Los Chibchas Antes de La Conquista Espaola

LOS CHIBCHAS ANTES DE LA CONQUISTA ESPANOLA l'O.R VICENTE RESTREPO CRballero gran Cruz de la orden de San Gregorio Mag

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LOS

CHIBCHAS ANTES DE LA CONQUISTA ESPANOLA l'O.R

VICENTE RESTREPO CRballero gran Cruz de la orden de San Gregorio Magno, ex-Mi nietro de Relaoionee Exteriores :y de Hacienda de Colombia, eto. eto.

:1.eees

BOGOTA (COLOMBIA) ltup....l\ta rigen de IUI habitan&ei.-Boequejo de lu COJtumbree de eue veclnoe.-Cnaeldad y antropof"'fa de loe M·azoe y de lua Pan .m eL-A.nimo apocado de loe 15u~­ Trlbus que ocupabAn los LlanOI'.-Cost·nubree ealn)ee de loe Tunebae y de loe Llchee.-Tradiclones d" 1·'11 Chlhcb~• relaüvu' su orlga.Innaigraclonee suceslvai que ocupuon el NueYo Reino de Granada.De dónde Yinleron loe Chtbchu.

En gravísimo error incurriría quien creyera que antes de la conquistiL espafiola hubo en el territorio que forma hoy la república de Colombia una nacionalidad que en algo se parer:iera á la actual. Los dominios del pueblo chibcba, el más numeroso y civilizado de los que ocupaban el Nuevo Reino de GriLnadll, cubrflln apenas la duodécimt\ parte de f!U extensión pobl11da y la quincungésim;t de su total superficie. Del resto del pafs eran dueños gran número de naciones y de tribus independientes unns de otru, generalmente enemigas y con frecuencia en guerm, distintas en su origen, lengnnje, costumbres, prácticns ~dolátricn.s y grado de barbarie. En tnles condiciones, el aislamiento era el estlldo nnturnl de nquellos pueblos que, si en ~iempo ele pi\~~ tenían algunas comunicaciones, era sólo con las tribus ve·

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einas y con las más pr6ximaa. No habfa relaciones entre provincias distantes. El interesante pueblo 6 familia americana, cuyo gra· do de civiliz.'\ci6n tratamos de inquirir, no tenía nombre general que se extendiera á todos los Estados: cada uno de éstos era conocido por su nombre particular, con el que se designaban á la vez la provincia y el cacique que la gobernnba. Los españoles llamaron á sus habitantes Jfuiscas, por haberles oÍdo pronunciar frecuentemente esta palabra, que en su idioma quiere decir persona (1), y Moscas por la semejanza de los vocablos muisca y mosea, y, además, porque dec(an que eran tan numerosos como las moscas. Ninguno de Jos primeros cronistas les ·da el nombre de Chibcbas, sino el de Moscas 6 Moxcna. Fray Bernardo Lugo fue el primero que dijo que la lengua que hablaban era la chibcha. El Padre Simón es mú preciso, pues dice que tanto á la provincia deBacatá, como á la lengua que en ella se hablaba, las llamaban chibchas (2). Parécenos que estos son motivos suficientes para seguir dánd(lles este noinbr\}, que es el que les corresponde, y con el que son más generalmen· te conocidos (3). Eran los Chibchas de estatura mediana y fornida, color cobrizo, frente aplanada y angosta, cráneo escasamente prominente, cabellos negros y lacios, nariz chata, (1) Con la TO& muiiCG dealgoabao 'lu penooat de amboe .,.xoe, 7 para dlatloeotrl.a llamab"D al hombre mutJCG eh!~ (ch·t, '9'&1'6o) 7 'la mujer muüca j'llch'.l (.fuchfJ, hembra). Loe Toojaooe Do ~o­ .Sao la palabra mtrilw:O. (1) T. n, P'l"- 11'- 117 1 281. (8) Dloe Pl.Sr.. hlta qu., en la gentilidad el NaeTo BelDo de GrADada .. Jlam6 C•tadmGmarco. .Beta TO&, extrafaa 'la leagaa ehlboha, que osrecfa de laa lettaa d 1 r, fue trafda por Belalo&&ar del Per4. Bllodlo qu• habl6 de la proTloola de Oaodlaam&I'O& l el&e Oapl&io, agreg6 qQe au Ot&elque habla teoldo uoa IP'ILD batalla eoa aa.a Teeluoe loe Chiou; 6atoe, eeg4u el oroolata Herrera, teufaa aut tlerrM alear del Callao. Luego tallocldeote DO ae relere ea aba· I6Ja lelltido ' loe Chlbclw.

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ójoa negros y peqqellos, pómulos. salientes, labios grueios, diente& blancos y parejos y no· tenían barbas. Ocupaban en el centro del N uevo Reino de Granada las altas planicies de los ramales occidentales de Ja cordillera oriental y algunos de los valles circuídos por éstos. Formaban sus tierras una elipse irregular cuyo mayor diámetro, entre la Mesa de Jéridas, al Norte, y Pasea, al Sur, era de veinti~:~iete miriámetros ó cincuenta y cuatro legua&, y su más extensa latitud, entre Zipacón y Lengupá, trece miriámetros ó veintiséis leguas. Medía su superficie mil legáas cu'ldradas, equivalentes á dodcientos cincuenta miriámetros. La población era numeros~ y probablemente alcanzaba at un millón de habitantes. Recopilando todos Jos datos que se encuentran en las crónicas sobre los límites del territorio ocupado por los Chibchas, los describiremos á. grandes rasgos (1). Empieza la elipse en el extremo norte de la Mesa de Jéridas; vuelve la línea curva que la forma al Oriente bajando el r{o Manco; subiendo por éste al Chicantocba hasta su confluencia con el Chita no; pasando de allf á. la cordillera que separa los llanos de Casanare; continuando por el río Lengupáá la cordillera que separa !os llanos de San Martín. Luégo viene la Hnea al Sur, detrás de Fosc'l y Pasea, para torcer al Occidente at poca dis· tanda de Tibacoy, ~l'ena, Zipacón, Pacho y Simijaca; es· tos siete pueblos estllban muy cerca de la froratera (2). Finalmente continuaba la Unea por detrás de la pella de Saboyá, Bolfvar, la peña de Vélez, y la línea que sigue paralelamente al río Suó.rez, completando la elipse en la Mesa de J éridas. (1) V&.e la oana del territorio de loe Ohlbobu eo el AUG• cart¡ruol6g1Do. (2) P. 81Ko•. T. U., P'P. l5i J 287.

_,_ Dentro de los límites del pueblo Chibcha hemee inc)u{do, · de acuerdo con Simón y Piedrabita, á loa Guanes, cuyas costumbres el'lln en muchas cosas las mismas que las de aquellos {1); usaban el mismo vestido y enterraban á sus caciques de una misma manera. Eran gallardos, más blancos y de· mejores facciones qnc los Chibchas; ingeniosos y diestros en el manejo de las ar. mas. Los espafioles los comprendían en la denominación de Mosca~, que daban á los Chibchas (2). Don Juan de Castellanos pone en bocn del Zipa Nemequene estas palabras: "En los Llanos, caciques eomarcanos me obedoocn,. y apetecen darme gusto."

Luego algunaóalgonns de las tribusque ocupaban los llanos de San Juan reud(nn vasallaje al Zipa.; no obstante, ya que hemos querido establecer los límites dentro de los cuales viví11 desde lejanos tiempos el pueblo Chibcha, hemos evitado inclaír dentro de ellos parcialidades que diferían de él en origen, lenguaje y costumbres. No estamos de acuerdo con el doctor Zerda, quien considera á los Chibchas como unn aglomeración de tribus que vinieron del Norte, del Snr y del Nordeste y cuyos elementos étnicos se confundieron paulntinamente por el cruzamiento (3). Fundarnos nuestra divergencia en un argumento que nos parece decisivo. (1)

8IKON. T. u, J>'g. 884.

(2) 81KON. T. II, pAg. 117. (3) ApoyA ~~ doetor Zerda eata eopot!lcl6o eo loe ettodloe del

prd~aor Pablo Rrr>eP, practteadoe eo doe pt-qaeftae enlee de er'· peoe r~oogld :. 1 Pll df,/erentu lUflaru dt Cundittamarco; "la pr!me· ra preeentaha un medio muaticq'dllco t"on terulenelae' lA doltcoce.fall!J; la otra ea francamente brnqufc,../dl'i'!tl¡ por loe demb eancteres ei'OI C... neOIIOD lemt'j1DÚ'I." El profe110r Broca Pl'lllf!Ptó al Congreso de Amertcanl•tae de N&POJ, en 1875, noa memoria sobre crAoeoa cotombhno11 (Or4rau oolombüm). EttacUa en ell" dos peqoefla eerlea de on1neoe de 1.. eereanfaa de BogoU (no lodlca tu localldadee) : la prldl~ra f(le lle-

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. El primer hecho preciso de-que da noticia la tradición es la venida de Bochica y su peregrinación por las tierras de esta nación. Contatbase que había entrado por Pasea visitando los pueblos de Bosa, Fontibón, Bacatá, Serrezuela, Zipacón y Cota, de donde prosiguió su vi11je al Nordeste, á la provinci1\ de Guane, "donde hay mucha noticia de él." Desde allí volvió al Sur y recorrió In provincia de Tunja; loégo pasó ,¡ la de Iraca, entrando por Gámeza. Fl'ay Pedro Simón, de quien tomamos estas noticias, agrega que Bochica estovo tres días en una cueva, en un sitio que llaman Toyú, y allí "le fueron á visitar el CaciqtJe de Ganza 6 Gatmeza, los de Bosbnnzó., Soehn, Tasco, TópngA, Monguf, Tutnsá; M.ongnn, Pesen, Yacomf, Bombaza, Totn, Guaquirú, Sátiva, y como fueron llegando fueron ganando la antigüedad y grandeza que hoy tienen." Yad& A Franela por K. Heorl Bella, en 1869, 1 lll e.gooda por eleeJior Buqulel Urlooeoh•a. LA primera eerie compreode Mis e"'oeo•, ouatro de ellM deformadoa artltlolahoeute. La •go oo IOD Ohll,)ohu, puea este pueblo uo teof" la ooatumbre de dttprlmlrloa, ooetumbre que at efl\ propia de toe Pao~hea. tribu qae b"biabs A poou leguaa de BogotA. J..oa ouatro or•oene d•la aegaoda eeri•, aaoad:,e dtt ana antiguA eepultara qae ee auv,•oe fae poaterior A la ooaq•ieta, oo tleoeo o logana deform•cl6o 1 po~t lttn eer cblbehu. Dice Brooa: •· Ignorn h, • .,, qu6 puntn er.ta"la' l)róxlmas 6 d!attnt•e las Be;lulturaa d:! donrla fn1n' eac' lltS una y utra aerle 1e crineos. El exa u· n cranwlógtco l.iende 6 hi.Cer admitir qno e~ u dos r.erles provielen de 6poCI&lS difc· rentes 6 d • p)bl-s;lones dlatlot111." Bo otr• parte de 111 Jltmorlll agrega: "SI ae comparan los dos lndlees craneanos de las dos seri s, ae inclina uno i creer que hay entre ellu una diferencia de raza." Al decir eato •lautor fae bien lmplrado, poea es evidente que lo. er4oeo• braqaloéfoalo. de la primera eerle faeroa hlllladO'J en el territorio qae ooupabao 1 R ~"ocb1. St-gdo ~l. ••Jea trea cr.inroa bleo deprimido. fuerou ~wetldos 4 u o wlamo mót.odo d.t d•f·muc.· ci6n, ooaslsteote ea doa preslo1uts opu..at.a, •J .. r.sldc& la uu~t eobre Ja freo te v la otra aobre el oolodrll!o " L' ob!erv~tci6o e!ltl de aouudo ooa lo. heohoa, paee el Padu Sho611 r~ftere que loa Pancbet "eo oaelendo la orlatora le pooeo aa4 tablilla en el oulodrillo 1 otra en la freate, 1 atbdotaa por loa eztremoe aprietan ambu partea 1 ha.oeo aoblr la cabes& hui-\ uriba 1 quedaD aplaoadoa la frente 1 el oolodrlllo." (T n, P'g. 181). . La oooolui6D del dootor Zerda oareoe, pow, de fuodameoto.

En la época remota en que empieza á vislumbrarse la verdad histcSrica, vivía, pues, el pueblo chibcba dentro de los límites que le asignaímos al principio de este capítulo. Desde entonces se distinguía de todas las tri· bus y naciones que lo rodeaban: formaba nna sociedad uniforme, compuesta de pequefios estados generalmente independientes unos de otros, pero unidos por los vínculos de lenguaje, creencias, costumbres y leyes muy semejantes, que revelan un origen común. Ninguna de estas relaciones de semejanza, cnracterísticas de nn mismo pueblo, existía entre los Chibchas y sos vecino8, quienes se hallaban sumidos en la barbarie. Haremos una rápida reseña de éstos, ya que es preciso conocerlos. Empezando por el Occidente y procediendo de Norte á Sor, tenemos á los Y nregofes, sitondos frente á Jos Goanes, entre el Sogamoso y el OpcSn; seguían los belicosos Agataes, en la regido que bafta el río Horta: unos y otros eran semisalvajes: se ~ejaban embaucar. por sos hechiceros, y andaban desnodos. Los dominios de los Muzos principiaban en Saboyá y confinahnn con ellos los Colimas, que "eran de la misma nación, costumbres, fragosidad, ferocidad y lengua que los indios Muzos" (1): los llamaremos á todos con este último nombre. Eran los Muzos enemi· gos de los Chibchas, solían entrar ú sus tierras, aunque atacaban con mayor ft·ecuencia á los Panches, y mata· bao y comían gente como si fueran carneros. Tuvieron los espaiioles ocasión de experimentar su crueldad¡ habiendo dado muerte estos bárbaros á algunos de ellos, les desollaron las caras y curtieron la piel, de manera que se conservaran la barba, las cejas y las pestaiiatt. (l) 8IK6Jr, T.

m, P·l· Jl&.

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Mostraban estos rostros enJutos en sus borracheras, y cantaban en coro ensalzando la ferocidad · espafiola y diciendo que era mayor la de ellos, puesto que los habían vencido y matado. Andaban los Muzos desnudo~, no tenían c·aciquea, y seguían el consejo de los ancianos; ernn holgazanes, se ocupaban mucho en beber, y luégo que se embriagll· ban se mataban unos ó. otros ; uo observaban leyes ni preceptos, ni conocían ~ás penn que lu venganza, laque eludían pagando alguna multn. Ahorcábanse estos salvajes, ó se flechaban por los mús fútiles pretextos : ora porque la mujer tardaba en guisar ld. comida, ora porque la chicha no quedaba ó. su gusto. Repudiaban á sus mujeres por cualquier motivo, dejándolas en libertad de volverse á. cnsnr. Fnjaban el cuerpo de los niiios, los metían en una estrecha cunilla de juncos y colocaban ésta empinada contra la pared, de manera que la éabeza quedara para abnjo, para que se hiciera recia y redonda. No tenfan adoratorios ni ritos; rendían culto supersticioso al agun, pero su propio dios era el Demonio, de quien aseguraban que andaba entre ellos tan descubiertamente, que bailaba con ellos y les mostraba que bebía. Sus mohane$ eran agoreros y curanderos, quienes ejercfan su oficio haciendo uso de yerbaa y de hechizos. Los más terribles enemigos de los Chibchas eran · los Panches, muy inferiores en número á. ellos, y que habitaban entre Villeta, Tibacuy y el río Magdalena. Más bien que hombres eran fieras estos abominables salvajes que hacían la guerra sin pensar jamás en dila· tar sus dominios, sino en tener abasto de carne humana que comer, llegando á. tal punto su bestial voracidad, que por leves motivos peleaban unas parcialidades con

-sotras, sin reparar en devorarse p_adres, hijos y hermanea unos d otrOE. Acostumbraban deprimir á sos hijos la cabeza; envenenaban sus flechas: vivían como animales; asistiendo sus mujeres y sos hijos á sos convites, sin nin· gún vestido; suspendían á las puertas de sos bohros las calaveras de sos víctimas; celehnLban el nacimiento del primer hijo 6 hija invitando á sos parientes á comer con ellos sos delicadas carnes, y aun en ocasiones llevaban so frenética ant.ropof11gía basta dar sepultura en sos vientres á los cuerpos de sos propias mujeres. Eo los combates se arrojaban como perros hambrientos á beber la sangre que salía cálida do las heridas de los que caían por tierra. Cugaban los cadáveres sin hacer diferencia entre compañeros de armas y enemigos, y los llevaban á otro lugar para comérselos después, aun sin pasarlos por el fuego. Eran los Panches " plaga cuo· tidiana de los Moscas, temblaban de ellos, porque los tenían por fieras indomables, y sepulcros sos impías entrañas de las suyas." Estos indios vivían de la cazR y de la pesca. So mayor fiesta consistía en juntarse muchos á bailar y beber basto cner. Era frecuente entre las mnjeres mntar las criaturas nntes de nacer, dándose golpes con piedras y bañándose el vientre con el cocimiento de ciertRs yerbas. Tenf~tn por único dios al Demonio, y decfan que contestaba á sus preguntas. Eran muy supersticiosos y · aficionados á hechicerías; conocían, en fin, muchas yerbas, lalJ ouns snludnbles y lns otras venenoSRs, y soHan usar de estas últimas pnra mntRr disimuladamente á sns enemigos. Ocupaban los Sutagaos la región comprendida en· tre los R(os Pnsca, Sumapl\7; y Magdalena, y confinaban con los Chibchas por el Sur. Eran esto! hárbnros de

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ánimo apocado y tenían la rapiii:\ por principal ocnpaci6n. Salían en cuadrillas por los caminos á asáltnr ·á· los transeúntes para robarlos, iin pretender quitarles la vidll. Tenían ídolos de oro, barro y madera, á quienes presentaban como la oft·enda más digna de su acepta· ci6n, parte del botín arrebatado ; que de 1,, hacienda propia nadu les daban, porque decían que loe disgustaban. A 1 sudeste de Fosca habitaba la tribu de los Bu· chipas, "indios de poco áoimo y de mucha cautela." En los llnnos de San Juan, en el bajo ArÍitri, estaba la provincia de los M,u·bnchares, adorc1dores del Sol como los Chibchas. En su territorio se hallaba el tem· plo de este dios, donde criaban los moj:as 6 sacerdotes nifios. Al oriente del río Lengupá, en los llanos de Casa· oare, hnbitaban los Tecul~ 6 Teguas, q•te se diferencia· bao de los ChihchM en 1!1 lengua y en el traje. Siguiendo al Norte se hallaba la tribu eemisalvaje de los .Morcote3 y más adelante los Tanebos, á. quienes se tenía por la gente más bruta y más inmunda de los Llanos. Hombres y mojeres andabAn vestidos con unos sncos de lienzo bnsto y sucio. No se cuidaban de peinarse, y tenían los cabellos desgreñados y llenos de in· mundos parásitos; su mayor recreo era sentarse al sol y ponerse á coge dos de~pacio y comérselos. Un pedazo de carne podrida y hedionda, era bocado regalado para ellos. Lns asquerosas manchas blancas y azules del ca· rate, que cubrían hasta el rostro y las manos, eran para ellos complemento indispensable de la belleza de la mujer, y cuando ésta no las tenía le daban cierta bebida que desarrollaba tan fea enfermedad. Eran estos indios muy cobardes y mansos, no tenían propensión al robo;

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y ae unían con nrta sola mpjer. Rendían culto al Demonio en una laguna situada al norte del río Tame. · cían que se les aparecfa en forma de una serpiente, que vive en esos lngares, llamada güw por los espaiioles. Asegurab11.n que hablaban con )a culebra y qu~ ofa~ con gran reverencia sos respuestas y consejos. Los Laches lindaban con los Tundamas y los Guanes, y llegaban hnsta el río Sogamoso, enfrente á los Yaregules. Eran estos indios en ex: tremo bárbaros y brutales. Tenían el vicio abominable de la sodomía, detestado por las naciones que hemos mencionado. Criaban 1 vestían al efecto algunos de sus hijos varones como si fueran mujeres, y como tales los casaban. Su único ejercicio era la guerra y el pugilato, que llamaban moma. Salfan las parcialidades í. los campos con sus arreos de plumas, y se daban puñetazos, sin llegar á cogerse cuerpo á cuerpo, hasta rendirse ó caer lastimados. Adoraban como á dioses á todas hlB piedras, alegando que todas habían sido primero hombres, y que los hombres se convertían en piedras al morir, parn resucitar un día. Lle- · gaba su necedad hasta adorar so propia sombra, diciendo que el sol la bacía para darles dioses. L~ corta historia de los Chibcha.s revela que, si los diferentes caciques que pertenecían á este pueblo se h~cfan frecaentemente la guerra con la mira de dilatar sus dominios, no atacaban á las tribus de distinta raza, ni pretendían someterlas. Vivían en paz con sus vecinos, menos con los Panches y los Muzos, á cuyas salva:jes hostilidades oponían tenaz resistencia. ¿De dónde vinieron los Chibchas y por qu~ camino llegaron á las comarcas qne ocuparon? ¿Cuándo y en qu~ número se efectuó su venida? Estas y otras cuestiones que con ellas se enlazan, son de muy alto interés hia-

ne..

-u~

tórl~o•.J;muy .á

propósito para aguzu· el ingenio de loe hoÍnbr~ de cieflbin. · Interroguemos las tradiciones fabulosas de este pueblo. Los Chib~has no conservnbtm ning{m recuerdo de haber ocupado .su terl·itorio tomándolo por conquista, ni de que en él hubiera vivido antes otro poeblo; creían ser sns primeros y únicos habitantes, y se consideraban hijos de la tierra: Autóctonos. Hnb{nn localizndo en sus dominios las tradiciones uuivcr~nles. Tenfan sn Eva, la fecunda dioSR Bachúe. Los Sogamosos decían qn~ habían venido nl mundo antes de que el sol y la luna lo alnmbraran. Los indios de la S•.1bana de Bogotá contaban qne hab(an presenciado el cattlclismo que dio lugar á que las aguas del FanZI\ se t\brieran paso por Tequendama. . Machos otros pueblos han mostrado semejantes pretensiones á una alta nntigüed:ul. Sin dar en esto razón ó. los Chibcho.s, es preciso reconocer que no se ha encontmdo hasta hoy en la región ocupndn por ellos ninguna clase de monumentos ni de vestigios que puedan atribuirse á anteriores moradores. Adoptamos, sin vacilar, la opinión de los que sostienen In unidad de la especie humana, que se ve comprobada en ln historia de todas las naciones. No hubo más Adán que el padre del linaje humano, que tuvo su cuna en Asin, de donde partieron los hombres pnra poblar Jos continentes. Estudiando la.'l tradiciones y las prácticas religiosas de los Cbibchas, veremos cómo parecen muchas de éstas traídas de Asia, más bien qo.e inventadas por ellos. Pero, ¿de dónde y por qué camino vinieron ? Antes de tratar de dar una respuesta á esta pregunta, vea· mos cómo pudo poblarse el Nuevo Reino de Granada. ' ; ·

1

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Nos permitiremos expresar algnol\8 ideaa generales sobre asunto tan im-portante, apoyándolas, en cuanto sea posible, en hechos históricos. Empezaremos por un hecho negativo. Es muy probable que no hubiese inmigración ninguna q•te invadiera por el Sur el N uevo Reino de Granada. Se cree que los Quitos fueron los primitivos habitantes del Ecuador, y no hay tradición que recuercle que hubieran penetrado en el territOrio colombiano. Les Scyris ó CAras que vencieron á éstos, pocos siglos antes del descubrimiento de América, consta que uo salieron de sos nuevos dominios. Los Incas á su vez se hicieron dueños del Ecuador poco más de medio siglo antes de la conquista, y lleVAron sus nrmu.& victoriosas hasta la llanure de Pasto, pero no pasaron el río Mayo, y dieron por límite á su imperio hacia el Norte el río Angasmayo, situado algunas leguas al sur de Pasto, muy cerca de la frontera moderna. El moy erudito sacerdote, doctor Federico Gouzález Suárez, dice terminantemente: " Los primeros pobladores do las provincias ocuatorianaa, sin duda ninguna arribaron por mar: viniendo unos dclllldo del Occidente por el Pacifico á nuestras costas, y descendiendo olroa tlellado clel Atlántico por l11s montaftaa do Antioquia y Popayin, para entrar por el Norte al territorio actual del Ecuador. Tarde debieron principiar á poblarse nuestras comarcas, y cuando ya tetaban habitadas otras regiones de Colomhin y de t·entro Améríe.'\." ( 1)

Reina grande incertidumbre respecto del origen de los americano~, envuelto en misteriosa oscorida.J. La historia ha Yenido tarde á alumbrar con su luz los fabulosos tiempos primitivos. Ll\rga set·ía )a enumeración de todas las hip6tesis sostenidas por sabios autorea acerca de tan dificil problema, y su disensión estarln fuera de lugar en este libro. (1) Hütorla gmn'ld de lo rtt>'blicll del Bcuatlor, T.

J,

Cap.

1.

-18Muchos y niuy distinguidos americaiiistas sostienen que el N uevo .Continente se pobló por migraciones su· cesivas que lo recorrieron de Norte á. Sur. "Un aolo hecho parece indndable,-dice el marqu6a de Na. daillac,-y eJ que pueblos enteros ae dirigieron durante muchoa aigloa del Norte hacia el .Mediodía, empujindoae los unoa á loa otros, como una ola precipita á la ola que la precedi6." (1)

Seg6n M. de Quatrefages, "la América fue poblada como por un gran río humano, que tuvo su origen en Asia y atravesó el Contin~nte entero de Norte á. Sur, recibiendo. en sn curso algunos débiles arroyos." (2) Por lo que hace á CQlombin, no vacilamos en creer que una serie de invasiones de pueblos y parcialidades de la América septentrional y de la central lleguon á nuestras costas por el Atlántico y el Pacífico y pene· traron en nuestro territorio por los rios nA.vegables, durante un número de siglos dificil de determinar. Eran pueblos vencidos por otl'Os más fuertes, que seguían al Sur en busca de nuevas tierrllS; naciones aventareras avezadas á los peligros de la navegación y ávidas de rapiña, como los Caribes; tribus que peregrinaban hasta encontrar suelo y clima propicios. Así se explica la diversidad tan grande que existía en lenguaje, costumbres, idolatría y grade de barbarie en el crecido número de naciones y de tribus que poblaban el suelo colombiano : procedían probablemente las unas de algunos de los difereutos pueblos que invadieron ltts comarcas de México y la América Central; venían las otras de naciones caribes, dadas á. la antropofagia. En apoyo de nuestra opinión citaremos la muy autorizada del sabio jesuita Padre Bias VaJera, que (l)

L'A~priht.lorlgtu,

Cap. VL

(1) Dlloano de1Daaprael6n del Ooopeeo de .A.merleualatu,

4¡ae ee nanl6 en Parfa en 1890.

8

-uvivió.eq el, siglo XVJ; qJJieo, deaspu&J . de d*ribir lu coet.ombres feroces de los Caribes, CQnclu.ye : " Eeta generación do hoJnbree, tan terribles y cmelee, sali6 de la nación mexicana, y pobló Ja do Panam6, y la del Dari6n, '1 todas aquellaa grandes montaflaa que v•n hasta el N nevo Reino de Gl'l&nada, y por la otra parte haata Santa Harta." (1)

Una ojeada al mapa de América har& comprender el derrotero de estas inmigraciones, que invadieron el territorio colombiano por el Noroeste, el Norte y el Nordeste. Algunos hechos históricos servirán para explicar y confirmar nnest1·as ideas. La parte ol"iental fue poblada por parcialidades caribes; unas vinieron por el lago de Maracaibo, y penetraron por el Zulia ; la& más entraron por el Orinoco. Rnfiere el Padre Gumilla (2) qne era costumbre inmemorial de los Caribes navegar en sus piraguas esto extensísimo rfo y sus afluentes con el fin de cautivar mujeres y niños "para tener con las cautivas más autoridad, séquito y trabajadoras en sus sementeras, y en la chusma criados para servirse de ellos." Dice el Padre Juan Rivero, hablando de la dila· tada nación de los Achagnas : "Empezaba ' extend6rse esta nación desde muy cerca de Barinaa hasta San Juan do Jos Llanos, y desde allí hasta Popayán, sin que ae lea haya descubierto términos haata ahora. Desde el puerto de San Salvador, de Casan are, iba una gran manga de estas gentes, con poblaciones hasta el Ariporo y baata las orillas del Meta. :Más de veinte provincias contaban los AcbgnM bajo un mismo idioma." (3)

L

(1) La Hiriorl4 dtl Pri, eeerita en latfa por el Padre Valera. no lles6' pabllcane; elm&Daanlto fae deatratdo en eu mayor par· te en el aaquu de Cal ir, en 1198. Bl lnaa Garcllaao de la Vep. qae logr6 I&IVU lu pAglnu deetrozadu qne quedaron. baee pul· ·clee elogloa de •ta obra en aaa CotAtr&CMio• Realt•. (V6ue loa oapftDloa VI Jltl). · (1) 1ll Orlraoco lltutrodo, T.

u. Cap. VJJI 1 JL (S} Hi'lorla t:k Z.mWom•tt. lo• ~t:r.Ccucracrr•, Oap. VIL

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'Bien se com·prende ·que· la&erie de inmigraciones que dieron origen á Jos Achmguas se efectuaron del Nordeste hacia el Sudoeste por el Orinoco y sos grandes afluentes el Apuro, el Araoct\, el Meta, el Vichada y el Goavinre. La valerosa naci6n de los Machannes, indios de origen caribe que ocupaban la provincia de Cartageoa, había venido de las tierras de Marl\capana, en la costa de Venelaela, navegando por el litoral. ( 1) Tenían los Muzos y Colimas tradici6n de que en no muy remotos tiempos habían subido en cuadrillas por el río Magdalena y habían ocupado las montaftas comprendidas entre Saboyá y Villeta, echando de ellas con sos lanzas á la tribu de los Nauras (2), que habitaba cerca de Saboyá y se retir6 más al Norte, y á los Chib· chas. Estos últimos tenían alH sns sementeras de algo· d6n, maíz, yucas y batatas, qne se daban con mucha fertilidad por ser tierras templadas. (3) Otra naci6o, la de los ·Quimb1lyas, conservaba el recuerdo de que habla penetrado, guiada por nn VA• liente jefe, en la comarca bniiada por el río La Vieja, situada entre el Canea y la cordillera central, y había matado á todos sus habitantes. El seiior Ernesto Restrepo ha prcseutaclo las pruebas de este hecho, y ha ale-

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(1) Z \JIOR.\, Lib. n, Cap. n. (2) .Dkadlu de HBRRBIU. D&J. VIII, Lfb. IV, Cap. VJir, (3) Uaas pocu legoaa al aorte de Ja clodad d• :Mozoae levaata un glgaoteaco eerro que loe Chlbehu llamaban Euratencr, palabra que. wgt\o Fra7 Pedro Blm6o, quiere deelr mujer eoeumbrada. (Bn loe dominloa del Zipa, m'4fer 18 decfa fucha, 7 eD otra1 parte. furo). Frente 4 date, y aeparado por el rlo !liDero, ha7 otro oerro m4a peqaeflo, qae d~fao 1er ID hiJo. Bnul eatoa doa oerroe ano de loe adoratorloa mA.a fam.oaoa de loe Ohlbehaa. Bel'reae qDe ea.&Ddo loe Kaa,. loe expalaaroD de . . regl6n. Iban l. haoer aoa dnoelonea '1 ofreolmleatoa A Ja FGra\eoa 1 A ID hiJo, de uoohe 1 oooiUDdoae Jo mejor que podfau. 0Daudo loe Kaaoa lograballeorpreuderloa, 18 101 oomfau. (SlxOll, T. m, P•a. Jl2).

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·pdo razones que convencen de que los .Qoimbayaa hacfan parte de la ·rica nacicSn de loa Zenúes. · (1} Dos afloe antes de que los espaflolea entraran en las tierras del cacique París (situadas en el istmo de Pan&má, á poca distancia del golfo de Pariza), había llegado á ellas un gran t>Jército de gent8 que t1tmÚI de la nelta de Nicaragua. Eran hombres feroces q11e comían carne humana. Ocuparon un valle llamado Tanraba, adonde los indios les llevaban bastimentos. AcometicSlos una fuerte epidemia de cámaras y se pusieron en camino para la Costa, cuando el cacique Paria los sorprendió descuidados y débiles, y los mateS á todos. (2) Las crónicas no suministran noticias que permitan seguir las migraciones de otras tribus ; mas por lo dicho hasta aquí, fácilmente se infiere cuál es nuestra conclusión. Los Chibchas descienden de alguno de los pueblos que ocuparon el suelo mexicano; vinieron del Noroeste, sabiendo por el río Magdalena y entrando probablemente por el OpcSn al territorio en que se establecieron. So migración debicS de efectuarse por cuadrillas eS parcialidades, como posteriormente la de los Mozos, en una época remota y durante un período de tiempo que hoy no es posible determinar. En el capítulo siguiente hablaremos más extensamente de tan importante asunto.

OA.PITULO U

da._

lA lngua chibcha comparada coulu lenguas amerlcaau.-No 'lene dalcon el japoa6a, el maya, el quicb6y el qaloh4a.-Brrorea de Brln&ou acerca d31 origen com41l de 1011 01 caci•tuea couverUdoa en aol "fluna.-Fleata del hub.-Bochlca, clviii.Z1Idorym.aeatro de la nacl6n.-¡Bxlltl6 Bochica, 6 ea un Dlito que peraoulftca 111 Bleot-¡Fue uno de loe a~tolea!-Lu crucea chlbchaa.-¡Era Bochlca el mlamo personaje que ldacanwt¿ Quién era &te!-Errorea de Pledrablt& relativoe i Bochlca.-Qul61l fue Hultaca.-Formaclón delaalto de Tequendama.

El primer misionero que estudió gramaticalmente Ja lengua chibcha fue el Padre José Dadey; " para con· seguir su comprchensión, se hizo discípulo de los que -no podían ser maestros. Hablando materialmente con los indios, les oía una palabra y la apuntaba¡ como podía examinaba su significación, que ponía al lado, y con suma paciencia y continua aplicación fue formando un .diccionario. Hasta aquí pudo ser trabajo material¡ pero ·hecho éste, como ya hablaba corriente, empezó á observar los casos y g~neros de los nombres, los tiempos de los verbos, la construcción de las oracione~, y dispuso su .Arte, cuyos dos libros dut·an, hasta el día de hoy, y han sido, son y serán guía de todos" (1 ). El .A1·te de la lenguYJ chibcl1.a del P11dre Dadey se perdió ; sólo queda la gramática de esta lengua, que, junto con un Oatecismo y Oqnje~iona1·io de la misma, compuso sl Pa. dre Bern!'rdo Lugo y se imprimió en Madrid en 1619. El seilor Ezequiel Uricoechea prestó á las letras colom. bian&$ el servicio de reimprimirla en 1871, agregándole 1 el. voeabolario del Padre Lugo, que se conservaba ma"' .•. (1) .~+D.BII Oü&UI. Oap. m.

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nuscrito, 1 poni4Sndole intereaantel"'notas 1 comentaría&. Bl trabajo del Padre Lago es impeñecto, incompleto, 1 contiene numerosos neologismos tomados del espatlol 1 aun de idiomas indfgenaa: esto es muy sensible, porque e) escaso conocimiento de la lengua chibcha di&.culta los estadios de lingüística americana comparada. No dio siquiera reglas para la pronunciaci6n 1 el acento, que cayeron en olvido (1 ). Faltaban á este idioma las letru d, 1, 11, i, ,. y "' algunas de las cuales se .encuentran en el hunsa, el tondama, el iraca y en otros dialectos, pues como este pue· blo no alcsoz6 á tener unidad de gobierno, en cada se· fiorlo 6 cacicazgo se hablaba un dialecto distinto (2). El sonido de la ck, la y (3) y la z era mny diferente del castellano, y propiamente hablando no hacían uso de (1) Bl Padre Lago ao haeta 1180 de la dl6reel8, olaoa ea out. Uaoe. 1 por lo mlamo no abemoe o6mo prouaaolabaa loe Oblbohu Ju atlabea pe, gtd. Be fpora. por •Jemplo, af CGtG debe eeorlblne g .. 6 glle, erinú, gue. 6 glleta. La b la vaelve u, eomo ea . - . . poreetaba; ouiG!. por habla; zluG por xiba, la¡¡mw; wctu. por ,:Gll, pauta del dedo ae la Dlallo, eto. (J) PreMataremoe oomo ejemplo ao dlaleeto del Norte. Bo la lotrodaoel6o' la 6ramtUic11 tt. llllmguo eAilnAta ele Udooeehea H poedea ver oace pregoatae del O«Cecútao ooa au reepaeda1 en el dlaleeto de Taadama. Lu mil de 1-tl ptalabru qae ftgQrao ea ellu tfeaeo alpoa ~emejaa&a ooa 1u vooea ehib;,haa oe»rreapoodieotee. Hé aquf tu prlaolpalea: CBrBCBA

'I'UNDAJU

P&dr J • .. • .. • • • • • .. .. • pabo. • . • • • . . . . . • • .. •• paba. Hijo................... cAut4........ . . . . •• . . tullta.

Sol........ .. . .. . . . . . ftlll............. .. .... ..,_ Laoa........ • . • . • • • • . oAls.................. Cia. Tierra 6 r.gi6a. . . . • . . . • quica. • . . . . . .. • • • • . • . •

Koate........ .. .. . .. ..

1/fMJ.... ... • .. •.. . . .. .

OOfltl. (/fMI.

Qoebnda. • . . • . . • .. . . . . 1/UDtOC. • • • • • • • • .. • • • • • gulcltl611.

.,. ... .... .... ... ... pcuGIAGI:.............. Ver.dad.. • . • • • . • • .. .. ..

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Pa•.... ........... • . AfltJ..... . •• .......... nran. Uno ................... aCG .................. GCia. miCG. .. • .. • .. .. • • . • melc&. St ba7 • • • • • • • • • • • • • • • . . . . . ,.. . • • • • • • • • • • e.\1.,..... Be aao .olo.... .. • • .. • oltlgue... . .. .. . . . . • .. ..,_ p elal. (8) Búte en la Blblloteoa !faolooal ele Bosot& aDa trnmUtea ehlbeha llliiDU8I'Ita, .to nombre de aa.~r; • ..na M alee ,que fa ptODaDOlaol6A de la cA no,. ha ...-.... eoa tola Ja teapa. .a.

T...... ... .. .... .. .. ..

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.-...~~ ·l et..-;-preste :~ .et PadnrLugo··'dice cpe

·ha .de :pronaneiarse como la • (1). Era ·escasa de vocsblOP, y .no pocos de ellos tenían nrioa significados. Las stlabas cha, chi, cho, cbu, repetidas coa bastante frecuencia, la hacían desagradable al oido. No .se advierte on ella la languidez y ]a dulzura que algunos lo hao atribuido ; más bien era monótona por la frecoon'e repetición -de sonidos semejantes. Carecía de palabras propias :para expresar ideaa abstractas; no tenfa nombre genéri-co apJicab]e á sus falsos dioses. Finalmente, ya que los Chibchas no conocieron ninguna clase de escritura ideográfica ni fonética, ]es flllt.ó la ocasión ·de pulir y cultivar so lengua. Aunque tenían cantares á.mn.nera de villancicos, en los que refedan los sucesos presentes y pasados, y fórmulas de oracio·nes p&l"a sus diversas clases de socrificios, no nos ha quedado de ellos ni la más pequaña. ·muestrR. Por lo dicho, bien se comprendo 01Smo se alterarfnn todas las tradiciones, confiadas únicamente a{ la memoria. Así dice, con razón, el Padre Simón "que si tienen persuadida alguna verdad, está tRn env11elta en fabulosas mentiras y vonidades, que con ellas se confunde y quita su fuerza. 'r Veamos cómo brilJan verdades primitivas mezcladas con ritos absurdos. Tenían los Chibchas noticia de la creación del mondo. Decían que cuando era noche y antes de que hueon la paata ao m6a, 1 qae la 11 DO tiene el eoaldo de • DI de 1, abaoqaenena.eDtre lu dOL CoD'rieDe aclt'ertir qael011•p&flol• OODYertlaD ... letra" 6 wllltm lftftt'6.. eomo la deDomlaa el P. Lago. 4D e, oomo ea lu .,.mbna c'hl/tJUJ, tltUffUI/, ftl/rAI/ 1 fUI/111 (sacerdote, eampo, leoDoiUo 6 pto moa*'-, J baeeo), qae proaaaolabala JHJUII, tltUifrN, neme, fUI'IS, 11 Jluequdd, Nlmlf'II"S, ea 1011 YoeablOII oompa•tot• .(1) llerf& -16Feo, por .ooulgaleDte, Do elllpleu la 1 •• 1M pala111M ..wtNsbM, J ....-.. SljNir, ~o6a, :Slpaqa~ 8aqme, eto. Per~ ·eoa41uo ~do, ao hemoe beObe

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hiera nada, estaba la las metida dentro de algo grande, que daban á entender que era un aér omuipot.en~: el ChiminigaguL Este aér luminoso comenzcS á amane· cer y á mostrar la luz que en af guardaba. ProcedicS luego á crear cosas, empezando por unas grandes aves negras, que mandeS por todo el mundo echando aire resplandeciente por los picos, quedando con esto el orbe iluminado (1). El Señor de todas las cosas, el Sér bueno, creó también el sol, la luna y todo lo que forma la belleza del universo. Si los cronistas no agregaron algunos rasgos á esta cosmogonía, no puede menos de observarse que tiene cierta semejanza con las de los pueblos primitivos del antiguo continente. De Chiminigagua no hac(an ninguna figura ni le tributaban culto, porque decían que debían más bien adorar al Sol, por ser criatura más lucida, y á la Luna, como á su mujer y compañera. A una legua del antiguo pueblo de indios de !guaque, situado al nordeste de Tunja, hay unas empinadas sierras de páramos y pei'iascos cortados, cubiertos de niebla casi todo el afio. En una de aquellas cumbres se hace nna hondonada que termina en una pequei'ia lagunn, de donde decían los indios que luégo que amaneció y apareció la luz y fueron creadas todas las cosas, su.li6 una mujer que llamaban Bach6e (2), y á quien, por los muchos beneficios que les hizo, dieron también el nombre de Fnrachogue (de jura, mujer ; cho, buena, y gue, es). Esta saceS consigo de entre las aguas no niño · de edad de tres años, y llevándolo de la mano bajó con (\) Dloe caadoroumeate el Padre 8liD61l que "ao adyeriful que ee el110l el que da la luL" (2) Palabra formacla de /GO, D/'fHt'G. (YOZ OODYertlda eD No (eamblalldo la /' por 6), 1 ch-..,~: t!!l ~. J*laOI HlütUa 6 turgfftUI. La etlmolOifa ele elta dlcel6a era lla d~ula alaefva ' la Damerou prole, qu deefaa 1011 Ohlbehaahabfá.onwc»,.8a.i.Pfcbc., la que .Uoe YeaerabaD eomo orlpD de IG pueblo.

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Q al llano. Allí edificó una casa donde vivieron hasta

que el nifio tuvo edad para casarse con ellL Bachúe fue tan fecunda, que daba á luz hasta cuatro ó seis hijos á la vez. Pronto se lleneS de gente la tierra de loa Chibchas, porque andaba la pareja por todas partes de. jando hijos que poblaran. Habiendo llegado á una edad muy avanzada, se volvieron con gran séquito á !guaque y de allí pasaron á la laguna. Bachúe se dirigió á la muchedumbre exhortando á todos á la paz y at la concordia, á la guarda de las leyes y preceptos que les había dado, y al culto de los dioses. Concluído esto, se despidieron ella y su marido con singulares demostraciones de pena, de parte de ellos y do sus oyentes ; luego desaparecieron en la laguna convertidos en dos muy grandes culebras. Contaron los indios á Bachde entre sus dioses, y aseguraban que se les había aparecido en varios lugares. Los naturales de Tunja y los de Iraca tenían otra fábula para explicar el origen de los hombres. Referían que cuando ya había cielos y tierra, y lo demás, fuera del sol y la luna, todo estaba envuelto en tinieblas, pero existfan dos personas, el cacique de Iraca y el de Ramiriquí, sobrino del anterior (aic). Estos se posieron á fabricar hombres de tierra amarilla y mujeres de una yerba alta de tallo hueco. MclS como seguía el mundo sumido en la oscuridad, el lraca mandó al Ramiriqn(se subiese al cielo convertido en sol y alumbrase el orbe. Viendo luego que la noche continuaba oscurR, subióse el Iraca mismo al firmamento é Mzose luna, con lo que los indios se creyeron obligados á adorar :í..estos dos astros. En conmemoración de este suceso celebraban en los setloríos de Tunja y de Iraca una fiesta en el úl-: timo mes del afio. Salían doce hombres vestidos todos

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. . oolctt:ado,. CIOil pil!naldall,. y llenado aobre )&juate' maleoa) '~ bre, • e:xpilea Uellmeate la etlmolosfa de lu p&labral SU,O•ul '1 BugufAOA:N, Aotabre gue ·,. Aaoe lmlirible 6 qae de•~ 1 .,_ ,....., IOl tW ••laooe lnlrible. -. '•

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vieron, dejando en nna piedra estampado un pie de }()8;. suyos, en que tienen hoy ta1nta devoción los indios,. indias, que van ést_as á raspar aquella piedra y la bebeD" para tener buen parto." (1) El cacique Nompaném hiY.o correr la noticia de que al tiempo de so muerte lohabía dejado por heredero de su gran santidad. Esta que el Padre Simón llama "tradición certfsi·· ma que tienen todos los deste Reino," la califica el ba-·· r6n de Humboldt do "fábula india," y considera á Bochica como la personificación del principio del Bién (2). Todo lo que los Chibchas atribuían al maestro es tan humano, tan natural y tan distante de lo maravilloso y mitolcSgico, que para nosotros es indudable que él existió. Sometido el pueblo á quien desde lejanas tierras: vino á civilizar, al yugo despótico de sos caciques, ad- · mirador de las hazatlas de la fuerza y de la destreza, ha.. brfa inventado, para rendirle culto, un héroe osado,.. autor de grandes proezas, que hubiera reunido la nación· bajo un scSlo cetro ; pero jamás se le habrfa ocurrido. imaginar un reformador anstero y desinteresado, que· recorriera el país ensetlando, sin pretensiones al ejercicio de la potestad civil eS religiosa para sí ó para otros.. Un pueblo tan sensual, que no concebía á sos dioses,. ni aun al Sol, sin compaftera, no se habrfa forjado un maestro célibe y exento de vicios. El obispo Piedrahita, de acuerdo con personas: doctas que vivieron en su tiempo, creyó que Bochica era el apóstol San Bartolomé. Esta opinión no tiene· (1) 8JX011. T. II, .,.,. 818. (1) Para BriotoD BoOhloa • la penoolftoaol6o de la LoL AJe• eo'favor de ftta oplol6a, que 'rioo por el Orl8Dte, 7 que loe Ohlb-

ohu Jo MofaD por ol meDUJero do Ohlalolppa.. oa oa7o oombreclloe que •• eooaoDtraD Ju palabru oAw, la& J g,_G, 801. Tal etl· · moJOifa oo • euota, pu• lu.r • dloe chw 7 DO r.AI. que quiere· c1eelr n....cro, 7 para nombrar al 801 oo teDfa e1ta lu¡q Ida Toe&~o­ blo que IUG (A.f~NrlcGA hero-m,U.t).

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fawJ•ot4. 1W .eien&- q11e :Joi. ChibcJau. aynabu, teDfao gran reqete á J. vi&'gioidaEl, y haclao. psepiaa.. cionea y ñeatascde rogativas; pero estu ¡u:ácticas fuet:oA propias de muchos pueblos antiguos. Atribuían á Boehica la introducción de las ero~ las cuales, dicen, como símbolo de alegría, les mandaba pintar en las mantas y poner en los sepulcros. Agrega el Padre Simón. que con el tiempo alteraron su forma,. echándoles unas rayas que las hacían semejarse más bién á signos de escribanos. Ningún cronista dice que los Chibchas tributaran culto á la cruz, ni los conquistadores hallaron cruces en sus templos ni en sus casas de habitación. Tampoco se han visto figuradas entre los objetos que depositaban en sus sepulcros. Cuenta el Padre Simón que caando entraron los espnfioles hallaron cruces trazadas con al· magre indeleble en unas peñas altas y que él mismo vio algunas cerca de los pueblos de Bosa y de Soacba. (1) ¿Tenían estas cruces alguna significación, ó las pintaban como hubieran pintado un triángulo ó un cuadrilátero? No es posible averiguarlo, pero la imaginación concibe fácilmente la figura de la cruz, pues para ello basta ver á nn hombre de pie con los brazos extendidos. También se ha dicho que en el pueblo de Boyacá encontró el Padre Fray de Montemayor un simulacro con tres rostros en no cuerpo. Esto puede ser cierto, y con~en.imos en que tal circunstancia facilitara la predicación del Evangelio, pero no prueba que hubieran te· nido idP.a alguna de la Trinidad. Como las tradiciones de los Chibnhaa eran con.fosaa '1 oscuras, ha habido· tendencia en varioa autores á &tri-

,._a.

~ 861o- hl!llllot~ 'f'fato .,.....,.. platacla .... alpao d'e 1011 ldOqaeecJe Boja6. Be--. at.tlado, 81Do'la11erUu cleotlo ele eaa-

4riJ¡Woe.

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bufr á Bochica.hecbos . q~e,aon. imp~blaá otro perso· naje, el cacique· Idacansás,, siguiendo·en: esto la opinión del obispo Piedrahita, que de los dos hace nno solo. El primer cronista que escribió la leyenda del maestro fue Castellanos, q~ien habla en términos muy precisos de Idacansás, distinguiéndolos uno de otro en su relato. Este autor dice : I el Bocllica, A quien ellos alaban por muy santo, No me parece que deb:a aorlo, PnN afirman morir en Sngamoao, Donde son loa mayores idólatras Y univcnal abismo destoa yerros.

A esto observ11mos que si los pueblos olvidaron su doctrina por seguir á un audaz hechicero, no es Bochica quien merece vituperio. Continúa diciendo-: Y al tiempD de su mnert