La Llave de Las Emociones

La llave de las emociones Queriendo transmitir de manera simple y efectiva la gran posibilidad que tenemos a nuestro alc

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La llave de las emociones Queriendo transmitir de manera simple y efectiva la gran posibilidad que tenemos a nuestro alcance de transformar todas aquellas cosas que nos están produciendo agobio, un estado de intranquilidad, frustración e incluso cualquier estado alterado de la salud…Decidí escribir sobre las emociones. El gran científico contemporáneo Gregg Braden da a conocer un experimento que me ha inspirado para tratar las emociones desde un punto de vista muy clarificador. Este experimento fue realizado en la década de los 90 por un científico llamado Vladimir Poponin, que investigaba la relación del ADN humano con los materiales de los que se compone nuestro mundo. La investigación consistía en tres partes fundamentales; en la primera se extraía de una probeta todo el aire que contenía hasta dejarla completamente vacía. Ya se sabía que aun habiendo realizado este procedimiento, permanecerían dentro de la misma las partículas llamadas fotones de las cuales está compuesto todo lo que existe, incluido nuestro cuerpo. A continuación midieron las partículas y comprobaron que éstas se encontraban en un orden aleatorio, o sea, sin un orden preestablecido. Luego repitieron la experiencia, pero esta vez introduciendo ADN humano en la probeta – y aquí es donde la cosa comienza a ponerse interesante-. El resultado fue que cuando volvieron a medir las partículas, éstas estaban alineadas según la forma del ADN introducido. Esto nos lleva a una primera conclusión: El ADN tiene un efecto directo sobre la materia. En la segunda parte (esto fue un experimento militar), tomaron ADN de la saliva de voluntarios y lo

pusieron en un dispositivo que podía medir sus efectos y aislado completamente del donante, que incluso se encontraba en otro piso del mismo edificio. Estos voluntarios estaban entrenados para reproducir según eran estimulados, diferentes reacciones emocionales como alegría, tristeza, ira, rabia…La sorpresa fue que cuando los donantes tenían sus variaciones emocionales en la habitación donde tenía lugar la experiencia, el ADN también tenía las mismas variaciones de emoción en la otra habitación y al mismo tiempo. Ya tenemos la segunda conclusión: Nuestras emociones afectan directamente a nuestro ADN y además no importa la distancia. Llegamos a la tercera parte del experimento desarrollada en el Instituto de Heart Math (California). En esta ocasión los donantes también estaban entrenados para sentir emociones humanas y se pudo medir la forma en la que el ADN respondió a cada emoción. Se comprobó que con el amor, la compasión, el perdón, el ADN se relajaba y se expandía enormemente y por el contrario, en presencia de la ira, rabia, odio, celos, el ADN se contraía y arrugaba como un pequeño nudo. Llegamos a la última conclusión: Según el tipo de emoción implicada nuestro ADN se modifica. Estas tres experiencias nos cuentan una historia que puede sintetizarse en que nuestra forma de sentir modifica claramente la materia. A lo largo de la narración del experimento en cuestión, hubo algo que llamo mucho mi atención y es el hecho que hace referencia a que las personas

que estaban implicadas como donantes, estaban “entrenadas para sentir”. ¿Cómo podemos aplicar este conocimiento a la vida cotidiana? La respuesta es obvia: Sintiendo; y podríamos añadir un ingrediente más a la receta y es que se nos olvida que tenemos que darnos cuenta de que estamos sintiendo. Ahora para hacerlo más fácil aún vamos a un ejemplo: Hemos dormido y desayunado bien, comenzado el día con lo que llamamos ‘buen pie’. Al rato recibimos una llamada de teléfono y… No hay buena cobertura, la conversación se interrumpe y es una llamada que nos interesa. Esperamos un momento pero nuestro interlocutor no vuelve a llamar. Decidimos llamarlo y da ocupado…Se hace la hora de partir, pues es la hora de llevar los niños al cole. El más pequeño no se quiere vestir… El teléfono vuelve a sonar y se sigue interrumpiendo… ¿Qué nos ha ocurrido con lo que sentíamos mientras se iban sucediendo todos estos acontecimientos? ¿Nos hemos dicho conscientemente al levantarnos ¡que alegre estoy!? Y cuando atendíamos el teléfono ¿Estábamos ansiosos o tranquilos? Y cuando la comunicación se entrecortaba ¿Qué sentíamos: Enfado o calma? Como vemos, sólo en el inicio de un día cualquiera y cambiando cualquiera de las circunstancias, podemos tener un contraste de emociones que nos pueden llevar de un lado a otro sin darnos cuenta. Podríamos volver a preguntar: ¿Cómo lo hago si todo es un descontrol? La respuesta está encerrada en mantener una atención vigilante sobre lo que sentimos mientras realizamos la vida cotidiana.

Como Sanergista mi trabajo consiste en llegar a la fuente que origina estas emociones en las personas y luego habiéndoles dado su justo lugar, se trabaja sobre el campo energético de la persona en cuestión para que pueda mantener una vigilancia objetiva, desde la tranquilidad y así poder dirigir las emociones hacia el lugar que conscientemente elija.