Instrucciones Para Confesar-Manuel de Jaen

INSTR UCCION UTILÍSIMA .Y FÁCIL lPARA CONJFE§AR PARTICULAR Y GENERALMENTE, Y PARA PREPARARSE Y RECIEIR LA SAGRADA CO

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INSTR UCCION UTILÍSIMA .Y FÁCIL

lPARA

CONJFE§AR

PARTICULAR Y GENERALMENTE, Y PARA PREPARARSE Y RECIEIR

LA SAGRADA COMUNION. ,DESCÚERENSE MUCHOS DEHCTOS POR QUE: SI~ I!ACRl< MALAS CONFESIONES : DÁNSE REGLAS PARA CONOCF.R LO QUE ES l'ECAl.>O MOR'l'AL Y 11Hlll\L: PÓNI!NS¡, l\'JUCH"S l>UDAS DE ESCRUPULOSOS, Y SUS RESPUESTAS: MEDIOS PARA ACORD,\RSR, DOLT.RSE Y J:.NMi:!N!Jii.RS.é DE LAS CULPAS: ACUSAC10N GENERAL POR LOS MANDAJV!JH¡TOS, OTRA P6~A R EL1GIOSOS y SACERDOTES: ORACIONES Y ACTOS MUY DEVOTOS PARA ANTES Y DESPUES DE CONnf: SU AUTOR

EL PADRE

FRA'l~

MANUEL DE ]AEN,

Misione¡·o Capuchino de esta Provincie~ de Castilla. DECIMASEXT A IMPRESION. WA:ró PRll/IIERO T SEGUNDO, .AÑADIDOS.

EN MADRID EN L.~ !IIfPRENTA DE LA CALLÉ DE LA GREDA,

1819.

NOTICIA DE

LA EJEMPLAR VIDA.

DEL VENERABLE SIERVO DE DIOS

FRAT MANUEL DE

JAEN,

CAPUCHINO,

Y MISIONERO APOSTÓLICO. §. I.

La

sagrada Religio.n de Padres Capuchinos, que desde su primer orígen ha procurado· con demasiado tesan ocultar sus glorias , y no dar á conocer sus ilustres hijos , que han florecido en santidad y letras, continúa en el dia con el mismo empeño, causando su humildad no poco sentimien.to en ·los ánimos afectos al santo hábito Capuchino, que desean saber las glorias de su santa Religion, §. II. . Nació este Siervo de Dios en la villa de Haylen, no lejos de la ciadad de Jaen, el dia 6 de Abril de 1676. Fueron sus padres D. Francisco Villarejo y Doña Ana Lopez, de linage honrado y bien conocido. En el siglo s~'lla-

.

Az

4

mó Pedro Manuel Villarcjo; y habiendo pasa~ do con suma inocencia y candor de ánimo los primeros años de su edad , fue recibido entre los famiHares ó pages del Ilustrísimo Señor Don Josd de Barcia , Obispo dignísimo de Cádiz , biérr conocido en la República literaria: en cuya escuela, y con tan gran Maestro, salió excelente filósofo, y muy instruido en los principios de una y otra Teología Escolástica y Moral , p·~ro donde aprovechó mas fue en la 1\lística , pues á vista de su Ilustrísimo r,1acstro procuró copiar en su ánimo aquellas grandes virtudes de que fue adornado. §.

III.

Movido de superior impulso, y con a probadon de su amo, tomó el hábito Capuchino en el Convento de Alcalá de Henares el d.ia 4 de Jltnio de 1697, siendo de edad de 21 alias. J: tentacion, calló, y se condenó~ porque se dejó vcncr.r de aquel mal hábito que ~enia de callar en las confesiones. ¿Cuanto mejor la hubiera sido entonces decir á voces su pecado, que no estar ahora publicándolo, at~ diendo por eso ct1 el infierno?

CAPITULO IL Dudas y re.>puestas aw·ca del dolor de las culpas:

y se expliw

et dolor sensitivo y apt·eciativo.

Hay otras muchas personas que conociendo y oyendo decir cuan dificultoso es el tener do-

y Comunion. Trat. II.

109

lar verdadero de las culpas, y cumplir los pro~ pósitos de la enmienda, temen si en sus confesiones pasadas habrán hecho de su parte lo que debian: y esta pena y zozobra se les aumenta mas, por considerar que algunas veces vol viatl· á caer, aunque procuraban cuanto antes confe~ sarse y levanrarsc. Y ahora de presente, aunque no ca meten culpa grave~ quisieran tcnc~· un dotar sensible 1 asi di! lo qur: confiesan, como de lt> pasaílo ; y si fuera posiiJle, explicarte} con lágri{nils y ott·as demostmcioncs. Y muchas personas se aitigen y desconsuelan viendo que tienen el coraz.on tan empedernrdo, y que sintiendo, y aun llorando pesadumbres y pérdidas temporales, con todo eso, por los pecados que han eo. metido ó graves ó leves, no derrama.n una lá.:. grima : y temen si acaso por no tenerle así, seria entonces y ahora de presente este su dolor verdadero y buenas sus confesiones; y si Dios las habrá perdonado, 6 es tan en su gracia. A esto ¡·espondo: que habiendo pr0curado entonces confesarte con deseo de la enmienda; y aunque hubieses vuelto algunas veces á caer por tu fragilidad, tambien volvias á levantarte por medio de la Confesion, y no vivias como otros de asiento en la culpa, y ponias por obra las penitencias, y procurabas enmcnda:rtc; pue. des estar consolado y con bastante seguridad (que te excuse de acusarte de nuevo}de que tus confesiones pasada:s fueron buenas, y corr verdadero dolor y propósito, auuque en algunas quizá no seria muy íúvoroso é intenso. No obs-

1 1o

De la Confesion

tan te~ es medio mas seguro el desahogarte con el Confesor, y hacer uua Conf~sion general \con su dictámen), si acaso no la 1Jas hecho. Y en cuanta al dolor sensitivo que deseas reper, ó sea por lo pasado ó por lo presente, digo que hay un dolor sensitivo y otro ap1·eciativo. El sensitivo (que es el que se explica con lágrimas y otras demostraciones sensibles) suele ser €fecto del mismo natural blando y compasivo, y no es siempre señal fija de dolcir verdadero, pues este le tienen 1m1chas personas por pérdidas ó uag~Q.ias. temporales; pero el apreciativo sí, porqut: este COllSiste en un aprecio y esrima .interior que el alma tiene de Dios, y por ser quien es le pesa de todos los pecados que contra su ley cometió; y ahora por no desagradarle, ni ejecutar culpa grave, está dispuesto d hombre á perder antes todos los I;Jienes del mundo y su propia vida; y este se compadece nllly bient aunque no haya aquel efecto sensible de algunos corazones ó genios blandos y mugeriles. Para que esto mejor se entienda, me explicaré con este simil. Tiene una muger unperrillo de falda, á quien acaricia y cuida con notable cariño: sucede tal vez que porque un hijo que tiene pisó ó hizo otro mal al perrillo, le castiga, y hace que acompañe con sus lágrimas los ahullidos del animalejo. ¿Quien no dirá q uc esta muger quiere mas al perrillo que á su lujo~ Pero sucede de alli á poco que el mLH:hadw cae malo de cuidado,; viene el médico, y dice qn-e para que el hijo sane es necesario matar el per-

y Comunion. Trat. II. Ir ( ro, y aplicársele á la boca del estómago. Oyó esto la madre, y al instante dice: ¿que~ eso es necesario para que mi hijo san:e y viva? pues mátmle luego al punto, que mas estimo yo la vida de mi hijo que al perrillo. ¿Y este era to~ do el amor que antes le mostraba, que pa recia quererle mas que al hijo~ Sí, que el del perro era amor sensitivo y muy superficial; pero el del hijo era amor apreciativo, intenso y verdadero. Aqui ves como se explica y entiende que haber dolor verdadero de las culpas, y amor apreciativo de Dios, á quien sientes haber ofendido, y deseas no ofender m8s ~ aunque no sientas en ti lágrimas ni dolor sensible: y en esto la mejor señal de tenerle verdadero son las obras; esto es, estar dispuesto á no volver á cometer las culpas por cuanto hay en el mundo: pues como dice San Gregario: manifestatil.) amoris, exhibitio est opeás; y coma dice el proloquio castellano: obras son amores~ que no buenas rao;:;ones. Y si son confesiones de culpas veniales, procurando enmendarte de una vez pa· ra otra~ tambien es buena señal, aunque vuelvas á caer como frágil. Y en cuanto á la tcntacion ó temores que t~ afligen ~ de si Dios te habrá perdonado tus pecados, ó si estas m gn¡cú1 snyc' : respondo, que el V. Señor Obispo Palafox, dice: que aunque es verdad que ninguno sabe (sin revelacion divina) que esté en gracia de Dios, ni si es digno de amor ó aborrecimiento, como dice el Espíritu Santo¡ pero es gran señal y de mucho con-

I 1 :l

De la Confcsion

suelo para el alma, que habiendo confesado bien sus culpas, cuanto es de su parte, sienta en si este horror que tiene al pecado mortal; tanto, que antes perderá la vida, fama y hacü:nda que cometerle, porque es ofensa de Dios, y esta es una gran señal de estar en su divina gracia. Y si se llega á esto el que ahora tiene una vida ajustada) con frecuencia de Sacramentos y otros ejercicios de virtud, se confirma mas el que puede vivir con este consuelo y seguridad.

CAPITULO IIi. De otra duda muy g~·avc sobn el dolo¡· y pl'opósito, Lwn con pero en los trages parecen rameras ó damas cortesanas, engañadas con diabólicas sugestiones de que no tienen mala intencion, que asi se usa, r¡ue gusta su padre ó madt·e, ó mM ido ( aunque quizá lo sienten y toleran á mas no poder). Tambicn dicen c¡ue les noturán de singulares ó miserables si no hacen lo que las otras , que asi se lo han dado, q_ue así lo hizo el sastt·e. Pues emniéndalo, ó échalo en el fuego antes que te quemes. A este modo alegan oLras razones trayendo en su favor opiniones (que han oído, y quieren acomodar á su pasion y vanidad), que quizá no les valdrán en el juicio de Dios. No me quiero ahora. ri1eter á disputar opiniones·: Pet'o dime , 2 que hace al casO ( t:xclama el Venerable é Ilustrísimo Señor Barcia) qt¡e no te condenes por el tragc, qtte no tienes po¡· culpa gn1ve , si por las co¡ucctlencias q_u~ se si¡j,·uw te condenas, pt!es ~~·es otasion vohmtari gLlc cogen, ó le quitan la pobre ropa que tiene para abrigarse ó cubrir su desnudez, porqtle los arrendadores prindpales dan órdenes crueles y muy apretadas, a si á los de asiento; como á los que andan de lugar en lugar, las cuales ejecutan con prontitud y rigor po17 complacerles y hacet· méritos para que les den nuevas comisiones, llevando los dichos arrenrladores pritlcipalcs el fin de sacar las doblonadas que adelantaron, y ademas de eso, quedar ricos aquel año, y mué rase ó perezca el pobre vasallo. Y asi se ve que muchos de estos tales á cLwtro dias ti habLwdo muchas palabras inútiles ó chanzas, ó nuevas y negocios de mundo, agcnos de mi profesion. Y tambicn he hablado en tiempo de silencio, y sido ca:.¡sa que otros hablasen. /l..cú:;ome que me he dejado vencer del amor propio, disculpándome , perdiendo aquella ocas ion de mérito. Tambien he eclado tantas meutiras leves. En el gusto me acuso que he comido ó bebido fuera de las liaras regulares, sin necesidad ó justo motivo, solo por demasiada golosína ó apetito. _Tambien he tenido algu11

y Comunion. Trat. VI. 3;3 exceso en la colacion ó parvidad en los ayunos. En el olfato se acusará si ha tomado con demasía tabaco. O si se deleita ó trae consigo olores agenos de personas religiosas. En el oido, me acuso de haberme deleitado y detenido en o ir negocios ó cosas de mundo, agenos de mi profesion, que solo süven de llenar mi imagi· nacion de especies que me distraen en la oradon y ejercicios espirituales. En el tacto, me acuso de no haber procurado mortificarme, escogiendo lo mas penoso en la habitacion ó vestido; antes he solicitado con sobrado cuidado la conveniencia corporal. En la vista, me acuso que he andado con poca modestia divirtiendo la vista, sin refiexion, en variedad de objetos indiferentes, que solo sirvetl de entrar especies en la imaginacion que me distraen. Y tambien he dado en esto mal ejemplo. Aet1some que he sido poco recatado, mirando á algunas personas con curiosidad; ó algunos animales ó pinturas poco decentes, y advirtiendo algun riesgo ó peligro, no :::tparté al instante la vist:a, ó lo hice con alguna pereza. Aqui se acusará s.i ha padecido algunas tentaciones deshonestas, con imaginaciones impuras ó malos sueños; de que suelen quedar especies que hacen guerra, y no las ha resistido fielmente, acudiendo á Dios , ó tornando alguna penitencia ó monificadon. Y en fin, en este punto cada uno examinará lo que hubiere fa hado etl pensamiento~ palabra y obra para acusarse.

3 54

De la Confesion Concluida esta acusacion, dirá: y para mas materia y confllsion mia , me acuso de ral ó tal cnlpa, si la 1ubi.::re, de la vida pasada ya cont;;;sada. Y de esto, y de todo lo dcmas me pesa, pór ser Dios el ofendido. Propongo íirmem.:nte la enmi~nda, y ahora pido penitencia.

TRATADO

VII.

En que se pone la práctiw mas individual de lo que se ha de hacet· en ta Iglesia el dia d~ .Confesion y Comunion. Hecho tu exámen de conciencia, como queda explicado en ei primer modo de acusarse por los diez mandamientos, tt·atado

ó por

VI.

cap. 3·

et segundo modo antecedente po!" tres

puntos '

dinís antes a~ confesar la ontcion

siguimte. Oracion para

mHes

de la Confesion.

Altísimo omnipotente Dios y Señor mio, djgno de ser. amado y reverenciado sobre todas las cqsas. Yo pecador, indigno de est.ar en tu presencia, confieso que erré como ovejneh perdiJa, apartándome del camino de tu divina ley. A ti vengo, Pastar soberano, pidiendo que me acojas en el aprisco de tn misericordia. ¡ J misericordiosisimo Padre mio, que no quier~s la mucnc del pecador, siuo que se convierta y viva~ ayúdame con tu gracia para

y Comunion. Trat. VII. 3;) que debidamente confiese mis pecados l Yo los aborrezco, y me pesa en el alma de haberlos cometido, por ser contra tu infinita bondad. Dame luz para conocer su fealdad y fortaleza, para vencer la repugnancia que tengo á confesarlos, y un dolor perfectísimo y arrepentimiento de haberlos cometido, para que por medio de este santo Sacramento sea yo libre de su pesada carga que me oprime; y asi me reconcilio con tu Magestad, que eres mi principio y último fin. Amen. Lo que se ha de hacer al tiempo de la

Confesion, Llegando á los pies del Confesor, considérate como si es tu vieras á los pies de nuestro Señor Jesucristo , cuyas veces tiene. Has de llegar á este santo tribunal como si hu hieras de morir, y pasar á dar cuenta á Dios de toda tu vida: que esta consideracion es grande estímulo para hacer aquel acto de mucha mas devocion, reverencia y cuidado. A un Religioso de nuestro Padre Santo Domingo, estando para morir, le m ancló :;u Prelado que se dispusiese para confesar, como si en acabando hubiese de espirar. A que respondia : Padre, treinta y cinco afígs ha qge me he confesado todos tos dias y dicho misa , como si lu~go en m¡ud punto hubiera de morir, con que no tengo ahora de nuevo que hacer. De donde considerarás con qué q uictud y serenidad se halla-

3~6 De la Confesion ria entonces aquella di-.:hosa alma ( Dúpcrtador del Atma; fot. 22 r ). Te persignas: dices la confesion 6 el acro de conrridon. Vas luego acusándore por los mandamientos ó por los tres puutos ya explicados, de hs culpas que traes examinadas desde la última Confe· siou, declarándote con humildad , con inge· nuidad, sinceridad y ventad , sin rodeos ni ·excusas : [en fonaleza, venciendo la natural repugnancia que todos tenemos á decir nuestras culpas, que esto agrada mucho á Dios; y todo con breves palabras, claras y puras, en la ·forma que ya queda bastantemente prevenido. Adviate siempre en aquel acto con especial retlexion, que su Magestad te mira el corazon, y que segun m disposicion te perdonará y comunicará su gracia. Recí be con ren. di_miemo las advertencias ó reprensiones que te diere el Confesor, pues alli eres reo y culpado, y admire le pcnüencia c¡ue te impusie· re, que siempre es mucbo menos de lo que mereces por ms pecados. Y cuando te estuviere absolviendo, procura avivar mas la con· tricion y deu::staciou de ellos. Acabada ya la Confesion) dirás la oracion sigui~ u te.

Oracion para despues de la Confesíon. ¡O piadosísimo Jesus l Dios de toda consoladon y medico soberano' que por tu liberal misericordia te hiciste hombre, y padeciste muerte de cruz por salvar. á nosotros peca-

y Comunion. Trat. VII. S 57 dores. Yo te doy iniiuüas gracias por la mcdi~ cina tan saludable que me dejaste en este san~ to sacramento de la Penitencia, que ahora me has dispensado para curar mis heridas, y lavar mis manchas y pecados. Concédemc, Reden~ tor mío, perdoné indulgencia pknaria de to~ dos ellos por los méritos de tu pasion santísima , y que yo haga penitencia para sa risfacer en algo, perseverando en las buenas obras. con una recta intencion de agradarte en todas, y amarte de todo corazon siempre. No permitas, Señor, que mis enemigos venzan mi flaqueza, para volver al vómitO ti.e la culpa. Asilo espero de tu infinita misericordia, y en la interce~ sion de la Santísima Vírgm Maria, tu Santísima Madre y mi Señora, y en la de los A o geles y Santos, mis abogados y devotos. Amen. Lo que se ha de haceY antes de comulgcw. Antes de comulgar considera á solas y en lo íntimo de tu corazon, lo primero, á quien 'Vas á recibir, que es ei Dios de la Magesrad) delanre de quien tiemblan los supremos Serafin(:S: Suma Bondad, Supremo Poder, Suma. Grandeza, Incomprensible, .Infinito , Eterno , Criador de todas las cosas , á e u yo itn perio estan sujetas, el cual por tu amor se hizo hombre, é instituyó este grao Sacramento de amor, en donde se quedó, y está realmente preseme, para unirse á ti cou vínculo perpe~ tuo de caridad.

3 58 D~ la Confesion Lo segundo , quien e1·es tú, criatura. miserable, nacida de corru pcion, débil, flaca, sombra, vanidad, humo, vapor, y que pocos años ha eras nada , y presto serás convertido en polvo viHsimo : tarr ignorante , tan tibio, tan ingrato á los beneficios divinos, y tan irrdinado al pecado, ~ue si Dios no te tuviera de su mano, cayeras· en innumerables culpas. Lo tercero , con qué reve~·encia, temor , humi!dad y desconfian-z,a propic1 debes llegar, procurando limpiar tu cora:z.on con muchos actos de dolor, humillándote hasta el polvo, y considerándote indignísimo, aunque tuvieras la pureza de los Angeles, desconfiando de tus méritos, poniendo por intercesora á la Soberana, Virgen Maria nuestra Señora, y á los Santos tus devotos, pidiéndoles la disposicion y virtudes con que llegaron á comulgar. Lo cuano, con qué confian-za y amor debes ll-egar, considerando que vas á recibir á tu Padre amantísimo, á tu Redentor, que dió por ti el precio infinito de su sangre y vida, y repíte la dádiva, para que tengas con que agradecer sobreabundantemente los beneficios que te ha hecho, y satisfacer por los pecados que has cometido. A tu médico, que es juntamente saludable medicina, excitando en tu alma grandes deseos de recibir tan divino huésped, y ofreciéndole tu corazon para que sea relicario en que se deposite, y pidiéndole con gran confianza te limpie y adorne para que sea digna morada suya. Y tendrás imencion de

y Comunion. Trat. VII. 3 S9 que todas las buenas obras que hiei.::res desde el dia ames, te sirvan de disposicion para llegat mas dignamente; y dirás ames la oracion siguiente. Oracion pan¡, antes de comulgar. ¡O Señor mio Jesucristo, Criador del cie~ lo y de la tierra, Sauto de los Santos, fu ene, terrible, omnipotente , misericcrüioso , justo y recto , princi pío y fin de todas las cosas! Vesmc aquí miserable pecador , indigno de estar en tu presencia, que deseo llegar al in efa ble Sacramento de tu sacratísimo cuerpo y sangre. ¡O Señor, y con cuanta contrícion de coraz.on, con qué lágrimas, con que reverencia y temblor me conviene llegar á este admirable Sacramento! Confúndume de verme tan sin virllld.es, tan sin disposi.:ion, con· tal tibieza, y con tantas culpas y malos h:í. bitos. ¿Como, Dios y Señor mio, he de recibir en mi alma al que es infinita pureza? ¿Como siendo yo la misma tibieza he de recibir en mi helado pecho al que es fuego de infinita caridad? ¿Como, siendo yo tan pobre, he de recibir al Criador de cielo y tierra? Si San Pedro , príncipe de los Apóstoles, se reputaba por indigno de tus favores, y confuso y humilde pe di a que te retirases, porque no podia sufrir los rayos de (anto sol: si San Juan Bautist:.t no se tenia por merecedor de desatar la correa de tu calzado : si los Angeles en tu presencia tiemblan de puro respeto y reverencia;

360 De la Co11[esion ~i María Santísima, siendo tu amantísima Madre, y tan pura, se reputaba por humildísima cscla va, ¿que debo hacer yo, miserable criatura, con tantas culpas y defectos? Pero, Señor mio piadosisimo, mi gran miseria é indignidad Uama á tu gran misericorJia; y pues no vini5te á bus·car justos, sino pecadores, vesme aqui uno de ellos el mas ingrato. Ruégote, misericordiosísimo Redentor mio, por tu infinita caridad, apagues el Ü1ego de mis vit:ios, me infundas virtudes, aumentes las gracias en mi alma para que sea digna morada tuya: adórnala, Señor, con profunda humildad , con ardentísimo amor y fervorosos deseos de recibirte con pureza' cual yo 11ecesito, y desea tu infinita Magestad, á quien sea honra y gloria por todos los siglos, Amen. Al recibir la. sagrada forma consi,{era que pones la boca en la sacratisima Haga del costa· do de Jesucristo, ó que le recibes de mano del mismo Señor, ó María Santísin1a. Y en fin, aquello que mas te moviere tu dcvocion; y dirás esta jaculatoria: '

Entrad, Señor, en mí alma, Tomad posesion m eUa, · T r-egi dta y gobernadia, Pam honra y gloria vuestm.

Lo que se ha ele hacer dcspues de comulgcw. Despues de haber comulgado retírate á lo intimo de tu ¡:orazvn con suma quietud y pat.,

y Comunion. Trat. VII. 361 procurando no distraerte á los objetos exteriores, y a vi van do la fe de la real presencia de este supremo Señor y Dios de infinita grandeza, que está realmente en tu pecho : harás algunos actos con gran reverencia y atenciou. El primero de devacion, levanundo tu espíritu á considerar la ahísíma magestad de tLl Dios, que has recibido , y está en tu pecho humanado y sacramentado, con gran resplandor y hermosLtra, gloriosísimo , afabilísimo, amorosísimo, y en todo infinitamente perfecto. Considérate que es d mismo que está en el cielo impireo , cercado de innumerables ejércitos de Angeles y Bienaventurados, que le aman y adoran con suma reverencia. Es el mismo que fue concebido, y estuvo nueve meses en las entrañas purísimas de María Santísima, alirnentad.o á sus sagrados pechos, y reclinado en sus brazos , en donde tenia sus caricias y regalos} llenándola de divinos resplamlures y del fuego de su ardentísima caridad. Es Dios eterno, incomprensible, infi.. nitamente sabio, poderoso, justo, misericordioso, criador, principio y íin de todas Jas cosas &c. El segundo de admiwciotJ, admi~ rindote de la dignacion humildísima con que entra en tu pobre morada, tan falta de virtu-· des y disposicion, y tan indigna de un celestial huésped. El tercero de lwmillacion, pos~ trándote á sus sacratísünos pies interiormente con profunda reverencia, besándolos y adoúnqolos 1 y co¡¡fesáLldotc po1· indignísimo de tan

362 De la Confesion gran favor. El cuarto de union con nuestro dulcísimo Jesus, á quien has recibido, uniendo tu alma á su llumauidad y divinidad samísima , y cngolfámiote con el piclago de sns perfcccion,cs intú;itas, como ce mella á un gran fuego, y como gota de agua á un gran mar. El quinto de amor, excitando tu voluntad á amarle fervorosamente, porque él es solo el c¡ue merece nuesLro amor ; y con emera confianza y suma reverencia entra por h puerta abierta de su amantísimo pecho, hasta lo íntimo de su di vino corazon, que te ofrece todos los tesoros de su gracia , de su amor y su di vi ni dad. Y pues este Señor se te da en este Sacramento por amor, corresponde con el tuyo , amándole sobre todas las cosas, porq ne es infinitamente bueno y digno de ser amado. El sexro de accion de graóas, dándoselas muy rendidas por este inefable favor y celestial visita que por sola su misericordia te hace: y convidando á sus potencias y sentidos, á la Sacratísima Vírgen María nuestra Sl;!ñora, á los nueve coros Angc.'lícos, á los Santos de tu devocioo, y á tod.as-las criaturas, para que le alaben por tan gran bet!Ígnid'ld y dignacion. El séptimo de ofrecimiento, ol'reciendo al Padre Eterno á su Sa..:ratísimo Hijo y Dios verLhdcro, para que el sea digna relrilJLlcion por sns inefables beneficios, y satisfacciou por tus culpas, y negligencia, y de todos tLlS prójimos. El octavo de peticion, pidiéndole por Slts resplandc· ciemes y sacratísimas llagas el pcrdon de tus

y Comunion. Tt·at, VII. 363 pecados: que abrase tu corazon en su diviuo amor: que te una á sí con vínculo de perp.:tua cariliad: que te enseñe á cumplir su divino¡ voluntad, y á. darle tu corazon libre y desocupado de criaturas &c. Pídele tambien por las necesidades de la santa Iglesia Católica, conver~ sion de los infieles , hereges y pecadores, y por tus bienhechores, amigos y enemigos, por los eclesiásticos y seglares, por los reyes, y por la paz entre los príncipes cristianos &c.; y en fin, todo aquello que tu devocion te dictare. ADVERTENCIA.

Te advierto que en cualquiera de estos actos que se hallare movida tu voluntad con deseo de quietud, te ejercites devotamente, y de· tengas todo el tiempo que durare aquel afecto, sin ansia d.e pasar á otro acto, que es utilísimo para acrecentamiento espiritual del alma, y lograr mejor el fruto de este Santísimo Sacramento. Tambien es muy importante hacerte capaz de estos actos, para tenerlos bien en la memoria, y saberlos practicar cuando comulgl!es, por si no puedes tener á mano este libro. Y para ejercitar mas tu devocíon, dirás la oracion siguiente á nuestro Señor Jesucristo.

Oracion para despues

d~

comulgar.

Gracias te doy, ó amabílísimo J esus , por este inefable beneticio que de tu liberal mise~

364-

De la Co11Jesion

ricordia he recibido. Gracias te: doy una y mil veces por haberme alimentado con tu preciosísimo cuerpo y sangre. Gracias te doy repe~ tidísimas, ó ·amorosisimo Redentor mio, por~ que me has enric1 Ut;cidu con es Le celestial tesoro, en quien esLa;l encerradas las riquezas de ddo y tio:rra. ¿Que te daré, ó liberalisimo Señor, por lo que me has dado ? ¿ Como seré yo. agradecido á tanta misericordia ¡ ¿Quien podrá dignamente pagar tan inmensos beneficios? Tú, Seííor y Rey mio, eres h mejor retri bucion y paga que mi alma pned.e darte, y así Le ofrezco á ti mismo tus infinitOs méritos, y preciocísimo cuerpo y sahgrc que yo .indigno he reóbido. Admirome de coüsiderar que tan supremo Señor se ha ya dignado de abatirse á eutrar en mi pobre morada. Dadme, Señor, licencia para que me una á ti, que eres piélago de infinita caridatt Humíllome basta el polvo, besando LLJS sacraüsimos pies con el debido r~ndimieuto : y como otra Magdalena no los dejaré hasta akanzn un jubileo pleuísimo, y rcmi~iOtl Je mis pecados. Te amo, Dios mio, II!