La miseria del Historicismo

La miseria del historicismo Alonso Gayoso Iván La miseria del historicismo. El título de este trabajo de Popper prete

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La miseria del historicismo Alonso Gayoso

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La miseria del historicismo.

El título de este trabajo de Popper pretende ser una parodia de la obra que años atrás Marx tituló “La miseria de la filosofía”1847, la cual, a su vez, fue ideada en respuesta al texto de Pierre-Joseph Proudhon “La filosofía de la miseria” (1844). El motivo fundamental de este explícito paralelismo buscado por Popper residía en el propósito de desarrollar una crítica metodológica y filosófica de la propuesta histórica marxista. Propiamente el historicismo es un nuevo enfoque de las ciencias sociales que tiene por objetivo principal la predicción histórica:

“….entiendo por historicismo un punto de vista sobre las ciencias sociales que supone que la predicción histórica es el fin principal de estas y que supone que este fin es alcanzable por medio del descubrimiento de los “ritmos”, o los modelos, de las “leyes” o las “tendencias” que yacen bajo la evolución de la historia.”1

En el prólogo del citado libro, Popper expone su argumento de refutación del historicismo en cinco proposiciones: (1) El curso de la historia humana está fuertemente influido por el crecimiento de los conocimientos humanos, cosa que (2) no podemos predecir, 1

Kart Popper, La miseria del historicismo, Taurus, Madrid 1973, Pág. 17

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(3) no podemos tampoco predecirle curso futuro de la historia humana. (4) Por ello hemos de rechazar a la posibilidad de la historia teórica, no puede, pues, haber una teoría científica de del desarrollo histórico que sirva de base para la predicción. (5) la meta fundamental de los métodos historicistas está por lo tanto, mal concebida; y el historicismo cae por su propio peso. Quien adopta un enfoque historicista entiende a la ciencia social como disciplina teórica y empírica, cuyas bases empíricas se forman por el relato de hechos puramente históricos y cuyo objetivo es realizar predicciones, preferiblemente de largo alcance. Esta limitación a datos particulares conjugada con una pretensión de realizar predicciones a muy largo plazo constituye un serio error, según Popper. Por encima de todo, critica el punto de vista historicista de que en las ciencias sociales la validez de todas las generalizaciones se reduce a un período histórico concreto en el que se hicieron las observaciones más relevantes. A partir de este punto de vista tan restrictivo, las hipótesis empíricas de las ciencias sociales solo son válidas en el contexto de ciertos límites espaciotemporales. Por otro lado existen historicistas que creen en tendencias incondicionales. Por ejemplo, en la tendencia histórica general hacia el progreso, que no está limitada a ningún periodo histórico particular. Sin embargo, pasan por alto la dependencia que tienen las tendencias respecto de las condiciones iniciales y operan con las tendencias como si estas federan incondicionales, como las leyes. Este, sostiene, Popper, es el error básico en el que incurre el historicismo. El historicista confía ciegamente en supuestas leyes, de modo que ya no puede “imaginar un cambio en condiciones cambiantes”. Facultad de Filosofía USC

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Concretamente, desautoriza por irrelevante la objeción de que la imposibilidad de que hacer predicciones de eventos singulares sea lo que distinga a las ciencias sociales de las ciencias naturales. Al fin y al cabo, la teoría cuántica tampoco permite este tipo de predicciones y por eso se basa en probabilidades. Popper alberga la sospecha de que la exigencia de una metodología especial para las ciencias sociales (como la que surgió a raíz de la famosa controversia entre explicación y comprensión es producto de una comprensión positivista de la física y que si se subsana este error ya no habrá lugar para tal petición separatista entre una metodología de las ciencias sociales y una metodología de las ciencias naturales. En el historicismo se dan dos concepciones por igual inaceptables: la dialéctica y el holismo. La primera hace referencia a que todas las cosas se desarrollan siguiendo la llamada tríada dialéctica: tesis, antítesis y síntesis. No obstante en este libro es el holismo el que ocupa el lugar más central. Así pues el holismo es la doctrina que afirma que se puede captar racionalmente la totalidad de un objeto, de un acontecimiento, y transformar desde un punto de vista práctico, o mejor político, dicha totalidad. Es precisamente en esto último donde comienzan los problemas. Así la totalidad puede designar tanto la totalidad de las propiedades o aspectos de una cosa, así como sus relaciones, como aquellas propiedades responsables de presentarla como una estructura organizada más que como la simple suma de sus partes. Esto último podría asimilarse a un plano gnoseológico, mientras que la totalidad de propiedades equivaldría más a un plano ontológico, al que el propio Popper niega la inteligibilidad, puesto que es imposible abarcar lo inconmensurable, sin seleccionar.

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Sin embargo, la demanda de una metodología particular para las ciencias sociales también es propuesta por razones algo distintas. Las teorías empíricas no están

pensadas para la “legitimación de fines políticos”. Contrariamente a esto, a menudo la especulación filosófica y humanista sirve para este propósito. Esto ha ocurrido no solo con los que Popper llama “falsos profetas” (Platón, Hegel, Marx), sino también sostiene, con los miembros de la “Escuela de Frankfurt” (Adorno, Habermas). A lo largo del curso hemos visto distintas posturas que se oponían a esta visión de Popper como era el caso de Hungtinton. Este autor pensaba que los enfrentamientos del futuro tendrían lugar entre civilizaciones. El claro propósito de predicción lo convierte en buen ejemplo de historicismo, que más que lograr el cientifismo añorado de las ciencias naturales y exactas se aproxima al terreno de la clarividencia mesiánica, al obviar que este tipo de predicciones a largo plazo son algo sinceramente imposible en el terreno de las ciencias sociales. Es así como rediseña la pluralidad reinante en pueblos y culturas en aras de agrupar el mundo bajo las categorías más esenciales que representan, luego de prescindir de diferencias locales, a todos los humanes que cohabitan en un área más o menos restringida. Estas características comunes se imponen a las diferencias en un ejercicio holístico de representación ontológica que explícitamente ha tildado Popper de no inteligible. Aquí es obvio que el concepto de civilización parece caer en el terreno del absoluto metafísico, que desdibuja sus contornos al tiempo que difumina las diferencias internas. Otro autor que también se sitúa en el historicismo es Fukuyama, quien sostiene la tesis de que la democracia liberal es el fin de la historia, que llegará a ser el sistema de gobierno más extendido. En este caso el autor ha realizado una inferencia del actual Facultad de Filosofía USC

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rumbo de nutrido número de países que actualmente gozan de este tipo de gobierno, así como de los condicionantes históricos que supusieron la caída del muro de Berlín para

todo el mundo. En este caso es el historicismo no podía hacerse más patente. Se trata de un evidente caso de predicción histórica. De nuevo otro historiador que, seducido por el complejo de inutilidad, ha puesto su conocimiento al servicio del mundo, erigiéndose, en este caso, como profeta de la esperanza política. Como bien dice Popper es imposible saber cuantos conocimiento tendremos en el difuminado plazo que podría plantear Fukuyama, pero es más que probable que nuestro conocimiento haya aumentado y con ello nuestro enfoque del panorama político en terrenos como la igualdad, distribución de la renta, jornada laboral, comercio exterior, marco común europeo… Todo ello condicionaría un nuevo futuro que no necesariamente tendría porqué ser el de Fukuyama. También Hegel es un ejemplo de historicismo, aunque la importancia del filósofo alemán es superlativa, no en vano a él se le reconoce autoría de la acuñación metafísica del término progreso. La visión de la historia de Hegel es una visión de lo absoluto. La historia es la razón misma en su devenir. Si esto es así la historia no sería ya obra del hombre, sino al revés: el hombre y las creaciones todas de este serían concebidas como obra de la historia. Dicho de otro modo aún, estas creaciones serían obra de la razón misma tendiéndose sobre el tiempo. Siendo así, si el concepto racional es el compendio de la realidad temporal histórica. Nosotros somos el último eslabón donde se justifica la propia historia, es este el más representativo de los casos de holismo.

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