Los Buenos Tratos de La Infancia

“Los buenos Tratos de la infancia” De Jorge Barudy y Maryorie Dantagnam Cáp. 6: La ecología familiar, social y cultural

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“Los buenos Tratos de la infancia” De Jorge Barudy y Maryorie Dantagnam Cáp. 6: La ecología familiar, social y cultural de los malos tratos infantiles. El desequilibrio económico mundial era la causa fundamental del deterioro de la salud mental de la población en los países ricos y sobre todo en los pobres (Barudy, 2001). Esta situación conduce a una nueva morbilidad para lo niños a escala planetaria, que emerge vertiginosamente. Ellos sufren la incapacidad del mundo adulto para crear contextos con justicia social, sin violencia ni exclusión social. Deben integrar en su personalidad en desarrollo que para ser hay que tener, que ser es igual parecer. Todo esto engloba y camufla una ideología que utilizando imágenes virtuales en TV, Internet y otros medios de comunicación, fuerzan a los niños y jóvenes al consumo, fomenta individualismo e hipertrofia la capacidad de los desear en desmedro de la responsabilidad y la pertenencia social. Esto se traduce en la emergencia de una morbilidad mental específica en los chicos de las clases favorecidas. Ésta se expresa en comportamientos abusivos y violentos, consecuencia (entre otros casos) de la incapacidad del deseo y de la NO aceptación de la jerarquía ni la autoridad de los adultos. Los trastornos alimenticios responden a la presión social por el parecer. El consumo de alcohol y drogas, tentativas de suicidio, depresión y muerte por suicidio son las manifestaciones de una gran soledad afectiva, de falta de sentido y desintegración de los vínculos familiares y sociales. Todo esto englobado en un contexto cultural planetario que presupone como marco de referencia la mentira, el engaño y el pensamiento único para construir una identidad. En el caso de las clases desfavorecidas el sufrimiento se expresa, como siempre ha sido, en el hambre, la desnutrición, altas tasas de mortandad infantil. Pero se agregan otros fenómenos: niños que se ven obligados a emigrar de los países ricos y dejar a sus familiares y comunidades para salvar la vida de las guerras, el hambre y enfermedades. Ellos viven en situaciones de riesgo por falta de protección y se los denomina: “menores no acompañados”. El papel del entorno en el bienestar infantil. Existe un proceso interactivo permanente entre el sujeto biogenético y su entorno vital. La cultura, los contextos sociales, económicos y políticos repercuten en la vida de los niños. “Cuando se insiste en el carácter innato de determinados comportamientos o atributos infantiles que perturban el mundo adulto, se debe pensar que el objetivo político es la manifestación de los factores culturales”. Las posibilidades de los jóvenes se truncan debido a los entornos desfavorables de donde nacieron. Estos niños “nacen estrellados” y el mundo adulto sigue estrellándoles con su violencia e indiferencia. Los adultos deben asumir su responsabilidad ética del mundo que están construyendo. Violencia social y malos tratos infantiles. Violencia organizada: guerras, represiones políticas, terrorismo, etc. Son formas de violencia sistémica producidas por un grupo que violenta a otro desde un sistema de creencias que legitiman la violencia y que la hace aceptable a partir de prejuicios raciales, étnicos, religiosos, ideológicos y sexistas.

Ciclo de Violencia: “la violencia engendra más violencia”. A menudo los comportamientos violentos expresan un sufrimiento de las personas que los producen. Este sufrimiento, a su vez, ha sido causado casi siempre por contextos de violencia instigado por los poderosos de un sistema social. El ciclo de la violencia como fenómeno histórico. “No dejemos nunca de insistir acerca del valor terapéutico de la conservación de las memorias colectivas y del carácter patógeno de la impunidad”. Se presiona a las víctimas, familias y la opinión pública para que participen de una amnesia colectiva con el pretexto de la reconciliación y de la unidad. El ciclo transgeneracional de la violencia familiar. Uno de los grandes daños de los malos tratos no es sólo el sufrimiento y el deterioro del desarrollo infantil, sino su repetición. La falta de educación o de sensibilidad es lo que explica que haya tantos adultos incapaces de percibir los sufrimientos. A veces, también las instituciones sociales y los medios de comunicación refuerzan, poniendo de relieve la estigmatización, la exclusión o la penalización de los comportamientos violentos sin tener en cuenta sus sufrimientos de niños maltratados. Existe relación entre el medio ambiente adverso y la emergencia de los malos tratos infantiles en la familia o sociedad. Debería existir una redistribución de los recursos y dedicarse más fondos a la sanidad, cultura, educación, protección infantil y promoción de los buenos tratos. Así nuestros estados son promotores de condiciones que facilitan la emergencia de todas las formas de violencia. El adultismo: Marco ideológico de los malos tratos infantiles. El hecho de que el adulto lleve en la memoria su infancia debería permitirle la empatía necesaria para identificarse con los niños y sus necesidades. Todo adulto ha sufrido algún maltrato en su infancia, pero estas experiencias no se registran como recuerdos, son parte de la historia y la memoria emocional y por esto pueden reactivarse cuando los adultos se confrontan al sufrimiento de los niños que les rodean. Para evitar sufrir por sus dolores del pasado se vuelven insensibles. La posición adultista es la posición auto-referencial que impide a ciertos adultos conectarse con el niño que vive en sus corazones. Si el niño ha sido cuidado por sus padres, tendrá más recursos para comprender, cuando adulto, las necesidades de los niños, satisfacerlas y respetar sus derechos. Los malos tratos tienen consecuencias muy graves, como por ejemplo los trastornos de apego que generan una gran desconfianza en los adultos como mecanismo de protección. Los niños expresan su sufrimiento de manera indirecta (hiperactividad, enuresis). No deben ser reducidos a meros diagnósticos psiquiátricos, así, además de ser víctimas de malos tratos, cargan con el estigma de tener un cuerpo o mente responsable de lo que ocurre. Si no tenemos en cuenta el daño exógeno, proveniente de diversos contextos, responsabilizamos o culpamos a los niños como causantes de sus sufrimientos y se les priva de la posibilidad de participar en acciones destinadas a modificar estos contextos. Muchas medidas destinadas a cuidar de los niños la toman jueces o responsables de servicios sociales que ni siquiera los conocen; ellos no tratan con niños sino con expedientes. Los malos tratos son resultado de las incapacidades y sufrimientos de los padres y de la injusticia y violencia en el conjunto de la sociedad.

Diferentes niveles en la etiología de los malos tratos infantiles. Malos tratos infantiles como consecuencia de la violencia intrafamiliar: a) Malos tratos como fenómenos transgeneracionales: los malos tratos casi siempre son expresiones de historias de sufrimiento de los adultos que los provocan. Gracias a la experiencia de resiliencia no todos serán padres maltratadores. b) MT como consecuencia de su déficit o falta de competencias parentales: historias de MT, falta de modelos de parentalidad sana y fenómenos de institucionalización en la infancia. c) MT como expresión de una injusticia relacional: cuando los niños no reciben los cuidados que necesitan o son maltratados crecen con la esperanza de que la vida les reparará esta injusticia. El mundo adulto no les brinda tal reparación por lo que crea las condiciones para que en la adultez esperan que sus hijos reparen esas injusticias. Como esto no ocurre, pueden sentirse engañados y frustrados, lo cual desencadena una nueva fase en el circuito de los malos tratos. d) MT como expresión de contextos de pobreza y exclusión social: estos contextos son anti-humanos y favorecen la emergencia de todo tipo de malos tratos en la familia. Indican violencia social, consecuencia de una injusta distribución de las riquezas, lo que crea a su vez condiciones terribles para ellos. e) MT como manifestación de un abuso de poder, perversión de la asimetría existente: utilizan, los padres, estas diferencias de poder para usar a sus hijos e la resolución de problemas. f) MT como violación de los derechos de las personas y trasgresión de la ley: el maltrato es expresión de un sufrimiento del adulto agresor, una trasgresión que viola los derechos humanos. Los malos tratos infantiles en los sistemas de protección a la infancia: a) Detección tardía de los sistemas de MTI. b) Prolongación de los periodos diagnósticos. c) Demora e incoherencia en las medidas de protección. d) Desconocimiento de los instrumentos para evaluar competencias de los padres y sus posibilidades de rehabilitación en un tiempo razonable. e) Falta de programas estructurados para la rehabilitación de las competencias parentales. f) Insuficiencia de los recursos de acogida residencial y acogimiento familiar que tengan en cuenta todas las necesidades de los niños, incluso el daño que resulta de los malos tratos de los que fueron víctimas. g) Síndrome del peloteo: Daño de capacidades de vinculación consecuencia de los múltiples cambios y traslados. h) Criterios arbitrarios en la regulación de las visitas de los niños con sus padres biológicos. Se establecen criterios administrativos o legalistas que no consideran el estado de los niños no sus necesidades. i) Alienación sacrificial de los niños: los organismos sociales de protección dan prioridad a la permanencia de los niños en su medio familiar y usan como argumento la protección de los vínculos afectivos. La verdadera razón puede ser la escasez de recursos financieros. El riesgo de los malos tratos en procedimientos judiciales: a) Niño utilizado como testigo: tiene que acusar a sus propios padres. b) La dificultad de probar la causalidad del daño y ser reconocido como víctima.

c) El carácter adultista y por esto incomprensible para los niños de los procedimientos judiciales. d) La ausencia de abogados que defiendan los derechos e intereses de los niños, también la falta de asistencia y apoyo psicológico para el niño durante los procesos judiciales. e) Protección preferente de los derechos de los padres en desmedro de los derechos de los niños. f) Los procesos de victimización múltiple durante los peritajes y contra-peritajes, resultado de los interrogatorios y exámenes para verificar los testimonios infantiles. Los malos tratos por malas prácticas educativas y terapéuticas: a) Falta de vínculos afectivos e implicación relacional de los profesionales con los niños, y falta de continuidad de las relaciones terapéuticas o educativas. b) Dificultades para sentir empatía por el sufrimiento de los niños, las distancias, indiferencias o rechazo; también la situación contraria: la sobre-identificación, respuestas sobre adaptadas desconocimiento de sus recursos resilientes y diabolización de sus padres biológicos. c) Ausencia de espacios de reflexión sobre el papel de las representaciones: se refiere al papel que juegan las representaciones de cada profesional a la hora de intervenir. d) La apropiación de los niños: los padres, por mucho que hayan dañado a sus hijos, merecen el respeto incondicional como seres humanos. Es importante ayudar a estos niños a que encuentren un sentido a los comportamientos dañinos, sin degradar moralmente a sus progenitores. e) Dificultades en el manejo de la autoridad en los procesos educativos y terapéuticos: El mundo le enseña al niño que basta con desear para tener lo que se quiere. Esta presión social les dificulta el aprendizaje del respeto a la autoridad y conduce a la no integración de normas y reglas, así como también el hecho de que estos niños no pasean los mecanismos para la modulación de sus afectos, pulsiones, conductas. Presentarán así un déficit muy grande en el control y manejo de sus frustraciones, en el respeto de si mismos y de los demás. f) Escasez de recursos y modelos terapéuticos adecuados. g) Ausencia o insuficiencia de programas destinados a la capacitación parental.