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El siguiente material se reproduce con fines estrictamente académicos y es para uso exclusivo de los estudiantes de la materia Psicología del Desarrollo II de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad ICESI, de acuerdo con el Artículo 32 de la Ley 23 de 1982. Y con el Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena.

ARTÍCULO 32: “Es permitido utilizar obras literarias o artísticas o parte de ellas, a título de ilustración en obras destinadas a la enseñanza, por medio de publicaciones, emisiones o radiodifusiones o grabaciones sonoras o visuales, dentro de los límites justificados por el fin propuesto o comunicar con propósito de enseñanza la obra radiodifundida para fines escolares educativos, universitarios y de formación personal sin fines de lucro, con la obligación de mencionar el nombre del autor y el título de las así utilizadas”. Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo Cartagena. ARTÍCULO 22: Sin prejuicio de lo dispuesto en el Capítulo V y en el Artículo anterior, será lícito realizar, sin la autorización del autor y sin el pago de remuneración alguna, los siguientes actos: b) Reproducir por medio reprográficos para la enseñanza o para la realización de exámenes en instituciones educativas, en la medida justificada por el fin que se persiga, artículos lícitamente publicados en periódicos o colecciones periódicas, o breves extractos de obras lícitamente publicadas, a condición que tal utilización se haga conforme a los usos honrados y que la misma no sea objeto de venta o transacción a título oneroso, ni tenga directa o indirectamente fines de lucro;...”.

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4. La corporalidad adolescente Emma De Llanos Serra

4.1. LA VIVENCIA DE LO CORPORAL EN LA ADOLESCENCIA 4.1.1. Cuerpo y crisis de identidad Con la entrada en la pubertad se produce una experiencia 'similar a la que tuvo lugar hacia el final del segundo año de vida: la distinción entre el «ser-no ser» y la progresiva estructuración de un primer Yo Corporal. 1 Algunos autores hablan de una segunda individuación; quizás una terminología algo simplista si tenemos en cuenta la complejidad del fenómeno durante la adolescencia. El adolescente, presionado por las transfprmaciones corporales puberales, debe forjar una imagen de 'sí mismo que contemple la integración de las diferentes zonas erógenas (que en un principio permitieron el descubrimiento «por partes» del propio cuerpo) y su subordinación a la genitalidad, con lo cual su cuerpo pasa a tener entonces un claro significado sexual. Queda claro pues que, llegada la pubertad, la «aparente» tranquilidad de los períodos precedentes se trunca. Se pone en cuestión una imagen corporal construida hasta entonces en términos generales de «inocencia», por lo que ésta deberá ser reelaborada y aceptada. Tarea que será tanto más difícil cuanto peores hayan sido las experiencias afectivas tempranas. El cuerpo total, completo, se asume ahora como una entidad totalmente diferenciada (dicotomía «yo-no yo»), pero a su vez, el adolescente se encuentra ante la imperiosa necesidad de estructurar un nuevo Yo corporal y conformar en torno al mismo una nueva identidad. Proceso nada fácil si tenemos en cuenta que el Yo a esta edad es Jo suficientemente débil como para tener difi-

l. Debe tenerse en cuenta que el Yo es básicamente corporal en la protoadolescencia, psicológico en la mesoadolescencia y social en la postadolescencia.

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cultades en la aceptación e integración del cúmulo de transformaciones que de forma intrusiva se apoderan de él. Con la irrupción de la maduración sexual, el adolescente puede sentirse falto de coherencia interna y, por lo tanto, verse perturbado el sentido de la propia identidad. Es frecuente el sentimiento de extrañeza y de no reconocimiento del propio cuerpo que invade al adolescente, como si de una esquizofrenia se tratara. Tiene la sensación de estar deformado físicamente, carencia que no tiene por qué corresponderse con la realidad, ya que se trata de falsas percepciones de la imagen de sí mismo. · Ajuriaguerra propone para definir estos estados de ánimo el término dismorfestesia (sentimiento de deformidad) frente al de dismorfofobia, utilizado por primera vez por Morselli en 1880', al considerar qu.e se trata más de una obsesión por el cuerpo que de una auténtica fobia. No obstante, sí que existe un temor (para Ajuriaguerra el temor al rechazo social), y es el temor a un cierto número de fuerzas pulsionales que se manifiestan a través de un cuerpo erotizado; el temor a la pérdida del cuerpo infantil; el temor a la pérdida de los padres de la infancia; el temor a la evidencia de una identidad sexual. Aspectos todos ellos desvelados y representados por las transformaciones corporales. Existe, pues, una dosis elevada d~ angustia ante el.reajuste intrapsíquico que subyace a dichos cambios. Reajuste que puede concretarse en tres duelos fundamentales. l. Duelo por el cuerpo infantil: Ante la definición de la identidad genital, el niño y la niña púberes se ven obligados a renunciar a las fantasías de su bisexualidad, omnipresentes en el pensamiento infantil, para dejar paso a la masculinidad y feminidad respectivamente. · 2. Duelo por la dependencia infantil. Al asumir un. cuerpo genital, adulto, el adolescente revive el abandono y la pérdida de la relación dual y simbiótica con la madre, gracias a la cual el niño vivía en un estado de bienestar y placer. 3. Duelo de los objetos edípicos. ·El desarrollo corporal hace tomar conciencia al adolescente del cuerpo sexuado de sus padres, y del posible «entrometimiento» en su relación. Por ello debe producirse necesariamente (imperativo del tabú del incesto) y de forma paulatina la remoción de la líbido de los objetos edípicos y orientarse hacia nuevos objetos exogámicos. La rebeldía, inversión de los afectos ... son mecanismos de defensa que encontramos en el proceso más normal del desarrollo adolescente, como formas de desvinculación de las figuras parentales.

Sólo si las experiencias tempranas han sido fundamentalmente positivas, el Yo adolescente encuentra la fuerza y base necesaria para afrontar el sentimiento de vacío que acompaña la ruptura de estas primeras identificaciones (pérdida de las partes infantiles del Self).

4.1.2. Experiencia del cuerpo vs. conciencia del Yo

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Ya Freud en El Yo y el Ello (1923) puso de relieve la importancia de la relación con el propio cuerpo para el desarrollo de la personalidad y, en particular, para la percepción y prueba Qerealidad. Pero también destaca en esta misma obra cómo «el Yo se nos muestra forzado en ocasiones a transformar en acción la voluntad del Ello, como si fuera la suya propia». 2 ., Es decir, hablaríamos, en el caso de la protoadolescencia, de la invasión irresistible de lo pulsional y corporal sobre el Yo. Ante esta situación el Yo tendrá que recurrir a los mecanismos de defensa para salvaguardar su integridad. Los mecanismos de defensa adolescentes pueden clasificarse en:

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l. Centrados en el cuerpo. A través del propio cuerpo el joven se defiende de la progresiva erotización del mismo y de la sexualidad. 1.1. Ascetismo. Presupone la total represión de la energía pulsional. Pero no sólo se prohíbe la satisfacción del instinto propiamente sexual (como serían las citas con el otro sexo, los paseos ... y por supuesto la masturbación) sino que la prohibición puede llegar a ser tal que abarque cualquier .manifestación instintiva (evitar satisfacer el hambre, el frío, el cansancio ... ).. El ado-_ lescente castiga cruelmente su «cuerpo sexuado». La anorexia mental es un ejemplo claro en el que se recurre a este mecanismo de defensa. 1.2. Atletismo. Yo atlético como antítesis al Yo ascético descrito anteriormente. Las transformaciones corporales del adolescente conducen a un incremento de la masa y fuerza muscular que favorecen el recurrir a la acción (hiperactividad) como forma de hacer frente a las angustias y conflictos propios de la adolescencia. El temor a la pasividad, al infantilismo, a las tendencias homosexuales conducen al adolesc-ente a reafirmarse con el propio cuerpo, a mostrar un cuerpo atlético, viril. Se recurre al deporte como forma de canalizar las pulsiones libidinales y agresivas (competición). No rechazan el cuerpo sino que «lo cultivan», lo controlan (era del culturismo). 2. Intelectualismo. No se prohíbe la expresión del instinto, sino que se desplaza. El refugiarse en la labor intelectual responde únicamente al intento de dominar la actividad instintiva; de ahí que el contenido de sus deliberaciones se correspondan con sus inquietudes psíquicas. De hecho, se conectan los procesos instintivos con representaciones que los hacen accesibles a la conciencia y, por tanto, dominables en un nivel psíquico diferente.

Siguiendo con la asociación entre experiencia corporal vs. conciencia del Yo, podríamos decir que éstas guardan una relación inversa pues, en muchas de las manifestaciones contraculturales adolescentes el culto a la corporalidad supone y conduce a una clara pérdida de conciencia del Yo.

2. S. Freud (1923) El Yo y el Ello O.C. Ed. Orbis, (1988) p. 2708.

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Tanto en el consumo de drogas, como en la exaltación de la belleza y del cuerpo en la música, el baile y en el placer erótico-sexual, subyace el retorno y la búsqueda de la utopía, el paraíso perdido (madre naturaleza), atemporal, puramente hedonista. El mundo de ensoñaciones al que se accede con la drogadicción, el sentirse arropado en el tumulto de las discotecas y conciertos (experiencia grupal), y el aislamiento que a su vez producen las músicas estridentes y compulsivas de moda, conducen obviamente a una pérdida del juicio de realidad y conciencia del Yo, a favor del culto a la sens0rialidad, al sentir el cuerpo por el cuerpo.

tivo). Formando parte de él encuentra la seguridad que obtenía en los primeros años en la relación grupal con la madre. Y eso es así porque en el grupo, con;w un todo, proyecta de forma reactiva su tan temida escisión. Razón de entender el grupo como un espacio de proyección y externalización de lo corporal. Por lo tanto, cuanto más débil y vacío se sienta el Yo, más tenderá a renunciar a su individualidad y a··someterse al Ideal Colectivo. Dentro del grupo sí que se sitúa en una situación eclípica (rivalidad e identificación); se rebela ante el padre (leyes ... ). Desde este punto de vista podemos considerar a las

4.2. EL LUGAR DEL CUERPO EN EL DESARROLLO PSICOSEXUAL ADOLESCENTE

4.2;2. Elccdón del cuerpo como objeto

4.2.1. Cuerpo como organizador del Yo Partimos de la corporalidad como el límite entre el Yo y el mundo exterior, es, por tanto, subjetividad y al mismo tiempo objeto para los demás. Es justamente en esta interrelación con los otros (juego, flirteo, oposición, contactos, etc.) como el joven prete11:de conocer los límites de su propio cuerpo, un cuerpo que a su vez se abre y se proyecta en el mundo exterio.r, parte integrante del sujeto (espacio corporal). . En definitiva, podemos considerar el cuerpo como· punto de referencia para aprehender el mundo, situarse en él y, a la vez, modificar tanto la dimensión espacial como temporal. Desde este punto de vista podemos entender la relevancia de dos nuevos espacios para el adolescente, resultado de la proyección de su nueva vivencia de lo corporal: la habitación (i) y el grupo (ii).

(i) Si atendemos a los dormitorios de Jos adolescentes, vemos que éstos, a la par de su metamorfosis corporal, son sensiblemente transformados: se revisten las paredes de pósteres COI). sus nuevos ideales, recuerdos, secretos, etc. Su cuarto es su refugio y a la vez su «nuevo cuerpo» y, como tal, es a los ojos de Jos adultos desordenado y caótico, pues refleja la desorganización que supone la irrupción de las transformaciones puberales, a la que el joven, justamente a través de este espacio trata de dar sentido y diferenciarse de la niñez. (ii) También podemos hacer referencia a la perspectiva corporal de lo grupal (Aguirre, 1987). · El niño y más tarde el protoadolescente es obligado, por la presencia cultural del padre, a renunciar a la vivencia grupal co~ la madre, resolviendo tal situación identificándose con él y conquistando (como antes hizo el padre) un patrimonio y otra mujer con la intención de formar nuevos grupos. Pero ante el gran coste psíquico que supondría asumirse como una entidad diferenciada en un momento en que no posee la suficiente integridad yoica para hacer frente al incremento pulsional, la maduración sexual, la reactualización de la situación edípica, etc., el joven se refugia en el grupo (Yo Colee-

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pandillas adolescentes: movimientos contraculturales.

Si atendemos al desarrollo psicosexual adolescente, en el intervalo que transcurre desde que se produce la remoción de la libido fijada en los padres (individuación) hasta que no se consolida la orientación de deseo hacia nuevos objetos de amor extrafamiliares, la pulsión libidinal revierte hacia el propio cuerpo. El cuerpo acaparará entonces la atención del joven que se sumirá en una profunda introspección. Este amor al cuerpo y a sí mismo, base del narcisismo secundario, supone la unificación del Yo y permite la toma de conciencia de una individualidad. A ello contribuye de forma excepcional el interés que muestran los jóvenes por mostrarse largas horas ante el espejo. El verse reflejado en un espejo ayuda a delimitar la realidad corporal, y vivendarse como una totalidad. Ahora bien, permite a su vez defenderse de la angustia que crean unas modificaciones corporales sentidas como fuente de distorsión. De ahí el no reconocerse en ocasiones por discrepar la vivencia corporal imaginaria con la imagen fotográfica y «real». · . Dado este gran interés mostrado por er adolescente hacia el propio cuerpo, tomado ahora como objeto, tanto las pulsiones libidinales (narcisismo) como agresivas revertirán hacia él, expresándose también en el cuerpo las dificultades de la integración personal. . Como ya explicitó Jeammet (1980): «el recurso al cuerpo en la adolescencia es un medio privilegiado de expresión».3 Distinguiremos entre el:

- (i) cuerpo como expresión de la relación con el entorno social (cuerpo objetivo) y - (ii) cuerpo como expresión de la conflictividad psíquica (cuerpo subjetivo). (i) Podríamos referirnos· al movimiento hippie de los años sesenta-setenta que a través de la moda del pelo largo y de la indumentaria que instau3. Ph. Jeammet (1980) L'adolescence comme conflit, en Le bien-Btre de l'enfam dallS sa famil/e E.S.F. ed., París, vol. 1, 69-80. · . · -· ·---·-"'

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raron y caracterizaba a sus adeptos expresaban sus ideas oposicionistas y de protesta. Hoy en día también las 5andas·urbanas como-los punks, skins, etc., recurren al cuerpo para expresar su rebeldía. Cuanto mayor sea su extravagancia en su apariencia física, mayor inconformismo. Desde este punto de- vista estamos haciendo referencia al vestido como «objetivización» del cuerpo, en su función tanto decorativa como protectora, sin olvidar también el sentido simbólico que implica la ropa y que deja entrever las actitudes hacia la propia corporalidad. (ii) Uno de los recursos frecuentes de que dispone el adolescente para expresar su conflictividad psíquica es la masturbación, esto es, la descarga de la excitación sexual obte~ida a través de la manipulación genital. - Su lugar en la evolución sexual. La principal función de la masturbación es la de ayudar al conocimiento e integración del cuerpo genital así como la de regular el incremento de la tensión sexual, resultado del desarrollo puberal. Puesto que dicha excitación no puede resolverse todavía en la relación de pareja, el joven púber recurre a la masturbación. El contenido de los fantasmas o fantasías que acomp(lñan la masturbación y que en realidad producen y alimentan la excitación necesaria para que ésta se lleve a cabo, evolucionan a lo largo del desarrollo psicosexual. Si bien en un principio es el propio cuerpo el objeto de deseo y de reconocimiento, más tarde son presentes fantasías de naturaleza homosexual y posteriormente fantasías de contenido heterosexual. En estos últimos casos se fantasea la relación con un objeto con el que todavía no es posible el-coito real, por lo tanto, preparan al adolescente para asumir un determinado rol sexual en las futuras relaciones de pareja. De hecho, en el momento en que es posible la descarga de la excitación sexual a través de las relaciones sexuales reales, la masturbación va desapareciendo por sí sola. De no ser así, el individuo queda fijado en un estado autoerótico, narcisista. · · Las consecuencias de dichas prácticas en el plano fisiológico son nulas, mientras que a nivel psíquico pueden llegar a crear un profundo malestar. Son frecuentes los sentimientos de vergüenza, inferioridad y culpa que invaden al adolescente después del estado de excitación creado por la masturbación. Pero lo que realmente angustia al joven es el experimentar una sensación de pérdida de control del propio cuerpo, de invasión del mundo pulsional y, por lo tanto, de fracaso en sus intentos de represión. Ahora bien, ni la angustia ni el sentimiento de culpa eliminan la masturbación sino que, por el contrario, ésta se intensifica, estableciéndose así un círculo vicioso que otorga a la masturbación un carácter compulsivo. Es tarea de padres, educadores y psicólogos desculpabilizar dichos hábitos, considerarlos evolutivamente normales y desangustiar al adolescente, abandonando, por supuesto, los juicios condenatorios todavía presentes en los adultos.

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4.3. CULTO AL CUERPO: LA ESTÉTICA OCCIDENTAL

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El interés por el cuerpo y la apariencia físic~ han e;tado presentes siempre en la historia de la Humanidad. Los valores estéticos, como es lógico, han ido cambiando con el tiempo pero no hii disminuido la preocupación de los individuos para ajustarse a los modelos culturales y a los estereotipos estéticos vigentes en su época. Hoy en día, los chicos, a través del deporte, se esfuerzan pormodelar S)lS cuerpos y ajustarse así a los cánones estético-corporales establecidos, pero la «lucha» por conseguir una apariencia física adecuada ha sido y sigue siendo prácticamente exchisiva de la mujer, rayando no en raras ocasiones la obsesión. El modelo cultural al que aspiran las mujeres y muchachas de nuestra sociedad occidental es la delgadez, y quien más susceptible se muestra a esta presión social es la adolescente. Prueba de ello es que más del 50 % de las jóvenes, en respuesta a la gran coacción publicitaria, han empezado en alguna ocasión ~lgún tipo de dieta adelgazante. Se sienten, por lo general, acomplejadas y con manías respecto sus dimensiones y formas corfiorales, y preocupadas por una apariencia poco agraciada en el momento del cambio. -· --~ . La sensibilidad a los elogios o críticas que dispensan los demás sobre--su cuerpo es tal, que la actitud que muestren las personas significativas del entomo determinará directamente la imagen corporal de los adolescentes,· es decir, la valoración o desvalorización de su persona. .. (i) Grupo familiar. La madre puede sentir el crecimiento de la hija como «peligroso», eliminando entonces la posible competitividad con ella ridiculizándola ante el ma~ido y criticando -cualquier deficiencia que presente en el desarrollo puberal. En otras ocasiones puede presentarse excesivamente exigente con la hija, como si cualquier deficiencia conllevara una herida importante a su narcisismo. Como principal modelo de la feminidad de la joven, la madre debe aceptar y validar los cambios de su hija como positivos, en caso contrario podría surgir en ella un desprecio y temor a ser mujer. Dicho temor podría ser el resultado también del sentimiento de culpabilidad que le crearía a la niña el presentarse con un cuerpo de mujer ante un padre que mantuviera- una actitud seductora para con ella. Asimismo, la ridiculización y rechazo por parte del padre del cambio de la hija puede desembocar en un desprecio por el propio cuerpo, y condicionar de forma negativa las relaciones con el otro sexo. Respecto a los chicos, la influencia negativa de los padres durante el desarrollo corporal es igualmente significativa. Por ejemplo, madres dominantes, castrantes, que devalúen continuamente al marido y por extensión a todas las figuras masculinas; madres sobreprotectoras que se resistan a aceptar el crecimiento físico del hijo; padres que se dirigen al hijo tachándolo de afeminado porque no se corresponde con su ideal de masculinidad. 71

Todas estas posturas dificultan considerablemente la aceptación y el desarrollo hacia una adecuada identidad genital. (ii) Grupo de pares. La inseguridad que crea la ausencia de un Ideal del Yo estable lleva al adolescente a refugiarse en el grupo de pares, pero la presión normativa que ejerce el mismo a todos los niveles es muy fuerte. El joven dirige todos sus esfuerzos para no salir de los límites que marcan las pautas de conducta y criterios de feminidad y masculinidad esperados y aceptados por el grupo al que pertenecen. De ahí que muchas chicas y chicos imiten la forma de vestir y de comportarse de aquellos dotados de los atributos valorados y acordes a los estereotipos culturales de belleza. Para las chicas la delgadez y para los chicos el desarrollo muscular -era del culturismo que está ganando adeptos también entre las mujeres. No ajustarse a los cánones preestablecidos conlleva inmediatamente un sentimiento de inferioridad y desvalorización respecto del grupo. Son los propios compañeros los que de forma no poco cruel se encargan de ridiculizar y enfatizar cualquier deficiencia de los demás. En realidad, proyectan sus propios defectos en los otros con el fin de reafirmarse ellos mismos. «Todas las veces que se manifiesta un interés por tal o cual parte del cuerpo de otro existe a la vez el mismo interés po~ tal o cual parte del propio cuerpo. Toda anomalía de una parte del cuerpo concentra el interés sobre la parte corres· : pondiente en el cuerpo de otros».4 · Por lo tanto, y a modo de resumen, los atributos físicos, la .importancia otorgada a dichos atributos, el ajuste o no a los modelos culturalés del cuerpo, el resultado de las comparaciones establecidas con el grupo de pares, las actitudes que los demás dispensen hacia nosotros, la seguridad obtenida o resultante de las experiencias afectivas tempranas, y la imagen corpm:al que se ha ido conformando desde los primeros años, determinarán en· gran medida la aceptación o rechazo del propio cu~rpo, de lo que dependqá, a su. vez, el desarrollo psicosexual, que en caso de ser adecuado culminará con la elección · de objeto heterosexual. 4.4. LA VIVENCIA NEGA'flVA DE LA GENITALIDAD EN LA ADOLESCENCIA (i) Dispercepción corporal: anorexia-bulimia. La joven que durante la pubertad pasa de poseer un cuerpo angelical, de niño, a un cuerpo claramente sexuado y genital (descubrimiento .de la vagina y el útero con la menstruación), se siente enormemente presionada por los prejuicios de la tradición judea-cristiana, según los cuales la menstruación señala la posesión de un cuerpo impuro, molesto, sucio. Desde este punto de vista, la joven que no acepte su maduración sexual elaborará una respuesta patológica al conflicto: la anorexia mental y, en su cara opuesta, la bulimia.

4. P. Schilder (1971) L'image du corps Gallimard Ed., París, vol. I.

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La anorexia mental surge, pues, como reacción a la transformación del cuerpo infantil en un cuerpo de mujer. La no aceptación dedicho cambio y, por lo tanto, las dificultades de integrar la genitalidad, conduce a la negación de este «medio cuerpo inferior» (vagina y útero), con lo cual la vivencia de la corporalidad q.1.1eda asentada sobre la dualidad: arriba (boca) vs. abaj.9 (geni¡ talidad). Con el conflicto edípico y la consecuente regresión a las fases pregenitales, se produce la sexualización y erotización de la zona oral (por desplazamiento y fijación de las pulsiones sexuales), y con ella la asociación de la receptividad genital con la oral. Se recupera la teoría infantil de las relaciones sexuales por la boca, tras Ja:negación y rechazo de la genitalidad. De ahí que, dada esta confusión entre las «dos bocas», la anoréxica· adopte como solución· fóbica el rechazo de la comida (boca superior) por todo lo que representa y preservarse así del temor, pero también deseo, de «comer» por su boca inferior o vagina (fantasía inconsciente de embarazo, objetivado en el estreñimiento creado por la inanición y la amenorrea). Ante esta situación, la joven repudia la condición y formas femeninas (cuerpo real), busca con ahínco la delgadez (belleza purificada, cuerpo ideal), renunciando y negando entonces cualquier energía pulsional (ascetismo). Castiga su «cuerpo sexuado» y lo disocia claramente de los aspectos .intelectuales y racionales que potencia. . :· . ··· Únicamente «en confrontación» con otra ·anoréxica toma concienGia de su realidad, pues se enfrenta lo que es cuerpo y lo que quisiera ser. Si bien en la anoréxica prevalece la restricción, en la bulímica prevalece la impulsividad; de ahí la obsesión y el temor a encontrarse con el alimento, que de ser incorporado deberá ser expu.lsado posteriormente con elvómito. :

. (ii). La capacidad de renuncia. de la anorexia contrasta con el obeso, que dejándose llevar por sus impulsos hacia el exceso, quebranta no·sólo las prohibiciones referidas a la mesura y control de los instintos, sino que se sitúa al margen de los cánones estéticos preestablecidos sobre la delgadez. Debido a su incesante actividad oral, el adolescente obeso queda r:elegado a una situación pasiva, regresiva, de dependencia, que bloquea el curso de su desarrollo psicosexual. . Con la ingestión desmesurada de alimentos, el adolescente obeso pretende compensar sus profundos sentimientos de soledad, (obesidad y soledad se sitúan en una misma dimensión) y, como resultado de la misma, pretende también huir de su incipiente pero apremiante maduracion genital. El cuerpo hinchado actúa como si de una «burbuja» se tratara, pues con él se siente seguro, protegido, pero a su vez aislado, vacío. Depresión y esquizofrenia van comúnmente asociadas a la obesidad. Ya hemos visto cómo la incapacidad de percibir y aceptar la posesión de un cuerpo genital conduce en la adolescencia a distorsionar la imagen corporal. Si bien con ello se consigue sentir la realidad interna como segura, se pone en cuestión el contacto con la realidad. Tanto en la obesidad, anorexia, adicciones, etc;, podemos encontrar áreas de funcionamiento psicótico, acom73

¡ pañadas en ocasiones por alucinaciones, ideas de referencia, delirios ... ; presentes también, y con significado defensivo y evolutivo, en cualquier adolescente con elevada dosis de angustia ante la crisis de desarrollo. (iii) ·-Rehusando la imagen del cuerpo genital, las pulsiones pregenitales

se manifiestan exlusivamente recuperando la vivencia corporal pregenital, de ahí que los síntomas vinculados a una relación sexual en conflicto devengan síntomas orales u anales. Las náuseas, vómitos, calambres uterjnos y el vaginismo en las mujeres, y las diarreas en el varón, responden a este planteamiento. _

(iv) La no aceptación de los cambios puberales puede deriv'ar también en fobias a· determinadas partes del cuerpo; histeria, cuando el conflicto genital se da en términos orales. En las chicas angustia ante lo puro-impuro; trastornos obsesivo-compulsivos, si el conflicto se da en términos anales (sucio-limpio). Compulsión a la limpieza, el orden; hipocondría, ansiedad, síndromes de

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despers~nalización.

(v) En el caso de fallar las defensas ante el incremento pulsional, y si la exteriorización de los afectos y la acción es el medio privilegiado de luchar contra la angustia, el adolescente que siente odio. y rechazo ante el propio cuerpo puede llegar a materializar estos sentimientos con actos destructivos hacia él mismo. El suicidio parte de la necesidad de controlar un cuerpo no sentido corno propio, sino vivenciado como algo extraño y externo a uno mismo y, por lo tanto, susceptible de focalizar las tendencias agresivas y de destrucción. Las automutilaciones, golpearse, cortarse, etc., presentes en organizaciones psicóticas, presuponen una grave alteración en la imagen de sí mismo, una dificultad en el conocimiento de los límites de su Yo corporal, {posiblemente respondan también a una necesidad y búsqueda de comunicación y atención.

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4.5. BIBLIOGRAFÍA AGUIRRE A. (1987). «Grupos maternos;y grupos paternos>>, en: Anthropologica (2). PPU, Barcelona. · AGUIRRE A. (1989). «La Anorexia Mental en el marco de/a adolescencia femenina». En: INFAIJ. Psicología de [a Infancia y la Adolescencia (1). PPU, Barcelona, pp. 17-23. ·BERNARD M. (1972). Le corps, Ed. Univ.ersitaires, París.; Paidós, Barcelona (1980). BIANCID A. (1981). Psicología de la Adolescencia. Toque!, Buenos Aires. DOLTO F. (1986). La imagen inconsciente.del cuerpo. Paidós, Buenos Aires. FREUD S. (1905}: Tres ensayos·sobre una teoría sexual. • FREUD S. (1923). «El Yo y el Ello,. GUASCH G. (1974). El adolescente y su cuerpo. Atenas, Madrid. _ LAUFER M., LA UFER E. (1988): Adolescencia y crisis de desarrollo. ESPAX.S, S.A. Barcelona. LÓPEZ IBOR J.J., LÓPEZ IBOR ALIÑI (1974): El Cuerpo y la Corporalidad. Gredas, Madrid. LOWEN A. (1988): El lenguaje del cuerpo.'Herder, Barcelona. LLANOS E. de (1989): «El cuerpo y el desarrollo psicosexual en la adolescencia». En: INFAD. Psicología de la Infancia y la Adolescencia, (2), PPU, Barcelona, pp. 49-59. RODULFO R. (comp.) (1986): Pagar de más. Estudios sobre la problemática del cuerpo en el niño y el adolescente. Ed. Nueva Visión, Buenos Aires. SAMI-ALI M. (1979): Cuerpo Real. Cuerpo Imaginario. Paidós, Buenos Aires. . SHILDER P. (1950): The image and Appearance of the Human Body. International Univ. Press, N. Yo~k.

SHILDER P. (1971): L'image du corps. Gallimard, Ed París, Vol. l.

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(vi) La homosexualidad podría situarse más cerca del autoerotisrno que del amor objeta!. La importancia erógena del órgano genital (narcisismo fálico) permite reafirmarse ante profundos temores de castración, por ello la persona deseada no puede carecer de él. La elección de objeto en el transexual también es homosexual, pero en este caso niegan tal identificación. Rechazan los signos de virilidad, y de forma caricaturesca reivindican la castración, pues desean ser mujeres yáctuar sexualmente como tales. Todas estas manifestaciones patológicas adolescentes reflejan, con mayor o menor gravedad, serias dificultades en la aceptación e integración del incremento pulsional que acompaña la asunción de la genitalidad. Manifiestan una percepción y valoración muy negativa de la corporalidad y claras resistencias a conformar una identidad genital, bien sea masculina o femenina. En estas condiciones, el desarrollo psicosexual adolescente queda totalmente comprometido. 74

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