La Segunda Venida de Cristo - Juan Antonio Robles

“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agu

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“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. (Ap. 22:17)

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO KINDLE EDITION

© 2014 por el autor: Juan A. Robles Trescastro Todos los derechos reservados

ISBN: 978-1530118397 Código Registro: 1905160907826 (SafeCreative-Assigned)

Edición Revisada y Corregida Diseño Portada: Canva A menos que se indique lo contrario, las, citas bíblicas son tomadas de la versión Reina–Valera 1960. © Sociedades Bíblicas Unidas. –El formato en cursiva y negrita es del autor Facebook: /juanantonio.roblest Twitter: @juanantonio_rt Email: [email protected]

DEDICATORIA Dedico este libro a todos aquellos que aman la venida de Jesucristo, los cuales tienen reservada la corona de justicia, que les entregará el Señor juez justo, en aquél día. (2 Ti. 4:8). .

ÍNDICE INTRODUCCIÓN 1. EL EVANGELISMO Y LA 2ª VENIDA 2. EXHORTACIONES MUTUAS 3. PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO 4. EL ARREBATAMIENTO 5. LAS DOS INDICACIONES PRECURSORAS 6. LAS SEÑALES DE SU VENIDA 7. MANIFESTACIÓN DEL ANTICRISTO 8. LA GENERACIÓN DE SU RETORNO 9. LOS POSTREROS JUICIOS DE DIOS 10. EL REGRESO DE CRISTO EN GLORIA 11. SALVACIÓN DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN

12. EL GALARDÓN DEL SEÑOR 13. ACONTECIMIENTOS FINALES CONCLUSIÓN BIBLIOGRAFÍA

INTRODUCCIÓN

La segunda venida de Jesucristo es una de las doctrinas más importantes de la Biblia, en especial del NT. Está predicha por el mismo Jesucristo. “ En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. (Jn. 14:2, 3). “… Os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo”. (Mt. 26:64, véase Mt. 16:27; 24:27; 25:31-46; Lc. 17:20-37). Es la primera palabra profética (anunciada por ángeles), desde la ascensión de Cristo a los cielos: “Entretanto que él se iba”. (Hch. 1:10, 11). La parousía de Cristo a la Tierra al final de los tiempos, es el acontecimiento más esperado por la inmensa mayoría de los cristianos, junto con el arrebatamiento de la Iglesia. La palabra griega parousía, significa: “advenimiento, presencia, venida”. (Diccionario Strong). “Lit: presencia (para, con, y ousia, un ser; de eimi, ser). Denota tanto una llegada como una consiguiente presencia con”. (Diccionario Vine NT). Tiene relación con el segundo advenimiento o venida de Cristo en muchos pasajes

neotestamentarios (Mt. 24:3, 27, 37, 39; 1 Co. 15:23; 1 Ts. 2:19; 1 Ts. 3:13; 4:15; 5:23; 2 Ts. 2:1; Stg. 5:7-8; 2 P. 1:16; 3:4, 12; 1 Jn. 2:28). Tim LaHaye, dice: “La más significativa verdad –tomada por sí sola– de toda la profecía bíblica es la certeza de la segunda venida de Cristo. Hay más de 318 referencias a la segunda venida de Cristo en el NT”. (1986: 1, 3). Proclamamos que Cristo vendrá por segunda vez, para hacer distinción de su primera venida que aconteció en su Encarnación. En su primer advenimiento, vino en la carne (completamente humano), para redimirnos del pecado, y en su segundo advenimiento regresará con un cuerpo glorificado, con gran poder y gloria y sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. ¡Vendrá en calidad de Rey de reyes y Señor de señores! Son muchos los estudios y libros que se han escrito sobre el inminente retorno glorioso de Cristo y los acontecimientos futuros. En este tema profético reflexionaremos sobre esta importante verdad central del Evangelio. ¿Qué significa para mí que Jesucristo regrese de nuevo? ¿Cómo afecta a mi vida y a la Iglesia? ¿Cómo será el día y la generación de su venida? ¿Vendrá y reinará aquí en la tierra? ¿Cuáles serán los últimos acontecimientos que ocurrirán en este mundo? ¿Dónde viviremos eternamente? Éstas y otras preguntas recibirán respuesta bíblica en este libro sobre la parousía de Jesucristo. Declaramos que vivimos en el intervalo final de los postreros días y, ¿no tendríamos que prestar una atención especial a esta enseñanza bíblica, no sólo por su importancia, sino también por la cercanía de su cumplimiento? Alguien dijo lo siguiente: “Debemos vivir como si el Señor regresara hoy, y hacer planes como si aún tardase”.

1. EL EVANGELISMO Y LA 2ª VENIDA

UNA GENERACIÓN MARANATHA

“…Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo ”. (Hch. 1:8–11). Las últimas palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos, según este pasaje, fueron sobre la llamada Gran Comisión. Y mientras ascendía a los cielos para estar a la diestra del Padre, dos ángeles les dijeron: “Así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. La segunda venida de Cristo es una verdad bíblica incuestionable. Mencionaré varios pasajes más de las Escrituras. “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”. (He. 9:28). “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron”. (1 Ts. 4:15). “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre”. (Mt. 24:27, véase Mt. 25:31-46; Lc. 17:20-37; 1 Ts. 2:19; 5:23; Stg. 5:7, 8; 1 Jn. 2:28; Fil. 3:20, 21; 1 Ti. 6:14–16; 2 Ti. 4:8; Tit. 2:13; 2 Co. 1:7; 1 P. 1:7; 4:13; Ap. 22:12, etc.). Tim LaHaye, en su libro “El Comienzo del Fin ”, expresa: El entusiasmo del apóstol Pablo, por la segunda venida se refleja en sus palabras algo ásperas que escribió como remate de 1 Corintios: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene ” (16:22). “Maranatha” significa “el Señor viene”. Esa expresión alcanzó gran popularidad en el primer siglo y se utilizó entre los creyentes para saludarse y para despedirse. Los cristianos con frecuencia la utilizaron en su cartas y en algunos casos los soldados lo adoptaron como slogan

cuando partían a la guerra. El primer siglo fue la generación más ferviente y evangelística de los 19 siglos de historia de la iglesia. La cristiandad estableció semejante asidero en el mundo pagano que en el siglo tercero fue reconocida como religión del Estado. En abierto contraste, a pesar de todos nuestros elaborados medios de comunicación. Los programas de evangelización de las iglesias en este siglo XX quedan rezagados con respecto a sus comienzos. Si poseyéramos la misma confiada expectativa de los cristianos “maranatha”, sin duda alcanzaríamos a esta generación para Cristo. Pero aunque parezca raro, mientras más nos acercamos a la fecha de la venida de Cristo, la Iglesia menos confía en ese acontecimiento. (1986: 6). Con la misma confianza y expectativa que tenían los primeros cristianos del regreso de Cristo, y estando nosotros ahora mucho más cerca de su venida, debemos levantarnos como una “generación maranatha”, terminando de alcanzar con el Evangelio a todo el mundo antes de su retorno, el cual marcará el comienzo del fin (Mt. 24:14; Mr. 13:10; 2 P. 3:9, 10). ES NECESARIO PREDICAR EL EVANGELIO Nótese la afinidad que existe entre Mt. 24:14 y Mt. 28:19, 20. Nicolás y Lena Venditti, en su libro de “Escatología” (INSTE), al respecto dicen lo siguiente: “La Gran Comisión es la fuerza de la escatología”. (2001: 95). Veamos estos pasajes bíblicos. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. (Mt. 24:14). “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. (Mt. 28:19, 20). La bendita presencia del Señor va a estar con nosotros hasta el fin de los tiempos. Ralph Vincent Reynolds, dice:

Tan importante es la comisión que Jesús prometió acompañar a los que osan obedecerla. La promesa no fue sólo para un corto tiempo sino para todos los días, hasta el fin del mundo”. Las palabras “fin del mundo” quieren decir “consumación de los siglos”. (Tomado de internet). Marcos 13:3–10 “…Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos. Pero mirad por vosotros mismos; porque os entregarán a los concilios, y en las sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán por causa de mí, para testimonio a ellos. Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones”. “Pero primero el evangelio debe ser predicado a todas las naciones”. (v. 10 –La Biblia de las Américas). No cabe duda, al final de los tiempos, el Evangelio será predicado a todas las naciones, aunque sufriremos como creyentes grandes persecuciones y tribulaciones. Matthew Henry, comentando la consolación que confortará a esta última generación de creyentes, en medio de los padecimientos que soportará por causa del Evangelio, entre otras cosas, dice: La tarea a que son llamados ha de tener éxito final: “Pero primero debe ser proclamado el evangelio a todas las naciones” (v.10). Es un gran consuelo para los que sufren por causa del Evangelio saber que, aunque a ellos los persigan y martiricen, el Evangelio no ha de sucumbir, sino que ha de ir ganando terreno. Los padecimientos que han de soportar, en lugar de ser un obstáculo para la obra, servirán para garantizarla y hacerla triunfar: “Os harán comparecer ante gobernadores y reyes por causa de mí, para testimonio a ellos” (v.9); es decir, testimonio para ellos, pues habrá así oportunidades para predicar el Evangelio a reyes y gobernadores; y testimonio contra ellos, porque no tendrán excusa ante un testimonio sellado con sangre… (1999: 1243).

Predicar el Evangelio y anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó a nuestra generación extraviada, debe de ser la prioridad como creyente, obrero e iglesia local. Jesucristo nos ayuda también teniendo paciencia y retrasando su venida para salvación de la humanidad. “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche…Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito”. (2 P. 3:9, 10, 15). Algunos burladores que andan según sus propios deseos, como escribe el apóstol Pedro, exponen: “… ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación”. A lo cual, el apóstol contesta: “ Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste”. (2 P. 3:3, 4). Y también dice: “el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2 P. 3:9). Es decir, de un modo claro y rotundo podemos afirmar que si el Señor aún no ha regresado, es porque desea que tú y yo prediquemos el Evangelio del reino a todas las personas, pues Dios quiere que se arrepientan y sean salvas. Ésta es una de las razones principales (o la principal), por la cual Cristo aún no ha regresado. Pero él vendrá de repente, y nosotros somos ahora el instrumento de salvación para proclamar a los hombres el Evangelio de vida eterna. Las personas deben arrepentirse y creer en el Evangelio (Mr. 1:15; Hch. 2:38; 10:43 comp. 11:13, 14). ¡No perdamos más tiempo! Michael Green comenta lo siguiente: No puede haber dudas acerca del hecho de que la expectativa del inminente retorno de Cristo le dio un poderoso impulso al evangelismo en

los primeros días de la Iglesia. Basta con mirar 1 Ts. 1:5-10, para ver cómo la predicación del evangelio, tanto de Pablo a los tesalonicenses como de ellos, a medida que “la palabra de Dios se extendía” en las regiones vecinas, estaba asentada en el contexto de una urgente esperanza escatológica, mientras esperaban el regreso del Hijo de Dios. La predicación primitiva, como hemos visto, llegaba frecuentemente a su clímax en una proclamación del inminente retorno de Cristo y un desafío al arrepentimiento y la fe a la luz de esa culminación de todas las cosas. Los cristianos vivían en los últimos días y debían, por lo tanto, redimir el tiempo utilizando todas las oportunidades de evangelizar. […] La expectativa escatológica, pues, continuó jugando un gran papel en el pensamiento consciente de una iglesia dedicada a una misión, mucho después que las esperanzas de un pronto retorno de Cristo se hubiesen mostrado claramente abortivas. (1979: Volumen 5, 149, 152). Cristo, desde el comienzo de su ministerio terrenal, solía decir: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. (Mt. 4:17). Asimismo, el apóstol Pedro, proclamaba: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado”. (Hch. 3:19, 20). Como ha mencionado Michael Green, la predicación de los primeros cristianos: “llegaba frecuentemente a su clímax en una proclamación del inminente retorno de Cristo y un desafío al arrepentimiento y la fe a la luz de esa culminación de todas las cosas”. Y ahora, que estamos más cerca que nunca del inminente retorno de Cristo, debemos proclamar claramente un verdadero mensaje evangelístico de arrepentimiento de los pecados y fe en Cristo. Por tanto, hay que dejar de adornar el Evangelio con una falsa prosperidad económica o relajamiento espiritual, exentos de los requisitos y compromisos del discipulado cristiano. LA PRONTITUD DE SU VENIDA “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro… He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra… El que da

testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”. (Ap. 22:7, 12, 20). Tim LaHaye, comenta: “La palabra ‘breve’ no se refiere a días en la época de Juan; más bien quiere decir que Jesús vendrá ‘súbitamente’ (añado: repentinamente ). Toda generación de cristiano debe esperar que el Señor venga ¡Súbitamente!” (1986: 11, 12). La Concordancia de Strong, dice: “En breve, es decir, sin demora, pronto o súbitamente (por sorpresa) o por implicación de facilidad, prestamente – de prisa, en breve”. (2002: Ref. G5035). Que éste sea el significado de la palabra “breve” en el contexto expuesto, no debemos dudarlo, puesto que la historia lo confirma. Cristo no vino en los tiempos apostólicos, ni ha regresado todavía, pero vendrá repentina o inesperadamente. Cómo no sabemos cuándo ni a qué hora ha de venir (en breve) nuestro Señor, debemos velar, estar preparados y servir fiel y prudentemente en la Casa del Señor. “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así”. (Mt. 24:45, 46). “…El día del Señor vendrá como ladrón en la noche…” (2 P. 3:10). “…Acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios”. (1 Ts. 5:16).

“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti”. (Ap. 3:3). “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre ”. (Lc. 21:34-36). “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. (1 P. 4:7, 8). “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza”. (Ap. 16:15, ver Mt. 24:42-51, etc.). El Dr. Juan Carlos Soto, hace referencia a la última revelación del Señor a su Iglesia, registrada por el apóstol Juan al final del libro de Apocalipsis, y dice: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús”. (Ap. 22:20). Estas son las últimas palabras del Señor reveladas, es el final de la Biblia, es el último mensaje recibido. El Señor viene pronto, viene como “ladrón en la noche” , esto es, en cualquier momento. El día y la hora nadie lo sabe, solo el Padre (Mt. 24:36). Jesús podría venir hoy o mañana o pasado mañana, en cualquier momento su advenimiento se hará efectivo, y nosotros tenemos que estar velando, preparados para su regreso. El problema es que todos los creyentes no están viviendo vidas agradables a Dios, pues algunos se encuentran como aquellas vírgenes que, al no estar velando, cuando vino el esposo, se quedaron fuera. Algunos que no estén preparados siendo fieles, se quedarán aquí cuando venga el Señor. (En prensa: 37).

El Señor viene pronto y como está escrito, soportaremos persecuciones de diversas índoles por causa de Jesús. Aun así, será necesario y preciso predicar el Evangelio a todas las gentes, incluyendo a reyes y gobernadores antes del fin (Mt. 24:9-14; Mr. 9:9-13). En verdad la Gran Comisión ha sido el reto o desafío mayor para la Iglesia del Señor de cualquier época. Todos los cristianos estamos llamados por el Señor, a llevar a cabo nuestro rol en el cumplimiento de este magno mandamiento evangelístico y discipulador hasta los confines de la tierra. Dios mediante, es posible finalizar con el mandado de la Gran Comisión en nuestra generación. Dicho de otra forma, si la Iglesia actual termina de efectuar por completo el mandato de la Gran Comisión en esta generación, podría entonces (posiblemente), comenzar el proceso final para la humanidad (Mt. 24:14; 28:19, 20; Mr. 13:10). Con toda seguridad, hay muchos creyentes que se preguntan si estamos viviendo literalmente en los últimos tiempos o, si a nuestro planeta le faltan pocos años para que den comienzo las profecías del libro de Apocalipsis. Tenemos que reflexionar muy en serio sobre los nuevos sucesos que están acaeciendo en la actualidad, tales como asesinatos de cristianos en Indonesia, Pakistán, Irak o Siria; persecuciones y torturas también en otros países, clausuras y derribos de templos en China; catástrofes naturales, apostasía, pandemias, hambrunas, injusticias, guerras por doquier, etc. A tenor de este nuevo y constante incremento mundial de acontecimientos y desordenes naturales, sociales y espirituales muchos cristianos se cuestionan, ¿qué se puede hacer? · En primer lugar, orar o seguir orando por la salvación de las personas inconversas (1 Ti. 2:1-4; Ro. 10:1). · En segundo lugar, no enfriarnos a causa del aumento de tanta maldad (Mt. 24:12). · En tercer lugar, ser solidarios y “según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. (Gá. 6:10). · Y en cuarto lugar, activarnos espiritualmente (2 Ti. 1:6-8), tomando la decisión de ser siervos fieles y prudentes que quieren terminar de cumplir con el mandato de la Gran Comisión, aun en medio de tantas persecuciones, desastres y sufrimientos (Mt. 24:14; 28:18-20; Mr. 13:10). ¡Oremos y llevemos el Evangelio con amor de Cristo a toda la persona posible!

2. EXHORTACIONES MUTUAS

TRES EXHORTACIONES RELACIONADAS CON EL REGRESO DE CRISTO 1. Alentarnos mutuamente “…Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”. (1 Ts. 4:13–18, véase 1 Ts. 5:1-11). “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, Sino exhortándonos; Y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. (He. 10:23-25). Según estos pasajes bíblicos mencionados, ¿cuáles son los motivos fundamentales para alentarnos los unos a los otros? Jesús vendrá, los

muertos en Cristo resucitarán primero, y luego nosotros los que vivimos “seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. Amén. Y esta genuina verdad de su retorno y de nuestra reunión con Él, debe ser motivo más que suficiente para que nos animemos, consolemos y exhortemos mutuamente. No dejando de congregarnos, pues el día de su venida se acerca. 2. Velar y orar “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados”. (1 P. 4:7, 8). “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes”. (Mt. 24:42–51). “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”. (Mt. 25:13, véase desde el v. 1). “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que

vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”. (Lc. 21:33–36, véase Lc. 12:35-48; Mr. 13:33-37; 1 Ts. 5:1-11). El día y la hora de su venida nadie lo sabe (Mt. 24:36). Sólo sabemos que será repentinamente, como “ladrón en la noche”. (2 P. 3:10). Por tanto, el Señor exhorta y manda que estemos preparados. ¿Y qué podemos hacer para estar prevenidos? Según los textos mencionados: velar, orar y ser siervos fieles y prudentes. O sea, estar ocupados en los asuntos de nuestro Padre celestial. Aunque en el momento de su venida, el Señor pueda encontrarnos durmiendo o atareados secularmente, de igual modo nos tomará (Mt. 24:40, 41; Lc. 17:34–36). Cristo regresará de repente, y es el letargo espiritual el que no debe tener cabida en nuestra manera de vivir, como siervos vigilantes que esperan que retorne su Señor (Mt. 25). “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”. (1 Ts. 5:1-11). Nicolás y Lena Venditti, en su libro de “Escatología ” (INSTE), comentando el pasaje mencionado de 1 Ts. 5:1-11, hacen el comentario siguiente: El día del Señor viene después de ciertas señales concretas (como Pablo dirá a los tesalonicenses en la segunda carta), señales tales como la

aparición del Anticristo y la apostasía, lo que indicarán a los que vigilan que el fin se acerca. También vemos en este pasaje que la venida del día del Señor no será inesperada para los que vigilan. La venida de Cristo “como ladrón” se aplica a los que no son cristianos. El “velar” en este contexto quiere decir “estar despiertos espiritualmente” en contraste con el sueño de los no creyentes (1 Ts. 5:7, 8). Los creyentes estarán tan sensibles en sus espíritus que la venida de Cristo no les va a tomar de sorpresa. No obstante, el verdadero significado del mandato de velar no es que velemos por el retorno de Cristo. En ningún lugar del Nuevo Testamento dice que hemos de velar por ello. Más bien, en vista de la incertidumbre del tiempo del fin, somos exhortados a quedarnos despiertos espiritual y moralmente. No sabemos cuándo viene el fin, Por lo tanto, hay que mantenernos alertas y sensibles espiritualmente. […] Es por causa de la incertidumbre del tiempo que debemos velar, es decir, estar despiertos y alertas. Velar también significa ser fiel en el servicio del Señor. En la parábola de los siervos fieles e infieles (Lc. 12:41-44), la tardanza de la venida del Señor descubrió el verdadero carácter de sus siervos. El motivo de la vigilancia es nuestra devoción de corazón al Señor que amamos, para que aun si Él tarda, seamos siervos fieles en su viña. Y cuando venga, estaremos despiertos. (2001: 102, 103). En efecto, Jesús no exhorta a los discípulos a velar por su retorno, sino más bien a: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”. (Lc. 21:36). Por la sencilla razón, de que no sabemos cuándo regresará el Señor (Mt. 24:42; 25:13). Como verdaderos cristianos fieles y prudentes, la única sorpresa grata y esperada que tendría que ocurrirnos es la siguiente: En un día normal al levantarnos, pasear, orar, o ir al trabajo, por ejemplo, puede que veamos repentinamente la gloriosa epifanía del Señor, entonces, deberíamos exclamar henchidos con plena confianza: ¡Gracias Señor Jesús por venir por mí! (Ap. 22:17, 20). 3. Andar en santidad En 2 Pedro 3:10-15, el apóstol menciona tres veces la esperanza del retorno de Cristo. ¿Tenemos la bienaventurada esperanza de su venida? Porque todo aquel que tiene en él esta esperanza, vivirá diferente al resto

del mundo. Veamos algunas exhortaciones ministeriales, con relación a la santidad y la venida de Cristo. ·

“Con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”. (Según Pedro –2 P. 3:10-15).

·

“Renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”. (Según Pablo –Tit. 2:11– 13).

·

“Se purifica a sí mismo, así como él es puro”. “Permaneced en él”. (Según Juan –1 Jn. 3:1–3; 2:28).

·

“Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones”. (Según Santiago –Stg. 5:7, 8).

Si no aguardamos esta esperanza bendita de su parousía , ¡a saber cómo viviremos! La santidad de vida no sería entonces prioritaria en nuestras vidas. Repasemos estos pasajes bíblicos más ampliamente. “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación…” (2 P. 3:10–15). “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. (Tit. 2:11–13).

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”. (1 Jn. 3:1–3). “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados”. (1 Jn. 2:28). “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”. (Stg. 5:7, 8). En general · · · · · · · · · · · ·

Andemos en santidad y en piadosa manera de vivir. Esperando y apresurándonos para el día de su venida. Procuremos con diligencia ser hallados por él sin manchas, irreprensibles y en paz. Entendiendo que si el Señor retrasa su venida es para salvación de los hombres: ¡Evangelicemos! Renunciemos a la impiedad y a los deseos mundanos. Vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente. Guardemos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Permanezcamos en él. Por la esperanza de su venida, nos purificamos a nosotros mismos, así como él es puro. Sabiendo que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como es él. Tengamos paciencia hasta la venida del Señor. Afirmemos nuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.

La segunda venida de Cristo no puede dejarnos indiferentes: ¡Dispongámonos! Porque de cierto, el Señor vendrá “para salvar a los que le esperan”. (He. 9:28). Por tanto, oremos para que: “…El mismo Dios de paz os (nos ) santifique por completo; y todo vuestro (nuestro ) ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os (nos) llama, el cual también lo hará”. (1 Ts. 5:23, 24, véase también 1 Co. 1:5-9; 1 Ts. 3:12, 13). –Las cursivas entre paréntesis son mías. Añado un pasaje más, Judas 20-21: “Pero vosotros amados, Edificándoos sobre vuestra santísima fe, Orando en el Espíritu Santo, Conservaos en el amor de Dios, Esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”. Sobre la última frase de estos dos versículos anteriores, Matthew Henry comenta: La expectación anhelante de la misericordia de nuestro Señor Jesucristo , como describe Judas la Segunda Venida del Señor para consumar la salvación, la vida eterna (comp. He. 9:28), era un tema que ocupaba lugar importante en la predicación apostólica y en la fe de la Iglesia primitiva (1999: 1913). Sin duda alguna es necesario alentarnos unos a otros, velar en oración, ser fieles al Señor y andar en santidad de vida, porque Cristo vendrá por segunda vez, para salvar a todos los que le esperan expectantes.

3. PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

¿SON CLARAS LAS PROFECÍAS DEL AT ACERCA DEL SEGUNDO ADVENIMIENTO DE CRISTO? Como ya se ha comentado, la segunda venida de Cristo es una predicción bíblica innegable. No obstante, según algunos comentaristas, los profetas del Antiguo Testamento no tenían muy claro el segundo advenimiento de Cristo. Otros en cambio, indican que la segunda venida está sólidamente establecida en los escritos antiguotestamentarios. En gotquestions?org, hay un artículo sobre: ¿Qué es la Segunda Venida de Jesucristo? Y dice: Los profetas del Antiguo Testamento no hicieron esta distinción entre los dos advenimientos. Esto puede verse en Escrituras tales como Isaías 7:14; 9:6-7; y Zacarías 14:4. Como resultado de las profecías que parecen hablar de dos individuos, muchos estudiosos judíos creyeron que habría ambas, un Mesías sufriente y un Mesías conquistador. Fallaron en entender que el mismo Mesías cumpliría los dos papeles. Jesús cumplió el papel del siervo sufriente (Isaías capítulo 53) en Su primera venida. Jesús cumplirá el papel del Rey y libertador de Israel en Su Segunda Venida. Zacarías 12:10 y Apocalipsis 1:7 describen la Segunda Venida, mirando hacia atrás a Jesús siendo traspasado. Israel, y el mundo entero, lamentarán por no haber aceptado al Mesías la primera vez que Él vino. (Tomado de internet). Expongo a continuación algunos pasajes antiguotestamentarios que hablan acerca de la segunda venida y reinado de Cristo: “Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”. (Dn. 7:27). “Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y

martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado”. (Mi. 4:1-4). “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible”. (Mal. 4:5). “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado”. (Jl. 2:28-32). “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”. (Zac. 12:10). ¡EL DÍA DE JEHOVÁ! “Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento”. (Sof. 1:14, 15). “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca”. (2 Ts. 2:2).

“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible”. (Mal. 4:5). Con toda seguridad, el día del Señor, tiene relación con el regreso de Cristo, los juicios a la humanidad impía y las bendiciones a su pueblo al final de los tiempos. Jamieson, Fausset y Brown, comentando Malaquías 4:5, dicen: Las palabras “antes que venga el día… terrible de Jehová,” muestran que Juan no puede ser el único indicado; porque él vino antes del día de la venida de Cristo en gracia, no antes de su venida en terror, de la cual, la destrucción de Jerusalén fue la prenda o garantía (v. 1; Jl. 2:1, 31). (1992: Tomo I, 981). Termino con un comentario descrito en la Web, “Tiempos Proféticos” del artículo titulado: ¿Qué es el ‘Día del Señor’ mencionado en la profecía bíblica? Y dice lo siguiente: Muchas personas asocian “el día del Señor” con un período de tiempo o un día especial que ocurrirá al final de los tiempos, cuando la voluntad de Dios y los propósitos para Su mundo y para la humanidad serán consumados. Algunos estudiosos creen que el día del Señor, será un mayor período de tiempo, más que un solo día – un período de tiempo cuando Cristo reinará sobre todo el mundo antes que Él limpie el cielo y la tierra como preparación para el estado eterno de toda la humanidad. Sin embargo, otros eruditos creen que el día del Señor será un evento instantáneo cuando Cristo regrese a la tierra para redimir a sus fieles creyentes y enviar a los incrédulos a la condenación eterna. La frase “el día del Señor” es usada diecinueve veces en el Antiguo Testamento (Isaías 2:12; 13:6, 9; Ezequiel 13:5, 30:3; Joel 1:15, 2:1, 11, 31; 3:14; Amós 5:18, 20; Abdías 15; Sofonías 1:7, 14; Zacarías 14:1; Malaquías 4:5.) y cuatro veces en el Nuevo Testamento (Hechos 2:20; 2 Tesalonicenses 2:2; 2 Pedro 3:10). También se menciona en otros pasajes (Apocalipsis 6:17; 16:14). (Tomado de internet).

Sea un día o un periodo de tiempo (que debe empezar por un día clave), en Hch. 2:21, se nos dice: “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Y este mensaje es importantísimo. ¡Invoquemos el nombre del Señor antes del día de su ira! Por supuesto, invocar el nombre del Señor conlleva un sincero arrepentimiento, una fe genuina y un compromiso de fidelidad al Señor (Mt. 7:21; Lc. 6:46; Hch. 22:16).

4. EL ARREBATAMIENTO

¿OCURRIRÁ EL RAPTO EN SECRETO? Tim LaHaye expone: Un pasaje nos dice que Cristo vendrá “en el aire” (1 Ts. 4:17). Y otro nos dice que viene “a la tierra”. Un pasaje nos dice que vendrá en secreto “como ladrón” y otro nos asegura que “todo ojo le verá”. Un pasaje nos dice que su venida será ocasión de gozo y bendición; otro pasaje nos dice que los pueblos de la tierra se “lamentarán”. La única manera de correlacionar estas enseñanzas es considerar que su venida se hará en dos etapas. La primera etapa es el arrebatamiento, es decir el acto mediante el cual Jesús llevará a su Iglesia; la segunda etapa es su manifestación gloriosa a toda la tierra. Cristo vendrá secretamente para el arrebatamiento y públicamente para su manifestación gloriosa. Llegará hasta las nubes en el arrebatamiento; bajará a la tierra en su manifestación gloriosa. La venida del Señor será ocasión de gran regocijo cuando arrebate a la Iglesia, pero su llegada a la tierra será motivo de gran pesadumbre, pues destruirá a las malvadas naciones. (1986: 17, 18). Discrepo con LaHaye, porque opino que Cristo no vendrá secretamente en el arrebatamiento. Ningún pasaje habla, en especial, sobre el secretismo de su venida sino de lo repentino de ella, como un ladrón por la noche. Las

Escrituras especifican que “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá…” (Ap. 1:7). “Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”. (Mr. 13:26, 27, ver Ap. 6:14-17). “Y habrá señales en el sol, la luna, y las estrellas; y sobre la tierra, angustia de las gentes en desespero ante el bramido del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la expectación de lo que vendrá sobre la tierra habitada, porque las potencias de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria”. (Lc. 21:25-27 –La Biblia Textual). Estos pasajes no dejan lugar a duda, los hombres que fallecerán o sucumbirán por el miedo y la expectación de lo que sucederá, también verán a Cristo en su venida. ¡El regreso de Cristo será visible! En esta primera etapa como bien dice LaHaye, arrebatará a su Iglesia. Aunque antes, los muertos en Cristo resucitarán primero, y acto seguido, transformará a los que somos de Cristo en su venida ( 1 Co. 15:50-54; 1 Ts. 4:15-18). Debemos entender que son dos etapas o dos propósitos en su retorno, y no dos venidas de Jesucristo. Si bien, las palabras rapto y arrebatamiento no aparecen en la Biblia, el concepto del rapto o arrebatamiento si está expresamente enseñado en las Escrituras, tal como se expone en este capítulo. El término arrebatamiento en griego es jarpázo “apoderarse de (en varias aplicaciones). La RVR traduce por: apoderarse, arrebatar”. (Strong, 2002: Ref. G726). Véase 1 Ts. 4:17. Y la palabra rapto, proviene del latín raptus . En el argot cristiano, a menudo se usa indistintamente ambos vocablos. La idea sobre el secretismo del arrebatamiento, según entiendo, proviene de la parábola o enseñanza del siervo fiel y prudente (Mt. 24:43-51 comp. Lc. 12:35-48), y del relato de las diez vírgenes (Mt. 25:1-13 comp. Lc. 12:35-38). Los que comentan que el rapto ocurrirá en secreto, también citan: 1 Ts. 5:2; 2 P. 3:10 y Ap. 16:15. La verdad central es, que velemos porque no sabemos el día ni la hora del regreso de nuestro Señor (Mt. 24:42, 44, 50). Debemos, pues velar y estar preparados, trabajando fiel y prudentemente en los negocios de nuestro Padre (Mt. 24:42, 44, 45). Acerca de la interpretación de las parábolas, Tomás de la Fuente, comenta lo siguiente:

Una segunda regla es comprender que la parábola normalmente enseña una sola verdad , justamente como hace la ilustración en el sermón. […] Una tercera regla será esta: comprender que muchos detalles de la parábola son incluidos solamente porque son necesarios para la narración humana o terrenal. No debemos fijar nuestra atención en ellos como si enseñaran algo diferente al mensaje principal de la parábola. […] Una palabra más de advertencia: se debe emplear mucho cuidado en el uso de las parábolas como la base de doctrina, especialmente cuando no se puede encontrar apoyo para la doctrina en otras partes de la Biblia. Al mismo tiempo, las parábolas pueden usarse de esta manera cuando las doctrinas enseñadas se encuentran en otros textos. Además, otros puntos de apoyo se pueden basar en las parábolas, siempre que no estén en conflicto con el mensaje central de la parábola. (2004: 115-116). Como he comentado con anterioridad, la venida súbita del Señor y nuestra preparación es lo más importante de esta enseñanza, o sea, que el ejemplo del ladrón no es para ilustrarnos que Jesús llegará en secreto el día que arrebatará a su Iglesia, sino para que estemos velando y preparados, ya que nuestro Señor llegará de repente como un ladrón por la noche (Mt. 24:43, 44; Lc. 12:39, 40; 1 Ts. 5:2-6; 2 P. 3:10, 11; Ap. 16:15). No obstante, como hijos de la luz, este día no debería sobrevenirnos como un ladrón por la noche (Lc. 12:35-38; 1 Ts. 5:1-11). Vuelvo a repetir, ningún pasaje bíblico dice explícitamente que Jesús vendrá por los escogidos en secreto (Mt. 24:31, 40; Mr. 13:26, 27; Lc. 17:34-37; 1 Co. 15:51-54; 1 Ts. 4:13-18; 2 Ts. 2:1-3). “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”. (Ap. 1:7, véase Mt. 24:30). “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. (Hch. 1:9-11).

Agrego un comentario más que me parece razonable de FADU.net, titulado: ¿Cómo será la Segunda Venida de Cristo? (Autor desconocido). Dice así: Los justos le verán regresar (1 Co. 1:7; He. 9:28) y también los impíos (Mt. 24:30; Mr. 13:26; Lc. 21:27). Su regreso será audible (Sal. 50:3; 5. Mt. 24:31; 1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16). Regresará personalmente (Hch. 1:11). Retornará gloriosamente (Mr. 13:26; Lc. 21:27). Y regresará antes del milenio (Mt. 24:36-39, 44; 1 Ts. 4:15-17; Ap. 20:6). Verdaderamente, la segunda venida de Cristo será un grande y glorioso evento para aquellos que lo reclaman como su Salvador - especialmente para aquellos que dejaron a sus seres amados en el sepulcro con la esperanza de la mañana de la resurrección. Gracias a Dios, a la voz como de arcángel y la trompeta de Dios los muertos en Cristo serán resucitados (1 Ts. 4:16; 1 Co. 15:22, 23, 52) y entonces serán reunidos con los justos vivos por los ángeles de Dios (Mt. 24:31), desde "el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo" (Mr. 13:27). […] Por tanto, lo que la Biblia describe no es un rapto secreto. No hay nada furtivo o secreto aquí. Cuando Dios intervenga para salvar y vindicar a aquellos que han confiado en él, y a poner en su lugar a aquellos que se le han opuesto a él y han oprimido a su pueblo, el mundo entero sabrá que él ha actuado. Él le invita a usted a decidir ahora a prepararse para estar entre aquellos que darán la bienvenida a Jesús con gozo. (Tomado de internet). Así que, cuando Cristo regrese en su primera etapa, no va a recoger a sus escogidos de forma escondida. Según las Escrituras, la segunda venida de Cristo acontecerá de forma gloriosa y totalmente visible para todo el mundo, ya sean justos e injustos. Y además, la manifestación será bastante oíble: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo…” (1 Ts. 4:16). “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre”. (Mt. 24:27, véase Hch. 1:10, 11; Ap. 1:7, etc.). ¿Qué dice la Biblia respecto a otros sucesos similares ya acontecidos?

“Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”. (Gn. 5:24). “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”. (He. 11:5). “Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!”. (2 R. 2:9-12). “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. (Hch. 1:9-11, véase Lc. 24:51). “Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron”. (Ap. 11:11, 12). Enoc caminó con Dios y fue traspuesto a su presencia sin ver muerte, no sabemos si su glorioso traslado fue en secreto o visible. En el caso de Elías, quien subió al cielo en un torbellino, si fue contemplado por Eliseo, su sucesor. Jesús, cuando ascendió a los cielos fue visto por los discípulos, aunque en su caso, murió y resucitó antes de su ascensión. Asimismo les ocurrió a los dos testigos citados en Apocalipsis, los cuales murieron, resucitaron y después subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron. De los cuatros casos mencionados, los dos primeros (Enoc y Elías),

fueron llevados al cielo sin conocer antes muerte, y los dos casos posteriores (Jesús y los testigos), fueron llevados al cielo después de morir y resucitar. Y en cada suceso, excepto en el de Enoc, se menciona en concreto que hubo personas que vieron tal maravilloso acontecimiento. Concluyo, pues, que es bastante probable que el arrebatamiento sea visto por todas las personas que estén en nuestro alrededor, las cuales con seguridad, se quedarán atónitas al ver tan singular y sublime acontecimiento. Será un hecho desconcertante para todos aquellos que presten atención a este incidente mundial. Pienso que una buena parte de la “gran multitud, la cual nadie podía contar” de Apocalipsis 7:9-17, fue salvada gracias al observar la autenticidad del cumplimiento profético del arrebatamiento (1 Ts. 4:13-18; 1 Co. 15:50-54), como más adelante se comentará. Este magno evento del rapto será un gran impacto y un poderoso testimonio para numerosos incrédulos. En verdad, hará recapacitar a multitudes de personas que luego se convertirán al Señor Jesús, invocando su bendito nombre. EL DÍA DEL SEÑOR Y EL ARREBATAMIENTO No debe haber confusión con el día del Señor, porque todo ojo le verá, como ya se ha explicado. El arrebatamiento de los creyentes ocurrirá en la primera etapa o primer propósito de la venida del Señor en el aire. “ He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá…” (Ap. 1:7). “ Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. (Mt. 24:31, véase Mr. 13:27). “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre”. (Mt. 24:47). “ Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” . (1 Ts. 4:17, véase Mt. 26:64; Lc. 17:24; Hch. 1:11; 1 Co. 15:50-54).

“El día del Señor” (Hch. 2:20; 1 Ts. 5:2; 2 Ts. 2:2). “El día del Señor Jesús” (1 Co. 5:5). “El día de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co. 1:7, 8). “El día de Cristo” (Fil. 1:10; 2:16). De cierto, ese día grande y manifiesto es el día del Señor en su venida. ¿Nos hemos preguntado cómo actuar en ese día tan grandioso de su venida? Si tenemos el privilegio de ser arrebatados por el Señor, no veremos la muerte, aunque seremos trasformados. Observemos los tres siguientes pasajes paralelos que hablan sobre el arrebatamiento, pero desde diferentes perspectivas. “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará a sus ángeles con gran trompeta, y reunirán a sus escogidos de los cuatro vientos, de un extremo al otro extremo de los cielos”. (Mt. 24:31 –La Biblia Textual, ver desde el v. 27). “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”. (1 Co. 15:50-54, véase todo el capítulo). “…Os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”. (1

Ts. 4:15–18, véase 1 Co. 15:22, 23; Mt. 24:39, 40; Lc. 17:30–36; Jn. 14:2, 3). Hay una palabra en común y clave en los tres pasajes anteriores, que pretendo resaltar: ¡Trompeta! El sonar de trompeta de Dios por el Señor, anunciará inequívocamente el arrebatamiento de la Iglesia. Por tanto, en estas tres citas bíblicas anteriores, sin duda alguna, se está narrando el mismo acontecimiento. Armonizando estos textos paralelos, se podría predecir la sucesión de los acontecimientos previos al arrebatamiento, y también lo acaecido durante el mismo. Según los pasajes anteriores, esta es la secuencia de los hechos que acontecerán, según entiendo: · · · · · · ·

Cristo descenderá de los cielos hasta las nubes Todo el mundo le verá en las nubes con gran poder y gloria El Señor con voz de mando, con voz de arcángel (“dando las órdenes oportunas”), tocará la trompeta y cuando suene el último toque de trompeta Enviará a sus ángeles para reunir a todos los creyentes en Cristo de todas las naciones de la tierra Los muertos en Cristo resucitarán incorruptibles para no ver más muerte Acto seguido, nosotros los que vivimos seremos transformado “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos”. ¡En un segundo tendremos cuerpos celestiales! (1 Co. 15:35-55; Fil. 3:20, 21). Y “seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes” , literalmente, “en nubes”, como le sucedió a Cristo y a los dos testigos (Hch. 1:9-11; Ap. 11:12). Esto es, los santos que durmieron en el Señor resucitarán primero y a continuación los santos vivos serán transformados, y ambos grupos a la vez, como uno solo, ascenderá (llevados por los ángeles) hasta las nubes. Este cambio es transcendental, puesto que el anhelado encuentro de la Iglesia con el Señor en los aires, no ocurrirá con cuerpos humanos débiles y corruptibles, sino con cuerpos ya transformados en celestiales, incorruptibles e inmortales: “…Semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. (Fil. 3:21, ver 1 Co. 15). ¡Es un gran consuelo saber que la reunión con el Señor en su retorno, acontecerá teniendo ya

nuestro nuevo y definitivo cuerpo celestial! Obviamente, si tenemos el honor de estar firmes y vivos en el gran día de su venida. · “Recibiremos al Señor en el aire” . Cristo descenderá y nosotros ascenderemos, o sea, seremos arrebatados por los ángeles que el Señor enviará, tal como le ocurrió al Señor (Lc. 24:51; Hch. 1:8), y a Elías, aunque este último ascendió desde un carro de fuego (2 R. 2:11, 12). · “Y así estaremos siempre con el Señor”. A partir de entonces, nunca nos separaremos de Cristo. Recordemos aquella voz, la cual, cuando estaba en la tierra y caminaba con nosotros, dijo clamando: “¡Lázaro, ven fuera!” (Jn. 11:43). Y a la niña muerta, “le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate”. (Mr. 5:41). Ahora desde el aire, su voz de mando resonará como la de un arcángel, levantando a todos los muertos en Cristo de todas las épocas, y a nosotros los que vivimos, nos transformará en un pestañear de ojos, y “seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire”. (1 Ts 4:17). Vuelvo a retomar la pregunta que hice antes: ¿Cómo debemos actuar en el grandioso día de su venida? En ese extraordinario día, desde el instante de la epifanía o manifestación del Señor en los cielos, y hasta que seamos transformados y arrebatados para estar con Cristo, puede que pasen minutos u horas, no lo sabemos con seguridad. Nuestra transformación sí será en un abrir y cerrar de ojos; pero acerca de la manifestación gloriosa de Cristo, nada se dice del tiempo de su duración. ¡No sabemos cuánto durará! Y la venida de Cristo, siendo un evento tan importante y sublime para toda la cristiandad, no creo, con sinceridad, que se realice en un instante. Lucas 17:30, 31 (entre otros pasajes), parece apoyar este argumento, el texto sagrado dice: “Así será el día… en aquel día…” . No indica “en aquel instante". En aquél día (dure el tiempo que dure), actuemos coherente con nuestra fe, como a continuación explico. Lo que en realidad nos concierne en ese día, en esos momentos sublimes y transcendentales es, atender con diligencia a lo que está escrito y dijo el Señor Jesucristo: “ En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes en

casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará”. (Lc. 17:31-33). Desde luego, estos versículos del Evangelio de Lucas se refieren a la parousía de Cristo, y no al tiempo cuando los romanos llegaron para destruir a Jerusalén y al Templo (año 70 d.C.), como deja bien claro el contexto (Lc. 17:20-37). En los versículos que hemos leído antes, Jesús pone el ejemplo desdichado de la mujer de Lot, para que la tengamos presente: “Acordaos” . La mujer de Lot se convirtió en una estatua de sal por su desobediencia al ángel. “Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas… Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal”. (Gn. 19:17-26). La mujer de Lot desobedeció con toda seguridad al mandato divino por medio de los ángeles, porque “Sodoma todavía estaba en su corazón”. Es posible que, muchos cristianos que esperan la venida del Señor, estén de alguna forma, apegados a los afanes y tesoros presentes de este mundo (Lc. 21:34-36). Y podría suceder que en los momentos tan gloriosos de la epifanía de Jesucristo, se vean tentados como la mujer de Lot “a mirar atrás” y quieran conseguir sus bienes, o alguna otra cosa de este mundo. Tengamos cuidado porque en el fondo puede que no deseemos perder la vida, para salvarla en Cristo. También los dos yernos de Lot perecieron por su incredulidad, burlándose de la palabra profética (Gn. 19:14, 24, 25). Volvamos a ver el texto de Lucas 17:31-33, comentado con brevedad. “En aquel día: ·

El que esté en la azotea, y sus bienes en casa, no descienda a tomarlos; orden explicita de dejar nuestros bienes. Nada debería retrasarnos ni nada debería afanarnos en este gran día.

·

Y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. La versión de La Biblia Textual, traduce: ‘no se vuelva a lo que dejó atrás.’ No regrese del campo o del trabajo a su casa a tomar algunos bienes o para otros menesteres. Cuidado con los tesoros presentes que pueden llevarnos a perder la vida, por el afán en el último momento de salvar algunos artículos preciosos.

·

Acordaos de la mujer de Lot. Traigamos a la memoria lo que le aconteció por mirar atrás. “Porque aquello es todo lo que se dice de ella y de su ruina. Su corazón estaba todavía en Sodoma y la ‘mirada’ solo decía, ‘¿y tengo que despedirme de ella?’” – Jamieson et al, 1989: Tomo II, 161.

·

Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la salvará”. No queramos librar o preservar nuestras vidas; en esos instantes es tiempo de perder nuestras vidas, para salvarla. La Biblia Textual traduce “preservar” . Comenta al margen que esta palabra aparece solo aquí en los evangelios. Preservar significa: “Proteger de un daño o peligro”. —Diccionario Manual de la Lengua Española Vox.

Puede que algunos cristianos, al observar en el cielo, la manifestación gloriosa de nuestro Señor Jesucristo, y conocedores de que ha llegado el momento de partir con él, quieran aún proteger o preservar sus vidas para quedarse un poco más en la Tierra. Entre otros motivos ya expuestos con anterioridad, es probable que alberguen temores a sufrir daños o crean que están en peligro. Se arriesgarán a no ser arrebatados, pues: “Todo aquel que procure preservar su vida, la perderá”. (Lc. 17:33a –La Biblia Textual). Estos versículos son claramente una solemne advertencia a centrarnos sin ningún tipo de distracción en la transformación gloriosa que, como hijos de Dios vamos a experimentar en el arrebatamiento. Es decir, a estar dispuesto a perder nuestro cuerpo, y a no procurar salvarlo, ya que, recibiremos de inmediato un cuerpo celestial. Seremos “tomados” , en ese día tan señalado (Lc. 17:31-37). No deberíamos tener preocupación por otra cosa que no sea nuestro esperado y deseado encuentro con el Amado. En resumen, dediquémonos a concentrarnos solo en nuestro arrebatamiento “para estar

ya siempre con Jesús” (1 Ts. 4:17), aunque en el momento de su gloriosa venida nos encontremos en casa, en el trabajo o simplemente paseando. Tenemos la misma orden divina que tuvieron Lot, su esposa y sus dos hijas; mas nosotros no por medio de un ángel, sino por el mismo Señor Jesucristo. Por tanto, cuando llegue el tan anhelado día de su manifestación notoria, no debemos preocuparnos ni tener temor por nada ni por nadie, sino permanezcamos atentos (según nuestras posibilidades y en cuanto antes) al último toque de trompeta, porque en un “abrir y cerrar de ojos” seremos transformados y el Señor nos arrebatará. Si estás durmiendo o no puedes dejar de trabajar no te angusties, igualmente el Señor te llevará (Lc. 17:34-36; Mt. 24:40, 41). Y si estamos inquietos por nuestros hijos o por nuestra familia, confiemos en el Señor, pues si son de él, también serán arrebatados: “luego los que son de Cristo en su venida”. (1 Co. 15:23b). Matthew Henry, expone: Los discípulos de Cristo han de distinguirse de todos los incrédulos de su generación. Al contrario que la mujer de Lot, que perdió la vida por su lentitud en escapar del fuego que devoró a las ciudades nefandas, los creyentes tendrán que escapar por su vida. La tentación de volverse a mirar atrás es un peligro que siempre asedia al creyente. Y el mirar atrás conduce muchas veces a volverse atrás. Mejor es dejarlo todo que arriesgar la vida misma v. 33. (1999: 1324). El Dr. Juan Carlos Soto, comenta lo siguiente. La palabra griega que se usa para hablar del arrebatamiento es “jarpázo” , y significa “apoderarse, arrebatar” . Los cristianos que estén vivos cuando venga el Señor, serán “arrebatados” en un abrir y cerrar de ojos; sus cuerpos naturales se transformarán en cuerpos espirituales, y en esta forma partiremos al instante con el Señor. Imaginemos la conmoción mundial que originará este “arrebatamiento” . En un instante todos los fieles creyentes desaparecerán de la Tierra. Sus ropas permanecerán en el lugar donde se encontraban, sus automóviles parados en las carreteras, y todo sucediendo en un abrir y cerrar de ojos, en un micro instante. Imaginemos, todas las noticias del mundo hablarán de este acontecimiento sorprendente, millones de personas en un momento desaparecieron, y todos coincidían en que eran fieles discípulos de Cristo. […] No todos “dormiremos” , esto es, no todos moriremos; habrá una

generación, la que le toque recibir al Señor con vida, que experimentarán la trasformación gloriosa de sus cuerpos mortales, y subirán al cielo sin haber experimentado la muerte. (Soto –en prensa: 52-53). Véase 1 Co. 15:51-54; 1 Ts. 4:15-17; Lc. 17:30-36; Jn. 14:2, 3. También el Dr. Soto, sigue exponiendo: Este acontecimiento conmocionará a los habitantes que queden en la Tierra, viéndose amenazados, pues no hay explicación para la desaparición de tantos miles de personas. Una posible explicación, será la que el diablo ha ido metiendo sutilmente durante este último siglo sobre las abducciones de hombres por alienígenas de otros planetas. El diablo ha intentado hacer creer en algo que no vemos; el hombre que dice de continuo que no cree en Dios porque no lo ve, cree en extraterrestres que tampoco han visto. Dentro de las mentiras que el Maligno ha introducido en la humanidad, está la de que estos supuestos viajeros del espacio, toman a personas, para estudiarlas y llevarlas a otros lugares del espacio. La explicación está servida, para que esta humanidad engañada siga creyendo estas mentiras y no crean que este acontecimiento estaba profetizado dos mil años antes por boca del mismo Jesucristo. Ya ha dado el enemigo la explicación de “las nubes” en las Escrituras, para decir que estas son naves extraterrestres, así cuando se diga que los cristianos fueron arrebatados al cielo en las nubes para estar con el Señor, ellos verán naves extraterrestres llevándose a los fieles. (Soto –en prensa: 54). Si vivimos para ver la segunda venida de Cristo y ser arrebatados, creo que será el día más magnífico y sublime que jamás hayamos experimentado en la tierra, como seguramente experimentaron Enoc y Elías, que fueron traspuestos sin ver muerte (Gn. 5:24; 2 R. 2:11). Porque “…la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”. (1 Co. 15:50). El día del arrebatamiento, no será solo un día especial, sino el poderoso y glorioso día del Señor en su segunda venida, para arrebatar en primer lugar a su Iglesia; y, como dije antes, en ese día tan glorioso es la oportunidad perfecta de perder nuestras vidas para salvarlas en Cristo. ¡Probablemente no habrá tiempo para más! Por tanto

·

Ahora, alentémonos unos a otros con la parousía del Señor, la resurrección de los muertos en Cristo y el arrebatamiento de su Iglesia juntamente con los santos resucitados en Cristo. · Y en el día mismo de la venida de Cristo, tan pronto como nos sea posible: oremos y estemos atentos esperando la transformación de nuestros cuerpos. Así como también, nuestro arrebatamiento por los ángeles, para recibir al Señor en los aires y estar siempre con él. Como Pablo dijo a la iglesia de los romanos, digo yo también a todo aquél que lee este tema profético: “Es ya hora de levantarnos del sueño”. (Ro. 13:11).¡Nuestra salvación está muy cerca!

5. LAS DOS INDICACIONES PRECURSORAS

LAS DOS INDICACIONES PRECURSORAS Hay que comparar y contrastar las señales de la destrucción de Jerusalén, cuyo pasaje central se encuentra en Lc. 21:20-24, con las de la tribulación al final del mundo. En otras palabras, hay algunas similitudes y también diferencias al comparar los dos eventos (destrucción del templo/Jerusalén y la consumación del mundo), en los evangelios sinópticos. Ya que, Jesús al responder a los discípulos, mezcló la descripción de ambos sucesos. Veamos una panorámica general de esos acontecimientos, de la señal previa destacada a la destrucción de Jerusalén y también de la señal prominente antes de la tribulación final del mundo. 1.

La señal previa y destacada antes de la destrucción del templo judío

El incidente fundamental que debía ocurrir antes de que los discípulos huyeran de prisa y corriendo a los montes, por causa de la destrucción del templo, era la llegada de una fuerza militar hostil –Jerusalén sería rodeada por los ejércitos del Imperio romano. “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. (Lc. 21:20-24 comp. Lc. 19:41-44; 23:27-31). 2. La señal previa y prominente antes de la consumación del mundo El evento primordial que acontecerá antes del comienzo del fin del mundo, es la segunda venida gloriosa de Cristo. “Así también será en los días del Hijo del Hombre” (como fue en los días de Noé –ver Lc. 17:26, 27). “Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” (como sucedió en los días de Lot- véase Lc. 17:28-31, 34). En esos días de Noé y Lot, la gente vivía impíamente e indiferente hacia Dios. Todos perecieron, ¿cuándo? En los días de Noé, cuando este con su familia entró en el arca, entonces “vino el diluvio y los destruyó a todos” ,ya que desde ese día comenzó a diluviar. En los días de Lot, cuando este con su familia salió de Sodoma, en ese día “llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos”. Y, ¿cuándo, tristemente perecerá la humanidad? Cuando se manifieste el Hijo del Hombre y arrebate a la Iglesia, entonces comenzará los juicios divinos narrados en Apocalipsis -a partir del sexto sello. Así traduce La Biblia Textual el pasaje de Lucas 17:30: “De la misma manera sucederá el día en que el Hijo del Hombre sea manifestado”. Sin lugar a duda todos fueron destruidos, tanto en los días de Noé por el diluvio, como en los días de Lot por la lluvia de fuego y azufre. Y de la misma manera, todos serán destruidos en los días del Hijo del Hombre, según los juicios divinos descritos en el libro de Apocalipsis. En el tiempo de Noé y de Lot, fue solo un suceso catastrófico el que destruyó a todos, no

acontecerá así en los días del Hijo del Hombre, habrá una secuencia de hechos trágicos, hasta la hecatombe de toda la humanidad. La familia de la fe será preservada de la ira de Dios (1 Ts. 5:9-11), tal como fueron preservadas la familia de Noé y de Lot. Resumiendo a grandes rasgos: el día que Noé entró en el arca, comenzó la destrucción (de ámbito mundial); el día que Lot salió de Sodoma, comenzó la destrucción (de efecto local); y el día que el Hijo del Hombre sea manifestado en gloria, comenzará la destrucción (de alcance mundial y final para la humanidad). LaHaye comenta: “La segunda venida pone en movimiento una reacción en cadena de más de quinces acontecimientos, y es posible predecir la secuencia que llevará al fin de este mundo, después de que Cristo venga”. (1986: 1). El apóstol Pablo da, grosso modo , varios eventos prominentes de los últimos tiempos en 1 Corintios 15:22-28. “ Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, Las primicias; Luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, Cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.

CUATRO PASAJES PARALELOS A vista de pájaro, conozcamos los cuatro pasajes relacionados en los evangelios sinópticos, referentes a la destrucción del templo judío y el fin del siglo. En Marcos13, aunque los discípulos preguntan al Maestro sobre el templo (su destrucción y la señal previa a ese acontecimiento, v. 4), la explicación de Jesús parece desviarse a su venida gloriosa y al arrebatamiento de la Iglesia. O sea, que en Marcos capítulo 13, antes de las preguntas sobre la destrucción del templo que le realizaron Pedro, Santiago, Juan y Andrés (vv. 3, 4), Jesús habla en especial de la destrucción del templo (vv. 1, 2), pero después de las preguntas de los discípulos, el Maestro cuando les responde comenta, al parecer, acerca de la tribulación final del mundo. No hay una clara indicación a la catástrofe del templo por el ejército romano, solo los vv. 14-18 hacen referencia al templo (incidente de la abominación desoladora), y a la huida de los discípulos (pero en los vv. 19 y ss., Jesús parece que está narrando los acontecimientos finales, en especial, acerca de su bendita venida. En Lucas 17:20-37, se hace clara referencia a la venida del reino de Dios, esto es, a la venida del Hijo del Hombre y al arrebatamiento de la Iglesia. En Lucas 21, los versículos del 7 al 11 y del 25 al 36, narran los principios de dolores y los sucesos acerca del retorno de Cristo, los versículos 5 y 6 comentan la destrucción del templo y los versos del 12 al 24 exponen la persecución que sufrirán los discípulos, la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén, el cautiverio judío a todas las naciones y la señal explícita previa a este trágico evento para Israel (v. 20). En este capítulo 21 de Lucas, se aprecian mejor los hechos acerca de la destrucción del templo y los que ocurrirán en la segunda venida de Cristo, recordemos, que los discípulos le preguntaron al Maestro sobre el templo (vv. 5-7), pero Jesús en su respuesta, habla de ambos acontecimientos. Y en Mateo 24, Jesús hace alusión directa al templo judío y a su destrucción (vv. 1, 2). Después, los apóstoles le preguntaron no solo por el templo, sino también por la señal de su venida y la consumación del mundo (v. 3). De nuevo, a continuación de las preguntas de los discípulos, el Maestro no da una clara referencia a la destrucción del templo por el ejército romano, solo los versículos del 15 al 20 hacen indicación al

templo (suceso de la abominación desoladora) y a la huida de los discípulos, pero en los versículos anteriores y posteriores, Jesús parece estar narrando los acontecimientos finales, en particular, acerca de su bendita venida y el arrebatamiento de la Iglesia. Es decir, solo en Lucas capítulo 21, en los versos 5 y 6 y del 12 al 24 se encuentra una clara evidencia a la destrucción del templo judío y a la señal previa a este triste suceso, como respuesta a las preguntas de los discípulos. LA ABOMINACIÓN DESOLADORA H ay que comentar un hecho condenable y detestable mencionado por Mateo y Marcos y es, la abominación desoladora. La exégesis de esta frase, tiene al menos dos interpretaciones más comunes entre los comentaristas. Jesús ya señaló su dificultad: “el que lee, entienda” . “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes”. (Mt. 24:15, 16). “Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes”. (Mr. 13:14). “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”. (Dn. 9:27). “Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora”. (Dn. 11:31). “Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días”. (Dn. 12:11). Matthew Henry, comentando Mateo 24:15-26, expone: A continuación. Jesús predice la profanación y ruina de Jerusalén y de su santuario (vv. 15-26), e incluye instrucciones que deben seguir los que

entonces vivían en Judea. La interpretación de estos versículos –como de todo el Discurso-, depende de la opinión que se sostenga acerca de la escatología. En especial, depende de la interpretación de Daniel 9.27, al que el Señor hace referencia. Expondremos las dos corrientes más numerosas de interpretación. Los que aplican la abominación desoladora (v. 15), profetizada en Daniel 9:27, al tiempo en que Jerusalén estaba cercada por los ejércitos romanos al mando de Tito, piensan que hace referencia a algún objeto (imagen, estatua, emblema pagano, etc.), con el que los vencedores profanaban el santuario. Quienes la aplican al final de los tiempos, entiende que se trata de algo que sucederá al comienzo de la segunda mitad de la semana setenta de Daniel 9:27 y durará “por un tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo” , en expresión de Daniel 7:25; 2:7; es decir, tres años y medio; la expresión de Daniel se repite en Apocalipsis 12:14, y varía a sus equivalentes “42 meses ” en Apocalipsis 11:2; 13:5, y “1260 días ” en Apocalipsis 12:6. (1999: 1180, 1181). En mi opinión, “la abominación desoladora” , hace referencia al final de los tiempos, como bien expone William Barclay en el Comentario del Nuevo Testamento, acerca de Mr. 13:14, dice: La frase la abominación de desolación tiene su origen en Dn. 9:27; Dn. 11:31; Dn. 12:11. Esta expresión hebrea quiere decir literalmente la profanación que horroriza. El origen de la frase estaba en relación con Antíoco. Ya hemos visto que trató de erradicar la religión judía e introducir la manera de vivir de los griegos. Profanó el Templo ofreciendo carne de cerdo en el gran altar e instalando burdeles públicos en los santos atrios. Justamente delante del mismo lugar santo puso una gran imagen del Zeus olímpico, y mandó a los judíos que la adoraran. En relación con aquello, el autor del 1 Libro de los Macabeos dice (1:54): "Ahora bien, el día 15 del mes de Kislev del año 145 instalaron la abominación de desolación sobre el altar y edificaron altares a los ídolos en todas las ciudades de Judá por todas partes.» La frase la abominación de desolación, la profanación que horroriza, describía originalmente la imagen pagana y todo lo que la acompañaba con lo que Antíoco profanó el Templo. Jesús profetizó que la misma clase de cosa iba a suceder otra vez. […]

¿Qué quiere decir Jesús cuando habla de la abominación de desolación? La gente esperaba, no solamente al Mesías, sino también el surgimiento de un poder que sería la mismísima encarnación del mal, y que reuniría en sí todo lo que era contrario a Dios. Pablo lo llamaba el hombre de pecado, el hijo de perdición, el misterio de iniquidad, aquel impío (2 Tesalonicenses 23ss). Juan, en Apocalipsis 17, identificaba ese poder con Roma. Jesús está diciendo: «Algún día, muy pronto, veréis la misma encarnación del poder del mal surgir en un intento deliberado de destruir al pueblo y el lugar santo de Dios.» Tomó la antigua frase, y la usó para describir las cosas terribles que se aproximaban. (2006: 270). Para apoyar la cita (en sentido histórico) del 1 Libro de los Macabeos 1:54, véase también 1:69; 6:7; 2 Macabeos 6:1-5. De nuevo considero que la abominación desoladora, hay que enmarcarla al final de los tiempos, tal como apunta Dn. 9:27; Mt. 24:29 y ss.; Mr. 13:24 y ss. Aun así, al combinar Jesús las respuestas sobre la destrucción del templo y la manifestación de su venida, no es fácil la interpretación de la abominación desoladora. No obstante, me parece acertado el comentario de Barclay, antes mencionado: “Jesús profetizó que la misma clase de cosa iba a suceder otra vez”. O sea, tal como hizo Antíoco Epífanes, hará de forma similar, el anticristo. Hay pues que relacionar Antíoco Epífanes con una profanación del templo judío en contra de la Ley de Dios (y todo lo que conlleva), y no con una destrucción del templo. Y cuando irrumpieron los ejércitos de Roma en el templo de Jerusalén, no fue el objetivo principal profanarlo, sino destruirlo por completo. Por tanto, hay que vincular la abominación desoladora llevada a cabo por Antíoco, más bien con el anticristo (2 Ts. 2:4; Ap. 13:5, 6). Esta explicación requiere, al parecer, la construcción de un nuevo templo judío al final de los tiempos (ya no muy lejano). El Comentario Bíblico Moody del NT, acerca de la cita de Mateo, dice lo siguiente: b) Segunda mitad de la tribulación. 24:15-28. 15. Cuando veáis… la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel. La abominación desoladora reproduce la versión de Dn. 9:27; 12:11; 11:31 de la LXX; las dos primeras citas son sin duda escatológicas, mientras la última predice la profanación del culto por Antíoco, cuyo acto era

simbólico de la abominación final. Este acontecimiento ocurre a la mitad de la septuaginta semana (Dn. 9:27), cuya duración se da ya como “42 meses” (Ap. 11:2; 13:5), “1260 días” (Ap. 12:6) o “tiempo, y tiempos, y medio tiempo” (Dn. 7:25; 12:7; Ap. 12:14). El lugar santo . El templo que había de ser restaurado. Esta enigmática abominación se relaciona con el culto, y otros pasajes parecen dar a entender la pleitesía idolátrica que el Anticristo exigirá para sí. Véase Ap. 13:5-8; 2 Ts. 2:1-4. Era un acontecimiento claramente futuro en días de Jesús, lo cual da por tierra con las interpretaciones que pretende que todo lo predicho por Daniel se cumplió en días de Antíoco. Y tampoco puede limitarse la referencia a la catástrofe de 70 d. de C., ya que Mt. 24.21 limita la referencia a la mayor de todas las tribulaciones (cf. Dn. 12:1). […] 21. Habrá entonces gran tribulación . La descripción adicional, cual no la ha habido desde el principio del mundo , hace inconfundible la referencia de Cristo a Dn. 12:1. Y el dato añade, ni la habrá impide que la identifiquemos con nada menos que la tribulación final bajo el Anticristo, inmediatamente antes de la resurrección (Dn.12:2). (1971: 43, 44). En Mr. 13:14-18 y Mt. 24:15-20, Jesús comenta dicha abominación, profanación del templo o sacrilegio como señal para la huida de los discípulos de Judea a los montes, preocupándose por las mujeres que en aquellos días estén embarazadas, y manda a los discípulos a orar para que la huida no sea en invierno. Y en Lc. 21:20-24, Jesús vuelve hablar de la huida de los discípulos de Judea a los montes, pero la señal que da para comenzar la marcha es, cuando Jerusalén esté rodeada de ejércitos, sin mencionar la abominación desoladora. También menciona a las mujeres que estén encintas y las que críen hijos en aquellos días, pero no le indica a los discípulos que oren para que la huida no sea en invierno. Dicho de otra manera, Lc. 21:20-24 hace referencia a la huida del pueblo de Dios en relación a “Jerusalén rodeada de ejércitos” , los cristianos, según Adam Clarke huyeron a Pella y a los alrededores, pero la tribulación es específica para los judíos con gran “ira para este pueblo” . A partir del v. 25, hace referencia a los hombres en general. Y en los pasajes de Mr. 13:14-18 y Mt. 24:15-20, sitúa la huida del pueblo de Dios con la “abominación desoladora”, pero haciendo referencia a la proclamación

mundial del Evangelio (Mt. 24:14; Mr. 13:10), y a la Gran Tribulación al final de los tiempos (Mt. 24:21; 13:19). Por tanto, se habla de dos huidas del pueblo de Dios, una ya ocurrida cuando irrumpieron los ejércitos romanos y destruyeron el templo judío, y otra que acontecerá al final de los tiempos durante la Gran Tribulación, protagonizada por el anticristo.

6. LAS SEÑALES DE SU VENIDA

EVENTOS GENERALES “H e aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. (Ap. 1:7, 8). “…Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lc. 18:8b). Después de los “principios de dolores ” (Mt. 24:3–8, ver Mr. 13:7, 8; Lc. 21:9-11), que azotarán a buena parte de la humanidad, los cuales ya están sucediendo o pronto a suceder; y de terminar de predicar el “evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones” (Mt. 24:14), la manifestación de Jesucristo marcará el principio del fin, cuando la Iglesia sea arrebatada en su gloriosa venida (1 Ts. 4:16, 17). Ya que, la Iglesia del Señor no pasará la Gran Tribulación (Pr. 11:8; Ro. 5:8, 9; Lc. 21:36; 1 Ts. 1:9; 5:9; Ap. 3:10). No obstante, Apocalipsis no deja lugar a duda, muchas personas en medio de la Gran Tribulación se convertirán a Cristo, y estos creyentes si estarán afectados por las tribulaciones, pero serán salvos por la sangre del Cordero, aunque pagando un alto precio por su fe ( Hch. 2:21; Ap. 6:9-11; 7:9-17; 12:11, 17; 13:7; 15:2; 16:15; 20:4, 9).

En otras palabras, aunque la Iglesia no pasará la Gran Tribulación, dado que será arrebatada antes por el Señor, si estarán inmersos en ella todos los nuevos santos. Hay en especial dos precedentes bíblicos sobre un juicio divino, el diluvio de forma universal y las ciudades de Sodoma y Gomorra de manera local. Pero en ambos situaciones, los verdaderos creyentes fueron librados. La entrada de Noé en el arca y la salida de Lot de Sodoma, marcaron en ambos casos, el inicio de los juicios divino a los impíos. En el diluvio universal, Dios guardó a Noé: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos”. (Lc. 17:26, 27). Solamente Noé y su familia no perecieron: “ ocho, fueron salvadas por agua”. (1 P. 3:20). En la destrucción de Sodoma y Gomorra, los ángeles protegieron a Lot: “Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; más el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”. (Lc. 17:28-30). Únicamente Lot y sus dos hijas se salvaron (Gn. 19:29, 30). Véase la intercesión de Abraham ante Dios por Sodoma, pues, muestra el modus operandi divino como Juez de toda la tierra (Gn. 18:16-33 comp. Gn. 6:5-8; 15:13-16). Por tanto, en los sucesos finales por acaecer, Jesús nos librará de la ira venidera: “Porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”. (1 Ts. 1:9, 10). Además, el mismo Jesús le dice a la Iglesia de Filadelfia: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra”. (Ap. 3:10). Recordemos la amonestación para la Iglesia universal: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. (Ap. 3.13). En este caso, lo que el Señor le declaró a la iglesia

de Filadelfia. “Porque no nos ha puesto Dios para ira” . (1 Ts. 5:9, véase desde el v. 1 al v. 11). LAS REVELACIONES DEL MISMO CRISTO El libro de Apocalipsis, es: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”. (Ap. 1:1). Se describe el cumplimiento de los propósitos divinos para esta era, la consumación de los juicios de Dios sobre el auge de la maldad humana, y la gloriosa venida de Cristo, entre otros acontecimientos futuros por efectuarse. No obstante, en los evangelios encontramos varias e importantes enseñanzas acerca del retorno de Cristo, dichas por él mismo, que van desde versículos a capítulos enteros (Mt. 24; 25:31-46; 26:64; Mr. 13; 14:61, 62; Lc. 12:35-48; 17:22-37; 21:5-36; Jn. 14:1-3; 21:22, 23, etc.). La primera mención que Jesús hace de su venida se halla en el Evangelio de Marcos: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles”. (Mr. 8:38 comp. Mt. 16:27; Lc. 9:26). Y la enseñanza central de los dichos del propio Cristo sobre su regreso, se encuentra en Mateo 24 y en los pasajes paralelos de Marcos 13, y Lucas 17 y 21. El Evangelio de Mateo registra tres preguntas que los discípulos hicieron a Jesús, las cuales van a servir de bosquejo para las siguientes explicaciones. “Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe”. (Mt. 24:14). Es digno de mencionar la última frase del versículo 4, como firme advertencia para que estemos alerta contra los farsantes que vendrán en nombre de Jesús, diciendo: yo soy el Cristo (ungido).

“Mirad que nadie os engañe”. (Mt. 24:4). “Mirad que nadie os engañe”. (Mr. 13:5). “Mirad que no seáis engañados”. (Lc. 21:8). No puede haber ni el más mínimo atisbo de duda, que este es el propósito general de las enseñanzas de Jesús, el cual accedió a dar respuestas a las concernientes preguntas que le hicieron los discípulos, para que nadie les embaucase. Adam Clarke expone lo siguiente: Mirad que nadie os engañe . El mundo está lleno de engañadores, y solo atendiendo al consejo de Cristo pueden aún sus seguidores librarse de ser arruinado por ellos. Desde aquí hasta el versículo 31, nuestro Señor menciona las señales que han de preceder a su venida. La primera señal son los falsos cristos. (1980: Tomo III, 62). ¿Quién sino el propio Jesús explicaría mejor los acontecimientos relacionados con el templo, su venida y la consumación del siglo? Examinemos, pues, las respuestas de Jesús a las tres preguntas de los discípulos: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mt. 24:3). 1. “¿Cuándo serán estas cosas?” El contexto inmediato de esta pregunta es el siguiente: “Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada”. (Mt. 24:1, 2). O sea, Jesús anuncia la destrucción del templo, y los discípulos quieren saber cuándo sucederá esta predicción. Tanto Marcos como Lucas registran una doble interrogación: “Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?” (Lc. 21:7, véase Mr. 13:4). El Evangelio de Lucas es el que mejor narra la respuesta de Jesús.

“Pero antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre. Y esto os será ocasión para dar testimonio. Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan. Más seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas. Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. (Lc. 21:12-24). En el anterior pasaje se encuentra prácticamente la secuencia completa de los hechos que precederían a la destrucción de Jerusalén, y por ende, del templo judío (Lc. 21:5, 6). La historia confirma que los desastres vinieron por los ejércitos del Imperio romano. Jesús profetizó en otra ocasión el mismo acontecimiento. “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”. (Lc. 19:41-44). En la Web de National Geographic España , hay un artículo sobre: “La destrucción del templo de Jerusalén”, resalto lo siguiente:

En el año 70 d.C., el emperador Vespasiano encargó a su hijo Tito sofocar la violenta revuelta que desde hacía cuatro años sacudía Judea. Tras un duro asedio, Tito logró conquistar Jerusalén y destruyó y saqueó el Templo. […] Tito ordenó destruir por completo el Templo y las demás construcciones herodianas; sólo dejó en pie las tres torres del palacio de Herodes como testimonio de «la fortuna del conquistador», escribe Josefo. El templo de David y Salomón ya había sido destruido por los asirios en el año 586 a.C., para ser reconstruido poco después y ampliado según el grandioso plan de Herodes. Pero esta vez no habría nadie para reconstruirlo. Los judíos quedaron desamparados, expulsados de su ciudad sagrada, sin sacerdotes que dirigieran su culto. A partir de entonces se refugiarían en el cumplimiento de la Ley, la oración, las reuniones de la sinagoga y el trabajo silencioso, bajo la guía de los rabinos. Hasta que una última rebelión en su patria, bajo el gobierno del emperador Adriano (131135), los lanzaría a un largo exilio: la diáspora. (Tomado de internet). Acerca de Lucas 21:24, Adam Clarke comenta: Caerán a filo de espada . Se calcula en no menos de ciento diez mil los que perecieron en el sitio. […] Y serán llevados cautivos . En número de noventa y siete mil. Véase Josefo, Guerras, lib. 6, c. 9, secc. 2-3. […] Hollada por los gentiles . Judea fue subyugada tan completamente que hasta la tierra fue vendida por Vespasiano, pasando a ser posesión de gentiles, mientras que casi todos los judíos fueron muertos o llevados en cautiverio. De los gentiles se cumplan . Hasta que las diferentes naciones de la tierra, a las que Dios habrá dado el dominio sobre esta tierra, hayan cumplido todo aquello que el Señor les encomendará hacer; y hasta que llegue el momento de su conversión a Dios. (1980: Tomo III, 145). ¿Qué les ocurrió a los cristianos ? Vuelvo a mencionar a Adam Clarke, que comentando Mateo 24:16, dice: Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes . Este consejo fue recordado después, y prudentemente seguido, por los cristianos. Eusebio y Epifanio dicen que en esta coyuntura, después que Cestio Galio hubo levantado el sitio y Vespasiano se acercaba con su ejército, todos los que creían en Cristo abandonaron Jerusalén y huyeron a Pella y a otros lugares allende al Jordán; y así escaparon todos maravillosamente al

desastre general del país –ni uno de ellos pereció. (1980: Tomo III, 63, 64). Recapitulemos, Jerusalén conquistada, el templo destruido, decenas de miles de personas muertas o llevadas cautivas, y finalmente, el pueblo judío lanzado a un largo exilio. Hasta que el 14 de mayo de 1948 , David Ben-Gurión, declaró en Tel Aviv la creación del Estado de Israel. ¿Cuáles fueron, entonces, los hechos que precedieron a la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 d.C., con relación a los creyentes? · · · ·

Persecuciones Ocasiones para dar testimonio Traiciones por familiares y amigos Aborrecimiento general

Y estos sucesos anunciados por Cristo comenzaron muy pronto a suceder. Repetidamente en Hechos y en las epístolas se describen buena parte de los acontecimientos descritos con anterioridad a la destrucción del templo judío. En esencia, Jesús exhorta a los discípulos a soportar las pruebas que vendrían por causa de su nombre. Debían ser fieles y constantes en medio de las circunstancias adversas (Lc. 21:19). 2. ¿Y qué señal habrá de tu venida? Desde el v. 7 al 11 de Lucas cap. 21, y desde el v. 25 en adelante, Jesús enumera varias señales que acontecerían previamente a su venida. Señales que hay que cotejarlas con los pasajes paralelos de Lucas 17, Mateo 24 y Marcos 13 ya que, al parecer, están mezcladas en los tres evangelios, y también hay que compararlas con Apocalipsis 6. Se debe reconocer y respetar las diferentes interpretaciones que existen sobre los pasajes escatológicos y, obviamente acerca del libro de Apocalipsis. A menudo tildamos de falsos profetas, a todos aquellos que no concuerdan con nuestra interpretación de las Escrituras. Tengamos cuidado, es mejor rebatir con argumentos bíblicos que descalificar o insultar a los hermanos o ministros del Señor. Los falsos profetas son individuos que están errados en lo esencial del Evangelio y no viven según la sana doctrina, no debemos olvidarlo. Sin ánimo de ser dogmático, a continuación daré mi opinión no sin antes manifestar mi acuerdo con lo que dijo

Meldenius, que mencionado por Nicolás y Lena Venditti en su libro, “El Nuevo Testamento” (INSTE), dice: “En lo esencial unidad, en lo discutible libertad, y en todo caridad” (1993: 276). Somos hijos de Dios y hermanos los unos de los otros, aunque no estemos de acuerdo con algunos puntos o enfoques doctrinales (“en lo discutible”). Y es posible, querido lector, que estés en desacuerdo conmigo en algunos postulados acerca de estos temas cruciales y escatológicos que se tratan en este escrito. No obstante, examina los razonamientos plasmados en este libro y compáralos con la Biblia. El Señor nos dé entendimiento y conocimiento de su voluntad. Y tal vez, en el arrebatamiento o en la nueva Jerusalén, más de uno dirá al hermano, ¡lo ves, ocurrió así, ya te lo dije! Nunca falte el amor fraternal entre creyentes, y jamás descalifiquemos y menospreciemos al hermano porque opina diferente a nosotros. Dicho esto, y sirva para todo el libro, seguimos con la repuesta de Jesús a la siguiente pregunta de los discípulos: ¿Y qué señal habrá de tu venida? Es interesante el comentario que realiza Matthew Henry sobre Mt. 24:428, dice: Los entristecidos discípulos preguntan: ¿Cuándo? Pero Cristo no responde a esto. En cambio, a la pregunta: ¿Cuál será la señal, etc.? Contesta con todo detalle. Pues era de gran interés, no solo para los discípulos, que esperaban un cumplimiento inmediato del reino mesiánico (Hch. 1:6), sino para todos los creyentes a lo largo de la historia de la Iglesia. (1999: 1179). Prácticamente, las señales precursoras antes de la segunda venida de Cristo, son los principios de dolores. En este caso, los pasajes específicos de Mt. 24, Lc. 17 y 21 y Mr. 13 en los evangelios signóticos se complementan con Ap. cap. 6. En primer lugar consideraremos la sucesión de los acontecimientos descritos por Jesús en los evangelios sinópticos, y después los relatados en el libro de Apocalipsis. En Lucas 21:25, Jesús retoma las enseñanzas que dejó en el v. 11 del mismo capítulo. En Mateo 24, los eventos están en realidad completos, a excepción de dos eventos narrados en Lucas 21. En el Evangelio de Marcos cap. 13, encontramos las mismas indicaciones precursoras. Y en Ap. 6, también hay señales parecidas a los evangelios, veámoslas todas.

Mateo 24:5-31 “…Vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; Y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho

antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. Lucas 21:25-27 “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria”. Según los evangelios sinópticos, las señales precursoras a la gloriosa venida de Cristo son las siguientes: ·

Falsos ungidos y falsos profetas. Cristo menciona esta señal tres veces (Mt. 24:5, 11, 24-26). · Guerras, “se levantarán nación contra nación, y reino contra reino”. (En particular, las dos guerras mundiales).

· · · · ·

Enfermedades, hambrunas y terremotos en diferentes lugares. “Y todo esto será principios de dolores”. Los cristianos sufrirán aborrecimiento general de los impíos, serán entregados a tribulación e incluso muchos morirán por su fe. Enfriamiento del amor de muchos por causa de la creciente maldad en el mundo. Consecución del mandado de la Gran Comisión. Cumplimiento de la profecía de Daniel 9:27; 11:31.

Señales en los cielos (en el sol, en la luna y en las estrellas), “las potencias de los cielos serán conmovidas”. (Mt. 24:29). Al final aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, los pueblos se angustiarán y verán a Cristo “viniendo sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. (Mt. 24:30, 31). Apocalipsis 6:1-17 “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer. Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino. Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada

potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra… Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removieron de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” Conforme al libro de Apocalipsis (cap. 6), las señales precursoras a la gloriosa venida de Cristo son las siguientes: · · · · ·

Guerras Hambrunas Mortandad Un gran terremoto, previo a las señales en los cielos Después del gran terremoto, señales en los cielos acaecidos en el sol, en la luna y en las estrellas estas últimas “cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento”. (v. 13). · Y al final, “el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removieron de su lugar”. Todos verán al que está sentado sobre el trono y al Cordero con cara de pocos amigos, una visión de cielos abiertos, no sabemos cuánto durará, pero que todo el mundo la contemplará. Esteban, tuvo una visión similar, aunque en circunstancias y propósitos muy diferentes: “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y

dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios”. (Hch. 7:55, 56). Señales específicas justo antes de la gloriosa venida de Cristo No cabe duda, ¡Cristo vendrá en las nubes! (Dn. 7:13; Mt. 24:30; Hch. 1:9-11; Ap. 1:7; 14:14). Y como se ha repetido en varias ocasiones, vendrá de súbito. Aunque es indiscutible, que el día y la hora de su venida nadie lo sabe (Mr. 13:32), según Apocalipsis 6:12-17 podemos ubicar con cierta precisión la secuencia de los hechos y decir que, Cristo vendrá cuando se abra el sexto sello descrito en Apocalipsis, al menos, los hombres verán claramente su rostro y sabrán que el gran día de su ira ha llegado (véase Mt. 24:29, 30). Tomará a su Iglesia en la primera etapa o propósito de su venida, como ya se ha indicado (nótese como a partir de Apocalipsis 7 aparece el nombre de Israel y no el de la Iglesia, ya que esta ha sido arrebatada). Aún todavía quedan por cumplirse los juicios y sucesos de las sietes trompetas y los de las sietes copas, así como otros diversos juicios definitivos. A la postre, Cristo vendrá en calidad de Rey de reyes y Señor de señores, en la penúltima batalla mundial acontecida antes del Milenio (Ap. 19:11-20:6 comp. Zac. 12:10, 14 y Ro. 11:25-27). Examinemos, pues, las señales específicas en los cielos y en la tierra, justo antes de su notoria venida. “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. (Mt. 24:2931). “Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran

poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”. (Mr. 13:24-27). “ Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria”. (Lc. 21:25-27). “…Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo…” (Jl. 2:28-32). “Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. (Hch. 21:19, 20). “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removieron de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Ap. 6:12-17). Hay que señalar que la venida o presencia del Señor será tan manifiesta y evidente para todo el mundo, igual que el resplandor de un relámpago: “Como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente”.

(Mt. 24:27). “Como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro”. (Lc. 17:24). Es interesante la metáfora del relámpago usada por el Señor, dado que, un relámpago es un: “1. m. Resplandor vivísimo e instantáneo producido en las nubes por una descarga eléctrica. 2. m. Fuego o resplandor repentino”. (Diccionario de la lengua española). La presencia que manifestará el Señor (a todo el mundo) en su venida, se asemejará al brillo o resplandor vivo del relámpago. Dicho esto, examinemos las señales concretas enumeradas por orden, de los seis pasajes bíblicos mencionados con anterioridad. Primero: Una señal previa en la tierra. “Y he aquí hubo un gran terremoto”. (Ap. 6:12). Esto es, en la manifestación gloriosa del Señor, la tierra temblará. Cuando Cristo fue crucificado, al morir, también la tierra se conmovió: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron”. (Mt. 27:51). A. T. Robertson, comenta lo siguiente: Se produjo un gran terremoto (seismos megas egenetho ) . Jesús habló de terremotos en su gran discurso escatológico (Mr. 13:8). En Mateo 24:49 se dice que las potencias de los cielos serán conmovidas. Seismos es de seiö , temblar, y aparece también en Apocalipsis 8:5; 11:13, 19; 16:18. La referencia no es un terremoto local como aquellos tan comunes en Asia Menor. (2003: 735, 736). En otros términos, es probable que sucederá un gran terremoto, prácticamente a nivel mundial, y es posible que este terremoto lo explicase Juan de la siguiente manera: “y todo monte y toda isla se removió de su lugar”. (Ap. 6:14). Segundo: Señales en los cielos. “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas”. (Lc. 21:25). “El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”. (Mt. 24:29 comp. Mr. 13:24, 25). “Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas… las potencias de los cielos serán conmovidas”. (Lc. 21:25, 26). “Y daré prodigios en el cielo… El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová”. (Jl. 2:30, 31 comp. Hch. 2:19, 20; Is. 13:10). “El sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda

como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla”. (Ap. 6:12-14). Tercero: Señales en la tierra, simultáneas a las señales en los cielos. “Y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo”. (Hch. 2:19 comp. Jl. 2:30). “Y todo monte y toda isla se removieron de su lugar”. (Ap. 6:14). –Este terremoto aconteció al principio. Asimismo el bramido del mar y el fuerte oleaje, serán aterradores: “…Y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria”. (Lc. 21:25-27). Cuarto: La señal del Hijo del Hombre (en los cielos). Esta señal sucederá después del gran terremoto en la Tierra y de las señales en el sol, en la luna y en las estrellas. La segunda venida de Cristo, es también una señal o manifestación clara para toda la humanidad, de la veracidad divina y del cumplimiento de las profecías referentes al fin de los tiempos. La humanidad no solo verá la presencia del Señor en el cielo, sino que también le verá viniendo sobre las nubes del cielo: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. (Mt. 24:30). “Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria”. (Mr. 13:26 comp. Lc. 21:27). “Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla… y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Ap. 6:14-17). Y acerca de la llegada de este día, el Señor advierte a sus discípulos que ese día vendrá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra (Lc. 21:34-36). Pablo dice: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán”. (1 Ts. 5:1-3). Sin lugar a duda el día del Señor sorprenderá a toda la humanidad. Cristo vendrá cuando menos lo

esperen, ya que los hombres vivirán ajenos a Dios y ocupados en sus propios quehaceres, ¡no escaparán! Quinto: La reacción de la humanidad. “Entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo”. (Mt. 24:30). “En la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas”. (Lc. 21:25, 26). “Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Ap. 6:15-17). Reyes, grandes de la tierra, ricos, capitanes, poderosos, y también todo siervo y todo libre; o sea, personas inconversas de todas las clases sociales: ¿Lamentándose, confundidos, escondiéndose y huyendo de Cristo? Se cumplirá de forma literal lo que profetizó el profeta Isaías: “Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso. Por tanto, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de hombre, y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas. He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes”. (Is. 13:6-11). Esta profecía aunque es dirigida a Babilonia (13:1), sin lugar a duda habla de la venida del día del Señor, y de las señales en las estrellas, en el sol y en la luna. Por tanto, hay que enmarcar estos versículos mencionados de Isaías en el final de los tiempos, y no solo en los juicios contra Babilonia (al menos como una profecía de cumplimiento doble). Incluso, Dios hará estremecer los cielos y mover la tierra de su lugar, “en el día del ardor de su ira”. (Is. 13:12, 13). Este pasaje de Isaías 13 (vv. 6-13), está en consonancia con la

segunda venida de Cristo, enfatizando en este lugar los juicios divinos, los cuales castigarán “al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad;… la arrogancia de los soberbios, y… la altivez de los fuertes” . (v. 11). Antes de la venida de Cristo, la humanidad vivirá indiferente hacia Dios y como si nada drástico fuese a ocurrir: casándose y dando en casamiento, comiendo, bebiendo, comprando, vendiendo, edificando… (Lc. 17:26-30); y después de la manifestación del Hijo del Hombre, los hombres y mujeres empezarán a desfallecer, angustiarse y lamentarse. No obstante, muchos invocarán el nombre del Señor y serán salvos: “Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo”. (Jl. 2:32 comp. Hch. 2:21). Sexto: El arrebatamiento de la Iglesia. ¿Para qué viene Jesús en las nubes del cielo? Para llevar a su Iglesia consigo para siempre. “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. (Mt. 24:30, 31 comp. Mr. 13:27; Lc. 17:34-37; 1 Co. 15:50-54; 1 Ts. 4:15-18). Algunas observaciones Habrá una señal precursora en la tierra, “un gran terremoto” (Ap. 6.12), que al parecer, dará paso a las demás señales en el cielo: el Sol se oscurecerá, la Luna se volverá toda como de sangre y las estrellas caerán. Isaías 13:9, 10 dice: “He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.” O sea, previamente a la venida de Cristo acontecerá un eclipse total de Sol (la Luna pasa delante del Sol y oculta la Tierra). ¡Dios tiene poder! Véase Ex. 10:21-23; Am. 8:9; Is. 13:10; 50:3; Ez. 32:7; Jl. 2:31; Mt. 24:29; Mr. 13:24; Lc. 23:45; Ap. 6:12, 13). Asimismo sucederá un eclipse total de Luna (la Tierra se intercala entre el Sol y la Luna), y aunque dichos eventos astronómicos son fenómenos naturales y ocurren periódicamente (en esta ocasión pudieran suceder por

intervención divina), estos dos eclipses cobrarán suma importancia porque predecirán la inminente venida de Cristo. Es interesante el eclipse ocurrido en Lc. 23:44, 45: “Era ya como la hora sexta (las doce del día), y vinieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena (las tres de la tarde). El sol se eclipsó, y…” (Nuevo Testamento -La Biblia Textual). –Las cursivas entre paréntesis son mías. Y en el margen hay el siguiente comentario: “Eclipsó . Nótese que del verbo griego ekleipo procede de la voz eclipse, lo cual se debió a una intervención sobrenatural de Dios, ya que el eclipse del sol es naturalmente imposible en la luna llena. La frase el sol se oscureció , es una sustitución de los copistas por el sol se eclipsó . Esta lectura más difícil está bien respaldada por el Papiro 75 y el Códice Sinaítico. Y también, las estrellas caerán. ¿Acaecerá una sacudida de las potencias o estrellas de los cielos? ¿Caerán a la tierra? Cualquier estrella del universo es más grande que la tierra, entonces, a qué se refiere Lucas al escribir: “Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas”. (Lc. 21:26 comp. Mt. 24:29; Mr. 13:25). O, Juan en concreto, cuando dice: “Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento”. (Ap. 6:13). Jamieson et al., comentan: Estrellas… cayeron… como la higuera echa sus higos — (Is. 34:4; Nah. 3:12.). La Iglesia estará entonces madura para la glorificación, el mundo anticristiano para la destrucción, lo que será acompañado por los poderosos fenómenos en la naturaleza. En cuanto a la caída de las estrellas a tierra, la Escritura describe los fenómenos naturales tal como aparecen ante el espectador, no en el lenguaje del acierto científico; y sin embargo, mientras que se adapta así a hombres comunes, nos da insinuaciones anticipatorias de los descubrimientos de la ciencia moderna. (1989: Tomo II, 787 ). No obstante, según el lenguaje bíblico, las estrellas también simboliza ángeles (Ap. 1:16, 20; 9:1, 2; 12:3-9; Job. 38:7). Pudiera ser en este caso, que Juan profetiza acerca de los ángeles caídos, seres sobrenaturales o poderes sobrenaturales que serán conmovidos de sus lugares celestiales. Y

ese concepto, concuerda con el significado en griego de la palabra potencia, dúnamis (Lc. 21:26). “E) Poder . (Hablando de seres sobrenaturales): Mt. 24:29; Mr. 13:25; Lc. 21:26; Hch. 8:10; Ro. 8:38; 1 Co. 15:24; Ef. 1:21; 1 P. 3:22”. (Diccionario Tuggy). “5. LN 12.44 poder sobrenatural (Mt. 24:29; Mr. 13:25; Lc. 21:26; Ef. 1:21; Ro. 8:38… )”. (Diccionario Swanson). Si bien, hay que tener en cuenta que en el libro de Apocalipsis se puede observar estrellas que caen haciendo referencias a ángeles (Ap. 9:1-11), y otras a meteoritos, asteroides o cometas (Ap. 8:8-11). Y en tercer lugar , cuál es el significado de lo predicho por Juan: “Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar”. (Ap. 6:14 comp. Is. 34:4; He. 1:10-12). Ni más ni menos, que “una vívida imagen de la expansión del cielo enrollada y quitada como un rollo de pergamino –Lc. 4:14” (Robertson 2003: 736). En los evangelios sinópticos, Jesús comenta que su venida será tan clara y manifiesta como el resplandor vivo del relámpago, y Juan en Apocalipsis, que su manifestación ocurrirá cuando el firmamento se repliegue, entonces, toda la humanidad verá al “que está sentado en el trono”. (Ap. 6:16). Se puede observar que la señal del Hijo del Hombre y la manifestación de su venida, son eventos que sucederán uno de tras del otro (Mt. 24:30; Ap. 6:14-17). Es decir, en primer lugar, todos los hombres y mujeres verán al Cordero de Dios cuando el firmamento se repliegue, y en segundo lugar (a continuación), toda la humanidad le verá también descendiendo del cielo, para llevarse consigo a su Iglesia: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. (Mt. 24:30, véase el v. 31). En otras palabras, la señal completa del Hijo del Hombre, comienza cuando el cielo se repliega y los hombres contemplan la visión del trono celestial y del Cordero, y se prolonga cuando Cristo desciende “sobre las nubes del cielo” , para tomar a su Iglesia. Este acontecimiento glorioso, será tan notorio como el resplandor vivo de un relámpago (Lc. 17:24). En conclusión, el pensamiento profético de que Cristo regresará después de las señales en el sol, en la luna y en las estrellas descrita en el sexto sello de Ap. 6:12-17, concuerda con la profecía del profeta Joel: “… Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.

El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo…” (Jl. 2:28-32 comp. Hch. 2:16-21). Y también armoniza con lo que dijo el mismo Cristo: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”. (Mt. 24:29, 30 comp. Mt. 24:64, véase también Mr. 13:24-26; Lc. 21:2527). -Como bien se ha explicado con anterioridad. Los llamados cuatro jinetes del Apocalipsis (Ap. 6:1-8) Hay dudas, controversias y opiniones dispares sobre quien es el que monta el primer caballo blanco, ya que apenas hay referencias para identificarlo. William Barclay expone: Cuando cada uno de los siete sellos se cortaba y abría, un nuevo terror caía sobre la Tierra. El primer terror se simboliza bajo la forma de un caballo blanco con su jinete. ¿Qué o a quién representa? Se han sugerido dos explicaciones, una de las cuales no puede ser acertada. (i) Se ha sugerido que el jinete del caballo blanco es el mismo Cristo victorioso. A esta conclusión se llega porque algunos comentadores conectan esta figura con la de Apoca lipsis 19:11 s, que nos presenta un caballo blanco sobre el que cabalga Uno llamado Fiel y Verdadero y coronado con muchas coronas, que es el Cristo victorioso. Ha de notarse que la corona de nuestro pasaje es diferente de la del capítulo 19. Aquí la corona es stéfanos, que es la corona del vencedor, mientras que la de Apocalipsis 19 es diádéma, la corona real. El pasaje que estamos estudiando presenta un ay tras otro y un desastre tras otro; una presentación del Cristo victorioso estaría aquí fuera de lugar. Esta imagen nos habla, no de la venida del Cristo victorioso sino de la de los terrores de la ira de Dios. (ii) No cabe duda que el caballo blanco y su jinete representan la conquista de la guerra. Cuando un general romano celebraba un triunfo, es decir, cuando desfilaba por las calles de Roma con su ejército y sus cautivos y su botín después de una gran victoria, eran caballos blancos, el

símbolo de la victoria, los que estaban uncidos a su carroza. (2006: 1142). Barclay sigue comentando que “En el Antiguo Testamento el arco siempre representa un poder militar […] Así es que el caballo blanco y su jinete con arco representan el militarismo y la conquista”. Y da las siguientes referencias: Jr. 51:56; Os. 1:5; Sal. 46:9. Es difícil, pues, creer que es Jesús el que montaba el caballo blanco, ya que es el Cordero el que abre cada sello (vv. 1, 3, 5, 7). Solo se menciona el nombre del ser angelical que montaba el caballo pálido o amarillento, la Muerte (y el Hades le seguía). En el comienzo de los juicios divinos descritos en Apocalipsis, no puedo ubicar de ninguna manera, a Jesús, en compañía y colaboración con semejantes personajes angelicales maléficos. Por tanto, me inclino a la interpretación dada por el escritor William Barclay. El jinete que monta el caballo bermejo representa a las guerras que habrá en buena parte de la tierra habitada, así como el caballo negro simboliza a las hambrunas que muchos padecerán. Y en último lugar, el caballo amarillo, sabemos quién lo monta: la Muerte, (y el Hades le seguía, no sabemos si montado en otro caballo o de pie). En GotQuestions?org, hay un artículo titulado: ¿Quiénes son los cuatro jinetes del Apocalipsis? Y respecto al cuarto jinete, dice lo siguiente: El cuarto jinete es el símbolo de la muerte y devastación. Parece ser una combinación de los jinetes previos. El cuarto jinete traerá más guerra y terribles hambrunas junto con terribles plagas y enfermedades. Lo que es más asombroso, o quizá terrorífico, es que los cuatro jinetes del Apocalipsis, sólo son “precursores” de juicios aún peores que ocurrirán posteriormente en la Tribulación –Apocalipsis capítulos 8-9 y 16. (Tomado de internet). La tesis que aboga el autor de este libro, acerca de Apocalipsis cap. 6 (sin pretender ser dogmático), es la siguiente: “la humanidad ya está padeciendo directa o indirectamente las profecías anunciadas por Juan, descritas en Apocalipsis 6, en especial, del segundo al cuarto sello”. O sea, que los sellos de Apocalipsis 6, ya han sido abiertos . Se puede decir que, en los primeros cuatro sellos no hay nada especial que muy lamentablemente, a

nivel mundial, la tierra y la humanidad ya están padeciendo con frecuencia. Como botón de muestra, mencionaré varios informes. En primer lugar, sobre las hambrunas. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), en el año 2014, afirmó que: Desciende el hambre en el mundo, pero 805 millones de personas sufren todavía subalimentación crónica. […] 16 de septiembre de 2014, Roma – Cerca de 805 millones de personas en el mundo -una de cada nueve-, padece hambre, según un nuevo informe de la ONU publicado hoy. (Tomado de internet). En un comunicado de prensa (Roma) del 11 de septiembre de 2018, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), dice que “ El hambre en el mundo sigue aumentando” y advierte que hay: 821 millones de personas padecen hambre y más de 150 millones de niños sufren retraso del crecimiento, lo que pone en peligro el objetivo de erradicar el hambre […] Los últimos datos indican que el número de personas que padecen hambre en el mundo continúa en aumento, alcanzando los 821 millones en 2017 -una de cada nueve personas-, según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018 presentado hoy. También se están logrando avances limitados frente a las múltiples formas de malnutrición, que van desde el retraso del crecimiento infantil hasta la obesidad adulta, amenazando la salud de cientos de millones de personas. (Tomado de internet). En segundo lugar, acerca de las guerras. En la web guíaONGs hay un artículo titulado: Las guerras cobran más víctimas que el terrorismo internacional (publicado el 16 de septiembre de 2015), y expone lo siguiente: En el mundo existen actualmente 31 conflictos armados. De acuerdo con las cifras del documento publicado hoy (16 de septiembre de 2015) por Oxfam, 750.000 personas mueren cada año sólo en las guerras de la República Democrática del Congo, Darfur e Irak y, aunque el número de

conflictos ha descendido sustancialmente desde la caída del muro de Berlín, 46 países, un total de 2.700 millones de personas, afrontan un alto riesgo de conflicto violento debido al mal reparto de la riqueza, la inseguridad y el cambio climático. Esto supone que uno de cada seis países del mundo está en peligro de sufrir una guerra civil. (Tomado de internet). En el artículo: Conflictos Armados , de Amnistía Internacional, se explica lo siguiente: Los conflictos armados —las guerras— siguen causando muerte, desplazamientos y sufrimiento en gran escala. Actualmente tienen lugar numerosos conflictos armados en todo el mundo, incluidos los que implican a partes beligerantes dentro de un solo Estado (conflictos armados no internacionales) y los que implican a fuerzas armadas de dos o más Estados (conflictos armados internacionales). En 2016, más de cien mil personas murieron en los conflictos armados, e innumerables supervivientes sufrieron mutilaciones, tortura, violación, desplazamiento forzado u otras formas de abusos graves. Al finalizar ese año, más de 65 millones de personas de todo el mundo continuaban desplazadas por los conflictos armados. Es la mayor cifra jamás registrada. (Tomado de internet). Y en tercer lugar, sobre epidemias y enfermedades. En un artículo de hipertextual.com, titulado: Las 10 pandemias más letales en la historia de la humanidad, por Santiago Campillo, menciona diez pandemias que a lo largo de la historia han hecho estragos en la humanidad y causado un alto índice de mortandad, las señalo a continuación: La Viruela - más de 300 millones, el Sarampión - más de 200 millones, la Gripe Española - entre 50 y 100 millones, la Peste Negra - aproximadamente 75 millones, Virus de la Inmunodeficiencia Humana - más de 25 millones, la Plaga de Justiniano unos 25 millones, la Tercera Pandemia (de peste bubónica) – alrededor de 12 millones, Tifus – en torno a 4 millones, el Cólera – más o menos 3 millones, la gripe de Hong Kong (Gripe A H3N2) - casi un millón. Además, Santiago Campillo dice:

Por supuesto no solo las pandemias se han llevado por delante a miles de personas. De hecho, este brote epidémico de ébola lleva ya más de 3.900 muertos contabilizados y más de 8000 afectados. Pero también hemos de recordar la epidemia, que no pandemia, de gripe aviar que causó revuelo hace unos años, el problema de intoxicación debido supuestamente a unos pepinos españoles contaminados por Escherichia coli (cosa que no fue tal) o la gripe porcina, causada por el influenzavirus del subtipo H1N1, que es considerado actualmente una pandemia. (Tomado de internet). En la actualidad (abril de 2020), estamos en plena pandemia global, a causa del Covid-19 o Coronavirus, el cual produce síntomas similares a los de la gripe. Están muriendo decenas de miles de personas en todo el mundo, en particular, mayores. En muchos países, incluyendo España, los gobiernos han declarado el estado de alarma y estamos confinados en nuestros hogares. Llevamos ya 40 días de confinamiento. Esta crisis de salud pública también está afectando a todos los sectores, en especial, al económico. El origen de esta pandemia ocurrió en Wuhan, provincia de Hubei, China. Aún, no sabemos si estamos en el principio del final de la pandemia del Covid-19 o, en el final del principio de la misma. Regresando a los cuatro jinetes del Apocalipsis, al segundo jinete (caballo rojo), “le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros”. (Ap. 6:4). Al tercer jinete (caballo negro): “tenía una balanza en su mano” (Ap. 6:5, 6), significando las diferentes hambrunas a lo largo de la tierra. Y el último jinete (caballo pálido), llamado la Muerte (y el Hades le seguía), se especifica que: “le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra”. (Ap. 6:8). “Mortandad” en gr. dsánatos, y su significado: “(propiamente adjetivo usado como sustantivo) muerte (literalmente o figurativamente). La RVR traduce por: mortal, mortandad, muerte, muerto, -a.” (Diccionario Strong, Ref. G2288). “1. LN 23.99 muerte, moribundo (Lc. 23:15); 2. LN 23.158 plaga, pestilencia, enfermedad pandémica, asociada al castigo de Dios (Ap. 6:8); 3. LN 23.117 εἰμὶ ἐν θανάτοις (eimi en thanatois), en peligro de muerte (2 Co. 11:23+)”. (Diccionario Swanson). Véase Jr. 15:1-4; Ez. 5:12, 17; 14:12-21; Lc. 21:11; Mt. 24:7 y Mr. 13:8.

Lo narrado hasta ahora, concordaría también con una interpretación histórica de las sietes iglesias de Asia Menor (Ap. 2 y 3). Nicolás y Lena Venditti en su libro “Daniel y Apocalipsis” (INSTE), dicen al respecto: Juan escribe a siete congregaciones concretas sobre circunstancias reales que hacía relevante el mensaje tanto para los primeros destinatarios como para las iglesias de toda época. […] Aunque los mensajes a las sietes iglesias tengan una aplicación universal, hay que recordar que los receptores de las cartas eran iglesias históricas de los tiempos de Juan. […] Las condiciones, tanto buenas como malas, que se encontraban en las sietes iglesias de Asia, se encuentran en las iglesias de cualquier época de la historia eclesiástica. Son siete iglesias representativas de todas las edades. (2001: 105). Apocalipsis 1:19, dice: “Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas”. Y en 4:1, Juan escribe: “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”. En otras palabras, los sietes sellos, serían “las cosas que sucederán después de estas”. Esto significa que después de los hechos narrados en Ap. 2 y 3, en la tierra sucederían los hechos narrados en Ap. 6, al menos hasta el cuarto sello. Y, ¿no es cierto que casi una cuarta parte de la tierra ha estado y está sufriendo directa o indirectamente guerras, hambrunas y mortandad incluyendo pandemias o epidemias? De ser así, la tierra y la humanidad en la actualidad están viviendo las consecuencias de los cuatros jinetes del Apocalipsis. Por lo cual, hasta que no se abra el sexto sello, no dejará de existir en toda la tierra: guerras, hambrunas, mortandad y epidemias tal como se relata en Apocalipsis 6. Sin pretender ser irrefutable en este argumento expuesto, de nuevo, concluyo este pensamiento exponiendo lo siguiente: la Iglesia verá la manifestación del anticristo y la apostasía universal (2 Ts. 2:1-3), y como explico en otro capítulo con más amplitud, esto no significa que la Iglesia permanezca en la tierra hasta la mitad del reinado del hijo de perdición. Ahora, los creyentes como el resto de ciudadanos, están experimentando y sufriendo colateralmente estos principios de dolores de parto, descritos por

Cristo o las consecuencias de los cuatro jinetes del Apocalipsis detalladas por el apóstol Juan, sin estar aún en la Gran Tribulación. José Alfredo Liévano, apunta que: Nadie quiere VER ni ENTENDER lo que está pasando en el mundo... Son precisamente aquellas palabras que dijo nuestro Señor Jesucristo al hablar de las SEÑALES que habrían de darse previo a su segunda venida... PORQUE SE LEVANTARÁ NACION CONTRA NACION, Y REINO CONTRA REINO; Y HABRÁ PESTES, Y HAMBRES, Y TERREMOTOS EN DIFERENTES LUGARES. Mateo 24:21. Son señales que no se pueden negar pues se están viendo con claridad asombrosa... Son hechos SIN PRECEDENTES en la historia de la humanidad que irán en aumento en la medida que el tiempo avance... Hechos que poco a poco irán perdiendo el control... Son hechos que en la medida que el tiempo avance se irán EXTENDIENDO a lo largo y ancho del planeta... Ya no se serán localizados sino GENERALIZADOS... Son hechos ENTRELAZADOS entre sí que van apuntando hacia un CAOS total que se dará en el mundo: LA GRAN TRIBULACIÓN tal y como está anunciada en la Biblia. PORQUE ENTONCES HABRÁ UNA GRAN TRIBULACIÓN, CUAL NO HA HABIDO DESDE EL PRINCIPIO DEL MUNDO HASTA AHORA, NI LA HABRÁ. Mateo 24:21. Conste que aún no estamos en la gran tribulación, sino en los principios de dolores que nuestro Señor Jesucristo anunció: Y TODO ESTO SERÁ PRINCIPIO DE DOLORES. Mateo 24:8. (Tomado de internet). ¿Son los principios de dolores mencionados por Cristo (Mt. 24:5-8; Mr. 13:5-8), o los cuatros primeros sellos narrados por Juan en Apocalipsis 6, el comienzo de la Gran Tribulación? Analicemos en primer lugar, el significado de “dolores de parto”. En babycenter.com hay un artículo llamado, Síntomas que indican que va a empezar el parto , dice entre otras razones: ¿Cómo puedo saber si ha comenzado el "verdadero" parto?

Generalmente no es posible detectar con exactitud cuándo comienza el "verdadero" parto porque las primeras contracciones de parto pueden parecerse a las contracciones Braxton Hicks que has estado sintiendo durante semanas. Sin embargo, es probable que el parto haya comenzado si las contracciones aumentan cada vez más en duración, intensidad y frecuencia. Pueden producirse aproximadamente cada 10 minutos al principio, pero no cesarán ni se reducirán hagas lo que hagas. Y cuando llegue el momento, se volverán más dolorosas y próximas entre sí. En algunos casos, las contracciones fuertes y regulares empiezan de repente. Es diferente para cada mujer y en cada embarazo. (Tomado de internet). En el párrafo anterior se menciona las contracciones Braxton Hicks, ¿qué son las contracciones Braxton Hicks? Nuevamente menciono otro artículo de baycenter.com titulado, Contracciones Braxton Hicks, y explica lo siguiente: ¿Qué son las contracciones Braxton Hicks? Las contracciones Braxton Hicks son contracciones uterinas esporádicas que comienzan alrededor de la sexta semana del embarazo, aunque tú no podrás sentirlas tan pronto. Probablemente no las notarás hasta después de la mitad del embarazo, si es que de hecho te das cuenta de que las tienes (algunas mujeres no se dan cuenta). […] A medida que avanza el embarazo, las contracciones de Braxton Hicks tienden a aparecer más seguidas, pero hasta que no estás en las últimas semanas, suelen ser poco frecuentes, irregulares y generalmente sin dolor. Sin embargo, a veces es difícil distinguir las contracciones Braxton Hicks de las primeras señales que indican un parto prematuro . […] ¿Cómo puedo diferenciar las contracciones Braxton Hicks de las verdaderas contracciones de parto? En las semanas o días previos al parto, las contracciones de Braxton Hicks pueden volverse intermitentemente rítmicas, bastante frecuentes e incluso dolorosas, haciéndote creer que ya estás de parto. Pero a diferencia del verdadero parto, durante lo que se conoce como "falso parto", las contracciones no aumentan de manera constante su duración, ni intensidad ni se dan cada vez más cerca una de la otra. (Tomado de internet).

Haciendo, pues, un paralelismo entre los principios de dolores de una mujer encinta y los mencionados por Cristo, se puede decir que son iguales, o sea “principios”. Otra cosa, son los dolores o contracciones fuertes y regulares del parto, estos dolores si se pueden comparar con los sufridos en la Gran Tribulación, según la analogía de la mujer encinta. De hecho, se puede comprobar en Apocalipsis que las consecuencias de los juicios divinos a partir de las sietes trompetas, si coinciden con las contracciones de un parto, las cuales se vuelven más fuertes, regulares y cercanas. (Véase Ap. 8:6 hasta el 20:15). Concluyendo, en sentido natural, los principios de dolores de una mujer embarazada no son los dolores del parto en sí, sino los sufrimientos previos al parto, incluso, como se ha expuesto antes, a veces se puede confundir las conmociones previas del parto con las contracciones de Braxton Hicks. Las contracciones de un genuino parto, aumentan más en intensidad, duración y cercanía. Y en sentido espiritual, los principios de dolores que explica Cristo, no son en sí la Gran Tribulación, como ya he comentado. Es, a partir del sexto sello (o comienzo de la primera trompeta), que encontramos de forma gradual un aumento significativo de sufrimientos en la tierra de intensidad, duración y frecuencia que hace pensar que la Gran Tribulación realmente empieza con el sexto sello, donde el firmamento se repliega, y se manifiesta “la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre…” (Mt. 24:30 comp. Ap. 6:12-17). No obstante, como he comentado antes, no quiero ser dogmático en este asunto. En definitiva, estoy de acuerdo con las palabras del Dr. Juan Carlos Soto, que concluye sus comentarios sobre los sellos de Apocalipsis, con el siguiente pensamiento: Si todo lo acontecido anteriormente era el principio de dolores antes de la gran tribulación, lo que queda por cumplirse es este sexto sello. De hecho notemos que los habitantes de la Tierra es en este sello cuando creen que está empezando el día de la ira de Dios. Anteriormente no lo vieron como parte de esa gran tribulación. Si los sellos de Apocalipsis no han pasado todavía, debemos de verdad temer su paso, pues si lo acontecido en el siglo XX no han sido esos primeros 4 sellos, ¿qué no será la prueba que nos espera? (En prensa: 90).

3. “¿Y qué señal habrá… del fin del siglo?” Esta es la tercera pregunta que le formulan los discípulos a Jesús. En realidad, querían conocer cuando sería el fin del mundo y las señales previas que ocurrían ates de la consumación de los tiempos. Los discípulos que le preguntaron al Maestro acerca del templo y de su venida, también deseaban saber cuándo terminaría este siglo. Sin embargo, Jesús no responde con detalles a esta pregunta, reserva la revelación completa para Juan (Ap. 1:1). El testimonio ahora de Jesús a sus discípulos, abarca hasta su parousía y el arrebatamiento de la Iglesia (Mt. 24:29-31; Mr. 13:24-27; Lc. 17:30-37). En el libro de Apocalipsis, es donde encontramos las señales que acaecerán antes del fin del siglo. Aunque la señal o el evento primordial que acontecerá antes del comienzo del fin del mundo, es la segunda venida gloriosa de Cristo. –Ya explicado en el capítulo 5 del libro. Es fascinante saber que el reino de Dios entre los hombres, de forma literal, comenzará en esta tierra y bajo el cielo que aun vemos -si bien, no en su versión eterna. Porque todavía, después del Milenio y por poco tiempo, Satanás será soltado, y definitivamente derrotado (Ap. 20:3, 7-10). A la postre, acontecerá el juicio final (Ap. 20:11-15), por fin, estaremos en el reino eterno de Dios. El Señor resplandecerá sobre nosotros, y reinaremos con Él por los siglos de los siglos (Ap. 21 y 22). Las señales especiales que acaecerán antes del fin del siglo, según el libro de Apocalipsis y los juicios divinos a la humanidad impía en los últimos tiempos, se tratan en el capítulo 9 del libro (juicios antes del Milenio), y en el capítulo 12 (juicios después del Milenio)

7. MANIFESTACIÓN DEL ANTICRISTO

EL HOMBRE DE PECADO Menciono a este hombre de iniquidad en especial por tres razones. La primera, porque ha de manifestarse antes de la venida de Cristo y nuestra reunión con Él. La segunda, porque reinará brevemente sobre todos los reinos de la tierra; y la tercera, porque el Señor lo destruirá con el resplandor de su venida. 1. Manifestación del Anticristo “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo”. (1 Jn. 2:18). “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. (1 Jn. 2:22). “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”. (1 Jn. 4:1-3, véase 2 Jn. 7). En la actualidad, ¿qué hay en el mundo? Según Juan, “el espíritu del anticristo” , y según Pablo, está “en acción el misterio de la iniquidad” (2 Ts. 2:7). Dicho espíritu o misterio inicuo está siempre operando a través de muchos falsos y mentirosos profetas precursores del mismo anticristo, que niegan que Jesús es el Ungido. Es decir, rehúsan al Padre y al Hijo, no creyendo que Dios (Jesucristo) vino en carne. En otras palabras, las fuerzas de maldad del enemigo de nuestras almas, ya están operando entre nosotros, y ejercen sus maléficas influencias en los hombres. Ahora bien, el anticristo en persona vendrá, pero antes estos seudocristos que son adversarios de Cristo, han surgidos por todo el mundo oponiéndose a Él,

como bien explica el apóstol Juan. Jamieson et al., comentando 2 Ts. 2:7 escriben: El misterio de iniquidad —La contraparte al “misterio de la piedad” (1 Ti. 3:16). El anticristianismo operando latentemente, como distinguido de su final manifestación abierta. “Misterio” en las Escrituras quiere decir, no lo que permanece siempre secreto, sino lo que está escondido por un tiempo, más en tiempo debido es manifestado (Ef. 3:4. 5). Satanás recurrirá a un modo de oposición más conforme a la entonces inminente “aparición” y “presencia” del Salvador, y tomará la delantera con un esfuerzo último de mantener el dominio del mundo [De Burgh], así como en su primer advenimiento se lanzó en oposición abierta, posesionándose de los cuerpos de los hombres. “Iniquidad”, griego, desorden, ilegalidad, desobediencia; el rechazo desafiante de la ley de Dios. […] “Maldad” (traducido en la Versión de los Setenta por la misma palabra griega, queriendo decir “ilegalidad”, la que Pablo emplea aquí), personificada allí como mujer, corresponde al “misterio de iniquidad”, aquí personificada finalmente en “el hombre de pecado”. (1989: Tomo II, 548 ). Comentario de 2 Tesalonicenses 2:1-12 ·

Versículos 1-3

“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”. Dos hechos inexorables y estremecedores van a ocurrir previo a la segunda venida de Cristo: La apostasía y la manifestación del hijo de perdición (un gobernante mundial). La apostasía o abandono de la verdad Adam Clarke, expone:

Por ella entendemos el abandono de los principios esenciales de las verdades religiosas o el total abandono del cristianismo mismo o una corrupción tal de sus doctrinas que haga a todo el sistema ineficaz para la salvación. (1980: Tomo III, 537). Véase Mt. 24:10-12; Jn. 5:43. Y Matthew Henry, dice: Por “apostasía ” entiende Ryrieuna revuelta agresiva y definitiva (climactic) contra Dios, la cual preparará el camino para la aparición del hombre de pecado (1 Ti. 4:1-5; 2 Ti. 3:1-5). Al llevar artículo se da a entender que consistirá en algo único, como no se ha dado en el curso de la historia. Un enfriamiento tal de la fe que la gran mayoría de las gentes vivirá no solo en forma prácticamente atea, sino que atacará violentamente a toda forma de religión teísta. (1999: 1736). Jesús pronosticó la apostasía porvenir de la siguiente manera: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”. (Mt. 24:12). Y Pablo dijo en otro lugar: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. (1 Ti. 4.1). A los creyentes se nos exhorta a estar atentos, para que nadie nos engañe (Mt. 24:4, 5, 24; Col. 2:8; Gá. 1:7; 2 Co. 11:13-15; 2 Ti. 4:3, 4), y a perseverar hasta el final: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. (Mt. 24:1113). El hombre de pecado, el hijo de perdición ¿Quién es este hombre de pecado o hijo de perdición? Menciono nuevamente a Matthew Henry, que comenta: Hombre de pecado o, según muchos MSS, “hombre de iniquidad ” […] esto es, alguien tan embebido en el pecado que vive siempre al margen de la ley divina. “Él es la ley” comenta J. Leal. “Hijo de perdición” (lit.) es un hebraísmo para significar que está abocado a la perdición, como aquel otro “hijo de la perdición” (Judas Iscariote, según Jn. 17:12), que cayó “para irse a su lugar” (Hch. 1:25). (1999: 1736). Charles C. Ryrie, acerca del anticristo explica lo siguiente:

1 Juan 2:18 indica que viene un gran anticristo. El Señor predijo que habría muchos falsos profetas y muchos que dirían ser Cristo durante los días de la tribulación (Mt. 24:11, 23). El título “anticristo” pues, debería ser aplicado a la persona sobresaliente de todos estos falsos personajes, y es la primera bestia. También para mí la primera bestia (se le llame anticristo o no) es el hombre de pecado (2 Ts. 2:3), el cuerno pequeño (Dn. 7:8), el príncipe que ha de venir (Dn. 9:26), el rey que hará su voluntad (Dn. 11:36), y la bestia (Ap. 11:7; 14:9, 11; 15:2; 16:2, 10, 13; 17:3-17; 19:19, 20; 20:4, 10). (1981: 88). ·

Versículos 4-12

“El cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”. Por consiguiente, tengamos seguridad según el pasaje comentando, que: “La venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”. Y aunque apoyo la interpretación pretribulacionista (concerniente a que la Iglesia no pasará la Gran Tribulación), es muy difícil, si no imposible, armonizar esta interpretación con la declaración de que la Iglesia es la que retiene la manifestación del anticristo: “Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Sólo que hay quien al presente lo detiene,

hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo” . Por la sencilla razón de que si la Iglesia es la que retiene al anticristo, y cuando ésta es quitada se manifestará dicho inicuo, entonces el apóstol se equivocó en los vv. 1-3. Y si la Iglesia permanece hasta que se manifieste el anticristo, y posteriormente Cristo viene y arrebata a su Iglesia (como el apóstol enseña en los vv. 1-3), entonces, lo que detiene al anticristo no es la Iglesia. Y aunque hay muchos hermanos que argumentan que es la Iglesia llena del Espíritu Santo, quien detiene al anticristo, ¿por qué Pablo no lo indica con claridad? Aunque tampoco menciona la causa o quien pudiera ser (2 Ts. 2:6, 7). Esto es lo que pienso: La Iglesia no pasará la Gran Tribulación, pero si verá la apostasía (mundial) y la manifestación del hombre de pecado (anticristo). Si bien, hago diferencia entre este pensamiento y el de los hermanos m edio-tribulacionistas, que dicen que los cristianos pasarán parte de la Gran Tribulación, en concreto, los tres primeros años y medio del gobierno del anticristo. Por otra sencilla razón, el texto sagrado dice: “ y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”. Y no tiene por qué ser necesariamente tres años y medio. Es decir, Cristo vendrá y nos arrebatará pero antes vendrá la apostasía (que si ya no ha venido, está a las puertas), entonces, se manifestará aquel inicuo. La Iglesia, sensible al Espíritu y conocedora de las profecías, sabrá quién es el susodicho personaje maléfico. En aquel tiempo, Cristo aparecerá en las nubes para arrebatar a la Iglesia (2 Ts. 2.1-3); pero no está escrito que la Iglesia pase los tres primeros años y medio del gobierno del anticristo antes de ser arrebatada, solo está escrito que antes del arrebatamiento de la Iglesia, se tiene que manifestar el anticristo; son dos cosas muy distintas. Es difícil, pues, saber qué o, al parecer quien es, el que detiene la consumación del mal: ¿La Iglesia, el Espíritu Santo, un ángel especial o, tal vez Satanás? Hay que admitir que no se puede saber con seguridad, aunque los tesalonicenses si sabían “ lo que lo detiene” o, “quien al presente lo detiene”. (2 Ts. 2:6). Tampoco creo que sea el Espíritu Santo, véase los siguientes pasajes: 1 Co. 12:3; Jn. 14:16; Mt. 28:20; Hch. 2:21; Ap. 12:11, 17, etc. ). Barclay dice al respecto: “¿Cuál era la fuerza que estaba reteniendo y manteniendo al Sin Ley bajo control? No se puede responder a esa pregunta con absoluta certeza…” (2006: 794). Obviamente, Dios siempre tiene el control y nada ocurrirá sin su permiso divino.

No obstante, hay un pasaje descrito en Apocalipsis que hace previa referencia explícita a la manifestación del hombre de pecado, y es el siguiente: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”. (Ap. 12:7-10). Satanás es arrojado del cielo, es quitado de la presencia de Dios, donde concurría a acusarnos. Los siguientes versículos del 13 al 17, narran el acoso de Satanás “a la mujer que había dado a luz al hijo varón”. Al no conseguir su objetivo malvado, “se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Así termina el v. 17 del cap. 12, y así comienza el v. 1 del cap. 13: “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo”. Sin embargo, en La Biblia Textual, encontramos un versículo más en el cap. 12, el 18: “Y se paró sobre la arena del mar”. Y en el margen dice: “El NTG registra el versículo 18. Los Manuscritos inferiores registran (en 13:1) estáthen = me paré”. La Biblia Latinoamericana traduce: “Y se quedó a orillas del mar”. (Ap. 12:18). La Biblia Traducción Lenguaje Actual: “Y el dragón se detuvo a la orilla del mar”. La Biblia Reina Valera Actualizada 1989: “…Y él se puso de pie sobre la arena del mar”. (Ap. 12:17). Y la Nueva Versión Internacional, traduce Ap. 13:1 así: “ Y el dragón se plantó a la orilla del mar. Entonces vi que del mar subía una bestia, la cual tenía diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una diadema, y en cada cabeza un nombre blasfemo contra Dios”. Bien, si damos por buena estas traducciones, donde se narra que Satanás después

de perseguir a la mujer y “hacer la guerra al resto de sus hijos” ,se paró sobre la arena del mar, es el evento previo e inmediato a la puesta en escena del anticristo. Recordemos que el advenimiento del inicuo es por obra de Satanás (2 Ts. 2:9). Por lo tanto, es significativo que Satanás se pare a la orilla del mar, y acto seguido Juan ve cómo surge el anticristo (la bestia). En fin, la Biblia no dice expresamente que o quien es lo que detiene la manifestación en persona del anticristo, pero cuando Satanás es quitado de la presencia de Dios y arrojado con sus ángeles a la tierra (Ap. 12:7-10 comp. 2 Ts. 2:1-8). Entonces, poco tiempo después, se para en el mar (simbólicamente: pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas véase Ap. 17:1, 15), y ocurre el surgimiento del anticristo. Obsérvese la comparación y similitudes de los dos pasajes en cuestión. “Estalló una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles para luchar contra el dragón; y luchó el dragón y sus ángeles, pero no prevaleció, ni fue hallado ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él… y se paró sobre la arena del mar…Y del mar vi que subía una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas; sobre sus cuernos había diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo”. (Ap. 12:7 al 13:1, véase los capítulos 12 y 13 por completo La Biblia Textual). “…Sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo…” (2 Ts. 2:7, 8, véase todo el capítulo 2). Sea cuando sea, que surja la primera bestia o el anticristo, una cosa es segura: Se manifestará cuando Dios lo estime oportuno: “ a fin de que a su debido tiempo se manifieste”. (2 Ts. 2:6). Leon Morris dice al respecto: La afirmación de que el hombre de pecado será revelado a su debido tiempo muestra que se considera a Dios como el que ejerce completo control del proceso. Cuando su tiempo haya llegado –y no antes– el “hombre de pecado” hará su aparición. Pablo claramente piensa en el tiempo como estando en manos del Padre. (1976: 149).

2.

El Reinado del Anticristo

¿Qué se puede decir del anticristo y de su reinado? Se han escrito innumerables capítulos y artículos sobre el anticristo, aquí mencionaré solo lo detallado en Apocalipsis 13, ya que un estudio exhaustivo de tal personaje malévolo y de su reinado, nos llevaría a analizar y comparar Apocalipsis13, con el resto del libro, y al menos con Daniel, los evangelios sinópticos, 1 y 2 Tesalonicenses y 1 y 2 Juan. Como expliqué antes, Satanás después de perseguir a la mujer y hacer guerra contra la descendencia de ella (Ap. 12), dispone y levanta al anticristo. El gran dragón privado del cielo, es arrojado a la tierra, y desde aquí, de forma directa y feroz comienza sus ataques contra “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. (Ap. 12:17). Antes de indicar algunas características de tal inicuo y depravado personaje, es primordial que entendamos que el anticristo surge por obra de Satanás, y tendrá gran poder. “Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. ”. (2 Ts. 2:9, 10). “El malvado vendrá, por obra de Satanás, con toda clase de milagros, señales y prodigios falsos. Con toda perversidad engañará a los que se pierden por haberse negado a amar la verdad y así ser salvos. ”. (La Biblia al Día). Algunas características del anticristo y de su reinado, descritas en Apocalipsis 13:1-10. “…Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron

al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; Y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo…” (Véase también Dn. 7:19-27; 11:32-45 y 2 Ts. 2:1-12). Menciono también el v. 4 de 2 Tesalonicenses cap. 2: “El cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”. El dragón dará su poder, su trono y grande autoridad al anticristo (primera bestia), este gobernante mundial: ·

Será herido de muerte pero su herida sanará y toda la tierra quedará maravillada. Entonces los hombres adorarán al dragón y a la bestia. · Será muy elocuente y arrogante, se opondrá a Dios y blasfemará contra Él, su tabernáculo y contra los que moran en el cielo. · Obtendrá autoridad mundial, pero estará limitada a 42 meses. · Perseguirá a los santos y los vencerá (matará). El anticristo tendrá un falso profeta (segunda bestia), que le servirá ejerciendo toda su autoridad: “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, Y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.

También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis”. (Ap. 13:11-18). Este falso profeta y portavoz del anticristo: · · · ·

Ejercerá toda la autoridad de la primera bestia. Hará que todos adoren al anticristo. Realizará grandes señales engañando a los moradores de la tierra. Infundirá aliento a una imagen del anticristo y matará a todos aquellos que no adoren a dicha imagen. · Obligará a todos a que se pongan una marca, el nombre del anticristo o el número de su nombre (666), en la mano derecha o en la frente.

Vila y Escuain escriben: …El anticristo es el pináculo de la apostasía humana contra Dios expresada en un caudillo personal , que se presentará en relación con Israel al final de la dispensación de la gracia. Ciertamente que multitud de individuos e instituciones han participado y participan de su carácter moral en tanto que niegan al Padre y al Hijo, y en tanto que usurpan el lugar de Cristo, se oponen a la verdad y engañan a los hombres. (1985: 61). Y por último sito a Herbert Lockyer, que referente al anticristo expone lo siguiente:

La bestia –criatura superhumana satánica, el “voluntarioso rey” de Daniel 11:36– será cruelmente antisemita y actuará en el poder superhumano del dragón. Manifestará una proeza bélica que no perdona ni conoce compasión. La presencia de tan terrible dictador, con el destino de millones en sus manos, será la señal de que se precipita el juicio para todos los que lleven su marca. (1988: 149). 3. La destrucción del Anticristo “Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida”. (2 Ts. 2:8). ¿Cuándo y dónde sucederá la destrucción del anticristo? Evidentemente, al final de su reinado, esto es, al término de la segunda etapa de 42 meses (comparar Dn. 7:9; Ap. 11:1-7; 13:3-8). El dragón, el anticristo y el falso profeta prepararán un gran ejército “para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso”. (Ap. 16:12-14). El camino estará dispuesto, cuando el sexto ángel derrame “su copa sobre el gran río Éufrates”. (Ap. 16:12), “en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”. (Ap. 16:16). En otras palabras, habrá una batalla mundial (la penúltima), contra el que monta el caballo (Cristo) y su ejército (véase Ap. 19:11-21), justo antes de comenzar el reinado milenario de Cristo (Ap. 20), y después de que el séptimo ángel derrame su copa en el aire, sucediendo la destrucción de Babilonia (Ap. 16:17-19-21). “Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”. (Ap. 19:19-21). Nótese como el anticristo y el falso profeta drásticamente son los primeros en inaugurar el infierno o lago de fuego eterno, pues “fueron

lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre”. ¡Vivos! Este es el triste final de estos dos malvados y depravados individuos. El libro de Apocalipsis también especifica que Satanás, la Muerte y el Hades serán lanzados a dicho lago de fuego (Ap. 20:10, 14). Asimismo, pero ya de manera general, serán arrojados los ángeles de Satanás (Mt. 25:41). Del mismo modo, todo aquél “que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” . (Ap. 20:15). El infierno o lago de fuego, será el único lugar de tinieblas, sufrimientos y separación de Dios durante toda la eternidad, para todos aquellos seres angelicales y humanos, que por desgracia estuviesen allí. Jamieson et al., comentan: Un lago de fuego —Griego, “el lago de fuego,” el Gehenna. Allí es arrojado Satanás subsecuentemente, al fin del asalto que tiene lugar después del milenio (20:10). Entonces la Muerte y el Infierno (el hades ), así como todos los que en el juicio general no sean “escritos en el libro de la vida,” serán arrojados en el mismo; esto constituye “la segunda muerte”. Vivos— una muerte viviente; no es el aniquilamiento. “Su gusano no muere, y su fuego no se apaga”. 21. los otros —A saber, “los reyes y sus ejércitos” (19:19), tenidos juntos en un todo indistintos. Una solemne confirmación del Sal. 2:10. (1989: Tomo II, 823).

8. LA GENERACIÓN DE SU RETORNO

CARACTERÍSTICAS DE LA GENERACIÓN DEL RETORNO DE CRISTO Una generación apóstata

“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él... Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”. (2 Ts. 2:1-3). “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”. (Mt. 24:12). “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”. (1 Ti. 4:1). Ya se ha comentado acerca de la apostasía en el capítulo anterior, aquí cabe decir de nuevo que la apostasía (abandono o enfriamiento de la fe), será cada vez más generalizada. La sociedad avanza a pasos agigantados hacia al secularismo general y hacia una ausencia total de temor de Dios. Los gobernantes siguen aprobando leyes diametralmente opuestas a Dios, y por ende, al cristianismo. Son gobiernos "progresistas", donde la moral judeo-cristiana brilla por su ausencia, al menos, en temas tales como la educación, el aborto, el divorcio, la homosexualidad, etc. Esta sociedad apóstata e indiferente a los mandamientos divinos, es la que Cristo encontrará cuando regrese. Una generación insensible para con Dios “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; más el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”. (Lc. 17:26–30). “Y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”. (Mt. 24:39). “…Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría… Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa

de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?” (1 P. 4:12-19). Es lamentable que la generación del día de la venida de Cristo, sea una generación insensible para con Dios, y según 2 Ts. 1:4-10 y 2:8-12, son: · · · · ·

Personas que han oído solemnemente el Evangelio del reino, con un claro testimonio de la obra redentora de Cristo. (Recordemos que Mt. 24:14 y Mr. 13:10 ya se cumplieron). Todos aquellos que no creen en Jesús. Los que se complacen en la injusticias. Aquellos que no reciben el amor de la verdad para ser salvos. Los que no conocen a Dios, ni obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, a pesar de haber oído el mensaje de salvación.

Una generación que cabalga entre la poca fe (Lc. 18:8), el enfriamiento del amor (Mt. 24:12) y la apostasía (2 Ts. 2:3; 1 Ti. 4:1). Una generación que a la postre, experimentará los juicios divinos, pero que ni aun así se arrepentirá de sus obras pecaminosas ni tampoco dará gloria a Dios. (Véase los siguientes pasajes bíblicos: Jn. 3:18; 2 Ts. 1:7, 8; 2:8–12; Ap. 9:20, 21; 16:9-11). Y una generación que verá el cumplimiento de las profecías sobre el arrebatamiento de la Iglesia. En definitiva, son todos los que no creen en el nombre del unigénito Hijo de Dios y aman las tinieblas más que a la luz, porque sus obras son malas (Jn. 3:16-21), y evidentemente viven en el tiempo del fin (Lc. 21:25-27; Ap. 3:10; 8:13). Son todas las personas que no serán tomadas o arrebatadas, sino que permanecerán aquí en la tierra cuando el Señor se manifieste de nuevo (Mt. 24:37-42). La gente en los últimos tiempos cada vez más vivirá indiferente con respecto a Dios. Esta generación es la que habrá cuando regrese nuestro amado Señor. En una ocasión, el Señor formuló la siguiente pregunta: “…Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lc. 18:8b)

“Pero cuando yo, el Hijo del hombre, regrese a este mundo, ¿acaso encontraré gente que confíe en Dios?” (Traducción Lenguaje Actual). “Cuando yo regrese el mundo estará tan indiferente a las cosas de Dios como lo estaba en los días de Noé”. (La Biblia al Día). Según el Diccionario Enciclopédico Vox, indiferencia significa: “f . Estado del ánimo en que no se siente inclinación ni repugnancia a un objeto o negocio determinado”. Es decir, una persona que no experimenta ningún sentimiento hacia Dios, ni preferencia ni fastidio. ¡Una auténtica frialdad y desinterés en las cosas espirituales y divinas! Adam Clarke comenta: “El propósito de estos versículos parece ser indicar que la desolación sería tan general como inesperada”. (1980: Tomo III, 66). No obstante, como el profeta Joel dijo: “todo aquél que invocare el nombre del Señor será salvo”. (Jl. 2:32 comp. Hch. 2:21). Muchos si lo invocarán, y serán salvos de esta perversa y mala generación de su venida. (Ap. 7:9-17). Viviendo como si nada malo vaya a ocurrir “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal… Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra”. (Gn. 6:3–13). “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo”. (Gn. 18:20). “Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno”. (Jud. 7). “Y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio

sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)”. (2 P. 2:5-8). Al meditar los anteriores pasajes bíblicos, queda claramente evidenciado que tanto la generación de Noé como las ciudades de Sodoma y Gomorra, llevaban una vida impía en su más alto nivel de corrupción. Entonces, cabe preguntarse, por qué el Señor cuando menciona a estas personas haciendo referencia a la futura generación de su venida, no hace ninguna mención explícita de sus obras impías y corruptas. Dice en el Evangelio de Lucas cap. 17: “comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, compraban, vendían, plantaban y edificaban”. Y en Mateo, cap. 24 añade: “Y no entendieron”. ¡Ningún relato de sus obras impías y corruptas! Una más vez más, que resaltar la indiferencia hacia Dios y su Palabra. Esas gentes, “vivían como si nada malo les iba a ocurrir” , tal como vivirá la generación incrédula, impía e indiferente en el día que regrese Cristo. Jamieson et al., comentan: “Comían, bebían… plantaban ,” etc. -todas las ocupaciones y los goces de la vida aunque el mundo antediluviano y las ciudades de la llanura eran terriblemente malvados. No fue su maldad, sino su mundanalidad, su incredulidad e indiferencia en cuanto al futuro, su falta de preparación, lo que aquí se presenta como advertencia. (1989: Tomo II, 161). Si bien, he enfatizado la incredulidad, apostasía y la indiferencia hacia Dios, como emblemas de la generación que se encontrará Cristo en su retorno, no debemos olvidar lo escrito por el apóstol Pablo en 2 Ti. 3:1-5 comp. Ro. 1:28-32, prediciendo la vergonzosa conducta de los hombres malvados en los últimos tiempos. En el blog, “Glorioso Evangelio” hay un artículo titulado: El Carácter de Los hombres de los Postreros Días , y dice lo siguiente: En la actualidad, “a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo”. Los verdaderos valores se están perdiendo, y están siendo sustituidos por los “antivalores”. Pero, ¡ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno

malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! (Isaías 5:20). El carácter y la disposición de hombres y mujeres en esta época, están siendo afectados. El amor, la moral, la familia, la amistad, y las buenas costumbres, parecen valores de antaño. Estos valores están mermando a medida que pasa el tiempo. Por ende, el verdadero amor se está enfriando, la inmoralidad quiere sustituir a la moral, las familias se desintegran debido a una ola de divorcios, y las buenas costumbres se han transformado en malos hábitos. Cada quien quiere caminar de acuerdo a sus reglas, y a las que aprueba este sistema de gobierno altamente contaminado. Las cualidades “psíquicas y afectivas que condicionan la conducta de cada individuo”, que constituyen nuestro carácter, se están viendo cada día más afectadas por el sistema corrupto en el que vivimos. Por lo tanto, me pregunto: ¿Cómo será el carácter de los hombres en estos postreros días? (Tomado de internet). El pasaje de 2 Timoteo 3:1-5, relata el carácter general de muchos hombres (sin Cristo), de los postreros días. Hombres que en esencia son egoístas, malvados y arrogantes. El apóstol Pablo menciona a continuación las cualidades de estas personas que bien pudieran ser las características de la impiedad, conozcámoslas. “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. Así traduce el mismo pasaje, la Biblia: Dios Habla Hoy en Castellano Peninsular 2002: “ También debes saber que en los tiempos últimos vendrán días difíciles. Los hombres serán egoístas, amantes del dinero, orgullosos y

vanidosos. Hablarán en contra de Dios, desobedecerán a sus padres, serán ingratos y no respetarán la religión. No tendrán cariño ni compasión, andarán con chismes, no podrán dominar sus pasiones, serán crueles y enemigos de todo lo bueno. Serán traidores y atrevidos, estarán llenos de vanidad y buscarán sus propios placeres en vez de buscar a Dios. Aparentarán una gran religiosidad, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión. Apártate de esa clase de gente”. VOLVERSE A DIOS Tiempos peligrosos, carácter corrompido a casusa del pecado, apostasía e indiferencia hacia Dios en aumento; creo que necesitamos exhortar a cada hombre y mujer que le evangelicemos, un sincero arrepentimiento y una genuina conversión a Cristo. Significado de pecado Samuel Vila y Santiago Escuain, comentando sobre el pecado, escriben: Son diversos los términos usados en el AT y en el NT para significar “pecado”, “iniquidad”, “maldad”, etc., con varios matices de significado. (1) Es importante tener en cuenta la definición bíblica de pecado: gr.: anonia , desorden en el sentido de rechazo de la Ley, o de la voluntad de Dios, iniquidad (1 Jn. 3:4, texto griego). Es desafortunada la traducción que la mayor parte de las versiones castellanas hacen de este pasaje. Solo la NVI traduce “el pecado es la verdadera ilegalidad”, aunque sería mejor traducir “alegalidad”. En efecto, el pecado no es la mera infracción de la Ley, según este pasaje, sino el rechazo de la voluntad de Dios, el vivir a espaldas de Dios, la disposición mental que lleva al pecador a hacer la propia voluntad en oposición a la de Dios. De ahí la distinción que se hace entre “pecado” y “transgresión”, siendo esto último la infracción de un mandamiento conocido. (1985: 898). Significado de Arrepentimiento El Señor demanda a esta generación incrédula,

impía, apostata e indiferente hacia Dios: Arrepentimiento (Hch. 17:30, 31). ¡Un verdadero cambio de aptitud, de mentalidad y de plan de vida! Creamos en Jesucristo y recibamos el amor de la verdad para ser salvos. El arrepentimiento es más que remordimiento (m. “Pesar interno que queda después de ejecutar una mala acción”. –Diccionario Enciclopédico Vox 1); y más que penitencia (en el sentido de: “sacrificio autoimpuesto por motivos religiosos” –k Dictionaries online). Vila y Escuain comentando también sobre el arrepentimiento, dicen lo siguiente: La necesidad del arrepentimiento para entrar en el reino de Dios es algo que el Nuevo Testamento afirma tajantemente (Mt. 3:8; Lc. 5:32; Hch. 5:31; 11:18; 26:20; Ro. 2:4, etc.). […] En la predicación apostólica el arrepentimiento es uno de los temas centrales; ya desde la predicación de Jesús lo encontramos como una de las exigencias del reino, y el día de Pentecostés, en su sermón, Pedro termina invitando a los oyentes a arrepentirse de sus pecados y convertirse a Cristo (Hch. 3:19; 2 Co. 7:9; He. 6:1; Ap. 2:21). En el Nuevo Testamento la palabra “arrepentimiento” es, por lo general, la traducción de la palabra metanoia , que significa, cambio de actitud, cambio de modo de pensar o de plan de vida (Mt. 3:2; 4:17; 11:20; Mr. 1:15; 6:12; Lc. 10:13; 11:32; Hch. 2:38; 8:22; 17:30; 2 Co. 12:12; Ap. 2:5, 16). (1985: 77, 78). Myer Pearlman, explica: El arrepentimiento se ha definido de la siguiente manera: “Un dolor verdadero por el pecado, acompañado de un sincero esfuerzo por dejarlo”; “dolor de carácter piadoso por el pecado”; “la convicción de culpabilidad producida por la aplicación de la ley divina al corazón, por el Espíritu Santo”; “sentir tanto dolor que uno deja de pecar” (definición de un niño). […] El pecador convencido de su pecado se propone corregir su conducta y volverse a Dios; el resultado práctico es que produce frutos dignos de arrepentimiento Mateo 3:8. (1980: 244, 245). Sigue exponiendo Pearlman:

El catecismo de Westminster, al responder a la pregunta ¿qué es el arrepentimiento para vida? proporciona una definición cabal, completa, de la conversión: El arrepentimiento para vida es una gracia salvadora, por la cual el pecador, inspirado de un sentido verdadero de su pecado, y adueñándose de la misericordia de Dios en Cristo, con dolor por el pecado y odio hacia él, se aparta del camino del pecado para volverse a Dios, con el propósito más amplio de seguir una nueva obediencia, y practicarla de todo corazón. (Pearlman 1980: 248, 249). Jesús, solía decir: “…Arrepentíos, y creed en el evangelio”. (Mr. 1:15) ¡Que así sea! Y Pablo, escribe: “T estificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo”. (Hch. 20:21). “Para judíos y gentiles he tenido siempre el mismo mensaje: que necesitan arrepentirse de sus pecados y volverse a Dios por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo”. (La Biblia al Día). “Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”. (Hch. 17:26-31).

Querido amigo que lees este libro, no hay otro mensaje bíblico tan claro y sencillo como el siguiente: Vuélvete a Dios, arrepintiéndote sinceramente de tus pecados y creyendo en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. ¡No te dejes engañar por medio de filosofías o doctrinas de hombres, para acercarte a Dios por otros caminos! Jesús es el camino, la verdad y la vida (Jn. 14:6). Dios te bendiga. Recuerdas que vives en la parte final de los últimos tiempos. Por tanto, te diré algo más aunque sea tremendo y desgarrador, pero viene de la misma boca del Señor Jesucristo, y es lo siguiente: Si estamos en el tramo final antes del fin del mundo, como estoy exponiendo, y si los principios de dolores (o señales antes del fin) que Cristo profetizó ya están comenzando a ocurrir (o pronto a suceder), arrepiéntete de todo corazón por tus pecados y vuélvete a Dios, pues, los juicios divinos podrían alcanzarte a ti también y perecer. “En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”. (Lc. 13:1-5). En Wikipedia encontramos el siguiente comentario: El sitio de Jerusalén del año 70 d. C., fue un acontecimiento decisivo en la Primera guerra judeo-romana. Fue seguido por la caída de Masada en el año 73 d.C. El ejército romano, dirigido por el futuro emperador Tito, con Tiberio Julio Alejandro como su segundo al mando, sitió y conquistó la ciudad de Jerusalén, que había estado ocupada por sus defensores judíos en el año 66 d. C. La ciudad y su famoso templo fueron destruidos el mismo año de su conquista. La destrucción del Templo de Jerusalén todavía es lamentada anualmente durante la festividad judía Tishab'Av y en el Arco de Tito (todavía en pie en Roma), donde se representa y celebra el saqueo de Jerusalén y el Templo.

La destrucción del Templo fue un acontecimiento importante para la historia y la tradición judía, conmemorado anualmente por los judíos durante el ayuno de Tishab'Av. Es igualmente importante para la teología cristiana. Este evento ha sido relatado en detalle por el dirigente judío que había entrado al servicio de los romanos y, luego, se convirtió en historiador: Flavio Josefo. […] Josefo afirma que 1.110.000 personas murieron durante el asedio, de los cuales la mayoría eran judíos. Además, 97.000 fueron capturados y esclavizados. (Tomado de internet). Con certeza, las tropas romanas que invadieron Jerusalén, destruyeron también el templo judío, como ya se ha comentado. Jesús ya lo había profetizado 40 años antes. “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”. (Lc. 19:42-44, véase Mt. 24:1, 2; Mr. 13:1, 2). Por esta causa Jesús repitió por segunda vez: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente”. Porque sabía lo que 40 años después le sucedería a la ciudad de Jerusalén y al templo. Muchos judíos perecieron como Jesús pronosticó; y ahora nosotros estamos en el recorrido final de los postreros días, y siendo conocedores, por ejemplo, de las profecías del libro de Apocalipsis, ¿no deberíamos arrepentirnos de nuestros pecados y volvernos a Dios por medio de la fe en Jesús para no perecer? Pero, ¿qué podemos decirles a las personas de nuestra generación, cuando nos pregunten sobre los juicios divinos por acontecer? Igual que Cristo, debemos advertirles con solemnidad y con amor: que se arrepientan de sus pecados y se vuelvan a Dios de todo corazón, poniendo su fe en Jesús para que escapen de la ira venidera, y no perezcan. DOS AMONESTACIONES PARA LA IGLESIA 1. Cuidado con los afanes de esta vida

Arthur Walis, en su libro “El ayuno Escogido por Dios ”, señala lo siguiente: Cristo mismo nos advirtió que el “comer y beber” marcaría los días previos a su retorno, tanto como señalaron la época en que vivió Noé. Nos mandó que veláramos, no sucediera que nuestro corazón fuera tomado con demasiada abundancia, embriaguez y los cuidados de esta vida. Y el día de su retorno nos encontrara sin estar preparados. (1974: 90). “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”. (Lc. 21:34–36). “¡Cuídense! ¡Que mi regreso no les sorprenda en glotonerías y borracheras, ni demasiados afanados por los problemas de esta vida, como el resto del mundo! Porque vendré repentinamente”. (La Biblia al Día). “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos,

vivamos juntamente con él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”. (1 Ts. 5:1-11). Velemos, seamos sobrios y oremos en todo tiempo y no dejemos que nuestros corazones se hagan insensibles por los vicios y las preocupaciones de esta vida. Cuando venga el Señor no deberíamos estar desprevenidos ni viviendo con insensatez, sino permaneciendo como las cinco vírgenes prudentes que aguardaban al esposo y “que tomaron aceite en su vasijas, juntamente con sus lámparas”. (Mt. 35:1-13). 2. Huyamos del fanatismo del inminente retorno de Cristo Debemos continuar con nuestros trabajos y negocios, así como cuidar de nuestras familias, casas, fincas… (2 Ts. 3:6-15). Aunque creamos que la venida de Cristo se acerca, nadie nos engañe al respecto, Jesús solo nos pide que cuando él regrese estemos velando y orando, siendo siervos fieles (desarrollando los talentos que nos dio). Y por supuesto, aguardando su venida en santidad de vida. Nada, absolutamente nada, dicen las Santas Escrituras acerca de vender nuestras casas o propiedades, o de dejar a nuestras familias, trabajos, etc., a causa del inminente retorno de Jesucristo. Ni tampoco, ninguna cosa sobre hacer preparativos para la Gran Tribulación (para los que creen que la pasarán). ¡Ningún hombre nos embauque! Pues, nuestra preparación debe ser espiritual.

9. LOS POSTREROS JUICIOS DE DIOS

DIOS JUZGARÁ A LOS MORADORES DE LA TIERRA Como ya sabemos, Apocalipsis es la revelación de Jesucristo mostrada al apóstol Juan, de los últimos acontecimientos sobre “las cosas que deben suceder pronto”. (Ap. 1:1; 22:6). Amargamente, incluye varias series de juicios finales y justos de Dios, contra la humanidad impía y malvada de los últimos tiempos.

“Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos”. (Ap. 16:5–7, véase 19:2, 11). “Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”. (Ap. 15:3). Dios es Santo y Justo, y por fin, juzgará a los moradores de la tierra. Apocalipsis, narra los juicios de Dios contra la maldad humana en el tiempo del fin. Estos juicios están detallados en los siete sellos (caps. 6:18:5), las siete trompetas (caps. 8:6-11:19) y las siete copas de la ira de Dios (caps. 15, 16). Además habrá juicios divinos contra Babilonia, la grande (“la gran ramera”) (caps. 17, 18), contra la bestia, el falso profeta y el diablo (caps. 19, 20). Y al término de nuestro siglo, el juicio final ante el gran trono blanco de Dios (cap. 20). No obstante, el libro de Apocalipsis, también describe preciosos y maravillosos cumplimientos proféticos, tales como la segunda venida de Cristo, el Milenio, la creación divina de un cielo nuevo y una tierra nueva, la nueva Jerusalén, etc. (caps. 20–22). ¿POR QUÉ DIOS DESTRUIRÁ EL MUNDO QUE ÉL MISMO CREÓ? “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. (Gn. 1:1). “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”. (2 P. 3:10). “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. (Mt. 24:35). “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la

santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”. (Ap. 21:1-5). Dios destruirá al final todo lo que creó en el principio. Dios creó un mundo sin pecado, es decir, todo lo que fue creado: “era bueno” (Gn. 1). Pero, “el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. (Ro. 5:12 comp. Gn. 3). En otras palabras, el pecado del hombre ha arruinado de tal manera la creación, que Dios devastará al fin de los tiempos, lo que él mismo creó. Pero acto seguido creará “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 P. 3:13), sin lugar para el pecado, sin pecadores, sin Satanás y sin ángeles caídos (Mt. 25:41; 1 Co. 6:9, 10; Gá. 5:21; Ap. 20:10; 21:7, 8; 22:14, 15). Un solo pecado de nuestros primeros padres, y el resultado a día de hoy, es el que conocemos a nuestro alrededor. Jamás, un solo pecado en el mundo venidero volverá a truncar o contaminar la nueva creación de Dios. Veamos dos ejemplos ya acaecidos, uno universal y otro local. El mundo antiguo fue destruido por agua, solo ocho personas fueron salvas del diluvio. “… En el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua”. (2 P. 3:5, 6 comp. Gn. 6 y 7). “Los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua”. P. 3:20).

(1

¿Por qué? “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. (Gn. 6:5-8). Sodoma y Gomorra fueron destruidas por fuego, solo se salvaron Lot y sus dos hijas. “Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra… Pero Lot subió de Zoar y moró en el monte, y sus dos hijas con él; porque tuvo miedo de quedarse en Zoar, y habitó en una cueva él y sus dos hijas”. (Gn. 19:24-30). ¿Por qué? “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré”. (Gn. 18:20-21). “Y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente”. (2 P. 2:6, ver Jud. 1:7; Jer. 23:14). Dios destruyó el mundo antiguo y las ciudades de Sodoma y Gomorra, porque el pecado y la maldad de los hombres llegaron a su cenit. Hoy, tenemos que entender que el pecado y la maldad de la humanidad incrédula e impía, están llegando también a su cúspide. ¿SOBRE QUIÉNES, TRISTEMENTE, CAERÁ LA IRA Y LOS JUICIOS FINALES DE DIOS?

“Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”. (2 Ts. 2:8–12). “…Nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros)”. (2 Ts. 1:4–10). “Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador?” (1 P. 4:16-18, véase Jn. 3:16-21, 36; Ro. 1:8; 2:5; Ef. 5:3–6; Col. 3:5, 6; Ap. 14:10). La ira de Dios y sus juicios divinos, por desgracia, van a recaer sobre todas aquellas personas que: · No conocen a Dios · No obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo · No reciben el amor de la verdad para ser salvos

· ·

No creen a la verdad, sino que se complacen en la injusticia Y como es obvio, viven en el tiempo del fin

Dichas personas incrédulas e impías, sufrirán después de la venida de Cristo (y el arrebatamiento de la Iglesia), los verdaderos (ocurrirá de verdad) y justos (por sus rechazo a Cristo y amor al pecado) juicios de Dios (justas acciones divinas). Esta generación de su venida, a pesar de ver y experimentar los juicios divinos, no se arrepentirá ni dará gloria a Dios. “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar. Y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos”. (Ap. 9:20, 21). “Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria…y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras”. (Ap. 16:9–11). No esperemos a ver los juicios de Dios para arrepentirnos de nuestros pecados, pues es probable, que nuestros corazones se endurecerán más, a causa de la Gran Tribulación que vendrá sobre toda la humanidad. ¡Hoy es el día de salvación! “Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” . (2 Co. 6:2). No olvidemos, que habrá un juicio final, ya que, “ está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” . (He. 9:27). Dicho juicio, ocurrirá según Ap. 20:11-15, poniendo punto y final al presente siglo. A la verdad, sabiendo que habrá “resurrección de los muertos, así de justos como de injustos” (Hch. 24:15b), como creyentes, deberíamos procurar como el apóstol Pablo: “Tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” . (Hch. 24:16).

LOS POSTREROS JUICIOS DIVINOS CONTRA LA MALDAD DE LA HUMANIDAD A partir de Apocalipsis 20:6, se describen los últimos acontecimientos que le sucederá a la humanidad después del reinado milenario de Cristo en la tierra (tratado en el capítulo 12 del libro). Aquí, solo se mencionará y comentará los eventos que aparecerán antes de la implementación de dicho reinado, pero después de la señal (venida) del Hijo del Hombre y el arrebatamiento de la Iglesia. Hay que recordar, que Juan narra lo que “ve” y lo que “oye”, en clave profética, y como testigo ocular de las revelaciones que el Señor le va mostrando, en este sentido, el apóstol es un observador. Los juicios divinos para la humanidad comienzan en el cap. 6 de Apocalipsis y se extiende hasta el final del cap. 18. Y en los caps. 19 y 20 se describen el destino final de la bestia, el falso profeta, Satanás y de toda persona que no fue hallada inscrita en el libro de la vida. En especial, hay tres series de juicios sucesivos (sellos, trompetas y copas), que serán comentados en este capítulo del libro. Los juicios divinos previos al establecimiento del reino de Cristo en la tierra (Milenio), según Apocalipsis, son los siguientes. 1. Los hechos descritos al abrirse cada uno de los sietes sellos carácter judicial (Ap. 6:1-8:5).

de

Como se ha argumentado, para el criterio de este escritor, aún no ha comenzado la Gran Tribulación. Estos juicios, por tanto, son preliminares a dicha tribulación, en otros términos, son “principios de dolores” (véase Mt. 24:4-8). Para una explicación más extensa de los sellos, en especial, del sexto sello y su relación con la parusía de Cristo, véase el capítulo 6 del libro. En este apartado, se mencionará de nuevo los sellos (abiertos por el mismo Cordero), y una síntesis de los mismos. A continuación, una breve explicación de las visiones que tuvo el apóstol Juan, acerca de los mencionados sellos. Apertura del primer sello. Un caballo blanco y un jinete que lo monta. “Y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”. (Ap. 6.2). Hay diferentes opiniones, tal vez, “el

caballo blanco y su jinete con arco representan el militarismo y la conquista”. (Barclay). O sea, un ángel que representa el militarismo y la conquista según Barclay. Algunos comentaristas opinan que es el anticristo, lo cual no es posible, ya que el contexto declara que son ángeles. También Everett F. Harrison, comenta: A la luz del significado de los jinetes segundo, tercero y cuarto, parecería ilógico identificar al primero con el Señor Jesucristo, quien es el jinete del caballo blanco en Apocalipsis 19. Cuando Cristo venga en realidad, “conquistando y para conquistar”, no habrá ya más juicios, como los que representan los caballos segundo, tercero y cuarto. Swete dice con acierto del primer caballo: “Una visión de Cristo victorioso sería inadecuada al comienzo de una serie que simboliza derramamiento de sangre, hambre y pestilencia”. (1971: 549). Apertura del segundo sello. Un caballo rojo, y un jinete que lo monta. “Y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada”. (Ap. 6:4). Representa a las guerras que habrá en buena parte de la tierra habitada. Apertura del tercer sello. Un caballo negro, y un jinete que lo monta. Dicho jinete, “tenía una balanza en la mano”. (Ap. 6:5). Simboliza a las hambrunas que muchos padecerán, y que también, acompañan a las guerras. Apertura del cuarto sello. Un caballo amarillo (pálido), y la Muerte lo montaba, y el Hades le seguía. “Y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra”. (Ap. 6:8). “El cuarto jinete es el símbolo de la muerte y devastación. Parece ser una combinación de los jinetes previos. El cuarto jinete traerá más guerra y terribles hambrunas junto con terribles plagas y enfermedades”. (GotQuestions?org). Solo en este cuarto sello se describe el límite de estos juicios divinos a la humanidad, bastantes parciales comparándolos con los juicios que se avecinan. Dicho límite establecido -dilatado en el tiempo- es: “la cuarta parte de la tierra” . William Barclay, escribe lo siguiente:

Juan estaba escribiendo en un tiempo en el que el hambre y la peste devastaban el mundo; pero en este caso está pensando en términos del Antiguo Testamento, que habla más de una vez de «los cuatro juicios terribles.» Ezequiel oyó decir a Dios que se acerca el tiempo en que Él mandará Sus «cuatro juicios terribles contra Jerusalén» -espada, hambre, fieras y peste ( Ez. 14:21). En Levítico hay un pasaje que habla de los castigos que Dios mandará sobre Su pueblo a causa de su desobediencia. Las fieras les arrebatarán a sus hijos y destruirán su ganado y los reducirán en número. La espada vengará su infidelidad al pacto. Cuando se reúnan en sus ciudades, se encontrarán con la peste. Les quebrantará el sustento del pan, y cuando coman no se saciarán. (Lv. 26:21-26). Aquí Juan está usando un cuadro tradicional de lo que sucede cuando Dios lanza Su ira sobre Su pueblo desobediente. Tras él se encuentra la verdad permanente de que ninguna persona o nación puede escapar las consecuencias de su propio pecado. (2006: 1143). Apertura del quinto sello. En este quinto sello, hay un cambio en el escenario de las visiones de Juan. Ahora, la atención del apóstol se centra en el clamor de los mártires en los cielos. “… ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos” . (Ap. 6:9-11). Barclay, expone: Al romperse el quinto sello se presenta la visión de las almas de los que han muerto por la fe. Jesús no dejó a Sus seguidores en la menor duda en cuanto a los sufrimientos y el martirio que serían llamados a sufrir. «Entonces os entregarán a tribulación, os matarán y seréis odiados por todos por causa de Mi nombre» (Mt. 24:9; Mr. 13:9-13; Lc. 21:12; Lc. 21:18). Llegaría el día en que los que mataran a los cristianos creerían que estaban prestándole un servicio a Dios (Jn. 16:2). (2006: 1143). Apertura del Sexto sello. ¡Una auténtica sacudida del universo! (Ap. 6:12-17). Juan describe consecuencias de carácter universales. Un terremoto, el sol y la luna se oscurecen, lluvia de estrellas, el cielo o

firmamento desaparece y todo monte e isla desplazándose. Sin duda, señales previas a la segunda venida de Cristo (Véase Ap. 6:14-17 comp. Sal. 102:25, 26; Jl. 2:28-32; Is. 13:6-13; 24:21-23; 34:1-4; Hch. 2:16-21; Mt. 24:23-31; Mr. 13:24-26; Lc. 21:25-27). Tal vez, la visión más llamativa de Juan, es el repliegue del firmamento, que da pie a la visión de Dios y de la ira del Cordero que todo el mundo verá (Ap. 6:14-17 comp. He. 1:10-12; 2 P. 3.10, 11). Harrison, comenta: Los sucesos que se traslucen en la apertura del sexto sello deben situarse al final de los tiempos. Este es quizá el lugar para considerar el problema de los fenómenos celestiales, a los que tan a menudo se refieren las Escrituras del AT y del NT en pasajes relacionados con el fin de los tiempos. (1971: 549). Antes de la apertura del séptimo sello, hay un paréntesis de gracia y misericordia divina. Juan ve a cuatro ángeles en pie que controlan los vientos, y un quinto, que manda sellar a ciento cuarenta y cuatro mil israelitas siervos de Dios. También, tiene una visión celestial de una gran multitud, “la cual nadie podía contar” , redimida y gozosa (véase Ap. 7). Apertura del séptimo sello. Este último sello, da paso a la segunda serie de juicios más duros y amplios al toque de cada una de las sietes trompetas, que fueron dadas a siete ángeles (Ap. 8:1-5). “Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas” . (Ap. 8:6). Recapitulación. En la actualidad, esta primera serie de juicios de Dios contra la maldad humana, dilatados en el tiempo, tienen un alcance limitado como se ha comentado, hasta “la cuarta parte de la tierra” (Ap. 6:8). Los jinetes, seres angelicales maléficos, según las visiones del apóstol Juan, no han dudado ni escatimado esfuerzo alguno en traer toda clase de calamidades, guerras, hambrunas, pestilencias y muerte a los hombres por doquier. Ya que fueron autorizados por Dios, el “Rey de los siglos” (1 Ti. 1:17). ¿Hasta cuándo durarán los juicios de los sellos? Como es obvio, hasta que el Cordero abra el sexto sello, o sea, hasta la manifestación de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia. Y hasta que esto no acontezca, no dejarán de existir estas desgracias mencionadas en la tierra, motivadas y dirigidas por estos seres angelicales, como resultado de los juicios verdaderos y justos de

Dios. Dado que la Iglesia sigue en este mundo, sufre daños colaterales de estos juicios, según lo permita el Santo de los santos (Mt. 10:27-31). Muchas personas se preguntan, ¿por qué hay tanta maldad en la tierra? Pues bien, aparte del pecado, estos cuatro jinetes descritos en Apocalipsis 6 sería una explicación, escatológica, pero acertada respuesta. La humanidad y una buena parte de la Iglesia, aún no han entendido que la ira de Dios sobre toda maldad y rebelión de los hombres, ya ha comenzado. -Dentro de estos juicios limitados de los sellos, y estando aun la Iglesia en la Tierra. Son juicios preliminares o precursores de la Gran Tribulación o, en palabras de Jesús, primeras señales o principios de dolores descritos por Cristo. También, hay que advertir que la humanidad, inclusive gran parte de la Iglesia del Señor, aun no es consciente de la apertura de los sellos (hasta el cuarto o quinto sello). ¿Por qué? Porque estos juicios se han dilatado en el tiempo, están ocurriendo sin perturbaciones celestiales y afectando, como mucho, a una cuarta parte de la tierra. ¡Juicios divinos limitados, que perduran hasta hoy! Pero alguien puede argumentar lo siguiente: guerras, hambrunas, pestilencias o terremotos, por ejemplo, han habido desde los albores de la humanidad, ¡correcto! Pero hay que entender que los sellos son abiertos por el “León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”. (Ap. 5:5). “El Cordero que fue inmolado” (Ap. 5:8-14). Es decir, Cristo resucitado. Por tanto, estos juicios a la humanidad de los sellos hay que enmarcarlo a partir de la muerte y resurrección de Cristo. En contraste, los hombres que vivan para ver y experimentar los las series de juicios divinos anunciados por los toques de trompetas y por el derramamiento de las copas, si serán plenamente conscientes de lo que en realidad estará sucediendo, o sea, de que “ha venido ya el gran día de la ira de ellos” . (Véase Ap. 6:12-17 -BTX). La humanidad, sin duda alguna sabrá que Dios y el Cordero estarán juzgándola por sus maldades y rebeliones (Lc. 21:25-27). En otros términos, los sellos se han dilatado en el tiempo unos dos mil años, dado que el Señor, “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” . (1 Ti. 2:4). Esta y solo esta, es la auténtica verdad del por qué Cristo ha prolongado la apertura del sexto sello, esto es, de su parusía . Como dijo el apóstol Pedro: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años,

y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” . (2 P. 3:9, ver Sal. 90:4; Hab. 2:3). Si bien, el Señor cuenta los años, estando más allá del tiempo, no hay que olvidar que para los hombres es diferente. Es cierto, el Señor “a sus ojos”, no retarda su venida según el argumento veraz del apóstol Pedro, pero a “nuestros ojos”, llevamos casi dos mil años esperando su regreso. A continuación, doy mi opinión (difícil desde la tierra), sobre la apertura de los sellos. Insisto, aunque solo es una hipótesis, cabe la posibilidad, de que el primer sello fuera abierto en los cielos a principios o mediados del siglo II d.C. En primer lugar, el libro de Apocalipsis se estima que fue escrito en el año 96 d.C., durante el reinado del emperador romano Tito Flavio Domiciano. Dicho emperador, fue quien exilió al apóstol Juan a la isla de Patmos. Allí Juan tuvo la revelación del libro de Apocalipsis. En segundo lugar, el mismo Señor le dio al apóstol el “bosquejo” de las visiones del libro: “Escribe las cosas que has visto (cap. 1), y las que son (caps. 2 y 3), y las que han de ser después de estas (caps. 4 al 22)” . (Ap. 1:19 comp. 4:1). –Las cursivas entre paréntesis son mías. Por tanto, es comprensible que “las cosas que sucederán después de estas” (Ap. 4:1), es decir, después de la visión de los mensajes a las siete iglesias de Asia Menor, no tardaran en cumplirse. Y lo que acontece después en la tierra, es la primera serie de juicios a la apertura de los sellos. Y en tercer lugar, ya se ha mencionado que quien abre los sellos es Cristo, ya Resucitado y glorificado en los cielos. 2. Los hechos descritos al toque de cada una de las sietes trompetas de carácter judicial (Ap. 8:6-11:19). A partir de los toques de trompetas, este autor opina que comienza el período de la Gran Tribulación, ya con la Iglesia arrebatada. Dicho período como se ha argumentado durará 7 años (la semana de Daniel). Desde ahora, los juicios divinos son más severos. Trayendo más desolación, confusión y desgracia a los habitantes de la tierra, los cuales, a pesar de experimentar dichos juicios, no se arrepentirán.

El primer ángel tocó la trompeta. Ahora son ángeles de Dios, los agentes que dan comienzo a los juicios al sonar de las trompetas. “El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde”. (Ap. 8:7, ver Ex. 9:22-25). Las primeras cuatro trompetas constituyen una unidad. William Barclay dice: Aquí tenemos una descripción de las fuerzas elementales de la naturaleza lanzadas en juicio contra el mundo. A cada toque de trompeta es atacada una parte diferente del mundo; la destrucción que se produce no es total, porque esto no es más que el preludio del fin. Primero, el toque de destrucción cae sobre la tierra (versículo 7); luego, sobre el mar (versículos 8 y 9); luego, sobre el agua dulce de los ríos y manantiales (versículos 10 y 11); luego, sobre los cuerpos celestes (versículo 12). La marea de la destrucción se desata sobre cada parte del universo creado. (2006: 1151). El segundo ángel tocó la trompeta. “Y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida” . (Ap. 8:8, 9). El primer toque de trompeta afectará a la tierra, y este segundo toque al mar. Posiblemente, un asteroide gigante. Este gran cuerpo celeste colisionará con la tierra, e impactará en el mar. El tercer ángel tocó la trompeta. “Y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas” . (Ap. 8:10, 11). Esta gran estrella o meteoro cuando entre en la atmósfera arderá, y caerá “sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas” . Se le llama Ajenjo (véase Jr. 9:15; 23:15; Pr. 5:4). El ajenjo es una planta de sabor fuerte y amargo, presagia la dureza y amargura de este juicio divino, “muchos hombres murieron” . Es probable, en este caso, que los vapores gaseosos contaminen la tercera parte de las aguas dulces, y muchos

hombres enfermarán y morirán al beber dichas aguas contaminadas. Otra “estrella” caerá al toque de la quinta trompeta (Ap. 9:1). El cuarto ángel tocó la trompeta. “Y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche” . (Ap. 8:12). Esto es, la tierra experimentará una densa y aterradora oscuridad en la tercera parte del día y en la tercera parte de la noche (ver Ex. 10:21). El quinto ángel tocó la trompeta. “El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder…” (Ap. 9:1-3). Estos tres últimos toques de trompetas, traen juicios aún más fuertes (Ap. 8:13), para “los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes”. (Ap. 9:4). En este toque de trompeta, los hombres serán atormentados durante cinco meses por las “langostas”. “Y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre” . (Ap. 9:5). Esta plaga es originada por una estrella o ángel (Ap. 9:1, 2, 11; Job 38:7), que cayó del cielo (Ap. 9:1), el cual es el mismo ángel del abismo, “cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión” . (Ap. 9:11).-Significa destructor. Este ángel con gran autoridad, abrió el pozo del abismo, y surgió un gran humo, “y del humo salieron langostas sobre la tierra” . Sin entrar en detalles interpretativos sobre las “langostas”, la cuestión primordial es que la humanidad, durante cinco meses, será atormentada con esta terrible plaga (Ap. 9:3-5). “Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos” . (Ap. 9:6). El sexto ángel tocó la trompeta. “Y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates” . (Ap. 9:13, 14). Estos cuatros ángeles que fueron desatados, intentarán matar a la tercera parte de los hombres, y al final lo conseguirán (Ap. 9:15, 18). Por incitación de estos cuatro ángeles, se formará un ejército de doscientos millones de efectivos militares (Ap. 9:16-19). “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni

aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos” . (Ap. 9:20, 21). William Barclay, al respecto dice: Habría sido natural esperar que el resto de la humanidad comprendiera la amenaza de esta fatalidad; pero no fue así, y siguieron adorando sus ídolos y demonios, y viviendo tan mal como antes. Los autores bíblicos están convencidos de que el culto de los ídolos era nada menos que el culto al diablo, y que no podía por menos de conducir al mal y la inmoralidad. (2006: 1153). Hay un intermedio entre el toque de la sexta trompeta y de la sétima (Ap.10:1 hasta 11:14). Herbert Lockyer dice: Entre la sexta trompeta y la séptima tiene un impresionante y significativo paréntesis, el cual contiene una de las secciones más profundas y a la vez más sencillas del Apocalipsis, en la cual Juan vio al Ángel poderoso, al librito, la vara de medir, los dos testigos y el terremoto. Ahora todo está señalando al final. La primera mitad de la septuagésima semana de Daniel está casi cumplida, pero los últimos días muestran al mundo en abierta rebelión contra Dios y su pueblo, contra quienes la bestia y el anticristo derraman toda su furia. (1988: 121). El séptimo ángel tocó la trompeta. “Y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” . (Ap. 11:15, ver Dn. 7:14, 27). El reinado milenial de Cristo está más cerca que nunca (Ap. 10:7). Y Ap. 11:15, es una declaración introductoria en primer lugar al Milenio, un periodo de paz y prosperidad, donde Cristo reina literalmente con los santos (véase el capítulo 11 del libro). Everett F. Harrison acerca de Ap. 11:15, comenta lo siguiente: La traducción de NC, reino en vez de “reinos” es más exacta según el texto griego. El mundo todo aparece ahora como bajo un gobierno

universal poderoso. […] Con el anuncio de que el reino de Dios por Cristo está próximo, se nos da un resumen breve (v.18) de los acontecimientos que están a punto de ocurrir. (1971: 553). “Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra” . (Ap. 11:18, véase Dn. 7:14, 18, 27; Ap. 20:4; 22:5). Harrison, comenta de nuevo: “De esto se puede concluir muy bien que a medida que se aproxima el tiempo en que Cristo va a asumir el mando real sobre la tierra, el odio de las naciones terrenales contra el pueblo de Dios se intensificará, y la oposición al Evangelio se incrementará”. (1971: 553). Al final: “el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo” . (Ap. 11:19). Antes de la primera copa, Juan tiene varias visiones. Dos visiones sobre dos grandes señales. La primera, una mujer vestida del sol y el hijo varón que tuvo, y la del gran dragón escarlata (Ap. 12). Asimismo, tiene otra visión acerca de las dos bestias, el anticristo y el falso profeta (Ap. 13). Véase el capítulo 7 del libro, para una explicación de estos dos malignos personajes. Una puntualización al respecto. El anticristo y el falso profeta van a hacer “que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” . (Ap. 13:16, 17). Como creyentes, debemos descansar en la Palabra de Dios, ya que dicha marca o sello (tal vez un dispositivo micro electrónico, del tamaño de un grano de arroz), que tendrán insertados los hombres, solo lo tendrán aquellas personas impías que adorarán al anticristo. Nada tiene que ver (salvo la tecnología), con los microcircuitos de identificación implantados en el cuerpo humano (bajo la piel), de algunas personas en la actualidad. Además, Juan tiene otras tres visiones. La primera: “Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente” . (Ap. 14:1, ver hasta el v.5). La segunda, acerca de tres

ángeles advirtiendo a la humanidad (Ap. 14:6-13). Y la tercera, sobre el gran lagar del furor de Dios (Ap. 14:14-20). Asimismo, Juan ve “en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios” . (Ap. 15:1). Y también ve a todos los que habían alcanzado la victoria sobre el anticristo, no permitiendo que le pusieran la marca o el número de su nombre. Ellos cantaban alabanzas (Ap. 15:2-4). Al final, Juan vio “abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio” . (Ap. 15:5, ver hasta el v. 8). Recapitulación. La serie de juicios divinos que acontecen al toque de cada trompeta por los ángeles, se han acrecentado. A diferencia de los sellos, los juicios de las trompetas afectarán a la tercera parte de la tierra, mar, cielos y hombres. Por tanto, las calamidades, tormentos y mortandad afectarán a una tercera parte de la humanidad, dentro del marco de la Gran Tribulación (período de siete años). 4. Los sucesos que sobrevienen al derramarse cada una de las siete copas de carácter judicial, que traen siete plagas postreras que consume la ira de Dios (Ap. 15 y 16). Hay que indicar, una vez más, que las calamidades y horrores que traen los juicios divinos de las copas sobre la humanidad incrédula, apóstata e impía de nuevo van aumentando en intensidad y dureza. No obstante, y a pesar del recrudecimiento de los sufrimientos a causa de estas postreras plagas, otra vez, los hombres: “blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras” . (Ap. 16:11). William Barclay dice: “Aquí tenemos las últimas plagas terribles. Tienen una cierta relación con las diez plagas de Egipto, y con los terrores que siguieron al toque de las siete trompetas de Apocalipsis 8-11 ”. (2006: 1168). La primera copa, derramada sobre la tierra. “Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios. Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen” . (Ap. 16:1, 2, véase 16:2; Ex. 9:8-12). “La voz del Templo es la voz de Dios mandando Sus

mensajeros angélicos con Sus terrores a la humanidad”. (Barclay, 2006: 1169). La segunda copa, derramada sobre el mar. “El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar” . (Ap. 16:3, véase Ex. 7:17-21). No solo una cuarta o tercera parte (Ap. 8:8-10), sino la totalidad de todos los seres vivos que habrá en el mar morirán, al derramar el ángel la segunda copa. Será una escena dantesca, ver a todos los animales marinos muertos en el mar y por las orillas, así como el hedor y putrefacción que producirán. La ira de Dios se va cumpliendo por completo en cada derramamiento de las copas (Ap. 15:1). Dios se empleará a fondo, de tal manera, que ningún ángel o santo podrá entrar en el templo celestial hasta que acaben las sietes postreras plagas (Ap. 15:8). La tercera copa, derramada sobre los ríos. “El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre” . (Ap. 16:4, véase Ex. 7:15-21). Esta copa es en gran parte, la acción de la justicia retributiva de Dios, en respuesta a las oraciones de los mártires de Cristo (Ap. 16:5-7; 12:11; 15:2). Tal como está escrito: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” . (Ro. 12:19, véase Dt. 32:35; He. 10:30; 2 Ts. 1:8). La cuarta copa, derramada sobre el sol. “La cuarta copa, derramada, sobre el sol. “El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” . (Ap. 16:8, 9). El sol, en este juicio divino, aumenta su calor, es decir, la energía que emite el sol aumentará. Los hombres padecerán quemaduras solares en la piel, por el excesivo calor, y diversas enfermedades derivadas de las graves insolaciones que padecerán. La quinta copa, derramada sobre el trono de la bestia. “El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras” . (Ap. 16:10, 11, ver Ex. 10:21-23). Esta plaga solo afectará al reino

de la bestia, por lo cual, este juicio divino juzgará las obras inicuas de la bestia y de su gobierno. La sexta copa, derramada sobre el gran rio Éufrates. “Y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente” . (Ap. 16:12). Esta sexta copa, anuncia una batalla mundial escatológica, antes del reinado milenial de Cristo en la tierra. Charles C. Ryrie comenta: El sexto juicio secará el río Éufrates (que previamente se había vuelto sangre). Esto se hace para facilitar el paso de los ejércitos de los reyes de Oriente (comp. Dn. 11:44) en su rápida marcha hacia la batalla final de Armagedón. Esto constituye la sequía del río que forma la frontera oriental de Palestina (Gn. 15:18). La mención de los reyes de Oriente introduce un tratamiento detallado de Armagedón (vv. 13-16). (1981: 99). También Herbert Lockyer, dice al respecto: “Dentro de esta copa de ira tenemos una trinidad maligna –el dragón, la bestia y el falso profetasupervisando a todos los reyes de la tierra para su batalla, no solo para luchar contra Israel, sino también para tratar de derrocar a Dios mismo”. (1988: 187). “Reyes del oriente” , ¿quiénes serán? Jamieson et al, comentan: “los reyes del Oriente —Griego , ‘los reyes que son desde la salida del sol.’” (1989: 811). Actualmente, decimos que el sol sale por el Este u Oriente. En otros términos, habrá una coalición, en especial, de países de Oriente representados en la batalla de Armagedón. La séptima copa derramada sobre el aire. “Y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera

grande” . (Ap. 16:17-21). Sin duda alguna, el final del furor de la ira de Dios llegó con esta postrera copa (Ap. 10:7). Charles C. Ryrie, señala: El último juicio trae amplia destrucción y desolación. Con él viene el grito de “Hecho está”. Señales físicas y trastornos lo acompañarán. […] El final de esta serie de juicios nos trae a la segunda venida de Cristo. Esto se describe en el capítulo 19, pero primero se le da a Juan una visión de los detalles concernientes a Babilonia que ha sido mencionada varias veces antes. (1981: 99, 100). El juicio y la destrucción de Babilonia (“la gran ramera”), se menciona en Ap. 14:8 y 16:9, y se describe ampliamente en Ap. 17 y 18. Recapitulemos, como dice Ryrie, “La única razón por la cual es difícil para la gente concebir que Dios se conduzca de esta manera es porque durante miles de años ha sido paciente y bondadoso, sin ejecutar el juicio que el mundo merecía.” (1981: 98). Las series de juicios divinos han llegado a su fin. Con el derramamiento de las siete copas por los sietes ángeles, se consuma la ira de Dios sobre la humanidad. No obstante, aún quedan algunos juicios por decretarse antes de que le Rey asuma el reino, tales como el juicio a Babilonia (la “gran ramera”), a la bestia, al falso profeta (Ap. 19:20) y “a los reyes de la tierra y a sus ejércitos” . (Ap. 19:19). Después acontecerá el Milenio, la última batalla mundial y el juicio contra el diablo (Ap. 20:1-10). Y por fin, la consumación de este mundo y el juicio final a toda la humanidad ante el gran trono blanco (Ap. 20:1115). Véase el capítulo 12 del libro.

10. EL REGRESO DE CRISTO EN GLORIA

LAS DOS VENIDAS DE CRISTO

Cristo en su primera venida vino como hombre (participando de carne y sangre He. 2:14), o sea, como niño recién nacido de mujer (Is. 9:6, 7; Lc. 2:7; Gá. 4:4), y al final de sus días fue crucificado en debilidad (2 Co. 13:4). En otras palabras, Cristo, “siendo en forma de Dios” , tomó “forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” . (Véase Fil. 2:6-8). Jesús dijo en una ocasión: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” . (Mr. 10:45). Y así fue, murió por nuestros pecados (Mt. 1:21; Jn. 1:29; 3:16; 1 Ti. 2:6; Ro. 5:8; 1 Co. 15:3; He. 1:3, etc.). Es digno de mencionar la profecía de Zac. 9:9, cuyo cumplimiento se registra en Mt. 21:1-7, aquí se muestra a Jesús como el Rey que vendrá, manso y sentado en una asna, rodeado de sus discípulos: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” . En contraste, el segundo regreso de Cristo descrito en Ap. 19, muestra a Jesús como Rey (guerrero y vencedor), montado en un caballo blanco, con una espada afilada y rodeado de ejércitos celestiales en lugar de sus discípulos. Vendrá pues, como Rey de los que reinan y Señor de los que gobiernan, para reinar y regir con gran poder y gloria (Ap. 19:11-16; Ro. 14:9; Mt. 24:30). Esta segunda venida de Cristo, nada tiene que ver con el pecado (He. 9:28). En resumen, los dos advenimientos de Cristo son bastantes diferentes. La primera vez vino en forma de bebé (por un tiempo), envuelto en pañales y en un pesebre; la segunda ocasión vendrá como Rey, cubierto de majestad, poder y gloria (por siempre). UNA ACLARACIÓN CONVENIENTE Cuando hablamos de las dos venidas de Cristo hay que enmarcarla correctamente. La primera en su advenimiento en forma humana, para librarnos del pecado; y la segunda como Rey de reyes y Señor de señores para juzgar, guerrear y reinar (Ap. 19, 20), como se está comentando. Pero también, hay que tener en cuenta lo que desde el principio se ha argumentado: Hay dos etapas o propósitos en la segunda venida de Cristo. En la primera manifestación aparecerá con poder y gran gloria, en las

nubes del cielo, tal como dijeron los ángeles (Hch. 1:9-11, ver Mr. 13:26, 27; Mt. 24:30, 31; 1 Ts. 4:16, 17). Y en la segunda manifestación vendrá montado en un caballo blanco, también con poder y gran gloria, rodeado de una gran ejercito de ángeles para vencer en una gran batalla (Ap. 19). Dicho de otra manera, en la primera etapa se manifestará con sus ángeles en los aires para arrebatar a su Iglesia (Cristo no pisará la tierra), es decir, Cristo descenderá del cielo, y nuestro encuentro con él será en el aire (1 Ts. 4:16, 17). Y en la segunda etapa vendrá, también con sus ángeles, pero esta vez para reinar literalmente en la tierra en medio de una gran batalla contra de la bestia, el falso profeta y los reyes de la tierra y sus ejércitos. Los pasajes principales de la segunda venida de Cristo, propiamente dicha, para herir y regir o pastorear a las naciones con cetro de hierro, y reinar mil años en la tierra están en Apocalipsis 19 y 20. Nótese en los siguientes pasajes, el papel de los ángeles durante el primer propósito de su segunda venida: son ángeles, los que enviados por el Señor, arrebatan a la Iglesia. Cristo viene, sobre las nubes del cielo, pero se queda en los aires. El arrebatamiento lo realizarán los ángeles, por mandato del Señor. “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. (Mt. 24:30, 31, ver 1 Ts. 4:16, 17). “Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”. (Mr. 13:26, 27). Y el papel de los ángeles en la segunda etapa de la venida de cristo, es claramente bélico, son el ejército celestial de Cristo que lo siguen en esta gran batalla (Ap. 19:14, 19).

COMENTARIOS SOBRE APOCALIPSIS 19, EL LITERAL DE CRISTO EN GLORIA A LA TIERRA

REGRESO

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea”. (Ap. 19:11, ver Ap. 3:14). La figura de Cristo montando un caballo blanco, es símbolo de victoria. Esta manifestación gloriosa de Cristo victorioso montado en un caballo blanco, inequívocamente, difiere de la anterior manifestación gloriosa del Señor viniendo en las nubes para arrebatar a su Iglesia. Al advenimiento de Cristo, le preceden: alabanzas en el cielo por el juicio a la “gran ramera” (vv. 1-5); una declaración determinante: “¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” (v. 6), o sea, ha comenzado su reinado (ver una declaración similar en Ap. 11:15 y 12:10, en especial, el cumplimiento del reinado de Cristo a partir de Ap. 19:11); y por último, las bodas del Cordero con la Iglesia (vv. 7-10). George Eldon Lado, dice: “La nueva visión de Juan del Cristo que vuelve enfatiza sólo un aspecto de su venida: su victoria sobre los poderes del mal”. (1985: 223). William Barclay, señala: Aquí tenemos uno de los momentos más dramáticos del Apocalipsis: el surgimiento de Cristo, el Conquistador. (i) Juan ve a Cristo como el Conquistador. Cristo es, como dice H. B. Swete, "un general en jefe con un séquito alucinante.» Aquí tenemos una presentación que es típicamente judía. Los sueños judíos estaban llenos del Mesías guerrero, que conduciría al pueblo de Dios a la victoria y arrasaría a sus enemigos. (2006: 1180). “Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS” . (Ap. 19:12, 13). Estos versículos muestra la apariencia de Cristo (véase Dn. 10:5, 6; Ap. 1:12-16). El Verbo de Dios, nombre utilizado por el apóstol Juan (Jn. 1:1, 14; 1 Jn. 1:1; 5:7). Barclay, comentando Jn. 1:1, “el Verbo” , señala lo siguiente: “La gran idea de Juan es que Jesús no es sino la Palabra creadora, vivificadora e iluminadora de Dios, y la Razón de

Dios que sostiene el mundo, que ha venido a la Tierra en forma humana y corporal”. (2006: 378). “Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” . (Ap. 19:14-16). Eldon Lado, comenta: Juan ve a Cristo viniendo como un guerrero conquistador con vestiduras manchadas de sangre, que destruye con su poderosa espada todos los poderes hostiles y opuestos. Algunos comentaristas sostienen que este retrato de Cristo contradice el concepto del Cristo bondadoso y misericordioso que se encuentra en el resto del Nuevo Testamento. Esto no es cierto; en todas partes en el Nuevo Testamento el elemento de victoria por medio del juicio es un aspecto ineludible de la obra total de Cristo (véase Mt. 13:41, 42; 25:41; Ro. 2:5; 2 Ts. 1:7, 8; 2:8). (1985: 224). Como es obvio, la mención de los ejércitos celestiales, no deja lugar a duda: Cristo dirige una ofensiva espiritual, no una confrontación militar. Si bien, es cierto que cuando Cristo regrese por segunda vez, “todo ojo todo ojo le verá” , esta manifestación se relaciona con las “nubes” (Mt. 24:30, 31; Mr. 13:26, 27; Hch. 1.9-11). Por tanto, hay que encuádrala en la primera etapa o propósito de su venida. Y en la segunda etapa o propósito donde Cristo, propiamente dicho, viene para quedarse durante mil años en la tierra y reinar, Apocalipsis 19, solo menciona que Juan oyó o vio; y puede ser que dicha manifestación final de Cristo, fuera del todo espiritual, o sea, que nadie ve u observa, tal y como la victoria sobre el ejercito de Senaquerib: “Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos. Entonces Senaquerib rey de Asiria se fue, e hizo su morada en Nínive”. (Is. 37:36). Es muy probable que el ángel de Jehová o ángel del Señor, sea una Cristofanía o manifestación de Cristo antes de su encarnación. O, como

la victoria sobre los ejércitos del rey de Siria, que algunos si vieron la visión celestial: “Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos? Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de Eliseo” . (2 R. 6:15-18). En este caso, y conforme a la petición de Eliseo, el ejército de Siria fue herido con ceguera. Sea cual sea la situación, es decir, la aparición visible o no de Cristo en esta batalla a los ojos de los hombres, el resultado será el mismo: “Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” . (Ap. 19:20, 21, véase 2 Ts. 1:3-10 y 2:8). “Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes” . (Ap. 19:17, 18). Acerca de esta dantesca carnicería humana, Charles C. Ryrie, señala: Tan grande será la matanza de Armagedón que un ángel dice a las aves del cielo que se reúnan para que coman la carne de los que caen en la batalla. Entre las víctimas habrá reyes, capitanes, hombres poderosos, caballos, jinetes, esclavos y libres. La frase al final del versículo 17 dice literalmente “la gran cena de Dios”. ¡Qué fin afrentoso para estos muchos nobles y otros! (1981: 114).

Esta batalla es conocida por la batalla de Armagedón, “la batalla de Dios”, una batalla incitada por el mal. Según los comentaristas, ocurrirá a poco menos de cien kilómetros al norte de Jerusalén, en la llanura de Megido (Jezreel o Esdraelón), la cual tiene una anchura de dieciocho kilómetros. Las fuerzas del mal y las de Dios se enfrentarán en sentido absoluto, y el mal será vencido. Después de esta batalla, la humanidad experimentará un período de paz de mil años, teniendo a Cristo como Rey y Señor (Ap. 16:12-14; 19:11-21; 20:1-6). ¡Es la penúltima batalla mundial de Dios contra la humanidad desobediente! Barclay, expone: Esta batalla había de librarse en un lugar que la versión Reina-Valera llama Armagedón, y otras Harmagedón. Hasta el nombre es incierto. […] Con mucho el punto de vista más probable es que la palabra sea HarMaguedón, y que se refiera a la región cerca de Meguido en la llanura de Esdrelón que fue tal vez el más célebre de todos los campos de batalla de la historia judía. (2006: 1170). Esta batalla ya fue anunciada cuando se derramó la sexta copa: “Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso… Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” . (Ap. 16:13-16). ¡Batalla que terminará, en realidad, antes de comenzar! Un comentario más de Herbert Lockyer: La promesa y la profecía dadas a Cristo por su Padre fueron que cuando El viniera para reinar, sus enemigos serían desmenuzados (Sal. 2:9). Aquí en la batalla de Armagedón con su carnicería, se ve el cumplimiento de la terrible profecía concerniente a la catástrofe que desmoronará los poderes gentiles en el mundo entero. Tenemos ante nosotros el día terrible del Señor predicho por los profetas (Joel 2:11; Miqueas 1:6). (1988: 218). El comentario de Lockyer hace referencia al día del Señor, grande y temible para sus enemigos (Sal. 2:2, 9; Jl. 2:11; Mi. 1:6; Mal. 6:17; Ap. 2:26, 27; 6:17; 12:5; 19:15). Los siguientes pasajes de Apocalipsis no dan lugar a duda. Al abrirse el sexto sello, los hombres: “decían a los montes y

a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero” . (Ap. 6:16). En la batalla de Armagedón, “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso” . (Ap. 19:15). La bestia y el falso profeta fueron apresados y lanzados vivos al lago de fuego que arde con azufre y “los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” . (Ap. 19:21). No obstante, es muy difícil suponer y comparar al Cristo que leemos en los evangelios, con el Cristo en gloria y poder en su regreso; pero debemos aceptar y creer que así será, pues los juicios de Dios verdaderos y justos, por fin, se han manifestado (Ap. 15:4; 16:7). Después de esta batalla, de apresar y lanzar al lago de fuego al anticristo y al falso profeta (Ap. 19:20), y de prender y atar a Satanás (Ap. 20:1, 2), Cristo reinará con los santos por mil años en la tierra (Ap. 20:4). No podía imaginar que el regreso glorioso de Cristo sería en medio de una gran batalla. Él dijo, “cuando el Hijo del Hombre regrese hallará fe en la tierra” (Lc. 18:8), no solo no hallará fe en la tierra, sino que la maldad del hombre estará en su cenit, y la rebelión contra Dios en lo más alto.

VISITACIÓN DIVINA A ISRAEL Es plausible mencionar que en esta segunda etapa (ya con la Iglesia arrebatada), el Señor de nuevo visitará a su pueblo Israel y y reinará en la santa ciudad por mil años. ¡Traerá un auténtico y maravilloso avivamiento en todo Israel! No se debe olvidar esta señal prominente y positiva. “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo”. (Hch. 1:10-12).

“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados”. (Ro. 11:25-27). “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”. (Zac. 12:10). “…Y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. (Lc. 21:24). Jerusalén, en la nueva etapa, no estará de ningún modo hollada por los gentiles, pues el tiempo de los gentiles terminará cuando el Señor arrebate a su Iglesia. Entonces vendrá el glorioso avivamiento para el pueblo de Israel. Por fin, el reino de Israel será restaurado plenamente (Lc. 21:24; Hch. 1:6, 7). “Porque irrevocable son los dones y el llamamiento de Dios”. (Ro. 11:29). También, se cumplirá la profecía anunciada por Cristo: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor” . (Mt. 23:37-39). Creo que esta profecía tendrá total cumplimiento al final de los tiempos, en el regreso glorioso del Señor. Entonces, todo Israel bendecirá a Jesucristo, y así dará comienzo su reino milenario en Jerusalén, la santa ciudad. Y antes, por ejemplo, en Ap. 14:1, dice: “ Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente” . (Véase también Ap. 7:3-8; 11:1-14). El Señor volverá hacer maravillas entre el pueblo de Israel, su amado pueblo, a pesar de estar inmerso en la Gran Tribulación.

Y por último, recordemos que aunque ahora, y según la parábola de los labradores malvados (Mt. 21:33-46), el reino de Dios sea dado a la Iglesia, el rechazo de Dios a Israel es temporal: “ Por esto os digo que el reino de Dios os será quitado y será dado a un pueblo que produzca los frutos de él”. (Mt. 21:43, -La Biblia Textual). Al margen comenta: “Esto es, a la Iglesia . Que esto no significa un rechazo perpetuo a Israel, es evidente por Ro. 11:26-29, en consonancia con todos los profetas”. Véase también Ro. 11, todo el capítulo; Lc. 21:24 y Ap. 7 en adelante.

11. SALVACIÓN DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN

¿SALVACIÓN DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN? ¿Qué es la Gran Tribulación? Hay un artículo en gotquestions.org, cuya respuesta es: La Tribulación es un futuro período de tiempo, cuando el Señor llevará a cabo al menos dos aspectos de Su plan: 1) Él concluirá Su disciplina a la nación de Israel ( Daniel 9:24 ), y 2) Él juzgará la incredulidad y la maldad de los habitantes del mundo (Apocalipsis, capítulos 6 – 18). La duración de la Tribulación es de siete años. Esto es determinado por una comprensión de las setenta semanas de Daniel ( Daniel 9:24-27 ). (Tomado de internet). Y en especial, dicho período de tribulaciones se incrementará a la mitad de los siete años. No obstante, durante toda la etapa de la Gran Tribulación habrá oportunidades de salvación para la humanidad. La Santas Escrituras, dicen en Hechos 2:9-21: “ Y daré prodigios arriba en el cielo,

Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. (Véase también Ap. 6:12 y ss.). Por causa de los continuos pecados de los hombres, y los consiguientes juicios verdaderos y justos de Dios en el final de los tiempos, acontecerá la Gran Tribulación que afectará al mundo entero “para probar a los que moran en la tierra”. (Ap. 3:10). Será un tiempo de angustia inigualable desde el principio del mundo hasta ahora, peor que todas las calamidades juntas padecidas hasta el momento o más que cualquier guerra, incluyendo las mundiales (Dn. 12:1; Mt. 24:21; Mr. 13:19; Ap. 7:14). Pero el Señor seguirá aun dando oportunidades a los hombres para que se arrepientan, crean en el Evangelio eterno y sean salvos. Es decir, en medio de la Gran Tribulación, “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Y ninguna persona se preocupe por la tercera Persona de la Trinidad, conjeturando su ausencia (2 Ts. 2:7), pues, “ nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo”. (1 Co. 12:3 comp. Hch. 2:21). El Espíritu Santo, desde Pentecostés, sigue y seguirá derramándose “sobre toda carne” . Y seguimos en los postreros días, y si bien, Pentecostés fue el inicio de la promesa del Espíritu Santo, las Escrituras no declaran el final del derramamiento del Espíritu. Por otro lado, el contexto del v. 17, de Hch. cap. 2, da a entender, aunque sea en su doble cumplimiento, que durante la Gran Tribulación el Espíritu Santo seguirá manifestándose y derramándose hasta el final de los tiempos (Hch. 2:17-21 comp. Jl. 2:28-32). Por tanto, por el obrar directo del Espíritu Santo, una gran multitud de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas se salvará en el transcurso de la Gran Tribulación. Una extraordinaria muchedumbre será salva en medio de esta generación indiferente, apóstata y en extremo pecaminosa contra Dios.

No obstante, los creyentes serán “ decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios”. (Ap. 20:4). “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero… Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero…” (Ap. 7:9-17). “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”. (Ap. 20:4). “Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado”. (Ap. 15:2-4). En la Gran Tribulación que está por venir y que soportará toda la humanidad, no acontecerá como sucedió en el diluvio, que sólo ochos personas fueron salvas (creyentes) y no hubo oportunidad de salvación para el resto de los impíos, ya que durante los cuarenta días de inundación mundial perecieron todos (Gn. 6-8; 1 P. 3:20). Ni tampoco pasará como en el juicio de Sodoma y Gomorra, que sólo tres personas fueron salvas (creyentes) y no hubo oportunidad para el resto de los habitantes de dichas ciudades, puesto que en un día vino la destrucción repentina (Gn. 19:1-30).

Sino que en los 7 años de tribulaciones, una gran multitud será salva, “la cual nadie podía contar” , tal y como se está comentando. Es factible que la Gran Tribulación dure 7 años (la semana de Daniel, acrecentándose en demasía las aflicciones en los tres últimos años y medio), donde reinará el anticristo (Dn. 9:27). El hombre de pecado se manifestará, la Iglesia será arrebatada (2 Ts. 2:1-12). El poder y autoridad del anticristo le será plenamente otorgado a la mitad de los siete años (Ap. 13:5). Algunos añaden los tres años y medio de testimonios de los dos testigos (Ap. 11:16), al periodo de autoridad y poder por 42 meses de la bestia (Ap. 13:5). Es decir, suman el tiempo de los dos testigos y de la autoridad de la bestia y son siete años, ya que al final de los 1.260 días, los dos testigos son vencidos y matados por la bestia (Ap.11:7). Otros comentan que Ap. 13:5, especifica el tiempo de autoridad y poder de la bestia (42 meses) y Daniel 7:9, que esto acontecerá a la mitad de la semana (tres años y medio), por lo cual vuelven a sumar siete años. Lo cierto es que la Gran Tribulación sucederá y será una gran prueba para toda la humanidad, que al anticristo se le dará poder y autoridad durante 1.260 días y que los santos sufrirán una terrible opresión y persecución hasta la muerte (Ap. 13:3-8). Al final, este inicuo será apresado y lanzado vivo al lago de fuego que arde con azufre (Ap. 19:19, 20). TIEMPOS DE AGUSTIAS En estos 7 años, sí habrá numerosas oportunidades para ser salvos de la condenación eterna. Aunque habrá que enfrentar durísimos desafíos de fe; bajo toda clase de tribulaciones, perturbaciones físicas y cósmicas, plagas, calamidades, dolores, señales y mortandad por doquier. “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria”. (Lc. 21:25-27, ver también Mt. 24:23-31).

“Porque las potencias de los cielos serán sacudidas”. (La Biblia Textual). Y dice en el margen : “Es decir, las fuerzas y leyes que rigen el orden visible del universo ”. “Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria”. (Mr. 13:24-26, véase desde el v. 5 al v. 27). ¡Se van a agitar o alterar las fuerzas y leyes del universo! ¡Habrá disturbios cósmicos antes de la segunda venida de Cristo! “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removieron de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Ap. 6:12-17). “Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso. Por tanto, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de hombre, y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas. He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes”. (Is. 13:6-11).

El profeta Isaías deja muy claro que en el gran día de la ira del Señor, los hombres: “se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos” , por la conmoción en los cielos (Is. 13:13). El Señor Todopoderoso dice: “Castigaré al mundo por su maldad, Y a los impíos por su iniquidad; Y haré que cese la arrogancia de los soberbios, Y abatiré la altivez de los fuertes”. (Is. 13:11). Myer Pearlman, señala lo siguiente: Las Sagradas Escrituras nos enseñan que la aparición de Cristo para iniciar la edad del milenio será precedida por una transición perturbadora, caracterizada por perturbaciones físicas, guerras, dificultades económicas, pánico y perplejidad generales. La última parte de este periodo de transición se conoce como la Gran Tribulación, un período durante el cual el mundo entero estará bajo el cetro de un gobierno anticristiano, contrario a Dios. Se perseguirá brutalmente a los creyentes en Dios, y la nación judía en particular pasará por el horno de la aflicción. (1980: 452, 453). El profeta Habacuc oró: “… En la ira acuérdate de la misericordia”. (Ha. 3:2). Dios tendrá piedad en los últimos tiempos a pesar de la indignación y ardor de su ira, engrandeciendo su misericordia para todos aquellos que invoquen el nombre del Señor Jesucristo y estén dispuestos a lavar sus ropas emblanqueciéndolas en la sangre del Cordero (Hch. 2:21; Ap. 7:14; 16:15). Aunque tendrán que pagar un alto precio “por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios”. (Ap. 20:4, véase Ap. 6:9-11; 12:11, 17). Pero todos, a la postre, tendrán una gran recompensa. “…Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios,

Y le sirven día y noche en su templo; Y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, Y el sol no caerá más sobre ellos, Ni calor alguno; Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, Y los guiará a fuentes de aguas de vida; Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”. (Ap. 7:14-17). Es digno de notar esta solemne mención que hace el Señor de todos “los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Aunque, hayan vivido como genuinos creyentes meses, semanas o tan solo unos cuantos días pero han vencido y entregado sus vidas por Cristo, en medio de la Gran Tribulación durante el gobierno del anticristo (Ap. 20:4). Me recuerda al ladrón de la cruz, que si bien, tan sólo pudo ser cristiano por unas horas en medio del castigo por sus hechos, le dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. (Lc. 23:42). Nuestro Señor Jesucristo no le respondió: Mira hijo, tienes buenas intenciones y estás a punto de morir, haces bien en arrepentirte, pero, ¿de verdad crees que estarás hoy conmigo en el paraíso? Sino todo lo contrario, el amor del Señor y su misericordia para con él fueron ofrecidos hasta su último aliento, Jesús rebosante de gracia le afirmó: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Lc. 23:43). Esta cita no debemos mal interpretarla, pensando: Bueno, ya me arrepentiré algún día antes de morir, ¡Dios me perdonará! Puede que no tengamos oportunidad de arrepentimiento. Pero ciertamente es un gran consuelo para todos aquellos que al final de sus días aceptan a Cristo. La salvación del Señor es igual para todos, hayamos trabajado 40 años en su mies, o solo un día (Mt. 20:1-16). La vida eterna en Cristo será equivalente para los que esperamos su bendita venida y seremos arrebatados en las nubes para estar siempre con él, como para los que saldrán victoriosos en medio de la Gran Tribulación.

La epifanía de Jesucristo: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá…” (Ap. 1:7), así como el arrebatamiento de la Iglesia (1 Ts. 4:1517), será transcendental para millones de personas que oyeron el Evangelio y que influenciadas positivamente por estos acontecimientos, ahora se convertirán a Cristo. Sin embargo, habrá muchísimas otras gentes que a pesar de todo, no se arrepentirán ni creerán el Evangelio eterno. Matthew Henry explica lo siguiente: El arrebatamiento de la Iglesia inmediatamente antes de la Gran Tribulación será un acontecimiento tan extraordinario que no podrá menos de afectar a cientos de miles de personas; quizás, a millones. Basta imaginarnos qué pasará en las casas en que haya personas inconversas conviviendo con familiares cristianos, cuando éstos suban, ya transformados en personas glorificadas, aptas para el cielo, a encontrarse con el Señor en el aire. Es cierto que, como siempre, en algunos la reacción será de mayor endurecimiento (comp. con Lc. 16:31), pero en muchísimos otros será de pánico, previo a la convicción de pecado (comp. con Hch. 16:30). Si a esto se añade el testimonio, durante los primeros meses de la persecución, de los 144.000 sellados, fácilmente puede entenderse que el número de los convertidos al Señor, durante casi siete años, sea incontable”. (1999: 1951). TESTIMONIOS DURANTE LA GRAN TRIBULACIÓN La epifanía de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia para innumerables personas, serán tangibles evidencias acerca la veracidad de las profecías escriturarias. No obstante, habrá otras oportunidades de testimonio para la humanidad, con el fin de que esta pueda ser salva aun en medio de la Gran Tribulación. Dos aclaraciones previas La primera, aunque el libro de Apocalipsis está lleno de símbolos y lenguaje figurativo, no olvidemos que dichos símbolos y lenguaje figurativo muestran realidades literales. El Clarifying Statementon Dispensationalism (Una Aclaración del Dispensacionalismo) publicado por New England Bible Conference , expone que:

La Biblia tiene que ser interpretada literalmente, que es la manera en que el lenguaje es normal y naturalmente entendido. Reconocemos que los escritores de la Biblia usaron con frecuencia un lenguaje figurativo, que es una manera normal y llamativa de representar una verdad literal. La Biblia debe ser entendida a la luz del uso normal del lenguaje, el uso común de las palabras, el trasfondo histórico y cultural, el contexto del pasaje y la enseñanza general de la Biblia (2 Timoteo 2:15). (Tomado de internet). La segunda, Apocalipsis muestra la ira de Dios a través de los sellos, las trompetas y las copas así como otros diversos juicios. Al respecto, Nicolás y Lena Venditti, en su libro “Daniel y Apocalipsis” (INSTE), dicen: La ira de Dios no es una emoción humana sino una reacción santa y justa frente a la pecaminosidad y rebelión del hombre. Es necesario que sea limpiada la tierra de todo mal y pecado para que venga el reino de Dios. (2001: 153). Teniendo en cuenta las dos afirmaciones anteriores, enumero a continuación los instrumentos de Dios para traer la salvación a los hombres, aun en medio de su ira santa, la cual se plasmará en los juicios finales para la humanidad impía, después del arrebatamiento de la Iglesia. ·

Las siete trompetas

Al toque de las trompetas por los ángeles, se dañará a un tercio de la tierra, de los árboles, del mar, y ocasionando la muerte a la tercera parte de los hombres (Ap. 6-11). Estos juicios de “los sellos” y de “las trompetas”, serán también una gran advertencia para cada una de las personas que aún siguen con vida. Pero por desgracia, los hombres no se arrepentirán de sus pecados (Ap. 9:20, 21). ·

Ángeles

Habrá varios ángeles que testificarán. Un poderoso ángel predicará el Evangelio: “ Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo”. (Ap. 14:6). Y otros ángeles advertirán sobre la caída de Babilonia la grande y del juicio para todo aquel que adore

a la bestia y a su imagen, y reciba su marca en la frente o en la mano (Ap. 14:8-13). ·

Los 144.000 sellados

Los sellados de Apocalipsis capítulo 7, son 144.000 israelitas (12.000 de cada tribu). Darán testimonio y estarán protegidos por el Señor. Finalmente, serán rescatados para Dios y el Cordero. Estos 144.000 israelitas tendrán un testimonio impecable, serán luz a los hombres (Ap. 7:1-8; 14:1-5; Mt. 5:16). El Dr. Juan Carlos Soto, expone: Los que aparecen dando testimonio de Jesucristo, en este tiempo en Apocalipsis, son judíos, 12.000 de cada una de las tribus de Israel; no se ve a la Iglesia, ni se habla de sus ministros, pastores, apóstoles, evangelistas, maestros o profetas. Y esto es así porque la Iglesia habrá sido arrebatada antes de que estos acontecimientos terribles ocurran. […] Los 144.000 son judíos evangelistas que irán por todo el mundo llevando la palabra de Dios, “el evangelio eterno ” . Cristo envió a 12 apóstoles cuando él estuvo aquí en la Tierra, y enviará 12.000 de cada una de las 12 tribus judías en los últimos tiempos; con esto nos muestra el Señor el interés y misericordia que tiene hacia la humanidad. (En prensa: 97-98). ·

Los dos testigos

Dos testigos del Señor darán testimonio a la humanidad durante 1.260 días profetizando, obrando prodigios y señales portentosas en el tiempo de la Gran Tribulación (Ap. 11:1-14). El Dr. Soto, comentando Ap. 11:3, dice: Antes de la primera venida de Cristo, Juan el Bautista, vino predicando el arrepentimiento a los judíos, preparando así el camino del Señor. En estos últimos días, antes de la segunda venida de Cristo, es necesario que sean dos profetas en vez de uno, los que vengan predicando el arrepentimiento, y anunciando la venida inminente de Cristo como juez. Los profetas del Antiguo Testamento iban solos efectuando su ministerio, los del nuevo pacto van de dos en dos (Hechos 13); ya que por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá toda acusación (Deuteronomio 17:6; 19:15). Estos dos testigos darán testimonio de Cristo en ese tiempo de tinieblas y

a la vez serán testigos contra la humanidad en el día del juicio. (En prensa: 115-116). Esta vez, al menos, muchos hombres tuvieron temor y dieron gloria al Dios del cielo, reconociendo su poder; aunque desconocemos si se convirtieron a Cristo (Ap. 11:13). ·

El Milenio

Por último, aunque acontecerá después de la Gran Tribulación, el Milenio, el clímax del testimonio de Dios para la humanidad en el final de los siglos. El mismo Jesucristo reinará literalmente en la tierra durante mil años (Ap. 20:1-10, véase Is. 2:1-5; 11:1-10; 24:23; 65:19-22; Dn. 2:44, 45; Mi. 4:1-7, etc.). En el Milenio, los creyentes reinarán con Cristo (Ap. 20:6; 2:26, 27 comp. 19:15); y habrá muchas naciones, es decir, muchos hombres y mujeres que no habrán perecido en la Gran Tribulación (Ap. 20:3, 8). Creo que en estos mil años de reinado de paz y prosperidad, la tierra se recuperará y la humanidad se multiplicará de nuevo, ya que un fuerte ángel prenderá a Satanás, lo atará, lo arrojará y lo encerrará en el abismo y pondrá su sello sobre él para que no engañe más a las naciones (Ap. 20:1-3). El Milenio será la más grande e inigualable oportunidad de testimonio cristiano a las naciones. Cristo en su primera venida testificó al mundo como Hijo del Hombre, durante un breve periodo de tiempo, pero ahora en su retorno glorioso, reinará durante mil años como “Rey de reyes y Señor de señores”. (Ap. 11:15; 17:4; 19:16). Todos podrán verle y oírle. Pero Satanás, que engañó a nuestros primeros padres (Gn. 3:1-13; 2 Co. 11:3), y que engaña ahora al mundo entero (Ap. 12:9; Ef. 2:1, 2), volverá a engañar a las naciones que “…están en los cuatros ángulos de la tierra a fin de reunirlos para la batalla…”. (Ap. 20:7-9). ¡Esta será la última batalla mundial! De nuevo y por última vez, Satanás hará honor con creces a su vil condición de “homicida… mentiroso, y padre de mentira”. (Jn. 8:44). Matthew Henry, comentando Ap. 20:7-10, expresa lo siguiente: En estos versículos tenemos la última batalla de la Historia, y la última y definitiva derrota de Satanás. […] Pero siempre que al diablo le queda poco tiempo (comp. 12:12c), no lo desaprovecha de ninguna manera, ni pierde una décima de segundo. ¡Si tan diligentes fuésemos nosotros para el bien! Sale a extraviar a las naciones (v. 8) desde las cuatro esquinas

(gr. goníais, que también podría traducirse por ángulos o rincones ) de la tierra . Un ejército tan grande y tan universal no se habrá conocido ni aun bajo el mando del Anticristo mil años antes. Si la Palabra de Dios no nos asegurarse que el corazón (del hombre) es engañoso más que todas las cosas y perverso (Jer. 17:9), sería inexplicable que el diablo pudiese reclutar para su causa perversa un número de soldados como la arena del mar , después de un reinado de paz y justicia durante mil años, con Cristo en el trono…” (1999: 1989, 1990). Nicolás y Lena Venditti, en su libro “El Nuevo Testamento” (INSTE), apuntan: El milenio (Ap. 20) se refiere al período de la manifestación de la gloria de Cristo, antes de la consumación final del propósito redentor de Dios (o sea, la eternidad). Nota que el milenio no es la manifestación perfecta y final del reino de Dios, sino la última etapa en la victoria de Cristo sobre el reino de este siglo. Será un tiempo glorioso de gobierno de Cristo en la tierra durante el cual Satanás estará atado. Pero cuando sea liberado al final del milenio, encontrará los corazones de los hombres aún sensibles al pecado. (1993: 46). Recapitulemos ·

Antes de la Gran Tribulación, la humanidad tendrá testimonio de la epifanía de Cristo y del arrebatamiento de la Iglesia. · Durante la Gran Tribulación, a pesar de los juicios divinos que serán progresivos en duración, intensidad y frecuencia habrá oportunidades de salvación por medio del testimonio de ángeles, 1440.000 sellados de todas las tribus de Israel, los dos testigos especiales y de todos los santos que se salvarán, los cuales testificarán de Cristo hasta la muerte. · Después de la Gran Tribulación, el testimonio vendrá del mismo Cristo, reinando literalmente durante mil años en la tierra.

12. EL GALARDÓN DEL SEÑOR

EL GALARDÓN O PREMIO POR NUESTRAS OBRAS “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad…” (Ap. 22:12-14). “Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes…” (Ap. 11:18). “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”. (Mt. 16:27, véase Mt. 5:11, 12; 6:1-6, 16-18, 20; 16:27; 25:14-29; Lc. 6:23, 35; Ro. 2:5, 6; 1 Co. 3:11-15; 9:18; 2 Co. 5:10; 1 Ts. 2:19, 20; Col. 3:24; He. 10:35; 11:26; 2 Jn. 4-9). A su debido tiempo, después de su venida, el Señor dará el galardón o premio a sus siervos. La Iglesia del Señor está viviendo en estos postreros días, tiempos peligrosos o atroces, donde enfrenta muchas dificultades (2 Ti. 3:1–5; Mt. 24:11; 2 P. 3:3; Jud. 18, etc.). Pero igual que Moisés o Pablo, hay que tener puesta la mirada en el galardón y en la gloria venidera. “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”. (He. 11:24–26, véase Gn. 15:1; Is. 65:17; Mt. 10:42; 2 Co. 4:18; He. 11:6; Ap. 21:1).

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. (Ro. 8:18). El Señor Jesús a cada uno nos ha dado talentos, según nuestra capacidad. Qué lindo que podamos decirle: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y escuchar la voz de Jesús: “ Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. (Mt. 25:21, véase desde el v. 14 al 30; Lc. 19:11-28). Cada creyente genuino comparecerá ante el Tribunal de Cristo para recibir una recompensa (1 Co. 3:11-15), y el impío acudirá a un juicio de condenación (Jn. 3:16-20; Ap. 20:11-15). Unos recibirán recompensas y otros veredictos condenatorios, cada uno según sus obras. ¿Y cuál es la principal obra según Jesús? “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado”. (Jn. 6:29). Por esta causa, las obras solidarias de los inconversos, aunque en apariencia sean excelentes, según la Biblia, no son dignas delante de Dios (Is. 64:6; Ro. 3:9-20). Es importante entender esta verdad, que a priori puede asombrar. No se pretende menospreciar ninguna obra altruista, caritativa y solidaria de nadie, solo se postula teológica y bíblicamente que, las obras que recibirán recompensa divina son aquellas cuyo fundamento es Jesucristo (1 Co. 3:10-15). “Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. (2 Co. 5:9, 10). “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades

fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. (Apocalipsis 20: 11-15). También tenemos que distinguir entre la vida eterna y el galardón. Ambas cosas la recibirá el creyente. ¡Gloria a Dios! Pero somos salvos por gracia, por medio de la fe, no por obras. O sea, la salvación eterna la recibiremos solo por la fe, sin tener en cuenta nuestras obras (Jn. 3:16-21, 36; 5:24; Ef. 2:8-11; Tit. 3:4-8; Gá. 2:16; 2 Tim. 1:9; 3:15, etc.). Y el galardón o recompensa, aunque tengamos fe, lo recibiremos según hayan sido nuestras obras, ya de creyentes (1 Co. 3:10-15; 2 Co. 5:10; Ap. 22:12, etc.). Comentario sobre 2 Juan 4-9: “ Mucho me alegré al encontrar algunos de tus hijos andando en la verdad, tal como hemos recibido mandamiento del Padre. Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor: que andemos conforme a sus mandamientos. Este es el mandamiento tal como lo habéis oído desde el principio, para que andéis en él. Pues muchos engañadores han salido al mundo que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Ese es el engañador y el anticristo. Tened cuidado para que no perdáis lo que hemos logrado, sino que recibáis abundante recompensa. Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza tiene tanto al Padre como al Hijo”. En la web ObreroFiel.com, hay un comentario sobre el pasaje de 2 Jn. 49, dice al respecto: Juan no quiere que ninguno de nosotros pierda nuestra “recompensa completa”. Él no quiere que lleguemos al cielo y recibamos solo una pieza de lo que pudo haber sido nuestro. Él quiere que obtengamos toda la recompensa que Dios quiere que recibamos. Y parece que podríamos, de hecho, perder una porción de nuestra recompensa si comenzamos a descuidar la VERDAD. Podemos perder una porción de nuestra recompensa, si nos desviamos de la vida a la que Dios nos ha llamado. Cuando ya no amamos a otros lo suficiente para compartirles la verdad, confortar a los necesitados, albergar a los que no tienen casa, en un

esfuerzo por demostrar el amor y la naturaleza y la salvación de Dios, nos arriesgamos a perder la recompensa que puede ser nuestra. Dios nos promete la salvación como un regalo, pero nos llama claramente a vivir una vida que él pueda bendecir, tanto aquí en la tierra como en la vida futura. (Tomado de internet). T odos los creyentes salvos y sus obras, tendrán que pasar al menos los siguientes “filtros”, antes de recibir el tan deseado galardón. Primero: Haber sido un buen siervo y fiel con los “talentos” que el Señor nos dio: “Bien, buen siervo y fiel”. (Mt. 25:14-30). Este primer punto, es más bien, una declaración previa a toda obra piadosa llevada a juicio, pues si no somos buenos siervos y fieles, ¿cómo el Señor recompensará nuestras obras? Segundo: Nuestras mentes y corazones serán escudriñados por el Señor: “…Yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras”. (Ap. 2:23b, ver 1 Co. 4:5). El Señor juzgará no sólo nuestras obras, sino las intenciones o motivaciones del por qué la realizamos: “A sí que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” . (1 Co. 4:5). Las obras que recibirán recompensas serán las motivadas por el amor. Tanto si son, obras de caridad (dar), “y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Co. 13, véase Mt. 25:31-46), u obras de fe (predicaciones, sanidades…), “la fe que obra por el amor”. (Gá. 5:6). Tercero: Nuestras obras serán puestas a prueba: “Si permaneciere la obra de alguno que sobredificó, recibirá recompensa”. (1 Co. 3:11-15). Nuestras acciones han de permanecer si queremos recibir recompensa. El Señor juzgará a cada uno por nuestro buen servicio y fidelidad, escudriñando nuestras mentes y corazones (verificando si los motivos fueron correctos). Dicho de otra forma, si el móvil (lo que nos impulsó a obrar) fue de verdad fruto del amor a Dios, al hermano o a las personas inconversas; y también si todas nuestras obras permanecieron, esto es, dieron un fruto estable. En definitiva Cristo nos juzgará: Por lo que somos

y cómo somos, por lo que tenemos y cómo lo tenemos, y por lo que hacemos y cómo lo hacemos. Quiero resaltar el consejo del Apóstol Pablo: No correr o trabajar en vano . Nuestro trabajo en el Señor tiene que permanecer. Por esta razón, el apóstol Pablo exhortaba a la iglesia de Filipo: “Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”. (Fil. 2:16, véase 2 Co. 9:3; Gá. 2:2; 1 Ts. 3:5). Debemos prestar atención a las obras que realizamos, para no correr en vano. Por ejemplo, no sólo es cuestión de impartir enseñanzas cristianas, sino lograr en el Señor que haya una praxis saludable de lo que estamos enseñando. La educación cristiana requerirá, pues, un acercamiento del maestro a los alumnos, un seguimiento y asesoramiento hasta comprobar que las doctrinas no sólo se están comprendiendo, sino también llevadas a la práctica por los alumnos, esta obra integral del maestro permanecerá. Por último, como ya mencioné, procuremos como el apóstol Pablo, tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. “Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres”. (Hch. 24:14-16) ¡Agradándole en todo! (2 Co. 5:9, 10). Una corona de justicia para los que aman su venida “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. (2 Ti. 4:7, 8). ¿Amamos su venida? Nuestra respuesta debería ser tan rápida y sincera como positiva. Ahora, desechando los placeres temporales del pecado y poniendo nuestra fe en Cristo, sirvámosle de todo corazón y con limpia

conciencia, esperando y amando su venida. No temamos a nada ni a nadie. Prediquemos el Evangelio del reino con todo denuedo y poder del Espíritu, a todos los hombres para testimonio a todas las naciones, antes del final de los tiempos. ¡Nuestra recompensa en los cielos será grande!

13. ACONTECIMIENTOS FINALES

¿ CUÁLES SON LOS ACONTECIMIENTOS FINALES QUE LE ACONTECERÁN A LA HUMANIDAD? La Biblia señala con claridad meridiana que la tierra que pisamos y el cielo que vemos, pasarán (Ap. 21:1; Lc. 21:33; He. 1:10-12; 2 P. 3:10-13). Después de que se cumpla el reinado milenario de Cristo (un período de paz mundial), a Satanás y a la humanidad le sobrevendrán los siguientes y definitivos acontecimientos: ·

Satanás será suelto de su prisión, y engañará a las naciones (Ap. 20:7, 8a) .

“Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra…” ·

La última batalla mundial (Ap. 20:8, 9).

Satanás, habiendo engañado a las naciones, las inducirá a crear un ejército numerosísimo con el propósito “de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar”. Subirán “sobre la anchura de la tierra,” y rodearan “al campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió”.

·

El castigo eterno de Satanás (Ap. 20:10).

Al fin, “ el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. ¡Ahora viviremos siempre libres del tentador! ¡Alabado sea Dios! Satanás junto a sus ángeles caídos sufrirán eternamente. Y no estarán atormentando a nadie, tal como suele pensarse, sino que ellos mismos “serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. ·

El día del juicio final ante el gran trono blanco de Dios (Ap. 20:11, 12).

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos”. (v. 11) Este juicio final no debemos confundirlo con el tribunal de Cristo antes explicado, donde todos los creyentes salvos compareceremos para ser recompensados según nuestras obras, no es un juicio de salvación o castigo, sino de recompensa (Ro. 14:10, véase Jn. 3:18; 5:24, 29; 2 Co. 5:10). Como genuinos hijos de Dios, ya tenemos vida eterna; ningún creyente verdadero irá a juicio de condenación (Jn. 3:18; 5:24; Ap. 20:6). El apóstol Juan, observando la visión del trono blanco y al que estaba sentado en él, ve la huida de la tierra y también del cielo. Es decir, la materia física desaparecerá rápidamente del rostro de Dios. Y todos los hombres que hayan quedado en la tierra perecerán, pues están “guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos”. (2 P. 3:7). El apóstol Pedro narra cómo sucederá: “Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos…esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán. Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”. (2 P. 3:7-13).

Ahora, ya no existe la humanidad sobre este mundo, ni el cielo, ni la tierra que vemos hoy, pues pasaron (Ap. 20:11; 21:1 comp. He. 1:10-12; 2 P. 3:10, 11). En segundo lugar, Juan ve: “…A los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida…” (v. 12). Dios reunirá a los muertos, grandes y pequeños, los cuales estarán de pie delante del gran trono blanco para el juicio final. Los libros se abrirán, y el libro de la vida también: “Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; Y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; Y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. (Ap. 20:11-15). 1 Corintios 15:24-26, dice: “ Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte”. ¡FIN DEL MUNDO! Ahora comienza una nueva etapa imperecedera para todos los hombres: “Unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. (Dn. 12:2). No encuentro palabras para describir la gran tragedia y abatimiento que le acontecerá a una multitud incontable de seres humanos de todas las épocas: serán declarados culpables, y acto seguido, condenados eternamente en el juicio final (He. 6:2; 9:27; Ap. 20:11-15). ¡Todos verán a

Dios! Todos, grandes y pequeños estarán de pie delante de Dios y escucharán la sentencia de su boca. Como resultado: “El que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. ¡Eternamente! Después de haber contemplado a Dios, a sus santos ángeles y a todos los redimidos. Como el profeta Daniel dijo: serán despertados para “vergüenza y confusión perpetua” . Y como el apóstol Pablo escribió: “Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron …” (2 Ts. 1:9, 10). O, como el mismo Jesús advirtió: “ Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga”. (Mr. 9:44). Acerca de Mr. 9:44, Matthew Henry comenta: La frase está tomada de Isaías 66:24, y los dos textos se complementan, pues el “gusano” es algo interno y, por eso, aunque no se dice en el texto, suele interpretarse como los remordimientos que atormentarán a la conciencia del condenado por las oportunidades de salvación que dejó pasar y que ahora ya no tienen remedio por toda la eternidad; y el “fuego” es algo que atormenta desde fuera, y es símbolo de la ira divina que gravitará eternamente sobre el pecador que se negó a creer (Jn. 8:24). ¡Un Dios eterno, eternamente airado contra un malvado que sólo vivirá para estar muriendo eternamente! “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (He. 10:31). (1999: 1234). El Señor Dios Todopoderoso no condenará a hombres, mujeres, jóvenes o ancianos débiles e indefensos, que son buenas personas o, como solemos decir “buena gente”; sino a seres espirituales con cuerpos inmortales, semejantes a los ángeles (Mt. 22:30), juzgados y condenados por sus propios pecados. O sea, en el lago de fuego eterno que Dios preparó para Satanás y sus ángeles malvados (Mt. 25:41), también irán todos aquellos malditos por sus pecados. El lago de fuego o infierno de fuego, es un lugar eterno donde hay continuamente sufrimiento sin reposo (Mt. 25:40; Ap. 20:10). La bestia, el falso profeta y Satanás con sus ángeles fueron lanzados al lago de fuego, y también “la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. (Ap. 20:10, 14, 15).

Muchas personas desconocen, dudan o niegan que el hombre es eterno, pero nuestras decisiones espirituales aquí en la tierra tienen connotación sempiterna, ya que somos inmortales (Ec. 3:11; Dn. 12:1, 2; Mt. 25:46; Jn. 3:16-21). La cuestión transcendental del hombre no es cómo y dónde pasará su jubilación, sino cómo y dónde pasará la eternidad: Teniendo vida eterna junto a Dios en el cielo nuevo y tierra nueva o, confusión y vergüenza perpetúa en el lago de fuego, sin Dios. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida”. (Jn. 5:24). Y el apóstol Juan escribió: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. (Jn. 3:16). El Evangelio eterno (Ap. 14:6), son noticias de salvación eterna. Al creer en Cristo tenemos vida eterna (Jn. 3:15, 16, 36). Nuestro nuevo nacimiento es por lo tanto un “nacimiento eterno” (Jn. 3; 4:14), pues nacemos espiritualmente de Dios, ¡somos sus hijos! (Jn. 1:12, 13), y “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven”. (Lc. 20:38). Por tanto, en contraposición, todos aquellos que no han creído en Cristo, no tendrán vida eterna (sin embargo vivirán para siempre, pero atormentados día y noche en el lago de fuego), pues no han nacido de nuevo ni son hijos de Dios. Imaginemos la apenada y dantesca situación: multitudes incalculables de personas, desde los albores de la creación, ante el gran trono blanco de Dios, ¡sin haber nacido de nuevo, pero con un cuerpo inmortal o eterno! El que ha muerto siendo un idolatra, sigue siendo idolatra en el día del juicio final; o el que ha sido un adúltero sigue siendo adúltero; pues no han nacidos de nuevo, aunque ahora tienen cuerpos imperecederos, ¡han muertos en sus pecados! (Jn. 8:24). Y muchos dirán, bueno, los hombres podrán o lograrán al final arrepentirse. Lamentablemente, ya no habrá lugar para el arrepentimiento: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”. (He. 9:27).

Los ángeles pecaron y no hubo ocasión de arrepentimiento (1 P. 3:19; 2 P. 2:4; Jud. 6, 7). El Señor no socorrió a los ángeles, sino a los hombres (He. 2:16; 1 P. 1:12). Y mientras tengamos aliento de vida, hay oportunidad de salvación, siempre que nos arrepintamos de nuestros pecados y creamos en Cristo. Pero, después de esta vida y delante del gran trono blanco, no habrá más oportunidades, “sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”. (He. 10:27). Para todos aquellos que rechazaron el sacrificio de Cristo, sea porque no creyeron o porque después de creer se entregaron al pecado (He. 10:26, 29-31). El hombre al morir en sus pecados, su espíritu eterno estará contaminado por la eternidad, podríamos asemejarlo a los ángeles caídos en la actualidad. Los cuales, ya no tienen lugar para el arrepentimiento, ¡son seres de maldad inmensurable! Entonces, los hombres ya resucitados y ante el gran trono blanco de Dios, tendrán el mismo statu quo que los ángeles caídos en este tiempo. O sea, seres eternos en pecado y sin redención alguna, solo habrá un lugar para ellos: ¡El lago de fuego eterno! (Mt. 25:41; Ap. 20:10, 14, 15). Por esto, queridos hermanos imitemos al apóstol Pablo, quien dijo: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres…” (2 Co. 5:11). ¡Evangelicemos con solemnidad en todas las oportunidades que tengamos! ¡Podemos salvar a muchas almas de la muerte eterna! (Stg. 5:20). Nicolás y Lena Venditti, en su libro de “Escatología” (INSTE), explican lo siguiente: Este juicio del “gran trono blanco” marcará el fin de la historia humana, tal y como la conocemos. Los libros serán abiertos, y después cerrados “por la eternidad”. Nunca después un acto de pecado arruinará el universo de Dios. Del veredicto de este juicio no habrá apelación porque “el gran trono blanco” es la autoridad última. Es la corte final de apelación. (2001: 160). ·

El cielo nuevo y la tierra nueva

Y después, esto es lo que contempló el apóstol Juan: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el

mar ya no existía más”. (Ap. 21:1, véase Is. 66:22; 2 P. 3:13). ¿Añoraremos el cielo, la tierra o el mar que ahora vemos? –No, en absoluto. “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento”. (Is. 65:17). Dios volverá a crear un cielo nuevo y una tierra nueva para los hombres, tan inmensamente maravillosos, que ni siquiera recordaremos el cielo y de la tierra anterior. ¡Gloria a Dios por siempre! Como dice el autor de la carta de Hebreos: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando”. (He. 2:5). Nosotros reinaremos con Cristo por toda la eternidad en la tierra nueva y bajo el cielo nuevo (en el mundo venidero). Porque, el cielo y la tierra que ahora contemplamos “pasarán”. (Lc. 21:33a). “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. (Ap. 5:10). “No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”. (Ap. 22:5, ver también Ap. 1:6; 20:6). Siempre he creído que viviríamos toda la eternidad en el cielo, pero los capítulos 21 y 22 de Apocalipsis no dan ni el más mínimo atisbo de duda, estaremos eternamente en una tierra nueva creada por Dios. Y nuestra morada sempiterna será la nueva Jerusalén celestial, que descenderá del cielo “dispuesta como una esposa ataviada para su marido”. (Ap. 21:2, véase Ap. 3:12), ahí es donde moraremos siempre con Dios y el Cordero (Ap. 21:3; 22:5). Es la misma ciudad que anhelaba Abraham, cuyo arquitecto y constructor es Dios; es la ciudad del Dios vivo, una ciudad santa que está por venir, que será siempre permanente y que tendrá la gloria de Dios (He. 11:10, 16; 12:22; 13:14; Ap. 21:10a, 11). La nueva Jerusalén, es tanto una ciudad santa, celestial y real (la ciudad eterna de todos los redimidos), como una ciudad símbolo de la Iglesia (la novia, la esposa de Cristo), véase He. 11:10, 16; 12:22-24; Ap. 21:12; 21:9, 10, y los capítulos 21 y 22. ¡Es la ciudad del Dios viviente! Es digno de notar que, en el libro de Apocalipsis no se describe casi nada acerca de este cielo nuevo y de esta tierra nueva, salvo lo siguiente.

El mar no existirá “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”. (Ap. 21:1). El apóstol Pedro, referente al mar dice lo siguiente: “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste”. (2 P. 3:5). Pero, ¿cómo subsistirá la vida en la nueva tierra sin el mar? Por el Espíritu de vida (Jn. 4:14; 7:37-39; Ro. 8:2 comp. Ap. 4:6; 7:17; 15:2; 21:6; 22:1, 2, 17). Hay “ un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero” . (Ap. 22:1). Matthew Henry, acerca de este rio limpio de agua de vida, dice al respecto: (A) El río de agua de vida (lit.), esto es, del agua de viva, (divina comp. con Jr. 2:13; Jn. 7:37-39; Ap. 7:17; 21:6; 22:17) entraña la realidad de la vida divina trinitaria, como se ve por la descripción que se nos hace de su origen: “Sale del trono (único trono) de Dios (el Padre) y del Cordero (el Hijo)”, con lo que es muy probable (en especial, a la vista de Jn. 7:39) que en este río esté representado el Espíritu Santo vivificante, que procede del Padre y del Hijo , como dice expresamente el Credo NicenoConstantinopolitano. (1999: 1996). El estado espiritual o moral “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia ”. (2 P. 3:13). ¿Lo puedes vislumbrar? “Salir a la calle”, y no encontrar a ninguna persona incrédula, perversa, vil… ¡Durante toda la eternidad! Es decir, en los cielos nuevos y en la tierra nueva habrá una total y absoluta ausencia de maldad (Ap. 21:7, 8, 27; 22:14, 15) ¡Dios será todo en todos! (1 Co. 15:28). Esta afirmación del apóstol Pablo, es para mí el significado de la eternidad expresada en una frase. Las naciones y reyes en la tierra nueva “ Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca

serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella ”. (Ap. 21:24-26, véase Ap. 22:2). Sobre Ap. 21:24-26, el Comentario Bíblico Moody del Nuevo Testamento, dice lo siguiente: El párrafo que abarca estos tres versículos es sumamente difícil de interpretar. ¿Quiénes son estas naciones que andan a la luz de la Ciudad Santa, y quiénes son los reyes de la tierra que aportan su gloria a la misma? Govett probablemente tiene razón al decir: “Por ‘los reyes de la tierra’ se quiere decir los reyes de las naciones. Del mismo modo que las naciones pasan a formar parte del mundo nuevo, así también los reyes. La subordinación de rangos forma parte del plan definitivo de Dios para la eternidad. Se le llama ‘reyes de la tierra’, para distinguirlos de los reyes de la ciudad. Porque hay dos clases de reyes: los que fueron hechos reyes y sacerdotes, para Dios por medio de la sangre de Cristo, que resucitan entre los muertos y moran con Dios; y los que son hombres de carne, y viven entre las naciones fuera de la metrópoli. Porque los ciudadanos son reyes de reyes, y ‘reinarán por los siglos de los siglos’ (22:5). Los reyes de las naciones, entonces conscientes de su inferioridad, y deseosos de estar ante Dios y sus siervos resucitados, son portadores de regalos”. (1971: 565). Como el mismo comentario ha apuntado, son versículos difíciles de interpretar, es posible que ocurra como dice Govett. Comentar que la expresión: “ y los que son hombres de carne”, no puede hacer referencia a nuestros cuerpos físicos (corruptibles), ya que nadie en el estado actual, puede heredar el reino de Dios (1 Co. 15:50 y ss.). Todos en la vida eterna tendremos cuerpos, ¡pero transformados! Menciono el v. 27 de Apocalipsis 21, el cual no deja lugar a duda que todos serán santos y vivirán eternamente: “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero” . (Ver Ap. 22:1-5). La nueva Jerusalén, nuestra morada eterna Éste es el glorioso final de los creyentes y fieles en Cristo: vivirán para siempre en la nueva Jerusalén, la ciudad santa y celestial que tiene la gloria de Dios. En los pasajes siguientes se distinguen reyes y naciones (que al

parecer vivirán en la nueva tierra creada por Dios, pero no en la nueva Jerusalén), y siervos de Dios. Si bien, todos, absolutamente todos, estarán inscritos en el libro de la vida del Cordero. Ap. 21:10 “Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios”. Ap. 21:2-5 “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, Y él morará con ellos; Y ellos serán su pueblo, Y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; Y ya no habrá muerte, Ni habrá más llanto, Ni clamor, Ni dolor; Porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”. Ap. 21:22-27 “Y no vi en ella templo; Porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brille en ella;

Porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; Y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, Sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”. Ap. 22:1-5 “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; Y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, Y sus siervos le servirán, Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; Y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; Y reinarán por los siglos de los siglos”. En la nueva Jerusalén donde moraremos eternamente; allí estará el trono de Dios y del Cordero, veremos su rostro y su nombre estará en nuestras frentes; le serviremos y también reinaremos por los siglos de los siglos. Además, se describe los muros y las puertas de la ciudad: “…Y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus

de los hijos de Israel…” (Ap. 21:11-13). También se detalla que: “El muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”. (Ap. 21:4). Se menciona: el material de sus muros, los cimientos, cómo eran las doce puertas y la calle de la ciudad. Véase Ap. 21:18-21. Y cómo no, las dimensiones de la ciudad: “El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel”. (Ap. 21:15-17). Es decir, la ciudad es cuadrangular y cada uno de sus lados mide en torno a 2.160 Km. Algunos comentaristas dicen que la nueva Jerusalén tendrá la forma de un cubo perfecto. “ La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; “la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales”. (Ap. 21:16). Aunque sus muros miden “ciento cuarenta y cuatro codos” (unos 64 metros). En fin, esta ciudad celestial, perfecta y hermosa en extremo tendrá la gloria de Dios, y millones de santos habitaremos allí con el Señor. ¡Y eso es incuestionable! William Barclay en su Comentario del Nuevo Testamento, sobre Ap. 21:15-17, dice lo siguiente: Esta escena tiene un antecedente en Ez. 40:3. (i) Debemos fijarnos en la forma de la ciudad. Era bastante corriente que las ciudades se edificaran en cuadrado; tanto Babilonia como Nínive eran así. Pero la Santa Ciudad no era simplemente cuadrada: era perfectamente cúbica: su longitud, su anchura y su altura eran iguales. Esto es significativo. El cubo es el símbolo de la perfección. Tanto Platón como Aristóteles se refieren al hecho de que en Grecia se decía que el hombre era «cúbico» (Platón, Protágoras 339 B; Aristóteles, Ética a Nicómaco 1.10.11; Retórica 3.11). Lo mismo se daba entre los judíos. El altar de los holocaustos, el del incienso y el pectoral del sumo sacerdote tenían la forma de un cubo (Ex. 27:1; Ex. 30:2; Ex. 28:16). Una y otra vez aparece esta forma en las visiones de la nueva Jerusalén y de su nuevo templo de Ezequiel (Ez.

41:21; Ez. 43:16; Ez. 45:2; Ez. 48:20). Pero, más importante aún: en el templo de Salomón, el Lugar Santísimo era un cubo perfecto (1 R. 6:20). No deja lugar a dudas el simbolismo que se propone Juan. Trata de hacernos comprender que la totalidad de la Santa Ciudad es el Lugar Santísimo, la morada de Dios. (ii) Debemos fijarnos en las dimensiones de la ciudad. Cada lado de la ciudad tiene doce mil estadios. Un estadio equivale a 180 metros; por tanto, cada lado tenía 2,160 kilómetros, el área de la ciudad era de 4,665.600 kilómetros cuadrados, y el volumen total de la ciudad era de 279,936.000 kilómetros cúbicos. La Jerusalén re-creada de los sueños rabínicos era ya bastante grande. Se decía que llegaría hasta Damasco y cubriría la totalidad de Palestina. Para una ciudad como la Santa Ciudad llegaría casi desde Londres a Nueva York, y tendría aproximadamente la extensión del océano Atlántico Norte. No cabe duda que se nos quiere hacer ver que en la Santa Ciudad cabemos todos. Qué contraste con la tendencia humana a poner límites a las iglesias, a excluir a los que no creen o administran de la misma manera. Es bastante sorprendente que las cosas son diferentes cuando se trata de la muralla. Tiene una altura de 144 codos, es decir, 64' 80 metros, una altura muy considerable, pero no astronómica. La muralla de Babilonia tenía una altura de 90 metros, y los muros del Pórtico de Salomón del templo de Herodes, de 54 metros. No hay comparación entre la altura de la muralla y el tamaño de la ciudad. De nuevo encontramos aquí un simbolismo interesante. La muralla no puede ser para la defensa, porque todos los seres hostiles, humanos y espirituales, han desaparecido o han sido arrojados al lago de fuego. Lo único que se pretende de la muralla es que delimite el área de la ciudad; y el hecho de que sea relativamente baja muestra que la delimitación tiene una importancia relativa. Dios está mucho más interesado en incluir a más personas que en excluirlas. Y así debe ser Su Iglesia. (2006: 1188). Ahora, puedo entender mejor lo que el apóstol Pablo dijo: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de

manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”. (Ro. 8:16-19). Y lo que el apóstol Juan escribe: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. (1 Jn. 3:1, 2). Atendamos a las cosas espirituales: “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. (2 Co. 4:16-18). Recapitulando · · · ·

Las primeras cosas pasarán (Ap. 21:1, 4) El Señor hará nuevas todas las cosas (Ap. 21:5a) “Estas palabras son fieles y verdaderas”. (Ap. 21:5b). Y los redimidos en Cristo, viviremos en la nueva Jerusalén celestial.

¿QUÉ CUERPO TENDREMOS ETERNAMENTE? Según 1 de Corintios cap. 15 Tendremos un cuerpo a imagen de Cristo, esto es, un cuerpo celestial (vv. 48, 49). “Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”. (Vv. 48, 49). En la carta a los filipenses, Pablo dice: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el

cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”. (Fil. 3:20, 21). Tendremos un cuerpo semejante al cuerpo en gloria de nuestro Señor Jesucristo. Y aunque, adquiriremos un cuerpo transformado, creo que la identidad de cada persona será mantenida y sabremos quién es quién en el mundo venidero. Sin embargo, es posible que al principio nos sorprendamos (Lc. 24:31, 32; Jn. 20:15, 16; 21:1-12). Un cuerpo glorioso (v. 43a). “Se siembra en deshonra, resucitará en gloria”. Un cuerpo en poder (v. 43b). “Se siembra en debilidad, resucitará en poder”. Un cuerpo espiritual (v. 44a, ver Mt. 22:30). “Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual”. Un cuerpo transformado e incorruptible (v. 50 y 53a). “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”. “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción”. Un cuerpo inmortal (v. 53b). “Y esto mortal se vista de inmortalidad”. Pablo sigue exponiendo (vv. 54-57 y v. 58). “Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.

CONCLUSIÓN

Debemos ser conscientes de la cercanía de la parousía de Jesucristo (Ap. 22:10). Meditemos profundamente lo que el Señor quiere de nosotros y actuemos en consecuencia (Hch. 13:36). Vivimos en el tiempo previo a su regreso; y hoy, más que nunca, el retorno inminente y glorioso de Cristo puede ocurrir ahora en nuestro tiempo. ¿Estamos preparándonos y evangelizando? Jesucristo vendrá por segunda vez, descenderá del cielo con gran poder y gloria, los muertos en Cristo resucitarán primero y los que vivimos seremos transformados y llevados (arrebatados), para estar siempre con el Señor. Alentémonos los unos a los otros con estas palabras (1 Ts. 4:13–18). El Señor me pide que sea un servidor fiel y prudente en sus asuntos. Por esta causa, debo estar velando, orando en todo tiempo y viviendo en santidad. Amando, anhelando y esperando su venida: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene”. (1 Co. 16:22). Anatema, gr. anathema , significa maldito. Esa persona es maldita, o sea, tiene el desfavor divino porque no ama al Señor Jesucristo. El Señor anhela levantar una generación “maranatha”, es decir, una generación de creyentes avivados, fervientes, obedientes y evangelizadores que tenga la misma confianza y expectativa que tenían los primeros cristianos en el regreso de Cristo; predicando el Evangelio a todos los

hombres y mujeres. La Gran Comisión, Dios mediante, se puede cumplir totalmente en nuestra generación (Mt. 24:14; 28:18-20). A toda persona indiferente, incrédula e impía del tiempo de la venida de Cristo (que va a ver la parousía del Señor), solo cabe decirle que se arrepienta de sus pecados y crea en el Evangelio. Porque “todo aquél que invocare el nombre del Señor será salvo”. (Hch. 2:21). Es muchísimo mejor que la conversión de toda persona se produzca hoy, y si no fuese así, espero que recuerden las palabras de Cristo y de los apóstoles y crean, aunque sea durante la Gran Tribulación. Vuélvanse a Dios de todo corazón, si por la gracia divina, tuviesen oportunidad de hacerlo. Termino con los dos últimos versículos de la Biblia, escritos por el apóstol Juan en el libro de Apocalipsis: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén”. (Ap. 22:20, 21).

Espero que este libro haya sido de mucho aliento para tu vida. Muchas gracias y que el Señor siga bendiciéndote. Juan Antonio Robles

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