La Insercion Del Sujeto en El Lenguaje

El lenguaje interior y su relación con la inserción del sujeto en el lenguaje para la formación de un “yo”. El lenguaje

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El lenguaje interior y su relación con la inserción del sujeto en el lenguaje para la formación de un “yo”. El lenguaje interior es entendido como un instrumento interno y subjetivo de relación con uno mismo y que a la vez ha sido introyectado de las comunicaciones orales que se reciben del entorno inmediato, es decir, de un lenguaje exterior. Por este motivo “si la psique es originariamente social en su resultado no lo es, ya que contribuye al desarrollo de la conciencia” (Alonso, L. 2000). Sin embargo en dicho lenguaje interior no solo se interiorizan los signos lingüísticos, los cuales son parte de un sistema arbitrario y convencional, sino que también se interioriza el sentido de la palabra, dicho sentido que crea una relación con el momento y la situación dada, que a su vez se complementa con el nivel de contenido y de relación con el que se comunica un mensaje y su modalidad analógica y digital (Watztlawick, P.). Es decir, se le da un sentido al contenido de la comunicación oral a partir de “el cómo se dice” con formas de expresión más graficas donde se utiliza el cuerpo y diferentes entonaciones en la voz. Así pues el sentido tiene un carácter afectivo que “guarda experiencias vividas en

las

tendencias y los deseos” (Alonso, L. 2000). Es por esto que una palabra o idea, en el lenguaje interior, puede estar repleta de sentido y para poder expresarla o articularla se necesitan más elementos lingüísticos de los previstos, por lo cual se puede decir que antes de ser articulada estaba abreviada. A partir de lo anterior se debe preguntar ¿Cuál es la utilidad del lenguaje interior? Y ¿Qué se necesita para su formación? Para Vigotsky la utilidad consta en “Planificar tareas cognitivas y afectivas, autorreflexión sobre la propia conducta, tomar decisiones o a la creación” en donde cada acto está subordinado a la razón, así esta funcionalidad apunta a la conciencia de lo que se hace. Al pasar al terreno de la conciencia gracias al lenguaje interior también podemos plantear lo siguiente ¿Es a partir de esta formación del lenguaje interior que nos hacemos conscientes de nosotros mismos y por lo tanto vamos estructurando un Yo que regula los comportamientos?

Anteriormente ya se había señalado que para crear un lenguaje interior primero debe existir un lenguaje exterior, dicho lenguaje exterior se encuentra fuera de nosotros, se ha formado y se ha transmitido a través de la historia en la comunidad y por lo tanto es de carácter socio-cultural. Es entonces que surge la interrogante; ¿Al interiorizar parte de ese lenguaje exterior nos constituimos como sujetos y nos insertamos tanto en la cultura o en el medio social como en el lenguaje? Primeramente es preciso comprender que para un bebé en un comienzo el mundo constituye para él un espacio caótico, sin orden ni significado y que gracias al lenguaje adquiere sentido del entorno y logra diferenciarse del resto de los objetos. Ya que el acceso al lenguaje impone una sustitución del objeto por un símbolo que lo representa (Honorato, F. 2003) Así esta representación designa al objeto y lo divide del sujeto y delimitándolo a la vez, convirtiéndolo en un ser que interactúa con su entorno y lo descubre por curiosidad y con el paso del tiempo también con ayuda de los signos lingüísticos interiorizados. Pues bien la construcción del sujeto se inicia con su ingreso a la comunidad como un ser social, así si aún no es sujeto para sí mismo, si es sujeto para un otro, dicho otro bien puede ser su cuidador, el cual convive con “el nuevo sujeto” para poder ayudarle, educarle, impulsarle y por lo tanto ejercer poder sobre él, con el fin de integrarlo a la sociedad de manera funcional, ósea que “el nuevo sujeto” deberá aprender a convivir con las normas y los limites que se marcan en la comunidad, lo cual le impone una ley y lo introducirá a la cultura, donde el punto central es el lenguaje que ubica al sujeto en los limites lo que “hace del hombre lo que es” debido a que ha interiorizado esas normas y reglas que en ocasiones contribuyen a la restricción del deseo. Por lo tanto el individuo debe subordinarse al discurso del otro que instituyen el sentido de actuar, estableciéndose una “relación de poder” (Velásquez, L. 2012). Para Butler los efectos del poder social se presentan como estructuras dinámicas

y productivas que inician al sujeto, ya que este no nace “domesticado” (Castellano, R) Lo que indica que este discurso que se rige por la subordinación marca al sujeto, transformándolo, civilizándolo y haciéndolo parte de algo. Lo anterior insinúa que el sujeto se inaugura a partir de otro, específicamente a partir de un discurso, el cual será interiorizado con el paso del tiempo y que regulara la conducta de dicho individuo, formándose el lenguaje interior y a la vez creándose un sujeto que estará barrado por el lenguaje, el sujeto se menciona que esta barrado porque también ha sido limitado por el lenguaje, este le limita y en ocasiones le prohíbe, instituyéndole una ley y regulándole. A su vez esto se involucra con la formación de su conciencia, esta misma ha sido resultado de un proceso de interacción, pero cabe destacar que esta conciencia también está formada mediante un referente social: El lenguaje. Sin embargo dentro del proceso de formación del sujeto mediante la relación de poder, no solo intervienen dos elementos: el individuo que se subordina y el sujeto que ejerce poder sobre este, sino que existe un tercer elemento, este es el discurso que tiene como referente al lenguaje. De esta manera se plantea que la relación no es dual, implicando un yo-tu-el, en donde el lugar de “yo” y “tu” se posicionan “el sujeto nuevo” y el “sujeto de poder” mientras que en el lugar de “el”, se encuentra el discurso. A su vez este tiene como referente al lenguaje que también se encuentra externo al sujeto, es decir que, el lenguaje no es propiedad de nadie, por lo que el hecho de interiorizarlo no quiere decir que se crea un lenguaje propio sino que se interioriza para ser parte de este, de esta forma insertándonos como sujetos en el lenguaje. Ahora se abordara ¿cómo es que una vez insertado el sujeto en el lenguaje, gracias a la formación del lenguaje interior, se crea un yo y una conciencia? Para el desarrollo de la conciencia es necesaria la comunicación lingüística, ya que la conciencia tiene su origen en la comunicación entre los hombres. (Parmeggiani, M.). Por lo que podemos seguir la siguiente lógica “Me reconozco a

partir de otro por medio de las comunicaciones de signos lingüísticos” así se tiene conciencia de sí mismo. Entonces la conciencia puede ser producto de la intersubjetividad que se da en la relación de poder, cuando el individuo se subordina al sujeto de poder el cual también le enseña y educa por lo tanto le ayuda a distinguir los objetos de él mismo, utilizando el discurso. Lo interesante de este punto es que la conciencia bien como se mencionaba en un principio no es de carácter social por lo que se entiende que se forma y se reproduce dentro del sujeto. La hipótesis planteada es que esta conciencia surge a partir de la integración del lenguaje interior en el sujeto, reconociéndose como un ser separado de su entorno que interactúa continuamente con él, es decir, reconociendo que hay una división de sujeto/objeto. Así el lenguaje en síntesis constituye un sistema al cual ingresa el infante, encontrando a través de él un orden que “lo obliga a organizar las cosas” separándose él mismo de lo que no es. Y después este se deberá resignar a depositarse dentro del sistema lingüístico, nombrándose como un sujeto, es decir una persona que está sujeta al lenguaje. Ahora al posicionarse como sujeto y diferenciarse de los demás en un contexto socio-cultural gracias a la conciencia de si mismo formada a partir del lenguaje interior, se puede intuir que por lo tanto ya se ha consolidado también un “yo”, (el cual también debe tener una conjugación de cuerpo y psique), con el cual se lograra la capacidad de distinguir entre estímulos internos y externos, lo que se refiere a que se percibirán acontecimientos externos al “yo”, teniendo también un sentido de la realidad del mundo (lo externo) y de si mismo, la capacidad de tener un juicio con el que se podrán anticipar consecuencias de un hecho e hipotetizar y planificar acciones. Al igual por medio del yo existirá una “regulación y control de pulsiones, afectos e impulsos” (Rivera, G. 1992) lo que se refiere a mecanismos de control en la conducta, es por esto que de nuevo se destaca la importancia del lenguaje interior dentro de la formación del sujeto, ya que ciertas funciones yoicas, como esta, están íntimamente relacionadas con las funciones del lenguaje interior.

Así mismo dentro de las funciones yoicas se incluye el grado y la calidad de las relaciones objetales o interpersonales; que determinara la forma en la que se crea, se adapta y se mantiene una relación. La participación dentro de los procesos cognitivos para con la memoria, concentración, atención y aprendizaje que al igual se reflejan en el uso del lenguaje y que además permiten un funcionamiento autónomo del sujeto. Ya que por medio de los procesos cognitivos antes mencionados se conocen los signos lingüísticos, se memorizan y se aprenden atribuyéndoles un sentido, creando las herramientas justas para que el sujeto pueda empezar a realizar un discurso, en donde el lenguaje que fue interiorizado en un principio no se queda solo para sí, sino que también puede ser desplegado y articulado, teniendo a la vez una utilización de carácter social.