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1 Parte 1: Contrato No temas a la muerte. No temas, no sufras antes de tiempo. No llores, no te escondas. Acepta. ___

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Parte 1: Contrato

No temas a la muerte. No temas, no sufras antes de tiempo. No llores, no te escondas. Acepta. _____________ Antes de que todo lo que conocemos existiera, antes de que la absoluta nada se convirtiese en todo, sólo existía un bien y un mal. Existía una única fuerza, omnipotente y feroz. En primer lugar, existía un único reino, al que hoy se le llama El Paraíso. La nada se convirtió, poco a poco, en el todo con la creación del mundo, de los humanos y de la maldad. La maldad vista por los ojos divinos como punible al máximo nivel. Hasta los ángeles pecaban... Los ángeles tenían que ser castigados. Entre esos ángeles, se encontraba Lucifer. Lucifer no entendía por qué Dios amaba tanto a los humanos, ni por qué aquellas personas podían ser libres mientras que ellos tenían que permanecer impasibles a todo lo que sucedía en aquel pequeño paraíso en la Tierra, creado por el Todopoderoso. Al final, el Ángel de la luz acabó rebelándose contra sus iguales y contra su superior. El Ángel de la Luz acabó siendo expulsado del Paraíso.

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Su caída acabó creando lo que los humanos, en su gran mayoría, temen: el Infierno. Junto a Lucifer cayeron también los ángeles y arcángeles que lo apoyaron en su revuelta contra Dios. En total, además de Lucifer, cayeron siete ángeles que, según cuenta la historia, procrearon con humanos en la Tierra. De esta forma se crearon a los híbridos, conocidos como Neefilins, y comenzaron así su ejército en el Infierno. De esos ángeles caídos, dos no apoyaron a Lucifer y fueron castigados por Dios simplemente por creer en el amor. ¿Por qué?, se preguntaban. ¿Por qué los ángeles no podían amar? Los ocho ángeles iniciaron un reinado en el Infierno y atormentaron a los humanos, riéndose de su desgracia. El mayor problema era que no importaba cuánto quisiera Dios librarse de sus propias creaciones: los ángeles son inmortales. Lucifer era el líder omnipotente del Infierno y jamás fue visto por otros demonios salvo los pertenecientes a los niveles superiores, tales como los ángeles caídos. Estos acabaron convirtiéndose en los príncipes del Infierno y quedaron en una categoría por debajo de Lucifer, ayudándolo en su reinado. A parte de los Neefilins, los híbridos, existían otro tipos de demonios, como aquellos que habían sido humanos. Excepto los Ángeles Caídos, cualquier demonio puede morir, ser aprisionado o castigado. Créalo, los demonios también temen a la muerte. 3

○●○●○●○●○ En el Infierno, existen veintiséis categorías de demonios, y cada una cumple su función en el Submundo o en la Tierra. Él número veintiséis no es sin razón, ya que en la numerología humana ese número significa "la caída de la gloria". Los demonios están divididos en dieciocho niveles inferiores y ocho niveles superiores. Entre los inferiores se encuentran, por ejemplo: los guardianes, los soldados y los encargados de las posesiones y de sembrar la discordia entre los humanos. Entre los niveles superiores se encuentran los condes, los duques, los presidentes, los comandantes, los tenientes, los generales, los príncipes y el rey; siendo este último el propio Lucifer. Todos los demonios están separados en cada uno de los nueve Círculos Infernales, y cumplen las funciones que les son encomendadas. Entre las categorías más bajas, se encuentran los Baal, Grimorio e Iwia. Baal es el nombre de uno de los condes del infierno que murió a manos de un Arcángel. En homenaje a él, se le puso su nombre a la categoría de los demonios guardianes de los nueve círculos. Cada Círculo Infernal tiene sus propios guardianes para vigilar los terrenos cercanos a donde habitan las almas. Grimoire, o Grimorio, es la categoría de demonios que viajan a junto de los humanos para realizar pactos con ellos. Esos demonios buscan el alma del contratante tras un período de diez años y cómo se realiza el rito depende de qué Círculo Infernal provenga el demonio.

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Iwia es el nombre que se les da a los demonios soldados que, literalmente, permanecen al frente de la batalla, principalmente cuando algunos ángeles intentan invadir territorios en la Tierra que ya pertenecían al Infierno. Al final, ángeles, humanos y demonios nunca están viven en plena paz. ○●○●○●○●○ El Círculo Infernal más agradable para vivir (según sus propios habitantes) es el Valle de los Vientos. En ese lugar permanecen las almas pecaminosas que quedaron afectadas por el pecado de la lujuria durante la vida. En el Valle de los Vientos existe un desierto dominado por la oscuridad y castigado por los vientos. Allí se encuentran dos enormes torres: una, la llamada Torre de los Vientos, donde permanecen en su gran mayoría los pecadores; y la segunda, la llamada Torre del Placer, donde Minos permanece acompañado de los demonios de categorías superiores. Minos es el Juez del Infierno. Es el que escucha la confesión de las almas humanas y quien las juzga, asignándoles su Círculo o SubCírculo Infernal específico de acuerdo con los pecados que hayan cometido en vida, en el que deben permanecer por toda la eternidad. Minos sustituyó a Asmodeus como el líder del Valle de los Vientos.

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Asmodeus era considerado uno de los cinco príncipes del Infierno por debajo de Lucifer. Era el demonio reinante del sexo y de la lujuria. El arcángel Rafael encerró a Asmodeus en una torre cerca del Paraíso, por eso Minos lo sustituyó como líder del Segundo Círculo Infernal. ○●○●○●○●○ Kyungsoo no temía a la muerte, ni aun cuando respiraba y sentía el suelo blando bajo sus pies. Ni aun cuando estaba vivo. A Kyungsoo se lo llevaron al Infierno a través de un pacto realizado con un Grimorio llamado Kaliel. Cuando el chico llegó al Infierno, pudo permanecer en el ante-infierno, pero decidió ir junto de Kaliel, pues no quería quedar solo en un lugar desconocido. El humano permaneció en el Segundo Círculo, en compañía del Grimorio Kaliel, hasta que este murió a manos de un ángel durante una disputa por un alma humana. Durante su convivencia con Kaliel, Kyungsoo acabó convirtiéndose en un demonio Iwia, un soldado (uno de los puestos más bajos de los demonios.) Pero, tras la muerte de Kaliel, Kyungsoo fue obligado a sustituir a su «socio» y acabó por convertirse en un Grimorio. El chico, ya demonio, quedó solo en el Infierno durante mucho tiempo, mientras realizaba, de vez en cuando, pactos con humanos. Esperando el día en el que quedase libre de su condena.

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○●○●○●○●○ —Minos quiere verte... —Kyungsoo estaba acostado, descansando, cuando oyó una voz perezosa murmurar en la puerta de su cuarto. —Pero si acabo de volver de una misión... —dijo el demonio de piel lechosa, sentado sobre su propia cama mientras hacía una mueca. Kyungsoo bostezó antes de levantarse y percibió que su colega de función se aproximaba, riéndose. —¿Crees que le importa eso? –preguntó Baekhyun riéndose suavemente—. Los humanos están en todo momento deseando querer hacer pactos, ¿no lo sabías? Baekhyun era un demonio Grimorio mayor que el propio Kyungsoo; es decir, él también era un demonio que hacía pactos. Los dos eran casi amigos y compartían algunas peculiaridades similares, ya que ambos habían sido humanos, pero acabaron convirtiéndose en demonios tras ir al Infierno. —Apuesto a que es alguien que quiere ser rico, otra vez –murmuró Kyungsoo mientras se ponía su abrigo negro y se arreglaba un poco el pelo. Al final, iría a visitar al jefe. —Apuesto a que será alguien viejo y feo y, en unos diez años, cuando vayas a buscar a la persona en cuestión, esté horrible y, como necesitas acostarte con él, será asqueroso y... —¡Cállate la boca! –gritó Kyungsoo, mostrándole una expresión de enfado a Baekhyun. 7

—Son gajes del oficio... ¿quién nos mandaría convertirnos en demonios Grimorio del Segundo Círculo, Kyung? –Preguntó Baekhyun, todavía riéndose, mientras los dos caminaban por los pasillos de la Torre de los Vientos—. Tenemos que acarrear las consecuencias... Pero, de verdad, espero que sea un viejo obeso y que tenga hemorroides y... — ¡Yo sólo espero que te mueras, Baekhyun! –gritó Kyungsoo con todas sus fuerzas y su voz resonó por los pasillos. Los dos demonios se reían y hacían bromas el uno al otro mientras se dirigían hacia la Torre del Placer, donde residía Minos (el líder de los demonios del Segundo Círculo). ○●○●○●○●○ La Torre del Placer se encontraba a unos 100 metros de distancia de la Torre de los Vientos. Baekhyun y Kyungsoo caminaron todo el tiempo intentando protegerse de la ventisca que los castigaba. El abrigo negro que los dos vestían revoloteaba y el pelo les golpeaba el rostro. Estaba oscuro, pero el viento se llevaba parte de las tinieblas y les ayudaba a ver el camino entre el desierto. La Torre del Placer era grande, hecha de oro y había dos guardias en la puerta de entrada, como era habitual con todos los lugares del Infierno. Siempre había algún Baal protegiendo los accesos a los principales puntos Infernales. — ¡Venimos a ver a Minos! –gritó Kyungsoo, intentando hacer que su voz se escuchase en medio del fuerte ruido causado por el viento. 8

— ¿Os ha llamado? –preguntó uno de los Baal, entrecerrando los ojos. — ¡Claro que nos ha llamado, idiota! Soy Baekhyun y éste de aquí es Kyungsoo. ¡Déjanos entrar! Kyungsoo levantó una ceja hacia su colega y se sorprendió cuando los dos guardias abrieron las puertas sin pestañear o hacer más preguntas. Los dos Grimorios entraron en la torre y suspiraron cuando sintieron el calor rozando sus mejillas. No había más viento ni ruído, todo estaba en silencio y calma. —Odio a esos guardianes... —murmuró Baekhyun colocándose el pelo revuelto por el viento. — ¿Por qué? –preguntó Kyungsoo, colocándose su propio flequillo mientras los dos avanzaban por el enorme salón hasta donde estaba Minos. —Son inferiores, deberían hablarnos con más respeto. Al fin y al cabo, ellos son Baal y nosotros somos Grimorios... —Nosotros no somos mejor que ellos, Baek –comentó Kyungsoo con una risa débil, parándose en frente de la enorme puerta de oro macizo. —Aun así... Sinceramente, menos mal que el demonio que me trajo aquí murió y me convertí en un Grimorio. –Murmuró Baekhyun con seriedad antes de golpear suavemente tres veces la puerta que estaba frente a él—. ¿Tú no piensas igual que yo? El demonio que te trajo también murió a manos de un ángel, ¿no?

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—Sí, pero me gustaba Kaliel; me enseñó muchas cosas –murmuró Kyungsoo con una sonrisa triste y recibió una risa maliciosa como respuesta. —Muchas cosas, claro —los dos Grimorios escucharon una llamada desde dentro de la habitación y abrieron la puerta doble, cada uno sosteniendo un picaporte. La puerta se abrió y reveló una sala grande, espaciosa, con una mesa en el centro. Las paredes de la habitación tenían varios portales envueltos en oscuridad, y era imposible visualizar lo que había al otro lado. En la pared tras la mesa del centro había muchos, muchos nombres rayados con una letra de aspecto desagradable, irregular. Probablemente se trataba de los nombres de los muertos a los que Minos juzgó desde que se había convertido en el líder del Segundo Círculo. —Llegáis con retraso... —dijo el hombre adulto, de pelo largo, cuando los dos Grimorios entraron en la sala y cerraron la puerta tras de sí. —Discúlpanos, Minos. Los guardianes de la torre nos retrasaron — dijo Baekhyun en voz baja mientras posaba una rodilla en el suelo ante el líder, seguido por Kyungsoo. —Deja de echarle la culpa de todo a cualquier Baal que ves, Baekhyun, antes de que te rebaje a la categoría de ellos. Kyungsoo miró rápidamente a su compañero, pero no advirtió ninguna reacción por su parte, se mantuvo callado ante la amenaza de su superior. Los dos Grimorios se levantaron y caminaron con calma hasta acercarse a la mesa de Minos.

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—Cada uno de vosotros visitará a un humano y hará un pacto con él. Tenéis que llegar hasta él lo más rápido posible, antes de que algún ángel lo haga –dijo Minos mirando a los dos demonios que estaban delante de él—. Hoy tenemos a una mujer y a un hombre, ¿quién querrá a quién? Baekhyun miró a Kyungsoo con una media sonrisa. —Jefe, él querrá al hombre. Kyungsoo prefiere follar con hombres y... Baekhyun no consiguió terminar la frase antes de recibir una colleja de su compañero. Los dos Grimorios se fulminaron con la mirada y Minos rio levemente. —Que sea así, entonces... Kyungsoo, entra en aquel portal y sigue el aura frágil del humano que desea hacer un pacto, como estás acostumbrado a hacer—. Minos señaló hacia un portal a la derecha de Kyungsoo y el Grimorio tragó saliva antes de acercarse al portal envuelto en tinieblas. — ¡Espero que sea viejo! –gritó Baekhyun y Kyungsoo puso los ojos en blanco antes de dar algunos pasos hasta atravesar el portal. Frío. Vacío. Un vacío se instaló en la mente de Kyungsoo y cerró los ojos con fuerza después de que todo se volviera oscuro y frío. El Grimorio expulsó el aire fuertemente por la boca cuando sintió sus músculos vibrando.

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Al abrir los ojos de nuevo, estaba en frente de un edificio alto y de apariencia antigua. El demonio giró la cara y sonrió cuando vio que, justo al lado de ese edificio, había una iglesia enorme. Estaba muy oscuro; la lluvia torrencial mojaba su ropa y el viento helaba su rostro cuando, finalmente, entendió que estaba de vuelta en el mundo humano. Estaba en la Tierra. La arquitectura era conocida, el Grimorio ya había estado en aquel lugar hacía algún tiempo. Estaba en Londres, indudablemente, pero no tenía ni idea de qué año era, ya que en el Infierno y en la Tierra el tiempo transcurre de un modo diferente. Kyungsoo caminó hasta el edificio y colocó la mano en el pomo de la puerta de la entrada. Escuchó, inmediatamente después, el ruido de la llave girando y de la cerradura cediendo por un mero pensamiento suyo. El demonio sintió un escalofrío y miró hacia atrás antes de entrar en el local donde su contratante lo esperaba. Un hombre que también llevaba un abrigo negro estaba a unos metros detrás de Kyungsoo, observándolo mientras entraba por la puerta del edificio. El demonio reconoció al ángel gracias a una leve sombra que había a su alrededor. Sus alas no podían quedar totalmente ocultas de los seres sobrenaturales. El ángel había llegado a la Tierra después de Kyungsoo, así que no tenía derecho a interferir en el pacto del demonio. El alma del humano ya le pertenecía a Kyungsoo... Pertenecía al Infierno.

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○●○●○●○●○ Los ángeles también están divididos en categorías en el Paraíso y, al contrario de lo que los mortales ingenuos piensan, esos seres también hacen contratos con los humanos; pactos, en otras palabras. Los ángeles, al contrario de los demonios, no vuelven tras diez años para reivindicar las almas de los mortales con los cuales habían hecho el pacto. Las almas de éstos son enviadas directamente al purgatorio tras su muerte, donde esperarán el momento del juicio final. Los pactos realizados con ángeles son muchas veces considerados "milagros" para la humanidad, aunque estos seres divinos puedan también conceder deseos egoístas hechos a los humanos. Así como los demonios pueden conceder pedidos "caritativos" hechos por las personas, como la cura a una enfermedad. Los ángeles no son tan perfectos y amables como los mortales creen, así como los demonios no son tan terribles y promiscuos (en su gran mayoría.) Cuando un humano implora por ayuda divina y su mente está debilitada y su raciocinio se quebranta, un demonio y un ángel son enviados para comprar su alma, como si se tratase de un juego entre Cielo e Infierno. El trato hecho entre Dios y Lucifer es que el ser que alcance primero al humano es el que se quedará con su alma. Pero, claro, existe un sin embargo: cuando el Demonio y el Ángel llegan al mismo tiempo a junto del mortal, deben luchar hasta la muerte para ver quién conseguirá quedarse con el alma.

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Lo que sucede después de la muerte de un ángel o de un demonio se desconoce, pues se convierten en cenizas al morir y no son vistos nunca más, ni en el Paraíso ni, mucho menos, en el Infierno. ○●○●○●○●○○●○●○●○●○ —Ya es tarde. ¿Qué hace el señor aquí? ¿Cómo entró? –preguntó una mujer de apariencia anciana al demonio. Kyungsoo sonrió, tocando su hombro, engañando su mente—. Ah, sí... ¿El señor quiere adoptar a algún niño? El demonio sonrió más abiertamente. —Sí, me gustaría hablar con un niño en especial... No había brillo en los ojos de la mujer, demostrando que su mente estaba bajo el control del demonio. Todo lo que Kyungsoo decía con su voz dulce recibía un asentimiento como respuesta y, en pocos minutos, los dos estaban caminando por los pasillos de lo que el Grimorio descubrió, en el inicio de la conversación, que era un orfanato. No había rastro del ángel que el demonio había visto no hacía mucho y Kyungsoo suspiró aliviado pensando que había alcanzado al humano primero y que el ser divino no habría querido luchar hasta la muerte por el alma del mortal. —Es aquí –dijo Kyungsoo parándose en frente de una puerta. La señora se detuvo a su lado. —Hay muchos niños ahí dentro... Y ya están dormidos...

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Los ojos del Grimorio se volvieron completamente negros cuando se enfrentó a la mujer nuevamente. —Está todo bien, ahora puedes irte –susurró Kyungsoo y la mortal obedeció y desapareció por los pasillos. Tragó saliva, el Grimorio pestañeó un par de veces hasta que las tinieblas en sus ojos se disiparon y recuperó su aspecto humano. Abrió la puerta suavemente, entró en la cómoda habitación, donde había, como mínimo, quince camas dispuestas de lado a lado separadas por, como máximo, un metro unas de otras. Los niños ocupaban todas las camas y Kyungsoo cerró la puerta tras de sí sin hacer ruido, antes de caminar hasta el humano que exhalaba un aura desesperada. El Grimorio no necesitó llamar al niño que imploraba por ayuda divina antes de que él mismo se girase en la cama para mirarle. Los ojos grandes de Kyungsoo se encontraron con los infantiles e inocentes del pequeño ser humano durante algunos segundos, sin que ninguno de los dos dijese nada. —Buenas noches –susurró Kyungsoo y recibió una sonrisa como respuesta. — ¿Eres el ángel que pedí? –murmuró el niño sentándose en la cama, todavía mirando al adulto con ojos curiosos. —No, no lo soy –respondió Kyungsoo sentándose en el borde de la cama, para que su mirada quedase al mismo nivel que la del niño. Estaba oscuro, y el cuarto estaba iluminado por pequeñas lámparas dispuestas a los lados de las camas, pero Kyungsoo podía notar los

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ojos redondos y los labios gruesos que tenía el pequeño. Era un niño realmente hermoso. —Entonces no deberías estar aquí... Esto es un orfanato de niños y no de adultos. El demonio no pudo evitar sonreír cuando miró al pequeño. —No vine a vivir aquí, no te preocupes... El niño miró desconfiado hacia Kyungsoo y estiró la mano para incrementar la intensidad de la luz que provenía de la lámpara de la mesilla al lado de la cama. — ¿Eres un adulto, no? Tienes el tamaño de uno, aunque tus ojos son demasiado grandes, como los de un niño –dijo el niño mirando fijamente a Kyungsoo, con tanta intensidad que el demonio no sabía cómo reaccionar. —Claro que soy un adulto... —contestó el demonio con una media sonrisa—. Hablas de mis ojos grandes, pero tus labios...Tus labios son más grandes que los de un niño. El pequeño abrió los ojos y se mordió los labios, tratando de ocultarlos del adulto. Kyungsoo sonrió ampliamente y el niño suspiró. —Sólo serán grandes hasta que crezca, serán proporcionados, pero... tus ojos siguen siendo grandes a pesar de que ya eres un adulto. —No te burles de mis ojos, a mí me gustan... —dijo el demonio con una sonrisa sincera, mientras pasaba la mano por su pelo.

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—Además de tus ojos, tus labios también son grandes, así que no puedes hablar de los míos. Kyungsoo suspiró. No sabía que era tan difícil tratar con niños. —Tengo rasgos diferentes, no me critiques por eso, eres un maleducado –dijo el Grimorio intentando sonar lo más serio posible, aunque con sólo mirar la cara de aquel niño sentía la necesidad de sonreír. —No te estoy criticando, lo encuentro bonito... —murmuró el niño con un mohín en sus labios—. Tienes una cara bonita. Los dos permanecieron en silencio durante algunos segundos. Kyungsoo no sabía qué decir y, por un momento, se olvidó de que estaba allí para concluir un pacto con el humano. —Si no eres un ángel, ni tampoco un nuevo inquilino... ¿Me vas a adoptar, entonces? –murmuró el pequeño, confundido. Los dos hablaban en susurros, los más bajo posible, para no despertar a ninguno de los otros niños que dormían en aquella enorme habitación. Aunque Kyungsoo mantenía sus ojos y oídos en alerta, dispuesto a controlar con su mente a cualquier persona que despertase de su sueño o entrase en la habitación. —No, pero vine a ayudarte... —respondió el Grimorio con una sonrisa y el niño lo miró desconfiado. —Te dije que eras bonito, pero no pensaba que me fueras a ayudar... No sé si debo confiar en ti. ¿Cómo has entrado? –preguntó el niño y el demonio soltó una carcajada suave.

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Era la primera vez que Kyungsoo hacía un pacto con un niño y, hasta el momento, le resultaba muy divertido intentar hablar con él sin apretarle las mejillas y morderle sus labios gruesos. ElGrimorioo encontraba a aquel niño adorable con su gesto receloso y sincero. Era casi una tentación para él, que residía en el Segundo Círculo Infernal. Pero Kyungso recordó que los niños no sienten lujuria y que tenía que controlarse. — ¿En qué año estamos? –preguntó el demonio, cambiando de tema de repente, y el niño lo miró confundido. —En 1818, ¿por qué? –Preguntó el pequeño ser humano levantando una ceja—. ¿Estás intentando adivinar mi edad? Kyungsoo sonrió ampliamente y acarició el pelo del niño, quien contuvo la respiración por aquel toque repentino. —Eres muy bonito, debes de tener unos nueve años, como máximo — murmuró el demonio y vio cómo el niño abría los ojos sorprendido. —Eres bueno... ¿Eres adivino o cartomántico? –preguntó el pequeño y Kyungsoo dejó de sonreír. —No soy nada de eso... Ni adivino, ni cartomántico y mucho menos un ángel. Soy un demonio Grimorio; vine porque pediste ayuda. El silencio se cernió sobre los dos y todo lo que se pudo escuchar en aquella enorme habitación era la suave respiración que los niños producían mientras dormían profundamente.

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—Eso no puede ser –murmuró el niño, mirándole molesto—. El sacerdote siempre dice que los demonios no nos ayudan, sólo nos dañan y hacen mal a las personas. Kyungsoo sonrió tristemente y observó las pequeñas manos del niño, que se mantenían cerca de su cuerpo. —Jamás le haría daño a alguien como tú... Soy un demonio bueno. Por supuesto que eso no era exactamente una mentira, ya que el hecho de que Kyungsoo llevase almas al Infierno no convertía en alguien malvado (en su concepción como tal.) Todo lo que hacía era cumplir órdenes y contratos, nada más. — ¿Cómo te llamas? –preguntó el niño, inclinando la cabeza hacia un lado y parpadeando de manera natural. —Kyungsoo... —respondió el Grimorio con una sonrisa, esperando a que el pequeño se presentara. Lo que, de hecho, no ocurrió. —Eres genial, Kyungsoo –murmuró el niño pensativo—. El sacerdote nos habla todo los domingos durante la misa de que los demonios son seres malvados, pero... ¿sabes?, creo que hay humanos que son mucho peor que cualquier demonio. — ¿Por qué dices eso? –preguntó el Grimorio, entrecerrando los ojos mientras pensaba en el tipo de personas que habría conocido el niño. —Mis padres... Me abandonaron y vine a parar aquí porque ellos eran malvados... Creo que todavía debería de tener en mi cuerpo las 19

marcas causadas por el hierro caliente. Aquí en el orfanato las personas son más buenas, pero aun así... No me gustan los adultos, en general. — ¿Y por qué tus padres eran malos contigo?

—No lo entendía muy bien, porque era más joven de lo que soy ahora cuando sucedió todo, pero después de que me trajeran aquí, y de que las monjas y el sacerdote me acogieran... Bueno, me contaron que mis padres vivían en oriente y que el país en el que vivían estaba siendo invadido por otro país, llamado... Ja... Jap... — ¿Japón? — ¡Eso! –Murmuró el niño con un suspiro—. Después de que el país en el que mis padres vivían fuera invadido, ellos se convirtieron en esclavos durante algunos meses antes de conseguir huir y venir a vivir a Inglaterra. Las monjas me contaron con dulces palabras, que hasta hoy no consigo entender muy bien, que mi madre se había quedado embaraza de un soldado japonés por obligación... No recuerdo cómo se llamaba eso... —Violación –dijo Kyungsoo seriamente y el niño asintió. —Eso, creo que es eso...Cuando mis padres vinieron a Inglaterra no sabían que mi madre estaba embarazada de mí y cuando nací quisieron dejarme aquí, pero el orfanato estaba demasiado lleno... Mis padres se quedaron conmigo, pero estaban seguros de que era hijo de aquel soldado que violó a mi madre. La culpa era mía; mi 20

padre me gritaba siempre eso mientras me golpeaba. La culpa de todo su sufrimiento, de todos los males del mundo. Todo era mi responsabilidad, me decía, y tenía que acarrear con las consecuencias quedándome quieto mientras me pegaba.

—La culpa no era tuya –murmuró Kyungsoo y el niño lo miró fijamente. Había lágrimas en los ojos del pequeño ser humano y el demonio deseó que la petición realizada en el pacto fuese la muerte de los padres del contratante. Al Grimorio le hubiera gustado matar lenta y dolorosamente a quien hubiera sido capaz de lastimar a alguien tan frágil como el niño que tenía delante. —Sé que la culpa no era mía... Pero aun así no entiendo por qué ellos fueron tan crueles conmigo. Si un vecino no me hubiese ayudado a escapar y me hubiese traído aquí cuando tenía cinco años, probablemente ya estaría muerto desde hace tiempo. Les tengo miedo a los adultos. Te... tengo miedo a morir. Kyungsoo cerró los puños y se mordió el labio inferior, escenas de torturas pasaban por su cabeza. Escenas de tortura de su propia infancia. El Grimorio apenas recordaba su vida humana, pero recordó por qué había hecho un pacto. En realidad, el niño frente a él le recordaba mucho a sí mismo. El Grimorio jamás se había sentido tan afectado por uno de sus contratantes. Los humanos podían ser criaturas despreciables, pero seres como aquel niño que tenía frente a él le hacían sentir deseos, prácticamente emociones, que no había sentido desde hacía tiempo. 21

Algo parecido al cariño. —Ya no tienes por qué tener miedo –dijo Kyungsoo seriamente y el niño abrió sorprendido los ojos durante unos segundos, antes de sonreír. — ¡No te tengo miedo! ¡¿Cómo podría, con esos ojos tan grandes y esa sonrisa tan bonita?! Ya te lo dije, eres genial... mucho más genial que todos los adultos que conozco. El demonio aproximó una vez más la mano hasta el pelo del niño y lo revolvió suavemente, como acariciándolo. Esta vez, el pequeño contuvo la respiración y ya no parecía asustado. Se quedó mirando al adulto con una sonrisa inocente. — ¿Cómo te llamas, niño? —Jongin... Me llamo Jongin. —Y si te dijera que me puedes pedir lo que quieras, Jongin. ¿Qué pedirías? El demonio dejó de acariciarle el pelo al niño y retiró su mano lentamente. Sin embargo, el menor acercó sus pequeñas manos al brazo del mayor y lo agarró, para enseguida entrelazar sus dedos entre los de Kyungsoo. —Quiero, Kyungsoo... que te quedes conmigo. Eres una de las pocas personas de las que no siento miedo. Desde el momento en el que apareciste al lado de mi cama, sentí que eras alguien especial, que cuidaría bien de mí. ¿Puedes realizar mi deseo? ¿Puedes quedarte conmigo para siempre?

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Preguntó el niño esperanzado y el Grimorio sintió que le faltaba el aire y le fallaba el corazón... No sabía qué responder. Kyungsoo acercó sus manos a los costados del niño y, por primera vez en toda su vida como demonio, abrazó a un mortal. El abrazo entre el demonio y el humano se prolongó durante unos segundos, mientras el adulto acariciaba el pelo del niño, con cariño. —No puedo realizar esa petición, Jongin –murmuró el Grimorio mientras se alejaba del niño, sonriendo tristemente. Por más que Kyungsoo se sintiera tentado a llevarse a aquel niño al Infierno en aquel momento, sabía que eso era ir en contra de las reglas y que ese tipo de peticiones no podía realizarse para que el pacto fuera oficial. Jongin tendría que pedir otra cosa. — ¿Por qué no? Creía que eras especial y que te gustaba... — ¡Me gustas! –respondió rápidamente el Grimorio antes de que el niño lo malinterpretase—. Pero existen reglas que tengo que cumplir. Si quieres cualquier otra cosa del mundo, puedes pedirla que te la daré. El niño estaba cabizbajo, pero miraba a Kyunsoo seriamente, como si estuviera pensando. —Solamente quería que alguien cuidase de mí... —murmuró Jongin con un mohín en los labios. El Grimorio soltó una carcajada. — ¿Puedo contarte una cosa? –preguntó Kyungsoo retóricamente, ya que acabaría contándolo de cualquier manera, pero no evitó sonreír 23

cuando el niño asintió, animado—. Si haces un pacto conmigo, en diez años volveré a buscarte y podrás vivir junto a mí. — ¿Diez años? –Murmuró Jongin con una ceja levantada—. Eso es mucho tiempo... ¿Y dónde viviremos? Kyungsoo se mordió el labio inferior, pensando en cómo hablarle al niño del Infierno sin asustarle. —Bueno, vivo en una enorme torre que los humanos llaman Infierno... ¡Pero no es tan terrible como parece! A mí me gusta, por lo menos... — ¿Iría al Infierno si hago un pacto contigo? –preguntó Jongin mientras jugueteaba con sus dedos. —Sí, vendrías. Pero, como te dije... No es terrible. El niño guardó silencio y Kyungsoo pensó que había perdido la confianza. —Si no quieres hacer el trato, no tienes... — ¡Quiero! –exclamó el niño muy alto, lo suficiente para que algunos de sus compañeros de cuarto murmuraran molestos por el ruido, aunque continuaron dormidos. El Grimorio pestañeó un par de veces y levantó las cejas, pensando que aquel niño era decidido. — ¡Pero sólo si me prometes que cuidarás de mí en el Infierno! Hay adultos también, ¿verdad? –preguntó Jongin preocupado y Kyungsoo no pudo contenerse y revolvió el pelo del niño.

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—Cuando vayas al Infierno, dentro de diez años, también serás un adulto, Jongin. No tendrás que tenerle miedo a nada –viendo que el niño no parecía satisfecho con la respuesta, el demonio continuó hablando—. Pero cuidaré de ti. — ¡Entonces quiero hacer un pacto! –exclamó alto el pequeño una vez más, y Kyungsoo miró hacia los lados para ver si algún niño se había despertado. Por precaución, el Grimorio invadió la mente de los pequeños que dormían y los aprisionó en el mundo de los sueños, impidiendo que se despertasen a pesar del ruido que pudiese hacer Jongin. —Me llamaste por eso... Ahora dime lo que quieres, Jonginnie. —Bien... Como me adoptarás dentro de diez años, pensaba pedirte que... Espera, ¿cómo me has llamado? —preguntó el niño y abrió los ojos sorprendido. ¿Acaso el pequeño humano se había dado cuenta de cómo el demonio lo estaba tentando? —Jonginnie... Es un mote. ¿No te gusta? –preguntó Kyungsoo con un mohín en los labios, fingiendo tristeza. Al demonio le pareció divertido que el niño, inocente, realmente se creyera que estaba triste. — ¡No! Quiero decir... ¡Me gusta! ¡Me gusta! –dijo Jongin entre alarmado y confundido—. Puedes llamarme así, pero sólo cuando estemos solos... Es un apodo muy infantil.

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El niño no lo vio, pero una sonrisa maliciosa se formó en los labios del demonio. —No te preocupes, sólo te llamaré así cuando estemos solos... —la enorme sonrisa de Jongin deshizo los pensamientos maliciosos del demonio y recordó que no debería tener malos pensamientos—. Jongin, pídeme lo que quieras, me tengo que ir. — ¿Puedes hacer que una buena familia me adopte? No quiero esperarte en este orfanato... El niño parpadeó un par de veces después de hacer su petición, mientras el demonio reflexionaba. —Si eso es lo que quieres, puedo cumplirlo. Mañana por la mañana una familia vendrá a buscarte. — ¿Serán buenos? –Jongin parecía asustado y el demonio se mordió su labio inferior, controlándose para no abrazar al humano una vez más. —Prometo que será la mejor familia posible para ti –viendo cómo el niño sonreía y se creía sus palabras, el demonio decidió continuar—. Pero acuérdate, firmamos un pacto. No hay marcha atrás posible y, en diez años, tendrás que venir conmigo. —Pero, Kyungsoo... ¿Ésa es la idea, no? –preguntó Jongin confundido, y el demonio no pudo contener una carcajada antes de acercar sus dedos hasta el flequillo del menor para revolvérselo. —Eres muy mono, Jongin —comentó Kyungsoo, y se percató de que las mejillas del niño se ruborizaron mientras el demonio se acercaba. 26

— ¿Q... Qué estás haciendo? –murmuró el pequeño, asustado, cuando el rostro de Kyungsoo quedó a centímetros del suyo. —Necesitamos sellar el pacto... Pero todavía puedes negarte si quieres. El demonio miró fijamente al niño y podría jurar que oía el corazón de Jongin latir rápido contra su pecho. —No voy a negarme. El humano no tuvo que hablar de nuevo antes de que el demonio colocara las manos sobre sus mejillas. El niño estaba nervioso y respiraba por la boca, mientras miraba fijamente los grandes ojos del demonio. —Cierra los ojos. Jonginnie. El pequeño obedeció y cerró los ojos. También cerró los labios y dejó de respirar cuando sintió que el aire que salía de la boca de Kyungsoo chocaba contra su piel. —No tengas miedo –susurró Kyungsoo contra la piel de Jongin antes de rozar sus labios con los de él. Por más que el demonio quisiera profundizar el contrato, sabía que para sellar un pacto no necesitaba más que eso. Ahora el alma de Jongin le pertenecía y al cabo de diez años volvería a buscarla. —Te veo en diez años, Jonginnie —susurró Kyungsoo contra el niño antes de separarse bruscamente, levantándose de la cama y caminando en dirección a la puerta.

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— ¡Espera! –gritó el niño saltando de la cama y corriendo hacia el demonio. Kyungsoo suspiró aliviado por tener controlados a los ocupantes del cuarto en el mundo de los sueños, pues Jongin podía ser muy escandaloso cuando quería. — ¿Qué pasa, Jonginnie? –preguntó Kyungsoo con una sonrisa, mirando hacia abajo, encarando el rostro del niño más bello que jamás había visto. —Diez años, ¿no? —Eso es. En diez años, volveré. — ¡Eso es mucho tiempo, Kyungsoo! ¿Puedes venir a visitarme? – Jongin parpadeaba rápido, como si estuviese ansioso. —Es muy difícil venir al mundo humano sin que sea por una orden directa, Jongin... — ¡Por favor! Kyungsoo se agachó y apoyó una rodilla en el suelo para quedar a la altura del niño. El Grimorio suspiró y se mordió los labios, arrepintiéndose de lo que diría. —Vendré algún día, antes de los diez años. Vendré a visitarte, si me prometes que serás un niño bueno y te portarás bien con tus nuevos padres. — ¡Lo seré! –dijo Jongin con una sonrisa antes de envolver sus brazos alrededor del cuello del demonio, abrazándolo.

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—Pero existe también una condición... para venir a visitarte antes de que pasen los diez años. Jongin era un niño, era inocente. No entendía la sonrisa maliciosa en los labios de Kyungsoo y mucho menos podría adivinar lo que planeaba cuando inventó esa condición. —Necesitas darme algo a cambio, algo tan insignificante que ni siquiera notarás que lo cojo. El niño asintió, antes de separarse del abrazo, aún sin tener ni idea de lo que hablaba el demonio. Kyungsoo se despidió una vez más con una caricia sobre el pelo de Jongin. El demonio chasqueó los dedos y los niños que dormían comenzaron a despertarse mientras él salía por la puerta. — ¡Te esperaré! –susurró Jongin a Kyungsoo antes de volver corriendo a su cama. El niño no lo vio, pero el demonio sonreía cuando cerró la puerta tras de sí.

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Parte 2: Promesa Inmortalidad, ¿alguien aparte de Dios sabe lo que es eso? Las mariposas son un símbolo de inmortalidad; pero ¿por qué? Mueren tan, tan rápido... Igual que tú. _________________ Kyungsoo no había mentido. Jongin fue adoptado por una familia cariñosa y bien situada económicamente. El demonio vagó durante unas horas por las calles oscuras de Londres en busca de una casa que le pareciese agradable para que el pequeño viviese durante los siguientes años y, cuando la encontró algo captó su atención dentro de la residencia, trató de colarse en su interior. 30

La familia ya tenía una hija, una niña también, y Kyungsoo encontró apropiado escoger a aquellos padres para Jongin. No fue necesario más de un toque con la punta de los dedos en la cabeza de la pareja que dormía para que el demonio manipulara sus mentes y les hiciera creer que necesitaban adoptar un niño. Precisamente en el orfanato del centro de Londres, precisamente a aquel niño asiático, de cabellos oscuros y labios anchos llamado Jongin. El demonio Grimorio estaba dispuesto a quedarse unos minutos dentro de los pensamientos de los mortales, para controlarlos y descubrir hechos sobre su vida, y forzarlos a ser mejores personas de lo que ya eran. Necesitaban ser padres perfectos para el niño con el que Kyungsoo había realizado un contrato. Solamente después de asegurarse de que todo estaba como debía estar dentro de las débiles mentes de los humanos, el demonio sonrió satisfecho y respiró hondo antes de cerrar los ojos y formar en su mente la imagen del Infierno. Las tinieblas lo engulleron y gimió en voz baja cuando sintió un frío intenso en la región abdominal. Al abrir los ojos, Kyungsoo estaba de vuelta en la Torre de los Vientos, donde vivía en el Infierno. Su trabajo en la Tierra había sido realizado y volvería en diez años para buscar a Jongin. ○●○●○●○●○ Equivocado. Kyungsoo intentó convencerse de que no debería ir hasta la Tierra antes de que transcurrieran diez años, que no debería apegarse a 31

ese niño humano y que ¿dónde tenía la cabeza cuando le prometió que cuidaría de Jongin cuando llegase al Infierno? Como el tiempo en el Infierno y en la Tierra transcurría de forma desigual, para Kyungsoo parecía que había pasado una eternidad desde que había visto a Jongin por última vez. Hacía tanto tiempo desde su primer y único encuentro con el niño que era difícil acordarse de los detalles de su rostro, aunque la imagen de sus labios carnosos y rosados estuviese fija en sus pensamientos. El demonio sabía que no había pasado tanto tiempo en el mundo humano y que Jongin probablemente aún no le echaba en falta (si es que lo hacía), pero el Grimorio estaba nervioso. Kyungsoo necesitaba sincerarse consigo mismo, necesitaba admitir que se estaba volviendo loco. Quería ver a Jongin... Necesitaba ver a Jongin. —Tienes un aspecto horrible... — murmuró Baekhyun levantando una ceja, pero luego trató de sonreír cínicamente—. Como siempre. —Muérete, Baek. Estoy teniendo una crisis interna, no necesito tus bromas ahora. — ¿Crisis? ¿Qué quieres decir con crisis? Los dos Grimorios caminaban por el desierto del Valle de los Vientos, pasando el tiempo mientras esperaban nuevas órdenes de su superior. —Es que prometí algo que no puedo cumplir –murmuró Kyungsoo rascándose la nuca preocupado y escuchó a Baekhyun reír, despectivo. 32

— ¿Promesa? ¿Estás preocupado por cumplir una promesa? ¿Te has olvidado de que eres un demonio, idiota? ¡Nuestra palabra no vale nada! Kyungsoo puso los ojos en blanco. —Tú palabra puede que no valga más que basura, pero la mía sí – Baekhyun siguió riéndose a carcajadas, aunque el demonio de cabello negro le golpease en el brazo para hacerlo callar. —Cuéntame qué está pasando y te ayudaré, Kyung... —Ni lo sueñes –dijo Kyungsoo con una sonrisa cínica, entornando los ojos, molesto—. Eres el demonio menos indicado con el que tener esta conversación. Claro que Baekhyun no dejó al otro en paz hasta que supo toda la historia, los detalles, cual había sido su promesa y el problema que supondría incumplirla. El demonio de pelo castaño guardó silencio unos segundos, antes de coger aire por la boca y abrirla, listo para hablar. Kyungsoo ya se estaba arrepintiendo de haberle contado cuál era su problema antes de haber oído cualquier palabra del otro. —Y me cuentas esto después de... Espera, ¿cuántos años hace de esto? –gritó Baekhyun, indignado por la falta de confianza de su amigo. —Le pregunté hoy a un demonio que volvía de la Tierra y me dijo que allá es 1823... Eso significa que hace unos cinco años desde que concluí el pacto con Jongin.

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—Siempre me pierdo con el tiempo aquí... —comentó Baekhyun, pareciendo irritado, suspirando pesadamente—. Y entonces, ¿Por qué no vas a visitar a tu niño? Cinco años es mucho tiempo. —En serio, si empiezas con bromas te llevaré hasta el quinto Círculo Infernal y te ahogaré en el río Estige... Kyungsoo sintió como una vena le latía en la sien cuando su compañero comenzó a reír. —Cierto, no bromearé sobre el hecho de que eres un pervertido asqueroso, pero... ¿Niños? ¿Estás hablando en serio? Eres un depravado, eso ya es una enfermedad, Kyungsoo. El demonio de pelo negro se quedó en silencio, pensando. ¿Sería Kyungsoo desterrado o condenado a muerte por asesinar a un compañero en el río Estige? Porque esa idea nunca pareció agradarle tanto antes de ese momento, en el que corría detrás de Baekhyun por el desierto del Valle de los Vientos, gritándole insultos y amenazas de muerte hasta que le dolió la garganta. ○●○●○●○●○ —Me vas a tener que recompensar por esto —murmuró Baekhyun, pareciendo irritado. Después de una larga discusión los dos demonios llegaron a un acuerdo. No era tan simple ir hasta la Tierra sin recibir una orden directa para hacerlo, así que Kyungsoo se vio obligado a invadir la sala de su jefe para atravesar el portal y encontrarse con Jongin. — ¡Te ofreciste a ayudarme! —murmuró Kyungsoo con tono ofensivo. 34

— ¿Y de verdad creías que yo, Baekhyun, el demonio más sádico que conoces, te ayudaría de forma gratuita? —Preguntó el demonio riendo alto—. Voy a tener que distraer a los guardias y sabes cuánto odio al personal de categoría Baal. Sinceramente, vas a tener que pagarme muy bien. Kyungsoo suspiró. Por supuesto que Baekhyun no iba a ayudarle sólo por ser buena índole. — ¿Qué quieres a cambio de ayudarme? —Cuando vuelvas de la Tierra, pásate por mi cuarto y entonces te diré lo que quiero. La sonrisa maliciosa estampada en el rostro del demonio de pelo color chocolate no escondía sus intenciones. —Ah, no me lo creo... ¿En serio? ¿Me vas a obligar a tener sexo contigo? —preguntó Kyungsoo con una ceja levantada. No tendría problemas con eso, ya estaba acostumbrado a tener relaciones con humanos y demonios, pero nunca había tocado a Baekhyun de manera inapropiada. —Tú decides, o ves a tu niño y tienes una buena noche conmigo o te quedas ahí lloriqueando por las esquinas hasta que llegue el momento de arrastrar el alma del mortal hasta aquí. —Eres un pervertido, Baekhyun —dijo Kyungsoo estrechándole la mano, cerrando el trato. — ¡Yo diría que soy un hombre que aprovecha las oportunidades que le dan!

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El Grimorio de pelo negro puso los ojos en blanco una vez más antes de empujar a su compañero en dirección a los guardias de la Torre del Placer. Baekhyun le lanzaba miradas mientras hablaba con los demonios Baal en la entrada de la torre y le guiñó un ojo a Kyungsoo cuando descubrió que Minos no estaba en su sala. Kyungsoo suspiró. Más le valía que esa visita a la Tierra valiese todo el esfuerzo que estaba haciendo. Jongin tendría que recompensarle muy bien.

○●○●○●○●○ Jongin no tenía sueño. Normalmente no tenía sueño cuando llegaba la noche, aunque el clima estuviese casi siempre lluvioso, lo que muchas personas consideraban el tiempo perfecto para dormir. Jongin estaba en su habitación, acostado en su cómoda cama, pensando en algunas cosas que le habían ocurrido cinco años atrás. Pensando en Kyungsoo. Aquella noche en la que el humano se había encontrado con el demonio, el joven (niño en esa época) casi no lograba conciliar el sueño después del encuentro, con millones de pensamientos martilleándole la mente. A la mañana siguiente, Jongin llegó a pensar que todo había sido un sueño, un ideal que él había creado en su cabeza y que seguiría allí, en aquel orfanato, hasta ser expulsado al cumplir la mayoría de edad.

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Sin embargo, cuando llegó a la gran cafetería, una de las coordinadoras del orfanato lo llamó y entonces conoció a su nueva familia. En menos de una semana, Jongin ya tenía una casa nueva, un cuarto sólo para él, padres que parecían ser molones y una hermana. Cinco años habían pasado y el joven ya tenía catorce años y no tenía miedo a los adultos. Había superado su miedo con el paso del tiempo, mientras conocía nuevos familiares en grandes comidas en las fechas conmemorativas, y frecuentaba una escuela particular de Londres. Al contrario de lo que Jongin esperaba, nadie se metió con él por ser de una etnia diferente, ni en la nueva familia ni tampoco en el nuevo colegio. Se preguntaba si el hecho de que todo le fuera bien se debía al pacto que había hecho con Kyungsoo. Si el demonio le observaba desde lo lejos, ayudándole en sus problemas. —Kyungsoo... —murmuró Jongin el nombre del demonio, en la oscuridad de su cuarto, rompiendo el silencio que hasta entonces lo sofocaba. Las sábanas cubrían prácticamente todo su cuerpo y el joven lamía sus propios labios mientras enfocaba en su mente el recuerdo que tenía del demonio que había hablado durante algunos minutos aquella noche de un día que le parecía ser el peor de todos mientras vivió en el orfanato. Jongin no llamó a Kyungsoo porque pidiera ayuda, la verdad es que él pensaba que no la necesitaba. Una buena niña algo más joven que él había sido adoptado ese día y Jongin se había dado cuenta de que jamás se lo llevarían de ese lugar. Nadie lo quería. Si ni sus padres le querían, ¿por qué un extraño iba a quererlo?

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Aquella noche Jongin lloró y pidió ayuda divina, suplicó para que le enviasen a alguien, para que alguien cuidara de él. Cuando Kyungsoo llegó, Jongin no entendió qué hacía allí aquel adulto de facciones infantiles. Por qué sus ojos y sus labios eran tan grandes y por qué su voz le parecía tan dulce. Aunque era difícil para Jongin creer que Kyungsoo era alguien que venía del Infierno. ¿Cómo podía existir alguien tan bueno y bondadoso en el Infierno?

Porque era eso lo que Jongin notaba en Kyungsoo... Alguien que en pocas palabras y gestos le hizo ver una sutileza, una bondad y una belleza que jamás había visto en algún humano, tanto adulto como niño. Kyungsoo ayudó a Jongin a encontrar una familia, un hogar... Pero el niño quería que el demonio le acompañase. Quería hablar con él, oír su risa y ver su sonrisa. Jongin no estaba siendo egoísta... ¿O sí? El joven dio un largo suspiro. Se sentía extraño. Cuando pensaba en el demonio de años atrás todo lo que hacía era unos dibujos, intentando retratar una cara que jamás quería olvidar, y entonces sonreía a sus recuerdos hasta que sentía sus ojos llenos de lágrimas por la soledad que sentía. Sin embargo, con el paso del tiempo... Bueno, últimamente, se sentía extraño cuando pensaba en Kyungsoo. Muy extraño.

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Una sensación incómoda bajo el vientre, una presión en una pulsación diferente a la que él conocía como normal porque ya había oído a sus compañeros de escuela hablar sobre ello, pero aún así... ¿Era normal sentir aquella pulsación mientras pensaba en Kyungsoo? Jongin intentaba dormirse siempre que se sentía extraño, pero aquella noche era difícil. La sonrisa del demonio, sus labios se abrieron mientras su voz salía suavemente como en una canción a los oídos de un niño... Sus ojos parpadeando lentamente mientras encaraba los de Jongin. El joven suspiró y gimió bajito. Quería saber cuál era la sensación de tocarse a sí mismo. Jamás había hecho eso porque el Padre de la Iglesia, a la cual le obligaban ir una vez por semana, le había dicho que era pecado. Pero Jongin se preguntaba por qué sería pecado el simple hecho de tocarse. ¿Qué pasaría si envolviese con sus manos aquella parte de su cuerpo que latía y se endurecía, como si pidiese atención...? ¿Le pasaría algo tan malo si lo hiciera, iría al Infierno por tocarse? Claro, pensó Jongin sonriendo. Iría al Infierno de todas formas. Por encima de la ropa, lento, con un leve roce, Jongin acariciaba su intimidad y sentía como se calentaban sus mejillas por el acto, ya que era la primera vez que hacía aquello y no sabía exactamente como debía hacerlo. Llevaba puesta una camisa blanca de lino que su madre le había dado en su cumpleaños y unos pantalones de algodón, hechos exclusivamente para dormir que, aparentemente, eran la última moda en París. Jongin se sentía cómodo dentro de su ropa.

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Demasiado cómodo. Jongin llevó sus manos hasta el dobladillo de la camisa y la levantó, mostrando su abdomen. Estaba tapado por las sábanas hasta los hombros y no quería mirar lo que hacía. Sus ojos estaban cerrados y se mordió los labios cuando empujó lentamente el elástico de los calzoncillos y deslizó una de sus manos hacia el interior de la ropa. El adolescente suspiró pesadamente cuando envolvió su miembro con una de sus manos con delicadeza. Las venas latían contra su piel y sentía todo su cuerpo caliente. Jadeaba bajo mientras movía su mano por la extensión de su órgano. Jongin no sabía exactamente qué hacer e intentó acordarse de las conversaciones que sus amigos tenían sobre ello. Era una sensación buena, pero quería sentir más...Más... — ¿Te echo una mano? Jongin gritó tan alto, de pavor y miedo, que seguro que el barrio entero lo había oído. El joven se sentó rápidamente en la cama y miró para los lados, sin ver nada en la oscuridad. ¿De verdad había oído un susurro en su habitación o sería su imaginación? —Jonginnie... No me digas que tienes miedo —la voz suave murmuró otra vez y las luces del candelabro del cuarto de Jongin se encendieron como por arte de magia. La iluminación era mala, pero ahora el joven podía ver quien estaba parado en medio de su habitación. El demonio vestía de negro y sonreía hacia el humano.

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— ¿K...Kyungsoo? —murmuró Jongin, pestañeando deprisa y apretando la sábana entre sus dedos, escondiendo la mitad de su cuerpo. —No tienes que gritar tan alto, Jonginnie... —murmuró el demonio haciendo una pequeña mueca al ver la habitación del niño. — ¿Lo escuchó alguien? —la puerta continuaba cerrada, pero el adolescente no sabía si debía mirar para Kyungsoo o proteger la entrada de su habitación. Jongin, en realidad, estaba muy confuso (y excitado). —No te preocupes, están todos dormidos y continuarán así hasta que me vaya... Los dos se hundieron en el silencio y se miraron durante unos segundos. Jongin seguía sentado en la cama y Kyungsoo estaba todavía de pie. Ninguno de los dos sabía exactamente lo que debía hacer. — ¿Estás aquí, verdad? —murmuró Jongin, todavía sin saber que expresión mostrar. —Sí, te prometí que vendría... Lo prometí ¿no, Jonginnie? —dijo Kyungsoo sonriendo, acercándose a la cama del adolescente. El problema era que Jongin todavía se sentía extraño y él no pretendía salir de debajo de la seguridad de sus sábanas, que escondían su motivo de vergüenza. Kyungsoo se sentó al borde de la cama y el humano sintió un vuelco en su corazón.

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— Me has asustado... — murmuró Jongin y recibió una carcajada como respuesta. —También, estabas ocupado y no podía dejar escapar esta oportunidad... — el demonio tenía una sonrisa maliciosa en sus labios y la mitad de su rostro estaba cubierta por las tinieblas que dominaban casi toda la habitación. — ¿O...ocupado? ¿Qué quieres decir con eso? ¡No estaba haciendo nada! —sus mejillas estaban tan calientes que Jongin tenía la certeza de que estaba colorado. Se estaba sintiendo muy estúpido, la verdad. —Ah, ¿quieres que diga lo que estabas haciendo? Te estabas tocan... — ¡No! —gritó Jongin, levantando las manos extendidas en señal de desesperación. Kyungsoo comenzó a reírse. El corazón de Jongin estaba comenzando a calmarse, pero sus mejillas continuaban calientes. El demonio realmente estaba ahí, hablando con él, y el adolescente sólo conseguía pensar en lo vergonzoso que había sido que Kyungsoo le viera. ¿Por qué el demonio tenía que aparecer justo la primera vez que se tocaba? —Dime, Jonginnie... ¿En quién estabas pensando? —preguntó el demonio ante de lamer sus labios lentamente.

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— ¡En nadie! —Mintió Jongin, gritando, y su voz subió algunos decibelios por el nerviosismo—. Y no me llames así... ¡Es un mote demasiado infantil! —Pero pega contigo... —murmuró Kyungsoo con falsa tristeza antes de volver a mostrar una pequeña sonrisa en sus labios—. Venga, cuéntame... ¿estabas pensando en alguna amiga? — ¡No! — ¿Amigo?

— ¡No! ¡Deja de intentar adivinarlo! ¡No estaba pensando en nadie! —Jongin gesticulaba con las manos intentando alejar la atención de Kyungsoo de su rostro, que ardía. Por lo menos la habitación estaba oscura y el demonio (probablemente) no podría ver el color rosado de la cara del humano. Al menos, era lo que Jongin esperaba. —Jonginnie... Me estás mintiendo, te estabas tocando. Te recordaba como un niño lindo e inocente, ¿qué ha pasado? — Kyungsoo estaba siendo sarcástico, pero el otro no se dio cuenta. —Crecí... —el joven parecía avergonzado y el demonio soltó una risotada antes de llevar sus dedos hasta el pelo revuelto y oscuro de Jongin.

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El humano se sorprendió dando un respingo, temblando y mirando asustado hacia el demonio. —No tienes que temerme, Jongin —murmuró Kyungsoo sin sonreír, mientras seguía acariciando el cabello del humano. —No te tengo miedo... —dijo tranquilo el joven, mirando fijamente hacia los ojos del demonio—. Mis sentimientos hacia ti no han cambiado. El silencio se instaló y permaneció algunos segundos, antes de que el demonio levantara una ceja y sonriera de medio lado. — ¿Sentimientos? ¿Y qué tipo de sentimientos tienes hacia mí, Jonginnie?

Kyungsoo sabía que estaba de cierta forma, torturando psicológicamente al mortal cuando vio cómo apartaba la vista y comenzaba a decir palabras inconexas mientras agitaba los brazos, intentando de alguna manera algo inútil borrar las palabras que todavía flotaban en el aire, de lo que él acababa de decir. — ¡No, no es eso! ¡Me expresé ma... mal! No quería decir...Quería decir... Eres algo así como un hermano... Algo así... Sabes... —Jongin estaba tan avergonzado que su erección apenas le molestaba, aunque estuviese latiendo despacio gracias a la corta distancia entre el demonio y él. —Olvida lo que dije —murmuró Kyungsoo serio y el joven se asustó. — ¿Qué? —murmuró Jongin confuso. 44

El Grimorio sonrió antes de alcanzar el rostro del humano, y lo agarró gentilmente por las mejillas coloradas. —Continuas siendo adorable, Jonginnie —el tono de voz de Kyungsoo fue tan bajo, que Jongin soltó el aire por la boca con fuerza cuando sintió que sus pulmones se vaciaban deprisa. ○●○●○●○●○ Jongin intentó alejarse, diciendo en alto palabras sin sentido en un intento de explicarle al demonio que dejase de llamarlo por un mote tan bobo e infantil, pero cuando alejó sus manos de su cuerpo, el humano sintió un vacío, algo que recordaba decepcionante. —Me cuentas todo sobre tu nueva vida... ¿Cómo es? ¿Eres feliz?

Observando la sonrisa del demonio no había manera de negarle cualquier cosa. ¿Cómo alguien podía tener los ojos tan grandes y adorables? El joven le contó todo lo que conseguía recordar desde su llegada a aquella casa, como eras los hábitos de la familia, su nueva escuela, como eran sus amigos... Todo era bueno, sólo existían dos cosas que le molestaban a Jongin: Primero, que le obligaban a usar ropa extraña en comidas importantes y eso realmente le resultaba incómodo. — ¿Y la otra cosa? ¿Qué es lo que más te molesta? —preguntó Kyungsoo levantando un poco las cejas, como si tuviese curiosidad. —Todo es genial, mis padres adoptivos y mi hermana son estupendos... Pero nunca consigo sentirme parte de la familia,

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¿entiendes? Me siento como un huésped al que quieren. No consigo sentirme a gusto, como si estuviese en casa, en un hogar. Kyungsoo parpadeó un par de veces sin saber que decir. ¿Por qué eran tan complicadas las emociones humanas? —Jonginnie, si crees que aquí no te sientes como en casa... ¿Te vas a sentir bien en el Infierno? El humano parpadeó un par de veces y sonrió. — ¿Ahora no tengo muchas más opciones, no? Voy a ir de cualquier forma —sonrió tristemente Jongin y recibió una leve carcajada como respuesta. —Por lo menos estás entrenado para ir al Infierno... —dijo Kyungsoo riendo, observando la parte baja del vientre del joven y este le miró confuso antes de entender la indirecta y sentir sus mejillas calentarse una vez más. — ¡C...cierra la boca, Kyungsoo! ¡Deja de hablar de eso! —el humano estaba demasiado avergonzado. ¿Por qué tenía que aparecer el demonio justo ahora? —No tienes por qué avergonzarte de hacer esas cosas... ¡Y mucho menos de mí, Jonginnie! — ¡No estaba haciendo nada! —gritó Jongin, desviando la mirada. — ¿Puedo contarte una cosa? —preguntó Kyungsoo con una sonrisa traviesa y cuando vio que el humano asentía con la cabeza, continuó—. Soy un Grimorio, un demonio que hace pactos con los seres humanos. En el Infierno, moro en el Valle de los Vientos, en el 46

segundo Círculo Infernal, y el pecado que rige ese círculo es el de la lujuria... Sabes lo que es eso, ¿no? —He leído sobre los siete pecados, así que... sé lo que es la lujuria —murmuró Jongin sintiéndose algo avergonzado. ¿Por qué él y Kyungsoo siempre terminaban en ese tipo de asuntos?—. Vives ahí... ¿Por qué? —El demonio que me llevó hasta el Infierno pertenecía al Valle de los Vientos, pero digamos que yo (probablemente) acabaría de cualquier manera ahí después de mi muerte. Jongin estuvo en silencio durante unos segundos, procesando la información. — ¡Espera! —gritó, sorprendido—. ¿Fuistes humano? Kyungsoo soltó una risotada y revolvió el pelo del adolescente una vez más. Para el demonio era increíble como aquel niño de apenas catorce años podía aparentar ser más mayor, aunque sus actitudes y su leve inocencia revelasen su poca edad. —Sí, fui humano hace mucho, mucho tiempo. Hice un pacto con un demonio cuando tenía quince años, creo... Estaba en peligro y sólo tenía dos opciones, morir en una hora o en diez años. No es difícil adivinar cuál escogí, ¿verdad? —el Grimorio sonrió de medio lado y siguió—. Pedí muchas cosas, Jongin. Tú fuiste mucho más inocente pidiéndome tan poco en el momento en el que firmamos el pacto, viví muy bien en aquellos diez años y puedo decir que (digamos) aproveché muy bien todos los placeres que la vida me podía ofrecer.

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Jongin estaba con los labios entreabiertos, sin percatarse de su acción. —No pareces lujurioso, Kyungsoo. Tienes un rostro inocente, casi infantil.... —dijo sinceramente el humano y el demonio sonrió con malicia. —Tú tampoco tienes cara de ser alguien lujurioso, pero cuando entré en tu habitación estabas... — ¡Ya está! ¡Te he entendido! —gritó Jongin antes de juntar sus labios en un mohín, y Kyungsoo se levantó de la cama. —Estoy tranquilo sabiendo que estás bien, Jonginnie... El demonio caminaba en dirección a la puerta cuando el humano se levantó de la cama sobresaltado y le pidió a Kyungsoo que se parara, que no se fuese todavía. — ¿Ya te vas? —preguntó Jongin parado frente a Kyungsoo. Los dos tenían casi la misma altura. El demonio nunca fue alto, pero se impresionó de lo rápido que había crecido Jongin en estos cinco años. Las miradas estaban fijas uno en el otro cuando Kyungsoo sonrió y se inclinó, acercándose un poco más a Jongin. —Acabo de recordar una cosa, Jonginnie... Me prometiste que me darías algo a cambio de mi visita, ¿recuerdas? El joven tragó saliva.

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— ¿Qué es lo que quieres? —murmuró Jongin mientras su corazón martilleaba contra sus costillas. El demonio llevó sus dedos hasta el pelo de Jongin, acariciando los mechones mientras sus manos se resbalaban hasta la nuca del adolescente, causándole escalofríos. —Un beso —susurró el demonio contra la piel morena del rostro del joven—. ¿Puedes concederme ese deseo, Jongin? Las respiraciones se mezclaban y, antes de que el humano respondiese, sus labios se rozaron exactamente igual que cinco años atrás. Jongin gimió suavemente cuando sintió las uñas cortas del demonio hundirse en su nuca, empujándole para que se acercase. Fue la lengua de Jongin la que pidió permiso primero, de manera tímida y sutil. Kyungsoo sonrió de medio lado antes de hundir su boca en la de Jongin, profundizando el beso, abusando de su cavidad húmeda, probando su sabor. Ah, cómo deseaba el demonio sentir el sabor de aquel humano. Jongin se agarraba firmemente a la cadera de Kyungsoo, todavía confuso por lo que estaba haciendo. Se sentía incómodo e indefenso cerca del demonio. Por no hablar de que esos pantalones le presionaban levemente la piel y eso no ayudaba nada. Los cuerpos estaban pegados, abrazándose y acariciándose, mientras las lenguas se encontraban urgentemente dentro del beso, como si aquello fuese algo que ambos estuviesen esperando durante años. 49

Una de las manos de Kyungsoo se deslizó por el tronco de Jongin, pero antes de que pudiese llegar a donde quería, el joven se apartó, asustado. — ¡K...Kyungsoo! —murmuró jadeante. Todavía en medio de las tinieblas, el demonio podía observar los labios del humano húmedos y rojizos. —Aprovecha estos cinco años, ¿sí? Nos veremos pronto, Jonginnie... —murmuró el Grimorio antes de morderse el labio inferior. Caminó hasta la puerta de la habitación del adolescente y salió, sin decir nada más. Jongin parpadeó un par de veces, todavía quieto. Su corazón latía rápido y su respiración estaba descompasada. ¿Qué le había hecho Kyungsoo? ¿Qué eran todas esas sensaciones?

El adolescente corrió hasta la puerta y la abrió rápidamente, buscando al demonio por el pequeño pasillo de su casa. No había nada y el fuego se desprendía de las velas del candelabro, que estaba sujeto al techo de su habitación, tembló debido a un aire que venía de algún lugar. Jongin suspiró y volvió al interior de su cuarto, cerrando la puerta sin fuerzas. El joven todavía se sentía extraño y cuando miró hacia abajo comprobó que necesitaba alivio, suspiró pesadamente. Antes de acostarse en su cama y seguir con lo que había comenzado antes de la visita repentina (secretamente ansiada) de Kyungsoo, 50

Jongin fue hasta su escritorio y cogió, de uno de los cajones, una pequeña navaja que su padre adoptivo le había regalado en uno de sus cumpleaños. El joven se agachó en el suelo, al lado de la cama, y se arrastró un poco para poder entrar bajo el mueble. Antes de seguir lo que había comenzado Jongin necesitaba hacer una cosa... Una cosa muy importante.

Parte 3: Extasiado ¿Piensas en mí tanto como lo hago yo en ti? Es ridícula la necesidad que siento de tocarte. Me avergüenzo de admitir que te deseo tanto, pero serás mío; Y, no te preocupes, te gustara. _________________

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Si diez años pasaban demasiado rápido (aunque no lo pareciese), para alguien que poseía la inmortalidad, cinco míseros años pasaban en un abrir y cerrar de ojos. Los cinco años que le faltaban a Jongin habían quedado atrás, en el pasado. Había llegado el momento en el que el alma del joven sería llevada al Infierno. Cuando Kyungsoo recibió el aviso, le indicaron que había un alma en la Tierra a la que había que recoger, pero no pensó que se tratase de Jongin. El tiempo en el Infierno pasaba de diferente manera que en el mundo humano, el pasar estaba tan distorsionado que hasta los propios demonios se perdían en el tiempo mientras estaban en el submundo. Mientras Kyungsoo esperaba el momento de ir en busca del alma de Jongin, deseaba con todas sus fuerzas que el tiempo pasase más rápido; para que la tardanza no lo ahogase y para que volver a tocar al humano no fuese una eternidad. Y realmente no lo fue. Le avisaron de que fuera para buscar a Jongin en cuestión de lo que le parecieron a él semanas. Baekhyun le deseó buena suerte y sonrió antes de que Kyungsoo entrase en el portal. Al final, los dos colegas Grimorios realmente acabaron pasando una noche juntos en "compensación" al demonio de pelo color chocolate por distraer a los Baal que guardaban las puertas de la Torre del Placer. Baekhyun hasta intentó dominar al demonio de pelo negro porque era unos centímetros más bajo; le dijo que el menor tenía una cara muy delicada e infantil y necesitaba de cuidados especiales que sólo Baekhyun le podía dar. Lo que el demonio de cabellos castaños no 52

imaginaba era que Kyungsoo jamás dejaba que lo dominasen tan fácilmente. Baekhyun recibió su castigo. Kyungsoo lo castigó por todas las veces en las que había dicho alguna tontería o le había dejado prácticamente humillado en frente de Minos, el jefe de ambos. La piel de Baekhyun terminó marcada con demasiados arañazos, mordiscos y chupetones, estos últimos tan marcados y rojos que le dolían al mínimo roce. También tuvo una marca grande y roja en el cuello durante bastante tiempo, demostrando que su piel había sido succionada con violencia, revelando que había entregado su cuerpo a alguien. Aunque Baekhyun fue castigado de una manera sexualmente malvada por su colega más bajo, le había gustado. El demonio de pelo castaño continuaba sonriendo cínicamente como siempre cuando se despidió de Kyungsoo y este suspiró antes de entrar al portal que lo llevaría a la Tierra. Lo peor de todo era que Kyungsoo no podía decir que no le había gustado tener a Baekhyun sobre él... En cierta forma, era verdad. El caso era que Kyungsoo prefería ignorar lo que había ocurrido entre él y Baekhyun. Todo lo que hizo fue para cumplir una promesa que nunca debió haber hecho con un niño humano. Todo el placer que sintió con su compañero demonio de cabello castaño no se comparaba con lo que sintió con apenas el roce de los labios del joven mortal, cuya alma iría a buscar en ese instante. Cuando el demonio de pelo negro abrió los ojos, sintió que ya estaba en el mundo humano, se olvidó por completo del otro Grimorio, del Infierno o de cualquier otro problema que pudiese tener. Kyungsoo 53

tenía cosas mucho más importantes de las que preocuparse en ese momento. Cosas como Jongin, por ejemplo. ○●○●○●○●○ Kyungsoo entró como si fuera una sombra en la casa que Jongin llamó hogar durante los últimos diez años de su vida. El demonio podía sentir el alma del humano a unos metros de distancia mientras se movía por las habitaciones, subía las escaleras con lentitud y deslizaba los dedos por las paredes, intentando calmar su nerviosismo. No era normal para un demonio estar nervioso de esa manera.

Todos dormían en la casa y Kyungsoo trataría de mantenerlos así, pues no necesitaba que alguien le molestara mientras llevaba a cabo el ritual para llevarse el alma hasta el Infierno. La puerta del cuarto de Jongin, en cuestión de minutos, estaba en frente suya y el Grimorio suspiró suavemente antes de acercar su mano hasta la manilla. Lo que el demonio no esperaba es que la puerta se abriera de pronto antes de que sus dedos alcanzasen el picaporte. Un Jongin más adulto, más alto y más guapo lo miraba de frente dentro de la habitación, y parecía molesto.

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—Has tardado—siseó el humano, parpadeando un par de veces mientras miraba a Kyungsoo (increíblemente) desde arriba—. Pensé que no volverías. Kyungsoo levantó una ceja sin entender cómo Jongin se había enterado de que había llegado... ¿Había hecho algún ruido sin darse cuenta? —Yo también me alegro de verte, Jongin—dijo el demonio con una sonrisa—. Has crecido bastante... Jongin parpadeó un par de veces, confuso, y dio algunos pasos hacia atrás, dejando espacio para que el otro entrase en su cuarto. Kyungsoo ahora era mucho más bajo que él, pero su rostro no había cambiado nada. —Tú estás igual... —murmuró el humano y recibió una risa floja en respuesta, mientras el demonio cerraba la puerta. —Los demonios no envejecemos al contrario que los humanos... Y tampoco crecemos. En serio, ¿qué has tomado para crecer tanto? Me siento incómodo a tu lado. Kyungsoo estaba nervioso antes de entrar en la habitación del chico, pues no sabía cuál sería la reacción de éste al verlo, si todavía se acordaría de él o si estaría dispuesto a ir al Infierno de buen grado. Ver que Jongin le había esperado, le alegraba. Perplejo, pero feliz. —La pubertad—murmuró Jongin, encogiéndose de hombros, mientras se sentaba en la cama.

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El demonio sonrió y continuó de pie, mientras miraba a aquel Jongin de diecinueve años. Tan diferente, pero tan parecido al que había conocido cuando era un niño y después adolescente. — ¿Me estabas esperando?—preguntó Kyungsoo, con una sonrisa casi imperceptible. —Claro, te dije que lo haría, ¿no? Realmente Jongin no mentía. Vestía una camisa blanca de botones, con los dos primeros abiertos a propósito, y unos sencillos pantalones oscuros. Aunque esa no fuese una ropa elegante (una de tantas que sus padres le habían comprado) Jongin creía que era el traje adecuado para ir al Infierno. — ¿Tengo que llevar zapatos?—preguntó Jongin, mientras movía la cabeza hacia un lado cuando se dio cuenta de que el demonio miraba hacia sus pies. La verdad era que Kyungsoo observaba todo el cuerpo de Jongin. La luz (que provenía de las velas del candelabro sobre sus cabezas) era débil, pero eso no impedía que el demonio notase como la piel de Jongin parecía suave y bronceada en las partes que estaban a la vista. —No, no hace falta—dijo el Grimorio moviendo la cabeza, y respiró hondo, sin saber cómo empezar una conversación tan delicada con Jogin—. Sinceramente, tenemos que hablar sobre ello. —Vale... —sonrió Jongin, animando al demonio a iniciar la conversación. El humano golpeó un par de veces en el colchón, indicándole al más bajo que podía sentarse a su lado.

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El demonio obedeció. — ¿Te despediste de tus padres, Jongin?—preguntó Kyungsoo mientras se sentaba al lado de Jongin y miró hacia el frente, evitando encarar al humano que mantenía la mirada clavada en él. —Se puede decir que sí. En la comida, les agradecí todo lo que hicieron por mí, hasta les escribí una carta que está allí en mi escritorio. Mi madre se rió cuando terminé de hablar, preguntándome por qué parecía que me estaba despidiendo... El demonio se mordió el labio inferior y giró su rostro hacia el humano. Las miradas se encontraron y ninguno de los dos se movió, sin romper el contacto visual. — ¿Tienes miedo?—preguntó Kyungsoo y Jongin sonrió, negando con la cabeza. — ¿Crees que debería de tener miedo?—la pregunta del humano hizo que el Grimorio dudase sobre cuál sería la respuesta adecuada durante algunos segundos antes de susurrar un no. Una de las manos de Kyungsoo alcanzó el rostro del humano y deslizó sus dedos sobre la piel morena, perfilando el contorno del maxilar de Jongin hasta llegar a su barbilla. —Realmente has crecido...—murmuró el Grimorio con una sonrisa fugaz, antes de volver a parecer serio—. Te acuerdas de que soy un demonio del Valle de los Vientos, donde los lujuriosos habitan, ¿no? Jongin asintió con la cabeza y cerró los ojos cuando Kyungsoo comenzó a deslizar sus dedos, que descansaban en su barbilla, por la

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extensión de su cuello. Aunque el demonio esperase alguna reacción adversa del humano, no ocurrió. —Necesito hacer una... cosa antes de llevarme tu alma al Infierno, Jonginnie... El susurro del demonio fue bajo y el humano sintió un escalofrío cuando notó el aliento caliente chocar en su rostro. La verdad era que Kyungsoo estaba cerca, muy cerca. El corazón de Jongin latía fuerte en su pecho cuando se giró suavemente y abrió los ojos despacio para enfrentarse al rostro infantil que tenía en frente; la cara con ojos grandes, la nariz delicada y los labios gruesos y rosados. — ¿Qué tienes que hacer, Kyungsoo? Y, por favor, no me llames por ese mote infantil...—murmuró Jongin con los ojos entreabiertos. No era tan inocente, sabía lo que era. Pero necesitaba oírlo, necesitaba confirmarlo. El demonio Grimorio sonrió. —Jonginnie...—comenzó en un susurro, mientras provocaba al más alto—. Para que podamos llevarnos las almas al Infierno, nosotros... Bueno, tenemos que tocaros, a los humanos. ¿Está bien si te toco? Los dedos de Kyungsoo se deslizaron por la piel del cuello de Jongin hasta llegar a su nuca. El humano inspiró el aire por la boca y sintió un escalofrío atravesar su columna vertebral. — ¿Igual que hace cinco años?—preguntó el humano y el demonio acercó su rostro, mirándole profundamente a los ojos. Las

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respiraciones ya se mezclaban y Jongin no podía negarlo, deseaba aquello. —Algo más que un beso... —susurró Kyungsoo contra la piel de Jongin antes de hundir sus uñas en la nuca de éste, y lo atrajo hacia él para sellar sus labios. El humano no se alejó. La verdad era que desde que Kyungsoo lo había besado hacía cinco años, Jongin no conseguía pensar en otra cosa que no fuese en el día en el que se encontrarían de nuevo, ansioso de que algo así sucediese nuevamente. El adolescente intentó sentir la misma sensación que tuvo con Kyungsoo besándose con otras mujeres y hasta a otros chicos, pero no lo consiguió. Jongin, en realidad, ya había pasado de un simple beso muchas veces con otras personas, pero la sensación nunca se parecía a lo que sentía con el demonio. Jongin se preguntaba si eso se debía al hecho de que Kyungsoo perteneciese al Infierno o si había otro motivo... —Puedes tocarme si quieres, Jonginnie—murmuró Kyungsoo mientras separaba los labios lentamente y recibía un murmullo como respuesta. —Te dije que no me llamaras así... —dijo el humano con un mohín, mientras sus dedos se deslizaban por la cama hasta alcanzar la tela del abrigo negro que llevaba Kyungsoo, para apretar después los pliegues de lo que parecía terciopelo. —Me gusta llamarte así, Jonginnie...—le susurró el demonio con una sonrisa traviesa. Los labios se acercaban de nuevo, pero antes de que el contacto se realizase Kyungsoo se detuvo una vez más y miró fijamente los ojos negros que tenía en frente de él. 59

— ¿Qué pasa?—preguntó Jongin, confuso, mientras estiraba el cuello despacio para intentar sellar esos labios ajenos. Pero Kyungsoo se apartó. El demonio se levantó de la cama y caminó algunos pasos, mientras abría los botones de su abrigo. Jongin permaneció sentado, mientras observaba al más bajo, que soltó el abrigo en el suelo, antes de volver a mirarlo. — ¿Ya hiciste esto antes, Jongin?—preguntó serio Kyungsoo, mirando fijamente al humano. Cuando el humano asintió con la cabeza, el demonio no se contuvo y sonrió de medio lado, mientras levantaba una ceja. Jongin ya no era inocente.

Kyungsoo hizo un pequeño mohín involuntario al saber que no sería el primero del humano. Le había dicho al joven que aprovechara su tiempo de vida en la Tierra, pero no pensó que él fuese de verdad a seguir sus consejos. Era una pena que Jongin ya se hubiese desflorado. Siempre era más divertido cuando la persona que se llevaban al Infierno era virgen. —Ven aquí, Jongin—murmuró Kyungsoo, haciendo un gesto con la mano para que el otro se acercase. El humano obedeció.

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Jongin se levantó de la cama y dio algunos pasos hasta llegar al demonio. Era increíble cómo Kyungsoo todavía tenía aquellos ojos grandes e infantiles, aquellos labios gruesos y aquella expresión dulce en su rostro. Jongin sonrió al acercarse y aproximó sus manos hasta la cara del demonio, mientras apretaba sus mejillas con las palmas de las manos. —Pareces más joven que yo ahora—murmuró Jongin y el otro puso los ojos en blanco. —Acuérdate de que yo soy el demonio aquí: un ser malvado, maligno y cruel y no puedes hacer bromas conmigo, si no te torturaré hasta la muerte—bromeó Kyungsoo, con un mohín en los labios, y recibió una carcajada como respuesta. Jongin se inclinó un poco acercando su rostro al del demonio. —No te tengo miedo.

El demonio intentó responder a las palabras, pero le callaron. Jongin selló los labios de los dos y Kyungsoo prefirió demostrarle al humano cuán maligno podía ser a través de gestos y no de palabras. Las manos del menor apretaban firmemente la cadera del otro mientras su lengua pedía permiso. El contacto fue intensificándose sin vacilación. Los labios se revolcaban mientras que las lenguas se encontraban en medio de un beso urgente, que sabía a ansia, deseo y a un escaso anhelo. Kyungsoo y Jongin no sabían el porqué, pero habían esperado por aquello durante casi todo el tiempo que habían estado separados. Esperaban y deseaban aquello más de lo normal. 61

Emoción anormal principalmente para un demonio que ya estaba en el Infierno desde hacía tanto tiempo. Kyungsoo mordió el labio inferior de Jongin con fuerza, mientras separaba el beso y llevaba sus manos hasta la camisa del humano, para desabrocharla con calma. Un botón, después otro... Jongin se mordió los labios mientras admiraba sonriente al más bajo frente a él y desabrochaba el último botón de la camisa del humano. —Eres muy hermoso, Jongin—murmuró Kyungsoo mientras pasaba la punta de sus dedos por toda la extensión del tronco del humano, como en una caricia. El demonio sintió con sus dedos algunas irregularidades en la piel del mortal y miró para las marcas de las que no se había dado cuenta de que existieran hasta ahora. Varias cicatrices pequeñas estaban esparcidas por el tronco de Jongin, principalmente sobre sus hombros y tórax. Creo que todavía debo tener marcas de hierro caliente en el cuerpo. Kyungsoo se acordó de pronto de las palabras del niño Jongin de diez años atrás, hablándole sobre cómo sus padres lo torturaban y lo culpaban por un crimen que no había cometido. — ¿Qué pasa?—murmuró el humano, dándose cuenta de que el demonio se había quedado en silencio. —Esas marcas... ¿todavía te duelen?—preguntó Kyungsoo, mientras acariciaba una cicatriz particularmente grande en el hombro izquierdo de Jongin.

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El humano sonrió con sinceridad y negó con la cabeza antes de sentir los labios de Kyungsoo tocar la cicatriz de su hombro. —Cuidaré de ti... —murmuró el menor con una media sonrisa antes de pasar, sin prisa, la lengua por los labios de Jongin. El mayor sonrió de medio lado cuando Kyungsoo se alejó, antes de pasar la lengua por la comisura de su boca. Los minutos siguientes estuvieron marcados por respiraciones jadeantes y besos urgentes, donde cada uno de ellos, humano y demonio, intentaba dominar las caricias. Kyungsoo sabía que era más fuerte que el otro, pero no se resistió a dejarse llevar alguna vez durante el contacto. Jongin tenía prisa. Quería sentir la piel del otro bajo sus dedos, quería poder susurrar a su oído pensamientos que guardaba desde hacía años, le gustaría decir que era feliz. Era extremadamente ridículo, hasta para el humano, lo bien que se sentía, aunque fuese a morir en (probablemente) menos de una hora. Las ropas se holgaron mientras los dos muchachos caminaban por la habitación, apresándose el uno al otro contra las paredes, la piel de los dos se comprimía bajo los dedos, y se escuchaban gemidos bajos y suspiros. Kyungsoo se sentía tan pequeño cerca de Jongin que este llegó a un punto en el que pasó sus fuertes brazos alrededor de su cintura, mientras mantenía los dos cuerpos ridículamente cerca. La respiración de Kyungsoo chocaba contra la piel del mayor, mientras que éste atacaba con besos lentos y chupetones en su cuello.

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—Jonginnie...—murmuró el demonio en un ligero gemido. La excitación estaba matándolo poco a poco. El humano no le respondió y no protestó por el apelativo infantil. Estaba más ocupado probando el sabor del menor con su lengua. Los labios se encontraban nuevamente y los dos suspiraban mientras sentían sus cuerpos, ya sin ninguna pieza de ropa, rozándose uno contra el otro. Kyungsoo se descubrió siendo llevado hasta la cama y gimió bajo cuando su espalda se encontró con el suave colchón. Comenzaba a irritarse consigo mismo, pues no era normal lo que estaba pasando. Los demonios nunca eran tan sumisos con los humanos como lo estaba siendo él. Sentía vergüenza de sus acciones. —Eres precioso, Kyungsoo—murmuró Jongin mientras sonreía, colocándose sobre el más bajo, mirándole fijamente a sus grandes ojos antes de embestir contra sus labios con la lengua. Las manos de Kyungsoo se deslizaban por los costados del humano y bajo sus dedos pudo sentir más marcas de la piel de éste; las cicatrices de su infancia. Kyungsoo sintió rabia por los padres de Jongin y, por un momento, tuvo la necesidad, un deseo intenso de matarlos con sus propias manos. Sin embargo, esa necesidad quedó olvidada cuando la lengua del mayor invadió su boca de modo urgente. El menor gimió bajo el beso. Su única necesidad, ahora, era Jongin. No era normal que el demonio se sintiera impotente, dominado por un humano. No era normal que se sintiera tan bien.

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—Para, Jongin... —murmuró Kyungsoo mientras arañaba suavemente la espalda del más alto, y sentía a éste besar gustosamente su maxilar, pasando por su cuello y hombros. El humano sonrió de lado, al deslizar sus dedos por el tronco del menor hasta llegar a su abdomen. Su sonrisa aumentó cuando al tocar el miembro del otro sus oídos captaron un gemido de Kyungsoo. —Viniste hace diez años y me llevaste por tu camino, me sacaste de aquel lugar, de aquel orfanato que no me traía nada más que tristeza... Después, hace cinco años, volviste, me besaste y te fuiste... ¿Cómo esperas que me detenga ahora? No quiero. Kyungsoo soltó una carcajada y empujó a Jongin por los hombros para besarlo una vez más. El demonio había deseado ya a otros humanos, ya había sentido placer al tocarlos y llevarlos al Infierno. Pero, con Jongin, la sensación era inexplicablemente diferente. —Todavía creo que eres un niño, Jonginnie... Pero insistes en no actuar con inocencia... —murmuró Kyungsoo contra los labios gruesos del humano y sintió el aire caliente que salía de la boca de éste, mientras se reía. —No soy un niño, lo sabes....—Jongin apretó, sin fuerza, la longitud del miembro ya rígido del demonio y sonrió cuando sintió como arqueaba su cuerpo debajo de él. Kyungsoo lo sabía. Kyungsoo no estaba ciego y podía ver que el cuerpo de Jongin no era para nada infantil. El problema era que el demonio tenía un conflicto interno, pues se acordaba del rostro del joven Jongin de hacía unos años, al mismo tiempo que gemía

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suavemente al notar a ese mismo Jongin, pero mayor, tocar su intimidad con malicia. —Ya basta—murmuró serio Kyungsoo (más para sí mismo que para el humano), haciendo fuerza y obligando a ambos a girarse hacia un lado. El demonio estaba cansado de ser dominado. Tenía un trabajo que cumplir. Jongin intentó hablar, pero Kyungsoo selló sus labios. El Grimorio estaba encima de su contrincante y aunque estuviese inclinado para besarlo, sus manos en el colchón le daban apoyo para moverse lentamente contra su cadera, mientras sentían sus intimidades rozarse provocativamente. —Tú alma ya me pertenece, Jongin—Kyungsoo susurró contra el oído del humano, mientras todavía se movía sobre su abdomen—. Pero tu cuerpo... ¿me lo vas a dar? Kyungsoo recibió un gemido suave en respuesta cuando chupó lentamente el lóbulo de la oreja del humano. El demonio sonrió y comenzó a distribuir besos y mordidas mientras descendía las caricias por el tronco del mayor. Jongin cerró los ojos con fuerza y abrió la boca, jadeaba, cuando sintió como uno de sus pezones era envuelto entre los labios gruesos del menor, la lengua, las succiones y los dientes le rozaban la piel. —No has respondido todavía, Jonginnie...—dijo Kyungsoo, mirando maliciosamente hacia el otro mientras bajaba los besos y pasaba la lengua lentamente por el abdomen del humano.

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El miembro de Jongin latía de placer y se sentía mareado, extasiado. —Dime que te entregarás a mí... Que me entregarás tu cuerpo y que será mío—murmuró Kyungsoo antes de alcanzar con sus dedos el miembro ya rígido del humano, tras lo cual comenzó a masturbarlo sin prisa. El mayor mordió el borde de su labio inferior, mientras intentaba contener un fuerte gemido. — ¿Serás mío, Jonginnie...? —Kyungsoo presionó la punta de la extremidad del mayor y esparció el líquido viscoso del líquido pre seminal que ya había comenzado a salir—. Si me dices que sí acabaré con tu sufrimiento. El humano se dio cuenta de que no necesitaba responder. Pensaba que la respuesta ya era bastante evidente. Jongin pertenecía en cuerpo y alma a Kyungsoo desde el primer encuentro, hacía diez años. —Ya soy tuyo... Por favor... —el susurro salió tímidamente, como si Jongin estuviese avergonzado de admitir que deseaba al otro más que cualquier cosa en ese momento. El demonio consiguió escuchar las palabras proferidas por el humano y sonrió, satisfecho, antes de sacar su lengua y lamer el glande rosado que estaba frente a él con ansias. Jongin gimió alto y se mordió el labio inferior cuando sintió escalofríos atravesar su cuerpo. La lengua suave y húmeda de Kyungsoo lamía delicadamente su miembro, envolviéndolo cariñosamente. Las venas del humano latían dentro de la boca del 67

demonio mientras las manos de éste recorrían la intimidad de Jongin, tocándolo y acariciándolo hasta donde las puntas de sus dedos alcanzaban. El humano arqueó la espalda y llevó sus manos hasta el pelo negro del demonio, apretándolo, cuando sintió rozar los dientes por la punta de su falo. Jongin gimió el nombre de mayor y hundió sus dedos en el pelo revuelto de éste. El demonio sonrió y comenzó a chupar lentamente toda la extensión del miembro de Jongin, escuchando sus gemidos y la respiración entrecortada como si fuese música. El humano pasaba sus dedos por los cabellos del más bajo, a veces acariciándoselos y otras tirando tanto de ellos que llegaba a doler. Después de algunos minutos placenteros, Kyungsoo abandonó el miembro de Jongin con un chasquido provocado por el exceso de saliva y, manteniendo la lengua fuera, se aproximó al rostro de él para besarlo. El sabor del beso le recordaba al sabor de las lágrimas, ligeramente salado, por culpa del líquido pre seminal de Jongin, que insistió en salir de su intimidad mientras el más bajo lo torturaba. El humano se aseguró de sorber los labios del demonio y gimió bajo, como reproche, mientras sintió al mismo alejándose de él nuevamente. Jongin sintió que iba a enloquecer tan sólo con la visión de Kyungsoo sobre él moviéndose suavemente sobre sus caderas, con los ojos cerrados y la boca ligeramente abierta. El pelo de Kyungsoo estaba pegado a su frente y un surco de sudor se escurrió por su cuello, volviendo la visión todavía más erótica a los ojos del humano...

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—Kyungsoo... venga—murmuró Jongin mientras llevaba sus dedos hasta el brazo del demonio, apretándolo con fuerza—. Quiero sentir tu interior... El demonio se atragantó con su propia saliva, dejó de moverse sobre Jongin y abrió sus ojos para mirarlo fijamente. Se había olvidado de comentarle un pequeño detalle sobre el pasaje del humano hacia el Infierno. —Lo siento, Jonginnie...—murmuró Kyungsoo con una media sonrisa, traviesa—. Pero seré yo el que sienta tu interior hoy. El humano notó como su corazón daba un vuelco. Fuera llovía más fuerte y hacía frío, muy diferente al clima cargado dentro de la pequeña habitación donde los dos, demonio y humano, se unían, sintiendo el calor del otro. —P...pero...—Jongin estaba nervioso. Sentía su corazón latir contra las costillas mientras Kyungsoo se posicionaba entre sus piernas. Esto le parecía una equivocación. —Es una regla, Jongin. No puedo romperla, me dijiste que serías mío, ¿no?—Kyungsoo levantó una ceja y pasó su lengua por sus dientes, sin intención de parecer malicioso, pero falló miserablemente. El humano observaba la piel del demonio brillar a causa de la fina capa de sudor sobre ella. La sonrisa en los labios gruesos era tan sugestiva que hacía que Jongin le desease pero, al mismo tiempo, se sentía inmensamente avergonzado.

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—No pensé que fuera en ese sentido... —dijo el humano, avergonzado, desviando la mirada. Kyungsoo rió bajo y se acercó al rostro de Jongin, dando besos cortos en las mejillas del más alto. —Dijiste que ya tenías experiencia en esto... — ¡No así!—dijo en alto el mayor, nervioso y ansioso al mismo tiempo—. Siempre soy el que toma la iniciativa... — ¿Vas a dejar que te posea? Te prometo que seré bueno...— preguntó Kyungsoo susurrándole, antes de llevar dos dedos hasta su boca, lamiéndolos lentamente y mirando fijamente al humano. Jongin se mordió el labio inferior mientras observaba la lengua de Kyungsoo acariciar sus propios dedos dentro de su boca. El humano intentó pronunciar alguna palabra inteligible, pero todo lo que salía de su garganta seca fueron murmullos positivos, mientras se revolvía. ¿Cuál sería la sensación de ser poseído? ¿De sentir a Kyungsoo dentro de él? Jongin no tardó mucho en descubrirlo. El demonio llevó sus dedos pegajosos por la saliva hasta la boca de Jongin y le obligó en silencio a lamerlos una vez más. Kyungsoo sonreía satisfecho cuando se alejó del humano y se posicionó nuevamente entre sus piernas. Kyungsoo suspiró y le pidió a Jongin que doblase las rodillas y se relajara. El humano sintió sus mejillas arder y pidió cambiar de posición, para que pudiese quedar de espaldas a él o con la cara hundida en la almohada, pero su petición fue negada. 70

—Quiero verte la cara, Jonginnie... Quiero verte retorciéndote de placer y gimiendo mi nombre. Si el humano se sentía antes avergonzado, ahora era mucho peor. Tragó secamente y arqueó la espalda cuando sintió cómo su interior era invadido poco a poco. Kyungsoo estaba siendo delicado (algo que era extraño viniendo de él, ya que con los demás contratantes el Grimorio jamás había sido compasivo) y movía sus dedos lentamente, casi cariñosamente, hacia dentro y fuera de Jongin, para que se acostumbrase a la sensación. El joven moreno murmuraba palabras inconexas, en susurros bajos, que se mezclaban con gemidos que salían de su boca como súplicas. Kyungsoo abrió la boca y dejó que la saliva se escurriese en su mano libre, acercándola hasta el miembro de Jongin, para a continuación empezar a acariciarlo, masturbándolo para que el mayor se enfocase en el placer y no en la sensación incómoda de ser penetrado por primera vez. Kyungsoo sonreía mientras sentía al humano contraerse sobre sus dedos y palpitar contra su mano. Ya había pasado algún tiempo y el humano continuaba con los ojos cerrados y la boca entreabierta, mientras murmuraba el nombre de Kyungsoo. Ya había comenzado a mover su propia cadera suavemente, con el afán de intensificar los movimientos de la entrada y salida que los dedos ajenos provocaban y parecía que ya no se sentía incómodo por la invasión. El demonio se mordía el labio inferior, al notar su propio miembro latir, reclamando alivio. —Jonginnie... ¿Cómo te sientes?—preguntó Kyungsoo antes de retirar sus dedos del interior del humano y parar de masturbarlo al mismo tiempo. 71

— ¡Kyungsoo! No...—murmuró Jongin de forma tímida, moviendo sus caderas, aproximándose lo máximo posible al cuerpo del demonio. — ¿Quieres que siga?—preguntó Kyungsoo mientras sonreía de medio lado, mostrando los dientes y la lengua, que jugaba dentro de la boca con algo invisible. Ah, adoraba ver a los otros implorarle por algún roce, caricia o invasión. —Sí, por favor...—Jongin se sentía avergonzado. Sus mejillas estaban ardiendo y su cabello revuelto, aferrándose a su mente debido al sudor. Su respiración estaba descompasada y su corazón demasiado acelerado. La vergüenza era inmensa, sí, pero nada, nada superaba al deseo que sentía de tener a Kyungsoo dentro de él. Kyungsoo quería oír más, ver al humano retorcerse debajo de su cuerpo, suplicándole por ser desvirgado, pero deseaba fervientemente poseer a Jongin. El demonio sonrió cuando se posicionó en la entrada del mortal y lo escuchó suspirar fuerte, ansioso. Cuando el miembro de Kyungsoo penetró al humano sin prisa, este hundió las uñas en el colchón y gimió alto, cerrando los ojos con fuerza. El demonio no solía ser cuidadoso, pero esta vez se aseguró de tomar la virginidad del interior de Jongin con cuidado, para que no se sintiese tan incómodo. — ¿Te duele?—preguntó Kyungsoo en un susurro, acariciando las piernas de Jongin, que estaban una a cada lado de su tronco,

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flexionadas. Había más cicatrices en los muslos del humano, que no pasaban desapercibidas a las caricias del demonio. —Mucho menos de lo que me imaginaba... —murmuró Jongin, con la respiración descompasada y los ojos todavía cerrados. El Grimorio sonrió de lado antes de deleitarse sobre el humano, todavía dentro de él. —Abre los ojos, Jongin, y mírame—susurró Kyungsoo contra la piel del rostro del otro antes de comenzar a hacer movimientos con la cadera. Jongin gimió bajo antes de obedecer y mirar fijamente los ojos negros del demonio. —Quiero que me mires hasta que hayamos terminado, ¿vale?—dijo suave Kyungsoo, dándole pequeños besos por la cara al humano hasta llegar a su oído—. Hasta que salga de ti...

El demonio continuó acostado sobre Jongin y comenzó a moverse con un poco más de velocidad. El humano arqueó la espalda cuando sintió que su interior era invadido continuamente despacio y hundió las uñas contra la espalda de Kyungsoo para intentar darse algún apoyo emocional y físico. Era una sensación totalmente diferente a todo lo que había sentido. —Kyungsoo... —murmuró Jongin antes de atraer al demonio para besarlo. Los labios apenas se rozaron suavemente ya que no era posible un contacto mayor porque el demonio estaba jugando con la 73

cordura del humano—. No seas así—murmuró Jongin, hundiendo las uñas en la piel del menor, que gimió bajo. Kyungsoo decidió dejar de jugar. Las lenguas se encontraban dentro de las bocas mientras, más abajo, la intimidad de Jongin quedaba aprisionada contra su propio cuerpo. Ambos se movían y Kyungsoo embestía a Jongin con fuerza, cada vez más rápido, de manera deseosa y urgente. Los movimientos de vaivén aumentaban la fricción entre los cuerpos y Jongin se vio obligado a apartar los ojos por el placer intenso que sentía al ser embestido y masturbado simultáneamente. —Te gusta esto, ¿no?—susurró el demonio contra el oído del humano, sin parar de embestirlo ni siquiera un momento—. Te gusta la sensación de tenerme dentro de ti, ¿no? Dilo, Jonginnie. Jongin no respondió. Sentía todos sus músculos contraerse a la vez cada vez que el demonio lo penetraba sin ceremonias. Por otra parte, la lengua caliente y suave de éste, que acariciaba el cuello y el maxilar del humano, no le ayudaba a reaccionar. Kyungsoo sintió cómo Jongin cruzaba sus piernas alrededor de su cintura, facilitándole la penetración y entendió eso como una respuesta afirmativa a su pregunta. Las estocadas se volvían más profundas y el humano jadeaba y gemía bajo, intentando contener cualquier sonido más alto que saliera de su garganta, ya seca. —No tienes que contenerte, Jonginnie...—susurró el demonio contra el humano antes de lamerle la piel del cuello. — ¡N...no me llames así, Kyung... ¡aah!—gimió alto Jongin cuando sintió una honda de placer intenso recorrer todo su cuerpo. Tuvo 74

que cerrar sus ojos, agarrar la espalda de Kyungsoo con más fuerza y contener sus músculos de hasta los mismos dedos para no acabar gritando—. ¿Qué haces conmigo? Por supuesto, Jongin sabía que aquello era sólo sexo. Pero tener una relación no había sido nunca como estaba siendo aquello. Parecía irreal sentir tanto placer como sentía Jongin. El glande de Kyungsoo acertaba, sin pudor, en un punto crítico dentro de él en algunas estocadas, al hacerlo sentía lágrimas salir de sus ojos debido a todas las sensaciones que esa acción provocaba en su cuerpo. Kyungsoo gimió bajo contra la piel de Jongin, mientras decía su nombre algunas veces antes de atrapar sus labios. El demonio era un ser lujurioso y estaba acostumbrado a tener sexo, pero aquello era diferente a cualquier otra cosa que él hubiese experimentado. Jongin estaba adorable con las mejillas coloradas y su timidez, pero para el demonio era una tentación con su cuerpo perfecto, su voz grave y sus gestos maliciosos. ¿Cómo podía resistirse Kyungsoo? ¿Cómo podía resistirse o no volverse loco con el cuerpo de aquel mortal, que moriría en sus manos dentro de poco? Cuando el demonio se sintió cerca del final, aumentó la profundidad de las embestidas,y deseó que esa sensación de éxtasis no terminase nunca. Kyungsoo tenía la espalda dolorida, probablemente herida, de que el humano le arañase tanto, pero valía la pena. Cuando el interior del Jongin se tensó contra su miembro una vez más, el demonio se corrió. Mordió la curvatura del cuello de Jongin, como liberación del placer que sentía, Kyungsoo sintió todos los músculos de su cuerpo vibrar y 75

su corazón parecía que iba a explotar de lo rápido que latía contra su pecho. Estaba extasiado. El demonio respiraba pesadamente y escuchó murmurar algo al humano en el momento en que se alejó. Kyungsoo salió del interior de Jongin con cuidado y vio el motivo de la protesta. Jongin todavía necesitaba aliviarse. Sin pensarlo dos veces y sin decir nada, Kyungso se agachó hacia atrás, sintiendo el colchón rozar contra la piel de sus rodillas y se posicionó nuevamente entre las piernas de Jongin, observándolo mientras imploraba alivio entre suspiro y frases susurradas. El demonio, entonces, envolvió el miembro del joven moreno con una de sus manos y comenzó a masajearlo, al mismo tiempo que chupaba el glande usando su lengua.

El humano gimió alto y cubrió su rostro con los brazos, mientras que sus piernas se movían inquietas sobre el colchón. Kyungsoo pensó en ser cruel y parar lo que estaba haciendo, para obligar a Jongin a mirarlo, pero sólo de saber que el humano estaba retorciéndose de placer sobre él, ya se sentía satisfecho. No pasó mucho tiempo hasta que Jongin se derramó sobre la lengua de Kyungsoo, con un gemido largo y cargado de placer. El demonio recibió el líquido viscoso y lo tragó, pasando la lengua con generosidad por la longitud del falo del humano, limpiando cualquier resquicio que pudiese haber quedado. Jongin se 76

recuperaba poco a poco, intentando normalizar su respiración y sus músculos todavía parecía que se tensaban por voluntad propia cuando sintió el peso sobre él. Cuando apartó los brazos de delante y abrió los ojos, Jongin vio a un Kyungsoo sonriente, mirándole con el labio inferior aprisionado por sus dientes, como si fuese un niño ansioso. El humano no se contuvo y soltó una carcajada mientras llevaba sus manos a las mejillas coloradas del Grimorio. —Pareces un niño, Kyungsoo—murmuró Jongin y el demonio puso los ojos en blanco, irritado—. No, en serio... Tus ojos parecen inocentes y tu boca es gruesa, como la de un bebé. El humano pasó despacio el dedo sobre los labios del demonio, y este se alejó y se sentó sobre el colchón. Jongin, con dificultad, terminó sentándose también, mientras envolvía su cuerpo con las piernas, una a cada lado de Kyungsoo. Los dos se miraron durante unos segundos, mientras la sonrisa en el rostro del demonio desaparecía poco a poco. — ¿Estás listo, Jongin?—el susurro fue suave, seguido de un suspiro. El humano asintió. —Sólo necesito vestirme y... —No hay tiempo para eso, tienes que irte ahora... —dijo serio el demonio, agarrando la mano del humano. —Ah...—suspiró— ¿Entonces puedes hacer una cosa por mí?— murmuró Jongin mirándole fijamente un punto dijo del pecho del demonio, intentando evitar mirarle a los ojos. 77

— ¿Qué es lo que quieres, Jonginnie? —Pu... puedes, sabes... no me gustaría que mis padres me encontrasen así, de esta manera—Jongin parecía avergonzado y el demonio pensó durante unos segundos hasta darse cuenta de lo que quería. Y entonces contempló el cuerpo de Jongin, perfectamente sucio por el sexo. —Te prometo que dejaré todo ordenado, incluyéndote a ti— murmuró Kyungsoo y sintió cómo Jongin apretaba su mano, mientras le miraba fijamente—. ¿Estás listo para irte? El humano asintió con una sonrisa floja. —Cierra los ojos, Jongin—murmuró Kyungsoo y el otro le obedeció. El demonio parpadeó un par de veces y sus ojos se volvieron completamente negros. Las tinieblas los envolvieron como si pretendiese engullirlos, y entonces el Grimorio se acercó al humano y le besó suavemente susurrándole palabras tan bajo que Jongin casi no las escuchó—. Nos vemos en el Infierno, mi Jonginnie. Un largo suspiro, que llegaba de algún lugar y no le pertenecía a nadie, rompió el silencio que se instaló en la habitación. Las tinieblas se disiparon como si nunca hubiesen existido. Los ojos del Grimorio volvieron a la normalidad y parpadeó un par de veces, mirando hacia abajo. El humano yacía inclinado sobre el menor, su cabeza recostada en el hombro del demonio, que le acaricia el pelo y miraba para su cuerpo inerte.

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Jongin parecía dormir tranquilo, adormilado. Jongin estaba muerto. ○●○●○●○●○ Kyungsoo no había mentido. Nunca mentía. Los padres de Jongin lo encontraron en su cuarto al día siguiente, aparentemente dormido, vistiendo las ropas que usaba cuando el demonio atravesó la puerta. Durante una mañana entera, todo lo que se escuchaba era el llanto fuerte en toda la casa de las personas que habían adoptado al chico que (según el médico particular de la familia) había muerto de un presunto ataque cardíaco. Pobre Jongin, tan joven, muerto de un ataque al corazón... Los padres del chico jamás imaginaron lo que realmente sucedió en aquella habitación antes de que su hijo adoptivo muriera. El entierro fue simple y en menos de 48 horas el cuerpo de Jongin estaba bajo tierra, descansando. Durante las semanas siguientes nadie tocó el cuarto del fallecido, nadie se atrevió a acercarse y perturbar la memoria que todavía vivía allí. Cuando llegó la hora de tirar los muebles y pertenencias de la habitación, la madre de Jongin sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Sabía que Jongin jamás permitiría que otra persona hiciese la limpieza de su habitación y nunca protestó, pues entendía que algunas personas ordenaban sus pertenencias a su manera.

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El problema era que al mover un poco la cama de Jongin hacia un lado, su madre adoptiva gritó. Cuando todos los de la casa llegaron hasta el cuarto del joven y la ayudaron a mover la cama de su lugar, colocándola en el otro lado de la habitación, todos se asustaron. En el suelo, había muchas, muchas, muchas marcas de pequeñas líneas, unas al lado de otras, como si fuese una cuenta atrás, valor o cantidad de alguna cosa. Las líneas parecían estar divididas en grupos de diez en diez para facilitar la cuenta que nadie dentro de la habitación entendía. Lo que nadie jamás sabría es que aquellos números eran la cuenta de los días que Jongin había estado esperando por Kyungsoo. Todas las noches una nueva marca se creaba, con un clavo hasta los diez años...Después, hasta los 13, se hacían con una pequeña cuchilla que había robado de la cocina de su madre y, por último, a partir de los 14 años, Jongin usaba un cuchillo que había ganado su padre. En total, existían 3653 líneas pequeñas en el suelo, marcando cada día que Jongin esperaba a que Kyungsoo volviese y lo llevase al Infierno. Había hecho eso como recuerdo personal de lo que le esperaba en el futuro que parecía distante. Hizo eso porque era una promesa. Al final, Jongin había prometido a Kyungsoo que lo esperaría, ¿no?

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Parte 4: Pasaje Abre los ojos y escucha a tu alrededor; Estás muerto. Pero no te preocupes... Ves, estoy aquí contigo. Siéntete bienvenido al infierno. _________________

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Al abrir los ojos, Jongin sabía que no estaría más en la Tierra. Parpadeó un par de veces, acostumbrándose a la oscuridad que envolvía el lugar, antes de forzar la columna para sentarse. Algunas sombras parecía que se deslizaban por el lugar en el que estaba y una bruma tenue lo cubría todo envolviéndolo, impidiéndole ver más allá de algunos metros a su alrededor. Había un portal delante de él y el chico dedujo que era la entrada al infierno. Jongin se apoyó en sus piernas y se levantó con dificultad, mareándose un poco. Su cuerpo estaba cubierto por una vestimenta beige y sin mangas, el traje le llegaba casi a la altura de los tobillos y sus pies estaban descalzos. El suelo seco lastimaba las plantas de sus pies mientras el chico caminaba en dirección al portal. El joven extendió su brazo y sintió cómo se sumergía entre esa bruma espesa, mezclada con las tinieblas, que cubrían la parte de dentro del portal. Jongin suspiró profundamente y cerró los ojos antes de comenzar a caminar, con pasos rápidos, en dirección a lo que parecía la nada. La nada se volvió todo cuando Jongin abrió los ojos. Kyungsoo estaba ahí, esperándole. Una barca con un montón de personas vistiendo lo misma ropa que Jongin se encontraba tras el demonio de cabellos negros. Kyungsoo mantenía una pequeña sonrisa mientras Jongin se acercaba con pasos rápidos. —Has tardado más de lo que me había imaginado —dijo Kyungsoo ensanchando su sonrisa mientras el alto se acercó.

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Jongin sintió necesidad de abrazar al demonio, pero se contuvo. El humano suspiró antes de morderse el labio inferior, pensando en cómo preguntarle al demonio si había arreglado su habitación y su cuerpo antes de volver al Infierno, pero Kyungsoo parecía haberle leído el pensamiento. —Todo está bien allá arriba, Jongin. Tu familia está bien —dijo el grimorio con una sonrisa sincera en los labios. Un silencio incómodo los envolvió mientras Jongin evitaba mirar a los ojos al más bajo. Ahora que se había parado a pensar lo que había sucedido entre ellos, sentía un poco de vergüenza. — ¡El barco va a zarpar! —gritó Caronte dentro del barco, ya con el remo en las manos. El humano miró asustado al barquero y comenzó a andar en dirección a la orilla del río, aproximándose a la barca, pero sus pasos terminaron cuando su mano fue agarrada con fuerza por el demonio más bajo que él.

—Necesitas saber una cosa, Jongin... Existen tres opciones para vivir aquí en el infierno —dijo Kyungsoo con voz baja, mientras atraía al humano más cerca de él—. Puedes no subir a la barca y quedarte aquí en el ante infierno, donde jamás serás molestado, pero vagarás eternamente, con la compañía de aquellos que decidieran no entrar definitivamente en el submundo... O puedes venir conmigo hasta el Segundo Círculo y encontrarte con Minos, el juez del Infierno, que te encaminará hacia el Círculo Infernal al que deberás ir, dependiendo de los pecados que cometieras en vida... 83

Kyungsoo paró de hablar para suspirar y Jongin apretó sus dedos alrededor de la mano del menor. — ¿Y la tercera opción es...? —el más alto murmuró ronco, notando su garganta seca. —La tercera opción es que puedes venir conmigo... Digo, ven hasta el Valle de los Vientos y quédate conmigo —dijo Kyungsoo muy bajo, mientras miraba hacia un punto fijo en el pecho de Jongin, evitando mirarle a la cara—. Pero si vienes conmigo, poco a poco te convertirás en un demonio también, necesitarás hacer algún tipo de trabajo en el Infierno, tienes que ser útil de alguna manera, si no acabarás por ser eliminado y... Jongin vio a Kyungsoo morderse el labio inferior y sonrió. —Me quedaré contigo, por supuesto —dijo decidido el humano y el demonio lo miró, confuso—. No tenías que habérmelo preguntado, la respuesta era obvia. Kyungsoo parpadeó un par de veces y entreabrió los labios, pensando en qué decir. —Pero acabarás convirtiéndote en demonio y... —Que así sea, entonces —dijo Jongin, en un ultimátum, antes de empujar al demonio hacia dentro del barco que los llevaría hacia las entrañas del Infierno—. Mi elección desde que era un niño fue la de quedarme a tu lado y es eso lo que haré —Jongin dejó de hablar y un pensamiento invadió su mente—. ¿No quieres...? — ¡Quiero! —Kyungsoo habló rápidamente, entrelazando los dedos 84

del humano entre los suyos. Los dos permanecieron en silencio mientras el barco comenzaba a deslizarse sobre las aguas negras del río Aqueronte. Jongin miraba curioso hacia los lados, intentando absorber el paisaje que lo envolvía, aunque las tinieblas lo envolviesen todo densamente. El grimorio observaba con algo de admiración los trazos adultos del rostro del humano que había traído al Infierno. Jongin ya no era un niño, pero aún había un pequeño fragmento de inocencia en él, su gracia infantil, a su modo. El demonio sonrió de medio lado antes de apretar suavemente la mano del humano entre sus dedos. Jongin lo encaró y mostró una pequeña sonrisa... Era realmente bonito. Y lo mejor de todo era que Jongin ahora era suyo.

○●○●○●○●○ En el Infierno existen diversas reglas para mantener el orden en el submundo. Una de esas reglas es que todo humano que se entregue a un demonio y viva a su lado, acabará volviéndose una criatura de las tinieblas, igual que su compañero. El tipo de demonio en el que se convierte un humano; por ejemplo: almas que se unen a demonios sucubbus o incubbus, se vuelven de la misma especie. Los humanos que deciden permanecer al lado del grimorio que lo 85

trajo (a través de un pacto) al Infierno, acaban convirtiéndose, con el paso del tiempo, en grimorios y necesitan, en algún momento, comenzar a realizar pactos con otros humanos en la Tierra para que el ciclo continúe. Kyungsoo le explicó todo a Jongin, pensando que desistiría él mismo de quedarse a su lado, pero todas las horas invertidas en explicaciones y avisos fueron en vano. El humano ya había decidido que permanecería en el Valle de los Vientos, con la disculpa de que Kyungsoo le había dicho diez años antes que cuidaría de él en el Infierno. Y claro, Kyungsoo le había prometido a Jongin que cuidaría de él en el Infierno... Y él cumpliría su promesa con mucho más gusto de lo que el nuevo residente del mundo de los muertos podría imaginar. Aunque Jongin permaneciese un poco avergonzado por la manera en la que Kyungsoo y él ya se habían relacionado, ese sentimiento se fue convirtiendo en algo más fuerte, que estaba guardado en su interior desde hacía un tiempo. Incluso algunas veces parecía que Kyungsoo lo trataba como a un hermano pequeño y Jongin no le negaba los besos ni los roces que silenciosamente pedía con los ojos o con una sonrisa tímida. Con el tiempo, en realidad, fue Jongin quien comenzó a tomar la iniciativa, cuando abrazaba al menor a la hora de descansar o cuando iniciaba alguna caricia mientras aún dormía; un despertar que el demonio hallaba deliciosa. Jongin pertenecía a Kyungsoo, en cuerpo y alma. Sólo quería que el demonio también le perteneciese.

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El tiempo fue pasando de forma imprecisa (como siempre) en el Infierno y los dos chicos vivían prácticamente solos dentro de la Torre de los Vientos, en la habitación que compartían. Kyungsoo, aunque no lo dijese en voz alta, recelaba de dejar a Jongin solo con los otros demonios (principalmente con Baekhyun) y prefería mantenerlo a su lado siempre, si era posible. Las únicas veces en las que el humano se quedaba solo era cuando el demonio tenía que ir a la Tierra a hacer un pacto o a traer algún alma al Infierno. Kyungsoo le habló sobre los riesgos de que algún ángel se interpusiera en medio cuando sellaba un pacto con algún ser humano. Por eso Jongin siempre se quedaba afligido, mientras se mordía el labio y miraba hacia la puerta cuando, en ocasiones, su compañero de habitación salía a realizar una nueva misión. Jongin, mientras estaba solo, no se relacionaba mucho con los otros humanos y mucho menos con los otros demonios. Se quedaba en el cuarto, mientras el tiempo pasaba hasta que Kyungsoo volviese, aburrido y mirando por la ventana a las almas miserables, sin destino aparente, que caminaban por el desierto sin fin del Valle de los Vientos. Jongin no vio problema en las salidas que el menor hacía y mucho menos sentía celos, pues sabía que mientras Kyungsoo estuviese en el Infierno, sólo atendería al humano. Y, claro, ese humano sería siempre, y únicamente, Jongin. Lo único que incomodaba al humano en el Infierno era un demonio en especial. El propio Jongin ya se había acostumbrado a la presencia inconveniente de Baekhyun, lo trataba siempre de forma fría, principalmente cuando sonreía maliciosamente a Kyungsoo. El tiempo para que un humano se transforme en demonio puede variar mucho, pero para Jongin parecía retrasarse más de lo que era considerado normal. Kyungsoo (siempre que el tema surgía) 87

sonreía ampliamente a Jongin y le decía que no tenía que anticipar tanto la transformación, porque no era tan maravilloso ser un ser de las tinieblas. Lo que el demonio no entendía era que Jongin quería ser útil, no quería quedarse más tiempo dentro de la habitación, quería demostrarle a Kyungsoo que podía ser más que un protegido cuando se transformarse en demonio. El hecho de que, siempre que podía, Baekhyun lo molestaba o le recordaba a Jongin que todavía era un humano indefenso, también contribuía a la impaciencia de este. ○●○●○●○●○ El primer cambio que notó Jongin cuando se produjo su transformación fue cuando abrió los ojos (después de despertarse de unas largas horas íntimas con Kyungsoo) y su visión era monocromática. El humano parpadeó un par de veces y salió de la cama, confuso, tambaleándose hasta llegar al espejo grande que había en una de las paredes. Su reflejo mostraba a un Jongin adulto, sudado, con el pelo revuelto y los ojos totalmente negros. — ¡Kyungsoo! —gritó Jongin, todavía mirando su reflejo. Pensó que se había quedado ciego, ya que todo lo que veía era en blanco y negro. El menor giró lentamente en la cama y gimió bajito, no quería abrir los ojos. Jongin suspiró y corrió hasta donde Kyungsoo estaba acostado, se sentó cerca de él, lo movió y llamó suavemente por su nombre hasta que abrió los ojos. —Estoy cansado, Jonginnie... —murmuró Kyungsoo, mientras se 88

frotaba los ojos y bostezaba despacio—. Me agotaste... Ahora no me apetece... — ¡No es eso! —Gritó el humano y el demonio abrió los ojos asustado por el tono de su voz— ¡Mis ojos! ¡Creo que me estoy quedando ciego! Kyungsoo se sentó en la cama y observó el rostro de Jongin. El demonio posó las palmas de las manos en las mejillas del humano y lo miró fijamente. — ¿Qué es lo que ves? —murmuró Kyungsoo sin expresión antes de morderse su propio labio inferior. —A ti –respondió Jongin, un poco más calmado, mirando hacia la boca del más bajo—. A ti mordiéndote el labio... En blanco y negro. Mis ojos están completamente oscuros, ¿no? Kyungsoo se rio débilmente.

—Esa es la primera fase de la transformación. No te preocupes, tus ojos volverán a la normalidad dentro de poco. Cuando usamos nuestros poderes demasiado nuestros ojos se vuelven negros e nuestra visión se vuelve monocromática, te estás volviendo un demonio, esas manifestaciones son normales, no estás acostumbrado al poder que estas adquiriendo. Kyungsoo sonrió suavemente y Jongin parpadeó varias veces antes de acompañarlo. Al final se estaba transformando en un demonio. La sonrisa de Jongin se volvió maliciosa y, sin esperar una respuesta 89

del otro, chocó sus labios con los del demonio más bajo, que acabó abriendo los ojos, sorprendido por el acercamiento repentino. Mientras la lengua del todavía humano recorría todo el camino alrededor de los labios de Kyungsoo, este suspiró varias veces, intentando (en vano) decir al más alto que deberían descansar y parar las caricias. Pero siempre era demasiado difícil controlar a Jongin... No tardó mucho en que Kyungsoo se derritiera entre los fuertes brazos del más alto y gimiera alto su mote infantil, provocándole entre besos y caricias íntimas. —Jonginnie... ○●○●○●○●○

Las siguientes fases de la transformación fueron más disimuladas y, cuando Jongin quiso darse cuenta, su fuerza ya se había duplicado. No se había dado cuenta de que era más fuerte hasta que un día Baekhyun entró de repente en la habitación que Jongin y Kyungsoo compartían y comenzó a insinuarse al más bajo, lo que provocó que Jongin se molestase y lo empujase lejos. Cuando la espalda de Baekhyun chocó contra la pared, se formó una grieta gigantesca y todos se quedaron mirando al humano, asustados. La transformación de Jongin de humano a demonio estaba, definitivamente, completándose.

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Los sonidos, los olores, los roces... Todo parecía haberse intensificado, y sentir el sabor de Kyungsoo, o escucharlo susurrar contra su oído o mirar fijamente su sonrisa parecía cien veces más agradable de lo que había sido tiempo atrás. No tardó más de lo que pareció unos cuantos meses hasta que los líderes del Segundo Círculo Infernal llamaron a Jongin. Estaba listo, tenía que comenzar a realizar pactos con seres humanos. Un demonio grimorio mayor que él le explicó lo que debería hacer y lo acompañó en su primer viaje a la Tierra. Todo parecía mucho más diferente de lo que Jongin recordaba y tardó un poco en darse cuenta de que ya habían pasado muchas décadas desde que él había dejado de ser humano. Su familia adoptiva no debía de acordarse de él, pero se dio cuenta de que no sentía añoranza por ellos como debería ser. Desde que había pisado el Infierno, Jongin pasó a aborrecer la Tierra, descubrió que había pasado por momentos muy difíciles y agradeció haber encontrado a Kyungsoo.

El infierno era ahora su hogar. Por otra parte, el paisaje de la ciudad donde se encontraba su primer contratante era muy diferente a lo que él estaba acostumbrado de la Inglaterra del siglo XVIII. Jongin se dio cuenta, aquel día, que prefería el Infierno a la Tierra. Prefería el viento fustigante del Valle de los Vientos al viento húmedo que acariciaba su rostro en las calles de la ciudad humana. Prefería dormir escuchando algunos gritos y risas de los cuartos de al lado que dormirse en silencio en el silencio absoluto que había en el orfanato en el que vivió cuando era niño.

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Jongin, ese día, se dio cuenta de que prefería estar con Kyungsoo a estar (en efecto) vivo. ○●○●○●○●○ Los diez años para que Jongin fuera a buscar a su primera alma humana habían pasado demasiado rápido, en su opinión. Había hecho muchos pactos y ya estaba acostumbrado a sellar los labios con humanos aleatorios y egoístas que querían realizar contratos, en su gran mayoría, por dinero, fama o poder. A Jongin no le gustaba tanto ser un grimorio; no le gustaba ir a la Tierra y tener que hablar con humanos mezquinos. Aparte de eso, siempre temía que un ángel apareciese y sólo la idea de que alguno pudiera eliminarlo lo aterrorizaba de una manera horrible. Ser un grimorio apenas tenía ventajas para Jongin; dos, según Baekhyun.

Jongin aceptó el hecho de ser un demonio de pactos para poder ser útil y mostrarle a Kyungsoo que él no era tan frágil como aparentaba cuando era humano. Según Baekhyun, como le gustaba repetir a Jongin, siempre con una sonrisa en la cara, lo mejor era cuando se llevaban al contratante al infierno, ya que los demonios podían ganarse un buen polvo, si tenían suerte. Jongin simplemente ponía los ojos en blanco mientras el demonio de pelo castaño le decía esas cosas, con la intención de incentivarlo para alegrarse de ser un grimorio. Pero, sí... El primer contratante de Jongin tenía que ser llevado al 92

Infierno, al final diez años pasaba demasiado rápido. El joven, ahora demonio, había aprendido con el tiempo lo que le gustaba o no a Kyungsoo en medio de las caricias que se intercambiaban, y justo en el momento en el que lo llamaron para buscar su alma, el joven deslizaba la lengua lentamente por un punto sensible del menor. Su frustración quedó reflejada en el rostro mientras se colocaba un traje blanco para dirigirse a la Tierra. Los trajes para los grimorios que subían a la superficie habían cambiado con la llegada del nuevo siglo en el mundo humano y Jongin odiaba particularmente el blanco, ya que ese color destacaba todavía más su piel bronceada. —Sonríe, Jonginnie... ¡Al jefe no le gustará verte con esa cara en tu primera misión real! Buscar almas en la Tierra es genial, ya verás — lo animó Kyungsoo, sentado en la cama, todavía desnudo. —Genial...—dijo Jongin con ironía—. Follar con alguien solo por placer... ¿Piensas que eso es genial?

Kyungsoo cerró sus enormes ojos, mientras un mohín se formaba en sus labios, como si estuviese haciendo un poco de fuerza para pensar en una respuesta. —No es tan malo —murmuró Kyungsoo, salió de la cama y caminó hasta el más alto—. Puedes terminar encontrando a un contratante atractivo, como lo encontré yo. El más bajo sonrió y mordió su labio inferior mientras Jongin hacía un mohín y lo abrazó hundiendo su rostro en el hueco de su cuello.

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—Ya te tengo a ti, no quiero a nadie más —el aliento caliente del más alto causó un escalofrío al demonio mayor y suspiró. —Buena suerte, Jongin. Cualquier cosa, llámame... Iré en tu busca — murmuró Kyungsoo y el más alto lo miró, confuso. — ¿Por qué no vienes ahora conmigo? —Al principio, va contra las reglas. Ir en medio del proceso también, pero yo, sinceramente, me preocupo. La primera vez que traes un alma nunca es fácil... —dijo Kyungsoo serio y recibió una sonrisa como respuesta. Jongin besó los gruesos labios que tenía frente a él y se deleitó con el dulce sabor del demonio que lo trajo al infierno. —No te preocupes por mí, haré que te sientas orgulloso.

Intercambiaron algunos besos más antes de que el mayor saliese por la puerta cerrándola al salir. Kyungsoo quería decirle a Jongin que no necesitaba demostrarle nada, que todo era cierto. Pero todo lo que el menor hizo fue apretar una mano contra la otra en frente a su tórax. Kyungsoo tenía un mal presentimiento. ○●○●○●○●○ Kyungsoo estaba en lo cierto.

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No había pasado mucho tiempo antes de oírlo; como si fuese un susurro al lado de su oído, Jongin le llamaba. El demonio de piel clara miró hacia los lados, alrededor del cuarto, descubriendo que su compañero había vuelto, pero entonces se fijó en que no era eso lo que había pasado. Jongin lo estaba llamando desde la Tierra. Iba contra las reglas que los demonios fuesen al mundo de los humanos sin permiso, pero no era la primera vez que Kyungsoo rompía una o dos reglas. El demonio de piel clara arrastró a Baekhyun por los pasillos y después por el desierto del Valle de los Vientos, escuchándolo protestar demasiado, hasta que lo ayudó a invadir la sala de su jefe para atravesar un portal. —¿Cómo vas a adivinar qué portal atravesó Jongin? —preguntó Baekhyun mientras los dos atravesaban la puerta y se paraban en medio de la sala de Minos, el juez del infierno.

—No le llames así, sabes que ahora su nombre es Kai —respondió serio Kyungsoo, e intentó sentir el aura de Jongin todavía presente en la sala. —Como sea —murmuró Baekhyun poniendo los ojos en blanco, aburrido—. Olvidé que sólo tú puedes llamarlo por su nombre de humano. Jongin le había dicho a Kyungsoo que cuando se convirtiese en demonio por completo, le gustaría que todos le llamasen Kai. Jongin le dijo que no había un significado importante tras el nombre, que lo usaría porque era una palabra fuerte que causaba más impacto que 95

«Jongin». Kyungsoo respetó su decisión, pero cuando llamó a Jongin Kai por primera vez, recibió una mirada molesta. El demonio más bajo no entendía el motivo de la irritación del otro y sólo cuando el más alto lo abrazó y murmuró que Kyunsoo, y únicamente Kyungsoo, podría llamarle por su verdadero nombre, el demonio de piel lechosa entendió lo que había pasado. Jongin sería Kai para todos... Pero, sólo para Kyungsoo, Jongin sería siempre Jongin. —Entró por este portal —señaló Kyungsoo hacia donde sentía extenderse el rastro del aura de Jongin. —Ve, entonces. Si tardas o veo que alguien se acerca te seguiré, así que no tardes —murmuró Baekhyun con una media sonrisa y Kyungsoo se lo agradeció— ¡Pero no olvides que querré algo a cambio!

Kyungsoo escuchó el grito de Baekhyun a lo lejos mientras las tinieblas lo envolvían. Sabía que tendría que negociar una recompensa para su colega demonio, pero en ese momento no quería pensar en eso. Lo único en lo que Kyungsoo conseguía pensar en ese momento era en Jongin. ¿Y si algún ángel entrometido hubiese aparecido?

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○●○●○●○●○ Al final, el problema no era un ángel amenazando la vida de Jongin, ni mucho menos algo realmente serio, como un contratante que estuviese acompañado o muerto. Jongin sólo estaba (literalmente) aterrorizado. Una mujer, que aparentaba rondar los treinta años, estaba sentada en una cama matrimonial en la habitación donde los dos se encontraban. Por la apariencia de la habitación, Kyungsoo podría decir que la casa era lujosa y eso explicaba por qué la contratante parecía tan hermosa. Probablemente había pedido belleza y riqueza a Jongin, hacía diez años. —¿Cuál es el problema? —murmuró Kyungsoo con una ceja alzada y vio a Jongin suspirar, aliviado, yendo a su encuentro. La mujer los observaba confusa. No todos los días dos demonios surgían de la nada en su cuarto de esa manera.

—No soy capaz —susurró el más alto, nervioso—. No consigo tocarla, nada. Kyungsoo parpadeó un par de veces, intentando procesar lo que estaba pasando. —Me estás diciendo que no eres capaz de acostarte con una contratante, ¿es eso? —Sí —murmuró Jongin, mirando de reojo a la mujer—. No lo consigo 97

y no quiero. No consigo excitarme. —Jonginnie...—susurró Kyungsoo contra la piel del cuello del más alto—. Si comenzaras a tocarla te excitarías. Sabes que tienes que tener sexo con los contratantes antes de enviar su alma al Infierno. Así es como funciona para nosotros, los Grimorios del Segundo Círculo Infernal. —Lo sé —Jongin parecía irritado—. Pero no quiero hacer nada con ella. No quiero tocar a alguien que no seas tú. Kyungsoo levantó las cejas, un poco asustado por la confesión repentina. —Jongin, escúchame. Si no cumples con tus obligaciones no sé lo que te pasará. Ahora ve y haz lo que ya has hecho antes. ¡Me dijiste que te habías acostado con mujeres! —Antes de ir al Infierno, así que no cuenta —dijo Jongin con un mohín en los labios—. ¡No voy a llevarla!

Los dos siguieron discutiendo un buen rato, mientras la humana los miraba confusa. La mujer sabía de los términos del pacto, pero viendo el modo en el que aquellos dos hombres discutían su futuro la estaba dejando perpleja. — ¿Quieres decir que no voy a morir? —preguntó la humana en un susurro, más para ella que para los dos demonios. — ¡Claro que sí! —gritó Kyungsoo, enfrentándose a la mujer. El demonio más bajo suspiró pesadamente y comenzó a caminar en 98

dirección a la cama, donde la humana estaba todavía sentada, con su cuerpo escondido entre las sábanas. Kyungsoo miró la puerta de reojo e intentó cerrarla con llave mentalmente, pero parecía que ya lo estaba. Por lo menos Jongin ya había hecho eso. La mirada de la mujer se perdió en el vacío cuando Kyungsoo invadió su mente sin permiso. El demonio saltó un poco por los pensamientos de la contratante antes de deslizar dos dedos por su cabeza. Un ruido sordo se escuchó cuando la mujer (después de poner los ojos en blanco) cayó sobre el suave colchón. —Pronto recobrará la consciencia... Ahora quítate los pantalones y ven aquí —murmuró Kyungsoo intentando apartar las sábanas que escondían el cuerpo de la humana. —No —murmuró Jongin, irritado—. Ya dije que no quiero compartir la cama con alguien que no seas tú.

Kyungsoo suspiró, irritado. Realmente le agradaba que a Jongin le gustase tanto, pero eso ya era ridículo. Al fin y al cabo, tener sexo debería de ser algo sencillo para demonios que habitaban en el lugar de la lujuria del Infierno. —Es sólo meterla, Jongin. Sin misterios, te ayudo si ese es el problema. —No voy a follar con ella, aunque insistas. Una vez más, los dos comenzaron a discutir. La mujer yacía 99

inconsciente en la cama, mientras los demonios hablaban alto entre sí. Kyungsoo intentó obligar a Jongin a sacarse los pantalones y este intentó mantenerse alejado de él. Quieres que haga eso? —preguntó Kyungsoo irritado, con las muñecas sujetas por las manos del más alto— ¿Que tome su cuerpo y la mande al Infierno? ¿Tienes idea de lo que puede suceder? Sufrirás las consecuencias, Jongin. Te dije que necesitabas ser útil como demonio, en el caso contrario, pasaría... La voz del menor desapareció y se mordió el labio inferior. —No quiero que hagas eso —dijo Jongin seriamente—. Sé que te he decepcionado, Kyungsoo. Pensé que podría acostarme con otra persona que no fueses tú, pero no consigo hacerlo. Buscaremos la forma de enviarla al Infierno, no te preocupes. Un silencio incómodo invadió el lugar mientras los demonios desistían de discutir uno con el otro. Permanecieron con sus cuerpos colocados uno al lado del otro, pero sin juntarse en un abrazo. — ¿Y si lo hiciéramos juntos? —preguntó el menor y Jongin abrió los ojos. Aquella era la idea más ridícula que jamás había oído, pero pensar en su pequeño compañero desnudo, acostado en aquella cama, gimiendo su nombre, con el cuerpo de la mujer al lado, le hacía tener algunos pensamientos que serían considerados pecaminosos. Jongin sonrió, pensando durante una milésima de segundo en aceptar la propuesta. Hasta que escuchó una risa malévola (desde algún lugar) que llenó la 100

habitación.

○●○●○●○●○ —Me habéis decepcionado, en serio —murmuró Baekhyun, con una sonrisa cínica en el rostro—. Estuve quieto, en la sala del jefe, esperé por vosotros bastante tiempo, pensé que habíais muerto, que algunos ángeles os habían hecho una emboscada, y vengo hasta la Tierra para comprobarlo y recoger al menos las cenizas de vuestros cuerpos (cosa que demuestra que soy un tipo legal) ¿y qué es lo que me encuentro? Un par de maricas discutiendo sobre si se van a follar a la pobre mujer que está tirada en la cama. Kyungsoo y Jongin miraron sorprendidos hacia el demonio de pelo castaño y ojos bien delineados que surgió simplemente en la habitación. —Sinceramente, esperaba más de ti, Kyungsoo. Y Kai, por el amor de Dios, tienes cara de saber de estas cosas, ¿cómo te quedas ahí llorándole a alguien más bajo que tú, diciendo que no quieres follarte a alguien porque no puedes? — ¡No hables así de él! –dijo Kyungsoo, serio—. Él no es como tú crees, malicioso y pervertido. Ten un poco de tacto al hablar. — ¿Ah, no lo es? —preguntó Baekhyun y se rió, antes de lamerse los dientes en señal de desprecio. El demonio se había sentado en la cama, al lado de la mujer, y le acariciaba el pelo; saltó—. ¿Me estás diciendo que Kai es inocente? No es el que escucho desde vuestro cuarto todo el santo día, porque (admitámoslo) gimes alto, Kyungsoo... 'Jonginnie, por favor'... Aún me sorprende que Kai consiguiera follarte, Kyungsoo, ya que ni lo consigue con una humana inconsciente. 101

Jongin estaba, en ese momento, parado y con los ojos muy abiertos. Estaba sorprendido por la manera en la que Baekhyun le hablaba, pues el demonio sabía ser desagradable, pero estaba sobrepasando los límites. — ¡Cierra el pico! —Gritó Jongin abalanzándose sobre el demonio de pelo castaño, pero Kyungsoo se lo impidió agarrándole el brazo con fuerza—. Nunca más vuelvas a llamarme así, no tienes derecho... —Jongin, tranquilízate –le pidió Kyungsoo y Baekhyun rió en voz alta. — ¿Así, cómo? –Baekhyun todavía reía, sarcástico—. Sólo respeto el hecho de que consigas que los gemidos de Kyungsoo sean más intensos que cuando estuvo conmigo, Jongin... — ¡Ya basta! –gritó Kyungsoo, empujando al más alto lejos del demonio que estaba sentado en la cama. Baekhyun había sobrepasado los límites. — ¿Qué es lo que quiere decir con eso? —Preguntó irritado Jongin— ¿Kyungsoo? —Te lo explicaré cuando volvamos... —murmuró Kyungsoo antes de acariciar el pelo del más alto—. Y Baekhyun, ¡¿qué buscabas viniendo aquí, eh?! El menor de los tres se acercó a la cama y permaneció entre los dos demonios que se fulminaban con la mirada. —Quiero ayudar. Necesitan a esta alma en el Infierno y a mí me 102

gusta ayudar al prójimo –dijo Baekhyun con una media sonrisa. Kyungsoo levantó una ceja, sin creérselo—. Por supuesto, eso tendrá un precio... —Lo sabía —murmuró Kyungsoo, molesto—. ¿Qué es lo que quieres esta vez? Baekhyun miró hacia la mujer que estaba acostada y rápidamente miró a los demonios que estaban frente a él. Su mirada se posó en Jongin y sonrió con malicia. No necesitó decir ninguna palabra para que Kyungsoo entendiera las intenciones del demonio de pelo castaño. —Ni lo pienses. Sabes que Jongin es mío —–murmuró Kyungsoo mientras apretaba los dientes. Baekhyun levantó las dos cejas y se encogió de hombros, mientras que el propio Jongin (tema de la discusión) entreabría sus labios, sin saber qué decir. Nunca había visto a Kyungsoo tan molesto. El suelo comenzó a temblar poco a poco y los ojos de Kyungsoo comenzaron a volverse negros, mientras cerraba los puños con fuerza. Baekhyun entendió que no debía hacer más bromas y se levantó, serio. —Está bien, Kyungsoo. Ya lo entendí, no necesitas ponerte nervioso... No tocaré a Kai. Jongin dio algunos pasos y se aproximó a Kyungsoo, que se calmó poco a poco. El mayor susurró algunas palabras en el oído del menor, percibió que poco a poco la oscuridad abandonaba sus ojos y su 103

expresión volvía a ser la misma de siempre, bondadosa. Kyungsoo siempre había sido muy calmado y paciente, pero la simple idea de que Baekhyun tocara a Jongin lo dejó fuera de sí. Quería arrancarle la piel a su compañero de pelo castaño usando las uñas cortas de sus dedos. — ¿Qué vas a querer? —preguntó Jongin serio a Baekhyun mientras agarraba la mano de Kyungsoo entre la suya. —No lo sé todavía, me lo deberéis, ¿qué os parece? Algún día quizá necesite vuestra ayuda y vosotros pagareis vuestra deuda. —Hecho —murmuró Kyungsoo sin pensar y apretó la mano de Jongin contra la suya. —Ahora idos que mirar para vosotros así me da angustia —murmuró Baekhyun cínicamente, y los dos demonios desaparecieron en una nube de humo negra que llegó y se fue como por arte de magia. Baekhyun todavía notaba el olor suave a azufre por la habitación cuando se acercó hasta la ventana y la abrió, mirando hacia afuera. No quería respirar oxígeno puro, su objetivo era otro. Quería comprobar que cierto ángel no lo atraparía, como siempre hacía. La sonrisa cínica en la cara del demonio se apagó cuando vio que alguien se acercaba. Cerró la ventana lentamente, y así alargó los segundos que daban al otro lado de la casa, ansiando (en secreto) que el otro apareciese, pero todo fue en vano. Baekhyun borró la expresión en su rostro y miró a la humana desmayada.

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Suspiró, aburrido, antes de comenzar a caminar hacia la cama.

○●○●○●○●○

Jongin, como era de esperar, había sido castigado. Kyungsoo imploró a Minos que lo reconsiderase, pero lo que le dijo fue que o Kai (como Jongin era conocido) pasaba a ser un baal, un demonio guardián, o si no sería eliminado. No había disculpas para lo que había sucedido, para el error de Kai. Después de todo, el Infierno estaba lleno de buenas intenciones. Jongin fue rebajado un nivel en las clases de demonios y quedó como responsable de vigilar (en uno de los turnos) la entrada de la Torre de los Vientos, lugar donde habitaban casi todos los demonios y almas pertenecientes al Segundo Círculo del Infierno. Kyungsoo imploró para que Minos lo reconsiderase o para que lo rebajasen junto a él, ya que él también tenía responsabilidad en el error de Jongin en su misión. Minos no cambió de idea. Kyungsoo continuó siendo un grimorio y quedó como responsable de traer al Infierno a todas las almas humanas con las que Jongin había realizado pactos. No había nada que hacer, Jongin ahora era un baal y Kyungsoo un grimorio. Los dos continuaban relacionándose y compartiendo la misma habitación, pero Jongin se sentía avergonzado por su actitud. Había 105

decepcionado a Kyungsoo y no sabía qué hacer para que lo perdonara. —No pasa nada, en serio. Nada ha cambiado entre nosotros — Kyungsoo estaba acostado entre los brazos del mayor y susurró (como si hubiese leído los pensamientos de Jongin) contra la piel de su cuello, lo que le causó escalofríos—. Estoy más feliz si te quedas aquí. La Tierra es peligrosa, los ángeles pueden aparecer y no eres lo suficientemente fuerte para derrotarlos en el caso de que os pelearais. — ¿Y crees que yo estoy contento viendo cómo vas a la Tierra? ¿Arriesgándote? —preguntó Jongin serio y Kyungsoo rió con suavidad. —Soy fuerte, aunque no lo parezca... Sólo dejo que tú parezcas más fuerte que yo —le provocó el menor y Jongin sonrió, mientras sus dedos recorrían la extensión del tronco desnudo y blanco que estaba frente a él.

— ¿Y? —preguntó Jongin con una media sonrisa, y pasó la lengua por el contorno de los labios carnosos que estaban delante de él, mientras olvidaba por un momento todas sus preocupaciones. — ¿No lo crees? —preguntó Kyungsoo, astuto, antes de mover su cuerpo para quedar encima del más alto. Jongin creía en las palabras del más bajo, pero quería jugar un poco. Aquella noche, Kyungsoo le demostró al más alto que podía dominarlo si quería, le hizo gemir arrastrando su nombre y suplicó

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por más.

○●○●○●○●○ El tiempo en el Infierno fue pasando del mismo modo incoherente y confuso de siempre, pero en la Tierra ya habían pasado más de cien años desde que Jongin había muerto. Sus huesos no existían pero si su caja enterrada a siete palmos de la superficie. Habían llamado a Kyungsoo para una misión en la Tierra. Un nuevo pacto tendría que ser realizado y rápidamente se colocó su traje blanco y miró fijamente al más alto con una sonrisa en la cara. Jongin ya estaba vestido con su uniforme negro para vigilar la entrada de la Torre de los Vientos y Kyungsoo pensó que era mejor que él no fuese ya un grimorio ya que, después de todo, odiaba ir a la Tierra. —Ten cuidado —murmuró Jongin hacia el menor y recibió una sonrisa como respuesta antes de que éste desapareciese en la oscuridad del desierto del Valle de los Vientos.

Jongin esperaba que, como siempre, todo saliese bien y que nada fuera de lo normal sucediese mientras Kyungsoo estuviera en el territorio considerado enemigo, ya que los ángeles deambulaban por la Tierra como si aquel lugar fuese dominio de ellos. Pero el destino negó los deseos de Jongin y algo sucedió. Cuando el menor volvió de la misión parecía diferente, pensativo. Jongin no entendía lo que le pasaba, pero esperó hasta que 107

estuvieron solos para preguntárselo. — ¿Qué ha pasado? —preguntó el más alto acariciando la mejilla blanca de Kyungsoo. El demonio parpadeó un par de veces, sonrió como respuesta al rostro preocupado de su compañero de cuarto. —No pasó nada, Jongin. —Cuéntamelo, Kyungsoo —insistió el más alto. Estaba de pie, mientras miraba al menor que permanecía sentado en la espaciosa cama, pensativo. —Vale... Es que la persona con la que realicé el pacto hoy era un niño, un niño pequeño... Y me recordó mucho a ti cuando nos conocimos, para ser sinceros. Jongin se sorprendió y se sentó en la cama al lado del menor. — ¿En serio? ¿Cuál es el nombre del niño?

Kyungsoo sonrió de medio lado, intentando acordarse exactamente del nombre que salió de los finos y rectos labios. ¿Cómo un niño podía tener un semblante tan serio siendo tan joven? El demonio amplió su sonrisa cuando se acordó del nombre completo de su contratante y Jongin levantó las cejas ansioso. —Oh Sehun –murmuró Kyungsoo y sonrió—. Se llama Sehun.

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Parte 5: Nostalgia Corría el año 1930 cuando un niño coreano que había desaparecido (intentando salvar la vida de su madre), recibió la visita de un demonio de piel blanca y ojos grandes y negros. Oh Sehun. Ese era el nombre de aquel niño de poca edad al que Kyungsoo le compró el alma en una noche lluviosa. Sehun no pensó demasiado antes de aceptar el contrato y firmar un pacto que sellaría su destino. Diez años más tarde Kyungsoo lo visitaría y se llevaría su alma al infierno, lo quisiera o no. 109

Y eso fue lo que sucedió.

Los diez años pasaron sin pausa en el mundo humano, pero en el Infierno transcurrieron como si no fuesen nada. Y realmente, diez míseros años no eran nada para los demonios que pasan siglos como si fuesen días. Cuando Kyungsoo se dio cuenta de que la hora se acercaba, le sonrió a Jongin. Porque, en realidad, Sehun era un hilo de esperanza para los dos. Una esperanza para que pudiesen estar juntos de nuevo. Como parte del contrato realizado, el humano y el demonio se acostarían en la misma cama y sus cuerpos se volverían uno. Las pieles cálidas se encontraron y el mortal vio cómo el ser de las tinieblas lo tomaba a pesar de no tener pleno consentimiento. El Grimorio supo guiar bien lo que hacían, todos los siglos de experiencia estaban a su favor. Llovía mucho la noche en la que Sehun se entregó al demonio y después de eso murió, dando un último suspiro mientras miraba fijamente a los ojos totalmente negros que tenía frente a él. — Bienvenido, Sehun —dijo Kyungsoo con una sonrisa sincera, abriendo la puerta de su habitación, asustando a Jongin con la invasión repentina en la habitación. — ¿Este es Sehun? —Preguntó Jongin y enarcó una ceja, recibiendo un gesto de confirmación del menor—. Soy Kai, puedes estar tranquilo; mientras estés con nosotros, te protegeremos. Sehun, ya adulto, miró a los dos demonios e intentó mantener una 110

expresión seria, como acostumbraba. Su infancia y adolescencia le habían enseñado que una expresión sombría y la ausencia de una sonrisa provocaban más respeto que su verdadero rostro alegre y casi infantil. — ¿Por qué? ¿Por qué insististe en que me uniese a vosotros, Kyungsoo? –preguntó Sehun, desconfiado. Los dos demonios se miraron. — Vamos a ser sinceros contigo, Sehun —comenzó a decir Jongin— . Queremos que te quedes con nosotros, te transformes en un demonio Grimorio y tomes el lugar de Kyungsoo. Queremos que hagas pactos con los humanos en su lugar. — Quiero ser un Baal. Un guardián, como lo es Jongin —completó Kyungsoo y Sehun miró hacia ambos lados, confuso. — ¿Quién es Jongin? —preguntó el humano y Kyungsoo suspiró, cansado. — Es mi verdadero nombre, pero todos tienen que llamarme Kai, incluido tú, Sehun —murmuró con una pequeña sonrisa, mirando de reojo al más bajo de los tres. — ¿Y por qué me necesitáis? —Preguntó el humano con una ceja levantada— ¿Por qué no cambias... No es eso lo que quieres? Kyungsoo apretó los labios en una sonrisa triste. — No es tan sencillo, Sehun... El infierno necesita tener un número mínimo de demonios que hacen pactos. Es para evitar perder humanos contra algún ángel por falta de personal y, sé que parece confuso, pero básicamente: para que pueda cambiar, lo 111

mínimo para conseguir cambiar de nivel en la jerarquía de los demonios, necesito que un humano se transforma en Grimorio y que ocupe mi lugar. Ya conseguí que un humano se quede en el lugar de Jongin cuando este fue rebajado y se convierta en Baal, pero te necesito para que ocupes mi lugar, ¿entiendes? Sehun parpadeó un par de veces, intentando absorber todo lo que le habían dicho. Todavía en la Tierra, el demonio de pelo negro le había pedido que lo siguiese en el Infierno y se quedase a su lado, con la promesa de que su estancia en el submundo no sería tan horrible como en las historias narradas por los padres con tanto ahínco a sus hijos inocentes y estúpidos. El humano miró a un demonio y después al otro y se permitió sonreír. — ¿Entonces soy un tipo de chivo expiatorio para vosotros? ¿Queréis que sufra las consecuencias para que podáis estar juntos, es lo que queréis? Kyungsoo abrió los ojos y sus labios, iba a negar y a defenderse ante la pregunta del humano, pero Jongin fue más rápido.

— ¡Eso es! —Exclamó Jongin con una sonrisa—. Eres muy inteligente, ¡me gusta este chico! Somos demonios, somos egoístas, ¿qué esperabas que hiciéramos? ¿Querías que te protegiéramos sin ganar nada a cambio? — ¡Jongin! —Dijo Kyungsoo en voz alta, caminó hasta el moreno y le golpeó suavemente el hombro, mostrando su frustración—. ¡No se habla así con las personas! 112

— ¡Pero es verdad! —susurró Jongin, intentando entender por qué había sufrido una agresión repentina del menor. — ¡Pero no le hables así! —murmuró Kyungsoo entre dientes. A pesar de tener un cuerpo de adulto, Jongin podía ser muy infantil cuando quería. — Me quedo —dijo Sehun de repente, asustando a los dos demonios, que habían olvidado su presencia en la habitación—. No tengo nada que perder, ¿no? Mejor eso que quedarme en el Anteinfierno, solo y sin ver nada por las tinieblas... Y me parece que si no me quedo con vosotros podré acabar en algún lugar peor en el infierno. Realmente no estoy dispuesto a sufrir toda la eternidad... — Y ser Grimorio te asegura sexo gratuito —dijo Jongin con una media sonrisa y recibió otro golpe del menor. Aquel día, Kyungsoo ganó un nuevo protegido en el infierno. Tenía un niño más para tener en cuenta e intentar protegerlo de las manos malignas de otros demonios (principalmente de Baekhyun.)

○●○●○●○●○ Baekhyun no fue un problema. El demonio parecía diferente, más recatado y quieto. Kyungsoo se preguntó si su «amigo» estaría enfermo, pero eso era imposible, ya que los demonios nunca enfermaban, no formaba parte de la naturaleza de las criaturas del submundo.

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Sehun se convirtió en demonio mucho antes que Jongin y eso causó algunas peleas infantiles entre los dos, y el menor de los tres siempre los separaba en las discusiones. Kyungsoo, Jongin y Sehun tenían una relación muy buena y parecían una pequeña familia, si no fuese por el hecho de que compartieron la misma cama algunas (muchas) veces durante mucho tiempo. Después de todo, eran demonios pertenecientes al Círculo Infernal regido por el pecado de la lujuria. Jongin siempre intentaba mantener el control durante el sexo que mantenía con los otros dos, haciendo que Sehun quedase entre sus brazos y no tocase demasiado a Kyungsoo, lo que irritaba al menor. Después de todo, Kyungsoo también quería sentir placer. Nunca habían discutido el asunto, pues siempre que Kyungsoo comenzaba la conversación, Jongin lo intentaba distraer de repente, normalmente le daba algunos besos suaves en el cuello, mordía puntos estratégicos, obligándolo a olvidar lo que quería decirle.

Los tres llevaron ese tipo de rutina en el Infierno hasta que Kyungsoo fue a pedirle a Minos, su jefe y juez del Infierno, que Sehun ocupase su lugar como demonio de pactos. Kyungsoo le explicó que el mismo se había cansado de eso y que Sehun era bastante competente. El demonio de piel blanca prácticamente le imploró para que lo rebajase a Baal, y así poder estar al lado de Jongin.

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Minos le dijo que parase de suplicar, pues no estaba en el Cielo y pedir algo de rodillas era un gesto ridículo que ni siquiera Dios exigiría. Pero, increíblemente, a pesar de los inconvenientes, Minos aceptó su petición. Kyungsoo, de ese día en adelante, había sido degradado en la escala de los demonios. Su deseo se había hecho realidad y ahora se encontraba en la misma posición que Jongin, sería un demonio Baal – guardián de la entrada de la Torre de los Vientos del Segundo Círculo del Infierno. Y Sehun sería un Grimorio. Un demonio de pactos. ○●○●○●○●○ — Su nombre es Luhan —murmuró Sehun de repente, y los dos guardianes le miraron confusos—. La última persona con la que he hecho un pacto. Los tres demonios estaban frente a la Torre de los Vientos y Sehun había estado callado mientras Kyungsoo contaba las últimas novedades que conocía de los otros Círculos Infernales. Sehun permaneció demasiado pensativo hasta que decidió abrir la boca para hablar del humano con el que había hecho un pacto poco tiempo antes. — Ah, ¿ya estás hablando del niño otra vez? —preguntó Jongin, desinteresado—. Todavía no me creo que maldijera al jefe por mandarte hacer un pacto con un niño. Por el amor, Sehun, ¿hiciste el pacto cuando él tenía qué? ¿Ocho años? Sehun afiló la mirada, irritado. — ¡Pero es diferente! Deberías de haberlo visto... Era tan frágil, 115

fue casi inhumano lo que hice, estafar así al pobre, haciéndole creer que era mejor hacer un pacto que vivir prisionero en una cama... Los dos demonios Baal se miraron y suspiraron. — No somos humanos, Sehun... Es normal que hagamos cosas consideradas hum...inhumanas —murmuró Kyungsoo, sin saber si lo que dijo ayudaría a calmar al chico más joven de los tres. Lo que pasó fue que Sehun había sido mandado a la Tierra, en una de sus primeras misiones, y volvió atónito. Estaba perturbado porque le habían obligado firmar un pacto con un niño tan inocente como aquel pequeño ser humano, fue lo que dijo. Hacía poco tiempo que el demonio de facciones rudas había vuelto de la Tierra y todo lo que conseguía hablar estaba relacionado con el niño que ahora todos conocían, y que se llamaba Luhan. — Aun así no es cierto —dijo Sehun, mientras recordaba con claridad los ojos de Luhan—. Voy a invitarlo a unirse a mí en el Infierno cuando vaya a buscarlo. ¿Me ayudaréis a ir a la Tierra a echarle un ojo de vez en cuando? —el demonio de expresión seria se rascó la nuca, nervioso—. So... solo para comprobar que nada lo mató, tenéis que ver el caos que es la Tierra en ese siglo... XXI, ¿no? ¡Tengo esa corazonada! Jongin y Kyungsoo se miraron y una pequeña sonrisa se dibujó en los labios del moreno. — No conozco a ese Luhan... — comenzó a decir Jongin y se ensanchó la sonrisa en sus labios—. Pero estás hablando tanto de él que pareces una niña emocionada. ¡Kyungsoo, apuesto cualquier cosa a que Luhan se va a follar a Sehun si alguna vez tienen relaciones!

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Sehun abrió los ojos y los labios, sorprendido. Kyungsoo suspiró, pues (una vez más) sus protegidos se molestaban. — ¡Qué te jodan, Kai! Está claro que voy a ser yo... — Luhan... Lu...— murmuró Jongin con una voz más suave que la de él, entre gemidos forzados, una imitación de lo que sería un imaginario y dominado Sehun durante el sexo. — ¡Cierra el pico! —gritó Sehun muy alto, levantó su puño y Kyungsoo se dio cuenta de que era mejor intervenir. — Os recordaré que los dos ya fuisteis pasivos conmigo, más de una vez. Los dos demonios más altos dejaron de enfrentarse y giraron las cabezas rápidamente, mirando a Kyungsoo. El demonio de pelo negro y corto sonrió de medio lado. — ¿Qué? —Dijo el menor, e intentó parecer inocente—. Sólo quería que dejarais de discutir, y ha funcionado, ¿no? Sólo lo comentaba. Sehun pensó en continuar la discusión, pero sabía que iba a perder de una manera u otra. Al final, Kai conseguía ser muy molesto cuando quería. — Ni siquiera me mires así —murmuró Jongin cuando Sehun dijo en voz alta algo sobre su carácter molesto— . Todo es culpa del tiempo que pasé cerca de Baekhyun. Kyungsoo puso en blanco los ojos, se dio cuenta de que otra discusión estaba a punto de comenzar, pero Baekhyun surgió de la nada y les dio un golpe fuerte en la cabeza a Sehun y Jongin.

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— La próxima vez que oiga a alguien decir mi nombre en vano, morirá —dijo el demonio de pelo castaño con una mezcla de seriedad y broma, haciendo que Kyungsoo riera. Baekhyun parecía que había vuelto a su normalidad, por increíble que pareciera, Kyungsoo estaba aliviado. — Kyungsoo, sabes que odio a todos y cada uno de los demonios Baal, pero puedo hacer una excepción, ¿no? —dijo Baekhyun con una media sonrisa, bromeando. — ¡Apártate, Baekhyun! —exclamó Jongin, y se colocó en frente al más bajo de todos— ¡Vete a buscar a otro y deja a Kyungsoo en paz! Una sombra de tristeza pasó por el rostro del demonio de pelo castaño, que pasó desapercibido por los demás. Baekhyun sonrió levemente algo forzado y entró en la Torre de los Vientos, sin decir nada más. Kyungsoo tragó saliva, y se preguntó que le sucedía a su amigo. — ¿Dije algo malo? —preguntó Jongin inocentemente, y los otros dos demonios pusieron los ojos en blanco.

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Después de que Sehun volviese a la Tierra y hablase de Luhan, Jongin parecía más malhumorado de lo normal. Los dos demonios Baal estaban en la habitación que compartían en la 118

Torre de los Vientos y mientras Jongin estaba acostado en la cama, irritado al parecer, Kyungsoo estaba en el armario y sacó dos capas para que las usasen, ya que tenía que salir para una reunión importante. Sehun no compartía la habitación con ellos desde que se se había convertido en demonio Grimorio. Pudo conseguir un cuarto propio en otro nivel de la Torre, y eso entristeció a Jongin por lo que entendió Kyungsoo, pero estaba totalmente equivocado. — ¡Vamos, Jongin! ¡Sehun debe de estar esperándonos ya en la reunión! —Dijo Kyungsoo con un mohín en los labios, y tiró la capa encima del más alto, que estaba todavía acostado— ¿Quieres ser uno de los últimos en llegar? Sabes que los otros demonios no ven con buenos ojos a los Baal... Jongin se sentó en la cama y se frotó la nuca, como si estuviese pensando en algo. — ¿Luhan será el humano de Sehun? —preguntó el más alto en un murmullo, esto hizo que Kyungsoo le mirase confuso. — ¿Por qué... dices eso? —el más bajo sujetó la capa en las manos y apretó el tejido suavemente entre los dedos.

— Porque si Luhan fuese su humano... —comenzó Jongin, torció suavemente sus labios, como si estuviese pensando qué decir— . Sehun dejaría de necesitarnos. Kyungsoo levantó una ceja, no entendía lo que estaba diciendo el más alto. 119

— ¿Para protegerlo, quieres decir? — ¡No, Kyungsoo! ¡Para follar! —dijo Jongin, algo nervioso—. Aunque si Luhan no se convierte en el humano de Sehun, podemos mandarlo a aliviar a algunos Incubus que viven por aquí, hay a montones. Incubus es el nombre que se les da a los demonios masculinos, que se alimentan de la energía emanada por los humanos durante el acto sexual. Esa categoría de demonio solo se encuentra en el Valle de los Vientos, en el Segundo Círculo Infernal, el de la lujuria. Pero Kyungsoo no podía creer lo que escuchó salir de los labios del más alto. — ¿Por qué estás diciendo eso ahora? Pensé que tú... —Kyungsoo fue interrumpido por un Jongin serio, más serio de lo que lo había visto jamás. — No me gusta que te toque —admitió Jongin, se levantó de la cama y dejó la capa sobre la mesa. Kyungsoo dio un paso hacia atrás y sonrió juguetón.

— No te gusta que me toque, pero te encanta tocar todas las partes de su cuerpo, ¿me equivoco? —Habló el más bajo, cínico, lo que hizo que sintiera una sensación extraña dentro de él, algo que jamás había sentido. — Es diferente —continuó Jongin serio mientras se acercaba cada vez más al otro. 120

Los cuerpos estaban a centímetros de distancia, separados solo por la capa en frente a Kyungsoo, que sujetaba con fuerza entre las manos. — ¿Por qué es diferente? —murmuró el menor, manteniendo el mentón alzado, mirando fijamente los ojos castaños del más alto. — Porque tú eres mío —susurró Jongin, acercó sus dedos hasta la capa que impedía que se acercase más a Kyungsoo, agarró el tejido, tiró con fuerza y este cayó lejos de los dos. Jongin colocó las dos manos en la superficie del armario que estaba detrás de Kyungsoo, pegó su cuerpo al de este y abrió sus labios para besar el cuello del menor. Pero Kyungsoo se echó a reír y el mayor se asustó y se separó unos centímetros, mirándolo fijamente. — ¿Por qué te ríes? — Porque no soy tuyo —murmuró Kyungsoo mientras dejaba de reír—. Tú eres mío. Tu alma es mía desde que me la vendiste, ¿recuerdas?

Jongin sonrió suavemente, deslizó los dedos por la superficie del armario, descendió hasta la altura de la cadera de Kyungsoo y lo capturó con las manos. — Pero fui yo quien decidió venir hasta aquí, y quedarme contigo. Y es mi nombre el que murmuras todas las noches mientras te toco o 121

cuando descansas, encerrado en el mundo de los sueños. Y soy yo quien va a hacerte gemir ahora, Kyungsoo... Vas asuplicarme y vas a admitir que eres mío en poco tiempo. — No soy tuyo, Jongin. No pertenezco a nadie —dijo Kyungsoo, intentando parecer serio, pero las manos del más alto le apretaban la cadera y le nublaban la mente. Jongin ejercía este tipo de poder en Kyungsoo. Hacía que se olvidara de las cosas con un simple roce, un simple beso. Desde que se encontraron la primera vez, cuando Jongin todavía era un humano (un niño), él ya hacía que Kyungsoo se sintiera así... Provocaba que se olvidara de las cosas que realmente importaban con solo una mirada. Kyungsoo solía ser un demonio inquebrantable... Pero el suelo se abrió con solo una sonrisa de Jongin. E incluso después de siglos juntos, el efecto que el mayor causaba en él seguía siendo el mismo. — Vas a cambiar de idea después, te lo prometo —murmuró Jongin, con una sonrisa maliciosa, acercándose lentamente antes de atrapar la piel con los dientes, lo que provocó que el menor tuviera escalofríos.

Kyungsoo soltó el aire por la nariz, sonrió con desprecio y Jongin mordió más fuerte su cuello, lo que lo obligó a gemir más bajo, de dolor. — ¿Qué te apuestas? —preguntó Jongin con confianza y Kyungsoo 122

no pudo evitar sonreír. ○●○●○●○●○ Jongin sabía lo que a Kyungsoo le gustaba, sabía cómo excitarle, extasiarlo o hasta como dejarlo nervioso. Lo que estaba haciendo en ese momento, dejó al menor nervioso con los roces, con los susurros maliciosos y sus besos prolongados. Aunque tenían una reunión importante con todos los demás demonios del Segundo Círculo, era realmente difícil para el demonio más viejo concentrarse en sus responsabilidades cuando Jongin atacaba su piel con fuerza, chupando de manera urgente, mordiéndolo en todos los puntos sensibles. No tardó demasiado en conseguir que el menor se quedase sin ropa, apresándolo contra las paredes de la habitación y el cuerpo desnudo del más alto, que mordió y pasó su lengua por toda la extensión de su mandíbula y cuello. Kyungsoo intentó no gemir para que Jongin no se diese cuenta de que estaba ganando la «apuesta», pero era realmente difícil con las intimidades rozándose de un modo lento en el bajo vientre de ambos. — Jongin... —dijo Kyungsoo bajo, hundió las uñas en la cadera de este e intentó controlar los escalofríos que sentía por todo el cuerpo—. Vamos a parar a... El menor no consiguió terminar la frase antes de que el más alto tocase sus labios con los pulgares, sintió el tacto blando de aquellos labios carnosos que tanto apreciaba. Las miradas estaban fijas una en la otra y Jongin amenazó con aproximarse para besarle, pero luego se alejó unos centímetros, lo que provocó al menor, dejándolo 123

tentado. Dejando a Kyungsoo loco. — Creo que estoy loco por ti —murmuró Kyungsoo e intentó acercarse a Jongin para besarlo, pero fue atrapado contra la pared una vez más—. ¡Déjame besarte, Jongin! — ¿Loco por mí? ¿Desde cuándo? —preguntó el mayor de manera provocativa, todavía agarrando el rostro de Kyungsoo contra sus manos. — Desde siempre —respondió el menor, y se acordó de la noche en la que conoció a Jongin en el orfanato—. Desde que te conocí... Y me odio por eso, los demonios no están hechos para ese tipo de emociones. Jongin entreabrió la boca y sacó la lengua hacia afuera, la pasó despacio por los labios del menor, pero sin besarlo. Kyungsoo intentó profundizar más el roce, pero (una vez más) el más alto se alejó. — Fuiste humano, entonces tienes derecho a amar —murmuró y gimió bajo, sintió las manos pequeñas del menor arañar la piel de su espalda— ¿Pero solo tienes derecho a amarme, verdad?

— Estas muy convencido, Jongin —murmuró Kyungsoo como respuesta. Abrió la boca y gimió bajo, esperando el beso que tanto ansiaba. El mayor sonrió suavemente antes de atender la petición silenciosa 124

del menor. Aunque los besos siempre son iguales, sistemáticamente hablando, cada uno tenía un gusto diferente para los dos demonios. Cada beso era único, era especial. Las lenguas se acariciaron lentamente, disfrutaron los sabores del otro, que se mezclaban con sus salivas. Los estallidos ya eran altos y provocadores y el beso tenía un gusto nuevo, algo que Jongin ya había entregado a Kyungsoo, pero jamás había sido recíproco. Algo parecido a amor. No un amor melancólico o complejo. Era algo simple y dulce, pero que hacía parecer el beso diferente a todos los que ya se habían experimentado. Kyungsoo dejó, por primera vez, que sus emociones hablasen alto. No era solo sexo, Jongin era más que un protegido. Jongin era de él. Y, si dependiese de Jongin, Kyungsoo admitiría que le pertenecía al final de aquello. El labio inferior del menor fue mordido con fuerza y este gimió alto, mantuvo los ojos entreabiertos, miró a Jongin sonreír de medio lado antes de pasarse la lengua por la zona de la mordedura, como pidiéndole disculpas en silencio. Jongin se arrodilló delante del menor y separó las piernas. Kyungsoo soltó un suspiro y apartó las hebras del pelo que caían sobre los ojos de Jongin, mientras el mismo acercó los dedos a la intimidad que estaba delante de él.

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Ya habían hecho eso más veces de las que podían contar, pero la sensación de Jongin tocándole, masajeándole, mientras le sonreía maliciosamente era siempre un placer inigualable. Kyungsoo había tenido sexo con más personas y demonios de los que se acordaba, pero con Jongin era diferente, era especial. — Suplica —murmuró Jongin con la boca a pocos centímetros del miembro del menor. — Ni lo pienses —respondió Kyungsoo y acarició el pelo negro del demonio arrodillado. — Si no vas a pedir esto ahora, implorarás algo peor después — Jongin levantó una ceja, mientras esperaba la respuesta, pero al ver que el menor no iba a obedecerle se encogió de hombros, sacó la lengua hacia afuera y lamió lentamente la longitud del miembro erecto de Kyungsoo. El menor se mordió el labio inferior y contuvo un gemido, sintió las piernas flaquear. Jongin rodeaba el glande rosáceo con la húmeda lengua, mientras su mano subía y bajaba por el miembro de Kyungsoo, masturbándolo lentamente.

Kyungsoo quería implorarle a Jongin que parase aquella tortura y lo comiese de una vez, pero estaba controlando ese impulso con todas sus fuerzas, pues no quería darle ese placer al más joven. El demonio decidió apretar los dedos contra las hebras del mayor y empujarlo con fuerza, obligándole a gemir de dolor, dándole espacio para que Kyungsoo se introdujese en su cavidad bucal. 126

Jongin miró con rabia hacia Kyungsoo, que levantó una ceja ligeramente, intentando transmitir una imagen inocente. Como la boca ya estaba invadida de todos modos, el mayor hizo lo que Kyungsoo quería. El falo chocaba lento contra sus mejillas o contra el paladar, mientras hacía movimientos lentos con la cabeza. Kyungsoo abrió el labio inferior con tanta fuerza que se mordía mientras se entregaba al placer, gimió bajo, al ritmo de los movimientos de Jongin. Los dedos del menor envolvían las hebras cada vez con más fuerza, dictando la profundidad con que el miembro era engullido por la boca del otro. — Jongin-ah...—dijo Kyungsoo entre gemidos y el otro aumentó el ritmo y la intensidad de succión. La lengua de Jongin se deslizaba sobre la piel de Kyungsoo y este sentía las venas latir contra la lengua. El menor notaba los choques atravesar su columna y pensó que se terminaría ahí mismo, dentro de la boca de Jongin, mirando sus ojos maliciosos que en ningún momento dejaron de mirarle. — Voy a... —gimió Kyungsoo, sentía que estaba cerca del clímax. Jongin pasó la lengua por el glande una vez más, limpió un rastro de presemen que salía de la abertura, y se levantó con dificultad, sintiendo las piernas débiles. — Yo quería ter... —comenzó a decir Kyungsoo, pero fue callado por la lengua del más alto, que invadió su boca sin pedir permiso. Su propio sabor ligeramente salado abordó al más bajo, mientras el más alto abusaba de su lengua, chupándola y mordiéndola suavemente.

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Un hilo de saliva se escurría por la boca de Kyungsoo y Jongin lo lamió sin cuidado, antes de morder el mentón del más bajo. — Gírate —le ordenó Jongin y Kyungsoo le miró fijamente, desconcertado. — ¿En serio crees que estás en posi...? —el menor fue interrumpido una vez más por un Jongin ansioso, que lo forzó a girarse contra la pared, obligándolo a estirar las dos manos contra la superficie, consiguiendo un apoyo. — No seas así conmigo, Kyungsoo. Sabes que te encanta lo que te hago... —murmuró Jongin y le besó delicadamente la espalda, mientras las manos se deslizaban por los laterales del cuerpo de este, obligándolo a inclinarse—. Disfrutas las reacciones que te provoco. Con el pie, el más alto separó las piernas del menor y este gimió bajo, sintió el miembro de Jongin (pasado por alto hasta ahora) rozar su entrada expuesta. — ¿Vas a pedirlo ahora? —Preguntó Jongin y apretó la cadera del menor—. ¿Vas a decir que eres mío?

— Nunca —dijo Kyungsoo antes de soltar una carcajada. Un pequeño beso se formó en los labios de Jongin y suspiró. Kyungsoo era muy testarudo. El mayor llevó una de las manos cerca del rostro y sacó la lengua, dejó que la saliva acumulada se escurriese entre los dedos, sin embargo, en lugar de llevar los dedos húmedos hasta la entrada del 128

menor para prepararlo, Jongin deslizó la saliva por su propio miembro, masturbándose durante algunos segundos. — Si no admites que me perteneces, no voy a prepararte y te va a doler —el alto intentó convencer al más pequeño una vez más, pero (en el fondo) no quería hacerle daño. — Hazlo entonces, Jongin —murmuró Kyungsoo, moviendo las caderas despacio, impaciente y nervioso, pues (de alguna manera) se había acordado de que tenían un compromiso y probablemente ya llegaban tarde. Jongin separó las nalgas de Kyungsoo con la ayuda de los dedos y lo invadió sin decir ni una palabra siquiera. Un gemido angustioso se escapó de los labios del menor y arañó la pared que tenía en frente, intentó controlar la sensación de ardor que sentía en su interior. Jongin se mordió el labio, intentó contener un gemido ronco que insistía en querer escaparse. Su miembro se deslizó más hacia dentro del más bajo hasta que alcanzó el límite posible. Kyungsoo gemía, casi como en un llanto, y el alto se encorvó, besándole los hombros, y le susurró palabras de consuelo. — ¿Te duele? —preguntó Jongin y Kyungsoo negó con la cabeza.

— No mucho, continúa —aunque ya habían hecho eso más veces de lo que podían recordar, el cuerpo de Kyungsoo siempre negaba la invasión a la primera, pero después se entregaba de una manera que hasta él se avergonzaba. El placer le hacía perder la razón. 129

Jongin besó una vez más los omoplatos del menor y se alejó, inició las estocadas suavemente y continuas, hasta que ambos se acostumbraron a la sensación. Jongin sentía el miembro aplastado prácticamente por las paredes del cuerpo de Kyungsoo mientras este sentía un ansia de gritar al ser invadido por Jongin. La sensación era enloquecedora y cuanto más aunmentaba Jongin las embestidas y la intensidad de los movimientos, más se olvidaba Kyungsoo de que estaba intentando ser orgulloso. Sus gemidos eran altos y retumbaban en la habitación, mientras se cubría los ojos con un brazo. El sonido causado por el choque de los cuerpos era fuerte y vil. Kyungsoo no dudaba de que si alguien pasaba por delante del cuarto no sabría lo que estaba pasando. Pero no podía impedir que las caderas se moviesen al encuentro de Jongin, forzando cada vez más la entrada de este en sí mismo. — Jonginnie... —gimió el apelativo infantil Kyungsoo, y llevó su mano hasta su miembro olvidado, masajeándolo, intentando aliviarse. El más alto percibió lo que el bajo hacía y se pasó la lengua por los dientes, sonriendo. Jongin no quería salir del interior de Kyungsoo, pero encontró la provocación necesaria para que el más bajo se rindiese por completo ante él. Cuando Kyungsoo sintió un vacío en su interior, se asustó y dejó de tocarse, se giró rápidamente, hacia donde debería estar Jongin. El problema era que el mayor estaba sentado en el borde de la cama, con una media sonrisa en el rostro, con una mano apoyada en el colchón y la otra tocando su propio falo, masajeándolo de manera provocadora. 130

Jongin se estaba masturbando para Kyungsoo. — ¿En serio me estás haciendo esto, Jongin? —preguntó Kyungsoo y recibió un asentimiento ligero con la cabeza como respuesta. — Ven aquí —murmuró Jongin y el menor puso los ojos en blanco, pero en seguido se acercó con pasos rápidos a la cama. Kyungsoo no se había dado cuenta, pero hacía mucho frío cuando Jongin no estaba con su piel caliente contra la de él. Un mohín apareció en los labios del menor cuando este apoyó las rodillas en el colchón, una a cada lado de Jongin, y lo miró fijamente. Kyungsoo se sentó sobre los muslos morenos del más alto y las intimidades se rozaron, causándoles escalofríos a los dos. — Ahora tendrás que pedirlo —susurró Jongin contra la mejilla blanca en frente suya antes de que los labios rojos y gruesos lo besaran. Las manos del mayor se posaron en los laterales del cuerpo pequeño y apretaron la piel suave, mientras las lenguas luchaban por el espacio en medio de un beso. La habilidad de la pequeña lengua de Kyungsoo nunca fallaba en llevar a Jongin a la locura, provocando que quisiera morder y chupar durante el mayor tiempo posible. — ¿Por... qué quieres que diga que soy tuyo? —susurró Kyungsoo, mantuvo los ojos semicerrados. Un hilo de saliva conectaba las dos bocas, lo que obligó a Jongin a capturar los labios del más bajo de nuevo por unos instantes. — Porque te quiero —murmuró Jongin, cansado de jugar— . Te 131

quiero conmigo hoy, mañana, quiero que estemos juntos hasta el fin de nuestra existencia. Porque amo tu cuerpo, tu voz, tus caricias, tu risa y tu personalidad. Te amo por completo y quiero que tú me ames también. Kyungsoo tragó saliva y sonrió de medio lado, avergonzado. — Odio cuando te pones mimoso... —susurró el menor, evitando mirar a Jongin a la cara— . Me dejas sin palabras cuando dices estas cosas. — No estás sin palabras. Te basta con decir que me quieres también, que eres mío hasta el final —dijo Jongin seriamente y apretó más las caderas de Kyungsoo contra las suyas. — Si dijera lo que quieres oír, ¿podríamos terminar esto? Necesito con urgencia aliviarme –preguntó Kyungsoo en tono juguetón y Jongin asintió. — Sólo es decirlo —murmuró Jongin y Kyungsoo suspiró, pasó los brazos alrededor del cuello del mayor como en un abrazo y acercó los rostros.

— Soy tuyo, ¿contento? Seré tuyo hasta el fin de nuestra existencia, hasta que el Infierno se congele o nos volvamos polvo. Seré tuyo mientras exista, mientras pueda tocarte, mientras pueda... Jongin, ¿entiendes que seré tuyo hasta mi final? —susurró Kyungsoo contra los labios del mayor y recibió una sonrisa como respuesta— . Ahora, por favor, foll... 132

El menor no consiguió terminar su petición antes de ser invadido por completo por Jongin. Un gemido salió de su boca, pero este mismo fue tomado por los labios gruesos del otro, callándolo. Jongin abrazó posesivamente el cuerpo pequeño que tenía frente a él, mientras Kyungsoo deslizaba los dedos por las cicatrices de la infancia humana de Jongin en su espalda. El demonio de piel blanca jamás se lo había contado al otro, pero en uno de sus regresos a la Tierra, unos años después de que Jongin se volviese suyo, buscó sin descanso hasta encontrar a los padres del más alto y los asesinó. Los mató a los dos sin ninguna pizca de remordimiento o duda. — ¡Jonginnie...! —gimió Kyungsoo cuando sintió que su punto sensible era acertado con fuerza y echó la cabeza hacia atrás, dejando espacio para que el otro abusase de su cuello. Estaban sudados y sus cuerpos se movían rápido cuando un ruido llamó la atención de ambos. Eran golpes en la puerta. Kyungsoo paró de moverse sobre el cuerpo de Jongin y colocó el dedo índice en los labios de este, pidiéndole así que se mantuviese en silencio. — ¿Kyungsoo? —La voz de Sehun sonó al otro lado de la puerta, mientras forzaba el pomo, intentando abrirla— ¿Estás ahí? ¿Está todo bien? El demonio de ojos grandes miró fijamente a Jongin, que sonrió con picardía. 133

— To... todo está bien, Sehun. ¡Ya vamos! —Kyungsoo intentó controlar sus gemidos, pues Jongin todavía lo sujetaba por la cadera y lo obligaba a subir y bajar por su miembro. — Estás mejor que bien, ¿no? —susurró Jongin, deslizó una de sus manos de la cadera de Kyungsoo hasta el miembro de este, apretó el glande y esparció lentamente el presemen que salía de la misma con el pulgar. — Para, Jonginnie... —pidió Kyungsoo en medio de gemidos bajos, mientras intentaba esconderle a Sehun el hecho de que estaba teniendo sexo y no le habían invitado a unirse. — ¡Vamos a llegar tarde a la reunión! ¿Kai está ahí contigo? Vamos entonces, todos teníamos que estar con Minos a esta hora... — preguntó Sehun, golpeando suavemente la superficie de la puerta. — Díselo, Kyungsoo... Dile que estoy aquí dentro... dentro de ti — susurró Jongin contra el cuello del menor, mientras masajeaba el miembro al mismo tiempo que lo embestía profundamente. Kyungsoo no pudo evitar gemir alto. — ¿Kyungsoo? ¿Kai? —preguntó Sehun una vez más, impaciente— ¿Qué está pasando ahí?

Kyungsoo mordió el hombro de Jongin, intentó silenciar los gemidos que parecían imposibles de controlar. Las olas de placer inundaban su cuerpo mientras se sentía invadido por Jongin. Sin contar que este abusaba de su miembro con la mano, causándole más escalofríos de los que podía soportar.

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— Ya vam... —comenzó a decir Kyungsoo, pero un gemido se escapó de sus labios y la saliva se le escurrió de la boca por el hombro moreno de Jongin, marcado por una de sus cicatrices de la infancia. — ¿Qué? Kai, ¿va todo bien? –preguntó Sehun. — ¡Estoy follándome a Kyungsoo! ¡Está todo mejor que bien! —gritó Jongin, soltando una carcajada, mientras contemplaba la mirada de sorpresa de Kyungsoo caer sobre él. Los demonios dentro de la habitación se mantuvieron en silencio durante algunos segundos y escucharon pasos. Sehun se estaba alejando. — Aleluya —dijo Jongin bromeando, y recibió un golpe suave en el hombro. Los labios de los dos volvieron a encontrarse de modo urgente y los movimientos volvieron a ser cada vez más rápidos hasta que ninguno de los dos consiguió contener los gemidos presos en la garganta. Jongin gimió contra los labios rojizos de Kyungsoo mientras se derramaba dentro de él. El semen se escurría entre las piernas del menor cuando los movimientos se detuvieron. La verdad era que Jongin no quería que aquella sensación de éxtasis terminase nunca. Debido a los espasmos que estaba sufriendo gracias al orgasmo, Jongin acabó apretando con un poco más de la fuerza que debería el falo del menor, mientras un dedo rodeaba el glande, haciéndole gemir alto, derramándose a los pocos segundos entre los dos cuerpos.

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Kyungsoo abrazó a Jongin y sintió lágrimas en sus ojos, por el placer todavía presente. El mayor le devolvió el gesto y mantuvieron aquella posición un buen tiempo, abrazados. — ¿Cómo vamos a explicarle esto a Sehun? —murmuró Kyungsoo contra el hombro de Jongin, todavía con el rostro escondido contra la piel suave y morena de este. — Sencillo: le diremos que encuentre nuevos compañeros. Si conozco tan bien a ese idiota como creo, acabará esperando por ese tal Luhan —dijo Jongin con una sonrisa, y Kyungsoo lo siguió. — ¿Entonces haremos esto solo entre nosotros a partir de ahora? —preguntó el menor y gimió bajo cuando sintió a Jongin salir de su interior. Una sensación de vacío lo invadió y volvió a abrazar al demonio moreno. — Sí... Solo nos pertenecemos mutuamente. Kyungsoo asintió y cerró los ojos. Sintió una necesidad inmensa de dormir, pero se despertó de su ensoñación cuando Jongin comenzó a acariciarle los pezones con los pulgares. — ¡Eh, eh! ¡¿Qué estás haciendo?! —preguntó el menor mientras se alejaba un poco del otro.

— Me he dado cuenta de que te estabas durmiendo y tenemos una reunión, ¿no? —dijo Jongin riendo, se acercó al menor y le dio un beso en el cuello. Los ojos de Kyungsoo se abrieron por completo y salió de un salto 136

de encima de Jongin. Ah, cómo amaba Jongin a aquel pequeño demonio. Kyungsoo tenía tantas caras que era difícil no enamorarse cada vez más de él. El menor podía pasar de ser alguien sexy a ser alguien totalmente torpe y divertido en cuestión de un segundo. Como era el caso, en aquel momento, con Kyungsoo corriendo por la habitación, mientras se ponía la ropa torpemente. Ah, como amaba Jongin a ese pequeño demonio. ○●○●○●○●○

Explicarle a Sehun que ya no estaba invitado a dormir en la habitación de Kyungsoo y Jongin fue más fácil de lo que los dos demonios Baal habían pensado. Claro que, a cambio de ser expulsado de los momentos de placer, Sehun les obligó a ir con él a la Tierra a visitar a Luhan en secreto, para comprobar que él estaba bien. Y cuando no iban con él a la Tierra tenían que ayudarle a invadir la sala de Minos y cerrar el lugar mientras Sehun iba solo al mundo de los humanos, para vigilar a su contratante. Jongin no soportaba ir a la Tierra, prefería quedarse con Kyungsoo en el Infierno, en sus brazos o caminando a su lado por el desierto del Segundo Círculo, pero fue con Sehun casi todas las veces hasta la superficie, protestando lo mínimo posible. El día en el que Sehun fue llamado para ir a buscar el alma de Luhan, nunca había parecido tan feliz.

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— Quita esa sonrisa de idiota de la cara, el niño va a tenerte miedo —dijo Jongin en broma, pero Sehun cambió su expresión a una más seria. — Tienes razón, Kai. ¿Y qué tal esta expresión? —preguntó Sehun que cambió su sonrisa en una mueca. — ¡Horrible! —Dijo Jongin riéndose y recibió un golpe en el brazo como respuesta— . Pero los demonios son considerados horribles, así que está bien. Kyungsoo tuvo que, más de una vez, separar a los dos más jóvenes y calmar los ánimos cuando comenzaban una discusión acalorada, pero ya estaba acostumbrado a eso. Sehun se fue a su misión malhumorado, pero cuando llegó a la Tierra y miró a Luhan fijamente, aquellos ojos que recordaba tan bien, toda su irritación se esfumó. Porque al fin haría lo que llevaba esperando desde hacía diez años. Sehun, al final, poseería a Luhan y lo haría suyo.

○●○●○●○●○ Luhan, al final, estaba en el Infierno, junto a Sehun. 138

El demonio de piel clara y ceño fruncido le había pedido a Jongin que se disculpara con Luhan, pues por su culpa el chico casi había sido atacado por un Incubus dentro de la Torre de los Vientos. El moreno al principio se negó a pedir perdón por algo que había hecho sin querer, pero al recibir la mirada severa de Kyungsoo, Jongin acabó por darse por vencido y pidió disculpas después de dar un largo suspiro. El humano pasaría a vivir al lado de Sehun y, con el tiempo, acabaría volviéndose un demonio Grimorio también. Luhan tendría que comenzar a hacer pactos y eso le asustaba. — En serio, no tienes por qué tener miedo, no hay nada malo. ¿No es así, Sehun? Dile a Luhan que todo irá bien —dijo Kyungsoo, sonriendo dulcemente al nuevo demonio. — Luhan, yo te acompañaré —dijo Sehun, aferrando los dedos del menor entre los suyos—. Pedí permiso y me lo concedieron. Luhan sonrió a Sehun, pero los dos fueron acosados por un Jongin molesto. — ¡Eh! ¡Eso es injusto! ¿Por qué siempre te conceden lo que pides? ¡Cuando Kyungsoo pidió volverse Baal se lo rechazaron la primera vez!

— Porque el jefe me adora, Kai. Soy un buen Grimorio, a diferencia de ti, que no conseguiste tener sexo con una simple humana —dijo

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Sehun convencido y Jongin puso los ojos en blanco y se mordió el labio. Claro, Jongin no pudo ir en contra de su personalidad y él y Sehun discutieron de nuevo, lanzándose amenazas que nunca eran serias. Kyungsoo no habló en voz alta, pero pensó que su petición para volverse Baal la primera vez no fue concedida porque el destino existía. Si Kyungsoo no continuase siendo Grimorio, jamás hubiese hecho un pacto con Sehun y, en consecuencia, Sehun jamás hubiese hecho un pacto con Luhan. Kyungsoo no pudo hablar en voz alta, porque era ridículo que un demonio creyese en el destino (o que creyese en el amor) pero para él, era obra del destino que Luhan y Sehun estuviesen juntos. Así como era obra del destino destino que él y Jongin permaneciesen uno al lado del otro. — Ven aquí, Jongin... —murmuró Kyungsoo, extendió la mano hacia el moreno, que rápidamente la agarró y se colocó a su lado. A Jongin no le gustaban demasiado las demostraciones públicas de afecto, pero desde que veía a Sehun y Luhan tocándose siempre en público, comenzó a querer hacer eso con Kyungsoo también. Todos los demonios estaban en la sala de Minos, aunque este estuviese ausente. Baekhyun también estaba ahí, observando a los cuatro (dos Grimorios y dos Baal), y sintió una necesidad inmensa de vomitar.

Era demasiada felicidad junta. 140

— Vamos entonces, Sehun y Luhan. Vosotros entráis por aquella puerta de ahí, por lo que Minos me dijo —murmuró Baekhyun apuntando para el pórtico envuelto en tinieblas por el que tenían que pasar—. Yo también iré, tengo una misión. No te preocupes, Luhan, no es tan mala como piensas. Puedes hasta terminar divirtiéndote... Baekhyun sonrió de medio lado y se peinó un poco antes de entrar en uno de los muchos portales colocados por las paredes de la sala de Minos, juez del Infierno. Luhan y Sehun todavía estaban cogidos de la mano cuando entraron al portal, juntos, y los envolvieron las tinieblas hasta desaparecer hacia lo que parecía ser la nada. Los dos demonios Baal permanecieron en la sala antes de mirarse y sonreír, saliendo de la mano. — Kyungsoo...—preguntó Jongin, mientras caminaban por el desierto y el viento fuerte les golpeaba. — Dime, Jonginnie... —murmuró Kyungsoo el apellido infantil que solo tenía permiso de usar cuando estaban solos, como en ese momento. — ¿Echas de menos ser un Grimorio? ¿Visitar la Tierra, conocer hum..., ya sabes, relacionarte con nuevas y diferentes personas...? Jongin miraba hacia el suelo y Kyungsoo contempló su perfil. — ¿Si echo de menos hacer pactos? —preguntó el menor. — Sí.

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Kyungsoo se quedó en silencio durante unos segundos, no porque estuviese pensando en la respuesta, que consideraba obvia, sino por admirar la belleza de su Jongin, principalmente el pequeño mohín que tenía en los labios, como si fuese un niño triste por no tener su capricho cumplido.

— No, Jongin —sonrió—. Prefiero ser un demonio Baal, un mero guardián, y quedarme contigo. Kyungsoo apretó la mano de Jongin entre la suya y el mayor le miró, antes de que le dedicase una sonrisa sincero. Volvieron por el camino hasta la Torre de los Vientos, donde volverían a su habitación, para que Kyungsoo demostrase que estaba diciendo la verdad y solamente la verdad. Porque era cierto que Kyungsoo no sentía necesidad de hacer pactos. No sentía añoranza de la Tierra, de los humanos o de ser un Grimorio, a pesar de los privilegios que tenían los que pertenecían a esa categoría de demonios. Kyungsoo no echaba de menos nada de eso... Ni una pizca. Porque estaba con su Jongin. Y solo necesitaba eso.

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_________________ La nada, poco a poco, se volvió todo; La muerte, por increíble que parezca, se volvió vida; El humano se volvió demonio, ¿Y quién dice que los demonios no pueden conocer el amor? _________________

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