Iridologia (Flavio Gazzola)

Flavio Gazzola CURSO DE IRIDOLOGÍA ÍNDICE Introducción ..............................................................

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Flavio Gazzola

CURSO DE IRIDOLOGÍA

ÍNDICE Introducción ..........................................................................................................

4

Historia de la iridología .........................................................................................

5

Anatomía del iris ...................................................................................................

8

Generalidades ......................................................................................................

8

Los pigmentos ......................................................................................................

12

La coloración ........................................................................................................

14

Las constituciones iridológicas ............................................................................

16

Índice iridológico de vitalidad ..............................................................................

23

Sintomatología iridológica: detección y significado de los signos del iris Generalidades .....................................................................................................

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Signos adquiridos individualmente y signos heredados ......................................

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Clasificación general de los signos del iris ..........................................................

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— Blanco y negro: agudeza y cronicidad ............................................................

29

— Significado sintomatológico de los colores .....................................................

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— Sintomatología de la forma .............................................................................

31

Diagnóstico a través de los vasos conjuntivales .................................................

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La topografía del iris ............................................................................................

59

La topografía circular ...........................................................................................

59

— Las zonas de la topografía circular .................................................................

61

La topografía radial o sectorial ...........................................................................

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Patografía iridológica: el dibujo de las enfermedades en el iris ..........................

98

Los tumores ........................................................................................................

98

— Los signos más importantes y su significado .................................................

98

Enfermedades del páncreas y la diabetes ..........................................................

100

Las alteraciones del metabolismo de las grasas ................................................

102

Técnicas de observación del iris…………………………………………….............

103

La terapia en iridología……………………………………………………………….

105

Introducción a la terapia………………………………………………………………

105

Los productos apícolas y la formula apicola-herboristica de Rizzi…………..…..

105

La elección del remedio homeopático según el cuadro iridológico……………...

107

Dieta y trofoterapia……………………………………………………………………

133

Higienismo……………………………………………………………………………..

140

Organoterapia………………………………………………………………………….

140

Plantas Medicinales…………………………………………………………………..

141

Fermentos intestinales………………………………………………………………..

142

Iridofotocromoterapia………………………………………………………………….

145

Preparaciones fítoiridológicas………………………………………………………...

146

Bibliografía……………………………………………………………………………… Indice analitico anatómico…………………………………………………………….. Indice analitico de las enfermedades………………………………………………… Indice analitico de las terapias………………………………………………………… Indice analitico de los autores………………………………………………………… Índice analítico general…………………………………………………………………

INTRODUCCION Existe una especial fascinación en el iris. Cuando se dice que a través de los ojos se conoce el alma de una persona, en realidad se está haciendo referencia, sobre todo, al iris, a sus colores fijos o cambiantes, a su nitidez u opacidad, a la impresión que se tiene de que el iris es un mar bellísimo, unas veces atrayente, otras amenazador, en cuyas aguas profundas nadan, como peces de la mente, pensamientos y sentimientos de todas las dimensiones.

Cada vez que observo el iris a través del microscopio óptico tengo las mismas sensaciones que experimento al sumergirme en el mar con las bombonas de oxígeno: me siento como el explorador de un mundo desconocido y fascinante, capaz de ofrecer sorpresas y panoramas impensables, siempre cambiantes y maravillosos.

Este ha sido también uno de los motivos que inicialmente, me indujo a estudiar el iris y en especial, la ciencia que tiene el iris por objeto: la iridología. Una vez superé la fase estética, me di cuenta que la cantidad de informaciones que pueden extraerse del estudio del iris, de la misma forma que pueden extraerse informaciones del estudio del fondo marino entre ambos mundos hay analogías que tal vez en un futuro próximo, podrán estudiarse gracias a la geometría divisoria. La geometría divisoria es una ciencia reciente, aparecida sobre todo gracias a las posibilidades que ofrecen los ordenadores de analizar formas complejas, como las de las costas o las del fondo marino, aparentemente privadas de cualquier orden lógico. La geometría divisoria permite encontrar de nuevo en estas formas elementos de simetría y de repetitividad a primera vista y de manera casual, tal como los primeros iridólogos encontraron un orden lógico preciso en la belleza salvaje del iris, de cuyo seguimiento podían extraerse útiles informaciones sobre el estado de salud de cada órgano. Un aspecto peculiar y tal vez único de la iridología es la posibilidad de ver directamente la herencia genética (es decir, todo lo que nuestros padres y antepasados nos han dejado en forma de predisposición para la salud o la enfermedad de cada órgano o función) y, lo que es aún más sorprendente dada la relación con el dicho popular según el cual «los ojos son el espejo del alma», la posibilidad de ver directamente la condición psíquica del individuo.

En este libro se ofrecen algunas sugerencias para aquellos que, aun sin ser profesionales en la materia, pero que disponen de buena voluntad, de una buena lente, de mucha paciencia y de una gran curiosidad, desean sumergirse en el mundo mágico del iris.

HISTORIA DE LA IRIDOLOGIA La iridología es el estudio de las alteraciones del iris, en correspondencia con los órganos del cuerpo. En el transcurso de los años, numerosos estudiosos, como Joseph Angerer en los últimos tiempos, se han dedicado al estudio sistemático de las otras partes del ojo, como la esclerótica y su vascularización (la esclerótica, para los profanos, es el «blanco» del ojo), intentando siempre relacionar las alteraciones de dichas partes con enfermedades o problemas de los demás órganos. En consecuencia, poco a poco se ha desarrollado, en torno al núcleo central de la iridología clásica, una serie de diferentes tecnologías de diagnosis derivadas del estudio del ojo entendido como zona de manifestación y de monitorización de cada enfermedad. Durante el Coloquio Internacional, la reunión anual más importante de expertos en esta materia que se celebra en Alemania, se decidió definir con el término de fenomenología oftalmotrópica el conjunto de estas tecnologías de diagnosis, que se basan en el estudio del ojo en su totalidad y no únicamente en el iris. La iridología, por tanto, forma parte de la fenomenología oftalmotrópica, de la cual constituye la parte más conocida e interesante. La historia de la iridología se inicia en Occidente con el médico y filósofo griego Hipócrates de Cos (460-377 a. de C.), considerado descendiente directo del divino Esculapio, fundador de la ciencia médica occidental. Hipócrates había estudiado en Egipto, como todos los jóvenes investigadores griegos que ambicionaban hacer carrera; allí la medicina se enseñaba en los templos de los médicos sacerdotes, que la transmitían a los discípulos únicamente cuando estos habían demostrado su devoción. Incluso el gran Pitágoras tuvo que esperar largo tiempo antes de que se le abrieran las puertas del templo y del conocimiento. La ciencia egipcia era hija --o descendiente-- de la mesopotámica (el actual Iraq), que a su vez estaba emparentada con la hindú. Los sacerdotes mesopotámicos, grandes astrónomos, veían en el iris una proyección de la cúpula estelar, bajo la cual estudiaban las influencias constitucionales que enmarcaban al hombre en su entorno natal. En otras palabras, según la fecha, hora y lugar de nacimiento, cada individuo recibía un órgano débil y otro fuerte. Durante siglos, la ciencia iridológica fue una enseñanza secreta; en el arte pictórico del Bosco, que vivió entre 1453 y 1516 y que fue mago y alquimista, se han hallado indicios y textos raros referentes a esta enseñanza, que sólo podía obtenerse oralmente o a través del estudio de los antiguos: cualquiera que se interese por la iridología no puede ignorar ni dejar de admirar la pintura conocida como Los siete pecados capitales, que se conserva en el Museo del Prado de Madrid y que, en la práctica, es una representación alegórica del iris, en la cual se ofrecen de forma simbólica indicaciones correspondientes a la proyección de los órganos internos sobre aquel. El Bosco parecía conocer también el arte del diagnóstico y de la terapéutica basado en la palpación y en la puntura o causticación en puntos específicos del pabellón auditivo, tal y como aparece en otras pinturas suyas. En 1670 se publicó en Dresde el libro Chiromantia medica, de Philippus Meyen: en él se describía con bastante precisión el mapa del iris tal como se conoce hoy en día.

En 1695 se editó en Nuremberg un libro sobre iridología de Sieginund Eltzholtz y en 1786 apareció un ensayo de Christian Haertels titulado De oculo et signo. En China la ciencia médica local siempre había utilizado el ojo como monitor de diagnosis del estado de los órganos internos. En 1724 apareció un ensayo del emperador Chen Lung, que describía este arte diagnóstico. Pero la iridología moderna nació gracias al médico húngaro Ignaz von Péczely de Budapest (1826-1911), que en 1873 publicó en lengua magiar el primer libro sistemático sobre iridología. En 1880 esta obra, ulteriormente ampliada, fue traducida al alemán y en 1885 los médicos alemanes Zoepritz, Stiegele y Schlegel, que después contarían con muchos seguidores, se basaron en Péczely para aprender el método: nacía la iridología alemana. Péczely consiguió demostrar, estudiando numerosos casos clínicos, que existían relaciones concretas entre ciertas enfermedades y determinadas partes del iris. Péczely describe la observación casual que le llevó a intuir la relación existente entre el iris y los demás órganos del cuerpo de esta manera: «Cuando era niño, mientras intentaba cazar una lechuza, le rompí sin querer una pata; al día siguiente pude constatar la aparición de una ancha fisura negra en su iris.» Más adelante Péczely estudió medicina sin dejar nunca de realizar observaciones en el iris de sus pacientes; sin embargo, cuando empezó a dar conferencias sobre este tema para sus colegas médicos, no obtuvo más que burlas y sarcasmos. En 1873, como ya se ha dicho, publicó su primer libro básico sobre iridodiagnosis y en 1886 apareció un artículo suyo en una revista homeopática que dio inicio a una exitosa interrelación entre iridología y homeopatía, la cual ha llegado hasta nuestros tiempos. También en 1886 August Zoepritz publicó el primer mapa alemán de la iridología, extraído de los trabajos de Péczely; en 1893 el sacerdote sueco Ni1s Li1jequist (1851-1936) llevó a la imprenta el primer libro ilustrado sobre iridología con 12 tablas en color. Liljequist también fue el primero que se ocupó del problema de la interpretación de las alteraciones cromáticas del iris. En 1908 Liljequist publicó en sueco la revista Iridodiagnosis y electrohomeopatía. Durante aquellos años se había difundido en todo el mundo un método homeopático presentado por el conde Cesare Mattei de Bolonia, herborista y diputado del recién creado reino de Italia, al cual denominó electrohomeopatía, que en combinación con los datos del examen iridológico ofrece óptimos resultados terapéuticos. Este método, actualmente difundido en Alemania y en la India, es prácticamente desconocido en Italia, como confirmación de la veracidad de la máxima «Nadie es profeta en su tierra». En 1924 aparece el libro de Emil Schlegel titulado La iridología según Péczely, obra fundamental de la iridología alemana. En 1926 muere el sacerdote Emanuel Felke (1856-1926), gran promotor de la iridología. Con Lijequist la tradición de los sacerdotes iridólogos continúa: uno de sus representantes actuales en Italia es el padre Ratti, de Génova, autor de un libro en italiano sobre iridología.

Varios discípulos de Felke se consagraron entre los más importantes iridólogos alemanes, en especial Heinrich Hense (18681955), A. Maubach, Magdalene Madaus, P. J. Thiel y J. Deck. Heinrich Hense se ocupó de la localización de los plexos nerviosos del iris; Peter Johannes Thiel descubrió y definió «el arco senil» del iris, ocupándose de las deformaciones pupilares y de la subdivisión del iris en anillos concéntricos, llamados zonas (en 1724 una obra del emperador chino Chen Lung había tratado sobre el mismo tema). Magdalene Madaus se ocupó entre 1916 y 1925 del concepto de constitución y predisposición a los virus; su hija, Eva Flink, continuó sus estudios. Joseph Deck, naturópata, llevó a cabo un a valiosísima y amplia investigación clínica en colaboración con el médico oculista de Karlsruhe, doctor Visa, relacionando los hallazgos realizados sobre el iris con enfermedades clínicamente demostradas. En 1952 el libro de Alfred Maubach (1893-1954) titulado Diagnosis ocular como diagnosis constitucional, confirmaba la importancia de la iridología como técnica diagnóstica constitucional y de prevención. En los años ochenta, Joseph Angerer combinó las nociones de la iridología clásica con los más modernos conocimientos de bioquímica, creando para la iridología lo mismo que Recke Weg había creado al mismo tiempo para la homeopatía: un puente teórico y práctico entre bioquímica y medicina natural, capaz de ofrecer un enriquecimiento común y una superación de la división doctrinal entre medicina académica y técnicas de medicina natural, en cuyo contexto destacaba especialmente la iridología. Anton Markgraf es autor de una obra sistemática, en la que cada órgano se relaciona exactamente con los signos irídicos correspondientes, aunque también con todos los demás signos presentes en el ojo, en la cara y en la piel. Rudolf Schnabel (1882-1952) se ocupó en particular de las alteraciones pupilares. Theodor Kriege (1895-1971) y Theodor Lindemann se ocuparon del análisis de los signos iridícos existentes más insignificantes. Bernard Jensen, el iridólogo americano más importante, fundó una clínica de salud en Escondido, California, cerca de San Diego, donde cura a través de la alimentación. La dieta se determina según los signos iridológicos y el éxito de la terapia se valora mediante la presencia de «fibrillas plateadas» concretas o de «signos de curación» en las lagunas del iris. Su equipo se encarga desde hace tiempo de un importante trabajo de investigación basado en las imágenes digitalizadas del iris. Entre los iridólogos franceses cabe citar a Vannier, Bourdiol, Jausas; entre los españoles, a Ferrándiz. En Italia hay que citar al naturópata Costacurta, aunque sin olvidar a su colega de la región del Alto Adigio, Siegfrid Rizzi, que ostenta el mérito de haber dado fuerza a la iridología italiana y europea con sus estudios sobre constituciones irídicas y sobre la posibilidad de relacionar cada cuadro constitucional del iris con un remedio homeopático específico.

Rizzi preparó un remedio, al que llamó BN, capaz de producir resultados sorprendentes tanto si se suministra oral como cutáneamente, que funciona como un potente regenerador celular (úlceras, llagas, quemaduras, traumatismos) Uno de los discípulos de Rizzi fue el doctor Bernardo Lembo, prematuramente desaparecido; actualmente, el doctor Di Spazio continúa con éxito la obra del maestro. Hay que destacar también los estudios del borde pupilar del doctor Daniele Lo Rito, los trabajos del doctor Mitropoulos sobre las constituciones y los que realizan muchos otros investigadores que hacen que la iridología italiana pase por una fase floreciente que la sitúa en primer plano del panorama mundial. También hay que destacar la iridologia rusa, que en los años ochenta dio pasos de gigante incluyendo esta especialidad en la práctica clínica hospitalaria y universitaria y documentando plenamente la veracidad del mapa iridológico (la representación sobre el iris del cuerpo humano) a través de cientos de miles de casos. En conclusión, la iridología se está afianzando actual y definitivamente como ciencia médica.

Anatomía del iris Generalidades El iris es un órgano del ojo que tiene la misión de regular la afluencia de la luz sobre la retina, situada posteriormente, la cual envía la información visual al cerebro mediante el nervio óptico. El ojo tiene la forma de una esfera formada por tres capas: un contenido gelatinoso, el cuerpo vítreo y una lente, el cristalino (situado inmediatamente detrás del iris), que cumple la función de focalizar; es decir, de enfocar las imágenes sobre la retina. La capa externa, llamada fibrosa, está formada en la parte de atrás por la esclerótica (el blanco del ojo) y por delante por la córnea, que es transparente para permitir el paso de la luz. La capa intermedia, llamada vascular o úvea, está formada por vasos, células pigmentadas y musculatura lisa, su tarea es la de nutrir el ojo y hacer que: 1. El cristalino se acomode (la lente) haciendo que se vuelva fino, estirándolo por las puntas, o se arquee para permitir el enfoque de la imagen en la retina, tanto en la visión de cerca (cristalino más arqueado, no tirante), como en la visión de lejos (cristalino más fino y tirante). 2. La pupila se dilate (en la oscuridad) o que se contraiga (tanto más cuanto más intensa sea la luz). La parte posterior se llama coroides y tiene una función nutritiva; la intermedia se llama cuerpo ciliar e interviene en la acomodación; la parte delantera es, precisamente, el iris, en el centro del cual se halla el hueco pupilar que, como ya se ha dicho, se contrae con la luz y se dilata con la oscuridad, con el fin de regular la afluencia de la luz sobre la retina.

La capa interna del ojo, llamada sensorial, está constituida por la retina, que transforma el haz luminoso en una señal eléctrica que después se transmite al cerebro (corteza occipital), todo ello a través de un mecanismo fotoquímico. La parte delantera de la retina, privada de función sensorial, tiene la misión de oscurecer la cámara fotográfica del ojo, ya que está constituida por una capa de epitelio pigmentado perfectamente negro que se extiende hacia delante hasta constituir la parte más interna del iris. El iris tiene, por tanto, la forma de una moneda agujereada o del diafragma de una máquina fotográfica. La membrana irídea está constituida por una capa delantera que se llama estroma, que forma parte de la túnica úvea, y por una capa trasera, perfectamente negra que forma parte de la retina.

El estroma recuerda en la forma a un pequeño tabique revestido por un lado de gelatina. Procediendo de delante hacia atrás se distinguen: 1. Una capa endotelial, compuesta por células planas de tipo seroso, entre las cuales se hallan células pigmentadas, es decir, oscuras, llamadas cromatóforos (en el tabique utilizado como ejemplo representarían la gelatina con bolitas de caviar). 2. Una membrana delantera delimitadora constituida por fibras colágenas entre las que se encuentran células pigmentadas (la superficie del tabique en la que se apoya la gelatina). Estas dos primeras partes se extienden sobre todo el iris, desde el borde externo hasta el borde de la pupila. 3. Una lámina delantera (corteza superior del tabique), fibrillas colágenas + células pigmentadas.

4. Una capa vascular (contenido del tabique) formada por un número muy grande de pequeños vasos de recorrido radial. 5. Una lámina trasera formada por fibras colágenas y células pigmentadas (corteza inferior del tabique), que sigue a continuación de la pupila en el músculo esfínter del iris (inervado por el sistema nervioso vegetativo parasimpático) cuyas fibras confluyen concéntricamente en el hueco pupilar. 6. Un músculo dilatador del iris, con fibras dispuestas en sentido radial e inervadas por el sistema nervioso vegetativo ortosimpático (corresponde a la superficie inferior del tabique). En sentido radial y desde la periferia hacia el centro, todas las capas consideradas se extienden a lo largo del radio del iris, a excepción de la lámina estromal delantera que se extiende desde la periferia hacia el centro sólo dos tercios. En la práctica, el iris aumenta gradualmente de espesor («procede hacia arriba») con un ángulo de unos 20° respecto a la capa pigmentada interna hasta el collarín; de aquí en adelante disminuye («procede hacia abajo») con un ángulo de unos 30° hasta el borde pupilar. A una distancia de más o menos dos tercios del radio a partir de su borde externo, el iris alcanza su máximo espesor, formando una especie de anillo concéntrico a la pupila, denominado collarín. El área externa del collarín se define como área ciliar, la interna como área pupilar.

Las alteraciones del área ciliar están en relación sobre todo con las de la lámina anterior; y las del área pupilar con las alteraciones de la lámina posterior y de los estratos musculares; las alteraciones de estos últimos, sin embargo, se manifiestan de forma significativa incluso en el área ciliar. • Conviene recordar que, desde el punto de vista embriológico, el iris deriva en parte del ectodermo (capa pigmentada, células cromatóforas, musculatura) y en parte del mesodermo (estroma y sistema vascular). El iris se forma entre la semana 14.a y la 16.a de vida fetal. • En el iris hay dos sistemas musculares antagónicos: 1. El músculo esfínter de la pupila (que contrae el hueco pupilar), inervado por el sistema nervioso vegetativo parasimpático. 2. El músculo dilatador de la pupila (que ensancha el hueco pupilar), inervado por el sistema nervioso vegetativo ortosimpático.

• La vascularización del iris se efectúa mediante dos grupos de arterias: las arterias ciliares largas y cortas, que se unen formando dos círculos vasculares en correspondencia con el borde ciliar externo y el borde pupilar interno. Estos dos círculos vasculares están conectados entre sí mediante los pequeños vasos dispuestos entre la lámina delantera y la lámina trasera del estroma y transcurren en sentido radial. Los pigmentos Melanina. Es un constituyente normal de cabello, piel y capa pigmentada posterior del iris. En la piel actúa como agente protector de los rayos ultravioleta, que sin ella tendrían acción cancerígena. En la capa pigmentada del iris contribuye a la formación de la cámara oscura del ojo. Si se deposita en el estroma del iris indica siempre una alteración metabólica y, presumiblemente, un estado precanceroso.

La melanina deriva de la reacción de polimerización (o ensamblaje) de las moléculas que derivan de la DOPA (dihidroxifenilalanina), que a su vez deriva del aminoácido tirosina, que también es un precursor de la hormona tiroidea. De la tirosina parten, por tanto, tres caminos: el primero conduce a la síntesis de la hormona tiroidea; a partir del segundo los derivados de la tirosina confluyen en el ciclo de Krebs, que es el ciclo metabólico bioquímico más importante para la producción de energía en el interior de la célula; la tercera vía conduce en primer lugar a la formación de DOPA y, sucesivamente, de DOPA - quinasa que, por una parte, conduce a la formación de fenolmelanina de color amarillo y, por otra, a la formación de adrenalina (una hormona producida por la médula de la glándula suprarrenal, encargada de la regulación del aparato circulatorio) y, mediante un proceso bioquímico distinto, a la síntesis de melanina, que a su vez puede presentarse de forma oxidada (color negro) o reducida (color marrón). De este simple esquema se puede comprender el motivo por el cual al depositarse melanina en puntos no fisiológicos (por ejemplo, en el estroma del iris, en el que no se debería encontrar) se produzca siempre un hecho patológico de cierta importancia para el interior del organismo, en cuanto que una alteración del metabolismo de la melanina indica también al mismo tiempo una falta de regulación de la función tiroidea, suprarrenal y del ciclo de Krebs, es decir, del sistema de producción de energía del interior del organismo más relevante. Hemosiderina. De color rojo oscuro, está constituida por hierro trivalente derivado de la destrucción de una gran cantidad de glóbulos rojos. Puede aparecer en zonas irídeas correspondientes a partes del cuerpo sometidas a intervenciones quirúrgicas o a traumatismos. Lipofuscina. Es un pigmento de color que varía del amarillo claro al marrón oscuro, con una tonalidad de fondo roja. Deriva de complejos lipoproteicos que se precipitan al interior de las células, sobre todo del sistema nervioso, que progresan poco a poco con la edad. Cumple la misión fisiológica de capturar los residuos nocivos tóxicos que se forman en el interior de la célula nerviosa cuando las vías normales de eliminación fallan. Es una especie de mosquitera celular. Además de en el sistema nervioso, la lipofuscina puede depositarse en el músculo cardíaco (atrofia marrón o atrofia senil del corazón). Lipocromo. Es un derivado del isopreno; se presenta en distintas tonalidades anaranjadas o en combinaciones entre el amarillo y el rojo, apareciendo siempre muy brillante. Es un pigmento que va asociado a alteraciones de la función pancreática y, secundariamente, del hígado. Bilifuscina. De color ocre, deriva de un desarreglo hepatobiliar y del bazo y va acompañada de estancamiento portal.

La coloración El color del iris de los recién nacidos es azul intenso, porque las células cromatóforas del estroma todavía no han empezado a producir pigmento y este resulta fácilmente atravesado por la luz, que es absorbida casi totalmente por la capa pigmentada trasera, que es negra. El estroma irídeo del recién nacido sólo refleja la luz visible con pequeña longitud de onda o la luz azul, confiriendo al iris su característico color azul. Más adelante, poco a poco, aumenta el contenido de fibras colágenas, las células cromatóforas empiezan a producir el pigmento del estroma y el iris cambia de color hasta obtener el definitivo, normalmente hacia los dos años, aunque hay casos en los que no se estabiliza hasta los siete años. En realidad el color del iris cambia de manera fisiológicamente imperceptible hasta los 50 años de edad. Los colores basilares del iris son: marrón, secuoya, robín, alquitrán, ocre, amarillo pajizo y amarillo intenso. Los tres factores principales que determinan la variedad de los colores irídeos son: 1. La densidad de fibras colágenas, musculares y de los vasos del estroma. 2. El espesor, la cantidad de pigmento contenido en cada célula cromatófora y secundariamente, el número de células cromatóforas y la intensidad de la estimulación para producir el pigmento que estas reciben procedentes de las fibras vegetativas nerviosas ortosimpáticas que las controlan. La producción de pigmento depende también de los estímulos hormonales procedentes de la hipófisis. La hormona de la hipófisis mth estimula la producción, mientras que las hormonas nnr y nnm la reducen. 3. El color del pigmento contenido en los cromatóforos. El pigmento se define como una sustancia de color que se encuentra en forma de depósito en las células del organismo humano, aunque también en las de organismos animales y vegetales. Es una sustancia que la luz no puede atravesar; en parte la absorbe y en parte la refleja. El color del pigmento depende precisamente de la luz que es capaz de reflejar. Por ejemplo, un pigmento negro absorbe totalmente la luz, mientras que un pigmento amarillo absorbe todos los colores excepto el amarillo, que se refleja a través del ojo del observador y que le confiere la apariencia de ese color. De la misma forma, vemos las hojas de las plantas verdes, ya que este es el único color que los pigmentos vegetales no aceptan, pero que reflejan.

El pigmento no sólo tiene un color específico, sino que también posee una forma determinada y una posición a nivel del iris. A partir del color del pigmento deducimos su origen; de su forma, su significado diagnóstico; a partir de su posición en el iris, el órgano dañado. Los pigmentos del iris son normalmente cambiantes y no estables, a pesar de que a menudo existen coloraciones distribuidas en distintas zonas del iris, sin una colocación específica en el sector de un determinado órgano (pigmentos cambiantes), mientras que en un pequeño número de casos sucede lo contrario; es decir, que un pigmento esté localizado de forma específica en el sector de un órgano preciso (pigmentos estables): en este último caso es, evidentemente, la propia posición del pigmento la que indica el órgano dañado, mientras que en el caso de los pigmentos cambiantes no es la posición del pigmento la que indica el órgano dañado, sino sobre todo el color y la forma del mismo, que pueden ser característicos de la influencia patógena de un órgano determinado. Dicho proceso puede representarse si pensamos que el pigmento cambiante es un residuo patógeno (como los residuos de la contaminación ambiental), producido por un determinado órgano que originariamente se deposita sólo en el sector de producción, pero que posteriormente, por un exceso de producción, pasa a todos los demás sectores del iris; en otras palabras, puede decirse que cualquier pigmento patógeno es al principio estable, para volverse posteriormente cambiante; por ello, aparentemente los pigmentos cambiantes constituyen una fase de enfermedad más avanzada respecto a un pigmento estable. Pero en realidad las cosas no son exactamente de esta manera; volvamos a la comparación con el ambiente urbano: los residuos procedentes de los diferentes consumos domésticos e industriales no tienen muchas veces posibilidad de ser eliminados en la ciudad de origen, sino que a menudo han de ser transportados a otros lugares donde se reciclan y se distribuyen de distintas formas. Probablemente se produce una contaminación más generalizada que no se limita sólo al ámbito ciudadano, pero la ciudad sobrevive: si no fuese posible alejar los residuos de la ciudad, esta quedaría pronto sumergida en ellos y se haría inhabitable. Otro tanto sucede con los órganos: si no se eliminan los residuos y estos se acumulan en su interior, el órgano sufre y puede degenerar o producir un tumor. Hay algunos signos cromáticos estables que indican que un órgano está soportando este fenómeno temible de acumulación de residuos, con dificultad para su eliminación y el consecuente riesgo de disfunción grave o cancerosis: pigmento en forma de coliflor (tumores de estómago y de hígado), pigmento en forma de almohadilla (tumores de estómago, intestino y recto), pigmento en forma de terrón de color marrón rojizo (tumores en varios órganos), pigmento en forma de pequeño arbusto de bayas (tumor en el riñón y en la vejiga), pigmento en forma de gran arbusto de bayas (tumor en el útero), pigmento amarillo en cascada (tumor en el útero), pigmento color alquitrán (tumores en varios órganos). Los pigmentos pueden suministrar también importantes informaciones relativas a cadenas patológicas, según las cuales un órgano enfermo hace enfermar a otro; un ejemplo de este fenómeno es la presencia de pigmento con el color y la forma característicos de la tiroides que se encuentra en la región del corazón: indica una influencia tiroidea en una patología cardíaca (por ejemplo, una taquicardia producida por hipertiroidismo). Hay coloraciones irídicas que no tienen nada que ver con pigmentos, sino con sustancias colorantes que, a diferencia de los pigmentos, tienen la propiedad de ser «perforables» por la luz o, mejor dicho, por una determinada longitud de la onda.

La coloración resultante se presenta más superficial, fina y transparente y deja entrever la capa irídea inferior, que infiltra el estroma del iris impidiendo su reconocimiento estructural (ya no se aprecia la estructura fibrilar radial característica del estroma del iris); estas sustancias colorantes pueden denominarse filtros. Por ejemplo, las coloraciones amarillo-pajizas características del riñón y de la heterocromía son filtros y no pigmentos (la coloración congénita de un sector irídeo no patológica, distinta de la coloración constitucional fisiológica de la parte restante del iris). Se cree que las coloraciones del iris, tanto los filtros como los pigmentos, distintas de la coloración de origen constitucional indican un depósito de toxinas y, por tanto, una patología o una predisposición patológica constitucional.

Las constituciones iridológicas Sustancialmente hay tres constituciones indicas principales cada una con sus subgrupos correspondientes: 1. Iris claro o azul o linfático. 2. Iris oscuro o marrón o hematógeno. 3. Iris mixto, intermedio entre los anteriores. Para comprender el porqué de los nombres linfático y hematógeno hay que referirse a la teoría humoral formulada por Hipócrates, según la cual las enfermedades pueden clasificarse en dos grandes grupos: 1. Las que se originan a partir de una alteración linfática.

2. Las que se originan en la sangre. Linfa y sangre derivan de la capa embrional, mesodermo, de la cual parten las principales estructuras del iris. Un iris claro indica una especial predisposición a las enfermedades linfáticas: vegetaciones adenoidales, pólipos nasales, amigdalitis, hinchazones linfonodales en el cuello y a nivel intestinal, problemas respiratorios de repetición, disfunciones metabólicas del ácido úrico, problemas reumáticos de los cuales sufren el corazón y los riñones. Un iris claro o linfático es también propio de todos los niños hasta, por lo menos, los dos años: los niños con iris oscuro tamBién lo tienen claro durante sus dos primeros años de vida, ya que las células cromatóforas presentes en el estroma irídeo todavía no han empezado a producir pigmentos. Un iris oscuro o hematógeno indica una predisposición a enfermedades derivadas de la sangre o a causa de la sangre: Linfopenia, leucopenia, problemas hepatobiliares, venas varicosas, problemas circulatorios de diversa índole, entre los que destacan la hipertensión arterial y la hiperlipidemia, y enfermedades metabólicas como la gota o la diabetes. Un iris mixto presenta generalmente un color verde y/o gris, según combinaciones variables y matices infinitos. A ello se añaden problemas de origen linfático y hepático, aunque esta constitución se presenta sobre todo en relación con disfunciones de los sistemas biliar y digestivo. La constitución irídea no ofrece datos diagnósticos precisos, pero proporciona una idea general acerca de las predisposiciones patógenas individuales. Para el iridólogo es importante establecer exactamente la constitución del iris examinado para poder interpretar las eventuales alteraciones cromáticas del mismo. Por ejemplo, una coloración marrón en un iris hematógeno es totalmente fisiológica; la misma coloración marrón en un iris linfático representa con seguridad un signo de enfermedad; al contrario, una coloración azulada en un iris hematógeno es patológica, mientras que generalmente, no lo es en un iris linfático; una coloración verde en un iris mixto es fisiológica, pero es patológica si se trata de un iris linfático o hematógeno.

En lo que se refiere a la forma de las alteraciones iridológicas, si el especialista se halla frente a un iris hematógeno sabe que será mucho más difícil poder dar con el recorrido normal de las fibras radiales que si se tratara de un iris linfático; pero, si el iridólogo observa con dificultad el recorrido de las fibras radiales en un iris linfático, sabrá que puede hallarse ante una condición patológica. Para diferenciar mejor los signos fisiológicos constitucionales de los patológicos, el iris claro se subdivide en cuatro grupos: 1. Iris linfático puro: el collarín aparece claro y netamente definido. 2. Iris hidrogenoide: presencia difuminada de formaciones blancas o blancuzcas (estratos, nubes, copos) en la zona ciliar, indicativas de una tendencia a la formación de depósitos de sales de calcio (entre los que destacan los uratos) en el tejido conectivo y en las articulaciones, a causa de que perdura un estancamiento linfático, con la consiguiente y perjudicial acumulación de agua en los tejidos. 3. Iris conectivo hiposténico: suma las características del iris linfático puro con una especial laxitud o ensanchamiento de las fibras radiales y presenta, por tanto, numerosas lagunas. Se trata de sujetos predispuestos a fracturas y a distensiones articulares y que se fatigan fácilmente. Desarrollando adecuadamente la fuerza muscular, tienen la ventaja de alcanzar un considerable nivel de elasticidad. 4. Iris neurógeno; suma las características del iris linfático puro con una sutileza especial de las fibras radiales, que transcurren describiendo pequeños zigzags; además, presenta anillos tetánicos uniestratificados o multiestratificados. Los anillos tetánicos o de estrés son encrespaduras contiguas de las fibras radiales que, por la persistencia de estados de tensión, permanecen contraídas o incapaces de volverse a distender. Estos individuos nacen de padres afectados de estrés o muy nerviosos, o bien que han adquirido o aumentado estos estados por sí mismos. El aspecto positivo de esta constitución es su enorme grado de sensibilidad y delicadeza de ánimo. Para la constitución hematógena y mixta también sirve la subdivisión del iris claro en cuatro grupos, aunque es mucho más difícil distinguirlos con claridad.

En general, el iris hematógeno está más predispuesto a las enfermedades cardiocirculatorias agudas que el iris claro, mientras que este, debido al mayor estancamiento linfático, predispone a los problemas reumáticos capaces de dañar el corazón y los riñones y de provocar por otra vía enfermedades cardiovasculares de carácter crónico. Desde el punto de vista psíquico y en favor del elemento corazón, la constitución hematógena es más impulsiva que la constitución linfática y más extremada en mayor medida, para bien y para mal; el estancamiento linfático significa, en el iris claro, un razonamiento de los pensamientos, una actitud más ponderada, aunque también una tendencia a las manías, a las torturas mentales y a una revisión de las ideas. El iris mixto posee una polaridad hepática y, por tanto, conduce a la cólera con más facilidad respecto a las demás constituciones; pero, como cualidad, confiere un gran coraje para sostenerse en los momentos difíciles. Desde el punto de vista dietético es preciso aconsejar al paciente con iris mixto que no consuma con asiduidad alcohol, comidas grasas, sobre todo si están fritas, y que no exagere los esfuerzos musculares (el iris mixto proporciona una estructura muscular ideal). En conclusión, cada tipología constitucional indica la herencia positiva y negativa recibida de los padres y de los abuelos y la posición ventajosa que el individuo ha alcanzado en el transcurso de su vida, para bien y para mal, respecto a dicho patrimonio de características personales. Como hemos visto, una constitución teóricamente más débil puede desarrollar, transformando debilidad en cualidades positivas, mayor disposición de ánimo, intuición, sensibilidad y elasticidad tanto desde el punto de vista físico como mental. A través del conocimiento constitucional el iridólogo puede aconsejar a quien le consulta no sólo la mejor conducta a seguir para prevenir la enfermedad, sino también la forma de sacar el máximo partido de las propias cualidades.

Iris derecho. Iris mixto. Índice de vitalidad 4. Pupila vertical, aumento del espesor del borde papilar. Pigmentos: pigmento amarillo distribuido uniformemente en la I y II GZ; manchas de pigmento marrón en la II GZ, minutos 13, 29, 55; zuna opaca amarillenta en la III GZ, minutos 45, 50, región cuello-nuca; pigmento rojizo en la I y II GZ, que se extiende hasta el borde de la pupila, con aspecto de «genio de la lámpara», que sale de la pupila y rodea la II GZ hasta la zona del mesenterio. Estrías radiales en la zona cerebral, minutos 3, 4, 59. Estrías radiales difuminadas en los sectores temporales. Radiales blancos espesados, que alcanzan el borde ciliar en el minuto 43

Iris derecho. Iris hemocromático. Índice de vitalidad 5. Anillos tetánicos biestratificados y triestratificados en los sectores temporales, sobre todo en los inferiores, correspondientes a la región hepática y genital. Laguna redonda en el minuto 53; laguna abierta, de arco, en el minuto 25, con aclaramiento del estroma, de aspecto oscuro en el interior, y pequeña cripta romboidal en el ápice; laguna en forma de níspola en el minuto 46. Criptas en forma de escalera en los minutos 35-40 en la región del duodeno y del apéndice; tres signos defectivos en forma de punta de flecha en taparte externa del collarín en el minuto 45. Pliegues exteriores del collarín en los minutos 18 y 23

Iris derecho. Iris mixto. Índice de vitalidad 3-4. Parte nasal de la pupila rectilínea entre los minutos 15 y 20. Coloración: marrón oscuro en la I GZ; coloración marrón rojizo del margen interno del collarín, expresión de disociación intestinal; oscurecimiento marrón de la región tiroidea; aclaramiento del estroma y oscurecimiento de la región del cuello. Pigmentos marrones en las regiones renal, genital y hepática.

Iris izquierdo. Iris de tipo linfático reumático. Índice de vitalidad 4-5. Ensanchamiento de la I Gi. Oscurecimiento de la I PZ en el interior de la I G7. ensanchada. Pigmentos oscuros en la región abdominal, en especial a nivel de las siguientes regiones: riñones, órganos genitales y en la I GZ. 50 minutos. Los nodos ocupan casi totalmente ¡a región mesentérica. Placa: minutos 50 55. Pliegues externos del collarín en la región descendente del colon, minutos 15-45. Gran laguna cerrada que se extiende hasta el margen ciliar, en el minuto 27, y que contiene pigmento marrón rojizo. Depósito de colesterol a nivel conjuntiva! en el minuto 45. Vaso conjuntival en forma de tenedor en el minuto 20

Iris derecho. El ojo ha sido estudiado mediante contraste rojo. Iris mixto. Índice de vitalidad 4-5. Pupila con eje longitudinal abierto hacia arriba; pupila rectilínea desde el minuto 5 al minuto 15 aproximadamente. Pigmentos marrón oscuro con mancha en la mitad inferior del iris. Arco lipídico en la mitad temporal. Anillos tetánicos biestratificados en los sectores nasales. Oscurecimiento del margen ciliar en los sectores nasales. Borde externo del collarín de color naranja (el borde externo del collarín corresponde a la funcionalidad de las glándulas digestivas diseminadas por todo el intestino). Laguna abierta en el minuto 13, con signo defectivo negro en el interior

Iris izquierdo. Iris linfático. Índice de vitalidad iridológico 3. Oscurecimiento de toda la I GZ, con la I PZ todavía más oscura. Parte externa del collarín amarilla, que corresponde a la actividad de las glándulas digestivas diseminadas por gran parte del intestino. Mancha marrón-secuoya en el minuto 20, próxima al collarín. Estrías radiales en la línea hipófiso-su-brenal; estrías radiales en los minutos 10 y 57; estrías radiales blancas, espesadas, en la región pulmonar, con aclaramiento de la trama. Signos defectivos en la IV PZ en los minutos 2, 15, 17, 18. Vasos conjuntivales enferma de meandro en el minuto 20.

Indice iridológico de vitalidad El iris ideal presenta un estroma perfecto que se aparece al espectador como una sucesión próxima y ordenada de radios dispuestos entre las pupilas y el margen ciliar externo del iris. El iris debe presentar un color uniforme, sin coloraciones extrañas, lagunas, signos defectivos (áreas o puntos negros) o desviaciones de los radios de su dirección rectilínea. Puede existir, no obstante, diferencia entre el iris derecho y el izquierdo de una misma persona. El iris derecho corresponde a la herencia vital constitucional genotípica (es decir, estabilidad del código genético), mientras que el iris izquierdo refleja los factores adquiridos. El iris ideal significa vitalidad máxima del organismo y se indica con el valor convencional «1». El peor iris posible, con todos los defectos acumulados al máximo, corresponde a la condición de máxima debilidad orgánica y se indica con el valor «6». El 90 % de los casos tiene un índice de vitalidad irídeo de 3 o 4. 1. El grado 1 presenta, como se ha dicho, un recorrido perfectamente rectilíneo, desde el borde pupilar hasta el margen ciliar externo del iris, con fibras radiales muy juntas la una a la otra, sin solución de continuidad entre sí; el color del iris es uniforme.

2. El grado 2 difiere del grado 1 sólo por la menor densidad de fibras radiales. 3. El grado 3 tiene una densidad de fibras como el grado 2. pero interrumpida por alguna laguna, cripta extraña, coloraciones eventuales y algunos depósitos en forma de copos. 4. El grado 4 se parece al grado 3, pero con una mayor relajación de las fibras radiales, numerosas lagunas, criptas, pigmentos, líneas transversales, radiales inflamados, copos, nubes y estratos. 5. La estructura radial del iris ha desaparecido casi por completo y las lagunas rodean el collarín prácticamente del todo; por lo demás, se da una acentuación de las formaciones y de los pigmentos ya señalada para el iris de grado 4. 6. Ausencia total de estructura radial; el iris es una sucesión de lagunas; además de las formaciones mencionadas para el iris de grado 4 y 5, que aquí aparecen mucho más marcadas, el iris está oscurecido en su totalidad, ya que a causa del ensanchamiento prácticamente completo de la trama estromal se pone de manifiesto el color negro transparente de la capa pigmentada trasera. En conclusión, el índice iridológico de vitalidad, junto con la definición de la constitución irídea, suministra una ayuda fundamental para el iridólogo en el examen profundo de las condiciones generales y de la predisposición patogenética de sus pacientes.

Sintomatología iridológica: detección y significado de los signos del iris Generalidades La iridología, como hemos podido ver, nació casualmente a partir de las observaciones del joven Péczely, cuando vio aparecer un signo negro en el iris de una lechuza, a la que había roto una pata mientras trataba de capturarla. De esta experiencia nació la idea de que cada parte del iris estaba relacionada con órganos concretos, de forma que aquel constituía a todos los efectos un verdadero mapa del cuerpo.

En 1954 Lang demostró en la Universidad de Heidelberg la existencia, desde el punto de vista anatómico, de conexiones nerviosas de todas las partes del cuerpo con el iris. Los distintos sectores del iris son, por tanto, los embajadores o representantes de los órganos específicos. Actualmente se considera la iridología sobre todo como una técnica diagnóstica funcional, antes que anatómica. Por ejemplo, una alteración en el sector del hígado debe hacer pensar, antes que nada, en una alteración de la función hepática (eventualmente asociada a un aumento de las transaminasas de la sangre), más que en una deformación anatómica del hígado, aunque una cosa no excluya la otra (una hepatitis puede haber provocado inicialmente una alteración de la membrana de las células hepáticas, con la salida de las enzimas llamadas transaminasas, y después, al perdurar la dolencia, el hígado puede sufrir un proceso de fíbrosis llamado cirrosis, visible anatómicamente). Una vez establecido que el iris tiene conexiones anatómicas con las partes del cuerpo, ¿cómo se produce la alteración que sigue a la afectación de un órgano? El mecanismo a través del cual se produce esta alteración está relacionado sobre todo con las partes vascular y muscular del iris, inervadas desde el sistema nervioso vegetativo, el cual está constituido por una fina red de fibras nerviosas que inerva todos los órganos. Cada parte del SNV (sistema nervioso vegetativo) está encabezada por una centralita que recoge todos los impulsos que le llegan procedentes de aquel determinado sector. Puede ocurrir, por ejemplo, que una centralita recoja las informaciones tanto del iris como de un sector situado en torno al minuto 40 del iris derecho. El hígado afectado envía una señal de sufrimiento a su centralita y esta responde dando la orden de que se contraigan más las fibras que inervan los vasos y de que adopten mayor actividad las que inervan los músculos. Esta orden es válida para toda arteria, vena, capilar y músculo dependiente de la centralita y, en consecuencia, lo es también tanto para el hígado como para el iris derecho en su mínimo 40. A la larga, la persistencia de las disfunciones vasculares y musculares determina la afectación de las fibras colágenas que constituyen el estroma, por lo cual este se deforma. Hay que destacar que esta deformación del estroma del iris está relacionada con la persistencia de la patología del hígado; no obstante, hay que recordar que, al principio, la reacción vascular y muscular fue puramente defensiva. Es la conversión de dicha reacción defensiva en algo anormal a causa de la persistencia de una causa patógena lo que hace que los órganos afectados sufran una carencia de oxígeno y que los tejidos normales (que precisan oxígeno de una forma especial) sean sustituidos por tejidos fibrosos, que consumen sólo pequeñas cantidades de dicho elemento. Además, donde se produce la persistencia de una reacción inflamatoria crónica, se forman radicales libres, que son sustancias químicas capaces de alterar la función y la estructura normal de las células.

Una inflamación aguda, por ejemplo, una hepatitis, provoca una hiperemia (es decir, un aumento del flujo de la sangre) no sólo a nivel del hígado, sino también del sector correspondiente en el iris. La parte externa duro-elástica de los vasos del iris se hincha y, por tanto, también lo hacen los tejidos que la rodean, tal como sucede con cualquier otra parte del cuerpo cuando recibe un estímulo traumático. A los ojos del observador, en el iris se manifiestan señales blancas, habitualmente de recorrido radial, que corresponden al hinchamiento de más vasos junto a las partes adyacentes del estroma, obviamente sólo en el sector del hígado, alrededor del minuto 40 del iris derecho. Estos signos blancos se detectan con más facilidad en iris claros que en oscuros, aunque el mecanismo es idéntico. Si la inflamación del hígado es temporal, los signos correspondientes en el iris también remiten; y, al contrario, si las alteraciones hepáticas persisten, el estroma del iris no se nutre adecuadamente (mediante el aporte de oxígeno y de moléculas energéticas), debido a la persistencia de la hinchazón, y se afecta. De esta forma, se configuran auténticos agujeros de profundidad variable: se producen lagunas, las cuales manchan sólo la lámina delantera del estroma, y criptas, que manchan las láminas delantera y trasera, alcanzando incluso la capa pigmentada interna, que es de color negro. Por ello, mientras que los signos iridológicos de la inflamación aguda son blancos o claros, los de la inflamación o enfermedad crónica son oscuros o negros, en relación directa con la gravedad de la enfermedad. En la última fase, se forman auténticos agujeros negros en el tejido estromal de iris; mientras que los signos de la inflamación aguda pueden remitir completamente al cesar la enfermedad, los signos de la enfermedad crónica persisten como auténticas cicatrices; sin embargo, estas pueden reducir sus dimensiones y grado de oscurecimiento. El iridólogo americano Jensen cura a sus pacientes, que acuden a su granja en Escondido, California, sólo con la dieta. Jensen ha podido apreciar que invariablemente aparecen fibrillas finas blancas en las lagunas correspondientes a antiguas lesiones, cuando el paciente se halla finalmente en vías de curación. Muchas «cicatrices» están presentes en el iris desde el nacimiento: son el testimonio de las debilidades y de la tendencia patológica hacia enfermedades específicas heredadas de los padres y, más generalmente, de la ascendencia genética de todos nuestros antepasados. Si uno de los padres o los dos fuman, el recién nacido presenta invariablemente una laguna en la zona pulmonar. Lo mismo sucede si uno o ambos han sufrido enfermedades pulmonares de una cierta entidad. Esto, que vale para el pulmón, también sirve para cualquier otro órgano.

En conclusión, podemos afirmar que el iris constituye no sólo una memoria individual de las enfermedades sufridas, sino también un controlador de la historia patológica de la herencia genética de la especie humana. Signos adquiridos individualmente y signos heredados Considerando que cualquier clasificación tiene un valor relativo y que se pueden preconfigurar todas las posibles condiciones intermedias, los signos del iris se dividen en tres grandes grupos: 1. Signos orgánicos genotípicos: son signos por lo general congénitos, cuya localización en el iris corresponde de forma específica a un determinado órgano, indicando una debilidad congénita de este. A esta categoría pertenecen: las lagunas abiertas y cerradas; el favo; la cripta; los signos defectivos en general. 2. Signos orgánicos fenotípicos: signos adquiridos según la propia historia patológica individual. Son estables como los signos orgánicos genotípicos, en cuanto que su presentación en un determinado sector del iris indica una patología del órgano correspondiente a aquel sector (a diferencia de los signos cambiantes, como muchos pigmentos, cuya posición en el iris no es necesariamente indicativa de una patología del órgano, correspondiente a la posición que ocupa). Sus apariencias pueden ser: radiales vasculares, apareciendo una especie de estrías rojas de recorrido radial, con un agrandamiento variable entre 10 y 20 (normalmente los vasos radiales del iris no se ven al aparecer este agrandamiento, ya que los ocultan las láminas del estroma); aparecen también fibras irritativas blancas radiales, debidas a que las estructuras del estroma se hinchan por inflamación aguda; radiales vasculares con una red de vascularización anexa, roja o blanca que indican una lesión del estroma más grave de lo que indican los radiales vasculares simples; fibras irritativas blancas o fibras vasculares de recorrido no radial, entre las que destacan los transversales y los transversales de raíz; anillos tetánicos de estrés; huecos o hendiduras profundas del tejido estromal. 3. Signos genotípicos y fenotípicos por igual (pigmentos, depósitos, impregnaciones): pueden ser tanto estables como cambiantes (en este último caso su posición en el iris no es indicativa del órgano dañado, aunque sí su color, su forma y su distribución total en el estroma). Clasificación general de los signos del iris Hay tres categorías principales de signos del iris desde el punto de vista diagnóstico: 1. El b/n o blanco y negro, que es el grado de oscurecimiento o de luminosidad (esclarecimiento) de cada signo y que indica la evolución aguda (blanco) o crónica (oscuro o negro) de las enfermedades. 2. El color. 3. La forma: a nivel de la zona ciliar; del collarín; de la zona pupilar; del borde pupilar; de la forma pupilar.

BLANCO Y NEGRO: AGUDIZACIÓN Y CRONICIDAD • Los signos blancos o más claros indican una inflamación aguda, con infección del mesenquima, tejido indiferenciado presente entre célula y célula, provocada por residuos derivados de un problema metabólico agudo (por ejemplo, virus, bacterias, hongos, sustancias inflamantes ambientales y alimentarías). En un iris oscuro es mas difícil evidenciar los signos blancos; en su lugar se manifiestan áreas más claras respecto al estroma circundante. • Los signos oscuros indican una función orgánica disminuida y se forman por efecto de un ensanchamiento o carencia estructural de la lámina anterior del estroma del iris. • Los signos amarillo-marrones indican una enfermedad crónica; se aprecian con mayor dificultad en iris oscuros. • Los signos negros o signos defectivos indican una enfermedad degenerativa y corresponden a una lesión tanto de la lámina anterior como posterior del estroma. SIGNIFICADO SINTOMATOLÓGICO DE LOS COLORES Schnabel clasificó en 1948 unos noventa colores del iris, aunque no llegó a realizar, sin embargo, la tabla cromática correspondiente: en aquella época habían grandes problemas técnicos y económicos. Kabische publicó en 1981 una tabla con treinta y nueve colores. En la práctica basta con considerar siete colores principales, con todas las posibles combinaciones intermedias y difuminaciones: 1. Marrón: indica problemas gastrointestinales. 2. Secuoya (marrón rojizo): indica problemas de hígado y páncreas. 3. Robín: indica disposición a enfermedades degenerativas; se encuentra sobre todo en forma de «arbusto con ramas» y de «cascada»: a) arbusto de ramas grandes: tendencia a carcinoma uterino; b) arbusto de ramas pequeñas: más frecuente en los hombres, indica enfermedades degenerativas de los riñones y la vejiga; c) de cascada: empieza en el margen pupilar, extendiéndose hasta el collarín y de forma más difusa, hasta la zona ciliar; indica tendencia a cáncer rectal y a cáncer de los órganos genitales. 4. De gris pálido a alquitrán: mayor disposición al cáncer respecto del color robín y de tipo prevalentemente hereditario; diabetes, sobre, todo cuando está cerca del tercio inferior del collarín.

5. Ocre: se trata por lo general de bilifüscina, en relación con un estado congestivo y de disfunción hepatobiliar y del bazo. Se acompaña de una deformidad del collarín que se estira hacia el borde ciliar del iris izquierdo, indicando colitis y disbacteriosis (alteración de la flora normal) intestinal. 6. Paja o amarillo claro transparente: deja entrever la trama irídea inferior, a diferencia de otras coloraciones, que la esconden. Es frecuente en las heterocromías centrales, donde colorea la zona pupilar mientras que la zona ciliar adopta otro tipo de color. Indica patología renal o bien una predisposición a la misma. 7. Amarillo intenso no transparente: indica insuficiencia funcional hepatobiliar y un defecto de enteroquinasas, que es una enzima capaz de digerir las proteínas de origen animal. Por ello hay que aconsejar a los pacientes que adopten la dieta vegetariana. 8. Pigmento psórico: con color variable entre marrón y secuoya, dispuesto a lo largo del borde externo del collarín, en forma de «gravilla». El collarín aparece más cerca de lo habitual de la pupila, delimitando así una zona pupilar restringida, índice de estancamiento linfático, disbacteriosis intestinal, enfermedades infecciosas que se hacen crónicas y estados precancerosos. 9. Marrón oscuro: posee generalmente forma «de coliflor» e indica predisposición hereditaria al cáncer de hígado y de estómago. 10. El pigmento negro se manifiesta: a) con aspecto de pelusa fina superficial, más frecuente a nivel del iris izquierdo: indica un endurecimiento canceroso de órganos glandulares, como el ovario y la mama; b) manchas de pigmento más extendidas, aunque menos compactas respecto al caso anterior y situado periféricamente: indican disfunciones del hígado y del metabolismo glucídico. 11. Rojo oscuro a grano de pimienta: se halla diseminado en la zona pupilar y corresponde a procesos degenerativos en el territorio gastrointestinal. Está formado, probablemente, de hemosiderina. 12. Tabaco en forma de polvos finos: se encuentra en la zona ciliar, indica, problemas pancreáticos y eventualmente una infección de salmonela o intoxicación gastrointestinal. 13. Tabaco en forma de agrupaciones insulares: si se localizan a nivel del collarín, en el borde de las asas del mismo, indican artrosis, diabetes y, en general, problemas del metabolismo; si se sitúan en la zona ciliar a nivel de las asas del collarín, indican problemas intestinales con disbacteriosis; si se localizan en medio de la zona ciliar a una distancia regular el uno del otro, indican problemas del metabolismo glucídico, nefrosis, gota, hipertensión, uremia, artrosis; si se localiza a nivel del margen ciliar, indican problemas pancreáticos y jaqueca o fenómenos vasculares cerebrales relacionados con intolerancias alimentarías. 14. Pigmento en forma de arroz., variable del blanco sucio al blanco amarillento o al marrón amarillento mezclado con tonalidades rojas o negras: indica problemas endocrinos, en especial diabetes.

SEMIOLOGÍA DE LA FORMA A) A nivel de la zona ciliar • Las líneas: corresponden a fibras radiales conectivales y/o vasculares y/o musculares del estroma que se manifiestan por un proceso inflamatorio que las hincha y las hace aparecer más claras en los iris oscuros (por ejemplo, líneas marrón claro en un iris de color de fondo marrón oscuro) o blancas en los iris claros. Si la inflamación continúa, las fibras radiales afectadas aparecen más largas y sutiles y, por efecto del aumento de la turgencia, se apartan las unas de las otras. Si el proceso patológico no se detiene, aparece una línea oscura cada vez más evidente, debida a que la hendidura entre las líneas blancas se hace más profunda. De cara al observador, sólo permanece la línea oscura sin que se manifiesten las líneas blancas. Son estables, por lo que su posición indica el órgano afectado. Las líneas claras indican inflamación aguda, las líneas oscuras inflamación crónica. • Los nodos son amasijos claros o blancos de forma irregular y diámetro de pocos milímetros, que se localizan en el interior de la curvatura interna del iris. Se hallan encadenados (aunque alguno queda desconectado, pero en posición contigua a los demás) en forma de círculo o de arco de círculo, concéntricos a la pupila (en raras ocasiones son rectilíneos), en la zona denominada de las mucosas o de las serosas. Son cambiantes, por lo que su posición no es significativa del órgano afectado, con excepción de la cadena rectilínea, que puede formarse en los sectores bronquiales (puede indicar pleuritis).

Se debe a que en el iris se depositan sales; esto representa la dificultad o la imposibilidad que tiene el organismo para eliminar residuos tóxicos, que se depositan en los linfonodos adyacentes a las mucosas o en las serosas (pleuritis, pericarditis, artritis y artrosis consiguientes a la artritis). Si se trata de la zona irídea más externa, aparece más oscura respecto al nodo, se debe a que se produce una erupción en la piel a causa de los medicamentos antiinflamatorios o corticoides, con lo que las toxinas retroceden (intentaban salir a través de la piel) hacia el interior del organismo, donde se depositan con la formación de sales. En este caso el organismo actúa tal como se comportaría un bombero que apagara un conato de incendio (las toxinas), tirándoles encima arena (las sales). Una parte de las toxinas va a parar a las mucosas (de las vías respiratorias o del conducto gastroentérico) en forma de catarro, que se elimina a través de la tos o de la diarrea. Si el proceso patológico se prolonga demasiado, aparecen bronquitis y colitis crónicas. Los nodos, muy a menudo claros, pueden oscurecerse en los procesos inflamatorios crónicos. • Estratos: las formaciones de estratos parecen derivar de la confluencia en un único conjunto de diferentes nodos; se presentan como superficies blancuzcas o de color gris oscuro con distintas tonalidades, con contomos irregulares y más bien extendidas, hasta el punto de que pueden percibirse incluso con un simple vistazo. Están extendidas no sólo en el VI sector externo del iris como los nodos, sino en toda la zona ciliar. • Nubes: corresponden a formaciones de estratos espesados; tienen diferentes graduaciones de color, que van desde los colores claros, característicos de los estados inflamatorios agudos, a los colores oscuros, característicos de las enfermedades crónicas. N. B.: nodos, estratos y nubes deben su coloración tanto a los filtros de color (colores transparentes) como a los pigmentos (no transparentes). Según el tipo de color se pueden extraer informaciones diagnósticas más precisas; además pueden aparecer en diversos tonos del blanco al gris, en relación con el grado de cronicidad de la enfermedad. • Placas: a diferencia de los nodos, los estratos y las nubes, que se depositan en el estroma irídeo sin modificar su superficie, las placas, observadas tangencialmente, se presentan como espesores de márgenes netos que sobresalen de la superficie estromal como los escollos del mar, indicando una importante modificación metabólica y haciendo sospechar una enfermedad degenerativa. Quizá representan indicios de una enfermedad degenerativa que se ha extinguido, pero no existe un criterio preciso para establecer si dicha enfermedad está en desarrollo o está ya extinguida. Se localizan en el tercio externo del iris.

• Lagunas: corresponden a un defecto parcial o total de la lámina anterior del estroma, que se abre como un telón, dejando entrever los estratos subyacentes; los bordes del telón están constituidos por fibrillas colágenas de la lámina anterior: estas franjas de delimitación de la laguna se caracterizan por su espesor (depende del número de fibras colágenas unidas entre sí para formar el borde) y por su coloración (del blanco a diversos tonos de gris). Las lagunas yacen con el borde interno en contacto con el collarín; el borde interno de la laguna a menudo parece formar parte del propio collarín. Pueden ser congénitas (heredadas de los progenitores) o adquiridas a lo largo de la vida. Indican debilidad del órgano correspondiente a su posición en el mapa iridológico, aunque no necesariamente una enfermedad en curso. Representan un locus minoris resistentiae, un órgano más débil que, por ello, sucumbe más fácilmente ante la enfermedad. Cuando, independientemente del hecho de que sean congénitas o adquiridas, son tratadas con terapia para reforzar el órgano correspondiente, se ven aparecer fibrillas finas blancas en el interior de la laguna (en la práctica, la lámina delantera estromal interrumpida tiende a rehacerse).

Hay dos formaciones fundamentales de lagunas: a) las lagunas cerradas, donde las franjas delimitadoras se cierran para formar una superficie definida, indican un estado patológico sufrido que ha debilitado el órgano, pero que ya no se halla en curso; b) las lagunas abiertas, en las que las franjas delimitadoras no se cierran a nivel de la parte externa de la laguna y, en consecuencia, esta aparece abierta en dirección al borde ciliar externo del iris, indican un proceso patológico en curso del órgano correspondiente a la posición de la laguna.

En síntesis, las lagunas se definen según estos elementos: a) están siempre localizadas en la zona ciliar, con el borde interno en contacto con el collarín (muchas veces parece que el borde interno de la laguna coincida con el propio collarín). Además, están delimitadas por franjas muy identificables. Pueden darse también formaciones pseudolagunares, que por lo general se reconocen porque no tienen franjas delimitadoras, no están localizadas en la zona ciliar o porque no tienen su borde interno en contacto con el collarín; b) el espesor y el grado de blanco de las franjas delimitadoras; c) estar cerradas o abiertas; d) ser más claras u oscuras en el interior: por ejemplo, lagunas con fibrillas de curación o con signos defectivos, criptas o lagunas luminosas (lagunas «en negativo»); e) el espesor y el trazado de las fibras visibles en su interior; por ejemplo, lagunas en forma de panal, de hoja, ovoidales, de arco, de cebolla, de medusa; f) su forma: romboidales, redondas, de aguja, de torpedo, de pico, de cigarro, de bisturí, de zapato, dobles, de tres o de caja; g) su eventual asociación con algunas lagunas similares, colocadas una detrás de la otra; por ejemplo, lagunas de nido, de teja, de panal, de estribo, de flor, gemelas; h) su posición en un determinado punto topográfico correspondiente a un órgano; i) su dimensión; por ejemplo, lagunas gigantes; j) su significado diagnóstico y pronóstico.

• Criptas: a diferencia de las lagunas, que se encuentran en contacto con el collarín (salvo las separadas, de origen traumático), las criptas pueden hallarse en cualquier lugar del iris. Además, mientras que en las lagunas se da una deficiencia prevalentemente de la lámina estromal delantera, en las criptas hay una deficiencia incluso de la lámina estromal trasera, por lo que se presentan más oscuras respecto a las lagunas, en cuanto a que se manifiestan con mayor o menor intensidad en la lámina pigmentada trasera. Pueden haber criptas incluso dentro de las lagunas. Según el grado de deficiencia de la lámina estromal trasera, se distinguen dos tipos: 1. Criptas completas: se da una falta total de lámina estromal trasera y el pavimento de la cripta está constituido por una capa pigmentada negra; esto significa la fase de cicatrización de un proceso inflamatorio. 2. Criptas incompletas: la lámina estro-mal trasera es parcial, está reducida en espesor o perforada de diferentes formas; por tanto, según el espesor que queda en la lámina estromal trasera, cualquier cripta incompleta puede tener una tonalidad distinta de gris, tal como sigue: a) criptas con escasos restos estro-males formados por finas fibras de color gris en el fondo; indican un proceso degenerativo todavía en curso; b) criptas con franjas sueltas en el interior de la cripta de color gris oscuro; tienen el mismo significado que la 2 a; c) criptas con franjas sueltas de fibras estromales en el fondo, más claras y de mayor espesor respecto al tejido irídeo restante; indican una carencia inmunitaria en la zona afectada.

En general, cuanto más grande es una cripta, más grave es el proceso degenerativo. Hay criptas muy pequeñas, poco mayores que un punto, denominadas por Deck signos defectivos, que pueden indicar: pólipos, excrecencias diversas, estenosis viscerales. • Transversales: son líneas finas que transcurren en sentido perpendicular a la dirección radial de las fibras irídeas normales. A menudo indican fenómenos adherenciales, por ejemplo como consecuencia de intervenciones quirúrgicas o de una debilidad conectival (hernias). Los transversales son vasos estromales espesados, frecuentemente sinuosos o ramificados. Se presentan solos o en grupos. Si lo hacen de este último modo o ramificados, es un signo de posible enfermedad maligna; si hay un solo transversal, en cambio, no hay malignidad. Pueden aparecer vascularizados (línea roja) o no (línea blanca). Las líneas rojas indican habitualmente un pronóstico más negativo o maligno que las líneas blancas. Si el transversal es blanco y muy claro, indica que el proceso patológico correspondiente todavía está en curso, a menudo en fase aguda; en cuanto el cuadro de la enfermedad mejora, el transversal se oscurece. Las líneas rojas pueden indicar problemas de irrigación arterial o estancamiento venoso. a) transversal clásico: es claro o gris y aparece ligeramente en relieve resto a la superficie del iris; no está vascularizado ni ramificado; está solo, empieza en el borde ciliar y recorre transversalmente el iris, con ligeras ondulaciones de unos 70 grados angulares a mitad de camino entre el borde ciliar y el collarín. Indica disposición a hernias y adherencias; b) transversal de estancamiento: es muy ondulado, su calibre varía a lo largo de su recorrido y presenta en el centro una línea roja, es decir, un capilar vascularizado. Está en relación con otro signo irídeo, como una laguna. Indica estancamiento venoso, flebitis y tendencia al infarto cardíaco si se halla en dicho sector;

c) transversal subterráneo: yace profundo dentro del estroma, por lo que fácilmente puede pasar inadvertido en un examen iridológico; es unirramificado y procede en zigzag cerca del margen ciliar, casi paralelamente al mismo. Indica estancamiento linfovenoso, sobre todo a nivel de la pelvis (dismenorrea, hemorroides); d) transversal de tenedor: el mango del tenedor forma un ángulo agudo respecto a las fibras radiales, para bifurcarse después con un ángulo variable entre los 60 y los 90 grados. El tenedor puede aparecer en dos posiciones: 1. Tenedor abierto hacia el collarín: — si las líneas son claras y sutiles, indica estado congestivo venoso abdominal; — si son espesas y más claras, indica estado pictórico abdominal de los que comen abundantemente. 2. Tenedor abierto hacia el margen ciliar: denota estados congestivos linfovenosos de los órganos correspondientes a los cuadrantes donde se halla el tenedor (a nivel de la cabeza: vértigos, problemas del sonido, aturdimiento); e) transversal de saco: forma una amplia curva que empieza en el collarín y regresa al mismo. Indica ptosis de órganos abdominales; f) transversal cuneiforme: empieza en el margen ciliar, se acerca al collarín, donde describe una curva de 60 grados, para regresar al mismo. Normalmente está vascularizado. Indica inflamaciones crónicas y reducciones de las defensas inmunitarias. Si hay algún otro signo de pronóstico negativo, significa probablemente un proceso tumoral maligno; g) transversal de techo: empieza en el margen ciliar, se acerca al collarín, para regresar al mismo tras haber descrito un ángulo agudo que recuerda la forma de un techo. Indica problemas conectivales, lesiones articulares u osteopatía (enfermedad de los huesos); h) transversal de candelabro: se presenta como el transversal clásico, del que parten numerosas ramas en dirección al collarín. Indica estancamiento linfovenoso en el abdomen o procesos expansivos abdominales (tumores, por ejemplo); i) transversal de árbol: está muy ramificado y recuerda la forma de un árbol. Indica riesgo de malignidad; si se halla en la zona pulmonar, puede indicar proceso asmático; j) transversal en cruz: es un signo de familiaridad con el cáncer. Si se presenta muy claro y en relieve, puede indicar un proceso patológico en curso. » • Fibras aberrantes: no hay que confundirlas con los transversales. Son fibras irídeas normales, con un recorrido no ordenado respecto a las fibras radiales. Se reconocen por tener las mismas características que las demás fibras irídeas y por estar siempre en contacto con el collarín, a diferencia de las transversales.

• Anillos tetánicos: causas: 1. Prevalencia del tono simpático sobre el parasimpático. 2. Exceso de calcio en la sangre (eventualmente, debido a un funcionamiento excesivo de las paratiroides, que desplazan el calcio del hueso a la sangre). 3. Carencia de magnesio por aporte o absorción defectuosos (enterocolitis con disbacteriosis intestinal crónica) o utilización defectuosa (por intervención de toxinas bacterianas, virales o químicas, derivadas de la infección o de los fármacos). 4. Estado de tensión interior. 5. Dos o más de las causas anteriormente mencionadas, combinadas entre sí. Aspecto: son arcos de círculos concéntricos a la pupila presentes en la zona ciliar; se forman por efecto de una serie de pliegues de varias fibras radiales al mismo nivel, a lo largo del recorrido desde el margen ciliar hasta el collarín. Formas: 1. Anillos presentes de forma poco marcada y en un solo iris: no tienen ningún significado patológico. 2. Anillos encadenados entre sí, que parecen un círculo completo: son síntomas de insomnio, asociado frecuentemente a problemas funcionales cardíacos. 3. Anillos multiestratificados (llamados también, de diana): si están generalizados, indican predisposición a neurosis o a psicosis; si se localizan en 5. Arcos cruzados: son signos de dolores o parálisis muscular en el mismo lado en el que se manifiestan en el iris. 6. Arcos excéntricos respecto a la pupila: denotan patología de los órganos cuya proyección iridológica corresponde al radio o al centro del arco o de los arcos excéntricos. • Surcos radiales: son consecuencia de un desequilibrio neurovegetativo representado por una falta de armonía entre los dos músculos irídeos: el dilatador y el esfínter de la pupila. Son hendiduras profundas y negras (por tanto, a través de las mismas se aprecia la capa pigmentada negra), que empiezan generalmente a nivel del collarín, haciendo un corto recorrido hacia el margen ciliar. • Rayos solares: tienen el mismo origen y el mismo significado que los surcos radiales; a diferencia de estos últimos, empiezan en el borde pupilar, son más sutiles, menos oscuros, mucho más largos y pueden casi alcanzar el borde ciliar.

B) A nivel del collarín El collarín forma la frontera entre la zona ciliar de fibras finas (lámina estro-mal delantera) y la zona pupilar de fibras gruesas (lámina estromal trasera). El collarín es el punto más elevado del iris, donde según algunos habrían vasos de recorrido circular que espesarían la totalidad del iris. Durante la vida fetal, esto corresponde a la región de inserción de la membrana pupilar que cierra el iris y que se abre poco después del nacimiento; por este motivo, el collarín correspondería a una zona más rica en fibras colágenas, aptas para sostener mejor la membrana pupilar durante la vida fetal. A nivel del collarín se aprecian de forma especial, como si se tratara de un estrecho de Gibraltar irídeo, dos fuerzas contrarias: 1. El músculo dilatador del iris, dispuesto semirradialmente, controlado por el sistema nervioso vegetativo orto-simpático y que tira hacia el exterior dilatando la pupila y los tejidos circundantes. 2. El músculo constrictor de la pupila, una especie de anillo de esfínter dispuesto circularmente cerca de la pupila, que cierra el agujero pupilar y, al mismo tiempo, estira todos los tejidos circundantes en sentido centrípeto, es decir, en dirección opuesta al músculo dilatador. El músculo constrictor de la pupila está controlado por el sistema nervioso vegetativo parasimpático. Los sistemas parasimpático y orto-simpático desarrollan en el organismo funciones contrapuestas antagónicas. A nivel del abdomen, el parasimpático acelera la funcionalidad de todos los órganos; es decir, por ejemplo, estimula la movilidad intestinal, mientras que el ortosimpático ralentiza la actividad de los órganos; es decir, por ejemplo, disminuye la movilidad intestinal. A nivel del tórax-corazón, de los pulmones y de la circulación en general, los papeles se invierten, ya que el parasimpático calma y el ortosimpático excita. El collarín, por tanto, representa la sede irídea donde estos dos sistemas se oponen especialmente y de la cual se puede deducir la prevalencia de uno de los dos, en sentido general, o de un determinado grupo de órganos y funciones, en particular. Normalmente, trazando una línea recta ideal que vaya desde el borde pupilar hasta el borde ciliar externo del iris, el collarín yacería en toda su extensión en un tercio de dicha línea (partiendo de la pupila), delimitando la zona pupilar (interna al mismo) y la zona ciliar (externa al mismo).

Idealmente, y en el mejor de los casos, el collarín tiene forma perfectamente circular. Cuanto más se aleja de esta condición, más problemas se producen de regulación neurovegetativa. La zona pupilar representa todos los órganos o las partes de los órganos destinados a la asimilación del alimento (proceso digestivo) y a la eliminación de los desechos de las comidas, la zona ciliar, en cambio, representa los órganos destinados a extraer energía del alimento, asimilado, y redistribuirla a todo el organismo en diversas modalidades (por ejemplo, el corazón distribuye energía mecánica en forma de impulso sanguíneo; el pulmón, captando oxígeno y confiándolo a la sangre impulsada por el corazón; el sistema nervioso, suministrando energía eléctrica; y, así, sucesivamente). Además, en la zona ciliar hay órganos que tienen la misión de eliminar los residuos derivados de diferentes procesos de «combustión» energética (por ejemplo, el pulmón, que elimina el anhídrido carbónico; el riñón, que elimina la urea que se forma tras el metabolismo de las proteínas).

Un ensanchamiento del collarín indica la prevalecía del tono ortosimpático (centrífugo) y una disminución del tono parasimpático. En estos casos, a nivel intestinal se apreciará atonía; a nivel del corazón, un latido acelerado o un aumento de la presión sanguínea. Un estrechamiento del collarín, indica la condición opuesta. Sin embargo, el ensanchamiento o estrechamiento se comprueban sólo en relación con la proyección irídea de un determinado órgano y, por tanto, el razonamiento anterior sólo se aplica a dicho órgano. Aun así la propia forma del collarín (que, aunque perfectamente circular o ligeramente ondulado, se presenta en zigzag de ángulos – agudos o con amplias entradas sectoriales, alternadas con expansiones centrifugas también anchas) es decir un cambio brusco. Por ejemplo, a nivel intestinal, de un estado doloroso espasmódico se pasa a un estado de atonia, con gran hinchazón abdominal y estreñimiento. Las amplias entradas y extensiones indican esta alternancia periódica de espasmo y atonía, mientras que un recorrido en zigzag indica un estado hipercinético constante de los órganos, sobre todo abdominales. El collarín puede presentarse también de forma irregular y aparecer interrumpido en uno o mas puntos o zonas. En este caso, cabe la sospecha de una patología en vías de hacerse crónica y potencialmente maligna en los órganos correspondientes al sector irídeo, hacia los que se abre el collarín.

Además, el collarín puede ser de diferente color, del blanco al gris y al marrón oscuro; un collarín mucho más claro que los tejidos irídeos debe hacer pensar en procesos inflamatorios agudos, y al contrario, un collarín más oscuro debe hacer pensar en procesos crónicos.

C) A nivel de la zona pupilar La zona pupilar representa sustancialmente el aparato digestivo e intestinal. A nivel irídeo corresponde a la zona donde se manifiestan las fibras de la lámina estromal trasera, que son más gruesas que las de la delantera, visible en la zona ciliar. Las fibras estromales traseras tienen un calibre una vez y media mayor que las fibras estromales delanteras. Se puede tener una idea de conjunto del funcionamiento del aparato digestivo e intestinal con una simple observación de lo que sigue: a) la forma del collarín (anteriormente descrita); b) la tonalidad B/N (tonalidad más o menos blanca, oscura o negra) del conjunto. Si la zona pupilar es más clara que la zona ciliar, hay que pensar en procesos inflamatorios agudos, como por ejemplo una gastritis aguda, que hay que curar con urgencia; si es más oscura, hay que sospechar una insuficiencia funcional (por ejemplo, una falta de enzimas digestivas, una movilidad visceral reducida) asociada a una patología crónica (por ejemplo, colitis crónica, consecuencia de la llegada al intestino de alimentos mal digeridos a causa de la carencia de enzimas digestivas); tal vez se esté ante el fenómeno por el cual la tonalidad de fondo es oscura, pero con fibras muy blancas, por lo menos en algún punto; en este caso, se da una reactivación de una inflamación aguda en una parte donde ya había en curso una patología crónica; c) el espesor de las fibras, comparadas con las de la zona ciliar (relación normal 1,5:1); si son más sutiles, hay que pensar en problemas nerviosos o psíquicos que reducen la función digestiva e intestinal; si son más gruesas, en procesos gástricos o eolíticos crónicos que afectan a un gran aficionado a la comida; en este caso, cuanto más oscura sea la tonalidad de fondo, más negativo es el pronóstico; d) observando el iris con una iluminación oblicua, casi tangencial a su superficie, se aprecia su forma general: 1. Si es rectilínea desde el borde ciliar al pupilar de forma continuada, indica buena salud.

2. Si tiene una forma hueca, indica atonía e insuficiencia general de los procesos tanto de asimilación como deformación y utilización de la energía. 3. Si es convexa indica una diátesis espasmódica de los órganos digestivos e intestinales y un alto grado de irritabilidad y nerviosismo psíquicos. 4. Si tiene una elevación puntiaguda sólo en la parte que roza el collarín, indica hiperexcitación neurovegetativa asociada con agotamiento psicofísico, seguido de malas costumbres alimentarías, a veces impuestas al paciente (generalmente un niño), cuyos síntomas son distonía neurovegetativa (dolores dispépticos y estreñimiento-diarrea alternativamente). 5. Si tiene forma de embudo, la zona ciliar aparece normal y la zona pupilar inclinada hacia abajo, los síntomas son: meteorismo espasmódico con dolores en toda la zona del colon, halitosis grave, estreñimiento con heces secas y estancamiento fecal. 6. Si es perpendicular, la zona ciliar es normal y la zona pupilar está inclinada hacia abajo casi perpendicularmente a la pupila, los síntomas son: irritabilidad extrema del aparato gastrointestinal y, posiblemente, estados epilépticos que afectan la movilidad intestinal. 7. Si tiene forma de escudilla, la zona ciliar es normal y la zona pupilar ahuecada, los síntomas son: marcada atonía intestinal; el conducto rectal está lleno de heces, lo que constituye un riesgo de carcinoma rectal. e) presencia de surcos radiales o rayos solares, índice de desequilibrio neuro vegetativo; f) presencia de coloraciones: 1. Heterocromía central, cuando toda la zona pupilar presenta un color distinto al de la zona ciliar; indica disfunción digestiva, según su color: rojo claro indica hiperacidez, rojo oscuro, gastritis y colitis crónica, color barro, gastritis hipoácida, ocre, disfunción hepatobiliar y pancreática, marrón rojizo, afectación pancreática, gris plomizo o gris ratón, atrofia de la mucosa, con pronóstico desfavorable. 2. Heterocromía central anular en la zona circundante al collarín, relacionada, en la parte inmediatamente externa al mismo, con la producción de enzimas digestivas y, en la parte inmediatamente interna, con la flora intestinal; 3. Heterocromía central sectorial, que indica un problema en la parte del aparato gastroentérico correspondiente al sector en el que se manifiesta la heterocromía. D) Los signos pupilares y del margen pupilar La pupila se mueve por efecto de dos músculos: el dilatador de la pupila, inervado por el sistema ortosimpático, y el esfínter de la pupila, inervado por el parasimpático. La forma normal de la pupila depende, por tanto, del correcto equilibrio entre estos dos músculos y de la inervación correspondiente.

El diámetro pupilar normal es de unos 4-5 milímetros, la dilatación de la pupila puede alcanzar hasta 8 milímetros {midriasis) y la contracción hasta 2 milímetros (miosis). La amplitud pupilar de los dos ojos es la misma en condiciones normales, pero también se consideran normales variaciones de diámetro entre un ojo y el otro de 0,5 milímetros. En el 17 % de los hombres se da una desigualdad de dilatación pupilar fisiológica. Midríasis (dilatación de la pupila) La midriasis se produce por disminución del tono del esfínter (midriasis pasiva) o por aumento del tono del músculo dilatador de la pupila (midriasis activa). La midriasis pasiva se da con la disminución de la luz que llega al ojo; la midriasis activa, tras una estimulación dolorosa o a una estimulación sensorial y psíquica intensa, uso de drogas, alcoholismo, síndrome de Basedow (enfermedad de la tiroides que produce la característica exoftalmia u ojos saltones) y traumatismos cerebrales. Una midriasis persistente en un solo ojo debe hacer sospechar una neuritis (o inflamación) del nervio óptico o un tumor cerebral. Miosis (contracción de la pupila) Indica la prevalencia de la fuerza del esfínter sobre el dilatador de la pupila, es decir, prevalece el tono parasimpático sobre el tono ortosimpático. Cuando la luz es intensa, durante la lectura, a causa del cansancio y durante la digestión se manifiesta siempre una condición fisiológica de miosis. Una miosis persistente en ambos ojos puede ser también un fenómeno constitucional hereditario. Si la miosis afecta a un solo ojo, se debe pensar siempre en una condición patológica de origen central. Hippus (oscilación espontánea y periódica del diámetro pupilar) En caso de hippus, el diámetro pupilar pasa alternativamente de la miosis a la midriasis y viceversa. Puede ser fisiológico, indicando en este caso un simple aumento de la sensibilidad neuromuscular por motivos psíquicos o excesiva estimulación sensorial. El hippus también se manifiesta en algunas enfermedades: esclerosis de placas, miastenia y diversas formas de parálisis. Pupilotonía (escasa reacción pupilar) La pupilotonía, situación contraria al hippus, indica una reducción de la reacción neuromuscular normal en condiciones fisiológicas: la pupila se contrae con retraso respecto a la luz y se ensancha con retraso respecto a la oscuridad.

Los jinetes pupilares (partes oscilantes en la pupila) Son partes oscilantes de distintas formas que atraviesan del todo o en parte la pupila y que derivan de una reabsorción incompleta de la membrana pupilar, que cierra la pupila durante la época fetal. La persistencia de estas partes, que parecen oscilar como jinetes a nivel de la pupila, es a menudo indicio de tuberculosis. Hay varias formas de jinetes pupilares: a) la cuerda: segmento que une el margen del collarín con la pupila; b) el puente: parte del collarín y regresa al mismo, atravesando totalmente la pupila y pasando por el centro de esta; c) el arco: parecido al puente, aunque no pasa por el centro de la pupila. Conclusiones: en presencia del puente puede sospecharse tuberculosis de los órganos abdominales; en presencia de la cuerda hay que pensar en tuberculosis cerebrales, meningitis o restos de dichas enfermedades; el arco tiene el mismo significado diagnóstico que el puente. Las alteraciones del margen pupilar El margen pupilar está constituido por tres componentes: estroma, esfínter de la pupila y membrana úvea. El estroma y el esfínter derivan de la lámina embrional mesodérmica, mientras que la membrana úvea deriva de la lámina ectodérmica (de la que parten también la piel, el sistema nervioso y la retina) y además es pariente cercana de la retina, constituyendo su continuación hacia la parte delantera del ojo y formando la capa pigmentada profunda del iris. A nivel del margen pupilar, esta capa profunda sube a la superficie, formando un pequeño pliegue de 180°, que delimita el margen pupilar del resto de la misma zona. El margen pupilar, que tiene el mismo origen embriológico y que está en contacto directo con la retina y el sistema nervioso, es el único punto en el que la actividad cerebral se hace visible en un examen externo: en otras palabras, el margen pupilar suministra valiosas informaciones referentes al sistema nervioso central.

Su color es marrón oscuro, con posibles difuminaciones rojizas. Según el segmento del iris donde aparezcan las alteraciones del margen pupilar, obtendremos indicios patológicos del órgano localizado topográficamente desde el punto de vista iridológico en aquel segmento; por tanto, se puede afirmar que los signos del margen pupilar son signos estables. Las principales alteraciones que pueden presentarse son las siguientes: a) el collar de coral: todo el MP (margen pupilar) asume la forma y el color de un collar de coral: indica constitución débil, que puede desembocar fácilmente en enfermedad y en cansancio psicofísico; b) el collar gris: la aparición de una coloración gris o blancuzca difuminada indica una despigmentación de la membrana úvea, relacionada con la manifestación leve de fenómenos de envejecimiento cerebral; c) el MP mendigante: la membrana úvea puede proyectarse en la lámpara pupilar más allá del margen, formando figuras similares a rasgaduras con distinta extensión y forma. Indica una constitución predispuesta a problemas psíquicos y psicosomáticos. Estable;

Las deformaciones totales de la pupila Alcanzan desde 180 hasta 360°, con el eje mayor de la pupila dispuesto a 90° respecto de la horizontal trazada a través del centro de la misma: a) pupila elipsoidal con el eje mayor en dirección vertical, que indica peligro de apoplejía con muerte súbita; b) pupila elipsoidal con eje horizontal, que denota procesos expansivos a nivel cerebral, con aumento de la presión del líquido cefalorraquídeo (tumores, traumatismos crónicos). Si las deformaciones registran un desplazamiento del eje mayor de la pupila en diferente dirección respecto a la línea vertical que pasa por el centro de ella, las pupilas pueden presentar un eje mayor paralelo y estar ambas inclinadas a derecha o izquierda, o bien presentar ejes mayores divergentes hacia arriba y convergentes hacia abajo, o viceversa. Estas son las distintas posibilidades:

a) pupilas inclinadas a la derecha (indican peligro de parálisis de la parte derecha del cuerpo, precedida o acompañada de vértigos, náuseas y micciones frecuentes); b) pupilas inclinadas a la izquierda (indican peligro de parálisis de la parte izquierda del cuerpo); c) pupilas divergentes hacia arriba (son una señal de peligro de muerte súbita por apoplejía); d) pupilas divergentes hacia abajo (indican peligro de parálisis de las extremidades inferiores). Deformaciones parciales de la pupila en sectores extensos Estas deformaciones parciales de la pupila pueden extenderse de los 30 a los 180° y se presentan según las siguientes modalidades: a) aplastamiento horizontal superior — a la derecha (pensatividad, acumulación de pensamientos),

melancolía,

depresión,

— a la izquierda (impulsividad, fanatismo, ira, crisis maníacas); b) aplastamiento inferior (indica problemas de la sensibilidad y motrices de las extremidades inferiores y dolores de cualquier tipo en las mismas); c) aplastamiento del sector nasal — a la derecha señala histerismo, — a la izquierda es signo de hipocondría y de problemas respiratorios; d)- aplastamiento del sector temporal — enfermedades pulmonares, disfunciones respiratorias, dolores torácicos; e) aplastamiento del sector nasal superior — problemas de percepción visual; f) aplastamiento del sector temporal superior — problemas de percepción auditiva;

g) aplastamiento del sector temporal inferior — a la derecha: enfermedades del hígado, — a la izquierda: enfermedades del corazón y angustias;

h) aplastamiento del sector nasal inferior — dolores lumbo-sacrales, — problemas sexuales; i) aplastamiento conjunto de los sectores nasales y temporales superiores — psicosis, tendencia paranoica; j) aplastamiento conjunto de los sectores nasales y temporales inferiores — graves enfermedades neurológicas. Deformaciones parciales de la pupila en pequeños sectores por debajo de los 30° Estas deformaciones están en relación con problemas funcionales de origen vertebral, los cuales normalmente se resuelven con acupuntura, masaje, quiropraxia («manipulaciones» vertebrales) y que corresponden a desplazamientos de algunas vértebras producidos después de esfuerzos, traumatismos, deformaciones de los discos intervertebrales o dolor en las articulaciones vertebrales posteriores. El tercio superior del MP (margen pupilar) corresponde a la columna cervical, el tercio medio a la columna dorsal y el tercio inferior a la columna lumbo-sacral. En el iris derecho aparece la representación de los problemas que derivan de la parte derecha de la columna, mientras que en el iris izquierdo aparece la proyección de los problemas que derivan de la parte izquierda de la columna. Pupila descentrada El centro de la pupila no coincide con el centro del iris eh su totalidad. En general, es como si el órgano enfermo empujara la pupila en dirección opuesta respecto al sector donde dicho órgano se localiza cuando está inflamado o hinchado, mientras que, al contrario, parece tirar de él cuando el órgano está debilitado, carente de funcionalidad o en fase degenerativa. Existen varias modalidades de pupila descentrada: a) pupila descentrada verticalmente hacia arriba: indica graves enfermedades de decaimiento cerebral; b) pupila descentrada verticalmente hacia abajo', tumor cerebral o inflamación del cerebro y de las meninges; c) pupila derecha descentrada hacia el sector nasal: enfermedad inflamatoria del pulmón; d) pupila izquierda descentrada hacia el sector nasal: enfermedad inflamatoria del pulmón o del corazón;

e) pupila derecha descentrada hacia el sector nasal superior: enfermedades del hígado o de los conductos biliares; f) pupila izquierda descentrada hacia el sector nasal superior: enfermedades del bazo, hernia de hiato; g) pupila (derecha o izquierda) descentrada hacia el sector temporal inferior: enfermedades inflamatorias del riñón, de la vejiga y de los órganos urogenitales del mismo lado. Diagnóstico a través de los vasos conjuntivales Los vasos conjuntivales representan una ocasión única en el cuerpo para observar fácil y detalladamente el comportamiento del microsistema, que es la enorme extensión de microvasos ubicados entre el sistema arterial y el sistema venoso mayor. Las condiciones del microsistema son fundamentales para la correcta nutrición celular y la correspondiente eliminación de los residuos. Los vasos conjuntivales, que forman parte del microsistema, suministran informaciones importantes acerca de su estado de salud. Además, completan las informaciones derivadas del examen del iris. Para observar correctamente los vasos conjuntivales, hay que iluminar frontal y lateralmente el ojo, y hacer realizar al paciente movimientos oculares en todas las direcciones. Los vasos conjuntivales pueden apreciarse a simple vista, pero es más aconsejable disponer de un sistema óptico que permita hasta diez aumentos. Las principales alteraciones de los vasos conjuntivales son: 1. Meandro (del nombre del río griego conocido por su recorrido de recodos contrapuestos): problemas venosos, como varices en las extremidades inferiores, hemorroides, etc. 2. Recodos pronunciados: no se trata del recorrido en forma de recodo de los vasos de meandro, sino de un recorrido de recodos irregulares, con posibles ángulos, de dimensiones considerables. Indican aumento de la presión arterial. 3. Meandro cruzado: arteriesclerosis o estancamiento debido a insuficiencia hepática, eventualmente con varices esofágeas.

4. Termosifón: enfermedad renal que afecta a los glomérulos renales, eventualmente relacionada con el aumento de la presión arterial. 5. Sacacorchos: reducción del tono arterial relacionado con depresión orgánica, astenia y atonía muscular. 6. Huso: atonía vascular, con reducción de la capacidad de contracción y de relajación vascular, a menudo relacionada con enfermedades hepáticas. 7. Vasos tangenciales: indican una patología correspondiente al órgano que se encuentra en el sector del iris al que estos son tangenciales. 8. Vasos radiales: inflamación crónica del órgano correspondiente al sector del iris donde estos se encuentran. 9. Ramificación vascular: tiene el mismo significado que los vasos tangenciales y radiales. 10. Tenedor: ramificación vascular en la que los dos vasos que derivan de ella tienen diferente calibre. Generalmente indican riesgo de cáncer. 11. Lago con emisor y receptor: problemas circulatorios arteriales como los que se dan en las enfermedades autoinmunes o en el síndrome de Bürger. 12. Collar de perlas: tendencia hemorrágica. 13. Arco con convexidad en dirección al iris: el mismo significado que los vasos tangenciales y radiales.

La topografía del iris La topografía del iris se divide en dos partes: a) topografía circular; b) topografía radial. La topografía circular y la topografía radial (o sectorial) funcionan, en iridología, como el sistema de los meridianos y de los paralelos en geografía. Estos dos parámetros permiten la localización exacta de cualquier parte del iris y, por ello, son muy importantes para la exactitud de su «geografía». La topografía circular El iris se divide en dos grandes partes o zonas delimitadas por el collarín: la zona pupilar, interna al collarín, y la zona ciliar, externa al mismo.

En el interior .de la zona pupilar se distinguen normalmente dos pequeñas zonas: la interna es la región del estómago, la externa es la zona intestinal. La una de la otra se distinguen, muchas veces, por la diferencia de color, pero falta una auténtica subdivisión anatómica. Cuando no hay posibilidad de distinguir estas dos zonas, es que existen problemas gastrointestinales o una predisposición a los mismos. La zona cilíar se divide en dos grandes áreas, cada una de las cuales se subdivide en dos pequeñas partes: la gran zona adyacente al collarín contiene los órganos encargados de la circulación de la sangre y de la linfa y los músculos, órganos del movimiento y de la utilización de la energía que la sangre aporta (hay que tener presente que los músculos constituyen el 40 % de la masa corporal); la gran zona externa, adyacente al borde ciliar, contiene los órganos para la transformación y producción de energía y los órganos para la eliminación de los residuos del metabolismo, como la piel y los riñones, más los órganos y los tejidos estructurales (huesos, tejido conectivo). Mientras en la zona pupilar la subdivisión en dos pequeñas zonas del estómago y del intestino es físicamente visible, en la zona ciliar la subdivisión en dos grandes zonas y en cuatro pequeñas zonas es puramente teórica y no resulta físicamente visible. En conclusión, en la zona ciliar se distinguen cuatro pequeñas zonas (agrupadas por pares en dos grandes zonas) que son, procediendo desde el collarín hacia la periferia: la zona de la sangre, del corazón y de la linfa, de las glándulas endocrinas y exocrinas; la zona muscular, que comprende la musculatura voluntaria estriada y la musculatura lisa de los órganos internos (como el tubo gastrointestinal); la zona ósea, con una subzona mesenquimal (el «caldo principal») o zona de las mucosas activas, en la frontera entre la zona ósea y la cutánea; finalmente queda la zona cutánea, adyacente al borde ciliar.

LAS ZONAS DE LA TOPOGRAFÍA CIRCULAR Procediendo desde la pupila hacia la periferia del iris, se atraviesan zonas cuya sucesión representa el ciclo completo de los procesos vitales que se producen en el organismo. Estas zonas son: 1. Orla papilar: representa la función nerviosa en sentido estricto; es decir, la relación personal con el ambiente a través del sistema nervioso. En la relación con el ambiente, la búsqueda y la elección de alimento son de primordial importancia. 2. Zona gástrica o primera pequeña zona: el alimento elegido se digiere y se descompone en fragmentos más pequeños, adecuados para que el intestino los absorba. Desde el punto de vista psíquico representa la capacidad de digerir las dificultades de la vida. 3. Zona intestinal o segunda pequeña zona: el alimento digerido se elabora y asimila ulteriormente; es decir, se introduce en la sangre a través de la pared intestinal. Desde el punto de vista psíquico esto representa la inteligencia práctica, en cuanto a capacidad de seleccionar y atravesar experiencias propias nuevas. La ORLA PUP1LAR, la PRIMERA y la SEGUNDA PEQUEÑA ZONA (I PZ y II PZ) constituyen en su totalidad la PRIMERA GRAN ZONA (I GZ), que ocupa el TERCIO INTERNO del iris. 4. Zona inmediatamente adyacente al collarín por el lado pupilar: corresponde a la flora intestinal en su totalidad; esta colabora con las células del intestino en la ulterior elaboración y descomposición de los alimentos. Desde el punto de vista psíquico, representa la tolerancia y la capacidad de socializar, de crear un sólido entramado de amistades y conocidos. 5. Collarín: corresponde al equilibrio neurovegetativo, a la regulación del organismo a través de los dos sistemas nerviosos contrapuestos, simpático y parasimpático. Desde el punto de vista psíquico representa el equilibrio social y emotivo. 6. Zona adyacente al collarín por el lado ciliar: corresponde a las numerosísimas pequeñas glándulas diseminadas en el tubo gastrointestinal para mejorar la digestión y la asimilación de los alimentos. Desde el punto de vista psíquico, indica la capacidad de dosificarlas propias fuerzas y de utilizar las propias cualidades lo mejor posible en la actividad cotidiana. El COLLARÍN Y LAS PARTES INMEDIATAMENTE LIMÍTROFES AL MISMO constituyen lo que puede definirse como la ZONA DEL COLLARÍN. 7. Zona hemo-linfo-glandular, zona de la nutrición celular, o tercera pequeña zona: corresponde a la circulación hemolinfática, a los procesos de asimilación más importantes que se producen a través de la pared intestinal y de la celular. Representa los órganos encargados de recargar energéticamente la batería celular.

Los órganos presentes en esta zona son: a) el aparato circulatorio, en especial el corazón y la aorta; b) el aparato linfático, en especial las glándulas linfáticas, las amígdalas, el apéndice; c) el páncreas, que produce enzimas digestivas, tanto exocrinas para la digestión intestinal, como endocrinas, como la insulina y el glucógeno, para la asimilación de las sustancias nutritivas de la sangre a las células a través de la pared celular; d) el riñón, asociado a la función circulatoria en cuanto que produce hormonas que regulan el número de glóbulos rojos circulantes, la presión sanguínea arterial y el contenido de electrolitos en la sangre y en las células; e) la próstata, que regula los líquidos seminales; f) el cerebelo, que elabora y coordina las informaciones motrices que provienen de los músculos y de los tendones de todo el cuerpo, como también de los órganos del equilibrio y de la vista; en este contexto, el cerebelo es el principal regulador de la actividad muscular; teniendo en cuenta que los músculos representan el 40 % de la masa corporal y que consumen al menos el 80 % de la energía disponible a nivel orgánico, el cerebelo coordina también la regulación óptima de la energía disponible a nivel celular. g) la laringe, relacionada con la asimilación del aire introducido gracias a los movimientos respiratorios y a su «elaboración» a través de las cuerdas vocales. Desde el punto de vista psíquico, la tercera pequeña zona representa en su totalidad la capacidad de recordar y hacer propias las experiencias vividas, interiorizándolas tras haberlas reelaborado, para vivir con el mínimo esfuerzo y el máximo resultado desde la óptica de la realización personal; esto está relacionado con la capacidad de reconocer los valores esenciales de la vida, distinguiéndolos de los falsos, que conducirían a malgastar recursos humanos y a alejarse de un sano entusiasmo vital.

8. Zona del movimiento, zona muscular o cuarta pequeña zona: aquí están representados los músculos y aquí es donde se utiliza y transforma en movimiento y calor gran parte de la energía acumulada en las células; además, esta zona contiene la representación de los órganos encargados de la regulación de la actividad termodinámica del cuerpo. Dichos órganos son: a) hipófisis y epífisis para la regulación general de todas las actividades endocrinas del cuerpo; b) tiroides para la regulación del metabolismo; c) pleura, que permite el movimiento del pulmón; d) nariz, laringe, tráquea, grandes bronquios, hilio y ápice pulmonar, que transportan el aire a los alvéolos pulmonares que lo oxigenan; e) bulbo raquídeo, mesocéfalo y cerebelo, para el control de la coordinación motriz; f) conductos biliares inferiores, como el colédoco, el conducto cístico, la vesícula biliar: la bilis ayuda a la digestión y estimula y regula el intestino; además aparta los residuos del metabolismo hepático; g) útero: es el seno donde se perpetúan las fuerzas y las cualidades propias del género humano; h) vejiga: recoge la orina procedente de los riñones, de la misma forma que una mente entrenada recogería la fuerza de la voluntad para poderla expresar en el momento oportuno; es un órgano relacionado con el sentido de la responsabilidad; los niños que padecen enuresis tienen a menudo demasiado sentido de la responsabilidad y lo rechazan; el cáncer de vejiga se manifiesta en personas con un sentido de la responsabilidad poco llevadero. Desde el punto de vista psíquico, la cuarta pequeña zona representa en su totalidad la capacidad de actuar manteniendo el autocontrol. La TERCERA y la CUARTA PEQUEÑA ZONA (III PZ y IV PZ) constituyen la SEGUNDA GRAN ZONA (II GZ), que ocupa el TERCIO MEDIO del iris. 9. Zona estructural, zona de los huesos o quinta pequeña zona: aquí está representada la mayor parte de los huesos del cuerpo, precisamente en la zona adyacente a la muscular. Parte de la energía empleada en los procesos motrices-caloríficos se convierte en energía estructurante, capaz de formar o, mejor, de regenerar las formas y las estructuras del cuerpo.

Los órganos representados en esta zona son, además de los huesos y la columna vertebral en particular: a) la tiroides, también presente en la zona muscular, que además de utilizar las energías disponibles es también capaz de ahorrarlas, evitando la dispersión termodinámica y destinándolas a la formación de nuevas estructuras que contienen la energía en forma potencial; b) el tálamo y el hipotálamo: elaboran los estímulos sensoriales procedentes de cada parte del cuerpo; a través del tálamo, estas elaboraciones sensoriales llegan a la corteza cerebral en forma de emociones; y a través del hipotálamo, llegan a las regiones hipofisarias y epifisarias, que se encargan de la regulación endocrina de todo el cuerpo con el fin de mantener la homeostasis o equilibrio de todas las funciones orgánicas. En conclusión, por una parte, y en lo que se refiere a la corteza, las sensaciones se almacenan en la memoria en forma de pensamientos y emociones; por otra, y en cuanto al hipotálamo y a la hipófisis, se transforman en estímulos químicos hormonales, destinados a mantener la «estructura endocrina» en equilibrio; c) los ovarios y los testículos: representan la «estructura genética» del cuerpo, destinada a la perpetuación de la especie y de las cualidades individuales;

d) el útero, también presente en la zona dinámica muscular como órgano capaz de una gran movilidad y elasticidad y, en la zona estructural, como soporte de la actividad reproductiva; e) la vejiga, que conserva la orina facilitando la regulación y el orden de su emisión y estructurando los comportamientos que afectan a la responsabilidad; f) la vesícula biliar actúa a la altura del hígado, igual que la vejiga lo hace a la de los riñones: conserva y concentra la bilis procedente del hígado; está en relación con la capacidad de emulsionar y digerir las grasas y, desde el punto de vista psíquico, con la capacidad de resolver situaciones difíciles dando muestras de coraje; el deterioro del coraje es la cólera. Por tanto, una persona irascible se define a menudo como biliosa y de un individuo con coraje suele decirse que «tiene hígado». En conclusión, la quinta pequeña zona corresponde a las actividades de formación estructural a nivel orgánico, mientras que a nivel psíquico corresponde a la capacidad de encarrilar sensata y voluntariamente la propia vida hacia objetivos «estructurales»: un trabajo bien hecho, la familia, un sistema de vida. 10. Zona mesenquimal: representa el espacio intercelular en el que empiezan a depositarse los residuos procedentes del metabolismo celular; de aquí parten los vasos linfáticos, que a su vez desembocan en la sangre a la altura de la vena subclavia derecha. Si las células producen un exceso de residuos o los vasos linfáticos se taponan, la zona mesenquimal se convierte en un auténtico depósito de impurezas; en los casos extremos dichas impurezas aparecen en forma de nodos, nubes o estratos que se extienden mucho más allá de esta pequeña zona, pero cuyo origen hay que buscar en ella, en la zona mesenquimal, que normalmente se presenta como una sutil frontera entre la quinta y la sexta pequeña zona. Desde el punto de vista orgánico, la zona mesenquimal representa la capacidad de eliminar los residuos del metabolismo a través de las heces, orina, sudor y respiración. Desde el punto de vista psíquico, dicha capacidad se manifiesta en la posibilidad de eliminar fácilmente de la mente experiencias desagradables o morbosas: así como la linfa, las heces, el sudor, la orina y la respiración son los medios orgánicos para eliminar los residuos físicos, el sueño representa el medio psíquico para la eliminación de los residuos mentales, como las emociones negativas y los pensamientos fijos o morbosos. Los dos tipos de proceso de eliminación de los residuos, el orgánico y el psíquico, están relacionados entre sí y el bloqueo del uno implica el bloqueo del otro. Si se interrumpe el sueño, también se interrumpen los procesos de eliminación de residuos psíquicos; aunque hay que tener presente que la mayoría de las veces el sueño se interrumpe por una mala digestión o por una mala respiración. A su vez, la interrupción del sueño conduce a un mayor nerviosismo, el cual provoca problemas digestivos e irregularidades respiratorias (¿ha notado en alguna ocasión lo superficial e irregular de la respiración en una persona ansiosa?), con lo que el círculo se cierra. 11. Zona cutánea, zona de las glándulas o sexta pequeña zona: comprende los órganos que derivan de la capa embrional ectodérmica, como la piel y el cerebro. Si la zona se oscurece, se vuelve opaca o se llena de formaciones de estratos o nubes procedentes de la zona mesenquimal, es que está en proceso una acumulación de residuos que la piel no está

eliminando bien. El cerebro es un órgano que tiene el mismo origen ectodérmico que la piel; su forma recuerda la del intestino y, efectivamente, el cerebro es el encargado de elaborar y asimilar las emociones y los pensamientos, tal como el intestino hace con los alimentos. Las alteraciones de la región cerebral indican tanto procesos orgánicos como problemas psíquicos relacionados con la dificultad de «metabolizar» emociones y pensamientos. Además de la piel y el cerebro, hay otros órganos que forman parte de la sexta pequeña zona: a) nariz y cavidades paranasales: eliminan la mucosidad cargada de residuos procedente del aparato respiratorio; b) riñones y vejiga: eliminan los residuos del metabolismo a través de la orina; c) el hígado: es el principal órgano de depuración del cuerpo, especialmente de los residuos sanguíneos; d) bronquios y pulmones: alejan el anhídrido carbónico, que es el principal residuo de la respiración; e) orejas: seleccionan los sonidos; f) vagina: las menstruaciones constituyen una gran actividad de depuración periódica para el organismo femenino; g) recto; h) tiroides: quema los residuos mediante la aceleración del metabolismo. Significado psíquico de la sexta pequeña zona: capacidad de liberarse de emociones negativas, optimismo, aceptación de la vida sin prejuicios. La QUINTA y SEXTA PEQUEÑA ZONA (Vy VI PZ), junto con la ZONA MESEN QUIMAL, constituyen la TERCERA GRAN ZONA (III GZ), que ocupa el TERCIO EXTERNO del iris.

La topografía radial o sectorial La topografía sectorial permite subdividir el iris en «rodajas», que cortan todas las zonas irídeas para identificar mejor la localización de cada órgano y aparato. Hubo un tiempo en que la identificación de los sectores se hacía como si fueran las horas en un reloj, pero actualmente las horas se han sustituido por minutos para delimitarlos con mayor precisión. La base de la topografía sectorial son las líneas funcionales, que unen áreas diametralmente opuestas, pero reflexológicamente relacionadas. En otras palabras, cada línea representa una función orgánica completa, cuya manifestación depende de la interacción de otros órganos dispuestos a lo largo de la propia línea funcional en el mapa del iris. Las líneas funcionales fundamentales son dos, ortogonales entre sí, y permiten subdividir el iris en cuatro cuadrantes iguales. La línea cráneo-podálica va del minuto O al minuto 30 y une la región del cráneo con la del pie. La línea cuello-nuca, perpendicular a la anterior, se extiende desde el minuto 15 al 45 y une la región del hilo pulmonar, situada temporalmente, con la región del cuello y de la tráquea, situada nasalmente; por ello, dicha línea también puede denominarse línea tráqueo-hilar. La línea cráneo-podálica y la línea tráqueo-hilar subdividen el iris en cuatro cuadrantes: los cuadrantes situados por encima de la línea tráqueo-hilar corresponden a la parte superior del cuerpo y los situados por debajo de dicha línea, a la parte inferior del mismo. La parte anterior del cuerpo está representada por los cuadrantes nasales superiores y temporales inferiores; la parte posterior del cuerpo, por los cuadrantes temporales superiores y nasales inferiores. Otras dos líneas funcionales subdividen los cuatro cuadrantes fundamentales en dos partes, obteniendo así ocho sectores: la línea nasal-diafragmática, que subdivide los cuadrantes nasales superiores y temporales inferiores, uniendo la mitad de la región nasal superior (correspondiente a la nariz) con la mitad de la región temporal inferior (correspondiente al diafragma), de forma que aquí se establece la frontera entre abdomen y tórax; y la línea oreja-vejiga, que subdivide en partes iguales los cuadrantes temporales superiores y nasales inferiores, uniendo la región de la oreja con la de la vejiga. Cuatro líneas más hacen posible una ulterior subdivisión del iris en 16 sectores iguales. Son las siguientes: la línea boca-mano, que divide en partes iguales los sectores delimitados por la línea tráqueo-hilar y por la línea nasal-diafragmática, uniendo la región de la boca con la de la mano; la línea frente-ovario, que divide en partes iguales los sectores delimitados por la línea cráneo-podálica y nasal diafragmática; la línea sacro-cervical, que subdivide en partes iguales los sectores delimitados por la línea oreja-vejiga y por la línea tráqueo-hilar; la línea cerebelo-útero a la derecha, que corresponde a la izquierda con la línea cerebelo-recto, que divide en partes iguales los sectores delimitados por las líneas oreja-vejiga y cráneo-podálica.

Resumiendo, hay dos líneas fundamentales que subdividen el iris en cuatro cuadrantes temporales superiores e inferiores y nasales superiores e inferiores; a ellas se añaden otras seis líneas principales, que subdividen el iris en 16 cuadrantes. Finalmente, otras ocho líneas secundarias subdividen el iris, junto con las precedentes, en 32 cuadrantes de igual extensión. Son las siguientes, enumerándolas sucesivamente a partir del minuto 2: la línea hipófiso-suprarrenal, que une la región de la hipófisis con la de la glándula suprarrenal, constituyendo una línea fundamental de proyección del aparato endocrino; la línea óculohepato-coxal, que une la región del ojo con la del hígado y la de la articulación de la cadera, poniendo de manifiesto la relación existente entre estas regiones del cuerpo en forma de unión entre oreja y función excretora del riñon, ya detectada por la medicina china; la línea maxilo-cefalopancreática /biliar/ duodenal, que une la región maxilar con la digestiva de la cabeza del páncreas, del colédoco, del duodeno y del bulbo; la línea laringobronco/mamaria inferior, que une la región laríngea con la bronquial y con la de la parte inferior de la mama; la línea tiroideo-cardio/pulmonar/mamaria superior, que une la región de la tiroides con la del corazón, pulmón y la parte superior de la mama; la línea dorso-clavicular, que une la región dorsal con la región de la clavícula; la línea uretro/próstato-bulbar, que une la región de la uretra, del pene y de la próstata con la región del bulbo raquídeo, sede de los núcleos nerviosos que se originan en el nervio vago, poniendo de manifiesto la relación existente con la regulación de la función sexual, ejercitada por el sistema nervioso parasimpático (el nervio vago forma parte del mismo); la línea epífisis-riñón, que une la región epifisaria con la renal.

Estas 16 líneas unen áreas del iris topográficamente opuestas (es decir, situadas a 180° la una de la otra), pero reflexológicamente relacionadas como complemento del equilibrio funcional del organismo, de forma similar a los pesos dispuestos en las extremidades de la vara del equilibrista.

Patografía iridológica: el dibujo de las enfermedades en el iris Los tumores En el iris no existe un único signo preciso capaz de indicar que está apareciendo un tumor, sino que hay numerosos indicios de precancerosis que, al presentarse a la vez con diferentes combinaciones, constituyen en su conjunto un síntoma de cancerosidad elevado, tanto más cuanto más numerosos y evidentes son dichos signos. Además, hay que recordar que el crecimiento tumoral es el efecto, y no la causa, de un problema multifactorial del metabolismo y que, para evitarlo, es esencial la prevención basada sobre todo en un régimen de vida sano: buenos alimentos en horarios regulares; actividad física diaria que implique todas las partes del cuerpo, mejor por la mañana antes del desayuno; deshacerse de preocupaciones y emociones negativas hablando con familiares y amigos; cultivar una filosofía de vida positiva. LOS SIGNOS MÁS IMPORTANTES Y SU SIGNIFICADO 1. Grado de oscurecimiento: todos los indicios de cancerosis son oscuros o negros y derivan de una alteración crónica del metabolismo, con afectación del estroma del iris, que se ensancha dejando entrever la capa pigmentada negra subyacente. Significado: riesgo genérico de cancerosis, sobre todo en los órganos en cuya región se manifiestan los signos oscuros. 2. Depósitos de pigmento negro constituidos por melanina: esto no excluye que los pigmentos claros sean signos de cancerosis potencial. Significado: en general, análogo al de los signos oscuros. 3. Lagunas: no constituyen por sí solas un signo de cancerosis; el grado de riesgo inherente a la cancerosis depende de la forma y de algunas características de las propias lagunas. A continuación sigue una lista de las más importantes formas de laguna, dotadas de valor predictivo de cancerosis: a) de torpedo, indican tumores abdominales; b) de cigarro, indican tumores en órganos glandulares, en especial en la mama; c) de escalera de peldaños, indican tumores en general; d) de escalón, indican tumores en general; e) de pico, indican tumores malignos; f) de pico curvado, indican tumores benignos;

g) de coliflor, indican tumores endocrinos y linfáticos; h) lagunas gemelas, indican tumores benignos; i) de cebolla, indican tumores abdominales. 4. Signos defectivos: son los signos oscuros por excelencia y, como tales, indican cancerosis potencial en el órgano en cuyo sector se hallan. He aquí una relación de los signos defectivos dotados de mayor significado predictivo en cuanto al cáncer: a) criptas, indican tumores malignos; b) en forma de coma, indican tumores malignos con un potencial de cancerosis mayor que el de las criptas; c) puntos negros: el mismo significado que los signos de coma; d) de tulipán, indican tumores en general, pero sobre todo en los sectores de la cabeza; e) de cabeza de espárrago, indican riesgo de cancerosis muy elevado; f) ensanchamiento de los radiales, que parecen diverger dejando entrever entre sí los signos oscuros; indican precancerosis. 5. Signos cromáticos: la posibilidad de predicción cancerígena de estos signos es muy variable en relación con el tipo de pigmento (tanto si se trata de pigmentos cambiantes como estables) y con el lugar en el que se presentan (esto sólo para los pigmentos estables). A continuación sigue una relación de las condiciones cromáticas más significativas para la diagnosis y prevención de los tumores: á) pigmento en forma de coliflor próximo al collarín, indica tumores de estómago y de hígado; b) pigmento fibrilar «afieltrado» a nivel del collarín, con aspecto de almohadón embutido en material fibroso, en su mayor parte «suelto», «almidonado» o, como se ha dicho, «afieltrado», que indica tumores en general; c) pigmento marrón-rojizo en forma «de terrón», indica tumores en general; d) de pequeño arbusto con ramas, indica tumores renales y de vejiga; é) de gran arbusto con ramas, indica tumor en el útero; f) pigmento amarillo en cascada, indica tumor en el útero; g) pigmento color alquitrán, indica tumor maligno.

6. Transversales: casi siempre son un signo de precancerosis. He aquí el listado de transversales con mayor índice de cancerosidad: a) de raíz, indica tumor maligno en el útero; b) rojo claro, sutil, indica precancerosis; c) rojo violeta, espeso, indica precancerosis; d) ramificados, en forma de respaldo, indican precancerosis. 7. Otros signos: a) bifurcación de vasos conjuntivales en la que las dos ramas son de igual diámetro, indica tumores malignos; b) aplastamiento del margen ciliar, sobre todo en la región del hígado, indica tumores malignos; c) alteraciones a lo largo de la línea 2 (hipófisis-glándula suprarrenal), indica precancerosis. Enfermedades del páncreas y diabetes El páncreas desarrolla una función de doble filtro metabólico. En primer lugar, es un filtro interpuesto a lo largo del tubo gastroentérico para la producción de enzimas digestivas destinadas a descomponer los alimentos completos en partículas simples, para que puedan ser absorbidas por el intestino, por lo que en este caso funciona como filtro entre el ambiente extemo al cuerpo interno de la sangre, donde los alimentos absorbidos por el intestino se transforman. En segundo lugar, produce hormonas (insulina y glucógeno) que regulan el paso de las moléculas de azúcar de la sangre al interior de cada una de las células de los órganos del cuerpo, constituyendo así un filtro entre el ambiente extracelular (sangre, linfa) y el ambiente intracelular, en el que trabajan los mecanismos para la producción de energía en una especie de calderas denominadas mitocondrias. Por ello es fácilmente comprensible el hecho de que una disfunción pancreática provoque descompensaciones de otros órganos, pero sobre todo del órgano que contribuye en mayor medida, junto con el propio páncreas, a recargar la energía del cuerpo, suministrando a las mitocondrias celulares el oxígeno necesario para quemar el carburante procedente del páncreas. Dicho órgano es el pulmón, que tiene como misión capturar el oxígeno del aire para traspasarlo a la hemoglobina de los glóbulos rojos, los cuales, empujados por la corriente sanguínea, lo llevan a cada una de las células. En la raíz de las enfermedades alérgicas respiratorias existe siempre implícita una insuficiencia pancreática y la forma de vencer las rinitis estacionales (polinosis), aunque el asma alérgico o crónico es también una manera de curar el páncreas.

En 1954 Deck describió la famosa tríada pancreática, que es la aparición contemporánea de un gran número de pacientes con signos de debilidad (lagunas) pancreática, pulmonar y de las cavidades paranasales. Esta tríada se refiere a un problema del páncreas exocrino, el primer filtro pancreático. Un problema en el segundo filtro pancreático o páncreas endocrino conduce a la diabetes. Las dos hormonas producidas por el páncreas endocrino (constituido por las «islas» de Langerhans en el interior del páncreas exocrino) son la insulina, producida por las células B del páncreas endocrino (que constituyen el 1,80 %) y el glucógeno, producido por las células A. El que las células B enfermen depende sobre todo de que enferme el páncreas exocrino que las rodea, como suele suceder en casos de gastroduodenitis aguda o enfermedades intestinales; por eso, en caso de diabetes pueden darse signos irí-deos patológicos por parte del páncreas exocrino, del estómago, del duodeno, del intestino, del hígado, pero también pueden aparecer signos correspondientes a las vías respiratorias y a las cavidades paranasales, ya que desde aquí pueden difundirse al páncreas endocrino por vía hemática de los virus (como los virus gripales), capaces de lesionar las células B que producen insulina. No existe a nivel iridológico un signo preciso de diabetes, sino un conjunto de signos que hacen sospechar diabetes o condiciones prediabéticas. Los signos principales de la alteración endocrina del páncreas aparecen en el iris izquierdo, en los minutos 40 y 20 y, en general, en forma de lagunas cerradas o abiertas, en estrecho contacto con el collarín. Hay otros signos que ponen de manifiesto una predisposición a una insuficiencia multiglandular generalizada, la cual puede implicar también al páncreas. Estos signos hay que tenerlos en cuenta para la diagnosis de la diabetes cuando se presentan (uno o varios) junto con las lagunas ya mencionadas en los minutos 40 y 20 del iris izquierdo. Los signos de insuficiencia o predisposición a la insuficiencia multiglandular con posibilidad de diabetes o de condición prediabética son: 1. Iris de margarita. 2. Lagunas gigantes. 3. Lagunas en negativo (formaciones lagunares en relieve, incluso en posición inferior respecto a la superficie del iris). 4. Lagunas en forma de panal. 5. Collarín de cúpula, que se alza hacia la cámara delantera del ojo. 6. Collarín en forma de pequeña rueda dentada. 7. Vasos conjuntivales formando una red de panal. 8. Collarín color del alba.

9. Diferentes tipos de pigmentos (en general cambiantes): pigmento rojo en forma de nube; pigmento color tabaco, finamente granulado; pigmento anaranjado; pigmento marrón oscuro. Las alteraciones del metabolismo de las grasas Las alteraciones del metabolismo de las grasas hacen que estas se depositen en el interior de la pared de los vasos, favoreciendo cualquier tipo de enfermedad vascular. El signo ocular principal correspondiente a dicha patología es el denominado arco lipídico, que consiste en el depósito de colesterol, fosfolípidos y otras grasas en la parte de la córnea mas cercana al iris, inmediatamente antes del limbo, que es el ángulo de transición entre córnea e iris. El arco lipídico está separado del limbo por una zona córnea de aspecto lúcido, precisamente llamada arco lúcido. Si observamos el ojo desde delante sin iluminación lateral, los arcos lúcido y lipídico parecen formar parte del margen externo del iris; el arco lipídico parece estar situado más hacia el interior que el arco lúcido. El arco lipídico puede extenderse 360° a lo largo de todo el contorno del iris, o bien limitarse a algunos sectores. En el primer caso, especialmente si se presenta antes de los 40 años, hay que relacionarlo con un problema metabólico generalizado relativo a los lípidos; en el segundo caso, indica un problema específico del órgano en cuyo sector se manifiesta, en relación con una alteración del metabolismo lipídico de aquel órgano. Si el arco lipoideo se presenta en una edad tardía, no indica necesariamente un problema específico del metabolismo lipídico.

Técnica de observación del iris Para observar el propio iris hay que hacerse con una lente de aumento de unos 5x y una lámpara eléctrica de mano. Esta debe iluminar el iris desde distintos ángulos para permitir la detección óptima de los relieves y de las lagunas. El examen se realiza según la siguiente secuencia: 1. Observación global y directa, primero del iris derecho y después del iris izquierdo, para captar el color general, las eventuales heterocromíás y otras alteraciones patológicas importantes. 2. Como se ha descrito (sin reparar en detalles), pero con la lente; en esta fase se establece la pertenencia constitucional y el índice irídeo de vitalidad. 3. Observación detallada mediante la lente, primero del iris derecho y después del izquierdo, partiendo siempre de la pupila y procediendo hacia la periferia, del minuto O al minuto 59 (en sentido horario). 4. Observación de los vasos conjuntivales. 5. Hacerse con un mapa del iris y con un folio en blanco, en el que poder dibujar y recoger observaciones por escrito. Para completar las propias observaciones, repetir los puntos del 1 al 5 de forma que puedan ampliarse datos que en un primer examen hayan pasado desapercibidos. La observación profesional del iris se realiza tradicionalmente con un iridoscopio, en el que el paciente sentado, apoya la cabeza. El iridoscopio posee un sistema óptico que permite el aumento del iris hasta 30x o más y que está dotado a menudo de un aparato fotográfico, con el fin de conservar las imágenes y profundizar en el diagnóstico y en el estudio de la casuística. Actualmente la cámara fotográfica tradicional tiende a sustituirse por cámaras fotográficas electrónicas que en lugar de la película llevan una placa magnética, la cual conserva la imagen no en forma de impresión química, sino electrónica. Dicha impresión, introducida en un ordenador, es descodificada y transformada en señales digitales que transmiten la imagen del iris al monitor del ordenador. Mediante la imagen digitalizada se pueden obtener ulteriores aumentos y captar detalles que antes no eran visibles. Además, mediante programas adecuados, el ordenador analiza los colores y las irregularidades del iris, realizando una interpretación diagnóstica automática. Las imágenes digitalizadas pueden conservarse en la memoria (discos magneticos o magnetico-opticos) del ordenador y recuperarse para el estudio o la comparación con las imágenes del propio paciente tras un periodo de tratamiento, para evaluar mejor los resultados obtenidos.

Las imágenes, según los dispositivos utilizados, pueden reproducirse también en color, en diapositivas o fotografiarse con cámaras polariod. El campo de estudio mas moderno e interesante se refiere a las aplicación a la iridologia de la teoria geometrico-matematica, según la cual las formas presentes en la naturaleza derivan de la repetición indefinida de un dibujo original simple, como en el caso de las muñecas rusas. La finalidad de mi investigación es actualmente clasificar dicho dibujo simple en cada iris examinado definiendo un ámbito estándar normal de salud de los dibujos simples. Las imágenes, según los dispositivos utilizados, pueden reproducirse también en color, en diapositivas o fotografiarse con cámaras Polaroid. El campo de estudio más moderno e interesante se refiere a la aplicación a la iridología de la teoría geométrico-matemática, según la cual las formas presentes en la naturaleza derivan de la repetición indefinida de un dibujo original simple, como en el caso de las muñecas rusas. La finalidad de mi investigación es actualmente clasificar dicho dibujo simple en cada iris examinado definiendo un ámbito estándar normal de salud de los dibujos simples.

La terapia en iridología Introducción a la terapia La iridología es una técnica diagnóstica que no está necesariamente relacionada con una terapéutica especial; la iridología tiene como misión indicar qué problema aflige al paciente, pero sin poder indicar la terapia a seguir solamente con los datos iridológicos. Sin embargo, la iridología suministra importarles informaciones a la hora de elegir una terapia. Tradicionalmente la iridología se relaciona en especial con la homeopatía. La primera publicación en lengua alemana del trabajo de Péczely tuvo lugar en una revista homeopática y los primeros iridólogos fueron y son médicos homeopáticos, así como la mayor parte de los iridólogos modernos. La Escuela de Iridología fundada por S. Rizzi en Lacees fue y es también una escuela homeopática. El propio Rizzi y sus primeros discípulos, el doctor Bernardo Lembo y el doctor Di Spazio, adoptaron la teoría según la cual a cada remedio homeopático corresponde una constitución iridológica precisa. El iris indicaría directamente el remedio constitucional para cada individuo y podría utilizarse periódicamente para estimular positivamente el sistema inmunitario y el metabolismo. Si, por ejemplo, el remedio constitucional iridológico del señor López fuese Lycopodium, este medicamento podría suministrarse periódicamente, aunque utilizando según las circunstancias, diferentes medicamentos homeopáticos apropiados a la situación del momento (por ejemplo, Drosera en caso de tos). El Lycopodium actuaría como estimulador de fondo del efecto de los demás medicamentos. LOS PRODUCTOS APÍCOLAS Y LA FÓRMULA APÍCOLA-HERBORÍSTICA DE RIZZI Rizzi elaboró, a la vez que el uso de los productos homeopáticos, una fórmula apícola herborística que denominó BN (de las iniciales alemanas de Bienen Nahrung, nutrición de las abejas), que contiene productos apícolas y una mezcla de 40 hierbas medicinales. Esto se relaciona con una importante tradición que aconseja el uso de la jalea real como tónico, el propóleo como desinfectante, el estiércol como polivitamínico revigorizante y la miel, según su origen floral, como antianémico (flores de castaño) y como expectorante (flores de tilo). El BN, tomado por vía oral por la mañana, actúa como reconstituyente; tras las comidas, tiene un efecto digestivo; usado como ungüento en una fina capa externamente, actúa de forma eficaz en caso de traumatismos, quemaduras (antes de suministrar BN, hay que aplicar hielo en la parte lesionada) y como cicatrizante para heridas y llagas que tardan en curar; también puede ser eficaz en caso de callosidades dolorosas, hongos y eccemas del pie. En cuanto a esto, hay que tener presente que las callosidades, los hongos y los eccemas del pie se corresponden frecuente y reflexológicamente con un órgano interno.

En otras palabras, de la misma forma que según conceptos ya considerados por la acupuntura china clásica cada dedo o parte del mismo corresponde a un órgano, dichas formaciones patológicas del pie intervienen preferencialmente en el dedo cuyo órgano correspondiente está debilitado o enfermo. Por ejemplo, un hongo que aparece en la uña del primer dedo del pie indica una disfunción hepatopancreática o hepatolineal (es decir, del hígado y del páncreas o del hígado y del bazo): esto puede comprobarse a través de la iridología. Un hongo dispuesto entre el cuarto y el quinto dedo del pie indica un defecto en la formación de la bilis y, eventualmente, la presencia o formación de cálculos biliares. También es válido para los eccemas. El problema de las callosidades es más complicado. Estas pueden formarse por efecto de un calzado inadecuado (zapatos estrechos) o por problemas de postura cuando el peso del cuerpo, en vez de distribuirse sobre toda la superficie de la planta, recae sólo en algunos puntos delanteros y traseros (pie arqueado) o en puntos internos de la planta (pie plano); o bien recae en puntos internos delanteros y traseros, pero no en puntos medios (pies que son a la vez arqueados y planos). Sin embargo, incluso en el caso de problemas de postura evidentes, las callosidades no se forman de igual manera en personas con idénticos defectos de postura: depende del efecto que ejercen las enfermedades o los estados de debilidad orgánicos, que actúan sobre el pie en puntos específicos correspondientes a la localización reflexológica del pie del órgano enfermo. El iris contribuye a conocer y a evaluar las condiciones de los órganos internos con más exactitud de la que podría deducirse del simple examen visual del pie, aunque también la simple observación de las deformaciones del pie suministran importantes informaciones al iridólogo. El primer dedo está relacionado con el hígado y el páncreas a la derecha y con el hígado y el bazo a la izquierda; el segundo dedo, con el estómago; el tercer dedo, con la piel y con el conectivo; el cuarto dedo, con el metabolismo de las grasas y la función y los cálculos biliares; el quinto dedo está internamente relacionado con las vías urinarias y externamente con los órganos urogenitales. El BN aplicado localmente es muy útil para los eccemas, los hongos y las callosidades. Sustancialmente, Rizzi integraba la práctica homeopática constitucional con la homeopatía clásica y el uso del BN, obteniendo óptimos resultados terapéuticos, la gratitud de sus pacientes y la creación de un movimiento iridológico italiano capaz de situarse en un primer plano mundial. La iridología italiana la practican tanto médicos como naturópatas y, como se ha dicho, debe mucho al nombre de Siegfried Rizzi. Otro naturópata, Costacurta, desarrolló una original forma de contribución basada en prácticas aprensivas, dando vida a una escuela que también utiliza la homeopatía. Actualmente el panorama iridológico italiano es en general rico en investigación conjunta con la iridología alemana, americana y francesa. Por lo demás, la iridología alemana la cultiva Heilpraktiker, un grupo de naturópatas diplomados en estudios del sector de la medicina natural que utilizan la homeopatía global y diferentes fórmulas herborísticas, derivadas de las tradiciones empíricas rurales.

La iridología francesa la cultivan también tanto médicos como naturópatas y utiliza la homeopatía pluralista (a diferencia de la homeopatía global, que utiliza al mismo tiempo varios medicamentos asociados entre sí, la homeopatía pluralista utiliza varios medicamentos a lo largo del mismo día, aunque no suministrados a la vez), los gemoterápicos (derivados glicerinados de gemas de plantas), los litoterápicos (derivados de rocas) y los oligosoles (metales en pequeñísimas cantidades que son transportados por sustancias orgánicas que les hacen absorbibles a través de las mucosas del aparato digestivo e intestinal). La iridología americana está ligada al nombre de Bernard Jensen, naturópata y estudioso de la alimentación que en su clínica-granja de Escondido, California, utiliza solamente la dieta y la actividad física para obtener la curación de sus pacientes. La elección del medicamento homeopático según el cuadro iridológico El procedimiento a seguir para elegir el medicamento homeopático es muy sencillo: una vez detectado el órgano o el aparato con más signos patológicos, hay que dirigirse a la categoría de productos homeopáticos específicamente indicados para este órgano o aparato. Dentro de dicha categoría se seleccionan los medicamentos que se adaptan mejor a los síntomas que el paciente presenta. Para quien conoce bien la homeopatía, orientarse entre los centenares de productos homeopáticos que constituyen la capacidad terapéutica es simple. Para el neófito, y por tanto no experto en navegar como un «lobo solitario» en las aguas tormentosas de la elección adecuada, es aconsejable recurrir al uso de los medicamentos compuestos, que no son otra cosa que un conjunto de fármacos homeopáticos simples, elaborados en uno solo, cuya finalidad es utilizar las propiedades terapéuticas de cada uno de ellos para un objetivo común. Por ejemplo, el producto Aconitum compuesto contiene Aconitum, Eucalyptus e Ipeca; estos medicamentos son muy diferentes entre sí, ya que cada uno de ellos considerado individualmente tiene propiedades terapéuticas considerablemente distintas de las de los otros dos; sin embargo, tienen la característica común de actuar muy positivamente en caso de resfriados con subida brusca de la temperatura y estado de postración imprevisto. Con dicha asociación —o, como suele decirse en homeopatía, con dicho «compuesto»—, se intenta estimular y amplificar el común denominador de las cualidades terapéuticas de los tres medicamentos en cuestión. Incluso para un experto en homeopatía puede resultar bastante útil utilizar estos compuestos cuando el tiempo apremia y es necesario obtener resultados terapéuticos útiles de inmediato: por ejemplo, cuando la disminución de la fiebre supone una mejora general para el paciente. Muchos de los compuestos son útiles y apreciados dejando de lado las condiciones de urgencia, constituyendo un medio insustituible para, por ejemplo, estimular sin riesgos las defensas inmunológicas en caso de síndromes inmunodepresivos, tumores, síntomas psíquicos y muchas otras situaciones que sería excesivo citar aquí. Por esto, el mejor consejo que puedo dar a quien se aproxima por primera vez a la homeopatía, incluso aplicada a la iridología, es que recurra a productos homeopáticos compuestos.

En el mercado operan numerosas empresas fabricantes, la mayoría extranjeras; a base de experiencia, los productos se seleccionan en función de su relación calidad/precio (muy importante para el paciente y, por tanto, también para el médico) y de su éxito en la curación de problemas específicos. Al principio es mejor apoyarse en marcas que, además de ofrecer gran calidad, dispongan de una buena distribución en la mayoría de farmacias homeopáticas y seguir las instrucciones del médico. Basándose en este criterio, a continuación expongo una selección de los productos homeopáticos compuestos, que pretende ser una guía para simplificar el trabajo de los no expertos, pero que al mismo tiempo ambicionen convertir las indicaciones diagnósticas extraídas de la iridología en una práctica terapéutica.

Dieta y trofoterapia Practicando la medicina natural, de la cual la iridología forma parte, me percaté de la enorme influencia de la alimentación en la salud y, en consecuencia, en la génesis y evolución de las enfermedades. El propio Hahnemann, fundador de la homeopatía, describe en el Organon, la bíblia de dicha disciplina, que el producto homeopático no puede dar resultados terapéuticos completos sin una alimentación correcta. Los estudios de medicina, tal como se realizan hoy en día, no contribuyen a la formación dietológica y nutricional, ya que consideran a esta última como una disciplina independiente especializada; y la bioquímica tampoco pone debidamente el acento en la importancia de la nutrición. Por otra yarte, a la hora de consultar libros inherentes a la alimentación humana, uno queda desconcertado ante la deformidad de las opiniones de los distintos autores sobre la materia. Por suerte para mí, tuve la ocasión de estudiar, antes y después de haberme licenciado en medicina y especializado en neurología y paralelamente a los estudios convencionales, áreas del conocimiento médico que no se reflejan en los estudios universitarios normales: la acupuntura clásica china; la electroacupuntura de Voll, maravillosa técnica de diagnosis y curación basada en la medición y tratamiento bioeléctrico de los puntos de acupuntura; las distintas técnicas bioeléctricas (la segmentoelectrografía computerizada, la electroacupuntura japonesa de Nakatami, denominada Ryodoraku, el Vegatest, la Moraterapia); la homeopatía; la quiroterapia; y naturalmente la iridología.

Quien se acerca por primera vez a la medicina natural tiene la impresión de que estos argumentos tengan poca relación entre sí, o de que son múltiples y no susceptibles de conjugarse en una unidad de conocimiento, pero la realidad es otra: todos se complementan con éxito, ya que cada uno de ellos ayuda a comprender las individualidades sustanciales de nuestra existencia, mostrando el organismo y la posibilidad de curación bajo puntos de vista distintos, pero, precisamente por ello, interdependientes, de cara a una comprensión unitaria, tal como el monte Cervino se ve distinto según se observe desde Cervinia o desde Zermatt, a pesar de que se trata de la misma montaña; incluso cabría decir que se conocería mejor este monte si se observara desde todos los puntos de vista posibles, a pesar de que fueran muy distintos entre sí; los guías alpinos conocen todos los caminos que van al Cervino, y no uno solo; por ello, no se desorientan aunque el punto de observación cambie. El médico que practica la medicina natural es como un guía alpino: es más de fiar cuantas más sendas haya recorrido. En la medicina oficial, sin embargo, sucede lo contrario: las diferentes especializaciones conducen a quien las practica cada vez más lejos del conocimiento global. Es urgente que la medicina natural y la medicina oficial se compenetren en interés del paciente. Este largo preámbulo sólo pretende dejar claro que me decidí a empezar a ocuparme de los problemas inherentes a la alimentación tras haber realizado una formación tanto convencional como «natural», pero que, a pesar de ello, me costó lo mismo llegar a comprender unitariamente el problema de la nutrición, ya que todos los textos consultados, convencionales o naturales, ofrecían casi sin excepción opiniones y hechos distintos y contradictorios respecto a todos y cada uno de los autores. Llegado a aquel punto, decidí empezar una investigación personal, utilizando la iridología y la electroacupuntura según Voll (denominada con las siglas EAV). La iridología es importante para conocer las características constitucionales individuales y, sobre todo, la «fibra» del aparato digestivo e intestinal, representado en la primera Gran Zona (I GZ en siglas); además, es muy útil para hacer el seguimiento del proceso de curación a largo plazo, cuando el paciente empieza a alimentarse correctamente: en este caso, las lagunas (indicio casi siempre de debilidad constitucional y relacionadas con un defecto de la capa superior del estroma) empiezan a ser atravesadas por finísimas fibras plateadas (es decir, ricas en fibras colágenas y agua, como todos los tejidos jóvenes), que no son sino las fibras del estroma que se regeneran, demostrando la superación de una debilidad constitucional y de los restos de una enfermedad. Por ejemplo, los hijos de fumadores presentan casi sin excepción una o más lagunas en los puntos topográficos correspondientes a las vías respiratorias y al pulmón, testimonio de una herencia desagradable obtenida de uno o de ambos progenitores; a menudo sufren problemas pulmonares recidivantes, mayores que los del resto de los individuos, y problemas alérgicos como el asma. Los órganos intestinales y digestivos juegan un papel importante en el mantenimiento de dichos problemas digestivos, en cuanto que la mayor parte de las células que viven en simbiosis con nuestro organismo se hallan a nivel de estos órganos: cuando no funcionan perfectamente, se multiplican los gérmenes patógenos que contribuyen a alterar incluso la flora de las vías respiratorias y a poner de manifiesto sintomatologías infecciosas y/o alérgicas, que tienen una base constitucional. Por esto, si queremos que sean las fibras de curación las que atraviesen las lagunas de los pulmones, hemos de adoptar una alimentación correcta, además de ocuparnos también del tratamiento directo de los problemas respiratorios con medicamentos homeopáticos específicos.

La EAV es de vital importancia para elegir exactamente qué alimentos, en qué determinado individuo y en qué preciso momento pueden digerirse y asimilarse correctamente por parte del intestino, transportados por la sangre hasta los órganos que los han de utilizar, sin trabas ni formación de residuos. Los alimentos que no se digieren bien forman residuos que permanecen en el intestino, lo irritan y contribuyen a la aparición de la flora patógena y/o de las reacciones alérgicas de origen intestinal, que se transforman después en alergias pulmonares. La medicina china considera que el intestino y el pulmón pertenecen al mismo elemento energético, el «metal»: el metal es el hierro de la hemoglobina, que transporta el oxígeno, que a su vez sirve para producir vida y energía en el interior de la célula; el pulmón aporta el oxígeno y el intestino aporta, a través de la sangre, el material alimenticio que se combina con aquel durante la combustión. La EAV permite medir la conductividad eléctrica de los puntos de acupuntura: cada punto de acupuntura pone de manifiesto la funcionalidad de un órgano o de parte del mismo; cualquier variación de la conductividad indica una alteración patológica de la funcionalidad orgánica, más allá de la escala de valores estándar. Cualquier medicamento, homeopático o no, y cualquier sustancia, en especial los alimentos, pueden producir variaciones de la conductividad de los puntos de acupuntura en cuanto entran en contacto con el cuerpo, según el efecto que produzcan en los órganos correspondientes: una sustancia es benéfica si, una vez ha entrado en contacto con el cuerpo, el punto de acupuntura vuelve a la normalidad; es nociva cuando sucede lo contrario; y es neutra si el punto de acupuntura normal continúa siéndolo. Los alimentos bien tolerados mantienen en condiciones de normalidad un punto de acupuntura que presenta valores de medición normales, por ejemplo, un punto de acupuntura que corresponde al intestino; en este caso hablo de alimento correcto y de dieta correcta partiendo de que se haya comprobado que todos los alimentos utilizados diariamente sean neutros. En cambio, hablo de trofoterapia cuando se utilizan en la alimentación cotidiana alimentos que según la prueba del EAV son capaces de normalizar puntos de acupuntura, por ejemplo, del intestino, inicialmente patológicos; por tanto, la alimentación no tiene solamente la función de mantener la salud, sino también de permitir al organismo recuperarla. Ya que la trofoterapia requiere una estrecha colaboración entre médico y paciente y un considerable esfuerzo por parte de este último, no puede practicarse en todos los casos que la requieran, al menos de forma completa; además, no puede establecerse según unos fundamentos teóricos, sino que hay que determinarla de manera individual para cada paciente, posiblemente incluso una vez al mes, ya que las condiciones de reacción frente al alimento cambian continuamente, aunque con ritmos estacionales. Finalmente, la trofoterapia puede provocar inicialmente síntomas de agravamiento de los problemas digestivos. Todos estos hechos me han llevado a comprender por qué motivo existe tanta disparidad entre los autores considerados en materia de alimentación humana; cada uno de ellos ha tratado de crear un sistema teórico que prevea todos los casos posibles, pero esto no se corresponde con la realidad de las cosas: la alimentación correcta es una condición extremadamente individualizada, a pesar de que sí se pueden trazar unas normas generales.

Después de haber puesto a prueba las mediciones oficiales (dietas de exclusión, test alergológicos cutáneos) y otras no oficiales (entre las que figura el particular test de Vega y la quinesiología aplicada), he llegado a la conclusión de que el método más eficaz y preciso con diferencia es el que se basa en el EAV, en cuanto a la elección de los alimentos, y en la iridología, en lo que se refiere a la valoración a largo plazo de los efectos de la alimentación. Si se tiene en cuenta que muchas enfermedades más o menos graves se pueden curar con la dieta correcta y la trofoterapia (la homeopatía desbloquea y acelera el proceso de curación, pero por sí sola no funciona en los casos graves), se comprende la importancia de investigar siempre en esta dirección. A continuación aparecen las enfermedades que se pueden curar, según mi experiencia personal, gracias a una dieta correcta y a la trofoterapia: 1. Enfermedades alérgicas, desde las formas más leves a los casos más graves de asma. 2. Enfermedades de la piel y, en especial, psoriasis, eccemas, acné. 3. Enfermedades autoinmunes: lupus, esclerodermia, enfermedad de Sjo-gren. 4. Esclerosis de placas. 5. Enfermedades «crónicas» infecciosas recidivantes. En cuanto a los tumores, estoy convencido de que la alimentación juega un papel importante, sobre todo en caso de tumores en los órganos digestivos, de las vías respiratorias y del pulmón. El cáncer de mama está estadísticamente relacionado con dietas de altos porcentajes en grasas; el excesivo consumo de carne aumenta la probabilidad de enfermar de cáncer; la carencia de fibras en la alimentación lleva a un aumento del riesgo de cáncer de recto. Una dieta protectora contra el cáncer y que, en general, sea una dieta saludable debe contener muchos cereales, fruta, verdura fresca y moderadas cantidades de pescado. Estos alimentos contienen vitaminas que ejercitan la acción protectora contra el cáncer: la vitamina A, contenida en la fruta y, especialmente, en las zanahorias; la vitamina A posee, sobre todo, acción protectora contra el cáncer de pulmón, de mama y de próstata; la vitamina C (contenida de forma muy concentrada en algunos agrios) protege esencialmente del cáncer de estómago; el selenio y la vitamina E tienen acción anticancerígena en general y, en particular, contra el cáncer de mama. La col, la coliflor, el brécol y otras verduras que pertenecen a la familia de las cruciferas poseen especial acción anticancerígena, sobre todo contra el cáncer de intestino. Aquí sigue una lista resumida de elementos para una dieta saludable y, por ello, anticancerígena: 1. Dieta vegetariana o semivegetariana en general.

2. Poca carne; las personas delgadas y con enfermedades pulmonares, sin embargo, no deben seguir una dieta completamente vegetariana; y, al contrario, las personas «pictóricas» o de constitución robusta y «sanguínea» encontrarán en el vegetarianismo completo un elemento fundamental para su salud. 3. Dieta rica en fibras. 4. Dieta rica en vitaminas A, C, E; cuando no sea posible consumir mucha fruta y mucha verdura fresca, recurrir a pastillas vitamínicas suplementarias. 5. Consumir durante un mes levadura de cerveza durante los cambios estacionales (primavera y otoño), ya que ayuda a regenerar la flora intestinal normal. 6. Incluir en la alimentación normal verduras de la familia de las cruciferas: coles, coliflor, etc. 7. Evitar alimentos que contengan nitrito de sodio, como salchichas, pescado ahumado y jamón; si ocasionalmente se comen estos alimentos, combinarlos siempre con cítricos o un suplemento de vitamina C. 8. Evitar los alimentos fritos; hay que aprender a cocinar al vapor, en agua hirviendo y al horno. 9. Evitar cocer los alimentos a altas temperaturas o directamente sobre la llama. 10. Quitar la piel del pollo y del pavo antes de comerlos. 11. Añadir a la dieta pan de grano entero y otros cereales sólo cuando estos procedan de cultivos denominados biológicos; es decir, exentos de agentes contaminantes, como insecticidas y pesticidas, ya que estas sustancias venenosas se concentran, precisamente, en la «cutícula» de los alimentos integrales. 12. Comer fruta y verdura fresca de temporada tanto como sea posible. 13. Intentar practicar, por lo menos y sobre todo en verano, el crudismo: comer sólo fruta, verdura cruda y similares. 14. En caso de exceso de peso, practicar todo el año el crudismo y el vegetarianismo, al menos dos días por semana, aunque, si es posible, es mejor hacerlo durante períodos largos, hasta normalizarse. 15. Evitar combinar grandes cantidades de pasta con carne y quesos; si le apetece un buen plato de espaguetis, no coma un bistec como segundo plato, sino un buen plato de verdura; si, en cambio, prefiere el bistec, no tome primer plato o sustituyalo por una pequeña guarnición algo picante. 16. No beber demasiado alcohol, a no ser ocasionalmente; si le gusta el vino, escoja el mejor y dosifíquelo en cada comida como si fuera un medicamento; si le gusta la cerveza, beba poca y nunca en cada comida ni cada día.

17. No elegir siempre pasta de primer plato, sino alternarla con arroz; si excede de peso, eliminarla hasta que logre normalizarlo. 18. Evitar el consumo de dulces. 19. Consumir chocolate ocasionalmente, sólo cuando se practique la actividad física. 20. Sustituir el azúcar por la miel como endulzante. 21. Beber cuando se tenga sed. Si no se abusa de la sal en las comidas, no será necesario beber demasiado mientras se come (beber mucho durante la comida diluye las enzimas .digestivas y hace la digestión más difícil); beber agua y zumos de fruta y verdura entre comidas, incluso como merienda. 22. Hacer un buen desayuno por la mañana y comer regularmente en cada comida, intentando mantener los mismos horarios: el aparato digestivo es un órgano al que le gusta el ritmo y la regularidad y le compensará con una excepcional forma física y una larga vida. 23. El mejor momento para ir al servicio es alrededor de las 7 de la mañana, cuando la actividad del intestino colon alcanza su ápice cotidiano. 24. Masticar mucho y despacio, ya que la primera digestión se realiza en la boca; los receptores del gusto, que están situados en la parte inferior de la lengua, recogen informaciones acerca de las características de los alimentos que están a punto de digerirse y las pasan al estómago y a los demás órganos digestivos, que de esta forma pueden preparar el grado de acidez y las enzimas necesarias para una correcta digestión y asimilación. 25. La actividad física estimula la producción de enzimas digestivas, lo cual es lógico porque el cuerpo sabe que el consumo de energía comporta también un aumento del consumo de carburante, es decir, de alimento, y se prepara para digerirlo. 26. La actividad física más provechosa es la que se realiza por la mañana, antes de desayunar y de hacer cualquier otra actividad. Para terminar, hay un problema relacionado con la alimentación y cada vez más difundido: el problema de las amalgamas dentales y, más en general, el de los materiales utilizados en odontología, como obturadores, cápsulas, prótesis o implantes, que se dejan en la boca del paciente; pero como este tema podría ocuparnos demasiado, me centraré en el problema más frecuente, que precisamente por esto incide en mayor medida en la patología digestiva de la población: el de las amalgamas. Una amalgama es una aleación de mercurio, compuesta de dicho elemento en su 50 % y de plata, estaño, cobre y cinc en diferentes porcentajes. La OMS indica como cantidad máxima de mercurio «tolerable» que puede absorberse en una semana la cifra de 300 µg (microgramos, es decir, millonésimas de gramo), o alrededor de 43 µ,g al día. Al organismo llegan unos 23 µg de mercurio diario (según datos de 1990, mientras que en 1973 eran casi la mitad) a través del alimento y del aire; para no superar el límite de toxicidad, las amalgamas bucales sólo pueden aportar al organismo hasta un máximo de 20 µg diarios.

Se ha calculado que la liberación media de mercurio procedente de la boca es de unos 2 µ,g por cada 50 mm2 de superficie obturada, de lo que resulta que no se deberían llevar más de dos amalgamas bucales. El mercurio se libera de las obturaciones en cuatro formas principales: a) mediante la masticación y, sobre todo, mediante la masticación de chicle; b) por vía química, esencialmente con la masticación y la ingestión de sustancias y bebidas ácidas; c) por electrólisis (efecto pila), debido a la presencia en la boca de otros metales, como el oro, el platino, aleaciones de ambos y amalgamas de diversa composición (por ejemplo, que contienen porcentajes diferentes de mercurio y plata: las obturaciones con mayor cantidad de plata se reconocen por ser más claras y luminosas). En una ocasión medí en la boca de un paciente una corriente de 72 µA, pero, aunque era un hecho excepcional, en muchas personas corrientes pueden medirse corrientes de 10 µA, cuando el límite tolerable se considera de 2 µ.A. Por esto incluso sólo dos obturaciones pueden provocar una contaminación tóxica de mercurio, cuando se dé una combinación entre cuyos elementos se establezca una corriente superior a los 2 µA; d) por efecto del calor; las bebidas y alimentos calientes aumenta la disolución de mercurio. El mercurio provoca erosiones o predispone a las mismas a la mucosa bucal y la totalidad del tubo gastroentérico y altera la función gustativa, obstaculizando un correcto funcionamiento de la digestión incluso por esta vía; se acumula en el cerebro, en los riñones, en el hígado, reduce la funcionalidad y altera las inervaciones vegetativas de los órganos internos, condenándolos a un constante estado de irritación. Si un paciente tarda en curarse de problemas digestivos, aun siguiendo estrictamente la dieta, habrá que observar dentro de su boca para comprobar la cantidad de amalgamas presentes, la falta de homogeneidad de las mismas y la presencia de otros metales. El siguiente listado se refiere a los síntomas relacionados con la intoxicación por mercurio: alergias, dolores abdominales, cefalea, apatía, depresión o excitación e irritabilidad excesiva, variaciones rápidas del humor, problemas para dormir, caída del cabello, halitosis, anemia, problemas funcionales de ámbito sexual, etcétera. La mejor alternativa, y también la más económica, al uso de las amalgamas es el empleo de resinas fotopolimerizadas (obturaciones blancas), aunque lleven mayor trabajo (la amalgama requiere mucho menos tiempo y habilidad). La mejor solución en lo que se refiere a las cápsulas son los remaches cerámicos. Desde el punto de vista de la iridología, la intoxicación por mercurio puede manifestarse de distintas maneras, según su cronicidad y grado de toxicidad: anillos tetánicos y deposición de granos de pigmento oscuro, o bien zonas oscurecidas en el área del estómago y del intestino.

Higienismo Es difícil definir exactamente el higienismo, ya que asume formas distintas en cada país, según las costumbres y la cultura popular. En Alemania es famoso el abad Kneipp, que aconsejaba baños, friegas y paseos para superar cualquier tipo de problema físico; en Italia, el iridólogo Luigi Costacurta ha sido el máximo exponente de un higienismo bien determinado, predicado y seguido por varias decenas de médicos y centenares de pacientes. El higienismo es la terapia del buen sentido y se basa en dormir lo justo, ejercitar el físico de forma moderada y continua, respirar correctamente, tomar baños fríos para tonificar y calientes para relajar, alternándolos para favorecer la circulación sanguínea, tomar saunas para depurar a través de la piel, hacer inhalaciones con aceites esenciales y aguas termales, ejercitar el pensamiento en forma justa, estar alegre y mantener una actividad sexual satisfactoria, pero sabiamente controlada, desayunar cada día, elegir alimentos sanos, frescos y no contaminados, vivir o, por lo menos, pasar las vacaciones en lugares cuyos aires sean sanos (es cierto que, para el que vive en la ciudad, esto resulta cada vez más difícil, pero hay que tratar de vivir de la mejor forma posible). Una práctica muy útil y fácil de realizar es la de las inhalaciones; comprar un aparato inhalador resulta una buena inversión para toda la familia: cuando alguien no logre liberarse de un catarro engorroso, sólo hay que verter agua destilada en el inhalador y sumergir el tubo de aspiración en una botella de agua de Tabiano, en la que se habrá vertido alguna gota de aceites esenciales de eucalipto, tomillo o menta. La inhalación eliminará el resto del catarro persistente y permitirá la supervivencia en un ambiente cargado de plomo y alquitrán, sin que los pulmones queden completamente impermeabilizados. Los viejos recursos, como el de la toalla colocada sobre la cabeza, son una versión reducida del inhalador moderno. Iridológicamente hablando, cuando aparezcan radiales blancos en la zona pulmonar es aconsejable recurrir al inhalador, aunque aún no se haya manifestado ningún síntoma. Si aparecen anillos tetánicos, hay que plantearse dormir mejor y llevar una vida más regular. Organoterapia La organoterapia se basa en la utilización de los órganos de animales oportunamente diluidos y dinamizados según el método homeopático; estos preparados permiten estimular de forma específica el órgano al que corresponden. Por ejemplo, el organoterápieo hígado estimula dicho órgano; el sentido en que lo estimula depende de la dilución utilizada: la dilución 4CH estimula el órgano cuando este es hipofuncionante; la dilución 9CH frena el órgano cuando este es hiperfuncionante o está inflamado; la dilución 7CH posee una acción equilibrante y se utiliza cuando el órgano se somete a varios ciclos de funcionalidad. Una forma correcta de utilizar la organoterapia es la de seguir una escala ascendente en la elección de las diluciones, después una escala descendente, y así sucesivamente hasta alcanzar el resultado deseado: primero se emplea la 4CH hasta agotar el frasco (3 granos que hay que dejar deshacer en la boca por la mañana y por la noche), después la 7CH y finalmente la 9CH, para volver a empezar con la 7CH y la 4CH.

A nivel iridológico, los signos principales de debilidad orgánica son las lagunas y, sobre todo, las lagunas con signos defectivos en su interior o las que, aunque no los tengan, son más oscuras. Plantas medicinales Aunque las plantas medicinales no tienen por qué aparecer en un libro sobre iridología, dada la cantidad de publicaciones especializadas que existen sobre el tema, intentaré esbozar algunas líneas como guía al mismo. También existe una gran variación de fórmulas farmacéuticas en las que se utilizan las plantas: a) los zumos, que pueden prepararse incluso en casa con una lidiadora; uno de los zumos más importantes, ya que actúa sobre la función hepática, es el zumo de diente de león, seguido del de alcachofa; ambos pueden prepararse en casa, pero también pueden comprarse. Otros zumos de uso común son el de equisetum, que actúa sobre el hueso como mineralizante y sobre el riñon como diurético; el zumo de ortiga, rico en hierro, para combatir la anemia y depurar la piel; el zumo de berro, dotado de buena acción anticelulítica; el zumo de llantén, que es un tónico de la vejiga y del útero y que se usa en las afecciones ginecológicas; el zumo de milenrama, que se usa como regulador menstrual; en general, los zumos son una manera ideal de suministro, pero tienen un solo defecto: una vez abierto el preparado, debe conservarse en el frigorífico y durante un tiempo limitado; b) las SIPF o soluciones integrales de planta fresca son un buen recurso para olvidarse del problema de la conservación, ya que contienen alcohol y se mantienen mucho tiempo, incluso fuera del frigorífico; c) las píldoras que contienen polvos micronizados y secados de la planta, como las arkocápsulas y otros productos similares; por ejemplo, las cápsulas de ajo de este tipo tienen la ventaja de que no huelen y pueden utilizarse en grandes cantidades para la hipertensión y para la hipercolesterolemia; d) las tisanas se venden ahora en los supermercados a precios asequibles; son menos eficaces que las fórmulas anteriores, pero son una solución familiar ideal; son especialmente aconsejables los polvos liofilizados y las tisanas granulares, ya que se preparan en un momento con sólo añadirles agua; e) las tinturas madres: son soluciones alcohólicas y se prestan al uso medicinal o farmacéutico; en otras palabras, es mejor no tenerlas al alcance de los niños, ya que pueden considerarse auténticos fármacos; f) la gemoterapia, que consiste en estratos glicerinados de gemas de plantas. Entre los productos gemoterápicos más importantes está el Ficus carica, con acción antiulcerosa. En iridología, las plantas medicinales se utilizan cuando es necesario intervenir en la fase aguda de una enfermedad (radiales blancos y áreas blancas) o a causa de un drenaje a largo plazo, aunque en dosis reducidas (lagunas con fibras de regeneración) si se combinan con la homeopatía y la organoterapia.

Fermentos intestinales En la práctica iridológica resulta muy útil emplear, junto con las plantas medicinales, vitaminas y productos homeopáticos, fermentos; es decir, microorganismos saprofitos (por otra parte benéficos y que colaboran con el organismo), capaces de equilibrar el intestino cuando allí aparecen cepas bactéricas patógenas que alteran su funcionamiento normal. Un empresa suiza de antiguas tradiciones ha emprendido un método más popular poniendo a punto una serie de fermentos que, al cultivarse sobre un terreno que contiene diferentes sustratos vegetales, hacen que cada producto asuma una característica específica dirigida a una función orgánica o a una zona iridológica determinadas.

Iridofotocromoterapia En los últimos años, los investigadores soviéticos Valery Bondur y Eugeni Velk-hover, han estudiado la posibilidad de utilizar la estimulación del iris con la luz para conseguir un efecto terapéutico. Sabemos que el iris está relacionado con cada órgano del cuerpo y que es capaz de recoger las informaciones procedentes de los mismos; sin embargo, se ha tenido en cuenta que pudiera existir un camino diferente; es decir, que, estimulando una zona concreta del iris correspondiente, por ejemplo, al hígado, se pudiera obtener un efecto sobre el propio órgano. Sobre todo se han realizado experimentos en perros, implantando en alguno de sus órganos electrodos capaces de recoger eventuales señales procedentes del iris. Efectivamente, se pudo apreciar que dicha respuesta existía y que según el color utilizado se obtenía una señal eléctrica distinta. Estimulando el iris con el rojo se obtenía una respuesta en el hígado que llegaba entre 1 y 7 segundos después; que consistía en una amplificación de la actividad eléctrica celular normal del hígado que duraba alrededor de 12 horas. Con el azul la respuesta se comprobaba en un intervalo de tiempo más amplio, entre 1 y 12 segundos, y la actividad eléctrica del hígado disminuía de intensidad. Empleando el verde, la respuesta empezaba a captarse en un intervalo de tiempo que variaba entre 5 y 10 minutos y la respuesta eléctrica del hígado presentaba gran armonía, ya que permanecía estable incluso suministrando anfetaminas, que son sustancias muy estimulantes. En conclusión puede deducirse, a partir de la experimentación clínica en el hombre, que el rojo tiene un efecto estimulante, el azul, un efecto calmante y el verde, una acción estabilizante. La casuística clínica presentó los mayores éxitos en el caso del tratamiento del dolor en general, aunque en particular en todas las formas neuríticas, en la neuralgia cervical, en el asma bronquial, en la diabetes, en la úlcera duodenal y gástrica y en la hipertensión arterial esencial, mientras que las mayores contraindicaciones se dieron en el caso de las mastopatías (riesgo de desarrollo tumoral), del período menstrual y de ciertos problemas psicosomáticos en personalidades inestables debido al riesgo de desencadenamiento de psicosis agudas, La estimulación se efectúa mediante una ' lámpara normal de proyectores, delante de la cual se coloca un cristal del color que se pretende usar y una segunda mascarilla con la forma de la región iridológica del órgano a tratar, de manera que el rayo de color vaya a dar únicamente sobre ella; para que la terapia resulte exitosa, es extremadamente importante que la irradiación luminosa con el color específico dé sólo sobre el área del iris correspondiente al órgano en tratamiento. Dicho tratamiento se prolonga 2-3 minutos y se repite 2-3 veces por semana, hasta alcanzar el resultado deseado.

Preparaciones fítoiridológicas Para simplificar la terapia fitoterápica, se han preparado unas fórmulas herborísticas que corresponden cada una a un cuadro iridológico concreto. Se comercializan en comprimidos y se toman durante las comidas, diluidos en un vaso de agua o en zumo de fruta. Son muy útiles como soporte de cualquier terapia.