de tantos ducados, valen L. S. G. P.

Dicho esto, no me quiero extender más, pues ya está explicado al principio, y si lo hiciera ahora de nuevo sería como quererte enseñar cada cosa dos veces. Por eso, no te explicaré nada en relación con la forma de pasar las partidas en el Mayor, pues sé que te será fácil hacerlo sabiendo quién es el deudor y quién es el acreedor en el Diario. De modo que tú mismo, por tu cuenta, las asentarás en el debe y en el haber siguiendo el procedimiento que te enseñé anteriormente, en el capítulo 15; y luego las cancelarás en el Diario como dije antes en el capítulo 12, no dejando nunca de poner delante, en el margen, el número de los folios en que pusiste el deudor y el acreedor en el Mayor. De igual manera, a medida que vayas pasando las cuentas en el Mayor o Libro Grande, las pondrás en el Índice de la forma en que con anterioridad hemos explicado más de una vez.

Capítulo XXII

DE LAS CUENTAS DE TODA CLASE DE GASTOS, TALES COMO LOS DOMÉSTICOS U ORDINARIOS DE LA CASA, LOS EXTRAORDINARIOS Y LOS DE LAS MERCANCÍAS, SALARIOS DE DEPENDIENTES Y FACTORES; DE CÓMO HAN DE PASARSE Y DISPONERSE EN LOS LIBROS

Además de todas las cuentas ya dichas, te conviene tener también en todos tus libros este tipo de cuentas, es decir, gastos de mercaderías, gastos domésticos u ordinarios de la casa, gastos extraordinarios, así como una cuenta de entrada y salida, y una de beneficios y daños, que también podrás llamar de aumentos y disminuciones, de utilidades y daños o de pérdidas y ganancias, que tanto da una cosa como la otra. Estas cuentas le son sumamente necesarias a todo comerciante, al objeto de que pueda conocer en todo momento su capital y de que, al cierre de las operaciones, pueda saber cómo le han ido éstas. En las páginas siguientes daremos las nociones necesarias para que sepas cómo disponer estas cuentas en tus libros.

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La cuenta de gastos de mercaderías se lleva porque no siempre puedes asentar en el acto todos los gastos en las partidas de género que vendas o compres, pues sucede a veces que muchos días después tendrás que pagar cargadores, pesadores, empaquetadores, barqueros, porteadores y similares, al uno un sueldo, al otro dos, etc., y no merecería la pena hacer una partida suelta de cada uno, pues llevaría demasiado tiempo y, además, de minimis non curat praetor, es decir, el general no se ocupa de las minucias. Por otra parte, sucede también que estos porteadores, cargadores, barqueros y empaquetadores los utilizarás a veces en un mismo momento para diversas cosas, pues en ocasiones se los contrata para que descarguen y carguen a la vez varias clases de mercaderías, y se les paga por todo el trabajo en bloque, de forma que no se puede determinar exactamente lo que corresponde a cada mercancía. Por estas razones se abre esta cuenta de gastos de mercaderías, la cual siempre es deudora, como ocurre también con todas las otras cuentas de gastos. Y hasta los salarios de los factores y dependientes de la tienda pueden meterse en esta cuenta, aunque algunos los pasan primero por una cuenta específica al objeto de saber cuánto gastan al año por este concepto, saldándola luego con cargo a ésta. Y como antes se decía, de ninguna manera pueden estas cuentas ser acreedoras: de ser así, estaríamos en presencia de un error en el Mayor. Los gastos indicados se pasarán al Borrador de esta manera: En este día hemos pagado a porteadores, barqueros, empaquetadores, pesadores, etc., que cargaron y descargaron tales y tales cosas, tantos ducados.

Luego, en el Diario, pondrás lo siguiente: Por Gastos de mercaderías: A Caja de contado, por barcas y porteadores, cuerdas y empaquetadores de tales cosas, tantos ducados en total, valen L. S. G. P.

En el Mayor dirás: Gastos de mercaderías, deben en tal día por la Caja, valen, f. tal L. S. G. P.

Sin la cuenta de gastos domésticos u ordinarios de la casa no puede uno pasarse. Por gastos domésticos se entienden los de trigo, vino, leña, aceite, sal, carne, zapatos, sombreros, hechuras de vestidos, jubones, medias y sastres, bebidas, propinas y albricias, barberos, horneros, aguadores, lavado de la ropa, menaje de cocina, jarros, vasos y todos

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los objetos de vidrio, cubos, barreños y toneles, etc., aunque muchos utensilios de esta índole suelen tener una cuenta separada, para poder encontrarla fácilmente cuando tengas que pasar las nuevas partidas. Y tú podrás hacer también lo mismo, no digo ya de estas cosas sino de cualquier otra que se te ocurra, pues yo sólo te enseño las que son imprescindibles para los negocios. Esta cuenta de gastos domésticos la dispondrás de igual forma que la dicha para la de gastos de mercaderías. Y a medida que vayas haciendo gastos importantes, los irás pasando, día a día, en los libros, sean de trigo o de vino, de leña, etc., aunque de estas partidas muchos acostumbran a llevar cuentas por separado, para poder saber fácilmente al acabar el año, o de tiempo en tiempo, cuánto han gastado por cada concepto. En el caso de gastos menudos, como son la compra al por menor de carne y pescado, o barberos y barqueros,55 se pueden tomar de golpe uno o dos ducados y ponerlos en una bolsa, para ir pagando con ellos los gastos menudos, porque no sería posible llevar la cuenta de tales gastos uno por uno. Y al tomar los ducados, dirás así en el Diario: Por Gastos domésticos: A Caja, por tantos ducados que tomé y metí en una bolsa para gastos menudos, valen L. S. G. P.

En estos gastos domésticos podrás incluir también, si lo crees oportuno, los gastos extraordinarios que hagas con motivo de diversiones, como tirar con el arco o la ballesta, u otros juegos, así como las pérdidas en que incurras, o si extraviases dinero o género, o si te los quitaran, o si los perdieses en el mar o por un incendio, pues todos éstos pueden considerarse gastos extraordinarios. Aunque si quieres llevarlos aparte, también lo puedes hacer, que muchos lo hacen para saber a fin de año cuánto han gastado neto por este concepto, dentro del cual se incluyen asimismo los regalos y presentes que hicieras a alguien por alguna razón. No me quiero extender más en esta clase de gastos, porque tengo la certeza de que tú, por ti mismo, habiendo aprendido ya las cosas explicadas, sabrás registrarlos, cosa que antes no hubieras sabido ha-

55 No debe extrañar la insistencia con la que se habla de barqueros en el capítulo de gastos. Téngase en cuenta que el autor se sitúa en Venecia.

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cer. Por eso, dejaremos esta cuestión y diremos ahora el modo de llevar las cuentas de una tienda, tanto en el caso de que la des a gestionar a otro, como en el de que la lleves personalmente por ti mismo, y ésta es una cosa que te recomiendo que aprendas, pues es algo muy interesante y digno de ser sabido; así que fíjate bien.

Capítulo XXIII

DEL ORDEN Y MANERA DE LLEVAR LAS CUENTAS DE UNA TIENDA ADMINISTRADA POR TI MISMO O CONFIADA A OTROS, Y DE CÓMO SE DEBEN HACER LAS ANOTACIONES EN LOS LIBROS OFICIALES DEL DUEÑO Y TAMBIÉN, POR SEPARADO, EN LOS DE LA TIENDA

Digo, por lo tanto, que si tuvieras una tienda, ubicada fuera de tu casa y del edificio de la misma, a la que cada día surtieses de género, para llevarla con buen orden tendrías que hacer lo siguiente: deberías adeudarla por todos los géneros que cada día le llevases, con abono a dichos géneros, uno a uno. Imagina a este respecto que la tienda es como una persona que te debe todo lo que, de un modo u otro, le entregas o pagas por su cuenta. Por el contrario, tendrás que abonarle todo lo que saques y recibas de ella, como si fuese un deudor que te paga una partida. De esta manera, cada vez que pases cuentas con la tienda, sabrás cómo te funciona, si va bien o va mal, y consiguientemente podrás tomar tus medidas para dirigirla en debida forma. Otros muchos lo que hacen es adeudar en sus libros no a la tienda, sino al agente que la atiende, aunque esto no se puede hacer propiamente sin la conformidad del mismo. Pues no se debe ni razonablemente se puede inscribir a nadie como deudor en el Mayor, sin que él lo sepa. Ni tampoco puedes inscribir ninguna condición que limite la disponibilidad de un crédito, sin el consentimiento del acreedor. Y si hicieras alguna de estas cosas, no actuarías ortodoxamente y tus libros serían considerados falsos. También cargarás a la tienda los utensilios que le sean necesarios para su actividad. Así, si se trata de una droguería o farmacia, te convendrá proveerla de jarras, calderos, hornillos de trabajo, etc., de todo lo cual la harás deudora a ella o a la persona que la atienda, como se

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ha dicho, por medio de un Inventario escrito de su mano o de otra, por mandato suyo, de manera que todo quede bien justificado. Estimo que con esto será suficiente si la tienda la has confiado a otro para que la lleve por ti y sea tu comisionado. Pero si la tienda la llevaras tú personalmente, deberías tener en cuenta también las siguientes consideraciones. Supongamos que todo lo que compras y vendes lo canalizas a través de la tienda en cuestión, de forma que no tienes ningún otro trato. En tal caso, llevarás los libros tal como te he indicado en general, y de lo que vendas y compres harás acreedor al que te vende la mercancía a plazo, si es que compras a plazo, o a la Caja, si es que pagas al contado, adeudando el importe a la tienda. Y todo el dinero que recibas por las ventas al por menor, es decir, por aquello cuyo importe no llegue a 4 ó 6 ducados, lo pondrás en una arqueta o una alcancía; al cabo de 8 ó 10 días, sacarás el dinero de allí y lo depositarás en la Caja, cargándole el importe que sea y abonándoselo a la tienda. Y en la partida dirás que es por diversos artículos vendidos, de los cuales habrás tomado nota. Pero tampoco quiero extenderme demasiado en ésta y en otras muchas cuestiones al respecto, porque, con lo que hemos explicado detalladamente en las páginas anteriores, podrás entenderlas por ti mismo. Pues las cuentas no son, en realidad, más que un ordenamiento ad hoc pensado por el comerciante para que su uso regular le proporcione información constante de todos sus negocios, de manera que sepa fácilmente si las cosas le van bien o le van mal, ya que como dice el refrán: Al que tiene un comercio y no está al tanto de él, se le escapan volando los dineros como si fueran moscas. Y según cómo le vayan los negocios, así actuará. Y si para ello le faltara alguna información, siempre podrá añadir nuevas cuentas, tantas como necesite. Con esto, date por satisfecho.

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Capítulo XXIV

CÓMO DEBEN ASENTARSE EN EL DIARIO Y EN EL MAYOR LAS PARTIDAS DE LOS BANCOS DE GIRO Y DEPÓSITO, Y QUÉ SE ENTIENDE POR ELLOS, Y DÓNDE ESTÁN; Y DE LOS CAMBIOS QUE HAGAS CON ELLOS, SIENDO TU MERCADER, O CON OTROS, SI FUERAS TÚ EL BANQUERO; Y DE LOS RECIBOS QUE SE DAN POR LOS CAMBIOS Y POR QUÉ SE HACEN POR DUPLICADO Con respecto a los bancos de giro y depósito56, de los cuales encontramos hoy en Venecia, Brujas, Amberes y Barcelona, así como en otros lugares famosos por su comercio, te convendrá conocer que, si tienes cuenta con alguno de ellos, deberás saber cómo confrontar sus libros con los tuyos con gran diligencia. Es práctica común tener relaciones con un banco, adonde llevarás tu dinero para que esté más protegido o lo dejarás en forma de depósito a la vista, para poder hacer tus pagos con total seguridad a Piero, Gioanni y Martino, porque las libranzas de los bancos son como instrumento público de notario, ya que están garantizadas por los poderes públicos. Al imponer tu dinero en el banco, lo harás deudor, haciendo mención del dueño o los socios del mismo, y acreditarás tu Caja, escribiendo lo siguiente en el Diario:

56 La expresión empleada por Pacioli es la de “banchi di scritta”, que traducida literalmente quiere decir bancos de escritos o de abonos escritos en cuenta. Con esta expresión, que ya conocemos por haber hablado con algún detalle de la cuestión en unas notas anteriores, se designaba a los bancos que hacían transferencias o traspasos de cuenta a cuenta, y a los cuales en la terminología moderna se los llama bancos de giro y depósito. Un ejemplo clásico de este tipo de bancos nos lo ofrecen, como ya se ha dicho, las Taules de Canvi i Comuns Dipòsits catalano-aragonesas. Precisamente en la línea siguiente Pacioli hace referencia a la Taula de Canvi de Barcelona, que fue el primer banco municipal de esta clase fundado en Europa, el año 1401. Véase mi trabajo “Aspectos organizativos, operativos, administrativos y contables del proyecto de erarios públicos. Contribución al estudio de la banca pública en España durante la baja Edad Media y comienzos de la moderna”, en Banchi pubblici, banchi privati e monti di pietà nell’Europa preindustriale. Amministrazione, tecniche operative e ruoli economici. Atti del Convegno, Genova, 1-6 ottobre 1990, nella sede della Società Ligure di Storia Patria, Génova, 1991, págs. 963-1.033.

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Por Banco de Lipamani:57 A Caja, por dinero que le entregué al contado, yo en persona u otro por mí, en este día, para mi cuenta, entre oro y monedas tantos ducados en total, valen L. S. G. P.

Y harás que los banqueros te den unas líneas por escrito en un folio para mayor seguridad, y si haces más imposiciones en el día harás lo mismo. Cuando saques el dinero, será el banquero quien te hará escribir a ti el recibo, y así las cosas estarán siempre justificadas. Es verdad que algunas veces no se piden estos recibos, pues, como se ha dicho, los libros de un banco son siempre públicos y oficiales. Pero siempre es bueno tener precaución, ya que, como dijimos anteriormente, para un comerciante las cosas nunca están lo suficientemente claras y justificadas. También podrías llevar la cuenta a nombre del dueño o de los socios del banco, pues es lo mismo. Nombrando el banco, como se ha hecho antes, se incluye al dueño y a sus socios. Si quieres llevar la cuenta con el dueño, dirás: Por señor Girolimo Lipamani, del Banco, añadiendo y socios, cuando los tuviera, A Caja, y completarás el asiento en igual forma que el de antes. En tus libros dejarás siempre constancia de los acuerdos, contratos y condiciones que surjan en vuestras relaciones, así como de los documentos escritos de propia mano,58 y del lugar donde los guardas, en un legajo, estuche, bolsillo o caja, de forma que puedas encontrarlos con facilidad, pues estos documentos deben conservarse con gran cuidado ad perpetuam rei memoriam, es decir, para perpetua memoria de las cosas, por lo que pudiera ocurrir. A veces puede pasar que tengas numerosas operaciones con banqueros, concernientes a negocios y tratos relativos a las mercaderías, por ti o por cuenta de otros en calidad de agente suyo. En estos casos

57 El ejemplo de banco que emplea Pacioli en estos asientos es real. En efecto, el banco de Lippomano fue fundado en 1480 por Tommaso Lippomano y Andrea Capello, y quebró en 1499, cuando era dirigido por Girolamo Lippomano. Ver Frederic C. Lane: “Venetian Bankers, 1496-1533: A Study in the Early Stages of Deposit Banking”, en The Journal of Political Economy, vol. 45, núm. 2, abril de 1937, pág. 189. Fabio Besta destaca ya este hecho. Ver su obra ya citada de La Ragioneria, vol. 3, págs. 367 s. 58

”Scripti de mano” llama Pacioli a este tipo de documentos, haciendo referencia, posiblemente, a todo tipo de cartas de obligación y finiquito, contratos y documentos privados, no autorizados por notario, que debían ser escritos precisamente de puño y letra por la parte obligada.

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te convendrá tener varias cuentas con los bancos, para no mezclar churras con merinas, ya que tal cosa te produciría gran confusión. Así que en tus partidas dirás: por cuenta de tal cosa, o por cuenta de Fulano, o por cuenta de mercaderías, o por cuenta del dinero depositado a tu nombre, o al de otros, como antes se ha dicho. Y sé que por ti mismo sabrás ingeniártelas en todas estas cosas. Si alguien ingresa dinero para alguna de tus cuentas, cualquiera que sea, harás deudor al banco en tu libro, en la cuenta de que se trate, por el pago efectuado por dicha persona, consignando si es un pago parcial o bien si es por saldo, haciéndola a ella acreedora, por la misma cuenta, y de esta manera, habrás registrado la operación correctamente. Cuando saques dinero en efectivo de dicho banco, o le ordenes que abone una cantidad a alguien, bien sea para hacerle un pago parcial o bien por saldo, o quieras que remita una cantidad a alguien en otro país, tendrás que hacer lo contrario de lo dicho, es decir, si sacas dinero en efectivo, adeudarás tu Caja y acreditarás al banco o a su dueño, por el importe que retires. Y si hicieras una transferencia, es decir, si mandases abonar una cantidad en la cuenta de alguien, harás deudora a esta persona y acreedor al banco o a su dueño por el importe en cuestión, indicando el motivo. De esta manera, en el caso de retirada de dinero en efectivo, dirás lo siguiente en el Diario: Por Caja: A banco o a señor Gerolimo Lipamani, por el dinero en efectivo que en tal día, o en este día, he retirado para mis necesidades, que en total montan tantos ducados, valen L. S. G. P.

Y si mandases abonar una cantidad a alguien, digamos a Martino, escribirías así: Por Martino de Tal: A dicho más arriba, por tantos ducados que le hice abonar por parte o por saldo, o a buena cuenta, o por préstamo, etc., en este día, valen L. S. G. P.

Del Diario pasarás siempre dichas partidas a su lugar correspondiente en el Mayor, cuidando luego de inscribir las cuentas en el Índice, como antes te indiqué, y de cancelarlas en el Borrador y en el Diario. Y lo que falte, lo añadirás por tu cuenta, ya que no es posible explicarlo siempre todo plenamente, de forma que, por tu parte, te conviene estar atento. El mismo procedimiento seguirás cuando quieras remitir cambios a un lugar distinto, como Londres, Brujas, Roma, Lyon, o retirarlos de otro, y detallarás el vencimiento de la letra, a la

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vista, o a una fecha, o a su conveniencia, como se acostumbra a hacer, y harás mención de si es la 1ª, la 2ª, la 3ª, etc., a fin de que no se produzca ningún error entre tu corresponsal y tú. Indicarás también la moneda que giras y remites, así como su contravalor, y las comisiones y gastos, daños e intereses, que pudieran producirse en caso de protesto, pues de todo tiene que hacerse mención, con su porqué y su cómo. Si el que actuara como banquero fueses tú, procederías mutatis mutandi de igual manera que la explicada en el caso de que tú fueras el cliente del banco. De este modo, cuando pagues un importe harás deudor al que recibe y acreedora a tu Caja. Y si tu cliente, sin retirar dinero en efectivo de su cuenta, quisiera abonarlo o escribirlo a otro, es decir, transferírselo a su cuenta, dirás en el Diario: Por Fulano, tu cliente, A Zutano, que es aquel a quien le abonas el importe. De este modo, cambiarás un acreedor por otro, pero tú seguirás debiendo lo mismo, pues en este caso vienes a ser simplemente como una especie de mediador neutral, un testigo y factor de las partes, contribuyendo al acto con tu tinta, tu papel, el uso de tus instalaciones, tu trabajo y tu tiempo. Por eso, la honesta comisión que se percibe por los cambios es siempre lícita, máxime cuando el dinero no corre ningún peligro de viaje como cuando se trae de fuera por terceras personas, según se ha dicho con pleno detalle en su lugar, al hablar de los cambios reales. Por otra parte, si actúas como banquero tendrás que recordar que, al liquidar las cuentas con tus clientes o acreedores, deberás hacerles devolver los papeles, documentos y escritos de propia mano que les hubieras dado. A estos efectos, cuando entregues estos documentos, indícalo siempre en el Mayor, al objeto de que no te olvides de ello y puedas, así, reclamarlos y destruirlos en su momento, no vaya a ser que alguien venga después con ellos a pedirte algo. Y hazte dar siempre recibos cumplidos de todo, como acostumbran a hacer los que tratan en cambios, pues la costumbre es que si tú vienes, por ejemplo, a Venecia desde Ginebra con una letra de cambio sobre esta plaza, contra el señor Giovanni Francesco Baldi, de Florencia, y asociados, para que te paguen a la vista, a una fecha determinada o a tu conveniencia, digamos 100 ducados, en reembolso de un importe equivalente que tú entregaste allí al que libró la letra, los indicados señor Giovanni y asociados, al aceptar la letra y pagarte dicho dinero, te harán escribir de puño y letra dos recibos de un mismo tenor, y si no supieras escribir, lo tendría que hacer un tercero por ti o un notario. No se contentarán con uno, porque este uno deberán enviarlo al banquero de Ginebra que les

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giró la letra diciendo que te pagaran por su cuenta los dichos 100 ducados y que hicieran honor a su firma, como cortésmente han hecho, en prueba de lo cual le remiten el recibo escrito de tu mano. El otro recibo lo conservarán ellos, de forma que cuando pasen cuentas con él, no pueda negárselo, y que tampoco tú puedas negarlo cuando vuelvas allá, quejándote de él o del señor Giovanni, pues si así lo hicieras, te mostraría dicho recibo escrito de tu propia mano y no sabrías qué decir. Todas estas precauciones son necesarias por la poca honestidad que hay hoy en día. Esta operación dará origen a dos partidas en los libros de las partes, una en el del señor Giovanni haciendo deudor al que le ha librado la letra de cambio, y otra en el del corresponsal de Ginebra haciendo acreedor al señor Giovanni del importe de los 100 ducados, una vez haya llegado a sus manos el indicado recibo. Y éstos son la forma y el orden correctos que siguen los cambiadores de todo el mundo para que sus negocios se desarrollen con la adecuada claridad y justificación. De la misma manera, tú podrás, por tu parte, asentar todas las cosas con mucha diligencia, si te tomas la debida molestia.

Capítulo XXV

DE OTRA CUENTA QUE SE ACOSTUMBRA A LLEVAR A VECES EN EL MAYOR Y QUE SE LLAMA ENTRADA Y SALIDA, AUNQUE OTRAS VECES SE LLEVA EN LIBRO ESPECIAL, Y POR QUÉ

Algunos suelen tener en sus libros una cuenta llamada entrada y salida, en la cual inscriben cosas fuera de lo corriente o lo que su imaginación les da a entender. Otros llevan una de gastos extraordinarios, en la que asientan, por ejemplo, igual que hacen en la de entrada y salida, obsequios que les hubieran hecho. A medida que reciben y dan, llevan la cuenta por debe y haber, y al final la saldan, junto con las otras, por pérdidas y ganancias, y por Capital, como verás cuando hablemos del balance. Aunque la verdad es que, con la cuenta enunciada anteriormente de gastos domésticos, tendrás suficiente para todas estas cosas, a menos que, por curiosidad, quieras llevar cuenta particular hasta de una hebilla o pasador; y si quieres hacerlo, nada te lo impide, pero, ¿con qué objeto? Más te valdrá asentar las cosas con brevedad. En otros lugares acostumbran a tener un libro ex profeso para la cuenta de

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entrada y salida, y lo cierran al tiempo del balance por traspaso a los libros principales, uniendo su saldo al del resto de las operaciones. Esta práctica no es rechazable en sí misma, pero da algo más de trabajo.

Capítulo XXVI

CÓMO DEBEN ASENTARSE EN LOS LIBROS LAS PARTIDAS DE LOS VIAJES QUE HAGAS POR TI MISMO O QUE ENCOMIENDES A OTROS, Y CÓMO NECESARIAMENTE ESTOS VIAJES DAN LUGAR A DOS LIBROS MAYORES

Los viajes pueden realizarse de dos maneras, haciéndolos uno por sí mismo o encargándoselos a otros. La forma de llevar las cuentas será distinta, según los viajes sean de una u otra clase, pero en cualquier caso será necesario llevar dos juegos de libros, pues un Mayor quedará en casa, y en el viaje hará falta llevar otro. Si el viaje en cuestión lo haces por ti mismo, convendrá que para el buen orden y registro de todo lo que lleves contigo hagas tu Inventario, y lleves un Mayor auxiliar, un Diario auxiliar, etc. Todo ello de la forma en que ya se ha dicho; y al vender, comprar o baratar, harás deudoras y acredoras las cuentas que corresponda de las personas, los géneros, la caja, capital de viaje, pérdidas y ganancias de viaje, etc. Esto es lo más claro, digan lo que digan. Podrás abrir una cuenta a tu casa, que es la que te proporciona los géneros que llevas en el viaje, haciéndola acreedora en el Mayor auxiliar de tu viaje, con cargo a las mercancías que lleves, una a una. Y lo mismo harás con la cuenta de Caja, de Capital, etc., que abrirás de forma ordenada, igual que en los libros principales. Y al volver sano y salvo, entregarás a tu casa los bienes que hayas traído en lugar de los que llevaste, o el dinero obtenido por ellos, saldando así tu cuenta, y los beneficios o las pérdidas los llevarás a su lugar correspondiente en el Mayor principal, con lo que tus cuentas quedarán liquidadas. Si encargases el viaje a otro, le harás deudor en tu libro de todas aquellas mercaderías que le entregues, diciendo: Por viaje encomendado a Fulano de Tal, etc. Y tendrás cuenta con él, como si fuese un cliente tuyo, de todo el género y el dinero, partida por partida. Y él,

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por su parte, abrirá un Mayor auxiliar en el que te hará acreedor de todo. Al volver liquidará contigo sin pérdida de tiempo.59

Capítulo XXVII

DE OTRA CUENTA PRINCIPAL LLAMADA PÉRDIDAS Y GANANCIAS, Y TAMBIÉN AUMENTOS Y DISMINUCIONES; CÓMO SE HA DE LLEVAR EN EL MAYOR Y POR QUÉ NO SE PASA EN EL DIARIO COMO LAS DEMÁS CUENTAS

Al final de todas las otras cuentas, viene una llamada de pérdidas y ganancias, que quiere decir beneficios y daños, o bien aumentos y disminuciones, según lo usado en algunos países. Mediante esta cuenta se liquidan todas las otras del Mayor, como se dirá al hablar del balance. Y las partidas de esta cuenta no hace falta que se escriban en el Diario, pues basta con que se pasen directamente al Mayor, porque surgen en éste de los beneficios o pérdidas producidos en el debe y el haber. Y en estos casos dirás: pérdidas y ganancias debe o pérdidas y ganancias ha de haber. En efecto, cuando hayas tenido pérdida en alguna mercadería, la cuenta que recoge esta mercadería arrojará una suma mayor en el debe que en el haber. Por eso, tendrás que ayudar a su haber para que se empareje con el debe, aumentándolo en el importe que le falta, al objeto de saldar la cuenta. Y así dirás en la cuenta de la mercadería: Ha de haber por pérdidas y ganancias, que pongo por saldo de esta cuenta por la pérdida producida, y consignarás el folio de la cuenta de pérdidas y ganancias al sacar fuera el importe. Y en el debe de la cuenta de pérdidas y ganancias dirás: Debe en tal día por tal mercadería, por la pérdida experimentada en dicho género de tanto dinero, que he pasado por saldo en el haber de su cuenta, a folios tantos.

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La última frase parece que no está completa en el original, por lo que no es segura la interpretación que le hemos dado. Carlo Antinori, en su traducción al italiano moderno, adopta también esta interpretación. Lo mismo hacen otros traductores.

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Si la mercadería en cuestión arrojase una suma mayor en el haber que en el debe, se procedería a la inversa. Lo mismo harás con todas las cuentas de las mercaderías ya totalmente vendidas, una a una, tanto si han producido beneficio como si han ocasionado pérdida, de forma que las cuentas de tu Mayor cuadren siempre, es decir, que sume lo mismo el debe que el haber, porque así tiene que ser si el libro se ha llevado correctamente, como se dirá al hablar del balance. Y de este modo verás a simple vista si has ganado o has perdido, y cuánto. Después, tendrás que saldar esta cuenta con la de Capital, la cual es la última en cerrarse de todo el libro Mayor y, por ello, receptáculo de todas las demás, como podrás entender.60

60 En ocasiones, esta expresión se ha entendido en el sentido de que Pacioli propugnaba la realización de unos asientos de cierre y apertura por contrapartida a la cuenta de Capital (Véase, por ejemplo, Carlo Antinori: “Il Trattato dalla ‘Summa’ del Paciolo. A cura di...”, obra citada, pág. 7). Sin embargo, lo expuesto en el capítulo XXXIV y también en el resumen que figura en el capítulo XXXVI especifica claramente que las cuentas del Mayor viejo deben saldarse y cerrarse una a una, independientemente, con traspaso directo de su saldo a la cuenta que se abre en el nuevo libro Mayor, por lo que parece que debe excluirse totalmente la posibilidad de que Pacioli estuviera pensando en la realización de unos asientos generales de cierre y apertura. En consecuencia y dado el contexto que nos ocupa, parece que las palabras de Pacioli en este pasaje que se ofrece íntegro a continuación, una vez resueltas las comprometidas abreviaturas: “E questa partita poi ancora lei si converra saldare in quella del cavedale, la quale e ultima de tutti li quaderni, e per consequente receptaculo de tutte le altre”, pueden referirse simplemente a las cuentas diferenciales y de gasto. En una interpretación más amplia, podría estimarse también que se refieren a todas las cuentas patrimoniales, pasadas a la cuenta de Capital al contabilizar el Inventario al comienzo de las operaciones, aunque en este caso no tendría sentido la alusión dentro del contexto al hecho de que dicha cuenta debe ser la última en cerrarse. Véase al respecto, como asimismo en el caso de otros pasajes de interpretación dudosa, mi trabajo ya citado: “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli”.

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Capítulo XXVIII

CÓMO HAY QUE ARRASTRAR A UN FOLIO POSTERIOR LAS CUENTAS DEL MAYOR CUANDO SE COMPLETAN, Y DÓNDE DEBE PONERSE EL SALDO PARA QUE NO SE DIGA QUE EL MAYOR ES FRAUDULENTO

Cuando el folio de una cuenta se haya completado, bien sea en el debe o en el haber, de forma que ya no quepa en ella ningún asiento más, deberás trasladar la cuenta al primer folio libre, delante de todas las demás, de modo que no quede ningún espacio en el libro Mayor entre las otras cuentas y la trasladada o arrastrada, pues de no ser así, se daría lugar a que el libro pudiera ser tachado de fraudulento. Y se debe proceder de la siguiente manera: lo mismo que se decía anteriormente en relación con la cuenta de pérdidas y ganancias, que no había que poner las partidas del debe y del haber en el Diario, habrá que hacer también en este caso, pues no hace falta que los traslados los pongas en el Diario, aunque, si quisieras, no habría ningún inconveniente, y hasta quedaría bien, pero no es necesario y te tomarías un trabajo de más, sin ningún fruto. Pues bien, de igual manera que en aquel caso se decía, tendrás que aumentar el lado cuya suma sea menor; es decir, si el debe suma más, tendrás que poner la partida del arrastre en el haber, para hacer su importe igual al del debe. Te expondré un ejemplo para que quede más claro. Supongamos que Martino ha mantenido una cuenta extensa contigo, de muchas partidas, de manera que tienes que arrastrarla a un folio nuevo; esta cuenta está en el folio 30 de tu Mayor, mientras que la última de las cuentas del Mayor está en el folio 60, folio en el cual queda todavía espacio para poner la cuenta de Martino. Éste te era deudor de L. 80, S. 15, G. 15, P. 24, de las cuales te ha devuelto en total L. 72, S. 9, G. 3, P. 17, es decir, que si de su debe le restamos su haber, que suma 72, 9, 3, 17, tendremos un saldo de L. 8, S. 6, G. 5, P. 7, que es lo que le tienes que adeudar en la nueva cuenta.61 Y este mismo importe es el que tendrás que aumentar en el haber, diciendo así:

61 Como indica ya Ernst Ludwig Jäger, primer traductor de la obra de Pacioli a un idioma extranjero, al hallar el saldo de los gruesos se ha producido obviamente un error.

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En el día tal, por sí mismo, por el saldo de L. 8, S. 6, G. 5, P. 7 que llevo más adelante, valen, f. 60

L. S. G. P.

Y anularás la cuenta en el debe y en el haber trazando una raya transversal. Hecho esto, irás al debe del folio 60 y pondrás este saldo, escribiendo antes el año encima de todo, si no estuviera ya escrito, según se indicó anteriormente. Y dirás lo siguiente: Martino debe en tal día, por sí mismo, por saldo puesto más atrás en el haber para cancelar la cuenta, valen,

f. 30 L. S. G. P.

Esto mismo harás con todas las cuentas que tuvieras que arrastrar a un folio nuevo, posterior, engarzándolas del modo indicado, sin dejar ningún espacio en blanco entre ellas y las anteriores, porque las cuentas se han de colocar siempre en el lugar que les corresponde, siguiendo el mismo orden en que se originaron, por su día y año, de manera que nadie te pueda calumniar.

Capítulo XXIX

DEL MODO DE CAMBIAR EL AÑO AL PASAR LAS PARTIDAS DE CADA DÍA EN EL LIBRO MAYOR, EN EL CASO DE QUE AL ACABAR EL AÑO NO SE CIERREN LOS LIBROS

A veces, si no cierras los libros al finalizar el año, puede darse el caso de que tengas que cambiar el año al pasar una partida en el libro Mayor. En tal caso, deberás poner el año al margen, enfrente de la partida de que se trate, como se dijo anteriormente en el capítulo 15. De esta manera, se entenderá que todas las partidas que se escriban a continuación corresponden a dicho año. Pero lo más conveniente es cerrar los libros cada año, máxime si tienes asociados, pues como dice el refrán: Cuentas frecuentes, amistad larga. Y esto es lo que harás en todos los casos que se presenten.

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Capítulo XXX

CÓMO PRESENTAR LA CUENTA AL DEUDOR QUE LO PIDIERA, O AL PRINCIPAL, SI SE ES FACTOR O ENCARGADO DE LA ADMINISTRACIÓN DE SU HACIENDA

Además de aprender lo que se ha dicho hasta aquí, es necesario también que sepas presentar la cuenta al deudor que te lo pidiera, a lo que ciertamente no te podrás negar, sobre todo si ha tenido cuenta contigo durante varios meses o años. Así que empezarás con buena voluntad la cuenta desde el comienzo de vuestras relaciones, o a partir del momento que él quisiera, o desde el último cierre, si ya hubieras tenido alguno anteriormente. Y pasarás la cuenta en un folio lo bastante grande. Si no cupiera todo en una página, cerrarás la cuenta y trasladarás el saldo del debe o del haber a la otra cara del folio, tal como se dijo en el capítulo 28. Así irás continuando hasta el final. Cuando llegues a él, sacarás el saldo neto, y lo pondrás como una sola partida en el debe o en el haber, según corresponda. Estas cuentas o extractos de cuenta se tienen que presentar con gran cuidado. Lo dicho es lo que tienes que hacer con respecto a las relaciones que mantengas por tu cuenta con tus clientes. Si actuases por cuenta de otros, bien fuera a comanda,62 bien por encargo o comisión,63 le presentarás la cuenta a tu principal, de la misma forma en que figure en el Mayor, en el que te habrás ido abonando de tiempo en tiempo

62 La comanda era un contrato de compañía, conocido ya en el siglo X, mediante el cual una parte suministraba a la otra bienes o dinero, para que ésta los gestionase. Era la forma en que se desarrollaban normalmente los contratos de compañía para realizar viajes de negocios. La parte capitalista recibía por lo regular tres cuartas partes de los beneficios obtenidos, mientras la parte que viajaba y aportaba su trabajo y su gestión, recibía la cuarta parte restante. 63 Luca Pacioli emplea en este caso el término “commissioni”. En general, el contrato de comisión consistía en encargar la venta o gestión de unos bienes o de un negocio a alguien que no perteneciese a la empresa, es decir, que no fuera empleado ni tuviera participación en la misma, mediante el pago de una cantidad o porcentaje sobre el total de los bienes. No se puede asegurar que Pacioli empleara rigurosamente el término en el sentido expresado, por cuanto en el epígrafe del capítulo emplea la expresión “fattore”, como se ha visto.

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las comisiones que te correspondieran, de acuerdo con los términos de vuestro convenio. Al final, por saldo neto de los bienes recibidos, pondrás el importe por el que quedas deudor, o acreedor, si es que has aportado más de lo que has recibido. Tu principal comprobará la cuenta que le has presentado, confiriéndola con sus libros, y si la encuentra conforme, te apreciará más y confiará más en ti. Porque es necesario que le rindas de tus manos una cuenta ordenada de todo aquello que te ha dado y mandado. Y esto debes tenerlo muy en cuenta. A la inversa, harás que tus factores, comisionado o similares te rindan cuentas de forma análoga. Pero antes de entregar las cuentas, tendrás que conferir y puntear bien todas sus partidas con el Mayor, el Diario y el Borrador, así como con todos los sitios donde las tengas escritas, de manera que no pueda producirse ningún error entre las partes.

Capítulo XXXI

DEL MODO Y MANERA DE DETRAER O ANULAR UNA O MÁS PARTIDAS QUE SE HUBIERAN PASADO ERRÓNEAMENTE EN LUGAR INCORRECTO, COMO OCURRE A VECES POR DISTRACCIÓN U OLVIDO

Un buen tenedor de libros necesita asimismo saber detraer, es decir, corregir a la florentina, una partida que, por error, hubiera pasado en un lugar incorrecto, como sería el caso, por ejemplo, si hubiera pasado al debe una partida que hubiera tenido que pasar al haber, o al revés, o si una partida que hubiera debido pasar a la cuenta de Martino, la hubiera pasado a la de Zuani, o viceversa. Pues por mucha atención que se preste, no puede uno evitar a veces el cometer errores, y como bien dice el refrán: El que no actúa, no yerra, y el que no yerra, nunca aprende. Para detraer la partida, harás lo siguiente. Supongamos que has pasado una partida al debe, cuando correspondía pasarla al haber. Para anularla pasarás en contrapartida otra al haber, por el mismo importe, diciendo lo siguiente: En el día tal, por la partida de enfrente que se pasó al debe, cuando debía haberse pasado aquí en el haber, valen, a folio tal, y llevarás fuera el mismo importe en L. S. G. P. que pusiste por error. Y delante de esta partida pondrás una cruz u otra señal cualquiera, de forma que, cuando tengas que hacer un ex-

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tracto de la cuenta, puedas omitirla. Una vez pasado este contraasiento de anulación, habrás dejado las cosas como si no se hubiera escrito nada en el debe, de forma que podrás proceder a pasar la partida correctamente en el haber, con lo cual todo quedará en orden.

Capítulo XXXII

CÓMO DEBE PROCEDERSE AL BALANCE O CIERRE DEL LIBRO MAYOR, Y DEL MODO DE PASAR UN LIBRO AL OTRO, ES DECIR, EL MAYOR VIEJO AL NUEVO, Y DEL MODO DE PUNTEARLO CON SU DIARIO Y SU BORRADOR, Y DE OTRAS COMPROBACIONES DIVERSAS DENTRO Y FUERA DE DICHO MAYOR Una vez bien aprendidas las cosas dichas en las páginas anteriores, es preciso hablar ahora de la forma de pasar de un Mayor a otro nuevo cuando quisieras cambiar de libro, bien porque el anterior estuviese completo, bien por cierre anual de las cuentas, como suele hacerse en lugares importantes, en donde los grandes mercaderes cambian siempre de libros cada año, al llegar el año nuevo. Y a este acto, unido a los que se explicará a continuación, se le llama hacer el balance del Mayor. Si se quiere hacer tal cosa, es preciso tener grandísimo cuidado y diligencia, y proceder por el siguiente orden. En primer lugar, procurarás buscar alguien que te ayude, pues mal podrías hacerlo tú solo. A él le darás el Diario, pues tú, para mayor precaución, te reservarás el Mayor. Y le dirás que, comenzando por la primera partida del Diario, te indique los folios del Mayor donde figura que se ha pasado, primero en el debe y después en el haber, y tú, siguiendo sus indicaciones, irás a los lugares que te diga. Entonces te indicará qué partida es y de quién, y de cuánto es el importe que figura en la columna de cantidades, y así comprobarás si en aquel lugar, adonde te ha enviado, se encuentra realmente aquella partida, y si es de quien te ha dicho y si el importe sacado fuera es el mismo. Y si la encontraras correcta, la puntearás, es decir, harás un signo en forma de punta de lanza, o cualquier otra marca a tu gusto, encima de las liras o en cualquier otro lugar donde no pueda confundirte, y le dirás a tu compañero que haga también esta señal, o lanzada como se acostum-

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bra a decir en otros sitios, en la misma partida del Diario. Pon cuidado en no poner nunca el punteo en ninguna partida tú solo, sin que lo ponga él, o viceversa, porque de ello podrían seguirse grandes errores, pues puntear una partida quiere decir que está registrada correctamente, en debida forma. Y esto mismo lo tienes que hacer cuando presentes la cuenta a un deudor, antes de entregársela, pues antes de hacerlo deberás haber conferido y punteado las partidas del extracto con las del Mayor y Diario, así como con las de todos los otros sitios donde hubieras podido registrarlas, como antes se dijo en el capítulo 30. Hecho esto en debida forma en todo el Mayor y el Diario, si habéis punteado, tanto tú como él, todas las partidas del debe y todas las del haber, quiere decirse que estarán correctas y bien pasadas. Observa que él, en el Diario, para dejar perfecta constancia, deberá hacer dos punteos o poner dos puntos en cada asiento, mientras que tú sólo pondrás uno en cada asiento del Mayor, pues como de cada partida del Diario se originan dos en el Mayor, será necesario puntear aquélla dos veces. De esta manera, cuando se punteen las partidas en el Diario será conveniente poner los dos puntos o los dos punteos uno encima del otro, en las liras, pues ello indicará que la partida ha sido bien pasada en el libro Mayor, tanto en el debe como en el haber. Sin embargo, algunos, al puntear el Diario, ponen el punteo del debe delante de Por, y el del haber detrás de las liras. Se pueden hacer las dos cosas, pues ambas son correctas. Aunque, bien mirado, podría bastar con un solo punteo en el Diario, el del debe, porque por ti mismo podrías comprobar el haber, ya que en la partida del debe en el Mayor se indica el número del folio donde está pasada la partida del haber. De esta manera, aunque el del Diario no te lo indicase, conociendo tú la partida del debe en el Mayor, tú mismo por tu cuenta podrías encontrar la del haber. Pero lo más cómodo será proceder con el compañero en la forma ya dicha. Si al acabar de puntear el Diario, te quedase en el Mayor algún asiento del debe o del haber sin puntear, ello querría decir que había un error en este libro Mayor, es decir, que había una partida de más en el dicho debe o haber. Este error podrás corregirlo en el acto haciendo un contraasiento del mismo importe; o sea, si la partida sobrante está en el debe, harás el contraasiento por el mismo importe en el haber, y viceversa. Anteriormente, en el capítulo precedente, se ha explicado cómo deben redactarse estos contraasientos. Y haciendo esto, habrá quedado todo arreglado. Si donde hubiera una partida de más fuera en el Diario, y esta partida faltase en el debe o en el haber del Mayor, ello denotaría también

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un fallo en el Mayor, pues se habría dejado de pasar la indicada partida del Diario. Este fallo debería subsanarse del modo contrario al anterior, pues lo que tendrías que hacer en este caso sería pasar inmediatamente la partida en el Mayor, en el debe y en el haber, haciendo referencia a la diferencia de fecha, ya que estos asientos se pondrían en el Mayor mucho más tarde de lo debido. El buen tenedor de libros debe hacer siempre referencia a estas diferencias de fecha, porque en caso contrario podrían surgir sospechas sobre la corrección del libro, y en esto debe actuar como un buen notario, que en sus protocolos no puede añadir ni quitar nada sin hacer mención expresa de tal hecho. Y lo mismo debe hacer siempre el buen tenedor de libros, de manera que la realidad de los hechos mercantiles quede patente en todo momento. Si la indicada partida faltara sólo en un lado, el del debe o el del haber, bastará con que la pases en el lado de que se trate, con la mención ya dicha, es decir, que se había pasado en tal fecha a causa del error producido. Así quedarán en orden todos tus asientos y, por la comprobación efectuada de acuerdo con lo dicho, te habrás cerciorado de que tu libro Mayor es correcto y ha sido bien llevado. No tienes que olvidar, empero, a este respecto, que en el Mayor se encontrarán a veces muchas partidas que no han sido punteadas con el Diario, pues no deben estar pasadas en éste, como son los asientos por arrastre de saldo a folio nuevo, según se decía en el capítulo 28. En estos casos, deberás comprobar por ti mismo en el Mayor la corrección de los saldos arrastrados, confiriéndolos con los consignados en el debe y en el haber en los folios indicados en las partidas de que se trate. Si los encuentras correctamente escritos en los lugares que les correspondan, podrás aseverar que el libro Mayor está bien. Como comprenderás, todo lo dicho hasta aquí en relación con la comprobación del Mayor con el Diario, tendrás que aplicarlo también en el caso del Borrador con el Diario, día a día, si es que llevas Borrador en la forma dicha al comienzo de este tratado. Lo mismo deberás hacer con todos los otros libros que lleves. Y al hacer estas comprobaciones, será conveniente que tengas en cuenta que el último libro en comprobar debe ser siempre el Mayor, y el penúltimo el Diario. Ideo…64

64 Me hace observar Pierre Jouanique que esta palabra latina Ideo, que normalmente los traductores omiten en sus versiones, introduce una petición de intercesión. En efecto, en algún lugar que otro, Pacioli pide a sus lectores que recen por él. En éste, lo mismo que en el párrafo final del capítulo 35, se limita a consignar la primera palabra de la fórmula final del Confiteor en latín: Ideo precor… et vos fratres, orare pro me ad Deum Dominum nostrum, es decir, “Por eso ruego… y a vosotros hermanos que intercedáis por mí ante Dios Nuestro Señor”.

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Capítulo XXXIII

DEL MODO Y ORDEN DE REGISTRAR LOS NEGOCIOS QUE SE PRODUZCAN DURANTE EL TIEMPO EN QUE SE HACE BALANCE, ES DECIR, EN QUE SE CIERRAN LOS LIBROS, Y DE CÓMO NO SE DEBE ESCRIBIR NI ASENTAR NADA NUEVO EN LOS LIBROS VIEJOS DURANTE DICHO TIEMPO, Y LA RAZÓN DE ELLO

Mientras haces y observas todas estas cosas en debida forma, cuidarás de no asentar ninguna partida nueva en ninguno de los libros viejos, Mayor, Borrador o Diario, porque se entiende que todos los libros deben cerrarse el mismo día. Y si ocurriera que tuvieses que registrar un negocio en medio de la operación de cierre, o de balance, lo pasarás en el libro nuevo que vayas a utilizar como Borrador o Diario, pero nunca en el Mayor, porque todavía no habrás traspasado los saldos del primer Mayor. Si no hubieses preparado todavía los libros nuevos, registrarás el negocio, indicando el día del mismo, en una hoja aparte, hasta que se dispongan y marquen los nuevos libros, que todos tendrán la nueva marca o señal; es decir, si los libros que cierras estaban marcados con una cruz, éstos los señalarás con la A.

Capítulo XXXIV

CÓMO SE DEBEN SALDAR TODAS LAS CUENTAS DEL LIBRO MAYOR VIEJO; CONTRA QUÉ Y POR QUÉ, Y DE LA SUMMA SUMMARUM DEL DEBE Y DEL HABER; ÚLTIMA COMPROBACIÓN DEL CIERRE

Cuando hayas hecho esto con diligencia y cuidado, cerrarás todo el Mayor, cuenta a cuenta, de la siguiente manera. Primero, comenzarás por la Caja, los deudores, las mercaderías y los clientes, llevando los saldos directamente al Mayor A, o sea, al Mayor nuevo, pues como se dijo antes no es preciso pasarlos en el Diario. Para ello, sumarás to-

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das las partidas de cada cuenta, las del debe y las del haber, completando siempre la suma menor, como te dije anteriormente al hablar del arrastre de las cuentas, pues este traspaso a un nuevo Mayor es similar en todo a aquel arrastre, con la única diferencia de que, en aquel caso, el saldo se llevaba a un folio posterior del mismo Mayor, mientras que en el nuestro se lleva a otro libro; consiguientemente, en aquel caso el folio que se indicaba como referencia era uno del mismo libro, mientras que ahora se indica un folio del libro siguiente. De esta manera, en el traspaso de un libro a otro, se pone la partida del saldo una sola vez en cada Mayor. Y esta prerrogativa la tienen en el Mayor sólo las partidas de saldo y cierre, pues en todos los demás casos, como habrás observado, las partidas tienen que tener su contrapartida en el mismo libro. Dicho traspaso deberás hacerlo así. Supongamos que Martino te es deudor de un saldo de L. 12, S. 15, G. 10, P. 26 en el folio 60 de tu Mayor de la Cruz, y que tienes que llevar este saldo al debe del folio 8 de tu Mayor A. Tendrás que aumentar el haber del Mayor de la Cruz, diciendo lo siguiente al final de todas las partidas que hayas asentado en dicho haber: En el día tal, y escribirás siempre el día en que haces el balance, traspaso por él mismo al debe del Mayor A por saldo de esta cuenta, que pongo aquí por cierre, valen, a folio 8, L. 12, S. 15, G. 10, P. 26. Luego, cancelarás esta cuenta, tanto en el debe como en el haber, con una raya transversal, como te enseñé a hacer al hablar de los arrastres de cuenta. Al final de la cuenta, pondrás la suma de todas las partidas, lo mismo en el debe que en el haber, es decir, tanto en un lado como en el otro, para que salte a la vista en seguida que ambas sumas están cuadradas, y al cerrar la cuenta, cuando pases el saldo, sacarás fuera también el número del folio del Mayor A donde lo llevas. Luego, en el debe del Mayor A, después de poner en la cabecera del folio sólo el año que corresponda, por la razón explicada antes en el capítulo 15, escribirás la partida, consignando su día: Martino de Tal debe en tal día por sí mismo por el saldo traspasado del Libro Mayor de la Cruz, que paso en el debe por cierre de aquella cuenta, valen, folio 60, L. 12, S. 15, G. 10, P. 26. De esta manera irás cerrando todas las cuentas del Mayor de la Cruz que tengas que traspasar al Mayor A, es decir, las de Caja, Capital, mercaderías, muebles, inmuebles, deudores, acreedores, organismos, corredores, pesadores municipales, etc., con los cuales se acostumbra a veces a tener cuentas extensas.

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Las cuentas que no tengas que llevar al indicado Mayor A, como pueden ser aquellas que sólo te incumban a ti y de las cuales no tengas que rendir cuentas a nadie, como son las de gastos de mercaderías, gastos domésticos, entrada y salida, y todos los gastos extraordinarios, alquileres, pensiones, mercedes o censos, etc., podrás saldarlas en el mismo Mayor de la Cruz, pasándolas a la cuenta de pérdidas y ganancias, o de aumentos y disminuciones, o de beneficios y daños, de esta manera: llevarás el saldo deudor de estas cuentas al debe de la de pérdidas y ganancias, pues raramente podrá darse el caso de que las cuentas de gastos tengan un saldo acreedor, y lo abonarás por cierre a las propias al objeto de igualar las sumas, pues, como se ha indicado ya repetidas veces, al cerrar una cuenta tendrás que llevar su saldo al lado cuya suma sea menor. Y en este asiento de cierre dirás: Por pérdidas y ganancias, en este libro a folio tal. Una vez pasadas todas estas cuentas a pérdidas y ganancias, sumando el debe y el haber de esta cuenta, podrás conocer en el acto la ganancia o la pérdida que hayas experimentado, porque con el cierre se igualan todas las cuentas y sus saldos son traspasados a la de pérdidas y ganancias, de forma que lo que tenga que ser disminuido, será disminuido, y lo que tenga que ser aumentado, será aumentado. Si esta cuenta de pérdidas y ganancias tuviera el debe mayor que el haber, habrás perdido el importe de esta diferencia desde el comienzo de tus negocios; y si fuera mayor el haber, podrás decir que esto es lo que ganaste en el dicho tiempo. Después de haber visto lo que hayas ganado o perdido, saldarás esta cuenta con la de Capital, donde al empezar tus actividades pasaste el Inventario de toda tu hacienda. Y para cerrar la cuenta de pérdidas y ganancias procederás de la siguiente manera: si las pérdidas han sido mayores que las ganancias, de lo cual guarde Dios a los que realmente se han comportado como buenos cristianos, llevarás el saldo al haber para aumentarlo en la forma acostumbrada, diciendo: En tal día por Capital en este libro por la pérdida sufrida, a folio tal, valen. Y cancelarás la cuenta con una raya transversal en el debe y en el haber, como se decía anteriormente, poniendo en el debe y en el haber las sumas que has tenido que igualar. Y después, escribirás en el debe de la cuenta de Capital: Capital debe en el día tal por pérdidas y ganancias, por la pérdida sufrida, como se ha asentado en aquélla al haber para cerrarla, valen, a folio tal, L. S. G. P. Si se hubiesen obtenido beneficios, lo que ocurrirá cuando el haber de la cuenta de pérdidas y ganancias sea mayor que el debe, cerrarás esta cuenta pasando su saldo al debe y diciendo que lo traspasas al folio que sea de la cuenta de

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Capital, en donde lo asentarás en el haber, al lado de las otras partidas, mercaderías, bienes muebles e inmuebles.65 Por esta cuenta de Capital, que conviene que sea siempre la última cuenta que se cierre en todos los libros Mayores, podrás saber, a cuánto asciende toda tu hacienda, pues reúne los débitos y los créditos que llevaste al Mayor A. Acto seguido, saldarás y traspasarás esta cuenta de Capital del Mayor de la Cruz al Mayor A, igual que hiciste con las otras. Este traspaso lo podrás hacer por el saldo o por las sumas de debe y haber, o incluso, si quieres, partida por partida. Pero lo más corriente es pasar la cuenta por sus sumas, porque ellas recogen todo el Inventario. Y al hacerlo, acuérdate de indicar los folios. Luego asentarás todas las cuentas del Mayor A en el Índice nuevo, cada una en su sitio, siguiendo las instrucciones que te di anteriormente en el capítulo 5, de forma que, cuando lo necesites, puedas localizar siempre con facilidad las cuentas que recogen tus negocios. De esta manera habrás completado el cierre del primer libro Mayor, con su Diario y su Borrador. Y para mayor certeza de que todo está en orden, harás esta otra comprobación: Pondrás en un folio, a mano izquierda, todas las sumas del debe del Mayor de la Cruz, y a mano derecha consignarás todas las sumas del haber. A continuación, sumarás todas las sumas del debe, obteniendo un total que se llamará sum-

65 Basil S. Yamey advierte que este pasaje y el que inmediatamente le sigue constituyen uno de los puntos más oscuros de la obra de Pacioli, habiendo creado serias dificultades a los estudiosos y, sobre todo, a los traductores, que han tenido que optar por interpretarlos a su buen saber y entender. Ver su artículo ya citado: “Pacioli’s pioneering exposition of double-entry bookkeeping: a belated review”, págs. 573 ss. Sin embargo, parece evidente que Pacioli, al hablar de que se anotará en el haber de la cuenta de Capital el saldo acreedor de la cuenta de pérdidas y ganancias, al lado de las otras partidas del Activo, se refería al momento en que, al pasar el Inventario, se habían abonado estas cuentas en el haber de Capital. Así parece que lo entiende también Carlo Antinori en su versión del Tratado de Pacioli al italiano moderno. En lo que se refiere al traspaso de la cuenta de Capital al libro nuevo, del que se habla en el párrafo siguiente, me ha parecido que la interpretación correcta, que daba todo su sentido a las palabras de Pacioli, era la de ofrecer las tres posibilidades dichas: traspaso de la cuenta partida por partida; traspaso de las sumas del debe y del haber; y, finalmente, traspaso del saldo. Téngase en cuenta, con respecto a la posibilidad de traspasar la cuenta de Capital al nuevo libro Mayor partida por partida, que no estaba previsto hacer Inventario al comienzo de cada ejercicio, sino solamente al inicio de los negocios. Véase, por otra parte, mi trabajo ya citado: “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli”.

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ma summarum, y lo mismo harás con las del haber, cuyo total también llamarás summa summarum, pero mientras la primera será la summa summarum del debe, la segunda será la summa summarum del haber. Ahora bien, si estas dos summe summarum son iguales, es decir, si suma lo mismo la del debe que la del haber, ello querrá decir que tu libro Mayor se ha llevado bien y que está correctamente cerrado, por la razón ya explicada en el capítulo 14. Si una de dichas summe summarum fuera mayor que la otra, se pondría en evidencia que existe un error en tu Mayor, error que tendrás que ponerte a buscar con diligencia, empleando para ello toda la potencia del ingenio que Dios te ha dado, así como los conocimientos aritméticos y contables que habrás aprendido a fondo. Pues estos conocimientos, como decíamos al principio del presente tratado, son sumamente necesarios al buen comerciante, porque si éste no fuera buen contable y no hiciera bien sus cuentas desarrollaría su actividad a tientas, como si estuviera ciego, de lo cual podría seguírsele grave daño. De forma que esfuérzate en ser un buen contable y un buen contador, a base de estudio intenso y dedicación, pues la manera de llegar a serlo te la he ofrecido plenamente y a tu comodidad en esta excelente obra, con todas las reglas e instrucciones necesarias debidamente ordenadas, las cuales podrás encontrar con toda facilidad gracias a la tabla dispuesta al principio. Aparte de ello, tal como te prometí en el capítulo 12, haré más adelante un resumen de las cosas dichas para que te acuerdes mejor de ellas, resumen que será como un sumario de lo más esencial que contiene este tratado, cosa que sin duda te será de mucha utilidad. Y a cambio, te acordarás de rezar por mí al Altísimo, para que yo pueda seguir mi trabajo, mejorándolo siempre en alabanza y gloria suya.

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Capítulo XXXV

DEL MODO Y ORDEN DE GUARDAR LOS ESCRITOS SUELTOS; CÓMO SON LOS ESCRITOS DE PROPIA MANO, LAS CARTAS PERSONALES, LOS RECIBOS, LOS PROCESOS, LAS SENTENCIAS Y OTROS DOCUMENTOS, ASÍ COMO DEL REGISTRO DE LAS CARTAS IMPORTANTES

A continuación, hablaremos del modo y del orden que debe tenerse para guardar los escritos y documentos sueltos, como son escrituras privadas y comprobantes de los pagos hechos, recibos de los cambios y de los géneros entregados, cartas personales, etc., pues todos estos escritos son de gran valor e importancia para los mercaderes y es muy peligroso perderlos o extraviarlos. Empezaremos por las cartas personales, que tan a menudo os cruzáis tus clientes y tú. Hasta finales de mes colocarás y guardarás dichas cartas encima de una mesa, y al acabar el mes las atarás formando con ellas un legajo que pondrás aparte, indicando en cada una, por la parte de fuera, el día que la recibiste y el que la contestaste. Y así lo harás mes a mes. Al finalizar el año, con todos estos mazos harás un legajo grande, por separado, en el que pondrás el año, de forma que cuando quieras encontrar alguna carta puedas recurrir a él. En tu despacho o escritorio tendrás unas bolsas donde colocarás las cartas que te den los amigos para que las envíes con las tuyas. Si la carta debe ser enviada a Roma, la pondrás en la bolsa de Roma, y si tiene que ir a Florencia, en la de Florencia, etc. Después, cuando expidas el mensajero, las juntarás con las tuyas para hacérselas llegar a tu corresponsal en el lugar de destino, porque siempre es bueno servir, y hasta se suele dar una propina para que le sirvan a uno. Y en relación con lo anterior podrías también tener un cincho o panel con tantos bolsillos como lugares con los que mantengas negocios, es decir, Roma, Florencia, Nápoles, Milán, Génova, Lyon, Londres, Brujas, etc., y en cada bolsillo escribirás su nombre, colocándolo por orden; así a uno lo llamarás Roma, al otro Florencia, etc. En estos bolsillos pondrás asimismo las cartas que, según lo dicho, algún amigo te haya dado para enviar, cada una en su respectivo sitio.

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Cuando hayas contestado una carta y despachado la respuesta, consignarás en dicha carta, por la parte de fuera, cómo la recibiste y a través de quién, indicando también que ya la has contestado, por quién enviaste la respuesta y en qué día. Y hablando del día, procurarás que no falte en ninguno de tus escritos, lo mismo si se refieren a negocios grandes como a pequeños, y mucho menos en las cartas, en las cuales se debe poner siempre el año, el día y el lugar, así como el nombre. Se acostumbra a poner el nombre al pie de la carta, a mano derecha, en una esquina. El año, con el día y el lugar, lo acostumbran a escribir los mercaderes en la parte de arriba, al principio de la carta. Pero antes, a la buena manera cristiana, no te olvidarás nunca de poner el glorioso nombre de nuestra Salvación, es decir, el dulce nombre de Jesús, o bien, en su lugar, la señal de la Santa Cruz, bajo cuya invocación deben ser desarrolladas todas nuestras actividades. Dirás así: Cruz, 1494, a día 17 de abril en Venecia. Y después podrás comenzar a escribir, o sea, por ejemplo: queridísimo, etc. Los estudiosos y otras gentes que no comercian, como pueden ser los religiosos, acostumbran a poner debajo el lugar donde se escribió la carta, junto con el día y el año, pero, como se ha dicho, los mercaderes lo suelen poner arriba. Si no pusieras el día se podría originar confusión y además se burlarían de ti, porque de las cartas que no llevan el día se dice que han sido escritas por la noche, y de las que no llevan lugar, se dice que han sido escritas en el otro mundo, y no en éste. Pero, aparte de las burlas, lo peor es que estas omisiones te podrían ocasionar graves dificultades, como ya te dije. Y cuando hayas enviado la contestación, depositarás la carta en el sitio indicado al efecto, según lo que has entendido; y lo que se dice para una sola, vale para todas. Debe tenerse en cuenta también que cuando las cartas que mandes sean importantes, tendrás que registrarlas previamente en un libro especial, reservado a este solo objeto. En este registro, si la carta es de gran importancia se deberá copiar al pie de la letra; esto sucede con las letras de cambio, o con las que den cuenta del envío de género o dinero, etc. En otros casos, se indica solamente lo esencial, a título de recordatorio, diciendo, por ejemplo: en este día hemos escrito a Fulano que por Zutano le enviamos tal cosa, según nos pidió y encargó por la suya de tal fecha, que está guardada en la bolsa tal. Y después de sellar la carta que se envía y de poner la dirección, muchos acostumbran a consignar su señal por fuera, para que se vea que es una cosa de mercaderes, a los que se debe mucha consideración, porque

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ellos son los que mantienen las repúblicas, como al principio de este tratado te decía. Y a este mismo objeto de reverencia y consideración los eminentísimos cardenales consignan en la parte de fuera su distinguido nombre, para que nadie pueda alegar que no sabía de quién era la carta. Con el mismo propósito, pero con mucha mayor rotundidad, el Santo Padre deja abiertas adrede las suyas, como sucede con las bulas, los privilegios, etc., aunque las cosas más íntimas y de mayor contenido las pone bajo el sello del pescador. Después, todas las cartas, mes a mes, y año a año, las atarás en mazos o legajos, y las colocarás ordenadamente en un armario o alacena que sea segura, pues como recibes cartas cada día, es conveniente que las guardes ordenadas para que puedas encontrarlas en seguida cuando las necesites. No quiero decir nada más sobre este asunto, porque sé que de sobras lo habrás entendido. Los escritos de propia mano, como pagarés y libranzas que no hayan sido pagados todavía por tus deudores, los custodiarás en un lugar más secreto, como son cajas y arquetas personales, según te dije en el capítulo 17. Los finiquitos y documentos similares los guardarás también en un lugar seguro a todos los efectos. Cuando efectúes algún pago a alguien, harás que te escriba el recibo en un cuaderno de pagos como te dije al principio, de forma que no se pueda extraviar o perder fácilmente. Iguales precauciones tomarás en el caso de todos los demás documentos de interés, como son las liquidaciones de corredores, de compraventas y de pesadores, o los resguardos de las mercaderías entradas o salidas de las aduanas de mar o de tierra, o las sentencias y notificaciones de los consulados y otros organismos, así como los instrumentos en pergamino de notarios, que se deben guardar por separado, lo mismo que las copias de las escrituras, los procesos y los protocolos de litigios, de procuradores y de abogados. Asimismo es conveniente llevar un libro especial, llamado Memorándum,66 para dejar constancia cada día de las cosas que tengas que recordar, pues su olvido pudiera causarte algún perjuicio. Cada día, al caer la tarde, antes de ir a la cama, echarás un vistazo a este libro para ver si hay que hacer o despachar alguna cosa que no hubiese sido tramitada todavía. Una vez realizada la gestión, cancelarás la anotación. Aquí tomarás nota también de las cosas que prestes al vecino o al amigo por uno o dos días, como pueden ser jarros de la tienda, calderos y otros utensilios.

66 El nombre que le da Luca Pacioli a este libro es el de Ricordanze.

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Y tú mismo, con tu ingenio, instrumentarás otros procedimientos, que unirás y combinarás con los utilísimos que te he indicado en las páginas anteriores, añadiendo o quitando según los tiempos y lugares, pues en materia de mercaderías no es posible agotar las normas e instrucciones, explicándolo todo punto por punto, porque, como se ha dicho antes, se requieren más saberes para ser comerciante que para ser doctor en leyes. Ideo, etc.67 Pero, si aprendes bien las cosas que hasta ahora se han explicado, estoy seguro de que saldrás adelante en todos tus negocios con ayuda de tu raro ingenio.

Capítulo XXXVI

SUMARIO DE REGLAS Y MANERAS DE LLEVAR UN LIBRO DE MERCADERES

Tienes que asentar en el Mayor todos los acreedores a mano derecha y los deudores a mano izquierda. Todas las partidas que pases al Mayor tienen que ser dobles, es decir, que si haces a alguien acreedor, habrás de hacer también deudor a alguien. Todas las partidas, tanto las del debe, como las del haber, deben contener tres cosas: día del pago, importe del pago y razón del pago.68 El último nombre de la partida deudora debe ser el primero de la partida acreedora.69 El mismo día en que se escribe la partida del debe, tiene que escribirse la partida del haber. Por balance del libro Mayor se entiende un folio plegado en sentido longitudinal en el cual se copian, a mano derecha, los acreedores del Mayor y, a mano izquierda, los deudores; se ve si la suma del debe 67 Véase nota al pie de la página 218. 68 Pacioli usa expresamente la palabra pagamento, aunque por el sentido que da a sus palabras parece más bien que se refiere a operación que a pago. 69 Esta práctica es la utilizada en los ejemplos de asientos de Mayor que se consignan al final del Tratado y los cuales, según se comentaba en el estudio introductorio, están redactados a la manera toscana. Sin embargo, no es la seguida en los ejemplos ofrecidos en los capítulos anteriores, en los que se ha empleado el modo veneciano. Ver a este respecto mi trabajo, ya citado, “Luca Pacioli's treatise De Computis et Scripturis: A composite or a unified work?”.

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es igual a la del haber, y en tal caso el Mayor estará correcto. Pues el balance del Mayor debe cuadrar, es decir, la suma, no digo de los acreedores y de los deudores, sino la del haber, tiene que ser igual a la del debe; si no fuera así habría un error en el libro Mayor. La cuenta de Caja tiene que ser siempre deudora o tener saldo cero, pues de otro modo habría un error en el Mayor. No se debe ni puede hacer a alguien deudor en el Mayor sin su autorización y conformidad, y si se hiciera tal cosa, el asiento sería falso; de forma análoga, no se pueden poner limitaciones ni condiciones a un crédito sin el permiso y la voluntad del acreedor, y si se hiciera tal cosa, la anotación sería falsa. Conviene que la columna de cantidades del Mayor se refiera siempre a la misma moneda, aunque en el texto del asiento pueden consignarse las monedas que realmente hubieran intervenido en la operación, bien fueran ducados, liras, florines, escudos de oro o la moneda de que se tratase. Pero al sacar los importes a la columna de cantidades, conviene que vayan todos en la misma moneda en que comenzaste el Mayor. El que quiera, puede abreviar los asientos que haga en el debe o en el haber de la cuenta de Caja, omitiendo la explicación y diciendo solamente: de Fulano en tal día, o a Fulano en tal día, pues la causa se indica en el asiento de contrapartida. Si tienes que abrir una cuenta nueva, deberás utilizar un folio nuevo, sin volver atrás, aunque allí hubiera espacio para colocarla. Al abrir las cuentas no se debe retroceder, sino avanzar siempre, por orden, de igual manera que transcurren los días, que nunca retroceden; si hicieras otra cosa, el libro Mayor podría ser tachado de falso. Si se hubiera pasado por error en el libro Mayor una partida en un lugar equivocado, como ocurre a veces por distracción o falta de memoria, y tú la quisieras anular, la señalarás con una cruz o con una H, y después escribirás un contraasiento, en el lado opuesto de la misma cuenta. Es decir, si hubieras escrito erróneamente en el haber una partida por un importe de L. 50, S. 10, D. 6, harás un asiento en el debe y dirás: Debe L. 50, S. 10, D. 6, que son por la partida de enfrente, señalada con una cruz, que se anula porque está equivocada y no tiene que estar. Este contraasiento lo señalarás también con una cruz, como el asiento anterior. Con ello quedará arreglado el error.70

70 Se habrá observado que en el ejemplo numérico que se cita en este párrafo, lo mismo que se hace en el ejemplo del párrafo siguiente, así como en el conjunto de diez asientos relacionados de Mayor que se ofrece al final del Tratado, Pacioli no utiliza las unidades monetarias de cuenta que había venido empleando en los capítulos anteriores, o sea, L. S. G. P., es decir, liras, sueldos, gruesos y piccioli, sino L. S. D., o sea, liras, sueldos y dineros, que eran las unidades monetarias de

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Cuando el espacio de una cuenta se haya completado, de manera que no puedas escribir ningún asiento más en ella y tú quisieras arrastrarla a un folio posterior, harás lo siguiente: averigua el saldo de dicha cuenta, es decir, halla la diferencia entre el debe y el haber. Si suponemos que la cuenta tiene un saldo acreedor de L. 28, S. 4, D. 2, entonces tendrás que escribir una simple línea en la parte opuesta, sin fecha, diciendo: Debe L. 28, S. 4, D. 2, por saldo de esta cuenta que pongo en el haber en el folio tal de éste. Con lo cual quedará hecho lo que querías. Y la línea indicada tienes que señalarla en el margen delantero de esta manera: Rº, que significa resto (saldo), lo cual indica que la partida en cuestión no es deudora aunque se halle en el debe, ya que es un saldo acreedor que se traspasa a través de su adeudo. Para hacerlo tendrás que ir tan adelante como sea necesario para encontrar un folio nuevo donde puedas llevar la indicada cuenta, consignando su nombre, y asentar luego sin indicar el día su saldo acreedor en el haber. De esta forma, dirás lo siguiente: Fulano de Tal y Tal 71 ha de haber L. 18, S. 4, D. 2, importe del saldo de su cuenta llevada en éste en el folio tal.72 Este asiento se deberá señalar también con la abreviatura Rº, que significa resto (saldo), y con ello se habrá zanjado la cuestión. Lo mismo que te he mostrado cuando la cuenta tiene saldo acreedor, deberás hacerlo también cuando el saldo sea deudor, sólo que lo que has puesto en el lado del haber, lo tendrás que meter en el debe. Cuando tu libro Mayor esté lleno o sea viejo, y quieras traspasarlo a un libro nuevo, harás lo siguiente: Antes que nada tendrás que comprobar si tu libro viejo está marcado en la cubierta, digamos que con la letra A; en tal caso, tendrás que señalar la cubierta del libro nuevo

cuenta que se empleaban mayormente en Florencia. Ello confirma la idea de que los asientos ofrecidos al final del Tratado estaban formulados a la toscana, al tiempo que establece una relación entre esos asientos y el resumen presentado en el capítulo 36, reforzando la hipótesis de que formaban en principio un todo independiente de los primeros 35 capítulos del Tratado. Ver a este respecto mis trabajos ya citados “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli” y “Luca Pacioli's treatise De Computis et Sripturis: A composite or a unified work?”. 71 Las palabras empleadas por Pacioli son exactamente las siguientes “tale di tale d tali de havere”, que también podrían haberse traducido como: “tal día Fulano de Tal ha de haber”. Sin embargo, teniendo en cuenta lo expresado en la línea anterior, ha parecido más correcto traducirlas de la forma efectuada. 72 El libro de Pacioli muestra una clara errata en el importe en liras de este asiento, que debe ser de 28, y no de 18.

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donde quieras traspasar el antiguo con la B, porque los libros de los mercaderes van señalados siguiendo el orden de las letras del alfabeto, A, B, C, etc. Luego establecerás el balance del Mayor viejo y lo cuadrarás, como es debido, y después copiarás de este balance todos los acreedores y deudores en el Mayor nuevo, por el mismo orden en el que están en el balance, y pondrás a cada deudor y a cada acreedor cada uno de por sí, dejándoles tanto espacio como creas que vas a necesitar por las operaciones que pienses realizar con ellos. Y en cada cuenta deudora escribirás lo siguiente: Por tanto que importa el saldo deudor en el libro viejo señalado con la A, en el folio tal; y en las cuentas de los acreedores deberás decir: Por tanto que importa el saldo acreedor en el libro viejo señalado con la A, en el folio tal. Con esto habrás traspasado el Mayor viejo al Mayor nuevo. Sólo te faltará cancelar el Mayor viejo, para lo cual tendrás que cerrar todas las cuentas abiertas, cosa que podrás hacer a partir del susodicho balance. En efecto, si una cuenta del Mayor viejo es acreedora, como verás por el balance, la saldarás poniendo el saldo al debe, diciendo: Por tanto que importa el saldo acreedor de esta cuenta, traspasada al haber del Mayor nuevo señalado con la B, en el folio tal. De esta manera habrás cerrado todo el libro Mayor viejo y abierto el Mayor nuevo. Y de igual modo que te he enseñado en relación con una cuenta acreedora, procederás con una deudora, salvo que donde al acreedor se le hace deudor, tendrás que hacer acreedor al que debe. Y listo.

CASOS QUE DEBEN ANOTARSE EN EL LIBRO DE LOS MERCADERES

Todo el dinero en efectivo que poseyeras, bien por haberlo ganado en el pasado, bien porque te hubiera sido dejado en herencia por tus padres fallecidos, o bien porque te lo hubiera dado cualquier príncipe, lo abonarás a tu propio nombre y lo cargarás en la cuenta de Caja. Todas las joyas y mercaderías que fueran tuyas, por haberlas ganado, o porque te hubieran sido legadas en testamento, o por haberlas recibido en donación, las valorarás en dinero contante una a una, por separado. Asimismo las anotarás en el Mayor asentando una partida para cada cosa, de forma que a cada una la harás deudora diciendo:

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Por tantos dineros que se estima que vale tal cosa que poseo en el día de hoy, y que abono en mi cuenta en éste a tal folio. Y acreditarás tu cuenta, es decir, a ti mismo, por el importe de cada partida. Pero, advierte que estas partidas no deben ser menores de diez ducados cada una, ya que las cosas pequeñas y de poco valor no se meten en el Mayor. Todos los bienes inmuebles que poseas, como son casas, propiedades, tiendas, has de hacerlos deudores. Así, estimarás lo que a tu juicio vale la casa en dinero contante y sonante, y la harás deudora de dicho importe, abonándotelo a ti mismo en tu susodicha cuenta. Y luego harás deudoras a las propiedades una a una, por separado, estimando lo que valen, y te harás acreedor a ti mismo, en la indicada cuenta. Y como te he dicho al hablar de las reglas, todos los asientos deben contener tres cosas, a saber: el día, el importe y la causa. Asimismo harás deudoras a cualesquier mercancías o cosas que compres al contado, con abono a la Caja. Y si me dijeras: yo no las compré al contado, como has dicho, pues fue un banco el que las pagó por mí, o lo hizo un amigo mío, yo te respondería: de cualquier modo tendrás que hacer deudora a la mercadería en cuestión, como se indicó antes, pero donde te dije que hicieras acreedora a la Caja, ahora te digo que hagas acreedor al banco o al amigo que la pagó por ti. Cuando compres una mercadería o una cosa a plazo, tendrás que hacer deudora a la mercancía y acreedor a aquel a quien se la hayas comprado por ese plazo. Si las mercaderías o las cosas que compras las pagas parte al contado y parte a plazo, deberás hacer deudoras a las mercancías y acreedor a aquel a quien se las compraste, indicando las condiciones pactadas con él, digamos de pagarle un tercio al contado y el resto en los seis meses siguientes. Y después de asentar esta partida, harás otra, adeudando al vendedor de las mercancías el importe del tercio de las mismas que le pagas al contado, y abonando dicho importe a la Caja o al banco que lo paga por ti. Cuando vendas mercaderías u otras cosas, procederás en todo de forma semejante a la indicada, excepto que has de hacer lo contrario, es decir, que donde te dije que habías de adeudar siempre la cuenta de la mercadería, aquí, en el caso de las ventas, tendrás que acreditar siempre la mercancía y adeudar la cuenta de Caja, si recibiste el importe de la venta al contado, o la del banco que te hubiese prometido el pago. Y si la venta fue a plazo, tendrás que adeudar la cuenta de aquel a quien le vendiste la mercancía a ese plazo. Si el pago del género fuese parte al contado y parte a plazo, habrás de hacer los dos asientos

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que te he mostrado anteriormente para el caso de las compras. Suponte que hubieses vendido género a barata, y que me dices: He vendido mil libras de lana de Inglaterra a la barata de pimienta, por dos mil libras de ésta, ¿cómo he de anotar esta operación en mi libro Mayor? Te respondo que harás lo siguiente: valora lo que vale la pimienta, según tu criterio, en dinero contante y sonante; pongamos que la valoras en 12 ducados el ciento, con lo que las dos mil libras valen 240 ducados al contado. En consecuencia, harás acreedora la cuenta de la lana por los 240 ducados por los que la has vendido. Y esta es la manera que emplearás siempre en las operaciones de barata, como lo has hecho en ésta, en la que obtuviste dos mil libras de pimienta valoradas en 240 ducados, según indicarás en el asiento que hagas en la cuenta de la lana: Se ha puesto en el debe de dicha pimienta en este libro en el folio tal. Luego, efectivamente, harás deudora la cuenta de la pimienta. Si prestaras dinero contante a algún amigo, has de hacer deudor al amigo a quien se lo has prestado y acreedora a la Caja. Si, por el contrario, recibieses un préstamo de dinero en efectivo de algún amigo tuyo, habrás de hacer deudora la Caja y acreedor al amigo. Si hubieras recibido ocho o diez o veinte ducados para asegurar una nave o una galera u otra cosa, harás acreedora la cuenta de Seguros de navíos, explicando con toda claridad el qué, el cómo, el cuándo, el dónde y el cuánto por ciento, y adeudarás la cuenta de Caja. Cuando recibas mercancías que alguien te envíe con el encargo de venderlas o baratarlas, con la percepción por tu parte de la correspondiente comisión, harás deudora en el Mayor a dicha mercancía perteneciente a Fulano de Tal por los gastos de puerto, impuestos, fletes y acarreos hasta el almacén, acreditando en contrapartida la cuenta de Caja. Todos los gastos que te produzca esta mercancía en dinero en efectivo, lo mismo si es por fletes, que por impuestos, carruajes, corretajes o acarreos los abonarás a la cuenta de Caja, y se los cargarás a la mercancía que te los ocasiona.

CASOS QUE CONVIENE ANOTAR EN EL MEMORÁNDUM DEL MERCADER

Inscribirás todos los enseres que tengas en tu casa o en tu tienda, y lo harás ordenadamente, es decir, todas las cosas de hierro por un la-

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do, con espacio suficiente para poder añadir más si hiciera falta, y al margen se indicará las que se hubiesen perdido, o vendido, o regalado o desgastado. Y no incluirás entre estas cosas aquellas de poco valor. De igual manera, dejarás constancia de todas las cosas de latón por separado, y lo mismo las de estaño, las de madera, las de cobre, las de plata y las de oro, dejando siempre algunos folios en blanco para poder añadir más cosas, si fuese necesario, y también para dar noticia de lo que faltase. Anotarás asimismo todas las garantías, fianzas o promesas que hubieses prestado en favor de algún amigo, explicando bien el qué y el cómo. También inscribirás todas las mercaderías u otras cosas que se te hubieran confiado en custodia o en prenda, todo lo que te hubieran prestado los amigos, así como todo lo que tú les hubieses prestado a ellos, todas las operaciones condicionadas, es decir, las compras o ventas sujetas a alguna condición, como puede ser el caso, por ejemplo, de un contrato por el que tú te comprometes a enviarme con las próximas galeras que vuelvan de Inglaterra tantos quintales de lana de Limistri,73 y en caso de que sea buena y dé el peso, yo te daré tanto por cada quintal o por un ciento de ellos, o te mandaré en contrapartida tantos quintales de algodón. Pondrás asimismo todas las casas, propiedades, tiendas o joyas que tuvieras alquiladas, indicando los ducados o liras de alquiler al año. Y cuando cobres el dinero del alquiler, deberás asentarlo en el libro Mayor, como anteriormente te dije. El préstamo de alguna joya o de una vajilla de oro y plata a algún amigo por ocho o quince días no se anota en el libro Mayor, porque has de recuperar tales cosas en pocos días, pero sí tienes que anotarlas en el Memorándum. Y lo mismo harás con las cosas que te prestaran, que no las anotarás en el Mayor, pero sí en el Memorándum para acordarte de que pronto las tienes que devolver.

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La expresión que emplea Pacioli es la de lane dilimistri que no se encuentra interpretada en las traducciones de Ernst Ludwig Jäger al alemán, de Giorgio Berni y Ramón Cárdenas al español, o de Robert Haulotte y Ernest Stevelinck al francés. Tampoco Vincenzo Gitti logra interpretar el significado de esta palabra en su trascripción del Tratado de Pacioli. R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston, sin embargo, en su versión inglesa de la obra, la traducen por mixed wool, lo mismo que Crivelli, mientras Balduin Penndorf la traduce por reine Wolle, es decir, todo lo contrario. Carlo Antinori, sin embargo, piensa que Limistri es el nombre de una población, tal vez Limerick, en Irlanda.

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Cómo se escriben liras, y sueldos, y dineros y piccioli, y otras abreviaturas

Liras Sueldos Dineros Picioli Libras Onzas Dineros Granos Quilates Ducados

Florines grandes

Forma de escribir las partidas del debe:74 MCCCC.LXXXXIII Lodovico di Piero Forestani debe el día 14 de noviembre de 1493, L. 44, S. 1, D. 8, por dinero en efectivo que se llevó prestado, y lo pongo al haber de Caja, a folio 2 L. 44 S. 1

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Los ejemplos que siguen los pone Pacioli en su tratado en dos columnas, la de la izquierda para el debe y la de la derecha para el haber, simulando un libro Mayor. Juega con cuatro cuentas, por este orden: la de Lodovico di Piero Forestani, con dos asientos en el debe y uno en el haber; la de la Caja en manos de Simone d’Alesso Bombeni, con un asiento en el debe y dos en el haber; la de Martino di Piero Foraboschi, con un asiento en el debe y otro en el haber; y, finalmente, la de Francescho d’Antonio Cavalcanti, también con un asiento en el debe y otro en el haber. El debe y haber de las cuatro cuentas se presenta enfrentado, con una pequeña separación entre cuenta y cuenta, de forma que pueda verse con facilidad el juego entre ellas. Los importes de los asientos, aparte de estar consignados en el texto, se sacan fuera, a la columna de cantidades, de acuerdo con las explicaciones que da Luca Pacioli en su Tratado. Como se ha indicado en una nota anterior, la unidad monetaria de cuenta utilizada en estos asientos no es la empleada en los ejemplos ofrecidos en los treinta y cinco capítulos primeros, sino otra distinta, utilizada mayormente en Florencia, es decir, las liras, los sueldos y los dineros. Este sistema era asimismo puramente imaginario, es decir, sin existencia real, y se usaba sólo para expresar los importes monetarios en los libros de los mercaderes. Hasta 1584 no se acuñó en Florencia la primera lira real, a iniciativa de Cósimo I, en forma de pieza de plata; hasta ese momento se había venido usando el florín de oro como moneda de elevada cuantía. Ver W.-A. Shaw: Histoire de la monnaie 1252-1894, obra citada, pág. 246. Por otra parte, el texto de los asientos varía ligeramente de unos a otros, sin duda para ilustrar el hecho de que no tenía que ajustarse a un modelo rígido. Sin embargo, debe observarse que, en general, la redacción y disposición de los asientos es diferente de la que se da en los ejemplos incluidos en el texto del Tratado, según ha sido señalado por varios autores, que indican que los asientos de este ejemplo práctico final han sido dispuestos a la manera toscana. De igual forma, de acuerdo con lo que Pacioli recomienda en la parte final de su obra, las explicaciones de la cuenta de Caja omiten la razón de las operacio-

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El día 18 del dicho L. 18, S. 11, D. 6 que prometemos por él a Martino di Piero Foraboschi a su conveniencia, y lo pongo en el haber en éste, a folio 2 L. 18

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Caja en manos de Simone d’Alesso Bombeni debe el día 14 de noviembre de 1493, L. 62, S. 13, D. 2 por Francescho d’Antonio Cavalcanti en éste, a folio 2 75 L. 62 Martino di Piero Foraboschi debe el día 20 de noviembre de 1493, L.18, S. 11, D. 6, que se llevó él mismo de contado, lo pongo en Caja, a folio 2 L. 18 Francescho d’Antonio Cavalcanti debe el día 12 de noviembre de 1493, L. 20, S. 4, D. 2, que nos ha prometido a nuestra conveniencia por Lodovico di Piero Forestani, a folio 2 L. 20

Forma de escribir las partidas del haber: MCCCC.LXXXXXIII Lodovico di Piero Forestani ha de haber el día 22 de noviembre de 1493, L. 20, S. 4, D. 2, en concepto de pago parcial, que por él nos ha prometido a nuestra conveniencia Francescho d’Antonio Cavalcanti, como pongo en el debe, a folio 2 L. 20 Caja en manos de Simone d’Alesso Bombeni ha de haber el día 14 de noviembre de 1493, L. 44, S. 1, D. 8, a Lodovico di Piero Forestani, en éste, a folio 2 L. 44

nes, puesto que ésta ya se ofrece en los asientos de contrapartida. Como se ha visto a lo largo de toda la obra, para Pacioli la cuenta de Caja tiene entidad propia y no está personificada, como ocurría todavía muchos años más tarde en Castilla. Sin embargo, en estos ejemplos finales, se explicita en manos de quién está depositada la Caja. 75 Hay una discrepancia entre los dineros consignados en el texto y los sacados a la columna de cantidades.

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En el día 22 de noviembre de 1493, L. 18, S. 11, D. 6, a Martino di Piero Foraboschi, a folio 2 L. 18

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Martino di Piero Foraboschi ha de haber el día 18 de noviembre de1493, L. 18, S. 11, D. 6, que le prometimos a su conveniencia por Lodovico di Piero Forestani, como pongo en el haber 76 en éste, a folio 2 L. 18 Francescho d’Antonio Cavalcanti ha de haber el día 14 de noviembre de 1493, L. 62, S. 13, D. 6, que trajo él mismo de contado, como pongo en el debe de Caja, a folio 2 L. 62

76 Obviamente debe decir “en el debe”.

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De Computis et Scripturis por Luca Pacioli (Reproducción fotográfica)

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n esta reproducción se ofrecen los textos de la primera edición de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita que han sido objeto de traducción. En primer lugar, aparecen los folios 4 vº y 5 rº, sin numerar, del comienzo del volumen, donde consta el Sumario de la terça parte principale. A continuación figuran, sin solución de continuidad, los folios numerados desde el 197 vº, donde comienza la Tavola del Quaderno, hasta el 210 vº, en que termina el Tratado. La reproducción se ha efectuado a partir de uno de los dos ejemplares custodiados en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla: el registrado con la signatura 335/68. Con este motivo, me complace agradecer públicamente a Dª Rocío Caracuel, directora de la citada Biblioteca, todas sus atenciones y facilidades brindadas para el buen éxito de los trabajos de reproducción.

Aparte de estos dos ejemplares de la primera edición de la Summa, Sevilla cuenta con otro ejemplar, el conservado en la Biblioteca Colombina. De acuerdo con el Catálogo General de Incunables en Bibliotecas Españolas, coordinado y dirigido por Francisco García Craviotto (Madrid 1989, pág. 568), se encuentran localizados en España otros tres ejemplares de la primera edición de esta obra: uno, en la Biblioteca Pública de Avila, otro, en la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, y un tercero, en la del Monasterio de los Agustinos, de Valladolid. El ejemplar de la Summa custodiado en la Biblioteca Nacional, de Madrid, pertenece a la segunda edición, impresa en Toscolano el año 1523.

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