La Cuestion Social

Liceo Andrés Bello A-94 Coordinación Técnica Pedagógica Departamento de Historia y Cs. Sociales. Profesora Joana Martíne

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Liceo Andrés Bello A-94 Coordinación Técnica Pedagógica Departamento de Historia y Cs. Sociales. Profesora Joana Martínez NM 1

LA “CUESTIÓN SOCIAL” Y EL PENSAMIENTO SOCIALISTA 1. LA "CUESTIÓN SOCIAL" A lo largo del siglo XIX, el desarrollo de la tecnología y la actividad industrial irrumpió hasta en los más lejanos rincones del planeta y con sorprendente rapidez. La burguesía extendió por el mundo su concepto de progreso, tejiendo como una telaraña su red de intereses económicos con los hilos del ferrocarril, el telégrafo y la electricidad. Con la misma velocidad expansiva, el nuevo modelo de producción industrial daba a luz a millones de proletarios que debían vender a bajo precio su fuerza de trabajo. El reemplazo de la manufactura por la fábrica y la mecanización de la agricultura en el mundo rural, provocaron un alto índice de cesantía entre artesanos y campesinos, que terminaron engrosando las filas de la nueva clase social: el proletariado o clase obrera. El aumento vertiginoso de los índices de producción industrial en las economías europeas, determinaron la escasez de fuentes energéticas y de materias primas en el viejo continente. Esta necesidad lanzó a las potencias coloniales a extender sus áreas de influencia hacia todos los continentes. El nuevo modo de producción industrial, al igual que el desarrollo de los nuevos sectores proletarios no reconocían fronteras, y desde Europa y Norteamérica se extendían por el mundo las nuevas manifestaciones de desigualdad social, sintiéndose cada vez más lejanas las consignas de libertad, igualdad y fraternidad con que la burguesía había abierto las puertas de la Historia Contemporánea.

l. l Las manifestaciones del problema social

 Las relaciones laborales. Las relaciones que impuso la burguesía industrial agudizaron la situación de inferioridad del







 

proletariado, totalmente desprotegido de los sectores patronales al no existir normas legales que regularan los contratos de trabajo, los salarios, la jornada laboral o la seguridad social. Al conjunto de legítimas demandas y reivindicaciones de la clase obrera se le llama "cuestión social". La jornada de trabajo. Tanto el proletariado minero como el industrial, debían soportar jornadas laborales de entre 12 y 14 horas diarias de trabajo efectivo, a las que se sumaba el tiempo de traslado desde su lugar de residencia hasta el de las faenas. Las pocas horas que quedaban libres debían ser empleadas por los trabajadores en el intento de recuperar la energía para la nueva jornada. El tiempo para recreación y las relaciones familiares eran un lujo casi desconocido. Esta inhumana condición era tanto más grave, en cuanto los conceptos de vacaciones o de descanso dominical solo fueron reconocidos en muchos países a fines del siglo XIX y comienzos del XX. En Chile se promulgó una primera Ley de Descanso Dominical en 1907. La dureza de la disciplina laboral. La fábrica maquinizada y la producción en serie, impusieron nuevas condiciones laborales y una disciplinada organización basada en los criterios de rentabilidad y eficiencia. Legiones de obreros comenzaban sus labores al sonido de una sirena o al tañer de las campanas de la fábrica, y solo podían cesar en sus funciones al escuchar la misma señal. Se castigaba con multa al obrero que no tuviera la máquina limpia, al que interrumpiera su trabajo por cualquier necesidad o al que hablara o silbara durante la actividad. La inseguridad y desprotección del obrero. El trabajador debía poner a un sustituto si se enfermaba; no recibía salario por los días de ausencia y podía ser despedido sin ningún derecho. Por lo general, los lugares de trabajo no reunían las condiciones mínimas de seguridad, higiene y salubridad. Los accidentes y las enfermedades laborales no se imputaban a los empresarios y se consideraban de la responsabilidad del trabajador. El trabajo infantil. Los niños, por ser más sumisos y por cobrar un salario menor, constituyeron una mano de obra muy rentable. En muchos casos se les escogía para labores en minas u otros lugares estrechos donde no cabía un trabajador adulto. En Francia se reglamentó en 1841 la edad mínima de 8 años y la prohibición de que los niños trabajaran de noche. Las habitaciones obreras. Si las condiciones en la fábrica eran inhumanas, la vida en los barrios obreros reunía todas las formas de miseria material y espiritual. Las viviendas carecían de espacio, servicios sanitarios, luz y ventilación. El hacinamiento, la escasez de agua potable y la inexistencia de áreas verdes transformaban a los barrios obreros en verdaderos focos de infecciones y enfermedades.

Embrutecidos por el trabajo desde la infancia, desnutridos, desarraigados y marginados por la sociedad, los trabajadores soportaron y padecieron los costos altísimos de la revolución económica. CRONOLOGÍA

Reivindicaciones sociales

1841 •En Francia se establece la edad mínima de 8 años para trabajar. 1842 •Prohibición del trabajo femenino en las minas, Inglaterra. 1847 •Ley de reducción de la jornada de trabajo a 10 horas en Inglaterra. 1883 •Leyes de seguridad social en Alemania (1894 en Francia; 1908 en Inglaterra). 2. EL SOCIALISMO UTÓPICO RESPONDE A LA CUESTIÓN SOCIAL La extrema pobreza de las clases trabajadoras fue motivo para que intelectuales progresistas criticaran el modelo capitalista de producción y se buscaran alternativas al problema social, basadas en la solidaridad y en la justicia distributiva. Las primeras búsquedas se hicieron a través de románticas doctrinas de redención social, que ponían su acento en la reforma pacífica del modelo liberal. Frente a la hostilidad y a las profundas contradicciones entre las clases proponían la concordia, creyendo firmemente en el convencimiento progresivo de la burguesía sobre la necesidad de un cambio social en el mundo del trabajo. Por el modelo idílico que estos pensadores quisieron implantar, y por lo irrealizable de sus programas, estas posturas serían conocidas como socialismo utópico. Entre los principales inspiradores del socialismo utópico se destacan:

 Claude Henri de Rouvroy, Conde de Saint-Simon (1760 -1825). Procedente de una familia noble, el conde



de Saint-Simon concebía una sociedad regida por sabios en la que la propiedad privada fuera remplazada por la propiedad comunitaria y desapareciera la explotación del hombre por el hombre, que en estos tiempos era casi la única forma de trabajo que recaía en la mayoría de la población, en edad de cumplir como trabajador. En esta sociedad idílica, se reconocería a cada hombre según su capacidad y a cada capacidad según sus obras. Sus ideas sociales estaban fuertemente influidas por el evangelio y especialmente por el valor de la caridad fraterna. Robert Owen (1771-1858). Era un empresario y filántropo inglés que confiaba en la bondad natural del hombre, y creía que las contradicciones entre las clases se podían resolver a partir de la educación. Ensayó formas de propiedad colectiva en sus fábricas en EE.UU. pero fracasó. En Inglaterra intentó un sistema cooperativo, en el que los productos se intercambiaban no por el precio de mercado, sino por el valor de las horas que había costado su elaboración.

 Charles Francoise Fourier (1772 -1837). Sostenía que la civilización industrial y la mentalidad capitalista





eran responsables de la pobreza, la anarquía y la corrupción moral. Soñaba con una sociedad en la que los hombres se agruparan libremente en falansterios, comunidades sociales en las que el trabajo y las necesidades se desarrollarían en armonía. Cada falansterio estaría organizado como una comunidad agrícola autosuficiente, en la que todos los servicios serían comunes y donde cada persona podría elegir libremente el trabajo que quisiera realizar. Los bienes económicos serían distribuidos siguiendo el principio de la equidad. Pierre Proudhon (1809 –1865). Se oponía a la existencia de la gran propiedad capitalista. Proponía el reemplazo del Estado por una nueva sociedad basada en el mutualismo y en la libre federación de comunas. En 1840, Proudhon publicó su obra ¿Qué es la propiedad?, en la que criticaba la existencia de la propiedad privada, estimando que la condición natural de la sociedad humana era la existencia de la propiedad colectiva o comunitaria. Se le considera el primero de los grandes teóricos del anarquismo por su postura contraria a la existencia del Estado. Luis Blanc (1811-1882). Fundó en París la Revista del Progreso y en ella publicó, en 1839, su estudio sobre La Organización del Trabajo. En esa publicación establecía principios y fórmulas para el mejoramiento social, que fueron la piedra angular de su pensamiento político. La famosa fórmula "a cada uno según sus necesidades, a cada uno según sus facultades", está contenida en su estudio. Reclamó la disminución de las horas de la jornada obrera y sostenía que todo ciudadano tenía derecho a que el Estado le diese trabajo en caso necesario. Quiso sustituir el capital individual por la producción industrial del Estado, a cuyo fin se fundaron los Talleres Nacionales en los que llegaron a reunirse 100.000 trabajadores. En 1848 fue miembro del gobierno provisional junto a Lamartine, y presidió la Asamblea de Trabajadores de París.

Las estrategias de reforma social seguidas por los socialistas utópicos fracasaron, es verdad, pero estos pensadores tienen el mérito de haber denunciado la situación desesperada de las clases trabajadoras en el régimen capitalista. Muchas de sus ideas

dieron forma a los actuales programas de la social-democracia europea. 3. EL SOCIALISMO CINTÍFICO O SOCIALISMO MARXISTA Fracasados los proyectos de los socialistas utópicos, surgirá y se impondrá la teoría del socialismo científico sostenida por el judío-alemán Karl Marx, secundado por su amigo y permanente colaborador Friedrich Engels. Formados en la filosofía alemana, elaboraron una doctrina político-social - económica que preconizaba la transformación radical del Estado Capitalista en Estado Socialista. Sus postulados adquirieron notoriedad a partir de 1848 con la publicación del Manifiesto Comunista, en Londres. Esas ideas se desarrollaron luego en su obra fundamental, El Capital, que comenzó a publicarse en 1867. En su Tesis sobre Fehuerbach plantea que los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, y que ha llegado la hora de transformarlo. Los pilares de la teoría marxista se encuentran en el Materialismo Dialéctico y en el Materialismo Histórico. El método dialéctico de análisis utilizado por Marx y Engels, interpreta los cambios del universo natural y social como el producto de las contradicciones que todas las cosas encierran en sí mismas. Acción y reacción, positivo y negativo, combinación y disolución de elementos, explican la dinámica y el enfrentamiento de fuerzas y polos contrarios de la materia. En la vida social es la lucha constante entre lo viejo y lo nuevo, entre los dueños de los medios de producción y los que solo tienen su fuerza de trabajo, entre las clases opresoras y oprimidas. Es el desarrollo de estas contradicciones lo que hace avanzar la sociedad e impulsa la sustitución de la vieja sociedad por la nueva. El Materialismo Histórico es la aplicación del método dialéctico al estudio del desenvolvimiento de las sociedades. Según estos principios fundamentales, el modo de producción del hombre determina su pensamiento y sus deseos. La estructura económica de la sociedad, con sus particulares relaciones de producción material, es la base sobre la cual se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social como la mentalidad, la ciencia, la filosofía y la religión. Desde esta visión, la lucha de clases ha sido siempre el motor de la historia: El permanente enfrentamiento entre opresores y oprimidos determinó el paso de la sociedad esclavista a la sociedad feudal, y de la sociedad feudal a la capitalista. Las contradicciones entre amos y esclavos, señores y siervos, nobles y burgueses han sido remplazadas en la sociedad capitalista por las contradicciones entre la burguesía y el proletariado. Cuando estos conquisten el poder político, se socializarán los medios de producción y se podrá establecer una sociedad socialista que representa el paso previo a la instauración de una sociedad más justa y sin clases; sin opresores y oprimidos; donde no exista la propiedad privada: la sociedad comunista.

Friedrich Engels

4. EL MOVIMIENTO OBRERO Desde los albores de la Revolución Industrial, los obreros intentaron asociarse para defender sus derechos frente a la voracidad del capitalismo; sin embargo, los primeros intentos fueron muy locales, inorgánicos y espontáneos. Las revoluciones burguesas europeas de comienzos del siglo XIX dejaron algunos resabios feudales que obstruían el movimiento republicano y el desarrollo de la industria. La burguesía encabezó la lucha contra la nobleza feudal, apoyada por obreros y campesinos, pero muy pronto esas conquistas demostraron ser insuficientes para los trabajadores. No tardaría en llegar el enfrentamiento con los grandes capitalistas industriales en la búsqueda de condiciones laborales y de vida más justas y equitativas. 4.1 El Ludismo y los Trade-Unions Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial, fue también la cuna del movimiento obrero. La aparición de la máquina en el Karl Marx proceso productivo, empeoró las condiciones laborales de los trabajadores, que vieron en la máquina la razón de sus penurias. Esa fue la causa de que en Inglaterra y, más tarde en otros países, los obreros destrozaran máquinas e instalaciones, manifestando así su protesta contra las condiciones de vida. En Inglaterra este movimiento fue denominado ludismo, tomado del nombre del obrero Ludd que probablemente fue el primero en adoptar esta actitud destructiva contra lo que suponía responsable de su explotación. El gobierno británico no tardó en penalizar con el máximo rigor a los culpables del deterioro de las máquinas. Los trabajadores comprendieron muy pronto que los responsables de la explotación no eran las máquinas sino sus dueños, y que la mejor forma de luchar por la defensa de sus intereses era formar asociaciones obreras clandestinas, ya que estas organizaciones eran perseguidas por los industriales y por los gobiernos. Cuando la presión obrera consiguió abolir las normas prohibicionistas en 1825, se multiplicaron los sindicatos de oficios o Trade-Unions, alcanzando muy pronto el nivel de federaciones y grandes centrales sindicales. Estos sindicatos tenían por función principal la reivindicación social, mejores condiciones de vida, trabajo y protección laboral. Poco a poco las centrales sindicales comenzaron a exigir al Estado garantías relacionadas con la situación de un trabajador digno, es decir, buenas condiciones de salubridad, mejores sueldos, entre otros.

4.2 El Cartismo En las primeras décadas del siglo XIX, los obreros ingleses se fueron incorporando cada vez más activamente a la lucha por la reforma electoral contra el sistema censitario, que daba derecho de sufragio solo a una elite económica. En 1836, la Asociación de Trabajadores de Londres, con el apoyo de sectores burgueses intelectuales y progresistas, redactaron un programa de reforma conocido como La Carta, en la que se exigía el sufragio universal, el voto secreto, la dieta e inmunidad parlamentaria, y circunscripciones electorales iguales. En 1840 se organizaba la Asociación Nacional Cartista, agregando una serie de reivindicaciones de carácter laboral. Las casi 3 millones de firmas que suscribían las peticiones obligaron al Parlamento inglés a promulgar, en 1847, una ley reduciendo a lo horas la jornada de trabajo. 4.3 Las Revoluciones de 1848 Otro hito importante en la historia del movimiento obrero lo constituye la participación protagónica de los trabajadores en las revoluciones que en 1848 se extendieron por Europa. Esta lucha continental antimonárquica que logró reunir a elementos republicanos, nacionalistas y socialistas, tuvo su más alta expresión en Francia, donde los trabajadores, al verse traicionados por la alta burguesía, se tomaron París y establecieron un gobierno provisional en el que participaron Luis Blanc y Alfonso Lamartine. Los sectores socialistas decretaron la formación de los talleres nacionales para los trabajadores cesantes, la reducción de la jornada laboral y el establecimiento del sufragio universal. Si bien este movimiento no prosperó, demostró que los trabajadores eran capaces de presentar exigencias políticas y económicas propias y mejorar su nivel de conciencia y organización.

CRONOLOGÍA 1824 Se crean las primeras Trade-Unions en Inglaterra. 1825 Cooperativas de Producción en Estados Unidos. 1840 Se organiza la Asociación Nacional Cartista. A la lucha por el sufragio universal se suman reivindicaciones laborales. 1842 En México y Estados Unidos se ensayan falansterios. 1848 Publicación del Manifiesto Comunista de Karl Marx.  

1848 Revolución Liberal en Francia y otros países de Europa.  Auge del Movimiento Obrero. Louis Blanc impulsa la creación de los Talleres Nacionales. 1864 Primera Asociación Internacional de Trabajadores.

1886 1º de Mayo. Huelga General de los trabajadores de Chicago exigiendo la jornada laboral de 8 horas. Siete dirigentes sindicales son sentenciados a la horca. 1889 II Internacional. Triunfo de la línea de un socialismo reformista. 1891 Encíclica Rerum Nouarum, papa León XIII. 1907 Se promulga en Chile la Ley de Descanso Dominical. Masacre de Santa María de

4.4 La Primera Internacional Obrera Cuando los trabajadores europeos tomaron conciencia de que los problemas del proletariado eran los mismos en todas las naciones, fundaron en Londres la primera Asociación Internacional de Trabajadores (1864), bajo la influencia directa de Marx y Engels. Los estatutos en la Internacional, formulados por el propio Marx, contenían las principales tesis del socialismo científico: el internacionalismo proletario y la unión de la doctrina socialista con el movimiento obrero. Pero a pesar del prestigio ganado por la Asociación al apoyar las huelgas en los distintos países, fuertes disensiones internas provocaron su disolución. Los conflictos entre socialistas y anarquistas determinaron la expulsión de los últimos en el Congreso de La Haya (1872). Paralelamente, los anarquistas convocaron otro congreso en Saint-Imier para rechazar los postulados del marxismo.

4.5 El Anarquismo Las ideas anarquistas de fuerte influencia en el movimiento obrero en la segunda mitad del siglo XIX, tienen sus principales exponentes en el francés Pierre Proudhon y en el ruso Mijail Bakunin. El denominador común de las diversas tendencias anarquistas es el rechazo a toda forma de autoridad y organización que les sean impuestas a las personas; en consecuencia rechazan la existencia del Estado por considerarlo la principal fuente de represión del individuo. Defienden la libertad total rechazando todo tipo de poder. La propiedad privada se considera un robo, y debe ser extirpada de la sociedad, junto con la supresión progresiva del derecho a la herencia. Para los anarquistas, los campesinos constituyen masas revolucionarias en potencia. Por último, a diferencia del marxismo, los anarquistas abominan la política, no llegan a formar partidos sino sindicatos, y no participan en el juego electoral ni en la vida parlamentaria, ya que para ellos, lo único y lo más importante es reivindicar la situación de pobreza que sufría la mayoría de la población trabajadora del viejo continente. 4.6 La Segunda Internacional Los conflictos entre socialistas y anarquistas unidos al pesimismo que produjo la derrota obrera en la Comuna de París (1871), terminaron por disolver la Primera Internacional en 1879, pero el movimiento obrero retomó vida en 1889. Cuando se reunió la Segunda Internacional, en la que triunfó una línea socialista reformista que integró a los partidos obreros a la vida política, participando en los respectivos países dentro del marco de las democracias parlamentarias. El internacionalismo proletario, sin embargo, no pudo impedir, a pesar de sus esfuerzos, las competencias imperialistas que desembocarían en el estallido de la Primera Guerra Mundial a comienzos del siglo XX. La "cuestión social" que había tenido su origen en los mismos países donde se inició la Revolución Industrial, rápidamente se extendió por el mundo, siguiendo el rumbo de avance del modo de producción capitalista. En América Latina, las enormes desigualdades sociales, la estructura agraria latifundista y la incipiente industrialización, fue gestando un proceso de maduración del movimiento obrero y campesino que a fines del siglo XIX y comienzos del XX exigió con fuerza condiciones de mayor justicia social. Las primeras formas de organización popular se llevaron a cabo en torno a movimientos mutualistas y de sociedades cooperativas. Más tarde, las mancomunales obreras dieron expresión a mayores movimientos reivindicacionistas laborales, especialmente en los lugares donde las faenas mineras aglutinaban y cohesionaban a miles de trabajadores, como fue el caso de las oficinas salitreras en Chile. En las postrimerías del siglo XIX y a comienzos del XX, la mayor urbanización y la aparición de una industria incipiente, permitirán el desarrollo y maduración del movimiento sindical. En esta etapa de mayor conciencia política de los trabajadores, se sentirá con fuerza la influencia del pensamiento socialista, tanto con sus vertientes anarquistas, como en la línea marxista. Esta última expresión se extendió, sobre todo, después del triunfo de la Revolución Bolchevique y la instauración de la Unión Soviética, que se ocupó de difundir el principio de internacionalismo proletario con la creación de la Tercera Internacional Comunista, en 1919. Fuente: “Ciencias Sociales” educación media III. Lucía Valencia, María Rojas, Estela Ayala, Alfredo Gómez, Marcos Fernández. Edit. Santillana, 2001.