John Fuchs

JOHN FUCHS CUARENTA AÑOS TRAS LOS PASOS DE GURDJIEFF Una guia para el trabajo práctico sobre sí mismo Titulo de la ob

Views 151 Downloads 3 File size 302KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

JOHN FUCHS

CUARENTA AÑOS TRAS LOS PASOS DE GURDJIEFF

Una guia para el trabajo práctico sobre sí mismo

Titulo de la obra en inglés: Forty Years After Gurdjieff Traducción: Carlos Pacheco Con la colaboración de Elvira Succar, Natasha Salguero, Isabel Portas y Arhan Pérez. Primera edición: enero de 2004 Este libro está dedicado a John Pentland, Cynthia Pearce y Mine. Jeanne de Salzmann.

Ningún libro sustituye el trabajo transmitido directamente por el maestro ni el trabajo que uno realiza sobre sí mismo. Hay un momento y un nivel para cada idea. Algunas veces "uno trata", pero otras no hace más que observar. Mi mayor gratitud para Demian Smith, cuya ayuda fue invalorable para mí. ÍNDICE

PREFACIO —UN NUEVO COMIENZO ................................................................................ 2 INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................... 3 CAPÍTULO 1 LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR ............................................................. 5 CAPÍTULO 2 LA ENERGÍA .................................................................................................... 6 CAPÍTULO 3 EL TRABAJO SOBRE SÍ MISMO ................................................................... 9 CAPÍTULO 4 EL PAGO Y EL SACRIFICIO ........................................................................ 10 CAPÍTULO 5 LA AYUDA, EL ANHELO Y LA ORACIÓN ............................................... 12 CAPÍTULO 6 LA SOLEDAD ................................................................................................. 14 CAPÍTULO 7 EL SUEÑO Y LA CONCIENCIA ................................................................... 15 CAPÍTULO 8 EL RECUERDO DE SÍ.................................................................................... 16 CAPÍTULO 9 PREGUNTAS .................................................................................................. 18 CAPÍTULO 10 OÍR Y ESCUCHAR ....................................................................................... 19 CAPÍTULO 11 LA CONSIDERACIÓN EXTERIOR ............................................................ 21 CAPÍTULO 12 LA ATENCIÓN ............................................................................................. 22 CAPÍTULO 13 EL ALIMENTO ............................................................................................. 23 CAPÍTULO 14 LOS CUERPOS ESERALES SUPERIORES................................................ 24 CAPÍTULO 15 LA IRA ........................................................................................................... 25 CAPÍTULO 16 LA TENSIÓN ................................................................................................ 26 CAPÍTULO 17 EL MIEDO ..................................................................................................... 28 CAPÍTULO 18 LA NEGATIVIDAD ...................................................................................... 29 CAPÍTULO 19 LA IMPACIENCIA ....................................................................................... 31 CAPÍTULO 20 LOS PENSAMIENTOS NO SON EL PENSAR ........................................... 32 CAPÍTULO 21 LA PEREZA .................................................................................................. 33 CAPÍTULO 22 LA LIBERTAD .............................................................................................. 34 CAPÍTULO 23 EL SITTING ................................................................................................... 36 APÉNDICE ORIENTACIONES PARA EL TRABAJO INTERIOR ..................................... 40 PREFACIO UN NUEVO COMIENZO Fui un apasionado jinete. Recuerdo cuando compré mi primer caballo de salto a comienzos de los años cuarenta. Lo amaba y estaba muy convencido de ser un excelente jinete. Pero un día se encendió una luz en mi cabeza. Me vi tal como era realmente y me di cuenta de que, aunque era atlético y podía montar bien a caballo, yo realmente no sabía nada en absoluto sobre el arte de la equitación. Me di cuenta de eso mucho antes de saber lo que era la observación de sí y el recuerdo de sí. No había hallado aún el Trabajo y no sabía nada acerca de los diferentes centros, pero había visto algo. Así que pregunté quién era el mejor maestro de equitación en Long I si and, donde yo vivía entonces, y me recomendaron al Capitán Vogt, un otlcial de la caballería suiza. El Capitán Vogt era el hombre estricto por antonomasia. Imaginen a un caballero muy erguido, bigote blanco, gorra negra estilo Derby, negra chaqueta de montar, brillantes botas negras: un hombre de una sola pieza. El Capitán Vogt me escrutó a mí, escrutó a mi caballo y dijo: "Señor Fuchs, lo aceptaré como discípulo, 2

con tal de que se mantenga usted callado, me escuche, y sólo pregunte cuando yo haya terminado de explicar". Como yo era tan engreído, sólo podía escoger entre bajarme del caballo y golpear al Capitán Vogt en la nariz, o decirle: "Sí, señor" y someterme a su autoridad. Reconocí que para dominar realmente el arte de la equitación en lugar de ser un mero jinete, tenía que someterme a una autoridad, a un conocimiento superior, aprender a obedecer y adquirir un nuevo tipo de disciplina. El Capitán Vogt era acucioso y científico; le enseñó a mi mente todo lo que debía saber sobre el arte de la equitación. Digo "mente", porque mucho después, en el Trabajo, aprendí que era mi centro motor el que debía haber sido educado y utilizado, en lugar de ser la mente la que lo usaba para hacer saltar al caballo y para juzgar la velocidad y la distancia. Sobreviví a esta dura escuela y me hice miembro del Oaks Hunt, un prestigioso grupo de caza de zorros en Long Island, con el cual participé con entusiasmo en muchos eventos rudos y exigentes. Así, de esa manera, cultivé el auto-reconocimiento, la honesta auto-estima, la disciplina y la sumisión. Ellos me prepararon para el Trabajo, que encontraría años después. Otra clase de preparación había tenido lugar años antes de ese periodo. Yo vivía entonces en Viena y, como estudiante universitario, pasaba todos los veranos en los Alpes. Durante cuatro semanas, mi amigo "Bully" y yo escalamos los glaciares a unos 4.000 metros de altura sin ningún tipo de guía profesional. "Bully" se merecía su nombre. 1 Tenía espeso cabello rubio, ojos muy azules bajo cejas negras y la contextura de un toro. Con una enorme confianza, mental y física en nosotros mismos, nos sentíamos autosuficientes cuando estábamos amarrados con una soga y equipados con grampones, piquetas y pesados morrales. Escalar un glaciar era algo especial, muy diferente del montañismo ordinario. Uno tiene que sentir si la nieve reciente lo sostendrá o si esconde una grieta de 300 metros dentro de un profundo vacío azul verdoso. Lo que quiero decir es esto: teníamos que estar totalmente presentes en cada uno de nuestros pasos, estar en sintonía con algo, una campana de alarma dentro de nosotros. El dormir podría haber significado un serio accidente o hasta la muerte. De esta manera, aprendí que podía estar presente a mí mismo y a lo que me rodea en cada momento. Adquirí una conciencia y un reconocimiento subconsciente de que hay "algo" que puede guiarnos, ayudarnos, con tal de que estemos despiertos. Ahora estoy convencido de que aquellas experiencias fueron una preparación para lo que había de encontrar más tarde. Esas lecciones me fueron de gran ayuda en el Trabajo. El paso de los años me ha mostrado que debo dar vida a las palabras secas que recibo en reuniones y libros con experiencias reales. Hoy día, en mis grupos, trato de ir siempre mas allá de la letra escrita cuando conecto a mis estudiantes con experiencias de la vida personal, tales como las dos que he descrito aquí. Si existe alguna magia en las palabras, esa magia es destruida por el constante uso mecánico que hacemos de ellas. Nuestra comprensión no surge únicamente de las palabras que escuchamos, sino que consiste en el reconocimiento interno de su significado. En la vida, todas las palabras son tomadas como absolutos. Si ellas son tomadas de manera absoluta, en el mejor de los casos son limitadas y en el peor, realmente nos confunden sobre aquello que el Trabajo intenta transmitirnos. Por eso uso palabras extraídas de mi propia experiencia para darles un sentido, aquel sentido del glaciar, sobre cómo vivir el Trabajo de Gurdjieff de una manera muy práctica. INTRODUCCIÓN Me han preguntado por qué quiero escribir un libro. Siento que cuarenta años en el Trabajo con instructores que estudiaron con el señor Gurdjieff, me han dado una riqueza de materiales y experiencias. Mis instructores estuvieron entre los últimos discípulos directos del señor Gurdjieff, y me sentí impulsado a registrar su impacto en mi vida. Llegué al Trabajo de Gurdjieff a través de lo que el señor Gurdjieff llamó el centro magnético. De manera subconsciente, yo buscaba algo a tientas; algo que estaba seguro existía, pero que estaba más allá de mi alcance. Por eso empecé a leer de manera indiscriminada: Dion Fortune, Gina Cerminara, La historia de la magia, de Elifas Levy. No aprendí magia. Me intrigaron Im doctrina secreta e Isis revelada, los libros de H.P. Blavastky. Siempre anduve en busca de lo misterioso, de lo desconocido. Entonces me encontré 1

N. del T. Bully, derivado de bull, toro, significa bravucón.

3

con los libros de Kenneth Walker, ¡Qué gran misterio! y Un estudio de la enseñanza de Gurdjieff. El doctor Walker se refería a grupos y a instructores. ¿Existían de verdad? ¿Me eran accesibles? Y así, mi centro magnético empezó a despertar. lodos los grupos que mencionaba el Dr. Walker, estaban en Europa: en Londres, París, y antes, Moscú y San Petersburgo. Escribí a los editores londinenses de los libros de Walker, preguntándoles si él aún vivía y si había algunos instructores y grupos en los Estados Unidos. Para mi sorpresa, recibí una respuesta del mismo Dr. Walker, donde me decía que sí había grupos e instructores en Nueva York, donde yo vivía, y que debía ir a ver a Lord John Pentland, quien para entonces estaba a la cabeza de todos los grupos de Gurdjieff en los Estados Unidos. Ése fue el comienzo de mi trabajo. Después de haber sido entrevistado por Lord Pentland, tuve el privilegio de ingresar a su grupo. Varios meses después, me pidió que me uniera a Cynthia Pierce, quien justamente estaba conformando un grupo nuevo. La señora Pierce era íntima amiga de la señora de Salzmann, quien estaba al frente de todos los grupos de Gurdjieff en el mundo. Con el tiempo, la señora Pierce me designó tesorero del grupo y después, asistente suyo. La señora de Salzmann venía a Nueva York cada año, de octubre a diciembre y de nuevo, de enero a marzo. Con ella venía Henri Tracol, su asistente en París. Las reuniones de grupo tenían lugar todos los lunes y los sittings, 2 todos los viernes. Me sentaba invariablemente a dos metros enfrente de la señora de Salzmann para absorber sus vibraciones tan directamente como fuera posible. Con Thomas Foreman, un asistente de la señora Pierce en sus reuniones, tuve muchas conversaciones y discusiones estimulantes. A veces Christopher Fremantle, el esposo de la poeta Mary Fremantle, se hacía cargo del grupo cuando la señora Pierce iba a visitar a sus hijos y nietos en Londres, Johannesburgo o China. Todos mis instructores habían trabajado en el Chateau del Priéuré, bajo la dirección del señor Gurdjieff. Durante los veranos realizábamos fines de semana de trabajo en la sede campestre de la Fundación Gurdjieff en Armonk, Nueva York. Eran periodos intensos, valiosos y algunas veces divertidos, aun a costa mía. Recuerdo este episodio: Llevaba a la señora Pierce a Armonk, cuando nos encontramos con nuestro grupo y sus alumnos de Filadelfia. Estos últimos, como huéspedes, fueron alojados en una casa nueva y confortable que había sido construida por la gente de Nueva York. Nosotros, mientras tanto, fuimos hacinados en un viejo granero que tenía rotas las mallas de las ventanas, una buena invitación para las nubes de mosquitos que nos mantenían despiertos la mitad de la noche. La otra mitad de la noche, mi propia ansiedad me mantenía despierto. Junto a otro compañero, me habían dado la tarea de preparar el desayuno en la nueva casa. Debía ser servido a las ocho en punto después de un sitting a las siete. Lo programado era preparar cereales. Hasta ese momento, mi máxima experiencia culinaria había sido verter cornflakes de una caja y tostar pan. A las cinco en punto estaba en pie y a las seis había llegado a la nueva casa para preparar el desayuno. Cuando éste fue servido, la señora Pierce, en su inimitable estilo aristocrático, preguntó: "John, ¿es esto para comer?, ¿o es cemento para el patio?" A mi compañero le tocaba la misma tarea la mañana siguiente y no le fue mejor. Su menú consistía en western omelettes. El señor Foreman lo miró y le preguntó: "¿estas tortillas son para comer o para cabalgar sobre ellas?" Así se creaba fricción y se hacían esfuerzos. Yo estaba siendo instruido como mis instructores lo habían sido por el señor Gurdjieff. Esto, a su vez, es lo que he tratado de transmitir a mis propios estudiantes desde que me mudé a Denver, Colorado, donde formé mis propios grupos bajo la guía de Lord Pentland. Hasta su muerte, él compartió su tiempo entre San Francisco y Nueva York. Mantuvimos contacto constante por correo, por teléfono y viajando a San Francisco. He usado el material que me dieron mis instructores de una manera práctica y productiva para mí en la vida diaria. Y creo que debo transmitir estas experiencias, que fueron posibles gracias a mis instructores y a mis propios esfuerzos, a los alumnos de Gurdjieff que quieran un acercamiento practico, en lugar de teórico o filosófico, a sus propias preguntas y problemas inmediatos. Aquí usted encontrará orientaciones y ayudas útiles para enfrentar las torturantes preguntas que tocan cada una de nuestras vidas.

2

N. del T. Modalidad de trabajo interior sentado. Ver Capítulo 23.

4

CAPÍTULO 1 LA TRANSFORMACIÓN INTERIOR Hace varios años, uno de los miembros de mi grupo, recién llegado, estaba desbocado, inseguro de sí mismo, buscando a a tientas una dirección en su vida. Estaba confundido y escindido. Por darse cuenta de esto y por ver muchas de sus debilidades, estaba totalmente decidido a hacer algo al respecto. Entonces ingresó en el Trabajo. Asistió a las reuniones de grupo y a los sittings, se hizo útil para mí, el grupo y el Trabajo en todo sentido. Practicó la observación de sí mientras continuaba su vida diaria más que nadie que yo hubiera encontrado en todos los años en que he estado en el Trabajo. Su confianza creció y se propuso dos metas: llegar a ser "un hombre" y llegar a ser "un hombre en el mundo". Ser "un hombre" es trabajar sobre la esencia, buscando la fortaleza, la voluntad, la objetividad y el equilibrio total. Ser "un hombre en el mundo" es trabajar sobre la personalidad, buscando adaptabilidad, comprensión de las relaciones de la vida, refinamiento, tacto y la capacidad de cumplir la función adecuada en toda situación de la vida. Él intervenía en la mayoría de las reuniones de grupo y describía cómo hacía presente el Trabajo en su profesión, en su vida emocional, combatiendo siempre sus debilidades. Escuchaba las orientaciones, a menudo con resistencia y recelo, pero reconociendo siempre el valor que tenían y la ayuda que le aportaban para convertirlo en una persona diferente. Comenzó a leer, lo que no le era natural. Pronto se le hizo claro qué buen instrumento podía ser la lectura, no sólo para incrementar el saber, sino también el ser, al practicar actividades que iban en contra de su ser anterior. Así él creaba fricción. Gradualmente, adquirió disciplina, primero externa; luego, lentamente, interna. Gradualmente llegó a ser más firme interiormente, haciéndose capaz de tomar decisiones más difíciles para sí mismo. Comenzó a transformarse a sí mismo. ¿Puede usted recordar el estado en que estaba antes de encontrar el Trabajo? Yo experimentaba una insatisfacción interior, un sentimiento vago de que debía existir algo más elevado que lo que había descubierto en la vida. Esta vaguedad tomó forma como el comienzo de una búsqueda, ¿una búsqueda de qué? No lo sabía; no podía definirlo. Sin embargo, en su momento llegó una ayuda de "algo" que empezó a tomar forma en mí durante mi búsqueda a través de libros, conferencias y el estudio de la literatura esotérica. Y ese "algo" me trajo a este trabajo. Poco a poco, comencé a comprender lo que hacía falta: una transformación interior, una meta real llegó a mi vida, un darme cuenta más claro de lo que yo era entonces y de lo que yo deseaba llegar a ser. También me di cuenta de que necesitaba ayuda. La ayuda para lograr la transformación interior está disponible en grupos y maestros y a través del trabajar mismo. Uno comienza cada día con el sitting, el ejercicio matutino, en el cual aquietar el cuerpo y la mente es el primer paso hacia el recuerdo de sí. Uno trata de usar las ideas y de hacer los ejercicios que le son dados. Uno asiste a las reuniones de grupo, a las lecturas y a los fines de semana de Trabajo. Mientras uno va avanzando, se da cuenta cada vez más claramente de que el trabajo sobre sí mismo debe venir desde adentro. Uno tiene que hacer el trabajo; ni el instructor ni el grupo pueden hacerlo por uno. Gurdjieff dijo: "El instituto sólo puede crear las condiciones; es usted mismo quien debe hacer el trabajo". El instructor de un grupo sólo puede señalar la dirección y explicar los pasos que pueden ser necesarios. Hay dos modos de acercarse hacia la transformación interior que son muy útiles: uno es la "inmovilidad total". El otro es "el deseo". La inmovilidad total puede ser tanto tísica como mental. Uno endereza su columna con la cabeza bien equilibrada sobre el cuello y los hombros, sintiendo todo su cuerpo y vaciando su mente. Al estar "inmóvil" existe la posibilidad de que surja un estado interno en el cual estoy vacío pero puedo ser llenado. Debo recordar que una de las razones por las cuales vine a este trabajo fue la de darle un espacio para algo nuevo. El vaso que ya está lleno no puede ser llenado con nada nuevo a menos que primero se vacíe. El estado de total inmovilidad nos hace capaces de "dejar que algo suceda". El estado creado por la inmovilidad proviene de un lugar en mí que es muy pequeño y silencioso; y que poco a poco se va expandiendo hacia todo mi organismo y produciendo la posibilidad de cambio, de transformación. Aún entonces puedo notar una superficialidad. Mi sitting matutino necesita adquirir una calidad diferente. Necesito estar más tranquilo. Entonces siento que algo crece en mí. Lo que parece crecer es la capacidad de quedarme frente a mí mismo por un momento aún más largo. ¿Es éste el comienzo de lo que ha sido llamado el segundo Cuerpo Eseral? 5

El deseo es la fuerza más poderosa en este mundo para alcanzar la transformación interior. Esta fuerza comienza a actuar en mí. Lo primero que hago en la mañana, antes de ducharme, antes del café, antes de vestirme, es el compromiso de sentarme: "Hoy deseo estar completamente tranquilo. Deseo sintonizarme con mis centros superiores, contar con la ayuda de mi centro emocional y a través de ello, hacer contacto con las fuerzas superiores". Dirijo mi atención a la sensación de todas las partes de mi cuerpo. Observo el funcionamiento de la mente, la calmo, la vacío, la relajo y la pongo en blanco. Observo mi respiración sin interferir en ella. Cuando tengo dificultades con todo esto, continúo tratando de regresar una y otra vez a mí mismo tal como estoy y, si alcanzo una cierta quietud, entonces trato alguno de los muchos ejercicios de recuerdo de sí que me han sido dados. He estado hablando todo el tiempo sobre mí mismo, o más bien sobre el individuo. De alguna manera siento profundamente en mi corazón, que esto es incompleto. Siento que un grupo puede experimentar la misma transformación que un individuo, sólo que multiplicada por el numero de miembros de ese grupo, y digo miembros y no solo participantes pasivos. Uso la palabra miembros porque siento una unidad en el grupo; el grupo es una unidad. Recuerdo una reunión que tuvo la solemnidad de un templo, aunque no su pesadez opresiva. Después de un largo silencio, una extraña frase surgió: "Nosotros somos más que un grupo en este momento; somos una hermandad". ¿Cómo puede ser alcanzada la transformación interior? La señora de Salzmann dio su propia e inimitable respuesta: "Usted trate". CAPÍTULO 2 LA ENERGÍA Por ser un hombre acostumbrado a la vida al aire libre, un hombre de los Alpes austríacos, alzo mis ojos a las montañas ¿De dónde vendrá mi socorro? Cuando me siento necesitado, tomo mi automóvil y me dirijo a un cañón que queda a treinta kilómetros de mi casa. Estaciono, me pongo mis botas de montañista, comienzo a caminar y me abro a las influencias superiores que ya me son familiares: la fuerza que emana de las rocas, la dulce fragancia de los pinos, el sol y el cielo azul. Entonces tiene lugar una transformación interior. Las energías superiores me permean y cuando vuelvo a casa encuentro en mí algo diferente. En mi vida diaria, cuando observo mi "hacer el Trabajo", cuando veo mis intentos, llego a darme cuenta de que necesito más energía para hacer lo que quiero hacer. También veo mi deseo de impedir el desperdicio de la energía que tengo. Puedo comenzar a detener el desperdicio de mi energía luchando contra mis hábitos mecánicos a través del estudio de mí mismo y del recuerdo de mí. A cada uno de nosotros le es dada una cantidad limitada, definida, de energía, producida por la naturaleza durante nuestro descanso en la noche. Esta energía es suficiente para alimentarnos durante el día, pero es limitada y es consumida por la vida ordinaria de manera que no queda nada para el trabajo y el desarrollo interior. ¿Puedo planificar cómo quiero gastar mi energía en mi vida diaria y cuánto necesito para mi trabajo interior? Tengo que ser cuidadoso y observarme a mí mismo todo el tiempo. Un desliz, la expresión de una emoción negativa —si me da rabia y me pongo violento— y uso energías que tardaré días o semanas en recuperar. Pero el trabajo es para transformar esas emociones de rabia, miedo o aburrimiento. Necesito estar más presente a esos tipos de emociones, de manera que ellas comiencen a tener un gusto diferente y comiencen a serme útiles. Al darme cuenta de esto, llego a dos conclusiones: la primera, estoy gastando energía innecesariamente a las actividades cotidianas. Segundo, estoy desperdiciando energía continuamente a través de la expresión de emociones negativas, de impaciencia, de explosiones de rabia, de ensoñaciones y de la consideración interior. Estas expresiones no necesariamente tienen que ser verbalizadas de forma explícita. Puede que tengan lugar internamente y son igualmente perjudiciales y agotadoras. La consideración interior es uno de los escapes de energía que más lo debilitan a uno. Tal vez siento que no soy suficientemente valorado por los otros. Me identifico con mis emociones y pensamientos acerca de cómo me trata la gente y de cuáles son sus actitudes hacia mí. Soy un incomprendido; la gente no es lo suficientemente cortés y gentil conmigo; siento que no soy respetado. Todo esto, por supuesto, es imaginación mía. Sin embargo, me atormenta y drena mi energía. Me hace suspicaz de los otros, hostil, vengativo. La vida es injusta y también lo es la actitud de los otros hacia mí. Todo el tiempo estoy 6

haciendo cuentas. Espero que la gente exprese su aprecio y admiración por mí, que reconozca mi inteligencia, mi agudeza, mi creatividad, buen gusto, elocuencia y sofisticación; en tln, mi absoluta superioridad. Pero debo tratar de darme cuenta de cuan devastadoras pueden ser estas actitudes. Pueden corroer mi vida entera y mis relaciones con las personas. Si trato, me daré cuenta de cuál de estos aspectos se me pueden atribuir y asumir la tarea de estar especialmente atento a ellos y observarlos. Cuando me doy cuenta de que estoy desilusionado con mi vida, reconozco lo que es la "des-ilusión": la destrucción de la ilusión. Ese es un estado beneficioso porque me permite darme cuenta de que la vida, tal como yo la vivo, es una ilusión. Comienzo a ver la realidad; me alejo un paso de mi manera subjetiva de pensar y, por momentos, me aproximo a la objetividad. Por momentos, puedo ser capaz "de hacer". Otra de las principales razones de que perdamos energía es la tensión involuntaria. Tengo que tratar de verme a mí mismo, a mi cuerpo, reaccionando a las circunstancias. Mis puños están apretados por rabia o por determinación. Mi mandíbula está apretada. Los músculos de mis hombros están tensos. No sé por qué, pero siento tensión en mi plexo solar y en los músculos de mis pantorrillas. Incluso advierto cómo tuerzo los dedos de los pies. Y digo "advierto". Debería, pero ¿lo hago de verdad? Una tarde hice una observación mientras estaba sentado en mi estudio. Me vi a mí mismo con ambas manos sobre la cara diciéndome en silencio: "Estoy cansado". Podía sentir la tensión de mi cuerpo. Toda mi actitud reflejaba esa tensión. Entonces "desperté" y me di cuenta: "esto es auto-indulgencia". Al ver esto, observé mi actitud desde el punto de vista del Trabajo: era la misma silla, era el mismo gesto, pero en lugar de decirme "estoy cansado", lo que simplemente aumentaba mi cansancio, me dije "ahora estoy descansando". Al no ser negativo y al no desgastarme con la auto-compasión, me abrí al influjo de un nuevo tipo de energía y alteré mi estado. ¿Con cuánta frecuencia no nos roban nuestra energía las tensiones físicas? Entonces, ¿qué hago? Hago de la observación de mí mismo la tarea de todos los días, dividiéndome a mí mismo en dos: el observador y el observado. Si soy capaz de "ver", si tengo una atención suficientemente fuerte, puedo entonces desviar la mente de sus tendencias destructivas de pensamiento hacia direcciones positivas, separando el centro emocional de sus máximas intensidades negativas y encauzándolo hacia direcciones positivas. Llego así a darme cuenta del proceso de observación y a ver que comienza con la sensación de todo el cuerpo. Esto crea un espacio entre la reacción emocional y la presencia consciente y me permite actuar en lugar de reaccionar. Al observarme a mí mismo, comienzo a ver mi debilidad cuando me permito entregarme a las emociones negativas, expresar rabia, considerar interiormente o justificarme. Con el tiempo, puede que llegue a ser capaz de sorprender mis negatividades justo en el momento, antes de que ellas tomen el control, antes de que la intensidad emocional me domine y el automóvil se precipite, sin frenos, por la pendiente. Una de las integrantes de mi grupo, se molestó mucho cuando le dije que era neurótica, pero ¿qué significa "ser neurótico"? Simplemente, la sustitución inadecuada de un centro por otro o el uso erróneo de los centros. Esta explicación no sólo la calmó, sino que le permitió abrirse y verse a sí misma de una manera completamente nueva y descubrir que muchas situaciones de la vida que le molestaban, eran causadas por el uso del centro emocional con sus altas vibraciones, en aquellas situaciones donde una fría evaluación intelectual hubiera economizado enormes cantidades de energía. La observación de sí puede ayudarme a ver cuan innecesariamente aplico la energía física en mi vida diaria. Tal vez cuando recojo un lápiz lo hago como si pesara cinco kilos. O cuando rebano el pan, uso la fuerza de todo mi brazo cuando bastaría con la presión de mi mano. Mis observaciones me enseñan a ser económico y eficiente en todas mis labores y con el tiempo, me recuerdan que debo tratar de realizar esas labores de manera consciente y no mecánica. ¿Cuánta energía pierdo en una labor manual realizada o guiada principalmente por la parte motriz del centro motor, cuando la parte intelectual hubiera mostrado cuánto más rápido y más eficientemente podría haberse realizado esa tarea? Siéntese, planifique su trabajo, disponga ante sí las herramientas en la secuencia en que serán usadas. Considere cómo organizar el trabajo de manera que no tenga que retroceder y avanzar una y otra vez, y entonces deje que el centro motor se haga cargo. La energía que economizamos puede ser usada en otro momento para el trabajo interior. Al practicar la observación de sí, uno puede adquirir un superávit de energía al final de la jornada, la energía requerida para el desarrollo interior y la transformación que es nuestra meta, nuestro propósito y nuestro derecho innato. 7

Además de detener el escape de mi energía, puedo trabajar para crear más energía incrementando mis propios esfuerzos. Si uno tiene un día irritante en el trabajo o en la casa, con pensamientos revueltos mezclados con emociones (rabia, violencia, culpa, auto-compasión, aprensión sobre el día siguiente), aunque las energías sean drenadas por todo esto, debe recordar que no todas las energías se pierden. Lo que más probablemente se gasta es la carga de energía de los centros emocional e intelectual. Recuerde que la tercera fuente reside en el centro motor. Póngase sus zapatos de trotar, corra algunas cuadras, súbase a su bicicleta, haga una caminata, haga una sesión de ejercicios. No sólo habrá allí suficiente energía física, sino que al usarla de la manera dicha, usted estará recargando las baterías descargadas de los otros centros y sobre todo, usted estará haciendo un esfuerzo de trabajo. Hay también otras maneras. La música puede establecer contacto con nuestro centro emocional; un crucigrama o una novela de misterio pueden establecer contacto con nuestro centro intelectual. Hacer una llamada telefónica o hasta escribir un diario puede estimular cualquiera de esos dos centros. Si uno usa conscientemente estas herramientas, alguna de ellas aliviará la presión del momento presente. Estas actividades, conscientemente practicadas, le ayudaran. Pero si son realizadas de manera mecánica, no prestarán ninguna ayuda en absoluto a su transformación interior. Esto es la conciencia de sí, es intentar vivir de manera más consciente. Recuerdo a uno de mis instructores cuando me preguntó deliberadamente: —John, ¿practicas el vivir conscientemente todos los días? La energía también puede ser incrementada mediante el esfuerzo por lograr la inmovilidad interior. Cuando practico mi ejercicio matutino, me doy cuenta de que la calidad de mi sitting corresponde a la calidad de mi energía. Cuando comienzo a entrar en el vacío, me siento liberado de mi cuerpo, y más cerca del nivel no mental, trato de retener esto, de prolongarlo. Aun así se desvanece, se me escapa. Yo sé que si tuviera más energía, un tipo diferente de energía, podría permanecer en este estado por más tiempo y posiblemente hacer contacto con las fuerzas superiores. El esfuerzo por crear y prolongar la inmovilidad interior, el silencio interior, en sí mismo crea energía de vibraciones más finas. Esa es la ley. Poco a poco esa energía y esas vibraciones retornan a mi cuerpo. Ellas tienen un efecto químico, o más bien alquímico en todo mi organismo. He aquí cuatro ideas que han sido de ayuda para mí en mi búsqueda relacionada con la energía: 1) Puedo conservar mi energía pensando más conscientemente. 2) Para evitar el desperdicio de energía durante una depresión, tengo que hacer esfuerzos. 3) Debo tener pensamientos más livianos y pensamientos más prolongados. 4) La calma interior crea energía más fina.

8

CAPÍTULO 3 EL TRABAJO SOBRE SÍ MISMO Si existe la posibilidad de que una persona ordinaria llegue a ser consciente y a transformar su ser, esa persona debe trabajar sobre sí misma todos los días. A través de la observación de mí mismo, puedo darme cuenta una y otra vez de que estoy en mi estado mecánico ordinario. ¿Por dónde empezar entonces? Primero tengo que reconocer la necesidad de trabajar sobre mí mismo. Esto es una precondición. Es en sí y por sí mismo un trabajo. Para ver, para darme cuenta realmente de cuan incompleto soy tal como soy ahora, de cómo fluctúo de una dirección a otra, es imprescindible reconocer que necesito trabajar sobre mí mismo. Esta condición tan importante para comenzar mi trabajo requiere seriedad, honestidad y un intenso anhelo. Al entrar en contacto con una meta verdadera, tomo el compromiso de trabajar para alcanzarla. No me permito excusas. Se requiere voluntad y decisión para cruzar el intervalo cuando me veo confrontado con "No tengo ganas de trabajar ahora". Tener ganas no es suficiente. A menos que yo me mueva, no avanzará el proceso hacia lo superior. El nivel se mantendrá igual o descenderá. Mi propio trabajo comienza con el ejercicio de la mañana. Es en ese ejercicio que uno toma su compromiso de trabajar sobre sí mismo ahora. Haga que ese sea su leit motiv durante el día. Mientras se va moviendo en la vida, aprenda a usar los instrumentos apropiados para su estado de ánimo y/o para su estado exterior. Hay muchos a su disposición. Hay ejercicios que pueden usarse para despertar su compromiso, su determinación, su meta. Si esos instrumentos no están conectados a ellos, serán de muy poca utilidad. Por ejemplo, usted puede tratar de tomar fotografías mentales de sí mismo mientras se observa. Estas fotografías son observaciones que captan la totalidad de usted. No sólo detalles, no sólo posturas o actitudes tísicas, sino también el tono de voz, las sensaciones, los estados de ánimo, las emociones y los pensamientos. Otro ejercicio consiste en hacer una cita con usted mismo para hacerse consciente de sí mismo de manera completa y silenciosa, sentir su cuerpo, recordarse a sí mismo, digamos a las diez y media de la mañana y a las cuatro y treinta en la tarde. Usted hasta puede escuchar el sonido de su voz. ¿De dónde viene ella? ¿De su cabeza, de su garganta o de su ser más interior? ¿Qué efectos tiene ella en quien escucha? Estos son como relojes despertadores, diseñados para ayudarle a recordarse a sí mismo, a estar consciente de su ser y a ponerse en contacto con el Trabajo. Ellos le enseñarán a establecer "la pausa", el espacio, el vacío que puede permitirle pensar por un momento y tratar de actuar cuando normalmente usted sólo podría reaccionar. Otros ejercicios que nos han sido dados para practicar durante la semana van desde sentir la taza de café en mi mano hasta ser consciente de la irritación, de la negatividad, de la impaciencia o de la rabia. Hacer este tipo de ejercicios como una manera de tratar de "vivir el Trabajo" requiere atención y un tipo especial de energía. Me propongo como meta estar presente en mis manos, sosteniendo el volante de mi automóvil. En otras ocasiones puedo tratar de eliminar mi soñar despierto entre un semáforo y el siguiente. El día le proporciona a uno incontables oportunidades para realizar un trabajo físico, psicológico e intelectual sobre sí mismo. Uno puede crear sus propios "despertadores", sus propias metas y sus métodos para estar en silencio, para sentir el cuerpo. Es éste el medio por el cual uno implementa en su vida lo que le ha sido enseñado en el Trabajo. Es necesario cambiar y reciclar de manera constante los tipos de alarma después de un cierto tiempo, ya que después de haber sido usados unas cuantas veces, ellos también se vuelven mecánicos. Hay algo que también me ha dado resultado: por un cierto período trato de estar presente cuando me miro en el espejo para afeitarme. Durante otro periodo, trato de estar presente cuando cierro la puerta al irme de la casa, o trato de estar presente cuando enciendo el motor de mi auto. Diferentes formas de trabajo surgen en situaciones difíciles de la vida. Tal vez encuentro rabia en una persona que me está levantando la voz; si yo bajo el tono de mi voz, a menudo esto hace que la persona enojada se calme. Al hacer esto, estoy ahorrando y tal vez creando energía, a la vez que estoy resolviendo una situación desagradable. Supongamos que tengo una cita para almorzar a las doce y treinta del mediodía y que la persona no llega a tiempo ni a las doce y cuarenta, ni a las doce y cincuenta, ni a la una. Tengo entonces la elección de volverme impaciente, nervioso, de mirar continuamente mi reloj, tamborileando con los dedos en la mesa, o hacer el esfuerzo de aplicar el Trabajo: tratar de no reaccionar, 9

sentarme calmadamente, relajarme y trabajar aceptando la situación. Aceptar cualquier situación que yo no pueda cambiar es aplicar el Trabajo. Estoy frente a una encrucijada y tengo la posibilidad de elegir. He hecho algunos esfuerzos de trabajo y ha terminado el día; ¿ha terminado de verdad? Es entonces cuando puede tener lugar un nuevo nivel de esfuerzo. En este momento puedo tomar un libro "del Trabajo" y estudiarlo de manera consciente por veinte minutos. En un diario puedo tomar notas de experiencias del Trabajo que he tenido a lo largo el día. Puedo registrar los flashes que tal vez expliquen algunas facetas de mi personalidad o momentos de claridad, o los momentos cuando recuerdo haber usado un instrumento de Trabajo que me ha sido dado. Si me siento animado, tomo mi diario. Registro momentos en los que he visto mi sueño. Tomo nota de los momentos cuando he visto mi resistencia al Trabajo. Es importante y valioso que uno se dé cuenta de su deseo de no trabajar, tanto como de su deseo de trabajar. Mis diarios han sido de gran ayuda para mí, porque me permiten ver de manera vivida mi desarrollo o mi estancamiento. Cuando surge una situación similar, tengo el registro de lo que ya he hecho. Mis diarios me dan una manera concreta de comparar el entonces y el ahora. Antes de acostarme, reviso el día completo, tan detalladamente como pueda. Uno puede darse cuenta de cuan frecuentemente estuvo dormido, de cuántas lagunas hay en su memoria. Uno no puede recordar ni siquiera la secuencia de los acontecimientos. ¿Sonó el reloj despertador? ¿Estaba yo negativo? ¿Perdí energía a causa de esa negatividad? Esta revisión del día puede tomar la forma de imágenes o de palabras, dependiendo de cual centro está hablando. Al hacer esta revisión, comienza un proceso sutil. Uno se olvida de su cansancio; una nueva energía surge; la mente se refresca y comienza a funcionar de nuevo; uno siente que quiere "hacer": es decir, trabajar sobre sí mismo. Finalmente, termino mi día como lo comencé: realizo un procedimiento similar al del ejercicio de la mañana, recorriendo mi cuerpo conscientemente como un observador, relajando cada parte de él. Trato en los últimos momentos antes de dormir de estar completamente en ese momento, aquí y ahora.

CAPÍTULO 4 EL PAGO Y EL SACRIFICIO Hace algunos años, estaba en Monument Valley, Arizona. Atardecía en el desierto. El "monumento" levantaba su silueta púrpura contra un flameante cielo naranja. Una mujer de la etnia navajo conducía su rebaño por entre las dunas y una paz indescriptible impregnó mi ser. Sentí una gratitud sobrecogedora por estar aquí, por ser y por estar vivo. ¿Cómo puedo yo alguna vez pagar por la experiencia de ese momento? ¿Cómo puedo yo pagar por los dones que he recibido en mi vida? ¿Cuál es el precio de la transformación? Cuando una persona desea crecer, el pago es imprescindible para poder avanzar en su evolución y en su expansión interior. Es la ley. Nada nos es dado de gratis. ¿Cómo pagar? En primer lugar, si queremos algo, debemos pagar con esfuerzos; o, mejor aún, con superesfuerzos. Estos esfuerzos necesitan de un conocimiento y del reconocer el momento cuando ellos son útiles. Tales esfuerzos incluyen el realizar bien una tarea, estando presentes a nosotros mismos tan a menudo como podamos durante nuestras horas de vigilia, Observarnos, tratar de estar en silencio e inmóviles cuando las emociones drenan nuestra energía, sentirnos y trabajar para evitar que nuestra atención nos sea extraída y resulte absorbida por cualquier situación de la vida, es decir, evitar la identificación. Uno ha entrado en el camino del sufrimiento voluntario cuando sacrifica la consideración interior. El sufrimiento voluntario es un pago; por ejemplo, cuando uno se abstiene de expresar una emoción negativa, está pagando, tal como lo menciona reiteradamente el señor Ouspensky en Fragmentos de una enseñanza desconocida. 3 Nos encanta expresar nuestra rabia, criticar a una persona o situación, o simplemente difamar o insultar a alguien. No hacerlo es sufrimiento voluntario. Todos hemos experimentado lo difícil que es, especialmente, cuando somos la víctima. Es en ese momento que necesitamos recordar la consideración interior y si podemos recordarla, eso es pagar. El tiempo también es una forma de pagar. En nuestra vida, nos es concedido sólo un tiempo limitado para 3

P. D.. Ouspensky, Fragmentos de una Enseñanza Desconocida, (A. C. Editorial Ganesha, Caracas, 2001)

10

nuestra transformación interior. El tiempo que le damos al Trabajo es un pago. El resto del tiempo es sólo la vida. En una ocasión, mi instructor me preguntó: "¿Qué ha sacrificado usted?" La pregunta dio en el clavo y todavía me incomoda. Es suficientemente fácil enumerar pequeños sacrificios, pero si busco uno grande, allí está mi tiempo. Nada me ha creado más conflictos internos desde que me propuse vivir el Trabajo, que renunciar a mi tiempo libre en pro del Trabajo. Asistir a los movimientos, a los sittings, a las jornadas de trabajo y a las lecturas, me impedía hacer muchas cosas que me agradaban "en la vida". Renuncié a los domingos para trabajar con nuestro grupo, pintando apartamentos, limpiando casas, podando el césped, para ganar dinero para los grupos. Renunciar a mi tiempo libre fue el pago más difícil para mí. Disfrutaba mucho de montar a caballo los fines de semana y tuve que sacrificarlo. Sacrifiqué viajes de negocio para no dejar de asistir a reuniones o sittings en la Fundación. Tal vez su sacrificio será diferente. Puede que tenga que enfrentar problemas familiares, estar a menudo fuera de casa. Puede que sea difícil para usted dejar caer su importancia personal cuando escucha a su instructor. Otra manera de pagar es trabajar para el grupo. Preparar las preguntas para la reunión con una búsqueda interior profunda y sincera, de manera que ellas vengan de su ser y no de su intelecto. Usted puede ayudar al grupo financieramente. Puede asistir a reuniones, movimientos, fines de semana de trabajo, lecturas, sacrificando su comodidad y sus placeres, a menudo teniendo que superar obstáculos en la vida familiar o social. El sufrimiento voluntario es el mayor de todos los pagos. A través de los esfuerzos que hago, demuestro mi aprecio por el Trabajo. Estos esfuerzos incluyen sacrificios de muy diversas formas, incluyendo el sacrificio de mi orgullo, de mi vanidad y de la desmedida imagen que pueda tener de mí mismo. Cuando me doy cuenta de que siempre falta algo y cuando reconozco la calidad —o falta de ella— que les doy a mis esfuerzos, mis carencias y debilidades se hacen evidentes. Mi esfuerzo me muestra quién soy y qué soy; y si estoy aquí para ver. Y ésa es una dolorosa manera de pagar. Me lleva hasta el punto de preguntarme a mí mismo ¿Cuál es mi meta? Si no pago, eventualmente puedo perder lo que he aprendido y lo que he adquirido en el Trabajo. El pago es un principio de gran importancia en el Trabajo. Esto debe comprenderse. Tienes que pagar antes de recibir nada y el primer pago real es tomarse el trabajo de estudiar y de comprender las ideas que uno escucha y lee. A su vez, esto crea la posibilidad y las condiciones requeridas para los siguientes niveles de pago. Uno sacrifica la imaginación para vivir en el mundo real. Si uno trabaja por un tiempo suficientemente largo, tal vez llegue a sacrificar su negatividad, su rabia, su pereza y esa multitud de "yoes" contradictorios de que está compuesto. Eventualmente, uno puede llegar a ser capaz de sacrificar quien uno es en pro de aquel que puede llegar a ser. Me siento en mi biblioteca rodeado por mis libros; dos alfombras navajo que me son muy queridas, cuelgan en el muro frente a mí. He cenado, he dado una caminata, he lavado los platos. Quiero relajarme, leer un libro, descansar por un rato, pero una alarma interior suena y me recuerda que debo trabajar. Pienso en el compromiso que he hecho de escribir algo cada tarde. El reloj de alarma me susurra: "Esto es el Trabajo; es sufrimiento voluntario". El susurro se transforma en una campanada clara y sonora: sacrificio. Así que me siento; en lugar de leer un libro entretenido que me conduzca al sueño, y en pago por mi transformación, comienzo a escribir.

11

CAPÍTULO 5 LA AYUDA, EL ANHELO Y LA ORACIÓN He reflexionado acerca de la eficacia de la oración; pero, ¿realmente he reflexionado? Fue más bien una ensoñación; así que dejé que mis pensamientos vinieran y pasaran a través de mi mente, hasta que empezaron a girar alrededor de un punto focal: una conversación que tuve con mi instructora, la señora Pierce, quien fue alumna del señor Gurdjieff en Francia. Lentamente, mis pensamientos tomaron forma y me llevaron de regreso a mi infancia. La señora Pierce me dijo una vez: "Cuando eras niño, te enseñaron a rezar: 'Te ruego, Dios, que bendigas a papi y a mami. Más adelante, comenzaste a pedir cosas para ti mismo, un cambio sutil en la dirección de la plegaria. Esa oración tal vez iba dirigida a un ángel y tú pedías: 'Por favor, ayúdame a encontrar mi juguete' y probablemente, lo encontrabas." Ahora bien, ¿es eso realmente la oración? Cuando uno llega a la edad responsable, la verdadera oración es muy difícil de formular, porque es difícil reconocer los niveles que implica, porque, ¿puede esperarse que un poder que es puro Amor escuche la voz de alguien que simplemente "quiere o querría" algo? El anhelo es la máxima expresión de la oración. El Trabajo nos dice que es la fuerza más poderosa del mundo. A través del anhelo, se crean vibraciones que incrementan la función de nuestros centros hasta su máxima eficiencia. Aclaremos primero, sin embargo, que "yo anhelo" no es lo mismo que "yo quiero". En nuestro estado ordinario, los "quereres" surgen de la personalidad, de esa parte de mí a la que las cosas le gustan o le disgustan, de esa parte que está llena de dualidades y contradicciones. "Eso" quiere algo y al minuto siguiente quiere otra cosa. El anhelo está en un nivel mucho más alto; yo diría que en un nivel cósmico, donde trabajan fuerzas superiores que no alcanzamos a concebir. Las fuerzas planetarias influyen en nuestras vidas. Son fuerzas que nuestro centro magnético puede atraer y transformar, capaces de actuar sobre nuestra esencia. El señor Gurdjieff nos dice que hasta el Absoluto alcanza en ocasiones nuestra esencia. Y es en nuestra esencia donde se origina un anhelo real. He asociado aquí el anhelo con las fuerzas esotéricas. ¿Cómo se manifiesta el anhelo en nuestra mente planetaria? ¿Qué puedo hacer por mi parte? Siento que la mente que nos "hace" comprender estas fuerzas, es, al mismo tiempo, la transformadora de dichas fuerzas. Voluntariamente no podemos influir en la esencia, pero tenemos la capacidad de influir y usar nuestra mente si el anhelo es lo suficientemente fuerte, si tenemos la voluntad suficiente y la decisión de lograr nuestro propósito, nuestro anhelo. Sin embargo, en nuestro estado ordinario, somos incapaces de mantener tal intensidad. La perdemos y la recuperamos de nuevo, tal vez en forma diferente. Tal vez, ni siquiera podemos recordar la manera como formulamos y expresamos el anhelo, pero tenemos un sabor de él que permanece en nosotros. Usted debe tratar de verse a sí mismo objetiva y sinceramente antes de encontrar su propio anhelo. ¿Cuándo pido ayuda? Primero, debo saber si mi anhelo es trivial. Debo preguntarme: "¿tengo derecho a pedir ayuda?; ¿he hecho por mi parte todo lo que he podido?"¿Soy sincero al hacer estas preguntas, con todo mi ser, o hay una parte de mí que aún siente que yo solo puedo manejar la situación con un pequeño esfuerzo? ¿O si lo que anhelo, por ejemplo, es un mejor trabajo o un ascenso, cuando en lo profundo de mi corazón siento que no estoy listo y tengo miedo de que mi anhelo se cumpla? ¿Cómo puede ese anhelo o esa plegaria tener respuesta cuando su resultado sería desventajoso para mí? Sin embargo, una plegaria o un anhelo pueden formularse con respecto a cualquier tipo de necesidad. Puede ser una necesidad de nuestra vida cotidiana, un problema de salud, una situación familiar, los hijos. Puede ser un trabajo, las dificultades con mis superiores, con los compañeros de trabajo, conflictos con los vecinos. Estamos identificados con las situaciones. Estamos identificados en las situaciones. Estamos sumergidos, incapaces de evaluar objetivamente y necesitamos ayuda. Mi plegaria, mi anhelo, deben surgir de una necesidad profunda, de esa humildad que, generalmente, me es tan ajena. Lo que cuenta es lo que me motiva a pedir. Si se me concede lo que pedí en mi plegaria, lo considero un milagro. No obstante, un "milagro" sólo es la manifestación de fuerzas superiores que provienen de un plano diferente y más alto y que operan bajo un número menor de leyes también diferentes. Ésta es la explicación de los milagros. Lo que definimos como milagro es un suceso natural que ocurre de acuerdo con leyes superiores de un plano más alto. Cristo lo sabía y debió vivir bajo esas leyes cuando realizó sus "milagros". ¿Quién en usted anhela? ¿Quién ora? ¿De dónde proviene esa oración? ¿Puede usted pedir con atención total, sin perder ni por un segundo la sensación de sí mismo y estar realmente consciente de cada palabra 12

en la medida en que formula su oración en silencio o en voz alta? ¿Puede sentir su voz surgiendo y resonando en todo su ser, de tal forma que ninguna de sus partes se niegue a participar? Usted debe hacer que su plegaria y su anhelo sean su "Dios". Ellos deben ser asunto de vida o muerte para usted. Debemos tratar de comprender el significado de esto. Sólo si surge de su ser en toda su integridad podrá alcanzar la fuente que le responderá. Y la respuesta será comprendida de acuerdo con el nivel de su ser. En el momento cuando mi ser esté preparado para recibir mi anhelo, mi plegaria, la respuesta podría aparecer. Mientras más elevado sea su estado, mejor podrá entender la ayuda que se le ofrece. Se puede recibir ayuda si se pide humilde y sinceramente. La señora Pearce me decía: "Haga esto con todo su corazón. Nunca me ha fallado". Debo poner ante mí mismo todas estas preguntas —no frente a mi mente, sino frente a todo mi ser—. Entonces podré ser sincero conmigo mismo y lo suficiente objetivo para ver si soy digno de pedir a las fuerzas superiores que me muestren el camino. No conozco el camino, mi mente no lo conoce, el conocimiento proveniente de los libros no me lo puede mostrar. He aquí algunos ejemplos de oraciones apropiadas: "Anhelo verme a mí mismo tal como soy". "Pido comprender y tener la capacidad de aceptar (y no sólo tolerar); ser capaz de escuchar, de ver". Son aspectos del amor objetivo que experimento tan rara vez, ya que estoy muy lejos de ese estado superior de ser. Necesito estudiar esto. La frase: "Señor, ayúdame" es una plegaria real. Al comprender todo esto, me es claro que el trabajo de evolucionar requiere una terrible integridad. "Yo, tu Dios, soy un Dios celoso; no tendrás otros dioses antes que a mí". ¿Puede esto ser tomado literalmente? ¿Quién es para mí ese Dios celoso? Es el Trabajo. Si se hace de la manera adecuada, la oración real es una sustancia cósmica. Es materia, como lo es todo en el cosmos. Los pensamientos, los sentimientos, las emociones, todos ellos son materia. Los seres humanos en su estado ordinario no poseen la posibilidad de una plegaria poderosa o de un anhelo real, ya que en su estado de sueño la oración es inútil e ineficaz. Una oración como ésa no puede ser respondida por ningún medio, a no ser por accidente. Una vez me dijeron: "Diga sus plegarias en voz alta, haga que resuenen en todo su ser. Pida con cada una de sus partes, y cada vez que pida, debe pedir a los poderes superiores tres veces. Repítalo día tras día. Entonces, la respuesta llegará, no en el momento de usted, sino en el momento de Dios. Puede que llegue de una manera totalmente inesperada, y uno debe tener la sensibilidad interior para oírla y reconocerla". Recuerde que debe ser constante aun cuando piense que no ha sido escuchado. La ayuda sí está disponible. Cuando pedimos ayuda, instintivamente miramos hacia arriba, reconociendo instintivamente que las fuerzas nos llegan de lo alto. No obstante, también tengo que volverme hacia adentro. Hay dos centros superiores, el emocional y el mental, que están en nuestro interior. Nacimos con ellos. Están allí desde nuestro nacimiento, trabajando las 24 horas, siempre listos; sólo que no hacemos contacto con ellos. Se puede llegar a ellos a través del centro emocional. Mi labor, por lo tanto, es desarrollar y perfeccionar ese centro. De esta forma, los centros superiores podrán guiarme. Dios está dentro de nosotros y puede que la ayuda que pedimos ya esté en nosotros. Los dos centros superiores están completamente desarrollados, pero trabajan con vibraciones mucho más finas. Hay una ayuda que proviene del círculo interior de la humanidad y que guía las vidas de los seres tricerebrales en su condición actual, a la cual se puede acceder a través del centro emocional superior. La ayuda viene también de su grupo de trabajo. Las preguntas de los compañeros y las respuestas que ellos reciben a menudo contienen lo que usted necesita para sus propias preguntas y sus propios problemas. Los diferentes puntos de vista le aclaran y amplían su horizonte. Usted siente que no está solo; su situación o sus problemas no son únicos. Las energías acumuladas durante los años que usted ha estado trabajando con un grupo pueden hacer que el grupo actúe como un acumulador para usted, brindándole el apoyo que usted necesita para su transformación. Tiene que practicar para estar en capacidad de orar, de formular un anhelo sincero. Debe persistir en pedir, y hasta exigir, lo que se pide. Hay una manera activa y una pasiva de pedir ayuda. Algunas escuelas esotéricas han adoptado la modalidad de exigir ayuda. En este caso su propia voluntad, su anhelo, es la fuerza activa. Su voluntad debe escoger el camino a tomar. Quizás si usted pide algo específico, como ayuda para un problema de salud, la petición, combinada con mucha fe, puede producir lo que hemos denominado un "milagro". Si, por otro lado, usted pide la comprensión o la iluminación, entonces debe ser pasivo y permitir que algo suceda. 13

Cualquiera que sea el método, tanto las fuerzas que están dentro, como las que están fuera de nosotros, nos pueden brindar ayuda. Pero, como he dicho, eso ocurre a su tiempo y no cuando nosotros lo queremos o lo esperamos. Por último, es posible que una ayuda provenga de Su Eternidad, del Absoluto, de Dios. Todas estas influencias están tratando de ayudar, pero mientras yo esté identificado con mi sufrimiento, con mi falsa personalidad, con mis topes, con mi rabia, con el llevar cuentas, con la autocompasión, o con los recuerdos, esas influencias no podrán alcanzarme, no me podrán liberar ni contribuir a expandir y desarrollar mi comprensión. Así que me vuelvo una y otra vez hacia el Trabajo. Estoy tranquilo; estoy tranquilo y espero. Por mí mismo, debo sentir que esa ayuda llegará. He escuchado las siguientes palabras y creo en ellas. "El Trabajo es cincuenta veces más fuerte que usted", y "Usted puede recibir ayuda". Estas palabras se convierten en parte de mí, penetran mi organismo y mi vida. Generalmente, digo mis plegarias en la posición sentada de mi ejercicio matutino, pero algunas veces tengo un inmenso impulso de postrarme en el piso. En esos momentos, siento mi "nadidad". Soy consciente de las fuerzas que irradian desde arriba. Humildemente me preparo para encontrarme con ellas. CAPÍTULO 6 LA SOLEDAD ¿Por qué nos sentimos solos? ¿Cuál es la causa de la soledad y, sobre todo, qué podemos hacer al respecto? ¿Cómo se manifiesta esa soledad? ¿De qué manera puedo abordarla? La soledad no sólo es un estado emocional; nuestros tres centros tienen relación con ella: El centro motor, El centro emocional, El centro intelectual. Noto una sensación extraña en la región de mi plexo solar. Mi postura me lo muestra, mi columna que está encorvada. Estoy desanimado, con la cabeza gacha, camino sin fuerzas. Arrastro los pies; mi ritmo se hace lento. Las comisuras de mi boca apuntan hacia abajo. Mis ojos están apagados. ¿No es interesante? ¿qué aparece primero: la soledad que se expresa en estos síntomas físicos, o son ellos los que originan mi sensación de soledad? Ambas cosas: algunas veces mi soledad comienza en el centro motor y produce el estado que estoy describiendo. Otras veces es al contrario. La soledad es como un vacío interior que se expresa en mi estado físico y en mi postura. ¿Por qué? Por muchas razones. Puede ser causada por un pensamiento: un recuerdo de lo que tuve, de lo que perdí o de lo que he deseado. Una melodía que cruza mi mente libera caudales de experiencias pasadas o deseadas. Una fragancia, una flor, un perfume, una ráfaga de aire pueden transformarse en todo un coro de emociones tristes, generalmente negativas. Un color, una forma, pueden también influenciarme: un anaranjado, un rosado o un violeta, los matices llameantes de un atardecer, pueden lograrlo. Una estrella brillando en el firmamento, la constelación de Orión, Casiopea, la Osa Mayor, la luna, influencian mi centro emocional y de nuevo cualquiera de ellos me trae recuerdos o me hace suspirar por algo que permanece en lo desconocido, en el futuro. Por último, pero no por ello lo menos importante, están las personas. Puedo sentirme terriblemente solo en un grupo de personas, en una tiesta, en un concierto —en el cual la música aporta un elemento adicional a mi soledad—. En la oficina, cuando veo a las personas absortas e identificadas con lo que están haciendo. Me siento solo hablando con una persona, cuando noto la falta de mutuo entendimiento, viéndola dormir o absorta, alejada de mí, mientras estamos sentados a sólo un metro de distancia. Y, por supuesto, lo contrario: nadie a mi alrededor —aquí estoy, completamente solo— sintiendo lástima por mí mismo. Ahora viene la segunda parte: ¿qué puedo hacer con respecto a esto? Gurdjieff nos dice que hacer un esfuerzo—cualquier tipo de esfuerzo— puede alterar nuestro estado interior. Puede ser un esfuerzo tísico. Salga a caminar (y observe su respiración), a trotar, o practique su deporte favorito —tenis, esquí, 14

equitación, voleibol— o simplemente haga sus ejercicios acostumbrados. Tome un libro de su biblioteca; su centro magnético lo guiará al tipo de libro adecuado para su estado de ánimo. La música es otra opción. Toque el piano o escuche un disco, busque un programa en la televisión y, de nuevo, por accidente o por un milagro usted oprime el botón adecuado. ¿Usted pinta? ¿Es escultor? ¿le gusta la jardinería o es usted un gourmet? Existen innumerables cosas que usted puede hacer; haga un esfuerzo. ¿Medita usted? ¿Puede conectarse con su yo real o con algo más alto, muy superior a usted, a través de un silencio interior que lo transforma, que crea vibraciones más tinas y más altas, capaces de transformarlo? Todo esto puede hacerse y puede ayudar a aliviar su soledad. Sin embargo, existe una condición: usted debe conocerse a sí mismo —o tratar de hacerlo—. Estudie cómo funciona usted en su dimensión física, material y psíquica. El conocimiento de sí puede darle la clave para comprender su soledad, puede permitirle verse tal como es en ese momento, en esa etapa, en ese estado. Eso puede mostrarle la dirección hacia donde debe dirigir sus esfuerzos. CAPÍTULO 7 EL SUEÑO Y LA CONCIENCIA Estaba anocheciendo y yo caminaba por una de las estrechas calles de Florencia. A medida que pasaba entre hileras de puertas de madera y portales con rejas ornamentales de hierro forjado de palacios de más de 500 años que nunca había visto antes, sentí: "conozco este lugar": una sensación de déjà vu. Este pensamiento me llenó de sensaciones; las sentí tísicamente. En ese instante, estaba completamente consciente de lo que me rodeaba. Estaba ahí. Esto no tenía sabor a sueño ni a imaginación ni a ensoñación. Entonces empecé a reflexionar sobre lo que significaban realmente el sueño y la conciencia. Las palabras "sueño" y "conciencia" tienen significados mucho más profundos de los que conocemos. No debemos tomarlas literalmente con el sentido que les damos en las conversaciones cotidianas, sino en su sentido psicológico. Deben ser comprendidas en niveles más profundos de los de la vida ordinaria. ¿Qué significan estas palabras para el Trabajo? El señor Gurdjieff decía que el hombre está dormido. Todas nuestras acciones son un sueño; son mecánicas. Nuestro pensamiento, nuestros planes, nuestro funcionamiento en la vida cotidiana son un sueño. No podemos actuar desde el sueño, sólo reaccionamos. El sueño tiene diferentes niveles. Nuestro sueño nocturno es importante física y psicológicamente. En él, la naturaleza crea las energías que necesitamos para el día siguiente. En la medida en que nos acercamos al punto de "levantarnos", nuestro cuerpo se agita, se inquieta. Los pensamientos, o semipensamientos, entran como semisueños. Lentamente los pensamientos toman mayor sustancia y forma, pero aún estamos dentro del capullo del sueño, hasta que finalmente comenzamos a enfrentar el día. Ahora entramos en un sueño diferente, el sueño del hombre mecánico. Reaccionamos a todo y a cualquier cosa. Hablamos con frases automáticas para expresar sentimientos automáticos generados por pensamientos automáticos que se enlazan repetidamente con redes de asociaciones. Los centros equivocados toman el control. Las emociones simplemente ocurren; la mente no discrimina, sino que dispara pensamientos. Nuestra atención vaga, saltando de un lugar a otro, de un tema a otro. No estamos presentes, no somos conscientes. No enfocamos nuestra mente, nuestro centro intelectual. Lo que opera es lo que Ouspensky llama el aparato formatorio, el cual se apodera mecánicamente de nuestro pensamiento. Nos identificamos con cualquier situación y permitimos que nuestra imaginación domine todas nuestras partes. Gurdjieff se refiere a este estado, aparentemente en broma, como "estado de conciencia clara" o "de conciencia despierta" aunque es un estado del ser que no es ni claro ni consciente. El "sueño despierto" es mi estado ordinario y es de este estado del que debo escapar si quiero un cambio en mi vida. Mi vida sería diferente si llegara a ser consciente. La conciencia debe ser mi meta en la vida. ¿Cómo lo logro? Comienzo con una META, con el compromiso de esforzarme constantemente hacia dicha meta. La pongo frente a mí cuando me levanto al comenzar el día: "Debo observarme, verme a mí mismo, ver mi sueño y el sueño de quienes me rodean". Esto ya me despierta por un momento. Me veo por instantes. Conduzco mi automóvil en dirección a mi trabajo. ¿Qué ocurre dentro de mí durante ese trayecto? ¿Estoy completamente inconsciente? ¿Estoy soñando despierto? ¿Me pongo impaciente frente al semáforo en rojo? ¿Insulto a la gente que se me atraviesa o que va muy despacio y bloquea mi camino? Eso es el sueño. Esta mañana sin embargo decidí observarme a mí mismo; en un 15

momento dado, mientras conduzco, veo todo esto y me vuelvo consciente; siento mis manos en el volante, siento lo que me rodea y también lo que pasó hace algunos segundos. Sí, esto ya es algo de conciencia. Tengan por seguro que durará poco, ya que no puedo sostenerla, pero es el primer paso hacia un mantenerme despierto más a menudo durante el día. Por instantes, tengo la sensación de mí mismo, veo mi postura, quizás hasta oiga mi voz, para luego caer de nuevo en el sueño. Sin embargo, como tengo una meta, de nuevo vuelvo a ser el observador y despierto por momentos. Gradualmente, estos momentos se hacen más frecuentes y los períodos de sueño más cortos. Visualizo el día como un collar de perlas. Las perlas están apiladas frente a mí. Son los momentos cuando estoy despierto, los momentos de conciencia. Voy tomando una por una, cuando tengo la sensación de mí mismo, cuando "pienso correctamente", cuando controlo las expresiones mecánicas de mis emociones y reconozco la impaciencia, la rabia, la curiosidad, la negatividad, todas en mi interior. Ensarto las perlas pacientemente, haciendo esfuerzos para estar consciente y, quizás, al final del día, de la semana, del mes, haya logrado crear un collar de "ser". CAPÍTULO 8 EL RECUERDO DE SÍ Por aquellos días estaba viviendo en la costa norte de Long Island y había confiado mi caballo al cercano establo de los Gormleys, una familia de origen irlandés que se había dedicado, ya por tres generaciones, al cuidado de los caballos. El viejo Hugh Gormley simpatizaba conmigo y cuando le pregunté si quería acompañarme una tarde y darme algunas indicaciones sobre salto de vallas, inmediatamente aceptó. Fuimos al bosque y nos dirigimos hacia las vallas del Grace's East Field. Hugh Gormley me había asignado un poderoso caballo gris de 17 cuartas de alzada llamado Roger. Nos acercamos a las vallas y Roger, tras superarlas con facilidad, despegó como un relámpago, a toda velocidad. Traté de dominarlo, pero fue en vano. Literalmente había despegado. No había manera de refrenarlo. Ningún poder sobre la tierra podía controlarlo, y ahí estaba yo: ¿qué hacer? Iba demasiado rápido para saltar y demasiado rápido para mantenerme en la silla. Mientras galopábamos a campo traviesa, de repente, me sentí extrañamente desapegado. Me vi a mí mismo y vi mi situación desesperada. Mis pensamientos eran claros. Me daba cuenta de lo que podría pasar, de lo que probablemente pasaría, y, sin embargo, estaba "presente", consciente, en un claro estado de "recuerdo de sí", tan claro como el que podía experimentar sentado en mi suave zafo durante mi ejercicio de la mañana. Después de un tiempo, halé las riendas, afincándome en la boca de Roger, decidido a lograr algún tipo de control. Vi la mansión de Whitney Estáte, con forma de U y, en ella, mi salvación. Roger me permitió dirigirlo allí con las riendas. Lo orienté hacia las cuadras y sólo allí me di cuenta de que me había salvado de milagro. Roger se detuvo y dejé pasar un tiempo antes de desmontar. Me quedé allí, conmigo mismo, con el caballo y con el momento. Detrás de mí, oí ruido de cascos: ahí estaba el señor Gormley, con una sonrisa de satisfacción, diciendo sin más, "Bueno, logró usted resistir". ¿Por qué cuando voy al mercado me olvido de todo lo que necesito? ¿Por qué a mitad de la noche me despierto con una idea "muy importante", que luego, en la mañana cuando me despierto se ha evaporado por completo? ¿Por qué no recuerdo situaciones y eventos del pasado que me resultaron muy relevantes cuando ocurrieron? La respuesta es: no era consciente, no estaba en "el estado de recuerdo de sí", el estado en el cual yo sí recuerdo. El recuerdo de sí es una fuerza. Es "materia" como también lo son los sentimientos, las emociones, los pensamientos, aun un paisaje, una fragancia o una melodía. El acto de recordarme de mí mismo precede al estado de recuerdo de sí. El intento por llegar al recuerdo de sí tiene su origen en la profunda necesidad que tiene el buscador de vivir en un plano diferente. Este intento de recordarme de mí mismo puede practicarse de muchas maneras: desde el sentarse en silencio, relajando el cuerpo y la mente hacia su pasividad y sintiendo el movimiento de la respiración en todo el pecho, hasta la activa observación de sí durante las horas de vigilia. Al comienzo, algunos ejercicios parecen fáciles y sin importancia, pero son en realidad muy difíciles de hacer. 16

Nombro sólo algunos de los que había dado a los grupos para practicar: esfuércese por recordarse de sí mismo cuando se está mirando en el espejo del baño al afeitarse o en su peinadora* maquillándose. Trate de recordarse cuando está desayunando, con ambos pies sobre el piso para "hacer contacto", sintiendo la temperatura de su taza de café o té y disfrutando conscientemente de lo que está comiendo; es decir, advirtiendo que se trata del primer tipo de alimento eseral. Perciba las sensaciones de olor y sabor que son impresiones, es decir, el tercer tipo de alimento eseral. Trate de recordarse de sí mismo cuando tenga en sus manos las llaves del automóvil: cuando las tome de su tocador, de su bolsillo, de su cartera; cuando encienda el auto y cuando las saque luego de estacionar. Quédese allí un momento. Cuando se dé cuenta de que no se recuerda de sí mismo, sienta remordimiento. Eso también puede llevar al recuerdo de sí. Mientras trabajo en un grupo, cuando estoy sentado con otros en un grupo o cuando hablo con mis compañeros, puedo intentar recordarme de mí mismo. Fuera de los grupos puedo utilizar los recuerdos de cientos de horas de las reuniones de grupo, de las charlas, de los intensos trabajos durante las jornadas de fin de semana. ¡Existen muchos consejos e indicaciones para establecer la quietud interior, para crear sustancias más tinas y más elevadas! Existe el deseo de establecer contacto con nuestros centros superiores, de crear un cuerpo eseral superior y de cristalizarlo. Todos estos esfuerzos tienen como propósito conducirnos al estado del recuerdo de sí. Invente "relojes despertadores" para inducir el recuerdo de sí. Utilícelos diariamente; pero cambíelos antes de que se conviertan en hábitos inútiles. Sea consciente también de la peor trampa: usted puede estar convencido de "ahora me estoy recordando de mí mismo", cuando en realidad está identificado con el ejercicio que ha venido practicando. El recuerdo de sí es separarse del "yo" habitual, creando un espacio, un vacío, para realmente verse a sí mismo. Usted tiene que cargar con el despertador durante todas sus horas de vigilia. Sin embargo, tiene que evitar engañarse: me creo que la mente, el centro intelectual, es el recuerdo de sí y creo, entonces, que lo he logrado. Pero el recuerdo de sí no se logra a través de la mente. La mente no soy yo; es sólo una pequeña parte de mí. Ella tiene un solo lenguaje que no convence a los otros dos centros: el centro emocional y el centro motor. Es justo como en la analogía donde el cochero no se comunica ni con el caballo ni con el carruaje. Sólo en la medida en que los tres centros cooperan, se crea el verdadero estado del recuerdo de sí. Sólo las vibraciones, las energías, los elementos de los tres centros producirán el recuerdo de sí. De otro modo, será sólo un pensamiento, una imagen mental, que nos hace creer que es así. No, es el Ser en su totalidad el que tiene que participar, el que tiene que ser transformado en esos momentos. A veces hay algo que no nos "sabe" bien. ¿Realmente me estoy recordando a mí mismo? ¿Realmente estoy alcanzando la calidad de conciencia por la que me esfuerzo? Existe una pequeña duda y una sensación de imperfección. ¿Me está haciendo falta algo? ¿Estoy siendo sincero? ¿He hecho una conexión interna? ¿Realmente sé lo que es para mí escuchar interiormente? ¿Estoy creando un espacio dentro de mí donde la ayuda que necesito puede entrar y permanecer? Estas preguntas me hacen darme cuenta de lo que podría significar la "conciencia objetiva". Ellas pueden hacerme ver las ilusiones que tengo sobre mí mismo. Lo extraño es que eso no es destructivo ni desmotivador. Al contrarío, limpian mi atmósfera y producen diferentes vibraciones que me permiten y que me obligan a tener una imagen más exacta de lo que soy. Son la luz que es la conciencia y me insinúan la dirección que debe tomar mi trabajo interior. Digo me insinúan, porque sólo si el Trabajo nos ha hecho lo suficientemente sensibles y nos ha enseñado a escuchar interiormente, podemos percibir y sentir cuál es el siguiente paso. Entonces podemos entrar en contacto con nuestros centros superiores donde algo diferente puede asumir la dirección. Me encuentro en las montañas haciendo mi caminata semanal. Pienso en la pregunta que me hicieron en el grupo: "¿Dónde está 'El Camino'? ¿Estoy transitando ese camino, mientras estoy sentado aquí, escuchando, leyendo o haciendo las tareas que me han dado?" Mientras asciendo, aspiro el aire, observo las cumbres nevadas, veo a los excursionistas sonrientes que me adelantan, y me siento feliz. Ahora surge la pregunta del "observador": ¿Estoy recordándome de mí mismo —del "Yo" que ve y experimenta todo esto— o más bien estoy identificado y ese "Yo" ha "desaparecido"? Tengo que aclarar dentro de mí: ¿cuándo me recuerdo de mí mismo y cuándo estoy identificado? Desciendo de las montañas y veo la nieve, los pinos, el cielo azul, con ojos diferentes. Mis pulmones se 17

llenan con inspiraciones profundas... y diferentes. Tengo la sensación de la flexibilidad de mis pasos y comienzo a cantar. Sé que ahora yo soy; me estoy recordando de mí mismo. Aquí se inicia el camino. Dentro de mí he ido escalando, peldaño a peldaño, en los meses y años pasados y he alcanzado un cierto nivel. Y es allí donde comienza "el camino": con una presencia objetiva en mi ser, con el recuerdo de sí. CAPÍTULO 9 PREGUNTAS La enseñanza de Gurdjieff está basada en la tradición oral; es decir, en la interacción directa entre los alumnos y el instructor. Para lograr esto, mi instructor se plantaba una y otra vez frente a sus grupos y preguntaba: ¿Cuál es su pregunta? Las preguntas son la vida de las reuniones de grupo. Las preguntas reales surgen de una profunda necesidad y de una búsqueda interior, no se pueden crear artificialmente. Debo darme cuenta de que estoy en pregunta. Luego puedo buscar "una" pregunta muy dentro de mí. Si busco con sinceridad, llegará. Puedo sentirla, buscarla a tientas, y si soy afortunado, una discusión que se inicia gracias a mi pregunta, puede llevarme a encontrar una respuesta, aunque ésta no sea la que esperaba recibir. Muchos de nosotros, especialmente cuando "fabricamos" una pregunta desde el lugar equivocado, ya tenemos de antemano la respuesta en nuestra mente, y por ello nunca alcanzamos a escuchar una respuesta, aunque nos sea dada. Sin embargo, si estamos lo suficientemente abiertos, podemos sacar mucho provecho del escuchar la pregunta que hacemos, aunque sea una pregunta fabricada. Puede que descubramos quién pregunta y desde qué nivel viene esa pregunta. Todo esto tiene su valor. Es por tanto necesario que cada uno lleve a las reuniones las preguntas que tiene acerca de su vida cotidiana y del Trabajo. En ciertos momentos es importante preparar y ponderar estas preguntas antes de reunirse con el instructor o el grupo. En otros, hay que tratar de buscar en el momento cuál es la pregunta de uno. Observe quién es en usted el que hace la pregunta. ¿De cuál "yo" surge la pregunta? ¿Puedo realmente observar esto? ¿Qué es entonces una pregunta verdadera? Hay muchas preguntas acerca de situaciones en mi vida con las cuales estoy identificado y no puedo encontrar mi camino. ¿Tengo este tipo de preguntas en este momento? Hay preguntas que surgen al estudiar las enseñanzas de Gurdjieff, a medida que trato de comprender y verificar las ideas del Trabajo aportadas por él. Estas preguntas son prácticas, me pueden llevar a respuestas útiles y a nuevos comienzos en la dirección de mi crecimiento interior y de mi ser. Por otro lado, hay preguntas que son demasiado grandes para el nivel donde generalmente me encuentro. Esas preguntas deben guardarse bien y volver sobre ellas de vez en cuando, aceptando por completo, sin recriminaciones ni impaciencia, su carácter incompleto, en mi nivel actual. Por ejemplo, la pregunta "¿Quién soy yo?" es una pregunta muy grande, pero no debo estancarme ahí, excluyendo preguntas cuyas respuestas puedo utilizar en mi nivel, tal como soy. Más aún, como la pregunta es muy, muy grande, me es extremadamente difícil saber cuándo he recibido una respuesta. Más bien, empiezo con preguntas más pequeñas, más prácticas, cuyas respuestas son más fáciles de reconocer y las puedo poner en práctica ahora, tal como soy. Busco preguntas cuyas respuestas me permitan crecer desde el lugar donde me encuentro en este momento. En una reunión de intercambio, alguien hizo una pregunta muy grande. El responsable, mirando desde la altura del estrado a la persona que preguntaba, respondió con mucha calma, "Sea ingenuo cuando haga una pregunta". El hombre que había preguntado se sintió tan herido con esta respuesta que abandonó el grupo. Debemos comprender que una respuesta puede no llenar nuestras expectativas y que nuestra sensibilidad hacia nuestra importancia personal puede ser herida por una respuesta objetiva. Tengo que preguntarme a mí mismo: "¿Realmente estoy buscando una respuesta?" Las grandes preguntas, si verdaderamente son nuestras, pueden ser como un faro, aunque es posible que a medida que crecemos en nuestro trabajo hasta podamos abandonar estos faros. ¿Tengo el valor y la paciencia para quedarme frente a mis preguntas y aceptar ese estado de no saber, de no comprender? Deseo ser. ¿Qué significa esto para mí tal como soy ahora? ¿Qué es mi ser? Durante años, pregunté a maestros, escritores y filósofos: "¿Qué es la mente?" Me dijeron muchas palabras, pero no escuché 18

ninguna. Finalmente, la respuesta me llegó durante un sitting: la mente es una fuerza, una herramienta, por medio de la cual mi centro emocional e intelectual se comunican conmigo. Si las respuestas reales llegan a un lugar diferente en mí, un lugar sereno, un lugar sagrado, puede iniciarse una transformación interior. Este lugar es el resultado de años de trabajo preparatorio y se construye ladrillo a ladrillo. Mis propias preguntas vivientes me ayudan a fabricar los ladrillos para construir ese lugar. Existen muchas preguntas que surgen en mí y para las que puedo encontrar respuesta en libros, conferencias y en "personas eruditas". No obstante, quedan aún preguntas en mí, preguntas que difícilmente puedo formular, preguntas cuya presencia sólo puedo sentir y respuestas que están más allá de mi capacidad de expresión. ¿Cómo encontrar esas respuestas? De nuevo, para mí sólo existe una manera: el silencio, la quietud interior, la pasividad total del cuerpo, de la mente "exterior" y de la emoción. Si esto se logra, entonces algo puede suceder: no una respuesta a través de los canales ordinarios, sino sentir que mi pregunta ha sido respondida. Esta lleva, entonces, a otras preguntas. ¿Es el Yo quien ahora conoce o es el yo ordinario y cotidiano quien "sabe"? ¿Es algo en mí o de mí, algo que existe en un nivel diferente, el que conoce? ¿Puede ser que mi nivel esté relacionado con el nivel de mi pregunta? ¿Podría ser que años de trabajo interior, trabajo consciente y sufrimiento voluntario, hayan producido una meta superior? Una vez más, recuerdo las palabras: "Estoy en pregunta".

CAPÍTULO 10 OÍR Y ESCUCHAR Necesitamos herramientas e instrumentos más tinos cuando tratamos de alcanzar un nivel más elevado. Necesitamos un enfoque diferente, uno que sólo los centros superiores nos pueden brindar. Recuerdo el "tema del día" durante un fin de semana de trabajo en Armonk, Nueva York: "Hoy, trate de escuchar. Uno puede hacerlo sólo por breves momentos, luego se vuelve a dormir. No obstante, generalmente uno oye durante el día, por momentos, si presta atención al escuchar". En la medida en que practicábamos esta tarea, me sorprendía lo mucho que podía oír: los pasos de mis compañeros, el crujir de la grava, el sonido de las hojas de los árboles con el viento. Podía oír mi propia respiración, las voces de los otros cuando hablaban entre sí y de dónde provenían esas voces. Algunas eran impacientes, otras eran cálidas y protectoras y otras, completamente mecánicas. De las voces de las personas que trabajaban a mi alrededor, pude sentir su calidad de atención y, observando esto, pude recoger de nuevo mi atención. Experimenté un escuchar diferente. Todo mi organismo escuchaba con la atención completamente enfocada, ya quejo deseaba oír cada palabra que se decía. Muy a menudo caemos en la trampa de dirigir una pregunta al instructor y formular nuestra respuesta aun antes de que la pregunta haya sido respondida, sin oír nunca lo que se nos dice. Nuestras vidas dependen enteramente de nuestra capacidad de escuchar interiormente. A causa de nuestra identificación con el "ruido" de la vida externa, no oímos lo que nuestros centros superiores nos dicen constantemente. Si sólo pudiéramos escuchar, la vida sería mucho más fácil para nosotros. Pero, ¿qué significa escuchar? ¿Escuchar a quién? ¿Escuchar qué? ¿Quién escucha? Digo: "Deseo oír". Primero debo preguntar: "¿Quién quiere oír? ¿Es un 'yo', un grupo de 'yoes' o es todo yo?" Sólo si se trata de todo yo, ese deseo se materializará. Y sólo si la necesidad es grande vendrá del lugar adecuado. Debo escuchar con todo mi ser, tanto al interior como al exterior. También deseo oír matices, sutilezas, que subyacen en todo lo que sucede a mi alrededor. Deseo escuchar las influencias nacionales, raciales, geográficas y hasta planetarias que me hablan. Deseo escuchar y sentir, en las voces de las personas, quiénes son, cuál fue su formación religiosa y familiar, su educación y su crianza, sus circunstancias sociales y domésticas. Deseo estar en contacto con mis centros superiores. Trato de hacer contacto con ellos para empezar a oír lo que dicen. Para hacer esto, necesito incrementar mi sensibilidad interior. El centro emocional puede sentir el estado interior de otras personas y esto es lo que yo deseo escuchar. Deseo escuchar mi ser interior, lo que mi ser me dice, oír la mentira en los otros y también la mentira en mí. Cuando escuche interiormente, escuche con el plexo solar; la mente no es más que un policía. 19

Debemos estar muy, pero muy tranquilos y silenciosos para ser capaces de sintonizarnos con vibraciones más tinas y más elevadas. Nuestras vibraciones normales son muy toscas. Utilizando el deseo, tratamos de establecer una conexión, una manera de escuchar. Una vez que aprendemos cómo escuchar, hemos logrado un elevado estado de ser. Nuestros órganos saben cómo escuchar. Oímos los matices en las voces de los otros; hemos aprendido a estar sintonizados con los estados de ánimo de los otros. Los utilizamos para vender algo, para comprender y sentir compasión hacia los otros, para la docencia en aula. A pesar de que todo esto está en el nivel de la vida cotidiana, apunta hacia el hecho de que tenemos la capacidad de escuchar. El mal funcionamiento de la máquina humana y la falta de conexión entre los centros utilizados en la vida ordinaria y los dos centros superiores obedecen al desarrollo insuficiente de los centros inferiores. Precisamente esta falta de desarrollo de los centros inferiores, o su mal funcionamiento, nos impide hacer contacto con nuestros centros superiores a través de un verdadero escuchar. Debemos escuchar con los centros apropiados, tanto el intelectual como el emocional. Cuando un pensamiento haya sido registrado, trate de sentir. Hasta ahora, nuestro pensamiento y nuestro sentimiento han funcionado separadamente. Para escuchar realmente es necesario que mi atención esté centrada. Sólo cuando uno está centrado puede reunir su atención de manera de poder enfocar lo que se está tratando de escuchar y dejar que el significado penetre en uno. Esto se designa en la enseñanza de Gurdjieff como "el estado de recogimiento". Para oír, debo tratar de utilizar mi mente para aquietar mis pensamientos y dirigir mi pensar hacia un canal diferente. Trato de permanecer en el estado de inmovilidad interior que logro en mi sitting. Éste es mi propósito: vivir el Trabajo, pensar desde mi trabajo. Consagro un tiempo definido cada día para tener la sensación de mi cuerpo, estar presente, en silencio y, sobre todo, recordar este propósito. Comienzo con el ejercicio de la mañana: al tratar de alcanzar una total quietud. Tengo que observar la calidad de mi sitting, mi sinceridad en el deseo de estar en silencio. Debo darme cuenta de cuándo me miento a mí mismo acerca de esta calidad. ¿En qué momento empieza a vagar mi atención? Es cuando "el diablo me tienta", como decía el Sr. Gurdjieff, inyectándome pensamientos sobre el próximo día con sus implicaciones emocionales, el ruido interno, que hace imposible escuchar realmente. Poco a poco, la sensibilidad interior se incrementa, el "aparato receptor" atina su sintonía y yo comienzo a oír. "Haga un espacio dentro de usted para ser capaz de oír", me dijeron mis instructores. Algo es atraído a este vacío. Tal vez sea sólo una palabra o un sabor. Desde este lugar, podemos oír lo que normalmente no oímos. Podemos oír el silencio. Usted puede, de hecho, alcanzar este estado durante el ejercicio de la mañana cuando se permite escuchar. Mi escuchar puede arrojar resultados de dos formas diferentes. Primero, escucho buscando respuestas que vienen del exterior; una comprensión o una ayuda proveniente de lo más alto. Segundo, trato de escuchar la forma como mis centros superiores me están guiando. Aprender a oír y a escuchar han sido los hitos en el camino hacia mi propósito, el perfeccionamiento de los cuerpos eserales superiores, y me fue indispensable para estar al frente de los grupos de Gurdjieff en Colorado. Cuando respondo a sus preguntas, no es desde mi conocimiento personal, sino desde el escuchar las respuestas de los centros superiores. Creo en el poder de los centros superiores. Creo que los centros superiores verdaderamente tienen acceso a un conocimiento superior, a una comprensión mayor y pueden contactar el "círculo interior de la humanidad" que equilibra el cosmos. Incluyo en mis oraciones diarias: "Deseo escuchar lo que me es dado oír. Deseo ver lo que me es dado ser".

20

CAPÍTULO 11 LA CONSIDERACIÓN EXTERIOR Una persona que le es cercana ha estado enferma por largo tiempo. Una y otra vez la oye decir que quiere "dejarse caer dentro de un hueco", que pretiere morir, que se siente inútil o que va a ser olvidada después de la muerte. La sociedad, la vida, su propia inclinación lo inducen a ser considerado, a preocuparse, a ser gentil. Sin embargo, el Trabajo pide algo más de usted. Le enseña a ponerse en el lugar de esa persona. Trate de sentir su dolor, su angustia, su desesperanza. Trate de comprender esa negatividad y esos sentimientos de la inequidad y la injusticia de la vida que está enfrentando esta persona. Trate de entender y soportar esa rabia y ese resentimiento reprimidos. Usted trata de ejercitar la paciencia y la compasión. No obstante, después de un tiempo, se cansa de escuchar una queja tras otra. Siente rabia y se ve afectado por el cansancio y la tristeza de la persona enferma. Aunque trata de verdad de vivir el Trabajo, de practicar la consideración exterior, su esfuerzo no va mucho más allá de las palabras. En ese momento, con todo su ser, trate de darse cuenta de la necesidad de esa persona. Entonces, algo puede abrirse en usted, y es tocado por algo nuevo. Una luz se enciende en el cuarto oscuro donde usted se encuentra. Ye los muebles, los cuadros en las paredes, la alfombra. Se da cuenta interiormente de la miseria de la persona enferma. Siente que esa miseria le llega. Es como si un velo se corriera y usted se viera confrontado con la realidad del sufrimiento humano. Así comienza usted a entender lo que el señor Gurdjieff nos enseñó acerca de la consideración exterior. La consideración exterior no está sola. Su opuesto habita al lado suyo. Es lo que se denomina la consideración interior; es decir, mi propia reacción mecánica a una situación. Darse cuenta de la propia consideración interior requiere un "ver hacia dentro" con el cual observo mi reacción hacia una situación. Esto debe suceder antes de que yo sea capaz de actuar externamente. Entonces estaré menos identificado y más libre de actuar de acuerdo con las enseñanzas del Trabajo. Al hacer esto, no sólo ayudo a la otra persona sino que me ayudo a mí mismo. Tengo que preparar mi actitud interior antes de poder ejercer la consideración exterior. No puedo practicar la consideración exterior si no he hecho contacto con mi situación interior. Tengo que ver mi impaciencia, mi falta de voluntad hacia el esfuerzo, mi resistencia a ponerme en el lugar de la persona que sufre, así como mis propios sentimientos ante la situación: mi egoísmo, mi pereza; y finalmente, si soy realmente honesto conmigo mismo, mi indiferencia. Sólo cuando haya visto todo esto en mí, cuando haya sido capaz de aceptar esta imagen de mí mismo, estaré preparado para la consideración exterior. Necesito practicar a diario la consideración exterior si deseo vivir el Trabajo. En la vida, es posible considerar el estado de ánimo y la actitud de un cliente potencial, las exigencias del trabajo o de la situación personal. Uno tiene que considerar a sus compañeros de trabajo, a sus superiores y subordinados, a sus hijos y hasta a los parientes que no le simpatizan. ¿Por qué? Porque uno necesita practicar constantemente lo que enseña el Trabajo si desea que su cuerpo psicológico crezca y se desarrolle. La Ley del Tres interviene cuando uno ve dos emociones opuestas y logra reconciliarlas a través una acción apropiada. Hasta ahora, usted se encontraba en la parte más baja y mecánica de su centro intelectual o emocional. Entonces surge en usted una comprensión más profunda que se convierte en su guía. Ésa es mi propia experiencia. Es como si pasara, tras los bastidores de un teatro, hacia la vida, más allá de la representación que tiene lugar en el escenario. Lo que estoy tratando de expresar es la profundidad de la comprensión de nuestra experiencia. La superficie no es suficiente, y no tenemos idea de las dimensiones que se encuentran más allá de esa superficie. Esa comprensión abre una nueva perspectiva, permite un flujo de nueva energía y obliga a hacer un nuevo esfuerzo. Me muestra cuan lejos tengo aún que ir y cuan superficial es el nivel donde realmente me encuentro. La consideración exterior me obliga a salir de mí mismo. "Veo" las vidas de los otros y, a la vez, comienzo a verme a mí mismo. Es así cómo trabaja la consideración exterior.

21

CAPÍTULO 12 LA ATENCIÓN Son las dos de la madrugada. Bully y yo hemos llegado a un chalet vacío, en las alturas de los Alpes austríacos. Dormimos sobre tablas cubiertas de paja frente a la ruta de ascenso del monte Ortler, el más alto de la cordillera. Antes del amanecer teníamos todo listo: las botas con grampones, las piquetas, una cuerda de 30 metros para iniciar el ascenso y dos linternas para iluminar el sendero en la noche estrellada. La primera etapa del ascenso atraviesa un cañón de hielo escarpado, entre dos altas paredes de roca. A 300 metros ante nosotros está el tramo más peligroso: "Stein Schlag", con rocas que parecieran inclinarse cuando el sol toca la cumbre, hacia las 6 de la mañana. No vamos atados uno al otro. Al borde del hielo escarpado que vamos escalando, no hay forma de asegurar al otro en caso de que una roca lo golpee. Está uno solo, con sus grampones, su piqueta y su atención fieramente enfocada en la cumbre desde donde las rocas se inclinan silbando. Cuando escala el borde de este cañón de hielo, uno sabe que no podría evadir las rocas que cayeran saltando fuera del camino. Logramos llegar hasta la cima del precipicio. Nuestro próximo obstáculo es una meseta plana con grietas de 300 metros de profundidad y de 5 a 7 metros de ancho. El sol ya calienta nuestros cuerpos y la nieve brilla como miles de cristales. Al frente de nosotros se encuentran los precipicios que despliegan un bello color turquesa, que luego cambia a un azul cada vez más oscuro hasta llegar a un negro abismal. Comenzamos a ascender con ayuda de la cuerda y nos enfrentamos al primer obstáculo: un abismo conectado por un puente de nieve. Nuestra atención está en su punto más alto; un movimiento en falso, un cambio en la distribución del peso, puede significar una muerte segura. ¿Me sostendrá? ¿Está suficientemente firme tan temprano en la mañana? Como soy más liviano, Bully clava su piqueta en la nieve y allí amarra la cuerda para "anudarme". Creo que reza. Pruebo la resistencia del puente. No confío en ella con todo el peso concentrado sobre mis pies. Más bien lo distribuyo sobre una superficie más amplia. ¿Qué hacer? Tenderme sobre mi estómago y lentamente, muy lentamente, centímetro a centímetro, avanzar sobre el abismo. Lo logro. Y también Bully, asegurado por mí con la cuerda desde el otro lado de la grieta, sosteniendo la respiración hasta que termina de atravesarla. Muy a menudo utilizamos la palabra atención en nuestro trabajo interior; la escuchamos en las reuniones y la leemos en los libros sobre las ideas de Gurdjieff. ¿Hemos tratado de darnos cuenta de lo que ella significa realmente? Utilizamos la palabra de muchas maneras, pero realmente ¿qué es la atención? La veo como una fuerza relacionada con la energía. Es una calidad en el darnos cuenta. La atención es como un poderoso reflector que ilumina mi situación interna y externa. Es como un elemento químico en nuestro organismo que separa otros elementos químicos en substancias individuales, identificando lo que son y permitiéndonos lidiar con cada una por separado. Una atención enfocada y dirigida me permite escuchar lo que mis centros me dicen, verme a mí mismo y a mis problemas lo más objetivamente posible, sin ser influenciado por mi imaginación, ni siquiera por la enseñanza. Puede descubrir el "yo" que soy en un momento dado, suprimiendo las ilusiones que tengo acerca de mí mismo. Me permite producir el completo silencio interior que se necesita para transformar lo que soy en lo que deseo ser, para alcanzar un estado más elevado. Veo la atención como una fuerza que reúne y concentra algunas de mis energías dispersas en un solo lugar, como un rayo láser o un lente magnificador enfocado en la luz. La atención también es una fuerza que ayuda a crear y a incrementar la energía que necesito para llevar a cabo una tarea o un proyecto, ya sea en una situación de la vida cotidiana, en un problema psicológico o en una observación esotérica necesaria en mi búsqueda. ¿Cómo puedo utilizar mi atención como apoyo para mis tres centros superiores? Puedo dirigirla hacia la sensación de mi cuerpo. Puedo utilizarla para trabajar con mi mente, enfocando los pensamientos que disparan las asociaciones arrastrándome consigo. Digo, "los pensamientos no son el pensar", son diferentes. Al enfocar la atención sobre mis pensamientos e intentar calmarlos, permito que lo que llamo la mente superior me guíe y me ayude a hacer contacto con la fuerza que viene de lo alto. La atención me ayuda a diferenciar entre los pensamientos, el pensar y el sentimiento. Es muy importante darse cuenta de esto, ya que generalmente utilizamos nuestro centro intelectual cuando la solución está en 22

nuestros sentimientos. Cuántas veces somos arrastrados por nuestras emociones cuando lo que se necesita es un intelecto claro. La atención es el rayo que corta las telarañas que oscurecen mi camino y me muestra el tipo de energía que debo utilizar: intelectual, emocional o física. La atención me ayuda a lidiar con mi pereza y a dirigir mi energía hacia "hacer esfuerzos". El esfuerzo, la energía y la atención están íntimamente relacionados. Sin embargo, necesito darme cuenta de cómo se obtienen. Reúno y enfoco mi atención, luego hago acopio de energías, para finalmente hacer el esfuerzo. ¿Cuál esfuerzo? Aquí es donde Gurdjieff hace un llamado hacia el esfuerzo consciente y el sufrimiento voluntario. **** Un alumno fue a ver a un venerable Roshi en Japón. Se postró ante él y le preguntó: "Maestro, ¿cuál es la palabra más importante que usted me pueda decir para el desarrollo de mi ser?" El Roshi se mantuvo en silencio por un momento, luego miró al alumno y le dijo: "Atención". El estudiante dudó, reflexionó un momento y luego volvió a hablar: "Gracias Roshi. Y después, ¿cuál sería el consejo más importante?" El Roshi pensó, alzó su cabeza y respondió: "Atención". El estudiante estaba confundido, dudó y volvió a preguntar: "¿Cuál sería el tercer elemento sobre el que debo enfocar mis esfuerzos para elevar mi estado?" "Atención", contestó el Roshi. CAPÍTULO 13 EL ALIMENTO La señora Pearce me contó que en una ocasión el señor Gurdjieff llevó a un grupo a una excursión a los Alpes suizos. Cuando notó que sus alumnos estaban admirando el paisaje mientras almorzaban, comentó: "Cuando coman, coman. Cuando miren, miren". Tengo un vivido recuerdo de practicar esto cuando fui a caminar con uno de mis estudiantes en las montañas de Colorado. Salimos de Denver, pasamos por Guanella Pass a 4.000 metros de altura y llegamos al lago Silver Dollar El día estaba radiante y frío, el cielo azul y las montañas coronadas de nubes y cubiertas de nieve. Las praderas estaban cubiertas de flores alpinas. Llegamos a un altiplano desde donde se divisaba el lago Esmeralda. Era el lugar perfecto para que almorzaran dos cansados excursionistas. Nos quitamos los morrales, desempacamos los sandwiches, un termo de café, bebidas frías, y procedimos a darnos un banquete. No obstante, las palabras del señor Gurdjieff nos llegaron como un recordatorio. Rodeados por toda esta belleza, comimos, pero comimos conscientemente, dándonos cuenta del sabor del alimento, de la sensación de nuestros cuerpos, de nuestra comida y de lo que ella significaba: alimento para el cuerpo planetario. Fue sólo después de haber almorzado, que tomamos conciencia del segundo y el tercer alimento: el aire y las impresiones de los alrededores. Realmente sentí que eran un alimento más vital que el almuerzo, ya que nutrían en nosotros algo superior a nuestros cuerpos sentados en las rocas. El ser humano requiere tres tipos de alimento: la comida ordinaria, el aire y las impresiones. El primer alimento es nuestra comida ordinaria, la cual nos brinda el sustento físico. Uno debe estar presente a uno mismo cuando come. Debemos tratar de sacar el mayor provecho de nuestras comidas. No debemos comer como autómatas o, peor aún, leer mientras comemos. El valor de nuestra comida disminuye si leemos el periódico, una revista, un libro o vemos televisión mientras comemos. Cuando se preparan las comidas, es importante hacerlo conscientemente, con la intención de servir el mejor alimento posible. Luego de una comida en nuestras jornadas de fin de semana, yo comentaba: "¿Qué hizo de esta comida algo tan excepcional?: Fue preparada con amor". El segundo tipo de alimento es el aire. No es una inspiración profunda de aire fresco lo que "alimenta", sino las sustancias cósmicas que pasan a través de los pulmones y los poros cuando respiramos. Estas sustancias en el aire deben tener proporciones adecuadas para que faciliten el crecimiento del cuerpo Kessdyan. Cuando se prepara el pan, sólo la proporción justa de harina y agua produce el tipo correcto de masa. Se debe comprender bien cuál es el tercer tipo de alimento. ¿Qué son las impresiones? Son materia, como es materia todo en el universo. Son vibraciones que tocan nuestros centros y se combinan con sus propias vibraciones, para aumentar, incrementar y retinar su frecuencia, hasta convertirse en alimentos apropiados 23

para el tercer cuerpo, el "Yo" verdadero. Ver un bello atardecer, una noche estrellada, percibir el aroma acre de los pinos, la delicada fragancia de una flor, la brisa salobre que viene de la costa; disfrutar del sabor de una buena comida o del tacto de una piel delicada; todas ellas son impresiones, el alimento para el tercer cuerpo eseral. Recibo este tipo de alimento cuando leo conscientemente un libro que expande mi conocimiento y toca mi ser. Puedo recibirlo cuando asisto a una conferencia, a un concierto o a una buena reunión. Cuando voy por un sendero nevado y me detengo para ver los innumerables cristales a través de la luz que refleja el azul, el naranja, el verde, siempre cambiantes dependiendo del ángulo desde el cual estoy mirando, me maravillo, "¿No es esto un alimento?" No lo sé y realmente no tengo que saberlo. Sólo siento que "algo" entra en mí, elevándome a un nivel diferente. Alimento es aquello que me toca en una forma capaz de ayudarme a acceder a un nivel superior. Éstas son impresiones; es decir, la sustancia de ese alimento. El trabajo consciente y el sufrimiento voluntario nos ayudan a digerir esta comida, a crear y a cristalizar nuestros cuerpos eserales superiores. Deben intentárselos superesfuerzos. ¡Trate de hacer lo imposible! Uno tiene que tratar de comprender esto y de ser consciente de los tres tipos de alimento, tan a menudo como le sea posible durante el día, en su propio nivel eseral. Siento mi cuerpo mientras pongo la mesa para el desayuno. De hecho, me doy cuenta de mis sentidos, me doy cuenta de mis manos sosteniendo la taza de café, me doy cuenta de su temperatura, del aroma del café, al saborear lo delicioso que es. Escucho el sonido del agua cuando hierve, miro la habitación, la veo de una forma diferente. Se vuelve tridimensional; los muebles, los cuadros, la alfombra, todo aparece como si nunca antes lo hubiera visto. Siento, veo, huelo, saboreo, porque estoy atento, despierto, y me doy cuenta, por contraste, con cuanta frecuencia estoy dormido a todo esto, cuando mi atención no está recogida. Esto y mi ejercicio matutino, que lo precede, constituyen el preludio y la dirección para todo el día, en el cual "deseo vivir el Trabajo". CAPÍTULO 14 LOS CUERPOS ESTELARES SUPERIORES A través de los tiempos, los seres humanos han creído en la posibilidad de evolucionar mediante el trabajo sobre cuerpos más sutiles que el que nos es dado al nacer y su consiguiente desarrollo. Diferentes enseñanzas han dado diversos nombres a esos cuerpos superiores y los han clasificado en cuatro categorías. La enseñanza cristiana denomina al primero, cuerpo carnal, al segundo, cuerpo natural, al tercero, cuerpo espiritual y al cuarto, cuerpo divino. La teosofía les atribuye los nombres de cuerpo físico, cuerpo astral, cuerpo mental y cuerpo causal. El señor Gurdjieff utiliza términos basados en parábolas orientales acerca del hombre: el carruaje (nuestro cuerpo planetario), el caballo (los sentimientos, las emociones), el cochero (el intelecto, la mente) y el amo (la mente consciente, la voluntad, el "Yo" único). Se nos ha dicho que en primer lugar hay que perfeccionar nuestro segundo cuerpo, cristalizarlo, antes de trabajar sobre los otros. No obstante, el mismo alimento nutre a los cuatro cuerpos, sólo que en proporciones diferentes. Este alimento consiste en nuestra comida cotidiana ordinaria, el aire y las impresiones. Mientras la primera se comprende sin dificultad, es necesario explicar el aire como alimento. Cuando las enseñanzas me decían: "El aire es el segundo alimento eseral", mientras que la comida regular es el primero, y las impresiones el tercero, yo lo tomaba de manera literal. Sólo después comprendí lo que significaba. No es el aire que inhalamos, sino las "sustancias cósmicas", transmitidas a través del aire, las que nos ayudan a construir el segundo cuerpo eseral. La cantidad de alimento que asimilamos del aire depende de nuestro desarrollo interior y del nivel de nuestro ser. El señor Gurdjieff decía a sus alumnos que mientras ellos tomaban cinco sustancias nutritivas en una inspiración, él tomaba noventa. También prevenía a aquellos que esperaban ganar mayor poder por medio del control de la respiración. Decía que sería tonto intentarlo, a menos que se contara con un largo entrenamiento preliminar con un maestro calificado, ya que tal control, realizado por un tiempo prolongado, interferiría con las funciones naturales y ellas podían así resultar afectadas irreversiblemente. Gurdjieff enseñaba que el perfeccionamiento del segundo cuerpo eseral se logra mediante un esfuerzo interior de trabajo consciente y sufrimiento voluntario. Externamente, la respiración transmite influencias 24

planetarias y hasta emanaciones del Sol Absoluto, del cosmos. Respirar de manera consciente; es decir, observar la respiración y estar consciente del proceso descrito, es la dirección correcta hacia nuestra meta. A través del trabajo consciente y del sufrimiento voluntario y por medio de un largo período de trabajo muy exigente, seremos capaces de construir cuerpos eserales superiores, uno después del otro, perfeccionando primero el segundo cuerpo y luego otros superiores, una vez que el segundo haya cristalizado. La respiración consciente brinda también otros beneficios. Tiene el poder de cambiar las energías en nosotros. Hasta es posible regular nuestro estado emocional cuando respiramos conscientemente. Estaba tratando de estar atento a mi respiración durante mis horas de vigilia y, cuando pregunté a uno de mis instructores al respecto, me dijo: "Según mi conocimiento, ningún ejercicio especial de respiración estaba incluido en el método de perfeccionamiento interior del señor Gurdjieff. El método no es respirar, sino desarrollar una aguda sensación interior". "Si uno observa la respiración, se da cuenta de que el ritmo cambia a medida que cambia el estado emocional interior. Pero si uno se interesa en observar la respiración, algo trata de cambiarla. Es difícil observar y no interferir. El objetivo es profundizar cada vez más en lo que parece primero como un silencio: escuchar, ver y sentir lo que está más allá de ese silencio. Hasta que los tres centros inferiores no estén en armonía, nos es imposible hacer esto intencionalmente. Después de varios años, uno puede tener y de hecho tiene destellos, durante periodos más o menos largos, de ese estado, en grados diferentes. Pero nada duradero ocurrirá a menos que uno se aproxime a este ejercicio sin desear resultados; sólo si se hace con humildad, 'para hacerse capaz'. Es sólo en esta dirección que puedo entender que el sentido de la vida no es lograr algo, sino aprender a sentir la presencia de poderes superiores que vienen de lo alto". CAPÍTULO 15 LA IRA Con mucha frecuencia, los temas de discusión en mis grupos están relacionados con la ira. ¿De dónde viene la ira? ¿Cuál es su causa y cuáles sus síntomas? ¿Cómo puedo manejarla? ¿Qué puedo hacer con ella? La ira es una emoción conectada con la violencia y es una de las más destructivas para nuestro ser. Podemos observar la ira viendo sus manifestaciones. Ellas aparecen como tensión interna, nerviosismo, malestar en el estómago o aceleración del pulso. Puede ser también una sensación de calor en la cabeza. Algunas veces podemos precisar su origen. Hay al menos un objeto de la ira que encontramos bien ostensiblemente presente o bien imaginario. Es el "sí mismo" el que se enoja. Así que la ira puede ser vista desde el exterior, en relación con un objeto, o psicológicamente, en relación con el "sí mismo". Si es escrupulosamente sincero consigo mismo, podrá observar en cuál de los centros se origina la ira. Advierta que muchas emociones simplemente se disuelven, se evaporan, si son observadas de manera objetiva. En la vida, la ira puede originarse fuera de nosotros. A uno le da rabia cuando no se sale con la suya, cuando no obtiene lo que quiere. Eso es la consideración interior. Estamos identificados con la situación y con la persona. Por momentos, podemos reconocer con dolor que la causa de la ira reside en nosotros mismos. La consideración interior siempre es una identificación y es, por tanto, mecánica. La consideración exterior, en cambio, es consciente. Nos da rabia cuando alguien hiere nuestra vanidad con sus palabras, ya sea con una acusación o con un insulto implícito. ¿Cómo enfrentar la ira que surge de allí? Se nos ha dicho: ''Nada más difícil de tolerar que las manifestaciones negativas de los otros hacia uno". Poner esto en práctica es un ejercicio de sufrimiento voluntar o. Trate de tomar distancia, trate de abrir un "espacio" en su interior y reconozca que hay allí una oportunidad para realmente "hacer el Trabajo". El insulto duele. Sin embargo, ¿no es mucho más importante darse cuenta en ese momento de que ahora es su oportunidad de crecer; ahora usted puede dar un paso hacia un nivel más elevado? Un método para lidiar con la ira comenzaría por ver la ira de manera objetiva y así reconocerla. Mírela desde diferentes ángulos. Sin embargo, por ser una emoción, cuando está profundamente arraigada la ira deberá ser tratada a nivel emocional. 25

La ira puede trabajarse también desde el cuerpo. Éste es para nosotros el método más fácil para manejarla, ya que es algo que podemos hacer tal como somos ahora. Trote, juegue tenis, limpie la casa, pula los muebles o la platería, monte en bicicleta o dé una vigorosa caminata. Péguese una buena sudada. Aumente su circulación y tome gran cantidad de oxígeno en una profunda inspiración. Observe la exhalación de su respiración hasta que sus pulmones queden completamente vacíos. Al trabajar físicamente, la energía que ha creado la ira se transforma en una fuerza positiva que consume y absorbe la ira. Al terminar su ejercicio físico, la ira probablemente se habrá disuelto, como una sustancia química en el agua. La situación es más difícil cuando la ira surge de una perturbación emocional y no puede ser completamente erradicada mediante el esfuerzo físico. Una vez más, uno tiene que verla primero. En este caso, además de tratar de hacer el ejercicio físico tal como se explicó anteriormente, usted puede hacer participar al intelecto, preguntándose: "¿está relacionada esta ira con algo de mi pasado? Si es así, ¿debo traerla a este momento presente? ¿Es útil este pensamiento o esta emoción? ¿Puedo yo estar aquí y ahora, en vez de entretenerme en los errores del pasado, errores que ya no pueden ser enmendados?" Puedo sustituirla "aquí y ahora", consciente e intencionalmente, por un sentimiento diferente, como el perdón: borrón y cuenta nueva. Margaret Anderson, en su libro Gurdjieff, el incognoscible. recuerda su rabia y su rebeldía hacia todo lo que el Señor Gurdjieff le pedía que hiciera. "El trabajo consciente" era demasiado difícil, el "sufrimiento voluntario" demasiado intolerable para llevarlo a cabo. Y luego, en un momento de lucidez, se vio como en un retrato, vio su estado y la causa de todo ello. Corrió hacia la Rué des Colonels Renard, al apartamento de Gurdjieff, y le dijo: "Señor Gurdjieff, me doy cuenta ahora de que mi vanidad y mi amor propio eran la causa de toda mi rabia". Por último, al trabajar con la ira, uno puede acercarse a ese lugar tranquilo en su interior. Siéntese, relaje su cuerpo. Observe su respiración. Observe y trate de aquietar sus pensamientos, sus emociones. Haga participar a los tres centros. Propicie ese estado y permita que algo suceda. Hay ocasiones cuando lo mejor es no cambiar nada y simplemente observar y ver. CAPÍTULO 16 LA TENSIÓN Era una noche de tormenta invernal en Denver; la nieve se había acumulado hasta alcanzar las 12 pulgadas. Los camiones removedores de nieve estaban trabajando y la mayoría de los conductores había preferido quedarse en casa. Fue justamente esa noche cuando nos reunimos en la casa de un miembro del grupo para recibir a la señora W., quien había llegado de San Francisco. Dentro, la temperatura era agradablemente cálida; la chimenea irradiaba su resplandor sobre los miembros del grupo, sentados en círculo en torno a la señora W., creando una atmósfera maravillosa para su mensaje. Yo estaba sentado junto a la señora W., una persona muy prominente en el Trabajo. Era una reunión pequeña, íntima. Ella habló sobre las tensiones, pero a medida que hablaba, irradiaba una relajada quietud y una serenidad a las cuales mi cuerpo y mi mente respondieron de forma sorprendente. Durante muchos años he practicado y observado la relajación en mis ejercicios matutinos, en la mayoría de mis sittings y al dirigir mis grupos. Sin embargo, al sentarme junto a ella, me di cuenta de una diferente calidad de quietud en mí. Era una experiencia física. La sentí en los músculos exteriores de mis ojos, alrededor de mi boca, luego se fue haciendo cada vez más profunda, penetrando todo mi organismo. Había una especie de dulzura en esta experiencia que permaneció conmigo durante mucho tiempo. La tensión es una enfermedad. Genera una pérdida constante de energía. Es necesario darse cuenta de esto. La palabra "dis-ease" (enfermedad), me da una clave sobre cómo lidiar con ella y dónde buscar. La tensión afecta a todo el sistema, aunque se manifiesta en partes y momentos diferentes. Veo que no hay soltura o distensión (ease). 4 Puedo observar esto en mi cabeza, cuando tengo un problema que da vueltas y vueltas en ella, preocupándome y disturbando mis capacidades mentales. Por momentos, me parece que 4

Nota del traductor: la palabra ease puedo traducirse como tranquilidad o ausencia de preocupación o de tensiones. La expresión "lo he al ease", por ejemplo, quiere decir "estar a gusto" o "estar relajado, cómodo", etc. Por eso, para el autor, la palabra dis-ease (enfermedad) así descompuesta, equivaldría a "carente o falto de relajación o de soltura, incómodo, tenso".

26

soy incapaz de romper este círculo vicioso. Puede manifestarse en mis músculos, especialmente los que están en el cuello y los hombros, que se vuelven tan tensos como cables. En otros momentos, la tensión se ubica en mi plexo solar o en mi garganta, apretando y alterando mi respiración hasta hacerme sentir casi asfixiado. Interfiere con mi digestión, mi apetito, y hasta con mi sexo. La tensión puede ser un indicador de que "no tengo las cuentas claras". Puede indicar que estoy preocupado, que estoy a disgusto con lo que me rodea o que no tengo confianza. Puede estar señalando que presto atención a la vida exterior y que la utilizo como patrón para valorarme a mí mismo y a todo en mí. La tensión es lo que antecede a la ira y la impaciencia mecánicas. No existe una impaciencia o una ira mecánica que sean relajadas. Todo esto contribuye a la tensión que reside en mí y si me observo a mí mismo con honestidad podré darme cuenta de todo esto. ¿Cómo reconozco la tensión? Generalmente no me doy cuenta de que estoy tenso. Puedo comenzar dándome cuenta de mi cuerpo; esto es algo que todos podemos hacer. ¿Están las mandíbulas apretadas, duros los músculos de las piernas o tirantes los de alrededor de los ojos o la boca? ¿Puedo ver que mis puños están apretados, que mis dedos están como garras, o que camino sin cesar de un lugar a otro? Cada uno de nosotros tiene gestos evidentes que nos pueden mostrar cuándo estamos tensos. Si le parece difícil determinarlos, pregúntele a alguien que lo conozca bien cuáles son las manifestaciones externas de su tensión. La tensión también se manifiesta en el intelecto y en las emociones. Dependiendo de dónde se encuentren, puedo aliviar mis tensiones utilizando el centro intelectual, emocional o tísico. Puedo caminar, trotar, jugar tenis o frontón, hacer Tai Chi u otros métodos orientales similares. Puedo leer, escuchar música o volver la atención hacia mí mismo. Debo tratar de observar qué tipo de tensión tengo en este momento. Me separo de la situación para verme a mí mismo objetivamente y no sumergirme en mi situación actual. Desde ese nivel más objetivo, puedo escoger el método apropiado para lidiar con mi tensión. La relajación es clave. Debo hacer un esfuerzo para salir del estado de tensión en lugar de regodearme en ella (lo que no haría sino aumentarla). Me doy cuenta del gran daño que la tensión me hace a mí, a mi cuerpo, a mi vida espiritual, a mi crecimiento interior. Veo en todo esto cómo mi energía, que es la sangre de mi vida espiritual, es drenada. Esto tiene que detenerse, como si mi vida dependiera de ello. En un nivel espiritual o esotérico, la tensión me impide practicar el "escuchar interiormente". Nosotros practicamos la relajación en nuestros sittings y meditaciones: el flujo de energía pasa a través de las extremidades, el abdomen, el torso, la cabeza y los músculos de la cara. La idea y la práctica de tener la sensación del cuerpo son muy importantes. Esa práctica ayuda a retinar y a fortalecer la capacidad de irradiar quietud. Para luchar contra la tensión, debemos crear una quietud externa total, que a su vez creará una relajación interna similar. Aquella noche nevada con la señora W., fue una experiencia retadora. Retadora, ya que me incentivó a incrementar los esfuerzos en la relajación. Me mostró cuanto más me era posible. Fue también un impacto. ¿Cómo era posible que yo casi nunca me hubiera observado a mí mismo en un estado de relajación tan profundo como el de esa experiencia? ¿Cómo era posible que no recordara que la calidad de mis múltiples intentos anteriores para relajarme no era lo que podría haber sido y que podía lograrse mucho más?

27

CAPÍTULO 17 EL MIEDO Recuerdo algunos reveladores momentos de comprensión cuando nuestros grupos centraron varias de sus sesiones en torno al tema del miedo. Recuerdo también cómo el tema fue desarrollándose gradualmente, la forma como las personas miraban en lo profundo de sí mismas y cómo muchos diferentes miedos salían a la luz. Uno de nosotros había permanecido en silencio durante varios meses. De pronto, el dique se vino abajo y él describió la forma como había sido reprimido cuando era niño y como sus contemporáneos habían abusado de él. Contó que se había sentido indefenso, que se había replegado sobre sí mismo y construido una coraza protectora a su alrededor, ya que tenía miedo de ser herido. Finalmente, habló de cómo el Trabajo y el apoyo del grupo le habían dado la valentía para verse a sí mismo, para ver su miedo y para poder exponerlo ante sus compañeros. Cuando describía todo esto, era maravilloso ver el alivio reflejado en su cara, en sus ojos. Con otra alumna tuvimos varias conversaciones privadas en las cuales lloraba con profunda angustia e infelicidad. La decepción en relaciones anteriores le había causado gran dolor y retraimiento. Ella no se daba realmente cuenta de que el miedo del pasado era trasladado al presente, convirtiéndose en la causa de todo esto. Cuando hablábamos acerca del miedo en una de las sesiones, de repente sus ojos se iluminaron y súbitamente pudimos ver cómo la valentía la impregnaba: había encontrado un ángulo desde donde podía ver el pasado y abrir posibilidades para el futuro. Fue entonces cuando reconoció el sentido de las palabras de Gurdjieff: "Viva aquí y ahora". Otro miembro del grupo describió vividamente un miedo profundamente arraigado en él. Habló de un sueño en el que se veía en el último piso de un edificio; abría una puerta que conducía a la azotea, donde se encontraba rodeado por otros altos edificios que lo amenazaban y lo encerraban. El borde del techo representaba el riesgo de una caída de seis pisos. Describió su pavor de acercarse al borde y estaba consciente de su miedo. Esto era muy valioso: ver el miedo. De hecho, al final de la descripción de este sueño, sintió la posibilidad de hacer un esfuerzo adicional: la próxima vez iría hasta el borde. Existen miedos abrumadores, agotadores y corrosivos, causados por fantasías, proyecciones de eventos futuros; miedos de catástrofes que puedan afectarlo a uno mismo, a los amigos o a los seres queridos. Por ejemplo, usted puede tenerle miedo al estado del tiempo, a que una tormenta de nieve o un tornado interfiera en sus importantes planes de negocios o de placer. O preocuparse de que sus hijos puedan contraer una enfermedad fatal. ¿Cuántas veces se materializan estos eventos imaginarios? Rara vez, si alguna. Cuando reflexiono sobre el miedo, trato de conectarlo con lo que se enseña en el Trabajo acerca de una observación interior profunda. El primer pensamiento que me pasó por la mente fue "el miedo a lo desconocido". Pero, ¿a qué parte de lo desconocido? La parte del hombre que teme verse a sí mismo. Uno puede temer ver una realidad que no concuerda con la ilusión que uno tiene de sí mismo. Esa imagen puede peligrar si uno se ve realmente tal como es. Ese miedo puede ser el mismo que experimentamos cuando vemos nuestra vanidad y nuestro orgullo herido. Es el miedo de no poder soportar la decepción si uno se ve a sí mismo objetivamente. Estos son miedos interiores, psicológicos. No obstante, existen otros. Uno puede temer que le hagan mayores exigencias, que le exijan mayores esfuerzos en el Trabajo. Se puede temer que la rutina y la pereza de uno sean sacudidas. Uno teme que su conciencia se dé a conocer. Nuestros dos mayores enemigos, los sentimientos de incapacidad y rechazo, están allí, esperando aparecer y crear un miedo que puede ser superado con un largo trabajo en un grupo. Hemos hablado de los miedos inútiles. Sin embargo, existen miedos —llamémoslos miedos biológicos— que se justifican. Los miedos útiles surgen cuando tengo que caminar a través de un parque reconocidamente peligroso. Estos son miedos que nos hace ser cautelosos cuando manejamos en una carretera cubierta de hielo. Si estoy caminando entre árboles en medio de una tormenta eléctrica o de una enceguecedora tormenta de nieve, habrá un miedo natural. Estos son miedos legítimos y útiles. Son miedos que me dicen: "Ahora debo estar despierto". En toda situación de nuestras vidas, hay por lo menos dos ángulos desde los cuales podemos observar a dos grupos de "yoes" actuando en nosotros. El lado negativo es el miedo en sí, la preocupación mecánica. 28

No obstante, miremos el lado opuesto. ¿Qué es lo opuesto al miedo? Es la valentía. Se necesita mucha valentía para ver todo esto en uno; para enfrentarlo en lugar de salir corriendo. ¿Se da cuenta de que al tener el valor de hacer el esfuerzo de verse, se preservan y crean diferentes energías en uno, energías que le ayudan a su transformación interior, energías que finalmente le ayudarán a conquistar sus miedos? Recuerde la Ley de Tres. ¿Qué puedo hacer con mis miedos? ¿Qué debo hacer para lidiar con ellos? Trato de ser consciente enfrentando mi emoción cuando el miedo se instala. Puedo tratar de estar consciente al enfrentar mi emoción cuando el miedo me acecha. Puedo tratar de estar atento a su llegada y ver la forma como se manifiesta. Poco a poco, este mirar aclara mis sentimientos y disminuye, por lo menos, los miedos basados en la imaginación. CAPÍTULO 18 LA NEGATIVIDAD Cuando me despierto, tengo ya un vago sentimiento de malestar. Maldigo al conductor que va delante de mí por ir tan lento. Le levanto la voz a mis hijos. En mi escritorio, me quedo mirando a ninguna parte mientras la depresión me inmoviliza. Lleno de rabia y frustración, me encuentro al borde de la locura. Todos estos eventos comparten un mismo atributo: la negatividad. Trato de ver mi negatividad y de buscar su origen interior. Encuentro varias causas si miro fuera de mí. Sin embargo, para quienes estamos en el Trabajo de Gurdjieff, no existe causa externa. Un evento externo puede disparar la negatividad, pero, aunque nos resulte doloroso, debemos darnos cuenta de que la causa de la negatividad sólo está dentro de nosotros. Su origen real está en uno de nuestros centros y, por lo tanto, debemos hablar a cada centro en su propia lengua. La negatividad siempre comienza en el centro del instinto y se presenta antes de que los centros emocional e intelectual sepan que existe. Asumamos que la negatividad se manifiesta como una emoción. Ningún argumento intelectual ayudaría. "El caballo", nuestro centro emocional, no comprende el lenguaje del centro intelectual. Por otro lado, si un proceso intelectual genera negatividad, podemos investigar y razonar con nuestra mente. El centro motor también tiene sus propias leyes, por medio de las cuales se puede reconocer, observar y disolver la negatividad como una sustancia química. Habiendo practicado la observación de sí, tal como ha sido enseñada desde los inicios del Trabajo, reconozco que el primer paso para lidiar con la negatividad es la separación interior. Debo verme a mí mismo; a mí mismo tal como soy y no la imagen que tengo de mí. En la medida en que aprendo esto, aprendo a separarme o a distanciarme a mí mismo de mí mismo. Comienzo a ver los varios "yoes" que me constituyen. Eventualmente, encontraré aquellos que me quieren mantener atado y los que me pueden ayudar. Puedo observar cuan identificado o sumergido estoy. Debo retroceder y crear un espacio entre la situación y yo mismo. Una vez que esté realmente consciente de esto, seré capaz de buscar los instrumentos para confrontar y desafiar a mi negatividad. Lo más importante es: NO EXPRESAR LAS EMOCIONES NEGATIVAS Ésa es la clave. Si se expresan las emociones negativas uno está en su poder. En la medida en que uno se oiga expresándolas, la alarma interior lo alertará para "cambiar la dirección de los pensamientos". Si se deja pasar ese momento de climax, la negatividad toma el control y se pierde la oportunidad. En ese momento, el centro intelectual puede influenciar al centro emocional. Es en esa oportunidad precisa cuando uno todavía tiene el poder de desviar las emociones negativas, apartando intencionalmente la mente de esa obsesión. Pregúntese a sí mismo: "¿Es esto útil?" Por "esto" quiero decir la negatividad que lo está envolviendo. Piense de forma diferente, dice el Trabajo; es decir: "piense desde el Trabajo". Aplique las ideas del Trabajo. Entonces, usted puede hacer participar a uno o más centros, dependiendo del tipo de persona que usted sea y de lo que exijan las circunstancias. El hombre número uno puede hacer una caminata o trotar. Si usted es este tipo de persona, puede dar un paseo en bicicleta o practicar su deporte favorito. El hombre número dos puede esculpir, tejer, pintar, tocar un instrumento o ir a un museo. El hombre número tres puede dirigir sus pasos hacia una biblioteca 29

o una librería, escribir un artículo o hacer un rompecabezas. Al dar otra dirección a esa energía, se "absorbe" la negatividad. La energía es encauzada fuera de la negatividad y proyectada hacia la actividad emprendida. Encuentro esto muy útil, especialmente si pienso que estoy muy cansado para trabajar o para escribir en los diarios que he compilado durante mis cuarenta años en el Trabajo. Abro cualquiera de ellos al azar (quizás "algo" me guía a abrir la página correcta, orientándome hacia la ayuda que necesito en ese momento) y siento un flujo de nueva energía. Mi pereza se evapora, surge en mí un nuevo interés y reemplaza la negatividad insidiosa que estaba tratando de apoderarse de mí. ¿Tiene preparadas algunas actividades que podría emprender en ese momento? Escoja una que le cuadre y que le ayude a cambiar su estado de ánimo. El estado que crea la negatividad puede modificarse por medio de esfuerzos, ya sean físicos, mentales o emocionales. Los esfuerzos crean energía; la negatividad la agota y la destruye. Somos negativos en la autoindulgencia, en la autocompasión, en el calcularlo todo, no perdonando los errores imaginarios. Nos volvemos negativos permitiendo que los demás, o nuestros propios pensamientos y recuerdos, nos arruinen el día. Nos volvemos aprehensivos y temerosos de algo que está en el futuro, la mayoría de las veces en nuestra fantasía o imaginación, algo que seguramente nunca ocurrirá. La negatividad puede ser producida por una enfermedad. El que sufre siente que tiene derecho a estar desanimado. Las dificultades económicas, las conmociones familiares, la pérdida del empleo, generan negatividad. Ésta es una grave enfermedad que debemos reconocer y combatir. Es una gran tarea y una de las más importantes en nuestra vida diaria. Debemos confrontar las cosas que nos ponen negativos y recurrir a toda la ayuda disponible, la ayuda que está en cada uno de nosotros, la ayuda que el Trabajo nos puede brindar y de hecho nos brinda. Si me doy cuenta de que estoy en una prisión, debo tratar de escapar de allí —y yo puedo. Ahora debemos tratar de ver las negatividades ocultas. Si uno maldice en silencio a alguien o a algo, eso también es expresar negatividad. Fruncir el entrecejo sutilmente, hacer un gesto de desesperanza con la mano, dejar caer los hombros, suspirar: todo esto debe ser mirado, visto, observado y categorizado correctamente como expresiones negativas. La impaciencia también puede ser una de sus expresiones, ya que su causa puede residir en la negatividad. Esas manifestaciones sutiles de negatividad deben observarse cuidadosamente para atrapar nuestra negatividad, lo más pronto posible, en cualquier forma que se manifieste. Observamos los diálogos interminables que dan vueltas sin cesar en nuestra mente, acusando, quejándose, justificándose. Entonces podemos preguntarnos, "¿es útil esta conversación interior?" Esta pregunta me ha ayudado en muchas situaciones cuando la mente, las emociones o ambas me han tomado. Cuando me doy cuenta de esto, tengo que sonreír y exclamar: "¡Qué tonto soy!" Todo lo que he escrito hasta ahora son síntomas, razones y causas tangibles de la negatividad. A lo que no me he referido es a los estados de ánimo; estados que me toman, tan vagos, tan indefinidos y no obstante, tan obsesivos y poderosos. Estos son estados que no puedo manejar, frente a los cuales me parece estar indefenso y perdido. ¿Cómo puedo lidiar con ellos? He pensado, especulado y todavía me encuentro indefenso y buscando una respuesta concreta. Pienso: "Simplemente debo soltar, permitir que existan en mí, tratar de no combatirlos, sino darme cuenta de que esto es la vida, el ritmo de la vida, la ley de ascensos y descensos que debemos aceptar hasta que surja un 'do' que devuelva la ley de siete a su curso". En ese momento, la vida puede recomenzar.

30

CAPÍTULO 19 LA IMPACIENCIA Camina sin cesar de un lado al otro, tamborilea con los dedos sobre la mesa, balancea el pie de arriba a abajo. Siente un hormigueo en el estómago, un escozor en la frente. Su respiración cambia, pero aunque toma varias inspiraciones profundas y lentas, pensando controlar eso, "eso" toma el control. Su respiración se acelera casi hasta ahogarlo. No es capaz de hacer llegar a sus pulmones suficiente aire y su plexo solar empieza a temblar. Usted está impaciente. Sus movimientos y emociones son tres veces más rápidos que en su estado ordinario. ¿Es entonces cuando el centro emocional toma el control por sobre el centro motor? Usted empieza a indagar, primero de manera inconsciente, luego conscientemente, buscando la causa, la raíz de la impaciencia. Se forman imágenes, vienen a la mente frases que se repiten sin cesar. Su mente es una máquina que gira una y otra vez y las palabras siempre regresan al inicio del proceso del pensamiento. La impaciencia es una emoción, una emoción destructiva que está conectada en nosotros con el elemento tiempo. Es una cualidad, una característica, que nos hace desear que los eventos se desarrollen más rápido o que concluyan más pronto. Nos impide vivir el presente. Deseamos que las personas que nos hablan vayan al grano, que el trabajo se cumpla en un tiempo más corto. "Deseo que pronto amanezca", nos quejamos durante una noche de insomnio. "Desearía que mis invitados llegaran antes de que la comida se arruine". En todos estos ejemplos hay un elemento tiempo. El ego y la importancia personal también generan impaciencia en mí. Ya que soy quien soy, todos deben estar a mi disposición, no deben hacerme esperar, deben cumplir mis deseos rápidamente. Yo soy el profesor, el médico, el abogado, el profesional, el especialista. Espero que la gente me comprenda y me respete a causa de mi posición, de mi autoridad y de mi obvia superioridad. Éste es un tipo de impaciencia. Existe otro tipo más sutil. Se manifiesta como una irritación que veo, pero respecto de la cual no hago nada. De hecho, me gusta y la considero una virtud. Me siento orgulloso de ser "eficiente", un "ejecutivo" y un "realizador" de cosas. Disfruto de mi negatividad. Disfruto de ese estado, aun sabiendo lo destructivo que puede llegar a ser. Como la impaciencia es una emoción, sólo podrá ser comprendida, naturalmente, desde el centro emocional; o, aun de manera más precisa, desde la parte intelectual del centro emocional. La impaciencia es una manifestación de una emoción negativa. ¿Es útil la impaciencia? No es útil ni para usted ni para el Trabajo. Desde el punto de vista del Trabajo, la impaciencia es un escape de energía, energía que seria mucho más valiosa si la aplico para mi desarrollo interior. Trate de eliminarla. Para hacer esto, trate de encontrar la raíz de su impaciencia. Esto no significa necesariamente que podrá enfrentarla de inmediato. Eso no es posible si la raíz está profundamente afianzada en usted. Su posibilidad es comenzar a "roerla" cada vez que la vea. Obsérvela objetivamente y luego utilice las herramientas que el Trabajo le ha enseñado. Arránquela de raíz, corte las ramas de ese árbol llamado impaciencia. Si es capaz de observar frecuentemente su impaciencia, probablemente esté captando algo de ella que es superficial, que no ha llegado a enterrarse aún profundamente. Hago esto una y otra vez, durante semanas. Lentamente aparece otra cosa en el primer plano, algo orgánico, dentro de mí. Ya no es la mente la que me dice: "Estoy impaciente otra vez". Parece que se iniciara una reacción casi química, un rechazo de ese veneno que es la impaciencia. Pareciera que el organismo produce un antídoto. El ritmo interior se desacelera. La impaciencia es una acción, o reacción, muy rápida; y este ritmo más lento me permite recurrir a la ayuda que el Trabajo nos ha enseñado. ¿Cómo puedo hacer más lento mi ritmo interior? La señora Pearce me dijo en una ocasión: "Sienta su cuerpo, sienta sus pies sobre la tierra". De alguna manera esto me permite hacer contacto. ¿Qué tipo de contacto? No lo sé. Había algo mágico en esas palabras, en lo que evocaban en mí. Lo siento todavía hoy, después de veintitantos años. Sí, siento mi cuerpo, mis pies. El tiempo se hace más lento. Tengo el tiempo necesario para crear un vacío, el espacio en el cual el Trabajo se afirma a sí mismo y me muestra la forma de lidiar con el problema, con mi impaciencia. Sí, puedo hacerlo. Hay una química, una vibración, una influencia de fuentes superiores. La impaciencia pierde su poder de agarre en mí y se disuelve como una nube en el cielo. Soy libre de nuevo. Se puede utilizar la impaciencia como despertador. Durante los estados de impaciencia, trate de oír su voz. Tan pronto como lo baga, cambie el tono y la velocidad. Baje el tono y la velocidad. Esto sí podemos 31

hacerlo. Por último, puedo enfrentar la impaciencia directamente. La impaciencia es un demonio, así que me enfrenta al demonio cara a cara. Conquistar la impaciencia y desarrollar la paciencia es trabajar sobre la voluntad. "Quiero ser", "...tener voluntad", "... poder hacer", pero antes debo enfrentar la impaciencia y enfrentar los "yoes" negativos que me ocupan. La disciplina del Trabajo me permite cambiar la dirección de mis pensamientos, brindándome una meta útil. Me dedico a esa meta y, sólo en esta instancia, conquisto mi impaciencia. De ahora en adelante, se trata de practicar, de observarme a mí mismo, de practicar y practicar una y otra vez. Una vez alguien dijo: "Soy impaciente. Quisiera dejar de buscar la sensación y hacer otra cosa, pero puedo darme cuenta de esto y gradualmente estoy aprendiendo a quedarme frente a mi impaciencia hasta que aparezca la paciencia. Cuando las dos emociones están juntas, se produce una lucha entre la paciencia y la impaciencia, que acelera y comienza a equilibrar los centros. Cuando ese equilibrio se produce, puede ser posible que una energía consciente superior descienda sobre mí". Recuerdo las palabras de Lord Pentland, "CALMA, CALMA" Por la vibración de su voz, reconocí y sentí de dónde provenían esas palabras, y todavía hoy las escucho. Vibran en mí, me hacen tener la sensación de todo mi cuerpo, aquietan mi mente, mis emociones y permiten que otra cosa suceda. Estoy "aquí y ahora".

CAPÍTULO 20 LOS PENSAMIENTOS NO SON EL PENSAR Hoy me llamaron dos personas para hablarme de la misma dificultad: "Mi cabeza bulle constantemente con pensamientos", fue la primera llamada. La segunda describía una dificultad similar. La persona tenía un pensamiento negativo que venía a su mente y le daba vueltas y más vueltas. Trataba de detenerlo, pues se daba cuenta del gran desperdicio de energía que esto significaba, pero era en vano. Era como un disco repitiéndose, en una recurrencia interminable. Se sentía impotente y desalentada. Traté de explicar a cada una de esas personas los mecanismos de la mente con una frase: Los pensamientos no son el pensar. ¿De dónde vienen los pensamientos? ¿Cómo entran en la mente? No sabemos. Se acumulan por asociación y se desencadenan por causa de otros pensamientos. No son liberados por un verdadero pensar, sino a través de un proceso mecánico de asociación. El mismo proceso que los acumula, los libera. Lo que podemos hacer con los pensamientos es verlos cuando se inician y se hacen visibles. Si hacemos esto, tenemos varias alternativas. Si el pensamiento es valioso para usted y para su trabajo, piénselo consciente e intencionalmente. De lo contrario, dirija su mente hacia canales diferentes. Podría tratar de hacer el ejercicio del alfabeto, 5 que es muy beneficioso y además aumenta la capacidad de concentración. Con seguridad lo resguardará de pensamientos indeseables, ya que no podemos tener dos pensamientos simultáneos sin un esfuerzo extraordinario de atención. Lo que siempre me ayuda es preguntarme: "¿Es útil este pensamiento?" Un pensamiento es como una nube o un resto de humo que entra en mi mente. Es una palabra, una frase, una imagen o un sonido que se ubica en el primer plano del "campo de visión" de la mente. Puede tener su origen en un perfume, una sensación, un sonido, una visualización o un recuerdo que cobra vida. Los pensamientos también se relacionan con los diferentes "yoes" capaces de iniciar un pensamiento o de ser producto, ellos mismos, de los pensamientos. Son pasivos. A diferencia de ellos, el pensar es activo; es un acto consciente (en el sentido que Gurdjieff utiliza la palabra), voluntario, que carece de la naturaleza circular y recurrente de los pensamientos asociativos. Este pensar activo crea una espiral que es orientada 5

Comience con el alfabeto: A-B-C-D, luego, devuélvase D-C-B-A. Empiece después con la siguiente letra B-C-D-E y luego de atrás para adelante E-D-C-B. Continúe de esta manera hasta llegar a W-X.-Y-Z. En este punto, se reinicia el ejercicio a la inversa de manera similar; es decir, Z-Y-X-W, W-X-Y-Z, Y-X-W-V, V-W-X-Y, hasta llegar al principio.

32

hacia un objetivo. Es algo que "Yo" hago y no algo que "ello" hace. Es algo que compromete y hace participar al centro intelectual por medio de un esfuerzo y los resultados de mi trabajo. Una vez que un pensamiento se convierte en una emoción, es difícil de destruir. Los pensamientos aparecen sin control. Vienen de una parte del centro intelectual, su parte mecánica, llamada aparato formatorio. Cada uno de nuestros centros ordinarios se divide en tres partes: la motriz, la intelectual y la emocional. La función del aparato formatorio es registrar, catalogar y memorizar. No está diseñado para tomar decisiones o para "pensar" por la totalidad de mi ser. La persona que desea convertirse en amo de sí mismo debe tratar de diferenciar entre "el pensar" y "los pensamientos", y tratar de pensar pensamientos. Trate de observar su mente para ver qué es lo que está sucediendo allí ahora. Cuando uno logra observar adecuadamente sus pensamientos, sin juzgar, ese estado de observación crea la posibilidad de dirigir activamente los pensamientos. Esto es el pensar. Un pensamiento activo y dirigido conduce a su vez a un pensar consciente y a una transformación. Después de estas conversaciones con mis alumnos, me fui a caminar por las montañas para reflexionar sobre las preguntas que me hicieron acerca de los pensamientos y el pensar. Mi primer compromiso fue vaciar mi mente. Me tomó más de treinta minutos, y fue una lucha tremenda. La mente, el "diablo", no me dio tregua. Uno tras otro irrumpían los pensamientos; y sólo tras llegar a la cima logré, con mucha dificultad, tomar las riendas de mis pensamientos. Me senté y llegó la calma. Pasé a otro estado y me encontré a mí mismo, con todo mi ser, conectado con el Trabajo. Tenía el mando de mi centro intelectual. Podía pensar. Podía permanecer en calma. Los pensamientos vienen de todas partes al azar y mecánicamente. Los pensamientos "suceden". El pensar es un esfuerzo consciente, un esfuerzo de trabajo el cual no sólo involucra al centro intelectual, sino que también permite la participación del centro emocional. Uno de mis compromisos diarios es: "Quiero pensar desde el Trabajo". Siento que esto, en última instancia, me llevará al estado definitivo: Deseo vivir el Trabajo. Este es ya otro nivel en el cual el pensar justo y las actitudes justas gobernarán mi vida. CAPÍTULO 21 LA PEREZA Una vez pregunté a cada uno de los miembros de mi grupo: "¿Cuáles son los defectos que reconocen en ustedes mismos?" La pereza fue el más mencionado entre todos. Una persona la reconoció como su rasgo principal. Es un factor importante en las vidas de todos nosotros y quise indagar lo qué es la pereza. ¿Dónde se origina? ¿Cuáles son sus manifestaciones? ¿Qué podemos hacer respecto de ella? La pereza es auto indulgencia. Nosotros nos mimamos. Hacemos lo que mecánicamente nos provoca hacer, lo que preferimos, lo que disfrutamos, mientras que nos alejamos de cualquiera de los esfuerzos que tendríamos que hacer si hemos elegido vincularnos al Trabajo. La pereza es una debilidad común y profundamente arraigada. Aparece en todos nosotros. Si es tísica, es fácil de detectar. No me gusta levantarme de una poltrona, un sofá o una cama confortable. No me gusta desviarme dos cuadras de mi camino para hacer algo que tengo que hacer para mí mismo o para otro. No quiero moverme más rápido o realizar una tarea que requiera un esfuerzo físico. Ni siquiera quiero agacharme para recoger algo. Cualquier cosa que esté haciendo, no la hago tan bien como podría. En la manera como hago cada cosa, hay varios niveles de calidad. ¿Con qué cuidado tiendo mi cama? ¿Pongo la mesa apropiadamente? En el trabajo, la pereza tiene lugar cuando veo algo que podría hacerse, lo que sería posible a mi nivel o un poco más, y no lo hago. Luchar contra la pereza es sufrimiento voluntario y trabajo consciente. Hay manifestaciones extremadamente sutiles de la pereza en el centro intelectual que son más difíciles de ver. No quiero poner a trabajar a mi mente de manera consciente. No quiero leer un libro que requiere atención. Detesto la idea de conciliar cuidadosamente las cuentas de mi chequera, responder una carta recibida hace mucho tiempo o hasta hacer una llamada de negocios. Posponer cosas como éstas podría ser un despertador que me dice: "Ahora estás siendo perezoso". Luego, esto se va profundizando. Quizás deba tomar una decisión que comprometa una emoción; no una 33

decisión vital, pero sí una que requiere considerar las necesidades de otro. Alguien podría estar necesitando un gesto de confianza. Otra persona podría necesitar que escuchara sus quejas. Si no es asunto mío, puede ser difícil para mí ponerme en el lugar de la otra persona. Generalmente soy muy perezoso para decirle a otro unas palabras reconfortantes en el momento adecuado o pensar qué es lo que le podría agradar a la otra persona. Somos demasiado perezosos para mirar dentro de nosotros mismos, para ver lo que necesitamos hacer. Somos demasiado perezosos para escuchar a nuestra conciencia. Cada uno de nosotros tiene una conciencia y aunque sabemos que ella existe y que de hecho nos ayuda, ponernos en contacto con ella nos parece un esfuerzo excesivo. Tal vez tememos oír lo que ella nos dice acerca del tipo de trabajo que debemos hacer. La pereza afecta mi trabajo. Cuando estábamos al inicio de nuestra búsqueda, teníamos la vaga sensación de que algo no andaba bien; sentíamos que había la posibilidad de otra vida diferente a la que llevábamos. Nuestro centro magnético empezó lentamente a desarrollarse, ayudándonos a ubicar la dirección de nuestra búsqueda. Entonces encontramos la tradición de Gurdjieff y nos integramos al Trabajo con entusiasmo y vigor. No obstante, pronto se volvió mecánico y rutinario. Perdimos el entusiasmo de trabajar y realmente nos perdimos. La pereza es uno de los más grandes enemigos, tanto en nuestro trabajo interior como en nuestra vida ordinaria. Debemos combatirla con todo el conocimiento y la comprensión que el Trabajo nos ha dado. Debemos observarnos, reafirmar el compromiso que hicimos con nosotros mismos y convocar las energías a través del centro emocional para hacer un esfuerzo consciente cada vez que veamos nuestra pereza, sea ésta física, mental o emocional. Esto requiere una atención constante, voluntad y honestidad para ir en contra de nosotros mismos. ¿Cuál es mi enfoque práctico y mi actitud hacia la pereza? Es establecer una disciplina en el trabajo de los tres centros. Tengo que reconocer y distinguir cuál de mis centros está involucrado en cada caso específico. Sin embargo, pienso que se debe ir más allá. Debo establecer una disciplina física diaria y respetarla: caminar, ser consciente de mi respiración, un deporte. Un ejercicio mental para combatir la pereza puede ser un compromiso de leer algo cada día para ampliar mi conocimiento, ya sea en libros o en el diario que llevo de mi vida del Trabajo. Puedo ponerme como tarea observar, en mi trabajo cotidiano, cuándo pienso conscientemente y cuándo hago un trabajo mental rutinario y mecánico. Puedo pensar antes de hablar. Para ejercitar mi perezoso centro emocional, puedo dar a alguien conocido un regalo, un abrazo, un gesto de afecto, una sonrisa. Puedo escuchar conscientemente música, cantar o tocar un instrumento. Puedo acoger a alguien, que me ha herido, con gentileza y amabilidad. Los métodos para crear las energías necesarias para combatir la pereza se describen en el capítulo sobre la energía. Veo una tarea y veo mi resistencia, pero recurro al Trabajo y "trato". Luego sucede el milagro. Cualquier esfuerzo que hago, me trae una energía nueva y diferente, "energetiza" todo mi ser. La mente resulta estimulada, el letargo de mi cuerpo comienza a evaporarse. Acepto la tarea que me he propuesto hacer. Hago un superesfuerzo, más allá de mis esfuerzos ordinarios. Soy regenerado, mi estado interior cambia, la pereza es vencida por un esfuerzo consciente. Eso es trabajar. CAPÍTULO 22 LA LIBERTAD El anhelo de libertad proviene de una necesidad —y también de una premonición o "sabor anticipado"— de la libertad y de lo que podría significar ser libre. En el estado de sueño despierto, la sensación de libertad surge del reconocimiento de su ausencia. Cuando estoy dormido, durante la noche, me es imposible saber lo que es la libertad, pero en mi sueño despierto, durante el día, puedo reconocer que es posible ser libre, al comenzar a darme cuenta de que estoy en una prisión cuyos barrotes y carceleros han sido creados por mí. Por lo tanto, la primera pregunta que me puedo formular es: "¿De qué deseo liberarme?" La premonición de libertad proviene de las observaciones sobre qué es lo que me aleja de ella. Podría reconocer, luego de un largo trabajo de observación de mí mismo, que la identificación me mantiene en mi estado de sueño. Cuando estoy identificado, mi perspectiva, valoración y evaluación de las impresiones es limitada y subjetiva. Si estoy identificado, nada nuevo puede ocurrir, La imagen creada por la falsa personalidad fortalece la identificación. Sólo puedo comenzar a ser libre una vez que haya 34

visto y, eventualmente, haya dejado de lado esa imagen falsa de mí mismo. Para que exista la posibilidad de algo nuevo, de alguna ayuda o de alguna comprensión interior, tengo que estar "no apegado". Si hay una apertura, un desapego de las cosas (mis "posesiones", mi negatividad o mi propia manera de sufrir, que alimentan mi personalidad), si puedo separarme de mi imaginación, entonces existe la posibilidad de alcanzar un estado de desapego. Es a partir de este estado que puedo comenzar a trabajar en otro nivel. Un apego o identificación que toma posesión de la totalidad de mí puede servir a lo "positivo" o a lo "negativo", pero cancela toda posibilidad de sostener al mismo tiempo tanto las fuerzas positivas como las negativas. Sólo cuando podemos sostener lo negativo y lo positivo a la vez, existe la posibilidad de que ingrese una tercera fuerza, la fuerza neutralizante. Todo esto está muy lejos de nosotros. ¿Dónde comenzar mi trabajo sobre la libertad: tal como soy, en el estado en que estoy? Una máquina no puede ser libre, por lo tanto necesito liberarme de la mecanicidad. Cuando soy mecánico, estoy dormido; en este estado, no existe la posibilidad de escoger. Lo contrario a esto, es el estado de conciencia, en el cual yo puedo escoger. ¿Cómo puedo alcanzarlo? Ese estado se inicia con una calma interior, yendo hacia un silencio interno, hacia un vaciarse, hacia un vacío, para que tenga lugar un escuchar interior. En ese estado de calma, podría manifestarse una atención que me conectaría tal vez con una conciencia superior. Si mi mente "exterior" funciona en el lugar que le corresponde y no toma posesión de la totalidad de mí, si esa mente se pone "en neutro", sin rememorar el pasado ni anticipar el futuro, entonces algo puede suceder en el momento presente. Pero eso todavía está muy lejos de mi estado actual. Déjenme dar algunos ejemplos de lo que significa estar libre y estar en prisión. Conocí a un profesor de matemáticas con un intelecto hermosamente organizado quien vivía como si la vida pudiese "resolverse" con la mente. ¿Es posible la transformación para una persona que viva en ese estado? ¿Puede una persona así recibir algún pensamiento nuevo o estar libre de la identificación? Él me preguntó: "¿Qué es la libertad? ¿Cómo puedo separarme de mi forma de pensar, meramente intelectual y que no me permite sentir!" Estaba comenzando a reconocer la forma habitual como funcionaba su mente y cómo ella se convertía en una barrera que no le permitía expresar las emociones hacia su esposa, sus hijos y hasta sus estudiantes. Comenzaba a darse cuenta de que, al liberarse de su mente, podía crear una vida nueva y diferente. Otra persona de mi grupo reaccionaba cada vez que se hablaba del cambio de manera de pensar y la transformación y respondía: "Bueno, yo soy así; ¡qué le voy a hacer!" Sin embargo, ella sí podía hacer algo si se daba cuenta de cuan encadenada estaba a la aceptación acrítica de sí misma tal como es. Liberarse a sí misma de su actitud recurrente y reconocer su aceptación mecánica ("yo soy así") la incentivaría a hacer esfuerzos y a salir de su prisión. Había también un poeta que era un fantástico moldeador de palabras, pero no deseaba ni podía pensar. Casi cualquier cosa fluía de él. Al liberarse de su imaginación, que fluía de manera salvaje hasta casi ahogarlo, pudo cambiar y salvar su vida. Podemos alcanzar la libertad en momentos de conciencia si utilizamos el poder del "anhelo" y practicamos durante años. Al reconocer nuestro autoengaño, podemos darnos cuenta de nuestras trampas, de nuestra prisión particular. Otra persona que conozco, se dio cuenta de que se movía en círculos en lugar de ir en espirales ascendentes. Pudo ver cómo cometía los mismos errores una y otra vez en la vida. Esa persona convirtió la libertad en su meta, en su dios. Algunas veces podemos ver cuan frecuentemente caemos en el abismo profundo de los estados negativos y reconocemos la necesidad de ser liberados de esa enfermedad para vivir una vida útil y satisfactoria. Ese reconocimiento es un paso hacia la libertad. En una ocasión pregunté: "¿De qué desean liberarse?" He aquí algunas de las respuestas que recibí: Libertad de mi ser exterior; Libertad de mis pensamientos habituales (mecánicos); Libertad de la confusión; Libertad del miedo; Libertad de algo que me impide lograr un cambio; Libertad del autoengaño; Libertad de pensar en círculos; Libertad de la imaginación, de los pensamientos emocionales negativos e incontrolados; 35

Libertad de mi rasgo principal si supiera cuál es; Libertad para sentir; Libertad para expresarme; Libertad para verme a mí mismo y ser honesto conmigo; Libertad para encontrar la puerta que me permita entrar a un nuevo mundo en el cual soy libre; Libertad de la vida mecánica, de la mecanicidad, del dormir despierto. CAPÍTULO 23 EL SITTING Las siguientes experiencias fueron extraídas directamente de mis diarios. Las relato para mostrar mis propias luchas en este trabajo tan personal conmigo mismo, pero no son un modelo o una guía. Es importante que cada individuo se permita tener su experiencia propia y única. 3 de marzo de 1986 Durante el ejercicio de la mañana, tengo la clara sensación de que se acerca el final del sitting. Siento mis piernas, me rodea una peculiar niebla gris, un vacío, una vaciedad. Lo siento alrededor de mi frente, de mis ojos. Siento que estoy en otra dimensión, que estoy en un lugar diferente del lugar de quien comenzó el sitting. Suena el despertador; han pasado ya los cuarenta minutos. Sé que me es posible mantener esta sensación, prolongar el sitting, pero ¿lo hago? No. Me levanto de mi cojín de meditar, de mi zafo, y termino el ejercicio, lamentándome al ver mi debilidad. 13 de marzo de 1986 El más profundo de los ejercicios de sitting. No hay pensamientos ni interferencia. Sentí, por largo rato, una existencia en otro mundo. No hay sensación del cuerpo físico, pero al mismo tiempo hay un claro sentir del cuerpo. La mejor calidad que jamás he tenido. Ningún deseo interfiere. Por un breve momento, algo desvía mi mente: "Tal vez pueda venir la iluminación". No hay necesidad de otra vida después. Me doy cuenta de que ésta es la vida que me ha sido dada y de que ésta es la vida que tengo el derecho de experimentar en cada momento de vigilia. ¿Debo pararme y escribirlo o debo continuar, sin romper este estado? Éste es un dilema frecuente para mí. Permanecí donde estaba. 15 de noviembre de 1986. Tuve el peor sitting en años. Estaba nervioso, me faltaban energía, dirección, atención y voluntad. Estuve a punto de caer en la negatividad, pero la controlé por medio de la observación. Finalmente suspendí el sitting. Me alegra tener el valor de admitirlo aquí. 21 de noviembre de 1986 Me tomó cerca de treinta minutos de lucha sumergirme en la nada. Traté de vaciar mi mente, pero los pensamientos me invadían sin que nada pudiera contenerlos. Los atrapé y logré borrarlos por unos tres o cuatro minutos, pero otra cadena de pensamientos regresó, muchos de ellos relacionados con las dificultades del día que me esperaba. Todos resultaron imaginarios, pues ninguno de ellos se materializó. ***** Al comenzar mi sitting no tengo deseo alguno; sólo estoy consciente de mí mismo. Tengo la sensación de mí mismo. Me relajo y trato de estar completamente presente, sin ningún pensamiento. Entonces se forma en mí un nuevo estado. Tengo la sensación de estar "tomando una ducha interior", desde la cabeza, por todo el cuerpo, hasta los dedos de los pies. Esta ducha se lleva consigo todos los bloqueos e impedimentos para alcanzar una comprensión más profunda; todos los obstáculos que impiden que las fuerzas cósmicas superiores penetren en mí y me llenen. ***** 36

Debo empezar con el compromiso de una total inmovilidad durante mi sitting. La espalda debe estar bien recta, ya que esto mantiene la mente alerta. Una postura encorvada, una espalda inclinada, hará que mi mente se vuelva perezosa. Para obtener los máximos beneficios de un sitting, el centro emocional tiene que estar activo, ya que así crea vibraciones más finas. ***** El sitting puede comenzar como cuando se toma un avión en una mañana lluviosa y nublada. El avión despega y todo se ve gris alrededor. De repente, todo se aclara y uno se encuentra por encima de las nubes, bajo un cielo azul y un sol brillante. 22 de marzo de 1987 Me desperté como a las 12 y media de la noche. Me levanté y después de 10 minutos volví a la cama. Mi cuerpo, más que mi mente, estaba bien despierto. Aunque deseaba dormir para sentir el grato letargo del sueño, mi "conciencia viva" me decía: "Tengo que levantarme temprano y no tendré tiempo para hacer el sitting en la mañana". No obstante, fue mi cuerpo el que me forzó a salir de la cama y dirigirme al lugar donde hago el ejercicio matinal. El cuerpo se aquietó de inmediato. La mente estaba vacía. No había deseo, ni meta, ni compulsión, nada era forzado ni exigido; este vacío "sólo sucedía". Respiraba más bien lento, unas veces de manera profunda, otras superficial. Me perdí en ese "vacío". Era un vacío amigable; para nada ajeno o extraño. Era como si yo perteneciera a él, formara parte de él. No tenía que "hacer" nada ni conseguir nada. Era tan natural como la muerte. Por mucho tiempo antes de esto, había sentido que era necesario tratar de excluir todo pensamiento durante mis sittings. Llegué a comprender entonces que ése era sólo el primer paso. Al llegar al vacío, a la nada, a lo desconocido, uno debe permitir que algo suceda. Entonces, pueden surgir nuevos pensamientos, impresiones y expresiones. Entrar al vacío puede ser atemorizante, pero no tiene por qué ser así. Puede ser luz y libertad. Esto fue lo que sentí en el sitting. Era una aceptación unida a una promesa y una esperanza. Después de cuarenta minutos, volví a la cama. Vino el sueño y luego la mañana, y con ella la comprensión en la forma de una luz tibia. Comprendí la palabra "ser" desde mi esencia más profunda. Supe lo que es el ser. Siempre había escuchado la palabra en la frase "Yo quiero ser". Ahora el verdadero significado de esa palabra se había vuelto real para mí. En otros sittings, he sentido que me elevo, como una nube, como el humo blanquecino de una hoguera a campo abierto. En otras ocasiones, he tenido que luchar. ***** Al comenzar el sitting, siga la rutina regular. Recorra el cuerpo con su atención tres veces de la manera prescrita, observando la mente y, al mismo tiempo, aquietando los pensamientos, el cuerpo, las emociones. A veces uno no despega. Está pesado, anclado a la vida; algo no permite que uno suelte. Si esto ocurre, renueve sus esfuerzos conscientes. Cuando el sitting es especialmente difícil, es posible enfocar la atención sobre la respiración. Debe ser natural. Uno puede darse cuenta de que es superficial o más bien muy profunda. No interfiera con ella, sólo observe. En otras ocasiones, estar quieto y relajado es fácil, natural; tan natural que hasta el deseo de "aquietarse" disturba y disminuye el efecto. Ése es el estado más deseable. Podemos alcanzarlo, pero debemos ser sensibles a nuestro aparato receptor interno para asir el momento exacto de ingresar al infinito. Estas son las orientaciones: "Al sentarse, haga este compromiso con usted mismo: 'Deseo sentarme tan tranquilo como me sea posible". Tiene que sentarse todos los días, preferiblemente a la misma hora y en el mismo lugar: un lugar que esté saturado por las vibraciones de cientos de sittings anteriores. No obstante, el sitting es sólo el comienzo de su trabajo diario. Diariamente tiene que consagrar alguna parte del día al trabajo interior, no sólo al sitting. Me he preguntado por qué se exige la inmovilidad total en nuestro sitting de la mañana y qué es lo que produce esa inmovilidad. Hay un proceso tan fino desarrollándose en mí, que hasta un pensamiento puede perturbarlo, ya que el pensamiento es materia; y, por cierto, una materia muy burda. Puede comparársele 37

con una telaraña, que puede ser destruida por el contacto o movimiento más leve; o con una pompa de jabón: existe, uno puede verla, pero al tocarla se disuelve en la nada. Realmente no sé la respuesta, pero puedo sentir la absoluta necesidad de lograr esa quietud, como mi propia contribución a la transformación de lo más grueso en lo más sutil. Esta inmovilidad tiene sus propias vibraciones, comenzando muy profundamente dentro de mí y lentamente expandiéndose hacia fuera. Cuando la logro, está en proceso una transformación. A veces, comienzo mi sitting con una visualización. Uno visualiza el estado de mayor quietud que le sea posible. La visualización es el lenguaje del centro emocional. Son las riendas entre el cochero y el caballo. El centro emocional puede hacer contacto con el centro emocional superior, la fuente de ayuda. El centro emocional debe participar para alcanzar la máxima calidad en el sitting, pues tiene las vibraciones más finas. En mis sittings, (y también en otros momentos) trato de verme como un todo y no sólo como las partes que me componen. Esto quiere decir que trato de ver simultáneamente mis pensamientos, emociones, sensaciones, estados de ánimo, movimientos, posturas, el tono de mi voz si estoy hablando, las expresiones de mi cara, y así obtener una imagen completa de mí mismo. Hasta ahora tal vez he podido tomar algunas fotos parciales de ciertos movimientos habituales, ciertas expresiones faciales características de un estado de ánimo en particular. Pero es la imagen completa la que me permite ver qué parte de mí necesita atención en un momento dado y en cuál debo comenzar mi trabajo. 8 de noviembre de 1987 Me desperté muy temprano para mi sitting cotidiano. Para mí, es la mejor hora del día para hacerlo. Al sentarme, hice el compromiso déla inmovilidad total. Sin embargo, esta vez debe haberse originado en un lugar diferente. Ni un solo músculo se movía, ni un solo pensamiento del centro intelectual interfería, aunque había pensamientos viniendo de otra parte. Sentí que algo ocurría AHORA. Sentí lo que podía ser la transformación AHORA. Tuve la sensación de que hay otro mundo AHORA. Era físico; en una forma muy sutil, pero innegable. Condujo a la sensación —¿o debo decir la creencia o la convicción?— de que un segundo Cuerpo Eseral puede existir y es formado en esta inmovilidad. Pude comprender plenamente que ese cuerpo está en otro plano y opera bajo otras leyes, teniendo acceso a energías superiores y más finas, las cuales —si estamos abiertos a ellas— pueden influir sobre todo nuestro ser, el ser que puede ser el hacer de nuestra vida. Quería seguir en la práctica del sitting, mucho más allá de los 40 minutos acostumbrados. Ésa era la calidad que siempre había buscado, pero que raramente lograba. Normalmente, estaba siempre "en" mi mente o era reconocida por ella. Esta vez estaba en todo mi ser. "Deseo cristalizar mi segundo Cuerpo Eseral, para vivir bajo sus leyes que provienen de otro mundo". 20 de diciembre de 1988 Eran las dos y media de la mañana en mi estudio. Cuando me senté, estaba en un vacío oscuro. Estaba libre de la sensación de todo mi cuerpo. No existía. Pero algo o alguien estaba allí y estaba vivo. Realmente sentí que era un cuerpo superior, algo sobre lo que he estado trabajando por años y una meta que me es necesario alcanzar. Un dolor en mi pierna derecha surgió en un momento del sitting. Normalmente, con este dolor en particular, estiro la pierna para aliviarlo. Esta vez vino un pensamiento: "Soy el amo de mí mismo; no me daré por vencido". Milagrosamente, el dolor se calmó. Este fue el único pensamiento que llegó durante todo el sitting. Mi mente, el adversario en muchos sittings, estaba en blanco y completamente libre de mi cuerpo. Al comienzo, estaba consciente de entrar en una oscuridad, una oscuridad cósmica, otro mundo, pero luego, hasta eso desapareció. Transcurrieron cuarenta y cinco minutos más. Pude haber estado más tiempo. Estaba en un espacio sin tiempo, pero surgió el conflicto de siempre: ¿Qué es lo mejor para mí, continuar o parar y saborear esta experiencia mientras todavía estoy lleno de ella? ¿O debería escribir esta experiencia excepcional en mi diario para compartirla con mis alumnos? Permanecí sentado. Aquella noche el estado de ánimo de los días anteriores había cambiado por completo. La pereza, la falta 38

de energía, hasta el interés por el trabajo interior que me había llenado, se habían disipado. Una gran calma permeaba todo mi ser. Estaba tan consciente de la muerte como del cuarto donde estaba sentado: el sofá, la silla, las alfombras. No había emociones ni pensamientos relacionados, sólo una conciencia, nada más.

39

APÉNDICE ORIENTACIONES PARA EL TRABAJO INTERIOR Los siguientes son ejemplos de las orientaciones para el trabajo interior que suelo dar a los miembros de mis grupos en nuestras reuniones para que las consideren durante la semana. I Yo quiero ser. ¿Qué significa esto? No lo sé, no quiero verbalizarlo, pero siento el deseo. ¿Qué puedo hacer con eso? Hago el compromiso solemne de estar tranquilo, en silencio. Siento mis extremidades, siento mi cuerpo, me doy cuenta de mi mente, de mi mente vacía. Debo practicar esto todos los días: permitir que algo suceda. Entonces, algún día, tendré el sabor de ser. II Mi deseo tiene que venir de una necesidad profunda, muy profunda. Tiene que venir de todo mi ser y de cada una de mis partes. Todos mis centros deben estar comprometidos, mi cuerpo tiene que participar, tengo que sentirlo, reconocer esa necesidad. Tengo que darme cuenta de mi nulidad, Orientaciones para el trabajo interior tengo que estar entre la espada y la pared; eso tiene que ser cuestión de vida o muerte. Sólo entonces puedo esperar que mi deseo sea escuchado, que se cumpla; pero no en el tiempo mío, sino en el de Dios. III No podemos cambiar una situación en la vida. Lo que podemos, y debemos hacer, es cambiar nuestra actitud hacia esa situación. IV Si uno le tiene miedo a la verdad, cederá siempre el paso a las voces de la resistencia, y ni siquiera escuchará el grito agónico de algo profundo que se muere de hambre y por eso no puede crecer. En este trabajo se necesita tener mucha valentía. V Hoy me pregunto: "¿Qué ayuda requiero del Trabajo?" Deseo expandir mi conocimiento... Deseo expandir mi ser, mi comprensión... Deseo lograr libertad interior... Deseo disciplinarme... Por encima de todo, deseo ser mi propio Amo. VI Trate de no adherirse a ningún pensamiento que entre a su mente mediante el pensar, a menos que sea útil. 40

VII El futuro será el producto de lo que soy en el presente. VIII La verdadera oración es una sustancia cósmica si se hace apropiadamente. IX Si expresa emociones negativas, estará bajo su poder. En ese momento no puede hacer nada. Detener la expresión de emociones negativas y luchar contra las emociones negativas son dos prácticas diferentes. Esto tiene que ser comprendido. X Una contabilidad espiritual Cinco preguntas para hacerse a sí mismo antes de irse a dormir: ¿Qué hice bien hoy? ¿Qué hice hoy que no debía haber hecho? ¿Qué dejé de hacer hoy que debería haber hecho? ¿Qué hice que pude hacer mejor? ¿Qué quiero hacer mañana? XI "Las ideas son un llamado perentorio, un llamado hacia otro mundo, un llamado de alguien que sabe y que puede mostrarnos el camino. Pero la transformación del ser humano requiere algo más. Sólo puede llevarse a cabo si hay un verdadero encuentro entre la fuerza consciente que desciende y la total entrega que le responde. Esto da por resultado una fusión". "Entonces puede aparecer una nueva vida en un nuevo conjunto de condiciones que sólo las puede crear y desarrollar quien tenga una conciencia objetiva". 6 XII ¿Por qué me siento en calma y en silencio? Porque de esta manera toda mi energía queda contenida dentro de mí. Ahora no desperdicio energía. XIII El ejercicio matutino es el puente hacia lo desconocido, el vacío. Uno debe construir ese puente y luego cruzarlo.

XIV Esa inmovilidad y ese silencio tienen sus propias vibraciones. Al hacer nuestro sitting, tratamos de poner nuestro cuerpo en esa misma inmovilidad, y poco a poco logramos las mismas altas vibraciones a través de todo nuestro organismo. La inmovilidad y el silencio permiten la transformación de lo más denso en lo más fino.

6

G. I. Gurdjieff, Perspectivas desde el mundo real, (A. C. Editorial Ganesha, Caracas, 2002) p. VIII

41

XV Hacer un lugar dentro de nosotros nos permite escuchar. Toda nuestra vida depende de la forma como escuchemos interiormente. XV Hacer un lugar dentro de nosotros nos permite escuchar. Toda nuestra vida depende de la forma como escuchemos interiormente. XVI Tenemos que consagrar, algún tiempo del día, cada día, a nuestro trabajo interior. XVII Sólo cuando se detienen los pensamientos puede comenzar el pensar. XVIII El estado en nuestro ejercicio matutino y el estado posterior en la vida son diferentes. Observe esto en usted. Dése cuenta de su respiración y tal vez podrá unirlos. XIX Cuando me siento en la mañana inmóvil y en silencio, realizo un soltar interior. XX Me siento aquí. Me veo a mí mismo. Pero, ¿qué veo? Veo la imagen que tengo de mí mismo, no lo que soy realmente, no lo que realmente quiero ser. Entonces, ¿cuál es mi meta? Es alcanzar un nivel más elevado de desarrollo para hacer contacto con mis centros superiores y a través de ellos establecer contacto con "el círculo interior de la humanidad", con las fuerzas cósmicas que siempre nos rodean y están listas para ayudarnos en nuestro trabajo interior y exterior. ¿Quién puede hacer esto? Un Yo diferente, no la falsa imagen que tengo de mí mismo. Tengo que destruir esta imagen ahora. Tengo que construir sobre roca no sobre arena, para transformarme en una persona diferente. Este es un proceso muy doloroso. Esto es sufrimiento voluntario y fricción y ellos nos ayudan a crecer, nos ayudan a la transformación interior por la que estamos en el Trabajo. Deseo dejarlos con estos pensamientos, con estas herramientas. Sólo ustedes pueden aplicarlas. Así que termino con esta oración: Señor, ayúdame a llevar una vida que justifique mi existencia.

42