Lecciones de Las Fronteras Del Aprendizaje (1)

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Lecciones de las fronteras del aprendizaje

Un documento preparado por el Centro Internacional de Enseñanza CENTRO MUNDIAL BAHÁ’Í ABRIL 2013

LECCIONES DE LAS FRONTERAS DEL APRENDIZAJE

INTRODUCCIÓN 1. AGRUPACIONES EN LAS FRONTERAS DEL APRENDIZAJE 1.1 1.2 1.3 1.4 1.5

Un ritmo sostenido de expansión y consolidación El surgimiento de un proceso educativo sólido Avances en la construcción de comunidad Un esquema efectivo de organización Una mayor participación en la vida de la sociedad

2. PROGRAMAS INCIPIENTES DE CRECIMIENTO 2.1 2.2

Establecer una base para construir capacidad Ampliar el alcance de las actividades básicas

3. AUMENTAR LA INTENSIDAD 3.1 3.2 3.3 3.4 3.5 3.6

Mejorar la calidad del proceso de instituto Proporcionar mayor estructura a medida que crece la complejidad Intensificar los esfuerzos de construcción de comunidad en barrios y aldeas Identificar y superar obstáculos para el progreso sostenido Llegar a jóvenes de poblaciones receptivas Un compañerismo duradero

4. REALZAR LA CAPACIDAD INSTITUCIONAL PARA POYAR EL MOVIMIENTO DE LAS AGRUPACIONES 4.1 4.2 4.3

Institutos de capacitación Sitios de aprendizaje del programa para el empoderamiento espiritual de los prejóvenes Consejos Regionales Bahá'ís

5. EL PODER DE LA FE PARA EDIFICAR LA SOCIEDAD

LECCIONES DE LAS FRONTERAS DEL APRENDIZAJE Cuando la Casa Universal de Justicia llamó al mundo bahá’í al inicio de este Plan de Cinco Años a que construyera sobre los logros extraordinarios de los cinco años anteriores, describió una comunidad que no solo había sobrepasado sus metas numéricas, sino que también había logrado progresar cualitativamente al nivel más profundo de la cultura. Desde entonces, los amigos han extendido sus esfuerzos a un número creciente de agrupaciones, incorporando a contingentes cada vez mayores de participantes en un proceso de construcción de comunidad. Al término del segundo año del Plan, se cuenta ya con una valiosa experiencia que tiene implicaciones importantes para acciones futuras. El propósito del siguiente documento es examinar esta experiencia y describir una serie de enfoques que, al ser aplicados por los amigos de acuerdo a sus circunstancias, pueden permitirles acelerar el proceso en curso. Para ello se empezará por considerar agrupaciones del mundo entero que se encuentran en las fronteras del aprendizaje, a continuación aquellas donde los amigos están empezando a establecer programas de crecimiento y, por último, aquellas donde se están haciendo esfuerzos por aumentar la intensidad. También se compartirán algunas ideas sobre estructuras administrativas a nivel regional o nacional que apoyan el movimiento de las agrupaciones.

1.

AGRUPACIONES EN LAS FRONTERAS DEL APRENDIZAJE

Hoy en día, en más de 3.600 agrupaciones alrededor del mundo, los amigos están esforzándose por establecer nuevos programas de crecimiento o hacer avanzar los ya existentes. Del análisis de lo ocurrido en las agrupaciones más avanzadas de entre éstas, unas 200, y en particular las 20 más fuertes, se derivan estrategias efectivas para el crecimiento y es posible apreciar la eficacia de llevar adelante líneas de acción de forma coherente. La Casa de Justicia ha expresado este Riḍván que muchos de los «rasgos distintivos y destacados que caracterizan a las agrupaciones más avanzadas son también evidentes en comunidades que se hallan en fases mucho más tempranas de su desarrollo»1. Se espera, por lo tanto, que un examen minucioso del patrón de actividad característico de las agrupaciones situadas en la vanguardia del aprendizaje les sea de ayuda a los amigos que trabajan en agrupaciones que se encuentran incluso en las etapas más tempranas de su desarrollo. Por lo general, las agrupaciones avanzadas cuentan con una comunidad bahá’í numerosa y, lo que es más importante, han movilizado eficazmente, a lo largo del tiempo, grandes números de personas para que sirvan a la Causa y a la sociedad. Históricamente, algunas han tenido comunidades de gran tamaño; otras han experimentado un crecimiento significativo sólo durante los últimos años. Sin embargo, en todas las agrupaciones fuertes, aquellos que sostienen las diferentes actividades del Plan se cuentan por cientos, mientras que los participantes pueden llegar a los miles. De entre estos consagrados amigos, algunos de ellos, sumamente versados en los procesos que están transformando la agrupación, se ocupan de las necesidades administrativas del Plan como coordinadores de agrupación, miembros de Comités de Enseñanza de Agrupación, miembros de Asambleas Espirituales Locales, o ayudantes de los miembros del Cuerpo Auxiliar. Un número creciente sirve como maestros de clases para niños, animadores de grupos prejuveniles o tutores de círculos de estudio, y participa en campañas de enseñanza a nivel de la agrupación. Muchos también ofrecen sus talentos para una multitud de actividades en los campos de la enseñanza y la administración, y para el enriquecimiento de diversos aspectos de la vida comunitaria. Todos son conscientes de que la participación en la

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Fiesta de Diecinueve Días y la conmemoración de los Días Sagrados son obligaciones que no deben olvidarse, y todos reconocen la importancia de las reuniones devocionales y la calidad de la vida devocional de la comunidad. Una grata adición a este eficiente uso de recursos humanos es la atención que un núcleo de amigos dedicados, frecuentemente jóvenes, están prestando al trabajo intensivo en un número creciente de barrios y aldeas. Entre las características que distinguen a estas agrupaciones avanzadas, como se explicará en las siguientes páginas, se encuentra la habilidad de los amigos para sostener el crecimiento en ciclos de actividad regulares de tres meses de duración, para mantener la atención centrada en un proceso educativo que impulsa el progreso, para poner en marcha un proceso sólido de construcción de comunidad, para organizar sus esfuerzos de tal manera que puedan afrontar el reto de una mayor complejidad y para dar orientación a una creciente relación con la sociedad en general. 1.1

Un ritmo sostenido de expansión y consolidación

La Casa de Justicia ha explicado que el patrón de actividad que se despliega en las agrupaciones y crea una vida comunitaria vibrante puede observarse desde dos perspectivas igualmente válidas. Una de estas incluye «los ciclos trimestrales de actividad a través de los cuales crece una comunidad: la aceleración de la expansión que se experimenta como resultado de la acción intensiva; el periodo necesario de consolidación durante el que los ingresos a las filas se fortalecen…; y las ocasiones señaladas para que todos reflexionen y tracen planes»2. Estos ciclos trimestrales de actividad marcan un ritmo particular en la vida comunitaria cuando son sostenidos a lo largo del tiempo. Cada ciclo los amigos renuevan su visión, evalúan su progreso y desafíos actuales, ajustan sus planes de acción, y organizan fases intensivas de actividad para la expansión y la consolidación. Estos ciclos se despliegan ininterrumpidamente, aunque los patrones de expansión puedan variar. Los problemas ocasionales retrasan el progreso, pero los creyentes logran superar los obstáculos y, mediante una acción unificada, siguen adelante. Habiendo adquirido una comprensión más profunda del deber de enseñar de forma directa cuando las circunstancias lo requieren, los amigos de las agrupaciones fuertes han ido más allá de tener un único enfoque para las fases de expansión de sus ciclos. Han superado la preocupación por intentar aumentar los números en un período de tiempo relativamente corto. Tras haber profundizado su comprensión del marco para la acción, habiendo hecho más sofisticado su análisis de la compleja variedad de circunstancias y fuerzas, y habiéndose hecho más penetrante su reflexión sobre sus logros y los retos por venir, son capaces de tomar buenas decisiones estratégicas para responder a los requisitos del crecimiento en un momento determinado. «Los amigos también han aprendido que no es necesario que el enfoque principal de la fase de expansión de todos los ciclos de un programa de crecimiento gire en torno a un mismo objetivo»3, mencionó la Casa de Justicia en Riḍván de 2013. «Las circunstancias pueden requerir, por ejemplo, que en un ciclo determinado la atención se concentre principalmente en invitar a las almas a abrazar la Fe mediante una intensificación de las labores de enseñanza, llevadas a cabo de manera individual o colectiva; en otro ciclo, el enfoque podría orientarse a multiplicar una actividad básica determinada»4. De la misma manera, los planes para la fase de expansión pueden variar de acuerdo a las necesidades de un barrio o aldea en particular.

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De hecho, donde haya recursos abundantes, diversos grupos de personas pueden dedicarse a objetivos diferentes, pero complementarios, durante una misma fase de expansión. De este modo, a lo largo de muchos ciclos, se percibe un aumento constante en el número de nuevos creyentes, actividades básicas y participantes, y de aquellos que, acompañados por otros, pueden ampliar el alcance y la complejidad del trabajo de expansión y consolidación. A medida que avanza el proceso de aprendizaje es natural que «cuando se incorpora un nuevo elemento, este requiere una atención especial por cierto tiempo»5. Sin embargo, la Casa de Justicia añade, «ello no disminuye de manera alguna el valor de otros aspectos de sus labores de construcción de comunidad»6. La habilidad de asignar recursos a los elementos nuevos que incorporan los mensajes sucesivos de la Casa de Justicia ––sin desviar la atención de todos los colaboradores del Plan–– permite a los amigos en las agrupaciones más avanzadas progresar hacia «la tan anhelada meta de la participación universal en los asuntos de la Fe»7. Tomar en cuenta todas estas consideraciones resulta en un período de tres meses que incluye una variedad de actividades animadas, diversas y bien coordinadas. Y aunque el ritmo del progreso puede variar en cada lugar, dependiendo de las circunstancias de las diversas poblaciones que en él se encuentran, el ciclo se caracteriza por un espíritu de unidad y por el sentido de propósito común de los amigos de toda la agrupación. Es importante ser conscientes de que esta prometedora pauta de crecimiento sólo puede mantenerse si todos, con una postura humilde de aprendizaje y sin importar el alcance de su actividad, ofrecen un apoyo incondicional, mediante hechos y palabras, a cada una de las almas que laboran en la viña divina. «Todos deben ser como alas para llevarse unos a otros hacia adelante»8, dice Bahá’u’lláh. 1.2

El surgimiento de un proceso educativo sólido

La segunda perspectiva desde la que se puede observar el patrón de acción en una agrupación es la de un proceso educativo con tres etapas diferenciadas, «la primera, para los miembros más jóvenes de la comunidad; la segunda, para los que afrontan los difíciles años de transición; y la tercera, para los jóvenes y adultos»9. Las agrupaciones más avanzadas muestran tanto la magnitud que tal esfuerzo puede alcanzar como la complejidad que conlleva. Por ejemplo, en la agrupación de Lubumbashi, en la República Democrática del Congo, el proceso educativo sirve ahora a unas 6.000 personas, incluyendo a unos 3.500 niños, 2.200 prejóvenes, y cientos de jóvenes y adultos en círculos de estudio, todos apoyados por un complejo esquema que genera y sistematiza el conocimiento, y coordina los esfuerzos de veintenas de tutores, animadores y maestros de clases para niños. En muchas partes del mundo es relativamente fácil atraer a niños de la sociedad en general a las clases bahá’ís, y los padres reconocen rápidamente la influencia beneficiosa que tiene una educación moral y espiritual en la actitud y el comportamiento de sus hijos. El reto que los institutos de capacitación están afrontando ahora cuidadosamente en las agrupaciones más avanzadas es la sistematización del trabajo y la creación de un sistema duradero para la educación espiritual de los niños. La Casa de Justicia observó: «En el abanico de interrogantes que tiene ahora ante sí todo instituto de capacitación se destaca uno especialmente apremiante: cómo movilizar una cantidad suficiente de maestros de clases para niños para grados sucesivos y, por ende, de tutores que puedan formar grupos que estudien los cursos correspondientes»10. La magnitud del desafío de lograr esto es bien conocida. No solo se están llevando a cabo cursos para capacitar a maestros de los tres primeros grados del programa, para los que existen

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materiales actualmente, sino que también en cada agrupación se está estableciendo gradualmente una red de coordinadores y sus asistentes para acompañar a los maestros para que puedan aprender a sostener las clases y ayudar a los niños a avanzar de grado a grado cada año. En la India, por ejemplo, tan pronto como los materiales para los Grados 2 y 3 fueron puestos a disposición en el 2011, los 17 institutos regionales organizaron una serie de seminarios de capacitación, se intensificaron los esfuerzos por traducir los materiales al hindi y a otros idiomas regionales, y los coordinadores regionales y de agrupación, en consulta con las agencias de la agrupación, identificaron y capacitaron a maestros con los nuevos materiales. Los resultados iniciales fueron alentadores: casi 3.000 niños pasaron al Grado 2 y varios cientos al Grado 3. El programa para el empoderamiento espiritual de los prejóvenes ha crecido hasta volverse una característica cada vez más importante de muchas agrupaciones avanzadas del mundo. Con la ayuda de una red de más de 40 agrupaciones designadas como sitios para la diseminación del aprendizaje sobre el programa, guiadas por la Oficia de Desarrollo Social y Económico en el Centro Mundial Bahá’í, se han superado una serie de desafíos prácticos para que el programa pueda ser implementado y sostenido. Se han acumulado valiosos conocimientos que han permitido a los amigos en los sitios de aprendizaje y las agrupaciones asociadas aumentar la eficacia de la capacitación y el apoyo a los animadores, mantener un número creciente de grupos prejuveniles durante los tres años requeridos, obtener el apoyo de padres y autoridades, y llevar a cabo el programa en el contexto del conjunto general de las actividades de la agrupación. Las medidas tomadas para posibilitar la continua diseminación del aprendizaje han hecho posible que el número de participantes en las agrupaciones avanzadas aumente a los cientos y, en algunos casos, a más de mil. Al inculcar en los prejóvenes un agudo sentido de propósito, el programa ha demostrado una notable capacidad para transformar a la gente joven, aumentar su compromiso con la educación espiritual y material, empoderarles para emprender acción social dirigida al mejoramiento de su comunidad, resistir las fuerzas destructivas y cargadas de prejuicios de la sociedad, y contribuir a la construcción de un mundo mejor. Las dos fases del proceso educativo antes descritas solo son posibles, por supuesto, si existe un movimiento de personas por la secuencia de cursos del instituto; y las agrupaciones más avanzadas han sostenido un flujo constante de participantes por un largo período de tiempo (algunas hasta por 20 ó 30 ciclos). A lo largo de los años, varios enfoques han contribuido a este logro en todo el mundo. Para iniciar el proceso de instituto, se alentó a los creyentes a que participaran en los cursos. Después, a medida que entablaron conversaciones con otros sobre el mensaje de Bahá’u’lláh, notaron receptividad en amigos, familiares, vecinos y compañeros de trabajo, muchos de los cuales se incorporaron fácilmente a círculos de estudio. Posteriormente, los creyentes en muchas agrupaciones aprendieron cómo invitar a personas de «segmentos de la población general que tengan una mayor receptividad»11 por medio de esfuerzos de enseñanza directa que incluían visitas a hogares o campañas, lo que se tradujo en importantes números de nuevos bahá’ís. A medida que se prestó mayor atención a los jóvenes de estas poblaciones, un porcentaje significativo empezó a entrar en círculos de estudio. En las agrupaciones más avanzadas, está en aumento la capacidad para aprovechar la rápida respuesta de un número creciente de jóvenes, permitiéndoles pasar rápidamente al campo de la acción, principalmente como animadores de grupos prejuveniles, pero también como participantes o iniciadores de otras actividades básicas. De igual manera, se está enfrentando activamente el reto de aumentar el número de tutores que puedan aprovechar esta oportunidad.

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La experiencia con jóvenes de poblaciones receptivas en agrupaciones avanzadas demuestra que la expansión del programa prejuvenil tiene el potencial de dar un notable impulso a cada una de las tres fases del proceso educativo. Los esfuerzos por capacitar a animadores de grupos prejuveniles ––cada vez con mayor frecuencia jóvenes de la sociedad en general–– exigen un número mayor de círculos de estudio o campañas de instituto. Tales campañas podrían adoptar la forma de un estudio intensivo de los Libros 1 y 5 del Instituto Ruhí, llevando de inmediato a la creación de varios grupos prejuveniles. Con el paso del tiempo, la mayoría de los animadores participan en círculos de estudio para completar el resto de los libros de la secuencia, los cuales aumentan sus capacidades para el servicio. A medida que se eleva la conciencia de las familias de los prejóvenes, otros miembros, en su mayoría niños y jóvenes, pero también algunos adultos, participan en la etapa del proceso educativo más adecuada para ellos. Muchas lecciones sobre cómo ampliar significativamente el programa para incluir a grandes números de participantes provienen principalmente de la experiencia de aquellas agrupaciones apoyadas por sitios de aprendizaje. Estas lecciones han sido compartidas con institutos regionales y aplicadas de forma tal que ayudaron a la implementación de otras actividades básicas. Finalmente, en aquellas agrupaciones donde los amigos han aprendido a mantener grupos prejuveniles durante un número de años hasta completar el programa, muchos prejóvenes demuestran entusiasmo por los cursos de la secuencia principal y, con su fervor y disciplina habituales, se dedican a estudiar y llevar a cabo los actos de servicio necesarios. Un resultado tan prometedor, aunque todavía modesto en su alcance, muestra que, a medida que pasan por la secuencia de cursos, estos jóvenes podrían expandir en una agrupación las filas de maestros de clases de niños, animadores y tutores. La que se ha descrito aquí no es la única manera en que avanza el proceso educativo. Sin embargo, una y otra vez, el programa prejuvenil ha demostrado su efectividad como estrategia que merece ser implementada vigorosamente. 1.3

Avances en la construcción de comunidad

Cuando los recursos humanos en una agrupación se hacen más abundantes, se multiplican las actividades básicas y crece la participación. Emerge una pauta de acción dinámica y compleja que influye en todos los aspectos de la vida comunitaria. Una característica evidente de las agrupaciones avanzadas es un cambio en la comprensión ––ir más allá de la preocupación por la simple multiplicación de las actividades para manifestar las implicaciones más profundas del proceso de construcción de comunidad––. En su mensaje de Riḍván de 2013, la Casa de Justicia menciona: A medida que la experiencia de los amigos se ha vuelto más profunda, ha aumentado su capacidad de fomentar dentro de una agrupación un modelo de vida rico y complejo, abarcando cientos e incluso miles de personas. Cuánto nos complace observar las múltiples perspectivas que los creyentes están adquiriendo como fruto de sus esfuerzos. Comprenden, por ejemplo, que el desenvolvimiento gradual del Plan en el ámbito de la agrupación es un proceso dinámico, necesariamente complejo, y que no se presta a una simplificación fácil. Ven cómo avanza a medida que aumenta su capacidad tanto para impulsar los recursos humanos como para coordinar y organizar bien las acciones de los que se levantan. Los amigos se dan cuenta de que a medida que se potencian estas capacidades, se hace posible integrar una gama más amplia de iniciativas…

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… De hecho, reconocen el beneficio que se deriva de la contribución de cada individuo al progreso del conjunto, y por tanto todos valoran el servicio prestado por cada persona, de acuerdo con las posibilidades que les ofrecen sus propias circunstancias.12 En el ámbito más pequeño e íntimo de una aldea o barrio, se vuelven más evidentes la naturaleza de las actividades básicas, que se refuerzan mutuamente, y el impacto transformador del proceso de instituto, y se hacen más viables el crecimiento sostenible y la participación universal. Tal y como explica la Casa de Justicia: En el fondo, este planteamiento se centra en la respuesta a las enseñanzas de Bahá’u’lláh de parte de poblaciones que están listas para la transformación espiritual que Su Revelación fomenta. Mediante la participación en el proceso educativo promovido por el instituto de capacitación, se sienten motivados a rechazar la apatía y la indiferencia inculcadas por las fuerzas de la sociedad y, en su lugar, a proseguir pautas de acción que logran transformar la vida. Cuando este planteamiento ha evolucionado durante varios años en un barrio o aldea y los amigos han mantenido su enfoque, se vuelven evidentes, gradual pero inequívocamente, los extraordinarios resultados. Los jóvenes se empoderan para asumir la responsabilidad del desarrollo de los menores a su alrededor. Las generaciones mayores acogen con agrado la contribución de los jóvenes a las conversaciones significativas sobre los asuntos de toda la comunidad. Para los jóvenes y mayores por igual, la disciplina cultivada a través del proceso educativo de la comunidad desarrolla la capacidad para la consulta, y surgen nuevos espacios para las conversaciones llenas de propósito. Sin embargo, el cambio no se limita meramente a los bahá’ís y a los que participan en las actividades básicas requeridas por el Plan, de quienes sería lógico esperar que, con el tiempo, adoptaran nuevas formas de pensar. El espíritu mismo del lugar se ve afectado. Una actitud devocional cobra forma dentro de gran parte de la población. Las manifestaciones de la igualdad entre hombres y mujeres se hacen más evidentes. La educación de los pequeños, tanto niños como niñas, reclama mayor atención. El carácter de las relaciones dentro de las familias —forjadas por supuestos que se remontan a siglos— cambia de manera perceptible. Se impone un sentido del deber para con la comunidad inmediata y el entorno físico de la persona. Incluso la lacra del prejuicio, que proyecta su sombra nefasta en todas las sociedades, comienza a ceder ante la fuerza irresistible de la unidad. En síntesis, el trabajo de construcción de comunidad al que se dedican los amigos ejerce influencia en aspectos de la cultura.13 Por supuesto, no todos los barrios demuestran la receptividad necesaria para convertirse en centros de actividad intensa, pero los bahá’ís, dondequiera que vivan, pueden invitar a otros a actividades básicas, atrayendo a participantes de entre sus conocidos, independientemente de dónde residan en la agrupación. Al reconocer las características que comparten estos dos esfuerzos simultáneos ––uno más profundo en zonas concentradas y otro más amplio por toda la agrupación–– los amigos en las agrupaciones avanzadas aprecian fácilmente su compromiso con una única empresa colectiva de construcción de comunidad. De la diversidad de acciones aflora una unidad en la que cada creyente puede encontrar un papel que desempeñar según ha sido definido en el marco para la acción del Plan. Y aunque cada individuo lleva a cabo diferentes actividades, todos comparten un propósito común y aprecian fácilmente las contribuciones de los demás, a medida que incorporan gradualmente a números cada vez mayores de participantes en el patrón de su vida comunitaria.

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1.4

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Un esquema efectivo de organización

Una agrupación avanza a medida que se construye más y más capacidad para el servicio en un número cada vez mayor de individuos, a quienes se ayuda a iniciar un número creciente de actividades interdependientes que abarcan números cada vez mayores de participantes. Conforme pasa el tiempo, este proceso de construcción de capacidad debe verse complementado por un sistema cada vez más sofisticado de coordinación y apoyo. La Casa de Justicia explicó: «los meros números exigen que los esquemas de organización adquieran mayor complejidad»14. El crecimiento numérico, así como la extensión geográfica de las actividades en barrios y por toda la agrupación, han requerido un mayor desarrollo del esquema básico de coordinación utilizado inicialmente para establecer un programa intensivo de crecimiento. La experiencia de las agrupaciones avanzadas ha dado testimonio de las palabras de la Casa de Justicia: «el funcionamiento de este sistema a nivel de la agrupación… lleva codificada en su interior la capacidad de dar cabida a grados cada vez más elevados de complejidad, en términos de estructuras y procesos, relaciones y actividades»15. Aunque no es posible extraer de los diversos esfuerzos nacientes que están surgiendo en agrupaciones avanzadas alrededor del mundo un único enfoque que pueda ser utilizado de forma general, en este momento se pueden resaltar al menos tres dimensiones. Dada la creciente complejidad, ha sido necesario dividir las agrupaciones más avanzadas en áreas más pequeñas, así como seleccionar barrios o aldeas para concentrarse en aprender sobre la construcción de comunidad. Grandes centros urbanos bajo la jurisdicción de una Asamblea Espiritual Local se organizan en sectores, mientras que agrupaciones rurales y urbanas con varias Asambleas Locales se dividen creando varias unidades. Ejemplos de tales unidades son las cinco rutas de la agrupación de Norte del Cauca en Colombia, definidas según rutas de transporte público, y las tres áreas de Tiriki West en Kenia, que resultaron al agrupar sus 72 comunidades en segmentos de 20 a 25 aldeas vecinas. En cuanto a barrios y aldeas, decidir lo que constituye un ámbito pequeño no ha sido fácil en todos los casos. En la agrupación escasamente poblada de Pemba, en Zambia, unas cuantas aldeas colindantes fueron agrupadas para formar espacios lo suficientemente grandes como para aprender. A la inversa, en la agrupación de Kajang, en Malasia, los amigos comenzaron trabajando en grandes áreas municipales, pero gradualmente fueron identificando en ellas lugares más pequeños y aptos para los esfuerzos de construcción de comunidad. Dividir una agrupación en múltiples unidades permite la creación de nuevos patrones de coordinación para servir a los amigos en áreas más pequeñas. El número de personas que participan en la coordinación y en dar apoyo depende en gran medida del aumento de la participación dentro de estos ámbitos pequeños. En las agrupaciones más avanzadas se ha designado como mínimo a un trío de coordinadores, uno para cada una de las áreas definidas de acción del instituto de capacitación. Conforme se identifican unidades más pequeñas, se les puede pedir a los amigos con más experiencia que sirvan como coordinadores de instituto adicionales o asistentes de los coordinadores. En algunos casos ha sido útil crear, de forma similar, un comité de enseñanza o de crecimiento del sector, designando a un individuo como facilitador de crecimiento del sector que opere bajo la dirección del Comité de Enseñanza de la Agrupación. Incluso a nivel de los barrios están empezando a formarse estructuras informales, tales como un grupo básico que consulta, planifica y fomenta la participación. Donde hay un gran número de actividades, suele ser necesario que los coordinadores y facilitadores de crecimiento sirvan a tiempo completo como parte de un esquema de coordinación más formal. En cualquier caso, lo que está surgiendo en la mayoría de las agrupaciones situadas en la

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vanguardia es una red administrativa robusta que incluye a coordinadores y a asistentes nombrados para ayudarles, que actualmente van desde unos 10 en total en agrupaciones como Toronto, en Canadá, hasta 50 ó 60 en Lubumbashi y Tiriki West. En la ciudad de Delhi, en la India, sólo en el barrio de Harkesh Nagar las estructuras incluyen a 26 individuos que apoyan unas 200 actividades básicas en las que participan casi 1.200 personas. La creciente participación de las Asambleas Espirituales Locales ha sido otro avance vital y prometedor. Las Asambleas Locales, conscientes de la guía provista en el mensaje del 28 de Diciembre de 2010 de la Casa de Justicia referente a sus responsabilidades, y enriquecidas mediante «la participación personal de cada miembro en las actividades básicas»16, están examinando periódicamente su contribución al esfuerzo general. Representantes de las Asambleas participan a menudo en reuniones de planificación de la agrupación y comparten con otros miembros la manera en que su Asamblea puede apoyar los ciclos de actividad. Las Asambleas también logran pensar en todos los miembros de la comunidad, dándoles aliento y apoyo, y asegurándose de que cada uno encuentra un papel significativo dentro del trabajo de expansión y consolidación. 1.5

Una mayor participación en la vida de la sociedad

Los amigos en agrupaciones más avanzadas se han visto más y más atraídos hacia la vida de la sociedad conforme interactúan más de cerca con familias y forman amistades verdaderas. Sus esfuerzos, que emergen de forma natural de conversaciones y preocupaciones comunes, consisten generalmente en «dos esferas de actividad que se refuerzan mutuamente»17: la participación en los discursos prevalentes de la sociedad y la acción social. En ambos casos, los primeros pasos consisten en actos sencillos y bastante informales; algunos a la larga pueden evolucionar hasta llegar a ser esfuerzos más complejos y continuos. A menudo, las percepciones y los valores relacionados con la educación espiritual, moral, y material de niños y jóvenes son lo primero sobre lo que los amigos tienen influencia en sus aldeas y barrios. A medida que ha ido aumentando la calidad de las clases para niños y los grupos prejuveniles, ha avanzado también la capacidad de los creyentes de tener conversaciones significativas sobre temas relacionados con la educación y el empoderamiento moral de personas jóvenes. Como consecuencia natural, los padres de los jóvenes que participan en los programas bahá’ís han mostrado una mayor comprensión de la importancia de los estudios académicos de sus hijos y un mayor compromiso con su progreso. La amistad cordial y las conversaciones continuas entre las familias en aldeas y barrios han llevado también a una mayor conciencia de las necesidades locales. Las reuniones de reflexión, los grupos prejuveniles o las Fiestas de Diecinueve Días de barrio sirven como espacios para que la comunidad empiece a considerar cómo aplicar las enseñanzas de la Fe «para mejorar algún aspecto de la vida social y económica de una población»18. Algunos esfuerzos han comenzado a pequeña escala y han ido desarrollándose de forma orgánica, implementados por los mismos aldeanos o habitantes del barrio. Por ejemplo, en la agrupación de Tanna, en Vanuatu, un grupo de prejóvenes se dio cuenta de que el camino que cruzaba un arroyo para llegar a una intersección importante era difícil de recorrer, sobre todo para los ancianos, por lo que construyeron un puente simple, y una pequeña y modesta casa de descanso donde los viajeros que caminaban largas distancias pudieran descansar o refugiarse de las lluvias torrenciales.

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Algo que se percibe también cada vez más en agrupaciones avanzadas es el efecto que ha tenido el proceso de instituto en la construcción de la capacidad y el aumento de la participación de las mujeres, quienes están a menudo al frente de la enseñanza y el trabajo de administración. Las mujeres y niñas han adquirido mayor confianza al iniciar actividades básicas, y están teniendo mayor voz en los asuntos de la comunidad por medio de su participación en reuniones de reflexión y otros encuentros. Los padres, impresionados por la iniciativa de sus hijas de servir como maestras de clases para niños, animadoras de grupos prejuveniles o tutoras de círculos de estudio, han llegado a comprender la importancia de brindar a las niñas la misma educación que a los niños. Y en culturas que tradicionalmente han sostenido puntos de vista que obstaculizan el avance de la mujer, los jóvenes, hombres y mujeres, están llegando a ser reflexivos protagonistas del cambio. Por ejemplo, en la agrupación de Daga, en Papúa Nueva Guinea, mujeres jóvenes, normalmente relegadas a las tareas de la casa y al cuidado de los niños, no solo están siendo elegidas como miembros de las Asambleas Locales, sino también como sus secretarias o coordinadoras, algo inimaginable hace tan solo unos años. Además de estos movimientos en las bases, en algunas agrupaciones los esfuerzos de los amigos se han visto reforzados por actividades de desarrollo socioeconómico de organizaciones de inspiración bahá’í. Por ejemplo, en la aldea de Katuyola en la agrupación de Mwinilunga East en Zambia, jóvenes participantes del programa de Preparación para la Acción Social ofrecido por la Fundación Inshindo, junto con participantes de varios grupos prejuveniles, iniciaron un proyecto de plantación de árboles para hacer frente a los altos niveles de deforestación producto de los métodos de agricultura tradicionales de tala y quema. Esta iniciativa creció hasta incluir a los habitantes de la aldea y está recibiendo el apoyo del jefe local, de las autoridades cívicas y del departamento de silvicultura del gobierno.

2.

PROGRAMAS INCIPIENTES DE CRECIMIENTO

En su mensaje del 28 de diciembre de 2010, la Casa Universal de Justicia explica que el primer hito, que señala el surgimiento de un programa de crecimiento, está caracterizado por un flujo inicial de recursos humanos hacia el campo de la acción: Es decir, cualquiera que sea la forma en que se combinen y por pequeño que sea su número, las reuniones devocionales, las clases para niños y los grupos prejuveniles son mantenidos por personas que están avanzando por la secuencia de cursos del instituto y que se hallan comprometidas con la visión de la transformación individual y colectiva que estos cursos fomentan.19 Un nuevo programa de crecimiento comienza a medida que se desarrollan dos capacidades emergentes. Primero, uno o más amigos en una agrupación deben poder ayudar a otras personas a estudiar la secuencia de cursos del instituto y acompañarlas a medida que inician actividades básicas. Después, estos individuos deben poder atraer a otras personas para participar en estas actividades básicas. Conforme esta clase de esfuerzos dan frutos en varias partes del mundo, las instituciones correspondientes dejan de lado expectativas exageradas de lo que debe lograrse para que se pueda decir que ha surgido un nuevo programa de crecimiento. Actualmente, los amigos en unas 1.200 agrupaciones están trabajando para pasar el primero de varios hitos en su desarrollo, y tales esfuerzos deben extenderse a entre 1.500 y

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2.000 agrupaciones más durante los próximos tres años para lograr la meta de 5.000 fijada por la Casa de Justicia. 2.1

Establecer una base para construir capacidad

En cualquier agrupación en que residan, haya sido seleccionada como meta para recibir atención sistemática o no, los amigos no deben vacilar en iniciar sus propios esfuerzos para establecer un programa de crecimiento. Incluso si el trabajo empieza de forma modesta por medio de las acciones de algunos creyentes entusiastas en un solo barrio o aldea, con el tiempo, la chispa inicial puede crecer, por medio de un proceso de instituto sólido, hasta llegar a convertirse en una llama que atrae a más y más individuos a un esfuerzo unificado. Más allá de tales iniciativas, han surgido una serie de estrategias simples pero efectivas para apoyar a creyentes locales o abrir zonas vírgenes. Pioneraje En su mensaje del 23 de mayo de 2011 a los bahá’ís del mundo la Casa de Justicia hizo referencia a una de las estrategias para iniciar un programa de crecimiento: Durante los próximos cinco años, ejecutar el Plan exitosamente precisará los servicios de varios millares de almas consagradas que, espoleadas por el amor a la Bendita Belleza, abandonen sus hogares para establecerse en aldeas, pueblos y ciudades, con el fin de elevar a 5.000 el número de agrupaciones que cuenten con un programa de crecimiento.20 Cientos de creyentes han respondido ya al llamado a establecerse en agrupaciones meta, tanto en su propio país como en el ámbito internacional, y a iniciar esfuerzos que den origen a un proceso orgánico de crecimiento. En general, muchos de ellos han sido jóvenes ––con experiencia como tutores de círculos de estudio, animadores de grupos prejuveniles y maestros de clases para niños–– que han aprendido, en las agrupaciones más avanzadas de las que proceden, cómo relacionarse de forma natural con la sociedad en general. La mayoría se levantaron como pioneros a corto plazo y, dado que a menudo podían dedicarse a servir a tiempo completo durante uno o dos años, se avanzó rápidamente en términos de crecimiento y desarrollo comunitario. Equipos de colaboradores externos Al describir cómo surge un programa de crecimiento, la Casa de Justicia explicó que «puede pedírseles a equipos de colaboradores externos que vengan a impulsar el conjunto naciente de actividades»21. En aquellos casos en que al inicio fue difícil para las instituciones levantar pioneros, o en que los pioneros o creyentes locales necesitaban apoyo adicional, un individuo (a veces un ayudante designado por un miembro del Cuerpo Auxiliar) o equipos de enseñanza integrados por creyentes que tenían experiencia sólida y actitud de colaboración, fueron enviados a agrupaciones meta para ayudar a establecer firmemente el proceso de instituto. A menudo, esta clase de apoyo fue reforzado con medidas que permitieron que amigos provenientes de agrupaciones sin programas de crecimiento pasaran algún tiempo en una agrupación más desarrollada para aumentar su comprensión, por medio de experiencias de primera mano, sobre cómo promover el proceso de crecimiento.

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En la agrupación de Rodrigues, una isla frente a la costa de Mauricio, se intentó muchas veces establecer pioneros de frente interno a corto plazo, pero cuando se iban de la isla al terminar, el proceso de crecimiento se estancaba. Un equipo de cuatro animadores con experiencia de Mauricio visitó la agrupación durante tres semanas con el plan de establecer grupos prejuveniles y desarrollar recursos de entre la población. Durante la primera semana, ayudados por dos animadores locales, conversaron con 20 prejóvenes y visitaron a sus padres para explicarles el programa. La segunda semana organizaron un campamento de una semana de duración en el que 15 prejóvenes participaron con regularidad. La tercera semana los animadores continuaron haciendo visitas a los padres para evaluar el efecto del programa. Los hijos más jóvenes pidieron tener actividades también. Del grupo de prejóvenes que está ahora tomando parte en el programa, tres pronto cumplirán los 15 años y esperan participar en un círculo de estudio del Libro 1. Para su siguiente visita, el equipo de Mauricio decidió organizar un estudio del Libro 5 y ayudar con los grupos prejuveniles. Apoyo institucional Al principio del Plan de Cinco Años se alentó a las comunidades nacionales a que seleccionaran, tras consultar entre las diversas instituciones pertinentes, un número limitado de agrupaciones donde poder empezar a aprender sobre el establecimiento de nuevos programas de crecimiento. Muchos países, impulsados por esta experiencia y éxito iniciales, ya han puesto en marcha un proceso para comenzar el trabajo con todas las agrupaciones que esperan avancen más allá del primer hito antes del final del Plan actual. Otros deberán extender sus esfuerzos en este sentido durante el transcurso del próximo año, para darle suficiente tiempo al proceso de instituto para echar raíces y florecer en cada agrupación meta. «Todas las instituciones y agencias que promueven el propósito de la presente serie de Planes globales deben exhibir la agilidad que el nacimiento de un proceso tan dinámico requiere»22, dice la Casa de Justicia. Sea cual sea la estrategia empleada para lograr este fin, el apoyo institucional es vital. Una pionera de frente interno que se estableció en la agrupación de Fianarantsoa, en Madagascar, encontró una gran receptividad. Empezó siendo anfitriona de reuniones devocionales y ofreciendo una clase para niños. Logró incluir a algunos padres de los niños en círculos de estudio, pero por algún tiempo la agrupación no avanzó más allá. La ayuda del instituto de capacitación marcó la diferencia. Cuando el coordinador regional la visitó, juntos pudieron estimular el proceso de crecimiento identificando a jóvenes que se mostraban interesados en servir como animadores de grupos prejuveniles. Trabajaron conjuntamente para llegar a conocer a jóvenes y a sus familias, compartir con ellos los objetivos del programa para el empoderamiento espiritual de los prejóvenes y obtener su apoyo. Estos jóvenes estudiaron los cursos de instituto en un centro urbano cercano y abrazaron la Fe. Ahora hay nueve grupos prejuveniles con 100 participantes. Con los amigos locales sirviendo de forma activa, la agrupación pasó el primer hito en cuestión de solo nueve meses. 2.2

Ampliar el alcance de las actividades básicas

En agrupaciones nuevas, donde se han iniciado esfuerzos por establecer programas de crecimiento durante los últimos dos años, los amigos han aprovechado las oportunidades «que les proveen las circunstancias personales»23 y han entablado conversaciones con personas con quienes mantienen contacto en su vida diaria ––vecinos, padres de los compañeros de escuela de sus hijos, dependientes de tiendas, jóvenes estudiantes o nuevas amistades que hicieron en lugares públicos–– sobre las condiciones materiales y espirituales de sus

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comunidades. Las historias de esta miríada de encuentros han confirmado lo que señaló la Casa de Justicia: que está aumentando la capacidad de los creyentes de «entablar un diálogo con propósito sobre temas de carácter espiritual con personas de toda condición»24 y que cualquiera de las actividades básicas «puede servir como estímulo para el crecimiento»25. Una madre en Bielorrusia empezó una clase para niños con sus dos hijos y la clase creció hasta llegar a nueve. Jóvenes de 12 a 14 años mostraron interés, lo que llevó a la madre y a su marido a participar en cursos intensivos del instituto de capacitación para aprender cómo servir como animadores de un grupo prejuvenil. Una vez que se puso en marcha esta segunda actividad, se añadió un círculo de estudio para responder al creciente interés de los padres de los niños. En una agrupación de los Estados Unidos, una reunión devocional proporcionó un impulso inicial al movimiento. De forma gradual se formó un círculo de estudio con algunos de los participantes de la reunión devocional. Pronto empezó una clase para niños, seguida de un grupo prejuvenil. En una agrupación incipiente de Fiyi, el primer paso fue conversar con jóvenes e invitarles a servir como animadores para formar y sostener grupos prejuveniles. Para apoyar la iniciativa, la Asamblea Espiritual Local decidió que todos sus miembros completarían también el estudio del Libro 5. El esfuerzo inicial atrajo el interés y la participación de jóvenes de la sociedad en general y, a medida que tomaban parte en los cursos de instituto, se fueron desarrollando recursos humanos no solo para multiplicar los grupos prejuveniles sino también para establecer clases para niños. Estas experiencias, que se repiten de diferentes maneras en muchas agrupaciones alrededor del mundo, demuestran cómo el flujo inicial de recursos humanos al campo de la acción sistemática impulsa rápidamente a una agrupación, haciéndola avanzar más allá del primer hito por un todo continuo de desarrollo.

3.

AUMENTAR LA INTENSIDAD

Conforme el alcance de las actividades básicas continúa expandiéndose, surge un nivel más elevado de organización para coordinar los esfuerzos, y se establece un ritmo marcado de ciclos de expansión y consolidación. Crece el entusiasmo de los amigos, aumenta su destreza con los instrumentos y métodos del Plan, y se hacen más hábiles para responder a las condiciones sociales particulares de su entorno. Con un mayor nivel de actividad, establecen las estructuras institucionales necesarias para canalizar sus energías y hacer frente a una mayor complejidad. Con el tiempo, avanzan hacia el segundo hito, el establecimiento de un programa intensivo de crecimiento. Aunque se requiera una gran cantidad de esfuerzo para avanzar más allá del primer hito, este es solo el primero de los muchos desafíos que deberán afrontarse al intentar aumentar constantemente la intensidad de la acción, y sostener el proceso de crecimiento y desarrollo comunitario. De hecho, en algunos casos, han surgido obstáculos o malentendidos que han minado las energías de los amigos o llevado a una reducción en el alcance de sus esfuerzos durante algún tiempo. Con experiencia, han llegado a darse cuenta de que el superar los desafíos es una parte intrínseca de su camino. De este modo, al hacer esfuerzos por aumentar la intensidad para que las agrupaciones avancen por el todo continuo de desarrollo, el desafío de las instituciones es, por un lado, sostener y extender las sanas dinámicas de los programas de crecimiento incipientes y, por el

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otro, revitalizar los programas intensivos de crecimiento en agrupaciones donde el nivel de actividad y el desarrollo de recursos humanos parecen haberse estancado. Con relación a esto, han surgido una serie de ideas y enfoques para ayudar a los amigos a «aprender a interpretar su propia realidad, ver sus propias posibilidades, utilizar sus propios recursos, y responder a las exigencias futuras de la expansión y consolidación a gran escala»26. 3.1

Mejorar la calidad del proceso de instituto

En su mensaje de Riḍván de 2010 y el mensaje del 12 de diciembre de 2011, la Casa de Justicia se refirió al propósito y la naturaleza del proceso de instituto, y la importancia de aumentar su calidad. Por medio del estudio profundo de estos mensajes, los creyentes y las instituciones han comprendido que crear un proceso de desarrollo de recursos humanos sistemático y vibrante continúa siendo su reto principal. Reconocen que, «en última instancia, los logros cuantitativos sostenibles dependerán del progreso cualitativo»27. Al reemplazar la ansiedad por los «números» ––ya sean de actividades básicas, participantes o declaraciones–– por confianza en la eficacia del proceso de instituto para empoderar a contingentes crecientes de individuos, los amigos están poniendo atención renovada en la calidad del proceso educativo a todos los niveles, y especialmente en la calidad de los círculos de estudio. Tal y como escribió la Casa de Justicia en Riḍván de 2010, «mucho dependerá de los que sirven como tutores»28. Suya es la responsabilidad de crear un ambiente que lleva al empoderamiento espiritual de los individuos, que llegarán a verse a sí mismos como agentes activos de su propio aprendizaje, como protagonistas de un esfuerzo constante por aplicar el conocimiento para lograr la transformación individual y colectiva. 29 Con el objetivo de aumentar la capacidad de aquellos que sirven como tutores, animadores y maestros de clases para niños, los institutos de capacitación alrededor del mundo han prestado mayor atención a reforzar el trabajo de los coordinadores de instituto (sobre quienes recae principalmente la responsabilidad de acompañar a estos amigos). Durante los últimos dos años, se tomaron medidas especiales para ayudar a más coordinadores a dedicar tiempo adicional a su servicio, muchos de ellos a tiempo completo. Además, en muchas regiones y países se llevaron a cabo encuentros de coordinadores de agrupación que incluyeron el estudio profundo de materiales de instituto y la reflexión sobre algunos de los conceptos clave que éstos contienen, junto con visitas de campo. De este modo, los coordinadores de instituto aumentaron su capacidad para apoyar a los amigos a llevar a cabo el estudio de los materiales de instituto de manera que fomente la comprensión, y a implementar los componentes prácticos de forma que genere confianza para el servicio. En los casos en que esta clase de reflexión profunda fue incorporada a la estructura de los institutos de capacitación y a su funcionamiento regular, se dio un progreso cualitativo. 3.2

Proporcionar mayor estructura a medida que crece la complejidad

En agrupaciones que han alcanzado un nivel de desarrollo donde se percibe «un programa incipiente de expansión y consolidación sostenida de la Fe»30 la necesidad de tener estructuras administrativas emerge con el tiempo de forma natural, y éstas no pueden precipitarse para que correspondan con un esquema preconcebido. Desde el principio, los esfuerzos de los amigos han sido generalmente guiados y apoyados por miembros del Cuerpo Auxiliar y sus ayudantes. A medida que el número de participantes y el nivel de actividad aumentan se requieren patrones

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de coordinación más sofisticados. Si una de las actividades básicas está creciendo mucho más que las demás, es natural que se nombre primero a un coordinador para esa línea de acción. Por ejemplo, en aquellas agrupaciones donde el enfoque estuvo dirigido a aumentar el número de grupos prejuveniles, el coordinador de grupos prejuveniles fue el primero en ser nombrado. «Paralelamente al establecimiento de mecanismos que apoyen el proceso de instituto»31, explica la Casa de Justicia, «otras estructuras administrativas van tomando forma gradualmente»32. La cuestión del surgimiento oportuno de un Comité de Enseñanza de la Agrupación depende de las circunstancias de cada agrupación. En agrupaciones que se encuentran justo pasado el primer hito, aunque el número de actividades y recursos humanos pueda estar aumentando, normalmente ha sido suficiente el nombramiento de un individuo como facilitador de crecimiento de la agrupación para apoyar la participación de creyentes y amigos de la Fe en visitas a los hogares, reuniones devocionales y otras actividades de enseñanza. El núcleo que pasa a conformar el Comité de Enseñanza de la Agrupación generalmente surge del grupo de creyentes activos que han demostrado tener capacidad para acompañar a otros en su servicio. Como sucede con otras estructuras en la agrupación, los medios para la planificación y la reflexión se desarrollan de forma orgánica, llegando a ser más organizados, sistemáticos y variados a medida que crece la complejidad. Las interacciones informales que se dieron al inicio, tal vez facilitadas por un miembro del Cuerpo Auxiliar o un ayudante, llegan a dar origen a una reunión de reflexión en la agrupación y a otras ocasiones, tanto formales como informales, para la reflexión, tales como encuentros para coordinadores, tutores, animadores o maestros de clases para niños, para equipos de enseñanza, o para los participantes que trabajan en sectores específicos de la agrupación, barrios o aldeas. 3.3

Intensificar los esfuerzos de construcción de comunidad en barrios y aldeas

La mayoría de las agrupaciones cuentan con varias comunidades bahá’ís. Por lo tanto, naturalmente surgirán esfuerzos de construcción de comunidad en todas estas localidades. Los participantes en las actividades básicas provienen de un amplio círculo de contactos y posiblemente de varias partes de una agrupación. Allá donde el número de creyentes es pequeño, puede ser necesario un cierto grado de flexibilidad y que amigos que viven en comunidades cercanas colaboren en sus esfuerzos. En comunidades grandes, las reuniones en un centro local proporcionan una oportunidad para reunir a grandes números y demostrar el espíritu distintivo de la Fe, reforzando así el trabajo en ámbitos más pequeños. Los esfuerzos por incluir en las actividades básicas a grupos de amigos ––tales como estudiantes universitarios o madres jóvenes, por mencionar dos ejemplos–– aportan una valiosa contribución a la totalidad del proceso de construcción de comunidad que está en marcha. A medida que los amigos se esfuerzan por explorar de forma creativa las posibilidades a su alcance en más y más partes de la agrupación, se les da la bienvenida a nuevos creyentes, se levantan recursos humanos y el patrón de vida comunitaria que germina por medio de las actividades básicas se extiende gradualmente hasta abarcar a todos los creyentes y sus allegados. Por esenciales que sean estos esfuerzos, en algún punto alcanzan su propio ritmo y escala naturales, y por sí solos parecen insuficientes para lograr el empuje que se requiere para la expansión y consolidación a gran escala. Como se ha discutido en la sección 1.3, cuando, como explica la Casa de Justicia, algunos amigos, a menudo jóvenes, «se integran en barrios y se dedican a ayudar a poblaciones

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particularmente receptivas a avanzar por un sendero de desarrollo espiritual, dando lugar a centros de actividad intensa»33, se producen avances particularmente prometedores. Esta clase de empeño, que es un elemento característico de las agrupaciones más avanzadas, es también muy prometedor para agrupaciones donde los amigos están intentando aumentar la intensidad. En algunos casos, el trabajo en barrios y aldeas surge como resultado de actividades organizadas de enseñanza directa o una campaña para expandir una actividad básica en particular; en otros, algunos individuos se establecen como pioneros para este fin; y en algunos, las agencias de la agrupación acompañan a creyentes locales que están llevando a cabo actividades de enseñanza efectivas con sus vecinos. En agrupaciones donde, desde el principio, el programa prejuvenil se ha identificado como un elemento clave para hacer avanzar el proceso de construcción de comunidad, las agencias seleccionan barrios con grandes números de jóvenes y prejóvenes. Al escoger barrios o aldeas para concentrar los esfuerzos, se ha observado que el promover actividad en demasiados lugares a la vez puede disipar las energías. De estas diversas experiencias se desprende la importancia de que los amigos adquieran una visión profunda de un barrio o aldea en particular para comprender su realidad: sus recursos, sus desafíos y el potencial de su población para trabajar junto a los bahá’ís para «comenzar un proceso de transformación colectiva»34. Cuando un grupo dedicado de creyentes centra su atención en promover el trabajo en un barrio o aldea, a estos amigos se les debe dar libertad para actuar de una manera que esté en armonía con un proceso orgánico en desarrollo, y deben recibir el apoyo necesario de las instituciones. Necesitan tiempo para aprender cómo responder a las exigencias del crecimiento dentro de una población receptiva: cómo formar amistades genuinas, qué actividades de enseñanza son efectivas y cómo canalizar los recursos para sostener tal proceso de crecimiento. No es necesario, ni productivo, que todos en la agrupación centren sus esfuerzos en el barrio. Sin embargo, a menudo se ha visto que el progreso en un barrio o aldea puede infundir nueva energía y optimismo en los esfuerzos en el resto de la agrupación, dando así un impulso renovado a su avance y al proceso de construcción de comunidad en marcha en todas sus áreas. Al concentrar múltiples actividades en lugares pequeños y relativamente cohesivos ––barrios y aldeas–– la población en general observa más fácilmente el efecto transformador de las fuerzas espirituales y sociales que están operando. Los padres ven a sus niños y jóvenes progresando ante sus ojos y reconocen que las relaciones sociales de su comunidad han sido imbuidas de un nuevo espíritu. A veces, familias enteras son atraídas a participar en la vida de la comunidad bahá’í y abrazan sus enseñanzas. Y, con el tiempo, los esfuerzos llegan a ser sostenidos «por los recursos humanos originarios del mismo barrio o aldea, por hombres y mujeres deseosos de mejorar las condiciones materiales y espirituales de su entorno»35. 3.4

Identificar y superar obstáculos para el progreso sostenido

En cientos de agrupaciones avanzadas, en las que se establecieron programas intensivos de crecimiento durante el Plan anterior, los creyentes lograron un progreso constante, lo que les permitió ir más allá del segundo hito hacia las fronteras del aprendizaje. Sin embargo, en otros cientos, los amigos encontraron obstáculos que dificultaron significativamente su avance continuo o incluso produjeron una disminución de la participación y la actividad, requiriendo que reflexionaran y revisaran su enfoque para poder aprender a superar las dificultades. Un examen de algunos desafíos e ideas equivocadas que surgieron en tales agrupaciones podría ayudar a quienes enfrentan problemas similares a evaluar adecuadamente su situación y hacer los ajustes necesarios de forma oportuna.

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En algunos casos, las dificultades surgieron como resultado de la falta de capacidad para establecer uno u otro aspecto vital del marco para la acción. Por ejemplo, en algunas agrupaciones el proceso de instituto no había echado raíces, por lo que la relación entre el estudio y el servicio, intrínseca a los cursos de instituto, no se estableció. Por lo tanto, en vez de dar lugar a un proceso orgánico en el que cada vez más individuos llevan a cabo más y más actividades, un grupo pequeño de creyentes se vio agobiado por responsabilidades crecientes. Solo cuando se resolvió el desafío del desarrollo de recursos humanos se pudo expandir el alcance de los esfuerzos. En otras agrupaciones, los amigos enrolaron nuevos creyentes fácilmente pero tuvieron dificultades para ayudar a un número significativo de ellos a avanzar por la secuencia de cursos y comenzar a caminar por un sendero de servicio. También hubo casos en que los amigos iniciaron muchas actividades básicas entre ellos, sin prestar la atención necesaria a enseñar e invitar a participantes de la comunidad en general. Las reuniones de reflexión a veces se centraron demasiado en planificar o dar instrucciones, en vez de ser una oportunidad para aprender de la experiencia y, consecuentemente, revisar la acción. En ocasiones, al abordar aspectos nuevos y emergentes de un programa de crecimiento en evolución, surgieron malentendidos; en otros casos, al poner atención a un nuevo aspecto del trabajo se ignoraron otros involuntariamente. Por ejemplo, en algunas partes se creó una dicotomía entre las campañas de enseñanza colectiva y la responsabilidad de enseñar individualmente, cuando, en realidad, todo acto de enseñanza representa una respuesta de la comunidad al Plan Divino del Maestro. A veces el enfoque en barrios condujo a pensar que las actividades básicas que atraían a participantes de diferentes partes de una agrupación ya no debían mantenerse. De vez en cuando, la «tendencia a confundir el estar enfocado con la uniformidad o la exclusividad»36 llevó a la insistencia en un único enfoque fijo o, por el contrario, a la idea de que todos los individuos pueden establecer cualquier iniciativa que les plazca. La Casa de Justicia ha comentado en repetidas ocasiones que en el trabajo de expansión y consolidación inevitablemente se cometerán errores y se presentarán nuevos retos. Cuando se presentan obstáculos, éstos se resuelven, en última instancia, por medio de la perseverancia y gracias a una mayor experiencia. El debate inútil, la insistencia en las opiniones personales, crear falsas dicotomías, o la «tendencia a reducir un proceso complejo de transformación a unos pasos simplistas»37 que puedan ser enseñados, pueden evitarse cuidadosamente o superarse sabiamente. Aprender juntos es lo que está produciendo las lecciones necesarias para que los escollos puedan «convertirse en puntos de apoyo en el camino del progreso»38. 3.5

Llegar a jóvenes de poblaciones receptivas

Como se mencionó en la sección 1.2, la experiencia generada en muchas de las agrupaciones más avanzadas ha demostrado la eficacia de una estrategia mediante la cual se centra la atención en reclutar a jóvenes de la sociedad en general para servir en el proceso de construcción de comunidad. El mismo enfoque ha resultado efectivo para establecer o fortalecer programas intensivos de crecimiento. Como se menciona en una carta escrita en nombre de la Casa de Justicia: Al multiplicar grupos prejuveniles vibrantes, una comunidad aprende mucho sobre, por ejemplo, cómo se aumentan y emplean recursos humanos capaces; cómo se aumenta la capacidad para el servicio en un conjunto de individuos; cómo se coordina

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de forma eficaz un programa en expansión; y cómo el iniciar una actividad puede, de forma bastante natural, llevar al surgimiento de otras. Y como consecuencia del despliegue orgánico del proceso educativo, y del continuo desarrollo espiritual y moral de los participantes, todas las facetas del programa de crecimiento se extienden y mejoran con el tiempo.39 En la agrupación del Noroeste de Toscana, en Italia, el nivel de actividad se había estancado y a los creyentes veteranos les parecía difícil llegar a jóvenes receptivos. Con la ayuda del coordinador de grupos prejuveniles y el Comité de Enseñanza, se llevó a cabo una campaña centrada en expandir el programa prejuvenil en barrios de la cuidad de Livorno, en los que los creyentes estaban interactuando con una población receptiva. Diez jóvenes de toda Italia pasaron tres semanas en Livorno orando, estudiando y preparando su discurso sobre el programa prejuvenil. Como resultado de la campaña, 12 jóvenes de la sociedad en general participaron en una capacitación intensiva de dos semanas de duración de los Libros 1 y 5 para poder servir como animadores. La experiencia de centrarse en este grupo de edad en particular en un barrio receptivo cambió la perspectiva de una comunidad que había estado luchando por aumentar la participación en las actividades básicas. Como escribieron dos creyentes adultos, «Sentimos que Livorno ya no es como antes. Hay una nueva conciencia en la comunidad, una nueva energía, una nueva visión». Casi todos los miembros de la comunidad local están ahora tomando parte en las actividades del Plan, algunos sirviendo en un nuevo Comité de Enseñanza de la Agrupación, otros ofreciendo oraciones en sus hogares por los nuevos creyentes y buscadores, y la mayoría tratando de encontrar jóvenes. Experiencias similares han tenido lugar en todos los continentes. Por supuesto, no todos los creyentes pueden trabajar directamente con grupos prejuveniles, los cuales pueden estar concentrados en su mayoría en barrios o aldeas de su agrupación. Sin embargo, un buen conocimiento del programa ha demostrado ser inestimable para aquellos que están tomando parte en el trabajo del Plan, ya que los conocimientos adquiridos ayudan a moldear el discurso que mantienen con la comunidad en general sobre la misión de la Fe de contribuir al mejoramiento del mundo. En la agrupación de East Valley, en Estados Unidos, los amigos que están sirviendo en equipos de enseñanza y como animadores se concentraron durante un tiempo en aprender cómo incluir de forma efectiva a jóvenes de un barrio receptivo, así como a sus familias, en una conversación profunda y efectiva sobre el programa prejuvenil. Con el tiempo, a medida que sus esfuerzos dieron frutos, esta conversación empezó a extenderse por toda la agrupación a todos los amigos que participaban en las actividades, bien estuvieran asociados con los grupos prejuveniles o no. Esto no solo ha contribuido a la multiplicación de grupos, sino que también ha enriquecido el programa de crecimiento, al haber ayudado a los amigos a visualizar y describir sus esfuerzos en términos más amplios relacionados con la construcción de comunidad y la transformación social. 3.6

Un compañerismo duradero

El «etos de servicio amoroso»40 fomentado por medio del proceso de instituto es el espíritu que anima en agrupaciones donde el estímulo y la ayuda se expresan por medio de un profundo compromiso a acompañarse los unos a los otros a caminar por un sendero de servicio. Este elemento vital en la cultura bahá’í emergente se manifiesta en la calidad de las interacciones entre los amigos. Trabajando codo con codo, compartiendo juntos las alegrías y los desafíos, se crean lazos de amor y amistad que forman la base de un compañerismo

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duradero. Ninguna estructura o proceso puede compensar la ausencia de un espíritu de compañerismo amoroso. Cuando se combinan la fe en la capacidad de las personas, una actitud humilde de aprendizaje, el apoyo y ayuda mutuos, la paciencia y la tolerancia, la flexibilidad y la generosidad, y el compañerismo amoroso y el estímulo, todos los elementos del marco para la acción se unen y progresan. Como describió la Casa de Justicia: «La intervención de las fuerzas espirituales en el campo del servicio se vuelve cada vez más evidente, y los lazos de amistad, tan vitales para una pauta saludable de crecimiento, se refuerzan constantemente»41.

4.

REALZAR LA CAPACIDAD INSTITUCIONAL PARA APOYAR EL MOVIMIENTO DE LAS AGRUPACIONES

La discusión sobre estructuras administrativas en las secciones 1.4 y 3.2, ha resaltado cómo evolucionan las estructuras en las agrupaciones para responder al crecimiento y a un marco de actividad en expansión, adaptándose a una complejidad cada vez mayor. En esta sección se considerarán las estructuras y procesos a nivel regional y nacional, donde las instituciones están trabajando por «crear y perfeccionar mecanismos que sirvan para promover la pauta de crecimiento que va surgiendo en el nivel de la agrupación y el proceso de aprendizaje asociado con dicha pauta»42. Cabe señalar que, a pesar de que ha habido una evolución significativa del esquema de coordinación durante los primeros dos años del Plan actual, sería prematuro definir un patrón específico que deba seguirse en todas partes conforme las agrupaciones se mueven hacia a las fronteras del aprendizaje. Se requiere más experiencia y que la Casa de Justicia, con el tiempo, proporcione más guía. Sin embargo, se espera que las lecciones que se ofrecen en esta sección del documento sobre estructuras y procesos administrativos, aunque todavía de carácter preliminar, ayuden a las instituciones, en varios países y regiones, a responder a tiempo a la complejidad asociada con el movimiento de un número creciente de agrupaciones por el todo continuo de desarrollo. 4.1

Institutos de capacitación

Hay unos 300 institutos de capacitación alrededor del mundo, cerca de un tercio de los cuales opera a nivel regional. Algunas de estas agencias han crecido hasta llegar a ser organizaciones de gran dimensión y complejidad, con veintenas de coordinadores y asistentes sirviendo a tiempo completo o parcial, a cargo de cientos de actividades con miles de participantes. Durante muchos años, la mayor parte del trabajo del instituto, que incluye el supervisar tanto los asuntos administrativos como el desarrollo de programas, recaía sobre los hombros de los coordinadores nacionales o regionales. Aunque las responsabilidades de estos coordinadores continúan siendo importantes, y de hecho se han vuelto más complejas a medida que el alcance de las actividades de los institutos se ha extendido a miles de agrupaciones más, también ha sido necesario hacer que las juntas de instituto trabajen más plenamente. Las Asambleas Nacionales o los Consejos Regionales, en consulta con los Consejeros, nombran en las juntas de instituto a individuos que han participado directamente en el servicio como tutores, animadores, maestros de clases para niños, o que han sido coordinadores, y están familiarizados con la estructura del instituto. También se requiere una buena comprensión de la

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relación entre el desarrollo de recursos humanos y el crecimiento sostenido. Con tal cantera de experiencia, las juntas están responsabilizándose cada vez más de formular planes y presupuestos anuales, organizar reuniones de reflexión periódicas con coordinadores, facilitar el flujo de fondos y colaborar con otras instituciones. Las juntas también necesitan interactuar con los Consejeros y sus auxiliares, y tener una relación de colaboración cercana con el Consejo Regional o, en su ausencia, la misma Asamblea Nacional, mediante una comunicación frecuente y, ocasionalmente, por medio de reuniones conjuntas. Algo primordial que la junta y todas las instituciones que apoyan al instituto deben considerar es el esquema de coordinación, y cómo los coordinadores en todos los niveles pueden ser acompañados en su servicio. Los coordinadores nacionales y regionales apoyan a un creciente número de coordinadores de agrupación, reuniéndolos periódicamente en encuentros para compartir experiencias y visitándolos en el campo para apoyarlos en su trabajo diario. También aseguran que recursos tales como fondos y materiales lleguen a tiempo a las agrupaciones, y que los coordinadores de agrupación mantengan una relación de colaboración con otras agencias e instituciones. Además, donde haya un número significativo de agrupaciones con actividades, puede ser necesario organizar el trabajo de los coordinadores conforme a sub-regiones. Sea cual sea la estructura particular que se adecúe a las condiciones de una región, es necesario que haya una variedad de ocasiones en las que los amigos que sirven como coordinadores se reúnan para aprender mutuamente de sus experiencias, explorar nueva guía, y reflexionar y revisar sus planes de acción. En todos los niveles, es esencial fomentar una serie de actitudes y habilidades en los coordinadores: una comprensión y aprecio profundos de la naturaleza, el propósito y los métodos del instituto de capacitación; un compromiso con el proceso de construcción de comunidad; el reconocimiento de la necesidad de nutrir el potencial de los demás; una dedicación al aprendizaje; un espíritu de colaboración; la disposición para apoyar a otros y ser apoyado a seguir un modelo de vida bahá’í. La experiencia de años recientes muestra claramente que se deberá permitir que los coordinadores sirvan durante unos años para construir la capacidad requerida, y que se deberá pensar en medidas creativas que les permitan dedicar un período de sus vidas a este servicio ––en el caso de jóvenes, quizás al mismo tiempo que continúan con su educación––. 4.2

Sitios de aprendizaje del programa para el empoderamiento espiritual de los prejóvenes

Como se ha descrito anteriormente, el proceso sistemático para aprender sobre el programa para el empoderamiento espiritual de los prejóvenes ha dado un impulso al crecimiento y a la construcción de comunidad en general. Durante el Plan de Cinco Años anterior, surgió una estructura para este proceso de aprendizaje, al designar a algunas agrupaciones donde habían tenido lugar avances significativos en la implementación del programa prejuvenil como sitios para la diseminación del aprendizaje. Habiendo llegado ahora a más de 40, en diferentes etapas de su desarrollo, estos sitios de aprendizaje, junto con las personas recurso asociadas con ellos, apoyan una red de aproximadamente diez agrupaciones cada uno. Entre estas casi 400 agrupaciones se encuentran prácticamente todas las agrupaciones más avanzadas del mundo. Siendo ahora un componente clave del marco institucional para hacer avanzar la construcción de comunidad, esta estructura para el aprendizaje sistemático está demostrando ser un recurso inestimable para los Consejeros y sus auxiliares, las Asambleas

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Nacionales, los Consejos Regionales y los institutos de capacitación. La Casa de Justicia explicó: El aprendizaje en estos sitios, y en las agrupaciones asociadas con ellos, está relacionado con temas tales como la capacidad de los animadores, las dinámicas de los grupos prejuveniles y el esquema de coordinación que apoya el desarrollo del programa en poblaciones diversas; este aprendizaje se comparte luego con los institutos de capacitación. La efectividad del programa se ve ampliamente mejorada a medida que las personas recurso que sirven en los sitios de aprendizaje llevan a cabo seminarios de capacitación y trabajan de cerca con coordinadores de agrupación en sus esfuerzos por aumentar el número de animadores de grupos prejuveniles.43 4.3

Consejos Regionales Bahá’ís

Teniendo la responsabilidad principal en este momento de «supervisar la ejecución del Plan de Cinco Años en los territorios bajo su jurisdicción»44, los Consejos Regionales reconocen que su tarea primordial es la de asegurar el movimiento de las agrupaciones por un todo continuo rico y dinámico, desde apoyar a aquellas donde los primeros indicios del proceso de crecimiento se hacen evidentes, hasta fortalecer a las que están extendiendo las fronteras de aprendizaje. Esto se logra por medio de la ayuda que los Consejos prestan a las instituciones, agencias y creyentes a nivel de la agrupación, además de su trabajo con los institutos de capacitación. Como parte de su responsabilidad, los Consejos Regionales aseguran «la oportuna aparición y el funcionamiento dinámico de los Comités de Enseñanza de Agrupación»45. Durante el anterior Plan de Cinco Años, los Consejos ganaron mucha experiencia en fomentar la efectividad del funcionamiento de los Comités de Enseñanza de Agrupación por medio de encuentros de orientación, consulta y planificación, o mediante visitas del Secretario del Consejo y de otros amigos, designados para dar seguimiento al trabajo de los Comités y al progreso de las agrupaciones. Además de evaluar las fortalezas y los desafíos en cada agrupación, el objetivo de estas interacciones era concentrarse en construir capacidad en los Comités, particularmente en sus secretarios. Otra práctica productiva han sido las reuniones periódicas de reflexión con individuos clave a nivel regional, cada tres o seis meses, para evaluar tanto el apoyo que se les está dando a los Comités de Enseñanza de Agrupación como la manera en que éstos están promoviendo el desarrollo de las agrupaciones. Tales reuniones han incluido al Secretario del Consejo, el Consejero o los miembros del Cuerpo Auxiliar, los coordinadores regionales de instituto, y otros miembros del Consejo o personal encargado de dar seguimiento al movimiento de las agrupaciones. Además de sus responsabilidades en el campo, los Consejos Regionales están llevando a cabo una serie de tareas administrativas. Éstos están intentando poner en marcha sistemas y mecanismos eficientes para asegurar el flujo de fondos, información, aprendizaje y recursos humanos, tales como pioneros. El alcance del trabajo de los Secretarios del Consejo, que incluye supervisar operaciones administrativas y de campo, y, en algunos casos, propiedades, está aumentando, haciendo necesario que muchos dediquen una cantidad de horas al servicio equivalentes a tiempo completo. Para poder administrar esta amplia gama de tareas, están surgiendo oficinas bien organizadas y personal de apoyo.

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5.

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EL PODER DE LA FE PARA EDIFICAR LA SOCIEDAD

Durante muchas décadas, generaciones de bahá’ís se han esforzado por aplicar las enseñanzas de Bahá’u’lláh a sus vidas, individual y colectivamente. Inspirados en todo momento por la visión distante de un nuevo Orden Mundial y una civilización divina, los creyentes han seguido adelante y se han consagrado a alcanzar las metas de Planes globales sucesivos. Esta visión de una civilización mundial, como escribió Shoghi Effendi, es una «que ningún ojo mortal jamás ha contemplado, o mente humana concebido»46. Refiriéndose al esfuerzo de los seguidores de Bahá’u’lláh, quienes en aquel momento eran escasos en número, él dijo: Conscientes de su alta vocación, confiados en el poder que su Fe posee para edificar la sociedad, avanzan, inmutables y sin desmayar, desplegando sus esfuerzos por conformar y perfeccionar los instrumentos necesarios con que puede madurar y desarrollarse el embrionario Orden Mundial de Bahá’u’lláh.47 Los poderes transformadores y constructivos inherentes a la Fe están manifestándose gradualmente en las agrupaciones avanzadas, donde los bahá’ís están trabajando junto a sus vecinos en un proceso colectivo y, por medio de acción social y la participación en innumerables conversaciones, están aprendiendo a responder a la elevada conciencia social que brota de forma natural de una intensa participación en las actividades básicas. La Casa de Justicia ha mencionado: Una característica especialmente notable de los últimos doce meses ha sido la frecuencia con la que, en una abundante variedad de contextos, se identifica a la comunidad bahá’í con esfuerzos encaminados a lograr el mejoramiento de la sociedad, en colaboración con personas de ideas afines. Desde la esfera internacional hasta las bases de la vida de las aldeas, los líderes del pensamiento en todo tipo de entornos han manifestado ser conscientes de que los bahá’ís no solo desean de corazón el bienestar de la humanidad, sino que tienen una concepción convincente de lo que se necesita lograr y de los medios efectivos para hacer realidad sus aspiraciones.48 Ahora más que nunca, la comunidad bahá’í es capaz de hacer avanzar «las múltiples y diversas dimensiones de la construcción de una civilización»49. Al contemplar la complejidad del proceso y los problemas recurrentes que se avecinan, no hay duda de que «Esfuerzo, incesante esfuerzo es lo que se requiere»50, como escribió el Maestro refiriéndose a la tarea de establecer «la verdadera civilización»51. Al mismo tiempo, conscientes de las innumerables expresiones del amor divino de Bahá’u’lláh y de las manifestaciones en sus vidas de Su poder que todo lo conquista, los amigos siguen adelante, trabajando «con calma, con confianza y sin tregua»52 para emplear sus talentos y energías, sin importar dónde residen, en la empresa que «conducirá a la regeneración del mundo y a la salvación de los pueblos y razas de la tierra»53.

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Mensaje de Riḍván de 2013 escrito por la Casa Universal de Justicia a los bahá’ís del mundo. Mensaje fechado el 12 de diciembre de 2011 escrito por la Casa Universal de Justicia a todas las Asambleas Espirituales Nacionales. Mensaje de Riḍván de 2013. Ibídem. Ibídem. Ibídem. Mensaje de Riḍván de 2010 escrito por la Casa Universal de Justicia a los bahá’ís del mundo. Bahá’u’lláh. Extracto de una Tabla no publicada. Mensaje fechado el 12 de diciembre de 2011. Ibídem. Mensaje fechado el 27 de diciembre de 2005 escrito por la Casa Universal de Justicia a la Conferencia de los Cuerpos Continentales de Consejeros. Mensaje de Riḍván de 2013. Ibídem. Mensaje fechado el 28 de diciembre de 2010 escrito por la Casa Universal de Justicia a la Conferencia de los Cuerpos Continentales de Consejeros. Mensaje de Riḍván de 2010. Mensaje fechado el 28 de diciembre de 2010. Mensaje de Riḍván de 2010. Ibídem. Mensaje fechado el 28 de diciembre de 2010. Mensaje fechado el 23 de mayo de 2011 escrito por la Casa Universal de Justicia a los bahá’ís del mundo. Mensaje fechado el 28 de diciembre de 2010. Ibídem. Ibídem. Mensaje de Riḍván de 2010. Mensaje fechado el 28 de diciembre de 2010. Ibídem. Mensaje de Riḍván de 2010. Ibídem. Ibídem. Mensaje fechado el 28 de diciembre de 2010. Ibídem.

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Ibídem. Carta fechada el 9 de agosto de 2012 escrita en nombre de la Casa Universal de Justicia a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos. Mensaje de Riḍván de 2010. Ibídem. Mensaje fechado el 27 de diciembre de 2005. Mensaje fechado el 28 de diciembre de 2010. Ibídem. Carta fechada el 14 de noviembre de 2012 escrita en nombre de la Casa Universal de Justicia a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos. Mensaje fechado el 28 de diciembre de 2010. Ibídem. Ibídem. Carta fechada el 7 de agosto de 2012 escrita en nombre de la Casa Universal de Justicia a la Asamblea Espiritual Nacional de Alemania. Carta fechada el 23 de enero de 2011 escrita en nombre de la Casa Universal de Justicia a las Asamblea Espirituales Locales de Colombes y Courbevoie, Francia. Carta fechada el 9 de agosto de 2012 escrita en nombre de la Casa Universal de Justicia a la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos. Shoghi Effendi, El desenvolvimiento de la civilización mundial (Buenos Aires: EBILA, 1989) p. 75. Ibídem, p. 195. Mensaje de Riḍván de 2013. Mensaje de Riḍván de 2010. ‘Abdu’l-Bahá, El secreto de la civilización divina (Terrassa: Arca Editorial, 2000) p. 78. Ibídem. Mensaje de Riḍván de 153 [1996] escrito por la Casa Universal de Justicia a los bahá’ís del mundo. Bahá’u’lláh, Tablas de Bahá’u’lláh reveladas luego del Kitáb-i-Aqdas (Buenos Aires: EBILA, 1982) p. 256.