[Lanove] Slayers Volumen 01 Completo

Lanove Presenta: Autor: Hajime Kanzaka Ilustrador: Rui Araizumi Traducción al español: Lanove (http://lanove.blogspot.c

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Lanove Presenta:

Autor: Hajime Kanzaka Ilustrador: Rui Araizumi Traducción al español: Lanove (http://lanove.blogspot.com/ - http://aisakataiga.blogspot.com)

¡Slayers! Vol: 1 Traducción: Javier G. Díaz (Shilon) Adaptación: Javier G. Díaz (Shilon) Corrección: Javier G. Díaz (Shilon) Diseño y Maquetación: Marck Esto es una traducción hecha por y para aficionados, sin ánimo de lucro. No distribuyas esta edición sin nombrar a sus creadores ni hagas venta de ella. Se ha traducido partiendo de la versión oficial inglesa realizada por TOKYOPOP, la de Inverse.org y la original en japonés, intentando lograr un resultado lo más fiel posible a la versión original. Cualquier posible duda entre las versiones se aclara con notas de traductor a pie de página. Esta novela está plagada de momentos en los que el personaje principal, que relata la historia, desvela sus pensamientos interiores. En esos casos se verá representado entre comillas y en cursiva. Nada más, espero que disfrutéis leyendo esta historia tanto como yo disfrute traduciéndola. ¡Un saludo y hasta el próximo número!

Javier G. Díaz (Shilon)

Índice Capítulo 1 Cuidado. Molestando a los bandidos y la posada de noche...................... 9 Capítulo 2 Lo villanos nunca olvidan y vuelven a aparecer ....................................... 43 Capítulo 3 ¡Gran crisis! He sido capturada (Patético) ............................................... 75 Capítulo 4 ¡Ahora si os mostraré mi verdadero poder! ............................................ 108 Epílogo ................................................................................................ 137 Anexo .................................................................................................... 141 Anexo reedición ............................................................................. 144

Autor: Hajime Kanzaka Ilustrador: Rui Araizumi

Capítulo 1:

Cuidado. Molestando a los bandidos y la posada de noche.

A

hí estaba yo, corriendo por el bosque a máxima velocidad con un grupo de bandidos pisándome los talones.

¿Que por qué me perseguían? Bueno, es una historia larga y aburrida. Además, de donde yo vengo no es tan raro ver a un montón de bandidos persiguiéndote por el bosque a toda velocidad. Especialmente si se trata de mí. Si en verdad queréis saber el porqué, os lo puedo decir, pero no necesitáis saberlo. En realidad es más seguro para vosotros si no lo sabéis. Mirad, podría estropearos la historia ¿vale? Y vosotros no querríais estropear la historia ¿o sí? Por supuesto que no. Así que ¿por dónde íbamos antes de ser tan bruscamente interrumpida? Ah, sí: estaba corriendo por el bosque con un montón de bandidos pisándome los talones. Está bien, puede que les haya robado algo a los bandidos. De acuerdo, ¿contentos? Es posible que me colara en su pequeño campamento, hubiera cogido una minúscula parte de su tesoro y tal vez estuvieran un poco enfadados por eso. Y supongo que eso debe tener algo que ver con el porqué me están persiguiendo. Tal vez… Apenas fue un pellizco de polvo de hada, lo juro. Y solo por eso querían cortarme el cuello. ¿Cómo se puede ser tan avaro? No es que haya oído hablar de bandidos generosos, pero… ¿Ahora ya podríamos proseguir? Bien, de modo que ahí estaba yo, corriendo por el bosque a máxima velocidad con un montón de bandidos pisándome los talones. Les llevaba una buena ventaja, pero los bandidos estaban corriendo con pies masculinos y asesinos y yo… bueno… danzando con mis delicados pies. ¿Qué pasa? ¡Mis pies son delicados! Así que sabía que mi ventaja no duraría por mucho más tiempo. Como no soy buena en medidas de precaución me detuve por completo y eché un ojo por debajo de mi capucha para evaluar mis opciones. Los árboles que se alzaban a ambos lados del camino eran demasiado densos para que pudiera pasar por ahí. Ni si quiera a mediodía podría ver ni a dos pasos al frente.

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Los bandidos se acercaban, su sed de sangre estaba presente en el aire. Hasta los pájaros sentían el peligro y habían dejado de cantar. ¡Estaba atrapada! Ahora, tened en cuenta que el camino por el que corría era más bien un sendero, como si alguna persona se hubiera abierto paso a través del bosque con un machete, pensando que estar de excursión era un buen método para viajar. Una hiedra alta crecía a ambos lados, y empezar una pelea en ella no era muy atractivo. Como mi enemigo conocía el terreno mejor que yo, fueron capaces de rodearme. No estaba muy segura de mi situación, así que decidí que era mejor comportarme por ahora. Aun así, hice algo para hacerlos salir de su escondite. —¡Sé que estáis ahí! —grité mordiéndome la lengua para disminuir el sarcasmo. —Bueno, hola niña. “¿Quién será esta vez?” Me pregunté. ¿Un esqueleto parlante tal vez? ¿Un zombie? No. ¿Quién se hubiera imaginado que un bandido común con un parche en el ojo, calvo y rudo, tendría el valor de llamarme ―niña‖? Imagináoslo. ¿Tal vez reforzaba su auto-confianza usando un súper-aterrador atuendo de criminal? Sabiendo que para verse bien hay que empezar por cuidarse un poco la piel, el calvo había optado por un brillo color bronce, masajeando ésta con lo que sólo podía ser grasa de cerdo en mal estado. Lucía un atuendo sin camisa y de accesorio una cimitarra, consiguiendo así un estilo que gritaba ―SOY UN SUCIO Y ASQUEROSO LADRÓN‖. Y sin embargo, a pesar de su horrible apariencia, parecía estar dispuesto a hablar hasta matarme. —Lo que nos hiciste ahí atrás no estuvo bien —gruñó. “No, por supuesto que no, genio.” —Y ahora aquí estas, tú sola y a nuestra merced —se lamió los labios. “¡Um… puag…!” —Tranquila, relájate —dijo, y una grasienta sonrisa se dibujó en sus mejillas con un sonido chirriante—. No quiero pelear contigo, niña. Pareces una salvaje, en serio. Y no me agrada la idea de pelearme con -10-

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una muchacha que me dejaría marcado. Tengo que admitir que tienes un impresionante par de pelotas. Admirable. Y tu técnica es muy profesional. Entrar conjurando magia a diestro y siniestro, incendiando el lugar, carbonizando al jefe y en mitad de toda esa confusión, escabullirte por la bóveda y robar nuestro tesoro. Hablando estrictamente como un profesional tengo que decir que estoy impresionado. Emmm, olvidé mencionaros las partes del fuego y el asesinato del jefe ¿verdad? Lo siento. Supongo que eso también tiene algo que ver con el por qué me perseguían. En fin. Siempre digo que no hay que tener compasión de los malvados. —En serio, nos has sorprendido. Al principio pensamos perseguirte y llevar a cabo nuestra venganza de una manera digna de nuestra reputación, pero en el camino me puse a pensar que tal vez habría una mejor opción. Esto… tal vez lo que debamos hacer es invitarte a unirte a nuestro grupo ¿eh? ¿Qué dices, niña? “¿Unirme a vosotros? Siento que necesito bañarme solo por hablar contigo, idiota.” —Claro que… tendrás que devolvernos nuestro tesoro. Pero si decides unirte, consideraremos el asesinato del jefe como agua pasada. Actué como si en verdad lo estuviera considerando. —No es un mal trato el que te ofrezco —continuó—, es lo que se podría llamar resolución pacífica de un conflicto, sacar lo mejor de una mala situación. Dar y recibir: nosotros conseguimos tus talentos y tú te guardas las espaldas. Nos devuelves nuestro tesoro y te dejamos con vida. ¿Ves cómo no es un mal trato? ¿Qué dices? —preguntó con una sonrisa que se abrió como una herida. “Ya entiendo”, pensé. Antes de cargarme al líder, este calvo era el segundo al mando. Así que en realidad, le hice un favor. Él no quería vengarse; sólo le interesaba recuperar el tesoro y conseguir nuevos talentos para su armada. Tal vez también le gustaba. ¿Quién lo puede culpar? Desafortunadamente para él, tengo una política muy estricta en cuanto a tesoros, y es que no hay devoluciones. Y no estoy lo suficientemente enferma como para unirme a una banda de ladrones. Os imagináis despertar todas las mañanas con un tipo como ese preguntándote ―¿Cómo estas, niña?‖ No gracias.

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Chicas, ¿Dónde están los príncipes montados sobre un caballo blanco que nos prometían los cuentos de hadas? ¿Sería posible que hubiera uno entre este mar de ladrones con malos modales? No lo creo, pero bueno: una chica puede soñar. —Contesta rápido, niña. Nunca se sabe qué clase de escoria ronda por estos bosques. No es un lugar para quedarse a descansar. En serio, ese tipo era un charlatán. Tened en cuenta que yo no había dicho nada en todo el tiempo que él había estado ahí parloteando. Yo estaba ahí parada mientras él seguía y seguía. Y seguía. Y seguía un poco más. ¿Por qué los hombres aman tanto el sonido de su propia voz? Justo en el momento en el que empezó a preguntar cuál iba a ser mi decisión sentí otra presencia entrando en el área. “Hmmm…” —Ni en sueños… —dije en una voz tan baja como pude sin llegar a ponerme tensa y planté mis pies en la tierra para enfatizar mi posición. —Tú, estúpida… —gruñó sin más y se quedó en silencio con la boca abierta mientras su pequeño cerebro de bandido luchaba para procesar la ira y la decepción al mismo tiempo. Evidentemente hacer varias cosas a la vez no era su punto fuerte, y la presión causó que se pusiera rojo. Creo que verdadero vapor salió de sus oídos. —Tú, estúpida… —intentó de nuevo. Finalmente encontró las palabras que buscaba. —Tú, estúpida perra arrogante. “¡Bravo! Entiendo por qué has tardado tanto en pensar en eso.” —¡Te hice una oferta muy generosa y tú me la has tirado a la cara! ¡Vamos a hacer que te comas tu propio hígado! ¡A ella! Al momento, diez hombres salieron de entre los árboles y me rodearon. —¿Diez hombres? ¿Eso es todo? —se me escapó. No quería ser grosera pero ¿diez? Vamos… era insultante. Los hombres sacaron el pecho para demostrar lo fuertes que eran, supongo que lo aprecié pero en serio, ¿Diez hombres? Parecía que no supieran quién soy yo. Qué triste.

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—No estamos todos aquí, niña. Nuestros camaradas están en el bosque apuntándote con sus afiladísimas flechas. Cuando yo de la señal te convertirás en un alfiletero. Ahora, voy a darte otra oportunidad de salvarte. ¡Aficionados! Eso obviamente era mentira. Como hechicera y espadachín tengo instintos impecables. Si estuviera en el rango de ataque de alguien lo sabría. Esos cerebros de ratón estaban muy por debajo de mis habilidades y ya comenzaba a aburrirme, cuando… —¡Está bien, ya es suficiente! ¿Debería esperar a que llaméis a más de vuestros amigos para que tengamos una pelea justa? ¡La presencia que había sentido! Todos giramos a ver de dónde se originaba la voz. Un solitario mercenario se materializó de entre los árboles, los rayos de sol matinal eran reflejados por su espada desenvainada. Por favor, que alguien llame al coro de Ángeles, ¿vale? Ese hombre era una visión totalmente inspiradora de maravillas maravillosas. Era alto, rubio y… ¿ya mencione que era alto? Su peto había sido forjado con escamas de serpiente de hierro negro y a juzgar por su espada, se ganaba la vida como un mercenario: rápido y hábil. ¿Os había dicho que era alto, verdad? ¿Y mencioné que era SEXY? —Un consejo, amigos: Si empezáis a correr por vuestras vidas ahora, algunos de vosotros podríais llegar al agujero del que salisteis antes de que os alcance y os aniquile como los gusanos que sois. Incluso uno o dos podríais escapar con vida. Eso sí, si empezáis a correr ahora. “No es una mala amenaza”, pensé. El calvo charlatán escupió, babeó, pataleó y al final gritó:—¿Quién te crees que eres para salir así del bosque y venir a interrumpir nuestras delicadas negociaciones con tus amenazas e insultos? ¿Eh? —No voy a ensuciar mi nombre dándoselo a gente como tú — contestó el rubio. “¡Ups! Vaya…” Bueno, eso fue algo vergonzoso. Para ser sincera, la situación se hizo cada vez más llena de clichés y era más difícil aguantarla de ahí en adelante. Pero no tenía otra opción que soportarlo, quiero decir, ¿a dónde iba a ir? Simplemente me quede ahí parada, probablemente parecía que acababa de tragarme un insecto, cosa que en realidad, era como me sentía. -13-

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Aunque no debería quejarme ¿verdad? Me refiero a que, ¿no es el sueño de toda chica ser rescatada por un apuesto héroe cuando está en apuros? ¿Qué importa si ella podía haberse hecho cargo de la situación y que el héroe antes mencionado no tuviera la habilidad verbal que ella esperaba? Una chica no puede permitirse ser muy selectiva hoy en día, ¿o sí? —Tu pequeño… Oh no.... ¿creéis que le irá mejor esta vez? —¡Canalla impertinente! Creo que no… —¡Vamos a hacer que ambos os comáis los hígados! ¡A ellos! Y finalmente, empezó la lucha. Consideré ayudar al tipo pero no quería avergonzarlo. Además, el rol de una damisela es correr y gritar con una voz aguda ¿no es así? Si no, ¿dónde está la gracia? Nunca había tenido la oportunidad de correr y gritar antes y tengo que decir que si se os presenta la oportunidad, os recomiendo encarecidamente que lo hagáis. Es mucho más divertido de lo que os imagináis. De cualquier forma, ahí estaba yo, corriendo y gritando como si mi vida dependiera de ello mientras pretendía hacer creer que no tenía ni idea de lo que sucedía a mí alrededor. Desafortunadamente no duró mucho, ya que por supuesto el rubio ganó. Se acercó a mí pasando por un campo lleno de cuerpos de bandidos: —¿Se encuentra bien, señorita? —preguntó. Sus ojos estaban buscando los míos. Me echó una buena ojeada por primera vez y se quedó sin palabras. No quiero presumir pero soy bastante atractiva. Grandes y redondos ojos, una complexión hermosa, todo ello en un esbelto cuerpo. Suspiró con deseo y admiración. Estaba segura. Cuando por fin pudo hablar lo hizo con una voz muy baja, como si estuviera murmurando una oración. Era casi inaudible, y si no hubiera sido una gran hechicera con la capacidad auditiva que la acompaña, probablemente no hubiera podido oírlo. ¡Qué suerte! -15-

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—Genial. Es solo una cría. “¿Sólo una cría?” Eso me dolió. Pero esperad, ¡hay más! —Esto es lo que me gano por no mirar con atención antes de meterme en este tipo de cosas. Quiero decir, me gustan los niños. ¡Pero peleé contra diez tipos! ¿Es mucho pedir que un día de estos haya una mujer del otro lado de la lucha? ¿Alguien sexy y completamente agradecida…? ¿Es demasiado pedir? Aparentemente sí. Y por si fuera poco ahora tengo que cuidar a esta pequeña señorita sin pechos. “¡Au!” Vale, supongo que estoy menos desarrollada que cualquier chica de mi edad. Y no soy… no soy muy alta. Está bien, soy baja. ¿Era eso lo que queríais que dijera? Soy baja y sin tetas. ¿Cuál es el problema? Por lo menos puedo correr bastante rápido y mi ropa me sienta bien. En mi opinión, el pecho está sobrevalorado. ¡Mierda! ¿Por qué siempre te atacan donde más te duele? Estoy segura de que él no sabía que podía oírle. Una persona normal no habría podido, pero para bien o para mal, mis oídos eran tan sensibles como los de un elfo. Tengo que decir que en esta ocasión fue para mal. ¡Ay! Sin embargo, me había ayudado, así que tenía la obligación de agradecerle. —Gra… gracias —tartamudeé y sonreí. —No tienes porqué agradecérmelo —y esbozó algo parecido a una sonrisa—, ¿Estás herida pequeña? “¡¿Pequeña?! Dios, ayúdame…” —No es seguro para una pequeña niña como tú estar caminando a solas en un lugar como éste. ¿Estabas viajando con tu padre o alguien? ¿Os separasteis? ¿Estás perdida? “Grrr…” —No, no… Yo estoy… esto… sola. Supuse que tal vez todo ese pelo rubio le dificultaba ver con claridad. Me explico: si hubiera sido yo, creo que ya me habría dado -16-

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cuenta de que la preciosa criatura que estaba frente a mí no era ninguna niña indefensa. —Bueno, pues no quisiera que nada malo te pasara. ¿Qué te parece si te acompaño a casa, preciosa? —¡Eh… espera un maldito minuto! —¿Dónde viven tu mami y tu papi? “¡Grrrr!” —Es… estoy sola. No vivo en ningún lugar exactamente… solo me dirigía a la Ciudad de Atlas… —Entiendo, no necesitas momentos difíciles ¿no es así?

explicármelo.

Estás

pasando

por

—¿Eh? —Entiendo perfectamente. Todos pasamos por malos momentos. —contestó en un tono comprensivo. —No, esto… no creo que me hayas entendido. —Oh, entiendo más de lo que te imaginas. Te entiendo. “¡¿Qué?! ¡Ni siquiera entiendo lo que tú crees que yo creo que no entiendes!” En retrospectiva, creo que él pensó que me había visto forzada a vivir sola por algún tipo de desgracia. Creí que iba a seguir diciendo cosas para tratar de consolarme hasta que muriera por sofocarse o yo muriera por vergüenza. Alguien tenía que ponerle fin a eso. —No, en serio estoy bien. Agradezco tu amabilidad pero no soy una víctima. Soy una aventurera que quiere conocer el mundo —le estaba diciendo la verdad, ¡y eso no es algo fácil para mí! —No estoy tratando de entrometerme. Pero no tienes que inventarte excusas para mi beneficio. “Vale, esto es desesperante, ¡por primera vez en mi vida no estoy inventando excusas!” Ya no sabía qué más decir. —Mira pequeña, ¿qué te parece si me quedo contigo para asegurarme de que llegas bien a la Ciudad de Atlas? -17-

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“¡Mala idea! ¡Mala idea! ¡Mala idea!” —¡No, señor, no hay necesidad de que se desvié tanto de su camino! N… no podría permitírselo. Y no estaba bromeando. ¡La Ciudad de Atlas estaba a DIEZ DÍAS DE CAMINO! No podía imaginarme pasar veinticuatro horas al día con el señor perceptivo sin sucumbir a la tentación de cometer el asesinato premeditado de un rubio. —No hay problema —contestó—. Creo que necesitas un amigo. Obviamente estaba muy comprometido con la idea. —Pero… yo… La conversación continúo así durante mucho tiempo. Yo objetaba, y él objetaba mis objeciones. Yo entendía por qué lo decía pero él creía que lo malinterpretaba. Él apreciaba mi entendimiento pero pensaba que malinterpretaba el suyo. Y así siguió hasta que entre entender y malinterpretar, pensar y objetar, me dolía tanto la cabeza que ya no me importaba quién me acompañara siempre y cuando empezáramos a movernos.

***

No llevábamos ni veinte minutos de camino cuando sintió la necesidad de volver a hablar. —Creo que no hemos tenido la oportunidad de presentarnos. Soy Gourry. Como ya debes haber deducido soy un mercenario viajero. ¿Y tú? Consideré darle un nombre falso pero estaba demasiado cansada. —Soy Lina. Una… viajera. Como podéis ver, le di mi verdadero nombre. Y soy una viajera. Tal vez omití algunos detalles importantes. ¿Y qué? Gourry ya había demostrado que no era del tipo que hacen preguntas profundas. Me di cuenta que él se creería cualquier cosa que yo le contara sobre mis circunstancias, y esto, a mi parecer, era un punto a su favor. Quizás le faltaba un poco de cerebro, pero parecía un buen tipo. Parecía tener un buen corazón. No era como si hubiera llegado diciendo -18-

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―Eh, nena, nos vamos a ir tú y yo a hacer un viaje, eh, eh, eh…‖ Si él hubiera demostrado cualquier clase de pervertido motivo secreto, lo hubiera convertido en comida de troll. Pero, parecía estar verdaderamente preocupado por mí, así que no podía ser maleducada con él. Y no me estaba molestando tanto como había pensado en un principio. De todas formas, la idea de ser tratada como una niña durante todo el camino hasta Ciudad de Atlas no era algo conveniente para ninguno de los dos. No es que quisiera que me piropeara, no es eso a lo que me refiero. Simplemente… ¿Me estoy enterrando sola no es así? Dejémoslo así: Parecía un buen tipo. Con Gourry (escoltándome) no tuve oportunidad de estar sola y descansar hasta que encontramos un pueblo, conseguimos direcciones para llegar a la posada local, cenamos, nos registramos, fuimos a nuestros cuartos y nos despedimos hasta la mañana siguiente. Me sentía estupenda de poder estar sola por fin. El cuarto no era muy grande y olía a aceite encendido. La… esto…, decoración dejaba mucho que desear, pero estaba equipada con todo lo que necesitaba: cama, mesa y una lámpara de aceite. Después del día que acababa de tener la encontraba muy lujosa. Me desabroché la capa, que es un abrigo sin mangas, la tiré al suelo y golpeó la dura madera con un ―TUM‖, y unos ―CATA-CLINKS‖. Ah, como si nunca hubierais tirado la ropa al suelo. ¿Quiénes os creéis que sois?, ¿mi madre? Estoy cansada. Dejadme en paz. Gracias a un pequeño hechizo que había inventado para mantener mis manos libres, mi capa, que se extendía desde mi cuello hasta mis rodillas, siempre estaba lisa, aunque estuviese llena de bolsas de cuero con mi botín. Permanecía lisa pero desafortunadamente no silenciosa, y el ―CLIC‖ y ―CLAC‖ del botín confiscado de bandidos me había estado volviendo loca durante todo el día. Había estado esperando el momento de vaciar las bolsas y valorar mis premios. Debéis saber que esto no es una tarea fácil, porque yo había estado… bueno, trabajando sin descanso alguno durante un tiempo. No había tenido oportunidad de organizarme. Y esas bolsas se llenaban rápido debido a mi filosofía, que es: ―coge todo lo que parezca valioso y examínalo después‖. La pequeña cantidad de luz emitida por una lámpara de aceite barata no era suficiente para una evaluación de mis tesoros, así que formé una esfera de luz entre las palmas de mis manos y después procedí a subirla al techo. ¡Voilà! Un simple conjuro de luz pero suficientemente luminoso como para conseguir un bronceado en esa habitación cuando hubiera terminado de examinar mi botín. -19-

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Vacié mis bolsas de cuero y esparcí su contenido a mí alrededor. Conté unas doscientas o trescientas brillantes piedras preciosas, un puñado de monedas, un gran cuchillo, y una estatuilla de algún tipo. Me di cuenta al instante que la mayoría de las piedras preciosas tenían defectos. La estatuilla parecía ser de una diosa, pero lo que era más importante es que estaba hecha de Orihalcon, y solo por esa razón ya era muy valiosa. El cuchillo tenía alguna clase de ―magia de armas‖ en él, pero no la podía identificar. Pensé en probarlo, pero nunca se sabe lo que algo como eso le puede ocasionar a un pobre observador. Decidí que lo más seguro sería venderlo en la primera tienda de magia que encontrara. Finalmente había unas docenas de monedas del antiguo Ducado de Letidius, y como el Ducado había sido destruido hace unos quinientos años, supuse que me darían una buena suma por ellas. Y eso era todo. No era una gran cosa pero ¿qué más podrías esperar del Calvo Mc. Parche y sus Diez Ladronzuelos? Un montón de gemas con defectos seguía siendo un montón de gemas, y un montón de gemas es una visión maravillosa. Una chica se podría comprar una lujosa cena incluso con medio montón de gemas. ¿Y qué más necesita una chica? Bueno, en realidad si ella resulta ser una hechicera ¡necesita mucho más que unas cuantas cenas lujosas para salir adelante en este mundo! Pero no hay que adelantarnos. Volviendo a las gemas. Las dividí por tipo, y después en grupos de dañadas y sin defectos. Las que no tenían defectos estaban bien, pero las que tenían daños no se podían vender por mucho. A menos que… Saqué una esfera de cristal del tamaño del puño de un niño de mi bolsa y lo coloqué sobre el suelo frente a mí. Dio muchas vueltas, y al final se detuvo completamente con el símbolo que tenía grabado apuntando a mi derecha. Tomé un pergamino de mi bolsa. Su largo y ancho medían lo mismo que mi brazo, y brillaba del color de la piel de una doncella élfica. Probablemente ya lo sepáis pero por si acaso: Necesito que cualquier cosa que os diga sobre mis materiales os lo quedéis sólo para vuestros adentros. Mis hechizos son secretos, y lo menos que necesitamos son novatos invocando fuerzas que no puedan controlar. -20-

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Así que, todos los detalles sobre encantamientos sólo entre nosotros, ¿De acuerdo? ¡Bien! Saqué otro pergamino más pequeño con un símbolo impreso sobre él. Tomé uno de los rubíes en buen estado y lo puse sobre el símbolo del pergamino grande. Luego puse el pergamino pequeño sobre el rubí, como si estuviera haciendo un bocadillo de rubí y pergamino. Entonces recité un hechizo de fuego y el pequeño pergamino se quemó, reduciéndose a cenizas en un instante. —Primer paso, ¡listo! —miré la gema desde arriba. Perfecto, el símbolo del pergamino pequeño había quedado grabado dentro del rubí. Después tomé uno de los rubíes defectuosos y lo agarré fuertemente con mi mano izquierda a unos diez o quince centímetros sobre la roca marcada mientras invocaba un hechizo de aire. La piedra en mi mano se despedazó y una lluvia de polvo color sangre calló sobre la gema encantada. Repetí esta técnica hasta quedarme sin rubíes defectuosos. El pergamino grande había quedado completamente cubierto por polvo de rubí. —Paso dos… Vertí un líquido de una pequeña botella sobre la montaña de polvo, puse mi palma izquierda sobre él, y recite una sucesión de hechizos de agua y tierra, parecidos a los de fuego y aire que había usado antes. Mi palma se calentó mientras el polvo de rubí brillaba con una intensa luz blanca. Después de unos instantes la luz desapareció, y la montaña había tomado la forma de una gran bola de masa de rubí. “¡Ta-chán! ¡Victoria!” ¿Qué? ¿No os gustan las bolas de masa de rubí? ¡Locos! De todos modos no es eso lo que quería. Sólo debéis esperar. Al principio, la masa parecía una obra de alfarería de mal gusto, pero lentamente empezó a tomar forma y endurecerse. Al final, la masa se convirtió en una versión gigante del rubí con el que empecé, con un pequeño símbolo mágico dentro de él. —¡Uno menos! Usé la misma técnica con las esmeraldas, zafiros y amatistas. Cuando por fin terminé, tenía varias gemas que podrían ser usadas como simples talismanes, o ser combinadas con otros hechizos o armas para aumentar su poder. Pero, lo que es más importante, se podrían vender mucho más caras. -22-

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Tiempo muerto. Quisiera un minuto para deciros que mi collar, así como mi cinta en la frente y la espada corta que uso en mi cintura, han sido encantadas de esta forma. Si no tenéis un amuleto enjoyado os recomiendo que compréis uno. Están de moda, son prácticos, y en estos momentos, los traen todos los bienhechores. Si decidís obtener uno, os aconsejo que no escatiméis en gastos, comprad el mejor que podáis. Si sois ricos, incluso podréis conseguir uno hecho especialmente para vosotros por una talentosa hechicera. Alguien como yo, por ejemplo. Bueno, vale, fin del comercial; no puedo evitarlo: provengo de una familia de comerciantes.1 Solo nueve días para llegar a la Ciudad de Atlas. ¡Resiste, Lina!

***

A la mañana siguiente, Gourry y yo continuamos el viaje, lado a lado. El clima era perfecto y una sinfonía de gorgoteos de un río cercano llenaba el aire. Una suave brisa corría por el bosque a nuestro alrededor, haciendo bailar a las hojas de los árboles. Luz dorada se filtraba por nubes de algodón, haciendo que el camino enfrente de nosotros brillara. Era uno de esos días mágicos. Cerré mis ojos, respiré profundamente una bocanada del aire más puro que existía y pensé: Si no consigo algo de comer pronto, tendré que matar a alguien. ¡Eh! No bromeo cuando de comida se trata. Una chica tiene que comer cuando tiene que comer. Y esta chica tiene que comer frecuentemente. La siguiente posada estaba a un día entero de camino, con nada más que rocas y hiedra por el medio. Cuando se acercaba el mediodía, empecé a buscar una zona llana para sentarme a comer mi almuerzo. —Aguanta un poco más, pequeña. Gourry se había dado cuenta de mi falta de energía y confundía mi insaciable apetito con fatiga. Estaba tratando de animarme, lo que era un bonito gesto, pero en serio me gustaría que dejara esa estupidez de llamarme ―pequeña‖ continuamente. —En ocasiones como ésta un hombre debe hacer lo que un hombre debe hacer.

(1) Este fragmento no estaba en la versión de Tokyopop. Ha sido incluido de la versión original.

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—El caso es que yo no soy un hombre. Creo que lo dejé sin palabras por un instante, pero continuó. —Bueno, cuando el camino se pone duro, los duros caminan. —¿Y cuándo van a parar para comer los duros? Tuvo que pensarlo un momento. Nos detuvimos. Nos miramos a los ojos el uno al otro contemplando nuestro dilema mientras escuchábamos el sonido de agua corriendo… que fue probablemente lo que nos dio la brillante idea de ponernos a pescar. Pescado sería nuestra cena. El río, que era demasiado grande para nadar, serpenteaba paralelo al camino con agua pura y cristalina. Afortunadamente, la arenosa tierra de la orilla era cómoda, así que nos pudimos sentar a pescar. —Venid pececitos, pececitos, pececitos —murmuré para mí misma mientras buscaba una rama del tamaño apropiado en el suelo del bosque y sacaba un anzuelo de mi mochila. Arranqué unas cuantas hebras de mi hermoso cabello rojizo y las usé como hilo. ¡Listo! Una caña de pescar. —Vaya, eres muy buena con eso ¿no? —comentó Gourry verdaderamente impresionado. —Como dijo un hombre sabio una vez, Gourry: aun no has visto nada. Ten, sujeta esto ¿vale? Le di la caña y me dirigí a la orilla del río, moví unas cuantas piedras, escarbé en el lodo y conseguí un puñado de escurridizos gusanos. Puse uno de ellos en el anzuelo y empecé a pescar. “Aquí pececitos, pececitos, pececitos…” Nada, pescar es cosa de paciencia, ya sabéis. “Aquí pececitos, pececitos, pececitos…” Aún nada. “¡Aquí estúpidos pececitos!” Poco a poco pude pescar unos cuantos peces, pero necesité más palabras dulces. Gourry encendió una fogata; yo los limpié, y los cocinamos ahí mismo. ¡Estaban riquísimos! -24-

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Sinceramente, estaba tan hambrienta que hubieran podido estar fritos en sangre de duende y aun así me hubiera comido una docena. Cuando topaba con uno pequeño, lo engullía entero. —Lina, ¿te comes las entrañas? No puedo creer que hagas eso — exclamó Gourry mordisqueando la carne blanca del pez. “No seas tan nenaza Gourry.” —No hay que desperdiciar nada —contesté—. Gourry entiendo que no te comas la cabeza si te da asco, pero ¿Por qué tiras las entrañas? Son como un tercio del peso del pez. —¡Puag! No voy a comer las entrañas del pescado —respondió de forma rotunda. —Pero si son lo más rico —le molesté usando mi melodiosa voz. Saqué algunas tripas y las coloqué entre mis dedos, se las puse enfrente de la cara y después me lo comí todo, poniendo una gran sonrisa solo para hacer la gracia. —Lina, en las entrañas están las tripas ¿no? —me preguntó Gourry con una mirada enferma en su rostro. —Así es, Gourry. —Entonces, los gusanos que usaste como cebo… te los acabas de comer. Pensé en eso durante unos instantes y después empecé a escupir. Escupí, escupí y escupí, froté mi lengua con el suelo y me concentré en no vomitar. —Incluso siendo así… —Es así. —¡Sí, ya lo sé! Pero no deberías decir eso mientras alguien está comiendo. “Grrrr…” Nos comimos el resto de los pescados, sin las entrañas. Gourry se comió sólo los de él. Lo observé. Estuvimos sentados ahí viendo las raspas un rato. —Aún tengo hambre, Gourry.

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—Yo también —contestó. Me estiré para agarrar la caña pero me detuve a la mitad. Sentí una presencia cerca. —Duendes… —susurró Gourry mientras ambos tratábamos de actuar despreocupados—, unos catorce. “Vale, ya veo.” Por lo visto, estábamos en territorio de Duendes, lo que explicaría que no hubiera lugares donde comer a lo largo de todo el camino. Cogí mi caña de pescar. ¿Recordáis cuando dije que entre el pueblo anterior y el siguiente no había nada más que rocas y hiedra? Me equivoqué, cambiadlo a: hiedra, rocas y un montón de duendes. Gracias. ¿Cuánto sabéis sobre duendes? Dejadme que os diga lo básico: Los duendes son de apariencia humanoide, pero no le llegan al pecho a un adulto normal. Son, en la mayoría de los casos, nocturnos, un poco estúpidos y propensos a la violencia. Se asustan fácilmente, así que tratan de evitar asentamientos humanos, pero felizmente robarán ganado a las afueras de los pueblos y aldeas. En general, no les gustan los humanos, y no creo que encontrar personas en su territorio les hubiera hecho gracia. Esas son las malas noticias. Información adicional: es fácil y muy divertido burlarte de ellos. Sostuve el anzuelo en mi mano izquierda, me concentré y comencé a recitar un hechizo de pesca. ¡Creación mía por supuesto! No os voy a enseñar el hechizo, así que mejor ni lo preguntéis. Yo intento no usarlo, ¡y si os lo enseñara, se lo enseñaríais a alguien más y pronto no habría peces en el mar! Así que en serio, ni lo preguntéis. Justo cuando terminé de recitar el hechizo uno de los duendes soltó un horrible sonido que debió de haber sido un grito de guerra. Al instante todos se acercaron gritando desde el bosque armados con improvisadas lanzas oxidadas, mazos, picos y espadas. Esperaban que corriéramos. —¡Shhhhh! ¡Silencio! —grité en un duendesco más o menos entendible. Gourry y yo nos quedamos donde estábamos. Los duendes se detuvieron en seco. Tomando ventaja de la oportunidad, metí el anzuelo al agua. Venid pececitos, pececitos, pececitos… Silencio. -26-

Capítulo 1

Cuidado. Molestando a los bandidos y la posada de noche.

Los duendes murmuraban algo como, ―¿Qué le pasa a ésta loca pelirroja?‖ Me observaban minuciosamente, tratando de adivinar lo que iba a hacer, antes de atacarnos. Y fue entonces cuando… picaron. —¡Ah, sí! —grité sacando el hilo y el pescado del agua—. ¡Caray! ¡Es uno grande! —un gran pescado bailaba en el aire, moviendo el hilo y empapándonos de agua del río. Le quité el anzuelo al pescado en el aire y lo tiré en la tierra frente a nosotros. Ese proceso fue más difícil de lo que parece. Os podéis impresionar. —¡Pilladlo! —grité en duendesco. —¡Gii! —respondieron. —¡Gya gya, gukii! —¡Gyuge! “Sí, bien hecho.” Los duendes bailaban como si hubieran ganado la lotería. Yo seguía consiguiendo peces, y ellos seguían bailando. Tuve que pescar dos docenas de peces antes de tenerlos tan amontonados como los quería. Le di mí caña al majadero más cercano. —Ten, aquí tienes. —¿Gi? —Claro. Hay muchos peces. ¿Quieres probarlo? —¿Gi…? Inclinó su cabeza hacia un lado y me miró como si mis palabras no tuvieran sentido. ¡Grosero! Mi duendesco puede no ser perfecto pero no es exactamente un idioma muy sofisticado. Le puse el anzuelo en el agua y… ¡consiguió que picaran instantáneamente! —¡Giggi! Sus compañeros lo felicitaron, y convenientemente, se olvidaron de Gourry y de mí. Así que, nos retiramos silenciosamente del área.

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—Te sabes unos trucos bastante extraños —exclamó Gourry. Yo no pude evitar reírme.

***

Al anochecer, llegamos al comedor de la posada del siguiente pueblo. El aire estaba perfumado por el olor del tabaco y del licor; pero yo tenía tanta hambre de nuevo, que cuando nos trajeron unos palitos de carne, rápidamente me olvidé de lo que estaba a mí alrededor. Los palitos estaban muy ricos. Mmmm… Pestañeé mientras Gourry hablaba, y el cuarto se enfocó de nuevo. Gourry me estaba mirando fijamente del otro lado de la mesa. ¿Qué? Pestañeé de nuevo. La vela de la mesa se sacudía. Me llevé mi taza a la boca y tomé un sorbo de zumo. Finalmente, recordé: ―¿Unos trucos bastante extraños?‖ Le di otro mordisco al palito de mi mano izquierda. —¿Te refieres al hechizo que use en el río? Gourry se estrelló contra la mesa, su expresión cambió a ¿quiéndemonios-es-realmente-ésta-chica? “¿Qué? ¿Qué tiene de grandioso un pequeño hechizo de pesca? Dios. ¿En serio pensó que era totalmente inútil?” —Era una magia muy básica —le expliqué—, no vale la pena mencionarlo, en serio. Hizo un gruñido que expresó admiración. —Entonces… ¿Eres algún tipo de hechicera? Esta vez, fui yo quien se estrelló contra la mesa. “¡Iaaah!” Ahora era mi turno de hacerme la interesante. —¿Algún tipo de hechicera? ¡Sí! ¡Soy un tipo de hechicera! ¿Qué te creías?

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Quisiera explicar que, desde el momento en que Gourry me vio por primera vez, estaba vestida COMO UN TIPO DE HECHICERA. Uso pantalones y botas altas, que en realidad, no dicen nada sobre mi profesión, excepto quizás que no soy una princesa. Pero también uso una túnica suelta agarrada a la cintura por un cinturón de cuero, un par de guantes también de cuero suave y una cinta en mi frente. Unas hombreras protegen mis hombros y mi capa se extiende hasta mis rodillas. Y, escuchad esto: Cada objeto que os acabo de describir está bordado de símbolos mágicos con hilos plateados. Uso un collar y pulseras plateadas. Y la espada corta que llevo en mi cintura tiene incrustada una gema encantada que yo misma hice. No podría vestirme más como una hechicera al menos que me pusiera un letrero que dijera ―Hola soy LINA y soy una HECHICERA‖. Si alguien me viera así vestida y me confundiera con una camarera o una pescadera, ¡probablemente me suicidaría! —Ummm… Ahora que lo dices no estoy seguro. Después de todo lo que pasó en el río supongo que pensé que eras una pescadora, ¿o una camarera tal vez? “¡Muere, Gourry! ¡MUERE!” aquí.”

Hundí mi cara en mi tazón de sopa. “Oh, mira… Queda un poco

—Relájate —exclamó Gourry—, estoy bromeando. No creí que fueras una pescadora. Pero te engañé… —Sí que lo hiciste. Iba a matarte, pero me distrajo mi sopa —dije usando un pañuelo para quitarme el caldo de la cara mientras hablaba. No se rió. Probablemente debí haberle explicado que yo también bromeaba. Pero es mejor dejarle con la duda. —Así que, ¿cómo eres de buena? ¿Puedes utilizar la Bola de Fuego? Por la forma en que vistes pareces del tipo que podría utilizar Magia Negra. Vale, dejadme explicaros un poco. La hechicería se divide en tres clases básicas: Magia Blanca, Magia Negra y Magia Espiritual. La última usa los cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire) y el mundo espiritual (que es la especialidad de la mayoría de hechiceros.) Pero mi verdadera especialidad es la Magia Negra, no me malinterpretéis, hay dos tipos de magia negra: maldiciones y hechizos ofensivos que no encajan en la magia Espiritual. Yo sólo utilizo los de este último tipo. Un error común es pensar que todos los hechizos ofensivos son magia negra, ya que muchos de ellos son realmente Magia Espiritual. El hechizo que Gourry mencionó antes, la Bola de Fuego (Fireball)

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pertenece a la Magia Espiritual… ¡y es una bomba! Y volviendo a su pregunta… —¿Qué si parezco del tipo que podría utilizar la Magia Negra? ¿No es evidente? ¿Tan inútil te parezco? —¡No! Es solo que pareces ser bastante tranquila. “Claaaaro.” —De todos modos —suspiró—, al parecer voy a poder ver de lo que eres capaz en breves instantes. “¿Y por qué?” Me pregunté. En el instante que pude formar ese pensamiento, la puerta del hotel había sido abierta de una patada. —¡Es ella! —ladró alguien. Volví mi cabeza en dirección al estruendo, y miré a los ojos al que había gruñido. “Mierda.” Me estaba apuntando precisamente a mí. Había esperado darme la vuelta y que ese hombre estuviera señalando a otra desafortunada, pero sólo había una persona más en la dirección en que apuntaba, y Gourry no parecía exactamente una chica. “¿Podría ser que por el pelo largo de Gourry lo hubiera confundido con una mujer? No tuve tanta suerte.” Un desfile de trolls llenó la habitación y detrás de ellos entró una momia, que aparentemente era quien controlaba todo. Al echarle otro vistazo me di cuenta que no era una momia, sino un hombre vendado. Quien quiera que fuese ese individuo, claramente era un hechicero. —¡Oh, Señor! ¡Estoy segura de que buscan a otra chica! —sonreí y traté de evitar que mis ojos se enfocaran, para no parecer muy inteligente. —Mi nombre es Sofía, ustedes deben estar buscando a… —¡Cállate! ¡No me interesa tu nombre, conozco tu cara! ¡Tú eres la que nos ha robado los tesoros! “Uuups. Sí, me han pillado.” —¿Oh, eso estuvo mal? Lo siento, chicos. ¿Tal vez podríamos llegar a un acuerdo…? Gourry me miró sospechosamente. -30-

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—Te lo explicaré después —le susurré—, primero tenemos que hacer algo con estos… —en ese momento, comencé a sentir aliento de troll en mi mejilla. ¿Estáis familiarizados con los trolls? Os refrescaré la memoria por si acaso: Los trolls son casi el doble de grandes que cualquier humano, y tan bestias como el hombre más fuerte. También son sorprendentemente ágiles, teniendo en cuenta su inmensidad. Pero lo más importante que debemos recordar sobre los trolls, es que están dotados de una inmensa capacidad de regeneración, lo que significa que cualquier cosa que no sea una muerte instantánea, no tiene efecto sobre ellos ya que se recuperan en cuestión de segundos. En otras palabras, si queréis matar a un troll, hacedlo de un sólo movimiento. También vale la pena mencionar que combatir trolls dentro de alguna instalación con ataques poderosos es una buena manera de destruir un hotel y quedarte sin ahorros. No hablo por experiencia, pero creedme. También resulta peligroso para los que observan. —Como queráis —dije mientras me levantaba de mi silla. —Vayamos afuera. —Ni lo intentes. —Vaaaale… “Genial. El propietario me va a odiar.” —Devuélvenos lo que robaste y nos iremos. “Ni en broma.” —Eso no va a suceder. No respondo bien ante amenazas. Y menos con amenazas que viene de un mago ladrón. —Perdón, ¿pero no eres tú una hechicera ladrona también? — exclamó Gourry desde el otro lado. —Oh, ¿quieres callarte? Además robar a ladrones está bien — desgraciadamente mi forma de pensar no impresionó a los chicos malos, que nos superaban en número. —¡Atrapadlos! —ordenó el hombre momia, y los trolls entraron en acción. Yo, por supuesto, también entré en acción. Mi enemigo estaba armado sólo con garras afiladas y fuerza bruta, pero creedme, eso era suficiente. Aunque mi ropa, al igual que mis talismanes, estaban encantados, esas garras no tendrían ningún problema en desgarrarme

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hasta las entrañas. Un zarpazo y me convertiría en comida de troll. Pero no tenía ninguna intención de perder. El primero y más grande de todos lanzó el primer ataque que pude esquivar. Usando su propia mano derecha como palanca, me lancé en un medio salto hacia atrás mientras se acercaba el siguiente troll. Con la oportunidad que me dio ese ataque, me deslicé entre las piernas del troll que se acercaba, lo golpeé en la entrepierna y me agarré a uno de sus pies. Tal vez no pueda derrotar a un troll con acrobacias, pero sí puedo entretenerlo un poco y eso me permitió usarlo de escudo. Así minimicé la ventaja numérica del enemigo. Casi parece que lo planeé todo, ¿no? Sentí una fuerte sed de sangre detrás de mí y al siguiente momento otro troll insertó sus garras en mi capa. “Lástima, pedazo de idiota, pero la capa es lo único que conseguiste.” La había desprendido junto con mis hombreras un segundo antes. “¡Soy tan buena!” El troll había puesto demasiada fuerza en su ataque, y al fallar cayó al suelo. Pasé suavemente por su cabeza de camino a mi siguiente oponente. Las cosas siguieron así durante un rato, y pronto me encontré al lado de Gourry. Sólo que ésta vez, yo estaba peleando y él contemplando lo que hacía, como si fuese una exhibición de combate. —Bienvenida. —Gracias. ¿Me echaste de menos? —resoplé. ¿Qué creía que estaba haciendo? ¿Sentado mientras una pobre e inocente chica peleaba contra un montón de trolls? No discutáis conmigo. Puedo usar lo de pobre e inocente chica cuando quiera, muchas gracias. ¡Y de cualquier forma, su comportamiento era inexcusable! Los trolls estaban anonadados. Probablemente porque no había podido hacer nada más que tumbar a uno. —Tú, renacuaja insignificante… deja ya de moverte por todas partes —exclamó el hombre momia que parecía impaciente. Bueno, por lo menos había logrado algo: estaba empezando a molestar al hombre momia. Bien. —¡Gourry! ¿Podrías hacer el esfuerzo de dañar a esos trolls? —le pedí incisivamente. —Claro pero… ya sabes que los trolls se regeneran, ¿verdad? -32-

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—¡Sí, lo sé! No trates de enseñarme, Gourry. Sólo hazlo. ¡Rápido! —No creo que sea capaz de causarles muchos daños… —¡Está bien, solo hazlo! Mientras Gourry y yo estábamos planeando nuestra estrategia, los trolls se habían acercado. “Gourry, es momento de ponerse serios.” —¡Está bien! Estoy en ello —dijo, metiendo su mano en el bolsillo y sacando un puñado de nueces. Sí, nueces. Las cosas esas que las ardillas consideran un manjar. Comencé a preguntarme si realmente estaba loco, cuando… —¡Agh! —¡Ugh! Sacudiendo sus dedos, Gourry no solo había conseguido penetrar la piel de los trolls con esas pequeñas nueces sino que había enterrado la comida de ardilla profundamente en su carne. A algunos los había alcanzado en el brazo, a otros en el estómago, otros en la frente… había impulsado esas nueces con un nivel de fuerza suficiente para derrumbar a un hombre. —Interesante técnica, chico —se rió el hombre momia—. Lástima que los trolls se regeneren tan… Pero antes de que el señor momia hubiera terminado con su engreído discurso, los trolls gritaron al unísono. Las pequeñas heridas que les había causado Gourry se extendían rápidamente. —¡¿Qué… qué está pasando?! ¡¿Qué habéis hecho?! —gritó el hombre momia, obviamente frustrado. Las heridas se expandían en todas direcciones, desgarrando el estómago de los trolls en mil pedazos. Cuando por fin terminó, más de la mitad de sus cuerpos había desaparecido. Verlo era muy asqueroso. Me alegro que no sucediera antes de la comida. Lo único que quedaba de ellos eran pedazos de carne. El hombre momia y los trolls restantes estaban aterrados y parecía que hubieran perdido sus ganas de luchar. Susurraban entre ellos sobre la nueva magia que acababa de usar para destrozar a sus compañeros.

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El miedo a lo desconocido es una poderosa arma. Os diré un pequeño secreto: Lo que les hice a esos trolls es mucho más inteligente que difícil. Pensad en ello como una reversión de un hechizo de curación de la Magia Blanca: Recuperación (Recovery). Dejad que os lo explique: Un hechizo Recuperación, como sugiere su nombre, usa el poder de los espíritus para acelerar el ritmo en que se recupera el daño infligido al cuerpo físico. Al revertirlo, usé el poder sanador de los mismos trolls contra ellos. Por supuesto, esto también sería a un ritmo muy acelerado. Recordad que los trolls de por sí, tienen un poder regenerativo muy poderoso. Así que, al revertir esa habilidad y aumentarla aún más, la más mínima herida causa que el cuerpo se autodestruya. Gracias, gracias. Ahora, por favor, guardad los aplausos para el final del espectáculo. Y sí, como debéis haberos preguntado, ese es otro hechizo de mi propia creación. Normalmente no usaría algo tan asqueroso en combate, pero no podría triunfar sólo con detener un poco a los trolls. Si no lo hubiera usado, podría haber acabado perdiendo más que mi aliento. Me aseguraré de no tener que volver a usarlo. Aquellos hechizos que podrían causar pesadillas a los que los conjuran no deberían usarse. El hechizo se había terminado, pero me imaginé que los demás del grupo se habrían retirado. Desafortunadamente, uno de los trolls había resultado ser más necio de lo que pensé. Me miró a los ojos y empezó a correr hacia mí. Desenvainé mi espada y comencé a recitar un hechizo mientras se me acercaba. Afortunadamente yo era más rápida con los pies que él. Las garras y la espada chocaron dos y luego tres veces. El troll quedó al descubierto por un instante, y… —¡Te pillé! —grité, y mi espada se enterró profundamente en su abdomen. Él sonrió. Otro consejo: Un troll sonriendo nunca es una buena señal. Ahora ya lo sabéis. Me tenía justo donde me quería. Su objetivo era exponer su sección media para que yo atacara. Así estaría atrapada, si soltaba mi espada estaría indefensa y sería carne muerta. Si no la soltaba, estaría -34-

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al alcance de mi enemigo pero él sobreviviría debido a sus poderes regenerativos. Pero mientras se preparaba para atacar, yo ya estaba preparando mi siguiente movimiento. —¡Mono Rayo! (Mono volt) —grité, usando mi espada para conducir el hechizo eléctrico que viajo por todo el cuerpo del troll. Éste se estremeció. “Eso es lo que sacas por tratar de lucirte, grandullón.” El enorme cuerpo de la pobre criatura cayó mientras gritaba de dolor y finalmente, murió. Hubo un ―PLAF‖ colosal mientras cada una de sus extremidades se rendía y caía al suelo. “¿Alguien más?” —No más juegos, niños —dije mientras daba una palmada frente a mi pecho, cerraba los ojos y me disponía a recitar un conjuro. Separé lentamente mis manos y a medida que éstas se alejaban, una resplandeciente esfera entre azul y blanco se iba formando. —¡Una Bola de Fuegooo! —los ojos del hombre momia se abrían mientras gritaba—. ¡Corred! ¡Correeed! Él y los trolls que aún quedaban huyeron rápidamente, gritando como si sus pantalones ya estuvieran quemándose. —Ufff… —dejé salir un gran suspiro de alivio, aún con la bola de luz en las manos. —¡No te relajes! —gritó Gourry como una nenaza al otro lado de la habitación—. ¿¡Qué vas a hacer con esa Bola de Fuego!? — Aparentemente, él también le temía a la Bola de Fuego y se había acercado a la salida. La Bola de Fuego (Fireball) es un hechizo de fuego usado por hechiceros casi universalmente. El área en la cual cae la bola de luz es engullida en llamas, exterminando cualquier cosa que viva o respire en esa zona. Se suele usar contra grupos numerosos. Aunque su poder de destrucción varía dependiendo de quién lo use, un golpe directo a un humano lo cambiaría de ―crudo‖ a ―quemado‖ antes de que el pobre se dé cuenta de nada. —Ah, ¿esto? —le di un largo vistazo a lo que estaba entre mis palmas y después lo lancé suavemente hacia arriba.

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—¡Aaaaaaaaahh! —gritaron todos en la habitación, y después: hubo silencio. Gourry fue el primero en mirar hacia arriba, tímidamente. —¿Quieres tranquilizarte? No es una Bola de Fuego —sonreí y apunté al orbe blanco situado en el aire por encima de mí—. Es un hechizo Iluminación (Lighting) —dije, y rompí a reír. Señor, soy una chica tan graciosa… —¿¡Qué vais a hacer con éste desastre?! —interrumpió el posadero, que no me encontraba graciosa en lo más mínimo. “Sabía que llegaría éste momento.” Las sillas y mesas estaban todas destruidas. Cuerpos estaban esparcidos por todas partes como cáscaras de cacahuete, y el aire estaba perfumado con L’Eau de Sangre de Troll. Realmente el desastre era serio. Me refiero a un GRAN desastre. Y gracias al hechizo de Iluminación no ignorarías ni un detalle de aquella escena. El hijo de un carnicero, o cualquier persona que haya visto un animal atropellado por un carro podría asimilar un pequeño porcentaje de aquel espectáculo dantesco. Era realmente asqueroso. Parecía más una casa de torturas que una cantina, y ésa no era la atmósfera que las personas buscan en la comida. La mayoría de los clientes ya se habían cambiado al hotel de al lado. Los que se habían quedado estaban llorando. Si el posadero pudiera sonreír después de lo sucedido, debería renunciar a su trabajo y convertirse en santo. Maldición, no podía culpar al tipo. Si hubiera sido mi hotel estaría muy furiosa. Pero de todas formas había exterminado a un pequeño ejército de trolls y no estaba de humor para un sermón, así que puse mi mejor cara de culpable. Además de la hechicería soy una experta en irradiar dulzura. —Lo siento, señor. Sé que mi compañero y yo le causamos muchos problemas, pero… —lo miré con mis ojos de cordero degollado y le susurré—, ¡Si no lo hubiera hecho nos habrían matado! —me quité uno de los guantes y la metí en mi bolsillo. Como esperaba, la cara del dueño se había suavizado. “¡Hasta aquí va bien!” —Quizá… —saqué tres gemas de mi bolsillo, pero las mantuve escondidas en mi puño—, ¿Quizá acepte esto como una disculpa? —cogí la palma del dueño con una mano y le di las gemas con la otra. Aún no podía ver lo que tenía en la mano, aunque debe haberlo adivinado por cómo se sentían. Aun así no podía permitir que dejara de verme.

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Mantuve mis ojos fijos en los suyos y le agarré dulcemente la muñeca. Podéis imaginar el efecto que tuvo en él. —Por favor, entiéndalo; sé que ésta oferta es muy poco para ser una disculpa, pero es lo mejor que puedo hacer —me mordí la mejilla por dentro para que aparecieran lágrimas en mis ojos. Finalmente le solté la muñeca. El dueño del hotel vio lo que había en su palma y la cerró contento con lo que había visto en ella. —Está bien señorita. Si me lo pone de ese modo… ¿qué voy a decir? Mandaré a uno de mis muchachos a que limpie todo esto. Ustedes suban a sus habitaciones a descansar. “Conseguido.” Usualmente, cuando algo como esto ocurre, te expulsan del pueblo instantáneamente. Me imaginé que eso era lo que iba a pasar, y no tenía ningún problema. Si alguien os pide que os vayáis os recomiendo iros. No consigues nada quedándote donde no te quieren, ¿verdad? No es que lo aprendiera de una mala manera, pero creedme, os conviene seguir mi consejo. Por otro lado, dando un pequeño, emm, incentivo (como una gema) manda el mensaje de que estás de verdad arrepentido. Eso también implica que hay más de donde vinieron esas, y por eso le conviene al dueño hacer como que no pasó nada. Además, lo de poner ojitos y lo de las manos no hace daño. Hice varias reverencias pidiendo disculpas mientras Gourry y yo nos retirábamos en dirección a nuestro cuarto. Hablando de Gourry, ¿adivinad quién estaba enfadado conmigo? En cuanto cruzamos la primera esquina me lanzó una mirada reprobatoria. Supongo que me lo merecía. Después de todo no había sido completamente honesta con él, ¿o sí? —Tienes pelotas y eres una buena actriz —suspiró—, tengo que reconocerlo.2 Estaba apoyada con mi cadera contra la cama. —Creo que no te entiendo… —dije, tratando de hacerme la tonta. No se lo estaba creyendo. Entonces me di cuenta de algo, —Gourry, ¿qué haces aquí? ¡Esta es mi habitación! —Prometiste darme una explicación, ¿no es así? (2) Otra parte que fue censurada en las novelas de Tokyopop, añadida en ésta versión.

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—¿Lo hice? —Sí, lo hiciste. “Ah. Bueno, entonces está bien”. Yo también tenía unas cuantas preguntas para él. Podría sacarlas todas al mismo tiempo. —Está bien, supongo que es justo. Pero primero, yo tengo una pregunta para ti. —Soy un libro abierto, pequeña. Dispara. “No, esa estupidez de pequeña otra vez…” —De acuerdo, siéntate. —Me estoy sentando —dijo Gourry alcanzando la silla más cercana y girandola. —Bien, ahora dime —dije inclinándome hacia él y mirándolo directamente a los ojos—, ¿Que sientes por mí? Gourry se quedó totalmente en silencio sin saber qué decir. “Picaste.” Casi hiperventila. —Gourry, es mentira… sólo bromeo. Dejó salir un gran suspiro, como si se acabara de salvar de la cámara de torturas. mor…

—Por Dios, Lina. Te has pasado. Por un segundo creí que iba a —Eh, ¿qué quieres decir con eso? “Hombres.”

—Ya en serio, Lina, ¿qué es lo que quieres saber? Te diré lo que sea, excepto mi edad y mi peso, esos son secretos… “Jaja. No dejes tu empleo diurno, humorista.” —¿Cómo sabías que esos hombres venían por mí? —No lo sabía —negarlo era inútil.

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—Eh, tú lo dijiste. Justo antes de que esos trolls irrumpieran en el hotel, tú dijiste, ―Al parecer voy a poder ver lo que puedes hacer en un momento.‖ —Ah, eso… —exclamó sin desconcertarse—, obviamente estaban tras alguien que estaba dentro del hotel. Sólo creí que estaban tratando de recuperar algo que les habían robado. Llámalo intuición. —¿Qué te hizo pensar que era yo? Había por lo menos una docena de perso… —Escucha, odio tener que ser yo quien te dice esto, pero no fue muy difícil de deducir. Supuse que te perseguían por haber metido la nariz donde no te llaman. Pareces ser del tipo que atrae problemas. “En el blanco.” ¿Cómo lo iba a negar? Me gusta pensar que tengo mejor juicio que la mayoría de las personas, pero él tenía razón. Tengo una facilidad para meterme en problemas inimaginable. Mi hermana solía decir lo mismo de mí en casa. —¿Responde eso a tu pregunta? —Sí, supongo… —admití. —¿Alguna otra pregunta? —No. —Bueno, es mi turno. ¿Exactamente por qué estaban tras de ti esos hombres? —Es una larga historia —suspiré. —No me voy a ir a ningún lado. Dispara. Así que le conté la aburrida historia, sobre cómo después de haber visto a esos bandidos robando y matando a los pobres aldeanos; Había salido a vengar a los aldeanos y devuelto los bienes robados (menos una pequeña suma para cubrir mis gastos). Y es por eso que iban tras de mí. ¡¿Qué?! ¿Esperabais que le dijera a Gourry que los había atacado porque estaba aburrida y en quiebra? Ni en broma. De cualquier modo, no me habría creído. Le gustó. Sólo le dije al pobre chico lo que quería oír. En realidad le estaba haciendo un favor. ¡No me miréis así! Cuando terminé mi monólogo, Gourry asintió. -40-

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—Entiendo completamente. Esa clase de cosas suelen ocurrir cuando alguien trata de hacer lo correcto. “¡Ta-chán!… Atrapado.” Se lo estaba creyendo. No sólo me seguía la corriente, de verdad se lo estaba creyendo. Por lo menos eso parecía. —Sí, ya lo sé —dije, y después cambié el tema de conversación—. Aunque, aún hay algo más que me preocupa. —¿Qué es? —Esos tipos no pudieron haber visto mi cara antes de señalarme. Y sin embargo, estaban específicamente tras de mí. El único hombre que había debía ser un hechicero. —¿El hombre-momia? —Sí, tiene que ser él. Y deben haber esperado para cogerme por sorpresa. Ahora están heridos, pero seguramente regresarán mañana. No creo que nos hayamos desecho de ellos. —¿Crees que usó magia para encontrarte? —Sí. —¡Los hechiceros pueden hacer cualquier cosa, ¿eh?! —No, nada de cualquier cosa. Hay cosas que la magia no puede hacer. Por ejemplo, el hombre momia tuvo que haber puesto una marca mágica en algo antes de que me lo llevara. Probablemente fue así como me encontró. Sin una marca de algún tipo, ni el mejor hechicero podría encontrar a alguien tan fácilmente. —Ah, ya entiendo… —dijo Gourry, pero en realidad no sonaba como si lo comprendiera. —Sí, lo entiendes —le seguí la corriente—. ¿Alguna otra pregunta? —No, profesora. —Qué gracioso. Entonces hemos terminado por… Alguien llamó a la puerta. Ambos nos movimos simultáneamente a ambos lados de ella. Gourry agarró el pomo de la puerta. —¿Quién es? —pregunté.

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—Alguien a quien le gustaría hacer una transacción. Pagaré el precio que quieras por uno de tus objetos —dijo la voz del otro lado de la puerta. —Nos perdonaríais si dijéramos que eso suena sospechoso, ¿no es así? —Así es. Creo que de estar en tu lugar, yo no abriría la puerta — respondió la voz. “Eh…” —¿Nos está recomendando no dejarlo entrar? “¿Por qué nunca son fáciles las cosas?” —Simplemente soy honesto. También soy honesto al decir que no te causaré daño, no ésta vez. “¿No ésta vez? ¿Qué demonios significa eso?” —¿Así que puede que cambies de opinión al entrar? —No tienes de qué preocuparte, aunque reconozco que decirlo no significa nada. Tal vez sería más persuasivo si te recuerdo que tienes un guardaespaldas bastante confiable. Mí ―guardaespaldas‖ y yo nos miramos. —Es cierto. Está bien, cualquier tontería y te advierto que saldrás de aquí calcinado. —¡¡¿Lina?!! ¿En serio le vas a dejar entrar…? —Gourry estaba muy nervioso. —Todo irá bien. Tengo un guardaespaldas muy confiable, ¿recuerdas? —dije en voz baja y guiñé el ojo. Dejé mi posición al lado de la puerta y me dirigí al centro del cuarto. —Estoy abriendo la Adelante, Gourry. Ábrela.

puerta.

Entre

despacio

—le

advertí—.

Un instante después Gourry hizo lo que le pedí, y le eché el primer vistazo al tipo que quería hacer el trato.

*** -42-

Capítulo 2:

Los villanos nunca olvidan y vuelven a aparecer.

E

l tipo era algo que no se ve todos los días. Su cuerpo entero estaba cubierto en ropas blancas. Portaba una capa blanca, una túnica blanca y una capucha blanca. Todo estaba cubierto por blanco excepto sus ojos. No era del tipo que te inspiran confianza. Alguien más estaba con él. —Genial, eres tú —mi expresión cambió al reconocer al hombre momia de antes. El par entró al cuarto lentamente, el hombre momia arrastraba sus pies lo suficiente para halagarme. Gourry cerró la puerta detrás de ellos, el hombre momia tembló mientras miraba detrás de su hombro. Sin embargo, el hombre de blanco no movió ni un músculo. Se detuvieron exactamente en el centro del cuarto, entre Gourry y yo. —Entonces, ¿ustedes se conocen? —Ah, sí, de hace mucho. Es más, ésta tarde estuvimos tiñendo el pueblo de rojo —respondí.1 El hombre momia palideció, si es que eso es posible. El hombre de blanco levantó la mano para mantenerlo en su lugar. —Siempre nos divertimos, ¿no es así, mi vendado amigo? “Creo que no.” —Lo siento —dijo el hombre de blanco—. Este es Zolf, mi socio. Es muy leal y tiene un gran sentido de la responsabilidad, pero a veces eso le hace un poco precipitado. Le pido que lo disculpe. —No hay problema. Tan solo subiré el precio —le dije con desprecio, sonriendo y encogiéndome de hombros. Fue en ese momento cuando me di cuenta que el hombre de blanco no era completamente humano.

(1) En realidad, se trata de una de las bromas retorcidas y de mal gusto de Lina, no habla en serio.

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Era difícil de saber a primera vista ya que la tenue iluminación de la lámpara en el cuarto no era perfecta, pero después de una observación más minuciosa a través de la ranura de su capucha estaba segura. La piel que rodeaba sus ojos no era carne… aunque era difícil saberlo sin tocarla, pero parecía ser de piedra. Nunca había visto algo parecido, primero pensé que lo estaba imaginando, pero no… la cara de aquel tipo estaba hecha de piedra. “¿Tal vez es un gólem?” Consideré. Pero los golems son creados para servir, y en los ojos de este sujeto se podía ver la llama del libre albedrío. Él era, sin ninguna duda, su propio dueño. Pensé en todo eso mientras el tosía, y entonces prosiguió. —Eres toda una negociadora. ¿Podríamos comenzar con los negocios? Mantuve la calma, intente mantener la sonrisa y traté de actuar desinteresadamente. —Claro. Así que, quieren comprar un objeto… El hombre de pétrea piel asintió con la cabeza. —Así es. Uno de los objetos que usted… liberó de las manos de una cierta banda de bandidos no hace mucho. “Esto se pone interesante.” —¿Algún objeto en particular? —pregunté inocentemente. A pesar de que me era imposible saberlo con certeza por sus ropas, casi juraría que esbozó una sonrisa. —No lo diré. “¿Qué os parece?” —¿No lo dirá? —no pude evitar reírme de eso y arqueé una ceja. El respondió con una negación con la cabeza y yo sonreí. —Entonces supongo que no podemos negociar ¿o sí? El hombre tosió. —Espere. Si yo especificara que objeto deseo, usted podría excluirlo de la venta, aunque sea sólo por curiosidad, ¿no es así? -44-

Capítulo 2

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Sonreí y me encogí de hombros. Me había pillado. —Esto es lo que propongo —continuó—, acordamos previamente un precio para cada objeto; entonces le diré cual quiero y pagaré el precio previamente acordado en ese momento. “Una jugada inteligente. Es astuto.” —Sabes, no recuerdo haberte visto en el campamento de bandidos —dije fríamente, para sacar información. —No lo hizo. Simplemente soy un admirador del objeto. “Eso dice.” —Inicialmente, mandé a Zolf a buscarlo —respondió, picando el anzuelo—, logró infiltrarse a la red de información de los bandidos, y después, utilizando la capacidad de rastreo de los ladrones, logró encontrar el objeto. Él también intentaba apoderarse del objeto a la primera oportunidad, pero después… —Yo aparecí —dije sonriendo. El asintió de nuevo. No parecía muy hablador. —Usar a los bandidos para conseguir aquello que desea para después robárselo es jugar sucio —dije sacudiendo un dedo en el aire. —No creo que esté usted en posición de juzgar —me espetó con una mirada reflexiva. “Touché.” —Bueno, ya tengo la idea general. Vayamos al grano. Los objetos son: una estatua, una espada, y varias monedas antiguas. Seguramente no está interesado en las piedras preciosas. Son gemas normales, no valen mucho y menos ―el precio que usted deseé‖. —Correcto —el hombre de blanco asintió lentamente. —Muy bien, empecemos con la espada… —nombré los precios en sucesión. El hombre de blanco estaba asombrado. Hasta dio un paso atrás, mientras que el hombre momia se había quedado con los ojos y la boca totalmente abiertos. Gourry simplemente nos miraba estúpidamente (por supuesto). “Los hombres realmente no son nada buenos con esto de las compras.”

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Él dijo que pagaría cualquier precio que yo quisiera. Así que, ¡¿por qué se sorprende?! Pedía 100 veces más que el precio normal, que es suficiente para comprar castillo y medio ¡pero él dijo ―cualquier precio!‖ ¡Si se refería a ―cualquier precio RAZONABLE‖ debía haberlo dicho! Se lo merece, si me permitís decirlo. Dadme la oportunidad de soñar y soñaré a lo grande. Esa es el tipo de chica que soy yo, así de simple. —Vine preparado para pagar dos o tres veces su precio normal — exclamó el hombre de blanco—, no cien veces. Me reí y puse una de mis manos detrás de mi cabeza. —Esto no es un juego —dijo, sonando impaciente. —Bueno, supongo que me he pasado un poco. Muy bien, solo para ti, ¡una ganga! Bajaré mis precios a la mitad —eso provocó prácticamente la misma reacción. El hombre momia parecía enfadado. —¿La mitad? —gritó el hombre momia. —Claro. ¡Cincuenta por ciento de descuento en objetos robados! ¡Cómprenlos mientras tengan oportunidad! —¿Cómo te atreves mocosa insolente? —siseó el hombre momia. Aquello me pilló por sorpresa, y me cabreó bastante… tengo un fuerte carácter, después de todo. El hombre de blanco rápidamente silenció a su compañero. —¡Cállate, Zolf! “¿Que cómo me atrevo? No es nada complicado. Me estoy atreviendo. Es lo que estoy haciendo.” —¿Supongo que no aceptarías un pago a plazos? —gruñó el hombre momia. —No lo creo. Y tampoco aceptaré ser tratada como una niña por un hechicero de tercera clase que no puede diferenciar entre una Bola de Fuego (Fireball) y un hechizo de Iluminación (Lighting). -¿Qu… qué? —la voz del hombre momia se agudizó al darse cuenta que lo había asustado un hechizo falso—. ¡Tú! Para empezar… — hizo una pausa para tomar aire antes de enlistarme todas mis ofensas, pero el hombre de blanco intervino. —Zolf, ¡ya es suficiente!

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El hombre momia retrocedió y gimoteó ante la interrupción. El hombre de blanco se giró hacia mí con una seria mirada en sus ojos. —Ésta es mi última oferta, ¿considerarías el unirte a nosotros? En un año… no, medio año, te pagaríamos el doble, quizás el TRIPLE de lo que pides. —Mmmm… —dije parpadeando mientras cruzaba los brazos y me rascaba la barbilla como el gesto universal de ―Lo estoy pensando‖. —Supongo que si no acepto tu oferta —pregunté al fin—, me declararás tu enemiga, ¿no es así? El hombre de blanco no respondió, solamente arqueó su ceja derecha. —Me temo que tengo que rechazar tu generosa oferta. Trato de evitar a tipos como tú a toda costa. Llámalo intuición femenina. —Hmmm —resopló. —Intuición o no… —dije haciendo una pausa, con mis ojos puestos en la momia y mostrando una sonrisa—. Preferiría morir antes que unirme a gente de vuestra calaña. Zolf se movió hacia delante y estaba a punto de decir algo que él consideraba que sería ingenioso y ofensivo, pero el hombre de blanco lo detuvo. El miedo y la ferocidad se palpaba en el espacio entre el hombre de blanco y yo. La fuerza de voluntad de ese hombre era palpable. No era un ser ordinario. Continuamos mirándonos largos e intensos instantes, yo sabía por sus ojos que era un hombre peligroso. —Eres una mujer muy obstinada —suspiró fuertemente—. Supongo que esto significa entonces que no hay trato. Asentí. —Es una pena —dije, fingiendo estar decepcionada. El hombre de blanco volvió sus oscuros ojos hacia mí y me habló en un tono muy grave de su voz. —Sí. Sí que lo es. Como acordamos, me retiraré por hoy. Por tanto, desde mañana al amanecer, ya no estaré atado por el honor y te atacaré con todas mi fuerzas. Tú y yo nos convertiremos en enemigos al instante que pongas un pie fuera de este hotel.

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Asentí casi imperceptiblemente para demostrar que lo entendía. Me dio la espalda lentamente y se dirigió al hombre momia. —Zolf, vámonos. Zolf miró sorprendido e intentó protestar. —Pe… pero… Sin embargo, el hombre continúo hacia la puerta que sostenía Gourry. Zolf dudó un momento, después siguió al hombre fuera de la habitación. El hombre de blanco se giró para vernos mientras hablaba. —Ah, por cierto, lo olvidaba —sus ojos brillaron levemente mientras hablaba—. Mi nombre es Zelgadiss. —Lo recordaré —contesté muy seriamente. Gourry cerró la puerta silenciosamente. Esperó hasta que estuvo seguro que nuestros invitados ya no podían oírnos antes de hablar y se giró hacia mí. —¿Sinceramente pensaste que te pagarían lo que pediste? —¡Por supuesto que no! Qué esperabas que hiciera, ¿vender el objeto sin hacer preguntas? ¿Estás loco? Gourry movió su cabeza y suspiró. El creía que no me podía dar cuenta, pero, aunque estaba al otro lado de la habitación, vi que sonreía.

***

—Es gracioso como nunca me canso de un hermoso cielo —estaba tumbada boca arriba en un campo verde, observando el claro cielo azul. Sentía el cálido sol en mi cara y la tibia tierra en mi espalda. Era muy agradable. Por fin habíamos llegado al final del camino que cruzaba el bosque. Los pájaros cantaban alegremente y el ambiente… olía a sangre. —Sí. Ese sí que es un cielo hermoso. -48-

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—Eh, Lina… —me llegó una voz a mi izquierda. Él también estaba acostado boca arriba. —¿Sí, Gourry? —¿Qué pasa contigo? Me dejaste a mí combatir solo, sentándote ahí… perezosamente. ¿Mencioné los montones de cadáveres de berserkers en el suelo detrás de Gourry y de mí? ¿No? Bueno, pues había montones de cadáveres de berserkers esparcidos por el suelo detrás de nosotros. —Sí, lo siento. Aunque si peleé… un poco. Gourry frunció el ceño. —Sí, lo hiciste. Te vi. Y no te niego eso. Solo digo que lanzaste un hechizo ofensivo, y fue bueno, pero después dijiste ―Te dejo los demás‖, y eso fue todo. Parpadeé, miré hacia otro lado y respondí en actitud defensiva. —Supongo que podría parecer que eso es lo que hice. —No, Lina, te aseguro que eso fue lo que hiciste —usando su espada como apoyo, se levantó. —Me gustaría descansar un poco más —anuncié. Gourry suspiro y negó con la cabeza. —Seremos un blanco fácil si no llegamos al siguiente pueblo antes del anochecer. Ponte en pie Lina, nos iremos ya. Parecía enfadado, pero no podía culparlo. No es que él estuviera siendo irracional, solo que todavía no me quería apartar de las nubes. Estaba muy cansada por todo lo que acababa de hacer. —Linaaa —exclamó, como un padre a su hija. Empezó a caminar despacio, esperando que lo siguiera. —Cinco minutos más. Este sol sienta muy bien. —¡Ya está bien! —gritó, y antes de que pudiera hacer nada agarró mi capa por encima de mi hombro derecho y me levantó de un tirón. —¡AAAH! El dolor era insoportable. Lloré de dolor apretando mi cintura. Gourry parpadeó confuso y volvió a dejarme en el suelo suavemente. -49-

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Es algo embarazoso, pero tengo que confesar que no soy muy buena para aguantar el dolor. Poniendo mi mano derecha sobre la herida, y concentrando mis energías, logré utilizar un hechizo curativo que Gourry había interrumpido al levantarme. Puse de nuevo mi mano sobre la herida para continuarlo y pareció haber tardado 100 años, pero finalmente el dolor desapareció. Una pequeña herida hubiera sanado rápidamente, ¿pero ésta? Esta tardaría un buen rato en hacerlo. La voz de Gourry interrumpió mis pensamientos. —¿Lina? —¿Mmmm? —permanecí tan calmada como pude. Pero me di cuenta de que no le podía seguir engañando mucho más tiempo. —¿Estás herida? Logré una pequeña sonrisa y traté de hacerla parecer lo más femenina posible. —Sólo es un rasguño —aclaré suavemente. La mirada de Gourry pasó de mi cara a mi cadera. —¡Au! —una fuerte punzada de dolor me hizo gritar otra vez. Abruptamente, Gourry metió una mano en mi capa y localizó la herida, estaba en mi lado derecho. La humedad que sintió lo hizo sacar su mano debido a la sorpresa y (conociendo a Gourry) el asco. —Estás… —sonó preocupado—, ¡Estas sangrando! —Estoy bien —exclamé, poniendo cara de valiente. No por engañarlo, sino porque el dolor estaba disminuyendo. —¿Cómo que estás bien? Si estás… —Estoy bien, Gourry, te lo prometo. Conjuré un hechizo sanador hace unos instantes. Estaré como nueva en un rato… —Pero… —¡Mira, prefiero que pienses que soy vaga a que me preguntes si me siento bien cada diez segundos! —Vale, lo siento…

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—¡No! No, no hay problema. Solo… solo déjame descansar un poco más mientras me curo, ¿de acuerdo? —S...sí… claro —así que Gourry se sentó frente a mí, viendo cómo me curaba, lo cual era tan productivo como ver el agua hervir. Me alegraba que le preocupara, pero no me gusta que las personas me vean cuando estoy débil. Me hace sentir mal. Y no hay nada peor que sentirse débil y mal. —¿Así que estuviste herida todo éste tiempo? —preguntó—. No estabas observando las nubes. Estabas muy ocupada recuperándote. Lamento no haberme percatado de eso… —Ya te lo he dicho, Gourry, no hay problema. Se quedó callado. Durante un tiempo lo único que podíamos escuchar era el viento. —Están tras esa cosa otra vez —dije, rompiendo el silencio—. Ayer por la noche estuve revisando algunas cosas, cuando me quedé sola. —¿Qué cosas? —Cosas como que clase de marca mágica pudo haber puesto el hombre momia en el objeto que quieren. —¿Descubriste algo? —Gourry parpadeó. Negué con la cabeza. —Tenemos una estatua de alguna diosa hecha de Orihalcon, un cuchillo afilado, y una docena de monedas antiguas —suspiré—, pero ninguno de estos objetos tiene una marca mágica. —¿Entonces qué es? —preguntó Gourry asintiendo con la cabeza. —Creo que podemos descartar las monedas, es bastante obvio que está tras un objeto, no varios. Eso sólo nos deja con el cuchillo y la estatua. —¿Deberías hablar tanto mientras te recuperas? —¿Qué? Oh, no hay problema. Ya casi estoy completamente recuperada. —¡Casi completamente recuperada recuperada! —Gourry parecía preocupado.

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“¡Dios! Gracias, papá.” —¡Ya te dije que estoy bien! Bueno, la magia que tiene el cuchillo seguramente es para mantenerlo afilado. No es un hechizo de gran calidad, aunque aun así podría tener una marca. Por otra parte, la estatua está hecha de Orihalcon, un raro metal que tiene la capacidad de sellar la magia dentro de él. —¿Así que no se puede marcar? —Sí y no. Si fueras al plano astral, podrías rastrear la energía espiritual que desprende el objeto… ¿Entiendes a qué me refiero? Gourry se tomó un tiempo para pensar, después respondió con decisión. —Ni idea. —Suficiente es con decir que podría marcar cualquiera de los dos. Gourry pestañeó y luego asintió. —Más importante aún, ¿por qué está tan interesado en conseguir ese objeto? —¡Exacto! Eso es lo que no logro entender. El Orihalcon es un metal más valioso que el oro, y el cuchillo es el trabajo de un buen artesano, pero no hay nada que resalte especialmente en ninguno de los dos objetos. Pero algo le hace desear desesperadamente conseguirlo. —Él dijo que en medio año te daría tres veces lo que pediste. Así que el objeto debe valer aún más para él. Tal vez el objeto lo guíe a algún tesoro secreto o algo así. Se lo que estáis pensando, porque yo también lo pensé. El concepto de tesoro escondido parece salido de un cuento de hadas, ¿cierto? Estoy de acuerdo. Pero aun así en este caso tenía mucho sentido. —Quieres decir que puede ser algún tipo de llave. ¡Brillante! — respondí. —¿En serio? —Gourry fue quien lo pensó, pero no parecía tener mucha confianza en su teoría. —¡Una llave mágica! Sí, puede ser. He oído hablar de nobles que las usan para cuidar de sus mansiones. Digamos que hay una fuente en -52-

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el patio que abre el camino a una cámara secreta cuando cierta mujer se acerca. En ese caso la mujer es la ―llave‖. —Así que ésta llave… puede ser cualquier cosa, mágica o no, ¿verdad? —Exacto. —Así que, si la estatua o el cuchillo se usan en el lugar correcto. —Algo podría pasar. —Creo que entiendo. —Aun es sólo una idea. Pero… —me levanté como pude, tambaleándome. Caminar aún era difícil, pero no imposible. —¡Eh! ¡Cuidado! —Vale, estoy bien —dije sacudiendo la cabeza, luchando contra el mareo—, sólo estoy un poco cansada, pero no incapacitada. Mientras Gourry se levantaba, me miró como si estuviera hecha de cristal. —¡Aah! —grité mientras Gourry me cogía en sus brazos. No dolía, solo me sorprendí y grité furiosa—. ¡Eh! ¡¿Qué estás haciendo?! —sentí como el rubor me ponía colorada mientras me explicaba lo que intentaba hacer. —Te voy a llevar en brazos. Sólo hasta que puedas caminar bien. El rubor era cada vez más fuerte, podía sentirlo en mi cara. —¡Ya te he dicho que estoy bien! Además, tú también estás cansado, Gourry… Gourry negó con la cabeza poniendo rumbo, conmigo en sus brazos, hacia el próximo pueblo. —Mi abuela siempre me decía que debía ser bueno con las pequeñas niñas —me dijo con un guiño. Si no hubiera dicho lo de ―pequeñas niñas‖ tal vez no lo habría golpeado. Oh, lástima.

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Cuando llegamos al siguiente pueblo, Gourry y yo nos registramos en una posada y nos pusimos cómodos. De pronto, pisadas en el pasillo. “Ahí vienen de nuevo.” Primero pensé que el ligero temblor del suelo era mi imaginación. Después de todo estaba exhausta. Me había quedado despierta la mayor parte de la noche, pensando en las cosas que pasaban y sin poder dormir. ¡Qué descanso más afortunado habría podido ser! Esas pisadas no eran de hombres que habían estado bebiendo y finalmente regresaban tambaleándose buscando su habitación; esas pisadas eran de hombres tratando de pasar desapercibidos en mitad de la noche, intentando con todas sus fuerzas no sonar como hombres tratando de pasar desapercibidos en mitad de la noche. Eso me preocupó. Me levanté de la cama, no estaba segura de que fuera a mí a quien buscaban, pero mejor no correr riesgos, había muchas posibilidades de que fueran por mí, así que era mejor estar preparada. Las pisadas cada vez se oían más cerca. Recogí mi capa del suelo. ¿Qué? ¿Dónde creíais que iba a estar? ¿Aún no me conocéis lo suficiente para saber bien cómo hago las cosas? Metí mi capa hecha un ovillo en la cama para que se pareciera a una persona dormida, corrí para situarme tras la puerta y me aseguré de no hacer ruidos al moverme. De pronto las pisadas se detuvieron justo en frente de mi cuarto. Un segundo después, abrieron la puerta de una patada y un montón de siluetas masculinas entraron en tropel. Se dirigieron directos a mi cama. Hubo un maravilloso momento en el que se dieron cuenta de que el bulto en la cama no era yo. Las siluetas se miraron unos a otros, saltaron y maldijeron. —¡¿Dónde demonios está?! —gritó uno de ellos con frustración. —Justo aquí, estúpido. “¿Lo dije en voz alta?” Supe desde el instante que eso salió de mi boca que había sido una mala idea. “Es demasiado tarde para hacer algo al respecto”, pensé mientras me levantaba. Además, no soy una completa idiota, había estado preparando mi hechizo mientras tanto. Me lancé hacia la puerta abierta para terminar de invocar mi hechizo.

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Mantuve mis manos juntas frente a mi pecho, y comencé a separarlas, despacio. Una brillante bola de luz apareció en el espacio de entre mis manos. Esta vez no era un hechizo de Iluminación (Lighting). Esta vez era real: —¡Bola de Fuego! (Fireball) —las siluetas voltearon hacía donde yo estaba, pero era demasiado tarde. Tiré la bola de fuego dentro de la habitación y salí al corredor, cerrando la puerta tras de mí. Por supuesto me fijé si había más asesinos fuera del cuarto. No tenéis nada de fe en mí, ¿verdad? Me permití entonces una pequeña sonrisa apoyándome en la puerta que había dejado a mi espalda. Para vuestra información, normalmente una Bola de Fuego detonada en un lugar cerrado tiene el doble de su poder destructivo. ¡KA-BOOM! Hubo una gran explosión cuando el conjuro detonó y di un paso hacia atrás. Mis Bolas de Fuego son de primera clase, capaces de derretir el acero en un contacto directo, pero ahora… —¡Qué demon…! ¡¿Qué fue eso?! —gritó Gourry mientras salía de su cuarto. Como era un mercenario, él y yo teníamos mucho en común. Al igual que yo, Gourry siempre estaba armado y vestido para una emergencia. —¡Asesinos! —esa palabra era suficiente para explicar todo. —¿Acabaste con ellos? —¡No lo sé! —confesé, y me encogí de hombros —si ese ataque hubiera sido lanzado un día antes, no habría dudado. Pero, como me temía, al terminar de hablar, la puerta se abrió y varias siluetas salieron del cuarto acompañadas de olor a carne quemada. —¡Mierda! Gourry desenvainó y atacó con su espada en un sólo movimiento. Uno de sus oponentes cayó al suelo. Con la luz del pasillo pude ver realmente lo que eran: un humano, blandiendo una espada y vestido con una armadura simple, acompañado por una armada de trolls. La situación no parecía buena. Gourry derribó a su segundo oponente. Por desgracia, los trolls eran capaces de tolerar las quemaduras, los ataques de Gourry, y además, seguir atacando. ¡Ni siquiera eran trolls con habilidades normales! Esos tipos estaban perfeccionados. Pero el tercer oponente de Gourry no fue un troll si no el humano, de mediana edad, bajito y fuerte.

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—Así que estás con la chica, ¿no? —exclamó el hombre cruzando espadas con Gourry. Gourry sonrió. —Eres bueno, abuelo. —Es producto de la experiencia, jovencito. Los dos dieron un salto atrás simultáneamente. El primer troll que Gourry había derribado se estaba levantando lentamente gracias a su poder de regeneración. Pero éste no era el momento de admirar las maravillas de la naturaleza. Estábamos en un terrible aprieto. Parecía inevitable que mientras el viejo y Gourry estaban peleando, los trolls dirigieran su atención hacia mí. Normalmente eso no me preocuparía demasiado, pero justo en este momento, no tenía la fuerza para defenderme de un ejército de trolls. Mi magia estaba extremadamente débil. La batalla debería haber finalizado en el momento en que Gourry salió de su cuarto. Cuando preguntó, ―¿Acabaste con ellos?‖ yo debería haber contestado, ―Pan comido‖ guiñando el ojo de esa forma tan dulce que siempre hago… y después hubiéramos procedido a apagar el fuego de mi cuarto. Pero, no. Todo lo que había logrado hacer era quemar sus ropas y su pelo un poco. No tenía la fuerza para utilizar ninguna magia poderosa. Quiero decir, mis talentos con la espada no son nada malos. Podrán no estar al nivel de Gourry, pero tengo mucha confianza en mi habilidad… contra oponentes humanos. Pero si no puedes usar magia, la única manera de matar a un troll es cortar su cabeza de un solo ataque. Me gustaría repetir, solo para que conste, que no soy una inútil con la espada; solo que no era probable que pudiera separar la cabeza de un troll de su cuerpo de un solo ataque. Tendría que confiar en que Gourry hiciera la verdadera pelea mientras yo trataba de usar cualquier hechizo del que fuera capaz en contra de mi enemigo. Mi única opción era engañarlos de algún modo, quizás cegar a los trolls con hechizos baratos. El hecho de que el campo de batalla era un estrecho corredor significaba que el enemigo no podía atacarnos al mismo tiempo. Tendrían que venir en oleadas. Eso, por lo menos, eran buenas noticias. Respiré profundamente, esto iba a ser agotador… ¡Pero no teníamos otra opción! -56-

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—¡Empecemos de una vez! —gritó el viejo, obviamente listo para pelear. Justo en ese momento los trolls se detuvieron en seco. El viejo repentinamente parecía estar mirando al espacio. No había ningún tipo de chispa de vida en sus ojos, estaban en blanco. De pronto supe de qué se trataba. Tenía que ser un hechizo llamado Control. Este hechizo no es muy difícil. Es eficaz contra criaturas de poca inteligencia, como los trolls. Sin embargo, eso no explicaba lo del anciano. Además, normalmente el hechizo Control se usa en un solo oponente, permitiendo al hechicero utilizarlo como una herramienta por un cierto periodo de tiempo. Pero, ¿usarlo en los trolls y el viejo al mismo tiempo? Éste debía de poseer grandes habilidades. Ese uso estaba fuera de los límites de un hechicero promedio. Probablemente era la versión original del hechizo, una que tendría que estudiar cuando tuviera tiempo. —Eh, ¿qué les pasa? —Gourry (sin mis conocimientos sobre magia) preguntó evidentemente confundido. —Es un hechizo muy simple —una voz que parecía venir de todas partes respondió antes que yo—. No sé quién es el culpable de este desorden, pero esta conmoción es preocupante para el resto de huéspedes. Me di la vuelta y pude ver a un monje solitario. El sacerdote, quien había pasado inadvertido hasta ahora, había estado parado silenciosamente detrás de los trolls, cerca de la salida. Parecía suficientemente amistoso. No pude ubicar su edad. Parecía viejo y joven al mismo tiempo. Tampoco pude ver sus ojos, los mantenía fuertemente cerrados, probablemente era ciego. Sin embargo, lo más inquietante era su indumentaria. Usualmente las ropas de los monjes son blancas, posiblemente acentuadas con violeta, un verde pálido, o un color asociado con la deidad primaria de su congregación. Pero la ropa de este monje era un color rojo profundo. Era un rojo sangre, o posiblemente un rojo veneno, no podía estar segura debido a la falta de luz en el corredor. —¿A quién debemos las gracias por nuestro rescate? —pregunté. —No se merecen. No soy más que otro huésped en el hotel. Vi algunas personas sospechosas merodeando y decidí entrometerme. —Es igual que tú, ¿no crees? —susurró Gourry. Lo ignoré por completo. Éste era un asunto serio.

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Me volví hacia el sacerdote rojo. —Entonces, ¿Fue usted quien puso al resto de los huéspedes bajo un hechizo de sueño? Él asintió, pero por su cara, parecía impresionado. —¿Cómo lo has sabido? Sonreí ligeramente. —Es muy simple, la verdad. Nadie ha venido a investigar el alboroto que estábamos causando. Supuse que habían sido objeto de un sueño inducido. —Un montón de curiosos solo hubiera hecho una situación mucho más complicada —respondió el sacerdote. —Entonces, ¿está diciendo que usted está involucrado de alguna forma en esto? —dije arqueando una ceja. Él chasqueó los dedos y, a sus órdenes, los trolls y su compañero se marcharon en fila de a uno, como si estuvieran bajo el control del hechicero. —Eh visto a este grupo antes. Parece que son seguidores de Zelgadiss —dijo el sacerdote en voz baja. Ese nombre otra vez. —¿Le conoces? —pregunté. —Así es —asintió el monje con la cabeza—. Zelgadiss está en busca de un objeto que tú posees. Su propósito es revivir al Señor Oscuro, Shabranigdu. La noticia me golpeó como una tonelada de ladrillos. “Bueno, esto se está poniendo muy serio.” —¿Eh? ¿Qué es eso? ¿Sha… Shabra qué? —preguntó Gourry, avergonzándome como siempre. —Te lo explicaré luego —le respondí entre dientes. —Espera. ¿No estarás bromeando sobre esto? —preguntó. —No, Gourry, en absoluto —me dirigí al monje—. Por favor, continúe.

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—Le aseguro que Zelgadiss es muy peligroso. Es una quimera, una combinación de un humano, un Golem y de un demonio blow. Está planeando usar el enorme poder del Señor Oscuro para hundir al mundo en el más profundo caos. —Eso es una locura. ¿Por qué querría hacer algo así? El monje agachó la cabeza. —No lo sé. De lo que estoy seguro es que debe ser nuestro mutuo enemigo. “Tengo un mal presentimiento sobre esto.” —¿Nuestro enemigo? —arqueé una ceja—. Aun suponiendo que sea nuestro enemigo común, ¿Por qué razón se enfrenta a él? —Soy un monje. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras alguien, o algo, planea revivir al Señor Oscuro. —Eso tiene sentido… —pensé en voz alta, y crucé mis brazos mientras Gourry me miraba sin comprender nada. —Entonces ¿quiere que luchemos contra él juntos? Dije cruzando los brazos mientras Gourry no tenía nada mejor que hacer que seguir ahí parado contemplándonos. —No, nunca podría pedirte algo así —el monje negó con la cabeza, claramente nervioso. Suelo tener ese efecto en mis mayores. —Supongo que por algún motivo, sin saberlo, entraste en posesión de la llave para liberar al Señor Oscuro, por eso él te ha convertido en su enemigo. ¿Estoy en lo cierto verdad? —Sí, así es —asentí. —Tal vez sería mejor si me dieras la llave. No tendrías por qué involucrarte más en esto. llave?

—Bajo estas circunstancias ¿no sería mejor que yo destruyera la

—¡No! ¡No debes! —gritó el monje, sorprendiéndome—. Esa es la manera de revivir al Señor Oscuro. —Pero, si le damos la llave, usted tendrá que luchar contra él sin ayuda. —No tienes por qué preocuparte por mí. Es cierto que es un enemigo poderoso, pero yo, Rezo el Monje Rojo, no tengo ninguna intención de ser derrotado por Zelgadiss. -60-

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“¿El Monje Rojo?” —¿Quiere decir que usted es Rezo el Monje Rojo? —pregunté ruborizándome. —Así es como me llaman —dijo, sonriendo amargamente. Rezo, el Monje Rojo, es famoso en todo el mundo. No sólo por sus simples vestiduras rojas, sino que también lo es por sus buenas acciones. Es amo de poderes espirituales iguales a aquellos poseídos por el Sumo Sacerdote de Saillune (sin embargo, no sirve a ningún reino), y es uno de los Cinco Grandes Sabios de nuestro tiempo; un maestro no sólo de la Magia Blanca, asociada a los sacerdotes, sino también de la Magia Negra y la Magia Espiritual. Se dice que sólo tiene dos defectos: Nació completamente ciego de ambos ojos, y… mierda, sé que hay otro… ¡ah, sí! Su nombre lo hace parecer un villano. Es tan famoso que cualquier niño de cinco años sabe quién es. Sentí que alguien tiraba de mi capa por detrás. Era Gourry, mirándome confuso. —¿Así que… es famoso? Casi me caigo del shock. “Cabeza hueca.” —¡Sí! Te lo explicaré luego. Recuperé mi compostura y continúe mi diálogo con el célebre monje —Si es así, entonces, permítanos pelear a su lado —parpadeé esperando una respuesta que me apoyara, pero… —Bueno… —¡Vamos! Después de oír eso no puedo simplemente decir, ―Claro, aquí tiene. Buena suerte al luchar contra los grandes y malvados demonios‖. ¿No cree? Rezo parecía algo incómodo. —Aprecio tu preocupación por mi bienestar pero te aseguro… —No, no, no. No es que dude de sus habilidades, nada de eso. Pero si el Señor Oscuro es resucitado, nadie estará a salvo. Entiendo que mis poderes no pueden compararse a los suyos, pero seguramente puedo ayudar a Su Santidad a completar su misión. —Pero… —la expresión del monje mostraba preocupación.

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—¡Por favor, no hay necesidad de preocuparse por nosotros! Soy una hechicera de primera clase y Gourry es un estupendo espadachín. No le estorbaremos. —Está bien —respondió el monje suspirando fuertemente—. No puedo prescindir de aquellos decididos a servir al bien mayor. —¡Sí! —Cuando llegue el momento, iremos a la batalla juntos. —¡Bien! Gourry tiró de mi capa por detrás varias veces de nuevo. Lo ignoré. —Mientras tanto, yo protegeré la llave —añadió el monje. “No, no lo harás.” Negué con la cabeza. El monje estaba visiblemente perturbado, así que me expliqué. —Ellos no saben que hemos unido fuerzas. Con el debido respeto, pienso que sería mejor que Gourry y yo atrajéramos la atención del enemigo mientras usted nos ayuda desde las sombras… Su Santidad. —Pero… esa estrategia los pondría en peligro. Yo debería ser el señuelo. —No —negué con la cabeza—, si usted tiene la llave, sabrán que tuvimos contacto. Si descubren eso, nuestro plan se verá expuesto y tener un señuelo no servirá de nada. —Puede ser, pero… —Su Santidad, es así. Confíe en mí, por favor. Entendería si empezarais a pensar que hay algo raro en todo esto. Gourry parecía pensarlo. —¡Muy bien! —El Monje suspiró—. Dejaré la llave bajo su cuidado por ahora —tras decir eso, se dirigió a mi cuarto. “¡¿Que demon…?!” Sacó una bola de su bolsillo y la lanzó dentro del cuarto. Después silenciosamente entonó un hechizo. Parecía un hechizo de Resurrección, pero un poco distinto. Y tan repentinamente como empezó el canto se detuvo y se volvió hacia mí. Ni siquiera estaba segura de que hubiera terminado. -62-

Capítulo 2

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—Regresaré a mi cuarto. Como acordamos, os apoyaré desde las sombras de mañana en adelante. Espero que durmáis bien —empezó a caminar antes de acabar de hablar y desapareció en las sombras. —Tu cuarto parece completamente normal —exclamó Gourry, mientras observaba asomando la cabeza dentro—. ¿Qué pudo haber hecho? —Déjame ver… —yo también me asomé. “¡Increíble!” Me quedé sin habla. Como había dicho Gourry, el cuarto estaba completamente normal. Hasta la cama estaba deshecha y las blancas cortinas baratas intactas. Todo estaba igual que antes de lanzar la Bola de Fuego. Si el cuarto hubiera quedado quemado, me habría metido en problemas con el dueño a la mañana siguiente. No habría sabido qué hacer, pero ahora ya no tenía que preocuparme. Rezo el Moje Rojo había retornado mi cuarto a su estado pre-Bola de Fuego. “Que hombre tan increíble…” —¡Es bueno! —susurré apreciativamente. —¿Ah, sí? ¿Qué es eso tan bueno acerca de él? Suspiré. —Te lo explicaré mañana. Por ahora necesito dormir. No puedo pelear contra tipos malos sin mi sueño embellecedor—. Mientras terminaba de hablar, cerré mi cuarto y me metí al de Gourry, acurrucándome en una esquina. —Ehm… perdóname, jovencita —me dijo Gourry—, estás en mi habitación... —Lo sé. Gourry se quedó mudo, atónito. —Suspiré de nuevo y se lo expliqué de la manera más simple que pude: —Si regreso a mi cuarto podría haber otro ataque. —¿Y estar en mi cuarto como va a…? —Dos personas son más fuertes que una. —Entiendo. Entonces tú duerme en mi cama, yo dormiré en el suelo.

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—No puedo hacer eso. Soy yo quien se ha colado en tu cuarto. —Bien… vale. Sabiendo que no iba a poder disuadirme Gourry se acostó en la esquina opuesta del cuarto. yo.

—Eh… ¿Por qué no vas a dormir a la cama? —ésta vez lo pregunté

—Un hombre no puede dormir en una cama mientras una mujer duerme en el suelo —respondió. Bueno, eso es cierto. Logré poner una pequeña sonrisa. —Bueno, pues como quieras. Buenas noches, Gourry. —Buenas noches, jovencita. “La verdad es que es un buen tipo pero me gustaría que no me tratara tanto como a una niña.”

***

—Así que ¿en serio no sabes nada acerca del Señor Oscuro, Shabranigdu, Ojos de Rubí? —le pregunté mientras caminábamos a la par por un sendero iluminado por el radiante sol. El bosque a nuestro alrededor se veía exactamente igual a los que habíamos estado atravesando hacía unos días. Ver los mismos árboles una y otra, y otra vez estaba empezando a molestarme. Y como el camino recorría el Gran Bosque Kresaus hasta la Ciudad de Atlas, seguiríamos viendo mucho más de los mismos árboles antes de llegar a nuestro destino. Qué bien. —Mmmm… —masculló absolutamente nada.

Gourry

tratando

de

recordar—.

No,

La leyenda de Shabranigdu es muy famosa, ¡no sólo entre hechiceros y sacerdotes! Todos conocen la historia. Todos excepto Gourry, aparentemente. Dejé escapar un gran suspiro y comencé a hablar. —Muy bien. Solo te contaré la historia una vez, así que escucha con atención. -64-

Capítulo 2

Los villanos nunca olvidan y vuelven a aparecer

Gourry asintió con la cabeza. —Te escucho. Volví a suspirar y me pregunté si Gourry sería capaz de entender la importancia de lo que iba a escuchar. Supuse que no, pero de todas formas le conté la historia, ya que mientras siguiéramos caminando entre monótonos árboles era lo mejor que podía hacer para entretenerme. —El universo está dotado de otros mundos aparte del nuestro. Hace mucho, mucho tiempo, un sin número de pilares surgieron del Mar del Caos, y en la cima de cada pilar se creó un mundo, tanto plano como redondo. Imagina el mundo como un pastel con un palo metido por debajo. ¡Pues ahí lo tienes! Uno de esos mundos es en el que vivimos aquí y ahora —señalé el suelo, solo por si ―aquí y ahora‖ era un concepto muy difícil de entender para Gourry. Aunque ésta teoría representa lo que la mayoría de hechiceros piensan, la estoy explicando de una manera no muy tradicional. Si no lo hiciera así estoy segura de que le entraría por un oído y le saldría por el otro. —En tiempos ancestrales y durante largas eras, en todos los mundos se libró una increíble batalla entre dos grandes razas. Una eran los Dioses, la otra, la raza de los Demonios, los Mazoku. Los Dioses eran los protectores de los mundos, mientras que los demonios querían acabar con ellos, haciéndose con el control de los pilares sobre los que se sostenían —continué hablando—. En algunos mundos, los Dioses ganaron, trayendo con su victoria la paz. En otros mundos, los Mazoku ganaron, y los mundos fueron destruidos. En algunos, la batalla continua incluso en nuestros días. —En nuestro mundo —reanudé—, El Señor Oscuro, Shabranigdu Ojos de Rubí; y Ceiphied, el Dios Dragón de Fuego (quien es también conocido como el Dios Dragón) pelearon por el control. Su batalla duró cientos de miles de años, hasta que un día, el Dios Dragón dividió el cuerpo del Señor Oscuro en siete pedazos y selló cada uno por separado en diferentes partes del mundo. —¿Entonces los Dioses ganaron? —supuso Gourry. —No —negué con la cabeza—, lo único que hizo el Dios Dragón fue sellar las partes del Señor Oscuro. No destruirlas. —Aun así, el cuerpo del Mazoku fue dividido en pedazos, ¿no es así? —Si eso fuera suficiente para matarlo, no lo llamarían el Rey Demonio o el Señor Oscuro. Sea como sea, una vez que las partes del

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Señor Oscuro fueron divididas y selladas, el Dios Dragón se sumergió sin fuerzas en el Mar del Caos, ya que sus poderes se habían agotado. Gourry hizo una mueca. —¿Necesitaba una siesta…? No es muy responsable… No pude evitar una sonrisa al escuchar eso. —¡No era una siesta! Temiendo que el Señor Oscuro lograra regresar, el Dios Dragón usó sus últimas reservas de poder para crear de sí mismo a cuatro diferentes Reyes Dragones, y cada uno de estos era el representante de uno de los elementos Tierra, Aire, Fuego y Agua. Estos Reyes Dragones protegerían los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste. Las leyendas dicen que ésta división se llevó a cabo hace unos cinco mil años. —Hace unos mil años, el temor del Dios Dragón se hizo realidad. Una de las siete piezas de Shabranigdu fue restaurada gracias a un humano cuya mente y cuerpo habían sido poseídos por el Señor Oscuro en un intento de revivirse. Cuando el Señor Oscuro invadió el norte, luchando contra las bien preparadas trampas del Rey Dragón del Agua, él prevaleció, destruyendo al Rey Dragón en el proceso. Sin embargo, su propio cuerpo terminó atado a la tierra, y nunca más pudo moverse. —Pues eso no llevó a ninguno de los dos a ninguna parte — intervino Gourry. —Eso sucedió porque sus poderes eran prácticamente iguales —le expliqué negando con la cabeza—. De cualquier forma, ese intento destruyó el balance que mantenía la paz en el mundo, y esto, a su vez, fue lo que causó la aparición de criaturas malignas, las ―Bestias de la Oscuridad‖. —Eh, ¿en serio? —Gourry silbó impresionado. —En cualquier caso —clarifiqué—, ya sea el mito de la creación del mundo verdadero o falso, algo que se llamaba Shabranigdu, que decía ser el Señor Oscuro y que tenía un inmenso poder, existió en este lugar hace ya muchos años. Y algo parecido existió en el norte. —Así que… —Gourry se detuvo, tratando de entender todo lo que le había dicho—, ese Zel-cómo-se-llame, el hombre de blanco, ¿quiere juntar los siete pedazos y revivir al Señor Oscuro? Asentí con la cabeza. —Precisamente. Asumiendo, claro está, que lo que nos dijo Rezo el Monje Rojo sea verdad.

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Capítulo 2

Los villanos nunca olvidan y vuelven a aparecer

—Ahora que lo mencionas… —dijo Gourry casi susurrando (recordad que me enorgullezco de tener un muy buen oído) —, hablaste muy bien de ese Rezo enfrente de él —señaló—. Pero no me dio la impresión de que confiaras en él. “Bingo, Gourry. Muy perspicaz viniendo de ti.‖ —Supongo que todo depende de la perspectiva… —yo también hablé con una voz muy baja—. ¿Cómo podemos estar seguros de que es el verdadero Rezo? Rezo es una leyenda viviente, pero nadie lo ha visto en persona desde hace una década. —Así que ¿crees que uno de ellos podría estar utilizando el nombre del mismo Rezo solo para acercarse a nosotros? —Podría ser —¿Cómo puedes estar segura de que yo soy quién digo ser, Lina? —Gourry arqueó una ceja—. Pareces confiar en mí. —¿Crees que confío en ti? —le dije sonriendo con picardía para molestarlo. —¡Eh! ¡Eso duele! —se quejó Gourry. —Estoy bromeando. No pareces un tipo con malas intenciones, tengo buen ojo para juzgar a la gente. —Gracias, pequeña —dijo Gourry acariciando mi cabeza, como si estuviera hablándole a un cachorrito. “Que forma de arruinar el momento, amigo. ¡Otra vez!” —Gourry, en serio tienes que dejar de tratarme como a una niña —rogué. ¡La verdad es que mi mayor temor era que me estuviera acostumbrando! —No paras de decir eso pero, ¿qué edad tienes? —Veinticinco —Gourry se puso rojo. —¡Es broma! La verdad es que tengo quince —dije, y solté una carcajada. —¡Uff!, casi me das un paro cardiaco. Así que tienes quince. Entonces si eres una niña. —¡Eh! Bueno… no soy exactamente un adulto, pero tampoco soy una niña. -67-

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—¿Es una edad difícil, eh? Parpadeé y me volví hacia él. —¿Qué quieres decir con eso? ¿Sabes que…? bueno, vale. Olvídalo ¿de acuerdo? Inhalé profundamente y traté de que mi voz regresara a algo parecido a un tono normal. —Por cierto, no podré usar magia por unos cuantos días. Así que tú tendrás que pelear por los dos mientras tanto, ¿de acuerdo? Yo te ayudaré en lo que pueda. —¿No podrás utilizar magia? —lo había pillado desprevenido, seguro, pero no estaba tan impresionado como creí que estaría. Asentí lentamente. —Oh… —dijo Gourry, sumido en sus pensamientos—. ¿Es por ese periodo del mes? —¡Gourry! —me sonrojé —¿Qué? —me miró directamente a los ojos y repitió—, ¿Bueno? ¿Lo es? —¿Qué sabes tú acerca de ―ese periodo del mes‖? —dije, desviando mi mirada y apretando los dientes. Aunque sea difícil imaginárselo, las mujeres con poderes mágicos tienen más dificultades durante sus menstruaciones que las que no usan magia. Por dos o tres días durante este periodo, los poderes de las sacerdotisas, hechiceras, y doncellas de santuarios se debilitan hasta el punto en el que les es imposible usar su magia. Y para vuestra información: Ese cuento de viejas que dice que una hechicera que pierda su virginidad durante su periodo se convertirá en una mujer sin capacidades mágicas es un mito. Mi verdadero problema era mucho más simple: Mis poderes mágicos estarían muy débiles durante el día siguiente o tal vez un poco más, por lo tanto, si llegáramos a ser atacados, y muy probablemente lo seríamos… Ah, no me hagáis caso. ¡Mi verdadero problema era cómo superar el hecho de que Gourry, quien parecía poseer la fuerza de un ogro y el intelecto de una medusa (creo que eso es una buena comparación), supiera que ―No podré usar magia‖ significaba ―Es ese periodo del mes‖! —No es para tanto —respondió Gourry a la defensiva. Por supuesto que no era para tanto, ¡para él! Pero para mí era increíblemente embarazoso. -68-

Capítulo 2

Los villanos nunca olvidan y vuelven a aparecer

—Cuando era un niño, a los cinco años… —continuó Gourry—, una adivina bastante anciana vivía cerca de mi casa. Cada mes ella cerraba su tienda durante unos días, como un reloj. Cuando le pregunté por qué, sonrió y dijo, ―Es ese periodo del mes‖. Supuse que las mujeres no podían usar sus poderes durante ese periodo, pero nunca he comprendido cómo saben cuándo es el tiempo de ese periodo. Así que cuéntame, Lina. Explícamelo, ¿quieres? ¿Qué es ese periodo del mes? “¡Increíble!” Obviamente me había equivocado al pensar que Gourry era un buen tipo. Gourry era claramente un cretino que se divertía haciendo bromas a las pobres y vulnerables jovencitas. “¡Idiota!” —¡Uups! Basta de juegos —la cara de Gourry se puso seria súbitamente—, parece que tenemos un problema, jovencita —dijo mirando a su alrededor. Dejé de caminar. Un denso bosque cubría nuestro flanco derecho, aunque había un gran espacio de campo abierto a nuestra izquierda. Pero, frente a nosotros, había un hombre bloqueando nuestro camino. Parecía tener unos veintidós años. También era bastante atractivo, si es que os gustan los hombres con piel rocosa color azul oscuro y cabellos metálicos de color plateado. (Una nunca sabe, podría ser que os gusten.) Por último mantenía una espada imponente sujeta entre sus manos. En ese momento me di cuenta de quién era. —Bueno, señor Zegaldiss… —Gourry fue el primero en hablar—, por fin el gran jefe da la cara… “Emm ¿Gourry…?” —¿No se llamaba Zelgedes? –le pregunté dándole un codazo. —¡ZELGADISS! —gritó el hombre, claramente enfadado. ¿No odiáis cuando la gente dice mal tu nombre? Os impactaría saber todas las formas en las que la gente puede deformar ―Lina Inverse‖. Gourry no dijo nada, y la zona se quedó en silencio absoluto. Yo tampoco hablé.

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Zelgadiss nos observó no decir nada, y respondió con silencio. La tensión se sentía en el ambiente. Casi se podía palpar. ¡Alguien tenía que decir algo! —¡Eso es lo que he dicho! —exclamé—. ¡Zelgadiss! —Yo también… —añadió Gourry, no muy convincentemente. —Mi nombre no es importante —nos gritó Zelgadiss, aunque no creo que lo dijera en serio. Parecía muy enfadado—, he venido por el objeto. Si aún se resiste, no me dejará otra opción que cogerlo por la fuerza. Elija cuidadosamente, señorita Sofía. “¿Quién…?” Gourry y yo nos miramos el uno al otro parpadeando y nos giramos para poder ver alrededor y atrás por si la tal señorita Sofía estaba escondida en algún arbusto y no la hubiésemos visto antes. —¡Ooooh! —los dos nos dimos cuenta al mismo tiempo y dimos una palmada. No había ninguna señorita Sofía. Ese era el nombre que le había dado a Zolf, el hombre momia, la noche que nos lo encontramos en el hotel. Debió creer que le había dado mi verdadero nombre, y después se lo dio a su jefe. “Es tan tonto como parece.” —¡Me llamo Lina! —grité. —¿Qué? —la voz de Zelgadiss sonaba progresivamente más angustiada y confusa. —¡Linaaa! —dije lentamente, como hablando a un niño—. Sofía es un alias que le di a Zolf —le expliqué. Zelgadiss no reaccionó en absoluto. Habíamos cumplido nuestra misión de desconcentrar al enemigo usando simplemente una aburrida conversación. “Genial.” Ah, vosotros reíros, pero todo buen guerrero sabe que la mitad de la batalla se lleva a cabo mentalmente. Es un hecho. Podéis investigarlo. —¿A quién le importa cuál sea tu nombre? —inquirió una segunda voz. Quien sea que fuera el que hablaba, se encontraba justo detrás de nosotros. Me di la vuelta muy lentamente y me encontré cara-a-bello corporal ¡de un hombre lobo! -70-

Capítulo 2

Los villanos nunca olvidan y vuelven a aparecer

O… posiblemente no era un hombre lobo. Podía ser mitad lobo mitad troll; era difícil saberlo. De cualquier forma, si el término hombre lobo no es adecuado probad con hombre bestia. O, cosa rara, aunque ese no es un término técnico estrictamente hablando. De cualquier forma, el tipo tenía la cabeza de un lobo y el cuerpo de un hombre. Cargaba una gran cimitarra sobre su hombro, y llevaba puesta una armadura de cuero muy ridícula. Je,je —Así que, jefe, solo necesitamos la estatua de la diosa y nada más, ¿verdad? —preguntó el Cosa-Lobo. —¡Dilgear! —gritó súbitamente Zelgadiss. “Oh oh. Ya metiste la pata, Dilgear.” El rostro de Dilgear se quedó por unos momentos en blanco mientras reflexionaba sobre qué había hecho mal. —Oh… ¡Ups! Discúlpeme, jefe. Se suponía que debíamos llamarlo ―el objeto‖ mientras estuviéramos cerca de ellos, ¿no? Bueno, no tiene gran importancia, ya que planeaba matarlos aquí mismo de todos modos. Di un paso hacia verdaderamente insultada.

delante

con

una

sonrisa,

me

sentía

—Emm, ¡Disculpad! —grité—. Podemos oíros, ¿sabéis? Y… sinceramente, no creo que sepáis con quién os estáis metiendo. No sé cómo serás de bueno, pero no creo que lo suficiente para estar a mi altura. Dilgear entrecerró sus ojos mirándome con rabia. —Tienes una boca exageradamente grande para ser una niña tan pequeña —ladró—. ¡Veamos qué es lo que sabes hacer! —Bien. Pero una pelea de dos contra dos no será suficientemente interesante para nosotros, no si vosotros sois los oponentes —dije—. Uno contra dos es más que suficiente para gente como vosotros. Adelante, Gourry, ¡Demuéstraselo! —¿¡Qué!? —me miró como si lo hubiera inscrito en una misión suicida, lo cual, en mi opinión, era sobrestimar las habilidades de Dilgear—. ¡Espera un segundo, pequeña! “¡Cielos, Gourry! Te dije que tú tendrías que pelear por los dos…”

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—¿Y qué es esa estupidez de dos contra uno? —se escuchó decir a una tercera voz. Ésta vez era una voz familiar—. ¿Están intentando excluirme de la diversión? “Lo sabía.” El viejo que había atacado mi habitación con los trolls apareció de la nada y se detuvo junto a Zelgadiss. Ésta vez venía equipado con una formidable alabarda. En realidad era tan impresionante que sin quererlo me encontré deseosa de saber dónde la había comprado. Por desgracia, decidí que era algo demasiado raro para preguntar en medio de un campo de batalla. —¡Eh! —grité a la defensiva—. ¡Tres contra uno no es justo! —¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ingeniosamente como siempre.

¡Es

verdad!

—añadió

Gourry,

tan

—No sé qué fue lo que nos hicieron ayer, pero estoy seguro que no funcionará ésta vez —exclamó el viejo avanzando un paso. Tenía razón. Teníamos una clara desventaja. Nuestras posibilidades de escapar, ya ni digamos ganar, eran muy pequeñas. Tenía que pensar en algo. —¡Basta de palabras! ¡Vamos! —Zelgadiss empezó a moverse. Extendiendo su brazo enfrente de él, creó una docena de Flechas de Fuego. “¡Flechas de fuego! Maldita sea.” Gourry y yo saltamos fuera del alcance de las flechas, sin embargo, un segundo después estas chocaron contra el suelo y explotaron, llenando el aire de fuego y humo. Nos perdimos de vista. “Mierda. Nos separamos. Esto no es nada bueno…” Escuché ruido de metales chocando uno contra otro, provenían del otro lado de las llamas. Supuse que era Gourry peleando contra el enemigo. Sabía que una de las espadas pertenecía a Gourry, pero no podía ver quién era su oponente. —¡Gourry! —grité, en dirección a la pelea. Pero entonces, vi el brillo de una espada. Algo salió volando y casi me golpea. —¡Aah! —salté al mismo tiempo que desenvainaba mi espada. —Ahora veremos si eres tan buena —dentro de las llamas, una figura vestida de blanco empezaba a formarse. -72-

Capítulo 2

Los villanos nunca olvidan y vuelven a aparecer

—¡Zelgadiss! —¡Aah! —Zelgadiss trató de acuchillarme con un grito de guerra. Yo lo bloqueé con mi espada. —¡Ups! —no podía ver. Perdí mi equilibrio y casi suelto mi espada. Zelgadiss era todo un profesional. Cada uno de sus golpes mostraba una increíble velocidad y una inmensa fuerza. No podría detenerlo por mucho tiempo. “Por ahora no tengo posibilidades de vencerlo.” Supe entonces que mi única opción era escapar. Me di la vuelta y corrí a toda velocidad hacia el bosque. Estaba claro que Zelgadiss me seguiría. Mi plan era perderlo entre los árboles y después regresar a ayudar a Gourry. Ese era el Plan A… lamentablemente no había un Plan B. Zelgadiss me siguió hacía el bosque. Por lo menos eso salió como yo esperaba. Pero una vez dentro del bosque, lo subestimé. Menos de un segundo después, sentí su rodilla golpearme fuertemente en el estómago. ¡El contra-ataque que intenté con mi espada fue de risa! La agité desesperadamente y no golpeé nada excepto el aire. Mi espalda chocó contra un árbol. Por un momento no pude respirar. —¿Acaso no sabes que no debes…? —me detuve un momento para toser un poco de sangre—, ¿…golpear a las mujeres? —estaba derribada, pero no vencida. Está bien, estaba casi derrotada. Pero por el momento resistía; trataba de averiguar cuál era la situación de mi oponente. —¡Si me hubiera entregado el objeto cuando se lo pedí no habría tenido que recurrir a esto! —se mofó él fríamente. Su voz me dio una muy buena idea de su posición, aunque no fuese el punto exacto. Empecé a correr en dirección opuesta. Zelgadiss me persiguió. —¡Iluminación! (Lighting) —grité, lanzando una pequeña esfera de luz cegadora en su dirección. Por pura suerte, logré alcanzar a mi objetivo.

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—¡Aaaahh! —exclamó. Sabía que no era suficiente derrotarlo, pero por lo menos lo había distraído por un momento.

para

En mi estado podía utilizar un hechizo ―Iluminación‖ pero una ―Bola de Fuego‖ no habría sido capaz ni de hacer humo. Hui con el rabo entre las piernas, corriendo como si mi vida dependiera de ello porque… bueno, mi vida dependía de ello. Ni siquiera pensé en lanzar un contra-ataque. De cualquier modo dudaba que mi espada pudiera penetrar su piel de roca. Salí del bosque a máxima velocidad y llegué a la orilla de un pequeño lago. Estaba atrapada y expuesta. En medio del pánico intenté regresar al refugio que brindaba el bosque. Pero Zelgadiss estaba de pie entre aquel refugio y yo. No había a donde ir. Empecé a correr alrededor de la orilla. —¡No escaparás! —se burló, y le vi lanzar algo por el rabillo del ojo. Intenté moverme a la izquierda sin darle la espalda. Pero… no pude. Al mirar atrás descubrí la daga que Zelgadiss me había lanzado: clavada en el suelo, justo donde estaba mi sombra. ¡Un Lazo de Sombras! (Shadow Snap) Es una técnica bastante simple pero efectiva, con la que se impiden los movimientos del objetivo desde el plano astral. “Oh no. Oh no. ¡Oh no, oh no!” Traté de empuñar mi espada, pero era imposible. “Piensa, Lina. ¡Piensa!” “¡Ya sé!” Entoné un hechizo ―Iluminación‖ y suspendí la esfera de luz justo sobre mi sombra. ¡Una vez que mi sombra desapareció pude moverme de nuevo! ¡Demasiado tarde! Me di la vuelta sólo para encontrarme cara a cara con Zelgadiss.

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Capítulo 3:

¡Gran Crisis! He sido capturada (Patético…)

D

esperté en lo que, a juzgar por el colorido vidrio roto en el suelo y las estatuas de antiguos santos olvidados por las paredes, debía ser una iglesia abandonada. Estaba sucia y olía muy mal. Por cierto ¿Cómo es el despertar colgada de las manos y atada en un lugar desconocido (y apestoso), con un intenso dolor de cabeza y el enemigo mirándome? Bueno, digamos que no es mi forma favorita de empezar el día después de todo lo que pasó. Aun así, supongo que es mejor que no despertar en absoluto, pero no mucho. Por supuesto, el dolor de cabeza no era lo peor del asunto. Lo peor era la herida que recibí en mi orgullo, eso sí que dolía. Zelgadiss estaba situado frente a mí, con los brazos cruzados, analizándome. Zolf, el hombre momia, también estaba allí, junto con el pobre y patético Dilgear, el cosa-lobo, y otra persona a la que no había visto antes… que era un pez. No, en serio, era un pez. Ya sabéis ¿esas cosas que viven en el agua? Era un pez. Persona más pez es igual a hombre-pez. Y el hombre-pez hacía que Dilgear pareciera guapo en comparación. ¿Alguna vez os habéis topado con gente-pez? ¿No? Ésta bien, pues esencialmente hay dos familias: Lagon y Gillman. Para ser sinceros, no estoy segura de que es lo que diferencia una familia de la otra, pero sí sé que la mayoría de la gente pez es humanoide con escamas, y gran parte de ellos tienen aletas. También se dice que tienen muy mal temperamento. Aunque, supongo que yo también sería una borde si oliera a pez… Ah, creo que ya sé de donde proviene esa horrible peste. Sin embargo, este hombre-pez en particular no tenía nada que ver con los que dije antes, era totalmente distinto, más pez que hombre. Su cuerpo era delgado y largo. Tenía dos grandes ojos de pescado en ambos lados de su cara, larga y plana, que en realidad no era una cara sino una extensión de su cuerpo, idéntico al de un pez. La clase de cara que no debería presentarse delante de alguien con problemas de corazón; su cuerpo estaba cubierto de escamas babosas y brillantes, y tenía brazos y piernas. Era como una perca con brazos y piernas. ¿A vosotros os gustaría despertar con eso enfrente? Al menos aquel anciano no estaba presente.1

(1) La traducción es directa de la obra original ya que Tokyopop inventó parte de la descripción de Noonsa.

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—¿Ninguna réplica ingeniosa? —comentó Zelgadiss. “Te odio, horrible bastardo. ¿Qué te parece eso como réplica?” —Deberías agradecérselo a Zolf. Fue él quien me convenció de perdonarte la vida. O, mejor dicho, es él quien quiere tener el placer de matarte. —Gracias, Zolf. Te debo una —le hubiera guiñado un ojo, pero me dolía demasiado la cara. Aunque logré poner una sonrisa. O algo parecido. —¡Cuidado con lo que dices, pequeña…! —ese era Zolf. —¿Pequeña qué? Vamos Zolf, dame tu mejor golpe. —Pareces muy confiada. Qué lástima que tu novio haya huido y te haya abandonado —exclamó Dilgear, obviamente tratando de ayudar a su camarada. —Sí… lastima —contesté. “¿Mi novio?” —Nunca hubiera creído que le fueras a entregar el objeto a tu compañero —añadió Zelgadiss tras un suspiro—. Pero por lo visto al final eso te vino bien. Tendremos que mantenerte viva para usarte como cebo, así él vendrá a rescatarte. —Emm, ¿Tendremos que hacer qué? —balbuceó Dilgear. —La chica no tiene el objeto —respondió Zelgadiss con frialdad. claro.

—¿¡Qué!? —gritaron todos a la vez. Todos excepto Zelgadiss y yo, —¿Cómo puedes estar seguro, has mirado bien?

Zelgadiss se dio la vuelta y miró a Dilgear como si fuera un idiota, porque, bueno… era un idiota. —¿Ves la estatua en alguna parte, Dilgear? —inquirió. Eh, no malinterpretéis esto. No estaba colgada desnuda. Traía puesto lo que uso normalmente, menos mi espada y mi capa. La estatua no era muy grande, pero Zelgadiss tenía razón. No había forma de que la llevara escondida sin que se notara. Dilgear empezó a caminar a mí alrededor, inspeccionándome. -76-

Capítulo 3

¡Gran Crisis! He sido capturada (Patético…)

“¡Puag!” —Tienes razón —masculló, y una sonrisa empezó a dibujársele—. Esperad un momento, es una mujer. Podría haberla escondido dentro de sí misma —se detuvo un momento, y su sonrisa se volvió más amplia—. Ná, no es posible. ¡Si tuviera algo como eso dentro, su ―cosa‖ se desgarraría! —divertido por su propio chiste de mal gusto, Dilgear empezó a reírse fuertemente, mientras yo me ruborizaba. —No he sido capaz de sentir el Orihalcon durante la pelea. ¿Cómo lo ocultaste? —preguntó Zelgadiss, ignorando a Dilgear. —Cuando le entregué los objetos, lancé un hechizo de Protección (Protect) en todos aquellos en los que vosotros pudierais estar interesados. —¿―Protección‖? Asentí como pude. —Cancela los hechizos de búsqueda. Ahora es imposible encontrar los objetos desde el Plano Astral. —¿Puedes hacer eso? —Zelgadiss sonaba impresionado. —Así es —dije con una enorme sonrisa, presumiendo de mis capacidades. “¿Qué se creía? ¡Dios! ¡Esta gente no tiene ni la más mínima fe en mí!” —Sin embargo, no usaste nada así de impresionante durante nuestra pelea. —Me estaba conteniendo. —¿En serio? —Sí, en serio. —Tú no eres ninguna estúpida, ¿acaso esperas que me crea que…? —y en ese momento lo comprendió—. ¡Ah! Ya veo. ¡Son ―esos días‖ del mes! —¡Déjame en paz! —le grité. ¿Acaso tengo un letrero en la frente que diga ―Estoy en mi periodo, discutámoslo.‖?

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—En cualquier caso, tenemos que mantenerte con vida hasta que tu compañero de la cara —dijo—. Zolf, haz lo que quieras con ella. ¡Pero no la mates! —su voz tenía un tono amenazador. “¿Haz lo que quieras con ella?” Zolf dejó escapar una pequeña risita y sentí ganas de vomitar. —Entendido —exclamó. “Simplemente perfecto…” —Cariño —dijo Zolf con una voz que le dio escalofríos a mis escalofríos mientras me giraba para mirarle—. ¡Es hora de que te pague todo lo que has hecho por mí! ¿Qué te gustaría que te hiciera? —dicho esto, empezó a recorrer mi cuerpo con su mirada. “¡Por los dioses! Es un depravado. Cuando veo gente como él… grrr” —… ¿Señor Zolf? —susurré. —¿Qué pasa? —dijo, alagado por el respeto con el que le hablé. —Hay algo… que me gustaría decir… —le susurré con una mirada dócil. —Si lo que quieres es clemencia mejor ni lo menciones. —No, no es eso —respondí suavemente. —¿Entonces qué? ¡Habla! —exclamó Zolf inclinándose hacia delante, sonando impaciente. —Solo quería decir que usted es… —¡Habla más fuerte! —dijo, acercándose a mí. —Me da vergüenza —le susurré—, no tengo mucha experiencia con hombres. Solo quería decir que pienso que es usted… —¿Qué? ¿Crees que soy qué? ¿Guapo? —se acercó aún más a mí. —¡Tercera clase majadero! —dije, con una voz tan fuerte y clara como pude. “¿Qué te parece eso, idiota?”

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Capítulo 3

¡Gran Crisis! He sido capturada (Patético…)

Todos excepto Zolf estallaron en carcajadas. Incluso Zelgadiss, que había girado la cabeza para que no lo vieran reírse, se vio delatado porque sus hombros estaban temblando. ¿Qué puedo decir? Soy una chica graciosa. Yo no me reí de mi chiste porque, bueno en parte porque eso es de mal gusto. Pero también porque, gracioso o no, seguía atada y Zolf tenía ventaja. Había esperado que explotara y empezara a gritar, pero en lugar de eso, simplemente se quedó ahí, mirándome… era algo espeluznante. Cuando las risas se habían terminado Zolf abrió la boca. —Dilgear… —dijo simplemente al Lobo-Troll-Hombre. —¿Eh? ¿Qué pasa, Zolf? —contestó Dilgear. —Viólala. —¿¡Cómooooo!? Todos se dieron la vuelta en dirección del grito. Provenía de Dilgear. Antes de que yo pudiera decir nada el Lobo-cosa había dejado escapar ese horrible grito. “Eso no es exactamente lo que una chica quiere escuchar.” —Es… estás bromeando ¿verdad? —logró decir. —¿Qué? No, lo digo en serio —dijo Zolf, molesto. —¡Eh, eh! No me pidas que haga eso. Si fuera una atractiva duende, o una pequeña cíclope lo haría, pero de entre todas las cosas… ¿¡por qué me acostaría con una humana?! En primer lugar, si ella fuera mi pareja, lo que se supone que debe ponerse duro no lo… Parpadeé. “¡EH! Matadme, por favor, matadme…” —Él tiene un sentido de belleza diferente al nuestro —me explicó Zelgadiss—. Para Dilgear los humanos no son siquiera objetos que provoquen lujuria. Supongo que es lo mismo por lo cual a un hombre no le atraen las duendes. Bueno, puede haber hombres a los que sí les atraiga… ¡pero tal y como lo dice suena como si yo fuera más fea que un duende o un cíclope! Por un minuto pensé objetar, pero luego me di cuenta que si él

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decía ―Bueno está bien, lo haré‖ estaría en un gran problema. Así que permanecí callada. —Está bien, entonces Noonsa —gritó Zolf, dirigiéndose al hombrepez… al exageradamente grotesco hombre-pez—, ¡Viólala tú! —¿Vio…lar…la? —respondió el hombre-pez lentamente. —¡Sí! —¿Eso significa que… me estás pidiendo… que procree con ella? —Pues…sí —dijo Zolf, con una voz que mostraba que estaba esperando la misma respuesta que había obtenido de Dilgear. Pero… —Bueno… está bien —dijo el hombre-pez. —¡Nooooo! —ésta vez fui yo quien gritó. Prefería besar al primer extraño que se cruzara en mi camino a siquiera darle la MANO a este hombre-pez. ¿Pero ha… hacerlo con él? ¡Preferiría morir! —¡Genial! Así es como debe ser. ¡Tú si eres un hombre de verdad! —Zolf se emocionó mucho mientras Noonsa se acercaba a mí, cada paso sonaba como ropa mojada deslizándose por el suelo. —¡Alto! ¡No lo hagas! ¡Detente, idiota! ¡No te acerques más! —Eres muy afortunada —dijo Noonsa—, un ser humano y aun así poder tener hijos conmigo, el más guapo de mi escuela…. —¿Quién es guapo? ¿Quién? —entré en pánico—. ¡No te me acerques! ¡Aaaaaaah! ¡Voy a llorar! —¡Llora! ¡Grita! ¡Muérete de terror! ¡Aprende con tu cuerpo! Fue algo muy estúpido haber entrado en guerra con nosotros! —Zolf estaba muy emocionado, y yo estaba muy asustada. ¡Noonsa se detuvo justo frente a mí! “Por Dios…” —Ahora... —dijo Noonsa. Ni siquiera podía llorar de tan asustada que estaba—, ahora, pon los huevos —hubo un largo momento de silencio. —¿Qué sucede? —preguntó Noonsa. —Eh… Noonsa —exclamó Dilgear—, ¿Qué es esa estupidez de los huevos? -80-

Capítulo 3

¡Gran Crisis! He sido capturada (Patético…)

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Noonsa se giró para ver a Dilgear muy sorprendido. O, con lo que él debía considerar una cara de sorpresa… —Sin huevos, no hay forma de procrear —dijo simplemente el hombre-pez. —Ah, claro. Ellos deben de procrear de forma diferente a la nuestra —exclamó Zelgadiss dando una palmada. —¿Eh? No entiendo comprendía…

—Zolf parecía confundido, pero yo sí

—Noonsa, cuando tu especie tiene hijos, ¿Cómo exactamente? —preguntó Zelgadiss con mucha calma.

lo

hace

—Las hembras ponen huevos… y luego los machos los rocían con esperma. Una vez hecho esto los huevos son transportados a un lugar húmedo. Los bebes nacen unos cincuenta días después… —explicó. Era justo como pensé, incluso la forma en la que tienen hijos es más parecida a la de los peces. “Es obvio, ni siquiera sus propias hembras quieren tocarlos.” —¡¿Y no podías haberlo dicho antes?! —le gritó Zolf a Noonsa. —No sabía que la forma en la que nosotros tenemos hijos era diferente a la vuestra —replicó Noonsa sin más. —¡Eh! —Espera, Zolf —se entrometió Dilgear—, en lugar de decirle a los demás que lo hagan deberías hacerlo tú, o Ródimus. Ambos sois humanos. “El tal Ródimus debía ser el viejo.” —Ródimus solía ser un caballero. Y aún sigue obsesionado con su código de honor. Incluso ha dicho: ―No me gusta ver sufrir a las mujeres y niños‖ y por eso no ha venido aquí. No hay posibilidades de que acepte hacerlo, ni siquiera si se lo ruego. Y, por otro lado, yo estoy herido… si intentara hacerlo sólo me haría más daño. —Entonces deberías dejarlo —sugirió el cosa-lobo. —¡No! Aún queda… —dijo Zolf, pasando su mirada a Zelgadiss —¡Yo no quiero hacerlo! —se sorprendió la quimera—. ¡No me interesa acostarme con una mujer tan gritona! -82-

Capítulo 3

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Zolf parecía querer llorar. “¡No debería ser tan llorón! ¡Ya no es un niño!‖ Cuando empiezo a sentirme segura me vuelvo agresiva. No puedo evitarlo, simplemente es mi naturaleza. —No tengo otra opción... —dijo el hombre momia. “Al parecer al fin se había dado cuenta de que yo lo acababa de derrotar.” —Tendré que ocuparme yo mismo del asunto. ―Al parecer no lo había entendido.‖ —Entonces… —Zolf metió su mano a su bolsillo y sacó un pañuelo muy grande. —¿Qu…Qué vas a hacer? —Zolf me ignoró y se puso detrás de mí—. Contéstame, mal… Mmmmph —me interrumpió el pañuelo que había atado alrededor de mi boca. —Ahora… no puedes hablar ¿o sí? —dijo Zolf mientras volvía a situarse frente a mí. “¿Qué demonios estaba planeando?” Una horrible sonrisa se dibujó en su cara y después dijo: —¡Enana! —¿Mnnnh…? —¡Fea! —¡Mmmph! —¡Enana! ¡Plana! ¡Marimacho! —Zolf siguió burlándose de mí por lo que pareció ser una eternidad. ¡Mierda! Me estaba desesperando. Si tan solo hubiera podido hablar… “¡Si pudiera hablar le daría su merecido! ¿Quién se ha creído? ¿Acaso no se ha visto en el espejo? Quiero decir, ¿acaso tiene algo que no se pueda insultar? Para empezar es un idiota que no sabe perdonar y olvidar. Además de los vendajes (y sólo Dios sabe qué hay debajo) ¡Tiene piernas cortas y arqueadas! ¡Y una horrible personalidad! ¿Quién se cree que es para insultar mis proporciones?”

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—Parece ser efectivo —dijo Zelgadiss, sonando aburrido—, ¿Pero no podrías…? Ya sabes… ¿no crees que ya es hora de dejarse de niñerías? —¡Me estoy vengando porque me llamó hechicero de tercera clase! No pararé hasta que me haya vengado lo suficiente —gritó Zolf, y aparentemente, toda la sangre se le había concentrado en la cabeza. —¡Mmmph! ¡mmph! ¡Mmph! —ya no podía soportarlo. ¡Estaba tratando de decirle que en cuanto me liberara lo iba a matar pero lo único que salía de mi boca era ¡Mmmph! —¿Qué se siente al estar tan indefensa? “¡Algún día voy a hacer que te arrepientas de tus palabras!”

***

Cayó la noche. Un poco de luz entraba por una ventana en lo alto del techo e iluminaba la estatua de un santo, pasó el tiempo e incluso esa mínima luz desapareció y me encontré a mí misma cubierta por un velo de absoluta oscuridad. Una vez que Zolf se cansó de insultarme, todos habían ido a comer y a atender algunos asuntos para la noche, dejándome sola. Sola, con ninguna lámpara, la única fuente de luz, el estrellado cielo. Me dolían las muñecas, me dolía la mandíbula y seguía colgada… no podía dormir así. Sin embargo, había sido un largo día, así que aún que no quisiera, me quedaba dormida de vez en cuando. No estoy segura de cuánto tiempo pasó, pero al fin la puerta se abrió silenciosamente, pero fue suficiente para despertarme al instante. Alguien entró a la habitación. —Silencio —ordenó la figura que había entrado… ¡Zelgadiss! “¿Por qué tendría que colarse Zelgadiss hasta aquí? ¿No era él el jefe…?” En cualquier caso, yo aún tenía el pañuelo en la boca así que no tenía otra opción que estar callada. Zelgadiss parecía estar sosteniendo algo, pero no podía distinguirlo en la oscuridad. Esperé, sin entender que sucedía. De pronto, un destello pasó por encima de mí, segundos después caí al suelo dejando escapar un grito ahogado de sorpresa. -84-

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—Aquí tienes, tu espada y tu capa. —¿…Eh? —Zelgadiss me quitó el pañuelo de la boca. Y no había equivocación posible, esas eran mis cosas—. ¿Por qué? —le pregunté. —No tengo tiempo para dar explicaciones. ¿Quieres escapar o no? Asentí despacio y cogí todas mis cosas. —Sígueme. Caminé en silencio detrás de Zelgadiss sabiendo que eso probablemente era una trampa, pero cualquier trampa era mejor que pasar otra noche colgada a merced de Zolf… supongo. En poco tiempo logramos salir de allí. La luna iluminaba la antigua iglesia y un bosque en las cercanías. Un pequeño sendero salía de la iglesia y se adentraba en aquel bosque. —¡Rápido! —ordenó Zelgadiss —Pero… —vacilé. Esto era demasiado utópico. Yo siempre he creído que si algo es demasiado bueno para ser verdad seguramente es un engaño. —La situación ha cambiado —dijo irritado—. Tenemos que irnos, ¡ahora! —Está bien —decidí confiar en él por el momento. Empezamos a correr hacia el bosque. Y entonces… nos detuvimos. Algo carmesí emergió de entre las sombras del bosque para bloquear nuestro camino. En ese momento escuché a Zelgadiss decir en voz muy baja ―Rezo‖. El hombre que se hacía llamar Rezo el Monje Rojo estaba en pie frente a nosotros. —¿Qué crees que estás haciendo Zelgadiss? ¿Vas a permitir que la mujer se vaya? —preguntó Rezo defraudado—. Has seguido mis órdenes muy bien hasta ahora… ¿pero esto? Esto es alta traición. —¡Cállate! —gritó Zelgadiss. En su desesperación. Obviamente estaba aterrado. —¡Ya no quiero trabajar para ti!

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grito

se

podía

sentir

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—¡Oh! Ya veo —respondió Rezo con serenidad. Su expresión era exactamente igual a la que tenía cuando lo vi por primera vez, y me era imposible averiguar qué estaba pensando. —Así que, olvidarás la deuda que tienes conmigo por bendecirte con tu nueva ―fuerza‖ y además te opondrás a mí, tu creador ¿Es lo que estás diciendo? “¿Su crea… qué rayos está pasando aquí?” —¡¿Qué deuda?! Es cierto, te pedí que me otorgaras fuerza… ¡pero nunca quise esto! ¡Nunca quise convertirme en una quimera! —Esa era la forma más rápida y efectiva de darte fuerza. Pero ya no importa. Ni la razón ni el resultado. No toleraré tu insolencia. Esto ha terminado. —¡Maldita sea…! —murmuró Zelgadiss mientras corría a mi lado y me agarraba por la espalda. —¡Eh! ¿Qué estas…? —dije mientras nos movíamos hacia el frente. Rezo se rio. —¿Intentarás usar a esa chica como un escudo? Estúpido ¿Acaso crees que eso me detendrá? —¡Por supuesto que no! —gritó Zelgadiss desesperadamente, alzando el volumen de su voz para ocultar el miedo en su interior. Desearía que no gritara tan cerca de mis oídos… —Usarla como escudo no serviría de nada, por lo que no la convertiré en un escudo… —respondió Zelgadiss con calma. En ese momento sentí como me levantaban del suelo. “Oh no, ¡no se atreverá…!” —¡Aaaaaaah! —sí, era cierto. Estaba volando. —¡La convertiré en una flecha! —exclamó. ¡Zelgadiss me había lanzado contra Rezo! Esto sorprendió incluso al Monje Rojo, quien rápidamente salió del camino para esquivarme. ¡Por lo que yo, terminé dirigiéndome de cabeza hacia un árbol! Moví mis brazos y piernas como loca en un intento de cambiar mi dirección, desacelerar, o lo que fuera… pero no sirvió de nada. Y con un -86-

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ruidoso BOOM me estrellé, e instintivamente me aferré al árbol con brazos y piernas. En serio, dolía mucho. dolor.

—¡Soy un Koala! —dije en un intento por desviar mi mente del

—¡Este no es momento para estúpidos chistes! —me gritó Zelgadiss, quien, usando a una pobre hechicera voladora, había logrado distraer a Rezo lo suficiente para sobrepasarlo sin recibir daño alguno. Sin vacilar ni un momento me agarró y, al mismo tiempo, usó una Bola de Fuego para distraer al perseguidor. —¡Con cuidado! —grité mientras Zelgadiss me colocaba sobre su hombro. —¡Deja las quejas para después! —contestó, lanzando aún más Bolas de Fuego y llevándome directamente a la oscuridad del bosque.

***

—Creo que ya lo perdimos —exclamó Zelgadiss, al fin permitiéndose descansar. Habíamos estado corriendo la mayor parte de la noche y, por fin, nos habíamos detenido a descansar cerca de una cascada. El ruido del agua camuflaba nuestras voces, lo que nos permitía hablar sin temor a ser descubiertos. ¡Qué increíble resistencia tenía! Correr toda la noche cargando conmigo en sus hombros… —Me duele la nariz… —me quejé frotándola. —Pues deberías dejar de meterte el dedo —dijo. —No tiene gracia —le saqué la lengua y me recliné sobre las piedras del río. Estaban frías y era muy agradable. Me hubiera gustado poder dormir un poco, porque como no había podido dormir la noche anterior estaba agotada. Gracias a mi tamaño, soy bastante rápida, pero por otro lado, no tengo tanta resistencia como las demás personas. Necesitaba dormir… de verdad lo necesitaba. Pero el amanecer estaba próximo y no había tiempo. —Adelante —ordenó Zelgadiss, viendo que no podía mantener mis ojos abiertos—, aquí estamos a salvo. Además, a ambos nos vendría bien dormir un poco. Yo también descansaré. “¡Perfecto!”

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—No te recomendaría tratar de escapar mientras duermo —me advirtió Zelgadiss. “Mierda. Me ha pillado.” —No se me ocurriría tal cosa. Estoy muy cansada, y mi magia aún no ha vuelto a la normalidad. —¿Pero debería normalizarse pronto, no? —dijo esperanzado. —Pues… debería. Mira, te prometo que no intentaré escapar mientras duermes, ¿de acuerdo? A cambio de eso, antes de dormirnos vas a contestar unas cuantas preguntas. Zelgadiss sonrió con ironía. —Supongo que es justo. Ahora ya estás involucrada en todo este asunto, mereces saber a lo que te enfrentas. Entonces, ¿Por dónde empiezo? —Comencemos por el tipo que dice ser Rezo el Monje Rojo… —Ah, ¿así que ya había tenido contacto contigo? Asentí con la cabeza. —Y desde el principio tuve un mal presentimiento acerca de él. ¿Quién es realmente? Zelgadiss se encogió de hombros. —Es quien dice ser. Es el verdadero Rezo, el Monje Rojo. La gente lo ve como un santo, pero no es como el mundo cree que es. Tal vez alguna vez lo fue pero… —No lo comprendo —dije parpadeando—. ¿Cómo es posible que sea completamente opuesto a como el mundo cree que es? —No lo sé. A veces la gente sólo ve lo que quiere ver. ¿Entiendes el valor del objeto que busca? —Espera un momento, solo para dejar esto en claro. Es él, y no tú, quien quiere revivir al Señor Oscuro, Shabranigdu. ¿Verdad? —¿Shabranigdu? ¿A qué te refieres? —me sorprendí al ver que Zelgadiss no tenía idea de lo que yo estaba hablando. —Esto… bueno, lo que pasa es que él me dijo… -88-

Capítulo 3

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—El objeto que busca se conoce con muchos nombres, sin embargo el más conocido es ―La Piedra Filosofal‖ “¿¡Qué!?” Me había quedado sin habla. —¿La… la Piedra… Filosofal? Si la llegara a obtener podría… Zelgadiss asintió. —La Piedra Filosofal se encuentra dentro de la estatua que tú poseías. La Piedra Filosofal… ¿Alguna vez habéis oído hablar de ella? Lo más seguro es que sí. No existe un sólo practicante de magia que no haya escuchado hablar de ella e imaginado su increíble poder. Se dice que es una reliquia de una magia muy avanzada dejada atrás por alguna antigua civilización ahora perdida. También hay otra versión que dice que es un fragmento del Bastón Divino que sostiene al mundo. Lo único que se sabe a ciencia cierta es que amplifica la magia, ¡Más de un millón de veces! La Piedra Filosofal tiene pocas referencias en la historia, eso significa que es muy rara. Sin embargo, con cada una de sus apariciones ha afectado a la historia de la humanidad de una forma impresionante. Se creé que incluso un aprendiz de hechicero, usando la piedra, podría destruir un reino entero. A pesar de ser casi un mito, los hechiceros más ancianos insisten en que es real. Yo sabía que existía, lo sabía, pero nunca pensé que llegaría a verla. ¡Y la había tenido en mis manos! —¿Pe… pero que quiere hacer con ella? —aunque la leyenda de la bondad de Rezo fuera exagerada, el alcance de sus poderes no lo era. Por si solos ya eran excepcionales pero con lo piedra…—. ¿Pretende conquistar el mundo? —Zelgadiss negó con la cabeza —simplemente quiere verlo. —¿Quiere verlo…? —respondí arqueando una ceja. —Sí. Como cuentan las historias, Rezo nació ciego. Empezó a estudiar la Magia Blanca con el único propósito de lograr abrir sus ojos. Una vez logró dominar la Magia Blanca se dedicó a recorrer el mundo, visitando a otros sabios, y ayudando a incontables personas en el camino. Pero, aunque podía curar los ojos de otras personas, por alguna razón jamás pudo curar los suyos. Comenzó a preguntarse qué era lo que le hacía falta. Fue entonces cuando empezó a estudiar la Magia Negra y Espiritual, con esperanzas de que esto le diera el poder suficiente. Mediante la combinación de estos dos tipos de magia con la Blanca, creó muchos hechizos de alto nivel. Demostró un gran talento y

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habilidad hacia las artes mágicas, pero aun así, no pudo curar su propia ceguera. Solo tenía una alternativa… —La Piedra Filosofal, y probablemente ni siquiera estaba seguro de que ésta en realidad existiera —termine por él. Zelgadiss asintió. —Entonces… no entiendo. ¿Por qué oponerse a que obtenga la piedra? ¿Qué daño hay en que él consiga su vista? —Probablemente ninguno. Pero mi objetivo es vengarme. Y, para eso, necesito la Piedra Filosofal. Sin ella, no estoy ni si quiera cerca del nivel necesario para derrotarlo. A juzgar por la expresión de su cara, no bromeaba. —¿Tan fuerte es Rezo? Zelgadiss asintió lentamente. Si alguien tan fuerte como Zelgadiss estaba diciendo que no podría derrotar a Rezo, debe significar que realmente es muy poderoso. Así que, todo esto se debía a que Zelgadiss no quería ser una simple herramienta. Claro que, en su lugar, yo me sentiría exactamente igual. —Entonces ¿él es quien… quien te hizo eso? —le pregunté, refiriéndome a su piel de roca. —Así es. Ese día me dijo que me daría una gran fuerza si le ayudaba en su búsqueda de la piedra. Y yo… estúpidamente acepté. No sabía que esto era a lo que se refería —su voz estaba llena de odio. —¿Cómo lo conociste? —hice la pregunta en un intento por cambiar el estado de ánimo. En respuesta, Zelgadiss dejó escapar una leve sonrisa irónica y después de un silencio fugaz, respondió: —Lo conozco desde el día en que nací. Él es, según parece, mi abuelo o bisabuelo. No estoy seguro de quién exactamente, y la verdad no me interesa saberlo. —¿En serio? —Contrariamente a las apariencias, nació hace más de un siglo. En cualquier caso, lo único que significa es que la maldita sangre de ese falso altruista corre por mis venas. —Perdón por preguntar… -90-

Capítulo 3

¡Gran Crisis! He sido capturada (Patético…)

“Esto ya empieza a incomodarme.” Me rasqué la nariz con la punta de un dedo. —No tiene importancia —dijo, con un poco de tristeza en su voz. —Bueno, ahora entiendo lo básico —dije, forzando mi voz a un tono más alegre—, así que voy a dormir un poco —me recosté. “Aaah, qué bien me siento.” —Deberías descansar un poco. Tú también estás cansado ¿O no? —le dije a Zelgadiss, que aún estaba en pie. —Supongo que sí. Pero por ahora montaré guardia —dijo—, te despertaré en un rato y cambiaremos posiciones. —Está bien. Buenas noches —dije, y cerré mis ojos. Estaba tan cansada que no pasó mucho tiempo antes de que me encontrara a mí misma sumida en un profundo sueño.

***

Desperté como suelo despertar… con una sacudida. Estaba segura de que no había dormido más que unas cuantas horas. Lo podía afirmar por la posición del sol, y lo poco que mi cuerpo se había recuperado. Una extraña sensación de instinto asesino que envenenaba el aire me había despertado. Y no venía de una o dos personas. Supuse que por lo menos habría unas diez, tal vez más. Normalmente hubiera podido ser más precisa acerca del número, pero estaba cansada y aturdida, además mi magia aún no estaba totalmente recuperada. Aun sin saber la cantidad específica era obvio que el enemigo nos superaba en número. —Nos han rodeado —dijo Zelgadiss rápidamente. Ni siquiera se tomó la molestia de bajar el volumen de su voz. Ellos ya sabían que estábamos aquí así que ¿Para qué hacerlo? —¿Quiénes? —Alrededor de veinte o treinta trolls, Rezo no está con ellos, así que podemos vencerlos —él parecía despreocupado. Yo, por el contrario, estaba un poco menos segura.

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—¿No creerías que no nos percataríamos de que te habías marchado o sí? Terminemos con esto, jefe. Al reconocer la voz me levanté. Tal como Zelgadiss había dicho, se podía ver a los trolls que intentaban esconderse tras los árboles. —¡Cómo has estado, Dilgear! Es increíble que nos encontremos aquí —grité en dirección de los árboles—, ¿Por qué no dejas de esconderte? Muéstrate y salúdame como es debido. Recordaremos viejos tiempos. Será genial. La cosa-lobo se dejó caer de un árbol que estaba mucho más cerca de lo que yo esperaba. —Recuerdas mi nombre, es un honor —dijo, sonando realmente halagado. “Esto sí que es extraño.” —¡Como si pudiera olvidarte! —dije mirándolo directamente al hocico—, ¿No eras tú el que me encontraba tan repulsiva que prefería acostarse con una cabra? ¿O acaso era un duende? Eso es. Probablemente tú te comas a las cabras. Las cabras son para comer y los duendes para aparearse. También habías dicho algo acerca de cíclopes, ¿no es verdad? Aunque entiendo que prefieras a una chica que no pueda ver bien, ¿Entiendes por qué? Aunque ¿yo que sé? Aparentemente yo desearía ser tan sexy como un cíclope. Mi piel es más áspera que la de un Golem de piedra, soy más pequeña que un hada ¿no? La verdad es que no soy nada más que una pequeña y subdesarrollada… —¡Eh, eh, eh! Tampoco he dicho todo eso. —Pues, de todos modos, ya no me importa. Ya que Zelgadiss te dará tu merecido por haberme insultado, ¡Ya verás! ¡A la carga Zelgadiss! ¡Demuéstrales de lo que estás hecho! ¡Acaba con ellos! —¡Atrapadlos! —¿Qué… crees que estás haciendo? —Zelgadiss me estaba mirando con sus brazos cruzados y una mirada desconcertada en sus ojos. —¿Yo? —lo miré igual de extrañada que él—, no es que estuviera insultando a Dilgear por diversión, no, no. ¡Tan solo intentaba quitarle las ganas de combatir! “¡Lo digo en serio!” -92-

Capítulo 3

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—Dilgear, ¿Acaso no me juraste lealtad? —la voz de Zelgadiss se volvió sorprendentemente amenazadora. La cosa-lobo se rio y se dirigió a él. —No le juré lealtad a Zelgadiss, le juré lealtad a la quimera que creó el Señor Rezo. ¡Cuando lo traicionaste te convertiste en mi enemigo y fui liberado de cualquier obligación hacia ti! —aparentemente eso era una regla. —¿Ah sí? —los ojos de Zelgadiss se entrecerraron. De verdad parecía un monstruo, su expresión era la misma que la de un guerrero demoniaco—. ¿En serio crees poder derrotarme? ¿Tú? ¿Un pobre idiota, híbrido, que es una imitación patética de lo que debería ser un lobo? “Guau, recordadme no hacer enfadar a Zelgadiss de ahora en adelante.” —Con que híbrido ¿eh? Muy bien, si esa es la forma en la que quieres jugar, ―jefe‖, te mostraré lo que un estúpido híbrido como yo puede hacer… ¡A ellos! —gritó Dilgear, y una armada de trolls se dirigió hacia nosotros. “Oh, señor.” Zelgadiss sonrió levemente. —¡Idiota! —levantó su brazo derecho y lo movió como si estuviera sosteniendo un objeto invisible justo antes de golpear con él la tierra. —¡Furia Pétrea! (Dug Haut) —gritó. —¡¿Qué!? —me apresuré a colocarme a su lado. La tierra vibró. Empezó a temblar y a ondularse como la superficie del mar en una tormenta. Los trolls entraron en pánico. —¡Ahhh! —Zelgadiss movió su mano derecha violentamente, una sonrisa maniática se dibujó en su rostro—, ¡Tierra! ¡Obedece a mi voluntad! La tierra y las rocas atendieron la orden de Zelgadiss. El suelo, que antes había estado ondulando, se convirtió en un número interminable de estalagmitas. Creciendo del suelo y empalando a los trolls donde quiera que se encontraran. “Fin del juego.”

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Capítulo 3

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Algunos seguían con vida pero, no importaba cuan buenas fueran sus habilidades regenerativas, los trolls no podían curarse mientras estuvieran empalados en las estalagmitas. Pronto sus fuerzas se acabarían y morirían… era como ser torturado hasta morir. Pensé decirle algo a Zelgadiss, pero luego decidí que mejor no hacerlo, porque ¿quién era yo para juzgarlo? No hace mucho había derrotado a los trolls de Zolf con una versión contraría de ―Recuperación‖ (Recovery). —Ahora… —dijo Zelgadiss sin dejar de dibujar una fría sonrisa en su rostro—. ¿A qué esperas para mostrarme ese inmenso poder? ¿O es que ahora tienes demasiado miedo para luchar? Dilgear tomo aire mientras salía tras la sombra de uno de los pilares de roca. —Tu fuerza demuestra el poder de la quimera de Rezo. Mientras uses tu magia Espiritual llevas ventaja. —¡Je! —Zelgadiss hizo una mueca burlándose de Dilgear—. Suena como si me dijeras que podrías vencerme con la espada. Dilgear también sonrió. —Eso es exactamente lo que estoy diciendo. —Entonces ¿por qué desenvainando su espada.

no

lo

intentas?

—dijo

Zelgadiss,

—Cuando las cosas se pongan feas vas a utilizar hechizos ¿no es así? —dijo Dilgear sin desenvainar. —No lo haré. —¿En serio? Zelgadiss asintió. —Vas a lamentarlo —el cosa-lobo desenvainó la espada que traía cargando en su espalda. La curvada hoja brilló a la luz… era una cimitarra bastante larga. Sabía que si me quedaba quieta donde estaba la pelea llegaría hasta mí, así que di unos pasos hacia atrás. Con un grito bestial, Dilgear se lanzó contra de Zelgadiss.

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Zelgadiss saltó a su encuentro y sus espadas chocaron fuertemente produciendo chispas. Al principio Zelgadiss estaba empujando a Dilgear pero… —¡Eh! ¿Qué sucede, vencerme con la espada?

Dilgear?

¿No

se

suponía

que

podías

—¡Esto es solo el comienzo, jefe! —dijo Dilgear, mientras cambiaba la posición de su muñeca levemente, esto obligó a la muñeca y la espada de Zelgadiss a cambiar de dirección. Una vez que la espada de Zelgadiss se había resbalado, Dilgear se apresuró a atacar. Zelgadiss logró cambiar la dirección del golpe en el último momento y la espada de Dilgear solo consiguió rasgar su ropa. —No está mal —exclamó Zelgadiss. —¡Me alegra que pienses así! En lo que a mí concernía, las habilidades de ambos con la espada eran iguales, sin embargo Dilgear no estaba tan seguro como Zelgadiss. Después de todo, probablemente el seguía pensando que si su vida llegara a estar en riesgo, Zelgadiss siempre podía recurrir a la magia. A mí no me importaba quien ganara. De cualquier forma me iba a convertir en el rehén de alguien, ya fuera de Rezo o de Zelgadiss, así que daba lo mismo, solamente sería una herramienta para conseguir la Piedra Filosofal. Y ese sentimiento no inspira ningún tipo de lealtad en mí. Hubiera podido intentar huir, pero si Zelgadiss me veía, sin duda lanzaría un ataqué mágico en mi contra. —En serio, va a ser una pena matarte —dijo Dilgear. —Gracias, Dilgear. El sentimiento es mutuo —contestó Zelgadiss. —¡Yiaah! —Dilgear saltó hacia uno de los pilares de tierra y lo cortó usando toda la fuerza de su gran cimitarra. La magia no dura para siempre, y tampoco las cosas creadas por magia. Las cosas creadas por magia pierden estabilidad con el tiempo. El pilar se colapsó debido a la gran fuerza del impacto, mandando una avalancha de rocas, tierra y arena en dirección a Zelgadiss. —¡Ahh! —gritó mientras esquivaba el segundo y tercer pilar, dejando atrás más humo y polvo en el ambiente. Dilgear siguió cortando pilares y pronto la relativamente pequeña figura de Zelgadiss desapareció en aquel mar de suciedad. -96-

Capítulo 3

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Dilgear empezó a atacar la gigantesca nube de polvo. ¿Qué hacía yo? Pues la verdad, tosía. No solo era difícil ver, sino que también me costaba respirar. —Uff… —utilicé un pañuelo para filtrar el polvo de mi nariz y boca. Me ardían los ojos y me dolía la garganta. Con el tiempo, el polvo combatientes reaparecieron.

empezó

a

asentarse,

y

ambos

El plan de Dilgear para cegar a su oponente podía haber parecido impresionante, incluso espectacular, pero no lo había pensado muy bien. Lo cual tenía sentido, ya que el cosa-lobo era un idiota. —Qué escena tan espectacularmente estúpida —exclamó Zelgadiss, con la voz cargada de desprecio—. Y justo cuando estaba empezando a respetarte, Dilgear. —Retiro lo dicho, jefe. No puedo esperar para cerrar tu boca de una vez por todas —gritó Dilgear, y volvió al ataque. Creí ver a Zelgadiss sonreír. Ambos chocaron con una increíble fuerza. La espada de Zelgadiss logró penetrar el hombro de Dilgear. En ese momento entendí por qué había sonreído: unos momentos antes, cuando parecía que Zelgadiss solo estaba esquivando los ataques de Dilgear, en realidad había pateado piedras hacia él, aprovechando el hecho de que la mitad de su cuerpo aún seguía cubierta por la nube de polvo. Por supuesto, esto no era suficiente para vencer a Dilgear, pero era más que suficiente para hacer que perdiera el equilibrio. Y eso era lo único que Zelgadiss necesitaba. —¿Qué pasa, Dilgear? ¿No se suponía que iba a lamentar ésta pelea? —dijo Zelgadiss, con su voz llena de sarcasmo, mientras observaba la herida sangrante de Dilgear. —¿Y quién dice que no lo harás? —contestó Dilgear, sonriendo. Tanto Zelgadiss como yo nos quedamos perplejos. La herida de Dilgear se estaba cerrando. Y tan rápido como se la había hecho, la herida había desaparecido por completo. —Soy mitad lobo y mitad troll —nos recordó Dilgear—, ¿O acaso lo habías olvidado? Si cumples tu palabra y no usas magia, no podrás vencerme. No importa lo diestro que seas con la espada, la única forma de vencerme es que me decapites, lo cual es poco probable. -97-

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Tenía razón. Gracias a las habilidades regenerativas de los trolls, no había posibilidad de que Zelgadiss lo derrotara solo con la espada. —Ya veo. Pues, sí. Me había olvidado por completo —dijo Zelgadiss sin mostrarse en absoluto preocupado. Regresó a su posición de batalla, y esta vez fue él quien atacó primero. —¡Aaah! —gritó alzando su espada. “Oh. No hagas eso. ¡No hagas eso!” Zelgadiss había dejado su abdomen expuesto, y Dilgear no iba a dejar pasar esa oportunidad. —¡Aaaah! —la cimitarra lo golpeó directamente. Su sangre se derramó. O mejor dicho… su sangre debía haberse derramado. Tan solo hubo un fuerte sonido y un raspado. Zelgadiss sonreía. —Al parecer tú también has olvidado algo, ¿no? —dijo—. Soy un tercio Golem, como recordarás. Si quieres vencerme con una espada, tendría que ser la Espada de Luz. No importa cuánto te esfuerces, tú tampoco puedes ganar esta batalla. Dilgear se había quedado con la boca abierta, el color de su cara era el de la desesperación. —Podemos seguir peleando hasta que estés demasiado cansado para impedir que te decapite, o puedes volver corriendo con Rezo. Tú eliges. —Maldita sea —en lugar de retirarse, Dilgear sacó algo de su bolsillo, y lo lanzó contra Zelgadiss. Éste lo esquivo dando un paso a un lado y el extraño objeto cayó al agua. —¡No olvidaré esto! —exclamó Dilgear mientras desaparecía en el bosque. Zelgadiss se limitó a observarle huir sin intentar darle caza. —Ese pobre estúpido… —murmuró mientras intentaba peinar su cabello. Aplaudí, silbé y brinqué de un lado a otro para felicitar al ganador. —¡Guau, Zelgadiss! ¡Bien hecho! -98-

Capítulo 3

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Zelgadiss no parecía estar disfrutando de su victoria —¿Se puede saber… qué haces? —¡Te felicito! —Ah, entiendo —decidió no discutirlo más y empezó a caminar hacia el río. —¿A dónde vas? —A beber un poco de agua —contestó bruscamente. —Bien. En ese caso iré a lavarme la cara —corrí detrás de Zelgadiss. Debido al hechizo de hace un rato, la tierra estaba cuarteada, haciendo el trote algo difícil. Aun así logré llegar a la orilla del río, me quité mis guantes y metí ambas manos al agua. Mmmm… el frío era agradable. “Eh, ¿Qué demo…?” —¡No la bebas! ¡Está envenenada! —grité. Sorprendido, Zelgadiss escupió el agua de su boca. —¿Qué dices…? —Es veneno. Esta envenenada. ¡Mira! —señalé la superficie del agua cerca de unas rocas. Había unos peces flotando. Obviamente no estaban nadando, y no creo que a los peces les guste tomar el sol. —Pero… ¿Quién? —Probablemente Dilgear, ¿recuerdas aquel extraño objeto que te lanzó? Seguramente era un frasco con veneno. Debió haber supuesto que querrías tomar un poco de agua después de la pelea. Intentó hacer que lo que lanzaba pareciera inofensivo al apuntarte primero a ti y luego fingir darse por vencido. —Eeh… —dijo aparentemente impresionado—. Parece que Dilgear no es tan estúpido como parece. —Yo no estaría elogiándolo si me acabara de intentar asesinar. De cualquier forma, la gente de Rezo sabe dónde estamos, ¿Tienes pensado algún lugar a dónde dirigirnos? —Ninguno —respondió contundente. —No me sorprende. Pues no hay problema. Sígueme. -99-

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—Empecé a caminar dirección a la Ciudad de Atlas. Necesitaba encontrar a Gourry. Eso cambiaría un poco las cosas. Y si había algo que mi situación necesitaba desesperadamente era un cambio. Lo que empezó como una simple cacería de tesoros se había convertido rápidamente en un gran problema. Con demasiadas personas buscándome como para contarlas. Aunque no importaba. Pronto recuperaría mis poderes, y entonces tendría tiempo de vengarme. Pero por el momento, simplemente seguíamos caminando.

***

La persecución de Rezo y compañía era implacable. Nos atacaron dos veces por la mañana y de nuevo durante el almuerzo. Atacaron otras dos veces por la tarde y hasta interrumpieron nuestra cena. Y, por supuesto, atacaron cuando al fin estaba tratando de dormir un poco. “¡Dejadme ya en paz! ¡Esto ya se está convirtiendo en acoso!” Las cosas estaban cerca de volverse algo cómico. No puedo creer como podían seguir apareciendo y apareciendo uno tras otro. Era como cortarle la cabeza a una hidra y que otras dos tomaran su lugar. Y además había cientos de variedades de atacantes. No importa cuán malvado fuera Rezo; era evidente que, al menos, no era racista. Digo esto porque había trolls, duendes, cíclopes, berserkers, ogros y cualquier otra cosa que podáis imaginar. ¡Era más como un desfile que una persecución! Sólo que en lugar de bandas tocando música había criaturas sobrenaturales; y en lugar de estar tocando, TRATABAN DE MATARNOS. Y hoy, nuestros perseguidores aparecieron frente a nosotros dos, comandados como siempre por nuestro viejo amigo Dilgear, el hombre lobo. Sin embargo, había varias caras nuevas entre ellos, como un anciano con pinta de hechicero, unas cuantas mantis de guerra y algunos durahans (caballeros muertos). También unos cincuenta ogros y berserkers, sólo para, ya sabéis, darle sabor al asunto. —Qué ejército tan impresionante conseguiste —comentó Zelgadiss, en un tono de voz un poco menos confiado que de costumbre—, felicidades, Dilgear. Tu mami debe estar orgullosa. Odio admitirlo, pero la verdad, sí, era impresionante.

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—Gracias, jefe —Dilgear sonrió, dio un paso hacia delante y nos enseñó los dientes—. Te lo debía por la última vez, ¿Recuerdas? “Genial. Es del tipo que se vuelve engreído estando en grupo. Gente como él es la que me gusta volar por los aires con una buena Bola de Fuego.” Había unos tipos muy fuertes en el otro bando. Aunque, fuertes o no, seguían siendo inflamables. —Eres fuerte, jefe, pero no lo suficiente para derrotarnos a todos tú solo. Nadie es lo suficientemente fuerte para eso —se burló el hombre lobo. —¡Espera un momento! —dije dando un paso hacia adelante—, ¿No te estás olvidando de alguien? Dilgear frunció el ceño y concentración, parecía confundido.

se

puso

a

pensar

con

mucha

—¿De quién? “¿¡Có…cómo se atreve…!?” —¡De mí, Dilbécil! ¡DE MI! —¿Y tú a quién le preocupas? El menosprecio que había en sus palabras era demasiado para mí. Consideré en mostrarle lo que era capaz de hacer. —¡Eh! No la hagas… —protestó Zelgadiss antes de que pudiera hacer cualquier cosa, como si leyera mis pensamientos. —¿Y por qué no? —Eso es lo que quieren. El objetivo de mandar un ataque tras otro es que agotemos nuestros poderes. —Eso tiene sentido… bueno, entonces tendré que hacer algo un poco menos impresionante. “Qué aburrido. Va a ser una batalla lenta.” No había otra cosa que hacer… así que desenvainé mi espada —¿Cómo crees que hacen para saber dónde estamos todo el tiempo? —Ésta pregunta me había estado rondando en la cabeza por un tiempo, pero fue en ese momento cuando la expresé. Después de todo, incluso si sabían que nos dirigíamos a la Ciudad de Atlas, había como -101-

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una docena de rutas para llegar. ¿Cómo sabían exactamente cuál habíamos tomado? —Es por mi culpa —reveló Zelgadiss en un tono que parecía indicar que era lo más obvio del mundo. —¿Eh? —pregunté girándome hacia atrás para mirarle. —Ya te lo he dicho. Mi cuerpo fue creado por la magia de Rezo. “Ah, ya entiendo. ¡Claro!” Eso es como decir que el cuerpo de Zelgadiss había sido marcado mágicamente. Yo podía utilizar hechizos que hacen imposible rastrear un objeto, pero para eso necesito entender cómo funciona la magia del objetivo. Básicamente, para esconder a Zelgadiss de Rezo, necesitaría saber cómo fue creado. Pero estaba segura de que el hechizo era uno original del propio Rezo. Incluso siendo la hermosa chica inteligente que soy, no había manera de que pudiera entender ese hechizo. —Así que sin importar lo que hagamos, ¿tarde o temprano tendremos que enfrentarnos al Monje Rojo? —Exacto. Genial. Las circunstancias me obligaban a seguir al tipo pero quizás eso era un error… bueno, al menos era mejor que seguir colgada del techo de la iglesia… supongo. De cualquier modo no sirve de nada lamentar lo que ya ha sucedido. Solo tenía una opción. “Muy bien ¡Es hora de empezar!” Empecé a recitar un hechizo en voz baja. —¡Bola de Fuego! (Fireball) Mi ataque marcó el inicio de la batalla. Omití el poner mis manos frente a mi pecho… como resultado la potencia del ataque disminuyó un poco, pero sirvió como un ataque sorpresa. Incluso quemó a varios ogros. Los monstruos comenzaron a atacar. —¡Alto Voltaje! (Dig Volt) —mi objetivo era el viejo hechicero que se encontraba en el medio del grupo. Dicen que hay que cuidar a los ancianos, ¡pero la historia es otra si quieren acabar con tu vida! ¡Si no lo derrotamos pronto, nos dará muchos problemas! -102-

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Sin embargo, el viejo esquivó mi ataque. En lugar de darle al hechicero, acabé con un berserker. Lo que sirvió para captar la atención del hechicero. Era un anciano calvo que vestía ropas verdes y escondía su cuerpo detrás de la blanca barba que iba desde su nariz hasta el suelo. No sé si el color de sus pupilas era claro o de plano no tenía pupilas, pero sea cual fuere el caso, daba miedo. “Uups.” Y por supuesto, se dio la vuelta y se dirigió hacia mí. ¡Como quieras! ¡Qué te parece esto! —¡Flechas de Fuego! (Flare Arrow) —en cuanto las invoqué, una docena de flechas de fuego se formaron frente a mí—, ¡Atacad! —las flechas se dirigieron al anciano desde todas direcciones. “Esquiva eso, idiota.” —¡Hia! —gritó, extendiendo sus brazos hacia las flechas que iban en su dirección deteniendo algunas de ellas con la palma de su mano. A las demás las desvió hacia el cielo. De alguna forma había logrado esquivarlas todas. Mientras tanto, todos los demás oponentes se dirigían hacia Zelgadiss. Estaba en problemas. “Lo siento, amigo.” No es que yo estuviera de vacaciones, pero aun así, pobre de él. A pesar de que era de nivel bajo, yo estaba peleando contra un Mazoku, y es un rival al que hay que temer. Si uno no se fijaba bien, hubiera sido fácil confundir al demonio con un hombre anciano; llevaba puesto una túnica verde y su barba se extendía desde lo que parecía ser la cara deteriorada de un viejo, pero sus ojos no tenían pupilas y no tenía ni nariz ni boca. Definitivamente no era humano. —¡Aaaaah! —un látigo de fuego se formó en la palma de su mano. Tenía dificultades conteniendo al anciano. No me percaté de en qué momento invocó un hechizo, pero un látigo de fuego se precipitaba hacia mí. Apliqué a mi espada un hechizo congelante que había invocado como mi siguiente ataque y corté el látigo. Me tomó unos minutos, pero al final logré acercarme a él. Ya estábamos cara a… lugar-donde-debería-estar-la-cara.

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—Eres una chiquilla demasiado joven para poder enfrentarte a mí, Zorom —dijo el anciano sin mover la boca. La verdad no tengo ni idea de dónde provenían las palabras. Pero eso fue lo que dijo. —Y tú eres un anciano muy, muy imprudente al atreverte a enfrentarte a mí, Lina Inverse —le respondí. Zorom hizo un sonido que normalmente vendría acompañado de una sonrisa, claro, si hubiera tenido labios con los que poder sonreír. Junté mis manos frente a mi pecho y di un salto hacia atrás mientras recitaba mi hechizo. —¿Una Bola de Fuego? ¡Estás desperdiciando tu energía y fuerza, pequeña! —ladró Zorom. —Tal vez, pero nunca lo sabremos con certeza si no lo intento ¿no crees? —una pequeña bola de luz se formó entre mis manos. Un instante después mandé la bola en dirección de Zorom. —¡Fuaah! —como un pájaro, Zorom saltó en el aire esquivando la bola sin ninguna dificultad—. ¡Ya te dije que era una pérdida de tiempo! La verdad, tenía razón, una Bola de Fuego que no acierta a su objetivo no sirve de nada, ya que explota al contacto con algo. Pero yo aún no terminaba. Alcé mi pulgar derecho y lo dirigí hacia mí. Y después sonreí… en parte porque sabía lo que iba a suceder y en parte porque estaba feliz de tener boca. —¿A qué se debe esa sonrisa? —dijo Zorom mientras descendía. “La Bola de Fuego justo detrás de ti. Estúpido.” Mi Bola de Fuego había dado una vuelta y lo golpeó por detrás. —¡Aaaaaahhhg! “Qué bonita explosión.” Contacto y explosión. Me había dedicado a crear variaciones de hechizos desde el momento que aprendí el primero. El efecto boomerang era tan solo uno de muchos. —Nunca subestimes a tu oponente, Zorom. Nunca dije que fuera una Bola de Fuego normal —grité a las llamas ardientes. “Pobre de él. Ahora a buscar a Zelgadiss…”

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Ya me había dado la vuelta y me dirigía a encontrarme con mi compañero cuando… una sensación de peligro recorrió mi cuerpo. Instintivamente di un salto a la izquierda. Pero era demasiado tarde. —¡Aaah! —un increíble dolor recorrió mi brazo derecho. Había sido perforada por incontables agujas de hierro. Me di la vuelta para ver al culpable, era todo lo que podía hacer para no ponerme a llorar, y… Zorom aún estaba vivo. —Nunca dije que estuviera muerto. ―Nunca subestimes a tu enemigo‖, pequeña niña —dijo Zorom imitándome. No, olvidad eso… estaba burlándose de mí. —Un buen esfuerzo, pero no puedes derrotarme con Magia Espiritual. Sólo afecta a la materia. “¿Eh...?” Me quedé sin palabras. Si dice que la magia elemental no tiene efecto sobre él, eso significa que... ¡¿El anciano de apariencia extraña es un mazoku puro?! Entonces la magia de fuego no funciona en él. ¡Maldita sea! Confundí la naturaleza de mi enemigo; odio admitirlo, pero me he despistado.2 —¡Ahora es mi turno! —un látigo de fuego se formó en cada una de sus manos. El de la izquierda se dirigió a mi cabeza, el de la derecha a mis piernas. Me encantaba saltar a la comba de niña. Me llamaban ―Lina la saltarina‖ el cual, era un mote patético. Supongo que algo de eso perdura. Pero… justo cuando salté para evitarlos, la frente de Zorom se abrió y más agujas de las que podría contar salieron disparadas hacia mí. De ningún modo podría esquivarlas todas. ¡Tink, tink, tink! Con un tintineo las agujas fueron a parar al suelo como si fueran gotas de lluvia. “Qué demon…” —¡Qué raro encontrarte aquí, pequeña! —guiñó un ojo—, ¿Me echaste de menos? —Gourry había aparecido tal cual lo hacen los héroes en los cuentos de hadas.

(2) La traducción es de la nueva versión de las novelas. No concuerda ni con el anime ni con otras versiones traducidas. Debido al 20 aniversario de “Slayers”, las novelas se reeditaron con algunos cambios como este, ya que no tiene sentido que Lina, sabiendo que Zorom era un Mazoku, le atacase con hechizos convencionales. -106-

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—Me estaba preguntando a qué hora decidirías presentarte —le contesté, y traté de lucir bien mientras le regresaba el guiño.

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Capítulo 4:

¡Ahora sí os mostraré mi verdadero poder! —¿

C

on que un aliado de la chiquilla?

Gourry negó con la cabeza mientras Zorom hablaba, o lo que fuera que hacía para producir sonido. —Soy más que un aliado. Soy su guardián. “¿Mi guardián?” —Eso no me interesa. Definas como definas tu relación con esa chiquilla, lo importante es que eres mi enemigo. ¿No es así? —Así es, viejo. —Entonces tendré que destruirte. —Adelante… ¡Dame tu mejor golpe! —gritó Gourry mientras comenzaba a correr, alejando al gran y feo alfiletero de mí. —¡Aah! —con ese grito, capaz de helar la sangre, el demonio atacó con sus látigos y agujas al mismo tiempo. La espada de Gourry destelló. “¡Increíble!” Ni siquiera podía seguir el movimiento de la espada con mi vista. Ésta era la primera vez que veía las verdaderas habilidades de Gourry como espadachín. Sus capacidades eran muy superiores a las mías. Yo soy buena, estoy por encima de la media, pero Gourry me superaba. Un instante después, su espada había atravesado la cara de Zorom. “¡Genial!” —¡Ja! —Zorom se rio. Gourry se dio la vuelta justo a tiempo para detener un ataque de agujas que se dirigía hacia él. —¡Increíble! A pesar de tu juventud eres realmente bueno. Zorom hablaba de un modo monótono, como si sus yagas no le importaran.

Capítulo 4

¡Ahora sí os mostraré mi verdadero poder!

—¿Así que eres un demonio…? —Gourry lo preguntó tan casualmente como si estuviera haciendo una pregunta sobre el tiempo o la hora. “¡Por supuesto que es un demonio, genio! ¿Acaso no has prestado nada de atención?” —Oh, sí. Lo que significa que no podrás hacerme daño con esa espada, jovencito. Él tenía razón. Todos los Mazoku, incluidos demonios híbridos, como los demonios lesser (lesser demons) o los demonios Brass (Brass demons) y especialmente los Mazoku de raza pura, como éste, existen en el Plano Astral. Sus formas físicas no pueden ser destruidas porque realmente no están ahí, ¿Eso tiene sentido? Entonces sólo hay dos formas de vencer a un Mazoku: Atraparlo en un talismán sagrado (de los cuales no disponíamos en el momento) o derrotarlo usando una espada mágica. Gourry era un estupendo espadachín, pero su espada no parecía poseer ninguna cualidad mágica. Incluso mi espada, que está encantada con un talismán, no tenía suficiente poder. En mi opinión, la situación era exactamente como decía Zorom. Lo que significaba que tendría que empezar a pelear en serio. —No te preocupes, claro que podré dañarte —dijo Gourry sin más. “¡Tal vez podrás cortarle el pelo, pero eso no va a servir de nada!” —¿En serio? Pues muéstramelo —se burló Zorom—, estoy ansioso por verlo. —Ya que insistes… No sabía en qué demonios estaba pensando Gourry cuando, en lugar de empuñar su espada, sacó un alfiler de su bolsillo. —¿Intentaras pincharme hasta la muerte? —Zorom apenas podía contener lo divertido que estaba. —Por supuesto que no —Gourry sonrió mientras sostenía la empuñadura de su espada en su mano izquierda—, no digas tonterías. —Si no te importa, ¿Qué es lo que intentas hacer? —Esto —y al decirlo, Gourry insertó el alfiler en la empuñadura con su mano derecha. “¿Eh? ¿Qué está haciendo?”

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Estaba jugueteando con el seguro que mantiene la empuñadura y la hoja juntas. Lo que significaba que quería… ¿desprender la hoja? “¿Por qué?” Gourry sostuvo su empuñadura sin hoja, se guardó el alfiler y sonrió. —¿Lo entiendes ahora? “¡¿Entender qué?!” Él estaba tan calmado como confiado. Y ninguna de las dos tenía sentido, ya que estaba a punto de enfrentarse a un Mazoku purasangre con… una empuñadura. —Jovencito… estoy tremendamente entretenido, y por eso te doy las gracias. Pero no tengo ni idea de lo que pretendes. —Entonces, que tal… ¡ESTO! —Gourry aferró la empuñadura vacía con su mano derecha y la puso frente a él. “Emm, lo siento Gourry, así pareces solo como un idiota blandiendo una empuñadura de madera.” —¡Vale ya lo entiendo, veo que eres estúpido! —Zorom se rió mientras docenas de flechas ardientes se formaron, todas apuntando a Gourry. —¿Eso es todo lo que puedes hacer? —se burló Gourry, que, sorprendentemente, logró esquivarlas todas. Aun así no estábamos más cerca de vencer a Zorom. No importaba cuantos ataques evadiera, solo estábamos prolongando lo inevitable. Zorom se acercó. Y después… —¡Luz, adelante! —rugió Gourry. Zorom se puso rígido. Mis ojos se abrieron por completo. Zorom fue cortado desde su cabeza hasta sus pies. Me tomó un momento, pero al fin logré gritar. Gourry sostenía su espada en la mano derecha. Donde unos momentos antes se encontraba una hoja de metal ahora brillaba una hoja de pura luz. —La… la… La Espada de…Luz —tartamudeé.

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¡Ahora sí os mostraré mi verdadero poder!

Si, ahí estaba ante mis ojos, parpadeando en las manos de Gourry… no había ninguna duda. Era la legendaria Espada de Luz. Increíble. El cuerpo de Zorom se arrugó, se partió a la mitad como el tronco de un árbol, y después se convirtió en polvo y regresó al Plano Astral. Gourry desvaneció la Espada de Luz, ya que había logrado su cometido. —Gau… Gourry… —logré decir al fin con una voz chirriante. —¡Hola! —Gourry sonrió ampliamente y se dio la vuelta para mirarme—. Nos volvemos a encontrar ¿Cómo has estado, pequeña? —¡Gourry…! —empecé a correr y me dirigí hacia él con toda la velocidad que mis delicadas piernas podían conseguir. Me detuve frente a él y lo miré a los ojos. Él guardó su espada en su vaina y se quedó mirándome en silencio. —¿Gourry? —¿Lina? —¡Dame tu espada! —grité—, ¡Dame, dame, dame! Gourry casi se cae. “¡No te caigas sobre mi espada!” —Eh, espera un minuto… —Gourry estaba tan atontado como si acabara de salir de la cama—, ¿Qué te parece si mejor saltas a mi brazos y me dices lo feliz que estás de verme? —¿Ah, eso? Claro podemos hacerlo después. ¡Pero primero dame esa espada! No, espera, no quiero ser grosera. Perdón. No me des la espada ¡te la compraré! ¿Cómo pude ser tan insensible? Lo siento. ¡Te doy quinientas piezas de oro! —¡Eh! ¡Espera un momento! —Gourry subió el tono de su voz—. Ni si quiera se puede comprar un estoque con quinientas. —¡Quinientas es un precio muy razonable! —estaba hablando tan rápido que apenas podía respirar—. ¡Ah, está bien quinientas cincuenta! Pero eso es solo porque somos amigos. ¡Ahora ya, vamos dámela! ¡Pásala! ¡Dámela, dámela, dámela! ¡No seas agarrado! —¡Tú eres la agarrada! ¿En qué mundo habría alguien tan estúpido como para vender la Espada de Luz por quinientas cincuenta? -111-

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—¿En este mundo? —respondí arqueando una ceja. —¡Estás loca! Y además, eso es muy poco. Malgasta suficientes centavos y pronto habrás perdido una fortuna. Incluso un trocito de cobre es mucho dinero. Después de todo soy hija de un comerciante. —En primer lugar, ésta espada es una reliquia familiar, ha estado en ella durante generaciones. ¡No pienso venderla! —¡Pues dámela gratis y se convertirá en mi reliquia familiar! Así no hay problema ¿No? Siempre y cuando permanezca en alguna familia. —¡Estás loca! ¡No lo voy a hacer! ¡NO! —¡Eres un monstruo! ¿¡Cómo te atreves a tratar a una pequeña niña de ese modo!? ¡Voy a llorar! —dije fingiendo unos pequeños gemidos. —¡Pues llora! —Bueno está bien, basta de bromas. En cuanto dije eso recobré la cordura. No sé por qué, pero al ver la espada enloquecí. Un par de buenos respiros y volví a estar casi normal. El pobre Gourry estaba tan sorprendido por mi vuelta a la normalidad como lo había estado por mi locura. —¿Qué demo…? —Lo siento, ya estoy mejor. Me gustan las espadas, ¿qué puedo hacer? —no esperé a que me respondiera; era urgente que nos pusiéramos en marcha. —Escucha, no tengo tiempo para explicaciones, pero el tipo que me ayudó mientras no estabas, está metido en un gran problema. ¿Puedes acompañarme a ayudarlo? Le debo una. —E…esto, si claro, por supuesto… —dijo Gourry parpadeando. —¡Muy bien! ¡Sígueme! —empecé a correr esperando que estuviéramos a tiempo para ayudar a Zelgadiss. Era muy bueno, pero aun así eran demasiados enemigos, monstruos, por si fuera poco. Los ogros y berserkers eran sólo el aperitivo. Si se enfocaba mucho en ellos no tendría fuerzas para enfrentarse al plato fuerte, las mantis de guerra y los durahans, acompañados con un poco de Dilgear. Corrimos en dirección a Dilbécil. -113-

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Gourry empuñó la Espada de Luz y cortó a un durahan antes de este se diera cuenta de que alguien se acercaba. —Aquí estamos. Hemos venido a ayudarte —anuncié. Sólo que, aparentemente, no necesitaba ayuda. El ejército de Rezo ya se estaba retirando, solo quedaban un ogro y un berserker, junto con Dilgear, que se estaba quejando fuertemente. Y… —¿Quién lo iba a creer? —suspiró Zelgadiss. Los tres nos detuvimos. —¡Sí! —Dilgear miró sobre su hombro y la cara se le lleno de alegría—, ¡Ródimus! “El anciano…” Ahí estaba Ródimus, sosteniendo su alabarda. Tenía como compañero a alguien que yo no reconocía, un hombre de mediana edad de muy buen aspecto. —¡Habéis llegado! ¡Por fin! ¡Estamos salvados! —siseó una mantis de guerra en un tono tan exuberante como le era posible. —Eso no es completamente cierto —dijo el espadachín, mientras atacaba a Dilgear sin dar ningún tipo de aviso. El cosa-lobo salió volando y chocó contra un árbol, produciendo un horrible sonido con el impacto. Todos estábamos tan impresionados que no nos podíamos ni mover. —¡Ro…Ródimus! ¿Qué estas…? —la mantis de guerra no lo podía creer—, ¿Has perdido la razón? —¡No me he vuelto loco, si es eso a lo que te refieres! —dijo avanzando—, Yo le juré lealtad a Lord Zelgadiss, no al Monje Rojo… ¡No tengo ninguna intención de servirle! —¡Có…Cómo te atreves! —la mantis de guerra, cegada por la furia, atacó directamente a Ródimus. Desafortunadamente para él, eso lo hizo presa fácil para la alabarda. La pelea finalizó tan pronto Ródimus rugió su grito de batalla. El torso de la mantis de guerra había quedado dividido a la mitad horizontalmente. Aún después de ser cortada, la mitad inferior siguió -114-

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caminando hasta chocar contra el tronco de un árbol. La mitad superior cayó al suelo, se convulsionó por unos instantes y al fin, murió. Los enemigos restantes huyeron sin decir una palabra más. —Bueno, gracias por venir —dijo humildemente Zelgadiss, con una leve sonrisa en su rostro—, Pero tenemos las cosas bajo control. —No hay problema —Gourry sonrió y después se giró hacia los recién llegados—, sólo para estar seguro, ¿Estáis de nuestro lado? —Por ahora —respondió el hombre de buen aspecto. “¡Un momento!, ¿dónde he oído esa voz antes…?” —Perdonadme por haberos involucrado en todo esto, Ródimus… Zolf —dijo Zelgadiss. —¡¿Z…Zo…Zolf?! “¡¿El tipo guapo es Zolf?! ¡Imposible!” Los ojos de Zolf se movieron hacia mí. —Bien, pequeña dama. Me alegra ver que estás a salvo. “Sí, cómo no.” No creáis que cambié mi opinión acerca de él sólo porque era atractivo ¿Entendido? Lo único que importaba en ese momento era que, al igual que nosotros, él era un enemigo del Monje Rojo. Eso lo convertía en mi amigo… un increíblemente atractivo amigo. —Espero que, para maximizar nuestras fuerzas, accedas a empezar de cero. Asentí con la cabeza, indicando que estaba dispuesta a olvidar el pasado. —Aún pienso que tienes pies pequeños. Y sigues siendo un mago de tercera clase, y un sádico. Pero un aliado es un aliado. Incluso un árbol muerto es compañero de una montaña. En vista de que somos más fuertes unidos que separados, me alegra poder llamarte amigo. —Qué suerte la mía. Supongo que no soy el único que sabe guardar rencor. —¿Yo? Por supuesto que no te guardo rencor. Estás completamente perdonado por intentar embarazarme de una perca. Completamente. Las únicas personas que guardan rencor son aquellas -115-

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que dejan que su orgullo dirija sus vidas. Aquellas con tal perversión y orgullo que… —¡Eh, oye chica…! —¡Lina! —Gourry se entrometió—, no es por cambiar el tema, pero necesito que me cuentes todo lo que me perdí. Sigo sin entender que está pasando. Ah, es cierto. Aún no le he dado los detalles a Gourry. Le conté todo lo que había pasado desde el momento en que nos separamos. La iglesia, el pez, la huida, Dilgear, el veneno, mi siesta… Lo conté todo con todo tipo de detalles. Tengo facilidad para contar historias, como ya sabéis. Terminé cuando el sol ya se estaba poniendo. —… Y fue entonces cuando tú llegaste. ¿Lo has entendido? Intenté conseguir una respuesta. —¿Holaaa? ¿Alguna pregunta? Gourry no dijo ni una palabra. Tenía los ojos en blanco y estaba mirándome fíjamen… ¡no!, ¡Durmiendo! Todos excepto yo estaban sentados sobre el suelo. Supuse que la pelea los había dejado exhaustos. “Dios, chicos. Que patético. Soy una mujer ¿y soy la única que está bien?” —¿Sabes? —dijo Ródimus, mirando una serie de dibujos que había hecho frente a él—, has estado hablando sin parar por más de una hora. —¿En serio? —le pregunté y todos asintieron con la cabeza. No pensé que hablaba tanto. —En cualquier caso. ¿Entendiste lo básico? —Creo que entendí bastante bien —dijo Gourry, poniéndose de pie. —Yo tengo una pregunta —dijo Zelgadiss, también poniéndose de pie—. ¿Ahora sí me entregarás la Piedra Filosofal? —No —contesté—, lo siento. -116-

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—No me sorprende —respondió Zelgadiss hostilmente. —Rezo la quiere para recuperar la vista. Tú la quieres para vengarte. Ambos son actos egoístas, ninguno merece la piedra. —No me juzgues, niña. A menos que quieras empezar una pelea —respondió la quimera. —No, no tengo ninguna intención de pelear, Zelgadiss. Pero no te entregaré la piedra. Esa es mi última palabra. Si eso nos convierte en enemigos, pues que así sea. Pero aún no estoy segura de que todo esto no sea una trampa maquinada por Rezo, ¿recuerdas? —Esperaba no tener que recurrir a esto —dijo Zelgadiss, desenvainando su espada—. Pero no me dejas alternativa. —Podrías simplemente irte —dijo Gourry, poniendo la mano sobre la empuñadura de su espada. Supongo que sabía tan bien como yo que eso no iba a pasar. “Por Dios, amigos.” Zolf y Ródimus se pusieron junto a Zelgadiss. —Vosotros dos, atrás —ordenó Zelgadiss. Por lo menos quería una pelea justa. Ródimus dio un sólo paso atrás y sonrió con ironía. —Pe… pero… —tartamudeó Zolf. —Atrás —repitió Zelgadiss. Zolf retrocedió a regañadientes. —¡Muy bien, ya es suficiente! —dije—, ¡Dejad de pelear! ¡Esto es estúpido! Ninguno de los combatientes retiró los ojos de su oponente. Zolf y Ródimus tampoco se giraron para mirarme. Gourry y Zelgadiss se acercaban poco a poco. Alcé aún más mi voz. —¡He dicho que ya basta! —esta vez grité—. Tendremos suficiente tiempo para pelear entre nosotros después. ¡Por ahora tenemos cosas más importantes de que preocuparnos!

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—No tenéis ni idea de cuánta razón tiene la señorita —dijo una voz detrás de mí… no, justo al lado de mi oído. Sentí algo frío y punzante en mi nuca. Supe, por instinto, que si me movía (aunque fuera el más mínimo movimiento) moriría. Todos dirigieron su vista hacia mí y tomaron un buen vistazo de quién se encontraba a mi espalda. Yo no tenía que verlo para saber quién era. Recordaba su voz, era inconfundible. La voz de la persona que incluso Zelgadiss temía. —¡Rezo! —Gourry fue el primero en decir su nombre. —Así es. Perdonad por no haberme mantenido en contacto con vosotros. Saltémonos las formalidades, ¿de acuerdo? Debes saber lo que quiero ¿O no, Gourry? Oh, lo siento. Sí, seguramente ya lo sabes. —Quieres la piedra. —Correcto, quiero ―la pero dejadme aclararlo: Si sea tan sólo un estornudo vuestra amiga. No importa que enterrar esta aguja instantáneamente.

piedra‖. Estoy seguro de que ya lo sabéis, hacéis un sólo movimiento brusco, aunque inesperado, me encargaré rápidamente de lo tan ligeramente que lo haga, sólo tengo en este hermoso cuello, para matarla…

“Glup.” Mi ritmo cardiaco empezó a aumentar en cuanto me di cuenta de lo delicado de la situación. Comencé a sudar. ¡En cantidad! “No quiero morir.” —¡Es un farol! ¡No le vayas a dar la piedra! —la voz de Zelgadiss se convirtió en un alarido. Nadie le creyó. Zelgadiss sabía mejor que nadie que Rezo no era del tipo que ―No habla en serio‖. Él estaba dispuesto a sacrificarme por la piedra. Una gota de sudor se resbalo desde mi mejilla hasta mi barbilla. Podía haber parecido una lágrima. —Dime ¿Qué piensas hacer con la piedra? —preguntó Gourry. —La chica ya te lo ha explicado. Lo único que quiero es ver el mundo con mis propios ojos. Nada más. —¿Sacrificarías mi vida para obtener tu vista? —le pregunté, estaba quieta y no movía ni un músculo—, ¿Por qué?

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Capítulo 4

¡Ahora sí os mostraré mi verdadero poder!

—Una persona que puede ver nunca entendería por más que se lo explicara. “Así que así están las cosas.” —Ahora, la piedra… —aplicó más fuerza. —Está bien —Gourry dejó caer su espada. —¡Detente! ¡No! ¡No le des la piedra…! Ignorando los ruegos de Zelgadiss, Gourry sacó la estatua de Orihalcon. —¡Aquí tienes! —dijo mientras le lanzaba la estatua a Rezo. Parecía que el tiempo iba más lento mientras la estatua se dirigía hacia Rezo. Rezo extendió su brazo derecho y la agarró con fuerza. —¡La tengo! —exclamó, más para sí mismo que para nosotros—. La tengo… ¡Después de todos estos años, es mía! —su voz había cambiado. Ahora estaba llena de un gusto macabro. —¡Deja ir a la chica! —gritó Gourry. —No temas. La liberaré de un momento a otro. La estatua de Orihalcon se autodestruyó mientras Rezo la tenía en la mano. La proximidad de los poderes del hechicero y la piedra fue demasiado, incluso para un material tan resistente como el Orihalcon. Rezo extrajo una pequeña piedra de entre los escombros. Parecía una roca… o quizás un pedazo de carbón. No parecía nada en lo que un geólogo invertiría su tiempo. Ese pedazo de escombro era la Piedra Filosofal. —¡Sí! Es ésta… ¡No hay duda de que es ésta! Rezo me empujó desde detrás. —¡Uuuf! —me deslicé un gran tramo en la tierra hasta que por fin me detuve. Al instante, puse una mano en mi nuca y retiré la aguja, que aún seguía enterrada en mi cuello. “Brrr…” Solo pensar en lo que podía haber pasado me daba escalofríos.

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El dolor no había sido insoportable, pero si esa aguja (que era del tamaño del pulgar de un hombre y más parecido a una pequeña navaja que a una aguja) hubiera sido empujada un poco más, hubiera perforado los nervios de mi columna vertebral, y eso me habría matado, o, por lo menos, me hubiera dejado paralizada. Ese macabro plan no podía haber sido ideado por otro más que por el mundialmente aclamado Rezo, el Monje Rojo. Aunque no lo creáis. Zelgadiss empezó a recitar un hechizo, Gourry desenvainó su Espada de Luz. Rezo tomó la pequeña piedra de su mano y se la metió a la boca. “No lo haría…” Sí, lo hizo. Se la había tragado. Un fuerte viento empezó a soplar de la nada y mandó mi capa a volar hacia mi cara además de casi levantarme como a una cometa. Cubrí mi boca mientras empezaba a sentir náuseas. No era vértigo ni miedo, no era el viento, lo que me causaba las náuseas era el estar segura de que algo andaba muy, pero que muy mal. Las ráfagas de viento que nos azotaban no eran causadas por una tormenta. Eran la manifestación física de un intenso miasma. En el centro de esa miasma se encontraba Rezo, sólo… y riéndose. Zelgadiss dejó escapar un rugido. Y junto con él salió un pilar de fuego azul que se dirigió hacia Rezo. Rodeó al Monje Rojo y después… desapareció. Sea cual fuera ese hechizo, y por cierto yo no lo conocía, no tuvo ningún efecto. —¡Jaaa ja ja ja ja…! ¡Puedo ver! ¡Puedo VER! Estaba cautivada por el espectáculo. Todos lo estábamos. Nunca en nuestras vidas habíamos visto algo como eso. Los ojos de Rezo se abrieron lentamente. Dentro de ellos aparecieron dos esferas de color carmesí. Sus ojos eran del color de la sangre, los rubíes, y el fuego, y tras ellos… —¡Jaa ja ja ja! ¡Están abiertos! ¡Mis ojos están abiertos! La carne de sus mejillas cayó al suelo con un ―PLOP‖. Algo blanco podía verse bajo la carne. —¿Qué ha sido eso? —preguntó alguien. -120-

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PLOP. Ahora cayó de su frente. Y entonces me di cuenta. Comprendí lo que había estado sellado tras los ojos de Rezo. Su cara se transformó en una máscara de piedra blanca, con rubíes incrustados en donde deberían estar los ojos. Su cuerpo, aún cubierto por mantos rojos, se transformó en algo que no era humano. —No puede ser… —murmuró Zelgadiss. Él también lo había reconocido: Shabranigdu, ojos de Rubí había vuelto a la vida. El silencio que se propagó en la tierra era como ningún otro que jamás se hubiera escuchado. Los pájaros dejaron de cantar. El agua dejó de sonar. Parecía como si todo se hubiera detenido a observar lo que estaba sucediendo. —Sois libres de escoger el camino que deseéis —dijo Rezo con calma (o mejor dicho Shabranigdu), su voz retumbó desde su boca de mármol que siempre se mantenía abierta—. Si escogéis obedecerme, os permitiré vivir el resto de vuestras vidas naturales. Os ofrezco esto como una muestra de gratitud por haberme revivido. Sin embargo, si escogéis oponeros a mí, no tendré piedad. Y antes de ir a liberar al Rey Demonio del Norte, otro pedazo de mí que fue sellado hace tiempo, tendréis que luchar contra mí. Elegid con sabiduría. Genial. Permitirle liberar al Rey Demonio del Norte era condenar al mundo a la destrucción. Pelear contra él era oponerse a uno de los siete pedazos del Señor Oscuro, a quien un Dios, había dividido al luchar contra él por el control del mundo. La victoria en esa pelea había dejado al Dios en cuestión sin una gota de energía. Así que un grupo mal organizado de espadachines y hechiceros no tenía muchas posibilidades. Aunque sobrevivir a la destrucción del mundo no era un destino mejor que la muerte. Esa era la decisión a la que nos enfrentábamos. De pronto una voz me saco de mis pensamientos. —¡Esto es ridículo! —gritó Zolf. No estaba segura de que entendiera la gravedad de la situación—, ¡Los humanos no somos como nos recuerdas, Lord Shabranigdu! ¡Tuvimos mil años para evolucionar mientras tú dormitabas! —presumió—. ¡Ningún Señor Oscuro puede enfrentarse a Zolf! Guau, lo sabía, no entendía nada. Alzó sus dos manos por encima de su cabeza mientras entonaba su hechizo.

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Vos más oscuro que el crepúsculo, vos más rojo que la sangre que fluye. En vuestro gran nombre en las corrientes del tiempo sepultado, juro aquí ante la oscuridad… ¡Imposible! ¡¿El Mata Dragones?! El Mata Dragones (Drag Slave) es el hechizo de magia negra más poderoso que existe. Es un hechizo muy destructivo, como su propio nombre indica, originalmente fue creado para matar a un dragón de un solo golpe. Si dos o tres hechiceros lanzan el hechizo al mismo tiempo podrían destruir un reino entero. No podía creer que Zolf pudiera usar ese hechizo. Sé que no es algo muy bueno considerando nuestro estado como aliados, pero hasta este punto no había comprendido porque alguien como Zelgadiss aguantaría a alguien como Zolf. Misterio resuelto. “Supongo que ya no puedo llamarlo hechicero de tercera clase.” Pero… como me temía, el hechizo no iba a tener ningún efecto en Shabranigdu. —¡Detente, Zolf! ¡Es inútil! ¡No servirá de nada! —grité, pero Zolf no me hizo caso. —¡Oh! ¡Ja,ja,ja! —Shabranigdu probablemente por mi observación.

sonaba

impresionado,

—Espera… —Zelgadiss intentó gritar. Zolf había terminado de recitar su hechizo un instante antes de que Zelgadiss lo hubiera comprendido, y atacó. —¡Mata Dragones! (Drag Slave) Una explosión gigantesca se originó alrededor del cuerpo del Señor Oscuro. —¡Lo conseguí! —gritó Zolf, alzando sus brazos como si ya hubiera ganado. —¡Zolf! ¡Corrreeee! —gritó Ródimus. Él también lo sentía. Ese monstruo aún estaba vivo. —¿Qué? —Zolf aún no lo comprendía, parecía confundido. Pero poco a poco su expresión iba cambiando.

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—¡Maldita sea! —murmuró Ródimus mientras empezaba a correr hacia Zolf, tratando de empujarlo. Un instante después, ambos fueron sepultados en un mar de llamas. —¡Ródimus! ¡Zolf! —gritó Zelgadiss–. ¡Nooo! La única respuesta que recibimos a sus gritos fue una sombra en el centro del fuego. Una silueta brillando de un color más rojo que las mismas llamas. “No…” Creí escuchar una voz dentro de las llamas, pero no pude entender lo que estaba diciendo. —Vamos, huid… —murmuró Zelgadiss. —¿Qué? —le contesté, al fin recuperando la capacidad de moverme. —¡CORRED! En ese momento, los tres escapamos como ratas huyendo de un barco hundiéndose.

***

Estábamos todos contemplando en silencio nuestra fogata, recordando la horrible escena que habíamos observado. No teníamos forma de luchar contra Shabranigdu, y lo sabíamos. Por ahora habíamos logrado escapar, pero también sabíamos que no importaba lo lejos que huyéramos, él nos encontraría. Después de todo, nadie puede escapar a su destino. —Yo lucharé… —dijo Zelgadiss—, sé que no puedo ganar, pero si continuo huyendo, Ródimus y Zolf nunca me lo perdonarán. Pof. El fuego se extinguió. —Supongo que iré contigo —contestó Gourry, quizás pensando que ver el fuego extinguirse sería alguna clase de augurio—. Incluso si no va a servir de nada, no puedo permitir que vayas tú solo.

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—Lo siento… pero esta batalla no tenía nada que ver con vosotros —susurró Zelgadiss. —Eh, no te preocupes. Después de todo también es mi mundo. Y es mi decisión —contestó Gourry. Habiendo aclarado eso, ambos volvieron a silenciarse. Yo sabía que estaban esperando mi respuesta. No es que no supiera que decir, no es que no estuviera prestando atención. Simplemente estaba observando lo que quedaba del fuego. —Yo… —abrí mi boca e intenté hablar. Ninguno de los dos se inmutó, supongo que no querían afectar mi decisión. Permanecieron sin moverse, observando la fogata—. No quiero morir —murmuré, sin despegar mis ojos del fuego. —Nadie te está obligando a hacerlo —Gourry se giró, mirándome tiernamente mientras hablaba. Me puse de pie. Sentía una furia increíble dentro de mí. —¡En serio! ¿Sabéis qué? Pelear para morir es estúpido. ¡Los hombres siempre habláis de cosas estúpidas como el ―Honor‖ y el ―Coraje‖ antes de morir! ¡Cuando mueres, hasta ahí llegaste! ¡Se acabó todo! ¡De nada te sirve el honor en la tumba! —Haz lo que tengas que hacer —dijo Zelgadiss—, sigue huyendo si eso es lo que quieres. Pero… no te alíes con él. Si lo haces, te mataré con mis propias manos. Puse mis manos en mi cadera y deje escapar un gran suspiro. —Eh, ¿acaso me oísteis decir que no voy a luchar? —¿Qué? —ambos se giraron para verme, al parecer ninguno comprendía. —No me malinterpretéis, decir que no quiero ―pelear para morir‖ no es lo mismo que decir que no quiero pelear ¿Entendéis? Simplemente es como decir que no quiero perder. Si tenemos por lo menos un uno por ciento de probabilidades de ganar pero peleamos con esa idea de morir, ese uno por ciento se convierte en un mísero cero. Yo no tengo la más mínima intención de morir. Es por eso que cuando peleo… ¡Peleo para ganar! Con vosotros, claro… si me aceptáis. Se giraron para mirarse el uno al otro.

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—Por supuesto queremos ganar, Lina. Pero no estoy seguro de que tengamos ni siquiera ese uno por ciento. Lo siento —contestó Zelgadiss, en lo que, para él, era una voz muy débil. —Es evidente que yo no lo puedo derrotar utilizando mi Magia Negra, pero quizás si la combinamos con tu Magia Espiritual… Quizás así tengamos alguna oportunidad… —No, Lina. —¿N…? ¿No? —dije mirándolo con incredulidad. —Así es. No. ¿Viste el hechizo que le lancé mientras revivía? —¿Las llamas azules? Sí. No sé de qué hechizo se trataba pero no le afectó en lo más mínimo. Espera… —Correcto. Fue el La Tilt. —¡Imposible! —sostuve mi cara con mis manos. —¿Qué? ¿Qué significa eso? ¿Qué es un law tinto? —preguntó Gourry, como siempre no tenía ni la más remota idea. —Es La Tilt y es… —me detuve un momento para buscar una manera simple de explicarle—. El La Tilt es el hechizo más poderoso de la Magia Espiritual. Es una técnica que destruye al oponente desde el Plano Astral. Aunque solo afecta a un oponente, es tan poderoso y dañino como el conjuro conocido como Drag Slave (o Mata Dragones) en su propio estilo. —¿Drag y slav? “¡Cabeza hueca! ¿Acaso no has leído ni un solo libro?” Se dice que el Drag Slave es el hechizo más poderoso de Magia Negra que un humano puede utilizar. El creador de este hechizo fue el gran hechicero Lei Magnus, quien lo usó para destruir a un antiguo Dragón Arco (Arc Dragon) de mil seiscientos años, así que lo llamó Dragon Slayer. Con el tiempo, el nombre se deformó a Drag Slave o lo que es lo mismo, Mata Dragones. Ese es el hechizo con el que Zolf intentó destruir al Monje Rojo. —Si estos hechizos son tan poderosos ¿Por qué no funcionaron? ¿Acaso los usasteis mal? “Argh. ¡Ya no aguanto más!” —Yo paso. Zelgadiss explícaselo tú. -125-

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Zelgadiss asintió con la cabeza. —La Magia Espiritual está compuesta por magia de los cuatro elementos básicos, agua, tierra, viento, y fuego, al igual que por magia espiritual que ataca desde el Plano Astral. Como dijo Lina, el La Tilt extrae energía espiritual desde el Plano Astral para atacar. Sin embargo, un Señor Oscuro es un ser casi completamente espiritual, los humanos no. Su poder Astral es mayor al de los humanos por lo que puede desviar un ataque Astral de un humano con facilidad. Lo que significa que es inmune a Magia Espiritual astral. Claro que los humanos pueden utilizar los poderes elementales para atacar, pero el resultado varía dependiendo de la capacidad y el nivel del hechicero. —Así que todas las herramientas de la Magia Espiritual son inútiles en este caso —dijo para concluir—. Te toca. —La Magia Negra no funcionará contra Shabranigdu por una razón muy simple… —expliqué—, la fuente principal de poder de la Magia Negra es la parte malvada de la naturaleza humana: odio, miedo y malicia. Pero la encarnación de ese poder es el Señor Oscuro en sí mismo. —Zolf lo describió al comenzar su hechizo ¿Lo recuerdas? Tú que eres más negro que el crepúsculo; Tú que eres más rojo que la sangre que fluye. Se estaba refiriendo al mismísimo Shabranigdu. Fui interrumpida a la mitad de mi idea. —¿Dijo eso? —Gourry me estaba mirando de una forma extraña. —¡Claro que lo dijo! ¡Tú estabas ahí! Ah, claro. No sabes nada acerca de las Palabras del Caos. —¿Palabras del Caos? Las Palabras del Caos es el lenguaje que utiliza un hechicero al utilizar Magia Negra, pero no tenía ganas de explicárselo a Gourry. —No importa, en cualquier caso, lo importante es que eso significaban. Utilizar ese hechizo contra él es como decirle ―Eh tú, ayúdame a matarte‖ Incluso tú debes entender que eso es una soberana estupidez. —¿Qué quieres decir con ―incluso tú‖? “Uuups” —De cualquier forma… —continué—, la Magia Blanca no tiene hechizos ofensivos. Los hechizos de purificación sirven para exorcizar -126-

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fantasmas y zombies, pero no tiene suficiente fuerza para afectar a un Señor Oscuro. —Así que todo esto significa que ni Zelgadiss ni yo podemos vencerlo usando magia. —Pero tenemos que hacer algo —exclamó Zelgadiss, dirigiendo su mirada a Gourry—. Parece ser que tú y tu Espada de Luz sois nuestra última esperanza. Asentí. —Así que, a final de cuentas, serás tú quien tendrá que enfrentarse a él. Nosotros te ayudaremos en lo que podamos, pero tú te encargaras de la pelea en sí. Gourry suspiró. —Es fácil decirlo, pero…. —No tenemos alternativa —contesté—, ¿o acaso tienes una idea mejor? —Pues… no —Gourry dio un suspiro. —Entonces ya está decidido —le dije. —Ya veo que al fin os habéis decidido. Todos nos volvimos para dirigir nuestra atención hacia la fuente de aquella voz. Era imposible confundir aquel espeluznante sonido. “¿Cuándo llegó? ¿Cuánto tiempo lleva ahí?” La oscuridad carmesí estaba bajo las sombras de los árboles… el Señor Oscuro, Ojos de Rubí, Shabranigdu. —Una pelea contra tipos como los que mate… no fue… ¿Cómo decirlo? No fue un buen calentamiento. Resultó demasiado fácil. Me gustaría que os ofrecierais a entrenar conmigo. He estado demasiado tiempo encarcelado. Estoy, ¿cómo diríais vosotros? Un poco oxidado. Mis muchos viajes pueden esperar hasta que terminemos nuestros ejercicios. —Ya he tenido suficiente… —murmuré mientras me ponía de pie. “¿Quiere asesinarnos para entrenar?”

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Nos estuvo siguiendo todo este tiempo solo para tener un calentamiento, porque al parecer sus músculos destructores estaban un poco agarrotados. Es cierto que Zolf tenía una personalidad desagradable, es cierto que Ródimus era feo. Pero él los quemó vivos… para calentarse. No creo ser la más indicada para dar a los demás lecciones de moral. Yo también he matado personas. Y seguramente también Zelgadiss y Gourry lo habían hecho. Pero… Esto era diferente. Esto era imperdonable. —¿Entrenar? Está bien, te ayudaremos. Nosotros también necesitamos un poco de entrenamiento ¿No es así chicos? Pero ten cuidado, Rezo. Podrías ser tú el que tenga que lamentarlo. —Ja ja ja. Que interesante niña. Ahora que has aceptado luchar… ya vale la pena matarte. —No tenemos la más mínima intención de morir —dijo Gourry, mientras él y Zelgadiss se ponían de pie. —La intención que tengáis es irrelevante. Estoy seguro de que lo sabéis. —¡Claro! —contesté—, entiendo, Lord Shabranigdu. Pero aun así pensamos acabar contigo. Pudo haber sido mi imaginación, pero creí ver que el Señor Oscuro tembló. —Empecemos pues —dijo el Señor Oscuro, golpeando la tierra con su bastón. La tierra tembló. “No…” El temblor no venía de la tierra, en realidad venía de algo debajo de la tierra, de las raíces de los árboles del bosque. Shabranigdu las había animado, lo que causó que salieran de la tierra debajo de nuestros pies como serpientes. —Ese es un ataque bastante estúpido —no pude evitar reírme con arrogancia. —¡Eh, Zelgadiss! -128-

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—¡Está bien! ¡Furia Pétrea! (Dug Haut) —comprendió mi plan al instante. Ésta vez fue la misma tierra la que tembló. Con un simple temblor, las raíces de los árboles fueron destruidas. Las raíces cayeron a sus recién preparadas tumbas, las fosas causadas por la Furia Pétrea de Zelgadiss. —¡Bien, ahora es mi turno! —Todo tuyo, jovencita —Zelgadiss sonrió con dificultad. —Perfecto. Me pregunto qué es lo que tramas. ¿Podrías intentar que fuera algo interesante, por favor? —se quejó el Señor Oscuro. —No es nada impresionante. Sin embargo sí es especial, ya que es una creación mía —alcé mi mano derecha. Instantáneamente apareció una bola de luz. —Seguramente sabes que usar una Bola de Fuego en mi contra es inútil ¿O no? —sonó desilusionado. No podía importarme menos. —Pues sí. Es una Bola de Fuego… —la lancé en dirección suya. La bola flameante se acercó lentamente a Shabranigdu deteniéndose justo frente a su cara. —Ésta es naranja —dijo el Señor Oscuro de la misma manera en la que un niño diría: ―Este es un gatito‖—. Un golpe directo de una Bola de Fuego, incluso si es naranja, no me afectara en absoluto —se quejó, un poco entretenido. —Soy consciente de eso —dije—, pero intentémoslo. Aunque sea para divertirnos un rato. —Por desgracia no disfruto de estas cosas… —contestó Shabranigdu levantando lentamente el bastón que llevaba en la mano. —¡Estallido! —grité chasqueando los dedos. La bola de luz explotó dejando una lluvia de fuego alrededor del Señor Oscuro. —¿Qué? ¿Qué es esto? —preguntó el Señor Oscuro un poco sorprendido. No estaba preparado para eso, su silueta pronto desapareció en una tormenta de llamas. —¡Gourry, tu turno! —¡Entendido! —respondió Gourry. Luego, empezó a correr con la Espada de Luz lista para atacar. -129-

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—¡Vamos, Gourry! —gritó Zelgadiss. —¡Muere, Señor Oscuro! —gritó Gourry. La Espada de Luz destelló. Y después… Shabranigdu, la criatura a quien habíamos conocido como Rezo el Monje Rojo… comenzó a reírse. —¿La Espada de Luz? La espada que fue capaz de derrotar a la Bestia Demoníaca Zanaffer que convirtió la Ciudad de la Magia, Sairaag, en la Ciudad de los Muertos ¿no? Estoy te... te... temblando — tartamudeó. Era verdad que estaba temblando… pero por la risa—. Pronto sabréis que una bestia híbrida como Zanaffer no es nada comparada con un Señor Oscuro. Y después… detuvo la Espada de Luz con una mano. —Un poco caliente, pero casi hasta sienta bien —se burló. Qué monstruo tan impresionante. Gourry se quejó en voz baja. Sin importar toda la fuerza que empleaba, la espada no se movía ni un ápice. —Jovencito, aún en manos de un maestro espadachín, esa espada no es suficientemente poderosa para destruirme. Sin embargo, morirás sabiendo que has hecho lo máximo que un humano puede hacer. Una explosión sacudió el área a continuación. —¡Aghhh! —Gourry salió volando y golpeó fuertemente el suelo al caer —¡Gourry! —¡Estoy bien! —gritó aun tirado. No parecía estar nada bien. —No te preocupes —me dijo el demonio tratando de calmarme—, no lo mataré tan rápido —maldito… aunque si existiera un Señor Oscuro Bondadoso sería aún más aterrador. —¡No! —Zelgadiss dio un paso atrás y al instante su cuerpo entero fue cubierto por llamas. —¡Zel! —grité. —Su cuerpo está hecho de piedra, no morirá por eso. Pero tú, pequeña… —pestañeé un par de veces—, tú hablas demasiado, y no haces gran cosa. Estoy decepcionado. Pagarás por eso… —el Señor -130-

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Oscuro dio un paso hacia delante, y en ese instante algo salió volando hacia mí. Una empuñadura… ¡La Espada de Luz! “¡¿Qué demonios?!” —¡Úsala, Lina! —gritó Gourry—. ¡Combina el poder de la espada con tu Magia Negra! —Menuda tontería… —se burló el Señor Oscuro—, ¿Combinar el poder de la luz junto con el de las tinieblas? ¡Eso es imposible! Tenía razón. No había forma de combinar ambos poderes mágicos, ya que los hechizos de cada categoría se anulan entre sí. “¡Pero…!” —¡Espada! ¡Dame tu poder! —sentí como el poder se reunía en mis manos. En unos instantes la hoja de luz apareció ante mí. Aunque el tamaño de la hoja cuando la usa Gourry es el de una espada larga, ahora era del tamaño de una espada bastarda. Lo que significaba que yo tenía razón. —¡Es inútil! —dijo el Señor Oscuro con desprecio. Empezaba a aburrirse de su pequeña sesión de entrenamiento. Sin embargo note una brizna de alarma en su voz. Comencé a recitar mi hechizo tan pronto como me fue posible. Empecé de la misma forma en la que empezaría un Mata Dragones. Pero en lugar de invocarlo en nombre de Shabranigdu, lo invoqué en nombre de otro que conocía por medio de una leyenda que escuché en un reino lejano. Una acerca de un Rey de los Señores Oscuros, aquél que cayó de los mismos cielos. Se le conocía como El Señor de las Pesadillas, o como el Señor de la Oscuridad Dorada. Un hechizo de Magia Negra que extrajera su poder de Shabranigdu no podría dañarle en lo más mínimo. Pero era posible que Shabranigdu pudiera ser dañado si se invocaba a un Señor Oscuro mucho más poderoso que él. Vos más oscuro que las negras tinieblas, vos más profundo que la insondable noche. Oh, Rey Dorado de la oscuridad, errante en el Mar del Caos. —¡Maldita perra astuta! ¿Quién te enseñó ese nombre? — Shabranigudu entró en pánico. Yo no le presté atención. Aquí os imploro. Ante vos juro que todos los necios que osen oponérsenos, -131-

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por el poder que ambos poseemos, serán por completo aniquilados… La oscuridad me cubrió. Parecía que el aire estuviera sangrando de color negro, esa misma oscuridad se convirtió en algo visible. Una nada de la cual nadie podía regresar… un portal hacía la misma muerte. Aunque yo sabía que era un arma de doble filo. Si perdía el control sobre mi hechizo, la oscuridad absorbería toda mi fuerza vital… y moriría. —No tiene importancia —dijo, habiéndose calmado—. ¡Y casi es encantador cómo rehúsas ver lo inútil que son tus esfuerzos! —aún entretenido por mi inútil esfuerzo, Shabranigdu comenzó a recitar un hechizo. Creó y lanzó varias bolas de energía. Cada una contenía la fuerza suficiente para destruir un par de casas con facilidad. Sin embargo, todas fueron absorbidas por la obscuridad que me envolvía. —¿¡Cómo…!? Este era el hechizo más poderoso de todo mi repertorio… ¡el Súper Conjuro! (Giga Slave) La primera vez que lo usé, convirtió una linda playa en una desolada ensenada. Incluso ahora los peces evitan el lugar, y ni siquiera el moho crece allí. Estaba segura de que ese hechizo podía dañar a Shabranigdu… pero también estaba segura que ningún hechizo en sí mismo podía derrotarlo... sin importar con que ganas lo intentara, la diferencia de poderes entre un Señor Oscuro y un humano nunca dejaría de existir. La única esperanza era, como había dicho Gourry, utilizarlo junto con el poder de la Espada de Luz. Pero incluso la espada estaba a punto de ser tragada por la oscuridad. El poder de la luz y el de la oscuridad se estaban cancelando mutuamente. Gourry no previó eso, pero yo sí, e incluso tenía un plan. Shabranigdu lo sabía, y su temor lo demostraba. “Tengo que intentarlo…” hoja!

—¡Espada! —grité—, ¡Consumé esta oscuridad y conviértela en tu —¿Qué pretendes, chiquilla?

La oscuridad creada por el Súper Conjuro (Giga Slave) empezó a fluir de mis manos hacia la espada. Era justo como había pensado que sería: La Espada de Luz era un amplificador de la voluntad humana. La -132-

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―luz‖ era tan sólo la forma que tomaba. Estuve segura de eso cuando Gourry, quien posee gran voluntad pero no magia, no pudo materializar una espada tan bien como yo, ya que tengo más experiencia en controlar mi voluntad. Aun incluso sabiendo eso, no estaba al cien por cien segura de que mi plan fuera a funcionar. Pero era mi última opción… —¡Ya es suficiente! —el Señor Oscuro empuño su bastón, listo para atacar. Empezó a murmurar algo en un idioma que no entendía. “¡Esto no está bien!” La espada aún necesitaba más tiempo para terminar de absorber la oscuridad del Súper Conjuro. Sin importar lo pequeño o grande que sea el hechizo que un hechicero este invocando, una barrera protectora lo rodea mientras lo hace. Mientras yo estuviera invocando el Súper Conjuro, estaría protegida de hechizos bastante poderosos. Pero no estaba segura de si la barrera resistiría un impacto directo del ataque del Señor Oscuro… Ni siquiera quería arriesgarme. Y para empeorar las cosas, la energía del hechizo estaba siendo absorbida por la espada, así que ni siquiera estaba segura de que la barrera estuviera presente. La punta del bastón del Señor Oscuro brilló con una luz carmesí. “¡Más rápido!” Si no terminaba, no iba a dar resultado. Shabranigdu no sería derrotado con la mitad de la fuerza del hechizo. —¡Basta! —gritó Zelgadiss. “¿A quién le habla?” —¡Ya es suficiente! Dijiste que querías ver el mundo ¡¿No es así!? ¡No puedo creer que quieras destruirlo! ¡Lord Rezo! ¡Escúchame! Zelgadiss estaba confundido, no creo que supiera lo que estaba diciendo. Pero después… El hechizo se detuvo. El brillo carmesí se desvaneció. Shabranigdu, ¿o quizás Rezo?, empezó a mirar a Zelgadiss, quien yacía aún tendido en el suelo. “¡Bien! Solo unos instantes más…”

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Después de una larga pausa Shabranigdu habló, su voz estaba llena de desprecio. —Qué estupidez… —dijo, burlándose de Zelgadiss. En ese instante la espada terminó de absorber la oscuridad. ¡Estaba lista! —¡Rezo, Monje Rojo! —le grité—, ¡Escúchame! La hoja de la Espada de Oscuridad crecía mientras hablaba. —¡Puedes permitirle a Shabranigdu que acabe por exterminar tu alma, o puedes vengarte de él! ¡Es tu decisión! —Sí… —susurró una benévola voz que provenía del cuerpo del Monje Rojo. —¡Imposible! —gritó Shabranigdu. Ambos sonidos salieron de la misma boca, al mismo tiempo. —¡Espada… destruye esta oscuridad carmesí! —grité mientras la espada… a falta de un mejor término, fluía hacia el Señor Oscuro. —¡Qué ataque tan patético! ¡No tendré ningún problema en desviarlo! Se preparó para recibir el ataque y una bola de oscuridad se formó frente a él. Hubo un gran estruendo y un oscuro pilar de llamas se dirigió hacia el cielo. Algo sucedió con Shabranigdu, ¿quizás Rezo intervino? No estoy segura, lo importante es que la espada logró atravesar su defensa. —Ah… —murmuré, ni siquiera intenté limpiarme el sudor de la cara. Pude distinguir una figura dentro del pilar de llamas. Tras unos instantes el pilar desapareció, pero yo estaba agotada. Caí de rodillas. —Ja ja ja ja jaa —el eco de la risa del Señor Oscuro recorrió el bosque—. ¡Admirable! Nunca creí que un simple humano fuera capaz de lograrlo. Hubo un ligero sonido, como de algo rompiéndose. —Me caes bien… pequeña. La verdad es que eres un genio.

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Me gusta que me halaguen, pero este no era el momento para pensar en eso. El hechizo me había dejado completamente sin energías, en este momento no podría crear una bola de fuego del tamaño de una yema de dedo. Tan solo podía permanecer de rodillas en la tierra, luchando por respirar. —Por desgracia… nunca más nos volveremos a ver. No importar lo buena hechicera que seas, sigues siendo humana —el extraño sonido se dejó oír de nuevo… “¿Qué demonios es?” —Aunque, aquellos capaces de usar magia pueden llegar a vivir cientos de años. Ni siquiera yo puedo predecir el curso que tomará el mundo. Pero puede ser que mientras vivas otra parte de mí sea resucitada. “¿Qué? ¿Qué quiere decir con eso…?” Levanté la cabeza y al fin pude ver de dónde venía el sonido… miles de escamas cuarteadas cubrían el cuerpo del Señor Oscuro… —Podría esperar un largo tiempo para recuperarme y después volver a luchar contigo… pero no. Decido honrarte y aceptar… mi destrucción. —Por fin, ya puedo descansar —las voces de Shabranigdu y Rezo dijeron esto al mismo tiempo. Parte de la mejilla en la máscara del Señor Oscuro se desprendió y antes de que pudiera tocar el suelo se convirtió en polvo y el viento la dispersó. —Fue divertido, pequeña… —dijo la voz de Shabranigdu. —Lo siento mucho, de verdad… —dijo la voz de Rezo. Se oyeron risas y llanto al mismo tiempo mientras el cuerpo de Shabranigdu se volvía polvo… Al final, solo el sonido de las voces permanecía en el viento.

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Epílogo —¿Ya…ha terminado? —susurró Gourry tiempo después de que el cuerpo de Shabranigdu se desintegrara. —Sí… —respondí claramente—. Gracias a Rezo. —Rezo… —exclamó Zelgadiss observando el lugar donde había estado el Señor Oscuro, como si aún tuviera problemas para creer que lo habíamos vencido. —Tú lo sabías, ¿no es así? Me refiero a que el alma de Rezo aún estaba dentro de Shabranigdu. Incluso después de que el Señor Oscuro lo corrompiera, una parte de la bondad de Rezo permanecía ahí, odiando al Señor Oscuro por engañarlo. Sin su ayuda… la oscuridad hubiera drenado por completo mi fuerza vital. —Sea como sea, Lina… aun así lo conseguiste —Gourry se quedó mirándome sin poder hablar. Después Zelgadiss hizo lo mismo. “Apuesto que ambos están enamorados. Eso demuestra que…” —Tu pelo… —susurró Gourry. Ambos estaban observando mi cabello, mi plateado cabello. Un efecto secundario de usar demasiada fuerza vital. —Re… Lina… tu pelo —Gourry dio un paso atrás, como si yo fuera contagiosa. —Estoy bien. Solo utilicé demasiado poder —sonreí dulcemente—. Aunque estoy cansada. ¿Y vosotros? —Yo… estoy bien… “Mentiroso.” un poco.

Aunque no lo dijera Gourry estaba tambaleándose

—Al menos no estoy muerto… —dijo Zelgadiss, quien parecía estar sólo un poco mejor que Gourry. —Ya veo. Me alegro —murmuré. Aun sonriendo me recosté sobre mi espalda y cerré mis ojos. Me sentí muy bien al dejar que mi cuerpo… descansara.

Hajime Kanzaka

Slayers

***

El viaje se alargó durante varios días, pero finalmente estuvimos lo suficientemente cerca como para divisar la Ciudad de Atlas. —¡Por fin! Hoy podremos comer cosas deliciosas y dormir cómodamente en camas blandas —mientras hablaba, observé la ciudad en la lejanía. Mi cabello aún no había recuperado su color original pero al menos el cansancio había desaparecido. —Ha sido un largo viaje —suspiró Gourry. —Entonces, aquí nos separamos —interrumpió Zelgadiss de repente. —¿Eh? —preguntamos Gourry y yo al unísono. —Aunque he disfrutado de vuestra compañía, a alguien con mi apariencia no le conviene entrar a grandes ciudades como esa. —Ya veo… —sabía que discutir con él no tenía lugar—. ¿Qué harás ahora? —Haré lo que quiera… pero sólo. Ya os he causado demasiados problemas a los dos. Pero… —avergonzado se rascó la punta de la nariz—, si seguimos vivos, me gustaría volver a encontrarnos. Puede que eso os cause problemas pero… —Nos vemos —dije, extendiendo mi mano derecha con una sonrisa. —Nos vemos —repitió Zelgadiss, dándome la mano. Para ser piel de piedra, estaba extrañamente cálida. —Cuídate —se despidió Gourry. —Sí. Y vosotros también. Tras despedirse Zelgadiss soltó mi mano, se dio la vuelta y se marchó. —Lina… —dijo Gourry, mientras observábamos la silueta de Zelgadiss empequeñecerse con la distancia. Desde la batalla contra el Señor Oscuro, Gourry me había estado llamando Lina en lugar de pequeña. -138-

Epilogo

Slayers

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Hajime Kanzaka

Slayers

—Lina, por la forma en la que agarraste su mano… ¿No te estarás enamorando de él verdad? —No seas ridículo —me reí. —No creo que sea una ridiculez… —dijo, y gracias a los Dioses cambió de tema—. ¿Qué harás cuando lleguemos a la Ciudad de Atlas? —Mmmm, no lo sé… —me sumí en mis pensamientos—. ¿Qué te parece si me das la Espada de Luz como dijiste que lo harías? —¿Qué dije qué? ¿Cuándo dije yo eso? —¿Entonces no me la vas a dar? —Por supuesto que no. —Qué mala suerte —suspiré—. De tenerla sería casi invencible. Además de que sería un increíble objeto de estudio que ayudaría en mi investigación con la magia… —He dicho que no. —Sí, ya lo sé —asentí. —¿Entonces qué vas a hacer? ¿Cuáles son tus planes? —preguntó Gourry confundido. —He decidido seguir viajando. —¿Hacia dónde? —preguntó sin entenderlo. —A donde sea que tú vayas. —¿Qué? —Voy a seguirte a donde quieras que vayas hasta que estés de acuerdo en darme la Espada de Luz —le guiñé un ojo—. Así que… vayámonos ya —le dije, y comenzamos a caminar rumbo hacia la Ciudad de Atlas.

-FIN-

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Anexo Por ―L‖ La Portavoz Oficial del Autor Hola, extremadamente apuestos lectores. ¿Me permitís deciros que tenéis un gusto excelente con la literatura? Es un placer conoceros al fin. ¿Yo? Em…esto… por ahora llámadme ―L‖. Si, ya sé, ya lo sé. Se supone que el autor es quién debe estar a cargo del Anexo, pero él es muy perezo... digo, tímido. Es muy tímido. Aunque sí que me ha pedido que os mandara un saludo de su parte así que… pues… ¿¡Hola?! ¿Y de todas formas no preferís escucharlas de una belleza como yo? Quiero decir, yo conozco al tipo y no es gran cosa, ¿Entendéis? Ups. Creo que me escuchó decir eso. La, la, la. Sigamos con lo importante. Nota para mis sirvientes: ¡Si el autor vuelve a quejarse, encerradlo en el baño hasta que termine! ¡Quitadle la ropa para que no intente escapar por la ventana! ¡Si dejáis que escape, deseareis no haber nacido! ¿Qué? Ah, por favor, como si vosotros nunca hubieseis tenido que encerrar a alguien en el baño. No engañáis a nadie ¿vale? Todo lo que estoy haciendo es tener de rehén al autor hasta terminar el Anexo. Todos lo hacen ¿entendéis? ¡No hay nada raro aquí, gente! Moveos. De cualquier modo. ¿Por dónde íbamos antes de esto? Ah, sí. Mi autor tuvo su debut en la Dragon Magazine de Japón. Y aunque sabe perfectamente que es un horrible escritor, que vive de nuestra generosidad, sin una pizca de talento real, aun así quiere expresar su gratitud hacia Hori-san’s fan letter, el apoyo directo de Kitazaki-san, al apoyo moral de todos los demás, a QZ-san, y a todos los que estén involucrados en la ―Fantasía Collection‖. Ah, y al editor. En serio, está agradecido con todos. Y sobre todo está agradecido con vosotros. Sé que es un completo incompetente, pero por favor, dejad un lugar en vuestro corazón para él, si no lo hacéis por él, hacedlo por mí. Y sin más preámbulo y antes de que logre escaparse del baño, os presento unos datos curiosos del autor que es probable, no conozcáis:

Hajime Kanzaka

Slayers

A mi autor le han gustado los monstruos horribles desde pequeño. Su especialidad en la secundaria era dibujar animales, especialmente a los más grandes y feroces. Cuando se pone a ver anime, lo normal es que empiece a gritarle a la televisión lo estúpido que se ven los monstruos. Lo más extraño es que los monstruos parecen volverse más fuertes cuando les grita. (Quizás fue por eso que creó al demonio más poderoso de todos los tiempos. ¡No hay forma de que un demonio que se alimenta de la oscuridad del mundo entero sea débil!) El autor no es satánico. ¿Sabéis que es verdaderamente aterrador? ¡A este viejo se le hace más fácil escribir desde una perspectiva de primera persona! Y como el personaje principal es una chica, él tiene que pensar como una chica, en lugar de escribir lo que un hombre haría en la misma situación. Una vez que el autor empezó a escribir acerca de Sword and Sorcery (Espada y Brujería) rehusó detenerse. ¡Supongo que es porque al autor le encanta jugar con cosas relacionadas con eso! La magia utilizada en sus historias es el mejor ejemplo. La magia de Slayers se basa en juegos de rol, como ya lo debéis haber imaginado. El autor quería hacer a la Magia Negra aún más espectacular, pero como esto hubiera destruido el mundo, hubiera causado que fuera una serie muy corta. En realidad le gusta pensar en teorías mágicas y ―que-pasaríasi…‖ como: ¿Qué pasaría si usas un hechizo de recuperación, que incrementa la fuerza vital, en un zombie para aumentar su descomposición y hacer daño al músculo y carne muertos? Aunque también dice que puedes tener miles de ideas de antemano, pero una vez que te sientas y empiezas a escribir una novela, es muy difícil pulir esas ideas y convertirlas en algo consistente. En cualquier caso, pronto regresaré al campo de batalla y os demostraré a todos lo que puedo hacer. ¡Pues bien! ¡Todos debéis mandarle cartas amenazadoras al autor diciéndole que debe hacer todo lo que yo quiera! Está bien, es broma. ―amenazadoras‖ es broma.

Bueno

por

lo

menos

la

parte

de

Sé que este Anexo es inservible. Agradeced que el libro lograra salir ileso… -142-

Anexo

Slayers

Gracias. Sinceramente esperamos que hayáis disfrutado del libro que tenéis frente a vosotros. ¡Os deseamos suerte! De verdad, muchas gracias. Sinceramente. ―L‖

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Anexo Reedición A todos los lectores nuevos, ¡es un placer conoceros! Y a los viejos amigos, como siempre, ¡es un placer! Pues bien, ya ha salido la nueva edición de las novelas de Slayers. Ah, los lectores nuevos deben estar preguntándose quién es la bella joven de linda cabellera dorada que está a cargo de esta sección. Bueno, ¡permítanme presentarme! Soy L, usurpan... tomando el lugar del autor, a quien cierta persona encierra en su propia casa, le causa desmayos y golpea constantemente. Comparto el nombre con otro personaje muy famoso, pero no os fijéis en eso. Por cierto, yo hago una pequeña aparición en uno de los tomos posteriores, ¡una muy pequeña aparición! ¡Rayos! Como ahora tenemos lectores nuevos y viejos amigos, tenía dudas sobre cómo abordar esta sección, pero si la encontráis interesante, ¡es todo gracias a mí! En caso contrario, ¡es todo culpa del autor! Seguramente habrá quienes al tomar este libro por primera vez recuerden haber visto el anime de Slayers por la televisión cuando erais niños, pero ésta historia viene de más atrás, pues se publicó hace ya casi 20 años. Y por supuesto, ¡el autor es ahora un anciano bonachón! ¡Y yo, no importa cuánto tiempo pase, seguiré teniendo 1x años! ¡Podéis sustituir la x con el dígito que queráis! ¡Ah, tú! ¡Sí, tú, el que pensó que en todo caso preferiría que yo no tuviera 1x, sino x años! ¡Manda una carta con tu opinión al departamento editorial! ¡Así podremos notificarlo a cierto lugar de inmediato! A mi parecer, el autor me dibuja con una imagen un poco infantil en muchas de las postales de año nuevo que manda a los lectores que le escriben cartas, ¡pero eso es problema del autor y sus garabatos! Sea como sea, hay algo que se ha mantenido constante durante todo este tiempo, y eso es el apoyo que nos habéis dado todos vosotros. Estoy segura de que el autor también os lo agradece desde la bodega del puerto de Osaka donde se encuentra prisionero. ¡Yo no sé nada de eso! Al explicar en qué consiste Slayers, me dan ganas de recorrer muchas partes del mundo y beber y comer la comida típica del lugar. Me encantaría ir al este y comer tenzaru [Plato que consiste en soba (fideos japoneses) servido junto con tempura] en un restaurante especializado en soba, o comer en el oeste una rica carne que se pueda cortar con palillos. Eso no estaría nada mal, ¿no creéis? ... ¡Ah! Viéndolo bien, el personaje principal cambia, ¡pero la historia en sí sería prácticamente igual! ¡Grr…! ¡El autor no es tan malo..:!

Anexo

Slayers

El autor escribió la historia de este primer tomo para participar en un concurso de novelas largas ¡y afortunadamente ésta se convirtió en una serie! Mi intuición me dice que el autor gastó 3/4 del total de suerte que tenía asignada para toda su vida. ¡Por fortuna, eso parece haber acabado con su suerte para jugar cartas o a los dados! ¡Casi siempre es el último cuando juega LIFE [Juego de mesa]! ¡Es muy raro que saque más de cuatro cuando tira un dado! Si llega a sacar un seis, seguro que muere al día siguiente! Si lo pensamos con calma, hay una probabilidad de 1/6 de sacar un seis al tirar un dado, pero ésa es la probabilidad cuando otro tira el dado, no el autor. Originalmente, el autor escribió la historia con la idea de que fuera un tomo auto conclusivo, pero como decidieron serializarla, es un poco diferente de los tomos posteriores. Ahora que ha salido esta nueva edición, he escuchado a la gente preguntarse si el autor cambiaría esas partes diferentes, pero yo no sé nada de eso. Y es que eso no tiene nada que ver con el hecho de que aumente mi presencia en la historia. Pero ya que sacaron una nueva edición, pienso que no estaría mal si el autor retoca un poco el texto o le aumenta cosas. ¡Que aumente mi participación en la historia! Ejemplo: Resumen de Slayers 2, el hechicero de Atlas. Lina y Gourry han llegado a la Ciudad de Atlas; pero olvidemos eso. Yo, L, ¡estaba comiendo sukiyakis de 10,000 yenes en el puente Shinsai de Osaka! El siniestro autor se percató de ello y para interferir con mi diversión, ¡soltó unos asesinos! ¡Estás en problemas, L! ¡No te rindas, L! Yo logro escapar de sus garras y los venzo de nuevo con una olla de sukiyaki. ¡¿Podré disfrutar tranquilamente la noche de Nanba [Distrito de la ciudad de Osaka] mientras como los alimentos con los que el cielo me recompensa?! ¡¿Qué es la maldición de la estatua del Coron** Sanders sellada en lo más profundo de Doutonbori?! [La maldición del Coronel Sanders es una superstición famosa en Osaka. En 1985, como celebración del triunfo de su equipo de baseball, los aficionados de los Tigres de Hanshin gritaban el nombre de cada uno de los jugadores mientras que alguien con parecido físico se tiraba al río desde el puente Ebisu. Cuando tocó el turno de Randy Bass, un jugador estadounidense, los fanáticos tomaron una estatua del Coronel Sanders de un KFC cercano y la tiraron al río. Ésa fue la primera y única victoria de los Tigres en el campeonato, lo que lo atribuyen a la maldición del Coronel y dicen que no ganarán un campeonato si antes no rescatan la estatua] ¡¿Hay un spa cerca de ahí donde se pueda descansar tranquilamente?! No os perdáis el próximo tomo, Slayers 2, el hechicero de Atlas. ¿Qué flotará en el cielo nocturno del centro de la ciudad? ¿Los recibos de la comida, o el aroma de la sangre?

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Hajime Kanzaka

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¡Algo como eso! ¡Ah, me gustaría leerlo! Y tú, que quieres leerlo también, manda sin falta una carta al departamento editorial dirigida al autor que diga: ―Por favor, haz caso a lo que dice la persona del anexo, o muere‖. ¿Qué? ¿Que qué pasó con Lina y Gourry? ¿Quiénes son ésos? ¡Bueno, no nos centremos en pequeñeces! ¡En fin, espero tener la suerte de poder veros de nuevo en el apéndice del próximo tomo! FIN DEL ANEXO (Reedición)

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