La mordaza: personajes femeninos

La construcción de los personajes femeninos. Perspectiva desde los estudios culturales en La mordaza de Alfonso Sastre P

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La construcción de los personajes femeninos. Perspectiva desde los estudios culturales en La mordaza de Alfonso Sastre Por Ivonne Ramírez Ramírez Alfonso Sastre fue un escritor español que llevó a la literatura a un punto más allá de lo que estaba permitido en su época. El desacuerdo frente a los sucesos políticos y sociales que estaban ocurriendo en la España franquista, hizo que plasmara en la literatura no solamente un registro que nos sirve ahora como hecho histórico sino un compromiso social existencialista que traspasa espacio y tiempo. La mordaza es su sexta pieza teatral, hecha en el año de 1954, con obvios tintes políticos que definen su postura frente a la dictadura y externa en ella un criterio mordaz de situaciones provenientes de su entorno y que son resultado lamentable del dominio por parte de Francisco Franco en la España de Sastre. Los personajes femeninos de La mordaza, aunque son dos los principales, implican cierta ideología subjetiva y tienen correlación directa con la ideología que profesan –ya sea explícita o implícitamente- los personajes restantes de la obra. Parecería, por su extensión, que el drama expuesto en dicho texto literario es breve, no obstante logra obtener con su literariedad y por medio de ideolectos que representan una sociedad y su cosmovisión, una serie de aspectos sociales, históricos, ideológicos y políticos así como personajes muy bien definidos que no dejan lugar a dudas sobre sus posiciones y caracteres personales. Con seis cuadros y un último epílogo, Sastre nos muestra la historia de una familia conservadora, regida por un hombre imponente; una familia compuesta por dos mujeres y tres hombres, aparte de este hombre al que todos le temen. De igual manera, las acotaciones simbolizan y envuelven adecuadamente el ambiente familiar de esta casa en la que ocurren los principales hechos. Todo sucede en el espacio cerrado de la casa como mencionamos antes, con unas pocas excepciones. Esto indica que los personajes han construido sus identidades con influencias provenientes directamente de la casa pues sus posibilidades de relacionarse fuera de ella son relativamente nulas. Puesto que, como lo define G. Bachelard, la identidad “se construye a través de las relaciones e influencias que recibimos. El ámbito doméstico está lleno de contradicciones, protege y agrede a la vez, se conforma desde la

intimidad pero también, en ocasiones, la anula” 1 entonces tenemos que dichos personajes adquieren lo que les ofrece este lugar para edificar su personalidad y su visión consigo mismos y frente a los demás, lo que se hace evidente en los diálogos que fabrican. Antonia, esposa de Isaías Krappo, es una mujer sumisa, débil y temerosa que cede ante la figura de su imponente esposo. Su esencia es prácticamente ignorada por cada uno de los integrantes de su familia y sus opiniones les son totalmente indiferentes. La construcción de un personaje femenino con estas características nos habla de una ideología cultural inmersa en la sociedad española de este tiempo que, incluso podemos decir ahora, no se ha desvanecido del todo en la cultura occidental, en este caso. Sus diálogos en la obra de Sastre son mínimos concordando así su condición de género femenino sometido al masculino que viene a encarnar a Isaías Krappo; y es lógico porque por su “naturaleza” no tiene derecho a emitir sus opiniones. Y, aunque pequeños y distantes, aparecen envueltos en un trasfondo. En su primera intervención –que es también el inicio de la obracomenta: (Con voz débil y temblorosa) No creo que ya tarde mucho. Habrá tenido algo que hacer. (Isaías Krappo no dice nada.) Encuentro al muchacho preocupado desde hace algún tiempo, como si tuviera disgustos por ahí. No sé qué pensar de él. (El viejo guarda silencio.) ¿Verdad, Isaías, que yo tengo razón? ¿No le notas tú…? Está como distraído. ¿Tú no lo has notado? 2 Y claro, Antonia tiene que esperar la respuesta de Isaías que le dará o no la razón independientemente si ella está convencida. Necesita la aprobación del esposo para precisar su pensamiento, buscar en él con continuidad su declaración y juicio. Esto sucede porque su carácter femenino lo erige en base al masculino, la figura patriarca. En la España contemporánea de Sastre, la mujer tenía su papel regido por la religiosidad y el gobierno autoritario franquista. Aunque, en efecto, ya desde los años treinta movimientos políticos y filosóficos como el comunismo y anarquismo y mujeres preocupadas por la situación social debatían para que la mujer tuviera un reconocimiento igualitario al que se le otorgaba al hombre pero, aunque posteriormente gracias a esta lucha se diera

un avance considerable, en ese momento no obtuvo la prioridad que tenía. En este contexto, el personaje de Antonia se ve supeditado a los términos permitidos, obedeciendo a las normas extremas que impone la Iglesia y el Estado 3. Mientras, Luisa –nuera de Isaías Krappo4- ya desde sus primeras líneas de diálogo se muestra recelosa con Isaías y le contradice con opiniones que fundamenta con una visión parcial. No es gratuito que el personaje de Luisa sea una nuera y no hija del personaje masculino principal, ya que ser la nuera le imprime una condición de relación familiar externa que le permite tener una actitud distinta al resto de los integrantes de la familia. Quizá hubiese ido demasiado lejos si fuera la hija del autoritario señor Krappo y, de haber sido así, hubiese sido menos creíble por la índole y elaboración de los personajes y el tratamiento que Sastre da a su obra. Pero ni conformando la excepción puede excluir esa mentalidad machista en que la mujer se sujeta al hombre: “Yo me casé con Juan, y no tengo más familia que Juan. En mí, por si usted quiere saberlo, no manda nadie más que él”5 Es decir, no se subordina a su suegro, pero sí al esposo. No obstante, esta no subordinación con Isaías le da lugar a que pueda alzarse contra él. Su actitud es coherente y recuerda a estas mujeres de la España anterior a la República, las cercanas a la II Guerra Mundial e incluso las que sobrevivieron a la Guerra Civil Española que contradictoriamente comenzaron a tener más libertad, trabajaban y se responsabilizaban mantener su economía – dentro de lo que pudiesen pues en ese tiempo todos los productos escaseaban-, de la sobrevivencia de su familia, y aparte colaboraban con las ocupaciones relacionadas con la guerra; y entonces terminada la guerra, tenían que volver por disposición del gobierno y mandato de la Iglesia a sus labores domésticas6. Pilar Folguera Crespo, escritora que colabora con la editora Elisa Garrido, en un estudio citado anteriormente, explica que “Con los hombres en el frente, las autoridades políticas se dirigieron a la población femenina para que participase en las labores concretas que los hombres habían dejado de desempeñar […] se defiende el ideal de la “nueva mujer” independiente y emancipada, que debía contribuir al esfuerzo bélico en la misma medida que los hombres, mientras que en la zona nacional el modelo de mujer que se defiende es el de la mujer sumisa y abnegada que se pliega a los dictados del

futuro Estado franquista, y obedecía sin resistencia […].”7 Al volver a los trabajos del hogar y con la experiencia de cierta irónica libertad que en determinado momento durante las guerras las ponía en igualdad con los hombres, las mujeres regresaban a los sitios hogareños un poco más renuentes. Eso se relaciona directamente con la indubitable rebeldía e independencia que muestra Luisa; ella es un poco más liberal que las otras figuras familiares. Antonia, por otro lado, insiste en cimentar su status femenino en la maternidad y en los sentimientos, que por años, los hombres de poder y responsables de los discursos han venido reiterando como naturales e innatos de las mujeres: Vamos, qué cosas dices. ¿Cómo puedes pensar…? Nuestros hijos son buenos. Los chicos nos quieren y harían cualquier cosa por nosotros. Si de algo estoy contenta en la vida, es de haber tenido hijos. Me encuentro a gusto entre ellos. Y cuando se van, me doy cuenta de lo sola que estoy.8 Antonia intenta hacer una pregunta a su marido pero ese “cómo puedes pensar…” es demasiado arriesgado, su cualidad endeble le impide terminar la frase que va a molestar y a ofender a su esposo. Su circunstancia social-femenina le asigna que la maternidad es indudablemente la finalidad de la mujer y sin dilación, acoge ese discurso sin cuestionarlo. Ya no es el hecho de estar orgullosa o de sentirse cómoda y contenta con sus propios hijos sino que hubiese sido feliz con cualquier hijo mientras se le permitiera la dicha de ser madre. mostrarse contrarios a que las mujeres desempeñen una actividad remunerada fuera del hogar, especialmente si se trataba de mujeres casadas. Políticos, médicos, teólogos coinciden en afirmar que existe una rígida división de tareas entre hombres y mujeres y consideran el trabajo extradoméstico como algo que desnaturaliza la única misión para la que las mujeres están dotadas; la de esposa y madre. Se considera que el trabajo supone un peligro para la institución familiar y para la estructura jerárquica que “naturalmente” Dios ha asignado a cada miembro de la familia, ya que la independencia económica de las mujeres que trabajaban fuera del hogar suponía una grave afrenta para la dignidad del marido.” Garrido. Op. Cit. p. 506. 7 Garrido. Op. Cit. p. 516. 8Sastre. Op. Cit. p. 154. Otro de los elementos importantes dentro de La Mordaza y que está marcado con asiduidad es lo religioso. Antonia justifica sus actos y juzga los de otros a través de su visión religiosa que no es

otra cosa más que otro poder de enajenación que se ejerce sobre ella; la sociedad y los discursos gubernamentales están de acuerdo en que la Iglesia 4 se posesione del fervor de los individuos10para someterlos a creencias que obedecen a cuestiones de poder y que obviamente estarán funcionando de manera inconsciente como súbditos.11 En un diálogo posterior Antonia comienza a sentir un calor terrible, un calor supersticioso, y en la trama de la obra conforme más presencia tiene la figura del autoritario Isaías Krappo –nótese que su personaje es el único que utiliza el nombre seguido del apellido para darle énfasis a su figura- alrededor del asesinato cometido por él, el calor se intensifica más según las propias palabras de los personajes. El calor es alegórico, supone sudornerviosismo, canalización de sensaciones, desesperación: Sí. Es calor de tormenta. A ver si estalla de una vez. Nos quedaremos más tranquilos, ya verás, en cuanto estalle la tormenta y llueva en los campos […].12 Y Antonia prosigue de forma paulatina, con el escaso vigor que la caracteriza, manifestando sus convicciones en unas cuantas palabras: (Con una voz humilde y triste.) Yo pienso que hay que ser… tiernos…, mansos y humildes de corazón… 5 Esta concepción de lo que debe ser la mujer está intrínseca en la cultura patriarcal de la que venimos siendo parte. La mujer se ve más como parte de la naturaleza14 y al hombre como una parte de la evolución; esto equivaldría erróneamente a calificar la mujernaturaleza como inferior frente al hombre-civilización. Por lo mismo, Antonia no se figura de otra forma más que como ese ser débil, sumiso, rendido y conformista, como si estuviera predestinada a ese statu quo. Ahora bien, la única testigo del crimen que cometió Isaías Krappo fue Luisa y Andrea la sirvienta15 y este juego interno de la obra no es gratuito. Patente es que por lo simbólico del papel femenino en esta obra, singularmente por el de Luisa, y su particular contraparte frente a los personajes con los que cohabita, tendrá mayor impresión en el espectador-lector en cuanto su final “reivindique” su cualidad de ser mujer, al descubrir públicamente el delito homicida de Krappo, a pesar de las amenazas. Su estrato inferior como fémina se ve rebasado por sus rasgos liberales, críticos y rebeldes.

En este contexto, su proceder es de una mujer en busca de justicia, en busca de un silencio no incómodo como el buen silencio al que ella hace referencia;16 su odisea en la obra de Sastre no es otra que la de la búsqueda de la libertad, de la expresión, del arma que le quite la mordaza. Esa arma únicamente la encontrará en las palabras y en la lucha persistente por sus ideales. Isaías Krappo personifica la autoridad, el poder, el dictador abusivo, el patriarcado llevado al extremo. En esta dirección, el personaje femenino de Luisaactúa en contra de lo que representa Krappo pero dentro del mismo sistema y de la misma ideología. Sus intervenciones, como las de su suegra Antonia, son concretas pero subjetivas. Es importante recalcar que cuando decimos que Luisa practica su oposición dentro del mismo sistema ideológico de Krappo, se quiere decir en realidad que ella está inmersa en el mismo patriarcado solo que desde una perspectiva femenina. En relación a ello, conviene la explicación adecuada de Marcela Lagarde y de los Ríos que declara al hombre como un ser que involuntaria e inconcientemente “es el principal opresor patriarcal por el sólo hecho de ser hombres, lo son también sus instituciones y sus normas (el Estado, la sociedad política, pero también la sociedad civil) […] así no es casual que las mujeres, a la vez que son objeto de la opresión, ejerzan en ciertas circunstancias el poder patriarcal sobre otras mujeres, sobre menores, sobre enfermos y otros desvalidos; pero también es cierto igualmente que las mujeres ejercen el poder patriarcal sobre hombres, sin que por ello exista matriarcado.” 6 Por eso vemos a Luisa decisiva actuando frente a sus cuñados y a su esposo y aunque por momentos tambalea y duda, finalmente se vuelve la portadora de una verdad, de un problema del que solo ella tiene la solución. Volviendo a la simbolización de la obra en su conjunto, nos percatamos de que la España contemporánea a La Mordaza es muy opresora, su líder Francisco Franco lleva a los límites del absurdo su desmesurada ansia de poder. España es un país unido en su desgracia, como lo es la casa de los Krappo. Este personaje de Isaías es una figura paralela de un Franco trabajado literariamente. La España de Franco se caracteriza por ser “una familia tradicional dominante, donde sobresalían los valores de la autoridad patriarcal, la estructura jerárquica y el trabajo doméstico para las mujeres”18 como nos cuenta Pilar Folguera; y

esta España corresponde claramente a la familia que interioriza Sastre en suMordaza. Las relaciones en el seno de la familia se articulaban en función de una relación de dependencia de la esposa frente al esposo. La mujer debía subordinarse en todo momento al varón que, por ley natural, detentaba el más alto rango en el seno de la familia: la vida de toda mujer, a pesar de cuanto ella quiera simular o disimular no es más que un continuo deseo de encontrar a quién someterse.19 Lo mismo sucede con los estereotipos de mujeres en La Mordaza, Luisa y Antonia están sojuzgadas por Isaías Krappo y los actos atroces que comete. Así se puede rectificar que Sastre ve a España con una mordaza que no le permite cuestionar, pensar, enfrentar, discurrir. Ve en ella, con nostalgia y tristeza, una belleza pálida y desgarrada. España en tal caso es una mujer impregnada de represión y tiranizada, como Luisa. España desde luego es la otredad femenina, una construcción compleja que se encuentra presente sin duda alguna en la obra de Alfonso Sastre. Bachelard, Gaston, La poética del espacio (trad. Ernestina de Champourcin). FCE, México, 1975, 281 pp. Foucault, Michel, Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber (ed. Juan Almena). XXI, México, 1997, 194 pp. BIBLIOGRAFÍA Foucault, Michel, Historia de la sexualidad.2. El uso de los placeres (trad. Martí Soler). XXI, México, 1984, 238 pp. Foucault, Michel, Microfísica del poder (ed. y trad. Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría). La Piqueta, España, 2ª. ed., 1979, 189 pp. Fromm, Erich, Anatomía de la destructividad humana (dir. Armando Suárez y trad. Félix Blanco). XXI, México, 14ª ed, 1991, 507 pp. Garrido, Elsa (ed.), Historia de las mujeres en España. Síntesis, España, 1997, 607 pp. [Colecc. Letras Universitarias.] Lagarde y de los Ríos, Marcela, Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. UNAM, México, 2003, 884 pp. [colecc. Posgrado]. Moreno Almárcegui, Antonio, Diversidad regional de los modelos de feminidad en España. RIALP, España, 1998, 198 pp. [colecc. Instituto de Ciencias para la familia]. Sastre, Alfonso, Escuadra hacia la muerte. La mordaza (ed.y ns. Farris Anderson). Castalia, Madrid, 6ª ed, 1988. Bachelard, Gaston, La poética del espacio (trad. Ernestina de Champourcin). FCE, México, 1975, 281 pp 1

Sastre, Alfonso, Escuadra hacia la muerte. La mordaza (ed.y ns. Farris Anderson). Castalia, Madrid, 6ª ed 1988, p. 153. 3 “Tanto la clase política, como la jerarquía eclesiástica, como las propias revistas femeninas, dirigen a l población femenina el mensaje que tienen como objetivo fundamental el de restablecer a la mujer en su verdadero trono, el hogar; luchar contra la frivolidad, que se identifica con lujuria; impulsar la maternidad; reeucar la moral; aceptar la jerarquía social, y conseguir que el padre recobre su rango en el seno de la familia.” Vid. Garrido, Elsa (ed.), Historia de las mujeres en España. Síntesis, España, 1997, p. 497. [Colecc. Letras Universitarias.] 4 Se insiste en la relación entre el personaje femenino y el masculino principal, no porque ser esposa o nuera de… sea de una importancia jerárquica sino porque las construcciones de los personajes genéricos se contrastan constantemente pero con un fin concreto, ya que ese contraste les concede una cualidades personales de género muy específicas y sólidas. 5 Sastre. Op. Cit. p. 153. 6 “La polémica sobre el trabajo asalariado de las mujeres se difunde durante los años de la II República entre los diversos sectores de opinión y entre las diferentes fuerzas políticas. La posición dominante es la de 4 “Para la Iglesia católica, la existencia de diferencias sexuales entre hombres y mujeres no tenían sino u origen divino, y estas diferencias precisamente conformaban la unidad armónica que debía ser la familia. En el hombre predominan las facultades mentales: la inteligencia, la reflexión, la mayor capacidad de comprensión y el dominio del pensamiento. La mujer, en la que dominan las llamadas facultades afectivas, representaba sin duda el arquetipo complementario del varón: el corazón, la abstracción; en fin, la mujer representa el dominio del sentimiento y la sensibilidad. […] La Iglesia llega a la conclusión de que el hombre posee una superioridad física e intelectual que sin duda es complementaria de la virtudes de carácter afectivo y religioso que posee la mujer.” Vid. Garrido. P. 529. 10 “El poder no es un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre los otros, de una clase sobre las otras; sino que el poder, si no se lo contempla desde demasiado lejos, no es algo dividido entre los que lo poseen, los que lo detentan exclusivamente y los que no lo tienen y lo soportan. El poder tiene que ser analizado como algo que circula, o más bien, como algo que no funciona sino en cadena […] el poder transita transversalmente, no está quieto en los individuos.” Foucault, Michel, Microfísica del poder (ed. y trad. Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría). La Piqueta, España, 2ª. ed., 1979, p. 143-144. 11 “El poder se cristaliza en las más variadas 2

instituciones civiles y estatales […] el poder es el espacio y el momento de tensión en el ejercicio de la dirección y el dominio del grupo dominante sobre el conjunto de la sociedad.” Lagarde y de los Ríos, Marcela, Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas,presas y locas. UNAM, México, 2003, p. 35. [colecc. Posgrado]. 12Sastre. Op. Cit.p. 166. 5 Ibid. p. 167 14 De acuerdo a Franca Basaglia “[…] todo lo que se refiere a la mujer está dentro de la naturaleza y de sus leyes. La mujer tiene la menstruación, queda encienta, pare, amamanta, tiene la menopausia. Todas las fases de su historia pasan por las modificaciones y las alteraciones de un cuerpo que la ancla sólidamente a la naturaleza. Ésta es la causa de que nuestra cultura haya deducido que todo aquello que es la mujer lo es por naturaleza: es débil por naturaleza, obstinada y dulce por naturaleza, maternal por naturaleza, estúpida por naturaleza, y también pérfida y amoral por naturaleza. Lo que significaría que las mujeres fuertes, feas, privadas de atractivos, inteligentes, no maternales, agresivas, rigurosamente morales en el sentido social son fenómenos contra ´natura.´” Legarde y de los Ríos. Op. Cit. p. 26. 15 Andrea no causa preocupación alguna a Krappo porque él la maneja infundiéndole temor, haciéndole regalos costosos, recordándole su posición desfavorable socialmente ya que ella le hace favores sexuales; aunando a lo anterior, que Andrea es solo una sirviente, para colmo su clase socioeconómica está por debajo de la de los Krappo. 16 Sastre. Op. Cit. p. 171. 6 Legarde y de los Ríos. Op. Cit. p. 92-93 18 Garrido. Op. Cit. p. 527. 19 Ibid. p. 528-529.