La evolucion del guadalquivir

LA TRANSFORMACIÓN DEL GUADALQUIVIR A SU PASO POR SEVILLA (1903-1992) José Manuel Domínguez Cascajosa (2009-2010) 3ºD

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LA TRANSFORMACIÓN DEL GUADALQUIVIR A SU PASO POR SEVILLA (1903-1992)

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LA TRANSFORMACIÓN DEL GUADALQUIVIR A SU PASO POR SEVILLA

INDICE 1. Situación geográfica y emplazamiento de Sevilla. Relación con el Guadalquivir. 2. El “acqua alta” en Sevilla. 3. Cambios históricos en el cauce del río. 4. La transformación del Guadalquivir en su recorrido urbano. 4.1. La Corta de Tablada (1903 – 1926). 4.2. De Río a Dársena. El Tapón de Chapina. Plan Brackenbury (1927-1951). 4.3. La Corta de la Cartuja (1975 – 1982). 4.3.1. La reestructuración del sistema defensivo del sector noroccidental de Sevilla. 4.3.2. La ejecución de la Corta de La Cartuja. 4.4. El desaterramiento de Chapina y la nueva Torneo. 5. Los puentes de Sevilla. 6. Conclusiones 7. Evolución de la ciudad sobre estado actual. 8. Bibliografía

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1. Situación geográfica y emplazamiento de Sevilla. Relación con el Guadalquivir. Todos los estudios sobre Sevilla comienzan invariablemente poniendo de relieve la estrecha vinculación que la ciudad mantiene con su río, tanto en lo que se refiere a su origen, como a su forma y función. La razón de ser de Sevilla se basa en su localización. Cuando se analiza su situación geográfica se comprende que no es casual la función de centralidad regional que ha ocupado a lo largo de la historia, incluso como metrópoli europea durante los siglos XVI y XVII. En primer lugar, ocupa una posición de centralidad en la Depresión del Guadalquivir, que le ha valido la condición de capital agrícola de la Baja Andalucía. Esta región, por sus condiciones tanto climáticas y topográficas, ha desarrollado una rica agricultura en todos los periodos históricos, desde la Baetica romana hasta nuestros días. El segundo elemento que determina su mejor posición en relación a otros núcleos de población de la Baja Andalucía, es su condición de puerto fluvial. Sin embargo, su buena posición geográfica queda contrarrestada por las malas condiciones de su emplazamiento, ya que la ciudad ha de crecer necesariamente sobre el lecho de inundación del Guadalquivir, un río mediterráneo, de comportamiento muy irregular y frecuentes avenidas. Muchos autores afirman que su fundación se hizo sobre terrenos pantanosos, lo que obligaba a construir los edificios sobre pilotes, a modo de palafitos, un tipo de cimentación que algunas excavaciones han puesto al descubierto. De hecho, el emplazamiento prerromano ocupa una pequeña terraza por encima de la cota 14, que queda a salvo de las avenidas del río; Una vez desbordada la superficie de la pequeña elevación en la que inicialmente se levantó, su emplazamiento la pone bajo amenaza constante de ese mismo sistema fluvial que justifica su existencia. Más que a orillas del Guadalquivir, habría que decir que Sevilla se levanta en el interior de su cauce de avenidas y del de sus afluentes. Por este motivo, la supervivencia de la ciudad depende de su capacidad de defensa frente al riesgo permanente de las inundaciones. El sistema de defensa frente a las inundaciones ha ido marcando históricamente los límites de la ciudad. Los diferentes niveles de seguridad frente a las inundaciones han influido en la caracterización social de los diferentes espacios urbanos; a su vez, las estrategias de los grupos sociales dominantes han condicionado notablemente las políticas de intervención frente a las avenidas. La progresiva

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ampliación del margen de seguridad ha proporcionado, por su parte, elementos espaciales (antiguos muros de defensa, cauces o encauzamientos abandonados, márgenes protegidas, llanos de inundación rescatados) muy valiosos para las sucesivas remodelaciones de la ciudad. La ciudad medieval, perfectamente delimitada por la muralla del siglo XII, cubre una extensa superficie, cuya herencia ha dejado uno de los cascos históricos de mayores dimensiones de Europa y que, prácticamente, multiplica por cuatro las dimensiones del recinto amurallado romano. Ciertamente, en el interior de este recinto se incluyen zonas no edificadas, que serán urbanizadas gradualmente, algunas con posterioridad a la ocupación castellana. Pero, sin duda, el hecho más significativo en relación al crecimiento físico de Sevilla es que, a comienzos del siglo XX, sus límites continúan siendo prácticamente los mismos del recinto amurallado: en ocho siglos apenas se han integrado en la ciudad los arrabales históricos (Triana, Los Humeros, San Bernardo, San Roque, La Calzada y la Macarena) y se ha colmatado El Arenal, es decir, la zona portuaria existente entre la Torre del Oro y el Puente de Triana; una ciudad, no hay que olvidarlo, que ocupó una posición hegemónica en la Europa de los siglos XVI y XVII.

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2. El “acqua alta” en Sevilla

“ En la memoria de nuestros mayores están bien impresas las frecuentes crecidas del Río Grande (Guadalquivir en árabe es Río Grande) que transformaban una ciudad tórrida y seca de Andalucía en una Venecia del sur. Exceptuando algunas ocasiones en que las riadas fueron trágicas, la mayoría de las crecidas del río eran mansas y permitían que la ciudad mantuviera su ritmo durante el tiempo que las aguas tomaban las calles de Sevilla.

Junto al puente de Triana existía, y aún existe, un pequeño mascarón en el que los sevillanos calculaban la altura de las aguas, y con ello, el peligro de inundación de los distintos barrios de la ciudad. -¡Ya tiene que estar llegando el agua a La Alameda!- Decían unos después de calcular lo que faltaba para llegar a la fatídica señal -¡Seguro que ya está inundado el barrio de San Bernardo!- Aseguraban otros. Estos cálculos certeros permitían a los vecinos de las zonas más bajas, y por lo tanto más proclives a la inundación, retirar todos sus muebles e incluso que ellos

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mismos se fueran a vivir, mientras el peligro acechaba, a pisos más altos, en muchas ocasiones de familiares, amigos y vecinos.

Este último fue mi caso porque yo viví, siendo un niño, la última gran riada de Sevilla. En mis recuerdos se mezclan los comentarios inquietos de los mayores con la alegría que mi hermano y yo sentíamos por la novedad de que la familia de mis amigos, que habitaban el bajo, tuvieran que subir a vivir con nosotros. El dormitorio que normalmente ocupábamos se convertía de repente en una cabaña de juegos para seis amigos; todos de parecida edad, jugábamos y jugábamos durante el día y parte de la noche. Las clases se suspendían y, aunque en un primer momento debíamos permanecer encerrados, cuando el nivel de las aguas comenzaba a descender, nuestros padres que ya no conseguían mantenernos encerrados, nos colocaban las botas de goma y nos permitían jugar en las calles inundadas. -¡¡Tened mucho cuidado!!- Nos decía mi madre. -¡¡No os alejéis de casa!!- Gritaba mi abuela. -¡¡Cuidad de no resbalar!!… Advertencias inútiles porque dentro de nuestras botas nos convertíamos en intrépidos piratas que surcaban mares, guardaban tesoros y salvaban princesas. Más de una vez volvimos embarrados hasta las orejas y, aunque con temor por la inminente regañina, volvíamos a casa con el corazón cabalgando sobre las azañas realizadas.”

Antonio Martínez Romero (Ben Baso - Sevilla 2008)

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3. Cambios históricos en el cauce del río. Al igual que la historia está “escrita” en la arquitectura y el urbanismo, que reflejan su evolución morfológica, existe también una vivencia ciudadana vinculada a la metamorfosis del cauce del Guadalquivir, con hitos en las incorporaciones de cortas y puentes. El recorrido histórico del cauce del Guadalquivir ha sido modificado durante el curso de los siglos XVIII, XIX y XX, con el objeto de facilitar la navegación y evitar o al menos paliar el azote de las riadas en la zona urbana, en total nueve cortas han reformado el cauce histórico del río. Hasta 1926, las modificaciones del cauce natural del Guadalquivir sólo afectaron a la ría. La primera corta fue la de Merlina, en 1795; la segunda, la corta Fernandina, en 1816; la tercera, la corta de Los Jerónimos, en 1888. Todas estas modificaciones del cauce natural mejoraron notablemente la navegación y facilitaron el desagüe de las riadas del Guadalquivir.

4. La transformación del Guadalquivir en su recorrido urbano Centrándonos exclusivamente en el tronco principal del Guadalquivir y en aquellas operaciones de mayor significación para caracterizar los problemas y las oportunidades actuales, es imprescindible destacar los siguientes hitos en la trayectoria histórica de la relación Sevilla-Guadalquivir en el ámbito propiamente portuario.

4.1 . La Corta de Tablada (1903 – 1926) En primer lugar, la corta de Tablada o canal de Alfonso XIII, proyectada por Luis Moliní Uribarri en 1903 y terminada en 1926, que unió los tornos de los Remedios y Punta del Verde con un canal que acorta cuatro kilómetros el recorrido del río. Esta obra junto con el proyecto de defensa de Javier Sanz Larumbe ejecutado paralelamente para alejar el peligro de las inundaciones mediante malecones de tierra que complementaran los ya existentes, subiendo los rasantes de las calles de Torneo, Armas y Arjona y los paseos de Colón y las delicias, a tiempo que el Tamarguillo y el Ranillas se unían y desviaban hacia el Guadaira; constituye la condición hidráulica de dos procesos de gran significación. En primer lugar, configuración de un nuevo y moderno espacio portuario aguas debajo de su antigua localización; en segundo lugar, el desarrollo de la Exposición Iberoamericana de ese mismo año, que orientó la expansión de la ciudad hacia el sur. La valoración global positiva de la gran operación relacionada con la corta de Tablada no puede ocultar el hecho de que con ella se produjo una alteración profunda

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de la geometría original del río que dejó sin sentido algunos de los elementos de la estructura de asentamientos que definían el acceso desde el mar hasta Sevilla. Efectivamente, con la corta de Tablada quedó sin funcionalidad hidráulica y rápidamente colmatado el meandro de los Gordales entre Sevilla y San Juan de Aznalfarache, lugar este último donde se asentaba el bastión defensivo fundamental del puerto sevillano. El proyecto de Moliní suscitó una fuerte controversia, se criticaba la ausencia en el proyecto de una solución a la desviación del río Guadaira y el abandono de toda consideración sobre la defensa del barrio de Triana.

Estado Anterior La muralla actuaba como medida de protección frente a las crecidas del Guadalquivir y sus afluentes; pero tras su demolición, la ciudad situada sobre el lecho de inundación del río, queda permanentemente expuesta a las avenidas.

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El río en la Exposición Iberoamericana de 1929: el proyecto de Sanz Larumbe. La Corta de Tablada y el aterramiento de los Gordales. Pabellón de la Exposición de 1929 -----Diques de defensa: I Arroyo Palmete; II Arroyo Tamarguillo; III Arroyo Tagarete; 1 Los Gordales; 2 Heliópolis; 3 Eritaña; 4 Meandro de San Jerónimo

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4.2. De Río a Dársena. El Tapón de Chapina. Plan Brackenbury (1927-1951) Tan pronto como se terminaron las obras de la corta de Tablada y el proyecto de defensa de Larumbe, se planteó un nuevo programa de intervención sobre el río: el Plan General de Obras de Delgado Brackenbury. Por lo que se refiere a su repercusión sobre la defensa frente a las inundaciones, el nuevo plan vino a confirmar la necesidad de defender Triana y de transformar el puerto en dársena. Las obras, que se desarrollaron en dos fases (1929-1933 y 1946-1950), incluían el aterramiento del cauce de Chapina, la corta de la Vega de Triana y la esclusa de la Punta del Verde. Estas actuaciones significaron la transformación del río en dársena, la desviación hacia el oeste del cauce activo (que recuperó un tramo, el brazo de San Juan o de las Pitas, abandonado en la etapa anterior) y la pérdida del sentido fluvial de la ciudad de Sevilla.

Estado Anterior El río en la Exposición Iberoamericana de 1929: el proyecto de Sanz Larumbe. La Corta de Tablada y el aterramiento de los Gordales.

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El río en 1950: plan Brackenbury. El tapón de Chapina. Pabellón de la Exposición de 1929 -----Diques de defensa: I Arroyo Palmete; II Arroyo Tamarguillo; III Arroyo Tagarete; 1 La Cartuja; 2 Aterramiento de Chapina; 3 Tablada; 4 Punta del Verde; 5 Esclusa; 6 Heliópolis

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Por otra parte, una visión inconcebiblemente limitada por parte de las autoridades municipales de la época estuvo cerca de producir resultados mucho más traumáticos: se consideró la posibilidad de extender el aterramiento de Chapina hasta la Torre del Oro, lo que hubiera significado la desaparición del tramo del río del Arenal, entre Sevilla y Triana, es decir, el elemento físico de mayor significación para la definición de la ciudad. Además de alcanzar los objetivos perseguidos tuvieron importantes repercusiones sobre el territorio: a la interrupción de la continuidad espacial entre la dehesa de Tablada y el Sector Sur y Tabladilla que había producido el proyecto de Moliní, se sumó ahora, la inversión del sentido urbano y territorial del lugar de Chapina. Por una parte, Triana quedó desgajada de su vega y de los terrenos de la Cartuja; por otra, con el cegamiento del cauce de Chapina se produjo la unión por tierra de dos cascos cuyas respectivas estructuras urbanas tenían su razón de ser en el desarrollo separado que el cauce del río había determinado. Por otra parte el propio dique de defensa entrañaba dos problemas: en primer lugar, la coronación del muro de tierra estaba a cota más alta que la rasante de todas las vías de comunicación que salían de Sevilla; en segundo lugar, los malecones de defensa tenían una altura insuficiente. A ello se añadía el mantenimiento de un problema heredado de la etapa anterior: el deficiente encauzamiento de los arroyos de los Alcores, que provocaron sendas catástrofes en 1948 y 1961, pese a que en ellos se habían efectuado trabajos de mejora a lo largo de las décadas de 1930 y 1940.

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4.3. La Corta de la Cartuja (1975 – 1982) 4.3.1. La reestructuración del sistema defensivo del sector noroccidental de Sevilla Durante toda esta etapa, el sistema defensivo de la capital seguía conservando uno de sus tradicionales puntos débiles en el sector noroccidental del casco histórico: el codo del meandro de San Jerónimo desde el antiguo convento del mismo nombre hasta Chapina. En aquella zona se habían construido en la segunda mitad del siglo XVIII las sólidas defensas del Patín de las Damas y por allí, tras el derribo de las murallas, el río había roto el malecón en 1876, ruptura que había estado a punto de repetirse en 1892. La acción constante de la corriente, mansa en estiaje y aguas bajas y violenta durante las avenidas, tendía a agudizar la concavidad del meandro, socavando su orilla izquierda y acrecentando el margen derecho. El río se había aproximado tanto a la ciudad que, en gran parte del trazado, había llegado hasta el propio malecón que, en sustitución de la muralla, venía defendiendo la capital por aquel flanco. El malecón y el casco urbano habían quedado prácticamente adosados. Por otra parte, el fondo del lecho del río en el lado inmediato al malecón se situaba a una cota muy baja con respecto a éste lo que acentuaba la inestabilidad del dique. Durante el periodo lluvioso de los años 1961-1963, el río amenazó instalaciones vitales para la población (conducciones de agua, tendidos eléctricos y línea ferroviaria) lo que motivó una obra parcial de refuerzo, consistente en una pantalla de pilotes de hormigón armado, para defender los puntos más amenazados. La zona exigió poco después nuevas actuaciones de emergencia con vistas a contener la amenaza hasta la necesaria solución general. Esta se planteó a partir de que la gran avenida de 1963, la mayor del siglo, hiciera patente la posibilidad de que se repitieran los sucesos de 1876. El comienzo de los nuevos estudios coincidió con la decisión del Centro de Estudios Hidrográficos del Ministerio de Obras Públicas de aplicar los modernos recursos informáticos al tratamiento sistemático de la génesis y propagación de las crecidas. Se eligió la cuenca del Guadalquivir como objeto de la primera experiencia, debido a la urgencia con la que se presentaba la necesidad de resolver definitivamente la defensa de Sevilla. Con este objetivo, en 1962 el Centro de Estudios se puso en contacto con SOGREAH (Societé Grenobloise d´Etudes d´Applications Hydrauliques), la cual presentó a la administración española un Modelo matemático hidrológico del Guadalquivir, aguas arriba de Sevilla, completado poco después por un Informe general de los estudios y ensayos en modelo reducido sobre la protección de Sevilla contra las crecidas del Guadalquivir.

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4.3.2. La ejecución de la Corta de La Cartuja Contando con los resultados de las experiencias de SOGREAH, se redactó el proyecto de la corta, que una vez aprobado definitivamente por el Ministerio de Obras Públicas, permitió le comienzo de los trabajos en julio de 1975. La solución finalmente adoptada consistió en un canal de 5,5 km. de largo trazado entre la desembocadura del Rivera de Huelva y el paraje conocido como las Erillas. El cauce tiene una anchura de 100 metros en el fondo y de 250 metros a nivel del terreno. S e trata de un cauce estable en el que no se producen ni socavones en avenidas, ni aterramientos en estiaje. Sobre ambos lados del cauce excavado se sitúan los muros de defensa. El nuevo perímetro amplia la superficie defendida en unas 500 hectáreas en el margen izquierdo y 230 hectáreas en el lado del Aljarafe. Finalmente sobre el nuevo cauce se construyeron los puentes necesarios para tráfico de vehículos, ferrocarril SevillaHuelva y las tuberías que suministran el agua potable a la población. El proyecto de la corta responde exclusivamente al problema hidráulico de las inundaciones sin plantearse los aspectos urbanos que la intervención suponía: la pérdida de sentido de la configuración de la ciudad al modificarse el condicionante físico que la había determinado.

Estado anterior El río en 1950: plan Brackenbury. El tapón de Chapina. José Manuel Domínguez Cascajosa (2009-2010) 3ºD

1982: la formación del sistema de defensa actual. La Corta de la Cartuja. I Desviación del tamarguillo; 1. San Jerónimo; 2. Santa Justa; 3. La Cartuja; 4. Chapina; 5. Patrocinio; 6. Dársena del Batán; 7. Heliópolis; 8. Punta del Verde; 9. Arranque canal Sevilla-Bonanza.

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4.4. El desaterramiento de Chapina y la nueva Torneo La restitución del cauce histórico y la apertura del frente noroccidental de la ciudad al río constituye la operación de mayor significación urbanística para Sevilla de entre todas las realizadas con ocasión de la Exposición Universal. Cuando la reorganización del sistema de defensa que significó la corta de la Cartuja abrió la posibilidad hidrográfica del desaterramiento, inmediatamente se extendió en la ciudad la idea de que el río volvería acorrer. Curiosamente, esta imagen –que no corresponde a la realidad de una operación que lo que hace es trasladar el tapón 5,5 kilómetros aguas arriba prolongando la dársena ya existente- se ha transmitido con reiteración en la explicación y divulgación oficial de las transformaciones. Realmente, la recuperación parcial de la corriente fluvial, que hubiera exigido una esclusa en sustitución del cierre de San Jerónimo, llegó a plantearse, pero se descartó rápidamente por sus inconvenientes y dificultades de funcionamiento.

Estado anterior 1982: la formación del sistema de defensa actual. La Corta de la Cartuja.

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1992: la Exposición Universal y la nueva relación entre el río y la ciudad. Desaterramiento de Chapina y restitución del cauce histórico. 1. Aterramiento de San Jerónimo; 2. Puente del Alamillo; 3. Puente de la Barqueta; 4. Pasarela de la Cartuja; 5. Puente de Chapina; 6. Puente de las Delicias; 7. Puente del V Centenario; 8. Esclusa; 9. Punta del Verde

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La restitución del cauce ha significado la reorganización de las complejas funciones que cumple Chapina como puerta oeste de la ciudad, enlace con Triana y el Aljarafe, acceso ferroviario a Huelva y al Puerto, por el margen derecho, y nudo neurálgico de servicios. Todas ellas aprovechaban el aterramiento que se trataba de levantar, dificultando la intervención y condicionando las soluciones alternativas al tapón. A la restitución del cauce histórico se ha unido la posibilidad de recalificar formal y funcionalmente el sector occidental del casco y el norte de la ciudad, aprovechando la oportunidad ofrecida por el desmantelamiento de los tinglados ferroviarios del borde del río. El diseño de la nueva relación entre la ciudad y el río se materializó en la ampliación y desdoblamiento de la calle Torneo en el tramo comprendido entre Chapina y la Barqueta y en su prolongación desde allí hasta San Jerónimo. Entre la nueva avenida y el río se creó, a varios niveles, un magnífico paseo de ribera ajardinado, llamado de Juan Carlos I. La sección viaria de la nueva Torneo fue fruto de un acuerdo entre las necesidades del tráfico y la búsqueda de una caracterización de avenida urbana que cumpliera adecuadamente la función de conectar la ciudad al río. El resultado fue considerado bastante insatisfactorio, especialmente por lo que se refiere a la desaparición de un posible paseo central, tipo bulevar, que quedó reducido a un estrecho parterre.

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5. Los puentes de sevilla

Al igual que la historia de Sevilla queda patente en las transformaciones que sufre el Guadalquivir, esta historia podría escribirse siguiendo los hitos que fijan la construcción de los puentes, con la certeza de que los espacios de tiempo entre ellos marcan también épocas básicas de la ciudad. Un ejemplo lo tenemos en los ciclos temporales, con independencia de la influencia de los puentes en la vida socioeconómica de la ciudad. En el siglo XII, los almohades construyeron el primer puente sobre el Guadalquivir, el puente de barcas (1171 – 1852), el cual tuvo el período más largo de la historia y fue contemporáneo de casi siete siglos de evolución ciudadana. Es decir, fue testigo de la Reconquista cristiana, de la Edad Media, del Renacimiento, del Barroco y de la ilustración, además de parte del siglo XIX. Toda la existencia de los Siglos de Oro y del puerto de Indias tuvo al puente de barcas como fondo iconográfico, como confirman las decenas de perspectivas de la época de la Sevilla del Imperio. El puente de barcas fue sustituido por el de Isabel II, vulgo de Triana, en 1852, después de pasar decenas de años de proyectos inacabados. Las obras para su construcción comenzaron en 1845. Luego siguieron el puente de Alfonso XII, para el ferrocarril Sevilla – Huelva, construido en 1879, y la popular pasadera del agua en Chapina, abierta al público en 1898. Ambos puentes fueron derribados para construir el paseo del Cristo de la Expiración a finales de los años cincuenta. En 1926 se inauguró el puente de hierro, oficialmente llamado Alfonso XIII. Le siguió el de San Telmo, en 1931. En 1933 fue construido el puente móvil y viaducto de San Juan de Aznalfarache. Los dos puentes de hierro del Patrocinio se construyeron en 1940 y 1971. Ambos fueron destruidos para construir la autovía hacia Huelva y Extremadura, con nuevos puentes con motivo de la Exposición Universal de 1992. Otro puente sobre la vega de Triana fue realizado en 1943.

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Desde el puente de barcas hasta el del Generalísimo, actual de Las Cigarreras construido en 1968, pasaron setecientos noventa y siete años, casi ocho siglos para cinco puentes principales, al margen de otro de ferrocarriles y secundarios. Posteriormente, en solo once años, entre 1981 y 1992, se construyeron en Sevilla doce puentes principales. Esto da idea de los efectos positivos de la Exposición Universal de 1992, que con el conjunto de obras de infraestructuras básicas, situó a la ciudad y su entorno metropolitano en las puertas del siglo XXI.

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6. Conclusiones El problema de las relaciones de la ciudad con el río se sitúa en la actualidad en un nivel completamente distinto al que ha caracterizado estas relaciones en muchos momentos de la trayectoria anterior. Desde la formación de la ciudad hasta mediados del Siglo XX, esta relación con el Guadalquivir se ha basado en el intento del hombre por defender la ciudad de las frecuentes crecidas del río y debido a las medidas adoptadas para conseguir este propósito la ciudad ha ido evolucionando, expandiéndose y conquistando cada vez más territorio, un territorio en un principio adverso y que posteriormente gracias a los avances en el campo del ingeniería han podido reconvertirse en espacios urbanos. Por lo tanto, es evidente que la actual forma de la ciudad, sus conexiones y la forma en la que se han ido colmatando nuevas zonas han dependido muy profundamente de esta relación con el Guadalquivir. Estas medidas dirigidas a la domesticación del cauce del río han ido dotando a la ciudad de nuevos terrenos; la Exposición Iberoamericana de 1929 legó a Sevilla el Paseo de la Palmera en torno al cual se ordenó todo el sur de la ciudad, la nueva Torneo y el paseo de ribera de Juan Carlos I, se presentan como la mejor herencia urbanística de la Exposición de 1992. A través de ellos se recupera la relación de la ciudad con el río, se integra el sector norte de la ciudad y se revaloriza la fachada del casco en el tramo de Torneo. Actualmente está fuera de duda la importancia de los espacios hidráulicos como elementos simbólicos que aportan significación a los hechos urbanos; se aprecia su valor como recursos capaces de contribuir a la positiva reestructuración de la ciudad. Todo esto ha supuesto un gran avance frente a la situación anterior. Sin embargo, siguen existiendo limitaciones para alcanzar un nivel óptimo de satisfacción en cuanto a las exigencias que se plantean sobre estos recursos. Los factores que limitan los planteamientos más ambiciosos no son los de antaño (la inundación como amenaza, la actividad portuaria como condicionante prioritario…). De la dinámica que estos factores impulsaron, hay que extraer la enseñanza de que en algunos casos fueron más allá de lo que, desde el punto de vista de sus propias necesidades, hubieran tenido que ir. Esto ha obligado a que posteriormente se hayan tenido que plantear costosas y complicadas operaciones para subsanar consecuencias indeseadas de situaciones anteriores. Además de situaciones nefastas, avaladas sin embargo por el discurso técnicopolítico de la época, que afortunadamente para Sevilla pudieron ser frenadas en algunas de sus manifestaciones más extremas. A aquellas presiones han venido a suceder hoy en día otras que quizás expresen de distinta manera el mismo principio fundamental: la rentabilización, lo más directa e

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inmediatamente posible, de la puesta en valor de los nuevos espacios. A esa lógica, cargada de inercia y razones de pragmatismo y operatividad, habría que contraponer una conclusión extraída de la larga experiencia que la ciudad ha ido acumulando sobre sus espaldas: todas aquellas intervenciones relacionadas con el río que han dejado una herencia profundamente positiva se han caracterizado por la doble cualidad de basarse en planteamientos de largo alcance, fundados en el servicio público.

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7. Evolución de la ciudad sobre estado actual

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8. Bibliografía

- El Guadalquivir y la transformación urbana de Sevilla (siglos XVIII-XX)/ Leandro del Moral Ituarte. Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla, 1992 Idioma: Español Sign: Biblioteca E.T.S.A. Q 711.4 Sevilla 201

- Sevilla, y sus puentes : álbum fotográfico de la formación de la ciudad : (Siglos XII al XXI, 1171-2009) / Nicolás Salas. Sevilla : Guadalturia, 2009 Idioma: Español Sign: Biblioteca E.T.S.A. Q 711.4 Sevilla 225

- Historia gráfica del puerto de Sevilla/ Fernando Serrano Mangas. Sevilla : Junta del Puerto de Sevilla, 1989 Idioma: Español Sign: Biblioteca E.T.S.A. Q 725.3 123

- Puerto y ciudad / II Foro de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 15 y 16 de mayo de 2003/ edición a cargo de Antonio Piñero Valverde, Victoriano Sainz Gutiérrez. Sevilla : ETSA de Sevilla, Grupo de Investigación "Ciudad, Paisaje y Territorio", 2004 Idioma: Español Sign: Biblioteca E.T.S.A. Q 725.3 91

- http://www.sanjuandeaznalfarache.net/rioorganizacion. Idioma: Español Última consulta: 31/5/2010

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