Indigenas Del Cauca

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INDIGENAS DEL CAUCA EN LA GUERRA DE LOS “MIL DIAS” Por: Ary R. Campo Chicangana1

RESUMEN: En este ensayo se describe la participación de los indígenas Yanaconas y Nasa en la confrontación armada denominada “La guerra de los mil días” que sucedió en Colombia entre 1899 y 1902. La revisión de archivos históricos y la tradición oral de estos pueblos nativos,

le permite al autor

cuestionar aquellas ideas que sostienen que los indígenas eran utilizados o forzados a ir a la guerra por la población “blanca”. Como argumentos para sustentar esta tesis muestra los numerosos casos de deserciones de los indígenas de los ejércitos en pugna y la duración de sus movimientos más allá de los periodos de guerra y los propósitos de reordenamiento social y económico que guiaban sus luchas en los ámbitos locales y regionales. PALABRAS CLAVE: Guerra de los mil días, indígenas, Yanaconas, Nasa, deserciones, lucha por la tierra. SUMMARY: In this essay is described the participation of the Yanaconas and Nasa indigenous people in the “One-Thousand-Day” war that took place in Colombia between 1899 and 1902. The revision of historical files and the oral tradition of these native peoples, allow the author to question those ideas which state that the natives were used or forced by the “white” population to go to the war. As arguments to support this thesis, the author mentions the numerous cases of the natives' desertions from the armies in conflict and the duration of their movements beyond the periods of war and the purposes of social and economic reorganization that guided their fights in the local and regional environments. KEY WORDS: “One-thousnd-day” war, indigenous people, Yanaconas, Nasa, desertions, fight for the territory.                                                              1

 Licenciado  en Ciencias sociales y Magister en Historia Andina de la Universidad del Valle.  

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INTRODUCCIÓN De los archivos históricos y de relatos de la tradición oral de indígenas Yanacona y Nasa en el actual Cauca, se deduce, la magnitud de la participación de estos pueblos en una de las más desastrosas guerras civiles de fines del siglo XIX y principios del XX en el territorio colombiano. Una revisión de la historiografía existente, al respecto, no da cuenta suficiente y cualificada de este importante aspecto de la vida política del país, sus visiones

generalizantes

ubican

rápidamente a los indígenas entre las huestes mestizas de los bandos en conflicto. En los procesos de construcción y deconstrucción de nación; los pueblos nativos son percibidos y enunciados como entes pasivos, sujetos a las pretensiones y caprichos de los “blancos” que entre otras cosas, según esa percepción,

los

llevaron amarrados a una guerra, en la cual los nativos constituyeron el grueso de multitud de guerrillas liberales que osó poner en jaque al gobierno del recién extinto Estado del Cauca, una de las regiones más poderosas e incidentes en la vida de la nación en aquel entonces, lo cual no se entiende si iban forzados a la guerra. Los archivos históricos certifican de manera categórica la palabra de los mayores Yanacona y Nasa, modelos de un estudio que giró alrededor de dos preguntas sustanciales, ¿en qué magnitud e intensidad participaron los indígenas del Cauca en la guerra de los “Mil días”? y ¿cuales las razones que los motivó a participar? ANTECEDENTES Muchos indígenas se sumaron a la guerra de independencia, orientada por los criollos; suponían ellos que así protegerían sus derechos, entre ellos la conservación de sus tierras, eliminación de los tributos y los duros tratos propios de la sujeción y la exclusión, mas no fue así; instalada la república los criollos se volvieron en contra de las comunidades, avanzaron sobre las tierras comunitarias emitiendo para ello leyes que garantizaran la extinción de los resguardos y la comercialización de la tierra. Se cumplían así las pretensiones de la aristocracia criolla de la república en marcha, herencia de los postulados emergentes del movimiento cultural y político de la ilustración europea de la que se venían 2   

   

nutriendo, bases ideológicas con las que organizaron la lucha armada que daría como resultado la “independencia” y la instauración del Estado-Nación.

Para impulsar estas concepciones del hombre y del mundo, se requería de un sujeto “nuevo” al que había que sacar del “desorden, salvajismo y barbarie” en que vivía el nativo americano, según lo concebían los criollos ilustrados, única forma de construir una nueva sociedad donde los “salvajes” serian por fin “ciudadanos” capaces de reconocer sus derechos y por supuesto sus deberes y por sobre todo la legitimidad del Estado. Esto trajo consigo una multitud de conflictos, pues no era fácil uniformar de un tajo la utópica nación compuesta por diversas culturas e intereses y aspiraciones en contravía al proyecto liberal ilustrado. La república era todavía un sueño, un mosaico de alianzas temporales que se rompían una y otra vez con el tronar de las armas y los tambores de guerra anunciando qué tan cara era la ilusión hegemónica liberal. Múltiples guerras civiles azotaron el remedo de república, tanto que a finales del siglo XIX la nación seguía prácticamente incomunicada en

medio de la más espantosa guerra partidista liberal

conservadora.

Al declarar al indio “ciudadano libre” e “igual a los ciudadanos blancos”, no solo pasaba a ser sujeto de derechos y obligaciones, sino víctima de un sistema desconocido que lo constriñe hacia un “progreso” visto a través del comercio de sus tierras y su trabajo, era pues necesario hacerlo propietario individual, “ellos quedan en todo iguales a los demás ciudadanos y se regirán por las mismas leyes” rezaban los primeros decretos; esto se vuelve contra las comunidades ya que deroga de un solo trazo el sistema protector que contra los abusos de los blancos había establecido el régimen colonial. La agresión contra el indio y sus tierras adquirió niveles dramáticos. Tratándose de la apropiación de la tierras de los resguardos, dice Juan Friede “grupos sociales de intereses opuestos, partidos políticos e ideologías que se combaten, demuestran igual fervor” (Friede1976) 3   

   

incluso se llego a dictar leyes para no escuchar a los indígenas “en ningún tribunal o juzgado se oirán reclamaciones cuyo único y determinado objeto sea pedir que no se repartan los resguardos” (ley del 2 de junio de 1834).

Finalizada la corta guerra de 1885, el Estado se había hecho más fuerte y centralizado, así que el presidente Rafael Núñez proclamo la cesación de la Constitución de Rio Negro, los delegatarios que redactaron la Carta de 1886, plasmaron en ella, el proyecto liberal de un Estado fuertemente centralizado y una república unitaria, al capricho de Núñez; el federalismo quedaba abolido y en vez de los Estados soberanos

quedaban los departamentos con sus respectivos

gobernadores sometidos la autoridad central; la Nación se yergue como figura central y a ella pasan muchos poderes antes en manos de cada Estado, como los territorios y sus bienes, la exclusividad en la introducción, porte y fabricación de armas; se amplía el periodo presidencial con poderes por encima de la Constitución que fortalecen al ejecutivo, como la potestad de acallar a la prensa de oposición, se restablece la religión “Católica, apostólica y romana” y se les entrega la educación bajo los acuerdos del Concordato y se restablece la pena de muerte.

Aun así las rebeliones no paran, en 1895 se produce otra, corta por cierto, en ella se

demuestra de manera contundente la fortaleza que ha adquirido el poder

central y su aparato represivo; además nos muestra otra gran realidad, la apabullante exclusión a la que han sido sometidos los liberales; el sector radical se lanzó a la guerra como único mecanismo para hacerse escuchar, frente a la imposibilidad de acceso al parlamento y a otras esferas del poder, la prensa de oposición estaba amordazada y la represión era contundente ante cualquier asomo de inconformidad. Se practicaba un régimen similar al que ejercieron los liberales bajo su hegemonía.

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Las últimas elecciones del siglo XIX, nos muestran el nivel de exclusión y tensión en las relaciones políticas que se vivían en el antiguo Estado del Cauca, telegramas van y vienen pidiendo garantías u ordenando la farsa electoral, el fraude, las denuncias en volantes clandestinos reclaman transparencia, solo podían votar los dueños de bienes raíz y los que sabían leer y escribir, la exclusión debe hacerse efectiva para garantizar la hegemonía; la policía organizada amenaza, los autoridades no funcionan para los liberales; alcaldes, inspectores, comandantes eran mano derecha del gobernador que a su vez lo era del poder central, la escogencia de funcionarios se regía por la siguiente orden del gobierno central “…el individuo que se designe debe ser reconocido como amigo el gobierno y apto para desempeñar el destino”. Telegramas como el siguiente muestra lo que ocurría en los municipio alejados de la capital departamental “Cura, inspector Rosal, policía organizada, persiguen brutalmente liberales; causa elecciones. Pido garantías .Gerpabon… Suplico señoría reprima atropellos denunciados. Presidente Directorio Liberal”. 2

Los jurados determinan quien gana. “Amigos” o “enemigos” del gobierno, calificativos con los que se va configurando el mapa de las rivalidades, pronto quedaría a un lado la rivalidad simbólica dando paso a la más espantosa confrontación armada donde no solo se saldaron las cuentas partidistas sino todas otras rivalidades y consolidación de ambiciones. Los últimos funcionarios liberales o simpatizantes de dicho partido van a ser barridos de sus puestos, sobre todo en zonas de marcada preponderancia liberal.

Finalizada la corta guerra de 1895, los liberales no se sintieron derrotados, guardaron sus armas, para una guerra definitiva y de mayores proporciones. Las denuncias sobre fabricación y posesión de armas, sobre armados que se movilizan, son cada vez más frecuentes y alarmantes en las cercanías de                                                              2

 ACC. Archivo Muerto. Paquete 246 legajo 66. Paquete 256, legajo 20 y 21. Popayán 1898  

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Popayán ya en diciembre de 1896 es decir un año antes de que el liberalismo lanzara su grito de guerra desde Santander. De la misma manera la frontera por el sur se activa muy temprano, hacia diciembre de 1898, solo dos mese después del grito de guerra un fuerte incidente se sucede en la frontera colombo ecuatoriana, una fuerza liberal ecuatoriana ataca a las fuerzas del gobierno colombiano, el combate duro alrededor de cuatro horas con un saldo de más de 60 muertos entre los dos bandos, está alerta será decisiva para la lucha liberal en Colombia, pues ágilmente el gobierno colombiano acude a la diplomacia y logra acuerdos de neutralidad que serán fatales para los liberales colombianos, neutralidad que en términos oficiales se cumple a medias , pero que de todas maneras le quita impulso a las fuerzas liberales sureñas.

LOS INDIGENAS EN LA GUERRA Sentados en medio del maizal que el viento juguetón hacia danzar al ritmo de las horas, mi abuelo indio me narraba historias de guerra lejanas para mi, en aquel entonces, con sus duras manos de labriego dibujaba el terreno de sus relatos, allá el cerro, la trinchera, el puente; suavemente, como si de la trinchera se tratara, apartaba las endebles cañas para señalar las moles montañosas del imponente Sotará, el combate de Flautas, la toma de Puracé, etc., estiraba su mano derecha y con el índice haciendo de cañón disparaba al frente, “retumbaba la montaña”, decía, ya para narrarme el papel de los indígenas en el combate, el de los abanderados; de pronto batía su mano derecha abierta y era entonces el sable que por su investidura de Teniente Coronel cargaba su padre Manuel de Jesús Chicangana, y con el que por poco cercena la cabeza del General Paulino Vidal, un mestizo que trataba mal a los indios “dándoles de palos”, “ambos ejércitos desaseguraron fusiles y se tendieron, se iba a prender la balacera” dice con enfático acento . Esta narración que como un relámpago en la historia nos muestra a unos personajes en acción, dibuja a la vez las tensas relaciones de los combatientes mestizos y los indios, no eran de total sujeción

como podría

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suponerse, pues lo que finalmente vemos es claramente definidas unas guerrillas liberales de mestizos y otras de indios, cada una actuando en sus terrenos.

Minga para la Guerra. Lo que nos cuenta la tradición oral es que ir a la guerra era como ir a una Minga, es decir al trabajo comunitario que beneficia a todos, “ han de haber sido más de 200, porque cuando se reunían de un momento a otro eran más de ochenta (…)

pues era todo un resguardo, la gente se había vuelto

práctica, eso era como quien dice, vamos a la minga” volverse practico denota una constante que el narrador nos certifica y es que los indígenas venían de participar de las diversas guerras “dicen que los jefes ya eran oficiales, ya habían salido a otras guerras”(Voz Yanacona 1997). Lo mismo ocurre con el pueblo nasa3 habían participado en varias guerras, que ellos llaman “guerras chiquitas” las mismas que componen esta gran guerra que no acaba nunca.

“Me conto quien ha andado pues… en la guerra, el abuelo de nosotros que se llamaba José Yotengo… que lo llevaron en un contingente… de aquí a Popayán, antes de la guerra del 1885 sería…lo habían trasladado a Pasto… y luego se enfrentaron, como decía, en la guerra civil… no me acuerdo bien pero decía en un punto de Juanambú se juntaron, entonces al frente estaban los liberales y el estaba revuelto allí [con los conservadores], en ese contingente habian como sesenta liberales, entonces dijeron, p´a que no se cayeron ellos [los conservadores], pusieron adelante a ellos [a los indígenas] y ellos no tuvieron otro campo, dijo que clavaron los fusiles y pasaron a la otra fila y como es que echaba plomo p’a que no alcanzaran a pasar, cayeron pues pu’ay unos trece o catorce. Allí el ya tuvo que comandar a la otra fila de ellos [liberales], luego lo trasladaron hasta Ibarra, allá permaneció no mas tres años, y se vino pa la casa pues, otra vez… y cuando menos pensó, estando trabajando llegó otra nota, pues que fuera                                                              3

 Los Yanaconas los ubicamos al sur del Cauca, desde las faldas sur occidentales del Sotará hasta la bota caucana, mientras los Nasa se ubicaron desde el Sotará al sur de Popayán hasta el valle del Cauca por el norte y desde allí hasta Tierradentro en las fronteras con el actual Departamento del Huila. 

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a presentar al batallón, eso había sido otra guerra chiquita, directamente habían manda’o

pa’l valle, p’a los Chancos…, (…) allí es que [hubo] un montón de

muertos, un día entero luchando…, derrotaron a los conservadores, es que le daba la sangre a los tobillos…, allá es que acabó la gente, presentaban siete mil hombres contra tres mil quinientos de los liberales…, (Voz Nasa.1996)

Nuestro narrador nos cuenta las acciones de varias guerras de finales del siglo XX, en una sola, a la usanza de las categorías del tiempo andino cíclico, de ir y venir de guerras chiquitas en una gran guerra. Yotengo fue uno de los avezados comandantes de guerrillas liberales de indígenas nasa, las historias se repiten en uno y otro caso lo que varia son los personajes, así es como estos hombres experimentados organizan y conducen las guerrillas de uno u otro bando.

Vecoche, indígena de Pitayó, fue anexado a un batallón gobiernista, tiempo después regresa y encuentra muerta a su mujer y a sus hijos, le informan que son las guerrillas liberales, he ahí como se yergue uno de los jefes de guerrillas conservadores más implacables y crueles a lo largo y ancho del territorio nasa, armado y amparado por el gobierno del Cauca se convirtió en el terror de liberales y finalmente hasta de los propios conservadores que se opusieron a sus desmanes.

Los archivos históricos, en concordancia con la tradición oral, muestran abundante información sobre movimientos de tropa oficial en esta parte del país, mientras que del lado indígena ambas fuentes nos cuentan de multitud

de guerrillas

distribuidas a lo largo y ancho del territorio de lo que fue el centro y sur del gran Cauca, grupos de combatientes integrados por indígenas con jefes de sus mismas etnias que solo se rindieron tiempo después de que los grandes ejércitos del norte

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habían firmado la paz en el Wisconsin, barco de las fuerzas norteamericanas apostado en las costas de Panamá.

Muchas de estas guerrillas fueron inicialmente organizadas y apoyadas por connotados mestizos liberales dueños de haciendas al sur y norte del cauca, afiliados al “Club liberal” de Popayán, al parecer la intensión fue conformar un verdadero ejército que enfrentara en condiciones de igualdad a las fuerzas gobiernistas acantonadas en el Cauca, pues la desventaja era aplastantemente notoria, se trataba de fuerzas del gobierno bien armadas y municionadas, abastecidas de alimentos y ropajes, frente a inexpertos campesinos e indígenas con machetes, lanzas de morochillo y cuchillos de chonta en la mayoría de los casos, los cañones que utilizaron los liberales en ocasiones no eran otra cosa que explosiones de pólvora en tarugos de guadua para hacer creer al enemigo que se poseían, estos causaban un gran pavor al enemigo.

Durante el primer año se intento una fuerza amplia un verdadero ejército, pero en la medida que la guerra cogió fuerza, el club paso a la clandestinidad, los ofrecimientos pasaron al olvido y el control propio de huestes bien organizadas no fue posible, es cuando cada quien decide organizar sus propias guerrillas y hacerse a los pertrechos y recursos para sostener la guerra. Los jefes mestizos iban de pueblo en pueblo levantando los ánimos y organizando pronunciamientos que se sucedían a cada rato, acciones que alertaban a la contraparte que desesperadamente organizaba igualmente nuevos contingentes

con recluta

forzosa, con ofrecimientos de libertad a los presos que se decidieran pelear por el gobierno, la cacería de reclutas en los campos hace que rápidamente se conformen las guerrillas liberales, pues los indios consideraban que era preferible “servir a la revolución que al gobierno”, también los hubo que siguieron a sus jefes conservadores, pronto quedó conformado el batallón Güeinas compuesto por indígenas nasa y dirigido por el propio general Francisco Güeinas, este operará 9   

   

contra los indios de Tierradentro; igual ocurre al sur, listo esta el batallón Timbio, compuesto por mestizos conservadores actuará sobre los indios del Macizo, sur del Sotará, se unirán, unos y otros, a los batallones oficiales.

Al norte del cauca una fuerza liberal de negros ha comenzado a operar entre Jamundí, el Palo y Quilichao, brindan apoyo a la constitución de la única fuerza más amplia en hombres que logro el liberalismo, estaba organizada y dirigida por el general Clodomiro Castillo que un mes después de declarada la guerra contaba con más de mil hombres, este inicia su marcha desde Papayal en el valle del Cauca

hacia Tierradentro, en el camino se le unen fuerzas, tanto voluntarios

como los de peonadas por orden de los hacendados liberales, como por ejemplo el hacendado florentino Sánchez que ofrece 200 hombres de su hacienda “solo esperando sus ordenes para ver qué debo hacer en la defensa de nuestro partido” arguye. El avance de castillo une fuerzas que ya ascienden a cerca de dos mil hombres, la alarma conservadora crece en las montañas, el gobierno ordena a sus batallones rodear y aniquilar a las fuerzas de Castillo, pero este logra evadir a las tropas y acertar demoledor golpe a las fuerzas del coronel Piamba un timbiano que avanzaba por el paramo de las Delicias en pos de Castillo.

Tunía, Usenda 15 de diciembre de 1899

“anoche a las once de la noche, en el paramo de las delicias, ha asaltado el enemigo a coronel Piamba y a Sebastián Muñoz y le han hecho mucho daño a este, que el enemigo nos ha matado mucha gente, ha tomado muchos prisioneros y tomado elementos de guerra, que los que más han peleado anoche han sido indios, no tanto negros…”4

                                                             4

 ACC. Archivo Muerto. Paquete 275, legajo 69. Diciembre de 1899  

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Este fue el único intento significativo, las fuerzas de Castillo serian desbaratadas por la presión de cuatro batallones que fueron lanzadas contra sus huestes mal armadas, mal pertrechadas y si abastecimiento de alimentos. En adelante el furor de multitud de guerrillas de indios y mestizos se abre paso en las montañas. En el caso de los Nasa las hubo de liberales y las hubo de conservadores, en el caso Yanacona el fuerte fue de guerrillas liberales alrededor de 8 y solo una de conservadores mestizos que operaban desde los pueblos vecinos contra los pueblos de indios entre los Nasa se logro detectar 45 guerrillas liberales y 12 conservadoras, así que la guerra en el Cauca fue una guerra de Guerrillas aplicando todas las tácticas que había trasmitido el general Avelino Rosas, recién llegado de Cuba, donde había participado en la guerra en defensa de la isla contra España.

Lo

cierto

es

que

estas

guerrillas

de

indios,

osaron

llegar

mancomunadamente, tanto los del norte como los del sur hasta las goteras de Popayán, recordemos la guerra de Rio blanco, y poner en serios apuros al gobierno del Cauca. Estas guerrillas combatieron hasta mucho tiempo después de que los connotados generales Benjamín Herrera y Uribe Uribe habian firmado la paz tanto en Neerlandia como en el Wisconsin solo fueron sometidas, después de tomar prisioneras a las mujeres de los jefes y ayudantes de las guerrillas más tenaces y aún así exigieron acuerdos de respeto por sus vidas, bienes y honra, que ya agotado el gobierno del Cauca concedió.

¿POR QUÉ PARTICIPARON?

Los dos argumentos más comunes que se esgrimen para ilustrar la participación de los indios en esta guerra son los de la recluta forzosa y el engaño, pero como podemos intuir con la información ya suministrada este argumento no responde a la profusión de las guerrillas y a la intensidad con que osaron combatir, entonces la pregunta sigue latente,¿ qué era lo que realmente movía a los indígenas al combate?, no es tan fácil sostener el argumento que por la fuerza se puede 11   

   

sostener una guerra de tres años; no desconocemos el peso que inicialmente debieron tener la recluta forzosa, la amenaza, las promesas, etc., no obstante avanzada la guerra lo que se nota es una participación voluntaria muy activa y apasionada en el conflicto, hagamos pues una rápida lectura a las deserciones, insubordinaciones y adiciones.

Las deserciones fueron la respuesta obvia a los masivos reclutamientos forzosos y a los tratos crueles a que eran sometidos los conscriptos, los castigos anti deserción no bajaban e los “500 palos”, practicas en las que ambos bandos se ejecutaban con rigor, sin embargo enormes sectores de los forzados a la menos oportunidad abandonaban el cuartel y volvían a sus casas, al monte o a las filas guerrilleras de su predilección, una lista de desertores del batallón 19 del Cauca perteneciente al gobierno da cuenta de 810 fugados en un semestre. Otro tanto ocurrió con los intentos de ejércitos liberales, Paulino Vidal guerrillero del sur de Timbio quien logro una guerrilla de trescientos hombres un día amaneció con tan solo treinta, esto es lo común, cuarteles abandonados, cambios de bando, deserciones en masa, los argumentos oficiales, validos algunos, certifican que se debe a la “faltan de víveres, ropa y raciones” y el argumento central “… porque estos cuerpos están compuestos por indígenas semibarbaros (…)

que es

imposible obligarlos a servir si no es en las cercanías de sus pueblos… los pocos que he logrado traer aquí desertan en grupos de a ocho, desde las avanzadas…”5 No importaba en que bando, a situación era similar, los comandantes liberales entendieron rápidamente la situación y dieron poder a los jefes locales procurando no alejar demasiado a los combatientes de la zona de su conocimiento y de su familia, pues una de las razones que movía a los indígenas era la defensa de sus tierras, bienes y familia que en comunidades endogámicas los vínculos son con un alto porcentaje de la comunidad.

                                                             5

 ACC. Archivo muerto paquete 277, legajo 5. Nota de la comandancia de la Columna de Tierradentro al  secretario de Instrucción Pública. Popayán  15 de marzo de 1900. 

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Los tratos crueles de parte de los oficiales gobiernista y aún de los liberales, impulsaron la independencia

y profusión de las guerrillas, los calificativos de

“miserables montoneras”, “agentes del satanismo socialista” “tenaces salvajes” “feroces macheteros” para referirse a los indios o negros del Valle del Cauca o Patía, es la mirada de desprecio que los “blancos” sienten por los indios y negros aun dentro de las mismas filas, recordemos el caso de el General liberal Paulino Vidal y su enfrentamiento Con el Teniente Coronel indígena Manuel de Jesús Chicangana.

También fueron comunes las insubordinaciones, sobre todo entre las fuerzas gobiernistas, en más de una ocasión batallones enteros compuestos por reclutados forzosos se insubordinaron, nos ilustra la situación el caso del Batallón Popayán que se insubordino cuando fue enviado a El Espejuelo a donde se les ordenaba

proteger a las familias y peonada de una hacienda de afectos al

gobierno, “dispararon al aire todas las capsulas que llevaban en los cinturones” reza el reporte.

LA CONCIENCIA PROFUNDA. Tras la multitud de vicisitudes, reclutamientos, deserciones e insubordinaciones, hay obviamente otra conciencia política que no es la liberal y que sale a flote desde lo más profundo del indio, pues de ninguna otra manera se podría explicar la pasión, la fuerza el empeño puesto en las acciones de armas de las guerrillas semi independientes que actuaron a lo largo y ancho del territorio del sur del Gran Cauca, ni se podría explicar sostener la guerra hasta tiempo después de firmada la paz por los grandes ejércitos del norte del país. En el caso indígena esa conciencia profunda viene de sobrevivir bajo una capa de múltiples imposiciones ideológicas, religiosas, económicas, que desde la conquista hasta la república han 13   

   

recorrido los territorios y la vida de nuestros pueblos, negando permanentemente su más profundo ser y bloqueando sus aspiraciones. Pueblos que buscan moverse con las mismas herramientas que les niega su realización, aspiraciones que subyacen en el inconsciente colectivo, que desde sus propias opciones no son realizables precisamente por ser minorías excluidas consideradas incapaces e incluso apolíticas, incultas, incapaces de generar propuestas de interés general.

Los pueblos indígenas y negros, excluidos de los proyectos de vida nacionales o impelidos a aceptar proyectos totalmente en contravía de sus aspiraciones, procuraron revivir un proyecto muy suyo y latente a través de sus héroes míticos, tradiciones y símbolos, aspiraciones consideradas para la sociedad mayoritaria como “utópicos”, pro que para una cultura singular son proyectos de vida, se manifiestan en situaciones especificas de la historia cuando se cree que las condiciones son propicias para garantizar su conquista o por lo menos avanzar en algunos de sus objetivos, “la utopía se hace necesaria cuando no se acepta lo que es y, por tanto, se hace necesario trascenderlo. Al poner la cuestión en lo real (la sociedad, el poder, sus valores e instituciones) y abrir un espacio ideal, irreal o futuro, la utopía es subversiva. Subvierte lo real y abre una ventana a lo posible…”6

Una especie de articulación se ha gestado en las predicas liberales y las aspiraciones indígenas, un resorte que dispara viejas aspiraciones frustradas, que no se hacen explícitas pero que están allí, se descubren en el actuar de los indios en las filas liberales contra los terratenientes, contra los templos católicos, contra personas y establecimientos que representan al Estado terrateniente, contra la escuela, en las insubordinaciones de las filas oficiales cuando se trato de defender a familias terratenientes; en las filas inactivas de indios de fuerzas oficiales que                                                              6

 Adolfo Sánchez Vázquez. La utopía de Don Quijote. Citado por Raúl Vidales en Utopía y liberación, el  amanecer del indio. Edit. DEI San José de Costa Rica 1991. Pp. 12  

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perdían a su comandante blanco. Muchos de estos hombres escaparon al control oficial o al de los connotados liberales y organizaron sus propias fuerzas para expulsar a terratenientes, reordenar el poder en sus territorios y equilibrar fuerzas. Lo que no podemos argumentar con suficiente peso es que los indios hubieran luchado por las ideas liberales o gobiernitas, el único caso el del General Güeinas, pero este era un personaje de mucho poder en las un sector de los nasas y allí operan una serie de fidelidades y favores.

No olvidemos que en los años precedente a la guerra la presión para extinguir los resguardos era ya inaguantable, muchos pueblos indios había pasado a ser terrajeros, hombres alquilados en sus propias tierras, el avance del “blanco” era insostenible y así lo plantean los indígenas en sus defensas de la tierra la cual los blancos exigían se repartiera “ este, el mal que nos trae el liberal sistema” otro interesante testimonio de las aspiraciones indígenas aparece en nota que el gobernador indígenas de Funes, envía al secretario de gobierno “… en el interregno que hubo entre 1886 y la aparición de la ley 89 de 1890… en ese periodo se vendieron tierras… lo cual era legal y no había derecho a pleitear… luego aparece la ley 89 ¿Cuesta trabajo devolver?, la ley 89 protegía los territorios de resguardo evitando su venta.

Los poderes locales, las fidelidades y tradiciones, son otros de los elementos que juegan un papel muy importante en la participación apasionada de los indígenas en esta guerra, en muchos territorios de las comunidades tanto nasa como yanacona, fueron los gobernadores y sus Cabildos los que convocaron a su gente a la guerra, algo así como a la minga, tradición antiquísima a la que todo comunero asiste, pues se trata del trabajo mancomunado que se hace para beneficio de todos; por otro lado, los gobernadores no eran otra cosa que el nuevo nombre de quienes antes eran los caciques, autoridades tradicionales de mucha consideración y respeto, cuando no eran estos entonces se trataba de personajes 15   

   

de mucho poder local, descendientes de chamanes o de antiguos guerreros, como es el caso de Yotengo, Yajimbo y Guainas entre los nasa y de los Chicangana, Hormiga y Piamba entre yanaconas, por nombrar algunos, sumado anterior no se puede desconoce el papel de las autoridades espirituales, los

T’ewala o

chamanes entre los nasas, exigían a sus indios realizar los ritos del guerrero, practicas que “ayudan” a los combatientes “volteando” las fuerzas a favor, la ayuda, el beneplácito de T’ewala fue sin duda alguna un factor de valiosa importancia en la lucha de los indígenas, lo que de paso muestra que se trataba de una verdadera empresa comunitaria, de todos, para todos.

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