La Primacia de La Pregunta

1 UNIMINUTO Facultad de Ciencias Humanas y Sociales Estudios en Filosofía Jair Olascoaga Lerma Práctica Profesional II

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UNIMINUTO Facultad de Ciencias Humanas y Sociales Estudios en Filosofía Jair Olascoaga Lerma Práctica Profesional II Gadamer, Verdad y Método, La primacía hermenéutica de la pregunta.

La primacía hermenéutica de la pregunta. Sin duda alguna una de las tareas más difíciles a la hora de hacer filosofía es el momento de comprender los textos, e incluso, las conversaciones que pudiesen surgir de un quehacer filosófico. Enfrentarse a textos de magnitudes incomprensibles, dejan ver dos cuestiones importantes: una posibilidad de que el autor no haya dado todas las herramientas rigurosas y claras para ser comprendido o que el lector no ha presentado la mayor cantidad de preguntas suficientemente abiertas al texto como para encontrar la mejor de las respuestas posibles: la comprensión.

Ahora bien, tal dificultad subyace en la incapacidad que se pueda tener de preguntar, de hacer buenas y valiosas preguntas. Se nos ha dicho por mucho tiempo que la filosofía nace del preguntar, pero se ha esquivado este arte en muchas de las entrañables ramas de la filosofía queriendo ofrecer verdades y soluciones, que evitan que las preguntas tengan de alguna manera el sentido de darnos una comprensión más abierta, e incluso dar lugar a nuevas preguntas. En ese sentido, Gadamer recopila en el apartado de La primacía de la hermenéutica de la pregunta en Verdad y Método I, la necesidad de volver a poner en primer lugar a la pregunta antes que poder dar a luz a una verdad como única posibilidad de conocimiento. El texto está dividido en dos partes a saber: a). El modelo de la dialéctica platónica y b). La lógica de la pregunta y respuesta. . Lo que pretenderé será encontrar las intenciones de lo que Gadamer expone sobre la pregunta y por qué es valiosa a la luz de la experiencia y el quehacer filosófico.

a). El modelo de la dialéctica platónica. Platón, aparece aquí como el gran maestro de las preguntas, sin embargo aun así como aquél que no sabiendo interpela realizando preguntas que más que encontrar la verdad, pretenden dar sentido. Es precisamente ese no saber lo que hace que podamos darle a la pregunta un tinte de superioridad o de primacía. Ahora bien, las preguntas esencialmente contienen sentido, es decir, están orientadas, poseen una dirección a encontrar algo. Si preguntamos, eso que es preguntado está indudablemente puesto en la mesa, adquiere una perspectiva desde la cual se puede abordar. Gadamer irá más allá: “El que surja una pregunta supone siempre introducir una cierta ruptura en el ser de lo preguntado” (Gadamer, 1998). Es decir, una vez un interlocutor ha

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hecho una pregunta sobre algo en específico, ese algo deja de verse como absoluto y empieza a sufrir ruptura, deja de verse como completado para entrar desde la pregunta a terminar, si se quiere decir así, a completarlo. Algo curioso es, que Gadamer dirá que el simple hecho de preguntar en cierta medida ya es respuesta, porque de alguna manera se aleja de querer mostrar algo como completado. El quebrantamiento encuentra sentido entonces en el sentido de la pregunta que se desarrolla.

Platón en sus diálogos mostrará que la tarea de la pregunta es más difícil que la de responder. Ponerse en el lugar del que pregunta no hace que la situación se vea más fácil de asumir, porque la responsabilidad de hacer preguntas es más enteramente valiosa que querer dar una respuesta sin más. Esta es una característica, dirá Gadamer, de los inauténticos, es decir, aquellos interesados en hablar con el fin de obtener la razón, que consideran ineludiblemente que es más fácil preguntar que dar respuesta. “Sin embargo, el fracaso del que se pone a preguntar con esta intención viene a demostrar que el que está seguro de saberlo todo no puede preguntar nada” (Gadamer, 1998) ¡Cuántos de nosotros hemos asumido esta característica en algún momento de nuestras posturas filosóficas! Hay mucho de esto en las clases de la academia filosófica, estudiantes que con la astucia de querer lograr tener razón hacen preguntas y se alejan del fin último de preguntar.

Para Platón entonces, una de las razones por las cuales la pregunta es superior es en el sentido en que quien quiera dar explicación a algo o exponerlo tiene que quebrantar ese algo a partir del preguntar. Una de las más importantes acepciones que nos da Gadamer es que la pregunta es apertura, apertura en relación a que no hay una respuesta fija para tal pregunta. Incluso, el sentido de una pregunta consiste en dejar al descubierto que lo que se pregunta es cuestionable y ya no certero. Tal sentido arroja la posibilidad del pro y en contra, dejando suspendida la pregunta. En este sentido se muestra la dialéctica de la pregunta, en la capacidad de investigar o preguntar lo contrario, lo que podría no ser. Sin embargo, no hay método alguno que nos enseñe a preguntar, la única condición previa a preguntar según Platón es saber que no se sabe nada, porque tal no saber nos va a conducir siempre a una pregunta.

La opinión se convierte así en una enemiga del preguntar, “el arte de preguntar no es el arte de huir a las opiniones; la libertad respecto a ella es más bien su presupuesto”. La dialéctica se hará visible en dos sentidos: cuando evitamos las opiniones y sobre todo cuando quien pregunta es capaz de mantener en pie sus preguntas, es decir, de hacer que permanezca abierta. Esto es lo que hace actual la metodología dialéctica platónica. Y sin duda, la hermenéutica encuentra su papel mucho más visible si esto acontece.

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b). La lógica de la pregunta y respuesta. De manera especial la hermenéutica juega un papel importante y es que quien comprende un texto de alguna manera comprendió la pregunta. Y según Gadamer, esto nos muestra el horizonte de la hermenéutica, o del preguntar, en la medida en que tal comprensión hace que volvamos sobre lo dicho con más preguntas, más dudas. “Un texto sólo es comprendido en su sentido cuando se ha ganado el horizonte del preguntar, que como tal contiene necesariamente también otras respuestas posibles” (Gadamer, 1998).

Gadamer recurre a Collingwood para decir que este, presupone que un texto es comprendido cuando se ha entendido la pregunta para la que es respuesta. Muestra así la lógica pregunta y respuesta. Una de las dificultades aquí expresadas es la de comprender la historia y la manera más acertada como se debe abordar es reconstruyendo la pregunta a la que en los hechos querían responder la actuación de las personas históricamente. “La lógica de la pregunta y respuesta tiene que reconstruir dos preguntas distintas…: la pregunta por el sentido en el curso de un gran acontecimiento, y la pregunta por el carácter planificado de este curso” (Gadamer, 1998). Por esto de alguna manera la pregunta no se trata de reconstruir las vivencias del autor, sino de inmediato el sentido del texto que se presenta. “En este sentido es una necesidad hermenéutica estar siempre más allá de la mera reconstrucción” (Gadamer, 1998).

Bibliografía. Gadamer, Hans-Georg. Verdad y Método I. 1998. Ediciones Sígueme. Salamanca