Las Cruzadas

LAS CRUZADAS Las cruzadas fueron una serie de campañas militares impulsadas por el papado y llevadas a cabo por gran par

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LAS CRUZADAS Las cruzadas fueron una serie de campañas militares impulsadas por el papado y llevadas a cabo por gran parte de la Europa latina cristiana, que se extienden durante el siglo XI hasta el XIII. El fervor religioso de algunos junto a las tácticas políticas de otros hizo que multitud de caballeros europeos quisiesen recuperar para el cristianismo los lugares santos. El objetivo de estas campañas, era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra Santa, que estaban bajo control de los musulmanes (Font, 2012). Sin embargo, pasar conocer exactamente el objetivo de las cruzadas, es necesario preguntarnos ¿Cómo se originan las cruzadas? ¿Cuáles fueron las motivaciones para llevar a cabo las cruzadas? ¿Cuánto duró el apogeo de las cruzadas? ¿Qué consecuencias trajeron para la iglesia católica y para la humanidad, estas campañas militares? Estas interrogantes serán respondidas a lo largo del presente documento. En general, se denomina como Cruzadas a la serie de campañas, comúnmente militares, que a partir del siglo XI se emprendieron desde el Occidente cristiano contra los musulmanes para la recuperación de Tierra Santa. Estas campañas se extendieron hasta el siglo XIII y se caracterizaban por la bendición que les concedió la Iglesia, otorgando a los particulares indulgencias espirituales y privilegios temporales a los combatientes. El origen de las Cruzadas El origen de la palabra Cruzados puede atribuirse a la cruz de tela y usada como insignia en la ropa exterior de los que tomaron parte en estas empresas de reconquista de Tierra Santa (Jerusalén). Sin embargo, Jerusalén fue también muy importante para los musulmanes ya que Mahoma, el fundador de la fe musulmana, porque ahí se encuentra la Mezquita de la Roca también llamada la Mezquita de Omar o la Cúpula de la Roca que es uno de los lugares más sagrados de la religión islámica, por ser considerado el lugar desde el cual Mahoma ascendió al cielo. Por lo tanto, los cristianos lucharon para recuperar la Tierra Santa (Jerusalén) mientras los musulmanes lucharon para mantener Jerusalén. Estas guerras iban a durar casi 200 años1 desde el año 1095 - 1291. El nombre de cruzado y de cruzada nace a raíz de que los hombres que acudieron a la llamada del pontífice Urbano II2 en el concilio de Clermont Ferrand (1095) adoptaron el símbolo de la cruz en su expedición. El concepto de cruzada se aplicó también, especialmente en los siglos XIII-XIV, a las guerras contra los «herejes» cristianos del sur de Francia (cátaros), los paganos del Báltico (prusianos, lituanos, estonios, fineses) y contra los enemigos políticos del Papado como Federico II.

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Cuesta, I. (2009). Breve historia de las cruzadas. Madrid. Cagni, H. (2009). Reflexiones en torno a los conceptos de guerra justa y cruzada y su actual revalorización.

Por extensión, el término se emplea en Occidente para describir cualquier guerra religiosa o política y, en ocasiones, cualquier movimiento político o moral (Payne, 1997) Para los europeos, las Cruzadas constituyeron al mismo tiempo una epopeya religiosa, el comienzo de una toma de conciencia «europea» y la primera expansión económica y colonial de ultramar. Para los musulmanes, en cambio, las Cruzadas fueron una serie de expediciones militares favorecidas por la anarquía política y religiosa del Oriente musulmán, que vinieron añadirse a las invasiones de los mongoles y a las campañas bizantinas. A los musulmanes les hicieron falta casi dos siglos (1099-1291) para poner fin a la presencia de los cruzados. Una de las principales causas fue el llamado síndrome del año 1000, donde surge la creencia generalizada entre los cristianos de la Alta Edad Media, que el mundo llegaría a su fin al cumplirse el Año Mil desde la Encarnación. La llegada del año 1000 era el fin de todo para los portavoces del Apocalipsis, heraldos de las altas autoridades eclesiásticas que utilizaban el antiguo recurso del miedo para tener sometido al pueblo y al bajo clero a la servidumbre a través de la superstición disfrazada de dogma religioso (Riu Riu, 1972). Otro aspecto importante surge de las querellas político-religiosas, como la llamada «Guerra de las Investiduras», en que se enfrentaron inicialmente Enrique IV3 de Alemania, llamado «El Grande», y el Papa Gregorio VII (1020-1085). Enrique IV rehusó aceptar la prohibición que el Pontífice impuso sobre la investidura de los feudales eclesiásticos por el emperador del Sacro Imperio Romano y los señores feudales, como hasta entonces había venido haciéndose. Sin embargo, el nombramiento de un nuevo papa hecho a la sombra de los claustros del monasterio benedictino de Cluny (al este de Francia central). Rápidamente éste quiso instaurar una teocracia, según el cual los príncipes y los reyes eran meros vasallos del trono romano; el Papa dispondría de las coronas, designaría y sustituiría a los duques, reyes y emperadores igual que hacía con los obispos. Ello produjo un cisma en la iglesia, es decir, la formación de la Iglesia católica romana y de la Iglesia ortodoxa griega, debido a los diferentes destinos políticos y sociales de los países que integraban los Imperios romanos, Oriental y Occidental, tuvo lugar en 1054. (Runciman, 1973) La I Cruzada fue predicada por el Papa Urbano II en el Concilio de Clermont (1095), tras la conquista de Jerusalén por los turcos seljúcidas (1076) y las peticiones de ayuda del emperador bizantino Alejo I Comneno. Aparte de la recuperación de los Santos Lugares, con su clara connotación religiosa, los Papas vieron las Cruzadas como un instrumento de ensamblaje espiritual que superase las tensiones entre Roma y Constantinopla, que además elevaría su prestigio en la lucha contra los emperadores germanos, afianzando su poder sobre los poderes laicos. También como un medio de

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Cuesta, J.I. (2009). Breve historia de las cruzadas. Op. Cit p. 2

desviar la guerra endémica entre los señores cristianos hacia una causa justa que pudiera ser común a todos ellos, la lucha contra el infiel. El éxito de esta iniciativa y su conversión en un fenómeno histórico que se extenderá durante dos siglos, se deberá tanto a aspectos de la vida económica y social de los siglos XI al XIII, como a cuestiones políticas y religiosas, en las que intervendrán una gran variedad de agentes: como la difícil situación de las masas populares de Europa occidental; el ambiente de creencias religiosas, que hacía de la peregrinación a Jerusalén4 el cumplimiento del supremo destino religioso de los fieles; o los intereses comerciales de las ciudades del norte de Italia que participaban en estas expediciones y que encontraron en las cruzadas su oportunidad de intensificar sus relaciones comerciales con el mediterráneo oriental, convirtiéndose en las grandes beneficiarias del proceso. Las nueve Cruzadas La historiografía tradicional contabiliza nueve cruzadas, aunque en realidad el número de expediciones fue mayor. Las tres primeras se centraron en Palestina, para luego volver la vista al Norte de África o servir a otros intereses, como la IV Cruzada. La I cruzada (1095-1099) fue predicada en 1095 por el Papa Urbano II en el concilio de Clermont 5y dirigida por Godofredo de Bouillon, Raimundo IV de Tolosa y Bohemundo I de Tarento culminó con la conquista de Jerusalén (1099), tras la toma de Nicea (1097) y Antioquia (1098), y la formación de los estados latinos en Tierra Santa: el reino de Jerusalén (1099), el principado de Antioquia (1098) y los condados de Edesa (1098) y Trípoli (1199). La Primera Cruzada tuvo doble objetivo: Ayudar a los cristianos ortodoxos orientales y la liberación de Jerusalén "Tierra Santa" del yugo musulmán. En realidad, no fue un movimiento único, sino una serie de acciones de guerra con inspiración religiosa que incluyó la Cruzada de los Pobres y la Cruzada de los Nobles. Esta cruzada comenzó con una llamada del Emperador bizantino Alejo I al papa para el envío de mercenarios para luchar contra los turcos Selyúcidas en Anatolia. Pero la respuesta de la cristiandad occidental rápidamente se convirtió en una verdadera migración de conquista territorial hacia el oriente. La Nobleza y personas de varias naciones europeas occidentales emprendieron peregrinación armada hacia la Tierra Santa, por tierra y mar, y tomaron la ciudad de Jerusalén en julio del año 1099, que concluyó con la Creación de Reino Latino de Jerusalén y otros estados cristianos. La Primera Cruzada, en particular, tuvo su origen en acontecimientos anteriores en la Edad media. La división de Imperio Carolingio siglos antes, y la relativa estabilidad de fronteras europeas después de la cristianización de las tribus bárbaras, que han creado toda una clase de guerreros 4 5

Cuesta, J.I. (2009). Breve historia de las cruzadas. Op cit p. 2 Moreno, J.A. (2015). Las cruzadas. 200 años de guerra por la fe

que luchaban entre sí por la tierra y la riqueza. A principios del siglo VIII el califato Omeya se había apoderado África del Norte, Egipto, Palestina, Siria e invadieron la Península Ibérica. La Reconquista española ganó una carga ideológica que puede ser considerada el primer ejemplo de un esfuerzo concertado de los cristianos en la conquista de territorio a los musulmanes como parte de los esfuerzos para ampliar los reinos cristianos de la Península Ibérica con el apoyo de Órdenes Militares y mercenarios desplegadas en todo Europa. Los Normandos conquistaron Sicilia en 1091. El Reino de Aragón en occidente las ciudades-estado de Pisa y Génova en Italia y el Imperio Bizantino en Oriente se enfrentaban contra los reinos musulmanes por el control de Mar Mediterráneo (Cuesta, 2009). La II Cruzada (1147-1149) predicada por San Bernardo de Clairvaux tras la toma de Edesa por los turcos, y dirigida por Luis VII de Francia y el emperador Conrado III6, terminó con el fracasado asalto a Damasco (1148). La respuesta de los cristianos sobrepasó todas las previsiones, y gentes de todas partes acudieron a tomar la cruz y unirse a la expedición. Fue la primera cruzada comandada por dos reyes europeos, Luis VII de Francia y el Emperador Conrado III de Alemania. Salieron por separado y hacia 1147 atravesaron Europa, pero la marcha sobre Asia menor fue fatal para ambos ejércitos y al llegar a Siria, prefirieron conquistar Damasco a Edesa, lo que fue un estrepitoso fracaso en 1148 ya que ambos ejércitos al luchar por separado, fueron derrotados por los turcos comandados por los hijos de Zengi. La derrota demostró claramente la mala organización de la cruzada real y la desunión de los señores feudales. Desde 1147, el principal enemigo de la cristiandad fue Nur al-Din, hijo de Zengi, señor de Alepo y Edesa, el cual se propuso restablecer la unidad política de Oriente Próximo. Acoso constantemente a los cruzados durante casi 40 años bajo la idea de la “guerra santa” iniciada ya por su padre Zengi. Luchó contra los francos y les arrebató Antioquía, causando la muerte al jefe de sus tropas, Raimundo de Saint-Gilles. Siguió conquistando tierras a los cristianos y logro cortar la comunicación entre Trípoli y Antioquía, aún en poder de los cruzados. En 1154 conquistó Damasco y se produjo la unificación de Siria. Por entonces, el rey Balduino III de Jerusalén, había conquistado Ascalón a los egipcios y conseguía los dominios de Palestina. Más tarde su hermano Amalarico7 intentó un acercamiento con los egipcios, pero no prosperó y estos viéndose acosados por los francos, prefirieron pactar con el bloque musulmán de Nur al-Din, por lo que las dos facciones musulmanas se unieron. A la muerte de Nur al-Din le sucedió su lugarteniente, el príncipe Yusuf-Salh al-Din, conocido entre los cristianos como Saladino. Reorganizó al ejército musulmán y las defensas de Egipto y se lanzó a la conquista de Siria y Mesopotamia y llegó a ocupar Alepo y Damasco que estaban en poder cristiano y se convirtió en el sultán más importante durante este tiempo. 6 7

Moreno, J.A. (2015). Las cruzadas. 200 años de guerra por la fe. Op cit p. 4 Runciman, S. (1997). Historias de las cruzadas. 3. El reino del acre y las últimas cruzadas

Con tanto poder acumulado, entendió que había llegado el momento de lanzarse sobre Jerusalén. Ante esta situación tan apremiante, el rey de Balduino IV de Jerusalén, dedicó toda su corta vida a luchar contra Saladino. El primer enfrentamiento entre ambos supuso la derrota de Saladino en Montgisart y la firma de un pacto entre ambos, pero el ataque a una caravana musulmana que iba camino de la Meca, dio el pretexto a Saladino para atacar de nuevo a los cristianos comandados por Guido de Lusignan. Un ejército de sesenta mil hombres rodeó a los cruzados a orillas del lago Tiberiades y tras una feroz batalla en la que murieron miles de hombres hubo más de doce mil prisioneros, Saladino obtuvo la más grande de sus victorias. Ocupó Jerusalén y el resto de ciudades de la costa mediterránea. Cortando toda comunicación entre Jerusalén y Europa. La III Cruzada (1189-1192) fue una consecuencia directa de la toma de Jerusalén (1187)8 por Saladino. Dirigida por Ricardo Corazón de Léon, Felipe II Augusto de Francia y Federico III de Alemania, no alcanzó sus objetivos, aunque Ricardo tomaría Chipre (1191) para cederla luego al Rey de Jerusalén, y junto a Felipe Augusto, Acre (1191). Saladino logró la absoluta unión de las facciones musulmanas, y el control político y militar desde Egipto hasta Siria y decidido a expulsar a los cruzados de Tierra Santa. El Reino de Jerusalén, regido por el Rey Leproso, Balduino IV de Jerusalén, y rodeado ya por un solo estado, se vio obligado a firmar frágiles treguas seguidas por escaramuzas, tratando de retrasar el inevitable final. La noticia de la caída de Jerusalén9 produjo una fuerte conmoción en Occidente. El mensaje del papa Gregorio VIII fue difundido por clérigos y prelados y la tercera cruzada (1189 – 1192) se organizó y marchó hacia Jerusalén a las órdenes de tres reyes (cruzada de los reyes), Federico I Barbarroja emperador de Alemania, Felipe Augusto de Francia y Ricardo Corazón de León de Inglaterra. Al llegar a Cicilia, Federico I Murió ahogado en un rio y sus tropas se disgregaron y volvieron a su país. Las tropas inglesas y francesas siguieron y se dirigieron a Mesina para tomar la ruta marítima hacia Oriente. Felipe Augusto desembarca en Tiro y Ricardo se apodera de Chipre10, una vez unidas los dos ejércitos sitian Acre y logran su conquista convirtiéndola en la segunda capital del reino de Jerusalén. Felipe Augusto se reembarco nuevamente hacia Francia mientras Ricardo se quedó durante un tiempo en Oriente, donde consiguió adquirir gran fama de estratega y crueldad guerrera. Las constantes luchas contra Saladino, terminaron por agotar a las tropas cristianas y se vieron obligados a firmar un acuerdo de paz por la que una franja de terreno costero desde Tiro a Jaffa quedaba en poder cristiano, y aunque Jerusalén seguiría quedando en manos de los musulmanes 8

Moreno, J.A. (2015). Las cruzadas. 200 años de guerra por la fe. Op cit p. 4 Runciman, S. (1997). Historias de las cruzadas. 3. El reino del acre y las últimas cruzadas. Op cit p. 5 10 Blasco, A. y Costa, R. (2010). La edad media y las cruzadas. 9

de Saladino, se pactó que peregrinos y comerciantes, pudieran visitar la “Ciudad Santa” durante tres años con total libertad. Tras esto, Ricardo partió hacia Inglaterra, pero al llegar a Austria fue hecho prisionero durante año y medio del emperador Enrique VI de Alemania por haber retirado la bandera de este de las murallas de la ciudad de Acre. Si bien se pudo detener la carrera bélica de Saladino11, los resultados de esta tercera cruzada, no pudieron ser más desastrosos ya que Jerusalén, volvía a estar en manos musulmanas. Mientras tanto, Occidente empezó a cuestionarse el sentido religioso de las cruzadas. La IV Cruzada (1202-1204), inspirada por Inocencio III ya contra Egipto, terminó desviándose hacia el Imperio Bizantino por la intervención de los venecianos, que la utilizaron en su propio beneficio Tras la toma y saqueo de Constantinopla (1204)12 se constituyó sobre el viejo Bizancio el Imperio Latino de Occidente, organizado feudalmente y con una autoridad muy débil. Desapareció en 1291 ante la reacción bizantina que constituyeron el llamado Imperio de Nicea, al tiempo que Génova sustituía a Venecia en el control del comercio bizantino. Para que no fracasase este llamamiento a las armas, Inocencio III, envió predicadores que extendieron el fervor religioso tanto entre el pueblo llano como entre la nobleza. Estos predicadores tuvieron éxito y pronto se unieron tres de los nobles más importantes de Francia: el conde Teobaldo de la Champaña, Luis de Blois y Balduino de Flandes. Al tomar parte en la cruzada decidieron seguir con la estrategia de Ricardo en la anterior cruzada: la toma de Egipto que era el centro de poder de los musulmanes. Para llegar a Egipto decidieron que la mejor forma era por mar y evitar así los peligros de una larga expedición por tierra. Para ello, era necesario alquilar una flota de barcos y acudieron al Dux Enrico Dandolo, gobernador de Venecia. Enrico Dandolo se comprometió a poner a disposición de los cruzados naves suficientes como para transportar a 4.500 caballeros, 9.000 escuderos, y 20.000 soldados de a pie, así como provisiones junto a 50 naves de guerra. A cambio de esta ingente cantidad de naves, los cruzados deberían pagar la suma de 25.000 kilos de plata. El conde Teobaldo de Champaña nunca emprendió la cruzada, porque murió poco después de que se firmara el acuerdo. A pesar de esta muerte el entusiasmo por la Cruzada no disminuyó, además se unió el noble Italiano Bonifacio de Monferrat. Los Cruzados se empezaron a congregar en Venecia en junio de 1202, pero solo llegaron un tercio de las tropas esperadas y aunque demoraron un mes la partida, no llegaron refuerzos. Surgió entonces el problema del pago de una flota ya contratada y que no iban a utilizar. El Dux Enrico Dandolo, que a pesar de ser ciego era un dirigente muy enérgico, propuso una solución: el ejército 11 12

Riu Riu, M. (1972). Lecciones de historia medieval. Moreno, J.A. (2015). Las cruzadas. 200 años de guerra por la fe. Op cit. P. 4

cruzado tomaría para Venecia la ciudad de Zara y Venecia no cobraría la deuda de momento. La ciudad de Zara se había revelado hacía tiempo contra Venecia, y ahora estaba bajo la protección del rey de Hungría, que era cristiano, y del Papa. Las tropas llegaron a las puertas de la Zara y la ciudad, al ver a semejante ejército con su maquinaria de asalto, decidió rendirse. Sin embargo, había una parte de los cruzados que al saber que serían excomulgados por el Papa si atacaban la ciudad, decidieron no atacarla, por lo que la ciudad prefirió resistir. No obstante, fueron conquistados. Aunque Zara había sido tomada, los cruzados seguían teniendo problemas económicos serios. En ese momento surgió una nueva propuesta que parecía iba a solucionar los problemas económicos y por fin se podría pagar los gastos de la Cruzada. La V cruzada (1217-1221) dirigida por Andrés II de Hungría y Juan de Brienne, y Luis IX de Francia, respectivamente, tuvo como objetivo el sultanato de Egipto y ambas terminaron en rotundos fracasos. Se decidió que para reconquistar Jerusalén era necesario conquistar Egipto primero, ya que ese Reino controlaba el territorio de Jerusalén. En mayo del año 1218, las tropas de Federico II se pusieron de camino a Egipto, bajo el mando de Juan de Brienne. Desembarcaron en San Juan de Acre y decidieron atacar a Damieta (Dumyat), una ciudad que servía de acceso a El Cairo, La capital. En agosto, atacaron Damieta13 y luego de conquistar una pequeña fortaleza de acceso aguardaron refuerzos. En junio, llegaron los refuerzos de las tropas papales del cardenal Pelagio, hombre autoritario, Pelagio no quiso someterse a las órdenes de Juan Brienne y también interfirió constantemente en los asuntos militares. Después de algunos combates, y cuando todo parecía perdido, una serie de crisis en el liderazgo egipcio, permitió a los cruzados ocupar el campo del enemigo, lográndose una negociación de paz el 1219 con los musulmanes, y ocurrió lo increíble Jerusalén era ofrecido a los cristianos, entre otras ciudades, a cambio de su retirada de Egipto. Pero los cruzados jefes, incluido el cardenal Pelagio, rehusaron la oferta, ya que pensaban que los musulmanes se sentían incapaces de resistir a los cruzados a la llegada de Federico II con sus ejércitos. Comenzaron a rodear el puerto egipcio de Damieta y después de algunas batallas sufrieron una derrota14. El sultán renovó la propuesta, pero fue rechazada de nuevo. Después de un largo asedio que duró de febrero a noviembre del año 1219 la ciudad cayó. La estrategia posterior requirió asegurar el control de la península del Sinaí. Los conflictos entre los cruzados se agudizaron y se

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Belloc, H. (2006). Las cruzadas. Runciman, S. (1997). Historias de las cruzadas. 3. El reino del acre y las últimas cruzadas. Op cit p. 5

perdió tanto tiempo que los egipcios recuperado fuerzas. En julio del año 1221 el Cardenal Pelagio ordenó una ofensiva contra El Cairo, pero los musulmanes los llevaron a una trampa y los cruzados estuvieron rodeados y sin comida, finalmente tuvieron que llegar a un acuerdo: se retirarían de Egipto y de esa forma salvarían sus vidas. No obtuvieron todos sus objetivos, ya que los refuerzos prometidos por Federico II no llegaron, razón por la cual fueron excomulgados por el Papa Gregorio IX. Esta fue la última cruzada donde el papado aportaría con sus propias tropas. La VI Cruzada (1228-1229) fue la más extraña de todas, dirigida por un soberano excomulgado, Federico II de Alemania, alcanzó unos objetivos sorprendentes para la época: el condominio confesional de Jerusalén, Belén y Nazareth (1299), status que sin embargo duraría pocos años. Intervino el emperador Federico II. El emperador había prometido varias veces salir en cruzada. Acosado por el papa Gregorio IX, en 1227 reunió por fin un ejército en Brindis; pero se presentó la peste en el campamento, y murió un gran número de caballeros. Finalmente, Federico II se hizo a la mar, pero entonces cayó él mismo enfermo y se volvió atrás, con poca gente, Federico se dirigió realmente a Palestina y obtuvo del sultán un tratado que no era del todo desfavorable: los cristianos renunciaban al restó de Siria, pero obtenían Jerusalén, Belén, Nazaret y una faja de tierra que unía los Santos Lugares con el puerto de Acre. Federico II15 se coronó rey de Jerusalén en la basílica del Santo Sepulcro. Seguidamente Federico regresó a Apulia. El estado de cosas creado por él no duró mucho tiempo; en 1244 Jerusalén fue definitivamente arrebatado a los cristianos16, y a éstos no les quedó más que Jaffa, Acre y, en el Norte, Antioquía. La VII Cruzada surgió de la mano del rey de Francia, Luis IX. El haber perdido Jerusalén le pareció algo aterrador y fue por eso que en 1248 proclamó que reclutaría un gran ejército que reforzaría la lucha contra el infiel, aunque aparte de él, prácticamente nadie estaba interesado en tal lucha. Recordando lo realizado durante la quinta Cruzada, se dirigió hacia Egipto y volvió a capturar Damietta. Pero cuando nuevamente los egipcios propusieron cambiar la fortaleza por Jerusalén, Luis, olvidando el error antes cometido, se negó a aceptar el trato y continuó Nilo arriba. La historia se repitió en cada detalle. El ejército fue emboscado, destruido, y todos sus líderes tomados prisioneros. En Francia, la reina madre tuvo que llenar al pueblo de impuestos para pagar el rescate que los musulmanes cobraban por el rey, quien pudo finalmente regresar a su patria en 1254. Fue un final trágico para la campaña militar. La VIII cruzada (1271) también fue iniciativa de Luis IX. Dirigida contra Túnez concluyó con la muerte de San Luis ante la ciudad sitiada. Todos sus allegados lo tomaron por loco y se negaron a colaborar 15 16

Cuesta, J.I. (2009). Breve historia de las cruzadas. Op cit p. 2 Moreno, J.A. (2015). Las cruzadas. 200 años de guerra por la fe. Op cit p. 4

esta vez. Pero el continuó y zarpó hacia Oriente. Hizo una parada en Túnez, donde cayó gravemente enfermo y finalmente murió17. Con el murió también el último resto de entusiasmo por el movimiento cruzado. Tiempos oscuros se iniciaban para quienes defendían los últimos reductos de los caballeros de la cristiandad en Tierra Santa, y la falta de apoyo proveniente de Occidente los sumiría pronto en la desesperación. El mundo islámico atacaba cada vez con mayor fuerza bajo la dirección de un nuevo líder: Baybars, que se lanzó contra los cruzados. Estos, en su mayoría templarios y hospitalarios, hicieron lo que estuvo en sus manos para evitar la aniquilación total, pero, abandonados como estaban por el resto de sus correligionarios, era como si lucharan con las manos atadas. Fortaleza tras fortaleza fueron cayendo en manos enemigas, ya fuera por asalto, ya fuera porque se abandonaban al necesitarse los miembros de su guarnición en otro lugar. En 1291, agotados hasta el fin, los soldados que custodiaban la ciudad de Acre, principal centro cristiano en Tierra Santa durante el siglo XIII, montaron en los barcos que había en el puerto y retornaron a Occidente. La IX Cruzada generalmente se considera la última gran Cruzada Medieval emprendida. Tuvo lugar en 1271–1272. Luego del fracaso de Luis IX de Francia para capturar la ciudad de Túnez en la Octava Cruzada, lo que llevó el Príncipe Eduardo de Inglaterra para navegar hacia Acre en lo que se conoce como la novena cruzada. La Novena Cruzada fracasó en gran parte porque el espíritu de las cruzadas estaba ya casi extinto y por el creciente poder del sultán Baibars y de los Mamelucos en Egipto. También anunciaba el inminente colapso de los últimos reinos o baluartes cruzados a lo largo de la costa mediterránea. La novena cruzada emprendida por el futuro Eduardo I de Inglaterra comenzó con las noticias de que el Sultán Mameluco de Egipto, Baybars, había reducido el Reino de Jerusalén, el más importante estado cruzado a una pequeña franja de tierra entre Sidón y Acre. En el año 1271 y principios de 1272 Eduardo logró luchar contra Baybars, después de firmar alianzas con algunos de sus oponentes, como los mongoles. En 1272, Eduardo entablo contacto para garantizar una tregua, pero Baybars trató de asesinarlo. Entonces Eduardo comenzaría los preparativos para atacar a Jerusalén, pero cuando estaba listo para el asedio a Jerusalén llegó la noticia de la muerte de su padre, Enrique III de Inglaterra. Eduardo, como heredero al trono, decidió regresar a Inglaterra y firmó un tratado de paz con Baybars, lo que permitió su regreso y así concluiría la Novena Cruzada y última de las cruzadas de las Edad Media. La expedición formada por parte del Príncipe Eduardo de Inglaterra estuvo con falta de recursos y tropas. Sin embargo, consiguió una tregua de diez años de paz y de casi veinte años de supervivencia de los reinos cristianos en Oriente. Pero luego de concluidas las treguas traerían a bajo a los estados cruzados, y en 1291 los Mamelucos18 eventualmente conquistarían todos los territorios cristianos en Siria. 17 18

Maaluf, A. (2005). Las cruzadas vistas por los árabes. Payne, R. (1997). El sueño y la tumba. Historia de las cruzadas.

Consecuencias de las cruzadas Las Cruzadas influyeron en múltiples aspectos de la vida medieval, aunque, en general, no cumplieron los objetivos esperados. Casi todas las expediciones militares sufrieron importantes derrotas. Jerusalén se perdería en 1187 y lo que quedó de las posiciones cristianas tras la III Cruzada hasta su definitiva pérdida en el siglo XIII se limitaba a una estrecha franja litoral cuya pérdida era cuestión de tiempo. Además, los señores de Occidente llevaron sus diferencias tanto a las propias Cruzadas como a los estados cristianos fundados en Tierra Santa, dónde los intereses de los diferentes grupos dieron lugar a numerosos conflictos. El intento de reensamblar las cristiandades latina y griega, falló y acentuó el odio y la diferencia entre ellas, originando la ruptura definitiva entre Roma y Bizancio. Bizancio pidió ayuda a Occidente, con pequeños grupos de soldados que le ayudasen a recobrar las provincias perdidas, no con grandes ejércitos poco dispuestos a someterse a la disciplina de los mandos bizantinos, o que se convirtieran en poderes independientes en las tierras que ocupasen o en la propia Constantinopla. Desde el punto de vista social, Se produjo la ruptura de los lazos de vinculación a la tierra de los siervos, ya que acompañan, como parte del ejército a los príncipes y reyes. Esto provoca la reorganización de la base agraria y de relación de vasallaje dentro del feudalismo. Ello condujo al fortalecimiento de los artesanos (burguesía) habitantes de las ciudades o burgos. La movilización de los ejércitos provocó la demanda de productos para abastecer a los cruzados favoreciendo el crecimiento del comercio y la acumulación de capital de los burgueses que no estaban adscritos al rey, dentro de la organización feudal. Desde el punto de vista económico surgieron ciudades costeras como Génova, Pisa y Venecia, que se convirtieron en puertos muy importantes en el comercio y tránsito al Mediterráneo, así como intermediarias comerciales entre occidente y oriente originando la pérdida del dominio comercial de Bizancio. Desde el punto de vista cultural surgió el fanatismo religioso antisemita y anti musulmán, fortaleciendo los íconos religiosos. Así mismo, se produjo el intercambio cultural entre oriente y occidente destacando el arte, las matemáticas, la filosofía, entre otros, lo que a su vez originó la ampliación de los conocimientos geográficos. Conclusión Las cruzadas fueron una serie de campañas militares sancionadas por el Papa Urbano II, que tuvieron lugar entre los siglos XI y XIII, contra los musulmanes para la recuperación de Tierra Santa. Básicamente, su origen fue motivado por los intereses expansionistas de la nobleza feudal, el

control del comercio con Asia y el afán hegemónico del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente. La motivación para llevar a cabo las campañas militares de las cruzadas destaca el sentimiento religioso de la población, especialmente su deseo de peregrinar a Tierra Santa. El aumento de la población y la falta de alimento suficiente para la misma. La necesidad de expansión comercial por parte de las ciudades italianas. La amenaza de los turcos al Imperio Bizantino y Europa occidental. El deseo de gloria y ambición de los reyes y señores de Europa. La necesidad del Papado de afianzar su poder ante el emperador germánico. Las cruzadas fueron una forma de canalizar el espíritu guerrero de los europeos a través de un objetivo religioso El período de las Cruzadas a Jerusalén "Tierra Santa" terminaría, después de 208 años desde que El papa Urbano II predico la primera cruzada de estas guerras santas. Aunque los resultados militares fueron adversos, las cruzadas tuvieron importantes consecuencias en la sociedad y la economía europea, dando lugar a un período de cambios que daría paso a la modernidad: El intenso movimiento de naves y personas a través del mar Mediterráneo dio lugar al comienzo de una importante corriente de intercambio comercial y cultural entre oriente y occidente. La mayor actividad portuaria dio origen al resurgimiento de las ciudades y a la aparición de una nueva clase social: la burguesía. A la muerte de muchos señores feudales durante las cruzadas, muchos territorios volvieron a estar en manos de los reyes, produciendo una paulatina decadencia del feudalismo. La diferenciación entre los distintos reinos participantes de las cruzadas influyó en la consolidación de las diferentes nacionalidades. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: 

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