La Invencion de Morel

Argumento (Wikipedia) El Fugitivo comienza un diario luego de que unos turistas llegan a la isla desierta en la cual él

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Argumento (Wikipedia) El Fugitivo comienza un diario luego de que unos turistas llegan a la isla desierta en la cual él se esconde. Aunque él considera esta presencia un milagro, tiene temor de que ellos lo puedan atrapar y entregarlo a las autoridades. Se refugia en los pantanos cuando ellos ocupan el museo que se encuentra en la cima de la colina, que era el sitio en el cual él vivió hasta entonces. A través del diario descubrimos que el fugitivo es un escritor venezolano sentenciado a reclusión perpetua. Él cree que se encuentra en la isla (imaginaria) de Villings, parte del archipiélago de islas Ellice (actualmente Tuvalu), aunque no está seguro. Todo lo que sabe a ciencia cierta es que en la isla existe una extraña enfermedad cuyos síntomas son similares a los del envenenamiento por radiación. Entre los turistas se encuentra una mujer que observa el atardecer todos los días desde el acantilado en el oeste de la isla. Él la espía y termina enamorándose de ella. Ella y otro hombre, un científico con barba llamado Morel quien la visita con frecuencia, hablan en francés entre ellos. Morel la llama a ella Faustine. El fugitivo decide tomar contacto con ella, pero ella no reacciona ante su presencia. Él supone que ella ha decidido ignorarlo, pero sus encuentros con los otros turistas son similares. Nadie en la isla toma nota de él. Él menciona que las conversaciones entre Faustine y Morel se repiten semana tras semana y tiene miedo de estar volviéndose loco. En forma tan repentina como aparecieron los turistas desaparecen. El fugitivo regresa al museo e investiga y no encuentra evidencia de que allí hayan vivido personas durante su ausencia. Atribuye toda la experiencia a una alucinación producida por envenenamiento de la comida, pero los turistas reaparecen esa noche. Ellos surgen de la nada, sin embargo conversan como si hubieran estado allí por cierto tiempo. Los observa desde cerca pero todavía evita tener un contacto directo y nota otras cosas extrañas. En el acuario encuentra copias idénticas de los peces muertos que había encontrado el día de su llegada. Durante un día en la piscina, ve a los turistas dando saltitos para entrar en calor cuando en realidad el calor es insoportable. Lo más extraño que le sucede es cuando observa en el cielo la presencia de dos soles y dos lunas. El fugitivo imagina toda suerte de teorías sobre lo que está pasando en la isla, pero averigua la verdad cuando Morel le cuenta a los turistas que ha estado grabando sus acciones de la semana pasada con una máquina de su invención que es capaz de reproducir la realidad. Afirma que la grabación va a capturar sus almas y que reproduciéndola van a revivir esa semana para siempre y que él pasará la eternidad con la mujer que ama. Aunque Morel no la nombra, el fugitivo está seguro de que está hablando de Faustine. Después de escuchar que las personas grabadas en experimentos previos están muertas, uno de los turistas especula (acertadamente) que ellos también van a morir. La reunión termina abruptamente y Morel se retira furioso. El fugitivo recoge las notas de Morel y se entera de que la máquina se mantiene en funcionamiento porque el viento y las mareas la alimentan con energía cinética inagotable. Deduce entonces que el fenómeno de los dos soles y dos lunas ocurre cuando la grabación se traslapa con la realidad — uno es el sol real y el otro representa la posición del sol en el momento de la grabación. Las otras cosas extrañas que han ocurrido en la isla tienen una explicación similar. El fugitivo imagina todos los posibles usos para la invención de Morel, incluyendo la creación de un segundo modelo para resucitar personas. A pesar de esto, siente repulsión por el «nuevo tipo de fotografías» que habitan la isla, pero con el pasar del tiempo acepta su existencia como mejor que la suya propia. Aprende a operar la máquina y se inserta a sí mismo en la grabación para que parezca que él y Faustine están enamorados aunque ella tal vez se haya acostado con Alec y Haynes. Esto lo molesta pero tiene confianza en que no importará en la eternidad que pasarán juntos. Por lo menos está seguro de ella no es la amante de Morel.

En la entrada final del diario, el fugitivo describe cómo espera que su alma se transfiera a la grabación mientras muere. Le pide un favor al hombre que invente una máquina capaz de fusionar almas basada en la invención de Morel. Quiere que el inventor los busque y lo deje entrar en la conciencia de Faustine como un acto de clemencia: «Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine. Será un acto piadoso».

Personajes Principales: Fugitivo: El fugitivo es un escritor venezolano, probablemente de Caracas, sentenciado a reclusión perpetua. Salvo el fugitivo, todos los demás personajes forman parte de una grabación; carece de nombre y funge como narrador-protagonista. Su estado de paranoia y locura queda reflejado en su diario abriendo la posibilidad de que todo se trate de una alucinación. Faustine: Es el personaje más ambiguo de la novela: luce como gitana, habla francés como una sudamericana, y le gusta hablar sobre Canadá. El personaje está inspirado en Louise Brooks, la estrella de cine. Morel: Es un científico genio que lleva intencionalmente a un grupo de esnobs hacia la muerte. El fugitivo lo detesta celosamente, pero al final termina justificando sus acciones. Su nombre es un homenaje al personaje análogo de La isla del doctor Moreau. Secundarios Dalmacio Ombrellieri: Un vendedor de alfombras italiano que vive en Calcuta. Es quien le cuenta al fugitivo sobre la existencia de la isla y le indica cómo llegar allí. Alec: Es joven de rasgos orientales y ojos verdes que hace negocios con lanas. Podría ser el amante de Faustine o de Dora, o simplemente su confidente. Como el resto de los miembros del grupo, ve a Morel como una figura mesiánica. Dora: Es una mujer rubia con una gran cabeza que es amiga de Alec y Faustine. El fugitivo espera que ella, y no Faustine, sea la amante de Alec. Considera que ella puede ser el objeto del amor de Morel cuando sospecha que Morel no puede estar enamorado de Faustine. Irene: Es una mujer alta con brazos largos y una expresión de disgusto. Ella no cree que vaya a morir por ser expuesta a la máquina. El fugitivo cree que si Morel no está enamorado ni de Dora ni de Faustine, debe estarlo de ella. La mujer vieja: Siempre está en compañía de Dora, probablemente sean parientes. La noche del discurso de Morel, ella está borracha. A pesar de esto, el fugitivo considera que ella puede ser el amor del que Morel habla, si es que no está enamorado de alguna otra de las mujeres. Haynes: Cuando Morel va a dar su discurso él está dormido. Dora dice que está en la habitación de Faustine y que no será posible sacarlo de ahí. Morel se vé forzado a hablar sin su presencia. Stoever: Es uno de los que se da cuenta de que todos van a morir mientras Morel da su discurso. Cuando increpa a Morel y éste se retira de la habitación, los demás miembros del grupo no le permiten ir tras él. Luego se calma pero el fanatismo del grupo hacia Morel prevalece sobre su instinto de supervivencia. Principales temas

Inmortalidad: Dentro de los límites del relato, la invención de Morel es la invención de la inmortalidad espiritual. Tanto Morel como el fugitivo la prefieren antes que a la inmortalidad física, porque consideran que es la única verdadera: consideran que la razón por la cual no se ha llegado a alcanzar la inmortalidad es el hecho de que se ha trabajado solamente en conseguir la inmortalidad centrándose en la idea primitiva de esta (la física), dejando de lado la que realmente importa: la inmortalidad de la consciencia. Amor y soledad: Para el fugitivo la soledad representa a la muerte, mientras que el amor representa la vida. Lo deja claro cuando dice |Ya no estoy muerto, estoy enamorado». Es posible que los sentimientos de Morel sean parecidos. La muerte puede representar la soledad para él porque perderá contacto con la gente que ama al ejecutar su tiránico plan. Control: El fugitivo se esfuerza inútilmente para volver a tomar control de su vida luego de su injusto apresamiento. Cuando encuentra un lugar que puede controlar (la isla) pone en peligro su vida para llegar a ella. Pero desafortunadamente la isla es propiedad de Morel en todo sentido, y el fugitivo se esfuerza en vano. Su amor por Faustine renueva su esperanza pero cuando se da cuenta de que esa relación es imposible se da por vencido y se ilusiona con que algún inventor en el futuro le otorgue lo que no puede obtener. Por el contrario, Morel es una figura todopoderosa con total control de su entorno: cuando no puede hacerse con el amor de su amada, inventa una máquina que la pondrá bajo su control forzándola a pasar la eternidad junto a él.

La invención de Morel

Publicada en 1940, esta novela del escritor argentino Adolfo Bioy Casares tiene como protagonista a un preso condenado a cadena perpetua que ha logrado fugarse y llegar a una isla, al parecer la isla de Villings, del Archipiélago de las Ellises. El mismo fugado es el narrador y relata en primera persona los acontecimientos que van teniendo lugar en la isla en la que se oculta. Le había hablado de ella un comerciante chino: aquella isla estaba infectada por una extraña enfermedad que mataba de afuera para adentro. Era un lugar idóneo para esconderse y el prófugo se instala en la isla solitaria. Allí lleva una vida de Robinson, convencido de que no verá a nadie. En la parte más elevada de la isla se levantan un museo, una capilla y una piscina llena de víboras, sapos e insectos. El museo tiene una gran biblioteca y una sala con un fonógrafo, un piano y un biombo de espejos con más de 20 hojas. En los sótanos hay un cuarto escondido, de paredes celestes, con extraños artilugios en su interior y una bomba para sacar agua. El prófugo descubre también una habitación recubierta con losas de mármol y de corcho, con unas arcadas de piedra que repiten ocho veces el mismo espacio, como si de espejos se tratara. Una noche escucha en la distancia un sonido de voces y música procedentes del museo. Extrañado ve las siluetas de personas que bailan al son de Té para dos y Valencia. ¿Serán veraneantes que han desembarcado en la isla sin que él se enterara? O posiblemente los constructores de todos aquellos edificios. Durante varios días ve a una mujer que se acerca al acantilado y desde allí contempla la puesta de sol. Al principio el prófugo la observa ocultándose detrás de unas rocas, pero luego se deja ver. Sin embargo, aquella mujer no parece darse cuenta de su presencia. Lo que más le inquieta es que esa mujer "me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas". Con toda aquella gente a su alrededor, la vida del prófugo se hace muy difícil. Sufre las consecuencias de unas graves inundaciones a las que a duras penas sobrevive. No tiene herramientas, ya que se han quedado en el museo. Come hierbas y raíces, y como no puede seguir en ese estado, decide introducirse de tapadillo en el museo. Al hombre le sorprende mucho que si en algún momento se encuentra de frente con alguno de aquellos veraneantes, no muestren signo alguno de que lo están viendo. Se siente como si fuera transparente. El hecho ya le había sorprendido antes, cuando contemplaba a la bella mujer que se asomaba a ver la puesta de sol cada día en lo alto

de las rocas. Ella tampoco lo veía. Tampoco parece oírle la tarde en que decide hablarle. Sin embargo, él sí oye a aquellas gentes, y la bella Faustine le obsesiona. Así la llamó un tal Morel que a veces la acompañaba. ¿Quién es? ¿Quiénes son aquellas personas que aparecen en el museo cuando sube la marea y viven allí ocho días, para desaparecer después con la bajada de las aguas? Turistas y sirvientes se desvanecen de pronto y todo queda en silencio. El prófugo está convencido de que en la isla existe un secreto y se impone la ardua labor de desvelarlo. En cierta ocasión, cuando está junto a Faustine contemplando la puesta de sol, observa con extrañeza que son dos los soles que se ponen y dos las lunas que aparecen. Otra tarde sorprende a Faustine y a Morel repitiendo una escena que ya había visto: las palabras son las mismas y también los gestos, las actitudes y expresiones de ambos. ¿A qué se debe? Las melodías Té para dos y Valencia también se repiten una y otra vez, una y otra vez. Y "al pasar por el hall vi un fantasma del Tratado de Belidor que me había llevado quince días antes; estaba en la misma repisa de mármol verde, en el mismo lugar de la repisa de mármol verde. Palpé el bolsillo: saqué el libro; los comparé: no eran dos ejemplares del mismo libro, sino dos veces el mismo ejemplar". Cuando intenta seguir a Faustine hasta su habitación, la ve abrir la puerta, pero cuando él intenta hacer lo mismo, no lo consigue: la puerta está herméticamente cerrada. El fugitivo no encuentra respuesta a lo que allí está sucediendo. Intuye que Morel posee la clave de todo, porque es evidente que tiene autoridad, que lo respetan. Una noche le oye decir que está preparando una reunión que interesa a todos. Los ve llegar uno a uno y tomar asiento alrededor de una mesa. Luego aparece Morel con un montón de papeles en la mano. "Había resuelto no decirles nada (empieza) pero como son amigos tienen derecho a saber. Mi abuso consiste en haberlos fotografiado sin autorización. Es claro que no es una fotografía como todas; es mi último invento. Nosotros viviremos en esa fotografía, siempre. Imagínense un escenario en que se representa completamente nuestra vida en estos siete días. Nosotros representamos. Todos nuestros actos han quedado grabados." Morel sigue explicando a sus atónitos oyentes lo que en un principio tan sólo fue una idea, un proyecto que más tarde pudo hacer realidad. Los primeros intentos fallidos, creando una especie de imágenes de monstruosos fantasmas; los logros, más tarde: "La hipótesis de que las imágenes tengan alma parece confirmada por los efectos de mi máquina sobre las personas, los animales y los vegetales emisores". La máquina de Morel capta la imagen, el alma, el sonido, el tacto del emisor, pero ¿qué efecto tiene sobre él?, se pregunta el prófugo. Cuando todos se levantan y se retiran a sus habitaciones se acerca a la mesa y coge los papeles de Morel. Después baja al sótano donde se ha instalado y se queda dormido. Qué pesadilla vivir en aquella isla rodeado de fantasmas artificiales y estar enamorado de una imagen... En los papeles de Morel se encuentra la clave de su descubrimiento. El inventor describe pormenorizadamente todos sus sacrificios y esfuerzos hasta llegar a conseguir el artilugio en cuestión. El prófugo admira la capacidad de Morel, la imaginación que le ha llevado al desarrollo de su obra. Pero para el prófugo Morel se ha limitado a conservar las sensaciones; sólo ha tanteado la perpetuidad. Las imágenes no viven. Considera también la conveniencia de inventar otro aparato con el que se pueda averiguar si las imágenes sienten y piensan. Con un aparato más completo, "lo pensado y lo sentido en la vida -o en los ratos de exposición- será como un alfabeto, con el cual la imagen seguirá comprendiendo todo (como nosotros, con las letras de un alfabeto podemos entender y comprender todas las palabras). La vida será, pues, un depósito de la muerte". El fugitivo se pregunta quién es Faustine. Dónde vive. La ha oído hablar de Canadá. Si pudiera salir de la isla iría a verla, la buscaría. Pero ¿cómo se presentaría ante ella?, piensa. Entra en la sala de las máquinas de imágenes por un agujero que ha abierto desde el exterior. La marea está subiendo y aquellos aparatos empiezan a funcionar: el fugitivo ve horrorizado que el agujero se cierra. En su lugar la pared está lisa y dura

como un diamante. Se ha quedado encerrado. "Estas paredes -como Faustine, Morel, los peces del acuario, uno de los soles y una de las lunas, el tratado de Belidor-, son proyecciones de las máquinas. Coinciden con las paredes hechas por los albañiles (son las mismas paredes tomadas por las máquinas y luego reflejadas sobre sí mismas)." Mientras funcionen los motores de los aparatos, nadie podrá cruzarla o abrirla. Morel ha protegido así a sus máquinas. Sin embargo, se equivocó cuando estudió las mareas. Creía que sus aparatos estarían siempre en funcionamiento y no ha sido así. Finalmente el fugitivo consigue salir y en la habitación contigua encuentra planos de Morel, proyectores, receptores, transmisores... y empieza a probar. Primero capta flores, hojas, moscas y ranas y las ve aparecer, exactas. Pero luego comete la imprudencia de poner su mano izquierda ante el receptor. Los emisores vegetales mueren transcurridas unas cinco o seis horas. Las ranas, después de quince horas. Su mano empieza a arderle débilmente. Recuerda que ciertos pueblos primitivos sienten horror a ser fotografiados porque creen que al formarse la imagen de una persona el alma pasa a la imagen y la persona muere. Una horrible sospecha va tomando consistencia. Si las imágenes de Morel tienen alma, los emisores han de perderla al ser captados por los aparatos. Eso significa que Faustine ha muerto y que él no existe para la imagen de la mujer que ama. Al fugitivo esta idea le hace intolerable la vida. La única solución será la muerte para la eterna contemplación de Faustine. Abre los receptores y hace su representación. Nadie sospechará que es un intruso en las imágenes de los otros. Hasta intercala frases y parece que Faustine le contesta. Cambia los discos; así las máquinas proyectarán la nueva semana eternamente. La muerte del prófugo, que él observa con el interés de un científico, comienza por los tejidos de la mano izquierda. Pierde la vista, el tacto, se le cae la piel, las uñas, se queda calvo. Sin embargo, en su imaginación, conserva la esperanza "de que toda mi enfermedad sea una vigorosa autosugestión; que las máquinas no hagan daño; que Faustine viva, y dentro de poco yo salga a buscarla; que nos riamos juntos de estas falsas vísperas de la muerte...". El fugitivo rechaza estas ideas y pide al hombre que, basándose en su informe, encuentre la manera de inventar una máquina que reúna las presencias disgregadas: "Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine. Será un acto piadoso".