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Jean-Nicolas-Louis Durand Jean-Nicolas-Louis Durand (1760-1835) Recueil et paralléle des édifices de tout genre nciens et modernes, P A R Í S 1800 Recopilación y analogía de todo tipo de edificios antiguos y modernos Précis des lecons d´architecture, 2 VOL., PARÍS 1802-1805 Compendio de lecciones de arquitectura El tratado de arquitectura de Jean-Nicolas-Louis Durand, Précis des lecons d'architecture reviste mucha importancia por su aspecto doctrinal, puesto que expone la idea de una estandarización o esquematización del proyecto arquitectónico. El libro Recueil et paralléle des édifices de tout genre anciens et modernes, editado poco antes, se diferencia mucho de su tratado ya que ofrece un amplio historial de la arquitectura mundial pasada; constituye una especie de «museo imaginario» y no aborda por tanto en absoluto los acontecimientos arquitectónicos de la época. Nacido en París en 1760, Jean-Nicolas-Louis Durand es discípulo y ayudante de Etienne-Louis Boullée (1728-1799). Gracias a este último, muy pronto alcanza el éxito y se convierte en profesor de la Escuela Politécnica cuando esta se crea en 1796. La docencia seguirá siendo su actividad principal hasta 1833, dos años antes de su muerte. La obra Précis des lecons tiene vocación didáctica y consiste en una especie de recopilación de notas muy ilustradas, dedicada por completo a todos los aspectos del proyecto arquitectónico. Cuesta imaginarse mayor diferencia entre este trabajo y el libro Cours d'architecture (1771-1777) de Blondel, prolijo y poco sistemático. Para Durand, la «utilidad» social es la primera finalidad de la arquitectura. La «conveniencia» de todo edificio así como la «economía» de la figura del proyecto y su construcción deben estar sujetos a este principio. La «conveniencia» incluye la estabilidad, higiene y comodidad, mientras la «economía» reúne la simetría, regularidad y sencillez. Por tanto, el principio de economía se refiere sobre todo a la eficiencia del proyecto, una planificación técnica clara y los métodos de ejecución. Este principio implica una reivindicación del arquitecto: debe tomar en cuenta el conjunto de una imaginaria sociedad igualitaria cuya cohesión solo puede lograrse mediante los beneficios que obtienen entre si los miembros y los productos. La economía de producción arquitectónica figura ya entre los ingredientes esenciales. Para que funcione, Durand elabora un método de proyección totalmente sistematizado que fija una trama cuadrada como base para colocar los muros y los elementos de carga, que pueden combinarse en ordenados ensamblajes, a semejanza de un juego de construcción. La dimensión del espacio axial fundamental puede variar, desde luego, según la función del programa, pero la trama de base siempre determina el sistema constructivo que puede estar compuesto por muros, arcadas, cuerpos de los edificios, patios interiores, etc. Cualquier programa se vuelve fácil de proyectar y ejecutar gracias a las combinaciones horizontales y verticales de los distintos grupos constructivos. Durand utiliza permanentemente en sus clases la cuadrícula, que hizo una tímida aparición en arquitectura en el siglo XVIII y que dará origen al moderno papel milimetrado. La estandarización permite constituir sobre todo un fondo universal de «elementos» gracias a cuyas combinaciones se puede diseñar todo tipo de edificios. Además, resulta muy fácil poner en práctica este método y se puede llevar a cabo su enseñanza desde un punto de vista técnico mediante elementos prefabricados. Pero Durand no profundiza en el aspecto constructivo y técnico de sus proyectos; lo más importante para él son ante todo la economía y la racionalidad de los mismos. Las

tradiciones arquitectónicas, los valores expresivos simbólicos o las condiciones del solar ya no juegan ningún papel y no se oponen al objetivo de una «utilidad» social que hace hincapié en el cumplimiento de una función elemental. Construir grandes edificios públicos, que tengan siempre una rigurosa simetría axial y generalmente estén organizados alrededor de varios patios, es la mejor forma para garantizar la utilidad social de la arquitectura. Pero, al principio de la formación del arquitecto, el estudio no supera la fase de interminables ejercicios abstractos sobre motivos arquitectónicos básicos como vestíbulos, arcadas, patios y salas. Solo al final del curso estos se desarrollan como tipos de construcción con específicas exigencias funcionales. Estos edificios monumentales requieren una instrumentación, que debe someterse, sin embargo, al criterio de economía. Por ello, aunque se preocupe por la estandarización, el método de Durand también considera la ordenación de los cinco estilos clásicos. Las proporciones resultaban de un complejo desarrollo histórico y un debate siempre recurrente. A partir de ahora, proceden del siguiente esquema matemático: el intercolumnio del toscano al corintio disminuye progresivamente en medio diámetro del fuste de las columnas, mientras que la altura de las columnas aumenta en un diámetro completo del fuste. La obra Recueil el paralléle des édifices, publicada en 1800, consiste en un manual de motivos históricos, un auténtico «museo imaginario» de la arquitectura mundial. Durand plantea el contenido ya desde la portada; en el ribete, unas ilustraciones de las mayores creaciones de la arquitectura universal se intercalan con los emblemas de los distintos continentes. Esta imponente recopilación grabada no contradice en absoluto el compendio Précis des lefons, ya que consiste en un ingrediente adicional al discurso arquitectónico en vía de reesquematización. El método de proyección y la historia de la arquitectura se entrelazan aquí estrechamente, como ocurre con la teoría y la realización del proyecto en el libro Précis des lefons. En cuanto a la construcción histórica, esta conocerá un éxito extraordinario hasta finales del siglo XX gracias a la recopilación Recueil. Un índice de motivos y procedimientos de edificación facilita el acceso al cuadro sinóptico correspondiente. Todo se reduce a una misma escala y se representa en forma de plantas horizontales y/o alzados en unos grabados sobre cobre detallados que se limitan a dibujar unos nítidos contornos. Todas las obras arquitectónicas reciben un mismo tratamiento: desde los acueductos hasta los edificios turcos, desde los teatros hasta todas las formas imaginables de templos, desde los monumentos antiguos de Palmira hasta los innumerables decorados de tejados y capiteles. Por una parte, las obras se clasifican según unos criterios tipológicos, bajo la categoría, por ejemplo, de «edificios centrales abovedados» o «dispositivos de patios monumentales con peristilo», de tal manera que aparecen de inmediato las características de esas arquitecturas comparadas con otras soluciones parecidas. Por otra parte, cada edificio y cada reproducción están acompañados de una breve reseña que especifica el lugar, el nombre, a veces la fecha de construcción o el autor de la reproducción. Aunque los pies de ilustración parecen títulos gráficos, la compaginación de las planchas dan un aspecto casi museístico a la obra. Evocan cuadros o paredes de exposición. A menudo la estructura se centra en el eje mediano con grandes reproducciones de famosos monumentos; a cada lado se disponen de forma simétrica los proyectos más modestos cuya presentación alterna plantas y alzados para crear un motivo armonioso. El principio de ordenación histórica es especialmente revelador en el capítulo sobre adornos arquitectónicos. Los capiteles ya no aparecen clasificados en el orden tradicional: toscano, dórico, jónico, sino según unacronología histórica, a partir de ejemplos arqueológicos de Egipto, Grecia y Roma. Aunque esta manera de proceder vuelve a concluir finalmente en la sucesión tradicional del dórico al corintio, el

principio de ordenación principal no deja de ser por ello histórico y topográfico. TEORIA DE LA ARQUITECTURA, Editorial Taschen, 2003 Publicado por Agustin Ribadeneira en 16:51:00 Etiquetas: durand, tradición racionalista

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J.N.L. Durand (1802): Compendio de lecciones de arquitectura Invitado: Francisco de Gracia Fecha: 2 de Junio de 2012 Lugar: ETSA Madrid

El sábado 2 de junio de 2012 algunos estudiantes nos reunimos con el profesor Francisco de Gracia para aclarar varias cuestiones sobre las ideas que Jean-NicolasLouis Durand lanzó al mundo en sus Précis des leçons d’architecture(1802). En estas conclusiones trataré de exponer, en primer lugar, algunos de los contenidos analizados en las tres horas de esta última sesión que, sin duda, ha sido una de las más intensas y profundas del curso. 1. El objetivo y los verdaderos principios de la arquitectura. 2. El método de proyecto: El "camino a seguir” 3. La geometría, la construcción y el vacío. 4. El carácter de la arquitectura. 5. Cómo entiende y utiliza Durand el concepto de tipo. En segundo y último lugar voy a hacer una breve reflexión sobre lo que, desde el punto de vista del proyecto de nuestra TGA (teoría general de la arquitectura), es la teoría de la arquitectura de Durand.

1. SOBRE EL OBJETIVO Y LOS VERDADEROS PRINCIPIOS DE LA ARQUITECTURA La utilidad es, para Durand, el objetivo verdadero y evidente de la arquitectura. La arquitectura se hace para alguien, para responder a unas necesidades concretascon el mínimo de los presupuestos posibles. La conveniencia y la economía son, a su vez, los verdaderos principios que deben guiar la arquitectura. La conveniencia vendría dada por: la solidez (que se produce cuando, desde una perspectiva actual, se consigue la firmitas en términos de eficacia y eficiencia), la salubridad (que está relacionada con la humedad, la ventilación la iluminación, etc.) y la comodidad (cuando las partes están en relación en su forma situación con la finalidad que les corresponde). La economía se obtendría mediante:la simetría, la regularidad y la simplicidad. La propuesta de Durand se muestra como aparentemente sistemática, pero resulta que las categorías que maneja se solapan cuando, al reflexionar sobre la solidez introduce, por encima de necesaria eficacia, el parámetro de eficiencia de la estructura "… si sus principales soportes están en número suficiente, colocados perpendicularmente para tener más fuerza y dispuestos equidistantes a fin de que cada uno de ellos sostenga una parte igual de carga”[1] Este tipo de cuestiones hacen pensar que Durand no estaba tan preocupado por la elaboración de un sistema completo y cerrado como por la búsqueda de una serie de claves con las que

enseñar a sus alumnos de la École Polytechnique a hacer arquitectura conforme a unos principios que él consideraba básicos para evitar los males de la arquitectura. Una vez se establecen los principios rectores del juicio de nuestro arte, puede decirse que están sentadas las bases del camino que debe seguir la arquitectura; el resto es un proceso mucho más sencillo y limitado: el propio del ejercicio de un buen profesional.

2. EL MÉTODO PARA PROYECTAR: EL "CAMINO QUE HAY QUE SEGUIR” Durand explica con meridiana claridad en qué consiste su pensamiento respecto al camino que uno debe seguir a la hora de proyectar: ... cuando se compone (se proyecta) debemos comenzar por el conjunto, continuar por las partes y terminar por los detalles. Dado el programa de un edificio, debemos examinar primero: Si, de acuerdo con el uso a que está destinado este edificio, todas las partes que lo componen deben estar reunidas o separadas y si, en consecuencia, debe ofrecer en planta una sola masa o varias; Si esta masa o estas masas deben ser macizas o estar ahuecadas por patios; Si el edificio, cualquiera que sea por otra parte su disposición, puede dar a la vía pública o debe estar alejado de ella por un recinto; Si todas las partes están destinadas a usos semejantes o diferentes y si, en consecuencia, deben ser tratadas de una manera semejante o diferente: Examinar, en segundo caso, cuáles son las partes principales y cuáles son las que están subordinadas; Establecer cuál debe ser el número de unas y de otras y cuáles debe ser su tamaño y su situación respectivas; Convenir, por último, si el edificio debe tener una sola planta o varias o una sola en determinadas partes y varias en otras. Cuando se cumplen estas condiciones nos damos cuenta de que un proyecto está muy avanzado, pero debemos notar, al mismo tiempo, que para acabarlo quedan aún muchas consideraciones que hacer y que éstas serían completamente inútiles si las primeras fuesen defectuosas.

Si hemos llegado hasta este punto del guion de proyecto de Durand, tendremos tomadas una importante serie de decisiones y nos encontraremos básicamente ante un esquema de organización en planta del programa en el que se tiene perfectamente clara la distribución funcional del edificio. Las partes principales y

subordinadas exigirán, por sus dimensiones y disposición en el conjunto una mayor o menor representación al exterior. El paso siguiente será la elección de los sistemas estructurales y ver cómo estos permiten la adecuada configuración de la obra. Una vez se tiene clara la planta se pasa a la sección, que debería derivarse con sencillos razonamientos, de la planta dada. A juicio de Durand, cuando se tienen resueltas la planta y la sección, el paso al alzado es inmediato y poco o nada indica sobre las dificultades que puedan aparecer en este paso. Sí cabe destacar, para percibir la complejidad del pensamiento del autor, que Durand acepta la aparición de algunas decoraciones escultóricas a la hora de enriquecer el alzado. La lectura que hacemos de que Durand no se moleste en determinar la composición del alzado es que piensa, al igual que su colega contemporáneo LouisAmbroise Dubut[3], que los alzados dependen, ante todo, de la elección entre los diferentes estilos que se tenían en el repertorio conocido. Este tipo de reflexiones son las que ha colocado a Durand como una de las bases para el desarrollo del historicismo ya que el proyecto se resolvía convenientemente en planta independientemente del estilo histórico del que fuera a tomar partido para su fachada; la independencia de partes es total y, con ello, la libertad de elección entre un repertorio de estilos históricos, también. La guía que ofrece Durand puede decirse que constituyó el guion a seguir del proyecto académico en el que las características primeras sobre la que cabe reflexionares la absoluta preferencia sobre el pensamiento en planta y cómo la arquitectura aparece como suma de dibujos "planos”: plantas, secciones y alzados. Por lo dicho, parece evidente que, si hay una arquitectura antiacadémica ésta es la de Adolf Loos cuando empieza a trabajar espacialmente (raumplan) ya que, el espacio no era una preocupación principal en el proyecto académico sino, más bien, un resultado al que se llegaba.

3. LA GEOMETRÍA, LA CONSTRUCCIÓN Y EL VACÍO El uso de la geometría elemental y los sistemas compositivos en base a retículas es algo que no puede negarse en la obra de Durand ni en la de otros académicos como Marie-Joseph Peyre. Ahora bien, la obra de Durand no puede entenderse como semejante a la de Peyre dado que, en Durand, prima la construcción de elementos estructurales optimizados frente a unas masas estructurales de razones no estáticas. Si atendemos a la planta de un proyecto de Peyre podremos percatarnos de que, a pesar de seguir los pasos de un método compositivo académico en planta, nos encontramos con unas masas estructurales que no se justifican desde el punto de vista estático ni en loque se refiere a su dimensión ni en lo concerniente a su geometría "caprichosa” Probablemente la razón de ser de estas formas pueda situarse en una mayor preocupación por parte de la escuela de Peyre por el espacio encerrado quizá debida a una herencia cercana del barroco.

4. EL CARÁCTER DE LA ARQUITECTURA Y EL TRABAJO CON LOS MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN El carácter, como expresión exterior de un interior, es una distinción sobre la que Durand toma reconocido partido de forma coherente con sus principios: ... no tenemos más que pasear la mirada por los restos imponentes de los edificios antiguos, por las bellas fábricas esparcidas por toda Italia, trozos donde la piedra, el ladrillo, el mármol,etc., se muestran tal cual son, en el lugar que les conviene, e incluso viendolas figuras de la lámina 3, aunque no se trate más que de la disposición de los materiales en relación con la naturaleza y con el uso de los objetos en cuya construcción están empleados. Entonces, no estaremos tentados de abandonar esta decoración natural, satisfactoria, para sustituirla, con un aumento de los gastos ya sea por construcción imaginaria que no siendo la construcción real del edificio da de ésta una idea falsa que le quita carácter en lugar de añadírselo, o bien sea por una decoración arbitraria resultante únicamente dela unión de objetos inútiles y que lejos de procurar placer no hace más que fatigar la vista, chocar al sentido común y desagradar enormemente[4] La obra de arquitectura completa, así como las partes que la componen, tienen que representar al exterior lo que son; lo contrario sería crear una imagen falsa del contenido por medio de una construcción sobreañadida que, evidentemente, supondría un gasto innecesario.

La construcción no sólo tiene que mostrarse tal cual es por un tipo de reflexión de naturaleza estética, sino que debe mostrarse tal cual es por razones económicas. Para Durand la construcción debe participar del carácter de la arquitectura, deforma tal que carecería completamente de sentido, por ejemplo, los trampantojos

que Charles Moore realiza en sus casas para dar imagen de un contenido mayor del existente.

5. EL CONCEPTO DE TIPO (cómo lo utiliza y entiende Durand) En el prólogo escrito por Rafael Moneo se hace una crítica explícita a todas las interpretaciones en clave tipológica de la obra teórica de Durand. Si seguimos a Moneo, Durand trata con programas que pueden desarrollarse mediante criterios de composición conforme a esquemas de organización en planta, pero ello no le lleva a establecer tipos. El uso que Durand hace del tipo es, a pesar de la opinión que tiene Moneo al respecto, evidente en las dos formas que voy a tratar de aclarar: 1. Durand hace referencia a tipos en función de los usos de los edificios: hospitales, cárceles, institutos, museos, etc. Esta aplicación del concepto de tipo se enfrenta con la concepción que defendiera Manuel Martín Hernández en su tesis doctoral La tipología en arquitectura (1984) pues entiende que esta clase de tipos han de entenderse como "temas” Por otra parte, está muy extendida la idea de que los tipos de edificios atendiendo a criterios programáticos constituyen los llamados géneros. En las conclusiones sobre el ciclo dedicado a la tipología puede leerse con mayor extensión lo que defendemos que es el tipo frente a los géneros, clases, taxonomías y otros conceptos que se confunden con normalidad. Desde las coordenadas del texto indicado, el uso que hace Durand del concepto de tipo es perfectamente aceptable y claro. 2. Durand aplica criterios de clasificación sistemáticos a contenidos muy concretos como las escaleras posibles, los patios, etc. El ejemplo de los patios, expuesto de forma esquemática, es de una sistematicidad impresionante y de naturaleza claramente tipológica: a. Los patios que no tienen pórticos b. Los patios que sí tienen pórticos I. Los pórticos rodean por completo el patio II. Los pórticos que ocupan un lado, dos o tres (ya se había limitado la geometría a la circunferencia, a los cuadrados y a los rectángulos; por lo que la distinción es completa) I. Los que aparecen sólo en la planta baja II. Los que aparecen soportando otra fila de pórticos

EXCURSUS: REFLEXIONES SOBRE LA TEORÍA DE DURAND DESDE LA PERSPECTIVA DE LA TGA La teoría de la arquitectura, tal y como la entendemos nosotros, trata de contenidos del ser, de lo que la arquitectura es, ha sido hasta un determinado momento o por un determinado periodo. En este sentido, entendemos que la labor principal del teórico de la arquitectura consiste en encontrar aquellos criterios claros y distintos según los cuales puedan aprehenderse las diferentes formas de hacer arquitectura. La crítica de la arquitectura presupone la teoría (como conjunto de conceptos articulados); pero no se queda en la mera descripción o análisis de hechos, sino que éstos, una vez analizados desde las distinciones teóricas que el crítico tenga en su haber, sirven, ante todo, para enjuiciar lo que de bueno o malo tenga esa arquitectura. Entiendo que existen, al menos, dos tipos de críticas: I. Críticas objetivas: referentes a la coherencia interna de la propia obra arquitectónica. Una coherencia que derivaría de los principios compositivos y de proyecto por los que opte el arquitecto; incluidas, sobra decirlo, la opción de la complejidad y la contradicción II. Críticas subjetivas: las que requieren de una toma de partido por determinadas posiciones teóricas. Es muy común que esta toma de partido que sostienen y dan sentido a las críticas, se hagan pasar por ser los verdaderos, auténticos o necesarios principios de la arquitectura. Este tipo de critica suele estar asociada al sentir de un grupo o una época frente a otros periodos anteriores u otros grupos diferentes con los que se mantendría una posición enfrentada. Es evidente que Durand, al exponer el objetivo y los principios de la arquitectura, está conceptualizando de manera claramente sectaria, pues estos principios están enunciados ad hoc para enjuiciar negativamente unas arquitecturas pasadas que no fueron planteadas ni desarrolladas desde esas coordenadas; por ello los logros respecto de las intenciones particulares decada obra son, evidentemente, desatendidos. La Lámina 1 del volumen primero de Précis des leçons d’architecture es iluminadora respecto de este particular. Durand compara el siempre elogiado proyecto del Panteón de París de Jacques-Germain Soufflot desde el punto de vista económico, como si eso fuera la crítica derivada de los verdaderos y únicos principios de la arquitectura. Sería interesante estudiar hasta qué punto Durand defendía esta tesis y no era, más bien, una defensa un tanto radicalizada para simplificar la arquitectura por razones didácticas; recordemos que Précis des leçons d’architecture eran libros manuales para estudiantes de ingeniería que tenían que aprender a resolver arquitectura de manera rápida. Con todo, y a pesar de las dudas que nos quedan sobre el pensamiento de Durand, está claro que puede tomarse como ejemplo de una defensa de una determinada manera (un género) de hacer arquitectura que reconoce las contrarias para hacer crítica de éstas desde las premisas que permitieron el desarrollo de la suya propia. Las intenciones o principios que sostienen la arquitectura de Durand han de ser tenidos en cuenta en la medida en que explican una arquitectura frente a otras de manera objetiva.

Los estudiantes que formamos la asociación Temenos agradecemos la generosidad del profesor Francisco de Gracia, así como la grata sorpresa que María Emilia Hernández Pezzi y Guillermo Cabeza nos dieron al acercarse a compartir con nosotros sus conocimientos sobre este tema.

Daniel Dávila Romano Madrid, 7 de junio de 2012

Creative Commons. Attribute 2012 Asociación Temenos

Compendio de lecciones de arquitectura (1802 – 1805)

En su Compendio de lecciones de arquitectura, Duran planteó una tipología normativa y económica de la arquitectura, buscando proponer una metodología edificatoria universal. Su texto era extremadamente racional y abarcaba todos los componentes de un proyecto arquitectónico. Esta estandarización propuesta se volvió un fondo universal de elementos que se combinan y permiten diseñar todo tipo de edificios. Al mismo tiempo que provocó cambios modulares y la consideración de elementos prefabricados. Su método de proyección

sistematizado utilizaba una trama cuadrada como base para muros y elementos de carga, esta trama definía el sistema constructivo (y llevó al papel milimétrico).

Durand también hablaba de las finalidades de la arquitectura, la primera era la utilidad social es la, después la conveniencia (estabilidad, higiene, comodidad), la economía (eficiencia, planificación técnica clara, métodos de construcción, simetría, regularidad, sencillez) y la construcción. Tradiciones, valores o el terreno ya no juegan ningún papel, pero tampoco se oponen a la utilidad social que cumple una función elemental. Advertisements

La Ilustración.Racionalismo y método Posted noviembre 30, 2010 Filed under: CONTENIDOS |

Algunas de las ideas de la modernidad se configuran en el siglo XVIII. Desde el punto de vista teórico encontramos una tendencia historicista que cree en una lógica evolutiva en la actividad del hombre y otra tendencia que piensa que la tecnología ha de modificar las actividades del hombre de una manera profunda. A la vez se observa un debate sobre la disciplina y la creencia de que una metodología proyectual puede resolver todos los programas integrando las innovaciones tecnológicas y formales. La arquitectura del clasicismo es sometida a un proceso de reformulación para asumir los nuevos tiempos.La tradición clásica surgida en el Renacimiento que había tenido un desarrollo coherente hasta fines del siglo XVII es ahora criticada desde varios puntos de vista: -Agotamiento del lenguaje clásico que ya no da respuesta en condiciones diferentes al Renacimiento. -El racionalismo que se revela contra los mitos en que se fundamenta la arquitectura clásica. -Las nuevas necesidades de una sociedad civil que trabaja y piensa diferente.

Arquitectura e ingeniería eran ya disciplinas consolidadas que se estudiaban en escuelas independientes. En 1795 se funda en Francia la École Politechnique para unificar y sistematizar los logros técnicos del imperio napoleónico. La industrialización agudiza las diferencias entre construcción y arquitectura pues esta última se enseñaba en la École des Beaux Arts como una de las artes plásticas. Un gran error que, según Giedion, rompe con la unidad perfecta y evidente del Barroco, truncada en el siglo XIX. Desde mediados del siglo XVIII la teoría arquitectónica se aparta de establecer patrones sobre la correcta relación entre la función y la decoración de los edificios. Ahora un discurso

filosófico sobre la Naturaleza, el hombre y la sociedad pueden hacer parte de ella.

Marc-Antoine Laugier (1713-69) propone una arquitectura universal pues afirma que existe una belleza de tipo esencial que se encuentra en la naturaleza simple y de ella derivan todas las reglas, incluso las de la arquitectura. Los principios de este arte son una imitación de los procesos naturales en clara alusión a las ideas de Jean Jacques Rousseau en las que sublima el estado primitivo de la humanidad como algo feliz y natural.

Con todo, algunos arquitectos ya miraban hacia la ingeniería documentando sus alcances, tal es el caso de Jean-Baptiste Rondelet (1743-1829) quien escribió un tratado de construcción llamado Traité theorique et practique de lárt de bâtir (1802-17). Plantea que la arquitectura debe contribuir al progreso humano y debe responder a varias exigencias de estabilidad. Sin embargo la arquitectura no debe convertirse en ingeniaría, también debe poseer belleza. La humanidad ya conocía estos principios pero a partir del siglo XVI los arquitectos reciben formación de pintores y se preocupan más por la decoración, por ello cabe devolver al primer plano el dominio de la construcción y la técnica. Rondelet estudia la manipulación y transporte de los materiales, y el comportamiento de la albañilería. La parte más importante del tratado se centra en un análisis minucioso de los materiales, describe detalladamente su lugar de extracción y el comportamiento de materiales diversos como el ladrillo la piedra y el cemento clasificándolos en cuadros. Como novedad, el autor incluye el hierro y hace una descripción ilustrada con ejemplos como el puente de Coalbrookdale. Ofrece además indicaciones sobre el cálculo de costes. La obra de Rondelet se considera el contrapunto técnico de la obra de JeanNicolás-Louis Durand (1760-1835) quien creó un sistema para ordenar formas clásicas como elementos modulares y acomodar programas de edificación. Fue profesor del módulo de arquitectura en la École PolitechniqueI hasta poco antes de su muerte y combinó la pedagogía con dos

publicaciones

que

condensan

su

manera

de

entender

la

arquitectura. La primera es Recueil et paralel des edifices en tout genre…(1799-1800) y consta de 15 fascículos que recogen una serie de edificios agrupados por uso y dibujados a la misma escala. La colección incluye edificios de épocas y estilos diversos proponiendo un análisis comparativo de la arquitectura a partir de la representación gráfica y la agrupación sistemática. Durand codificó una tipología normativa y económica de la edificación en su libro Prècis des lecons donées à l´École Polytechnique. Su propuesta era desarrollar la arquitectura a partir del ordenamiento racional de sus elementos aislados “que tienen para la arquitectura la misma significación que las palabras para la lengua y las notas para la música”.

Durand fue discípulo de Boullée y redujo sus ideas extravagantes a una tipología normativa y económica de la edificación en su libro Prècis des leçons donées à l´École Polytechnique donde resume las lecciones de arquitectura impartidas en la escuela. Con Rondelet y Durand se da la codificación de una técnica, y un método de diseño donde el clasicismo racionalizado podía relacionar las nuevas demandas sociales con las nuevas técnicas. Esta idea intenta construir un léxico para el lenguaje arquitectónico y hacer posible los criterios de diseño a gran escala.