LEYENDAS URBANAS

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El Último Regalo de Mamá

Después de dar la misa, un sacerdote católico se encaminó hacia un apartamento ubicado en un viejo edificio del centro de la ciudad. Medianamente alto, con la pintura descascarada y las verjas de las ventanas carcomidas por el óxido. El edificio ubicado en un barrio marginal, muy conocido por ser hogar de traficantes, prostitutas y drogadictos, era todo lo opuesto a un lugar alegre y acogedor, sobre todo bajo un cielo gris como el que en aquel momento lo cubría. Tras tocar repetidas veces el timbre, el sacerdote pudo escuchar la proximidad de unos pasos y entonces la puerta se abrió: era un joven desaliñado y ojeroso, con cabello abundante, sucio y desordenado. Su expresión no era precisamente afable: en ella se revelaba la actitud de quien está fastidiado y cansado de la vida, de quien guarda una añeja amargura y un desencanto generalizado hacia todas las cosas. Y el vicio, aquel joven parecía haber envejecido interiormente a causa de diversos vicios: alcohol, drogas, mujeres … Además tenía cara de haberse acabado de despertar por los sonidos del timbre y, pese a parecer asombrado por la visita del cura, no se veía de ningún modo complacido en tal visita… —

¿Qué quiere? —preguntó el joven con sequedad

— Me han llamado para administrarle los últimos sacramentos a un moribundo. —

Creo que le han tomado el pelo. Aquí sólo vivo yo

El padre dudó por un momento, bajó la cabeza de forma pensativa y preocupada y luego, justo cuando volvía a alzar la mirada para disculparse con el joven e irse, vio algo en el oscuro pasillo que lo asombró e instantáneamente le hizo convencerse de que no había ninguna broma de por medio y que simplemente el joven era un inconsciente sin deseos de ayudar. — No, joven, aquí no hay ninguna broma. Quizá usted no entiende la importancia del asunto o tiene cierta antipatía por la Iglesia y los sacerdotes. Igualmente, lo único que le pido es que tenga consideración hacia la mujer amorosa y cristiana que por la mañana me suplicó que viniese acá. Tengo que cumplir lo antes posible con mi misión. Con su permiso. Tras decir eso, el sacerdote apartó al joven de forma suave pero firme y determinada. Una vez dentro, vio en la mesita del recibidor un retrato junto al cual yacía un ramo de flores secas y marchitas. En el retrato se veía a una mujer mayor con ropa negra de luto, un gran crucifijo en el cuello y un rostro cuya mirada y expresión delataban bondad pero también un profundo envejecimiento ocasionado mucho más por el sufrimiento que por el paso de los años: era la mujer que había solicitado la visita del sacerdote. — ¿Ve el retrato de la mesita? Esa es la mujer que me pidió venir. — P… ¡pero qué dice! ¡Eso es imposible! ¡Ella es mi madre y está muerta hace años! Al joven lo sacudió un escalofrío. Gotas de frío sudor empañaban su frente y su brazo derecho temblaba ligeramente mientras sostenía el retrato de la mujer frente a su rostro nervioso y sufrido. Pero el sacerdote parecía tranquilo, inmutable, como si algo en la conversación que tuvo con la mujer del retrato le hubiese hecho intuir que aquella no era una conversación normal, que algo misterioso había allí. Sereno, miró al joven y le dijo: — Hijo, quizá esto sea una especie de aviso de que debes guiar tu vida al sendero de la rectitud, tu madre está velando por ti y sufriendo desde el cielo por tus faltas.

Al oír eso el joven puso cara de no entender; mas, pasado un momento, en sus ojos surgió un destello de comprensión súbita, angustia y temor. Él lo sabía, sabía que el cura no mentía y que su madre le había hablado. Pero su madre estaba muerta: él era quien habría de morir, y muy pronto… Su madre aún cuidaba de él y no quería que muriese con una lista tan larga de pecados sin perdonar. ¡Debía confesarse y recibir la comunión, debía arrepentirse para ser perdonado y no caer en la oscuridad eterna del Infierno! Por un momento el joven lloró conmovido por el amor de su madre y el impacto que representaba saber que sí existía aquel mundo espiritual del que tanto había dudado y al que tanto había despreciado. No había pisado una iglesia desde niño, pero lo que estaba viviendo le convenció de que era tiempo de cambiar y reconciliarse con Dios aunque fuera en sus últimos momentos… Tras varias horas dialogando con el sacerdote sobre su vida, su madre y como ella enfermó de tristeza cuando él se metió en las drogas. Un sufrimiento que la llevó a morir sola y repudiada por su único hijo que estaba más preocupado por lograr su dosis diaria que por atender a una pobre anciana que se desvivía por ayudarle. El chico profundamente arrepentido y desecho en lágrimas se confesó al párroco quien le absolvió de sus pecados y le dio la comunión. Al irse el cura, el joven regresó a su soledad con una mezcla de alegría por haber sido liberado y temor. Falleció esa misma noche mientras dormía, de forma repentina e inexplicable. Dicen que fue un paro cardíaco, pero es sabido que los médicos suelen diagnosticar eso cuando no saben a ciencia cierta qué pasó. En todo caso, lo importante es que el joven murió en paz y totalmente limpio de cualquier droga y pecado. En su velatorio, quienes lo conocían se sorprendieron porque el joven, mientras vivió, jamás mostró una sonrisa tan dulce y serena como la que, antes de partir, dejó grabada en su rostro.

El Penitente de Ovruch

Esta leyenda, muy poco conocida por ser propia de la pequeña ciudad ucraniana de Ovruch, es una de esas leyendas tan jóvenes (surgió a finales de los noventa) que recién acaban de superar el ámbito del rumor urbano. Cuentan en Ovruch que existe un espectro, un fantasma que algunos han visto penando de madrugada, siempre alrededor de una iglesia, siempre en noches donde la soledad ha impregnado los alrededores del sitio en que se ha aparecido. Dicen que tiene dedos anormalmente largos, que viste de negro y que tiene un rostro que evidencia juventud pese a su monstruoso aspecto: cara aplanada, boca anormalmente alargada y amplia, un ojo más grande que el otro y el cráneo deforme, terminado en una puntuda

protuberancia sobre cabellera rubia.

la

que

cuelga

su

larga

y

despeinada

Todos los que lo han visto han relatado que caminaba y caminaba alrededor de la iglesia en que se aparecía, que a veces se detenía, se arrodillaba y lanzaba unos gritos escalofriantes pues tenía una voz carrasposa, grave; pero, sobre todo, empañada por una angustia que hacía pensar en los torturados del infierno y matizada por ―un algo‖ indescriptible que denotaba un odio salvaje y abismal, difícil de encontrar incluso en la peor escoria criminal. Pero lo más curioso de la una de la madrugada no ha habido nadie o elegida. Es como si no conocer su identidad. cuando no hay luna.

todo es que jamás ha sido visto antes de y que siempre, en todas sus apariciones, prácticamente nadie cerca de la iglesia quisiera ser visto, como si evitara dar a Además se cree que sólo se manifiesta

Quienes han tenido el valor de acercársele han contado que el espectro salía de su abstracción (todos dicen que siempre estaba como absorto en sus pensamientos), que se volteaba, rugía potentemente, se tiraba al suelo delante del testigo, miraba hacia arriba con gesto agonizante y, después de que sus ojos se volvían completamente negros, su cuerpo translúcido se llenaba de fuego y el espectro desaparecía entre alaridos de dolor… Su oscuro origen Nada cierto se sabe sobre cómo empezó todo; no obstante, no más de cinco años tuvieron que pasar desde el inicio de las apariciones para que una versión sobre su origen se hiciera conocida y terminase siendo aceptada como real. Nota introductoria para entender el supuesto origen de la leyenda: En 1986 se dio la famosa tragedia de la central nuclear de Chernóbil. Fue el accidente nuclear más grave de la historia: Prípiat y Chernóbil se convirtieron en ciudades fantasmas, 172 pueblos fueron desalojados y unas 90.000 personas tuvieron que ser redistribuidas por toda Ucrania. Se declaró entonces una zona de exclusión, unas zonas con control permanente y otras con control periódico, todo dentro del área afectada por la radiación, área en la cual ciertas localidades, tales como Ovruch, no fueron lo suficientemente afectadas como para ser desalojadas o sometidas a controles.

Origen de la leyenda: Inmediatamente después de la tragedia de Chernóbil, unas cuantas familias emigraron a Ovruch en busca de una nueva vida. No obstante, cuentan que a inicios de los noventa una viuda madre de cinco hijos llegó tras ser haber sido expulsada de Prípiat, una ciudad fantasma que fue declarada parte de la zona de exclusión que el gobierno soviético (en ese entonces Ucrania era parte de la U.R.S.S.) decretó tras el desastre nuclear. En otras palabras, la mujer y sus hijos habían estado viviendo en Prípiat sin que los controles los detectaran, lo cual no es muy difícil de creer teniendo en cuenta que, incluso en la actualidad, existe la leyenda urbana de que en Prípiat vive gente… Según dicen, al llegar a Ovruch la mujer y sus hijos fueron conducidos a la casa de un tío, donde llevaron una vida relativamente normal hasta lo ocurrido a comienzos de 1996. Sólo dos detalles hacían que su vida no fuera completamente normal: el primero, que nunca se vio salir a la calle al menor de los cinco hijos, únicamente se vio a los otros cuatro; el segundo, que de vez en cuando se escuchaban gritos de dolor provenientes de la casa. Sin embargo, en cierta fría madrugada todos los vecinos del barrio se despertaron tras oír gritos en una casa. ―¡Los odio, los odio!‖, era lo único que todos recuerdan escuchar aparte de unos cuantos chillidos de angustia, las detonaciones de una escopeta y los ―¡Estoy ardiendo!‖, previos a la escena del joven envuelto en llamas que salió a revolcarse en la acera mientras su vida se apagaba. Tras venir a la escena, la Policía encontró muerta a la madre, al tío y a los cuatro hermanos del joven que al parecer se había auto-incinerado. La Prensa no dio mucha importancia al asunto. Nadie supo con certeza el porqué, simplemente se especuló que había existido presión policial para que el suceso cayera en el olvido… Algunos vecinos le habían dicho a la Policía que a veces habían oído gritos de dolor provenientes de la casa. Alguien incluso afirmó escuchar una vez lo siguiente: ―¡Mi cuerpo se quema, todo es tu culpa, todo es tu culpa por quedarnos en Prípiat, vieja estúpida!‖. No obstante, la Policía le restó importancia creyendo que era un simple individuo en busca de protagonismo. Con todo, lo último que se supo fue que, según los análisis forenses, no existía gasolina u otro compuesto que permitiese pensar que el joven se había suicidado auto-incinerándose: al

parecer, era un extraño caso de ―combustión espontánea‖ ligado a lo que los forenses catalogaron como ―alteraciones genéticas‖ Síntesis y explicación sobre la difusión del supuesto origen de la leyenda: En suma, la versión sobre el origen del espectro dice que él era el mismo joven que sufrió combustión espontánea ese día, que lo monstruoso de su cara se explicaba por alteraciones genéticas que sólo él (y no sus hermanos) desarrolló mientras vivió en Prípiat a espaldas del gobierno soviético, que había matado a su madre porque la culpaba de sus mutaciones y del ardor que sentía en su cuerpo, que mató al resto de la familia porque se sentía rechazado y había acumulado odio y, finalmente, que penaba cerca de iglesias porque estaba lleno de remordimiento y deseaba el perdón divino. Nadie ha explicado de forma suficientemente satisfactoria por qué el espíritu viste de negro. Unos dicen que está pagando el Purgatorio en la Tierra y que el atuendo negro le fue otorgado para representar la oscuridad de su alma; otros, menos fantasiosos, plantean que simplemente vestía de negro antes de quemarse. Lo cierto es que, con el paso del tiempo, la historia sobre el origen del fantasma se ha ido llenando de detalles e incluso ha llegado a figurar en ciertos foros virtuales de la web en ucraniano.

El Silbón

Muchos son los habitantes de los llanos que cuentan haberlo visto sobre todo en verano, época en que la sabana venezolana arde bajo el rigor de la sequía y El Silbón se sienta en los troncos de los árboles y recoge polvo en sus manos. Pero es principalmente en los tiempos de humedad y lluvia cuando el espectro vaga hambriento de muerte y ávido por castigar a borrachos y mujeriegos y a una que otra víctima inocente. Y es que cuentan que a los borrachos les succiona el ombligo para beberse el aguardiente que ellos ingirieron cuando se los encuentra solos por el llano, y que a los mujeriegos los despedaza y les quita los huesos y los mete al saco donde guarda los restos de su padre. Algunas versiones dicen que es como un alargado gigante de unos seis metros, que camina moviéndose entre las copas de los árboles mientras emite su escalofriante silbido y hace crujir, dentro de su viejo y harapiento saco, los pálidos huesos de su infortunado padre; o, según afirman algunos, de sus múltiples víctimas. Otras versiones dicen que, sobre todo a los borrachos, se les presenta como la sombra de un hombre alto, flaco y con sombrero. Existe la creencia de que sus silbidos se suceden unos a otros en ciclos de do, re, mi, fa, sol, la, sí y que se escuchan

cercanos cuando no hay peligro y lejanos cuando sí lo hay pues cuanto más lejanos suenan más cerca está. Unos piensan que escuchar su silbido es un presagio de la propia muerte, que puede oírsele en cualquier sitio y hora y que si lo oyes lejos entonces no te queda más salvación que el ladrido de un perro; o, para otros más optimistas, también el ají (un fruto rojo y muy picante que se emplea como condimento) y el látigo. Cuentan que, en ciertas noches, El Silbón puede aparecerse cerca de una casa, dejando en el suelo el saco y poniéndose a contar los huesos uno a uno. Si una o más personas lo escuchan, no pasará nada; si nadie lo escucha, al amanecer un miembro de la familia nunca despertará. En los llanos orientales de Colombia, donde le llaman ―El Silbador‖, creen que es el alma errante de un mujeriego parrandero que murió en soledad, la gente afirma que él busca la compañía de alguien que a esas horas de la noche ose cabalgar. Pero aquella versión amable es una excepción pues, también en Colombia, otros dicen que El Silbador persigue a las embarazadas, que su silbido penetra los oídos e infunde frío y que, si alguien lo escucha en tono agudo, pronostica la muerte de una mujer, mientras que si suena grave pronostica la de un hombre. En cualquier caso, esa mujer u hombres es generalmente alguien conocido por parte de quien ha escuchado el silbido. Orígenes La leyenda de El Silbón nació a mediados del siglo XIX en las llanuras de Guanarito, un municipio del estado La Portuguesa, dentro de Venezuela. Después la leyenda migró a los llanos de Cojedes y Barinas y hoy en día inclusive se la encuentra en ciertas zonas de la llanura colombiana. Versión 1: Cuentan que cierto joven descubrió que algo extraño estaba pasando entre su esposa y su padre. Unos dicen que el padre la había golpeado, pero generalmente se cuenta que la violó y que, cuando su hijo lo encontró cometiendo el crimen, únicamente se justificó diciendo: ―lo hice porque es una regalada (mujer fácil)‖. Entonces la cólera del joven se desató y ambos comenzaron un combate cuerpo a cuerpo, golpeándolo en medio de la lucha con un palo y asfixiando a su padre con éste (que yacía en el suelo tras el golpe), apretándolo con ferocidad hasta que dejó de respirar…

El abuelo, que había escuchado toda la pelea, pues se encontraba cerca, fue corriendo a ver qué pasaba y se encontró con el atroz parricidio. Conmocionado, juró que castigaría al joven, quien siendo de su propia carne y sangre, osó dar muerte a quien le transmitió la vida… Así, poco tiempo después se encargó de que el homicida fuese atado, dándole entonces una lluvia de latigazos. ―Eso no se le hace a su padre…¡Maldito eres pa´ toa´ la vida‖, le dijo antes de frotarle ají en las heridas y echarle al perro Tureco para que lo persiguiera. Según la leyenda, el espíritu del perro le perseguirá hasta el fin de los tiempos… Versión

2:

El Silbón era un joven caprichoso desde niño a ser complacido en casi le antojó comer asadura de venado corazón y el pulmón del animal); su de cacería a buscarle un venado…

y consentido, acostumbrado todo. Un día, al Silbón se (hecha con el hígado, el padre inmediatamente salió

Pero he aquí que el padre tuvo una mala jornada de cacería y, tras regresar con las manos vacías, se encontró con la cólera de su hijo, el cual se descontroló y terminó matándolo y sacándole las partes necesarias para hacer la asadura. Después le entregó las partes a la madre, quien no sabía nada del asesinato; ésta acabó por darse cuenta de que las partes para la asadura no se ablandaban como de costumbre, sospechó de su hijo y avisó al abuelo. Tras descubrir el crimen, el joven fue maldecido por su abuelo y su hermano (según algunos, también por la madre), quienes lo ataron, le pelaron la espalda a latigazos, le frotaron ají en las heridas, lo echaron con violencia de la casa y le soltaron al perro Tureco para que lo persiga. Variante de la versión 2: Dicen que El Silbón era un muchacho mimado, un joven que había crecido con tales excesos de libertad que, en su adolescencia, se fue de casa simplemente porque le apetecía ―ver mundo‖ y hacer ―lo que le diera la gana‖. Fuera de casa, El Silbón llevó una vida libertina en la que las fiestas, los excesos de alcohol y el sexo desenfrenado y promiscuo estaban a la orden del día. Como era violento, cuentan

que mató a varias personas y que por ello estuvo muchas veces en prisión (no se sabe cómo salía tan rápido). Pero finalmente El Silbón se cansó de todos los golpes y maltratos que le costaban los excesos de su vida pendenciera y libertina, por lo cual un buen día volvió al rancho de sus padres y allí, pese a todas sus atroces proezas, fue recibido con alegría y afecto. Ya pasados algunos días, El Silbón invitó a su padre de cacería; y, cuando estaban algo adentrados en el bosque después de que el muchacho guiara al padre por un buen rato, encontraron un árbol delgado y torcido que les obstaculizaba el paso. Surgió entonces el siguiente diálogo entre el hijo y su padre: Papá, ¿por qué no enderezas ese camino. ¿Por qué no lo enderezas?‖

palo?

Está

atravesando

el

¡Ay, hijo!, ese ya no se puede enderezar, debía hacerse cuando estaba tierno, cuando estaba chiquito, ya está muy formado y crecido, ya no se puede. ¡Ah! Si usted sabía que las cosas torcidas se enderezan cuando están pequeñas: ¡¿por qué entonces no me enderezó cuando podía, cuando estaba a tiempo?! Usted me dejó crecer malo, torcido y caprichoso… No sabe cuánto he sufrido por eso. He tenido que matar tanta gente y sufrir tantos golpes para estar vivo ahora… Llegado el momento, el hijo le confesó al padre que pensaba matarlo, que tenía que vengarse por todo lo que había sufrido por culpa de él. Así y sin darle tiempo de huir, lo agarró del cuello, lo apuñaló y le sacó las partes (hígado, corazón y pulmón) con que se hace el asado. Después dejó el cuerpo tirado y fue a casa con las partes de su padre para que la madre hiciera un asado… No obstante la madre se dio cuenta del crimen, entró en ira, lo maldijo y, junto al hermano y el abuelo, lo ataron, le arrancaron la piel de la espalda a latigazos, le frotaron ají, lo exiliaron para siempre de casa y mandaron al perro Tureco para que lo persiga, lanzándole la maldición de que sería errante y no tendría descanso pues oiría los ladridos del perro cada vez que se detuviera a descansar…

El Diablo en el Espejo

Unos amigos se reunieron aprovechando las fiestas navideñas para compartir una noche de alcohol y risas en mitad de un descampado. Como es habitual en este tipo de reuniones sin saber como empezaron a contar historias de terror y leyendas que conocían. Un par de ellos escuchaban asustados las escalofriantes historias que se contaban, pero la mayoría que ya llevaba un par de copas de mas, aprovechaban para bromear y tratar de asustar con un grito o saltando sobre los amigos cada vez que la narración hacía un silencio. Sin embargo cuando Alberto comenzó a contar su leyenda todos se quedaron como petrificados: ―En Nochebuena, justamente a las 12 de la noche, el Diablo hace la inspección en la Tierra, la única en el año, así que si queremos verle tiene que ser ese mismo día a esa misma hora.

Vete al baño, puesto que es el lugar más propicio para realizar el evento, y cierra la puerta. Enciende 12 velas, a poder ser negras, apaga la luz y sitúate enfrente del espejo. Cuando quede poco para que sean las 12, cierra los ojos y mantenlos cerrados hasta que quede sólo una campanada de las doce que deben sonar. En ese momento el Diablo se aparecerá en el espejo sólo durante un segundo‖

Tras terminar su historia nadie sabía envalentonados muchachos estaban realmente sabían que con las fuerzas del más allá no se figura del Diablo siempre ha sido una de las el comienzo de la humanidad.

que decir, los asustados porque debe bromear y la más temidas desde

Pero para Pablo era el momento perfecto para hacerse el machito, siempre había sido un segundón en el grupo y nadie le tomaba en cuenta por lo que era el momento perfecto para hacerse el valiente: ―¡Eso es mentira y yo lo puedo demostrar cuando quieras!‖ Todos se giraron a mirarle y rápidamente Alberto contestó: - ¿Si tan valiente eres por qué no lo probamos? Dentro de un par de días será Nochebuena, yo mismo pongo las velas. Pero si te echas atrás te tendrás que comer las doce velitas delante de todo el grupo en año nuevo. -Ok, pero si lo hago y te demuestro lo contrario ¡Quien se comerá las velas serás tú por bocazas! El grupo se rió y pasados unos minutos todo parecía haber quedado olvidado, pero para Alberto eso había sido un desafío a su autoridad como el líder del grupo y no iba a quedar así. Por lo que un par de días después se presentó en la casa de Pablo con una bolsa que contenía doce velas negras, una biblia satánica que le había prestado un amigo gótico de su hermana, un pentagrama con la cabeza de un carnero y una cámara capaz de grabar en la oscuridad que su padre guardaba en uno de los armarios como si fuera de oro.

Su intención era que cuando Pablo viera lo ―completo‖ de su ritual de invocación se echara atrás y le pidiera disculpas pero lo que no se podía esperar es que el chico reafirmado en su intención de hacerle comerse las velas frente a todos en la fiesta de Año Nuevo bromeara sobre el tamaño de estas: - ¿Qué pasa Alberto que no las había más grandes? ¿Tanto miedo te da tragártelas delante del grupo que has ido a comprar velas de cumpleaños? - Tú tranquilo Pablito que cuando te cagues del susto al menos las llamas de las velas ocultarán el olor. Alberto entró en la casa de Pablo y sin dirigirle ni una mirada mas pasó al baño de su habitación. Tal y como había visto en varias páginas de invocaciones que había encontrado en Internet colocó cinco de las velas en cada una de las puntas del pentagrama, cuatro de ellas a los lados del espejo y las tres restantes junto a la biblia satánica que intencionadamente dejó abierta por una página en la que había una especie de invocación o ritual. La escena del cuarto de baño con el pentagrama iluminado únicamente por la luz de las velas era digno de una película de terror y Pablo a pesar de tener que hacerse el valiente sintió como se le encogía el estómago al pensar que tenía que entrar solo para realizar la invocación. - Bueno chaval hasta aquí puedo estar yo en el baño- dijo Alberto con voz socarrona – por si te echas atrás en el último momento y abres los ojos antes de tiempo te he colocado una cámara de vídeo ¡Mucha suerte, espero que la leyenda no sea cierta porque de lo contrario no creo que lo cuentes! – dijo intentando darle aún más miedo – Yo te espero aquí fuera para que no te de por salir corriendo. Pablo se encontraba dentro del baño con la luz apagada, faltaba menos de un minuto y ya sentía como las gotas de sudor le caían por la frente. Una cosa es hacerse el chulito delante de todo el mundo pero otra era encontrarse con ese escenario aterrador y disponerse a invocar al mismo Diablo por una apuesta. Sin embargo reunió todas sus fuerzas para no salir corriendo y cuando Alberto le avisó cerró los ojos.

Pocos segundos después escuchó la primera campanada del reloj que tenían sus padres en el salón, el miedo que tenía y el silencio era tal que cada una de ellas parecían sonar cada vez más lentas. Al tener los ojos cerrados no percibió que con cada campanada se apagaba una vela, como si el mismo Diablo estuviera consumiendo cada una de ellas al ritmo necesario para que se apagaran simultáneamente a cada uno de los ―clang‖ del reloj. Al sonar la campanada número once, tal y como le había indicado Alberto, Pablo abrió los ojos… Alberto al otro lado de la puerta del baño esperaba que Pablo se echara atrás y saliera en cualquier momento, pero tras sonar la última campanada todo quedó en silencio. Llamó a su ―amigo‖ pero no obtenía respuesta, ya había transcurrido más de un minuto y Pablo no salía así que decidió abrir la puerta. Al abrirla todo estaba a oscuras y sólo se escuchaba una respiración ahogada en el suelo, un fuerte olor a azufre inundaba el lugar y Alberto sintió que algo iba mal. Encendió la luz del baño y se encontró al otro chico con la cara desencajada del miedo mientras se llevaba fuertemente la mano al pecho. De puro terror había sufrido un ataque al corazón y lo único que alcazaba a decir era: ―Lo he visto, lo he visto‖ Al llegar al hospital los médicos no salían de su asombro, el corazón parecía estar bien y perfectamente recuperado, no obstante el chico se encontraba en una especie de shock y no hablaba con nadie, salvo para repetir una y otra vez que ―lo había visto‖. Días después salió del hospital perfectamente menos físicamente ya que nunca volvió a ser convirtió en una persona asustadiza y frecuentemente se quedaba pensativo y en silencio conversación.

recuperado, al el mismo, se retraída que a mitad de una

Alberto por su parte nunca se atrevió a ver lo que contenía la cinta y decidió tirarla a la basura junto a los objetos que se habían usado en la invocación. Quien sabe si algún día alguien la encontrará y podrá presenciar que fue lo que vio Pablo antes de que se apagara la última vela. Por su parte Pablo sabe que

volverá a ver al Diablo el día que muera, ya que éste vendrá a reclamar su alma en persona.

Atrapada en el Subterráneo

Paula había bebido mas de la cuenta por lo que aquella noche regresaría temprano a casa, se sentía bastante mal y muy mareada pero como era relativamente temprano decidió que en lugar de

gastarse su dinero en un taxi, como hacía habitualmente cuando regresaba de la discoteca, aprovecharía que el Metro aún seguía abierto para ahorrarse unos cuantos euros. El trayecto era largo y las pocas personas que viajaban en su vagón parecían tan cansadas como ella, sólo un grupo de amigos que bromeaban al fondo del tren hacían el suficiente ruido con sus bromas y risas para mantenerla despierta, pero cada vez tenía que luchar con más fuerza para no quedarse dormida. Por desgracia en la siguiente estación tenía que hacer un transbordo así que se bajó y tras caminar por los pasillos de la estación llegó al andén en el que abordaría el metro que la llevaría a casa. El cartel luminoso avisaba que el próximo tren tardaría seis minutos en llegar, por lo que Paula decidió esperar sentada en uno de los bancos junto al andén. El silencio y la soledad de esa estación provocaron lo inevitable y a pesar de sus esfuerzos se durmió y casi sin darse cuenta se recostó en el banco usándolo como si fuera una cama. Era tan profundo su sueño provocado por la borrachera que cuando pasó el último metro de la noche ni siquiera lo sintió pasar. Hasta pasada más de una hora no se despertó, por suerte la borrachera parecía haberse esfumado parcialmente tras la cabezadita, pero algo parecía no ir bien. El cartel que avisaba la llegada del próximo tren estaba apagado y al mirar la hora en su teléfono móvil se dio cuenta que eran casi las dos de la mañana. Asustada empezó a subir las escaleras mecánicas de la estación, que ya estaban apagadas, para salir de allí. La parada en la que tenía que hacer trasbordo era una de las más antiguas, viejas y pequeñas de la ciudad por lo que la sensación de agobio y miedo eran mucho más intensas. Al llegar a la salida la peor de sus pesadillas se hizo realidad. Las puertas estaban cerradas y no había nadie en la estación por lo que por más que gritara nadie podría escucharla desde la calle. Además su teléfono estaba sin cobertura, esas malditas estaciones casi nunca tenían señal y las puertas de cristal herméticamente cerradas la separaban del exterior aún por unos cuentos metros. Paula no sabía que hacer, miraba a las cámaras de seguridad y hacía gestos esperando que alguien desde algún puesto de control pudiera verla, pero ella misma sabía que eso era imposible, no había nadie controlando las cámaras porque la estación había sido cerrada desde fuera.

¿Cómo era posible que nadie la despertara? ¿No tenían los guardias de seguridad que comprobar que nadie quedara dentro de la estación antes de cerrar? Su miedo se convertía por momentos en cólera luego no podía esperar hasta que a la mañana de nuevo el Metro, faltaban más de cuatro reiniciara el servicio y si llegaba a casa a su padre probablemente la mataría.

y confusión. Desde siguiente abrieran horas para que se las 7 de la mañana

Con la mente aún nublada por el alcohol decidió que lo mejor que podía hacer era caminar por los raíles del tren hasta la siguiente parada. El camino era oscuro y realmente tétrico pero sabía que su destino no estaba muy lejos y gracias a la luz del flash de su teléfono podría alumbrar el camino. La siguiente estación era una de las más importantes, con gran cantidad de líneas y recientemente había sido remodelada por lo que estaba segura que allí podría encontrar a alguien que la permitiera salir a la calle donde abordaría un taxi. La idea parecía muy buena, pero a la hora de la verdad recorrer aquellos túneles era realmente escalofriante, un silencio casi sepulcral hacía que hasta la más leve de sus pisadas resonaran con el eco de las paredes. Se podían escuchar los chirridos de las ratas y el goteo de algunas zonas en las que parecía que había leves escapes de agua. Sus pasos eran cortos y se detenía a menudo a escuchar porque sentía como si alguien la observara desde la oscuridad. El miedo la invadía y paralizaba por momentos, pero ya era demasiado tarde para volverse atrás, debía estar casi a mitad de camino cuando unas voces la alertaron. Por un momento pensó en gritar para que supieran que estaba allí pero decidió ser cauta y apagar la luz de su teléfono mientras se escondía en un estrecho pasillo que había en un lateral del túnel. Mientras permanecía escondida y en silencio pudo ver la figura de dos hombres bastante corpulentos, sus ojos cada vez se adaptaban más a la escasa iluminación de las luces de emergencia que había cada muchos metros en el túnel. Ambos parecían discutir acaloradamente por un cartón de vino y a escasos metros de donde se encontraba Paula comenzaron los empujones y golpes. El más grande de ellos le propinó un puñetazo que tumbó al otro y gloriosamente alzó su trofeo mientras de un trago se bebía casi la mitad del contenido del cartón de vino.

El más pequeño enfurecido sacó un cuchillo de la espalda y se lo clavó repetidamente en el cuello a su rival, realmente se ensañó con su cadáver y a pesar de la poca luz Paula pudo ver con claridad como tenía toda la cara manchada de sangre. Recogió el poco vino que quedaba y se lo tomó de un trago. Paula estaba temblando del miedo, no se atrevía ni a respirar y desde luego mucho menos a moverse, si estaba lo suficientemente quieta tal vez el vagabundo asesino se iría de allí sin verla. Pero la casualidad no se quiso aliar con ella y justo cuando el asesino se daba la vuelta para marcharse del lugar la batería de su teléfono la delató. Un incesante pitido advirtiendo que la carga estaba a punto de agotarse comenzó a sonar y el vagabundo se giró de inmediato. ¿Hay alguien ahí? Puedo escucharte, ¡Sal inmediatamente o te rajo! La pobre chica se quedó petrificada y no sabía como actuar mientras el asesino se acercaba a ella. Por instinto decidió tirarle el teléfono con tan mala puntería que este pasó por encima del vagabundo y golpeó la pared del fondo. Él, que todavía no había visto a la chica, escuchó un ruido a sus espalda y se giró, momento que aprovechó Paula para salir de la oscuridad y empujarle a la vez que salía corriendo. El vagabundo enfureció de tal manera que no dejaba de gritar e insultar a Paula, se levantó y comenzó a perseguirla por los túneles. Ella no era una buena deportista pero el miedo se apoderó de sus piernas y le dio fuerza para correr dejando atrás los zapatos de medio tacón que llevaba aquella noche, sus pies se ensangrentaron mientras corría sobre la gravilla y guijarros del suelo de túnel. Sin embargo el miedo era más fuerte que el dolor y no se detuvo a pesar de que en varias ocasiones estuvo a punto de caerse al tropezar por culpa de la casi total oscuridad de su ruta de huída. Al llegar a la estación Paula ya había logrado sacar unos cuantos metros a su perseguidor y subió al andén para adentrarse en los pasillos que la llevaban a la salida del Metro. A sus piernas empezaban a fallarle las fuerzas pero no se podía parar a descansar así que casi extenuada subió el último tramo de escaleras. Lo que vio allí la heló la sangre, la estación estaba al igual que la anterior cerrada y no parecía haber nadie, comenzó a gritar desesperada, a gesticular a las cámaras y golpear las

puertas. Pero su perseguidor que conocía a la perfección los horarios y hábitos de los trabajadores del metro ya había subido la escalera y la había cortado toda posible ruta de escape. El asesino se abalanzó sobre ella y tras inmovilizarla la violó y sometió durante más de una hora. Cuando había saciado todos sus apetitos sexuales sacó de nuevo el oxidado y ensangrentado cuchillo con el que había matado al otro vagabundo y se lo hundió repetidamente en el pecho hasta que Paula dejó de patalear y murió con una horrible expresión de terror en su rostro. Al día siguiente los trabajadores se encontraron con un surco de sangre que se perdía en la profundidad del túnel, asustados deciden revisar las cintas de vídeo que grabaron esa noche y pudieron observar la desgarradora escena de la violación y asesinato y como el vagabundo arrastraba el cuerpo de Paula dejándolo caer escaleras abajo para de nuevo arrastrarlo hasta la oscuridad de las vías del tren. La policía localizó los dos cuerpos pero no encontraron ni rastro del asesino, del cual se dice que todavía utiliza los túneles del subterráneo para esconderse de noche.

El Autobús Fantasma

De la ciudad de Toluca a la ciudad de Ixtapan de la Sal, anteriormente era obligado transitar por una carretera bastante sinuosa y peligrosa, pues bordea un precipicio sumamente profundo casi vertical y de roca sólida. Actualmente existe una autopista. Un día de tantos un autobús partió de Ixtapan de la Sal con rumbo a Toluca. El viaje era de lo más normal aunque circulaba por la noche, muchos de los pasajeros habían hecho ese viaje varias veces así que aprovechaban para dormir. El autobús inició el viaje lleno, subió por la cuesta sin problemas cuando comenzó a llover, como tantas veces en esa parte del camino, entonces alcanzó el punto más alto y luego inició el descenso e iniciaron las famosas curvas de Calderón, un tramo de carretera, en el cual las curvas son sumamente cerradas y peligrosas, además se caracteriza porque sin importar si se va a Toluca o se viene de ella esa parte es de bajada, pues es parte de una hondonada bastante grande y donde hay un puente en el cual sólo cabe un auto y está además al salir de una curva muy cerrada. En ese puente han ocurrido accidentes muy graves y muchos de ellos mortales, está tan hondo que a no ser por la cantidad de piedras afiladas a los lados, fácilmente podría sujetarse un ―bungee‖. El autobús en cuestión inició su descenso, con lluvia

y por supuesto el pavimento mojado. De repente los pasajeros se percatan de que el autobús está ganando velocidad y se asustan, reclamando al conductor, quien no dice nada en absoluto, entonces sumamente nervioso al fin atina a decir: ¡¡¡Están fallando los frenos!!! En poco tiempo el autobús toma tanta velocidad que es imposible controlarlo y en una curva el autobús se precipita al vacío, muchos mueren instantáneamente a causa del golpe, otros yacen inconscientes, hasta que el autobús se incendia y en poco tiempo es consumido por las llamas. Nadie escuchó los gritos de los pocos pasajeros que pedían ayuda y todos mueren de una forma horrible. Mientras tanto en las oficinas de la central de autobuses no reciben el reporte de que el autobús número 40 de esta línea de autobuses haya llegado, está demasiado atrasado y era el último de la noche de modo que si se averió, no habrá otro que lo alcance y pueda traer a los pasajeros, de modo que se envía un vehículo a investigar. No parece haber rastro de él en todo el trayecto, al menos no hasta llegar a las curvas de Calderón, donde una patrulla de la policía ha localizado un terrible accidente. No hay supervivientes y los cuerpos están unos destrozados fuera de lo que quedó del autobús y otros calcinados dentro del mismo. Sólo fue noticia por poco tiempo, pero a partir de esa fecha y por las noches si te encuentras en la carretera de Ixtapan de la Sal, con rumbo a Toluca por la noche e intentas subir a un autobús, es posible que sea el número 40 el que se pare y te abra la puerta. Al abordarlo notarás que es un autobús antiguo, pero en buenas condiciones, y como algunas líneas de autobuses usan vehículos no tan nuevos, no te importará mucho, pero entonces te percatarás de que aún cuando va lleno, con personas de pie, hay siempre un lugar vacío, o dos o tres, siempre de acuerdo con el número de personas que se acaben de subir. Nadie ocupa esos asientos así que te sientas aún cuando te parece raro, y sientes un vacío en el estómago. Te percatas de que a pesar de la hora nadie va dormido, mujeres hombres y niños van despiertos, pero nadie habla, ni siquiera los niños, es un silencio pesado, además todos van bien arreglados ¿Por qué? Nadie lo sabe. El auxiliar del chófer quien revisa los billetes (o te cobra el pasaje) comienza pocos minutos después a revisarlos, preparas el importe de tu pasaje pero, jamás pasa a tu lugar para solicitar

el costo, eso es aun más raro, pero piensas que al bajar en la terminal pagarás. Llegas a Toluca sin contratiempos, pero pasada la media noche, entonces el chófer detiene la unidad antes de llegar a la Terminal y te dice que debes bajar en ese momento, aunque el trayecto no ha acabado y no entiendes la razón obedeces. Entonces al llegar a la altura del chófer, el único que habla, y al intentar pagar tu pasaje, te dice que no es nada y añade: “Baja ahora y no te gires antes de que cierre la puerta o jamás dejarás el autobús”. Quienes obedecen, bajan y no se giran, si no hasta que se escucha el sonido de la puerta al cerrar y el motor del autobús arrancar, sólo para darse cuenta de que no hay autobús, este mismo ha desaparecido. Los desobedientes al bajar y girarse ven el autobús hecho pedazos, dentro esqueletos descarnados y el chófer mirándote sin decir nada. El autobús desaparece y la persona en cuestión muere unos días después. Se dice que a partir de ese momento su fantasma sube al autobús y viajará eternamente en él por causa de su desobediencia. Si por casualidad algún día viajas a Ixtapan de la Sal y de regreso tu auto no funciona, no te arriesgues, si es de noche, a subirte a un autobús, quizá sea el número 40. Si es así sólo obedece las instrucciones de ese modo podrás contarlo, de lo contrario serás condenado a viajar por esa ruta en ese autobús por la eternidad…

La Casa de los Espejos

En la parte antigua de la ciudad española de Cádiz, por la hermosa zona costera de la Alameda Apodaca y frente al monumento del Marqués de Comillas, se yergue imponente una elegante casa de tres pisos y abundantes ventanas que evoca con su arquitectura épocas pasadas. Cuenta la leyenda que en aquella casa vivía un importante almirante junto a su esposa y su hija. El almirante, que adoraba y consentía a su hija más de la cuenta, le traía un nuevo espejo cada vez que volvía de uno de sus viajes a tierras americanas. Su hija coleccionaba espejos; y así, como un reflejo del afecto que el almirante sentía por su hija, con el paso de los años la casa fue repletándose de espejos en los cuales la hermosa chica

podía mirarse una y otra vez satisfaciéndose con aquella belleza de la cual su padre presumía ante sus amigos y compañeros. Mientras su madre, sumida en las espesas sombras del olvido, sufría cada vez más celos y su resentimiento hacia su propia hija crecía y crecía cada vez mas. A medida que el tiempo pasaba, las discusiones y peleas entre madre e hija cada vez eran más frecuentes en los periodos en que el almirante se ausentaba. La relación madre-hija estaba cada vez más contaminada por el secreto odio que había empezado a crecer en la madre, por un sentimiento tan bajo y tan ciego que acabó por arrastrar al crimen a la esposa del almirante. En uno de aquellos viajes de su esposo la mujer del almirante aprovechó para poner veneno en una bebida y así acabar de una vez y para siempre con aquella hija a la cual terminó viendo como una rival a la que debía liquidar para recuperar el amor que le había sido robado… Cuando el padre de la joven regresó, se deshizo en llanto al saber que su amada hija había muerto. Según la esposa una terrible enfermedad fue la causa de la muerte. No obstante, mientras el padre lloraba desconsoladamente en la habitación de su hija, en uno de los espejos que más apreciaba su hija apareció como en un mensaje enviado desde el más allá la escena de lo que realmente sucedió y pudo ver como su esposa ponía matarratas en la comida, un veneno que deterioró a su hija hasta que finalmente murió tras una larga agonía… Atónito y lleno de ira ante la amarga verdad, el almirante obligó a su esposa a confesar el crimen y se encargó de hacer que fuese condenada a pasar el resto de sus días tras la soledad de las rejas en alguna mugrienta prisión. Sin embargo y pese a haberse hecho justicia, el viejo marinero nunca más pudo vivir en aquella enorme casa en que cada espejo le recordaba a su hija perdida. Por eso se marchó lejos sin importar las consecuencias (dicen que no se volvió a saber de él), dejando tras de sí una casa que permanecería abandonada durante décadas. Durante ese tiempo la historia de la casa de los espejos y lo que en ella ocurrió empezó a hacerse más conocida y algunos osados jóvenes aprovechaban la noche para entrar en ella a escondidas y demostrar su valentía o investigar si era cierto que allí aún residía el alma en pena de la chica asesinada. Las personas se adentraban en el viejo caserón aseguraban que en la

planta superior de la vivienda se podían escuchar llantos y lamentos de niña y en el silencio de la noche el sonido parecía rebotar de forma extraña en los espejos, como si el sollozo proviniera de cada uno de ellos… Pero si hay algo aún mas escalofriante es el relato de aquellos que osaron romper uno de los espejos, según cuentan en los fragmentos de estos no se reflejaba su rostro, como si el trozo de espejo se negara a devolver su imagen, en su lugar y si uno era tan imprudente como para mirarlo fijamente el suficiente tiempo aparecería la niña muerta reflejada, asomando lentamente su cara con una expresión de ira que haría palidecer al más valiente. Normalmente aterrorizados huían los más rápidamente posible del lugar y mientras escapaban podían ver por el rabillo del ojo como la niña les observaba desde dentro de los espejos que aún seguían intactos. Actualmente la casa ha sido restaurada, sus paredes se han pintado de verde y en su entrada se ha colgado un cartel que dice: ―Alameda Apodaca S.L. Venta de Viviendas de Lujo‖. No obstante toda esa fachada es una máscara vacía que no engaña a nadie pues, todo el que conoce la leyenda y cree en fantasmas, mira con cierto temor o respeto aquella casa en la que hace apenas unos pocos años los jóvenes seguían organizando incursiones en grupo o concursos para ver quién se atrevía a permanecer más tiempo dentro del caserón. Ninguno se atrevió a entrar por segunda vez…

Polybius Juego que Acaba con tu Cordura

Las leyenda de Polybius comenzo en los suburbios de la ciudad de Portland, en ciertas zonas de Oklahoma y, según ciertos testimonios, en el norte de California. Corría el año 1981, una época en que la industria de los videojuegos estaba en pañales y los salones llenos de arcades eran una sensación capaz de atraer a numerosos jugadores. Aquel era el escenario en que apareció el videojuego maldito de Polybius, supuestamente un mata marcianos algo abstracto en el que el jugador controlaba una nave que iba avanzando a través de niveles con apariencia tipo puzle. Pero el juego tenía una particularidad y era que la nave no se movía con el mando: en lugar de eso la pantalla rotaba en torno a la nave

mientras un abanico de vivos colores, efectos lumínicos y sonidos sintetizados invadían los sentidos del jugador como nunca antes había ocurrido con otro videojuego. Todo sugería que la empresa fabricante, Sinneslöschen, escondía la clave de lo que ocurriría con los jugadores tras la traducción de su propio nombre, ―pérdida de los sentidos‖. Fue así que, lo que tuvo un brillante comienzo, acabó en el trágico final que convirtió al juego en leyenda. Y es que al inicio fue todo un boom: los jugadores hacían enormes colas y no escatimaban a la hora de alimentar con su dinero a las máquinas tragamonedas de Polybius; el vicio abundaba y muchísimos jóvenes volvían una y otra vez a los salones de juego como si de una adicción tan poderosa como la droga se tratase. Pero había un problema y era que las máquinas tragamonedas de Polybius, lejos de tragarse solo las monedas de los jugadores, se estaban también tragando la cordura y la salud de aquellos pobres seres que inocentemente se deleitaban ante los delirantes juegos de luces y colores que Polybius mostraba… Así, pasado un tiempo empezaron las denuncias de los gamers. Se quejaban de sufrir mareos, vómitos, episodios de amnesia, horrendas pesadillas nocturnas que los despertaban agitados en medio de la noche, alucinaciones visuales y auditivas y hasta crisis epilépticas en algunos casos. Pero lo más aterrador de todo estaba en unas cosas que, por ser percibidas igualmente por todos, parecían no ser un mero producto mental. En primer lugar estaban unos escalofriantes rostros fantasmales que solo se veían con el rabillo del ojo, rostros que se cruzaban por la pantalla del juego a grandes velocidades, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos. En segundo lugar se cuenta que se escuchaban voces y lamentos fundidos con la música de sintetizador y el ruido del videojuego, además se percibían mensajes subliminales a frecuencias casi inaudibles, mensajes que reaparecían en las pesadillas nocturnas y en los episodios de alucinaciones, mensajes con contenidos desquiciantes, capaces de conducir a la depresión y al suicidio: ―Honor apathy‖ (honra la apatía) ―, ―Kill yourself‖ (mátate), ―No imagination‖ (sin imaginación), ―No thought‖ (no pienses), ―Conform‖ (confórmate), ―Do not question authority‖ (no cuestiones a la autoridad) o ―Surrender‖ (ríndete), entre otros. Muchos jugadores llegaron a sentir un odio visceral hacia Polybius y algunos de ellos terminaron por aborrecer a los videojuegos en general y se transformaron en recalcitrantes activistas anti-videojuegos. Otros, a pesar de quejarse del juego y odiarlo, no tenían la suficiente voluntad para dejarlo y

continuaban jugando frágiles mentes.

mientras

el

delirio

se

apoderaba

de

sus

Muchos testimonios afirmaron haber visto a unos hombres vestidos de negro, parecidos a los ‖Men in Black”que al finalizar el día se acercaban a los salones de juego en que estaban las máquinas de Polybius, hacían preguntas al administrador sobre los efectos observados en los jugadores, los anotaban en una lista, iban a las máquinas del juego, configuraban ciertos parámetros y luego se marchaban. Según cuenta la leyenda una vez los ―hombres de negro‖ olvidaron cerrar el menú de opciones en un salón. Lo que los testigos vieron fue perturbador: allí, en el menú de opciones, se veían parámetros como ―pesadillas‖, ―alucinaciones auditivas‖, ―alucinaciones visuales‖, ―amnesia‖ y ―mensajes subliminales‖. Hecho desconcertante y terrible, lo del menú y los ―hombres de negro‖ dio pie a la creencia de que Polybius era un proyecto del gobierno norteamericano, un experimento perverso con vías a construir mecanismos con los cuales adormecer las conciencias de las masas o inducir al malestar social a través de la apatía, la depresión y la locura. Afortunadamente para casi todos, las máquinas de Polybius fueron retiradas por los ―hombres de negro‖ tras el escándalo mediático que inició la Prensa local de Portland tras la horrible muerte de un joven que falleció entre las contorsiones de un ataque epiléptico después de haber jugado largamente en un arcade dePolybius. Tras la muerte del joven no quedó ni una sola máquina de Polybius; aunque, si hay algo incuestionable, eso es la existencia, en algunos salones de juego, de registros que mencionan a las máquinas de Polybius en 1981. Además, muchos de los que administraban esos salones han declarado a publicaciones de videojuegos que, en efecto, los misteriosos ―hombres de negro‖ iban siempre a inspeccionar la situación de las máquinas y de los usuarios antes de que los salones cerraran. Algunos de los que jugaron Polybius afirmaron que en el juego había que avanzar por laberintos tipo puzle mientras otros dijeron que lo que había era una nave que combatía en el espacio. No obstante se sabe quePolybius tenía mecanismos que producían amnesia y que a causa de eso ningún videojugador puede recordar bien cómo era el juego porque, en otras palabras, si el juego era un proyecto secreto del gobierno entonces pudo haber estado diseñado para no ser recordado uniformemente y así ser relegado como un puro mito en el imaginario social…

Pero la leyenda no termina allí. En el 2006 Steven Roach afirmó en varios foros de la red que él había sido parte del equipo desarrollador de Polybius, que no había ningún proyecto secreto del gobierno y que simplemente se había querido experimentar en el campo de los gráficos vectoriales obteniendo infortunadamente resultados como epilepsia o alucinaciones en los usuarios. Finalmente, Steven Roach dio una entrevista a Bit Parade en que, entre otras cosas, afirmó que el juego había sido redescubierto por hackers como Cyberyogi. Muchos creen que la leyenda ha sido desmentida pero: ¿y si el gobierno le pagó a Steven Roach para que mienta?, ¿y si muchos de los supuestos desmentidos no son sino un reflejo de cómo se ha caído en la trampa del gobierno norteamericano? Al igual que en Rosswell, aquí el gobierno de USA seguramente ha movido las cosas para hacernos pensar que todo es un simple mito; mas, como pocas, la leyenda dePolybius debe guardar tras de sí una inconfesable y retorcida verdad.

El Bebé con Mal Aspecto

Cuenta la leyenda que una azafata a la que le encantaban los niños en cierta ocasión detectó el caso más espeluznante que se recuerda en la historia de la aviación. Cuando tras acercarse a una madre con su bebé detectó algo raro…

Los viajes cruzando el Atlántico siempre habían sido los más odiados por Alicia, una azafata de una importante aerolínea internacional que desde hacía pocos meses había sentido como su instinto maternal se disparaba tras contraer matrimonio y el nacimiento de su primer sobrinito de menos de un año. Desde entonces no desaprovechaba ninguna ocasión para hacerle carantoñas y dedicarle unas palabras de cariño a cuanto bebé se cruzaba. Sentirse mamá aunque fuera por unos instantes la reconfortaba y animaba cada vez más en su idea de tener una gran familia que la esperara con los brazos abiertos después de cada vuelo. A pesar del cansancio y el maldito ‖jetlag‖ de esos vuelos transoceánicos en los que no daba tiempo a acostumbrarse al nuevo horario Alicia estaba especialmente feliz ese día. Tras diez días de trabajo con vuelos interminables y aburridas noches de insomnio en el hotel por fin llegaría a casa con su marido y disfrutaría de unos merecidos días de descanso. Su alegría era claramente visible y dedicaba sonrisas y atenciones a todos los viajeros, incluso sus compañeros estaban sorprendidos de su alegría, sobre todo teniendo en cuenta que aún faltaban más de nueve horas de vuelo para llegar a Madrid. Mientras avanzaba por uno de los pasillos del avión repartiendo las bandejas de comida, observó una mujer con cara de pocos amigos sosteniendo un bebé en brazos, tras ofrecerle el escaso menú (pollo o carne) le preguntó por la criatura que estaba dormida. - Pobrecito debe estar muy cansado, ¿necesita usted algo para que el bebé descanse mejor? ¿una manta extra o tal vez calentar el biberón cuando se despierte? - No gracias – Respondió la mujer con el ceño fruncido, una respuesta tajante y tan escueta que dejó claro que no quería que les molestasen. Alicia continuó avanzando por el pasillo mientras insultaba mentalmente a la mujer a la que había ofrecido ayuda y la había tratado como un desecho. Al acabar de repartir las bandejas le comentó a uno de sus compañeros lo impertinente que había sido con ella y éste le

dijo que a él le había pasado algo similar cuando trató de ayudarla a subir la maleta, se había llevado un empujón por ser amable y acercarse a ella. Al parecer la mujer era una maleducada de mucho cuidado. Varios minutos después comenzó el turno de recoger las bandejas y restos de comida así que Alicia decidió dar una segunda oportunidad a la mujer, al fin y al cabo el bebé no tenía la culpa del comportamiento de su madre. - Espero que la comida haya sido de su agrado – Le dijo Alicia con una sonrisa forzada – Si desea cambiar el pañal al bebé tenemos en la parte posterior del avión una mesita habilitada para tal efecto. -Ya le dije antes que no necesito ninguna ayuda – Contestó la impertinente mujer. Alicia a estas alturas ya había declarado su odio a la señora y furiosa la observaba cada minuto como esperando que infringiera alguna norma para llamarle la atención. Pero la mujer prácticamente no se movía ni para pestañear y lo más curioso, su bebé permanecía dormido desde hacía más de seis horas sin tan siquiera haber recibido un cambio de pañal o tomado un biberón. La azafata que había hecho de niñera de su sobrino en más de una ocasión sabía de sobre que con pocos meses los bebés son como esponjas y comen cada tres horas y si no se les cambia el pañal con asiduidad se les puede irritar el culito. Alicia decidió acercarse una vez más para comprobar que criatura estuviera bien. La mujer había cerrado los ojos y había dormido con el bebé en brazos y la mantita que cubría a criatura se había desplazado un poco dejando su cabecita descubierto.

la se la al

Alicia aprovechó para mirar la carita de lo que parecía un bebé de no más de dos meses de edad. Su piel estaba pálida y su carita parecía hinchada, además desprendía mal olor, por lo que supuso que se habría hecho caca encima y su descuidada madre no se había dado cuenta. Decidió despertar a la señora para advertirla.

- Disculpe señora – dijo mientras tocaba levemente el hombro de la mujer – Creo que el bebé se hizo caquita ¿quiere que le habilite la mesita para cambiarle el pañal? - No moleste mas, ya le dije antes que no necesito ayuda.- La mujer al ver que su bebé estaba destapado rápidamente le volvió a cubrir con la manta toda la cabecita. - Pero señora si no cambia usted el pañal al bebé puede ocasionar molestias a los otros pasajeros y lo que es peor puede provocar una irritación de la piel a su bebé. - ¡No me va a decir usted como cuidar a mi hijo!, ¡Váyase inmediatamente o le pongo una denuncia al bajar del avión! Alicia se fue cabizbaja hacia la cabina del avión, tenían terminantemente prohibido discutir con un viajero sin la presencia del jefe de cabina. Tras contarle a su jefe la situación ambos regresaron al asiento de la señora. - Buenas noches señora – dijo el jefe de cabina con la voz más dulce que podía – Quisiera informarle de la posibilidad de cambiar el pañal a su bebé de una forma más cómoda en la parte trasera del avión y le ruego que lo haga para evitar molestias a los otros pasajeros. - Ya le he dicho a la chica que cambiaré a mi hijo cuando yo quiera ¡¿Quiénes se creen ustedes para ordenarme lo que tengo o no que hacer?! - Señora por supuesto no le estamos ordenando nada, pero como usted leería al comprar el billete de su infante es su obligación mantener la higiene de su hijo y traer con usted el alimento que este precise. En todo caso le informo que existen preparados de leche a bordo del avión y si necesita le podemos preparar uno. - Si no me dejan de molestar les pondré una denuncia y le diré a mi marido que es abogado que se encargue de que nunca más vuelvan a volar. - Disculpe señora pero creo que está usted confundiendo lo que es una muestra de preocupación y nuestra obligación como

tripulantes con una orden o mandato. Únicamente informando de las que son sus obligaciones.

le

estamos

La mujer en este punto de la discusión estaba tan acalorada que se había olvidado de tapar de nuevo la cabecita del bebé y el olor se hizo aún más insoportable. Además el color que con la oscuridad de la cabina en las horas de descanso parecía pálido en realidad era mas bien tirando a violeta o un morado claro y se podía observar que en efecto el bebé tenía muy mal aspecto, hinchado y totalmente inmóvil. Los tripulantes se quedaron mirando fijamente al niño y la madre al darse cuenta le tapó de nuevo. - Señora su bebé tiene mal aspecto es nuestra obligación comprobar el buen estado de salud de todos los ocupantes del avión ¿me permite que le revise? - Usted no va a tocar a mi bebé ¡pederasta asqueroso! - Señora me veo obligado a pedirle que me permita comprobar que el bebé se encuentra bien o deberé informar al capitán. - Llame usted al presidente si quiere pero no van a tocar a mi hijo. El jefe de cabina le pidió a Alicia que se acercara a la cabina y le comunicara al capitán todo lo que había pasada y que un pasajero se negaba a seguir sus indicaciones. El capitán pidió un relevo a uno de los copilotos y se dirigió al asiento de la señora. - Buenas señora, mi nombre es Armando Fuentes y soy el capitán de este vuelo. Como máxima autoridad de este avión le solicito que inmediatamente permita a los tripulantes revisar el estado de salud de su hijo o me veré obligado a advertir a las fuerzas del orden del país de destino para que le estén esperando al aterrizar el avión. Capitán usted entenderá que no quiero que personas desconocidas toquen a mi hijo – dijo con cara de asustada- yo misma iré al baño y cambiaré a mi bebé. Perdón. - Alicia acompañe usted a la señora al baño y cerciórese de que cumple con mis indicaciones. – dijo el capitán.

Alicia sabía que algo no iba bien, es imposible que ningún bebé duerma tantas horas sin tomar un biberón, recibir un cambio de pañal y lo que es más importante con varias personas gritando a su alrededor. Así que mientras la mujer se encerraba en el baño con el niño decidió espiar por una rendija de la puerta (por suerte para ella la puerta estaba parcialmente rota). Lo que vio dentro la dejó sin habla, la mujer desnudó al bebé y un olor pútrido salió por la rendija, el niño estaba totalmente morado y una gran cicatriz le cruzaba todo el pecho, no se movía ni hacía ningún gesto. Alicia dio un grito desgarrador y uno de sus compañeros, mucho más fornido que Alicia, empujó la puerta hasta abrirla por la fuerza (tan nerviosos estaban que ni recordaron que tenían una llave). La mujer se abalanzó contra ellos dejando caer al bebé al suelo y gracias a la ayuda de un pasajero pudieron inmovilizarla. El capitán comunicó al aeropuerto de destino que estuvieran esperando las fuerzas de seguridad, el bebé estaba muerto y las continuas negativas de la madre a recibir ayuda se debían a que intentaba esconder su estado. La policía al revisar al bebé se llevaron una desagradable sorpresa. Habían sido vaciados todos sus órganos internos y dentro de su cuerpecito cosido con hilo quirúrgico había gran cantidad de droga. La supuesta ―madre‖ al entrar en el baño lo que planeaba era tirar por el wc toda la droga que había en el interior del niño muerto para evitar ser capturada por la aduana y enjuiciada por narcotráfico.

Las Gemelas

Había dos hermanas gemelas que se llevaban muy bien, como si hubiesen nacido siendo amigas: nunca se peleaban, rara vez discutían, compartían todo lo que podían, tenían las mismas aficiones y aversiones y hasta vestían parecido. Toda su vida habían estado en un barrio tranquilo, una zona residencial algo alejada del ajetreo propio de tantas partes de la urbe. Aunque ahora por razones laborales, su madre les había dicho que debían mudarse a una zona distinta de la ciudad, una parte en la que había mucha más actividad y en consecuencia debían tener más cuidado. Llegó así un día en que llamaron a la madre del trabajo y, a diferencia de tantos otros días, las niñas debían cruzar solas una calle bastante transitada. Como habían atravesado esa calle cientos de veces junto a ella, la madre pensó que podía despreocuparse de sus hijas y les dijo que tenía que irse rápido y que ellas podían cruzar solas sin problema siempre y cuando miren a uno y otro lado y estén bien atentas a los automóviles. Las niñas siguieron el consejo de la madre y esta siguió su rumbo dándoles la espalda; pero, ni bien hubo caminado un par de

metros, oyó un ruido espantoso, algo parecido al ruido que hace un coco al quebrarse. Eran sus hijas, tendidas sobre el pavimento con las cabezas aplastadas y los cerebros desparramados junto a esquirlas de hueso. A lo lejos un camión huía a toda velocidad, el conductor probablemente distraído con el teléfono o quizás tras haberse tomado un par de copas a la hora de la comida, las arrolló sin tan siquiera reducir su velocidad. El imprudente conductor al sentir los cuerpecitos aplastarse bajo las ruedas del camión aceleró y no solamente no las auxilió, si no que además puso en peligro a otros conductores que pudieron sufrir un accidente al cruzarse con él en su desesperada huída. Por desgracia todo el mundo quedó tan conmocionado que nadie tuvo tiempo de apuntar su matrícula por lo que escapó impune. La madre lloraba desconsoladamente en medio del tráfico detenido, gritaba y agitaba sus cuerpecitos como esperando que se levantaran de nuevo y le ofrecieran una de sus sonrisas. ¿Cómo podría superar la pérdida de sus angelitos de tan solo ocho años? Dicen que el tiempo es el mejor remedio y así fue… Era joven, tenía apenas unos 28 años y un par de años después, se quedó de nuevo embarazada. Casualidades del destino tuvo otra vez gemelas: el problema es que no lograba olvidar del todo a sus hijas fallecidas, sobre todo porque de alguna u otra forma sus nuevas gemelas —que ahora tenían justo la edad en que murieron las anteriores— le recordaban a sus primeras hijas. Tenían tantas cosas en común que algunas veces incluso se equivocaba de nombre al llamarlas y estallaba en lágrimas al recordarlas… Pero esta vez por nada del mundo descuidaría a sus pequeñas. Las tenía terminantemente prohibido cruzar la calle solas. Un día sin embargo vio que mientras jugaban en el parque cerca de su casa se estaban acercando demasiado a la calle y, aterrorizada, les gritó para que se detuvieran, a lo cual ellas respondieron al unísono:

—No pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez aquí y no volverá a ocurrir…

Al otro lado de la línea telefónica

Cuentan que aquella enorme casa de la colina no ha sido comprada o alquilada en muchos años. No, no es una cuestión de precios, lo que ocurre es que muchos saben lo que ocurrió allí. Una historia amarga que ha corrido de boca en boca y que es básicamente la siguiente: Era un matrimonio con tres hijos, un matrimonio de gente ocupada e importante; personas con muchos compromisos sociales, políticos o algo así. El punto es que, cuando salían a sus reuniones, dejaban a sus hijos con una chica de la urbanización a la que venían contratando desde cierto tiempo atrás.

La muchacha, que según se cuenta era muy guapa, era una de esas chicas alocadas, felices y algo despreocupadas. No obstante siempre había cuidado bien de los chicos. Así, esa noche jugó un rato con ellos y después de dormirlos fue a la cocina, se hizo unas palomitas y se recostó a ver alguna película en la televisión con el volumen alto. Pasados algunos minutos el teléfono sonó: —Buenas noches, ¿con quién desea hablar? —… —Hola, ¿me escucha?…¿hola? Siguió intentando obtener respuestas pero a duras penas podía escuchar una respiración y una especie de risa contenida de fondo; así que, irritada, cerró el teléfono con brusquedad y continúo viendo la televisión. ¿Quién sería?: ¿algún idiota sin nada que hacer?, ¿un amigo suyo?, ¿un pervertido?…En todo caso sería mejor ignorar a quien sea que estuviese fastidiando al otro lado de la línea. Pero una y otra vez seguía sonando el teléfono y aquella risa de fondo se repetía, cada vez colgaba más rápido e incluso pensó en desenchufar la línea, pero no podía hacerlo, los padres de los niños le habían dejado bien claro que en todo momento debía estar atenta a sus llamadas. Muerta de miedo y perdiendo su paciencia, llamó a una operadora de la Policía. Algo andaba mal con esas risitas contenidas y ella debía saber qué diablos estaba ocurriendo. Para su suerte la operadora, lejos de reírse, le dijo que habían introducido una derivación de su línea en la central y todo lo que ella tenía que hacer era entretener al desconocido para que en la central tuvieran tiempo de localizarlo. Quince minutos después el teléfono sonó otra vez… ¿Sería él? En efecto, solo que esta vez ya no estaba la risita contenida de fondo sino una carcajada histérica, sádica, parecida a esas que a veces muestran las películas de terror de Hollywood. —¡Pare de reír!…¡¿Qué le he hecho yo?!, ¡¿Por qué me hace esto?! —dijo nerviosa, irritada y con la voz al borde del llanto.

Nada, el hombre no hacía más que reírse cruelmente, con más histeria a medida que aumentaban las suplicas y la desesperación de la muchacha. No le quedó más que colgar, después de lo cual intentó en vano calmarse. Finalmente, apenas unos cinco minutos más tarde el teléfono sonó otra vez. Esta vez los nervios fueron tales que sintió como el corazón luchaba por salírsele del pecho. ―No contestes, no contestes‖, se dijo a sí misma aunque no pudo resistirse y contestó: —Habla la Policía. ¡Salga inmediatamente de la vivienda! Las llamadas que recibía vienen de la otra línea de la casa en que está. Hemos mandado una patrulla, ¡salga ya! El teléfono se le cayó de las manos y gotas de frío sudor resbalaban por su frente empalidecida por el susto. Quería correr pero sus piernas no respondían, sólo temblaban y temblaban… Cuando respondieron echó a correr con desesperación hacia la escalera para recoger a los niños que estaban en la planta de arriba, pero antes de subir, aquella misma carcajada sádica la detuvo en seco. Al mirar al final de las escaleras, junto a la puerta del cuarto de los niños estaba un hombre alto, de frente amplia y cabello rizado y gris. Estaba vestido con un mono blanco como el de los pintores, pero estaba lleno de manchas rojas y en su mano derecha el hombre sostenía un enorme cuchillo ensangrentado. El terror que sintió fue tal que quiso gritar y no pudo, se tropezó mientras intentaba llegar a la puerta de salida y, una vez que estuvo enfrente, intentó una y otra vez abrirla pero las manos le temblaban tanto que la llave se le caía o ella la metía mal. Mientras esa horrenda carcajada de fondo, sonando cada vez más fuerte a medida que el asesino se acercaba con una lentitud tan extrema como cruel y premeditada. Gracias a Dios consiguió por fin abrir la puerta y tuvo la suerte de que a pocas calles estaba en camino un coche de la policía. Corriendo, se alejó unos cincuenta metros de la casa viendo con asombro como el asesino no la seguía. La Policía entró en la casa pero nunca encontraron al hombre, que probablemente escapara por alguna ventana; pero, lo que aquellos agentes vieron ese día en el cuarto de los niños les marcaría por el resto de sus vidas.

Las paredes estaban cubiertas de manchas de sangre, había tripas y vísceras esparcidas por el suelo, las tres cabezas de los chicos estaban sin ojos y separadas de los cuerpos y, junto a otras atrocidades de la escena del crimen, se habían encontrado unos pañuelos que a modo de mordaza habían impedido que los gritos de sus víctimas sonaran en toda la calle. La niñera al estar viendo la televisión con el volumen muy alto nunca escuchó nada y el psicópata aprovechaba los pequeños ―descansos‖ mientra torturaba y asesinaba a los niños para llamarla por teléfono y reírse de el hecho de que a escasos metros estaba acabando con la vida de los pequeños que ella debía cuidar.

El Perro del Guardabosques

En los bosques del sudoeste de los Estados Unidos vivía un guardabosque junto a su esposa. Durante siete años habían

intentado en vano tener un hijo y nunca lo habían logrado. Todo lo que tenían era a Sam, un pastor alemán de gran inteligencia y fidelidad, un perro que en más de una ocasión había salvado a las gallinas de ladrones o animales y que incluso una vez salvó a la esposa del guardabosque de un trío de borrachos. Sam no podía hablar y decir ―papá‖ o ―mamá‖ pero hasta cierto punto había sido un hijo para la pareja. Traía el periódico y las zapatillas, perseguía el frisbee y lo atrapaba en el aire, entendía cuando necesitaban su compañía y también cuando debía irse o hacer silencio. Era un perro de esos que aparecen en las películas de Hollywood pero al fin y al cabo era un perro y nunca podría llenar aquellos espacios vacíos que motivaban en el guardabosque y su esposa el deseo hasta entonces frustrado de tener un bebé. Un día sin embargo, la mujer del guardabosque le dijo a su esposo que por fin había quedado embarazada de un niño… No lo podían creer, estaban tan emocionados que compraron biberones, ropas de bebé, pelotas, carritos y una hermosa cuna, todo para recibir a la tan ansiada criatura. Cuando el bebé nació ellos hicieron una fiesta y luego, a medida que el bebé fue creciendo, los mimos y las atenciones hacia Sam fueron disminuyendo y el perro, sintiéndose celoso del bebé, empezó a mostrarse menos afectuoso y más distante aunque siguió siendo obediente, fiel y tranquilo como siempre había sido. Nunca le vieron gruñendo al bebé o mirándole mal a pesar de los celos. Pero todos percibían que en el fondo el perro odiaba a un bebé que le había arrebatado el protagonismo y las atenciones de sus amos. Pasados los meses llegó aquel día que el guardabosque nunca olvidaría: Era una tarde en que su esposa no estaba porque había ido a reunirse con unas amigas en el pueblo, el guardabosque se había quedado sólo con el perro y el bebé. Cuando recibió una llamada avisando que unos cazadores furtivos estaban disparando sus armas a menos de un kilómetro de su cabaña. En cumplimiento de su deber como guardabosques (no así el de padre), decidió dejar al bebé, que ya tenía casi nueve meses, con el pastor alemán, su mujer le había avisado por teléfono que estaba en camino así que como máximo el niño estaría 15 minutos solo. Él sabía que volvería rápido y que el bebé dormiría al menos un par de horas más ya que se había acabado su biberón hacía escasos minutos. Le

indicó entonces a Sam que cuidase de su hijo, cogió su escopeta, cerró la puerta de casa y se marchó. Cuando regresó diez minutos después, ya que los furtivos escaparon antes de que él llegara, y abrió la puerta de su casa no daba crédito a lo que vio: Sam tumbado en la entrada del cuarto del bebé y con la boca llena de sangre y espuma. De un salto pasó por encima del perro y entró en la habitación del niño. El espectáculo que se encontró le marcaría de por vida. La cuna del niño estaba volcada en el suelo contra la pared, la mesita de noche tirada en el suelo y la cuna, sábanas e incluso el suelo y la cortina manchadas de sangre, sangre que el mismo perro se lamía de sus patas. Por unos instantes permaneció pasmado y con la mandíbula ligeramente desencajada, luego y con los ojos llorosos de pura furia comprendió que el perro esperó su ausencia para deshacerse de ese molesto niño que le había robado el protagonismo. Una mueca de ira apareció en su rostro y, sin poder ni querer pensar en lo más mínimo, cargó su escopeta y disparó al perro. Los perdigones reventaron el cuerpo de Sam, la sangre brotó a raudales de varios puntos de su piel y el pobre animal dio un gemido de dolor para luego desplomarse en un gran charco de sangre. Pero cual sería su sorpresa cuando la detonación provocó un llanto que nunca más esperó volver a escuchar, el guardabosques corrió hacia la cuna que estaba derribada en el suelo para darse cuenta de que en realidad el bebé se había quedado dormido detrás de ella y que las sabanas ensangrentadas que cubrían al bebé no le habían permitido darse cuenta de que su hijo seguía con vida… Sujetando al bebé en sus brazos y mientras le besaba embargado por la alegría vio que estaba completamente sano y sin un solo rasguño, con lágrimas resbalando por sus mejillas, incorporó la cuna y lo dejó en ella para luego dirigirse hacia sus sábanas revueltas y ver que, sepultada por la tela, estaba enrollada una gran serpiente cascabel de casi dos metros de longitud, muerta por los mordiscos del fiel perro que había arriesgado su vida por salvar al bebé de la letal serpiente. No podía creer lo que había hecho, y llorando como un niño abrazaba el cadáver de su amigo inseparable, al revisar con más detenimiento su cuerpo se fijó en un par de puntos rojos en su

pata, era una picadura de la cascabel, probablemente su veneno era el causante de la espuma en su boca y sin duda parte de la sangre que había en el cuarto y la que el perro lamía de sus patas eran de él mismo. Cuando su esposa llegó el guardabosque le contó lo sucedido. Dicen que fue tal el remordimiento que tuvo que gastó casi todos sus ahorros para enterrar al perro como habría enterrado al hijo que, gracias al fiel pastor alemán, no murió aquel día…

El Peaje

Era una noche aburrida y tediosa como cualquier otra en el gris trabajo de un viejo cajero de peaje. Además esa semana le tocaba trabajar en el turno de noche y el aburrimiento se multiplicaba en una de esas largas noches en las que casi no pasaba ni un vehículo. Su única compañía hubiese sido su compañero Ernesto, pero por desgracia a él esa noche le tocaba la entrada de camiones y vehículos pesados que se encontraba en la cabina más alejada. Hacían mas de veinte minutos desde que pasó estaba empezando a perder su lucha contra el lejos apareció uno de esos coches tuning atracción de feria con sus luces de neón y volumen…

el último coche y sueño cuando a lo que parecían una su música a todo

Escuchar Daddy Yankee a todo volumen a las cuatro de la mañana ya hubiese sido motivo suficiente para odiar al grupo de macacos que había en el interior del vehículo. Pero al bajar los cristales tintados de la ventanilla su repulsa aumentó al ver a un niñato de unos veinte años con una camiseta sin mangas y el típico cuerpo de haberse machacado en el gimnasio aderezado con un poco de esteroides. Además tenía todo el brazo, el cuello y parte de la cara tatuados, pero lo más impactante de su aspecto de matón de discoteca era una funda metálica en los dientes

superiores que hacía que su aspecto fuera incluso más amenazante y aterrador. - ¿Qué pasa abuelo tengo algo pintado en la cara o qué? Tras hacer la pregunta se escucharon unas risas de los otros ocupantes del vehículo, debían ser unos tres mas y cuando vieron que su ―líder‖ se envalentonó aprovecharon para asomarse por las ventanillas para ver la cara de miedo del viejete mientras su amigo le empezaba a molestar. - Vamos Tutankamón que no tenemos toda la noche ¿Cuánto es? - Un euro y medio – contestó el viejo sin levantar la cabeza. - ¡¡Pero serás ladrón!!! No me jodas cada día es más caro. - Tiene usted razón señor pero yo no pongo los precios, yo solamente soy un ―mandao‖. - Jajaja mira el viejales que educado que me llama de usted y todo. Me has caído bien Tutankamon, ¡¡¡Sal de la cabina que nos vamos de fiesta!!! Disculpe señor pero no puedo abandonar mi puesto. - ¿Seguro que no te quieres venir? – El matón alargó el brazo y le dio un billete de cinco euros para pagar el peaje. - No, muchas gracias – le dijo el hombre que no levantaba la mirada del suelo de puro terror. Mientras contaba el cambio que tenía que devolverle aprovechó para levantar la barrera, cuanto antes se fueran mejor. - Aquí está su cambio señor – dijo tratando de no cruzar la mirada con él. En ese momento un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando sintió como una fuerte mano le agarraba de la muñeca. - ¡¡¡Te vas a venir con nosotros quieras o no!!! – Mientras pronunciaba esas palabras sacó una cuerda y con un nudo que ya tenía preparado le ató la mano. Sin mediar mas palabra el matón aceleró su coche al máximo y salió quemando ruedas mientras de la ventanilla salía más y más cuerda que debían tener enrollada dentro del coche. El hombre paralizado por el miedo, intentó desesperadamente deshacer el nudo, pero era muy complejo y se notaba que lo habían preparado para resultar casi imposible deshacerlo. No sabía cuanta cuerda había dentro del coche y en cualquier

momento recibiría un fuerte tirón que le podría arrancar el brazo o lo que es peor le arrastraría detrás del coche de los matones. Esa gente desalmada podrían arrastrar su cadáver durante kilómetros antes de soltar la cuerda. El hombre recordó que sus hijos le habían regalado una navaja suiza por el día del padre, una de esas multiusos que sirven para todo y en realidad no sirven para nada. Intentó en vano cortar la cuerda, pero parecía una de esas de alpinismo ultra resistentes y preparadas para soportar roces contra la roca y grandes tirones. Su compañero de trabajo al escuchar sus gritos salió corriendo hacía su cabina sin saber que sucedía y al ver la cuerda atada a la muñeca de su amigo y como el coche se alejaba a toda velocidad se quedó petrificado. Cuando todo parecía perdido, sucedió lo que menos se hubieran podido esperar, el otro extremo de la cuerda salió por la ventanilla del coche que se alejó a toda velocidad… Realmente la cuerda nunca había estado atada al interior del coche. Tan sólo fue una broma macabra y de mal gusto con la que los matones pretendían darle el susto de su vida al pobre hombre del peaje. Mientras su corazón bajaba el ritmo de pulsaciones, que a punto estuvieron de causarle un ataque cardíaco, se dio cuenta de que del miedo se había hecho pis encima, pero la verdad es que eso le importaba poco cuando había visto tan cerca la muerte. Esa noche no volvería a pasar sueño en su turno.

Blind Maiden – La Doncella Ciega

La leyenda de Blind Maiden es una muestra de las capacidades del horror para expandir sus tentáculos y seguir generando leyendas urbanas incluso en nuestros días. Nacida en el ámbito de la era digital, esta leyenda cuenta con multitud de personas que afirman haberla vivido. Pero, ¿en qué consiste? Se dice que existe un sitio llamado www.blindmaiden.com (Blind Maiden significa Doncella Ciega), un sitio en el que sólo puedes ingresar si cumples con los siguientes requisitos: 1) debes

estar completamente solo, 2) deben ser las doce de la noche en punto y no debe haber luna, y 3) las luces de tu casa deben estar apagadas. Según he averiguado existirían también otros requisitos adicionales que no todos han oído de la leyenda conocen: 4) no deben haber artículos religiosos (crucifijos, estatuillas, rosarios) cerca, 5) debe ser un jueves 23, sea del mes que sea., 6) otras personas dicen que el sitio no es www.blindmaiden.com sino www.blaindmadelaine.com Quienes han entrado cuentan que lo que primero aparece es un enorme flujo de imágenes perturbadoras, imágenes que en algunos casos son tan horrendas y fuera de lo habitual que, según afirman los testigos, es imposible describirlas con palabras. Pero lo más preocupante (aunque no sea lo visualmente más insoportable) es el archivo de víctimas: una serie de personas sin ojos que aparecen arrastrándose en catacumbas, en cámaras de torturas, incluso en lugares llenos de sombras que se cruzan fugazmente y emiten espantosos alaridos… Dicen que después de aquello surge una esta pregunta: ―¿Te gustaría participar en una experiencia de horror absoluto?‖. Si osas acceder observarás atónito y congelado por el espanto como una macabra silueta se mueve por tu propia casa: primero en los lugares más distantes de aquel en el que estás; luego, progresivamente, irás viendo como el espectro se acerca hacia tu habitación. Una vez que entre estarás perdido pues te verás a ti mismo de espaldas en el monitor e irás sintiendo cada vez más la cercanía de aquel espíritu maldito hasta que la situación se vuelva insoportable y tú gires para ver qué hay detrás de ti…Será entonces el final de tu vida aunque en un principio no la parezca ya que lo que primero verás será el fantasma de una hermosa mujer ciega; mas luego, cuando se te acerque lo suficiente, su rostro se transformará de forma espantosa: su mandíbula se alargará y mostrará hileras de filosos colmillos ensangrentados, sus ojos primeramente blanquecinos se transformarán en dos fosas vacías y oscuras, su nariz respingada desaparecerá para dejar su lugar a dos pequeños hoyos; y sus manos se llenarán de largas garras e irán directo hacia ti para arrancarte los ojos, para condenarte a ser otro ciego atormentado en el archivo de víctimas, otro curioso que murió sin dejar más rastro que su imagen en el escurridizo registro digital de los asesinados por la Dama Ciega.

Y bueno, qué dicen: ¿se atreven a probarlo? Ya saben: nada de luces encendidas, hacerlo acompañado o crucifijos en la pared…

El cartucho maldito de Majora’s Mask

Todo comenzó cuando a un joven sin mucho dinero le regalaron un Nintendo 64. El joven, que quería juegos pero no tenía la billetera gorda, decidió que una buena opción era comprar

cartuchos usados. Y estaba de suerte porque justo al día siguiente de que le regalaran la consola, un anciano abrió una venta de garaje en la cual, entre muebles, lámparas, utensilios de carpintería y otros objetos innecesarios, gritaba su presencia un pequeño cartucho de Majora‘s Mask (un juego de la saga The Legend of Zelda). En cuanto al viejo que vendía el juego…bueno, digamos que su apariencia no le inspiraba demasiada confianza al muchacho: había algo un tanto raro y siniestro en su rostro, en algunos de sus gestos y sobre todo en la mirada perdida en el infinito de sus pequeños ojos negros… A pesar de eso, después de preguntar si funcionaba el chico se arriesgó a comprarle el viejo cartucho — ya un poco desgastado, negro y con el nombre ―Majora‖ escrito con marcador rojo-sangre permanente— al anciano. No le preocupó la rara apariencia del juego: pensó que aquello se debía a excentricidades de su antiguo dueño que… ¿quién sabe?… a lo mejor era uno de esos góticos extravagantes… Así, el chico se lleva el cartucho sin sospechar que aquello sería el inicio de una larga pesadilla. Cuando el chico encendió el juego, se dio cuenta de que debía tratarse de una versión beta porque habían pequeños errores en las texturas: nada grave, fuera de eso todo parecía estar bien. Aparte había un archivo bastante avanzado (aunque no acabado) bajo el nombre de ―Ben‖ pero el chico quería comenzar desde cero así que creó un archivo propio en que bautizó a su personaje como ―Link‖. Al empezar a jugar creyó que todo sería normal hasta que, habiendo ya avanzado en la historia, se percató que en definitiva la programación del juego hacía que, sin explicación alguna o patrón lógico perceptible, unas veces apareciera el nombre de ―Ben‖ y otras el de ―Link‖. El chico, que sabía algo de informática, pensó que aquello se debía a algún extraño bug y optó por borrar el archivo de Ben a ver si así acababa el problema. Sucedió justo lo contrario: empezaron a pasar cosas aún más raras, escalofriantes en algunos casos. Comenzó a salir la música al revés, a aparecer diálogos muy extraños, a ocurrir cosas ajenas a la trama normal del juego, a surgir glitches, risas macabras de fondo, etc. Y todo eso repitiéndose, volviendo una y otra vez… Mas lo peor de todo vino cuando el juego se reseteó solo y creó un archivo llamado ―Drowned‖ (‗ahogado‘ en español). Fue allí que Skull Kid (el antagonista principal del juego) se le empezó a aparecer todo el tiempo, asesinándolo de forma instantánea

cada vez que aparecía; fue a partir de eso que Link empezó a aparecer contorsionado en posiciones igual o más demoníacas que las que salen en el film El Exorcista. Incluso Link llegó a aparecer de forma tétrica como un zora que moría ahogado (cuando los zoras pueden respirar bajo el agua…). Todo lo anterior resultó perturbador y a veces aterrador para el chico que adquirió aquel maldito cartucho. Pensó en dejarlo, quiso dejarlo pero no pudo porque la curiosidad y la fascinación lo anclaban ante aquellas visiones siniestras que desfilaban por la pantalla. Disfrutaba y a la vez sentía la angustia de la perturbación viendo como el nombre de ―Ben‖ volvía una y otra vez junto a Skull Kid que, entre horrendas risas de fondo y música invertida, lo asesinaba sin piedad. ―Afortunadamente‖ el chico llegó a un punto en que ya no aguantó más y decidió ir a ver al anciano para que le diga quién era ese tal Ben. Pero el viejo no estaba, había desaparecido junto a las respuestas que de él podía obtener. Desesperado, fue a averiguar entre los vecinos a ver si alguien sabía dónde había ido el viejo y si en efecto vivía donde él creía que vivía. Y sí, vivía en la casa del garaje y, según le dijeron, era un tipo muy raro y algo ermitaño, un hombre al que rara vez se lo veía pues casi nunca salía de casa. Desgraciadamente había salido justo cuando él lo había ido a buscar pero, lejos de esperar a que vuelva, se dejó llevar por la ansiedad y preguntó por Ben. La respuesta que recibió le heló la médula: le dijeron que Ben era un muchacho que vivía en la casa en que ahora vive el anciano y que, hace ocho años, Ben tuvo un horrible accidente en el que…murió ahogado… Se dice que el chico de la historia que les he contado aún vive con el temor en la sangre, que nunca más volvió a jugar Majora‘s Mask, que tiene miedo de meterse al mar, que a veces sueña con que Skull Kid lo asesina y que vendió el cartucho a alguien que pidió reservar su identidad en secreto…Vaya Dios a saber quién será el portador del cartucho maldito y cuántos locos (incluyendo el que les ha contado la historia) darían una buena cantidad de dinero por el cartucho negro de las letras rojas.

Un Loco Anda Suelto

El enorme y famoso manicomio de Ciempozuelos es un lugar al que han ido a parar lunáticos y trastornados de todas partes de España. Esquizofrénicos, paranoicos acosados por delirios de persecución, megalómanos e incluso peligrosos psicópatas que son enviados a sus instalaciones para evaluar su situación mental tras cometer varios asesinatos. Un sábado, en una noche oscura, fría y lluviosa, empezó a correr el rumor de que uno de los locos más peligrosos y trastornados se había escapado del manicomio de Ciempozuelos. Dicen que era un psicópata que cometió crímenes horrendos antes de que lo detuvieran y, tras exámenes psiquiátricos, lo trasladaran de la cárcel al manicomio… Las autoridades pidieron la colaboración ciudadana para su captura y en televisión y radio de daban continuos boletines y descripciones del demente. El mismo día en que el loco se escapó, una pareja de enamorados a punto de casarse estaba volviendo a casa tras pasar una noche de fiesta. No obstante, entre copas y bailes, a ambos se les había olvidado que tenían poca gasolina y así, pasada ya la una de la madrugada, el coche se les quedó sin combustible y tuvieron que parar al borde de la carretera. Afortunadamente la gasolinera no estaba tan lejos, diez minutos de ida y diez de regreso y todo estaría arreglado. La chica insistía en que podría ser muy peligroso pero el novio le hizo ver que alguien tenía que quedarse cuidando el coche, que volvería pronto y que nada pasaría porque aquella era una carretera muy segura y siempre pasaban policías. Finalmente ella se quedó tranquila y el muchacho se fue andando rápidamente. Pero el tiempo pasaba, una lluvia torrencial había empezado a caer y en los veinte minutos que habían transcurrido no había pasado ni un solo policía. Y lo que era peor e incluso insólito: no había aparecido un solo vehículo mas…Llena de temor, la chica encendió un cigarrillo y empezó a fumar mientras miraba a su alrededor y ojeaba cada cierto tiempo el reloj. Había pasado una hora entera cuando ya los nervios se habían vuelto inaguantables y el terror, se enroscaba como una gigantesca anaconda sobre su garganta… Pensó que habían calculado mal la distancia a la cual estaba la gasolinera, imaginó la posibilidad de que hayan cerrado la gasolinera y su novio haya tenido que caminar más buscando alguna casita al borde del

camino en la cual pudiesen darle algo de gasolina: pero nada conseguía tranquilizarla.. A pesar del miedo, el sueño y el efecto del alcohol la hacía cabecear contra el volante en su empeño por no quedarse dormida. Luchó y luchó, despertándose y volviéndose a dormir una y otra vez hasta que finalmente se quedó con los ojos cerrados encima del volante… Dos horas habían transcurrido desde que su novio partió cuando de pronto se despertó sacudida por unos golpes muy fuertes en el techo … Al abrir sus ojos vio horrorizada que las ventanas y el vidrio delantero estaban repletos de pequeñas manchas de sangre. Gritando con todas sus fuerzas, salió corriendo a toda prisa del coche mientras los golpes seguían en el techo del vehículo. Nunca olvidará lo que vio aquel día, cuando ya un tanto alejada, miró hacia atrás y vio sobre el coche a un hombre con las blancas ropas del manicomio manchadas de sangre que golpeaba y golpeaba el techo del vehículo con la cabeza sin ojos de su novio … La chica logró escapar y el loco, horas después del encuentro, fue detenido por la Guardia Civil, aún llevaba la cabeza en sus manos. Pero la locura engendra locura y quien fuera una feliz veinteañera a punto de casarse parece ahora una vieja de cabellos largos y despeinados. Su cordura no pudo soportar lo que vio y cada noche lluviosa el sonido de las gotas le recuerdan al que producía la cabeza de su novio impactando contra la chapa del techo y la sonrisa de macabro placer que adornaba la cara del loco mientras golpeaba y golpeaba el techo del vehículo.

La Gitana

Cuentan que un día una mujer caminaba por la calle cuando de pronto una gitana se le acercó corriendo y, en tono muy preocupado y algo agitado, le dijo que era clarividente y que había visto algo terrible en su aura que podría marcarle el destino. Para esclarecer bien de qué se trataba le tomó la mano y empezó a leer sus líneas, sin embargo sus visiones no parecían del todo claras por lo que le dijo a la mujer que debía volver por la noche para así poder ayudarla mejor con las cartas del tarot y la bola de cristal. La mujer le dijo desdeñosamente que no le hiciera perder el tiempo pero aún así la gitana le señaló su casa y le rogó que no olvidase venir esa misma noche. Al llegar a su casa después del trabajo la mujer recordó las palabras de la gitana y se inquietó un tanto al pensar que si estaba tan preocupada y ni siquiera la cobró podría ser porque en verdad creyó ver algo. No obstante prefirió no ir al lugar indicado, no sabía cuales eran las intenciones reales y acudir de noche a un callejón apartado era muy peligroso. A la mañana siguiente cuando fue no encontró a la gitana sino a una ancianita que le dijo que la gitana había salido y le había dejado una carta de suma importancia, una carta que debía ser leída cuanto antes fuera posible. Nuevamente la mujer no dio

mucha importancia a la gitana y optó por leer la carta cuando estuviese en la comodidad de su hogar. Una manzana antes de llegar a su casa la mujer tropezó y cayó en mitad de la carretera justo cuando un camión se venía a toda velocidad. El camión le hizo puré casi toda la mitad superior del cuerpo. Fue algo verdaderamente escalofriante. Cuando la Policía llegó al lugar del accidente un detalle perturbador fue hallado en uno de los bolsillos del pantalón de la mujer. Allí, dobladita, había una pequeña carta que decía: “Estimada señora, esta carta es para advertirle que el día de mañana no salga usted de su casa para nada, ya que ese día usted morirá atropellada. Ante su ausencia, decidí tirar las cartas del tarot por mi cuenta ya que realmente estaba preocupada por la mancha que vi en su aura… Espero que cuando lea esto no sea demasiado tarde”

Mary Ann y el Espejo Roto

Todo comenzó en Tetbury, una pequeña localidad de cierta campiña inglesa situada a unos cuarenta minutos de Oxford. Se dice que allí, hace muchos años, vivía una chica de deslumbrante belleza llamada Mary Ann Sawford. Sus cabellos eran largos, ondulados y de un dorado semejante al oro, su cuerpo era todo un monumento y su rostro tenía facciones tan bellas y finas que parecía el rostro de un ángel. Por todo ello Mary Ann estaba acostumbrada a ser el centro de atención, un imán que por donde iba monopolizaba las miradas masculinas y que, con una sola mirada de sus ojos azul-zafiro, era capaz de hacer que cualquier chico del pueblo caiga rendido a sus pies. Pero su apariencia era sólo el bello envoltorio de un alma insensible y algo cruel. Detrás de su rostro angelical latían una soberbia y una arrogancia sin límites pues Mary, cegada por la vanidad y la superficialidad, creía que por ser tan hermosa era superior a los demás, mirando casí siempre con desdén a las otras personas, particularmente a aquellas que no habían tenido la suerte de ser tocadas por la belleza. Fue así que aquella detestable actitud de Mary consiguió que, con el tiempo, la envidia que las chicas del pueblo le tenían acabase por transformarse en una peligrosa combinación de celos y odio.

En su crueldad, Mary Ann encontraba un gran deleite en amargarle la vida a una chica jorobada de nombre Elizabeth: la trataba con apodos, le lanzaba bromas denigrantes, la dibujaba, entre otras cosas…Y todo eso durante años. Un día cruzó los límites y humilló fuertemente a Elizabeth delante de Robert, el chico que Elizabeth amaba. Esa noche Elizabeth lloró y juró que ya había sufrido demasiadas humillaciones y que era hora de hacer justicia y vengarse de Mary Ann. Quería hacerle algo horrible sin importar las consecuencias, algo que le haga pagar por haber adoptado por tanto tiempo la actitud aborrecible de la niña mimada en la que se había convertido… Tres días más tarde Elizabeth fue arrestada después de lanzar una sartén de aceite hirviendo al rostro de Mary. Mary Ann sobrevivió, incluso conservó la vista…pero el precio fue muy alto, tan alto que ella habría preferido morir: su rostro angelical quedó tan desfigurado por la severidad de las quemaduras que parecía el de un monstruo infernal, su pecho y su cuello habían quedado en un estado lamentable y había perdido una buena parte de su dorada cabellera. Dicen que la primera vez que vio su nuevo aspecto estuvo toda la noche gritando, y que entró en una crisis nerviosa tan terrible que sus alaridos estuvieron resonando por gran parte de Tetbury hasta casi entrada la mañana. Jamás volvió a ser la misma: se había transformado en un ser traumatizado y atormentado. Pasaba todo el tiempo encerrada en su casa, no permitía visitas. Cubrió con viejas sábanas todos sus espejos para así evitar el suplicio de mirar su horrendo aspecto. Pasaba horas enteras peinándose el poco pelo que le quedaba mientras se repetía una y otra vez que era la chica más bella del pueblo. Cuentan que si pasabas cerca de su casa podías casi siempre oírla sollozar, incluso dicen que a veces por las noches se ponía a gritar como loca. Con el tiempo fue enloqueciendo cada vez más, aunque no permaneció mucho tiempo mas entre los vivos, ya que después de que perdiera su belleza: un día, incapaz de seguir aguantando su suplicio, Mary destapó uno de sus espejos y, al ver su monstruosa imagen, comenzó a gritar, rompió el espejo y luego se cortó las venas con uno de los pedazos del afilado cristal… Pasados pedazos odio y sola en

unos días se encontró su cuerpo desangrado encima de los del espejo. Cuentan que nadie acudió a su funeral, el envidia que había despertado en vida la habían dejado sus últimos momentos.

Con el paso de los años empezaron a nacer extraños rumores en Tetbury: se decía que el espíritu de Mary Ann estaba penando y que hasta se podía invocar. Todo lo que había que hacer era estar solo en tu casa de noche, escribir el nombre de Mary Ann en un espejo y luego acostarte. Supuestamente, a la mañana siguiente encontrarías el espejo roto y verías que tu reflejo ha desaparecido para siempre, y en su lugar aparecerá el rostro quemado de Mary Ann en cada espejo a tu alrededor, el espíritu te estará vigilándo desde el más allá mientras se peina su raída melena… En un comienzo creerás que se trata de alucinaciones pero luego la verás cada vez más: en el cristal de la ducha, en el vidrio de la ventana, en la pantalla del ordenador, en tus sueños… Mas solo tú podrás ver el rostro aterrador de Mary Ann, nadie más lo verá y si lo cuentas los demás pensarán que estás loco y al final tarde o temprano acabarás tan trastornado como la propia Mary Ann… Seguirás viéndola hasta que un día te hartes y rompas uno de los malditos espejos en que Mary Ann te observa peinándose. Pero cuidado: el día que hagas eso, ten por seguro que morirás, ya que Mary Ann enfurecerá y mientras duermes poseerá tu cuerpo y te obligará a suicidarte cortándote las venas con los afilados restos del espejo igual que ella se quitó la vida abandonando su sufrimiento en este mundo…

El Pozo de las Cadenas

En el pueblo de Tecate, ubicado al final de la Rumorosa, se cuenta que en tiempos de la Revolución Mexicana, alrededor de 1910, vivía un matrimonio de personas muy pacíficas y trabajadoras. Eran una pareja sin hijos. El señor se encargaba del cultivo de las tierras y su esposa se encargaba del cuidado de la casa. En aquella época no había mucha gente en los alrededores y los caminos eran simples brechas secas marcadas sobre el árido paisaje, vetas polvorientas por las que a veces pasaban los caballos levantando polvaredas con su andar. Un día aparecieron unos hombres que llevaban varias horas caminando bajo el sol ardiente. Extenuados y sedientos de tanto andar bajo el calor, vieron que el señor que trabajaba en sus

cultivos era la única persona consecuencia, se le acercaron.

que

tenían

cerca

y,

en

— ¡buenas tardes! —saludaron. — ¡buenas tardes! —Respondió el señor, dejando su labor y ventilándose con el sombrero—. ¿Cómo así por acá? Muy poca gente viene por aquí. —El deseo de encontrar buena fortuna nos trae —respondió uno de los hombres. —Vamos a Tijuana, acabamos de cruzar la Rumorosa —dijo el otro. —Pues aún les queda mucho camino, Tijuana está bien lejos. —Sí, y eso que con lo que hemos andado ya nos morimos de sed, ¿no tendrá un poco de agua que nos regale? —preguntó uno de los extraños. — ¡Chingallos, me acabo de tomar el último trago! Pero ándale, no se preocupen que mi casa está cerca y tengo un pozo. A menos que tengan prisa. —respondió el campesino — ¿Prisa? Prisa pero por beber agua, compadre —dijo uno de los hombres y luego todos siguieron al señor para saciar su sed. El hombre, que casi nunca veía a alguien pasar por el lugar, se emocionaba cada vez que venían visitantes e intentaba aprovechar la ocasión para enterarse de chismes y noticias. Se apresuró entonces por levantar sus aparejos y luego condujo a los hombres hasta su casa. Allí su esposa los recibió y ellos la saludaron quitándose el sombrero. Una vez hubieron entrado, los hombres bebieron toda el agua que pudieron, comieron como náufragos y conversaron larga y amenamente. Entretanto, la tarde ya estaba por irse y el atardecer, en su avance, iba incendiando el cielo para después dar paso a los coyotes con sus aullidos de veneración ante el ascenso de la Luna. Los hombres sin embargo no dieron muestras de marcharse, de hecho se veía que querían prolongar las conversaciones con el ánimo de quedarse. Viendo eso, el hombre y su esposa les hicieron un catre con ramas de paja para que puedan dormir.

Pasadas las horas un grito rasgó el silencio de la madrugada, un grito que a lo lejos retumbaba como delatando la proximidad de la muerte en las inmediaciones… Nadie supo nunca qué ocurrió. Se cuenta no obstante que los extraños pertenecían a una banda de sangrientos delincuentes, de hombres deshumanizados que disfrutaban con el sufrimiento de todas aquellas víctimas que les oponían un mínimo de resistencia. Cuentan pues que intentaron robarle y que el hombre intentó presentar resistencia, quizá más de la cuenta porque la crueldad con que lo liquidaron aún se recuerda entre los habitantes de la zona: lo amarraron con cadenas, le quitaron los ojos, lo echaron al pozo y luego arrojaron piedras al pozo para cubrir su cuerpo ahogado. De su esposa y de los asaltantes nunca se supo nada. Tal es al menos la versión que se tiene sobre su muerte, versión de la que muchos no dudan, sobre todo quienes cuentan que hay noches en que cerca del pozo se oyen ruidos de cadenas, gemidos de llanto e incluso escalofriantes alaridos de desesperación. Dicen que pena en busca de su esposa desaparecida y de los malditos que la asesinaron, dicen que por las mañanas se pueden ver con claridad las huellas de sus pies encadenados, que a veces se escucha como si lanzaran piedras al agua del pozo a pesar de que no hay nadie cerca que las lance…Incluso, hay quienes aseguran que, cuando han pasado cerca del pozo en la madrugada, han escuchado burbujas, tal y como si alguien o algo en el interior del agua las estuviera produciendo. Los pocos que se han atrevido a mirar cuentan haber visto un rostro grande, de un espectral azul blanquecino, gritando con los ojos inundados de angustia; y ascendiendo, ascendiendo como para querer contactar con el asustado visitante…

La Puerta del Baño

Cuenta la leyenda que hace muchos años el conserje del colegio San Blas en una revisión rutinaria de las instalaciones de la escuela, encontró el cadáver de la señora de la limpieza tirado en el baño en un gran charco de sangre. Tenía la ropa llena de rasgaduras y heridas y le faltaban trozos en la cara como si hubieran sido arrancados a mordiscos.

Aterrado, llamó a la Policía y los policías se llevaron el cadáver, al parecer había muerto tras varias horas de crueles torturas. Nunca se descubrió al culpable y la memoria de lo sucedido fue pasando de generación en generación de estudiantes, que contaban la historia entre burlas y sin darle la mayor importancia. Actualmente se dice que, si te encierras a solas en el baño, puedes sentir como la mujer toca la puerta… Si cometes el error de abrirle, su espíritu atormentado entrará y te torturará del mismo modo que lo hicieron con ella.

Pedro y sus amigos siempre habían creído que la leyenda era una chorrada y se burlaban de uno de sus amigos que insistía en que él una vez estuvo solo en el baño y le tocaron la puerta. Hasta que hace unos días se celebró en el colegio la fiesta de fin de curso… Pedro estaba hablando con un amigo y le dijo que le esperara un rato mientras iba al baño. Curiosamente no había nadie cerca, algo poco habitual porque el colegio estaba lleno de gente por la fiesta, y fue allí donde se acordó de la leyenda. Haciéndose el gallito con la valentía del que se ha tomado alguna copa de más decidió ponerle el seguro a la puerta para comprobar si la historia de fantasmas era cierta. Pretendía burlarse de los demás por un miedo infantil que él consideraba de cobardes. Una vez hubo cerrado la puerta del baño se acercó al inodoro y, como queriendo rematar el asunto, cerró también la puerta del pequeño cuartillo en que tenía que hacer sus necesidades. De pronto escuchó unos golpes secos en la puerta y a pesar de su supuesta valentía se asustó tanto que fue como si una mano helada le apretase el estómago. Con la voz entrecortada preguntó: ¿Quién es? – Tratando de que no se sintiera el miedo en su voz.

Ya algo repuesto pero aún con miedo volvió a preguntar: ―¿Quién es?‖. Nadie le respondía, además se había hecho un absoluto silencio, tan absoluto que ni siquiera se escuchaba el ruido de la fiesta. Por su cabeza rondaban mil ideas ¿Cómo podía haber entrado alguien si él cerró con llave y comprobó que se encontraba solo? Los golpes volvieron, y como queriendo convencerse a sí mismo de que alguien se había encerrado para hacerle una mala jugada, lanzó un grito entre enfadado y atemorizado. ―¡¿Quién es?! ¡No jodan!‖. Armándose de valor, miró por debajo de la puerta y sintió que se le paraba el corazón al ver que no había nadie al otro lado de la puerta. Impulsado ya no por el valor sino por el terror que nos hace correr para sobrevivir, abrió violentamente la puerta del baño y, justo en el momento en que pretendía salir, se giró tras oír una voz de mujer detrás de él. Al hacerlo pudo ver una mujer totalmente cubierta de sangre que con los brazos extendidos intentaba alcanzarle mientras arrastraba una de sus piernas parcialmente devorada. Totalmente bloqueado por el miedo Pedro perdió la orientación y en su carrera se golpeó la cabeza con el marco de la puerta quedando inconsciente. Minutos más tarde despertó mientras varias personas le rodeaban tratando de reanimarle. Su amigo al escuchar un fuerte golpe en el baño decidió acercarse a ver que había sucedido y le encontró en el suelo inconsciente. Todos tomaron su historia como la de un borracho que no recordaba lo que había sucedido. Pero en su pierna había una marca inequívoca de que la leyenda era cierta. Un mordisco con la forma de una dentadura humana. Tal vez si su amigo no hubiera llegado a tiempo él mismo hubiese formado parte de la historia de la mujer asesinada en el baño.

Bienvenido al Mundo del Sida

Existe un relato, una leyenda urbana quizás o quizás sucedió en realidad. Esta es la historia: Juan era un hombre casado, con dos hijos, el típico padre de familia. Un día tuvo que desplazarse a una convención de trabajo, lejos de su ciudad. En algunas ocasiones tenía que hacer acto de

presencia en congresos y exposiciones para conseguir nuevos clientes. En esta ocasión viajó junto a otros compañeros a una ciudad que desconocemos. Como sucede en estas convenciones, Juan acudió a la salida del congreso a una cena con los compañeros y con algunos conocidos clientes. Después de la cena acudió a una sala de fiestas a tomar la última copa. Estando en la barra vio aparecer una chica guapísima, de las chicas que no suelen verse muy a menudo. Todo el mundo quedó maravillado por su belleza, pues no solo tenía un rostro precioso, sino que su cuerpo era perfecto. Al parecer la chica venía sola y parecía algo triste. Ella se acercó a la barra donde estaba Juan y pidió una copa. Sus miradas se cruzaron y una leve sonrisa dio pie a cuatro palabras de cortesía. Juan no era de los típicos hombres que intentan seducir a las mujeres de forma descarada. Él simplemente quería conversar con esa preciosa mujer. Empezaron a hablar, a reír, se contaron sus vidas y los vasos vacíos iban acomodándose en la mesa. Juan, seducido por tan maravillosa chica le ofreció tomar una última copa en el bar del hotel donde estaba hospedado. Ella aceptó con una mirada de complicidad. Como era de esperar Juan y la chica misteriosa pasaron la noche juntos. Cuenta el relato que se dejaron llevar por los instintos más carnales, sin pensar, sin tomar precauciones, puro instinto sexual. Al día siguiente Juan abrió los ojos y vio que la chica no se encontraba a su lado. Se levantó con los ojos entre abiertos y un leve dolor de cabeza por los efectos del alcohol. Juan fue al baño para ver si la preciosa chica estaba en él. Fue entonces cuando Juan vio que en el espejo del baño había un texto escrito con pinta labios. Juan cayó al suelo, pálido, con cara de terror, un grito de miedo surgió de todo su ser. Pero ¿Qué texto había escrito en el espejo del baño?

El texto ponía: ¡Bienvenido al club del SIDA! Existen otras versiones de desconocidos que contagian voluntariamente el SIDA a personas aleatorias, en otra versión

aún más escalofriante un loco aprovechando las multitudes y aglomeraciones de personas en discotecas, conciertos e incluso en trasportes públicos aprovecha la confusión para inyectar su sangre con una jeringuilla, un leve y rápido pinchazo que salvo por un fugaz dolor y una marca roja en la zona suele pasar desapercibido y olvidado a los pocos minutos. Sólo en contadas ocasiones cuando la aguja se rompe al pinchar a la víctima esta se da cuenta de que probablemente contraerá la mortal enfermedad antes de que un médico se la diagnostique.

La Última Llamada

Un hombre profundamente enamorado recibe la noticia de que su novia ha fallecido recientemente tras sufrir un ataque al corazón en su lugar de trabajo. Al día siguiente tras un emotivo funeral, agotado y aún llorando por la pérdida de su gran amor

vuelve a su casa donde tras varias horas de llantos desconsolados empieza a recibir llamadas en su teléfono móvil. Cansado y sin ganas de hablar con nadie hace caso omiso a la insistencia de la persona que le llama y finalmente consigue dormirse. Al despertar revisa su teléfono y comprueba que las llamadas recibidas la noche anterior fueron realizadas desde el teléfono de su amada muerta. Asustado y confuso llama al número y sólo escucha quejidos ahogados y una débil respiración, la llamada se corta a los pocos segundos. Esa misma tarde se acerca al cementerio a poner una flores en la tumba de la fallecida y despedirse por última vez, mientras llora recordando a su amor se acuerda de las llamadas que recibió y prueba nuevamente a llamar al número de su novia pensando que algún familiar habrá guardado su móvil y trató de ponerse en contacto con él. Para su sorpresa al marcar el número se empezó a escuchar la melodía del teléfono de su pareja, un sonido casi imperceptible que pudo escuchar debido al silencio que reina en los cementerios. De inmediato sintió como un escalofrío recorría su espalda. ¡¡¡ Su amada muerta le había estado llamando desde el más allá. !!! Muerto de miedo y acobardado por la idea de estar solo cuando un espíritu le atormentaba, se acercó a uno de los empleados del cementerio que se encargaba de mantener en buen estado las tumbas. Tras contarle la historia el trabajador rápidamente avisó a sus compañeros que procedieron a desenterrar el ataúd de su amada. Lo que encontraron les heló el corazón, la mujer tenía las uñas totalmente destrozadas y todo el ataúd estaba manchado de sangre ya que se le habían desprendido de los dedos al tratar de arañar el sarcófago donde se encontraba encerrada. Al parecer había fallecido hacía pocas horas, al acabarse el aire que había en el espacio cerrado. Un análisis forense determinó que había sido enterrada con vida, al confundirse un ataque de catalepsia con un infarto que le había causado la muerte. Al despertar en el ataúd, horas después de ser sepultada, asustada trató de ponerse en contacto con la

persona más cercana, su novio, pero éste al no atender las llamadas no sabía que estaba desaprovechando las pocas horas de aire de las que disponía su amada. Quien desesperada luchaba por salir del ataúd que poco a poco la dejaba sin oxígeno.

Cocodrilos en las Alcantarillas

Durante un tiempo en EEUU se empezó una estúpida moda, tener como mascotas caimanes y cocodrilos, traídos desde Florida, se cuidaban desde recién nacidos en terrarios hasta que empezaban a alcanzar un tamaño considerable, en ese momento los animales perdían su ―gracia‖ pues constituían, además de un peligro, un gasto económico elevado en comida. Ese era el momento de deshacerse de la ―mascota‖ y que mejor manera que dejando en libertad al animal que había ganado el cariño de su dueño tras tanto tiempo a su cuidado . La leyenda cuenta que el mejor sistema de liberar al animal era por el desagüe del inodoro. Reducidos grupos de estos caimanes conseguían sobrevivir en las alcantarillas alimentándose de ratas y desperdicios e incluso llegaron a reproducirse en las cloacas. Tras varias generaciones los caimanes supervivientes mutaron y perdieron su visión, así como su pigmentación, convirtiéndose en seres ciegos y albinos que reinaban las profundidades de la ciudad. La leyenda llegaba más allá pues según relatos de terceras personas algunos indigentes que bajaban a las cloacas a refugiarse del frío e incluso algún operario municipal encargado del mantenimiento de las alcantarillas habían desaparecido supuestamente devorados por estos animales.

¿Qué hay de cierto en esta leyenda? La leyenda se cae por su propio peso pues ningún caimán o cocodrilo podría sobrevivir a las bajas temperaturas del invierno de New York, además en caso de poder soportar las bajas temperaturas, la acción de los compuestos químicos nocivos que habitualmente se tiran por el desagüe y las bacterias que pueblan las alcantarillas les habrían causado enfermedades que habrían acabado con los reptiles. Por otra parte recordemos que la leyenda se centra en ciudades como New York, de existir realmente esos animales mutantes se habría encontrado algún ejemplar y más teniendo en cuenta que según las descripciones los cocodrilos alcazaban tamaños considerables. Aunque la leyenda es falsa si existen casos de suelta de cocodrilos y caimanes en zonas que no pertenecen a su hábitat natural, gente desaprensiva ha liberado en ocasiones animales en pantanos, presas y lagos, lo normal es que estos animales mueran al empezar las épocas invernales pues su entorno natural suele ser en zonas más tropicales. En España por ejemplo se han dado casos en los que se han encontrado en estanques cocodrilos de mediano tamaño así como pirañas y otros peces tropicales. Esto supone no sólo un grave peligro para las personas y mascotas si no también para la fauna autóctona que se encuentra con un depredador para el cual no tiene sistema de defensa.

Sin Luces por la Carretera

Manuel regresaba de su pueblo a altas horas de la madrugada, antes de llegar a la autopista debía circular varios kilómetros por carreteras vecinales y comarcales que se encontraban en un estado lamentable. Además de carecer totalmente de iluminación, las curvas y lo irregular del asfaltado hacían que aventurarse en ellas de noche fuera jugarse la vida. Mucho mas cuando llevaba casi un día sin dormir debido a que su ―visita al pueblo‖ se debía al fallecimiento de un tío lejano pero muy querido por la familia. Luchando contra el sueño y casi por casualidad, en unos de los pocos trazados en los que la carretera permitía que la Luna iluminara la vía, divisó a lo lejos un todo terreno negro que circulaba con las luces apagadas en sentido contrario al suyo. Se consideró afortunado de no haber impactado frontalmente con él y pensando que era algún borracho que olvidó encenderlas le hizo un juego de luces con los faros de larga distancia. El todo terreno prendió entonces sus luces de máxima intensidad, era un modelo con unas potentes luces instaladas en la parte superior del vehículo como los utilizados en algunos safaris de África. Manuel casi se sale de la carretera al ser deslumbrado por tan potentes ―faros‖, enfadado empezó a pitar y vociferar toda clase de insultos por la ventanilla. Lo que no esperaba es

que el todo terreno haciendo un derrape típico de películas de acción cambiara el sentido de su marcha comenzando a perseguir al coche de Manuel. Aterrorizado comenzó a acelerar con la intención de dejar atrás a su perseguidor. Pero este parecía más veloz y diestro al volante y aprovechaba la mayor cilindrada de su vehículo para empujar y golpear el coche del asustado conductor. Hasta que sucedió lo inevitable, Manuel perdió el control de su vehículo en una curva y tras dar dos vueltas de campana acabó estrellándose contra un árbol. Al salir por la ventanilla del coche pensó por un momento que había sido afortunado de sobrevivir al accidente. Pero su alegría pronto se vio interrumpida cuando al levantar la cabeza observó como cuatro individuos bajaron del todo terreno con martillos en la mano… Al día siguiente la policía encontró el vehículo a varios metros de la calzada y el cuerpo de Manuel casi irreconocible, machacado a golpes de martillo durante varios minutos. En el informe policial se advirtió que una vez más una de las bandas más peligrosas de la zona había vuelto a matar en uno de los ritos de iniciación a sus nuevos miembros. Su modus operandi consistía en conducir sin luces por una carretera secundaria hasta que algún incauto trataba de advertirles haciéndoles un juego de luces. De este modo elegían a su víctima a la que obligaban a salir de la carretera o accidentarse para que después el nuevo miembro de la banda le golpeara hasta la muerte.

La Chica que Pisó una Tumba

Una noche, unos chicos celebraban una fiesta en un parque, entre risas y alcohol comenzaron a contar historias de terror. En la misma calle, había un cementerio y uno de ellos comentó lo mucho que le aterraba pasar por allí. Aprovechándose del miedo de su amigo otro de los jóvenes advirtió al resto con la siguiente frase: - No se os ocurra nunca pisar sobre una tumba cuando se ha puesto el sol. Si lo haces, el muerto te agarra y te mete dentro. - Mentira – replicó Alexandra – Eso son sólo supersticiones. - Si tan valiente te crees ¿por qué no nos lo demuestras? Te daré 10 euros si te atreves, apostó el chico.

- A mí no me dan miedo las tumbas ni los muertos, respondió ella. Si quieres te lo demuestro ahora mismo. El chico le tendió su navaja. Clava esta navaja en una de las sepulturas le dijo. Así sabremos que has estado allí. Sin dudarlo Alexandra cogió la navaja y se dirigió con paso firme al campo santo bajo la mirada atónita de sus amigos. El cementerio estaba lleno de sombras y había un silencio sepulcral y sin quererlo el miedo se fue adueñando de la chica que con cada paso sentía cientos de ojos vigilarla y un aliento helado en la nuca. - ―No hay nada que temer‖, se repetía Alexandra para tratar de calmarse a si misma. Escogió una tumba y pisó sobre ella. Después se agachó rápidamente, clavó en el suelo la navaja y se dispuso a marcharse. Pero no pudo. ¡Algo la retenía! Lo intentó de nuevo, pero seguía sin poder moverse. Estaba aterrada. - ¡Alguien me sujeta! gritó, y cayó al suelo. Al ver que no regresaba, los chicos fueron en su busca. Encontraron su cuerpo tumbado sobre la sepultura, fría, rígida y con la cara totalmente desencajada del miedo. Sin darse cuenta, Alexandra se había enganchado la falda con la navaja al clavarla en el suelo. Era la navaja lo que la retenía y ella había muerto de miedo tras sufrir un ataque al corazón.

Suerte que No Encendiste la Luz

Una chica llega a altas horas de la noche a la residencia de estudiantes donde vive, se ha quedado hasta tarde con unas amigas y cuando llega a dormir son más de las tres. Entra en la habitación tratando de no hacer ruido para no despertar a su compañera de cuarto, tampoco enciende la luz para no molestarla por lo que tiene que avanzar a oscuras empleando solo la luz de tu teléfono móvil para no golpearse con los muebles. Cuando se mete en la cama empieza a oír unos quejidos ahogados, la chica se queda en silencio para escuchar mejor. El sonido es

como pequeños grititos ahogados o quejidos sin fuerza. Se imagina que su compañera se habrá traído a su novio al cuarto y estarán teniendo una noche apasionada, le sorprende que no colgara una prenda de ropa en la puerta como acostumbran a hacer como señal de que tienen ―visitas‖. Pero está demasiado cansada para levantarse y buscar otro sitio donde dormir. Sin darse cuenta cae en un profundo sueño entre lamentos y quejidos. A la mañana siguiente se despierta sintiendo una humedad en su cama, aún medio dormida lleva su mano al líquido que empapa la manta y pega un salto tras comprobar que es sangre. Sobre su colcha la cabeza cortada de su amiga con un pañuelo en la boca que le sirvió de mordaza la noche pasada. La habitación parece un matadero, todo está ensangrentado y en la pared escrito con la sangre de su amiga se podía leer: ―Suerte que no encendiste la luz‖ Al llegar el forense dictaminó que la chica llevaba pocas horas muerta, al parecer el asesino la había estado torturando toda la noche a escasos metros de la cama donde descansaba. Los quejidos eran gritos de dolor que quedaban ahogados por la mordaza mientras el psicópata despellejaba y mutilaba viva a la víctima. Sin saberlo la chica había salvado su vida al no encender la luz y sorprender al asesino en mitad del crimen.

La Cabaña

Se dice que en una ocasión un estudiante fue al bosque de su ciudad para un trabajo en su universidad. Su función consistía en recolectar muestras de diversas plantas y catalogarlas. Fue tanto su interés en su labor, que no se dio cuenta que el día había acabado y se estaba adentrando en una oscura noche. Se sentía perdido, no sabía hacia dónde avanzar con tremenda oscuridad. Cuidaba sus pasos para no tropezar, lo único que podría distinguir era la brillante luz de la luna y las estrellas. Después de unos pasos, pudo distinguir una pequeña cabaña en medio del bosque; pensó que sería buena idea entrar y pedir resguardo esa noche hasta el amanecer. El estudiante se acercó a la cabaña, tocó la puerta unas cuantas veces, pero nadie parecía estar dentro. Al ver que nadie se encontraba por el momento, se decidió a pasar sin ser invitado. La cabaña parecía haber cambiado de tamaño, no aparentaba ser tan grande desde fuera. Había muchas puertas y un largo pasillo.

Mientras buscaba una habitación atravesando el pasillo a oscuras notó que en las paredes de la morada habían extrañas pinturas de personas de aspecto siniestro, al pasar parecían seguirlo con la mirada provocándole un escalofrío que casi le impedía moverse. Tras vencer sus miedos, tragó saliva y continuo por el pasillo hasta encontrar una habitación donde pasó la noche hasta el amanecer. A la mañana siguiente sus miedos se habían evaporado, hacia una hora que había amanecido por lo que decidió abandonar la cabaña y finalizar su trabajo. Se levantó de la cama y al salir al pasillo se quedó helado… En las paredes no había ningún cuadro… sólo ventanas.

Descansando en el Avión

Una mañana de invierno una de las azafatas del avión que hacía cualquier ruta de vuelo se dirigía por el pasillo del avión hacia la cabina de mando después de atender a los pasajeros. Entonces se acercó a uno de los pilotos y le informó de que la cabina de descanso estaba libre. Entonces el hombre se levantó y se marchó a dormir un rato. Cuando el piloto entró en la pequeña cabina estaba totalmente oscura, pero al apoyar una mano en una de las literas notó un bulto. Había alguien durmiendo, pero la azafata le había comunicado que la pequeña cabina estaba vacía. Alumbró con una linterna de bolsillo hacia la cama y observó con sorpresa que había una niña de unos cinco años tumbada en la litera . La arropó con la manta y sin hacer mucho ruido salió de la habitación y cerró la puerta. Al momento fue a buscar a la azafata y le contó lo que había sucedido. Ésta, le dijo que era imposible porque no iban niños en ese vuelo. El piloto no se lo podía creer, el había tocado con sus propias manos el cuerpo de la pequeña.¡¡ Incluso notó su respiración mientras dormía!!

Entonces la azafata con cara esa pareja de allí al fondo? la cabeza hacia una joven demacrados. Sí, sí, por supuesto que los

de preocupación le dijo – ¿Ve usted ¿ La ve?- repetía, dirigiéndose con pareja con los rostros pálidos y veo… afirmó el piloto.

¿ Pero qué tienen que ver ellos en la historia? Preguntó con cara de intriga Se dirigen al entierro de su hija, ella va abajo en un ataúd, junto con el resto de mercancías…contestó ella. El piloto se quedó pálido al escuchar la noticia y salió corriendo a la cabina donde vio a la niña. Allí no había nadie. Se acercó al baño a refrescarse la cara y al mirarse al espejo se dio cuenta de que había escrito algo con un pequeño dedo, decía: Gracias por arroparme…

El Rompecabezas

Una familia de tres (el hijo era adolescente, los padres lo habían tenido a edad madura) adquirió un rompecabezas de madera en una tienda de antigüedades. Armar rompecabezas era su pasatiempo favorito; solían jactarse de haber completado, a veces en una noche, paisajes y demás figuras de más de mil piezas. Eran los típicos rompecabezas comerciales, que en la caja exhiben la imagen que se alcanzará luego de acoplar pieza tras pieza. En esta ocasión, notaron que el rompecabezas que comprarían parecía datar de hacía mucho tiempo, quizá un siglo, y que no había forma de saber a qué imagen llegarían. El dependiente, un anciano de modales afectados y aparente sabiduría, trató de disuadirlos de comprar aquello, no porque no quisiera venderlo, sino por lo que él había escuchado al respecto. Pero la familia estaba demasiado embelesada como para prestar atención a consejas de viejo; entreoyeron frases como ―se termina en una

noche‖, ―el resultado es les dieron importancia. parecer, su creador había por crímenes singularmente

más que una sorpresa‖, etc., pero no Asintieron al enterarse de que, al sido un criminal ejecutado en Baviera horribles.

Llegaron a casa, el día declinaba, todo parecía propicio para comenzar. Apartaron la mesa de dentro de la sala, se remangaron y pusieron manos a la obra. Al principio hablaban entre sí, pero poco a poco se hundieron en el silencio. Les urgía saber en qué acabarían sus esfuerzos. Esperaban dar forma a un castillo, un paisaje campestre o, en todo caso, una famosa pintura. Se obsesionaron con terminar. Las piezas de madera, exquisitamente fabricadas y aparentemente infinitas, pasaban precipitadamente por sus manos y se iban incrustando en el lugar correspondiente. La familia tenía una mascota, un perro faldero, que ladró numerosas veces al escuchar ruidos; pero sus dueños, excesivamente concentrados en su tarea, ignoraron las advertencias del animal. Pese a que cada vez era más evidente lo que representaba el rompecabezas, alguna fuerza inexplicable les impedía suspender la actividad. Ya se habían reconocido, incluyendo al perro, y quizá la curiosidad los movía a completar la obra para saber si en la escena aparecía alguien más. No apareció nadie. Los cadáveres (brutalmente mutilados) de la familia y la mascota fueron hallados en la cocina, reproduciendo perfectamente el rompecabezas que terminó adornando el centro de la sala. La policía fue incapaz de deducir lo ocurrido y, desde luego, jamás encontró al responsable. El destino del rompecabezas es desconocido.

Accidente en un Abismo

Un matrimonio con su hijo pequeño viajaban de noche por una carretera prácticamente abandonada que servía de atajo para cruzar la montaña, sus continuas curvas, la estrechez de la calzada y la espesa niebla que cubría todo el trayecto hacía que aventurarse por ese camino al filo del abismo fuera realmente peligroso. De improviso una mujer con la ropa ensangrentada se cruzó en la carretera obligando al padre de familia a frenar en seco, tras el susto el señor bajó del coche con la intención de ayudar a la mujer que muy alterada y llorando les explicó que había tenido un accidente y su coche había caído por el barranco. La mujer le rogó que la ayudara ya que su bebé aún se encontraba en el vehículo atrapado entre unos hierros y ella era incapaz de sacarle de allí por si sola. La caída era de varias decenas de

metros y aunque el coche había destruido parte de la vegetación, mientras rodaba montaña abajo, de no haberle avisado la mujer muy probablemente nadie hubiese encontrado al bebé nunca, mucho menos con esa niebla que impedía ver a mas de dos metros. El señor guiado por el llanto del niño consiguió llegar hasta el lugar del accidente. Al rato subió muy nervioso con el bebé en brazos y le preguntó a su esposa dónde estaba la mujer. Esta le respondió que se había sentado en una piedra grande que había al lado de la carretera. Su hijo y ella se entretuvieron unos momentos mientras trataban de buscar señal para llamar a los equipos de emergencia pero cuando miraron ya no estaba. Entonces el hombre se metió rápidamente en el coche con el bebé y le dijo a su mujer e hijo que hicieran lo mismo. Arrancó el coche y se fueron. Su mujer, muy asustada, le preguntó que por qué se iba con el bebé sin buscar antes a la mujer. El marido le dijo que se tranquilizara y que cuando llegaran a la próxima gasolinera le contaría. Cuando llegaron, la mujer le pidió explicaciones al marido. Este le contestó que cuando bajó y encontró el vehículo accidentado vio a la mujer que les había dado el aviso muerta. Estaba muy fría y probablemente el accidente se había producido horas antes de que ellos pasaran por ese punto. El espíritu de la mujer era el que le había pedido ayuda para que salvaran a su hijo.

Dame la Mano

Una chica se queda a dormir en la casa de su amiga después del colegio, entre juegos y risas acaban contando historias de terror por lo que ambas se van a dormir bastante asustadas. Las dos se acuestan en la misma habitación aunque lo hacen en camas separadas porque la hermana de una de ellas había fallecido el año pasado en un trágico accidente doméstico y la cama quedaba libre. Mientras tratan de conciliar el sueño comienza una tormenta y entre el miedo que les ha producido contarse historias de miedo y los truenos que empiezan a sonar, ninguna de las dos puede dormirse. Cuando el sonido de la tormenta se hace más intenso

ambas empiezan a temblar de miedo y una de ellas asustada le dice a la otra: ―Dame la mano‖ Ambas estiran sus brazos desde sus camas para consolarse y protegerse la una a la otra, mientras se dan la mano su miedo parece desvanecerse por lo que finalmente a altas horas de la noche ambas se quedan dormidas. A la mañana siguiente se despiertan con total normalidad, el día parecía haber aclarado por lo que deciden salir a jugar al jardín de casa. Pero antes la madre les prepara un desayuno que ambas comparten mientras recuerdan el susto que pasaron la noche anterior. ―Menos mal que me diste la mano anoche, me moría de miedo‖ – dijo una de ellas. ―Gracias a ti amiga, yo estaba tan asustada como tú‖ La madre que escucha la conversación les pregunta si han movido las camas, ya que están muy separadas la una de la otra y sería imposible que sus cortos bracitos se alargaran tanto como para que se pudieran dar la mano estando acostadas. Las dos amigas confundidas vuelven a la habitación y prueban a darse la mano nuevamente estando tumbadas. A ambas les recorrió un escalofrío por la espina dorsal al comprobar que sus manos quedaban a casi un metro de distancia con los brazos totalmente estirados. Parece que esa noche no sólo los vivos tenían miedo.

La Estatua del Payaso

Una niñera debe quedarse a cuidar el bebé de una familia que esa noche tiene una fiesta a la que no puede faltar. Antes de abandonar su casa la mujer detalla los cuidados que requiere su hijo y le facilita un número de contacto por si surge cualquier problema. La chica ya ha trabajado durante semanas con el niño y tiene experiencia con muchos otros bebés. Pero desde luego esta no es

su casa favorita, ya que el padre ha ido recopilando una colección de payasos de juguete en sus diversos viajes. Los muñecos le producen escalofríos cuando debe entrar al cuarto del niño para vigilarlo en su cuna. La noche se presenta con normalidad hasta que de repente el bebé comienza a llorar en su habitación, por más cuidados y atenciones que le brinda, el niño no deja de llorar. La chica odia quedarse en ese cuarto porque siente como si todos los muñecos con forma de payaso la miraran fijamente mientras trata de consolar al bebé. Para colmo el padre parece que ha comprado un nuevo payaso casi del tamaño de un niño, una pieza terriblemente realista que han sentado en la mecedora que muchas noches la niñera usa para calmar al niñito hasta que se duerme. La chica tras mas de una hora intentando que el bebé se duerma decide llamar a sus padres para preguntarles si ha dormido la siesta más tiempo del debido y si le dieron el biberón que le correspondía antes de irse a la fiesta. Está desesperada por el incesante llanto de la criatura. La madre le indica que no existe motivo por el cual el niño deba llorar, pero que en todo caso le de un poco mas de leche y trate de dormirle meciéndole mientras descansa sobre la mecedora, así ella también podrá descansar. La chica le pregunta si puede retirar de la mecedora el payaso nuevo y que donde debe dejarlo, la madre desconcertada le pasa de inmediato el teléfono a su marido. El señor le pregunta como es la figura que le dijo a su esposa. Sin mediar mas palabras y profundamente preocupado le dice a la niñera que coja de inmediato a su hijo y cruce la calle hasta la casa de sus vecinos, una vez allí le debe llamar de nuevo. La niñera asustada cumple las órdenes que le acaban de dar, entra en la habitación del niño, le recoge de la cuna y sin girar la cabeza hacia la mecedora para mirar al payaso se le lleva en brazos escaleras abajo hasta salir a la calle. Al llegar a la casa de los vecinos llama nuevamente al señor de la casa. Este está realmente asustado y le contesta mientras conduce su coche a toda velocidad hacia su casa. Le explica que él nunca ha comprado un payaso de esas características y que probablemente alguien disfrazado entrara en la casa para robar, al sentir que

subía las escaleras se sentara en la mecedora para confundirse entre la oscuridad. La chica totalmente aterrorizada observa por la ventana de la casa de los vecinos como a los pocos minutos el pequeño payaso escapa con una bolsa probablemente llena de objetos de valor. Por suerte, una hora después la policía, gracias a su descripción, detiene a un enano que al parecer trabajaba en un circo ambulante y acostumbraba a entrar en las habitaciones de los niños para robar cualquier objeto de valor que encontrara mientras las familias duermen.

La Ayuda de un Desconocido

Una mujer finalizó sus compras en unos grandes almacenes y cargada de bolsas se dirigió al aparcamiento donde tenía su vehículo. Al llegar se encontró con una de las ruedas de su

coche pinchada, abrió su maletero y sacó la rueda de repuesto y las herramientas necesarias para realizar el cambio. Como no tenía mucha experiencia le estaba resultado complicado cambiar el neumático. Un hombre muy guapo, vestido con traje y corbata y con un lujoso maletín de cuero se ofreció gentilmente a ayudarla, entre los dos cambiaron en pocos minutos la rueda del coche mientras conversaban. Ambos frecuentaban el centro comercial a la hora de la comida porque él trabajaba cerca, por lo que dijeron que si alguna vez volvían a coincidir quedarían para comer juntos. El hombre una vez que ganó confianza le pidió a la mujer si podía acercarle en coche a la otra planta del parking, ya que sin darse cuenta se había equivocado al bajar en el ascensor y tenía su coche aparcado en un piso superior, a ella no le supondría mucho porque tenía que pasar por allí para dirigirse a la salida. La mujer no quería parecer ingrata y decirle al hombre que no, pero no estaba dispuesta a montar en su coche a alguien que apenas conocía; por lo que fingió haber olvidado una bolsa en una de las tiendas y le pidió al señor que la esperara un minuto mientras subía a recogerla. Cuando el hombre permaneció sentado en su coche esperando en lugar de subir con ella a la planta en la que supuestamente tenía el coche empezó a sospechar. Por lo que una vez dentro del centro comercial se dirigió a un miembro del equipo de seguridad para contarle el caso. Al llegar ambos a su coche éste estaba vacío, pero el hombre en su huída (probablemente al ver al seguridad) olvidó su maletín en el asiento de atrás del coche. Tras diez minutos de espera el seguridad y la mujer llamaron a la policía para que se encargara de entregar el maletín a su propietario. Los agentes en busca de algún tipo de identificación abrieron el maletín, nadie podía esperar lo que encontraron dentro. El maletín estaba lleno de distintos tipos de cuchillos, una cuerda, esparadrapo y una cámara de fotos. Lo que encontraron dentro de la memoria de la misma les dejó estupefactos. El hombre secuestraba mujeres que torturaba y violaba antes de ejecutarlas, su fetiche era fotografiar a sus víctimas que al parecer eran muchas. Los agentes de inmediato le pidieron a la mujer que les mostrara la rueda que había cambiado el asesino. La rueda estaba perfectamente, tan solo encontraron un pequeño trozo de madera con el que al parecer había vaciado el aire de la misma obstruyendo la válvula de entrada de aire.

El asesino tras localizar una posible presa que se encontraba sola en el parking, vaciaba uno de los neumáticos y esperaba pacientemente a que regresara para ofrecerse a ayudarla y ganarse su confianza, de este modo ellas accedían a meterse con él en el coche donde las atacaba y secuestraba.

Los Ladrones de Órganos

Tras varios años saliendo con su novia Juan descubre que le era infiel, destrozado por la ruptura y después de varias semanas

encerrado en casa por fin se decide a aceptar la invitación de sus amigos para salir de copas y ahogar sus penas en alcohol. A las pocas horas y tras varios vodkas por fin decide acercarse a hablar con una chica que lleva toda la noche mirándole, siempre había sido un chico tímido pero el alcohol y los ánimos de sus amigos le empujan a entablar conversación. La chica está muy interesada en él y en media hora ambos están besándose apasionadamente. Los amigos deciden dejar solos a los ―tortolitos‖ y cambian de bar, dejando a Juan con su nueva amiga. La chica se empieza a poner más cariñosa e invita al chico a que la acompañe a un hotel donde podrán estar más cómodos. Montan en un taxi donde Juan mareado por las copas y distraído por los besos y caricias de la chica ni se da cuenta de donde le llevan. Ambos entran en la habitación de un mugriento hotel pero no parece molestarles la suciedad del lugar, están demasiado concentrados el uno en el otro. La chica saca una pequeña petaca (una botella de licor) y le ofrece a Juan la última copa mientras ella se asea en el baño antes de intimar. Juan emocionado por su éxito pega un trago, a los pocos segundos cae inconsciente, la bebida tenía algún tipo de droga… Despierta varias horas después en una bañera llena de hielo, muerto de frío y con un fuerte dolor en la espalda. Aún medio drogado y con la cabeza a punto de explotar se da cuenta de que han dejado su teléfono móvil junto a un nota cerca de donde está tumbado. ―Llama a una ambulancia inmediatamente o morirás‖ El chico asustado se levanta como malamente puede para observar horrorizado en el espejo que tiene dos enormes heridas en la espalda justo a la altura de los riñones. Al llegar al hospital le confirman sus peores temores, una banda de traficantes de órganos le han extraído sus riñones, probablemente para venderlos a algún rico sin escrúpulos al que no le importe el origen de los mismo. El chico a partir de ese momento permanentemente enchufado a una máquina

tendrá que de diálisis

vivir en el

hospital hasta que, si tiene suerte, le encuentren un nuevo riñón y le puedan realizar un trasplante.

El Perro de la Calle

Sara y Antonio disfrutaban de su luna de miel en México, se habían casado apresuradamente porque ella se quedó embarazada, pero no por ello se querían menos que el resto de recién

casados. Llevaban años hablando de la boda y el próximo nacimiento no hizo mas que acelerar un enlace que ellos deseaban desde hacía tiempo. Su viaje estaba resultando de lo más placentero, México les cautivaba, ambos caminaban durante horas por las playas de Cancún hasta que el sol caía, no habían visto un paraíso igual. Una tarde mientras caminaban por la playa decidieron alejarse un poco de la zona turística, a unos cientos de metros encontraron lo que parecía un vertedero. Una zona sucia con un olor nauseabundo y un riachuelo cubierto casi totalmente por espuma. Entre la basura vieron un pequeño cuerpo moverse, un perrito chiguagua que parecía muy enfermo, tenía los ojos rojos, probablemente por alguna infección, estaba muy delgado y apenas podía moverse. La pareja que era amante de los animales no pudo quedarse indiferente, recogieron al animal y lo llevaron al hotel. No les quedaba mucho tiempo de vacaciones y sabían que las normas del hotel eran muy estrictas con respecto a los animales así que no pudieron llamar a un veterinario. Sin embargo el amor y atenciones que dedicaron al perrito parecía tener sus frutos, lo alimentaron, limpiaron y al día siguiente parecía haber mejorado mucho, pues ya podía caminar y abrir los ojitos. Enamorados del dulce animal decidieron que no podían abandonarlo de nuevo a su suerte, mientras hacían la maleta para regresar a España hablaban de lo bien que se llevaría con su gato Baltasar. Metieron al perrito en un bolso y se dirigieron al aeropuerto. Como Sara estaba embarazada no tuvo que pasar por los filtros de seguridad por lo cual pudo pasar fácilmente al perrito escondido en su bolso, el animal aún estaba tan débil que no podía ladrar por lo que sería fácil llevarlo sin que nadie se diera cuenta. Una vez llegaron a su casa, su gato comenzó a comportarse de una manera extraña, tenía un comportamiento muy agresivo con el chiguagua, como si estuviera asustado. Pensaron que serían celos y que pronto serían amigos. Pasados unos meses nadie podría reconocer al chiguagua, el pequeño animal que parecía un esqueleto cuando lo encontraron había ganado peso y una poderosa musculatura, ya pesaba casi 8 kilos, un peso desde luego inusual para un perrito de sus características. El gato estaba muerto de miedo y no bajaba de los muebles para nada.

El chiguagua se había convertido en el rey de la casa. Por otra parte Sara había tenido una niñita preciosa, debido a la preocupación de las últimas semanas de embarazo y la alegría del nacimiento la pareja casi ni se había percatado del comportamiento de sus mascotas. Hasta que un día Baltasar desapareció, el gato alguna vez había realizado alguna escapadita en busca de gatitas en celo pero era la primera vez que no regresaba en varios días. Antonio puso varios carteles por el barrio con la foto del gato pero no dieron sus frutos, el gato se había ido. Pasado un tiempo todo parecía haber vuelto a la normalidad, su bebé con dos meses estaba cada día más guapa. Su perrito ya pesaba 10 kilos y tenían un cuerpo rechoncho pero muy fuerte, era una verdadera máquina de comer que nunca parecía saciarse. Una tarde la comida del perro se acabó, por lo que Antonio tuvo que salir a comprar mas mientras Sara cuidaba de su hija. La madre aprovechando que el bebé se acaba de dormir se metió a la ducha. Mientras se enjabonaba escuchó el corto llanto de su hija, pero a los pocos segundo se calló de nuevo. Cuando Sara salio de la ducha su niña había desaparecido, no estaba en la cuna donde la había dejado. Como loca se puso a buscar por toda la habitación, debajo de la cama, en los armarios… nada, ¡ La niña había desaparecido!. Antonio que llegaba en ese momento encontró a su mujer gritando y llorando de desesperación, juntos revisaron hasta el último rincón de la casa, hasta que se dieron cuenta de que su perro tenía las patas llenas de barro y sangre en el hocico. Temiéndose lo peor salieron a su pequeño jardín donde encontraron oculto detrás de un seto un agujero en la tierra, como una madriguera. Aterrorizados por lo que pudieran encontrar cavaron con sus manos. Bajo tierra encontraron el cadáver de su hija parcialmente devorada y los restos de lo que parecía su gato desaparecido. Antonio encolerizado fue en busca del perro y con un bate de béisbol le golpeó varias veces matándolo en el acto. La policía llegó pocos minutos después y desconcertados por el caso llamaron a la perrera municipal para que se llevaran al

animal, debían comprobar si tenía rabia y podría contagiado a sus dueños u otros perros del vecindario.

haber

El veterinario al llegar al lugar de los hechos dejó a todo el mundo estupefacto. ―Esto no es un perro, es una rata enorme‖ Al parecer la rata había crecido junto a un riachuelo contaminado por lo que había perdido el pelo, su increíble tamaño también podría deberse a una mutación, motivo por el cual había crecido con un cuerpo deformado que se podría asemejar al de un perro.

Muerte por Microondas

Claudia una joven estudiante de medicina dedicaba mas tiempo a su vida social que a los estudios, motivo por el cual su madre le prohibió acudir ese jueves por la noche a un fiesta de su universidad a la que ella sabía que acudiría Pedro, el chico de la que estaba enamorada. Sin embargo eso para Claudia no fue un problema pues sabía que su madre, que trabajaba en el hospital, tenía turno de noche y nunca notaría su ausencia si se escapaba. Poco le importó dejar a su hermana de seis añitos sola en casa, al fin y al cabo ya estaba dormida hacía varias horas y sólo iría a tomarse un par de copas. En la fiesta corrieron ríos de alcohol y entre copa y copa Claudia se fue acercando cada vez más al chico que le gustaba. Totalmente borrachos ambos, comenzaron los jugueteos, los besos y casi sin darse cuenta acabaron en la casa del chico. Claudia se despertó en la cama de Pedro cuando eran casi las siete de la mañana, sabía que su madre acababa su turno a las ocho y que si no se daba prisa se daría cuenta de que no había pasado la noche en casa y había desobedecido sus órdenes.

Salió corriendo y llegó tan sólo media hora antes de la hora que solía llegar su madre. Vistió rápidamente a su hermanita y le pidió por favor que no comentara nada a mamá, le prometió que esa misma tarde la llevaría a comer un helado si no contaba nada. Apurada y sin pensarlo mucho se metió en la ducha para quitarse el olor a tabaco y alcohol que se había impregnado en su cuerpo tras una noche de borrachera. Tenía un dolor de cabeza brutal provocado por la resaca pero no podía evitar una estúpida sonrisa pensando en el chico que tanto le había costado conseguir. Cuando salió de la ducha con el pelo totalmente mojado recordó que su viejo secador estaba estropeado ¿Cómo podría justificar a su madre que tenía el pelo mojado todavía? Confusa, asustada y todavía medio borracha pensó que la única solución era secarse el pelo en el microondas, usando un palillo forzó el mecanismo de cerrado de la puerta consiguiendo engañar al aparato eléctrico para que funcionara con la puerta abierta. El resultado fue casi inmediato y su pelo quedó seco en cuestión de segundos. Por suerte para ella su madre llegó tan cansada del trabajo que ni se dio cuenta de la escapada de su hija mayor la noche anterior. Claudia con un sonrisa salió de casa rumbo a la universidad, sabía que su plan había funcionado. Estaba feliz por su éxito y sobretodo por su conquista, el chico más guapo de clase al fin era suyo. Lo único que enturbiaba su victoria era ese molesto dolor de cabeza, a pesar de haberse tomado dos aspirinas parecía que no solamente no quería desaparecer si no que además iba cada vez a mas. Al llegar a la universidad su cara parecía la de un cadáver debido a la falta de sueño, la resaca y el dolor de cabeza. Y entonces fue cuando nada mas entrar en clase se derrumbó, los profesores y sus compañeros acudieron de inmediato a ayudarla, pero ya nada se podía hacer: ¡¡¡ Estaba muerta!!! Al hacerle una autopsia quedaron horrorizados…

¡¡Tenía el cerebro totalmente quemado y convertido en un viscosa pasta!!

La Mujer con la Boca Cortada

Kuchisake-onna (la mujer con la boca cortada) es una leyenda de la mitología japonesa. Trata sobre una mujer que fue asesinada y desfigurada por su esposo, convirtiéndose en un yokai (espíritu demoníaco) que regresó para vengarse. La leyenda dice que hace mucho tiempo había una preciosa pero vanidosa mujer que se casó con un samurai. La bellísima mujer era pretendida por muchos hombres y acostumbraba a engañar a su marido. El samurai sabía de las infidelidades de su esposa por lo que un día en un ataque de celos y furia le cortó la boca de un lado a otro mientras gritaba:

¿Piensas que eres hermosa? ¿Quién va a pensar que eres hermosa ahora?

Se dice que desde entonces una mujer con la cara tapada, por una máscara como la que usan los cirujanos, vaga por las calles de Japón. Cuando encuentra a un hombre joven (mujeres según otras versiones) se acerca y les pregunta con el rostro cubierto: ¿Soy hermosa? (¿Atashi kirei?.) Recordemos que en Japón el uso de máscaras para evitar enfermedades y no respirar el aire contaminado es bastante habitual, por lo que los chicos normalmente al ver sus bonitos ojos y sus suaves rasgos responden que SÍ. En ese momento la mujer retira la máscara dejando al descubierto la horrible hendidura que se extiende de oreja a oreja con una escalofriante sonrisa. Y les pregunta de nuevo:

¿Y ahora? (¿Kore Demo?). Todo aquel que dice que NO, se asusta, grita o muestra el miedo en su cara es atacado por el espíritu que con unas tijeras gigantes les corta la cabeza. Sí la víctima responde de nuevo que sí ‖solamente‖ le cortará la boca de lado a lado para que sufra su misma suerte. En otras versiones si respondes afirmativamente las dos veces la mujer te seguirá hasta la puerta de casa donde te asesinará igualmente, ya que ―kirei‖ en japonés para hermosa o linda es muy parecido a decir ―kire‖ que significa cortar. Existen otras versiones en las que si respondes que ―Sí‖ cuando ella se quita la máscara, te dará un brillante y valioso rubí cubierto de sangre y se irá. Es imposible escapar de Kuchisake-Onna, puedes salir corriendo pero aparecerá frente a ti de nuevo. Hay varias formas de escapar que varían según la versión de la leyenda: - Puedes contestar con otra pregunta: ¿Y yo? ¿Soy hermoso? Eso confundirá al espíritu que se quedará pensativo dándote tiempo a escapar.

- También puedes llevar dulces contigo y se los tiras o simplemente se los ofreces quedará contenta con el regalo y te permitirá marcharte.

La Niña Perdida

Vanessa, es una joven de Gijón que estudia Terapia ocupacional en la Universidad de Talavera. Junto con otras dos chicas alquiló un piso en la calle de los Templarios para que los gastos fueran menores. Durante el segundo curso, Vanessa suspendió dos asignaturas y sus padres le enviaron el mes de agosto para estudiar. Una noche de verano en la que estaba sola, cuatro golpes secos sonaron a

su puerta. Vanessa creyó que se trataba de algún amigo con el que salir a tomarse una copa, pero se trataba de una niña de alrededor de siete años. La niña, de hermosos tirabuzones rubios y grandes ojos castaños miró a Vanessa y le dijo que se había perdido. Vanessa le dejó entrar, le preparó un vaso de leche y le dijo que iban a ir a la policía. Verónica le rogó que no lo hiciera esa noche pues tenía mucho sueño y quería dormir. Vanessa accedió y le preparó la cama. Por la mañana temprano cuando Vanessa iba a llevarla a la policía, entró en el cuarto y vio que la niña, llamada Verónica, no estaba. Un año después en idéntica situación, la niña volvió a aparecer. Parecía que no había crecido nada. De nuevo Vanessa le preparó la cena y le dejó dormir pero al día siguiente Verónica volvió a desaparecer sin dejar rastro. Vanessa fue a la policía y dio todos los datos de la chiquilla pero no se habían producido denuncias ni nadie había reclamado una desaparición. Tras dar muchas vueltas, Vanessa llegó al Hospital de San Prudencio. Un hospicio para niños y niñas huérfanos. Allí la madre Sonsoles, le explicó que no tenían ninguna niña de esas características. Justo cuando se disponía a salir Vanessa del lugar, otra monja llegó con un calendario de dos cursos atrás. Allí estaba la foto de Verónica, tal y como Vanessa le había visto. – Sí ¡es ella! – gritó. Las dos monjas se miraron extrañadas – Verónica murió hace dos años. Aquella noche, cuatro golpes secos sonaron en la puerta de Vanessa. La muchacha observó por la mirilla de la puerta. Allí estaba de nuevo Verónica, con los brazos cruzados y cara de enfadada. – Has tardado mucho en abrirme, tengo hambre y sueño – Dijo la niña. Vanessa aterrada preparó todo como lo había hecho habitualmente. Cuando acostó a Verónica no pudo soportar el terror y entró despacio a su habitación. La niña estaba totalmente arropada. Vanessa retiró la sábana y bajo ella, como un suspiró pareció desvanecerse un cuerpecito en una nube. Sobre la almohada, con letra infantil y varias faltas había una nota ―Gracias por la leche y los dulces, ahora tengo que irme a llevar al infierno a las otras tres chicas que no me dejaron entrar a sus casas.‖

La Niña de las Monedas

Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba la habitaciones…

Existe una antigua casa del centro de las ciudad que se dice está encantada y cuentan que en ella hace mucho tiempo vivía una familia acomodada que tenía una hija pequeña y varias criadas a su servicio. Una noche mientras la niña dormía escuchó unos ruidos en el pasillo, abrió lentamente la puerta de su cuarto para mirar el pasillo que comunicaba la habitaciones, un enorme, largo y oscuro corredor lleno de cuadros y enlosado. Al final del pasillo la niña vio lo que parecía un niño de su edad levantando una de las losetas y metiendo algo dentro de un hueco en el suelo. La niña no podía creerlo, lo que vió relucir en la mano del muchacho al pasar por la tenue luz que entraba por la ventana eran monedas de oro. Cuando el niño se fue salió y se dirigió hacia allí; entonces apareció una de las criadas con una vela enorme que también había visto lo que había pasado y quería sacar partido. Decidieron que no dirían nada a nadie, todas las noches se acercarían y con la ayuda de la luz de la vela levantarían la loseta y sacarían las monedas hasta acabarlas. Cada noche, la niña, que por su tamaño cabía dentro, se metía por el hueco bajo la loseta e iba dando monedas a la criada, quien las iba guardando en un enorme saco. Las noches pasaban y aquel tesoro parecía no acabarse nunca. Cada noche que pasaba la vela iba consumiéndose más y más, pero las monedas seguían saliendo a pares y no querían dejarse ninguna. Una noche en medio de su labor la vela comenzó a parpadear haciendo amagos de apagarse, la criada le dijo a la niña que saliera del hueco, que ya tenían dinero de sobra. La niña le hizo caso y abandonó el escondrijo, pero en el último momento una moneda cayó del saco al hueco y, en un acto de avaricia y sin pensárselo siquiera, la muchacha se metió de nuevo en el hueco. La criada intentó agarrarla pero no pudo, mientras le gritaba que por favor saliera de allí y dejara la moneda, pero en medio de ese griterío la vela terminó de apagarse. En el momento justo en que el último rayo de luz salió de la vela la loseta se cerró ante los ojos de la criada dejando a la niña dentro, fue imposible volverla a abrir nunca mas. La criada decidió no decir niña por desaparecida y el Pero aún en la actualidad por las noches los gritos

nada a nadie, los padres dieron a la tema se fue olvidando con el tiempo. dentro de esa casa se siguen oyendo de auxilio de la niña que repiten

noche tras noche en el pasillo ―Por favor…socorro…sacadme de aquí…‖. Incluso la policía ha acudido multitud de veces ante la llamada de los vecinos que oían voces pidiendo ayuda, pero al llegar al viejo caserón lo único que siempre han encontrado es una vela vieja y consumida puesta justo en el centro de una loseta…

Los Niños del Ferrocarril

Cuenta la leyenda que un autobús escolar se detuvo sobre las vías del tren en un paso a nivel, su conductor estaba tan borracho que no se dio cuenta de donde había aparcado mientras bajaba a orinar. Por desgracia a los pocos segundos un tren de mercancías que circulaba a gran velocidad chocó contra el bus matando a todos los niños que había dentro, los pobres angelitos casi ni se dieron cuenta. Se dice que desde entonces sus almas sin descanso penan en ese mismo punto deseando cobrarse la vida de quien les dejó a su suerte por influjo del alcohol. Cualquiera que se detenga por la noche en el paso a nivel del tren con la luz en rojo sufrirá su ira ya que decenas de pequeñas manos invisibles empujaran su coche hacia la vías, donde serán aplastados por el tren. Los más afortunados podrán acelerar su vehículo y escapar a tiempo, pero los espíritus de los infantes impedirán a cualquiera que haya bebido o esté borracho escapar con vida. Según los testimonios de los pocos supervivientes a veces cuando los cristales de los coches están empañados se pueden ver sus manitas apoyándose en el cristal mientras te empujan a tu muerte. Otros dicen haber escuchado las voces y lamentos de los niños mientras permanecen en el sitio.

El asesino del Asiento de Atrás

Una mujer sale del trabajo a altas horas de la madrugada, la carretera está vacía y su camino como cada noche se vuelve monótono y aburrido. Para evitar dormirse al volante decide parar a comprar algo de comer en una gasolinera que hay camino a su casa, al fin y al cabo no tiene nada que desayunar al día siguiente. La distracción le servirá además para mantenerse despierta los quince minutos que faltan hasta llegar a casa. Tras realizar una rápida compra y lavarse la cara en el baño decide reanudar su viaje. A los pocos minutos un coche se sitúa detrás de ella a toda velocidad y empieza a encender y apagar las luces. Prácticamente cegada por la intensidad de sus luces de larga distancia la mujer acelera. Sin embargo el vehículo que la persigue aumenta la velocidad y golpea fuertemente su parachoques trasero. Entre el miedo y los nervios se le cae el teléfono móvil bajo el asiento por lo que le es imposible llamar a nadie para pedir auxilio. Tiene que conducir a toda prisa porque el otro

vehículo la persigue insistentemente, además las luces de carretera del coche que la acosa le impiden ver correctamente el camino.

Finalmente y con el corazón a punto de explotar del miedo consigue entrar en la ciudad, sabe que la puerta de su casa está pocos metros y que si baja corriendo podrá llegar a tiempo. Sale del coche de un salto y deja la puerta abierta, tiene demasiada prisa para preocuparse de cerrarla. Casi inmediatamente del vehículo que la perseguía sale un hombre de pequeña estatura y algo gordito que la grita sin cesar: ¡¡¡ Corre, entra en casa y cierra la puerta !!! ¡¡¡Llama a la policía!!! La mujer desde el interior de su casa se asoma por la mirilla y observa como de repente del interior de su propio coche sale un hombre con un hacha. Con paso firme se abalanza sobre el conductor que la perseguía y le despedaza en cuestión de segundos. El conductor que la ―acosaba‖ lo único que pretendía era avisar a la mujer que había alguien en su asiento trasero. Mientras circulaba tras su coche pudo observar como se levantaba una silueta con un hacha y la alzaba con la intención de atacar a la mujer que estando de espaldas no podía ver a su asesino a escasos centímetros.

No Abras la Puerta

Muchas personas piensan que esto que os voy a relatar es una simple leyenda, un cuento o incluso una falsa historia, pero yo lo único que puedo hacer es contárosla, a partir de ahí, sacad vuestras conclusiones. Hace 2 años, estaban en su casa, tan tranquilos, María, una señora de 40 años que se había divorciado recientemente, con su hijo pequeño de tan solo 8 años. Como era de costumbre María se tenía que ir todas las noches a trabajar, era una mujer con muchas responsabilidades( tanto en su trabajo como en su casa) y no podía atender a su hijo en todo momento. Pero aquel día sería muy diferente al resto; ya que, cuando se encontraban cenando vieron en las noticias que un asesino en serie, muy peligroso y agresivo había escapado del centro penitenciario de la ciudad. Lo más grave de la noticia no era que este interno hubiese escapado, lo peor era que había sido visto a pocas manzanas del hogar de la familia.

Esto provocó la incertidumbre de María que al irse al trabajo tenía que dejar a su hijo solo en casa. Maria para prevenir desgracias cerró las ventanas, puertas, y le explicó lo siguiente a su hijo: - No abrás ninguna ventana ni las puertas. Aunque llevo las llaves, por si ocurre algo, yo golpearé 3 veces seguidas la puerta o simplemente me reconocerás por la voz y entonces sabrás que soy yo. Llegado el momento, María se fue a trabajar y dejó a su hijo solo. Éste, lleno de miedo, cerró la puerta a cal y canto y se puso a ver la tele para relajar la mente. Al cabo de rato, el chico ya estaba dormido cuando de pronto llaman a la puerta. POM…POM…. el chico se despertó y aterrado se dirigió muy despacio hacia la puerta y dijo: - ¿Eres tú mamá?. La respuesta vino con otra serie de golpes acompañados de un susurro escalofriante que decía: JABREME DA PUETA. El niño atemorizado huyó hacia su habitación donde se pasó la noche llorando y esperando a que llegase su madre, hasta tal punto que se quedó dormido. Al día siguiente cuando se levantó se dio cuenta de que su madre no había vuelto. Y aún con miedo se dirigió a la puerta que conducía a la salida de la casa y se encontró a su madre con las piernas cortadas ( por lo que no pudo llegar al timbre), la lengua cortada ( por lo que no le pudo reconocer la voz) y totalmente ensangrentada. Desde ese día este chico tuvo que ser hospitalizado en un psiquiátrico y no pudo dormir sin sufrir constantes pesadillas…

El Diablo en la Discoteca

Una noche de viernes santo, se hizo una fiesta en la discoteca más famosa de la ciudad, dicen que en un momento determinado de la noche ,entró a la discoteca un joven, que atraía las miradas de todas las jovencitas que se encontraban en el lugar, era alto ,muy bien vestido, con unos ojos algo extraños pero encantadores… Este apuesto joven se acercó a una muchacha para sacarla a bailar y ella encantada por su apariencia aceptó sin pensarlo dos veces, mientras bailaban él le advirtió que no mirara sus pies ya que se sentía un poco intimidado y no era capaz de seguir el ritmo, ella asintió con la cabeza… Pero al cabo de un rato no resistió mirar sus pies, ella se quedó sin aliento al ver unas garras horribles y se desmayó enseguida, todo el mundo al ver a esta joven tendida en el suelo

corrió a socorrerla, y el joven con el que bailaba ya había desaparecido del lugar. La muchacha cayó en un terrible estado de coma, y sus padres ordenaron revisar las cámaras del lugar para identificar al hombre que todos creían que era el culpable de su estado, pero para sorpresa de todos, en el video de seguridad se veía claramente que la jovencita se movía sola por toda la pista de baile, el hombre no se reflejaba en la grabación. Para confirmar esta escalofriante historia en el baño del establecimiento en uno de los espejos decía: ―Viernes Santo, muerte de Cristo, Viernes Santo yo revivo y riego sangre y temor entre los humanos‖… La discoteca estuvo varios días impregnada con un olor a azufre y la joven murió después de un tiempo con unas marcas de quemaduras en la espalda… ¿¿¿Te atreverías a irte de fiesta ahora en Viernes Santo???

Alguien Bajo tu Cama

La citada historia le sucedió a una niña de 9 años, hija única de padres de gran influencia en la política local; esta niña tenía todo lo que hubiese querido y deseado una niña normal, con buena educación, pero con una soledad incomparable. Sus padres solían salir a fiestas de caridad y reuniones del ámbito político, y la dejaban sola. Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande para que cuidase a la niña cuando creciera, pasaron los años y la niña y el perro se volvieron inseparables. Una noche como cualquier otra los padres fueron a despedirse de la niña; el perro, ya acostumbrado a dormir con la niña, se tumbaba bajo de la cama. Los padres se fueron y pronto la niña se sumió en un sueño profundo, aproximadamente a las 2:30 de la madrugada, un fuerte

ruido la despertó, eran como rasguños leves y luego más fuertes. Entonces, temerosa, bajó la mano para que el perro la lamiese (era como un código entre ella y el perro) al sentir su lengua en la mano se tranquilizó y durmió otra vez. Cuando se despertó por la mañana descubrió algo espantoso: En el espejo del tocador había algo escrito con letras rojas. Cuando se acercó, vio que era un rastro de sangre que decía así: ―NO SÓLO LOS PERROS LAMEN‖. Entonces dio un grito de terror al ver a su perro desangrado en el suelo de su habitación. Se dice que cuando los padres la encontraron ella no decía otra cosa más que: ―¿Quién me lamió?‖ y decía el nombre de su perro, se volvió loca y hasta la fecha está en un manicomio y sus padres, tratando de olvidar lo que hallaron en el cuarto y a su hija, se fueron al extranjero. La incógnita más grande es: según los que fueron a investigar al cuarto de la niña, el perro ya estaba muerto, desangrado en el suelo, desde hace horas. ¿Quién le lamió la mano a la niña debajo de la cama?

La Chaqueta

Un chico está estudiando un sábado para preparar sus exámenes de graduación. Para relajarse un poco decide ir a un pub que esta justo debajo de su casa. Se acerca a la barra y pide una cocacola para despejarse. De repente ve a una chica muy guapa y atractiva, era rubia, pelo largo, ojos claros y cuerpo frágil. Él se acerca a hablar con ella aprovechando que estaba sola en un extremo de la barra. Se presentan y se pasan hablando un par de horas hasta que ella dice que se tiene que ir a su casa ya que es muy tarde. El chico mientras va con ella a la puerta le intenta convencer de que le deje acompañarle a su casa, ella se niega. La chica sale a la calle y empieza a tiritar, esa noche hace mucho frío y el chico en un acto de caballerosidad se quita la

chaqueta y la envuelve con ella, aprovecha la situación para abrazar a la chica y acompañarla la mitad del camino a su casa, ella le pide que la deje continuar sola y él encuentra la excusa perfecta para volverla a ver otro día. Al dejarle la chaqueta podrá quedar de nuevo con ella para que se la devuelva. Ella le da su dirección y se despiden con un tierno beso. Al día siguiente su corazón parece que va a explotar cuando se acerca a la dirección que la chica le señaló. Lleva casi toda la noche sin dormir pensando en ella y llama tímidamente a la puerta. Le recibe una mujer mayor que le pregunta quien es. El chico pregunta por Laura, el nombre de la chica, y la mujer nerviosa y enfadada le recrimina que allí no hay ninguna Laura y que vaya a hacer bromas pesadas a otro lado. Desesperado por perder a su amor, el chico insiste y es entonces cuando advierte que junto a la mesita de entrada a la casa hay una foto de Laura. La señala y le dice a la señora que ella es la chica a la que busca. La mujer encolerizada le agarra de una oreja y le lleva a rastras hasta un cementerio cercano. Por el camino los ánimos se van suavizando y la mujer le cuenta entre lágrimas que Laura era su hija menor, había fallecido años atrás. La encontraron muerta camino a casa, al parecer una noche fría cuando volvía de divertirse con las amigas sufrió un ataque de asma del que no pudo sobrevivir. Al llegar al cementerio y sin mediar palabra el chico señaló una de las tumbas – ―Esa es la tumba de Laura‖ – la mujer le preguntó que como podía saberlo si nunca había estado… Allí sobre su lápida estaba la chaqueta del chico.

La Llorona

Consumada la conquista y poco más o menos a mediados del siglo XVI, los vecinos de la ciudad de México se recogían en sus casas con el toque de queda, avisado por las campanas de la primera Catedral; a media noche y principalmente cuando había luna, despertaban espantados al oír en la calle, tristes y prolongadisimos gemidos, lanzados por una mujer a quien afligía, sin duda, honda pena moral o tremendo dolor físico. Las primeras noches, los vecinos se resignaban a santiguarse por el temor que les causaban aquellos lúgubres gemidos, que según ellos, petenecían un ánima del otro mundo; pero fueron tantos y tan repetidos y se prolongaron por tanto tiempo, que algunos

osados quisieron cerciorarse con sus propios ojos qué era aquello; y primero desde las puertas entornadas, de las ventanas o balcones, y enseguida atreviéndose a salir a las calles, lograron ver a la que, en el silencio de las oscuras noches o en aquellas en que la luz pálida de la luna caía como un manto vaporoso lanzaba agudos y agónicos gemidos. Vestía la mujer un traje blanco y un espeso velo cubría su rostro. Con lentos y callados pasos recorría muchas calles de la ciudad, cada noche tomaba distintas calles, pero siempre pasaba por la Plaza Mayor (hoy conocida como el Zocalo de la Capital), donde se detenía e hincada de rodillas, daba el último angustioso y languidísimo lamento en dirección al Oriente; después continuaba con el paso lento y pausado hacia el mismo rumbo y al llegar a orillas del lago, que en ese tiempo penetraba dentro de algunos barrios, como una sombra se desvanecía entre sus aguas. ―La hora avanzada de la noche, – dice el Dr. José María Marroquí- el silencio y la soledad de las calles y plazas, el traje, el aire, el pausado andar de aquella mujer misteriosa y, sobre todo, lo penetrante, agudo y prolongado de su gemido, que daba siempre cayendo en tierra de rodillas, formaba un conjunto que aterrorizaba a cuantos la veían y oían, y no pocos de los conquistadores valerosos y esforzados, quedaban en presencia de aquella mujer, mudos, pálidos y fríos, como de mármol. Los más animosos apenas se atrevían a seguirla a larga distancia, aprovechando la claridad de la luna, sin lograr otra cosa que verla desaparecer llegando al lago, como si se sumergiera entre las aguas, y no pudiéndose averiguar más de ella, e ignorándose quién era, de dónde venía y a dónde iba, se le dio el nombre de La Llorona.‖

El Origen de la Llorona El antecedente mas conocido de la leyenda de la llorona tiene sus raices en la mitologia Azteca. Una versión sostiene que es la diosa azteca Chihuacóatl, protectora de la raza. Cuentan que antes de la conquista española, una figura femenina vestida de blanco comenzó a aparecer regularmente sobre las aguas del lago de Texcoco y a vagar por las colinas aterrorizando a los habitantes del gran Tenochtitlán.

―Ay, mis hijos, ¿dónde los llevaré para que escapen tan funesto destino?‖, se lamentaba. Un grupo de sacerdotes decidió consultar viejos augurios. Los antiguos advirtieron que la diosa Chihuacóalt aparecería para anunciar la caída del imperio azteca a manos de hombres procedentes de Oriente. La aparición constituía el sexto presagio del fin de la civilización. Con la llegada de los españoles al Continente Americano, y una vez consumada la conquista de Tenochtitlan, sede del Imperio Azteca, años mas tarde y después de que murio Doña Marina, mejor conocida como la ―Malinche‖ (joven azteca que se convirtió en amante del conquistador español Hernán Cortés), se decía que esta era la llorona, la que venía a penar del otro mundo por haber traicionado a los indios de su raza, ayudando a los extranjeros para que los sometieran.

Las “Otras” Lloronas Esta leyenda se extendio a otros lugares del Pais, manifestandose de diversas maneras. En algunos pueblos se decía que la llorona era una joven enamorada que habia muerto en vísperas de la boda y traía al novio la corona de rosas blancas que nunca utilizó. En otras partes, se creía que era una madre que venía a llorarle a sus hijos huerfanos. Algunos afirman que es una mujer que ahogó a uno de sus hijos y por la noche lo busca a lo largo de los riachuelos o quebradas, exhalando prolongados lamentos. Otra descripción de la llorona es la siguiente: Mujer de figura desagradable, alta y desmelenada, de vestido largo y rostro cadavérico. Con sus largos brazos sostiene a un niño muerto. Pasa la noche llorando, sembrando con sus sollozos lastimeros, el terror en los campos, aldeas, y aún en las ciudades. Se hace referencia a este personaje acorde con la tradición oral, donde se le define como una madre soltera que decidió no tener a su hijo y por eso aborta, acarreándole esto el castigo

de escuchar permanentemente el llanto de su niño. Este castigo la desesperó y la obligó a deambular por el mundo sin encontrar sosiego, llorando, gimiendo e indagando por el paradero de su malogrado hijo.

Mascotas Resucitadas

Luis como cada mañana sacó a pasear a su perro, un precioso ejemplar de Beagle, una raza conocida por ser unos excelentes

rastreadores y grandes cazadores. Su paseo matutino finalizó sin ningún contratiempo y Luis no advirtió que la rutina de cada mañana se había roto. Todas las mañana cuando salía de casa con el perro el loro de la vecina empezaba a gritar y provocar los más chirriantes sonidos, Sultán que así se llamaba el perro odiaba al pájaro con toda su alma y comenzaba a ladrarle provocando mas de una queja entre el vecindario. Sin embargo esa mañana nadie molestó a Sultán y el loro no había armado el escándalo habitual. Luis no le había dado importancia a ese hecho. Pensó que tal vez su vecina, debido a las quejas del resto de vecinos, había decidido guardar a su mascota en el interior de la casa. La sorpresa de Luis fue mayúscula cuando al buscar a Sultán el jardín trasero, que era parte de la comunidad de vecinos. encontró como su perro excavaba un agujero en la tierra con loro en la boca. Rápidamente y de un salto le quitó el pájaro la boca al animal, comprobando que ya estaba muerto.

en se el de

Asustado y sin saber que hacer limpio al loro de sangre y restos de tierra y decidió colocarlo en la jaula en la que su vecina tenía al animal normalmente. Ocultó toda prueba de que Sultán había asesinado al loro y trató de hacer una vida lo más normal posible, pensando que tal vez al encontrar al loro muerto en la jaula no investigaría su muerte y pensaría que había muerto de alguna enfermedad. Aproximadamente una hora después escuchó gritos y llantos en la casa de su vecina. Se acercó al lugar para tratar de consolarla como lo hubiera hecho en una situación normal para no levantar sospechas. Ante los llantos sacó todo un arsenal de consuelos, le dijo que el loro había tenido una vida feliz, que pronto podría comprar otro pájaro que le hiciera compañía, etc. Sin embargo los llantos y gritos de la mujer no sólo eran de tristeza e impotencia. Tenía un miedo atroz, pues el loro había muerto la noche anterior y ella lo había enterrado esa misma mañana en el jardín de la parte trasera. ¿Habría regresado de entre los muertos su mascota?

La Chica de la Curva

Pasaban quince minutos de las nueve de la noche cuando Cobos decidió irse. Llevaba varias horas delante de la pantalla del

ordenador, sin apenas marchar a casa.

pestañear

y

pensó

que

ya

era

hora

de

Fuera, en la calle, ya había anochecido hacía un buen rato. El viento soplaba con una fuerza inusitada, como antesala de una tormenta que estaba a punto de llegar. Antes de cerrar la oficina con su llave, tecleó en la pequeña consola la clave para activar la alarma electrónica. Esperó unos segundos tras cerrar la puerta hasta que escuchó un pitido agudo que indicaba que la alarma quedaba en servicio, y con un gesto instintivo se echó la gabardina por encima de los hombros. El frío arreciaba y empezaba a lloviznar. Con paso rápido alcanzó su vehículo, un viejo Renault verde oscuro que pese a los años, se encontraba en bastante buen estado. Abríó la puerta y con rapidez se introdujo en su interior. Introdujo la llave en el contacto y en breves segundos una tenue luz dió vida al cuadro de mandos. Giró la rueda de la calefacción al tope, y se dispuso a iniciar la marcha hacia su hogar. La tormenta se fue volviendo cada vez más virulenta a medida que se alejaba de la oficina. Aún le quedaban unos 50 kilómetros hasta llegar a su casa, situada en las afueras de una pequeña ciudad dormitorio. Decidió encender la radio para hacer el trayecto más apacible; sin embargo la grave voz del locutor de ese programa de misterio que tanto le perturbaba, inundó el oscuro interior del vehículo. Giró a la derecha para incorporarse a la carretera comarcal por la que tendría que transitar varios kilómetros. No le gustaba nada regresar a casa por este camino, máxime cuando hacía una noche tan desapacible como esta, ya que el firme no se encontraba en buen estado y apenas había iluminación. De hecho se había producido en ella varios accidentes en los últimos años, alguno de ellos mortal. Esto también había dado lugar a habladurías de la gente, que afirmaba que en una curva se aparecía una mujer joven vestida de blanco y con aspecto desaliñado.

Cobos no era una persona que diera mucho crédito a este tipo de historias. Sin embargo tenía que reconocer que había algo en esa carretera que le provocaba una sensación extraña, de intranquilidad. Ya había dejado atrás las luces de la pequeña ciudad, y la oscuridad lo inundaba todo. Sólo el resplandor de los faros delanteros era capaz de romper con la negrura de esa noche sin luna. De pronto, una sensación muy extraña se apoderó de él. Se dió cuenta que no se escuchaba ningún ruido, salvando la radio y el sonido del motor y los neumáticos sobre la gravilla.Decidió parar en el arcén sin saber bien para qué, ni que se encontraría. Abrió la puerta del coche y salió. Fuera llovía copiosamente, pero apenas se escuchaba algo más que el ruido del motor y el golpeteo de las gotas de lluvia en el techo del coche. Se introdujo de nuevo en el vehículo, e inició la marcha, sin haber despejado del todo ese hormigueo que tenía en el estómago. Su incertidumbre duró poco tiempo. Al mirar por el retrovisor interior del coche se dió cuenta de que no iba solo. Una mujer totalmente empapada, con un vestido blanco, y la mirada ausente se encontraba en el asiento trasero. Era imposible que se encontrara allí: el vehículo sólo tenía dos puertas y de ninguna forma se podía acceder a la parte trasera, salvo por la puerta del lado del conductor, ya que la otra se encontraba averiada desde hacía varios días y no se podía abrir. Su corazón empezó a latir aceleradamente. Frenó en seco y con sus manos se tapó el rostro, con la esperanza de que todo fuera fruto de su imaginación. Sin embargo al volver a mirar por el retrovisor, la figura seguía sentada en el mismo lugar. Cobos se giró y balbuceando preguntó a la mujer quién era, y que hacía allí. Sin embargo esta no articuló palabra. Su mirada seguía perdida Dios sabe donde… No podía ser. No podía estar nadie esa vieja historia de la mujer ocurriendo a él. No creía en ese salir del coche y echar un vistazo fruto de su imaginación.

allí. No podía ocurrir que de la curva le estuviera tipo de tonterías. Decidió desde fuera. Tenía que ser

Asió la palanca de la puerta con la mano dispuesto a abandonar el coche, y de repente sintió una fuerte presión en el cuello. Notó como dos manos frías como el acero le presionaban impidiendo el paso de aire a los pulmones. Miró sorprendido por el retrovisor y la imagen que vió le provocó pánico. La mujer ya no tenía esa mirada fria y distante sino todo lo contrario: los ojos parecían que se iban a salir de las órbitas y reflejaban un odio que nunca había visto en ningunta otra mirada. Intentó zafarse de las manos de la mujer pero le resultó imposible. Poco a poco, a medida que el oxigeno apenas llegaba a sus pulmones, fue perdiendo la consciencia, seguro de que iba a morir, pero sin entender aún porqué. Hasta que la mujer aproximó sus labios y dijo con una voz carente de expresión: nos veremos en el infierno, donde estoy desde aquella noche que me atropellaste en la curva que acabamos de pasar. ¿Recuerdas? Fueron las últimas palabras oscuridad más absoluta.

que

escuchó.

Después

reinó

la

No Juegues con las Langostas

Una mañana alrededor de las 5 AM, Susan DeLucci de 22 años despertó en su casa de Kittery, Maine, con una dolorosa necesidad de orinar. Al principio pensó que tenia diarrea, excepto que se trataba del orificio corporal equivocado. Se aproximo tambaleándose al baño y de su vagina salió el ruido mas horrible y nauseabundo jamás oído. Envuelta en un dolor paralizante, miss DeLucci continuó durante unos minutos, empujando y expulsando a chorros de su vagina una marea ardiente de inclasificable inmundicia. Mientras se asía con fuerza a los lados del baño, gritaba con desesperación lo que alertó a los vecinos que llamaron a la policía. Cuando la policía y los médicos llegaron encontraron a la mujer inconsciente, tumbada en el suelo del baño, sin nada encima excepto su bata de baño. Chorreando desde su entrepierna se podía ver una corriente de jarabe verde amarronado. El médico decidió cambiarla a un lugar mas ancho, así que cogió su pierna izquierda, cruzada sobre la otra pierna para enderezarla hacia fuera, ya que ella se encontraba tumbada retorcidamente.

Cuando el levantó su pierna izquierda, pretendiendo enderezar su cuerpo, expuso su vagina y en ese momento una criatura, no mas grande de la extremidad de un dedo salió de sus órganos genitales y aterrizó en el suelo estallando en un húmedo sonido. Impresionado el médico miro fijamente la criatura que reposaba ahora en los azulejos del cuarto de baño, recubierta por una capa mucosa. Era un camarón minúsculo del fango que se retorcía con saltos a un lado y a otro casi jadeando por agua. El médico horrorizado volvió su cara al baño mientras sentía como las nauseas le envolvían. Cuando puso su cara sobre el baño, la siguiente visión fue tan horrorosa que hasta el día de hoy no puede mirar un baño sin convulsionar .La totalidad de la taza hervía con crías de camarón del fango marrones que se movían saltando y salpicando con ritmo furioso. La muerte de Susan DeLucci fue el resultado de una combinación de impresión y traumatismo craneal. Cuando terminó, se levantó de la taza llena de dolor y vio lo que había hecho. La impresión fue tal que se desmayó y se cayó, rompiéndose la cabeza contra el baño y luego contra el suelo. Dos noches antes del suceso había comprado en la pescadería una langosta viva. Mientras descansaba en una tina, insertó suavemente la cola de la criatura en su vagina para darse placer. En ese momento sostuvo un mechero en la cara de la langosta lo que le llevaba a mover su cola en violentos y espasmódicos movimientos. Los médicos encontraron una cinta XXX de contenido lésbico en la videocasetera y la TV justo delante de la tina. La langosta fue encontrada en la basura de la cocina envuelta en una bolsa de papel. Se encontraron restos de ADN de DeLucci en la langosta junto con pelos pubicos entre las juntas de la cola de la langosta. El intestino y colon de la langosta estaban llenos de huevos de camarón del fango. Los especialistas creen que la langosta los había comido previamente por lo que se supone que la langosta excretó los huevos en la vagina de miss DeLucci cuando esta lo torturaba. Estos huevos son comunes en el agua de las pescaderías en los mercados y son generalmente inofensivos ya que mueren al cocerse. El camarón del fango de Maine solo tiene dos días de gestación y DeLucci estaba solamente a cuatro días de su período. En ese

punto de su ciclo menstrual, su matriz tenia el equilibrio perfecto de pH para incubar al camarón de fango, versión mas grande de los populares ―Sea Monkeys‖, tan vendidos en los EEUU. Durante la noche los huevos comenzaron su ciclo y el camarón del fango empezó a doblar su tamaño cada 10 minutos!!!Pueden imaginarse el intenso dolor interno que sufrió al despertar esa mañana y dar a luz a 1000 crías del camarón del fango???

La Sonrisa del Payaso

Una chica sale a altas horas de la discoteca, ha discutido con sus amigas y esa noche volverá a casa sola, incapaz de conseguir un taxi decide volver a su casa andando. Para ello debe cruzar un oscuro parque, decide hacerlo sin pensar mucho en las consecuencias y acelera el paso para llegar a casa cuanto antes. De repente de entre unos arbustos aparece un grupo de hombres con oscuras intenciones, el grupo acorrala a la chica y mientras la increpan y golpean la empiezan a toquetear, la chica asustada implora por su vida y les pide entre lágrimas que la dejen marchar, es virgen y no quiere tener una experiencia tan traumática como primera vez. Los hombres entonces le ofrecen una alternativa a la violación, ―la sonrisa del payaso‖, la chica debe elegir entre ser violada

o que le hagan la sonrisa del payaso. La chica que no sabe que es, prefiere cualquier cosa a perder su virginidad violada por un grupo de violentos y elige la ―sonrisa‖. Sin mediar palabra uno de ellos saca su navaja y le corta desde la comisura de los labios hasta las orejas, dejando su boca y cara totalmente deformadas y una horrible cicatriz para toda la vida que asemeja la horripilante sonrisa de un payaso. Existen otras versiones de esta misma leyenda en la que ofrecen apuñalamiento o patada. Las personas asustadas al ver la navaja prefieren recibir una patada. Lo que no saben es que antes de recibir la patada les hacen morder un bordillo de la acera y al patearles la nuca les parten todos los dientes. En la tercera versión de la leyenda el ofrecimiento es entre puñalada o pellizco, quien prefiere el pellizco tiene que aguantar la tortura de que le arranquen los pezones de un pellizco usando unos alicates.

La Leyenda de Bloody Mary

La leyenda todos la conocemos. Al menos la parte en la que te pones frente al espejo y dices tres veces su nombre. Entonces una chica o mujer se aparece y te desfigura o te mata . Pero la leyenda dice más de lo que sabemos,se dice que hace muchos años Mary enfermo y murió. Su familia la enterró. En los años en los que vivía Mary se enterraban a los cuerpos con una especie de cuerda que estaba atada en la superficie a una campanilla, ya que se conocía lo que era la catalepsia. Resulta que Mary se despertó y tocó la campana, pero nadie la escuchó . A la mañana siguiente los familiares vieron que la campana estaba en el suelo. Al desenterrarla encontraron a Mary sin uñas ya que estas estaban rotas y ensangrentadas en la parte superior del ataúd. Mary echó una maldición antes de morir y ahora todos los que frente de un espejo la llamen nombrando su nombre tres veces, morirán. Pero antes de eso escucharás la campana que nadie escuchó cuando Mary murió.

Se confunde con la historia de María I de Inglaterra llamada María la sanguinaria. Llamada así por sus actos contra los protestantes. Su historia se ha mezclado con la historia de Ersebeth Bathory, dando así una confusión enorme. Pero esa Mary y la de la que ahora os hablo son dos mujeres totalmente distintas . El origen de Bloody Mary como leyenda urbana se expande en 1978 cuando Janet Langlois publica su ensayo titulado Mary Whales, I Believe in You‘: Myth and Ritual Subdued. En donde Langlois pretende explicar el origen de la leyenda y el significado del espejo . Era el único ensayo que estudiaba en profundidad el caso de Bloody Mary recogiendo narraciones y sucesos de diversas personas. Pero como en toda leyenda urbana , existen varias versiones ,en 1976 Mary and Herbert Knapp en su antología llamada el folclore de los niños americanos , cuenta que un niño llamó a Mary Worth cuarenta y siete veces frente al espejo y esta apareció con un cuchillo y una verruga en la nariz. En 1988 Simon J. Bronner incluye en su libro un apartado titulado Los rituales de Mary Worth donde nos cuenta que Bloody Mary fue asesinada en el bosque detrás de la escuela elemental Pine Road y que para llamarla las niñas tenían que ir al cuarto de baño y pincharse los dedos con un alfiler para extraer dos gotas de sangre ,y después decir: ―Creemos en Bloody Mary‖ diez veces con los ojos cerrados. Al abrir ojos y mirar en el espejo verían a una niña de pelo largo , piel clara y un corte en la frente de donde brotaba sangre. Incluso parece haber una versión en la que Mary Whales apareció en una esquina cuando estaba lloviendo , y un amable hombre se ofreció a llevarla , pero cuando avanzaron esta desapareció dejando solo una mancha de sangre en el asiento . ¿Una mezcla de la chica de al curva? . ¿Y qué pinta el espejo en todo esto? En la cultura popular se cree que los espejos son puertas a otros mundos . Todo esto se cree debido a la creencia que los antiguas mesoamericanos tenían respecto a estos objetos . Creían que además de predecir el futuro podrían comunicarse con sus antepasados , dioses y el otro mundo. Si ahora consideramos que Mary es un espíritu ¿ Qué mejor forma de comunicarse con ella que con un espejo? . Como habéis podido comprobar, a nuestra tenebrosa amiga Mary se le llama de diversas formas . En el texto que os he expuesto anteriormente se le ha nombrado como Bloody Mary , Mary Worth , Mary Whales . Esto a mi parecer es una muestra más de que es

solo una leyenda urbana extendida en diversos lugares . Aunque ¿ te atreves a averiguarlo?.