La Forma Sonata en El Siglo XX

Universidad de Chile Facultad de Artes Escuela de Post-grado Postítulo en Composición Musical “La Forma Sonata en el Si

Views 87 Downloads 0 File size 69KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Universidad de Chile Facultad de Artes Escuela de Post-grado Postítulo en Composición Musical

“La Forma Sonata en el Siglo XX” Aplicación de un modelo clásico a la actualidad

Cátedra: Armonía Profesor: Oscar Carmona Alumna: Silvia Tapia

Cuando hablamos de forma musical, nos referimos a la organización espacial de una sumatoria de eventos que conforman una pieza. Estos eventos están organizados en diferentes secciones, cada una de ellas compuesta por diversos elementos, que generan una estructura, un contenido. Es importante recalcar la diferencia entre “forma” y “estructura”, ya que ambos conceptos están directamente relacionados. Podríamos decir que la “forma” es la organización de las estructuras locales que conforman el “contenido” Estos parámetros, han estado en constante evolución a través de la historia de la música. Esta transformación se genera de acuerdo a los fenómenos históricos y sociales de cada época y cultura. Asimismo, estos fenómenos imponen, ya sea de manera directa o indirecta, un concepto estético, un modelo a seguir que se transmite por generaciones, y que se rompen como consecuencia de una necesidad de renovación, a menudo impulsada por otro hecho histórico y/o social. En el caso de la música occidental, esta evolución ha sido cada vez más rápida. Sin necesidad de ir tan lejos (cuando la música eclesiástica ejerció el dominio sobre este arte durante siglos), la transición del barroco al clasicismo, o de éste último al romanticismo comprendía alrededor de un siglo. Cada una de estas corrientes tuvo un proceso gradual de maduración, alcanzaban su apogeo y luego se degradaban hasta ser reemplazadas por una nueva, cada cual más progresista e innovadora que la anterior. Esto permitió gestar sistemas y formas musicales consistentes, en los cuales se basa la enseñanza de la música “docta” hasta el día de hoy. En el siglo XX, esta evolución se tornó cada vez más rápida. Ya desde el siglo XIX la música culta o de estudio comenzó a expandirse por todo Europa, ya no sólo permanecía en Alemania, Francia o Italia. Esto dio paso a la creación de diferentes escuelas, cada una con una propuesta estética distinta. A su vez, la época del romanticismo generó un pensamiento más individualista en los compositores, ya no hacían música “al servicio de”, sino que la concebían como una expresión pura de su ser, y un reflejo de su entorno. Por esta razón se comenzaron a romper esquemas, el sistema tonal se extendió hasta el punto de desaparecer. Nacieron varias corrientes de manera simultánea en distintos lugares, algunas apuntaban hacia la ciencia (serialismo), otras a romper con las estructuras formales y armónicas priorizando los timbres y texturas (impresionismo), en otros lugares, especialmente en Europa del este, se optó por el rescate de raíces y la fusión con culturas cercanas. Todo esto implicó una vuelta al pasado, surgió la necesidad en los compositores de recurrir a métodos caducos para ampliar sus recursos, como por ejemplo el uso de modos, o el canon. Mas adelante, con la aparición de nuevos medios tecnológicos, se crearon un sinnúmero de nuevas propuestas que evolucionaron tan rápido como la tecnología misma, llegando a la posibilidad de prescindir de las alturas temperadas para hacer música. En cuanto a las formas, si bien cada período tiene sus modelos característicos, hay algunos que han evolucionado a través de la historia de acuerdo a las nuevas propuestas de cada período o compositor. Este es el caso de la forma sonata, que nace en el período Barroco y se mantiene vigente incluso hasta nuestros días. ¿Cómo es que esta forma es aún utilizada, en una sociedad occidental globalmente interconectada, con acceso al conocimiento de diversas culturas, donde hay una libertad casi total de creación y un sinfín de medios disponibles? Una de las razones es el hecho de que la tradición europea sigue dictando los cánones estéticos y formales de la música “docta” o de estudio en occidente, tanto en Europa como en América, por lo tanto no hay mucha cercanía con formas musicales de otras culturas (hablamos de música de tradición escrita, no de

música folclórica o popular). El modelo de esta música es el modelo europeo, por lo tanto el concepto de sus formas musicales más características es lo que se ha transmitido por generaciones de compositores. Ahora, limitándonos a la cultura musical occidental, durante el siglo XX ha existido una tendencia a romper con todas las tradiciones, debido a los grandes fenómenos científicos e históricos que han ocurrido en el transcurso. La evolución de esta música ya no sigue sólo un camino como antaño, sino que tiene muchas derivaciones posibles que se expanden de manera simultánea. Es todo tan rápido, tan inmediato que ni siquiera alcanzamos a asimilar tales cambios, es prácticamente imposible conocerlo todo, como también tener un conocimiento absoluto de todo lo que conocemos. La gama de recursos que se puede utilizar para la composición es tan amplia, que es fácil perderse en ella. Se necesita algún soporte, alguna directriz que indique una suerte de camino ya trazado, que se pueda recorrer libremente sin correr el riesgo de desviarse. Si se compone una obra musical sin imponerse ningún límite, lo más probable es que, si ésta llega a crearse, no logre tener una consistencia sólida y se desvanezca hasta perderse en lo ficticio. Es por esta razón que los compositores toman modelos de formas antiguas como la sonata, y los amoldan de acuerdo a su propia visión y a sus necesidades creativas. La evolución de la forma sonata desde sus inicios El término “sonata” viene del período barroco, y se utilizó formalmente para denominar un estilo de música instrumental, que consistía en obras de 1 o 2 movimientos. Más adelante, en el clasicismo, las sonatas pasaron a tener de 3 a 4 movimientos, pero además se utilizó esta denominación para la forma que tendría el primero de éstos. Así la sonata se consolida no sólo como un estilo, sino también como una forma musical. Esta forma consta básicamente de 3 movimientos: el primero o exposición proponía dos temas contrastantes unidos por un puente; el primer tema estaba en una tonalidad y el segundo en su dominante o relativa, según el carácter mayor o menor de la tonalidad inicial. Luego un desarrollo libre de elementos de ambos temas hasta llegar a un tercer movimiento llamado reexposición, donde se vuelven a exponer los temas, esta vez ambos en la tonalidad inicial. Esta era la forma sonata original clásica, que se genera a través de la idea de la reiteración y el contraste, elementos fundamentales para dar continuidad y variación a una pieza musical. Esta misma forma, se utilizó para piezas musicales como la sinfonía y el concierto. Ya en la última etapa del clasicismo, Beethoven incorporó nuevos elementos a la sonata, enriqueciéndola como forma y como estilo. Añadió expresividad a los temas principales, y exploró diferentes posibilidades de variación y articulación de éstos, como también modulaciones transitorias a tonalidades cercanas. Esto inspiró a los compositores del Romanticismo a dar una nueva perspectiva a la sonata. En este período, las modulaciones fueron cada vez más frecuentes, ya no se limitaban sólo a la relación tónica-dominante o tónica-relativa. Además, se le dio gran importancia a la expresividad lírica de las líneas melódicas, y empezaron a incorporar varios temas en la exposición, manteniendo el principio de la dualidad, pero a través de complejos temáticos que conformaban una sección A y una B.

Además de modificar el contenido, varios compositores dieron una nueva perspectiva a la forma, expandiéndola y modificándola mas allá de su concepción tradicional. Un ejemplo de expansión son las tres últimas sonatas de Schubert, que están relacionadas entre sí de manera cíclica, conformando una gran obra. Otro ejemplo de innovación en la forma es la Sonata en B menor de Liszt, donde se unifican sus 3 movimientos generando un solo gran movimiento para toda la pieza. Con esto se demuestra que la forma sonata no necesariamente se limita a una forma fija, sino que puede ser modificada y moldeada sin dejar de ser una forma sonata. Tal vez por esta razón varios compositores del siglo XX siguieron tomando el modelo de esta forma para sus composiciones, ya que permitía bastante libertad de movimiento, y a la vez era un buen soporte para dar consistencia a una pieza musical. La forma sonata en el siglo XX Durante los comienzos de éste siglo, los compositores estaban directamente ligados a la herencia del romanticismo. El cromatismo exacerbado los impulsó a experimentar nuevas formas de ordenar las alturas, sin necesidad de una funcionalidad armónica. Por esta razón, el concepto de relación tonal de la sonata pierde vigencia. Sin embargo, la idea de la forma evolutiva, el contraste y la reiteración de elementos unificadores permanece. Algunos compositores tomaron la forma sonata de acuerdo a la tradición, modificando sólo el contenido. Un ejemplo son los compositores llamados “neoclásicos”, como Prokofiev, Stravinski y Shostakovich. Ellos conservaron la forma de la sonata clásica, pero desarrollaban la tonalidad de manera más libre, priorizando el color armónico por sobre la función, además de incorporar ritmos más complejos. Otro ejemplo diferente son las sonatas de Skriabin, Schoenberg y Berg, quienes tomaron el modelo cíclico de la sonata del siglo XIX, unificando sus elementos a través de relaciones armónicas creadas bajo sus propios procedimientos. En el caso de algunas sonatas de Bartok, se observan formas de construcción bastante innovadoras para la época, basadas en relaciones matemáticas de proporción y simetría. Utilizó cálculos numéricos griegos y arábigos como la secuencia de Fibonacci, y los aplicó tanto a la forma como a la armonía y la densidad. Un ejemplo es el primer movimiento de la “Sonata para dos pianos y percusión”, donde se utiliza una proporción simétrica basada en una razón áurea, para iniciar la reexposición del tema principal justo en la mitad. Otros procesos innovadores los encontramos en sonatas de compositores más experimentales, que dejan de lado totalmente las relaciones armónicas para concebir esta forma, guiándose sólo por el principio del contraste y la repetición. Un ejemplo son las “sonatas e interludios para piano preparado” de John cage, compuestas en base a la teoría hindú de la rasa. Cada pieza representa uno de los estados anímicos que conforman esta teoría, y están separadas por interludios de transición. En cuanto a la forma y la estructura, utiliza relaciones de contraste casi imperceptibles para el oído común, basadas en la intensidad, timbre y la relación sonido-silencio.

La 3ª Sonata para Piano de Pierre Boulez nos presenta una forma aleatoria de la sonata. Consta de 5 secciones o “formantes” que están dispuestos para ser ejecutados en 4 diferentes combinaciones, y están dispuestos para ser desarrollados de distintas maneras de acuerdo a la estructura generada. En “2ª Sonata para violín y piano” y la “Sinfonía 1”de Alfred Schnittke, se nos presenta una forma de sonata tradicional, que se va descomponiendo y cuyos retazos se van ordenando de distintas maneras, generando un resultado muy distinto a la forma sonata que fue compuesta originalmente. La propuesta no deja de ser innovadora, ya que dicha forma fue pensada deliberadamente para ser destruída. Estos ejemplos nos demuestran que es posible tomar un modelo formal clásico, y transformarlo de acuerdo a otro pensamiento y otra época. Una forma musical no tiene por qué ser estática, puede ser movible y modificable al igual que su contenido, como también puede ser vista desde diferentes ángulos. Este principio manifiesta que no es necesario desvincularse totalmente de una tradición y de una perspectiva histórica para innovar, ya que todo proceso evolutivo es consecuencia de un pasado. Vivimos en una época de renovación constante, donde todo ocurre muy rápido, y tenemos acceso a una gran cantidad de información y recursos. Estamos en un lugar donde no se nos impone un ideal de pensamiento obligado, pero existe un bombardeo de información e ideas que pueden fácilmente confundirnos hasta perder la perspectiva. Así como debemos situarnos en el lugar donde estamos y la época que estamos viviendo, es necesario no ignorar el pasado, al menos conocerlo y aprender de él. Sin historia, no hay evolución.