Libro La Revolucion Por Escrito

Portada: La firma del Plan de Ayala Pintura gran formato de Roberto Cueva del Rio, 1964. Museo de la Ciudad de Cuernavac

Views 130 Downloads 4 File size 7MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Portada: La firma del Plan de Ayala Pintura gran formato de Roberto Cueva del Rio, 1964. Museo de la Ciudad de Cuernavaca. Primera edición de La Revolución por escrito. Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX. Derechos reservados ©2013 Secretaría de Información y Comunicación, Gobierno del Estado de Morelos. Esta publicación forma parte del programa editorial que el Gobierno del Estado Libre y Soberano de Morelos ha dispuesto para difundir y promover la identidad morelense, en este caso específico, dentro del marco del festejo del CII Aniversario de la firma del Plan de Ayala.

ISBN (Registro en trámite) Graco Ramírez Garrido Abreu Gobernador Constitucional del Estado de Morelos Jorge López Flores Secretario de Información y Comunicación Lic. Valentín López González A. Director General de Coordinación Editorial. Corrección y cuidado editorial Marta Roa Limas Diseño de portada e interiores René Sánchez Samano Alejandro Azcarate Palacios Impreso y hecho en Cuernavaca, Morelos. México.

Presentación

E

l Gobierno de la Nueva Visión tiene como tarea cotidiana mantener un diálogo intenso y constante con la comunidad intelectual del estado de Morelos, para identificar juntos acciones y programas de apoyo a su quehacer específico. La investigación de hechos y personajes de antaño, nos revitaliza como sociedad, por ello y en reconocimiento a la labor académica de tan notables investigadores, se ha dispuesto la publicación de La Revolución por escrito. Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX, una compilación de seis documentos políticos que repercutieron en la vida de nuestra entidad y del país, en un período transcurrido durante etapas clave como la Independencia, la Reforma, la creación de la entidad morelense y, posteriormente el movimiento almazanista y el alzamiento jaramillista, en un lapso de más de cien años de hechos históricos. Se dice que la persona o el pueblo sin nociones y referencias de pasado, sus orígenes y su cultura, es como un árbol sin raíces, es decir, sin vida. Ante ello y en reconocimiento al rigor metodológico que un trabajo como éste requirió, además del amor por la Historia, advierto en cada uno de los artículos de los autores el afán de nutrir las raíces de nuestra identidad morelense y, por supuesto, de la historia regional y nacional. Es preciso mirar hacia el pasado para nutrirse de las enseñanzas que nos legaron grandes hombres, como se observa a través de los Planes aquí tratados, ya que parten de un período histórico en el que aún no existía la entidad morelense, hasta llegar a su pasado reciente. Estas son razones más que suficientes para mantener la edición de investigaciones como las que integran la presente obra, así como de otras expresiones académicas y artísticas. Mis congratulaciones por el trabajo realizado en este libro. GRACO RAMÍREZ GARRIDO ABREU GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE MORELOS

Índice Introducción. Los Planes políticos en la historia de Morelos Carlos Barreto Zamudio........................................................................................................................11 1. Cuernavaca, 1834: el rescoldo castellano. Los intereses locales y el fracaso del primer federalismo Irving Reynoso Jaime ............................................................................................................... 33 2. El Plan de Jonacatepec (1870). La rebelión de los porfiristas en el nacimiento del estado de Morelos Carlos Barreto Zamudio....................................................................................................................... 59 3. El Plan de Ayala: Plan libertador para acabar con la opresión y redimir a la Patria Francisco Pineda Gómez...................................................................................................................... 91 4. El Plan de Yautepec y la frustrada rebelión almazanista (1940) Ehecatl Dante Aguilar Domínguez.................................................................................................... 119 5. “No somos bandidos y menos asaltantes”. Bandolerismo y resistencia en el Morelos posrevolucionario. Las huellas del Plan de Ayala en los postulados programáticos del Plan de Cerro Prieto de los jaramillistas de Morelos Aura Hernández Hernández................................................................................................................139 6. “Los suscritos, patriotas morelenses y defensores del Plan de Ayala…” El Plan de Puztla (1943) y el levantamiento de los pueblos de Morelos contra el servicio militar obligatorio Víctor Hugo Sánchez Reséndiz............................................................................................................169 ANEXOS ANEXO 1. Plan de Cuernavaca, 16 de enero de 1824................................................................... 205 ANEXO 2. Plan de la Ciudad de Morelos, 3 de agosto de 1829................................................... 217 ANEXO 3. Plan de Cuernavaca, 25 de mayo de 1834................................................................... 221 ANEXO 4. Plan de Cuernavaca, 13 de enero de 1858................................................................... 223 ANEXO 5. Plan de Jonacatepec, 9 de febrero de 1870.................................................................. 229 ANEXO 6. Plan de Ayala, 28 de noviembre de 1911..................................................................... 233 ANEXO 7. Plan de Yautepec, 22 de septiembre de 1940.............................................................. 251 ANEXO 8. Plan de Cerro Prieto, 21 de febrero de 1943............................................................... 255 ANEXO 9. Plan de Puztla, 26 de abril de 1943.............................................................................. 265 Archivos.................................................................................................................................................... 272 Fuentes hemerográficas.......................................................................................................................... 273 Bibliografía............................................................................................................................................... 274 Índice de imágenes.................................................................................................................................. 287

Durante un largo período de la vida nacional, los Planes fueron utilizados para dar legitimidad y bandera a movimientos sociales que de otra manera se encontrarían señalados de carecer de objetivos, de ser ajenos a una lucha formal…

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Introducción.

Los Planes políticos en la historia de Morelos Apartir de los años 2011 y 2012, en el estado de Morelos se conmemoran acontecimientos clave para su dilatada y compleja historia. Estos representan elemento sustancial en el contexto de dos procesos cardinales para la vida nacional: la guerra de Independencia y la Revolución Mexicana. El Sitio de Cuautla de 1812, la entrada en la escena revolucionaria de los zapatistas en marzo de 1911, así como la promulgación del Plan de Ayala en noviembre del mismo año, conforman los ejes principales de este andamiaje memorioso. Los nuevos aportes que profundicen en la explicación de estos acontecimientos resultan necesarios no sólo para advertir los derroteros históricos morelenses, sino también para contribuir a la comprensión del México de los siglos XIX y XX desde una perspectiva regional. Apaciguado el entusiasmo patriótico del año 2010 vinculado con las celebraciones oficiales correspondientes al Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, resulta prioritario capitalizar la inercia para volver la mirada hacia adentro. Las conmemoraciones de carácter oficial dieron paso a un infrecuente momento de apertura para la discusión del pasado del país. Y en distintas entidades, como el caso del estado de Morelos, este ejercicio reflexivo contribuyó a atraer la atención a elementos propios de su especificidad histórica.1 Al reducir la escala de observación histórica a las regiones, estados, municipios o poblaciones de una manera seria y metódica, se atiende a particularidades que de otra forma quedan ocultas para la mirada generalizante de los enfoques nacionales, mismos que pueden verse complementados con aportes específicos.2 La presente propuesta consiste en hacer la recopilación, examen de contenido y contexto histórico de planes políticos cuyo eje geográfico común corresponde al espacio que hoy ocupa el estado de Morelos, promulgados en los siglos XIX y XX. En dicho período el Plan de Ayala aparece indiscutiblemente como el documento sobresaliente, por lo que los resultados de este trabajo constituyen una forma de celebrar el centenario de su promulgación recientemente cumplido. Consideramos que la reflexión del legado del principal documento del zapatismo puede ser enriquecido al ponderarse en el marco histórico de un siglo de promulgaciones de Planes Morelenses. Para llegar a la concreción del presente trabajo nos trazamos algunas líneas generales. En primera instancia, hemos tratado de reunir el mayor número posible de planes enarbolados por distintos movimientos sociopolíticos en el espacio morelense durante los siglos XIX y XX. Dado que nos centramos propiamente en los Planes, en esta ocasión dejamos de lado documentos afines

11

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

como los manifiestos, los pronunciamientos y las proclamas –aunque en los hechos, las diferencias entre grupos documentales puedan resultar difusa y la distinción compleja. Al ser una primera aproximación se asume que la recopilación obtenida es imperfecta e incompleta. En todo caso, se busca ofrecer al lector una muestra representativa de estos documentos para ilustrar y explicar un siglo de agitación social en Morelos. Complementando lo anterior, se reunieron colaboraciones de distintos especialistas en los períodos y temas afines del mayor número de planes aquí recopilados; autores vinculados desde distintas perspectivas con lo que podríamos denominar el caso morelense. Esto con el fin de ofrecer un panorama histórico del significado de la promulgación de estos documentos, desde los trabajos previos consolidados y la experiencia de investigación de los autores. Los planes –contexto histórico, contenido, propuestas, resultados- que se examinan con mayor profundidad en los artículos que integran esta obra son seis: el Plan de Cuernavaca (1834), el Plan de Jonacatepec (1870), el Plan de Ayala (1911), el Plan de Yautepec (1940), el Plan de Cerro Prieto (1943) y el Plan de Puztla (1943). Respectivamente, por orden de presentación de sus textos, están las colaboraciones de Irving Reynoso Jaime, Carlos Barreto Zamudio, Francisco Pineda Gómez, Ehecatl Dante Aguilar Domínguez, Aura Hernández Hernández y Víctor Hugo Sánchez Reséndiz. Además, aunque no son analizados a profundidad en los artículos, se ofrecen referencias en esta introducción y se suman en la sección final de anexos, otros tres planes promulgados en el Morelos hoy a lo largo de un siglo: el Plan de Cuernavaca (1824), el Plan de Ciudad de Morelos (1829), y otro Plan de Cuernavaca (1858). En dicha sección de anexos integramos los textos de estos nueve Planes, seguidos de un facsimilar de su versión como manuscrito original o alguna otra versión, como la difundida a través de periódicos de la época. Consideramos que la reflexión del conjunto de estos planes contribuye a construir una visión más completa de la efervescencia sociopolítica que ha definido al espacio morelense a lo largo de su historia. Nos permitirá deliberar, además, acerca de las aristas que conlleva la idea del germen revolucionario que un sector de la historiografía considera esencial para explicar cabalmente la historia morelense. Por otra parte, si bien este ejercicio recopilatorio podría considerarse como inédito para el ámbito regional, no se trata de algo nuevo, pues se ha realizado en distintas ocasiones para el Plano nacional. En ello radica la importancia de replicar esa labor en contextos específicos como el morelense. Reunir planes de interés nacional a fin de ofrecer una perspectiva de conjunto es una práctica cuyo origen se remonta al siglo XIX. Puede decirse resumidamente que esta idea surgió en etapas tempranas de consolidación de la nación mexicana,

12

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

dada la necesidad institucional de conformar un corpus de documentos fundacionales, que habrían puesto los cimientos y trazado el rumbo político del joven país. En diferentes obras, conviviendo con leyes fundamentales, fueron reunidos planes políticos significativos -algunos considerados con justeza como revolucionarios- que dieron sentido documental a la búsqueda de caminos posibles para la compleja configuración nacional. Señalamos ejemplos representativos de estas obras, sin ser una relación exhaustiva. En 1857 salió a la luz de la imprenta de Ignacio Cumplido la Colección de Leyes fundamentales que han regido en la República Mexicana y de los Planes que han tenido el mismo carácter 1821-1857.3 En 1954 Manuel González Ramírez publicó por primera vez Planes políticos y otros documentos.4 Berta Ulloa y Joel Hernández Santiago coordinaron en 1987 la profusa obra Planes en la Nación Mexicana.5 En el año de 1997, Gloria Villegas y Miguel Ángel Porrúa coordinaron el volumen en cuatro tomos denominado Leyes y documentos constitutivos de la Nación Mexicana, donde aparecen numerosos e importantes planes.6 En 1998, Román Iglesias González publicó Planes políticos, proclamas, manifiestos y otros documentos de la Independencia al México Moderno, 1812-1940.7 En términos generales, los planes devienen en fuentes primordiales para la integración de la raíz documental de la historia nacional y algo tendrán que decir respecto de las historias regionales. Condensaron visiones y proyectos de distintos grupos y personajes que, a lo largo del tiempo, expresaron su descontento frente al estado de cosas vigente y, con ello, su capacidad de disentir. En los planes se expusieron propuestas de los más diversos perfiles que, en algunos casos, se convirtieron en palanca de formalización documental para reorganizar gobiernos, autoridades, e incluso, colapsar poderosas estructuras. Pudieron contener ideas políticas, lo mismo que económicas, militares, sociales o religiosas. También pudieron abrir el sendero para la renovación de un lenguaje político envejecido y arcaico. Durante un largo período de la vida nacional, los planes fueron utilizados ampliamente para dar legitimidad y bandera a movimientos sociales que de otra manera se encontrarían señalados de carecer de objetivos, de ser ajenos a una lucha formal. Dada la generosa producción de estos documentos a lo largo del siglo XIX y XX, sus planteamientos resultan ser de las más variadas orientaciones y tendencias. Hay planes que son muy conocidos, pero hay otros que han sido colocados en el olvido por diferentes razones. En el caso específico de la historia de Morelos, el Plan de Ayala es el documento de este tipo más conocido y acreditado. Sin embargo, el programa zapatista, dotado de una notable fuerza y originalidad, no fue el único plan que haya sido promulgado a lo largo de la historia morelense. Muchos de estos

13

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

documentos muy probablemente se mantienen inéditos, se hayan destruido por completo, estén dispersos en archivos, o sean conocidos solamente por especialistas en períodos determinados. Su localización y utilización como fuentes para la historia en diferentes líneas de trabajo representa una posible veta de investigación que podría arrojar resultados valiosos. Como se ha indicado, los autores que colaboran para integrar el presente texto reflexionan acerca de seis de los más importantes planes para la esfera regional, que en mucho representan el pulso rebelde característico de la historia morelense. Con ello buscamos abrir una ruta para la discusión de nuestro pasado, sugiriendo abrir la senda hacia trabajos que complementen esta propuesta y brinden una visión más acabada de los procesos históricos que aquí se analizan.

Los Planes Al pensar en planes para la órbita histórica del actual estado de Morelos, resulta ineludible traer a colación al Plan de Ayala, sin duda el más conocido e influyente. Pero el plan promulgado en noviembre de 1911 por aquellos hijos del estado de Morelos no conforma un hecho aislado. Al llegar a aquel emblemático año, la producción de planes había sido tan abundante durante el siglo anterior, el último tramo del porfiriato y la primera etapa revolucionaria, que podría considerarse una arraigada tradición en la esfera política-revolucionaria nacional. De acuerdo con la información disponible, esta práctica fue madurando desde los años de la Independencia para llegar al siglo XX con aires de renovación, lo que alcanzó para mantenerla viva décadas adelante. A lo largo de los años y en el pedregoso camino por el que transitó la vida independiente mexicana, estos documentos sirvieron para plasmar en papel un amplio espectro de inquietudes. Durante los lapsos importantes de la accidentada historia sociopolítica mexicana, los Planes fueron los documentos más representativos de aquellos movimientos que buscaron alcanzar el estatus de revolucionario. En ellos, una amplia gama de grupos descontentos propuso por escrito transformaciones radicales por medio de planteamientos programáticos. La larga experiencia revolucionaria mexicana, acumulada por generaciones de rebeldes de toda condición, fue puesta en papel, generando un profuso y variado conjunto de documentos, entre los que sobresalen dichos Planes. En éstos se perciben los diversos propósitos de quienes los promulgaron: demandar el reconocimiento como grupo insurrecto, dotarse de significación, formalizar un pronunciamiento, exponer los motivos de una lucha, definir un programa o invertir el sentido vigente de la justicia. A través de estos

14

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

documentos, los grupos insurrectos también exteriorizaron una bandera con la que buscaron desmarcarse de acusaciones de bandolerismo o criminalidad. Los Planes pueden verse como un proyecto a desarrollarse, una plataforma programática, una declaración de principios. En casos específicos, estos documentos constituyeron también la versión escrita de un fuerte compromiso revolucionario, como fue el caso del Plan de Ayala. Los principales Planes mexicanos han sido vistos desde sectores de la historiografía como documentos que incorporaron una jerarquía fundacional. Planes de profundo significado histórico para el proceso de construcción nacional -como los de Iguala, Casa Mata, Ayutla, Tuxtepec, San Luis, Guadalupe y el propio Plan de Ayala, entre otros, han sido destacados por su influencia para dicho proceso. Esto se debe a que los documentos (una síntesis documental de proyectos que dieron sentido a amplios movimientos revolucionarios) simbolizaron un parteaguas para la verificación de hondas transformaciones en el país. Algunos ejemplos: Es aceptado que el Plan de Iguala marcó la recta final de la guerra de Independencia y el colapso del mundo virreinal. El triunfo del Plan de Ayutla se reconoce como un símbolo del final del enraizado régimen santannista, lo que abrió paso al proceso de implementación definitiva del liberalismo decimonónico. Sin embargo, una gran parte de estos Planes son tomados sólo como un punto de referencia histórico bajo el abuso de la fórmula ‘al triunfo del Plan de…’. Escasamente se explora en contenidos, propuestas, ejecución y resultados. El ejercicio de hacer un balance crítico del cumplimiento de los puntos propuestos por estos documentos una vez que fueron aceptados en el plano nacional, aún es exiguo. Pero además, muchos planes de intenciones similares -especialmente si se trata de programas de grupos derrotados- son mucho menos conocidos o francamente proscritos, muchos de ellos por razones políticas, lo que de alguna manera parcializa la percepción de los actores involucrados. “El conjunto de los planes forma parte de un cuerpo documental amplio que incorpora escritos de diferente alcance programático, pero igualmente de trascendente envergadura política, como las proclamas, los pronunciamientos o los manifiestos8 (cuya diferenciación, en los hechos, puede resultar complicada debido a su fuerte afinidad y vocabulario compartido). Algunos de ellos, imprescindibles para comprender distintos procesos históricos regionales, pero aún escasamente trabajados, como el Manifiesto a los pueblos cultos de Europa y América de Juan Álvarez, o las numerosas proclamas de Francisco Leyva en distintas épocas, por poner solamente un par de ejemplos. La mayoría de los planes integraron una estructura definida que incluye un juicio del estado de cosas prevaleciente, mismo que genera un malestar colectivo, por lo que se procede a declarar la necesidad inaplazable de su colapso.9 Por otra

15

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

parte, la característica que los define, lo que los aparta de otros documentos afines, es la exposición de una serie de cláusulas, puntos o artículos en los que se establecen las bases que habrán de dar paso a una nueva situación. Los planes respondieron históricamente a una naturaleza heterogénea. Contrariamente a una noción apriorística más o menos difundida, no siempre tuvieron un carácter revolucionario o libertario. Antes que en el ámbito de lo social, un amplio sector de los Planes condensó las aspiraciones de la casta militar, la validación de intereses oligárquicos o, llanamente, la justificación de la búsqueda del poder por el camino de las armas. Se puede afirmar que los Planes pudieron tener lo mismo un sentido profundamente revolucionario que otro marcadamente reaccionario. Muchos planes fueron ajenos a un origen popular. Sería erróneo asumir que la tendencia general de estos documentos fuera la de representar las demandas de los pueblos, aunque pudieron ser adoptados por ellos por el camino de las alianzas y los acuerdos con las jefaturas rebeldes. En cambio, fueron excepcionalmente elaborados desde las demandas de los pueblos, como en el caso del Plan de Ayala. Aunque la figura del pueblo en tanto idea de voluntad popular, aparecerá frecuentemente como un recurso retórico para dotar de legitimidad a una plataforma política. La práctica de promulgar planes maduró en México a lo largo del belicoso siglo XIX. Los años que corren entre la guerra de Independencia y el triunfo de la Revolución de Tuxtepec fueron especialmente fructíferos. Durante ese lapso, el mensaje político-militar fue la línea sobresaliente. La producción de Planes declinó en los años más sólidos del régimen porfiriano, lo que se asocia a los mecanismos de represión de la administración Díaz para reducir a los sectores disidentes. Después de dicha baja, la promulgación de planes retomó aliento hacia finales del siglo XIX y principios del XX. En el ocaso del porfiriato surgieron planes significativos que nivelaron la proporción de los mensajes político-militares con los que expresaron un lenguaje renovado que volteó con mayor frecuencia hacia los pendientes sociales. Al alborear el siglo XX, en los planes crecieron sensiblemente las referencias a temas sociales desde una marcada diversificación ideológica. Estas características se extendieron hacia los años revolucionarios, cuando las mutaciones en el lenguaje y las filiaciones políticas, se convirtieron también en un rasgo definitorio. Durante las primeras décadas del siglo XX se volvió a incrementar el número de planes; ello tiene que ver con que “el plan se multiplica en épocas de crisis”.10 Esta práctica, como consignan los resultados de las obras antológicas, efectiva durante más de un siglo, fue decreciendo hacia los años 40 del siglo XX como un efecto asociado a la institucionalización revolucionaria. Sin embargo, resulta

16

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

necesario estar atentos a la documentación generada por los movimientos sociopolíticos surgidos durante las siguientes décadas del siglo XX.

Planes en el ámbito regional morelense La participación de los pueblos enclavados en el territorio del actual estado de Morelos en movimientos sociopolíticos durante los siglos XIX y XX, es un tema cuyas explicaciones descansan principalmente en la lucha por la tierra. Frente al influyente tema del zapatismo, es escaso el conocimiento acerca de otros movimientos surgidos en el territorio morelense. Poco se considera que muchos de ellos contaron con amplio respaldo popular. Incluso varios llegaron a generar sus propios planes y programas de lucha. En el espacio que hoy ocupa Morelos, corazón geográfico del zapatismo, además del Plan de Ayala, se generó durante los siglos XIX y XX una serie de Planes definida por sus argumentos heterogéneos. Los primeros planes que aparecieron en la región, fueron concebidos temprano en la vida independiente, hacia los años 20 del siglo XIX, cuando la zona azucarera morelense quedó sujeta al Estado de México. Aparentemente, los últimos Planes salieron a la luz en la región durante los años 40 del siglo XX. Hasta donde hemos podido observar, el conflicto agrario está ausente de los planes decimonónicos regionales, lo que llama de inmediato la atención al ser un tema especialmente agudo desde la época virreinal. Aunque es importante señalar que a varios de los movimientos que dieron luz a estos Planes, se les ha relacionado directamente con las demandas de restitución de tierras de los pueblos por rutas distintas a las planteadas en sus programas de lucha. Incluso planes de orden nacional adoptados por los pueblos de Morelos para articular sus movimientos durante el siglo XIX –como el de Ayutla (1854),11 y el de Tuxtepec (1876)12-, en su lucha por la tierra no mencionan el tema agrario. Lo anterior contrasta con su fuerte arrastre popular, lo que sólo puede explicarse a la luz de las alianzas y los acuerdos con las dirigencias insurrectas que ofrecían solucionar ese añejo problema cuando triunfara su causa. No será sino hasta el siglo XX con la promulgación del Plan de Ayala, que el contenido agrario aparecerá en un Plan generado en el área zapatista. Aunque en el ámbito nacional el problema de la tierra iba apareciendo con mayor frecuencia en distintos programas de lucha –v.gr. (verbigracia) el Programa del Partido Liberal o el Plan de San Luis-, como veremos en el siguiente apartado. También en el siglo XX se observará una propensión a formular propuestas en beneficio de sectores sociales desposeídos, lo que se hizo desde plataformas ideológicas variadas.

17

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Estos planes nos permiten observar que la escala de visión con que se manejaron los grupos insurrectos en Morelos durante un siglo no fue reducida. Prácticamente no cupo la idea de elaborar planes locales o provincianos. Por el contrario, se trataron de vincular en muchos casos con acontecimientos nacionales e incluso de corte internacional. Son escasas las menciones a problemas regionales-locales. Casos excepcionales: el Plan de Cuernavaca de 1858, que se asume francamente como “Plan local”, y el Plan de Ayala, que señala cuestiones de orden local, como la gubernatura de Ambrosio Figueroa. A fin de profundizar en la estirpe de estos documentos en el ámbito regional, presentamos una breve referencia a los principales Planes que fueron promulgados en el territorio que ocupa el actual estado de Morelos aquí reunidos. Esta es una aproximación preliminar a su contenido. El desarrollo más amplio y preciso de seis de ellos, se registra en los artículos que integran esta obra. Asumiendo que la relación que presentamos puede no ser exhaustiva, la secuencia cronológica que siguió la promulgación de estos Planes fue como sigue:



1824. Plan de Cuernavaca. (Anexo 1). 1829. Plan de la Ciudad de Morelos (Cuautla). (Anexo 2). 1834. Plan de Cuernavaca. (Anexo 3). 1858. Plan de Cuernavaca. (Anexo 4). 1870. Plan de Jonacatepec. (Anexo 5). 1911. Plan de Ayala. (Anexo 6). 1940. Plan de Yautepec. (Anexo 7). 1943. Plan de Cerro Prieto. (Anexo 8). 1943. Plan de Puztla. (Anexo 9).

El primer plan del que tenemos noticia está fechado en 1824 en la Villa de Cuernavaca. Este documento es afín al ambiente político emanado del Plan de Casa Mata (1823), y de la ruta hacia el establecimiento en el país de la Primera República Federal. Se trata de un largo programa de 31 puntos firmado por militares del cuartel de Cuernavaca “con la justa mira de hacer efectiva la verdadera Independencia y Libertad de […] la América Septentrional, teniendo en [cuenta los] riesgos que amenazan a la Patria de bolver a arrastrar las cadenas que en trescientos años la han subyugado”.13 Este plan fue concebido con la idea de consolidar la independencia nacional frente a la efervescente animadversión generada por el fracaso del Primer Imperio. En él se exige establecer la república federal como régimen de gobierno; se llama a la intolerancia de cultos ajenos a la religión católica y se instituye el “Exército de la Unión Americana”. Destaca el énfasis en la situación de los españoles, el respeto a sus propiedades y la necesidad de reducir su

18

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

presencia en la administración “por corresponder esto a los hijos de este suelo como únicos dueños de esta parte del Glovo Septentrional”.14 Durante agosto de 1829, con rasgos de la aún reciente Revolución de la Acordada, se promulgó en la Ciudad de Morelos (Cuautla) un Plan de nueve puntos cuya radicalidad llama fuertemente la atención. El firmante principal era José María Larios, un importante veterano insurgente conocido por su participación en el Sitio de Cuautla de 1812 al lado de José María Morelos. El acontecimiento de interés nacional que enmarcó a este Plan fue la expedición de reconquista hispana comandada por Isidro Barradas. Expresaba el capitán Larios: “el Exército quien está mirando con desprecio, sin considerar que se rompió las cadenas de trecientos años y castigará la osadía de esos malvados Gachupines que intentan pisar nuestras costas”.15 En este Plan se designa como dictador vitalicio del país a Vicente Guerrero, se llama a la nacionalización de los bienes de “gachupines y extrangeros” y se nombra Primera Columna Justiciera del Sur al grupo comandado por Larios que partiría a Veracruz para combatir la invasión. Llama poderosamente la atención el artículo 5º que dice de manera fulminante: “Todo gachupín y extranjero será decapitado”.16 Aunque no hay referencia alguna en el Plan a las movilizaciones de Larios, se les han relacionado con ataques a haciendas y reclamos agrarios. En la región de Cuautla, los terratenientes que con frecuencia se quejaban de Larios, lo acusaron de haber “entrado en sus haciendas y robado cuanto tenían, en nombre de los patriotas y del general Guerrero. […] malhechores que habían sembrado el espanto y cubierto de luto aquéllas fértiles comarcas, proclamando [los] derechos de propiedad y libertad.17 En 1834 fue promulgado en Cuernavaca un Plan de tinte conservador, que tuvo como fin derogar las iniciativas reformistas implementadas por la administración de Valentín Gómez Farías, quien fue acusado de desplegar “los atentados de una demagogia absoluta al tocar los intereses de la jerarquía católica mexicana, el ejército y los terratenientes. El Plan generó el regreso de Santa Anna a la presidencia, quien suprimió dichas reformas. El documento de apenas cinco puntos “proclamados por el pueblo en masa”,18 trascendió nacionalmente por obvias razones. Es importante mencionar que este alzamiento fue apoyado financieramente por los hacendados azucareros de la región. En casos como el de Ángel Pérez Palacios, los terratenientes participaron movilizando tropas. Con el Plan de Cuernavaca se abrió el camino para el establecimiento del centralismo como régimen de gobierno en el país.19 Un movimiento vinculado con las élites regionales, que continuaban viendo a la religión católica como la base para la cohesión social, proponiendo la destrucción de las logias masónicas.20

19

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

No obstante la importancia que este Plan alcanzó a nivel nacional, es poco conocido incluso para la historiografía regional de Morelos. Después del triunfo del Plan de Ayutla en 1855 –acompañado por virulentas campañas armadas en el campo morelense, alimentadas por conflictos agrarios, problemas laborales y desagravios raciales- y con el ascenso de los liberales al poder, se profundizaron las disputas políticas bipolares. Esto se sumó al influyente discurso de la cúpula católica, lo que llevó al camino de la guerra civil. En 1858, el general religionero Juan Vicario, formuló un Plan que desconocía a la administración de Comonfort, pero también señalaba las debilidades de los conservadores agrupados bajo el Plan de Tacubaya. Vicario fue el principal general conservador en la región hasta los años de la Intervención Francesa. Antítesis regional de Juan Álvarez, Vicario sumó seguidores entre los pueblos de Morelos, inclinados hacia su propuesta de defensa de la fe.21 En el contenido de este Plan, destaca la deslegitimación que hace Vicario de la Constitución de 1857, pues “ha merecido la execración de toda la parte sensata de la nación, por ser contraria a todo principio de conservación de la sociedad”.22 Al mencionar que “las fuerzas de mi mando han sostenido la revolución constantemente para reconquistar los principios religiosos y sociales que la demagogia [el partido liberal] había amenazado con sus leyes y constitución de 1857”, Vicario propuso formar el Territorio de Iturbide con los distritos de Taxco, Morelos y Cuernavaca.23 Aunque Vicario menciona que este Plan tiene el carácter de local y transicional, durante buena parte de la Guerra de Reforma, el Territorio de Iturbide fue reconocido por las administraciones conservadoras encabezadas por Félix Zuloaga y Miguel Miramón. Después del éxito liberal alcanzado en 1867, los desencuentros políticos se fueron cerrando en torno a la permanencia de Benito Juárez en la presidencia y los méritos de los funcionarios de su gobierno. Durante la República Restaurada, se promulgó en 1870 el Plan de Jonacatepec al oriente del recién creado estado de Morelos. En este programa sobresale el desconocimiento al gobierno de Juárez, la defensa de la Constitución del ‘57 y un esbozo del tema electoral.24 El Plan de Jonacatepec nombra como presidente interino a Porfirio Díaz, la principal figura opositora del país en ese entonces.25 Aunque no queda asentado en el Plan, esta movilización estuvo relacionada con problemas agrarios y con asuntos políticos regionales. En él, además del porfirismo en ascenso, confluyeron problemáticas de distinta raigambre, como la erección del estado de Morelos, el establecimiento de la capital o el gobierno de Francisco Leyva. Los porfiristas de Morelos generaron alianzas con la dirigencia del Plan de la Noria y otros movimientos de Puebla, Guerrero y el Distrito Federal. Con ello ampliaron los alcances de la movilización, misma

20

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

que se extendió entre 1868 y 1872.26 El Plan de Jonacatepec también representó un preámbulo para la revolución porfirista de Tuxtepec (1876) cuando se dijo que en Morelos “jamás se habían visto tantas partidas de pronunciados […] y tan generalmente apoyadas por las poblaciones”.27 Por el momento desconocemos si en la región se presentaron Planes semejantes durante la administración de Porfirio Díaz, información en la que es importante profundizar. En ese tenor, el siguiente Plan, el de Ayala, aparecerá 35 años después de la promulgación del Programa de Jonacatepec. Sin embargo, de la mano de las propuestas de sus antecesores regionales, en la redacción del Plan de Ayala se observa un sentido histórico relacionado con el siglo XIX, pues incorporó influencias maduradas en el régimen porfiriano. Una de ellas, es en torno a la propia figura de Díaz y de los esquemas dictatoriales de su gobierno. Como es sabido, el laureado general de la Reforma y la Intervención Francesa, el líder de los planes antirreeleccionistas de la Noria y Tuxtepec, durante su gobierno dio paso a la figura de un dictador afianzado. Aunque como el líder revolucionario de la década de los ‘70s del siglo anterior, Díaz recibió el respaldo entre campesinos morelenses convencidos por sus promesas, en el Plan de Ayala los zapatistas calificaron a su gobierno como una dictadura terrible y oprobiosa. Durante el porfiriato también se robusteció la idea del triunfo liberal de la mitad del siglo XIX como una de las narrativas nacionalistas más importantes. La lucha contra tiranos, conservadores e invasores iniciada por la Revolución de Ayutla, también emergió como la base de la soberanía y el nacionalismo popular. Se generalizó la idea de que la Constitución del 57 representaba la fuente de toda legitimidad política. Estas ideas habían prosperado a pesar de que en su tiempo fueron el origen de discordias en muchos ámbitos. Ambas variables –el liberalismo triunfante y el porfiriato- serían plasmadas en el contenido del Plan de Ayala. Por otra parte, en la transición hacia el siglo XX una serie de factores como la maduración excesiva del régimen porfiriano, la concentración del poder en la clase política de los científicos, la polarización económica y los problemas no resueltos como el del campo, llevaron a una nueva crisis. Ello dio pie nuevamente a la proliferación en el país de un número creciente de Planes políticos emanados de sectores inconformes con la dictadura porfiriana, que había nacido de una rebelión antirreeleccionista. Si bien al día no contamos con referencias a planes promulgados en el estado de Morelos durante el porfiriato, es conocido que en el plano nacional comenzaron a difundirse las ideas depositadas en nuevos programas, algunos de los cuales han sido vistos como influencia para la redacción del Plan de Ayala. A diferencia de lo ocurrido en el siglo XIX, en el XX los programas

21

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

presentaron un incremento en el contenido de corte social, en el que comenzó a aparecer con mayor frecuencia el conflicto agrario en un plano principal. Entre ellos destaca el Programa del Partido Liberal (1906), que propuso la abolición de prácticas atávicas, entre las que se contaron aquellas que afectaban a los trabajadores de las haciendas, como el endeudamiento o las tiendas de raya. Indicó que “la equitativa distribución de las tierras, con las facilidades de cultivarlas y aprovecharlas sin restricciones, producirán inapreciables ventajas a la Nación”.28 Con las posteriores propuestas del Partido Liberal Mexicano se afianzó la idea de que era “preciso que los trabajadores tengan en sus manos la tierra […] y sean ellos los que regulen la producción de las riquezas”, lo que respaldarían con el emblemático lema “¡Tierra y Libertad!”.29 En 1910, el Plan de San Luis Potosí ofreció “restituir a sus antiguos poseedores los terrenos de los que se les despojó de un modo tan arbitrario”, lo que inicialmente movió a los pueblos de Morelos para incorporarse a la revolución maderista.30 Ya en 1911, antecediendo por poco tiempo al Plan de Ayala, se presentaron programas que consignaron el problema de la tierra. El Plan político social proclamado por los Estados de Guerrero, Michoacán, Tlaxcala, Campeche, Puebla y del Distrito Federal (18 de marzo de 1911), firmado por los futuros zapatistas Gildardo Magaña y Dolores Jiménez y Muro, Planteó la restitución de propiedades usurpadas, la abolición de los monopolios “de cualquier clase que sean” y la dignificación de los indígenas.31 El Plan de Texcoco (23 de agosto de 1911), de Andrés Molina Enríquez, propuso que Emiliano Zapata formara parte de un Consejo especial que sustituyera al gobierno federal.32 El Plan de Tacubaya (31 de octubre de 1911), firmado por Paulino Martínez, reformaba el Plan de San Luis exigiendo “resolver de una vez y para siempre nuestro problema agrario e impartir la justicia por igual a todos los hombres”.33 Menos de un mes después de formulado este último, desde Ayoxuxtla, Puebla, sería lanzado el Plan de Ayala. Después de su promulgación en noviembre de 1911, su ratificación en julio de 1914 y su reconocimiento como programa revolucionario en el ámbito nacional, el Plan de Ayala se convirtió en la principal fuente de legitimidad para los Planes que se presentaron con posterioridad en la región. El Morelos posrevolucionario distó de pacificarse y de superar el conflicto agrario. Con el correr de los años, el programa zapatista se convirtió en la principal divisa retomada por los movimientos postzapatistas para formular sus Planes. Aunque sus plataformas pudieran verse como desiguales, los levantamientos del Morelos posrevolucionario, se asumieron en su mayoría como depositarios de la continuidad de los ideales del Plan de Ayala y los anhelos del zapatismo. Ejemplo de ello fue la insurrección encabezada por Enrique Rodríguez El Tallarín, a quien sin embargo, no se le conoce Plan alguno. El Tallarín tomó Tepalcingo en 1934 con 50 hombres, “todos armados de carabinas y

22

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

pistolas entraron gritando ‘vivas’ al Plan de Ayala y ‘mueras’ a la imposición [de Lázaro Cárdenas en la presidencia], llevando una bandera nacional”.34 Jean Meyer menciona que el Tallarín dio a conocer en 1937 un manifiesto en el que tomaba como propios “los ideales de los pueblos que es el glorioso Plan de Allala”. En dicho manifiesto, el Tallarín declaró que “nos llevan los anhelos de rescatar al verdadero derecho de los pueblos y aunque sea tardecito luchamos tanto por la religión como por todos los derechos de la patria para defender la verdadera rasón de los pueblos. Agua, tierra, progreso, justicia y libertad.”35 Sin embargo, la reivindicación del Plan de Ayala no se convirtió en regla general para todo Plan relacionado con el estado de Morelos. En septiembre de 1940 se promulgó en Yautepec un Plan sin afinidad con las demandas del zapatismo, sino con el tema de las elecciones presidenciales. Este documento, que establecía a Yautepec como asiento de los poderes, fue firmado por Héctor F. López, relacionado con la frustrada campaña presidencial de Juan Andrew Almazán, en la búsqueda de mecanismos para tomar la presidencia que éste último consideraba arrebatada. Poco antes se había instalado el congreso almazanista y el Plan de Yautepec sería el eje alrededor del que se organizaría la sublevación a escala nacional que, sin embargo, no tuvo demasiada repercusión en Morelos. En él no se hace referencia alguna al zapatismo, anteponiendo la relación de López con el maderismo. La dirigencia del Plan de Yautepec rompió con el gobierno de Cárdenas a quien acusaron de “forzar la mente de la niñez y de la juventud dentro del duro molde del comunismo marxista, de atacar la inviolabilidad de la conciencia y la unidad moral de la familia; a raíz de ejercer un ilegal despotismo […] para imponer un sucesor”. En el Plan de Yautepec sobresale el discurso de carácter internacional con referencias al “triunvirato totalitario de Hitler-Stalin-Mussolini” y “la unión de las repúblicas americanas”.36 En el año de 1943 se promulgaron dos Planes muy significativos, que abonarían a esta práctica iniciada 120 años atrás: el Plan de Cerro Prieto y el de Puztla. El primero daba bandera a la movilización encabezada por Rubén Jaramillo,37 y el segundo al alzamiento dirigido por José Barreto, conocido como la Bola Chiquita.38 El Plan de Cerro Prieto, formulado inicialmente para campear la ofensiva ávila-camachista, fue promulgado originalmente en 1943, aunque tuvo distintas versiones caracterizadas por una tendencia de corte comunista. En el Plan fechado el 21 de febrero de 1943 no se hace referencia al Plan de Ayala.39 Sin embargo, en una versión posterior se recupera la liga con la lucha zapatista: “LA JUNTA NACIONAL REVOLUCIONARIA que suscribe, declara ante la nación y el mundo entero, que hace suyo el PLAN DE AYALA […] teniendo en consideración que al pueblo sólo se le hace caso cuando tiene las armas en la mano luchará con ella hasta obtener el triunfo del presente Plan”.40

23

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

El Plan de Cerro Prieto representó la visión programática de Rubén Jaramillo, “pastor metodista, partidario de Lázaro Cárdenas, dos veces candidato a gobernador de Morelos, miembro del Partido Comunista y guerrillero”, cuya figura resulta complicado clasificar.41 Pero además, dio sentido programático al jaramillismo que “incluyó la defensa de ejidatarios y pequeños productores,42 movilizaciones electorales, lucha guerrillera y tomas de tierra”, movimiento amplio que se extendió durante más de dos décadas reformulándose constantemente. En el Plan de Puztla, del 26 de abril de 1943,43 los firmantes se asumieron simplemente como los depositarios del legado del Plan de Ayala. Abren su argumentación con una frase a todas luces reconocible: “Los suscritos patriotas morelenses y defensores del Plan de Ayala con ciertas reformas que han creído convenientes en beneficio de la patria mexicana”. En él se acusa a Lázaro Cárdenas y a Manuel Ávila Camacho de los problemas del país en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. En su juicio, Cárdenas había impuesto “teorías exóticas […] soviéticas” y “puso gobernantes a su antojo, el Partido Comunista y la máquina oficial del Partido de la Revolución Mexicana”. A Ávila Camacho lo consideraban un “pelele del judío Roosevelt”. Con este Plan, los rebeldes que se identifican como “los ex zapatistas campesinos en junta revolucionaria de patriotas morelenses”, desconocían la presidencia de Ávila Camacho, llamando a la neutralidad en la Guerra Mundial. A esta movilización encabezada por José Barreto se le identificó con una corriente ideológica sinarquista.43 En adelante, no tenemos evidencia de que se hayan generado algún Plan similar en el estado de Morelos. Aunque la efervescencia social no concluyó al cerrarse el camino aquí esbozado. Es preciso profundizar en la documentación generada por movimientos madurados durante las décadas posteriores. A lo largo de su historia, la dilatada experiencia en la promulgación de Planes constituyó, para los sectores descontentos de Morelos, una forma específica para la manifestación de sus diversas inquietudes.

Contenido de la obra En el primer artículo que integra esta obra, titulado Cuernavaca, 1834: el rescoldo castellano. Los intereses locales y el fracaso del primer federalismo, Irving Reynoso Jaime nos ofrece un interesante panorama de la problemática situación sociopolítica nacional y regional en épocas tempranas de la vida independiente. Para Reynoso, el Plan de Cuernavaca de 1834 condensó las dificultades que tenía el joven Estado Mexicano para gozar del apoyo de los

24

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

grupos más privilegiados del país, tanto en el aspecto político como en el económico. En ese sentido, las élites azucareras de los distritos de Cuernavaca y Cuautla se constituyeron en un ejemplo paradigmático. Los empresarios del azúcar de la región, hoy morelense, fueron de las élites socioeconómicas más poderosas e influyentes del país, pero también de las más renuentes a la hora de ceder parte de su soberanía económica y política ante un gobierno federal en un proceso de construcción lleno de incertidumbre, como habían hecho con el gobierno virreinal. Esto llevó a los empresarios, incluso, al camino de las armas. Reynoso Jaime considera necesario hacer una revisión histórica profunda e intentar comprender los procesos históricos involucrados desde sus bases, pues el Plan de Cuernavaca de 1834, tradicionalmente ha sido visto desde lo nacional. El autor plantea analizar el breve contenido de este Plan no desde los acontecimientos de 1833 -cuando Valentín Gómez Farías buscó consolidar su autoridad frente a las élites económicas y las corporaciones eclesiásticas y militares, mediante reformas de corte progresista- sino ubicándolo como una muestra del descontento que había en el país frente a las políticas radicales del Ejecutivo nacional. En el Plan de Jonacatepec (1870). La rebelión de los porfiristas en el nacimiento del estado de Morelos, Carlos Barreto Zamudio analiza algunos de los principales procesos históricos ocurridos en la encrucijada que representó el nacimiento del estado de Morelos. Para ello, se centra en el movimiento de 1868-1870 originado en Jonacatepec y encabezado por gente como Rosario Aragón y Feliciano Chavarría. Se trata de un breve, pero agitado lapso ubicado en el contexto del período conocido como la República Restaurada, época de reorganización nacional posterior a una década aciaga. El autor examina la agitación socio-política verificada en la entidad entre los años 1868 y 1872 –señalado por la muerte de Benito Juárez y el fin del movimiento porfirista de la Noria—, cuando Porfirio Díaz emergió como la principal figura oposicionista del país. El autor sugiere que, este período resulta decisivo para la comprensión del surgimiento y destino del estado de Morelos tanto en lo político como en lo social. Envuelve su pedregoso proceso de erección como entidad federativa, así como parte del agitado período gubernativo de Francisco Leyva, quien surgió como el hombre fuerte en la nueva entidad frente a las rebeliones y la disidencia popular. La erección del estado de Morelos fue acompañada por la rebelión preparada desde 1868, pero desplegada bajo el Plan de Jonacatepec entre 1870 y 72. Esta movilización se relacionó con alzamientos porfiristas del país como el de la Noria. También, representó el antecedente inmediato para el amplio episodio regional de la Revolución de Tuxtepec que llevaría

25

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

a Porfirio Díaz a la presidencia y al estado de Morelos a un largo período de gubernaturas porfiristas que perduraría hasta el siglo XX. En El Plan de Ayala: Plan libertador para acabar con la opresión y redimir a la Patria, Francisco Pineda Gómez, acucioso investigador del zapatismo ofrece su visión acerca del Plan de Ayala, eje de esta obra. Recuerda que el documento zapatista manifestó su propósito de “acabar con la tiranía que nos oprime y redimir a la Patria de las dictaduras que nos imponen”, lo que representaba un llamado no sólo para los pueblos del Sur, sino que era dirigido a todo el pueblo de México, a la conciencia de los mexicanos. Acabar con la opresión y redimir a la Patria era, para el zapatismo, una necesidad imperiosa derivada de siglos de opresión. Para el autor, el Plan de Ayala vinculó las causas de la liberación nacional y la liberación social. Los hechos y los principios, además, fueron las premisas que articularon la argumentación zapatista. Pineda Gómez explica que el Plan de Ayala no fue una utopía, sino que se convirtió en el eje principal de toda una práctica revolucionaria. Estableció tareas y líneas de acción que fueron más allá del papel. El programa zapatista presentaba como fin último subvertir las esferas de las relaciones de poder, establecidas sobre los controles de la riqueza, los saberes y la fuerza. El autor nos habla de la posición del zapatismo asentada en el Plan de Ayala, frente a temas como el gobierno, la propiedad, los monopolios, el federalismo, la emancipación social, la justicia. El Plan de Ayala, al llevarse a la práctica como nos señala Pineda Gómez, operó como código de justicia, como instrumento de propaganda revolucionaria, como una forma de dar a conocer los principios de la lucha en el orden internacional y como símbolo de identidad zapatista. La promulgación del programa zapatista había puesto en marcha toda una estrategia de liberación que es necesario que sea valorada a un siglo de distancia. En El Plan de Yautepec y la frustrada rebelión almazanista (1940), Ehecatl Dante Aguilar Domínguez expone algunos de los mecanismos políticos empleados por figuras como el coronel Elpidio Perdomo, entonces gobernador del estado de Morelos, así como su relación con Lázaro Cárdenas, especialmente en sus últimos años en la presidencia de la República. Aguilar Domínguez aborda los caminos por los que transitó la imposición del orden en el estado de Morelos de cara a los encendidos comicios presidenciales de 1940. En este artículo se ofrece una visión acerca de las maniobras políticas empleadas para blindar políticamente a Perdomo frente a la disidencia en Morelos y asegurar su lealtad a las instituciones y al partido oficial. La campaña presidencial de 1940, desde 1838, conllevó una serie de reacomodos políticos al interior del partido en el poder. La disputa electoral terminó enfrentando a Manuel Ávila Camacho como candidato oficial y a Juan

26

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Andrew Almazán como líder de una fuerte coalición opositora. Reflejo de dichos reajustes políticos, el estado de Morelos fue escenario fundamental. Las medidas represivas ocurrieron desde la destitución de la Legislatura, hasta el clima de hostilidad contra la población civil para imponer la Unidad Nacional. Es en ese Morelos postrevolucionario que se promulgará el amazanista Plan de Yautepec de 1940. Cierran la obra dos artículos que se ubican en 1943, año crucial para el ámbito de las movilizaciones sociales en el estado de Morelos. Se trata de textos que resultan complementarios, con conceptos afines pero también visiones distintas, acerca de dos movimientos que tuvieron diferentes puntos de confluencia, acercamientos e intentos de unificación: el encabezado por Rubén Jaramillo y el dirigido por José Barreto –junto a los que hay que contemplar el de Daniel Roldán. De ahí la riqueza que ofrece la posibilidad de una lectura conjunta. Un período de inestabilidad para los pueblos del estado de Morelos, en el que sobresale el estudio del tema del jaramillismo, pero que en realidad todavía es poco comprendido en su conjunto, al que Aura Hernández Hernández y Víctor Hugo Sánchez Reséndiz aportan de manera sustancial. Aura Hernández Hernández, nos ofrece el interesante artículo “No somos bandidos y menos asaltantes”. Bandolerismo y resistencia en el Morelos posrevolucionario. Las huellas del Plan de Ayala en los postulados programáticos del Plan de Cerro Prieto de los jaramillistas de Morelos. En él, la autora contextualiza la rebelión jaramillista en el momento histórico regional, nacional e internacional, en la búsqueda de significación desde el plano social. Hernández Hernández brinda una significativa semblanza de los factores que fueron el motor para la gestación del jaramillismo. Este movimiento apareció como el resultado de una problemática de orden general catalizada por el desencanto posrevolucionario, la Segunda Guerra Mundial y el servicio militar obligatorio. Y frente a esto, la interpretación del Estado y de los diferentes sectores de la sociedad morelense. Para la autora, el servicio militar obligatorio en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, al igual que en otras partes del país, fue la chispa que encendió la exasperación de la ya inconforme sociedad del Morelos posrevolucionario, lo que tomó aspectos multiformes, recurriendo a filiaciones ideológico-políticas como el sinarquismo o el comunismo. La situación en el campo morelense de la posrevolución puso a Rubén Jaramillo en el camino de las armas. En el texto también se hace una reconstrucción de la figura política de Rubén Jaramillo, sus ideales y objetivos a partir del análisis del Plan de Cerro Prieto, documento influenciado por el Plan de Ayala, pero tocado también por Planteamientos de corte comunista, en el que traslucen las ideas de un

27

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

personaje como Mónico Rodríguez. El artículo ofrece una visión panorámica del jaramillismo, así como sus implicaciones políticas, económicas y sociales. En este contexto, la autora conceptualiza a la rebelión jaramillista como un movimiento pro-campesino, pero que propugnaba diversas demandas de carácter social, pendientes de solución en el México de la posrevolución. Cierra este trabajo el artículo de Víctor Hugo Sánchez Reséndiz “Los suscritos, patriotas morelenses y defensores del Plan de Ayala…”. El Plan de Puztla (1943) y el levantamiento de los pueblos de Morelos contra el servicio militar obligatorio. En él se aborda el movimiento rebelde encabezado por José Barreto, que algunos autores han refrido como la Bola Chiquita. Para el autor, el Plan de Puztla de 1943, programa de lucha de este movimiento, promulgado 31 años después del Plan de Ayala, significó una muestra del carácter revolucionario de los pueblos de Morelos ante lo que consideraron una afrenta, particularmente para los viejos revolucionarios. Tras la entrada de México a la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Manuel Ávila Camacho decretó medidas para garantizar la seguridad de la Nación, como la obligatoriedad del servicio militar y la suspensión de las garantías individuales que, en su conjunto, violentaban las garantías de los pueblos. Según Sánchez Reséndiz, esto propició que diferentes jefes rebeldes como José Barreto, Daniel Roldán y el propio Rubén Jaramillo se alzaran en armas en contra de esas medidas anticonstitucionales. Por ello, el Plan de Puztla llamaba al “pueblo patriótico” de Morelos a la insurrección para reivindicar los derechos de los pueblos frente a un gobierno opresor, tomando una vía política que los llevó a relacionarse con el sinarquismo, en ánimo de una articulación política nacional. Sin embargo, este movimiento no consiguió trascender nacionalmente, por lo que se vio limitado y poco a poco disuelto. Sánchez Reséndiz considera que la atención hacia el Morelos posrevolucionario se ha centrado en el movimiento jaramillista, lo que le ha forjado la visión de un movimiento autónomo, sin embargo, hubo otros movimientos, como el que nos presenta en perspectiva, en los que es necesario profundizar. El resultado de investigación histórica más importante de los últimos años para el estado de Morelos, surgido en el contexto de dichas conmemoraciones, es la obra en 9 tomos: Crespo, Horacio (Dir.), Historia de Morelos. Tierra, gente, tiempos del Sur, Crespo, Horacio, (Dir.), 9 tomos, Poder Ejecutivo del Estado de Morelos, Congreso del Estado de Morelos-LI Legislatura, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Ayuntamiento de Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, México, 2010. 2 Hacer un acercamiento crítico a la historia de Morelos implica sumar a uno de los sectores más dinámicos de la producción historiográfica mexicana actual: la historia regional. Esto se debe a que dicha óptica toma en cuenta particularidades de las regiones por lo general 1

28

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ignoradas por la visión nacional, que tiende hacia la generalización. Véanse trabajos como Knight, Alan, “Latinoamérica. Un balance historiográfico”, en Historia y Grafía, No. 10, enero-junio 1998, pp. 165-207, Departamento de Historia, Universidad Iberoamericana, México, 1998; Young, Eric van, “Haciendo historia regional: Consideraciones metodológicas y teóricas”, en Pérez Herrero, Pedro. (comp.), Región e historia en México (1700- 1850), pp. 99122, Instituto Mora- UAM, México, 1991; Meyer, Jean, “Historia, Nación y Región”, en Oikión Solano, Verónica (Ed.), Historia, Nación y Región, Vol. 1, El Colegio de Michoacán, Zamora, Michoacán, México, 2007; Río Chávez, Ignacio del, “Reflexiones en torno de la idea y práctica de la historia regional”, en El historiador frente a la historia. Perfiles y rumbos de la historia. Sesenta años de investigación histórica en México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2007; Serrano Álvarez, Pablo, “Interpretaciones de la historiografía regional y local mexicana, 1968–1999. Los retos teóricos, metodológicos y líneas de investigación”, Revista de Historia Regional, Vol. 6, No. 2, invierno 2001, pp. 113-123, Universidade Estadual de Ponta Grossa, Paraná, Brasil, 2001. 3 Colección de Leyes fundamentales que han regido en la República Mexicana y de los Planes que han tenido el mismo carácter 1821-1857, Imp. de Ignacio Cumplido, 1857; versión facsimilar, Miguel Ángel Porrúa, 2009. 4 González Ramírez, Manuel, Planes políticos y otros documentos, Fuentes para la historia de la Revolución Mexicana, vol. 1., Fondo de Cultura Económica, México, 1954; Secretaría de la Reforma Agraria, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, México, 1981. 5 Ulloa, Berta y Joel Hernández Santiago (Coords.), Planes en la Nación Mexicana, 8 tomos, Senado de la República, Colegio de México, México, 1987. 6 Villegas Moreno, Gloria y Miguel Ángel Porrúa Venero (Coords.), Tomo 1. De la crisis del modelo borbónico al establecimiento de la República Federal; Tomo 2. Entre el paradigma político y la realidad. La definición del papel de México en el ámbito internacional y los conflictos entre liberales y conservadores; Tomo 3. Parte 1. La estabilidad política y la modernización económica; Tomo 3. Parte 2. Un nuevo pacto para la nación 1906-1917, en Enciclopedia Parlamentaria de México, Serie III, Vol. 1, Leyes y Documentos constitutivos de la Nación Mexicana, Instituto de Investigaciones Legislativas de la Cámara de Diputados, LVI Legislatura, México, 1997. 7 Iglesias González, Román, Planes políticos, proclamas, manifiestos y otros documentos de la Independencia al México Moderno, 1812-1940, Serie Estudios Históricos No. 74, Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM, México, 1998. 8 Cf. González Ramírez, Manuel, “La Revolución y el sentido de los planes”, en Planes políticos, 1981, pp. VII-LIX; Cf. Iglesias González, Planes, 1998. 9 Ibídem. 10 González Ramírez, Planes políticos, 1998, p. 8. 11 “Plan de Ayutla”, en Villegas y Porrúa Veneros (Coords.), 1. Entre el paradigma, 1997, p. 438. 12 Iglesias González, Planes, 1998, pp. 486-489. 13 “Plan de la Cuernavaca”, 1824, en Archivo Histórico de la Defensa Nacional (en adelante AHDN), XI/481.3, exp. 290, 101 fs. 6-11. 14 Ibídem. 15 “Plan de la Ciudad de Morelos”, 1829, en AHSDN, XI/481.3/594, exp. 594, fs. 6-7. 16 Ibídem.

29

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Zavala, Lorenzo de, Ensayo Crítico de las Revoluciones de México desde 1808 hasta 1830, Biblioteca Porrúa No. 31, Ed. Porrúa, México, 1969, p. 408. 18 “Plan de Cuernavaca” en González Pedrero, Enrique, País de un solo hombre. Vol. 2 La sociedad del fuego cruzado, Fondo de Cultura Económica, México, 2003, pp. 479-480. 19 Véase Reynoso Jaime, Irving, “Sistema político local y organización militar de Cuernavaca y Cuautla Amilpas, 1810-1854”, en Sánchez Santiró, Ernest (coord.), “De la crisis del orden colonial al liberalismo, 1760-1860”, vol. 5, en Crespo, Horacio, (dir.), Historia de Morelos. Tierra, gente, tiempos del sur, Poder Ejecutivo del Estado de Morelos, Congreso del Estado de Morelos-LI Legislatura, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Ayuntamiento de Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, México, 2010, p. 365. 20 “Plan de Cuernavaca”, op. cit. 21 Véase “Entre la ‘guerra de esterminio contra los españoles’ y las ‘gavillas de religioneros’, 1856-1857”, en Barreto Zamudio, Carlos, Rebeldes y bandoleros en el Morelos del siglo XIX. Un estudio histórico regional, Gob. del Estado de Morelos, 2012, pp. 106-133. 22 “La erección del Territorio de Iturbide”, en El Monitor Republicano, 17 de enero de 1858. “Un espacio para la disputa. División territorial y organización político-administrativa en Morelos, 1854-1867”, en Sánchez Santiró (Coord.), “De la crisis”, 2010, pp. 401-436. 23 Ibídem. 24 “Plan de Jonacatepec” en Benito Juárez. Documentos, Discursos y Correspondencia. Selección y notas de Jorge L. Tamayo, Edición digital coordinada por Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, Versión electrónica para su consulta: Aurelio López López. CD editado por la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México, 2006. 25 Ibídem. 26 Cf. Barreto Zamudio, Carlos, “‘¡Constitución, libertad y Porfirio Díaz!’. Rebeliones porfiristas en Morelos, 1867-1876”, en Crespo, Horacio (Coord.), “Creación del Estado, leyvismo y porfiriato”, vol. 6 de Crespo, Horacio (dir.), Historia, 2010, pp. 179-226. 27 “Morelos”, en El Siglo Diez y Nueve, 16 de mayo de 1876. 28 “Programa del Partido Liberal”, de 1906, en González Ramírez, Planes políticos, 1981, pp. 3-29. 29 “Manifiesto de la Junta Organizadora del Partido Liberal al pueblo de México”, en Regeneración, 23 de septiembre de 1911. 30 “Plan de San Luis Potosí”, en González Ramírez, Planes políticos, 1981, 33-41. 31 “Plan político social proclamado por los Estados de Guerrero, Michoacán, Tlaxcala, Campeche, Puebla y el Distrito Federal”, marzo de 1911, en González Ramírez, Planes políticos, 1981, pp. 68-70. 32 “Plan de Texcoco”, en González Ramírez, Planes políticos 1981, pp. 71-72. 33 “Plan de Tacubaya”, en Iglesias González, 1998, Planes, p. 626. 34 “Severiano Montañés, subagente del ministerio público de Tepalcingo, Mor. Al Secretario de Guerra y Marina”, 18 de octubre de 1934. Expediente No. 541.3/34-6, en Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Fondo Abelardo L. Rodríguez, cit. en Aguilar Domínguez, Ehécatl Dante, Enrique Rodríguez “El Tallarín” y la denominada Segunda Cristiada en el Estado de Morelos, 1934-1938, Tesis de Licenciatura en Historia, Facultad de Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2007, p. 88. 35 Cit. en Meyer, Jean, “El zapatismo va a la Cristiada”, en Revista Nexos, México, Marzo 1997, p. 37-38, México, 1997, p. 38. 36 “Plan Almazanista” en Iglesias González, Planes, 1998, pp. 990-992. 37 Cf. Hernández Hernández, Aura, Razón y muerte de Rubén Jaramillo. Violencia institucional y resistencia popular. Aspectos del movimiento jaramillista (1942-1962), Tesis de Doctorado en 17

30

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Historia, Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, 2006; La muerte de Rubén Jaramillo y la paranoia anticomunista del régimen de López Mateos, 19601963, Tesis de Maestría, Instituto de Ciencias de la Educación, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2001; Padilla, Tanalís, Rural resistance in the land of Zapata. The Jaramillista Movement and the myth of the Pax priísta, 1940-1962, Duke University Press, 2008; véase también el capítulo “Jaramillo, el heredero”, en Castellanos, Laura, México Armado, 19431981, Ed. Era, México, 2007. 38 Cf. Sánchez Reséndiz, Víctor Hugo, Identidad, comunidad y autonomía en Morelos. Tesis de Licenciatura en Sociología, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006 y Ramírez Melgarejo, Ramón, “La Bola Chiquita, un movimiento campesino”, en Warman, Arturo, Los campesinos en la tierra de Zapata, Tomo I, SEP, INAH, México, 1976. 39 Archivo Histórico de la Casa de Cultura Jurídica - Cuernavaca, Suprema Corte de Justicia de la Nación(SCJN-Mor) Juzgado 1º, Serie Penal, exp. 34/945. Material amablemente proporcionado por Aura Hernández. 40 “Plan de Cerro Prieto, promulgado por Rubén Jaramillo en Tlaquiltenango Morelos”, en Historia y Libertad. Cultura de los Pueblos de Morelos, Cuadernos de lectura obrera, Comisión de Cultura del PRD Morelos, pp. 4-5. Cabe señalar que esta versión no se encuentra fechada, aunque hay elementos que indican que es posterior a la de febrero de 1943. Material amablemente proporcionado por Víctor Hugo Sánchez Reséndiz. 41 Padilla, Tanalís, “Rubén Jaramillo. El muerto incómodo”, en La Jornada, 19 de mayo de 2007, en: http://www.jornada.unam.mx/2007/05/19/index.php?section=opinion&article=016a2pol. 42 Ibídem. 43 AGN, Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, exp. 559.1/ 51. Material amablemente facilitado por Aura Hernández. 44 Cf. Sánchez Reséndiz, Identidad, 2006.

31

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

1

Cuernavaca, 1834: el rescoldo castellano. Los intereses locales y el fracaso del primer federalismo Irving Reynoso Jaime

33

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Catedral de Cuernavaca. 34

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Cuernavaca, 1834: el rescoldo castellano. Los intereses locales y el fracaso del primer federalismo

A

Irving Reynoso Jaime

principios de 1833 el político y militar más importante de México, Antonio López de Santa Anna, descansaba en su hacienda de Veracruz. Allí se había retirado después de derrocar al gobierno moderado de Anastasio Bustamante y colocar en el poder a los liberales progresistas. En marzo de aquel año fue electo presidente de la república casi por unanimidad; sin embargo, se rehusó a tomar el cargo alegando problemas de salud. El 1 de abril, Valentín Gómez Farías, vicepresidente electo, asumió las riendas del país enarbolando la bandera de la reforma. Para muchos, la negativa de Santa Anna a ocupar la presidencia era parte de un maquiavélico plan: dejar que Gómez Farías tomara medidas impopulares y se llenara de enemigos, para entonces regresar a la presidencia y eliminar las reformas, quedando ante la opinión pública como héroe nacional, como el protector de la patria. Más allá de las especulaciones sobre las verdaderas intenciones del presidente, lo cierto era que el proyecto político de los progresistas había llegado al poder. Durante 1833, la administración de Gómez Farías abolió muchos de los privilegios de los sectores más poderosos del país: la Iglesia, los terratenientes y el ejército –los dos primeros provenían de la época colonial, mientras que el último era producto de la independencia-. Si bien estas reformas no eran radicales, pues sobre todo buscaban debilitar a los sectores tradicionales para fortalecer al Estado, puede afirmarse que fueron las más avanzadas que se hubieran legislado en la corta vida de México como nación independiente. Por supuesto, la reacción de los grupos moderados y conservadores no se hizo esperar. Santa Anna regresó a la capital en mayo para ocupar la presidencia, tratando de calmar los ánimos al revocar algunas disposiciones de Gómez Farías, pero era demasiado tarde para apagar el descontento.

Irving Reynoso Jaime. Licenciado en Historia por la Facultad de Humanidades de la UAEM. Maestro en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto Mora. Candidato a Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Profesor del Colegio de Estudios Latinoamericanos-UNAM y Director del Archivo Histórico del Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (CEMOS).

35

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Al grito de “Religión y fueros” estallaron varios pronunciamientos militares en el país. Santa Anna condenó públicamente a los alzados y abandonó la presidencia para salir a combatirlos, pero hubo rumores de que negociaba en secreto con los rebeldes. Gómez Farías y los políticos progresistas comenzaron a dudar de sus acciones, a pesar del apoyo militar que les brindaba. La ruptura ocurrió a finales de 1833, cuando el Congreso discutía una reforma militar que pretendía debilitar al ejército permanente y fortalecer a las milicias cívicas de los estados. Semejante modificación en la estructura del ejército significaba un ataque a la base de poder del general Santa Anna, quien abandonó la presidencia y se retiró nuevamente a Veracruz. Los progresistas aprovecharon la ausencia de Santa Anna para radicalizar sus reformas contra el clero y las clases privilegiadas, sabían que esta vez el presidente no había regresado a descansar a su hacienda, sino a fraguar la ofensiva contra su partido. Para mediados de 1834, la posición del gobierno progresista era muy precaria. La lucha contra los conservadores y moderados había generado una gran inestabilidad política. Gómez Farías se hallaba claramente a la defensiva, teniendo que recurrir a los decretos de expulsión de personas para combatir a sus enemigos, entre otras medidas impopulares que le restaron muchos apoyos. En contraste, los opositores a su gobierno habían conseguido unificarse bajo un mismo objetivo. Sólo les faltaba el hombre que ejecutara sus designios. Todos voltearon hacia Veracruz. El hombre necesario debía ser invocado. La oportunidad se presentó en el mes de mayo, cuando estallaron cuatro pronunciamientos cuyos planes solicitaban la “protección” de Santa Anna contra las reformas de Gómez Farías. Tres de estos planes se publicaron en Puebla, Xalapa y Oaxaca, ciudades de gran importancia política y económica. El cuarto apareció firmado en Cuernavaca, una pequeña villa al sur de la capital. Santa Anna se presentó en la Ciudad de México y abanderó la rebelión al amparo de este último. Los acontecimientos posteriores son bastante conocidos. El Plan de Cuernavaca obtuvo cerca de trescientas adhesiones en todo el país durante el año de 1834. Santa Anna regresó a la presidencia, destituyó a Gómez Farías, suspendió la mayoría de las reformas radicales, clausuró el Congreso y convocó a nuevas elecciones, las cuales favorecieron a los políticos moderados. Se culpó de los males del país al régimen federal, una copia del gobierno estadounidense, contrario a las costumbres y carácter de los mexicanos. Las voces que clamaban por el centralismo eran cada vez más fuertes. El primer golpe lo dio el nuevo Congreso, en marzo de 1835, eliminando a la milicia cívica, el brazo militar de los estados. En respuesta, Zacatecas lideró una rebelión federalista, pero fue derrotada por Santa Anna.

36

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Las puertas hacia la reforma constitucional quedaron abiertas. En octubre de 1835 se abolieron las legislaturas de los estados, sustituyéndolas por departamentos administrativos. A finales de 1836 la obra quedó culminada al instalarse el centralismo con la proclamación de las Siete Leyes Constitucionales. Esta es, en resumen, la crónica de la caída del primer federalismo mexicano.2 Los historiadores que se han ocupado de esta época ilustran notablemente los diversos factores políticos, económicos y sociales que contribuyeron al fracaso del federalismo durante la primera década de vida constitucional. El análisis de los acontecimientos de 1833-1834 se concentra en los “excesos” de las reformas progresistas, el protagonismo de Santa Anna y las presiones de los moderados y demás grupos afectados en sus intereses.3 Sin embargo, hay un elemento que quizás por considerarse anecdótico o trivial, no ha sido tomado en cuenta en la explicación: ¿Por qué se elige el Plan de Cuernavaca como estandarte de la rebelión contra Gómez Farías? Una interrogante demasiado simple, es cierto, pero que no ha sido ni siquiera Planteada, al menos por los autores más conocidos sobre el tema. El pronunciamiento de Puebla (11 de mayo) pareciera más atractivo para los fines de Santa Anna, pues se trataba del bastión clerical por excelencia del país, un elemento que sin duda favorecería la adhesiones a nivel nacional; de hecho, el pronunciamiento de Oaxaca (23 de mayo) adoptaba en su artículo primero los postulados del pronunciamiento de Puebla. El Plan de Xalapa (15 de mayo) también resultaba muy conveniente, pues era ni más ni menos que el centro de operaciones políticas y militares de Santa Anna. No sería la primera vez que organizara una revuelta nacional con base en un pronunciamiento de su estado natal, como ocurrió con el Plan de Perote de 1828 –a favor de Vicente Guerrero–, o el Plan de Veracruz de 1832 –contra Anastasio Bustamante.4 ¿Cuál era entonces el atractivo de un pronunciamiento organizado en una pequeña villa como Cuernavaca? El esclarecimiento de esta modesta cuestión es el propósito principal de nuestro trabajo.

Patriotas bajo sospecha En julio de 1825 apareció en el Águila Mexicana un artículo de clara tendencia antiespañola, a propósito del asalto de un correo que había partido de Acapulco hacia la Ciudad de México: Este atentado cometido por tres españoles armados, se verificó por el rumbo e inmediaciones de Cuernavaca, y dicen que puede haber sido fraguado en el rescoldo castellano o cueva

37

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

de antropófagos de las haciendas de San Gabriel y Temixco, que pertenecieron al célebre y nunca bien ponderado Gabriel Yermo […]. Es notorio que las citadas haciendas al sur de México, han sido unos de los más tenaces baluartes contra la independencia mexicana, y es bien público que no hay todavía dos años que en ellas hubo algunas señales de reacción contra la independencia […]; todo quedó sin castigo, gracias a la moderación del anterior Poder Ejecutivo.5 La noticia reflejaba el sentimiento antiespañol que era tan común en México después de la independencia, sobre todo porque tras la guerra y el fracaso del Imperio de Agustín de Iturbide, los privilegios de las élites españolas permanecían intactos. No obstante, el artículo no puede entenderse como simple propaganda política o resentimiento xenofóbico, pues hace alusión a dos episodios que revelan la animadversión de los hacendados de la región azucarera de Cuernavaca hacia la independencia de México. El primero se refiere al golpe de estado de 1808, organizado por el “célebre y nunca bien ponderado Gabriel Yermo”, que derrocó al virrey José Iturrigaray cuando éste apoyó iniciativas de clara tendencia autonomista. El golpe fue apoyado por varios personajes con negocios en las haciendas de Cuernavaca.6 La otra alusión tiene que ver con una denuncia realizada en septiembre de 1821, apenas unas semanas antes de que se proclamara la Independencia, en la que se acusaba al español Gabriel Santier de conspirar contra el Ejército de las Tres Garantías, contando con el apoyo de los hacendados de la región de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas. Los propietarios se deslindaron de la conspiración y, luego de una investigación, el acusado fue absuelto, “gracias a la moderación” de Iturbide, pero la lealtad de los hacendados hacia la causa independentista quedó seriamente cuestionada.7 De hecho, el editor del Águila Mexicana no exageraba al afirmar que las haciendas de las inmediaciones de Cuernavaca habían sido “uno de los más tenaces baluartes contra la independencia”. Al estallar la guerra en 1810, los hacendados se opusieron vigorosamente al movimiento insurgente, realizando importantes préstamos y donaciones al gobierno virreinal, también financiaron varias compañías milicianas y de patriotas distinguidos, y algunos de ellos, como Gabriel Yermo, comandaron sus propios batallones. Además del apoyo económico y militar al gobierno de Nueva España, los hacendados se ocuparon de organizar milicias para la autodefensa de sus propiedades. Estas guardias se formaron con trabajadores de sus haciendas dirigidos por comandantes ligados al negocio azucarero.8 Una de las participaciones más importantes de las tropas de las haciendas

38

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ocurrió en la primavera de 1812, cuando apoyaron al ejército de Félix María Calleja en el famoso sitio de Cuautla contra el general insurgente José María Morelos y Pavón.9 Hacia 1820, los hacendados de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas seguían apoyando al gobierno con recursos económicos y militares. Por entonces Agustín de Iturbide fue nombrado Comandante General del Sur para combatir a los rebeldes, liderados por Vicente Guerrero tras el fusilamiento de Morelos. Sin embargo, las cosas cambiaron cuando, en febrero de 1821, Iturbide decidió negociar con Guerrero, formar el Ejército de las Tres Garantías y proclamarse a favor de la independencia (Plan de Iguala). Varios hacendados azucareros se negaron a secundarlo y se mantuvieron fieles al gobierno virreinal. Esta situación dificultó los planes de Iturbide, quién sabía perfectamente las consecuencias de tener a los hacendados en su contra.10 En efecto, la agroindustria azucarera de la región de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas fue la más importante de Nueva España durante toda la época colonial.11 Hacia 1806, varios españoles del Consulado de Comerciantes de la Ciudad de México eran los propietarios de las haciendas más productivas de la región. Para dimensionar el grado de riqueza acumulada por estos propietarios basta considerar que el 40% del azúcar de toda Nueva España se fabricaba en la región de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas, y que sus fincas producían casi la mitad de dicho porcentaje, generando ganancias cercanas al millón y medio de pesos.12 Se trataba, por lo tanto, de un grupo con amplios recursos económicos y materiales, que contaba con redes sociales y mercantiles de gran alcance, en definitiva, una de las élites económicas más poderosas de todo el virreinato.13 Así pues, desde la proclamación del Plan de Iguala, Iturbide trató de obtener el apoyo de los hacendados azucareros, ofreciéndoles garantías de que sus intereses no se verían afectados con la independencia. El primer acercamiento ocurrió gracias a la mediación del ayuntamiento de Cuernavaca. El 3 de marzo de 1821, desde su cuartel en Iguala, Iturbide dirigió una carta a dicho cuerpo en los siguientes términos: …pueden VV. SS. Asegurar a los que conserven… desconfianza, que la seguridad de sus personas e intereses y la felicidad general, es el objeto de mis desvelos. Yo doy a VV. SS. Las gracias por su actividad y celo en beneficio del público y espero que en lo sucesivo procurarán VV. SS., por todos los medios posibles, mantener el orden y la confianza en esos buenos habitantes.14 Más tarde, Iturbide dirigió otra correspondencia al ayuntamiento de Cuernavaca para calmar los rumores en el sentido de que sus tropas

39

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

combatirían al ejército virreinal en esa villa. En dicha comunicación pidió a los habitantes que “por ningún caso abandonen sus actividades, comercio u otras propiedades”, asegurándoles que Cuernavaca no sería “el teatro de la guerra”.15 Cuando el Ejército Trigarante llegó a Cuernavaca el 23 de julio de 1821, Iturbide dirigió un manifiesto a los pobladores de la villa con un claro guiño a los hacendados azucareros: “Serán… respetadas vuestras propiedades, protegida vuestra seguridad individual, y gustaréis en su lleno las dulzuras de la libertad civil”.16 La élite azucarera de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas terminó por aceptar a regañadientes las garantías ofrecidas por Iturbide, pero su lealtad hacia la Independencia de México siempre fue dudosa, como queda de manifiesto en el artículo del Águila Mexicana citado anteriormente. El resentimiento de algunas facciones políticas hacia el grupo de hacendados azucareros no obedecía únicamente al proceder de éstos durante la guerra de Independencia, pues como cabría esperar, la influencia política y económica de la élite azucarera seguía siendo muy grande cuando, tras el fracaso del efímero Imperio de Iturbide, se proclamó la primera república federal.

El poder político del oro blanco Al promulgarse la Constitución de 1824, el territorio de las antiguas subdelegaciones de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas se convirtió en el Distrito de Cuernavaca, perteneciente al Estado de México. Esta transformación no fue meramente nominal, pues introducía una serie de instituciones políticas novedosas que modificaron la manera de ejercer el poder en el ámbito local. Dichas instituciones estaban ligadas a la implantación de un régimen liberal que se venía gestando desde las reformas gaditanas de 1812. Se abolieron las distinciones étnicas y se instauró la figura del ciudadano con igualdad de derechos y obligaciones. Los asuntos gubernativos de los pueblos se pusieron en manos de los ayuntamientos constitucionales. El prefecto quedó como la máxima autoridad política del Distrito de Cuernavaca, funcionario que era nombrado por el gobernador en turno del Estado de México. Pero la máxima novedad del nuevo régimen liberal la constituyó el sistema electoral, por medio del cual se nombraba a los funcionarios municipales y se elegía a los diputados locales y federales.17 El grupo de hacendados azucareros del Distrito de Cuernavaca supo acomodarse al nuevo escenario político para salvaguardar sus intereses. De manera progresiva, a lo largo de la primera República Federal (1824-1835), fueron controlando tanto los mecanismos de acceso al poder

40

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

como las instituciones mismas, gracias a la representatividad política de sus trabajadores, y a sus redes sociales y comerciales. Por ejemplo, los ayuntamientos de mayor importancia del Distrito, como Cuernavaca, Cuautla, Yautepec, Miacatlán y Jonacatepec, estuvieron gobernados por muchos funcionarios ligados a los intereses de las haciendas, de hecho, fue muy común que los administradores de las fincas se desempeñaran como alcaldes. Los propietarios solían coaccionar a sus trabajadores de distintas maneras para favorecer a sus candidatos en las elecciones municipales. De igual forma, la mayoría de los prefectos del Distrito de Cuernavaca fueron personajes cercanos a la élite azucarera, o en muchos casos partícipes de sus negocios. De hecho, los hacendados lograron tal control sobre el sistema electoral que pudieron participar directamente en la política estatal y nacional. En efecto, durante la primera república federal once hacendados azucareros se desempeñaron como diputados locales en la legislatura del Estado de México, y cinco de ellos fueron electos como diputados federales al Congreso de la Nación.18 El poder alcanzado por el grupo de hacendados es uno de los factores que explica por qué, en una época de precaria estabilidad política, la producción azucarera del Distrito de Cuernavaca se mantuvo a la alza. Lograron que se legislaran medidas para disminuir la presión fiscal sobre sus negocios, y una ventajosa ley prohibicionista que les otorgaba el monopolio del mercado interno del azúcar en el centro del país.19 A pesar de las ventajas fiscales conseguidas por los hacendados, el Distrito de Cuernavaca era el territorio que mayores impuestos otorgaba al erario del Estado de México, lo que nos da una idea de la magnitud económica de la agroindustria azucarera.20 Paradójicamente, la gran influencia política lograda por la élite azucarera no bastaba para proteger sus intereses comerciales, pues estos se vieron permanentemente amenazados por distintas coyunturas, sobre todo en los momentos en que la gubernatura fue ocupada por los liberales progresistas. A finales de 1827, la legislatura estatal y el Congreso general promulgaron sus primeras leyes de expulsión de españoles, como un intento de calmar los pronunciamientos militares antiespañoles que estallaban por todo el país. Por esta medida varios hacendados azucareros abandonaron el país, aunque la mayoría de los españoles lograron eludir la expulsión, pues consiguieron la carta de ciudadanía con la ayuda de algún diputado o senador, mientras que otros recurrieron directamente al soborno.21 En 1828 la legislatura del Estado de México, agobiada por la falta de recursos, amentó la carga fiscal sobre la agroindustria azucarera, aprobando pensiones a la siembra de caña y a la producción de aguardiente.22 En 1833 la legislatura estatal expropió los censos enfitéuticos (es un derecho real que supone la cesión temporal del dominio útil de un inmueble,

41

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

a cambio del pago anual de un canon) y propiedades del duque de Terranova y Monteleone, heredero de las posesiones de Hernán Cortés, entre las que se contaban la hacienda Atlacomulco y el llamado Palacio de Cortés, ubicados en Cuernavaca.23 En diciembre de ese mismo año el Congreso local emitió un nuevo decreto de expulsión de españoles, este mucho más radical que el de 1827, pues ordenaba a los españoles a salir de la entidad por un plazo de seis años. A consecuencia de esta disposición un numeroso grupo de hacendados azucareros y personas allegadas a ellos por vínculos familiares o comerciales abandonaron el territorio del Estado de México.24 El siguiente golpe a los intereses azucareros ocurrió el abril de 1834, cuando el Congreso estatal decretó la creación del pueblo de Mapaztlán, ubicado en el ayuntamiento de Cuautla de Amilpas. Esto significaba que, para formar el nuevo poblado, el gobierno tendría que expropiar tierras en la jurisdicción de Cuautla, ni más ni menos que la zona con mayor número de haciendas azucareras en todo el Distrito de Cuernavaca. Además, la legislatura no se hizo responsable de pagar la indemnización por las tierras expropiadas, estableciendo que la pagarían los beneficiados de acuerdo a un avalúo.25 El 17 de mayo de 1834 se dio otra ofensiva contra la élite azucarera, cuando el Congreso local aprobó un impuesto único de extracción sobre la producción del dulce. Esto significaba que los hacendados estarían sujetos a una doble fiscalidad, pues además de pagar el impuesto por derecho de ingreso del azúcar al Distrito Federal, su principal mercado, ahora tendrían que satisfacer otro impuesto por cada arroba que saliera del Estado de México.26 Esta sería la última medida tomada por los gobiernos liberales progresistas contra los intereses de los hacendados azucareros, pues apenas unos días después de emitido el decreto sobre el impuesto único se proclamó el Plan de Cuernavaca (25 de mayo de 1834), una sublevación apoyada por la élite azucarera del Distrito contra las reformas de los gobiernos estatal y federal. Los progresistas fueron derrocados de la gubernatura y sustituidos por los liberales moderados.27 En octubre de 1834 la legislatura estatal emitió un decreto en el que reconocía como nacional el pronunciamiento de Cuernavaca, derogando muchas de las reformas de los gobiernos progresistas, entre ellas la expulsión de españoles, la incautación de los bienes del duque de Monteleone y el impuesto único de extracción sobre la producción azucarera.28 Resulta muy significativo que un día antes de que el Congreso local aboliera las reformas progresistas, se le concediera a la villa de Cuernavaca el título de “Ciudad”.29 Nuestro análisis previo nos lleva a interpretar este hecho como una recompensa otorgada a los hacendados azucareros del Distrito por su apoyo a la rebelión, elevando el estatus jurídico de su cabecera política. Desde la perspectiva regional que hemos trazado, el Plan de Cuernavaca cobra sentido como abanderado del descontento de las élites

42

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

económicas regionales contra las reformas de los gobiernos progresistas. No obstante, el análisis resulta insuficiente todavía, pues el poder de los hacendados del Distrito de Cuernavaca no se limitaba a su influencia política y económica. Para que el pronunciamiento triunfara hacía falta recurrir a la fuerza armada, un rubro en el que la élite azucarera tenía mucho que decir.

Empresarios en armas Como hemos señalado anteriormente, los hacendados azucareros crearon sus propias fuerzas armadas para defender sus propiedades contra el movimiento insurgente. Después de la independencia estas milicias continuaron en funcionamiento a lo largo del territorio mexicano. Algunos autores mencionan que hubo oposición por parte de las autoridades locales hacia la existencia de las compañías particulares al servicio de los hacendados, pidiendo su desmovilización y desarme.30 En el caso particular del Distrito de Cuernavaca, no hemos localizado ningún tipo de queja por parte de los ayuntamientos, prefectos o gobernadores sobre la existencia de las milicias de los hacendados. De hecho, en 1830 el gobernador Múzquiz afirmaba que los hacendados de Cuernavaca estaban en buena disposición para financiar a grupos armados que garantizaran la seguridad pública,31 y en 1835 el secretario de gobierno aceptaba abiertamente la existencia de estos grupos.32 Por otra parte, se aprecia que el gobierno federal, lejos de considerar a estas compañías como fuerzas ilegales, las tenían en mucha estima por el apoyo militar que pudiera prestarle. Hay que considerar que los gobernadores del Estado de México –tanto progresistas como moderados–, eran conscientes de la necesidad de proteger a la agroindustria azucarera del Distrito de Cuernavaca, pues se trataba del territorio con mayores aportaciones fiscales para la hacienda estatal. Así, la evidencia histórica recopilada muestra que las milicias de las haciendas azucareras permanecieron después de la independencia, sin importar que el estado hubiera creado su propia estructura militar a partir de las milicias cívicas de los ayuntamientos –el supuesto brazo armado de los pueblos.33 La militarización de las fincas azucareras al servicio de una élite regional es de fundamental importancia para nuestro análisis, pues contextualiza adecuadamente el pronunciamiento bélico apoyado por los hacendados al final de la primera república federal. Revisemos ahora el accionar de estas milicias particulares en algunas coyunturas políticas de la región. En diciembre de 1823, mientras se discutía en el Congreso el proyecto de acta constitucional que daría forma al régimen federal, corrían rumores en la Ciudad de México de que se organizaba una conspiración contra los españoles en la Tierra Caliente. Se suponía que el levantamiento habría de iniciarse en

43

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Cuautla de Amilpas, y a ese rumbo se dirigió el general Vicente Guerrero al mando de 300 infantes y 200 hombres de caballería.34 Las sospechas de rebelión estaba bien fundadas, pero esta no tuvo lugar en Cuautla, como se suponía, sino en la Villa de Cuernavaca. El 16 de enero de 1824 los generales Francisco Hernández, Antonio Aldama, Luis Pinzón y Guadalupe Palafox lanzaron el Plan de Cuernavaca, respaldados por el ayuntamiento de aquella villa, pronunciándose por la implantación de una república federal, popular y representativa, y exigiendo la remoción de los españoles de todos los empleos políticos, civiles y militares.35 El año y lugar del pronunciamiento tienen mucho sentido si analizamos el contexto político local. De 1822 a 1825, el español José María Ruano Calvo, había ocupado a través de reelecciones ilegales el puesto de alcalde del ayuntamiento de Cuernavaca, además de fungir simultáneamente como capitán de la milicia cívica de esa villa.36 Está claro que aquellos vecinos y funcionarios del ayuntamiento que se oponían a que Ruano Calvo siguiera en el puesto, dieron su apoyo a los rebeldes –aunque formalmente el Plan fue apoyado por todo el Cabildo. Apenas tres días después de iniciada la rebelión, el ayuntamiento de Cuernavaca y una junta de vecinos desaprobaron el Plan y se negaron a poner a disposición de los pronunciados a las milicias cívicas –de las que Ruano Calvo era capitán.37 Vicente Guerrero llegó a Cuernavaca el 18 de enero e informó al Secretario de la Guerra que los facciosos huyeron de la villa por la mañana–rumbo a Taxco y Tepecoacuilco– y que su fuerza de componía de cerca de 300 efectivos, la mayoría pertenecientes al destacamento del ejército permanente que se encontraba en Cuernavaca, los cuales fueron seducidos por medio de “engaños y patrañas”.38 Los generales rebeldes enviaron una carta a Guerrero para que intercediera por ellos ante el Congreso, en ella explicaban que a pesar de haber mantenido el mayor orden por los pueblos y haciendas por donde marchaban, fueron atacados por “una corta división de caballería procedente de la Hacienda de Temixco”, propiedad de la familia Yermo, descargando sus armas contra ellos sin ningún diálogo previo, cayendo en el combate el sargento Mariano Orellana.39 Pocos días después, el 22 de enero, la sublevación había sido derrotada por las fuerzas comandadas por Guerrero, quien informó al Secretario de la Guerra que había recibido el apoyo de las compañías regulares de Cuernavaca y Cuautla, el de las milicias cívicas de Cuernavaca, Yautepec, Miacatlán y Xochitepec, más el auxilio de las tropas de las Haciendas de Temixco, Treinta Pesos y San Gabriel –propiedad de los españoles José Yermo y Mariano Valdovinos.40 Este episodio no deja lugar a dudas sobre la continuidad de la estructura militar sobre el territorio del distrito de Cuernavaca con respecto a la época

44

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

insurgente. No sólo se corrobora la existencia de milicias de hacendados, sino que éstas, lejos de ser antagónicas a las milicias cívicas, actuaban en colaboración con las mismas. Así, un pronunciamiento militar que en principio podría beneficiar políticamente a los pueblos, al desalojar de los cargos públicos a los españoles, fue combatido por las milicias cívicas de los propios pueblos. Esto se explica porque los cargos de oficiales de las milicias por lo general recaían en los notables (comerciantes, administradores de hacienda, rancheros, campesinos acaudalados), cuya posición social estaba más cercana a los intereses de las elites económicas regionales.41 Al día siguiente de haber sido derrotada la sublevación de Cuernavaca se produjo otro pronunciamiento contra los españoles en la ciudad de México, comandado por los generales Francisco Hernández y José María Lobato.42 Aunque tardíamente, en el distrito de Cuernavaca los sublevados tuvieron muchos seguidores. La defensa militar del distrito corría a cargo de Ignacio Sarmina, comandante militar de Cuernavaca, a quien se le unió el comandante de Chalco, teniente coronel Francisco González. En abril de 1824 el juez de letras de Cuautla de Amilpas advertía sobre el gran número de hombres que se habían pronunciado a favor de Hernández y Lobato.43 Por su parte, el ayuntamiento de Cuautla solicitó auxilio al comandante militar para defenderse de los facciosos que se estaban organizando en Jonacatepec.44 El 9 de abril el Ministro de la Guerra ordenó al comandante Francisco González perseguir a los pronunciados “hasta lograr su destrucción”, indicándole que se apoyara en las fuerzas del comandante militar de Cuernavaca, las compañías de la milicia cívica y el auxilio de los hacendados. El comandante de Chalco respondió que las milicias cívicas de Cuernavaca y Cuautla obedecían sus órdenes, mientras que los caballos y las armas de sus tropas se guardaban en las haciendas de Yautepec, aunque tuvo que retirarlas a mediados del mes por temor a que cayeran en manos enemigas.45 El comandante de Cuernavaca se mostró preocupado porque, según los informes de los vecinos, los ayuntamientos de Tetecala y Coatlán estaban completamente indefensos por falta de armas, debido al influjo de la hacienda de Miacatlán. El ministro de la Guerra respondió a Ignacio Sarmina que pronto tendría reunidas en la zona a las milicias cívicas, y que también podría contar con las fuerzas que le proporcionarían los hacendados de esa demarcación.46 El administrador de la hacienda de Atotonilco se encargó de perseguir a los facciosos por todo el sur del distrito –desde Jonacatepec hasta Tetecala– aprendiendo a cuatro de ellos en la Hacienda de San Miguel Treinta Pesos.47 A finales del mes de abril varios integrantes de las milicias cívicas de Cuautla y Chalco se unieron a las fuerzas de Loreto Cataño, un famoso salteador de caminos de la región que se había unido al pronunciamiento de Lobato.48

45

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Los jefes militares del gobierno temían que Cataño capturara el armamento de las haciendas y de que obtuviera el apoyo de los cívicos de Pantitlán, Cocoyoc y Yautepec, con cuyos capitanes y oficiales tenía “demasiada intimidad”, por lo que propusieron desarmar a los pueblos y haciendas de la zona de Yautepec. Rápidamente se enviaron refuerzos de caballería rumbo a Cuernavaca para que, en coordinación con las tropas de las haciendas, persiguieran a los sublevados.49 En esta ocasión se repite el mismo esquema: ejército regular, milicias cívicas y fuerzas auxiliares pertenecientes a los hacendados combatiendo por una misma causa. Si algunos cívicos decidían luchar en contra de los hacendados tenían que hacerlo desde la ilegalidad, como ocurrió con aquellos que se unieron a Cataño, quienes fueron calificados como “enemigos de la quietud y de la propiedad”.50 Sin embargo, no todo era cooperación entre gobierno y élite azucarera, pues hay evidencia que se intentó desarmar a los hacendados del distrito de Cuernavaca cuando éstos representaron un verdadero peligro para la estabilidad del régimen. En abril de 1827 el gobernador Zavala informó al Ministerio de Relaciones que bandas de campesinos armados invadían las haciendas, y que eran constantes los rumores de que los españoles se estaban armando en Cuernavaca y Cuautla. No obstante, para calmar la creciente animadversión contra los gachupines el congreso estatal decretó en ese mismo mes la remoción de los españoles de todo empleo público, y se les prohibió portar armas –a ellos y sus dependientes– sin el consentimiento y licencia del gobernador.52 No obstante, las protestas continuaron al grado de convertirse en sublevaciones armadas, por lo que en octubre de 1827 el congreso estatal promulgó la ya mencionada ley de expulsión de españoles de la entidad,53 seguida por el decreto de expulsión de la república promulgado por el congreso federal en diciembre de ese mismo año.54 Como respuesta a las leyes de expulsión y al creciente poder en el gobierno de sus rivales, los moderados respondieron en diciembre de 1827 con el Plan de Montaño o rebelión de Otumba. En el Estado de México el gobernador Zavala sospechaba que los hacendados azucareros podrían apoyar militarmente a la rebelión, por lo que desde principios de diciembre ordenó al prefecto de Cuernavaca recoger las armas y licencias a los españoles del distrito. No obstante, el prefecto informó que muchos hacendados se negaron a entregar sus armas pretextando no poseerlas o argumentando contar con la respectiva licencia para su uso. Además, mencionó la existencia de un pronunciamiento a cargo del teniente coronel “González”, a consecuencia del cual los dependientes de las haciendas de todo el distrito habían marchado para México por órdenes de sus patrones.55 Desconocemos las intenciones de este pronunciamiento de “González”, aunque por la escasez de información

46

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

al respecto en los análisis políticos sobre la época suponemos que se trató de una revuelta menor, posiblemente contra las leyes de expulsión de españoles.56 Por otra parte, resulta extraño que el gobernador no se mostrara preocupado por la movilización de los trabajadores de las haciendas, y simplemente respondiera dándole atribuciones al prefecto para que cateara las casas de los españoles que estuvieran bajo sospecha de ocultar armas. Los españoles respondieron entregando su armamento incompleto o en mal estado, por lo que el prefecto concluyó que su “conducta maliciosa” daba lugar a “desconfiar de sus operaciones”.57 Sin embargo, todo parece indicar que la desconfianza del gobierno hacia los hacendados logró dirimirse puesto que éstos no dieron su apoyo militar a la rebelión de Otumba. El 29 de diciembre –fecha en que el congreso general promulgó la nueva ley sobre milicias para enfrentar a la rebelión de Montaño– el gobernador ordenó al prefecto de Cuernavaca devolver a los españoles las armas y licencias que se les habían retirado. En enero de 1828 se armó nuevamente a los dependientes de la hacienda de San Gaspar para evitar “las incursiones de los malvados”, entre febrero y marzo se les devolvieron las armas a los hacendados Gabriel Yermo, Rafael Irazábal, Martín Michaus, Nicolás Icazbalceta y Eusebio García, “para la seguridad de sus fincas”, así como a los administradores de las haciendas de San Gabriel, Tenextepango y Santa Clara. Según las autoridades estatales, la devolución del armamento a los españoles se hacía en virtud de que habían “variado las circunstancias” que obligaron al gobierno a dictar la orden de desarmarlos.58 Entre diciembre de 1827 y enero de 1828, el único acontecimiento significativo que pudiera explicar ese “cambio de circunstancias” es el pronunciamiento del Plan de Montaño y su respectiva derrota. Según Costeloe los pronunciados no lograron obtener el apoyo ni de los sectores populares ni de los militares, por lo que fueron derrotados rápidamente –6 de enero de 1828–.59 Aunque había razones para sospechar de los hacendados azucareros del distrito de Cuernavaca, al parecer sus cálculos políticos les indicaron que la rebelión no tenía posibilidades de éxito y le negaron su apoyo. Así, el gobernador ordenó devolverles las armas el 29 de diciembre de 1827, pero resulta significativo que, con la excepción de la hacienda de San Gaspar, la devolución de armas en todas las haciendas del distrito de Cuernavaca se verificó después de haber sido derrotada la rebelión de Montaño, es decir, entre febrero y marzo de 1828.60 Una situación semejante de desarme y rearme de los hacendados azucareros se produjo a mediados de 1829. El 27 de julio el brigadier español Isidro Barradas desembarcó en Cabo Rojo, cerca de Tampico, al mando de un ejército de 3,500 hombres con el propósito de reconquistar el territorio mexicano

47

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

para la corona española.61 En el Estado de México el gobernador Zavala ordenó al prefecto de Cuernavaca que vigilara la conducta de los españoles del distrito y de los hombres que se hallaran bajo su servidumbre, pues se sabía que muchos de ellos no estaban “conformes con la independencia y libertad de la Patria”. También, se ordenó al prefecto contabilizar el número de caballos que hubiera en las haciendas “que no le merezcan confianza”, para destinarlos a las tropas del ejército y evitar que pudieran servir de auxilio a los invasores. El prefecto Pagani respondió al gobernador afirmando que había recorrido las haciendas de los españoles que “por notoriedad se conocen desafectos a la Independencia”, además de haber tomado las precauciones necesarias con los “hacendados de confianza” para detectar cualquier tipo de operaciones extraordinarias, apoyándose para la vigilancia en el subprefecto de Cuautla.62 Para reforzar las medidas de seguridad, el 18 de agosto el gobierno estatal emitió un bando que ordenaba retirar las armas y licencias que se tenían concedidas a los españoles. La invasión de Barradas fue derrotada en septiembre de 1829 por las tropas del general Santa Anna. El noviembre de ese mismo año, el gobernador informó al ayuntamiento de Cuautla de Amilpas que podía devolver las armas a los hacendados y a sus administradores “para la defensa de los intereses que guardan”, puesto que habían cesado “las circunstancias que le inspiraron a decretar las medidas de que habla el bando del 18 de agosto”.63 Nuevamente, los hacendados azucareros fueron desarmados cuando representaron un peligro para la estabilidad del régimen, pero una vez controlada la situación, se les rearmó para defender sus intereses económicos. Al año siguiente de la invasión española de reconquista llegaron al poder gobiernos liberales moderados en la republica mexicana y el Estado de México. En 1830 el Secretario de Relaciones Exteriores, Lucas Alamán, propuso crear una guardia rural formada y financiada por los terratenientes para garantizar la seguridad pública de los caminos y haciendas. En el Distrito de Cuernavaca los hacendados azucareros levantaron una fuerza de caballería de 400 hombres que operó en el territorio entre 1830 y 1832.65 Además, en 1830 fue nombrado como comandante militar de Cuernavaca Ángel Pérez Palacios,66 hijo de uno de los hacendados y políticos más importantes del Distrito, Francisco Pérez Palacios, quien además fungió como prefecto de Cuernavaca precisamente entre 1830 y 1832.67 La representación política y militar de los hacendados azucareros era muy fuerte, y la seguridad de sus personas e intereses económicos estaba garantizada. No obstante, la oposición a los gobiernos moderados comenzó desde enero de 1832 cuando Santa Anna proclamó el Plan de Veracruz contra el gobierno de Anastasio Bustamante. En el distrito de Cuernavaca los rebeldes

48

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

obtuvieron apoyo en Cuautla, Cuernavaca y Jonacatepec. A finales de 1832 el comandante militar de Cuernavaca, Ángel Pérez Palacios, tuvo que solicitar refuerzos a la ciudad de México para combatir a los simpatizantes de Santa Anna en el distrito, liderados por los oficiales Sánchez Espinosa, Mejía y Ortiz.68 Finalmente, la rebelión triunfó y el 23 de diciembre se firmaron los Tratados de Zavaleta, poniendo término a la administración de Bustamante.69 Así, derrotados militarmente por el Plan de Veracruz, los hacendados azucareros del distrito de Cuernavaca sufrieron los embates ya mencionados de las reformas progresistas a partir de 1833.70 El descontento generalizado en todo el país por parte de las élites y los liberales moderados dio paso a una serie de levantamientos militares para defender sus intereses.71 Fue entonces cuando el general Santa Anna generó desconfianza entre los progresistas del gobierno de Gómez Farías, pues mientras condenaba públicamente los pronunciamientos, se rumoraba que estaba en negociaciones con algunos de sus líderes.72 Las suposiciones se acrecentaron cuando el 7 de junio se supo que Santa Ana había sido detenido por las tropas de los comandantes Arista y Escalada, quienes lo mantenían preso en Cuautla, custodiado por centinelas en la hacienda de Buenavista, propiedad de Martín Ángel Michaus. Al conocerse la noticia de que Santa Anna había conferenciado con el ayuntamiento de Cuautla, se elevaron todavía más las sospechas sobre su supuesta detención y se pensó que podría tratarse de un pretexto para sumarse a la rebelión imponiendo sus condiciones. El historiador y político de la época, Carlos María de Bustamante, reflexionó sobre la prisión de Santa Ana de esta forma: El Fénix de ayer, en el cual se inserta un razonamiento muy acre que dizque Santa Anna hizo al Ayuntamiento de Cuautla cuando fue a felicitarlo increpando la conducta de los que lo arrestaron, y exhortando a dicha corporación a que no se dejase alucinar con el Plan de una conspiración contra la Constitución y leyes que se hacía a su nombre. ¿Será creíble que así pudiera hablar un hombre rodeado de guardias, preso, y de consiguiente sin libertad? ¿Un hombre a quien lo primero que se le prohibiría sería comunicar con nadie y mucho más con la primera corporación de un pueblo tan grande como Cuautla, donde prevalido de su condecoración, que es la de la primera magistratura, y del prestigio que ésta le daba podía formar una contrarrevolución, y tornarse muy fácilmente contra los mismos que lo habían arrestado? Para creer esto es necesario no tener sentido común.73

49

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Lo interesante de este episodio para nuestro análisis radica en reflexionar sobre el hecho de que los generales rebeldes eligieran a Cuautla para entrevistarse con Santa Anna fingiendo una detención. En dicho ayuntamiento se encontraban las haciendas azucareras más importantes de todo el Distrito de Cuernavaca, de hecho, en las inmediaciones de Cuautla y Yautepec ayuntamientos vecinos– se contaban 14 fincas azucareras.74 No es difícil concluir que los hacendados apoyaban militarmente a los pronunciados, y es muy probable que ofrecieran sus propiedades como punto de reunión con Santa Anna, pues se trataba de unas haciendas con trabajadores armados que podían garantizar la seguridad del general. Esta reunión en Cuautla, en junio de 1833, es un hecho clave para explicar la participación de los hacendados azucareros en la gran rebelión que abanderarían un año después. Nuestra hipótesis es que, durante su estancia en Cuautla, Santa Anna pudo conocer de primera mano tanto la fuerza militar de las haciendas como las filiaciones políticas de sus propietarios. Calculó que, si tuviera necesidad de ello, podría liderar una rebelión que estallara en la Tierra Caliente, a las puertas de la capital de la república. Pero mientras tanto, Santa Anna rechazó unirse a la rebelión de Escalada y Durán, el 12 de junio se informó que había escapado de sus secuestradores y que se encontraba a salvo en algún lugar de Puebla; días después apareció en la Ciudad de México y se proclamó por la defensa de la Constitución federal.75 Este fue el contexto político y militar en el que los hacendados tuvieron que asimilar las reformas progresistas de los liberales en el poder entre 1833 y 1834 (incautación de los bienes del duque de Monteleone, expulsión de españoles, expropiación de tierras e impuesto único a la extracción del azúcar). Al proclamarse el Plan de Cuernavaca, el 25 de mayo de 1834, los hacendados azucareros se sumaron a la ola de descontento protagonizada por las élites regionales del país, pero su proclama no presentaba ninguna originalidad. En efecto, si analizamos el contenido del plan notaremos que es muy similar a los pronunciamientos del resto del país contra el gobierno de Gómez Farías.76 Proclamado por “el pueblo en masa”, una junta convocada por el ayuntamiento y los “vecinos principales” (entiéndase hacendados azucareros), el Plan de Cuernavaca solicitaba la protección del presidente Santa Anna, repudiaba la expulsión de españoles y las reformas contra la Iglesia, además de exigir la nulidad de las leyes aprobadas por el Congreso. Nada se dice sobre el régimen federal y la pertinencia de sustituirlo por uno centralista, aunque se pueden interpretar algunos pasajes como tímidas alusiones al respecto, como aquello de aplicar “remedios exactos y positivos” o “el deseo de abrir una nueva era”. No obstante, para la élite azucarera la prioridad residía en abolir las reformas que estaban lesionando sus negocios, no en abanderar una reforma

50

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

constitucional a favor del centralismo. En este sentido, el último de los puntos del Plan de Cuernavaca es de particular importancia para nuestro análisis, pues ahí se expresa que “para el sostenimiento de las providencias que dicte el Exmo. Sr. Presidente… se le ofrece la eficaz cooperación de la fuerza que tiene aquí reunida”. La redacción de este pasaje da lugar a varias suposiciones. En primer lugar ¿cuál era la fuerza que se lo ofrecía a Santa Anna? Asumimos que se trataba tanto de la milicia cívica del ayuntamiento de Cuernavaca como de los batallones de las haciendas azucareras. Pero “la fuerza que tiene aquí reunida”, hace pensar en que se trata de una fuerza “de” Santa Anna que se encuentra acuartelada en Cuernavaca. Surge inmediatamente la pregunta ¿será que esa fuerza fue organizada por Santa Anna un año antes, en junio de 1833, durante su pretendido secuestro en Cuautla? ¿Será que por instrucciones de Santa Anna se convocaron a milicias de otras jurisdicciones en Cuernavaca, previo al pronunciamiento? De cualquier modo, como hemos venido argumentando, los recursos militares de la élite azucarera no eran nada modestos, y nuestra hipótesis es que Santa Anna había decidido pronunciarse con el apoyo del Plan de Cuernavaca con mucha anticipación. Como señalamos al inicio de este trabajo, el Plan de Cuernavaca alcanzó rápidamente dimensiones nacionales y fue plenamente exitoso en la conquista de sus objetivos. Pero después de haber echado del gobierno a los liberales progresistas y abolir la mayoría de sus leyes, quedaba el problema de la reforma constitucional, aclamada por amplios sectores del país. Al inicio del levantamiento Santa Anna hizo pública su filiación federalista, pero conforme la reforma constitucional se convirtió en una demanda difícil de evadir, afirmó que quedaba al margen de sus facultades como ejecutivo, dejando el asunto en manos del congreso. De esta forma Santa Anna dio luz verde a la discusión parlamentaria sobre el centralismo, una transformación que de concretarse no quería como una imposición del presidente, sino como un mandato de la nación. Los hacendados azucareros, una vez derrotados los enemigos que lesionaban sus intereses económicos, se unieron con determinación a las demandas que exigían la abolición del federalismo. Cuernavaca estrenó su título de Ciudad, el 31 de mayo de 1835, lanzado un pronunciamiento a favor del centralismo. El documento estaba firmado por el prefecto del Distrito de Cuernavaca y el ayuntamiento, además de la comandancia militar del distrito, a cargo de Ángel Pérez Palacios, uno de los hacendados más importantes de la región. La exposición de motivos del pronunciamiento se cuida de dejar al margen al presidente Santa Anna del proyecto centralista: …teniendo en consideración que las ideas vertidas por el Exmo. Sr. Presidente de la república no fueron más que su opinión

51

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

particular y… que dichas ideas (aunque loables)… no han correspondido a las esperanzas que esta ciudad concibió cuando en mayo de 34 proclamó el Plan de su nombre… [se declara que la república] necesita un remedio radical y capaz para que reuniendo un centro de unidad en la nación nos de fuerza, abundancia y paz, y por ella las garantías que nos faltan… Hecha la pertinente aclaración, la ciudad de Cuernavaca se pronuncia a favor de que “la nación sea constituida bajo la forma de un gobierno central” y apremia al Congreso para que se declare convocante o constituyente para elaborar las nuevas bases constitucionales. Por último, se reconocer al “ilustre y benemérito general D. Antonio López de Santa Anna” como jefe supremo de la nación. La operación política fue ejecutada magistralmente. Santa Anna se afianzó en el poder sin mancharse demasiado las manos, al menos formalmente, por la abolición del federalismo, pues se trataba de un proyecto discutido en el congreso, y él se limitaba a obedecer los designios de la soberanía nacional. Por su parte la élite azucarera también facturó un buen negocio. Pues garantizó la protección de sus intereses económicos por medio de un pronunciamiento militar, y afianzó su posición política pronunciándose a favor de una constitución centralista que reforzaba los mecanismos de control de las clases privilegiadas. La bonanza del negocio azucarero durante la primera mitad del siglo XIX es un hecho histórico comprobado. Con un ritmo de crecimiento lento, pero constante, la agroindustria azucarera del distrito de Cuernavaca superó en 1851 el récord de producción logrado a finales de la época colonial.77 La intervención política y militar de los hacendados durante la primera república federal es uno de los factores que explican dicho crecimiento. Un grupo con el poder para organizar un golpe de estado contra un virrey y un pronunciamiento militar para derrocar al gobierno federal. Esta fue la poderosa élite azucarera del distrito de Cuernavaca, el rescoldo castellano al que siempre repudió la prensa liberal de los progresistas.

Este trabajo está elaborado con los datos obtenidos en una investigación previa sobre el funcionamiento de las instituciones liberales en el distrito de Cuernavaca durante la primera república federal. Dicha investigación ha sido publicada recientemente bajo el nombre de Las dulzuras de la libertad. Ayuntamientos y milicias durante el primer liberalismo. Distrito de Cuernavaca, 1810-1835, Nostromo Ediciones, México, 2011. Se remite al lector a esta obra para mayores referencias sobre diversas temáticas que se abordan en el presente artículo. 1

52

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La exposición anterior ha sido elaborada a partir de algunos textos que consideramos dentro de la bibliografía básica sobre la primera república federal: Costeloe, Michael P., La primera república federal de México (1824-1835). Un estudio de los partidos políticos en el México independiente, Fondo de Cultura Económica, México, 1996; Macune J., Charles W., El estado de México y la federación mexicana, 1823-1835, Fondo de Cultura Económica, México, 1978 y Fowler, Will, Mexico in the Age of Proposals, 1821-1835, Greenwood Press, London, 1998. 3 A las obras citadas en la nota anterior sobre este periodo hay que agregar: Fowler, William y Humberto Morales Moreno (coords.), El conservadurismo mexicano en el siglo XIX, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla / University of Saint Andrews / Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado de Puebla, Puebla, 1999, y Fowler, Will, Presidentes mexicanos. Tomo I (1824-1911), Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, México, 2004. 4 Todos los planes aquí citados se pueden consultar en la página web: “The Pronunciamiento in Independent Mexico, 1821-1876”, Arts & Humanities Research Council (arts.st-andrews.ac.uk/ pronunciamientos/). 5 Bustamante, Carlos María de, Diario histórico de México, 1822-1848, del licenciado…, (disco compacto 1 / 1822-1834), 25 tomos en 50 volúmenes, diciembre de 1822-diciembre de 1834, Editores: Josefina Zoraida Vázquez Vera y Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, El Colegio de México / CIESAS, México, 2001, 2 de julio de 1825, t. VII, p. 4. 6 Huerta, María Teresa, Empresarios del azúcar en el siglo XIX, INAH, México, 1993, pp. 125-126. 7 Archivo Histórico de la Defensa Nacional (en adelante AHDN), Exp. XI/481.3/1827, “Criminal contra D. Gabriel Santier, originario de los reinos de Castilla, por sospechoso de conspiración contra el Ejército de las Tres Garantías”, 10 de septiembre de 1821. 8 Huerta, Empresarios, 1993, pp. 89-90, 106-109, 128. 9 Un estado de la cuestión sobre la bibliografía básica del sitio de Cuautla y un análisis desde la perspectiva regional en Reynoso Jaime, Irving, “El sitio de Cuautla: los relatos, la épica nacionalista y la historiografía”, en Ernest Sánchez Santiró (coord.), “De la crisis del orden colonial al liberalismo, 1760-1860”, vol. 5, en Horacio Crespo (dir.), Historia de Morelos. Tierra, gente, tiempos del sur, Poder Ejecutivo del Estado de Morelos / Congreso del Estado de Morelos-LI Legislatura, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Ayuntamiento de Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, México, 2010. 10 López González, Valentín, “La consumación de la Independencia en Morelos”, en La consumación de la Independencia, Tomo I, Archivo General de la Nación, México, 1999, pp. 429-432. 11 Una visión general sobre la agroindustria azucarera de la región “morelense” en Reynoso Jaime, Irving, “Hacienda y azúcar en Morelos: examen de investigaciones y debates”, en Horacio Crespo (coord.), El azúcar en América Latina y el Caribe. Cambio tecnológico, trabajo, mercado mundial y economía azucarera. Perspectiva histórica y problemas actuales, Senado de la República, México, 2006. 12 José María Manzano, Juan Fernando Meoqui, Antonio Velasco de la Torre, Vicente Eguía, José M. Chávez, José N. Abad, Gabriel Yermo, Domingo Coloma, Marín A. Michaus, entre 2

53

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

otros; Sánchez Santiró, Ernest, Azúcar y Poder. Estructura socioeconómica de las Alcaldías Mayores de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas, 1730-1821, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Editorial Praxis, México, 2001, pp. 285, 291-292. 13 Sobre la redes sociales y mercantiles de los hacendados-comerciantes azucareros del distrito de Cuernavaca véase Sánchez Santiró, Ernest, “Las incertidumbres del cambio: redes sociales y mercantiles de los hacendados-comerciantes azucareros del centro de México (1800-1834)”, en Historia Mexicana, LVI: 3, 2007, pp. 919-968. 14 AHDN, Exp. XI/481.3/119, “Correspondencia de don Agustín de Iturbide con el ayuntamiento de Cuernavaca relacionada con el movimiento de independencia”, 3 de marzo de 1821, f. 3. 15 Ibídem, 7 de marzo de 1821, f. 4. 16 AHDN, Exp. XI/481.3/98, “Proclama de Agustín de Iturbide a los habitantes de la ciudad [sic.] de Cuernavaca”, 23 de julio de 1821, f. 1. 17 Este proceso de transición de las estructuras coloniales hacia la implantación de un régimen liberal ha sido estudiado para el territorio del distrito de Cuernavaca en Reynoso, Dulzuras, 2011. 18 Entre 1824 y 1835, fueron varios los hacendados azucareros que se desempeñaron como diputados en el congreso del Estado de México: Antonio Velasco de la Torre, Pedro Valdovinos, Mariano Tamariz, José María Manzano, José Pérez Valdovinos, Luis Pérez Palacios, José María Yermo, Francisco Valdovinos, José Pérez Palacios, José María Flores y José Joaquín de Rosas. Incluso, entre 1827 y 1836 varios llegaron a la diputación federal: José Pérez Palacios, Rafael Irazábal, José Joaquín de Rosas y Luis Pérez Palacios, cf. Macune, Estado, 1978, pp. 188-190, 195-198; Huerta, Empresarios, 1993, p. 130. Sobre el poder político logrado por el grupo de hacendados azucareros durante la primera república federal, véanse los capítulos 3 y 4 de Reynoso, Dulzuras, 2011. 19 Sánchez Santiró, Ernest, “Producción y mercados de la agroindustria azucarera del distrito de Cuernavaca, en la primera mitad del siglo XIX”, en Historia Mexicana, vol. LIII, núm. 3, enero marzo, México, 2004, pp. 605-646. 20 Un ejemplo tardío lo tenemos en el contexto de la intervención norteamericana. En 1847, mientras todos los distritos del Estado de México aportaron menos de 10,000 pesos, en el distrito de Cuernavaca se recaudaron 14,5723 pesos para financiar la guerra, cf. Mentz, Brígida von, Pueblos de indios, mulatos y mestizos, 1770-1870. Los campesinos y las transformaciones protoindustriales en el poniente de Morelos, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México, 1988, pp. 58-60. 21 Véase Sánchez Santiró, “Incertidumbres”, 2007, p. 956; Sims, Harold D., La expulsión de los españoles de México (1821-1828), Secretaría de Educación Pública / Fondo de Cultura Económica, México, 1974, pp. 89, 111. 22 Decreto Núm. 101, “Libertando del derecho de alcabala a varios artículos de la industria en el Estado, y estableciendo nuevas contribuciones que han de reportar la azúcar, aguardiente de caña y magueyes”, 7 de mayo de 1828, en Téllez G., Mario e Irma Piña L., Colección de decretos del Congreso del Estado de México, (disco compacto) LIV Legislatura del Estado de México, Instituto de Estudios Legislativos del Estado de México, Universidad Autónoma del Estado de México, El Colegio Mexiquense, México, 2001, t. II, pp. 56-59. 23 Decreto Núm. 291, “Declarando propiedad del Estado de México los censos enfitéuticos, hacienda de Atlacomulco y otros bienes que posee en el Estado el duque de Monteleone”, 30 de abril de 1833, Téllez y Piña, Colección, 2001, t. II, p. 223.

54

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Decreto Núm. 359, “Desterrando del territorio del Estado, por el término de seis años, a las personas que se expresan”, 6 de diciembre de 1833, en Téllez y Piña, Colección, 2001, t. II, pp. 276-277. Los españoles expulsados pertenecientes a la élite azucarera fueron: Francisco Pérez Palacios, dueño de la hacienda de Miacatlán y prefecto del distrito de Cuernavaca en 1830-1832, así como sus tres hijos, Ángel Pérez Palacios, comandante militar de Cuernavaca; Luis Pérez Palacios, diputado estatal en 1831-1832; y José Ramón Pérez Palacios, subprefecto del partido de Cuernavaca en 1825; también fueron expulsados el hacendado Antonio Silva, dueño de Cocoyotla, su hijo adoptivo José María Saavedra Silva, así como Epigmenio de la Piedra y Rafael Durán, vinculados con los hacendados por relaciones comerciales. Para las referencias de estos personajes véase Archivo Histórico del Estado de México (AHEM), “Gobernación”, vol. 4, exp. 20; “Prefecturas”, vol. 2, exp. 46; vol. 3, exp. 2, exp. 19; “Justicia”, vol. 2, exp. 23; Bustamante, Diario, t. XVI, 2 de enero de 1830, pp. 4-5; t. XXIV, 27 de mayo de 1832, pp. 25-26; Macune, Estado, 1978, p. 197, y Sánchez Santiró, “Incertidumbres”, 2007, p. 957. 25 Sobre el decreto de formación del pueblo de Mapaztlán véase Pérez Alvirde, Moisés, Erecciones municipales, villas, ciudades, anexiones y segregaciones territoriales del Estado de México, LII Legislatura del Estado de México, Toluca, 1994, pp. 120-121. 26 Decreto Núm. 414, “Imponiendo a la azúcar que se elabora en el Estado, por único impuesto, tres granos por arroba”, 17 de mayo de 1834, en Téllez y Piña, Colección, 2001, t. II, pp. 345346; Sánchez Santiró, “Incertidumbres”, 2007, pp. 957-958. 27 Macune, Estado, 1978, pp. 176. 28 Decreto Núm. 432, “Reconociendo como nacional el pronunciamiento de Cuernavaca, y derogando varios decretos de la anterior Legislatura”, 15 de octubre de 1834, en Téllez y Piña, Colección, 2001, t. II, pp. 354-356. 29 Decreto Núm. 429, “Concediendo a la Villa de Cuernavaca el título de Ciudad”, 14 de octubre de 1834, ibídem, t. II, pp. 353. 30 Chust, Manuel, “Milicia, milicias y milicianos: nacionales y cívicos en la formación del estado-nación mexicano, 1812-1835”, en Juan Ortiz Escamilla (coord.), Fuerzas militares en Iberoamérica. Siglos XVIII y XIX, El Colegio de México, El Colegio de Michoacán, Universidad Veracruzana, México, 2005, p. 181. Para el caso del estado de Guanajuato véanse el estudio de Serrano Ortega, José Antonio, Jerarquía territorial y transición política. Guanajuato, 17901836, El Colegio de Michoacán, Instituto Mora, México, 2001. 31 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Gobernación, caja 133, s/s, exp. 11. 32 Memoria que el secretario del ejecutivo del estado libre de México encargado de las secciones de gobierno y guerra leyó al H. Congreso en los días 26, 27 y 28 del mes de abril de 1835, Imprenta del Gobierno, Toluca, 1835, p. 46. 33 Para una crítica a la afirmación de que las milicias cívicas se convirtieron en un instrumento militar eficaz para salvaguardar los intereses de los pueblos, véase el capítulo 5 de Reynoso, Dulzuras, 2011. 34 Bustamante, Diario, 2001, 7 y 8 de diciembre de 1823, t. III, p. 8 35 AHDN, Exp. XI/481.3/290, “Documentos que componen el expediente de la revolución que acaudilló el Gral. D. Francisco Hernández”, 17 de enero de 1823, fs. 2-6a; Flores Caballero, Romeo, La contrarrevolución en la independencia. Los españoles en le vida política, social y económica de México (1804-1838), El Colegio de México, México, 1969, p. 108. Carlos María de Bustamante sospecha que el pronunciamiento estaba respaldado por José Joaquín Fernández de Lizardi, “El 24

55

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Pensador Mexicano”, pues éste se había marchado rumbo a Cuernavaca con una imprenta, con la que supuestamente se dio a conocer el plan a los pueblos, Bustamante, Diario, 2001, 16 y 17 de enero de 1824, t. IV, pp. 12-13. 36 Reynoso, Dulzuras, 2011, p. 134. 37 Bustamante, Diario, 2001, 19 de enero de 1824, t. IV, p. 14. 38 AHDN, Exp. XI/481.3/290, fs. 22-23. 39 Ibídem, fs. 31-33. 40 Ibídem, fs. 42-43; Bustamante, Diario, 2001, 25 de enero de 1824, t. IV, p. 23. 41 Véase Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno. Los pueblos y la independencia de México, El Colegio de México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Universidad Internacional de Andalucía, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1997. 42 Bustamante, Diario, 2001, 23 de enero de 1823, t. IV, p. 19. 43 AHDN, Exp. XI/481.3/291, “Operaciones militares en las jurisdicciones de Chalco, México y Cuernavaca, para batir a los que secundaron el movimiento encabezado por los Generales Francisco Hernández y José María Lobato”, 6 de abril de 1824. f. 2-4. 44 Ibídem, f. 10. 45 Ibídem, fs. 11, 15. 46 Ibídem, fs. 22-25. Por lo visto los hacendados de Miacatlán, la familia Pérez Palacios, siempre mantuvieron desarmados a los pueblos de la zona por temor a que se sublevaran en su contra, debido a los constantes litigios por tierras que sostenían. En 1827 el dueño de la hacienda de Cocoyotla solicitó al ayuntamiento de Miacatlán que no se le otorgaran armas pueblo de Coatlán para no perjudicar “a su persona e intereses”, pues sostenía con dicho pueblo varios pleitos por tierras, véase Mentz, Pueblos, 1988, pp. 66, 144. En cuanto la organización de las milicias cívicas en Tetecala y Coatlán para enfrentar la rebelión de Hernández y Lobato en abril de 1824, está claro que los hacendados aceptaban la militarización de los ayuntamientos cuando se trataba de utilizarlas para la protección de sus intereses –en este caso, combatir una sublevación contra los españoles–. 47 AHDN, Exp. XI/481.3/291, fs. 28-28a. 48 Bustamante, Diario, 2001, 29 de abril de 1824, t. IV, p. 20. 49 AHDN, Exp. XI/481.3/291, fs. 17, 20; Bustamante, Diario, 2001, 30 de abril de 1824, t. IV, p. 21. 50 Bustamante, Diario, 2001, 29 de abril de 1824, t. IV, p. 20. 51 Costeloe, Primera, 1996, pp. 103, 106-107. 52 Decreto Núm. 20, “Previniendo a las autoridades respectivas, cuiden que los extranjeros y españoles introducidos en la república después de la independencia, y los capitulados que sin permiso se quedaron, ejerzan acto alguno de ciudadanía”, 23 de abril de 1827, en Téllez y Piña, Colección, 2001, t. II, p. 10; Decreto Núm. 19, “Prohibiendo a los españoles y americanos capitulados, y dependientes de unos y otros residentes en el Estado, portar armas de ninguna clase, sin consentimiento del gobernador, quien reglamentará el modo de dar las licencias”, 25 de abril de 1827, ibídem, pp. 9-10. 53 Decreto Núm. 72, “Para que los españoles capitulados y los venidos después del año de 821, y no tengan los requisitos legales, salgan del territorio del Estado, y otras providencias de policía interior, respecto de los que se queden”, 6 de octubre de 1827, ibídem, pp. 31-32.

56

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Decreto Núm. 538, “Ley de expulsión de españoles”, 20 de diciembre de 1827, en Dublán, Manuel y José María Lozano, Legislación mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la independencia de la república, Imprenta del Comercio a cargo de Dublán y Lozano, México, 1876, t. II, pp. 47-48. 55 AHEM, Gobernación, “Prefecturas”, vol. 1, exp. 27, fs. 1-2. 56 El líder de dicho pronunciamiento pudo haber sido el teniente coronel José Vicente González, comandante de la guarnición de Toluca, quien en mayo de 1835 apoyaría el Plan de Cuernavaca orquestado por los hacendados azucareros, véase Macune, Estado, 1978, p. 176. 57 AHEM, Gobernación, “Prefecturas”, vol. 1, exp. 27, fs. 3, 7-8. 58 AHEM, Gobernación, “Prefecturas”, vol. 1, exp. 31, fs. 1-27. 59 Costeloe, Primera, 1996, pp. 144-145, 151-152, 154. 60 AHEM, Gobernación, “Prefecturas”, vol. 1, exp. 31, fs. 1-27. 61 Costeloe, Primera, 1996, pp. 222-223. 62 AHEM, Gobernación, “Prefecturas”, vol. 2, exp. 18, fs. 1-5. 63 Ibídem, fs. 17-24. 64 Costeloe, Primera, 1996, pp. 298-301. 65 Bustamante, Diario, 2001, 23 de octubre de 1830, t. XVII, p. 28; 8 de noviembre de 1830, t. XVII, p. 8; 23 de noviembre de 1830, t. XVII, p. 18. 66 Bustamante, Diario, 2001, 2 de enero de 1830, t. XVI, pp. 4-5; 27 de mayo de 1832, t. XXIV, pp. 25-26; AHEM, Gobernación, “Prefecturas”, vol. 3, exp. 2, exp. 19; “Justicia”, vol. 2, exp. 23. 67 AHEM, Gobernación, “Prefecturas”, vol. 2, exp. 46; vol. 3, exp. 2, exp. 19. 68 AHDN, Exp. XI/481.3/911, fs. 2-3; Exp. XI/481.3/806, fs. 2-3a; AHEM, Gobernación, “Prefecturas”, vol. 3, exp. 24, fs. 216-218. 69 Macune, Estado, 1978, p. 172. 70 Costeloe, Primera, 1996, pp. 371-374. 71 De hecho, Macune menciona que el gobierno estatal amenazó a los ayuntamientos con disolverlos si se unían a las insurrecciones, y que se multaron a varias haciendas por el mismo motivo en Tulancingo y Cuernavaca, véase Macune, Estado, 1978, p. 173. 72 Ibídem, p. 386. 73 Bustamante, Diario, 2001, 11 de junio de 1833, t. XXII, p. 21. 74 Reynoso, Dulzuras, 2011, p. 82, mapa 7. 75 Costeloe, Primera, 1996, pp. 389-390. 76 El contenido de los pronunciamientos aparecidos en mayo de 1834 contra las reformas de Gómez Farías puede compararse en la página web: “The Pronunciamiento in Independent Mexico, 1821-1876”, Arts & Humanities Research Council (arts.st-andrews.ac.uk/pronunciamientos/). 77 Véase Sánchez Santiró, Azúcar, 2001, p. 65; Sánchez Santiró, “Producción”, 2004, p. 613, y Reynoso, Dulzuras, 2011, p. 34, gráfica 1. 54

57

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

58

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

2

El Plan de Jonacatepec (1870). La rebelión de los porfiristas en el nacimiento del estado de Morelos Carlos Barreto Zamudio Negros nubarrones se amontonan en el horizonte del apenas niño estado de Morelos. El Eco de Ambos Mundos, 10 de junio de 1873

59

General José de la Cruz Porfirio Díaz Mori.

Feliciano Chavarría.

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

C

El Plan de Jonacatepec (1870). La rebelión de los porfiristas en el nacimiento del estado de Morelos Carlos Barreto Zamudio

uando el general Francisco Leyva salió del estado de Morelos en 1911 después de participar fallidamente en la persecución de los rebeldes zapatistas por encargo de Porfirio Díaz, en el estado de Morelos se cerró un largo capítulo iniciado más de cincuenta años atrás. Leyva había sido un militar vigente desde la época de la Revolución de Ayutla, cuando formó parte de las Fuerzas del Sur conducidas por Juan Álvarez. También fue un importante oficial liberal durante la Guerra de Reforma. Su estrella político-militar ascendió cuando se convirtió en gobernador del Tercer Distrito Militar del Estado de México en medio de los apremios republicanos, consecuencia de la Intervención Francesa y el Segundo Imperio. Leyva se convirtió en el primer gobernador constitucional del estado de Morelos tan pronto éste fue creado en 1869, lo que fue visto con recelo por algunos de los principales sectores regionales. Sin embargo, la influencia política de Leyva en la región ya era innegable para entonces. Al tiempo que fue erigido el estado de Morelos, una de las principales tareas con que se toparon los nuevos gobiernos estatales –el provisional de Pedro Baranda, pero especialmente el de Leyva-, fue la de sofocar distintas movilizaciones rebeldes diseminadas por la nueva entidad. Aunque estos movimientos originalmente habían surgido poco tiempo atrás por asuntos de índole local, en su mayoría terminaron por cerrarse en torno al movimiento oposicionista nacional encabezado por Porfirio Díaz. Por ello, a pesar de haber tenido antes acercamientos como militares republicanos, se dio el rompimiento entre Díaz y Leyva. Para finales de los años 60 y la década de los 70 del siglo XIX era impensable pensar en una alianza entre ambos generales como la que hubo en tiempos de la Intervención Francesa y la que se dio en 1910.

CARLOS BARRETO ZAMUDIO. Doctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Profesor de la Licenciatura en Historia de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Autor de Rebeldes y bandoleros en el Morelos del siglo XIX. Un estudio histórico regional (1856-1876), Gobierno del Estado de Morelos, México, 2012.

61

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Las movilizaciones armadas que se presentaron en esos años en Morelos derivaron de los profundos desencuentros políticos posteriores al restablecimiento de la República, como ocurrió en otros puntos del país. El principal tema de discrepancia política en el plano nacional en ese entonces era la permanencia de Benito Juárez en la presidencia del país, así como la legitimidad de los funcionarios de su administración. También se desencadenaron los conflictos políticos locales. Estos se relacionaron principalmente con los desacuerdos derivados del proceso de erección del estado de Morelos y con el juarismo regional representado por la gubernatura de Leyva. Las tensiones extendidas a lo largo y ancho del naciente estado se fueron agrupando con una cadena de rebeliones que afloraron a la par en los estados aledaños de Puebla y Guerrero. Esto llevó a punto de ebullición conflictos viejos y nuevos que perturbaron, sin duda a una entidad que iba naciendo. El período que aborda este trabajo ha sido escasamente trabajado en la historiografía relativa al estado de Morelos. Quizá la obra que con mayor amplitud lo ha abordado es Hacendados, campesinos y políticos, de Dewitt Kennieth Pittman,1 quien ofrece un panorama de la conformación y funcionamiento de las oligarquías regionales en un engranaje mayor al que aquí se observa. El objetivo de este texto es reflexionar acerca de los procesos de rebelión en Morelos entre 1867 y 1872. Para ello, se examina especialmente el levantamiento que encabezaron Rosario Aragón y Feliciano Chavarría, organizado bajo el Plan de Jonacatepec de 1870. Es importante mencionar que aunque esta insurrección mostró rasgos de reivindicación agraria, aún no contamos con los elementos precisos para configurar una explicación suficiente al respecto. Será necesaria una investigación futura que permita aclarar estos elementos. Sin duda, esto constituiría un elemento crucial que aportaría elementos al estudio de otros temas determinantes para la historia de Morelos, como el zapatismo. Dada la insuficiencia mencionada, seguimos principalmente una línea de explicación política. Se trata, pues, de una insurrección que aunque en un principio surgió por problemas locales, en el camino fue sumando elementos de corte porfirista, y que ha sido poco analizada a pesar de haberse dado en el marco de una coyuntura fundamental para el estado de Morelos. Con estas líneas intento hacer un breve aporte al estudio de los movimientos rebeldes en Morelos durante el siglo XIX.

Presagiando la tormenta Restaurada la República en 1867, quedó conjurado el motivo por el que los distritos de Morelos, Cuernavaca, Jonacatepec, Yautepec y Tetecala habían

62

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

sido reunidos en el Tercer Distrito militar del Estado de México desde junio de 1862. La relativa pacificación del país al restablecerse la República hacía viable la reunificación del territorio mexiquense, dividido por las urgencias militares. Sin embargo, la administración estatal y el gobierno central recibieron solicitudes para que subsistiera la división y separar esa porción territorial del Estado de México en forma definitiva.2 La legislatura mexiquense buscaría los mecanismos para reintegrar su territorio fragmentado una vez concluida la intervención militar de los ejércitos napoleónicos, y finiquitado el ensayo imperial encabezado por Maximiliano de Habsburgo. Los productivos distritos azucareros ubicados al sur de la entidad eran base del plan de reconstrucción pensando en términos presupuestales. Pero la idea separatista cobraba fuerza: con los mismos distritos se formaría una nueva entidad llamada Morelos. A la par que Morelos en 1869, se erigiría otra entidad denominada Hidalgo, como un homenaje a los próceres de la Independencia. Con la muerte de Juan Álvarez en 1867, el influyente caudillo vigente en la región desde los años de la Independencia, también terminó por diluirse la idea de anexar las comarcas morelenses al estado de Guerrero. Esta iniciativa había sido el centro de las disputas territoriales en años anteriores, particularmente en el Congreso Constituyente de 1856-57. El encono generado por dicha propuesta fue tal que el asunto llenó páginas de la prensa, provocó forcejeos en el Congreso y se le relacionó con algunos hechos de sangre.3 Por otra parte, los grupos de conservadores/intervencionistas/monarquistas se mantenían aún a la expectativa, pues aunque habían sido sometidos en el panorama nacional y regional, buscaban otras formas de reacomodarse en la vida pública. Sin embargo, esto hacía que fuera poco viable la conformación de otra territorialidad de corte conservador a la manera de lo que fueron el Territorio de Irubide (1858-1860), o el Departamento de Iturbide (1865-1867) en los años de la Reforma y la Intervención Francesa, respectivamente. Si es que la rica región agroindustrial comprendida en el Tercer Distrito habría de emanciparse del Estado de México, sería para formar una nueva entidad. Entre las poblaciones del hoy Morelos, se multiplicaron las solicitudes para que el Tercer Distrito mantuviera la territorialidad con que estaba definido, promoviendo la separación definitiva del Estado de México. Las peticiones culpaban al gobierno mexiquense de no haber apoyado a las localidades sureñas en cuestiones de seguridad durante los tiempos de guerra, sino que éstas habían tenido que hacerse autosuficientes en momentos de crisis. Desde esa óptica, para las poblaciones del Tercer Distrito resultaría provechoso tener en Cuernavaca una capital cercana, con la consecuente proximidad de funcionarios estatales. La experiencia reciente decía que las autoridades estatales se habían mantenido al margen, ajenas a los problemas locales desde la lejana capital Toluca.4

63

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Si bien la disposición de fragmentar el Estado de México en distritos militares había obedecido a la crisis intervencionista, esto también evidenció la incompetencia de la capital, Toluca, para atender los problemas de sus territorios ubicados en la boca de la Tierra Caliente. Por el contrario, las quejas se multiplicaron: “ni en los tiempos normales ha recibido beneficio alguno del Estado que lo reclama, ni en lo que toca a administración, ni en lo que toca a mejoras materiales […] no se necesita más de tener ojos para ver el estado de atraso en que están las poblaciones”.5 Los grupos separatistas criticaban de Toluca su lejanía, altura y “el frío [que] martiriza a los habitantes del tercer distrito cuando tienen que desplazarse a ella”. Así también, defendían que los recursos no salieran de su territorialidad, y argumentaban que “más de 80,000 habitantes piden su emancipación”.6 En el proceso de emancipación territorial, el entonces gobernador del Tercer Distrito, Francisco Leyva –sucesor de Agustín Cruz y Francisco Gerardo Gómez-7 dirigió una carta al presidente Benito Juárez en agosto de 1867. En ella le daba a conocer el considerable número de “actas levantadas en los municipios de los cantones que forman este distrito, pidiendo que subsista la división del Estado de México”.8 Además, Leyva hacía notar que “en el distrito se conservan inalterables el orden y la tranquilidad públicas”.9 Incluso, para reforzar su dicho ante el presidente, Leyva decidió licenciar a las tropas que habían combatido durante la Intervención y el Imperio. La tarde del 3 de agosto de 1867, el gobernador militar enviaba a casa a sus soldados con una ruidosa proclama: Soldados del pueblo: gracias a vuestros heroicos esfuerzos, el sol de la paz brilla puro y despejado en nuestro cielo. Podéis pues, volver al seno de vuestras familias, satisfechos de haber cumplido con vuestro deber. Después de haber combatido en defensa de las libertades patrias, amenazadas por la más atentatoria y criminal de las invasiones, hoy venís a deponer brillantes con la luz de la victoria, las armas que os confió para su defensa, y empuñar de nuevo el arado o los instrumentos de las artes por acudir a su llamamiento. Esto constituyó el distintivo más hermoso y característico del soldado republicano.10 El licenciamiento y deposición de las armas estaba consumado para el futuro estado de Morelos. Pero una semana después del armisticio, el gobernador Leyva comunicaba al presidente Juárez otra realidad: “el armamento de estas fuerzas lo he dejado en poder de los mismos ciudadanos que las formaban, para tenerlos siempre listos en cualquier evento que pueda surgir”.11 Las armas seguían empuñadas para atajar las eventualidades que pudieran ennegrecer el panorama.

64

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Con el triunfo de la República, se agotaron las fórmulas que habían concentrado los odios en los años anteriores. Fueron saldadas las luchas por religión y fueros, el intervencionismo contra la soberanía y el imperialismo contra el republicanismo. Pero en cambio, surgió el tema electoral y el de legitimidad de las autoridades como el núcleo central de los forcejeos políticos. La disputa por la paternidad de los triunfos liberales, la aparición de actores políticos emergentes, así como las estrategias de los viejos conservadores por mantenerse vigentes, harían estallar una serie de movimientos rebeldes. Como móvil central apareció la perpetuación de Benito Juárez en la presidencia y su creciente imposición de autoridades. En contraparte, Porfirio Díaz fue surgiendo como la principal figura opositora a nivel nacional. En octubre de 1868 Juárez triunfó en su reelección. Esto generó malestar entre la gente de Porfirio Díaz, uno de sus militares más laureados convertido en su más firme contrincante.12 El día 9, Francisco Leyva comunicó al presidente los resultados electorales obtenidos en el Tercer Distrito. Juárez había arrollado con números de 179 votos por sólo 40 de Díaz. El presidente había triunfado con números avasalladores, aunque había perdido Jonacatepec, quien a partir de entonces se convertía en el más sólido baluarte porfirista de Morelos. El escrutinio en esa población señaló 40 votos con 19 en favor de Díaz. Leyva buscaba dar explicaciones satisfactorias a Juárez: ahí “tuvimos un ligero contratiempo, debido a las intrigas y maquinaciones de [Emilio] Linch [candidato a diputado por Cuernavaca en esa elección] que, tanto aquí como en Cuernavaca, ha puesto los medios más reprobados en juego para falsearnos la elección”.13 Leyva lamentaba entregarle cuentas medianas a Juárez, debido a que “a pesar de que es bastante satisfactorio el resultado, siento que aparezca en el distrito un solo voto que no sea a usted y si no hubiera habido las intrigas que antes he dicho, el resultado en Jonacatepec habría sido como en Cuernavaca y en Morelos [Cuautla], unánime sin faltar un voto en favor de usted”. Pronto, Jonacatepec se convirtió en el epicentro regional de las rebeliones en contra de la permanencia de Juárez en el poder y el predominio local de Francisco Leyva. A finales de mes, la legislatura mexiquense ya estaba conforme con la separación de sus distritos azucareros del sur. Pero junto con la endeble resistencia de algunas poblaciones ante la emancipación, apareció la oposición de los hacendados azucareros que obstaculizaban los intentos por separar del estado a los ricos distritos agroindustriales. La separación supondría una concentración mayor de las cargas fiscales en ellos y sus fincas. El conflicto llegó al Congreso amenazando con lesionar aún más la frágil relación del núcleo de propietarios con Juárez y con Leyva. En noviembre de 1868, el diputado Felipe Berriozábal, ex-gobernador del Estado de México, cuestionó ante el Congreso la falta de recursos con

65

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

que contaría la futura entidad. Enfatizó en que las bases presupuestales con que la comisión para la erección de la misma suponía que se podía fundar, eran ilusorias. Irritado por la falta de objetividad a la hora de proyectar el presupuesto, Berriozábal exhibió documentos del ministerio de fomento para demostrar la relación negativa entre la población censada y el monto efectivo de sus rentas. El caso era el mismo: casi en su totalidad, el gravamen fiscal que sostendría a los nuevos funcionarios, recaería en las fincas azucareras. El campechano Rafael Dondé, diputado por Cuernavaca y miembro de la comisión para la erección del nuevo estado desestimó el punto: “la formación del presupuesto corresponde a la legislatura de ese estado, y no al Congreso […] el estado de Morelos cuenta con recursos suficientes para sostenerse”, concluyó.15 Rosario Aragón, diputado por Cuautla y diputado suplente electo por Jonacatepec saltó a la arena del conflicto. Declaró que estaba listo junto con otros legisladores para encabezar una rebelión si es que el Congreso no tomaba una resolución inmediata para conceder al Tercer Distrito militar la condición de estado independiente.16 El asunto de la insubordinación al régimen constitucional en ese momento no era cosa simple, pues el tema de la pacificación del país se había convertido en un proyecto medular para el gobierno central. Particularmente si se trataba de territorios que se asumían como baluartes juaristas. De hecho, el gobierno de Leyva en el Tercer Distrito podía verse como un ejemplo regional.17 En una órbita de pacificación urgente, el gobierno central tomó medidas. El 8 de mayo emitió una ley contra conspiradores.18 Pocos meses después, Juárez aseguraba que “no tenemos ni son ya posibles los pronunciamientos y desórdenes con pretexto político”.19 A finales de 1868, a nivel central se determinó que la seguridad recaería en una fuerza pública competente para custodia de los caminos. Se planteó aumentar las fuerzas rurales, cuyo sostenimiento correría por cuenta de cada estado. Además, se estableció que los hacendados estaban obligados a financiar “partidas destinadas a la custodia de sus fincas”.20 Para la prensa liberal y el gobierno del Tercer Distrito, el asunto de la pacificación era visto con optimismo, o al menos es lo que querían hacer ver.21 En la región morelense se tenían referencias cada vez menores de los restos de los grupos conservadores/imperialistas, y prácticamente se habían disuelto desde el año anterior.22 En general, los resabios reaccionarios en el Tercer Distrito parecieron apagarse por completo. Desde el gobierno central se decía que fuera de los movimientos del general antijuarista Miguel Negrete,23 en Puebla y del conflicto entre Vicente Jiménez y Diego Álvarez,24 por el gobierno del estado de Guerrero, la porción del país que incluía al Estado de Morelos se estaba calmando.

66

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Sin embargo, el problema poblano se extendía a lo largo de la frontera oriente del Tercer Distrito militar, y el de los guerrerenses penetraba por el sur del mismo. Pero además, en Jonacatepec se daban los primeros escarceos de la rebelión con que había amenazado Rosario Aragón y su gente. Esto era de llamar la atención, pues a pesar de que la futura entidad estaba en un proceso final de la conformación por la que habían pugnado, de cualquier forma movilizaron las armas. Los insurrectos se pronunciaron pacíficamente a principios de noviembre, pero el jefe político salió a Cuautla para reforzarse con una fuerza de 200 hombres. Los pronunciados, sin mayor desorden, entregaron la plaza y se retiraron.25 En esos días se puso en marcha la disputa electoral para un estado que aún no nacía. En un afán por consolidarse, los porfiristas del futuro estado de Morelos tuvieron acercamientos con los hermanos Díaz. En un principio postularon al general Félix el Chato Díaz para la gubernatura durante los primeros días de 1869.26 En el lado opuesto, “unos demócratas, hijos del estado de Morelos” daban a conocer su fórmula electoral en una carta enviada a La Iberia. Francisco Leyva, como candidato a gobernador, encabezaba los anhelos de los “miembros de la gran familia democrática y progresista, e hijos del futuro Estado de Morelos”.27 Por otra parte, mientras en el gobierno se discutía una estrategia de pacificación a través de la amnistía, los rebeldes de Jonacatepec aumentaron sus operaciones. En La Iberia apareció una nota en las que se decía que “los señores Iglesias y Lerdo, ministros de Gobernación y de Relaciones hablaron elocuentemente contra la idea de una amnistía, cuando a la sombra de banderas políticas cometen los sublevados […] mil atentados [como] lo han empezado a hacer los revoltosos recién levantados en el futuro Estado de Morelos”.28 La rebelión de Jonacatepec, comenzó a tomar visos de extenderse a otras plazas, como Tetecala, y de sumarse al porfirismo, disidente del gobierno constitucional.29 El conflicto en el oriente amenazaba con cobrar dimensiones mayores de adherirse al movimiento antijuarista poblano de Miguel Negrete quien rondaba por la frontera sur-oriental del Tercer Distrito cerca de Chiautla y Tochimilco. En febrero, Negrete había dado a conocer los motivos de su insurrección contra el gobierno liberal-republicano. Culpaba a los funcionarios en el poder de estar “abusando de la embriaguez de entusiasmo en que se sumergió el pueblo por la dictadura de los invasores”, para hacer fraudes y maniobras electorales, corromper autoridades locales y enriquecerse.30 En la frontera poblana con el Tercer Distrito, “las extorsiones de Negrete siguen y a la leva general, los préstamos forzosos, las prisiones, la requisición de caballos y la libertad de los bandidos sacados de la cárcel y de los ladrones

67

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

y plagiarios que se le han reunido, se agrega el saqueo público que comienza en algunas casas”.31 La toma de dichos caminos fronterizos tenía como fin introducirse al Tercer Distrito para llegar a Toluca y eventualmente arribar a la ciudad de México. Pero con rapidez, a través de las fuerzas leyvistas del lado morelense, “se le han interceptado ya los caminos”.32 Un mes antes de que se firmara el decreto de erección del estado de Morelos, un grupo de simpatizantes porfiristas de Cuernavaca decidió invitar directamente a Porfirio Díaz para figurar como candidato a gobernador del nuevo estado en la contienda electoral que se avecinaba. Díaz respondió con misiva fechada en Oaxaca el 20 de marzo de 1869: “en caso de que la elección se fije en mí, la aceptaré y emplearé toda la diligencia de que soy capaz por acatar la voluntad de esa sociedad […] por conocer y satisfacer sus necesidades; pero esto no significa que deseo y procuro la elección mencionada, sino que no niego mis servicios a un pueblo que me cree útil”.33 Díaz haría su campaña electoral a larga distancia.34

Un estado nace estremecido El 17 de abril de 1869, por decreto del presidente Benito Juárez, se creó el estado libre y soberano de Morelos. En el decreto de erección se contempló la figura de un gobernador interino que se encargara “de expedir la convocatoria para el nombramiento de diputados a la Legislatura y gobernador del nuevo estado; y de regirlo mientras se instalan los poderes que se elijan popularmente”.35 En realidad se trataba de una escala del gobierno juarista para llevar a Francisco Leyva a la gubernatura del nuevo estado. De cualquier forma, era el mismo territorio que llevaba tiempo administrando en calidad de gobernador del recién extinto Tercer Distrito, y del que estaba separado en calidad de diputado federal.36 Un par de días después, el gobierno central determinó que el campechano Pedro Baranda fuera el gobernador provisional del nuevo estado.37 En la última decisión del presidente había superado a Francisco Loaeza y Manuel Inda.38 La decisión de Juárez de colocar un gobernador provisional buscaba brindar otro elemento para apaciguar a los grupos sublevados. Baranda funcionaría con tal categoría mientras se conocía el resultado de las elecciones estatales, en las que el candidato oficial era Francisco Leyva. La mañana del lunes 26 de abril, Pedro Baranda salió a cumplir su encargo en el flamante estado de Morelos. Tanto en los pueblos de tránsito como en Cuernavaca, fue recibido con “arcos, músicas, cohetes y repiques”. Al entusiasmo de la gente de Cuernavaca, Baranda respondió con sus primeras promesas: dictaría “medidas enérgicas para extirpar a los plagiarios y ladrones”,

68

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

lo que incluía a los insurrectos que iban creciendo en número y operaciones.39 Baranda no tardaría en hacer funcionar su política de pacificación, pues derivado de una gira por el sur-oriente de la entidad y su frontera con Puebla, informó que en Chiautla “fueron aprehendidos cinco individuos conocidos por ladrones y plagiarios. Estos fueron fusilados, y otro plagiario a quien se le marcó el alto y emprendió la fuga, fue muerto en el camino por la escolta”.40 Era evidente que el nuevo gobierno tenía la intención de cercar lo más pronto posible la zona que se había identificado como el principal foco de sedición. Particularmente pensando en las noticias frescas de que en la región crecía el apoyo a los porfiristas.41 Envueltos rápidamente en una dinámica de fusilamientos sumarios y ley fuga, los jefes políticos de Jonacatepec y Chiautla pronto informaron al gobierno del estado de la captura de varios ladrones y plagiarios en el pueblo fronterizo de Teotlalco, Puebla. Todos los aprehendidos --Francisco Pliego, Fabián Gómez, José de la Luz Domínguez y Domingo Sánchez-- fueron fusilados.42 El siguiente problema que se avecinaba eran las elecciones que llevarían a Leyva a la gubernatura. No era un secreto que él era el candidato oficial y que Díaz era apoyado por un creciente número de sublevados, disidentes pacíficos y un sector de hacendados que veían a Leyva con recelo. Dada la efervescencia política, algunas voces sugirieron el cambio de fórmula hacia un tercer candidato.43 Sin embargo, la contienda Leyva-Díaz se mantuvo. En el núcleo insurrecto que se sumó a la candidatura de Porfirio Díaz, apareció como cabeza Rosario Aragón, jefe de los alzados de Jonacatepec. A él se sumó Feliciano Chavarría, un ex prefecto juarista quien entonces era diputado. Años atrás Chavarría se había opuesto a la creación de Morelos, proponiendo su anexión a Chalco, debido a “su posición geográfica y homogeneidad de elementos […] lo designa naturalmente para ello”.44 Feliciano Chavarría no era un advenedizo en Morelos. Siempre liberal, había demostrado ser un funcionario modelo para el régimen constitucional al que ahora se oponía. En 1860 sustituyó a José Fandiño como comandante militar constitucionalista de Cuernavaca, a quien acusó de actos vandálicos en nombre del “sagrado y respetable nombre de la libertad”.45 Persiguió con eficiencia el bandidaje en sus tiempos de prefecto de Tlalpan y repitió lo mismo en Cuernavaca, donde lamentaron su separación del cargo para responder a las acusaciones por la muerte de un reo.46 Persiguió sublevados en Huitzilac,47 y salió de Cuernavaca durante la incursión del jefe conservador guerrerense Juan Vicario.48 Durante el Imperio, había sido “cogido y sentenciado después por la Corte Marcial Francesa a salir fuera del territorio del Imperio”.49 Para 1867, Chavarría ya era prefecto de Chalco.50 La problemática campaña electoral en Morelos duró tres meses, en los que el gobierno juarista acusaba a Díaz de aprovechar las elecciones para provocar

69

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

una confrontación, y el núcleo opositor acusaba a Leyva de ser un protegido de Juárez.51 Finalmente Leyva triunfaría en las elecciones del naciente estado en agosto de 1869, lo que generó severas dudas en torno a su legitimidad. Al tomar Leyva la gubernatura, un nuevo problema político se incubó con el establecimiento de la capital que se disputaban Cuernavaca y Cuautla. Este trance mantuvo a la legislatura trabajando en Yautepec desde que Baranda decretó que se trasladara a ese lugar el 11 de junio. Leyva y la mayoría de la legislatura se inclinaban por establecer la capital en Cuernavaca. Pero la diputación cuautlense -Ignacio Peña y Barragán y Juan de la Portilla- pugnaba por el traslado de los poderes hacia su ciudad., lo que significaría una mejora en las condiciones generales de decaimiento material que venía arrastrando esa población.52 Leyva, junto con el gobernador provisional saliente Baranda y Guillermo Prieto intentaron destrabar el asunto. Propusieron fijar la capital en Yautepec o trasladarla cada seis meses entre ambas ciudades en disputa. La insistencia de la parte cuautlense desquiciaba a Leyva. Pero trataba de mantenerse conciliador a pesar de lo empeñados que “estaban los cuautlecos en que la mencionada cuestión se decidiese pronto y en su favor, [tanto] que llegaron a proferir amenazas de revolución”. Sin embargo, ante una inesperada ausencia de Peña, los diputados se apresuraron a resolver: “por un acuerdo económico que, mientras se formaba la Constitución y se resolvía, al mismo tiempo, el punto de la capital y en atención a no haber en Yautepec local ni comodidades de ningún género, se trasladaban los poderes del estado a Cuernavaca”.53 El problema de la capital, sin embargo, dio otra arista a los conflictos. Leyva atribuyó la problemática de la capital del joven estado a las ambiciones de “los de la minoría [que] están trabajando para alborotar los ánimos y enardecer las pasiones del populacho con el objeto de obtener, por la amenaza y las demostraciones hostiles, lo que por la razón y el derecho comprenden no pueden obtener”. 54 Para el atribulado gobernador, el problema de la capital era más un asunto particular de Peña, administrador de la hacienda de Santa Inés, propiedad de Agustín Rovalo, flamante secretario de gobierno de Leyva. Rovalo no duraría ni una semana en el cargo de secretario de gobierno al presentar rápidamente su renuncia. Leyva afirmaba que Peña se había encargado de convencer al hacendado Rovalo de que la pérdida de sus bienes era segura y que el pueblo atacaría sus tierras.55 El “Sr. González Páez” tomó el cargo de secretario de gobierno,56 hasta que Hilarión Frías y Soto tomó el puesto antes de que pasara un mes.57 A finales de septiembre, cobraron mayor fuerza las operaciones de los sublevados del oriente del estado. Leyva informaba a Juárez que “los revoltosos que entraron a Tepaltzingo y amagaron a Jonacatepec fueron batidos, con pérdida de tres muertos y varios heridos, por el jefe político con

70

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

la seguridad pública y 60 infantes de la guardia nacional; se retiraron rumbo a Chiautla y Matamoros en el sur de Puebla en varias fracciones”.58 En Jojutla y Tetecala apareció otro conato de pronunciamiento a las órdenes de Genovevo Avilés que dio visos de extenderse hasta Cuernavaca, pero que fue sofocado rápidamente.59 Los rebeldes de Jonacatepec, ya abiertamente porfiristas, continuaron expandiendo sus operaciones en el sur. La mañana del 20 de septiembre, los sublevados Ávalos, Nicolás Caldera y el ex jefe conservador español José Olavarría, a la cabeza de más de cien hombres entraron a Tepalcingo proclamando la Constitución de 1824 y presidente a Porfirio Díaz. Por la tarde intentaron rendir Jonacatepec, siendo rechazados “por la fuerza de seguridad, la guardia nacional y vecinos de la población. El ‘Periódico Oficial’ de Morelos refiere de estos individuos antecedentes de plagios, robos y mala conducta que los desacreditan en alto grado”,60 lo que daba suficientes motivos para fusilarlos donde los encontraran. En octubre, una fuerza combinada de los gobiernos de Puebla y Morelos, intentó extinguir las operaciones de los sublevados de Jonacatepec.61 En otros puntos conflictivos, como Tetecala, se acrecentó pródigamente el uso de la ley fuga. Entre el 8 y el 15 de octubre, fueron pasados por las armas los disidentes Gerónimo Almanza, Cándido Herrera, Bruno Reyes, Pablo Santos e Ireneo Rivera en idénticas condiciones: acusados de salteadores, plagiarios o abigeos, al ser trasladados a prisión se les abatió a balazos cuando intentaron huir.62 Para noviembre de 1869, Leyva compareció ante el congreso local, donde informó acerca de diferentes problemáticas que pesaban en el naciente estado, como la del establecimiento de la capital, la reorganización urgente de la guardia nacional y el proyecto del telégrafo. En su informe, inesperadamente anunció que la legislatura local había suprimido los decretos sobre ladrones y plagiarios que sobrevivían en Morelos desde sus tiempos como parte del Estado de México. Leyva planteó a que era “superior en eficacia una policía preventiva a la pena de muerte, decretada con una exuberante facilidad”. Esto contrastaba con un sector de la prensa que daba cuenta de las operaciones de los sublevados y de actos de bandolerismo esparcidos por todo el estado. Agregaba el gobernador: El Congreso pudo en esta vez hacer una franca aplicación de los principios humanitarios de sus miembros, porque la seguridad pública no exigía esos decretos terroristas, puesto que con muy pequeñas excepciones y en una escala insignificante, se ha logrado ya extirpar del estado de Morelos a los plagiarios y a los ladrones. Por un momento volvieron a aparecer algunos malhechores, aprovechándose de las dificultades de la situación divagaban la atención de las autoridades; por el gobierno se apresuró a dictar enérgicas medidas para la persecución de los pocos que quedaban, y muy pronto se habrán extinguido completamente.63

71

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La situación sociopolítica de la entidad contrastaba con el discurso de Leyva. Para su gobierno, el control del estado y particularmente de los distritos orientales de Yautepec, Cuautla y Jonacatepec era sumamente problemático dada la creciente proliferación de insurrectos y bandoleros. A su gobierno también se oponían los hacendados y líderes de la región. Los sublevados porfiristas del oriente del estado de Morelos fueron mostrando signos cada vez mayores de organización. Los primeros días de 1870 dieron a conocer su programa de lucha: el Plan de Jonacatepec.64

Un Plan, una rebelión El año de 1870 comenzaba mal para Francisco Leyva. En los primeros días de enero falleció su esposa Patricia Ochoa.65 Esto se sumaba a la carga de problemas que acumulaba en su administración, entre las que figuraba la renuncia de otro de sus secretarios de gobierno, Hilarión Frías y Soto.66 Leyva intentaba disimular ante la prensa nacional, mandando telegramas en los que declaraba que “el Estado está tranquilo”.67 Sin embargo, los movimientos rebeldes acaloraban a Morelos y parecieron cerrarse en torno a la figura de Porfirio Díaz. Para finales del mes de enero, el coronel Jesús María Visoso se había introducido al estado de Morelos después de rondar por Guerrero y Puebla.68 Visoso trabajaba a favor de Vicente Jiménez en Guerrero y de Díaz en el plano nacional. En pocos días se apoderó de Cuautla, proclamando presidente a Porfirio Díaz.69 Se comenzó a correr el rumor de que Leyva ya no era capaz de continuar con el gobierno de un estado al que pronto abandonaría,70 copado por varios frentes y hostilizado incluso por su propia legislatura.71 No obstante los rumores, Leyva sólo pidió una licencia.72 Lejos de Cuernavaca, aunque los porfiristas de Jonacatepec llevaban más de un año en actitud de insurrección, los resultados de alguna manera habían sido marginales. Si bien eran distinguidos como un grupo disidente con líderes identificados, quienes tenían algún pedigrí político, les resultó necesario establecer un plan para dar a conocer sus motivaciones y establecer sus líneas de acción. Esto ocurrió poco tiempo después. El Plan de Jonacatepec fue promulgado el 9 de febrero de 1870. Fue firmado por Rosario Aragón, Eduardo Arce, Dionisio Chavarría, Nicolás Caldera, Luis del Carmen Curiel, Ignacio Vidaurrázaga y Feliciano Chavarría. En él se desconoce la presidencia de Juárez y se nombra presidente interino de la República a Porfirio Díaz. Este Plan antecede notablemente a los principales planes antirreeleccionistas-porfiristas de la Noria (1871) y Tuxtepec (1876). El lema elegido por los porfiristas de Morelos fue sumamente elocuente: Constitución, libertad y Porfirio Díaz.73

72

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La prensa recibió fríamente al Plan de Jonacatepec. La Iberia señalaba escuetamente que “en Jonacatepec, Estado de Morelos, D. Rosario Aragón, D. Feliciano Chavarría y un individuo llamado Cantera (sic), se pronunciaron y aprehendieron a los miembros del Ayuntamiento”.74 La promulgación del Plan generó dudas entre los propios porfiristas de otras regiones, que parecían no saber demasiado acerca de la cercanía de los rebeldes morelenses con el general Díaz. Francisco Mena informó a Porfirio Díaz acerca de la promulgación del Plan de Jonacatepec y de los rebeldes que lo firmaban: Feliciano Chavarría, Rosario Aragón y otros han hecho un movimiento en Morelos la semana anterior, y proclaman a usted. Un amigo del gobierno me dijo a consecuencia de estos sucesos: “no es remoto que el gobierno se dirija al general, diciéndole que si no apoya ese movimiento sería bueno lo manifestara así para por la fuerza desmentir a esos señores”. ¿Qué piensa usted contestará el general sobre el particular? Yo contesté: mi juicio, no (es) el del señor general, porque no puedo saberlo; es que el general tal vez diga simplemente, “yo no me encuentro de acuerdo con esos señores que me proclaman; pero tampoco me pondré a desmentirlos, porque al hacerlo, pudiera suceder muy bien que me dijesen: no creas que hacemos uso de tu nombre porque vale mucho, lo hemos tomado como el de un estafermo y, en consecuencia, me pondría en ridículo”, este es mi juicio, repetí; pero sin embargo, si desean saber la respuesta del general, diríjanse a él y estoy cierto que la tendrán.75 Desconocemos si hubo una respuesta de Díaz. Sin embargo, una vez promulgado el Plan, los rebeldes de Jonacatepec intensificaron sus acciones. Leyva junto con su principal apoyo armado de entonces, José Fandiño, recrudecieron la persecución. Seguramente Fandiño lo hizo con gusto por tratarse de perseguir a Feliciano Chavarría, quien diez años atrás lo responsabilizó de la inseguridad del Distrito de Cuernavaca, y ser el ejemplo del “criminal abuso cometido por algunos hombres depravados que han esparcido sus actos vandálicos”.76 Cinco días después de dar a conocer el Plan, José Jacinto Jiménez –inicialmente del lado de Leyva, pero que después se uniría a los porfiristas—comunicaba al ministro de la guerra: Tengo el honor de participar a vd. que Aragón se hizo fuerte ayer tarde en el cerro de la ‘Paraca’, entre Jonacatepec y Atotonilco, y fue batido por el general Leyva, haciéndole varios muertos, heridos y prisionero un ayudante.- Sigue en su persecución, y

73

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

hoy cuando llegue la fuerza que descansó anoche en Yautepec, saldrá Fandiño en persecución de los desbandados.- Figueroa, por Huitzilac y Tepalcingo les corta la retirada.77 Las acciones de Leyva y su gente no dieron el resultado esperado con la rapidez deseada. Apenas unos días después, doscientos hombres al mando de Felipe Castro, jefe de operaciones de Miguel Negrete -quien había logrado extender su movimiento a todo lo ancho de Puebla y el estado de Méxicolanzaron un ataque sobre Cuautla. Lanzaron gritos de: “Viva el general Díaz”, “Viva la capital del estado de Morelos” y “Muera Leyva”, de la misma manera que lo había hecho apenas unos días antes Lucas Urrutia.78 Esto manifestaba una posición de los insurrectos, congruente con las problemáticas del estado y abiertamente relacionados con el movimiento de Negrete. Aparecieron sublevados por distintos puntos de Cuautla y Tetecala. La línea de autoridad rebelde iba de Felipe Castro a Miguel Negrete y tenía como cabeza a Porfirio Díaz Mori.79 Leyva permitió que tropas federales patrullaran la frontera con Puebla, mientras él se dirigiría a Cuautla buscando hacerse fuerte. El gobernador comunicaba que se había restablecido la autoridad en Jonacatepec toda vez que las fuerzas de Aragón se dirigieron hacia Ayala. Ahí anunciaron que habían formado un gobierno provisional en Morelos. Se designó a Feliciano Chavarría como gobernador provisional para sustituir a Francisco Leyva, al tiempo que el nuevo Ejército para Restaurar las Garantías Constitucionales se retiró hacia el sur buscando llegar a Jojutla.80 Los insurrectos buscaron nuevas alianzas para incrementar su base de lucha. A la relación con la rebelión anticonstitucionalista que se extendía por Puebla, se sumaron ligas con los antijuaristas del estado de México, Hidalgo y San Luis Potosí. Desde esos lugares, incluso, llegaron a refugiarse en Morelos algunos sublevados.81 El peligro latente era una rebelión generalizada se diseminara en una amplia área interestatal.82 Las operaciones de los rebeldes generaron una respuesta represiva de las autoridades en todos los niveles y con diferentes grados de vigor. Pronto corrieron noticias de que Rosario Aragón y su gente habían sido derrotados en Cuautla por las fuerzas de seguridad del estado. Aparentemente los habían hecho huir rumbo al sur de Puebla, lo mismo que a Visoso, quien fue vencido en Chiautla.83 El gobierno leyvista procedió al reforzamiento de sus estrategias para controlar a los grupos rebeldes, que crecían en progresión constante y que habían colocado al recién nacido estado de Morelos en una situación tan complicada. El gobernador invitó a Telésforo Tuñón Cañedo, jefe de las fuerzas de seguridad del Estado de México a hacerse cargo de las fuerzas morelenses. Tuñón, “bizarro oficial”, tenía tiempo haciendo frente a la

74

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

rebelión de Negrete que se extendía por toda su entidad con gran severidad y relativo éxito.84 De pronto pareció clarear el panorama. En julio de 1870, Miguel Negrete fue aprehendido y reducido a prisión. Múltiples voces se dejaron oír en la defensa del “héroe del 5 de mayo” a quien junto con Ignacio Zaragoza se atribuía el triunfo contra el ejército francés de 1862. Gran parte de la opinión pública temía por la vida de Negrete “conociendo lo riguroso de la ley de conspiradores y la profusión con que en estos tiempos se aplica la pena de muerte”.85 Incluso Francisco Leyva, “como gobernador del Estado de Morelos, ha pedido el indulto del Sr. Negrete”.86 Además, el Periódico Oficial de Morelos se unió a las voces “que han pedido clemencia para el soldado del 5 de mayo”.87 Con la prisión de Negrete,alguna luz de solución se asomaba para el gobierno leyvista, por lo que había que comenzar a apuntalar las bases del reordenamiento. Las acciones para conseguir la pacificación parecieron comenzar a rendir algunos frutos. Sin embargo, los insurrectos continuaron operando por la región oriente, donde la situación se agravó con la aparición de brotes de cólera y disentería en Jonacatepec y Yautepec.88 Olavarría apareció en Zacualpan donde al mando de cuarenta hombres robó ganado para después internarse en Puebla. Epifanio Portillo actuaba por el rumbo de los ranchos de San Felipe y el Jardín, en Yautepec.89 Para octubre, en la búsqueda de mejores soluciones, Tuñón Cañedo emitió un reglamento de seguridad pública.90 Al poco tiempo comenzaron a disolverse las noticias de Tuñón, al tiempo que emergían las figuras de José Fandiño y José Deheza como los duros jefes que ejecutaron las severas medidas de pacificación de Francisco Leyva.

Entre la rebelión y la represión A causa del crecimiento del grupo rebelde, la prensa local buscó sembrar dudas entre la población del flamante estado de Morelos. Se emprendió una fuerte campaña de desprestigio basada en acusaciones de bandolerismo y crueldad excesiva entre los dirigentes insurrectos del oriente de la entidad. En agosto de 1870 El Clamor del Pueblo dio detalles de las desastrosas consecuencias de un motín llevado a cabo en Jonacatepec por la gente de Rosario Aragón el anterior 8 de febrero. En el tumulto perdió la vida Manuel Díaz, quien en días anteriores había perseguido y fusilado a un grupo de rebeldes en el poblado fronterizo de Teotlalco, Puebla. El periódico relataba las condiciones de dicha muerte:

75

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Ese día ocho, de tristes recuerdos, con la mayor audacia y engaño, Rosario Aragón y Vidaurrázaga lo hicieron preso [a Manuel Díaz] y lo entregaron a la guardia de infantería con orden en incomunicarlo, lo mismo que el administrador de la aduana, al C. jefe político y a su secretario; los suspendieron del mando y redujeron a un arresto riguroso: en la tarde de ése mismo día, serían las 3:30, cuando el cabecilla de los ladrones, Nicolás Caldera, a la cabeza de unos 50 ladrones de los más afamados, se presenta la plaza de dicha Villa sin que la guardia ni nadie los hubiera hecho la más mínima resistencia, y en la noche, a las siete, puso Rosario Aragón a disposición de Caldera, al infortunado Manuel Díaz, al que en medio de los más crueles martirios y crueldades, insultos y atropellamientos, condujo la turba de ladrones desde Jonacatepec hasta el paraje llamado los arcos, en donde, después de arrastrado y sangrado hasta los huesos, le dieron de balazos para poner fin a su vida.91 Por otra parte, a Rosario Aragón se le fue forjando un aura de hombre de ralea criminal. Lo mismo se le responsabilizó de múltiples delitos del pasado, que de una ferocidad excesiva en el presente. Se dijo que durante mucho tiempo había actuado impunemente como bandolero, cobijado en su complicidad con los poderosos bandidos Plateados, extintos pocos años atrás. Además del estado de Morelos, también se le atribuyeron delitos en diversas poblaciones de Puebla. La prensa aseguraba de Aragón que en otro tiempo había sido perseguido como delincuente del orden común: Al mismo Rosario Aragón lo persiguieron en la época pasada como ladrón, asesino y plagiario, como lo prueban las desfavorables informaciones que se tienen de Matamoros y Atlixco, pues allí cometió robos, estupros y asesinatos en unión de Silvestre Rojas, Salomé Plascencia92 y Pablo Rodríguez (a) El Jicarero. Todos los criminales hechos de Rosario Aragón, que al señor [Manuel] Díaz le desagradaban, fueron los que le atrajeron su desgracia y por lo que tuvo que sucumbir con una muerte, la más bárbara que el mundo haya podido ver, y esto y los hechos que desde ese día anduvo cometiendo, hace que Rosario Aragón no sea digno de compasión, pues con la más alta barbarie penetró a Atlixco, plagió al señor Rodiles, saqueó la casa del Sr. Cabrera, asesinó al jefe político y después cometió unos asesinatos en el camino de Huaquechula a Atlixco.93

76

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Por otra parte, la fuerte tirantez entre Leyva y su legislatura se profundizaba por diversos temas. De poco valía la intermediación del presidente Juárez a través de Manuel Inda, quien había sido parte de la baraja del presidente para el nombramiento del primer gobernador provisional de Morelos. Los resabios del problema por la capital del estado y un conflicto relacionado con la ley electoral de jefes políticos que llevó a la detención de los legisladores Cecilio Robelo y Pedro Cuadra, acorralaban a Leyva ante el Congreso local. El gobernador se defendía culpando a los diputados y dando por terminada la rebelión de Jonacatepec a punta de declaraciones. Aseguraba que en la legislatura local “los que no eran traidores, mochos o imperialistas conocidos, eran porfiristas de los que tomaron parte con Aragón en la revolución del año pasado”.94 La situación se tornó aún más complicada para Leyva cuando desde el Congreso nacional se determinó el retiro de las fuerzas federales en mayo de 1871.95 Ocurría que hasta ese momento el trabajo realizado por las tropas federales y estatales había logrado mantener a los rebeldes porfiristas alejados de la capital, Cuernavaca. Pero, fue poco lo que pudieron hacer para controlar sus actividades en otros puntos. Los alzados pronto comenzaron a operar cerca de Cuernavaca, rodeándola por oriente y poniente. Además de tomar Tetecala, habían llegado a Miacatlán y Coatlán del Río, territorio que hasta hacía poco había estado controlado por el movimiento guerrerense de Visoso. Cerca de Cuernavaca apareció una gavilla de “cosa de cien hombres”. La prensa señalaba que los insurrectos interceptaban con frecuencia cargamentos de azúcar, ganado y correspondencia. También se dijo que habían establecido puntos de peaje para sostener la rebelión, como señala el siguiente fragmento: Las gavillas que se habían unido para merodear y maltratar a pueblos indefensos, se han desunido para vagar por las montañas y por los caminos, hostilizando los transeúntes, cobrando peajes y extrayendo la correspondencia pública. Esto prueba que no tienen más fin que mantenerse de la manera más vil y miserable, pues ni siquiera intentan emprender un ataque formal para procurarse recursos con algún carácter serio. El pillaje no honra al beligerante, si es que merecen los merodeadores este honroso calificativo.96 Las elecciones federales de 1871 dieron nuevas aristas al conflicto. Sumado al enfrentamiento entre Juárez y Díaz, se sumó la candidatura de Sebastián Lerdo de Tejada.97 Corrió la versión de que en el joven estado, la fórmula antirreeleccionista que había aglutinado a los insurrectos desde hacía dos años, había sido la vencedora.98 Aunque finalmente Benito Juárez quedó

77

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

reelecto. El sentimiento entre los opositores de que esta reelección se había basado en un fraude recrudeció tanto el conflicto como los mecanismos para reprimirlo. En Morelos y Guerrero, como una medida preventiva, se procedió a fusilar presos. La prensa de oposición dejó ver que era por motivos electorales.99 Para octubre, Francisco Leyva insistía que en Morelos “no ha aparecido fuerza alguna revolucionaria que llame la atención”.100 Pero en contraparte reiteraba que “su norma es la legalidad y que como soldado y como gobernante combatirá toda revolución a mano armada”.101 Mientras tanto, en la prensa capitalina corrían informes de la insurrección. Aseguraban que los sublevados se apostaban en los caminos “estableciendo un peaje de dos pesos por bulto”.102 El Periódico Oficial se apresuró a desmentir los trastornos en Cuernavaca: “lo único que está pasando allí es que se están presentando los que se rebelaron en el monte” que habían sido reprimidos poco tiempo antes.103 Para entonces, las fuerzas insurrectas de diferentes estados rodeaban la Ciudad de México para tratar de derrocar a Benito Juárez. Los porfiristas habían sido reprimidos en la Ciudadela reagrupándose en torno del Plan de la Noria, promulgado a principios de noviembre de 1871. El estado de Morelos quedaba en el centro geográfico del conflicto en posición estratégica. En diciembre, los campos de varias haciendas fueron incendiados “a una misma hora y por distintos puntos”.104 En otros casos los rebeldes cortaron el agua o cobraban por el suministro del líquido. Un telegrama de Francisco Leyva resultaba elocuente a pesar de la dinámica de desmentidos del Periódico Oficial: Porfirio Díaz estaba actuando por los rumbos de Jonacatepec en diciembre de 1871: El gefe político de Jonacatepec […] me dice lo siguiente: Participo que el enemigo se presentó en esta población a las dos de la tarde: una parte de él rompió sus fuegos por el Norte penetrando hasta cerca de la plaza. El fuego duró cuatro horas, y el resultado fue rechazarlo, haciéndole dos muertos y algunos heridos. A las seis de la tarde se retiró a la hacienda de Santa Clara. No cabe duda que viene a la cabeza D. Porfirio Díaz. La actividad rebelde concentrada en Jonacatepec se extendió por los alrededores de Tepalcingo llegando al nivel de crisis. Lo mismo ocurría al oeste de Jojutla. En consecuencia, a finales del año de 1871 la legislatura local concedió facultades plenas a Leyva para movilizar indefinidamente las fuerzas armadas del estado. Leyva tomó el mando de las defensas de Morelos

78

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

que estaban sucumbiendo ante el avance de los rebeldes, quienes atacaron Jonacatepec y se movían hacia Cuautla. Por su parte, Porfirio Díaz acuarteló 1,200 hombres en los alrededores de las haciendas de Santa Clara y Tenango.105 Las acciones de las fuerzas de seguridad del estado se multiplicaron. El 28 de diciembre José Fandiño batió a la fuerza de Modesto Reyes, Manuel González y Lorenzo Burgos en Achichipico.106 Pero rápidamente sufrieron un par de reveses en Cuernavaca y Tejalpa.107 Los encuentros se siguieron en los alrededores de Cuernavaca. El rebelde Ascensión Llanos fue ejecutado por las fuerzas de Leyva y el cadáver fue arrojado a lo más profundo del bosque.108 El coronel Llamas se encontró con las fuerzas de Feliciano Chavarría en el pueblo de Chapultepec el 16 de febrero.109 Un par de días después, Leyva trató de cercar a Chavarría en Tepoztlán, pero éste consiguió salir de la plaza.110 El ex diputado Ignacio Peña, incómodo desde el asunto de la capital del estado, fue acusado de un sonado robo en la Hacienda de Calderón y fue aprehendido por José Fandiño.111 La administración tomaba medidas apremiantes. El gobierno de Leyva utilizó la leva para fortalecer su contingente. Los soldados, inclusive, llegaron a esperar a los hombres a la salida de la misa dominical para sumarlos a las tropas.112 Las fuerzas del gobierno, bajo la excusa de sostener la defensa del estado, decomisaban azúcar, granos, forrajes y animales en las haciendas y los pueblos.113 Leyva y su legislatura dejaban saber la necesidad inaplazable de un acuerdo con los hacendados para ampliar las cargas fiscales. Por su parte, los propietarios aseguraban que el gobierno estaba exagerando la dimensión de la rebelión a fin de aumentar el monto de las contribuciones. El incremento en los gravámenes se proponía de la siguiente forma:114 FACULTADES EXTRAORDINARIAS […] mientras con los elementos ordinarios fue posible hacer frente a las emergencias de la revolución y el pillaje, los habitantes del estado no recibieron más gravamen en sus intereses, que aquel que los legisladores en su alta sabiduría juzgó oportuno hacerles soportar en cambio de las ventajas sociales. Pero hoy que los elementos disolventes que mantienen la guerra civil en toda la república, han colocado al estado en condiciones extraordinarias, de la misma especie tienen que ser los medios para contrarrestarlas y restablecer el equilibrio perdido: y esto, entiéndase bien, no para la conservación de determinadas personas, sino para la seguridad y bienestar de aquellos mismos a cuyos recursos se apela y que más tienen que perder con ocasión de las perturbaciones del orden establecido.115

79

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

En junio se hizo efectiva la aplicación de un impuesto extraordinario que gravaba principalmente a las haciendas, a los establecimientos mercantiles e industriales, así como a las fincas rústicas y urbanas a fin de perseguir el vandalismo.116 Como otra medida urgente se decretó el desarme total de la población del estado, así como la prohibición para la venta de cualquier material que pudiera usarse en combate: En virtud de las exigencias de la situación actual, queda desde luego y hasta que se restablezca completamente el orden público, rigurosamente prohibida la venta de pólvora, plomo, balas, cápsulas y toda clase de material de guerra en general […] dispone asimismo el propio ciudadano magistrado que inmediatamente proceda usted ejecutar un cateo riguroso en todas las casas de comercio, recogiendo de cada una de ellas toda la pólvora, balas, plomo, cápsulas y demás materiales de guerra que tengan para su venta.117 Los rebeldes se replegaron a la parte nororiental del estado ocupando los pueblos de Hueyapan, y Ocuituco.118 El consejo de Totolapan, informó que los rebeldes estaban realizando importantes incursiones en la región y que los habitantes se estaban uniendo a ellos, pues el gobierno estatal no les había proporcionado protección. Circuló el rumor de que una delegación de líderes de los pueblos comarcanos había viajado al cuartel rebelde en las montañas cercanas a Cuautla para ponerse a las órdenes del nombrado gobernador interino Feliciano Chavarría. La prensa adicta a Leyva aprovechó el rumor para opinar de Chavarría en los siguientes términos: El Sr. D. Feliciano Chavarría, que modestamente y con una abnegación sin ejemplo ha aceptado de las gavillas de bandoleros que forman su séquito el humilde título de gobernador interino del estado de Morelos, tiene sin duda […] títulos meritorios para que los bandoleros que lo acompañan lo hayan elegido gobernador interino del estado; nada más natural que los salteadores, revolucionarios de oficio y merodeadores, que por esencia son enemigos naturales de los pueblos de Morelos, buscaran la persona que según sus ideas fuera la más adecuada para su jefe[…] y que con sus principios de odio a esta entidad para él aborrecible, sigue su obra trayendo a estos pueblos, que dos o tres meses antes marchaban a su prosperidad tranquilos y disfrutando de una paz absoluta, la guerra y sus desoladoras consecuencias.119

80

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Por su parte, José Fandiño continuaba su campaña con un sector de las tropas estatales de forma paralela a las tareas del gobernador Leyva. Cerca de Tetecala, Fandiño se enfrentó con un grupo rebelde capitaneado por el ex coronel conservador Quesadas, Lorenzo Burgos y otros líderes identificados como Portillo, Palacios y José Teodoro. El grupo rebelde había extraído de la población dinero, caballos y armas antes de ser derrotados por Fandiño. Su derrota fue anunciada como un destacado triunfo de las armas del estado: ¡¡¡Triunfo de las armas del superior gobierno del estado!!! Derrota completa de los bandoleros Quesadas, Burgos, Portillo, Palacios y José Teodoro. Sección expedicionaria.- General en gefe.- Tengo el honor de poner en el superior conocimiento de vd. Que ayer entre ocho y nueve de la mañana, logré alcanzar la retaguardia de las gavillas que capitanean los cabecillas Quesadas, Burgos, Portillo, Palacios y José Teodoro, en número de 300 hombres […] el enemigo quedó derrotado completamente, dejando en nuestro poder ochenta y siete caballos, muchas armas, tres mulas, ochenta sillas, cincuenta frenos y veintiocho hombres muertos, calculándose mas su pérdida. [José Fandiño].120 No obstante el dinamismo mostrado hasta entonces por el movimiento insurrecto, el final sobrevino intempestivamente. A la imprevista muerte de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada asumió la presidencia el 18 de julio de 1872. Zanjado el problema capital de la permanencia de Juárez en la presidencia, Lerdo ofreció la amnistía incondicional a los rebeldes que seguían en los campos sin un motivo aparente de lucha. Desoyendo la disposición de amnistía, el momento fue aprovechado por Leyva para que sus tropas continuaran abatiendo insurrectos.121 El destino de los promotores del Plan de Jonacatepec fue dispar. En agosto, junto con Miguel Negrete, Chavarría se reunió con Lerdo en la ciudad de México para tratar el tema de su amnistía. El gobernador provisional porfirista de Morelos que se enfrentó a Leyva, buscaría la gubernatura constitucional cinco años después,122 en una elección que lo opondría a otro porfirista: Carlos Pacheco. Por su parte, Rosario Aragón fue capturado y remitido a

81

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Cuautla para ser juzgado por delitos comunes. Ignacio Vidaurrázaga había caído herido y fue capturado en una refriega. Lorenzo Burgos fue muerto antes de que consiguiera amnistiarse.123 Cuando el Congreso declaró legal el arribo de Lerdo a la presidencia, Porfirio Díaz se sometió a la amnistía.124

El prolongado desenlace El epílogo de los conflictos que hemos dado cuenta fue largo y supuso cambios determinantes para la el proceso de consolidación de Morelos como entidad federativa. Los años que siguieron resultaron tan problemáticos como los anteriores. Por ejemplo, el año de 1873 quedó marcado por la encarnizada lucha entre Francisco Leyva y Pedro Baranda por la gubernatura del estado. Una pugna política realmente cruda, plasmada tanto en periódicos leyvistas como barandistas.125Al ganar Leyva su reelección, se sucedieron las acusaciones de fraude. Se utilizó el pasado de Leyva como una forma de deslegitimarlo. Se renovaron las viejas acusaciones de haber sido uno de los principales responsables de las célebres matanzas de San Vicente y Chiconcuac de 1856 y 1860. Incluso de le culpó de haber robado el menaje de casa del malogrado emperador Maximiliano. Según los barandistas, Leyva había operado en años anteriores como bandolero bajo el nombre de José Trinidad.126 La prensa leyvista defendía a su candidato desentendiéndose de cuanto podía. En contraste, afirmaba que en lo de San Vicente y Chiconcuac, Leyva había sido el general que había “castigado a españoles perniciosos que conspiraban contra la independencia”.127 Por otra parte, los hacendados de Morelos mantuvieron su animadversión hacia el gobernador. El punto más álgido de la tirantez entre Leyva y los hacendados se dio con la ley de hacienda para 1874 que indicaba que los mayores gravámenes fiscales del estado recaerían en menos de una decena de los hacendados mejor habidos. La desavenencia se respaldó por la argumentación de una “incompetencia de origen” del gobernador. Los hacendados aseguraban que Leyva ocupaba la gubernatura de manera fraudulenta. Ello dio pie a un largo proceso jurídico que ocupó diversas tribunas, conocido como el Amparo Morelos.128 Entre otras cosas, este conflicto implicó la relocalización de la capital en Cuautla entre 1874 y 1876. Esto se debió a que parecía menos factible que los residentes del oriente del estado de Morelos respaldaran un “levantamiento de los hacendados”, quienes amenazaban con responder con las armas en la mano.129 La llegada de la época porfirista a Morelos fue precedida por un nuevo brote rebelde, aún más grande y exitoso que el levantamiento concluido en 1872. Desde 1875 los sublevados de la región se agruparon nuevamente en torno a

82

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Porfirio Díaz. Para finales de enero de 1876, tanto Miguel Negrete como Díaz se habían vuelto a declarar en rebelión, exigiendo la renuncia del presidente Lerdo de Tejada, una vez más por el tema de la reelección.130 Enarbolaron entonces el Plan de Tuxtepec. El avance de Díaz detonó la insurrección en Morelos, encabezada principalmente por Inocencio Guerra. En el éxito del movimiento en la región tuvieron que ver las promesas de restitución agraria que hizo Díaz a los pueblos de Morelos.131 Nuevamente aparecieron nombres conocidos como el de Feliciano Chavarría, quien disputó la jerarquía de jefe principal de la dirigencia insurrecta de Morelos con Guerra. En el orden regional, a la rebelión se sumaron otros hombres clave, como Vicente Riva Palacio. Para los tiempos de la Revolución de Tuxtepec, se dijo que en Morelos “jamás se habían visto tantas partidas de pronunciados por estos rumbos y tan generalmente apoyadas por las poblaciones”.132 La insurrección en Morelos se fue acelerando conforme avanzó 1876 hasta que Díaz arribó a la presidencia que Sebastián Lerdo de Tejada había abandonado.

Comentarios finales Esta primera rebelión porfirista del estado de Morelos no apareció desde un vacío social, ni como un fenómeno excepcional en la región. Los grupos rebeldes que aparecieron en la región después de la restauración de la República, dieron continuidad a los levantamientos de años anteriores. Aunque en 1867 cesaron las viejas luchas por la religión, los fueros, la intervención y el imperio, la larga dinámica rebelde de Morelos no se apagó. Por el contrario, se fue ajustando al marco de las nuevas pugnas políticas. En el plano regional, las motivaciones se fueron renovando con temas como la erección del estado de Morelos, la legitimidad del gobierno juarista, la disputa por la capital estatal o la gubernatura de Francisco Leyva. En el caso del porfirismo como fórmula opositora al juarismo, éste logró aglutinar en Morelos a nuevos rebeldes. Al porfirismo estatal se sumaron los más diversos actores. Aparecieron aquellos que demandaron la erección del estado (como el caso de Rosario Aragón), los descontentos del régimen republicano central representado por Juárez y del estatal encarnado por Leyva (caso de Feliciano Chavarría). Incluso, al movimiento insurrecto antireeleccionista se fueron sumando antiguos conservadores/ intervencionistas/ imperialistas como Quesadas y Olavarría. Es importante recalcar la interregionalidad de los conflictos señalados pues, con mucho, superaron los límites geopolíticos establecidos con la creación del estado de Morelos en 1869. El movimiento morelense estuvo claramente influido por lo que pasaba en Puebla y Guerrero, con las operaciones de Miguel Negrete y Jesús María Visoso respectivamente. Esto resultó una continuidad, pues habitualmente las movilizaciones armadas en Morelos hicieron voltear

83

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

a ver lo que ocurría en otras regiones, lo que ocurrió desde tiempos de la Independencia. El estado de Morelos nació en medio de la falta de credibilidad en torno a las instituciones y los gobernantes emanados del republicanismo liberal. Incluso si se veía al interior de su propia fórmula política. La rebelión de Jonacatepec tuvo mucho de eso. Sus dirigentes –caso de Chavarría y Aragónposeían cierto peso político. Habían pisado importantes tribunas y ostentado puestos de relevancia. Sin embargo, ante las múltiples reyertas políticas optaron por el camino de las armas y la disidencia. En el otro lado aparecía un joven gobernador, Francisco Leyva, que representaba lo contrario: la más férrea defensa de las instituciones y actores del gobierno. Leyva luchó por estos asuntos durante más de una década. Sin embargo, sus estrategias para lograr la paz y ordenar su territorio, pusieron en duda su legitimidad y consenso. Para entonces, Porfirio Díaz emergía como la principal figura opositora del país, enfrentado con Benito Juárez a través de la fórmula del antireeleccionismo. En Morelos, las movilizaciones de sus simpatizantes cobraron dimensiones considerables en dos tiempos. Primero en concordancia con el Plan de la Noria y después en torno del Plan de Tuxtepec. Irónicamente, fue con la larga consolidación del porfirismo como régimen -alejado diametralmente de su posición de oposición-, en que se abatió con mayor furia a los movimientos rebeldes diseminados en el estado de Morelos. Esta situación habría de prosperar hasta que, como una olla de presión desbordada -y frente a las mismas fórmulas que llevaron a Díaz al poder-, todo estalló en 1911.

Pittman, Dewitt Kenietth, Hacendados, campesinos y políticos. Las clases agrarias y la instalación del Estado oligárquico en México 1869-1876, Fondo de Cultura Económica, México, 1994. 2 López González, Valentín, Morelos: Historia de su integración política y territorial, 1200-1977, Cuadernos históricos morelenses, México, 1998, pp. 41-49. 3 Se relacionó la propuesta de anexión de los distritos de Morelos y Cuernavaca con los asesinatos de San Vicente y Chiconcuac de 1856, así como el asesinato del ex diputado Rafael Jáquez por el conservador Juan Vicario. Jáquez, gente de Juan Álvarez, había enarbolado en el Constituyente de 1856 la bandera de la anexión al estado de Guerrero. Cf. Mallon, Florencia, “Los campesinos y la formación del Estado en el México del siglo XIX: Morelos, 1848-1858”, en Secuencia, Revista Americana de Ciencias Sociales, sept.-dic, México 1989, pp. 47-96; El Genio de la Libertad, Barcelona, 1 de mayo de 1857. 1

“La reconstrucción del antiguo estado de México (elaborado por vecinos de Tepoztlán)”, en El Siglo Diez y Nueve, 31 agosto de 1867. 4

84

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Carta remitida por Francisco Pacheco a La Enseña del Pueblo, periódico semi-oficial del Tercer Distrito del Estado de México, que apareció en tres partes. La cita corresponde al martes 10 de septiembre de 1867. 6 El Arca de la Ley, 6 de diciembre de 1867. 7 El Siglo Diez y Nueve, 26 de mayo de 1863. 8 “Se insiste en que el estado de Morelos se consolide”, 12 de agosto de 1867”, en Juárez, Benito, Documentos, Discursos y Correspondencia. Selección y notas de Jorge L. Tamayo. Edición digital coordinada por Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, CD editado por la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, 1ª. Ed. electrónica, México, 2006. 9 Ibídem. 10 “Proclama al disolver las fuerzas del tercer distrito militar del C. Francisco Leyva”, en El Siglo Diez y Nueve, 9 de agosto de 1867. 11 “Se insiste en que el estado de Morelos se consolide”, 12 de agosto de 1867, en Juárez, Documentos y discursos, 2006. 12 El presidente Juárez, durante la Intervención Francesa, ya había tenido un desencuentro con Jesús González Ortega, otro de sus generales más connotados, por el mismo motivo. González Ortega pretendía acceder a la presidencia que Juárez se empeñó en no dejar. González Ortega se colocó en una posición de franca desobediencia que fue respaldada por distintos movimientos regionales que lo designaron como “presidente legal”. Uno de los simpatizantes de González Ortega fue Miguel Negrete. Cf. Díaz Zermeño, Héctor y Javier Torres Medina, México: de la Reforma y el Imperio, FES-Acatlán, Universidad Nacional Autónoma de México, p. 170. 13 La Enseña del Pueblo, 15 de octubre de 1867. 14 Ibídem. 15 La Constitución Social, 22 de noviembre de 1868. 16 Pittman, Hacendados, 1994, p. 26. 17 Zarco, Francisco, “La Pacificación”, en El Siglo Diez y Nueve, 24 de julio de 1868. 18 “Ley contra los Conspiradores”, 8 de mayo de 1868, en Juárez, Documentos, 2006. 19 “Ya no son posibles los pronunciamientos con pretexto político”, 2 de julio de 1868, en Juárez, Documentos, 2006. 20 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Ramo Gobernación legajos (en adelante Gob. L.), sin sección (en adelante s/s), caja 547, año 1868. 21 Zarco, Francisco, “La Pacificación”, en El Siglo Diez y Nueve, 24 de julio de 1868. 22 “El jeneral Márquez”, en El Pájaro Verde, 30 de marzo de 1867. 23 Miguel Negrete fue un militar singular con cambios constantes de bandera: en abril de 1858 se unió a la revolución conservadora y participó en las batallas de Toluca y Calpulalpan, con la que se puso fin a la guerra de Reforma. Tras el triunfo de Benito Juárez y los liberales, se acogió a la amnistía ofrecida. Durante la Intervención Francesa participó en varias batallas del lado de los nacionalistas, como en la defensa de Puebla, el 5 de mayo de 1862 siendo nombrado por Benito Juárez ministro de Guerra y Marina en marzo de 1864. En agosto de 1865 renunció al cargo y, poco después, apoyó las pretensiones presidenciales del general 5

85

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Jesús González Ortega. Al triunfo de la República, tomó parte en las sublevaciones contra los gobiernos de Juárez y de Sebastián Lerdo de Tejada, lo que le valió el encarcelamiento del que fue defendido con la intervención de célebres liberales que resaltaban su valor y participación en los triunfos republicanos, entre ellos, Francisco Leyva (Véase La Iberia, 20 de julio de 1870). Años más tarde, también se sublevaría contra Porfirio Díaz a quien apoyó en su llegada a la presidencia de la República, véase Reina, Leticia, Las rebeliones campesinas en México, 1819-1906, Siglo XXI, México, 1980, p. 306. 24 Dicho conflicto era una extensión del encono postindependentista entre Nicolás Bravo, maestro de Jiménez y Juan Álvarez, quien había heredado su cacicazgo político, sustancialmente debilitado con su muerte, a su hijo Diego. Cf. Salazar Adame, Jaime, “Movimientos populares durante el porfiriato en el estado de Guerrero”, en Katz, Friedrich y Jane-Dale Lloyd (coord.), Porfirio Díaz frente al descontento popular regional, 1891-1893: antología documental, Universidad Iberoamericana, México, 1986, pp. 97-184. 25 La Constitución Social, 10 de noviembre de 1868. 26 La Iberia, 14 de enero de 1869. 27 La Iberia, 27 de enero de 1869. 28 La Iberia, 10 de enero de 1869. 29 AGN, Gob, Tranquilidad Pública (en adelante TP) leg. s/s, 1869, f. 4. 30 “Acta de sublevación en Puebla”, 3 de febrero de 1869, en Juárez, Documentos, 2006. 31 “Se trata de cercar a Miguel Negrete”, 6 de febrero de 1869, en Juárez, Documentos, 2006. 32 La Iberia, 14 de febrero de 1869. 33 “En caso de ser elegido, Porfirio Díaz aceptará la gubernatura del futuro estado de Morelos”. Oaxaca, marzo 20 de 1869, en Juárez, Documentos, 2006. 34 López González, Morelos, 1988, p. 50. 35 “Se erige en definitiva el Estado de Morelos”, decreto de erección del estado de Morelos, art, 1°”, 17 de abril de 1869, en Juárez, Documentos, 2006. 36 Cf. López González, Morelos, 1988. 37 La Iberia, 21 de abril de 1869. 38 Díaz, Porfirio, Archivo del general Porfirio Díaz, memorias y documentos, Prólogo y notas de Alberto María Carreño, Colección de obras históricas mexicanas núm. 2-3, Editorial Elede en colaboración con el Instituto de Historia de la UNAM, México, 1947-1961, 30 tomos, t. VII, p. 285. 39 “Estado de Morelos”, en La Iberia, “4 de mayo de 1869. 40 “Fusilados”, en La Iberia, 21 de mayo de 1869. 41 Fondo Mariano Riva Palacio, Col. Nettie Lee Benson, Univ. Texas. Versión microfilmada del AGN (en adelante FMRP). Doc. 8007 Pacheco, Francisco. Morelos, 4 de mayo de 1869. 42 AGN, Gob, TP, 1869, 4a. fs. 1-2. 43 FMRP, Doc. 8007 Pacheco, Francisco. Morelos, 4 de mayo de 1869. 44 Periódico Oficial, 20 de febrero de 1872. 45 La Sociedad, 29 oct 1860. 46 El Siglo Diez y Nueve, 10 de agosto de 1861. 47 El Siglo Diez y Nueve, 6 de septiembre de 1861. 48 El Monitor, 18 de septiembre de 1861.

86

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Bazaine, Achille François, La intervención francesa en México según el archivo del mariscal Bazaine.Documentos inéditos o muy raros para la historia de México, t. 14, Ed. Vda. de C. Bouret, México, 1907, p. 169. 50 El Siglo Diez y Nueve, 21 de octubre de 1867. 51 Pittman, Hacendados, 1994, p. 37. 52 “Decidir la capital de Morelos, crea un problema espinoso”, Cuernavaca, agosto 18 de 1869, en Juárez, Documentos, 2006. 53 Ibídem. 54 “Determinar la capital de Morelos vuélvese un problema político”, Cuernavaca, agosto 23 de 1869, en Juárez, Documentos, 2006. 55 Ibídem. 56 La Iberia, 27 de agosto de 1869. 57 La Iberia, 26 de septiembre de 1869, en una nota retomada de la Gaceta de Policía. 58 “Continúa el problema de la capital del estado de Morelos”, Cuernavaca, septiembre 29 de 1869, en Juárez, Documentos, 2006. 59 El Ferro-carril, 28 de septiembre de 1869. 60 “Morelos”, en El Ferro-carril, 30 de septiembre de 1869. 61 “Morelos”, en El Ferro-carril, 25 de octubre de 1869. 62 La Iberia, 4 de noviembre de 1869. 63 Periódico Oficial, 23 de noviembre de 1969. 64 Leyva Arciniegas, Francisco, Primer Informe del Ciudadano Gobernador Constitucional Francisco Leyva Arciniegas, Cuadernos Históricos Morelenses, México, 1999, p. 3. 65 El Ferro-carril, 8 de enero de 1870. 66 El Ferro-carril, 11 de enero de 1870. Frías y Soto fue sustituido por Rafael González Garay. 67 La Iberia, 5 de febrero de 1870. 68 “El coronel Vizoso en movimientos sospechosos”, Guerrero, 6 de enero de 1870, en Juárez, Documentos, 2006. 69 La Iberia, 27 de enero de 1870. 70 La Iberia, 11 de enero de 1870. 71 “Maniobras políticas en el estado de Morelos”, Cuernavaca, 16 de enero de 1870, en Juárez, Documentos, 2006. 72 La Iberia, 27 de enero de 1870. 73 “Plan del levantamiento de Jonacatepec”, 9 de febrero de 1870, en Juárez, Documentos, 2006. 74 La Iberia, 13 de febrero de 1870. 75 “El gobierno no considera a Porfirio Díaz ligado al plan anterior”, México, 16 de febrero de 1870, en Juárez, Documentos, 2006; Díaz, Archivo, 1947-1961, p. 179. 76 La Sociedad, 29 de octubre de 1860. 77 La Iberia, 16 de febrero de 1870. 78 FMRP, Doc. 8384, Francisco Limón, 6 de enero de 1870. 79 El Siglo Diez y Nueve, 11 de marzo de 1870; Pittman, Hacendados, 1994, p. 30. 80 Pittman, Hacendados, 1994, p. 35-36. 49

87

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La Iberia, 21 de agosto de 1870. AGN, Gob., TP, leg s/s, 1870, fs. 4-8. 83 La Iberia, 8 de mayo de 1870. 84 La Iberia, 28 de mayo de 1870. 85 La Iberia, 20 de julio de 1870. 86 Ibídem. 87 La Iberia, 26 de julio de 1870. 88 La Iberia, 13 de septiembre de 1870. 89 Ibídem. 90 La Iberia, 20 de octubre de 1870. 91 El Clamor del Pueblo, 20 de agosto de 1870. 92 Tanto Silvestre Rojas como Salomé Plascencia fueron los principales líderes de la banda de los Plateados. Rojas por el rumbo de Jantetelco y Plascencia en el área de Yautepec. Véase Barreto Zamudio, Carlos Agustín, Rebeldes y bandoleros en el Morelos del siglo XIX. Un estudio histórico regional, Gobierno del estado de Morleos, 2012. 93 El Clamor del Pueblo, 20 de agosto de 1870. 94 “No fue posible un avenimiento entre los poderes de Morelos”, Cuernavaca, 13 de marzo de 1871, en Juárez, Documentos, 2006. 95 La Iberia, 9 de mayo de 1871 96 Periódico Oficial, 27 de enero de 1873 97 La Iberia, 23 de febrero de 1871. 98 La Iberia, 29 de junio de 1871, 1 de julio de 1871. El Siglo Diez y Nueve da la versión contraria, Cf. La Iberia, 2 de julio de 1871. 99 La Iberia, 25 de julio de 1871, 27 de julio de 1871. 100 La Iberia, 12 de octubre de 1871. 101 La Iberia, 11 de octubre de 1871. 102 El Ferro-carril, 6 de octubre de 1871. 103 La Iberia, 20 de octubre de 1871. 104 La Iberia, 27 de diciembre de 1871. 105 Pittman, Hacendados, 1994, pp. 24. 106 La Iberia, 5 de enero de 1872. 107 La Iberia, 28 de enero de 1872, 30 de enero de 1872. 108 La Iberia, 4 de febrero de 1872. 109 La Iberia, 22 de febrero de 1872. 110 La Iberia, 24 de febrero de 1872. 111 El Ferrocarril, 16 de abril de 1872. 112 El Siglo Diez y Nueve, 12 de julio de 1872. 113 Ibid. 114 FMRP, Doc. 8452. 115 Periódico Oficial, 20 de febrero 1872. 116 La Iberia, 11 de junio de 1872. 117 Periódico Oficial, 20 de febrero de 1872. 81 82

88

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La Iberia, 26 de abril de 1872. Ibídem. 120 Periódico Oficial, 19 de marzo de 1872. 121 La Iberia, 8 de agosto de 1872. 122 La Colonia Española, 31 de enero de 1877. 123 Ibídem. 124 Pittman, Hacendados, 1994, p. 83. 125 El Eco de Ambos Mundos, 10 de junio de 1873. 126 El Eco de Ambos Mundos, 24 de junio de 1873. 127 La Voz de Morelos, 24 de julio de 1873. 128 Cf. Velasco, Emilio, El amparo de Morelos, Colección de Artículos publicados en “El Porvenir” (1874), Suprema Corte de Justicia de la Nación, México, 2005. 129 Cf. Pittman, Hacendados, 1994. 130 Ibídem, p. 117. 131 Véase “Cap. XXIII. Don José Zapata y las promesas de Porfirio Díaz”, en Sotelo Inclán, Jesús, Raíz y Razón de Zapata”, Instituto de Cultura de Morelos, 2010, pp. 353-382. 132 “Morelos”, en El Siglo Diez y Nueve, 16 de mayo de 1876. 118 119

89

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

3

El Plan de Ayala: Plan libertador para acabar con la opresión y redimir a la Patria Francisco Pineda Gómez

Mexicanos: considerad que la astucia y mala fe de un hombre está derramando sangre de una manera escandalosa; su sistema de gobierno está aherrojando a la patria y hollando con la fuerza bruta de las bayonetas nuestras instituciones… Pueblo mexicano, apoyad con las armas en la mano este Plan y haréis la prosperidad y bienestar de la patria. Plan de Ayala.

91

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Gral. Emiliano Zapata Salazar.

92

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

El Plan de Ayala: Plan libertador para acabar con la opresión y redimir a la Patria

L

Francisco Pineda Gómez

a Junta Revolucionaria del Estado de Morelos que proclamó el Plan de Ayala, en noviembre de 1911, manifestó su propósito de “acabar con la tiranía que nos oprime y redimir a la Patria de las dictaduras que nos imponen”. Llamó a todo el pueblo de México a luchar con ese fin. No convocó solamente a los campesinos ni sólo a los habitantes del sur de la república. Apeló a la conciencia de los mexicanos y, por esto, aquella voz insurrecta resuena hasta nuestros días. La proclama fundamental del zapatismo actualizó la historia nacional. Hizo presente la memoria de las luchas, en una coyuntura revolucionaria de México. Por eso, el Plan de Ayala tuvo una extraordinaria recepción y fue procesado positivamente en el seno del pueblo. Miles de personas, mujeres y hombres, ancianos y adolescentes, engrosaron las filas del ejército rebelde. Muchos más impulsaron, sin armas, la causa justa del pueblo y la jefatura del Sur se propuso combinar las diversas formas de lucha. El general en jefe del Ejército Libertador, Emiliano Zapata, destacó ese elemento de la estrategia. Era indispensable acoplar la diversidad y orientar todos los esfuerzos a conseguir los objetivos centrales de la lucha, el interés común, la revolución y la república: “No es preciso que todos luchemos en el campo de batalla, lo indispensable es que todos nos irgamos resueltos a defender el interés común… Llamad a vuestras conciencias, meditad un momento sin odio, sin pasiones, sin prejuicios; y esta verdad, luminosa como el sol, surgirá inevitablemente ante vosotros: la revolución es lo único que puede salvar a la república”.1

FRANCISCO PINEDA GÓMEZ. Doctor en Antropología y profesor investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Autor de La irrupción zapatista, 1911, de La revolución del Sur, 1912-1914, y de Ejército Libertador, 1915. Ediciones ERA, 1997, 2005 y 2013 respectivamente.

93

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Historia y revolución El Plan de Ayala —y en general, la lucha zapatista— unió las causas de liberación social y liberación nacional, en una sola lucha, porque no era posible alcanzar la emancipación mientras quedara en pie el régimen colonial de las haciendas, que implantó Hernán Cortés. En este sentido, los manifiestos en náhuatl del zapatismo hicieron explícita la unidad indisoluble de las tareas de liberación social y nacional. Allí, el Ejército Libertador señaló que la lucha es por “nuestra querida Madre Tierra, México” (to tlalticpac-nantzi, México). Por esto, desde la historia de la cultura, es necesario y es posible rescatar el concepto de pueblo, Altépetl. Simboliza la unidad de la población, el agua y la tierra; como tal, está presente en las raíces más profundas del Plan de Ayala. Este concepto es la base de la tarea revolucionaria y descolonizadora de México: restituir las tierras, montes y aguas usurpadas a los pueblos. Resulta significativo que tal nitidez política ocurriera en lengua mexicana, el sistema de códigos que rompió la colonización y resurgió con vigor en el zapatismo. En aquella ocasión, el general en jefe Emiliano Zapata convocó a los pueblos y combatientes de Tlaxcala, al “gran trabajo que haremos ante nuestra querida Madre Tierra, que se dice Patria” (huei tequitl tlen ticchihuazque ixpan to tlalticpac-nantzi, mihtoa Patria).2 Tierra-Patria, Tierra-México, operó como principio articulador de la identidad política zapatista. En él convergen todos los antagonismos de la colonialidad del poder: entre los pueblos y las haciendas, así como entre México y los monopolios extranjeros de la era imperialista. Además, esta unidad de sentido —liberación social, Tierra e independencia nacional, Patria— se puede observar y valorar en las acciones, los discursos, imágenes fotográficas, corridos y testimonios orales de la revolución del sur. Don Macedonio, yo le quería también preguntar: ¿usted qué opinión tiene en cuanto a su nacionalidad, a ser mexicano, qué es lo que lo hace ser mexicano? Pues ayudar a los decaídos es un emblema, ayudar a los decaídos; cómo los ayudo y todo, y estimarnos todos como hermanos. Así. Por ejemplo, ¿qué lo hace a usted sentirse mexicano? Pues, la sangre se me enardece. Siento querer llorar, quiero defenderlos todavía más de lo que los he defendido. Todavía más de lo que los defendí, quiero todavía más en algunas otras cosas.

94

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Es lo que me hace ser mexicano, que estén... que no haiga miserias, que haiga abundancia en todo. Eso me hace ser a mí mexicano y ser patriota y defender a la patria. Defender a los suyos es la patria. ¿Qué otra cosa nos haría ser mexicanos? Pues, ya no tengo más que morir por la patria, es lo que me hace sentir mexicano, en algún caso que haiga alguna invasión. Eso es todo, no ver a la gente que sea esclava. ¿Entonces el defender nuestro territorio y defender nuestro bienestar, digamos, unos con otros, es lo que nos identificaría como mexicanos? Y morir hasta el último momento defendiendo a la patria. Teniente de caballería Macedonio García Ocampo, Ejército Libertador.3 Qué experiencias propias había en el corazón de aquellos insurgentes, al momento de dar el paso al frente y lanzar el gran desafío: sólo la revolución puede salvar a la república. Qué deliberaciones y conflictos mentales tuvieron al jurar —ante la bandera de México— vencer o morir por la causa justa del pueblo. Nosotros, en la actualidad, no podemos saberlo. Sólo contamos con algunos testimonios y el texto del “Plan Libertador de los hijos del Estado de Morelos afiliados al Ejército Insurgente”, para conocer un poco acerca de esa historia nuestra. El coronel Joaquín Páez recordó un episodio elocuente. Antes del levantamiento armado de Villa de Ayala (marzo de 1911), Emiliano Zapata dijo que “no sería patriótico ni razonable derramar sangre nada más para quitar al general Díaz y poner en su lugar a Madero”. Era necesario que Madero “estuviera dispuesto a devolver sus tierras a los pueblos” y que se comprometiera a resolver el problema del campo en toda la república. Porque era “una vergüenza que teniendo un territorio tan extenso, los mexicanos y, especialmente los campesinos, se estuvieran muriendo de hambre en su propia patria”. Añadió, “que era muy bueno el ‘sufragio efectivo y la no reelección’; pero que antes que pensar en la política había que pensar en la tortilla para todos los mexicanos y no solamente para una manada de lobos voraces que se habían apoderado de toda la riqueza”. Emiliano Zapata señaló: esta bandera no es nueva; antes, la enarboló el gran Morelos y “es natural que, nosotros, hijos del Estado que lleva su nombre, defendamos estos ideales”.4 Punto por punto, estas ideas quedaron inscritas en el Plan de Ayala. En ese aspecto, el símbolo de José María Morelos tuvo un sentido normativo, para

95

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

la revolución del sur. Especialmente, si consideramos que los Sentimientos de la Nación expuestos por Morelos en el Congreso de Chilpancingo —independencia nacional, soberanía del pueblo, república, igualdad social, abolición de la esclavitud y abolición de los tributos a pueblos indígenas— tienen fuerza de ley y su respaldo es la fuerza insurgente. La revolución del sur, asimismo, volvió presente la memoria de la defensa de la república. Los zapatistas reivindicaron la lucha armada del pueblo —que encabezara Benito Juárez— contra los reaccionarios, la invasión francesa y el imperio de la dinastía europea de los Habsburgo. No era necesario ser ‘intelectual’, para poner la vida en la batalla por la justa causa de México. El general Otilio Montaño compartía este punto de vista y, junto con Emiliano Zapata, envió una circular para que los jefes surianos se empeñaran más en el trabajo de instalar las escuelas primarias de la revolución. “No es necesario que el instalador sea profesor o haya servido en las escuelas… Dicho trabajo sólo exige un poco de buena voluntad y el suficiente patriotismo”.5 En el pueblo La Luz de Juárez, municipio de Alcozauca, distrito de Morelos del estado de Guerrero, a los 16 días del mes de febrero de 1915, ante los testigos que al calce se expresan, hacemos constar para conocimiento del ciudadano general Emiliano Zapata y de los revolucionarios que defienden el Plan de Ayala lo que sigue: Primero. Que reconocemos que el Plan de Ayala es el único que contiene bien definido el programa agrario que demanda el pueblo mexicano y que su realización hará la paz nacional. Segundo. Que protestamos, por el honor de nuestros padres y de nuestros hijos, defender y luchar siempre por el exacto cumplimiento del Plan de Ayala; poniendo a disposición de la causa revolucionaria que se sostiene los elementos de guerra con que contamos, y con los cuales seguiremos luchando en pro de la sagrada causa del pueblo. Con lo que terminó el acto y se levantó la presente acta por triplicado, mandando una de ellas al ciudadano general Emiliano Zapata, para su constancia. Coronel Ireneo Díaz, 25 firmas y por todos los ciudadanos que no saben firmar lo hago yo, capitán 1º Florentino Paz. Ejército Libertador de México.6

96

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La coyuntura y el primer argumento En noviembre de 1911, el momento era poco propicio —en apariencia— para lanzar un nuevo llamado insurreccional. Ese mes, el líder de la revuelta antidictadorial, Francisco Madero, había llegado a la presidencia de la república y su voz triunfante resonaba en los salones de fiesta y las páginas de los diarios. “Yo nunca prometí repartir las haciendas”, decía Madero, y los terratenientes le aplaudían con entusiasmo. A principios de aquel mes, los zapatistas intentaron negociar la paz con el gobierno de Madero. Y por respuesta recibieron una emboscada. Mientras Emiliano Zapata y Otilio Montaño trataban de llegar a un acuerdo con el negociador del gobierno, Gabriel Robles Domínguez, se formó el cerco sobre Villa de Ayala. El general Arnoldo Casso López avanzó desde Cuautla; parte del 11º regimiento se colocó en la hacienda de Coahuixtla; una fracción del 34º batallón con artillería cubrió desde ese punto hasta la barranca del Cuatro; otra parte del mismo grupo, con tropas del 9º regimiento y falanges rurales de Gobernación cubrieron el lado oriente y sur, colocando sus fuerzas en Tenextepango y Chinameca. Completó el dispositivo, con apoyo del 9º regimiento, el figueroista Federico Morales, asesino del jefe rebelde Gabriel Tepepa originario de Tlaquiltenango. Morales esperó emboscado a que Zapata se retirara por el rumbo de Moyotepec. El combate inició a las tres de la tarde y continuó hasta el anochecer, cuando Zapata pudo salir de la trampa. Esto fue decisivo. El mismo día que los rebeldes se reunieron en Ayoxuxtla para promulgar el Plan de Ayala, el embajador Henry Lane Wilson ofreció un brindis, para respaldar a Madero, en nombre del gobierno de los Estados Unidos: “Nosotros, americanos, no nos mezclamos en política o revolución mexicana, excepto, quizá, en que pudiéramos urgir más políticos y menos revoluciones... Estaremos a su lado sin reserva alguna”.7 Al expresar este apoyo, implícitamente, Wilson se refería al conflicto del gobierno con los zapatistas. Poco antes, había escrito al Departamento de Estado que “el famoso bandido Zapata está aterrorizando partes de los estados de Veracruz, Puebla, Morelos, Guerrero y México, y sus bandas han cometido toda suerte de crímenes a 40 millas de la ciudad capital”. 8 Por su parte, Victoriano Huerta —el general que escoltó a Porfirio Díaz hasta Veracruz— también brindó por Madero: “No dude usted del ejército nacional, señor presidente, pues todos son hermanos míos y le protesto a usted de nuevo nuestra adhesión y respeto”. Los comensales tributaron una delirante ovación a Victoriano Huerta, quien estaba verdaderamente emocionado, según El Diario.9 Otra cosa será el respaldo de Henry Lane Wilson, ‘sin reserva alguna’, al cuartelazo de Victoriano Huerta y el asesinato de Madero. Pero, a finales

97

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

de 1911, el poder imperial y el poder del dinero, además de la prensa y el ejército, apoyaban a Francisco Madero. Su triunfo en las elecciones —se dijo— había sido “aritméticamente unánime”. Es decir, obtuvo más de 19 mil votos, sobre un total de 20 mil electores, en un país de 14 millones de habitantes: aritméticamente, el 0.1 por ciento de la población. Wilson no pasó por alto este dato. Reportó al Departamento de Estado que, “a pesar de no haber sido influenciadas por la amenaza de la policía y del ejército, en vista del muy poco grado de representatividad, las elecciones fueron ridículas”.10 Los hombres del sur respondieron, a la negativa de Madero para cumplir sus compromisos agrarios y a la emboscada militar de Villa de Ayala, proclamando el Plan de Ayala. Esto produjo la gran bifurcación de la revolución mexicana. Otros sujetos pasaron al frente del escenario de la historia y, con la ruptura zapatista, otras cosas que asuntos electorales comenzaron a ventilarse como problemas fundamentales de la república. En aquellas condiciones, el discurso de la Junta Revolucionaria del Estado de Morelos debía ser muy convincente, porque su propósito era levantar la bandera de una lucha legítima del pueblo. ¿Cómo resolvieron tal problema los zapatistas? En primer término, expusieron los hechos; es decir, la experiencia propia, directa y reciente del levantamiento contra la dictadura porfirista. Además, junto con los hechos, plantearon los principios fundamentales para continuar la revolución. El pueblo mexicano… fue a derramar su sangre para reconquistar libertades y reivindicar sus derechos conculcados, y no para que un hombre se adueñara del poder. Plan de Ayala. Hechos y principios, las dos premisas, se enlazaron en la argumentación zapatista. Ahí se delinearon los campos de la contienda. En el espacio propio de los rebeldes: el pueblo mexicano, su sangre, sus libertades y sus derechos, la revolución y la soberanía nacional, la patria. En el otro bando, Madero y sus aliados: él “dejó en pié la mayoría de los poderes gubernativos y elementos corrompidos de opresión del gobierno dictatorial”; ha entrado en “contubernio escandaloso con el partido científico, hacendados, feudales y caciques opresores, enemigos de la revolución”. Estos elementos “no son ni pueden ser, en manera alguna, la representación de la Soberanía Nacional”; están “abriendo nuevas heridas al seno de la patria”. Madero “ha hecho del Sufragio Efectivo una sangrienta burla al pueblo”; “trata de acallar con la fuerza bruta de las bayonetas y de ahogar en sangre a los pueblos”; nos llama bandidos y “condena a los pueblos a la guerra de exterminio”.

98

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La conclusión suriana fue categórica, fulminante. Por estas consideraciones declaramos al susodicho Francisco I. Madero, inepto para realizar las promesas de la Revolución de que fue autor, por haber traicionado los principios con los cuales burló la voluntad del pueblo y pudo escalar el poder; incapaz para gobernar, por no tener ningún respeto a la ley y a la justicia de los pueblos; y traidor a la patria, por estar a sangre y fuego humillando a los mexicanos que desean libertades, a fin de complacer a los científicos, hacendados y caciques que nos esclavizan; y desde hoy comenzamos a continuar la revolución principiada por él, hasta conseguir el derrocamiento de los poderes dictatoriales que existen. Se desconoce como jefe de la revolución al señor Francisco I. Madero y como presidente de la República por las razones que antes se expresan, procurándose el derrocamiento de este funcionario. Plan de Ayala.

Estrategia de liberación México vivía una situación revolucionaria. Sin este dato sería imposible comprender el carácter histórico del Plan de Ayala y su radicalidad. El antagonismo social había llegado a producir condiciones extraordinarias. Especialmente, en el sur, la rebelión antidictatorial fue masiva y la toma de Cuautla, en mayo de 1911, fue crucial. Allí, los zapatistas pudieron percibir que, en la lucha, los humildes eran fuertes y los poderosos, débiles. Esta experiencia previa trastocó las relaciones de fuerza y, con ello, surgieron las condiciones de posibilidad para lanzar el gran desafío histórico, que los zapatistas plantearon al pueblo mexicano. Acabar con la opresión y redimir a la patria no es una locura, como dijera Madero al momento de leer el Plan de Ayala. En esa coyuntura revolucionaria, era una necesidad imperiosa fundada en la insurgencia popular, así como en los cuatro siglos de opresión y usurpación colonial. Además, en 1911, los revolucionarios del sur habían podido constatar que aquella enorme y difícil tarea, también, era posible. “En esta gran pugna de los muchos contra los pocos, de los hombres trabajadores contra los amos holgazanes, los despojados forman legión... Es formidable el empuje de los oprimidos

99

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

cuando se deciden a hacerse justicia, con las armas en la mano”, explicó otro manifiesto de Emiliano Zapata. Tal convicción había surgido de la propia experiencia del sur, previa al Plan de Ayala. Esa certidumbre radicaba en la práctica propia y directa, durante la toma de Cuautla, Jojutla, Jonacatepec, Metepec y tantos otros lugares donde se formó la multitud insurrecta de los oprimidos, conocida también como ‘la bola zapatista’. ¿Cómo llevar a cabo la liberación? Esta es la cuestión crucial del Plan de Ayala y se ubica más allá del conflicto inmediato con el gobierno de Madero, pertenece a la historia de larga duración. Allí, la Junta Revolucionaria del Estado de Morelos arribó al escalón más alto de la historia mexicana rebelde. El general en jefe Emiliano Zapata, en una carta a Gildardo Magaña, explicó de modo sencillo y rotundo la escala histórica de la revolución del sur. ¿Cómo se hizo la conquista de México? Por medio de las armas. ¿Cómo se apoderaron de las grandes posesiones de tierras los conquistadores, que es la inmensa propiedad agraria que por más de cuatro siglos se ha transmitido a diversas propiedades? Por medio de las armas. Pues, por medio de las armas debemos hacer que vuelvan a sus legítimos dueños, víctimas de la usurpación. El general en jefe, Emiliano Zapata.12 La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos estableció tres tareas fundamentales relativas a la propiedad: restitución, confiscación y nacionalización. Estas acciones se aplicarían, respectivamente, en contra de los usurpadores “hacendados, científicos o caciques”, los poderosos propietarios y los enemigos de la revolución. A su vez, los beneficiarios de estas medidas revolucionarias serían los pueblos y ciudadanos mexicanos, tanto los que hubieran sido despojados como los que sufran la miseria debido a la monopolización; además, las viudas y huérfanos de los combatientes de la revolución. Los zapatistas proclamaron, así, un código de justicia: la ley de los mexicanos desposeídos, diferente y opuesta a la ley de los opresores. Por eso, a los ojos de estos últimos el Plan de Ayala era una locura, un rompimiento de largo alcance, incluso con los principios del derecho romano, imperial y esclavista.

100

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

En el primer caso, la restitución de las tierras, montes y aguas usurpadas, el artículo 6º del Plan de Ayala instauró el principio de acción directa: los pueblos y ciudadanos despojados tomarían esas propiedades y las habrían de defender con las armas en la mano. Aquí no había promesa, para después, y el ejecutor de la acción no era el Estado. Al contrario, en este artículo, el después era para el adversario: “los usurpadores que se consideren con derecho… lo deducirán ante los tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la revolución”. Este principio de acción directa condujo a que el Plan de Ayala se volviera una práctica revolucionaria. No fue una utopía. Ciudadano general señor Emiliano Zapata Ante usted comparecemos respetuosamente manifestando que los vecinos de este pueblo de Zacango [Estado de México] se quejan amargamente que, desde que fue en el tiempo porfirista a esta fecha, no han gozado de garantías de ninguna clase. Siempre ha estado y está a la vez el pueblo oprimido por los adjudicatarios de terrenos. Estos dan vida al que quieren y terrenos buenos ellos los cultivan y al pobre le dan lo peor y con muchos requisitos de rentas de tres cargas de maíz por yunta. Y por tal motivo, ante usted, manifestamos nuestras quejas a fin de que, si usted cree conveniente, el pueblo desea estar libre de pagos de rentas y que tenga terreno suficiente para sembrar en el temporal venidero; pedimos nos libre órdenes para el reparto de terrenos así como para reconocer linderos que reconozcamos de la pertenencia de este pueblo. —Enterado. Tomen posesión de terrenos, montes y aguas de acuerdo al artículo 6º del Plan de Ayala. Que no paguen renta y que nombren a un guarda-tierra para que reparta los terrenos a la gente que necesita. El general en jefe Emiliano Zapata.13 Por contraste, según el principio institucional de la Reforma Agraria, el Estado “dota” de tierras a los “solicitantes”. De modo que los actores de este proceso son tres: el despojado “solicitante”, el despojador o monopolizador “afectado” y el Estado que se halla encima. Este último toma las decisiones de afectar o no afectar, dotar o no dotar, y capitaliza para sí el beneficio político de la acción agraria. En este caso, por décadas, el Estado instituyó y explotó una relación de dependencia sobre el campesino. Y así surgió un nuevo despojo: el sujeto “revolucionario” era el Estado, no el campesino, solicitante.

101

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos, asimismo, hizo un diagnóstico de la pobreza en México: “la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos no son mas dueños que del terreno que pisan, sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar en nada su condición social ni poder dedicarse a la industria o la agricultura, por estar monopolizadas en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas”. La injusticia de la pobreza en que vivía (vive) la gran mayoría de los mexicanos era producto de la monopolización. En consecuencia, el artículo 7º del Plan de Ayala estableció otra medida de justicia: confiscar a los monopolizadores de la riqueza “a fin de que los pueblos y ciudadanos de México, obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos o campos de sembradura o de labor y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos”. Si la restitución fue una acción de justicia ante un problema histórico de larga duración, el régimen colonial de las haciendas que traspuso la declaración de independencia; la confiscación de los monopolios afrontó un problema más reciente: la pobreza general de la era de los monopolios, en que una ‘manada de lobos voraces se apodera de toda la riqueza’. Esta segunda acción, que estableció el Plan de Ayala, debiera ser estudiada a fondo y valorada a plenitud. ¿Quién levanta, hoy, la tarea de confiscar a los monopolios para resolver la injusta pobreza de la mayoría de los mexicanos? ¿Y quién levantó, en aquel tiempo, esa bandera de la emancipación social? El Plan Político Social, promulgado en la Sierra de Guerrero, el 18 de marzo de 1911, estableció la abolición de los monopolios. Si bien, confiscar no es lo mismo que abolir (derogar, dejar sin vigencia), este Plan es importante porque fue un desafío a la monopolización capitalista moderna y fue suscrito por algunos futuros zapatistas: Dolores Jiménez y Muro, así como Gildardo y Rodolfo Magaña.14 El Plan de Ayala y el Plan de la Sierra de Guerrero abrieron brecha, en 1911, cuando la era de los monopolios capitalistas recién había comenzado. A este respecto, es posible tener en cuenta que la primera elaboración teórica revolucionaria acerca de estos monopolios fue publicada en 1910 —Rudolf Hilferding, El capital financiero— y sólo fue traducida al castellano hasta 1963. El Manifiesto del Partido Liberal Mexicano —promulgado el 23 de septiembre de 1911, poco antes del Plan de Ayala— fue un programa revolucionario excepcionalmente radical que planteó la tarea de abolir la propiedad privada. Pero no mencionó la cuestión de los monopolios y, además, la fuerza militar del magonismo había sido derrotada, en la incursión de Baja California. Aunque haya sido con limitaciones —confiscar, con indemnización, sólo una tercera parte de los monopolios de tierras, montes y aguas— el Plan de Ayala hizo un diagnóstico certero de la injusticia. Esto significaba delimitar

102

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

el campo revolucionario: ‘la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos que sufren la miseria, sin poder mejorar en nada su condición social’. Desde el punto de vista de las estrategias, los monopolizadores de las riquezas fueron ubicados en el campo enemigo de la revolución. Esto es decisivo, en el acervo histórico de las luchas. Al ciudadano Honorato García, Presidente municipal de Ahuacotzingo [Guerrero] Debidamente enterado de la comunicación de usted de fecha 21 del actual, en respuesta le manifiesto: con respecto a los sitios, ganados y otros intereses correspondientes a los enemigos de la revolución, desde luego deben quedar y quedan decomisados, pasando a poder del pueblo y para beneficio de los pobres, tanto más cuanto que de tales elementos se aprovecha el mal gobierno para prolongar indefinidamente esta lucha que sostenemos los necesitados contra los poderosos capitalistas y los monopolizadores de la tierra. El general en jefe, Emiliano Zapata.15 Más tarde, la cuestión de los monopolios será asumida por los zapatistas en sentido más amplio. “Y la lucha sigue: de un lado, los acaparadores de tierras, los ladrones de montes y aguas, los que todo lo monopolizan, desde el ganado hasta el petróleo”.16 A raíz de esta percepción extendida del problema de los monopolios, el general José Sabino Díaz propuso dos veces a la Convención Revolucionaria la nacionalización petrolera, en febrero y marzo de 1915. Desde su campamento en Tlalancaleca, Puebla, actualizó una frase de Sebastián Lerdo de Tejada y escribió: “Ahora o nunca… o salvamos a México con el petróleo, o lo hemos perdido para siempre”.17 El artículo 8º del Plan de Ayala profundizó la estrategia de lucha, para el conflicto entre los necesitados y los poderosos: se nacionalizarán los bienes de los enemigos de la revolución. En este caso, tercera acción sobre la propiedad, la enseñanza proviene de una experiencia histórica de mediana duración, las luchas por la república al inicio de la segunda mitad del siglo XIX. El Plan de Ayala expresa que, en esto, los surianos tenían por norma y ejemplo las leyes “puestas en vigor por el inmortal Juárez a los bienes eclesiásticos, que escarmentaron a los déspotas y conservadores que, en todo tiempo, han pretendido imponernos el yugo ignominioso de la opresión y el retroceso”. El argumento juarista fue explicado, posteriormente, por la jefatura de la revolución del sur. La paz en el país sólo podrá obtenerse si se logran dos

103

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

cosas: reducir a la impotencia a los elementos del antiguo régimen y crear intereses nuevos, vinculados estrechamente con la revolución. La primera labor, la de poner al grupo reaccionario en la imposibilidad de seguir siendo un peligro, se consigue por dos medios diversos: por el castigo ejemplar de los cabecillas, de los grandes culpables, de los directores intelectuales y de los elementos activos de la facción conservadora y por el ataque dirigido contra los recursos pecuniarios de que aquellos disponen para producir intrigas y provocar [contra] revoluciones; es decir, por la confiscación de las propiedades de aquellos hacendados y de aquellos políticos que se hayan puesto al frente de la resistencia organizada contra el movimiento popular… En apoyo de esta confiscación, milita la circunstancia de que la mayor parte, por no decir la totalidad, de los predios que habrá que nacionalizarse, representan intereses improvisados a la sombra de la dictadura porfirista, con grave lesión de los derechos de una infinidad de indígenas, de pequeños propietarios, de víctimas de toda especie, sacrificadas brutalmente en aras de la ambición de los poderosos. La segunda labor, o sea la creación de poderosos intereses afines de la revolución y solidarios a ella, se llevarán a feliz término, si se restituyen a los particulares y a las comunidades indígenas los inmuebles terrenos de que han sido despojados por los latifundistas y si este gran acto de justicia se completa, en obsequio a los que nada poseen ni han poseído, con el reparto proporcional de las tierras decomisadas a los cómplices de la dictadura o expropiados a los propietarios perezosos que no quieren cultivar sus heredades. Así se dará satisfacción al hambre de tierras y al rabioso apetito de libertad que se hace sentir de un confín a otro de la república, como respuesta formidable al salvajismo de los hacendados que han mantenido en pleno siglo XX, y en el corazón de la libre América, un sistema de explotación que apenas soportarían los más infelices siervos de la Edad Media europea. El Plan de Ayala, que traduce y encarna los ideales del pueblo campesino, da satisfacción a los dos términos del problema,

104

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

pues a la vez que trata como se lo merece a los jurados enemigos del pueblo, reduciéndolos a la impotencia y a la inocuidad, por medio de la confiscación establece en sus artículos 6º y 7º los dos grandes principios de la devolución de las tierras robadas (actos de imperiosa justicia) y de fraccionamiento de los predios expropiados, acto exigido a la vez por la justicia y por la conveniencia. Quitar al enemigo los medios de dañar, fue la sabia política de los reformadores del 57, cuando despojaron al clero sus inmensos caudales que sólo le servían para fraguar conspiraciones y mantener el país en perpetuo desorden con aquellos levantamientos militares que tan grande parecido tienen con el último cuartelazo [Victoriano Huerta, 1913], fruto también del acuerdo entre militares y reaccionarios. El general en jefe, Emiliano Zapata.18 Finalmente, además de la revolución en el régimen de propiedad y el derrocamiento del gobierno, la Junta Revolucionaria del Estado de Morelos estableció, en el Plan de Ayala, otra medida estratégica para la liberación de México: el federalismo. “Una vez triunfante la revolución que llevamos a la vía de la realidad, una Junta de los principales jefes revolucionarios de los diferentes Estados de la república convocará a elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión y éste, a su vez, convocará a elecciones para la organización de los poderes federales”. La revolución del sur no proclamó que, al triunfo, ‘yo’ seré el presidente de todos los mexicanos, como hiciera el Plan del Guadalupe de Venustiano Carranza. Los revolucionarios del sur fueron gente respetuosa. “Los surianos sabemos perfectamente que en cada región del país se hacen sentir necesidades especiales y que en cada una hay y debe haber soluciones adaptables a las condiciones peculiares del medio. Por eso no intentamos el absurdo de imponer un criterio fijo y uniforme, sino que al pretender la mejoría de condición para el indio y para el proletario —aspiración suprema de la revolución— queremos que los jefes que representen a los diversos Estados o comarcas de la república se hagan intérpretes de los deseos, de las aspiraciones y de las necesidades del grupo de habitantes respectivo, y de esta suerte, mediante una mutua y fraternal comunicación de ideas, se elabore el programa de la revolución”.19 El principio federalista del Plan de Ayala también fue un hito, en la historia política de la nación. Fue otro elemento de la estrategia de liberación: acoplar la diversidad y orientar todos los esfuerzos a conseguir el interés común: revolución y república, Tierra-Patria.

105

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Campañas de liberación Desde el inicio, el Plan de Ayala operó como orden de batalla, sirvió para dirigir la campaña militar y la política de alianzas zapatistas. Derrocar al gobierno —artículo primero— fue la meta necesaria vencer y así cumplir, con plenitud, los principios revolucionarios. En este sentido, el objetivo de atacar la ciudad de México también fue un elemento organizador de las alianzas surianas. Para alcanzar ese propósito se buscó la convergencia con otras fuerzas, inicialmente, con el general Pascual Orozco —quien fuera jefe militar de Pancho Villa, en 1911— y con el licenciado Emilio Vázquez Gómez, uno de los precandidatos del partido antirreeleccionista a la presidencia de la república, en 1910. “Estoy enterado del movimiento revolucionario del Norte” —escribió Zapata a Vázquez Gómez, tres meses después de la promulgación del Plan de Ayala— “por lo cual felicito a usted y espero que de esa manera combinemos los dos movimientos hacia la ciudad de México para terminar con el desastroso gobierno del traidor Madero”.20 A pesar de que esas relaciones con el Norte fracasaron, el Cuartel General del Sur no abandonó sus propósitos militares sobre la capital de la república. La primera campaña, marcada para estallar la noche del 15 de septiembre de 1912, en pleno zócalo capitalino, involucró la infiltración de combatientes en la metrópoli y un conjunto de operaciones de guerrilla suburbana. El plan consistió en realizar un ataque simultáneo desde dentro y por fuera de la ciudad.21 La segunda campaña, ya bajo la dictadura huertista, inició a mediados de mayo de 1913. Fue el momento en que el general Emiliano Zapata designó al general Angel Barrios —anterior jefe insurgente magonista— para llevar a cabo la preparación de la invasión, en las montañas próximas a la capital. La correspondencia que sostuvieron Zapata y Barrios, entre mayo y octubre de ese año, muestra los detalles de los preparativos y la coordinación que hubo con la red urbana zapatista en la capital del país. En la tercera campaña, que terminó con la caída del régimen militar en julio de 1914, el plan consistió en realizar las acciones desde la retaguardia, controlar por completo el estado de Guerrero, avanzar sobre Morelos y atacar la Ciudad de México. Ese año, después de la victoria sobre el huertismo, la comisión zapatista encabezada por Paulino Martínez levantó el Plan de Ayala, en la Convención de Aguascalientes, para establecer una alianza política con otras fuerzas revolucionarias del país. La proclama del Sur fue aprobada por aclamación, en los principios contenidos en sus Artículos 4º, 6º, 7º, 8º, 9º, 12º y 13º.

106

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

El Plan de Ayala es la condenación de la infidencia de un hombre que falta a sus promesas [Madero], y el pacto sagrado, la nueva alianza de la revolución con el pueblo, para devolver a éste sus tierras y sus libertades que le fueron arrebatadas desde hace cuatro siglos... Tierra y libertad, tierra y justicia, es lo que sintetiza el Plan de Ayala... no sillones presidenciales para los ambiciosos de mando y de riqueza... Si queréis que la historia os señale mañana como personalistas, únicos responsables de la continuación de la guerra, seguid defendiendo el Plan de Guadalupe. Si sois libertarios, amantes del progreso y del bienestar del pueblo mexicano, si deseáis la redención de la raza oprimida por cuatro siglos de injusticias, adheríos sin vacilar al Plan de Ayala. Paulino Martínez, Convención de Aguascalientes.22 Finalmente, la noche del 24 de noviembre de 1914, exactamente tres años después de la promulgación del Plan de Ayala, el Ejército Libertador ocupó la capital del país, combatiendo al Ejército Constitucionalista. Y, nueve días después, cuando arribaron las tropas villistas, los hombres del sur entregaron el Palacio Nacional al gobierno designado por la Convención de Aguascalientes. En esta situación, los zapatistas emprendieron nuevas tareas, encaminadas a forjar un programa revolucionario para la Convención y, al mismo tiempo, irradiar la insurgencia popular en otros territorios. El Plan de Ayala operó como eje de estas dos líneas de acción. En 1915, por lo menos salieron seis columnas del Ejército Libertador a promover la revolución más allá del territorio en que se había extendido el zapatismo: 1. El teniente coronel José Flores Alatorre y generales Manzo, Félix C. López y Benigno Zenteno, a la zona de Córdoba, Veracruz. 2. El general Aurelio Bonilla a Jalapa, Veracruz. 3. El teniente coronel Leobardo Ritel al Istmo de Tehuantepec. 4. El general Rafael Cal y Mayor a Chiapas, Tabasco y Yucatán. 5. El general Angel Barrios a Oaxaca. 6. El general Ladislao González y teniente coronel Ismael Limón a la zona del Nayar. Previamente, en 1913, otras columnas guerrilleras zapatistas, habían partido con destino a Colima y Jalisco, coronel Salatiel Alarcón; San Luis Potosí, profesor Cándido Navarro; y el estado de Hidalgo, generales Felipe Neri y Fortino Ayaquica, así como el coronel Juan Sánchez. Luego de tomar la capital del país, la acción revolucionaria del Ejército Libertador no se frenó. Y en conjunto, este despliegue de columnas guerrilleras

107

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

representó el punto de mira de la lucha zapatista; es decir, en la práctica, el territorio mesoamericano de la república fue su horizonte. Llegando al estado de Zacatecas [en los límites con el Territorio de Tepic], hice un manifiesto explicando las ventajas del Plan de Ayala y dando a conocer someramente éste; tuvo muy buena acogida, pues la generalidad de los pueblos ha sido despojada infamemente de sus propiedades. Muchos de los pueblos indígenas, como Santiago y otros, recibieron y simpatizaron desde luego por el Plan de Ayala. Varias veces hablé a los indígenas de la ventaja que obtendrían si se adhieren al Plan de Ayala, habiendo contado con infinidad de simpatizadores… Creo pertinente informar a ese Cuartel General, para que no pasen inadvertidas las gestiones de la primera comisión zapatista que propagó el Plan de Ayala en el Norte. La región es bastante propicia para conquistar más de 50 mil adeptos. Teniente coronel Ismael Limón, Ejército Libertador.23

Autonomía zapatista La Convención Revolucionaria de 1915, marcó el inicio de una nueva etapa del proceso revolucionario, desafortunadamente, malograda. Es duro y difícil reconocer que la unidad de la revolución del sur y la revolución del norte no se materializó. Pero, este es uno de los principales problemas de la Revolución Mexicana y merece ser estudiado a fondo y sin encubrimientos. Sólo así aquella experiencia histórica podría ser recuperada plenamente. El Plan de Ayala tuvo enemigos entre los ‘aliados’. Emiliano Zapata explicó a Pancho Villa su opinión acerca de los enfrentamientos, en la Convención de 1915. Roque González Garza —representante personal de Villa y futuro mando de un grupo paramilitar fascista, Camisas Doradas, que operó en la década de 1930— “en plena Convención, llegó a decir que había que olvidar esos sueños de reparto de tierras, y que lo que había que hacer era pedir éstas en arrendamiento a los hacendados, para cultivarlas”. Añadió Zapata: Roque González Garza “entró en componendas con varios hacendados, les devolvió sus fincas y con este motivo surgieron muy serios conflictos… llevó reaccionarios a los puestos públicos más elevados… y para no cansar a Ud. desarrolló en todo y por todo una política netamente reaccionaria y de abierta pugna con el Sur”.24

108

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Por su parte, el general Otilio Montaño repudió aquellas posiciones reaccionarias. “Por las reformas que hemos tratado de implantar se nos recrimina… por los principios que reclamamos hemos merecido el reproche de los compañeros del norte”. En la sesión del 2 de marzo de 1915, celebrada en Cuernavaca, a nombre de la delegación zapatista en la Convención, Montaño señaló categóricamente que el pacto de la revolución del sur y la revolución del norte no sería como el abrazo de Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide.25 Y no todo fue debate, también hubo combate. Paulino Martínez, el jefe de la comisión del sur que asistió a la Convención de Aguascalientes, fue asesinado en diciembre de 1914, mediante un complot en que participaron el jefe villista, ministro de Guerra en la Convención, José Isabel Robles; el presidente provisional Eulalio Gutiérrez; los agentes estadounidenses Leon Canova y John Silliman; los diplomáticos de Gran Bretaña, Hebert Cunard Cummings y Thomas B. Hohler; el embajador de Brasil, Manuel Cardoso de Oliveira, quien representaba los intereses de Estados Unidos en la ciudad de México. Además, en carta fechada el 25 de enero de 1915, Roque González Garza fue informado de la operación secreta, por el propio agente del Departamento de Estado, Canova. Más grave no podía ser la conjura, el representante personal de Pancho Villa era el Encargado del Poder Ejecutivo de la Convención, desde que Eulalio Gutiérrez y José Isabel Robles huyeron, al saberse que estaban confabulados con Álvaro Obregón para propiciar la derrota del villismo.26 Martín Luis Guzmán, partícipe de la conjura para enfrentar a zapatistas y villistas, relató que ésa fue una maniobra del gobierno designado en Aguascalientes y que, además, los conspiradores se propusieron eliminar a Manuel Palafox y Antonio Díaz Soto y Gama.27 Más tarde, el jefe de la escolta de Roque González Garza murió en enfrentamiento de salón de baile con el general suriano Antonio Barona. Y después, en Toluca, el jefe zapatista Santiago Orozco fue herido de muerte en enfrentamiento con villistas. Asimismo, hubo otras actitudes encubiertas. Uno de los principales jefes militares de la División del Norte, Felipe Ángeles, reveló su posición política —en carta a José María Maytorena, aliado privilegiado del villismo y poderoso hacendado de Sonora— acerca de “los zapatistas y sus insensatas ideas de extender su dominio a toda la nación, pues creo que su Plan de Ayala es malo hasta para aplicarlo en la zona donde impera el zapatismo”. Felipe Ángeles recomendó a Maytorena: “No haga saber a nadie esta tendencia mía”. Hoy, ya sabemos esa tendencia suya y sus palabras indicaron algo más, una clara posición de clase: “Tendremos especial cuidado de no asociarnos, es decir, no admitir en nuestro grupo a la plebe, porque una dolorosa experiencia nos ha enseñado que aunque debemos pelear o trabajar por el adelanto de la clase baja, no debemos admitirla en nuestras filas, porque seremos cómplices o

109

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

culpables de sus desmanes”.28 La revolución social imaginada como ‘desmanes de la plebe’ y reducir la revolución al rasero burgués, al ‘ideal democrático’, era la síntesis y actualización del maderismo. Esto pesó como lastre en el seno de la revolución del norte y fue el motivo de los choques con los delegados del sur, en todos los debates de la Convención de 1915, en México, Cuernavaca y Toluca. Por eso mismo, son especialmente importantes las medidas autónomas de los zapatistas para llevar a la práctica el Plan de Ayala, sin depender de los ‘aliados’. La independencia política del Ejército Libertador es otro de sus rasgos fundamentales; surgió en los primeros días, cuando los jefes rebeldes del sur designaron a Emiliano Zapata como jefe, y se profundizó al promulgar el Plan de Ayala. En lo sucesivo, la acción autónoma zapatista avanzó más. El 25 de octubre de 1913 y 11 de febrero de 1914, la jefatura suriana emitió una ley e instrucciones para restituir las tierras usurpadas y repartir equitativamente los terrenos de los enemigos de la revolución. Desde entonces, la revolución del sur estableció que estos bienes no podrían ser vendidos y todos los contratos que tendieran a enajenarlos serían nulos.29 Las tierras, montes y aguas restituidos a los pueblos, así como las propiedades nacionalizadas, quedaban fuera de la órbita del mercado. Es preciso tener en cuenta que, con relación a su época, esta medida zapatista fue previa a un decreto semejante de la revolución rusa.30 Poco después, el 5 de abril de 1914, en Tixtla, Guerrero, el Ejército Libertador emitió otra orden: todos los enemigos de la revolución que no depusieran las armas, antes del 30 de abril, “serán juzgados como traidores a la patria y se les condenará a la pena capital, pasando sus bienes a poder de la nación”.31 Una vez que la dictadura huertista fue derrocada, Emiliano Zapata expidió un decreto sobre nacionalización de bienes, fechado en Cuernavaca, el 8 de septiembre de 1914. En esta ocasión, la confiscación de bienes a los enemigos de la revolución incluyó las propiedades urbanas. 1º Se nacionalizan los bienes de los enemigos de la revolución que defiende el Plan de Ayala y que directa o indirectamente se hayan opuesto o sigan oponiéndose a la acción de sus principios, de conformidad con el artículo 8º de dicho Plan y 6º del decreto de 5 de abril de 1914. 2º Los generales y coroneles del Ejército Libertador, de acuerdo con el Cuartel General de la Revolución, fijarán las cédulas de nacionalización, tanto a las fincas rústicas como a las urbanas… 5º Las propiedades urbanas y demás intereses de esta especie

110

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

nacionalizados a los enemigos de la revolución agraria se destinarán a la formación de instituciones bancarias dedicadas al fomento de la agricultura, con el fin de evitar que los pequeños agricultores sean sacrificados por los usureros y conseguir por este medio que a toda costa prosperen, así como para pagar pensiones de las viudas y huérfanos de quienes han muerto en la lucha que se sostiene. El general en jefe, Emiliano Zapata.32 En este decreto, se puede apreciar que la revolución del sur estableció con claridad una medida profundamente radical: transferir el valor excedente de la ciudad hacia el campo, a contrapelo de la tendencia dominante en la historia de larga duración. El Plan de Ayala continuó abriendo brechas, mediante las prácticas autónomas. Así, cuando la correlación de fuerzas militares fue más favorable para la revolución del sur, los zapatistas ejecutaron el Plan de Ayala en la cuenca de México. En este período, la delegación suriana en la Convención Revolucionaria definió explícitamente quiénes eran los enemigos y, además, impulsó la formación de Comisiones Agrarias para apoyar la tarea de restitución, confiscación y reparto de terrenos, así como un Comité de Salud Pública para castigar a los grandes enemigos de la revolución. Pueblos y jefes del Ejército Libertador, en distintas zonas del país, llevaron a la práctica los principios del Plan de Ayala. Considerando: Primero, que deben considerarse como enemigos de la revolución todos aquellos que al amparo de la dictadura estorbaron las libertades del pueblo, a cuyo favor se hizo aquella; a los que tomaron las armas en defensa de los que tiranizan al pueblo; y a los que ya por las armas o por la prensa combatieron los principios que ha venido sosteniendo el Plan de Ayala. Segundo, que el señor don Mariano Yáñez, dueño de la hacienda Santa Fe Tetelco [Xochimilco, Distrito Federal], solicitó y mantuvo en todas las dictaduras al ex ejército federal, proporcionándole toda clase de elementos y alentándolo a combatir contra el Ejército Libertador que ha venido luchando por las libertades del pueblo para acallar el hambre de su inteligencia y su vida material.

111

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Tercero, que en tal virtud es de reputarse al señor don Mariano Yáñez enemigo de la revolución que sostiene los principios invocados en el Plan de Ayala, puesto que de una manera directa se opuso a ésta. Cuarto, que, en consecuencia, es de oportuna aplicación lo que dispone el artículo 8º del Plan de Ayala y en este concepto, deben nacionalizarse y se nacionalizan, como ordena el artículo 1º del decreto de septiembre último [1914], los bienes raíces tanto rústicos como urbanos que sean de la propiedad del señor don Mariano Yáñez, ubicados en esta población. Quinto, que bajo ese concepto, y en uso de las facultades que me otorga el artículo 2º del decreto del 8 de septiembre ya citado y de la autorización que me diera el jefe supremo de la revolución del sur, deben de fijarse las cédulas de nacionalización tanto en las fincas rústicas como urbanas pertenecientes al señor Yáñez. Por las consideraciones antes hechas, declaro nacionales las propiedades rústicas y urbanas pertenecientes al señor Mariano Yáñez ubicadas en Tetelco, mando se fije en ellas las cédulas de nacionalización respectivas, se comunique al Cuartel General y a las autoridades municipales del lugar, en los términos y para los efectos de los artículos 2º y 3º del decreto del 8 de septiembre último. Reforma, Libertad, Justicia y Ley. El coronel Lázaro García Montoya, Ejército Libertador. Cuando los hacendados fueron expulsados, el Ejército Libertador transformó los antiguos ingenios de Morelos en Fábricas Nacionales. Esta medida fue una consecuencia directa de la nacionalización de bienes a los enemigos de la revolución, estipulada por el Plan de Ayala. Además, tuvo precedentes en Francia, lo mismo que el Comité de Salud Pública y la propia Convención Revolucionaria. Constituye una actualización de los Talleres Nacionales de la revolución de 1848. Y esto no fue por casualidad, el propio representante personal de Zapata, Antonio Díaz Soto y Gama, lo expresó así: “Los que estábamos al frente de la delegación del Sur (Santiago Orozco, Luis Méndez, Otilio Montaño y yo) nos hallábamos saturados de lecturas e impresiones acerca de la revolución francesa y fuertemente impresionados

112

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

también, con excepción de Montaño, por las doctrinas derivadas del concepto ácrata de Kropotkin, Reclus, Malato y demás teóricos del anarquismo”.34 Las Fábricas Nacionales del zapatismo, asimismo, guardan relación con el programa de acciones propuesto por Carlos Marx y Federico Engels en 1848, entre otras medidas, la “multiplicación de las fábricas nacionales”.35 Esas líneas de intervención revolucionaria forman parte de la historia mundial de los rebeldes. No son experiencias aisladas. Si la historia de la revolución del sur puede ser entendida como un texto, otras revoluciones aparecen ineludiblemente como su contexto y, así, se multiplican las posibilidades de comprender su significación. En los archivos zapatistas disponibles, lamentablemente, existen muy pocos documentos acerca de esta medida revolucionaria. Pero es posible saber que el ingenio de la Hacienda de Calderón fue la Fábrica Nacional 22; el de la Hacienda de Hospital, Fábrica Nacional 23; el ingenio de Zacatepec, Fábrica Nacional 7 y las Fábricas Nacionales 8 y 9 también estaban en la zona de Jojutla.36 Por acuerdo de la Convención del Estado de Morelos, en enero de 1916, todas las Fábricas Nacionales quedaron bajo la administración de la Caja Rural de Préstamos, una institución bancaria de la revolución del sur creada para apoyar a los trabajadores del campo.37 En la ex Hacienda de Atlihuayán, además, se estableció la Fábrica Nacional de Cartuchos y se acuñó moneda zapatista de plata y cobre. Existen ejemplares de Atlihuayán, posiblemente pruebas, con la inscripción: “Reforma, Libertad, Justicia y Ley. Plan de Ayala, un peso, República Mexicana”.38 En la ex Hacienda de Calderón, también, se instauró la escuela militar del Ejército Libertador, cuyo director, el coronel Carlos García y García, programó cursos de un trimestre: “1. Educación militar (reglamento de las tres armas, servicio de campaña y fortificación del campo de batalla); 2. Conocimiento del material en uso (fabricación, cuidado, conservación y reparación de material, dibujo esquemático); 3. Manejo de armas, preferentemente tiro y empleo de explosivos; 4. Conocimiento del idioma, nociones de aritmética y geometría; 5. Nociones de trigonometría, elementos de topografía y dibujos topográfico y panorámico; 6. Cultura física adecuada al arma a que se dediquen los educandos”. Se convocó a generales zapatistas de Morelos, Guerrero, Distrito Federal, Estado de México, Puebla, Tlaxcala y Oaxaca para que enviaran jóvenes milicianos a esta escuela.39 El Plan de Ayala operó como código de justicia y, a la vez, como símbolo de identidad zapatista. La bandera de lucha del Ejército Libertador era jurada por sus nuevos integrantes y los saberes del Plan de Ayala se usaron como elementos de formación política. Cada columna que marchaba a irradiar la revolución, en nuevos territorios, debía llevar consigo ejemplares de la proclama

113

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

fundamental. El Plan de Ayala fue una línea de acción y un instrumento de propaganda revolucionaria. Sirvió, además, para dar a conocer los principios de la lucha mexicana en el campo internacional, como texto principal del libro México revolucionario a los pueblos del mundo, 1918, publicado por el general zapatista Jenaro Amezcua, en La Habana, Cuba. En conjunto, las razones del Plan de Ayala, el diagnóstico y remedio, delinearon una estrategia revolucionaria para el país. Como tal debiera estudiarse. En este aspecto, es posible considerar también que la Junta Revolucionaria del Estado de Morelos realizó una elaboración conceptual no académica, desde el punto de vista de los campesinos y el pueblo mexicano, para poner en marcha una estrategia de liberación. Las tácticas y estrategias, en una situación histórica concreta, constituyen un asunto de rango teórico y práctico.40 Una categoría simple —usurpación— no es resultado solamente de una abstracción intelectual, sino que surge allí donde existe un proceso histórico amplificado y aquel hecho aparece como lo común a muchos pueblos. Entonces, el despojo puede dejar de ser pensado solamente en forma particular y puede ser pensado en forma general, como concepto.41 Sobre esa base común, el Plan de Ayala pudo encontrar oídos receptivos en otros confines de la república. La categoría ‘restitución’, a su vez, tiene otra complejidad en la medida que representa una transformación y proyecta nuevas relaciones sociales. En este proceso de elaboración zapatista, asimismo, es necesario tener en cuenta la intuición de la Junta Revolucionaria del Estado de Morelos, así como las corroboraciones y ajustes de la estrategia, a consecuencia de los nuevos saberes que genera la propia lucha. El Plan libertador para acabar con la opresión y redimir a la patria fue la base de la conducta revolucionaria de los zapatistas. Articuló tareas fundamentales para subvertir las tres esferas de las relaciones de poder: los controles sobre la riqueza, los saberes y la fuerza. Fue altamente valorado por los rebeldes del sur, ya que representó la causa justa del pueblo mexicano por la que ellos pelearon, hasta vencer o morir. En este aspecto, siguiendo una reflexión de Lucien Febvre acerca de la patria,42 el Plan de Ayala también constituye una de las múltiples formas del amor, pues condensó los sentimientos de la nación en una época revolucionaria. Un 10 de abril, en San Juan Ixtayopan, Distrito Federal, una miliciana zapatista lo expresó del siguiente modo. Ciudadano General Emiliano Zapata Mi general, estamos a las órdenes de usted. General, quiero que me haga usted favor de darme el nombramiento [escrito] que

114

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

usted dice darme, anticipándole que por lo pronto necesito 50 carabinas y parque. Suplico a usted tenga la bondad de decirme a quién me dirijo para los haberes de mis soldados. Es cuanto le dice, María Guadalupe Muñiz, Ejército Libertador. Gracias de que nos haya usted concedido lo que nuestros corazones deseaban: pelear por el Plan de Ayala.43 El general en jefe Emiliano Zapata, Ejército Libertador, Campamento Revolucionario en Morelos, 20 de octubre de 1913, en Espejel, Laura, Alicia Olivera y Salvador Rueda, Emiliano Zapata, Antología, INEHRM, México, 1988, pp. 156-157. 2 Los manifiestos en náhuatl de Emiliano Zapata, traducción y ensayo de Miguel León Portilla, UNAM, México, 1978. 3 Teniente de caballería Macedonio García Ocampo, Ejército Libertador. Entrevista realizada por Laura Espejel en Juchitepec, Estado de México, el 23 de abril de 1977. 4 Joaquín Páez López, citado en Díaz Soto y Gama Antonio, La revolución Agraria del Sur y Emiliano Zapata su caudillo, INEHRM, México, 1987, p. 84. 5 El general en jefe Emiliano Zapata al general Genovevo de la O, Departamento de Justicia e Instrucción Publica del Cuartel General del Sur, a cargo del general Otilio Montaño, Tlaltizapán, Morelos, 22 de agosto de 1917, Fondo Genovevo de la O, (en adelante FGO) 11, 11, 44. 6 El coronel Ireneo Díaz, 25 firmas más y, por todos los ciudadanos que no saben firmar lo hago yo, el capitán 1º Florentino Paz, La Luz de Juárez, Alcozauca, Guerrero, 17 de febrero de 1915, Archivo General de la Nación, Fondo Emiliano Zapata (en adelante FEZ), 18, 2, 203-209. 7 El Diario, México, D.F., 26 de noviembre de 1911. 8 Henry Lane Wilson al Departamento de Estado, 27 de octubre de 1911, Foreign Relations of the United States, 1911, 812.00/2453. 9 El Diario, 12 de noviembre de 1911. 10 Henry Lane Wilson al Departamento de Estado, op. cit. 11 Manifiesto “Al pueblo mexicano”, Ejército Libertador de la República Mexicana, Cuartel General en Tlaltizapán, 29 de mayo de 1916, Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo Gildardo Magaña, (en adelante FGM) 27, 5, 56. 12 Carta del general Emiliano Zapata a Gildardo Magaña, Campamento Revolucionario, octubre de 1913. Archivo General de la Nación, Fondeo Genovevo de la O (en adelante FGO), 17, 2, 34. 13 El comisario Arcadio Salgado y 10 firmantes más, Zacango, Estado de México, 12 de febrero de 1915, FEZ, 18, 2, 136-137. Es extracto del documento de dos folios. 14 González Ramírez, Manuel, Planes políticos y otros documentos, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, México, 1981, pp. 68 a 70. Referencia proporcionada fraternalmente por Carlos Barreto Zamudio. 1

115

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Carta del General Emiliano Zapata a Honorato García, Presidente Municipal de Ahuacotzingo, Guerrero. Campamento Revolucionario en Tixtla, Guerrero, 29 de marzo de 1914. FGO, 14, 7, 37. 16 Manifiesto “Al pueblo mexicano”, Ejército Libertador del Sur, 29 de mayo de 1916, op. cit. 17 General de brigada José Sabino Díaz, Ejército Libertador, a la Convención Revolucionaria, Tlalancaleca, Puebla, 1º de marzo de 1915. Documento leído en la sesión del 10 de marzo de 1915, en Cuernavaca. Crónicas y debates de las sesiones de la Soberana Convención Revolucionaria, INEHRM, México, 1965, tomo III, p. 255. Envió copia de la iniciativa de expropiación petrolera al general Emiliano Zapata, San Rafael Ixtapalucan, Puebla, 10 de febrero de 1915, FEZ, 5, 1, 94-95. 18 El general en jefe del Ejército Libertador, Emiliano Zapata, Manifiesto de Milpa Alta, Distrito Federal, agosto de 1914, en Emiliano Zapata, Antología, 1988, pp. 226-228. 19 El general en jefe Emiliano Zapata, Manifiesto a los revolucionarios de la república, Tlaltizapán, Morelos, 15 de marzo de 1918. FGM, 29, 4, 323. 20 Carta del general Emiliano Zapata al licenciado Emilio Vázquez Gómez, Campamento Revolucionario, 14 de marzo de 1912. Archivo Histórico del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana Lázaro Cárdenas, A. C., Jiquilpan, Michoacán. Fondo Elena Vázquez Gómez, 1, 1, 21. Copia proporcionada fraternalmente por Luis Prieto. 21 Sobre las tres campañas militares del Ejército Libertador sobre la capital, véase Pineda, Francisco, La revolución del sur, 1912-1914, Ediciones Era, México, 2005. 22 Citado por Alessio Robles, Vito, La Convención Revolucionaria de Aguascalientes, INEHRM, México, 1979, pp. 217 y 218. 23 Teniente coronel Ismael Limón al C. General encargado del despacho del Cuartel General del Sur, México, Distrito Federal, 20 de enero de 1915. FEZ, 4, 1, 176-177. 24 El general Emiliano Zapata al general Francisco Villa, Tlaltizapán, Morelos, 5 de enero de 1917. En Ruiz Aguilar, Armando, Nosotros los hombres ignorantes que hacemos la guerra. Correspondencia entre Francisco Villa y Emiliano Zapata, Conaculta, México, 2010, pp. 171173. FEZ 13, 1, 5 y 7. 25 General Otilio Montaño, Ejército Libertador, intervención en la sesión del 2 de marzo de 1915, Cuernavaca, Morelos. Crónicas y debates, 1965, tomo III, pp. 101-102. 26 Al respecto, véase Francisco Pineda, prólogo al libro de Armando Ruiz Aguilar Nosotros los hombres, 2010. 27 Véase Guzmán, Martín Luis, El águila y la serpiente, México, Compañía General de Ediciones, 1976, pp. 396-397 y del mismo autor, Memorias de Pancho Villa, México, Editorial Porrúa, 2000, p. 488. 28 Felipe Angeles a José María Maytorena, 13 de marzo de 1916, citado por Katz, Friedrich, Pancho Villa, Ediciones Era, México, 2000, tomo II, p. 276 y 279. 29 El general en jefe Emiliano Zapata, Instrucciones para la repartición de terrenos, Campamento Revolucionario en Morelos, 11 de febrero de 1914, en Emiliano Zapata, Antología, 1988, pp. 181-182. 30 “Será abolido para siempre el derecho de propiedad privada sobre la tierra; la tierra no podrá ser vendida, comprada, arrendada, hipotecada o enajenada en forma alguna. Todas las tierras del Estado, de la corona, de instituciones oficiales, de los monasterios, de la iglesia, tierras de posesión de los mayorazgos, de propiedad privada, públicas y de los campesinos, etc., serán confiscadas sin indemnización, y se convertirán en propiedad de todo el pueblo y pasarán a ser usufructuadas por quienes las trabajan.” Mandato campesino sobre la tierra contenido en el Decreto sobre la tierra del 26 de octubre (8 de noviembre) de 1917. Cf. Lenin, Obras completas, t. 27, Ediciones Salvador Allende, México, s.f., p. 366. 15

116

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

31 Manifiesto al pueblo mexicano, Ejército Libertador, Tixtla, Guerrero, 5 de abril de 1914, en Emiliano Zapata, Antología, 1988, pp. 185-187. 32 Decreto sobre nacionalización de bienes, el general en jefe Emiliano Zapata, Cuernavaca, Morelos, 8 de septiembre de 1914, en Emiliano Zapata, Antología, 1988, pp. 238-239. 33 “La nacionalización de bienes de los enemigos de la revolución. En Tetelco se fijaron, de acuerdo con el Plan de Ayala, las cédulas respectivas a las propiedades del señor Mariano Yáñez”, El Monitor, México, Distrito Federal, 27 de enero de 1915. 34 Díaz Soto y Gama, Antonio, La revolución agraria, 1987, p. 203. 35 Marx, Carlos y Federico Engels, Manifiesto del Partido Comunista, www.marxists.org/ espanol/m-e/1840s/48-manif.htm. 36 Manuel Palafox al coronel Emigdio Marmolejo, Cuernavaca, Morelos, 7 de enero de 1916, FEZ 11, 1, 29. Joaquín Sifuentes, administrador de las Fábricas Nacionales 7, 8 y 9, a Manuel Palafox, Jojutla, Morelos, 1º de enero de 1916, FEZ 16, 7, 4. 37 Manuel Palafox al señor Gabriel Encinas, inspector de las Fábricas Nacionales del Estado, Cuernavaca, Morelos, 7 de enero de 1916, FEZ 11, 1, 30-31. 38 Comunicación personal del coleccionista Roberto Calleja, Cuernavaca, Morelos, enero de 2011. Asimismo, imagen fotográfica del peso zapatista en plata, “Plan de Ayala”, colección del Banco de México, en Utberg, Neil S., The coins of the mexican revolution, 1910-1917, Edinburg, Texas, 1965, p. 48. 39 Escuela Militar del Ejército Libertador, Cuartel General en Tlaltizapán, 29 de noviembre de 1915; Atlihuayán, 3 de diciembre de 1915, 20 de enero y 9 de febrero de 1916, FGM, 29, 10, 555. 40 Martínez Heredia, Fernando, “Marx y el origen del marxismo”, en Pensamiento Crítico n. 41, La Habana, Cuba, 1970. 41 Véase Marx, Carlos, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858, vol. 1, Siglo XXI Editores, México, 1975, pp. 20-30. 42 Febvre, Lucien, Honor y Patria, Siglo XXI Editores, México, 1999. 43 María Guadalupe Muñiz, Ejército Libertador, San Juan Ixtayopan, Distrito Federal, 10 de abril de 1915, FEZ, 7, 4, 92 y 7, 6, 24-25 (dos fragmentos).

Gral. Otilio Montaño. 117

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

118

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

4

El Plan de Yautepec y la frustrada rebelión almazanista (1940) Ehecatl Dante Aguilar Domínguez

119

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Vista del Puente de Yautepec.

120

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

L

El Plan de Yautepec y la frustrada rebelión almazanista (1940) Ehecatl Dante Aguilar Domínguez

as administraciones anteriores a 1938, año del arribo de Elpidio Perdomo a la gubernatura del estado de Morelos, estuvieron caracterizadas por una serie de condiciones político- sociales que dieron paso a la configuración de oposiciones de toda índole. Durante la etapa cajigalista (1930-1934),1 los veteranos zapatistas que habían ejercido la representación del gobierno morelense durante los años 20, habían sido desplazados de la escena política. La posterior gubernatura de José Refugio Bustamante (1934-1938), aunque cobró un sentido de oposición al cajigalismo, mantuvo a la facción zapatista relegada en el plano estatal. Pero los continuos desatinos administrativos, sumados a la falta de tacto político de Bustamante, permitieron el resurgimiento de los zapatistas como una oposición fortalecida que terminó por imponerse en 1938. Aunque en ese año pareció abrirse la posibilidad de revancha para el bloque de los veteranos zapatistas, su protagonismo fue frustrado por el inmediato arrinconamiento en la esfera política. Este fue determinado por la actuación de un gobernador que en el papel era uno de los suyos: Elpidio Perdomo. Además de ello, un fuerte conflicto entre los poderes ejecutivo y legislativo dio como resultado el desplazamiento de toda la Legislatura de Morelos en 1939. Esto constituyó el punto de inflexión que llevaría al afianzamiento de un aparato represivo que sofocara a toda disidencia en el estado de Morelos. El endurecimiento represivo llevó a un ambiente de protesta de tono subversivo que acompañó al gobernador Perdomo hasta sus últimos días como gobernador en 1942. En ese contexto, a la administración de Perdomo le tocaría apagar los efectos regionales del levantamiento almazanista que aparecieron en el estado de Morelos, como consecuencia de las elecciones de 1940. Estos comicios llevaron a Manuel Ávila Camacho a la primera magistratura –por encima de la candidatura de Juan Andrew Almazán- bajo la sombra de la duda de una EHECATL DANTE AGUILAR DOMÍNGUEZ. Licenciado en Historia y Maestro en Historia Social y Cultural por la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Es autor de La bola chiquita. Sujetos y escenarios subversivos de las rebeliones rurales de 1942-1944 en el estado de Morelos, Tesis de Maestría en Historia Social y Cultural, Facultad de Humanidades UAEM, 2011.

121

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

imposición desde el gobierno de Lázaro Cárdenas. El movimiento disidente almazanista elegiría a una población del estado de Morelos como el lugar desde donde darían a conocer a la nación un documento fundamental: el Plan de Yautepec de 1940.

El arribo de Elpidio Perdomo a la gubernatura de Morelos Elpidio Perdomo arribó al gobierno de Morelos bajo fuego cruzado. Su toma de posesión se dio en medio de un importante despliegue de tropas federales para evitar un desorden como el ocurrido durante de la toma de protesta de la Legislatura estatal el 1º de mayo de 1938. A media tarde del domingo 1º de mayo se desató una balacera en el centro de Cuernavaca entre simpatizantes del candidato opositor, el ex zapatista Emigdio Marmolejo y el personal de la oficina de dirección política de la campaña de Perdomo. El saldo fue de tres muertos –entre los que se contó al conocido político morelense de origen zapatista, Leopoldo Heredia- y varios heridos, todos de la facción de Perdomo. Los agresores nunca fueron identificados oficialmente, aunque se habló de que los responsables de los ataques habían sido policías municipales, militares, miembros de los Comités de Ligas de las Comunidades Agrarias, e incluso se habló de tres diputados federales.2 Pero la agresión no trascendió más allá del intento de fincar responsabilidad en los opositores de Perdomo. La agitación que enmarcó la llegada de Perdomo a la gubernatura, pareció determinar el autoritarismo y la mano dura que caracterizarían su gobierno. Aunque los problemas habían madurado desde tiempos electorales. Aunque resulta complicado documentar la campaña electoral de 1938 en Morelos, señalaremos que durante los primeros días de ese año surgieron numerosos problemas de corte electoral.3 Surgió una confrontación entre miembros de la administración del entonces gobernador José Refugio Bustamante por el tema de las candidaturas. Apareció el encono entre quienes apoyaban la candidatura del ex general zapatista, Emigdio Marmolejo, y los seguidores del coronel Elpidio Perdomo, también ex zapatista, quien desde 1937 era senador por Morelos. Hubo una tercera facción que postuló a Bernardino León y Vélez, aunque éste no logró suficiente respaldo como para tomar un papel decisivo en el conflicto. La situación se agravó cuando Perdomo resultó electo como el candidato a la gubernatura del estado de Morelos, lo que le daba el cariz de candidato oficial, mientras que las otras facciones del partido en el poder nacional alegaron imposición. A Perdomo lo apoyaban su partido y en Morelos se sumaron a su candidatura una serie de veteranos zapatistas identificados con el antes fuerte bloque político conocido como puentista -facción política organizada durante

122

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

el gobierno estatal de Ambrosio Puente (1928-1930). Entre los puentistas allegados a Elpidio Perdomo destacaban gente como el ex coronel Leopoldo Heredia y el ex general Quintín González, quienes habían sido marginados de toda participación política durante la administración de Bustamante. En cambio, el apoyo a Emigdio Marmolejo provenía de varios Comités de la Liga de Comunidades Agrarias de Morelos y de miembros de la administración del gobernador Bustamante. Aunque el balance de fuerzas políticas parecía estar equilibrado, el hecho de que la candidatura de Perdomo fuera bien vista por el presidente Lázaro Cárdenas, resultó ser el fiel de la balanza en la disputa. A Cárdenas le parecía necesaria la disciplina que podía ejercer Perdomo en el estado de Morelos para imponer orden. Además, el presidente confiaba en que Perdomo lograría la rendición del rebelde Enrique Rodríguez El Tallarín, a quien la administración de Refugio Bustamante mantenía hostilizado desde 1934. El hecho de que Perdomo fuera familiar del Tallarín era un elemento extra sumamente favorable. El conflicto electoral generó un clima explosivo. Por acuerdo del Congreso de la Unión, en Morelos se decretó la suspensión de poderes, lo que ocasionó que el entonces gobernador Bustamante fuera destituido. Alfonso T. Sámano ocupó un interinato, mientras se resolvía la situación. Sin embargo, a pesar de las protestas, el gobierno federal otorgó todo el respaldo a Perdomo, dotándolo de una especie de blindaje. Esta disposición del gobierno federal respecto del apoyo a Perdomo no era casual, pues el presidente Cárdenas también encontraba en Perdomo la oportunidad de desplazar al gobernador Bustamante, a quien veía como una resabio callista. Perdomo le aseguraba a Cárdenas la lealtad incondicional que tanto necesitaría y que exigió hacia la sucesión presidencial de 1940. De manera simultánea a la llegada de Perdomo al gobierno de Morelos, se renovó la legislatura local. Ésta integró a destacados veteranos zapatistas, cercanos al nuevo gobernador desde la campaña electoral. Entre los diputados electos aparecieron los nombres de los generales Pioquinto Galis, Miguel H. Zúñiga y Quintín González, además de Nicolás Zapata, uno de los hijos del Gral. Emiliano Zapata. Quedaron como senadores por Morelos los también veteranos zapatistas Benigno Abúndez y Alfonso T. Sámano.4 La administración de Perdomo retornaba al reconocimiento de los antecedentes revolucionarios zapatistas, suspendido en gobiernos anteriores. Pero a la larga, la decisión del presidente Cárdenas de ejercer una elección de Estado a favor de Elpidio Perdomo, resultó contraproducente. Pese a su logro inmediato, amnistiando a El Tallarín en septiembre de 1938, el gobernador implementó una serie de medidas represivas. Aparecieron roces

123

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

con la administración de la Cooperativa de Productores Cañeros del recién creado Ingenio de Zacatepec y los sectores de Obreros y Campesinos Abastecedores. Los primeros enarbolaron demandas sindicales y los segundos protestaron por los malos resultados de la primera zafra 19381939. Este conflicto evidenció la inexperiencia de los nuevos cooperativistas azucareros morelenses, incluido su líder Rubén Jaramillo. Perdomo metería las manos en el proceso para no sacarlas durante mucho tiempo, lo que ocasionó múltiples conflictos que se extenderían hasta 1943. La mano dura de Perdomo era de esperarse. Si bien era nativo de Morelos y contaba con antecedentes zapatistas, su desempeño como revolucionario fue muy cuestionado. Sus críticos sentenciaban que su único mérito era ser sobrino de Catarino Perdomo, uno de los primeros jefes rebeldes. Las virtudes revolucionarias de Elpidio Perdomo eran cuestionables, no así su capacidad para imponerse y arremeter contra sus ex compañeros zapatistas. Había vuelto a Morelos en 1936, luego de varios años de servicio en diferentes regiones militares, para dirigir personalmente la segunda campaña en contra de El Tallarín en la Sierra de Huautla. Esos mismos méritos de agente pacificador serian demostrados en su etapa como gobernador, cuando a inicios de 1939 entró en conflicto abierto con la Legislatura local.

1939. Conflicto de poderes Las razones del descontento entre Perdomo y la Legislatura morelense son un tema aún nebuloso. La escasa información disponible señala que durante el receso de la Legislatura morelense, integrada por ex zapatistas, se decidió iniciar un proceso de desafuero en contra del gobernador Perdomo, para procesarlo por supuestos delitos del orden común. En tal proceso fue declarado culpable. Este veredicto dictado por la Legislatura sería ratificado por el Poder Judicial el cual, no obstante las pruebas, no sentenció al gobernador. Se dijo que Perdomo amedrentó a varios magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Morelos, con medidas que incluían atentados contra los mismos funcionarios.5 El clima político, con evidentes violaciones de garantías, hizo que los miembros de la Legislatura decidieran abandonar Morelos, desplazándose primero a la Ciudad de México y después a Michoacán, donde recibieron asilo político por parte del gobernador Gildardo Magaña, ex compañero zapatista de los legisladores morelenses. El propio Magaña intercedió por ellos ante el presidente Cárdenas quien, no obstante, terminó aceptando la destitución. Incluso, para Cárdenas “el chiste está muy sencillo, cambiar los diputados y poner en su lugar a los diputados suplentes y así pueda seguir su período”.6

124

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Perdomo eligió a un enviado para exponer el conflicto ante Lázaro Cárdenas: nada menos que Rubén Jaramillo. El gobernador había recurrido a Jaramillo, sabedor de la confianza entre el presidente y el líder campesino. Durante su encuentro, Cárdenas le advirtió a Jaramillo: “Te advierto que estás defendiendo un cabrón, ya verás cómo te paga”.7 En un intento por matizar la decisión cardenista a favor de Perdomo y para otorgar legalidad a los actos para solucionar el conflicto de poderes, se implementó la firma de un pacto moral entre ambos bandos. El presidente Cárdenas fue testigo de honor de esta puesta en escena, que incluía la destitución de funcionarios de primer nivel, entre los que se encontraba el próximo gobernador de Morelos, Jesús Castillo. Entre los principales puntos se acordó el respeto absoluto a toda simpatía política y libre expresión de los morelenses, sin persecución ni represalias por partidarios de los distintos grupos políticos. No obstante el compromiso adquirido con esta maniobra política, en los próximos comicios presidenciales de 1940 sería el propio Cárdenas quien rompería ese pacto moral. Se trataba de todo un esfuerzo del presidente por dotar de respaldo total al gobernador Perdomo, pero esto se debía a razones específicas. Desde 1938, el tema de las precandidaturas rumbo a la sucesión presidencial de 1940 ocupaba gran parte de la agenda nacional. La impaciencia por definir a los candidatos desataba los rumores y la posibilidad de conflictos que trastornaran el orden.8 Si bien es cierto que los bloques opositores aún no se definían, Cárdenas necesitaba alianzas y compromisos sólidos en todas partes para avalar sus futuras decisiones. Éstas incluían desde la designación del candidato oficial, hasta el asegurar las condiciones para una elección de Estado. Incluso visualizaba la posibilidad de que en caso de una comprometedora decisión como la suspensión de los comicios, hubiera las condiciones para reasumir el cargo como presidente.9 En este contexto fue que Cárdenas apostó por mantener como hombre fuerte de Morelos a Elpidio Perdomo, por encima de la Legislatura. Las medidas adoptadas por Cárdenas también estaban relacionadas con un posible apoyo de miembros de dicha Legislatura a la candidatura opositora de Juan Andrew Almazán. Desde abril de 1939 se señalaba a Benigno Abúndez como promotor de la candidatura almazanista en Morelos. El principal peligro era el posible contagio al interior de la Legislatura morelense.10 Un factor fundamental para entender el voto de confianza que Cárdenas depositó en Perdomo se puede entender a la luz de la configuración de la candidatura opositora rumbo a la sucesión presidencial. Esta se agrupaba en torno del general Juan Andrew Almazán, originario del estado de Guerrero y con mucha influencia en el estado de Puebla, donde su hermano Leónides

125

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

había sido gobernador hacia 1932. Esto complicaba el panorama para el candidato oficial del cardenismo: Manuel Ávila Camacho. Consecuentemente, el control de las entidades circunvecinas resultaba decisivo. Cárdenas buscó la forma de asegurarse la lealtad de los gobernadores de Oaxaca y Morelos: Constantino Chapital y Elpidio Perdomo respectivamente, quienes habían servido bajo las órdenes del propio Juan Andrew Almazán en la Zona Militar de Nuevo León. Se trataba de adelantarse en la jugada de ajedrez político a Almazán, restringiendo sus posibles puntos de apoyo rumbo a las elecciones presidenciales de 1940. Para 1939 se firmaba un supuesto pacto de gobernadores, entre los que figuraban los de Oaxaca y Morelos respaldando la candidatura oficial de Ávila Camacho.11 Podemos afirmar que el único fortalecido del conflicto de poderes en Morelos fue el gobernador Perdomo, pues se aseguró de controlar totalmente a los otros poderes, gozando del respaldo vertical desde la Presidencia de la República. Una de las más enconadas oposiciones que encontró Perdomo fue la dirigida desde el Ingenio de Zacatepec por el conocido líder Rubén Jaramillo. No obstante la deuda que Perdomo tenía con Jaramillo por su intervención ante el presidente Cárdenas, fue detenido por sus actividades como agitador en 1940. Al ser presentado ante el gobernador -a quien explicó las garantías establecidas por Cárdenas para los obreros y socios del Ingenio de Zacatepec-, éste sentenció: “En Morelos no manda el general Cárdenas, mando yo”, con lo que se cumplía la profética advertencia de Cárdenas a Jaramillo en 1939.12 La actitud represora de Perdomo se justificaba desde la óptica de la precaución institucional promovida desde la presidencia de la República. No obstante las arbitrariedades cometidas, Perdomo logró asegurar lealtad al cardenismo y mantener un estado de relativa paz, al frenar la efervescencia opositora en las cuestionadas elecciones presidenciales de 1940. Así los ánimos de los almazanistas no se vieron desbordados, como en el vecino estado de Guerrero, donde los descontentos recurrieron con amplitud a la protesta armada. Sin embargo, es necesario asomarnos un poco a dicha problemática electoral que tendría como un punto clave la promulgación del Plan de Yautepec de 1940.

Las precandidaturas La carrera por la sucesión presidencial para el período 1940 –1946 inició prácticamente desde 1938, al tiempo que la rebelión de Saturnino Cedillo en San Luis Potosí tocaba a su fin durante diciembre de ese año. Por su parte, a partir del 17 de enero de 1939, los precandidatos del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), renunciaron a sus cargos públicos para competir por la

126

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

candidatura oficial. Entre otros, aparecieron los nombres de los generales Francisco J. Múgica, secretario de Obras Públicas y Comunicaciones; Rafael Sánchez Tapia, comandante de la Primera Zona Militar; y Manuel Ávila Camacho, Secretario de la Defensa Nacional. También, se encontraban en la baraja de precandidatos el ex revolucionario y empresario Juan Andrew Almazán, así como Gildardo Magaña, gobernador de Michoacán, con el prestigio que le daba su pasado zapatista, quien moriría inesperadamente. Por otra parte, la oposición comenzaba a dar señales. Por ejemplo, el general Manuel Pérez Treviño antiguo líder y fundador del PRM, precandidato presidencial desplazado por Lázaro Cárdenas durante la campaña de 1934, lanzaba el 8 de diciembre un manifiesto de cara a los próximos comicios de 1940. En él, Pérez Treviño exhortaba a la ciudadanía a “corregir los males del país”, imputados al régimen cardenista, invitando a la participación contra el partido oficial. Así, presentaba al Partido Revolucionario Mexicano Anticomunista (PRMA), antecedente del Partido Revolucionario Anticomunista (PRAC),13 al que se sumaron distinguidos callistas.14 La retórica empleada por los opositores al PRM tenía como eje la destrucción y ruina de la situación nacional a la que, se decía, había llevado el cardenismo. Los principales detractores devinieron en líderes de partidos emergentes. En muchos casos se trataba de gente con antecedentes como fundadores del partido oficial, y que se consideraban agraviados por su desplazamiento de la vida pública durante la presidencia de Cárdenas. Pero, la principal fuerza opositora estaría integrada por una suerte de conglomerado de agrupaciones sociales y cívicas de representación popular clasemediera, que igualmente se sentían afectados por la política de Cárdenas. A diferencia de los primeros opositores, identificados por sus vínculos con el ex presidente Plutarco Elías Calles, la militancia de los segundos giraba alrededor de un programa de trascendencia social específico, para dar marcha atrás a las reformas Cárdenas, a las que consideraban como simple populismo. El 27 de febrero de 1939, los principales cuadros integrantes del PRM, la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Nacional Campesina (CNC) definieron a Manuel Ávila Camacho como su candidato a la Presidencia de la República, desplazando a los demás precandidatos. Hubo quienes como Francisco J. Múgica, identificado con el sector extremo del cardenismo, acataron bien las razones de su derrota. Pero el 15 de abril, grupos de descontentos decidieron postular la candidatura del general Juan Andrew Almazán, carismático hombre de negocios, con un importante pasado revolucionario y una amplia trayectoria en la escena pública. Almazán también había sido desplazado de la candidatura durante la elección interna del Partido de la Revolución Mexicana.

127

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

No obstante la candidatura de unidad del PRM en torno a Ávila Camacho, las elecciones se fueron complicando, debido a la fuerza que iba tomando la candidatura opositora de Juan Andrew Almazán, viejo conocido de los zapatistas. Se fueron sumando a la candidatura de Almazán agrupaciones opositoras al cardenismo que podríamos denominar como de derecha militante. Predicaban una especie de visión política de corte fascista. Esta oposición estaba integrada por agrupaciones como la Confederación de la Clase Media, la Vanguardia Nacionalista Mexicana o ex Dorados, el Partido Antirreeleccionista Acción, las Juventudes Nacionalistas y el Frente Constitucionalista Democrático Mexicano.15 También, apareció la figura del general Joaquín Amaro como una especie de tercer candidato, aunque identificado con lo más desgastado de la oposición callista al cardenismo. Y aunque Amaro no estaba tan quemado políticamente, sus principales asesores si eran considerados como cartuchos quemados, lo que le restaría fuerza.16 Dado el fracaso de esta tercera vía, los callistas no lograron fusionarse con otros grupos de mayor militancia, quedando en una especie de comité coordinador de grupos anticardenistas. Entre ellos es importante destacar al Partido Nacionalista Mexicano dirigido por el coronel José A. Inclán, quien fue un personaje clave para los grupos subversivos que aparecieron en el estado de Morelos durante los años 1942 –1944 conocidos como la Bola Chiquita,17 de los que se habla con mayor amplitud en otro de los artículos que integran este libro.

La oposición almazanista Los comicios federales de julio de 1940 arrojaron una jornada muy cuestionada y beligerante entre los simpatizantes de Juan Andrew Almazán, agrupados en el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN) y los organismos de apoyo a la candidatura oficial de Ávila Camacho.18 Como se ha indicado, el apoyo a Almazán se agrupó en una coalición o frente opositor integrado por varios partidos con una definición anticardenista. Quedaron fuera de la elección dos organismos políticos opositores recientemente formados, el Partido Acción Nacional (PAN) y la Unión Nacional Sinarquista (UNS). El primero representaba a sectores empresariales y de clase media que no quisieron correr el riesgo de enemistarse con unas elecciones de Estado que evidenciaban la injerencia presidencial. Los sinarquistas decidieron que su carácter de movimiento social, un tanto místico y nacionalista, contrastaba con las aspiraciones presidenciales de Almazán.19 Con miras a las elecciones de julio de 1940, sucedió de todo. Hubo una amplia cobertura de las giras de Manuel Ávila Camacho, con recursos del Estado. En el caso de Almazán, su candidatura respaldada por organizaciones

128

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

de ciudadanos era financiada principalmente con recursos propios, pues el candidato era uno de los principales contratistas constructores de caminos de los gobiernos posrevolucionarios. En un principio la vía almazanista pareció ser del agrado del poderoso Grupo Monterrey. Los industriales regiomontanos más prominentes parecían considerarlo como una especie de protector de sus intereses empresariales desde que asumió la jefatura de la zona de operaciones en Monterrey hacia 1929. De hecho, se rumoraba que Almazán participaba en varias inversiones con ellos, lo que redondeaba el perfil de una figura presidenciable acorde con los intereses del mismo Grupo Monterrey, opuestos a las reformas cardenistas.20 La candidatura de Almazán obtuvo un significativo respaldo entre algunos sectores del ejército debido a su fama adquirida al combatir la rebelión escobarista en 1929, así como su amplia y controvertida trayectoria de revolucionario, donde pasó por casi todas las facciones entre 1910 –1920.21 Del patrocinio de la campaña de Almazán, hubo rumores de toda clase: desde que era un instrumento del ex presidente Calles, de su supuesta afinidad con el general Saturnino Cedillo y con agrupaciones de choque como Acción Revolucionaria Mexicanista Camisas Doradas, hasta que su campaña presidencial estaba bajo patrocinio de empresas petroleras afectadas por la expropiación cardenista. También se le acusó de ser admirador y partidario de Adolf Hitler y de Benito Mussolini, así como de recibir de ellos enormes cantidades dinero. De ser cierto, se estaría poniendo en riesgo la soberanía nacional al estar los almazanistas agrupados en una especie de Quinta Columna Fascista con intenciones de desestabilizar la nación y quedar al servicio de las potencias beligerantes. También, se dijo que a través del almazanismo se trataban de infiltrar elementos desde México a Estados Unidos para evitar la intervención de éstos en favor de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.22 Esta serie de rumores generó una paranoia que se tradujo en múltiples descalificaciones plasmadas en la prensa de la época. Los corresponsales norteamericanos veían en los discursos de Almazán una voluntad pronazi-fascista o pro-franquista. Los descalificativos de la prensa, nacional y extranjera, resultaron útiles para desacreditar a la oposición y poner vigilancia entre sus simpatizantes, lo que incluyó agentes de la Dirección General de Seguridad Nacional en cada una de sus apariciones públicas. Los rumores de que Almazán era un agente al servicio de los nazis o de cualquier otra agrupación de corte fascista se fortalecieron pues en sus discursos de campaña arremetía en contra de Cárdenas, lanzando sobradas advertencias para hacer valer, incluso con insurrección, la voluntad popular expresada en los comicios de julio de 1940. Parecía ser un síntoma de inestabilidad que confrontaba la política de seguridad hemisférica que los Estados Unidos, de acuerdo con México, pregonaban hacia las demás naciones latinoamericanas.

129

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Era pues Almazán un desafío latente para la seguridad nacional. Su postura radical fue capitalizada por el discurso de Ávila Camacho, quien se comprometió a conseguir a cualquier precio la unidad nacional necesaria para enfrentar las amenazas extranjeras. El discurso de confrontación de los almazanistas dio la excusa perfecta para señalarlos como promotores del ánimo subversivo y la infiltración en México de agentes desestabilizadores que dieran rumbo a los ánimos intervencionistas de los Estados Unidos hacia México. Por ello, el gobierno de Cárdenas y después el de Ávila Camacho justificaron la represión a los almazanistas como una medida necesaria para la unificación a toda costa.23 Este riesgo fue considerado hasta por los simpatizantes de la Alemania nazi en México, quienes supuestamente evitaron inmiscuirse en la candidatura de Almazán para no correr riesgos innecesarios.24 Por otra parte, los sectores de apoyo mayoritario al candidato oficial se encontraban en aquellas agrupaciones beneficiadas por las reformas cardenistas. Así, se sumaron los sindicatos de obreros y de trabajadores del gobierno recién incorporados al PRM mediante la CTM, incluido sus principales líderes como Vicente Lombardo Toledano y el todavía joven Fidel Velázquez. Algunos sectores empresariales, incluidos los principales líderes del Grupo Monterrey, dieron la espalda a Almazán para sumarse a la candidatura oficial mediante la Confederación Nacional Obrero Patronal (CNOP). También, quedaron incorporados a la candidatura oficial altos mandos del Ejército Mexicano.25 La candidatura de Ávila Camacho también fue respaldada por un sector campesino beneficiado por la Reforma Agraria Cardenista. Se trataba de los campesinos agrupados en la Confederación Nacional Campesina (CNC). Si bien es cierto que desde 1938 y hacia 1940 la reforma agraria había cesado casi totalmente, los campesinos se encontraban en una especie de inercia institucional propiciada por el corporativismo cardenista. El llamado voto verde fue un elemento decisivo para contrarrestar la influencia almazanista.26 Incluso el tema fue más allá de los comicios, pues sectores campesinos agrupados en las llamadas defensas sociales se aprestaron a enfrentar todo tipo de sediciones, asegurando los cimientos del nuevo gobierno. Elementos del sector campesino tuvieron una participación decisiva al combatir partidas de rebeldes almazanistas que se levantaron en armas en algunas regiones, especialmente en el estado de Guerrero.

Agitación almazanista en Morelos. El Plan de Yautepec Los concurridos y discutidos comicios celebrados el 7 de Julio en 1940 dieron como resultado la victoria del candidato oficial del PRM. Manuel Ávila Camacho resultó electo por supuesta mayoría. Los opositores que habían

130

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

trabajado duro a favor de Juan Andrew Almazán lanzaron airadas protestas en todo el país, principalmente en las ciudades, pues gran parte de las preferencias por la oposición se cimentaba en el sector urbano de clase media. Inclusive aparecieron protestas en lugares como Cuernavaca, donde la fuerza del almazanismo no parecía ser tan avasalladora. En el Jardín Juárez, en pleno centro de Cuernavaca, un grupo de manifestantes reunidos en la sede del Comité pro-Almazán se congregaron para organizar la protesta por los resultados electorales. Las arengas de los principales oradores resultaron en extremo incendiarias, incluyendo amenazas de rebelión y llamados a la desobediencia civil. Esto ocasionó que los ánimos se desbordaran y se desató un zafarrancho contra algunas fuerzas federales del 11° Batallón de Infantería que vigilaban la protesta. El resultado de esa tarde, domingo 12 de julio de 1940, fue de docenas de detenidos, varios heridos y se habló de un muerto.27 Lo cierto es que los ánimos de protesta estaban desatados bajo la exigencia del respeto al voto a favor de la oposición. Esta serie de actos justificaron, desde el aparato de gobierno estatal y las fuerzas federales, un clima inmediato de represión en contra de los simpatizantes almazanistas de Morelos durante varias semanas, incluyendo suspensión de garantías individuales, detenciones y cateos al por mayor.28 Los sucesos de Cuernavaca fueron una clara muestra de la efervescencia de los ánimos de protesta, así como de las reacciones inmediatas por parte del aparato de Estado. Sin embargo, eso no fue suficiente para impedir un desafío opositor aún mayor: durante el mes de agosto se hicieron efectivos los rumores de un desconocimiento a los resultados oficiales de la elección presidencial. Los almazanistas instalaron un Congreso Legítimo con sus candidatos. Acto seguido, este mismo Congreso desconoció a Manuel Ávila Camacho y dio el triunfo a Almazán, quien debía asumir el poder en fecha posterior, mientras quedaba como presidente sustituto el general Héctor F. López, ex gobernador de Guerrero y opositor cardenista.29 Héctor F. López, en su carácter de presidente sustituto, justificó su desempeño como presidente almazanista al promulgar el llamado Plan de Yautepec. Este documento fue firmado en la población morelense el 22 de septiembre de 1940, con lo que los disidentes le otorgaban el carácter de sede de los poderes nacionales. Este documento, caracterizado por una posición nacionalista y soberanista, apuesta por hacer respetar la lucha democrática ciudadana. López, definido en el Plan como “sinceramente demócrata, viejo soldado del maderismo”, culpaba al gobierno cardenista de imponer a un sucesor. Define como su programa social a la Constitución del 1917. Establece que no tiene “compromiso alguno con reaccionarios, ni de dentro ni de fuera,

131

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

cualquiera que sea el color con que los marque el triunvirato totalitario de Hitler-Stalin-Mussolini”, se pronuncia por el anticomunismo y por el partido oficial.30 Quien desconozca la trayectoria de Héctor F. López podría quedarse con una primera impresión de que fue un opositor a Cárdenas, quien destacó por su decisión de asumir la representación de Juan Andrew Almazán, con los riesgos que esto implicaba. En esos momentos Almazán se encontraba autoexiliado en los Estados Unidos, en donde supuestamente negociaba la compra de armas para su rebelión en México y un posible acuerdo con el gobierno de Roosevelt. Sin embargo, la trayectoria del presidente almazanista merece señalar algunos datos: Héctor F. López, fue un general de la Revolución en el estado de Guerrero. Originario de Coahuayutla, región de la Tierra Caliente del mismo estado. Se le relacionaba con un pasado familiar de aristócrata local desde el porfiriato. Durante la etapa maderista militó en las fuerzas revolucionarias de los hermanos Figueroa y después colaboró con los huertistas. Enemigo del zapatismo, terminó incorporado a los constitucionalistas de Gertrudis G. Sánchez y Joaquín Amaro. Al final de la Revolución, se incorporó al ejército federal y, en el período de 1923-1924, prestó su apoyo al entonces diputado Eduardo Neri y al presidente Obregón en la campaña contra la rebelión delahuertista en Guerrero. Esto le valió el respaldo para su candidatura a gobernador de Guerrero en 1925, cargo que desempeño hasta 1928 cuando se levantó en armas en su contra el grupo liderado por los hermanos Vidales y demás líderes costeños debido a su resistencia para realizar un reparto agrario en la región de la Costa. El gobernador Héctor F. López, no obstante su iniciativa para fortalecer la autonomía municipal en Guerrero, fue contrario a las aspiraciones sociales del movimiento cooperativista cimentado en Acapulco por el reformista posrevolucionario Juan R. Escudero. Las acciones de López ante las oposiciones a su administración, hizo que llegara a acusársele de antidemócrata. A esto se sumó un clima de insurrección espontánea de varios veteranos revolucionarios guerrerenses que se identificaron con la Guerra Cristera (1926 –1929), en los distritos de Taxco y Chilapa. Con ello, tenemos la escena perfecta para señalar el fin de la administración del general López y su reemplazo por el general Adrián Castrejón, reformista militar guerrerense, de extracción zapatista y jefe militar de la campaña contra los cristeros de Guerrero. Esta complicada escena y su simpatía por Obregón, asesinado este último en 1928, provocaron que Héctor F. López fuera desplazado de la escena política guerrerense por varios años. Es muy probable que las reformas cardenistas,

132

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

debieron parecerle intolerables. Se sumó a la candidatura de su paisano Juan Andrew Almazán, con quien seguramente se veía identificado en su actitud contraría al reformismo cardenista y en su oportunista pasado revolucionario.31 Los ánimos de los almazanistas, no obstante la pretensión de tomar el poder por medio de una figura presidencial y un Congreso alternos carecieron de la trascendencia necesaria para oponer una opción verdadera de protesta al gobierno cardenista. En consecuencia, las medidas se tornaron más drásticas y terminaron desbordando los cauces de resistencia civil para expresarse, una vez más, a través del recurso de las armas. El período del coronel Vicente Estrada Cajigal como gobernador del estado de Morelos (1930 a 1934) es conocido como cajigalismo. Denominación tomada de un impreso opositor al mismo periodo de gobierno. El período cajigalista se identifica por la vuelta al orden constitucional del estado de Morelos después de un período de 17 años de interinatos sucesivos iniciados en 1913. En ese año las garantías constitucionales fueron suspendidas por el golpe de Estado de Victoriano Huerta y las consecuentes etapas de revolución zapatista que hicieron del estado de Morelos un territorio de facto. Durante toda la década de 1920 se suscitaron varios intentos por reestablecer el orden constitucional, lo que se logró hasta 1930 con la elección de Vicente Estrada Cajigal como gobernador y la instalación de la Legislatura local. Con ello, Morelos deja de ser territorio y vuelve a ser entidad federativa en el orden legal. Esta etapa del retorno de las instituciones a Morelos ocasionará un desplazamiento de la antigua clase revolucionaria ex zapatista que gobernó el estado en diferentes etapas de la década de 1920, véase Valverde, Sergio, Apuntes para la historia y la política en el estado de Morelos desde la muerte del gobernador Manuel Alarcón, pronunciamiento de los generales Pablo Torres Burgos y Emiliano Zapata mártires, hasta la restauración de la reacción por Vicente Estrada Cajigal, impostor, Fuente Cultural, México, 1933. 2 Para la descripción completa de la jornada violenta del domingo 1º de mayo de 1938, véase Archivo Histórico de la Casa de Cultura Jurídica-Cuernavaca (en adelante SCJN-MOR), Juicio de Amparo solicitado por Francisco Flores, Serie Amparos, exp. 82/1938. 3 “Relativo al conflicto electoral de 1938”, véase Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Fondo Lázaro Cárdenas del Río (en adelante LCR), exp. 544.2/16 4 Periódico Oficial del Estado de Morelos, 25 Diciembre 1938. 5 Hernández Hernández, Aura, Razón y Muerte de Rubén Jaramillo. Violencia institucional y resistencia popular. Aspectos del Movimiento Jaramillista (1942-1962), Tesis de doctorado, Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM), Cuernavaca, Morelos 2006, pp.41 –44. 6 Jaramillo, Rubén M, Autobiografía. La matanza de Xochicalco, Froylán Manjarrez, Edit. Nuestro Tiempo, México, 1976. 7 Ravelo Lecuona, Renato, Los Jaramillistas, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1976, p. 45. 8 Pérez Montfort Ricardo, “El sexenio cardenista”, en Relatos e Historias en México, Año III. Número 29. Enero 2011, pp. 43-53. 9 Se pueden revisar los rumores de que el propio general Cárdenas pudiera reasumir el cargo en la presidencia de la República a la manera de un nuevo Maximato en los comicios electorales de 1940 o se desatara la rebelión almazanista, en: Niblo, Stephen, México en los cuarenta. Modernidad y corrupción, Ed. Océano. México 2008, p. 91. 1

133

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

AGN, Fondo Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPyS), exp. 5, caja 187, f.68. Para la referencia de Constantino Chapital y Elpidio Perdomo respecto a su militancia bajo las tropas de Almazán, véase Andreu Almazán, Juan, Memorias del general Juan Andreu Almazán, Informe y documentos sobre la campaña política de 1940, Senado de la República, LVIII Legislatura, 2003, p. 39. 12 Ravelo Lecuona, Jaramillistas, 1976. 13 Loyo Camacho, Martha Beatriz, “El Partido Revolucionario Anticomunista en las elecciones de 1940”, en Estudios de Historia Contemporánea de México, v. 23, p. 145-178, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2003. 14 Ibídem. 15 Véase Loyo Camacho, “El Partido”, 2003. 16 La denominación cartuchos quemados se debe al adjetivo que lanzó Vicente Lombardo Toledano, dirigente obrero de la CTM, en un discurso de respaldo al candidato del partido oficial. Con la frase se refería al grupo de opositores políticos que constituyeron el Comité Revolucionario de Reconstrucción Nacional (CRRN) para fortalecer la oposición a Cárdenas. En dicho Comité figuraban veteranos opositores en diferentes períodos presidenciales: Gilberto Valenzuela, Emilio Madero, Marcelo Caraveo, Pablo González, Jacinto B. Treviño, el Doctor Atl, Luis Cabrera y Antonio I. Villarreal, entre otros. Un común denominador de estos personajes fue su protagonismo revolucionario, su filiación de antiguos carrancistasconstitucionalistas. Es decir, su origen es de una especie de clase media, difícilmente provenían de facciones revolucionarias populares o de estratos bajos como los villistas o zapatistas. Este factor de origen social y político puede servir para descifrar su oposición manifiesta a las políticas y reformas sociales cardenistas, además de un factor más inmediato: el desplazamiento de este sector político y disidente que se alternó en algunas esferas del poder con los sonorenses durante las administraciones de Obregón y Calles, incluido el Maximato. Sin embargo, con Cárdenas quedaron fuera de todo protagonismo oficial. De ahí que buscaran agruparse como oposición de cara a los comicios de 1940. Véase Loyo Camacho, “El Partido”, 2009. 17 Loyo Camacho, “El Partido”, 2003. Para revisar la participación del Partido Nacionalista del ex zapatista José A. Inclán durante las elecciones de 1934, véase: AGN, Fondo Manuel Ávila Camacho, exp. 541.1/1. 18 El PRUN estaba conformado en un sentido más cercano a un bloque opositor. De hecho participaban en él numerosos partidos pequeños y organizaciones contrarias al cardenismo, desde asociaciones civiles hasta grupos de generales veteranos de la Revolución. Incluía también a simpatizantes de organizaciones de choque, como los Camisas Doradas y militantes de la Falange Española en México. Incluso a los autodenominados grupos de Reconstrucción Nacionalista y Anticomunistas. Una radiografía completa de esta serie de agrupaciones opositoras al cardenismo en: Sosa Elízaga, Raquel, Los Codigos Ocultos del Cardenismo, UNAM, Plaza y Valdés, México, 1996, pp. 316-331. 19 El compromiso de la Unión Nacional Sinarquista con el presidente Cárdenas para no participar en los comicios de 1940 se detallan en: Meyer, Jean, El sinarquismo ¿Un Fascismo mexicano?, 1937-1947, Ed. Joaquín Mortíz, México, 1979, pp. 37-41. En relación con estos mismos compromisos y el vacilante papel asumido por Acción Nacional con relación al apoyo a Almazán, la neutralidad en los mismos comicios y la posible alianza con los sinarquistas y con simpatizantes de la Falange Española en México, véase Pérez Montfort, Ricardo, Hispanismo y Falange. Los sueños imperiales de la derecha española en México, Fondo de Cultura Económica, México, 1992, p.160. 20 Una amplia descripción del apoyo inicial del Grupo Monterrey a la campaña almazanista y su posterior desistimiento, así como su respaldo negociado con el candidato oficial Ávila Camacho se encuentra detallada en: Niblo, México, 2008, p.89. 10

11

134

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

21 Los mejores estudios que refieren los antecedentes personales de Juan Andrew Almazán, la campaña presidencial y los comicios de Julio de 1940 se pueden encontrar en Moguel Flores, Josefina, “Juan Andreu Almazán: elecciones salpicadas de balas”, en Anaya Merchant, Luis, Marcos T. Águila y Alberto Enríquez Perea (Coords.), Personajes, ideas, voluntades. Políticos e intelectuales mexicanos en los años treinta, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Miguel ángel Porrúa, México, 2011, pp. 225-254. Uno de los comentarios que sustentan la versión de la amplia simpatía que recibió la candidatura de Almazán entre la tropa del Ejército Mexicano en: Veledíaz, Juan, El general sin memoria. Una crónica de los silencios del ejército mexicano, Ed. Debate, México, 2010, p. 89. 22 La vinculación entre Almazán con callistas, gobernadores y legislaturas opositores a Cárdenas, se detallaron desde 1939 a través de los numerosos agentes del Servicio Secreto de Gobernación. Un ejemplo es el informe enviado por el inspector P. S.-18 el 10 de marzo de 1939 informando de supuestos preparativos rebeldes con miras a los comicios de 1940 en los estados de Jalisco, Nayarit, Sonora, Sinaloa, Oaxaca y Veracruz. AGN, DGIPyS, exp. 5, f. 16, caja 187. 23 Ibídem. 24 Los rumores de una colaboración entre Almazán y los agentes ubicados como nazi-fascistas que operaban desde México, en un supuesto proyecto de infiltración y sabotaje a los Estados Unidos se mencionan en: Cedillo, Juan Alberto, Los Nazis en México. La operación Pastorius y nuevas revelaciones de la infiltración al sistema político mexicano, Ed. Debolsillo, México, 2010, pp. 105-127. 25 Es significativo señalar con respecto al ejército, que el propio Cárdenas otorgó un aumento de salario a los militares y destinó un aumento en la partida presupuestal destinada al ejército para ejercer a partir de 1939. Con ello aseguraba la simpatía de los mandos castrenses y afianzaba la lealtad a las instituciones ante el próximo panorama electoral. Esta medida resultó oportuna dada la gran aceptación de Almazán entre el personal de tropa. Los datos al respecto en: Sosa Elízaga, Códigos, 1996, pp. 325-327. 26 La decisiva acción del llamado voto verde, es decir, de los sectores rurales se encuentra documentado en: Niblo, México, 2008, p. 90. 27 “En contra de José J. Soto Castillo por delito de disolución social”, en Archivo Histórico de la Suprema Corte de Justicia en Morelos (AHCCJ-Mor.), Serie Penal, exp. 23/1940. Entre los oficiales del ejército que disolvieron a los manifestantes se encontraba el entonces joven teniente Enrique López Cervantes, quien sería años después Secretario de la Defensa Nacional. 28 Cateo a domicilio practicado por seguridad pública de Cuernavaca y personal militar de la 24ª Zona Militar en Morelos el 17 de Julio de 1940 en la Calle de Matamoros, Centro de Cuernavaca, domicilio de la Familia Aranda, AHCCJ-Mor., Serie Penal, exp. 22/1940. Los integrantes de esta familia era señalados como presuntos simpatizantes almazanistas que escondían armas y material de guerra para una próxima insurrección. 29 AGN, LCR, exp. 541.1/33. 30 “Actividades subversivas en Morelos, 1940”, en AGN, DGIPyS, exp. 16, caja 116, f. 2. 31 Los datos acerca de la trayectoria política de Héctor F. López como gobernador del estado de Guerrero, se encuentran detallados en: Bartra, Armando, Guerrero Bronco, Campesinos, ciudadanos y guerrilleros en la costa grande, Ediciones Sin filtro, México, 1996, pp. 61-69.

135

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Las virtudes revolucionarias de Elpidio Perdomo (vestido de militar) eran cuestionables, no así su capacidad para imponerse y arremeter contra sus ex compañeros zapatistas.

136

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

5 “No somos bandidos y menos asaltantes”. Bandolerismo y resistencia en el Morelos posrevolucionario. Las huellas del Plan de Ayala en los postulados programáticos del Plan de Cerro Prieto de los jaramillistas de Morelos. Aura Hernández Hernández El alcalde no habría podido disimular su ansiedad. “Es algo muy raro –continúo Casandra con un melodramatismo calculado-. Los signos eran tan evidentes que me dio miedo después tenerlos sobre la mesa”. Hasta su respiración se había vuelto efectista. -¿Quién es? –Es todo el pueblo y no es nadie. La Mala Hora. Gabriel García Márquez.

139

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Rubén Jaramillo.

140

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

“No somos bandidos y menos asaltantes”. Bandolerismo y resistencia en el Morelos posrevolucionario. Las huellas del Plan de Ayala en los postulados programáticos del Plan de Cerro Prieto de los jaramillistas de Morelos Aura Hernández Hernández

E

n su obra clásica, Pueblo en Vilo, Luis González hizo una caracterización del gobierno de Manuel Ávila Camacho. En ella sintetiza las particularidades de ese período de la historia del siglo XX mexicano, entre las que sobresale ese ambiente propicio para las expresiones nacionalistas que aún respiraban por la herida fresca de la Revolución Mexicana. González recupera también la noción de unidad frente a todo lo extranjero que distinguió al ambiente de la época. La imposición del servicio militar obligatorio fue, en cierto sentido, una manifestación de ese nacionalismo. También lo fueron los levantamientos armados que ocurrieron en algunas regiones del país para oponerse a él y para “salvar la patria”, como bien lo expresó un combatiente morelense cuando se enlistó en el ejército de los hermanos Barreto en el oriente de Morelos durante 1942 –movimiento del que se habla con mayor amplitud en otro artículo de este libro: “– ¿A dónde vas Tío Chico? -le preguntaron. Lacónicamente el anciano le contestó: -La patria se hunde”.1 De ese ambiente, dice Luis González:

AURA HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ. Doctora en Historia por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos. Directora de la Casa de Cultura Jurídica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en Cuernavaca, Morelos. Su tesis de doctorado lleva por título Razón y muerte de Rubén Jaramillo. Violencia institucional y resistencia popular. Aspectos del movimiento jaramillista (1942-1962).

141

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

[…] el general y presidente Manuel Ávila Camacho tiene que ser conciliador. Se lo exigen su buen natural y la opinión pública. Cumple con varios lemas. “Unidad Nacional”: Calles y Garrido regresan al país, se acoge a los inquietos almazanistas; se declara que no hay vencedores ni vencidos; se olvidan los agravios de la lucha electoral. “Batalla de la producción”: protección a los empresarios de casa y luz verde a los de fuera; se instituye la Comisión Nacional de Planificación Económica; se hacen tratados comerciales con el exterior y se inaugura la empresa del Palmito y las fábricas de Altos Hornos de México y de Guanos y Fertilizantes. “Maquinas y Escuelas”: Torres Bodet emprende la alfabetización de la mitad de los mexicanos que no saben leer ni escribir; construye escuelas y crea centros de capacitación para el magisterio. “Concordia internacional”: condenación de las agresiones nazi-facistas; entrevista Ávila Camacho-Roosevelt y acuerdo con los Estados Unidos sobre la indemnización petrolera; restablecimiento de relaciones con la Gran Bretaña y la URSS; conferencias para poner fin a la contienda internacional que culminan en la de Chapultepec. “Gobierno para todos”: se funda el seguro social para los obreros; se conceden incentivos a los patronos; dotaciones agrarias y decretos de inafectabilidad agrícola y ganadera. En 1942, fuera de lema se firma un convenio mexicano-estadounidense que pone a los campesinos de México a disposición de los Plantadores de Estados Unidos. Así colabora México al triunfo de las democracias.2 Al margen de la política de unidad nacional promovida por el gobierno de Ávila Camacho, 1942 es también la época de los nacionalismos. En España ha sido derrotada la República, en Alemania los nazis tienen el poder desde hace varios años, en Brasil Getulio Vargas promovía el integralismo. En Chile se funda la Falange, en Argentina nacen movimientos fascistas y en Europa y el mundo entero no es extraño ver “multiplicarse los grupúsculos, los partidos, los movimientos que apelan a ellos”.3 En México un movimiento con un alto componente nacional-populista seduce al Ejército, a campesinos y a católicos radicalizados por su alto contenido de oposición al comunismo y por reclamar una política de “unidad nacional por el bien de la patria”.4 El sinarquismo constituía un movimiento que utilizaba “de manera muy eficaz y muy peligrosa los deseos que la Revolución mexicana no ha[bía] podido satisfacer. Moviliza[ba] a los “sin trabajo”, a los descontentos, a los pobres, a los jóvenes de la clase media urbana, a los pequeños propietarios, a los campesinos sin tierra”.5

142

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

El sinarquismo fue un movimiento contrarrevolucionario y esencialmente anticardenista en razón de sus airados reclamos para “hacer cumplir las promesas de la Revolución” y por combatir los postulados del cardenismo como fueron la escuela socialista y, ya en 1942, la conscripción militar obligatoria. Esta no sólo atentaba contra el campesinado por restarle un importante porcentaje de su fuerza de trabajo, sino que disponía de vidas para una guerra ajena. El sinarquismo fue un movimiento nacional que reivindicaba lo nacional frente a lo extranjero. El sinarquismo recuperaba también la religiosidad popular y su aparición fue inducida de manera importante “por la lucha que venían sosteniendo los católicos mexicanos, desde el período revolucionario, contra el sistema y los hombres que estaban realizando los logros de la revolución”.6 De manera tal que el movimiento tenía raíces en el conflicto cristero de finales de los años veinte. Pero fue el período de 1940 a 1943 su etapa de mayor auge, pues la política de unidad nacional y el viraje a la derecha promovidos por la presidencia de Ávila Camacho para enfrentar el contexto internacional de la Segunda Guerra Mundial, así como los conflictos políticos derivados de su elección como Presidente de la República, crearon condiciones favorables para su apogeo.7 También es 1943 cuando los jaramillistas de Morelos, después de un intento fallido de unirse al movimiento sinarquista que en el estado representaba gente como Daniel Roldán, se levantan en armas y proclaman el Plan de Cerro Prieto como su documento programático que en diversos períodos identificará históricamente al movimiento. Y aún cuando la oposición a la conscripción obligatoria no está contenida en el cuerpo del Plan, esta demanda constituyó sin duda uno de las razones por las cuales el llamamiento a las armas de Rubén Jaramillo tuvo éxito entre la clase campesina del estado natal del General Emiliano Zapata. En los primeros años de la década de los cuarenta, predominaba un ambiente propicio para la rebelión. Las heridas de la Revolución aún estaban frescas en la memoria pueblerina, y los agravios de los gobiernos revolucionarios en contra de la clase campesina los movilizaba a emprender su autodefensa de la única forma en que conocían: mediante las armas, aún cuando iba en prenda la vida misma. Esto explica por ejemplo, por qué los campesinos de Zacualpan que fueron los primeros que se levantaron contra la conscripción obligatoria en 1942, lo hicieron prácticamente con las manos vacías. Desempolvaron sus viejos máuseres, escopetas, 30-30 y recorrieron los pueblos predicando su credo: la Revolución. Muchos campesinos respondieron al llamado que significaba también una posibilidad de eludir la nueva leva que representaba para ellos el servicio militar obligatorio y juntos hicieron frente al Supremo Gobierno.

143

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Varios años después de la consolidación del Estado revolucionario y particularmente después del gobierno de Lázaro Cárdenas, el campesinado de Morelos que incluía a los jaramillistas, representaba así la prueba viviente de los limitados alcances de la Revolución en el poder. En los cuarenta, la lucha de los jaramillistas más que una continuación del movimiento zapatista, constituyó una reacción al proceso gubernamental de la industrialización del campo iniciada con Lázaro Cárdenas, profundizada y matizada por el gobierno de Ávila Camacho cuando el ejido era visto solo como una parte del proceso de desarrollo que se impulsaba en el país. En 1942 el sinarquismo tomó también la bandera en contra del servicio militar obligatorio que había movilizado ya a los campesinos de un sinnúmero de pueblos y comunidades rurales de todo el territorio nacional. El campesinado del estado de Morelos no fue la excepción, pues los más sentidos reclamos del sinarquismo constituían también sus más apremiantes carencias: las expectativas no cumplidas frente al campesinado por los gobiernos de la Revolución y la oposición a la conscripción militar obligatoria. En Morelos, Rubén Jaramillo y los hermanos Cecilio y José Barreto se levantaron en armas para oponerse, entre otras cosas, a que los jóvenes campesinos que en ese momento estaban reconstituyendo los campos de cultivo en su territorio, tuvieran que abandonar sus labores productivas para morir en el campo de batalla de una guerra que no era la suya. La Ley del Servicio Militar Obligatorio había sido aprobada en 1940, pero su aplicación había sido postergada, por lo que su entrada en vigor en 1942 significaba para los campesinos una nueva leva como la de principios de siglo y en contra de la cual se habían ido a la Revolución y, como entonces, “mejor se alzaron”. Poco tiempo después un viejo jaramillista relató de qué manera la Ley del Servicio Militar Obligatorio, constituyó uno de los elementos que motivaron el descontento popular hacia el gobierno en la década de los años cuarenta. El servicio militar obligatorio se hizo cuando la Guerra Mundial –empezó en España, ¿verdad?- y desde luego que algo pasa bajo el agua que llegaron hasta nuestra juventud, a nuestros hijos que nos ha costado trabajo para criarlos y ahora se los quieren llevar. ¡Se querían llevar a nuestros hijos!, al que saliera ‘agraciado’ en un sorteo. Decíamos el que salga de todos modos no se lo llevan. Y luego delante de los militares que vinieron a la presidencia, empezaron a llorar la mamá, la familia, y ahí delante de ellos dijimos ¡Primero nos morimos que se los llevan!

144

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Entonces yo estaba torote y ‘El que salga, de todos modos no se lo llevan!’ Y no se los llevaron. Después siguió la bola con Rubén, que lo perseguían de a feo y él se defendía con las armas en la mano y ya decían que también se le estaban agregando.8

Los campesinos de Morelos se oponen al servicio militar En 1942 apareció en el oriente de Morelos, concretamente en la comunidad de Zacualpan, un movimiento armado encabezado por los hermanos José y Cecilio Barreto que tenía como demanda principal su oposición al servicio militar obligatorio, que con motivo de la Segunda Guerra Mundial decretó el gobierno federal y cuya reminiscencia ideológica se encontraba aparentemente en el sinarquismo. Fue conocido por los lugareños como La Bola Chiquita. Sin embargo convendría valorar las motivaciones particulares que su principal dirigente tuvo para tomar las armas, pues dadas las condiciones en las que apareció no se puede hablar de un movimiento sinarquista, sino más bien un movimiento que encontró en el sinarquismo la posibilidad de articularse en otro de orden nacional. Cecilio Barreto había pertenecido al grupo político que hizo campaña a favor del candidato perdedor a la gubernatura del estado de Morelos en 1939, el zapatista Maurilio Mejía. Como tal sufrió la represión que el candidato triunfador Jesús Castillo López emprendió en contra de sus enemigos políticos. “A Cecilio le preocupaba que la gente de Castillo López estaba buscándolo para liquidarlo y Mejía le sugería las diferentes maneras de protegerse”.9 No obstante los consejos de Mejía no eran suficientes y Barreto se quejó de las evasivas del zapatista ante su propuesta de “pararle” 300 hombres bien montados y armados para combatir al gobierno así como de su promesa incumplida de conseguir armas para “poner límite a las arbitrariedades del gobernador”.10 En esas mismas fechas, el gobierno federal inició en todo el territorio nacional su campaña de reclutamiento para el servicio militar obligatorio, que implicaba el traslado de miles de jóvenes a la Ciudad de México para recibir instrucción militar. La comunidad de Zacualpan no fue la excepción, muchos de sus jóvenes empezaron a ser llamados para ir a marchar: […] testigos oculares informaron que allá en la ciudad hasta los señores gordos de las tiendas estaban marchando, pero que peor les iba a los campesinos que tenían que soportar el maltrato de los soldados instructores. Los campesinos no acostumbrados a la marcha nada entendían del paso redoblado ni de medias vueltas,

145

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

y por cada orden no acatada o mal ejecutada se hacían acreedores a un culatazo, a una patada o por lo menos a palabras ofensivas.11 Se empezó a gestar la inconformidad. Todo el tiempo circulaban rumores en el sentido de que era inminente la llegada de las fuerzas federales a “efectuar la leva y llevarse del pueblo a los hombres, de preferencia a los más jóvenes Las familias perderían a sus hijos y las mujeres a sus esposos. La leva se llevaría a los hombres, primero a Cuautla y después encuartelarlos a la ciudad de México, para prepararlos y mandarlos a la guerra de otros países. Eso significaba la muerte segura. Se aseguraba que a muchos los habían llevado y aún no regresaban a sus lugares de origen. Se afirmaba que se desconocía el paradero de 20 mil conscriptos”.12 Así, la aparición en escena de los Barreto significó para Rubén Jaramillo y sus hombres levantados en armas en el sur de Morelos, un evento casi providencial que les ayudó a capitalizar la inconformidad popular. Para esto, Cecilio Barreto había perdido ya el mecenazgo político de Maurilio Mejía por lo que decidió iniciar gestiones para unirse al grupo de sinarquistas que encabezaban José Inclán y Magdaleno Contreras, mismo que a nivel nacional se oponía a la conscripción obligatoria. Inclán y su grupo le prometieron “enviarle armas, una bandera, un estandarte de la Virgen de Guadalupe y una caja de medallitas de plata”.13 Con ellas se dispusieron a levantarse en armas el 12 de diciembre de 1942. La alianza con el sinarquismo permitió a los Barreto oponer frente al gobierno del estado de Morelos, una resistencia respaldada por una organización de corte nacional como era la Unión Nacional Sinarquista (UNS), de manera que no tuvo empacho en abrazar sus postulados, pues al fin y al cabo su movimiento era también de oposición al gobierno constituido. Sin embargo lo cierto es que los Barreto iniciaron su levantamiento armado con un objetivo central: protegerse del gobierno del estado que lo perseguía para liquidarlo y en esa búsqueda de tutela se encontró con el sinarquismo. En el caso de Jaramillo, su levantamiento armado tuvo como origen inmediato los intentos de asesinato que en tres ocasiones emprendió sin éxito el gobierno del estado. Esto constituía una venganza por su activismo a favor de los productores de caña y obreros del ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec, así como a favor del mejoramiento de las condiciones de vida de los campesinos de la zona sur-oriente del estado de Morelos, para los que pedía más tierras y mejores precios para sus productos agrícolas como el arroz y las hortalizas. Igual que la UNS en el Bajío14 y los hermanos Barreto en Zacualpan, Rubén Jaramillo reclutó a los campesinos en su ejército irregular para que no

146

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

se los llevaran los federales. De acuerdo con lo planteado por Pablo Serrano en su obra sobre el sinarquismo en el Bajío, a fines de 1942 el país padecía inestabilidad social y anarquía interna derivada de las medidas que había tomado el gobierno federal para hacer frente a la guerra. En ese contexto se ubica la alianza de Rubén Jaramillo con los sinarquistas. Según Serrano: El alzamiento de Rubén Jaramillo en Morelos, en los primeros meses de 1943, contra la conscripción, fue apoyado por los sinarquistas. Aunque estos trataron de convencer al líder ex zapatista de no remontarse a la montaña, la rebelión desestabilizó el sur del país: estado de México, Morelos, Puebla y Guerrero. Las ligas de Jaramillo con la UNS, permitieron que los adversarios afirmaran que los sinarquistas estaban insurreccionando al campesinado, con el pretexto de la conscripción. Los campesinos sinarquistas y los seguidores de Jaramillo, no solo luchaban contra la conscripción, sino además, contra los vicios de la reforma agraria en el sur de México. La coyuntura de la guerra permitió que la rebelión jaramillista encontrara un momento adecuado para manifestar sus demandas de manera violenta.15 Y hasta cierto punto tiene razón. Si bien es innegable que Rubén Jaramillo fue apoyado por los sinarquistas, también lo es el hecho de que en ese acercamiento los jaramillistas jamás pusieron en duda la opción armada para su movimiento, pues cuando se buscó materializar la alianza, éstos ya tenían tiempo de andar remontados por los cerros después de haber agotado la vía civil para resolver sus conflictos con el gobierno. Más bien lo que los jaramillistas buscaban con esa alianza era fortalecer su movimiento frente a los embates del gobierno y en la coyuntura de la guerra lograr una interlocución nacional y no sólo manifestar sus demandas de manera violenta como lo apunta Serrano. Más aún, Rubén Jaramillo no se oponía al servicio militar, sino más bien deseaba que éste “fuera voluntario y tomando en cuenta los intereses de los campesinos, pues afectaba la mano de obra en los cultivos”.16 Antes de levantarse en armas, Jaramillo envío una carta al presidente Ávila Camacho en la que le pidió modificar “el sistema de Servicio Militar Obligatorio y que ya no fueran sacados de sus hogares y de sus pueblos los jóvenes en edad militar, proponiendo que éstos recibieran su instrucción sólo los domingos, en el municipio al que pertenecieran y en el mismo día regresaran a sus domicilios para seguir atendiendo sus trabajos”.17 Así las cosas, es indudable que su franca oposición al Servicio Militar le fue adjudicada desde afuera, como quedó constancia en el proceso penal por

147

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

rebelión que se siguió a los jaramillistas en el Juzgado de Distrito de Cuernavaca en 1943. En ese proceso, el jefe de la zona militar del estado de Morelos declaró que la razón del levantamiento de los jaramillistas fue la oposición al Servicio Militar. Agregó que junto con Rubén Jaramillo se habían levantado en armas otras “gavillas” que tenían conexiones nacionales e internacionales y que operaban en el oriente del estado en los límites con Puebla, pero de entre los cabecillas sólo reconocía a Rubén Jaramillo.18 En este contexto, es indudable que Jaramillo y los Barreto sólo se unieron a esa batalla por dos razones exclusivas que nada tenían que ver con el sinarquismo, ni con la intención de emprender un movimiento nacional para derrocar al gobierno federal. Lo hicieron más bien por razones mucho más inmediatas: 1.- El hostigamiento y represión emprendida por el gobierno de Jesús Castillo López contra sus opositores políticos (activistas del ingenio de Zacatepec y opositores políticos) y porque, 2.- Ambos se encontraban en momentos de “orfandad” política. El primero no había logrado cumplir sus expectativas con Maurilio Mejía y el segundo carecía de la tutela cardenista. De cualquier manera el camino de las armas era el más seguro. La oposición al servicio militar obligatorio fue así el asidero que les dio la legitimidad que necesitaban.

“Peleamos por recuperar nuestras garantías” Al iniciar el reclutamiento forzoso, principalmente entre la población rural que en 1942 se encontraba tratando de reconstituir su dinámica campesina, Ávila Camacho suspendió las garantías no solo en el plano legal sino también en el simbólico. Las garantías que los campesinos de Morelos habían ganado para sí en la Revolución, estaban siendo desplazadas y por eso se levantaron. “Nos levantamos porque no había garantías, peleamos por defender la patria” decían.19 Las fronteras que delimitaban el terreno legal del de la cultura campesina fueron rebasadas por los campesinos de Morelos que en 1942 decidieron nuevamente tomar el camino de la rebelión, para “recuperar sus garantías”. Un jaramillista contaba: Me fui con Rubén la primera vez que se subió al cerro. Yo ni estaba al tanto de los mitotes cuando me llegó una carta de él. Me fui para Tlaquiltenango y llegué como a las cinco de la tarde; ahí estaba él con el difunto Pancho Guadarrama, Miguel y otros. Los saludo y me dice: “Vale, pues estamos mal, porque la judicial me ha venido a rodear la casa” –ya estaban en calidad de armados- y dice: “yo sé

148

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

que anda por ái alzado un tal José Barreto20 y quiero hablar con él. ¿Tú sabes dónde anda?” Le digo, oye, no sé. “Mira, vete a indagar donde lo puedo encontrar”. ¿Pero qué cosa voy a indagar, si él ya anda en el cerro ni modo que vaya a buscarlo? Y le digo, pero si ya está dispuesto y crees tú que no se puede remediar esto, ¡pues de una vez vámonos! Yo voy a avisar a la casa y regreso. Pues sí, me voy a avisar a la familia que a ver cómo se las arreglaban porque yo ya no volvía. Que me regreso y luego, luego, en la noche salimos, como unos diez.21 En febrero de 1943 después de haber agotado la vía legal y habiendo escapado milagrosamente de tres atentados en contra de su vida organizados por el gobierno del estado y la gerencia del ingenio de Zacatepec, Jaramillo decidió tomar la vía armada y apeló a las redes que como dirigente campesino y como pastor metodista construyó a lo largo de más de una década. Así, con un grupo armado de no más de diez hombres, su 38 Súper al cinto y cabalgando en El agrarista que le había regalado el general Lázaro Cárdenas, Rubén Jaramillo se dispuso a conducir “una Revolución de alcances nacionales”, como lo dijo después en su comparecencia ante el Juez de Distrito y como quedó plasmado en el Plan de Cerro Prieto.22 Cuando se decidió por el camino de las armas, Jaramillo empezó a recrear el mito zapatista. Buscó a los excombatientes del Ejército Libertador del Sur, David Castrejón, Francisco Guadarrama y en un fin de semana logró reclutar a 25 partidarios y unas cuantas armas.23 Continuó con el alistamiento de hombres por el territorio que se extiende desde la franja fronteriza sur-oriente del estado de Morelos con los estados de Puebla y Guerrero a través de la sierra de Huautla, ruta que le enseñó el coronel Dolores Oliván durante la Revolución. Las Juntas, una comunidad en el oriente de Morelos, de donde era originario Oliván fue uno de los primeros pueblos en los que Jaramillo organizó las asambleas de información que durante varios años caracterizaron a su movimiento, para explicar al pueblo por qué peleaba y también para pedirles su adhesión, proveerse de víveres o por lo menos para solicitar su discreción. Muchos de sus seguidores no sabían a ciencia cierta por qué habían ido a la lucha. Aunque el Ejército Federal aseguraba que era contra el servicio militar

149

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

obligatorio impuesto por el gobierno durante la Segunda Guerra Mundial, otros afirmaban que era por defender sus derechos en el ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec. Cuando fueron tomados presos por los federales, la mayoría declaró ante el Juez de distrito que era para “hacerle justicia a los campesinos”.24 Esa era una verdad irrefutable. Y así lo expresaron los compañeros de Jaramillo cuando respondieron a su llamado para tomar las armas: “cuando la primera salida del difunto Rubén, cuando se remontaba al cerro, pasaron por aquí, vendrían ya unas treinta o cuarenta gentes. Entonces estaba yo de coime en el billar de mi suegro cuando llegaron. Llegó Rubén y le dice a mi suegro: ‘compadre, ahora es el tiempo’”.25 Después de la Revolución, los jaramillistas que habían participado en ella, esperaron pacientemente la justicia, el reparto agrario, el fin de la miseria del campesinado, la desaparición de los cacicazgos que los oprimían. Pero éstos sólo cambiaron de piel. Por eso durante muchos años pensaron que tendrían que regresar a las montañas de Morelos a iniciar otra Revolución. Ahora era el tiempo. No había combatientes para su ejército, no había armas, no había comida y eso los dejaba inermes ante los más de 10 mil hombres,26 que en Morelos se habían destinado a su captura. Pero había un ambiente propicio para la rebelión y persistía la idea de que solo mediante las armas podían “recuperar sus garantías”. En las mañanas, cuando Rubén salía, solo, a los pueblos a buscar tortillas y frijoles para sus soldados, salía a construir un peldaño más de su sueño por un mundo mejor. En su autobiografía reconstruyó aquel sueño: ¿Por aquí nunca ha venido ni pasado Jaramillo? “Todos respondieron, no señor, por este lugar no lo hemos visto”. En eso, respondió un hombre como de 65 años de edad y dijo: “yo si lo vi pasar por este lugar”. El teniente se puso contento y preguntó apresurado al hombre: “¿cuándo lo viste?” “Uh, siñor, tenía yo como 13 años cuando él pasó”. Esto llenó de risa al pueblo, al teniente y a la tropa, pues el hombre ya estaba canoso. “Jaramillo no engaña a nadie. Él lo dice por palabra y por escrito, siempre dice la verdad. Hace como cuatro meses pasó por este pueblo seguido por 80 hombres y dejó unos documentos que se dicen “Plan de Cerro Prieto”; y la mera verdad es que hemos visto que tiene razón, y el pueblo va entendiendo y es posible que sus ideas se generalicen en el país”.27 Al convencerse de que la lucha legal “era una pérdida de tiempo y energía”,28 Rubén Jaramillo se apostó en un cruce de caminos para persuadir a los

150

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

pobres de que la utopía de un mundo mejor era posible si luchaban a su lado. Muchas veces fracasó en su intento por reclutar hombres para su ejército y muchas más fue delatado y traicionado hasta que logró convencerlos paulatinamente de que lucharan con él por mejorar sus condiciones de vida. Así, el inicio del jaramillismo fue una profunda manifestación de fe. A toda esta problemática de la precariedad de la clase campesina en el estado de Morelos, había que agregarle la represión emprendida en contra de los activistas de la resistencia civil en la huelga del ingenio, lo cual fortaleció la necesidad de armar a los campesinos. El ambiente para una insurrección se respiraba. Los motivos por los que Rubén Jaramillo tomó nuevamente el camino de las armas fueron expresadas por él en el expediente penal que se le siguió por el delito de rebelión en 1943. Ante el Juez de Distrito afirmó que: “…anduvo levantado en armas en virtud de la injusticias que se cometieron con él cuando trabajaba en el ingenio de Zacatepec, pues por las intrigas del gerente de dicho ingenio, primero le negaron las refacciones de crédito para sembrar y después le negaron el agua para regarla y lo persiguieron hasta que tuvo que abandonar su siembra, perdiendo cincuenta y nueve tareas de mil metros cuadrados cada una; que después lo trajeron detenido ante el Gobernador Perdomo, quien lo maltrató en su despacho y le aventó de bofetadas. Diciéndole que si seguía encabezando a los campesinos los mandaba fusilar; que estas fueron las verdaderas causas de que el declarante se levantara en armas, para exigir el cumplimiento de sus derechos y los derechos de los campesinos a quienes representaba”.29 Sin embargo, es importante recuperar la conciencia que prevalecía entre los campesinos de Morelos sobre la dimensión simbólica de su levantamiento. Ocurrió con la Bola chiquita y ocurrió con los jaramillistas. Si no, cómo explicaríamos, en primera instancia, su declaración de guerra a los gobiernos constituidos cuando las condiciones materiales de su ejército los ponían en total desventaja. Cómo explicar si no, ese viaje a una muerte segura en los combates donde la inferioridad era altamente significativa, si en los primeros enfrentamientos “varios cartuchos de las 30-30 no estallaron después de tanto tiempo de estar guardados ‘habían perdido fuerza’. Hacia el amanecer, por falta de pólvora, las municiones de las coachcleras30 rebotaban en el uniforme de los soldados”.31 Había también motivaciones concretas en los jaramillistas para tomar el camino de las armas: solo unos días antes de la salida de Rubén Jaramillo

151

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

al cerro, Mónico Rodríguez y Porfirio (Salustio) Jaramillo denunciaron ante el Presidente de la República la detención y encarcelamiento injustificado de una decena de obreros y campesinos. Estos habían sido realizados por los ex militares al servicio del gerente del ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec, Severiano Carrera Peña: Teodomiro Ortiz (a) El Polilla y Mario Olea, director de la Policía Judicial del estado. También denunciaron la desaparición de un obrero que había sido visto por última vez en las oficinas del gerente. En su autobiografía, Jaramillo sostiene que fueron las armas el único camino que le dejó el hostigamiento del gobierno, que destinó a cerca de diez mil hombres de la policía judicial y las defensas rurales para perseguirlo, los pistoleros de la gerencia y de los campesinos “mal impresionados por políticos grandes y chicos”.32 El 12 de febrero de 1943 Teodomiro Ortiz (a) El Polilla y 15 pistoleros más sitiaron su casa sin encontrarlo, llevando órdenes de detenerlo y eso fue la gota que derramó el vaso. Estas motivaciones inmediatas, no excluían ninguna de las razones profundas para la rebelión. Así, el Plan jaramillista fue fechado el 21 de febrero de 1943 en la comunidad de Cerro Prieto.

Génesis de un Plan revolucionario El 19 de febrero de 1943, Rubén Jaramillo recibió un informe de sus partidarios en el que le indicaban que sus enemigos políticos Alfonso Sámano, Juan Rojas, Miguel Pozas, Sebastián Ortiz, Jesús Pichardo y Genaro Barba se encontraban “haciendo una junta en el juzgado en donde escriben un papel en tu contra y lo van a mandar al gobernador y al gerente de Zacatepec, donde te denuncian como un verdadero malhechor, y piden que las tropas federales te persigan. Hablan sobre la formación de una defensa”.33 Todos estos personajes eran caciques del sur del estado de Morelos. Sámano era también Senador de la República, Juan Rojas era jefe de las defensas rurales en la región sur y los demás eran funcionarios menores del ayuntamiento de Tlaquiltenango. Aún cuando Rubén Jaramillo se había convencido de que la lucha armada era la única vía que le quedaba, ese aviso fue determinante en su decisión de tomar las armas. Ese día inició el reclutamiento de hombres para su grupo armado. Envío a “un correo” a entrevistarse con los hermanos Barreto que se habían alzado en Zacualpan en contra del Servicio Militar obligatorio. Ofrecía la adhesión de su grupo y al mismo tiempo recibió algunas adhesiones importantes de ex zapatistas. En la comunidad de Palo Grande se le unió David Castrejón; en La Era se le adhirió Francisco Guadarrama34 y 25 hombres más. Mientras tanto una avanzada de sus hombres en la zona de Las Bóvedas logró confiscar un número importante de armas a cazadores de la región logrando los primeros pertrechos para el grupo.

152

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

El 22 de febrero, antes de partir a un recorrido por los pueblos de Xicatlacotla y Coaxitlán con el objeto de asegurar caballos y comida para poder continuar con el reclutamiento de más hombres, Rubén Jaramillo recibió la noticia de la explosión del volcán Paricutín. Después de eso llegó con sus hombres a Teocalcingo donde, según sus memorias, un profesor habló largamente con él preguntándole la causa de su disgusto con el gobierno. De ahí, los jaramillistas salieron para El Perillo y fueron informados que voluntarios de Mexalapa y Chahuicingo, Guerrero se ponían en camino para perseguirlos. Pero, cuando supieron que los hombres de Jaramillo ya “eran 75 y guardaban todo el mejor orden y respeto a los pueblos”, los voluntarios se regresaron a sus lugares de origen. Ya cuando se encaminaban a Mineral de Huautla los jaramillistas oyeron un tiroteo, del que después se enteraron fue un enfrentamiento entre lo que ellos consideraban eran federales y una partida de encabezada por Daniel Roldán, uno de los jefes sinarquistas de Morelos, quien iba a unirse con el grupo de Jaramillo. Ante esta eventualidad, ya el 23 de febrero los guerrilleros tomaron camino a Cerro Prieto, pero fueron informados que en el camino había muchos federales buscándolos, por lo que cambiaron el rumbo y lograron llegar a Santiopa, donde pernoctaron. El ejemplar del Plan de Cerro Prieto que contiene un proceso judicial de Jaramillo, está fechado el 21 de febrero de 1943,35 y da idea del simbolismo que el lugar tenía para Rubén Jaramillo. Sin embargo, cabe señalar que el Plan finalmente no se proclamó en ese lugar.

Un Plan para una nueva Revolución: El Plan de Cerro Prieto Cerro Prieto fue el lugar que Rubén Jaramillo eligió para fechar su Plan, pues ahí pensaba llegar el 21 de febrero de 1943 después de reclutar algunos hombres. Sin embargo, los imponderables de guerra se lo impidieron. Cerro Prieto es una comunidad ubicada en el sur del municipio de Tlaquiltenango. El Plan que lleva su nombre se convirtió en el documento emblemático del movimiento jaramillista y posteriormente constituyó el ideario del Partido Agrario Obrero Morelense (PAOM), mismo que fundó Jaramillo en 1945. De este documento se hicieron públicas varias versiones, sin embargo, aquí revisaremos sólo tres de ellas. Pero, haremos especial énfasis en la del 21 de febrero de 1943 que contiene el expediente judicial seguido con motivo del levantamiento armado de ese mismo año. Otra versión es la que fue publicada en la Autobiografía bajo el nombre de Ideario y contiene trece puntos que, en términos generales, coinciden con la versión del Plan de 1943. De acuerdo con Donald Hodges, es posible que haya sido redactada en 1952 y su contenido es “incuestionablemente socialista”,

153

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

pues reivindica la nacionalización de la industria mexicana, la expropiación de todos los monopolios extranjeros y propone la colectivización de la agricultura”. Aunque tampoco es descartable que el documento haya sido escrito en 1961,36 el período en el que Froylán Manjarrez entrevistó a Jaramillo durante la toma de los llanos de Michapa y El Guarín, período en el que además “Jaramillo estaba preparando un tercer levantamiento armado en respuesta anticipada a la nueva escalada represiva”37. Los trece puntos del Plan, contenidos en la autobiografía de Rubén Jaramillo, refuerzan la hipótesis de que el jaramillismo buscaba encabezar una revolución de alcances nacionales. Ello explica por qué fue ésta una de las versiones más radicales del Plan de Cerro Prieto. Así, los planteamientos principales eran: 1.- Preparar al pueblo para la toma del poder. 2.- Liberación económica, social y cultural. 3.- Nacionalización de la riqueza nacional. 4.- Reparto agrario y capitalización del campo mediante créditos para la producción. 5.- Tecnología en el campo para combatir el intermediarismo. 6.- Reparto equitativo de la riqueza nacional y mejorar la economía del pueblo. 7.- Dar cultura fácil, pronta y buena. 8.- La ciencia al servicio del pueblo. 9.- Orientación al campesinado. 10.- Combatir los centros de vicio. 11.- Un nuevo constituyente. 12.- Supresión de impuestos. 13.- Desarme total del Ejército. Otra versión del Plan de Cerro Prieto la publica el mismo Donald Hodges en su libro Mexican anarchism after of the revolución.38 Aunque Hodges afirmó no haber podido indagar el año de su publicación, sostiene la hipótesis de que pudo haber sido en el año de 1948, después de la nueva ruptura de Jaramillo con los gobiernos federal y estatal. El motivo de la ruptura fue la derrota de Jaramillo en las elecciones locales de 1946, y meses después de la huelga en el ingenio “Emiliano Zapata” de Zacatepec, ocurrida en ese mismo año y en la que el activismo de Jaramillo fue muy significativo. En esta versión, el programa del Plan decía abrevar del descontento que “la gente ha manifestado largamente contra la tiranía” que había traicionado al Plan de Ayala, y esbozaba los siguientes considerandos:

154

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

1.- La Constitución ha servido para el enriquecimiento de la clase gobernante y se ha usado el poder contra la gente. 2.- El Plan de Ayala ha sido traicionado. 3.- Está en contra la corrupción de la clase gobernante y la falta de democracia electoral, contra el PRI. 4.- Declara anticonstitucionales y antipatrióticos todos los monopolios. 5.- Está en contra la explotación de los dueños de los monopolios extranjeros de materias primas de México. 6.- Declara que el gobierno no es absoluto para que expropie los recursos naturales, imponga autoridades, gobernadores y miembros del poder judicial. 7.- Si lo permitimos y no luchamos ahora por nuestros derechos, el gobierno seguirá escatimando los derechos del pueblo, precisamente porque no es un gobierno del pueblo. 8.- La Revolución creó una nueva clase de gente rica: diputados, senadores, gobernadores e influyentes, extranjeros y propietarios y explotan a los ciudadanos en el campo y en la ciudad. 9.- En México debe desaparecer la burguesía capitalista. 10.- Declaran ignorar si en el país hay otros revolucionarios sin programa. 11.- La distribución individual de parcelas ha contribuido a la explotación del hombre por el hombre, ha promovido la desorganización, ha causado las fallas del programa agrario nacional, por eso las parcelas deben organizarse en forma colectiva tratando de impulsar el reparto de tierras protegidas. 12.- La agricultura es un factor decisivo para la vida del pueblo, por eso debe ser mecanizada e industrializada. Al triunfo de la revolución se ordenará la inmediata industrialización, tractores, locomotoras, etc. 13.- La Constitución es violada. Los primeros 29 artículos en la práctica son letra muerta. Se ha permitido el libertinaje de la prensa y de los clérigos, del capital burgués, la justicia no es pronta ni expedita sobre todo con los campesinos, los campesinos siguen viviendo en la miseria y sumidos en el vicio, por ello es necesario revisar la producción de alcohol. 14.- El triunfo de la Revolución de 1910 no ha significado la revolución social, así que se necesita una nueva guerra para conquistar el poder público, para establecer un gobierno genuino de trabajadores en las fábricas y en el campo. 15.- Para hacer realidad la Revolución, las fábricas deberán ser regresadas a los trabajadores y las tierras a los campesinos. Esta versión del Plan de Cerro Prieto planteaba también que al triunfo de la lucha armada el poder político lo encabezarían los “verdaderos revolucionarios” y el gobierno legítimo pondría en marcha las siguientes medidas:

155

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

1.- Disolución de poderes ejecutivo, legislativo y judicial (locales y federales), excepto aquellos que se identifiquen con el Plan 2.- Cumpliría con los postulados del Plan de Ayala, que no se han cumplido en su totalidad. 3.- El Plan adiciona además el Plan de Ayala, aclarando que las tierras, montañas y aguas que han sido transferidas y las que en el futuro sean transferidas serán gobernadas por un sistema colectivo, de conformidad con la regulación que será expedida al triunfo de la lucha. 4.- Nacionalización de las industrias y administración de trabajadores y desarrollo de la industria que se requiera para el progreso y la civilización de la gente. 5.- Integrar una Junta de jefes revolucionarios al triunfo de la revolución e integrar un Congreso constituyente que hará la nueva Constitución. El documento recuperaba el discurso del zapatismo al reivindicar al Plan de Ayala, proponer la explotación colectiva de la tierra y reconocer el derecho tradicional e histórico de los habitantes originarios del campo sobre los montes y aguas del territorio nacional. El Plan significaba también el reconocimiento a ese México industrializado y pro-urbano en el que el obrero se estaba convirtiendo en un importante protagonista del cambio social. La necesidad de la mecanización del campo y la creación de centros urbanos eran un sinónimo inequívoco de la época al que ya no se podían sustraer los jaramillistas, que en este período de su existencia estaban cuestionando el modelo de las instituciones revolucionarias.

Ni bandidos ni asaltantes. El Plan de Cerro Prieto de 1943 La versión a la que me referiré con mayor amplitud es también la primera. Corresponde a la que el ejército federal confiscó a la familia de Epifania García Zúñiga en su domicilio de Los Hornos. Epifania García la escondía enterrada debajo de la cama de su padrastro Francisco Rosales, en un maletín que contenía el archivo de Rubén Jaramillo. La edición masiva de este documento se encuentra en el expediente judicial de los procesos penales que por “traición a la patria, conspiración, asociaciones delictuosas, ultrajes a las insignias nacionales y rebelión” se le siguieron a Rubén Jaramillo entre 1943 y 1945. El Plan de Cerro Prieto del 21 de febrero de 1943, el documento emblemático del movimiento jaramillista, recogía la experiencia de los campesinos y obreros contra la corrupción. Luchaba contra el estereotipo de “gavilla” o bandolero que le adjudicaban el gobierno y los caciques locales y proponía castigar la

156

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

corrupción con “pena capital”. Pugnaba por la industrialización del campo y por jornadas de trabajo más cortas; por el derecho al esparcimiento y a la cultura y llamaba a educar los soldados del ejército mexicano.39 El cuerpo de Plan empezaba con la leyenda: “No somos bandidos y menos asaltantes” y se resumía en 19 planteamiento básicos: 1. Reparto equitativo de la riqueza nacional (incluida la del subsuelo); 2. Que los funcionarios trabajen sin cobrar sueldos; 3. Que se decomisen dinero a funcionarios corruptos, derogación de impuestos; 4. Que se intensifique la producción agrícola y se evite el intermediarismo; 5. Que los Estados Unidos “dejen de intervenir en todos los asuntos del Pueblo Mexicano” y que no intervenga en su forma de gobierno; 6. Que se intensifique la industrialización como base para mejorar las condiciones de vida de los obreros y campesinos; 7. Llamamiento a los soldados para que se sumen a la lucha del pueblo; 8. Que la educación sea científica; 9. Importancia de inventos mexicanos para que éstos no se vayan al extranjero; 10. Reformar el sistema jurídico mexicano para que beneficie al pueblo; 11. Protección a la familia; garantizar vivienda, salud y bienestar a los ciudadanos; 12. Combate a la “holgazanería”; 13. Protección a los ancianos; 14. Suprimir las pequeñas aldeas; 15. Promover la concentración de la población en donde puedan disfrutar de servicios públicos; 16. Dar al pueblo la oportunidad de viajar y conocer su país gratis; 17. Jornadas de trabajo más cortas que permitan a los trabajadores “leer, pensar, escribir”; 18. Capacitación a la mujer para que pueda ser independiente y no se prostituya; 19. El gobierno estará en manos del pueblo: campesinos, obreros y soldados. Como se aprecia, las reivindicaciones del Plan no eran exclusivamente agrarias, aún cuando se refiere a la necesidad del reparto de “las tierras, de las

157

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

aguas, montes y bosques, minas, yacimientos mineros y petroleros”. Más que ser un programa de lucha “basado en el Plan de Ayala con adiciones” tal como sostienen algunos estudiosos del movimiento, como Plutarco García Jiménez, el documento contenía una insistente demanda de justicia social y reparto equitativo de la riqueza. Pugnaba por el bienestar de la clase campesina y obrera a partir de la industrialización del país. Los jaramillistas pedían en el Plan que se intensificara la industria de tal manera que el pueblo mexicano, muy pronto, pase de ser un país puramente agrícola a un país industrial, dando lugar a que con esto haya vida para la población trabajadora; pues México cuenta con materias primas indispensables para industrializarse y producir lo que el Pueblo Mexicano necesita, a fin de no estar haciendo consumo de sus artículos a los países de Alemania, Estados Unidos e Inglaterra, quienes siempre se han estado apropiando de nuestra riqueza nacional, pues esos son países imperialistas y capitalistas que ahora han inventado la guerra para disputarse los mercados del mundo.42 El discurso contenido en el documento, aun habiendo sido elaborado en una etapa en la que Rubén Jaramillo no manejaba “esa fraseología del comunismo dentro de su lucha”,43 contiene, sin embargo, reivindicaciones de índole socialista que pueden explicarse a partir del tipo de nexos con este tipo de agrupaciones que tejió Jaramillo de la mano con Mónico Rodríguez.44 El Plan que los jaramillistas fecharon en Cerro Prieto el 21 de febrero de 1943, daba especial importancia a elementos como la industrialización del país, la educación científica, la supresión de “pequeñas aldeas”, la emancipación de la mujer y su incorporación al campo laboral, el establecimiento de jornadas de trabajo que permitieran al obrero educarse y esparcirse. La importancia que en el cuerpo del texto se dio a la vivienda, a la modernización de los sistemas de salud, a la noción de un ejército al servicio del pueblo, a la idea igualitaria de la distribución del trabajo, a la conformación de un Estado fuerte en manos de los obreros, campesinos y soldados que además trabajarían sin cobrar sueldos, dan al proyecto un matiz eminentemente socialista. Según éste, al triunfo de la nueva revolución se instauraría un “Estado en el que los hombres cooperen como iguales”.45 Pero, no corresponde al discurso de los ex combatientes zapatistas que concentraban sus demandas en el reparto de la tierra, sino que se le ubica en la tradición de lo que hoy llamamos izquierdas. El planteamiento general del Plan remite forzosamente a un discurso formado en la disciplina del estudio profesional de los problemas fundamentales de la nación. El Plan de Cerro Prieto de 1943 incorporó ya elementos que respondían a las necesidades de un Estado moderno, que pugnaba por la industrialización en donde los obreros y las clases urbanas jugaban un papel

158

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

fundamental y remitía a un “socialismo como objetivo y todavía no alcanzado, como una sociedad mejor, humanista y democrática en la que se garantizaran la libertad y la justicia social”.46 La autoría del texto parecía provenir, como bien lo apunta Barry Carr, de algunos “hombres y mujeres que rompieron con la ortodoxia estéril e intentaron una reconciliación de la tradición socialista con las realidades cambiantes de la sociedad mexicana”,47 como lo fuera en vida Mónico Rodríguez. Entonces todo eso que te conté lo discutíamos nosotros profundizando y veíamos como se fue transformando la industria azucarera, las técnicas para sacar azúcar que no se han movido ya de ahí. Pero, cuando se organizaron las discusiones de los grupos se discutía todo eso. Es decir eran unos grupos culturales donde se discutía la política del marxismo, del liberalismo o qué era el socialismo y entonces en esa época nosotros que éramos jóvenes fuimos agarrando un hábito de reuniones y de estudiar y de generar alguna propuesta para la lucha de todos y así se fue generando el grupo, al grado de que mantuvimos, aplicábamos la crítica y la autocrítica en las discusiones. Nadie se podía molestar y si se molestaba tenía que pensar mucho y corregir sus defectos, pues lo primero era enseñar el defecto, el error, luego ver las raíces y tercero dar la solución y esos eran los principios y nos los aprendimos de tal modo que era fácil dar una solución, eso era para las juntas cerradas; pero luego se llegaban a las asambleas también entonces Rubén y sus campesinos comenzaron a participar, claro en principio trajo veinte ya después eran cinco, les cansaba, eran cosas pesadas.48 Según Mónico Rodríguez, el convencimiento de los campesinos fue un proceso largo, en el que Rubén Jaramillo fue uno de los más reticentes. En Los Jaramillistas de Renato Ravelo, aparece el relato de un compañero de Jaramillo: Se logró irlo convenciendo. Pero resulta de que en ese relajo de reuniones, pues surgían pláticas de carácter político y él traía bajo el sobaco los libros aquellos de Flores Magón, Semilla Libertaria y algunos de esos libritos incendiarios que él estaba aprendiendo. Entonces allí se fundió la política, digamos. Él era religioso y todavía oficiaba, pero al mismo tiempo ejercía esa defensa como influencia de la religión, pero leía a Flores Magón y nosotros ya le comenzamos a pasar libros marxistas.49

159

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Mónico Rodríguez sostenía que el resultado de este intenso trabajo político originó la definición ideológica del movimiento que él identificaba como magonista, con algunos matices. Según lo escribió él mismo a Donald C. Hodges: Uno debería tener en mente la distinción de Rodríguez entre los magonistas totales, tal como él mismo y Jaramillo. Y los magonistas en la práctica, aunque estos siguieron los pasos de Flores Magón, no predicaron sus escritos repetidamente y con fe. Ellos no eran, como Rodríguez se describe a él y Jaramillo “AMANTES DE RICARDO FLORES MAGÓN” pero como él describe a sus otros compañeros, ellos eran “magonistas en esencia”, es decir, que consciente o inconscientemente siempre tenían presente en su práctica el comunismo de Ricardo Flores Magón.50 Asimismo, las condiciones particulares que caracterizaron la ruptura de Rubén Jaramillo con el Estado, muestran a la rebelión como resultado de una coyuntura específica que en primera instancia tenía como objetivo preservar la vida del dirigente campesino mediante la lucha armada. El territorio de las armas era el espacio más seguro de los ex combatientes zapatistas. El Plan de Cerro Prieto por el contrario dio coherencia a la utopía, dio sentido y rumbo a la lucha armada. Pues como bien lo apuntaba Debaki Garro, la lucha de Jaramillo empezó siendo “muy primaria, pudiéramos decir. No era una lucha general, de agrupamientos, de masas, sino que todo era disperso, grupitos chiquitos, era una lucha no propiamente estéril, pero no era una lucha de triunfos, sino de enseñanzas y de organización, porque era una lucha aislada, de lugar en lugar, de pueblo en pueblo”.51 El jaramillista Cirilo García decía que Rubén Jaramillo, este hombre de inteligencia sencilla, solo ocupaba las armas: […]para no caer, las ocupaba para tener un poco más de libertad, de hacer su labor social de defensa a los campesinos, de defensa a los obreros. Porque a él le interesaban mucho los obreros de Zacatepec y los obreros en general, incluyendo los maestros. En el cerro o donde estuviéramos iban muchos de varías partes de distintos sectores, todos iban a pedir consejo, para rendir sus quejas, para que les ayudara a resolverlos y lo hacía con todo gusto. Siempre lo veía usted desde que amanecía sentado en una silla o en una piedra escribiendo, siempre tenía su block y su pluma, escribiendo unas cuantas cuartillas. Era incansable […].52

160

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Uno de esos interlocutores fue Mónico Rodríguez, de quien se puede apreciar su influencia en la conformación de las tres versiones del Plan de Cerro Prieto que aquí se reseñan. Mientras Jaramillo apuntaba como fundamental la campaña antialcohólica en la emancipación de los campesinos, para Mónico era imprescindible educarlos y formarlos en el conocimiento de sus derechos. Mientras que para Jaramillo era importantísima la democracia electoral, para Mónico era de vital importancia la industrialización del campo como vía para la emancipación campesina y obrera. El Plan de Cerro Prieto, suscitó sin duda la convergencia de estas dos inteligencias que además socializaron el proyecto antes de plasmarlo en el papel.53 Por lo anterior, el 21 de febrero de 1943 quedaría en la mente de Rubén Jaramillo y los jaramillistas como un momento crucial en la historia de la organización.

Conclusiones Bajo el signo de la ley, Rubén Jaramillo sólo mereció el calificativo de bandolero. Nunca el Estado le reconoció como un revolucionario aún cuando encabezó un movimiento que tenía legitimidad social y que abrevaba de la injusticia y de la desigualdad que produjo la instauración de un régimen ineficaz: el que produjo la Revolución Mexicana. Ante la colectividad, Jaramillo fue en cambio un símbolo de resistencia, al “que el señor y el estado consideran criminales, pero que permanecen dentro de la sociedad campesina y son considerados por su gente como héroes de liberación y en cualquier caso como personas a las que admirar, ayudar y apoyar”, según lo apunta Eric Hobsbawm.54 Ante esta visión policiaca, siguiendo con Hobsbawm, puedo decir que Rubén Jaramillo no era un bandido en los términos en que este autor lo plantea en su obra clásica sobre el tema del bandolerismo social. En primer término porque manejaba un código moral e ideológico diverso al de un bandolero, además de sus esfuerzos para contribuir a la Revolución. Sin embargo, lo que sí es un hecho, es que en determinadas etapas de su movimiento -que correspondió mucho más a lo que algunos autores han dado en llamar ‘agitación agraria’, que Eric Hobsbawm atribuye, por ejemplo, al movimiento zapatista-, adoptó los métodos del bandidaje como táctica de lucha frente al Estado y para, en palabras de Mao Tse Tung, actuar como “un pez en el agua”. Rubén Jaramillo además de tener una “habilidad natural” para la rebelión, contaba, según las categorías elaboradas por Hobsbawm, con características que lo hacían pertenecer, en cierto sentido, a estas clasificaciones. Ejemplo de ello fue su naturaleza de hombre libre que le proporcionaba, su calidad de ex zapatista y que le daban también su dedicación, de pueblo en pueblo, a la

161

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

arriería y a la prédica religiosa. También lo fue su aspiración manifiesta de corregir los abusos del poder, así como su búsqueda de la justicia y la igualdad. Aún más, existe una categoría planteada por el historiador inglés, la del bandolero noble, según la cual existen nueve puntos que caracterizan a este modelo que, desde mi perspectiva, corresponden a una hipotética descripción de las actividades de Rubén Jaramillo. De acuerdo con este planteamiento: 1) El ladrón noble inicia su carrera fuera de la ley no a causa del crimen sino como víctima de la injusticia, o debido a la persecución de las autoridades por algún acto que éstas, pero no la costumbre popular, consideran criminal; 2) “corrige abusos”; 3) “roba al rico para dar al pobre”; 4) “no mata nunca si no es en defensa propia o en justa venganza”; 5) si sobrevive, se reincorpora a su pueblo como ciudadano honrado y miembro de la comunidad. En realidad, nunca abandona su comunidad; 6) es ayudado, admirado y apoyado por su pueblo; 7) su muerte obedece única y exclusivamente a la traición, puesto que ningún miembro decente de la comunidad ayudaría a las actividades en contra suya; 8) es –cuando menos en teoría-invisible e invulnerable; y 9) no es enemigo del rey o del emperador, fuente de justicia, sino sólo de la nobleza, el clero y los opresores locales.56 No obstante, la obra de Hobsbawm sirve también para deslindar al movimiento jaramillista del bandolerismo, toda vez que establece que uno de los rasgos que distinguen al bandidismo, es que éstos no buscan contribuir a la revolución y en muchas ocasiones su aparición no es precursora de una rebelión, sino sólo “síntomas de desorden social”.57 Es debido precisamente a la tendencia del Estado de tratar a los rebeldes como criminales, se cae en el error de ubicarlos en el bandolerismo. Por ello, aún cuando el papel jugado por Rubén Jaramillo, correspondería en algunos aspectos al del “expropiador”, sin duda su lugar corresponde al de un rebelde y no al de un bandolero. Esto último, sin duda era un asunto que preocupaba a Rubén Jaramillo. Ello explica el encabezado del Plan de Cerro Prieto de febrero de 1943 con la leyenda, “No somos bandidos y menos asaltantes”. En Rubén Jaramillo como cabecilla de un importante movimiento, se encontró siempre la búsqueda de darle sentido a su lucha -aún en su efímera alianza con los sinarquistasfrente a la propaganda enarbolada por el gobierno con el objeto de quitarle legitimidad al movimiento, hasta el momento en que se decidió su asesinato. Aún en sus inicios, cuando el movimiento incorporó en su discurso el paradigma revolucionario, el jaramillismo estaba planteando ya un

162

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

modelo alternativo de país al de la Revolución Mexicana. Su obsesión por el cooperativismo y la autonomía campesina, así como la inscripción del elemento obrero en este proceso, dejó de manifiesto que su proyecto se ponía a distancia del modelo zapatista. El contenido del Plan de Cerro Prieto donde proponía alternativas a la industrialización forzosa que experimentaba el país en los albores de los años cuarenta, significó también una diferencia cualitativa. Al desmontarse el modelo cardenista en los años cuarenta, se le condujo a un primer enfrentamiento con el Estado y sus agentes, de manera que su persistencia se hizo incómoda para el gobierno que canceló los sueños revolucionarios precisamente con el fin del gobierno cardenista. Los jaramillistas dejaron en la práctica el paradigma de la Revolución y suscribieron, como lo muestra la versión de 1943 del Plan de Cerro Prieto, su intención de participar en el proceso de modernización que experimentó el país entre 1940 y 1962. La necesidad de incorporar al elemento obrero, a los sectores populares y urbanos en las demandas de justicia social que ellos enarbolaban abona mucho en esta creencia. Este proceso se agudizó a partir de la vinculación ideológica de los campesinos de la región con muchos obreros, quienes traían un bagaje importante de formación ideológica anarquista y comunista y llegaron a Morelos a fundar el ingenio “Emiliano Zapata” de Zacatepec. Sin duda esta cercanía proporcionó a los campesinos jaramillistas un referente ideológico importante. Pero, ¿se puede afirmar que fue Rubén Jaramillo un comunista o un anarquista como lo apunta Donald Hogdes? O bien, ¿un simple bandolero? Como lo señalaba el gobierno del estado de Morelos. De haber sido así ¿se puede entender su apoyo a iniciativas del gobierno como fue promover la candidatura de Adolfo López Mateos por el partido oficial, en momentos que el gobierno se distinguía por su anticomunismo? ¿Se puede entender su filiación, aun cuando fuera momentánea, con un movimiento que no sólo reivindicaba las más recalcitrantes demandas del conservadurismo católico, como fue el sinarquismo, que combatía los logros más representativos del cardenismo, como el reparto agrario y la escuela socialista? En suma, ¿es posible identificar claramente qué tipo de ideología tenía Rubén Jaramillo? Y de ser así, ¿podemos llamarla por su nombre? Eso es lo más complicado. Durante el período cardenista, Jaramillo se afilió en 1938 al Partido Comunista, participó con “Doña Lola” y su hermano Porfirio en la fundación del Sindicato Carlos Marx en el ingenio de Atencingo, Puebla. Durante el avilacamachismo organizó un fuerte movimiento sindical en Zacatepec. En 1945 fue delegado en Morelos del Partido Socialista Mexicano “Ricardo

163

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Flores Magón”, y participó activamente en la Federación de Partidos del Pueblo en 1952 como un entusiasta promotor de la candidatura de Miguel Henríquez Guzmán junto a personajes como Vicente Estrada Cajigal, Francisco Mújica y Genovevo de la O. Años más tarde, en la misma década participó en una serie de movilizaciones sociales de corte agrario y popular que le valieron la persecución del gobierno y de los caciques, pero también lo proveyeron de unas amplias bases sociales. Si algo cierto y evidente en la historia de Rubén Jaramillo, es su naturaleza de opositor del gobierno y su papel de mediador entre éste y los movimientos sociales. Sin duda, fue un creyente de la vía civil, como lo demuestran sus denodados esfuerzos de incorporarse al gobierno por las vías institucionales, cuyo rechazo lo llevó paradójicamente a optar por la vía armada. Sus filiaciones ideológicas fueron más bien coyunturales, anteponiendo las ventajas inmediatas que éstas pudieran dar a su lucha por las reivindicaciones populares. Fue también un personaje carismático que se opuso a la calidad clientelar del reparto agrario que realizaron los gobiernos de la Revolución y la vida se le fue en tratar de modificar estas condiciones. Rubén Jaramillo buscaba remediar el fatal error de los gobiernos revolucionarios de implementar la justicia social desde arriba, para conseguirla desde abajo. Ramírez Melgarejo, Ramón, “La bola chiquita, un movimiento campesino”, en Warman, Arturo (ed.), Los campesinos de la tierra de Zapata. I. Adaptación, Cambio y Rebelión, SEPINAH, México, 1974, p. 177. 2 González, Luis, Pueblo en Vilo, Fondo de Cultura Económica, México, 1995, p. 221. 3 Meyer, Jean, El Sinarquismo ¿un fascismo mexicano? 1937-1947, Edit. Joaquín Mortiz, México, 1979, pp. 9-10. 4 Ibídem, p. 60. 5 Ibídem, p. 30. 6 Serrano Álvarez, Pablo, La batalla del espíritu. El movimiento sinarquista en el Bajío (19321951), T. I, Conaculta, México, 1992, p.14. 7 Ibídem, p.11 8 Ravelo Lecuona, Renato, Los Jaramillistas, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1978, p. 57. 9 Ramírez Melgarejo, “La bola chiquita”, 1974, p. 172 10 Ibídem. 11 Ibídem, p. 176. 12 Ibídem. 13 Ibídem, p. 172. 14 Serrano Álvarez, Pablo, La batalla, 1992, p.122. 15 Ibídem, pp. 123-124. 16 Vargas Sánchez, Juan de Dios, La resistencia popular en México (1940-1970), Tesis de Licenciatura, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, 1986, p. 37. 17 Jaramillo, Rubén M, Autobiografía. La matanza de Xochicalco, Froylán Manjarrez, Edit. Nuestro Tiempo, México, 1976, p. 53. 18 Archivo Histórico de la Casa de Cultura Jurídica-Cuernavaca (en adelante SCJN-MOR), Juzgado 1º. Serie Penal, exp. 25/943. 1

164

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Ramírez, Melgarejo, “La bola chiquita”, 1974, p. 167 José Barreto era el cabecilla del grupo de rebeldes que se alzaron en el Oriente del estado de Morelos bajo la bandera sinarquista. 21 Ravelo Lecuona, Los jaramillistas, 1978, pp. 51-52. 22 SCJN-MOR, Jdo. 1º, Serie Penal exp. 25/943. 23 Ibídem. 24 Ibídem. 25 Ravelo Lecuona, Los jaramillistas, 1978, p. 52. 26 Ibídem. 27 Jaramillo, Autobiografía, 1976, p. 77. 28 Taibo II, Paco Ignacio, Arcángeles. Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX, Ed. Planeta, México, 1998, p. 261. 29 SCJN-MOR, Jdo. 1º. , serie Penal, exp. 34/945. 30 Las coachcleras eran rifles de municiones igual que los de chimenea que le fueron confiscados a Rubén Jaramillo en 1943. 31 Ramírez Melgarejo, “La bola chiquita”, 1974, p. 179. 32 Jaramillo, Autobiografía, 1976, p. 50. 33 Grupos civiles que se constituyen en brigadas de defensa rural para una intervención de emergencia. Terminada ésta, el grupo se disuelve. Cf. Ibídem, p. 52. 34 David Castrejón y Francisco Guadarrama eran ex zapatistas de la región sur -poniente de Morelos, Guadarrama era simpatizante de los hermanos Barreto y fue uno de los principales promotores de la alianza entre éstos y los jaramillistas. 35 SCJN-MOR, Jdo. 1º. De Distrito, Serie Amparo, exp. 34/945. 36 Hodges, Donald C., Mexican anarchism after of the revolution, University Texas Press, Austin, 1996, p. 75. 37 Ibídem. 38 Ibídem, p. 75. 39 SCJN-MOR, Jdo. 1º. Serie Penal, Exp. 25/943. 40 SCJN-MOR, Jdo. 1º. Serie Penal, Exp. 25/943. 41 García Jiménez, Plutarco, “El movimiento jaramillista. Una experiencia de lucha campesina y popular del período post-revolucionario”, en Crespo Horacio (Coord.), Morelos: cinco siglos de historia regional, CEHAM, UAEM, Cuernavaca, 1984, p. 306. 42 SCJN-MOR, Jdo. 1º. Serie Penal, exp. 34/945. 43 Entrevista a Mónico Rodríguez realizada por Aura Hernández, el 16 de julio de 1997 en Chiconcuac, Morelos. 44 Rodríguez mismo sostenía que en todos lados donde anduviera Jaramillo, en la vida clandestina o en la pública, él siempre buscó su cercanía. Cuadro profesional del Partido Comunista Mexicano, expulsado en las purgas de los años cuarenta junto con José Revueltas por oponerse al reformismo de su partido. Mónico fue uno de los principales promotores de la creación de los círculos de estudio dentro del ingenio Emiliano Zapata de Zacatepec y fue uno de los artífices de la unidad obrero-campesina atendiendo a su raigambre magonista y a su formación anarquista formado a lo largo de su vida en agrupaciones sindicales de la industria azucarera y la petrolera, además de abrevarlo del seno familiar. Mónico fue hijo de un magonista de Torreón que se educó en el Ateneo de Saltillo, Coahuila. En entrevista Mónico retrata esa idea de la predestinación con la que él nació: “En la contraesquina de 19 20

165

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Ramos Arizpe y Matamoros, estaba un cuartel de puro villista. Yo nací a las ocho de la noche, según decía mi mamá. Y casi cada tres horas había fusilamientos, entonces había el toque del tambor para la hora del fusilamiento, la tocada de la corneta y ya mi mamá sabía todo: o iban a fusilar o iban a amenazar. Yo nací exactamente cuando estaban fusilando uno de los federales que agarraron”, Entrevista a Mónico Rodríguez realizada por Aura Hernández el 16 de julio de 1997 en Chiconcuac, Morelos. 45 Rodríguez Araujo, Octavio, Izquierdas e Izquierdismos. De la primera internacional a Porto Alegre, Siglo XXI editores, México, 2002, p.134. 46 Ibídem, p. 22 47 Carr, Barry, La izquierda mexicana a través del siglo XX, Ed. Era, México, 1996, p. 17. 48 Entrevista a Mónico Rodríguez realizada por Aura Hernández Hernández el 2 de abril de 1997, en Chiconcuac, Morelos. 49 Ravelo Lecuona, Los jaramillistas, 1978, pp. 38-39. 50 Hodges, Mexican Anarchism, 1996, p. 37. 51 García Velasco, Guadalupe, Son mis mejores soldados. Testimonios de mujeres jaramillistas. Edit. Escuelas Campesinas Revolución del Sur, Cuernavaca, S/F, pp. 52-53. 52 Testimonio del jaramillista Cirilo García, dado en el encuentro de jaramillistas organizados por la Unión de Pueblos de Morelos y la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, el 23 de mayo de 1993 en Cuernavaca, Mor. 53 La experiencia obtenida a partir de semanas y meses de visitar a Mónico Rodríguez en su taller de Chiconcuac, de recrear con él casi todos los momentos del jaramillismo, la familiaridad que logré después de escucharlo horas completas hablar y explicarme porqué los jaramillistas quisieron cambiar a esta nación, después de enésimas ocasiones de verlo llorar de impotencia por las condiciones actuales del país, de compartir y hasta apropiarme de su forma de expresión, me atrevo a aventurar la hipótesis de que la autoría “intelectual” del Plan de Cerro Prieto de febrero de 1943 le corresponde en gran medida a él. 54 Hobsbawm, Eric, Bandidos, Ed. Crítica, Barcelona, 2003, p. 33. 55 Ibídem, p. 131. 56 Ibídem, pp. 59-60. 57 Ibídem, p. 119.

166

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Con el triunfo de la nueva revolución se instauraría un “estado en el que los hombres cooperarían como iguales...”.

167

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

6 “Los suscritos, patriotas morelenses y defensores del Plan de Ayala…”. El Plan de Puztla (1943) y el levantamiento de los pueblos de Morelos contra el servicio militar obligatorio Víctor Hugo Sánchez Reséndiz

Unidos todos empuñemos las armas para defendernos y defender también los ideales del Plan de Ayala que nos dejó de herencia nuestro querido e inmortal Emiliano Zapata. Manifiesto del General en Jefe de las Fuerzas Libertadoras del Sur y Centro G. Morales, 1944.

169

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Manifestación campesina en la Ciudad de México.

170

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

“Los suscritos, patriotas morelenses y defensores del Plan de Ayala…” El Plan de Puztla (1943) y el levantamiento de los pueblos de Morelos contra el servicio militar obligatorio Víctor Hugo Sánchez Reséndiz

L

os pueblos de la tierra de Zapata se volvieron a levantar en armas en el año 1942, el mero día de la Guadalupana. Esta rebelión se prolongó hasta 1944, mostrando diferentes expresiones que tuvieron un detonante central: oponerse al servicio militar obligatorio. José Barreto, hombre de Zacualpan o algún pueblo vecino como Tlacotepec, fue quien encabezó el levantamiento de los pueblos del oriente del estado de Morelos, desde donde lo siguieron decenas de hombres.1 En el sur, región donde se había instalado el nuevo ingenio de Zacatepec, se levantó en armas Rubén Jaramillo, el líder más conocido. Inicialmente se unieron a Jaramillo aproximadamente 80 hombres armados. En el sur del valle de las Amilpas se levantó el ex-coronel zapatista Daniel Roldán con 22 hombres armados y a caballo. Estos pronunciamientos constituyeron una sólida expresión de los desencantos del mundo rural mexicano con la política oficialmente revolucionaria de los años 40. Fueron a la vez una forma de buscar la preservación de las garantías de los pueblos,2 es decir, de su capacidad para autogobernarse y mantenerse apegados al terruño. Esto ha sido una constante en las motivaciones de los pueblos morelenses para justificar sus rebeliones y en la actualidad sigue siendo sinónimo de defensa de sus derechos. Las garantías de los pueblos son derecho consuetudinario del que derivan otros derechos, antiguos y modernos. En el levantamiento armado hubo diversas influencias ideológicas, pero la voz de los pueblos y su memoria histórica terminaron por darle direccionalidad. Sin embargo, a pesar del apoyo de la población, los alzados no lograron constituirse en una amenaza real para el orden existente, entre otras cosas, debido a que los líderes de los diferentes levantamientos no lograron unificar sus fuerzas.

VÍCTOR HUGO SÁNCHEZ RESÉNDIZ. Sociólogo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestro en Desarrollo Rural por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Autor de De rebeldes fe. Identidad y formación de la conciencia zapatista, Instituto de Cultura de Morelos, 2003.

171

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Los pueblos de la cuenca del Amatzinac pronto se involucraron en el alzamiento de 1942. Al hacerlo tenían presente la participación de sus padres o de ellos mismos en la revolución que enarboló el Plan de Ayala. No se trataba sólo de la experiencia en el uso de las armas, sino del simbolismo del zapatismo en Morelos, que representa el mito fundacional de la libertad para los pueblos. La rebelión se da en un momento de “definición del sentido de la vida pública”.3 En los documentos surgidos del cuartel de José Barreto y de Rubén Jaramillo, es central la crítica al discurso de los gobiernos emanados de la revolución mexicana. Para los rebeldes resultaba fundamental su desenmascaramiento como un falso discurso que entronizaba a los nuevos dominadores. De esta forma, el discurso común pero contrapuesto sobre la revolución había derivado en “instrumento de enfrentamiento […] un arma de poder, de control, de sujeción, de calificación y descalificación”.4 Reivindicar el discurso del zapatismo, no constituyó para los pueblos un acto nostálgico del pasado, sino que fue observado desde su presente, en donde las palabras todavía resuenan.

Veinte años después de la muerte de Zapata En los años 1942-43, la sociedad del Morelos posrevolucionario hizo crisis, pues los agravios se habían acumulado. Al iniciar la década de los 40, el estado de Morelos era visto como un espacio a reconquistar por la acumulación capitalista. El año de 1942 comenzó con la expropiación de 505 hectáreas de los pueblos de Xoxocotla, Tequesquitengo, Vistahermosa y Tehuixtla,5 a fin de crear un centro turístico. La hectárea sería pagada a los campesinos a $42.50, cuando la tonelada de caña se pagaba a poco más de diez pesos. A cada pueblo expropiado se le dotaría de una escuela y dos maquinas de coser. Pero una vez hecha la expropiación, el gobierno argumentó no tener recursos para realizar la infraestructura necesaria y transfirió las tierras a una empresa particular. Estos pueblos posteriormente apoyarían a Rubén Jaramillo. De esta forma se marcaba el papel de los pueblos del Morelos posrevolucionario: se les acotaba su territorio y se decidía sobre el mismo, aún en contra de las decisiones comunitarias. Las posibilidades de autonomía económica quedaban limitadas al negárseles el acceso al agua para el ganado o la siembra. Se transferían sus recursos a los empresarios: los nuevos sujetos del desarrollo. El sueño cardenista acabó pronto. A esta política estatal-federal, debemos agregar la creación en los pueblos de una nueva clase de caciques formada por pequeños prestamistas, comerciantes, dueños de yuntas, entre otros. A ellos se sumaban un sector

172

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

de políticos ambiciosos integrado por los comisariados ejidales y pequeños funcionarios estatales y municipales. Estos nuevos ricos pueblerinos, si bien disponían de pocos recursos, el control de los mismos así como de los puestos políticos, les daban un poder efectivo sobre la población local. Estos agentes del desarrollo se decían fieles seguidores de los ideales de Emiliano Zapata. Fundaron organismos como la Unión de Revolucionarios Agraristas del Sur y el Frente Zapatista, que funcionaban como intermediarios entre campesinos y gobierno. Estas organizaciones se fueron apartando paulatinamente de sus ideas originales. Al invocar la memoria de Emiliano Zapata, contribuían a integrar al zapatismo en los discursos reivindicadores del poder y a la institucionalización del discurso zapatista, lo que fue mal visto por los veteranos que regresaron a trabajar la tierra. En aquellas regiones que trataban de incorporarse a la modernidad, como la zona abastecedora del ingenio de Zacatepec, la promesa de una producción azucarera bajo la modalidad de cooperativa campesina, quedaba en frustración. Desde la presidencia de la República se realizaba la imposición del gerente de la cooperativa y se enajenaban tierras y aguas de los pueblos, bajo control de instituciones estatales y al servicio del ingenio. La riqueza producida por la explotación azucarera generó corrupción en el alto mando administrativo del ingenio y de los gobiernos estatal y federal. En los pueblos abastecedores del ingenio se generalizaron los cultivos de caña y arroz para el mercado nacional e internacional. La tierra tendía a convertirse sólo en un medio para obtener mercancía. También existían zonas que conservaban una relativa autonomía, como las ubicadas en las zonas montañosas del norte, que habían sido poco afectadas por la expansión de las haciendas, logrando conservar sus estructuras tradicionales. También estaban las viejas zonas cañeras –como la antigua zona de abastecimiento de Santa Clara Montefalco, donde se ubican Tlacotepec, Zacualpan, Temoac, Amilcingo, Popotlán y Huazulco– que utilizaban el riego para sus huertas, lo que les aseguraba autonomía. Si bien estaban insertos en el mercado regional y nacional, no eran tan dependientes de una agroindustria centralizada como el ingenio, pero no dejaban de resentir el crecimiento de su población, la presión sobre la tierra y la industrialización del país a costa de la caída de los precios agrícolas.

México entra a la guerra En 1940, al terminar el mandato presidencial de Lázaro Cárdenas, la guerra asolaba Europa y Asia. Diversos actores políticos del país como Vicente Lombardo Toledano y el Partido Comunista proclamaban la guerra en contra

173

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

del fascismo y demandaban la cooperación de México con el esfuerzo bélico de los Aliados. En ese sentido, el gobierno mexicano firmó diversos convenios con los Estados Unidos, tanto militares como económicos, comprometiéndose a proveer de productos estratégicos a los norteamericanos en prevención de su entrada a la guerra. A lo anterior se sumaba la creciente demanda de insumos por la industria nacional, que aprovechó la entrada al conflicto de Estados Unidos para sustituir las importaciones. Esta situación generó problemas de abastecimiento en el país, lo que condujo al racionamiento y al mercado negro.6 Uno de los mecanismos que el gobierno mexicano implementó para frenar la especulación de precios fue la regulación del abasto. En abril de 1942 se tomó la decisión de que el Banco de Crédito Ejidal adquiriera la cosecha de arroz a los ejidatarios.7 Pero el desabasto de productos básicos continuaba, por lo que el 18 de mayo se decretó la requisa de arroz, frijol y maíz que los particulares tuviesen por encima de los mil kilogramos.8 Morelos era uno de los principales productores de arroz en el país, por lo que la medida lo impactaba directamente. Aparejado a esto, a partir de 1941 se había desarrollado una política “explícita de abatir los salarios reales como medio de favorecer las utilidades”, y así apoyar la industrialización del país.9 Esta medida afectaba los ingresos de la población de menos recursos, por lo que se buscaron mecanismos para atenuar su impacto negativo, entre otros, mediante la expedición de permisos para el ingreso de trabajadores a Estados Unidos. El desabasto y el perjuicio a las condiciones de vida, provocado por la cooperación del gobierno de Ávila Camacho con el norteamericano, afectó al campo morelense. Estas fueron dos razones centrales expuestas por los rebeldes en el Plan de Puztla de 1943 para sostener su lucha, como veremos adelante.10 El involucramiento de México en la guerra subió de nivel en abril de 1941, cuando el gobierno mexicano incautó 12 barcos de bandera italiana y alemana en los puertos de Tampico y Veracruz. El argumento fue que en otros países latinoamericanos las tripulaciones de barcos del Eje realizaban actos de sabotaje.11 Entre los barcos se encontraban dos buque-tanques que fueron incorporados a la flota mexicana con el nombre de Potrero del Llano y Faja de Oro. En la medida en que México se involucraba en las circunstancias de la guerra bajo la presión de Estados Unidos, crecía la inquietud popular por un tema agudo: se rumoraba que la leva había vuelto a aparecer. Fueron de tal magnitud los rumores que las autoridades tuvieron que hacerles frente. En diciembre de 1941 apareció un aviso aclaratorio de la autoridad militar de Cuernavaca:

174

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Tiene conocimiento esta Comandancia General de que en esta ciudad y poblaciones circunvecinas se viene propagando entre la gente de nuestro pueblo, en el sentido de que por las noches se efectúan detenciones de personas, vulgarmente llamadas “LEVAS”. Lo absurdo de esta versión que redunda en perjuicio de la economía de nuestro país y de la tranquilidad de los hogares.12 En mayo de 1942, fueron atacados y hundidos los mencionados barcos Potrero del Llano y Faja de Oro. La acción fue realizada por supuestos submarinos alemanes. Ante la agresión, México declaró la guerra a las potencias del Eje: Alemania, Italia y Japón. La declaración fue dada a conocer en el estado de Morelos mediante un bando publicado en el Periódico Oficial el 7 de junio. La acompañó un decreto que suspendía las garantías individuales. El 2 de agosto se publicó el decreto que señalaba que la Secretaría de la Defensa Nacional debería de coordinar la instrucción militar ciudadana. El 13 de septiembre de 1942 se publicó el decreto que instituía la Ley del Servicio Militar. En uno de los considerandos se mencionaba “que es necesario fortalecer y respaldar los efectivos del Ejército en servicio, con reservas que estén en condiciones de responder a las necesidades de la guerra moderna”.13 En el artículo segundo se convocaba “a los mexicanos en edad militar a inscribirse”. Sin embargo, el seis de diciembre se reformó radicalmente el decreto, haciendo “obligatorio y de orden público el servicio de las armas para todos los mexicanos”.14 ¿Cómo percibe el pueblo estos aprestos de guerra, una guerra ajena y lejana? La suspensión de garantías, lo mismo que la instrucción militar obligatoria, eran un recuerdo vivo para quienes vivieron el porfirismo y la leva. La leva fue uno de los agravios principales para que los pueblos se levantaran en la revolución zapatista. No era sólo desarraigar a los jóvenes de su pueblo, sino desestructurar la unidad familiar de producción y aún del debilitamiento de la comunidad. Por ello el violento rechazo cuando el fantasma de la leva volvió a aparecer. Y en 1942, se moriría en tierras lejana. El servicio militar fue la gota que derramó el vaso. Los pueblos sintieron amenazadas sus garantías y se aprestaron a resistir.

El servicio militar obligatorio Una vez emitido el decreto del servicio militar obligatorio, el gobierno del estado de Morelos inició la campaña de reclutamiento. Esta campaña se realizó de manera autoritaria. Se mencionó que “se multa a quienes no concurren a

175

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

la instrucción militar, se les arresta en otras ocasiones y se les da un trato despótico e injurioso”.15 La anterior nota del periódico La Voz de México, órgano del Partido Comunista de México, concuerda con la información que llegaba a Zacualpan, por testimonio de comerciantes que iban a Cuautla, población donde eran concentrados los reclutas: “Testigos oculares informaban que allá en la ciudad hasta los señores gordos de las tiendas estaban marchando, pero peor les iba a los campesinos que tenían que soportar el maltrato de los soldados instructores […] una orden mal ejecutada era castigada a culatazos”.16 A lo anterior se sumó el descontento por las imposiciones políticas que el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) realizó en las elecciones municipales de diciembre de 1942. Se dijo entonces que “el gobernador del Estado ha provocado una ola incontenible de descontento al imponer en los ayuntamientos a los hombres más odiados, más reaccionarios. Ha provocado verdaderos motines al perseguir y hacer objeto de las peores arbitrariedades a los habitantes de algunos pueblos”.17 De esta forma se iban sumando las afrentas que afectaban la vida y las garantías de los pueblos. A lo anterior se añadía la violencia de personajes como el director de la policía judicial del estado, Mario Olea en el sur y Rosas Flores, en el oriente de la entidad. Rosas Flores recorría los caminos con una escolta fuertemente armada, deteniendo campesinos, golpeándolos y despojándolos de sus pertenencias. Cuando intentó impedir la instalación de la Feria del Martes Santo en Huazulco, provocó un motín de peregrinos, comerciantes y pobladores que derivó en la muerte de Rosas y dos de sus allegados.18 Por su parte, los hombres de Zacualpan, encabezados por José Barreto, concurrían a reuniones en Cuautla con conspiradores de otras regiones del estado, con el ánimo de preparar el levantamiento. Se mencionaba que en él intervendría gente de Puebla, Guerrero y el Estado de México. Cuando se dio el levantamiento, La Voz de México informó que se trataba de un movimiento de sinarquistas. Ramón Ramírez Melgarejo – quien usó para este movimiento la denominación de Bola chiquita, misma que es necesario matizar y reflexionar-menciona que la dirigencia sinarquista de la Ciudad de México había ofrecido a los morelenses una caja de medallitas de plata, un estandarte de la Virgen de Guadalupe y armamento. Pero los rebeldes nunca hicieron un pronunciamiento explícito en ese sentido. Es muy posible que los contactos que tuvo José Barreto en Tlayacapan y en otras poblaciones, hayan pertenecido a la Unión Nacional Sinarquista (UNS) o al Partido Nacionalista. Pero antes que nada, los rebeldes reivindicaban la continuidad de la lucha zapatista. Entre los pueblos involucrados, existió una red tradicional fortalecida por el pasado zapatista, y pareciera que el acercamiento a las organizaciones nacionales como el sinarquismo, era más circunstancial.

176

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Así, la forma en que se organizó el levantamiento responde a la tradición insurreccional de los pueblos sureños. El momento escogido para el levantamiento fue en diciembre, época de secas, cuando los trabajos agrícolas se reducen. Se buscó, para encabezar al movimiento a un hombre de Amilcingo, de pasado zapatista, distinguido por cumplir fielmente los cargos, tanto civiles como eclesiásticos, como alguna vez había hecho Emiliano Zapata, pero no aceptó.19 Pronto, José Barreto se distinguiría como el líder principal de este movimiento. Con él, operó la red de solidaridades y lealtades de las familias extensas, como lo demostró la participación de su consanguíneo Cecilio Barreto, otro de los principales firmantes del Plan de Puztla.

Y los pueblos se levantan… Aparecieron las viejas carabinas 30-30, guardadas amorosamente por los viejos zapatistas. El 12 de diciembre de 1942, en los límites entre Zacualpan y Temoac se congregan los alzados esperando el paso del convoy de soldados federales. El frío que llega del volcán hace que los sombreros se echen sobre los ojos y los sarapes cubran la cara; las carabinas se apoyan en las piedras del tecorral. Al paso de los federales, el ulular del cuerno de toro rasga la noche y la balacera se desata. El enfrentamiento es escuchado por los habitantes de los pueblos cercanos. Son aproximadamente cincuenta jóvenes en combate. Las mujeres y niños corren a las huertas y barrancas a esconderse y los topiles de Huazulco, corren a la iglesia y echan las campanas a vuelo. Repican y su voz es contestada en San José, en San Martín Temoac, en Zacualpan y Popotlán. La tierra se llena con el sonido de campanas. La prensa local de Cuautla, Mor., informó a mediados de la semana pasada que una partida de 50 hombres armados había tendido una emboscada a un destacamento de soldados federales a 2 km de Zacualpan. El combate duró ocho horas. Los asaltantes pidieron refuerzos a los poblados cercanos de Temoac y Zacualpan, donde las campanas fueron echadas a vuelo. Durante el combate los asaltantes se animaban y provocaban a sus enemigos con gritos de “éntrenle pelones, aquí les traemos su servicio obligatorio”.20 Al alba los soldados se retiran llevándose sus muertos y el camión hecho una coladera. La tropa rebelde entra por la calle real de Zacualpan. En la zona permanecen algunos días, los asuntos se ponen en orden. Un rebelde del lugar va a ver al sacerdote:

177

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

-Padre, ya me rebelé contra el gobierno por las injusticias que se están cometiendo. -Está bien –comentó el cura– nada más no te vaya a pasar como cuando yo fui cristero; al principio todos son levantados muy valientes, pero después se nos acabaron los cartuchos y a correr todos. -Sí padre, ya sé todos los riesgos, pero estoy por defender a mi pueblo. ¿Me echa usted su bendición? Porque voy a cumplir con mi deber. A medio campo se hincó el general rebelde.21 Ante la posible llegada del ejército federal, los pobladores entregan las armas, caballada e hijos a los rebeldes. La disyuntiva es clara: por un lado los alzados son los compadres, hermanos y vecinos que pelean por el pueblo. Del otro lado existe el riesgo de que el gobierno confisque las armas, los caballos, queme los cuexcomates, se lleve de leva a los jóvenes. Así se reproduce el viejo esquema de la incorporación zapatista, “de que lo lleve el gobierno mejor que se vaya” con ustedes.22 Estallada la rebelión se echaron a andar los mecanismos del capital cultural de los pueblos frente al poder. Las relaciones de parentesco son la base de apoyo de los rebeldes. La rebelión sigue las líneas de responsabilidad y apoyo mutuo: los niños se vuelven tlacualeros y llevan comida a los remontados, se resguarda a mujeres e hijos. Se guarda silencio ante el poder y se informa a los rebeldes. A los ocho días los alzados se dirigen al sur, pasan por Temoac, Popotlán, Huazulco y Amilcingo. El avance revolucionario continúa y Jantetelco es atacado: La población de Jantetelco, Mor., sufrió dos asaltos consecutivos, el 20 y el 22 de diciembre, cuando un grupo de hombres armados entró a saco a La Receptoría de Rentas y se llevó toda la caballada que había en la población. Ambos asaltos se perpetraron al grito de “Muera Cárdenas y Viva la Virgen de Guadalupe”. A la altura de la Estación Pastor [en los límites de Morelos y Puebla] una partida de 300 hombres destruyó las líneas telegráficas y de teléfono. Su grito de guerra era el mismo. “Muera Cárdenas y el Servicio Militar Obligatorio”.23

178

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

El sinarquismo del movimiento

Cabe mencionar la presencia sinarquista en Morelos. En 1937 se funda la UNS, teniendo su base social los estados de Michoacán, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí, Colima y Aguascalientes. La UNS tuvo un crecimiento explosivo: en 1939 contaba con 90 mil militantes, en 1940 ya eran 360 mil, en 1941 habían llegado a 460 mil y para 1943 el sinarquismo disponía de 560 mil adherentes organizados en seiscientos comités municipales a nivel nacional.24 Esto no escapó a la mirada de los morelenses, que deben de haber visto a la UNS como una organización sólida, que les pudiera dar una cobertura. La UNS tuvo en Morelos una importante presencia en 40% de los municipios. En 1940 contó con 1500 militantes en una población de 182,000 habitantes.25 Pero, como menciona Jean Meyer, hay que considerar que existía un sub-registro, pues, “la cifra de la que se ha hablado es inferior al total oficial dado por el movimiento [pues] los comités jamás enviaron todos ellos sus censos. Para inscribirse había que pagar veinticinco centavos y enviar dos fotografías, y no todos podían hacerlo”.26 Para Armando Bartra, los sinarquistas mostraban “una sensibilidad política de la que con frecuencia carecían los agraristas”. Para este autor, “pese a su apología de la propiedad individual, se muestran respetuosos de las formas comunitarias de tenencia”.27Al parecer, la militancia sinarquista morelense estaba mediada por la estructura tradicional de los pueblos, dándole un sello particular. La UNS no critica tanto el reparto agrario, pero si la subordinación económica, social y política de los ejidatarios. Como menciona el dirigente sinarquista Enrique Montalvo: La autoridad pública tiene derecho de decretar el desmembramiento de la propiedad, si por su excesiva concentración [...] origina el nacimiento de un proletariado rural miserable [...] Por esto el sinarquismo justifica el repartimiento de la tierra. Pero la UNS lucha contra una tendencia comunizante que no haga al campesino más que cambiar de amo.28 Se decía que el sinarquismo en Morelos estaba creciendo a un ritmo alarmante.29 Aunque es importante valorar que las pruebas del sinarquismo de movimientos como el encabezado por José Barreto en el oriente del estado eran débiles. Como señala Ramírez Melgarejo, para calificarlos como sinarquistas era suficiente el hecho de que recibieran medallas religiosas. O para los comunistas, el que los rebeldes gritaran “¡Viva la Virgen de Guadalupe!” probaba su filiación. Las anteriores concepciones son una muestra de lo poco

179

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

estudiada que ha sido la influencia de la religión popular en la formación de la conciencia rebelde en los pueblos surianos.30 De hecho, el artículo 15 del Plan de Puztla reivindicó las “Garantías de toda clase de creencias, como de carácter a nuestra Patria la católica”.31 Aunque en términos generales, el avance sinarquista tenía como catalizador a un gobierno que poco a poco coartaba la libertad de los pueblos y se volvía el nuevo poder sobre los campesinos. Eran “los políticos [miembros del PRM] ambiciosos haciéndose dueños de nuestros intereses, el humilde no tiene libertad de hablar en defensa de sus derechos”.32

El accionar rebelde El 2 de enero de 1943, el secretario de la Defensa Nacional, Lázaro Cárdenas, llegó a Cuautla y de allí se trasladó a la zona de conflicto, visitando Jonacatepec y Axochiapan. Cárdenas no agrega comentario alguno en sus Apuntes.33 Tal vez porque esta rebelión no entraba en el mito discursivo de la Revolución Mexicana en donde, por un lado, se encontraban los contrarrevolucionarios (cristeros, sinarquistas) y, por el otro, los revolucionarios integrados al PRM. En ese maniqueísmo, era difícil entender a unos campesinos que lo mismo exaltaban a la Virgen de Guadalupe que al Plan de Ayala y que, además, criticaban al régimen revolucionario. Los levantados pasan por Quebrantadero, Tepalcingo y Huitzililla, rumbo al sur profundo, en donde se remontan hacia la sierra de Huautla, zona tradicional de refugio y acopio de fuerzas de los rebeldes de los valles cálidos. En los pueblos por donde pasaban, se encontraban viejos zapatistas que salían a su encuentro, les hacían preguntas sobre los motivos de su lucha. Las viejas lealtades se reafirmaban. El movimiento rebelde lleva a Isabel García de Popotlán a Jolalpan, al mando del general Cedeño. Se instalan destacamentos del Ejercito Federal en Jantetelco, Jonacatepec, Axochiapan y Huazulco; éste último fue uno de los pueblos que más gente aportó a la rebelión. El temor se apoderó de la población, como recuerda don Lorenzo García: “de noche toda la gente tenía miedo, nos íbamos a dormir a las huertas. Se tenía miedo que viniera el gobierno a matar gente”.34 A pesar del temor, la rebelión persistió y se extendió reforzada con levantamientos ocurridos en otras zonas, como los de Daniel Roldán y Rubén Jaramillo. José Barreto se traslada al sur del Plan de Amilpas buscando conferenciar con ellos. Ramírez Melgarejo menciona que en el movimiento aparecen las mismas causas que aducían los zapatistas en 1911: “nos levantamos porque ya no había garantías”. El barretista G. Morales, posteriormente

180

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

declararía que sus fuerzas ofrecerían garantías “a todo en Gral. del Pueblo, el comercio y campesinos, no seremos tiranos con nadie de los umildes”.35

“¡Vamos a echar cabronazos!”: Daniel Roldán en armas En San Rafael Zaragoza, al sur del Valle de Amilpas, a principios de febrero de 1943 se levanta en armas el ex-coronel zapatista Daniel Roldán. Sus argumentos fueron los mismos que los de la gente sinarquista de José Barreto -de hecho, a Roldán sobre todo Rubén Jaramillo le atribuyó vínculos cercanos con el sinarquismo-; estar en contra del servicio militar obligatorio. Así nos lo relata su hijo, Santos Roldán: ...a mí no me tocó la Revolución vieja, a mí me tocó la del sorteo, porque entonces se sorteaban los muchachos de 18 años y se los llevaban a huevo. Total, me tocó el sorteo y mi papá dijo: “¿Yo voy a entregar a mi hijo? No, ni muerto, ¡vamos a echar cabronazos!37 Muchos de los que tomaron las armas contra la conscripción no sólo eran los jóvenes conscriptos sino también los viejos revolucionarios. Para Tanalís Padilla, este patrón indica que “hombres mayores, muchos de ellos veteranos zapatistas, recurrieron a la resistencia armada como la forma más segura de defender la autonomía. Se actuó para proteger a su comunidad”.39 El ex-zapatista Daniel Roldán se incorpora a la fuerza de Magdaleno Contreras, quien estaba vinculado con el Partido Nacionalista y tenía una amplia red social en el estado de Morelos.40 Santos Roldán menciona que: Después se levantaron otros, se levantó otro de México, José Inclán de la ciudad de México, hasta que no llegaba, porque también allá en México tenían ellos un control de todos los políticos que estaban allá y ya nos avisaban. Y llegó el aviso: -Ahí va uno, y sí llegó ese José Inclán. De por sí ya sabía todas las movidas. Venía como general en jefe.42 A este levantamiento se unirían de manera significativa otras poblaciones que, lo mismo que San Rafael Zaragoza, habían sido fundadas en 1883 como colonias para veteranos militares liberales. Los alzados de San Rafael se dirigieron al sur, pasando por San Pablo Hidalgo. De allí se dirigen al

181

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

suroriente, hacia donde se había encaminado José Barreto. La banda de Roldán se desplazó por las estribaciones de la sierra de Huautla. De esta forma tenían a la vista el Plan de Amilpas. Hacen un alto en Ixtlilco, antigua zona de operaciones de Roldán en época zapatista. Roldán dialoga allí con los viejos conocidos. A principios de febrero se encuentran en Quebrantadero con fuerzas provenientes del estado de Puebla.43 En la cercana población de Izúcar de Matamoros,44 se había dado un levantamiento de 400 conscriptos por el temor a ser enviados al frente.45 Los rebeldes morelenses tienen un enfrentamiento armado con las fuerzas federales acantonadas en Puebla. A pesar de la desigualdad de armamento -los militares tenían ametralladoras- murieron dos rebeldes y un número indeterminado de soldados. En esta acción muere Magdaleno Contreras y a partir de entonces su figura se volverá una presencia fantasmal en los manifiestos y cartas de las fuerzas barretistas.46 Después de este enfrentamiento, las fuerzas de Roldán regresaron a su zona, y en Los Hornos tienen un enfrentamiento con la fuerza de voluntarios47 dirigida por Teodomiro Ortiz que perseguía a Rubén Jaramillo. El Polilla, como era conocido Ortiz, había nacido en Ticumán y militado en el zapatismo, a las órdenes de Daniel Roldán. La gente de Roldán tuvo en total once enfrentamientos con las fuerzas armadas del gobierno en poblaciones de la sierra de Huautla y las Amilpas. El respaldo popular obtenido tuvo que ver con las relaciones establecidas por el viejo zapatista con los pueblos, de respeto absoluto: Bien, porque mi jefe les decía: Miren señores, nosotros no venimos a quitarles nada. Semos del pueblo y el pueblo es el que manda, soy del pueblo. Se hablaba con el ayudante [municipal]48 y él disponía que se nos dieran tacos, nos los mandaban. Luego él iba y se sentaba a escuchar nuestras razones…49 Desde la jefatura de Roldán, tanto a Rubén Jaramillo como a José Barreto se les ve con desconfianza. Al primero por su relación con altos funcionarios y su interés por influir en la gerencia del ingenio de Zacatepec. De acuerdo con Santos Roldán, Jaramillo “era político y él quería ser jefe, ese venía peleando política, el puesto que quería era ser gerente del ingenio y allí le brincó a unirse con nosotros”. A José Barreto, por su parte, se le reprochaba no respetar a la gente: “no le cuadró a mi jefe, porque esos [los barretistas], a todos los que tenían centavitos les cascaban los cabrones”. Pero, la desconfianza no impidió que hubiera intentos por unificar las bandas armadas que existían en el estado de Morelos. La mutua búsqueda

182

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

entre los líderes, las conferencias y la firma del Plan de Puztla es una expresión de ello. Sin embargo, la unificación no fue posible.

El levantamiento de Rubén Jaramillo y la búsqueda de unificación En febrero de 1943, se levanta en armas Rubén Jaramillo en el sur del estado de Morelos. Este es el movimiento armado posrevolucionario más conocido, pero como se ha indicado, no es el único, pues es contemporáneo a los de José Barreto y Daniel Roldán. Dichos movimientos tuvieron varios puntos de confluencia como firmar, aparentemente, el Plan de Puztla en 1943. Después de un breve acercamiento, los movimientos rebeldes se distanciaron en pocos meses. En otro trabajo de este libro se aborda el jaramillismo, por lo que sólo mencionaremos momentos en que se Jaramillo se encuentra con Barreto y Roldán en la búsqueda de la unificación de sus fuerzas. Ante la amenaza de ser aprehendido por sus acciones en torno al ingenio de Zacatepec, y al pensar que su situación “era difícil de solucionarse por medio de la ley”,50 Rubén Jaramillo decide remontarse. Al hacerlo asume una actitud de autodefensa, como dice a su esposa: “sabes que yo pienso abandonar todo y dedicarme sólo a protegerme”.51 El día 19 de febrero sale de Tlaquiltenango. Los agravios sufridos por la población provocan que algunos pueblerinos se remonten con Jaramillo: Por el camino de un campo denominado Palo Grande, lo encontró un compadre suyo, de nombre David Castrejón, y le dijo: “Espéreme, compadre, yo también me voy con usted, ya sé lo que le pasa”. Jaramillo respondió: “No, compadre, tú no puedes venir conmigo, yo soy un denunciado, tú no; además, no quiero que mañana se piense que yo te comprometí y me haga de otros enemigos”. Castrejón dijo: “A mí nada de eso me importa, estamos comprometidos con usted y voy a donde usted vaya. Voy por mi 30-30 y por mi caballo, nada más”. Los remontados se dirigen a La Era, una pequeña población enclavada a orillas del río Chinameca, en donde ya se encontraba operando Daniel Roldán. Fechado el 21 de febrero de 1943, aparece una primera versión del Plan de Cerro Prieto. El día 22 de febrero de 1943, Jaramillo se encontraba cerca de Los Hornos cuando se oyó un tiroteo, el cual había ocurrido entre el grupo de Roldán, con la fuerza de voluntarios comandados por El Polilla, perseguidor permanente de Jaramillo.

183

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Rubén Jaramillo menciona que Daniel Roldán pensaba unírsele.52 Sin embargo, debido a que Roldán tenía un prestigio como ex-zapatista, que tenía mayor edad que Jaramillo y que se levantó en armas primero, lo más seguro es que quien buscaba la unión, era el propio Jaramillo.53 Jaramillo fue informado de que en Santa Cruz (Puebla), cerca de Axochiapan, había muchos federales.54 En ese lugar hubo un enfrentamiento con las fuerzas de José Barreto, resultando varios muertos del gobierno.55 Más preciso es Zosímo Guzmán cuando menciona que el enfrentamiento fue en Teotlalco, muy cerca de Santa Cruz, y que hubo diez muertos de los rebeldes y un número indeterminado de federales.56 En Ajuchitlán hubo otro enfrentamiento entre los federales y las fuerzas del sinarquista Alejandro Rodríguez.57 Los jaramillistas pasaron por Huachinantla, Pueblo Viejo, Huaxtla, Xochipala, Mitepec, todas poblaciones del sur de Puebla, y volvieron a La Era, Morelos. El día 8 de marzo Rubén Jaramillo sale de San Pablo Hidalgo rumbo a San Rafael Zaragoza; allí en el campo de Huixpaleca charló con Daniel Roldán. Jaramillo menciona en su autobiografía lo acordado: entrevistarse con Barreto. Jaramillo permaneció allí hasta el viernes 12 de marzo, cuando finalmente “como a las 12 de ese día llegó un señor de nombre José Barreto, que se decía general del sur y centro de la República, y era de los sinarquistas, quien [los invitó] al rancho de Zacapalco”.58 El poblado de Zacapalco, a sólo cinco kilómetros de San Rafael, había sido habilitado como Cuartel General para el movimiento de José Barreto.59 Santos Roldán menciona que todas las fuerzas se reunieron a conferenciar en Huitchila, muy cerca de Zacapalco. Posiblemente de esta reunión salió la redacción del Plan de Puztla que fue firmado el 26 de abril por los rebeldes: José Barreto a nombre de Magdaleno Contreras, Cecilio Barreto y José A. Inclán como generales de división; Daniel Roldán y Rubén Jaramillo como generales de brigada. No es claro que las fuerzas conjuntas hayan actuado alguna vez. Jaramillo diría posteriormente que Barreto no era revolucionario, sino sinarquista, pues “sostenía un Plan puramente religioso para volver a México a tiempos de la colonia”. Después, Jaramillo no menciona más a Barreto en su autobiografía.60 Hemos intentado mostrar las ligas entre José Barreto, Daniel Roldán y Rubén Jaramillo que, aparentemente, continuaron hasta 1944 marcadas por la desconfianza. El 17 de marzo de ese año, Barreto envía un comunicado a sus generales donde se alerta que “Rubén Jaramillo está jugando con dos cartas porque se le ha descubierto la Alianza que tiene con el Sr., Gral. Lázaro Cárdenas”.61 Jaramillo parecía mantener relación con los barretistas, pero también empezaba a tener acercamientos con los enviados del gobierno.

184

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Esto lo confirma el propio Jaramillo: En ese lugar [El Higuerón] permaneció hasta el 25 de marzo de ese año. Allí se curó y recibió algunas comisiones secretas de su Partido. También recibió un oficio firmado por el senador Alejandro Peña y del diputado federal Rosendo Castro, ambos de Sinaloa, en el cual decían, entre otras cosas: “hemos hablado acerca de tu situación en Morelos con el señor Presidente, y él está dispuesto a darte garantías, amplias y cumplidas. Tú mismo puedes presentarte en su despacho oficial del Palacio Nacional”.62 Jaramillo se trasladó a la Ciudad de México, donde entró en pláticas con el gobierno. Allí permaneció hasta junio de 1944.

La voz de los pueblos: Los documentos del movimiento barretista Los documentos emanados del movimiento encabezado por José Barreto fueron pocos o no se conservaron. En el primer caso tal vez se deba a que no tuvieron una organización interna sólida, con la presencia activa de secretarios. Lo anterior se debe al abandono que sufrieron por parte del grupo con el que supuestamente se coordinaban a nivel nacional. Así, manifiestos y cartas son encabezadas por Magdaleno Contreras, pero que “en su nombre firma José Barreto”. Como antes se ha mencionado, Contreras estaba vinculado al Partido Nacionalista.63 Sobre los contactos urbanos del movimiento existe una carta enviada por Macsimino (sic) Gargalla de Cuernavaca, aparentemente comisionado por el “comité General Ejecutivo”. Por otra parte, debido a que el movimiento no se consolidó, no se organizó un archivo con los documentos emanados del Cuartel General de la rebelión. Los que conocemos provienen principalmente del archivo personal del señor Guadalupe García, que fue el último en deponer las armas. La documentación de este archivo es escasa pero rica en contenido. Por una parte tenemos las cartas y comunicados recibidos por Guadalupe García y su hermano Octaviano, donde se muestra un esbozo de la amplitud del movimiento, su forma de operar y de relacionarse con los pacíficos. Tenemos otros documentos fundamentales. Uno es el Plan de Puztla que, al ser enviada una copia a sus superiores por un preocupado telegrafista, sabemos que fue ampliamente difundido, al menos en Jonacatepec. En el Plan de Puztla se expresan las ideas adherentes, las venidas de fuera, posiblemente con influencia del sinarquismo, mismas que se centran en las críticas al gobierno de Ávila Camacho, al general Cárdenas, el Partido Comunista y la

185

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

alianza con los Estados Unidos. A pesar de ello, en este Plan se puede escuchar la voz de los pueblos. También tenemos un manifiesto realizado a la muerte de Barreto por sus sucesores.64 Este manifiesto fue realizado de forma deficiente, pero al releer los comentarios de Jean Meyer sobre los escritos de los campesinos cristeros, encontramos analogías: Su texto es a la primera lectura incomprensible para el docto; después, leído en voz alta, adquiere forma. Si la escritura es con frecuencia torpe y disyuntiva, la elocución es notablemente suelta, y no se puede decir que la masa mayoritariamente dominada por analfabetismo se halle en “las tinieblas de la ignorancia”... esta cultura es fundamentalmente oral, desde el catecismo del padre Ripalda, redactado en forma dialogada y recitado en coro por numerosas generaciones infantiles, hasta las representaciones teatrales profanas y sagradas que se dan en el atrio de las iglesias. Todo pasa por los ojos, los oídos y la boca...65 A leer el manifiesto en voz alta, se trasluce la palabra aprendida en la observación del Reto en Temoac, en la lectura del Plan de Ayala y los manifiestos zapatistas en los campamentos del Ejército Libertador del Sur, lo mismo que al escuchar los corridos revolucionarios.66 El manifiesto, reiterativo y con énfasis señalado del que hablaremos en el apartado “Lebantemos la bandera de un Emiliano Zapata”, es para ser escuchado, más que leído. A través de él se expresa la voz de los pueblos rebeldes que defienden sus garantías.

El Plan de Puztla El día 3 de mayo de 1943, en las fachadas del pueblo de Jonacatepec apareció pegado un documento escrito a máquina. El 8 de mayo el general de división Maximino Ávila Camacho remitió el documento al Presidente de la República, su hermano Manuel, señalando que se trataba de un “documento subversivo”. Se trataba del Plan de Puztla, promulgado el 26 de abril 1943.67 Si consideramos que Jonacatepec se encontraba ocupada militarmente, la labor propagandística significó un gran esfuerzo organizativo. Puztla –Puxtla, como se escribe actualmente- es una pequeña población, ubicada a escasos dos kilómetros del centro de Cuautla, muy cerca de la estación de ferrocarril donde se embarcaba la importante producción regional de arroz y azúcar. El Plan de Puztla aparece firmado en el Cuartel General, por el Jefe de las Fuerzas Libertadoras, Magdaleno Contreras, pero en su nombre aparecía José Barreto, como general de división. Aparecen suscribiéndolo 45 personas más.

186

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

En total son 48 personas: cinco generales de división, 11 generales de brigada, 27 coroneles y dos capitanes Entre los presuntos firmantes –en la copia que se conserva no hay firmas manuscritas- aparecen con el grado de generales de división, José A. Inclán y Cecilio Barreto. Los rebeldes Rubén Jaramillo y Daniel Roldán, aparecen como generales de brigada. Desconocemos los mecanismos de cómo se dio la jerarquización de mando. Sin embargo, como hipótesis podríamos plantear que los ostentosos grados militares, tal vez representen el número de hombres que habían seguido a cada uno de los líderes locales, lo que significa un ascendente sobre la población, también el prestigio y la trayectoria en el Ejército Libertador del Sur. Este documento, cuyo encabezado aparece como Declaratoria del Plan de Puztla, Mor. Reivindicador de Patriotas y defensores del Plan de Ayala, es la base programática del movimiento rebelde. Como lo anuncia el encabezado del Plan, los rebeldes se presentan como continuadores de la lucha zapatista: Los suscritos patriotas morelenses y defensores del Plan de Ayala con ciertas reformas que ha creído conveniente en beneficio de la patria mexicana. Se mencionan razones de política nacional e internacional, para oponerse al gobierno constituido y alzarse en armas. 1. El principal destinatario de las críticas es Lázaro Cárdenas, al que se le hacen diversas acusaciones: haber impuesto a Manuel Ávila Camacho, tomar fondos de las arcas nacionales, imponer ideas exóticas, “indeseables a nuestro país”, y que apoyó al Partido Comunista. 2. En el Plano internacional, se rechaza el involucramiento de México en la Segunda Guerra Mundial, al lado de los Aliados, pues “México no tiene nada que ver con la política de las Naciones extranjeras”. Se reclama que el gobierno mexicano apoye y se subordine al gobierno de Estados Unidos, “quedando dicho Presidente pelele del judío Roosevelt, haciendo lo que se le ordenara”. 3. Como hemos mencionado, a partir de la entrada en la guerra, se decretó el control de los alimentos básicos, la cooperación de México al esfuerzo bélico sería con el trabajo de los braceros y con materias primas. Además, de que en el plano político se decretó la suspensión de garantías. Todo lo anterior lo denuncia el Plan de Puztla: Cooperando con materias primas para la fabricación de artículos bélicos, artículos de primera necesidad, con grandes perjuicios para la familia mexicana, escasez de trabajo, falta de garantías

187

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

para el hombre de buen vivir, los elevados precios de los artículos de primera necesidad, que el pueblo sufre hambre. 4. Los resolutivos se expresan en 17 puntos de los cuales la mayor parte enuncian el desconocimiento de los poderes constituidos y los tratados internacionales que vinculan a México con las fuerzas aliadas. Es importante observar el punto cuatro, donde se señala que: Los Ayuntamientos que no hagan adhesión en el término mencionado serán considerados como enemigos y perderán el derecho de garantía. 5. Mientras que en los puntos uno y dos se desconoce a los poderes legislativo y judicial, así como al Presidente de la República (ejecutivo), a los Ayuntamientos se les permite la posibilidad de adherirse a la nueva revolución en curso. En el oriente de Morelos, donde los municipios eran esencialmente rurales y con poblados cercanos entre ellos, había un amplio conocimiento político entre los pobladores de la región. No existía todavía, localmente, una clase política profesional. 6. En el punto siete se habla de expropiación, de forma similar al emblemático artículo 8° del Plan de Ayala: Todos los intereses de los traidores a la Patria y funcionarios públicos serán decomisados para pensionar viudas y huérfanos. 7. En el art. 9° se plantea un nuevo orden jurídico de forma similar al art. 12 del Plan de Ayala. Se llama al desconocimiento de los poderes constituidos, pues al triunfo de la Revolución se: …convocará a Junta a todos los principales Jefes Revolucionarios de todos los Estados que componen nuestra República, nombrarán o designarán un Presidente Interino, quien convocará a elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión y este a su vez convocará a elecciones para la reorganización de los demás Poderes federales y se velará por la pureza del “SUFRAGIO”, dejando en completa libertad al pueblo... 8. En el artículo 9° se puntualiza que se excluirá a “Revolucionarios farsantes de malos antecedentes”. Lo cual significaba, desplazar y excluir de la toma de decisiones, a la corriente ganadora de la Revolución (carrancistas y

188

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

obregonistas) y a los que habían pactado con ellos. De tal forma, se volvían los voceros de aquellos que nunca se rindieron y jamás claudicaron de los ideales zapatistas, de esos pueblos destruidos por la misma institución militar que ahora pretendía reclutarlos forzosamente. 9. Otro aspecto que deja traslucir el Plan de Puztla es la oposición al creciente protagonismo del Estado, que a través de las nuevas instituciones gubernamentales – como el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), sucesor del Partido Nacional Revolucionario (PNR)- intervenía de manera decisiva en la vida comunitaria. De esta manera, el artículo 16 consigna que “se combatirá hasta que se desaparezca toda clase de Partidos nocivos de nuestra nación, principalmente el P.R.M y el comunista”. 10. El último artículo del Plan de Puztla es un compromiso de los firmantes de continuar la lucha hasta la muerte, de forma similar respecto a cómo lo plantea el Plan de Ayala: Los que firmamos este acuerdo sabremos sostenerlo con las armas en las manos hasta vencer o morir. 11. El Plan de Puztla termina con la proclama “PATRIA SOBERANA Y CONSTITUCIÓN”. “Lebantemos la bandera de un Emiliano Zapata” Como señalamos antes, donde consideramos que aparece con mayor claridad la voz de los pueblos en documentos emanados del movimiento barretista, es en un manifiesto manuscrito y sin fecha.68 El documento abre con un llamado a los ayudantes municipales para dar a conocer la nueva revolución: “se los habla el mismo compañero Revolucionario de Morelos”. Por una parte en el documento se acude de manera directa a las ayudantías municipales, la representación de los pueblos.69 Por otro lado, se comparte un pasado común de participación en la revolución. La gesta zapatista estaba todavía cercana. Muchos de los protagonistas todavía vivían. En el manifiesto se invoca, al igual que en el Plan de Ayala, a la protección divina, cuando se llama a la lucha a los “Ciudadanos mexicanos en el N. de Nuestra M. G. B: de Guadalupe; y de N. Padre Jesús”. En este llamado, sobresale un fuerte sentido patriótico vinculado con la idea de la justicia social: El suscrito Gral. del Movimiento Libertador del Sur, hace saber de la manera más atenta a todos los hijos de este suelo mexicano e invita a todos los que de corazón sientan amor a la Patria, hay que entender que nuestra querida patria, entre más años y más días,

189

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

se está apoderando de ella los americanos, extranjeros y toda clase de tiranos. A nuestra Patria, los políticos ambiciosos haciéndose dueños de nuestros intereses, el humilde no tiene libertad de hablar, una palabra en defensa de sus derechos. El gobierno traidor del G. Manuel Ávila Camacho, llevándose a nuestros hijos a pelear en defensa de los gringos contra de Alemania y el Japón... En el manifiesto aparece la diferencia de la reivindicación de la herencia zapatista de los herederos y continuadores de la lucha, con el discurso revolucionario oficialista. Zapata era ya un símbolo en disputa, como la tierra y las aguas. En el momento del levantamiento, otro sector importante de los ex zapatistas se había integrado al aparato de gobierno a nivel estatal y federal. Pero pese a la reivindicación oficial del zapatismo, los campesinos no estaban satisfechos. Los pueblos habían obtenido tierra, pero no libertad. La revolución oficial no era por lo que habían luchado junto a Zapata. Ellos sabían de su compromiso con los que habían luchado y muerto por el ideal. Esta responsabilidad los decide a rebelarse: Qué desgracia de nosotros los mexicanos, lástima de sangre que derramaron nuestros hermanos en los campos de batalla. Querido Zapata, tú moriste por defender a tu querida Patria, por sostener el Plan de Ayala y por darnos a conocer las leyes agrarias. Ahora [la Revolución] es pisoteada por los que quedaron en tu nombre, por los políticos ambiciosos, que no han cumplido con tus leyes, los que en tu nombre han salido, las han reformado en beneficio de los capitalistas y de los traidores a nuestra Patria. Los que lucharon contra ti y te deshonraron tanto, esos son los beneficiados y los únicos que tienen derecho a tierras y aguas, porque el pobre campesino a nada tiene derecho, solamente a vivir esclavo bajo el dominio de los terratenientes. El llamado que hacen para continuar con la rebelión apela a la memoria de Emiliano Zapata y emplaza a la unificación: Lebantemos la bandera de un Emiliano Zapata, que en un tiempo empuñó en sus manos en defensa de nuestra querida Patria, haci también la empuñaremos en nuestras manos, queridos hermanos y demos el nuevo grito de haquel hombre que no conoció Escuela

190

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

porque desde su nacimiento fue umilde, pero si tuvo amor a su querida Patria y hala Nación. A diferencia del Plan de Puztla, en que se plantea básicamente un cambio de régimen político y de autoridades, los firmantes del último documento plantean un cambio social a partir de confiscar la riqueza de los traidores, es decir, de todos aquellos que han afrentado a los pueblos: políticos, comerciantes, capitalistas. En suma, del poder dominante del México posrevolucionario: A los jefes se les ordena echar mano de todos los intereses de los políticos asesinos y toda clase de traidores a nuestra patria. Tierras y aguas de los capitalistas serán repartidos a los pueblos para los necesitados, porque la tierra es de quien la trabaje con su propias manos, no con manos ajenas. Los rebeldes apelaron a los nuevos sectores sociales, desmarcándose discursivamente del sinarquismo. Desde los pueblos, hicieron un llamado a la unificación nacional de las clases oprimidas: Obreros y campesinos hijos de este suelo mexicano, unidos todos con los pueblos haremos un esfuerzo de unificación y un solo frente en contra del mal gobierno que en la actualidad tenemos y levantemos la bandera de Emiliano Zapata que en un tiempo empuñó en sus manos en defensa de nuestra querida Patria, así también la empuñaremos en nuestras manos, queridos hermanos y demos el nuevo grito.

Extensión de la rebelión El levantamiento barretista en el oriente-suroriente del estado de Morelos, y el de Rubén Jaramillo, son los actos de resistencia armada en contra de la conscripción obligatoria más conocidos para el Morelos de la década de los 40. Pero por diversos testimonios y la documentación que se tiene se sabe que el movimiento tuvo una amplitud mayor. Es necesario realizar un mayor trabajo de archivo y de historia oral para conocer más detalles. A partir de la correspondencia encontrada en el archivo del señor Guadalupe García, la autobiografía de Jaramillo, otros testimonios y revisión documental, podemos afirmar que la rebelión tuvo presencia en el sur, norte, oriente y suroriente de Morelos, con extensiones al sur de Puebla y el norte de

191

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Guerrero. Los rebeldes tenían contactos con la capital del estado y en la ciudad de México. Había gente de Barreto en San Juan Chinameca, como Vicente Baranda. El 4 de septiembre, desde Axochiapan, Celerino Maza escribió en respuesta al general Octaviano García: …que llo me preparara para realizar nuevo levantamiento y cobrar sangre de finados generales. Esta muy bien, llo con el mismo precentimiento, con mucho gusto los acompañare.70 También Prisciliano Castillo se rebeló en contra del reclutamiento obligatorio, y fue seguido por decenas de hombres de la región de Tepoztlán y Yautepec. De modo que varios grupos armados se formaron en todo el estado. En Chinameca, también se levantó otra banda liderada por el veterano zapatista Concepción Pérez; este último grupo tuvo un enfrentamiento con las fuerzas federales, que dejó 15 muertos entre los rebeldes. En Temoac, las fuerzas federales mataron a cinco hombres que pertenecían a otro grupo de rebeldes que también se resistían a la conscripción militar.72 En ese mismo año más grupos armados se unieron a movimientos locales que se oponían a la conscripción obligatoria. En Tlanepantla, como hemos mencionado, un centenar de personas se levantaron en armas bajo el liderazgo de José Inclán. Cerca de Morelos ocurría algo similar. Por las mismas fechas un grupo de 100 hombres también se rebelaron al sur de la ciudad de México. En el Estado de México, otro grupo de 150 hombres también se levantó en armas bajo el liderazgo de Rafael Castilla, quien había sido zapatista y que para 1943 ya era un “hombre viejo con el pelo completamente gris”.73 Para mayo de 1943, después de su periplo por el sur, José Barreto regresó cerca de Zacualpan, su lugar de origen. En San Juan Amecac, Puebla, instaló su Cuartel General. El 21 de mayo, el coronel García informó al general rebelde Jesús Bravo, de Cuernavaca, que “el Jefe José Barreto y otros generales tomaron la división para Amatlán”, al norte de Yautepec. El apoyo recibido por las autoridades locales es claro, pues en la carta se menciona “puede acercarse en Amatlán con el Ayudante Municipal, para que le informe, en qué lugar se encuentran”: Sr. Ayudante Municipal: Sírvase poner en este mismo acuerdo y de dar a conocer a su entero pueblo estas humildes hojas que son de mayor importancia

192

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

para que así mismo no ignore el pueblo de lo que nos anuncia esta nueva Revolución. Y esperamos que sin más pretexto ni excusa lo hará tal y como se le explica...74 La presencia de Barreto en el norte de Morelos tuvo repercusiones. Hubo gente que se sumó a la rebelión en Yautepec. Allí, en la colonia Cajigal, se levantó Prisciliano Castillo que había entrado en contacto con Barreto. Malaquías Flores recuerda que el movimiento armado se extendió hasta Amatlán en las inmediaciones de Tepoztlán. También se incorporaron hombres de San Andrés de la Cal, entre otros el viejo zapatista Ponciano Linares: Cuando empezó la obligación de que los jóvenes de dieciocho años de edad iban a hacer su servicio militar se levantó un tal Prisciliano Castillo de la colonia Cajigal, de aquí de Yautepec, y muchos lo siguieron. De aquí [San Andrés de la Cal] se fueron como diez.75 Aparecieron brotes de rebeldía también en Tlayacapan. El testimonio de Ángel Rojas, conocido en Tlayacapan como el Diablo, es fiel reflejo de lo anterior: En 1943, 1944 anduvo por aquí un tal José Barreto. A él le gustaban los toros y a mí me gustaban los toros. Y había un señor Enrique que era de Amayuca, y me dice: -Oiga, don Ángel, fíjese que pronto se va a hacer una guerra, ya andaba con la cosa de Alemania y del servicio militar. Y bueno, va a ser un problema muy duro. Usted que tiene amigos, ¿por qué no los invita? Viene el general Barreto. -¿Y para cuándo viene? -Pues será para tal día que andará ya por aquí mi general. Y había otros también que comentaban: Que miren, que el servicio militar ya se va a imponer, que el gobierno no cumplió y que no es justo; que hay que reclamar que se cumpla con las leyes de Zapata; que Jaramillo anda en tal parte y que entonces que había que juntarse a Jaramillo.76

193

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Ángel Rojas se unió a la rebelión. Una lucha que aparecía ante sus ojos de una forma unificada, sin grandes diferencias entre Jaramillo y Barreto, y que “buscaban que se cumpliera la ley de Zapata”: -Pero mira, mamá, vamos con Jaramillo, gente de bien; y bien seguros porque van a venir unos refuerzos. -Bueno, pues ya estás grandecito, yo no digo que no vayas, digo que lo pienses bien. Estábamos jóvenes, con la sangre caliente, teníamos ganas de aventuras. Nos entusiasmaba la esperanza de andar con Jaramillo. Pasó. Y ya pasando unos días, Enrique viene y dice: -Ora sí ya va a llegar Barreto. Viene con ochenta hombres. Nos esperan en el cerro. Luego, luego, llegando, vemos allí a Barreto. -¿Y Jaramillo qué? -No, que pues él viene después. Al general Barreto lo rodeaban unos cincuenta hombres...77 En esa reunión, José Barreto mencionó que tenían armas guardadas en Cocoyoc. Con el nuevo armamento deciden entrar a Tlayacapan, para castigar a los caciques: “unos señores viejos fueron a denunciar a unas personas que eran de los caciques. Y los fueron a sacar de adentro de sus casas, los de Barreto. Mucho los maltrataron. ¡Uy, no, se hizo un lío de la fregada!”.78 Pero poco después, Ángel Rojas se desencanta del movimiento. En su juicio, las acciones encabezadas por Barreto no tenían una estrategia para realizar la transformación social que planteaban sus manifiestos. A ello se sumaba que su poder de fuego no le permitía derrotar a las fuerzas gubernamentales, que ganaban territorio. Los rebeldes aparecían sin objetivos claros, llevándolos a un creciente aislamiento y abandono de elementos de sus filas. En algún momento, Ángel Rojas reclamó a Barreto que, “esto no es como usted nos lo pintó, que tenía usted gente buena y hemos andado como pinches bandidos todo el tiempo, ¿no?, y escondiéndonos, ¿no?”.79 Finalmente, José Barreto y su compañero Abraham Sánchez fueron abatidos a tiros en Jantetelco por militares vestidos de civil en noviembre de 1944. Un

194

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

documento de inteligencia que proporciona detalles sobre la estrategia para eliminarlos dice que: Ellos sólo podían ser capturados sobornando a una, o dos personas que podrían decirnos a qué hora llegarían a su casa. Allí, los soldados vestidos de civil emboscaron el hogar.80 La traición volvió a aparecer en el estado de Morelos como una forma de acabar con un rebelde, de manera semejante a como fue asesinado Emiliano Zapata años atrás. Y entonces, la incertidumbre. Ante la posibilidad de continuar en armas para Prisciliano Castillo, Malaquías Flores relata un episodio lleno de simbolismo: Entonces él me platicó que vino Zapata a una conferencia allá, a la Cajigal, que vino, ya era un hombre grande, le dijeron: -Qué hacemos mi general, el gobierno está imponiendo sus leyes. Y se quedó callado y tantito y que le volvió a preguntar ese Prisciliano Castillo: -Qué hacemos mi general, nosotros andamos de nuevo alborotando la gallera. Que va y lo acaricia - Mira Prisciliano, pues es muy bueno de que ahora se hiciera otra revolución, pero te voy a decir que ahora en estos tiempos ya no hay machos, ¡puras mulas! Así le dijo. Don Ponciano Linares me dijo así, que así le dijo: “Que en este tiempo era muy difícil hacer una revolución, ya no había hombres, puras mulas”.81 La aparición de Zapata82 señalaba los límites y el fin de la insurrección. Ante los nuevos tiempos del capitalismo en expansión y un partido de Estado revolucionario, los pueblos debieron buscar nuevos mecanismos para reconstruir su voz y sus formas de organización.

195

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Los tiempos pasados ya no volverán El levantamiento encabezado por José Barreto tuvo un amplio respaldo local, pero no consiguió insertarse en una movilización nacional que les permitiera hacer frente al poder. Por lo mismo no logró trascender sus límites regionales y fue diluido. Rubén Jaramillo, por ejemplo, buscó acercamientos con el gobierno a través de Lázaro Cárdenas. El gobierno ofreció garantías, pero José Barreto fue asesinado a traición. Guadalupe García, uno de los últimos rebeldes, se entregó finalmente el 30 de noviembre de 1944. Pero volverá a empuñar su fusil en contra del rifle sanitario y estará al lado de Rubén Jaramillo en la campaña electoral de 1952. A los setenta años, Guadalupe García participó en la lucha por creación del municipio de Temoac, que se logró en 1977, y después en la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Apoyará en 1994 el levantamiento neozapatista. Siguió los pasos de la rebelión hasta que los años lo doblan y finalmente muere en enero del 2003. En cuanto al movimiento de José Barreto, existe un gran desconocimiento del mismo y de la presencia sinarquista en Morelos. Una causa de ello es que estos movimientos sociales no tuvieron continuidad, en contraste con la persistencia de la lucha política de Rubén Jaramillo. Esta es la causa de que el levantamiento jaramillista de 1943 aparezca en gran parte de los estudios que se han realizado como un movimiento completamente autónomo. Pero el levantamiento de Jaramillo en 1943 es explicable sólo si lo entendemos como parte de una movilización más amplia en donde se incluyen a José Barreto y otros levantados en armas, como Daniel Roldán. El levantamiento de José Barreto es una de las historias de la resistencia de los pueblos del oriente del estado de Morelos, en donde tanto la iniciativa como la voz, son de los mismos pueblos, sin importar las etiquetas ideológicas que haya tenido la rebelión. Por eso, hombres como José Allende, de Jantetelco, y como mucha gente de los pueblos, lo mismo apoyó al sinarquista Barreto, que al comunista Jaramillo: “la tierra y el agua para los pobres, o el caso es que decían lo mismo. Por eso los apreciamos”.84 En el levantamiento armado de 1943-44 en tierras morelenses, se combinarían las formas insurreccionales propias de la revolución de 1911 con otras maneras novedosas de percibirlas. Se abría entonces una nueva etapa para los pueblos respecto de sus formas de organización social y de lucha. Las cifras que se manejan de los seguidores armados del movimiento de José Barreto, son diversas. Tanalís Padilla, retomando los informes gubernamentales, señala el número de 75 alzados, véase Padilla, Tanalís, Rural Resistance in the land of Zapata. The jaramillista movement

1

196

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

and myth of the pax priísta, 1940-1962, Duke University Press, 2008. El periódico del Partido Comunista Mexicano, La Voz de México, en su edición del 10 de enero, menciona que 300 rebeldes atacaron Jonacatepec. Ángel Rojas, en entrevista con el escritor Rafael Gaona, señala que Barreto llegó a Tlayacapan con 80 hombres y en otro momento da el número de 50; véase Gaona, Rafael, El Diablo en Tlayacapan. Editorial Diana, 1994, México. 2 Las garantías de los pueblos es una categoría ética, de responsabilidad mutua, que permite el libre desarrollo de los individuos, sus capacidades y las de las comunidades. Esta definición embona perfectamente con el vivir en comunidad y las responsabilidades que emanan de ello, en donde la reciprocidad es fundamental. De tal forma que “no se exige sólo al individuo que haga bien a su prójimo, sino que le dé lo que le pertenece por derecho”. De tal forma las garantías de los pueblos vendrían a ser derecho consuetudinario del que derivan otros tantos derechos, antiguos y modernos. Véase Vinogradoff, Paul, Normas sociales y normas jurídicas, Fondo de Cultura Económica, colección Fondo 2000, México, 1997, p. 22. 3 “Benjamin: mesianismo y utopía” en Echeverría, Bolívar, Valor de uso y utopía, Siglo XXI editores, México, 2010, p. 142. 4 Michel Foucault, cit. en García Canal, María Inés, Espacio y poder, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Colección Teoría y Análisis, México, 2006, p. 67. 5 Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Morelos, n° 966, 22 de febrero de 1942. 6 Peña, Sergio de la y Marcel Morales Ibarra, “El agrarismo y la industrialización de México 1940 – 1950” en Historia de la Cuestión Agraria Mexicana, v. 6., Siglo XXI editores/CEHAM. 1989, México, p. 39. 7 Ibídem, p. 81. 8 Excélsior, 19 de mayo de 1942, cit. en Ibídem, p. 82. 9 Peña y Morales Ibarra “El agrarismo”, 1989, p. 66. 10 “Plan de Puztla”, en Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (en adelante DGIPS), exp. 559.1/ 51. 11 Torres, Blanca, México en la Segunda Guerra Mundial. Historia de la Revolución Mexicana, período 1940-1950, México, El Colegio de México, 1979, p. 135-163, cit. en Peña y Morales Ibarra, “El agrarismo”, 1989, p. 36. 12 Aviso del General Pablo Díaz Ávila Comandante de la 24° Zona Militar, con sede en Cuernavaca. Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Morelos, n° 957, 24 de diciembre de 1941, p. 6. 13 Periódico Oficial. Órgano del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Morelos, 13 de septiembre de 1942. En el último lustro de los años treinta y en los primeros años de la década de los cuarenta, el ejército mexicano tendrá importantes transformaciones. La entrada a la guerra acelera la modernización, ya que se crea la Comisión México-Americana de Defensa Conjunta y una Ley de Préstamos y Arrendamientos que facilitó el traslado de material y equipo bélico a México. Véase Pérez Montfort, Ricardo, “Tropa vieja y tropa nueva. Francisco L. Urquizo, sus memorias noveladas y la transformación del ejército mexicano” en Cotidianidades, imaginarios y contextos: ensayos de historia y cultura en México 1850-1950, Ediciones de la Casa Chata/CIESAS, México, 2008. 14 Ibídem.

197

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La Voz de México, n° 422, 10 de enero de 1943, p. 4. Ramírez Melgarejo, Ramón, “La bola chiquita, un movimiento campesino”, en Warman, Arturo (ed.), Los campesinos de la tierra de Zapata, Vol. I. Adaptación, Cambio y Rebelión, SEP-INAH, México, 1974, p. 176. 17 La Voz de México, n° 422, 10 de enero de 1943, p. 4. 18 Entrevista a Serafín Barreto Aragón, de Huazulco, Morelos, 28 de diciembre del 2002. Entrevista realizada por el autor. Sólo en caso de que se indique lo contrario, las entrevistas a que se hacen referencia fueron realizados por el autor. 19 Ramírez Melgarejo, “La bola chiquita”, 1974, p.174 20 La Voz de México, n° 427, 10 de enero de 1943, p. 1. 21 Ramírez Melgarejo, “La bola chiquita”, 1974, p. 175. 22 Ibídem, p. 180 23 La Voz de México, n° 427, 10 de enero de 1943, p. 1 24 Bartra, Armando, Los herederos de Zapata, Ed. Era. México, 1986, p.71. 25 Meyer, Jean, El sinarquismo, el cardenismo y la iglesia (1937-1947), Tusquets Editores, México, 2003. 26 Ibídem, p. 66. 27 Bartra, Los herederos, 1986, p. 70. 28 Entrevista al señor Lorenzo García, Popotlán, Temoac, Morelos, 11 de enero del 2003. 29 AGN-DGIPS, caja 95, exp 2, n ° 1/131/810, 6 de marzo de 1944, cit. en Rural Resistance, 2008, p. 93. 30 Yo he realizado un trabajo que aborda la problemática de la relación entre religiosidad popular y zapatismo, De rebeldes fe. Identidad y formación de la conciencia zapatista, Instituto de Cultura de Morelos, 2003. 31 “Plan de Puztla”, op.cit. 32 Manifiesto de G. Morales, Archivo del Sr. Guadalupe García, Huazulco, municipio de Temoac, Morelos (en adelante AGG), documento sin clasificación (en adelante s/c). 33 Véase Cárdenas, Lázaro, Obras, Nueva Biblioteca Mexicana/UNAM, 1972. 34 Bartra, Los herederos, 1986, p. 70, citando a Meyer, El sinarquismo, 2003. 35 AGG, s/c. 36 Daniel Roldán combatió a las órdenes de Francisco Mendoza que operaba en el sureste del estado de Morelos y en el sur de Puebla, uno de sus cuarteles más significativos fue instalado en Ixtlilco. Roldán fue jefe militar de la plaza de Cuautla en el año de 1920. Información proporcionada por el historiador Dante Aguilar. 37 Santos Roldán Pastrana, San Rafael Zaragoza, Tlaltizapán, Morelos, 7 de marzo del 2003. Entrevista realizada por Victor Hugo Sánchez Reséndiz y Dante Aguilar Domínguez. 38 AGN-DGIPS, vol., 775, exp. 2, N ° I/43/238, 1 de marzo de 1943, cit. en Padilla, Rural Resistance, 2008, p. 92. 39 Padilla, Rural Resistance, 2008, p. 92. 40 El estudio de este poco conocido Partido Nacionalista y su inserción en el estado de Morelos es una tarea pendiente, ya que fue una organización que fue capaz de impulsar un 15 16

198

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

levantamiento armado con inserción regional. Al conocer a este partido de manera amplia, entenderemos mejor la dinámica política del estado en la década de los cuarenta. 41 José A. Inclán se levantó en armas en Tlalnepantla, encabezando un centenar de personas. Véase AGN-DGIPS, vol.775, exp. 2, n ° 1/43/238, 4 octubre de 1943, cit. en Padilla, Rural Resistance, 2008, p. 91. Inclán aparecerá como firmante del Plan de Puztla, con el grado de General de División. 42 Santos Roldán Pastrana, op. cit. 43 Santos Roldán Pastrana, op. cit. 44 En la región de Izúcar de Matamoros había una importante presencia de la Unión Nacional Sinarquista (UNS), así lo señala Meyer: “La UNS es muy fuerte en el bloque de los estados del centro, del centro-oeste y centro-norte... En el centro-sur y el centro-este la implantación puede ser muy densa, cuando existe: región continua de Huajuapan de León (Oaxaca) e Izúcar de Matamoros (Puebla) a Taxco, Iguala, Chilapa (Guerrero), englobando el sur de Morelos...”, véase Meyer, El sinarquismo, 2003, p. 66. Izúcar tiene una gran importancia estratégica, ya que es un nudo comunicacional entre los valles morelenses, el valle de Puebla y la región mixteca (poblana, guerrerense y oaxaqueña). La región en torno a Matamoros, tiene en sí una importancia económica, al ser gran productora de azúcar. 45 Peña y Morales Ibarra, “El agrarismo”, 1989, p. 40. 46 Aparecerá firmando el Plan de Puztla, como General en Jefe, pero firma, en ausencia, José Barreto. En diversos documentos, cartas y nombramientos emanados del cuartel de Barreto se repetirá el procedimiento: firma José Barreto en ausencia del general en jefe, Magdaleno Contreras. 47 Los Voluntarios, eran llamados los hombres de los pueblos que se alistaban a la Defensa Rural, que cumplía labores policiacas, que en momentos de alta conflictividad social y política era defender los intereses del estado, los caciquillos y en el caso del sur de Morelos, de la gerencia del ingenio. Algunos de estos voluntarios habían sido zapatistas. Por las características señaladas eran temidos y odiados. Los voluntarios durante el zapatismo eran odiados por los zapatistas, ya que cumplían la función de delatores y al conocer la región, guiaban a las tropas federales a los refugios zapatistas. Al ser capturados eran fusilados de inmediato. 48 Es muy importante el legalismo y reconocimiento de la autoridad de los pueblos. Por ello, una de las primeras acciones que realizaba el Ejército Libertador del Sur, al tomar posesión de una población, era convocar a los vecinos para deliberar y elegir autoridades. Esta práctica se plasmará en la Ley General de Libertades Municipales (1916). Y por ello el gran cuerpo legal emanado del Cuartel General durante la Revolución Zapatista. Este legalismo se aprecia en pequeños detalles como la importancia que se le da al “sello” que cargan los ayudantes municipales y comisariados ejidales. 49 Santos Roldán Pastrana, op. cit. 50 Jaramillo, Rubén y Froylán Manjarrez, Autobiografía, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1981, p. 51. 51 Ibídem. 52 Ibídem, p. 54 53 Padilla, Tanalís, “Por las buenas no se puede: Rubén Jaramillo’s campaigns for governor of Morelos, 1946 and 1952”, en Journal of Iberian and Latin American Studies, 7:1, Julio 2001,

199

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Australia. Traducción del autor. Padilla menciona que la participación de Jaramillo en la revolución zapatista le daba legitimidad ante el pueblo, por la carga simbólica que da el haber peleado y el prestigio que tenían los veteranos. 54 Jaramillo, Autobiografía, 1981, p. 54 55 Entrevista a Lorenzo García, Popotlán, Mor., 11 de enero del 2003. 56 Entrevista a Zosímo Guzmán, Amilcingo, Mor. 6 de mayo del 2003. 57 Jaramillo, Autobiografía, 1981, p. 55. 58 Ibídem, p. 57. En el texto publicado, el poblado de Zacapalco aparece mencionado como “Zacapoalco”. 59 Desde ese lugar expide el 2 de marzo de 1943 el nombramiento de Guadalupe García como coronel. AGG, s/c. 60 Jaramillo, Autobiografía, 1981, pp. 57-58. 61 Carta al General Hermenegildo Salazar del Jefe de las Fuerzas Libertadoras del Sur y Centro de la República José Barreto, 17 de marzo de 1944. AGG, s/c. 62 Jaramillo, Autobiografía, 1981. 63 Bartra, “Los herederos”, 1986, p. 73. 64 AGG, s/c. 65 Meyer, El sinarquismo, 2003, pp. 272-273. 66 En el archivo de don Guadalupe García se encontraban varias “hojas volantes” y la temática de los corridos era variada, pero destacaban los “históricos”, referentes a la lucha zapatista. En el aprendizaje de la revolución un papel importante lo cumplieron los corridos, así lo refiere Prócoro Pineda de Temoac, “hubo personas que vieron la Revolución y como tal me la platicaban, entonces compraba los corridos y así como me platicaban los señores, estaba escrito en los corridos”, en “El Cuexcomate”, suplemento de las culturas populares del estado de Morelos”, del diario El Regional del Sur, 24 de febrero de 1992. Entrevista realizada por el autor. 67 “Plan de Puztla”, op. cit. 68 El Manifiesto se localiza en AGG, s/c. 69 El ayudante goza de un prestigio social ante la población, porque en él reconocen una autoridad moral inmediata, a él se le asignan un sinnúmero de tareas de la vida cotidiana de los pueblos que tienen que ver con aspectos administrativos, actos de fe pública, resolución de conflictos familiares o conflictos internos, impulso a festividades, a demandas en cuanto a gestión de servicios y es también el contacto formal con las diversas autoridades municipales, estatales o federales. Su sola presencia en las diversas reuniones de la comunidad sean de ejido, escuela, comités de servicios, etc., hacen que éstas adquieran legitimidad”. Véase Zaragoza, Juan Manuel y Margarita G. Saravia, Ayudantías Democráticas de Morelos: ¿Auxiliares municipales o representantes populares del municipio? Centro de Encuentros y Diálogos, A.C./ Red de apoyo Municipal, Cuernavaca, Morelos, s/f, p. 5. 70 AGG, s/c. 71 Entrevista con Malaquías Flores, San Andrés de la Cal, Tepoztlán, Morelos, 25 de enero del 2001. 72 AGN-DGIPS, vol. 94, exp. 2. N ° I/131/806, 14 enero de 1943, cit. en Padilla, Rural Resistance, 2008, p. 91. 73 AGN-DGIPS, vol.775, exp. 2, n ° 1/43/238, 4 octubre de 1943, cit. en Padilla, Rural Resistance, 2008, p. 91. 74 AGG, s/c. 75 Entrevista con Malaquías Flores, San Andrés de la Cal, Tepoztlán, Morelos, 25 de enero del 2001.

200

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Gaona, Rafael, El Diablo en Tlayacapan. Editorial Diana, México, 1994, p. 141. Ibídem, p. 142 78 Ibídem, p. 146 79 Ibídem, p. 147 80 AGN-DGIPS, caja 783, exp., n ° 2 1/44/308, 25 de noviembre 1944, cit. en Padilla, Rural Resistance, 2008, p. 93. 81 Entrevista con Malaquías Flores, San Andrés de la Cal, Tepoztlán, Morelos, 25 de enero del 2001. 82 En la tradición oral de los pueblos de Morelos, se encuentra ampliamente difundida la idea de que el 10 de abril de 1919, Emiliano Zapata no murió; el muerto fue su compadre y Emiliano se fue a Arabia. Ocasionalmente ha vuelto. Véase Sánchez Reséndiz, De rebeldes, 217-244. 83 A partir de una epidemia de fiebre aftosa en el ganado, el gobierno de los Estados Unidos presionó al mexicano para exterminar el ganado mexicano. Esta medida tuvo la resistencia de los pequeños ganaderos y de los campesinos, ya que se eliminaba una importante fuente de ingresos y un instrumento de trabajo. Los campesinos vieron reforzada su posición antiestadounidense y se resistieron a que su ganado fuera eliminado, en ocasiones violentamente. El sinarquismo y el jaramillismo se opusieron activamente al rifle sanitario, lo cual es mencionado por los autores que abordan estos movimientos sociales y que hemos citado. De manera amplia, este tema es abordado en Soto Correa, José Carmen, El rifle sanitario, la fiebre aftosa y la rebelión campesina, Instituto Politécnico Nacional, México, 2009. 84 Entrevista con José Allende, Jantetelco, Morelos, 25 de mayo de 1992. 76

77

Mitin de zapatistas en una plaza pública.

201

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 1

Plan de Cuernavaca 16 de enero de 1824

P

lan o indicaciones que el Ciudadano General de Brigada Francisco Hernández y Coroneles Antonio Aldama, Luis Pinzón y Guadalupe Palafos, dirigen con el más alto respeto al Soberano Congreso Mejicano y Supremo Poder Executivo con la justa mira de hacer efectiva la verdadera Yndependencia y Libertad de los Estados de la América Septentrional, teniendo en consideración las muy críticas circunstancias y graves riesgos que amenazan a la Patria de bolver a arrastrar las cadenas que en trescientos años la han subyugado. Art. 1° La religión de los Estados Libres de la América Septentrional es y será siempre la Católica, Apostólica, Romana, con exclusión de toda otra según lo ha declarado el Soberano Congreso. 2°. Los Estados de que se habla serán entera y absolutamente independientes de todas las naciones extrangeras. 3° Todos los naturales del Anahuac y españoles residentes de dichos Estados, sean de la clase que fuesen, son ciudadanos y hermanos unos de otros, por lo que no podrán jamás separarse de esta Alianza y más cuando caminan al fin de verse legítimamente libres de cualquiera otra potencia, pues mientras no se dirijan bajo el sistema expresado, nunca podrán constituirse aunque quieran, ni menos verse seguros en la aparente libertad que hasta ahora disfrutan, porque sus choques nos les permitirían conseguirlo.

205

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

4°. Dichos Estados no permitirán jamás so pretesto alguno que su gobierno y empleos públicos sean manejados y obtenidos por ninguna clase de Españoles por pertenecer aquellos legítimamente a los hijos nativos de su suelo, así por un derecho natural, como porque también conviene a su devida seguridad. 5° Jamás se admitirá por ningún caso o pretesto Emperador o Rey que nos gobierne, y menos que recaiga el gobierno en un solo individuo con otro título o nombre que se le quiera dar. 6° El gobierno de los Estados será el de República Federada, popular, representativa, conforme a la declaración del Soberano Congreso. 7° El actual Soberano Congreso, para que pueda con toda franqueza seguir en las sesiones de su instituto, es de suma necesidad que mande retirar de su Augusta Asamblea a todos los miembros que no sean Americanos, substituyéndolos del modo que sea más adaptable, para cuyo efecto nos sometemos a sus disposiciones que sostendremos hasta derramar nuestra ultima gota de sangre con el Exército que mandamos, protestando igual cosa al Supremo Poder Executivo siempre que vaya de acuerdo con sus soberanas disposiciones. 8° Las personas y propiedades de todo ciudadano serán respetadas y protegidas haciéndose lo mismo con las de todo Español siempre que no contrarie directa o indirectamente a lo acordado en este Plan. 9° Los ramos de los Estados y demás oficinas quedarán en todo su vigor y fuerza, sin otra alteración que los empleos políticos, civiles y militares que se hallen ocupados por los Españoles y desafectos a la Patria, se provean provisionalmente y muy luego, en americanos de verdadero mérito y virtudes que acrediten con prolijidad. 10. Los españoles que tengan que dejar los destinos que deben ocupar los Americanos, serán atendidos por una pensión que el gobierno les impondrá, según su mérito y adhesión que hayan tenido y manifiesten ahora a la Patria para acallar los justos reclamos de esta. 11. Todo Español que no se avenga con el presente Plan, tiene libertad en retirarse a donde guste fuera de los Estados, como también de quedarse siempre que estén bien hallados, pero con el bien entendido de que el que así lo verifique, si se le advierte el más leve indicio de traición a la Patria, declarado que este sea, será castigado con pena de muerte y sus vienes confiscados a veneficio de los Estados. 12. La Justicia se administrará con arreglo a los decretos dados y que se den por el Supremo Congreso. 13. Si fuese invadida la Patria por convulsiones interiores o exteriores, se aumentará el Exército hasta el número que se considere necesario para garantizar su Yndependencia y Libertad, y se denominará desde ahora:

206

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Exército de la Unión Americana, tomando bajo su protección, hasta sacrificarse completamente la Religión Católica, Apostólica Romana, la Representación Nacional y mantener sistemado al Gobierno de los Estados. 14. Todos los americanos que quieran alistarse en sus banderas, ya sean militares o paisanos, serán bien recibidos y tratados con el decoro que merezcan por su buena conducta, servicios y fidelidad, precediendo antes el juramento que para guardarla han de prestar bajo la fórmula que después se dirá. 15. Los llamados Ynsurgentes que desde el año de diez se han sacrificado por la Patria y acrediten legítimamente haverla servido bajo las miras de su felicidad, serán atendidos en colocarse y se les concederán las mismas graduaciones que la nación les confirió en aquella época, siempre que se presenten a sostener la causa del presente Plan, pues de lo contrario perderán el derecho de representar porque se juzguen agraviados. 16. En el acto de que se publique el enunciado Plan, se comenzará a organizar en toda forma el Exército con la fuerza que actualmente tiene y asi subsesivamente hasta completar el número necesario; por lo que los que primero se reunieran a él o diesen el grito en favor de este sistema, en cualquier plaza que se opongan a sus miras, será preferidos en su colocación; para cuyo efecto y para que ninguno pueda representar que se le ha agraviado, se señala el perentorio tiempo de treinta días, término que por mil justos motivos, se ha considerado suficiente para que todo americano que apetezca la salvación de su Patria, tenga carácter y piense con honor, pueda tomar partido, siendo de advertir que el expresado término sólo comprenderá a los de lejas distancias, porque habiendo enseñado la experiencia en las anteriores épocas, el indigno modo con que muchos se manejan, como vulgarmente se dice, para caer parados, es necesario que los que se hayen inmediatos y quieran tomar partido, lo executen con brevedad, porque de lo contrario, no podrán alegar el incontestable derecho que en otros concursa por su anticipación y presentación efectiva, sino es que median motivos tan justos, que sobre bien especificados puedan aparecer tan claros como la luz del medio día. 17. El Exército se procurará arreglar hasta su totalidad con toda la brevedad posible, por exigirlo así las actuales críticas circunstancias, de suerte que si conforme se completase un Regimiento, hicieran falta los Gefes y oficiales para seguir organizando otro, se hechará mano de los que más se hubiesen distinguido en méritos, aptitud y servicios. 18. Los gefes y oficiales cuidarán con la más estricta escrupulosidad de que sus subordinados cumplan al pie de la letra con la ordenanza militar establecida para el Exército mientras que el Soberano Congreso, dicte la que deba regir.

207

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

19. Se darán los empleos interinamente a nombre de la Nación, que se juzguen de necesidad, sometiéndonos a la aprobación del Soberano Congreso. 20. Todo paisano que se presente a tomar partido y no se le pueda colocar en el Exército se empleará en los restantes ramos sin perjuicio de los individuos de ellos que tengan escala con arreglo a sus méritos y aptitud. 21. Se tendrán por servicios muy distinguidos y de preferencia para su colocación en el momento mismo que lo ejecuten, los siguientes. 1° Los que dieren el grito en favor de este Plan como queda dicho en el artículo 16. 2° Sacar alguna fuerza armada de las plazas que se opongan a él. 3° Denunciar cualesquiera conspiración o asalto que intenten hacer los enemigos contra el Exército que sostiene los justos derechos de la Patria. 4° Auxiliar en cualquier parte que se hallen a sus tropas para subvenir a sus urgencias en caso de que las tengan. 22. Habrá una Junta de Fidelidad compuesta de nueve individuos de toda probidad con las atribuciones siguientes: 1° Tomar el juramento a todo militar o individuo de cualesquiera clase que sea que se presente a tomar partido en el Exército porque sin este requisito ninguno podrá tomar las armas. 2° Hacer una expeculación de sus despachos y servicios anteriores. 3° Dar una constancia al yndividuo presentado del día en que lo verificó como de los citados requisitos. 4° Hacer llevar en los libros de gobierno que para este efecto debe hacer lo mismo que queda dicho en los artículos anteriores bajo la firma del presentado, quien después de dichos requisitos se presentará con su constancia a alguno de los Gefes que mandan el Exército para que éste pueda dar la orden de su incorporación a donde corresponda. 23. Los que no pueda prestar su juramento ante la Junta expresada por inconvenientes legales, lo harán en sus divisiones o pueblos, proporcionando los comandantes que se haga todo aunque provicionalmente con el orden expresado en el artículo anterior para que cuando la Junta pida las noticias que se necesiten, se le puedan mandar con oportunidad y no se perjudique a alguno que quiera representar. 24. Todo militar sea de la clase que fuese que habiendo jurado guardar fidelidad y tomado las armas se retire de su cuerpo sin previo permiso de quien se lo debe conceder, se tendrá por desertor cumplidos ocho días y por el mismo hecho perderá los derechos de ciudadano y se hará indigno de la sociedad americana, más si su deserción fuese dimanada por traición a la Patria, se solicitará su persona con el mayor empeño y hallándose, será pasado por las armas dentro de seis horas. 25. La Junta de Fidelidad tomará el juramento que se refiere en el artículo 22 bajo la fórmula siguiente ¿Juráis a Dios y a la Nación derramar hasta la última gota de vuestra sangre por conservar la Religión Católica, Apostólica,

208

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Romana, sostener la Representación Nacional obedeciendo sus órdenes y las del gobierno establecido? Se responderá si juro. ¿Juráis oponeros firmemente entregando primero vuestra vida que el permitir que ninguna Nación nos vuelva a mandar aunque sea bajo las protestas mas lisongeras que ofrezcan de sistemar un buen gobierno? Si juro. ¿Juráis no quebrantar alguno de los artículos que comprende el presente Plan, y si serle fiel a la Patria bajo las bases establecidas, so pena de que si desmentís vuestra promesa, la que ya se tiene como muy sagrada, seais castigados con la rigurosidad que designa el artículo anterior? Si juro. Se le dirá pues si así lo cumpliereis, Dios os lo premiará y la grande y generosa Nación sabrá sin olvidarse de vuestras fatigas recompensaros vuestro mérito. 26. Los individuos que componen el Exército que sostiene la presente causa, no harán jamás daño a alguno de sus semejantes si no es cuando se vean extrechados con la fuerza que ellos les hicieren con injusticia denegándose a las vías justas que se les ofrecen, y más cuando se espera que la soberanía de la nación se sirva aprobarlos por ser el único medio con que se debe conseguir la total seguridad y sociego de sus habitantes. 27. Después de tres días del pronunciamiento del presente Plan, todo español sin distinción de clase o persona, presentará las armas que tenga sean cuales fueren, pues de lo contrario se procederá a recogerlos y en el caso de que las oculten o hagan resistencia a su entrega, se tendrán por traición a la Patria y serán castigados con arreglo al artículo 11. 28. Todo Americano sea quien fuese que atentare contra la Patria auxiliando directa o indirectamente proyectos opuestos a este Plan sufrirá la pena de muerte. 29. Ningún Americano atentará contra las personas y propiedades de los Españoles, pues aún cuando fuese agraviado por alguno de ellos deberá ocurrir con su queja ante la autoridad competente so pena de que el que procediere de otra suerte, se le aplicará la pena correspondiente con arreglo a la ley. 30. Para caminar en todo con el más maduro acuerdo, y conseguir el acierto y felicidad que se apetece, jamas por ningún caso o pretesto sea cual fuese podrá determinar por si cosa alguna ninguno de los cuatro jefes que hacen cabeza en el presente Plan, sino es que de acuerdo y conformes en todo y para todo se resuelvan, pues de lo contrario deberá ser nulo y de ningún valor y efecto, quanto lo que sin este esencial requisito se determine, siendo responsable a los cargos que la nación le haga al que de este pacto se desviase. 31. Como el fin no es faltar en nada a las soberanas disposiciones del Congreso y si obedecerlas ciegamente, se le remitirán inmediatamente estas justas medidas con la subordinación debida, haciéndolo presente, que si nos hemos resuelto a ponerlas en otra con las armas en la mano, no es con el objeto

209

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

de imponerla, ni menos con la mira de dictarle leyes, pues esto exclusivamente toca a su Soberanía, sino para que entienda que tiene un apoyo en ella, con la generalidad de opinión que apetece para su legítima seguridad, el que los españoles sean depuestos de todo conocimiento directo o indirecto en los asuntos de la Patria, por corresponder estos a los hijos de este suelo como únicos dueños de esta parte del Glovo Septentrional. Cuartel General en la Villa de Cuernabaca, enero 16 de 824. 1° de su Absoluta Libertad. Francisco Hernández Luis Pinzón

Antonio Aldama Guadalupe Palafox

Fuente: Archivo Histórico de la Defensa Nacional, Clas. XI/481.3, Exp. 290, 101 fojas, fs. 6-11.

210

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Cuernavaca,16 de enero de 1824

211

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

212

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

213

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

214

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

215

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

216

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 2

Plan de la Ciudad de Morelos 3 de agosto de 1829

E

n la Ciudad Heroica de Morelos a 3 de Agosto de 1829. Reunidos en la morada del Comandante C. José María Larios los oficiales de su división y personas particulares como asimismo empleados que suscriben: Manifestó el objeto de dicha reunión, lo que tomada la palabra para dicho fin dijo: amados compañeros de armas y ciudadanos patriotas que me habéis honrado en oírme mi Espíritu es salvar la Patria ella peligra con tantas soberanías estos nuevos empleos es la ruina del Exercito quien está mirando con desprecio, sin considerar que ese rompió las cadenas de trecientos años y castigará la osadía de esos malvados Gachupines que intentan pisar nuestras costas, pero desgraciados de ellos somos libres y esa será nuestra divisa: bien veo Señores la pobreza de la República y que nuestros enemigos se acercan empero ¿Cuál será la medida sabia? Es bien claro, variar la forma de gobierno bajo los capítulos que espondré, no dudando que sean aprovados en esta Honorable Junta y que no se depondrá las armas hasta conseguir tan grande empresa: se exijió los capítulos por todos los señores siendo de mucho agrado este razonamiento. 1º. Será Supremo dictador vitalicio y constitucional el Excelentísimo Ciudadano Vicente Guerrero. 2º. Habrá solo un Congreso General compuesto de un individuo por los que se llaman Estados que en caso de enfermedad de dicho dictador soztituya sus veces.

217

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

3º Habrá un Consejo de cuatro individuos de los Diputados que serán relevados de cuatro en cuatro meces quienes harán de ministros. 4º. Los bienes de gachupines y extranjeros entrarán en poder de la Nación nombrándose tesoreros a fin de que de ellos se socorra el Ejército. 5º Todo Gachupín y Extranjero será decapitado. 6º El Ministro presente de Hacienda será lanzado de la República. 7º Esta división se nominará 1ª Columna Justiciera del Sur. 8º De esta acta se sacarán dos copias autorizadas por mí remitiéndose una al ciudadano general Ysidoro Montesdeoca y la otra al de igual clase Antonio Lopez de Santa Ana para que por si obren con arreglo a este Plan esperándose sus respuestas para determinar unanimen. 9º Esta Columna después de haver sistemado esta clase de gobierno marchará sobre las costas de Veracruz y puntos donde se presuma puedan desembarcar. Leido por tres veces los capítulos que anteceden fue oído con mucho agrado y convinieron todos unanimidad de votos de dirigir por la estafeta de Méjico, dichas dos copias que al efecto se comisione uno de los señores concurrentes y se eligió al C. José María Legorreta disposición segura de que no padezcan extravíos los pliegos consabidos =José María Larios=Licenciado Luiz Diez de Vonilla= José María Bustamante= Francisco Gueme= Bachiller Barrera=José María Avelar=José María Román=Luiz Marquez=Francisco Peralta= José Briones=Bacilio de la Maza=Angel Gonzales= Alvino Hernandez= Camilo Rocabado= José Peralta= José San Julián= Ysidoro Mejía= Miguel Reyes= Patricio Sandoval= José María Legorreta= Francisco Herrera Secretario= Es copia de su original que se sacó para duplicado. Ciudad Heroica de Morelos a 6 de Agosto de 1829. José María Larios

Fuente: Archivo Histórico de la Defensa Nacional, Clas. XI/481.3/594, Exp. 594, 6 fojas, fs. 6-7.

218

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Cuernavaca, 3 de agosto de 1829

219

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

220

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 3

Plan de Cuernavaca 25 de mayo de 1834

ACTA DEL PLAN DE PRONUNCIAMIENTO DE LA VILLA DE CUERNAVACA

S

umergida la Republica Mexicana en el caos mas espantoso de confusión y desorden a que la han sujetado las medidas violentas con que los cuerpos legislativos han llenado este período de sangre y lágrimas, desplegando los atentados de una demagogia absoluta sobre la destrucción de la carta fundamental que tantos sacrificios ha costado, es indispensable manifestar expresamente la realidad de los votos que emiten los pueblos, para que se apliquen remedios exactos y positivos que basten a calmar los males y a destruir la existencia de las logias masónicas, que producen el germen de las divisiones intestinas. Considerando igualmente que el espíritu de reclamación es general y unísono en todos los ángulos de la Republica, y que para expresar este concepto a que da lugar la conducta de las legislaturas, no es necesario pormenorizar hechos que por su misma naturaleza han producido la dislocación general de todos los vínculos sociales, la villa de Cuernavaca, animada de las mas sanas intenciones y con el deseo de abrir una nueva era, echando un velo a los acontecimientos pasados , manifiesta libre y espontáneamente sus votos por medio de los artículos siguientes:

221

1. Que su voluntad está en abierta repugnancia con las leyes y decretos de proscripción de personas; las que se han dictado sobre reformas religiosas; la tolerancia de las sectas masónicas y con todas las demás disposiciones que traspasan los limites prescritos en la Constitución general y en las particulares de los Estados. 2. Que es conforme a esta misma voluntad y al consentimiento del pueblo, que no pudiendo funcionar el Congreso general y legislaturas particulares sino en virtud de las facultades que les prescriben sus respectivas constituciones, todas las leyes y providencias que han dictado saliéndose notoriamente fuera de aquel circulo, deben declararse nulas, de ningún valor ni efecto, y como si hubieran emanado de alguna persona privada. 3. Que el pueblo reclame respetuosamente la protección de estas bases justas y legales al Exmo. Sr. presidente de la República don Antonio López de Santa Anna, como única autoridad que hoy se halla en la posibilidad de dispensarla. 4. El pueblo declara que no han correspondido a su confianza los diputados que han tomado parte en la sanción de las leyes y decretos referidos, y espera que así ellos como los demás funcionarios que se han obstinado en llevar adelante las resoluciones de esta clase, se separen de sus pueblos y no intervengan ni en contra ni en favor de esta manifestación hasta que la nación, representada de nuevo, se reorganice conforme a la Constitución y del modo mas conveniente a su felicidad. 5. Que para sostenimiento de las providencias que dicte el Exmo. Sr. presidente, de conformidad con las ideas que van expresadas, se le ofrece la eficaz cooperación de la fuerza que tiene aquí reunida. Estos artículos han sido proclamados por el pueblo en masa y otorgados por la junta que al efecto se ha celebrado por el ayuntamiento y principales vecinos de esta villa, por lo que se da cuenta inmediatamente al Exmo. Sr. primer magistrado de la República para que este Plan obre sus efectos en su superior conocimiento. Cuernavaca. 25 de Mayo de 1834. Exmo. Sr. Ignacio Echeverría. – José Mariano Campos, secretario.

Fuente: El Telégrafo, 24 de mayo de 1834, en Archivo Histórico de el Colegio de México, Col. Josefina Zoraida Vázquez, Planes y Documentos, 1834, caja 9. - González Pedrero, Enrique, País de un solo hombre, Vol. 2 La sociedad del fuego cruzado, Fondo de Cultura Económica, México, 2003, pp. 479-480.

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Cuernavaca, 25 de mayo de 1834

223

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 4

Plan de Cuernavaca 13 de enero de 1858

C

onsiderando: que el pronunciamiento consumado en la villa de Tacubaya en 17 de Diciembre último ha roto todos los vínculos de legalidad en que pudiera apoyarse el gobierno llamado constitucional, cuyo gefe era D. Ignacio Comonfort: Considerando: que semejante pronunciamiento no ha recibido la aceptación general y que ha dado por el contrario, lugar a la división de la República, proclamando algunos de los Estados otra bandera para retrogradar al llamado orden constitucional, para lo cual dicen que reasumen su soberanía, no obstante que la constitución de 1857 ha merecido la execración de toda la parte sensata de la nación, por ser contraria a todo principio de conservación de la sociedad y conculcar los mas sanos de nuestra santa religión: Considerando: que en tan fatal situación los recientes acontecimientos de la capital, en la que los partidos con distintas banderas sostienen principios opuestos entre sí, no hay gobierno nacional; y que cuantos existen en dicha capital como en los estados y territorios son puramente gobiernos de hecho y locales, sin coherencia entre sí, y sin tener un centro de unidad que represente un principio político y nacional. Considerando por último: que en tal estado de cosas cada localidad, por instinto y necesidad de conservación debe atender a la propia suya, y que las fuerzas a mi mando han sostenido la revolución constantemente para reconquistar los principios religiosos y sociales que la demagogia había amenazado con sus leyes y constitución de 1857; las fuerzas de mi mando unánimemente han acordado proclamar y proclaman el Plan local siguiente.

225

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Art. 1º Quedan erigidos en territorio, bajo la denominación de Territorio de Iturbide los distritos de Tasco, Cuernavaca y Morelos, con sujeción al gobierno general que por voluntad nacional llegue a establecerse en la capital de la República. 2º La capital del territorio será la ciudad de Cuernavaca en la que se constituirán inmediatamente los poderes de él. 3º El jefe de esa fuerza conservará el mando de las armas en el territorio y nombrará una persona notable por su arraigo, capacidad y antecedentes por cada distrito de las que los componen, y un suplente para que constituyan la junta territorial. 4º Esta junta inmediatamente que se instale, procederá a elegir al jefe político que deba gobernar en el territorio y formará la ley orgánica de él; a la que se sujetará el jefe político para el ejercicio de sus funciones. 5º Tan luego como se restablezca en la capital de la República un gobierno que merezca la aprobación de la mayoría de la nación, este territorio le reconocerá y apoyará, bajo la calidad de que se le conserve la entidad política que hoy toma. 6º Esta acta se circulará y hará cumplir estrictamente a todas las autoridades civiles y militares y administradores de aduanas de los distritos que componen el territorio, y la que se negase a su observancia será inmediatamente separada de su destino y espulsada del territorio. 7º Las fuerzas pronunciadas se encargan de la conservación del orden y tranquilidad pública y persecución de malhechores dentro del territorio. Cuernavaca, Enero 13 de 1858.— Juan Vicario.

Fuente: “Erección del Territorio de Iturbide”, en El Monitor, 17 de enero de 1858, p. 2.

226

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Cuernavaca, 13 de enero de 1858

* Composicion gráfica con elementos de la fuente original, para fines editoriales.

227

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 5

Plan de Jonacatepec 19 de febrero de 1870

Plan del levantamiento de Jonacatepec

E

n la villa de Jonacatepec, cabecera del distrito de su nombre, en el estado de Morelos y a los nueve días del mes de febrero de mil ochocientos setenta; reunidos los ciudadanos coronel de caballería Rosario Aragón, coronel Eduardo Arce, coronel comandante de escuadrón Nicolás Caldera, teniente coronel Ignacio Vidaurrázaga, teniente coronel Dionisio Chavarría y comandante de escuadrón Luis del Carmen Curiel; acordaron desconocer al personal ejecutivo de la nación, por las consideraciones que a continuación se expresan: 1ª. No debe tolerar el pueblo mexicano que los individuos que actualmente manejan las riendas del gobierno, abusen del puesto que la nación les ha confiado, y tiene derecho para derrocar a mano armada un poder que contraría su voluntad, puesto que la opinión pública libremente expresada no ha sido bastante para hacer que aquellos sean retirados de los negocios públicos. 2ª. Todos los mexicanos tienen derecho de velar por el cumplimiento del código fundamental de 1857, impidiendo por cuantos medios estén a su alcance, que sus disposiciones se barrenen, como lo hacen descaradamente los actuales miembros del gabinete.

229

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

3ª. Los ciudadanos que por convicción han formado la gran mayoría del partido republicano, deben reconocer los servicios de sus compatriotas, y preferir al que los haya prestado mejores en favor de la causa común, encomendándole la primera magistratura de la nación, mientras el pueblo elige libremente la persona que debe ocupar tan honroso puesto. 4ª. Para que la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, sea hecha con la debida legalidad, deberá convocarse al pueblo por el soberano Congreso general, siempre que se adhiera al Plan político que ahora se proclama; y en caso de negarse a ello, la mayoría de sus miembros por el ciudadano que en el mismo Plan se nombra interinamente para jefe supremo de la nación. 5ª. Para evitar la anarquía en el país, deberá reconocerse la soberanía de los estados con el personal que actualmente tengan sus respectivos gobiernos, si éstos secundan el Plan político mencionado. 6ª. Los ciudadanos que forman la junta y el ciudadano [C.] general [Gral.] Feliciano Chavarría que ha hecho suyo el Plan, secundándolo en todas sus partes, lo acuerdan y formulan de la manera siguiente:

PLAN POLÍTICO QUE LOS CIUDADANOS QUE FIRMAN AL CALCE, PROPONEN A LA NACIÓN Y SE COMPROMETEN A SOSTENER CON LAS ARMAS EN LA MANO. 1º. Se desconoce a don Benito Juárez en su carácter público y a los individuos que forman su gabinete. 2º. Se nombra Presidente interino de los Estados Unidos Mexicanos, al benemérito y cumplido Gral. C. Porfirio Díaz. 3º. Se reconoce al actual Congreso de la Unión con el carácter de convocatorista, siempre que la mayoría de sus miembros acepte el presente Plan. 4º. Se reconocen con igual condición, a los ciudadanos que forman la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mientras el pueblo elige los que deben sustituirlos con arreglo a la Constitución. 5º. Si el Congreso general se niega a expedir la convocatoria de que se ha hablado, se reserva esa facultad al Presidente interino que se ha elegido. 6º. Los estados que secunden el presente Plan, reasumen su soberanía, pudiendo sus legislaturas convocar a la elección de los poderes de los mismos, que constitucionalmente ha de verificarse. 7º. Si las legislaturas dichas se resisten a expedir la convocatoria, podrán hacerlo los gobernadores, usando de facultades extraordinarias, y en el caso de que también éstos dejen de hacerlo, serán desconocidos por el pueblo, ocupando sus lugares respectivos aquellos de los ciudadanos que por su influencia logren apoderarse del poder y ejercerán las atribuciones que a aquellos funcionarios corresponden.

230

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Constitución, libertad y Porfirio Díaz. Rosario Aragón Eduardo Arce Dionisio Chavarría Nicolás Caldera Luis del Carmen Curiel Ignacio Vidaurrázaga Feliciano Chavarría

Fuente: El Siglo Diez y Nueve, 21 de febrero de 1870, p. 3. -Juárez, Benito, Documentos, Discursos y Correspondencia, Selección y notas de Jorge L. Tamayo. Edición digital coordinada por Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva. Versión electrónica para su consulta: Aurelio López López. CD editado por la Universidad Autónoma Metropolitana - Atzcapotzalco. México, 2006.

231

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Jonacatepec, 19 de febrero de 1870

* Composicion gráfica con elementos de la fuente original, para fines editoriales.

232

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 6

Plan de Ayala

28 de noviembre de 1911

P

lan Libertador de los hijos del Estado de Morelos afiliados al ejército insurgente que defienden el cumplimiento del Plan de San Luis Potosí, con las reformas que ha creído conveniente aumentar en beneficio de la Patria Mexicana. Los que subscribimos, constituidos en Junta Revolucionaria para sostener y llevar á cabo las promesas que hizo la revolución del 20 de noviembre de 1910, próximo pasado, declaramos solemnemente ante la faz del mundo civilizado que nos juzga y ante la Nación á que pertenecemos y amamos, los principios que hemos formulado para acabar con la tiranía que nos oprime y redimir á la patria de las dictaduras que se nos imponen las cuales quedan determinadas en el siguiente Plan: 1o.- Teniendo en consideración que el pueblo mexicano acaudillado por Don Francisco I. Madero, fue a derramar su sangre para reconquistar sus libertades y reivindicar sus derechos conculcados, y no para que un hombre se adueñara del poder, violando los sagrados principios que juró defender bajo el lema de ‘Sufragio Efectivo No Reelección’ ultrajando la fe, la causa, la justicia y las libertades del pueblo; teniendo en consideración: que ese hombre á que nos referimos es Don Francisco I. Madero, el mismo que inició la precitada revolución el cual impuso por norma su voluntad e influencia al Gobierno Provisional del ex Presidente de la República Lic. Don Francisco L. de la Barra, por haberle aclamado el pueblo su Libertador causando con

233

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

este hecho reiterados derramamientos de sangre y multiplicadas desgracias á la Patria de una manera solapada y ridícula no teniendo otras miras que satisfacer sus ambiciones personales, sus desmedidos instintos de tirano y su profundo desacato al cumplimiento de las leyes preexistentes emanadas del inmortal Código de 57 escrito con la sangre de los revolucionarios de Ayutla; teniendo en consideración: que el llamado Gefe de la revolución libertadora de México, Don Francisco I. Madero, no llevó a feliz término la revolución que gloriosamente inició con el apoyo de Dios y del pueblo, puesto que dejó en pie la mayoría de los poderes gubernativos y elementos corrompidos de opresión del gobierno dictatorial de Porfirio Díaz, que no son, ni pueden ser en manera alguna la legítima representación de la Soberanía Nacional y que por ser acérrimos adversarios nuestros y de los principios que hasta hoy defendemos, están provocando el malestar del país y habriendo nuevas heridas al seno de la Patria para darle á beber su propia sangre; teniendo en consideración que el supradicho Sr. Francisco I. Madero actual Presidente de la República trata de eludirse del cumplimiento de las promesas que hizo á la Nación en el Plan de San Luis Potosí, ciñendo las precitadas promesas a los convenios de Ciudad Juárez; ya nulificando, persiguiendo ó matando á los elementos revolucionarios que le ayudaron á que ocupara el alto puesto de Presidente de la República por medio de sus falsas promesas y numerosas intrigas á la Nación; teniendo en consideración que el tantas veces repetido Don Francisco I. Madero ha tratado de ocultar con la fuerza bruta de las bayonetas y de ahogar en sangre á los pueblos que le piden, solicitan ó exigen el cumplimiento de sus promesas en la revolución llamándolos bandidos y rebeldes, condenando a una guerra de exterminio sin conceder ni otorgar ninguna de las garantías que prescriben la razón, la justicia y la ley; teniendo en consideración que el Presidente de la República Sr. Dn. Don Francisco I. Madero, ha hecho del Sufragio Efectivo una sangrienta burla al pueblo, ya imponiendo contra la voluntad del mismo pueblo en la Vice-Presidencia de la República al Lic. José María Pino Suárez, ó ya á los Gobernadores de los Estados, designados por él, como el llamado Gral. Ambrosio Figueroa verdugo y tirano del pueblo de Morelos, ya entrando en contubernio escandaloso con el partido científico, hacendados feudales y caciques opresores, enemigos de la revolución proclamada por él, a fin de forjar nuevas cadenas y de seguir el molde de una nueva dictadura, más oprobiosa y más terrible que la de Porfirio Díaz; pues ha sido claro y patente que ha ultrajado la soberanía de los Estados, conculcando las leyes sin ningún respeto á vidas é intereses, como ha sucedido en el Estado de Morelos y otros, conduciéndonos á la más horrorosa anarquía que registra la historia contemporánea; por estas consideraciones declaramos al susodicho Francisco I. Madero, inepto para realizar las promesas de la revolución de que fué autor, por haber traicionado los principios con los cuales burló la fe del

234

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

pueblo, y pudo haber escalado el poder, incapaz para gobernar por no tener ningún respeto á la ley y á la justicia de los pueblos, y traidor á la patria por estar á sangre y fuego humillando á los mexicanos que desean sus libertades, por complacer a los científicos, hacendados y caciques que nos esclavizan, y desde hoy comenzamos á continuar la revolución principiada por él, hasta conseguir el derrocamiento de los poderes dictatoriales que existen. 2o.- Se desconoce como Gefe de la Revolución al C. Francisco I. Madero y como Presidente de la República por las razones que antes se expresan, procurando el derrocamiento de este funcionario. 3o.- Se reconoce como Gefe de la Revolución Libertadora al ilustre General Pascual Orozco segundo del caudillo Don Francisco I. Madero, y en caso de que no acepte este delicado puesto, se reconocerá como Gefe de la Revolución al C. General Emiliano Zapata. 4a.- La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos manifiesta á la Nación bajo formal protesta: que hace suyo el Plan de Sn. Luis Potosí con las adiciones que á continuación se expresan en beneficio de los pueblos oprimidos, y se hará defensora de los principios que defiende hasta vencer o morir. 5o.- La Junta Revolucionaria del Estado de Morelos no admitirá transacciones ni componendas políticas hasta no conseguir el derrumbamiento de los elementos dictatoriales de Porfirio Díaz Don Francisco I. Madero; pues la Nación está cansada de hombres falaces y traidores que hacen promesas de libertadores, solo que llegando al poder se olvidan de ellas y se constituyen en tiranos. 6a.- Como parte adicional del Plan que invocamos hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques á la sombra de la tiranía y de la justicia venal entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus Títulos correspondientes de esas propiedades, de las cuales han sido despojados por la mala fe de nuestros opresores, manteniendo á todo trance, con las armas en la mano la mencionada posesión, y los usurpadores que se consideren con derechos á ellos, lo deducirán ante tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la Revolución. 7a.- En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos, no són mas dueños que del terreno que pisan, sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar su condición social ni poder dedicarse á la industria o á la agricultura por estar monopolizados en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas; por esta causa se expropiarán previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios á los poderosos propietarios de ellos, á fin de que los pueblos y ciudadanos de México, obtengan egidos, colonias, fundos legales para pueblos ó campos de sembradura ó de labor y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos.

235

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

8a.- Los hacendados, científicos, ó caciques que se opongan directa ó indirectamente al presente Plan, se nacionalizarán sus bienes y las dos terceras partes que á ellos les correspondan, se destinarán para indemnizaciones de guerra, pensiones de viudas y huérfanos de las víctimas que sucumban en la lucha del presente Plan. 9a.- Para ajustar los procedimientos respecto á los bienes antes mencionados, se aplicarán leyes de desamortización y nacionalización según convenga; pues de norma y ejemplo pueden servir las puestas en vigor por el inmortal Juárez, á los bienes eclesiásticos que escarmentaron á los déspotas y conservadores, que en todo tiempo han pretendido imponernos el yugo ignominioso de la opresión y el retroceso. 10a.- Los Gefes Militares insurgentes de la República, que se levantaron con las armas en la mano á la voz de Don Francisco I. Madero para defender el Plan de Sn Luis Potosí y que ahora se opongan con fuerza armada al presente Plan, se juzgarán traidores á la causa que defendieron y á la Patria, puesto que en la actualidad muchos de ellos por complacer a los tiranos, por un puñado de monedas, ó por cohecho ó soborno están derramando la sangre de sus hermanos que reclaman el cumplimiento de las promesas que hizo á la Nación Don Francisco I. Madero. 11o.- Los gastos de guerra serán tomados conforme á lo que prescribe el Art. XI del Plan de Sn Luís Potosí, y todos los procedimientos empleados en la Revolución que emprendemos, serán conforme á las instrucciones mismas que determine el mencionado Plan. 12a.- Una vez triunfante la Revolución que hemos llevado á la vía de la realidad, una Junta de los principales Gefes revolucionarios de los diferentes Estados, nombrarán o designarán un Presidente interino de la República, quien convocará á elecciones para la nueva formación del Congreso de la Nación, y este á la vez convocará á elecciones para la organización de los demás poderes federales. 13a.- Los principales Gefes revolucionarios de cada Estado en Junta designarán al Gobernador provisional del Estado á que correspondan, y este elevado funcionario convocará á elecciones para la debida organización de los Poderes públicos, con el objeto de evitar consignas forzadas que labran las desdichas de los pueblos, como la tan conocida consigna de Ambrosio Figueroa en el Estado de Morelos y otras que nos conducen al precipicio de conflictos sangrientos sostenidos por el capricho del dictador Madero y el círculo de científicos y hacendados que lo han sugestionado. 14a.- Si el Presidente Madero y demás elementos dictatoriales, del actual y antiguo régimen, desean evitar inmensas desgracias que afligen á la Patria, que hagan inmediata renuncia de los puestos que ocupan y con eso, en algo restañarán las graves heridas que han avierto al seno de la Patria, pues que

236

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

de no hacerlo así, sobre sus cabezas caerá la sangre derramada de nuestros hermanos. 15a.- Mexicanos: considerad que la astucia y la mala fé de un hombre está derramando sangre de una manera escandalosa por ser incapaz para gobernar; considerad que su sistema de gobierno está agarrotando á la Patria y hollando con la fuerza bruta de las ballonetas, nuestras instituciones; y así como nuestras armas las levantamos para elevarlo al Poder, ahora las volvemos contra él por faltar á sus compromisos con el pueblo mexicano y haber traicionado la revolución iniciada por él: No somos personalistas, somos partidarios de los principios y no de los hombres. Pueblo mexicano, apoyad con las armas en la mano este Plan, y hareis la prosperidad y bienestar de la Patria. Justicia y Ley.

Ayala, Nov. 28 -- 1911.

(Rúbricas) Gral. Emiliano Zapata Gral. José F. Ruiz Gral. O. E. Montaño Gral. Jesús Morales Gral. Fran/co Mendoza Gral. Eufemio Zapata Gral. Próculo Capistrán Gral. Agustín Cázares El Coronel Rafael Sánchez El Coronel Cristóbal Domínguez Santiago Aguilar Coronel Feliciano Domínguez Coronel Fermín Omaña Coronel Gral Próculo Capistrán (tachado) Coronel Pedro Salazar Coronel Jesús Sánchez Coronel Felipe Vaquero Coronel Cleotilde Sosa Coronel José Ortega Cor. Julio Tapia Teniente Coronel Alfonso Morales Coronel Gonzalo Aldapes Capitán Manuel Hernández Capitán José Pineda

237

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Capitán Ambrocio López Capitán Apolinar Adorno Capin. José Villanueva Capitán Porfirio Casarez Capitán Antonio Gutiérrez Capitán Pedro Valbuena Huertero Coronel Vergara Capitán Odilón Neri Capitán Catarino Vergara Capitán Arturo Pérez Capitán Segundo Serafín Rivera Capitán Margarito Camacho Coronel Santiago Aguilar Capitán Teófilo Galindo Srio. L. Franco Capitán Felipe Torres Capitán José M/a Carrillo Capitán Simón Gebara Capitán 1o Agustín Ortiz Capitán Jesús Escamilla Capitán Abelino Cortés Coronel Amador Salazar Coronel Cesario Burgos Coronel Pedro Salazar Coronel Lauro Sánchez Coronel Quintín González Coronel Francisco Caspeta Coronel Petronilo Campos Capitán Francisco Galarza Capitán José Estudillo Teniente Alberto Blumenkron

Plan de Ayala. Facsímil del manuscrito. Centro de Estudios de Historia de México CONDUMEX, México, 1985.

238

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Ayala, 28 de noviembre de 1911

239

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

240

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

241

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

242

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

243

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

244

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

245

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

246

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

247

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

248

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

249

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 7

Plan de Yautepec 22 de septiembre de 1940 Plan Almazanista

El Presidente Sustituto Constitucional, Gral. Héctor F. López, a sus conciudadanos:

A

l establecer en este lugar, transitoriamente, el asiento del Poder Ejecutivo de la Federación de que me hallo investido por acuerdo del legítimo Congreso de los Estados Unidos mexicanos, sustituyendo al funcionario que no supo hacer honor a la protesta solemne que prestó de guardar y hacer guardar la Constitución, es mi primer acto el de informar a mis conciudadanos y a los habitantes de todo el país de las normas y principios que regirán las funciones del Presidente Sustituto. Surgió el gobierno que presido de la más genuina e indiscutible expresión de la voluntad del pueblo. Para cumplir su mandato, es indispensable encauzar a la nación por un sendero verdaderamente liberal, avanzado y progresista, del que se le tiene apartado. Mi breve actuación será dirigida, inquebrantablemente, ha (de) hacer efectivo ese mandato del pueblo, que se pretende suplantar por los usurpadores. Sin compromiso alguno con reaccionarios, ni de dentro ni de fuera, cualquiera que sea el color con que los marque el triunvirato totalitario de Hitler-Stalin-Mussolini, cuidaré de elevar el estándar de vida de los mexicanos, de todos los mexicanos sin distinción, espiritual, moral y materialmente, impartiendo, no obstante, especial atención a los desvalidos.

251

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Estos han sido los más explotados y oprimidos por una política que, con sarcástica crueldad, proclama que son el objeto de su especial predilección para alcanzar la meta de la república del proletariado. Nuestro programa, en lo político y en lo social, seguirá siendo la Constitución de 1917. Sinceramente demócrata, viejo soldado del maderismo, la administración que presido velará con ahinco y devoción por los derechos y libertades del hombre y por nuestras instituciones democráticas, amenazadas inminentemente por los agentes del triunvirato totalitario a quienes barreremos de nuestra Patria sin compasión alguna ni complacientes excepciones, como deben ser combatidos tenaz e inflexiblemente por los hombres libres del mundo. Dentro de este criterio y para los fines aquí expuestos haré uso de las facultades que me ha conferido el H. Congreso de la Unión, en los ramos de Gobernación, Hacienda y Defensa Nacional, y nombraré dentro de pocos días a los Secretarios del Despacho. La realidad de México, angustiosa y difícil, avecina al hambre más tremenda -producto directo de un Gobierno de impreparados, imitadores de ensayos totalitarios-, no puede ni debe servir para encubrir o justificar el fraude electoral, la más burda y cínica falsificación de la soberanía del pueblo. Al contrario, tolerar la usurpación del poder público y con ella la continuidad del Partido único (partido totalitario), y de los “Planes sexenales” (Planes comunistas), que han determinado esa angustiosa realidad, sería laborar por la consumación del desastre nacional. No son los que hoy asaltan el poder los únicos que han pretendido cobijarse con el manto sagrado de la Patria. Todos los usurpadores de México alegando que sobre la defensa de las instituciones democráticas, que llaman “pasión política”, está la Patria, que ellos osan personificar. Después de forzar la mente de la niñez y de la juventud dentro del duro molde del comunismo marxista, de atacar la inviolabilidad de la conciencia y la unidad moral de la familia; a raíz de ejercer un ilegal despotismo y de extenderle de un lugar a otro del país la persecución y el asesinato político para imponer un sucesor, cuando se convierte el suelo de nuestros mayores y de nuestros hijos en un basurero internacional, atrayendo y recibiendo en él a los desechos político-sociales, agentes perturbadores de gobiernos extranjeros; después de toda esta labor antipatriótica, se tiene la audacia y la soberbia de ocupar el escenario venerado del padre Hidalgo para pedir la unión de todos los mexicanos; el apaciguamiento, que no serían más que la complicidad con la usurpación, la cobarde renunciación a la democracia. Tal unión y apaciguamiento no pueden existir, porque no existen en los espíritus. Si la democracia es realmente el vínculo y el estandarte de libertad que ha levantado en alto el Hemisferio Occidental; si la unión de las repúblicas

252

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

americanas, reiterada en la conferencia de La Habana, es para “preservar en ellas la civilización cristiana”, para defender nuestras familias, nuestros hogares, nuestra libertad corporal y espiritual, todo lo que ennoblece y dignifica el ser humano, y defenderlo por la libre determinación de la voluntad popular; entonces, nuestro primer deber es y será el de defender y preservar las instituciones democráticas de México, actualmente desconocidas y ultrajadas. Para vencer internacionalmente la amenaza totalitaria con el signo de la democracia, es indispensable que cada república americana alcance la victoria interior con la abnegación y bravura de sus hijos, guiados por ese mismo signo. Para que México sea un miembro activo y eficaz de la unión para la defensa de la democracia en las Américas, y no un elemento perturbador por medio de gobiernos testaferros de dictadores extranjeros, es imperioso, es inaplazable, que todos los mexicanos reintegremos el imperio de la soberanía nacional, que “reside esencial y originariamente en el pueblo” y que fue manifestada en las elecciones del 7 de julio pasado. Es necesario que instalemos en el pleno ejercicio de sus funciones a los poderes Legislativo y Ejecutivo, que el mismo pueblo designó. La unión democrática de las Américas sería un mito sin la existencia de la democracia en cada una de las repúblicas. Nuestra misión en estos momentos es defender y reintegrar la democracia en México, y si para defenderla “sobreviene la calamidad de una guerra fratricida”, los culpables serán no los que representamos y sostenemos a los poderes públicos legalmente electos sino los que ataquen a esos poderes desconociendo la soberanía del pueblo. Para cumplir esta alta misión cívica, hago un llamamiento al pueblo mexicano, a todos los hombres y mujeres libres resueltos a hacer respetar sus derechos ciudadanos, para que con los medios que cada uno tenga a su alcance impida la consumación del fraude electoral y de la usurpación, sumando sus esfuerzos a los de este Gobierno. Confío en que todos y cada uno cumplirán con su deber, y puedo asegurar que al cabo de nuestros sacrificios y abnegaciones, que estarán acompañados por la simpatía de los pueblos demócratas, reinará en México la libertad, el orden y la justicia social. Yautepec, Mor., septiembre 22 de 1940. Fuente: Iglesias González, Román, (Introducción y recopilación), Planes políticos, proclamas, manifiestos y otros documentos de la Independencia al México moderno, 1812-1940. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Jurídicas. Serie C. Estudios Históricos, Núm. 74, México, 1998, p. 990-992.

253

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Yautepec, 22 de septiembre de 1940

Documento proporcionado por el Archivo Historico de la Subsecretaria de Patrimonio Cultural, de la Secretaria de Cultura del Gobierno del Estado de Morelos.

254

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 8

Plan de Cerro Prieto

21 de febrero de 1943 NO SOMOS BANDIDOS NI MENOS ASALTANTES

¿Q

ué es lo que el pueblo quiere y por lo que luchará incansablemente hasta Conseguirlo? He aquí los principales puntos del “PLAN DE CERRO PRIETO”, que se reclaman en bien del PUEBLO MEXICANO en general: 1º.- Un reparto más equitativo de la riqueza nacional en el que desaparezcan para siempre los privilegios personales. 2º.- Que los que se dicen ser servidores de la Patria, lo sean en verdad, gratuitamente; que desde el Presidente de la República hasta los Presidentes Municipales, sirvan a la Patria y que vivan de sus propios recursos o de su trabajo personal, porque sólo de ese modo, se sabrá quienes son efectivos patriotas; pues mientras la Nación esté pagando a sus servidores y sus servidores están percibiendo sueldos, no se pueden reconocer como patriotas, sino como asalariados de un patrón. 3º.- Que a los políticos que se han enriquecido con el presupuesto de la Nación o de los Estados, se les decomisen sus intereses y que sean puestos a disposición de la Nación y si esos intereses están en países extranjeros, que se regresen al país mexicano y que se pongan al servicio de la Patria. 4º.- Que los impuestos que ahora son tan exagerados, siendo esta la causa los comerciantes de la alta y baja escala, hagan víctima al pueblo consumidor, sean modificados o derogados totalmente.

255

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

5º.- Que se intensifique la producción agrícola, pero que sean los productores quienes disfruten de la mayor parte de dichos productos, dándoles toda clase de facilidades para que los citados productores pasen directamente de la mano de los productores a los consumidores, eliminando a los intermediarios que son la causa inexcusable de la carestía de la vida. 6º.- Que se intensifique la industria de tal manera que el Pueblo Mexicano muy pronto pase de ser un país puramente agrícola a ser un país industrial, dando lugar a que con esto haya vida para la población trabajadora; pues México cuenta con las materias primas indispensables para industrializarse y producir lo que el propio Pueblo Mexicano necesita, a fin de no estar haciendo consumo de sus artículos a los países de Alemania, Estados Unidos e Inglaterra, quienes siempre se han estado apropiando de nuestra riqueza nacional, pues esos países son capitalistas e imperialistas, que ahora han inventado la guerra para disputarse los principales mercados del mundo. La actual guerra de Europa no es democrática y mucho menos de la libertad; dicha guerra es de los capitalistas, burgueses e imperialistas que desean repartirse al mundo débil y para ello están arrastrando a la matanza a la clase pobre que nada tiene que ver con la citada guerra, porque no es una causa del pueblo, ya que ni Alemania, ni Estados Unidos y ni la misma Inglaterra que han provocado la matanza civil, son países democráticos ni amigos de los trabajadores, que es a donde radica la democracia y el vivo deseo de la libertad. Los mexicanos debemos producir lo que necesitamos para ser efectivamente libres y verdaderamente independientes; pues mientras dependamos de voluntad y mano ajena nos hay libertad ni hay independencia. El Pueblo Mexicano para ser libre e independiente, debe por todos los medios a su alcance, adueñarse de toda la riqueza nacional (de las tierras, de las aguas para irrigación, de los montes y los bosques, de las minas, de las fabricas e industrias, de los yacimientos petroleros, de los ferrocarriles y transportes de toda clase, de los mares, de los barcos, de todas las fuentes de explotación y de los bancos financieros que han almacenado los frutos y esfuerzos que representan energías gastadas de los trabajadores mexicanos), y administrar por su propia cuenta toda esa riqueza nacional. 7º.- Que al Ejercito Nacional se le dé una educación en el servicio del pueblo y no de los capitalistas, burgueses, ni de generales reaccionarios enemigos de los trabajadores, ni de políticos explotadores, imposicioncitas y burladores de la soberanía y libertad del Pueblo Mexicano. Enseñarles a los soldados que las armas son para proteger a las grandes masas productoras y no a las minorías explotadoras. Decirles a los soldados que no deben humillar con las armas a los hijos del pueblo, porque también los soldados son hijos del pueblo, que al igual que los campesinos, obreros y demás trabajadores viven en la miseria con sus esposas y sus hijos. Queremos que a los soldados se les dé iguales

256

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

derechos a la vida como a los demás trabajadores, decirles a los soldados que a la lucha por mejores conquistas sociales deben ir unidos al pueblo no permitiendo que el Pueblo y el Ejército Nacional vean correr su sangre para beneficio de capitalistas, generales reaccionarios, burgueses o políticos embrutecidos, a quienes siempre les ha parecido bien ver que el Pueblo y el Ejército se despedacen en la guerra, dejando mujeres viudas, hijos huérfanos y hombres inválidos como consecuencia de la misma guerra, mientras las clases acomodadas antes referidas, siguen disfrutando de todos los encantos y delicias de la vida. Por esto, hacemos un llamamiento atento y fraternal al Ejercito Nacional, para que provocadas por los plutócratas acomodados, sólo sirvieron para disminuir gente del pueblo, sin conseguirse el mejoramiento ansiado para el pueblo trabajador de México, puesto que los destinos del mismo, siguen en las manos de los verdugos y explotadores de ayer. 8º.- Que la educación del pueblo ya no sea la que los capitalistas, los políticos o el clero le quieran dar, que sea la que el pueblo necesita, mas práctica que teórica y que esté de acuerdo con los más modernos adelantos de la ciencia y con la experiencia de los pueblos más avanzados del mundo en la organización, económica, política y social del pueblo. 9º.- Que se les dé importancia a los inventos nacionales, apreciando y estimulando la inteligencia del pueblo mexicano. Además, que las naciones extranjeras no le estorben a México el paso hacia el progreso ni le impongan su voluntad, como sucede ahora que el Gobierno de Estados Unidos interviene en todos los asuntos del pueblo mexicano. Igualmente que no intervengan en la forma de gobierno que nuestro país quiera adoptar y que convenga al régimen interior del propio pueblo. 10º.- Que las Leyes que hasta la fecha sólo han servido para tener al pueblo estancado sin dejarlo prosperar ni hacer uso de sus derechos ciudadanos, sean reformadas o totalmente derogadas, y que se proceda a formar leyes que protejan a los trabajadores, en las cuales estén representadas las genuinas aspiraciones del pueblo así como garantizadas sus libertades y sus derechos de hombres ciudadanos. 11º.- Que en México ya no sea un problema ser padre de familia, como lo es ahora que encontramos a muchos jefes de hogares teniendo a sus hijos sin alimentos nutritivos, sin vestido, sin calzado y sin educación, teniendo por hogar un jacalito, verdadero nido de parásitos y sabandijas que con frecuencia matan a los niños de familias pobres. Que se proteja la maternidad, evitando con esto la inmoralidad y la prostitución de la mujer, que muchas veces es presa de los deseos masculinos que la dejan en estado interesante y que por no tener medios para la manutención de la familia, ésta procede al alumbramiento prematuro; por esto, se establecerán casas de cuna hasta en los más pequeños

257

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

poblados donde los padres pobres o quienes deseen hacerlo, puedan llevar a sus hijos para la mejor atención de su desarrollo físico. 12º.- Con el propósito de liquidar la renta de las casas habitación a cada ciudadano y a cada ciudadana se le dotará de un lote de terreno de dos o tres mil metros cuadrados en los mejores terrenos propios para poblar donde serán construidas sus casas higiénicas, dotadas de lo necesario para la salud y bienestar de los moradores. 13º.- Con el impulso que se le dé al trabajo y una vez teniendo el pueblo toda la riqueza nacional en sus manos, todos los trabajadores y trabajadoras disfrutaran de grandes comodidades. EL TRABAJO ES NUESTRO LEMA principal y queda prohibida para siempre la holgazanería de todos los que ahora viven explotando al hombre por el hombre. Pues todos los que estén físicamente capaces para trabajar, lo harán, sean quienes fueren, los representantes del mismo Pueblo, de igual manera trabajarán como todos para vivir. 14º.- La ancianidad será protegida, estableciéndose asilos en climas propios para la vejez donde tendrán alimentos, vestido, calzado, servicio médico y centros de diversiones honestas propias para su edad. Esto será hecho como premio a los servicios que dieron a la patria, cuando estuvieron en condiciones de hacerlo y sólo harán trabajos que su estado físico les permita. Pues no es justo que a nuestros primogenitores, después de dar hijos y demás productos a la patria, ya estando agotados, los dejemos en completo abandono, viviendo de la caridad pública. La Patria es eminentemente rica y muy bien puede proporcionar todas estas comodidades a sus hijos que trabajaron y que trabajan para embellecerla. 15º.- Las pequeñas aldeas serán suprimidas y con especialidad aquellas que no dispongan de recursos para desarrollarse, serán trasladadas a lugares propios para poblar, donde sea fácil dotarlas [de] agua potable, luz eléctrica, escuelas, servicio médico y vías de comunicación, carreteras, vías férreas, telégrafos y teléfonos, a fin de que el Pueblo pueda desarrollarse con toda facilidad. 16º.- Con el propósito de que los mexicanos puedan viajar con facilidad, se organizaran los hospedajes de tal manera que el pueblo pueda recorrer los diferentes lugares del país hasta ahora desconocidos para la inmensa mayoría de los trabajadores mexicanos dichos viajes serán enteramente gratuitos. 17º.- La jornada de trabajo para el pueblo será la de seis horas diurnas y de cinco nocturnas. Queda en esto comprendido los dos sexos, no incluyendo a los jóvenes y niños de ambos sexos, menores de quince años, quienes estarán recibiendo su preparación educacional para los posteriores servicios del pueblo. La reducción de horas de trabajo de que se habla al principio de

258

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

esta cláusula es con el propósito de que los trabajadores tengan tiempo para leer, pensar, escribir y distraerse, pues las diversiones estarán de tal manera organizadas que a la vez que el pueblo se divierta, le sirva de instructiva educación. 18º.- Con el fin de liberar a la mujer de la esclavitud disimulada en que siempre se le ha tenido, se le darán toda clase de facilidades para que se cultive en las diferentes ramas del saber, de la industria y de la agricultura para que puedan ganarse la vida con su trabajo, que para ella represente satisfacción decorosa y honrada, sin vender por hambre o necesidad su pudor a los mejores postores de su carne. 19º.- Con el fin de que todo lo antes dicho se cumpla y para la mejor comprensión de las necesidades del pueblo mexicano, la política nacional estará en manos de los campesinos, obreros y soldados del Ejército Nacional. Sólo así estando el Gobierno en las manos del pueblo se ejecutará el contenido del presente PLAN, teniendo el Pueblo a sus propios mandatarios nacidos de su seno y electos por las mayorías de nuestros campesinos, obreros y soldados que representen en el Gobierno al pueblo mexicano, deben ser los hombres más honrados, revolucionarios más activos y que su labor en bien de las masas trabajadoras esté perfectamente reconocida por las mayorías. La traición de estos funcionarios a los principios e intereses del pueblo de mexicano, serán castigados con la pena capital. No se permitirá por ningún concepto que en las representaciones del pueblo tenga cabida elementos serviles que hayan colaborado con los Gobiernos capitalistas, burgueses, enemigos de las democracias efectivas, burladores de la soberanía y la libertad del pueblo y que se hayan prestado para realizar imposiciones. Además, la política nacional no será más esa mina de oro labrado en la que los políticos se han enriquecido, pues los futuros representantes serán servidores del pueblo y no explotadores del mismo. “CERRO PRIETO”, Municipio de Taquiltenango, Estado de Morelos a 21 de Febrero de 1943. El Jefe del Movimiento Revolucionario: C. RUBEN M. JARAMILLO

259

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Firmas que calzan y sostienen el presente Plan. Félix Nájera Cerdán, Juan S. Vázquez, Cruz Z. Vázquez, Guadalupe Visoso, Magdaleno B. Miranda, Roberto Piedra, Silvino Castillo, José Gámez, Sabino Bravo, José Maldonado, Efraín Cerdán, Fidencio Barreto, Froilán Baldepeña, Francisco Barba, Pedro P. López, Guillermo R. Vázquez, Joaquín Cardoso, Taurino Pérez, Francisco Perdomo, Timoteo Rico, Gregorio Brito, Ángel H. Sánchez, Lucio O. Sánchez, José Ariza, Guadalupe Pineda, Manuel B. Rosas, Pedro Ramírez, Valentín G. Subdias, Juan Jiménez, Lorenzo Manzanares, F. Peñaloza, Casimiro Rivera, Salomé Cázares, Benito Contreras, Palemón Díaz, Fortunato Adame, Juan Toledo Romero, Bernardino Ortega, Pedro Ocampo, Román Hernández, David Cerdán, Timoteo A. Noria, Maurilio Martínez, Francisco Catalán, Ernesto Hernández, Maximiliano Rojas, Aurelio Estéban, Teodoro Procopio, Carmen Maruro Martínez, Gregorio Rabadán, Andrés Valle, Leonardo Domínguez, Crescenciano Plata, Justo Salazar, José Antonio, Ricardo González, Leopoldo Batalla, Graciano Juárez, Román Martínez, Santos Soriano, Fidel Francisco, Andrés Medina, Pedro Mejía, Fortino Manzanares, Isauro Manzanares, Armando García Z., Ricardo Diego, J. Elías Valenzuela Adema, Rodrigo Arenales, H. M. Espinosa, Gertrudis García y otros mas que se firman y que por falta de espacio no ponemos sus nombres.

Fuente: Archivo Histórico de la Casa de Cultura Jurídica -Cuernavaca, Suprema Corte de Justicia de la Nacíón Juzgado 1º. Serie Penal, exp. 25/943.

260

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Cerro Prieto, 21 de febrero de 1943

261

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

262

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

263

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

264

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

ANEXO 9

Plan de Puztla 26 de abril de 1943

DECLARATORIA DEL PLAN DE PUZTLA, MOR. REIVINDICADOR DE PATRIOTAS Y DEFENSORES DEL PLAN DE AYALA

L

os suscritos patriotas morelenses y defensores del Plan de Ayala con ciertas reformas que ha creído conveniente en beneficio de la patria mexicana, teniendo en cuenta la grave situación por la que atraviesa nuestra querida Patria, por el mal gobernante del Gobierno pasado Lázaro Cárdenas, imponiendo teorías exóticas, trayendo a gente indeseable a nuestro país, tomando fondos de las arcas de nacionales y que México no tiene que ver nada con la política de las Naciones extranjeras que puso gobernantes a su antojo, el partido Comunista y la maquina oficial del Partido de la Revolución Mexicana, hacían y deshacían de los Poderes públicos con grave perjuicio para la Sociedad; que la verdadera gente honrada y trabajadora que vive sin garantías, con sus teorías soviéticas, mató la industria, el comercio y la agricultura y no obstante las grandes faltas en su Gobierno impone a Manuel Ávila Camacho, mediante el apoyo de Norteamérica, quedando dicho presidente un pelele del judío Roosevelt, haciendo lo que le ordenara, como romper las relaciones de Alemania, Italia y el Japón, declarando la guerra a dichas Naciones, cooperando con gente a las Naciones Aliadas, cooperando con materias primas para la fabricación de artículos bélicos, artículos de primera necesidad, con grandes perjuicios para la familia mexicana, escasez

265

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

de trabajo, falta de garantías para el hombre de bien vivir, los elevados precios de artículos de primera necesidad , que el pueblo sufre hambre. Por lo ya expuesto los ex-zapatistas campesinos en junta revolucionaria de patriotas morelenses, tuvo a bien acordar lo siguiente-: 1. Se desconoce como Presidente de la República a M. A. Camacho. 2. Se desconocen los Poderes Legislativos y Judiciales de toda la República. 3. Este Plan de Patriotas Morelenses da plazo de quince días para poder surtir los efectos correspondientes. 4. Los Ayuntamientos que no hagan adhesión en el término mencionado serán considerados como enemigos y perderán el derecho de garantía. 5. Se combatirá al Gobierno Camachista hasta su exterminio. 6. Se desconocerán todos los tratados con los EE.UU. del Norte América así como todos los tratados con la Habana y del Río Janeiro. 7. Todos los intereses de traidores a la Patria y funcionarios públicos serán decomisados para pensionar a viudas y huérfanos. 8. Al triunfo de la Revolución se constituirán el tribunal militar, para juzgar de alta traición de Lázaro Cárdenas a Manuel Ávila Camacho y cómplices 9. Al triunfo de la Revolución el Jefe supremo convocará a Junta a todos los principales Jefes Revolucionarios de todos los Estados que componen nuestra República , nombrarán o designarán un Presidente Interino, quien convocará a elecciones para la nueva formación del Congreso de la Unión y este a su vez convocará a elecciones para la organización de los demás Poderes Federales y se velará por la pureza del “SUFRAGIO”, dejando en completa libertad al pueblo, excluyendo Revolucionarios farsantes de malos antecedentes 10. Reanudación de relaciones con todas las Naciones excluyendo a la Rusia soviética. 11. Los Generales, Jefes, Oficiales y tropa que se unan y secunden el movimiento de Patriotas Morelenses tendrán todas las garantías. 12. Se invita a los jóvenes, ancianos, damas madres de familia a la Santa causa de nuestra segunda Independencia. 13. Que México se declare neutral en la contienda internacional, pero en caso de necesidad, elija a la Nación que le convenga. 14. No se aceptará ninguna transacción con el Gobierno, ni con ningún otro que sea del mismo. 15. Garantías a toda clase de creencias, como de carácter a nuestra Patria la católica, al campesino, al obrero, a la industria y al comercio en general. 16. Se combatirá hasta que se desaparezca a toda clase de Partidos nocivos de nuestra Nación principalmente el P.R.M. y el comunista. 17. Los que firmamos este acuerdo sabremos sostenerlo con las armas en las manos hasta vencer o morir.

266

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

“PATRIA SOBERANA Y CONSTITUCIÓN”. CUARTEL GENERAL, ABRIL 26 DE 1943. EL GENERAL EN JEFE DE LAS FUERZAS LIBERTADORAS. MAGDALENO CONTRERAS QUE EN SU NOMBRE FIRMA EL GENERAL DE DIVISIÓN JOSÉ BARRETO. GENERAL DIVISIONARIO ANSELMO LARA. GENERAL DE DIVISIÓN. FLORENCIO DOMÍNGUEZ.

GENERAL DE DIVISIÓN. CECILIO BARRETO.

GENERAL DE DIVISIÓN. JOSÉ A. INCLÁN.

GENERAL DE BRIGADA. PEDRO ALLENDE.

GENERAL DE BRIGADA. LUCAS A. ALARCÓN.

GENERAL DE BRIGADA. JESÚS BRAVO.

GENERAL DE BRIGADA. FLAVIANO BENÍTEZ.

GENERAL BRIGADIER. DANIEL ROLDÁN.

GENERAL BRIGADIER. RUBÉN JARAMILLO.

GENERAL BRIGADIER BARAJAS

GENERAL BRIGADIER. MAXIMINO ROJAS.

GENERAL BRIGADIER. GOMARO MANZANARES. GENERAL BRIGADIER. MANUEL PEREIRA.

CORONEL. LIBORIO CORTÉS.

CORONEL. RANULFO TAPIA.

CORONEL. CIRIACO BARRIOS.

CORONEL. JUAN TORRES.

CORONEL. ABRAHAM P. SÁNCHEZ

CORONEL. ANTONIO BAEZA.

CORONEL. JULIO MARTÍNEZ.

CORONEL. GUADALUPE GARCÍA.

CORONEL. FRANCISCO SOTO.

CORONEL. EMILIO PINEDA.

CORONEL. GREGORIO SÁNCHEZ.

CORONEL. JOSÉ ROMERO.

CORONEL. DANIEL BARRIOS.

CORONEL. JUAN MEDINA.

CORONEL. MANUEL CASTILLO.

CORONEL. IRENEO VIDAL.

CORONEL. JULIÁN MARTÍNEZ.

CORONEL. FELIPE SOSA.

CORONEL. LUIS LIQUIDANO.

CORONEL. FACUNDO MÁRQUEZ.

CORONEL. PRIMO MENTADO.

267

GENERAL DE BRIGADA. NATIVIDAD RIVERA.

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

CORONEL. INOCENCIO PINEDA.

CAPITÁN. EMILIO AGUILAR.

CORONEL. SABINO URSUA.

CORONEL. JULIÁN CAMPIS.

CORONEL. JOSÉ ESPINOSA.

CORONEL. PABLO Z. PÉREZ.

CORONEL. GABINO CARRILLO. CORONEL. ANSELMO PÉREZ. CAPITÁN. ISABEL RAMÍREZ.

Archivo General de la Nación, Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, exp. 559.1/ 51.

268

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Facsímil del Plan de Puztla, 26 de abril de 1943

269

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

270

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

271

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Archivos Archivo General de la Nación (AGN) Fondo Genovevo de la O (FGO) Fondo Emiliano Zapata (FEZ) Fondo Mariano Riva Palacio (FMRP) Gobernación (Gob.) Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS) Archivo Histórico de la Casa de la Cultura Juridica - Cuernavaca, Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN-Mor) Archivo Histórico de la Defensa Nacional (AHDN) Archivo Histórico del Estado de México (AHEM) Ramo Gobernación. Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México (AHUNAM). Fondo Gildardo Magaña. (FGM) Archivo Histórico del Centro de Estudios de la Revolución Mexicana, Lázaro Cárdenas, A. C. Fondo Elena Vázquez Gómez Archivo del Sr. Guadalupe García (AGG) Archivo Histórico de El Colegio de México Col. Josefina Zoraida Vázquez Archivo Valentín López González Colección Jesús Zavaleta Colección César Ortiz Triana Colección Agur Arredondo

272

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Fuentes hemerográficas Periódicos capitalinos. El Águila Mexicana, 1825. La Constitución Social, 1868. El Diario, 1911. El Eco de Ambos Mundos, 1873 El Ferro-carril, 1869-1871 La Iberia, 1869-1872 El Monitor Republicano, 1861. El Monitor, 1915. El Pájaro Verde, 1867. La Sociedad, 1860. El Siglo Diez y Nueve, 1863, 1868, 1872 y 1876. El Telégrafo, 1934 Periódicos de Morelos (incluidos los del Tercer Distrito Militar del Estado de México) El Arca de la Ley, 1867. El Clamor del Pueblo, 1870. La Enseña del Pueblo, 1867. La Voz de Morelos, 1873. Periódico Oficial del Estado de Morelos. 1872, 1873, 1942 El Cuexcomate. Suplemento de las culturas populares del estado de Morelos, del diario El Regional del Sur. El Machete, semanario editado en Cuernavaca. Periódico Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Morelos. Periódicos extranjeros. El Genio de la Libertad, Barcelona, 1857.

273

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Bibliografía Aguilar Domínguez, Ehécatl Dante, Enrique Rodríguez “El Tallarín” y la denominada Segunda Cristiada en el Estado de Morelos, 1934-1938, Tesis de Licenciatura en Historia, Facultad de Humanidades, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2007. Alessio Robles, Vito, La Convención Revolucionaria de Aguascalientes, INEHRM, México, 1979. Anaya Merchant, Luis, Marcos T. Águila y Alberto Enríquez Perea (Coords.), Personajes, ideas, voluntades. Políticos e intelectuales mexicanos en los años treinta, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Miguel Ángel Porrúa, México, 2011. Andreu Almazán, Juan, Memorias del general Juan Andreu Almazán, Informe y documentos sobre la campaña política de 1940, Senado de la República, LVIII Legislatura, 2003. Barreto Zamudio, Carlos, “Un espacio para la disputa. División territorial y organización político-administrativa en Morelos, 1854-1867”, en Ernest Sánchez Santiró (coord.), “De la crisis del orden colonial al liberalismo, 1760-1860”, vol. 5, en Crespo, Horacio, (dir.), Historia de Morelos. Tierra, gente, tiempos del sur, Poder Ejecutivo del Estado de Morelos, Congreso del Estado de Morelos-LI Legislatura, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Ayuntamiento de Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, México, 2010. Barreto Zamudio, Carlos, “‘¡Constitución, libertad y Porfirio Díaz!’. Rebeliones porfiristas en Morelos, 1867-1876”, en Crespo, Horacio (Coord.), “Creación del Estado, leyvismo y porfiriato”, Tomo VI de Crespo, Horacio (dir.), Historia de Morelos. Tierra, gente, tiempos del sur, Poder Ejecutivo del Estado de Morelos, Congreso del Estado de Morelos-LI Legislatura, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Ayuntamiento de Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, México, 2010. Barreto Zamudio, Carlos, Rebeldes y bandoleros en el Morelos del siglo XIX (18561876). Un estudio histórico regional, Gobierno del Estado de Morelos, 2012. Bartra, Armando, Guerrero Bronco, Campesinos, ciudadanos y guerrilleros en la costa grande, Ediciones Sin filtro, México, 1996.

274

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Bartra, Armando, Los herederos de Zapata, Ed. Era, México, 1986. Bazaine, Achille François, La intervención francesa en México según el archivo del mariscal Bazaine. Documentos inéditos o muy raros para la historia de México, t. 14, Ed. Vda. de C. Bouret, México, 1907. Benito Juárez. Documentos, Discursos y Correspondencia. Selección y notas de Jorge L. Tamayo, Edición digital coordinada por Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, Versión electrónica para su consulta: Aurelio López López. CD editado por la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México, 2006. Benjamin, Walter. Tesis sobre la historia, Itaca y Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, 2008. Bollem, Genevieve. El pueblo por escrito. Significados culturales de lo “popular”, Conaculta-Grijalbo, Colección Los Noventa, México, 1990. Bustamante, Carlos María de, Diario histórico de México, 1822-1848, del licenciado…, (disco compacto 1 / 1822-1834), 25 tomos en 50 volúmenes, diciembre de 1822-diciembre de 1834, Josefina Zoraida Vázquez Vera y Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva (eds.), El Colegio de México, CIESAS, México, 2001. Cárdenas, Lázaro, Obras, Nueva Biblioteca Mexicana/UNAM, México, 1972. Castellanos, Laura, México Armado, 1943-1981, Ed. Era, México, 2007 Carr, Barry, La izquierda mexicana a través del siglo XX, Era, México, 1996. Cedillo, Juan Alberto, Los Nazis en México. La operación Pastorius y nuevas revelaciones de la infiltración al sistema político mexicano, Ed. Debolsillo, México, 2010. Chust, Manuel, “Milicia, milicias y milicianos: nacionales y cívicos en la formación del estado-nación mexicano, 1812-1835”, en Juan Ortiz Escamilla (coord.), Fuerzas militares en Iberoamérica. Siglos XVIII y XIX, El Colegio de México, El Colegio de Michoacán, Universidad Veracruzana, México, 2005. Costeloe, Michael P., La primera república federal de México (1824-1835). Un estudio de los partidos políticos en el México independiente, Fondo de Cultura Económica, México,

275

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Crespo, Horacio, (dir.), Historia de Morelos. Tierra, gente, tiempos del sur, 9 tomos, Poder Ejecutivo del Estado de Morelos, Congreso del Estado de Morelos-LI Legislatura, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Ayuntamiento de Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, México, 2010. Colección de Leyes fundamentales que han regido en la República mexicana y de los Planes que han tenido el mismo carácter 1821-1857, Imp. Ignacio Cumplido, 1857; Ed. Miguel Ángel Porrúa, 2009. Crónicas y debates de las sesiones de la Soberana Convención Revolucionaria, INEHRM, México, 1965, tomo III. De Grammont, Hubert. “Jaramillo y las luchas campesinas en Morelos” en Historia de la cuestión agraria mexicana v. 8. Política estatal y conflictos agrarios 1950 - 1970. Siglo Veintiuno editores/CEHAM, 1989, México. Díaz Soto y Gama, Antonio, La revolución Agraria del Sur y Emiliano Zapata su caudillo, INEHRM, México, 1987. Díaz Zermeño, Héctor y Javier Torres Medina, México: de la Reforma y el Imperio, FES-Acatlán, UNAM, 2005 Díaz, Porfirio, Archivo del general Porfirio Díaz, memorias y documentos, Prólogo y notas de Alberto María Carreño, Colección de obras históricas mexicanas núm. 2-3, Editorial Elede en colaboración con el Instituto de Historia de la UNAM, México, 1947-1961. Díez, Domingo, “Observaciones críticas sobre el regadío del Estado de Morelos” en la revista de la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México, Antigua Imprenta Murguia, México, 1919. Dublán Manuel y José María Lozano, Legislación mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la independencia de la república, Imprenta del Comercio a cargo de Dublán y Lozano, México, 1876-1912. Echeverría, Bolívar, Valor de uso y utopía, Siglo Veintiuno Editores, México, 2010. Eliade, Mircea. Mito y realidad, Ed. Guadarrama, Colección Punto Omega, 1981, España.

276

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Espejel, Laura, Alicia Olivera y Salvador Rueda, Emiliano Zapata, Antología, INEHRM, México, 1988. Febvre, Lucien, Honor y Patria, Siglo XXI Editores, México, 1999. Flores Caballero, Romeo, La contrarrevolución en la independencia. Los españoles en le vida política, social y económica de México (1804-1838), El Colegio de México, México, 1969. Fowler, Will, Mexico in the Age of Proposals, 1821-1835, Greenwood Press, London, 1998. Fowler, Will, Presidentes mexicanos. Tomo I (1824-1911), Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, México, 2004. Fowler, William y Humberto Morales Moreno, (Coords.), El conservadurismo mexicano en el siglo XIX, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, University of Saint Andrews / Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado de Puebla, Puebla, 1999. Gaona, Rafael, El Diablo en Tlayacapan. Editorial Diana, México, 1994. García Canal, María Inés, Espacio y poder, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Colección Teoría y Análisis, México, 2006. García de León, Antonio, “El pasado-presente: a propósito del tiempo y el lenguaje en Walter Benjamín” en Aproximaciones a la modernidad. París-Berlín. Siglos XIX y XX, (Patricia Nettel y Sergio Raúl Arroyo, editores), Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México, 1997. García Jiménez, Plutarco, “El movimiento Jaramillista. Una experiencia de lucha campesina y popular del período post-revolucionario”, en Crespo, Horacio (Coord.), Morelos: cinco siglos de historia regional, CEHAM, UAEM, Cuernavaca, 1984. García Jiménez, Plutarco, “Lucha electoral y autodefensa en el jaramillismo”, en Cuadernos Agrarios 10, julio - diciembre 1994, México, 1994.

277

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

García Márquez, Gabriel, La mala hora, Diana, México, 2002. García Velasco, Guadalupe, Son mis mejores soldados. Testimonios de mujeres jaramillistas, Edit. Escuelas Campesinas Revolución del Sur, Cuernavaca, S/F. Gilly, Adolfo, La Revolución interrumpida, Ed. Era, México, 2007. González, Luis, Pueblo en Vilo, Fondo de Cultura Económica, México, 1995. González Pedrero, Enrique, País de un solo hombre. Vol. 2 La sociedad del fuego cruzado, Fondo de Cultura Económica, México, 2003. González Ramírez, Manuel, Planes políticos y otros documentos, Fuentes para la historia de la Revolución Mexicana, vol. 1., Fondo de Cultura Económica, México, 1954; Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, México, 1981. Guzmán, Martín Luis, El águila y la serpiente, México, Compañía General de Ediciones, México, 1976. Guzmán, Martín Luis, Memorias de Pancho Villa, México, Editorial Porrúa, 2000. Héau, Catherine. “La tradición autonomista y legalista de los pueblos en territorio zapatista” en Espejel López, Laura (Coord.), Estudios sobre el zapatismo, INAH, México, 2000. Héau, Catherine. “La reapropiación ideológica de la idea de “raza” entre los campesinos morelenses a fines del siglo XIX y durante el porfiriato” en Cultura y representaciones sociales. Un espacio para el diálogo transdiciplinario. Revista electrónica de ciencias sociales, Instituto de Investigaciones Sociales/UNAM, Año 3, número 6, 1° de marzo del 2009, México, 2009. Hernández Hernández, Aura, La muerte de Rubén Jaramillo y la paranoia anticomunista del régimen de López Mateos, 1960-1963, Tesis de Maestría, Instituto de Ciencias de la Educación, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2001. Hernández Hernández, Aura, Razón y muerte de Rubén Jaramillo. Violencia institucional y resistencia popular. Aspectos del movimiento jaramillista

278

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

(1942-1962), Tesis de Doctorado, Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, 2006. Henry Lane Wilson al Departamento de Estado, 27 de octubre de 1911, Foreign Relations of the United States, 1911. Hobsbawm, Eric J., Bandidos, Ed. Crítica, Barcelona, 2003. Hodges, Donald C., Mexican anarchism after of the revolution, University Texas Press, Austin, 1996. Huerta, María Teresa, Empresarios del azúcar en el siglo XIX, INAH, México, 1993. Iglesias González, Román, Planes políticos, proclamas, manifiestos y otros documentos de la Independencia al México Moderno, 1812-1940, Serie Estudios Históricos No. 74, Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM, México, 1998. Jaramillo, Rubén, Autobiografía. La matanza de Xochicalco, Froylán Manjarrez, Edit. Nuestro Tiempo, México, 1976. Jaramillo, Rubén y Froylán Manjarrez, Autobiografía, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1981 Juárez, Benito, Documentos, Discursos y Correspondencia. Selección y notas de Jorge L. Tamayo. Edición digital coordinada por Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, CD editado por la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, 1ª. Ed. electrónica, México, 2006. Katz, Friedrich y Jane-Dale Lloyd (coord.), Porfirio Díaz frente al descontento popular regional, 1891-1893: antología documental, Universidad Iberoamericana, México, 1986. Katz, Friedrich, Pancho Villa, Ediciones Era, tomo II, México, 2000. Knight, Alan, “Latinoamérica. Un balance historiográfico”, en Historia y Grafía, No. 10, enero-junio 1998, pp. 165-207, Departamento de Historia, Universidad Iberoamericana, México, 1998.

279

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

La revuelta de la memoria. Textos del Subcomandante Marcos y del EZLN sobre la Historia, Centro de Información y Análisis de Chiapas (CIACH), México, 1999. León Portilla, Miguel, Los manifiestos en náhuatl de Emiliano Zapata, Ensayo y traducción del autor, UNAM, México, 1978. López González, Valentín, “La consumación de la Independencia en Morelos”, en La consumación de la Independencia, Tomo I, Archivo General de la Nación, México, 1999. López González, Valentín, Morelos: Historia de su integración política y territorial, 1200-1977, Cuadernos históricos morelenses, México, 1998. Loyo Camacho, Martha Beatriz, “El Partido Revolucionario Anticomunista en las elecciones de 1940”, en Estudios de Historia Contemporánea de México, v. 23, p. 145-178, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2003. Macín, Raúl, Rubén Jaramillo, profeta olvidado, Diógenes, México1984. Macune Jr., Charles W., El estado de México y la federación mexicana, 1823-1835, Fondo de Cultura Económica, México, 1978. Mallon, Florencia, “Los campesinos y la formación del Estado en el México del siglo XIX: Morelos, 1848-1858”, en Secuencia, Revista Americana de Ciencias Sociales, sept.-dic, México, 1989. Martínez Heredia, Fernando, “Pensamiento Crítico”, en Gaceta de Cuba. No. 41, La Habana, Cuba, 1970. Marx, Carlos y Federico Engels, Manifiesto del Partido Comunista. 1848, Edición Electrónica, Buenos Aires, 2004. Marx, Carlos, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política 1857-1858, vol. I, Siglo XXI Editores, México, 1975. Memoria que el secretario del ejecutivo del estado libre de México encargado de las secciones de gobierno y guerra leyó al H. Congreso en los días 26, 27 y 28 del mes de abril de 1835, Imprenta del Gobierno, Toluca, 1835.

280

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Mentz, Brígida von, Pueblos de indios, mulatos y mestizos, 1770-1870. Los campesinos y las transformaciones protoindustriales en el poniente de Morelos, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México, 1988. Meyer, Jean, El sinarquismo ¿un fascismo mexicano?, 1937-1947, Edit. Joaquín Mortiz, México, 1979. Meyer, Jean, “El zapatismo va a la Cristiada”, en Revista Nexos, México, Marzo 1997, p. 37-38, México, 1997. Meyer, Jean. El sinarquismo, el cardenismo y la Iglesia (1937-1947). Tusquets Editores, México, 2003. Meyer, Jean, “Historia, nación y región”, en Oikión Solano, Verónica (Ed.), Historia, nación y región, Vol. 1, El Colegio de Michoacán, Zamora, Michoacán, México, 2007 Morayta Mendoza, Luis Miguel, Los toros. Una tradición de gusto y reciprocidad de los campesinos morelenses, Colección Divulgación, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 1992. Niblo, Stephen, México en los cuarenta. Modernidad y corrupción, Ed. Océano. México 2008. Noriega, Alfonso, El pensamiento conservador y el conservadurismo mexicano, Estudios históricos No. 3, Instituto de Investigaciones Jurídicas-UNAM, México, 1993. Ortiz Escamilla, Juan, Guerra y gobierno. Los pueblos y la independencia de México, El Colegio de México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Universidad Internacional de Andalucía, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1997. Padilla, Tanalís. “Por las buenas no se puede: Rubén Jaramillo’s campaigns for governor of Morelos, 1946 and 1952” en Journal of Iberian and Latin American Studies, 7:1, Julio 2001, Australia, 2001. Padilla, Tanalís. Rural Resistance in the land of Zapata. The jaramillista movement and myth of the pax priísta, 1940-1962, Duke University Press, United States of America, 2008.

281

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Peña, Sergio de la y Marcel Morales Ibarra, “El agrarismo y la industrialización de México 1940 – 1950”, en Historia de la Cuestión Agraria Mexicana v. 6, Siglo Veintiuno editores, CEHAM, 1989, México. Pérez Alvirde, Moisés, Erecciones municipales, villas, ciudades, anexiones y segregaciones territoriales del Estado de México, LII Legislatura del Estado de México, Toluca, 1994. Pérez Montfort, Ricardo, Cotidianidades, imaginarios y contextos: ensayos de historia y cultura en México 1850-1950, Ediciones de la Casa Chata-CIESAS, México, 2008. Pérez Montfort Ricardo, “El sexenio cardenista”, en Relatos e Historias en México, Año III. Número 29. Enero 2011. Pineda, Francisco, La revolución del sur, 1912-1914, Ediciones Era, México, 2005. Pérez Montfort, Ricardo, Hispanismo y Falange. Los sueños imperiales de la derecha española en México, Fondo de Cultura Económica, México, 1992. Pittman, Dewitt Kenietth, Hacendados, campesinos y políticos. Las clases agrarias y la instalación del Estado oligárquico en México 1869-1876, Fondo de Cultura Económica, México, 1994. Ramírez Melgarejo, Ramón, “La bola chiquita, un movimiento campesino”, en Warman, Arturo (ed.), Los campesinos de la tierra de Zapata, Vol. I. Adaptación, Cambio y Rebelión, SEP-INAH, México, 1974. Ravelo Lecuona, Renato, Los Jaramillistas, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1978. Reynoso Jaime, Irving, “El sitio de Cuautla: los relatos, la épica nacionalista y la historiografía”, en Ernest Sánchez Santiró (coord.), “De la crisis del orden colonial al liberalismo, 1760-1860”, vol. 5, en Crespo, Horacio, (dir.), Historia de Morelos. Tierra, gente, tiempos del sur, Poder Ejecutivo del Estado de Morelos, Congreso del Estado de Morelos-LI Legislatura, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Ayuntamiento de Cuernavaca, Instituto de Cultura de Morelos, México, 2010.

282

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Reynoso Jaime, Irving, “Hacienda y azúcar en Morelos: examen de investigaciones y debates”, en Horacio Crespo (coord.), El azúcar en América Latina y el Caribe. Cambio tecnológico, trabajo, mercado mundial y economía azucarera. Perspectiva histórica y problemas actuales, Senado de la República, México, 2006. Reynoso Jaime, Irving, Las dulzuras de la libertad. Ayuntamientos y milicias durante el primer liberalismo. Distrito de Cuernavaca, 1810-1835, Nostromo Ediciones, México, 2011. Río Chávez, Ignacio del, “Reflexiones en torno de la idea y práctica de la historia regional”, en El historiador frente a la historia. Perfiles y rumbos de la historia. Sesenta años de investigación histórica en México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México, 2007. Rodríguez Araujo, Octavio, Izquierdas e Izquierdismos. De la primera internacional a Porto Alegre, Siglo XXI Editores, México, 2002. Ruiz, Armando, Nosotros los hombres ignorantes que hacemos la guerra. Correspondencia entre Francisco Villa y Emiliano Zapata, Conaculta, México, 2010. Salazar Adame, Jaime, “Movimientos populares durante el porfiriato en el estado de Guerrero”, en Katz, Friedrich y Jane-Dale Lloyd (coord.), Porfirio Díaz frente al descontento popular regional, 1891-1893: antología documental, Universidad Iberoamericana, México, 1986. Sánchez Reséndiz, Víctor Hugo, Identidad, comunidad y autonomía en Morelos, Tesis de Licenciatura en Sociología, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006 Sánchez Reséndiz, Victor Hugo. De Rebeldes fe. Identidad y formación de la conciencia zapatista. Editorial La rana del sur/ FOECA/ Instituto de Cultura de Morelos, Cuernavaca, 2003. Sánchez Santiró, Ernest, “Las incertidumbres del cambio: redes sociales y mercantiles de los hacendados-comerciantes azucareros del centro de México (1800-1834)”, en Historia Mexicana, LVI: 3, 2007, pp. 919-968, México, 2007. Sánchez Santiró, Ernest, “Producción y mercados de la agroindustria azucarera del distrito de Cuernavaca, en la primera mitad del siglo XIX”, en Historia Mexicana, vol. LIII, núm. 3, enero marzo, México, 2004, pp. 605-646.

283

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

Sánchez Santiró, Ernest, Azúcar y Poder. Estructura socioeconómica de las Alcaldías Mayores de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas, 1730-1821, Universidad Autónoma del Estado de Morelos / Editorial Praxis, México, 2001. Serrano Álvarez, Pablo, La batalla del espíritu. El movimiento sinarquista en el Bajío (1932-1951), T. I, Conaculta, México, 1992. Serrano Álvarez, Pablo, “Interpretaciones de la historiografía regional y local mexicana, 1968–1999. Los retos teóricos, metodológicos y líneas de investigación”, en Revista de Historia Regional, Vol. 6, No. 2, invierno 2001, pp. 113-123, Universidade Estadual de Ponta Grossa, Paraná, Brasil, 2001. Serrano Ortega, José Antonio V., Jerarquía territorial y transición política. Guanajuato, 1790-1836, El Colegio de Michoacán / Instituto Mora, México, 2001. Sims, Harold D., La expulsión de los españoles de México (1821-1828), Secretaría de Educación Pública / Fondo de Cultura Económica, México, 1974. Sosa Elízaga, Raquel, Los Códigos Ocultos del Cardenismo, UNAM, Plaza y Valdés, México, 1996. Sotelo Inclán, Jesús, Raíz y Razón de Zapata”, Instituto de Cultura de Morelos, 2010. Soto Correa, José Carmen, El rifle sanitario, la fiebre aftosa y la rebelión campesina, Instituto Politécnico Nacional, México, 2009. Taibo II, Paco Ignacio, Arcángeles. Doce historias de revolucionarios herejes del siglo XX, Planeta, México, 1997. Téllez, Mario e Irma Piña L., Colección de decretos del Congreso del Estado de México, (disco compacto) LIV Legislatura del Estado de México / Instituto de Estudios Legislativos del Estado de México / Universidad Autónoma del Estado de México / El Colegio Mexiquense, México, 2001. Ulloa, Berta y Joel Hernández Santiago (Coords.), Planes en la Nación Mexicana, 8 tomos, Senado de la República, Colegio de México, México, 1987. Utberg, Neil S., The coins of the Mexican revolution, 1910-1917, Edinburg, Texas, 1965. Valverde, Sergio, Apuntes para la historia y la política en el estado de Morelos desde la muerte del gobernador Manuel Alarcón, pronunciamiento de los

284

La Revolución por escrito Planes político-revolucionarios del estado de Morelos, siglos XIX y XX

generales Pablo Torres Burgos y Emiliano Zapata mártires, hasta la restauración de la reacción por Vicente Estrada Cajigal, impostor, Fuente Cultural, México, 1933. Vargas Sánchez, Juan de Dios, La resistencia popular en México (1940-1970), Tesis de Licenciatura, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM, México, 1986. Velasco, Emilio, El amparo de Morelos, Colección de Artículos publicados en “El Porvenir” (1874), Suprema Corte de Justicia de la Nación, México, 2005. Veledíaz, Juan, El general sin memoria. Una crónica de los silencios del ejército mexicano, Ed. Debate, México, 2010. Villegas Moreno, Gloria y Miguel Ángel Porrúa Venero (Coords.), Tomo 1. De la crisis del modelo borbónico al establecimiento de la República Federal; Tomo 2. Entre el paradigma político y la realidad. La definición del papel de México en el ámbito internacional y los conflictos entre liberales y conservadores; Tomo 3. Parte 1. La estabilidad política y la modernización económica; Tomo 3. Parte 2. Un nuevo pacto para la nación 1906-1917, en Enciclopedia Parlamentaria de México, Serie III, Vol. 1, Leyes y Documentos constitutivos de la Nación Mexicana, Instituto de Investigaciones Legislativas de la Cámara de Diputados, LVI Legislatura, México, 1997. Vinogradoff, Paul, Normas sociales y normas jurídicas, Fondo de Cultura Económica, colección Fondo 2000, México, 1997. Womack Jr., John, Zapata y la revolución mexicana. Ed. Siglo Veintiuno. 12ª edición, México, 1982. Young, Eric van, “Haciendo historia regional: Consideraciones metodológicas y teóricas”, en Pérez Herrero, Pedro. (comp.), Región e historia en México (1700- 1850), pp. 99-122, Instituto Mora- UAM, México, 1991 Zaragoza, Juan Manuel y Margarita G. Saravia. Ayudantías Democráticas de Morelos: ¿Auxiliares municipales o representantes populares del municipio? Centro de Encuentros y Diálogos, A.C. / Red de apoyo Municipal, Cuernavaca, Morelos, s/f. Zavala, Lorenzo de, Ensayo Crítico de las Revoluciones de México desde 1808 hasta 1830, Biblioteca Porrúa No. 31, Ed. Porrúa, México, 1969

285

Índice de Imágenes Magno Mural Historia del Estado de Morelos, México. 1995 Roberto Rodríguez Navarro................................................................................................................. 10 Catedral de Cuernavaca, Morelos José Benítez 1952 – Archivo fotográfico Valentín López González................................................ 34 General José de la Cruz Porfirio Díaz Mori 1869 - Archivo fotográfico Valentín López González...................................................................... 60 Feliciano Chavarría 1870 - Archivo fotográfico Valentín López González...................................................................... 60 General Emiliano Zapata Salazar Archivo fotográfico Valentín López González................................................................................... 92 Otilio Edmundo Montaño Sánchez 1915 - Archivo fotográfico Valentín López González...................................................................... 117 Vista de Puente de Yautepec 1933 – Compilación fotográfica César Ortiz Triana......................................................................... 120 Homenaje al Gral. Celerino Manzanares Tlaquiltenango, 1956. Col. Particular Agur Arredondo................................................................... 136 Rubén Jaramillo 1952 - Archivo fotográfico Valentín López González...................................................................... 140 Grabado de Cañeros Tomado del libro Historia del azúcar en México. Vol. I Azúcar S.A. de C.V. 1990. Crespo Horacio. FCE............................................................................................................................ 167 Manifestación campesina en la Ciudad de México 1928 - Archivo fotográfico Valentín López González....................................................................... 170 Mitin de zapatistas en una plaza pública 1925 - Archivo fotográfico Valentín López González....................................................................... 201

Impreso en Sentido y Significado, S. A. de C. V. Querétaro 19. Col. Cantarranas, Cuernavaca, Morelos. Consta la presente edición: (Nº de ejemplares)