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Jeison Alfonso Bohorquez Camacho El hombre se hace así mismo y no llega a hacerse completamente más que en la medida en

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Jeison Alfonso Bohorquez Camacho

El hombre se hace así mismo y no llega a hacerse completamente más que en la medida en que se desacraliza y desacraliza al mundo. Lo sacro es el obstáculo por excelencia que se opone a su libertad. No llegará a ser el mismo hasta el momento en que se desmitifique radicalmente. No será verdaderamente libre hasta no haber dado muerte al último dios. Mercea Eliade

LO SAGRADO Y LO PROFANO

Para muchas personas la religión no tiene ningún sentido. Vemos un poco de fanáticos y pensamos: pobrecitos, locos como están, no se dan cuenta que son parte de un negocio que enriquece a los líderes. Llámense estos pastores, curas, chamanes, líderes espirituales; en fin mediadores entre la divinidad y el hombre, porque de ellos también se puede decir lo que Mircea Eliade dice del Poste sagrado: “Columna cósmica de semejante índole tan sólo puede situarse en el centro mismo del universo, ya que la totalidad del mundo habitable se extiende alrededor de ella.”1 , de este modo muchos de estos “lideres” también se creen el centro de la fe de sus feligreses. Pero, de lo que queremos hablar aquí es más profundo y original que aquellas manifestaciones modernas de pseudo-fe2. ¿Cómo se constituye lo sagrado desde lo profano? ¿De qué modo pasa lo profano a ser algo sagrado? Estas preguntas serán, en parte, lo que trataremos de ejemplificar, en esta corta relatoría acerca de lo sagrado. Para ello tomaremos como referencia la obra ya mencionada de Mircea Eliade: lo sagrado y lo profano. ¿Cómo se constituye lo sagrado? Para Mircea Eliade, lo sagrado tiene un carácter de presencia, revelación; es algo que siendo común y cotidiano, se muestra o se revela de manera diferente “Lo sagrado se manifiesta siempre como una realidad de un orden totalmente diferente del de las .”3. Para 1

Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano, Editorial Paidos, Barcelona, 1998. P 32. Véase: Temor y temblor. Pensemos en las descripciones de Kierkegaard, sobre las manifestaciones de fe del burgués. 3 Eliade, op. Cit. P. 14. 2

ejemplificar aquel mostrarse el autor se vale de la expresión hierofanía, la cual, como nos muestra proviene (del vocablo griego hieros=sagrado y phainomai=manifestarse)4. Todas las manifestaciones religiosas antiguas están plagadas de hierofanías. Irrupciones de lugares u objetos en el ámbito de lo sagrado; o más bien, irrupciones de lo sagrado dentro del ámbito de lo profano, ya que, es lo sagrado lo que se revela en las cosas “La piedra sagrada, el árbol sagrado, no son adorados en cuanto tales; lo son precisamente por el hecho de algo que ya no es ni piedra ni árbol, sino lo sagrado, lo ganz andere.”5. Lo sagrado se manifiesta en forma numinosa, como ya algunos compañeros han especificado, y esto es, un sentimiento conjunto de terror y fascinación; así como de la nulidad y caducidad de nuestro propio ser. Tras el sentimiento numinoso, tenemos que, para el hombre religioso, el espacio no es homogéneo, es discontinuo. El espacio sagrado, es el espacio por excelencia, el que goza de más realidad y manifestación de la divinidad, del ser. Mientras que en oposición el espacio profano es homogéneo y sin forma (amorfo), en él reinan el caos y la muerte; la indeterminación primordial (original) y final (mito del eterno retorno)6. Por ello el espacio sagrado se localiza en el centro del mundo, es donde el mundo cobra su cualidad de mundo como tal, allí comienza y viene a su existencia. Se recrea la creación del mundo por parte de los dioses, así como, la lucha de los mismos, por sacarla del caos, de la indeterminación, venciendo al dragón marino, símbolo del caos, de lo indeterminado y amorfo. Esta lucha de los dioses con el monstruo marino nos introduce en otro de los aspectos del mundo humano y es la incursión del tiempo sagrado. El tiempo primordial, el del origen, aquel que solo pudo aparecer de golpe, a través de la obra creadora de los dioses “porque no podía existir tiempo alguno antes de la aparición de la realidad relatada por el mito”7, aquel que, se repite una y otra vez de manera ritual. De aquí la importancia del mito, éste pasa a ser modelo ejemplar de toda creación, toda nueva obra u acción cobra una nueva significación, a partir, del mito. El hombre arcaico participa del tiempo sagrado a través del rito, en él se manifiesta la obra creadora de las divinidades o semidivinidades, tanto del mundo 4

Ibíd., p. 14. Ibid, P. 15. 6 No se da en todas las culturas, ya que, la tradición judía romperá con la concepción cíclica del tiempo y vera a Yahveh incursionar en la historia de la humanidad, no ya en el tiempo original, sino, en partes posteriores de ésta. Ver Mercia Eliade, p 83. 7 Eliade, op. Cit. P. 56. 5

como de formas de hacer. Los dioses crean o instruyen a los hombres, así crean el mundo, pero también, les enseñan a los hombres la caza, la agricultura, la construcción de navíos, etc. Así el hombre religioso que participa del rito, no solo evoca la acción creadora de los dioses, sino que, además, participa de aquel momento primordial, sagrado, fuerte; en el sentido que está lleno de ser. El hombre arcaico tiene una gran necesidad ontológica, por ello busca con afán llenarse de lo sagrado y es que como Eliade menciona la ruptura de lo sagrado es también una ruptura ontológica por constituir el mundo y la morada del hombre, porque su casa sea el centro del universo y a la vez que esté conectado con la acción creadora de los dioses, a través de símbolos, que evocan la trascendencia, que señalan la conexión del hombre tanto con el mundo, como con el inframundo (infierno) y el cielo. Finalmente, lo mejor de la obra de Mircea Eliade, es que, ayuda a la acción filosófica del reconocimiento de la importancia de la religión del hombre arcaico en la constitución del hombre moderno, del valor y la importancia que implico para aquel hombre su apertura hacia lo trascendente que se manifiesta en la incursión de lo sagrado como ámbito de la realidad diferente de lo profano u cotidiano. Cabe decir que nuestra sociedad actual arreligiosa y profana aún tiene huellas profundas de lo que significa esta peculiar forma de pensar en muchas de sus formas de actuar.

BIBLIOGRAFÍA

Mircea Eliade, Lo sagrado y lo profano, Editorial Paidos, Barcelona, 1998. Sören Kierkegaard, Temor y temblor, alianza editorial, tercera reimpresión, 2005.