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Low Tech: la arquitectura ecológica Al planificar un nuevo edificio a menudo no se tiene en cuenta su posible impacto ambiental y social. Para intentar frenar esta tendencia, los defensores del Low Tech, una nueva forma de arquitectura ecológica, reivindican la revisión de las técnicas constructivas del pasado, para que la arquitectura del futuro mantenga la eficiencia actual y se preocupe, al mismo tiempo, por los aspectos éticos que derivan de ella.

[ver más imágenes] 28/12/2010 A lo largo de las últimas décadas, la tecnología ha permitido lograr avances significativos en el campo de la arquitectura. Sin esas innovaciones sería impensable sacar adelante edificaciones como el hotel Vela, en Barcelona, o el hotel de siete estrellas Burj al Arab, en Dubái. A veces, sin embargo, esta innovación eclipsa los efectos ambientales de los materiales que se han utilizado en la construcción, ya que en muchos casos se producen en zonas alejadas del emplazamiento del edificio. Esta conciencia sobre los impactos colaterales es el motor del sistema de construcción Low Tech, una forma de hacer arquitectura que reivindica una visión de los proyectos a largo plazo. "El actual sistema económico solo procura conseguir el máximo beneficio económico. Nosotros proponemos ir más allá, para intentar ser respetuosos con el entorno natural y social", asegura Mònica Alcindor, arquitecta y profesora de la Escuela Politécnica Superior de Edificación de Barcelona (EPSEB), que experimenta este método. El sistema Low Tech se basa en tres principios: potenciar el uso de materiales locales, adaptar técnicas del pasado que están a punto de desaparecer y lograr que dichas técnicas estén al alcance de todo el mundo. Cada territorio dispone de cierta clase de recursos materiales en función de sus condiciones ambientales. En el sistema Low Tech es básico que "los conocimientos se adapten a los recursos de cada zona, para lograr un equilibrio y no tener que importarlos del exterior", explica Alcindor. "Hay que evitar, en la medida de lo posible, el transporte de materiales pesados, ya que suponen un enorme gasto energético del que es posible sustraerse". "Existe una tendencia generalizada a trabajar con los materiales convencionales como el cristal, la cerámica cocida o el hormigón, y parece que el resto ni existen",asegura Antonia Navarro, doctora en Geología y profesora de la EPSEB, que ensaya nuevas técnicas de construcción en el laboratorio de materiales. "En Cataluña, por ejemplo, la arcilla y el yeso solo se utilizan para hacer enfoscados en los interiores, mientras que en la zona de los Monegros se utilizan como materiales de construcción para exteriores". En este sentido, Navarro subraya el escaso uso de la tierra, un material que conoce muy bien y que destaca por sus ventajas: es inocuo, fácil de obtener localmente, supone un reducido gasto energético, es incombustible y un buen aislante térmico y acústico. Si se combinan la tierra y otros materiales naturales se pueden levantar paredes con sistemas que casi están en desuso, como los tapiales (muros de tierra compacta que se realizan mediante un encofrado de madera), el adobe (ladrillos de tierra cruda y paja secada al sol) o el cob (mezcla de tierra, agua y paja sin una forma concreta).

De hecho, el conocimiento tradicional es otro foco del Low Tech. Según Alcindor: "Si hacemos un repaso de la historia de la arquitectura, puede parecer que se ha hecho tabula rasa para ignorar todo el conocimiento que se ha ido acumulando a lo largo de los siglos. No debemos olvidar de dónde venimos, porque las técnicas antiguas han funcionado en muchas construcciones". Antes de la Revolución Industrial existía un gran conocimiento práctico, que se ha ido perdiendo con la introducción de nuevas técnicas en las que el oficio no es tan necesario. La clave del Low Tech, por lo tanto, consiste en "encontrar el equilibrio justo entre los grandes conocimientos del pasado y los avances de los últimos años", resume Navarro. "Se puede vivir en construcciones de bajo impacto ambiental que no parezcan una cueva", afirma Alcindor. Un ejemplo práctico de construcción Low Tech es la que tiene una base de material local, abundante y pesado, y que se beneficia de los pequeños tecnicismos High Tech (resultado de la innovación tecnológica) para mejorar el resultado final. Los materiales locales y las técnicas del pasado implican un aumento de la accesibilidad. Ambas docentes coinciden en que "no se necesitan grandes maquinas, todo el mundo puede construirse una vivienda Low Tech; solo son precisos el terreno y el asesoramiento de un arquitecto que posea un buen conocimiento de las propiedades de los materiales de bajo impacto". No obstante, el Low Tech también tiene un aspecto menos positivo: el tiempo de construcción y la mano de obra son superiores al sistema convencional. Así pues, ¿es posible aplicar este método en construcciones reales o es tan solo una corriente utópica? "Mucha gente piensa que solo se utiliza en países en vías de desarrollo, aunque en realidad pueden encontrarse arquitectos que siguen el Low Tech en todo el mundo", explica Alcindor. Sin ir más lejos, en Santa Eulàlia de Ronçana (Vallès Oriental) el pasado año se inauguró la guardería infantil La Font del Rieral. Es el primer edificio público Low Tech del Estado español. Para construir sus paredes, el arquitecto Gabriel Barbeta utilizó la técnica de bloques de tierra construida, que son ladrillos de tierra natural sin cocer a los que se añadieron siete esencias florales de Bach. La arquitectura Low Tech es una vía emergente que se halla muy limitada por las firmes normativas que rigen en los países en materia de construcción. La solución comporta un doble cambio: de mentalidad y de normativas. Por una parte, hay que incorporar nuevas tendencias arquitectónicas, alejadas de los materiales tecnificados y las imágenes contemporáneas que, según Alcindor, transmiten los medios de comunicación. "Cada vez hay más personas concienciadas, pero sería necesaria una mejor conexión entre nosotros. Nos sorprendió que el primer encuentro Low Tech que organizamos en noviembre en la EPSEB despertara el interés de tantos estudiantes", confiesa Navarro. Ambas coinciden en que este cambio de mentalidad puede iniciarse en la universidad. Por otra parte, para hacer posible el cambio de normativas hay que realizar primero una cuantificación exhaustiva del coste real de los materiales, que tenga en cuenta el impacto de todo el ciclo de vida, desde la extracción del material hasta la gestión de los residuos que se deriven de la construcción. Solo con estos datos, los técnicos podrán determinar cuáles son las mejores soluciones a largo plazo.

Materiales naturales para reconstruir Haití El terremoto que a principios de 2010 sacudió Haití conmovió a Mònica Alcindor, hija de padre haitiano. El seísmo destruyó buena parte del país, que aún no ha sido reconstruida. "Como arquitecta, tengo la responsabilidad de demostrar que las cosas pueden hacerse de otra manera, que no es posible que todos los recursos procedan del exterior de un país". Por ello, este verano Alcindor y dos compañeros más llevaron a cabo una investigación in situ de los materiales naturales que existen en esa zona y de las técnicas de construcción autóctonas. "Es curioso cómo los haitianos no quieren usar los materiales de construcción de su isla porque lo consideran un desprestigio, un alejamiento del primer mundo. Desconocen que poseen materiales que aguantan los movimientos sísmicos mucho mejor que el hormigón que importan". En ese sentido, Alcindor opina que "los haitianos deben reconstruir su país" y para contribuir a ello ha proyectado la construcción de una escuela a partir de recursos naturales, una idea que se podría exportar a todo el país. El bambú, relativamente flexible en caso de seísmos, es el material estrella. Gracias a su ligereza en caso de accidente no causa daños a las personas que hayan quedado atrapadas. Aunque en Haití todavía existe la cultura de hacer buenos nudos, Alcindor propone usar bridas de plástico para unir las cañas de bambú. El proyecto de la UPC ayudará a solucionar el problema de la desforestación en Haití, ya que las plantaciones de bambú consolidarán el suelo.

El concepto de Arquitectura Low Tech, optimizando recursos Publicado el Jueves, 18 abril 2013 · Add Comment · En Arquitectura sostenible, Eficiencia Energética, Sostenibilidad

Las construcciones llamadas Low Tech tienen sus orígenes en las tecnologías y estilos constructivos del medioevo, en las casas tipo “fachwerk” de Europa Central, pero se las populariza a partir de 1973 con el embargo del petróleo de la OPEC a los países industrializados. A estas construcciones arquitectónicas se las puede incorporar dentro de la conceptualización general del las “construcciones ecológicas”, pues es una caracterización que se inicio a partir de la cumbre de Río de Janeiro de 1992, en donde se proclamo el concepto del “Desarrollo Sostenible”, esto significa, la utilización de los recursos naturales de manera que no implique un daño irreparable (extinción o agotamiento por causas de su explotación, uso, y/ó contaminación) que no permita su utilización por parte de las futuras generaciones. Además el funcionamiento de dichas construcciones es también sustentable, como ser el caso de las construcciones diseñadas según conceptos bioclimáticos. La sustentabilidad del hábitat construido está relacionado con los efectos de la construcción sobre el medio ambiente en todas las etapas del desarrollo, uso y reciclado de los materiales de la construcción que constituyen dicho hábitat construido, siendo estas premisas las básicas de este tipo de construcciones. En una entrevista para la revista “Constructors”, la Arq. Montse Bosch lo resume de una manera muy clara:

“Consideramos construcción “Low Tech” aquella que está relacionada con materiales y soluciones constructivas cercanas, adecuadas a las realidades de los territorio y, incluso, fácilmente realizables con pocos medios. Nosotros consideramos que los principios de la arquitectura y construcción LOW TECH se pueden resumir en: 

Recursos materiales de origen local  Transferencia o adopción de la cultura tecnológica que se adapte a los recursos locales disponibles  Sinceridad y facilidad de reproducción de la técnica constructiva empleada  Conocimientos accesibles alejados de tecnicismos abstractos  Simbiosis y colaboración con otros sistemas” El interés hacia ciertos materiales denominados low tech, se basa en la relativa facilidad de la técnica que precisan. Para la concreción de una construcción ecológica se hace necesario un estudio previo de los materiales de la construcción a utilizar, sus orígenes, su mantenimiento y su disposición final, la que debe permitir su reciclado. Esto significa estudiar todo el ciclo de vida de la

construcción. Materiales típicamente ecológicos son: madera y adobe, por esto se la denomina como low tech. Estos materiales también resultan ser low cost, por su bajo precio y porque están muy vinculados a la autoconstrucción, además de ser abundantes, tienen un impacto energético asociado a su producción muy bajo, al ser naturales son más saludables y como son productos de proximidad, el impacto ambiental por su transporte es inferior, por lo que son materiales low environmental impact, es decir, de bajo impacto para el medio ambiente. Uno de los arquitectos que se puede mencionar como referente de este movimiento es el ganador del Pritzker Wang Shu, quien consigue adaptar la construcción tradicional china a la actualidad modernizando las técnicas. Se trata de un movimiento complejo, ya que implica investigación e innovación para poder adaptar las prestaciones de los materiales y comprobar sus cualidades en lo referente a las exigencias de las normativas: resistencia al fuego, capacidad mecánica, por mencionar alguna. La arquitectura conocida como low tech reivindica, precisamente, una revisión de las técnicas y materiales constructivos del pasado con el objetivo de que la edificación del futuro mantenga la eficiencia actual y tenga presente, a su vez, el impacto ambiental derivado de la actividad.