La Certeza Sensible

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Federico Colmenares 201423330 Filosofía Hegel

Abril 18/2016

La certeza sensible, el mostrar del movimiento En la primera parte del capítulo de la Conciencia de la Fenomenología del espíritu del filósofo G.W.F. Hegel, se analiza la primera experiencia de la conciencia, la certeza sensible. Esta parte pretende responder al problema epistemológico de cómo es posible y cómo se origina el conocimiento. Así, la certeza sensible, que es tanto la primera experiencia de la conciencia como una actitud de la misma, viene a ser el presupuesto de todo conocimiento acerca de la experiencia. La certeza sensible se encarga de reconocer aquello que es puro ser, aquello que es pura inmediatez. La inmediatez de una certeza sensible es un juego de varios elementos, de un sujeto y un objeto que se enfrentan uno al otro. Ahora bien, nos encontramos con un sujeto que no sabe nada de sí sino que simplemente es, un puro yo vacío de toda diversificación que permita un reconocimiento y una reafirmación, y con un objeto que también se muestra como puro ser. Del objeto como tal sólo podemos decir que está siendo, que el objeto es. Sin embargo, en este punto ya vemos un problema, ya que, lo que sabe la certeza sensible es la inmediatez del puro ser, pero resulta que ni el sujeto ni el objeto están de manera inmediata, o de manera independiente en la certeza. Cada uno está en ella mediado por el otro; se sabe que el objeto es gracias a un sujeto (yo), o se sabe que un yo o un este es al ponerlo enfrente de un objeto (un esto) que también está siendo. Así, vemos que no es posible que haya un conocimiento inmediato, todo conocimiento es el resultado de un proceso mediado, siempre es necesario un término medio que se mantenga y permanezca. Para Hegel, el sentido común de los seres humanos es sumamente contradictorio, toda verdad que este pretende saber acerca de la experiencia, o sea cómo se manifiestan y se relacionan los objetos entre sí y con los sujetos, es en esencia muy distinta de la forma en que la conciencia analiza y se representa esta misma experiencia. Los primeros dos subtítulos de La certeza sensible, El objeto de esta certeza y El sujeto de esta certeza, hacen referencia a la manera en que nosotros tenemos experiencia de esta certeza. Para nosotros, los objetos externos se manifiestan siempre siendo en un aquí y un ahora determinados, y gracias a que en todo aquí y ahora siempre se tenga, o se sea, el mismo sujeto es que podemos tener certeza de ser ese mismo yo. Luego, en el tercer subtítulo, La experiencia de esta certeza, Hegel expone que para la conciencia el tener certeza, tanto de los objetos como de los sujetos, se logra a través de un proceso que comienza con algo que es, que luego se convierte en otro negándose a sí mismo. Ya habiéndose negado supera la primera parte del proceso, que es, y al tener certeza de no ser vuelve y reafirma que es (verifica que es un haber sido). Ahora bien, para entender cómo es la experiencia de la certeza sensible para nosotros es necesario introducir y explicar los conceptos de universal, singular y particular.

Cuando nos referimos a un singular, hacemos referencia al objeto como tal que es. Un universal es aquello que permanece idéntico y sin alterarse en todos los singulares. Por último, un particular es un singular mediado por un universal y que ha sido claramente delimitado, por lo tanto, ya no sólo se sabe que este es sino que se sabe en realidad qué es, una cosa ya concreta. Teniendo en cuenta lo anterior, el objeto de la certeza o el esto se manifiesta siempre en su doble figura del aquí y el ahora. Por ejemplo, podemos decir que ahora es de día o ahora está lloviendo. Esto es una verdad. Podemos decir lo mismo con aquí es mi habitación. Pero, si luego afirmamos que ahora es de noche, la verdad anterior se habrá ido, ya fue, se desvaneció. Aun así, el ahora en ambos casos es el mismo, su manera de referirse al mundo no cambia y se utiliza de la misma forma siempre. Por lo tanto, el ahora y el aquí son universales, pues, siempre se mantienen permanentes, indiferentes a los cambios, pero nos permiten conocer y referirnos a los objetos singulares. Así, notamos que sólo podemos tener certeza y conservar la verdad ahora es de día por medio de un término que representa todos los ahoras sin representar ninguno en específico. Es claro que el conocimiento de dicha verdad es producto de una mediación, ya que, un concepto universal nos sirve para decir algo acerca de un objeto, el concepto universal subsume a lo singular, lo transforma en algo comprensible para nuestra conciencia sensible. Sin embargo, es por esta misma razón, por utilizar universales, que la certeza sensible nunca puede decir lo que en realidad quiere decir, porque, esta pretende saber sobre lo particular que es, o está siendo, pero siempre termina hablando acerca de lo que es y no es al mismo tiempo. El ahora de ahora es día es, pero luego pasa a ser el ahora de es de noche, se niega y se vuelve un no-es. Al volverse un no-es, se supera a sí mismo para volver a reafirmarse como algo que es, ahora es de noche. Por otro lado, el sujeto de la certeza experimenta este mismo proceso de universalización. Ahora es de día y luego ahora es de noche, o aquí es mi casa y luego aquí es la acera de la calle son todos momentos que un yo experimenta. Aquí volvemos a verificar que no es posible un conocimiento inmediato, el sujeto sólo adquiere certeza de ser un yo, de ser un este, gracias al objeto que se manifiesta ante él. Además, nos damos cuenta que es el yo aquello que conserva el aquí y el ahora a través del desaparecer constante de estos, el haber sido de estos. Ahora, tenemos un yo que experimenta la primera verdad, que ahora es de día, pero es otro yo el que también experimenta la segunda verdad. Entonces, tenemos certeza de que el yo en el primer momento es el mismo que el otro yo del segundo es porque el yo también ha sido universalizado. Este yo hace referencia a todos los yoes singulares presentes a través de toda la experiencia propia de cada quien. Después de exponer cómo es que nosotros (el sentido común) concebimos la experiencia incipiente por medio de singulares universalizados, Hegel luego pasa a explicar cómo es que la conciencia analiza y experimenta el manifestarse de la realidad. El proceso de universalización descrito anteriormente es puro intuir, este proceso se manifiesta como un todo de manera espontánea, por no decir inmediata, pues nunca nos detenemos para analizar si el yo que ve el ahora es de día es el mismo yo que ve la noche, o si cuando me

refiero a mi casa como un aquí específico estoy, al mismo tiempo, notando la diferencia en el aquí es mi cuarto pero reconociendo el carácter permanente del aquí. En cambio, para la conciencia lo realmente importante es poder mostrar al ahora y al aquí como en realidad son, como universales que permanecen. Para la conciencia, lo que para nosotros es un puro intuir, es el resultado del movimiento de un proceso del cual esta logra conservar el ahora, el aquí y el yo como universales. Así, para la conciencia la realidad se manifiesta como algo que, en primer lugar, se manifiesta como algo que es y que ha sido. En segundo lugar, se afirma que aquello que es ha sido y supera así su primer estado, que es. En tercer lugar, al afirmarse que algo ha sido, entonces, esto se re-afirma como un no-ser porque ya fue, vuelve y niega su segundo estado y se re-afirma otra vez como algo que es. El objeto de la conciencia en la certeza sensible es poder mostrar cómo en el eterno movimiento, en el estar siendo constante, en el desaparecer para volverse otro, el ahora, el aquí y un yo se mantienen firmes como todos los ahoras, todos los aquies y todos los yoes. La verdadera esencia de la certeza sensible en la conciencia es poder mostrar el movimiento mismo que es la certeza sensible, pues, al poder mostrar al ahora y al aquí en la experiencia exterior, esta muestra también el movimiento que permite que un yo, un sujeto, se tenga certeza de si mismo como aquello que posibilita, tanto el manifestarse mismo de la realidad como aquello que también permanece constante frente al eterno movimiento de la realidad. En conclusión, vemos que es imposible que pueda haber un conocimiento inmediato. Por un lado, para poder decir algo acerca de un objeto exterior es necesario que haya un sujeto que pueda saber. Al mismo tiempo, para que un sujeto se pueda reconocer, al menos como un puro yo vacío, es necesario que este se enfrente ante un objeto. Por otro lado, es imposible poder decir algo acerca de un objeto singular si no es a través de un universal. Como los objetos singulares siempre se muestran como algo que es, o sea que se manifiestan también como algo que ha sido, que se desvaneció, sólo por medio de universales que son ajenos a toda diferencia y permanentes podemos referirnos a los singulares. Es por esto que la certeza sensible nunca puede decir aquello que en realidad quiere decir, porque esta quiere es mostrar en la intuición que un singular es un particular, es un objeto único e irrepetible, pero sólo es capaz de nombrar al universal. Aparte, notamos que ya en un nivel más profundo de la conciencia, esta se representa a la realidad como un proceso, como algo que está apareciendo y desapareciendo constantemente. Esta se da cuenta que la realidad se muestra como algo que es y al mismo que ha sido, por lo tanto no-es, y al negarse así misma vuelve y se afirma como otro que es. El objeto de la certeza es poder mostrar aquello que por y para ella se mantiene estático en el eterno movimiento. Entonces, resulta que lo que permite la posibilidad del conocimiento es el estar cambiando de la realidad que nos obliga a buscar herramientas conceptuales que logren plasmar, o pausar la realidad durante un instante y así poder saber con certeza. Bibliografía: *HEGEL G.W.F. Fenomenología del espíritu, Conciencia. Traducción por Jorge Aurelio Díaz.