Love Forever - Lucy Darling

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. Es una traducción de fans para fans. Si el libro logra llegar a tu país, a

Views 67 Downloads 1 File size 822KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. Es una traducción de fans para fans. Si el libro logra llegar a tu país, apoya al autor comprándolo. También puedes apoyar al autor comprándolo o apoyándolo en las redes sociales y ayudándolo a proporcionar su libro. Mi Mundo de Fantasía.💙

Contenido Staff Sinopsis Prólogo Capítulo 1 Capitulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Epílogo Epílogo Próximo libro Sobre la autora

Staff TRADUCCIÓN NICKSTYLE CARLII REVISION YARETH DISEÑO JULI

“La amistad es la cosa más difícil de explicar en el mundo. No es algo que se aprenda en la escuela. Pero si no has aprendido el significado de la amistad, realmente no has aprendido nada” Muhammad Ali

Sinopsis Ethan King siempre se ha centrado en construir su imperio, pero ese esfuerzo ha dejado poco tiempo para mucho más. Cuando ve a su hermano pequeño seguir sus pasos, Ethan decide mostrarle que una vida bien vivida no se mide en riqueza. Pero en su practica de "El dinero no lo es todo" lo hace tropezar con su para siempre. Una mirada, y él sabe que finalmente encontró la única cosa que valora por encima de todas las demás. Ella.

Amelia Clark nunca ha sabido realmente lo que es ser amada o cuidada. Ella ha trabajado duro por todo lo que tiene, y seguirá luchando para abrirse camino en el mundo a pesar de lo que le toco. Cuando se trata de asuntos del corazón, ella mantiene a todos a salvo con el brazo extendido. Su plan funciona perfectamente hasta que un encuentro casual con un barman misterioso y caliente la pone de cabeza. Cuando él se acerca demasiado, mucho más cerca que nadie, ella trata de retroceder. Cuando eso no funciona, ella hace lo que mejor sabe... correr. Pero Amelia toma más de lo que sabe de Ethan. Lo bueno es que Ethan ama la persecución, y esta vez, la atrapará para siempre.

Prólogo Ethan Deslizo el whisky por el bar mientras el hombre da una palmada a su dinero para la bebida. Uno de los camareros toma el dinero y se dirige a la caja registradora sabiendo que no quiero tener nada que ver con eso. Ayudo a preparar las bebidas, pero no voy a tomar ningún pedido. Mis ojos se dirigen a mi reloj, agradecido de ver que mi hermano pequeño debería estar aquí en unos diez minutos. Trae a algunos camareros más de otro de sus clubes para ayudar. Entonces podré salir de este lugar. No sé cómo me he visto envuelto en ayudar al barman, pero aquí estoy en un traje de veinte mil dólares sirviendo bebidas para salvar el culo de mi hermano. Ese pequeño bastardo tiene suerte de que lo quiera. Este es el quinto club que ha abierto y está lleno como todos los demás. Cuando dijo que quería abrir su primer club nocturno, le di el dinero para hacerlo como socio silencioso. Para ser honesto, no estaba seguro de si lo lograría, pero no me preocupaba perder el dinero. Dios sabe que ya tenía suficiente. Acababa de salir de la universidad con grandes sueños y bolsillos poco profundos. No iba a ser yo quien los aplastara, así que le di el dinero. Ahora se ha convertido en un adicto al trabajo como yo. Debe ser cosa de familia. En realidad es algo de lo que quería hablar con él. Es la razón principal por la que le pedí que se reuniera conmigo aquí. Ahora llega tarde porque está atascado en el tráfico y yo le ayudo a preparar las bebidas porque cuatro de sus camareros se han puesto enfermos. Me doy la vuelta, agarro una orden de cerveza que apareció en la impresora, la pongo al final del bar con su ticket. Mis ojos vislumbran un cabello rubio que inmediatamente llama toda mi atención. Me paro un poco más derecho mientras miro a la mujer, que tiene piernas largas. No sabía que tenía un tipo

hasta ahora. Ella no es sólo mi tipo, va a ser mía, me susurra la mente. La veo pasear por el club con otras chicas mientras uno de los gorilas las lleva a la zona VIP. No puedo quitarle los ojos de encima. Nunca he visto una criatura tan hermosa en toda mi vida. No tengo tiempo para citas. Estoy demasiado ocupado trabajando. Me consume la vida. Nunca quise una esposa o una familia. No tuve tiempo pero ahora, después de verla, me cuestiono todo. ¿Cuánto tiempo hace que no quiero algo? ¿Desde cuando algo me ha dado una sensacion de emoción? No me acuerdo. Estoy seguro de que era algo relacionado con el trabajo. —Date la vuelta— ordeno, queriendo ver sus ojos. Queriendo que vea su futuro. Claro que no puede oírme porque está al otro lado del club y la música está alta. Los hombres se giran para mirarla. Mi mano envuelve otra cerveza, agarrándola fuerte para que ninguno de estos hombres salga herido. La dejo caer tan fuerte que me sorprende que no se rompa. —Tomalo con calma— dice mi hermano mientras su mano baja hasta mi hombro. Suelta un silbido cuando ve a quien he estado observando. —No lo hagas— le digo bruscamente. —¿No eres tú el que dijo que debería encontrar una mujer? ¿Que necesito sentar cabeza? — Puedo decir por su tono que sólo se burla de mí, pero no encuentro divertidos los chistes que incluyen a mi futura esposa. Le dije esas cosas. Es una de las razones por las que estoy aquí, para recodarle esa mierda otra vez. No necesita trabajar hasta morir. Necesita tener una vida. —Ella no es la indicada para ti. Es mía— Miro a mi hermano, cuya cara se llena de sorpresa. —¿Es así?— Una sonrisa lenta le tira de la boca. —Vete a la mierda— —Me encantaría pelear contigo, hermano, pero nunca ganaré. Sé cuando tienes esa mirada en tus ojos— La gente dice que tengo una mirada asesina cuando cierro un trato o cuando tengo algo en mi línea de visión que quiero. —Reunión cancelada— —Sí. Estoy corto de personal y voy a tener que trabajar en el bar— Él roba los pocos pedidos que imprimí. Agarro el de la punta, poniéndolo con la cerveza que casi destrozo.

—Dile a seguridad que nadie se acerque a ella— —¿Me estás jodiendo?— —¿Alguna vez te he jodido?— Le doy una mirada dura. Se saca el teléfono del bolsillo, disparando un mensaje de texto. Estoy seguro de que está dando la orden que le dije. —Desearía poder joderte con esto— Agita los pedidos. —Pero tengo cosas que hacer— Le doy un asentimiento. Él sacude su cabeza hacia mí antes de ir a trabajar. Mis ojos vuelven a la rubia, que mueve sus pequeñas caderas al ritmo de la música. Su pelo rebota con cada uno de sus movimientos. La quiero. No, al diablo con eso. La necesito más de lo que nunca he necesitado nada en mi vida. Finalmente se da vuelta, riéndose de algo que dijo su amiga. Su mirada se encuentra con la mía. Sus hermosos ojos verdes se fijan en mi. Puedo decir que le gusta lo que ve, pero también veo un segundo de vacilación en esos impresionantes ojos antes de que se dé la vuelta y se entretenga con su amiga. Agarro otra cerveza, la coloco en el bar y la deslizo por el. Segundos después, cuando vuelvo a mirar, sus ojos se dirigen hacia mí. Sus labios se separan mientras mantengo su mirada, sus hombros se enderezan, le dice algo a su amiga, luego esas largas y hermosas piernas se abren camino hacia mí. Descanso mis manos en la barra, preparándome para encontrarme con quien sé que será el amor de mi vida. Ella se detiene ante mí, sus ojos verdes viendome. Su pequeña lengua rosada se asoma para mojar sus labios y casi es mi perdición. Quiero tomar esa boca, oírla gritar mi nombre, tener sus hermosos labios envueltos alrededor de mi polla mientras me complace y, en última instancia, escuchar las palabras que salen de ella. Su aroma a fresa me llega a la nariz y va directo a mi polla. —Deberías invitarme un trago— Le sonrío, me encanta que no sea tímida en lo más mínimo. —¿Es así? —Levanto mi ceja hacia ella. —Sí, los caballeros invitan a las mujeres bebidas sin que tengan que explicar por qué deben hacerlo— Su ceja se eleva hacia mí esta vez en un desafío. —¿Quién dijo que soy un caballero?—

Eso trae una sonrisa completa a sus labios. —Soy Amelia— Se inclina sobre la barra, extendiende su mano hacia mí dándome un vistazo por la parte delantera de su vestido hacia el suave valle de sus tetas. De alguna manera saco mi propio nombre. Me agarro de su pequeña mano, engulléndola en la mía en un agarre posesivo. Mis instintos se apoderan de ella y antes de saber lo que está pasando, mis labios están en los suyos. Al principio duda, pero luego abre la boca, dándome la entrada que ansío. Es el momento en que sé con seguridad que he encontrado mi Para Siempre. Todo lo demás se desvanece mientras tomo mi beso. O tal vez es ella quien está haciéndolo. Se echa hacia atrás, esos ojos verdes que parecen más grandes que nunca. Sus labios están hinchados por mi asalto. Esa lengua rosa de algodón de azúcar sale otra vez para mojarlos. —Nos vamos— La suelto, poniendo las dos manos en la barra para sujetarme mientras la despejo de un salto, aterrizando a su lado. —Hay un hotel al lado— Me sorprende al sugerirlo. Había planeado llevarla a mi casa ya que debería acostumbrarse a su nuevo hogar. Si no le gusta, podemos ocuparnos de eso más tarde. Quería llevarla por primera vez a mi cama, pero la forma en que esos ojos me miran tiene a mi polla tan dura que sé que no puedo esperar tanto para tenerla debajo de mí. Ella lanza un grito cuando la levanto, presionando su cuerpo caliente contra el mío y salgo del club tan rápido como es humanamente posible. Nadie trata de detenerme, los gorilas saben quién soy. Todos tienen expresiones de sorpresa en sus rostros. Mi polla dura como una roca se presiona contra ella con cada paso que doy, rogando estar dentro de ella. Llego al hotel en poco tiempo, consigo una habitación fácilmente, ya que soy el dueño de este y de la mitad de los otros de la ciudad. La tengo presionada contra la puerta con mi boca sobre la suya antes de que cambie de opinión. Se aferra a mí mientras se frota contra mí, tratando de bajarse cuando abro la puerta. —Úsame, muñeca. Toma lo que quieras pero será mejor si me dejas hacerlo—

Se retira de besarme el cuello para mirarme. Joder, sus ojos no se parecen a nada que haya visto en mi vida. Son demasiado grandes para su pequeña cara de duendecillo y están rodeados de pestañas gruesas que hacen que su cara parezca de una muñeca. Ella sonríe mucho, causando que aparezcan dos profundos hoyuelos. ¿Cómo se me escaparon antes? —Muéstrame lo que tienes— La arrojo a la cama, aceptando su desafío. Ella suelta una carcajada que llena la habitación. Todo en esta mujer es sexy. Su vestido se sube, apenas dejandome darle una mirada a sus bragas azules. Estoy seguro de que si la pusiera a cuatro patas, empujando su vestido, sería recibido con una tanga. Se me hace agua la boca ante la idea. Por mucho que quiera mi boca en su culo, la quiero poner en su coño primero. Quiero devorar su primer orgasmo. La necesidad de tenerla en mi lengua me abruma. —Quítate el vestido o saldrás de aquí desnuda— miento. —Me encanta este vestido— Ella inclina su barbilla hacia arriba. —Tendrás que comprarme otro si lo rompes— Doy un paso hacia ella. —Estoy bromeando, ya ni siquiera lo hacen— Se da la vuelta sobre su estómago, mirando por encima del hombro. —Ayuda a una chica aquí— Me inclino sobre ella, abriendo lentamente la cremallera del vestido, sólo para torturarme más. Le doy besos suaves en la columna vertebral mientras avanzo. Ella se da la vuelta, sus ojos se encuentran con los míos mientras empieza a bajar el vestido por su cuerpo. Agarro la parte de abajo y con un tirón lo bajo por sus largas piernas antes de tirarlo al suelo. Se acuesta en la cama, apoyándose en sus codos, y ahora sólo lleva puestas las bragas. Está segura de sí misma, pero puedo ver algo más en sus ojos. El suave rubor que tiñe su piel me dice que aún es tímida pero trata de ocultarlo. No quiere que sepa que es vulnerable. Esa confianza entre nosotros todavía no existe. Ya llegaremos a eso. —Tu turno. Quiero ver hasta dónde llegan esos tatuajes— Primero voy por mi cinturón, sacándolo de mis pantalones antes de tirarlo al suelo. Su lengua rosada sale otra vez cuando me desabrocho los botones de la camisa. Sus ojos observan cada uno de mis movimientos. Su aliento se hace mas rapido,

haciendo que sus tetas perfectas reboten. Sus pezones rosados se endurecen, pidiendo atención. Planeo dársela a ellos también. Dejo caer la camisa al suelo mientras empiezo a desabrocharme los pantalones. No me los voy a quitar de inmediato y me arriesgaré a asustarla. Sé que no soy un hombre pequeño. Aunque mi chica pueda tener piernas para días y tenga una boca inteligente, sigue siendo una cosa pequeña. —El resto— Ella asiente con la cabeza, haciendo su propia demanda. —Te prometo, Muñeca, que lo tendrás todo— Bajo sobre ella, abriendo sus piernas para hacerme sitio. —Primero voy a besar esa boca tuya. Luego voy a chupar esos lindos pezones que suplican por mi boca antes de comer tu coño hasta que me ruegues que esté dentro de ti— Ella da una respiración. Ese suave rubor se convierte en uno completo. Creo que mi chica es muy habladora y más inocente de lo que quiere que yo sepa. Antes de que salga el sol, voy a poseer cada gota de inocencia que ha dejado dentro de ella. Mi semilla será lo único que quede en ella cuando termine. Ella me pertenecerá y me aseguraré de mantenerla así. La beso de nuevo, reivindicando mi reclamo. Ella da lo mejor que puede, clavando sus manos en mi pelo corto. Gruño en su boca, sin querer romper el beso, pero necesito más. Quiero saber a qué sabe ella en todas partes. A regañadientes, separo mi boca de la suya, dejándola sin aliento mientras sigo los besos de boca abierta por su cuerpo. Tomo uno de sus pechos en mi mano, lo aprieto, y luego meto su pezón entre mis dedos. Se ajusta perfectamente, como si estuviera moldeada para mi mano. Es la cosa más suave que he sentido en mi vida. Mi mente vaga, pensando en cómo se sentirían si estuvieran llenos de leche. Una imagen mental de ella con una barriga redonda, amamantando a mi hijo viene a mí pero alejo ese pensamiento, me sorprende que mi mente incluso haya ido allí. Esa imagen no me ayuda a no entrar en sus pantalones. Mi pulgar se arrastra a través de un pezón mientras succiono el otro en mi boca. Su espalda se inclina fuera de la cama, presionándola más en mi cara.

Me está dando acceso abierto para complacerla de la forma que yo quiera. Le suelto el pezón pero no sin darle un pequeño mordisco mientras dirijo mi atención hacia su otro pecho. Me digo a mí mismo que tengo toda la noche para saborear cada parte de ella, pero ahora mismo, mi boca se hace agua por su coño. A regañadientes suelto su pezón, deslizándome más por su cuerpo. Abro sus largas piernas, dándome todo el espacio que necesito mientras froto mi nariz a lo largo de sus bragas de seda y la inspiro antes de besarla sobre ellas. Como hizo con sus tetas, intenta empujar su coño en mi boca. Yo tiro de sus bragas a un lado, sin poder controlarme ni un segundo más. Gruño cuando veo que está desnuda debajo de ellas. La quiero así con todo cuando se trata de mí. Para que no haya nada entre nosotros, nunca. Necesito que me muestre cada centímetro de ella. Su clítoris se asoma, buscando la atención de mi boca. Soplo un suave aliento contra ella, haciéndola gemir. Por mucho que me guste que lo desee tanto, los sonidos que hace son mi perdición. Sé que está sufriendo y no puedo permitirlo. Le daré todo lo que necesite. Me aferro a su clítoris, aspirándolo en mi boca mientras le doy un pequeño tirón a sus bragas. No hace falta mucho para arrancarle la tanga. Me embolso las bragas mientras sigo lamiendo y chupando. Ella mueve sus caderas contra mis labios. Debería sujetarla, pero algo dentro de mí sabe que necesita un poco de control. Sus movimientos no están entrenados. Casi como si no supiera lo que está haciendo o no estuviera segura de ello. Es otra cosa que conseguiré con el tiempo, su confianza. —Yo. Yo... — No puede encontrar sus propias palabras pero sé lo que está a punto de hacer. Va a correrse y si no tengo cuidado, yo también. Me meto la mano en los pantalones, agarrándome la base de la polla para detenerme mientras rodeo su clítoris con la lengua una vez más, enviándola al límite. Sus dulces gritos de placer llenan la habitación. Sigo chupando, asegurándome de exprimirle cada parte del orgasmo que pueda. Sus gritos de mi nombre se calman mientras su cuerpo se vuelve blando contra la cama. La miro y veo el sueño húmedo de todo hombre.

Su pelo rubio se extiende por toda la cama. Sus ojos están cerrados y hay una sonrisa feliz en su rostro. Me quito los pantalones y los calzoncillos mientras me arrastro por su cuerpo, sin poder soportar no estar dentro de ella ni un segundo más. La punta de mi polla se desliza fácilmente dentro de su coño mojado. Aún así, es muy ajustado con mi tamaño. Su coño se agarra a mi polla mientras sus ojos se abren, se cierran con los míos, y yo me vengo. Sucede en un instante y no me avergüenzo en lo más mínimo porque voy a meter mi semilla en su dulce coño y luego volveré a hacerlo. Aprieto los dientes, y sigo viniéndome tan rápido como un adolescente. ¿Quién puede culparme? Esos malditos ojos, el dulce sabor de su orgasmo todavía en mi boca, y su coño apretado alrededor de la cabeza de mi polla, rogándome que me meta más dentro de ella lanzaría a cualquier hombre por el borde. Estoy listo para declarar que nunca ha habido un coño más dulce y apretado que el suyo en todo este mundo. Nadie lo sabrá nunca, porque seré el único que tome su dulce coño desde ahora hasta siempre. —Es tan bueno— Ella levanta sus caderas, causando que mi aún dura polla se deslice más en ella. Es entonces cuando me doy cuenta de que no tengo un condón puesto. Ni siquiera tengo un maldito condón. —Necesito más. Todavía me duele— ruega, interrumpiendo mis pensamientos internos. Mi mente sólo puede pensar en darle lo que necesita. Empujo más dentro de ella. Juro que se pone más tensa a cada segundo, incluso estando tan mojada como está. Ella deja de respirar, sus ojos se abren mucho mientras la estiro. Me detengo. Algo es diferente. Mi garganta se estrecha con una emoción que no puedo explicar. Está tan apretada que casi creo que es virgen, pero eso no tiene sentido con lo atrevida que fue en el bar. —¿Amelia?— Exhalo su nombre, tratando de evitar que me mueva. Por mucho que quiera seguir adelante, me importa más si está sufriendo. Necesito que ella quiera esto. Para disfrutar de lo que le estoy haciendo a su cuerpo. Que quiera que le dé el placer que se merece. —No te detengas— Ella desliza sus manos por mi espalda y alrededor de mi cuello, tirando de mí para besarla. Hago el amor con su boca. Ella se agita debajo de mí y sé lo que quiere,

así que me muevo. El placer comienza a crecer rápidamente. Mis bolas se tensan, queriendo volver a entrar en su interior, pero necesito que ella sea la primera. Me agarro de sus caderas, y la inclino mejor para golpearla donde más lo necesita. Ella suelta el más sexy de los gemidos mientras su coño se cierra a mi alrededor. Su orgasmo se agarra a mi polla como un tornillo de banco mientras sus largas piernas me envuelven. Me vengo con ella, vaciando todo lo que tengo dentro. La beso de nuevo mientras nos enrollo. Su pequeño cuerpo se apoya sobre el mío. Estoy lejos de haber terminado con ella. Mi polla se sacude mientras me da besos en el pecho antes de apoyar su cabeza allí. Su respiración se ralentiza y en segundos se duerme. La abraz y , sostengo, sabiendo que es mi para siempre. Debí haberla agarrado más fuerte.

Capítulo 1 Amelia Tres meses después Me siento en el sofá, con los ojos todavía atontados cuando oigo una llave entrar en mi cerradura. Sé quién es. No tenía ni idea de que iba a venir. Un segundo después mi puerta se abre, revelando a Mia. Ella trata de mirarme, pero falla porque, como siempre, Mia sonríe mientras lo hace. La chica ilumina una habitación sólo por estar ahí. Es como siempre ha sido. También es por lo que apestó en su último trabajo. Ser un cobrador de deudas no funciona tan bien cuando el deudor puede hablar con el cobrador para que pague la cuenta por ellos. Ahora tiene un marido que le está dando el sueño que siempre quiso. Una familia propia. —¡No has respondido a mis mensajes!— Se mete en mi pequeño apartamento. —Tú eres la que se mudó al otro lado de la ciudad— acuso. Ella solía vivir al lado. Dejo salir un largo bostezo. Todo lo que quiero hacer ahora es dormir. Demonios, eso es todo lo que hago. Dormir y trabajar. Dormir y trabajar. Yo también odio mi trabajo de cobradora, llamando a la gente todo el día para que paguen por su mierda, pero soy muy buena en eso. Recibimos una parte de lo que cobramos y parece que voy a necesitar cada centavo que pueda conseguir. —No puedes mandarme un mensaje de texto diciendo que estás embarazada y no responder cuando te llamo y te mando un mensajes— Max la sigue a mi casa, cerrando la puerta tras él. No pasa desapercibido el guardaespaldas gigante que se queda detrás de él. Sé lo que eso significa. Max no planea quedarse, pero mi mejor amiga Mia va a estar aquí por un rato. Max no dejará que Mia se quede en ningún sitio sin un

guardaespaldas no está con ella. No es que lo culpe. El hombre es más rico que Dios. Hace unos meses hubiera dicho que era mi tipo pero eso ya no me interesa. Solía ser superficial y sólo salía con hombres ricos porque sabía que podrían mantenerme a largo plazo. Soy un producto de mi infancia. Nunca me sentí segura, protegida, mientras crecía y siempre estoy buscando eso en mi vida adulta. He perseguido ese sentimiento durante años porque sé muy bien lo que es caer. Ser pobre y no tener nada. Ahora todo ha cambiado. No quisiera que mi hijo hiciera lo mismo. Debería encontrar el amor en la vida. Es una locura cómo dos líneas en un plastico pueden cambiar toda tu perspectiva sobre lo que importa en la vida. Sin embargo, eso es exactamente lo que verlas hizo por mí. Me hizo darme cuenta de que durante mucho tiempo me había centrado en las cosas equivocadas. La vida se trata de ser feliz. Mia también me mostro eso. Quiero algo como lo que ella y Max tienen. Alguien que haría cualquier cosa por ti. Que te amé incondicionalmente. Yo tampoco puedo sacar a Ethan de mi cabeza. Eso fue antes de saber que iba a tener su bebé. Lo quería, aunque no hubiera sido lo que siempre había buscado. No fueron sólo esas dos líneas en esa prueba. Fue la sensación que él provocó dentro de mí. Nunca antes había sentido eso con alguien. Cuando me tocó esa noche me sentí especial. Sentí que me necesitaba. —Me quedé dormida— Mia se deja caer en el sofá a mi lado. —Yo también hago eso. Siestas de gato al azar. Salen de la nada— Se mueve en su asiento, mordiéndose el labio, y sé que quiere decir algo que sabe que no me va a gustar. Puedo leer a Mia como un libro. La chica lleva todas sus emociones en la manga. Gracias a Dios que encontró un hombre como Max, que hace que su única misión en la vida sea proteger todas esas emociones y asegurarse de que nadie pueda aprovecharse de ella. Es un buen hombre. También es uno de los pocos hombres ricos que no entra en la categoría de imbécil. Yo lo sabría. He salido con más imbéciles ricos de los que quiero admitir. Todos eran iguales, egocéntricos, egoístas y te querían hasta que ya no lo hacían.

Tengo que decir que normalmente me iba antes de que alguno de ellos me echara a la calle porque así es como me protegía. Pensarían que con todos los chicos con los que he salido, habría perdido mi virginidad hace mucho tiempo, pero nunca me atreví a dar esa parte de mí a nadie. Era como si algo muy dentro de mí quisiera que lo salvara. No dársela a un imbécil. Ahora, no tengo ni idea de a quién se la di, excepto un nombre. Hizo que fuera una noche que nunca olvidaré. Incluso sin haberme embarazado. —Dilo— —¿Por qué no puedes venir a vivir con nosotros?—dice ella. Empiezo a responder pero ella ya está hablando de nuevo. — ¡Por favor! Max es dueño de toda la calle. No le importa. ¿Verdad?— Ambas miramos a Max, que está ahí parado mirándonos. —Me importa— Su cara es seria. —¿Qué?— Mia lo ataca, sorprendida. —Me importa porque quiero que venga a vivir al lado, porque eso complacerá a mi esposa— Los ojos estrechos de Mia se vuelven felices y los corazones prácticamente bailan sobre su cabeza. —¿Puedo ocuparme de una cosa a la vez?— Todavía estoy tratando de entender que estoy embarazada. ¿Cómo es posible? Pasé una noche con él. Un hombre con el que perdí mi virginidad sin siquiera saber su apellido. Sólo me di cuenta cuando me levanté de la cama del hotel temprano por la mañana y revisé su cartera. No quería despertarlo, pero no podía irme sin una pista de quién era, así que eché un vistazo. Eso se convirtió en que yo le robara su identificación. Quería llevarme algo de él. No tenía ni idea de cuánto me había llevado en realidad. —Tienes razón. Se levanta de la silla y se acerca a Max, quien la toma en sus brazos, besándola. Luego se inclina y le besa el estómago en el pequeño bulto que aún no se puede ver. — Te enviaré un mensaje de texto más tarde. Tenemos que hacer cosas de chicas— —Lo sé, Ángel— Le da otro beso. —Dejaré a Smith. Puede llevarte a donde quieras— dice como si no supiéramos ya que su chofer va a hacer eso.

Tan pronto como Max sale de la habitación, Mia se vuelve hacia mí y sé que me va a interrogar por toda la información que esté dispuesta a divulgar. Esto puede llevar un tiempo, porque es mi mejor amiga, voy a contarle cada pequeño detalle. —Derrama los frijoles, Amelia— No pierdo el tiempo en ponerme a ello. Dudo por un momento, haciendo que me tome de la mano. —Vas a hacer esto. Estoy aquí para ti en cada paso del camino— Su mano aprieta más la mía. Siempre hay una persona con la que puedo contar en mi vida y es Mia. —Estoy esperando— Eso me hace sonreír porque ella es muy impaciente. —¿Recuerdas al tipo de tu noche de soltera?— Una mirada de sorpresa cruza su cara cuando se da cuenta de quién es el padre del bebé. —¿El súper sexy con todos los tatuajes? ¿El barman?— lanza un montón de preguntas mientras trata de entender todo esto. —¿Vas a decírselo—De todas sus preguntas es la que suena más fuerte. —Por supuesto que voy a decírselo— No he llegado tan lejos. Me enteré de que estaba embarazada hace unas horas. No me he sentido yo misma y no tener la regla no era anormal para mí. Tampoco las había rastreado antes. Entre la falta del período y el cansancio, siempre supe que algo pasaba. —Todavía no puedo creer que nunca me hayas dicho que eras virgen— —Nunca preguntaste— No lo hizo. Yo era una chica de citas en serie. Pude ver por qué ella pensaría que no lo era. La cosa es que nunca permití que las cosas llegaran lejos con la gente con la que salí antes. Cuando el tipo presionaba por más, yo estaba fuera de la puerta. Siempre encontré un defecto en los hombres, incluso cuando encontraba todo en la lista de cosas que yo había estado buscando. Ahora sé que es porque esa lista era superficial. Buscaba cosas superficiales. Luego, cuando empecé a conocerlos, no pude acercarme a ellos porque no eran lo que realmente quería. Puede que haya besado muchos sapos, pero aún así me quedé sola. Lo cual es algo que ninguna cantidad de dinero podría arreglar. —Mentira por omisión—

—Lo siento— Ella tiene razón. Somos las mejores amigas. Es un desastre que se lo haya ocultado cuando compartimos todo sobre nuestras vidas. —Te perdono. ¿Hay algo más que necesites decirme? Ahora es tu oportunidad— —Le robé su licencia de conducir— Lo pongo rápidamente en el tarro para que tenga una comprensión total de la situación. Ni siquiera sé por qué lo hice, pero espero que ella tenga alguna idea de mis acciones. —¿Qué? — Me mira como si estuviera loca. Me meto la mano en el bolsillo del pantalón, la saco y se la entrego. —Y la llevas contigo— Se ríe, mirando la identificación. —Al menos sabemos dónde encontrarlo— Toma su teléfono, saca una foto y me la devuelve. Ni siquiera voy a preguntar por qué la necesita. —Es un edificio de oficinas. ¿Tal vez tiene su trabajo de día como su dirección?— Supongo que trabaja de noche como barman, pero todo esto son conjeturas. Hace unas semanas me rompí y llamé al club, pidiendo hablar con el barman Ethan y me dijeron que nadie con ese nombre trabajaba allí. Quería intentarlo. No pude evitar la sensación de necesitarlo. Le echo de menos, lo cual es una locura. Pasé una noche con él. —¿Así que ya has estado allí?— Me levanta una de sus cejas, sabiendo que lo he hecho. —Tal vez pasé por allí unas cuantas veces— —Cuántas son unas pocas?— desafía. —Eres mi mejor amiga. ¿Por qué tratas de echarme en cara mi vergüenza?— Me quejo, cayendo de nuevo en el sofá. He pasado por delante del edificio más veces de las que estoy dispuesta a admitir, ni siquiera para mí misma. Esperaba encontrarme con él. Así podría hacerme la tonta, actuando como si fuera un completo accidente. —Sabes que si te encuentras con él al azar, te preguntará si le has robado sus cosas— Me avergüenzo. No pensé en ese pequeño detalle. — Encantador. Todavía tengo que ir a verlo para que tenga la oportunidad de llamarme para algunas cosas— Me siento, mirando su foto otra vez. Los recuerdos de cómo se veía, cómo sonaba, su olor, a menudo consumen mis pensamientos, pero aún así miro su licencia a menudo. Fui una estúpida al irme

esa noche de la manera en que lo hice. Siempre pienso que sé lo que es mejor, pero termino metiéndome en situaciones de mierda. —Vamos a pasar por allí ahora. Puedo hacer que Max compruebe su nombre, también. Para asegurarme de que está a la altura— —Definitivamente estuvo despierto toda la noche cuando yo estaba con él— Hago la terrible broma que nos hace reír a las dos. Es reír o llorar. Voy a ir con la risa.

Capítulo 2 Ethan —Te ves como una mierda— Me froto la mano en la cara, sabiendo que mi hermano tiene razón. No sólo me veo así, también me siento así. Me levanto del sofá de mi oficina, estirándome. Paso demasiadas noches durmiendo en esa cosa. Incluso más recientemente. Normalmente sólo voy a mi casa a cambiarme y la mayoría de las veces envío a alguien a recoger mis trajes. Trato de evitarlo por completo. No puedo quitarme la sensación que tengo cuando estoy en ella. He llegado a odiarlo en los últimos meses. Se siente frío y vacío. Todo en mi vida se parece a estos días. Desde que me desperté, descubriendo que mi futura esposa se había levantado y se había ido. Estoy constantemente en el límite. Mi mente está preocupada pensando en lo que salió mal. Si hice algo para asustarla. Nuestra noche juntos fue intensa. Todo mi mundo había cambiado. —¿Qué estás haciendo aquí?— Entro en el baño privado de mi oficina. —Alguien tiene que ver como estas. Asegurarse de que no te conviertas en un alcohólico— —Vete a la mierda— Me salpico la cara con agua fría, agarro una toalla y me la limpio. Me miro en el espejo. Me veo como si hubiera estado de juerga toda la noche. Tiro la toalla y salgo para ver a mi hermano detrás de mi escritorio con los pies en alto. —No bebo— Le quito los pies de mi escritorio, haciéndole señas para que se levante. Pone los ojos en blanco pero se levanta y se dirige al sofá. Se sienta de forma dramática, poniéndose cómodo. —Pasas todas tus noches en mi Club Vine sentado en el bar— —No estoy bebiendo— Sabe que no lo estoy; sólo está aquí para pincharme. Disfruto demasiado del control como para

beber. Muevo mi ratón para comprobar si tengo nuevos correos electrónicos. No hay nada. Aprieto los dientes. Lentamente me estoy volviendo loco. —¿Averiguaste algo sobre el grupo VIP?— Vuelvo a mirar a mi hermano, que ya ha puesto los pies en la mesa. Parece que está disfrutando de mi frustración. —No, no lo he hecho. Fue reservado bajo un nombre falso. Eso significa que un pez gordo lo reservó— Sí, lo sé. Se me han acabado las ideas de cómo rastrear a mi Muñeca. Ahora he recurrido a acampar en el club, esperando que aparezca. No es donde quiero pasar mis noches. —Tienes que dejarlo pasar— —¿Cuándo he dejado ir algo que quiero?— Lo desafío. No llegarás tan lejos como yo en la vida si no sigues adelante. Empujas hasta que finalmente te abres paso, no importa cuánto tiempo pueda llevar. Si lo deseas lo suficiente, harás que suceda. Quiero a Amelia más de lo que nunca he querido nada en mi vida. Así que no seré feliz o me conformaré hasta que lleve mi anillo y mi apellido. Ni siquiera estoy enfadado con ella por haberme dado el esquinazo. Estoy más enfadado conmigo mismo por dejar que ocurriera. Debería haberla abrazado más fuerte. Aprendí la lección. Cuando la encuentre, y lo haré, voy a encadenar su pequeño trasero a mí. —¿Por qué estás presionando tanto por esta chica? He estado en el club. Todas las demás mujeres se acercan a ti tratando de llamar tu atención. Las chicas están en todas partes. Confía en mí. Lo sé— Sean está de pie, caminando hacia mi escritorio. —No sabes una mierda— Nadie puede entenderlo a menos que ellos también hayan encontrado la otra mitad de su alma. Creo que eso es lo que más me jode. ¿Cómo no pudo sentirlo esa noche? Por muy sentimental que parezca, siento como si hubiera un agujero en mi pecho. Me he despertado unas cuantas veces en medio de la noche sin poder respirar, pensando que estaba teniendo un ataque al corazón cuando en realidad sólo era el dolor que ella dejo ahí cuando salió de mi vida. No me importa si me hace parecer blando, es la maldita verdad. Ella entró en mi vida y me golpeó justo en el trasero. Me dio a probar algo que no sabía que estaba ahí fuera. Me

dejó con ganas de más y sabiendo que sólo ella podía llenar el vacío en mí. —Sé que tienes un aspecto horrible y que no has sido tú mismo— —Mi yo normal es un imbécil que trabaja demasiado— le recuerdo. —Cierto. Prefiero que seas así a que parezca que alguien ha pateado a tu cachorro— —Te voy a echar de mi oficina— Miro el reloj. —¿No deberías estar en el trabajo?— Es tarde y es cuando su día suele empezar. —Levántate. Vamos a cenar— —No tengo hambre y tengo planes— —No te pregunté si tenías hambre y les dije que no te dejaran entrar a Vine esta noche— Yo amenazo a mi hermanito con una mirada dura. Han pasado años desde que llegamos a los golpes. Pensé que ese período de tiempo estaba en el pasado para nosotros, pero tengo ganas de una buena pelea. Busco sacar la frustración que tengo con alguien por su partida. Esperando que me haga sentir mejor, y aquí está mi hermano, prácticamente ofreciéndose voluntario para ser el receptor. —Soy dueño de parte de esos clubes— Me levanto de mi silla. Me ignora. —Comeremos y si todavía quieres pelear iremos al gimnasio— Sonríe. —Si quieres hacerme el hermano más guapo, por mí está bien— —No, tengo planes— repito. —Le dije a Stella que si tu chica aparecía llamara. Le di la misma foto que te di de las grabaciones de vigilancia de esa noche— Me da una palmada en el hombro. —Sólo quiero que te relajes. Sé que te estoy dando mierda pero veo que no vas a parar hasta que la encuentres. Por mucho que me oponga a esto, estoy de tu lado— Me da un apretón de manos en el hombro antes de dejar caer su mano. —Bien. Cena— me rindo. Él sonríe, pensando que ha ganado. Sabiendo que Stella llamará si mi Muñeca aparece, eso me detendrá. Creo que su aparición en el bar es una causa perdida, pero es la única esperanza que tengo por el momento.

Me dirijo hacia el armario, agarrando una camisa y cambiarme para la cena. Mi celular suena en mi bolsillo. Lo saco y veo que es Kurt. Cada vez que llama es como un golpe en el estómago. Nunca tiene una mierda para mí. Le contesto inmediatamente. —La tengo— Pongo mi mano en la pared para sujetarme, no estoy seguro de haberlo escuchado bien. —¿La encontraste? ¿Dónde está?— Disparo las preguntas. Dice la última cosa que jamás pensé que diría. —Ahora mismo. Está fuera de tu edificio—

Capítulo 3 Amelia —Oye, Smith, nos vas a delatar— Smith está de pie con los brazos cruzados sobre su pecho en un traje negro que parece alguien de Hombres de Negro. —Juro que no dejaré que los extraterrestres se roben a Mia— Ella se ríe a mi lado. —¡No te rías! Puede borrar nuestras memorias si quiere— Estoy nerviosa y haciendo bromas es como trato de ocultarlo. —Sé que Max es el único que tiene permitido tocarla— Las risitas de Mia se convierten en risas completas. Smith ni siquiera sonríe, pero veo la diversión en sus ojos. Está acostumbrado a nuestras travesuras. —Smith, ¿Serías tan amable de esperar un poco más abajo?—Mia dice con su voz suave y dulce, dándole una de sus sonrisas. Él le da una mirada casi suplicante. Tengo la sensación de que tiene que hacer lo que Mia le pide, pero sé que Max definitivamente le dio instrucciones de permanecer cerca. —Estamos tratando de espiar aquí, Smith. Nadie puede secuestrarnos porque ni siquiera pueden vernos— Hago un movimiento hacia nuestros trajes negros. Ahora veo que esto fue una mala idea. Parece que no estamos haciendo nada bueno con pantalones negros, botas y sudaderas de gran tamaño. Todos los que pasan nos miran de forma extraña cuando intentamos escondernos detrás de un banco. —Sólo un poco por ahí—Mia hace movimientos con su mano para que él se mueva por la cuadra. —El hombre del todoterreno blanco te ha estado observando desde que llegaste— Miro a mi alrededor, sin tener idea de lo que está hablando. —Dos en punto, chica espía— —¿Acabas de hacer un chiste, Smith—Digo en un simulacro de shock. Esta vez sus labios se mueven. Miro a sus dos en punto pero sólo veo un coche rojo.

—Sus dos en punto— Se ríe a carcajadas. Me encojo de hombros ante él. —¿No puedes simplemente señalar?— Mia mira a su alrededor. —Está bien— Smith empieza a levantar la mano pero yo salto hacia él, impidiendo que su brazo suba. —¡Vas a volar nuestra tapadera! ¡No puedes apuntar a la gente!— Dejo caer mi voz en un susurro. —¿Qué quieres decir con que alguien nos está observando?— Me asomo a lo que hubieran sido mis dos en punto para ver el todoterreno en cuestión. El hombre nos está mirando fijamente. —Están vestidas como ladrones de bancos y paradas afuera del edificio de Ethan King. Por supuesto que alguien les está observando— —Espera. ¿Conoces a Ethan? ¿El padre del bebé?— Mia se inclina hacia adelante para mirar a Smith. Me doy cuenta de que, de hecho, tengo un padre para el bebé. Nunca antes había pensado en tener un hijo, de verdad. Sólo he buscado seguridad para mí misma. Ahora tengo este bebé creciendo dentro de mí que me aseguraré de que esté seguro también. No quiero un padre para el bebé, quiero un marido. Espero que mi bebé tenga ambos padres. No tuve a ninguno de ellos mientras crecía. —¡Silencio! Acabas de contar mi secreto— La miro fijamente. No me enfado con ella porque sé que está frustrada por todo esto. Mi vida es un desastre, pero no cambiaría el hecho de estar embarazada. Quiero este niño. —¿Es un secreto?— Sus ojos giran. Puedo ver la culpa instantánea en su cara. —Supongo que no. No lo sé— Levanto las manos. Entonces me golpea. Si alguien nos está observando, lo más probable es que le diga a Ethan si este es su edificio. —¿Cómo es que un barman es dueño de un edificio? — —Ethan King es dueño de los hoteles King— nos informa Smith. Ahora es mi turno de que mis ojos den la vuelta. ¿Qué demonios? Es una de las mayores y más bonitas cadenas hoteleras del mundo. Él y yo fuimos a uno esa noche. No es de extrañar que le dieran la llave de una habitación tan rápido. No había prestado atención a los pequeños detalles esa noche cuando tenía a Ethan para concentrarme.

—Entonces, ¿Por qué iba a ser camarero?— Sacudo la cabeza. —Debes haberlo confundido con alguien— trato de razonar con Smith. —También es socio silencioso en media docena de clubes que su hermano posee y dirige. Ustedes, señoras, pasaron la despedida de soltera de Mia en uno— Me quedo allí tratando de procesar lo que Smith me dice. — Ya no salgo con hombres ricos— murmuro. —¿Desde cuándo?— Mia se rasca la nariz. —Desde que me dije a mí misma que quiero amor— Me dejo caer en el banco en el que hemos estado tratando de escondernos. Mia se sienta a mi lado. —Smith, charla de chicas— Ella le pide que se mueva de nuevo. Se aleja de nosotros unos tres pasos como si eso realmente hiciera la diferencia. —Ya no sé lo que quiero. ¿Cómo puede mi vida ser un desastre? Voy a tener un bebé. Tengo que poner mis cosas en orden, Mia. Tengo alguien más en quien pensar además de en mí misma— —No hagas eso— Mia golpea su hombro con el mío. —¿Por qué fuiste por Ethan esa noche?— Me lamo los labios, pensando en esa noche. Pensando en lo sexy que era, en cómo algo me había atraído hacia él como si yo estuviera destinada a ser suya. —Él era diferente a mis citas normales. Necesitaba algo diferente— —Sí, lo hacías. Los imbeciles ricos están sobrevalorados— Resoplo una pequeña risa. —Pensé que si lo encontraba, tal vez él y yo podríamos llegar a un acuerdo. Podríamos conocernos, tal vez eventualmente enamorarnos— Me sujeto el labio entre los dientes. Para ser honesta, creo que ya podría estar allí, pero espero que él también lo esté algún día. Mia espera que continúe sabiendo que sigo trabajando en esto en mi propia cabeza. Es como yo opero. Necesito tiempo para procesar y formar planes de ataque. —Me gustaba la idea de que fuera un tipo normal ya que en el fondo soy una chica normal. Ahora llego a descubrir que él es uno de ellos. El tipo de chico del que me dije que me mantendría alejada ahora— Por supuesto que lo es. La vida me está lanzando una bola curva tras otra. Empiezo a pensar

que lo tengo todo junto y con un giro de un interruptor vuelvo a estar en el punto de partida. —Odio tener que decírtelo, Amelia, pero estás lejos de ser normal— Me río porque ella tiene razón. Nunca hago nada de la manera fácil. La licencia robada que tengo en el bolsillo es una prueba contundente de ello. —¿Qué tal si dejas de preocuparte por las cosas sociales y te concentras en decirle que va a ser padre?— Asiento, sabiendo que tiene razón. El bebé es lo primero y Ethan tiene derecho a saberlo. —Necesito ponerme mis bragas de niña grande sin importar el resultado que pueda tener para mí— Mia asiente con la cabeza en aprobación, pero un malestar se instala en mi vientre. No estoy preparada. Sé que en el fondo tengo miedo de que me rechace. ¿No sería eso lo normal? Puede que esté soltando todas estas bravuconadas pero no las siento exactamente hoy. —¡Smith! ¡Volemos de este lugar!— Me levanto rápidamente, agarrando la mano de Mia mientras la llevo hacia el coche. —Pensé que íbamos a decírselo. Que llevabas puestas tus bragas de niña grande— Sigo caminando. Lo único en lo que puedo pensar es en llegar al coche. —Olvidé que hoy no llevo ropa interior, así que tendrá que esperar hasta otro día— Oigo a Smith aclararse la garganta detrás de nosotros antes de que salga y abra la puerta del coche. Entramos e inmediatamente me relajo. —Está bien. Tal vez deberíamos investigarlo un poco más antes de decírselo— sugiere Mia, lo que me tranquiliza. —Vamos a necesitar un mejor equipo de espionaje, claramente—

Capítulo 4 Ethan —No los pierdas— le digo a Brock, uno de los hombres de Kurt, mientras sigue al todoterreno negro. Mi móvil suena mientras voy a llamar a Kurt. Tenemos un número de matrícula. Podemos empezar a rastrearla. Quiero saber toda la información sobre Amelia ahora. Salgo del edificio para verla subirse a la parte trasera del todoterreno. Había un hombre con ella que parecía ser un guardaespaldas. Me hace preguntarme quién es. ¿Por qué necesita un guardaespaldas? Estaba en la zona VIP esa noche cuando lo recuerdo. Era una despedida de soltera. La rabia me golpea fuerte de la nada. No pudo haber sido de ella. Se me escapó en medio de la noche. Aprieto la mandíbula. ¿Está casada ahora? ¿Me importa si lo está? Debería, pero eso no me va a detener. Ella se entregó a mí. Eso significó algo. Sé que en el fondo no fue un rollo de una noche para ninguno de los dos. La forma en que nuestros cuerpos se adoraban no era sólo por lujuria sino por algo más profundo. Aunque no lo dijera, lo sentí hasta la médula. Dejo la llamada de mi hermano, sabiendo que puedo llamarlo más tarde. Sé que su trasero entrometido quiere más información, pero de todas formas no tengo mucho que dar ahora mismo. Pulso el número de Kurt. —¿Qué tienes? — Pregunto antes de que pueda siquiera saludar. —El coche está registrado a nombre de un Maxwell Kennedy. Lo único que aparece es una dirección comercial. Dice que se ha casado recientemente con Mia Kennedy. Su apellido de soltera es Montgomery— Mi estómago se hunde cuando pienso en ella ya casada cuando sé que me pertenece. ¿Podría haberme dado un nombre falso esa noche?

Sé quién es Maxwell Kennedy. No es de extrañar que tenga seguridad sobre ella. Debería haberla llevado con ella esa noche. No veo cómo no podría hacerlo. Eso no tiene ningún sentido para mí. Ambos somos hombres ricos. Cuando la gente se entera de que tienes una debilidad, tratan de aprovecharla de cualquier manera. —Reenvíame todo lo que ya tienes. Quiero un informe completo sobre la Sra. Kennedy— Mi teléfono suena dos segundos después, alertando que su correo electrónico ha llegado a mi bandeja de entrada. Sé quién es ella inmediatamente. He visto las imágenes de la vigilancia del club esa noche una y otra vez. Ella había estado con mi chica esa noche. Debe haber sido la soltera. Eso significa que mi chica no pertenece a Maxwell Kennedy. Eso habría sido una pelea. El hombre puede ser tan despiadado como yo cuando se trata de negocios. Yo lo respeto. Lo he visto un puñado de veces. No me sorprende que haya sentado cabeza. La última vez que lo vi habló de estar inquieto. Que el trabajo no tenía la misma emoción. Pensé que estaba perdiendo la cabeza, pero ahora empiezo a entender lo que quería decir. No se pueden abrir tantos hoteles antes de que todo se vuelva aburrido. Después de un tiempo, básicamente puedes hacerlo mientras duermes. Aprendes temprano en los negocios para construir un equipo sólido que te apoye. El problema con eso es que se vuelven tan eficientes que prácticamente se encargan de todo ellos mismos, lo que significa menos desafío. Esta nueva información debe significar que mi chica es amiga de la esposa de Maxwell. Estoy seguro de que tengo el número del hombre en algún lugar. Le envío un mensaje a Kurt para que investigue a Mia Maxwell. Ella tiene que ser la que está conectada con Amelia. No hay forma de que hubiera echado de menos a Amelia a lo largo de los años si hubiera estado corriendo en los mismos círculos que yo. Destaca como un pulgar dolorido y no de mala manera. De una manera que hace que los hombres se arrodillen para rogarle que los ame. No se la puede echar de menos cuando está en una habitación. Esto me hace estar casi seguro de que es amiga de Mia. Creo que dijeron que había dos mujeres fuera de mi edificio, así que supongo que la otra que se deslizó en el

todoterreno puede haber sido Amelia. Las perdí por segundos y no tuve la oportunidad de ver a mi chica. Las seguimos un rato antes de que se paren fuera de un edificio que es más viejo mirando al exterior. El vecindario no es malo pero tampoco es el mejor. No me gustaría que Amelia caminara sola por la calle de noche, aunque sea una calle muy transitada. Algunas personas pueden pasar desapercibidas pero no mi Muñeca; tendrías que estar ciego para no verla. Tendré que ponerle un equipo de seguridad inmediatamente. No puedo arriesgarme a que nadie intente herir lo que es mío. La chica de pelo oscuro de la foto del email sale del todoterreno y sé que es Mia. Un momento después Amelia sale tras ella. Observo como discuten sobre algo por un momento antes de que Mia agarre a mi chica y le dé un abrazo. Aprieto mi mandíbula, deseando ser yo con mis brazos alrededor de ella. No debería estar celoso de que abrace a su amiga pero, joder, lo estoy. Han pasado meses desde que la vi, la toqué o escuché su dulce voz. Estoy dolido por ella en más de un sentido. Mia vuelve a subirse al todoterreno y se aleja de la acera. Amelia la observa irse antes de subir las escaleras y la entrada. Me deslizo del coche, sin querer dejarla escapar esta vez. No puedo soportar estar sin ella ni un segundo más y no puedo arriesgarme a perderla de nuevo. Puede que conozca el edificio en el que vive, pero no sé qué apartamento es el suyo. Estoy seguro de que ahora que Kurt la ha encontrado es sólo cuestión de tiempo que sepa todo lo que hay que saber sobre mi Muñeca. No soy conocido por ser un hombre paciente y estoy seguro de que no planeo convertirme en uno ahora. La espera está sobrevalorada; por eso no voy a hacerlo. Atrapo la puerta justo antes de que se cierre. Me quedo atrás, mirando como sube las escaleras de un piso. La sigo, viendo como mete la llave en una cerradura y empuja la puerta para abrirla en su lugar. Me muevo, agarrando la puerta antes de que se cierre. Ella grita pero nuestros ojos se cierran cuando intenta girar para cerrar la puerta completamente, causando que se detenga. Sus brillantes ojos verdes se abren cuando comprende quién soy.

—Ethan— Susurra mi nombre. No espero a que me inviten a entrar. Abro la puerta a empujones, dejándome entrar. La cierro, haciendo clic en la cerradura detrás de mí. —¿Qué estás haciendo?— Ella da un paso atrás, haciendo espacio para mí. Se ve tan hermosa como la primera vez que la vi. No lleva un vestido sexy que muestre sus piernas, pero me importa una mierda. Estoy agradecido de que esté tapada porque sé exactamente lo que hay debajo de esos pantalones negros. Besé cada centímetro de sus largas piernas y cada parte de ella que pude meter en la boca antes de desmayarnos. Doy la bienvenida al día en que pueda hacerlo de nuevo. —Robaste mi licencia de conducir— Y parte de mi corazón y mi alma. No digo esas palabras en voz alta porque no quiero asustarla. No todavía, de todas formas. Nunca debes mostrar tu mano demasiado pronto. Por lo que sé, es mía. Realmente no sé mucho sobre ella. Claro, Kurt me va a decir una tonelada de mierda cuando me consiga mi informe, pero todo será una mierda superficial. Quiero saber todo lo que pueda sobre ella, pero quiero que esa información provenga de ella. Para que se abra a mí y quiera compartir su mundo conmigo. —No tengo ni idea de lo que estás hablando— Ella inclina su barbilla hacia arriba en desafío. No trato de evitar que la sonrisa se forme en mi cara, aunque todavía estoy enojado porque ella se escapó. Estoy en la cima por encontrarla de nuevo y disfrutar de ese pequeño toque de rebelión que tiene en su interior, uno que sé que puedo llegar a derretir con mis manos y boca una vez que se las ponga de nuevo. —¿Es así? — Doy un paso hacia ella. Esta vez no da un paso atrás. El shock de verme está desapareciendo. Ella pone sus manos en sus caderas. La sudadera con capucha que lleva es demasiado grande para ella y es completamente negra. — Entonces, ¿Por qué estabas vagando fuera de mi edificio? — —Me encantan las largas caminatas alrededor de los edificios. Sé que a la mayoría de la gente le encantan los largos paseos por la playa, pero yo soy una chica de ciudad— Se encoge de hombros. No tengo ni idea de cómo evita reírse de su ridícula explicación pero es obvio que mi chica tiene una buena cara de póquer. Hago una nota mental de este pequeño

descubrimiento porque estoy seguro de que lo necesitaré más tarde. —¿También te gusta escabullirte de las habitaciones de hotel? — Eso le provoca una reacción. Baja la barbilla, mordiéndose el labio. —Sobre eso... — —Dime que no estás casada— Es lo que necesito saber más que nada. Necesito esas palabras más que mi próximo aliento. No veo un anillo en su dedo, lo cual es una buena señal. —¿Tomaste mi virginidad! ¿Cómo podría estar casada?— Ella me mira fijamente. Me gusta más que la mirada de culpabilidad que vi en sus ojos acerca de deslizarse de nuestra habitación de hotel esa noche. De nuevo, aunque sigo enojado por esa mierda, no me gusta ver que sus hermosos ojos verdes se vean tristes. Me gustaría quitarles las miradas de enfado, pero la tristeza no es una opción. —Podrías haberte casado después— contesto. Yo fui el primero en poseer su cuerpo. No quería decir que fuera el único. Han pasado meses. No culparía a un bastardo por intentar conseguirla. Dios sabe que he estado tratando de volver a ponerle las manos encima. —No, he estado ocupada— De nuevo, mantiene su cara estoica y me da uno de esos encogimientos de hombros despectivos. Mi chica tiene todo tipo de paredes que necesitan ser derribadas. Gracias a Dios que no tengo miedo al trabajo duro. Planeo derribarlos uno por uno por el tiempo que sea necesario para llegar a su corazón. Todo esto me da una idea de quién es ella. Empiezo a pensar que ella pensó que sólo seríamos cosa de una noche. No planeaba tener que preocuparme por todas esas paredes, pero aquí estoy de vuelta en su vida y ahora tiene que lidiar con ellas. —Me alegro de no tener que asesinar a nadie— Su cabeza se sacude. Puedo decir que otro de sus comentarios sabelotodo está por venir, pero no puedo detenerme. La agarro, tirando de ella hacia mí. No se resiste a que la abrace, dejando caer mi boca sobre la suya. Mi chica puede ser toda piernas pero todavía tengo unos buenos cinco centímetros sobre ella.

Sus manos agarran la chaqueta de mi traje mientras profundizo en el beso. Empujo mi lengua más allá de sus labios, obteniendo ese sabor a fresa por el que he estado muriendo. Ella suelta uno de esos gemidos que estan marcados en mi mente. Me he despertado muchas noches encontrándome a mí mismo follando mi propio maldito colchón porque estaba en medio de un sueño en el que me comía su coño, causando que me viniera encima. Con toda la fuerza que tengo, le suelto la boca, alejándome de ella. Mi chica es una de las que huye y no quiero empujarla demasiado lejos hoy. Me lamo los labios, queriendo más. Esa pequeña prueba no ha hecho nada para calmar mi anhelo por ella. Me agacho y me adapto. Sus ojos se dirigen a mi polla y sé por la mirada que hay en ellos que podría tumbarla en el sofá de detrás de ella en segundos conmigo dentro de ella. Por mucho que quiera que eso suceda, no puedo dejar que esto sea una repetición de nuestra primera noche juntos. Ella se levanta, tocando sus labios hinchados. La besé con fuerza, queriendo que me recordara después de salir de aquí. —Tus largas caminatas por los edificios mejor que no estén en algún perfil de un sitio de citas en alguna parte— le digo. Sus cejas se arrugan como si no supiera de qué estoy hablando. Sólo le lleva un segundo ponerse al día. —Estoy soltera. Puedo hacer lo que quiera— —No estás malditamente soltera— —Yo.. — A la mierda. La interrumpo de nuevo con otro beso, este más posesivo que el anterior. Cuando me alejo, su respiración es pesada. Sus ojos están llenos de lujuria. —Eres mía— Asiente con la cabeza. No estoy seguro de que sepa lo que está aceptando o si todavía está perdida en ese beso, pero joder si no me hace polvo el interior que pueda hacerla así. —Cierra la puerta detrás de mí— digo. Abre la boca, creo que para protestar porque me voy, pero se detiene. Le doy a mi chica una última mirada antes de salir. Se necesita todo lo que tengo para salir por esa puerta sin ella, pero sé que necesita tiempo para procesar lo que está pasando. Necesito tiempo para controlarme antes de hacer algo que la haga correr de nuevo.

Capítulo 5 Amelia —No puedo creer que se haya ido— dice Mia desde el otro extremo de la línea con un resoplido en su voz. Estoy acostada en la cama con mi portátil abierto y ella en el altavoz del teléfono. Mi mente está corriendo en un millón de direcciones diferentes, pensando en lo que pasó con Ethan. Nada ha cambiado en los tres meses desde la última vez que lo vi. Sigue siendo tan guapo como siempre y mi cuerpo sigue atraído por él. El problema es que quiero mucho más que eso con él y aunque dijo todas las palabras correctas, no sabe que hay un bebé en la mezcla todavía, lo que cambia todo. —¿Qué esta mal, Ángel? — Escucho a Max preguntar en el fondo. Estoy segura de que Mia tiene una mirada gruñona que coincide con la mía, lo cual no es normal. Siempre está sonriendo incluso cuando estamos en medio de una misión de espionaje. —Los hombres son raros. Eso es lo que está mal— le dice. Mia nunca ataca a nadie y sé que sus hormonas del embarazo están en pleno efecto. No creo que haya experimentado ningún efecto hormonal real aún de este embarazo, pero podría estar equivocada. —Te traeré un sándwich de helado— ofrece Max, sabiendo que eso servirá. Mia no puede resistirse a uno de esos. —Esos son mis favoritos— Su voz es más dulce que el helado. Me derrito un poco por dentro con su interacción, deseando tener a alguien que pase por esto conmigo. Mia es afortunada de tener un marido cariñoso a su lado en cada paso del camino durante su embarazo. Sin confusiones, estoy feliz por mi amiga. No digo ninguna de estas cosas desde un mal lugar. Es sólo que cada vez que me recuerdan dónde está ella y dónde estoy yo en todo esto, me doy cuenta de lo poco que

realmente he planeado. Especialmente después de esta noche y de lo que pasó con Ethan. Todo lo que hizo fue decir que yo era suya, besarme y luego irse. ¿Qué significa eso? —¿Tú también quieres uno?— Mia pregunta, como si estuviera sentada a su lado y no al otro lado de la ciudad. —No— miento, porque si digo que sí, querrá traerme uno y Max acabará enviando a uno de sus empleados a traer un solo sándwich de helado, lo cual es ridículo. —Vine a traerte esto— dice Max, seguido de un beso. — Volveré con tu helado— —Tengo el archivo— Puedo oír a Mia leyendo los periódicos. —No hay mucho— Si hay algo sobre Ethan, Max es nuestra mejor opción para encontrarlo. Él y yo nos hemos hecho muy amigos desde que él y Mia se casaron. Tenemos una gran relación y sé que no escatimará en gastos para conseguir toda la información que pueda para mí. —No podemos tener un descanso de este tipo— Hemos estado buscando en Internet para averiguar todo lo que pudiéramos sobre Ethan King. Realmente no hay mucho que encontrar. Heredo el negocio de los hoteles a su padre. Por lo que encontramos, parece que le fue entregado cuando estaba al borde de la bancarrota, pero Ethan le dio la vuelta. Su patrimonio neto podría rivalizar con el de Max. —Sólo esta relacionado con su madre y su hermano en lo que respecta a cualquier cosa social. No hay fotos de él con ninguna mujer, nunca— Una vez más, estas son todas las cosas que hemos descubierto por nuestra cuenta. Dejo escapar un suspiro, sintiéndome un poco derrotada. —Su hermano solía ser un poco salvaje, pero parece que también se ha calmado— Había muchas fotos del hermano de Ethan, Sean, en los clubes, festejando. Mientras hojeaba algunas de las revistas de chismes de la página seis para ver qué más podía encontrar, echaba un vistazo a Ethan aquí o allá. Siempre estaba en una de las inauguraciones de un nuevo club de su hermano. En casi todas esas fotos, Ethan esta en el fondo, normalmente aburrido. Supongo que las funciones sociales no son realmente lo suyo, pero va para ser solidario. Es un gran contraste con el hombre que conocí en el bar esa noche.

Parecía un chico malo al que le encantaba la fiesta y divertirse. Nunca lo habría considerado un hombre de negocios rico. Eso demuestra que nunca se puede juzgar un libro por su portada. Es realmente irónico cuando lo piensas. Había huido de lo mismo que siempre había pensado que quería y eso me cambió. Ethan me hizo darme cuenta de que lo que había estado buscando era superficial y ahora resulta que es el mismo tipo de hombre que busqué en el pasado. Sigo luchando con esto. ¿Caeré de nuevo en los mismos patrones, o Ethan podría ser ambas cosas? —No coincide con el sexy chico malo que me llevó a la cama esa noche— Todos esos tatuajes. El sexo salvaje y la necesidad de meterse dentro de mí. Lo había juzgado mal. Realmente no tengo ni idea de quién es Ethan King y no voy a conocerlo leyéndolo de un archivo o en línea. Cierro mi portátil y vuelvo a caer en mi cama para mirar al techo. —Estoy embarazada— Descanso mi mano sobre mi estómago. —Serás la mejor madre. No te metas en tu cabeza, Amelia— Me sujeto el labio inferior entre los dientes, no estoy tan segura de estar de acuerdo con ella. No sé nada sobre ser madre. La última vez que estuve cerca de niños fue cuando era niña y ayudaba en uno de los hogares de acogida en los que me alojaba. Cierro los ojos pensando en esos momentos, tratando de controlar mis sentimientos. Nunca dejo que mi mente vuelva allí, pero aquí estoy. —Estoy contigo— Mia irrumpe en mis pensamientos, sabiendo a dónde se ha ido mi mente. —Lo sé— Me pongo de lado. —¿Y si intenta quitarme el bebé?— Ese pensamiento aleatorio aparece en mi cabeza. Tiene la riqueza y el poder para intentarlo. —Nunca dejaríamos que eso ocurriera— El tono de Mia es casi mortal. Nunca la había escuchado tan enojada. —¿Y si quiere estar contigo? ¿Y si te quiere? ¿Has pensado en eso antes de ponerte a pensar en las cosas negativas? — Sé que tiene razón en que soy negativa y que vino a buscarme, pero eso fue sólo después de que lo acosé en su edificio.

—¿Y si sólo quiere recuperar su licencia y tener un poco de diversion mientras tanto? —Eso es lo que digo en voz alta porque no me atrevo a preguntar qué pasa si no me quiere a mí o al bebé. —¿Qué pasa?— Escucho a Max decir en el fondo. Estoy segura de que ha vuelto con su sándwich de helado. —Amelia cree que dejaríamos que alguien le quite su bebé. Está siendo totalmente irracional. Creo que son las hormonas del embarazo— Hace una pausa por un momento . — Espera, ¿Me trajiste sólo un sándwich de helado? Creí haber dicho dos— Claro, yo soy la que está siendo irracional aquí. —Aquí mismo— dice Max con una risa en la voz. Supongo que lo tenía en la otra mano mientras ella se comía el primero. —Dijo que eras suya. También dijo que no estas soltera. Los hombres no dicen esa mierda a menos que lo digan en serio. No es como si no pudiera... — Él deja de hablar cuando escucho un pequeño golpe. —¿Por qué me golpeaste? Podrías lastimarte la mano— —¿Por qué está tan duro tu estómago?— Mia se queja. —Pudiera conseguir otra mujer si quisiera— Termino lo que Max estaba a punto de decir antes de que Mia le cortara el paso. Ethan no sólo es guapo, sino que es asquerosamente rico y puede tener cualquier mujer que quiera. —¡Eso no es verdad! Eres única. ¿Podrías conseguir otra de mí, Maxwell?— —Nunca— responde al instante. —Podrías ser su otra mitad— dice Mia caprichosamente, creyendo en almas gemelas y en el verdadero amor. Nunca lo he hecho antes, pero Max y Mia han influido un poco en mi opinión. Se enamoraron en un abrir y cerrar de ojos. —Como siempre, mi esposa tiene razón— El pobre Max contesta. Ahora tiene dos mujeres embarazadas con las que lidiar. —¿Crees que a Ethan le parecerá bien que te mudes a la casa de al lado?— Mia sigue adelante. Cierro los ojos y la dejo porque es agradable vivir en esta fantasía que Mia está haciendo por un tiempo. Me enfrentaré a la realidad más tarde. O supongo que cuando vuelva a aparecer.

Capítulo 6 Ethan Abro las cerraduras de las puertas de mi coche cuando lo veo venir. Las calles y las aceras están vacías a esta hora de la noche. Se para justo delante de mi coche, dejando claro que está aquí para hablar conmigo. —Danos un minuto— le digo a mi conductor, quien asiente antes de salir del coche mientras Maxwell Kennedy se desliza en mi asiento trasero, dejando entrar el aire frío con él. Mis ojos se acercan a su ventana, preguntándome si tiene frío. Preguntándome si me dejará amarla por el resto del tiempo. El edificio no está en las mejores condiciones, pero es resistente y estoy seguro de que la calefaccion está bien. He estado tan concentrado en ella que no presté suficiente atención a todo lo que había en su casa. Siendo la temperatura una de ellas. Siempre que ella está cerca, tiendo a no estar en mi mejor momento. Ella me roba toda la atención y todo lo demás deja de importar. ¿Por qué me fui otra vez? Así es, para darle tiempo. A pesar de que ya ha tenido tres meses, parecía que mi chica necesitaba un poco más. Especialmente ahora que sabe que voy a ir a por ella. Espero haberle dejado claro ese sentimiento. La golpeé en la cabeza con un garrote como si fuera un cavernícola y la reclamé como mía. No tengo control sobre mí mismo cuando ella está cerca. La necesidad de tenerla como mía para siempre me sobrepasa. Aparto los ojos de su ventana. Las luces han estado apagadas durante horas. Max no ha dicho una palabra. Él y yo no hemos compartido mucho a lo largo de los años. Corremos en los mismos círculos, pero nunca hemos pasado tiempo fuera de eso juntos. Tengo el mayor respeto por el hombre. No es sucio ni rudo como la mayoría de los hombres de negocios. Ambos tenemos el mismo lema cuando se trata de

nuestras prácticas de negocios: trabajar duro y mantener nuestras manos limpias. —¿No deberías estar en casa en la cama con tu esposa?— No quiero que la pregunta salga llena de celos, pero lo hace, o quizás sólo lo escucho yo. No se trata de su esposa, sino de que tiene una. Daría cualquier cosa por tener a Amelia como mía y en nuestra cama. Estoy seguro de que no saldría a las dos de la mañana si lo hiciera. —Debería estarlo— escupe, sonando tan enojado como yo. —¿A tu esposa no le importa que estés vagando por las calles a las dos de la mañana?— —Mi esposa nunca tiene que preocuparse de dónde estoy. No le doy ninguna razón para hacerlo— Le doy una mirada aburrida. Puedo hacer esta mierda de mirar fijamente toda la noche. No tengo otro lugar donde estar. Por la mirada de Max, no podría decir lo mismo. Quiere estar en casa en la cama con su mujer. —Estoy aquí por mi mujer— Sí, su esposa, Mia Montgomery, bueno, Mia Kennedy desde hace unos meses, y mi chica Amelia Clark son cercanas. Se hicieron amigas rápidamente después de que empezaron a trabajar juntas en la Agencia de Cobros Remex. Mia ya no trabaja allí, pero Amelia sí. Me pregunto si debería seguirla al trabajo por la mañana o si debería pedirle que vayamos a desayunar. Aunque eso podría ser mover las cosas demasiado rápido. Me recuerdo a mí mismo que se supone que debo darle espacio. Mantenerse alejado de ella va a ser casi imposible. Voy a tratar de hacer lo mejor que pueda, pero no prometo nada. —¿Le gusta a tu esposa que des largos paseos por los edificios? He oído que eso es algo de moda ultimamente— Me siento sonreír por primera vez desde que dejé a Amelia sola en su apartamento. Mi chica tiene una columna vertebral. Mi sonrisa cae cuando pienso en la razón por la que alguien como ella necesitaría una. Desafortunadamente leí sobre su pasado cuando investigué la información que recibí sobre ella. Puede llamarme imbécil más tarde cuando lo descubra, pero no me importará. Pude ver en sus ojos cuando estaba en su apartamento que tenía todo tipo de paredes. Quería asegurarme de manejarla con cuidado y saber de su pasado me ayudará a hacerlo.

¿Y si sólo tengo una oportunidad para esto? Necesito estar preparado lo mejor que pueda y averiguar sobre ella es mi mejor oportunidad para no arruinarlo. Haré lo que sea necesario para hacerla mía. Si eso me convierte en un imbécil, entonces puedes llamarme uno, siempre y cuando consiga a mi chica y hacerla feliz. —Disfruto haciendo todo lo que le gusta a mi esposa— Ahora sólo está presumiendo. —Escupe lo que sea que hayas venido a decir, para que puedas volver con tu esposa y yo pueda volver a... — Me detengo, no estoy seguro de cómo llamar a lo que estoy haciendo. —¿Acechar? — se ofrece. ¿Es eso lo que estoy haciendo? Supongo que sí. —No es que yo sea quien para juzgar. Usé algunas tácticas que podrían ser mal vistas por la mayoría para conseguir a mi Ángel. No me arrepiento de ninguna de ellas— Casi sonrío con sus palabras. Prefiero pensar que lo que hago es vigilar a mi chica, pero es todo lo mismo. —¿Te gustaría compartir? — Aceptaré cualquier consejo que pueda conseguir. Dicho esto, mucha de la información que recibí sobre Amelia también roza la vida de Mia porque las dos están muy unidas. No han sido amigas por mucho tiempo pero han hecho mucho juntas en un corto período de tiempo. Los dos vinieron de dos mundos muy diferentes y son diferentes en muchos sentidos. —Si le haces daño a ella, yo tendré que hacerte daño a ti— Max da un largo suspiro. —Sabes que no estoy aquí para hacerle daño— Estoy aquí para amarla por el resto de mi vida. Para hacerla mi esposa. Nadie tiene que preocuparse de que yo la lastime. —Todavía tenía que decirlo— Se encoge de hombros. —Y deja esta fría actitud de mierda conmigo. Si esto es lo que creo que es, estamos atrapados juntos, así que mejor que te acostumbres a que estare cerca— —¿Así que no estás aquí para decirme que me vaya a la mierda?— Honestamente pensé que eso era lo que iba a hacer. No conozco bien a Max, pero lo respeto aún más después de esto. Puedo ver que se preocupa por mi chica, pero de una

manera fraternal. El que venga aquí no es sólo por su esposa, sino porque él también cuida de Amelia. —¿Serviría de algo? — —No— —No lo creí— Abre la puerta del coche. —¿Eso es todo? — No sé por qué esperaba más. —Ah. Ahora quieres ser platicador— Se ríe, saliendo del coche. Se inclina para mirarme. —Cuidado con ella— advierte antes de cerrar la puerta del coche, sin darme nada más. Por mucho que odie que Max conoce a mi chica un poco mejor que yo en algunos aspectos, estoy agradecido de que haya tenido a alguien como él en su vida para cuidarla. Todavía me lo pone demasiado fácil si es tan protector con ella como dice ser. O tal vez lo consiga. Él ha estado aquí. Aún no tengo idea de cómo Max conoció a Mia, pero todo pareció suceder bastante rápido. Nada de esa información estaba en la carpeta. Max y yo llevamos vidas bastante solitarias debido a nuestro éxito. No confiamos en la gente fácilmente y para ser honesto, no solemos salir mucho. Nuestro mundo no suele chocar tanto con el mundo exterior. Fue un accidente que el mío se cruzara con el de Amelia esa noche. Retiro lo dicho. No fue un accidente sino el destino lo que me tuvo en el club de mi hermano esa noche. Nuestros caminos se volverán a cruzar muy pronto. Mi mirada vuelve a su ventana. Quiero darle tiempo, pero incluso Max podría ver que esto ya es una conclusión previsible. Podría estar haciendo todo esto mal. El tiempo podría ser lo último que ella necesita.

Capítulo 7 Amelia Me doy la vuelta, agarro mi teléfono y apago la alarma. No quiero ir a trabajar hoy. Me siento agotada tanto física como emocionalmente. He estado dando vueltas la mayor parte de la noche, sin poder conseguir que mi mente deje de correr. Me acurruco más profundamente en la cama, debatiendo si debo enviarle un correo electrónico a mi jefa informándole que no voy a estar hoy. Tengo un montón de días de enfermedad y nunca me tomo vacaciones. Esencialmente he estado acumulando tiempo libre por si alguna vez lo necesitaba. Normalmente no hay una razón suficiente para que no vaya a trabajar. La necesidad de trabajar y asegurarme de que nunca me quede sin nada me motiva cada día. Al menos ahora tendré mucho tiempo para tomarlo cuando llegue el bebé. Mi siguiente pensamiento es qué estará haciendo Ethan. Siempre lo es. Pienso en él antes de dormirme cada noche y lo primero que hago cuando me despierto. La mayoría de las noches también sueño con él. Pero estoy acostumbrada a no tener lo que quiero. Al crecer como yo, uno se familiariza con la decepción y la soledad. Claro, había gente que me cuidaba de la manera más básica que se cuida a un niño. Me proporcionaban ropa y comida, la mayoría de las veces, pero ninguno de ellos me daba amor. Nunca me sentí querida, así que ahora con todas estas cosas que están sucediendo con Ethan, no sé cómo manejar realmente esas emociones. La confianza es otra de mis debilidades. Demasiadas veces fue rota por los adultos, lo que me llevó a desconfiar de todo el mundo. Cierro los ojos y trato de deshacerme de todos estos pensamientos. Es demasiado pronto para que yo esté nadando en todo esto. —Buenos días—

Grito y me siento en mi cama con el sonido de la voz de Ethan. Él está de pie en la puerta de mi dormitorio, apoyado contra la pared. Antes de que pueda comprender que está en mi apartamento, salto de la cama, con la mano volando sobre mi boca mientras corro a mi baño. Me tiro al inodoro sin que salga nada. El calor me llena la espalda mientras Ethan se sienta detrás de mí, sus manos frotando mi espalda. Me inclino hacia él, mi cuerpo buscando su calor. Estoy demasiado cansada para preocuparme de cómo demonios entró en mi apartamento en este momento. Eso puede esperar hasta más tarde. Me encanta el hecho de que esté aquí. Que para variar, alguien me está cuidando. —Déjalo salir, Muñeca— Me lloran los ojos cuando me llama así. Mi mente recuerda la noche en que estuvimos juntos. Úsame, muñeca. Toma lo que quieras. Esas palabras que él había pronunciado tan a menudo se reproducen continuamente en mi mente. Su voz profunda y ronca me había animado esa noche a quitarle todo el placer que podía soportar. Lo había dejado ir y lo había hecho. Algo que nunca me permití hacer. La idea me pareció extraña en ese momento. Pero todo el tiempo con Ethan, había confiado en él lo suficiente como para dejarlo ir completamente. Había tomado lo que quise. Al ser él. Mi cuerpo sabía que debía confiar en él y había seguido mis instintos. Le había dado mi cuerpo esa noche, pero lo que no había planeado era darle mi corazón. Me había alejado porque tenía miedo de que me hiciera daño. Que me dejara como todo el mundo lo ha hecho durante toda mi vida. Sabía que esa noche él tenía el poder para hacerlo. Me relajo más en él, dejando que mi cabeza vuelva a su pecho. No tengo ni idea de cómo ambos estamos encajando en mi pequeño baño, pero lo estamos haciendo. —¿Qué estás haciendo en mi apartamento?— Por fin recuerdo que básicamente entró en la casa. —Olvidaste darme una llave— Me besa el cuello. —¿Por qué te daría una llave?— Yo resoplo. Se pone de pie, llevándome con él. Agarra una toalla de mano del estante antes de abrir el agua y mojarla. Me la lleva a la boca y

comienza a limpiarme. Me quedo parada y dejo que me cuide. No estoy segura de si lo hago porque me gusta cómo se siente o porque todavía estoy sorprendida de que esté aquí en mi apartamento y actúe como si no fuera gran cosa. Sé que cerré la puerta principal. —¿Necesito llamar a seguridad?— —Tu edificio no tiene seguridad— prácticamente gruñe antes de agarrar mi cepillo de dientes, poniéndole pasta de dientes para mí. No parece satisfecho con la falta de seguridad que tiene mi casa. —A menos que cuentes al tipo que puse al frente. Pondré su número en tu teléfono— —Me encanta tener los números de hombres en mi teléfono— Yo sonrío, quitándole el cepillo de dientes. —Te doblaría sobre este lavabo y te pondría el culo de color rosa por ese comentario, pero estás enferma así que tendrá que esperar— Mis pezones se tensan ante su amenaza. Me meto el cepillo de dientes en la boca para no decirle que estará esperando meses. Este es mi primer ataque de náuseas matutinas. Salió de la nada. Igual que él. —¿Te apetece una tostada o algo así?— pregunta. Asiento con la cabeza. Quería vomitar hace dos segundos, pero ahora me muero de hambre. Me besa el hombro otra vez. —Estaré en la cocina, Muñeca— Se gira para dejarme sola en el baño. Me miro en el espejo y me quejo. Me doy cuenta de que parezco un maldito desastre. Hago lo mejor que puedo para recomponerme. No debería importarme. Está aquí en el apartamento que irrumpió. No sé por qué me hace sonreír que lo haya hecho, pero lo hace. Pensar que me necesita tanto como para entrar me llena la mente y el corazón. Me cepillo el pelo y me pongo un poco de rímel antes de ir a la cocina. Ya puedo oler la comida. Me asomo para verle sentado en la pequeña mesa que tengo allí con la comida ya hecha. No pierdo los contenedores de comida para llevar junto a la basura. —No soy el mejor cocinero— me dice antes de sacar una silla para mí. Me acerco, tomando asiento. Mis ojos se posan sobre él. Estoy bastante segura de que lleva puesto lo mismo que ayer. Sus pantalones están un poco arrugados. Su chaqueta no está. Su camisa abotonada está enrollada en las

mangas. Se parece más al hombre que conocí en el bar hace meses que al hombre de negocios que se que es. —Debe ser bastante malo si ni siquiera puedes hacer tostadas— Miro la pequeña mesa llena de comida. —¿Cómo demonios has conseguido que te traigan comida para llevar tan rápido?— Es en esa fracción de segundo que recuerdo quién es y cuánto dinero tiene. Por supuesto que puede conseguir lo que quiera en un abrir y cerrar de ojos. No sé si son las hormonas del embarazo u otra cosa, pero de repente me siento mal. El que haya entrado en mi casa no parece tan entrañable como hace unos segundos. Por supuesto que piensa que puede hacer lo que quiera porque tiene dinero. —Lo traje conmigo— responde. —¿Por qué frunces el ceño, Muñeca? ¿Te sientes mal otra vez?— La mirada de preocupación en sus ojos me hace enfriar un poco. Me extiende la mano, me mete un mechon de pelo detrás de la oreja antes de sentarse conmigo. —No puedes irrumpir en mi casa y tratar de apoderarte de mi vida— Lo miro a escondidas bajo mis pestañas y veo cómo el dolor le cruza la cara. Instantáneamente me siento mal por ser mezquina. Lo he querido cerca toda la noche y ahora está aquí. ¿Cómo sería tener a alguien que me cuidara? Por una vez tener a alguien en quien apoyarse. Creo que es aterrador pensar que podrías tener eso y que luego te lo quitaran. —Nunca intentaría tomar el control de tu vida— Deja escapar un profundo suspiro antes de cruzar la mesa y agarrar mi mano. Su toque me calma inmediatamente. —Sólo quiero ser parte de ella. No lamento haber entrado porque llegué aquí cuando me necesitabas. Siempre estaré aquí para lo que necesites— Lucho contra las lágrimas que intentan llenar mis ojos ante su declaración, pero antes de que una se derrame, rápidamente cambio de tema. —¿Es tocino lo que huelo? — Me deja evitar las sentidas palabras que me dijo hace un momento, pero no me suelta la mano inmediatamente ni aparta la mirada de la mía. Mi estómago gruñe, lo que finalmente rompe nuestra mirada. —Necesitas comer— Desliza un plato de tocino hacia mí. Pierdo todo el sentido cuando lo veo. Voy a tomarlo, pero Ethan sigue agarrándome la mano. Sonríe cuando intento liberarme.

La agarra un poco más fuerte cuando se acerca con la que tiene libre, toma un trozo de tocino y me lo lleva a la boca. Protesto y le digo que puedo alimentarme sola, pero me gusta que me cuide. Además, es tocino y me muero de hambre. —Mejor cuida esos dedos tuyos. Tengo mucha hambre— digo en broma para matar el silencio que se ha establecido entre nosotros. Lo veo sonreír justo antes de darle un mordisco al tocino que me ofrece. Gimoteo mientras la bondad del sabor golpea mi lengua. Mis ojos se cierran con los suyos. Los suyos están llenos de calor. Sé exactamente lo que quiere comer. A mí.

Capítulo 8 Ethan La veo desayunar preguntándome si debería llamar a un médico. Para alguien que casi vomita, de repente parece estar bien ahora. La culpa me hace sentirme mal por haberla asustado y por eso se enfermó. ¿Asustar a alguien puede hacer que se enferme? Llamaría a un doctor ahora, pero estoy demasiado ocupado sosteniendo una de sus manos y viéndola comer. —¿Son estos los panqueques de Milly? — —Sí— Me aseguré de llevarle el desayuno de su restaurante favorito a la vuelta de la esquina. Su tarjeta de débito muestra que va allí casi todas las mañanas. Sí, yo también me metí en eso. Voy a tomar todas las ventajas que pueda conseguir cuando se trata de ella. Si averiguar lo que le gusta comer es una de esas cosas, entonces lo haré. —¿Alguna vez lo has probado?— Corta un pedazo de panqueque con su tenedor, ofreciéndome un bocado. Abro y dejo que me alimente como lo hice antes con ella. No pruebo nada porque estoy demasiado envuelto en el dulce olor a fresa de ella y el calor de mi mano sosteniendo la suya, pero hago un sonido como si estuviera disfrutando de ellos. Puedo decir que está esperando una reacción de mi parte y le doy una. Me da una pequeña sonrisa. Me da otro bocado antes de volver a alimentarse. La observo. No podría apartar los ojos aunque ella me lo pidiera. Está claro que el pequeño control que tenía cuando dejé su apartamento ayer se ha ido. He entrado en su casa. Supongo que no es allanamiento de morada si tienes una llave. Una llave que obtuviste en las primeras horas de la mañana al comprar un edificio por el triple de lo que valía, pero aún así era una llave y eso es todo lo que importa. Habría pagado más por esa llave si me hubiera llevado a Amelia.

—¿Te sientes mejor?— Yo pregunto. Sigo esperando que me pregunte cómo llegué aquí. Parece que está enfadada pero de acuerdo con ello. Es difícil leer su estado de ánimo. No está gritando para que me vaya, pero tampoco está abriendo los brazos para darme la bienvenida. Está comiendo la comida que traje y se inclinó hacia mí cuando la cuidé en el baño, así que eso debe significar algo. Me tomaré el tiempo que me dé en este momento. —Sí. Estoy bien— Se encoge de hombros. —Puedo llevarte al médico— le ofrezco. —No, estoy bien— se apresura a decir. —Realmente no hay necesidad— —Puedo hacer que uno venga aquí si no te apetece salir— —Tengo trabajo— Se aparta de su silla, terminando con cualquier charla sobre un médico. Trabajo. Sí, sabía que eso iba a pasar. No quiero que se vaya a ninguna parte. Podría comprar el lugar en el que trabaja pero eso probablemente la haría enojar. ¿Tal vez podría cerrarlo? Entonces probablemente se volvería loca pensando que se ha quedado sin trabajo. —Llama para excusarte— Me quedo de pie. La agarro, tirando de ella hacia mí. —Pasa el día conmigo— —Podemos tener un rapidito antes de que me vaya a trabajar. No hay necesidad de todo esto— Ella agita su mano en la comida. La dejo ir. —Estoy en el juego. No necesito todo el cortejo. Es bonito pero innecesario. Soy una cosa segura— —Amelia— Me alejo de ella. No estoy aquí para eso. Oh, la tomaré, que no me malinterprete, pero no quiero sólo ese aspecto de ella. Lo quiero todo con ella. La frialdad con la que solto esas palabras desaparece. Una mirada vulnerable aparece en su cara. —Te llevaré a la cama si quieres. Te daré tu rapidito— le digo. Hago un gesto hacia la comida de la mesa. —Esto es necesario. Tú eres mi mujer. Yo te cuido. Prefiero pasar el día contigo pero si todo lo que me das son unos minutos de tu tiempo, los tomaré como el hombre hambriento que soy por cualquier atención tuya— Su boca se abre y luego se cierra. Despejo el espacio que puse entre nosotros, tirando de ella hacia mis brazos. —Ve a decirle a tu jef que no vas a trabajar— Me inclino y la beso. Lo

hago rápido antes de que termine clavándola a la pared. La suelto, la giro hacia el dormitorio y le doy un pequeño golpe en el culo. Ella salta, y se lanza hacia su habitación. Creo que no sabe qué decir. Estoy seguro de que volverán a ella en un momento. Esa boca inteligente suya volverá a levantar la cabeza. Me encanta eso de ella. —Llamaré, pero no porque me lo hayas dicho. Iba a hacerlo de todos modos— grita desde su dormitorio. Ahí está. Sabía que tendría algún tipo de respuesta sarcástica. Sonrío, disfrutando el fuego que está dentro de ella más que la mirada triste que cruzó su cara antes. No tiene ni idea, pero en ese momento me mostró que tiene algunos problemas de abandono muy arraigados. De nuevo, me pregunto si irme ayer fue la mejor idea. No volveré a cometer ese error. Además, sé que tengo que andar con cuidado por un tiempo porque ella todavía necesita un momento para ponerse en pie. Sus problemas con el abandono no van a desaparecer de la noche a la mañana y sé que la única manera de ayudarla es probando que no me voy a ninguna parte. Puede que intente apartarme, pero no se lo permitiré. Pronto se dará cuenta de que soy de ella para siempre y estoy dispuesto a esperar el tiempo que sea necesario. Su boca puede decir lo contrario a veces, pero sus ojos me dicen la verdad. Ella quiere ser amada y yo voy a ser el hombre que le dé eso por el resto de nuestras vidas. Miro alrededor de su casa. Está limpio, pero por alguna razón no se siente como su estilo. Todo es un poco demasiado perfecto. Ninguno de los duendecillos salvajes que siento que vienen de ella se refleja aquí. Se parece más a un apartamento en el que una persona normal viviría. Amelia tiene esa chispa especial en ella. Está llena de vida y actitud. Esta casa no refleja eso en lo más mínimo. No es una mujer común y corriente y eso es lo que es este lugar. —¿Y ahora qué?— Amelia pregunta un momento después, paseando por el pasillo y resoplando. —Podemos hacer lo que quieras— Cuando ella me alcanza, la agarro, jalando de ella hacia mis brazos. No puedo evitarlo. Ella no lucha conmigo pero pretende soltar un suspiro de

enojo. Empiezo a notar que todas esas pequeñas rabietas que hace sobre algo que hago son falsas. —Supongo que debería comprar nuevas cerraduras— —Puedo ordenar nuevas cerraduras si lo desea— —Te quedarías una llave. ¿Cómo te conseguiste una para empezar?— Su nariz se contrae de la manera más adorable. Incluso sus pucheros son muy sexys. —Soy un hombre de muchos talentos— Se funde en mí un poco más, poniendo su mano en mi pecho. Espero que esté recordando cómo se sentía cuando estábamos juntos. Lo que le hice a su cuerpo. Cómo nos enamoramos. Puede que aún no haya descubierto que es amor, pero sé que ella también lo siente. —¿Qué estamos haciendo aquí?— pregunta. Su voz es suave y seria al mismo tiempo. Una pizca de duda la tiñe, lo que me hace sentirme avergonzado. —Te lo dije. Eres mía— Me aferro a ella más fuerte, mostrándole que no estoy jugando. Tratando de hacerle saber que siempre estaré aquí para ella. —No puedes irrumpir en mi casa— No hay poder detrás de sus palabras. Creo que cuanto más piensa en mí entrando, más lo disfruta. Que estoy luchando por ella. No dejaré que nada se interponga entre nosotros. Sé que ella siente esto entre nosotros. Por eso vino a mi edificio, para empezar. Sabe lo que quiere, pero también tiene miedo. Seguiré derribando esos muros por ella. —Es un recordatorio de que no me detendré ante nada para tenerte— —Eso debería asustarme— Ella exhala. —Pero no lo hace. ¿O lo hace?— Ella sacude la cabeza, no. —Sé que lo que hice fue una locura, pero me parece que estoy un poco loco cuando se trata de ti— —No me conoces— Su cabeza baja, escondiendo esos ojos verdes de mí. —Sé más de lo que crees que sé— —Investigue sobre ti, también. No pude encontrar una mierda— Ella frunce los labios, parece molesta por no encontrar nada sobre mí. Al menos no está enfadada porque yo la haya investigado. Le tomo la mano.

—Entonces déjame mostrarte— No tengo nada que ocultar. No cuando se trata de ella.

Capítulo 9 Amelia —Pensé que eras dueño de hoteles— pregunto mientras salimos de la parte de atrás de la camioneta. Ethan cierra la puerta tras de mi antes de que su conductor pueda hacerlo. ¿Cuántas veces he caminado delante de este edificio esperando encontrarme con él? Más de las que admitiré en voz alta. —Lo hago pero no trabajo con ellos— Me toma de la mano y me lleva adentro pasando la seguridad y la recepción. No intentan detenerlo pero me miran de forma extraña. Levanto mis cejas hacia ellos en una pregunta ¿Qué demonios estás mirando? Todos apartan sus ojos de nosotros. Odio que me miren con desprecio. Debería estar acostumbrada a ello con la forma en que crecí, pero todavía me molesta. Sé que no estoy bien vestida, pero no me importa. Llevo pantalones de yoga gruesos y un suéter demasiado grande para mí. Lo he emparejado con unas botas de invierno. No hace frío afuera, pero hay una pequeña corriente en el aire. —Son curiosos, eso es todo— dice Ethan cuando entramos en el ascensor. —Más bien fisgones— —Eso también— Se ríe mientras golpea el botón hasta el último piso. —No están acostumbrados a verme aquí tan tarde o a sostener la mano de una mujer— —Yo tampoco traería a mi aventura de una noche a trabajar conmigo— trato de bromear. Es algo que siempre hago cuando me siento incómoda. —Intentaste hacernos un rollo de una noche. Yo no— Me mira mientras me mete en su costado. —¿Cómo te está funcionando eso?— Me río. —Eres difícil de perder. Te lo reconozco— No es que quisiera expulsarlo. Que él aparezca ha sido tan surrealista. Me ha localizado. Vino a buscarme. No estoy segura de que

sepa cuánto me hace quererlo aún más. Creo en él. Confío en él. —No me importa perseguir si es algo que realmente quiero— Se inclina hacia abajo. —Siempre consigo lo que quiero al final— Pega su boca contra la mía. No tiene ni idea de que conmigo ahora viene un bebé. Me pregunto si eso podría hacerle cambiar de opinión. Debería decírselo. Realmente debería, pero me encuentro empujando el beso. Un aclaramiento de garganta lo hace retroceder. Las puertas del ascensor están abiertas. Una mujer alta de pelo oscuro está ahí de pie con un aspecto perfecto y me hace dudar de mi elección de ropa. —Señor— Ella asiente con la cabeza a Ethan. Puedo decir que está luchando contra una sonrisa. —Emily, esta es Amelia. Amelia, esta es Emily. Ella dirige las cosas por aquí— Saco mi mano, tomando la de ella. —Es un placer conocerte— Ella me da una sonrisa genuina que se encuentra en sus ojos. —También me alegro de conocerte— Me suelta la mano cuando entra en el ascensor. Ethan nos acompaña. —Le enviaré un mensaje de texto a Brandon diciendo que estás aquí y que envíe tu café— Se extiende, evitando que las puertas del ascensor se cierren. —¿Puedo hacer que te traiga algo, Amelia?— —Llámame Mel— le digo. —Y estoy bien— No estoy segura de que se me permita tomar café, así que lo paso. Creo que hay todas estas reglas cuando estás embarazada. No he ido al médico, así que no sé lo que debo o no debo hacer todavía. —Envíale un chocolate caliente al menos en caso de que cambie de opinión— dice Ethan. —Lo haré— Ella asiente con la cabeza. Su mirada se dirige a Ethan y su sonrisa cae. —Tengo que tratar con Janet en contabilidad. Volveré en un rato— Ella deja la puerta abierta. Sé por la mirada en su cara que no me gustaría ser Janet en este momento. Eso es seguro. —Mi oficina— Se mueve hacia el final del pasillo. Su mano sigue sosteniendo la mía mientras me lleva por el pasillo. Todos miran hacia nosotros con los ojos bien abiertos.

—Puedo decirles que vuelvan al puto trabajo— se ofrece. — O puedes hacerlo tú— —Está bien— me apresuro a decir, no quiero que le ladre a todo el mundo. Trabajo en una oficina, sé mejor que nadie cómo es ser curiosa. He estado en la sala de descanso con Mia más de un par de veces chismorreando. Especialmente cuando alguien nuevo entra en el espacio de trabajo. No son exactamente chismes, sino curiosidad. Eso es lo que Mia y yo nos hemos convencido de que es. —Tal vez deberíamos darles algo de lo que hablar— Dejo de caminar y le jalo de la mano. Se gira mientras me empujó hacia él. No hay duda de su parte mientras le pongo la otra mano en el cuello, lo bajo y lo beso delante de todos. Eso debería darles algo de qué hablar un poco. Cuando me abraza y empieza a levantarme de los pies, me echo hacia atrás, silbando su nombre. Me lleva a su oficina, dejando que la puerta se cierre detrás de nosotros. —No quería darles tanto de qué hablar— Le doy un golpecito en la mejilla, aunque yo empecé todo el asunto. — Estaremos en la página cinco— —No es que me importe si lo somos, pero les pago bien. Mi personal sabe cómo mantener la boca cerrada. El acuerdo de no divulgación que firman al ser contratados también ayuda con eso— Me pone de pie. —¿Es por eso que nunca hay nada sobre ti en las revistas de chismes?— Todo empieza a tener sentido ahora. Tal vez no sea un santo, pero tiene todo bien escondido. Se asegura de que todos los cabos sueltos estén atados. No sé por qué, pero eso me deja un sabor amargo en la boca. Pensar que él está con otras mujeres tiende a hacerme eso. Trato de alejarme de él, pero él sólo me sujeta con fuerza. —Soy bastante aburrido— admite. —Aquí es donde paso la mayor parte de mi tiempo. Mi hermano prospera en ser el centro de atención— Eso me hace sentir un poco mejor. No tengo motivos para estar celosa, pero no me gusta la idea de que esté con otras personas. Miro alrededor de su oficina gigante que es más grande que mi apartamento. Todo está limpio y en su lugar. Me recuerda un poco a mi casa, pero no tan elegante. No hay ninguna llamarada en él. Es lo que debería ser una oficina.

—Es más grande que mi casa. No me extraña que vivas aquí— Me alejo de él para fisgonear abiertamente en su oficina. Él no me detiene. Termino en su escritorio, dejándome caer en su silla. —No hay fotos— Su escritorio está casi desnudo excepto por los tres monitores que tiene. Doy un pequeño grito cuando mi mano golpea el ratón del ordenador, despertándolos. Mi cara aparece en todos ellos. Mis ojos están cerrados mientras estoy en la cama del hotel. Debo haber estado dormida. Mis mejillas son de color rojo rosado y mis labios están hinchados por nuestros besos. Parezco feliz. —¿Qué decías?— Retiro mis ojos de la pantalla para mirarlo. Está sentado en una de las sillas frente a su propio escritorio. —Me veo... — No se me ocurre una palabra. —¿Feliz? ¿Pacifica? ¿Sexy como la mierda? — ofrece. Asiento con la cabeza. Lucho contra el escozor de las lágrimas en mis ojos. No recuerdo haberme quedado dormida esa noche, pero debo haberlo hecho por un momento. Me robó la foto sin que yo lo supiera. Demonios, también me robó el corazón esa noche. —No debí haberme ido— digo, admitiendo finalmente en voz alta las palabras que he estado pensando desde que salí de ese hotel. —Te lo dije. No me importa perseguirte— Se inclina hacia atrás en la silla. —Tengo el presentimiento de que no será la última vez que tenga que perseguirte— No parece que le importe. No parece preocupado en lo más mínimo por atraparme; en cambio, parece confiado en el hecho de que siempre lo hará. Su declaración tiene mi corazón haciendo algo gracioso en mi pecho. No recuerdo ningún momento en que alguien quisiera reclamarme como suya y mantenerme. Vaya. Empiezo a sonar tan sentimental. Tienen que ser estas hormonas del embarazo. —No voy a correr— Vielvo a mirar hacia las pantallas llenas con mi cara. Quiero esa mirada de nuevo. Lo quiero. Quiero que él también me quiera. Que no se quede porque se entere de que estoy embarazada. No hay prisa por decírselo. Tengo un poco de tiempo. —Te deseo— lo admito.

—Sé que me deseas— No suena arrogante mientras lo dice. —Quiero más que eso— —¿Y si no tengo más para dar? — Me lamo los labios, sintiéndome inestable. No puedo conseguir que mi propia mente se asiente en lo que quiero. Un segundo creo que se asustará si se entera de que estoy embarazada y al siguiente tengo miedo de que sólo quiera quedarse conmigo porque estoy embarazada de él. Oh, no olvidemos la que había pensado sobre él quitándome el bebé por completo. ¿Qué excusa usaré después porque tengo miedo de que las palabras que dice sean verdaderas? ¿Que realmente está aquí para darme todo de él? ¿Que está enamorado de mí? Tengo tanto miedo de admitir que lo amo porque no sé cómo manejarlo. Me hace sentir fuera de control. Pero por primera vez, quiero intentarlo. Quiero amar y ser amada. —Llegaremos a eso— Se pone de pie, dando la vuelta al escritorio. —Voy a hacer que te enamores de mí, Muñeca. Necesito todo de ti— Quiero decirle que ya estoy allí, pero no lo hago.

Capítulo 10 Ethan Me paso la mano por la cara, sintiéndome frustrado. No quiero presionarla, pero sé que ella me oculta algo. No puedo entender qué es, pero puedo sentir que se detiene. También le he estado escondiendo algo. Mi jodida polla. Me agacho, ajustándome. He tenido una erección constante con mi Muñeca siempre revoloteando. Actualmente está dormida en mi cama. Su cabello está despeinado y deja salir sexies pequeñas bocanadas de aire mientras duerme. Se ve hermosa y suave cuando está dormida. Ese frente duro en que ella siempre se trata de esconder no se encuentra en ninguna parte. Todo lo que ella hace me excita. Cada beso y cada toque es como un regalo para mí. Ya pensé que la amaba esa noche hace muchos meses, pero en los últimos días he caído más profundamente con cada cosa nueva que aprendo sobre ella. Una cosa era leer sobre su vida en los archivos que había conseguido, pero otra muy distinta era escucharla directamente de sus labios. Ella realmente ha tratado de abrirse a mí tanto como puede. Sé que llegaremos allí, pero esperar para hacerla mía para siempre es una tortura. Sin embargo, no tengo otra opción porque mi pequeña flor necesita cuidados y amor para que pueda florecer. Ella es delicada y sé que necesito manejarla con cuidado. Es divertida, dulce y demonios, qué ella tiene una buena manera cuando quiere jugar. Es todo el maldito paquete. Le han dado una carta de mierda en este juego de la vida. Ella vino a este mundo en circunstancias menos que ideales y no se desquitó con nadie. A menos que se cuente a sí misma. Ella levanta paredes para mantenerse a salvo. Lo entiendo.

Si pasas toda tu vida sintiéndote no deseado, da miedo pensar que alguien realmente te quiere. Pensando que hacer si alguna vez quisiera dejarte. Entiendo de dónde viene. Puede que no esté de acuerdo con eso, pero entiendo por qué siente la necesidad de levantar esas paredes. Sin embargo, no tiene que preocuparse, porque nunca iré a ningún lado. Estoy siendo paciente, bueno, tanto como puedo sin realmente dejarla fuera de mi vista. Estoy tratando de demostrarle que soy de ella para siempre. Que nunca tiene que preocuparse de que la deje porque ella es mi vida, mi para siempre. Creo que estoy progresando un poco. La he convencido para que llame al trabajo esta semana. Ella no peleó conmigo por quedarse en mi casa. Ella en realidad parece bastante desapegada a su lugar. En los pocos días que ha estado aquí, ya le ha dado a este lugar más vida que nunca. No solo eso, ella le ha dado algunos toques. Cuando fuimos al mercado de antigüedades una tarde, señaló algunos artículos que pensó que eran bonitos. Compré cada pieza en la que ella mostró interés. Hice que los trajeran a mi casa, donde escogió lugares que creía que eran apropiados para ellos. Me hizo sonreír, sabiendo que, a diferencia de su propio departamento, los cambios que hizo en el mío mostraban signos de su personalidad. Es más revelador de lo que ella se da cuenta. Significa que está cómoda en mi espacio. Tomaré cada pequeña victoria que pueda cuando se trata de ella. Esta tan acostumbrada a no hacer permanente ningún lugar en el que permaneció. Parece que nunca se esfuerza demasiado para que sea un hogar real. Ella solo hace lo mínimo para vivir en su espacio. Nada más ni menos. Nada a lo que ella pudiera apegarse. Por lo que leí en sus archivos y lo poco que me contó sobre su infancia, sé que se movía con bastante frecuencia. Su elección didimulada de cosas para mi lugar me demuestra mucho más de lo que mi Muñeca está dispuesta a admitir abiertamente. Ni siquiera estoy seguro de si ella sabe que lo está haciendo. Ella está empezando a hacer que este lugar parezca un hogar real. Casi quiero llamarlo nido. La veo ordenando cosas

y moviéndolas cuando piensa que no estoy mirando. El otro día encontré algunos de sus artículos personales en mi baño. Hubiera pensado que gané el premio gordo con la sonrisa que me trajo a la cara. Pero no, solo era loción, algo de brillo labial y algunas cremas faciales. Quiero que se sienta lo más cómoda posible porque no va a ir a ningún lado. Si ella no fuera tan recelosa acerca de todo esto, ya habría tenido todas sus cosas trasladadas a mi lugar. Sin embargo, sé que no puedo hacer eso con mi Muñeca eso podría enviarla a correr. Necesito seguir siendo paciente. Me acerco a la cama. Inclinándome, aparto un mechón rubio de su rostro para besarla suavemente antes de salir de la habitación. La dejaré dormir un poco más. Me dirijo a la cocina para poner la comida que acaban de entregar en el horno y mantenerla caliente. El teléfono de Amelia suena en el mostrador, el nombre de Mia aparece en la pantalla. Ella habla de Mia a menudo. Sé que están cerca, pero ella no mencionó que quiera que yo la conozca. Me pregunto si sabe que Max vino a verme esa noche. Ella nunca lo mencionó. Cada vez que recibe una llamada de Mia, siempre se aleja y habla en voz baja. Nuevamente, haciéndome pensar que hay algo que Amelia no me está diciendo. Podría ser paranoico y podrían estar hablando de mí, pero parece que algo está mal. Contemplo contestar el teléfono después de que suene por segunda vez en solo minutos, pero no quiero invadir su privacidad. En este momento solo está comenzando a confiar en mí y necesito respetar sus límites. Un poco, de todos modos. No lo suficiente como para permitirle alejarse de mí, pero lo suficiente como para permitirle creer en sí misma. —Parece que el personal de su oficina no es la única gente entrometida por la que tengo que preocuparme — Giro la cabeza para verla entrar a la cocina. Ella solo tiene una de mis camisas que le llega a la mitad del muslo, mostrándome esas largas piernas sexys. Su cabello es un desastre por dormir y sus ojos todavía están adormilados, pero su boca es tan descarada y besable como siempre. Me agacho para ajustar mi polla dura. Sus ojos siguen mi movimiento y puedo ver crecer la lujuria en ellos. Joder, es hermosa.

—Ethan— Su voz sale en un susurro. La acecho, levantándola en mis brazos. Ella inmediatamente envuelve sus piernas a mi alrededor. En este momento, no me importan los límites o las paredes. Necesito sentirla presionada contra mí. Ella gime cuando empiezo a besarla duro y profundamente. Pongo todo lo que tengo en ese beso mientras mis manos agarran su trasero desnudo. —No bragas— gruño cuando ella comienza a frotar su pequeño coño caliente contra mi polla. Puedo sentir lo empapada que está por mí a través de mis pantalones. — ¿Dormiste a mi lado toda la noche desnuda? ¿Esperabas que deslizara mi mano y acariciara tu coño? — Sus movimientos se vuelven más rápidos con mis palabras sucias, haciéndome saber que le gustan. No ha habido nada que le haya hecho a su cuerpo esta semana que no le haya gustado. —Eso es todo, Muñeca, frótate sobre mí. Déjame hacerte sentir bien— Ella lo hace. Mi chica toma lo que quiere, haciéndose correrme sobre mí. Me vengo con ella, mi polla no puede controlarse. Esto es lo más cerca que me dejo llegar a su coño. No me hundiré dentro de Amelia hasta que sepa que está enamorada de mí. No hasta que derribe todos esos muros suyos. Sé que los dos podríamos perdernos en el sexo durante semanas, pero le estoy mostrando que esto es más que sexo. Ambos sabemos que nos conectamos fácilmente cuando se trata de eso. Nuestros cuerpos saben lo que quieren y necesitan. Es la cabeza y el corazón de Amelia los que todavía están teniendo una batalla de voluntades. La llevo hasta el mostrador de la cocina, poniéndola sobre el. Le meto un mechón de pelo detrás de la oreja. Ella deja escapar un pequeño suspiro feliz. —¿Todavía no vas a rendirte? — Ella tira de la parte superior de mis pantalones que van a necesitar ser cambiados. —Llegaremos allí— Rozo mi boca contra la de ella antes de alejarme y cambiar de tema. —Conseguí comida— La saco del horno y empiezo a colocarla en el plato. —Es como si viviera en un hotel— bromea mientras le entrego el plato de comida. Ella toma un trozo de tocino y lo muerde. —Nunca voy a volver a mi casa— Ella deja escapar un pequeño gemido que hace que mi polla se endurezca una vez

más. No ayuda que sepa que sus muslos están cubiertos por el orgasmo que acaba de tener y que no tiene nada debajo de la camisa que lleva puesta. —Ese es el punto— Tomo un sorbo de mi café. Ella me sonríe, pero no se encuentra completamente en sus ojos, una vez más me hace pensar que está ocultando algo. Puedo sentirlo. También puedo sentir que no es algo que ella quiera seguir sin decirmelo. Su rostro está lleno de culpa. Seguramente ella puede ver que podría salirse con la suya cuando se trata de mí. Así que no estoy seguro de por qué está escondiendo lo que sea que es. Su teléfono suena en el mostrador. Ella mira por encima del hombro. —Oh, es Mia— Lo saca del mostrador y responde. —Oye. ¿Todo bien? — ella pregunta, luego espera un segundo. —Si. Bueno. Estoy comiendo. ¿Puedo llamarte en un rato? — Todo lo que Mia dice tiene a Amelia riéndose antes de colgar. Ella vuelve a dejar su teléfono. —Mia está embarazada. ¿Te dije eso? — —No— Todo mi cuerpo se tensa. Los celos me atraviesan. ¿Cuántas veces he espere embarazar a Amelia esa primera noche? Lo quiero tanto, pero sé que es demasiado pronto. Vamos a llegar. Un día. —¿Quieres niños? — ella pregunta. Mientras mira su plato, moviendo su comida alrededor. No puedo ver su rostro, lo que hace que sea más difícil de leer. No quiero asustarla, así que le doy una respuesta indiferente. —Un día quizás— Es lo único que se me ocurre decir que no es mentira y que no la tendrá volviendo a subir esas paredes. Lo que realmente quiero decir es joder sí. Para empujarla hacia el mostrador de la cocina y follarla hasta que plante a nuestro niño en lo más profundo de ella. Luego verá lo jodidamente serio que soy sobre ella y yo juntos. Los pensamientos de hacerla redonda con mi bebé casi me hacen perder el control al que me he aferrado la semana pasada. La necesidad de hundirme de bolas profundamente en su coño mojado y llenarla con mi hijo es casi insoportable. Ella mastica sus huevos, sin mirarme. La miro, sin saber si he dicho lo correcto o no. —Si me voy a quedar aquí más tiempo, tal vez debería obtener más cosas de mi casa— dice para romper el silencio.

Ella se mueve un poco. Es algo que hace cuando no está segura de algo. —Lo que quieras, Muñeca — estoy de acuerdo. Le daría lo que quiera. Ella siempre vendrá primero en mi vida. Algún día se dará cuenta de esto.

Capítulo 11 Amelia Las palabras de Ethan pesan mucho en mi mente y corazón mientras me enjuago en la ducha tibia. Había terminado el desayuno y me disculpé diciendo que necesitaba prepararme para encontrarme con Mia. Ni siquiera le había preguntado a Mia, pero sabía lo que respondería ella. La ducha es el único lugar donde puedo permitirme llorar sin que Ethan me escuche. Las lágrimas corren por mi rostro al darme cuenta de que no quiere tener hijos de inmediato. La mirada que cruzó su rostro cuando mencioné el embarazo me dijo todo lo que necesito saber. Me había dado la respuesta genérica de tal vez un día, pero a pesar de que las palabras salieron de sus labios, no se encontraron con sus ojos. Oh Dios. ¿Cómo diablos voy a decirle? La idea de perderlo es casi insoportable, pero sé que mi bebé tiene que ser lo primero. Es algo que nunca experimenté durante mi infancia. Este angelito que crece dentro de mí sabrá que es amado y querido. Ethan puede estar listo para amarme, pero conmigo viene nuestro bebé. Esto era lo que siempre temí. Levanto la mano, apago el agua, tomo la toalla de la rejilla caliente y comienzo a secarme. Necesito arreglarlo. Mi mano se detiene cuando llego a mi vientre. Aunque no se nota, puedo decir que mi cuerpo está cambiando. Tengo muchas ganas de decirle a Ethan, pero después de esta mañana no estoy segura de qué debo hacer. Suspiro y sigo preparándome. Le envío un mensaje de texto a Mia, haciéndole saber que necesito verla. Me levanto el pelo en una cola de caballo, me pongo un poco de rímel y me dirijo al dormitorio para ponerme algo de ropa. Cuando salgo del armario completamente vestida, veo a Ethan sentado en la silla en la esquina de la habitación. A

menudo lo encuentro allí cuando me despierto. Probablemente debería asustarme que me vea dormir, pero no es así. De una manera extraña, lo encuentro siempre tranquilizador. Me da la esperanza de que él hará lo mismo en mi vida, pero ese pensamiento es demasiado aterrador. Creer eso y luego que me lo quiten si decide que algún día ya no me quiere me devastaría. Creo que me miraría desde la cama si confiara más en sí mismo. Me está frenando con el sexo. Oh, no me malinterpreten, él siempre me hace correrme. No debería estar muy molesta por eso, pero lo quiero de vuelta dentro de mí. Sentirme tan cerca de él como pueda. Me sorprendí cuando me desperté hoy y él no estaba allí. Sabía que lo encontraría en la cocina. —¿Puedo contratar mudanzas? — dice, indicándome que vaya a él. —¿Mudanzas? — Descanso una mano sobre su hombro mientras la otra va hacia su cabello corto. Me gusta estropearlo. A él nunca parece importarle. Lleva un nuevo par de pantalones y una de sus camisas frescas de botones. Sus mangas están enrolladas, mostrando sus tatuajes que supe que se hizo después de la muerte de su padre. Habían sido una salida para él cuando estaba luchando por descubrir quién se suponía que era. Todavía estoy tratando de descubrir quién demonios soy. —Dijiste que necesitas traer más cosas de tu lugar— Se encoge de hombros mientras levanta sus manos hacia mis caderas, tirando de mí hasta que estoy parada entre sus piernas abiertas. —Quise decir más ropa— Suelto una pequeña risa. —Deberías mudarte. A menos que no te guste mi lugar. Podemos encontrar algo más— Se inclina y besa mi estómago sobre mi suéter. El aire en mis pulmones se congela por un momento. — Podríamos vivir en tu lugar si lo deseas, pero entonces me gustaría ampliar la seguridad— Sacudo la cabeza no. —Tu lugar está bien— le digo, aún con un poco de shock de cuando besó mi estómago. —¿Mudanzas entonces? — —Creo que quiero empacar algunas cosas yo misma. Organizar— Levanto mis manos de él. —De hecho, lo haré hoy.

No tengo nada más que hacer ya que no estoy trabajando. Haré que Mia venga y ayude. Necesitamos un poco de tiempo de chicas. Ella me va a matar si no nos juntamos pronto — El agarre de Ethan en mis caderas se tensa. Todo es cierto. Necesito hablar con Mia. Incluso podría llamar a Kim, su cuñada, de quien he sido amiga durante años. No sé por qué no pensé en eso antes. Si alguien supiera cosas sobre Ethan, sería ella. Ella vagaba en los círculos de la élite. Su hermano es, después de todo, Max Kennedy. —¿Supongo que no me quieres cerca para esta charla de chicas? — Libera su agarre un poco, pero sus pulgares continúan yendo y viniendo a través de mí. —Siempre sales de la habitación cuando estás hablando por teléfono por cualquier cantidad de tiempo. Si no oyera la voz de Mia cuando respondes, podría sentir celos — —Bueno. Deberías estar celoso— lo molesto. De acuerdo, tal vez no sea una completa provocación. Me gusta la idea de que él esté celoso de mí. —Los celos son una cosa que nunca me falta cuando se trata de ti— Se pone de pie. Tengo que inclinar la cabeza hacia atrás ahora para mirarlo. —No tienes idea de los pensamientos locos que tuve sobre ti todos esos meses que estuviste lejos— —Yo también— admito. —Como puedes ver, no hay razón para que estés celosa. Soy sólo tuyo. Creo que lo he dejado claro— —Ni siquiera te darás por vencido— Froto mi cuerpo contra el suyo. —Pronto— Él deja caer su boca sobre la mía. —Te dejaré pasar el día de chicas. Tal vez después de que Mia te diga que estoy en esto contigo, entonces derribaras el resto de esas paredes que estás manteniendo — —¿Entonces puedo tener tu polla? — Bromeo con una sonrisa. Es mi forma de desviarme y él no responde porque tiene razón. El chiste es otro muro que acabo de intentar poner. Me está mostrando que no lo está tomando. Él tampoco está corriendo. No. Ese es mi MO (modus operandi). Estoy como haciéndolo ahora. Ir con Mia es mi forma de no lidiar con lo que tengo que hacer. Sin embargo, para ser honesta, necesito consejos.

—Nunca planeé tener sexo antes del matrimonio— Whoa. Eso me toma por sorpresa. —No es porque soy un hombre religioso. Así es como soy. Estoy todo dentro o fuera. Nunca tendrás que dudar dónde estoy parado en algo. Sólo tienes que preguntar— ¿Qué pasa si estoy muy asustada de saber la respuesta? Así que evito y no pregunto en absoluto. —Pero esa noche ...— me callo. Él tuvo sexo conmigo. Un par de veces. —Sabía que eras tu. La única persona con la que me casaría. No necesitaba papeles ni un juez para decirme que eras mía. Estuve completamente dentro desde el momento en que te diste la vuelta y esos ojos verdes se posaron sobre mí— —Está funcionando, ya sabes— Me estoy enamorando de él. De acuerdo, ya podría estar allí. Aún así, tengo miedo. Creo que el miedo ha gobernado la mayoría de las cosas que he hecho en la vida. Sé esto, pero todavía permito que continúe haciéndolo. Estoy trabajando en eso, me recuerdo. Nuestro bebé merece algo mejor que no arriesgarme porque la vida no siempre ha sido amable conmigo. Merezco ser feliz. Quiero esto con Ethan. Ahora solo tengo que esperar que él no solo me quiera a mí, sino también al bebé que creamos juntos. —Bueno— Me da otro beso. —Te llevaré a tu lugar— Él retrocede. Mis manos se caen de su pecho donde las había colocado. —¿Qué harás todo el día? ¿Además de obsesionarte por mí? — —Eso es un hecho— Él sonríe. —¿No tienes un imperio para controlar? — Le digo mientras desaparece en el armario. Regresa un momento después con un abrigo para mí y me lo pasa por los hombros. —Estoy seguro de que hay algo de trabajo que puedo hacer— Él roza su boca contra la mía mientras me abrocha el abrigo. —Tú eres mi imperio ahora— Somos tu imperio ahora, pienso, queriendo corregirlo, pero no lo hago.

Capítulo 12 Ethan Me apoyo contra el lado de mi coche con chófer, jugando con mi teléfono. Mi Muñeca entró hace veinte minutos, pero no pude alejarme. Algo la estaba molestando, lo que me inquieta a mí. ¿No podría sentirse bien otra vez? Guardo mi teléfono después de enviarle un mensaje de texto a Emily de todo lo que necesito. También le digo que me busque un agente de bienes raíces. Miro hacia arriba cuando veo un SUV detenerse detrás de mí. Observo cuando Max Kennedy sale, seguido por su esposa y luego su hermana. Me había olvidado de Kim. Se había bajado un poco de la escena social cuando se casó y tuvo algunos pequeños. Ella ahora está viviendo el sueño. Tengo que admitir que estoy un poco celoso de ella por tenerlo todo. —Ethan King— Ella niega con la cabeza mientras se dirige directamente hacia mí. Mia retrocede con Max, mirándonos. Ella tiene su brazo envuelto alrededor de él mientras descansa su cabeza sobre su hombro. Se que me está aceptando. Ella y Amelia son mejores amigas, pero Amelia es la más ruidosa entre las dos. Mia es la tímida. Encajan y no me interpondría en eso. De hecho, espero poder ganar a Mia en algún momento. Max tenía razón. Voy a tener que aprender a acostumbrarme a que él esté cerca. Este es un paquete familiar. —Si hubiera sabido que tenías citas, te habría conectado con Amelia hace tiempo— —No tengo citas— Kim echa la cabeza hacia atrás y se ríe. —Debería haberlo sabido. Vas directamente a lo que quieres y no te conformas con menos — Ella sonríe, sacudiendo la cabeza. —Primero Max y ahora tú. Los corazones se rompen por toda la ciudad mientras hablamos—

—Nadie sabe acerca de... — mi teléfono suena en mi bolsillo. Lo alcanzo. Pocas personas tienen mi número para enviarme un mensaje. —Alguien te vio con ella. El chisme comienza a extenderse. Sabes que una vez que comienza es como un incendio forestal — Recibo confirmación de las palabras de Kim al mismo tiempo que mi asistente y mi madre. Emily me está avisando mientras mi madre quiere respuestas. Sé sin lugar a dudas que mi madre probablemente ya esté planeando una boda y soñando con la idea de los nietos. —No me importa. Déjalos hablar— —Bueno— Kim me mira. —Iré a hablar con Amelia por cualquier razón por la que se haya convencido de por qué no puede estar contigo— —¿Qué demonios significa eso? — Se suponía que debía estar allí arriba organizando cosas para poder mudarse conmigo. No tratando de escaparse de mi otra vez. —Ella escapa de cada hombre con el que sale. Unas pocas citas y ella está fuera — Ella chasquea los dedos. —No estamos saliendo— le digo de nuevo. Ella se muda conmigo. Le pondre un anillo en el dedo y me caso con ella en cuanto lo permita. Un maldito día ella dejará crecer a nuestra familia. Sé que ella tiene que querer una. Veo la forma en que sus ojos se iluminan cada vez que pasamos un bebé cuando estamos fuera. Quiero una familia con ella más que nada. Los pensamientos de verla con mi bebé me han pasado por la cabeza más de lo que deseo admitir. Pero primero tiene que aprender a dejarme amarla y confiar en mí. Ella tiene nuestro futuro en sus manos. Si bien le daré tiempo, no permitiré que corra. Sé que la cosa del bebé puede asustarla por cómo creció, pero sé que algún día será una madre maravillosa para nuestros bebés. —Maldición. Estoy realmente enojada porque no pensé en conectarlos antes. Son perfectos el uno para el otro, pero todos saben que Ethan King no tiene citas. Demonios, no hace nada más que trabajar. Ni siquiera hay amantes secretas o prostitutas. Créeme, lo sé — dice con aire de suficiencia. Por supuesto que lo hace. Kim no es alguien con quien joder. La respeto. Puede que no esté en la escena social tanto como antes, pero dudo que haya muchas cosas que no sepa.

—Somos perfectos el uno para el otro— Tal vez sueno arrogante pero no me importa una mierda. Ella es perfecta. Nunca en toda mi vida conocí a alguien como Amelia. Ella es única en su clase. Salvaje pero dulce. Ella ha luchado por todo lo que tiene, pero no está cansada por la mierda que la vida le ha arrojado. Solo desearía haberla encontrado antes para poder asegurarme de que solo las cosas buenas pudieran aparecer en su camino. —También tienes esa cosa de chico malo— Hace un gesto a los tatuajes en mis brazos que la mayoría de las veces no cubro. —Todos piensan que eres un engreído, pero mantienes tu polla en tus pantalones, así que ... — Ella se encoge de hombros. —Pero tienes esta ventaja para ti. Sí. Es un ajuste perfecto — Ella no espera una respuesta. No creo que esté buscando una cuando se da vuelta, dirigiéndose al departamento de Amelia con Mia no muy lejos de ella. Mia me da una media sonrisa que se encuentra en sus ojos. Tengo la sensación de que ella podría estar de mi lado. No tengo idea de cuánto le ha contado Amelia la semana pasada. Me quedaré con eso también. Espero que ambas mujeres puedan comunicarse con mi chica. —¿Vas a quedarte afuera también? — Max camina hacia donde estoy, recostandose contra mi auto. —Mi esposa está embarazada. Ella podría necesitar algo— Quiero decirle que está loco. Creo que una mujer embarazada estaría bien pasando sola el rato con sus amigas, pero lo entiendo. Amelia ni siquiera está embarazada y no quiero irme. —Yo sería igual— admito. —¿Entonces quieres niños? — Esa es la segunda vez que me hacen esta pregunta. —Kim y Amelia son cercanas. ¿Cómo no me he encontrado con Amelia antes? — Yo hago mi propia pregunta. —Han sido amigas por algunos años. Tu conoces a Kim. Ella siempre está tratando de jugar a la casamentera — —Ella nunca trató de engancharme con nadie— No es que quisiera ser enganchado, a menos que fuera con Amelia. Casi me molesta que podría haberla encontrado hace años. Pero sé que debo ser realista y estar agradecido de haberla encontrado.

—Da gracias. Solía huir de las mujeres con las que trató de juntarme— El hace una mueca. —Así que niños— Él pregunta de nuevo. —¿Qué hay de ellos? — —Ethan. No te hagas el tonto conmigo. Nunca funcionará— Lo miro, sabiendo que tiene razón. Los dos somos buenos leyendo a la gente. Por lo general, puedo enmascarar mis emociones, pero con Amelia es difícil. —Tú la conoces. Estoy tratando de acercarme a ella. Decir que quiero un bebé dentro de ella para ayer con mi anillo en su dedo podría asustarla. Ya la voy a hacer mudarse— También le compré un anillo, pero guardo esa parte. Ya he demostrado lo loco que puedo volverme cuando compré su edificio y entré en su departamento. Quiero decir, no es mucho más desesperado que eso. — Compré el lugar al lado del nuestro. Mia ha estado tratando de convencer a Amelia para que se mude — Intento calmar mi ira. Si Max compró ese lugar junto al suyo, eso significaba que perdió diez millones para trasladar a la mejor amiga de su esposa al lado para hacerla feliz. —Antes de enfadarte, tienes que saber que te lo estoy ofreciendo— —Hablaré con Amelia. El lugar donde vivimos debe estar en manos de ella— Esa es la verdad. Que ella tenga control sobre su vida es importante. No me importa donde vivimos. Lo único que me importa es que cuando me acueste cada noche, estemos en la misma cama de nuestra casa. Quiero despertar con ella en mis brazos por el resto de nuestras vidas. He estado sin ella muchas noches ya. Haré todo lo que esté en mi poder para nunca permitir que eso vuelva a suceder.

Capítulo 13 Amelia —Parece que el FBI está a punto de invadir el edificio— dice Mia mientras corre mis cortinas a un lado. Me acerco y miro para ver tres SUV estacionados frente a mi edificio. Ethan y Max están apoyados contra uno. Supongo que están hablando. Otros hombres con trajes están parados vigilando. Estoy acostumbrada a ver a Mia y Kim con guardaespaldas, pero es extraño pensar en tener uno propio. Es una cosa a la que tendré que acostumbrarme si voy a estar con Ethan. Él es muy exitoso. Con el éxito vienen los enemigos y sé que él querrá mantenerme a salvo. —Todavía no se lo he dicho— Suspiro, alejándome de la ventana. —¿Que estás embarazada? — Mia baja la cortina. —¡Qué! — Kim grita a medias. —Lo siento— Me estremezco. —Ha sido una semana loca— —Estaré enojada contigo más tarde. Derrámalo todo. Ahora— exige Kim. Me rindo y le doy el resumen de todo. Ella se aferra a cada palabra mientras le vuelvo a contar la historia de cómo Ethan puso a este bebé dentro de mí y me hizo enamorarme de él. —Estoy tan emocionada que no soy la única que va a tener hijos ahora. Espero que ambas tengan niñas. Necesitamos chicas Mi esposo solo pone niños en mí. Quiero lazos y vestidos rosas— Ella prácticamente baila de emoción. —Solo quiero tener un bebé sano y feliz y saber qué demonios estoy haciendo— Me pongo la mano sobre el estómago. No tengo idea de cómo ser madre. Nunca tuve una yo misma. Claro, tuve muchas mujeres yendo y viniendo en mi vida, pero ninguna de ellas trató de formar un vínculo conmigo. No quisiera imitar ninguna de sus habilidades de crianza

inexistentes. Necesitaré aprender todo, lo que da miedo en sí mismo. —No hagas eso— Kim me golpea el hombro. —Serás una buena mamá. No comiences esa porquería del autodesprecio. Sabía que cuando dijiste que no querías niños, estabas llena de mierda. Simplemente no querías niños con los idiotas con los que solías salir. Eran seguros, pero no había amor. Ninguno de ellos era Ethan— Ella se encoge de hombros. — Crees que no es seguro, pero lo es— Kim da su normal amor duro. —También estaremos aquí contigo— Mia descansa su cabeza sobre mi hombro. —Quiero decir, vamos. Me has cuidado cuando lo necesitaba. Sé que serás una gran madre— Mia me da un poco de su tierno amor. Ambas mujeres son muy importantes en mi vida. Me equilibran de diferentes maneras. No tuve muchos amigos cuando crecía, pero conozco a buenas personas cuando las veo. Sé que siempre nos tendremos la una a la otra. —Lo sé. Me sentiré mejor cuando le cuente a Ethan. Creo que eso es parte de por qué me siento tan mal — admito. — Esta mañana mencioné niños y él se quedó en blanco. Quiero que él quiera a nuestro bebé tanto como yo — No solo para decir que lo hace porque es lo correcto. —Amelia— Kim dice mi nombre suavemente. —No vale la pena tener a ningún hombre que no quiera al bebé que crearon juntos— —Lo sé— Todavía dolería. Kim sigue adelante. —Dicho eso. Ethan va a querer a este bebé. Adivino que estará en la luna cuando se entere — Quiero creerle demonios, en el fondo de mí sé que eso también es cierto, pero la expresión de su rostro era de leve pánico por el tema. —No fui deseada— Se me cae la cabeza. Puedo sentir mis ojos picar con lágrimas. No quiero que mi bebé sienta el rechazo que sentí cuando crecía. —Tuviste una suerte de mierda— gruñe Kim, enojada por mí. —Otros lo tuvieron peor— Una lágrima se desliza libremente. Nunca lloro, pero desde que descubrí que estaba embarazada sigo generando fugas. Estoy culpando a las hormonas. Eso y el hecho de que Ethan me hace sentir más

profundo de lo que sabía que era posible. Kim tiene razón. Ethan es aterrador. Él tiene el poder de romper mi corazón en mil pedazos. He pasado toda mi vida protegiéndolo. Salía con hombres que sabía que nunca amaría. A los que sabía que nunca me entregaría. He vivido una especie de mentira antes de Ethan. Fingiendo que tenía experiencia en el sexo y el amor mientras me aferraba a esa parte especial de mí, con la esperanza de dárselo a alguien que me amara. Realmente no sabía que lo estaba protegiendo, pero ahora tiene sentido. Ethan se deslizó fácilmente por mis paredes. Ambas chicas me abrazan con fuerza, consolándome. —Lo amo tanto— Admito las palabras en voz alta. Se siente bien decirlas. —Entonces habla con él. Max dice que es un buen hombre — me tranquiliza Mia. —Sé que lo es. Lo sé— Estoy tan dentro de mi cabeza sobre todo esto. Me liberan del abrazo y retroceden. Una ola de mareos me inunda. Extiendo la mano, agarrando a Kim. Ella me agarra, sus brazos me rodean para ayudarme a resistir. Mia dice algo que no puedo entender. Un momento después estoy en el sofá. —¿Debo llamar al 911? — Kim pregunta. Sacudo la cabeza no al mismo tiempo que mi puerta se abre de golpe. Ethan está frente a mí de inmediato, de rodillas. Sus manos se acercan para acunar mi cara. Veo que Mia tiene su teléfono en la mano. Ella debe haber llamado abajo a ellos. —¿Qué pasa? — Su voz está llena de pánico. —Estoy bien. Me mareé por un momento— Creo que todas mis emociones obtuvieron lo mejor de mí. Claramente no es saludable que continúe sosteniendo todo esto. Nunca lo hago bien con la incertidumbre. Ethan deja caer su frente a la mía. —Muñeca, tienes que dejar de decirme que estás bien. Estoy tratando de no presionarte, pero mi control está cayendo— Me alejo, mirando su expresión de dolor. Su hermoso rostro está lleno de preocupación. —¿Pueden darnos un minuto? — Le pregunto a mis amigos, que nos están mirando a Ethan y a mí. —¿Estás segura de que estas bien? — Mia pregunta.

—Estoy bien. Solo necesito estar a solas con Ethan— Las chicas asienten en comprensión. —Te amamos— dice Kim mientras hace salir a todos. La puerta se cierra tras ellos. —Muñeca. Yo también te amo. ¿Lo sabes verdad? He estado tratando de mostrártelo. Lo que sea que esté sucediendo, y sé que algo está sucediendo, me ocuparé de eso— Cierro los ojos y escucho sus palabras. —No es suficiente. Necesito más— Uso sus propias palabras de ese día en la oficina. —Te daré cualquier cosa— promete. —Ya me has dado tanto— Él no tiene idea. —Prometo que hay más. Ya tienes todo de mí, pero voy a hacerte mi esposa, la madre de mis hijos. Te daré la vida más dulce que pueda. Voy a compensar toda la mierda que este mundo te dio en el pasado — Sus manos caen de mi cara, yendo a mis caderas. Se da vuelta, sentándose en el sofá conmigo en su regazo. —Te estremeciste ante la mención de los niños— —¿Lo hice? No me di cuenta. Amelia, podemos llegar a eso algún día. No voy a presionarte por los niños— Me muevo en su regazo, así estoy a horcajadas sobre él. —¿Pero los quieres? — —¿Antes de ti? No estaba seguro No había encontrado una mujer que incluso despertara mi interés. Entonces allí estabas, haciéndome querer todo— Lamo mis labios, queriendo escuchar más. —Así que ahora los quieres— Ya casi lo dice, pero quiero las palabras. —¿Sabes por qué estuve en el club esa noche? — —Tu hermano lo posee— Ethan suelta una pequeña carcajada. Ninguno de los dos tenemos vergüenza de excavar en el otro. Robé su identificación y conseguí que el rico esposo de mi mejor amiga desenterrara todo lo que pudiera sobre Ethan. Él, por otro lado, estaba ocupado irrumpiendo en mi departamento y Dios sabe qué más ha hecho, pero seguro que sabe mucho de mí. De nuevo, eso no me molesta en lo más mínimo. Supongo que yo haría lo mismo.

—Lo hace, pero no paso el rato con el. Fui a hablar con él — —Estaba segura de que eras un barman— —Mi hermano llegó tarde y yo estaba echando una mano. Se suponía que íbamos a tener una reunión. Quería hablar con él sobre reducir la velocidad. Puedo ver el camino por el que se dirige. Está obsesionado con el trabajo. No quiero eso para él— —¿Qué quieres para él? — Creo que tengo una idea de lo que va a decir. Estaba con Kim cuando intentaba que Mia tuviera citas. Quería que ella encontrara amor y felicidad. ¿Quién no quiere eso para alguien que ama? Pero luego descubres que no lo estás buscando para ti mismo. —Que sea feliz. Esposa e hijos. Alguien que lo haga sonreír y que no sea consumido por el trabajo— Entiendo lo que está diciendo. Trabajé duro para asegurarme de que nunca tendría que preocuparme, pero al hacer todas estas cosas para sentirme segura, en realidad no estaba disfrutando de las cosas en la vida que podía tener. —Las cosas que quieres— —Creo que lo entiendes— Asiento con la cabeza. —Me aseguré de salir con hombres que sabía que nunca me enamoraría— Sacudo la cabeza Ni siquiera estoy enojada conmigo misma por eso. Sea cual sea el camino que tomé, me llevó a estar aquí en el regazo de Ethan. —Pensé que no quería niños— —¿Pensaste? — Ladea la cabeza hacia un lado. —No es como si te dieras por vencido para que yo tuviera un hijo— bromeo. —Muñeca. Te doblaré sobre el brazo de este sofá y pondré un bebé dentro de ti ahora mismo si quieres— Todo mi cuerpo hormiguea ante la idea. Por mucho que me haya encantado su boca sobre mí la semana pasada, extraño que esté profundamente dentro de mí. Esa conexión con nada entre nosotros. Él besándome mientras hacemos el amor. Si, amor. Eso es lo que esto es. —No podemos hacer eso— Le paso las manos por el pecho, jugando con uno de los botones de su camisa de vestir. —Podemos hacer lo que queramos— —Bueno, puedes inclinarme sobre el sofá— Abro el botón superior. —Pero hoy no puedes poner un bebé dentro de mí—

—Estoy seguro de que puedo hacer todo lo posible— Él hace un gesto, haciéndome reír. —Me ofende tu falta de confianza en mis habilidades para hacer bebés. Apuesto a que puedo poner más de uno en ti— Eso me hace reír un poco más fuerte. Nunca he experimentado tanta alegría. Mi corazón está lleno en este momento. —Estoy segura de que podrías— Me inclino hacia adelante, rozando mi boca contra la suya en un suave beso. Me siento mucho más ligera sabiendo que él quiere hijos. Que estar juntos no va a ser porque accidentalmente quedé embarazada. Aunque con la forma en que Ethan habla y cómo suele planificar todo, tal vez no fue un accidente en absoluto. Nunca mencionó un condón ni se detuvo para ponerse uno. — No usaste condón esa noche— —No tenía y tampoco tengo planes futuros de usar uno. Te quería desnuda. Quería todo de ti entonces, como todavía lo hago ahora. Nunca habrá nada entre nosotros— —¿Entonces sabías que podía quedar embarazada? — Sus manos cavan en mi cabello. —Pensé que era una posibilidad remota. Podría haberlo esperado, pero ¿La mayoría las mujeres no toman la píldora? — Suena muy decepcionado con la última parte. —No te he visto tomar ninguna píldora— —No siempre son pastillas— Sacudo la cabeza hacia él. — No estoy en nada y, bueno, no necesito estarlo— —Sabes que me resistí solo hasta que derribé esas paredes tuyas— —Se fueron. Te amo— Él inclina mi cabeza hacia atrás. —Yo también te amo, Muñeca— dice antes de besarme fuerte y salvaje. Gimo en su boca. Puedo sentir cuánto me ama. Ha estado allí todo el tiempo. He tenido demasiado miedo para aceptarlo. —Para siempre— le digo contra su boca cuando me retiro. —Eternamente— él está de acuerdo. Me levanta y me lleva de regreso a mi habitación. Me aferro a él, sabiendo que nunca tengo que soltarlo si no quiero. —Hay más— admito mientras me acuesta en la cama. —Lo sé. Estaba a punto de sacártelo. De excitarte hasta que estés a punto de venirte y luego parar. Una y otra vez hasta que mi Muñeca decida contarme su secreto—

—¿Que robé de la tienda de la esquina cuando vivía con los Robertson? No nos dejaban comer dulces. No tuve elección— Se ríe de mí y me besa de nuevo. —Podemos comenzar con eso— —Eres muy paciente conmigo— lo esquivo diciéndole eso, pero él me tira hacia atrás con su suave toque. —No estoy seguro de que lo llame así— Él comienza a desnudarme. Me acuesto y lo dejo. Se para a un lado de la cama, sacando toda la ropa de mi cuerpo. Cada vez que sus ojos recorren mi cuerpo desnudo, parece que me está viendo por primera vez. Se come cada centímetro de mí. Agarra mi tobillo, levanta mi pie para besarlo antes de subir lentamente por mi pantorrilla hacia mi muslo. —No estás desnudo— exhalo mientras él sigue besando. Se ha dejado sus boxers. Él siempre lo hace. —Estamos teniendo sexo— Intento cortarlo, pero estoy tan excitada que mi voz suena entrecortada en lugar de mandona. —Estamos— Gimo mientras abre más mis piernas, haciendo espacio para él. Su boca no se detiene donde la quiero. Coloca un beso sobre mi montículo antes de moverse hacia mi estómago, donde coloca otro beso como lo hizo en su casa. Sé lo que quiere. Para que yo le diga lo último que puede sentir, a lo que me estoy aferrando. No sé cómo lo hace, pero Ethan King puede leerme como ningún otro. Ahora sé que es porque él es la otra mitad de mi alma. Él no me oculta cosas y no quiero ocultarle nada. —Estoy embarazada—

Capítulo 14 Ethan —Estoy embarazada— Cierro los ojos, mis labios persisten contra su estómago. ¿Cuántas veces me he encontrado besándola allí? Mi boca siempre encuentra su camino hacia su suave estómago. Me encanta besar cada parte de ella, pero siempre parezco detenerme para colocar un suave beso sobre su vientre. Creo que en el fondo ya lo sabía. Incluso cuando dormíamos, mi mano siempre descansaba allí. Hay tantas cosas que tienen sentido ahora. La mirada cálida y anhelante que tenía en los ojos cuando lo hacía. Ella preguntaba por los niños y luego se apagaba cuando le daba la respuesta que creía que estaba buscando. Le había aterrorizado decirme y mi respuesta básica indiferente probablemente la hizo entrar en pánico. Beso su estómago nuevamente antes de dejar besos por su cuerpo. Necesito besar su boca y mirarla a los ojos. Vamos a tener un bebé. Voy a ser padre, Amelia va a ser mía para siempre. Los pensamientos corren por mi mente mientras recorro su cuerpo. ¿Es posible que todos los sueños de alguien se hagan realidad a la vez? Porque eso es lo que las palabras de Amelia han hecho por mí. Cuando llego a su boca, la tomo en un beso que le hace saber que ella es mi todo. Que ella me dé este regalo es el mejor momento de mi vida. No solo me ha dado un bebé, sino su amor. Pongo todas mis emociones en el beso hasta que ella se retuerce debajo de mí. —¿Vamos a tener un bebé? — Juro que una lágrima se desliza por mi cara al pensar en ella redonda con mi hijo. Amelia asiente con la cabeza en confirmación. —Te amo, Amelia. Nunca podré agradecerte lo suficiente por lo que me estás dando. Prometo cuidar siempre de ti y de nuestro bebé—

Esta vez se le escapa una lágrima del ojo. Inmediatamente bajo mis labios para besarla. —Yo también te amo. Yo... — Le impido decir algo más. La beso con fuerza, no queriendo darle tiempo para dejar que cualquier duda se le pase por la cabeza. —Supongo que, después de todo, no tengo que trabajar en las habilidades de creación de mi bebé. Soy uno por uno — le digo mientras sonrío contra sus labios. Siento que ella hace lo mismo mientras suelta una pequeña risita que va directamente a mi polla. —No te pongas engreído conmigo ahora— Ella me rodea con sus brazos. —Podría regodearme un poco sobre esto. Lo siento, Muñeca — bromeo antes de robar otro beso. No, ya no necesito robarlo, ella me deja tenerlos. Ella se está entregando totalmente a mí al derribar ese último muro. Algunos podrían intentar levantarse cuando ella se asuste nuevamente, pero yo estaré allí para derribarlos por ella. Para darle todo lo que pueda necesitar o desear. Todo lo que tengo para dar es suyo para tomar. —No lo sientas. Solo hazme el amor— —Voy a probarte primero— le digo, pero ella envuelve sus largas piernas a mi alrededor para que no pueda moverme por su cuerpo. —Te amo y a esa boca tuya, Ethan, pero te necesito dentro de mí— exige. Mi polla se sacude, rogándome que nos lo que queremos. Me agacho entre nosotros, queriendo asegurarme de que esté lo suficientemente húmeda como para tomarme. No es su primera vez esta, pero mi chica es apretada. Fue una pelea meterle dos dedos cuando me comí su coño. Mi polla es mucho más grande que dos dedos, pero sé que ella puede tomarme. Lo ha hecho antes y lo hará por el resto de nuestras vidas. Gimo cuando siento lo empapada que está por mí. Le doy un poco de atención al clítoris, dibujando un gemido en ella. Me encanta cómo se ilumina su cuerpo ante el más mínimo contacto mío.

—Ethan— advierte, pero resulta sexy como la mierda. La necesidad de mí en su voz casi me mata. Guio mi polla a su entrada. —Te amo— le digo mientras empujo todo el camino dentro de ella. Ella se aferra a mí, dejando escapar un pequeño jadeo. Sus dedos cavan en mi espalda. —Yo también te amo— responde cuando encuentra su aliento. —Te he extrañado mucho— Sus ojos se llenan de lágrimas. —Estoy aquí. Nunca te dejaré. Te dije que no importa qué, siempre te perseguiré— Ella me sonríe. Creo que parte de sus temores de que podría intentar alejarme en algún momento en el futuro, pero no la dejaré llegar lejos. Siempre pelearé por nosotros. Incluso cuando es ella con quien tengo que pelear. —Sé que lo harás, pero me refiero a esta conexión. Cuando estás dentro de mí. ¿Lo sientes?— Beso una de las lágrimas que escapan de sus ojos. — Cuando se trata de ti, siento todo. Desde el momento en que tus ojos se encontraron con los míos en ese bar lleno de gente, supe que ibas a ser mi para siempre— Lentamente empiezo a moverme dentro y fuera de ella. Su pequeño cuerpo se aferra al mío. Lucho por no venirme, no queriendo que esto termine. Necesito que se corra primero. Mis bolas ya se sienten apretadas. —Ethan— Ella exhala mi nombre, su coño se aprieta a mi alrededor cuando se comienza a correr. Sigo empujándola, sacando su orgasmo. —Te amo— dice de nuevo, el placer llena sus palabras. Me manda de vuelta. Entro en ella, dándole hasta la última gota que tengo. No tenía idea de que el sexo podría ser mejor que esa primera noche juntos, pero con palabras de amor saliendo de sus labios, lo hace mucho más. Ruedo, llevándola conmigo. Mi polla no está dispuesta a dejar su coño apretado. Ella entierra su rostro en mi cuello, dándome pequeños besos allí. Ella deja escapar un suspiro feliz mientras la abrazo. —Sabes, después de nuestra noche juntos, busqué en Google si es normal que alguien se quede duro después del sexo—

Todo mi cuerpo tiembla con una risa silenciosa. —¿Que encontraste? Porque solo he tenido sexo contigo y siempre soy duro cuando estás cerca— Demonios, ni siquiera tiene que estar cerca para ponerme duro. Pienso en ella y me pongo duro. Mierda. El olor a fresas siempre me hará sentir mal porque me recuerdan a ella. —Que la mayoría baja después— Ella se sienta un poco para mirarme. —No tuve este problema hasta que llegaste— Levanto un poco, empujando más dentro de ella. Ella deja escapar un grito de sorpresa. —No estoy segura de llamarlo un problema— Ella me hace hundirme mas. Su cabello rubio cae a su alrededor. Ella se ve como una diosa mientras se sienta encima de mí. Su boca está hinchada por mis besos. Sus mejillas están teñidas de un bonito tono rosado. Llevo mis manos a sus caderas, necesitando tocarla. Dejo que una se deslice hasta su pecho para jugar con su pezón duro que es del mismo color rosa de sus mejillas en este momento. Su cuerpo va a cambiar pronto. Sus tetas se llenarán de leche. Su estómago estará redondo con nuestro hijo. Esos pensamientos me hacen venirme un poco más dentro de ella, más que listo para otra ronda. Sus manos caen sobre mi pecho. —No. No creo que sea un problema en absoluto— dice de nuevo cuando comienza a mover las caderas. Me dejo llevar por ella. Por mucho que quiera tocarla, quiero ver a mi Muñeca encontrar su propio placer. Me recuesto y miro como ella se mueve sobre mí. Levantando arriba y abajo, veo como mi polla desaparece dentro de ella una y otra vez. Mis dedos se aferran en la colcha mientras trato de no agarrarla. Terminaría volteándola y follándola sobre el colchón. —Juega con mi clítoris— exige. Mis dedos hacen con avidez lo que ella pide. Una mano va a su coño mientras que la otra llega hasta su pecho para jugar con su pezón. Para sentir el peso de su seno en mi mano. —Muñeca— Gimo, a punto de venirme de nuevo. Me siento cuando siento su coño cerrarse alrededor de mi polla. Nos juntamos mientras acaricio su clítoris y le doy un beso

profundo en la boca. Amo cuando ella gime en mi boca. Rueda por todo mi cuerpo. Lentamente volvemos a bajar. Me acuesto en la cama, abrazándola de nuevo. Nuestros dos corazones se aceleran mientras tratamos de controlar nuestra respiración. —Vamos a mudarnos mañana— Ella deja escapar un largo suspiro contra mi pecho mientras se acurruca más en mí. —Lo que quieras, Muñeca— estoy de acuerdo. No creo que salgamos de esta cama hoy. Mañana. Podemos hacerlo mañana porque sé que tendremos todas las mañanas juntos en el mundo.

Capítulo 15 Amelia Mia luce como si estuviera a punto de salirse de su piel cuando nos acercamos a la casa junto a la de ella y de Max. Se mudaron aquí hace más de un mes sabiendo que necesitarían más espacio con un bebé en el camino. No creo que mi mente pueda procesar cuanto cuesta una de estas en esta parte de la ciudad. Sé que va a ser hermoso por dentro. No solo están Mia y Max justo al lado, sino que Kim está bajando la calle. No se trata de cuán bonita es la casa, sé que va a serlo, sino de que mi familia estará unida. Eso es lo que considero que son todos ellos, mi familia. Puede que no haya tenido una estable mientras crecía, pero ahora sí. En cierto sentido, tengo suerte porque en realidad pudé elegir a mi familia, a diferencia de cuando naces en una. Mia intenta soltarse del agarre de Max, pero él no la deja. Estoy segura de que planeaba apresurarse y abrir la puerta del auto para sacarme más rápido. Ethan me abre la puerta y extiende su mano para ayudarme. —¿Qué te tomó tanto tiempo? — La cara de Mia hace un adorable puchero. Lo entiendo. Ella también está emocionada. Ella podría haber conocido a sus padres mientras crecía, pero ahora no tienen nada que ver con su vida. Ella dejó esa parte tóxica de su vida en el pasado. Todo lo que hicieron fue intentar atenuar esa luz feliz que proviene de ella. —Dije que estaríamos aquí en cinco minutos— Me río. No le di un buen momento porque a Ethan y a mí nos ha costado mucho dejar mi casa. Si no fuera por comida para llevar, podríamos haber muerto de hambre. —Sí, pero podrían haber pasado cinco minutos ayer— —Creo recordar que una de mis mejores amigas se cayó del mapa por un tiempo cuando conoció a su alma gemela— —¡Así que finalmente lo admitiste! —

Sí, tampoco tuve mucho tiempo para hablar con nadie. Ethan y yo estábamos tratando de recuperar el tiempo perdido. Podrían haber sido solo meses, pero necesitábamos esos pocos días para ser solo él y yo antes de aventurarnos a salir al mundo. Además, los chismes por la ciudad nos están volviendo locos. Ethan King tiene una amante y todos quieren saber quién es. Han estado desenterrando todo lo que pueden sobre mí. No hay mucho que encontrar. De la Pobreza a la Riqueza, lo llaman. Quería poner los ojos en blanco. No vivía en las calles o algo así. Esas revistas son mucho más dramáticas de lo que pensé que podrían ser. Ethan me rodea con un brazo y me abraza. Besa la parte superior de mi cabeza. —Sí, estamos enamorados, teniendo bebés, mudándonos juntos y todo eso—Muevo mi mano como si no fuera gran cosa. Noto que los ojos de Mia van a mi dedo desnudo. También me he estado preguntando sobre eso. Sé que nos casaremos, pero me encuentro deseando que sea más temprano que tarde. También quiero un anillo en su dedo anular. Quiero ver mi marca en él. Para reclamarlo como mío. —Aquí está la llave, pero recuerda que puedes cambiar cualquier cosa— Mia extiende su mano para darme la llave. —Mia, me la estoy quedando. No me importa cómo se vea por dentro — —¿Por qué no les dejamos ver el lugar, Ángel? — Max le da un pequeño apretón a su esposa. —Solos— —Pero…— Ella mira de él hacia nosotros, entendiéndolo. — Bueno— —Gracias— Enrollo mi mano alrededor de la llave. —Será como en los viejos tiempos, nosotras viviendo una al lado de la otra— —Nuevos tiempos— corrige Mia. —Si. Nuevos— estoy de acuerdo. Ella besa mi mejilla. Max nos asiente mientras lleva a Mia hacia un SUV negro. —¿A dónde vamos? — —Salir a cenar o no tendrás autocontrol— —¿Italiano? — ella dice, olvidando todo ahora que la comida ha sido mencionada. Los veo alejarse.

—¿Vas a estar de acuerdo con esto? Mis amigos pueden ser...— No puedo encontrar la palabra correcta para ellos, pero siempre están todos en mi vida. —Son tu familia. Por supuesto que estoy de acuerdo con eso. Además, tienes que lidiar con mi hermano y mi madre— Subimos los escalones de la casa. Le entrego la llave a Ethan. No he conocido a ninguno de ellos, pero tengo la sensación de que va a estar bien. Ethan dice que su madre va a estar emocionada y que su hermano está feliz de que ya no esté deprimido. No puedo imaginarme a Ethan deprimido, pero me parece adorable que lo haya hecho por mí. —¿Cuándo vas a contarle a tu madre sobre nosotros? — Sé que ella lo sabe. Ethan habló con ella por teléfono, pero no le dijo mucho. Solo le dijo que encontró su para siempre y que nos mudamos juntos. No menciono al bebé ni habló sobre el matrimonio. Mencionó que yo sería su esposa, pero nunca me preguntó. —No quería abrumarte— Pone la llave en la cerradura y la gira. Empuja una de las puertas dobles y revela una gran entrada. Yo camino dentro. —Nuestros hijos destruirán este lugar — Todo está limpio y blanco. Realmente un lienzo en blanco para nosotros, lo cual es bueno. Quiero que este lugar sea nuestro. Mi lugar no tenía nada especial. Solo había conseguido cosas que necesitaba. En realidad, nunca le puse mi toque personal. Había crecido tanto mudandome que pensé que no tenía sentido. Creo que en el fondo sabía que no era mi hogar. Pero este lugar con Ethan y nuestro bebé va a ser nuestro hogar. —Son solo cosas— Ethan se encoge de hombros como si no fuera gran cosa, cierra la puerta detrás de nosotros poniéndole el seguro. —No creo que traiga mucho de mi casa excepto la ropa y algunas de las cosas que elegiste y agregaste— Suelto una pequeña risa. —He estado decorando tu lugar— No me di cuenta de que había estado haciendo eso, pero supongo que sí. Simplemente demuestra que, con Ethan, tan asustada como estaba al principio, en el fondo de mí sabía que estaríamos juntos. Había estado haciendo un hogar con él sin siquiera darme cuenta. —Yo tampoco creo que lo haga—

—Cosas nuevas— Me jala de nuevo a sus brazos. — Probablemente deberías dejar ese trabajo tuyo. Tienes este lugar para decorar, un bebé que esperar y…—se inclina. — una boda— Lamo mis labios, mi lengua se arrastra por su boca mientras lo hago. —Eso es mucho por hacer— admito juguetonamente. —Sabes, cuando llamé para romper mi contrato de arrendamiento, estaba segura de que me costaría algo de dinero. Luego descubrí que tenemos un nuevo propietario. Que me ayudo para romperlo. ¿Sabes algo de eso? — —Compro muchas cosas. Una vez me dijiste que te gusta dar largos paseos por los edificios. Quería asegurarme de que tengas opciones. Que siempre tienes todo lo que quieres y necesitas al alcance de tu mano— Pongo una mano sobre mi vientre mientras estiro la otra para acariciarle la cara. —Ya tengo todo lo que podría haber deseado— Su boca está sobre la mía antes de que la última palabra salga de mis labios. Él extiende su mano hacia abajo para descansar sobre la mía en un agarre posesivo mientras se adueña de mi boca. —Hay una cosa que no tienes— dice mientras se arrodilla frente a mí. Su mano momentáneamente deja mi barriga para alcanzar su bolsillo. Después de un segundo reaparece con una hermosa caja de terciopelo azul. Él abre la tapa para revelar un impresionante diamante solitario en forma de pera. Es la cosa más bonita que he visto. Las lágrimas brotan de mis ojos al pensar que esta es mi vida. Nunca hubiera pensado que podría ser tan feliz, pero Ethan lo ha hecho así. —Mierda, esa cosa es enorme— Las palabras escapan de mis labios antes de que pueda detenerlas. Ethan sonríe y sacude la cabeza antes de sacar el anillo de la caja, agarrar mi mano y deslizarla sobre mi dedo. No me pregunta al principio. Él permanece en silencio por un momento. Su otra mano vuelve a descansar sobre la mía que todavía está colocada en mi vientre. —Amelia, el único amor de mi vida, ¿Quieres casarte conmigo? ¿Me permitirás el honor de ser tu esposo en todo momento, bueno o malo, por el resto de la eternidad? ¿Amarte a ti y a nuestra familia sin límites e incondicionalmente? Te

pediría que me hicieras el hombre más feliz del mundo, pero ya lo has hecho— —Si— Exhalo una sola palabra. Mi garganta está apretada y no puedo sacar nada más. Se pone de pie, levantándome con él. Envuelvo mis brazos alrededor de él, sosteniéndolo fuerte, sabiendo que nunca lo dejaré ir. Nunca más huiré de él. Este amor es para siempre.

Epílogo 1 Ethan Unos meses después Me siento en la oficina de mi casa tomando un vaso de whisky añejo. No saboreo nada. Ni siquiera siento la quemadura en el fondo de mi garganta como debería. Toda mi atención está en una cosa. La habitación esta completamente tranquila a pesar de que hay cuatro de nosotros aquí. Escuchamos los sonidos de risitas que viajan por el pasillo. La puerta de mi oficina está abierta para que podamos captar cada sonido. Somos leones esperando una razón para atacarlas. —¿Cuánto dura una despedida de soltera? Ella ya está casada — Sean se levanta de su silla y comienza a caminar de un lado a otro. Lucho contra una sonrisa porque sé que lo enojará si sabe cuánto disfruto verlo ponerse nervioso por una chica. Ella lo ha tenido en la caza. —¡Ya estás casado, por el amor de Dios! — Se da vuelta para mirar las puertas abiertas. Otro ataque de risa viaja por el pasillo hacia mi oficina. El esposo de Kim, Kent, y Maxwell parecen abiertamente divertidos por la incomodidad de mi hermano. Lo han estado haciendo durante dos horas. Asalté a mi Muñeca en el pasillo. No es que ella peleara conmigo en eso. Tenía que perder en algunas cosas. Mia no dejaría pasar la despedida de soltera. Tampoco Kim. Yo estaba todo a favor. Kim posee una puta compañía de lencería. Sabía que mi esposa iba a terminar con baúles de todo tipo de mierda que disfrutaré más tarde. No había contado con esperar a que terminara la fiesta. Ahora estoy sentado en mi oficina tratando de luchar contra mi erección, pensando en cada cosa que está abriendo. Sea lo que sea, se verá sexy como la mierda. Es pura tortura. No estoy

seguro de cuánto tiempo más puedo esperar. Voy a hacer que pague por hacerme esperar para tenerla. Un pequeño grito suena a través de la casa. Todos estamos de pie dirigiéndonos directamente hacia las chicas. Nos detenemos cuando todas se giran para mirarnos como si hubiéramos perdido la cabeza. —¿Qué? — Amelia dice con la boca llena de pastel que Alyssa trajo consigo. La mujer trajo más postre del que podremos comer. Eso no va a detener a mi Muñeca de tratar. —Gritaste— le digo. —Esa era ella— Amelia señala a Mia. —Me emocione— Todas ellas se echan a reír. Todavía no tengo idea de por qué Mia gritó, pero todo parece estar bien. —¿Dónde diablos está Alyssa? — Mi hermano pregunta, buscando en la habitación. —¿Una emergencia para hornear? — Kim sugiere, haciendo que Amelia resople. —No te rías mientras comes. Podrías asfixiarte —le digo mientras camino hacia ella. —No puedo controlar cuando me río— Pone los ojos en blanco y se lleva el resto del pastelito a la boca. Me agacho, limpiando el glaseado de su labio. Me llevo el dedo a la boca y pruebo la dulzura. Sus ojos me miran todo el tiempo. Se lame los labios, el calor ilumina sus ojos. —¿Recibiste algo especial que quieras mostrarme? — Le pregunto y ella asiente con la cabeza. —Lo digo en serio. ¿Dónde está Alyssa? — mi hermano exige detrás de mí en alguna parte. —Es hora de irse— Me vuelvo para decirles a todos. Mia ya está en los brazos de Max. Kent ya tiene a Kim a medio camino de la puerta principal. Tan luchadora como ella, Kent consigue su ronroneo en la palma de su mano. Algunos otros se despiden cuando saco a Amelia de la sala de estar y subo las escaleras hacia nuestra habitación. Solo hemos vivido aquí durante unos meses, pero de alguna manera, a pesar de que tomo la mayor parte de su atención, ella ha armado este lugar. Lo convirtió en un hogar para nosotros. —¿Pensé que querías ver las cosas que tengo? — Ella se ríe cuando la levanto porque no se mueve lo suficientemente

rápido para mí. La necesidad de estar dentro de ella es casi insoportable. —Más tarde— gruño mientras empujo a nuestra habitación. —No creo que vaya a dejar que las veas. Lo arruinarás todo — La coloco en la cama. —¿Por qué las arruinaría? — Agarro su camisa. Ella tiene una de mis camisas de botones. Ella las usa todo el tiempo con un par de pantalones de yoga. La abro, haciendo que los botones salgan volando. —Oh, no sé por qué pensaría que arruinarías todas mis cosas nuevas y bonitas— Ella tiene otro ataque de esas jodidas risitas que van directamente a mi polla. Supongo que tiene un punto. —Te compraré más— Voy por el resto de su ropa. ¿Qué me importa la lencería de todos modos? Nada es tan bueno como mi esposa desnuda. Usando solo el anillo que puse en su dedo es lo más sexy que he visto. Mi boca se hace agua mientras la miro en nuestra cama. No tenía idea de que mi esposa podría ser más impresionante de lo que ya era. Que me jodan Ni siquiera sabía que algo podría ser impresionante hasta que la vi. Ella se recuesta sobre los codos, no es tímida en lo más mínimo. Su panza cada vez mas grande está en plena exhibición. —Ahora, ¿Qué vas a hacer conmigo? — Ella me da una sonrisa pecaminosa. Caigo de rodillas al lado de la cama. Agarro sus piernas, tirando de ella hasta que su trasero casi cae de la cama. No es que alguna vez la dejara caer. —Voy a comer tu coño— Sus mejillas se calientan como siempre cuando le hablo sucio. Ese bonito rosa que combina con sus pezones. —Entonces voy a hacerle el amor a mi esposa— —Si. Amo esa idea — Sonrío contra su coño, separando sus labios para darle un beso al clítoris. —Entonces tal vez te dejaré peobarte algunas de las cosas que tienes— Esta vez le doy una larga lamida que la hace gemir mi nombre. El sonido va directo a mi polla, que ya está goteando esperma en mis pantalones, rogando estar dentro de ella. —Te amo—

— Yo también te amo, Muñeca— le digo antes de hacerla correrse una y otra vez para mí. Podría hacer esto para siempre y nunca tener suficiente. Moriré en el intento. No hay nada que no haría para hacerla feliz. Ella es mi para siempre.

Epilogo 2 Amelia Diez años después Veo a nuestra hija mayor jugar en el patio. Ella es muy buena con todos sus hermanos y hermanas. —Ella se parece a ti cada día más— Ethan aparece detrás de mí y me quita el cabello del hombro para besarlo. Después de todos estos años, todavía no puede quitarme las manos de encima. Uno de nuestros dos hijos corre, saltando a la piscina. Su gemelo hace lo mismo. Los dos nunca están muy separados. Sé que no son nuestros hijos biológicos, pero juro que se parecen mucho a Ethan. Está en las expresiones faciales y sus gestos. Ethan es un padre tan cariñoso y práctico que le han copiado estas cosas. Casi no puedo creer que tengamos cinco hijos ahora. Si me hubieras dicho hace diez años que tendría cinco hijos y otro en camino, habría dicho que estas fuera de tu mente. Ni siquiera sabía cómo amarme de verdad en aquel entonces, hasta que Ethan entró en mi vida y me mostró lo que es el amor incondicional. No tenía idea de que ser madre y esposa era mi verdadera vocación. Realmente demuestra que nunca sabes lo que te traerá la vida. También ayuda que tenga un esposo muy rico que puede darse el lujo de contratar ayuda en la casa. Hace que tener a todos estos bebés sea un millón de veces más fácil. No me da vergüenza que tengamos una niñera, un chef, un conductor y a quien más necesitemos para ayudar. Lo que sea que me libere más tiempo para pasar con mi familia, lo aprovecharé.

Tampoco tendemos a contratar a cualquiera. Las personas que vienen a trabajar con nosotros también se consideran parte de la familia. En este punto, creo que se considera más un pueblo que una familia. Los amo y respeto a todos. Cada uno de ellos ha tenido un impacto positivo en nuestras vidas. Sé mejor que nadie que no es la sangre lo que te hace familia. Son las personas que vienen a tu vida y quieren estar allí porque así lo eligen. Quieren lo mejor para ti y realmente te aman. Esas son las personas con las que he aprendido a rodearme. Puede que me haya llevado un tiempo saber que era digna de amor, pero ahora nunca lo dudo. —¿Puedo robar a mi esposa para el almuerzo? — Ethan me gira en sus brazos. Las cortinas caen cerrandose. Entré de la piscina para bañarme. No puedo estar al sol y en la piscina tanto como todos los demás. Llevo cuatro meses y me canso fácilmente después de una mañana de correr por el patio y nadar. —Eso suena maravilloso— Sé que Juliet vigilará a todos los niños. Sin mencionar que mi hija mayor, June, puede ser una pequeña mini mamá a veces. Estoy muy orgullosa de ella. Nunca se quejó ni reclamó cuando decidimos adoptar más niños. Ella es amable y amorosa. Ella toma a cada niño, mostrándoles nada más que amor. Se tratan como hermanos y hermanas porque eso es lo que son. Puede que no sea por sangre, pero si por su vínculo entre ellos. Eso no quiere decir que no peleen. Lo hacen, como lo hacen los hermanos y hermanas normales. Después de July, adoptamos solamente niños. Ethan sabía lo importante que era para mí y nunca dudó. Este último embarazo fue una pequeña sorpresa para todos nosotros. Una buena. Creo que este podría ser nuestro último. Seis niños pueden ser mucho para manejar cuando quieres asegurarte de que todos reciban la atención y el amor que merecen. Ethan toma mi mano, llevándome fuera de nuestra habitación y por el pasillo. Sonrío ante todas las imágenes que recubren las paredes. Algunas son imágenes de nosotros como

familia y otras son obras de arte enmarcadas que los niños han hecho a lo largo de los años. —¿Todavía estás disfrutando aquí? — Ethan pregunta cuando entramos en su oficina. Cierra la puerta detrás de él y le pone seguro. Creo que planea comerme junto con el almuerzo. —Me gusta aquí. La ciudad está demasiado caótica para mí ahora— admito. Me río cuando pienso en que todos tuvieron una "sorpresa" conmigo el año pasado. Todos habíamos estado viviendo en la misma calle durante tanto tiempo, Mia, Max, Kim y Kent, que cuando surgió la idea de mudarse de la ciudad, querían que todos nos fueramos. Pensaron que iba a ser yo quien presentara una protesta. No lo hice. Necesitábamos más espacio, el ajetreo y el bullicio de la ciudad pueden ser muchos con tantos niños. No me importa cuántas manos tengas. Incluso la madre y el hermano de Ethan se mudaron aquí con nosotros. — Disfruto de largos paseos por el camino ahora— bromeo con él. Todos construimos juntos. En realidad, fue un poco divertido. Los niños eligieron los diseños de sus habitaciones y yo pude construir una casa de ensueño para mi familia. Mi hombre hizo todo esto por mí. Para nosotros. Todavía no puedo creer que intenté darle la vuelta hace tantos años. Saca una silla de la pequeña mesa que debió haber traído para que comiéramos. Echo mi cabeza hacia atrás, queriendo un beso primero. Su mano va a mi estómago mientras me da lo que quiero antes de sentarme. —¿Cómo van las cosas en Connecting Love? — Ethan tuvo una reunión esta mañana. Se suponía que yo debía ir, pero nuestra hija más pequeña estaba un poco pegajosa esta mañana y no podía dejar a mi angelito, así que Ethan se fue sin mí. Sabía que lo manejaría. Por mucho que me haya metido en el mundo de los sistemas de acogida y las adopciones, él ha estado a mi lado haciendo todo lo que podemos. Hay muchas grandes organizaciones por ahí, pero hay algo especial en Connecting Love que me atrajo. Quizás fueron los dos niños gemelos que ahora son nuestros hijos los que me llamaron la atención el primer día que fuimos allí. Pero fue más que eso también, lo que la organización estaba haciendo por

los niños hizo que Ethan y yo estuviéramos contribuyendo tanto como podamos. No sólo hemos comprometido nuestro dinero, sino nuestro tiempo también. Es fácil tirar dinero a las cosas, pero creo firmemente en hacer el trabajo para hacer una verdadera diferencia. Yo, de todas las personas, entiendo por lo que pasan los niños todos los días. Todas las emociones que experimentan y el pequeño destello de esperanza al que se aferran, esperando que algún día sean amados. Nunca quiero que un niño se cuestione si es amado. Si bien no podré ayudarlos a todos, sé que lo que Ethan y yo estamos haciendo a través de Connecting Love marcará la diferencia en la vida de muchos niños. —Todo avanza según lo previsto. Todos te extrañaron esta mañana. Todos los niños preguntaban por ti — Eso trae una sonrisa a mi cara. Traerá una más grande una vez que los coloque con una familia que pueda darles todo lo que necesitan. —Estás demasiado lejos de mí— Está en un instante, levantándome y poniéndome en su regazo. Él frota su cabeza en mi cuello, aspirando. Nunca pasa de moda lo mucho que me echa de menos, incluso cuando sólo se ausenta por un par de horas. —Te amo, Muñeca— Me alejo para mirarlo. —Yo también te amo— Su mano descansa sobre mi estómago mientras me inclino para besarlo. Él sigue siendo mi para siempre y mucho más.

Fin

Próximo libro Alyssa finalmente ha puesto en marcha su panadería, Love Bites. Todo se está acomodando en su lugar hasta que un apuesto desconocido al otro lado de su tienda le llama la atención. Mirarlo se convierte en una parte diaria de su rutina. Ahora se le antoja algo más que los dulces. Sean trabaja demasiado para su propio bien. Pero ser dueño de los mejores clubes nocturnos de la ciudad requiere dedicación. Incluso si eso significa dejar su club a primera hora de la mañana. Aun así, a pesar de todo el éxito que ha tenido, sigue sintiendo que le falta algo. Eso es hasta que Alyssa llega a su club luciendo adorablemente fuera de lugar. Ella cree que él es demasiado salvaje para ella. El cree que ella es lo que le falta. ¿Podrá demostrarle que el amor realmente no muerde... excepto de la manera más dulce?

Sobre la autora

Lucy Darling: obsesionada con el café, las risas, el amor y el felices para siempre.