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ENSAYO:

INTERCULTURALIDAD

Basado en: Dedálogo para una educación intercultural, cívica y emancipadora. (Carbonell i Paris) Atención a la diversidad cultural: el reto de las organizaciones escolares. (Rodríguez Izquierdo) La diferencia como valor: Hacia una ciudadanía intercultural. Conceptualización de la diversidad cultural e intervención educativa. (Vargas Peña)

BASES PSICOPEDAGÓGICAS PARA LA INCLUSIÓN DE ALUMNOS CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECÍFICAS Profesora: Marta Sandoval María Molina López Grupo 201

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Comienzo destacando tres citas que con sencillez e ingenio introducen a la perfección las reflexiones que se van a exponer en este ensayo.

“Ante grandes problemas muchas soluciones pequeñas, coordinadas, coherentes” Max-Neef “La diferencia como valor” Vargas Peña “Transformar las dificultades en posibilidades” Freire

Todas ellas pretenden trasmitir una sensación esperanzadora que espero estimule al lector a adentrarse y profundizar en el tema de este ensayo sobre la interculturalidad. Se expondrán ideas fundamentales y se facilitarán ciertas herramientas que esperamos sean de utilidad y puedan ponerse en práctica con éxito.

El macro-objetivo a lograr en el Tercer Milenio según Vargas Peña consiste en instaurar un clima político-social que compatibilice la cohesión social y la diversidad cultural e identitaria. Para lograrlo debemos dejar de utilizar la diversidad como pretexto y legitimación de la exclusión social, superando los planteamientos restrictivos y las limitaciones del multiculturalismo. Para avanzar en la nueva dirección debemos aprender a desaprender, desestandarizar nuestras prácticas y saber analizar y distinguir las resistencias al cambio.

En ese contexto cobra vital importancia el papel de la educación intercultural cuyo objetivo, en palabras de Carbonell i Paris es el de facilitar a todos los alumnos las herramientas más adecuadas y el acompañamiento personalizado necesario para realizar una construcción identitaria y responsable, que se prolongará a lo largo de toda su vida.

Pero conviene señalar que la resolución de los problemas de convivencia social no es sólo una responsabilidad escolar. Se necesita contar con los poderes económicos y políticos de nuestro país, porque, ellos tienen la última palabra a la hora de decidir si es posible educar a ciudadanas/os libres, dignos, críticos y solidarios. Urge, como defiende Carbonell i Paris, el lanzamiento de campañas impactantes en los medios de mayor audiencia para cambiar las actitudes poco cívicas dominantes.

Actualmente nuestro país cuenta con la Ley Orgánica de Educación (LOE) más espléndida hasta el momento, a nivel de recursos económicos, materiales y personales. Afortunadamente engloba a un gran número de población con características diversas. Esta ley determina que el alumnado

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con necesidad específica de apoyo educativo ANEAE se divide en tres secciones: altas capacidades, NEE e integración tardía en el sistema educativo español.

Es interesante apreciar que se ha experimentado un cambio positivo en la terminología a la hora de denominar a determinados alumnos. La ley de calidad de la educación (LOCE) del 2002, empleaba el término peyorativo de extranjeros e inmigrantes mientras que la ley actual los denomina alumnos de integración tardía en el sistema educativo español. Otro término que no se debería utilizar, basándonos en la Constitución y las leyes vigentes, es el de subcultura, debido a que cada persona tiene su trayectoria cultural, todos los alumnos son igual de válidos y todos tiene derecho a la educación.

En principio parece que contamos a nivel teórico con un marco conceptual, legislativo desde el que se defiende y valora la diversidad, pero en la práctica se producen, acontecimientos que ponen de manifiesto lo lento del avance en este ámbito.

Lamentablemente, en la mayoría de los casos, los intentos bienintencionados de abordar la diversidad se acercan más a la perspectiva restringida de ésta. Las intervenciones educativas suelen tener un corte terapéutico y de carácter especializado cuando todo es más fácil de lo que parece. En la mayoría de las ocasiones sólo haría falta dar respuesta a dos cuestiones fundamentales: ¿Qué quiere el alumno de integración tardía en el sistema educativo? Y ¿Cómo sería la propuesta que se adaptase mejor a lo más natural? Debemos tender a naturalizar este tipo de procesos. Ante todo debemos abrir canales abiertos de comunicación con las familias y hacer un seguimiento del alumno en cuestión, observar cómo juega, de que forma se relaciona con los objetos, personas y cuáles son sus intereses. Tenemos que lograr sacar lo mejor de esa persona y para eso hay que darle protagonismo y facilitarle el reconocimiento público para aumentar su autoestima. Los que pertenecemos al grupo mayoritario, detentamos el poder y por tanto tenemos la obligación de crear las condiciones que posibiliten la adaptación de todos/as a la nueva situación. El III punto del decálogo para una educación intercultural, cívica y emancipadora “No confundirás la interculturalidad con el folklorismo.” nos trata de advertir de otro ejemplo de práctica que en numerosas ocasiones se realiza con buena intención pero acaba favoreciendo la discriminación. Nos estamos refiriendo a los simulacros de relaciones interculturales, consistentes en un intercambio de elementos folklóricos descontextualizados y vacíos de contenido.

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Para evitar este tipo de experiencias fallidas debemos mejorar la significatividad de nuestros currículos aprovechando el capital cultural de las minorías. Vargas Peña defiende unos enfoques básicos en la construcción de un currículo intercultural e interdisciplinario y en las aulas aplicar estrategias didácticas para favorecer las relaciones interpersonales y el conocimiento mutuo. Por su parte Udvari-Solner y Thousand hacen referencia a la creación de un currículum responsable que fomente el éxito en todos/as los estudiantes. Por su parte, Rodriguez Izquierdo hace referencia a la educación para el “empowerment” o para el empoderamiento, que exige tomar seriamente en consideración las fortalezas, experiencias, estrategias y metas que tienen lo miembros de los grupos pertenecientes a minorías étnicas.

El VII punto del decálogo anteriormente citado “No caerás en la tentación de las agrupaciones homogéneas de alumnos.” hace referencia a otra problemática muy común en nuestro país. Dichas agrupaciones empeoran el rendimiento de los alumnos de los grupos menos dotados o con mayores dificultades. Cómo consecuencia se producen concentraciones artificiales que favorecen los procesos de guetización y se generan debido a que los hijos de las familias autóctonas residentes en la zona huyen hacia las escuelas privadas y concertadas. La solución pasa por resituar a los alumnos del grupo mayoritario y repartir mejor los recursos. Pero esta medida por el momento forma parte de una utopía, no se ha logrado porque los padres no confían en los centros que apuestan por la educación intercultural y lo hacen basándose en los hechos porque la atención Estatal que reciben deja mucho que desear. La integración no se ha logrado y se percibe un ambiente claro de caridad no de comprensión y cooperación.

Afortunadamente hoy en día contamos con propuestas alternativas al agrupamiento homogéneo de los alumnos. Hablamos de las comunidades de aprendizaje, organizaciones que aprenden y facilita el aprendizaje y continuamente se transforman. Hay varias fases por las que tendría que pasar un colegio para poder convertirse en comunidad de aprendizaje, en primer lugar estaría la fase de la sensibilización del claustro y de las familias, todo el mundo tiene que estar de acuerdo. En segundo lugar se pasaría por la fase del sueño en la que todos imaginan como sería su escuela ideal, luego se establece una metodología de grupos interactivos, tertulias literarias, dialógicas (lectura de textos de diferentes niveles, con la colaboración de padres y profesores) siempre teniendo muy presente el uso de las nuevas tecnologías y por último se procedería al aumento de la participación de padres a través de comisiones mixtas de padres y profesores.

Para que e verdadero cambio se produzca la educación intercultural debe ser tomada en serio por las autoridades, las instituciones educativas y las familias. Para ello se debería empezar a hablar de la existencia de una Pedagogía Intercultural como nuevo paradigma pedagógico.

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Algunos autores como Merino Fernández y Muñoz Sedano opinan que si todavía no hay suficiente corpus teórico, al menos, si hay una situación socioeducativa que lo está exigiendo y una larga experiencia.

Nuestras prácticas en el aula como educadores deben estar siempre fundamentadas, no podemos seguir realizando experiencias interculturales aisladas y en muchos casos inconexas. Debemos mentalizarnos de la importancia de plasmar nuestras vivencias en el aula en verdaderos trabajos de investigación que logren armonizar las dos vertientes de desarrollo de la educación intercultural, como aconseja Vargas Peña. Por una parte debemos recoger las actividades y programas concretos de tipo funcional que realizamos en contacto directo en las aulas y por otra parte para fundamentar todo lo anterior realizaremos estudios sobre el fenómeno migratorio, las interacciones en sociedades multiculturales, la construcción de la identidad cultural, la competencia intercultural en la ciudadana, etc.

Se trata como sostiene Rodriguez Izquierdo de promover procesos continuos y permanentes, no reducidos a campañas puntuales, que impregnen todo el contexto de la acción en todos sus elementos. En esta misma línea Vargas Peña afirma: “Lo intercultural no constituyese un mero añadido puntual restringido a una determinada etapa o curso. Es fundamental que entendamos que el tratamiento de la diversidad cultural no es un contenido extra o puntual, sino que su tratamiento requiere de una integración curricular efectiva. “

Algunas medida prácticas a tener en cuenta podrían ser las siguientes. Procurar no realizar las actividades con todo el grupo al mismo tiempo. No trabajar con libro de texto, sería conveniente realizar un banco de actividades distribuidas por niveles de dificultad. Los alumnos deben realizar fichas ajustadas a su capacidad para que puedan ir evolucionando progresivamente. Se tiene que ordenar las fichas para que el alumno, profesor y familia pueda ir viendo el progreso y que éste haga al alumno sentirse bien y orgulloso de si mismo. Se debe separar a los alumnos por grupos de nivel pero estos no deben ser siempre los mismos, deben cambiar dependiendo de la actividad, para que los niños no perciban quienes tienen unas capacidades u otras. Y por último pero no menos importante, todos deben experimentar el éxito para aprender. Si no lo sienten no progresan y no hay aprendizaje.

No me gustaría acabar sin antes hacer referencia a la pedagoga catalana Vicki Subirama. Ella ha logrado llevar su método educativo, la pedagogía de la transformación a los niños más pobres de Nepal movida por la esperanza de que algún día podrán reinsertarse en la sociedad que por el

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momento les rechaza por pertenecer a la casta de los parias, los intocables. Debemos aprender de este tipo d experiencias, investigarlas y fuera posible formar parte de ellas. Subirama nos deja esta valiosa frase que cualquier educador/a desearía poder decir sobre sus propios alumnos:

“Los niños parecían intuir mi pensamiento, absorber de mi mente, beber de mis fuentes de información. Ellos y yo hacíamos una simbiosis perfecta. “

Para finalizar haremos referencia al punto X del decálogo “Reconocerás tu ignorancia, tus prejuicios y tus estereotipos, y la necesidad de una formación permanente específica.” Para que una educación cívica, intercultural y antirracista sea posible en nuestros días es indispensable que nosotros, educadores y educadoras estemos dispuestos a entrar en un proceso de formación y de transformación personal.

“Examínate tú mismo y obsérvate por todos lados y antes que todo, mira si es en la filosofía donde progresaste o en la vida.” Séneca