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Ficha UNIDAD EPISTEMOLOGÍA Texto 1 Pensar la subjetividad. Complejidad, vínculos y emergencia En la contemporaneidad estamos asistiendo a una “revolución epistemológica” que ha llevado a una puesta en cuestión radical del “Mito Objetivista” Desde una mirada que parte de la vincularidad y la interacción como formas básicas de la experiencia humana, la subjetividad no puede ser un carozo, una estructura fija, un núcleo estable e independiente. Estamos dejando de pensar en términos de sustancias, esencias o estructuras para acceder a la fluidez y variabilidad de la experiencia contemporánea que exige considerar la productividad, actividad, circulación, creatividad. La filosofía de la escisión –característica de pensamiento occidental- se basa en una lógica de la pureza, la definición absoluta y la exclusión. Desde esa mirada, la diversidad, la vaguedad, la heterogeneidad son inconcebibles. Esta versión monista del mundo, admite también una proliferación dualista (materia/razón, cuerpo/mente, sujeto/objeto) a condición de mantener las fronteras infranqueables, los compartimentos estancos. Cada uno de los polos de las dicotomías se define en y por sí mismo, no se contamina con su contraparte, estamos frente a un dualismo excluyente. La interacción transformadora, la hibridación, la interpenetración, el vínculo instituyente y constituyente no tienen cabida ni en los modelos de pensamiento monistas, ni en los dualistas. Las concepciones interactivas son no-dualistas se caracterizan por ser dinámicas, multidimensionales y complejas Munidos de un conocimiento que privilegia las explicaciones mecánicas, los hombres modernos construyeron un mundo, donde estaban incluidos ellos mismos, a imagen y semejanza del modelo “ideal” que usaban para explicarlo. De esta manera la experiencia del sujeto entró dentro de la máquina estandarizadora, aunque éste a veces presenta un poquito más de resistencia que los electrones. La familia, la escuela, la fábrica, el ejército son las instituciones encargadas de llevar adelante este proceso de estandarización y domesticación del sujeto. Los modelos teóricos de la modernidad se han caracterizado por una restricción profunda a explorar lo diverso, a dar cuenta de lo diferente, lo creativo, lo no domesticable, lo que se inscribe como acontecimiento y no puede fosilizarse en un modelo, o en una estructura, o en un pattern fijo. Abrir nuestro pensamiento creando espacios paro lo informal –como “no formal” y no como “sin forma”- implica dar lugar a los cambios como verdaderas transformaciones y no como un despliegue de lo mismo. Desde la perspectiva clásica las interacciones resultaban invisibles, ya que el tamiz metodológico-conceptual no permitía captarlas. Aún hoy tenemos grandes dificultades para incorporar el punto de vista implicado en la metáfora de la red y la mayoría de las personas siguen pensándose como individuos aislados (partículas elementales) y no como parte de múltiples redes de interacciones: familiares, de amistad, laborales, recreativas (participar en un club), políticas (militar en un partido, votar, integrar una ONG), culturales (pertenecer a una institución cultural o educativa), informativas (ser lectores o escritores o productores en o de un medio de comunicación), sin olvidar las redes lingüísticas y de

comunicación que son el tejido conectivo de nuestro mundo de interacciones. Recién en las últimas décadas, el giro epistemológico hacia la complejidad ha permitido que comenzáramos a dar cuenta de la multidimensionalidad que se abre cuando pasamos de las metáforas mecánicas al pensamiento complejo, que toma en cuenta las interacciones dinámicas y las transformaciones. Ha comenzado a gestarse una cultura que no piensa al universo como un reloj sino como “archipiélagos de orden en un mar de caos”: la cultura de la complejidad El conocimiento, desde la perspectiva pos-positivista, no es el producto de un sujeto radicalmente separado de la naturaleza sino el resultado de la interacción global del hombre con el mundo al que pertenece. El observador es hoy partícipe y creador del conocimiento. El mundo en el que vivimos los humanos no es un mundo abstracto, un contexto pasivo, sino nuestra propia creación simbólico-vivencial.. El mundo que construimos no depende sólo de nosotros, sino que emerge en la interacción multidimensional de los seres humanos con su ambiente, del que somos inseparables. Desde los enfoques de la complejidad, el sujeto no es meramente un individuo, es decir un átomo social, ni una sumatoria de células que forman una aparato mecánico, sino que es una “unidad heterogénea” y abierta al intercambio. El sujeto no es una sumatoria de capacidades, propiedades o constituyentes elementales, es una organización emergente. El sujeto sólo adviene como tal en la trama relacional de su sociedad. Las propiedades ya no están en las cosas sino “entre” las cosas, en el intercambio. Desde esta nueva mirada, tampoco el sujeto es un ser, una sustancia, una estructura o una cosa sino un devenir en las interacciones. Las nociones de historia y vínculos son los pilares fundamentales para la construcción de una nueva perspectiva transformadora de nuestra experiencia del mundo y de nosotros mismos. Estamos pasando de las ciencias de la conservación a las de la creación, porque, aunque parezca paradójico a primera vista, la noción de historia está estrechamente ligada a la de creatividad en un universo evolutivo complejo. El sujeto no se caracteriza solamente por su subjetividad, sino por ser al mismo tiempo capaz de objetivar, es decir, de convenir, de acordar en el seno de la comunidad, de producir un imaginario común y por tanto de construir su realidad. Lo que los positivistas llamaban “el mundo objetivo” es para las ciencias de la complejidad una construcción imaginaria compartida, un mundo simbólico creado en la interacción multidimensional del sujeto con el mundo del que forma parte. Este modo explicativo, apunta más a la comprensión global que a la predicción exacta, y reconoce que ningún análisis puede agotar el fenómeno que es pensado desde una perspectiva compleja. La civilización que creyó en las certezas definitivas, en el conocimiento absoluto y el progreso permanente está derrumbándose y están abriéndose paso nuevos modos de pensar, de sentir, de actuar y vivir en el mundo. El sujeto complejo ha producido un giro “recursivo” fundamental e irreversible. La transformación de nuestra mirada, que estamos viviendo, implica pasar de la búsqueda de certezas a la aceptación de la incertidumbre, del destino fijado a la responsabilidad de la elección, de las leyes de la historia a la función historizante, de una única perspectiva privilegiada al sesgo de la mirada. Denise Najmanovich

Resumen extraído de: Revista Utopía y Praxis Latinoamericana Año 6. Nº 14 (Septiembre, 2001). Pp. 106-111 Texto 2 -

Distintos perfiles de ciencia

A lo largo de la propia historia de la ciencia y aún en la actualidad, nos encontramos con distintas caracterizaciones acerca del conocimiento científico y de la ciencia en particular. Esto quiere decir que no toda reflexión sobre la ciencia confluye a resultados similares, no todas tienen la misma percepción acerca de esta, ni la describen con el mismo cuerpo de conceptos. Estas distintas formas de ver la ciencia –estos distintos perfiles- se sostienen, generalmente, sobre las distintas epistemologías en curso, pero sin hacerlas explícitas. Y sin embargo, influyen en la manera de encarar problemas epistemológicos de primera importancia, como pueden serlo la historicidad o ahistoricidad del conocimiento científico, su universalidad, la verdad, el alcance del método experimental, etc. A veces esa correspondencia es clara y distinta: a nadie le puede caber duda que, quien sustenta que el quehacer científico comienza con la observación contemplativa e imparcial de los ‘hechos’, por ejemplo, está propagandeando una epistemología de corte positivista. Otras veces, esas relaciones no son tan fáciles de establecer, en la medida que priman distintos grados de eclecticismo, donde se mezclan sustentos teóricos de una y otras corrientes. En todo caso, es importante hacer explícito que nuestra intención es facilitar la distinción de esos perfiles, marcar las diferencias existentes. Podemos distinguir dos grandes perfiles – a manera de dos polos entre los cuales se intercala un verdadero abanico de posibilidades- acerca de la ciencia, con mayor o menor número de conexiones entre ellos: el perfil divulgador de la ciencia y el perfil crítico a esas posturas divulgadores o simplificadoras. En el primero, la ciencia aparece como algo perfecto o muy cercano a la perfección, desprendida de los hombres que le dieron origen y siguen haciéndola, de sus circunstancias y determinaciones mundanas e históricas; exenta de contradicciones o problematizaciones y, por lo general, éticamente neutra. Entre los segundos, la ciencia es vista como cualquier otro producto humano, capaz de conquistas inestimables pero también de peligros como nunca los ha conocido la especie humana, marcada por los mismos problemas que caracterizan a la especie en su lucha por la supervivencia y por el poder. -

Perfil divulgador

Este perfil es conocido también con el nombre de perfil simplificador o perfil acrítico de la ciencia. A modo de ofrecer alguna fuente donde se pueden encontrar esta postura presentamos aquí un fragmento de Mario Bunge, epistemólogo argentino. “Mientras los animales inferiores sólo están en el mundo, el hombre trata de entenderlo; y, sobre la base de su inteligencia imperfecta pero perfectible del mundo, el hombre intenta enseñorearse de él para hacerlo más confortable. En este proceso, construye un mundo artificial: ese creciente cuerpo de ideas llamado ‘ciencia’, que puede caracterizarse como conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible. Por medio de la investigación científica, el hombre ha alcanzado una reconstrucción conceptual del mundo que es cada vez más amplia, profunda y exacta…Un mundo le es dado al hombre; su gloria no es soportar o despreciar este mundo, sino enriquecerlo construyendo

otros universos. Amasa y remoldea la naturaleza sometiéndola a sus propias necesidades: construye la sociedad y es a su vez construido por ella; trata luego de remoldear este ambiente artificial para adaptarlo o sus propias necesidades animales y espirituales, así como a sus sueños; crea así el mundo de los artefactos y el mundo de la cultura.” M.Bunge [1960], La ciencia, su método y su filosofía. Citas de la Introducción.

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Perfil crítico

Cuando hablamos de perfil crítico nos referimos a aquellas posturas enfrentadas a la concepción divulgadora o simplificadora que se hace de la ciencia, lo que no significa, en prácticamente ningún caso, un desconocimiento de los logros espectaculares aportados por el quehacer científico, sino un esfuerzo por ubicar ese cuerpo conceptual y su práctica, precisamente como un proceso que acompaña los avatares del propio desenvolvimiento de la cultura humana. Paul Thuillier inicia su obra De Arquímedes a Einstein. Las caras ocultas de la invención científica, con la siguiente cita de Einstein: “La ciencia, considerada como un proyecto que se realiza progresivamente, es tan subjetiva y está tan condicionada psicológicamente como no importa qué otra empresa humana”. Así, Thuillier hace explícito su propósito de cuestionar, de manera inmediata, la idea dominante de que la ciencia es por excelencia un saber objetivo, producto de un método único y garantizador de aciertos y verdades, a diferencia de cualquier otro saber humano. -

El método experimental y la objetividad

A pesar de los trabajos notables realizados por gran número de historiadores de la ciencia, siempre están en boga numerosos ‘mitos’. Mitos que presentan el ‘Método Experimental’ como el único que garantiza casi automáticamente el valor de los resultados obtenidos o, peor aún, que hacen creer en la inmaculada concepción de las teorías, como si los auténticos hombres de ciencia no tuviesen (y no debiesen tener) creencias filosóficas, prejuicios, pasiones, fantasmas, etc. Sobre todas estas cuestiones, que atañen ‘la imagen de la ciencia’, es posible la polémica. “La objetividad, repetimos, constituye un ideal. ¿Quién no sueña con una ciencia perfecta que muestre la naturaleza tal como es? Pero estamos lejos de alcanzarlo. En concreto, el investigador se ve obligado a correr riesgos, a apoyarse sobre determinada concepción de la naturaleza, a postular relaciones que tal vez sean inexistentes, a formular conjeturas audaces e incluso temerarias, a ‘manipular’ los hechos de forma a veces demasiado hábil. La índole de vulgata epistemológica que oculta más o menos deliberadamente estos aspectos de la realidad científica está orientada a ofrecer de ésta una imagen halagadora y, por decirlo así, aseptizada: el Sabio es un espíritu puro, frío, neutro y objetivo que se mueve en un vacío cultural e ideológico perfecto.” “Siempre se acaba llegando a la misma conclusión: el hombre de ciencia se comporta como si no tuviese un ‘perfil psicológico’ singular; como si no tuviese una afectividad, pasiones, cultura, convicciones personales heredadas de su ambiente, y su educación; como si no tuviese historia ni, por supuesto, inconsciente. (...)”

“Pero sigue funcionando la misma mitología de la Mirada Objetiva: el investigador es un ser ideal que radiografía, por decirlo así, la Naturaleza en un estado total de neutralidad. Se entiende demasiado bien que esta ‘imagen de la ciencia’ tenga tanto éxito en una sociedad científico-tecnológica-industrial. Valoriza el saber de los expertos y constituye una justificación suplementaria de su influencia o de su poder y a muchas personas les satisface saber que la institución científica desvela metódicamente los secretos de la naturaleza gracias al examen imparcial de los Hechos. Muchos hombres de ciencia, aunque se den cuenta de que la situación no es tan límpida, aceptan gustosos esta leyenda. (...)” Son los hombres quienes inventan y construyen determinadas formas de racionalidad en el decurso histórico “Entendámonos: aquí no se trata de afirmar que todos los discursos vienen a ser lo mismo -ni de dar a entender que se puede decir no importa qué.... Sino sugerir que la ‘racionalidad científica’ no es necesariamente la única forma de racionalidad. Existen muchas maneras de hacer música o de pintar; muchas maneras de concebir la naturaleza humana o la vida social, muchas maneras de escribir. Pero se nos dice ¡que no hay más que una manera ‘racional’ de hacer Ciencia! (...) “Lo que se encuentran los historiadores en general y los historiadores de la ciencia en particular, no es la Razón (universal e impersonal), sino hombres que inventan y construyen determinadas formas de racionalidad. La misma ‘ciencia’ occidental, por elevadas que sean sus cualidades, no ha caído del cielo. Se ha elaborado poco a poco, con bastante lentitud, sin que este proceso se pueda resumir en fórmulas sencillas. En los manuales, es frecuente presentar la ‘revolución científica’ de los comienzos del siglo XVII como un triunfo repentino del intelecto humano; y, para precisar, algunos historiadores resaltan que primero fue necesaria una ‘revolución filosófica’. Lo que parece exacto, por lo menos si ello significa que era necesario tener un nuevo concepto de naturaleza para inventar una ciencia nueva. Pero ¿bastó con que los filósofos tuviesen nuevas ideas? (...)” “En los debates sobre el tema, esta crítica se presenta así: al relativizar el saber científico, se haría dudar al ciudadano del valor de la ciencia, y se la arrastraría hacia el abismo sin fondo del irracionalismo... Aquí pone manos a la obra una lógica binaria muy sencilla. O se es Racional o no se es. O se está a favor de la ciencia o se está en contra. Mi opinión es que hay que dejar esos dilemas totalmente arbitrarios. Una vez más, la actitud que defiendo no consiste en rechazar la ciencia, en negar en bloque el valor y la utilidad de sus teorías, etc. Sino en ver sus límites; en darse cuenta de que los hombres de ciencia son precisamente hombres y no espíritus puros; en comprender que ‘el método experimental’ define un ideal pero no previene automáticamente contra los errores; en admitir que toda investigación científica pone en juego presupuestos cuyo valor absoluto no está garantizado; en admitir igualmente que los «hechos» se construyen sobre la base de determinadas elecciones que tal vez sean discutibles; y así sucesivamente. ¿Es mucho pedir? Se puede comprender que esta concepción parezca demasiado tibia a los que quieran adorar nuestra ciencia. No tiene nada que ver, en todo caso, con una “condena” global y dogmática, ni con el desprecio o la condescendencia. Mis ambiciones, en resumidas cuentas, son muy modestas... De ningún modo quiero propagar una nueva concepción extremista y radical de la actividad científica, sino únicamente que se cuestionen unas

representaciones que, eso sí, son francamente cienciolátricas y buenas para impedir todo ejercicio del espíritu crítico.” “Pero esa forma de relativizar ‘la ciencia’ no implica que se deba descalificar de forma más o menos radical los conocimientos específicos obtenidos gracias a esa misma ciencia. Creo que esta distinción, si se quiere entablar una discusión fecunda, debe mantenerse. La ciencia moderna, por decirlo de una forma tan sencilla como es posible, nos hace percibir relaciones significativas; el patinazo de los partidarios del cientificismo comienza únicamente en el momento en que consideran que no es posible ninguna otra manera de percibir lo real.” Resumen extraído de la ficha 9, Elementos del Lenguaje, Lógica, Epistemología e Historia de las Ciencias. Didaskálōi Texto 3 La ciencia y la tecnología no existen independientemente de la sociedad en que se han engendrado. 1 La socióloga inglesa, Dorothy Griffths (1988) centra su postura crítica en el aspecto socio-económico y político. Señala que en la actualidad la ciencia y la tecnología reciben una crítica que se plantea a dos niveles: la crítica a nivel material y la crítica a nivel de conciencia. “El ataque a nivel material se deriva o bien de lo que la ciencia y la tecnología han producido, o bien de lo que ambas no han producido. Dentro de esta crítica hallaremos argumentos como que la ciencia ha contribuido a la posibilidad concreta de la destrucción del mundo en caso de un holocausto nuclear (recordamos que existen suficientes explosivos como para que nuestro planeta desaparezca doce veces). También se señala que ha contribuido al despojo ambiental y a la posibilidad futura de un mundo poblado por niños ‘armados’ en tubos de ensayo. Y, por si esto no alcanzara, se la acusa de ser indiferente y de no solucionar el hambre que padece más de la mitad de la población mundial. Por otra parte, el ataque al nivel de conciencia. se centra especialmente en el hecho de que la ciencia sea presentada como el único saber, sustentado en la racionalidad, desdeñando cualquier otro de conocimiento; (...) se ha creado una suerte de dominación a través del ‘salto de la conciencia objetiva’. En otras palabras: ¿es la ciencia el único modo de conocimiento?, ¿pueden ser reducidas todas las experiencias, en última instancia, a una página de símbolos y fórmulas? ¿Puede explicarse el pensamiento en términos de reacciones físicas y químicas? En definitiva, el problema que [se plantea] es el de la relación entre mundo objetivo y mundo subjetivo, entre racionalidad y romanticismo, entre intelecto y pasión.” “Es innegable que los ataques a nivel material tienen, por lo menos, una parte de validez. Pensemos en las aplicaciones militares de la ciencia-tecnología. Pensemos en sus costos sociales (especialmente en términos de degradación ambiental). Pensemos, también, en que se han dejado problemas sociales sin resolver e, inclusive, que se han planteado dilemas morales para los cuales todavía carecemos de guía normativa. El descubrimiento

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Dorothy Griffiths: Ciencia y tecnología: ¿liberación u opresión?

de medios sofisticados para matarnos unos a otros no constituye, por lo menos para muchos, la realización de la ciencia como fuerza liberadora.” “En cuanto al desarrollo industrial alentado por el progreso científico y técnico, si bien es verdad que no puede ignorárselo, tampoco puede desconocerse que ha colaborado con la contaminación de nuestro planeta y con el saqueo de sus recursos.” “ (....) El optimismo, respecto de las ventajas y beneficios que nos traería la ciencia, comienza a ser mucho más que moderado. Más aún si nos hacemos cargo de que, aunque la ciencia ha sido capaz de la hazaña asombrosa de poner en la Luna a varios de los nuestros, sigue siendo incapaz de proporcionar alimentos, remedios y vivienda para muchos semejantes que, sobre todo en el Tercer Mundo, mueren diariamente por desnutrición o enfermedades como el paludismo o el mal de Chagas. Ahora bien, surge una pregunta insoslayable: ¿todo esto es responsabilidad de la ciencia?, ¿es ella, la ciencia, así personalizada, la culpable?” “Hay algo que –acaso por obvio- no suele ser indicado, esto es, que la ciencia y la tecnología no existen independientemente de la sociedad en que se han engendrado. Con el mismo énfasis con que debe expresarse que la ciencia y la tecnología no son intrínsecamente buenas, debe decirse que es ingenuo creer que ambas poseen cualidades intrínsecamente malas. Lo que sí importa, en todo caso, es la consideración de las relaciones entre la ciencia y la sociedad en la se halla inserta. Solo de este modo, nos parece, podrán comprenderse sus ‘funciones sociales’.” “(...) la bomba atómica y las explosiones en Alamogordo, de Hiroshima y de Nagasaki contribuyeron a cambiar más que ninguna otra cosa esa concepción “neutralista” de la ciencia. La horrenda devastación de Hiroshima y Nagasaki fue causa de que muchas personas pusieran en tela de juicio esa neutralidad y hasta el dogma de que la ciencia siempre sería beneficiosa para la humanidad. Fue esta la razón de más peso para que se formara en gran Bretaña y en Estados Unidos un movimiento a favor de ‘la responsabilidad social de la ciencia’.”(...) “Los “científicos -que actúan de buena fe- no aprecian que la actividad científica y tecnológica en una sociedad industrializada y avanzada, es una expresión de las relaciones políticas, económicas y sociales de esa sociedad. No importa si se trata de una sociedad capitalista ‘tradicional’ o de una sociedad capitalista ‘estatal’.” “La ciencia y la tecnología dependen de los recursos, entre otras cosas, que se les destina. Hoy son actividades caras. Por consiguiente, los grupos que pueden financiarlas son aquellos que ejercen un cierto dominio dentro de la comunidad. Obviamente, dirigen esas actividades científicas de tal modo de alcanzar los objetivos que los favorezcan. Se deriva, pues, que tanto la ciencia como la tecnología se han ido convirtiendo en un instrumento de las clases dominantes y son utilizadas para oprimir a gran parte de la humanidad (en especial al Tercer Mundo), en vez de colaborar con su liberación. (...) Los abusos de la ciencia y la tecnología no son ni han sido accidentales o fruto de la ignorancia. Nada de eso. Son - y han sido- una consecuencia directa del carácter de esa ciencia conducida por un sector social.” “Como ejemplo, reparemos en que las verdaderas necesidades sociales (que no son las generadas por los diversos factores de poder) quedan, a menudo, insatisfechas porque

ofrecen pocas oportunidades de lucro. En Gran Bretaña no existe un sistema de alarma que comunique a las personas ancianas con los servicios de seguridad social. ¿Por qué? Aunque sería fácil de implementar no se hace porque los ancianos y los minusválidos no están dentro del circuito del consumo. Son pobres en general y no podrían pagar esos dispositivos. Sí, en cambio, se hacen investigaciones con el fin de resolver el problema de la hipertensión, enfermedad que aqueja, prioritariamente, a ejecutivos de empresas, casi siempre ‘estresados’.” “Este tipo de ‘relaciones’ entre la ciencia y el poder, puede trasladarse al plano de las relaciones internacionales. Las corporaciones industriales no establecen operaciones en países extranjeros por interés humanitario. En las naciones ‘huéspedes’ son sus intereses los que predominan. En este sentido la tecnología es un producto que las clases capitalistas de los países ricos venden a las naciones pobres. Estas, muchas veces, ‘compran’ una tecnología que no les es útil, debido a que las condiciones en que se encuentran esos países son muy diferentes de las de los países desarrollados.” “A todo esto, muchos de los países gobernados por la ‘izquierda tradicional desconocen, por completo, la articulación en el capitalismo de la función social de la ciencia-tecnología. E inclusive han tendido a tratar la ciencia y la tecnología como cosas independientes del capitalismo. Se desprende, entonces, que el carácter de la ciencia-tecnología en una sociedad socialista aparece también como muy problemático.” “Con todos estos asuntos, se vincula la aparición de una contracultura: los hippies, las religiones místicas, las populares enseñanzas de Don Juan, el poder de autodescubrimiento. Ha surgido una especie de revolución de liberación en la conciencia personal individual. Se ha producido una suerte de respuesta ‘visceral’ a la cultura oficial. Aunque debemos respetar estas ‘soluciones’, debe reconocerse también que todas ellas son personales, individuales y que, por ende, no bastan por sí solas. Nuestro problema es situarlas dentro de un movimiento social más amplio... ‘La tiranía del cienticismo ha llevado a una especie de tecnocracia. Se supone que son los técnicos-científicos los que pueden opinar exclusivamente sobre la toma de decisiones políticas que, muy astutamente, han sido disfrazadas como técnicas.” Habermas afirma que se ha producido una ‘cientización de la política’. ¿Qué se logra con ella? Pues bien: que decisiones que son esencialmente políticas sean aceptadas por el “público” como decisiones técnicas justificadas por medio de llamadas al carácter objetivo o neutral del conocimiento científico. Ahora bien, hay algo que es preciso que quede claro: no estamos viviendo en una forma pura de la sociedad tecnocrática, como la que soñaba Bacon. Por el contrario, vivimos en una forma de sociedad tecnocrática pero bastardeada. En ella los expertos son ‘poseídos’ y controlados por la clase dirigente. El saber es una nueva fuente de poder y los expertos son manipulados en orden a ‘despolitizar’ la toma de decisiones ... ¡políticas!” “¿Qué ha resultado, qué se ha hecho de aquellas saludables esperanzas de Francis Bacon? Recordemos aquello de que la ciencia sería una fuerza liberadora de la humanidad... ¿Se equivocó por completo acaso? “Hay dos contestaciones: la ciencia se ha vuelto opresora porque está poseída y regulada por los factores de poder en las sociedades industriales avanzadas. Y, por otro, las ciencia

es opresora porque el modo actual de pensamiento científico no nos permite más que una conciencia disminuida, en el sentido de que es solo la razón la fuente de conocimiento y experiencia.” Por lo tanto, para la socióloga inglesa, la labor radica en luchar por el desarrollo de una sociedad en la que las personas no estén oprimidas, ni material ni espiritualmente, por una sociedad en la que la ciencia pueda, al fin, ser utilizada para la liberación humana –como lo planteaba Bacon. Para que, como dijo el escritor argelino Albert Camus, ‘nuestra sociedad sea más justa para todos y más libre para cada uno’.” Resumen extraído de la ficha 9, Elementos del Lenguaje, Lógica, Epistemología e Historia de las Ciencias. Juan Carlos Urse , Juan Carlos Yeanplong, Didaskálōi