La fuerza del Capital y la debilidad de la Izquierda

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INSTITUTO BAUTISTA VAN SCHOUWEN LA FUERZA DEL CAPITAL Y LA DEBILIDAD DE LA IZQUIERDA. Por Mónica Quilodrán El centro y la Social Democracia, como coalición de oposición al gobierno, han demostrado ser incapaces de encabezar un proyecto que realice las transformaciones al actual sistema político institucional y económico, limitándose a la denuncia falaz, despreciando la búsqueda de soluciones operativas para contrastar la precarización del trabajo, la educación, la previsión, la salud y mucho menos frenar el uso especulativo de los bienes naturales comunes, lo que ha caracterizado la actual fase de globalización del libre mercado, por más de 39 años. Ante este escenario, es urgente una plataforma eficaz en la escena institucional, social y de las ideas, es necesaria una subjetividad política, no autorreferencial que individualice la dimensión nodal de una nueva cultura política. Para representar al mundo del trabajo, como izquierda debemos tener un análisis crítico el sistema capitalista chileno. Una propuesta alternativa tendría que basarse necesariamente en una nueva fase de industrialización que permita un nuevo proyecto económico global, que nos impulse al desarrollo real del país y que termine con todas las practicas de precariedad e inseguridad del mundo laboral, terminar con la flexibilidad laboral y potenciar la creación de puestos de trabajo estables con remuneraciones que permitan una calidad de vida digna para los trabajadores, redefinirnos en la cara alta de la división internacional del trabajo, decidir qué producir y sobre qué hacer investigaciones, que nos haga superar la actual situación de dependencia alimentaria de los países vecinos y de importación de bienes suntuarios de los países asiáticos.



Mónica Quilodrán, es actualmente Secretaria General del Movimiento de Izquierda Revolucionaria - MIR.

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INSTITUTO BAUTISTA VAN SCHOUWEN La actual política industrial está constituida en incentivos a las empresas de precaria ocupación de mano de obra, por muchos años tanto la Concertación como la Alianza han subvencionado a las empresas para hacer crecer el empleo, con un salario mínimo que ha ido aumentando a cuenta gotas, dependiendo de la consideración y conveniencia de los propios empresarios. Lo mismo ha ocurrido con el incentivo tributario para la investigación y tratamientos tecnológicos. En el primer caso, cuando se acaba el incentivo los nuevos trabajadores terminan despedidos; en el segundo, las empresas compraron bienes tecnológicos evadiendo impuestos, lo que no sería criticable si eso fuese a la producción de bien común, sin embargo, sólo ha resultado ser una forma de especulación para extraer beneficios estatales. Por otro lado, el crecimiento de la construcción de viviendas se transformó en la industria fundamental de ocupación en estos 20 años, donde la calidad y seguridad de éstas quedaron de lado, a merced de las exigencias de los propios empresarios para hacer cada vez más rentable la construcción de edificios, mientras las autoridades, sobre todo en la época de la gestión de los gobierno de la Concertación, recibieron los sobornos económicos para que la legislación fuere cada vez más blanda, abandonando una posible nueva industrialización de Chile. Nos enfrentamos hoy a una situación empresarial de gran fortaleza, donde toda la legislación está al servicio de cualquier situación de inestabilidad que se les pueda producir, como por ejemplo, el acomodo ante cualquier fluctuación negativa de las monedas fuertes a nivel internacional, hablamos del Euro y el Dólar, entregándole beneficios al empresariado mediante la solvencia o insolvencia del Banco Central, obligando a la población a aprender a sobrevivir frente a esta situación fáctica, sin saber cómo entenderla. De esta forma, los grupos económicos nacionales controlan sin oposición las Instituciones del Estado hace 39 años y aún no se ve que esta situación pueda cambiar. La Social Democracia, acuñando su identificación ideológica como progresismo, ha quedado como una fuerza más al servicio del mantenimiento férreo de la actual situación económica neoliberal del país y, por otra parte, ha asumido características de supuesta oposición en la institucionalidad. Los grupos políticos que se adjudican una supuesta manera de ser izquierda, no niegan su calidad de miembros de la Internacional Social Demócrata, categoría muy distante a la correcta definición de izquierda, se reclaman centristas, lo que hace muy difícil su credibilidad ya que han sido gobierno por 10 años y han formado parte de él otros 10 años más, lo que aumenta la desconfianza de la ciudadanía en ellos, lo que se suma a los escandalosos actos de corrupción ocurridos en estos 20 años. Por otra parte, la misma Social Democracia ha gastado más dinero y más tiempo en destruir y dispersar a la izquierda que a tener un proyecto distinto al de Derecha. Podemos señalar que han sido congruentes con los objetivos del modelo económico, que en el mundo se conoce como el más ortodoxo desde el punto de vista neoliberal, que se sustenta en los pilares más emblemáticos de las áreas de los servicios que eran públicos habiéndolos privatizado, como el Agua, la Electricidad, Salud, Educación, Telefonía, Previsión, es decir, la llamada Industria de Servicios, que no son más que el despojo a todos los www.institutobautistavanschouwen.wordpress.com

INSTITUTO BAUTISTA VAN SCHOUWEN trabajadores y que hace que el sistema Financiero esté blindado y no presente problemas estructurales frente a las crisis económicas actuales. El reto es construir una Izquierda que sea capaz de levantar un proyecto nacional que tenga como principio el democratizar el actual modelo económico, en que el Estado no siga siendo subsidiario sino solidario, que tenga en cuenta que el país es un territorio de recursos que pertenecen a todos sus habitantes. Estas premisas hacen que sea imprescindible separar aguas con todos aquellos grupos ideológicos que le tienen temor a la democratización, porque en ello ven su vía de extinción. Lo que ha muerto definitivamente en estos últimos veinte años es la concepción de una separación entre un centrismo concertacionista que daba gobernabilidad al país (y que de una u otra manera frenaba una aspiración más democratizadora) y el extremismo derechista violador de los derechos humanos, que llegaría a gobernar maltratando a la gente, como se hizo durante la dictadura. Ese temor de retroceder a la dictadura fue el caballo de batalla de los sucesivos gobiernos concertacioncitas, sin embargo, hoy la brecha desapareció quedando al desnudo la realidad política del país, la que puede ser administrada por los dos bloques sin ningún problema, porque hay un acuerdo estratégico en la forma de ver la realidad desde el neoliberalismo y sus grupos económicos, por lo que la alternancia, como se le suele llamar, es una realidad muy evidente. Por lo tanto, queda a la Izquierda de verdad la tarea de reconstruir los lasos entre política y ciudadanía para conquistar los derechos sociales, políticos y económicos que se nos niegan. Hay dirigentes de la Concertación que cada cierto tiempo escriben para la derecha criticando con un sesgo discriminatorio y oportunista, vuelven a reinventar la discusión de la propuesta política de la UP para acercar a Allende a la figura de un político actual, cuando eso es imposible, Allende llegó al gobierno para implementar cuarenta medidas que transformaron el sentido del capitalismo desarrollista de la época, el solo hecho de estatizar la banca produjo un terremoto de gran magnitud, así como también lo produjeron la creación del área social de la industria, el control de precios en el comercio, la profundización de la reforma agraria bajando el goce de tierras de 80 a 40 hectáreas básicas, la nacionalización del cobre, de la telefonía etc. Todo esto hizo que la vía chilena al socialismo se enfrentara a los grandes intereses, no sólo chilenos sino también extranjeros y principalmente estadounidenses, como prueba basta recordar el libro blanco pagado por la ITT. Toda la discusión de la izquierda chilena de la época giró en torno a cómo lograr que el socialismo en Chile fuese exitoso y que la gran mayoría nacional lo sintiese suyo, lo más importante, que no terminara derrotado como terminó, por lo que se ha producido el reiterativo y antojadizo deseo de revisar la historia para reafirmar una concepción de derrota, atropellando a los supuestos enemigos, con falsas dicotomías entre izquierda y ultra izquierdismo, o centro y derecha. ¿Cuál sería la línea divisoria entre el izquierdismo y el ultraizquierdismo? Si se refiere a lo militar, cabe señalar que hoy día hay más gente estrenada militarmente que en 1973, sobretodo, en algunos sectores con una muy buena preparación y que no están en el campo de la denominada ultra izquierda. ¿Cuál es la línea divisoria entre centro y derecha? Estas categorías de análisis empobrecen la calidad intelectual de un debate necesario jamás iniciado en Chile, porque el www.institutobautistavanschouwen.wordpress.com

INSTITUTO BAUTISTA VAN SCHOUWEN oportunismo de algunos sectores impuso que había que sepultar una experiencia de la cual hay que extraer lecciones para mirar el futuro desde otro prisma, no desde el actual, ya que sólo ha servido para revisiones antojadizas que buscan resituar personajes y grupos de poderes facticos. Somos izquierda porque seguimos siendo marxistas y vemos el mundo desde ese concepto filosófico-económico y social, aceptamos esta categoría y desde esa premisa creemos que estamos dispuestos a discutir en el buen sentir de la palabra con cualquier sector político capaz de comprender que hay que crear otro Chile, que sea inclusivo, solidario, digno, respetuoso y educado. Sabemos que para ello debemos recuperar nuestra capacidad de ser conductores de procesos, recuperar la confianza desde lo más profundo de los sectores sociales excluidos que representan a la mayoría, levantando un proyecto democrático, popular, ciudadano, en que la justicia en lo social, político y económico, sean el principio por donde reconstruir un país inclusivo y solidario. El actual sistema de voto voluntario es un avance en la idea de soberanía popular, pues da la posibilidad de abstenerse. El ir a votar actualmente significa permitir que se siga engañando a la gente que no tiene representación partidaria, significa legalizar el cohecho, ya que los actúales partidos legalizados son fraudulentos, votar hoy significa avalar un sistema excluyente que comienza en los municipios, significa avalar la estratificación social, significa avalar el despojo y el enriquecimiento ilícito de los que entran a administrar los municipios, llámense alcaldes o concejales, además de fomentar la corrupción, ya que los concejales sin tener un trabajo fijo en la municipalidad tienen un goce de sueldo de 800.000 mil pesos por asistir a 4 sesiones en el mes. ¿Puede un Estado resistir eso cuando el salario mínimo es de 190.000 mil pesos y hay que pelar el ajo para lograrlo? ¿Porque tengo que ir a votar por candidatos designados por sus Partidos, que no conozco y que no me representan? ¿Por qué tengo que votar por candidatos que ni siquiera viven en mi comuna? La soberanía Popular es un derecho que hay que ejercer siempre y que hoy tiene valor, porque no se nos obliga a ir a votar, lo que lo hace más consciente que nunca al no estar penalizado, por lo tanto, la lección actual es que ya no basta con la foto de una ex Presidenta joven y bonita, o una escaladora líder estudiantil que es digna de concurso de belleza, hoy se necesita transparencia y honradez para ejercer cargos de representación popular, honradez y por sobre todo humildad en los objetivos de hacer que la ciudadanía tenga cabida en la política contingente y no se sienta secuestrada por sectores que nada tienen que ver con nuestra vida cotidiana. Desde lo Municipal se hace País y proyectos nacionales de envergadura, no por caso la mínima salud y educación pública están bajo su administración, por lo tanto, cuando hagan campaña para obligar a la gente a ir a votar, piensen primero que hemos hecho para merecer la confianza y el permiso de mis compatriotas para merecer su VOTO.

Mónica Quilodrán Santiago de Chile, octubre de 2012.

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