La Mujer de La Elite

-La mujer de la elite: Ella tuvo como misión la conservación de las tradiciones castellanas, el fomento de la religiosid

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-La mujer de la elite: Ella tuvo como misión la conservación de las tradiciones castellanas, el fomento de la religiosidad en el hogar y la consolidación del modelo de vida familiar. La familia era la fuente primaria de las reglas de vida y tuvo tres funciones: suplió al Estado en la protección de los suyos, facilitó el traspaso de bienes de adultos a jóvenes y preparó a estos últimos para la vida (de esto se desprende la importancia del rol de la mujer). En el ámbito privado, la mujeres eran amas y señoras en el hogar. Las funciones de la mujer en el hogar eran: criar a los hijos, manejar los asuntos domésticos y velar por el cumplimiento y enseñanza de los valores culturales y morales. - La mujer mestiza: Tuvieron que dedicarse a labores productivas o de servicio fuera de la casa: comercio, trabajo doméstico (sirvientas, blanqueadoras, costureras) y productivo (hilanderas, fabricantes de velas, y cigarreras), también trabajaron en pulperías, lo que les significó tener un mayor contacto con el exterior, con la sociedad. -Mujer indígena: Debido a la encomienda, se desestructura la sociedad indígena y muchas mujeres quedan en el abandono. También aumenta la mortandad de indios por los duros trabajos, y por ello sus mujeres debían buscar trabajo. Se emplearon principalmente como amas de casa, donde adquirieron un gran poder y se hicieron fundamentales, pero también fueron parte activa en el comercio. Por este camino, aprendieron a usar la moneda y conocieron el idioma español incluso antes que los mismos indios. - Mujer esclava negra: Las esclavas urbanas fueron principalmente matronas, panaderas y lavanderas. Eran propiedad de las blancas casadas (formando así parte del patrimonio familiar) y fueron consideradas como objetos, como un bien (estando bajo peores condiciones que indígenas o mestizos, aunque hubo excepciones).

La actividad económica tendrá también sus características propias, la Agricultura será la fuente generadora de recursos en el territorio, en reemplazo de los agotados lavaderos de oro que funcionaron durante la Conquista. La Ganadería en el siglo XVII, y más tarde la Producción Triguera, que se impondrá durante el siglo XVIII, tendrán activas a las grandes propiedades o Haciendas, mientras, en la zona de Copiapó y Coquimbo prevalecerá la Minería. Para muchos historiadores, todos estos antecedentes, junto con el mestizaje étnico y cultural, permitirán dibujar los rasgos de una futura nación, Chile. La fundación de ciudades y su posterior crecimiento hicieron necesario la aparición y perfeccionamiento de los oficios. En este contexto, las actividades artesanales tuvieron la mayor importancia para las políticas coloniales por ser imprescindibles para cada instante en la vida de las personas en la colonia. Trabajos como el de; Albañiles, carpinteros, herreros, canteros y sastres, eran los más importantes de los oficios que las ciudades requerían, porque afectaban la vida misma de éstas. Otros oficios de importancia, tenían que ver con la actividad comercial y se podían encontrar en los mercados, calles y ferias de la ciudad, tales como los aguateros, que extraían agua de algunas fuentes o de acequias y la distribuían en barricas sobre mulas. Por su parte los vendedores de velas o “veleros” nutrían el mercado de estos objetos; y así moteros, yerbateros, heladeros y panaderos, entre tantos otros, le daban dinamismo a los aquietados y pausados espacios de la ciudad colonial. Aunque al principio, las producciones de los primeros artesanos como la cantidad de ellos fue lenta y escasa, ya entrado en el siglo XVI se logró tener un grupo significativo de ellos en las principales ciudades de Chile.

El rol de la mujer en la época colonial El rol de la mujer en la época colonial estaba delimitado por las diferentes escalas sociales a las cuales pertenecían: Suplió al Estado en la protección de los suyos, facilito el traspaso de bienes de adultos a jóvenes y preparo a estos últimos para la vida (de esto se desprende la importancia del rol de la mujer). El en ámbito privado, las mujeres eran amas y señoras del hogar. Mujer de Elite

etairas, rameras, prostitutas * En el siglo XVIII se darían una serie de cambios. A partir de la segunda década, los Borbones emprendieron acciones que tenían como objetivo fundamental reforzar la administración civil, tanto de la Península como el de la Nueva España, esta última manifestó señales de severas alteraciones en su estructura política, económica y social.

El privilegio de la educación lo gozaron sólo algunas mujeres, las cuales se preocuparon por fundar colegios, estos eran para doncellas que tuvieran una buena situación económica, la cual era determinante para la adquisición de conocimientos. Mientras que las mujeres de clase inferior no tenían el privilegio de la educación, ya que debían ayud al sostenimiento de la familia, por lo que se dedicaron a diversos ofici entre ellos la prostitución.

Es el caso de las mujeres públicas, que vivían de su cuerpo mientras dura la belleza, se les hacía vestir de una forma diferente para distinguirlas. estas también se les conoció como prostitutas, rameras, etairas, perdidas putas. Veracruz, al ser puerto de entrada, dio paso a elementos semifijos, como marinos de la flota, los soldados del fuerte, comerciantes, así como tamb arrieros y cargadores, los cuales por lo general eran recurrentes a servicios de las llamadas etairas.

De igual modo, como en otros periodos de la colonia, existió la sexualid sin matrimonio, bigamia, adulterio, estupro y su mirada salía de las práctic normativas de la sexualidad; acompañado de todo este jolgorio de sexo moral, era un destape para la lujuria del hombre novohispano, mal visto an la Iglesia y el Estado.

Numerosas fiestas se hicieron notar en este siglo, desde la famosa corr de toros pasando por el juego de naipes, peleas de gallos hasta llegar carnaval, todos ellos propicios para el desorden y desbordamiento de alegría. Al igual que el establecimiento de burdeles, que en un princi fueron aceptados por el Estado, pues eran una forma de control al igual q las fiestas, pero a largo plazo éstos causarían la pérdida de las “buen costumbres” traídas de Europa.

Es claro el aumento de divorcios, lo que nos sugiere un cambio de actitud, debido a la entrada de nuevas ideas que permearon a la mujer, ya que el matrimonio era un mero contrato de intereses de ambas partes; por ejemplo si alguno de los dos incurría era acusado ante las autoridades, lo que hace notar un giro de costumbres que iban a seguir posteriormente a la independencia. Detrás de toda esta innovación y crecimiento en las formas de pensar, tanto en los hombres como en las mujeres, se encuentran los colegios de doncellas y conventos de monjas en donde la laboriosidad era norma de vida. Las mujeres públicas ejercían su oficio, en las calles de las ciudades don la oscuridad abundaba, desde tiempos antiguos ellas trabajaron en Méxi algunas por gusto y otras por necesidad, eran españolas, criollas, negras mulatas, cada una servía a su casta. En dicha época, Nueva España era matiz de mestizos, en donde ya no se diferenciaban la casta a la q pertenecían. Las mujeres más o menos acomodadas tenían princip morales y debían servir a su familia, seguir con las buenas costumbres, pe existieron –creemos– prostitutas de la burguesía. Por ejemplo, n encontramos en nuestra investigación un caso que data del año 1791, una joven mujer llamada Guadalupe Rojas1 quien vio la salida al enredar con tres hombres y así mantener a su madre quien, desafortunadamen por una denuncia anónima se le acusó de prostituta y se señaló como mu de mal vivir.

Una de las mayores injurias para estas mujeres era que la “aputearan”, decir que se le nombrara “puta”, otro claro ejemplo sucede con Francis conocida como la “Carnicera”, que en el juicio que se le hizo como blasfem uno de los denunciantes intentó descalificar a la defensa señalando “…q es muy provocadora, escandalosa, ramera pública, ha estado en la cár varias veces y anda con soldados dragones diciéndoles que mantengan…”, como ellas, muchas mujeres novohispanas buscaron sustento, pero cuidándose de no procrear.

Las prostitutas eran conducidas voluntariamente o si se encontraban en u situación de denuncia eran condenadas y llevadas a los recogimientos, cuales estaban a cargo de mujeres altruistas que se preocupaban por mujeres en desgracia.

Un importante recogimiento que tuvo a cargo a las prostitutas y delincuentes recogidas fue el de Santa María Magdalena, quien a partir 1692 empezó a funcionar. Los recogimientos a mitad del siglo XVIII convirtieron en la institución penitenciaria más importante de la Nue España.

Es así como podemos darnos cuenta que la situación de la mujer en nues México no ha variado del todo. Si bien hoy en día se le han dado nuev oportunidades en el ámbito laboral, la situación económica de nuestro p ha orillado a que la prostitución siga siendo recurrente. Entre los siglos XVI al XVIII, el espacio conventual femenino fue un lugar de convergencia de prácticas espirituales ascéticas y místicas. Tanto los conventos, como beaterios de mujeres en Chile y América cumplieron una función misional al transmitir los modelos de la vida devota; ser lugares de resguardo e instituciones de enseñanza para mujeres españolas, mestizas y niñas huérfanas. Las nuevas formas de devoción desarrolladas en los conventos femeninos durante el siglo XVI, como el recogimiento, la mística y la devotio moderna formaron parte del proceso de privatización de la sociedad occidental al constituir espacios para la reflexión personal y permitir procesos de autoconocimiento y adquisición de conciencia de sí, lo que

hizo del convento arquitectónico, una metáfora del mundo interior, convirtiéndolo en un convento espiritual. En el Concilio de Trento (1545 - 1563) se recomendó normar la vida conventual femenina por medio de reglas y constituciones claras que sirvieran de modelos para la organización de las instituciones de enseñanza femenina y las destinadas a su corrección, como la Casa de Recogidas. El espacio conventual como molde para el desarrollo del mundo interior y la búsqueda de la soledad, se convirtió en un referente para los criterios penitenciarios basados en la reclusión, el arrepentimiento y la reglamentación de la vida cotidiana como forma de corrección de las costumbres y del alma. Las reglas y constituciones religiosas, junto con la exigencia del voto de clausura, tenían por objetivo domar la propia voluntad y cultivar la obediencia, elementos que dibujaron el paso de la coacción social a la autocoacción, lo que formó parte del proceso de transformación radical en la economía síquica de los hombres de occidente entre los siglos XII y XVIII. Las normas de la vida conventual organizaban el día en tiempos específicos según el rezo del oficio divino y los ejercicios espirituales, que abarcaba formas de oración y meditación, como también de mortificación por medio de golpes que disciplinaba el cuerpo y estimulaba el autocontrol de los sentidos. Dicha reglamentación disponía también de la vida interior, creando formas de subjetividad que se manifestó en el relato conventual y la escritura de monjas. A su vez, los conventos femeninos fueron espacios en que las mujeres pudieron satisfacer sus inquietudes intelectuales, tener acceso a la lectura, la escritura y el arte. Así, junto con ser importantes instituciones de resguardo y educación, también funcionaron como modelos del deber ser exigido hacia las mujeres, representados en los ideales de castidad y recato, mientras que la vida reglada que llevaban en su interior, se puede entender como modelo de disciplinamiento social.

Hace una contribución, basada en fuentes inéditas de la historia de la mujer en Colombia. Se concentra en presentar el papel que

desempeñaba la mujer dentro de la sociedad colonial. Según las normas que entonces se imponían a la mujer, ella quedaba reducida a participar en la sociedad, básicamente a través de la institución del matrimonio. Se estudia la conformación del matrimonio, las funciones que dentro de él desempeñaba la mujer y las separaciones conyugales, para llegar a la conclusión de que la situación económica era el factor dominante en los enlaces. También presenta el análisis de las solteras para ver cómo se desempeñaban dentro de una sociedad que miraba con cierta hostilidad. Por otra parte se analiza la evolución de los comportamientos criminales y de la prostitución entre las mujeres. Por último revela las distintas maneras como las mujeres hicieron sentir sus opiniones en los asuntos oficiales, Hace una contribución, basada en fuentes inéditas de la historia de la mujer en Colombia. Se concentra en presentar el papel que desempeñaba la mujer dentro de la sociedad colonial. Según las normas que entonces se imponían a la mujer, ella quedaba reducida a participar en la sociedad, básicamente a través de la particularmente durante los grandes movimientos populares a finales de la colonia.

institución del matrimonio. Se estudia la conformación del matrimonio, las funciones que dentro de él desempeñaba la mujer y las separaciones conyugales, para llegar a la conclusión de que la situación económica era el factor dominante en los enlaces. También presenta el análisis de las solteras para ver cómo se desempeñaban dentro de una sociedad que miraba con cierta hostilidad. Por otra parte se analiza la evolución de los comportamientos criminales y de la prostitución entre las mujeres. Por último revela las distintas maneras como las mujeres hicieron sentir sus opiniones en los asuntos oficiales, El consenso respecto de que las mujeres debían circunscribir sus intereses al ámbito de la familia y el hogar, no experimentó grandes cambios durante la transición al siglo XX. Las mujeres de elite estaban relegadas del ámbito político, distantes del incipiente ingreso femenino a la universidad y más aún del trabajo asalariado. Sin embargo, aunque las mujeres de alcurnia se desenvolvían en espacios más íntimos, esto no las privó de socializar con sus pares ni de cultivar su imagen. El cuidado y educación de los hijos, y la dirección de los asuntos domésticos, eran tareas consideradas naturalmente femeninas. Ser buena madre y esposa constituía un deber social, que se sostenía en la presunta,

la virtud de las mujeres. Esta virtud era fundamental para asegurar las relaciones armónicas entre los esposos y alejar las conductas viciosas del seno del hogar. Las actividades religiosas y caritativas de las mujeres de elite sustentaban aquella virtud. En forma individual o familiar, las oraciones eran un componente central de la rutina diaria de las residencias aristocráticas. Las mujeres en particular, tenían la intransferible misión de conservar la tradición religiosa y adoctrinar a los hijos en la fe. En distintos grados, para la mayoría de aquellas mujeres, la espiritualidad y los exigentes ideales femeninos debían convivir con una sociabilidad mundana que estimulaba la creación de espacios de ocio y diversión, que otorgaban identidad al grupo social al que pertenecían. Para algunas mujeres de elite, el enriquecimiento y cultivo de la fe debía complementarse con la buena conversación que ofrecían las tertulias; pasatiempo que contribuía a ampliar su formación cívica e intelectual. En estos encuentros destacó Martina Barros, connotada salonière que recibía en su hogar a conspicuos hombres y mujeres de la capital, acercando el mundo intelectual, la contingencia política y económica a sus vidas. En los espacios de sociabilidad, la oligarquía se reconocía y forjaba lazos, entre ellos, los matrimoniales. Los paseos en carruaje al atardecer y los bailes, entre otros, eran ansiadas oportunidades que tenían las parejas jóvenes para mirarse, conocerse y comenzar el cortejo. Este proceso era cuidadosamente seguido por las madres de las futuras novias y su influencia era determinante en el tránsito del cortejo al matrimonio. La belleza y la moda eran tópicos que interesaban a las mujeres de elite, como lo ilustraba la revista Familia, que dedicaba un importante espacio a ellos. Asimismo, el mercado ofrecía un número creciente de productos estéticos que eran objeto de consumo predilecto entre las mujeres de elite. Novelas de la época como Casa Grande de Luis Orrego Luco y El ideal de una esposa de Vicente Grez retratan el fulgurante enriquecimiento de la oligarquía durante el cambio de siglo, fenómeno que se vio reflejado en el lujoso atuendo que usaban las mujeres de alta sociedad y en la intensa vida social que las ocupaba, entre fiestas y espectáculos. Ésta fue una de sus formas más visibles de participación en el espacio público, compartiendo con los dirigentes de la nación en su condición de esposas, hijas o madres.particularmente durante los grandes movimientos populares a finales de la colonia.